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1 La Globalización y sus complejas manifestaciones Se hace cada vez más impostergable la tarea de articular la globalización, como discurso y praxis, a todas y cada una de las acciones que emprenda el hombre en su condición de ser social. Esta tarea se amplía y por demás se complejiza en tanto la globalización como concepto y discurso está asociada al lenguaje, esto es, a la capacidad de los seres humanos para comunicarse. Por lo tanto al uso de códigos y símbolos y a las particularidades del contexto. Como praxis la globalización se enfrenta a la dimensión ética de su significado y aplicación generando espacios de aprobación y rechazo. De igual manera desde su acepción práctica se le asocia a lo económico, a lo político, a lo espacial. A la noción de temporalidad que le demarca su accionar como hecho ineluctable de estas épocas. En esta perspectiva lo Global resiste diversas definiciones y abordajes tanto como escenarios en donde se le discute como concepto más que como realidad. Realidad que no resiste discusión, pues se encuentra asociada al devenir mismo de la sociedad. La sociedad actual es una sociedad globalizada en la dirección que nos señalan los avances de la ciencia, pero esencialmente de la tecnología. Existe un medidor “empírico” del grado de globalidad, el mismo que está por encima de elaboraciones más rigurosas y profunda de sus manifestaciones y efectos: los productos y los mercados. La globalidad como realidad social, económica, política y cultural se halla impresa en las acciones que despliegan los seres sociales en favor de satisfacer sus necesidades, desde las más íntimas hasta las más superfluas. Las redes globales de comercio electrónico son sin duda una perfecta manifestación de este fenómeno. En tanto alcanzan y atraviesan cualquier barrera física-geográfica, pero ante todo cultural, política y social. Hoy no basta, entonces, con ser internacional –trátese de una persona o una organización empresarial-, es menester ser Global. La primera trasciende fronteras físicas, la segunda también, pero además hace lo propio con las fronteras culturales. La globalización produce algo que la internacionalización per se no ha producido, la reconfiguración de la dimensión: espacio – tiempo. “El mundo actual es una aldea global”, es una clara referencia a esta consideración. Pareciera que el mundo se ha hecho más pequeño y por lo tanto la noción del tiempo también se expone a una reducción. La metáfora alude justo al cambio en el paradigma del tiempo y el espacio. Dos, tres, cuatro y más personas interactúan en tiempo real vía Skype –audio y video simultáneo-, lo hacen en tiempo real. La pregunta sería: ¿el tiempo de cuál de ellos?, pues cada uno de los interlocutores se halla en ciudades de continentes distintos y distantes. Incluso, alguna de estas personas o varias no se encuentran en lugar fijo, pueden estar en movimiento. Una está en pleno vuelo atravesando el Atlántico, otra más va cómodamente sentada en un tren de alta velocidad en alguna región de

La Globalización y Sus Complejas Manifestaciones

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La Globalización y sus complejas manifestaciones en relación con la formación en emprendimiento

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La Globalización y sus complejas manifestaciones

Se hace cada vez más impostergable la tarea de articular la globalización, como discurso y

praxis, a todas y cada una de las acciones que emprenda el hombre en su condición de ser

social. Esta tarea se amplía y por demás se complejiza en tanto la globalización como concepto

y discurso está asociada al lenguaje, esto es, a la capacidad de los seres humanos para

comunicarse. Por lo tanto al uso de códigos y símbolos y a las particularidades del contexto.

Como praxis la globalización se enfrenta a la dimensión ética de su significado y aplicación

generando espacios de aprobación y rechazo. De igual manera desde su acepción práctica se le

asocia a lo económico, a lo político, a lo espacial. A la noción de temporalidad que le demarca

su accionar como hecho ineluctable de estas épocas.

En esta perspectiva lo Global resiste diversas definiciones y abordajes tanto como escenarios

en donde se le discute como concepto más que como realidad. Realidad que no resiste

discusión, pues se encuentra asociada al devenir mismo de la sociedad. La sociedad actual es

una sociedad globalizada en la dirección que nos señalan los avances de la ciencia, pero

esencialmente de la tecnología.

Existe un medidor “empírico” del grado de globalidad, el mismo que está por encima de

elaboraciones más rigurosas y profunda de sus manifestaciones y efectos: los productos y los

mercados. La globalidad como realidad social, económica, política y cultural se halla impresa

en las acciones que despliegan los seres sociales en favor de satisfacer sus necesidades, desde

las más íntimas hasta las más superfluas.

Las redes globales de comercio electrónico son sin duda una perfecta manifestación de este

fenómeno. En tanto alcanzan y atraviesan cualquier barrera física-geográfica, pero ante todo

cultural, política y social. Hoy no basta, entonces, con ser internacional –trátese de una

persona o una organización empresarial-, es menester ser Global. La primera trasciende

fronteras físicas, la segunda también, pero además hace lo propio con las fronteras culturales.

La globalización produce algo que la internacionalización per se no ha producido, la

reconfiguración de la dimensión: espacio – tiempo. “El mundo actual es una aldea global”, es

una clara referencia a esta consideración. Pareciera que el mundo se ha hecho más pequeño y

por lo tanto la noción del tiempo también se expone a una reducción. La metáfora alude justo

al cambio en el paradigma del tiempo y el espacio. Dos, tres, cuatro y más personas

interactúan en tiempo real vía Skype –audio y video simultáneo-, lo hacen en tiempo real. La

pregunta sería: ¿el tiempo de cuál de ellos?, pues cada uno de los interlocutores se halla en

ciudades de continentes distintos y distantes. Incluso, alguna de estas personas o varias no se

encuentran en lugar fijo, pueden estar en movimiento. Una está en pleno vuelo atravesando el

Atlántico, otra más va cómodamente sentada en un tren de alta velocidad en alguna región de

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Europa, y otra se desplaza en su carro por alguna congestionada calle de Hong Kong. ¿A qué

noción de espacio estaremos haciendo referencia en un caso como este?

Es entendible, entonces, como consecuencia de su dimensión y realidad, que la globalización

haga presencia como tema de estudio y aplicación en los diversos campos del saber que hoy

por hoy contempla la formación de cualquier profesional en el mundo. Desde el economista,

para quien el tema siempre ha sido pertinente, hasta el profesional de las ciencias naturales y

las artes. Para ninguno de ellos el fenómeno de la globalización debiera pasar inadvertido.

Sólo comprendiendo su dimensión y omnipresencia el profesional de estos tiempos podrá

estar preparado para influir sobre ella, asociándola a su quehacer teórico – práctico.

Un programa de formación profesional que contemple la preparación idónea y temporalizada

en el campo de los negocios, de la administración de organizaciones productivas, del

mercadeo internacional, deberá comprender y hablar en el idioma global, esto es, en el idioma

de las interconexiones, de las redes, del recorte de las distancias, del multiculturalismo, de la

satisfacción de necesidades locales con procesos y tecnologías globales, de la injerencia e

intervención de poderes globales sobre poderes locales. Como hechos irrefutables de una

nueva e irreversible realidad.

Como paradoja habría que advertir que el fenómeno de la globalización ha venido a reforzar el

sentido de lo propio, de lo local, de lo regional. No como antagonistas, sino como dos

realidades que en más de las veces se articulan, ensamblan y a partir de ello producen las

respuestas que la sociedad requiere y exige: satisfacer necesidades locales con soluciones

globales.

Desde el marco de referencia que sugiere el emprendimiento como praxis humana, el sentido

de lo Global no puede ponerse en discusión. Le es pertinente y natural. Sólo desde la

comprensión de lo Global como fenómeno de múltiples caras se podría entender y apreciar la

necesidad e importancia de esta práctica. Dicho de otra manera, el fenómeno de la

globalización no sólo demanda nuevos individuos, nuevos ciudadanos, nuevos profesionales,

sino que demarca el perfil de éstos. Entre el empleado, el empresario, el político, el

economista, el sociólogo, el ingeniero, el arquitecto, el jurista, que sugieren un marco de

operación y entendimiento sobre el asunto, es imperativa la presencia de “otro” interlocutor.

El sujeto que emprende. Quien sensibilizado con la dimensión teórica del tema, tiene la

disposición para hacer la “interface” entre las diversas escalas que configuran una realidad

Global.

Esa interface la interpreta y la ejecuta el administrador de empresas. Su capacidad para

interactuar e intervenir sobre las diversas y complejas variables socio-económicas, políticas y

culturales que le plantea el mundo y la sociedad actual lo convierte en el mejor interlocutor

del fenómeno de la globalización desde su dimensión compleja. En particular en la relación:

espacio – tiempo.

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A esta relación subyace un entramado de conexiones tan complejas como difusas que la

determinan: la sociedad, la tecnología, las legislaciones, los comportamientos individuales y

colectivos, los espacios geográficos, el territorio, el estado, el gobierno, las máquinas, la mano

de obra, los productos, las empresas entre otras tantas.

En ese sentido el curso se estructura en torno a una escala de comprensión con cuatro niveles.

Estos ponen en juego todo un corpus de discusiones desde las cuales el administrador de

empresas se prepara para desempeñar su función esencial: hacer la conexión en mundo

globalizado y complejo entre la acción de emprender y sus espacios/tiempos de vida.

Preparó

José Alonso González S.