La Guerra Contra El Islam en El Proyecto

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    ELMUNDODELOSCONQUISTADORES5 5 5 5

    Martn Ros Saloma

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    Editor: Ramiro Domnguez Hernanz

    Este libro ha sido posible gracias al apoyo de la Direccin General de Asuntos

    del Personal Acadmico de la Universidad Nacional Autnoma de Mxico me-

    diante el Proyecto PAPIIT IN402913-3 El mundo mediterrneo y su proyec-

    cin atlntica: entre medievo y modernidad (s.xi-xvii)

    Primera edicin 2015

    D.R. Universidad Nacional Autnoma de Mxico

    Instituto de Investigaciones Histricas

    Ciudad Universitaria, 04510, Mxico D. F.

    www.historicas.unam.mx

    Imagen de cubierta: Batalla de Otumba, 1520. Museo de Amrica

    Slexediciones S.L., 2015

    C/ Alcal, n. 202. 1 C. 28028Madrid

    www.silexediciones.comISBN:978-84-7737-888-4

    Depsito Legal:M-33993-2015

    Coleccin: Serie Historia Medieval

    Directora editorial: Cristina Pineda i Torra

    Coordinacin editorial: Joana Carro

    Edicin: Marina Sanmartn Pla

    Produccin: Teresa Alba

    Fotomecnica e impresin: SCLAY PRINT Artes Grficas S.L. (Printed in Spain)

    Cualquier forma de reproduccin, distribucin, comunicacin pblica o trans-

    formacin de esta obra solo puede ser realizada con la autorizacin escrita de sus

    titulares, salvo excepcin prevista por la Ley. Dirjase a cedro(Centro Espaol

    de Derechos Reprogrficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear

    algn fragmento de esta obra.

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    CONTENIDO

    PRESENTACIN 13

    PRIMERAPARTE

    RECONQUISTAYCONQUISTA: APROXIMACIONESHISTORIOGRFICAS

    LAIGLESIA, LAFORMACINDELIMAGINARIOMEDIEVAL

    YSURECEPCINENAMRICADESPUSDELACONQUISTA 27

    Eric PALAZZO

    LAFFRONTEMENTCONTRELESMUSULMANS

    DANSLESCHRONIQUESLEONAISESETCASTILLANES

    (IXE-XVESIECLE).CARACTERESETENJEUX

    DURECITHISTORIQUE 51

    Daniel BALOUP

    LAHISTORIOGRAFAYLALITERATURADELACONQUISTA

    DEAMRICAENLOSTIEMPOSDECARLOSV YFELIPEII:

    ELEJEMPLODEUNCONQUISTADOR, ESCRITOREHISTORIADOR

    BERNALDAZDELCASTILLO 65

    Dominique DECOURCELLES

    ORALIDAD, ESCRITURAEHISTORIA.

    ELCASODELOSCRONISTASNAHUAS 75

    Jos Rubn ROMEROGALVN

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    ELMUNDODELOSCONQUISTADORES

    LASCOSASMALDICHASYMALCALLADAS.LASDIFERENCIASENTRELAPRIMERA

    YLASEGUNDAVERSINDELARELACINDELACONQUISTA

    DENUEVAESPAADEFRAYBERNARDINODESAHAGN 85

    Miguel PASTRANAFLORES

    SEGUNDAPARTE

    REALIDADESFRONTERIZAS

    LOSLMITESENTREESTADOS: LAIDEADEFRONTERAENELMEDIEVOYELCASODELOSREINOSHISPANO-CRISTIANOS 99Emilio MITREFERNNDEZ

    LOSHOMBRESDELAFRONTERAENLOSSIGLOSXIAXIII 119

    M Isabel PREZDETUDELAYVELASCO

    MADINATSALIM, DELAMADINAALAVILLA. TRANSFORMACINDEL

    TEJIDOURBANOENUNREADELAFRONTERA 159Marisa BUENOSNCHEZ

    LOSPRESIDIOSENELNORTEDEFRICA

    YENLANUEVAESPAA 197

    Luis ARNALSIMN

    LACOLONIZACINDELPUEBLODETLACHCO-QUERTARO

    ENLAFRONTERADECHICHIMECAS, 1531-1599 227

    Juan Ricardo JIMNEZGMEZ

    TERCERAPARTELAGUERRADECONQUISTA: FUNDAMENTOSYLEGITIMACIN

    ILNEMICOEIFALSIDEI. LACCUSA

    DIIDOLATRIATRACRISTIANESIMOEISLAM 263

    Alessandro VANOLI

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    NDICEDECONTENIDO

    LAGUERRACONTRAELISLAM:UNAGUERRASANTA, PEROSEGNQUCRITERIOS? 287

    Patrick HENRIET

    SANTIAGOMATAMOROS: MITOOREALIDADDELARECONQUISTA? 307

    Klaus HERBERS

    EXCLUSINEINTEGRACIN: LACONQUISTA

    YELIMPERIOENLOSREINADOSDEALFONSOVI

    YALFONSOVII 321Hlne SIRANTOINE

    RDENESMILITARESYGUERRASANTARECONQUISTA

    YCRUZADAENELOCCIDENTEPENINSULAR(SIGLOSXII-XV) 355

    Carlos de AYALAMARTNEZ

    LAFRONTERADEESPAAESDENATURACALIENTE.ELDERECHO

    DECONQUISTAENLASPARTIDASDEALFONSOX ELSABIO 375Alejandro MORIN

    LAGUERRACONTRAELISLAMENELPROYECTOPOLTICODE

    FERNANDOELDEANTEQUERA, INFANTEDECASTILLA

    YREYDEARAGN(1380-1416) 399

    Vctor MUOZGMEZ

    LOMORISCOPENINSULARYSUPROYECCINENLACONQUISTADEAMRICA 437Louis CARDAILLAC

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    ELMUNDODELOSCONQUISTADORES

    CUARTAPARTELAGUERRADECONQUISTAYSUSPROTAGONISTAS

    LASFORMASDELAGUERRADECONQUISTA:

    ELCONTEXTOHISPNICOMEDIEVAL(SIGLOSXIALXIII) 457

    Francisco GARCAFITZ

    RODRIGODAZ, ELCIDCAMPEADOR,

    UNCONQUISTADORENELSIGLOXI 489

    David PORRINASGONZLEZ

    LESCHEVAUXETLESCAVALIERSDELACONQUETE:

    MEMOIRE, SENSIBILITESETTECHNIQUES 523

    Marion DUBRON

    HERNNCORTSYLAGUERRADELOSCONQUISTADORES 557

    Bernard GRUNBERG

    HERNNCORTSENESPAA(1540-1547):

    NEGOCIOS, PLEITOSYFAMILIA 577

    Mara del Carmen MARTNEZMARTNEZ

    ENTREELBREVIARIOYLAESPADA. LOSMERCEDARIOS

    COMOCAPELLANESENLASHUESTESCONQUISTADORAS 599

    Mara del Carmen LENCZARES

    PORSERVALIENTES: UNAPROBANZAINDGENA

    DELACONQUISTADECENTROAMRICA, SIGLOXVI 619

    Laura MATTHEW

    GLIITALIANIDELNUOVOMONDO: CONQUISTATORI,

    COLONIZZATORIEDEVANGELIZZATORI 631

    Fernando CIARAMITARO

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    NDICEDECONTENIDO

    QUINTAPARTELAINCORPORACINDELESPACIOCONQUISTADO

    LAFRONTERADELDUERO:

    ENLOSORGENESDELASCOMUNIDADESDEVILLAYTIERRA 665

    Carlos REGLERODELAFUENTE

    FUENTESHISTRICASYLEGENDARIAS

    SOBRELACONQUISTADEMOLINADEARAGNYCRONOLOGADEL

    FUERO 687

    Nicols VILASEOANE

    BESTIARIOAMERICANO. DEPIRIREIS(1513)

    AGUAMNPOMA(1615) 721

    Marcelo RAMREZRUIZ

    DONETECHANGEDANSLACOLONISATIONDUBRESIL. 735

    LESRECITSDELADECOUVERTE(XVIE

    SIECLE)Eliana MAGNANI

    DESCUBRIENDOELMARDELSUR

    DELOSPUERTOSNOVOHISPANOSENLASEXPLORACIONES

    DELPACFICO(1522-1565) 749

    Guadalupe PINZNROS

    LOSSANTOSREYESMAGOS

    ENELIMAGINARIOMEDIEVALYNOVOHISPANO 775

    Antonio RUBIALGARCA

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    ELMUNDODELOSCONQUISTADORES

    SEXTAPARTELAGUERRAYSUSMANIFESTACIONESARTSTICAS

    REFLEXIONESENTORNOALSCRIPTORIUM DEVALERANICAYALOSFUNDAMENTOSDELAEDILICIAMONSTICADELACASTILLACONDAL 803Francisco J. MORENOMARTN

    ESCRIBANOSEILUMINADORES

    ENLAFRONTERACRISTIANO-HISPANAENTRELOSSIGLOSXYXI: LACOSTUMBREDELRETRATO 839

    Junko KUME

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    LAGUERRACONTRAELISLAMENELPROYECTOPOLTICODE

    FERNANDOELDEANTEQUERA, INFANTEDECASTILLAYREYDEARAGN(1380-1416)

    Vctor Muoz Gmez

    Instituto Universitario de Estudios Medievales y Renacentistas (CEMyR). Uni-

    versidad de la Laguna // Universidad de Valladolid

    [...] En el qual tiempo, en la dicha Medina del Campo, da

    de San Sahagn veynte e siete das de nouiembre del dicho ao,nasi al rey don Johan vn hijo de la reyna doa Leonor, sumuger, hija del rey don Pedro de Aragn, e fue llamado el infantedon Fernando, el qual es el que gan a Antequerae fue despus reyde Aragn1.

    1. INTRODUCCIN

    Fernando de Antequera es un personaje bien conocido en la His-toria Medieval hispnica: infante real de Castilla, corregente delreino durante la minora de edad de Juan II y primer monarca dela Casa de Trastmara en la Corona de Aragn a partir de su desig-nacin a raz del llamado Compromiso de Caspe2. No obstante,

    1 Gonzalo Fernndez de Oviedo y Valds, Catlogo Real de Castilla, transcripcin yedicin de Ana Evelina Romano de Thuesen, Tesis doctoral defendida en la University

    of California, junio de 1992, p. 845. La marca en cursiva en el texto es ma.2 No existe ningn trabajo monogrfico de carcter global sobre nuestro protagonista.Un acercamiento a su figura ha de iniciarse a partir de la limitada biografa de InezIsabel Macdonald, Don Fernando de Antequera, Oxford, Dolphin Book Co., 1948, 237p., y de un conjunto diverso de artculos y libros que se han ocupado de diferentescuestiones relacionadas con Fernando de Antequera, tales como, a modo de ejemplo,los de Juan Torres Fontes, La regencia de Don Fernando de Antequera,Anuario deEstudios Medievales, n. 1, 1964, pp. 375-429; Ramn Menndez Pidal, El Compromisode Caspe, autodeterminacin de un pueblo, en Ramn Menndez Pidal (director),Historia de Espaa Menndez Pidal, Tomo XV. Los Trastmara de Castilla y Aragn en elsigloXV, Madrid, Espasa- Calpe, 1964, p. I-CLXIV; Ferrn Soldevila, El Comproms deCasp (Resposta al Sr. Menndez Pidal), Barcelona, Rafael Dalmau, 1965, 156p.; Emi-lio Mitre Fernndez, Evolucin de la nobleza en Castilla bajo Enrique III, Valladolid,

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    en un encuentro a caballo entre la pennsula ibrica y Amrica,entre la Edad Media y la Edad Moderna, entre la Reconquistay la Conquista, una pregunta aparentemente obvia adquieretodo su sentido: por qu la historiografa lo ha consagrado comode Fernando de Antequera y no de Fernando rey de Aragn?

    Cuando recib la sugerencia de hablar en esta reunin cient-fica sobre la relacin entre la lucha contra el islam en el contextode la Castilla bajomedieval y Fernando de Antequera, apenas caen la cuenta del ejercicio de memoria histrica que me estaba

    siendo propuesto por el doctor Ros3. Pero la revisin de las fuen-tes y la reflexin en torno a ellas me condujeron a reflexionarsobre el valor de los trminos utilizados en el discurso historio-grfico y comprobar que, a menudo, el relato histrico tiene deconstruccin condicionada mucho ms de lo que pudiera imagi-narse en un primer momento.

    Por esa razn, eleg encabezar el reflejo escrito de mi partici-pacin en este coloquio citando un fragmento del Catlogo Real

    de Castilla, finalizado por el primer Cronista Oficial de Indias,Gonzalo Fernndez de Oviedo, en 1532. Esta narracin, pese asu monumentalidad, resulta de poco inters generalmente paralos medievalistas a causa de su cronologa tarda y su carctersubsidiario respecto a otros textos cronsticos anteriores, comola Suma de Crnicas de Espaa de Pablo de Santa Mara, o lascrnicas de Juan I y Enrique III, del canciller Ayala, y de Juan II,de Fernn Prez de Guzmn compilada por el doctor Galndez deCarvajal, hablando del final del sigloxivy los comienzos del siglo

    Universidad de Valladolid, Secretariado de Publicaciones, 1968, pp. 201-222; EstebanSarasa Snchez,Aragn en el reinado de Fernando I, 1412-1416, Zaragoza, InstitucinFernando el Catlico, 1986, 264p.; o Roser Salicr i Lluch, El sultanat de Granada ila Corona dArag, 1410-1458, Barcelona, Consejo Superior de Investigaciones Cien-tficas, 1998, 564p.3 Quiero agradecer, como colega, pero sobre todo como amigo, al doctor MartnRos su invitacin a colaborar en este hermoso proyecto que ha sido el EncuentroInternacional El mundo de los conquistadores. La pennsula ibrica en la Edad Media ysu proyeccin en la conquista de Amricacon esta modesta aportacin.

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    xven que vivi Fernando de Antequera4

    . De hecho, la referenciaal nacimiento del infante Fernando aqu recogida no deja de seruna cita casi textual de la Crnica de Juan Ide Pero Lpez de Aya-la5. Slo el epteto de don Fernando cambia, el signo que permitereconocer e individualizar al personaje. La titulacin seorial queostentaba en tiempos del canciller Ayala desaparece, mutada algoms de un siglo despus en el ttulo de su fama histrica: el quegan a Antequera. Que este apelativo anteceda a la referencia a sucalidad como rey de Aragn, no es solo una cuestin de orden

    cronolgico en los acontecimientos observada por Fernndez deOviedo. Este fragmento de su texto no es ms que la sntesisde una idea que era comnmente compartida en Castilla desdemucho antes, acaso desde poco despus de la muerte del infanteFernando en abril de 1416, y era que, de entre todos los hechosde este hombre, uno sobresala por encima del resto para dejarde l memoria asociada a su nombre: que haba hecho guerra yvencido a los moros de Granada.

    Gonzalo Fernndez de Oviedo no dejaba de ser heredero deuna tradicin bien asentada respecto a la imagen histrica delinfante Fernando, tal y como se puede deducir atendiendo bre-vemente a la historiografa castellana del sigloxv. Precisamente,resultan particularmente reveladoras aquellas obras aparecidasdesde mediados de la centuria que, por su contenido o intencio-nalidad, recogan referencias a don Fernando mucho ms genri-cas y convencionales que los prolijos e informados discursos de lascrnicas de lvar Garca de Santa Mara y Fernn Prez de Guz-mn y de las Generaciones y Semblanzasde este mismo autor, enlos que nuestro personaje ocupa una posicin de protagonismo.

    4 Fernndez de Oviedo, op. cit., pp. 17-18.5 Otrosi en este ao en dia de Sant Fagund, veinte siete dias del mes de No-viembre, en Medina del Campo nasci al Rey Don Juan un fijo de la Reyna DoaLeonor, fija del Rey D. Pedro de Aragon, que dixeron el Infante Don Ferrando, quees agora Seor de Lara, Duque de Peafiel Conde de Mayorga., Pedro Lpezde Ayala, Crnica de los Reyes de Castilla. Tomo Segundo. Crnica del Rey don JuanPrimero de Castilla, Madrid, Atlas, 1953, Cap. VII, p. 70.

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    En ninguno de los textos consultados la relacin al respecto ocu-pa ms de unos pocos prrafos. Desde la Refundacin de la Crni-ca del Halconerode Lope de Barrientos a la Cornica de EspaadeDiego de Valera, pasando por la llamada Continuacin de la Cr-nica General, la Suma de las Crnicas de Espaade Pablo de SantaMara, la Historia Hispnicade Rodrigo Snchez de Arvalo o lasBienandanzas e Fortunasde Lope Garca de Salazar6, en crnicasescritas por clrigos y por aristcratas, en medios cortesanos yperifricos dentro del reino, diferentes en gnero, estilo e inten-

    cionalidad, podemos comprobar cmo el esbozo de los aconte-cimientos concernientes a Fernando de Antequera gira en todocaso en torno a tres elementos fundamentales. Estos son, por unlado, su papel como tutor leal a su sobrino Juan II durante laminora de edad de ste. Por otro, su ascenso al trono de Aragn.Por ltimo, su liderazgo de la lucha contra los musulmanes, cul-minada en el notable xito que fue la toma de Antequera. A raznde la extensin y del detalle del relato de los acontecimientos, po-

    demos comprobar cmo la empresa contra Granada dirigida por

    6 Lope de Barrientos, Refundicin de la Crnica del Halconero, 1946, Madrid, Es-pasa Calpe, pp. 11-23; Diego de Valera, La chronica de Espaa abreuiada por man-dado de la muy poderosa doa Ysabel reyna de Castilla, Sevilla, en casa de SebastianTrujillo, 1562 (disponible en http://alfama.sim.ucm.es/dioscorides/consulta_libro.asp?ref=B2015446X&idioma=0; consultado el 01de octubre de 2013), f. CX v.-CXIIIv.; Cuarta Crnica General, en Coleccin de Documentos Inditos para la Historia deEspaa, v. 106, Madrid, viuda de Calero, 1893, pp. 101-111; Pablo de Santa Mara,Suma de las Crnicas de Espaa, edicin a cargo de Jos Luis Villacaas Berlanga parala Biblioteca Virtual Saavedra Fajardo de Pensamiento Hispnico, disponible enhttp://www.saavedrafajardo.org/Archivos/LIBROS/Libro0032.pdf, consultado el01de octubre de 2013, pp. 49-52; Rodrigo Snchez de Arvalo, Compendiosa His-toria Hispanica, Roma, 1470 (disponible en http://fondosdigitales.us.es/fondos/libros/129/9/compendiosa-historia-hispanica/; consultada el 1de octubre de 2013),Cuarta parte, captulos XXV-XXVI, pp. 295-301; Lope Garca de Salazar, Bienandan-zas e Fortunas, (edicin de Ana Mara Marn Snchez, disponible en http://parnaseo.uv.es/Lemir/Textos/bienandanzas/Menu.htm; consultado el 27de mayo de 2008),Libro XVIII, Ttulo del reinamiento del rey don Juan Segundo e XVII que rein enCastilla e Len e de los fechos acaeidos en su tienpo. Sobre un ejemplo de trans-misin del discurso historiogrfico entre estas obras cronstica, vase Miguel ngelLadero Quesada, Fray Gonzalo de Arredondo, cronista de Enrique III, Juan II yEnrique IV de Castilla. Texto indito,Medievalismo, Revista de la Sociedad Espaolade Estudios Medievales, n. 16, 2006, pp. 271-288.

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    el infante resulta uniformemente rememorada, destacanco comoel hecho principal a asociar a don Fernando. Mientras, los otrosdos aspectos sealados reciben un tratamiento desigual por partede cada uno de los autores. De hecho, lo ms sobresaliente re-sulta que los episodios del acceso a la corona catalano-aragonesadel infante castellano y de su reinado, aquellos que de un modoms objetivo se podran considerar como cumbres de la vida denuestro personaje a causa del acceso a la dignidad real, apenas soncitados, convirtindose prcticamente en el tema menos relevan-

    te de entre los tres que hemos sealado7.Aunque es cierto que esta desigual atencin podra achacar-

    se al desinters por parte de los cronistas castellanos hacia losacontecimientos que no afectaban a su reino, no dejara por ellode ser perfectamente ilustrativa de la memoria que del infanteFernando haba quedado en Castilla tras su muerte, sostenidafundamentalmente sobre su liderazgo de la guerra contra el is-lam. La apelacin al personaje como Fernando el que gan a

    Antequera por Fernndez de Oviedo en el siglo xvi, que porabreviacin terminara derivando al an hoy usado Fernando deAntequera, atestigua la cristalizacin de esta formulacin de lamemoria y su continuidad hasta nuestros das. La potencia deesta imagen me ha inducido a preguntarme en qu medida stafue creada consciente e interesadamente por don Fernando. Estoes, si la lucha contra la Granada islmica fue deliberadamente

    7 En las fuentes sealadas en la nota anterior, los asuntos aragoneses se despachan enapenas unas pocas frases. salvo en el caso de la Refundicin del Halconeroy la HistoriaHispnica, que dedican un captulo a estos hechos. No obstante, la primera de ellaslo hace de un modo subsidiario respecto a sus efectos negativos para Castilla quetuvo la interrupcin de la guerra contra los musulmanes (Barrientos, op. cit., pp.20-21); la segunda, a su vez, incluye este captulo por su relacin con la finalizacindel Cisma de la Iglesia, no por inters particular en el reinado de Fernando I deAragn (Snchez de Arvalo, op. cit., pp. 299-301). Presentamos el modo en queLope Garca de Salazar despacha este el asunto de la Corona de Aragn para ilustrarese desinters: E dende a poco tienpo fue alado por Rey de Aragn este infantedon Ferrando por muerte y fin del rey don Martn de Aragn, su to, que mori sinfijos, segund se contiene en los fechos de los Reyes de Aragn. (Garca de Salazar,op. cit., Libro XVIII).

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    utilizada por el mismo infante o su entorno al servicio de susproyectos expansivos.Por ello, en este texto proceder a mostrar en qu consis-

    ti, efectivamente, esta labor deliberadamente emprendida porel infante Fernando de asociacin de su persona y a la contiendacontra los musulmanes con el fin de reforzar la legitimidad desus pretensiones polticas. Para su rastreo me he servido de unconjunto heterogneo de fuentes literarias y documentales, de lascuales la Crnica de Juan IIde lvar Garca de Santa Mara, pese

    a su importancia, no es ms que una de ellas8. El desarrollo delas investigaciones en torno a este tema ha permitido vislumbrarun complejo aparato propagandstico, del cual emanan diferentesexpresiones en que esta idea se engarzaba junto con otras, comola proteccin directa que Fernando reciba de la Virgen Mara, laencarnacin del ideal de la Caballera, la lealtad hacia su sobrino

    Juan II y la guarda del bien y pro del Rey y del Reino, a mayorprovecho del infante y luego rey de Aragn. No es mi intencin

    desgranar completamente los elementos que conformaban este

    8 No existe ninguna edicin completa de la dicha crnica de Garca de Santa Mara.El carcter fragmentario de los manuscritos conservados de la misma ha dado lugara sucesivas ediciones de los mismos que, en cualquier caso, no han permitido unareconstruccin completa de la misma (lvar Garca de Santa Mara, Crnica deJuan II,en Coleccin de Documentos Inditos para la Historia de Espaa, Madrid,Imprenta de la Viuda de Calero, 1891tomo 99, pp. 79-465, y 100, p. 3-409; lvarGarca de Santa Mara, Le parti inedite della Crnica de Juan II de lvar Garca deSanta Mara, Venecia,Consiglio Nazionale delle Ricerche, 1972, 265p.; lvar Garcade Santa Mara, Crnica de Juan II, edicin de Juan de Mata Carriazo, Madrid, RealAcademia de la Historia, 1982, 433p.). As, el correlato de los acontecimientos entre1411y 1420solo nos es conocido parcialmente. No obstante, es posible soslayar estalimitacin a partir de la Crnica de Juan II de Fernn Prez de Guzmn (FernnPrez de Guzmn, Crnica del Serensimo Prncipe Don Juan, Segundo Rey deste nom-bre en Castilla y en Len, edicin y notas de Cayetano Rosell, Madrid, 1953), de lacrnica humanstica en latn de Lorenzo Valla dedicada a Fernando I de Aragn (Lo-renzo Valla, Historia de Fernando de Aragn,traduccin y edicin de Santiago LpezMoreda, Madrid, Akal, 2002, 224p.), y de los propios Anales de Aragnde Zurita(Jernimo Zurita,Anales de la Corona de Aragn, edicin de ngel Lpez Canellas,Libros X, XI y XII, Zaragoza, Institucin Fernando el Catlico, 1977) (Jos JavierIso, Ma Isabel Yage, y Pilar Rivero, edicin electrnica, por la Institucin Fernandoel Catlico, disponible en http://ifc.dpz.es/publicaciones/ver/id/2448, consultado el1de octubre de 2013).

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    sistema, sus manifestaciones o las evoluciones de unos y otrasempeo que exigira un trabajo de mayor profundidad y quehabra de ocupar muchas ms pginas que de las que aqu puedodisponer9, pero s intentar sistematizar de un modo sinttico eluso que Fernando de Antequera hizo de la guerra contra el islam,tan exitosamente esgrimido como para que sus implicaciones lesobreviviesen e influyeran toda la ideologa de los Trastmara deCastilla a lo largo del sigloxv.

    Para ello, primeramente, situmonos ante el correlato de los

    acontecimientos a los que nos referiremos, esto es, de las rela-ciones entre Castilla y Granada entre 1406y 1416desde 1412,tambin de la Corona de Aragn, desde el momento en que Fer-nando de Trastmara se convirti en soberano de esta monarqua.Brevemente, en tanto en cuanto esta materia ha sido intensamen-te tratada, desde diversos enfoques, por otros autores.

    2. LAGUERRADEGRANADAENLAPOCADEFERNANDODEANTEQUERA

    En 1407, cuando el infante Fernando condujo a las huestes cas-tellanas contra el sultanato nazar, haca prcticamente cincuen-ta aos que Castilla no emprenda ninguna campaa ofensivasobre las fronteras granadinas. Tras las victorias de Alfonso XI,que supusieron la expulsin del teatro ibrico de los merinesnorteafricanos, su muerte durante el cerco de Gibraltar a causade la peste dio lugar a la consolidacin de la paz entre Castillay Granada, que acept someterse a las condiciones de sumisinimpuestas por los castellanos, traducidas en el pago de subsidios

    9 Para un acercamiento a esta problemtica, vase Vctor Muoz Gmez, De Me-dina del Campo a Zaragoza: un periplo por las devociones polticas de un prncipecastellano bajomedieval (el infante Fernando de Antequera, 1380-1416), eHumanis-ta. Journal of Iberian Studies, n. 24, 2013, pp. 375-395(disponible en http://www.ehumanista.ucsb.edu/volumes/volume_24/, consultado el 13 de julio de 2014).

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    econmicos, ayuda militar y entrega de cautivos cristianos porparte de los musulmanes. Estos trminos de lo que era enten-dido como vasallaje por parte de Granada hacia Castilla fueronmantenidos durante el reinado de Pedro I (1350-1369) y solo trasla guerra civil castellana y el ascenso de Enrique de Trastmaraal trono se veran modificados. Las necesidades de consolida-cin por parte de la nueva dinasta y la fallida empresa portu-guesa de Juan I significara el paso a un segundo plano de losasuntos granadinos. Ello se traducira en una continuacin de

    las relaciones oficialmente pacficas con Granada, formalizadastras sucesivas treguas, si bien las clusulas del pretendido vasallajequedaron profundamente modificadas a favor de los musulma-nes. Esta situacin se mantendra sin mayores alteraciones, pesea los habituales incidentes fronterizos, hasta el final del reinadode Enrique III cuando, ya a cuenta del aumento de la presinen la frontera por parte de los granadinos, ya por el propio afndel rey castellano de retomar la empresa contra los infieles tras la

    firma de treguas con Portugal e Inglaterra, las Cortes reunidas enToledo aceptaran la reanudacin de la guerra pocos das antes dela muerte del monarca, el da de Navidad de 140610.

    10 Vase, con carcter general, Emilio Mitre Fernndez, De la toma de Algecirasa la campaa de Antequera (un captulo en los contactos diplomticos y militaresentre Castilla y Granada), Hispania. Revista espaola de historia, Revista del ConsejoSuperior de Investigaciones Cientficas, n. 120, 1972, pp. 77-122; Miguel ngel La-dero Quesada, en Granada. Historia de un pas islmico (1232-1571), 3. ed., Madrid,Gredos, 1989, pp. 94-100; Rafael Gerardo Peinado Santaella y Jos Enrique Lpez deCoca Castaer, Historia de Granada. II. La poca medieval. Siglos VIII-XV, Granada,Editorial Don Quijote, 1987, pp. 257-268. Sobre la frontera castellano-granadina yla reanudacin de la guerra en la poca de Enrique III: Emilio Mitre Fernndez, Lafrontire de Grenade aux environs de 1400, Le Moyen ge. Reveau dhistoire et dephilologie, n. 3-4, 1972, pp. 489-522; Emilio Mitre Fernndez, Las relaciones caste-llano-granadinas en el marco de la poltica peninsular de Enrique III. Notas parasu estudio, Cuaderno de Estudios Medievales y de Ciencias y Tcnicas historiogrficas,Revista del Departamento de Historia Medieval y Ciencias y Tcnicas Historiogr-fica de la Universidad de Granada, n. 2-3, 1974-1975, pp. 313-320; Fernando SurezBilbao, La guerra de Granada en tiempos de Enrique III, en La pennsula ibricaen la era de los descubrimientos (1391-1492). Actas III Jornadas Hispano-Portuguesasde Historia Medieval, Sevilla, 25-30de noviembre de 1991, v. II, Sevilla, Consejera deCultura, Universidad de Sevilla, 1997, p. 1421-1436; Ana Echevarra Arsuaga, The

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    Durante aquella reunin de Cortes, a causa de la enferme-dad del rey, su vozen la asamblea fue representada por su her-mano, el infante Fernando. En aquel momento, el hermano delagonizante Enrique III era el hombre ms poderoso del reino, ensu calidad de hermano del rey11, como cabeza de la aristocraciacastellana por su ttulo de Seor de Lara y dominador de unextraordinario patrimonio seorial formado por ms de treintavillas dispersas por todo el reino12. Si en esas Cortes el papel delinfante haba sido particularmente importante, ya que, adems

    Shrine as Mediator: England, Castile, and the Pilgrimage to Compostela, en Ma-ra Bulln-Fernndez, England and Iberia in the Middle Ages, 12th.-15th. Century.Cultural, Literary, and Political Exchanges, New York-Houndmills, 2007, pp. 47-66,particularmente pp. 52-60.11 Pese al intenso estudio que ha recibido la formacin y expansin del poderomonrquico absoluto en la Castilla bajomedieval en las ltimas dcadas gracias, enparticular, a la labor del profesor Jos Manuel Nieto Soria (Fundamentos ideolgicosdel poder real en Castilla (siglos XIII-XVIII), Madrid, Eudema, 1988, 269p.; Ceremoniasde la realeza. Propaganda y legitimacin en la Castilla Trastmara, Madrid, Nerea,1993, 290 p.; Orgenes de la Monarqua Hispnica: Propaganda y legitimacin (ca.

    1400-1520), Madrid, Dykinson, 1999, 604p., entre otros), apenas se ha atendido elpapel de la dinasta, de los parientes del Rey, en la conformacin de la imagen delpoder real y a su participacin en el mismo (Jos Manuel Nieto Soria, Fundamentos,op. cit., pp. 65-67donde se apunta este particular en relacin al linaje real como li-naje elegido por Dios). ste se muestra particularmente importante en otras monar-quas coetneas, siendo el ejemplo ms sobresaliente el de Francia, aliada tradicionalde Castilla (vanse, Christopher. T. Wood, The French Apanages and the CapetianMonarchy, 1224-1328, Cambridge, Harvard University Press, 1966, 164p.; AndrewW. Lewis, Le sang royal. La famille captienne et ltat. France, Xe. XIVe. sicle, Pars,Gallimard, 1986, pp. 202-221). Todo parece apuntar, en cualquier caso, a que losmiembros del linaje real en Castilla quedaban, por el origen de su sangre, vinculadosal hecho de la Realeza y, de algn modo, participaban de los derechos inherentes ala potestas regia.12 En relacin con el ascenso poltico del infante Fernando con anterioridad a lamuerte de Enrique III, vanse Luis Surez Fernndez, Nobleza y Monarqua. Puntosde vista sobre la Historia poltica castellana del s. xv, 2. ed., Valladolid, Universidadde Valladolid, 1975, p. 9-17, 90y 101-117; Emilio Mitre Fernndez, Evolucin de lanobleza en Castilla bajo Enrique III (1396-1406), Valladolid, Universidad de Vallado-lid, 1968, pp. 201-222; Fernando Surez Bilbao, Enrique III 1390-1406, Palencia, Di-putacin Provincial de Palencia; Olmeda, 2000, pp. 213-231; Vctor Muoz Gmez,Las bases de poder de un prncipe realcastellano en la Baja Edad Media: el infanteFernando de Antequera en el reinado de Enrique III (1390-1406), en Beatriz ArzagaBolumburu et al. (eds.), Mundos medievales. Espacios, sociedades y poder. Homenajeal profesor Jos ngel Garca de Cortzar Ruiz de Aguirre, Santander, Universidad deCantabria, 2012, Vol. II, p. 1647-1662.

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    de la vozdel rey, ostent la representacin de los fijosdalgosenla reunin, escenificando una los argumentos que justificaban lajusticia de laguerra contra Granada13, la muerte de Enrique III ysu testamento lo instituyeron como corregente del reino, juntocon la reina Catalina de Lancaster, durante la minora de edadde Juan II. De acuerdo con la mentalidad aristocrtica de la po-ca y si entendemos que el linaje real no es sino la cspide de esafraccin social dominante, muerto el cabeza de linaje, en estecaso el mismo rey, la minora de su sucesor daba lugar a que

    fuese el pariente mayor en edad y en prestigio el que ostentaseese liderazgo, esto es, el propio Fernando14. Dentro de la insti-tucin monrquica, obviamente, esta situacin solo poda serprovisional, y, en cualquier caso, haba de verse afectada por elrechazo de la otra regente y de un importante sector de los ofi-ciales de la Corte, encabezados por el Justicia Mayor Diego L-pez de Stiga y el Camarero Mayor Juan Fernndez de Velasco,a verse desplazados del poder por la hegemona del infante. De

    hecho, la pugna por el control de la regencia mediatizara en

    13 Emilio Mitre Fernndez, Enrique III, Granada y las Cortes de Toledo de 1406,en Homenaje al profesor Alarcos Garca. II. Colaboracin, Valladolid, Universidad deValladolid, 1965-67, pp. 733-739.14 Sobre el papel del jefe de linaje dictando las directrices que haban de guiar algrupo familiar aristocrtico, Marie-Claude Gerbert, La nobleza en la Corona de Cas-tilla. Sus estructuras sociales en Extremadura (1454-1516), Cceres, Institucin CulturalEl Brocense, 1989, pp. 97-101y 155-172, tambin en relacin con la carrerade losmiembros del mismo; o muy especialmente, Ignacio Hernndez Atienza, Pater fa-milias, seor y patrn: economa, clientelismo y patronato en el Antiguo Rgimen,

    en Reyna Pastor de Togneri (Compilador), Relaciones de poder, de produccin y pa-rentesco en la Edad Media y Moderna, Madrid, Centro Superior de InvestigacionesCientficas, 1990, pp. 411-458,donde se dibuja la figura de ese personaje comopaterfamiliasa quien estara supeditado el grupo humano por l encabezado. Un buenejemplo del comportamiento de estos pater familiasen Rosa M. Montero Tejada,Nobleza y sociedad en Castilla. El Linaje Manrique (siglos XIV-XVI), Madrid, Caja deMadrid, 1996, 454p.; Rosa M. Montero Tejada, Ideologa y parentesco: bases dela actuacin poltica del primer duque de Njera a comienzos del sigloxvi, Espacio,Tiempo y Forma. Historia Medieval, Revista de la Facultad de Geografa e Historiade la Universidad Nacional de Educacin a Distancia, n. 5, 1992, pp. 229-260, departicular inters por la tremenda complejidad de este linaje y la sorprendente inter-conexin solidaria de sus diferentes ramas en torno a supariente mayor.

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    buena medida la evolucin de la guerra contra Granada, comoveremos15.En cualquier caso, la guerra contra los musulmanes fue toma-

    da como el cometido principal del infante dentro de la regencia,tal y como expuso en la reunin de Cortes en Segovia el 24defebrero de 1407que sigui a la proclamacin de Juan II16. Noobstante, las dificultades para componer con la reina Catalina elreparto de las reas de influencia dentro de la regencia y, de hecho,la divisin del gobierno del reino en dos provincias administradas

    independientemente por cada uno de los regentes, impediran eldesplazamiento del infante Fernando a Andaluca para ponerseal frente de las tropas castellanas hasta junio de 1407. Las difi-cultades logsticas planteadas por las complicaciones inherentesa la movilizacin y desplazamiento de tropas y bastimentos hastaSevilla y por estos continuos retrasos iban a resultar, a la postre,claves. Una enfermedad le mantendra retenido en Sevilla hastaseptiembre y las operaciones, iniciadas entonces por expreso de-

    seo del infante, que pretenda sitiar Ronda, apenas se extendieronms all del final de octubre. Pese a los modestos xitos que su-pusieron las conquistas de Zahara, Torre-Alhamique, Ayamonte,Priego, Caete y Las Cuevas, en distintos puntos de la frontera,el ejrcito castellano fracas en su intento de tomar Setenil. DonFernando tuvo que levantar el asedio y, tras organizar la guardade la frontera y licenciar al ejrcito, parti de Andaluca hacia elnorte17.

    15 Para un acercamiento general a la regencia de Juan II: Juan Torres Fontes, Laregencia de Don Fernando de Antequera, Anuario de Estudios Medievales, Revistadel Consejo Superior de Investigaciones Cientficas, n. 1, 1964, pp. 375-429; Pedro A.Porras Arboledas, Juan II 1406-1454, Palencia, Diputacin Provincial de Palencia,1995, pp. 27-83; Salicr i Lluch, op. cit., pp. 21-32, 42-47; Ana Echevarra Arsuaga,Catalina de Lancaster, Hondarribia, Nerea, 2002, pp. 93-167; Santiago GonzlezSnchez, Las relaciones exteriores de Castilla a comienzos del siglo XV. La minora deJuan II (1407-1420), Madrid, Comit Espaol de Ciencias Histricas, 2013, 372p.Remitimos a estas obras para la justificacin de las pginas siguientes.16 Garca de Santa Mara, Crnica, op.cit., captulo 18, pp. 69-72, correspondientesal discurso del infante ante las Cortes.17 Sobre la guerra de Granada en la poca del infante, de un modo general: Luis

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    Durante los aos 1408y 1409, las acciones blicas quedaranparalizadas tras las Cortes de Guadalajara de febrero de 1408. Enellas, pese a la expresa voluntad del infante de continuar la guerraese mismo ao, el Consejo Real, donde los partidarios de la reinaCatalina eran mayora, decidi aceptar la tregua propuesta porGranada hasta septiembre de 1408. Los motivos alegados paraello eran las dificultades econmicas que planteaban los tremen-dos costes aparejados a la guerra pero, aunque las fuentes crons-ticas no son explcitas en este sentido, apuntan hacia maniobras

    orquestadas en torno a Catalina de Lancaster, por ella misma yotros seores descontentos con la preponderancia del infante,para minar la posicin de su cuado tras el revs que haban re-presentado los pobres resultados de la campaa de 1407para suprestigio. El empeoramiento de las relaciones entre ambos regen-tes y un aumento de sus desencuentros en diferentes materiascomo la gestin de la poltica exterior castellana hacia Inglaterray Portugal18 desembocaron en un golpe de mano del infante,

    en junio de 1408, con la llegada de las tropas de Fadrique, con-de de Trastmara y pariente del rey, al que don Fernando haba

    Surez Fernndez, Juan II y la frontera de Granada, Estudios y documentos. Cuader-nos de Historia Medieval, n. 2, 1954, p. 5-17; Juan Torres Fontes, La regencia de donFernando de Antequera y las relaciones castellano-granadinas (1407-1416), Misce-lnea de Estudios rabes y Hebraicos, Revista de la Universidad de Granada, n. 14-15,1965-66, pp. 137-167y 16-17, 1967-68, pp. 89-145y 21-22, 1972-73, pp. 37-84; LaderoQuesada, La frontera de Granada, 1265-1481, Revistade Historia Militar: Mtodosy Recursos de Investigacin, Revista del Instituto de Historia y Cultura Militar, n. 45,2002, pp. 49-121; Ladero Quesada, Las guerras de Granada en el siglo XV, Barcelona,2002, 240p.; Gonzlez Snchez, op. cit., pp. 205-248. Ms estrictamente sobre lacampaa de Setenil de 1407, Rafael Beltrn Llavador, Convergencias y divergenciasen la narrativa cronstica de la guerra de Granada: la campaa de Setenil ( 1407),Boletn de la Biblioteca Menndez Pelayo, n. 66, 1990, p. 5-45.18 Juan Torres Fontes, La poltica exterior en la regencia de Fernando de Anteque-ra,Anales de la Universidad de Murcia, n. 1-2, 1959-60, pp. 25-75, en concreto pp.27-39; Luis Surez Fernndez, Relaciones polticas entre Portugal y Castilla en la pocadel infante don Enrique, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Cientficas,1960, pp. 34-36; Ana Echevarra Arsuaga, Catalina de Lancaster,op. cit.,pp. 169-176;Csar Olivera Serrano, Beatriz de Portugal. La pugna dinstica Avs-Trastmara, San-tiago de Compostela, CSIC-Xunta de Galicia, 2005, pp. 132-142; Gonzlez Snchez,op. cit., pp. 133-157, 335-341.

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    dejado en Andaluca como frontero. Diego Lpez de Stiga yJuan Fernndez de Velasco huyeron de la Corte y la reina Catali-na se vio obligada a aceptar las condiciones de la concordia entreellos propuesta por el infante y el alejamiento de sus consejeros.

    A travs de esta suerte degolpe de Estado, el infante haba barridoa todos sus opositores, lo cual no significara una rectificacin dela estrategia castellana hacia Granada: las treguas, que haban definalizar en septiembre, no solo no fueron denunciadas sino quese ampliaron hasta marzo de 1409y, posteriormente, volveran a

    ampliarse hasta septiembre de ese ao y, en ltimo trmino, hastaabril de 1410.

    Aunque las crnicas, como veremos, insisten en declarar laposicin beligerante contra los musulmanes de don Fernando,solo aplacada por la extenuacin financiera del reino ante las pe-ticiones realizadas para la guerra, las razones ltimas apuntan enuna direccin un tanto diferente. No contamos con pruebas comopara calibrar en qu medida eran reales las dificultades planteadas

    por las exigencias fiscales al reino pero lo que s sabemos es que,entre 1408y 1410, el infante Fernando procedi a consolidar unaprimaca hegemnica en Castilla. Los esponsales de su hijo Al-fonso, y Mara, hermana del rey Juan II, el 22de abril de 140919,que haban quedado dispuestos en el testamento de Enrique IIIpero hasta la fecha no se haban ejecutado, y las elecciones de sushijos Sancho y Enrique como maestres de las rdenes militares,respectivamente, de Alcntara, en enero de 140920, y de Santiago,en otoo de ese mismo ao21, han de entenderse de acuerdo auna reafirmacin poltica del infante a travs de la promocin desus vstagos pero tambin como maniobras dirigidas a ampliarlas bases materiales de su poder. Por otra parte, a lo largo de 1409

    19 Garca de Santa Mara, Crnica, op. cit.,Cap. 129, pp. 280-282.20 Garca de Santa Mara, Crnica, op. cit., Cap. 112, p. 248, Cap. 115, pp. 255-257,Cap. 117y 118, pp. 258-263; Prez de Guzmn, Crnica,op. cit.,Ao 1408, Cap. XV,pp. 310-311.21 Garca de Santa Mara, Crnica, op. cit., Cap. 133, p. 290; Prez de Guzmn,Crnica, op. cit.,Ao 1409, Cap. X, p. 315; Ao 1410, Cap. I, p. 315.

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    logr alcanzar diferentes acuerdos con quienes hasta entonces sele haban mostrado hostiles, atrayndolos a aceptar su liderazgo,siendo acaso el ms ilustrativo de ellos la reconciliacin con lareina Catalina y el retorno a la Corte de Diego Lpez de Stigay Juan Fernndez de Velasco22. En consecuencia, sera interesanterelacionar el alargamiento de las treguas con Granada ms biencon una estrategia del infante Fernando de eliminacin de lasoposiciones internas y aglutinamiento de la sociedad poltica cas-tellana en torno a su liderazgo. En ltimo trmino, con la nece-

    sidad de tiempo para ejecutarla sin los riesgos que, en trminosgenerales para el reino y particulares para su propio prestigio,poda implicar una guerra en una situacin de disensin interior.

    Los xitos de esta poltica nos colocan, pues, ante la reanu-dacin de la guerra en 1410. El objetivo elegido fue Antequera(Mlaga), una plaza de importancia en la frontera granadina ycuyo control era indispensable de cara a amenazar Ronda (M-laga) y la ciudad de Mlaga. El asedio comenz el 26de abril y

    su desarrollo resulta ilustrativo de las complicaciones que plan-teaba cualquier avance significativo sobre el territorio granadinoa causa de las dificultades orogrficas, logsticas y poliorcticas:un importante ejrcito fue concentrado para la toma de la vi-lla mientras las cabalgadas a lo largo de la frontera granadina,amenazando otros puntos, se sucedieron. Tras la experiencia deSetenil, un despliegue de recursos notable y una planificacinms realista permitieron que, tras rechazar el 6de mayo a un ejr-cito de rescate enemigo y con la prolongacin del cerco durantetodo el verano, en septiembre los trabajos de expugnacin dieranresultado. Finalmente, Antequera capitul el 24 de septiembrede 1410. Tras este xito, el infante decidi asegurar las fortale-zas de la zona y dejar como alcaide de Antequera a su criadoRodrigo de Narvez, para dar por finalizada la campaa. DonFernando volvi con todo el ejrcito castellano a Sevilla, donde

    22 Garca de Santa Mara, Crnica, op.cit., Cap. 125, pp. 272-273.

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    fue agasajado por su esposa doa Leonor y el 2de abril de 1411entrara triunfalmente en Valladolid, recibido con honores porJuan II y la reina Catalina23.

    Es bien conocido que el infante nunca volvera a Andalucaa continuar la guerra contra los musulmanes. La muerte deMartn I de Aragn sin hijos ni sucesor claro el 31 de mayode 1410abri la puerta a sus aspiraciones al trono de la Coronade Aragn. Si bien los tratos diplomticos entre Fernandode Trastmara y su to, el rey de Aragn, en relacin con sus

    posibles derechos a la sucesin pueden retrotraerse a 1409 ycontinuaron durante el cerco de Antequera hasta poco antes delfallecimiento del monarca aragons, cualquier accin efectivade postulacin de su candidatura haba quedado en un segundoplano en relacin a la guerra de Granada hasta la toma de la plazamalaguea24. Sin embargo, inmediatamente despus de conocidala muerte de Martn I, el infante envi sus emisarios a los reinosde la Corona de Aragn para proclamar que su derecho al trono

    23 Sobre la campaa de Antequera, sus implicaciones y resonancias posteriores, vasela nota 16y: Leopoldo Torres Balbs, Antequera islmica, Al-Andalus, Revista delas Escuelas de Estudios rabes de Madrid y Granada, n. 16, 1951, pp. 427-454; CarlosMartnez Valverde, La campaa de Antequera en 1410, y la toma de la plaza por elinfante Don Fernando, Revista de Historia Militar, Revista del Instituto de Historiay Cultura Militar, n. 42, 1977, pp. 19-57; Francisco Alijo Hidalgo, Castillos y luga-res del alfoz de Antequera en la Baja Edad Media, Baetica, Revista de la Facultadde Filosofa y Letras de la Universidad de Mlaga, n. 2(I), 1979, pp. 177-186; AlijoHidalgo,Antequera y su tierra: 1410-1510. Libro de Repartimientos, Mlaga, Arguval,1983, p. 1-27; Jos Luis del Pino Garca, La conquista de Antequera, en Temas deHistoria Militar II. Comunicaciones. Primer Congreso de Historia Militar. Zaragoza,1982, Zaragoza, Diputacin General de Aragn, Departamento de Cultura y Edu-cacin, 1983, pp. 174-181; Carlos Gozalbes Cravioto, La defensa de la frontera surde Antequera en el sigloxv. Notas de arqueologa, en Terceros Estudios de FronteraConvivencia, defensa y comunicacin en la Frontera, Jan, 2000, pp. 345-360; CarlosSan Milln y Gallarn, Carlos, Acerca de los sistemas defensivos de Antequera enla Frontera (1236-1487), en Terceros Estudios de Frontera,op. cit., pp. 711-721; Ma-nuel Romero Prez, Las murallas de Antequera: una aproximacin arqueolgica,Revista de Estudios Antequeranos, Revista de la Real Academia de Nobles Artes deAntequera, n. 13, 2002, pp. 145-183; Jos Juan Cobos Rodrguez, Antequera en lasfuentes islmicas, Revista de Estudios Antequeranos, Revista de la Real Academia deNobles Artes de Antequera, n. 13, 2002, pp. 185-202.24 Torres Fontes, La poltica exterior, op. cit., pp. 40-45y 49-51.

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    reconocido por el difunto monarca y justo despus de la toma deAntequera, el 30de septiembre de 1410, hizo declaracin escritade esos mismos derechos25. A partir de esos momentos, todos susesfuerzos se centraran en reunir los apoyos necesarios en Castillapara sostener sus aspiraciones en los reinos vecinos y en recabar elmayor nmero de partidarios posibles dentro de Aragn, Valenciay Catalua para hacer triunfar su candidatura frente a las de Luisde Anjou, don Jaume, conde de Urgell, o Alfonso de Aragn,duque de Ganda. Poco despus de su retorno triunfal a Sevilla, el10de noviembre de 1410don Fernando firmara una nueva treguacon Granada. Solicitada por el derrotado sultn nazar, el infanteaccedi a una interrupcin de las hostilidades durante diecisietemeses, hasta abril de 141226. En los siguientes meses todas lasopiniones en Castilla se orquestaron a su favor para sostener suempeo en Aragn, se consinti que los 45millones de maravedsaprobados por las Cortes para la guerra de Granada quedaran ala libre disposicin del infante. La fuerza de sus derechos pero,

    sobre todo, el xito de sus maniobras para imponerse a susrivales qued de manifiesto cuando, el 28de junio de 1412, eldominico valenciano Vicente Ferrer, como portavoz de los nuevecompromisarios de los reinos de la Corona de Aragn, proclamcomo rey de Aragn al infante Fernando de Castilla27.

    25 Sobre la peticin de una supuesta vista por Martn I con Fernando de Antequerapara concertar la sucesin, Garca de Santa Mara, Crnica, op. cit., Cap. 149y 150,pp. 316-318. Sobre esto mismo y la carta declaratoria del infante Fernando: JernimoZurita,Anales, op. cit., edicin de ngel Canellas Lpez, Libro XI, Cap. IX, pp. 19-21. Zurita seala que, en cualquier caso, dicha carta se mantuvo en secreto mientraslos embajadores del infante continuaban sus gestiones en Aragn hasta ... que estosreinos (los de la Corona de Aragn) se juntasen en sus congregaciones y se procediesea dar orden en la declaracin de la justicia (de la sucesin).26 Sobre la tregua castellano-granadina de 1410, vase: Garca de Santa Mara, Crni-ca, op. cit., Cap. 191, pp. 402-408; Juan de Mata Carriazo, Un alcalde entre los cris-tianos y los moros en la frontera de Granada,Al-Andalus. Revista de las Escuelas deEstudios rabes de Madrid y Granada, n. 13-1, 1948, pp. 35-96, en concreto pp. 65-70.27 Con mayor detalle, sobre el interregno de la Corona de Aragn y el Compromisode Caspe, vanse: Juan Torres Fontes, La poltica exterior..., op. cit., pp. 49-63;Menndez Pidal, El Compromiso de Caspe, autodeterminacin de un pueblo enHistoria de Espaa Menndez Pidal, Tomo XV,Los Trastmara de Castilla y Aragn en

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    Tras la eleccin en Caspe, mientras, las opciones del yaFernando I de Aragn de continuar la guerra contra Granada, enla que tanto ahnco haba puesto hasta entonces, acaso aunandolos esfuerzos de la Corona de Aragn, se veran claramentepostergadas. Su consolidacin en el trono frente al levantamientodel conde de Urgell, la articulacin de la administracin de susnuevos dominios, la defensa de los intereses catalano-aragonesesen el Mediterrneo occidental respecto a Gnova, Cerdea, Siciliay Npoles y las negociaciones sobre el Cisma de Occidente que

    el siglo XV, p. I-CLXIV; Soldevila, op. cit.; Peregrn-Luis Llorens Raga, El Cdice delCompromiso de Caspe existente en el Archivo de la Catedral de Segorbe: diario del Pro-ceso, Segorbe, Caja de Ahorros de Segorbe, 1968, 141p.; Santiago Sobrequs i Vidal,El Comproms de Casp y la noblessa catalana, Barcelona, Curial, 1973, 290p.; ManuelDualde Serrano, y Jos Camarena Mahiques, El Compromiso de Caspe, Zaragoza,Institucin Fernando el Catlico, 1980, 290p.; Esteban Sarasa Snchez,Aragn yel Compromiso de Caspe, Zaragoza, Librera General, 1981, 192p.; Francisca VendrellGallostra, Violante de Bar y el Compromiso d Caspe, Barcelona, Real Academia deBuenas Letras, 1992, 254p.; Vicente Arias de Balboa, El derecho de sucesin en eltrono: la sucesin de Martn I el Humano (1410-1412), Madrid, Centro de Estudios

    Polticos y constitucionales, 1999, 324p.; Jess Mestre Godes, El Comproms de Casp:un moment decisiu en la historia de Catalunya, Barcelona, Edicions 62, 1999, 252p.;Jos Angel Sesma Muoz, La fractura de la sociedad poltica catalana en vsperasdel Compromiso de Caspe, Anuario de Estudios Medievales, Revista del ConsejoSuperior de Investigaciones Cientficas, n. 29, 1999, p. 1043-1066; Jos-Luis Martn,Fernando de Antequera y el Compromiso de Caspe: una incorporacin a Espa-a?, Espacio, Tiempo y Forma. Historia Medieval, Revista de la Facultad de Geografae Historia de la Universidad Nacional de Educacin a Distancia, n. 13, 2000, pp.161-176; Agustn Rubio Vela, Urgelistas valencianos. Sobre la oposicin a Fernan-do I de Antequera,Anuario de Estudios Medievales, Revista del Consejo Superior deInvestigaciones Cientficas, n. 33/1, 2003, pp. 191-261. Vanse igualmente los resulta-dos de los congresos que, entre 2010y 2012, se han ocupado del reinado de Martn I,el interregno y la resolucin tomada en Caspe, coincidiendo con el centenario deestos acontecimientos: Jos ngel Sesma Muoz (director cientfico), La Corona deAragn en el centro de su Historia 1410-1412. El Interregno y el Compromiso de Caspe.Zaragoza y Alcaiz, 24, 25y 26de noviembre de 2010, Zaragoza, Gobierno de Ara-gn, 2011, 314p.; Isabel Falcn (coordinadora), El Compromiso de Caspe (1412), cam-bios dinsticos y Constitucionalismo en la Corona de Aragn, Zaragoza, Obra Social deIbercaja, 2013, 926p.; Mara Teresa Ferrer i Mallol (ed.),Mart lHum: el darrer reide la dinastia de Barcelona (1396-1410): LInterregne i el Comproms de Casp, Barcelo-na, Institut dEstudis Catalans, 962p. Dentro de este ltimo volumen, vale la penaconsiderar nuestro trabajo al respecto (Vctor Muoz Gmez, La candidatura altrono del infante Fernando de Antequera y la intervencin castellana enla Coronade Aragn durante el Interregno, en Maria Teresa Ferrer i Malllol,Mart lHum,op. cit., pp. 867-8979.

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    culminaran en la sustraccin de la obediencia a Benedicto XIII,haran que la guerra de Granada pasara a un segundo plano. Escierto que don Fernando, quien no abandon la corregenciade Castilla, unificara en su mano el trato de la diplomacia conel sultanato nazar de la Corona de Aragn y de Castilla. Perotambin es verdad que, tras un momento de impasse tras elfinal de la tregua en abril de 1412y su prorrogacin por un aoms, Fernando I firm nuevas treguas conjuntas en abril de 1413entre Castilla, Aragn, Granada y el sultanato de Fez por otro

    ao ms, las cuales se veran prorrogadas anualmente en abril de1414, en abril de 1415y en abril de 141628.

    3. CONSTRUCCINIDEALDELALUCHACONTRAELISLAMAPUNTESSOBREUNAPARATOSIMBLICO

    Pensar que la guerra contra Granada fuera un simple instrumen-

    to de promocin poltica para Fernando de Antequera, comopodra hacer entender esta evolucin de los acontecimientos quehemos presentado, no dejara de resultar una simplificacin. Lostrabajos de Roser Salicr, precisamente, han sealado la existen-cia de claras evidencias que muestran que Fernando I, al menosdesde 1415, alberg planes ciertos de reanudacin de la guerracontra Granada. Es ms, en la primavera de 1416, cuando una

    28 Las relaciones entre la Corona de Aragn de Fernando I y el reino de Granada seincardinaran en todo un sistema de relaciones pacficas con sus vecinos musulmanesque tambin incluy a aquellos de la otra cuenca del Mediterrneo, los sultanatosde Fez y de Tremecn, y a Castilla. Sobre las mismas: Mariano Arribas Palau, Lastreguas entre Castilla y Granada firmadas por Fernando I de Aragn, Tetun, EditoraMarroqu, 1956, 102p.; Torres Fontes, La regencia de don Fernando de Anteque-ra y las relaciones castellano-granadinas (1407-1416),Miscelnea de Estudios rabesy Hebraicos, Revista de la Universidad de Granada, n. 14-15, 1965-66, pp. 137-167,16-17, 1967-68, pp. 89-145y 21-22, 1972-73, pp. 37-84; Francisco Sevillano Colom,Fernando de Antequera y sus relaciones con Granada y Marruecos, Anuario deEstudios Medievales, Revista del Consejo Superior de Investigaciones Cientficas, n.9, 1974-1975, pp. 531-549; Roser Salicr i Lluch, El sultanat de Granadai la CoronadArag, 1410-1458, Barcelona, CSIC, pp. 17-100.

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    enfermedad acab con su vida, pretenda dirigirse a Castilla paradespachar, entre otras cuestiones, los preparativos para el reiniciode las hostilidades con los nazares con apoyo portugus, acasopara 141729. Por tanto, hay que considerar que la perseverancia enla guerra contra los musulmanes peninsulares por parte de donFernando, como miembro del linaje real castellano y corregentedel reino, bien poda tener valor por s misma. La caracterizacinde los elementos mejor significados en las fuentes del liderazgode este conflicto por el infante han de ayudarnos a comprobar en

    qu medida nos movemos entre un uso interesado, subordinado,del mismo y una participacin en un conjunto de valores com-partidos en relacin a la empresa de la recuperacin de Espaa.

    Fernn Prez de Guzmn en sus Generaciones y Semblanzasdedic uno de los retratos ms pormenorizados de esta obra a Fer-nando de Antequera30. Se trata de una biografa absolutamenteelogiosa, tanto en la descripcin de sus virtudes personales comode los acontecimientos que protagoniz31. Si, como ya hemos

    29 Roser Salicr i Lluch, Posibilidades de reanudacin de la guerra de Granada a fi-nales del reinado de Fernando I de Aragn (1415-1416), en La pennsula ibrica en laera de los descubrimientos (1391-1492). Actas III Jornadas Hispano-Portuguesas de His-toria Medieval, Sevilla, 25-30de noviembre de 1991, v. II, Sevilla, 1997, pp. 1437-1452;Roser Salicr i Lluch, La treva de 1418amb Granada: la recuperaci de la tradicicatalanoaragonesa, Anuario de Estudios Medievales, Revista del Consejo Superiorde Investigaciones Cientficas, 27/2, 1997, pp. 989-1019; Roser Salicr i Lluch, Elsultanat de Granada,op. cit., pp. 98-112.30 Fernn Prez de Guzmn, Generaciones, Semblanzas e Obras de los Excelentes Reyesde Espaa Don Enrique el Tercero y Don Juan el Segundo y de los Venerables Perlados eNotables Caballeros que en los tiempos destos Reyes fueron, Madrid, Biblioteca de auto-res espaoles, 1953, Cap. IV, pp. 700-702. Slo las semblanzas de Juan II de Castillay del condestable lvaro de Luna ocupan una mayor extensin que la del infante, re-sultando muy significativo que, de entre las de aquellos personajes de su generacin,sea la ms amplia, ms an incluso que la de su propio hermano el rey Enrique III.31 Ibidem,p. 700. El mismo Prez de Guzmn resume magistralmente esta imagenen su crnica del reinado de Juan II, al relatar el fallecimiento de Fernando I deAragn:Fue este Rey Don Fernando muy hermoso de gesto; [...] Fue grande eclesistico;rezaba continuamente las horas de Nuestra Seora, en quien l haba muy grandevocin; dava siempre graciosas e breves respuestas. Era hombre de mucha verdad;lea de muy buena voluntad las crnicas de los hechos pasados; dbase mucho a todotrabajo; levantbase comnmente muy de maana; durma poco, coma e bebatempladamente. Fue muy franco e muy manso, e muy justiciero, e mucho honrado

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    visto en otros autores, la percepcin del personaje es igualmentecastellanista y apenas concede gran atencin a las cuestiones deAragn, en ella, Prez de Guzmn, al tratar el tiempo de su re-gencia en Castilla, subraya, precisamente, tres grandes obras quellev a cabo el infante: Primera, grande fidelidad e lealtad al Rey.Segunda, grande justicia en el Reyno. Tercera, procurando gran-dsimo honor a la nacin. Ca como todos es notorio, aquellaguerra de Granada quel Rey su hermano dex comenzada connecesidad, l la prosigui continu con voluntad del servicio de

    Dios honor de Castilla32.Traigo a colacin esta cita a las Generaciones y Semblanzasen

    tanto en cuanto reflejan una decantacin de las ideas que Prezde Guzmn conoci y seleccion, sobre la guerra de Granadaemprendida por el infante Fernando, aqu y en su crnica delreinado de Juan II. En cierto modo, un compendio del conjuntode recuerdos, discursos ideolgicos y saberes, populares y cortesa-nos, orales y letrados, que circulaban a mediados del sigloxven

    Castilla sobre el asunto que aqu nos ocupa33

    . En este sentido, el

    de todos los buenos; fue muy piadoso e limosnero; fue hombre de gran corazn, emuy esforzado e muy dichoso en cosas de guerra. (Prez de Guzmn, Crnica,op.cit., Ao 1416, Cap. VI, p. 371).32 Prez de Guzmn, Generaciones, op. cit., Cap. IV, p. 701.33 Se tratara tanto del conjunto de noticias y creencias a este respecto que circulabanen los entornos cortesano y aristocrtico en que se mova el autor como aquellas pro-cedentes, muy concretamente, de la relacin con lvar Garca de Santa Mara y delconocimiento de su propia crnica. Ambos personajes se movieron en el entorno dedon Fernando a lo largo de la vida de ste y seguiran tras su muerte al servicio de sushijos, Garca de Santa Mara en el del infante don Juan, Prez de Guzmn, al menosen un primer momento, en el del infante y maestre de Santiago don Enrique. Sobrela circulacin de la informacin en la Baja Edad Media, vanse, entre otros: SophiaMenache, The vox Dei. Communication in Middle Ages, Oxford, Oxford Universi-ty Press, 1990, 368p.; Philippe Genet, Histoire et systme de communication auMoyen ge, en LHistoire et les nouvelles publics dans lEurope Mdivales (XIII-XVsi-cles), Paris, 1997, pp. 11-21; Claire Boudreau, Kouky Fianu, Claude Gauvard, MichelHbert,Information et societ en Occident la fin du Moyen ge, Paris, Publicationsde la Sorbonne, 2004, 463p.; Luciano Rossi, et. al., La circulation de nouvelles auMoyen ge, Alessandria, 2005, 254p. En cuanto a los vnculos entre ambos cronistasy el entorno de Fernando de Antequera y su linaje: Francisco Cantera Burgos,lvarGarca de Santa Mara, cronista de Juan II de Castilla, Madrid, Real Academia de laHistoria, 1951, 267p.; Francisco Cantera Burgos, lvar Garca de Santa Mara y su

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    relato de lvar Garca de Santa Mara de los aos de la regenciacastellana de don Fernando, entre final de 1406 y 1416, es sinduda el ms detallado de los que disponemos y nuestra princi-pal gua para aproximarnos a esa fraccin temporal del siglo xvcastellano, pese a hallarse profundamente condicionado por lapertenencia del cronista a la clientela de Fernando de Antequera.Su postura claramente profernandina obliga a someter a crticalos datos expuestos por el autor pero, justamente por ofrecernosuna versin de los hechos favorable al infante, Garca de Santa

    Mara nos coloca ante el discurso oficial de don Fernando en quenos interesa observar el papel que en el mismo desempeaba laguerra contra Granada.

    As, a partir de los relatos de las Cortes de Toledo de diciem-bre de 1406y de Segovia de febrero de 1407se nos presentan losprincipios sobre los que se fundamentaba la guerra contra losmusulmanes. Un repaso a los diferentes discursos expuestos enambas reuniones de Cortes, tanto por el portavoz del rey, repre-

    sentado por el infante, como por el de los representantes de laaristocracia del reino, los prelados y las ciudades, permite obser-var tres lneas justificativas bsicas. Por una parte, la justicia de lalucha contra los infieles. Por otro lado, la santidad de tal guerra yel servicio a Dios. Por ltimo, el servicio al rey y la honra y bienque en ella haba para los reinos de Castilla34. En este sentido,

    familia de conversos. Historia de la judera de Burgos y de sus conversos ms egregios,Madrid, Instituto Montano, 1952, 624p.; Fernn Prez de Guzmn, Generacionesy semblanzas, Londres, Tamesis Books, 1965, 112 p.; Mercedes Vaquero, Culturanobiliaria y biblioteca de Fernn Prez de Guzmn, Anexos de la Revista Lemir, n.7, 2003, especialmente p. 3-5.34 Sobre las Cortes de Toledo de 1406, edicin y notas de Cayetano Rosell, Crnicade los Reyes de Castilla. Tomo Segundo. Adiciones a las notas de la crnica del reydon Enrique III, Madrid, Atlas, 1953, pp. 259-261; Garca de Santa Mara, Crnica,op. cit., Cap. 1, p. 5-17. En cuanto a las Cortes de Segovia de 1407: Garca de SantaMara, Crnica, op. cit., Cap. 18y 19, pp. 69-80; Prez de Guzmn, Crnica,op. cit.,Ao 1407, Cap. VI-XIII pp. 280-283. De aqu en adelante, las citas a la crnica dePrez de Guzmn se limitaran a los casos en que se localicen diferencias notablesen la forma o en el fondo del mensaje respecto a la de Garca de Santa Mara para,precisamente, resaltar la postura claramente fernandina de ste.

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    me permito remitir especialmente a la arenga pronunciada por elobispo de Palencia, Sancho de Rojas, durante las reuniones cele-bradas en Segovia. Su exhortacin en defensa de la guerra resultade una extraordinaria riqueza argumentativa. Los razonamientoslegales se engarzan con otros de orden teolgico y con significati-vas referencias bblicas e histrico-literarias. Sancho de Rojas erauno de los ms ntimos fieles del infante35, as que no hay nada decasual en que actuara como portavoz del clero en aquellas Cortes,pronunciando un alegato que vena a apoyar las intervenciones

    previas de don Fernando y de la reina Catalina de Lancaster. Si laalocucin del regente se hallaba plagada de llamadas [...] contralos enemigos de nuestra Fee [...] por la guerra de ser tan justa etan razonable e tan con Dios como todos sabemos. E avn afuerade ser esta gente enemigos de la Fee, tienen tomada su tierra alRey mi seor e mi sobrino, e aquella tierra fu de los Reyes dondel e la Reyna mi seora e mi hermana e yo venimos36, la exhorta-cin del obispo vinculaba estos trminos de justicia de la guerra y

    su carcter santo con la virtud que adornaba al infante para lide-rar esta lucha37. Amor a la Verdad, ensalzamiento de la Fe y leal-tad al Rey estaran presentes en las palabras de don Fernando, porlo cual as todos deban seguir en una contienda contra quienes... ans an blasfemado cada da el nombre de Jesucristo, comocautiuando muchos cristianos, de los cuales muchos se tornaron

    35 Sancho de Rojas era en 1407oidor de la Real Audiencia y obispo de Palencia. Surelacin con el infante puede remontarse a 1399y su servicio le granjeara un espec-tacular ascenso poltico hasta convertirse en canciller mayor de Juan II de Castilla,canciller del Sello de la Poridad del infante, arzobispo de Toledo y finalmente en elhombre fuerte de la Corte castellana tras la muerte de su patrn. Pese a ello, estepersonaje no ha sido objeto de estudio monogrfico. Para un acercamiento a estepersonaje, Isabel Beceiro Pita, Las negociaciones entre Castilla y Portugal en 1399,Revista da Faculdade de Letras, Revista de la Facultad de Letras de la Universidad dePorto, 2aSrie, v. XIII, 1996, pp. 149-185, en concreto, pp. 180-184; scar VillarroelGonzlez, Las relaciones entre la monarqua y el arzobispado de Toledo en poca de JuanII de Castilla (1406-1454), Toledo, 2002, pp. 16-20.36 Ibidem,p. 70.37 La intervencin de Sancho de Rojas es extensamente presentada, ... como ma-nera de predicain... en Garca de Santa Mara, Crnica, op. cit., Cap. 18y 19, pp.73-76.

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    atrs, renegando la Fee; e quntas vrgenes fueron robadas moas,e quntos cristianos [...] son muertos por ellos38. Sancho de Ro-jas, al fin, asimila la justicia que hay en la recuperacin de la tie-rra perdida con aquella existente en combatir contra los infieles,semejando al infante con Judas Macabeo, quien por la voluntadde Dios habra de vencer con pocos a los muchos enemigos. Porel servicio al Rey y a Dios, mercedes terrenas, salvacin de susalmas y gloria perdurable para ellos y sus linajes son prometidaspara quienes le sigan39.

    El ardor con que fueron acogidas estas incitaciones a la bata-lla contra Granada contrasta, justamente, con los magros resulta-dos de la campaa de 1407, las posteriores reticencias que en lasCortes de Guadalajara de 1408se evidenciaron para proseguir elesfuerzo blico y los fricciones entre la reina Catalina y el infantehasta la toma del control de la regencia por parte de ste en juniode 1408. La sntesis perseguida en estas pginas no me permiteun anlisis que necesariamente habra de ser ms prolijo pero, al

    menos, no quiero dejar de indicar dos cuestiones de inters.Por un lado, una llamativa coincidencia en la lgica interpre-tativa de Garca de Santa Mara. A la hora de explicar la pugnaentre los dos regentes por el gobierno del reino y los pobres re-sultados de las primeras acciones militares frente a los nazares,entendidas como obstculos que hubo de afrontar el infante Fer-nando, entre las causas sealadas para estos quebrantos destaca laintervencin de terceras personas en perjuicio de las pretensionesde ste. En el caso de la campaa de 1407, son los engaos de los

    jefes de las compaas al contabilizar a sus hombres para percibirlas soldadas40, o los consejos errados de los miembros del consejosobre las operaciones a seguir frente a la opinin del infante41,

    38 Ibidem,p. 74.39 Ibidem, pp. 75-76.40 As lo manifiesta al relatar el alarde que se hizo de las tropas estacionadas en An-daluca al final del verano de 1408(ibidem, Cap. 40, pp. 118-120).41 La presentacin de la asamblea de los capitanes castellanos tras la toma de Zaharaen que se decidi atacar Setenil frente al plan del infante de caer sobre Ronda, es

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    los que salen a relucir frente a los esfuerzos de don Fernando porevitar disensiones y llevar adelante la guerra pese a su dbil estadode salud tras la enfermedad de que adoleci en Sevilla durante elverano de ese ao42. Mientras, sobre las disputas con Catalina deLancaster, son las palabras de malos consejeros las que encarana sta contra el infante Fernando, achacando a ello la firma dela tregua de 1408frente a la continuacin de la guerra que pre-tendera don Fernando y otras posteriores contradicciones a esterespecto y a la gobernacin del reino43.

    un buen ejemplo de ello. Garca de Santa Mara declara que el infante se compusofinalmente a ello, por estar a consejo de los de ms edad y experiencia, y porquesi hubiera yerro, que no se lo contasen a l, pese a que segua prefiriendo ir sobreRonda (Ibidem, Cap. 58, pp. 141-143). En la reunin que precedi al levantamientodel sitio, Garca de Santa Mara cuenta cmo el infante habra reprochado a loscomandantes castellanos su anterior consejo y stos lo habran reconocido, con-cilindolos entonces don Fernando de nuevo por la buena intencin con la quehabran expresado el ir sobre Setenil (Ibidem, Cap. 78, pp. 173-180). De este modo,el cronista hace recaer sobre las espaldas de los miembros del consejo, que no son,en todo caso, enumerados por nuestro autor, las responsabilidades de un fiasco delque el infante queda del todo exculpado. Sin embargo, Prez de Guzmn, al narrar

    el mismo pasaje, aporta una crtica hacia el infante que no hallamos en Garca deSanta Mara. As, no nos transmite esta muestra de la benevolencia de Fernando deAntequera sino un choque de opiniones entre ste, contrario a detener el asedio, ylos consejeros, quienes propondran esta medida como la ms prudente, aceptada,en ltimo trmino, a regaadientes por el regente (Prez de Guzmn, Crnica ,op.cit., Ao 1407, Cap. LI, pp. 298-299).42 Esta posicin brava y esforzada de don Fernando es expresada en distintos cap-tulos por Garca de Santa Mara pero queda plenamente de manifiesto en la reuninentre el infante y los oficiales del concejo de Sevilla a su regreso a esta ciudad, enque justifica el final de la campaa y los imponderables sufridos pero ensalza losxitos obtenidos, la justicia y santidad de la guerra y su afn personal de proseguirlael verano prximo (Garca de Santa Mara, Crnica, op. cit., Cap. 84, pp. 191-195).Fernn Prez de Guzmn, aunque es coincidente en el fondo de esta exposicin, nolo es en la respuesta recibida por el infante. sta es puesta en boca del abad mayorde Sevilla, Juan Hernndez de Mendoza, y no en la del alcalde Pedro Fernndezde Mendoza, y al l le atribuye las expresiones de la contienda como santa y justa,mientras que Garca de Santa Mara se limitaba a hacer hablar a su interlocutor entrminos de servicio a Dios y al Rey (Prez de Guzmn, Crnica,op. cit., Ao 1407,Cap. LVI-LVII, pp. 301-302).43 Garca de Santa Mara, Crnica, op. cit., Cap. 98, pp. 217- 222, Cap. 106, pp.236-237. El asunto de los malos consejeros no plantea apenas diferencia en la versinde Prez de Guzmn, si bien no cita concretamente la tregua aunque s se refiera alentorpecimiento de los preparativos en la frontera (Prez de Guzmn, Crnica,op.cit., Ao 1408, Cap. V, pp. 306-307). Como vemos, los cronistas se cuidan muchode apuntar hacia la reina entre los enemigos de don Fernando, que son estos malos

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    Por otro, precisamente, las insistentes resistencias del infan-te a concertar treguas con Granada que las crnicas muestran44.Podramos aducir que esta lnea de razonamiento se correspondeacaso con una opcin partidista del cronista, reflejada con pos-terioridad a los hechos para ensalzar la figura de un determinadopersonaje histrico. Sin embargo, existen evidencias de relacinentre el ulterior relato historiogrfico y una formulacin precisadel discurso oficial del infante Fernando en el momento de losacontecimientos. As, comprobamos que este inters por ocultar

    lo que pudiera entenderse como una concesin a los oponentesmusulmanes, o como una supeditacin de esa empresa principalque sera lidiar contra ellos a los objetivos particulares de donFernando para ampliar su poder, respecto a las treguas llega asu extremo cuando la ltima ampliacin de las mismas, que seprodujo entre septiembre de 1409y abril de 1410, ni siquiera escitada ni por Garca de Santa Mara ni por Prez de Guzmn. Sinembargo, contamos con prueba documental de que esta negocia-

    cin diplomtica se produjo45

    . Ms an, la carta enviada por donFernando a la ciudad de Murcia fundando su golpe de mano dejunio de 140846es el mejor ejemplo de cmo, en torno al infante,

    consejeros, no individualizados, movidos por mal querer al infante y por desearllevar los dineros del rey a hacer creer a doa Catalina que aqul quera para s todoel poder en Castilla.44 Las treguas acordadas desde marzo de 1408y ampliadas en septiembre de ese aoson narradas como una concesin del infante (Garca de Santa Mara, Crnica, op.cit., Cap. 98, pp. 217-222, Cap. 116, pp. 257-258), sin distincin pese a los cambiospolticos en la Corte castellana a favor de don Fernando. La ampliacin de la treguadesde marzo de 1409por cinco meses ms permiten al autor escenificar una posicinde fuerza de los castellanos, requiriendo la renovacin del pago de las parias y solootorgando esos cinco meses, frente al embajador granadino solicitando dos aos decese de las hostilidades (ibidem, Cap. 122, pp. 267-269).45 Pese a ello, conocemos que sta prrroga se firm, tal como de muestra la carta delrey enviada al concejo de Murcia informndole de ese aplazamiento de las accionesmilitares, datada en Becerril de Campos (Palencia), 10de agosto de 1409(M Vic-toria J. Vilaplana Gisbert, Documentos de la minora de Juan II. La Regencia de DonFernando de Antequera. Coleccin de Documentos para la Historia del Reino de Murcia.

    XV, Murcia, Biblioteca Digital de Murcia, 1993, pp. 210-211).46 Carta del infante al concejo de Murcia informndole de los sucesos acontecidos en elreino desde la muerte de Enrique III. Guadalajara, 1408, septiembre, 8(ibidem, pp. 151-161).

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    se estaba construyendo y manejando una imagen en la que stefiguraba como mximo defensor del inters del reino, del buengobierno y, por tanto, de proseguir las hostilidades contra el ene-migo islmico47.

    Las fuentes que nos describen los hechos correspondientes alos tres aos de guerra con Granada entre 1407y 1410se hallanplagadas de referencias que dotan a la empresa contra los musul-manes de un carcter justo y sacralizado. No me es posible eneste momento detenerme a desgranar cada una de ellas pese al

    inters que por sus diferentes significaciones podran suscitar lasreferencias a la perfidia de los sarracenos48, la presencia de signosprovidenciales que anunciaran la victoria frente a Antequera49, oel simbolismo de la batalla de la Boca del Asna contra las tropasnazares de rescate como combate singular y juicio ordlico antelos ojos de Dios50. En cualquier caso, quiero llamar la atencin

    47 Garca de Santa Mara cita el primer acto de justicia que se ejecut en el reino por

    orden del nuevo rey tras la muerte de Enrique III: la amputacin de la mano quese impuso como castigo a un moro que peg a un cristiano con un palo tres veces(Garca de Santa Mara, Crnica, op. cit., Cap. 4, p. 22). El valor de este hecho comoejemplo programtico para el nuevo reinado es innegable, igual que su ejecucin enToledo y por orden del infante, como se infiere del contexto en que aparece este pa-saje de la crnica, tras la muerte de Enrique III y proclamacin de Juan II en Toledopor su to, don Fernando, y antes de las exequias del monarca difunto en la catedralde la ciudad (ibidem, Cap. 2-4, pp. 18-22).48 Sera el caso de los avisos por parte del almocadn Fernn Snchez respecto a laposible presencia de veneno en los regalos de los embajadores granadinos para acabarcon la vida del infante, al modo de lo hecho, segn el conocimiento de este perso-naje, con Alfonso XI y con Enrique II, amn de con otros soberanos musulmanes(ibidem, Cap. 123, pp. 269-271), o de los intentos de traicin del sultn de Granadaencubiertos durante las conversaciones diplomticas sostenidas el sitio de Antequera(ibidem, Cap. 156y 157, pp. 330-343).49 En este sentido se pueden subrayar acontecimientos como la presencia de unacruz blanca en el cielo la noche anterior a la defensa que hicieron los vecinos de Jande su ciudad contra la cabalgada del rey de Granada en octubre de 1407(ibidem,Cap. 72, pp. 164-166), o los que antecedieron al ltimo asalto sobre Antequera,como fueron la presencia de una mancha de fuego que cay durante la noche delcielo sobre la plaza (ibidem, Cap. 170, p. 365) y la posterior salida de un judo de An-tequera para anunciar a los cristianos la falta de agua que padecan dentro ( ibidem,Cap. 171, p. 366).50 Sobre este combate, y las reacciones tanto en campo granadino como castellanoal mismo: ibidem, Cap. 140-145, pp. 300-310.

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    sobre un evento en particular con el fin de mostrar las lneasmaestras del aparato ideolgico puesto en juego por el infanteFernando en relacin a la guerra de Granada.

    El suceso sobre el que quiero llamar la atencin es la entradatriunfal en Sevilla, el 14de octubre de 1410, tras la toma de Ante-quera. Segn se nos narra, el desfile vino encabezado por las tro-pas castellanas, seguidas de los trofeos tomados a los granadinosen el combate de la Boca del Asna. stos precedan al infante,que entr acompaado de los grandes y ricoshombres del reino.

    En procesin se dirigieron a la catedral en accin de gracias para,finalmente, ser recibido don Fernando por su esposa en el realalczar. Lo que me interesa destacar es el orden de las enseasque rodearon al infante en esta entrada. Por delante de Fernandode Antequera march una gran cruz, acompaado por los dospendones de la Cruzada. Delante de la comitiva del infante, eladelantado de Andaluca, Per Afn de Ribera, port la espadade Fernando III y detrs de aquella marcharon el pendn de las

    armas del infante y el de su divisa, en el centro, flanqueados a sudiestra por los de Santiago, San Isidoro de Len y la ciudad deSevilla y, a su izquierda, por los de todos los seores que acom-paaban al regente51. En tanto en cuanto hemos de entender estaentrada como una ceremoniosa puesta en escena del triunfo deunos ideales y del ensalzamiento poltico de quien los encarnabay lideraba, aproximmonos a ellos y a su exhibicin por el infanteFernando52.

    51 Para la reconstruccin de la entrada del ejrcito castellano victorioso en Sevilla:ibidem, Cap. 189, pp. 398-400; 1410, Prez de Guzmn, Crnica,op. cit., Ao 1410,Cap. XLII, pp. 332-333).52 El festejo del triunfo militar se halla estrechamente ligado a uno de los prin-cipales ritos de celebracin del poder monrquico medieval, la entrada del rey enlas ciudades, como una especie de modalidad de sta. Sobre estas ceremonias en elOccidente medieval y en Castilla, entre otros: Bernard Guene, y Franoise Lehoux,Les entres royales franaises de 1328-1515, Paris, Ed. du Centre National, 1968, 368p.;Rosana de Andrs Daz, Las entradas reales castellanas en los siglosxivy xv, Enla Espaa Medieval, n. 4, 1984, pp. 47-62; Nieto Soria, Ceremonias de la realeza, op.cit., pp. 119-143.

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    Como podemos comprobar, los smbolos de la Cruzada, elcrucifijo y los dos pendones, uno blanco y otro colorado, ocu-pan una posicin prioritaria en el centro del cortejo. Remiten ala predicacin de la bula de Cruzada concedida por el Papa enCastilla para esta guerra contra los musulmanes, de la cual apenasexista conocimiento ms all de algunas breves notas cronsticasque denunciaban los males que produjeron las irregularidades ensu recaudacin53. La predicacin de la Cruzada tena un evidenteinters para la financiacin de las menguadas arcas del infante y,

    en efecto, ste no dudo en jugar esta baza intensamente en lasprovincias del reino que cayeron bajo su gobierno, aun despusde la tregua de 1410 y de su ascenso al trono aragons54. Perono hay que olvidar que la concesin de esta ayuda por parte delpontfice, en ltimo trmino, inscriba el conflicto en el marcode la ideologa cruzadstica que circulaba en Europa en los siglosbajomedievales55. La percepcin de la lucha contra los musulma-nes hispanos en que Andaluca adquira la forma de otra Tierra

    53 Garca de Santa Mara, Le parti inedite, op. cit., pp. 153-155. Sobre la bula de cru-zada en los reinos hispnicos; Jose Goi Gaztambide, Historia de la bula de cruzadaen Espaa, Vitoria, Editorial del Seminario, 1958, 724p.54 Roser Salicr i Lluch, Terces, predicaci i recaptaci de la Croada durant elregnat de Ferran dAntequera,Anuario de Estudios Medievales, Revista del ConsejoSuperior de Investigaciones Cientficas, n. 29, 1999, pp. 917-926.55 Sobre las Cruzadas y la idea de Cruzada en los siglosxivyxv, entre otros: NicolaeIorga (ed.), Notes et extraits pour server lhistoire des croisades au XVe. sicle,Bucarest,1915; Guiseppe Valentini, La crociata da Eugenio IV a Calisto III (da documen-ti darchivio de Venezia), Archivum Historiae Pontificiae, Revista de la Facolt diStoria Ecclesiastica, n. 12, 1974, pp. 92-123; Guiseppe Valentini, La crociata di PioII dalla documentazione veneta darchivio,Archivum Historiae Pontificiae, Revistade la Facolt di Storia Ecclesiastica, n. 13, 1975, pp. 248-282; Kenneth M. Setton(ed.),A History of the Crusades. Volume III. The Fourteenth and Fifteenth Centuries,Madison, The University of Wisconsin press, 1975, 813 p; Norman Housley, TheAvignon Papacy and the Crusades, 1305-1378, Oxford, Oxford University press, 1986,450p.; Norman Housley (edicin y traduccin), Documents of the Later Crusades,1274-1580, Houndmills & New York, St. Martins, 1996, 204p.; Jean Paviot, Les Ducsde Bourgogne, la croisade et lOrient, fin XIVe. sicle XVe. sicle, Paris, PU Paris-Sor-bonne, 2003, 394p.; Norman Housley, Crusading and warfare in medieval and re-naissance Europe, Aldershot & Burlington, Variorum, 2001, 340p.; Norman Housley,Crusading in the Fifteenth century. Message and Impact, Houndmills & New York,Basingstoke: Palgrave MacMillan, 2004, 251p.

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    Santa a recuperar por la Cristiandad ms all de los Pirineos tenaviejas races56y, de nuevo, tendra eco entre 1407y 1410, cuan-do diferentes seores y prncipes europeos acudieran a Castillapara servir en las filas del infante o prometieran su ayuda57. Loscronistas declaran, incluso, la participacin del Justicia Mayordel rey de Castilla, Diego Lpez de Stiga, y sus hombres enla campaa de 1410 a su propia costa, con el fin de participarde la indulgencia papal para perdn de sus pecados58. Aunqueel peso especfico de estos cruzados debi ser ms bien escaso

    56 Vase a este respecto, la participacin de cruzados francos en la campaaculminada en la batalla de las Navas de Tolosa en 1212(Francisco Garca Fitz, LasNavas de Tolosa, Barcelona, Ariel, 2005, 592p.), entre otras (Eloy Benito Ruano, Uncruzado ingls en la Guerra de Granada,Anuario de Estudios Medievales, Revista delConsejo Superior de Investigaciones Cientficas, n. 9, 1974-1979, pp. 585-594; JosEnrique Lpez de Coca Castaer, Cruzados escoceses en la frontera de Granada(1330),Anuario de Estudios Medievales, Revista del Consejo Superior de Investiga-ciones Cientficas, n. 18, 1988, pp. 245-262; Angus Mac Kay, Andaluca y la guerradel fin del Mundo, enActas del V Coloquio Internacional de Historia Medieval de

    Andaluca, Crdoba, 1998, pp. 329-342; Bruno Mayer, El papel de los cruzados ale-manes en la reconquista de la pennsula ibrica en los siglosxiiyxiii, En la EspaaMedieval, n. 23, 2000, pp. 41-46).57 Entre quienes acudieron destacan los ejemplos del conde de La Marche o delcaptal de Buch y su hermano, hijos del conde de Foix, mientras que otros, como elduque de Borbn y su hijo, el conde de Clermont, o el duque de Austria y el condede Luxemburgo se ofrecieron a participar en estas empresas (Garca de Santa Ma-ra, Crnica, op. cit., Cap. 35, p. 107; Cap. 124, pp. 271-272; Cap. 129, pp. 280-282;Cap. 148, pp. 313-315; Cap. 159, pp. 364-365). Se han podido localizar algunos otroscaballeros franceses y del Imperio, adems de catalanoaragoneses que ofrecieron suservicio bajo la recomendacin de Martn I de Aragn al infante Fernando (Enri-que Gozalbes Cravioto, Viajeros europeos en la frontera de Granada (siglo xv)en Segundos Estudios de Frontera Actividad y Vida en la Frontera, Jan, 1998, pp.371-384; Salicr i Lluch, El sultanat de Granada,op. cit., pp. 35-37). La abundancia denoticias cronsticas y documentales en que se refleja el inters por seores extranjerospara participar en la guerra contra los musulmanes es ms que notable como paraser considerada un hecho anecdtico, independientemente de que al final la ayudaprometida se materializase o no.58 (Garca de Santa Mara, Crnica, op. cit., Cap. 146, p. 306. Esta mencin de Gar-ca de Santa Mara parece poder relacionarse con la posicin contraria al infante queDiego Lpez de Stiga y Juan Fernndez de Velasco mantuvieron hasta el golpe dejunio de 1408. No tenemos, por desgracia, pruebas para comprobar la autenticidadde este testimonio o, en caso de veracidad, si el servicio como cruzados de los anti-guos enemigos de don Fernando pudo ser parte del acuerdo al que se lleg para sureconciliacin.

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    en trminos generales, su relevancia simblica es mucho mayor,cargada