13
La Globalización Soria Bonilla, Silvia Página 1 de 13

La Globalización

Embed Size (px)

DESCRIPTION

actualidad

Citation preview

Page 1: La Globalización

La Globalización

Soria Bonilla, Silvia Página 1 de 11

Page 2: La Globalización

La Globalización

Soria Bonilla, Silvia Página 2 de 11

LA GLOBALIZACION

Page 3: La Globalización

La Globalización

La Globalización

Introducción

Las naciones más poderosas del Planeta, condicionadas por los intereses de las grandes compañías transnacionales, tratan de liberalizar y desregular los mercados internacionales, eliminando aranceles al intercambio de mercancías y transacciones de capitales entre países. Los países pobres se niegan a ello. Sin embargo, teniendo en cuenta por ejemplo, que los costos de producción son más reducidos en los países pobres y que eso les permitiría competir, teóricamente, con los países más ricos -cuyos costos son más altos- en unas condiciones muy favorables si las fronteras estuviesen abiertas y sin aranceles, parece un contrasentido que esos países pobres se nieguen a esa liberalización. ¿Se han vuelto locos o es que les gusta tirar piedras sobre su propio tejado? ¿Es la Globalización solo un concepto económico y que tiene que ver únicamente con intercambios comerciales a escala planetaria o aquí se esconde algo más? ¿Dónde está la trampa?

Como diría Jack el Destripador: “vayamos por partes”. Así pues, empezaré por recordar algunos conceptos económicos y su transición desde la teoría a la vida real para terminar por definir el concepto “Globalización” y dejar claro porque es negativa para la mayoría del común de los mortales.

El Mercado

Soria Bonilla, Silvia Página 3 de 11

Page 4: La Globalización

La Globalización

Un mercado es un lugar público o espacio virtual en el que los productores y/o vendedores de productos los cambian por dinero físico o virtual a los compradores que pagan un precio por adquirirlos. Existe pues una oferta y una demanda.

Existen diversos tipos de mercados:

Los Legales.- de mercancías, de valores y acciones de sociedades (la Bolsa), laborales (contratación de jornaleros, trabajadores,…), ferias locales, de servicios, etc.;

y los Ilegales.- drogas, armas, órganos, personas (prostitución, niños, emigrantes, etc.).

El conjunto de intercambios de bienes y servicios dentro de cada país es lo que se denomina el mercado nacional. Los intercambios y movimientos financieros entre países son mercados internacionales, la suma de éstos últimos es el mercado global o mundial.

Desde que se produce un producto hasta que llega al consumidor final, el producto pasa por todo un conjunto más o menos escalonado de mercados parciales en los que intervienen los intermediarios que se dedican a la compraventa de productos obteniendo una comisión. Ésta se va sumando sucesivamente al precio. Cuantos más intermediarios intervengan en la cadena de venta del producto desde su producción hasta el cliente final, más alto será el precio para dicho cliente final.

Lo expuesto es la base de la economía de mercado. En ella los productores suelen especializarse en un producto pero ellos no producen para su propio consumo, sino que con la venta de su producción obtienen el dinero que les permitirá comprar el resto de productos que necesitan y que producen otros. En los mercados los productores de un mismo producto compiten entre ellos, produciendo un sinfín de decisiones y, éstas, un sinfín de oscilaciones en los stocks de productos y en los precios, generando excedentes y escaseces que, a su vez, influyen en las decisiones subsiguientes. En definitiva, los precios y stocks son el resultado de ese innumerable conjunto de actuaciones individuales.

En un mercado teórico perfecto, ningún participante puede influir en solitario sobre precios o cantidades. Además, todos estarían plenamente informados de la oferta y la demanda y a qué precios están los productos. En esas condiciones el cliente final o consumidor se convertiría en el rey de la situación al poder elegir con libertad lo que más le conviene y al mejor precio.

En ese mercado teórico perfecto imperará la ley de la oferta y la demanda, de manera que un comprador obtendrá un producto al mejor precio debido a que la competencia entre los diferentes vendedores de ese mismo producto les forzará a venderlo al precio más barato posible. Si se produjera una escasez del producto (baja la oferta por haber subido mucho la demanda, por ejemplo) el precio subirá, lo que atraerá a nuevos vendedores (por el beneficio extra) aumentando así la oferta y provocando que el precio vuelva a bajar. Si la oferta aumentase demasiado el precio bajaría y ello atraería a nuevos compradores (aumenta la demanda) y/o algunos vendedores se retirarían, bajando la oferta y encareciéndose el precio de nuevo. Esta regulación o ajuste automático del precio lo mantendrá teóricamente en un nivel o entre unos márgenes de equilibrio óptimo.

Soria Bonilla, Silvia Página 4 de 11

Page 5: La Globalización

La Globalización

En definitiva, la actuación egoísta de cada actor en busca de su máximo provecho y la competencia entre productores conduce, teórica y paradójicamente al conjunto final de precios y mercancías más ventajoso para todos. Los teóricos del liberalismo económico creen que cualquier intervención o injerencia de los Gobiernos sobre esa libertad absoluta de movimientos y operaciones del mercado rompería el equilibrio y sería muy perjudicial para los intereses de todos (consumidores y productores).

El mercado real, desgraciadamente es un mercado imperfecto y es muy difícil que el comprador pueda elegir sabiendo bien lo que hace porque le falta información sobre todos los vendedores presentes en el mercado y sobre los mejores precios. Un comprador real suele elegir entre los vendedores más cercanos y, al no ser experto ni conocedor en profundidad de las cualidades del producto que quiere comprar, lo hace en función de la presentación externa del mismo, del asesoramiento del vendedor o dejándose llevar por la publicidad.

Un consumidor real se verá influenciado por hábiles técnicas publicitarias que, en lugar de informar, buscan solo el aumento de las ventas al margen del interés o las necesidades del comprador, generando para él nuevas necesidades (¿quién no tiene hoy un teléfono móvil y piensa que no podría ya vivir sin él?), imponiendo modas, modificando voluntades y ofreciendo como imprescindibles servicios originalmente no demandados por el consumidor. Así pues, el comprador lejos de ser el rey en el mercado e imponer su voluntad, pierde su libertad de elección y se ve obligado a aceptar condiciones impuestas y a claudicar con nuevas necesidades “demandando” nuevos productos persuadidos por la publicidad u obligados por la presión social y las modas.

Tampoco los vendedores tienen toda la información sobre la demanda real ni sobre los planes de los compradores. En muchas ocasiones invierten en la fabricación de productos que no tienen salida o fallan en su publicidad o la competencia entre productores no es leal vendiendo alguno por debajo de los costos de producción para copar el mercado hundiendo y arruinando a otros vendedores (las Grandes Superficies lo han usado en ocasiones, por ejemplo, con los libros de texto). Incluso cuando algún productor detecta una escasez de un producto determinado en el mercado, no siempre pueden aprovechar la situación acudiendo con su oferta al mercado para equilibrar el precio pues, la fabricación del mismo no es un proceso inmediato y ese tiempo, muy largo a veces (como en las cosechas agrícolas o productos ganaderos o que requieran de la instalación de industrias), retrasa la aparición del producto en el mercado, pudiendo haber cambiado ya la situación.

Así pues, los ajustes correctores de un mercado perfecto, no son instantáneos en el mercado real e imperfecto. Además, el tan habitual acaparamiento en manos de una sola empresa de la oferta de algún producto en régimen de monopolio le da el poder absoluto a esa empresa para imponer condiciones sobre el precio o sobre las condiciones de contratación. Simplemente esto justificaría sobradamente la intervención externa correctora en defensa del interés público o por motivos económicos, éticos o sociales sobre todo cuando se trata de servicios básicos como la sanidad, la educación, el agua, etc.

La Libertad y el Mercado

En el mercado los compradores buscan precios bajos mientras los vendedores intentan vender al precio más alto posible. Obviamente los compradores con más recursos podrán llevarse más fácilmente lo que buscan, privando de ello, en ocasiones, a otros demandantes que no pueden pagar a esos precios. También los vendedores más potentados podrán utilizar técnicas publicitarias y otros medios para aumentar sus ventas a costa de sus competidores más débiles. Evidentemente, los más fuertes, tanto si son compradores como vendedores, exigirán que en el mercado pueda operarse con la máxima libertad y poder así usar sin trabas sus superiores capacidades competitivas. Sin embargo, los más débiles pedirán limitaciones a esos poderes, sobre todo cuando sean extremos como los monopolísticos.

Así pues, podemos concluir que en el mercado la libertad de elegir la da el dinero. Por lo tanto, en el mercado llamado libre, los poderosos efectivamente eligen mientras que los débiles se conforman con lo inferior o con nada. Los poderosos, evidentemente, no quieren tasas ni intervenciones correctoras; los débiles (que son la gran mayoría, dada la actual asimétrica

Soria Bonilla, Silvia Página 5 de 11

Page 6: La Globalización

La Globalización

distribución de la riqueza) serán los que exijan intervención y control estatal, vigilancias contra abusos, etc.

En los países comunistas con sistemas económicos muy planificados eran y son frecuentes la formación de largas colas de compradores en las tiendas. En Occidente se muestra ese hecho como un atraso que no afecta a los consumidores que viven bajo un sistema de mercado “libre”. Pero esta afirmación y supuesta prueba de superioridad encierra una gran trampa, pues no pone de manifiesto que en los países occidentales también existen colas, solo que son invisibles. Del mismo modo que los mendigos, desaparecidos de las calles cuando lo prohíben las ordenanzas o cuando se les oculta ante la llegada de visitantes ilustres, las colas invisibles están formadas por la larga lista de compradores seducidos por la oferta, pero que ni siquiera se acercan a las tiendas porque no tienen dinero suficiente para comprar los artículos, mientras sí pueden hacerlo los adinerados.

Ni en el sistema de libre mercado ni en el comunista hay existencias suficientes para abastecer de todo a todos. La clave diferencial está en el modo de reparto. En el socialismo planificado la renta está repartida con más igualdad, por lo que resulta forzoso el racionamiento con sus colas; en cambio, en el sistema de mercado libre, la riqueza se reparte con total desigualdad, formando colas invisibles, pues sólo una minoría puede acceder a comprar lo que desea.

Cuando en un sistema de mercado se producen los casos de competencia monopolística, esa maravillosa e hipotética libertad de elegir del comprador se pierde por completo pues, si desea adquirir algún producto producido por esa empresa única, ha de someterse al precio y condiciones impuesto por ella.

El registro de marcas y patentes, el acaparamiento de productos mediante maniobras mercantiles, las ventajas de producción a gran escala, las posibilidades que ofrecen los medios de comunicación y de transporte actuales para fabricar a miles de kilómetros de los mercados de venta, las diferencias abismales del costo de la mano de obra entre diferentes regiones del Planeta, las diferencias de costos por la implantación de industrias en suelo nacional según los países, las diferencias de aranceles e impuestos, todo ello fomenta y a veces impone la creación de grandes empresas contra las que es muy difícil competir. Podemos encontrarlas dominando los mercados nacionales e internacionales, son las denominadas “empresas transnacionales o multinacionales”. Sus técnicas pasan por competir en solitario o aliándose con otras afines o complementarias o absorbiendo empresas rivales. Su poder económico, tecnológico y financiero les permite conseguir créditos y subvenciones públicas en condiciones de privilegio, así como influir en países cuyos gobiernos tienen menos poder que ellas mismas, presionando incluso a las autoridades de las naciones más fuertes. Su expansión planetaria les permite distribuir sus operaciones según los criterios más convenientes, deslocalizando fábricas a países con salarios más bajos, transvasando fondos y contabilidades, eludiendo fiscalidades y legalidades incómodas, aplastando a rivales locales, poner y quitar gobiernos a su gusto, consiguiendo cifras de beneficios muy superiores a muchos presupuestos nacionales.

Esas multinacionales junto con las grandes instituciones financieras, conforman una red de poder económico ante la que hablar del consumidor como rey del mercado y de su libertad económica resulta totalmente irrisorio. Incluso las empresas menores se encuentran sometidas, directa o indirectamente, al yugo de las gigantescas porque, aunque no les vincule ninguna relación contractual, no les queda más remedio que plegarse a las condiciones y la evolución del mercado y de la producción dictadas por esas multinacionales. Así, los poderosos directivos y sus mastodónticas empresas avanzan por el mercado planetario pateando sonrientes por encima de los pueblos.

Soria Bonilla, Silvia Página 6 de 11

Page 7: La Globalización

La Globalización

Aspectos sociales

Para demostrar que no siempre el equilibrio automático entre oferta y demanda a un determinado precio supone una ventaja desde el punto de vista social voy a hacer uso del ejemplo habitual: supongamos una escasez en la producción de leche, con oferta escasa y gran demanda, por lo que el precio de ajuste se sitúa tan alto que los pobres no pueden comprar leche para sus hijos, mientras los ricos no tienen problema para ofrecérsela a sus gatos.

Dada la tremenda desigualdad en la distribución de la riqueza dentro del sistema de mercado, el ejemplo de la leche no es para nada improbable. Así, por ejemplo, es un hecho palpable la desigualdad de oportunidades en los niveles de educación superiores, menos accesibles para estudiantes pobres o la dificultad para acceder a los servicios sanitarios cuando son privatizados, convirtiéndose en imposibilidad en caso de enfermedades complicadas con tratamientos caros lo que, además de ser injusto, supone una fuente de exclusión y marginación social inaceptable.

En otro aspecto, un ejemplo más y muy ilustrativo de perjuicio social cuando las inversiones se guían solo por criterios economicistas, se produce en las frías aguas del Pacífico sur chileno, donde los inmensos excedentes de peces capturados podrían paliar buena parte del hambre del Tercer Mundo, si no fuese porque es más rentable su procesado para fabricar piensos y harinas que alimentarán al ganado productor de carne destinada a ser consumida en los países ricos.

No hablemos ya del destrozo medioambiental producido por haberse actuado durante decenios pensando solamente en los beneficios monetarios inmediatos sin tomar en cuenta las ventajas futuras que quedaban ya destruidas para siempre. Las talas masivas y los incendios de grandes extensiones de selva amazónica, los vertidos al mar de todo tipo de contaminantes, las sustituciones de grandes extensiones de bosques primarios por cultivos puntualmente más rentables o simplemente su tala masiva para la obtención de madera, el enladrillado, cementado y asfaltado masivo de zonas de gran valor ecológico, el uso de artes de pesca sumamente destructores, etc., etc. son ejemplos de los daños que estamos causando al Planeta y de los graves perjuicios para el futuro si se dejan en libertad ciertas empresas guiadas únicamente por criterios lucrativos.

Por lo tanto, el mercado de la competencia imperfecta, el mercado real, está dirigido por unos cuantos actores interesados en buscar el máximo beneficio privado a costa de lo que sea.

El interés público y el interés privado no tienen siempre los mismos objetivos. Las empresas persiguen una “prosperidad” basada en máxima ganancia, en batir records anuales de beneficios. El interés común busca fines más variados como la salud pública, la mejora de la educación, el respeto a la naturaleza, la cohesión social, el fomento de las artes, la calidad y salubridad de los alimentos y, sobre todo, el acatamiento de unas normas éticas de convivencia; esto conlleva muchas veces sacrificios del beneficio económico. Fines que el empresario (el interés privado) no tiene en cuenta para su actividad no estando dispuesto a realizar sacrificios en sus beneficios económicos.

Evolución del Mercado

Soria Bonilla, Silvia Página 7 de 11

Page 8: La Globalización

La Globalización

Actualmente el sistema económico mundial está muy condicionado e influenciado por dos nuevos factores: el tecnológico y el institucional.

El tecnológico tiene su origen en el tremendo progreso sufrido por la informática y las comunicaciones. Innovación representada por Internet, red global sobre la que se produce el intercambio generalizado de todo tipo de información digitalizada por unas computadoras cada vez más rápidas y avanzadas e interconectadas por redes de telecomunicaciones también muy avanzadas y veloces.

El institucional es consecuencia del acentuado liberalismo económico adoptado por los países más adelantados y los grandes organismos internacionales, cuyo resultado es la puesta en marcha de amplias medidas liberalizadoras de las transacciones en los mercados, sobre todo, de los movimientos financieros internacionales imponiéndoselas, de paso, a los países menos adelantados como condición sine qua non para el mantenimiento relaciones comerciales u obtener créditos financieros. Esto se traduce en una cesión de poder por parte de los gobiernos a favor de las grandes empresas y grupos inversores mundiales.

Así pues, la economía mundial se mueve hoy condicionada por la posibilidad de realizar comunicaciones y transferencias instantáneas por una parte y, por otra, por la amplia liberalización de las operaciones privadas con ausencia de control sobre ellas, lo que traspasa gran parte de las decisiones económicas desde el ámbito gubernamental con control democrático al poder privado empresarial liberado del control ciudadano. De esta forma se ha llegado a la estructura actual del mercado al que se ha llamado GLOBALIZACIÓN.

La Globalización

Como hemos dicho, es la “moderna” forma capitalista de mercado, en la que se han liberalizado al máximo la circulación de flujos financieros; luego con ciertas limitaciones y controles se ha liberalizado también el movimiento de mercancías; y después mucho más restringido se mantiene el movimiento de trabajadores.

Esa libertad financiera es crucial para el sistema, pues favorece las operaciones especulativas por cuantías muy superiores al valor total de las mercancías intercambiadas mundialmente multiplicando sus beneficios al aprovechar las diferencias en los tipos de cambio.

En ocasiones, se llega incluso a provocar o explotar desestabilizaciones y hasta crisis monetarias con auténticos ataques especulativos, que los gobiernos afectados no pueden parar por la superioridad de recursos de los atacantes y porque los poderes políticos han venido abdicando cada vez más de su capacidad de legislar contra esas operaciones.

Soria Bonilla, Silvia Página 8 de 11

Page 9: La Globalización

La Globalización

Este mercado globalizado funciona como una red de intensas relaciones económicas que, interconectada en tiempo real por los nuevos medios informáticos, agrupa una buena parte de la actividad mundial e influye, más o menos indirectamente, sobre las entidades no incluidas en la red.

Como en todos los mercados, en este mercado global convertido en espacio unificado por la instantaneidad de las comunicaciones, la liberalización sólo significa libertad real para los países más fuertes, con mayor potencia económica. Pero como en ese espacio los gobiernos han renunciado al control sobre las transferencias financieras, quienes deciden son las grandes instituciones privadas, bancarias o fondos de pensiones o de inversión, además de especuladores con nombres y apellidos, dueños de sumas multimillonarias, que utilizan contra cualquier Bolsa o moneda donde encuentren beneficios.

Las nuevas tecnologías y la velocidad en las telecomunicaciones permiten que las cotizaciones, noticias o factores con repercusión sobre la situación económica sean conocidas en cualquier parte del planeta casi instantáneamente de manera que se provocan reacciones inmediatas de los grandes operadores seguidos por los demás. El uso de esas tecnologías no implica que se garantice la transparencia total teórica del mercado perfecto, muy al contrario, la complejidad y abundancia de medios en la red facilita tanto la desinformación publicitaria y estratégica como la información. Además, esa maquinaria tecnológica es usada a fondo por los grupos financieros desde el momento en que los gobiernos más avanzados han renunciado al control de operaciones que, sin embargo, afectan profundamente a su gestión pública y a la vida cotidiana de sus ciudadanos.

La libertad financiera y monetaria ha ido consolidándose en virtud de leyes de liberalización presentadas como “desregularizadoras” y aprobadas por la creencia en la ideología del liberalismo económico dominante en casi todas las instituciones académicas y seguida por los grandes organismos internacionales. La utilidad esencial de esa teoría es la de legitimar el poder del dinero, aunque nos la venden como si tuviese las mismas virtudes democráticas del liberalismo político. Pero la realidad es que, mientras en el liberalismo político cada persona encarna un voto, en el liberalismo económico, el voto corresponde a cada unidad monetaria y no a cada ciudadano. Por lo tanto, el dejar los gobiernos las manos libres al poder

Soria Bonilla, Silvia Página 9 de 11

Page 10: La Globalización

La Globalización

económico privado, los votantes han perdido el control democrático ejercido mediante la elección de sus representantes y gobernantes. En definitiva: la globalización económica es totalmente antidemocrática.

Podemos dar una definición precisa ya de la globalización como “red de centros con fuerte poder económico y fines lucrativos, unidos por intereses paralelos, cuyas decisiones dominan los mercados mundiales, especialmente los financieros, usando para ello la más avanzada tecnología y aprovechando la ausencia o debilidad de medidas reguladoras y de controles públicos”. La consecuencia es la creciente concentración en pocas manos de las riquezas del Planeta y del poder económico.

La forma de dotarla de falso prestigio es presentar la globalización como una estructura social moderna y sin precedentes, alcanzada como uno más de los frutos del progreso. Sin embargo, lo cierto es que el poder ha buscado en toda la historia la explotación económica de sus súbditos usando los más avanzados medios técnicos del momento y no solo con el uso de la fuerza. Así, los traficantes y comerciantes en todos los imperios han procurado montar sus rutas y redes de transporte, líneas marítimas, etc. en connivencia con los poderes vigentes. Cada imperio ha globalizado como ha podido.

En definitiva la globalización es la forma moderna de Imperialismo. El Imperialismo del poder económico concentrado a nivel mundial en unas cuantas compañías transnacionales y entidades financieras.

La abismal desigualdad entre la minoría globalizadora y la multitud dependiente aparece en cualquiera de las estadísticas ofrecidas por los más serios organismos internacionales que, además, muestran una agravación progresiva de la desigualdad. Por ejemplo, según el programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, en 1997 el veinte por ciento más rico de la población mundial tenía unos ingresos 74 veces más altos que el veinte por ciento más pobre, sin que se registren medidas redistributivas eficaces por parte de los más favorecidos. Es más, nunca se ha llegado a hacer efectiva del todo la aportación de un 0,7% del producto bruto de los países adelantados, aprobada hace tiempo por las Naciones Unidas con ese fin compensatorio.Esta abismal desigualdad genera no pocas protestas por todo el Planeta cuyos grupos más o menos organizados se coordinan utilizando las mismas tecnologías que los globalizadores. Globalizadores que tratan de deslegitimar las protestas descalificando a sus miembros y tachándolos de minoría heterogénea, sin ideas sólidas y como gente que se perjudica a sí mismos al enfrentarse a lo que el liberalismo considera la única solución contra la pobreza, argumentando, además, que la lucha es inútil porque la globalización es imparable al estar impuesta por el irrenunciable avance de la tecnología.

Es cierto que los oponentes a la globalización somos un conjunto heterogéneo que abarca desde grupos radicales antisistema hasta pacifistas y defensores de los derechos humanos, pasando por ecologistas o colectivos culturales, religiosos, etc. Esa variedad está motivada por la multitud de aspectos en que el acaparamiento de riquezas y el abuso de poder incide sobre las vidas de los excluidos y marginados de la distribución justa de la riqueza.

La negación que hace el poder económico de ideas sólidas contrarias al pensamiento liberal o “único” queda desmentida por la existencia de un extenso colectivo social, sostenido por instituciones y publicaciones seriamente críticas con ese liberalismo. Muchos autores y textos han desenmascarado el anacronismo que invalida totalmente la teoría liberal por su injusticia distributiva, su ceguera ecológica, su reduccionismo inhumano, sus desviaciones al orientar la inversión y otros aspectos negativos inherentes al intercambio descontrolado.

Así pues, mientras la minoría globalizadora limita su interés a los mecanismos y resortes económicos que afectan a sus beneficios y operaciones especulativas, la gran mayoría oponente nos inquietamos por lo que importa a la vida humana en todas sus dimensiones, desde el escenario natural a la educación y perfeccionamiento de las personas, desde el hambre a la actividad creadora, desde la justicia a la solidaridad, desde la ciencia al placer. Una vida en plenitud, no reducida a meros horizontes económicos, lo que exige otro mundo más vasto que el financiero. Por eso decimos que OTRO MUNDO ES POSIBLE.

Soria Bonilla, Silvia Página 10 de 11

Page 11: La Globalización

La Globalización

Soria Bonilla, Silvia Página 11 de 11