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La FORA, la CGT y la vieja guardia anarquista. El Congreso Anarquista Internacional de Ámsterdam (1907) Martín A. Manuli (CEL – Rojo y Negro) Introducción En la Plataforma organizativa para una Unión General de Anarquistas el grupo de exiliados ucranianos, Dielo Truda, sostuvo que el anarquismo nació de la lucha de clases entre los trabajadores y los burgueses, y no de “las reflexiones abstractas de algún intelectual” 1 . Esta fórmula, aunque ancla a esta tendencia política en el proletariado, no es suficiente para entender el modo en que el anarquismo debe trabajar en el seno del mismo. En la tradición histórica de la corriente libertaria encontramos un amplio abanico de prácticas hacia el movimiento obrero, las que han entrado en disputa en diversos momentos. Descartando la pertinencia de debatir en base a la precisión de postulados teóricos, lo constructivo es valorar estos a la luz de sus experiencias concretas. El documento antedicho, la Plataforma, es la síntesis teórico-política realizada por el grupo de militantes ucranianos que tuvo la dirección del movimiento makhnovista, uno de los productos más interesantes del gran proceso revolucionario ruso. Pero, el movimiento obrero del occidente europeo y del continente americano de principios del siglo XX, no vivió, ni produjo, procesos de similar magnitud e importancia, hasta la revolución española. De esta manera, las 1 Dielo Truda, Plataforma organizativa para una Unión General de Anarquistas, 1926, disponible en www.fondationbesnard.com

La FORA, la CGT y la vieja guardia anarquista. El Congreso Anarquista Internacional de Ámsterdam (1907)

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El presente artículo pretende analizar comparativamente la praxis militante de la tercera generación de militantes ácratas, centrándonos en los anarquistas franceses y los argentinos. Primero veremos el panorama concreto del desarrollo del proletariado y la organización obrera en estos países. Luego, aventuraremos un análisis comparativo de ambas experiencias. A partir de ello, indagaremos en tres congresos. En los dos primeros, de carácter obrero, Amiens y Buenos Aires, se precisa la especificidad de la práctica política anarquista hacia el movimiento obrero de Francia y Argentina. En el último, el de Ámsterdam, recorreremos el debate dado en las diferentes sesiones para comprobar cual fue el objetivo que buscaban las diversas corrientes del anarquismo social, y que resultados concretos obtuvieron. Por último, avanzaremos un balance crítico de las experiencias y su desarrollo posterior.

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La FORA, la CGT y la vieja guardia anarquista

La FORA, la CGT y la vieja guardia anarquista. El Congreso Anarquista Internacional de msterdam (1907)Martn A. Manuli(CEL Rojo y Negro)Introduccin

En la Plataforma organizativa para una Unin General de Anarquistas el grupo de exiliados ucranianos, Dielo Truda, sostuvo que el anarquismo naci de la lucha de clases entre los trabajadores y los burgueses, y no de las reflexiones abstractas de algn intelectual. Esta frmula, aunque ancla a esta tendencia poltica en el proletariado, no es suficiente para entender el modo en que el anarquismo debe trabajar en el seno del mismo. En la tradicin histrica de la corriente libertaria encontramos un amplio abanico de prcticas hacia el movimiento obrero, las que han entrado en disputa en diversos momentos. Descartando la pertinencia de debatir en base a la precisin de postulados tericos, lo constructivo es valorar estos a la luz de sus experiencias concretas. El documento antedicho, la Plataforma, es la sntesis terico-poltica realizada por el grupo de militantes ucranianos que tuvo la direccin del movimiento makhnovista, uno de los productos ms interesantes del gran proceso revolucionario ruso. Pero, el movimiento obrero del occidente europeo y del continente americano de principios del siglo XX, no vivi, ni produjo, procesos de similar magnitud e importancia, hasta la revolucin espaola. De esta manera, las teoras sobre el accionar anarquista en el proletariado que se encuentren en estas regiones, tienen que ser valoradas conforme a su doble incapacidad: 1) tanto para traducirse en revoluciones de hecho; como para 2) impedir la conquista de las direcciones sindicales por el reformismo y su programa de colaboracin de clases.Es con la muerte de Mikhail Bakunin que el anarquismo perdi a su direccin ms lcida y se sumi, primero, en la dispersin individualista, y luego, con el fortalecimiento de la corriente organizadora, en una activa militancia obrera pero fragmentaria y descoordinada. Para fines del siglo XIX y principios del siguiente, el anarquismo haba logrado salir de la cuna europea e internacionalizarse, un crecimiento que fue tanto geogrfico como numrico. En estos aos contaba con un selecto grupo de eruditos revolucionarios (Piotr Kropotkin, Elisee Reclus y Jean Grave, entre otros), una vieja guardia de compaeros de Bakunin (Errico Malatesta, Anselmo Lorenzo) y una nutrida tercera generacin de militantes. Pero, al calor de las experiencias histricas concretas de cada regin, surgieron estrategias diversas de insercin, las que, desde una ptica ingenua se podran ver como una fortaleza, pero que en la realidad entraaban formas contradictorias de manera no dialctica- de militancia. Esta mundializacin del anarquismo, es comparable con la que experiment su teora poltica hermana, el socialismo. Pero, mientras que en el primero campeaba la descoordinacin, el socialismo avanz hacia la coherencia a partir de su control en la Segunda Internacional. Si bien la unidad en la accin socialista se bas en la germanizacin de los partidos socialistas del resto del mundo, con los problemas consiguientes (primaca de la lucha electoral y de la accin del parlamento sobre la organizacin sindical y sus reivindicaciones), tuvo el mrito de abroquelar una militancia mundial en torno de los mismos objetivos potenciando la fuerza del conjunto y por tanto la posibilidad de lograrlos.Es a la luz de la expulsin del elemento anarquista de la Segunda Internacional que se vislumbr la necesidad en algunos sectores por construir una organizacin internacional propia. Pero, los intentos, aunque es cierto que se encontraban amenazados por la represin estatal, en realidad carecieron del empuje suficiente para fructificar. El ms importante de estos fue el Congreso de msterdam (1907), debido a que se trat del primero, luego del Congreso de Londres (1881), que pudo sesionar de manera completa. En este se resolvi la constitucin de un Bur Anarquista Internacional compuesto por Malatesta, Rudolf Rocker, Jean Wilquet, Alexander Schapiro y John Turner, que tuvo una existencia efmera e ineficaz. A travs del lente del presente, este Congreso cobra importancia por los debates que se dieron en el seno del mismo, entre la vieja guardia Bakuninista y la tercera generacin, en especial los delegados franceses (Amde Dunois y Pierre Monatte). Otro miembro destacable de esta nueva generacin, la Argentina, lamentablemente estuvo representada por Aristide Ceccarelli, quin opt por mantenerse callado en los debates y slo inform de la situacin del pas y de la organizacin proletaria.El presente artculo pretende analizar comparativamente la praxis militante de la tercera generacin, centrndonos en los anarquistas franceses y los argentinos. Primero veremos el panorama concreto del desarrollo del proletariado y la organizacin obrera en estos pases. Luego, aventuraremos un anlisis comparativo de ambas experiencias. A partir de ello, indagaremos en tres congresos. En los dos primeros, de carcter obrero, Amiens y Buenos Aires, se precisa la especificidad de la prctica poltica anarquista hacia el movimiento obrero de Francia y Argentina. En el ltimo, el de msterdam, recorreremos el debate dado en las diferentes sesiones para comprobar cual fue el objetivo que buscaban las diversas corrientes del anarquismo social, y que resultados concretos obtuvieron. Por ltimo, avanzaremos un balance crtico de las experiencias y su desarrollo posterior. Para ello utilizaremos como fuente actas de congresos, prensa peridica, memorias militantes y estadsticas oficiales de las reparticiones estatales dirigidas al anlisis de los problemas entre el capital y el trabajo. Praxis militante en Francia y Argentina

El caso francsAunque Francia es la cuna de la revolucin burguesa clsica, su desarrollo de industrial no tuvo, durante el siglo XIX y principios del XX, la potencia y el dinamismo de pases como Inglaterra, Estados Unidos o Alemania. El pasaje de la manufactura a la gran industria se realiz con una peculiar lentitud para la sociedad burguesa plena de la que supuestamente se trataba. De esta manera, todava a fines del siglo XIX el artesanado tena un peso importante en la produccin. La gran industria francesa se desarrollar con fuerza recin a partir del siglo XX, lo que la hace homologable con el caso argentino, del que hablaremos ms abajo. Por tanto, el panorama sindical se presentaba fragmentado en un millar de organizaciones obreras de oficio, con un nivel muy escaso de coordinacin a nivel regional. La tradicin sindical francesa no tuvo un desarrollo acumulativo constante, sino que sufri perodos de clandestinidad y prohibicin. Ya la misma Revolucin haba prohibido las asociaciones de trabajadores, que fueron toleradas aos despus. La dictadura de Napolen III, debido a su bonapartismo, alent el desarrollo de las tendencias ms reformistas del movimiento obrero, pero control con puo de hierro a los militantes de la AIT. La derrota de la Comuna de Pars abri un perodo sangriento para el proletariado organizado, y recin a fines de la dcada del 70 se pudieron convocar tmidas conferencias obreras de carcter marcadamente reformista, las cules tuvieron como ala izquierda a Jules Guesde, futuro animador del Partido Socialista francs. Es con la poltica progresista del ministro Pierre Waldeck-Rosseau, en la dcada del 80, que se fortalecer la organizacin obrera. El objetivo original era domesticar bajo la frula del Estado al movimiento obrero, a travs de la creacin de Bourses du Travail (bolsas de trabajo), las cuales recibieron ayuda y subvenciones de los prefectos franceses. El plan se resuma en constituir asociaciones mutualistas, dirigidas por los mismos obreros, los cuales, se supona que controlaran los mpetus ms combativos del proletariado por temor a perder el apoyo estatal. Si bien fueron rechazadas por las organizaciones sindicales existentes, importantes militantes revolucionarios tuvieron como meta conquistar a las Bourses du Travail para transformarlas en organizaciones de lucha. Uno de ellos, fue Fernand Pelloutier, un antiguo guesdista que en sus aos como secretario de la Federacin de Bourses se integr al anarquismo.Desde mediados de los 80s, el guesdismo impuls el nacimiento de la Federacin Nacional de Sindicatos, imitando el control de los organismos obreros alemanes por la socialdemocracia. Pero, la homologacin entre la central obrera y una corriente poltica fue procesada por muchos militantes obreros como fuente de debilidad, y estos empezaron a buscar la constitucin de una central sindical autonmica de las expresiones polticas del proletariado. La creacin de la Confederacin General del Trabajo (CGT) en el Congreso de Limoges en 1895 fue la cristalizacin de esta corriente. Pero, los aos formativos de esta central se vieron signados por la debilidad, los problemas organizativos y la infiltracin estatal. La debilidad de la CGT se deba a sus escasos recursos econmicos, los cuales nacan de la falta de cotizacin de sus sindicatos integrantes, que a la vez no se vean movidos a hacerlo por la inaccin de la misma. Los problemas organizativos surgan de la inexistencia de niveles sindicales para la afiliacin. Esto significaba que podan ingresar a la misma tanto sindicatos locales como federaciones nacionales de oficio, lo que recargaba a los sindicatos con mltiples cotizaciones. Por ltimo, el primer secretario general de la organizacin fue expulsado a principios del siglo XX por considerrselo un infiltrado del gobierno.

Es recin en 1902 cuando estos problemas encuentran su solucin y, a la vez, se logra la fusin con la Federacin de Bourses, aunque con autonoma de esta ltima. Esto consolida a la CGT como el principal organismo obrero de Francia. A la cabeza de esta se encontraban un antiguo blanquista devenido en sindicalista revolucionario, Victor Griffuelhes, y un anarquista, mile Pouget. La entidad obrera se autoproclamaba revolucionaria pero era refractaria a todas las expresiones del socialismo partidario, muchos cratas militaban en su seno. La direccin, aunque nominalmente fuera del movimiento obrero, muchos la ubicaban en el anarquismo. El historiador Alexandre Skirda sostiene que una broma de Lucien Niel, efmero secretario general de la CGT en 1909, tiene una base de realidad: l exclam que la central era en verdad de un Partido Obrero Anarquista.

Estimar la cantidad de afiliados a la CGT es complicado, Wayne Thorpe y Marcel van der Linden dan una estimacin en base a los datos de las actas de los congresos, pero aclaran que el mtodo para contabilizarlos era muy deficiente. Estiman que los nmeros que aparecen en estos documentos reflejan a los cotizantes constantes, pero que la verdadera cantidad de miembros deba ser superior, en torno del 50%. Afiliados CGT

1904158.000

1906203.273

1908286.321

1909358.564

1911400.000

1913296.222

1914213.968

Como se ve en estas cifras, la CGT conoci, al menos desde 1904, un crecimiento pronunciado de efectivos, llegando en siete aos a un aumento del orden del 250%. El desarrollo, reconocido por los contemporneos, desde un sindicato reducido a una minora activa a otro de masas, otorg poder a la direccin de la CGT, pero a la vez caus problemas organizativos. Un reflejo de esto fue, en los congresos confederales, la constante puja entre los reformistas y los sindicalistas revolucionarios por la representacin de los sindicatos. Los reformistas, con fuerza en menor cantidad de organizaciones, pero con mayor cantidad de afiliados, buscaban la representacin proporcional. En cambio, los sindicalistas revolucionarios, mantuvieron, hasta entrada la dcada del 10 el paradigma de un voto por sindicato, haciendo valer su insercin en una gran cantidad de pequeas organizaciones obreras. En 1906, este maridaje tcito entre la central obrera y el anarquismo conoci una crisis, la cual fue leve al interior de Francia, pero que tuvo fuertes repercusiones en el exterior. En 1904 el Congreso Socialista de msterdam les impuso a los fragmentados socialistas franceses la obligacin de fusionarse en un partido nico. Si bien, esto lo transformaba en una yuxtaposicin de corrientes mal amalgamadas, en la prctica creaba un frente nico de accin en la CGT. Cuando, Renard, delegado de la Federacin Textil, present en el Congreso de Amiens una mocin proponiendo la coordinacin orgnica entre el Comit Confederal y el Consejo Nacional del Partido para luchar por las principales reformas obreras, los militantes sindicalistas y los reformistas temieron por la prdida de la independencia poltica en manos del socialismo. El debate tom tres das. En el intern los sindicalistas revolucionarios (entre los que estaban los anarquistas) lograron un acuerdo con los reformistas. Estos ltimos, acaudillados por el dirigente de la Federacin del Libro, Auguste Keufer, militaban por la consecucin de reformas inmediatas, no confiando en la posibilidad de una futura revolucin social. La contramocin frente a la del socialismo, fue conocida como la Carta de Amiens, la cual, a la vez que ratificaba la finalidad revolucionaria de la central, defenda su autonoma a ultranza. Impeda que dentro del sindicato siquiera se discutiera a partir de intereses que vinieran de filosofas, de partidos o de sectas (eufemismo para referirse a los anarquistas). Este es el sentido que le daba Dunois a esta prohibicin:

Tienen ustedes entonces, como los socialdemcratas, intereses diferentes de los del proletariado que hacer valer -intereses de partido, de secta o de camarilla? Debe el proletariado acudir a ustedes, o ustedes ir hacia l para vivir de su vida, ganar su confianza e incitarle, por la palabra y el ejemplo, a la resistencia, a la rebelda, a la revolucin?

El modelo revolucionario impulsado por la CGT-Bourses du Travail sostena que es en la lucha por las mejoras inmediatas que la clase obrera va formndose para poder, en el momento adecuado, administrar la sociedad. Estas luchas parciales, si bien tienen un objetivo inmediato reformista, no se agotan en esto mismo, porque, a la vez que aumentan la calidad de vida del trabajador, dotan al mismo del apetito de aumentarlas y de la fortaleza para lograrlo. El aprendizaje, a travs del crisol de la accin directa lese, sin intermediarios-, se estructura orgnicamente de forma dual, por medio de la organizacin de lucha econmica el sindicato- y del aspecto poltico la bolsa de trabajo-. Los sindicatos, organizados por federaciones nacionales de oficio, se constituiran como las herramientas de produccin de la sociedad posrevolucionaria, mientras que las Bourses du Travail, de estructura provincial, suplantaran a los municipios. En este sentido, al aumentar el poder y la insercin de la CGT se avanzaba en la constitucin de la sociedad posrevolucionaria. Es por esto que es engaoso aplicar el rtulo de accionar reformista al de la CGT. Las luchas parciales (reformistas) se enlazaban, tericamente, con la finalidad revolucionaria. El eje no era acomodarse del mejor modo al capitalismo (como pretendan los reformistas como Keufer), sino acumular fuerzas para superarlo. En estos grandes trazos, el movimiento de conjunto no se diferencia cualitativamente de la propuesta de la CNT espaola o de los bolcheviques rusos. El problema radica en que, mientras estas ltimas experiencias vivieron la situacin revolucionaria, la CGT francesa empez un derrotero reformista cada vez ms acentuado a partir de principios de la dcada del 10. Volveremos a esto en las conclusiones.El caso Argentino

La consolidacin de un verdadero mercado nacional, y de su contrapartida poltica, un Estado Nacional en el territorio llamado actualmente Argentina fueron muy tardos en comparacin con sus contrapartes europeas o con los Estados Unidos. El proceso que se abri con la Revolucin de Mayo, recin obtuvo un cierre con la conquista de la hegemona por la coalicin de burguesas territoriales liderada por la portea, con aliados estratgicos en el interior (Litoral, Crdoba, Tucumn). Como contrapartida necesaria de la consolidacin de la burguesa nacional, el proletariado comenz su proceso formativo en estos aos. Las expresiones de esta naciente clase obrera se encontraban muy difuminadas y dispersas, primaba el pequeo artesanado y una importante movilidad social. Las primeras experiencias de organizacin de la clase obrera fueron de rasgos mutualistas, en torno al oficio o a la etnia, con carcter policlasista, puesto que muchas contaban con participacin patronal. Recin para la dcada de 1880 las sociedades de resistencia tomaran una fisonoma claramente obrera y de lucha. Pero, aunque las clases sociales deben hacer su experiencia y aprendizaje histrico, la existencia de formaciones sociales ms avanzadas otorga un repositorio de saberes para su uso. De esta manera, en pocos aos el naciente proletariado, como espejo de los mismos procedimientos de su clase antagnica, se puso a tono con las formas organizativas imperantes en los pases capitalistas ms avanzados. En ese sentido, tan temprano como 1872 se cre una seccin de la AIT en Buenos Aires, aunque no consigui fructificar en el medio social. Pero, no muchos aos despus, en 1890, se realiz un mitn el 1 de mayo por las 8 horas de trabajo, en acuerdo con la resolucin de la Segunda Internacional. En esa dcada se terminaron de perfilar las tendencias polticas en el seno de la clase obrera: los anarquistas organizadores y los socialistas. Tambin en esos aos se realizaron varios intentos para construir una central sindical, pero por la debilidad, tanto del proletariado en formacin, como de las minoras militantes, no consiguieron su fructificacin. Recin al comienzo del nuevo siglo, en 1901, se logr constituir la primer central sindical longeva, gracias a la alianza de los anarquistas y socialistas: la Federacin Obrera Argentina (FOA). Esta unidad se logr a travs de la negociacin entre las dos tendencias, mediando en ella de manera destacada el anarquista italiano Pietro Gori.Pero esta unidad fue efmera. Al ao siguiente, en su IIdo Congreso, rompieron los socialistas. Estos conformaron, meses despus, una segunda central: la Unin General de Trabajadores (UGT). De esta manera, se perfilaron enfrentados dos organismos que pretendan la representacin del proletariado, aunque cada uno perteneciendo, de manera ms o menos embozada, a las tendencias ideolgico-polticas diferentes. En los siguientes congresos de la FOA los anarquistas procedieron a desmantelar los acuerdos que haban sido tomados como concesin a los socialistas en la constitucin de la central, especialmente el referido al arbitraje. La misma adopcin del regional en el nombre de la central es parte de esta tendencia (FORA). Este accionar, profundizado a partir del IVto y Vto Congreso fue disputado por una minora de militantes anarquistas, quienes buscaban recuperar la unidad perdida, entre estos destacan Alberto Ghiraldo y diversos cuadros obreros, con reducida militancia pblica, que se posicionaban a favor de la fusin en los rganos de prensa y en los congresos obreros.

En tanto, la UGT se constituy a tono de su homnima espaola, la cual estaba perfilada en el molde del socialismo de la segunda internacional. De esta manera, se consideraba que la central sindical deba tener un fuerte relacionamiento con el PS, el cual funga como su direccin poltica, aunque no cotidiana. El partido velaba por la forma en que se desenvolva la central, pero supeditaba la mayor parte de su prctica a sus necesidades polticas: en este caso a la conquista de escaos parlamentarios. Pero, de manera similar con el guesdismo, los problemas internos del partido se reflejaban en la organizacin sindical. Una fraccin izquierdista del partido, influida por los tericos italianos del sindicalismo revolucionario, empez a disputarle la lnea poltica a la direccin justista. El principal debate giraba en torno a cual deba ser el principal objetivo: si aumentar la insercin obrera del partido, priorizando la construccin sindical, o buscar aumentar el caudal de votos, para aumentar la representacin parlamentaria y lograr mejoras concretas. El artculo de Alejandro Belkin publicado en este mismo nmero ilustra uno de los ltimos combates a la interna del partido, que termin con la gentil mocin de expulsin de los sindicalistas revolucionarios. La direccin justista gan el combate contra su oposicin, pero a un duro precio: la mayor parte de sus militantes obreros defeccionaron en conjunto con los expulsados. La UGT fue ganada por los sindicalistas revolucionarios.La cantidad de afiliados a las centrales obreras es un dato que no se conoce con certeza. El consenso entre los investigadores es que el nmero que se maneja no es representativo de la real capacidad de atraccin que tenan estos organismos en momentos de aumento de la lucha de clases. Adems, para el caso de la FORA, el propio Consejo Federal reconoca que muchas sociedades no remitan sus cotizaciones a la caja federal. De esta manera, Edgardo Bilsky reconstruye estos nmeros para las dos centrales:

Afiliados FORA y UGT

19029.000

190418.000

190515.000

190611.000

Vemos que, de forma ms pronunciada que en la CGT, las organizaciones sindicales argentinas eran motorizadas por una minora consciente de trabajadores que aseguraban su funcionamiento y continuidad orgnica. Pero estos, en momentos de lucha, tenan la capacidad para acaudillar a grandes masas de obreros que, si bien no pertenecan formalmente al sindicato (en tanto no cotizaban regularmente), seguan la direccin del mismo.

En enero de 1907 se realiz una huelga general en solidaridad con la lucha de los obreros de Rosario en contra de la imposicin de una libreta para los conductores de carros. Esta huelga fue convocada en conjunto por las dos centrales, las cuales publicaron un manifiesto explicando la accin. Los obreros rosarinos lograron sus reivindicaciones, y esta lucha unitaria ciment el camino para la fusin de las fuerzas obreras. La unidad de hecho concretada en las jornadas de enero, llevo muchos a pensar que era posible el xito de las gestiones. En marzo se reuni el Congreso de Fusin, pero luego de trabadas discusiones termin en fracaso. Los sindicalistas revolucionarios llevaron una propuesta similar a la de la Carta de Amiens francesa. Pero, los anarquistas, que constituan la amplia mayora del Congreso, impusieron que la unidad solo se dara si se aceptaba como finalidad del organismo el comunismo anrquico. Esto era inaceptable para todas las sociedades obreras no anarquistas, y por ende la fusin no prosper. En los aos siguientes se convocaron dos congresos de unificacin ms (1909 y 1912) pero tambin fracasaron. Recin se lograra la unidad en 1914, cuando los sindicalistas revolucionarios decidieron ingresar en la FORA, con el objetivo de ganar la disputa poltica en el siguiente congreso, meta que lograron en 1915, lo que provoc, pocos das despus, la ruptura de una minora y la fundacin de la FORA del Vto. Esta forma laberntica de lograr la unidad, coronaba una realidad concreta: los sindicalistas revolucionarios haban logrado constituirse, en el lapso que los separaba de su expulsin del PS, en la direccin de hecho del movimiento obrero. Su contrapartida era la debilidad del anarquismo, el cual haba visto golpeadas duramente sus fuerzas en la represin del Centenario y no pudo presentar una estrategia eficaz para retener su insercin en el proletariado frente a la tendencia rival. Las diferencias argidas por los anarquistas para negarse a la fusin con otras tendencias del proletariado, radicaban, mayormente, en la desconfianza al sindicalismo revolucionario. El socialismo argentino, con su clara intencin por conquistar electoralmente al Estado, era fcilmente tachado de autoritario y de engaoso para el proletariado. Negar el ingreso de las otras tendencias a la central obrera le restaba fracciones importantes del proletariado, menguando sus fuerzas y dando espacio a duras y largas peleas, tanto interjurisdiccionales como polticas. El surgimiento del sindicalismo revolucionario, como ruptura del socialismo, lo dej manchado, para los anarquistas, con una marca de origen. Desde considerar que se trataba de un engao, hasta a dudar de su coherencia, la parte mayoritaria del anarquismo estim inaceptable coincidir orgnicamente con estos militantes. Los ms aventurados de los idelogos anarquistas optaron por diferenciarse epistmicamente de esta nueva corriente: ante el fuerte materialismo que impulsaban, Eduardo Gilimn opt por recurrir a lo ms rancio del arsenal humanista del anarquismo liberal, para negar la existencia de las clases sociales. De esta manera, antes que una lucha de clases, los anarquistas se encontraran en una lucha contra un rgimen, en donde lo importante son los individuos conscientes que luchan porque en ambos campos no son todos obreros, ni todos burgueses. Aos despus, y ya con el anarquismo argentino en cada libre hacia la insignificancia, Emilio Lpez Arango y Diego Abad de Santilln, levantaran la legitimidad de que hubiera tantos movimientos obreros como tendencias tuviera el proletariado.En trminos programticos, la FORA y los anarquistas, fueron muy vagos y pobres. Ms all de la finalidad, el consabido comunismo anrquico, no estaba claro el camino para llegar a ella. De manera similar al mito de la Huelga General levantado tanto por los militantes de la CGT como los sindicalistas revolucionarios argentinos, los foristas parecan creer que en algn momento las contradicciones de clase llegaran a tal punto que el proletariado se levantara de manera insurreccional y los anarquistas podran dirigirlo hacia la destruccin del Estado y la autogestin de la sociedad, para lo cual era de central importancia tener una fuerte insercin en los sindicatos. Pero, tanto en la Semana Roja de 1909, como en la Semana Trgica de 1919, los anarquistas no tuvieron claridad con respecto de las acciones a tomar, y mucho menos lograron impulsar los sucesos para crear una revolucin social. Las diferencias programticas eran mnimas con los sindicalistas revolucionarios, sobre todo por la inexistencia de verdaderos programas en el seno de ambas corrientes. En el fondo, para los anarquistas el problema radicaba en que los sindicalistas se negaban a reconocer como finalidad el comunismo anrquico.Resultados empricos de la praxis militanteEl mtodo comparativo es un ejercicio complicado. Tomado frvolamente puede devenir en estriles producciones que carecen de inters para toda la sociedad excepto para el que realiza la comparacin. Pero, utilizado de manera cuidadosa, permite calibrar en detalle el grado de especificidad de los procesos analizados. El canon bsico para utilizar de manera adecuada el mtodo comparativo es la comparatibilidad de lo que se analiza. El famoso ejemplo utilizado por Marc Bloch sobre la pertinencia de cotejar el feudalismo europeo con el shogunato japons demuestra los alcances del mtodo. Mi intencin es menos arriesgada, optando por tomar dos experiencias contemporneas, que tuvieron encuentros reales y documentados. Pero antes de analizar las diferencias terico polticas expresadas por sus exponentes, es importante detenernos en los efectos en las formaciones sociales puntuales donde desempeaban sus prcticas.La obtencin de estadsticas confiables sobre la lucha de clases es una tarea dificultosa en toda sociedad, pero en algunas es ms complicado que en otras. Francia se trata de un caso privilegiado, con su larga historia de conflictos sociales y de acadmicos dedicados a su estudio, lo que la ha dotado de una cantidad importante de materiales de consulta, tanto estadsticos como de anlisis sociolgico y antropolgico. En cambio, Argentina se presenta como un caso menos fecundo. Solamente a partir de la constitucin del Departamento Nacional del Trabajo (DNT) en 1907 se cuenta con estadsticas oficiales sobre huelgas, accidentes de trabajo, trabajo infantil y femenino, etc. Pero, los desesperantes cambios de metodologa entre los diferentes anuarios estadsticos, complican el uso. Por ltimo, la mayor parte de las estadsticas se reducen a la ciudad de Buenos Aires, dndonos un panorama demasiado estrecho.

Con los datos disponibles, hemos optado por realizar un cotejo entre los resultados (porcentuales) de las huelgas entre los aos 1906 y 1913 (Cuadro I). La comparacin, lamentablemente, es entre el centro poltico, social y econmico de la Argentina y toda Francia. La eleccin del recorte temporal se debe a la inexistencia de estadsticas confiables antes de 1906 para Buenos Aires. Extendimos el cuadro hasta 1913, porque se trata del ltimo ao en el cual el movimiento obrero argentino estuvo dividido en dos centrales (en 1914 la Confederacin Obrera Regional Argentina CORA- entra en la FORA). El ao 1909 en Buenos Aires es el menos confiable de la serie, porque el DNT recogi solo las huelgas ms representativas de cada uno de los 4 trimestres, dejando de lado la huelga general de mayo. No contamos con la informacin cuantitativa sobre las huelgas en Francia, por lo que no podemos realizar ese importante cotejo. xito se refiere a que se pudo imponer la totalidad o la gran mayora del pliego de reivindicaciones, negociacin remite a que se pudo lograr parte del pliego, usualmente relacionado con algn nivel de aumento salarial (aunque puede no ser el monto reclamado al inicio de la accin de fuerza), fracaso es la derrota total del movimiento.La primera impresin que nos otorga el presente cuadro es la abrumadora cantidad de fracasos en ambas regiones. Excepto para las negociaciones en Francia en 1906 y los xitos en Buenos Aires en 1910, el percentil de derrotas fue superior en todos los casos. Buenos Aires en 1910 es llamativo por su magnitud, pero se trata de una victoria prrica, puesto que es el comienzo de tres aos de reflujo de la actividad organizativa. Recin se recuperar algo de potencia a partir de 1914, ao en el cual las derrotas son mayora pero la cantidad de obreros victoriosos supera a las otras categoras. Una diferencia de importancia es que la cantidad de negociaciones en el caso francs supera siempre la de xitos, mientras que en Buenos Aires impera el xito antes que la negociacin. Las magnitudes francesas tienen una tendencia mucho ms pareja que las de sus contrapartidas de Buenos Aires. Esto conlleva a que, uniendo los guarismos de xito y negociacin, en Francia tiendan a imperar las victorias (aunque parciales), mientras que en el caso de Buenos Aires, excepto en contados casos, el fracaso es la norma.La crecida cantidad de derrotas en el caso francs del ao 1908 se relaciona con la avanzada represiva producida por el ministro del Interior Clemenceau desde el ao anterior. El paulatino crecimiento de la cantidad de fracasos a partir de 1911 se debe a la crisis del sindicalismo revolucionario, comenzada a mediados de 1909 con los tumultos que llevan a la dimisin de Griffuelhes, y al enrarecido clima poltico social previo a la Gran Guerra. Con respecto a Buenos Aires, una leve crisis econmica en 1907, sumada con los grandes contingentes migratorios, creo una situacin desventajosa para las medidas de lucha, recin mitigada, en parte, a partir de 1909 y 1910. A partir de mayo de 1910, la represin contra el anarquismo y las organizaciones obreras bajo su influjo explica la debilidad organizativa de los aos siguientes, complicados a su vez por el aumento de la desocupacin a partir de 1913.Se ha querido ligar la importancia de la cantidad de negociaciones en el caso francs con una tctica realizada por los industrialistas franceses, quienes luego de un pnico inicial habran descubierto que era mejor ceder en algunos aspectos para mantener otros. De esta manera, segn Peter Stearns, el propietario prefera ceder aumentos salariales, a cambio de no aceptar otras demandas (despido de capataces, reincorporacin de obreros, reconocimiento del sindicato, etc.). Pero, los mismos datos estadsticos suministrados por el autor contradicen su hiptesis. De esta manera, no se registra ninguna tendencia al aumento de las negociaciones en el perodo que el estudia. Ms all de ello, el mismo Stearns comprueba el avance de la organizacin patronal en Francia, superando el atomismo de los capitales individuales y regimentando su accionar. De esta manera, se fue haciendo ms difcil ganar un conflicto por la defeccin de algunos emprendimientos capitalistas del bloque patronal, que al aceptar el pliego de condiciones volvan a producir, mientras sus competidores sufran de la detencin de sus actividades. En este sentido, al cortarse la posibilidad de esta prctica, las huelgas tendan a escalar a todos los establecimientos de la rama, conllevando que tanto la victoria como la derrota fueran socializadas.

Con respecto al caso argentino, si bien existan cmaras empresarias (la Unin Industrial Argentina, la Sociedad Rural, la Cmara de Comercio, etc), estas no tenan el nivel de desarrollo y poder de regimentacin de sus contrapartes francesas. De esta manera, las organizaciones gremiales argentinas contaban, todava, como estrategia el trabajar con establecimientos que defeccionaran del bloque patronal. De esta manera, creemos que es posible rescatar la hiptesis de Stearns, aplicando un matiz: ningn patrn dara el brazo a torcer si ve que es posible ganarle a la organizacin obrera, pero si la correlacin de fuerzas se le presenta desfavorable buscar el medio de solucionar el problema, siendo la negociacin el preferido. Esto se traduce en que una burguesa ms abroquelada enfrentando a su clase obrera puede rendirse de manera ms ordenada: por tanto el mayor nivel de negociaciones.Pero resta, entonces, explicar el alto nivel de derrotas argentino, y el nivel sensiblemente inferior de victorias. Lamentablemente el recorte temporal con el que contamos estadsticas confiables es, a la vez, uno de los peores para analizar el desenvolvimiento normal del modelo que delimitamos arriba. Esto se debe a que la FORA construy su fortaleza e insercin en la clase obrera en unos pocos aos, especialmente entre 1902 y 1906, en un perodo de crecimiento econmico. A partir de 1907 la economa argentina se desacelera, recuperndose en 1909 y 1910, para caer de manera ligera nuevamente a partir de 1912 y pronunciar su deterioro a partir de 1914. Como dijimos arriba, el ao 1909 fue recopilado de manera insatisfactoria por el DNT, reduciendo su utilidad explicativa. Y a partir de mediados de mayo de 1910 la represin contra el movimiento obrero crea una situacin de reflujo. De esta manera, la gran mayora de los datos estadsticos con los que contamos son de las pocas ms complicadas para la clase obrera argentina de principios del siglo XX. Encontramos, entonces, que 1906 es el nico ao con condiciones favorables a los movimientos de fuerza del proletariado, lo que se traduce en el alto nivel de xitos alcanzado. En sntesis, en la FORA y la CGT, vemos dos formas de construccin sindical diferentes, aunque ambas signadas por un nivel muy importante de derrotas. En el caso argentino, los sindicatos apostaban ms a la fragmentacin del frente empresarial, que a la fortaleza obrera, lo que conllevaba ms victorias y menos necesidad de transacciones. Esto se vea reflejado en la existencia de dos centrales obreras y una cantidad importante de sindicatos autnomos. La unidad nacional de las diferentes sociedades del mismo oficio fue casi inexistente, hasta la conquista de la direccin por los sindicalistas revolucionarios (La Fraternidad maquinistas ferroviarios- y la Federacin de la Madera son excepciones importantes). Pero, esta fisonoma organizativa, eficiente en pocas de bonanza, se tornaba impotente en perodos de reflujo, recesin y aumento de la desocupacin. Como contrapartida, el caso francs, el cual, al mismo tiempo que registra una profundizacin en las organizaciones patronales, se desarrolla la unidad sindical y se fortalece su organizacin interna. De esta manera, a partir del Congreso de Montpellier (1902), la CGT pasa a nuclear solamente Federaciones Nacionales de Oficio, y realiza la fusin con las Bourses du Travail. Se transforma, paulatinamente, en una entidad unitaria que cubre todo la superficie francesa, con un desarrollo coherente y que va profundizando su efectividad y disciplina interna. Aunque discursivamente opuesta a las transacciones con la patronal, el aparato de la CGT se conforma como el instrumento perfecto para lograr que las medidas de fuerza, al menos, tengan un xito parcial.Cuadro I

Fuentes: Elaboracin propia en base a: Bs. As., Andreassi Cieri, Alejandro, La rebelin de los metecos, (para 1906), Boletn del Departamento Nacional del Trabajo (1907-1913); Francia: Direction Du Travail, Statistique des grves et recours conciliation, 1899-1914, (15 vols.; Pars, 1900-1915) en Stearns, Peter N., Employer Policy toward Labor Agitation in France, 1900-1914, en The Journal of Modern History, Vol. 40, N 4, Dec. 1968, pp. 474-500.La disputa en torno a los modos de insercin en la clase obreraEncontramos en el bienio 1906-1907 el momento en el cual tres tendencias diferentes del anarquismo social disputan sus modos concretos de construccin revolucionaria. Estas tres corrientes coexistirn en un debate sordo por varias dcadas, hasta que el estallido de la Revolucin Rusa vuelva a poner sobre el tapete la necesidad de coordinar esfuerzos a nivel internacional, y se marquen las nuevas lneas de quiebre: sntesis o plataforma.Si bien es posible trazar genealogas que conduzcan a estas ltimas opciones, descartamos la utilidad de tales trabajos. Creemos que estos intentos vienen preados de un peligroso simplismo, y que por tanto confunden ms de lo que aclaran. Ms all de que Dunois y Monatte en el Congreso de msterdam militen por la constitucin de una organizacin anarquista internacional en la cual prime la disciplina, eso no tiene que hacernos dejar de lado que en su pas concreto no se cristaliz ninguna experiencia regional concreta. Tampoco hay que perder de vista que el Bur Anarquista Internacional fundado en el mismo Congreso fracas por la ineptitud y la laxitud de los viejos militantes anarquistas preados de idealismo, pero tambin fue dejado morir por los franceses. Ms all de lo proletario y revolucionario de las intervenciones de Monatte y Dunois, no hay que olvidar que su propio espacio militante revolucionario fue el que, al permitir la renuncia de Griffuelhes, entreg en bandeja la central al inepto Niel y posteriormente apoy la designacin de Lon Jouhaux como Secretario General, que se eternizara por dcadas y conducira, sonriente, la central al reformismo. No negamos que sea importante estar en las instituciones de clase que se da el proletariado, acompaarlo de manera crtica en sus errores, pero no hay que dejar de ver que militantes de la talla de Monatte, Dunois, Griffuelhes y Pouget, del mismo modo que crearon un aparato magnfico para la lucha de clases, fueron los que permitieron que caiga en manos del reformismo, adems de que, ms all de sus exhortos a la organizacin del anarquismo internacional, no tomaron acciones para que se concrete en el territorio francs. Los tres momentos del bienio que queremos rescatar en el presente trabajo son el Congreso de Amiens (octubre de 1906), el Congreso de Fusin (Buenos Aires, marzo de 1907) y el Congreso de msterdam (agosto de 1907). En el primero los anarquistas dentro del sindicalismo revolucionario francs participan de la creacin e impulsan la Carta de Amiens, aunque con algunas reticencias por su contenido anti poltico. En el segundo, los anarquistas argentinos impiden la fusin con los sindicalistas revolucionarios, defendiendo la importancia de la finalidad ideolgica. Por ltimo, en msterdam, chocan los defensores de la Carta de Amiens con los exponentes mas reconocidos del anarquismo social, mientras la FORA es una convidada de piedra.Los militantes franceses y la Carta de AmiensYa hemos dicho que la Carta de Amiens es resultado de la amenaza que constitua, para el control de la CGT por los elementos antiparlamentarios, la fusin de los socialistas franceses realizada en 1905. El antiparlamentarismo de los obreros de la CGT no era unvoco, sino que ocultaba una amplia variedad de posiciones. La minora reformista consideraba que la tutela de la central obrera por parte del PS atentara contra la consecucin de mejoras por la lucha sindical, relegndolas a algn futuro momento en el cual el socialismo tuviera importancia parlamentaria. La direccin sindicalista revolucionaria, estaba dividida entre los elementos anarquistas que consideraban que la lucha era tanto con el Capital como contra el Estado y Griffuelhes, quien retena trazas de su blanquismo, pero ya sin la intencin de tomar el poder del Estado por medio de un golpe de Estado, sino reemplazndolo (en el momento adecuado) con el entramado libertario de la CGT. El efecto inmediato de la Carta de Amiens era impedir que los cuadros del partido socialista que no fueran pertenecientes a la central obrera, pudieran auxiliar a sus compaeros en las luchas internas de la central por el poder. En este sentido, eliminaba la posibilidad de que los intelectuales pequeos burgueses incidan de manera directa en la vida de la central, mientras que, los cuadros sindicalistas revolucionarios (y reformistas) tenan va libre. Es por ello que Pouget impuls la aprobacin de la Carta de Amiens, aun a pesar de las iniciales discrepancias de Paul Delasalle:A la primera lectura, Pouget tena la pluma, me encoleric sobre ese pasaje los partidos y las sectas; las sectas se refera a los anarcosindicalistas y, no s por qu, no me agradaba. Tuve al respecto una discusin con Griffuelhes y o todava a Pouget repetirme: Qu puede molestarte eso?.

Otro aspecto importante, se trata del autismo disfrazado de autosuficiencia que expresaba la corriente sindicalista revolucionaria con respecto a la teora revolucionaria. Mientras que Pelloutier impulsaba la produccin terica, y era el mismo un pensador original, Griffuelhes se ufanaba de audacia pragmtica y de su falta de formacin comentando que el slo lea a Alejandro Dumas. Dos figuras realzan como los propagandistas ms formados de la corriente sindicalista revolucionaria: Pouget y Alphonse Merrheim. Pero el primero, reconocido como una excelente pluma para el debate y la parodia, dejo una produccin muy efmera con respecto a lo constructivo. El segundo, en cambio, realiz un importante trabajo de investigacin sobre todo de su rama de actividad, la metalurgia. Pero ms all de anlisis fcticos y polticos, sus aportes a la teora revolucionaria son mnimos. En general, los dirigentes revolucionarios de la CGT se preocuparon por construir una mquina de lucha sindical por dems efectiva, pero no analizaron framente cual era el sentido de lo que estaban creando, cual era su estrategia de construccin en la cual esa acumulacin de fuerzas tuviera un sentido de cambio social. La ya sealada ceguera histrica con respecto a la sucesin de Griffuelhes y el posterior desmembramiento de la tendencia en los aos siguientes, demuestran una profunda incapacidad poltica para militar de manera coherente para recuperar la insercin perdida. Es importante rescatar que esta corriente de anarquistas franceses, en contraposicin con sus contemporneos ilegalistas e individualistas, realizaron un trabajo de insercin en su medio social en donde no slo militaron en organizaciones de masas, sino que las construyeron, expandieron y fortificaron. Tambin, por espacio de varios aos, lograron retener la direccin del movimiento, en contra de reformistas y socialistas, le imprimieron un carcter marcadamente clasista y lograron ser eficientes en la conquista de mejoras concretas. La dimensin e importancia que tuvo la CGT en la primera dcada del siglo XX solo poda compararse, aunque con menor nmero de afiliados, con la FORA y la futura CNT. De esta manera, los delegados franceses al congreso de msterdam llegaban con sobradas credenciales del valor de su construccin militante.El congreso de Fusin y la intransigencia anarquistaAnte la experiencia de los militantes franceses, la FORA se constituye como su opuesto ms palmario. En una mayor medida que los argumentos abstractos e idealistas de Malatesta o Goldman en el congreso de msterdam, la militancia concreta de los anarquistas argentinos no tiene puntos de encuentro con sus contrapartes de la CGT. Siendo el anarquismo argentino la direccin de la central obrera ms importante (aunque quedando fuera de su control gremios nodales como los maquinistas ferroviarios), en el Congreso de Fusin dej pasar la oportunidad de ser la direccin nica del movimiento obrero. La razn tras de ello resida en su nula voluntad por aceptar la existencia a su interna de cualquier disidencia en trminos ideolgicos. No es que creyeran que al aceptar en un congreso la finalidad comunista anrquica la corriente opositora renegara de su ideologa, sino que buscaban extirpar la discusin poltica sobre los principios a la interna de sus sindicatos. De la misma manera que la CGT en Amiens prohibi formalmente la intromisin de polticas socialistas y anarquistas en su seno, los anarquistas buscaron impedir el crecimiento de otras tendencias polticas a la interna. Pero, de la misma manera que la Carta de Amiens prohiba que elementos no obreros tuvieran incidencia en la poltica interna de los sindicatos, pero no por ello poda evitar que los obreros militaran en base a su ideologa, la adhesin al comunismo anrquico no tena real efecto para impedir que una tendencia no anarquista construyera a la interna de la FORA. Esto es lo que terminaron haciendo los sindicalistas revolucionarios cuando en 1914 decidieron disolver su central e ingresar en masa a la central anarquista. Un mero ao despus lograron imponer sus posiciones en el IXno Congreso y la finalidad comunista anrquica, como todos los idealismos, se disolvi ante la materialidad de la realidad creada en base a militancia concreta.En este Congreso se enfrentaron dos campos opuestos: la mayora de los foristas contra los sindicalistas revolucionarios, socialistas y una minora de anarquistas. Estos ltimos sostenan que la finalidad comunista anrquica era innecesaria, y que en la organizacin obrera tena que primar la unidad. La derrota fue importante, 62 votos contra 9, con 38 abstenciones. No es caer en un ejercicio contrafctico notar que, si de este congreso hubiera salido una nueva central, el sector anarquista contaba con suficientes votos como para imponer su hegemona en el renovado Comit Administrativo. El bloque conducido por los sindicalistas revolucionarios, llev un texto redactado en el espritu de la Carta de Amiens, que aseguraba la mayor libertad de pensamiento para los afiliados a las corporaciones gremiales, pudiendo cada cual, fuera de la organizacin, emplear los medios de lucha que estn de acuerdo con sus ideas filosficas o polticas.La contramocin, impulsada por Jaquet, no dejaba dudas de cmo vean la existencia de fracciones divergentes a la interna: Convencido de la finalidad a que han llegado los socilogos y pensadores modernos para conquistar la ms amplia libertad individual y colectiva, el congreso recomienda la propaganda del comunismo anrquico en el seno de todas las sociedades y la discusin de todas las ideas.

El fracaso del Congreso suscit artculos laudatorios por parte de los redactores de La Protesta (Gilimn, Ceccarelli) y crticas, resaltando entre ellas la realizada por Luigi Fabbri, que fuera republicada por el peridico sindicalista revolucionario, La Accin Socialista. A partir de este congreso, se inici una singular danza entre las centrales anarquista y sindicalista revolucionaria, donde compitieron entre si tanto para mostrar cual era ms revolucionaria como quin deseaba ms la fusin obrera. En este trajn, ambos buscaron acrecentar su influencia en la clase obrera, entendiendo lograr esto a expensas de la otra tendencia. El anarquismo, hasta 1910 logr retener el liderazgo, pero luego de la represin de mayo de ese ao, qued relegado a un segundo lugar.

En sntesis, la mayora de los militantes de la FORA optaron por ser la direccin de una central claramente enmarcada en el ideario anarquista, que en esa coyuntura era tambin la ms importante. Esto lo pudieron lograr, en parte, gracias al esquema imperante: sindicatos pequeos controlados por una minora muy activa, que en momentos adecuados podan acaudillar a los trabajadores de su oficio en pos de reivindicaciones concretas. Estas se lograban, como hemos visto, gracias a la combinacin de la fragmentacin del frente patronal, el crecimiento econmico y el bajo desempleo. Pero, ante circunstancias desfavorables, la fuerza de la FORA tenda a fragmentarse. 1906 fue el ltimo ao claramente exitoso para el modelo impulsado por esta central, a partir de entonces comenzaron los reveses. De esta manera, 1907 se transforma en un momento crucial de la insercin del anarquismo en este pas, la negativa a conformar la direccin mayoritaria de un movimiento obrero unificado se volvera un jaln ms que explica la posterior decadencia e insignificancia del polo libertario en la Argentina.El Congreso Anarquista de msterdam: una demostracin internacional de inoperanciaTras una lectura atenta de las actas del Congreso de msterdam, uno se siente tentado a creer que fue esta experiencia en particular la inspiracin que necesit Sbastien Faure para teorizar, unas dcadas despus, La Sntesis Anarquista. Tenemos en el Congreso, en aparente armona y en trabajo mancomunado, todas las variantes del anarquismo. El Congreso comienza con un largo y rido debate en base a la propuesta del holands Domela Nieuwenhuis de quitar del orden del da el asunto del antimilitarismo y asistir al Congreso Antimilitarista donde se tratar el tema en extensin. Luego de unas tres horas de debate se decide pasar a la orden del da. Este asunto engorroso provoc, al da siguiente, interrumpiendo el punto Anarquismo y organizacin, otra discusin sobre si el acto de votar es acorde a la prctica anarquista. Con respecto a ello, Monatte, de manera campechana sostuvo No logro comprender lo que haba de antianrquico, dicho de otro modo de autoritario, en nuestro escrutinio de ayer. Pero el siguiente orador, el holands Cornelissen, insiste con la versin ms liberal: El voto slo sera reprobable si obligase a la minora. No es as, y slo empleamos el voto como un medio fcil de determinar el poder respectivo de las diversas opiniones en presencia.El primer punto del orden del da, Sindicalismo y anarquismo, no pudo tratarse porque Turner, quin era el responsable del informe, no pudo llegar a tiempo al Congreso. Se pas al segundo, el antedicho Anarquismo y organizacin. El encargado del informe era Dunois, quin abog por la militancia dentro del movimiento obrero, en sus agrupaciones sindicales a la manera que lo realizaban los franceses en la CGT, pero tambin por la constitucin de una organizacin anarquista para poder superar la fragmentacin imperante:

Este movimiento anarquista nacer de nuestra accin comn, de nuestra accin concertada, coordinada. Intil decir que la organizacin anarquista no tendra la pretensin de unir a todos los elementos que se reclaman, a veces equivocadamente, de la idea de anarqua. Bastara que agrupase, alrededor de un programa de accin prctica, a todos los camaradas que acepten nuestros principios y estn deseosos de trabajar con nosotros.

Luego de este informe, se suscit el debate reseado sobre las votaciones. Recin a la tarde los oradores se pronunciaron sobre los postulados de Dunois. Varios miembros resaltaron la importancia de resguardar la libertad del individuo, entre ellos Goldman, quien sostuvo: slo aceptara la organizacin anarquista con una nica condicin: que est basada en el absoluto respeto de todas las iniciativas individuales y no pueda obstaculizar el juego ni la evolucin de stas. Comprobamos, con cierta satisfaccin, que al menos tres dcadas ms tarde, ante una argumentacin similar en el Congreso Fundacional de la Federacin Anarco Comunista Argentina, los concurrentes se esfuerzan en hacerle comprender que con una regla tan laxa ninguna organizacin es posible, finalmente se hace necesario llegar a la votacin donde su propuesta es derrotada abrumadoramente. El balance final de la presentacin de Dunois fue la constitucin del Bur Anarquista Internacional, pero de funciones muy acotadas y limitadas, plida imagen de las planteadas en el texto original:Los individuos, grupos y federaciones siguen siendo autnomos.

[] El Bur tiene como tarea crear archivos anarquistas internacionales accesibles a los camaradas.Por la inasistencia de Turner, Monatte hizo de informante sobre el punto Sindicalismo y anarquismo. Este militante realiz una extensa resea del desarrollo sindical francs, centrndose particularmente en la CGT, sus medios de lucha, su organizacin interna y la particular forma en la cual los anarquistas militan en su seno. Con respecto a esto ltimo, explic como es la militancia prctica bajo los efectos de la Carta de Amiens:Esta pretensin de la C.G.T., su rechazo de tratar con los partidos, le ha valido por parte de adversarios exasperados el calificativo de anarquista. No hay nada ms falso. La C.G.T., vasta agrupacin de sindicatos y de uniones obreras, no tiene doctrina oficial. Pero todas las doctrinas estn representadas ah y gozan de una tolerancia por igual. Hay en el comit confederal cierto nmero de anarquistas; se encuentran ah y colaboran con socialistas cuya gran mayora -conviene destacarlo- es tan hostil como los anarquistas a toda idea de entendimiento entre los sindicatos y el partido socialista.El debate sobre el informe de Monatte se difiri hasta el da siguiente a la tarde. La sesin de la maana se ocup, mayormente, en el repudio al accionar de individualista Croiset, que facilit a la prensa burguesa lo discutido en la sesin privada sobre la constitucin del Bur Internacional. La respuesta ms completa e interesante que recibi la ponencia de Monatte fue realizada por Malatesta. Este sostuvo que tanto la exposicin, como la misma doctrina sindicalista, pecaban de simplistas. Remarc que los sindicatos tienen una tendencia reformista que no se puede combatir impulsando la mera lucha por reivindicaciones inmediatas (a ello lo rotula como solidaridad econmica). La labor de los anarquistas en su seno es la creacin de solidaridad moral:Sin embargo, entre los proletarios, la solidaridad moral es posible, a falta de solidaridad econmica. Los obreros que se limitan a defender sus intereses corporativos, no la conocern, pero nacer en el momento en que una voluntad comn de transformacin social haya hecho de ellos hombres nuevos. La solidaridad, en la sociedad actual, slo puede ser el resultado de la comunin en el seno del mismo ideal. Ahora bien, corresponde a los anarquistas despertar en los sindicatos el ideal, orientndoles poco a poco hacia la revolucin social, -con el riesgo de perjudicar a estas ventajas inmediatas a las que hoy los vemos tan aficionados.Al mismo tiempo realiz una segunda crtica a los sindicalistas franceses: Regla general: el anarquista que acepta ser el cuadro permanente y asalariado de un sindicato est perdido para la propaganda, perdido para el anarquismo!. Conocemos al menos una excepcin a esta regla general, relacionada con la praxis de Malatesta. Durante su estada argentina, este militante fue convocado por Ettore Mattei para la confeccin de los estatutos de la Sociedad Cosmopolita de Resistencia y Colocacin de Obreros Panaderos. Esta sociedad y sus estatutos, que fueron tan importantes para el desarrollo del naciente proletariado argentino, tuvo a Mattei de secretario-gerente (remunerado) por 9 aos. Creemos que la crtica ante el carcter rentado de los sindicalistas franceses se deba ms a una consideracin tctica, que a un anlisis fro de la realidad. Lamentablemente, este tipo de reglas generales, lanzadas ligeramente por los dirigentes ms importantes del movimiento han calado hondo en el imaginario anarquista.La conclusin final de Malatesta es la siguiente:

Antao deploraba que los compaeros se aislasen del movimiento obrero. Hoy deploro que muchos de nosotros, cayendo en el exceso contrario, se dejan absorber por este mismo movimiento. Una vez ms, la organizacin obrera, la huelga, la huelga general, la accin directa, el boicot, el sabotaje y la misma insurreccin armada, no son ms que medios. La anarqua es el fin.Sintetizando, Malatesta consideraba que los anarquistas franceses, al integrarse al sindicalismo revolucionario amalgamado con la Carta de Amiens, han cado en el error de considerar que la accin reivindicativa del proletariado en si misma pavimenta el camino a la revolucin social, a la vez que se han dejado cooptar por sus asociados reformistas, perdiendo su independencia anarquista, al aceptar ser rentados y, de manera general, caen en la simplificacin de unificar uno de los medios posibles con el fin. Pero, en el terreno propositivo, Malatesta, no logr avanzar demasiado. Propuso, mayormente, continuar con las viejas prcticas: propaganda, accionar de a pie en las asociaciones obreras y, cuando se vislumbre el momento adecuado, armar los cuadros tcnico-militares para ayudar a la insurreccin popular revolucionaria.La encendida crtica de este veterano militante, desencaden una custica respuesta por parte de Monatte:

[La revolucin] ya no puede hacerse sobre el molde del Cuarenta y ocho. En cuanto al sindicalismo, si su prctica pudo, en ciertos pases engendrar errores y desviaciones, la experiencia est ah y nos impedir volver a caer. Si, en vez de criticar desde arriba los vicios pasados, presentes o incluso futuros del sindicalismo, los anarquistas se mezclasen ms ntimamente a su accin, los peligros que el sindicalismo puede encubrir, podran evitarse para siempre!.En general las discusiones muestran el estado fragmentario, disperso e incoherente de la prctica anarquista en los diferentes pases. Ms all de ciertas exhortaciones generales compartidas por todos (Revolucin Social, Anarqua, Libertad), no se encuentra unidad terica alguna. Y tampoco se avanz hacia su establecimiento. En ese sentido, el Congreso de msterdam se encuentra en las antpodas tanto de los congresos obreros como los de la Segunda Internacional. En vez del debate racional de posiciones argumentadas, nos encontramos con una virtual babel de sordos en donde cada uno esperaba su turno para expresar lo que piensa sin mucha relacin con los otros interlocutores. Es sintomtico de ello que, antes de votar las mociones sobre el tema discutido, el delegado de la FORA, Ceccarelli, pidi la palabra para hablar del movimiento obrero y anarquista argentino, la que fue concedida. En esta, el delegado relat de manera heroica el Congreso de Fusin que analizamos anteriormente y termin proponiendo una mocin para obstaculizar, en la medida de lo posible la inmigracin hacia la Argentina. Por ltimo, se votaron cuatro mociones sobre Sindicalismo y anarquismo, todas las cuales fueron aprobadas, aunque eran claramente contradictorias entre si. Se realiz esto para impedir que la opinin de la mayora sofocase o pareciera sofocar la de la minora. Es evidente que para la gran mayora de los congresales no era ni una prioridad, ni tampoco algo deseable, el avanzar en una mayor claridad terico-poltica y la subsiguiente unidad estratgica de accin. La propuesta inicial de Dunois, sobre una organizacin internacional de anarquistas, no habra podido encontrar peor auditorio.A modo de conclusinA travs de esta visin ms global, aunque sesgada al anlisis de dos casos concretos, llegamos a entender lo pattico del Congreso Anarquista Internacional de msterdam y sus jornadas de debate abstracto y metafsico, coronadas con la aprobacin de cuatro resoluciones contradictorias. Es patolgico que los anarquistas hayan encontrado tradicional rerse de los errores y equivocaciones de la Segunda Internacional socialdemcrata, mientras que no tuvieron verdaderas crticas profundas hacia la total inoperancia de uno de los pocos Congresos Internacionales que pudieron sustanciar. Es ante una clase similar de ineptitudes disfrazadas de prctica libertaria que reaccionaron los autores de la Plataforma. Suponer que la autonoma tctica de los grupos y regiones federadas llegue hasta el punto de realizar prcticas contradictorias, es llevar el ideal de Croiset al nivel internacional: Mi divisa es: Yo, yo, yo... y los dems despus. El modelo militante impulsado por los anarquistas franceses en el seno de la CGT era la antpoda del realizado por los argentinos en la FORA. Los sindicalistas revolucionarios argentinos rescataban la experiencia de la central francesa y militaban sus materiales, los anarquistas la criticaban. Habra que afinar mucho el lpiz para llegar a considerar que los condicionamientos materiales de las formaciones sociales argentina y francesa diferan en tal grado como para ameritar formas diametralmente opuestas de militancia obrera, y ese ejercicio tendra ms la apariencia de la autocompasin que del anlisis sincero de la realidad concreta. Pero antes que realizar tamaa tarea, las mentes perezosas suelen preferir encender el anarcmetro y verificar que la CGT francesa no tuvo nunca un pedigr tan puro como el de la FORA.Claramente se impona, como buscaban Dunois y Monatte en msterdam, la regimentacin del anarquismo internacional. No en el sentido de la Tercera Internacional y sus polticas nicas y globales, que no tomaban en consideracin la especificidad de cada formacin social. Pero, claramente, era necesario tener un marco de acuerdo mnimo sobre que era el anarquismo y como se militaba. Es en este sentido que se puede entender que la participacin de los franceses en msterdam prefiguraba la Plataforma. Tambin, se puede concluir, los sindicalistas revolucionarios argentinos vean las cosas de manera ms precisa que muchos de sus contemporneos: en el marco de alianzas importa slo la praxis poltica concreta, no el signo poltico bajo el cual esta pretende presentarse. Dunois y Monatte estaban en el Congreso Internacional equivocado, su prctica militante no se corresponda a la de los viejos anarquistas del siglo XIX o a la de los foristas argentinos. La tragedia de la hora fue que, en realidad, no haba ningn espacio internacional en donde pudieran coordinar la poltica ante las acuciantes necesidades del momento. Ya la Internacional Sindical impulsada por la Segunda Internacional le haba dejado claro a Griffuelhes que las definiciones polticas pertenecan al campo de los Partidos Socialistas. Con el Congreso de msterdam, la ineptitud palmaria que demostraron sus asistentes fue suficiente muestra que tampoco era ese el espacio para los militantes de la CGT. Es en otro aspecto, tambin, que se nos presenta pattico el Congreso de msterdam. Es evidente que se realiz demasiado tarde, y que los participantes llegaron con niveles de formacin y experiencia prctica muy dispares. Los 26 aos que lo separan del Congreso de Londres vieron el desarrollo de experiencias concretas particulares, que al construirse de manera relativamente solitarias evolucionaron de formas dispares. Solamente bajo un criterio idealista, que se quede en las apariencias y no indague en las prcticas, es posible considerar que los militantes franceses de la CGT estn emparentados con los de la FORA. Si bien ambas nacieron de un acuerdo entre diversas tendencias, la CGT recorri el camino de la unidad a ultranza, mientras que la FORA rpidamente se parapet en un hbrido entre organizacin especfica anarquista y central obrera. La socialdemocracia, gracias a su control de la Segunda Internacional, pudo superar la variedad de formas nacidas que nacieron del hiato entre su aparicin y la muerte de la AIT. Pero, aunque el Congreso de msterdam lleg demasiado tarde para poder unificar tradiciones de militancia con desarrollos muy dispares, su mayor defecto fue su falta de voluntad de superar esta fragmentacin. Tras la supuesta tolerancia por la opinin diferente, imper un criterio que redujo al Congreso a poco ms que una extensa y onerosa charla de caf entre amigos lejanos. Aunque una minora milit por aumentar el nivel de organicidad y disciplina del anarquismo, no pudo impedir que el Congreso se volviera un escenario bochornoso.En la introduccin de este artculo plantebamos que las teoras sobre el accionar anarquista en el proletariado que analizamos aqu, deban ser valoradas conforme a su doble incapacidad: 1) tanto para traducirse en revoluciones de hecho; como para 2) impedir la conquista de las direcciones sindicales por el reformismo y su programa de colaboracin de clases. Si bien tanto la FORA como la CGT sostenan que a travs de las conquistas inmediatas iban fogueando al proletariado para el da de la revolucin y fortaleciendo los sindicatos para poder pasar del gobierno de los hombres, al gobierno de la cosas, estas argumentaciones no pasaron de expresiones de deseo. Ninguna de las dos centrales pudo impulsar un proceso revolucionario, ni acciones de lucha que pusieran realmente en jaque las relaciones de produccin imperantes. A lo sumo lograron avanzar en formas incipientes de control obrero pero, alejadas de la situacin revolucionaria y de la construccin de instrumentos de contrapoder por el proletariado, estas no tuvieron efecto revolucionario alguno. De esta manera, aunque ambas organizaciones sostenan estar realizando una paciente obra revolucionaria, lo que realmente lograron fue organizar y fortalecer los organismos sindicales para ceder, de manera ms o menos agitada, su control al reformismo. Pero, como hemos dicho antes, es engaoso colocar el rtulo accionar reformista a las militancias que reseamos en este trabajo. Tanto el partido bolchevique como la CNT lograron construir contrapoder obrero a partir de la acumulacin realizada en la dialctica entre reivindicaciones inmediatas y poltica revolucionaria. El problema no recae, entonces, en las luchas parciales, sino en la incapacidad de los militantes revolucionarios a la interna de estos organismos para poder establecerse una poltica comn, un programa revolucionario y orquestar una militancia coordinada. Tanto la CGT como la FORA carecan de una estructura orgnica que contuviera a sus militantes revolucionarios y les permitiera desarrollar su poltica de manera coherente. Los modos de militancia laxos, aunados con el desprecio por la produccin terica (ms pronunciado en la CGT, aunque la FORA careci de produccin terica con alguna vocacin revolucionaria hasta, siendo generosos, la dcada del 20 con Abad de Santilln y Lpez Arango) y la total falta de un programa revolucionario que superara la vaguedad de la acumulacin de fuerzas a la espera de que llegue un supuesto momento determinado, fueron las razones por las cuales ambos organismos fueron a tientas en la oscuridad hasta que pasaron el relevo a los reformistas.En este sentido, lo trgico del Congreso de msterdam se hace evidente cuando, al hacer un ejercicio contrafctico, vemos que en 1907 tanto la FORA como la CGT eran las direcciones del movimiento obrero en sus respectivos pases, estaban hegemonizadas a su interna por militantes anarquistas, y contaban con valiosos meses antes de sufrir sus respectivas hecatombes. Si en msterdam se hubiera realizado un anlisis serio de la realidad, si se hubieran superado los infantilismos de tnica liberal con respecto a las mayoras y minoras, si se hubiera procedido a delimitar que es el anarquismo y como se milita, si se hubiera procedido a armar una coordinacin internacional seria, es posible que el desarrollo histrico hubiera sido diferente. Pero, en tanto en msterdam se prioriz la libertad individual y las discusiones metafsicas, se dejaron a su destino y a su inercia los diversos movimientos nacionales. En el caso de Argentina y Francia, ambas derrotas resultaron en el descrdito profundo del polo libertario a la interna de la clase obrera. Dielo Truda, Plataforma organizativa para una Unin General de Anarquistas, 1926, disponible en www.fondationbesnard.com

Zaragoza, Gonzalo, Anarquismo argentino (1876-1902), Madrid, Ediciones de la Torre, 1996, pp. 109-113.

La Segunda Internacional proyectaba, en sus comienzos, ser continuadora de la Primera, la Asociacin Internacional de Trabajadores (AIT). Pero, en la bsqueda de los socialistas por librarse de la presencia fsica de la minora anarquista, terminaron en transformarla en la Internacional Socialista, separando de la misma tanto a los cratas como los representantes sindicales.

Para una historia de la Segunda Internacional y el desarrollo de los diversos partidos socialistas nacionales remitimos al clsico estudio, Cole, G. D. H., Historia del pensamiento socialista. La Segunda Internacional, 1889-1914, FCE, Mxico, 1959 (tomo 3), 1960 (tomo 4).

No solamente limitadas a la colocacin de los obreros, sino tambin a seguros de accidente de trabajo y enfermedad. Algunas impulsaban proyectos educativos, tanto de materia tcnica como sobre temas generales.

Dollans, douard, Historia del movimiento obrero, II 1871-1920, Eudeba, Bs. As., 1961.

De 1894 a 1902, fecha de su muerte.

Julliard, Jacques, La charte dAmiens, cent ans aprs. Texte, contexte, interprtations, en Mil Neuf Cent, N 24, 2006, pp. 5-40.

Dollans, op. cit., pp. 41-47.

Skirda, Alexandre, Facing the Enemy. A History of Anarchist Organization from Proudhon to May 1968, AK Press, Cambridge, 2002, p. 68. George Fontenis caracteriza a la CGT, de manera arriesgada, como en cierta medida un partido obrero libertario al mismo tiempo que una organizacin sindical, Fontenis, George, Changer le monde. Histoire du mouvement communiste libertaire, 1945-1997, Alternative Libertaire, s/l, 2010, p. 25.

Van der Linden, Marcel, Thorpe, Wayne, Auge y decadencia del sindicalismo revolucionario, en Historia Social, N 12, (Winter, 1992), pp. 3-30.

Julliard, op. cit., p. 13.

Confdration Gnrale du Travail, XVe Congrs National Corporatif (IXe de la Confdration) et Confrence des Bourses du Travail. Tenus Amiens du 8 au 16 Octobre 1906, Amiens, Imprimerie du Progrs de la Somme, 1907, pp. 135-136.

Julliard, op. cit., p. 9.

CUARTA SESIN. Martes 27 de agosto - Sesin de la maana. Actas del Congreso Anarquista de msterdam, disponibles en http://www.antorcha.net/biblioteca_virtual/historia/amsterdam . Se trata de una traduccin realizada sobre la reedicin del original: Anarchisme & Syndicalisme: Le Congrs Anarchiste International dAmsterdam, 1907, Nautilus/Du Monde Libertaire, 1997.

Ansaldi, Waldo, Notas sobre la formacin de la burguesa argentina, 1780-1880, en Florescano, Enrique (coordinador), Orgenes y desarrollo de la burguesa en Amrica Latina, 1700-1955, Editorial Nueva Imagen, Mxico-Caracas-Bs. As., 1985, pp. 515-583.

Sobre Alberto Ghiraldo vese, Daz, Hernn, Alberto Ghiraldo: Anarquismo y cultura, CEAL, Bs. As., 1991. Sobre los anarquistas pro fusin vese, Manuli, Martn, Unidos o divididos? Los anarquistas en los Congresos de Fusin (Argentina, 1907-1910), ponencia en las IX Jornadas Nacionales, Baha Blanca, 2010, y Hacia la unidad de la clase obrera: el entendimiento anarquista-sindicalista revolucionario (Argentina, 1910-1915), ponencia en las XIII Jornadas Interescuelas, Departamentos de Historia, 2011, Catamarca.

Para un estudio concreto de los postulados tericos del Sindicalismo Revolucionario argentino, vese Belkin, Alejandro, Claves discursivas del temprano sindicalismo revolucionario argentino en Belkin, Estudios sobre el sindicalismo revolucionario, UBA - FFyL, 2009.

La F.O.R.A. y el movimiento obrero, dos tomos, CEAL, Bs. As., 1985, p. 74.

El manifiesto en Abad de Santilln, Diego, La FORA. Ideologa y trayectoria del movimiento obrero revolucionario en la Argentina, Libros de Anarres, Bs. As., 2005, pp. 160-163.

Lese, entre sindicatos que agrupaban a los mismos obreros, y que se reducan, de manera muy simplista, a acusaciones recprocas de sociedad amarilla/patronal.

Gilimn, Eduardo, Hechos y comentarios y otros escritos. El anarquismo en Buenos Aires (1890-1915), Anarres/Terramar, Bs. As., 2012, pp. 71-73.

Gilimn, Lucha de clases, en La Protesta, 12/2/1907.

Lpez Arango, Emilio, El prejuicio unitarista, Abad de Santilln, Menos anarquistas que Marx, en Lpez, Antonio, La FORA en el movimiento obrero, Tupac Ediciones, Bs. As., 1998.

Bloch, Marc, Un corte a travs de la historia comparada, en La sociedad feudal. Las clases y el gobierno de los hombres, Uteha, Mxico, 1958.

En ese ao el 18 % es exitosa, el 42% fracasa y solo el 4% se resuelve por negociacin, pero las magnitudes son 6.277, 2.216 y 5.644 respectivamente.

Stearns, Peter N., Employer Policy toward Labor Agitation in France, 1900-1914, en The Journal of Modern History, Vol. 40, N 4, Dec. 1968, pp. 474-500

Skirda, op. cit., pp. 80-111, Fontenis, op. cit., pp. 24-31.

Dollans, op. cit., 125.

Dollans, op. cit., p. 117.

Marotta, Sebastin, El movimiento sindical argentino. Su gnesis y su desarrollo. 1857-1907, Ediciones Lacio, Bs. As., 1960, p. 297.

Marotta, ibid., p. 298.

CUARTA SESIN. Martes 27 de agosto - Sesin de la maana, Actas, op. cit.

CUARTA SESIN. Martes 27 de agosto - Sesin de la maana, Actas, ibid.

CUARTA SESIN. Martes 27 de agosto - Sesin de la maana, Actas, ibid.

QUINTA SESIN. Martes 27 de agosto - Sesin de la tarde, Actas, ibid.

Lpez Trujillo, Fernando, Vidas en rojo y negro. Una historia del Anarquismo en la Dcada Infame, Letra libre, La Plata, 2005, p. 128.

OCTAVA SESIN. Mircoles 28 de agosto - Sesin de la tarde, Actas, op. cit.

NOVENA SESIN. Mircoles 28 de agosto - Sesin de la noche, Actas, op. cit.

UNDCIMA SESIN. Jueves 29 de agosto - Sesin de la tarde, Actas, op. cit.

Zaragoza, op. cit., pp. 96-98.

UNDCIMA SESIN. Jueves 29 de agosto - Sesin de la tarde, Actas, op. cit.

UNDCIMA SESIN. Jueves 29 de agosto - Sesin de la tarde, Actas, ibid.

DECIMOTERCERA SESIN. Viernes 30 de agosto - Sesin de la maana, Actas, op. cit.

QUINTA SESIN. Martes 27 de agosto - Sesin de la tarde, Actas, op. cit.

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