41
La formación de la vanguardia literaria en Venezuela : (antecedentes y documentos) / Nelson Osorio Capítulo sexto La formación de la vanguardia y la revista válvula 6.1. La aparición de «Elite»: 1925 El año 1925 marca -en el plano estadístico- el ingreso de Venezuela a la economía petrolera. Ese año es también en lo cultural un año de cambios. En el anterior, aparte de la edición de Áspero de Arráiz, se había publicado también Ifigenia de Teresa de la Parra, obra de gran importancia en el remozamiento de la prosa narrativa; en 1925 se publican La Trepadora de R. Gallegos y La torre de Timón, de José Antonio Ramos Sucre. Este último libro -en que se refunden y ordenan los textos de dos libros anteriores con nuevos materiales-, aunque de lectura lenta y difícil, es una de las obras poéticas más interesantes del decenio. Han de pasar muchos años desde entonces para que se pueda intentar una aproximación integradora de la obra de Ramos Sucre en el ámbito poético nacional, años en los que «el solitario de la torre de timón», como lo llamara Fernando Paz Castillo, aparece como una figura aislada y apenas si conocida por algunos entusiastas. Ese mismo año también se funda una revista que poco a poco irá convirtiéndose en tribuna de expresión y punto de encuentro de los espíritus renovadores y poetas de la vanguardia. Se trata de la revista Elite, cuyo primer número es del 17 de septiembre de 1925. No era, en verdad, una revista literaria, pero sin embargo tuvo en las letras nacionales una significación mayor que otras que sí lo fueron. Como apunta Juan Liscano, Elite no pretendía ser una revista cultural, sino más bien un

La Formación de La Vanguardia Literaria en Venezuela

Embed Size (px)

Citation preview

Page 1: La Formación de La Vanguardia Literaria en Venezuela

La formación de la vanguardia literaria en Venezuela : (antecedentes y

documentos) / Nelson Osorio 

Capítulo sexto

La formación de la vanguardia y la revista válvula

6.1. La aparición de «Elite»: 1925

     El año 1925 marca -en el plano estadístico- el ingreso de Venezuela a la economía petrolera. Ese año es también en lo cultural un año de cambios. En el anterior, aparte de la edición de Áspero de Arráiz, se había publicado también Ifigenia de Teresa de la Parra, obra de gran importancia en el remozamiento de la prosa narrativa; en 1925 se publican La Trepadora de R. Gallegos y La torre de Timón, de José Antonio Ramos Sucre. Este último libro -en que se refunden y ordenan los textos de dos libros anteriores con nuevos materiales-, aunque de lectura lenta y difícil, es una de las obras poéticas más interesantes del decenio. Han de pasar muchos años desde entonces para que se pueda intentar una aproximación integradora de la obra de Ramos Sucre en el ámbito poético nacional, años en los que «el solitario de la torre de timón», como lo llamara Fernando Paz Castillo, aparece como una figura aislada y apenas si conocida por algunos entusiastas.

     Ese mismo año también se funda una revista que poco a poco irá convirtiéndose en tribuna de expresión y punto de encuentro de los espíritus renovadores y poetas de la vanguardia. Se trata de la revista Elite, cuyo primer número es del 17 de septiembre de 1925. No era, en verdad, una revista literaria, pero sin embargo tuvo en las letras nacionales una significación mayor que otras que sí lo fueron. Como apunta Juan Liscano,

                Elite no pretendía ser una revista cultural, sino más bien un magazine de lectura fácil y secciones populares. Pero con el correr del tiempo, aglutinó a gentes de letras de distinta filiación en la que terminó predominando escritores y dibujantes de las avanzadas estéticas. La historia de la vanguardia de la década del [144] 20 al 30 está unida profundamente a la existencia de Elite, a la hidalguía de Carrasquel y Valverde y a la bonhomía de Juan de Guruceaga (223).

     El carácter de vocero ex aequo de los vanguardistas que poco a poco adquiere Elite, se acentúa a partir del número 66 (28 de diciembre de 1926), cuando Juan de Guruceaga pasa a ser propietario y Director.

     Ya en su primer número incorpora colaboraciones de Jacinto Fombona Pachano («Quizás por eso», poema) y Fernando Paz Castillo («La brisa del

Page 2: La Formación de La Vanguardia Literaria en Venezuela

norte», poema). Este último pasará a ocuparse, a partir del Nº 3, de una sección permanente de comentarios de libros bajo el título de «Bibliografías». El primero de estos comentarios lo dedica precisamente al libro de José Antonio[145] Ramos Sucre La torre de Timón, de aparición reciente. En este artículo -donde apunta con mucha agudeza algunas notas fundamentales para la comprensión del mundo poético interno de la obra- se llama la atención defensivamente sobre la dificultad de esta poesía: «¿Es un deber del escritor que todo el mundo lo entienda?» -se pregunta-; «Creo sinceramente que no», agrega. Como en aquella nota de 1923 de Julio Garmendia sobre la poesía de Arráiz, hay aquí también conciencia de enfrentarse a un código poético ruptural, que, por lo tanto, demanda un esfuerzo desautomatizador de los hábitos de lectura. La última frase del artículo insiste en esta petición de principios: «El arte no se ha hecho para los que no quieren tomarse el trabajo de entender»(224).

     En este mismo tercer número aparece también la primera colaboración de Arturo Uslar Pietri (un relato titulado «El monje»), con lo cual se inicia la participación cada vez más abundante de la nueva promoción juvenil que va diseñando la vanguardia: Uslar Pietri, Joaquín Gabaldón Márquez, Felipe Antonio Massiani, Rómulo Betancourt, Miguel Otero Silva, Ángel Miguel Queremel, Pío Tamayo, Carlos Eduardo Frías, Nelson Himiob, Francisco de Rossón, etc. Estos jóvenes escritores encuentran en la revista un territorio de enlace con los de la promoción inmediatamente anterior: Fernando Paz Castillo, José Antonio Ramos Sucre, Antonio Arráiz, Pedro José Sotillo, Jacinto Fombona Pachano, Enrique Bernardo Núñez, etc., nombres ya conocidos Y con los que desarrollan una fraternal colaboración.

     El examen de los primeros trabajos de estos escritores jóvenes revela las vacilaciones propias de la edad y del medio poco propicio a innovaciones. No es raro, por eso, encontrar más audacia y apertura en algunos textos de «los del 18» que en los de Uslar Pietri, Otero Silva o Joaquín Gabaldón Márquez de ese tiempo. Es importante a este respecto, detenerse en un breve texto de José Antonio Ramos Sucre, que bien pudiera ser considerado -pese a su condición de trabajo individual- como equivalente a un verdadero «Manifiesto» vanguardista, de ésos a que tan proclives fueron los grupos de los años 20 en otros países del continente. Se trata de «Granizada», una página agresiva y llena de ácido humor crítico, anticonformista y antiburgués, que se publica en el numero 4 de Elite, y que se articula como una serie de aforismos que en cierto modo recuerda la manera de los surrealistas franceses:

                El bien es el mal menor.

La vida es un despilfarro.

........................................

Vivir es morirse.

Dios se ensaña con los pobres.

................................................

Page 3: La Formación de La Vanguardia Literaria en Venezuela

Las reputaciones impedirían el progreso si no existieran los murmuradores.

El calificativo de sobresaliente aplicado a los escolares: etiqueta de borregos, presea de insignificantes, ruido de anónimos.

......................................................................................................

El derecho y el arte son una enmienda del hombre a la realidad.

......................................................................................................

Los modales sirven para disimular la mala educación.

La urbanidad consiste en el buen humor.

La timidez es de buen tono.

La aristocracia de nacimiento es una autosugestión. Por eso, nadie cree en el linaje de otro.

Los apellidos ilustres son patentes de corso. [146]

La democracia es la aristocracia de la capacidad. La sociedad aprovecha con los grandes hombres menos de lo que pierde con la calamidad de sus descendientes.

El dinero no sirve sino para comprar.

Los burgueses se caracterizan por el miedo de aparecer como burgueses.

Los intrigantes acostumbran una laboriosidad ostentosa.

El trabajo es un ejercicio devoto que sirve a los desvalidos paro ganar el reino de los cielos.

La gramática sirve para justificar las sinrazones del lenguaje.

Las palabras se dividen en expresivas e inexpresivas.

No hay palabras castizas.

Un idioma es el universo traducido a ese idioma.

Es buen escritor el que usa expresiones insustituibles.

Los escritores se dividen en aburridos y amenos.

Los primeros reciben también el nombre de clásicos.

....................................................................................

El concubinato merece bien de la República. Ha acelerado la fusión de las razas venezolanas.

.......................................................................................................................

La familia es una escuela de egoísmo antropófago.

El matrimonio es un estado zoológico.

El matrimonio es el camino por el cual dos personas llegan más fácilmente a odiarse y a despreciarse.

El matrimonio: azotes y galeras.

Enamorarse es una falta de amor propio.

Un hombre se casa cuando no tiene otra cosa de qué ocuparse.

Page 4: La Formación de La Vanguardia Literaria en Venezuela

Marido y mujer: cómplices!

La humanidad es una reata de monos.

Los hombres se dividen en mentales y sementales.

Las mujeres se dividen en bellas y feas.

Las mujeres son botín de guerra. [147]

Gedeón se toma el trabajo de enamorar a la mujer con quien se casa.

Gedeón quiere a su esposa.

Los clérigos abominan la mujer, agente de la naturaleza herética.

Las señoras son los alguaciles de la burguesía dogmática y panzuda (225).

     Creemos importante llamar la atención sobre este texto, por cuanto puede considerarse el primer documento en Venezuela en el que se manifiesta en forma directa una actitud contestaria y renovadora. Mariátegui veía el espíritu revolucionario del arte nuevo «en el repudio, en el desahucio, en la befa del absoluto burgués» (226). Desde esta perspectiva, no puede negarse que nos encontramos aquí con un texto preñado del espíritu de la vanguardia, expresión de una actitud agresivamente crítica y plena de irónico rechazo al «absoluto burgués».

     No se trata -conviene decirlo- de considerar al conjunto de la obra de Ramos Sucre como vanguardista; sobre todo si se piensa en los modelos canónicos de la vanguardia, no lo es. Su producción pertenece más bien a un conjunto aún poco estudiado de obras que reaccionan contra el modernismo de un modo distinto al de los mundonovistas o vanguardistas, conjunto que forma un verdadero ámbito discernible y peculiar, dentro del cual tienen articulación coherente ciertas obras como la de Rafael Arévalo Martínez, Clemente Palma, el grupo de «Los Diez» de Chile, los «Colónida» de Perú, «Piedra y Cielo» de Colombia y otros. La renovación poética antimodernista tiene muchos matices y a menudo la obra de un mismo autor participa de esta heterogeneidad que resiste la manía taxonómica de la crítica profesoral. Probablemente una realcomprensión de la obra de Ramos Sucre en el conjunto de la producción poética de los años 20 sólo pueda realizarse cuando se logre más plenamente rediseñar el conjunto complejo y contradictorio de la literatura hispanoamericana de ese período. Dentro del esquema historiográfico tradicional sólo tiene cabida como una singularidad extraña.

     En todo caso, «Granizada» es un texto que tiene valor propio dentro de la renovación vanguardista del continente, y como tal una significación [148] e importancia pionera como registro e índice de la sensibilidad nueva que va cristalizando en Venezuela a mediados de los años 20.

6.2. «Elite», «Seremos» y los primeros pronunciamientos vanguardistas

Page 5: La Formación de La Vanguardia Literaria en Venezuela

     Está por hacerse un estudio de la contribución que significó la revista Elite a la formación de la vanguardia literaria en Venezuela. Deteniéndonos sólo en los números iniciales, podemos ver la presencia de un aire nuevo, abierto a las corrientes renovadoras y consciente de estar en esta apertura no siempre comprendida. Sobre esto último es decidor el artículo publicado en el número 12 de la revista, escrito por Jacinto Fombona Pachano y titulado «Algunas críticas». Hay en él una respuesta y un cuestionamiento dirigidos a aquéllos que se aferran al Modernismo en el modelo de Darío, sin comprender que también Darío en su tiempo fue un renovador, y como tal fue atacado por los mismos «miopes inevitables» que hoy atacan a los que quieren hacer un arte nuevo:

                Un vigoroso escritor suramericano ha dicho de los versos hechos a la manera de Darío, que pertenecen al pasatismo y con tal expresión ha querido significar este número de vanguardia en la decantada revolución del arte nuevo, todo el vastísimo campo con que hoy puede contar un poeta o un escritor para desarrollar su modo y su personalidad, fuera de la escuela o, mejor, la manera peculiarísima de Darío. Dice pasatismo como pudiera decir clasicismo algo que por destacado, grande y puro, pertenece a él solo, (...) y clásicos serán también un día estos poetas de ahora que buscan alejarse cada vez más del llamado pasatismo, siempre que la obra sincera y audaz cristalice, no importa en qué forma ni en qué molde, en belleza imperecedera y desnuda.

Al modernismo se le llama hoy pasatismo. Es, pues, no pertenecer a su época, no vivir en su tiempo, quien de pronto aparezca asombrándose de la revolución rubendariana (227).

     Ya se habla aquí abiertamente de «vanguardia», como para precisar una tendencia dentro de la formulación más general de «arte nuevo». [149] Y se habla también de pasatismo -término puesto en circulación por los Futuristas-, adjudicando ese carácter concretamente al Modernismo. Y es evidente que no se trata sólo de proclamar el derecho a la existencia (más bien coexistencia) del arte nuevo, sino de postular su legitimidad excluyente con respecto al arte del pasado, al Modernismo.

     En ese mismo número publica también Fernando Paz Castillo, en su sección «Bibliografía», un extenso comentario al libro de Guillermo de Torre Literaturas de vanguardia. Dado el hecho de ser un libro de muy reciente aparición (228), podemos considerarlo una prueba más del interés y espíritu alerta que mantenían los colaboradores de Elite. El comentario se inicia señalando que se trata de un estudio del movimiento literario moderno,

                movimiento que ya, puede decirse, ha franqueado el terreno del ensayo y del snobismo, y (...) ha alcanzado plenitud en los expresionistas germanos y en los cubistas franceses.

     Hace hincapié en el carácter universal de este movimiento y su vinculación histórica en el período de postguerra:

Page 6: La Formación de La Vanguardia Literaria en Venezuela

                ... hay que advertir que lo que se llama poesía nueva no es el capricho de un grupo de escritores ni la manifestación restringida de tal o cual país, sino un movimiento universal, vigorosa expresión de un estado de alma cosmopolita, en el cual no ha tenido poca parte la Guerra (...)

... puede afirmarse que las literaturas de vanguardia nacen del estupor de la guerra (...)

     Y señala las principales características comunes de los vanguardistas:

                ... ultraístas españoles, cubistas franceses, futuristas italianos, expresionistas germanos, imaginistas anglosajones y tantos otros, a pesar de la diversidad de climas y la diferencia de costumbres, concuerdan en muchos puntos: todos buscan la economía de tiempo, la simplicidad y la simultaneidad; tres cosas, puede afirmarse, que forman la base del arte contemporáneo (229). [150]

     Más que un comentario neutral este artículo es una defensa de la literatura de vanguardia y casi una declaración de principios. Conviene, por otra parte, señalar que, simultáneamente se reproduce en la revista Cultura Venezolana un capítulo tomado del mismo libro de Guillermo de Torre bajo el título de «El nuevo espíritu cosmopolita» (230).

     Junto a estas declaraciones de divulgación y defensa del espíritu del arte nuevo, en las que asomaban de vez en cuando algunos dardos que apuntan contra el espíritu pasatista, se empieza también a difundir la obra de autores mayores o coetáneos que servían de apoyo a la nueva sensibilidad. Hay un hermoso artículo de Pedro Sotillo sobre el colombiano Luis Carlos López (1883-1950), quien sin ser un vanguardista representa un elemento de ruptura contra el aristocratismo formal de los Modernistas. En él dice que «a muchas gentes se les hace imposible aceptar la estética revolucionaria y áspera de Luis Carlos López», pero «lo cierto es que este ciudadano ha dado mucho que hacer y que ha influido grandemente en casi todos los jóvenes intelectuales de Hispanoamérica» (231).

     También hay el saludo a grupos similares, como la nota en que se comunica la labor del grupo «Seremos» de Maracaibo, que dirigen Héctor Cuenca y Fernando de Rossón, sobre el que se anuncia que «tiene un programa entusiasta, pleno de amplios anhelos de solidaridad intelectual hispano-americana, y está adscrito a las tendencias renovadoras de la cultura universal»(232).

     Los seremistas -como se llaman a sí mismos- ilustran en el extremo noroccidental del país el brote generalizado de la renovación y la vanguardia. Impulsados por Fernando de Rossón (de origen español, que luego abandona la poesía por la docencia científica) y por Valmore Rodríguez, y luego con el apoyo de Héctor Cuenca que bautiza el Grupo, [151] los jóvenes escritores e intelectuales zulianos fundan a mediados de 1925 una agrupación que ha de jugar un importantísimo papel en la transformación de la cultura nacional: el Grupo «Seremos». Aunque no se pueda hablar de un grupo homogéneamente adscrito a la renovación y la vanguardia, no es menos cierto que en su seno había espíritus

Page 7: La Formación de La Vanguardia Literaria en Venezuela

radicalmente rebeldes, como Jesús Enrique Lossada (1895-1948), quien se declaraba «enemigo personal de Nuestro Señor Jesucristo»(233) y a quien un coterráneo sindica como «propulsor de ideas y de corrientes negativas que lo situaban en un plano de ateísmo» (234); o Valmore Rodríguez (1900-1955), «periodista y pensador violento de corte socialista», según el mismo autor (p. 71).

     Pese a la heterogeneidad de su composición, el grupo se convirtió en un fermento de posiciones renovadoras y avanzadas, no sólo en el terreno del arte y la literatura sino también en la toma de posiciones frente a la realidad social y política del país, lo que desemboca en una abierta participación en las luchas contra el gomecismo, sobre todo en el año 28. Héctor Cuenca, su primer presidente, recuerda así este grupo:

                No era una juventud homogénea, con una rasante de cultura que pudiera nivelarlos a todos. Mas una voluntad inquebrantable nos agrupaba. Teníamos un firme propósito de aprender, un afán de obra nueva, una rebeldía sin temores y, sobre todo, un grande amor de América. Pero sin haber logrado mayores resultados, perseguidos por la dictadura política que sufría Venezuela, todos fuimos a parar a la cárcel y el grupo hubo de perecer por disgregación inevitable (235).

  La importancia del Grupo «Seremos» -sobre el cual, al parecer, aún no se ha hecho un estudio sistemático- estriba fundamentalmente, desde el punto de vista histórico, en que aparece como el primer grupo organizado que se plantea abierta y colectivamente el problema de la renovación artística, vinculándola además a los problemas sociales y políticos del momento. Por otra parte, buscan asumir conscientemente la dimensión hispanoamericana que asume la renovación juvenil. El Boletín [152] del Grupo, que lleva el mismo nombre, tiene como lema: «Por los ideales de Patria, de Arte y de Justicia. Por el acercamiento espiritual de América. Por la integridad del pensamiento joven» (236).

     Este afán americanista y de integración del pensamiento joven se puede apreciar en el carácter de algunas de sus actividades, tal como aparecen reseñadas en la citada crónica de Elite en 1927:

                En el primer año de labores el Programa se redujo a preparar para el buen fruto el terreno intelectual de cada quien. Y a este fin se organizaron lecturas dominicales de sus miembros (...) Después se instalaron las lecturas de autores extranjeros, especialmente hispanoamericanos, debiendo llevar el lector, además, su comentario sobre el autor leído. Los grandes nombres americanos suenan ahora familiares a todos los de «Seremos»: Lugones, Amengino (sic: ¿Ameghino?), Neruda, Mistral, Ibarbourou, Agustini, Sabat Ercasty, Ipuche, Guillén, Jorge Luis Borges, etc(237).

     En cuanto a su espíritu y actitud, puede servir de ilustración contemporánea el poema que Manuel Noriega Trigo dedica a sus compañeros de Grupo; se titula «Los Poetas Seremos».

Page 8: La Formación de La Vanguardia Literaria en Venezuela

                            

Somos los más fornidos, somos los más audaces,

los que damos el grito nuevo y hondo

.....................................................................  [153]

Vamos al porvenir con las alas abiertas

y en los ojos vencida la fatiga del viaje,

pero la hiperestesia de todas las auroras

le da a nuestra zozobra más calor y más fuerzas

y así se nos aniña el aliento de inquietud.

 

Unos nos llaman locos, otros nos dan aplausos

y a todo indiferentes marchamos por la ruta

que más se nos antoje

quemadas las entrañas de un hálito divino.

.......................................................................

Tenemos fe en nosotros, ciframos nuestro anhelo en ascender, pero llevando en alto

nuestra bandera, fuerte de orgullo y redención;

y el día en que lleguemos al pico de la cumbre

haremos canje de nuestros cantos robustos

con la más bella música de las estrellas puras (238).

     Este breve examen de la actividad del Grupo «Seremos» de Maracaibo no sólo nos muestra la envergadura nacional que va adquiriendo el espíritu renovador y de vanguardia sino que por la fecha de su fundación nos permite considerar, en términos generales, el año de 1925 como el momento de apertura de las nuevas posibilidades de una renovación artística con claras vinculaciones vanguardistas (239). Puede considerarse ese año como un hito cronológico que

Page 9: La Formación de La Vanguardia Literaria en Venezuela

marca el paso hacia una afirmación activa de las nuevas corrientes y el momento de ingreso a la escena literaria del país de la promoción más nueva de escritores, aquellos justamente que tres años más tarde publicarán válvula y animarán las polémicas sobre el vanguardismo.

6.3. Muestra de la literatura vanguardista: 1926

     Hacia 1925, si exceptuamos algunos casos como el de «Granizada» de Ramos Sucre, todavía la vanguardia no pasa de ser una preocupación más bien teórica dentro de las letras venezolanas; pero ya en el año siguiente comienzan a producirse textos propios en los que asoman [154] los perfiles agresivos de la nueva estética. Con motivo de la tradicional celebración de carnaval, habitual pretexto para cometer poemas y relatos alusivos, se publica un nada tradicional texto de Ángel Miguel Queremel:

                              En el café. De madrugada,

y solo.

Cuelgan de los espejos,

como racimos,

las luces;

y hay olores súbitos

de campiña fragante

en el aire turbio,

infecto;

son invisibles arco-iris

que nadie ve.

 

Estoy como terriblemente

manchado de negro;

Page 10: La Formación de La Vanguardia Literaria en Venezuela

me siento

las manos oscuras,

los ojos borrosos...

 

Me he dejado

yo mismo

no sé dónde

olvidado,

perdido...

Solo, solo, solo!

Mi cansancio

tiene una red

en el aire espeso:

y me pongo a cazar

reflejos

y arco-iris

cambiantes

de la mañana que no dejan

entrar aquí

intencionadamente.

 

Salgo. Fuera,

la noche todavía;

Page 11: La Formación de La Vanguardia Literaria en Venezuela

y voy carnavalescamente

inconsciente

con mis colorines

como Pierrot,

y Arlequín,

y Colombina...  [155]

Todos en uno

y solo, solo todavía (240).

     El verso libre, una de las imposiciones más defendidas por los vanguardistas, empieza a ser cada vez más la forma de expresión de los jóvenes poetas, aunque muchos aún se apegan a la poesía estrófica, medida y rimada. Los primeros poemas de Miguel Otero Silva que presenta Fernando Paz Castillo en Elite del mes de enero, por ejemplo, siguen predominantemente dicha pauta, pero temáticamente se orientan hacia elementos simples y un lenguaje despojado de retórica:

                              El Guaire va arrastrándose raquítico

susurrando su quejido levemente

y con su triste languidez de tísico

procura,

cual si lo avergonzase su figura

hundirse bajo el arco de los puentes.

     En la presentación que hace Paz Castillo dice que «estos versos hechos por un muchacho de diecisiete años son, sin duda, augurios de un buen poeta moderno. En ellos hay elementos de poesía nueva, quiero decir de esta poesía que se hace hoy, pues es cosa sabida que en arte no hay nuevo ni viejo, sino sencillamente malo o bueno, y lo bueno está por encima de lo relativo del tiempo y la moda» (241).

     Es evidente que hay conciencia de que -como dice en esta misma nota Paz Castillo- «la poesía atraviesa un período de transición; casi puede afirmarse que no hay tendencia fija; de allí que los nuevos poetas se encuentren como

Page 12: La Formación de La Vanguardia Literaria en Venezuela

desorientados». Pero también es evidente que se fortalece un espíritu de búsqueda que se va alejando de los modos tradicionales y dominantes de hacer poesía. Si, como él mismo apunta, «ayer bastaba parecerse a Darío para ser buen poeta (...), hoy no sólo es inaceptable este procedimiento, sino que es delito que un poeta se parezca a otro».

     Un desprolijo espigamiento en Elite de ese año nos arroja una interesante muestra de textos narrativos y líricos que permiten ya determinar un conjunto literario de evidente filiación vanguardista. [156]

     En el mes de mayo, Francisco de Rossón, uno de los animadores del grupo zuliano «Seremos» publica «El poema del 60 H.P.», en el que la organización estrófica rimada se tensa violentamente al impulso de la audacia metafórica:

                              La calle se desenrrolla del temor del mediodía

como una blanca polea a toda velocidad,

mientras el sol clava duro su caliente algarabía

con una avidez de flecha temblorosa de agonía

sobre el sembrado de casas que semeja la ciudad.

 

El automóvil desboca su velocidad idiota,

la fila de casas pasa temblorosa y desigual

y por la seudo ventana de detrás de la capota

el polvo pone la niebla de su carcajada rota

y la torre pasa altiva en su orgullo vertical.

 

El ruido se hace amigo de nuestra loca carrera,

calles perpendiculares pinchan nuestra trayectoria

hasta salir al gran llano de la franca carretera,

y el caliente y plano hocico de la parte delantera

Page 13: La Formación de La Vanguardia Literaria en Venezuela

husmea un rastro de esencia tras una pista ilusoria.

 

Lanza la carrocería su grito desajustado,

el motor jadea un poco en su respiro animal

y el volante tranquiliza su zig-zag desorientado.

Detén un poco la marcha, mecánico; pon cuidado

que allá lejos se divisa la amenaza del final.

 

Por fin los caballos toman un buen galope reacio;

sienten las ruedas la zarpa del freno dominador,

y paramos. Hay un corto silencio de sol y espacio.

Voy a escribir un poema... y después me iré despacio,

que andando voy más tranquilo y filosofo mejor (242).

     Otro texto, probablemente uno de los más audaces en la línea vanguardista de su autor, es el poema «Veinte y dos fut-boleros...» de Antonio Arráiz, publicado en el mes de julio:

                              Veinte y dos fut-boleros en tierra venezolana.

Cruza el aire la pierna, la certera balística.

Glisa el sol en la rápida distensión de los músculos.

Como dardo, se aguza la mirada instantánea.

Corre. Choca. Se irgue. Acumula dinámica.

Bajo el galope firme se estremece la tierra... [157]

Veinte y dos fut-boleros en tierra venezolana,

llenos de vida nueva, transidos de juventud,

Page 14: La Formación de La Vanguardia Literaria en Venezuela

pergeñando palabras urgidas de porvenir.

 

Largo rato resuena la tierra. Se dijera

que la conturba el júbilo ruboroso

de una madre que siente en las entrañas un hijo...

Ritmos de fuerza moderna modula la América hispana.

Canta un cálido soplo pagano en el trópico.

 

Tienen los movimientos la gravedad de un ritual

que se fuese cumpliendo honda y serenamente.

 

Con los anchos pulmones que exhaustan la atmósfera,

con los tórax cuadrados, con los rostros risueños,

con la vida pletórica, pura, sencilla y fuerte,

veinte y dos fut-boleros en tierra venezolana,

vamos plasmando patria (243).

     Aunque en un tono distinto, no deja de estar vinculado también a esta renovación lírica -a la que aporta, además de su adscripción versolibrista, un punto de anti-imperialismo indirecto- el breve poema de Víctor José Cedillo «Plática», publicado en el mes de junio:

                              Lo primero, mi vida, no levantar la voz:

Aquel para quien rezas,

ya sabe las palabras que vas a pronunciar!...

 

Page 15: La Formación de La Vanguardia Literaria en Venezuela

Yo quiero la plegaria

que traduzca la música

sin ruido de tus sueños!...

 

y si todos mañana

rezamos en inglés,

que los hombres no sepan que te duelen las alas... (244) [158]

     También Uslar Pietri incursiona en la lírica y aporta al desmontaje de la temática retorizada del Modernismo con dos poemas «La lombriz de tierra» («eres un hilo que se anuda / en los dos hilos de cualquier mirada»), publicado en el número 39 (5 de junio de 1926), y «El grillo», que aparece en el número siguiente:

                              Grillo: fanfarria del campo,

mínima trompa lírica

que desde el hueco de los pastos

tiritas.

 

Músico bohemio,

que arrancas una ruda balada

a un motivo de viento

o a un motivo de agua.

 

Sólo Dios sabe

por qué en tu ritmo lato,

áspero y discordante

Page 16: La Formación de La Vanguardia Literaria en Venezuela

sorprendemos, acaso,

como un remedo suave

de la pausada música serena

que Pitágoras oía en las estrellas (245).

     Pero también la narrativa empieza a mostrar textos de audacia inusitada. En agosto de 1926 se publica en Elite un curioso relato, firmado por Juan Montañés (evidentemente un seudónimo), que se titula «Caperucita encarnada» (246). El relato es una versión desenfadada y burlona del cuento de Perrault, con una Caperucita que «usaba un adorable sombrerito de fieltro, chiquirritico, sin ala, sin adornos, casi un prosaico sombrero de hombre, pero muy mono y petulante». El final corresponde al tono general del relato, ya que

                ... cuando Caperucita entró y con un solo golpe de vista se dio cuenta de que el perverso lobo era el que se encontraba en la cama y fingía la voz de la abuela llamándola para que le diera un beso, la chicuela se metió rápidamente la mano entre el corpiño, y extrayendo de allí una pintoresca browning, descargó sobre el indefenso animal las siete balas que guardaba el mortífero bibelot. [159]

     Por ese tiempo también Miguel Otero Silva publica un relato muy suelto y lleno de humor titulado «La fuga», una historia que transcurre entre las piezas de ajedrez, enmarcada por el juego entre dos hermanos (247). También Felipe Antonio Massiani da a conocer un relato (dedicado a Miguel Otero Silva) titulado «Rompe-cabezas». Se inicia con un llamado al lector para que «construya usted mismo su cuento», para lo cual «le daré un rompe-cabezas con los tacos A, B, C, etc., hasta el taco K». El cuento no termina, porque después del taco H el «autor» se queda dormido (248).

     Otro aporte importante sin duda es el de Carlos Eduardo Frías, cuyo primer cuento, «Canícula», es presentado por Arturo Uslar Pietri (249).

     Logrados o no, los relatos mencionados tienen una fisonomía distinta: el lenguaje es cortado, quebrado a veces; el fraseo breve, la imagen novedosa. La anécdota pierde importancia o se interioriza. O bien se distancia, a menudo con ironía crítica. Todos estos aspectos, de una u otra manera, con mayor o menor fortuna van diseñando una nueva prosa narrativa que se alimenta de la renovación vanguardista.

6.4. Dos revistas estudiantiles: «Oriflama» y «La Universidad»

Page 17: La Formación de La Vanguardia Literaria en Venezuela

     Por razones fácilmente comprensibles la renovación vanguardista interesa y atrae principalmente a las promociones juveniles, es decir, a los que a mediados del decenio tenían entre 15 y 25 años aproximadamente. Esta juventud representa, como antes se ha visto, una nueva actitud, un nuevo modo de situarse frente a la realidad social, política y cultural del país, no tanto por el hecho de ser jóvenes sino porque los cambios experimentados por el país hacían insuficientes los sistemas de ideas y valores que habían venido funcionando hasta entonces. [160]

     La búsqueda vanguardista, por lo tanto, no es sino expresión en el terreno literario de una disconformidad más general y abarcadora. Esta misma actitud hace que busquen agruparse de diversos modos y poco a poco diferenciarse de los que representan las ideas establecidas (250). Se fundan grupos literarios, asociaciones y revistas. En Caracas se reconstruye la Federación de Estudiantes (FEV), en Ciudad Bolívar se forma -con anterioridad- el Centro de Estudiantes, otro Centro Estudiantil se crea en Barcelona, etc. Esta necesidad de organizarse no surge tanto como expresión de una conciencia política, sino que más bien parece obedecer a un impulso confuso de vinculación, de intercambio de inquietudes, de diálogo igualitario. En el diálogo y el encuentro se fortalece y afina, sin embargo, la vaga inquietud que los motiva y poco a poco el espíritu de disconformidad, heterodoxia y rebeldía, se va fortaleciendo en conciencia crítica.

     Solamente a título de ejemplo podemos mencionar un caso interesante y poco conocido: el de los estudiantes de bachillerato de Ciudad Bolívar, que entre 1926 y 1928 publican la revista Oriflama (251). El primer número de esta publicación lleva fecha de mayo de 1926. Alcanza 24 números y se cierra en abril de 1928. Oriflama, en sus primeras entregas no se distingue mayormente de otras publicaciones en las que se acoge la heterogénea actividad cultural de una capital de provincia; pero interesa especialmente porque sus animadores y responsables no se empinan más allá de los 16 o 17 años. Sin embargo, poco a poco, va adquiriendo una fisonomía cada vez más acentuadamente heterodoxa con respecto a los valores oficiales dominantes. Llama la atención, por ejemplo, para esos años, el que en toda la colección de la revista no se encuentre sino una nota de saludo al «Benemérito General Gómez», y ésta es una muy breve en las páginas de Crónica Social (252). Llama la atención también [161] la constante preocupación americanista y antimperialista que se advierte sobre todo en la selección de artículos extranjeros (Vasconcelos, Gabriela Mistral, etc.). En los ejemplares del año 27 especialmente, se puede notar la clara intención de proponer una lectura entre líneas en muchos artículos, como las apenas veladas alusiones al momento que aparecen en la conferencia de H. Meinhard (h) titulada «Libertad» (253) o cuando en marzo del año 28 -inmediatamente después de los sucesos de la Semana del Estudiante en Caracas- el editorial de la revista es reemplazado por un soneto de Rubén Darío («Suprema Ley») que es un himno a la rebelión de los oprimidos para conquistar la libertad.

     En el terreno estrictamente literario, Oriflama no se vincula mayormente a la vanguardia. La mayor parte de los textos de los jóvenes estudiantes están dentro

Page 18: La Formación de La Vanguardia Literaria en Venezuela

de la retórica lírica tradicional. Sin embargo, un par de poemas de Héctor Guillermo Villalobos rompen, por lo menos parcialmente, con esta línea. En uno de ellos «El cardón», figuran un par de versos que serían muy del gusto de la nueva estética: «El cardón es un verso alejandrino / que se prolonga de melancolía»; otro, «El poema de los días», es un poema que sí está próximo a la nueva sensibilidad vanguardista:

                              El bostezo del lunes se prolonga en lamento

La gente que se acuesta con dolor de cabeza...

El martes es un rítmico camello soñoliento (254).

     Más que vanguardista en el terreno de la renovación artística (255), Oriflamafue expresión de las inquietudes espirituales de los jóvenes [162] que buscaban romper con la rígida chatura del sistema impuesto por la dictadura. Avanzada ideológica que no logra desplegar todo su alcance con el cierre forzoso de 1928, es, como señala Manuel Alfredo Rodríguez, abundante en rasgos heterodoxos, que son una muestra de inconformidad y búsqueda. Esta misma heterodoxia hace que sean mal vistos tanto por el Obispo de Guayana, Mons. Miguel Antonio Mejía, como por las autoridades del Estado. Esto culmina cuando en abril de 1928, en clara alusión a los sucesos de la Semana del Estudiante y el levantamiento del 7 de abril, se publica un editorial de Juan Alberto Gambús, a la sazón director de Oriflama, titulado «El eterno anhelo». Otros artículos de la revista (fundamentalmente reproducciones de textos de autores nacionales y extranjeros) hacen entre líneas una clara profesión de fe antidictatorial y anticonservadora. Este número, cuenta Rafael Pineda,

                no llega a circular ese viernes más allá de la esquina. Sus redactores acordaron pegarle un lacito negro en la portada, y que cada quien lo interprete como quiera, si es que no lo ve como adhesión del Centro de Estudiantes de Ciudad Bolívar a los sucesos estudiantiles de Caracas. (...) En la próxima esquina, los estudiantes que vendían la revista fueron rodeados por la policía (256).

     Otra de las publicaciones estudiantiles de esos años es el órgano de la Federación de Estudiantes de Venezuela titulado La Universidad. El primer número se edita en el mes de junio de 1927, y aunque se anuncia que «circula mensualmente» el siguiente aparece en septiembre y el tercero en noviembre(257). La dirige Rafael A. Vegas y ofrece 4 selecciones: Literatura (Carlos Eduardo Frías), Ciencias Médicas (Manuel [163] A. Sánchez Carvajal), Ciencias Políticas (Joaquín Gabaldón Márquez) y Ciencias Físicas y Matemáticas (José Martorano Battisti).

     La Universidad es inequívocamente una publicación crítica y cuestionadora. Con todas sus letras informa de la celebración del Primer Congreso

Page 19: La Formación de La Vanguardia Literaria en Venezuela

Antimperialista en Bruselas (258), por ejemplo, y cuando se hace un «Homenaje de la Federación de Estudiantes a Manuel Díaz Rodríguez» (recientemente fallecido), Jacinto Fombona Pachano («poeta de vanguardia», dice la presentación) lo define agresivamente -y exageradamente- como «un socialista caudillo del arte», porque «utilizaste la belleza con dinámico magisterio social y además creíste que era preciso administrarla de manera socialista» (259).

     Como redactor de Literatura, Carlos Eduardo Frías acoge los poemas y relatos de los vanguardistas (sean o no estudiantes) y la revista presenta una clara fisonomía crítica y renovadora. Tanto es así que el estudiante Antonio Planchart Burguillos, que envía una colaboración poética, cree necesario antecederla de una carta en la que señala que no «quisiera (que estos versos) figurasen junto a las poesías de vanguardia de nuestros compañeros, esas anómalas producciones descoyuntadas, asimétricas, arrítmicas y pletóricas de savias misteriosas y traidoras» (260).

     La revista La Universidad es un excelente documento que permite establecer que, por lo menos a nivel estudiantil universitario, en el año 27 existía un fuerte fermento crítico y un sólido espíritu de renovación y cuestionamiento, abierto a los nuevos horizontes de todo el mundo.

     Los ejemplos de estas dos revistas pueden servir para ilustrar la tesis antes planteada, acerca de ser la vanguardia literaria sólo expresión en el plano literario de un fenómeno más amplio, que se vincula a una crisis en las estructuras políticas, sociales y culturales, crisis que es percibida más intensa y dolorosamente por los sectores juveniles y los trabajadores, que serán los grandes animadores de los sucesos del 28. [164]

6.5. Ascenso de la vanguardia y reacciones en contra

     Hacia 1927 el término «vanguardista» ya no sólo se había incorporado al lenguaje periodístico, sino que los escritores jóvenes, con mayor o menor propiedad, reclamaban para sí el nombre como distintivo generacional. En ese tiempo se publican en diversas revistas venezolanas textos de escritores extranjeros -especialmente europeos- que contribuyen a una difusión más amplia de la vanguardia artística como movimiento internacional. En Cultura Venezolana, por ejemplo, se da a conocer un fragmento de un poema de Marinetti de 1911, coincidiendo con la presencia del Futurista italiano en Buenos Aires (261); Elite reproduce textos de Gómez de la Serna y de Apollinaire (262). También allí se traduce el artículo de Francisco Contreras, publicado originalmente en el Mercure de France, «Ricardo Güiraldes y la literatura de vanguardia» (263).

     A comienzos de ese mismo año se publica también uno de los más agresivos artículos en defensa del Futurismo. En el número inaugural de la revista Índicede

Page 20: La Formación de La Vanguardia Literaria en Venezuela

Maracaibo, bajo el encabezado de «Pensadores de Vanguardia», Arturo Uslar Pietri publica su artículo «El Futurismo», que es una violenta y apologética defensa de las ideas de Marinetti, al que considera atacado por «el panzudo burgués». En él se adscribe a la tesis marinetiana de que «la guerra es la única higiene del mundo», puesto que «la lucha es el más poderoso medio de selección porque ella conserva los mejores y los más aptos y hace desaparecer los inútiles y los rezagados: parásitos de la humanidad»; arremete contra el amor («cantinela de inferiores») y contra la mujer («órgano complementario») y augura que en el futuro

                la máquina, la máquina que es bella con sus crestas de fuego, que gime, que ruge, que corta los aires con su vuelo, que pone a vibrar el ambiente con la inevitable voltereta de su brazo giratorio [165] en la hélice, la inconcebible máquina de mañana, bella y perfecta sobre toda virtud, ha de llenar el vacío de la mujer en el arte y en el mundo (264).

     Por otra parte, la producción literaria de los vanguardistas empieza también a tener presencia oficial. Carlos Eduardo Frías, con su cuento «La quema», gana el concurso del semanario Fantoches; la revista Cultura Venezolana publica una antología de «Poetas venezolanos de vanguardia» (265); los periódicos acogen poemas de los vanguardistas; en fin, aparte de Elite y de La Universidad, ese año diversas publicaciones comienzan a dar cabida a la nueva literatura, y las expresiones «vanguardia» y «vanguardista» pasan a adquirir vigencia polémica en el medio literario del país.

     Ese mismo año de 1927 se publican también dos libros renovadores en la narrativa: La Tienda de Muñecos, de Julio Garmendia, a la sazón en Francia, y Esta es mi sangre, de Aníbal Mestre Fuenmayor, del Grupo «Seremos» de Maracaibo (266). El primero de ellos, sin ser propiamente una obra vanguardista, en el sentido polémico del término, es una pieza clave en la renovación de la prosa narrativa venezolana y se inscribe dentro del proceso de ruptura y búsqueda que en esos años fertiliza la prosa del continente (267). El libro de Mestre Fuenmayor, aunque de mayor agresividad explícita y mayor conciencia ruptural, no [166] logra resolverse artísticamente de un modo acorde con su proyecto. Para muestra, se abre con una provocación directa:

                Con un lápiz rojo vaya usted manchando todo lo malo que encuentre en este libro. Si deja algo entre líneas no se lo diga a nadie (268).

     Este proceso emergente de la renovación vanguardista no deja de producir sus efectos en el otro bando. Los espíritus más conservadores en materia artística reaccionan agriamente, aunque predomine en su crítica el tono burlonamente irónico. El semanario Fantoches, dirigido por Leoncio Martínez (Leo), acoge entusiastamente en sus páginas satíricas los artículos y parodias de los anti-

Page 21: La Formación de La Vanguardia Literaria en Venezuela

vanguardistas. Uno de ellos, firmado por Pastor Ollarves, parece ser una indirecta contestación al antes citado artículo de Uslar Pietri sobre el Futurismo:

                Cabe preguntarse qué será de la literatura dentro de dos, tres siglos... o cuatro, o echen ustedes los siglos que quieran. Porque como ustedes habrán oído decir, la renovación se impone y nadie se conformará, ni nuestros nietos creo que sean tan tontos para conformarse con el sonsonete de los viejos ritmos cansados y de las normas «decrépitas».

     Señala luego que el Futurismo no ha logrado imponerse, pero «al menos ha contribuido a que la poesía se desligue del concepto neo-clásico y vuele hacia regiones inexploradas»; sostiene que «la literatura es de esencia puramente conservadora. Ella está en riña abierta con el progreso. El maquinismo le hace daño, porque ella requiere tiempo, vagar, pereza». Y termina:

                Y en resumen, esto no está del todo mal. Por mi parte, si yo fuera poeta, le haría una oda a cuanto chorro de petróleo salta en el Zulia... (269)

     Pero con el paso de los meses los artículos se van haciendo más agresivos. A fines de año, precisamente, un extenso artículo de Manuel [167] Pereira Machado resume en cierto modo esta reacción de que hemos hablado. Haciendo una sutil alusión a su prisión (acababa de pasar siete años en las cárceles de Gómez) el autor dice que debido a su retiro y alejamiento del mundo de las letras

                no había podido darme cuenta de los extremos a que ha llegado la revolución que los Alberto Hidalgo, los Silva Valdez y los Llorens Torres han concitado en nuestra juventud intelectual, Todos los escritores noveles quieren seguir sus huellas, y el vanguardismo nos ha caído encima como una locura epidémica... Por todas partes oigo a los jóvenes literatos: «¡Yo soy vanguardista!» y no conociendo la acepción literaria de la palabreja, me decidí, confesando paladinamente mi ignorancia, a preguntar a un amigo el sentido esotérico del vocablo. - «Oh! El vanguardismo es la suprema expresión de la literatura del día! El dernier cri de la poesía en Suramérica...!» (270).

     A este artículo sigue casi inmediatamente otro firmado por Lord Goring, quien utiliza para su ataque la propia trinchera de los vanguardistas, la revista Elite. Mediante el recurso de la parodia de versos se burla de la nueva escuela,

                ese nuevo movimiento literario llamado vanguardismo, mediante el cual van a resultar poetas hasta los limpiabotas. (...) Con reunir varias palabras y escribirlas en renglones unos debajo de otros, como se escriben los versos, está hecho el poema, no requiere más que el cuidado de poner las palabras en renglones y los renglones unos debajo de otros (271).

Page 22: La Formación de La Vanguardia Literaria en Venezuela

     Sin necesidad de detenernos en un recuento más prolijo, creemos que es factible sostener que el año 1927 puede considerarse el año en que termina el proceso previo de cristalización del espíritu de vanguardia [168] en literatura y en el que se inicia ya la división polémica que caracteriza en todas partes su existencia.

     Por eso, cuando a fines de ese año Jacinto Fombona Pachano hace su discurso de graduación en verso (¡en verso libre!) ya no se trata sólo de un hecho vanguardista en lo literario, sino que por su contenido lo es también en lo político, y su gesto, rompiendo la tradición formal de los actos académicos, es en propiedad de términos un gesto típicamente vanguardista.

     El próximo paso de este proceso es casi una consecuencia inevitable del impulso adquirido: la publicación de una revista propia. Esa será la revista válvula.

6.6. «Válvula» y la culminación de un proceso

     El 5 de enero de 1928 sale a circulación el primer y único número de la revista válvula (escrita así, con minúsculas). Su portada (hecha por Rafael Rivero) es un diseño semicubista y se anuncia como un mensuario. 29 colaboradores reúnen en sus páginas los nombres de los más conocidos activistas de la vanguardia, junto a otros que, sin serlo propiamente, ven con simpatía el movimiento juvenil y renovador que estos representan. Como publicación de ruptura, válvula declara no tener Director ni propietario y ser «el vehículo de la intelectualidad joven de Venezuela». Apenas se permite señalar a Nelson Himiob como el «comisario para la administración». Después del Sumario del contenido -que para orientar a los confusos se presenta como «Plano»- irrumpe con una pieza de La Redacción que es un verdadero Manifiesto de la Vanguardia literaria venezolana:

                SOMOS un puñado de hombres jóvenes con fe, con esperanza y sin caridad. Nos juzgamos llamados al cumplimiento de un tremendo deber, insinuado e impuesto por nosotros mismos, el de renovar y crear. La razón de nuestra obra la dará el tiempo.

     En los puntos fundamentales del «Editorial-manifiesto» resuenan los mismos planteamientos que, de una u otra manera, postulan los vanguardistas de los demás países del continente: [169]

     1. Rechazo a la adscripción a escuelas: «No nos hallamos clasificados en escuelas, ni rótulos literarios, ni permitiremos que se nos haga tal...».

Page 23: La Formación de La Vanguardia Literaria en Venezuela

     2. Conciencia de contemporaneidad universal: «... somos de nuestro tiempo y el ritmo del corazón del mundo nos dará la pauta».

     3. Defensa del arte nuevo: «... venimos a reivindicar el verdadero concepto del arte nuevo, ya bastante maltratado de fariseos y desfigurado de caricaturas sin talento».

     4. Concepción del arte nuevo como sugerencia: «El único concepto capaz de abarcar todas las finalidades de los módulos novísimos, literarios, pictóricos o musicales, el único, repetimos, es el de la sugerencia» (...) «Nuestra finalidad global ya está dicha: SUGERIR... ».

     5. Radicalización de actitudes: «Abominamos todos los medios tonos, todas las discreciones, sólo creemos en la eficacia del silencio o del grito. válvula es la espita de la máquina por donde escapará el gas de las explosiones del arte futuro».

     Estos planteamientos programáticos son complementados en algunos de los textos breves que se publican en las últimas páginas de la revista, bajo el título general de «Colofón». Uno de ellos, subtitulado «Forma y vanguardia» es una aclaración contra malos entendidos:

                Entre el público profano se ha hecho general la creencia de que la vanguardia es un movimiento sólo de formas exteriores (...) La vanguardia, más quizás que ningún otro movimiento ha tenido que apelar a la forma, para llevar al público en una manera tangible la convicción de que lo que se propone es renovar. De allí la causa del uso de minúsculas, de la supresión de la puntuación rancia, sustituida por otros signos o por espacios en blanco, de la neotipografía caprichosa que impusieron los caligramas de Apollinaire y las páginas a varios colores de Marinetti, un color para cada emoción, la escritura vertical, etc. pero ello es sólo un medio por el cual la vanguardia significa su ruptura con el pasado, y en modo alguno encierra la totalidad de su credo. Él es puramente ideológico, y así no debe extrañar que ella se despoje de estos malabarismos formales y exteriores una vez que su idea haya sido comprendida. Entre su forma y su idea hay la misma distancia que entre el culto externo y la idea de Dios. [170]

     Como puede apreciarse, los planteamientos de la vanguardia literaria venezolana la muestran como partícipe del mismo espíritu que alienta en la renovación vanguardista del continente, por lo que hay que comprenderla necesariamente como parte del movimiento renovador de la vanguardia internacional.

     A estos dos textos programáticos directos se puede añadir otro de gran interés, tanto por el espíritu crítico que muestra como por provenir de un escritor que dobla en edad a la mayoría de los colaboradores de la revista. Se trata del «Auto de Fe» de Leopoldo Landaeta (1880? - 1947), donde éste se propone «explicarles (a los jóvenes) mi idea de la reacción que se espera del espíritu nuevo y de la nueva

Page 24: La Formación de La Vanguardia Literaria en Venezuela

sensibilidad, aunque gruñan todos los Lugones escalonados desde el Guaire hasta el Plata».

     El artículo de Landaeta ilustra el aspecto crítico de rechazo al pasado que es consustancial a todos los movimientos vanguardistas de la época; y aunque asume la forma de un mensaje dirigido a los jóvenes, no por eso deja de cumplir la función señalada:

                El pasado no les ofrece sino retórica: declamaciones y perifollos de una literatura artificiosa, ajena a la realidad venezolana,

acusa Landaeta, y enjuicia violentamente a su propia generación, oponiéndole los valores de la más reciente:

                Nosotros, intelectuales de la generación que les precede, nos atiborramos de whisky y de retórica, porque los «maestros» paladean ese néctar y esa ambrosía; ustedes, mejor iniciados, van al juego de pelota, devoran el espacio, oyen la vibración del mundo, y, erguidas las antenas espirituales, profesan un cosmopolitismo en que lo doméstico, lo criollo, se confunden con la armonía del universo.

Señala entre los méritos de los jóvenes el que

                le han torcido en definitiva el cuello al pavorreal de la elocuencia, con ese verso que renuncia a la métrica y a la rima, que es como haber repudiado el ripio, la declamación.

Y los llama a emprender acciones trascendentes:

                La acción de ustedes ha de dirigirse a fines humanos; de otro modo sería superflua la fundación de una revista para publicar versuchos y abalorios literarios con propósitos intelectualistas, [171]

puesto que, como debe ser concebido,

                el poeta nada tiene de afín con el juglar, con el bohemio, con el virtuoso del verso, que dicen su trova por una limosna de pan, por una limosna de vino o por una limosna de aplauso.

     En estos tres textos (el editorial, la nota sobre «Forma y Vanguardia» y el «Auto de Fe» de Landaeta) se puede encontrar sintetizado el sistema programático explícito de los vanguardistas venezolanos del 28.

Page 25: La Formación de La Vanguardia Literaria en Venezuela

     Sin embargo, como ocurría a menudo en los grupos vanguardistas del continente, también en el caso de válvula las declaraciones programáticas tienen un radicalismo que supera en mucho las realizaciones concretas que se ofrecen como ilustración de las ideas. Un somero examen de los textos literarios que se publican en la revista puede evidenciar esta situación.

     Si descontamos el «Auto de Fe» de Leopoldo Landaeta -que pertenece, como ya se dijo, a una promoción muy anterior-, los colaboradores propiamente literarios de este número son 27, la mayor parte con un solo texto. En el material publicado, la lírica domina en forma absoluta: 7 relatos, 2 prosas líricas y todo lo demás poesía en verso. En cuanto a su factura y filiación, hay textos decididamente tradicionales, como «La revelación», relato anecdótico y criollista de Rafael José Cayama; otros que buscan formas nuevas sin lograr desprenderse de los códigos poéticos del Modernismo, como el poema de Israel Peña «Los caminos» (Cf. «senos ubérrimos», «cantos dóricos», «entrañas de basalto», etc.).

     Desde el punto de vista del nivel artístico, destaca entre lo más logrado la colaboración de dos poetas del 18: de Fernando Paz Castillo «La mujer que no vimos», que pasará a integrar posteriormente su libro La voz de los cuatro vientos (1931), y de Pedro Sotillo «Los venezolanitos», poema que se convierte en una especie de símbolo identificatorio para los jóvenes del 28.

     En los textos líricos, dentro de su disparidad se encuentra un elemento común, que además es propio de la renovación vanguardista: el empleo del verso libre. Todos son versolibristas, así canten al llanero (Julio Morales Lara) o al automóvil Ford (Hernando Chaparro Albarracín). Pero no van mucho más allá las audacias de conjunto. Esta apenas [172] si se puede espigar en alguna imagen («los mástiles de los rascacielos / hacen cosquillas a los astros»: Pedro Rivero) o en cierta especie de «greguería» («el sol / propaganda de Dios»: Antonio Clavo) o en la supresión de mayúsculas (en «vástago» de josé salazardomínguez, sic).

     Donde se puede encontrar mayor manifestación rebelde es en la alusión libertaria y en la afirmación americanista de algunos poemas, como «Bronce» de Miguel Otero Silva, «México» de Rolando Anzola («caballo rojo de rizada crin,/ a galope tendido/ con la cara hacia el sol/ sin volverla hacia atrás»), «Yo soy América» de Luis Castro («Yo soy el indio, el blanco, el negro,/ Yo./ yo soy América», «Responso» de Agustín Silva Díaz (con su alusión a 'Yankilandia') y, por supuesto, «Los venezolanitos», de Pedro Sotillo:

                              Hay muchos que no comprenden

qué tienes tú que hacer

con aquellos otros hombres.

Los que tenían miedo de atizar

Page 26: La Formación de La Vanguardia Literaria en Venezuela

la hoguera del sol.

Los que cantaban el Himno Nacional.

 

Venezolanito valiente! Látigo en mano

te volverás contra lo que no deba estar

en tu presente,

y lo arrearás hacia el pasado,

con gritos y latigazos victoriosos (272).

     Entre los textos en prosa narrativa destaca el titulado «vástago», de José Salazar Domínguez (1902-1966). En él, además de las irreverencias ortográficas, se busca simbolizar el alejamiento de la rutina dominante que se proponen los jóvenes, para fundar una nueva vida, del mismo modo como se aleja una sección de la tribu del cuento, para fundar una ciudad en lo alto de la montaña. [173]

     Considerada en su conjunto, válvula entrega una imagen bastante ilustrativa de las características, aportes y limitaciones de la vanguardia literaria venezolana a comienzos del 28. Si se toman en cuenta las condiciones objetivas de la realidad venezolana de ese entonces, es posible comprender que esas características, con sus limitaciones y aportes, se explican por las mismas limitadas posibilidades de desarrollo y expresión que imponía el marco político social. Si bien es cierto que en países como Argentina, Chile o México la vanguardia muestra un gesto ruptural más intenso, no puede dejar de tenerse en cuenta que en esos países, aparte de ofrecer condiciones políticas más favorables, se da también más acentuada la evolución hacia una economía industrial y una sociedad urbana. Con todo, la vanguardia literaria venezolana, como variable específica del vanguardismo estético hispanoamericano, puede hacer valer su existencia e importancia, y en sus realizaciones de alguna manera se registra el modo como las nuevas capas sociales intermedias que emergen en el país buscan asumir también su fisonomía propia en lo literario, como parte de un incipiente proyecto crítico de ruptura y renovación frente al pasado inmediato. [175]

Final

La recepción de válvula

     La recepción que tuvo esta primera y agresiva salida de los vanguardistas tampoco difiere mucho de la que -probablemente con algún desfase temporal- tuvieron manifestaciones similares en otros países.

Page 27: La Formación de La Vanguardia Literaria en Venezuela

     Al día siguiente de su aparición, el periódico El Universal informa así del hecho:

                Ayer circuló el primer número de la revista válvula, publicación organizada por un grupo de juventud, entusiasta de la belleza nueva y anhelosa de realizar sus expresiones artísticas. (...) Los muchachos de válvula aspiran a formar al lado de esos valiosos grupos juveniles que en todas las grandes ciudades del mundo civilizado luchan por la creación de un arte que responda a la sensibilidad, a la vida moderna (273).

     El sábado 7 en primera página, Mundial inserta, bajo el título «El vanguardismo en acción», un verdadero comunicado publicitario, lleno de entusiasmo:

                La primera repercusión nacional del actual momento estético que vive nuestro continente la acaba de concretar en sus páginas la Revista válvula,precedida, acompañada y seguida por el coro incomprensivo de voces que no se dan a entonar o modular la crítica amplia, sino la fácil algazara de la chacota oportunista. (...) Toda renovación genera, en primer término, la recrudescencia de los fanatismos retardatarios que se almenan en las monásticas fortalezas del conservatismo.

........................................................................................................

En toda escuela literaria es posible la realización de lo repelente y lo vulgar, y si en verdad existen esperpentos vanguardistas, [176] también es cierto que dentro de las tendencias clásicas se han escrito las más formidables y pesadas soserías engolilladas de pedantería académica.

En todo caso, el movimiento renovador de la muchachada literaria de Venezuela, está pidiendo, de propio derecho, como inquieta manifestación de cultura, atención y simpatía de los espíritus observadores (274).

     Ese mismo día Elite trae la noticia en tono elogioso y festivo, bajo el encabezado de «Triunfal irrupción valvulística»:

                A las once de la mañana del jueves 5, día ultra-memorable, irrumpió en la solariega casona de Elite, el primer periódico venezolano de vanguardia. La Revista válvula, «mensuario» como le dicen sus padres, nació robusta, vigorosa, frenética, valiente contra todo y contra todos, rebeldemente moceril. En la redacción de Elite, con champaña y whiskey, al modo clásico, retaguardista, fue festejado el venturoso advenimiento. Los condotieros valvulizantes estaban y están felicísimos del buen suceso de su primera salida. Bien comienza la brava gesta innovadora. Menester es proseguirla sin desmayos, peleando imposibles entre rechiflas, guijarros y zancadillas, hacia la todavía lejana pero infalible victoria. Hay infinitos intereses creados que demoler, y mil honrosos, saludables proyectos que realizar.

     Da enseguida una cuenta completa del contenido del número y termina diciendo:

Page 28: La Formación de La Vanguardia Literaria en Venezuela

                A las nueve de la noche en el City Club, celebróse una heliogabalesca comida para festejar, para rematar, la aventura de válvula. Asistieron los señores Rómulo Gallegos, Juan de Guruceaga, Fernando Paz Castillo, Pío Tamayo, Carlos Eduardo Frías, Nelson Himiob, Miguel Otero Silva, Inocente Palacios, Rafael Rivero, Rolando Anzola. Llegaron tarde, sin apetito, paro con óptima intención, los Kamaradas Arturo Uslar Pietri y Raúl Carrasquel y Valverde. Insólito milagro: No hubo discurso que lamentar (275).

     Pero la reacción no podía hacerse esperar. La primera andanada parte de los colaboradores del semanario humorístico Fantoches. El 11 de enero, tres artículos disparan contra válvula y sus redactores: uno de Julio C. Ramos, otro firmado por Agapito Callejones (al parecer se trata del dramaturgo y crítico calaboceño Víctor Manuel Rivas) y uno [177] de Jesús Semprum, que firma Sagitario (276). Este último es el que ataca más violentamente. Después de un burlón introito en el que caricaturiza la escritura sin mayúsculas y sin puntuación, tilda a los «escritores de talento que se han metido allí a escribir disparates» de «Eróstratos impacientes que no encontrando templo de Efeso que quemar -o no atreviéndose a quemarlo, que es conjetura más plausible- se han puesto a renegar del Espíritu, como dice la Biblia. El Verbo, que es Dios, no se ha hecho para desvaríos, sino para razonamientos, para ideas claras».

     Y concluye:

                ... nos duele ver cómo tanto mozo de talento (¡Ay Ramos Sucre, ay Pedro Sotillo!) corren a este palenque ridículo y trágico a darse una puñalada barriguera en presencia de un público que ríe. Eso nos da grima.

¡Que Dios tenga piedad de la válvula y de los hombres que por allí se desahogan!

     La respuesta es inmediata -por esas curiosidades del periodismo sale el mismo día que el artículo citado- y corre a cargo de Arturo Uslar Pietri. Parte cuestionando la crítica por «anónima y venir de hombre emboscado». Señala que el autor es «un cazador furtivo en la floresta urbana de la retórica» y que ha hecho fama «por haber cobrado en distanciados días, dos o tres lechuzas deslumbradas por el sol». Termina señalando que quiere usar esta oportunidad

                para hacer hincapié en un punto de bastante importancia sobre este cisma literario, y es éste la maravillosa ignorancia acerca del movimiento de vanguardia que han ostentado todos los críticos adversos, con muy escasas excepciones.

Ya lo hemos dicho en las notas finales de válvula, la vanguardia ha necesitado de una forma exterior aparatosa para significar su desligamiento de la tradición, para que al simple golpe de vista se dé cuenta el lector de que se trata de una cosa distinta, pero, lo gritamos y lo sostenemos, no constituye ello lo esencial de su credo, se trata sólo de un fenómeno de formas exteriores del que no vacilaremos en

Page 29: La Formación de La Vanguardia Literaria en Venezuela

despojarnos cuando seamos comprendidos (277).

     Pero la guerra está desatada. Unos días después (el 14 de enero) Antonio Planchart Burguillos (el mismo que había enviado su poema a [178] La Universidad pidiendo que no lo pusieran junto a los vanguardistas) escribe un artículo sobre el «Vanguardismo criollo» (278). Le sigue otro de Lino Sutil (seudónimo de Rafael Sylva), más ponderado pero no menos cauteloso con respecto a la vanguardia (279). Rafael Angarita Arvelo escribe un «Panorama de la vanguardia» para defender la nueva tendencia; en él se permite algunas audacias:

                La vida es la del cinematógrafo y el drama ibseniano carece de importancia. Nueva York y París son puntos de partida. Buenos Aires es el índice de América. México recibe a la Embajadora soviética. Nada hay encontrado, ni divergente, descentrado o contradicho. Los caminos del mundo están en el aire y el soplo juvenil también (280).

     El impacto de válvula tiene también ecos en otras tierras donde hay venezolanos perseguidos y avizorando el futuro. En La Habana, Francisco Laguado Jaime escribe un encendido elogio de la revista, en el que señala:

                La idea libertadora de 1811, tras una noche larga de pavor y de crimen patricida renace en 1928, en las páginas bélicas de válvula, la revista iconoclasta de la joven Venezuela, queridos camaradas, para curar, enaltecer y embellecer la tierra enferma de pecados, enferma de malicia, enferma de barbarie y enferma de estatismo canceroso y secular.

..........................................................................................

válvula es el primer grito de rebelión de Venezuela contra su colonial cultura artística y literaria. Y la revolución hay que empezarla por el cerebro para que conquiste el éxito y sea una realidad útil.

..........................................................................................

Camaradas de válvula, compañeros del pueblo... yo os saludo de pie y con la rebeldía de mi juventud... yo no pido un lugar en vuestras filas, me enrolo a ellas por derecho de conciencia, sin más bagaje que el necesario: sinceridades y amor desnudo a la justicia! (281) [179]

     Poco a poco la polémica se aleja del caso concreto de válvula para irse centrando en la defensa y el cuestionamiento de las ideas vanguardistas (282). El escribir sobre el vanguardismo, en pro o en contra, pero tratando de demostrar que se lo conoce es una actitud de moda entre los intelectuales. Avelino Martínez escribe sobre el tema, se atribuye una frase de Zola, se declara partidario del Modernismo y dice que los vanguardistas venezolanos o «no han entendido los ideales de esta tendencia literaria, o no tienen la preparación suficiente (...) para

Page 30: La Formación de La Vanguardia Literaria en Venezuela

empujarla hasta hacer de ella una escuela definida y definitiva»  (283). José Gil Fortoul anuncia una conferencia sobre las literaturas de vanguardia  (284) y Gabriel Espinoza publica un extenso ensayo en tres partes titulado «El vanguardismo, sus extravagancias y sus límites» (285).

     Todos estos hechos demuestran que a partir de la publicación de válvula la vanguardia literaria pasa a adquirir el carácter de una realidad nacional y se convierte en tema inquietante y polémico para el medio intelectual y artístico venezolano. En enero de 1928 ha surgido en la vida cultural venezolana un fenómeno nuevo, atractivo para los jóvenes, inquietante para muchos, conflictivo en todo caso para los tradicionalistas y para los defensores del sistema. La publicación de la revista válvula marca el término de una etapa gestatoria en lo cultural de los valores nuevos, del mismo modo que la Semana del Estudiante lo marca en lo político. Y la presencia de una nueva realidad en lo político y en lo literario pueden ser legítimamente comprendidas como expresión de [180] una etapa de madurez en el proceso de gestación de las nuevas condiciones que a partir de entonces comienza a vivir el conjunto de la sociedad venezolana.

     Se inicia así otro período no sólo en el desarrollo de la literatura de vanguardia en el país, sino en la historia política, cultural y literaria de Venezuela.

     En lo que respecta a la literatura nacional, puede decirse que la publicación de válvula abrió la espita y desencadenó la polémica de la contemporaneidad. Considerando este hecho y sus implicaciones a futuro, no sería exageración lírica el aplicar a ese momento del vanguardismo los versos de Huidobro:

                              Soy el ángel salvaje que cayó una mañana

sobre vuestras plantaciones de preceptos.