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JESÚS E. MAZZEI ALFONZO | EL UNIVERSAL Jueves 22 de noviembre de 2012 12:00 AM En anteriores oportunidades hemos afirmado que la globalización es un proceso y una tendencia de difusión de ideas, valores, formas de producción y de comercio, procesos y productos, diseños organizativos y formas de conducta, a través de las fronteras nacionales. Un proceso, por lo tanto, que está conduciendo a una creciente articulación e interdependencia de todas las sociedades. Es, en efecto, la globalización polifacética, multiforme, modifica estructuras económicas, afecta procesos sociales, promueve nuevas tecnologías, replantea figuras y categorías políticas, y especialmente impacta y afecta nuestras vidas de distinto modo, positiva y negativamente, dependiendo de la economía, ubicación geográfica, recursos, tecnología, educación e infraestructura. Uno de los conceptos que se ve permeado es el de la soberanía. Asimismo, el concepto de globalización que he empleado hace hincapié en su carácter multidimensional. Además, los límites entre lo nacional y lo internacional se diluyen, gracias a la creciente relación interna/externa se torna cada vez más porosa. El Estado compite así con actores cada vez más numerosos y heterogéneos, tanto a nivel supra como subestatal, como lo evidencian los fenómenos neocorporativistas y los planteados por el activismo de la sociedad civil. Por otra parte, el proceso de globalización viene afianzándose y extendiéndose, en forma mucho más intensa desde el siglo XV con mayor vigor, primero por la influencia de la expansión europea a raíz de la Revolución Industrial. En este sentido, cobra interés actual un análisis de Dani Rodrik, a mi entender unos de los analistas más actuales y agudos del proceso de globalización y pone en el tapete la relación dialéctica con la soberanía. Hasta donde podemos ceder parte de ella en aras de construir un proceso de integración, para construir un sólido modelo supranacional. Afirma, Rodrik, "El objetivo al que apunta la eurozona es lograr la plena integración económica de la región, lo cual implica eliminar los costos de transacción que obstaculizan las actividades comerciales y financieras transfronterizas. Para que esto sea posible, es evidente que los gobiernos deben abstenerse de aplicar restricciones directas al comercio y los flujos de capital; pero además,

LA GLOBALIZACION

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LA GLOBALIZACION EN DIFERENTES AMBITOS

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JESÚS E. MAZZEI ALFONZO | EL UNIVERSAL

Jueves 22 de noviembre de 2012 12:00 AM En anteriores oportunidades hemos afirmado que la globalización es un proceso y una tendencia de difusión de ideas, valores, formas de producción y de comercio, procesos y productos, diseños organizativos y formas de conducta, a través de las fronteras nacionales. Un proceso, por lo tanto, que está conduciendo a una creciente articulación e interdependencia de todas las sociedades. Es, en efecto, la globalización polifacética, multiforme, modifica estructuras económicas, afecta procesos sociales, promueve nuevas tecnologías, replantea figuras y categorías políticas, y especialmente impacta y afecta nuestras vidas de distinto modo, positiva y negativamente, dependiendo de la economía, ubicación geográfica, recursos, tecnología, educación e infraestructura. Uno de los conceptos que se ve permeado es el de la soberanía. Asimismo, el concepto de globalización que he empleado hace hincapié en su carácter multidimensional. Además, los límites entre lo nacional y lo internacional se diluyen, gracias a la creciente relación interna/externa se torna cada vez más porosa. El Estado compite así con actores cada vez más numerosos y heterogéneos, tanto a nivel supra como subestatal, como lo evidencian los fenómenos neocorporativistas y los planteados por el activismo de la sociedad civil. Por otra parte, el proceso de globalización viene afianzándose y extendiéndose, en forma mucho más intensa desde el siglo XV con mayor vigor, primero por la influencia de la expansión europea a raíz de la Revolución Industrial. En este sentido, cobra interés actual un análisis de Dani Rodrik, a mi entender unos de los analistas más actuales y agudos del proceso de globalización y pone en el tapete la relación dialéctica con la soberanía. Hasta donde podemos ceder parte de ella en aras de construir un proceso de integración, para construir un sólido modelo supranacional. Afirma, Rodrik, "El objetivo al que apunta la eurozona es lograr la plena integración económica de la región, lo cual implica eliminar los costos de transacción que obstaculizan las actividades comerciales y financieras transfronterizas. Para que esto sea posible, es evidente que los gobiernos deben abstenerse de aplicar restricciones directas al comercio y los flujos de capital; pero además,

deben armonizar con los otros Estados miembros sus normas y reglamentos nacionales (por ejemplo, las normas de seguridad de los productos y las normativas bancarias), para evitar que opongan barreras indirectas al comercio. Y también deben comprometerse a no hacer cambios en estas políticas, ya que de lo contrario la incertidumbre misma actuará como costo de transacción". [email protected]

Foto: EPA

En España, los separatistas ganaron las elecciones al parlamento autonómico de Cataluña.

La coalición Convergència i Unió (CiU) asociada por muchos con el nacionalismo catalán, obtuvo el más del 30 % de los votos.

Algunos expertos relacionan el incremento de los ánimos separatistas en Europa con el fenómeno de la globalización. El vicedecano de investigaciones científicas de la Facultad de Política Mundial en la Universidad Lomonósov de Moscú, Andrei Sídorov, dice que la palabra “globalización” no es un sonido vacío:

—Si antes existíamos en un espacio de los estados nacionales que nos defendían, nos abastecían y hacían muchas cosas más por nosotros, ahora incluso una pequeña comunidad vinculada a un centro de crecimiento económico ubicado fuera de sus límites nacionales puede existir absolutamente tranquila gracias a toda una serie de factores, y en primer término, el factor económico. Por eso, si tratamos este problema con debida seriedad, veremos que se trata de las consecuencias de una tendencia muy importante que puede transformar el panorama y el mapa político del mundo.

En una conferencia de prensa celebrada durante la Cumbre Iberoamericana en Cádiz, España, lo periodistas preguntaron al presidente de la Comisión Europea, José Manuel Barroso, si un territorio que quiera separarse de alguna nación de la UE tendrá que someterse de nuevo a todos los

procedimientos de ingreso para reincorporarse a la organización como estado independiente. Nuestro enviado grabó la respuesta del Sr. Barroso:

—Legalmente, la situación no ha cambiado en absoluto desde 2004, ya que no se ha hecho enmienda alguna al texto del Tratado de Lisboa. Por eso, puedo ratificar con absoluta seguridad que la postura de la Comisión Europea sobre este asunto no ha variado.

Tras analizar los edificios más emblemáticos de los últimos años, el reputado arquitecto Norman Foster presenta en Madrid el libro «Atlas. Arquitecturas del siglo XXI», editado por la Fundación BBVA.

Norman Foster presentando el atlas de arquitectura del siglo XXI en la fundacion BBVA - Foto: Gonzalo Pérez 22 Noviembre 12 - Madrid - Eva M. Rull En una época de globalización y exceso de información, los compendios o resúmenes facilitan la comprensión de por dónde camina el mundo. Lo mismo ocurre en arquitectura, tal y como recordó ayer Norman Foster durante la presentación en Madrid de «Atlas. Arquitecturas del siglo XXI», cuatro volúmenes editados por la Fundación BBVA que analizan más de 500 obras realizadas desde 2005 hasta hoy. Un grupo de diez especialistas analizan por regiones las obras más significativas, en un intento de explicar «el fenómeno de la globalización de la arquitectura», explicó durante el acto Luis Fernández-Galiano, catedrático de Proyectos de la Escuela de Arquitectura de la Universidad Politécnica de Madrid, quien señaló a Norman Foster como arquitecto global, uno de los autores con más presencia en estos cuatro volúmenes.

Para el arquitecto inglés, la globalización en arquitectura es un proceso nada novedoso que se remonta al Renacimiento italiano con Andrea Palladio, el primer exportador de cultura: «Su interés por traspasar fronteras; todo se remonta a su influencia. Después, el Barroco hizo posible ciudades como San Petersburgo», explicó. Esta carrera hacia unas sociedades en red, iniciada en el siglo XVI, ha seguido extendiéndose con el ferrocarril hasta el lejano Oriente y ahora, en una nueva etapa, sigue entrelazando el mundo con los productos de Apple.

En algunas áreas, el crecimiento del comercio está por debajo del crecimiento del PIB. (Foto: Getty Images) El esfuerzo por unificar a los países en el plano mundial se está revirtiendo, dice Joshua Cooper; ahora, empresas y naciones deben prepararse para una economía enfocada hacia el interior, opina. Publicado: Miércoles, 21 de noviembre de 2012 a las 06:03

Por: Joshua Cooper Ramo*

NUEVA YORK — Una mañana del pasado septiembre, Pascal Lamy, el enérgico francés que dirige la Organización Mundial del Comercio (OMC), se paró frente a una sala llena de economistas y comenzó su lectura anual sobre la salud de la economía mundial.

"Este año, como el pasado, ha estado marcado por una turbulencia económica extraordinaria", comenzó. "Lentas tasas de crecimiento económico, alto desempleo, y cifras recién publicadas sobre el comercio mundial que son igual de preocupantes". No era un diagnóstico poco familiar. Pero lo último, la mención de los nuevos datos comerciales preocupantes, capturó a muchos oídos.

Durante la mayor parte de los últimos 20 años, el comercio ha avanzado por delante del crecimiento económico global, por lo general a casi el doble de su ritmo. El PIB creció 3.5% en 2006, el último año saludable anterior a la crisis, y el comercio creció 8%. Éste fue, al parecer, un engrane de oro que unió al planeta de manera cada vez más estrecha.

Sin embargo, los últimos 24 meses han mostrado algo que luce muy parecido a un impacto comercial. No se trata sólo de que el comercio ya no esté duplicando el crecimiento; se está desacelerando. En algunas áreas cruciales, el crecimiento del comercio ha caído por debajo del crecimiento del PIB, y este año, a nivel mundial, estaremos por debajo de la tasa promedio de 20 años de crecimiento del comercio una vez más.

Lo más grave: las cifras sobre la inversión en activos en el extranjero que probablemente son el mejor indicador de entusiasmo por la globalización están disminuyendo hacia el 40%, desde más del 50% en 2008. El movimiento es tan grave que los economistas han empezado a preguntarse: ¿Está la globalización dando marcha atrás?

Considerando que la idea de un mundo más interconectado ha estado en el corazón de nuestros supuestos sobre el futuro, estas cifras son, como dijo Lamy, preocupantes.

*Joshua Cooper Ramo es vicepresidente de Kissinger Associates y es miembro de las juntas directivas de Starbucks y FedEx. Es un ex editor de la revista Time.

Reportero asociado: Omar Akhtar

UN NUEVO LIBRO DESMONTA LA TESIS DE NOSSITER ¿Globalización? Sí, pero con terruño ELMUNDOVINO Hace un lustro, 'Le goût et le pouvoir', un libro del periodista y sumiller norteamericano Jonathan Nossiter -luego traducido al inglés como 'Liquid memory'-, provocó amplia polémica en el mundillo del vino al desarrollar ampliamente la tesis ya anunciada en su anterior película, 'Mondovino': una cábala internacional de corte entre mafioso y masónico se ha adueñado de la industria y el sector del vino en todo el mundo, con el influyente Robert Parker como martillo pilón, erradicando todo lo tradicional y lo natural para imponer en todas partes un estilo industrial, manipulado, pesado e 'internacional' que se obtenía en verdaderas factorías de vino controladas por el poder. Pues bien, un libro francés recién publicado, 'La guerre des vins'(Ed. Flammarion, París, 2012), de Aymeric Mantoux y Benoist Simmat, viene a dejar las conclusiones de Nossiter en bastante mal lugar. El libro del estadounidense no tuvo el mismo impacto que la, de por sí, polémica película porque cansó a muchos críticos y lectores con sus dosis de autobombo, de 'psicojerga' poco inteligible y de 'vendettas' personales contra sus enemigos, reales o percibidos como tales. Entre otros, varios españoles: el enólogo y viticultor Telmo Rodríguez y los periodistas José Peñín y Víctor de la Serna, considerados todos ellos como los epígonos ibéricos de Parker. Fue De la Serna, presentado a lo largo de varias páginas como un maleante ligado a la extrema derecha católica, el peor parado. Aquel libro había casi caído en el olvido, pero la información de la que hacen acopio –esta sí, sin vendettas ni historias de conspiración- Mantoux y Simmat es tan profundamente discrepante de aquella visión apocalíptica que no hay más remedio que recordarlo.

Como analiza el crítico Jean-Baptiste Noé en el sitio de internet Contrepoints.org, lo que está sucediendo es más bien lo contrario: en cuanto avanza el conocimiento del vino crece la diversidad de gustos y se buscan nuevas cosas; triunfan muchos franceses –Francia ha redorado sin la menor duda en los últimos años su blasón vitivinícola, decaído hace dos decenios-, pero no sólo un Michel Rolland, tan identificado con Parker, sino un Stéphane Derenoncourt, o los viticultores borgoñones... La uniformidad se ha ido al garete. Escribe Noé: "La globalización acerca hombres, culturas, formas de vida. En un sentido, uniformiza. Para también se crean distinciones importantes. Los nuevos países del vino intentan primero llegar a un estilo internacional, para demostrar su buen nivel. Luego, en un segundo momento, quieren desarrollar el gusto local para demostrar su excelencia. Se trata, por tanto, de hacer vinos de terruño. Ya no sirve aquella distinción entre vinos de terruño y vinos de marca, entre viejo y nuevo mundo. En todas partes es el vino de terruño el que triunfa. No el terruño como sinónimo de pedruscos, que es una invención de los agricultores para hacer subir el precio de sus tierras, sino el terruño como sinónimo de cultura, que combina la búsqueda de las mejores parcelas, la historia del lugar y el trabajo de los hombres. La globalización contribuye, por tanto, a reafirmar las identidades, a promoverlas, a reforzarlas. La globalización, lejos de uniformizar a los hombres, es la gran llama que reaviva las identidades de los pueblos".

Por JORGE HERNÁNDEZ

RESTREPO | Publicado el 29 de

octubre de 2012

Quisiera saber dónde están ahora los dioses de la globalización, que pregonaban un reino en el paraíso para quienes, sin reservas, entraran en el juego de la apertura y competencia de libre mercado. Parece que la fórmula no fue tan salomónica para la generación de empleos. Nos sorprendió la frase del presidente estadounidense Barack Obama cuando en uno de los debates con su contrincante republicano, Mitt

Romney , dijo que en su segundo mandato trabajaría para incrementar el mercado interno y la producción local como estrategia para recuperar los trabajos que por ese libre mercado se fueron para China. Obama dijo que atraerá las manufacturas que hicieron grande su país, con los productos que vendían en todos los mercados, aprovechando la globalización y los pactos de libre comercio, pero cuyo efecto provocó que países como China se pusiera las pilas a producir y vender más barato inclusive en Estados Unidos.

Esas condiciones, tan atractivas, hicieron que muchos empresarios se ingeniaran la manera de producir en China, generando empleo en el gigante asiático, pero en detrimento del empleo local de cada país. Estados Unidos y Colombia han sentido ese efecto. La pregunta es cómo Colombia ganaría más con producción local y genera empleo, la globalización parecía un aliado y se presentó como verdugo. Ahí va el lío para todos los países.

POR IOSU PERALES - Lunes, 26 de Noviembre de 2012 - Actualizado a las 05:26h

LA globalización es un proceso histórico, no es el

resultado de un acto como encender el motor de un

automóvil o la luz de una habitación. Podemos decir

que en el año 2025 estaremos mucho más

globalizados y en el 2050 aún más.

Se trata de una transformación permanente que no

sabemos cuándo podrá llegar a completarse. Sin

embargo, la globalización no opera de la misma

manera en todo los campos de la actividad humana.

Mientras desde el punto de vista de la técnica, de las comunicaciones y de la economía puede

decirse que es una tendencia histórica natural, no es así en la política. La pugna entre globalización

y soberanía de los estados-nación no ha librado aún las batallas decisivas.

Por otro lado la pérdida de soberanía nacional afecta muy desigualmente a los estados. El discurso

neoliberal esconde el hecho de que tras el "beneficio general del poder del mercado" hay estados

ganadores.

Por consiguiente es tonto negar el hecho de la globalización, pero es poco veraz derivar de este

hecho el fin de los estados-nación. De hecho, una globalización será tanto más ordenada y

democrática si se basa en estados vivos; lo contrario nos llevaría a una mundialización dominada por

poderes oscuros, no elegidos, alejados de la ciudadanía y en consecuencia, peligrosos.

El rumbo del mundo en manos de poderes invisibilizados e irresponsables en términos democráticos

es la peor de las alternativas. De hecho, ya la globalización actual es excluyente y sectaria: la quinta

parte más rica del mundo posee el 80% de los recursos del planeta.

De una población mundial de 6.000 millones, apenas 500 millones de personas viven

confortablemente.

Por otra parte, está el dato de que 32 países viven hoy día peor que hace 40 años, según datos de

Naciones Unidas. De ahí lo absurdo de permanecer deslumbrados ante una globalización que sobre

todo tiene que ver con el dominio del dinero.

En contra del optimismo neoliberal, la globalización no es en sí misma ni una buena ni mala noticia.

La Unión Europea (UE) de nuestros días es parte de una globalización que hay que criticar. Ha sido

raptada por los lobbys financieros y sus decisiones no están motivadas por los deseos de una

ciudadanía debidamente consultada.

En resumen, nada sobre Europa y la globalización es autoevidente; es preciso debatir no solo sobre

el cómo, sino también y fundamentalmente sobre qué tipo de Unión Europea y globalización

queremos. En este debate, las naciones que todavía no son Estado tienen mucho que decir.

BIBLIOGRAFIA.

◊ http://www.eluniversal.com/opinion/121122/globalizacion-y-soberania

◊ http://spanish.ruvr.ru/2012_11_26/Cataluna-referendo-constitucional-separatismo-nacionalismo-globalizacion-Jose-Manuel-Barroso-Lisboa/

◊ http://www.larazon.es/noticia/711-norman-foster-en-tiempos-de-crisis-hay-que-hacer-mas-con-menos

◊ http://www.cnnexpansion.com/economia/2012/11/20/la-globalizacion-va-en-reversa

◊ http://elmundovino.elmundo.es/elmundovino/noticia.html?vi_seccion=2&vs_fecha=201211&vs_noticia=1353426439

◊ http://www.elcolombiano.com/BancoConocimiento/N/nos_comio_el_diablo_de_la_globalizacion/nos_comio_el_diablo_de_la_globalizacion.asp

◊ http://www.noticiasdegipuzkoa.com/2012/11/26/opinion/tribuna-abierta/lo-global-y-lo-local-euskadi-en-europa

KAREN CAROLINA ZUBIRIA HERNANDEZ

CATEDRA DE NEGOCIOS INTERNACIONALES

UPC