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Escritura PÚBLICA 20 Escritura PÚBLICA 21 el 88 por ciento de los adolescentes y casi el 71 por ciento de los niños son usuarios de internet no han nacido en ese en- torno y han tenido que aprender las nuevas tec- nologías como el que es- tudia una lengua extran- jera, de ahí que tengan cierto “acento”. Estas di- ferencias de entendimien- to entre nativos e inmi- grantes digitales provo- can una brecha y constituyen un desafío pa- ra padres y educadores, que a menudo saben me- nos de los nuevos medios que sus hijos o pupilos. Charo Sádaba, coauto- ra del estudio de Foro Ge- neraciones Interactivas y profesora de la Universi- dad de Navarra, conside- ra que el hecho de que pa- ra estos menores la tecno- logía sea una realidad constante y absolutamen- te familiar desde el minu- to cero de sus vidas, es el elemento que probable- mente marca la diferen- cia. En cualquier caso, matiza que si bien estas tecnologías rodean a los menores, quien realmen- te pone a disposición de los menores todas estas pantallas son sus padres. “Para ellos Internet siempre ha formado par- te de sus hábitos”, co- menta Sádaba. “Los adultos dejamos de ha- cer cosas: vemos menos la televisión leemos me- nos el periódico en pa- pel, puede que no vea- mos los informativos porque ya hemos leído las noticias en páginas web; sin embargo, ellos no han dejado de hacer nada por utilizar Inter- net”. Otro de los factores que separan a padres e hijos es que, mientras los adultos tienen que plantearse cómo funcio- na la tecnología, los nati- vos digitales no tienen esa necesidad, sino que simplemente la usan. Lo que parece claro es que esta generación tiene más recursos a los que acudir en lo referente a las nuevas tecnologías. Uno de los alumnos de Sá- daba le contaba que llegó un día a casa y su padre le preguntó cómo podía arreglar un DVD. Lo que al padre no se le ocurría es que "tú vas a Youtube y puedes encontrar un ví- deo donde hay gente que explica cómo arreglar en concreto ese DVD”. Cambios. El rotativo británico Daily Tele- graph publicaba recien- temente que los adoles- centes que forman parte de redes sociales como Facebook o Bebo han ide- ado un lenguaje secreto para que sus padres y educadores no puedan saber que están escri- biendo. No es sólo que deletreen mal –afirma Li- sa Whittaker, estudiante de posgrado de la Univer- sidad de Stirling– sino que es un intento delibe- rado de deletrear mal las palabras. Ejemplos como este refuerzan la hipótesis de que las nuevas tecnolo- gías han contribuido a cambiar el lenguaje; así como los hábitos y com- portamientos de los jóve- nes, que han trasladado buena parte de las rela- ciones sociales de la vida real a la Red. Internet les permite estar en contac- to con sus amigos en to- do momento, ya sea con el messenger, el correo electrónico, el chat, o las redes sociales. Para Javier Elzo, so- ciólogo y catedrático emérito de la Universi- dad de Deusto, entre los agentes que hacen que las personas adopten de- terminados esquemas so- ciales –sobre todo, en los adolescentes–, Internet ya es más importante que la televisión, incluso que los móviles. El soció- logo destaca que en la Red existe el riesgo de que la relación virtual sea más importante que la real, aunque no cree que esta afirmación sea mayoritaria en España porque afortunadamente la gente pasa más tiempo en la calle. Elzo –para quien ha- bría que recuperar espa- cios de ocio como pasar la tarde en la plaza del pueblo– considera que el riesgo es que haya cha- vales que puedan suplan- tar su personalidad real por su personalidad inte- lectual. “La posibilidad que ofrece la Red de te- ner relaciones virtuales y anónimas pueden lle- var a que una persona que no esté contenta con- sigo misma se cree una identidad on line y esta- La @ Luis Menéndez L OS niños de ahora no son como los de antes! Esta frase, es- cuchada recurrentemen- te por todas las generacio- nes de jóvenes, adquiere una nueva dimensión con los niños y adolescen- tes del siglo XXI. A los pa- dres se les pone cara de póker al ver que sus hijos saben más de módemes que ellos, que se mueven como peces en las aguas de Internet, que crean y suben contenidos a la Red o que, en vez de pa- sarse a casa del vecino a echar una partida con los videojuegos, prefieren hacerlo on line con una miríada de personas en todo el mundo. Un estudio de investi- gación –basado en 13.000 entrevistas a menores de entre seis y dieciocho años de 113 centros pú- blicos y privados españo- les– elaborado por el Fo- ro Generaciones Interac- tivas, revela que el 88 por ciento de los adolescen- tes (entre diez y diecio- cho años) y casi el 71 por ciento de los niños (de seis a nueve) son usua- rios de Internet. Esta “generación interactiva” se caracteriza por tener ordenador (entre el 95 y el 97 por ciento), teléfono móvil (casi el 60 por cien- to lo tiene antes de los diez años) y conexión a Internet (entre el 71 y el 82 por ciento). Los nuevos cibernau- tas son autodidactas –la mayoría ha aprendido a navegar de forma autó- noma–, multitarea, crea- tivos y precoces en el uso que hacen de las nuevas tecnologías. Son asiduos de las redes sociales y cuatro de cada diez pose- en su propia página web o alguna vez han genera- do contenidos en la Red. Nativos e inmigrantes digitales. El estudio re- coge la distinción que efectúa el escritor nortea- mericano Marc Prensky, entre nativos e inmigran- tes digitales. Los prime- ros son una generación de jóvenes que ha nacido inmersa en el desarrollo de las nuevas tecnologías, para quienes los juegos de ordenador, Internet, el teléfono móvil, el correo electrónico o la mensaje- ría instantánea forma parte integral de sus vi- das. Como consecuencia de estos usos, la forma de pensar de estos chicos y chicas ha cambiado y es distinta a la de sus mayo- res, opina Prensky. Por el contrario, los inmigrantes tecnológicos LA ‘GENERACIÓN INTERNET’ D ESDE la cuna han crecido rodeados por ordenadores, conexión a la Red, teléfonos móviles y videojuegos. Las nuevas tecnologías forman parte de su vida diaria: para ellos es lo más normal hacer una foto con el móvil y subirla a Facebook o colgar videos en Youtube. Esta familiaridad y el uso precoz que hacen de las nuevas tecnologías les sitúan a una considerable distancia de sus padres y maestros, que se enfrentan al reto de educar y proteger a una generación que sabe más que ellos sobre tecnología. Las redes sociales P LATAFORMAS sociales como Tuenti se han convertido en puntos de encuentro on line muy concurridos para niños y adolescentes, donde reflejan en tiempo real su estado de áni- mo, sus planes, quiénes son sus amigos, etcétera. Lo utilizan sin reparar en los riesgos potenciales derivados de ir dejando constancia de cada paso que dan; ya que lo que se cuelga en la Red, permanece en la Red. Otro aspecto importante es la popularidad en las redes so- ciales: hoy por hoy, el nivel de popularidad se mide en función del número de amigos que se tiene en ellas. El problema de te- ner más de cien amigos es que amigos reales habrá muy po- cos; otro puñado es gente con la que se llevan bien, y el resto, conocidos, con los que un día pueden llevarse bien y otro día no, y pueden utilizar la información colgada en el "muro" en su contra. El reto para padres y educadores es pedagógico para hacerles conscientes de esta realidad, recalca Sádaba.

LA ‘GENERACIÓN INTERNET’ - notariado

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Page 1: LA ‘GENERACIÓN INTERNET’ - notariado

EscrituraPÚBLICA20 Escritura

PÚBLICA21

el 88 por ciento de los adolescentes y casi el 71 por ciento de los niñosson usuarios de internet

no han nacido en ese en-torno y han tenido queaprender las nuevas tec-nologías como el que es-tudia una lengua extran-jera, de ahí que tengancierto “acento”. Estas di-ferencias de entendimien-to entre nativos e inmi-grantes digitales provo-can una brecha yconstituyen un desafío pa-ra padres y educadores,que a menudo saben me-nos de los nuevos mediosque sus hijos o pupilos.Charo Sádaba, coauto-

ra del estudio de Foro Ge-neraciones Interactivas yprofesora de la Universi-dad de Navarra, conside-ra que el hecho de que pa-ra estos menores la tecno-logía sea una realidadconstante y absolutamen-te familiar desde el minu-to cero de sus vidas, es elelemento que probable-mente marca la diferen-cia. En cualquier caso,matiza que si bien estastecnologías rodean a losmenores, quien realmen-te pone a disposición delos menores todas estaspantallas son sus padres. “Para ellos Internet

siempre ha formado par-te de sus hábitos”, co-menta Sádaba. “Losadultos dejamos de ha-cer cosas: vemos menosla televisión leemos me-nos el periódico en pa-pel, puede que no vea-mos los informativosporque ya hemos leídolas noticias en páginasweb; sin embargo, ellosno han dejado de hacernada por utilizar Inter-net”. Otro de los factoresque separan a padres ehijos es que, mientraslos adultos tienen que

plantearse cómo funcio-na la tecnología, los nati-vos digitales no tienenesa necesidad, sino quesimplemente la usan. Lo que parece claro es

que esta generación tienemás recursos a los queacudir en lo referente alas nuevas tecnologías.Uno de los alumnos de Sá-daba le contaba que llegóun día a casa y su padrele preguntó cómo podíaarreglar un DVD. Lo queal padre no se le ocurríaes que "tú vas a Youtube ypuedes encontrar un ví-deo donde hay gente queexplica cómo arreglar enconcreto ese DVD”.

Cambios. El rotativobritánico Daily Tele-graph publicaba recien-temente que los adoles-centes que forman partede redes sociales comoFacebook o Bebo han ide-ado un lenguaje secretopara que sus padres yeducadores no puedansaber que están escri-biendo. No es sólo quedeletreen mal –afirma Li-sa Whittaker, estudiantede posgrado de la Univer-sidad de Stirling– sinoque es un intento delibe-rado de deletrear mal laspalabras. Ejemplos como este

refuerzan la hipótesis deque las nuevas tecnolo-gías han contribuido acambiar el lenguaje; asícomo los hábitos y com-portamientos de los jóve-nes, que han trasladadobuena parte de las rela-ciones sociales de la vidareal a la Red. Internet lespermite estar en contac-to con sus amigos en to-do momento, ya sea con

el messenger, el correoelectrónico, el chat, o lasredes sociales.Para Javier Elzo, so-

ciólogo y catedráticoemérito de la Universi-dad de Deusto, entre losagentes que hacen quelas personas adopten de-terminados esquemas so-ciales –sobre todo, en losadolescentes–, Internetya es más importanteque la televisión, inclusoque los móviles. El soció-logo destaca que en laRed existe el riesgo deque la relación virtualsea más importante quela real, aunque no creeque esta afirmación sea

mayoritaria en Españaporque afortunadamentela gente pasa más tiempoen la calle. Elzo –para quien ha-

bría que recuperar espa-cios de ocio como pasarla tarde en la plaza delpueblo– considera que elriesgo es que haya cha-vales que puedan suplan-tar su personalidad realpor su personalidad inte-lectual. “La posibilidadque ofrece la Red de te-ner relaciones virtualesy anónimas pueden lle-var a que una personaque no esté contenta con-sigo misma se cree unaidentidad on line y esta-

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Luis Menéndez

L OS niños de ahorano son como los deantes! Esta frase, es-

cuchada recurrentemen-te por todas las generacio-nes de jóvenes, adquiereuna nueva dimensióncon los niños y adolescen-tes del siglo XXI. A los pa-dres se les pone cara depóker al ver que sus hijossaben más de módemesque ellos, que se muevencomo peces en las aguasde Internet, que crean ysuben contenidos a laRed o que, en vez de pa-sarse a casa del vecino aechar una partida con losvideojuegos, prefierenhacerlo on line con unamiríada de personas entodo el mundo. Un estudio de investi-

gación –basado en 13.000entrevistas a menores deentre seis y dieciochoaños de 113 centros pú-blicos y privados españo-les– elaborado por el Fo-ro Generaciones Interac-

tivas, revela que el 88 porciento de los adolescen-tes (entre diez y diecio-cho años) y casi el 71 porciento de los niños (deseis a nueve) son usua-rios de Internet. Esta“generación interactiva”se caracteriza por tenerordenador (entre el 95 yel 97 por ciento), teléfono

móvil (casi el 60 por cien-to lo tiene antes de losdiez años) y conexión aInternet (entre el 71 y el82 por ciento).Los nuevos cibernau-

tas son autodidactas –lamayoría ha aprendido anavegar de forma autó-noma–, multitarea, crea-tivos y precoces en el uso

que hacen de las nuevastecnologías. Son asiduosde las redes sociales ycuatro de cada diez pose-en su propia página webo alguna vez han genera-do contenidos en la Red.

Nativos e inmigrantesdigitales. El estudio re-coge la distinción queefectúa el escritor nortea-mericano Marc Prensky,entre nativos e inmigran-tes digitales. Los prime-ros son una generaciónde jóvenes que ha nacidoinmersa en el desarrollode las nuevas tecnologías,para quienes los juegosde ordenador, Internet, elteléfono móvil, el correoelectrónico o la mensaje-ría instantánea formaparte integral de sus vi-das. Como consecuenciade estos usos, la forma depensar de estos chicos ychicas ha cambiado y esdistinta a la de sus mayo-res, opina Prensky. Por el contrario, los

inmigrantes tecnológicos

LA ‘GENERACIÓN INTERNET’

DESDE la cuna han crecido rodeados por ordenadores, conexión a

la Red, teléfonos móviles y videojuegos. Las nuevas tecnologías

forman parte de su vida diaria: para ellos es lo más normal hacer una

foto con el móvil y subirla a Facebook o colgar videos en Youtube. Esta

familiaridad y el uso precoz que hacen de las nuevas tecnologías les

sitúan a una considerable distancia de sus padres y maestros, que se

enfrentan al reto de educar y proteger a una generación que sabe más

que ellos sobre tecnología.

Las redes socialesPLATAFORMAS sociales como Tuenti se han convertido en

puntos de encuentro on line muy concurridos para niños yadolescentes, donde reflejan en tiempo real su estado de áni-mo, sus planes, quiénes son sus amigos, etcétera. Lo utilizansin reparar en los riesgos potenciales derivados de ir dejandoconstancia de cada paso que dan; ya que lo que se cuelga enla Red, permanece en la Red.

Otro aspecto importante es la popularidad en las redes so-ciales: hoy por hoy, el nivel de popularidad se mide en funcióndel número de amigos que se tiene en ellas. El problema de te-ner más de cien amigos es que amigos reales habrá muy po-cos; otro puñado es gente con la que se llevan bien, y el resto,conocidos, con los que un día pueden llevarse bien y otro díano, y pueden utilizar la información colgada en el "muro" en sucontra. El reto para padres y educadores es pedagógico parahacerles conscientes de esta realidad, recalca Sádaba.

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EscrituraPÚBLICA23

EscrituraPÚBLICA

blezca relaciones me-diante ella y no de la su-ya real”.Esa tecnología tam-

bién se convierte en unárea de expresión; porejemplo, las llamadas per-didas. “A nadie se le habíaocurrido, hasta que empe-zaron a utilizarlas los ado-

lescentes, que las llama-das perdidas pudieran te-ner tantos significados: es-toy abajo; ven a buscarme;ya he acabado; llámameahora…”, recuerda Sáda-ba, para quien los adoles-centes inventaron un len-guaje del cual todos noshemos beneficiado. ■

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¿Qué hacer con los hijos? LOS expertos recomiendan a los padres hacer cosas junto a sus hijos (por

ejemplo: pedirles que les enseñen a usar una red social, buscar informaciónpara organizar las vacaciones…) con el fin de encontrar espacios de diálogo,donde puedan aportar su experiencia como progenitores. Existen otros consejosútiles, como poner el ordenador en una zona común, establecer horarios parausar las tecnologías y, en función de su edad, que aporten o paguen su facturadel móvil.

Desde el Foro Generaciones Interactivas se ofrecen propuestas a los centroseducativos, como implicar a los adolescentes en la enseñanza del uso de la tec-nología y las redes sociales de las personas mayores o de los más pequeños odesarrollar experiencias para que sean conscientes de que lo que escriben enInternet tiene la misma incidencia en la Red que en la vida real.

Los jóvenes son autodidactas, creativos yprecoces en el uso que hacen de las nuevastecnologías

herramienta del cambio social es ahora la tecnología. Des-nuda de aparataje ideológico y de antecedentes históricos,pero tremendamente eficiente en sus planteamientos. La sociedad de la información no se discute. No es de

derechas ni de izquierdas, pero es indudable su capacidadde penetración social logrando para ello auténticas revo-luciones que no precisan asaltos a los palacios de invier-no del poder establecido. Y sus protagonistas, como se hadicho, no son sólo Bill Gates, Larry Page o Marck Zucker-berg. Son, también, los pequeños usuarios de Internet queno buscan en la Red un fin concreto. Ni siquiera una for-ma de cambiar las cosas.Internet, para ellos, es un fin en sí mismo. El medio

vuelve a ser el mensaje, como en la célebre frase deMcLuhan. Lo que importa es cómo se transmite la comu-nicación, no su contenido. En la imprenta lo relevante erael texto escrito, la transmisión de los conocimientos de laépoca; pero en la era de Internet lo relevante es la comuni-cación. El feedback, la respuesta. No la información. Esa es la gran diferencia intergeneracional en el uso

de Internet. Mientras los adultos se acercan con una fina-lidad a la Red, ya sea académica, laboral o simplementede carácter ocioso, la aproximación de los jóvenes es ins-tintiva. Natural. Hay que relacionarla únicamente con eluniverso de sus propias relaciones sociales. Un joven nobusca nada en la Red, simplemente encuentra porque sa-be que al otro lado del ordenador hay una respuesta. In-ternet, por lo tanto, es un instrumento de identidad socialque no requiere ninguna finalidad. Pero que tiene conse-cuencias. La Red, al mismo tiempo, genera brechas gene-racionales entre padres e hijos. Diferencias insalvables.La brecha del conocimiento no es sólo una disputa

Norte-Sur. Países ricos frente a países pobres. Es también

una quiebra del diálogo dentro de la familia. No hay co-municación. Y eso genera problemas.Los jóvenes se aproximan de forma natural e interiori-

zan lo que está en la Red de forma intuitiva, lo que favore-ce la eclosión de extraños y nocivos términos de grafía in-glesa, pero inquietantes. Y que ya ni siquiera se castella-nizan. El grooming, el ciberbulling o el sexting están ahí.Sin murallas chinas que los separen de la futilidad que es-conden las redes sociales. Se convive con el riesgo –aun-que sea frío– como nunca antes en la historia de la huma-nidad. Las propias herramientas de seguridad de los orde-nadores saltan por los aires en manos expertas. Unasunto a repensar y a tener en cuenta.

La comunicación, por lo tanto, es ya un fin en sí mismo,pero de carácter horizontal. O transversal, que se diceahora. Nunca jerárquico. La verticalidad, el orden socialclásico, se apaga al son que marca Internet. La sala de es-tar de una casa ya no es el espacio en que conviven padrese hijos alrededor de la pequeña pantalla. La sala de estarya no es la sala de ver. Todas las encuestas dicen que losjóvenes prefieren conectarse a la Red antes que recibir deforma pasiva los contenidos de la televisión. La televisióncrea sujetos pasivos que captan mensajes unidirecciona-les, pero en la Red el usuario crea su propio universo. Y lohace a la carta. Cada individuo es su propio gran hermanocapaz de vigilar a su alrededor sin ser visto. Lo que está claro es que algo se mueve en las relacio-

nes intergeneracionales con una rapidez inusitada quehace imposible fijar categorías. Incluso valores. Lo quehoy se considera inaceptable se convierte al poco tiempoen cotidiano. La Red marca la agenda si la herramientacontrola al usuario. Ahí está el reto. Dar la vuelta a ese ar-gumento. Internet es sólo un instrumento.Pero no sólo es eso. Internet modifica los hábitos de

consumo e impulsa cambios generacionales de abajo aarriba, y no al revés, como ha ocurrido históricamente.En los hogares con niños o con jóvenes, el uso de tecnolo-gías de la información es más intenso. Como se ha dicho,los más pequeños de la casa son el tractor que moviliza eluso de ordenadores, las cámaras de fotografía digital o losaparatos de reproducción de sonido o imagen. Padres e hi-jos, por lo tanto, compartiendo la Red, aunque en régimende igualdad, al menos como usuarios. Estadística ha di-cho que el 82 por ciento de los niños con edades compren-didas entre 10 y 15 años se conecta a Internet, y este por-centaje se dispara hasta el 90 por ciento en los tramos de

edad entre 16 y 24 años. En los hoga-res sin niños hay menos ordenadores.No todo es democracia, sin embar-

go, en Internet. Ni mucho menos laRed es sinónimo de un mundo feliz.La Red tiene riesgos. Encuestas ma-nejadas por el Ministerio de Educa-ción hablan de que el 28 por ciento delos menores visita páginas para adul-tos; el 38 por ciento, ve páginas vio-

lentas; el 30 por ciento ha facilitado alguna vez un númerode teléfono (suyo o de un amigo) y el 14,5 por ciento haconcertado alguna cita por Internet. Algo hay que hacer.Más riesgos. La adicción al ordenador deteriora las re-

laciones familiares. La tendencia a ver el mundo a travésdel cristal líquido aleja a los jóvenes del mundo real. Sóloexiste lo que está en la Red. Y ese mundo ideal no tienepor qué coincidir con el que está alrededor. Siempre máspobre, siempre más aburrido y menos emotivo. El bien yel mal se relativizan y se ahogan en medio de un océanode información, en muchos casos sesgada. La Red parabien y para mal. Como la vida misma.

Carlos Sánchez es subdirector de “El Confidencial”.

LA“generación ‘Google’ –esa quenació en la segunda mitad de losaños 90– ha roto las reglas del jue-

go. Durante siglos, las transformacio-nes sociales (grandes y pequeñas) hanestado jerarquizadas. Eran los padreslos que modificaban el statu quo y los hi-jos los que, necesariamente, tenían que

adaptarse a los cambios. No había más reme-dio. Tan sólo en ocasiones ocurría lo contrario. Socieda-des tradicionales eran superadas por jóvenes movimien-tos transformadores capaces de socavar los cimientos delentramado social. Cambio frente a revolución. Rupturafrente a reforma.Con la llegada de Internet todo ha cambiado. No es la

primera vez que el orden social se ha transformado de lamano de la tecnología, pero ahora los protagonistas ya noson los propietarios de los medios de producción, comoocurrió durante la aparición de grandes avances para laciencia –como la imprenta o la máquina de vapor–, sinojóvenes emprendedores mejor adaptados para interpretarun nuevo lenguaje radicalmente distinto del conocidohasta ahora: el lenguaje de los ordenadores. La tecnologíacomo instrumento de emancipación, y, por ende, comotrampolín del cambio social y de la modificación de lasconductas familiares.Microsoft, Google, Appel o Facebook están ahí para

avalar este cambio generacional en el universo tecnológi-co que ha provocado un vuelco en el orden empresarialmundial. Las grandes corporaciones industriales se venamenazadas por empresas de servicios en las que la divi-sa es la innovación y el talento. Básicamente por su grancapacidad de adaptación a las necesidades de clientes ousuarios al carecer de estructuras obsoletas y con enormeaversión al cambio. Esa es su ventaja competitiva. Nacensin ataduras y eso les hace ser extremadamente dinámi-cas, mientras que los grandes mamíferos del ecosistemaempresarial apenas son capaces de mover lentamente supesada carga.Pero no se trata sólo de un giro en el universo empresa-

rial. La popularización de las nuevas tecnologías –a unavelocidad inimaginable hace tan sólo una década– ha traí-do consigo cambios intergeneracionales de indudabletranscendencia. Ha emergido una nueva clase social in-mersa desde la cuna en la sociedad de la información, yque se diferencia radicalmente de todas las anteriores. La

CARLOS SÁNCHEZ

La ‘generaciónGoogle’ rompelas reglas

Ha emergido una nueva clasesocial inmersa desde la cuna enla sociedad de la información,

y que se diferencia radicalmentede todas las anteriores

Padres y educadores a menudosaben menos de los nuevosmedios que sus hijos o pupilos.