LA EUFORIA DE TURÍN Klossowski

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  • 7/27/2019 LA EUFORIA DE TURN Klossowski

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    LA EUFORIA DE TURN

    Diario del nihilista.

    El estremecimiento que provoca el descubrimiento de la falsedad -vaco: ningnpensamiento ms: los afectos ms fuertes giran en torno de objetos sin valor;

    -espectador de esas absurdas inclinaciones en favor y en contra:

    -reflexivo, irnico, fro con respecto a s mismo;

    -las inclinaciones ms fuertes aparecen como mentiras: como si debiramos creer en susobjetos, como si quisieran seducirnos;

    -la fuerza ms poderosa ya no sabe para qu sirve

    -todas las cosas estn ah, pero ningn fin til;

    -el atesmo como ausencia de ideal.

    Fase de un no y de un hacer no apasionados: se descarga la codicia acumulada,buscando un vnculo, una relacin, una adoracin ...

    Fase del desprecio incluso por el no...

    incluso por la duda

    incluso por la irona

    incluso por el desprecio.

    Catstrofe: la mentira no ser algo divino?...

    el valor de todas las cosas consistira en que son falsas?...

    la desesperacin ser la consecuencia de creer en la divinidad de la verdad?...

    acaso la mentira y la falsificacin (convertir en falso), la introduccin de un sentido, noson precisamente un valor, un sentido, un fin?...

    acaso habra que dejar de creer en Dios, no porque no sea verdadero, sino porque esfalso?...

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    Y cuntos ideales todava son posibles! A m, por ejemplo, cada cinco semanas se meaparece un pequeo ideal de levantar vuelo en el curso de un paseo salvaje y solitario,

    en el instante azulado de una suerte fraudulenta. Pasar su vida entre cosas tiernas yabsurdas; extrao a la realidad; semiartista, semipjaro y metafsico; sin un s o un nopara la realidad, a menos que de tiempo en tiempo la admitamos slo con la punta de lospies como un buen bailarn: siempre estimulado por cualquier rayo de sol de lafelicidad; expansivo y animado incluso por el dolor, porque el dolor sostiene alafortunado; aadiendo una colita graciosa al ms santo -esto, no hace falta decirlo, es elideal de un espritu que pesa quintales, de un espritu de la pesadez.

    Y cuntos dioses son posibles todava! Para m mismo, en quien el instinto religioso

    -es decir, el formador de dios (tergico)- a veces se anima a destiempo, cuntas formas

    diferentes adquiere lo divino cada vez que se revela!... Tantas cosas singularesdesfilaron ante m, en esos instantes intemporales que parecen caer en la vida desde laLuna, durante los cuales se olvida la edad -tan joven todava o ya viejo... No dudara dela existencia de toda clase de dioses... No faltan algunos que no podra imaginar sin uncierto alcionismo o cierta ligereza... Los mismos pies ligeros pueden ser parte de lanocin de Dios... Es necesario revelar que un dios prefiere mantenerse ms all detodo filistesmo y de todo lo que acuerda con la razn y, la verdad sea dicha, por encimade todo lo que est ms all del Bien y del Mal? Tiene la vista libre -para decirlo conGoethe. Y para invocar en ese caso la inapreciable autoridad de Zaratustra: Zaratustrallega al punto de confesar que como mximo podra creer en un Dios que supiera bailar.

    Una vez ms: cuntos dioses son todava posibles! Indudablemente, Zaratustra no esms que un viejo ateo: no cree ni en antiguos ni en nuevos dioses. Dice que podra... No

    podr. -Que se entienda bien.

    Dios del tipo de los espritus creadores, de las grandes naturalezas humanas.

    Cuando se considera el ltimo perodo de actividad de Nietzsche, en particular, elltimo ao de lucidez, es muy fuerte la tentacin de decir: en esto tenan quedesembocar los veinte aos de su carrera, el abismo. O bien, se descarta esaconstatacin para oponerle un punto de vista tan temerario como la banalidad del

    precedente: lo que despacio y en secreto prepararon esos aos fue una singularapoteosis, celebrada, actuada, comentada por el mismo Nietzsche. Pero, desde esa

    perspectiva, el abismo y la apoteosis parecen inseparables.

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    Hablando de la Crucifixin, Nietzsche expresa la forma en que se imagina el estupor delos discpulos, su incomprensin de las palabras y los gestos de Jess: Qu significabaeso? Y el mismo responde en el Anticristo: la mayor irona de la historia universal.

    Todas las interpretaciones, los comentarios a los que puede dar lugar el

    desmoronamiento de Nietzsche, quedarn bajo el signo de la misma irona que trazaNietzsche en el momento de la partida. Desde cundo estaba al borde del abismo? Fuefulminado bruscamente entre fines del 88 y comienzos del 89, dicen algunos, entre losque se cuentan sus amigos ntimos. No, dicen otros, el mal lo atormentaba visiblementedesde Zaratustra, con toda seguridad desde finales del '87. Unos y otros creen en larealidad del profesor de filologa, en la seriedad del filsofo. Unos y otros slo quierenadmitirlo en pleno ejercicio del entendimiento y as tomar literalmente sus declaracionessucesivas, incluso contradictorias, que slo sirven para discutir su lugar en laclasificacin dentro del pensamiento contemporneo.

    De acuerdo con esos puntos de vista, unos y otros se conmueven ante el ltimo

    espectculo que les ofrece de s mismo en Turn y entonces buscan huellas deincoherencia en las obras anteriores, las que preceden inmediatamente la clausura,

    precisamente las que estn ms exentas de cualquier sospecha de desequilibrio. Y estosin hablar de los antecedentes enfermizos de Nietzsche.

    Distintos testigos de su vida se pronunciaron sobre esas supuestas propensionesmrbidas. Overbeck, el ms seguro e ntegro de sus confidentes en los ltimos diez aoslcidos, escrupulosamente sonde los motivos del derrumbe con la mayorcircunspeccin: sin duda le parece concebible que la locura haya sido el producto de lamanera de vivir de Nietzsche. Pero no se trata ms que de una tmida hiptesis. Si acasola locura como tal pudiera ser el producto de una manera de vivir, cuando ms bien es

    probable que sea la causa de sta, todo cambia si, desde el comienzo, un esprituconsidera como error flagrante, desde el punto de vista del conocimiento, las fronterastrazadas entre la razn y la sinrazn y slo acepta la primera porque se reserva el uso dela segunda.

    Entre los monumentos' de la enfermedad de Nietzsche que poseo en mi coleccin desus cartas, uno de los ms conmovedores es el pedido de auxilio, mitad en alemn,mitad en latn, que me envi desde Sils (Alta Engadina) el 8 de septiembre de 1881 ycuyas dos lenguas (el latn menos perfecto que el alemn) me revelaron el estado desalud de su razn, cuando yo no poda hacer ms nada por ayudarlo. La conclusin que

    ahora saco de la confrontacin de mis propios recuerdos con el relato de la seoraFrster -particularmente del contraste entre el estado mrbido de Nietzsche, al que yomismo haba visitado en el hotel de la Cruz Blanca de Basilea, en 1884, y la impresinque tuvo su hermana de su salud unas semanas ms tarde (en septiembre u octubre delmismo ao en Zurich), especialmente de su alegra por la reconciliacin de ambos- esque Nietzsche estaba librado en ese momento a las violentas alternancias entre ladepresin ms profunda y las exaltaciones eufricas, que caracterizan generalmente alos candidatos a la locura, y que desde aquel tiempo yo estaba frecuentando a uno. Porotra parte, los momentos pasados con Nietzsche el ao anterior en Schuls, cerca deTarasp, me haban dejado impresiones anlogas. La manera en que un da, sufriendo encama profundamente por sus migraas, intent iniciarme por primera y ltima vez en su

    doctrina secreta, no poda dejarme la menor duda de que haba perdido la razn, aunqueno hubiera tenido ninguna experiencia con enfermos mentales.

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    Nietzsche me confi sus revelaciones del Eterno Retorno durante una estada enBasilea, en el verano de 1884 (es decir, en el hotel de la Cruz Blanca), de la mismamanera misteriosa que, segn el testimonio de la seora Andreas Salom, haba hechocon ella. En cama, enfermizo, con una voz siniestramente susurrante, como si estuviese

    anunciando un secreto formidable, me comunic parte de su doctrina esotrica. Tal vezantes habl conmigo de la doctrina, pero slo de una manera completamente accesoriacomo doctrina notoria de la filosofa antigua y sin prestarle ninguna atencin particularcomo un punto que le concerniera personalmente. Al menos, es muy vago el recuerdode nuestras conversaciones sobre el tema, anteriores a 1884.

    Pero de eso se deduce que, aunque lo que me dijo en 1884 me hubiera resultadototalmente incomprensible, no tena la menor duda que se trataba de algo asociado conun filosofema antiguo. Tambin en este sentido, algunos aos despus deldesmoronamiento de Nietzsche, Rhode me dijo que comparta absolutamente miopinin acerca de esa doctrina y que, por lo dems, se negaba a hablar de su aplicacin

    por parte de Nietzsche de otra forma que como un sntoma de su estado mrbido.

    Cada vez que Nietzsche habla de su idea del Retorno, el interlocutor se siente ante unarepresentacin tomada de los sistemas de la antigedad. Nietzsche envuelve su propiaexperiencia de Sils-Maria en esa representacin y as provoca la impresin de extraezaen sus amigos. Overbeck no sabe bien si se trata de una mistificacin o de una ideadelirante: insiste en el estado en que se encuentra Nietzsche, postrado, sufriendo demigraa cuando le habla con el tono inquietante de su voz cuchicheante, en el carcterespectacular de sus palabras que contrasta con el tono objetivo que Nietzsche habautilizado al hablar, en otras oportunidades, de las concepciones helensticas del Retorno.

    Aunque Overbeck imputa al estado mrbido de Nietzsche el contenido ininteligible deesa doctrina, se niega a ver en eso el menor prdromo de la locura misma y no reconoceninguna accin oscura de la locura en su produccin lcida, antes de la explosin dedelirio en Turn. Nada le parece ms errneo que reinterpretar retrospectivamente el

    pensamiento de Nietzsche a partir del desmoronamiento. Nietzsche mismo, a comienzosde 1888, escriba a Deussen:

    Viv, pretend y quiz tambin logr tanto, que se ha hecho necesaria cierta violencia

    para alejarme y separarme de eso. La vehemencia de mis oscilaciones interiores eraprodigiosa: deduzco que de alguna manera el hecho era perceptible a distancia por losepithetis ornantibus con los que me ha gratificado la crtica alemana (excntrico,patolgico,'psiquitrico y hoc genus omne). Esos seores, que no tienen la menornocin acerca de mi centro, de la gran pasin en la que he comprometido mi vida,difcilmente puedan considerar dnde pude encontrarme fuera de mi centro, dnde fuirealmente excntrico. Pero qu importa que se engaen con respecto a m), a micontacto! Lo peor sera que eso no ocurriese (-me hara desconfiar de m mismo).

    Recordando el pasaje de esta carta (a Deussen), Overbeck concluye: El hecho de queNietzsche mismo confiese su excentricidad y que afirme la inaccesibilidad de sta para

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    cualquier juicio que no sea el suyo basta para que merezca ser considerado. En todocaso, ese juicio mantiene la fuerza argumental propia de todo juicio deautoconocimiento: es decir, que no aporta prueba alguna y que es la prueba suprema. Almenos, Nietzsche prueba justamente que no ha encontrado su propio centro.

    En trminos casi idnticos a los de la carta a Deussen, Nietzsche haba escrito a CarlFuchs (el 14 de diciembre de 1887):

    ...Sin voluntad, por una necesidad despiadada, estoy arreglando cuentas con loshombres y las cosas, imponiendo ad acta todos mis hasta ahora. Casi todo lo que hagoen este momento es dar un trazo final. La vehemencia de mis oscilaciones interiores fueespantosa en los ltimos aos; de ahora en adelante, para pasar a una forma nueva y ms

    elevada, preciso en primer lugar una nueva extraeza, una despersonalizacin todavamayor. Para eso es esencial que sepa qu y quines me quedarn.

    Qu edad tengo, al fin ya al cabo? No s: tampoco podra decir hasta qu punto todavasoy joven.... En Alemania se quejan de mi excentricidad. Pero precisamente porque nosaben dnde est mi centro, les va a ser difcil saber dnde y cuando he sido hasta ahoraexcntrico. Por ejemplo, me encontr fuera de mi centro por haber sido fillogo (locual no quiere decir en absoluto que haya sido un mal fillogo). Asimismo, me pareceuna excentricidad haber sido wagneriano. Fue una experiencia peligrossima: ahora queestoy seguro de no haber sucumbido a ella, s qu sentido tuvo para m -fue la pruebasuprema de m carcter. Poco a poco, lo que hemos vuelto hacia el interior nosdisciplina hasta encontrar nuestra unidad: esa pasin a la que durante mucho tiempo nose le podra encontrar nombre, nos salva de todas las digresiones y de todas lasdiscusiones, esa tarea de la que uno es el misionero involuntario.

    Las razones que da Nietzsche de su excentricidad an son polmicas, y si muchasveces dej entender que su ruptura con Wagner fue la puesta a prueba de su carcter, nosiempre dice cul es su centro, cul es la tarea que est llamado a hacer como misioneroinvoluntario. Por eso no invalida la manera en la que Overbeck discute y plantea la

    cuestin de su centro.Por apropiado que sea el recelo de Overbeck contra cualquier interpretacinretrospectiva de la obra a partir del desmoronamiento, no obstante parece quegeneralmente se discutiera, segn una concepcin optimista de la razn que

    precisamente el mismo Nietzsche se empe en destruir; que nos atuvisemos a lasnormas del intelecto, en nombre de las que, por ejemplo, actualmente el doctor Podachrechaza en Nietzsche la capacidad racional, objetiva, indispensable para el filsofo,defecto que ya sera flagrante por la impotencia para construir un sistema coherente de

    pensamiento. De esa concepcin de la razn depende tambin la manera en queNietzsche revela la incapacidad para encontrar su propio centro.

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    Pero si Nietzsche confiesa su propia excentricidad, qu sentido le daba a dnde pudeencontrarme fuera de mi centro? No dijo al mismo Overbeck que l era una naturalezademasiado concentrada como para que todo lo que la golpeara, la tocara, no se dirigierahacia su centro, de lo cual surge su vulnerabilidad frente a los avatares crueles por elhecho mismo de ser demasiado concentrado? Si en l el centro se confunda con la

    gran pasin en la que comprometa su vida, es decir, con la persecucin de un fin porel que necesitaba vivir algunos aos ms, cul era ese fin? La obra? O alguna otracosa que deba suceder, fuera lo que fuese? No haca fracasar su voluntad para ese finsu misma concentracin? Si el fin es la obra, en la medida en que sigue concentrado enla idea de la obra, es decir, en la comunicacin, en realidad obstaculiza la experiencia,

    porque slo la concibe como comunicable; al mismo tiempo, su centro ya no es supasin pero todava da muestras de dominio de la razn; y de esa manera, huyendo de lavehemencia de sus oscilaciones, difiere la experiencia: estar fuera de su centro. Ahora

    bien, esa experiencia -que la obra anterior exiga, puesto que l la exiga de s mismo-era su metamorfosis. Cmo Nietzsche haba llegado a negar la serenidad de la razn sino era a travs de las fuerzas centrfugas del Caos? No por que haya invocado a esas

    fuerzas: mientras ms lo atemorizaba la inminente irrupcin de stas, ms luchabacontra la incoherencia y ms sufra la tentacin de lo discontinuo y arbitrario: Los

    pensamientos son los signos de un juego y de un combate de los afectos; dependensiempre de sus races ocultas. En la conciencia que adquiere de eso desde el principio,se dibuja poco a poco la sonrisa seductora de la esfinge.

    Intensidad, excitacin, tonalidad: as es el pensamiento, independientemente de lo queenuncia y ms all de lo que pueda enunciar. Su aplicacin suscita a su vez otrasintensidades, otras excitaciones, otras tonalidades. En adelante, quiso ejercerlo desde la

    perspectiva de la capacidad emocional, no conceptual: en ese lmite donde el saber seofrece como un recurso para actuar, no para la paz de la razn, sino a merced de lasfuerzas tentadoras del Caos.

    No fue la razn lo que super a las fuerzas centrfugas para ponerlas en contacto; esasfuerzas un da se comunicaron en Sils-Maria, bajo la forma del movimiento alrededor de

    algo cuyo acceso permaneca prohibido para siempre, por un acuerdo o un vnculosecretos. Primero el anillo, enseguida la rueda de la fortuna, por ltimo el circulusvitiosus deus: smbolos que por s mismos suponen un centro, un foco, un vacomantenido a distancia, quizs un dios, que inspira el movimiento circular y se expresa atravs de l. Las fuerzas centrfugas no huyen para siempre del centro, sino que vuelvena aproximarse para alejarse de nuevo: as son las vehementes oscilaciones quetrastornan a un individuo a tal punto que slo busca su propio centro y no ve el crculodel que l mismo forma parte; dado que si esas oscilaciones lo trastornan, es porquecada una responde a una individualidad distinta de la que l cree ser, desde el punto devista del centro inencontrable. De ah que una identidad sea esencialmente fortuita y queuna serie de individualidades deban ser recorridas por cada una, para que el carcter

    fortuito de stas o aquella las vuelvan necesarias a todas. Lo que el Eterno Retornoimplica como doctrina es ni ms ni menos que la insignificancia del de una vez para

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    siempre que implica el principio de identidad y de no contradiccin, base de la razn:si todas las cosas acontecen de una vez para siempre, la falta de intensidad hace quecaigan en la insignificancia del sentido. Pero debido a que la intensidad es el alma delEterno Retorno, las cosas slo adquieren significacin merced a la intensidad delcrculo.

    Todava esto no es ms que el posible enunciado de la idea del Retorno: la experienciavivida de la intensidad del crculo sustituye el de una vez para siempre. De esamanera se abre a una cantidad de individualidades a recorrer hasta que vuelva aquellanica a la que se le revel el Eterno Retorno.

    La experiencia se oscurece desde el momento en que Nietzsche intenta iniciar en ella asus amigos, bajo la apariencia de una doctrina que requiere del entendimiento -y ellosadivinan el delirio; si el acontecimiento de Turn les da la razn, al mismo tiempoexplica que no hayan captado nada de las palabras cuchicheadas, las nicas quehubiesen podido trasmitirles el vrtigo experimentado en Sils-Maria.

    Primero unas imgenes; para explicar cmo nacen las imgenes en el espritu.Despus, palabras aplicadas a las imgenes. Por ltimo, conceptos slo posibles a partirde palabras...

    La palabra, desde el momento en que significa una emocin, la hace pasar por idntica ala emocin experimentada, que slo es fuerte en el momento en que carece de palabra.La emocin significada, ms dbil que la emocin insignificante.

    De manera que cada vez que interviene la designacin comunicativa en un intercambiode palabras con los dems (sujetos), hay un desplazamiento entre la experiencia y laexpresin.

    Esa experiencia determina conscientemente cualquier relacin de Nietzsche con suentorno: sus amigos no reflexionan sobre la gnesis emocional de un pensamiento. Y

    cuando Nietzsche los invita a que piensen con l, los est incitando a sentir, en primerlugar, su propia emocin previa.

    Pero ese defasaje entre la designacin y la emocin designada en la constitucin delsentido (de la emocin) -por lo tanto, ese movimiento de la palabra hacia la emocin yde sta a la eleccin de la palabra-, en consecuencia la expresin emocin en smisma, slo importa relativamente al agente que ejerce esa operacin, el que semantiene en su continuidad nicamente en ese ir y venir, ejercindolo tanto en relacina s mismo como en relacin a los dems. Nietzsche no deja de preocuparse por esefenmeno subyacente en contacto con los individuos que le eran ms o menos prximosde su entorno: el agente se deshace y se reforma segn la receptividad de los otros

    agentes -agentes de la comprensin que, por sus fluctuaciones, no se produce sinmodificar el sistema de designaciones: cuando cesa la necesidad de designar la emocin

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    a los dems (susceptibles de experimentarla), la emocin ya no se designa si no es por smisma, en el agente, o bien por un cdigo de designacin, a partir de que es pensadacomo designable, cdigo del que depende el agente, o bien por estados indesignables,entonces como lo indesignable: alza o cada (euforia-depresin) en que el agente sedeshace y rehace contradictoriamente, porque desaparece en la euforia y se rehace en la

    depresin, como si fuese agente slo en ausencia o incapacidad de euforia.

    Las consecuencias que extrajo para s mismo de situaciones semejantes se conformansegn el siguiente esquema de argumentos: en primer lugar, son nuestras necesidadeslas que interpretan el mundo: cada impulso, especie de necesidad de dominar, tiene su

    propia perspectiva que no deja de imponer a los dems impulsos; de esa pluralidad deperspectivas resulta no slo que todo es siempre interpretacin, sino que lo es el mismosujeto que interpreta. De ah que la inteligibilidad de todo lo que se pueda solamente

    pensar (a saber, que slo conformamos pensamientos sujetos a las reglas del lenguajeinstitucional) deriva de la moral gregaria de la verdad -en este sentido slo el principiode veracidad es gregario: Debes ser reconocible, expresar tu intimidad por signos

    precisos y constantes, de lo contrario te volvers peligroso; y si eres malo tu facultadpara disimularlo ser lo peor para el rebao; despreciamos al ser misterioso,incognoscible. Por eso, la exigencia de veracidad presupone la cognoscibilidad y la

    persistencia de la persona.

    A partir de esa moralizacin de lo inteligible (o de lo inteligible como fundamento de lamoral gregaria), en Nietzsche se desarrolla el proceso ambiguo entabladosimultneamente a las fuerzas de conservacin y a las fuerzas de disolucin. No deja deoscilar entre la fijacin (por medio de signos constantes y precisos) y su propensin almovimiento, a la dispersin de s mismo: hasta que la tensin provoca una ruptura entrela constancia de los signos y lo que pueden significar nicamente por su fijeza. Como sila inercia misma se convirtiera en obstinacin de la palabra, la constancia de los signosse encontr reemplazada por una palabra que vala por un gesto obstinado en recuperarlo incognoscible, dispersado bajo el aspecto de la incoherencia. Y as Nietzscherecapitula para s mismo las etapas que lo condujeron a una teora del caso fortuito:

    1- Mi esfuerzo contra la decadencia y el progresivo debilitamiento de la personalidad.

    Buscaba un nuevo centro.

    2- Reconoc la imposibilidad de ese esfuerzo.

    3- As que continu el camino hacia la disolucin. Ah encontraba nuevas fuentes deenerga para los individuos aislados.

    Tenemos que ser los destructores!...

    Reconoc que el estado de disolucin en el que seres aislados pueden realizarse como

    nunca lo haban hecho es a la vez imagen y caso singular, el alma de la existencia engeneral.

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    Teora del caso fortuito, el alma, un ser que selecciona y se nutre, fuerte, astuto ycreador -continuamente (por lo comn esa fuerza creadora pasa desapercibida, se laconsidera pasiva).

    Reconoc la fuerza activa, creadora en el seno de lo fortuito!

    -en s, el caso fortuito es el choque de los impulsos creadores.

    Contra el sentimiento paralizante de la disolucin general y de lo inacabado

    mantengo

    el Eterno Retorno!

    El encarnara el caso fortuito. Al mismo tiempo, reproducira el mundo que es unconcurso de azares. As se ejercitara en lo imprevisible.

    La incoherencia que algunos creyeron encontrar en los ltimos mensajes de Turn esten el punto de partida de la carrera de Nietzsche, como su pasmoso interlocutor. Eseinterlocutor fue cuidadosamente travestido, disimulado durante aos, antes de hacerloaparecer en las plazas de Turn. El hecho de que una disposicin fisiolgica mrbidahaya estado subyacente a ese dilema inicial, se haga cmplice despiadado de esaquerella disolvente no suprime el debate, como si estuviera decidido de antemano: alcontrario, lleva la lucha hasta su culminacin, al instalar el foco en el propio organismode Nietzsche.

    Pero el desmoronamiento nunca se hubiera producido, si esa seduccin ejercida por elCaos, es decir, por la incoherencia, hubiera estado siempre presente en Nietzsche. Salvoque no la hubiese manifestado con toda claridad de manera tan fulgurante. La

    premonicin del mal, de la desproporcin entre el tiempo del pathos y el tiempo

    otorgado a su organismo, de alguna manera, da lugar a un cambio, a una transaccin:ese organismo (ese instrumento, ese cuerpo) fue el precio del pathos. Por estarprofundamente inscrita en el organismo, la ley del Eterno Retorno de todas lasindividuaciones posibles, como justicia del universo, exigi la destruccin del mismoorganismo que la haba divulgado: es decir, el cerebro de Nietzsche, producto fortuito,realizado por la suerte que constituye la ley de todas las combinaciones posibles (perolimitadas) de Retorno de todas las cosas. Ahora bien, todava esto no es ms que unaformulacin del acontecimiento, en los trminos que ese cerebro haba forjado. Si

    Nietzsche no hubiese sido arrastrado por la premonicin de su decadencia, no hubiesedado a conocer de golpe (en pocos das, a travs de algunos mensajes) la totalidad de loque l significaba para s mismo. Antes que nada, era necesario que adquiriera la

    significacin de un signo a travs de esfuerzos sucesivos: pero cuando lo huboadquirido, poco le importaron los esfuerzos y sus resultados; en lo sucesivo tena la

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    certeza de su autoridad; poco importaba, a partir de esa posicin de fuerza, el desafoque lanzara a nuestra poca: l mismo devino la medida insospechada. Pero esaautoridad no poda servirse ms de las declaraciones anteriores que la fundamentaban: sise hubiera servido de una sola de sus declaraciones como absoluta, toda la operacin sehubiera encontrado comprometida. Esa autoridad no era la de un individuo -como se

    ilusionan todava sus comentadores ms simpatizantes-, sino la del caso fortuito que eneste sentido es la expresin de una ley -por lo tanto, de una justicia.

    Si Nietzsche no hubiese sido presa de ese vrtigo premonitorio, quizs hubieraconfundido el sentido de su mensaje con el de un sistema filosfico inmutable; pero

    penda sobre l la espada de Damocles: de un momento a otro, puedes ser acusado deimbecilidad y todo lo justo, verdadero, autntico que hayas dicho ser marcado con elsello de debilidad mental. En virtud de esa amenaza, lo admiti como un hecho yacumplido. La amenaza que pesaba sobre l se volvi su propia estratagema o su propiogenio: expresemos como enormidad lo que, en realidad, es el fondo de todas las cosas.Porque si declaramos que ese fondo es inapresable, seguiremos haciendo el papel de

    agnsticos cmodos: nada cambiar en el comportamiento ni en la moral, ni en lasformas de existencia del hombre. Muy distinto resultar si hablamos con el lenguaje deun bufn impostor; y as diremos esa cosa absurda: todo vuelve!

    Propagandista metafsico de Wagner mientras Bayreuth haba sido un proyecto difcilde concretar, cuando esa empresa se convirti en un culto idlatra al viejo maestro bajolos auspicios de Csima, Nietzsche comprendi que se haba prestado a latergiversacin de sus propias aspiraciones por un arte que las monopolizaba yfalsificaba en favor de una renovacin del virtuosismo teutnico. En adelante, atribuiral movimiento wagneriano todo el fracaso de sus libros, la incomprensin queconstataba particularmente en los viejos amigos que haba presentado a Wagner, comotambin en otros encontrados en Bayreuth. A partir de ese momento, Nietzsche indagalas razones de su repugnancia: Wagner corrompe la msica por su concepcin dramticamusical, sntesis imposible del drama hablado y de una msica completamenteconsagrada y sometida a la expresin de los afectos.

    Luego seala en Wagner todos los rasgos del falso genio que especula con lavulnerabilidad nerviosa del auditorio. La embriaguez, el xtasis, la tonalidad del alma,el exceso, el delirio, la alucinacin -esto es lo que parece haberse buscado con eseCagliostro, abusando de las multitudes y exacerbando la histeria del pblico. Lo queresulta ms grave es que esos medios dudosos son puestos al servicio del mal porexcelencia de esa generacin: un seudomisticismo, el retorno a Roma, la castidad,todo lo que Nietzsche ms condena, execra, abomina. A partir de entonces, declarahistrin a Wagner y, por lo tanto, el sntoma mismo de la decadencia. Nietzsche revelaas la ambigedad de sus ataques: antes incluso de que Wagner haya compuesto elParsifal (la obra que constituye la prueba del delito en el proceso que le entabla al viejo

    maestro), deliberadamente imputa a Wagner lo que l mismo desarrolla en supensamiento: el dionisismo, o lo que este trmino oculta y que Wagner expresa en su

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    esencia; pero sin contentarse con expresarlo: no llega a sostenerlo como msico puro; loexplota con fines incompatibles con lo que el dionisismo representa. Ahora bien, para

    Nietzsche, ni el filsofo ni el sabio pueden trasmitir el dionisismo, sino slo el histrin,justamente lo que le reprocha ser a Wagner.

    En efecto, slo el histrin es capaz de transmitir el dionisismo: y si Wagner es unhistrin, por qu es considerado decadente y no msico puro y verdadero? Wagnerparece confundirse con Shakespeare, desde el momento en que insisti sobre el actoren Shakespeare. Un autntico artista, un actor, nunca es histrin; cualquier artistaautntico tiene conciencia de producir en lo que es falso, es decir, el simulacro. Noobstante, Wagner pretende ser un reformador, un filsofo regenerador; no es ms que unmsico y, segn Nietzsche, por eso mismo, un mal msico: vanidoso, codicioso,sensual, perverso, que ni siquiera tiene la fuerza de su impudicia; por lo tanto, al usarel simulacro con total inconsciencia de lo falso, slo es un histrin. Ahora bien, para

    Nietzsche, el histrin es la frmula de un arma secreta: la que har estallar los criteriostradicionales del saber -precisamente, de lo verdadero y de lo falso. En Nietzsche, el

    fenmeno del actor se vuelve anlogo a la simulacin del ser mismo.

    Quiso reservarse a s mismo los medios para explotar esa arma: suministra ampliamentela sustancia y posee el instrumento necesario para obtenerla, elaborarla, darle forma: elhistrionismo en Nietzsche est estrechamente vinculado con el trabajo secreto dedescomposicin de su persona. Es as como tres aos despus de la muerte de Wagner

    proyecta sobre su fisonoma todo lo que, autntico en l mismo, parece adulterado enaqul.

    El mismo motivo (de la simulacin inconsciente y del simulacro consciente de loautntico) desarrolla en Nietzsche el fantasma de la mscara: no es slo una metfora dealcance universal, sino un recurso de su propio comportamiento con respecto a loscontemporneos. La mscara tapa la ausencia de una fisonoma determinada -oculta larelacin con el imprevisible e insondable Caos. Pero no por eso la mscara deja de seremergencia del Caos -punto lmite en el que la necesidad y lo fortuito se cruzan, dondecoinciden lo arbitrario y lo justo.

    Pero la mscara que constituye una fisonoma determinada, cuando tapa la ausencia desta, pertenece a la interpretacin exterior y responde a un deseo de sugestin

    proveniente del interior: por otra parte, revela que aquel que parece llevarla tambindebe haber decidido ese rostro con respecto a s mismo. Pero -de acuerdo con el

    proceso que sigue o que el Caos sigue a travs de l- Nietzsche va a tratar a su propio yonecesario como una mscara (en lo que se convirti para ser un yo). En adelante, puedehacer su apologa en el sentido en que interpreta al espritu subterrneo de Dostoievski:Una forma cruel de convertir el concete a ti mismo en burla, pero con tal desenvolturatemeraria y voluptuosa del poder soberano, que estaba ebrio de placer.

    Desde la adolescencia estuvo preocupado por recuperar su propio pasado, por unaconstruccin autobiogrfica. Y era porque buscaba justificar el carcter fortuito de suser con la recensin de su existencia. Como autobiografa, Ecce Homo no exalta a un yoejemplar, sino que describe la liberacin progresiva de una idiosincrasia a expensas deese yo, en la medida en impone a ese yo y lo desintegra en lo que ella misma constituye.

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    As como la mscara tapa una ausencia de fisonoma determinada ocultando el Caos, lariqueza del Caos, tambin el gesto que acompaa a la mscara, el gesto histrinico, estestrechamente vinculado con la designacin de la emocin vivida antes de sersignificada por la palabra: gesto improvisado, en s desprovisto de sentido, perosimulador y, por lo tanto, interpretable, seala la demarcacin apenas perceptible donde

    los impulsos dudan todava en prestarse a una identificacin cualquiera, donde lanecesidad que se ignora parece arbitraria, antes de recibir una significacinexteriormente necesaria. Por un lado, la posibilidad de un gesto en s desprovisto desentido; por otro, la continuidad de ese gesto, sus consecuencias en una accin que sloadquiere sentido si el rechazo del Caos, de la pluralidad de sentido, se lleva a cabo bajoforma de decisin en favor de la exterioridad, para intervenir en el curso de losacontecimientos. Durante la poca de Turn, el gesto insensato va a prevalecer cadavez ms sobre la explicacin: expresa del modo ms directo la coincidencia del casofortuito (Zufall) y de la idea sbita (Einfall).

    Despus de haber publicado el Caso Wagner, Nietzsche se propone dar a conocer la

    primera parte de la Transvaluacin de los valores. Segn ciertos proyectos pstumos,esa primera parte sera el Anticristo, redactado ntegramente en Turn (al mismo tiempoque el Contra Wagner y El ocaso de los dolos, aparte del Ecce Homo). Ninguna de lascuatro obras aparecer antes de la internacin en Jena. Ahora bien, una vez terminado elAnticristo, Nietzsche no se preocupa ms por la Transvaluacin: a falta de unaelaboracin sistemtica de la obra considerada capital, Nietzsche entra en la perspectivadel complot. La visin (paranoica) del mundo y de su propia situacin a partir de Turn,constituye un sistema dictado, organizado por el pathos nietzscheano: es el perodo enque el gesto sustituye al discurso; incluso su palabra, superando el nivel literario, enlo sucesivo debe ejercerse como un atentado con dinamita. Nietzsche cree proseguirentonces no la realizacin de un sistema, sino la aplicacin de un programa. Lo conducela extraordinaria euforia de los ltimos das de Turn.

    Con respecto al desarrollo histrinico de la euforia (aparte de la redaccin progresiva deEcce Homo) en sus formas ms o menos breves o prolongadas, se lo puede seguir en la

    correspondencia turinesa durante los seis ltimos meses de 1888. Sin embargo, esasformas varan segn la esfera que representan para Nietzsche los distintos destinatarios:sus familiares, sus ntimos como Overbeck, Gast, sus viejas relaciones, Burckhardt,Csima ya pertenecen a un pasado ms o menos estable, pero que va a recibir una nuevaluz a partir de las alucinaciones turinesas. Por el contrario, la aparicin de Strindberg enla vida de Nietzsche enriquece ese estado alucinatorio.

    Por primera vez, Nietzsche puede dialogar (aunque sea epistolarmente) con unsemejante: genio cuyo delirio temporario es de la talla del naciente y definitivo de

    Nietzsche. El testimonio que le brinda Strindberg no es -como las conferencias deBrandes- solamente un reconocimiento a su autoridad; sin saberlo, confirma a Nietzsche

    su visin turinesa del mundo y as contribuye a preparar la transfiguracin del mismo

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    Nietzsche y su elevacin hacia una regin fabulosa: el pathos de Strindberg sostiene laparanoia de Nietzsche.

    En qu medida la correspondencia con Strindberg poda influir sobre esa disposicin algesto, a la palabra gestual tal como es pronunciada hacia fines de 1988 en sus ltimos

    mensajes?

    Durante ese intercambio de cartas, la irona amarga de Strindberg va a encjar, por unacoincidencia singular, con la tonalidad de alma, a la vez violenta y eufrica, de

    Nietzsche: coincidencia que (si Strindberg aceptaba traducir al francs Ecce Homo) ibaa revelarse -en palabras del. mismo Nietzsche- como el milagro de un caso fortuitolleno de significacin.

    Strindberg, que tiene una larga experiencia con sus propias crisis paranoicas y que,hacia fines de 1888, conoce un perodo de los ms sombros de su existencia, no se dacuenta todava del estado de nimo turins de su interlocutor. Tomar sus ltimos

    propsitos como matices de estilo o, en todo caso, como puros cambios de humor. Esuno de esos casos raros que no slo ha admirado a Nietzsche desde Zaratustra, sino quetambin ha sufrido su influencia -especialmente en su propia psicologa de la mujer. Asrecibe las ltimas obras de Nietzsche (El Caso Wagner, El Ocaso de los dolos) como lacontinuacin coherente de lo que Nietzsche representa para l:

    Strindberg a Nietzsche

    Fin de noviembre de 1888

    Estimado seor:

    No cabe la menor duda de que usted ha dado a la humanidad el libro mas profundo queella posee y, adems, ha tenido la valenta, tal vez el deseo, de escupir en la cara de lachusma esas soberanas palabras. Se lo agradezco! Sin embargo me parece que, fiel a su

    sinceridad, ha halagado un poco al tipo del criminal. Considere los cientos defotografas que exponen al criminal de Lombroso y estar de acuerdo conmigo en que esun animal bajo, degenerado, dbil, que no posee las facultades necesarias para alterarlos prrafos de la ley que oponen a su voluntad y a su fuerza obstculos demasiadoslidos. Observe bien la expresin de estpida moralidad en esas fisonomas

    perfectamente bestiales. Qu decepcin para la moral!

    Y usted quiere ser traducido a nuestra lengua groenlandesa! Por qu no al francs o alingls? Puede juzgar el estado de nuestra inteligencia por el hecho de que quisieroninternarme en el asilo a causa de mi tragedia, y una persona tan sutil y, tan rica comoBrands se vio reducida al silencio por esa majestad de imbciles.

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    Todas las cartas a mis amigos las termino con lean a Nietzsche! Representa mCartago est delenda!

    En todo caso, su grandeza mermar a partir de que usted sea conocido y comprendido;el dulce populacho ya empieza a tutearlo como a uno de los suyos. Ms vale preservar

    su retiro y, as permitirnos a nosotros, 10.000 hombres superiores, hacer un peregrinajesecreto a su santuario, para beber ah con el nimo alegre. Djenos velar la doctrinaesotrica para conservarla intacta y pura y que no sea divulgada si no es por intermediode sus discpulos devotos, en nombre de los que firmo.

    August Strindberg

    Strindberg, que teme sus propios delirios, de los que logra siempre librarse gracias a sugran poder de desdoblamiento, no vislumbra del todo en qu medida su propio acento,

    que no deja de resentirse con dichos estados, podra precipitar la progresivainterpretacin delirante que elabora la mente de Nietzsche. No conoce ni la euforiaturinesa de ste, ni la manera en la que comienza a experimentar los acontecimientos desu entorno. Nada ms natural que el apasionado inters que Nietzsche le expresa por losMaris, as como la importancia que parece atribuir a una posible representacin de El

    padre en el teatro de Antoine.

    Cuando, con el pretexto de que Strindberg realiz la traduccin francesa de El Padre,Nietzsche le pide que se encargue de la de Ecce Homo -lo que en s parece bastanteextraordinario-, Strindberg en principio acepta, con la condicin de que Nietzschequiera correr con los gastos.

    Nietzsche a August Strindberg

    Turn, 7 de diciembre de 1888

    Queridsimo y estimado seor! Se habr perdido mi caria? Le escrib apenas terminde leer por segunda vez El Padre, profundamente conmovido por esa pieza magistral derigurosa psicologa. Tambin le expresaba que tena la conviccin de que su obra estaba

    predestinada a ser representada ahora en Pars, en el Teatro libre de M. Antoine -simplemente, usted debera exigirle a Zola!

    El criminal hereditario es decadente, incluso idiota -sin ninguna duda! Pero la historiade las familias de criminales, para la cual el ingls Galton (the hereditary genius)

    busc documentacin considerable, siempre se remite a un individuo demasiado fuertecon respecto a cierto nivel social. El caso Prado, el ltimo importante de la criminalidad

    parisina, proporcion el tipo clsico: por el dominio sobre s mismo, el carcter lamisma arrogancia, Prado era superior a sus jueces y, a sus abogados; sin embargo, la

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    Estimado seor:

    Fue una gran alegra recibir de su puo y, letra magistrales el aprecio por mi dramaincomprendido. Es preciso que sepa, seor que fui obligado a ceder gratuitamente dos

    tiradas a mi editor slo para asegurarme la impresin de la pieza. En compensacin,durante el espectculo, una anciana cay muerta de repente, otra dio a luz y; dando laimpresin de una camisa de fuerza, las tres cuartas partes del pblico se levantaroncomo si fuesen un solo hombre para dejar el teatro lanzando aullidos espantosos.

    Y usted me pide que incite al seor Zola a representar la pieza ante los parisinos deHenri Becque! Provocara un parto general en esa ciudad de cornudos. Y ahora vayamosa sus propios asuntos.

    A veces escribo directamente en francs (vea en los artculos que adjunto el estilo debulevar y, asimismo pintoresco) y, otras, traduzco mis propias obras.

    Es algo completamente imposible encontrar un traductor francs que no se avenga acorregir el estilo segn las reglas retricas de la Escuela normal, privando a laexpresin de su frescura original. La espantosa traduccin de Maris fue obra de unsuizo francs (de la Suiza francesa) que cobr 1000 francos. Esa suma se le pag alcontado y exigi 500 francos ms para la revisin en Pars. Despus de estocomprender que la traduccin de su obra plantea una grave cuestin pecuniaria, ycomo no soy ms que un pobre diablo (mujer tres nios, dos empleadas domsticas,deudas, etctera) no podra hacerle un precio especial, tanto menos cuanto que estaracompelido a traducir como poeta y no solamente a ttulo de intermediario. Si usted no seecha atrs ante esos gastos considerables puede contar conmigo y con mi talento. Encaso contrario, acceder con gusto a averiguar sobre un traductor francs que sea lo msconfiable posible.

    En cuanto a Inglaterra, realmente no tengo nada para aportar porque se trata de un pasbeato, dejado en manos de mujeres, lo cual significa una total decadencia. Usted sabe loque es la moral anglicana, seor: la biblioteca para las seoritas de pensionados, CurrerBell, Miss Braddon y el resto! Pierde el tiempo pensando en eso! Traducido al francs,

    penetrara hasta en el mundo de los negros, as que puede despreciar al matriarcadobritnico. Le pido por favor que trate de reflexionar sobre eso, as como sobre misproposiciones y enveme las novedades al respecto lo ms pronto posible.

    Esperando su respuesta, lo saludo con toda consideracin.

    Suyo,

    August Strindberg

    Pero Nietzsche parece no dar pie a esa contraproposicin, desde el momento que leenva la Genealoga de la moral. A lo que Strindberg responde con el envo de sus

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    Noticias suizas, una de las que relata especialmente las Torturas de conciencia de unoficial alemn que, loco de remordimientos por haber dado la orden de fusilar a losfrancotiradores, deserta y se hace ciudadano suizo, para dejar de ser instrumento de una

    potencia imperialista.

    Nietzsche reacciona inmediatamente:

    Querido seor:

    Dentro de poco tiempo recibir la respuesta a su noticia -suena como un disparo. Heconvocado a una asamblea de los prncipes en Roma, quiero hacer fusilar al jovenemperador.

    Hasta la vista! En efecto, nos volveremos a ver

    Una sola condicin: Divorons...

    Nietzsche Csar

    Es en ese momento cuando Strindberg comienza a temer por Nietzsche. Porque esepenltimo mensaje desde Turn firmado Nietzsche Csar revela la conmocin que seprodujo despus de que Nietzsche le hubiera solicitado la traduccin a Strindberg el 8de diciembre. En el contexto de sus cartas y mensajes a sus otros interlocutores (almargen de Ecce Homo), esa conmocin se encadena rigurosamente con sus gestos y sus

    palabras desde principios de 1888 y, en todo caso, su inminencia era previsible ya en eltranscurso de noviembre. Desde su retiro dans en Holte, Strindberg no poda seguir lasfases de la metamorfosis de Nietzsche, con el que se escriba slo desde el otoo.

    Al recibir ese breve mensaje firmado Csar, Strindberg duda sobre la posibilidad de quesea una broma; al principio no puede evitar la angustia, pero la expresa disfrazndolacon una rplica: firma Deus optimus maximus su respuesta en griego y latn.

    Holtibus pridie Cal. Jan.NDCCCLXXXIX

    Carissime Doctor!

    Yelv, yelv manai!

    Litteras tuas non sine perturbatione accepi et tibi gratias ago.

    Rectius vives Licini, neque altum

    Semper urgendo, neque dum procellas

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    Cautus horrescis nimium premendo Litus iniquum.

    Interduni juvat insanine!

    Vale et Fave!

    Strindberg (Deus, optimus maximus).

    Nietzsche responde enseguida y con una continuidad prodigiosa, para su estado:

    Ah, seor Strindberg!

    Eheu?... no ms Divorons?...

    El Crucificado

    La cita de los versos de Horacio poda por s sola impresionar a Nietzsche? Por elcontrario, el Tl manen (yo quiero, quiero ser loco furioso) y el interdum juvatinsanine (en el intervalo, que la locura nos alegre) o bien favoreca el estado de

    Nietzsche o no agregaba nada a su euforia: la nica certeza es que su estado no leimpide acomodarse al espritu compasivo que expresa ese ltimo homenaje a suhistrionismo. El Deus optimus maximus que acaba de tomar parte en su trastorno (nonsine perturbatione) lo incita, como contrapartida, a firmar, no ya Csar, sino elCrucificado. Cuando elige la fisonoma de Cristo para ocultar la prdida de su propiaidentidad, ya ha firmado de la misma manera mensajes a otro destinatarios(especialmente a Brands y a Gast). Strindberg est entre aquellos a quienes Nietzsche,en su doble apoteosis como Dionisos y el Crucificado, les muestra su rostro de Cristo.De esa manera su estado eufrico conoce dos perspectivas que provienen del frente a

    frente establecido en Ecce Homo: Dionisos contra el Crucificado.La perspectiva del Crucificado es la del complot; es la prolongacin lgica del sistema

    paranoico. Desde esa perspectiva, el Crucificado sustituye a Csar; la vctima seconvierte en la fuerza del juicio: por eso la ejecucin punitiva de sus enemigos. Elige aStrindberg, Brands, Gast como cmplices, por cuestiones diferentes: el complotcomenz en Contra Wagner y, en definitiva, apunta a los dirigentes de la Alemaniaimperial, obstculo para la soberana nietzscheana. Pero a medida que se desarrolla laidea del complot, su finalidad actual se confunde con el propsito mucho ms vastode partir en dos la historia de la humanidad, y de Nietzsche slo subsisten el rostro yla voz para prestarse a las dos instancias que presiden la ruptura de su propia unidad. A

    travs de Nietzsche, se expresa una doble teofana. A pesar de la tensin que aqulla

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    exige nunca parece excluir la conciencia de la enormidad que consiste en tomarsesbitamente por Dionisos y enseguida por el Crucificado.

    De manera que Nietzsche sabe muy bien, incluso cuando redacta su ltimo mensaje, aquin se dirige firmando conscientemente el Crucificado. Cuenta con la cabal

    interpretacin de Strindberg. Nietzsche nunca parece perder la nocin de su propiacondicin: simula ser Dionisos o el Crucificado y se deleita con esa enormidad. En esadelectacin consiste la locura: nadie puede juzgar hasta qu grado esa simulacin es

    perfecta, absoluta; su criterio reside en la intensidad que l demuestra al simular hasta elxtasis. Claro que para llegar a esa delectacin extasiada, una inmensa irrisinliberadora debi dominarlo durante esos pocos das, los primeros del ao 89, a travsde las calles de Turn, como una superacin del sufrimiento moral: burla de s mismo,de todo lo que era ante sus propios ojos, por lo tanto, ante Nietzsche; burla de la que

    proviene su desenvoltura con respecto a sus interlocutores epistolares. Si me habasdescubierto, no era una proeza encontrarme: ahora la dificultad es perderme... ElCrucificado (A Brands).

    Si el proceso que mina el principio de realidad consiste en una suspensin o extincinde la conciencia del mundo exterior, en el caso de Nietzsche parecera todo lo contrario:nunca estuvo ms lcido que durante esas ltimas jornadas en Turn. De lo que tieneconciencia es justamente de haber dejado de ser Nietzsche, como si se hubiera vaciadode su persona. Pero esa ausencia de identidad se pronuncia con una declaracin enorme,inconsistente, que reivindica la fisonoma divina por esta misma inconsistencia. Unadeclaracin que vale por el gesto universal de las figuras divinas. Cmo puedeexponerse conscientemente al espectculo si no es porque sabe que nadie creer en loque declara? Lo motivan dos tipos de cuestiones: por un lado, la autoridad que siente

    para burlarse de s y de sus contemporneos; por otro, la voluptuosidad que le procura lapuesta en escena del caso fortuito (el caso Nietzsche), que, de hecho, es el Caos vividoen ausencia total del yo consciente. El director escnico sigue siendo la conciencianietzscheana pero no el yo nietzscheano, ya no el yo de la firma Nietzsche. Para esaconciencia la expresin nietzscheana, el vocabulario nietzscheano subsisten, pero sondirectamente los impulsos, los cambios de humor que, liberados de la censura que el

    principio de realidad ejerca desde el yo, actualizan la conciencia bajo el aspecto deresiduos del discurso nietzscheano, de alguna manera convertidos en el repertorio de suhistrionismo y cuyos accesorios se combinan a merced de las tonalidades del alma. Deesa manera, el histrionismo llega a ser la puesta en prctica del caso fortuito. La censuradel principio de realidad slo tolera, segn ese principio, el juego convencional de la

    metfora (lenguaje) o del simulacro (gesto del actor). Ahora bien, en este sentido, laprctica del caso fortuito es una manera de abolir el principio de realidad, suponindoloal mismo tiempo intacto en los dems para que se produzca el efecto de la puesta enescena; as como el lenguaje, arbitrariamente aplicado, supone la interpretacin de losotros: aunque echada a perder, la censura del principio de realidad se confundeexteriormente con el juicio de los dems, con sus reacciones, que a su vez songuardianes del yo nietzscheano, abandonado a su discrecin, por una conciencia ya parasiempre sin agente: a los dems, a sus amigos, a los destinatarios de sus mensajes,corresponde, ya sea encontrar a Nietzsche, ya sea -si lo encontraron- perderlo, lo cual esms difcil, como l seala a Brands. Porque podra ser que los otros no conservaranms que un falso Nietzsche o bien trozos de su yo arruinado. Si Nietzsche es

    reencontrado en su totalidad o si se dispersa para siempre (como Dionysos Sagreus), esalgo que, en el transcurso de esos das turineses, pas del otro lado de la pura y simple

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    realidad objetiva, cuyo contexto limita el alcance de las palabras y de los gestos de unindividuo: como l afirm continuamente, el caso fortuito -por lo tanto, arbitrario- es lanica realidad -o la ausencia completa de una realidad aprehensible. Su autoridad es tal,que puede confundirse la voluntad con lo inaprehensible y establecerse como sureinado.

    Pero desde la perspectiva del complot que es la del Crucificado, cmo puede situarse almismo tiempo en la perspectiva de Dionisos -que no slo se dirige a destinatariosdiferentes, sino que adems responde a asociaciones emotivas diferentes?

    Sin duda, el Crucificado y su antagonista Dionisos constituyen un equilibrio en laeuforia turinesa: pero, independientemente del hecho de que ese equilibrio significara,en favor de la euforia, una reduccin del antagonismo afirmado de forma tanirreductible en Ecce Homo: (Me han entendido? Dionisos contra el Crucificado),Dionisos, como lo evidencia una carta del 7 de enero a Overbeck, incluso participa delcomplot, ya que de la misma manera es signatario de un decreto, en virtud del cual

    Guillermo y los antisemitas han sido fusilados.

    Pareciera que la perspectiva de Dionisos revela simultneamente un ajuste de cuentascon Wagner -pero en un plano totalmente distinto- y una especie de combate singular enel que estara en juego Csima. El triunfo de Dionisos conducir al abandono de la

    perspectiva del complot: y cada vez que Nietzsche firma Dionisos, el mismo complot yaest superado, liquidado, olvidado y, por eso mismo, la euforia de Nietzschereabsorbida.

    La firma Dionisos es en s misma mucho menos sorprendente que la de Crucificado,dado que desde haca mucho tiempo, en sus obras anteriores, Nietzsche haba recurridoa la figura de ese dios para identificarlo con el caos del universo. Al volver a asociarlocon su opuesto, el Crucificado, se hace evidente la necesidad de un equilibrio, pero en elsentido de un equilibrio emocional. No obstante, ese equilibrio, por lo tanto esaasociacin en el complot, va a ser abandonado por otro. Por parte de Nietzsche es unadefensa contra la representacin paranoica: con Dionisos, el histrionismo tiende acompensar el complot y slo lo logra con representaciones libidinales.

    La manera en que las fuerzas libidinales van a coincidir en un ltimo equilibrio a travsdel que Nietzsche habra intentado su curacin, es lo que atestigua un primer mensajea Burckhardt, fechado el 4 de enero de 1889 donde Nietzsche mismo habla deequilibrio.

    A mi estimado Jacob Burckhardt. Esa era la bromita por la que me perdono el tedio de

    haber creado un mundo. Ahora bien, usted es -t eres- nuestro ms grande maestro:

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    porque con Ariadna tengo que ser el equilibrio de oro de todas las cosas, por todaspartes tenemos seres que estn por encima de nosotros... Dionisos.

    Pero ese equilibrio frgil, que duraba slo algunos das, podra considerarse lo que, en elproceso paranoico, Freud llama la vuelta de lo reprimido, en el sentido de que la

    represin constituira el primer mecanismo de la paranoia y esa vuelta sera la ltimafase donde, finalmente, el enfermo, habiendo experimentado dicha fase como unacatstrofe universal, buscara reconstruir el mundo como una forma de poder vivir en l.

    El comportamiento turins de Nietzsche se explicara o demostrara a travs de lavuelta de un contra-Nietzsche reprimido (desde la prdida de Tribschen y la rupturacon Wagner y Csima) -un contra-Nietzsche que surge junto al Nietzsche anteriormentelcido, pero que revisara, reinterpretndolas, las posiciones tomadas poco antes,aquellas aparentemente definitivas, y que, haciendo as, se servira de las declaracionesde Nietzsche (las penltimas: Contra Wagner y el Anticristo) para yuxtaponerles no slolo que haba sido reprimido para que se manifestara el antiwagnerismo, el

    anticristianismo, sino tambin toda la realidad afectiva renegada en nombre de laposicin anteriormente lcida. Esa realidad afectiva se remonta ms all de todas lasexplicaciones, a los motivos oscuros de la infancia (cf. el sueo premonitorio de

    Nietzsche a los seis aos, el Padre muerto, etctera).

    Pero si surge un contra-Nietzsche junto al Nietzsche lcido (de acuerdo con elmecanismo de la represin), sigue habiendo toda una relacin entre la afasia del contra-

    Nietzsche y el Nietzsche contina expresndose a partir de lo que deca anteriormente.El surgimiento del contra-Nietzsche es entonces experimentado como una liberacincon respecto al Nietzsche lcido, de ah la euforia: la misma ruina de Nietzsche lcidode alguna manera se convierte en beneficio para el conjunto del pathos nietzscheano -yla transfiguracin del mundo, la alegra celeste-, el frente a frente reconciliador entre elCrucificado y Dionisos -como una victoria obtenida sobre Ecce Homo- es decir, laexperiencia de lo imposible; todo lo cual constituye el xtasis de Turn.

    Cualesquiera que sean las definiciones clnicas que se puedan dar del comportamientode Nietzsche antes y durante el perodo turins [188718881 -parafrebia, demencia

    precoz, paranoia, esquizofrenia- son definiciones establecidas desde afuera, es decir, apartir de las normas institucionales. Es cierto que el psiquiatra slo atribuye a loscriterios de la cura un valor de objetividad completamente relativo, en el que desde un

    punto de vista cientfico no cree mucho ms que el enfermo. Desde un punto de vista

    puramente artstico, el criterio de objetividad ha sido explotado desde Dostoievski aStrindberg como recursos de una irona infinita. De hecho, el psiquiatra, en palabras deFreud, aborda esos fenmenos armado con la hiptesis de que incluso manifestacionesde la mente tan singulares, tan alejadas del pensamiento habitual de los hombres,derivan de los procesos mas generales y ms naturales de la vida psquica, y l quisieraaprender a conocer los mviles, as como las vas de esa transformacin.

    En la primera de las dos misivas turinesas que Nietzsche enva a Burckhardt, la del 4 deenero del 89 hace alusin al comienzo de la relacin entre la farsa y el tedio de habercreado el mundo la farsa es una manera de perdonarse ese tedio. As, por primera vez,est hablando de la creacin del mundo (acto divino) -tema que retorna en la segunda

    misiva- y de la funcin propia del histrionismo: la broma compensa la creacin divina(as que para el paranoico compensa el tedio de tener que reconstruirse un mundo para

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    poder vivir en l). Ahora bien, la broma (dionisaca) consiste en entregarse al actodivino de la creacin (como Nietzsche Dionisos). Primera indicacin de una nuevafase en la metamorfosis de Nietzsche. En seguida (como para excusarse de la broma),declara a Burckhardt que l es nuestro ms grande maestro y contina diciendo que lmismo no hace ms que formar un equilibrio con Ariadna: el feliz equilibrio de todas

    las cosas (siguiendo el cual) Ariadna y, Dionisos-Nietzsche tienen por todas partes seresque son superiores a ellos...

    Por primera vez, durante esa euforia surge la imagen de Ariadna (inseparable de la deDionisos y ya mencionada en distintas oportunidades en las obras precedentes y losfragmentos pstumos). A comienzos de enero, Nietzsche enva a Csima el siguientemensaje:

    Ariadna, te amo -Dionisos.

    De pronto Nietzsche reactualiza su perodo en Basilea y el idilio de Tribschen. Esta es

    una nueva forma de equilibro que experimenta con el recuerdo de Csima-Ariadna; elequilibrio Dionisos-el Crucificado desaparece en el sentido de que la perspectiva delcomplot parece un instante abandonada en beneficio de la reactualizacin de un pasadolejano: especficamente libidinal, la reactualizacin tiene por objeto la imagen

    prestigiosa de Csima. Ahora bien, en ese contexto, cmo llega a someter al profesorBurckhardt -al considerarlo nuestro ms grande maestro- el equilibrio de todas lascosas que l dice constituir con Ariadna? Hay como una apelacin a la autoridad delclebre historiador -nunca dej de venerarlo, veneracin sin ninguna reciprocidad- y al

    juez, es decir, a una autoridad de alguna manera paternal: simultneamente se expresa lanecesidad de mistificar al viejo universitario. Nadie poda saber en ese momento quedetrs de Ariadna estaba Csima (con la excepcin de la misma Csima). Sin duda, esaapelacin forma parte de una ltima resistencia de Nietzsche a la locura, ltimo esfuerzode su conciencia para recuperar su identidad, en el seno mismo de la euforia.

    Mediante el rodeo del histrionismo puro y simple, Nietzsche intenta sobrevivir alnaufragio de la identidad del Nietzsche lcido. Pero slo ante el recuerdo de la

    personalidad de sus interlocutores puede sentir el movimiento eufrico de ese naufragio.La euforia es demasiado violenta y el mismo movimiento lo impulsa a comunicarla asus conocidos cuando se est hundiendo: demasiado fuerte esa liberacin de su yolcido como para que no se convierta en gozo de su propia irrisin. Constantemente

    Nietzsche:

    1 confiesa su histrionismo.

    2 lo toma como una forma de perdonarse, por lo tanto de divertirse con el tedio dehaber creado un mundo; esta ltima motivacin -la necesidad de reconstruir el mundo yde actuar como Dios- puede interpretarse como alusin a sus obras: en todo caso, lacreacin del mundo se invoca como el sentido de su estada en Turn, en una fraseanloga, la primera de la larga carta del 5 de enero, dirigida al mismo Burckhardt.

    A Burckhardt

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    5 de enero de 1889

    Querido profesor:

    A fin de cuentas, preferira ser profesor en Basilea que ser Dios; pero no me atrev a

    llevar tan lejos mi egosmo privado para desatender por su causa la creacin del mundo.Como usted sabe, de alguna manera hay que saber hacer sacrificios, en cualquier lugardonde uno viva. Sin embargo reserv una pequea habitacin de estudiante, situadafrente al Palazzo Carignano (en el que nac como Vittorio Emmanuel), que, adems, me

    permite or sentado a la mesa la soberbia msica ejecutada debajo, en la GalleriaSubalpina. Pago 25 francos con el servicio incluido, me hago yo mismo el t y lascompras, sufro por los zapatos agujereados, y a cada momento doy gracias al Cielo porel mundo antiguo, con el que los hombres no han sido lo bastante simples, ni lo bastantesilenciosos. Como estoy destinado a divertir a la prxima eternidad con malas farsas,tengo aqu un escritorio que, sinceramente, no deja nada que desear ni ofrece nada paraagotar. El correo est slo a cinco pasos, ah echo mis cartas en el buzn, para

    convertirme en el gran folletinista del gran mundo (sic). Naturalmente, me encuentro enestrechas relaciones con el Figaro y, para que pueda hacerse la idea de que mi manerade ser no podra ser ms inofensiva, escuche mis dos primeras malas farsas:

    No tome con demasiada gravedad el caso Prado. Soy Prado, soy, el padre de Prado, meatrevo a decir que tambin soy Lesseps...: Quera dar a los parisinos, que amo, unanocin nueva -la de un criminal honesto. Soy Chambige -otro criminal honesto.

    Segunda farsa: saludo a los inmortales. El seor Daudet est entre los cuarenta.

    Astu

    Lo que me desagrada y resulta incmodo para mi modestia es que, en el fondo, cadanombre de la historia soy yo; incluso con respecto a los hijos que traje al mundo, lasituacin es tal que me pregunto con cierta desconfianza si todos los que entran en elreino de Dios no vienen tambin de Dios.

    Este invierno, vestido de la forma ms miserable, asist dos veces seguidas a mi propioentierro; la primera vez como el Conde Robilant (no, ste es mi hijo, yo soy Carlos

    Alberto, infiel a mi naturaleza), pero yo mismo era Antonelli. Querido profesor debieraver este edificio: como no tengo ninguna experiencia en las cosas que he creado, lecorresponde a usted ejercer cualquier tipo de crtica, [le] estara agradecido, sin que

    pueda prometer sacar de ella algn provecho. Nosotros los artistas no podemos serinstruidos. Hoy, me he regalado el espectculo de una opereta -genialmente morisca, enesta ocasin tambin constat con placer que tanto Mosc como Roma son realidadesgrandiosas. Vea que hasta el paisaje no carece de talento. Reflexione, tendremos bellas,

    bellas charlas, Turn no est lejos, ningn deber profesional serio se impone por elmomento, nos tomaramos un vaso de Veltiner El desalio es la vestimenta de rigor

    Con todo afecto

    Nietzsche

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    (R S.)

    Por todas partes me paseo vestido de estudiante, aqu y, all doy palmadas en la espaldaa cualquiera y le digo: siamo contenti? son dio, ho fatto questa caricatura...

    Maana vendr mi hijo Umberto y la deliciosa Margherita, pero los recibir de la mismaforma, en mangas de camisa.

    El resto, para la seora Csima... Ariadna... de vez en cuando hago algo de magia...

    Hice encadenar a Caifs: el ao pasado tambin los mdicos alemanes me crucificaroncon persistencia. Suprimidos Guillermo, Bismark y todos los antisemitas.

    Puede usar como quiera esta carta, con tal de que no me rebaje en la estima de losbasilienses.

    Sianio contenti? son dio,ho fatto, questa caricatura.

    La extraordinaria riqueza de sentido que se manifiesta irisadamente en la ltima cartaa Burckhardt, aunque para los psiquiatras da muestras del desmoronamiento delfilsofo, no deja de constituir la plena apoteosis del intelecto nietzscheano. En unrelmpago de histrionismo aparece la plenitud de todo lo que la vida de Nietzsche habaacumulado: los distintos temas, reunidos y de alguna manera superados como por atajos,que conforman una visin nica. Ya no se trata entonces ni de voluntad de poder, ni delEterno Retorno, vocablos destinados a la reflexin, a la comunicacin filosfica; sino

    del otro aspecto de la muerte de Dios: del reino del Cielo, de donde emana la creacindel mundo. La enseanza filolgica no era ms que un pretexto para escapar de lacondicin divina: mientras el profesorado pareca asociado con el completo reposo, lacreacin (del mundo) para Nietzsche era una tarea temible. A partir del momento en quela asume, sta se revela, por las mismas condiciones modestas con las que se puedellevar a cabo, tan simple como la crnica del gran mundo: crear el mundo y hacer lacrnica mundana, derivan del histrionismo y se enuncian a travs de las malas farsas.Sin duda malas para el profesor Burckhardt, elegido como confidente y juez. El aspectoserio de la ciencia, como guardiana del principio de realidad, en este sentido sirve deresistencia. La estupefaccin o la razn escandalizada todava conforman el fondo sobreel que la farsa puede formularse, enunciarse. Ahora bien, para divertir a la prxima

    eternidad, la farsa adquiere el aspecto de una constante reencarnacin: se extiende a losacontecimientos y a los personajes que no estn ms que en el fondo de las

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    proyecciones y de los gestos del mismo Nietzsche. Todo lo que entra en el reino deDios tambin viene de Dios. Lo que quiere decir que todas las identidades son allintercambiables, y que ninguna se fija de una vez para siempre. Esa es la razn de que eldesalio sea la vestimenta de rigor (lit. el desalio en la ropa es la condicin que exigenlas conveniencias). En otras palabras, el desalio es la posibilidad infinita del

    histrionismo divino: permite simultneamente asistir dos veces seguidas al propioentierro y deambular por las calles de Turn palmeando en la espalda a los paseantes conesa forma de romper familiarmente el incgnito: siamo contenti? Son dio, ho fattoquesta caricatura- como tambin recibir en mangas de camisa a su hijo Umberto y a ladeliciosa Margherita. El desalio representa la supresin de esa inconveniencia: el

    principio de identidad, sobre el que se basan no slo la ciencia y la moral, sino cualquiercomportamiento derivado de ellas, y, por lo tanto, toda comunicacin a partir deldiscernimiento entre la realidad y lo irreal.

    El ltimo prrafo de la carta y el primero de los cinco prrafos del postscriptum todavaforman parte de la euforia, igual que el segundo, donde da cuenta del propsito de

    recibir en mangas de camisa al prncipe Umberto y a la princesa Margherita.

    El tercero y el cuarto marcan un cambio. Bruscamente, Nietzsche sale del ambienteturins y entra en la esfera de las realidades muertas, en la medida en que su yoarruinado se reconoce a si mismo por ltima vez en los nombres evocados en episodioscercanos o de antao, comprometido en ellos como Nietzsche. Una palabra interviene:magia, en favor de la cual esas realidades muertas se reactualizan. Efectivamente, eltercer prrafo anuncia: El resto, para la seora Csima... Ariadna... de vez en cuandohago algo de magia. El resto para la seora Csima...: esa insinuacin confidencial aBurckhardt (nunca haba habido la menor intimidad entre ellos) que deja entrever unsecreto, sin duda se debe a la euforia, pero altera su fuerza y se disipa, merced a esareactualizacin libidinal ya sensible en el primer mensaje de la vspera. La evocacin deCsima (a quien acaba de dirigir el mensaje, Ariadna, te amo) -esa Ariadna que yafiguraba en Ms all del bien y del mal, en Ecce Homo y en el Esbozo del juegosatrico- supone que desde hace tiempo Csima era el objeto de la magia que Nietzsche

    practicaba. Qu es esa magia (que no tiene nada en comn con la creacin del mundo)?Quiere decir que Nietzsche practicaba ejercicios de delectacin melanclicaapropiados para suscitar, de manera mgica, esa imagen prestigiosa de Tribschen quehabra sobrevivido a la ruptura ya tan lejana (1878)? Pareciera que en el momento deescribir las palabras de ese tercer prrafo del post-scriptum, Nietzsche expresara unaespecie de prodigioso intervalo entre lo que acaba de relatar sobre el ambiente turins y

    la confesin de entregarse de vez en cuando a la magia. El objeto de sta, Csima, loprecipita en el pasado convertido en su laberinto donde, de creador del mundo, comolo era en el instante previo, desciende nuevamente como mago; sostiene el hilo deAriadna de un modo diferente a Teseo. Todas las asociaciones se presentan a la vez:igual que Ariadna, Csima es abandonada por Wagner (muerto en 1883), perodoblemente abandonada (Wagner-Judith Gautier). Nietzsche toma el lugar de Teseo,con el papel de Dionisos: Wagner es destruido como Minotauro que ha devorado a todala juventud alemana (los posibles discpulos de Nietzsche); as, Nietzsche no slosustituye a Wagner-Teseo, sino a Wagner-Minotauro). En adelante queda establecida laidentificacin con Dionisos: el juego satrico puede comenzar, es decir que la euforiahistrinica turinesa se localiza en los nombres de la tragedia griega y que los esquemas

    mticos se ofrecen por un instante a un posible desdoblamiento. Pero la euforia conducea Nietzsche a la vida contempornea, a la actualidad, y el histrionismo lo arrastra:

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    Dionisos-Nietzsche precisa un stiro para su juego, y una vez ms ese stiro proviene dela esfera de Tribschen. Hay dos elegidos para ese papel: uno es Catulle Mends (el exmarido de Judith Gautier, pareja con la que Nietzsche slo debi tener relacionesfugaces); el otro es su amigo el pintor von Seydlitz, al que poco tiempo antes le habaescrito sobre Judith, de tribscheniana memoria.

    La bsqueda del stiro (que por ltimo crey hallar en la persona de Catulle Mends)equivale a una delegacin de poderes libidinales: es la ocurrencia de un viejo amigo dela pareja Wagner, en consecuencia, el mayor stiro de todos los tiempos (como calificaal Poeta de Isolda) y no slo de todos los tiempos; previamente debe conseguir quela orgullosa Csima, atrincherada en su culto de Bayreuth y refractaria a Nietzsche,ceda ante Dionisos. Todo esto forma parte de la magia que Nietzsche practica de vezen cuando.

    Ariadna y el laberinto

    (Cuadernos principales, serie W II)

    1) Combinar al final

    juego satrico: breves encuentros entre Dionisos, Teseo y Ariadna

    -Teseo se vuelve absurdo, dice Ariadna, (-)

    Teseo se vuelve virtuoso-

    Teseo celoso de Ariadna

    El hroe se admira

    Sueo

    l mismo se vuelve absurdo

    Lamento de Ariadna

    Dionisos sin celos: Lo que amo de ti, cmo podra amarlo Teseo?...

    Ultimo acto. Nupcias de Dionisos y Ariadna.

    no se sienten celos cuando se es Dios: dice Dionisos, salvo entre los dioses.

    2) Ariadna, dice Dionisos, eres un laberinto: Teseo se extravi en ti, perdi el hilo; deque sirvi que no fuera devorado por el Minotauro? Lo que le devora ahora es peor que

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    un Minotauro. (Dionisos) Me complaces, respondi Ariadna: ahora estoy cansada detener piedad, en contacto conmigo todos los hroes deben morir (hay que [ser] devenirDios, para que yo pueda amar).-

    (W II, 2, 72) (Octubre o noviembre e 1887)

    Oh Ariadna, t misma eres el laberinto: ya no puedo salir... Dionisos, me complaces,eres divino... (W II, 7, 32) (1888) (Cf. El ocaso de los dolos)

    Oh Dionisos, divino, por qu me agarras de las orejas?

    -Encuentro algo cmico en tus orejas. Ariadna: por qu no son ms largas?...

    (Ultima estrofa del Lamento de Ariadna (Ditirambo de Dionisos)

    S inteligente, Ariadna...

    tienes (mis) orejitas, tienes (pequeas) mis orejas: desliza una palabra inteligente!

    No hay que odiarse primero, para despus amarse?... Yo soy tu laberinto ... )

    La transfiguracin del mundo en Turn y de Csima en Ariadna culminan en latransfiguracin de la historia, cuando Nietzsche, habindose encarnado sucesivamenteen Alejandro y Csar, Lord Bacon, poeta de Shakespeare, Voltaire y Napolen, talvez en Wagner", en adelante se manifiesta como el triunfal Dionisos que har de latierra una jornada solemne..., y anuncia como su bien amada a la princesa Ariadna.Reflujo hacia los aos lejanos y aflujo de stos en su actualidad turinesa.

    Jornada solemne que resuena por ltima vez cuando internan a Nietzsche en el sanatoriodel doctor Binswanger, en Jena: Csima, mi mujer, me hizo traer aqu. Poco tiempoantes, en Turn, escriba al respecto: Encontr un semejante por nica vez en mi vida. La

    seora Csima Wagner es la ms noble (-) y, con respecto a m mismo, siempreinterpret su unin con Wagner como un adulterio... El caso de Tristn...

    Ms all de su aventura con Lou, la fisonoma de Csima -es decir, la huella de laemocin inicial del joven fillogo- se reanima enriquecida con todas las emocionesnietzscheanas posteriores.

    En uno de sus ltimos proyectos del juego satrico, Dionisos ya declara a Ariadna tmisma eres el laberinto, ya yo soy tu laberinto.

    Con eso Nietzsche expresa, no el transcurso de su propia vida, sino los ddalos de su

    alma, para la que slo encuentra salida en el punto de partida: el alma es su propioespacio y, al mismo tiempo, el itinerario a recorrer en todas sus mltiples

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    ramificaciones. Si al recorrerse a s misma como laberinto, slo progresa en el errorirreversible, como dice Virgilio, es porque redescubre una memoria que exige el olvidode la progresin de la vida, as como la conciencia de sta exige el olvido de esemomento regresivo. La autobiografa es el esfuerzo de conciliar esos dos movimientoscontrarios. Pero, al mismo tiempo, debe prevenir la biografa exterior -el relato de los

    testigos, su interpretacin y la de la posteridad.

    Ahora el laberinto, Ariadna, Dionisos son los nicos nombres que subsisten enNietzsche para conducir el irresistible movimiento regresivo hacia la regin en quedesaparece el sentido y el contorno histrico de las figuras.

    El cuarto prrafo (al margen de la carta) introduce una inspiracin completamentedistinta: bruscamente uno se vuelve a encontrar en la perspectiva del complot: comoCrucificado, declara haber encadenado al sumo sacerdote Caifs; no obstante, parecedar un valor analgico a esa identificacin, al decir que l tambin habra sidocrucificado por los mdicos alemanes: (alusin a los oftalmlogos que lo consideraban

    condenado a una prxima ceguera?; ms bien parece aludir al estado en el que escribe aBurckhardt: su demencia exigira un tratamiento; la forma en que ha sido perseguido [esdecir, incomprendido, ignorado en Alemania -el pas vulgar de Europa] equivale a untratamiento que culmina en la demencia: su crucifixin). Como vctima divina, el poder

    para castigar a Caifs le viene de esta misma demencia: inversin total de su posicin(lcida) de Anticristo. Pero Caifs es el sumo sacerdote de los judos, y Cristo es el reyde los judos. De ah, el siguiente enunciado que formula como si se tratara de un hechoacontecido: suprimidos Guillermo, Bismarck y todos los antisemitas (que impiden a

    Nietzsche reinar en Alemania).

    En este ltimo prrafo se mezcla una vez ms todo lo que haba sufrido por el reinadoteutn. A medida de su propia soberana, uno de estos ltimos fragmentos, mutiladoen parte, seala que sus aliados naturales son los oficiales y los banqueros judos -nico

    poder capaz de terminar con la arrogancia nacionalista y la poltica en beneficio de lospueblos (de acuerdo con el sentido que subsiste en la frase mutilada). En lo queconstituye el ltimo fragmento descifrado, su odio se concentra en su madre y suhermana, que comprometen sus orgenes polacos y, en fin, su propia divinidad:

    Aqu hablo de la cuestin de la raza, Soy un gentilhombre polaco, pura sangre, en elque no hay una sola gota de sangre impura, menos an la menor gota de sangrealemana. Cuando busco quines estaran en la antpoda, siempre encuentro a mi madre ya mi hermana: estar emparentado con semejante canalla alemana fue una blasfemiacontra mi divinidad. La ascendencia que hasta este da por parte de mi madre y mihermana (-) fue un monstruoso (-) - reconozco que la objecin ms profunda a mi

    pensamiento del Eterno Retorno, que llamo pensamiento abismal, siempre fueron mimadre y mi hermana... pero todava al ser polaco (-) un formidable atavismo: hay que

    remontarse muchos siglos atrs para (-) encontrar la combinacin de hombre consemejante grado de pureza instintiva que represento. Con respecto a todo lo que se

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    denomina nobleza, tengo un (-) sentido de distincin (:) no soportara tener al jovenemperador como cochero de mi carruaje.

    Por lo tanto, a lo largo de este ltimo mensaje, Nietzsche se dispersa y vuelve a unirse adistintos niveles -en diferentes intervalos; mientras el mayor sufrimiento se evoca porltima vez al firmar con su nombre, el mayor deleite se manifiesta con respecto a lafluctuacin de los impulsos: la libertad de designarse, por fin, a s mismos, segn su

    propia interpretacin.

    Que el acontecimiento, que los actos, que las decisiones aparentes, que el mundo entero

    tengan un aspecto totalmente opuesto al adquirido desde la noche de los tiempos en laesfera del lenguaje fue lo que obsesion permanentemente a Nietzsche. Ahora ve elmundo ms ac o ms all del lenguaje vale decir, la esfera del mutismo absoluto o, alcontrario, la del lenguaje absoluto? Una vez que el agente deja de reducirse a s mismo,se reduce a todas las cosas, que llegan a designarse con la misma celeridad que si fuesenotros tantos s mismos.

    Se trataba de esa inversin del tiempo de la que habla en un fragmento anterior:Creemos en el mundo exterior como causa de su accin sobre nosotros, pero su accinefectiva se desarrolla inconscientemente y, es lo que nosotros hemos transformado

    previamente en mundo exterior: aquello por lo que el mundo nos enfrenta es nuestraobra, que en lo sucesivo reacciona contra nosotros. Hace falta tiempo para queconcluya: pero ese tiempo es tan breve!

    En nada de tiempo: el mundo exterior, nuestra obra -su euforia lo recupera. Cmollega a ser interior a nosotros mismos?, cmo llegamos a ser exteriores como para serla accin efectiva del mundo -donde se detendra o comenzara el mundo en nosotros?

    Ningn lmite para una misma y nica accin.

    La euforia turinesa lo impulsa a mantener en una especie de disponibilidadinterpretativa los residuos de todo lo que constituye el pasado, en el contexto

    actualmente vivido. Aquello que la cotidianeidad aleja para revivir slo el hecho de unda tras otro, irrumpe en este caso bruscamente: el horizonte del pasado se aproximahasta confundirse con el nivel cotidiano, y se accede ah al mismo nivel; por elcontrario, las cosas cotidianas sbitamente adquieren distancia: ayer se convierte en hoyy anteayer desborda en el da siguiente. El paisaje de Turn, los sitios monumentales, los

    paseos a lo largo del Po aparecen baados en la luminosidad de Claude Lorrain -laedad de oro de Dostoievski- donde lo difano suprime el peso de las cosas para

    profundizarlas en una extensin infinita. El centelleo de la luz es el de la risa -la risadonde estalla la verdad: risa con la identidad de Nietzsche en la que estallan todas lasidentidades. As estalla tambin el sentido que todo puede tener o perder paracualquiera, no segn un encadenamiento limitado, no segn un contexto estrecho, sino

    segn las variaciones de luz, de enfoque; ya sea que la iluminacin sea percibida por lamente antes que por el ojo, ya sea que de esos rayos emane una reminiscencia.

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    Doy gracias al Cielo por el mundo antiguo, con el que los hombres no han sido lobastante simples. La simplicidad de la visin turinesa de Nietzsche casi tiene unacento hlderliniano -no es precisamente la irona de la crnica mundana.

    Dado que es alegre disolucin, la euforia no se podra prolongar en Nietzsche tantotiempo como la alienacin contemplativa de Hlderlin: la tristeza elev al poeta a unaaltura de paz y olvido donde era constantemente visitado por imgenes silenciosas conlas que dialogaba en el mismo lenguaje simple, calmo y melodioso. El silencio en los

    poemas de la locura de Hlderlin no tiene nada en comn con el mutismo amenazantede Nietzsche, precio de la explosin histrinica en Turn. La visin del mundo queaparece en Nietzsche no inaugura una sucesin ms o menos regular de paisajes ynaturalezas muertas a lo largo de unos cuarenta aos; es la parodia rememorante de unacontecimiento: un solo actor para llevarla a escena durante una jornada solemne-porque todo se manifiesta y vuelve a desaparecer en un solo da-, que para el calendariode la razn debe de haber durado desde el 31 de diciembre al 6 de enero.

    El mundo se manifiesta a Nietzsche bajo el aspecto monumental de Turn: unadiscontinuidad de intensidades que slo adquieren nombres, segn la interpretacin delos destinatarios de sus mensajes; stos representan todava la fijeza de los signos,mientras que esa fijeza ya no existe en Nietzsche. La irona milagrosa es que lasfluctuaciones de intensidad sepan recurrir a la palabra contraria para designarse. No hayms que creer que desde siempre existi esa coincidencia entre el fantasma y el signo -yque el esfuerzo del rodeo por el camino del intelecto fue sobrehumano. Ahora que elagente Nietzsche est destruido, es una fiesta de algunos das, de algunas horas, o dealgunos instantes -pero es una fiesta inmoladora:

    INCENDIO Y CONSUMACIN, ESTO ES LO QUE DEBE SER NUESTRA VIDA,OH, CHARLATANES DE LA VERDAD! Y VIVIRN EL VAPOR Y ELINCIENSO DE LOS SACRIFICIOS MUCHO MAS TIEMPO QUE LA VICTIMA.

    Pierre Klossowski