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Poemas sobre besos a lo largo de la historia
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LA HOJA POÉTICAFebrero de 2009
Puede darse un beso o re-cibirlo. También se puede pedir, pero hay formas y formas de hacerlo, y de
ellas depende el éxito de la misión
De besos,amores yopiniones
Número IP u b l i c a c i ó n i r r e g u l a r y s i n c r i t e r i o
“Vivamos, mea Lesbia, atque amemus,rumorosque senum saveriorumomnes unius aestimemus assis.”
Andaba el romano Catulo, allá por
el siglo I a. C., enamorado de una tal Clo-dia, a quien en sus poemas dio el nombre
de Lesbia tal vez por disimular lo que era a
todas luces imposible de ocultar. La pasión del poeta debió hacerse tan fuerte que no
pudo evitar componer unos versos que más parecen besos esculpidos en palabras.
Siglos después, en la imperial España
del siglo XVI, un hombre de apellido Cas-tillejo, bromista, irónico y, por qué no,
enamorado de una nueva Clodia, al leer los versos/besos de Catulo no pudo reprimir el
impulso de la traducción. Pero a este caste-
llano rancio no le interesaba ni la presión del tiempo que obligaba a besar al noble
Catulo ni la presión de los chismosos que murmuraban, envidiosos de la felicidad de
la pareja enamorada. No, Castillejo, don
Cristóbal, se quedó tan sólo con la cuenta de los besos, porque nada más allá de ellos
parecían ver sus ojos ni nada más que el ritmo de su cuenta sonaba en sus oídos.
En la Málaga muy moderna y muy
actual de hace cuatro días, como quien dice, Aurora Luque enseñaba a sus alum-
nos a traducir latín con Catulo. Un buen día pensó en lo interesante que hubiera
sido saber la opinión de la amadísima Les-
bia sobre tanto beso. Sin embargo, la nueva Lesbia por ella imaginada no podía ser ya
la romana, sino una mujer de hoy, inde-pendiente y dueña de su capacidad de sen-
tir, de amar y, también, de bromear.
LA HOJA POÉTICA! PÁGINA2
De Catulo a Aurora Luque: un viaje y tres estaciones
Gustav Klimt, El beso (detalle). Besos en París
AURORA LUQUE
A vivir y a gozar, que son dos días
y uno sale nublado, mi Catulo.Pasemos del acoso de chismólogos:
sus ladridos no valen medio euro.
Se enciende cada día el espectáculo.Nuestros focos, en cambio, firman breves
contratos con la luz. Y luego llegael apagón molesto de la muerte.
Dame mil besos, hazme mil caricias,
te haré luego otras mil, y luego ciento,dame un millón de besos, luego otro,
diez mil abrazos, mil noches enteras.Que sean tantos que a los paparazzi
les revienten las cámaras de fotos.
CAYO VALERIO CATULO
Vivamos, querida Lesbia, y amémonos,
y las habladurías de los viejos puritanos
nos importen todas un bledo.Los soles puede salir y ponerse;
nosotros, tan pronto acabe nuestra efímera vida,tendremos que vivir una noche sin fin.
Dame mil besos, después cien,
luego otros mil, luego otros cien,después hasta dos mil, después otra vez cien;
luego, cuando lleguemos a muchos miles,perderemos la cuenta para ignorarla
y para que ningún malvado pueda dañarnos,
cuando se entere del total de nuestros besos.
CRISTÓBAL DE CASTILLEJO
Dame, amor, besos sin cuento,
asida de mis cabellos,
y mil y ciento tras ellos,y tras ellos mil y ciento,
y despuésde muchos millares, tres;
y porque nadie lo sienta,
desbaratemos la cuentay contemos al revés.
PARA SEGUIR LEYENDO
Cayo Valerio Catulo: Poesías. Madrid, Alianza Editorial, 2003.
Cristóbal de Castillejo: Antología poética. Madrid, Cátedra, 2004.
Aurora Luque: Carpe amorem. Antología. Sevilla, Renaci-miento, 2007.
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