8
36 LA HAMACA LA HAMACA REAL REAL Todos tenemos días en los que sentimos que nada es como queremos. Ése era uno de esos días para Lourdes. Sentada en su silla de ruedas, observaba cómo “todos” se hamacaban, cada uno a su manera. Algunos tan fuerte que casi tocaban las ramas más altas de los árboles con la punta de los pies. Otros giraban sus hamacas como un trompo, primero para un lado y después para el otro. También estaban los que se animaban a hamacarse parados, ¡esos sí que eran valientes! Aunque daba miedo, porque llegaban hasta las nubes. Los que estaban aprendiendo lo hacían despacito. “Pero sin ayuda”, pensó Lourdes, y recordó lo que siempre repite Nazareno: —Solito, solito.

LA HAMACA REAL - fundalc.org · bañado en lágrimas. —Es que quiero hamacarme sola y…, y no puedo. Siempre tengo que hacerlo en brazos de mi mamá, porque si no, me… me caigo

  • Upload
    others

  • View
    1

  • Download
    0

Embed Size (px)

Citation preview

Page 1: LA HAMACA REAL - fundalc.org · bañado en lágrimas. —Es que quiero hamacarme sola y…, y no puedo. Siempre tengo que hacerlo en brazos de mi mamá, porque si no, me… me caigo

36

LA HAMACA LA HAMACA REALREALTodos tenemos días en los que sentimos que nada es como

queremos. Ése era uno de esos días para Lourdes. Sentada en

su silla de ruedas, observaba cómo “todos” se hamacaban, cada

uno a su manera. Algunos tan fuerte que casi tocaban las ramas

más altas de los árboles con la punta de los pies. Otros giraban

sus hamacas como un trompo, primero para un lado y después

para el otro. También estaban los que se animaban a hamacarse

parados, ¡esos sí que eran valientes! Aunque daba miedo, porque

llegaban hasta las nubes. Los que estaban aprendiendo lo hacían

despacito. “Pero sin ayuda”, pensó Lourdes, y recordó lo que

siempre repite Nazareno: —Solito, solito.

Page 2: LA HAMACA REAL - fundalc.org · bañado en lágrimas. —Es que quiero hamacarme sola y…, y no puedo. Siempre tengo que hacerlo en brazos de mi mamá, porque si no, me… me caigo

37

—Luli, ¿querés que nos hamaquemos? —preguntó su mamá.

—¡No! —gritó Lourdes, y con bronca giró la cabeza decidida a no

ver hamacarse a nadie más. Pero con su mirada llegó hasta una

pequeña araña colgada de su silla: ¡también ella se hamacaba en

su tela! Con una mezcla de rabia y tristeza, cerró los ojos.

Page 3: LA HAMACA REAL - fundalc.org · bañado en lágrimas. —Es que quiero hamacarme sola y…, y no puedo. Siempre tengo que hacerlo en brazos de mi mamá, porque si no, me… me caigo

38

De pronto se encontró, como la princesa Jazmín, en los jardines

del palacio, meciéndose sola en la hamaca real. Claro que, por

ser de la realeza, su hamaca no era igual a la de los demás. Era

redonda y suave, como hecha de algodón, pero tan grande que

podía hamacarse recostada, apoyando la cabeza en un mullido

almohadón dorado.

—Lourdes, Lourdes, ¿te dormiste? —dijo Santiago, sacudiéndola

un poco—. ¿Nos tiramos por el tobogán en tu mantita?

—No, no tengo ganas. Te la presto; si querés tirate solo.

—No, es más divertido como el otro día, que jugábamos a Jazmín

y Aladino volando en alfombra mágica.

—¡¿No entendés que no tengo ganas?! —respondió Lourdes

apretando los dientes.

—¿Qué te pasa, Luli?, ¿por qué me gritás?

—Nada, qué te importa —dijo ella volteando bruscamente la cabeza.

—Cómo nada, si estás llorando —dijo Santiago

y giró delicadamente el rostro de Lourdes

bañado en lágrimas.

—Es que quiero hamacarme sola y…, y

no puedo. Siempre tengo que hacerlo en

brazos de mi mamá, porque si no, me…

me caigo. Vamos, mami, me quiero ir.

—¡No! Quedate un ratito más, podemos

jugar a otra cosa —insistió Santiago.

—No, chau —concluyó Lourdes, que no toleraba

más el nudo que apretaba su garganta y amarraba su voz.

—Santi, no insistas —intervino seria la mamá de Lourdes

mientras empujaba la silla.

Santiago permaneció inmóvil observando cómo Lourdes se

alejaba. Al verlo, su abuelo se acercó.

—¿Qué pasó? —preguntó don Julio.

—Lourdes se fue triste porque no se puede hamacar sola.

Page 4: LA HAMACA REAL - fundalc.org · bañado en lágrimas. —Es que quiero hamacarme sola y…, y no puedo. Siempre tengo que hacerlo en brazos de mi mamá, porque si no, me… me caigo

39

Page 5: LA HAMACA REAL - fundalc.org · bañado en lágrimas. —Es que quiero hamacarme sola y…, y no puedo. Siempre tengo que hacerlo en brazos de mi mamá, porque si no, me… me caigo

40

—Mmm, quizás haya algo que podamos hacer. Vamos a casa,

tengo un plan —decidió el abuelo.

Durante el resto de la tarde, todos en la casa de don Julio estaban

intrigados. ¿Qué harían, encerrados, en el taller del fondo de la

casa? ¿Qué tramaban Santi y su abuelo? A la nochecita, Santiago,

muy entusiasmado, llamó por teléfono a Lourdes y le dijo:

—Tengo una sorpresa para vos. Te espero mañana a la tarde en la plaza.

A partir de ese momento, el humor de Lourdes cambió.

Page 6: LA HAMACA REAL - fundalc.org · bañado en lágrimas. —Es que quiero hamacarme sola y…, y no puedo. Siempre tengo que hacerlo en brazos de mi mamá, porque si no, me… me caigo

41

Al día siguiente, al llegar a la plaza, sus ojos se hicieron enormes,

no podía creer lo que veía. ¡La hamaca de la princesa Jazmín

estaba allí, colgando de la rama del viejo árbol! Aunque no parecía

hecha de algodón: era blanca, grande y redonda como la de su

sueño, y hasta tenía un almohadón. No era dorado, pero ese

amarillo se le parecía bastante. Tampoco Santiago podía creer

cómo esa vieja cubierta de auto, que estaba tirada en el fondo del

taller del abuelo, se había convertido en una maravillosa hamaca.

—La hicimos con mi abuelo para vos —dijo Santiago—. Te recostás

acá, y con esta caña podés empujar y hamacarte sola como querías.

Los destellos brillantes de la mirada de Lourdes y su gran sonrisa

dijeron mucho más que su tímido “gracias”.

41

Page 7: LA HAMACA REAL - fundalc.org · bañado en lágrimas. —Es que quiero hamacarme sola y…, y no puedo. Siempre tengo que hacerlo en brazos de mi mamá, porque si no, me… me caigo

42

La nueva hamaca fue la atracción de todos en la plaza. Y se armó

una larga cola para probarla. Por supuesto, Lourdes fue la primera

y aquella caña fue para ella el cetro de una verdadera reina.

Sonia, la abuela de Tobi y Clarita, le comentó a don Julio:

—Cuando yo era chica, en mi pueblo todas las hamacas

eran así, hechas con cubiertas de autos, pero no tan lindas.

Page 8: LA HAMACA REAL - fundalc.org · bañado en lágrimas. —Es que quiero hamacarme sola y…, y no puedo. Siempre tengo que hacerlo en brazos de mi mamá, porque si no, me… me caigo

43

—Yo lo ayudé a mi abuelo a pintarla, y le di mi almohadón para

que Lourdes estuviera más cómoda —aclaró Santiago orgulloso.

Esa tarde, hasta Sonia no pudo resistir la tentación de probar

la nueva hamaca, y por un momento volvió a sentirse niña.