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CESEDEN LA GUERRA NUCLEAR TACTICA - Por Robert M. Lawrence - (De la Revue Militare Generale enero febrero 1971) Traducido por el Dept° Informaci6n Abril, 1971 BOLETIN DE INFORMACION NUM. 54 - V

LA GUERRA NUCLEAR TACTICA Por Robert M. Lawrence—4-. lítica no consiguieron los resultados anhelados. El incremento -de las fuerzas convencionales elevó el presupuesto de defensa

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  • CESEDEN

    LA GUERRA NUCLEAR TACTICA

    - Por Robert M. Lawrence -

    (De la Revue Militare Generaleenero — febrero 1971)

    Traducido por el Dept° Informaci6n

    Abril, 1971 BOLETIN DE INFORMACION NUM. 54 - V

  • Parte 1

    Aunque muchos creen lo contrario, la guerra nuclear estratégica ha sido muy discutida y ha suscitado un considerable debatepolítico.

    No consideramos necesario someter a discusión la guerra convencional. Contamos con muchos ejemplos de guerra semejante y actualmente nos encontramos angustiados por el tercer gran conflicto de armas convencionales de los últimos 25 años. Al menos, hasta que los temores sobre Vietnam alcanzaron las recientes proporciones, los medios informativos narraron victorias y publicaron —actos heroicos de nuestros combatientes como si la guerra hecha —con armas convencionales fuera una cosa normal, aunque lamentable,en las relaciones internacionales, en un régimen de estado—nación.

    Durante los últimos años, sin embargo, ha habido una posi——ble clase de guerra sobre la que ha sido virtualmente imposible —discutir públicamente en una forma razonada y coherente. Esta esla guerra nuclear táctica, el uso de armas nucleares con fines militares tácticos limitados, tema que ha tomado una apariencia casi repugnante y que parece esencialmente incapaz de suscitar la —curiosidad intelectual, y mucho menos capaz de ser seriamente considerado por parte de los investigadores, sabios o políticos.

    La guerra convencional fue objeto de un análisis magistral,“inter alia”, por parte de Karl von Clausewitz (On War) . La guerra estratégica fue analizada en la obra de Herman Kahn (Qn Ther—momuclear War) . Sin embargo, la guerra nuclear táctica, o bin hasido declarada irreflexiva e impracticable, en el más amplio sentido de la palabra, o desorbitada de toda proporción realista poraquellos que aparentemente tratan solamente de racionalizar sus —propias conclusiones actuales.

    ¿Vamos nosotros, a causa de la desagradable experiencia deVietnam, a rectificar nuestros compromisos y dejar a todo el mundo resolver sus propios problemas de defensa? ¿O es posible que —decidamos mantener unos importantes compromisos,. debiendo decidirlo mediante una cuidadosa deliberación, a fin de lograr una opción militar de la que hasta ahora hemos preferido privarnos: unacapacidad nuclear táctica veraz?

  • — —

    A pesar de la aparente y aplastante preponderancia de potencial militar convencional, los Estados Unidos fueron incapaces dedisuadir a Vietnam del Norte, controlar la guerra, o llegar a unasolución militar satisfactoria. La mayor parte de los comentaristas estarían de acuerdo en que esta guerra no supone un problemamilitar solamente y que no es posible resolverla con medios militares únicamente. No obstante, la victoria militar es la condi— —ción previa para poder aplicar con éxito los procedimientos políticos, sociales y económicos, y el no lograrla, ademas de las ——enormes sangrías en hombres y dinero, justifica el que surjan lasms graves controversias acerca de la posibilidad física y la cornplacencia política de América a contender en tales situaciones militares con medios nucleares.

    La guerra de Vietnam ha sido y seguirá siendo un mar de --grandes confusiones. De todos modos, los problemas con ella aso--ciados han demostrado claramente la necesidad de nuevas fuerzas ypolíticas de defensa, si los intereses americanos en ultramar hande ser apoyados en el futuro.

    Aquí no tratamos de discutir sobre la necesidad de EstadosUnidos de compromisos allende los mares, ni siquiera del compromiso específico en Vietnam, sino ms bien acerca de las políticas ydoctrinas que han contribuído a una prolongada, costosa y relativamente infructuosa aplicación del potencial militar americano —una vez adoptada la decisión del compromiso. El pueblo americanomuestra su desilusión por Vietnam. Existe una opinión muy extendida de que, si no podemos conseguir la victoria, deberíamos reti-ramos a tiempo prescindiendo de las consecuencias. Una corrientede convicción nacional numerosa manifiesta que no podemos afron——tar semejantes compromisos militares, ni los que pudieran resul——tar en el futuro. Ciertamente, si Vietnam es la muestra de la forma y tamaño que han de tomar estos asuntos, el precio es prohibirtivo.

    Nos encontramos frente a una crisis de confianza y determinación, tanto en los Estados Unidos como en el exterior, sobre elpapel que Estados Unidos podría o debería jugar en los asuntos internacionales. Se nos presenta un dilema, por una parte, las crercientes presiones que tratan de que se reduzcan los compromisos -militares con el extranjero, y una continuidad de problemas de seguridad internacional que demanda, según muchos, una efectiva influencia americana, por otra parte.

    Es incierto adonde puede conducir finalmente el debate sobre estas cuestiones. Lo que éste ha engendrado hasta el momento,en lo que a política oficial se refiere, es la Doctrina Nixon lacual defiende tenazmente una presencia militar americana en el extenor ms reducida. Los principales puntos de referencia de esta

  • —3—

    política han sido:

    1. Reducción de las fuerzas norteamericanas en Vietnam de384.000 hombres del total de 500.000 existentes a mediados de octubre.

    2. Un plan anunciado para retirar 20.000 americanos de Corea del Sur, dejando temporalmente unos 42.000 que serían totalmente retirados después de o más años; y

    3. El anuncio, en agosto, de que Estados Unidos había ——transferido a los japoneses la responsabilidad de la defensa convencional de Japón.

    Aunque lo anteriormente descrito está prosperando, podemosalegar que, como corolario a la retirada americana, es necesarioun riguroso examen de otras alternativas y coyunturas que respondan, en los compromisos estadounidenses, frente a las amenazas —de la Unión Soviética y de China.

    Es improbable que exista alguna solución, pero es igualmente improbable que una continuación de la pasada política puedacontender de forma efectiva con las amenazas a los intereses americanos y a los de sus aliados. Muchos americanos prtenecientesa diferentes sectores de la esfera política están de acuerdo enque una continuación de las anteriores políticas hasta podría —ser desastroso.

    LAS POLITICAS DE LOS 1960

    Las políticas de Defensa iniciadas en 1961 por la nueva Administración Kennedy se apoyaban en la teoría, expuesta al pblico, de que los Estados Unidos necesitaban de unas opciones militares adicionales que permitieran, según las últimas palabras —del Presidente, “otras alternativas que no fueran la humillacióno la acción nuclear total”. El fruto de esas nuevas políticas —fue la modernización y expansión de los ingenios, bélicos convencionales (incluyendo los antisubversivos) , tratando de equili— —brar el potencial militar global que había cambiado drásticamente durante el mandanto de Eisenhower.

    La lógica de la declaración de Kennedy era entonces irrebatible y continua siéndolo hoy día. Sin embargo, en la conceptualización del asunto, la Administración Kennedy omitió una op- -ción muy importante, y las acciones tomadas para implantar su po

  • —4-.

    lítica no consiguieron los resultados anhelados. El incremento -de las fuerzas convencionales elevó el presupuesto de defensa enunos 10.000.000 de dólares, antes del compromiso vietnamita, y -los gastos hubieran sido aún mayores si se hubieran cumplido porcompleto los autocompromisos con las fuerzas convencionales propias. Desde que la guerra del Vietnam alcanzó las actuales condiciones, el presupuesto de defensa ha aumentado tanto que ha llegado a ser casi el doble de el de 1961. No obstante, todo este desembolso no ha conseguido la gama completa de flexibilidades quese consideran esenciales para la seguridad nacional.

    La nueva teoría defendía que la amenaza de responder a losdesafíos limitados con armas convencionales suponía al agresor -una amenaza efectiva, -mucho ms que si se le amenazara con opo-nérsele con armas nucleares-. Por lo tanto, se creía que una estrategia basada en el empleo de la fuerza convencional constitúiauna disuasión, en lo que respecta a los conflictos de bajo nivel,ms fuerte y més segura. Ademas, las armas convencionales eran —consideradas como la defensa “idónea” contra los desafíos militares limitados. La agresión con armas convencionales habría de serContrarrestada con el mismo tipo de armas, con el mismo tipo de -armas. El uso de cualquier arma nuclear supondría una “super—ré——plica” sin garantías, una segura superdestrucción (“daño colate——ral”), un elevado riesgo de escalada nuclear, y unos costes políticos críticos.

    Siguiendo esta teoría los Estados Unidos han procurado contender en los conflictos militares localizados usando, con ciertaaproximación, el mismo nivel y tipo de fuerzas con que el enemigoamenazó o empleo, lo que equivale a decir que solamente se opusocon armas convencionales, hemos oído decir repetidamente que éstaes la política ms acertada, no solo por que es la ms segura, sino por que al mismo tiempo es la rns efectiva, tanto como medio —de disuasión de la guerra limitada como de defensa contra cualquier agresión limitada futura. Así ha sido, aún cuando estuvo expuesta a desgracias mayores. —

    Lejos de proporcionarnos la réplica flexible prometida,nuestra flexibilidad en las posibilidades militares ha sido reducidaaún ms —innecesariamente claro esta—. Entre una réplica de fuerzas convencionales que no ha sido efeçtiva en Viertnam ni políti—camente satisfactoria en Estados Unidos y en el extranjero, y unaréplica nuclear estratégica que no emplearemos a menos que seamosdirectamente atacados, nos encontramos ante un reducido margen dealternativas practicas. El recorrido intermedio esta vacante. Eldispositivo nuclear téctico, que debería ocupar este espacio in-termedio, no es plausible ni política ni militarmente, no se encuentra técnicamente al día, y por lo tanto no es útil, excepto -quizá como “ostentación” o con propósitos muy destructivos como —

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    último recurso a la desesperada. En muchas cosas el dispositivomilitar de hoy parece menos efectivo que aquél legado por la Administración Eisenhower. A pesar del gigantesco incremento de -los gastos de defensa, la guerra en Vietnam fue en aumento y laaplicación del potencial de fuego convencional no ha dado unosresultados positivos. La estratégia Eisenhower hubiera probablemente evitado una guerra estrictamente convencional de esta maanitud. No hemos logrado nada positivo en la NATO con nuestra -tendencia a aumentar las posibilidades convencionales y depositando la confianza en ella. Esta estratégia ha contribuído sustancialmente a la defección de Francia y a otros descontentos —en la Alianza. Puede que, a pesar del incremento de los gastosde defensa, hallamos quedado detrás de la Unión Soviética, en -lo que a progreso tecnológico se refiere, en el balance militarestratégico. La superioridad estratégica norteamericana existente anteriormente ha desaparecido. La codiciada flexibilidad deréplicas no se ha alcanzado. Para muchos observadores el riesgode destrucción segura ha ido aumentando de año en año proporcionalmente con el costante aumento del potencial estratégico ruso.El pasado optimismo de los políticos creyendo que una estrate——gia de fuerza convencional daría como resultado una reavivada -NATO, una rápida solución a las conminaciones militares en el -Sudeste Asiático, y una presenciá americana en el mundo ms admisible e influyente, resultó ser una grave equivocación.

    La razón principal de este retroceso radica en nuestra deliberada actitud de privarnos de las ventajas de los avances —tecnológicos en el campo de la guerra nuclear limitada. No podemos hacer esto sin pagar por ello un alto precio.

    ¿Por qué lo hacemos?

    MOTIVOS PARA LLEVAR A CABO EL DESARROLLO DEL ARMA NUCLEAR TACTICA.

    Hace 12 años, en un clima intelectual algo diferente, enun libro sobre guerra limitada, que fue bien acogido, se decíaque t1nada inherente en la amplia gama de armas atómicas las hace incompatibles con la guerra limitada”. El autor señalaba unacondición singular:

    “En consideración a la necesidad de un dispositivo militar flexible, destaca la importancia del cometido de las armasnucleares tácticas; la adaptación de estas a la guerra limitadaes probablemente el problema ms crucial de todos los relativosa la limitación de armas y objetivos con que se enfrentan ac——

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    tualmente los estrategas americanos”. (1)

    Después de haber transcurrido 12 años, esta aseveración noes solamente válida, sino que es ms pertinente que nunca. Aúncuando los avances tecnológicos hacen actualmente posible la selección y adaptación de las armas nucleares, se ha hecho muy poco sobre su almacenamiento, adaptación a la guerra limitada, o —integración en nuestros dispositivos militares. Realmente, los —avances tecnológicos de laboratorio han progresado faltos de estímulo e incluso abiertamente en contra del Departamento de Estado y de los elaboradores de la política de Defensa. En verdad, -no existe ni una sola nueva arma en el inventario nuclear tcti—co actual como consecuencia de las decisiones sobre su produce- -ción tomadas después de 1960. Ha habido una repulsa total a laincorporación de la tecnología moderna, sobre lo cual trataremosms adelante. Esto nos hace pensar que el Departamento de Defensa ha evitado la módernización de nuestra capacidad nuclear tc—tica únicamente por razones de política o aversión psicológica.

    Semejante acusación saltó a la luz pública en el verano de1968 cuando un experto miembro del Congreso, Craig Hosmer, antiguo miembro del Comité conjunto sobre Energía Atómica y tambiénmiembro de su sub—comité militar, escribía al Secretario de De——fensa, Clark Clifford en este sentido:

    “Caben plantearse ciertas dudas con respecto al credencialpolítico que pueda ofrecer nuestra reserva táctica actual. No —existe tan solo un arma en ella, debido a las decisiones de producción. tomadas después de 1960. Tampoco existe ningún sistema -de armamento en el campo nuclear téctico que haya posibilidad deincorporarlo a las fuerzas militares antes de 1972. Teniendo esto en cuenta es fácil comprender por qué la efectividad media denuestra reserva t.ctica ha llegado a los horrendos extremos descritos por McNamara, y por qué los trabajos DOD (Departamento deDefensa) sobre una guerra nuclear téctica en Europa Occidental -demuestran tan terribles probabilidades de devastación de personas y tierras de nuestros aliados de la NATO.

    Sabiendo que los laboratorios de armamento de AEC (Comí— —sión Energía Atómica) se encuentran capacitados para trabajar enel campo de los sistemas nucleares tácticos ms pequeños, perfectos y calificados, a fin de mitigar tal devastación y puesto quela obsolescencia de nuestra capacidad aumenta de un día a otro,no puedo sino asegurar que la falta de una efectiva moderniza—ción de fuerzas es un cargo de conciencia y deliberada decisión,que incumbe a su departamento . ..“ (2).

    (1) Robert E. Osgood, Limited War: A Challenge to nierican Strategy (Chicago University Press, 1957) , pp. 248—251.

    (2) Congressiona1.Record, H. 7955, Julio 31, 1968.

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    Como cabría esperar, el trato que la literatura privada hadado a las armas nucleares tácticas no ha mostrado ser de una mayor profundidad, imaginación, o sofisticación que aquél del Departamento de Defensa, considerando a estos respectos, la necesidadde un progreso técnico.

    La escasa discusión pública sobre armas nucleares tácticas,parece demostrar un parco conocimiento de la tecnología actual dearmamentos, o una falta de interés por aprender más. Es como si -la gente no pudiera pensar sobre las armas nucleares más que relacionándolas con la destrucción de Hirosima y Nagasaki. Aún los inteligentes académicos y periodistas, cuando escriben librementesobre temas estratégicos y de defensa, parecen generalmente desconocer las diferencias tan significativas que existen entre las armas nucleares, debido a los efectos que estas producen. Quizá algunos prefieran ignorarlas. Generalmente prevalece una imágen única absoluta de las armas nucleares.

    Ciertamente, nuestra reserva táctica actual es inmensa.ExiSten millares de cabezas de guerra para bombas de aviación, misiles y cohetes, piezas de artillería, morteros y cargas de demolición. Fuentes oficiales de Washington han manifestado que posee—mos un variado arsenal nuclear diseñado para los más efectivos empleos militares que pudieran necesitarse. Pero de hecho se da unacontroversia. Subrayando la composición y situación de nuestras -armas nucleares actuales, se ha establecido al mismo tiempo una -doctrina basada en la esperanza y expectación de que nunca sean -empleadas. Aunque poseemos una fuerza nuclear gigantesca no nos —hemos provisto realmente de medios plausibles de usarla. Como resultado, nos encontramos con que nuestras facultades están seriamente limitadas caso de tener que luchar en cualquier guerra táctica razonable que sobrepase el umbral nuclear. Esta auto-impuesta limitación corroe gravemente la credibilidad política y la capacidad disuasoria de las fuerzas nucleares tácticas estadounidenses.

    ¿Cómo interpretar este estado de cosas?

    La pura verdad es que el pensamiento sobre las armas nucleares se ha endurecido en un principio y obstinadamente se resistea cambiar. Las imágenes de las bombas de Hirosima y Nagasaki,y elsubsiguiente énfasis dado al bombardeo estratégico, congeló nuestro pensamiento basta estos extremos.

    En los primeros años de la bomba atómica, las institucionesfueron generalmente indiferentes a la causa del desarrollo del arma no—estratégica. Las atenciones se dedicaron principalmente albombardeo estratégico. Esto no contribuyó a una discrecional investigación de las posibilidades que pudieran obtenerse en otros

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    campos de aplicación nuclear. En tal ambiente era difícil conseguir, o siquiera visualizar, un esfuerzo propiamente equilibrado.El problema tomó el caríz de una competición entre la facción estratégica y la de las armas nucleares. La facción estratégica gan6 félcilmente la batalla, y la tendencia general por el desarrolb de las armas nucleares tomó dimensiones cada vez mayores.

    En 1951 las pruebas nucleares con implicaciones técticas -fueron hechas en menor escala, mas, pronto fueron eclipsadas porlas dramtjcas inferencias del “descubrimiento termonuclear” enlas armas estratégicas, lo cual acaecía casi al mismo tiempo.Hasta la mitad de la década 1950 se habían producido y asignado a -las unidades militares una reducida cantidad (extremadamente baja) de armas nucleares. De cualquier modo, no existía una doctrina clara de su empleo y su uso no estaba realmente previsto msque para las fuerzas nucleares estratégicas. La represalia nu——clear maxíva continuaba siendo el factor dominante en nuestra política de defensa.

    Fué un accidente de la historia el que tuvo mucha importancia e influencia sobre el estúpido pensamiento actual. En 1953,—la Administración Eisenhower empezó a dar forma a su política dedefensa adoptando principalmente una postura nuclear, incluyendolas denominadas armas nucleares técticas, pero, en aquél tiempo,los medios técnicos para esta realización aún no existían. Juntoa la oposición a la proliferación nuclear (la cual empezó a au——mentar hacia el final de los 1950) tomaban forma, en un estrechoy marcado énfasis convencional, los medios técnicos para una doctrina nuclear táctica. Sin embargo, la prevaleciente opinión dela oposición fue la que ignoró aquellos nuevos potenciales tecnológicos. Todavía es así.

    Durante la década de los 1950 no tuvimos ningún arma que -pudiéramos hoy calificarla de “arma nuclear táctica”; tuvimos solamente armas nucleares diseñadas para empleo táctico. Su rendimiento era grande (para misiones de combate terrestre táctico) ,-su energía emanaba total o principalmente de la fisión de uranioy plutonio, lo cual llevaba consigo la liberación de enormes cantidades de radioactividad de gran longevidad, y sus efectos carecían de precisión y flexibilidad.Era difícil distinguirlas delas armas “estratégicas” y ninguna se adaptaba realmente a la --guerra limitada. Esta situación provocó el desarrollo de teoríassobre la inevitable escalada nuclear. El medio ambiente del campo de batalla nuclear que nuestras armas prometian, hizo parecerimposible el llevar a cabo operaciones militares significativasen tales condiciones, o desarrollar una doctrina factible y acetable de guerra limitada. Al mismo tiempo, al final de los 1950,fueron puestas en tela de juicio nuestras posibilidades no-nu- -cleares para contender en guerras limitadas. Consecuentemente, —los defensores de un refuerzo convencional disfrutaban de una si

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    tuación muy persuasiva. Llegamos a la conclusión de que necesitábamos perfeccionar la fuerza convencional para hacer frente a -las necesidades de la guerra limitada.

    Paradójicamente, al tiempo que esto se convertía en una posición política aislada, la tecnología de las armas nucleares había avanzado hasta tal punto que podían haberse desarrollado lasarmas nucleares y los sistemas de lanzamiento factibles para unadoctrina de guerra limitada nuclear táctica. Desafortunadamente,en aquellos tiempos, los defensores de la postura convencional —que subieron al poder en 1961 estaban tan obsesionados con cierta imagen de las armas nucleares, tan obstinados en contra deluso de cualquier arma de este tipo a cualquier nivel táctico,tanenamorado de su solución de extrema confianza en las armas con—vencionales, que se resistieron a reconocer aquellos progresos.—Por consiguiente el potencial tecnológico no fue explotado.

    Al margen de toda esta dialéctica sobre “réplica flexible”,la Administración Kennedy adoptó una postura de proliferación --convencional unilateral, justamente cuando la tecnología permi-tía una postura de proliferación nuclear más practicable que loque había sido anteriormente. Las manifestaciones de los hombresclave y de los consejeros políticos dieron fuertes muestras desu conducta hostíl hacia las armas nucleares tácticas. En un Departamento de Defensa que introdujo rigurosos métodos de Análi-—sis de Sistemas, esta aversión parecía extrañamente basada en -cre&CiaSy presentimientos. Por ejemplo, el Secretario Delegadode Defensa, Roswell Gilpatric exclamaba: “Yo, entre otras cosas,jamás he creido en la denominada guerra nuclear limitada. No secomo puede establecerse un límite una vez que se haya producidocualquier clase de disparo nuclear (1)

    El sumo sacerdote del Análisis de Sistemas en el Pentágono,Alain Enthoven, que llegó a ser Subsecretario de defensa, afirmaba:

    “... hay una gran diferencia entre las armas nucleares y —las no—nucleares. Las armas nucleares no son simplemente altos explosivos... En los Ciltimos años se han desarrollado pequeñas armas nucleares con una potencia equivalente a la de unos cuantos -millares de toneladas de TNT o menos. Llegará el día, si es que —aCm no ha llegado, en que habrá armas nucleares de menor potenciaque las armas de más alto explosivo. ¿Cuándo llegue este día, noexistirá por más tiempo la distinción entre armas nucleares y armas convencionales? Algunos se han pronunciado en este sentido. -Sin embargo, están equivocados. Hay y seguirá habiendo una gran -

    (1) Henry Kissinger, “NATOs Nuclear Dilemma”, “The Reporter”,28,7 (Marzo 28, 1963) , p. 24.

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    diferencia, una “barrera” por decirlo así, entre la guerra nucleary la no-nuclear... Si ellos no están de acuerdo con esta distin— -ción, no parece que exista otra limitación de armas fácilmente cornprensible en todo el recorrido de la gama destructiva de la güerratermonuclear”. (1)

    Las declaraciones de este tipo han perjudicado seriamente —-hasta la más pasiva utilidad disuasoria de estas armas. La amenazaimplícita inherente a su posesión es por supuesto de cierto valordisuasorio; ¿pero es solamente esto suficiente para mantener la disuasión cuando al mismo tiempo se acentúa una filosofía de no-uso?El valor disuasorio de las armas no puede por menos que degradarsecuando nosotros mismos llegamos al extremo de debilitar la credibilidad de hacer uso de ellas. Según comentaba el estratega militarBernard Brodie, “si no vamos a emplearlas lo menos que podemos hacer es callarnos”. (2)

    A la sazón, la pregunta crítica que cabe formular sobre lasconsecuencias políticas del uso del arma nuclear táctica, es si podemos permitirnos el lujo de seguir renunciando a esta opci6n cuando la credibilidad del uso de la fuerza convencional de Estados -Unidos es seriamente desafiada en Asia y, acaso también, en Europa.La siguiente pregunta es, ¿si no podemos renunciar a esta opción,—qué debemos hacer para superar las objecciones a las armas nucleares tácticas, de forma que dicha opción pueda llegar a ser una alternativa racional a la irrealista réplica convencional?

    Los argumentos de la escalada, tal como han sido desarrollados, han permanecido herméticos a las posibles diferencias entre —las armas nucleares y sus efectos, a las disimetrías entre oponentes, a las diferencias de lugar y modo del uso nuclear, y a las posibles ventajas del uso nuclear táctico. Puede afirmarse, pór tanto, que estos argumentos reflejan un razonamiento para probar soluclones más que para llegar a ellas.

    Para una gran mayoría la noción de escalada inexorable se habasado en una escalada hipotética, disponiendo una continuidad dearmas nucleares “siguiendo el esquema destructivo, hasta la guerratermonuclear a gran escala”, sin hacer una distinción discernible,ya que se usarían armas nucleares de todo tipo. En sentido técnico,esto hoy no es verdad. Particularmente, no es cierto con respectoa las armas antes mencionadas. En sentido militar, omite la exis-tencia de otros tipos de escaladas que pueden resultar, actualmen—

    (1) Autocopia de la conferencia sobre Reflexiones acerca de los —Problemas Morales de la Estrategia Nuclear, dirigida al West —Baden College of Loyola, West Baden Springs, Indiana, 10 no- -viembre 1963.

    (2) Bernard Brodie, “What Price Conventional Capabilities in Europe?” The Reporter, vol. 28 (23 mayo 1963), pp. 25—33.

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    te, al no usarse las armas nucleares tácticas, como indican nuestras experiencias en Vietnam. Ademas, esta escalada convencional,evidente en Vietnam, puede impedirnos conseguir la victoria. La -prolongación e intensificación de una guerra convencional puedeser una escalada mucho mayor que la introducción de las armas nucleares tácticas.

    Desde el punto de vista político, esta teoría de la escalada, ignora las ms importantes limitaciones sobre conflictos, tales como las limitaciones sobre objetivos, y las consideracionesde las condiciones características concertadas. En ciertas cir— —cunstancias los riesgos de escalada pueden ser substanciales.Realmente, estos riesgos son tal vez una razón para descender el urn—bral crítico y declarar una política de uso nuclear táctico, puesto que el temor de escalada de los contrarios proporcionaría un -factor disuasorio para nuestros aliados, semejante al que noso— —tros detectamos con nuestro potencial estratégico. En otras situaciones, cuando el contrario no tiene la opción de escalada nu— -clear (caso de Vietnam por ejemplo) los riesgos pueden ser muchosmenos. Por otra parte, la realidad del uso nuclear táctico podríapor sí misma impedir posteriores escaladas, pues nuestra capaci-dad para conducir las operaciones nucleares tácticas quedaría probada y nuestras amenazas ganarían nuevamente una profunda credibilidad.

    Ha existido una cierta inconsistencia o ambigüedad a este —respecto en nuestros conceptos doctrinales nucleares de los iilti—mos tiempos. Las estrategias de “contrafuerza estratégica” han sido modificadas, ya que tratamos de constreñir las operaciones militares de forma que los daños civiles sean mínimos y nos permi-tan controlar una guerra nuclear estratégica. El ataque nuclear —estratégico “espasmódico” total, ha dejado de ser la imnica opciónposible. Muchos de los que reprobaban la idea de guerra nuclear —táctica, debido a las dudas sobre su control y limitación, semuestran partidarios del concepto de guerra nuclear controlada ode contrafuerza estratégica. Es bastante extraño que ellos no —-aprecien la mayor probabilidad de oportunidades para limitar laguerra nuclear táctica a los objetivos de “contrafuerza”.

    El debate sobre armas nucleares tácticas implica, frecuentemente, términos demasiado simplificados o casi absolutos de uso ono—uso en situaciones de guerra local o no—generalizada. Esto hahecho enturbiar el problema dando lugar a grupos que defienden suuso y grupos que se oponen a éste. Ningún experto sensato en armas nucleares tácticas desea hacer uso de ellas indiscriminadamente, o donde quiera que las armas convencionales puedan cumplir elcometido, o en situaciones cuya gravedad no justifique tal uso. —Hasta cierto punto las “usamos” ahora con fines disuasorios. Muypocos se opondrían absolutamente al uso de estas armas en réplica

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    a un primer empleo por parte del enemigo, o cuando los interesesjustificadamente vitales estuvieran en grave peligro. Sin embargo, limitándose a estos casos, existen generalmente misiones concedidas a las armas nucleares tácticas, ircluso por los defensores de la postura convencional.

    Consideremos la realidad en su doble aspecto. Primero, ¿hemos realmente desarrollado las armas y doctrina factibles para -promover un uso racional dondequiera que éste pueda ser necesa——rio?. Por supuesto, existen compromisos y restricciones sobre elempleo de estas. armas. Mas, ¿necesitan tales limitaciones de undesarrollo colectivo de una gama de armas más variada y efectivaque la que ahora disponemos?. ¿O nos imponemos nosotros mismos -limitaciones artificiales?. ¿Existe alguna l6gica para retener —una reserva de armas contaminadoras y altamente destructivas y -una doctrina y una política basadas en éllas exclusivamente?

    Segundo, ¿ya que las alternativas no son verdaderamente deuso o no-uso, en qué circunstancias el empleo de estas armas esjustificable y qué papel jugarían en nuestro sistema de defensatotal?. Dadas unas nuevas tecnologías nucleares tácticas, comparadas con la tecnología de los desarrollos de las armas nuclea——res en los años 1950, ¿no es hora de volver a examinar por com-pleto las posibilidades de estas nuevas armas?

    Para analizar estas cuestiones es menester pensar en el futuro. En el ámbito de la opini6n más corriente en Estados Unidos,las posibilidades de la realizaci6n de un desarrollo completo delas armas nucleares tácticas son escasas. Sin embargo, son va——nos los signos que parecen indicar que existe conciencia de lanecesidad de una evoluci6n. Hay una posibilidad muy distinta,puede que no seamos capaces de cumplir con nuestros compromisos vitales mediante fuerzas convencionales. También es posible que eldía de mañana podamos conocer otras potencias nucleares, tanto -amigas como enemigas, que adopten una política que establezca unumbral de violencia mucho más bajo que el que se mantiene hoy —da como resorte de la guerra nuclear táctica. Tales posibilidades plantean la cuesti6n de si las armas y la guerra nuclear táctica no..deberían ocupar un lugar prominente en nuestro futuro repertorio de réplicas mediante los dispositivos de fuerza adecuados para conflictos nucleares tácticos y otras clases de hostilidades. Como mínimo, el asunto debería ser objetivamente estudiado a fondo.

    * * *

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    Parte II

    CONSIDERACIONES SOBRE LAS ARMAS NUCLEARES TACTICAS

    ¿Qué es un arma nuclear táctica?. Refiriéndose a nuestro arsenal actual, deacuerdo con el testimonio del anterior Secreta——rio de Defensa, McNamara, el arma nuclear táctica ordinaria tieneun poder destructivo mayor que el de las bombas desarrolladas porel Mando Aéreo Estratégico durante los primeros años de su exis-tencia. Según tal definición son armas nucleares proyectadas solamente para misiones no—estratégicas.Para otros expertos, armas nucleares tácticas son aquellas de baja equivalencia (1) tal que nolas permite ser clasificadas en la categoría estratégica. Por —-otra parte, algunos individuos niegan que puedan existir artefactos semejantes. Estos mantienen la teoría de que el uso de cual-quier arma nuclear en la guerra táctica conduciría, rápida e inevitablemente, a la guerra termonuclear total. Sin embargo, existeotro enfoque a la definición de armas nucleares tácticas basado —en dos condiciones que, al parecer, no se las ha dedicado la suficiente atención en la mayor parte de los debates sobre esta materia.

    La primera condición es que el táctico militar 0pta por recurrir a toda clase de armamentos, incluidos los nucleares. El -t.ctico, quien brega con los problemas de actualidad en la formade hacer la batalla o guerra, define el arma nuclear táctica comoaquella diseñada para permitirle conducir las operaciones militares con la mayor efectividad militar. En severa refutación a la -teoría que sostiene que la bomba ms efectiva es la de mayor po——tencia, un cuidadoso análisis de esta definición demuestra que enla mayoría de las aplicaciones la equivalencia explosiva tácticams efectiva tiende a estar situada en el margen inferior del esquema nuclear. En este sentido, existe una tremenda disparidad entre las cabezas de guerra almacenadas y las que debieran habersefabricado. Si no cambian las políticas actuales esta disparidad -continuara y puede que incluso aumente.

    La segunda condición es que nuestros políticos debieran haberlas solicitado, pero no lo han hecho. Esta es la carencia de —

    (1).N.del T.- Al hablar de equivalencia se refiere a la potenciaen kilotones de TNT.

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    armas que da una medida más realista de la credibilidad políticadel país y en el exterior. Las decisiones al respecto en el pasado han conducido a la incredibilidad política. Lo que es aún mássignificativo es que, al parecer, la política oficial USA en losúltimos años ha sido la de inculcar ésta incredibilidad a noso-tros mismos y a nuestros aliados, pretendiendo conseguir una mayor aceptaci6n de la credibilidad de nuestra política de armas -convencionales preferidas. (Además, el fracaso al convencer a —nuestros aliados de la NATO de la necesidad de incrementar lasfuerzas convencionales nos ha llevado de nuevo, pero más insis——tentemente, a .la situación de 1961 —es decir—, a la represalia -masiva).

    En una carta.. al Secretario de Defensa, el miembro del Congreso, Hosmer, indicaba claramente que la Atomic Energy Commi— —ssion había llevado a cabo satisfactoriamente numerosos y significativos experimentos, relacionados con la realización de las —armas nucleares tácticas, cuyas características estaban de acuerdo con las descripciones expuestas anteriormente, pero que no hubo acuerdo político alguno por parte del Departamento de Defensapara incorporar estos progresos al arsenal bélico. No hace faltadecir que las necesidades e incentivos militares van parejos conaquellos de los científicos investigadores de la AEC (Atomic --Energy Commission). Si tales necesidades se hubieran satisfechoen el pasado con tales armas, el arsenal táctico actual sería —más rico de lo que es.

    Como resultado de la manifiesta omisión a estos progresostecnológicos, las armas inventariadas en nuestro arsenal tácticono representan en realidad más que perfeccionamientos y refina——mientos de las bombas que fueron arrojadas sobre Japón hace 27años. En los últimos tiempos ha habido una profunda e impresio-nante diversificación. Sin embargo, parece que la naturaleza intrínseca de estas armas y sus efectos ha permanecido constante,-lo cual se considera reprobable. Cuantitativamente, estos progresos han supuesto beneficios de primera magnitud. Cualitativarnente, sin embargo, nuestro arsenal táctico actual simboliza simplemente las variaciones sobre un tema central, que está presente —en nosotros desde que ocurrió la primera explosión nuclear.

    Desde 1946 hasta 1958, cuando empezó la moratoria de las -pruebas nucleares, la evolución del arma nuclear más relacionadacon la aplicación táctica fue la del perfeccionamiento del armade fisión. Durante este período fueron probados y activados ingenios que empleaban uranio y plutonio, tendiéndose hacia costes,tamaños, pesos y equivalencias reducidos, pero continuaban siendo principalmente armas de fisión. Las pruebas habidas desde queexpiró la moratoria (1961) , las cuales podían haber cambiado considerablemente de cariz, no han causado ningún impacto por altec

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    rar la naturaleza de éste arsenal. El uso tactico de las armas -nucleares está todavía confinado, esencialmente, a bombas de fisión de gran equivalencia (múltiplo del kilotón).

    En general, el arsenal USA actual representa una modalidadde guerra nuclear cuyo significado, consecuencias y credibilidadestán abiertos a una seria problemática. No es necesario expre——sar cuantitativamente los efectos destructores y radiológicos delas explosiones a nivel de la de Hirosima o mayores. Aún a niveles de equivalencia mucho más baja, por ejemplo del orden de unkilotón, los efectos de las armas de fisión son todavía indicativos -de una destructiva y. contaminadora guerra radiológica, cuyoscostes podrían sobrepasar en valor a las metas políticas de la -contienda en que fueran usadas.

    Si se consideran únicamente estas armas atendiendo a la -destructividad de la guerra nuclear táctica, podemos automáticámente comprender el por qué de las reservas acerca del empleo detales armas “para defender áreas tan densamente pobladas como Europa”. Por ejemplo, él Secretario General de las Naiones Unidaen el. “Report on Effects of Use of Nuclear Weapons”, cedido por.AEC, en noviembre de 1967, y difundido por la prensa, concluía -que “la destrucción y aniquilamiento que podían resultar de la -denominada guerra nuclear táctica apenas diferiría de los efec-tos derivados de la guerra estratégica en el área mencionada (1)’.’

    Para apoyar esta conclusión el informe recurría al “análisis de una amplia serie de juegosdelaguerra relativos al teatro europeo”. Sin embargo, es preciso en estos “juegos” que se -“verifiquen” sus propias suposiciones. En primer lugar, consideraba que en la guerra contendían, principalmente, dos potencias--los Estados Unidos y URRS- con una igualdad aproximada en números y tipos de armas empleadas; y, además, el conflicto tenía -por escenario la congestionada Europa. En segundo lugar, y muyimportante, los juegos eran circunscritos al uso alternativo de100, 200 y 400 armas.

    Estos juegos estaban al parecer inspirados en los estudiosdel Departamento de Defensa de los Estados Unidos,.que habían --servido de apoyo a los defensores de la proliferación convencional y de congelación de la tecnología nucleartáctica.

    Nosotros, por supuesto, hemos fabricado armas nucleares modernas de gran poder destructivo cuyo empleo actual ofrece -pocasesperanzas de un resultado agradable. No obstante, tuvimos l -oportunidad, y aún la tenemos, de producir armas que no tengan -.

    • 1(1) Apartado 29 (b), A/6858, 22a Sesión de la Asamblea General -de las Naciones Unidas. Divulgado por U.S. AEC, noviembre de1967, AEC 226/384.

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    el poder destructivo y la radiactividad de las del arsenal ac-tual. Por si fuera poco, en vez de aprovechar estas oportunida—des hemos elaborado reglamentos que tienden a excluirlas. Se hahecho muy poco en pro de una aplicación constante de la tecnolo—gía que pudiera mostrar un diferente surtido de realidades y unasituación mucho ms digna de confianza.

    Si co ideramos lasarmas de fisión de extrémadamente bajaequivalencia, del orden de varias toneladas de TNT (compairb1esa las grandes Jonbas de alto explosivo), en su empleo en el campo de batalla, ambia considerablemente la naturaleza de los --efectos colaterales Primeramente, por supuesto, la magnitud deestos efectos se reduce grandemente con respecto a los resultan—tes de las exIpsiones de equivalencia de decenas de kilotónes.En segundo la aplicación adecuada de tales armas hace osible actualrnenje que cambie la opinión sobre ciertos efectos colaterales indeseables.

    Con la, armas de fisión a niveles de muy baja equivajencia,es decir, tonjadas de TNT, los efectos de la radiacjón’nú].earinmediata (neutrones y rayos gamma, cuya duración no es ms quede fracciones de segundo) son considerablemente mayores en magnitud que los efectos acompañantes de explosión y calor, causañtesde serios problemas civiles. Por ejemplo, tales armas podían —-usarse para; aacar tropas en ciudades sin causat un significativo daño estrüctüral. Esta disparidad de efectos surge debidd a -la gran sensibil±dad humana a la radiación nuclear. Para conseguirunos efectos fisiológicos comparables por medio de las óndas explosiva y calorífica se requeriría un aumento en la intensidad —de energía 100 veces mayor o mas.

    Este tipo de armas nucleares, usado para infligir dañosbiológicos ms que físicos, no debe fcilmen.te interpretarse como otro grado ms del “esquema destructivo de la guerra termonuclear a gran escala”. Ademas, da lugar a plantearse el problemade como ajustar lo que se entiende por “distinción cualitativa —comprensible” entre armas nucleares y no nucleares. Si la distinción se hace con referencia a la fuente de energía tal distinción cualitativa puede ser aceptada. Pero si se hace refirindose a los daños que el arma ocasiona en el objetivo y en sus aledaños, entonces la distinción puede ser discutible y las diferencias entre las armas nucleares pueden ser claramente estableci—das.

    Con respecto a las armas de fisión de equivalencia multi——kilotón, de las clases de nuestro arsenal actual, no es posiblehacer uso de los efectos de radiacj6n inmediata contra personalsin que vayan acompañados de altas energías explosiva y caloríf 1ca. Tales armas, empleadas en áreas pobladas o en sus. alrededo-res causaran una destrucción de la naturaleza experixn-itada en -

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    HiroSima y Nagasaki. Esas armas, a diferencia de las de baja equivalencia que al parecer están escasamente representadas en nuestro arsenal táctico, deben razonablemente ser relacionadas en el“esquema destructivo” de la serie de equivalencias.

    Existe otro enfoque por conseguir esta disociación de efectos que permite elevar ésta “barrera cortafuergos de los efectosde las armas” a niveles de equivalencia mucho ms alto. Dicho en—foque esta basado en la energía nuclear derivada de la fusión denúcleos de hidrógeno pesado, en vez de la fisión de núcleos de --uranio o plutonio. Los explosivos de fusión pueden proporcionar —una profunda variante en la naturaleza de la guerra nuclear tctica. Por una parte, su energía liberada es preponderantemente en -forma de radiación inmediata (neutrones de alta energía) ms queen explosión y calor; por otra parte, contrastando con la vane——dad de productos radiactivos residuales, a menudo de gran longevidad, originados por las explosiones de fisión, las reacciones defusión no producen absolutamente ninguna radiactividad residual.

    Las primeras revelaciones del gobierno sobre investigacio——nes realizadas en cabezas de guerra con dispositivos de fusión, —cuyos componentes fueran emisores efectivos de radiación nuclearinmediata, datan de hace 12 años. En un debate público sobre la -proclama sobre pruebas nucleares, Adrián Fisher, entonces Direc-tor Adjunto de la Agencia de Desarme y Control de Armamentos decía (1)

    “Con respecto a la bomba de fusión pura, cabe señalar que -el desarrollo de tal arma no es en modo alguno cierto. Además, como Vds. saben, hemos hecho unos avances significativos en el campo de las armas tácticas de fisión. Es por lo tanto un verdaderoproblema conocer si la bomba de fusión pura es de mayor utilidadque las armas de que se dispone hoy. Debemos analizar la diferén—cia entre un arma de fusión púra y las armas de que disponemos actualmente, no solamente teniendo en cuenta los riesgos de precipitación radiactiva o de daños materiales sino considerando tambiénel riesgo de escalada. Francamente yo no creo que nuestra posiblereacción con respecto al uso táctico de las armas nucleares seríamuy diferente si la cuestión radicara en desarrollar y usar armasde fusión pura, o armas de radiación aumentada del tipo de las —que ahora tenemos (2).

    Ms recientemente la AEC y el Departamento de Defensa se refirieron de nuevo a esta clase de armas en unas declaraciones a —la Associated Press. La pregunta y la respuesta fueron en este --

    (1) Escrito dirigido por Adrian S.Fisher al Senador Thomas J.Dodd,14 de marzo de 1963, publicado en el Congressional Record de9 de abril de 1963

    (2) “U.S.Discloses Its Weapons in Nuclear Arsenal”, Los Angeles —Times, •6 de septiembre de 1961, ptg. 1.

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    sentido:

    — P. ¿Qué progresos se han hecho sobre las “ideas avanzadas”de las armas nucleares tales como la llamada “bomba neutrófica”?

    - R. La AEC esta investigando sobre las armas aumentada -bombas neutrónicas-. Tal ingenio sería muy “limpio”...(l).La AEC también esta investigando sobre las armas de fusión pura. El status de los programas para el desarro-lb de tales armas es materia reservada (2)

    Las reacciones de fusión liberan aproximadamente el 80% de —su energía en forma de neutrones de elevada potencia. Las reacciones de fisión liberan solo un 5% aproximadamente en forma de radiación inmediata. De acuerdo con esto, una equivalencia de fusión deun kilotón puede desarrollar una efectividad de radiación ininediata (contra personal) semejante a la de un arma de fisión moderna —que tenga una equivalencia ms de 15 veces mayor, es decir una -—equivalencia del orden de la de Hirosima. Además, el arma de fu- -sión tiene solamente unos efectos de explosión y calor que no sonsino una fracción de un kilotón, ya que la mayor parte de la energía liberada en la explosión es en forma de radiación inmediata.Esta disparidad en la intensidad de efectos -es decir, entre radia——ción inmediata y ondas explosiva y calorífica- es lo suficientemente importante como para autorizar un arma de “radiación aumentada”que tuviera una equivalencia del orden de un kilotón y una efectividad militar de un arma de fisión de 15 kilotones, teniendo ade-ms un grado de flexibilidad (cambios en los efectos colaterales —de explosión y calor) de un arma de fisión de equivalencia del orden de toneladas. También, según indica la correspondencia AEC-DOD,el ingenio es “muy limpio”, la longevidad de sus efectos contaminadores podría reducirse a la centesima parte de los dela bomba defisión de Hirosima. Para que un arma de radiación aumentada de fusión pura, o “bomba neutrónica”, surja en forma de arma, como ingenio tal que carezca de los inconvenientes de la contaminación ra-diactiva producida por la fisión, habrá que contar con la impres—cindible cabeza de guerra de “radiación aumentada”.

    En la aplicación contra tropas enemigas, que es la clase deobjetivo ms amplio e importante de la guerra téctica, a diferen-cia de los objetivos de los planes estratégicos que frecuentementecomprenden núcleos de población, la bomba neutrónica puede ser óptimamente usada cuando no suponga un grave peligro para la contextura estructural de la población civil, excepto en aquellos casosen que las tropas enemigas estén entrelazadas con aquellas. Segúnlo confirman las guerras pasadas, esto difícilmente puede ser ca--(1) N.del T.— Que ii deja radiación residual de importancia.(2) “U.S.Digcboseg Its Weapons in Nuclear Arsenal”,Los Angeles Ti

    mes, 6 de septiemjDre de 1967, pág. 1.

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    racterStiCO en el empleo de las armas convencionales; también,la gran reducción en los efectos destructivos físicos hace posible el uso de la bomba neutrónica en campaña, al no originar demoliciones y esombros que puedan, significativamente, retardarel avance de nuestras propias tropas. Esta característica es sumamente digna de apreciar en las áreas de arbolado donde un maxiyo abatimiento de arboles pudiera dificultar la libertad de movimiento necesaria para explotar satisfactoriamente el ataque. Finalmente, la bomba neutrónica puede reducir los problemas de seguridad de nuestras propias tropas en mayor medida que las armastácticas actuales.

    La impugnación contra las armas nucleares en el sentido deque su uso puede ser escalado “hasta el límite del esquema des-tructivo de la guerra termonuclear a gran escalat1, necesitaría —de una seria revisión en caso de que la bomba neutrónica sustituya a la bomba de fisión. Al contrario que la última, la primera,no es un arma destructiva fÍsicamente. Esta proyectada para sersingularmente efectiva contra personal enemigo, y su aplicaci6npuede efectuarse de manera que permita un grado de discrimina- —ción que no es posible ni con las armas convencionales. No existe tal escalada de bomba neutrónica que tienda a incrementar laescala destructiva. Por el contrario, una escalada en la equivalencia se produciría al perder la eficiencia militar y negar lasventajas excepcionales de tal arma. Por lo tanto aquí se argumenta que la introducción de las armas de fusión en el arsenal de —la nación proporciona otra “barrera cortafuegos”, que debe pasarla escalada si ha de proseguir m.s arriba.

    A falta del satisfactorio desarrollo del arma de fusión pura, las cabezas de guerra de fusión-fisión de. baja equivalenciapodían, sin embargo, usarse para reducir la radiactividad liberada en las explosiones de fisión. El diseño de tales armas esta—ría. basado en el bloqueo prieditado, en la cabeza de guerra, delos neutrones producidos por las reacciones de fusión. Esto tendría el efecto de convertir la energía neutrónica en explosiva.—En conexión con esto, el programa Plowshare de la AEC, relativoal uso pacífico de los explosivos nucleares, ha intentado desa——rrollar tales proyectos a fin de reducir los peligros de la precipitación radiactiva y aparentemente ha tenido éxito, reduciendo el componente de fisión a proporciones minúsculas (1).

    En cuanto a los objetivos tácticos que requieren la des— —trucción física, pueden hacerse dos cosas para incrementar la ——efectividad militar y reducir considerablemente el alcance deldaño colateral: Primero, los requisitos en equivalencia pueden -

    (1) ExposiCión de “Peaceful Application of Nuclear Explosives———Plowshare” ante el Joint Committee on Atomic Energy el 5 deenero de 1965, trabajos de Edward Teller, y otros, The Constructive Uses of Nuclear ExplosiveS, McGraw-Hill, 1968.

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    reducirse substancialmente por medio de perfeccionamientos en laexactitud de los lanzamientos, cosa que parece actualmente posible. Concrétamente, los desarrollos ahora en marcha prometen proporcionar un misil aire-tierra de corto alcance que tendrá una -precisión mucho mayor que la de las actuales técnicas de bombardeo. El resultado será la reducción de las equivalencias a niveles inferiores a aquellos requeridos por la precisión de las bombas de gravedad actuales. Con una precisión extrema, las equivalencias comprendidas entre toneladas y decenas de toneladas se——rían suficientes para poder destruir físicamente una gran variedad de pequeños blancos de gran dureza. Esta aplicación de una —simple carga nuclear lanzada de forma precisa, diseñada conformea las condiciones del blanco, puede contrastar con los múltiplescentenares de cargas de alto explosivo que requieren la mayor -parte de los blancos en la guerra de Vietnam, cuyo empleo destruye inutilmente la población adjunta. Considerando las imprecisiones de los ataques bombarderos contra Vietnam del Norte, losefectos colaterales derivados de esta precisa forma de lanzamiento nuclear podían ser muchos menos que los de aquellos que han -afectado a las áreas pobladas en esa tierra salpicada de embudospor las bombas.

    Segundo, los medios anteriormente descritos para bloquearlos neutrones en los explosivos de fusión de baja equivalencia,—que convierten su energía en onda explosiva, reducirían a5n msel daño colateral. Tales cabezas de guerra tendrían, en esencia,las características explosivas de una bomba muy grande de las dealto explosivo, con la diferencia que la de versión nuclear sería notablemente ms pequeña y ms ligera.

    Paralelamente con el empleo de la bomba “neutrónica” contra personal enemigo, esta combinación de gran precisión de lanzamiento y control de efectos en el uso contra blancos físicos,—originaran una forma de guerra nuclear que no encuadra fcilmen—te en el “esquema destructivo de la guerra termonuclear a gran —escala”. A pesar del innegable hecho de que es nuclear y debe reconocerse como tal (aunque quizé no sea demasiado fácil en algunos casos) , es realmente ms afín al bombardeo con alto explosivo, sin embargo, es mucho ms efectiva y ciertamente mís concesiva con respecto a los medios no—combatientes y no—militares quelo han sido hasta la fecha nuestros ataques con alto explosivo.

    Debe tenerse en cuenta otro apartado del uso táctico. La -longevidad de la contaminación radiactiva derivada de las explosiones de fisión ha sido considerada, con razón, como un efectoindeseable. No obstante, en una situación táctica en que sea necesario detener el avance enemigo, el uso de la radiactividad decorta duración podría ser muy efectivo, sin originar una contaminación prolongada. Esto supone una técnica conocida por “saltin”

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    según la cual los neutrones liberados en las reacciones de fusiónde los explosivos limpios pueden ser absorbidos por un dispositivo adecuado que los hace radiactivos. Contrastando con la radiactividad derivada de las armas de fisión nuclear, la cual no es -controlable y comprende isópotos tales como el Estroncio-90 quepuede perdurar durante decadas, esta llamada “radiactividad inducida” podría ser limitada a horas o días -dependiendo de las exigencias militares específicas-. No se parecería apenas a la indeseable precipitación generada por la explosión de las armas de fisión actuales.

    En este artículo hemós bosquejado algunos conceptos de ar——más nucleares que son completamente diferentes a aquellos previos,oficiales del Departamento de Defensa o a los definidos en los —juegos de la guerra nuclear táctica habituales. Son diferentes---porque derivan su energía de un combustible nuclear radicalmentediferente, porque su aplicación esta relacionada con las exigen——cias de los objetivos tácticos específicos, y debido a que estánproyectados con el fin de reducir el daño colateral tan frecuentemente asociado con la guerra moderna. En esencia, son armas diferentes porque pretenden explotar, o restringir, efectos bélicos —diferentes. Estas diferencias conforman un patrón de guerra nuclear táctica en el que llega a ser posible cumplir con las exi——gencias militares de una forma que apenas concuerda con la idea —general de grandes destrucciones y contaminaciones. Ademas, y guiz lo ms revelador de esta consistente distinción, las diferen——cias entre estas armas y las convencionales demuestran que la guerra convencional pudiera no ser tan relativamente virtuosa como -muchos actualmente creen.

    Podía establecerse una comparación entre los efectos de lasarmas nucleares avanzadas y aquellos de las convencionales. El hacer esta comparación no significa en modo alguno que sugiera un —arsenal completamente nuclear que reemplace a nuestras fuerzas ——convencionales. En un previsible futuro habrá muchos requerimientos tácticos para las armas convencionales y múltiples circunstancias en las que necesitaremos usar estas armas en caso de que lashostilidades no puedan evitarse. De hecho, es necesario un perfeccionamiento considerable en el armamento convencional. La sugerencia principal que cabe hacer es que la réplica puramente conven-cional no será en lo sucesivo adecuada a las exigencias de la seguridad de Estados Unidos, y que las armas nucleares pueden ser —necesarias en ciertos conflictos futuros. Sin embargo, aún con lapresencia de estas últimas, las armas convencionales habrán de jugar importantes papeles. Por supuesto, la necesidad de un despligue de las tropas enemigas ante una posible amenaza nuclear tctica estadounidense, hará a las armas convencionales relativamentems efectivas, ya que los esfuerzos por minimizar los efectos delataque nuclear llevarían a catalizar la eficiencia de estas armas.

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    La moralidad de los artefactos mortíferos ha sido durantemucho tiempo un factor que ha afectado a la conducta de la guerra táctica. Han surgido contradicciones sobre las armas de alto explosivo, químicas, y biológicas. Durante algunos años la -imagen terrorífica de la guerra nuclear ha tendido a centrarsealrededor de los efectos radiológicos. En las mentes de la granmayoría no ha habido intento alguno por establecer una determinación técnica sobre las diferencias en los efectos radiológi——cos. Por el contrario, la tendencia general ha sido engLobar estos bajo un denominador común la precipitación.

    Sin embargo, no existe apenas un parecido practico entrela radiación nuclear inmediata, de radio limitado, emitida porel arma de radiación aumentada (“bomba neutrónica”) y la radia—ción de precipitación producida por las armas de fisión actua——les, aunque ambas provengan de procesos nucleares. Los efectosde la radiación inmediata son esencialmente equivalentes a losde la exposición a los rayos X, excepto que la aplicación es mucho ms breve —hasta una décima de segundo— y son mortales a —una cierta distancia. Los efectos de la precipitación son producidos por las partículos radiactivas que se depositan sobre latierra. Pueden proceder de la contaminación de la superficie, odel interior del cuerpo si la radiactividad es ingerida y asímilada. Los efectos de la precipitación pueden persistir durantemeses e incluso años.

    Conforme a lo mencionado anteriormente, la radiación nuclear inmediata puede ser altamente efectiva para incapacitar —al personal. A aquellos niveles de intensidad de radiación sufícientes para matar o herir a los seres humanos no existe ningúnefecto significativo contra los objetos estructurales. Además,la distancia a la que los efectos de la radiación inmediata pueden afectar a los seres humanos -dentro de la clase de armas —que abarca a las de fisión y a las de radiación aumentada, ambas de muy baja equivalencia— es considerablemente mayor que —aquella distancia a la que la explosión y el calor pueden afectar a los objetos estructurales. Por consiguiente, escogiendo —una altura de explosión adecuada, los efectos de la radiación -pueden ser usados selectivamente para producir numerosas bajasen el personal enemigo sin una destrucción física significativa.

    Esta delimitación de efectos de las armas añade una dimensión a la guerra que no ha existido anteriormente en medida ——efectiva alguna. Ofrece la oportunidad, si surgiera la necesi——dad de atacar al personal enemigo cerca o dentro de las áreas -urbanas sin infligir altos niveles de daños físicos en ellas. -Sería efectivo incluso contra el personal situado en el inte- -rior de edificios, debido a que en la mayor parte de los casos,la nasa estructural sería probablemente insuficiente para permi—

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    tir una verdadera atenuación de la radiación nuclear.

    La más evidente secuela de una guerra convencional a gran -escala es la guadañada de destrucción urbana que sigue al cursode la batalla. Las estructuras urbanas ofrecen una ocultación y -protección considerables contra los efectos de las municiones convencionales. Así, estas áreas han sido empleadas como puntos fortificados a lo largo de la historia de la guerra. Con el fin de -desalojar a las fuerzas enemigas de pueblos y ciudades, fue necesario en las guerras pasadas recurrir a niveles de potencia de —fuego que reducían a escombros fracciones enormes de aquellas ——áreas. Esta destrucción fue frecuentemente llevada a cabo a una -escala en que el sufrimiento de la población urbana se prolongó -por mucho tiempo después de que la batalla hubiera terminado. Lasguerras convencionales pasadas han dejado unos crudos recuerdos —de devastación de la estructura civil, que están en desacuerdo --con los objetivos preferidos y los deseos de los aliados a los —que nosotros defenderíamos. Contando con las posibilidades de la“bomba neutrónica” no habría razones lógicas algunas para que lasfuerzas enemigas permanecieran en las áreas urbanas, aunque pudieran hacerlo con el fin de mezclarse con la población civil espe——rando así eludir el ataque. Debido a la naturaleza penetrante delos efectos de la radiación nuclear, las ciudades (con la excep—ción anterior) no representarían en lo sucesivo puntos fortificados de resistencia. Por otra parte, el valor material de la ciudad no podría ser mantenido como rehen mediante la ocupación de —tropas ya que podría ser atacada positivamente con medios no destructivos. La tendencia de este nuevo armamento es reservar la —guerra táctica al campo de batalla al que propiamente pertenece.-Dicho con otras palabras, la nueva dirección de la guerra sería —hacia la llamada estratégia “contrafuerza” la cual trata de apartar las hostilidades, en cuanto sea posible, de las áreas ocupa——das por los no—combatientes.

    Los ataques nucleares usando de la radiación inmediata comoinstrumento mortífero, pueden contrastarse con los ataques con armas convencionales mediante otra comparación reveladora que se ——contradice contundentemente con la creencia popular en este aspecto.

    En la guerra convencional se da una mayoría de heridos conrelación a los muertos. Por ejemplo, en la Segunda Guerra Mundiallas bajas del ejército americano arrojaron aproximadamente la cifra de tres heridos por cada muerto. De esos heridos hay muchos —que quedaron marcados con las señales de sus heridas para el resto de su vida. En resumen, la naturaleza relativamente heterogé-nea de los efectos de las armas convencionales producen heridas -localizadas que suponen la pérdida de una considerable cantidad —de vitalidad y otras que pueden perdurar a lo largo del tiempo ydebilitar continuamente.

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    Cuando el instrumento mortífero es la radiación nuclear inmediata se dan los extremos opuestos, contrastando con los efectos del arma convencional. La proporción muertos—heridos sería —del orden de 3 a 1. En los casos de bajas por radiaci6n no-letalla naturaleza uniforme del campo de radiación no dará lugar a —una intensa herida localizada, sino que producirá un efecto sentido en todo el cuerpo -siendo el riego sanguíneo el afectado --ms seriamente—. De todos modos, comparado con la permanencia dela gran variedad de heridas por arma convencional, las víctimasde los efectos de la radiación pueden, mediante los cuidados necesarios, llegar a recuperarse hasta un estado de salud aproximado al que disfrutaban antes de su exposición a la radiación.

    Los cínicos atacaran este tipo de análisis basndose en --que la guerra es la guerra y no puede intentarse ningún esfuerzopor hacer menos trágico lo que es inherentemente brutal y absurdo. Refutando este argumento, cabe una posibilidad muy distinta,hasta que la guerra llegue, consistente en que los esfuerzos porminimizar la destrucción de guerra estén garantizados. Después —alegaremos que cuanto ins superior es la tecnología de una na- -ción, es decir cuanto mayor es su capacidad para destruir con —las armas actuales, mayor es la responsabilidad para limitar semejante destrucción si se comprometiera en guerra.

    Volviendo de nuevo sobre la comparación entre los efectosde las armas nucleares avanzadas y los de las convencionales, vemos que mas que una comparación en la que se incluye unas armasnucleares indefinidas, por lo que respecta a su poder destructj—yo (excesivo) , destaca un efecto nuclear singular —la radiacióninmediata— que parece no concordar con la idea que se tiene generalmente de la guerra nuclear. Realmente, cuando se comparan losefectos de unas y otras, encaminados a producir el mismo resultado final, se observa que este efecto singular a que hemos aludido puede ser usado no solamente con un mayor grado de eficienciasino también con un grado de descriminación que las armas convencionales no pueden adoptar. Usando este efecto contra aquellos -objetivos sobre los cuales sea considerado como el ms efectivo,es posible que la secuela de la guerra pueda ser considerablemente ms sobria, respecto a daños físicos y biológicos, que lo escon los efectos de las armas convencionales.

    Se comprende, claro esta, que los factores políticos que -apoyan los argumentos de las poderosas tesituras convencionalessuperen a las características de las armas nucleares y sus efectos. Sin embargo, es oportuno formular la pregunta de si estos —argumentos contienen un conocimiento y entendimiento de estas características, y como se manifiestan en relación con los desarrolbs futuros. —

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    Los mitos pueden fácilmente perpetuarse en las mentes dé -mucha gente cuando se carece de conocimientos. Y algunas veces -es así aun existiendo estos. El gran poder destructivo fue’ la nota dominanteennuestros empeños iniciales sobre las armas• nu- -cleares y continuó sindolo durante muchos años, sin embargo, sidecidiramosadQPtar algunas de las posibilidades técnicas que -hemos bosquejdoraquí, y otras no mencionadas o que incliso:no —han sido aún concebidas, nuestra actitud sobre la fórmuladestructiva podríacambiar radicalmente. Parece ser, no obstante, que —la excesiva déstructividad nuclear continua siendo un encastradomito en lamente de muchos, tal vez en la mayoría, y es difícildeterminar cuando.desaparecer, si es que desaparece algún día --quizá para sersustituído por otro-.

    Los resúltados que una plena realización de las nuevas posibilidades del arma nuclear pudieran tener sobre las actitudesactuales, esúnacuesti6n sin respuesta. El viejo significado dela palabra “nuclear” puede que persista acompañado por los viejos mitos; nó:obstante, los progresos tecnol6gicos, casode seradmitidos, y lo: ue es ms importante si se les estimula,podríanfructificarepni4evaS realidades que acabarían con esos’:mitós.

    El futuro de la tecnología del arma nuclear táctica püedeser tan prometedor o tan desalentador como queramos hacerlo. Yesto es extensivo a cualquiera otra nación que se encuentre. áom—prometida con los desarrollos nucleares. La historia de los programas de armámento de la AEC es una completa narrativa denota—bles progresos donde el incentivo ha sido elevado y a la creación científica se la ha dado la libertad y el estímulo necesa——rio a cualquier.ernpresa investigadora.

    Aún así, ha habido un considerable excepticismo categ6ricóacerca de los cónceptos sobre el arma nuclear táctica avrizada,aquí discutida. Parte de este excepticismo refleja una te-idenciatécnica conservadora, o timidez, cosa común en muchas persónas.Quizá, en gran prte, originadas por las sensibilidades yfilosofías personales de muchos científicos y políticos, quienes por —razones propias. adoptan una postura con respecto al desarrollo —del arma nuclear, táctica semejante a la adoptada en el gr debate sobre la bomba-E.

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    EL DEBATE SOBRE LA BOMBA - H

    LECCIONES DE LA EXPERIENCIA.

    En 1949, al igual que hoy, concluir si los progresos futuros habían de ser dirigidos y aplicados al campo de los armamentos nucleares implicaba una decisión nacional vital. Para muchos,la bomba-H representaba una gran amenaza a la esperanza de conducir la carrera de armas nucleares balo un control efectivo. Debído a esto, los argumentos políticos llegaron a estar algunas veces intrincadamente entrelazados con la apreciación científica.-Tal vez sea instructivo revisar brevemente la historia de éste -episodio. El debate sobre la bomba—H transcurrió en un clima ——atemperado por algunas de las siguientes consideraciones:

    El desarrollo del arma nuclear se encontraba en un períodode relativa infancia. Los progresos, desde la primera explosiónatómica de 1945, no fueron sino una explotación más bien limitada del proyecto de origen de la bomba arrojada sobre Nagasaki.Elcurso futuro del desarrollo del arma nuclear se vislumbraba, enel mejor de los casos, de manera confusa. Particularmente, las —características probables de las armas termonucleares eran consideradas, principalmente, en términos conservadores y completamente limitados.

    La Unión Soviética había ya explotado su primer ingenio -atómico. Este acontecimiento había colocado la cuestión de la —bomba de hidrógeno ante una perspectiva mucho más aguzada, ha- -ciendo reconsiderar, con un énfasis mucho mayor, el papel de lasarmas nucleares en nuestra política de defensa y los problemas -del control de la carrera de armamentos nucleares.

    Nuestra ignorancia sobre las implicaciones militares de —las armas nucleares fue enorme. La aplicación de estas armas parecía inherentemente sujeta al uso estratégico, cuyos blancos degran extensión (ciudades) monopolizaban la gama de objetivos.Lasaplicaciones tácticas apenas fueron tenidas en cuenta y, en vista de la carestía (comparada con la actualidad) de los materia--les fisiles, fueron consideradas por muchos como de uso netamente ineficiente.

    Templado con tales consideraciones el debate tomó cuerpo.—Con las continuas medidas de sofisticación, los principios fue——ron pobremente defendidos por ambas partes. Qué parte perdió o —ganó es una cosa que no puede afirmarse de manera convíncente,pero si alguna conclusión cupo sacar del debate, fue la del progr

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    so tecnológico. Aún así, la decisión del Presidente Truman fue -en el fondo básicamente negativa ya que se limitaba a no desis-tir, en contraposición a insistir tenazmente (1).

    Es significativo que el arma termonuclear particularmenteatacada por una gran parte de la oposición nunca fue fabricada.—Descrita, con justificaciones falsas, como un objeto con muchasprobabilidades de resultar extremadamente pesado y muy costoso,hizo sentar la hipótesis de que la efectividad militar limitadade tal arma no justificaría un programa a gran escala. En cambio,se argumentaba que un programa continuo de la bomba-A, sin serinterferido por la competencia del desarrollo termonuclear, servía mejor a los intereses militares de la nación.

    El defecto fundamental de esta tesitura era que se admitíauna tecnología esencialmente estática para un futuro tecnológicoimpronosticable.

    Las fragilidades de tales suposiciones resaltaron chocantemente cuando, transcurrido algo ms de un año, tuvo lugar el hamado “descubrimiento termonuclear”. Este acontecimiento no solamente derrocaba al arma hipotética que había sido defendida porla oposición, menospreciándola, sino que, con bastante ironía, -facilitaba una nueva tecnología que ofrecía una infinitamente mejor solución al capítulo de recomendaciones de dicha oposición,-es decir, el progreso de las armas (de fisión) atómicas.

    Dando un gran paso adelante: parte de la oposición había —apoyado el incremento positivo de las armas atómicas (de fisión)tácticas (2). Actualmente las mayores preocupaciones sobre el ——desarrollo nuclear táctico se basan en los perfeccionamientos dela tecnología de fusión que siguió al “descubrimiento termonu- -clear”. La tecnología de fusión tiene ahora sus ms notables ——aplicaciones en las equivalencias del kilotón e inferiores, contrastando con la insistencia original sobre explosiones multime—gatón.

    Edward Teller decía a la American Physical Society:

    El interés por este desarrollo (bomba-H) y su significa- -ción son con frecuencia mal entendidos. El punto principal en laexposición ordinaria de la fábula de la bomba de hidrógeno estarelacionado con el tamaño de la explosión. Realmente, era m.s fcii mostrar el fundamento de la fusión mediante grandes explosiones, sin embargo, una gran explosión no fue el propósito del es

    (1) Véase “The H-bomb Decisión, How to Decide Without Actually -Choosing” de Warner R. Schilhing, Political Science Quarter—ly, Vol. LXXVI.

    (2) En la obra de J.Robert Oppenheimer, United States Atomic- —-Energy Commission, 1954.

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    tudio, ni resultó ser la consecuencia significativa a largo plazo del desarrollo tecnológico... Lo que las explosiones termonucleares llevaron consigo fue la posibilidad de fabricar armas nucleares relativamente ligeras, fácilmente lanzables, y no demasiado costosas. Al mismo tiempo resultó posible el reducir la radiactividad producida por las explosiones (1).

    Echando una ojeada atrás, sobre aquellas partes del debaterelacionadas con las implicaciones militares de las armas termonucleares, puede observarse cuan candida y restrictivamente fuetratada esta parte del asunto. Por supuesto, es probable que sobre nuestros actuales debates se hubieran sacado conclusiones semejantes hace unos 10 6 15 años. Sin embargo, es importante ob-—servar el como pueden concebirse los asuntos militares, pobremente criticados, en un momento dado y como el paso del tiempo Cf recuentemente un periodo muy corto) puede afectar vitalmente a unadecisión que implique progresos tecnológicos.

    Es muy difícil enjuiciar los méritos o deméritos del debate sobre la construcción de la bomba-H. Considerando que el curso de los acontecimientos siguientes al debate han sido en cierto modo inquietantes, hay que señalar que ello no ha originado —ninguna gran catástrofe para los Estados Unidos. En este sentidola prueba del tiempo no ha mostrado una resolución de forma realmente concluyente. No obstante, la prueba que falló, durante uncorto lapso de tiempo, fue la inhabilidad para valorar propiamente el impacto de la investigación tecnológica. Hoy dia, con respecto a las armas nucleares t.cticas, existe una tendencia similar a menospreciar los frutos de dicha investigación.

    CONCLUSIONES

    Es relativamente fácil ponerse de acuerdo sobre los requisitos necesarios para un dispositivo de defensa americano que política y estratégicamente proteja los intereses de Estados Uni—dos y sus aliados. Aparte de las exigencias de las armas estratégicas, que no es materia de este articulo, estamos de acuerdo enque las fuerzas locales efectivas son importantes para la disuasión; que la actitud para defenderse, desechar los objetivos limitados, y responder a una amplia gama de amenazas es un complemento necesario para poder conminar influyentemente con el golpenuclear masivo; que la disuasión basada en la defensa local de—

    (1) “Atomic Explosives: Solved and Unsolved Problems”, de EdwardTeller, dirigido a la reunión de la American Physical Society, Washington, DC, 27 de abril de 1967.

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    pende del despliegue ultramarino de las armas nucleares; que esnecesaria una variedad de armas nucleares defensiva y tcticamente capaces. La prioridad concedida a estas armas nucleares, su —exacto papel en nuestras defensas, las condiciones para su uso,yel tipo de armas al que deberían pertenecer no son materias fciles de acordar. Estas cuestiones no pueden ser resueltas aquí.Podíamos mencionar ciertas posibilidades y requisitos con la esperanza de provocar una més abierta mentalidad, estableciendo un —diálogo informado que promoviera una ms razonable consideraciónde las armas nucleares tácticas.

    Es importante que esto se lleve a cabo inmediatamente. Es—t.n acaeciendo demasiádos cambios —tecnológicos, políticos, militares- que lo requieren. Las respectivas misiones de las fuerzasconvencionales y las nucleares tácticas modernas necesitan ser -nuevamente fijadas. Ciertamente, continuaremos desarrollando y -manteniendo la efectividad adecuada a la guerra convencional. Sepueden augurar muchas oportunidades, tanto políticas como militares, para estos efectivos. De todas formas está claro que estairrebatible necesidad tendrá que ir acompañada por una soluciónsatisfactoria a los problemas de la guerra táctica futura. Y, enun mundo en el que las grandes potencias aceleran los desarrollostecnológicos militares y las potencias menores han demostrado ——sus facultades de poder frustrarla efectividad convencional de —EstadosUnidos, el grado de nuestra actual insuficiencia llegaraa ser cada vez ms evidente.

    El impulso en cualquier proyección de las necesidades militares debe estar identificado con la aceleración del cambio tecnológico. El mero hecho de tal cambio en la tecnología militar -significa que las alternativas tecnológicas en los problemas militares, originados o transformados por los progresos tecnológicos, deben evolucionar constiteIfleflte. Esta evolución puede tenerun impacto importante en el balance estratégico y en la defensay disuasión regionales. Los progresos experimentados en las tecnologías nucleares militares de la Unión Soviética y de China -constituyen una creciente amenaza estratégica para los Estados —Unidos y una amenaza local cada vez mayor para sus aliados y amigos, amenaza local contra la cual el poderío estratégico y convencional de Estados Unidos parece casi desatinado debido a quees inaplicable, o esta falto de crédito.

    Este cambio corre parejo con otro, el cual abre un nuevo —horizonte a aquellos paises insatisfechos con las garantías de —defensa norteamericanas. Muchos paises están acrecentando las posibilidades para producir sus propiás armas nucleares. Contrariamente a la mitología popular, esas fuerzas pueden resultar relativamente baratas y quizá de diseños lo suficientemente avanza——dos como para ser adaptables a los problemas de defensa particulares inmediatos.

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    En la NATO, esta situación se esté desarrollando desde elmomento en qué la debilidad de la estrategia de signo convencional, las presiones para reducir las fuerzas estadounidenses en —Europa, la ausencia de Francia en los mandos de la Organización,y las demandas de los aliados, estén conduciendo a una revisiónde la disuasión nuclear local. Aumentan las presiones para que -Estados Unidos provea de mejores garantías a las disponibilida-des actuales con. vistas a una réplica nuclear local efectiva. ElNATO Nuclear Planning Group esté dedicando todos sus esfuerzos aeste problema. Grecia y Turquía han insistido en que les sean cedidas armas nucleares técticas. Francia, por supuesto, ha ido mucho més alié a través de sus ambiciosos programas nucleares es-tratégicos y técticos. Si las pretensiones reflejadas en talésevoluciones se enfrentan competentemente, el resultado seré la —desmembración de la NATO, dando lugar a unas políticas més independientes por parte de los aliados, cosa que se traduciré en -nuevos alineamientos, en fuerzas nucleares independientes, o enambas cosas.

    Las compulsiones y tensiones sobre la estrategia de signoconvencional de la NATO son bien conocidas y estén expuestas condetalle en numerosas obras que tratan el asunto (1). No es menester profundizar sobre ellas aquí. La posibilidad, coste y ventajas de una gran capacidad convencional europea fueron siempre ——muy discutibles. En la actualidad, incluso los Estados Unidos -—han abandonado sus primitivos objetivos con respecto a las fuerzas convencionales en Europa. Sin embargo, lo han hecho sin sustituirlas por una defensa nuclear téctica adecuada. En esencia -volvemos a una situación muy parecida a la inicial, con una defensa convencional muy limitada respaldada por la amenaza del empleo de las fuerzas estratégicas, con solamente unas alternati——vas nucleares técticas que varían entre un uso de dudosa utili-—dad o un empleo que précticamente no se distingue de la guerra -estratégica.

    Hoy se sabe que la Unión Soviética ha hecho sobre la guerra nuclear téctica. La Unión Soviética ha dicho públicamente --que nada de mantener su barrera cortafuegos y doctrina de signoconvencional en Europa, y ha organizado, instruído y equipado asus fuerzas del Pacto de Varsovia, principalmente para la guerranuclear téctica. Su doctrina militar esté basada en la capacidadpara sostener un ataque nuclear téctico a escala total contra laNATO. Esta fuerza adaptada nuclear, no solamente pone en duda lapertinencia de las fuerzas estructuradas convencionalmente de laNATO, sino que el hecho de que los Soviets hayan adoptado una --postura ofensiva sitúa a las fuerzas nucleares técticas de Orga—

    (1) Destaca por su perfectividad y sagacidad el artículo “What —Price Conventional Capabilities in Europe?” de Bernard Brodie.

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    nización en una situación confusa -estas fuerzas son las que, --según se dice aprovecharían los resultados al ser primeramente —usadas por la NATO en una guerra convencional—. Si los Soviets —iniciaran la guerra con un asalto nuclear táctico masivo, la NATO se encontraría ante una seria desventaja en su defensa.

    Además de la aparente tendencia a estructurar, siguiendo —unas líneas nucleares tácticas, los planificadores soviéticos --sienten un fuerte móvil por llevar a cabo un método racional deguerra en consonancia con unos objetivos de múltiples propósitos.

    En la contextura de Europa esto supondría ciertamente el —poder discriminar las disponibilidades nucleares tácticas avanzadas.

    Supongamos que la Unión Soviética decide mostrar a Occidente su postura nuclear táctica basada en el empleo de los tipos -de armas nucleares discriminadas aquí discutidas. ¿Qué responderían los Occidentales si los Soviets iniciaran el uso de estas —armas de forma que exhibieran claramente una doctrina de contra—fuerza y que también nos incitaran a defendernos con medios similares?. Si la situación y doctrina actuales de la NATO persistieran en el momento en que tal reto pudiera producirse, las alternativas de réplica serían inapelables. Una respuesta convencio-nal invitaría a una aplastante derrota. Una réplica nuclear se —vería afectada por dos severas limitaciones: supondría una disposición de fuerza mal situada para contrarrestar el ataque nu— —clear, unas armas nucleares mal adaptadas para este tipo de conflicto y a las restricciones del daño colateral extensivo. Nuestro arsenal nuclear actual representaría, caso de emplearse comoréplica contra este supuesto ataque, algo más que una escalada,ysobre todo un ataque mucho mayor que aquél en equivalencia. Ellosignificaría responder a un ataque altamente discriminado con armas indiscriminadas, impropio de los objetivos políticos de Estados Unidos y la NATO respecto a Europa.

    Una extensa citación de la carta del Congresista Hosner alSecretario de Defensa Clark Clifford puede resumir mejor estos -problemas:

    Quiero hacer hincapié en que si la pasada política del DODrehusando modernizar la capacidad nuclear táctica continúa durante algunos años más, los Estados Unidos retornarán a través de -fases evolutivas a la doctrina de represalia masiva, pero sin anhelar ni resolver los frutos de aquella doctrina en los primerodías de nuestra historia nuclear.

    En una época en que nuestros probables enemigos poseen unaimpresionante y creciente capacidad nuclear táctica, necesitamos

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    de una fuerza similar en correspondencia realista con la demanda,tanto militar como política, para poder combatir en una guerra nuclear táctica, capacidad que al mismo tiempo va encaminada a di--suadir de tal guerra. Por el contr