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LA IGLESIA ADVENTISTA Y EL SERVICIO MILITAR
“Y oí una gran voz en el cielo, que decía: Ahora ha venido la salvación, el poder y el reino de nuestro Dios
y la autoridad de su Cristo, porque el acusador de nuestros hermanos, el que los acusa delante de nuestro
Dios día y noche, ha sido arrojado”. Apocalipsis 12:10.
Esta cita bíblica inspirada cataloga a Satanás como “el acusador de nuestros hermanos” y enfatiza esta
característica por cuanto vuelve a declarar que este Ángel caído es quien “los acusa delante de nuestro
Dios”, por lo tanto si este rasgo distintivo es enfatizado por dos ocasiones en una misma cita bíblica, es
porque debemos prestarle una atención realmente especial.
La expresión “nuestros hermanos”, es una referencia a todos aquellos que forman parte de la Iglesia
verdadera, y esto nos permite entender que una de las estrategias que utiliza Satanás consiste en acusar
a la Iglesia Militante “día y noche” para desprestigiarla y así evitar que los verdaderos hijos de Dios sean
guiados a la comunión de dicha organización religiosa.
De todas las estrategias que Satanás utiliza para hacer la guerra a la Iglesia Militante, la acusación y la
transmisión de “falsos Informes”, es una de las más eficaces, por cuanto “algunos serán prendidos en
esta trampa” y lo más grave es que quienes crean estos falsos “rumores”, “a su vez los repetirán y
debido a esta sutil estrategia “se formará un vínculo que los ligue con el gran engañador”, y el resultado
final de esta táctica satánica es que “muchas almas serán inclinadas en la dirección errónea”, pues así
está escrito:
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“Satanás espera envolver al pueblo remanente de Dios en la ruina general que está por
sobrevenir a la tierra. A medida que la venida de Cristo se acerque, será más resuelto y decidido
en sus esfuerzos para vencerlo. Se levantarán hombres y mujeres, profesando tener alguna nueva
luz o alguna nueva revelación que tenderá a conmover la fe en los antiguos hitos. Sus doctrinas
no soportarán la prueba de la Palabra de Dios, pero habrá almas que serán engañadas. Harán
circular falsos informes, y algunos serán prendidos en esta trampa. Creerán estos rumores, y a
su vez los repetirán, y así se formará un vínculo que los ligue con el gran engañador. Ese
espíritu no se manifestará siempre desafiando abiertamente los mensajes que Dios envía; pero un
decidido descreimiento se expresa de muchas maneras. Cada declaración falsa alimenta y
fortalece ese descreimiento, y por este medio muchas almas serán inclinadas en la dirección
errónea”.
Una de las acusaciones más comunes, es aquella que afirma que la Iglesia Adventista acepta la
participación en la guerra, y quienes realizan esta acusación, basan su afirmación en varias premisas
erróneas que enumero a continuación:
Que el servicio militar en la modalidad de no combatiente es una negación de la fe.
Que esta modalidad de reclutamiento fue adoptada por la Iglesia Adventista recién en el año de
1914.
Que cuando ocurrió la primera guerra mundial, el 98% de los adventistas de Europa apoyaron o
participaron en dicha guerra.
Todas estas premisas erróneas pueden ser debidamente aclaradas, tanto con evidencias inspiradas como
con evidencias históricas.
LA VERDAD SOBRE EL SERVICIO MILITAR
Cuando hablamos del Servicio Militar, debemos aclarar que por lo general existen dos modalidades
principales:
El Servicio Militar combatiente, el mismo que consiste en enrolarse al ejército y estar dispuesto a
portar armas y a combatir en una guerra real.
El Servicio Militar no combatiente, que consiste en enrolarse al ejército, pero que no implica ni
portar armas, ni combatir en la guerra, es decir esta modalidad libera a la persona de la
obligación de participar en combate y se le asigna servicios no combatientes, como trabajo en
hospitales y otras funciones que no requieran el uso de armas en combate. A quienes adoptan
este tipo de servicio militar se les denomina “objetores de conciencia”.
Con relación al Servicio Militar combatiente, no existe discusión y no cabe ninguna duda de que esta
forma de servicio no es recomendable, por cuanto al participar y combatir en una guerra existe la
posibilidad real de violar la Ley de Dios. Con relación al hecho de enrolarse el ejército para portar armas
y participar en combate, el Espíritu de Profecía declara lo siguiente:
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“Se me mostró que el pueblo de Dios, que es su tesoro peculiar, no puede comprometerse en esta
guerra desconcertante porque se opone a todos los principios de su fe. En el ejército no podrían
obedecer la verdad y al mismo tiempo obedecer los requerimientos oficiales. Se produciría
continuamente una violación de la conciencia. Los hombres mundanos están gobernados por
principios mundanos. No pueden apreciar principios de otra índole. La política mundana y la
opinión pública abarcan el principio de acción que lo gobierna y lo induce a practicar el bien en
forma convencional”. Testimonios para la Iglesia, Tomo 1, página 322.
EL SERVICIO MILITAR NO COMBATIENTE NO CONSTITUYE UNA NEGACIÓN DE LA FE
El Servicio Militar no combatiente, consiste en enrolarse al ejército, pero esta modalidad no implica ni
portar armas, ni combatir en la guerra, es decir libera a la persona de la obligación de participar en
combate y se le asigna servicios no combatientes, como trabajo en hospitales y otras funciones que no
requieran el uso de armas en combate. A quienes adoptan este tipo de servicio militar se les denomina
“objetores de conciencia”.
Como esta modalidad de reclutamiento, sí permite la observancia del sábado y exime de la obligación de
combatir en la guerra, el Espíritu de Profecía claramente la aprueba y más bien rechaza la actitud de
quienes se oponen a esta forma de enrolamiento. Y esto lo podemos evidenciar, porque la misma Sierva
del Señor declara que no es correcto ni prudente tomar una posición “decididamente en contra de la
obediencia a la conscripción”, por cuanto quienes toman esta posición “no comprenden el tema del que
están hablando”, y también declara de que dicha posición es una evidencia de “presunción fanática”,
pues así está escrito:
“Algunos han estado a la expectativa, listos para criticar y quejarse ante cualquier sugerencia que se haga. Pero pocos han tenido sabiduría en estos tiempos difíciles para pensar sin prejuicio y decir claramente lo que se debía hacer. Vi que los que habían estado dispuestos a hablar en forma tan decidida oponiéndose a obedecer a la conscripción, no comprenden el tema del que están hablando. Si en realidad los reclutaran para el ejército, y si ellos rehusaran obedecer, y fueran amenazados con encarcelamiento, tortura o muerte, entonces se acobardarían y descubrirían que no se habían preparado para tal emergencia. No podrían soportar la prueba de su fe. Lo que pensaban que era fe, era tan sólo presunción fanática”. Testimonios para la Iglesia Tomo 1, página 319, 378, (1863).
Esta cita no expresa únicamente el punto de vista personal de la mensajera del Señor, al contrario, el
hecho de que en esta cita, se mencione la palabra “vi”, demuestra que esta cita es una clara y directa
revelación inspirada y por lo tanto presenta la verdadera posición y el pensamiento de Dios sobre el
tema del servicio militar no combatiente.
Tal y como lo demuestra la evidencia presentada, no es correcto ni inspirado tomar una posición de
rechazo al servicio militar no combatiente. Es más, en la Review and Herald se declaró que cuando los
miembros de iglesia, tienen la posibilidad de ser asignado a funciones no combatientes, pero a pesar de
ello, deciden tomar una posición de total resistencia hacia el enrolamiento, en realidad están “yendo
demasiado lejos” por cuanto esta posición podría provocar una posibilidad de muerte, que al ser
innecesaria, se constituiría en “un suicidio”, pues así está escrito:
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“Pensamos que si alguien se propusiera resistir hasta que, en la administración de la ley militar,
fuera fusilado, estaría yendo demasiado lejos al tomar sobre sí la responsabilidad de un
suicidio”. The Review and Herald, 12 de agosto de 1862.
Por lo tanto no se puede considerar o catalogar como mártires a quienes teniendo la posibilidad de ser
asignados a funciones no combatientes, prefieren innecesariamente morir, por cuanto quienes cometen
este error, en realidad están cometiendo “un suicidio”.
El Espíritu de Profecía constantemente reitera que aquellos que consideran que “no pueden
comprometerse a conciencia en [la] guerra”, “son los que tienen menos que decir”, y también declara
que ellos “no harían alardes” sobre su posición de rechazo a toda forma de reclutamiento; lo cual nos
demuestra que hacer alarde sobre esta posición y juzgar a otros porque no aceptan esta posición, no es
una posición inspirada, pues así está escrito:
“Los que están mejor preparados para sacrificar aun la vida, si fuere necesario, antes que colocarse en una situación en la que no pudieran obedecer a Dios, son los que tienen menos que decir. Estos no harían alardes. Sentirían profundamente y meditarían mucho, y sus fervientes oraciones ascenderían al cielo en busca de sabiduría para obrar y gracia para soportar. Los que piensan que en el temor de Dios no pueden comprometerse a conciencia en esta guerra, manifestarían mucha calma, y cuando se les preguntara declararían simplemente lo que están obligados a decir a fin de satisfacer al que interroga, y luego darían a entender que no simpatizan con la rebelión”. Testimonios para la Iglesia Tomo 1, página 319, 378, (1863).
Para confirmar el hecho de que Dios siempre manifestó aprobación al servicio militar en la modalidad de
no combatiente; 23 años después, es decir en el año de 1886; la misma Sierva del Señor nuevamente
declaró que “el Señor [le] ha mostrado” que este tipo de “reclutamiento” es un recurso correcto que el
pueblo de Dios puede utilizar, y que dicho recurso en ningún sentido constituye “una negación de
nuestra fe”, pues así está escrito:
“Ud. pregunta acerca de la conducta que debería seguirse para asegurar el derecho que tiene
nuestro pueblo de adorar de acuerdo con los dictados de su propia conciencia. Durante un tiempo
he estado muy preocupada por saber si esto constituiría una negación de nuestra fe y una
evidencia de que nuestra confianza no estaba plenamente asentada en Dios. Pero he recordado
muchas cosas que el Señor me ha mostrado en el pasado concernientes a asuntos de un carácter
similar, tales como el reclutamiento y otras cosas. Puedo hablar en el temor de Dios y decir que
es correcto que utilicemos todos los recursos que podamos para apartar la presión que se está
ejerciendo sobre nuestro pueblo. —Carta 55, 1886. Mensajes Selectos, Tomo 2, página 386.
Y en la última parte de esta cita, la Sierva del Señor declara “en el temor de Dios”, que “es correcto que
utilicemos todos los recursos que podamos para apartar la presión que se está ejerciendo sobre nuestro
pueblo” y de esta manera, la cita deja en claro que el “reclutamiento” es un recurso correcto porque no
constituye en ningún sentido “una negación de la fe”.
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En el Espíritu de Profecía no solo encontramos evidencias inspiradas que demuestran que el servicio
militar no combatiente es claramente permitido en tiempos de guerra; también encontramos evidencias
de que el servicio militar no combatiente es permitido aún en tiempos de paz, es decir, aun cuando no
está ocurriendo una guerra real, tal y como lo demuestran la siguiente cita inspirada:
“Acabamos de despedir a tres de nuestros hombres responsables que trabajaban en la oficina,
quienes recibieron orden del gobierno de ingresar durante tres semanas en el servicio militar.
En la casa editora pasábamos por una importantísima etapa en nuestro trabajo, pero los
requerimientos del gobierno no se acomodan a nuestras conveniencias. Exigen que los jóvenes a
quienes han aceptado como soldados no descuiden los ejercicios ni la preparación esencial
para los soldados. Nos alegró ver que esos hombres con sus uniformes militares habían
recibido condecoraciones por su fidelidad en su trabajo. Eran jóvenes dignos de confianza”. “No
fueron por elección propia, sino porque las leyes de su nación así lo requerían. Los animamos a
ser fieles soldados de cristo. Nuestras oraciones acompañarán a esos jóvenes, para que los
ángeles de Dios vayan con ellos y los protejan de toda tentación”. Mensajes Selectos, Tomo 2,
página 386; 2 de septiembre de 1886.
Según lo describe esta cita, en el año de 1886, tres miembros de la Iglesia Adventista ingresaron al
“servicio militar”, en donde iban a recibir entrenamiento militar, por cuanto el propósito de dicho
servicio era que “no descuiden los ejercicios ni la preparación esencial para los soldados”. Sin embargo
esta situación no fue considerado por la Iglesia como una violación a los principios de fe, por cuanto la
Sierva del Señor declaró que “nos alegró ver que esos hombres con sus uniformes militares habían
recibido condecoraciones por su fidelidad en su trabajo” y así reconoció que en dicha situación sí se
puede ser fiel, por cuanto ella los animó “a ser fieles soldados de cristo”.
LA POSICIÓN DE “NO COMBATIENTES” FUE ADOPTADA POR LA IGLESIA ADVENTISTA EN 1864
Un dato histórico clave sobre este tema, y que no es mencionado por quienes se oponen al
reclutamiento en la modalidad de no combatiente, es el hecho de que en julio de 1864, fue revocada la
cláusula que permitía canjear el reclutamiento con el pago de 300 dólares, y a partir de dicha fecha, el
gobierno norteamericano estableció que únicamente aquellas organizaciones que legalmente hayan sido
reconocidas con el estatus de no combatientes, podrían seguir canjeando el reclutamiento por el pago
de los 300 dólares, pues así lo demuestra la siguiente cita histórica:
“Pero la ley fue enmendada el 4 de julio de 1864; se revocó la provisión que permitía canjear el
reclutamiento por $300… esto significaba que la provisión del canje de $300 ahora se aplicaba
sólo a aquellos que estaban oficialmente reconocidos como no combatientes. Hasta ese
momento los adventistas, aunque firmemente convencidos de esa creencia, no habían declarado
públicamente este hecho, ni su posición estaba reconocida oficialmente. La iglesia tenía que
actuar rápidamente para obtener estatus oficial de no combatiente. Los dirigentes de la iglesia,
trabajando a través de los canales apropiados, dieron pasos inmediatos para lograr esto. El
primer paso fue obtener el respaldo del gobernador de Michigan, Austin Blair. Por lo tanto, el 3
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de agosto de 1864 tres hombres del comité de la Asociación General le llevaron una
comunicación…”. Elena de White, Mujer de Visión, página 94.
Un aspecto crucial de esta denominada posición de no combatiente, es que en dicha posición se incluía
“la posibilidad de ser asignados a servicios no combatientes”, es decir a servicios en hospitales y otras
funciones que no implicaban ni portar armas ni participar en combate. Y si la Iglesia Adventista en 1864,
no solo que aceptó, sino que también tomó las medidas legales para ser reconocidos con esta posición,
es porque este hecho demuestra que la Iglesia Adventista de aquel entonces, comprendía claramente
que el hecho de ser enrolado al ejército para cumplir con funciones no combatientes, no constituye en
ningún sentido una forma de violación a los principios bíblicos.
Por tal motivo, la Iglesia Adventista tomó todas las medidas legales para obtener el estatus oficial de no
combatiente, lo cual tuvo “éxito” y esto permitió que aquellos jóvenes adventistas que fueron enrolados
al ejército “se les asigne trabajo de hospital u otro servicio como no combatientes”, como
efectivamente sucedió con varios adventistas, pues así lo demuestra esta cita:
“En julio de 1864, la ley de conscripción nacional fue enmendada para revocar la cláusula que
permitía la exención a cambio de un pago de 300 dólares. Inmediatamente se dieron los pasos
necesarios para obtener en favor de los jóvenes adventistas del séptimo día los privilegios
concedidos a los miembros de denominaciones religiosas que por motivos de conciencia se
oponían a portar armas, es decir, la posibilidad de ser asignados a servicios no combatientes en
hospitales o en el cuidado de los esclavos libertados. Antes que se tuviera que afrontar una crisis
seria, esos esfuerzos tuvieron éxito. En unos pocos casos, algunos jóvenes adventistas fueron
enrolados en el ejército y se les asignó trabajo de hospital u otro servicio como no
combatientes. Cualquiera que fuera su asignación, se esforzaron por hacer brillar su luz”.
Testimonios para la Iglesia Tomo 1, página 622.
Tal y como lo describe esta cita “algunos jóvenes adventistas fueron enrolados en el ejército y se les
asignó trabajo de hospital u otro servicio como no combatientes” y sin embargo este enrolamiento al
ejército como no combatiente, no fue considerado una apostasía ni una negación de la fe, al contrario, el
texto termina diciendo de que dichos jóvenes “se esforzaron por hacer brillar su luz”, por lo tanto, es
evidente de que esta modalidad de enrolamiento, está claramente permitido por la inspiración y no
constituye una violación a los principios bíblicos.
LA DECLARACIÓN DE PRINCIPIOS
La misma declaración de principios elaborada por el Comité Ejecutivo de la Asociación General, el 2 de
agosto de 1864 y que fue entregada al Gobernador de Michigan, Austin Blair el 3 de agosto de 1864,
demuestra que la Iglesia no estaba en contra de servir en hospitales o en cualquier otra función no
combatiente, y esto lo podemos evidenciar, cuando leemos dicha declaración y comprobamos que no se
hace una mención directa al servicio en hospitales y similares.
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De lo que sí estaban en contra era del servicio militar que incluía el portar armas y participar en
combate, y esto es evidente porque en dicha declaración se especifica por 4 veces que la Iglesia
está en contra de la “la portación de armas” y así lo demuestra el énfasis realizado en dicha
declaración de principios que copio a continuación:
Nosotros los infrascritos, el Comité Ejecutivo de la Asociación General de los Adventistas del Séptimo Día, rogamos respetuosamente autorización para presentar a su consideración las siguientes declaraciones: La denominación de cristianos que se llaman a sí mismos Adventistas del Séptimo Día, tomando la Biblia como su regla de fe y práctica, unánimemente sostienen que sus enseñanzas son contrarias al espíritu y práctica de la guerra; por lo tanto, siempre se han opuesto por razones de conciencia a la portación de armas. Si existe alguna parte de la Biblia que nosotros como pueblo podamos señalar como nuestro credo más que cualquier otra, es la ley de los Diez Mandamientos, la cual consideramos como la suprema ley, y de la cual cada precepto tomamos en su significado más claro y literal. El cuarto de estos mandamientos exige el cese de trabajo en el séptimo día de la semana, el sexto prohíbe quitar la vida, ninguno de los cuales, según nuestro punto de vista, se podría observar haciendo el servicio militar [combatiente]. Nuestra práctica ha sido consecuente de manera uniforme con estos principios. Por lo tanto, nuestro pueblo no se ha sentido en libertad para alistarse en el servicio. En ninguna de nuestras publicaciones de la iglesia hemos defendido o animado la práctica de portar armas; y cuando hemos sido sorteados para el servicio militar [combatiente], en lugar de violar nuestros principios, hemos preferido pagar y ayudarnos unos a otros en el pago de los 300 dólares, dinero de exención. Y mientras esa provisión permaneció de aplicación universal, no consideramos necesario hacer una expresión pública de nuestros sentimientos sobre este particular. Diremos además que los Adventistas del Séptimo Día somos rígidamente antiesclavistas, leales al gobierno, y en armonía con ello estamos en contra de la rebelión. Pero no habiendo tenido una larga existencia como un pueblo diferente, y considerando que nuestra organización se ha completado apenas recientemente, nuestros sentimientos no son todavía extensamente conocidos. El cambio en la ley hace necesario que asumamos una posición más pública en la cuestión. Por esta razón depositamos ahora ante Su Excelencia los sentimientos de los Adventistas del Séptimo Día, como un cuerpo, en relación con la portación de armas, confiando que usted no vacilará en respaldar nuestro pedido de que como pueblo, nos colocamos bajo el alcance de la última ley del Congreso concerniente a aquellos que se oponen por razones de conciencia a la portación de armas, y tienen derecho a los beneficios de dichas leyes. John Byington J. N. Loughborough George W. Amadon Battle Creek, Mich, Agosto 2, 1864.
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Fuentes: - Seventh-day Adventists in Time of War, página 58. - Curso de Reforma y Reavivamiento, página 25. - Elena de White, Mujer de Visión, página 95.
Imagen de la Declaración de Principios original
Tal y como lo demuestra esta declaración de principios, en ninguna parte de este documento se afirma
de que la Iglesia Adventista estaba en contra del servicio en hospitales u otras funciones no
combatientes, únicamente se declara que se opone al servicio militar cuando éste incluye la portación de
armas y la participación en combate.
Incluso la misma respuesta que entregó el Gobernador de Michigan a esta declaración de principios,
demuestra que no se estaba en oposición al servicio en hospitales u otras funciones no combatientes, de
lo único que se oponían nuestros pioneros era al hecho de “portar armas, o a participar en la
guerra”, pues así lo demuestra dicha respuesta que copio a continuación:
Estoy satisfecho de que la declaración antedicha de principios y prácticas de los
Adventistas del Séptimo Día es correcta, y que ellos tienen derecho a todas las
inmunidades garantizadas por la ley a aquellos que se oponen por razones de conciencia
a portar armas, o a participar en la guerra.
Austin Blair
Gobernador de Michigan
Fechado, 3 de agosto, 1864
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Fuentes: - Seventh-day Adventists and Civil Government, página 10. - Curso de Reforma y Reavivamiento, página 25. - Elena de White, Mujer de Visión, página 95.
Otro aspecto también determinante se encuentra al final de esta misma declaración de principios, por
cuanto el Comité Ejecutivo de la Asociación General textualmente declaró lo siguiente:
“… Nos colocamos bajo el alcance de la última ley del Congreso concerniente a aquellos
que se oponen por razones de conciencia a la portación de armas, y tienen derecho a los
beneficios de dichas leyes.”
¿Y qué significaba literalmente el hecho de colocarse bajo el alcance de esta última ley? Significaba
aceptar no solo la posibilidad de pagar los 300 dólares para ser eximido, también significaba aceptar la
posibilidad de cumplir con funciones no combatientes, como servir en hospitales y cuidar a los libertos,
así lo demuestra la siguiente cita de la Review and Herald del 13 de septiembre de 1864 y que también
es citado en el Curso de Reforma y Reavivamiento en la página 25:
“Los miembros de denominaciones religiosas que han salido sorteados para el servicio militar, y
que establezcan ante la Junta de Conscripción el hecho de que por razones de conciencia se
oponen al porte de armas, y que sus reglas y principios de fe así se los prohíben, y cuya conducta
haya sido consecuente con su profesión, serán asignados a cumplir sus deberes en los
hospitales, o a cuidar los libertos, o serán exceptuados pagando 300 dólares a tales personas
que la Secretaría de Guerra designe.” -Review and Herald, 13 de septiembre de 1864.
Si nuestros pioneros hubieran considera al servicio militar no combatiente, como incompatible a nuestra
fe, entonces ellos nunca hubieran aceptado colocarse bajo el alcance de una ley que establecía
claramente que el servicio en hospitales y el cuidado de los libertos era una posibilidad legal y real para
quienes asumían el estatus de no combatientes.
LA VERDAD SOBRE EL PAGO DE LOS 300 DÓLARES
Otro aspecto determinante y que no es mencionado por quienes rechazan el Servicio Militar no
combatiente, es el hecho de que el pago de los 300 dólares que servía para ser eximido del
Reclutamiento, debía ser entregado a quien “la secretaría de guerra designara”, “para ser aplicado en
beneficio de los soldados enfermos y heridos”. Es decir, este dinero era destinado para la atención de
soldados enfermos y heridos que se iban presentando como consecuencia de la guerra.
Y aquellos que eran reclutados bajo la modalidad de no combatientes, cumplían con el mismo propósito
que tenía el pago de los 300 dólares, por cuanto ellos eran asignados a funciones no combatientes como
el servicio en hospitales, en donde prioritariamente se atendía a “los soldados enfermos y heridos”. Es
decir, tanto la opción del pago de los 300 dólares, como también la opción de ser asignado al servicio en
hospitales, tenían el mismo objetivo de atender a los soldados enfermos y heridos que la guerra iba
generando.
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Si en realidad se cometiera una negación de la fe cuando se acepta el ser designado a funciones no
combatientes, como el servir en hospitales, entonces de la misma manera, el haber pagado los 300
dólares también se constituiría en una negación de la fe, por cuanto ambas opciones tenían el mismo
objetivo de ser aplicadas “en beneficio de los soldados enfermos y heridos”, pues así lo declara la misma
Acta del Congreso que promulgó dicha ley, tal y como lo demuestra la siguiente cita:
Por lo tanto si no se puede considerar una negación de la fe, el haber pagado 300 dólares para ser utilizados en “en beneficio de los soldados enfermos y heridos”, entonces tampoco podemos catalogar como una negación de la fe, el hecho de ser asignado a servir en hospitales, por cuanto esta asignación también cumplía con el mismo propósito de atender a “los soldados enfermos y heridos”. Desde 1864, la posición oficial de la Iglesia Adventista ha sido la de no combatientes, esta posición no
fue cambiada ni alterada en 1914, al contrario, dicha posición fue ratificada en 1972, tal y como lo
demuestra la siguiente cita de la Revista Adventista:
La postura oficial de la iglesia fue reafirmada en la década de 1950, y una vez más según voto tomado en el Concilio Anual de la Asociación General en 1972. En parte, ese voto expresa: «El cristianismo auténtico se manifiesta en una buena ciudadanía y en lealtad al gobierno civil. El estallido de la guerra entre los seres humanos de ninguna manera altera la lealtad y responsabilidad cristianas supremas hacia Dios, ni modifica la obligación de practicar sus creencias y poner a Dios en primer lugar. Esta sociedad con Dios por medio de Jesucristo, quien vino a este mundo no a destruir las vidas de los hombres sino para salvarlos, lleva a los adventistas a defender la postura de no combatientes». Revista Adventista, Septiembre 2014, página 23.
A pesar de los prejuicios levantados en contra de la Iglesia Adventista por su posición oficial de no combatientes, dicha posición no constituye ninguna negación de la fe, al contrario, esta posición también se ha constituido en una dura prueba de fe para la Iglesia, y precisamente durante la primera guerra mundial, específicamente en 1916, varios jóvenes adventistas fueron perseguidos y llegaron a ser mártires por mantenerse fieles a la posición de no combatientes, así lo demuestran las siguientes citas:
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“Imagínese a usted mismo con 16 años de edad en 1914. Usted es uno de los 2.500 Adventistas del Séptimo Día en el Reino Unido. Por 1916 se habrá convertido en uno de los 130 jóvenes adventistas reclutados en el ejército. Como objetor de conciencia, una persona incomprendida durante la primera guerra mundial, podrá pasar el resto de la guerra en prisión, sentenciado a trabajos forzados en las prisiones de Dartmoor, Knutsford o Wakefield. La observancia del sábado será un problema. También lo serán las blasfemias y los valores morales en general. Su elección de guardar el sábado probablemente acabará en una paliza, o en trabajos degradantes tales como limpiar las letrinas sin ningún tipo de material”. “16 jóvenes del área de Stanborough Park lo pasaron incluso peor aún. En un documental que será publicado por el Centro Adventista Multimedia en el Reino Unido, se cuenta la historia de su reclutamiento en la 3ª compañía de cuerpos no combatientes en Bedford Barracks el 23 de Mayo de 1916, su rechazo a portar armas en el barco rumbo a Francia, y su juicio marcial posterior así como el terrible trato recibido en la prisión militar Nº 3 en Le Harve. Dos de ellos murieron a causa de sus heridas”. Revista Adventista, Septiembre 2014, página 15, columna 2, párrafo 2 y 3.
Otro ejemplo más actual es el caso del hermano adventista Joel David Klimkewicz, quien fue condenado a 7 meses de prisión precisamente por tomar la posición de no combatiente, tal y como lo podemos confirmar en la siguiente página web oficial de la Iglesia Adventista: http://news.adventist.org/es/todas-las-noticias/noticias/go/2004-12-15/estados-unidos-adventistas-no-combatiente-condenado-a-prision-por-el-cuerpo-de-marines-de-eeuu/
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¿Por qué razón no se excluye a los miembros que deciden adoptar el Servicio Militar con porte de
armas?
Porque no existe evidencia inspirada que estipule que se debe excluir a quienes toman esta decisión
incorrecta. La Biblia únicamente aprueba y requiere la aplicación de la disciplina eclesiástica, solo
después de que se haya comprobado la existencia de una directa y evidente violación de la Ley de Dios.
Es decir, un miembro de Iglesia que decidió ser combatiente, solo podrá ser destraternizado si se
comprueba que cometió ya sea asesinato o violación del sábado; si no se puede demostrar que se dio tal
cosa, entonces la Biblia no aprueba la exclusión en este caso.
En relación con aquellos miembros de Iglesia que “no están convertidos” y que “yerran” al tomar una
posición incorrecta como el de portar armas, el Espíritu de Profecía declara categóricamente que
“ninguna resolución espasmódica, celosa y apresurada ha de ser tomada por los miembros de la iglesia
para separar de la misma a los que ellos consideran defectuosos de carácter”, y la cita también declara
que “la cizaña aparecerá en medio del trigo”, pero finalmente recomienda dejarla por cuanto “haría
más daño arrancarla”, pues así está escrito:
“La iglesia de Cristo en la tierra será imperfecta, pero Dios no destruye a su iglesia a causa de
su imperfección. Ha habido y habrá personas llenas de celo no conforme a ciencia, que querrán
purificar la iglesia y desarraigar la cizaña de en medio del trigo. Pero Cristo nos ha dado luz
especial sobre la manera de tratar a los que yerran y a aquellos que en la iglesia no están
convertidos. Ninguna resolución espasmódica, celosa y apresurada ha de ser tomada por los
miembros de la iglesia para separar de la misma a los que ellos consideran defectuosos de
carácter. La cizaña aparecerá en medio del trigo; pero haría más daño arrancarla que dejarla.
Mientras el Señor trae a la iglesia a aquellos que están verdaderamente convertidos, Satanás al
mismo tiempo, trae a ella a personas que no están convertidas. Mientras Cristo siembra la buena
simiente, Satanás siembra la cizaña. Hay dos influencias opositoras que se ejercen continuamente
sobre los miembros de la iglesia. Una influencia trabaja para la purificación de la iglesia, y la otra
para la corrupción del pueblo de Dios.”. Testimonios para los Ministros, página 46.
Las directrices que da esta esta cita inspirada son claras, no hemos de excluir inmediatamente a quienes
yerran y tampoco a quienes no están verdaderamente convertidos, al contrario, el Espíritu de Profecía
señala que es preferible errar “por el lado de la misericordia y no por el lado de la condenación y el
trato duro”, pues así está escrito:
"Oh, cuánto anhelo que Cristo venga, cuánto anhelo que arregle todas las cosas. Ahora me estoy
convenciendo de haber cometido un error al especificar algunos males que existen en mis
hermanos. Muchos están constituidos de tal manera que tomarán estos errores y tratarán tan
severamente a quien los cometió, que no tendrá valor ni esperanza de corregirse, y el mal trato
de la persona arruinará un alma. Ellos, sabiendo las cosas que yo sé, tratan al que yerra de una
manera muy diferente a como yo lo haría. De aquí en adelante debo ser más precavida. No
encomendaré a mis hermanos la relación con las almas, si Dios me perdona el asunto en que he
errado. Suplico a todos que miren mucho más allá de mí, más allá de las opiniones de hombres
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finitos y dados a errar, y miren a Jesús. Luche con Dios, hable mucho menos con diferentes
personas y ore más... Me gustaría que tuviéramos mucho más del Espíritu de Cristo y muchísimo
menos de las opiniones humanas. Si erramos, que sea por el lado de la misericordia y no por el
lado de la condenación y el trato duro". Carta 16-1887; Manuscript Realeases No. 449, páginas
28-30.
UN MENSAJE DE SEGURIDAD Y CONFIANZA
Tal y como ya se lo ha expuesto, la afirmación de que la Iglesia Adventista acepta o fomenta la guerra, es
una acusación que se basa únicamente en premisas falsas y como Dios sabía que su Iglesia iba a recibir
esta clase de acusaciones, él envía un mensaje de seguridad y confianza a los adventistas de todo el
mundo, para que estén seguros de que la Iglesia Adventista continuará siendo el único y último pueblo
de Dios hasta el fin del tiempo, pues así está escrito:
"Se me ha instruido que diga a los adventistas de todo el mundo que Dios nos ha llamado como
un pueblo que ha de constituir un tesoro especial para él. Él ha dispuesto que su iglesia en la
tierra permanezca perfectamente unida en el Espíritu y el consejo del Señor de los ejércitos
hasta el fin del tiempo". Mensajes Selectos, Tomo 2, página 458, Eventos de los Últimos Días
página 56, (1908).
“No hay necesidad de dudar ni de temer que la obra no tenga éxito. Dios encabeza la obra y él
pondrá en orden todas las cosas. Si hay que realizar ajustes en la plana directiva de la obra, Dios
se ocupará de eso y enderezará todo lo que esté torcido. Tengamos fe en que Dios conducirá
con seguridad hasta el puerto el noble barco que lleva al pueblo de Dios. - Mensajes Selectos,
Tomo 2, página 449 (1892).
Autor: Pablo Muñoz, Ecuador, 2016.
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Saludos cordiales.
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