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LA EVANGELIZACIÓN EN LOS · quien intenta seguir a Jesús Nazareno. Los Helenistas Cristianos representan un grupo decisivo en los Orígenes del Cristianismo, con ellos se dio inicio

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CONTENIDO

PRÓLOGO

INTRODUCCIÓN

LA EVANGELIZACIÓN EN LOS ORIGENES DEL CRISTIANISMO: LOS

HELENISTAS CRISTIANOS

1. EVANGELIZACIÓN DE SAMARÍA

1.1. La Región de Samaría y su Ciudad, su historia

1.2. Evangelización de Samaría

Acerca de las sanaciones

Sobre los exorcismos

Aproximación a la magia

1.3. Mensaje

2. EVANGELIZACIÓN DE ANTIOQUÍA DE SIRIA 2.1. La ciudad de Antioquía de Siria y su historia

El helenismo antioqueno

El judaísmo antioqueno 2.2. Evangelización de Antioquía de Siria 2.3. Mensaje

3. EVANGELIZACIÓN DE CHIPRE

3.1. La isla de Chipre y su historia

3.2. Evangelización de Chipre

Conformación y envío de los misioneros

Evangelización de Chipre 3.3. Mensaje

4. EVANGELIZACIÓN DE ANTIOQUÍA DE PISIDIA

4.1. La ciudad de Antioquía de Pisidia y su historia

4.2. Evangelización de Antioquía de Pisidia 4.3. Mensaje

5. EVANGELIZACIÓN DE ICONIO

5.1. La ciudad de Iconio y su historia

5.2. Evangelización de Iconio 5.3. Mensaje

6. EVANGELIZACIÓN DE LISTRA

6.1. La ciudad de Listra y su historia

6.2. Evangelización de Listra 6.3. Mensaje

CONCLUSIONES

BIBLIOGRAFÍA

PRÓLOGO

El mandato a evangelizar recogido en Mc 16,15: “vayan por todo el mundo y

anuncien la Buena nueva a toda la creación”, tiene una marcada impronta

universalista, que no solamente se refiere al mundo entero, sino incluso a “toda la

creación”, pues todo aquello que ha salido de la mano de Dios, ha de volver a Él,

según el esquema bíblico exitus-reditus. El mandato misionero de Jesús fue vivido

de modo admirablemente heroico por sus primeros discípulos, y fue en él donde

sus discípulos lo fueron plenamente, pues no se puede ser completamente

discípulo sí no se es misionero, como ha reflejado tan reiteradamente el

Documento de Aparecida de 2007. Pero como sabemos, la condición de

discípulos-misioneros de todos los cristianos no es un invento de Aparecida, sino

el reflejo coherente de la vivencia de la Iglesia de Cristo desde los tiempos

apostólicos: de allí lo ha tomado Aparecida. Es precisamente la idea que subyace

a lo largo del hermoso trabajo del Padre Clemente Medina: los discípulos de Jesús

acogieron su mandato de ser misioneros en un mundo que en un principio les fue

hostil, pero que terminó rindiéndose a la luminosidad de ese mensaje, el cual no

fue invento de los hombres, sino que procedía de Dios.

La obra que el lector tiene en sus manos es un precioso testimonio, de

cómo es posible, con la fuerza del Espíritu Santo anunciar el Evangelio a los que

todavía no lo conocen. De hecho, el libro se enfoca en la evangelización de los

pueblos paganos, que gracias al tesón de los discípulos de Cristo de la primera

generación - guiados por los Apóstoles, pero sobre todo por el Espíritu Santo –

superando innumerables dificultades, pudieron transformar un mundo afectado por

un paganismo que se situaba en las antípodas del mensaje que predicaban. A

pesar de las persecuciones y los obstáculos, en los territorios aledaños a la

Palestina del siglo I, se suscitaron numerosas conversiones y se fundaron Iglesias

allí donde parecía que no era posible la aceptación de un mensaje tan exigente

como el de Jesús de Nazaret.

De manera magistral el Padre Clemente, deja ver en este trabajo la

implicación que tuvieron todos los miembros de la Iglesia naciente en la primera

evangelización, tal como nos vino narrada sobre todo por los Hechos de los

Apóstoles, y quedo reflejada en otros escritos del nuevo Testamento. En este

orden de ideas, afirma el Papa Francisco en la Exhortación Apostólica Evangelii

Gaudium (120):

Cada uno de los bautizados, cualquiera que sea su función en la Iglesia y el grado de ilustración de su fe, es un agente evangelizador, y sería inadecuado pensar en un esquema de evangelización llevado adelante por actores calificados, donde el resto del pueblo fiel sea solo receptivo de sus acciones. La nueva evangelización debe implicar un nuevo protagonismo de cada uno de los bautizados. Esta convicción se convierte en un llamado dirigido a cada cristiano, para que nadie postergue su compromiso con la evangelización, pues si uno de verdad ha hecho una experiencia del amor de Dios que lo salva, no necesita mucho tiempo de preparación para salir a anunciarlo, no puede esperar que le den muchos cursos o largas instrucciones. Todo cristiano es misionero en la medida en que se ha encontrado con el amor de Dios en Cristo Jesús; ya no decimos que somos “discípulos” y “misioneros”, sino que somos siempre “discípulos misioneros”. Si no nos

convencemos, miremos a los primeros discípulos, quienes inmediatamente después de conocer la mirada de Jesús, salían a proclamarlo gozosos: ¡Hemos encontrado al Mesías! (Jn 1,41). La

samaritana, apenas salió de su dialogo con Jesús, se convirtió en misionera, y muchos samaritanos creyeron en Jesús “por la palabra de la mujer” (Jn 4,39). También san Pablo, a partir de su encuentro con Jesucristo “enseguida se puso a predicar que Jesús era el Hijo de Dios”

(Hch 9,20). ¿A qué esperamos nosotros?

Fueron justamente los cristianos de la primera generación quienes llevaron

a cabo gozosamente esta evangelización primitiva, con la conciencia que no era

una tarea exclusiva de los apóstoles, obispos o presbíteros, sino que implicaba a

todos los bautizados.

Las condiciones culturales del paganismo del siglo I en los predios del Asia

Menor y del imperio romano, no fueron muy diversas de las actuales, en nuestras

tierras de Latinoamérica y el Caribe. Y es aquí donde radica uno de los más

geniales aportes de este trabajo de investigación: haber ilustrado al cristiano de

hoy con la gesta evangelizadora de la Iglesia primitiva, al encontrar tantos puntos

de coincidencia, los cuales nos han de convencer que los retos de los primeros

cristianos no fueron mayores que los católicos de hoy: el ambiente pagano es

quizás similar al que había en el siglo I, pero la fuerza del Espíritu Santo sigue

siendo la misma, pues el poder de Dios no se ha empequeñecido.

Quiera Dios que la lectura de este libro ayude a muchos cristianos a

convencerse que su misión evangelizadora se inicia a partir del bautismo,

sacramento con el cual hemos sido constituidos sacerdotes, profetas y reyes. La

Virgen María, estrella de la nueva evangelización, nos acompañara, como

acompaño a los apóstoles el día de Pentecostés, y como estuvo junto a los

primeros discípulos de Jesús en los tiempos heroicos de los inicios de la

evangelización.

Mons. Gustavo García Naranjo

Obispo de Guarenas

INTRODUCCIÓN

Los Orígenes del Cristianismo representan el acontecimiento fundamental que

forjó, enraizó y desplegó desde el movimiento de Jesús ocurrido en la Palestina

del siglo I d.C., el cristianismo presente en todo el Imperio Romano. Mediante un

proceso formativo en torno a 3 siglos, se nos muestra en el Nuevo Testamento

como un modelo a seguir para la renovación de nuestras comunidades cristianas,

sobre todo en lo que toca a la evangelización, tan olvidada en nuestro tiempo.

La evangelización ha sido un proceso constante desde los orígenes del

cristianismo actuada en la vida de Jesús, quien recorría los pueblos de Galilea,

Samaría y Judea, evangelizando a las muchedumbres, liberando a los poseídos

por el demonio, curando y sanando de todas las enfermedades y dolencias (Mc

1,34. 38-39); por otro lado es un mandato del mismo Jesús dejado a los Apóstoles:

“vayan por todo el mundo y anuncien la Buena Nueva a toda la creación” (Mc

16,15). Es así como evangelizar se convierte en un compromiso de vida para

quien intenta seguir a Jesús Nazareno.

Los Helenistas Cristianos representan un grupo decisivo en los Orígenes del

Cristianismo, con ellos se dio inicio a la evangelización de Palestina, y

posteriormente del Asia Menor, hasta alcanzar la capital del señorío imperial:

Roma, conquistándola así para Cristo. Partieron de su experiencia del Espíritu, a

través su vivencia de comunidad y su conciencia misionera.

Los seguidores de Jesús en los siglos venideros, continuaron la obra de

evangelización, arraigando el cristianismo en todo el continente europeo, asiático,

africano, y finalmente americano. Recordamos a grandes misioneros y

evangelizadores: Benito de Nursia, Agustín de Hipona, Francisco de Asís,

Bernardo de Claraval, Ignacio de Loyola, Francisco Javier, Teresa de Jesús y

muchos más.

Hoy como una de las religiones más practicadas en el mundo, el cristianismo

continúa con su proceso de evangelización, que nunca termina, y cuando miramos

a nuestro catolicismo popular, sobre todo en América Latina y el Caribe,

encontramos hombres y mujeres, quienes siendo gentes de nuestros pueblos, de

nuestros barrios, de nuestros campos; comprobamos que ellos persisten siempre

evangelizando, tomando como modelos a Jesús, al grupo de los Apóstoles y de

los Helenistas Cristianos.

Es una constatación que asombra y gratifica, son hombres y mujeres casados,

civiliados, viudos, solteros pero muy queridos, reconocidos, aceptados, y

valorados por sus comunidades, pueblos y barrios. La honestidad de su vida, su

testimonio de fe, la vivencia de la fraternidad y la práctica de la solidaridad los

hace incondicionales evangelizadores.

Estas páginas están escritas para las comunidades cristianas

Latinoamericanas y Caribeñas, para los seguidores de Cristo en cualquier parte

del mundo y para cualquier persona, que desde su fe le busca un sentido a la vida,

una respuesta a los problemas desesperantes de nuestro tiempo: la injusticia

social, la falta de credibilidad en las personas, la religiosidad como costumbre y

cumplimiento, la exclusión de lo alternativo. Quieren animar y crear la admiración

por la vida, lo maravilloso de la acción de Dios en los acontecimientos y las

personas, quieren ser guía y respuesta para quienes se empeñan en construir un

mundo más humano y más hermano, y por eso más justo.

Queremos señalar que las páginas a continuación son una adaptación de

nuestra tesis doctoral: “Evangelización de los Helenistas Cristianos en los Hechos

de los Apóstoles. Aportes a la pastoral de América Latina y el Caribe”, defendida

en octubre del 2010, en la Universidad Pontificia Bolivariana de Medellín. Se ha

reelaborado para esta publicación, el tema central de aquella investigación: “La

Evangelización de los Helenistas Cristianos en los Hechos de los Apóstoles”.

La historia de los Helenistas Cristianos viene narrada en el Libro de los Hechos

de los Apóstoles entre los capítulos 6 al 15, saltando los capítulos 9 al 11,18 y 12

que relatan la conversión de Pablo, las misiones de Pedro y la muerte de

Santiago. Sorteando estos pasajes se desarrolla una historia continua del grupo

de los Helenistas Cristianos, quienes se presentan como parte de la Comunidad

Cristiana de Jerusalén. Su evangelización comienza con Felipe en Samaría y se

continúa sin dar nombres, con la evangelización del mismo grupo en Antioquía

de Siria, para pasar luego con la incorporación de Bernabé y Pablo a la

evangelización de Chipre, Antioquía de Pisidia, Iconio, y Listra. Es cuanto estas

hojas quieren resaltar: ¿cómo se dio ese proceso de evangelización llevado a

cabo por el grupo de los Helenistas Cristianos en los orígenes del cristianismo?

Para desarrollar el tema partiremos de la historia de cada localidad

evangelizada por los Helenistas Cristianos, la cual describiremos resumidamente;

tomaremos en cuenta algunas características literarias usadas por Lucas: palabras

en griego (idioma original de los Hechos de los Apóstoles), así como su forma o

artificios de escritor, intentando clarificar el significado de los temas. Luego

detallaremos la evangelización realizada por los Helenistas Cristianos en aquel

lugar, para mostrar el mensaje que Lucas ha querido dar con estas tradiciones

sobre la Evangelización de los Helenistas Cristianos en los Hechos de los

Apóstoles.

El proceso de este estudio bíblico, es también una propuesta de interpretación

Bíblica, una exégesis del tema: Evangelización de los Helenistas Cristianos en los

Hechos de los Apóstoles, es decir, despliega un esquema didáctico similar para

cada comunidad, enfocando el proceso de evangelización llevado a cabo por los

Helenistas Cristianos en aquel territorio. Busca ser una lectura espiritual y pastoral

para quien lo lea.

Deseamos que al leer estas páginas tengas un encuentro con la Palabra de Dios

y el Espíritu Evangelizador, crezca su amor a la Sagrada Escritura y recibas el don

de Evangelizar como los Helenistas Cristianos, con la fuerza y valentía de la

Palabra, realizando los signos y prodigios del Espíritu Santo. Gracias por leerme.

LA EVANGELIZACIÓN EN LOS ORIGENES DEL CRISTIANISMO: LOS

HELENISTAS CRISTIANOS

La historia de los Helenistas es claramente cultural, porque enfoca el dominio y

la difusión de la cultura griega realizada a través de las conquistas de Alejandro

Magno (entre el 336 y el 323 a.C) sobre toda el área del mediterráneo oriental,

incluyendo en esta travesía: Egipto, Palestina, Siria, Persia

El helenismo se convirtió en la mentalidad y la cultura griegas, que vivieron los

pueblos alrededor del mediterráneo, durante un lapso continuo de 300 años, e

indirectamente bajo el dominio del imperio romano, sobre todo durante el siglo I de

nuestra era. Roma asumió y profundizó la organización política, económica, social,

cultural y religiosa helenas, creciendo en eficacia y dominación.

Para el tiempo del Nuevo Testamento (siglo I de nuestra era), el helenismo

estaba arraigado en los pueblos de dominio imperial romano, pero cada poblado

particularmente practicaba su idioma, costumbres y creencias. Entre estos pueblos

se destacan los judeo helenistas (judíos de cultura griega), quienes ejercieron gran

influjo en la organización imperial, pues se encontraban dispersos en las ciudades

y pueblos estratégicos, ocupando cargos significativos en los gobiernos locales, o

como mercaderes de prestigio comercial.

Además de eso, la práctica del judaísmo los obligaba separarse del resto de

los habitantes, por considerarlos paganos (es decir: infieles, gentiles, herejes,

idolatras), miembros de otras religiones rechazadas por ellos. Solo fueron

aceptados los simpatizantes del judaísmo (llamados prosélitos y temerosos de

Dios), personas de otros pueblos, quienes cumplían algunas normas rituales

judías, para tener una participación parcial en el culto. Entre ellos hubo personeros

de los gobiernos locales o ricos comerciantes, quienes se hicieron bienhechores

de las comunidades judías.

Hacia el año 63 antes de Cristo, surge la potencia de Roma dominando el área

mediterránea (incluyendo Palestina), donde impone su organización política,

social, económica, religiosa, militar y otras. Dentro de este marco histórico tan

diversificado, florecen las comunidades cristianas, las cuales entre los años 30 al

70 de nuestra era, se expandieron por el imperio romano, adaptándose e

inculturándose con los distintos grupos étnicos que lo conformaban.

Según el Libro de los Hechos de los Apóstoles 6,1, en Jerusalén convivían dos

grupos numerosos de cristianos convertidos del judaísmo helénico y del judaísmo

tradicional: los helenistas y los hebreos. Lo cual prueba que en los orígenes del

cristianismo, existían distintos modos de ser cristiano.

Para Lucas (autor del Libro de Hechos), el grupo de los Helenistas Cristianos

constituía una comunidad cristiana cuantiosa, hasta el punto que exigió la

selección de responsables para dedicarse al servicio de la comunidad (Hch 6,1-3).

Este grupo de hermanos escogidos de entre la comunidad de Jerusalén, en

número de siete (simbólico), cuyas exigencia morales fueron: “hombres de buena

fama, llenos de sabiduría y Espíritu” (Hch 6,3), fue popularizado por Lucas como el

grupo de los Helenistas: Esteban, Felipe, Prócoro, Nicanor, Timón, Parmenas y

Nicolás (Hch 6,5). Dos aspectos resaltantes en el texto son la escogencia de sus

líderes por parte de la comunidad y la oración e imposición de manos a través de

los apóstoles, lo cual significa la fuerza del Espíritu Santo para la misión

evangelizadora de los Helenistas Cristianos (Hch 6,6).

A través de ellos se inicia “la Evangelización de los Helenistas Cristianos”,

evangelización que por intermedio de Pablo llegará incluso hasta la capital del

imperio: Roma. Nosotros, por la pretensión de este libro, solo nos ocuparemos de

la Evangelización de Samaría, Antioquía de Siria, la Evangelización de Chipre,

Antioquía de Pisidia, Iconio y Listra.

Quisiéramos subrayar la imagen que nos transmite Lucas, de quienes son los

Helenistas Cristianos, pues la evangelización realizada por ellos ratificara

constantemente su identidad (Lucas lo repite así), y será un espejo para nuestras

vidas: “hombres de buena fama, llenos de sabiduría y de Espíritu”. Parafraseando

sería: “hombres de buena reputación, intachables, coherentes; hombres de fe y

oración, de vivencia espiritual, de piedad; hombres de discernimiento, de

conocimiento, maestros de la vida, de experiencia humana, de criterio, buenos

ciudadanos por formación y convicción”, testigos creíbles para nuestros pueblos

latinoamericanos y caribeños.

·

1. EVANGELIZACIÓN DE SAMARÍA (Hch 8,5 – 25)

1.1. La Región de Samaría y su Ciudad, su historia

Samaría, aparece en el Antiguo Testamento traducido por somron (hebreo), y se

repite alrededor de 83 veces; siendo los libros con mayor frecuencia: 1º y 2º de

Reyes (42 veces), refiriéndose de modo general a la región geográfica de

Samaría.

En griego el vocablo Samaría se traduce por Samareias, y aparece en el Nuevo

Testamento 11 veces. Sus variantes Samarites (Samaritano) se repite 9 veces y

Samaritis (Samaritana) 2 veces . En general designa “pertenencia a la comunidad

religiosa de Samaría”. En los evangelios, de modo frecuente se nota la hostilidad

entre judíos y samaritanos, siendo para los judíos como un insulto: poseso (Jn

8,48).

La región de Samaría se encuentra en la Palestina central, confina en el norte

con la llanura de Yezreel y el Monte Carmelo, hacia el sur con la región de Sharon

y la Judea (las montañas de Jerusalén), al este por el río Jordán. Es una región

rica en el cultivo del trigo, la cebada y por sus olivos y viñas. Sus colinas rara vez

superan los 800 metros de altitud, por lo que posee un clima más benigno que el

de Judea.

Históricamente el sexto rey de Israel, Omrí, quien reinó entre el 876 y 869 a. C.,

compró el monte de Samaría a Sémer quien era su dueño (de este patrón se

deriva su nombre) y allí construyó la ciudad de Samaría (1 Re 16,24), haciéndola

capital de reino del Norte. Esta ciudad disfrutó mucho auge hasta que fue

destruida por el rey asirio Sargon II en el año 721 a. C., llevándose su población

esclava a Asiria. Israel conservó la memoria de este acontecimiento como algo

trágico, desapareció el reino del norte debido a los pecados del pueblo (1 Re 17,7-

23).

En la historia bíblica Samaría sufrió consecutivaemente el dominio de los

imperios babilónico (587 a. C.), persa (538 a. C.), griego (333 a. C.) y romano (63

a. C.). Hacia el 331 a. C., los samaritanos se rebelaron contra la política de

Alejandro Magno, quien destruyó la ciudad por medio de su ejército, expulsando a

los samaritanos y erigiendo una base militar en el sitio. Entonces el pueblo

samaritano rebelde, como desafiando al déspota, rehízo la ciudad en la localidad

colindante de Siquem. Hacia el año 107 a. C., el rey asmoneo Juan Hircano,

conquistó y saqueó la ciudad, anexándola a su dominio, propiciando de este modo

la ruptura definitiva entre los samaritanos y los judíos.

Durante la época romana, hacia el año 55 a. C., el procónsul de Siria, Gabinio

reconstruyó la ciudad, siendo ampliada suntuosamente por Herodes el Grande

hacia el año 30 a. C., quien allí levantó un templo en honor del emperador romano,

pues se la había donado como su propiedad. Herodes en honor suyo le puso el

nombre a la ciudad de Sebaste (augusta).

Para el tiempo que se estamos describiendo (s. I d. C.), Samaría (Sebastia), se

muestra como una ciudad importante en la región, se sitúa en la montaña de

Efraín, cerca de la carretera que va de Nablus a Jenin. Ciudad de corte helenístico

y con una población mayoritariamente pagana, descendiente de militares griegos.

Herodes instaló en aquella localidad ejércitos mercenarios licenciados por él. El

pueblo samaritano autóctono, representaba una minoría en la ciudad. Para la

época del libro de Hechos, pudo haber tenido una población de 50 mil habitantes.

1.2. Evangelización de Samaría

La Evangelización de Samaría, viene narrada en Hch 8,5-25, le precede la

historia de Esteban y su muerte por manos del grupo de los judíos (Hch 6,8-8,1a),

quienes inician una violenta persecución contra los Cristianos Helenistas, los

cuales dispersándose por Judea y Samaría anunciaban la Buena Nueva (Hch

8,1b. 4). Lucas recalca, que a raíz de esta persecución, los cristianos griegos

comienzan a evangelizar. Este será su cometido fundamental, asumiéndolo

conscientemente y con éxito.

Inmediatamente empieza el relato de la Evangelización de Samaría (Hch 8,5-

25), el cual podemos dividir en las siguientes partes: vv. 5-13: actividad de Felipe y

el mago Simón; vv. 14-17: actividad de Pedro y Juan apóstoles; vv. 18-24:

blasfemia de Simón el mago; v. 25: despedida y compromiso.

Actividad de Felipe y el mago Simón (vv. 5-13). Se trata de la Evangelización

efectuada por el Helenista Cristiano Felipe. La imagen que de él nos ofrece el libro

de los Hechos impacta: persona honesta, hombre de Dios y educado (6,3),

evangelizador (8,5. 12. 40; 21,9), exorcista y sanador popular (8,6), vidente (8,26),

maestro (8,34 – 35), ministro (8,12 – 13. 38). Lucas resalta el rol evangelizador de

Felipe, a través de la predicación (8,5. 12), y con la realización de acciones

milagrosas (8,6-7. 13). La misión entre los samaritanos, lo hace ver como una

persona de espíritu amplio y desapegado del judaísmo.

Felipe en su fuga de la persecución acometida por los judíos de Jerusalén, llega

a la región de Samaría, donde evangeliza en el nombre de Jesús una de sus

ciudades. Aquí predicó fervientemente a una multitud de samaritanos y realizando

milagros (expulsión de demonios, sanación de paralíticos), logró el bautizo de la

mayoría de la población, procurando mucha alegría a la ciudad, lo cual significa el

más elocuente signo de libertad y de vida. También es de resaltar la presencia

sanadora y liberadora de Jesús, a través de la invocación de su nombre (Hch 8,5-

8. 12).

Entre los habitantes de la localidad se encontraba un tal Simón, quien tenía

como ejercicio profesional la magia y durante bastante tiempo tenía embaucado a

los samaritanos con su encantamiento, haciéndose pasar por un gran personaje y

llamándose la Fuerza de Dios (Hch 8,9-11). Se acentúa en este pasaje, el rol de

mago profesional y trabajador de este gremio, de Simón, quien a través de la

predicación de Felipe se sintió convertido, bautizándose entonces junto con el

pueblo samaritano; seguía a Felipe por todas partes, asombrándose con los

grandes milagros y prodigios que hacía (Hch 8,13). El episodio quiere mostrar

como la conversión – bautizo de Simón y las gentes de Samaría, desde su

diferente práctica judaica se debe a la fuerza del nombre de Jesús, capaz de

vencer toda magia y racismo, hasta convertir los pueblos en su grey.

Actividad de Pedro y Juan apóstoles (vv. 14-17). Entonces la comunidad de

Jerusalén se enteró de la conversión de los samaritanos, “quienes habían

aceptado la Palabra de Dios” y decidieron enviar a los apóstoles Pedro y Juan ,

para apoyar la evangelización actuada por Felipe. En los inicios del cristianismo

esta fue una costumbre pastoral, así lo vemos en la evangelización de Antioquía

de Siria (Hch 11,22), ratifica de este modo la autoridad de la Comunidad Cristiana

de Jerusalén y la comunión entre las distintas comunidades cristianas primigenias.

Así lo transmitieron los escritores cristianos y lo recordaron las primeras

comunidades, ellos fueron sus pilares (Gal 2,9).

Estos apóstoles rezaron e impusieron las manos al poblado para que

recibieran el Espíritu Santo, pues hasta el momento solo habían recibido el

bautizo en el nombre de Jesús (Hch 8,14-17). La evangelización de Samaría

realizada por Felipe, había trascendido espacios geográficos, para convertirse en

un importante evento eclesial de las comunidades cristianas nacientes. Los

apóstoles vienen a confirmar y legitimar la evangelización actuada por Felipe a

través de la palabra.

En todo caso el descendimiento del Espíritu Santo por manos de Pedro y Juan

apóstoles, a través de la imposición de la manos confirma la conversión de los

samaritanos, que los capacita para el compromiso cristiano, y porque no, la

conquista de los paganos a través de la Palabra del Señor. Otro elemento

despuntado por el escritor sería el cumplimiento del plan de Hechos descrito en

Hch 1,8: “serán mis testigos en…Samaría”.

Blasfemia de Simón el mago (vv. 18-24). Continuando con el relato, Simón el

mago al ver que por la imposición de las manos el pueblo recibía el Espíritu Santo,

quiso comprar para él ese poder (Hch.8, 18), poniendo así en evidencia su

avaricia y simulación cristiana, buscando alimentar con ello su egoísmo y su

grandeza; los prodigios y señales de los apóstoles, son vistos por el en un tono

mágico, de ahí que quiera poseerlos con dinero.

Pero Pedro muy descontento lo reprochó, echándole en cara su malicia e

iniquidad. Amargura e iniquidad describen al pecador, representándolo como

colérico y sin alegría, quien sufre por todo lo que posee y por eso envidioso. El

apóstol le solicita entonces el arrepentimiento, lo que significa cambio de corazón

y de mente, la reforma de la vida. Es importante la rectitud del corazón ante Dios,

para no sofocar el Espíritu con la maldad. La reacción de Simón fue de miedo y

conversión ante la condena de Pedro: “Rueguen al Señor para que no me sobre

venga nada de lo que ustedes han dicho” (Hch 8,24).

Despedida y compromiso (v. 25). Finalmente los apóstoles después de dar

testimonio y predicar, regresaron a Jerusalén evangelizando muchos pueblos de

samaritanos (Hch 8,25). Lucas concluye esta historia reafirmando el mensaje que

quiere dar: testimonio, predicar, evangelizar.

Deseamos a continuación profundizar en tres temas centrales para Lucas en la

narración de la Evangelización de los Helenistas Cristianos en los Hechos de los

Apóstoles, además porque se relatan en los evangelios, otros libros del Nuevo

Testamento, el Antiguo Testamento, así como escritos judíos y griegos del siglo I

d. C., se refieren a las sanaciones o milagros, los exorcismos y la magia.

Acerca de las sanaciones

Para realizar la evangelización de Samaría, dice el texto que Felipe a través de

la predicación hacía signos y prodigios, es decir milagros, entre los que se

encontraban la expulsión de los demonios y la curación de paralíticos (Hch 8,6-7).

Detallamos a continuación lo que fueron estas prácticas tanto en el judaísmo,

como en el imperio romano.

Para el Nuevo Testamento la sanación, significa “la curación corporal y

espiritual de la persona”. La aplica más específicamente para describir las

curaciones milagrosas de Jesús y de sus discípulos, un hecho portentoso

realizado con el poder de Dios. Podemos reagrupar los milagros en: signos y

prodigios, exorcismos, curaciones y resucitaciones (reanimación de muertos).

En el mundo greco – romano, los milagros (sanaciones y exorcismos)

pertenecen a la religiosidad popular, son tradiciones populares. Como ejemplo,

encontramos santuarios dedicados a dioses milagrosos, como Isis y Esculapio.

Como personajes sanadores se recuerdan a: Orfeo, Museo, Abráis, Epiménides,

Aristeas de Proconeso, Pitágoras, Empédocles, Vespasiano, y el más renombrado

Apolonio de Tiana, quienes utilizan gestos (imposición de manos, tocamientos y

otros), oraciones (oráculos), conjuros (exorcismos), sustancias naturales y otros

medios, para la realización de la sanación.

Otro grupo de personajes que se destacan en la sociedad imperial son los

Hombres divinos, figuras populares, quienes ejercieron influencia sobre el pueblo

por su rol de curanderos, su prestigio y habilidades sanatorias, entre ellos

tenemos: los videntes, adivinos, sacerdotes de los oráculos, ministros de ritos

expiatorios, magos, milagreros, profetas, cantores, jefes, reyes, fundadores de

ciudades, legisladores, sabios y filósofos. Como ejemplos tenemos a: Heracles,

Sócrates, Platón, Crisipo, Epicuro, Diógenes, Menécrates de Siracusa (medico).

Los males que se curan son: daños del rostro y de la boca, mudez, cálculos

renales y biliares, embarazos excesivamente prolongados, calvicie, hidropesía,

tumores, parásitos, lombrices, cefalalgias, esterilidad, tuberculosis, escrófulas,

heridas por armas y ceguera .

Concluyendo esta descripción de lo que es la sanación, presentamos a

continuación la enumeración de diferentes sanaciones o milagros realizados por

Apolonio de Tiana, (filosofo neo pitagórico contemporáneo de Jesucristo) en el

contexto del siglo I d. C., para observar la relación con los milagros del Nuevo

Testamento. Entre los milagros de Apolonio tenemos:

1) Relatos de milagros: libra a Éfeso de una plaga, realiza exorcismo a un joven

poseso, desenmascara en Corinto a una joven posesa, reanima a una joven

muerta en su día de bodas, demuestra la inocencia de un condenado a muerte

antes de su ejecución, reconoce en un león manso la reencarnación del rey

Amasis de Egipto, purifica a un homicida inocente, apacigua a un sátiro asesino

en una aldea de Etiopía, propicia que un padre de familia encuentre un tesoro que

servirá de dote para sus hijas, mediante sacrificio a los dioses calma seísmos en

las ciudades del Hesponto, ayuda a que enamorado de la estatua de Afrodita

tenga cordura, cura a joven con rabia y su perro.

2) Relatos de predicción: predice muerte del gobernador de Cilicia, anuncia a

Damis duración de su estancia en Babilonia, anuncia peste a los habitantes de

Éfeso, vaticina peligro a Nerón y que detentará el poder romano, vaticina naufragio

de una barca, la restauración del templo de Júpiter Capitolino, la forma en que

morirá el emperador Tito, que Nerva será emperador, la muerte del emperador

Domiciano.

Otros personajes quienes realizaron milagros fueron: Empédocles, quien efectúa

la salvación de una mujer que había yacido durante 30 días sin respiración y sin

pulso. Le obedecían el viento y la lluvia y llego a suprimir con éxito las

emanaciones malignas de un río. De Menécrates de Siracusa se decía que curaba

paralíticos. Epiménides de Creta, libró a Atenas de la peste. Sobre el emperador

Vespasiano, se indica que curó en Egipto a un cojo, untándole su saliva en los

ojos y dándole una patada en la pierna tullida.

Esta visión global sobre los milagros en el mundo greco – romano, representa un

telón de fondo para los milagros en el Nuevo Testamento y su concreción en los

Hechos de los Apóstoles.

Acerca de los milagros de Jesús y sus discípulos, en el Nuevo Testamento se

describen alrededor de 49 milagros, sobre todo en los Evangelios Sinópticos y los

Hechos de los Apóstoles, los cuales se pueden resumir en: señales y prodigios,

exorcismos, curaciones y reanimaciones de muertos. Entre los hacedores de

milagros se tienen: los discípulos de Jesús, Pablo, los adeptos de los fariseos (Lc

11,19), un personaje anónimo que no pertenecía al grupo de los discípulos (Lc

9,49), y diversos miembros de las comunidades cristianas primitivas que tenían el

don de curación o de exorcismo (1 Cor 12,9. 10. 28 – 38; Sant 5, 14 – 16).

El sistema sanitario del imperio romano, como el de Palestina estaba organizado

en tres sectores: popular, profesional y étnico; de acuerdo a si se trata de la familia

y los parientes (la cultura popular), la institución médica especializada y las

medicinas alternativas, muy relacionadas con el sector popular. Cada uno de estos

sectores atiende al enfermo según su especificidad y práctica, es decir, la familia

representa la atención primaria dada por los lazos parentales y las tradiciones

familiares; la medicina especializada, utiliza el tratamiento científico; la medicina

étnica o alternativa, se refiere a la curación por razón de los medios naturales y

similares, con una fuerte carga mágico – religiosa. A este grupo pertenecen los

sanadores populares, quienes utilizan los exorcismos y la magia entre sus

terapias. En él se ubican Jesús y sus discípulos, son sanadores populares, muy

cercanos al pueblo, siendo muy apreciados por el mismo.

Otro aspecto a destacar es la diferencia entre las sanaciones de los seguidores

de Jesús y los taumaturgos greco – romanos. Las curaciones de los primeros

cristianos se realizan en el nombre de Jesús, a plena luz del día, de ejecución

inmediata y a la vista de todos, mostrando lo relevante de la fe y el testimonio.

Simbólicamente el sanador utiliza materiales rudimentarios (saliva, lodo), la

curación posee una honda carga alegórica y gestual (imposición de manos, untar

los ojos y la lengua, tocar), con la fuerza de la palabra y la oración.

Los milagros en el Libro de los Hechos de los Apóstoles son variados y ocupan

toda la historia que narran, se describen dos exorcismos: la muchacha exorcizada

(16,16 – 18), los siete hijos de Esceva (19,11 – 17); seis curaciones: el cojo del

templo (3,1 – 11), el paralítico de Lida (9,32 – 35), la reanimación de Tabitá (9,36 –

42), el cojo de Listra (14,8 – 10), la reanimación de Eutiques en Tróade (20,9 –

12), fiebre y disentería en malta (28,8 – 9); cuatro salvamentos: los apóstoles

liberados de la prisión (5,19 – 20), Pedro liberado de la prisión (12,3 – 9), Pablo y

Silas liberados de la prisión en Filipos (16,23 – 40), Pablo salvado del naufragio

(27,6 – 44); tres milagros de legitimación: Ananías y Safira (5,1 – 11), el mago

Elimas queda ciego (13,6 – 12), Pablo salvado de víbora (28,1 – 6) .

A simple vista, de modo general se destacan algunos elementos comunes en

estos milagros de los Hechos de los Apóstoles:

1. Los destinatarios de los milagros, son personas humildes y a veces de fe:

cojos de nacimiento, discípula cristiana Tabitá, padre del gobernador Publio, joven

Eutico, esclava poseída.

2. Los hacedores de los milagros, son personajes principales de las

comunidades cristianas de Jerusalén y Antioquia, llenos de fe y de Espíritu,

sanadores populares: Pedro y los apóstoles, Bernabé, Pablo.

3. La actuación de Dios por medio de los sanadores populares, se da por la

invocación del nombre de Jesús o sencillamente enviando al Ángel del Señor,

quien guía el milagro con palabras y gestos.

4. Los casos resueltos son prácticamente incurables: los cojos de nacimiento,

ocho años de paralítico, muerte de Tabitá y Eutico.

5. Los milagros realizados poseen un honda carga simbólica, expresada en

palabras y gestos: fijando la mirada, de un salto, al instante, oración, impuso las

manos, se puso de rodillas, se hecho sobre él, se produjo terremoto, se soltaron

las cadenas.

6. Los prodigios cumplidos transmiten clima de paz y alegría, presencia de

Dios, invitan a la conversión, con gran sentido de evangelización: tengo fe en Dios,

anunciaron, se alegró con toda la familia por haber creído en Dios, lleno del

Espíritu Santo, creyó impresionado, gran temor se apoderó de todos, fue

glorificado el nombre del Señor, muchos que habían creído venían a confesar y

declarar públicamente sus prácticas, entró andando, saltando y alabando a Dios,

quedaron llenos de estupor y asombro, lo vieron y se convirtieron al Señor.

7. La ubicación geográfica de los milagros, permite abarcar Palestina, Asia

menor, Grecia, Chipre, Italia, Los milagros se efectuaron en: Jerusalén, Lida, Jope,

Listra, Éfeso, Tróade, Filipos, Pafos.

Estas características de las sanaciones en el Libro de los Hechos de los

Apóstoles, hace ver la relevancia de estos acontecimientos en la vida de las

comunidades cristianas de los orígenes, hasta tal punto que se convirtieron en

tradiciones y memorias populares, para finalmente quedar registrados con una

intención claramente teológica: la llegada del Reino de Dios, o mejor dicho, la

presencia del Reino de Dios actuada a través de las sanaciones y los exorcismos.

Se quieren dar algunas conclusiones después de este panorama sobre las

sanaciones en el Nuevo Testamento. Los milagros neo testamentarios son

curación de la vida, porque devuelven la esperanza, recobran la dignidad de la

persona, reintegran en la sociedad, revelan a un Dios justo y sin discriminaciones,

que opta por los pobres, un Dios que se hace solidario, compasivo y

misericordioso, quien actúa en los sufrimientos humanos, reintegrando en la

comunidad religiosa.

Su poder destruye la raíz de todo mal: los demonios; comprometiendo en la

misión y evangelización, desde el sentido de la solidaridad, en la construcción de

la comunidad de hermanos, con la fuerza del Espíritu y la contundencia del

testimonio. Esto lleva a la paz y a la alegría, en un proceso de conversión y de

amor.

Sobre los exorcismos

Los exorcismos junto a la magia y a las sanaciones fueron prácticas comunes

utilizadas en las culturas judías y greco- romanas, como terapia para expulsar los

demones.

El termino exorcismo viene del griego exorkismo, que significa conjuro, es decir,

la obligación a través de un juramento para realizar una encomienda. La palabra

exorcista viene de exorkistes, y aparece solo en libro de los Hechos 19, 13 para

referirse a los exorcistas judíos itinerantes.

La tradición bíblica del Antiguo Testamento no menciona exorcismos, sino hace

referencia sobre espíritus maléficos (1 Sam 16,14 y ss; 18,10; 19,9) y seres

demoníacos (Is 13,21; 34,14). El pueblo de Israel después del destierro y por

influencia babilónica, asumió las tradiciones sobre los demonios, como seres

causantes de todo mal, incluyendo la muerte.

Se tienen como exorcistas, sobresalientes a personajes de la historia bíblica,

quienes actuaron con gran éxito y poder: David, Salomón, Noé, Abrahán; así lo

describen documentos y judíos antiguos como: Flavio Josefo, el libro apócrifo

Testamento de Salomón (s. I. d. C.), algunos manuscritos del Qumram (11QPs y

11QPsAp), el libro Antigüedades bíblicas del Pseudo-Filón (s. I. d. C), el Libro de

los Jubileos (130 a. C), el libro Génesis Apócrifo (hallado en Qumram).

Se añade a esto, algunos textos del Antiguo Testamento, que reflejan la

familiaridad del judaísmo con las prácticas exorcistas (Tb 3,8; 8,1 – 3 y Ez 13, 17 –

23). Podemos concluir, que en la tradición religiosa de Israel, se conocían los

exorcismos y se tenían a figuras principales de su historia, como exorcistas de

poder. Se ratifica igualmente la práctica exorcista desarrollada durante el tiempo

del Nuevo Testamento y en el ambiente greco – romano, además de la existencia

de fuentes escritas (antes mencionadas), lo cual evidencia una práctica común en

el contexto mediterráneo.

La actividad exorcista de Jesús, es presentada por los evangelios sinópticos, a

través de una detallada descripción en cinco relatos con sus paralelos: Mc 1,21 –

28; 5,1 – 21; 7,24; 9,14 – 27; Mt 12,23 – 33. Una agrupación de dichos que

responden a las acusaciones de sus adversarios sobre Belcebú: Mt 12,22 – 30 y

paralelos. Finalmente resúmenes elaborados por los evangelistas: Mc 1,32 – 34;

3,10 – 12. Esto refleja una tradición habitual y remite a una práctica exorcista

obrada por Jesús. También es de notar que Jesús se consideró así mismo como

exorcista, así los expresa Mt 12, 28 y paralelos: “Pero si yo hecho los demonios

con el soplo del Espíritu de Dios”. Estas constataciones manifiestan la fama de

Jesús como exorcista, fue un exorcista de prestigio extraordinario, incluso fuera de

los ambientes cristianos.

En el Libro de los Hechos de los apóstoles se narran dos casos de exorcismos:

la muchacha exorcizada (16,16 – 18) y los siete hijos de Esceva (19,11 – 17), pero

además distintas veces se mencionan como signos prodigiosos la salida de

espíritus inmundos de los posesos, como tarea de los discípulos de Jesús (5,16;

8,7). Esto denota el conocimiento de la práctica exorcista de parte de Pedro (5,16),

Felipe (8,7) y Pablo (16,16 – 18), tres líderes principales del cristianismo naciente.

Otro detalle curioso es la ubicación geográfica de tales portentos: Jerusalén,

Samaría, Filipos y Éfeso, lo cual abarca ciudades principales del imperio romano y

por tanto se puede sospechar el conocimiento de tales prácticas en lo anchuroso

del imperio.

Relacionado con el término exorcismo, está la locución demonio, que en el

griego clásico define una serie de fuerzas personificadas que rodean al ser

humano pudiendo llegar a influir y controlar su existencia para el bien o para el

mal. Estos demonios tienen la posibilidad de someter a la persona a su arbitrio,

poseyéndola y alterando la normalidad de la misma.

Las afecciones que causan los espíritus malignos son: comportamientos

extraños, hablan alternativamente el poseído y el demonio (Mc 1,24; 5,7 – 13),

mudez (Lc 11,14), sordera o ceguera (Mc 9,17. 25), epilepsia (Mc 9,18), auto

mutilación (Mc 5, 5), mujer encorvada (Lc 13,10 y siguientes).

Tratando de explicar todas esta afecciones originadas por la posesión diabólica,

algunos psiquiatras la definen como un fenómeno disociativo de la personalidad,

en el que se produce una alteración de las funciones integradoras de la

conciencia, es decir, trastornos en las sensaciones, percepciones y emociones,

que alteran la identidad personal, la relación consigo mismo, con el ambiente y

con los demás.

También desde la antropología cultural se interpretan las posesiones diabólicas,

como una reacción frente a las tensiones imperialistas romanas: opresión,

explotación, exclusión, marginación, existe una estrecha relación entre la posesión

diabólica y las tensiones sociales, tales como antagonismos de clase debidos a la

explotación económica, a conflictos entre tradiciones en los que se destruyen las

tradiciones veneradas, a la dominación colonial o a la revolución.

El poseso quien pertenece a esta clase oprimida, porque no tendría otra forma

de reaccionar, se serviría de tal estado fenomenológicamente, como protesta ante

su condición humillante. La posesión demoníaca fue una forma socialmente

aceptada de afrontar las tensiones, porque permitía a los poseídos hacer y decir

sin poner en peligro el orden establecido, lo que no podrían haber dicho y hecho

como personas normales.

Con la investigación que expusimos, se ha querido presentar de forma

panorámica, lo que significan los exorcismos, así como las interpretaciones que

aportan las ciencias. Pero en cualquier caso la conclusión es categórica: Jesús ha

vencido a los demonios, raíz de todo mal, y con ello ha hecho presente el Reino

de Dios en este mundo.

Es la victoria de Dios a través de Jesús, quien se hace solidario con los más

necesitados, como Dios compasivo y misericordioso, Dios de justicia y liberación,

Dios igualitario y comunitario. Los exorcismos como liberación plena de todo

hombre y mujer, liberación física y espiritual, moral y social; promueven el hombre

nuevo insertado en Jesucristo, constructor de un mundo alternativo en la justicia y

la paz.

Es el Reino de Dios, propuesta de liberación y de un mundo nuevo, derrota del

mal, la irrupción de la misericordia de Dios, la eliminación del sufrimiento, la

acogida de los excluidos en la convivencia, la instauración de una sociedad

liberada de toda aflicción.

Aproximación a la magia

La práctica de la magia tanto en el judaísmo, como en el imperio romano fue una

costumbre. Así lo dejan ver varios textos que la mencionan: Gn 30,14; 30,37ss; Ex

22,17; Lv 20,27; Dt 18,9 – 13; 1 Sam 28; 2 Mac 12,40; Sal 18,5ss; 91,5ss; Is 3,18

– 21; Jr 27,9; Ez 13,18 – 20; Miq 5,11; Mal 3,5. Además algunos gestos, ritos y

acciones simbólicas de la religiosidad judía fueron interpretados como magia:

bendiciones, maldiciones, purificaciones, sacrificios, imposición de manos,

oraciones, milagros: Ex 17,8 – 13; 15,22 – 25; 17,5ss; Jos 8,18; 1 Re 17,17 – 24;

18,42; 2 Re 2,8. 2,19 – 22; 4,18 – 37; 4,38 – 42. Así mismo Babilonia, Egipto,

Canaán, y otros pueblos vecinos ejercieron gran influencia en el pueblo de Israel,

con sus prácticas mágicas.

Cuando llega el tiempo del Nuevo Testamento y el ambiente greco – romano del

s. I d. C., el ejercicio de la magia y la superstición estaban muy radicadas en las

ciudades, pueblos y en la tradición popular, por lo que el cristianismo naciente se

vio influenciado por ellas; algunas veces las acciones milagrosas de Jesús y sus

discípulos, fueron interpretadas como magia: palabras de exorcismo, untar saliva,

imposición de manos, y otras.

Algunos sanadores populares a través de sus gestos y acciones figuradas,

fueron percibidos por magos: Apolonio, Vespasiano, Aristea, Empédocles,

Epeménides. También ciertos literatos e historiadores de la época escribieron

sobre el tema: Herodoto, Porfirio, Juvenal, Josefo, Filón; por otro lado documentos

que destacan el asunto son los papiros mágicos griegos y el libro de los misterios

de los judíos. Esto nos muestra la intensa actividad de magia, adivinación,

astrología y hechicería habida en el imperio romano.

La religión imperial atacó intensamente las prácticas mágicas y sus similares por

intermedio de sus gobernantes, quienes las consideraban peligrosas para su

régimen. El emperador Tiberio (14 – 37 d. C.), suprimió la magia en la región de

las Galias, prohibiendo el ejercicio de la adivinación publica y secreta; durante su

gestión expulso a cuatro mil ciudadanos, por causa de sus ritos mágicos. Sin

embargo la religiosidad popular greco – romana propició el cultivo de la magia, la

adivinación y la superstición. Se introdujeron los cultos femeninos de Cibeles y

Artemisa, donde se ejercía la adivinación y el profetismo femenino. Para el culto

de Artemisa en Éfeso, se utilizaron los vaticinios y el trance, sus adeptos fueron

poseídos por la diosa.

El Nuevo Testamento presenta la interpretación de algunos textos de los

Evangelios Sinópticos y el Libro de Hechos como habilidades mágicas: la pesca

milagrosa (Lc 5,1 – 11), la tempestad calmada (Mc 4,35 – 41), el endemoniado de

Gerasa (Mc 5,1 – 20), la multiplicación de los panes (Mc 6,30 – 44; 8,1 – 10), la

moneda en la boca del pez (Mt 17,24 – 27). En estos pasajes se revela un control

aparente sobre el orden natural, estos acontecimientos poseen una clara intención

teológica, que le confiere la actuación de Jesús. En comparación con la magia,

son: gratuitos, públicos, inmediatos, en beneficio de quien los recibe; por lo cual

contradicen toda magia.

Finalmente en el Libro de los Hechos de los Apóstoles, se encuentran relatos

similares a los de los Evangelios Sinópticos y otros textos, vistos como

acontecimientos mágicos:

• El acontecimiento de Pentecostés: 2,1 – 10

• Curación del paralítico del templo: 3,1 – 6

• La sombra de Pedro cura: 5,15 – 16

• Liberación de apóstoles por los Ángeles del Señor: 5,15 – 19 y 12,6 - 11

• Felipe realiza señales y prodigios: 8,5 - 8

• El mago Simón: 8,9 – 11

• Curación Eneas, reanimación Tabitá: 9,32 – 42

• El paralítico de Listra: 14,8 – 12

• La adivina poseída: 16,16 – 18

• Pablo y Silas liberados por un terremoto: 16,16 - 40

• Los practicantes de magia en Ëfeso: 19,18 – 19

• Pañuelos y delantales usados por Pablo tienen función curativa: 19,11 – 16

Otros textos de Hechos que remiten a prácticas mágicas son: el episodio de

Ananías y Safira (5,1 – 11); la muerte de Herodes Agripa (12,20 – 23); la ceguera

del mago Elimas (13,4 – 12); los hijos de Esceva (19,11 – 20). Estas citas

muestran un sentido punitivo. Se añaden a estos, en un sentido de protección de

Dios: viaje de Pablo a Roma (27,1 – 44), la víbora que muerde a Pablo (28,1 – 6).

Esta lista de episodios apreciados como mágicos, muestra el conocimiento que

posee el autor de Hechos de la cultura greco – romana, y la inserción del

cristianismo en esa cultura, como un proceso de inculturación del evangelio y

nueva evangelización. Se observa también el reto de la religiosidad popular, ante

la inculturación y evangelización hodierna; pero al mismo tiempo la fuerza del

testimonio en la evangelización inculturada.

1.3. Mensaje

Después de este recorrido por el episodio de la Evangelización de Samaría,

narrada en el Libro de los Hechos y realizada por el helenista cristiano Felipe,

ayudado por los apóstoles Pedro y Juan, se revelan como mensajes resaltantes,

que muestran la ejecución de un proceso de evangelización, los siguientes:

Se divisa la acción inaudita del Espíritu Santo, la cual se efectuó a través de los

exorcismos y las sanaciones realizados por Felipe, hasta lograr el bautizo de

hombres y mujeres samaritanos/as, fortalecidos posteriormente por el bautizo en

el Espíritu otorgado por los apóstoles Pedro y Juan.

Lucas muestra la importancia de la predicación como estrategia primordial de

evangelización. Predicación que es anuncio, proclamación, enseñanza del Reino

de Dios en el nombre de Jesús Mesías y Señor.

La evangelización sin el testimonio no se realiza, del mismo modo que el

testimonio se enfoca hacia la evangelización, es su ser y quehacer. Testimonio

que es ser “hombres de buena fama, llenos de Espíritu y de saber” (Hch 6,5), así

lo certifican Felipe, Pedro y Juan.

Otro elemento incondicional para Lucas en el proceso de evangelización es la

comunidad de fe, así lo muestra con la comunidad madre modelo de Jerusalén y

como parte de ella la comunidad étnica de los helenistas cristianos. La comunidad

de fe se convierte en centro evangelizador, de apoyo y envío de los misioneros.

Lucas quiere presentar con la evangelización de Samaría, el proceso de

inculturación de Evangelio, el cual se encaminó en los orígenes cristianos

mediante la comunidad de los helenistas cristianos y la conversión de los

samaritanos y los griegos habitantes de la región de Samaría.

Los signos y prodigios, que en este caso son los exorcismos y las sanaciones

cumplen su cometido de estrategias de evangelización, ya que realizan la

esperanza del pueblo samaritano según sus necesidades.

El relato muestra al pueblo llano como objeto de los signos y prodigios. Pueblo

cargado de esperanzas, al cual los evangelizadores sirven con desprendimiento y

apertura.

La evangelización de Samaría como proceso de inculturación manifiesta la

comunión de las iglesias nacientes: jerosolimitana, cristiano helenista y

samaritana, compartiendo en el espíritu la acción de Dios, la fe y la vida.

2. EVANGELIZACIÓN DE ANTIOQUÍA DE SIRIA (Hch 11,19 – 26)

2.1. La ciudad de Antioquía de Siria y su historia

Antioquia la grande, la del Orontes, junto a Dafne, de Siria; llamada así para

distinguirla de otras Antioquia (de Pisidia), fue construida por el rey helenístico

Seleuco I Nicanor (alrededor del año 300 a. c.) en honor a su padre Antíoco I;

eligió para ello la margen izquierda del río Orontes, al pie del monte Silvio. Fue

primero capital del imperio seléucida y luego con la llegada de los romanos,

capital de la provincia romana de Siria (año 27 a. C.). Distaba 38 kilómetros del

mediterráneo, donde tenía su puerto llamado seléucida, siendo uno de los más

frecuentados del imperio, a donde llegaban numerosas naves para el intenso

comercio que allí se formalizaba. Esta fue la mayor fuente de su riqueza, además

su posición estratégica en la frontera oriental, la hacía abierta al oriente medio,

como cruce de caminos y excelentes vías de comunicación.

Geográficamente la ciudad se asienta en la llanura de Amuk, una tierra de

mucha fertilidad, y con abundante agua para la agricultura (regada por el Orontes

y un lago al norte), su clima es mediterráneo y de suaves temperaturas. Fue una

ciudad de corte griego, con la categoría de ciudad libre, acuñaba su propia

moneda. Sus construcciones eran de gran esplendor, como lo muestra la calle

principal de siete kilómetros de longitud, toda ella ornada de pórticos y columnas.

Por su ubicación topográfica y su desarrollo rural, se convirtió en centro de acopio

de productos agrícolas con una intensa comercialización de los mismos. Este

progreso mercantil atrajo a muchos emigrantes de distintas regiones, etnias y

estatus, quienes veían en Antioquia una tierra de oportunidades. Los habitantes

eran mayoritariamente griegos y sirios, pero tenían una participación importante

los cretenses, chipriotas y la colonia judía. A través del intercambio comercial se

intensificó la relación con los fenicios, árabes, persas, egipcios e indios. Esto

propició en la ciudad un gran desarrollo urbano, cosmopolita, ruta de caravanas y

mezcla de civilizaciones, importante centro pluricultural y comercial.

Socialmente la clase alta griega, era la clase noble, rica, dueña de las tierras y

dirigente de la ciudad, quien controlaba toda transacción comercial imponiendo los

tributos a la misma. Tenía gran influencia en las instituciones gubernamentales,

por su membrecía, utilizando el patronazgo para la consecución de sus intereses.

Llevaba una vida fastuosa y licenciosa.

La clase media ciudadana, muy pujante y en continuo crecimiento, estaba

compuesta por artesanos, mercaderes y los funcionarios gubernamentales; muy

dependientes de la clase dirigente. En el estrato más pobre se encuentran los

nativos sirios, quienes trabajaban la agricultura y habitaban en los suburbios de los

barrios o los pueblos adyacentes a la ciudad, son pequeños propietarios o

arrendatarios. Los extranjeros (árabes, judíos y otros), afines a los sirios por el

lenguaje o la cultura, son la clase informal y por eso en muchos casos de extrema

pobreza. Es de destacar la institución militar, de gran importancia en la ciudad por

ser la sede de la legión romana y como zona fronteriza, cada vez más consolidada

y con muchos privilegios.

Para el tiempo del Nuevo Testamento (s. I a. C.), bajo el dominio romano,

Antioquia poseía una población de 500 mil habitantes, siendo una ciudad de gran

crecimiento económico y comercial hasta ser tenida como “la reina del este”; en

ella se hablaba el griego y en las regiones circunvecinas el arameo. Ocupa el

tercer lugar entre las ciudades del imperio, siendo superada solo por Alejandría y

Roma.

La ciudad se vio afectada por un intenso movimiento migratorio, de quienes

buscaban oportunidades de trabajo y un mejor nivel de vida. Esto creó gran

hacinamiento en los suburbios barriales, y fuertes problemas de salubridad por los

malos servicios públicos, los cuales originaban en los moradores infecciones,

pestes y epidemias periódicas. Se puede afirmar que gran parte de la población

sufría un bajo nivel de vida, en una sociedad tan dispar y fragmentada. Es durante

este tiempo que llega a Antioquía el movimiento cristiano y florece hasta

convertirse en la segunda comunidad cristiana en importancia después de

Jerusalén, y centro de la misión cristiana hacia el occidente.

El helenismo antioqueno

Alejandro Magno (s. IV a. C.) fue quien inicio el colonialismo helenista del oriente

medio, logrando un exitoso y extenso imperio, muy eficaz política, y

comercialmente, siendo consolidado social e ideológicamente por sus sucesores.

Antioquia de Siria representa un bastión helenista en el imperio romano, sea por

su posición estratégica hacia el oriente semita y más aún por el florecimiento

comercial, lo cual promovió gran estabilidad social.

Sin embargo, el pluralismo étnico (griegos, sirios, judíos y otras minorías) de

quienes habitaban Antioquía, produjo fuertes conflictos de convivencia, sobre todo

entre la clase dominante helena y el resto de pobladores, quienes soportaban

discriminación, marginación, opresión y explotación. El orgullo griego por su

cultura, idioma y hegemonía desarrolló tensiones ciudad – campo, griegos –

extranjeros. Un importante centro ideológico fue el gimnasio y la educación que

allí se impartía (la paideia); además las instituciones políticas, económicas,

sociales y otras, ejercían un fuerte control en la sociedad y al mismo tiempo

atracción por su vigor.

A nivel religioso existe un crecido sincretismo, producto de la mezcla de los

mitos griegos y los cultos autóctonos. Había templos dedicados a Júpiter

capitolino, Dionisio, Pan, Artemisa, Ares, Heraclo, Afrodita, Asclepio, Apolo, Zeus

soter, y otros. Resalta el templo de Apolo, situado en los bosques de Dafne, hacia

las afueras de la ciudad, de mucha actividad cultual, siendo admirado por su

magnificencia. Pero fue la intensa tradición religiosa griega, la dominante en la

vida de la ciudad: la patrona de la ciudad se llamaba Τiché (la fortuna), y los ritmos

de la misma se regían por el calendario festivo de los dioses. A través de la

religión se legitimaban las instituciones gubernamentales y con ello se garantizaba

la estructuración social y política, reafirmando con ello la cultura griega, y

produciendo así identidad pública en los ciudadanos. Se suscitó un matrimonio

religión - estado.

La mentalidad griega vislumbra una civilización universal homogénea, a partir

del idioma y la cultura; es la práctica de la virtud (areté), la búsqueda de la

perfección, de ahí la necesidad de estructurar toda la sociedad en torno a este

ideal. Es la misión fundamental de la educación griega, formar al ciudadano en la

búsqueda de la virtud, con una actitud aperturista y universal. Parte del

conocimiento de la herencia cultural y literaria: los mitos homéricos, la recitación

poética, la representación de la tragedia. Los reyes helenísticos en el ejecútese de

este proyecto se esforzaron en construir bibliotecas, gimnasios y templos

dedicados a las musas.

Gran influencia ejercieron en la sociedad griega los filósofos estoicos y

epicúreos, pues difundían doctrinas místicas con fines salvíficos, contra los

sistemas especulativos en decadencia; se promovía la búsqueda del yo interior,

donde se encontraba el equilibrio y la armonía.

Ante la crisis de identidad, por lo decadente de la religión oficial romana, el

ciudadano griego busca incansablemente su destino, el cual según el mismo, se

convierte en una fuerza contundente e indetenible, quien rige con leyes inmutables

la realidad, y ante el cual el hombre no puede reaccionar, sino que lo debe aceptar

por inercia. Es un determinismo absoluto, inclusive más allá de los dioses, y que

el hombre ambiciona conocer afanosamente a través de la astrología y la magia.

Para los filósofos griegos solo existen dos posibilidades de comunicación mundo

– divinidad. El primero se da en una unión mística hombre – dios (llamado

monismo), mediante el cual el mundo – hombre es absorto por la divinidad, de tal

modo que pierde su autonomía y su libertad, formando así parte del todo, que es

la divinidad en cuanto organismo vivo; el hombre se refugia en sí mismo,

escapando del mundo .

El otro modo es a través del dualismo, es decir, una separación radical mundo –

divinidad; es la posibilidad de dos realidades opuestas: diversidad – unicidad,

racional – irracional, trascendencia – corporeidad, cuerpo – alma. Se entiende que

la parte más pura y trascendente del hombre (su alma), no puede venir de su

corporeidad, la cual es corruptible, pasional e irracional; sino que procede de una

realidad superior, trascendente, divina. El mundo y el cuerpo representan la cárcel

de lo divino, del alma. Por eso el alma en su aspiración divina, escapa del mundo

(fuga mundi), para estar más allá de él, y así gozar de las moradas celestiales.

Este misticismo platónico – pitagórico causó en el pueblo pesimismo y angustia,

además de escepticismo, ya que solo algunos hombres virtuosos y piadosos,

podían acceder a tal divinización. La generalidad del pueblo greco – romano

quedaba excluido de esta divinización, el dios greco – romano se hacía muy lejano

y abstracto.

Fue así, como en la búsqueda de su seguridad y protección, que el pueblo

sencillo comienza a acudir a los démones, seres divinos inferiores, que todo lo

invadían, eran tenidos como causantes de todo mal o de lo inexplicable; pero al

mismo tiempo se hacen cercanos e influyentes en las distintas circunstancias

humanas, se pueden controlar a través de la magia.

Antioquía, para aquella época del Nuevo Testamento vivía un hervidero de

supersticiones: tablas mágicas, ojo del mal para proteger de las desgracias,

talismanes y la consulta de cualquier mago. Por su posición estratégica, próspera

y de apertura, atrajo hacia sí los cultos mistéricos, como los de Isis (Egipto) y de

Mitra (persa); los cuales gozaron pronta acogida en la población, ya que hacían a

los dioses cercanos y protectores, dando seguridad personal y colectiva, además

de ser propuestas de salvación. Otros cultos popularizados fueron el de Dionisio y

los cultos propios sirios, con rituales acerca de los ciclos vitales y con prácticas de

éxtasis orgiástico, lo cual propiciaba una unión entusiástica con la divinidad,

estando muy relacionada con el santuario de Apolo en Dafne. Posteriormente,

también fueron tenidas como religiones mistéricas el judaísmo y el cristianismo.

El judaísmo antioqueno

Hablar de la judería en Antioquia de Siria, es retomar la historia del judaísmo de

la diáspora. La diáspora judía se inicia de acuerdo a la historia bíblica, con los

distintos exilios vividos por el pueblo de Israel, a lo largo de los siglos.

Fue a partir del siglo VIII a. C., que Israel comenzó a ser deportado, producto

de la guerra y la invasión, concretamente por el dominio de Asiria (quien tuvo su

auge durante los años 738 – 630 a. C.). Así, en el año 732 los asirios deportaron

unas veinte mil personas, como lo expresa 2 Re 15,29: “En tiempo de Pécaj, rey

de Israel, llegó Teglatfalasar, rey de Asiria, que tomó Iyón, Abel Bet Maacá,

Yanóaj, Cades, Jasor, Galaad, Galilea y todo el país de Neftalí, deportando (a sus

habitantes) a Asiria”.

Hacia el año 722 a. C., nuevamente Asiria llevó al cautiverio a los habitantes

de Samaría, lo constatamos por la misma Palabra de Dios, “El año noveno de

Oseas, el rey de Asiria, conquistó Samaría. Deportó a los Israelitas a Asiria y los

estableció en Jalaj, en el Jabor, río de Gozán, y en las ciudades de los medos” (2

Re. 17,6; 18, 9 -11). Igualmente en el año 701 a. C., hubo nuevamente otro

destierro y los ejércitos asirios asaltaron las ciudades del reino de Judá, numeroso

pueblo israelita fue exiliado (2 Re. 18 - 20).

En la memoria del Israel se conservó el destierro a Babilonia, la caída de

Jerusalén hacia el año 587 a. C. por la potencia de Babilonia, gobernando

Nabucodonosor. Ya en el 597 a. C., anticipando esta destrucción, deportó al rey

Jeconías y su corte, con todos los dirigentes a Babilonia, en número de diez mil,

así nos lo expresa la Palabra: “En aquel tiempo, Nabucodonosor, rey de Babilonia,

marchó contra Jerusalén y la ciudad quedó cercada…Deportó a todo Jerusalén,

todos los jefes y guerreros, diez mil deportados…a los notables del país…a todos

los hombres pudientes en número de siete mil…” (2 Re. 24,10. 14. 15. 16).

Finalmente el año 587 a. C., Nabucodonosor destruyó Jerusalén y sus murallas,

su templo, incendió las casas, saqueó sus tesoros y esclavizó a sus hombres y

mujeres, llevándolos cautivos a Babilonia (2 Re. 25,1 – 21).

Hacia el año 538 a. C., bajo el dominio del rey persa Ciro, el pueblo de Israel

regresa a Palestina, (Esd. 1,1 - 11), guiados por Esdras y Nehemías inician la

reconstrucción del Templo de Jerusalén, el cual es inaugurado el año de 515 a. C.

No todos regresaron, sino que un buen grupo permaneció en Babilonia, pues ya

llevaban cincuenta años de vida en esa población y se habían establecido. Otros

grupos ciertamente habían emigrado, buscando mejor nivel de vida hacia otras

localidades, o simplemente habían sido llevados como mano de obra a otros

lugares.

Luego de la dominación Persa, surge en el horizonte mediterráneo la cultura

griega, ya hacia el siglo IV a. C., tenía el dominio de la región con el emperador

Alejandro Magno. El año 332 a. C., conquista Jerusalén e impone el helenismo en

toda el área, es decir, el idioma, el gobierno, la economía y la religión griega.

Intempestivamente Alejando muere en Babilonia (el año 322 a. C.), dividiendo

entre sus generales (Antípatros, Pérdicas, Antígono, Eumenes, Tolomeo) el

imperio conquistado, los cuales continúan el proceso de helenización, pero al

mismo tiempo se produce entre ellos la lucha por el poder, que prácticamente

abarca los dos siglos antes del Nuevo Testamento. El dominio griego fue decisivo

se realizó a través de la creación de las ciudades (polis), donde se centralizaba la

economía, la política, la cultura y la religión, además del poder militar. Estaban

situadas estratégicamente a lo largo y ancho del imperio, como control de las

élites dominantes a los pueblos circundantes, centro comercial y administrativo.

En lo grandioso de este imperio griego se encuentran situadas las

comunidades judías de la diáspora. Las inscripciones y papiros demuestran la

existencia de sinagogas en la diáspora desde la segunda mitad del siglo III a. C. A

este respecto, impresiona la abundante información que transmiten los

investigadores bíblicos, quienes confirman que después del exilio babilónico,

numeroso pueblo judío vivía fuera de Palestina, y durante el proceso de

helenización se dieron migraciones judías hacia las ciudades griegas, lo cual

proporcionó a la comunidad judía un peso cultural y religioso en la diáspora. Es así

como en Babilonia (fundada por Alejandro) se encontraba una fuerte colonia judía,

que tuvo mucha influencia sobre los judíos de Palestina, igual en Seleucia del

Tigris (capital en tiempos de Seleuco I, 312 a. C). Otras ciudades de oriente que

poseían comunidades judaicas fueron: Dura – Europos, Edesa, Nísibis, Adiabene

(antigua Asiria).

En Egipto, se habla de una colonia militar judía en la isla de Elefantina, ya

hacia el siglo VI a. C. Durante la conquista babilónica, un grupo de judíos emigro a

Egipto, entre esos, Jeremías. La ciudad de Alejandría, poseía dos distritos de

población judía (hacia el siglo III a. C.), y de aquí emigro un grupo hebreo hacia

Cirenaica (s. II a. C.). En el Egeo, especialmente Creta se concentran

comunidades hebreas. Se supone que el intercambio comercial, el cual partía de

Alejandría, llevaría inmigrantes judíos a Roma.

Antioquía de Siria poseía una comunidad hebraica hacia el II siglo a. C.

Igualmente vivían comunidades judías en Apamea y Damasco. En Asia Menor

eran numerosas las comunidades judías hacia el 200 a. C., incluyendo la costa del

Mar Negro. La región de Grecia nos descubre comunidades judías en Tesalónica,

Atenas, Corinto, Argos. En Roma se han descubierto hasta 13 sinagogas judías,

resaltándola como centro de culto judío y sus numerosos grupos de fieles.

De este breve recorrido por el proceso de la diáspora judía se puede afirmar,

que Israel sufrió distintos destierros en diferentes épocas, como una práctica de

guerra y sometimiento hacia los pueblos vencidos. Algunas veces pudo regresar,

otras no. Algunos de estos exilios no quedaron registrados en la memoria del

pueblo. Israel fue dispersado hacia diferentes localidades durante los imperios

asirios, y babilónicos, teniendo que resistir para conservar su identidad; el proceso

de helenización asentó las comunidades judías en los reinos helenísticos, fueron

actores importantes en el desarrollo social. Allí permanecieron, allí se mezclaron,

allí transmigraron junto a la historia de estos pueblos imperiales, finalmente allí

surgieron como cultura judía, reconocida, aceptada, valorada y protagonista de la

historia que se vivía, donde aportó su experiencia religiosa y su vivencia de pueblo

de la diáspora, recreando y releyendo sus tradiciones en un proceso de

inculturación.

Volviendo a la historia de Antioquía de Siria, hubo presencia judía en esta ciudad

ya desde su fundación (300 a.C.), a través de los primeros fundadores, entre los

cuales se encontraban mercenarios militares judíos, chipriotas y cretenses, tal vez

en el mismo ejército de Alejandro Magno. Con el paso del tiempo se convirtió en

una comunidad influyente y bien organizada, hasta el punto de convertirse en

Politeuma (asociación de judíos).

Igualmente se mantuvo una estrecha relación entre Antioquía y Jerusalén, por la

cercanía de las mismas. En alguna ocasión, para el tiempo de los seleucidas (321

- 130 a. C.), las tropas auxiliares judías participaban en actividades conjuntas con

las tropas sirias. Hacia el tiempo de la persecución del rey helenístico Antíoco

Epifanes IV (167 a. C.), se produjo una inmigración judía forzada, hacia Antioquia

(entre estos el sacerdote Onías III). En otra ocasión Jasón I y Menelao, se

presentaron en la corte Siria, para defender sus intereses (habían usurpado el

sacerdocio judío). Con Herodes crece la cooperación social, pues este paga la

pavimentación de la calle principal de Antioquia, así como ayuda a palear una

hambruna que padecieron Siria y Palestina para aquel tiempo. También diversos

rabinos judíos visitaron Antioquía para predicar, resolver litigios y buscar colectas.

La ubicación de la población judía de Antioquia, se puede concretar en el

antiguo barrio del kerateion, el cual se sitúa en el sur, hacia la puerta de los

Querubim, vía Dafne. Otra colonia se asienta hacia el suroeste, dentro del barrio

Ephiphaneia, fundado por Antíoco IV, durante su persecución al judaísmo. La

aristocracia judía habitaba en las colinas de Dafne, junto a las clases adineradas

de la ciudad, ejerciendo gran influencia sobre las mismas. Por distintas noticias

obtenidas de la tradición, se sabe que hacia el s. I d. C., la población judía de la

ciudad llegaría a 22 mil habitantes, quienes ejercían distintas profesiones liberales,

relacionadas con la artesanía, la administración y otras. Es decir, ocupaban cargos

desde la mano de obra, hasta personal administrativo y diplomático. Otros

trabajaban oficios de fiesta y servicios públicos (teatro, circo, termas), así como el

comercio, en la mercadería de perfumes, de seda, de manufacturas varias.

Varias inscripciones funerarias (Edesio de Ben Sharim, Leontina de Tiberias y la

donación de Ilasio a la sinagoga de Apamea), así como las cartas de Libanio,

muestran como estaba organizada la comunidad judía antioquena, en torno al

patriarcado y al consejo de ancianos, así como el importante nivel económico de

esta clase social.

Se menciona a un archisinagogo (funcionario de la sinagoga) de los

antioquenos, un gerusiarca o jefe de la sinagoga y el consejo de ancianos, quien

representa a la comunidad judía ante el gobierno romano, y por eso de gran

influencia política y comercial. Libanio dirige carta al patriarca judaico, donde

muestra que es una persona más influyente que el mismo. También menciona a

un arjón, o magistrado judío, miembro de la gerusía (gobierno local), muy

influyente por ser miembro de las élites de la ciudad.

Junto a este florecimiento del judaísmo antioqueno, se puede acentuar la

presencia de grupos de gentiles simpatizantes con el judaísmo, y vinculados a él

en las ciudades de Siria y Antioquía (como también en otras localidades del

imperio), quienes participaban asiduamente de los cultos judíos, siendo tenidos

como parte de la comunidad. Una noticia de Filón de Alejandría expresa: “…la

apertura de la sinagogas, sobre todo los sábados, a los gentiles con el fin de

enseñar el judaísmo…”. Esto denota un cierto proselitismo judío en Antioquia y la

diáspora.

2.2. Evangelización de Antioquia de Siria

El relato se encuentra narrado en Hechos 11,19-26. El texto anterior (11,1-18)

que es un discurso, no se relaciona con los helenistas cristianos, pues refiere el

informe de la evangelización de Pedro a Cornelio (capitulo 10) para la comunidad

de Jerusalén. Por lo tanto la evangelización de Antioquía de Siria es continuación

de la evangelización de los helenistas cristianos en Samaría, pues son ellos los

mismos protagonistas.

La Evangelización de Antioquía de Siria, se describe como una crónica de viaje

que señala un movimiento interno: Fenicia, Chipre, Antioquia; Jerusalén,

Antioquia; Antioquia, Tarso y vs. El sentido final será la constitución de la

comunidad antioquena y la identidad del grupo al ser reconocidos como cristianos.

Se puede dividir el relato del modo siguiente: vv. 19 – 21: evangelización de los

judíos y de los griegos; vv. 22 – 24: ministerio de Bernabé; vv. 25 – 26: ministerio

de Bernabé y Saulo.

Evangelización de los judíos y de los griegos (vv. 19 – 21). El cristianismo

antioqueno estuvo integrado por aquellos que se habían dispersado por Judea y

Samaría debido a la persecución de los judíos, los Helenistas Cristianos (Hch

6,5), “quienes fueron por todas partes anunciando la Buena Nueva de la palabra”

(8,4), estos “llegaron en su recorrido hasta Fenicia, Chipre y Antioquia, anunciando

el mensaje solamente a los judíos” (v. 19) lo cual ratifica la práctica misional

común de comenzar la evangelización siempre por los judíos.

“Había entre ellos algunos chipriotas y cirenenses que, al llegar a Antioquia,

hablaban también a los griegos…” (v.20). Es decir, el cristianismo antioqueno

estuvo constituido por judeo - helenistas, quienes se habrían convertido al

cristianismo y entre los cuales había nativos de Chipre y Cirene, con un sentido

hondamente evangelizatorio o de misión. Lucas manejando los datos de la

tradición, destacaría el sentido de la evangelización – misión del grupo de los

helenistas cristianos en Antioquía, la cual se realizaría a través de la predicación.

Por otro lado la predicación a los griegos, tenidos como paganos – pecadores –

infieles, tanto por judíos, como por cristianos; implicaría un nivel de proselitismo

cristiano muy intenso y radical, ya que los paganos, representaban la mayoría de

la población imperial.

No se da el nombre concreto de estos evangelizadores cristiano – helenistas,

pero Lucas prepondera su continuidad con los helenistas cristianos nombrados en

Hechos 6,5 (los siete servidores) y particularizados en 8,5 – 40, mediante el relato

misionero de Felipe (uno de los siete). Quiere también hacer manifiesto su

procedencia chipriota y cirenense, lo cual es comprensible pues como se ha visto,

la dispersión de los helenistas cristianos los llevó a evangelizar muchos pueblos

palestinenses (8,4), logrando la conversión de las culturas locales. La fecha

aproximativa de esta historia suele ser entre el 40 y 45 d. C.

Se ha descrito a la ciudad de Antioquía como una ciudad cosmopolita para

el tiempo del Nuevo Testamento, por la participación de distintos pueblos foráneos

a ella, entre los cuales ciertamente se encontraban habitantes de Chipre y Cirene.

Esto viene corroborado en el Libro Primero de los Macabeos capítulo 15, 23,

donde se menciona al judaísmo de Chipre y Cirene (alrededor del 140 a. C.), se

puede entonces afirmar, la existencia de una relación político – social entre

aquellas regiones, inclusive desde Alejandro Magno y sus sucesores; que se

hizo más intensa a nivel comercial, sobre todo con la ciudad de Alejandría, la cual

fue el mayor puerto del imperio. Del mismo modo hubo un vivo intercambio

rentable entre Cirene, Alejandría, Chipre, Jerusalén y Antioquía, y en la

generalidad del imperio romano.

Diversos autores permiten conocer la judería chipriota y cirenense,

constatándose su rol influyente en ambas poblaciones, sobre todo por su actividad

productiva a través de la agricultura, la ganadería, su organización social. Es de

notar la existencia de desiguales estratos sociales entre los grupos judíos

(mineros, agricultores, ganaderos, pequeños propietarios, ricos comerciantes y

propietarios), así como crecientes conflictos entre ellos.

Igualmente cabe destacar las buenas relaciones habidas con los gobernantes

judíos de Palestina y gobernantes griegos, lo cual les propició fructuosas

prebendas y beneficios; en las clases altas se dieron casos de helenización total,

hasta abandono del judaísmo. Se justifica así la presencia de judeo – helenistas

cirenenses y chipriotas, convertidos al cristianismo, entre los evangelizadores

cristianos de Antioquía de Siriaco.

La predicación a los griegos, debe ser vista y tenida como una querencia de

Dios, como su plan de salvación, ya que: “La mano del Señor los apoyaba” (v.21).

Igual como en Samaría se realizó, a través de “la Buena Noticia del Señor Jesús”

(v. 20. 21), teológicamente sería su exaltación a la derecha de Dios, como Rey

Soberano del Reino escatológico, siendo esta la fuerza espiritual para la

conversión de numerosos paganos, un tema que Lucas hace patente en todo el

libro para mostrar el éxito de la evangelización y la difusión del cristianismo por el

imperio romano (Hch 2,41. 47; 4,4; 5,14; 6,1. 7; 9,31; 11,24; 16,5).

Ministerio de Bernabé (vv. 22 – 24). Como ya lo ha narrado Lucas en la

Evangelización de Samaría (Hch 8, 14 – 17) y lo ha justificado Pedro ante los

Apóstoles (Hch 11,1 – 18); de nuevo la comunidad madre de Jerusalén, se entera

como la predicación a los judíos y a los griegos en Antioquía de Siria, ha sido

exitosa, por el gran número de convertidos, por eso deciden enviar a Bernabé

para confirmar y apoyar esta evangelización de Antioquía. Estos pasajes son

paralelos entre sí, y si detallamos a sus protagonistas panorámicamente (Pedro y

Juan, Pedro, Bernabé), ellos formalizan la unión entre las historias narradas,

dando continuidad al desarrollo de las mismas. Lucas con este recurso literario

quiere presentar estos relatos como modelos de evangelización en los orígenes

del cristianismo. Así justifica la evangelización a los gentiles, como un encargo de

Dios, tenido en su plan de salvación (11,21).

Bernabé representa una figura ejemplar de la Iglesia de Jerusalén, puesto que

no es apóstol, pero sí forma parte de la comunidad de Jerusalén, con tal prestigio

y autoridad moral, que es digno de ser enviado de parte de los apóstoles, Lucas

lo reafirma al presentarlo como “hombre bueno, lleno de fe y de Espíritu Santo” (v.

24). Hombre bueno, que tiene como ejemplo a José de Arimatea, “hombre bueno y

justo” (Lc 23,50), tal vez en el sentido de hombre de buena conciencia ante Dios,

el hombre de los valores cristianos; el hombre de Dios en su participación divina.

Otras noticias que de él tenemos lo plasman como un cristiano solidario (Hch

4,36-37), sacerdote levita (4,36), de solidez material (4,37), conciliador ante los

apóstoles (9,27), catequista (11,26), misionero (11,30; 12,25; 13 - 14), profeta y

maestro (13,1), apóstol igual que Pablo (1 Cor 9,6), dirigente de la comunidad de

Antioquía (Gal 2,1-10), en alguna ocasión falta de testimonio (Gal 2,13). Un dato

curioso es que al ser nativo de Chipre, se puede deducir, fue un judío helenista y

luego por su conversión un helenista cristiano; lo cual va revelando el proceso de

apertura que se viene dando en la comunidad de Jerusalén, quien lo eligió para

apoyar la evangelización de Antioquía.

Un detalle literario de esta narración creado por Lucas, es el parecido que se da

entre Hch 11,22 – 23 (envío de Bernabé a Antioquía) con 15,3 – 4 (envío de los

delegados antioquenos a la asamblea de Jerusalén), donde se muestra un

esquema de envío y retorno, aquí coinciden el vocabulario y los verbos, como

podemos observar:

vv. 11,22 - 23: envía la Iglesia de Jerusalén/ a Bernabé/ enviaron/ de Jerusalén a

Antioquía/ pasando por Fenicia y Chipre/ habiendo llegado.

vv. 15, 3 – 4: envía la Iglesia de Antioquía/ a Pablo y Bernabé/ puestos en camino/

de Antioquía a Jerusalén/ atravesaron Fenicia y Samaría / habiendo llegado.

El envío de Bernabé, evoca el envío de Pedro y Juan (8,14-17), lo cual

refuerza el sentido evangelizador y misionero de este relato. A su llegada

encuentra a la comunidad antioquena con una intensa acción de Dios: “viendo la

gracia de Dios” (11,23), para significar el estado de armonía que provoca la

presencia de Dios; esto produce en Bernabé una honda alegría, y es causa de la

salvación, ligada a la progresión del plan divino, y a la aceptación por la fe, que

provoca la evangelización.

Es de tener en cuenta la observación de Bernabé a los convertidos

“permanecer unidos al Señor con firme propósito” (v. 23), tema recurrente en

Hechos, que quiere fortalecer la fe de los hermanos recién evangelizados, para

consolidar su conversión, sobre todo en los momentos difíciles de persecución.

Esta fue una estrategia pastoral en los orígenes cristianos. Es desde el corazón,

que conscientemente se asiente la fe, desde la voluntad se ejecuta y en el amor

se realiza la unión con los hermanos y la fidelidad a Dios.

Concluye y cierra la sección la afirmación: “y fue agregada una multitud

considerable al Señor” (v. 24), verso paralelo al versículo 21, que ratifica y

cualifica el fruto habido de la evangelización de Antioquía, la apertura y conversión

de los paganos.

Ministerio de Bernabé y Saulo (vv. 25 – 26). Continuando con la narración,

estos versículos describen a Bernabé buscando a Saulo en Tarso y el ministerio

de los dos en Antioquía (vv. 25 – 26ª); también informan del seudónimo de

cristianos, dado a los seguidores de Jesús Antioquía (v. 26b).

Bernabé por iniciativa propia busca a Saulo en Tarso (v. 25), quien se

encontraba allí, para resguardarse de la persecución de los judíos helenistas

(9,30). Bernabé y Saulo disfrutaban de una honda amistad surgida en Jerusalén,

cuando Saulo recién cristianizado subió a aquella ciudad para presentarse ante la

comunidad, siendo rechazado por su recuerdo anterior de perseguidor. Entonces

fue propiamente Bernabé quien le presentó ante los apóstoles y Saulo les conto

de su conversión y misión en Damasco. Luego andaba con ellos predicando (Hch

9,26 – 30). Esto manifiesta la aceptación y el reconocimiento al ministerio de Pablo

de parte de los apóstoles.

Luego Lucas relata el ministerio de Bernabé y Saulo en Antioquía, y recalca su

permanencia en aquella comunidad durante un año; tiempo suficiente para

profundizar en la fe, catequizar y evangelizar, el rol de maestros de la doctrina

cristiana (v. 26a). Acción pastoral conveniente, pues como había hecho ver en

párrafos anteriores: “un crecido número recibió la fe y se convirtió al Señor” (v. 21),

“una considerable multitud se agregó al Señor” (v. 24) y aquí en este final:

“instruyeron a una gran muchedumbre” (v. 26a). Es decir, el ministerio apostólico

de Bernabé y Saulo, se dio en Antioquía, a través de la reunión y de la enseñanza

de la comunidad, que llego a ser numerosa.

Finaliza este párrafo destacando Lucas la información: “En Antioquía fue

donde, por primera vez, los discípulos recibieron el nombre de cristianos” (v. 26b).

La redacción es diferente a la lucana, sobre todo con lo que se viene narrando,

rompe con el sentido, por eso parece un añadido. Menciona la noticia del

seudónimo cristiano dado a los seguidores de Jesús. Sería la aplicación de un

término general (cristo = ungido), a un nombre propio aplicado a Jesús, y luego a

sus seguidores, lo cual daría identidad al grupo para distinguirlo de los demás

grupos creyentes.

En un orden lógico el relato temina en el versículo 26, pero Lucas hace

continuar la historia, agregando un nuevo episodio referido al vaticinio de un

profeta llamado Ágabo, venido de Jerusalén, acerca de una hambruna a padecer

en toda la región, para lo cual la comunidad cristiano – helenista de Antioquía se

hace solidaria con Jerusalén, enviando una colecta por medio de Bernabé y Saulo,

a los presbíteros de la comunidad judeo – cristiana. El autor concreta el episodio

en el gobierno del emperador Claudio (41 – 54 d. C.), lo cual verosímilmente se

dio entre los años 49 – 50 d. C.

2.3. Mensaje

La riqueza del episodio de la Evangelización de Antioquía de Siria por los

Helenistas Cristianos, nos descubre la variedad de mensajes queridos por Lucas,

para poner de manifiesto la importancia de la evangelización en los orígenes del

cristianismo, y sobre todo el centro misional que cumplió la comunidad cristiana de

Antioquía.

La narración de Hch 11,19 – 26 continua el proceso de evangelización de los

Helenistas Cristianos, que vienen de misionar en Samaría y otros pueblos; se nota

mayor profundización en la estrategia misionera, y que Lucas hace ver por la

utilización las palabras claves del texto: predicar, hablar, anunciar, evangelizar,

instruir.

El pasaje describe la evangelización fuera de Palestina, concretamente en:

Fenicia, Chipre y Antioquía de Siria, lo cual significa el proceso de inculturación del

evangelio que se dio en los orígenes del cristianismo; además supondría el

acercamiento y diálogo con los distintos grupos religiosos, como un intercambio

cultural, con los pueblos evangelizados del contexto greco – romano y

mediterráneo, del siglo I d. C.

La configuración de la comunidad heleno cristiana de Antioquía de Siria es más

variada, pertenecen a ella personas chipriotas y cirenenses, judíos helenistas

antioqueños, y los griegos – gentiles convertidos, esto muestra una comunidad

plural, abierta e inclusiva. Además por la predicación dirigida a los griegos –

gentiles, exterioriza una comunidad más universal, que supera el centralismo

judaico. Sería la primera comunidad cristiana plural, base y modelo del

cristianismo de los orígenes.

El contenido de la evangelización es la Buena Nueva del Señor Jesús, es

decir, la fuerza de la Palabra, el anuncio, la instrucción. La evangelización de

Antioquía visualiza el plan teológico descrito en Hch 1,8 “seréis mis

testigos…hasta los confines de la tierra”, lo cual se realiza por intermedio de

testigos cualificados: chipriotas y cirenenses, Bernabé y Saulo, siendo guiados por

Dios, “la mano del Señor estaba con ellos” (Hch 11,21. 26a). Es de notar la

pluralidad de los evangelizadores y la acción de Dios a través de ellos.

Esta apertura del evangelio a los paganos, refleja el progreso y el éxito de la

evangelización, porque “un crecido numero recibió la fe y se convirtió al Señor”

(Hch 11,21. 24.). Los evangelizadores Bernabé y Saulo actuaron como maestros

de la doctrina cristiana, con un tiempo necesario para profundizar en la fe

cristiana.

Igual como en la evangelización de los helenistas cristianos de Samaría, hubo

una comunión y dialogo con la Iglesia judeo – cristiana de Jerusalén, quienes

enviaron a Bernabé para confirmar y apoyar la evangelización habida en Antioquía

de Siria; de este modo se daba reconocimiento a la Comunidad Heleno Cristiana

de Antioquía y la evangelización de los gentiles llevada a cabo por ella.

Finalmente el reconocimiento dado a los seguidores de Jesús como

“cristianos”, significó asumir una identidad propia y grupal, así como un

compromiso moral y evangelizador; a su vez permitió un posesionamiento ante las

autoridades imperiales y una distinción del judaísmo helénico. La predicación del

Señor Jesús fue efectivamente una buena noticia de liberación para todos

aquellos que se hallaban sometidos al yugo de los señores romanos, quienes se

hacían servir y venerar en Antioquía de Siria.

La comunidad heleno cristiana de Antioquia representa una propuesta pastoral

y espiritual de un resto excluido y despreciado. La situación vivida por los

helenistas, quienes fueron despreciados por la comunidad judía, propició la

ocasión para dar un nuevo rostro al cristianismo originario, a través de un proceso

misionero, solidario y profético. Este resto misionero, los Helenistas Cristianos, se

convirtieron en el grupo más dinámico y exitoso de la Iglesia cristiana primitiva.

3. EVANGELIZACIÓN DE CHIPRE (Hch 13,1 – 12)

3.1. La isla de Chipre y su historia

El término Chipre, viene del griego “kýpros”, y puede referirse a la abundancia

de cipreses en dicha isla en un momento histórico, o por antiguas minas de cobre

descubiertas, con abundancia del metal en la localidad.

Geográficamente se sitúa al oeste del Asia Menor (oriente próximo): a 113 Km

al sur de Turquía, 120 Km al oeste de Siria, 150 Km al este de Grecia. Es la

tercera isla mayor del mediterráneo, después de Sicilia y Cerdeña, con una

superficie de 9.250 Km2, la cual se encuentra atravesada por dos cadenas

montañosas: Pentadáctilos (norte) y Troodos (sur oeste), con una altura máxima

en el Monte Olimpo (1952 m). Entre ambas cordilleras se localiza la llanura de

Mesaoria; es un país predominantemente montañoso. Posee un clima templado-

mediterráneo, con cálidos y secos veranos e inviernos templados, las lluvias se

ubican de diciembre a febrero.

Su historia ha sido compleja por los distintos pueblos que lo han dominado. Los

micenos la poseyeron hacia el 1600 a. C., junto a colonias fenicias. El faraón

Tutmosis III se adueñó de la isla hacia el 1500, imponiendo pesados tributos.

Luego el pueblo de los hititas la sometió a su arbitrio hacia el 1400, llamándola

Alasiya en su idioma. Hacia el 1200 se propagó la invasión de los pueblos del mar

y los pueblos aqueos-griegos la ocuparon durante el 1100, influenciando en la

conformación de su identidad. Otras culturas dominantes de la isla fueron: los

asirios (800 a. C.), egipcios (600), persas (500). Alejandro Magno la conquistó

para el imperio heleno en el 331 a. C., tras su muerte fue reñida entre sus

generales (los diadocos), hasta que cayó en manos de los Tolomeos de Egipto

(hacia el 300 a. C.). Finalmente fue ocupada por Roma, en el 57 a. C.,

manteniéndose este dominio en el comienzo del cristianismo.

La población de la isla, ha sido muy heterogénea a lo largo de los siglos,

siendo la influencia griega muy determinante, y para el tiempo del Nuevo

testamento fue mayoritaria.

Partiendo de 1 Mac 15, 23, se afirma la existencia de comunidades judías en

Chipre, ya hacia el año 140 a.C. Su actuación en la Isla fue importante, ya que

desarrollaron el comercio de la agricultura y la minería, así como exportaciones a

otros pueblos y en concreto hacia Jerusalén. El emperador Augusto concedió a

Herodes el Grande la explotación de las minas de cobre de la isla, además hubo

casamientos entre judíos chipriotas y la dinastía herodiana, lo que visibiliza las

relaciones entre el judaísmo chipriota y palestinense.

Se descubren socialmente diversos estratos judíos en Chipre: una clase alta

helenizada, que tenía relaciones con la dinastía herodiana y una clase media

dedicada a los trabajos del campo y la minería. Se puede notar de este modo el

floreciente comercio de la Isla con las regiones vecinas, sobre todo con Alejandría.

Chipre es escala obligada a Alejandría y Siria, y desde Italia hacia las ciudades del

mediterráneo oriental.

Cultualmente se tienen noticias de la existencia de sinagogas judías en

Salamina y Pafos, así como en otras localidades, lo cual manifiesta la estabilidad

de las comunidades judías en Chipre.

3.2. Evangelización de Chipre

La historia que relata este pasaje (13,1 – 12), continua la historia referida en la

Evangelización de Antioquía (11,19 – 26) realizada por los Helenistas Cristianos y

detalla la actividad misionera de este grupo en la Isla de Chipre. Para presentar

nuestro comentario, dividimos en dos partes el párrafo: Hch 13,1 – 3, que describe

la conformación de la comunidad cristiana de Antioquía y el envío de los

misioneros a la evangelización. La segunda parte incluye Hch 13,4 – 12, cuenta la

Evangelización de Chipre por parte de los helenistas cristianos Bernabé y Saulo.

Conformación y envío de los misioneros (vv. 1 - 3). El inicio de esta

narración precisa: “en la Iglesia allí establecida” (v. 1), lo cual hace pensar el

comienzo de una nueva etapa. La comunidad cristiana de Antioquía narrada en

Hch 11,19 – 20, es anónima, solo se sabe que algunos de sus miembros fueron

chipriotas y cirenenses. Hch 13,1 – 3 la presupone; luego procede a nombrar sus

miembros y la función que cumplen. Tal vez esta segunda conformación de

helenistas cristianos, ocurrió hacia los años 46 – 49 d. C., es decir, unos cinco

años después de la evangelización de Antioquía por los chipriotas y cirenenses,

significa una posterior profundización y maduración de la misión cristiana en

Antioquía de Siria.

A este respecto, en Hch 13,1 el relato demarca la comunidad antioquena en

profetas y maestros, lo cual prueba el ejercicio de unas acciones comes según se

constata por las cartas paulinas, la tradición Q y la Didaque; inclusive se afirma la

correspondencia de esta tríada (apóstoles, profetas y maestros), con la tradición

judía de: ley, profecía y sabiduría. Esta costumbre muestra la antigüedad de esta

jerarquización en las comunidades cristianas primigenias.

Se puede afirmarr entonces, que los ministerios: apóstoles, profetas, maestros,

unido a los presbíteros; fueron cargos de organización comunitaria, que perfilan la

evolución y madurez de las comunidades heleno – cristianas originarias, así como

la configuración de su identidad y calidad humanas. Esto refleja liderazgo,

organización y por eso estabilidad en la comunidad de Antioquía. Los profetas y

maestros realizan la evangelización con la predicación de la palabra, la enseñanza

y el cuido de la tradición, asistidos por la guía del Espíritu.

La escogencia `por parte del Espíritu de los misioneros Bernabé y Saulo (v.2),

coincide con Hch 8,29, donde Felipe recibe instrucciones del Espíritu, quiere

significar revelación divina, inspiración. El Espíritu irrumpe en la celebración con

autoridad y toma la iniciativa, eligiendo los misioneros y más tarde será quien los

envíe. De esta manera toda la campaña misionera (Hch 13 – 14) queda legitimada

por el Espíritu. Es obra suya desde el principio (13,2) hasta el final (14,26), porque

él la suscita, anima y acompaña.

La separación de Bernabé y Pablo para la misión, tiene resonancias proféticas

en el Antiguo Testamento, con el llamado de Jeremías (1,5) y el Segundo Canto

del Siervo de Yahvé (Is 49,1. 5), lo cual permite asegurar como la elección de los

misioneros, es su investidura para la misión. Recuerda también la investidura de

Pablo como apóstol de los gentiles en la carta a los Gálatas 1,15-16.

El envío (v.3) se realiza mediante una preparación espiritual: ayuno y oración,

acompañado de la imposición de manos, lo cual significaría la voluntad de Dios

Sería una transmisión formal del ministerio y a la vez un signo eficaz de la

comunicación de los dones del Espíritu, necesarios para tal ministerio. Descubre el

hondo sentido comunitario de la Iglesia de Antioquía, muy similar a la Iglesia de

Samaría (8,17).

En el mismo versículo el autor presenta nominalmente al segundo grupo de los

helenistas cristianos de Antioquía: Bernabé, Simeón apodado el Negro, Lucio de

Cirene, Manahén, hermano de leche del tetrarca Herodes y Saulo; a continuación

rastrearemos las noticias de sus vidas:

Bernabé: ya se presentó este personaje al describir su actuación en la

Evangelización de los Helenistas Cristianos realizada en Antioquía de Siria (Hch

11,19 - 26). Bernabé se destaca por su pertenencia cualificada (hombre bueno,

lleno de Espíritu Santo y de fe) a la comunidad apostólica de Jerusalén (Hch

11,22), y en este texto por su membrecía como dirigente heleno – cristiano de la

comunidad de Antioquía, que en tal función le encomienda una misión junto a

Saulo (Hch 13, 2 – 3).

Simeón el Negro: Posiblemente nativo de Palestina, descendiente de una

familia patricia romana, y según el uso epocal, donde los esclavos libertos

asumían el apellido patricio, de este modo, Simeón habría sido un esclavo liberto.

Fue un nombre corriente entre los judíos palestinos del s. I d. C.

Lucio de Cirene: Lucio es un nombre latino, común en el entorno griego y

romano, y por ser su gentilicio de Cirene, se sospecha la presencia de otros

Lucios en la comunidad antioquena. Además se trata de una práctica

consuetudinaria en la narración lucana, que certificaba la identidad de la persona.

Posiblemente fue un judío de la diáspora convertido al cristianismo.

Manajén: Es un nombre de tradición bíblica, se relaciona con el rey de Judá

Manajen (2 Re 15,14 – 22). Significa el consolador. Lucas adiciona la información

que Manajén fue hermano de leche del tetrarca Herodes, lo cual tiene factibilidad,

ya que en las cortes helenísticas se convirtió en una costumbre, hasta tal punto,

que los hermanos de crianza pasaron a ser los hombres de confianza de los reyes

helenísticos.

Herodes el Grande, gobernó Palestina entre el 4 a. C., y el 39 d. C. En su

familia se acostumbraba educar a los príncipes con los niños de la nobleza local,

de este modo Manajén pudo haber sido de la clase alta, relacionándose así con

los personajes públicos de su entorno; también debió estar en contacto con los

seguidores de Jesús, por la simpatía de Herodes hacia el bautista (Mc 6,20), y

hasta pudo ser uno de sus seguidores. De ahí la importancia de Manajén como

dirigente de la comunidad cristiana de Antioquía.

Saulo: Lucas va presentando en el libro de Hechos de los Apóstoles la figura

de Pablo gradualmente, como un increscendo en conciencia y responsabilidad:

Hch 7,58; 8,1; 9,1 – 30; 11,25 – 26. 30; 12, 25; se descubre en estos versos su

preparación como misionero de los gentiles, al calor de los seguidores de Jesús:

Ananías, Bernabé, los apóstoles. Ha madurado cristianamente, por eso Lucas lo

inserta como dirigente (profeta y maestro) de la comunidad de Antioquía; de donde

partirá para su obra misional. Ha sido Antioquía la lumbre de su fuego, y desde

aquí recorrerá el imperio incendiándolo con el calor cristiano.

Con esta presentación de los helenistas cristianos, líderes carismáticos

(profetas y maestros) de la comunidad de Antioquía, Lucas evidencia el pluralismo

cristiano original, la diversidad y pluriculturalidad implícitas: Bernabé, dirigente de

la comunidad judeo – cristiana y de la diáspora; Simeón, la experiencia de la

esclavitud; Lucio, judío de la diáspora; Manajén, de la alta clase judía

palestinense; Saulo, dirigente judío jerosolimitano proveniente de la diáspora. Ya

en este cuadro se aprecia la apertura a la gentilidad, que será la misión de este

grupo, y así la opción por los marginados y excluidos; pero es sobre todo la

poderosa acción de Dios, a través del Espíritu Santo, quien elige, anima y

fortalece a los misioneros.

Evangelización de Chipre (vv. 4 – 12). Este fragmento es muy simbólico,

repite la estrategia de comenzar la evangelización por la sinagoga (como en

Antioquía: 11,19) y luego de atravesar la isla, los misioneros se encuentran con un

opositor a su predicación (el mago Barjesus) quien recuerda el episodio de Simón

en Samaría (8,18-24). Lucas hace resaltar la conversión del procónsul Sergio

Paulo en este episodio.

Los evangelizadores inician su travesía, el escritor insiste que fueron enviados

por el Espíritu Santo (Hch 13, 4). Este primer viaje misionero es totalmente creíble,

ya que Lucas poseía distintas fuentes de itinerarios que el utilizaría con libertad en

la redacción de este recorrido. Queremos subrayar la importancia de los viajes en

la cultura greco-romana, para comprender la evangelización de Bernabé y Saulo

en Chipre y Asia menor.

Porque el imperio romano fue muy extenso, los ingenieros romanos se

volcaron a la construcción de amplias vías, las cuales alcanzaban a todas

regiones y ciudades; además se utilizaban como medio de dominación militar. Por

otro lado el viaje por mar se realizaba a través de naves de gran calado y

variedad (medianas y pequeñas barcas), las cuales transitaban el mediterráneo en

distintas modalidades de viajes. Hubo crecida movilidad de viandantes, motivada

por el intenso comercio entre las provincias y la urbe romana.

Los viajeros tomarían una nave en Seleucia, puerto de Siria, llegando a la

ciudad de Salamina en Chipre (tal vez en un día de recorrido: Hch13, 4 – 5).

Salamina se situaba en la costa oriental de Chipre, cerca de la localidad de

Famagusta. Fue un puerto de gran actividad mercantil, ya que por allí salían los

productos chipriotas de exportación: vino, aceite, cobre. Y por allí arribaban las

mercancías de importación traídas de Siria.

Bernabé y Saulo, en compañía de Juan Marcos, al llegar, predicaron en la

sinagoga judía. El texto no detalla la estadía de los misioneros en Salamina, es

muy escueto en su descripción, pareciera que fue muy corta, informa que

atravesando toda la isla (cerca de 160 Km), pasarían en su recorrido por los

poblados de Citium, Kourion, Petra Tou Romiou, Palea Pafos (la antigua ciudad)

hasta alcanzar la ciudad de Nea Pafos en el extremo sur occidental.

En Pafos se encontraba la sede del gobierno provincial, de ahí la notoriedad de

la ciudad; además poseía un templo a la diosa Afrodita, quien según la tradición

había nacido en aquella costa de la espuma producida al romper de las olas

(mitología); de nuevo Pafos, cumple una relevancia religiosa . En este escenario

acontece un episodio principal para Lucas, pues lo ha descrito al detalle.

Siendo gobernador de la provincia de Chipre el procónsul Sergio Pablo, según

el texto: hombre prudente o inteligente, quien está en sus cabales (v. 7); se

supone que este habría oído de la presencia de los evangelizadores en Pafos,

pues los mandó llamar, pues estaba “deseoso de escuchar la palabra de Dios”

(Hch 13,7). Representaría al paganismo atento a escuchar el mensaje de Dios.

Sergio Paulo tenía entre sus allegados a un grupo de judíos, de los cuales uno

llamado Barjesús (Elimas) quien era mago, habitaba en la residencia

gubernamental. Este hizo lo imposible para que el procónsul no escuchara la

predicación de los misioneros (Hch 13,8). Lucas presenta al mago como: “Gran

embustero y embaucador, hijo del diablo y enemigo de toda justicia…“ (v. 10),

encarna a la persona que se ha apartado de Dios, conducta que perturba las

relaciones entre las personas y que se oponen a la convivencia (querida por Dios)

dentro de la comunidad. Es conducta opuesta a la del hombre fervoroso, quien es

justo y por eso actúa con toda justicia.

Se originó entonces una confrontación entre los misioneros y el mago, tras lo

cual Pablo mirándolo fijamente “lleno de Espíritu Santo” (v. 9), pronunció un

juramento contra él, que se cumplió al momento, quedando este ciego, “al instante

cayeron sobre él oscuridad y tinieblas y daba vueltas buscando quien lo llevase de

la mano” (Hch 13,11). Simboliza un signo punitivo que recuerda al episodio de

Ananías y Safira (Hch 5,1 – 11) y la muerte de Herodes (Hch 12,20 – 23); tal vez

Pablo quiere provocar la conversión del mago, porque la ceguera es temporal; al

mismo tiempo con esta acción muestra la condena de la hechicería.

Se puede concluir que Barjesus personificaría al falso judaísmo profético, que

en la evangelización de los orígenes cristianos, se opuso a la conversión de los

gentiles; mientras que el procónsul por el contrario personificaría a los paganos

abiertos a la evangelización.

Viendo entonces el procónsul la contundencia de la acción de Pablo, “creyó,

impresionado por la doctrina del Señor” (Hch13, 12).

El relato no describe la acción evangelizadora en sí, pero presenta algunos

aspectos que la resaltan. La evangelización de Chipre, es originada y apoyada por

el Espíritu Santo. Se da una confrontación con la realidad del mal, personificada

en el mago, igual como en la evangelización de Samaría y Antioquía, los

misioneros con esta acción, realizan signos y prodigios; así se llega a buen éxito la

encomienda, la conversión del procónsul Sergio Paulo. Personaje que el autor

quiere destacar, pues significa la cristianización de la institución gubernamental,

sería el primer gobernante cristiano.

3.3. Mensaje

Partiendo de los elementos histórico-redaccionales antes descritos, se puede

afirmar que el autor elaboró sistemáticamente esta evangelización de Chipre y

Asia Menor, para puntualizar que la fuerza apostólica en los comienzos del

cristianismo, fue la categórica actuación del Espíritu Santo, quien eligió a los

misioneros, los impulsó y asistió a pesar de las distintas dificultades suscitadas.

Del mismo modo, así lo marca el autor; la dirigencia de la comunidad heleno

cristiana de Antioquía, es netamente foránea, procede de África (Cirene) y Chipre,

lo cual implica evangelizar a los no judíos y por eso novedad y apertura.

Igualmente se muestra la multiculturalidad, pluriculturalidad e interculturalidad.

Precisa el autor, que estos dirigentes heleno cristianos fueron profetas y

maestros, dones eminentemente carismáticos en los inicios cristianos y de

organización comunitaria. Se muestra así la cualificación de los helenistas

cristianos de Antioquía, hombres de Dios y de compromiso evangelizador.

El texto evidencia la liturgia cristiana de la comunidad de Antioquía, lo cual es

un paso de evolución y maduración comunitaria. Además manifiesta el sentido

comunitario de la misma, expresado en la oración, el ayuno y en el rito de la

imposición de manos, significando con ello el consenso y la comunión de los

dirigentes cristianos.

En el pasaje se vislumbran los signos y prodigios como estrategia misionera,

así sea en forma punitiva, como fue la ceguera del mago Elimas, ya que esta

acción produjo la conversión del procónsul Sergio Paulo, lo cual el autor quiere

resaltar.

4. EVANGELIZACIÓN DE ANTIOQUÍA DE PISIDIA (Hch 13,13 – 52)

4.1. La ciudad de Antioquia de Pisidia y su historia,

La ciudad de Antioquía d Pisidia se encuentra en el Asia Menor, región de la

Anatolia helenística, hacia el oriente peninsular que limita al norte con el mar

Negro, al este con la cadena montañosa del Tauro y Antitauro, al sur con el

Mediterráneo, al oeste con el mar Egeo y el mar de Mármara. Los estrechos del

Bósforo y de los Dardanelos la separan de Europa.

Pisidia fue una región al sur oeste de Anatolia, e históricamente perteneció a la

región de Panfilia. Sus límites fueron: la región montañosa de Isauria (este),

Panfilia (sur), Lycia, Caria y Frigia (oeste), Frigia (norte: Parorios). Es una región

netamente montañosa, surcada por dos ramificaciones de los montes Tauros,

poseía además fértiles valles y llanuras cultivadas de olivos. Sus principales

productos eran la sal, las raíces del iris y vino. Su población fue la etnia frigia

(indoeuropea) y su idioma el pisidio (también indoeuropeo). Otras ciudades fueron:

Sagalassos, Etenna, Isionda, Termeso, Philomelium, Neápolis, Selge, Tyaricum,

Pednelissos, Cibira, Oenanda, Bubon, Lirbe y Laodicea .

Por lo intrincado de su geografía y su natural aislamiento de las regiones

circunvecinas, la zona gano fama como refugio de ladrones, comerciantes ilegales

y esclavos. Sus habitantes eran indoctos, rudos y por eso provocadores de

desorden.

Su historia ha sido compleja, conquistada (333 a. C.) una parte de la región por

Alejandro Magno (Sagalassos), a su muerte fue dominada sucesivamente por

Pérdicas, Eumenes, Antígono I Monoftalmos (321 a. C.), los Seléucidas (301 a.

C.), el reino de Pérgamo (188 a. C.), Roma (133 a. C.), quien la incluyo en la

provincia romana de Asia. Hacia el año 88 a. C., fue agregada a la provincia de

Cilicia. Fue bajo el mando de Augusto (27 a. C. – 14 d. C.), cuando se

establecieron colonias romanas en la región: Antioquía, Sagalassos, Olbasa,

Cremna, y Comama .

Dentro de este vaivén histórico se encuentra la ciudad de Antioquía de Pisidia,

localizada sobre pequeñas colinas y famosa por sus manantiales de aguas

termales medicinales, a una altura de 1200 metros sobre el nivel del mar, como

especie de vigía, sobre todo de la carretera troncal que unía oriente y occidente,

emergiendo sobre las planicies del sur y del oriente.

Fue fundada entre los años 300 – 250 a C., por los seléucidas. Hacia el año

195 a. C., Antíoco III instala en las localidades de la región de Frigia y ciertamente

en Antioquía, dos mil familias judías traídas desde Babilonia, por lo cual la

presencia judía en la región se remonta al siglo II a. C. Para el año 188 a. C., los

romanos declaran a Antioquía como una ciudad libre y hacia el 36 dejan el mando

de la ciudad al rey Amyntas de Galacia. Finalmente en el año 25 a. C., el

emperador Augusto crea una nueva provincia romana de Galacia, donde incluye

Frigia, Licaonia y Galacia. Hacia este mismo año, Antioquía es declarada colonia

romana, y conocida como “Colonia de Cesarea Antioquía”. El año 6 a. C., Augusto

construye la Vía Sebaste, intersección de los caminos entre oriente, sur y

occidente del imperio.

Las excavaciones arqueológicas han sacado a la luz distintas edificaciones,

que permiten vislumbrar la organización y el desarrollo de la ciudad, sobre todo

desde una índole romana. Imitando a Roma, Antioquía de Pisidia, fue trazada con

un límite urbano sagrado. Sus barrios se dividieron según los nombres tribales

romanos y sus sacerdotes seguían el estilo romano. De este modo se descubre la

existencia de restos de un templo dedicado a Augusto, en el lugar más lejano y

alto de la ciudad, al final de la vía principal (datado de fines del siglo I a. C.), el

cual se podía ver desde kilómetros a la redonda.

La planificación de la localidad muestra la enorme puerta de entrada de tres

arcos, siguiendo la carretera que posee rieles para los carros de animales, se llega

a la vía principal (cardo maximus). A un costado se encuentra el teatro, anterior al

siglo I a. C. La calle principal llena de pórticos lleva a la plaza de Tiberio, antesala

de los jardines del templo, dentro de los cuales se erigía el santuario. A un lado de

la calle central aparecen las ruinas de una fuente monumental (9 metros de alto),

que abastecía de agua a la ciudad y provenía de un antiguo acueducto de las

montañas del norte. Al occidente se hace visible el complejo del gimnasio,

integrado por los baños y el estadio.

Estos restos arqueológicos, así como el itinerario histórico de Antioquía de

Pisidia, se convierten en testimonios elocuentes de la vida de la ciudad, sus

gentes, religiosidad, organización e importancia habida para la región y

circunvecinos. Sus habitantes eran preponderantemente frigios, romanos, griegos

y judíos, pero también hubo celtas, isaurianos, licianos procedentes de las zonas

contiguas. Como colonia romana, los veteranos de guerra tenían posesión de la

tierra y control de la ciudad, además de protección de las grandes vías de

comunicación, contra los asaltantes.

4.2. Evangelización de Antioquía de Pisidia

La Evangelización de Antioquía de Pisidia continúa el relato anterior de la

Evangelización de Chipre, pues son los mismos personajes, pero invertido el

orden en que se nombran: Pablo, Bernabé, a quienes se les unen otros

compañeros (13,13). La narración se puede dividir en: vv. 13 – 16a: en Antioquía

de Pisidia, vv. 16b – 41: discurso a los judíos y vv. 42 – 52: con los gentiles

En Antioquía de Pisidia (vv. 13 – 16ª). Los misioneros Pablo y Bernabé,

zarparon desde Pafos (Hch 13,13) y atravesarían los 90 kilómetros que le

separaban del continente asiático, llegando al puerto de Atalía, posiblemente esto

habría sucedido en el otoño del año 46, ya para comenzar la estación del invierno.

El texto no menciona cuanto tiempo permanecieron los misioneros en Atalia, pero

se percibe que inmediatamente tomarían una barca y navegarían varias horas,

para llegar a su nuevo punto, la ciudad de Perge (Hch 13,13) , que distaba 15

kilómetros de Atalia, navegando por el río Kestros. En este punto, el pasaje

informa la deserción de Juan Marcos, quien procede a regresar a Jerusalén. No se

da explicación alguna (Hch 13,13).

En Perge, los predicadores serían hospedados por alguna comunidad judía,

pero sin mucha tardanza, de nuevo iniciaron el camino hacia Antioquía de Pisidia,

serpenteando por los acantilados del monte Tauro (Hch 13,14); el texto es breve

en la información.

De Perge siguieron por la planicie pantanosa de la Panfilia, después subieron

por la empinada ruta. Camino estrecho por la garganta del Taurus. Eran tres días

de costa arriba, subiendo y bordeando corriente del Caistro, llegando a la cumbre,

pasando por los desfiladeros continuando rumbo norte, por la meseta de las frías

tierras altas de Pisidia. Contorneando el lago de Engridir, después de otra semana

más de viaje, cerca de 260 kilómetros andados, sufriendo además del cansancio,

el frío, hambre y el peligro de los ladrones de Isauri, llegaron a la ciudad de

Antioquía de Pisidia, situada a 1200 metros de altura, al norte de los lagos azules .

Llegados a Antioquía, los misioneros se hacen presentes en la sinagoga el

sábado contiguo, como era la usanza cristiana originaria (Hch 13,14) y luego de

tomar asiento, escuchan las escrituras. Este versículo (15), notifica la estructura

de la celebración litúrgica: lectura de la Ley y los Profetas. Según el ritual judío,

después de la oración inicial, se pasa a la lectura de un pasaje de la Ley; en una

lectio continua desde el Génesis hasta el Deuteronomio, luego se hace un

comentario a los mismos. Inmediatamente y de forma espontánea se toma un libro

de los profetas anteriores (libros históricos) o de los profetas posteriores (libros

proféticos).

Luego de la lectura, quienes dirigían la celebración los invitan a decir una

palabra de animación (exhortación) a los hermanos (Hch 13,15); tras lo cual Pablo

haciendo señal con la mano al auditorio, toma la palabra y dirige un discurso a los

asistentes: judíos y temerosos de Dios (Hch 13,15).

Discurso a los judíos (vv. 16b – 41). Este discurso posee relación con el

discurso programático de Jesús en la sinagoga de Nazaret, al inicio de su vida

pública (Lc 4,16 – 30); pero muy en contraste con el mismo, ya que para Jesús fue

un fracaso, mientras que para Pablo un rotundo éxito; por otro lado el discurso de

Jesús posee un tono liberador y universalista, Pablo en cambio davídico y

nacionalista. Otra diferencia sería que el auditorio de Jesús es solamente judío, a

Pablo lo escuchan tanto los judíos, como los gentiles temerosos de Dios.

Por otro lado se hace eco de los discursos de Pedro en Pentecostés (Hch 2,14

– 40) y ante el centurión Cornelio (10,34 – 43), además resume el discurso de

Esteban (7,1 – 53); es un discurso kerigmatico – misionero, por lo cual refleja

ampliamente como fue la predicación apostólica en los orígenes cristianos. El

autor se vale de artificios literarios como el procedimiento de la interrupción del

discurso (vv. 16b. 25. 38) y el uso de textos del Antiguo Testamento (Sal 2,7;

16,10; Is 55,3…) para dar autoridad al tema y captar la atención del auditorio.

Lucas sigue la forma de la predicación judía en la sinagoga y la convierte en una

nueva interpretación y actualización de la Escritura que suscita el éxito y provoca

el escándalo. Sería una reflexión cristiana de 2 Sm 7,6 – 16 (la profecía de Natán

sobre David), un texto clásico sobre el mesianismo real aplicado a Jesús

resucitado hecho Mesías.

El texto presenta coincidencias notables entre la profecía de Natán y el

discurso de Pablo. A nivel narrativo (8 paralelos), temático (4 alusiones a las

promesas de 2 Sam). Igualmente se constata que los textos proféticos citados

como prueba para la resurrección, poseen conexión verbal con la profecía de

Natán. Sal 2,7// 2Sam 7,12; Is 55,3// 2Sam 7,14; Sal 15,10// 2 Sam 7,12. Entonces

se podría concluir que el discurso de Pablo, demostraría la resurrección y el

mesianismo de Jesús, partiendo de las profecías acerca del mesianismo real en el

Antiguo Testamento, la línea de la historia de salvación que conduce al verdadero

Salvador, a Jesús.

El autor repite por tres veces el saludo: “Israelitas y cuantos temen a Dios” (v.

16), “Hermanos, hijos de la raza de Abrahán, y cuantos…temen a Dios” (v. 26),

“…hermanos…” (v. 38), de este modo bajo la paternidad de Abrahán, se da la

comunión entre el pueblo judío, los gentiles prosélitos judíos y el pueblo cristiano .

Este saludo repetido permite dividir el discurso del modo siguiente : el Tiempo de

preparación (vv. 16b – 25), el Tiempo de Jesús (vv. 26 – 37) y el Tiempo de

salvación (vv. 38 – 41).

vv. 16b – 25: El tiempo de la preparación: Lucas sintetiza en estos

versículos la historia de la salvación israelita, como preparación a la venida de

Jesús: la estancia en Egipto y el desierto, la conquista de la tierra prometida y los

jueces, Samuel y la monarquía (Saúl, David), hasta llegar a Jesús el heredero

davídico, quien cumple las antiguas profecías, él es el salvador de Israel. Son

versos que muestran esta historia sagrada mediante el uso de citaciones explícitas

o alusivas.

vv. 26 – 37: El tiempo de Jesús. Con esta sección el escritor expone el

kerigma cristiano originario, utilizando un diseño contrapuesto, es la parte

razonada del discurso, y lo desarrolla de modo similar esquemáticamente en cinco

discursos de Pedro (Hch 2,14 – 39; 3,12 – 26; 4,9 – 12; 5,29 – 32; 10,34 – 43) y

uno de Pablo (Hch 13,16 – 41). Según la promesa hecha a Israel a través de los

profetas, los habitantes de Jerusalén y sus jefes mataron a Jesús, sin ningún

motivo, pero Dios lo resucito, y él se apareció a sus testigos. La novedad cristiana

por excelencia es la muerte – resurrección de Jesús.

vv. 38 – 41: El tiempo de la salvación. En los versículos 38 – 39: Jesús es el

salvador, se debe acoger esta salvación, lo que implica el perdón de los pecados

y la justificación por la fe, es decir llegar a un estado de justicia y rectitud a los ojos

de Dios, lo que equivale a la superación de la Ley de Moisés. Justificación

corresponde a salvación. En fin la justificación es ofrecida a todos, y tiene como

condición la fe, es un acto creador de Dios, que de un pecador descarriado crea

un justo, un cristiano (Rm 3,26). El versículo 41, es una amonestación a los judíos

de Antioquía de Pisidia, para que no desprecien el mensaje de Dios, que se les ha

proclamado, ya que verdaderamente se cumplirá .

En el discurso de Pablo a los judeo helenistas y gentiles adoradores de Dios,

proclamado en la sinagoga de Antioquía de Pisidia, se resume el contenido de la

predicación apostólica en los orígenes del cristianismo:

La historia de Israel es presentada como testimonio de Jesús Mesías, él la

lleva a su cumplimiento.

Jesús es el Salvador, en él se cumplen las palabras de los profetas.

Anuncia la Buena Nueva de la resurrección, que lleva al perdón de los

pecados y la justificación por la fe.

Con los gentiles (vv. 42 – 52). Esta sección repite motivos presentes en los

relatos anteriores: tensión entre judíos y gentiles, la alegría que causa la Palabra

de Dios, conversión de los gentiles, etc.

El discurso de Pablo entusiasmó a los judíos y prosélitos, pues al salir de la

reunión muchos los siguieron y conversaban con ellos hasta tal punto, que los

invitaron para el próximo sábado para hablar a la asamblea; tras lo cual, Pabló y

Bernabé les animaban a permanecer fieles a Dios (Hch 13,42 – 43) .

El sábado siguiente fue numerosa la asistencia de judíos y gentiles a la

sinagoga para escuchar a Pablo y Bernabé, esto causó envidia e irritación entre

los judíos de la ciudad, quienes contradecían irrespetuosamente a Pablo, por lo

que los misioneros decidieron predicar entonces a los gentiles, quienes al

escuchar la noticia, se alegraron mucho y glorificaban a Dios. Lucas hace notar

que la conversión de los gentiles, trajo como consecuencia la propagación de

cristianismo por la región de Pisidia y Galacia (Hch 13,44 – 49. 52).

Finaliza el episodio con una conspiración forjada entre los judíos, las mujeres

de la nobleza y los principales de la ciudad hacia Pablo y Bernabé; luego de

ejercer persecución sobre ellos, los expulsan de la ciudad. Mientras, los discípulos

cristianos quedaron llenos de alegría y espiritualmente, como sucedió en Samaría

(8,8); la evangelización debido a la acción de Dios, suscita la alegría y la paz. Los

misioneros entonces viajaron a la próxima etapa de su itinerario, la ciudad de

Iconio (Hch 13,50 – 51).

Se puede concluir que la Evangelización de los Helenistas Cristianos en

Antioquía de Pisidia, se realizó con la fuerza de la predicación, y el testimonio de

los misioneros, producto de la acción del Espíritu Santo, fue una opción por los

más despreciados dentro de la ciudad.

4.3. Mensaje

La Evangelización de Antioquía de Pisidia muestra la fuerza de la predicación

en los orígenes cristianos.

Resalta la importancia de la historia de Israel como historia de salvación que

llega a su pleno cumplimiento en Jesús Mesías.

Descubre la contundencia del mensaje cristiano, sobre todo del Kerigma, que

afirma la muerte y resurrección de Jesús como un evento decisivo en la

evangelización cristiana, argumentado con la palabra de los profetas y los sabios.

Todo lo anterior lleva a una afirmación categórica: Jesús es el Salvador, quien

actúa la salvación a través del perdón de los pecados y la justificación por la fe, a

todos quienes creen en él: judíos y paganos.

Reafirma que la evangelización en los orígenes cristianos se dio como

inculturación del evangelio, ya que inicialmente la predicación fue dirigida a judeo

helenistas y prosélitos, y luego a heleno paganos.

Afirma lo controvertido del mensaje cristiano en los orígenes de la

evangelización, pues causo resquemor en el judaísmo ortodoxo, por un

proselitismo mal entendido; finalizando en impacto existencial, conversión,

seguimiento y gozo en los excluidos, los paganos, puntualizando así la

universalidad del mensaje y la experiencia cristiana.

Otra clave de lectura que el autor quiere subrayar en la evangelización

cristiana de Antioquía de Pisidia, es la profunda acción del Espíritu Santo, que se

manifestó en Antioquía, a través de la predicación de los misioneros, la conversión

y el seguimiento de los judeo helenistas, los prosélitos y heleno paganos; además

del ambiente de alabanza, alegría y gozo espiritual de los convertidos.

Nuevamente se revalida la importancia del testimonio de los misioneros en la

evangelización de Antioquía de Pisidia, su coherencia, su diálogo, su apertura, su

espiritualidad.

Finalmente la propuesta de universalidad del mensaje cristiano, a través del

perdón de los pecados y la justificación por la fe: “la obtiene por él (Jesús) todo el

que cree” (Hch 13,39).

5. EVANGELIZACIÓN DE ICONIO (Hch 14,1 – 7)

5.1. La ciudad de Iconio y su historia

Pablo y Bernabé tomarían la via Sebaste para viajar a Iconio, ciudad que se

encuentra al sur de la provincia romana de Galacia, a 130 Kms al oriente de

Antioquía de Pisidia, el viaje tuvo una duración aproximada de 3 a 4 días. El

emperador Claudio (41 al 54 d. C.), por aquellos tiempos, hubo de concederle

varios privilegios y la llamo Claudiconium, a su vez Plinio habló de ella como

celebérrima.

Su situación fue estratégica, ocupaba una amplia planicie, zona árida y de

vientos continuos, donde confluían vías importantes, por lo que se llegaba y se iba

a todas partes; a través de la vía romana Sebaste, unía la provincia de Asia a la

de Siria. En verano se convierte en un desierto de polvo, debido al sol inclemente;

en invierno se llena de masas de nieve y en primavera se hace un enorme

pantano. Su altura era de 1130 metros sobre el nivel del mar Durante la época

romana, se la tuvo como capital de la región de Licaonia. Las excavaciones

descubren la antigua acrópolis (ciudadela fortificada) situada en un montículo.

Parte de sus habitantes fueron gálatas helenizados, romanos veteranos de

guerra, y una próspera colonia judía. Fue un centro industrial de tejidos de lana.

Junto a Antioquía de Pisidia y Listra formó un grupo de colonias romanas, con

todos los privilegios que ello conlleva.

5.2. Evangelización de Iconio

El presente relato continúa la historia anterior, Evangelización de Antioquía de

Pisidia, así lo narra el autor, además que los protagonistas (Pablo y Bernabé) son

los mismos, bien que la localidad es diferente. Se puede dividir el párrafo en:

Llegada a Iconio y predicación en la sinagoga (v. 1), Rechazo de los Judíos y

conversión de los paganos (vv. 2 – 5), Huida de Iconio (vv. 6 – 7) .

Llegada a Iconio y predicación en la sinagoga (v. 1). En Iconio los

misioneros comenzaron la evangelización, como de costumbre por la sinagoga.

Allí su palabra persuasiva, que podría interpretarse con mucha sabiduría y

confianza en Dios, logró la conversión de gran número de judíos y gentiles (Hch

14,1).

Rechazo de los judíos y conversión de los paganos (vv. 2 – 5). De nuevo,

resalta el autor, se dio un conflicto entre los judíos no creyentes y los

predicadores, a causa de las conversiones efectuadas. Los judíos no creyentes

entonces calumniaron a los misioneros, manipulando a los gentiles contra los

predicadores (Hch14, 2). Redaccionalmente Lucas utiliza la contraposición en

relación al versículo 1, como se esquematiza:

v.1b: una multitud/ de judíos y griegos/ creyó

v.2: los judíos/ que no habían creído

Los términos: “excitaron y envenenaron”, manifiestan la hostilidad judía y

representa una actitud constante en Hechos: 9,23; 13,45. 50; 14,19; 15,5 8. 13;

18,6.13; 19,9; 28,24. En estos pasajes de la evangelización de los helenistas

cristianos se observa la conflictividad de la misión: en Samaría y Chipre con los

magos, en Antioquía de Pisidia, Iconio y Listra con los judíos y paganos; casi

como afirmando que el éxito de la predicación, pasa por el conflicto y la

persecución, la conflictividad proporciona discernimiento y madurez a la

comunidad.

En esta confabulación orquestada por lo judíos y los gentiles contra Pablo y

Bernabé, el autor se refiere a los misioneros como los “hermanos”, lo cual es un

recurso literario lucano para significar la cercanía y los vínculos existentes entre

los seguidores de Cristo, lo que hace pensar que fue un saludo común entre los

cristianos de los orígenes.

Iconio tal vez no era tan grande en aquel momento, los evangelizadores

aprovecharon entonces para instruir con valentía y duraron el tiempo suficiente en

esta misión como realizaron en Antioquía (11,26) y el Señor los fortalecía, los

apoyaba con su gracia, realizando signos y prodigios y dando testimonio a través

de sus personas (Hch 14,3).

Con el versículo 4 se notifica que “la mayoría de la población estaba dividida”,

unos a favor de los judíos, otros a favor de los apóstoles, lo que es contradictorio

en relación a la noticia que da el versículo anterior, donde se menciona un tiempo

continuo de predicación y la realización de milagros; Lucas expresa así la

polarización de los pobladores, que viene a representar un fenómeno derivado de

la predicación cristiana originaria.

Con el versículo 5 se expresa que “Un grupo de gentiles y judíos, con sus

autoridades, intentaron maltratarlos e incluso apedrearlos”; este versículo es

paralelo de Hch 13, 50 en Antioquía de Pisidia, pero con más violencia, se trata

igual de una conspiración de los gobernantes y los principales de la ciudad, lo que

demuestra la implacable oposición al cristianismo, tal vez por la fama de los

evangelizadores traída desde Antioquía; así lo deja ver la lapidación de Pablo en

Listra (Hch 14,19).

Huida de Iconio (vv. 6 – 7). Pablo y Bernabé conocieron de la confabulación de

judíos, paganos y las autoridades, por lo que huyeron a las ciudades de la

Licaonia, Listra, Derbe y sus alrededores. No se explica cómo conocieron de la

conspiración, el texto es muy sobrio; de nuevo el pasaje remite a Hch 13,51 en

Antioquía de Pisidia, con la diferencia que aquí en Iconio debieron huir. En estas

localidades predicaron la buena nueva, como insistentemente Lucas quiere

destacar.

Es decir la evangelización de Iconio se ejecutó a través de la predicación y la

realización de signos y prodigios, en medio de fuertes conflictos.

5.3. Mensaje

La conciencia misionera de los evangelizadores, quienes se allegan a la

sinagoga de los judíos y continúan predicando al huir.

Lucas resalta la fuerza de la predicación, “hablaron de tal modo, hablando sin

miedo”, es decir con osadía, con valentía.

La predicación abraza a judíos y griegos, es inclusiva y en este texto decisiva,

pues la conversión fue numerosa.

Otra clave teológica evidente en el texto y realzada por Lucas, es que la

evangelización necesita un tiempo suficiente para dar frutos: “ellos se quedaron

allí bastante tiempo”.

Esta misión es querida por Dios, es su proyecto, él la apoyo por medio de

signos y prodigios, sus milagros.

También la prueba, los conflictos son importantes en la evangelización y

exigen el testimonio de los evangelizadores ante autoridades y el pueblo.

El testimonio de los misioneros es también determinante, testimonio de vida,

de predicación, de entrega a Dios.

En fin, la radicalidad a Cristo se convierte en la fuerza de la evangelización,

tener la certeza que”…la persecución no puede nada cuando tropieza con la fe y

la confianza, con la gracia y la fuerza del Espíritu”.

6. EVANGELIZACIÓN DE LISTRA (Hch 14,8 – 18)

6.1. La ciudad de Listra y su historia

La ciudad de Listra, ubicada en la región de Licaonia, entre colinas bajas, a 1230

metros de altura; pertenecía a la provincia romana de Galacia y fue fundada con la

categoría de colonia romana hacia el año 6 a. C., por el emperador Augusto, quien

la llamó: Julia Félix Gemina Listra. Distaba 37 kilómetros al sur oeste de Iconio.

Sus habitantes además de veteranos de guerra romanos y colonos judíos, fueron

los nativos licaonios.

Para la época del s. I d. C., pasaba por ser una región económicamente muy

pobre y llena de bandidos. La mayoría de sus habitantes eran paganos, rústicos

campesinos que vivían cuidando animales. La colonia judía parece pequeña pues

no poseían una sinagoga propia. La ciudad estaba dedicada a Júpiter y poseía un

templo dedicado a él en la entrada de la ciudad.

En la tradición popular se corría una leyenda sobre Júpiter y Mercurio, quienes

habrían bajado a la tierra sin ser reconocidos, y sin hospitalidad alguna.

Finalmente fueron hospedados por unos sencillos campesinos: Filemón y Baucis.

La historia concluye con la destrucción de la ciudad por no haber hospedado a los

dioses. Filemón y Baucis a su muerte fueron convertidos en frondosos árboles por

los dioses.

6.2. Evangelización de Listra

La narración de la Evangelización de Listra es continuación de la historia

anterior en Iconio, los personajes Pablo y Bernabé son los protagonistas de esta

misión. Podemos dividir el relato en: vv.8 – 20: evangelización de Listra y vv.21 –

28: fin de la misión. Es un relato muy simbólico en las palabras y las acciones, un

artificio literario de Lucas, para mostrar su teología.

Evangelización de Listra (vv.8 – 20). Podemos reagrupar el pasaje en las

siguientes partes: vv.8 – 10: curación del tullido, vv.11 – 14: reacción de pueblo de

Listra, vv.15 – 18: discurso de Pablo a los paganos, vv.19 – 20: lapidación de

Pablo y viaje a Derbe.

vv.8 – 10: curación del tullido. Los misioneros llegarían a Listra y

supuestamente en la puerta de la ciudad harían la predicación ante judíos y

griegos. Allí se encontraba un paralítico de nacimiento, que nunca había caminado

y quien escuchaba la predicación de Pablo con atención, se puede suponer la

fama de los misioneros y la esperanza de curación en ellos. Pablo fijando su

mirada en él, sería un modo de entrar en contacto con la persona. Pablo posee

ese carisma, y penetra en el interior del enfermo para transmitirle esperanza y

confianza, y el inválido crece en expectativa hacia el apóstol .

El relator entonces notifica que el enfermo era un hombre de fe, es la condición

para el milagro, Jesús la exige (Mt 8,13; 9,2p; 15,28; Mc 5,36p; 10,52p; Lc 17,9),

significa poner la confianza en quien se cree, esto presupone una conversión

profunda. Es similar a la curación del paralitico de Lc 5,20.

Entonces le dijo con fuerte voz ponte de pie, el paralítico de un salto se levantó

y se puso a caminar (Hch 14,8 – 10). Redaccionalmente este párrafo consta de 3

partes: palabra de curación (palabra de mando), curación (levantarse de un salto)

y comprobación de la curación (ponerse a caminar). Figura una forma literaria

estilada con frecuencia en las comunidades cristianas de los orígenes.

Este episodio es un paralelismo con el milagro de Pedro en el capítulo 3,1 – 10

de Hch (curación de un tullido), se dan varias coincidencias entre los relatos,

pareciera que Lucas quiso adaptar la curación obrada por Pedro del tullido, en el

contexto de Listra. Es un relato de curación muy escueto, cuya finalidad es ser

transición hacia la apoteosis de Pablo y Bernabé. Veamos las coincidencias:

Pedro Pablo

tullido de nacimiento (3,2) tullido de nacimiento (14,8)

puerta del templo (3,2) entrada de Listra (14,8)

Pedro fijando en él su mirada (3,4) Pablo fijó en él su mirada (14,9)

en nombre de Jesucristo… le dijo con fuerte voz: ponte

echa a andar (3,6) derecho sobre tus pies (14,10)

de un salto se puso de pie y se levantó de un salto y se

andaba (3,8) puso a caminar (14,10)

todo el pueblo le vio como andaba y la gente al ver lo que Pablo había

alababa a Dios (3,9) hecho empezó a gritar en licaonio

. (14,11).

vv.11 – 14: reacción de pueblo de Listra. Con esta sección se da un

encuentro entre la religiosidad popular griega y el cristianismo, lo cual es

frecuente en el Libro de Hechos: 16,16 – 18 (esclava poseída en Filipos); 19,

18 – 19 (prácticas mágicas en Éfeso); 19,23 – 40 (culto a Artemisa en Éfeso).

El pueblo viendo el milagro que Pablo había obrado, comenzó a gritar en el

idioma licaonio: los dioses nos han visitado en forma humana. De este modo,

el pueblo rememorando una antigua tradición popular muy apreciada en la

región, llamaron a Bernabé Zeus (patrono de la ciudad y jefe del panteón

griego) y a Pablo Hermes (hijo de Zeus y tenido como el mensajero especial de

los dioses) (Hch 14,11 – 14), esto significó la aceptación de Pablo y Bernabé

en la cultura de Listra, quienes los tenían como embajadores divinos.

Advertido entonces el sacerdote del templo de Zeus (v. 13), trajo toros

adornados con guirnaldas, junto con cantores para ofrecer sacrificios a los

dioses griegos. El sacrificio se pensaba realizar en la entrada del templo de

Zeus, siendo las guirnaldas en la cabeza del toro, parte del ritual que regía el

sacrificio, con la intención de solicitar la generosidad de los dioses, así como el

deseo de su pronto regreso.

A lo cual Pablo y Bernabé se escandalizaron (v.14rasgaron sus vestidos)

Rasgar la vestidura, es una reacción de horror, en este caso los misioneros se

sintieron indignos e indignados (tal vez como una blasfemia) de ser tenidos

como dioses.

“y se lanzaron en medio de la gente gritando”. Pablo y Bernabé bajando de

la tribuna, el lugar elevado donde se encuentra el ágora, se arrojaron en medio

de la gente, con fuertes gritos, tratando de evitar el sacrificio preparado por el

pueblo (v. 14)..

vv.15 – 18: discurso de Pablo a los paganos. Dirigiéndose a la

muchedumbre mediante un discurso le trataron de explicar su actuación.

Evitaron con esto que les ofrecieran sacrificios (Hch 14,15 – 18). Este discurso

es una composición lucana, dirigido a un auditorio pagano politeísta,

representa una predicación monoteísta, donde se da una separación entre

Dios y los hombres: los hombres son hombres, y Dios es Dios. No menciona la

figura de Jesús, sino que contrapone el Dios verdadero a los falsos dioses, el

Dios vivo a los ídolos inertes, finaliza con un llamado a la conversión. Lucas

aprovecha elementos de la experiencia religiosa de los gentiles, para partir de

ellos y dialogar a través de la concepción cristiana.

Resumiendo este discurso, (v. 15) los misioneros se presentan en

igualdad de condiciones que los gentiles helenistas: en la debilidad, en el

dolor, en la alegría; mientras los dioses son felices y no sienten dolor. Les

invitan a dejar las prácticas vacías y formar parte de los temerosos de Dios,

volviéndose al Dios Vivo y Creador, que da la vida y el que se revela siempre

nuevo, en razón de su vitalidad (Sal 42,3; Os 2,1; Dn 14,). Dios quien por su

condescendencia “permitió que todas las naciones siguieran sus propios

caminos”, así manifiesta su magnificencia, libertad y su tolerancia, pero en el

momento presente llama al culto y conversión del Dios verdadero (v. 16).

La acción de Dios se realiza a través de las cosas buenas de la naturaleza

y el progreso humano, en la cotidianidad de cada día, así muestra su divinidad;

es el Dios que sale de su misterio para revelarse en la historia y a través de la

historiahumana (v. 17). Este discurso logró que el pueblo no realizara el

sacrificio (v. 18) y produjo una encrucijada en la vida del mismo pueblo; por

delante está su culto y sacrificios paganos, por otra parte la novedad cristiana,

su predicación y el milagro de curación.

vv.19 – 20: lapidación de Pablo y viaje a Derbe. Se repite la situación de

Antioquía de Pisidia (Hch 13,50) e Iconio (14,5), pero de modo más violento.

Los judíos venidos de aquellas poblaciones intrigan a los habitantes de Listra

descontentos, hasta lograr su apoyo en el apedreamiento del misionero,

dejándolo por muerto, para luego según la prescripción judía, sacarlo fuera de

la ciudad (v.19). El autor muestra con esta escena, la enemistad extrema

judíos – Pablo.

Por otro lado la noticia de su recuperación milagrosa, casi una resurrección,

levantarse y caminar en tales condiciones habiendo sido lapidado, es

contradictoria, más aún, porque habiéndose levantado vuelve a entrar en la

ciudad que lo había lesionado, rodeado de sus discípulos; y como si nada

continua la misión al siguiente día hacia Derbe (v. 20).

Fin de la misión (vv.21 – 28). Podemos organizar el fragmento de este

modo: vv.21 – 23: evangelización de Derbe y organización de las

comunidades, vv.24 – 26: evangelización de Perge y viaje a Antioquía, vv.27 –

28: asamblea de Antioquía de Siria.

vv.21 – 23: evangelización de Derbe y organización de las

comunidades. La ciudad de Derbe se encontraba a 90 kilómetros al este de

Listra, fue incorporada a la provincia romana de Galacia por el emperador

Claudio hacia el año 41 d. C., este le dio el título de Claudio Derbe. Es una

ciudad de montaña, un poco aislada en los extremos de la licaonia. Ella

albergaba un pequeño destacamento de soldados para el control y seguridad

de las vías de comunicación. Los habitantes eran mayoritariamente paganos.

En Derbe los predicadores tuvieron gran acogida, e hicieron numerosos

discípulos cristianos. Se refuerza el sentido evangelizatorio de los misioneros,

y muestra el éxito de la evangelización llevada en aquellos pueblos (Hch

14,21).

Pablo y Bernabé entonces, después de casi tres añosde viaje, decidieron

regresar a Antioquía de Siria el centro de donde partió su misión y sede de su

comunidad de pertenencia; regresaron por el mismo camino que habían hecho:

Listra, Iconio, Antioquía de Pisidia, confortando a las comunidades nacidas de

su evangelización y organizándolas; esta acción expresa la paternidad

espiritual de Pablo y Bernabé sobre aquellas comunidades y la enseñanza

para fortalecer su identidad cristiana delante de las persecuciones (v. 22).

Designaron entonces presbíteros para la guía de aquellas comunidades, y

no dejaron de orar por los hermanos y encomendarlos al “Señor en quien

habían creído” (Hch 14,23), forma ritual habitual en las misiones cristianas

primigenias para solicitar la protección de Dios en la tarea encomendada, es la

ratificación del ministerio.

vv.24 – 26: evangelización de Perge y viaje a Antioquía. Luego

atravesaron Pisidia y Panfilia y llegaron a Perge. Rehicieron el camino en

sentido inverso para profundizar la misión encomendada, fue una continua

táctica que fortaleció las comunidades, así como comunicar las obras de Dios,

por medio de ellos (v. 24).

En Perge predicaron la palabra y bajaron a puerto de Atalía, donde se

embarcaron para Antioquía de Siria, de donde habían venido “encomendados

a la gracia de Dios para la obra que habían realizado” (vv. 25 – 26), este texto

es paralelo a Hch 14,23, muestra la conciencia de los misioneros de haber

finalizado la encomienda del Espíritu santo.

vv.27 – 28: asamblea de Antioquía de Siria. Finalmente llegan a

Antioquía de Siria, su centro de misión, donde convocan a la comunidad para

dar testimonio de la conversión de los gentiles, actuada por Dios a través de su

persona y Bernabé, costumbre cristiana después de cada misión (v. 27). La

conclusión es decisiva, Bernabé y Pablo dejan en el Asia Menor y Chipre una

red de comunidades cristianas, organizadas carismáticamente y con

proyección misionera. Permanecieron con los hermanos de Antioquía un

tiempo suficiente, un tiempo de paz, convivencia y enseñanza.

6.3. Mensaje

Se ratifica el sentido misional del texto, el cual se actúa por la realización de la

curación del paralítico de nacimiento en Listra, la evangelización de Derbe y la

predicación de la palabra en Perge.

La curación del paralitico de Listra, provoco un encuentro con la religiosidad

popular greco romana (Zeus y Hermes), con la cual Lucas intento dialogar a través

del discurso misionero puesto en boca de Pablo. Sería el diálogo intercultural.

Este diálogo intercultural, realizado a través del discurso misionero, trató de

asumir las creencias greco romanas: la concepción del Dios Vivo, Creador de todo

lo existente, quien propició autonomía a las naciones, derramando bienestar

material y espiritual al pueblo.

De nuevo se da el conflicto, la confrontación con el judaísmo helénico, que se

transforma en fuerza de evangelización y misión, y cualifica el testimonio de los

apóstoles Pablo y Bernabé: “es necesario que pasemos por muchas tribulaciones

para entrar en el Reino de Dios”.

Los frutos de la evangelización son las comunidades nacidas en Listra, Derbe y

Perge, las cuales se hacen explicitas por las siguientes expresiones: rodeado de

los discípulos, conseguido bastantes discípulos.

La conciencia evangelizadora de los Helenistas Cristianos, se expresa en la

solidaridad y organización de las comunidades: confortando los ánimos de los

discípulos, designaron presbíteros en cada Iglesia.

Una clave teológica esencial, que Lucas quiere resaltar es la espiritualidad de

los misioneros y las comunidades, que se formula en: la oración, el ayuno,

encomendarse al Señor.

Se destacan dos elementos repetitivos en el mensaje lucano: el testimonio

misionero y el sentido comunitario, evidente en el desarrollo del relato. La novedad

y fuerza del mensaje cristiano, que conquista al pueblo pagano de Listra, Derbe y

Perge, es decir una real inculturación del evangelio.

Es el fin de la Evangelización de los Helenistas Cristianos en el Libro de

Hechos de los Apóstoles, fue una obra de Dios, quien “realiza su plan mediante la

cooperación de los hombres. Pablo y Bernabé como personajes de identificación

demuestran que los lectores no deben desanimarse ni por resistencias ni por

percances, pues quien obra es el mismo Dios”.

CONCLUSIONES

Al finalizar el recorrido de La Evangelización de los Helenistas Cristianos en

los Hechos de los Apóstoles, como una parte de la Evangelización en los

Orígenes del Cristianismo, descubrimos que:

• Fue un proceso querido por Dios, parte de su plan, como lo recalca Lucas

en Hch 1,8 (11,21. 13,47), por eso guiado por el Espíritu, actuado por él,

fortalecido por él (13,2. 4). El Espíritu es quien toma la iniciativa. Incluyó la fe y

conversión, bautizos de numeroso pueblo samaritano, judeo helenista, prosélitos y

griegos (8,12).

• El sentido evangelizador y misionero que transmiten los textos analizados y

llevado conscientemente por los Helenistas Cristianos, siendo producto de la

persecución desatada hacia los Helenistas, a raíz de la muerte de Esteban, el cual

se presenta como uno de los temas centrales de la teología lucana (8,25; 11,19;

13,3. 4. 44. 46. 48. 49; 14,2. 21. 25). Fue realizado ampliamente en Palestina, el

Asia Menor y Chipre, así como en los lugares de la historia neo testamentaria. Se

da una continuidad en todo el Libro de los Hechos.

• La realización del proceso de evangelización, a través de testigos

cualificados, hombres buenos (11,24), llenos del Espíritu Santo (11,24; 13,9), de fe

(11,24) y sabiduría: Felipe (8,5), Pedro y Juan (8,14), los helenistas cristianos

chipriotas y cirenenses (11,20), Bernabé (11,22; 13,1. 2. 7; 13,43. 46; 14,12. 14) y

Saulo – Pablo (13,1. 2. 7. 9. 13. 43. 46; 14,9. 11. 14), Juan Marcos (13,5. 13),

profetas y maestros (13,1): Simeón (13,1), Lucio (13,1), Manahén (13,1),

presbíteros (14,23). Fue un testimonio misionero (8,25) de coherencia, apertura,

diálogo, radicalidad a Cristo, de fe.

• La fuerza determinante de la palabra (la parresia) en el proceso de

evangelización: anuncio, predicación (discursos), proclamación (8,5. 25; 11,19. 20;

13,5. 8. 46; 14,1. 3. 7. 9. 15. 25). Se evidencia la universalidad del mensaje y la

experiencia cristiana, a través del kerigma (8,12; 11,20; 13,30. 33): Jesús es el

Salvador, que actúa la salvación a través del perdón de los pecados (13,38) y la

justificación por la fe (13,38. 39). Este mensaje es Buena Nueva para todo quien

cree en él (13,39: Jesús): judíos y paganos. La historia de Israel es tenida como

historia de salvación (13,17 – 23), la cual tiene total cumplimiento en Jesús Mesías

(13,23), de ello hablan los profetas (13,27).

• La estrategia misionera se realizó a través de signos y prodigios (8,6; 14,3),

que son sanaciones (8,7; 14,8 – 10. 20) y exorcismos (8,7) también punición (13,8

– 12: mago Elimas); los cuales dieron a quienes los recibieron sentimientos de

alegría, paz, alabanza y gozo espiritual (8,8; 11,23; 13,48).

• Es de notar el papel importante de la comunidad, como centro de la

evangelización (8,14; 11,20. 22; 13,1. 52; 14,20. 22. 23): por la formación de los

misioneros, por el discernimiento, por el consenso para el envío, por el ambiente

de fe, oración, fraternidad, acogida y generosidad. Comunidades que por el

crecimiento y la madurez, hubo necesidad de organizar su dirigencia de forma

carismática en: profetas, maestros y presbíteros (13,1). Los helenistas fundan

comunidades cristianas en Chipre y el Asia menor, son una red de comunidades

organizadas carismáticamente, en comunión solidaria y con hondo sentido

misionero.

• El éxito de la evangelización se visualiza por las distintas Iglesias cristianas

(comunidades) nacidas de ella y el crecido número de convertidos (8,13; 11,21.

24. 26; 13,44. 48. 49; 14,1. 21): Samaría, Antioquía de Siria, Chipre, Antioquía de

Pisidia, Iconio, Listra, Derbe, Perge y otras.

• Lucas destaca la necesidad de permanecer tiempo suficiente en las

comunidades para evangelizar, enseñar, predicar (11,26; 14,3. 28).

• Es de resaltar la comunión habida entre las distintas comunidades

cristianas de los orígenes, sobre todo entre la comunidad hebrea de Jerusalén,

samaritana y los helenistas (8,14; 11,22). Con la comunidad de los hebreos

significa la continuidad con Israel, hacia los helenistas sería la evangelización de

los gentiles. Comunión que se vive en la solidaridad y en la animación de las

comunidades (11,23; 13,15. 43; 14,22). Comunión que es al mismo tiempo

pluralidad de Iglesias en los orígenes cristianos.

• La vida litúrgica y espiritual de las comunidades, expresada en la

celebración del culto (13,2), oración (8,15; 13,3; 14,23), los ayunos (13,2. 3;

14,23), la encomienda a Dios (14,23. 26), la imposición de manos (8,17; 13,3), el

bautismo (8,12).

• Lo controvertido del mensaje cristiano, que provoca conflicto y

confrontación, y de este modo es generador de evangelización e inculturación, el

discernimiento que ocasiona la apertura a los paganos (11,19; 13,45. 50; 14,2. 19.

22), así como conversión, seguimiento y gozo (13,52).

• El pueblo que fue evangelizado (samaritanos, judeo helenista, prosélitos,

helenos), transparenta un pueblo humilde, trabajador, religioso, con los problemas

del urbanismo: marginalidad, opresión y exclusión (8,7. 9. 12; 11,20; 13,43; 14,1).

• El proceso de inculturación del Evangelio, que significó la Evangelización de

los Helenistas Cristianos en los Hechos de los Apóstoles, lo cual implicó una

apertura a los judeo helenistas y prosélitos, no judíos o gentiles - paganos, por eso

fue un hondo un proceso de inclusión y adaptación del mensaje cristiano al

contexto greco – romano (8,6. 12. 25; 11,19. 20; 13,43; 14,1. 27); es decir diálogo

interreligioso y asimilación cultural. Pluricultural. Honda repercusión social que se

visualiza en la conversión del pueblo y sus autoridades (13,12: procónsul Sergio

Paulo).

• Todo este proceso de evangelización, llevo a la cualificación de los

misioneros, quienes fueron denominados “cristianos” en Antioquía de Siria (11,26),

lo cual significa una identidad propia y grupal, que es distinción ante los diferentes

grupos religiosos y étnicos, ante las instituciones romanas; pero al mismo tiempo

es compromiso evangelizador y ético.

Estas conclusiones de la Evangelización de los Helenistas Cristianos, impactan

nuestro proceso de Iglesia Latinoamericana y Caribeña porque coinciden con la

vida de Iglesia que estamos construyendo. Por eso la Evangelización de los

Helenistas Cristianos es un modelo a seguir, que renovará y fortalecerá nuestra

pastoral, tan urgida de Nueva Evangelización.

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