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La Historia con Micrófono Textos introductorios a la historia oral Graciela de Garay (coordinadora) jjm rrrl Intitulo Mora

La Historia con Micrófono · una investigación profunda de fuentes primarias y secundarias con ... nuestro proyecto de investigación es la historia de una empresa. En

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La Historia con Micrófono

Textos introductorios a la historia oral

Graciela de Garay (coordinadora)

j j m r r r lIn titu lo

Mora

Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora

Hira de Gortari Rabiela Director general

Hugo Vargas Comsille Coordinador de publicaciones

Primera edición, 1994 © Derechos reservados conforme a la ley, 1994

Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora Plaza Valentín Gómez Farías 12, San Juan Mixcoac México, 03730, D.F.

ISBN 968-6914-11-0

Impreso en México Printed in México

Metodología y práctica de la entrevista

Graziella Altamirano Instituto Mora

La elección del método y el proyecto de investigación

Como hemos partido de la afirmación de que la historia oral es una metodología utilizada para preservar el conocimiento de los eventos históricos tal como fueron percibidos por los actores sociales, o bien la experiencia de vida de un testigo, será necesario que su aplicación vaya ligada a mía actividad de investigación. Así, antes de pensar en la posibilidad de hacer historia oral, es preciso determinar cómo será abordado y trabajado nuestro objeto de estudio, es decir, que existan preguntas que justifiquen el desarrollo de una investigacióa

Elegir el método de historia oral para una investigación específica, presupone que éste sea realmente adecuado para el tema en estudio y para las cuestiones que el investigador se plantea en su proyecto, con el fin de obtener y analizar las distintas versiones que los entrevistados proporcionen.

El proyecto, según sus objetivos e hipótesis, tiene como función dirigir la investigación a través de la entrevista, precisar a qué personas entrevistar, qué preguntas formular y cómo efectuar el tratamiento de cada caso.

La historia oral cuenta con criterios elásticos para su aplicación, dichos criterios dependen del proyecto y de los objetivos del trabajo. En cada caso particular se determinará si es conveniente o indispen­sable la realización de entrevistas que cubran, ya sea toda la trayec­toria de la vida de las personas entrevistadas, o bien, sólo una etapa especifica.

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Optar por la historia oral depende del tipo de preguntas formula­das sobre el objeto de estudio y también de que exista una situación viable para que se lleve a efecto la investigación. En este sentido, es necesario contar con sujetos no sólo vivos, sino disponibles y en condiciones de proporcionar información

Como se ha apuntado en el capítulo anterior, el testimonio oral requiere el mismo tratamiento analítico que cualquier otro documen­to; esto no significa que el empleo de este método haga innecesaria la consulta de fuentes existentes sobre el tema. Más aún, en la medida de lo posible conviene cotejar diferentes fuentes, archivos, escritos y otros testimonios.

Una vez definido y planteado el proyecto, es conveniente realizar una investigación profunda de fuentes primarias y secundarias con el fin de obtener una base firme de conocimiento del contexto. Con ello, se tendrá la posibilidad de situara los candidatos a entrevistados y formular las interrogantes pertinentes.

Sin esta investigación previa, se corre el riesgo de desaprovechar el potencial de trabajo de la historia oral, cuya peculiaridad consiste en obtener la subjetividad del testimonio hablado mediante la parti­cipación activa del investigador y del entrevistado.

Lo anterior se puede ilustrar con un ejemplo: supongamos que nuestro proyecto de investigación es la historia de una empresa. En primer término localizaremos los documentos que sobre ella existen: sus estatutos, actas de creación y de reuniones, facturas, correspon­dencia, hemerografía, etc. Esto nos dará información sobre sus funcionarios y empleados, la trayectoria de la empresa, sus relaciones con el mercado, su estructura de producción, etcétera.

Al aplicar los métodos de la historia oral pondríamos nuestro interés en algún punto específico, no tanto en los datos de los documentos inicialmente consultados, que sólo servirán de apoyo, sino en las diferentes versiones del personal de la empresa.

Guía temática

Con fundamento en el proyecto y en la investigación sobre el tema, el siguiente paso será la elaboración de una grúa general.

De acuerdo con los objetivos del proyecto, esta guía será estruc­turada con el acopio de los datos ya obtenidos durante la investiga­ción y, a su vez, servirá de base para las actividades subsecuentes.

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como son la elaboración de guías temáticas individuales y la evalua­ción de los resultados de la investigación.- La guía temática general debe contener una amplia visión de lo que ya se sabe sobre el objeto de estudio y de aquello que se quiere indagar a través de las entrevistas.

Es importante formular a todos los entrevistados las preguntas , consideradas como generales, lo que no significa que serán tratadas de la misma forma en todas las entrevistas, ni tampoco que tendrán j el mismo peso en todas las informaciones. Antes bien, ello permitirá justamente que se puedan comparar versiones diferentes sobre el mismo asunto, producto de las posiciones también distintas de los entrevistados.

Si bien la guía contiene las preguntas de lo que se quiere saber, j obviamente nadie va a responderlo todo. Hay que tomar en cuenta i que este instrumento de trabajo es como la materia prima que se va adaptando a cada entrevistado.

Si así conviene, en la elaboración de la guía se podrá hacer una pcriodización del tema (las coyunturas que se han presentado en el proceso investigado), una zonificación (las áreas geográficas que cubre la investigación) y una determinación de las áreas temáticas t (secuencia biográfica y el tema central de interés).

Retomando nuestro ejemplo sobre el estudio de la empresa, puede 1 ser que se encuentren cambios significativos en su trayectoria que i nos permitan hacer una periodización, o bien, que uno de los objcti- 1 vos de la investigación sea estudiar sus sucursales en distintas regio- ■ nes, o que tan sólo el foco central sea, por ejemplo, estudiar los problemas sindicales; entonces, la guía temática sera diseñada con I una periodización, una zonificación o un tema específico.

Selección de los entrevistados

Así como la historia oral puede o no ser un fin en sí misma, inde-1 pendiente de la investigación, la simple existencia de entrevistados potenciales no justifica su empleo.

En toda investigación se parte de un cuestionamiento, y si éste - plantea la pertinencia de emplear el método de historia oral, entonces es el momento de verificar si en el universo de estudio existen posibles informantes. Es decir, si el acceso a ellos es viable y si están en condiciones físicas y mentales de ser entrevistados.

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La selección de los entrevistados responde, en primer lugar, a los objetivos de la investigación. En la definición de la investigación y durante la elaboración del proyecto surgirá la pregunta “¿a quién entrevistar'?” Incluso, su formulación es simultánea a la opción por el método de la historia oral.

Continuando con nuestro ejemplo sobre la historia de una fábrica, si el interés específico es el estudio de las relaciones laborales establecidas en un determinado periodo, será conveniente escoger a los posibles entrevistados entre las personas que puedan proporcio­nar información en ese sentido: directores de la empresa, dirigentes sindicales y obreros, etc. En cambio, si el objetivo principal son las relaciones de la fábrica con el gobierno, se buscará entrevistar a los directivos de la empresa y a funcionarios gubernamentales. Si los objetivos abarcan todos los aspectos vinculados a la historia de la empresa, el listado de informantes en potencia se ampliará consider­ablemente, se tomaran en cuenta empleados, directores, dirigentes sindicales, funcionarios del gobierno, incluso miembros de otras empresas y hasta consumidores de sus productos.

Debido a que la metodología de la historia oral implica abordar cualitativamente el objeto de estudio, la selección de los informantes debe partir principalmente del significado de su experiencia o de su posición en un grupo, y no de una preocupación de muestreo orien­tada por criterios cuantitativos.

Conviene entonces seleccionar a los entrevistados entre aquellos que puedan ser más representativos en función de la cuestión que se pretende investigar. En este sentido, la selección de los infor- mantés como “unidades cualitativas” entre los integrantes de una determi­nada categoría de personas requiere también de un conocimiento previo del objeto de estudio.

El listado de los posibles entrevistados, sin embargo, estará sujeto a circunstancias específicas que lo modifiquen. En primer lugar, puede presentarse una negativa a proporcionar información, ya sea por falta de tiempo, o simplemente por falta de interés. Estas circuns­tancias alteran el perfil del listado inicial, por lo que los posibles informantes pueden ser sustituidos por otros que, de alguna forma, cumplan el mismo objetivo de los primeros. Otra circunstancia que altera el listado durante la investigación es el surgimiento de nuevos nombres antes no considerados, cuya información resulte fundamen­tal en la construcción del análisis. Finalmente, la lista puede ser alterada debido a que los entrevistados no respondieron a las expec-

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tativas iniciales, es decir, que su participación en el tema no fue tan profunda como parecía1 o que resultó reducida su disposición para hablar sobre sus experiencias o que su memoria y su capacidad de articulación de pensamiento fueron insuficientes para los propósitos de la entrevista.

Esto nos demuestra que la opción por entrevistar a determinadas personas, por más justificada que parezca durante la formulación del proyecto, sólo se fundamenta plenamente en el momento de realizar las entrevistas, que es cuando se verifica si la selección hecha fue apropiada.

Todo lo anterior nos lleva a preguntamos cuántas personas debe­mos entrevistar a lo largo del trabajo. Tal decisión también se relacionará directamente con los objetivos de nuestra investigación. Si ésta no depende de alguna institución, es decir, si está fuera del ámbito de un programa de historia oral, el número de entrevistados puede ser muy reducido, inclusive a una única persona, si su infor­mación fuera tomada como contrapunto y complemento de otras fuentes y resultara lo suficientemente significativa para figurar como fuente única de historia oral. Generalmente este caso no se aplica a investigaciones de carácter institucional o a aquellas que adoptan la historia oral como metodología de trabajo tomando la producción de entrevistas y su análisis como fuente principal. Aquí el interés central es justamente la posibilidad de hacer comparaciones entre las dife­rentes versiones que los entrevistados proporcionen sobre el pasado, tomando en cuenta lo que las fuentes ya existentes nos han dicho sobre el asunto. Así, el número de entrevistados debe ser lo suficien­temente significativo para que el material sobre el cual se apoye el análisis sea más consistente. Sin embargo, ello no quiere decir que la cantidad garantice la calidad. El investigador es el que, conociendo progresivamente su objeto de estudio, valorará la suficiencia del material para llevar a cabo una interpretación bien fundamentada de su trabajo.

1 Esto puede ser un dato significativo que lleve al investigador a reflexionar sobre las razones por las cuales se había formado determinada imagen inicial del entrevis­tado.

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La entrevista

La entrevista es el meollo del trabajo de historia oral. Es allí don- de la investigación y la práctica científicas se vinculan y producen resultados.

Por su papel central, esta etapa debe ser objeto de cuidado y dedicación por parte de los investigadores. Ello significa, entre otras cosas, que la guía temática sea lo más completa posible, que el equipo con que se cuenta para grabar esté en buenas condiciones y, princi­palmente, que el entrevistador esté consciente de la especificidad de la relación que va a establecer con el entrevistado.

La entrevista de historia oral ha sido definida como un proceso por medio del cual el investigador busca crear una evidencia histórica a través de la conversación con una persona cuya experiencia de vida es considerada memorable. Aquí se plantean dos aspectos fundamen­tales: la memoria y la comunicación.

La memoria es la facultad que tiene la mente de conservar y recordar lo sucedido. Es la retención de los cambios aprendidos en o a través de la conducta.

Es durante el aprendizaje cuando se memoriza, y está comprobado que cualquier experiencia que produzca un aumento del aprendizaje deja su recuerdo grabado en el individuo. Además, es admitido que cuando las experiencias se viven en un estado dp mayor emotividad, el recuerdo será mucho más permanente y mucho más claro.

El proceso de la memoria depende de la percepción del individuo.En el orden en que se aprende algo, hay que conocerlo a profundidad o liay que vivirlo.

Los entrevistados han experimentado los hechos que tratamos de recuperar y, como la vivencia se da en etapas, en ellas la información que se recobra se va ordenando en el cerebro, no siempre acorde a la cronología colectiva.

El proceso de la memoria depende también del interés del indivi­duo para recordar. Al realizar una entrevista es muy importante que el entrevistado esté dispuesto a proporcionar su información.

Por otra parte, la memoria está sujeta a la edad, a diversos intereses o a deformaciones.

Durante la entrevista, uno de los papeles que desempeña el entre- " vistador es auxiliar al entrevistado en el proceso de recordar. Estará ayudándole a construir la memoria, y esto lo llevará a discernir entre lo fáclico del recuerdo y la experiencia vivida.

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Lo que constituye precisamente el interés del testimonio oral es la relación entre el recuerdo espontáneo, el recuerdo solicitado y exhu­mado, y el silencio. En este sentido la ausencia puede ser tan signi­ficativa como la presencia. Tanto la memoria como el olvido son procesos activos. No se puede interpretar el olvido como una falla y la memoria como simple reproducción de la realidad pasada. Así, el proceso de la memoria, con sus obsesiones, sus resistencias y sus vacíos, aparece también como algo digno de análisis.

Con respecto a la comunicación, ésta se da en la entrevista a través de la interacción que se establece entre el entrevistador, el entrevis­tado y el hecho que se construye. Estos tres elementos que integran la entrevista establecen cuatro relaciones diferentes, pero a la vez interdependientes.

La primera relación que se establece entre el entrevistador y el entrevistado es sincrónica. En ella se da una situación obligada, que tiene un lugar específico en el tiempo, para el entrevistador actual y para el entrevistado actual. Pero simultáneamente retoma del pasado | lo vivido. A través de esta primera relación es por la que las otras \ tienen razón de ser y son operativas.

La segunda relación se da entre el entrevistador y el hecho ' histórico estudiado. Esta es diacrónica, es decir, lo que el entrevista- I dor como investigador e intérprete del hecho histórico conoce en el presente sobre este hecho. Presupone que existe un conocimiento histórico que lia conseguido a través de su investigación sobre el • tema, el investigador ha interpretado los hechos y les ha dado un significado propio; los ha interpretado a través de sus conocimientos, de su estatus social, de su compromiso, de su ideología, etc. Interpre­tado el hecho histórico el investigador lo llevará así a su conversación con el entrevistado.

La tercera es la relación entre el entrevistado y el hecho histórico.Su conocimiento del tema parte de una experiencia completamente diferente a la del entrevistador, está basado en vivencias directas. Si conoce el tema es porque lo ha vivido y estas vivencias le han hecho I adquirir experiencias. El entrevistado va a dar su propio significado a su experiencia.

La cuarta es la relación que se establece entre entrevistador, hecho histórico y entrevistado. Esta relación es sincrónica y diacrónica en cuanto a la construcción de los hechos, la cual va a ser diferente en la mente de ambos individuos.

Ésta sería una de las formas de fundamentar la validez de la entre-

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vista, tomando en cuenta, por un lado, la importancia que se debe dar a la memoriay, porel otro, la especificidad de la comunicación que se establece entre los tres elementos que en ella intervienen.

La entrevista es un diálogo entre entrevistador y entrevistado. Es una construcción e interpretación del pasado, actualizada a través del lenguaje hablado. En este sentido, tiene como característica desen­volverse en medio de recuerdos y evocaciones, repeticiones, desvíos e interrupciones que le confieren un potencial de análisis en gran parte diferente del que se hace a un documento escrito. El análisis de la entrevista tal como efectivamente transcurrió, permite que se tomen en cuenta los significados no intencionalmente expresos, y faculta al investigador para cuestionarse, por ejemplo, sobre por qué tal o cual evocación llevó al entrevistado a relacionarla con otra, o por qué reaccionó de determinada manera ante tal recuerdo. El carácter oral de la información, conservado en la grabación, propor­ciona al investigador otras posibilidades de indagación con respecto a las particularidades y recurrencias del discurso del entrevistado, al registro de sus emociones, énfasis, autocorrecciones, etc. Pueden obtenerse datos significativos que permiten un análisis del discurso propiamente dicho que, tratándose de un acervo de testimonios, tiene la posibilidad de aplicar estudios comparativos por generaciones, gmpos sociales, formación profesional, etcétera.

De acuerdo con cada investigación particular, pueden llevarse a cabo dos tipos de entrevista: la temática y la de historia de vida.

La entrevista temática busca únicamente obtener información so­bre tópicos muy concretos de la experiencia humana y relega otros as­pectos que no están directamente relacionados con éstos. Ejemplo de este caso puede ser el trabajo de Elena Poniatowska sobre el terremoto de 1985 llamado Las voces del terremoto. En este libro se encuentran los testimonios de habitantes marginados de la ciudad de México, como costureras, amas de casa, trabajadores no especializados, sobre su experiencia durante el sismo en la ciudad de México.

La entrevista biográfica o las historias de vida tienen otro objetivo, pues si bien el interés del científico social se dirige hacia un proceso o acontecimiento determinado, le interesa conocer el contexto desde el cual éstos fueron vividos. Por ello pregunta sobre quiénes fueron sus padres, sus recuerdos infantiles, su educación, detalles de su vida y liábitos cotidianos, su vida familiar, hasta desembocar en el centro u objetivo primordial de la entrevista. Si bien las historias de vida son mucho más largas, difíciles y costosas, son mucho más ricas en

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el tipo de información que proporcionan, en la clase de análisis que posibilitan, y útiles en la reconstrucción histórica que intenta llegar a una historia total.

El tipo de entrevista que se elija depende de los objetivos del proyecto. A veces los investigadores optan por reducir su universo interrogativo a determinados aspectos como la educación, la vida familiar, etc., absteniéndose de indagar sobre temas colaterales o simplemente no contemplados dentro de sus objetivos. En este caso eclian mano de la entrevista temática.

Lo ideal sería pretender abarcar la historia de vida. Aun teniendo un tema específico como objeto de estudio, si se cuenta con el tiempo y los recursos suficientes es conveniente hacer historia de vida incluyendo en forma relevante la participación del entrevistado en el tema que nos ocupa. Así, partiendo de los datos biográficos del individuo, se puede profundizar en el objetivo central de nuestra investigación. Se entrelazan las áreas temáticas en el hilo central de la vida del individuo sin perder de vista una serie de conceptos como son conciencia de clase, condición de vida, espectativas, valores, ideología, etcétera.

El entrevistado

Los entrevistados varían considerablemente. Hay quienes tienen más facilidad de palabra, necesitan pocas preguntas y simplemente pue­den ser dirigidos haciéndoles aclaraciones. Los hay lacónicos que, si se les anima un poco y se les plantean preguntas abiertas, pueden revelar unas memorias mucho más ricas de lo que en un principio se creía, o los que definitivamente no responden a lo que esperábamos de ellos.

Es importante tomar en cuenta que nuestro narrador puede haber contado su vida, o la historia de su vida, cientos de veces, pero posiblemente nunca lo hizo a un’ demandante y atento investigador. Esto influye en el ritmo y el tono de su historia, y quizá se sentirá estimulado para dar lo mejor de sí, pensar bien las cosas, organizarías en forma coherente y buscar un lenguaje comprensible.

No obstante, no hay que perder de vista que el discurso de nuestro narrador va a tener sus propios ritmos, y que su concepción del tiempo quizá será diferente al tiempo oficial y a nuestro tiempo, los cuales corresponden a nuestros intereses y no a los suyos.

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i.

Por ejemplo, para nuestra investigación de la historia de la empre­sa tal vez sea fundamental obtener una fecha aproximada de una huelga o de un cambio de dirigentes, y sin embargo el entre- vistado nos proporcione fechas que son relevantes para él en función de su vida personal, y no de la historia de la empresa.

El entrevistado, al hablar sobre su vida, expresa la manera como experimentó y percibió su contexto histórico social como prota­gonista, participante o espectador, y su voluntad para transmitirla influye indudablemente en el éxito de la entrevista.

La reticencia del entrevistado, la falta de lucidez y de memoria, así como los temores personales o grupales, pueden obstaculizar la buena marcha de una entrevista. De igual manera, la edad o el estado físico son elementos fundamentales a tomar en cuenta para obtener un buen o mal resultado.

Es importante también tener presente el riesgo que se corre al entrevistara aquellos individuos que no quieren aventurarse a perju­dicar su imagen por el cargo que ocupan o la posición que tienen en determinado grupo político o social. En este caso es conveniente sopesar los riesgos de obtener una información desvirtuada por el cuidado de esa imagen.

Si el entrevistado distorsiona el pasado en función de su visión particular, omite informaciones o evita hablar sobre determinados asuntos, puede ser percibido durante la entrevista. Sin embargo, puede no ser un factor negativo el hecho de distorsionar la realidad, tenerfallas de memoria o equivocarse en el relato. Lo importante será incluir tales ocurrencias en una reflexión más amplia, cuestionándo­nos por qué razón el entrevistado concibe el pasado de una forma y no de otra, y por qué y en qué medida su concepción difiere o no de otros entrevistados.

El entrevistador

Para ser un entrevistador competente se requiere una serie de aptitu­des nuevas, incluyendo cierta comprensión de las relaciones huma­nas. Los historiadores orales participan de experiencias a nivel humano a las que no tendrían acceso desde su mesa de trabajo. Algunos tienen esas aptitudes, pero otros necesitan aprenderlas. En este sentido, el criterio que se va formando a través de la experiencia, de la autocrítica y de los resultados obtenidos en cada entrevista,

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contribuirá a la formación de un buen entrevistador. El investigador de historia oral se irá haciendo buen entrevistador a medida que haga más entrevistas.

El investigador debe saber acercarse al informante e inspirarle confianza estableciendo una relación directa, abierta y solidaria con él. Debe ser paciente y tener una gran capacidad de adaptación; tener honestidad y sensibilidad y adquirir conciencia de su responsabilidad en cuanto participante en la creación del documento de historia oral, ya que en la medida en que conozca y entienda el contexto histórico del entrevistado, tendrá la posibilidad de guiarlo en la constmcción de sus experiencias. Ello lo llevará a formular correctamente las preguntas e interpretar analíticamente tanto las respuestas como los silencios y omisiones.

El entrevistador debe evitar actitudes policiacas, inquisitivas e insistentes, poniendo atención incluso en su lenguaje corporal. Debe utilizar un lenguaje claro y comprensible al cuestionar al entrevistado y debe ser consciente de sus limitaciones, ya que puede ser que por timidez, quizá sea él quien se ponga más nervioso en el transcurso de la entrevista.

Además, el entrevistador debe manejar una serie de principios que abarcan la ética profesional, por ejemplo, no pagar ni ofrecer dinero por la entrevista, ya que se estaría condicionando al entrevistado. No tratar de obtener la entrevista por medio de engaños, ni ocultar la grabadora, haciendo grabaciones clandestinas, o realizarla cuando el sujeto esté en estado inconveniente. Tampoco ofrecerle una “copa” para obtener información.2

Dinámica de la entrevista

Realmente es difícil normar la entrevista; sin embargo, de acuerdo a diversas experiencias se han establecido una serie de lincamientos que pueden ayudar a que ésta salga lo mejor posible.

Una vez seleccionado el entrevistado, se concierta la entrevista. Es importante que antes de llevarla a cabo el entrevistado sea infor­mado de en qué consiste la historia oral y la relevancia que tiene su

2 La ¿tica profesional involucra también al personal de la institución que inter­viene en el proceso de transcripción y revisión. Hay aspectos confidenciales que deben ser tratados discretamente por el personal que interviene en el trabajo.

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testimonio. En este sentido es conveniente explicarle cuál es el propósito de la entrevista y advertirle que ésta se puede efectuar en una o varias sesiones para que tome su tiempo. Notificarle asimismo que la cinta pertenecerá a la institución que realiza el trabajo, o bien al investigador particular.3

Es aconsejable que el entrevistado escoja el lugar, la fecha y la hora de la entrevista, según le convenga. Es preferible que sea un lugar tranquilo, y no uno público donde se puedan propiciar distrac­ciones e interferencias para la grabación. De preferencia debe ser en el domicilio particular del entrevistado, en su centro de trabajo o donde se sienta a gusto. Asimismo, es importante considerar la conveniencia de que la entrevista se realice sin auditorio, es decir, sin la presencia de parientes o amigos que puedan influir en la informa­ción.

La realización de la entrevista requiere del cuidado de múltiples detalles, entre ellos tener el tiempo suficiente para actuar sin prisas ni presiones; llegar bien preparado, con el equipo de grabación en buenas condiciones, libreta de notas y lápiz; contar con los elementos necesarios para cualquier contingencia, es decir, suficientes cintas o cassettes, pilas, fusibles, extensión, etc., y un bosquejo temático de lo que se va a tratar durante la entrevista, ya que no es aconsejable tener ante el entrevistado un extenso cuestionario.4

Durante la primera etapa de la entrevista, el individuo irá perdien­do la rigidez inicial que generalmente causa hablar ante un micrófo­no, este periodo permite al entrevistador observar al informante y detenninar sus características de comunicación. Durante estos pri­meros minutos, generalmente se percibe si el entrevistado tiene la costumbre de hablar por largo tiempo acerca de su vida y sus experiencias, si es capaz de estructurar su narración de una manera coherente y poner énfasis en aspectos interesantes; si es parco, corto,

3 En este sentido el entrevistado cede sus derechos como "dueño” de su testimo­nio al entrevistador o a la institución. Asi, al realizarse la entrevista es conveniente obtener un “acuerdo de donación” por medio del cual la institución o el investigador particular son los depositarios de los derechos para trabajar con el material y, en su caso, publicarlo. Asimismo, en algunas instituciones existen cláusulas para proteger el testimonio de los entrevistados, por medio de las cuales se puede clausurar total o parcialmente la entrevista durante el tiempo en que él lo solicite.

4 Si se trabaja en una institución, llevar una identificación o carta de presentación, así como los requisitos legales por medio de los cuales se efectuará el “acuerdo de donación” de la información del entrevistado, el cual la firmará previamente.

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rümido o agresivo; si evade ciertas preguntas. Estos primeros minu­tos pueden ser determinantes para el resto de la entrevista, y en ellos el entrevistador puede profundizar en su relación con el entrevistado.

Es fundamental para el buen desarrollo de una entrevista que suija una relación mutua de confianza y respeto entre los dos participantes. Que exista un entendimiento especial entre entrevistado y entrevis­tador para llegar a establecer una verdadera empatia —como afirma Fraser— en la situación de la entrevista. Es decir, el “poder de comprender y entrar imaginativamente en los sentimientos de otra persona”, el tener que trascender los sentimientos del propio entre­vistador y saber “vaciar el yo”5 y olvidarse un poco de sí mismo, para recibir las experiencias y opiniones del entrevistado. En medio de esta relación extraordinaria de comunicación y confianza es como la gente habla más abiertamente de sí misma.

La formulación de las preguntas exige de todo cuidado. Es impor­tante evitar inducirlas o plantearlas de tal manera que ya impliquen una respuesta determinada. Deben ser escuetas y formuladas de un modo que obligue al entrevistado a contestar ampliamente y no con monosílabos. Es recomendable hacerlas lo menos frecuentemente posible al inicio de la historia de vida, yaque los informantes pueden sentir que las preguntas en este momento se entrometen en la forma en que ellos quieren contar su historia. La forma narrativa indica la estructura individual de lo recordado, es decir, lo que al entrevistado le parece más o menos significativo recordar. Es importante no hacer varias preguntas a la vez, y tener siempre en mente aquellas que son consideradas relevantes, procurando cuidar cómo y cuándo hacerlas. Asimismo, hay que tener cuidado de no preguntar algo que ya se contestó, y tener tacto para hacer preguntas difíciles. En este sentido, antes de formular las preguntas delicadas habría que considerar si realmente se necesita esa información y si es tan importante como para poner en peligro el resto de la entrevista; quizá habría que cambiar la pregunta, olvidarse de ella o traerla a cuenta más adelante.Se debe incluso hacer sentir al informante que se entiende lo difícil de tal pregunta, y ante alguna respuesta o información delicada es , aconsejable no mostrar sorpresa o sobresalto, ya que esto quizá j

5 Ronald Fraser, “ La formación de un entrevistador”. Historia y Fuente Oral, Universidad de Barcelona, núm. 3, 1990, Barcelona.

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destruya la empatia establecida. Asimismo, puede ser casi igual de desastrosa una actitud de apatía o frialdad.

El historiador oral debe estar alerta y escuchar con atención. Tener la mente crítica buscando coherencias y confusiones pero a la vez estar desprovisto de aquellas reacciones y respuestas personales que suelen utilizarse con frecuencia en las relaciones cotidianas para destacar la individualidad de uno a expensas del otro.6 Debe evitar emitir juicios, así como entrar en polémica.

Es importante que el entrevistado sienta que se le entiende como un ser humano y no como una máquina de información; finalmente, no hay que olvidar que nos está haciendo un favor al recordar su vida.

Durante la entrevista se pueden presentar momentos sensitivos o de intensidad dramática para el entrevistado. Es indispensable no olvidar el impacto psicológico que puede tener el recuerdo del pasado. De pronto éste se ha removido bruscamente y han salido memorias enterradas que pueden revivir tragedias personales. En este caso, la relación establecida con el entrevistado juega un importante papel para darle muestras de apoyo, de simpatía y comprensión.

Es posible que en esos momentos difíciles el entrevistado se angustíe y tenga problemas para expresarse. Sin embargo, ha llegado a ese momento por estar hablando de su vida y de sus experiencias ante un entrevistador digno de confianza. En ese caso éste no es el elemento receptor, sino un sujeto humano con el que se ha establecido una comunicación profunda. Gracias a ella, quizá se puedan llegar a decir cosas muy importantes.

Por otra parte, el entrevistador debe tratar de separar las digresio­nes y hacer volver al entrevistado al tema de interés, pero nunca con interrupciones. Es igualmente importante que conceda al entrevista­do tiempo suficiente para contestar. “Dejar que el silencio pese en el aire” —como afirma Fraser—, aunque cueste en un principio afron­tarlo en una situación de diálogo.7 Los informantes necesitan sentirse cómodos y decir lo que quieran. Además, hay que darles el tiempo necesario para evaluar sus propias respuestas. Deben sentir que están siendo atendidos y escuchados con verdadero interés.

Durante la entrevista, el entrevistador debe tener la habilidad para “pescar” detalles y nuevos hilos que lo conduzcan a otros puntos, y

6 IbiJ.7 IbiJ.

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poder evaluar cuidadosamente las respuestas para saber si está reci­biendo la información que quiere o tiene que continuar preguntando. Debe estar alerta a los posibles errores de fechas, nombres, etc., y es recomendable que vaya anotando los nombres extranjeros o aquellos que tienen alguna dificultad para ser pronunciados y registrados en la grabación *

Por otra parte, el entrevistador debe evitar tomar el papel de “maestro” , aunque maneje ampliamente algunos aspectos del tema indagado; incluso, en ocasiones la formulación de preguntas inge­nuas puede tener buenos resultados en cuanto a información que el entrevistado de otro modo hubiera dado por sabido y pasado sin mencionar.

Es importante deslindar a lo largo de la entrevista lo que el individuo vivió, leyó o le contaroa Si esto último es muy evidente, es bueno incluso consignarlo en su expediente. Por otro lado, si tiene obra publicada es conveniente haberla leído antes de la entrevista, porque quizá ya no sea interesante que repita aquello que ha escrito. Si tiene documentos relacionados con la investigación puede ser que permita sacarles una copia para anexarlos a su expediente, y si esto no es posible y los documentos son importantes, es conveniente leerlos ante el micrófono.

Por último, es aconsejable no apagar nunca la grabadora una vez iniciada la entrevista, y si el entrevistado quiere rectificar algo, se le explicará que lo puede hacer sin detener la cinta. Sin embargo puede darse el caso en el que no quede otro remedio que suspender la grabación ante la decisión terminante de nuestro narrador, lo cual quedara consignado en su expediente.

La realización de una entrevista es un trabajo muy cansado para ambas partes. Por un lado, al entrevistado se le pide ejercitar su memoria y reflexionar sobre el pasado, lo que muchas veces exige un gran esfuerzo intelectual y emocional. Por el otro, el entrevistador debe estar permanentemente atento a todo; a lo que dice el entrevis­tado, al funcionamiento de la grabadora, al desarrollo de la relación, a las indicaciones de su esquema, a las oportunidades de formular las preguntas, a las anotaciones que debe hacer, en fin, todo un conjunto de procedimientos que exige un esfuerzo redoblado y continuo. Por 8

8 Esto ayudará para la transcripción y la elaboración de indices toponímicos y onomásticos.

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eso es conveniente que una sesión de entrevista no se prolongue demasiado, ya que puede comprometer su rendimiento.

Si bien una vida puede contarse en varias horas, generalmente las entrevistas de historia de vida se alargan durante varias sesiones, hecho que resulta sumamente positivo porque enriquece la calidad de la relación establecida entre ambas partes y, por ende, la calidad de la información y de la construcción del documento como producto de una buena comunicación y confianza.

Es aconsejable en estos casos dejar pasar unos días para que el individuo descanse, lo cual le permitirá “ refrescar” su memoria, reflexionar y complementar su información. Por otra parte es conve­niente no anticiparle las preguntas de la siguiente sesión, con lo que se evita que se predisponga, prepare ideas o se documente, perdiendo así uno de los elementos más valiosos de la historia oral: la esponta­neidad.

Después de cada entrevista el entrevistador debe escucharla con cuidado y anotar las dudas, confusiones o cuestiones que se omitie­ron, para plantearlas en la siguiente sesión.

El entrevistador debe tener presente, por último, que cada entre­vista es un caso único y cada informante es distinto. En ese sentido, deberá orientar a cada caso particular la dinámica y el ritmo de las sesiones, su relación personal, sus preguntas, sus estimulos y sus interpretaciones.

Al finalizar la entrevista es importante que el entrevistador realice un comentario que contenga su propia impresión sobre el proceso mismo de cada sesióa Este comentario se incluye con la transcrip­ción como parte de la historia de la entrevista, lo que le da al documento una tercera dimensión. Éste será tm comentario personal del investigador frente a la experiencia de ser coautor en la construc­ción de un documento histórico.

Los aspectos a tomar en cuenta en este comentario personal son aquellos que no quedaron grabados, pero que el entrevistador pudo ir percibiendo a lo largo de la entrevista.9 Los datos a consignar son: lugar donde se realizó la entrevista, descripción del entorno físico y social (estatus dentro de la comunidad, posición, etc.); número de

9 Hay que recordar que la entrevista puede tener una doble función: al servicio del investigador para su proyecto de investigación pero, a la vez, formará parte de un acervo testimonial, y en este sentido podrán ser consultadas por otros investiga­dores, los cuales recogerán el comentario que les será muy útil.

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sesiones de grabación; estado físico y anímico del entrevistado; actitud durante las diversas sesiones de la entrevista, cambios emo­cionales, ritmo, entusiasmo, coherencia, franqueza y disposición para contestar las preguntas. Condiciones generales: si era un lugar ade­cuado, si había ruidos e interferencias, si hubo intemipcioncs, etc. Percepción de si el entrevistado decía o no la verdad, desvirtuaba los hechos o los olvidaba intencional o inconscientemente y manifesta­ciones emocionales que no pueden transmitirse a la cinta magneto­fónica y que serán de utilidad para otros investigadores.

Ixi transcripción de la entrevista

Uno de los objetivos de transcribir las entrevistas es facilitar su consulta. Sin embargo, en esta etapa del trabajo el transcriptor —que en muchos casos es el propio entrevistador— se enfrenta a varios problemas, ya que se parte de la diferencia entre el lenguaje hablado y el escrito. En este sentido la entonación, el acento, la pronuncia­ción, el ritmo, las pausas, la velocidad del habla y su disminución, son elementos del discurso hablado que difícilmente se pueden plas­mar en un escrito. Sin embargo, por medio de los signos de puntua­ción —que incluso resultan insuficientes— y de algunas anotaciones y referencias dentro del texto, debe tratar de hacerse una transcripción lo más fielmente posible y fácil para su lectura.

La transcripción verbatim, es decir, escribir todo lo que se dijo, por lo menos en cuanto al lenguaje: los titubeos, las falsas entradas, las muletillas, los suspiros, si bien al ser registradas permiten la obtención de una mejor interpretación y análisis del discurso, en muchas ocasiones dificultan enormemente la lectura, por lo que se puede optar, según el criterio del investigador, por la elaboración de una transcripción un tanto más libre que omita estas recurrencias marcadas con frecuentes llamadas entre corchetes o puntos suspen­sivos, lo que, sin afectar el discurso mismo, puede permitir una mayor facilidad de lectura.

Las entrevistas que conforman un acervo institucional general­mente son numeradas y clasificadas según el proyecto específico, y van acompañadas de un resumen temático y un índice onomástico y toponímico, así como el “acuerdo de donación” y el comentario elaborado por el propio entrevistador.

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