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Lecturas de la Semana de Or ación La Iglesia, su Fundamento y su Sagrada Misión Viernes 3 - sábado 11 de diciembre de 2010

La iglesia su fundamento y su sagrada misión

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Lecturas de la semana de oración viernes 3 - sábado 11, Diciembre de 2010

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Lecturasde laSemana de OraciónLa Iglesia, su Fundamentoy su Sagrada Misión

Viernes 3 - sábado 11 de diciembre de 2010

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Lecturas de la Semana de Oración2

Un día, después de preguntar a los discí-pulos quién creía la gente que Él era y al oír la confusión que existía en sus mentes, Jesús preguntó directamente a sus discípulos: “Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?” Una res-puesta fue: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.” Esta confesión reconoció a Jesús como el Mesías y el Hijo de Dios, sin la hipóte-sis y suposiciones de otros individuos. Ésta no fue la conclusión del razonamiento humano. Al discípulo que lo reconoció de este modo, Jesús le dijo: “… no te lo reveló carne y sangre, sino mi Padre que está en los cielos” Mateo 16:15-17. Fue en este momento que Jesús comenzó a hablar a sus discípulos sobre la iglesia y su desarrollo, y sus palabras tuvieron gran peso a lo largo de toda la historia. Con referencia a sí mismo, dijo: “… sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no preva-lecerán contra ella” (Mateo 16:18). Jesús iba a construir su iglesia sobre la roca que era Él mismo, y daría tal naturaleza a la iglesia de modo que en las épocas subsiguientes ni siquiera las puertas del Hades podrían pre-valecer contra ella. Esto era también una profecía que indicaba que el futuro pondría a prueba y zarandearía la iglesia a fondo. El odio, la prohibición, la persecución, la dis-persión, la herejía, y tentaciones de toda índole han probado a la iglesia y la han puesto en peligro de apostatar. Todo esto se ha dado a través de los siglos, y aunque muchos de los seguidores de Cristo se de-bilitaron, negaron la verdad, cayeron en la apostasía y hasta se volvieron sus peores enemigos, hoy los fieles seguidores perma-necen y testifican sobre la verdad y sobre el mensaje que el Señor ha confiado a su pue-blo para el mundo.

Han surgido muchos movimientos y or-ganizaciones, “todo viento de doctrina” ha soplado por el mundo “por estratagema de hombres” (Efesios 4:14), y muchas de ellas muy confusas. Influenciados por las teorías humanas, algunos han perdido su confianza en las Sagradas Escrituras; otros declaran que no hay verdad absoluta y todo es relati-vo y humano; mientras que otros dicen que no hay verdadera iglesia visible, de modo que eligen permanecer sin conectarse con niguna organización y se consideran a sí mis-mos “cristianos interdenominacionales.” Sin embargo, la profecía de Jesús no falla: “…las puertas del Hades no prevalecerán contra ella.” El poder del maligno no puede destruir la iglesia. “Desde el principio,” afirma el Espí-ritu de Profecía, “las almas fieles han consti-tuido la iglesia en la tierra. En todo tiempo el Señor ha tenido sus atalayas, que han dado un testimonio fiel a la generación en la cual vivieron. Estos centinelas daban el mensaje de amonestación; y cuando eran llamados a deponer su armadura, otros continuaban la labor. Dios ligó consigo a estos testigos mediante un pacto, uniendo a la iglesia de la

Introducciónolvidemos que todo nos ha sido dado por la mano amorosa de Dios. Hagámos esfuer-zos especiales en el año venidero para ser fieles y activos, y para estar atentos al pro-greso de la iglesia de Dios. Seamos también mensajeros y luces al mundo, donde sea que el Señor nos haya colocado, y hagamos uso de cada oportunidad que nos conceda en este nuevo año de vida. Si somos segui-dores dedicados, fieles mayordomos y acti-vos portadores de la luz, seremos una gran bendición para el cielo, para la iglesia, para los que nos rodean y para nosotros mismos. Es a tales siervos que el Señor pronto ex-tenderá su bienvenida: “Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo” (Mateo 25:34). Que el Señor conceda a cada cual ser uno de ellos.

Contenido:

1. LA IGLESIA, EL OBJETO MÁS PRECIOSO PARA DIOS Ellen G. White

2. LOS PODERES TERRENALES, NO PUEDEN DERRIBAR LA IGLESIA DE DIOS Parmenas N. Shirima, Tanzania

3. TESTIGOS VIVOS EN EL MUNDO Pablo M. Hunger

4. PROPAGANDO LUZ EN MEDIO DE LAS TINIEBLAS Joel N. Barnedo, EE.UU.

5. JESÚS, LA PIEDRA DE ÁNGULO Alfonso Reto, Perú

6. LA IGLESIA MILITANTE Dai Ch. Kang, Corea del Sur

7. LA IGLESIA TRIUNFANTE Idel Suárez, Jr., EE.UU.

Publicadas por la Asociación General Sociedad Misionera Internacional Iglesia Adventista del Séptimo Día

“Movimiento de Reforma”625 West Avenue, Cedartown, GA 30125

Tel: (1) 770 748 0077 - Fax: (1) 770 748 0095eMail: [email protected] / Internet: www.ims1914.org

tierra con la iglesia del cielo. Él ha enviado a sus ángeles para ministrar a su iglesia, y las puertas del infierno no han podido prevale-cer contra su pueblo” (H.Ap. pág. 11).

Hoy, después de siglos de conflictos espi-rituales, experiencias de todo tipo, progreso y desventuras, la iglesia aún existe con su identidad y misión divinas. “El resto de la des-cendencia de ella, los que guardan los man-damientos de Dios y tienen el testimonio de Jesucristo” (Apocalipsis 12:17). De sus adhe-rentes que continúan predicando el mensaje de salvación, se dice: “Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un mon-te no se puede esconder” (Mateo 5:14). Son privilegiados por formar parte de una institu-ción indestructible y santa y al mismo tiempo estar encargados de la misión más noble: “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautiza-do, será salvo...” Marcos 16:15, 16.

Las lecturas para la Semana de Oración presentan el maravilloso tema de la iglesia, su fundamento y su sagrada misión. Dios ha hecho de ti un precioso instrumento en sus manos para propagar luz y esperanza en este mundo de tinieblas y confusión. Déjate usar por Él. El Señor nos ha dado otro año de vida, otra posibilidad de recibir más conocimiento y de dar testimonio a otros con tiempos, otro año de gracia. ¿Estás agradecido por todas sus bendiciones? Tenemos otro año por de-lante, ¿cómo planeas usar las oportunidades que el Señor te dé en el año entrante? Leámos estos artículos con el ferviente deseo de que el Espíritu Santo hable a nuestros corazones y a nuestras mentes. Reunámonos en cada encuentro durante esta semana especial con hambre y sed de justicia, con el profundo de-seo de ser llenos del Espíritu Santo para ser conscientes de los privilegios y de la sagrada misión que tenemos. Queridos hermanos, hermanas, jóvenes y amigos de la verdad, asistid a cada reunión y buscad la comunión con todos los que sirven al Señor e imploran sus bendiciones. Tomáos tiempo para visitar a los enfermos, a los que están aislados o des-animados, y animad a todas las personas que conozcáis a reunirse, como lo hizo la iglesia apostólica en el comienzo de la era cristiana. Sed de una mente y un corazón y la bendición celestial descenderá sobre vosotros.

El sábado, 11 de diciembre será un día de ayuno y oración. Haced de éste un día espe-cial de reunión y bendición. Después de la última lectura, se recogerá la ofrenda para la Semana de Oración. Las donaciones que se reúnan serán usadas para gastos de ad-ministración y para la apertura de nuevos campos de la Asociación General.

Amados en Cristo, estemos agradecidos por este pasado año de vida y gracia. Este-mos agradecidos por la gracia recibida y no

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LA IGLESIA,EL OBJETO MÁS PRECIOSO PARA DIOS

Ellen G. White

Un Fundamento Sólido y DivinoPorque nadie puede poner otro fun-

damento fuera del que está puesto, que es Jesucristo (1 Co. 3:11). “Sobre esta pie-dra –dijo Jesús,– edificaré mi iglesia.” En la presencia de Dios y de todos los seres celestiales, en la presencia del invisible ejército del infierno, Cristo fundó su iglesia sobre la Roca viva. Esa Roca es Él mismo, su propio cuerpo quebrantado y herido por nosotros. Contra la iglesia edificada sobre ese fundamento, no prevalecerán las puertas del infierno.

Cuán débil parecía la iglesia cuando Cristo pronunció estas palabras. Se com-ponía apenas de un puñado de creyentes contra quienes se dirigía todo el poder de los demonios y de los hombres malos; sin embargo, los discípulos de Cristo no debían temer. Edificados sobre la Roca de su fortaleza, no podían ser derribados. (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 382).

Los apóstoles edificaron la iglesia de Dios sobre el fundamento que Cristo mismo había puesto. (Los He-chos de los Apóstoles, pág. 476).

Fundamento, Organización y Perspectiva

Con el llamamiento de Juan, An-drés, Simón, Felipe y Natanael, empezó la fundación de la iglesia cristiana. (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 115).

Al ordenar a los doce, se dio el primer paso en la organización de la iglesia que después de la parti-da de Cristo habría de continuar su obra en la tierra... Más adelante en la historia de la iglesia primitiva, una vez constituidos en iglesias muchos gru-pos de creyentes en diversas partes del mundo, se perfeccionó aun más la orga-nización a fin de mantener el orden y la acción concertada. Se exhortaba a cada uno de los miembros a que desempe-ñase bien su cometido, empleando útil-mente los talentos que se le hubiesen confiado. Algunos estaban dotados por el Espíritu Santo con dones especiales:

“Primeramente apóstoles, luego profetas, lo tercero doctores; luego facultades; luego dones de sanidades, ayudas, gobernaciones, géneros de lenguas” (1 Co. 12:28). Pero todas estas clases de obreros tenían que trabajar concertadamente. (Los Hechos de los Apóstoles, págs. 19, 76).

La iglesia militante no es todavía la igle-sia triunfante; pero Dios ama a su iglesia, y describe por medio del profeta cómo Él se opone y resiste a Satanás, quien está vistiendo a los hijos de Dios con las ropas más negras y contaminadas, y está recla-mando el privilegio de destruirlos. Los án-geles de Dios los protegen de los asaltos del enemigo. (Testimonios para Ministros, pág. 19).

…Pero la iglesia es muy preciosa a su vista. Es el estuche que contiene sus joyas, el aprisco que encierra su rebaño, y anhela verla sin mancha, tacha ni cosa semejante. Siente por ella anhelos de amor indecible. (Dios nos Cuida, pág. 188).

…el Señor mismo se regocija con cánti-cos por su iglesia. (El Ministerio de la Bon-

dad, pág. 99).Para Dios, el objeto más caro en la

tierra es su iglesia. “Porque la porción de Jehová es su pueblo; Jacob la here-dad que le tocó. Le halló en tierra de desierto, y en yermo de horrible so-ledad; lo trajo alrededor, lo instruyó, lo guardó como a la niña de su ojo.” “Porque así dice el Eterno Todopode-roso: Después de la gloria me envió a las naciones que os despojaron, por-que el que os toca, toca a la niña de su ojo.” (The Signs of the Times, 13 de julio de 1904).

Objeto de la Suprema Considera-ción de Dios

Testifico ante mis hermanos y her-manas que la iglesia de Cristo, por debilitada y defectuosa que sea, es el único objeto en la tierra al cual Él concede su suprema consideración.

(Testimonios para Ministros, pág. 12).…Dios ha hecho de nosotros un

pueblo para que sea su tesoro pecu-liar, propiedad suya. Ha determinado que su iglesia en la tierra permanezca perfectamente unida en el Espíritu y el consejo del Señor de los ejércitos hasta el fin del tiempo. (La Iglesia Remanente, pág. 104).

No hay en este mundo nada que sea tan caro para Dios como su iglesia. No hay nada que Él custodie con cuidado más celoso. (Recibiréis Poder, pág. 304).

La iglesia, aunque es débil y defec-tuosa, y necesita ser reprobada, amo-nestada y aconsejada, constituye el único objeto en la tierra al cual Cristo otorga su suprema consideración. (Tes-timonios para Ministros, pág. 47).

Lectura No. 1–Viernes, 3 de Diciembre, 2010

El poder humano no estableció la igle-sia de Dios ni puede destruirla. La igle-sia no fue fundada sobre la roca de la fuerza humana, sino sobre Cristo Jesús, Roca de la eternidad, “y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella” (Mt. 16:18). La presencia de Dios da esta-bilidad a su causa. Las instrucciones que nos llegan son: “No confiéis en los prín-cipes, ni en hijo de hombre” (Sal. 146:3). “En quietud y en confianza será vuestra fortaleza” (Is. 30:15). La gloriosa obra de Dios, fundada en los principios eternos de la justicia, no será nunca anonadada. Irá de fortaleza en fortaleza, “no con ejército, ni con fuerza, sino con mi es-píritu, ha dicho Jehová de los ejércitos” (Zac. 4:6). (Profetas y Reyes, pág. 439).

Dios Ama a su Iglesia¿No tiene Dios una iglesia viva? Tiene

una iglesia, pero es la iglesia militante, no la iglesia triunfante. Dios tiene una iglesia, un pueblo escogido; Cristo se identifica con su iglesia. (Testimonios para Ministros, pág. 17).

Dios tiene un determinado pueblo que espera y confía en Él. (The Paulson Collec-tion, pág. 109).

Dios ama a su iglesia con un amor infini-to. (Testimonios Selectos, tomo 5, pág. 275).

El cuidado de Dios por su herencia es constante. (Los Hechos de los Apóstoles, pág. 419).

El Padre ama a su pueblo hoy así como amó a su propio Hijo. Algún día tendremos el privilegio de verlo cara a cara. (Mensajes Selectos, tomo 2, pág. 460).

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Lecturas de la Semana de Oración4

Los hombres necesitan comprender que la Deidad sufrió y se hundió en las agonías del Calvario. Sin embargo, Je-sucristo, a quien Dios dio por el rescate del mundo, compró a la iglesia con su propia sangre.

La Majestad del cielo sufrió a manos de los fanáticos religiosos, que pre-tendían ser el pueblo con mayor luz en toda la faz de la tierra. (A fin de Conocer-le, pág. 73).

Depositaria de un Deber SagradoMuchos tienen la idea de que son res-

ponsables ante Cristo solo por la luz y experiencia, y que no dependen de sus seguidores reconocidos en la tierra. Je-sús es el amigo de los pecadores, y su corazón simpatiza con el dolor de ellos. Tiene toda potestad, tanto en el cielo como en la tierra; pero respeta los me-dios que ha dispuesto para la ilumina-ción y salvación de los hombres; dirige

a los pecadores a la iglesia, que Él ha

puesto como un medio de comu-nicar luz al mun-do. (Los Hechos de los Apósto-

les, pág. 101).

Cuando Cristo ascendió al cielo, dejó la iglesia y todos sus intereses como co-metido sagrado a sus seguidores. Y la obra de la iglesia no es dejada al predi-cador solo, ni a unos pocos dirigentes. Cada miembro debe sentir que tiene parte en un solemne pacto hecho con el Señor de trabajar para promover los intereses de su causa en todas las oca-siones y circunstancias. Cada uno debe tener alguna parte que desempeñar,

de justicia ha amanecido sobre la igle-sia, y a ésta le incumbe resplandecer. Es el privilegio de cada alma progresar. Los que están relacionados con Cristo crecerán en la gracia y en el conoci-miento del Hijo de Dios hasta llegar a la plena estatura de hombres y mujeres. Si todos los que aseveran creer la ver-dad hubiesen sacado el mejor partido su capacidad y oportunidad de apren-der y obrar, podrían haber llegado a ser fuertes en Cristo. Cualquiera que sea su ocupación –agricultores, mecánicos, maestros o pastores,– si se hubiesen consagrado completamente a Dios ha-brían llegado a ser obreros eficientes para el Maestro celestial. (Joyas de los Testimonios, tomo 3, págs. 57, 58).

Los mensajeros celestiales están haciendo su obra: ¿pero qué estamos haciendo nosotros? Hermanos y her-manas, Dios os pide que redimáis el tiempo. Acercaos a Dios. Desarrollad el don que hay en vosotros. Que aquellos que hayan tenido la oportunidad de fa-miliarizarse con las razones de nuestra fe, usen ahora este conocimiento con algún propósito. (Servicio Cristiano Efi-caz, pág. 115).

Hay una obra que debe ser hecha en favor de los que no conocen la verdad, precisamente la misma obra que fue hecha por vosotros cuando estabais en tinieblas. Es demasiado tarde para dormir, demasiado tarde para ser un indolente inactivo. El dueño de casa ha dado a cada uno una tarea. Avance-mos; no retrocedamos. Necesitamos convertirnos de nuevo diariamente. Necesitamos que el amor de Jesús lata en nuestros corazones, para que sea-mos instrumentos en la salvación de muchas almas. (Servicio Cristiano Eficaz, pág. 116).

Trabajando en favor de la predica-ción de las buenas nuevas de salvación es como nos acercamos al Salvador. (The Ministry of Healing, pág. 102).

Iglesias que Trabajan son Iglesias Bendecidas

Cada miembro de iglesia es respon-sable por los talentos confiados; y con el fin de cumplir sus resposabilidades debe ser instruido en forma diligente, paciente y con el Espíritu de Cristo. Esta obra descansa mayormente sobre el ministro, pero a menudo su labor es tan mediocre que no puede ser acepta-da por Dios o cumplir su propósito. Los talentos deben ejercitarse, de modo que el mejor servicio pueda ser rendi-do por cada miembro individual de la iglesia. Cuando las iglesias lleguen a ser cuerpos vivos y activos, el Espíritu Santo será enviado en respuesta a su pedido sincero. Entonces la verdad de la Palabra de Dios será considerada con nuevo interés, y explorada como si fuera una revelación directa de los atrios celestiales. Cada declaración de

alguna carga que llevar. Si todos los miembros de la iglesia sintiesen una responsabilidad individual, se lograría mayor progreso en las cosas espiritua-les. La solemne carga de la responsabi-lidad que recae sobre ellos los induciría a buscar a menudo a Dios para obtener fuerza y gracia.

El verdadero carácter de la iglesia se mide, no por la elevada profesión que haga, ni por los nombres inscriptos en sus registros, sino por lo que hace en realidad por el Maestro, por el núme-ro de obreros perseverantes y fieles con que cuenta. El esfuerzo personal y abnegado logrará más para la causa de Cristo que lo que pueda hacerse por medio de sermones o credos. (Obreros Evangélicos, pág. 211).

Confiada con una Misión SagradaLa iglesia de Cristo fue organizada

para servir. (The Ministry of Healing, pág. 148).

La iglesia es el medio señalado por Dios para la salvación de los hombres. Fue organizada para servir, y su misión es la de anunciar el Evangelio al mundo. Desde el principio fue, el plan de Dios que su iglesia reflejase al mundo su ple-nitud y suficiencia. Los miembros de la iglesia, los que han sido llamados de las tinieblas a su luz admirable, han de

revelar su gloria. La iglesia es la depositaria de las rique-zas de la gracia de Cristo; y

mediante la iglesia se mani-festará con el tiempo, aún a

“los principados y potestades en los cielos” (Ef. 3: 10), el des-

pliegue final y pleno del amor de Dios. (Los Hechos de los Apóstoles,

pág. 10).Todo miembro de la iglesia debe

empeñarse en alguna manera de servir al Maestro. Unos no pueden hacer tanto como otros, pero to-dos deben esforzarse cuanto les sea posible por hacer retroceder la ola de enfermedad y angustia que azota al mundo. Muchos traba-jarían con gusto si se les enseñara

cómo empezar. Necesitan instruc-ción y aliento. (El Ministerio de la Cura-

ción, pág. 108).

Tan pronto como se organice una iglesia, ponga el ministro a los miem-bros a trabajar. Necesitarán que se les enseñe cómo trabajar con éxito. Dedi-que el ministro más de su tiempo a edu-car que a predicar. Enseñe a la gente a dar a otros el conocimiento que reci-bieron. (Joyas de los Testimonios, tomo 3, pág. 83).

Hermanos y hermanas que habéis aseverado durante largo tiempo creer la verdad, os pregunto individualmen-te: ¿Han estado vuestras prácticas en armonía con la luz, los privilegios y las oportunidades que os concedió el Cie-lo? Esta es una pregunta grave. El Sol

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la inspiración con respecto a Cristo se apoderará de lo íntimo de cada creyen-te que lo ama. Cesarán la envidia, los celos, y las suspicacias. La Biblia será considerada como una carta constitu-cional del cielo. Su estudio absorberá la mente, y sus verdades serán un festín para el creyente. Las promesas de Dios ahora repetidas como si nuestro espí-ritu nunca hubiera gustado su amor, brillarán entonces sobre el altar del co-razón y caerán como palabras ardien-tes de los labios de los mensajeros de Dios. Ante la gente suplicarán entonces con un fervor que no puede ser recha-zado. Así, las ventanas de los cielos se abrirán para dejar caer la lluvia tardía. Los seguidores de Cristo estarán uni-dos en amor. (The Review and Herald, 25 de Febrero de 1890).

Cada persona verdaderamente con-vertida estará intensamente interesa-da en llevar a otros de las tinieblas del error a la maravillosa luz de la justicia de Jesucristo. El gran derramamiento del Espíritu de Dios que ha de alumbrar toda la tierra con su gloria, no sobre-vendrá hasta que tengamos un pueblo esclarecido que sepa por experiencia lo que significa ser colaboradores junta-mente con Dios. Cuando tengamos una consagración completa y sincera al ser-vicio de Cristo, Dios lo reconocerá de-rramando su Espíritu sin medida; pero esto no ocurrirá mientras la mayor parte de la iglesia no trabaje juntamen-te con Dios. Dios no puede otorgar su Espíritu cuando el egoísmo y la compla-cencia propia se manifiestan en forma tan notoria, cuando prevalece un espí-ritu que, si se lo tradujera en palabras, constituiría la respuesta de Caín: “¿Soy yo guarda de mi hermano?” (Gn. 4: 9). (Recibiréis Poder, pág. 313).

Cristo ha prometido el don del Es-píritu Santo a su iglesia, y la promesa nos pertenece a nosotros tanto como a los primeros discípulos. Pero como cualquier otra promesa, se da condicio-nalmente. Hay muchos que creen y pro-fesan aferrarse a la promesa del Señor; hablan acerca de Cristo y acerca del Espíritu Santo, y, sin embargo, no reci-ben beneficio alguno. No entregan su alma para que sea guiada y regida por los agentes divinos. No podemos em-plear al Espíritu Santo. El Espíritu ha de emplearnos a nosotros. Por el Espíritu obra Dios en su pueblo “así el querer como el hacer, por su buena voluntad.” Pero muchos no quieren someterse a eso. Quieren manejarse a sí mismos. Esta es la razón por la cual no reciben el don celestial. Únicamente a aquellos que esperan humildemente en Dios, que velan para tener su dirección y gra-cia, se da el Espíritu. El poder de Dios aguarda que ellos lo pidan y lo reciban. Esta bendición prometida, reclamada por la fe, trae todas las demás bendicio-

Contemplando la bondad, la mise-ricordia, la justicia y el amor de Dios revelados en la iglesia, el mundo ha de obtener una representación de su ca-rácter. Y cuando la ley de Dios quede así manifestada en la vida, aun el mundo reconocerá la superioridad de los que aman, temen y sirven a Dios sobre to-dos los demás habitantes de la tierra.

Los ojos del Señor se fijan en cada uno de sus hijos; tiene planes acerca de cada uno de ellos. Es propósito suyo que aquellos que practican sus santos preceptos sean un pueblo distinguido. (Joyas de los Testimonios, tomo 2, pág. 367).

Dios tiene un pueblo fiel sobre la tie-rra. No todos los que forman parte de la compañía de los seres preciosos de Dios pueden ser vistos, distinguidos y contados ahora. Se encuentran escon-didos, pero cuando se lleve a cabo la proclamación del mensaje del tercer án-gel, saldrán a la vista, en poco tiempo. (Manuscript Releases, tomo 20, pág. 10).

El fin se acerca; avanza sigilosa, im-perceptible y silenciosamente, como el ladrón en la noche. Concédanos el Señor la gracia de no dormir por más tiempo, como otros lo hacen, sino que seamos sobrios y velemos. La verdad está a punto de triunfar gloriosamen-te, y todos los que decidan ahora co-laborar con Dios triunfarán con ella. El tiempo es corto; la noche se acerca cuando nadie podrá trabajar. (Joyas de los Testimonios, tomo 3, pág. 353). Amén.

nes en su estela. Se da según las rique-zas de la gracia de Cristo, y Él está listo para proporcionarla a toda alma según su capacidad para recibirla. (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 609).

Fidelidad, Trabajo y Triunfo“Cristo dio grandes facilidades a su

iglesia, a fin de recibir gran tributo de gloria de su heredad redimida y com-prada. Su iglesia revestida de la justicia de Cristo, es su depositaria, en la cual se han de revelar plena y finalmente las riquezas de su misericordia. La declara-ción hecha en su plegaria de intercesión, de que el amor del Padre es tan grande hacia nosotros como hacia Él mismo, el unigénito Hijo de Dios, y de que seremos uno con Cristo y el Padre, es una maravi-lla para la hueste celestial, y es su gran gozo.

El don de su Espíritu Santo, pre-cioso, pleno y abundante, ha de ser para la iglesia como una muralla de fuego que la rodee, y ante la cual no podrán prevalecer las potestades infernales. En su inmaculada pu-reza y perfección sin tacha, Cristo considera a su pue-blo como recompensa de todo su sufrimiento, hu-millación y amor, y como suplemento de su glo-ria, la gloria de Cristo, el gran centro de don-de irradia toda gloria. “Bienaventurados los que son llamados a la cena del Cordero.” (Tes-timonios Selectos, tomo 1, pág. 208).

Hay una iglesia en el mundo que en el tiempo presente se en-cuentra en la brecha, reparando los portillos y reconstruyendo los an-tiguos lugares desolados. (The Faith I Live By, pág. 305).

Los que oyen y obedecen caminan por senderos seguros, bajo la protec-ción del Señor del cielo. Por medio del poder de Cristo son victoriosos sobre el enemigo. Los que prestan un servicio fiel y carente de egoísmo al Señor serán bendecidos en su unidad mientras tra-bajan en obediencia a Jehová...

Todos los que aman a Jesús escudri-ñarán las Escrituras para saber y obe-decer su voluntad. Cristo será para ellos una ayuda presente en tiempo de necesidad ya que el poder de Dios es prometido a los fieles. Él cumplirá su palabra en todos los que son sinceros. Cristo triunfa en el triunfo de su pue-blo; por lo tanto, preparad su camino a fin de que pueda otorgar a la iglesia sus más ricos dones. (The Review and Herald, 8 de abril de 1902).

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Lecturas de la Semana de Oración6

Acontecerá en lo postrero de los tiempos, que será confirmado el mon-te de la casa de Jehová como cabeza de los montes, y será exaltado sobre los collados, y correrán a Él todas las naciones. Y vendrán muchos pueblos, y dirán: Venid, y subamos al monte de Je-hová, a la casa del Dios de Jacob; y nos enseñará sus caminos, y caminaremos por sus sendas. Porque de Sión saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra de Jeho-vá (Is. 2:2,3)

Todo cristiano que ama a Dios se interesa en gran manera por estu-diar los hechos concernientes a su igle-sia. La palabra del Señor y la profecía muestran claramente que Él tiene una iglesia – y solamente una – que en to-das las generaciones ha sido el blanco de los ataques del diablo. Si estudia-mos la historia desde la creación del mundo hasta nuestros días, vemos que Satanás ha hecho una guerra mortal para aniquilar la iglesia. Pero la podero-sa protección de nuestro Dios infalible ha frustrado los planes del maligno. De acuerdo con su gran propósito y pro-mesa, la mano de Dios no ha permitido que “las puertas del Hades” prevalecie-ran contra su pueblo (Mt. 16:18).

Su palabra nos dice que desde que el gran adversario fue arrojado del cielo ha desplegado su fuerza destructiva para destruir a la iglesia. “Y cuando vio el dragón que había sido arrojado a la tierra, persiguió a la mujer que había dado luz al hijo varón” (Ap. 12:13). Con-sideremos esta gran lucha para com-prender mejor lo que está afrontando la iglesia de Dios ahora y lo que deberá

gloria de Dios (1 Co. 10:31; Col. 3:17).• Sostiene un nivel moral elevado por medio del mensaje de Cristo nuestra Justicia (Ro. 3:23-26; 5:1, 2;Ef. 2:5-10).• Se opone a la participación en la guerra y a la política del mundocomo contrarias a la ley de Dios(Jn. 17:14-17).• Enseña en contra de la coopera-ción con el movimiento ecuménico o alianza con las iglesias apóstatas, los sindicatos, o grupos adventistasindependientes y otros. Hace esto conscientemente, teniendo en con-sideración la peculiaridad, respon-sabilidad y privilegio que Dios le ha confido a su iglesia (1 P. 2:9, 10;2 Co. 6:14-18).

Las características arriba menciona-das son la fuente de fuerza espiritual para el pueblo de Dios y al mismo tiem-po armas poderosas contra los ataques del gran adversario.

“Dios tiene en la tierra una iglesia que está ensalzando la ley pisoteada y pre-sentando al mundo el Cordero de Dios que quita los pecados del mundo….

“En el mundo existe solamente una iglesia que esté actualmente en la bre-cha, reparando el muro, reedificando las ruinas…

“Sean todos cuidadosos de no levan-tar un alboroto contra el único pueblo que cumple la descripción dada de la iglesia remanente que guarda los man-damientos de Dios y tiene la fe de Je-sús, y que exalta la norma de justicia en estos últimos días.

“Dios tiene un pueblo diferente, una iglesia en la tierra, que ocupa el primer lugar, pero superior a todas en sus fa-cilidades para enseñar la verdad, para vindicar la ley de Dios” (Testimonios para Ministros, pág. 55).

Armas Diabólicas para Atacar a la Iglesia de Dios

Satanás tiene varios modos y armas sofisticadas con las cuales ataca a la iglesia y a sus miembros. Aquí se pre-sentan algunas que ha usado con éxito para atrapar a sus víctimas:

• Apostasía abierta transgresión dela santa ley de Dios (He. 3:12,13; 1 Jn. 3:4).

afrontar en el futuro. El siguiente testi-monio inspirado presenta la gravedad de este tema: “El mundo caído es el campo de batalla donde se lleva a cabo el mayor conflicto que el universo ce-lestial y los poderes terrenales hayan observado jamás. Fue designado como el escenario donde se pelearía la bata-lla colosal entre el bien y el mal, entre el cielo y el infierno. En este conflicto cada ser humano tiene una parte que

desarrollar. Nadie puede mantenerse en un terreno neutral” (Exaltad a Je-sús, pág. 248).

Definición de Iglesia“La iglesia’ en sentido espiritual

es el conjunto de creyentes en Cris-to que profesan y viven la misma fe y están unidos en un cuerpo. Incluye todos los creyentes de todo el mun-do; así es también llamada la iglesia mundial. Además, el término ‘igle-sia’ se refiere a una única congre-gación–la iglesia local” (Manual de Iglesia, pág. 15).

La definición concuerda con la enseñanza de Cristo “habrá un re-baño, y un pastor” (Jn. 10:16). Tam-bién, como dijo el apóstol Pablo, “un cuerpo, y un Espíritu, como

fuisteis también llamados en una mis-ma esperanza de vuestra vocación; un Señor, una fe, un bautismo, un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por todos, y en todos” (Ef. 4:4-6).

La enseñanza que todas las iglesias cristianas y grupos constituyen la igle-sia universal de Dios no es bíblica y por lo tanto falsa. Es un engaño satánico bien calculado que distrae la atención de la gente de la enseñanza bíblica, pues Dios tiene una iglesia peculiar que puede ser identificada por las siguien-tes características:

• Observa los mandamientos de Dios y tiene la fe de Jesús (Ap. 14:12).• Predica el triple mensaje angélico y santifica el sábado (Ap. 14:6-11).• Sostiene la unidad de la fe ense-ñando los principios fundamentales de la verdad presente, como sonpresentados en la Biblia y en el Es-píritu de Profecía (Ap. 12:17).• Subraya la importancia de la refor-ma pro-salud y del vestuario con elfin de conservar los poderes espiri-tuales, mentales y físicos para la

Lectura No. 2–Sábado, 4 de Diciembre, 2010

LOS PODERES TERRENALESNO PUEDEN DERRIBAR LA IGLESIA DE DIOSParmenas N. Shirima, Tanzania

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• El amor al dinero, la jactancia, el orgullo, la blasfemia, la desobedien-cia, la ingratitud, la negligencia en la santificación, la falta de amor a Dios y al prójimo, la incapacidad de per-donar, la difamación, la falta de do-minio propio, la brutalidad, el des-precio de lo que es bueno, la trai-ción, y la apariencia de piedad mien-tras se niega su poder (2 Ti. 3:2-5).• La persecución, la aflicción y el oca-sionar todo tipo de sufrimiento (2 Ti. 3:11,12).• La inmoralidad sexual, que es lamaldición de esta generación (1 Ts. 4:3-6).• Conflictos en la iglesia, en el área del trabajo, en el hogar y en la sociedad (Stg. 4:1,2).

• El odio, los celos, la envidia, la ira, la malicia, el libertinaje, la idolatría, la hechicería, la disensión, la herejía, el homicidio, la borrachera, y todo tipo de egoísmo, todo lo que las Es-crituras llaman las obras de la carne (Gá. 5:19-21).• La fornicación, la idolatría, la ho-mosexualidad, el sodomismo, el ro-bo, la codicia, y la injuria (1 Co. 6:9,10).• La hipocresía y el fingimiento (Jud. 4).• El orgullo farisaico y el espíritu de ingratitud, falta de sinceridad y for-malismo (Mt. 23:13,15).• Los pecados de presunción (Sal. 19:13, 14; Dt. 17:12, 13).• La moda y los adornos mundanos, las joyas y los atavíos lujosos (Is. 3:16-24; 1 Ti.2:9, 10).• La herejía, las doctrinas falsas y erróneas, y rebelión contra el orden y la organización de la iglesia (Ef. 4:14).

Como vimos en las declaraciones del Espíritu de Profecía mencionadas, cada individuo está involucrado en la gran controversia entre el bien y el mal, entre Cristo y Satanás. Un punto que generalmente no se considera se-riamente antes de tomar una decision o proceder a la acción, es que la ma-yoría de nosotros, de una manera u otra, toma parte activa con el enemigo ofreciendo resistencia a la voluntad

entre los hombres” (Testimonios para Ministros, pág. 50).

“Porque así ha dicho Jehová de los ejércitos: Tras la gloria me enviará Él a las naciones que os despojaron; porque el que os toca, toca a la niña de su ojo” Zac. 2:8.

Nada que Temer“No tenemos nada que temer en lo

futuro, excepto que olvidemos la ma-nera en que el Señor nos ha conducido y sus enseñanzas en nuestra historia pasada” (Joyas de los Testimonios, tomo 3, pág. 443).

El pasado confirma nuestra confianza en el futuro. La precisión con la cual se ha cumplido cada evento en la profecía y se está cumpliendo en nuestros días nos asegura que los eventos que aún es-tán en el futuro seguramente se darán.

La forma maravillosa en que Dios ha guiado y protegido a su pueblo a través de los siglos, anulando los pro-pósitos de las fuerzas del mal, indica que la iglesia que es ahora militante continuará siendo guiada hasta que pronto se transforme en la iglesia triunfante. Pasará por un severo pro-ceso de ajuste y poda.

Antes del gran día final de liberación de este mundo y antes de que termi-ne el tiempo de gracia, mientras los hombres todavía puedan aceptar las provisones del evangelio, los siguien-tes sucesos profetizados tendrán lu-gar: El sellamiento de los 144.000, la caída de las lluvia tardía, el sonido del fuerte clamor, el zarandeo, la imposi-ción del domingo, la finalización de la obra de Dios, y el cierre del tiempo de gracia, que será seguido de las siete últimas plagas.

Esto no implica que estos eventos de-ban ocurrir en la secuencia en que han sido mencionados. Algunos de ellos se pueden dar simultáneamente. Durante estos eventos, el pueblo de Dios pasa-rá por grandes pruebas y tribulación.Estos eventos darán lugar al primer tiempo de aflicción y persecución. En Ap. 13:11-17 se da una descripción profé-tica de la persecución que ocurrirá an-tes del fin del tiempo de gracia bajo la imposición de la ley dominical; y éste se volverá más intenso después, durante el tiempo de la angustia de Jacob.

“Por tanto, nosotros también, te-niendo en derredor nuestro tan gran-de nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumidor de la fe, el cual por el gozo puesto delante de Él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del tro-no de Dios” He. 12:1, 2.

expresa del Dios Todopoderoso y de su iglesia. Cuando transgredimos sus mandamientos o cometemos al menos uno de los pecados en la lista presen-tada –a menos que nos arrepintamos, confesemos y busquemos a Dios con todo el corazón somos ciertamente enemigos de Dios al condonar prácti-cas satánicas.

Poderosa Seguridad de Protección“No temáis, manada pequeña, por-

que a vuestro Padre le ha placido daros el reino” Lc. 12:32.

“Deberíamos recordar que la iglesia, aunque débil y defectuosa, constituye el único objeto en la tierra al cual Cris-to otorga su consideración suprema. Él

la observa constantemente lleno de solicitud por ella, y la fortalece mediante su Espíritu Santo (Manuscrito 155, 1902).

“Confiad en la vi-gilancia de Dios. Su iglesia debe ser en-señada. Aunque es débil y defectuosa, constituye el objeto de su consideración suprema” (Mensa-jes Selectos, tomo 2, pág. 458).

“No hay nada en este mundo que sea

tan querido para Dios como su iglesia. Con celoso cuidado Él guarda a los que lo buscan” (La Iglesia Remanente, pág. 105).

“La iglesia de Cristo es el instrumen-to de Dios para la proclamación de la verdad. Está autorizada por Él para efectuar una labor especial, y si es fiel a Dios y obediente a todos sus man-damientos, morará en ella la excelen-cia del poder divino. Si honra al Señor Dios de Israel ningún poder podrá oponérsele. Si mantiene su fidelidad, las fuerzas del enemigo ya no podrán subyugarla más de lo que puede la paja resistir al remolino de viento” (Alza tus Ojos, pág. 264).

“El Señor tiene sus agentes señala-dos, y una iglesia que se ha abierto paso a través de la persecución, el conflicto y las tinieblas. Jesús amó a la iglesia, y se dio a sí mismo por ella, y Él la henchirá, la refinará, la ennoblecerá, y la elevará, de manera que permanezca firme en medio de las corruptoras influencias de este mundo.

Hombres designados por Dios han sido escogidos para velar con celoso cuidado, con vigilante perseverancia, a fin de que la iglesia no sea derriba-da por los malvados ardides de Sata-nás, sino que permanezca firme en el mundo para promover la gloria de Dios

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Lecturas de la Semana de Oración8

El pueblo de Dios será fortalecido al:(1 P. 5:6-10; Stg. 4:7, 8)

• Observar los estatutos sagrados(Dt. 4:5-8).

• Ejercitar amor genuino por suvoluntad expresa(Dt. 6:4,5; Mr. 12:30).

• Ser fiel y honesto con Él(Jn. 4:24; Ef. 6:16).

• Dedicarse y someterse a Él(Ef. 6:13, 14).

• Ser diligente y celoso en dartestimonio (Ef. 6:8).

• Orar y meditar sin cesar(1 Ts. 5:17, 18; Ef. 6:18).

Debemos recordar que en la guerra con el diablo necesitamos utilizar las armas celestiales. Jesús, en su batalla con Satanás, nunca, ni siquiera una vez usó las armas del enemigo o su espíritu. Luchó contra Satanás en el cielo, en el desierto, y también cuando estaba en la cruz del Calvario.

En cada instante, venció al diablo. Pero, ¿qué armas usó para derrotarlo? La respuesta es: la palabra de Dios, la oración, y palabras de misericordia. También dijo: “Sea hecha tu voluntad.” En nuestra guerra espiritual, debemos practicar, usar las armas, el espíritu y la actitud celestiales.

Esto nos dará una victoria decisiva sobre el diablo. Podemos decir con confianza, de acuerdo a las palabras del profeta al rey Josafat: “Oíd, Judá, todos, y vosotros moradores de Jeru-salén, y tú; rey Josafat. Jehová os dice así: No temáis ni os amedrentéis delan-te de esta multitud tan grande, porque no es vuestra la guerra, sino de Dios.

No habrá para qué peleéis vosotros en este caso; paraos, estad quietos, y ved la salvación de Jehová con voso-tros. Oh Judá y Jerusalén, no temáis ni desmayéis; salid mañana contra ellos, porque Jehová estará con vosotros” 2 Cr. 20:15, 17.

La Persecución y el Poderoso Zarandeo

“Y también todos los que quieren vi-vir piadosamente en Cristo Jesús pade-cerán persecución” 2 Ti. 3:12.

“Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cie-los. Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra voso-tros, mintiendo. Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros”Mt. 5:10-12.

se les confiará el rebaño” (Testimonios para la Iglesia, tomo 5, pág. 80).

“En la última obra solemne se ocupa-rán pocos hombres grandes. Ellos son orgullosos, independientes de Dios, y el Señor no puede usarlos. Dios tiene fieles siervos, que en el tiempo del za-randeo y de prueba aparecerán en es-cena” (Servicio Cristiano Eficaz, pág. 64).

“Vi que ya estamos en el tiempo del zarandeo” (Maranata, pág. 429).

“Dios está ahora zarandeando a su pueblo, probando sus propósitos y mo-tivos. Muchos serán como el tamo – no como el trigo, sin ningún valor en sí” (Testimonios para la Iglesia, tomo 4, pág. 51).

“Los que han tenido gran luz y privi-legios preciosos, pero no los han apro-vechado, con un pretexto u otro nos abandonarán. No habiendo recibido el amor de la verdad, serán arrebatados por las seducciones del enemigo; pres-tarán oído a espíritus seductores y doc-trina de demonios, y se apartarán de la fe. Pero por otro lado, cuando la tor-menta de la persecución estalle real-mente sobre nosotros, las verdaderas ovejas oirán la voz del verdadero Pas-tor. Harán esfuerzos abnegados para salvar a los perdidos, y muchos que se han extraviado del redil volverán a se-guir al gran Pastor.

El pueblo de Dios se unirá, y presen-tará al enemigo un frente unido. En vista del peligro común, cesará la lucha por la supremacía; no habrá disputas acerca de quién debe ser tenido por el mayor” (Testimonios Selectos, tomo 4, págs. 430, 431).

Experiencia de la Reforma Profeti-zada en la Iglesia de Laodicea

La Reforma de 1914, que produjo un gran zarandeo en la Iglesia Adventista del Séptimo Día, nos da un ejemplo de lo que experimentará la iglesia del re-manente en el futuro.

• El pueblo de Dios debe ser proba-do, examinado y la prueba principal será la lealtad a los mandamientos de

“Se cumplirán a la letra las palabras de San Pablo: ‘Todos los que quieren vivir píamente en Cristo Jesús, padece-rán persecución’ (2 Ti. 3:12).

Cuando los defensores de la verdad se nieguen a honrar el domingo, unos serán echados en la cárcel, otros serán desterrados y otros aún tratados como esclavos. Ante la razón humana todo esto parece ahora imposible; pero a medida que el espíritu refrenador de Dios se retire de los hombres y éstos sean dominados por Satanás, que abo-rrece los principios divinos, se verán cosas muy extrañas. Muy cruel puede ser el corazón humano cuando no está animado del temor y del amor de Dios.

“Conforme vaya acercán-dose la tempestad, muchos que profesaron creer en el mensaje del tercer ángel, pero que no fueron santifi-cados por la obediencia a la verdad, abandonarán su fe, e irán a engrosar las filas de la oposición” (El Conflicto de los Siglos, pág. 666).

“El potente zarandeo ha comenzado y proseguirá de suerte que aventará a cuan-tos no estén dispuestos a declararse por la verdad con valentía y tenacidad ni a sacrificarse por Dios y su causa” (Primeros Escritos, pág. 51).

“Los miembros de la iglesia serán probados individualmente. Serán pues-tos en circunstancias donde se verán obligados a dar testimonio por la ver-dad. Muchos serán llamados a hablar ante concilios y tribunales, tal vez por separado y a solas….

“Pronto los hijos de Dios serán pro-bados por intensas pruebas, y muchos de aquellos que ahora parecen ser sin-ceros y fieles resultarán ser vil metal. En vez de ser fortalecidos y confirma-dos por la oposición, las amenazas y los ultrajes, se pondrán cobardemente del lado de los opositores” (Joyas de los Testimonios, tomo 2, pág. 32).

“Se están aproximando rápidamente los días en los cuales habrá gran per-plejidad y confusión. Satanás, vestido de ángel de luz, engañara, si fuese po-sible, a los escogidos. Habrá entonces muchos dioses y muchos señores. En ese tiempo soplará todo viento de doc-trina” (Maranata, pág. 199).

“Los que han rendido homenaje su-premo a la falsamente llamada ciencia no serán líderes entonces. Los que han confiado en el intelecto, el genio o los talentos no estarán a la cabeza de las fi-las. No han vivido de acuerdo a la luz. A los que han demostrado ser infieles no

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Dios en contraste con los mandamien-tos de los hombres.

• El pueblo de Dios no estará capaci-tado para soportar la prueba a menos que experimente un reavivamiento y una reforma. La apostasía que fue to-lerada en la iglesia causó una apostasía abierta y la violación de los manda-mientos de Dios.

• Con el fin de tener un verdadero y fiel remanente que constituyera la iglesia de Dios, el Señor permitió una primera fase del zarandeo en la igle-sia del período de Laodicea en 1914; el resultado fue que 98 % apostataron de los principios de fe originales mientras que el 2 % permaneció fiel.

• Sin embargo, como el remanente está todavía en lucha con el gran adver-sario y sus agentes, la profecía de Ap. 12:17 muestra que el dragón está furioso con el remanente de la simiente de la mujer pura, cuya iglesia somos hoy no-sotros. Esta guerra dará lugar a otro za-randeo final y los que permanezcan en pie serán llamados verdaderos y fieles.

Esto nos lleva a donde estamos hoy. Es de suma urgencia que nos dedique-mos y sometamos completamente a Dios en vista de los terribles eventos y desafíos que tenemos por delante. So-lamente una total entrega de la vida a Dios y un constante crecimiento en la gracia nos protegerá del enorme peli-gro en el horizonte y mantendrá a los hombres y mujeres consagrados a Dios unidos para el triunfo glorioso, cuando aparezca Jesús.

El profeta Amós profetizó: “Porque he aquí yo mandaré y haré que la casa de Israel sea zarandeada entre todas las naciones, como se zarandea el gra-no en una criba, y no cae un granito en la tierra” Am. 9:9.

En un momento muy crítico, Jesús le dijo a Pedro: “Simón, Simón, he aquí Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo; pero yo he rogado por ti, que tu fe no falte;...” Lc. 22:31,32.

Todo hijo de Dios individualmente y la iglesia como un todo tendrán que pa-sar por una prueba muy especial de su fe. Esta prueba se llama “el zarandeo”. Tuvo lugar en el pasado y se repetirá al fin con un zarandeo final. El enemigo, que sabe que tiene poco tiempo, tra-bajará con creciente malignidad para hacer que la mayor cantidad posible pierdan la fe.

En la etapa final de la historia de la iglesia, tendrá lugar un gran zarandeo entre los miembros de la iglesia. Las razones básicas para esto serán las si-guientes:

caído sobre nosotros si estos fingido-res corruptos hubiesen permanecido en nuestro medio” (Testimonies for the Church, tomo 1, pág. 99).

“Dios tiene en reserva amor, gozo, paz y un triunfo glorioso para todos aquellos que le sirven en espíritu y en verdad. Su pueblo que guarda sus mandamientos debe estar siempre listo para servirle. Debe recibir una medida siempre mayor de gracia, de poder y del conocimiento de la obra del Espíritu Santo. Pero muchos de los hijos de Dios no están listos para reci-bir los preciosos dones que el Espíritu de Dios está dispuesto a concederles.

No se esfuerzan por obtener de lo alto un poder cada vez mayor para que, siendo ricos en dones celestia-les, sean reconocidos como el pueblo peculiar de Dios, celoso en las buenas obras” (Joyas de los Testimonios, tomo 3, pág. 252).

“Ha llegado la hora para una com-pleta reforma. Cuando esta reforma principie, el espíritu de oración animará a cada creyente, y el espíritu de discordia y de revolución será desterrado de la iglesia. Aquellos que no hayan vivido en comunión con Cris-to, se acercarán unos a otros.

Un miembro que trabaje en una buena dirección invitará a otros miembros a unirse a él para pedir la revelación del Espíritu Santo. No habrá confusión, porque todos estarán en armonía con el pensamiento del Espíritu. Las ba-rreras que separan a los creyentes se-rán derribadas, y todos los siervos de Dios dirán las mismas cosas. El Señor trabajará con sus siervos. Todos pro-nunciarán de una manera inteligente la oración que Cristo les ha enseñado: ‘Venga tu reino, sea hecha tu voluntad, como en el cielo, así también en la tie-rra’ (Mat. 6:10)” (Testimonios Selectos, tomo 5, págs. 114).

Quiera Dios en su misericordia con-cedernos esta experiencia. Este es mi deseo y oración. Amén.

• La negligencia religiosa, la indife-rencia y la apostasía general.• El temor a hacer frente a la perse-cución durante la imposición de la ley dominical.• El hecho que algunos no han acep-tado el mensaje de Cristo a los deLaodicea, que llama al arrepenti-miento, a un reavivamiento y a una-reforma.• El haber elegido seguir enseñan-zas falsas y doctrinas pervertidas.• Ponerse de lado de los enemigos-de la verdad presente.

“Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga” (1 Co. 10:12). El pue-blo de Dios vencerá. Pero esta solamen-te será la experiencia de aquellos que son sinceros y están dedicados a Dios.

“Vi que algunos, con fe robusta y gri-tos acongojados, clamaban ante Dios. Estaban pálidos y sus rostros demos-traban la profunda ansiedad resultan-te de su lucha interna. Gruesas gotas de sudor bañaban su frente; pero con todo, su aspecto manifestaba firmeza y gravedad. De cuando en cuando bri-llaba en sus semblantes la señal de la aprobación de Dios, y después volvían a quedar en severa, grave y anhelante actitud” (Primeros Escritos, pág. 270).

“Satanás llevará a cabo sus milagros para engañar y establecerá su poder, por encima de todo lo demás. Puede parecer que la iglesia está por caer, pero no caerá. Ella permanece en pie, mientras los pecadores que hay en Sión son tamizados, mientras la paja es separada del trigo precioso. Es una prueba terrible, y sin embargo tie-ne que ocurrir” (Maranata, pág. 202).

Re examen de Nuestra Condición Espiritual

“¿Dónde está la espiritualidad de la iglesia? Dónde están los hom-bres y mujeres llenos de fe y del Espíritu Santo? Mi oración es: Puri-fica tu iglesia, oh, Dios...

“Dios está zarandeando a su pueblo. Tendrá una iglesia limpia y santa. No podemos leer el corazón de los hom-bres. Pero el Señor ha provisto medios para mantener la iglesia pura. Ha surgi-do un pueblo corrupto que no puede convivir con el pueblo de Dios. Despre-cia las amonestaciones y no se corregi-rá. Tuvieron oportunidad de saber que la suya era una guerra injusta.

Tuvieron tiempo para arrepentirse de sus errores, pero el yo era demasia-do precioso para morir. Lo alimenta-ron y se fortaleció y se separaron del confiado pueblo de Dios al cual Él está purificando para sí. Todos tenemos razones para agradecer a Dios que se haya abierto un camino para salvar a la iglesia, porque la ira de Dios hubiese

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Lecturas de la Semana de Oración10

Jesús ha resucitado de los muertos! Los ángeles lo anuncian con gozo a las mujeres llegadas al sepulcro; y la no-ticia no debía permanecer allí: “... id presto, decid a sus discípulos que ha resucitado de los muertos” (Mt. 28:7). ¿Qué hicieron ellas? “... saliendo del se-pulcro con temor y gran gozo, fueron corriendo a dar las nuevas a sus discí-pulos” (Mt. 28:8). Lo mismo pasó con los discípulos en el camino a Emaús. Tan pronto se dieron cuenta que el via-jero desconocido que había caminado con ellos era Jesús, se levantaron, se apresuraron hacia Jerusalén y anuncia-ron a los discípulos: “Ha resucitado el

Señor verdaderamente” (Lc. 24:34).

Al presentarse ante los once Jesús anuncio: “vosotros sois testigos de es-tas cosas” (Lc. 24:48) y así fue en rea-lidad. El día de Pentecostés el apóstol Pedro predicó: “A este Jesús resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos” (Hch. 2:32).

Anunciar la buena nueva del evange-lio, era exactamente lo que Jesús había declarado a muchas personas durante su ministerio, que debía hacerse. A un hombre sanado que deseaba permane-cer con Él, “Jesús no le permitió, sino le dijo: ‘Vete a tu casa, a los tuyos, y cuéntales cuán grandes cosas el Señor ha hecho contigo, y cómo ha tenido mi-sericordia de ti’. Y se fue, y comenzó a publicar en Decápolis cuan grandes co-

dado esta tierra, porque el temor de vosotros ha caído sobre nosotros, y to-dos los habitantes de esta región están desmayados por vuestra causa. Porque hemos oído que el Eterno secó el agua del Mar Rojo ante vosotros, cuando sa-lísteis de Egipto, y lo que habéis hecho a los dos reyes amorreos que estaban del otro lado del Jordán, a Sehón y a Og, que habéis destruido. Al oír esto ha desmayado nuestro corazón. No ha quedado aliento en ninguno por causa de vosotros; porque el Eterno vuestro Dios, es Dios arriba en el cielo y abajo en la tierra” (Jos. 2:9-11). Dios escuchó este sincero reconocimiento y liberó a esta mujer y Rahab tuvo hasta el privi-legio de llegar a ser parte del linaje del Salvador.

De la misma manera muchos que ob-servan desde afuera admiran las ben-diciones que hemos recibido de Dios y desean escuchar más nuestro testimo-nio, pues desean un cambio para ex-perimentar dichas bendiciones en sus propias vidas.

En Busca de una Experiencia Diferente

¡Cuántos están buscando poder satis-facer la sed del alma pero sin resultado! Caen una y otra vez y en cada ocasión más profunda y devastadoramente en las trampas de Satanás y sin encontrar una solución. Muchos buscan un cami-no diferente y desean escuchar el tes-timonio de liberación. Éste fue el caso de la mujer samaritana: “Entonces la mujer dejó su cántaro, fue a la ciudad, y dijo a los hombres: ‘¡Venid a ver a un hombre que me dijo todo cuanto hice! ¿No será el Cristo?’ Entonces salieron de la ciudad, y fueron adonde estaba Él. Y muchos samaritanos de esa ciu-dad creyeron en Él por el testimonio de la mujer, que decía: ‘Me dijo todo lo que hice’” (Jn. 4:28-30, 39). ¡Qué gran bendi-ción fue para los habitantes de esta ciu-dad escuchar el testimonio y el llamado de la mujer samaritana! Aprovecharon la oportunidad y el sincero deseo de encontrar un Salvador fue hallado.

Estoy seguro que también a nuestro alrededor hay muchos que están de-seosos de escuchar el testimonio de nuestra vida y recibir un llamado a co-nocer a Aquel que es el camino, la ver-dad y la vida. Así fue con los habitantes de esta ciudad samaritana, los cuales testificaron: “Ya no creemos sólo por

sas Jesús había hecho con él: y todos se maravillaban” Mr. 5:19, 20.

El testimonio de un testigo veraz es algo que no puede olvidarse. Es por eso que el testimonio personal y tu ex-periencia con Dios es un medio muy po-deroso. Es un privilegio que el Señor ha concedido a cada cristiano. Nadie pue-de negar lo que has visto, oído y menos lo que has vivido en tu vida personal con el Señor. ¡Cuéntalo, compártelo!

El Poder de una Experiencia con Dios

¡Podemos imaginarnos qué gran canto de júbilo se oyó al ver como Dios con su poder abrió un camino en el Mar

Rojo para permitir el paso del pueblo completamente libre después de años de sufrimiento y esclavitud y después cerró las aguas para des-truir al ejército egipcio! ¡Israel ahora podía continuar su viaje a Canaán es-tando completamente libre! Fue una experiencia inolvidable, recordada muchas veces al pueblo para animar-lo y fortalecerlo en su confianza en el Todopoderoso.

“Vosotros habéis visto todo lo que el Señor vuestro Dios hizo con todas estas naciones por vuestra causa. Por-que el Eterno vuestro Dios ha peleado por vosotros” (Jos. 23:3). El testimonio de las obras de Dios fue transmitido por generaciones, animando padres e hijos a confiar en el gran poder del Se-ñor. Recordar la experiencia de libera-ción de nuestra vida es una bendición que fortalece nuestra fe como la fe de nuestros hijos. ¡Cuán triste es que el pueblo de Israel, a pesar de haber sido bendecido con tantos milagros en el desierto, no apreció el hecho de haber sido testigo de tantas maravillas y de esa generación, solo dos hombres de fe, Josué y Caleb, pudieron entrar en la tierra prometida!

Muchas veces, tal como sucedió al pueblo de Israel, vemos solo nuestras limitaciones y nos desanimamos. No es-tamos listos para avanzar con fe y nos avergonzamos de nuestra experiencia con Dios. Aprendamos a confiar cons-tantemente en la dirección de Dios.

Debemos resaltar que la noticia de los milagros del desierto llenó de temor a los pueblos de Canaán al ver como Dios dirigía a su pueblo hasta algunos como Rahab en Jericó reconocieron el poder de Dios y pidieron su misericor-dia. Ella declaró: “Sé que el Señor os ha

TESTIGOS VIVOS EN EL MUNDOPablo M. Hunger, EE.UU.

Lectura No. 3–Domingo, 5 de Diciembre, 2010

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tu palabra, sino porque nosotros mis-mos la hemos oído, y sabemos que en verdad éste es el Salvador del mundo” Jn. 4:42.

Recuerdo lo ocurrido durante el te-rremoto en Chile a principios de 2010. Una niña de 12 años que vivía en una isla a cierta distancia del continente, después de haber escuchado la noticia de parte de su abuelo, vio por la ventana como se sacudían las pequeñas barcas en la costa. Sin demo-rar salió corriendo a la plaza y, por iniciativa propia, tocó con todas sus fuerzas las campanas del pueblo avisando del peligro. Pocos minutos después un fuer-te maremoto sacudió la isla, pero muchos salvaron sus vidas gra-cias al llamado de la niña.

No dejemos pasar las oportuni-dades que Dios nos da de compar-tir la experiencia que hemos hecho con Cristo. A través de nuestro tes-timonio podemos ayudar y resca-tar muchas vidas.

Glorificaron a DiosCada liberación de Jesús realizada

en pecadores sufrientes fue un mo-tivo de gran gozo tanto para aque-llos que habían experimentado el milagro como también para los que habían sido testigos de lo acontecido. “Entonces el paralítico se levantó en el acto, tomó su camilla, y salió delante de todos, de manera que todos se asom-braron, y glorificaron a Dios, diciendo: ‘¡Nunca hemos visto cosa semejante!’” Mr. 2:12.

Otro caso en el que Cristo sanó a un paralítico “... todos quedaron asom-brados. Glorificaban a Dios, y llenos de temor, decían: ‘¡Hoy hemos visto mara-villas!’” (Lc. 5:26). La misma experiencia vivirá en nuestros días toda persona que vea la obra de Dios, reconocerá y glorificará el nombre del Señor. Por esta razón Jesús, cuando Juan el Bau-tista estaba preso y confuso sobre el ministerio del Maestro, ordenó a sus discípulos compartir el testimonio de las maravillosas obras que estaban vi-viendo. Esto le fortaleció y confirmó su fe en el Redentor del mundo. Entonces Jesús les dijo: “Id, y contad a Juan lo que habéis visto y oído, que los ciegos ven, los lisiados andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos resucitan, a los pobres es anunciado el evangelio” Lc. 7:22.

Un Testimonio que no Pudieron Negar

Uno de los medios más poderosos que Jesús utilizó para poder llegar al corazón de los endurecidos sacerdotes fue el testimonio de un leproso que ha-bía sido sanado.

“Entonces Jesús le dijo: ‘Mira, no lo digas a nadie. Pero ve, muéstrate al

y nosotros la vimos, y os anunciamos la vida eterna, lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos también a vosotros, para que tengáis comunión con noso-tros. Pues, nuestra comunión es real con el Padre y con su Hijo Jesucristo” (1 Jn. 1:1-3). Como podemos observar su mensaje está basado en un conjunto de experiencias que deben ser parte tam-bién de nuestro testimonio personal.

Lo que hemos oído. El apóstol Pablo escribe que la fe es por el oír la palabra de Dios (Ro. 10:17). Esto implica que el mensaje primeramente debe ser com-partido ya que si no es anunciado, no habrá audiencia ni conocimiento. El co-nocimiento de la verdad de Dios debe ser compartido a través de diversos medios disponibles: de forma verbal por medio de la palabra, por carta, a través de un correo electrónico y hoy también por medio de mensaje SMS. Cada uno de nosotros debe compartir lo que ha aprendido de las Sagradas Escrituras y tenemos varios medios a nuestro alcan-ce para alcanzar a los que nos rodean.

Lo que hemos visto. La vista produ-ce una impresión mayor que lo que oímos y queda más grabado en la mente. Si compartimos el testimonio

de lo que Dios ha obrado en la vida de otros, la verdad queda más confirmada: “Porque no me avergüenzo del evange-lio, porque es poder de Dios para salva-ción a todo el que cree; primero al judío y también al griego.” Ro. 1:16.

Lo que hemos contemplado. Mirar no es lo mismo que contemplar. Cuantas veces durante un largo viaje miramos señales de tránsito sin darnos cuenta de lo que realmente hemos visto. Contem-plando una flor observamos los detalles maravillosos de la creación de Dios, nos damos cuenta del poder de Dios. De la misma manera, al tomar tiempo para meditar en un texto bíblico llegamos a comprender la profundidad y vitalidad de las palabras, vemos la hermosura del mensaje y llegamos a contemplar a Dios más claramente. Esto nos llevará a expresar el regocijo y la seguridad de David: “Una sola cosa he demandado al Señor, ésta buscaré: Habitar en la casa del Eterno todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura del Se-ñor, e inquirir en su templo” Sal. 27:4.

Lo que palparon nuestras manos. Dentro de nuestro mensaje lo que tiene más valor es nuestra experiencia perso-nal con Dios. Más allá de lo que hemos oído, de lo que hemos visto y contem-plado, compartir lo que hemos vivido y palpado con nuestras manos es algo ma-ravilloso. Es un gozo para el que lo vivió como también una motivación especial para el que lo escucha. Si no hemos ob-tenido una experiencia personal con el Señor, debemos buscarla de corazón y

sacerdote, y presenta la ofrenda que mandó Moisés, para que les sirva de testimonio’” Mt. 8:4.

De esta manera ― hace notar el Espí-ritu de Profecía ― “Los mismos sacer-dotes que habían

condenado el lepro-so al destierro, certificaron su curación. Esta sentencia, promulgada y registra-da públicamente, era un testimonio permanente en favor de Cristo. Y como el hombre sanado quedaba reintegra-do a la congregación de Israel, bajo la garantía de los mismos sacerdotes, de que no había en él rastro de la enferme-dad, venía a ser un testigo vivo a favor de su Benefactor. Con alegría presentó su ofrenda y ensalzó el nombre de Je-sús. Los sacerdotes quedaron conven-cidos del poder divino del Salvador” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 231).

Quizá también hoy pensemos que este método de compartir las obras de Dios a través del testimonio personal no esté dando el resultado que espera-mos, pero tal como lo fue en el tiempo de Jesús, el testimonio es una de las formas más efectivas para alcanzar el corazón. Como hay solo dos opciones ser aceptado o rechazado, debemos confiar que la semilla colocada en el corazón, en su momento, a través de la obra del Espíritu Santo traerá frutos para la eternidad.

Testificando lo que Nuestras Manos Palparon

El apóstol Juan nos da claves impor-tantes para que nuestro testimonio sea vivo. “Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo hemos contempla-do y lo palparon nuestras manos, acer-ca del Verbo de la vida, porque la Vida que estaba con el Padre, se manifestó,

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Lecturas de la Semana de Oración12

pedirla con sinceridad en oración, por-que Él nos ha prometido “pedid y se os dará”. Compartir el conocimiento de la verdad es de gran valor, pero compartir la experiencia de la verdad es una con-firmación aun mayor del mensaje. El Señor desea una experiencia personal y una comunión constante con cada uno de sus hijos. Desea que podamos pal-par cada día sus bendiciones en nuestra vida. No dejes, por lo tanto, que pase un día sin tomar tiempo para reflexionar en lo que has escuchado de Dios, y en lo que Él te ha querido mostrar. Reflexio-na sobre lo que has experimentado y vivido de su mano durante el día. ¿Qué hubiera sido si no hubiera estado Dios a tu lado? No creas que todo ha sido au-tomático o el fruto de tu capacidad. La gracia de Dios ha estado contigo. Sus manos te han cargado y debemos darle gloria por ello.

Confieso que en mi vida personal al descuidar mi relación diaria con Dios puse varias veces mi experiencia en ries-go. Es necesario tomar tiempo para leer los escritos inspirados y relacionarnos con Dios y así no perder la seguridad y obtener fuerzas para enfrentar las situaciones del día con gozo y paz. Un testimonio parece insignificante, pero es la sal que da el sabor, la luz para el que anda en la oscuridad, el agua para el sediento, es un testimonio vivo para el mundo. No perdamos la oportunidad de testificar con gozo y seguridad.

El Gozo de Compartir“Porque no podemos dejar de de-

cir lo que hemos visto, y oído” (Hch. 4:20). Considerando el bien que puede brindar el testimonio personal para la vida de otros, quisiera aprovechar esta oportunidad y animarte a que escribas tu testimonio y lo compartas con los que te rodean. Envíalo también a la ofi-cina de la Asociación General en donde será seleccionado y publicado.

Un Testimonio sin Palabras

Reflexiona por un momento más en la siguiente experiencia. Fany Crosby, la famo-sa escritora de himnos que era ciega, estaba de visita en una misión cuando preguntó si ha-bía allí algún muchacho que no tuviera madre. Deseaba estar con él y poder abrazarle. Fue así que un pequeño huérfa-no vino a ella, puso sus brazos a su alrededor y tiernamente le besó. Cuando salió de ese lu-gar, ella escribió el maravilloso himno: “Rescue the perishing” (Rescata al que perece). Un día, cuando Ira Sankey lo cantó en Saint Louis, un hombre se le-

que pongan toda su confianza en Dios y en sus promesas” (Joyas de los Testi-monios, tomo 3, pág. 291).

No sea que nos pase como al abo-gado que guardó silencio y perdió el juicio. El distinguido abogado Samuel Hoar (1778-1856) estaba representando a su defendido. Cuando llegó el mo-mento de presentar su caso, declaró al jurado que los hechos que favorecían a su cliente eran tan evidentes que no insultaría su inteligencia argumentán-doles. El jurado se retiró a deliberar y regresó pocos minutos después con un veredicto de culpabilidad. Samuel Hoar se asombró “¿Cómo,” preguntó, “han podido llegar a un veredicto tal?” El portavoz replicó, “todos estuvimos de acuerdo que sí se podía decir algo acer-ca de un caso, lo hubiera dicho. Pero, como no presentó ninguna evidencia, decidimos proceder en contra.”

El silencio perdió el caso.Cuantas veces guardamos silencio

ante la oportunidad de testificar por Cristo. Aquellos que necesitan escu-char el mensaje concluirán que hablar sobre la fe en Cristo es algo de menor importancia para dedicarle tiempo. ¡No permitamos que concluyan así! Cada oportunidad para compartir lo que he-mos experimentado es un momento dorado.

“Todo testigo para Dios ha de traba-jar ahora inteligentemente en los ra-mos que Dios le ha señalado. Debemos obtener diariamente una experiencia viva y profunda en el perfeccionamien-to del carácter cristiano. Debemos re-cibir diariamente el aceite santo, para que podamos impartirlo a los demás. Todos pueden ser portaluces ante el mundo, si quieren. Hemos de ocultar el yo, fuera de la vista, en Jesús.” (Testi-monios para Ministros, págs. 519, 520).

Lo mismo encontramos escrito en varios versículos de la Palabra de Dios: “Te alabaré, oh Jehová, con todo mi corazón; contaré todas tus maravillas (Sal. 9:1). “Recordaré las obras del Eter-no. Recordaré sus antiguas maravillas. Meditaré en todas tus obras, y habla-ré de tus hazañas. Oh Dios, santo es tu camino. ¿Qué dios es grande como nuestro Dios? Tú eres el Dios que obra maravillas. Diste a conocer tu poder a las naciones. Con tu brazo redimiste a tu pueblo, a los hijos de Jacob y de José” (Sal. 77:11-15). “Cantad al Eterno canción nueva, cantad al Eterno, toda la tierra. Cantad al Señor, alabad su Nombre, anunciad día tras día su salva-ción. Proclamad entre las naciones su gloria, en todos los pueblos sus maravi-llas. Porque grande es el Eterno, digno de suprema alabanza…” (Sal. 96:1-4)

Quiera Dios concedernos esta expe-riencia y el gozo, tal como lo expresa el salmista, de ser sus testigos vivos ante un mundo necesitado. Amén.

vantó entre el auditorio y dijo: “Yo soy el muchacho a quien Fany Crosby besó aquella noche. Nunca puede borrar de mi mente la impresión que me hizo el toque de aquella mano cariñosa y de aquel corazón que latía de amor por los hijos abandonados, hasta que vine a ser cristiano, tal como ella nos reco-mendó”.

Estimados hermanos y hermanas, en cada momento damos un testi-monio, aun sin palabras, de nuestra relación con Cristo. Es importante que experimentemos las bendiciones prácticas de vivir con el Señor. Los mo-mentos a solas con Dios y su palabra son multiplicados al ser fortalecidos de lo alto y al compartir lo que hemos contemplado y palpado. Recuerda que muchos obtendrán una imagen de Dios y del cristianismo a través del tes-timonio de tu vida.

“En la conducta de los hijos fuera del hogar, los extraños pueden leer, como en un libro abierto, la historia de la vida que se lleva allí. Leen la historia de deberes descuidados, de la falta de meditación detenida, de la carencia de abnegación, de una disposición a la riña, a la irritabilidad y a la impaciencia; mientras que aquellos que revelan que tienen el temor del Señor ante ellos, darán un testimonio, en su carácter y en sus palabras, de un hogar donde se atesora el amor, donde hay paz, donde se cultiva la paciencia, donde se presta atención a las pequeñeces de la vida, donde todos están preocupados de su deber de hacer felices a los demás” (Hi-jos e Hijas de Dios, pág. 116).

Testigos Vivos en el MundoOtro mensaje inspirado nos recuer-

da: “La vida de los que profesan ser cristianos sin vivir la vida de Cristo, es una burla para la religión. Cualquiera que esté inscrito en los registros de la iglesia tiene el deber de representar al Salvador llevando el adorno interior de

un espíritu manso y apacible. Debe ser su testigo y hacer cono-cer las ventajas que hay en vivir y trabajar conforme al ejemplo de Cristo. La verdad presente debe ma-nifestar su potencia en la vida de aque-llos que creen en ella, para que de este modo se co-munique al mundo. Los creyentes de-ben representar en su vida su eficacia santificadora y en-

noblecedora…“Debe demostrarse en ellos el poder

de la gracia que Cristo quiso impartir-nos por su muerte… Deben ser hom-bres de fe, llenos de valor, íntegros,

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Año - 2010 13

Eventos trascendentales están te-niendo lugar en nuestro mundo; hay gran agitación; los crímenes aumentan rápidamente. Las inundaciones, las ham-brunas, las guerras y los terremotos se suceden unos a otros con gran rapidez. Al comienzo de este año, se dieron dos grandes terremotos en el breve plazo de dos meses, uno en Haití, el 12 de enero y el otro en Chile el 28 de febrero, con grandes sacudimientos posteriores y ma-remotos; hubo una desvastación terri-ble. Seguramente estamos en el umbral de grandes y solemnes eventos. Sólo nos queda un momento para que cumpla-mos con la comisión del Señor de predi-car el evangelio a toda criatura. Mientras las tinieblas cubren la tierra y oscuridad las naciones, los profetas dan a nuestro mundo una profecía maravillosamente gloriosa: “Porque la tierra será llena del conocimiento de la gloria de Jehová, como las aguas cubren el mar” Hab. 2:14.

La hermana Elena G. de White vio, en visión, la gloria de Dios y rayos de luz ro-deando al mundo. ¿Cómo brillará la gloria de Dios? ¡En gran medida, por medio del agente divino de la obra de publicaciones! La próxima pregunta es: ¿Cómo avanzará la obra de publicaciones? Refiriéndose a la cooperación de cada uno de nosotros que ha sido llamado a la salvación, el profeta Isaías declara: “Levántate, resplandece; porque ha venido tu luz, y la gloria de Je-hová ha nacido sobre ti” Is. 60:1.

En el libro de Apocalipsis, una maravi-llosa profecía declara: “Después de esto vi a otro ángel descender del cielo con gran poder; y la tierra fue alumbrada con su gloria” (Ap. 18:1). Al respecto el Espíritu de Profecía comenta: “En gran grado, por medio de nuestras casas publicadoras se cumplirá la obra de ese otro ángel que desciende del cielo con gran poder y que ilumina la tierra con su gloria” (Testimonios para la Iglesia, tomo 7, pág. 140).

Cuando Dios tiene una obra que hacer sobre esta tierra, llama a hombres y muje-res a su servicio; y su gloria brilla a través de ellos. Jesús, al mirar a la multitud de gente que no estaba salva, “tuvo compa-sión de ellas, porque estaban desampara-das y dispersas como ovejas que no tienen pastor.” Dijo: “A la verdad, la mies es mu-cha, mas los obreros pocos. Rogad, pues, al Señor de la mies, que envie obreros a su mies” (Mt. 9:36-38). ¡Qué escena se presen-

• lleven el amor de Jesús a cada hogar• se involucren en la causa de Dios• vayan adelante independientemente

de las circunstancias.

Una Obra Importante“Si hay una obra más importante que

otra, es la de presentar al público nues-tras publicaciones, induciéndolo así a es-cudriñar las Escrituras. La obra misionera –que consiste en introducir nuestras pu-blicaciones en el seno de las familias, conversar y orar con ellas– es una obra buena que instruirá a los hombres y mu-jeres acerca de cómo realizar la labor pas-toral” (El Colportor Evangélico, pág. 18).

Distribuir publicaciones no es una ta-rea secundaria, según los Testimonios, “la importancia de esta obra se equipara plenamente a la del ministerio” (El Col-portor Evangélico, pág. 19).

“No hay obra superior a la del colpor-taje evangélico; porque entraña el cum-plimiento de los deberes morales más elevados. Los que se dedican a esta obra necesitan estar siempre bajo el control del Espíritu de Dios. No deben ensalzar-se a sí mismos. ¿Qué tiene cualquiera de nosotros que no haya recibido de Cristo? Debemos amarnos como hermanos y re-velar nuestro amor ayudándonos unos a otros” (Joyas de los Testimonios, tomo 2, pág. 548).

No os Demoréis y no Descuidéis esta Obra

“No retrocedamos ahora. Lo que se debe hacer para advertir al mundo, debe ser hecho sin demora. No dejéis que lan-guidezca la obra del colportaje. Que los libros que contienen la luz de la verdad presente sean colocados ante tantas personas como sea posible” (Testimo-nios para la Iglesia, tomo. 6, pág. 329).

“No debe descuidarse por más tiempo la obra del colportaje. Muchas veces se me ha revelado que debe manifestarse un interés más extenso en nuestra obra de colportaje. La circulación de nuestras publicaciones es un medio muy impor-tante para presentar a los hombres la luz que Dios le ha confiado a su iglesia para que la dé al mundo. Los libros que nuestros colportores venden revelan a muchas personas las riquezas inescruta-bles de Cristo” (El Colportor Evangélico, págs. 29, 30). Que cada colportor y el diri-gente de obra misionera en cada iglesia, asociación y unión salga con los fieles

ta aquí! Los hijos de Dios están dispersos como ovejas sin pastor. La gente sufre hoy; muchos están enfermos y desalenta-dos, solos y temerosos. Viven en pueblos y aldeas y muchos están atrapados en gran-des ciudades. Para llegar a ellos se hace un llamado pidiendo obreros.

Como las Hojas del OtoñoEn nuestro tiempo se han provisto

mensajeros particulares para propagar la luz; estos mensajeros son las publicacio-nes. “Las publicaciones,” escribe el Espí-ritu de Profecía, “han de multiplicarse y esparcirse como las hojas de otoño. Los silenciosos mensajeros están iluminando y modelando las mentes de miles de per-sonas en todos los países y climas” (El Col-portor Evangélico, pág. 15).

Esta es la obra que el Señor desea que realicemos–distribuir la luz del Evangelio. “Los colportores deben ser impresiona-dos por el hecho de que la obra del col-portaje es la misma obra que el Señor desea que hagan. Deben recordar que están en el servicio de Dios….

“Ojalá que millares más de nuestros hermanos tuvieran la comprensión del tiempo en que vivimos, y de la obra que ha de ser hecha en el campo, de casa en casa. Hay muchos, muchísimos que no conocen la verdad. Necesitan oír el lla-mado a acudir a Jesús. Los tristes han de ser alegrados, los débiles fortalecidos, los que están de duelo consolados. Ha de predicarse el Evangelio a los pobres” (Colporteur Ministry, págs. 88, 41).

La gran necesidad de esta hora enton-ces es tener obreros que:

• estén consagrados• deseen hacer la obra de Dios

Lectura No. 4–Martes, 7 de Diciembre, 2010

PROPAGANDO LUZEN MEDIO DE LAS TINIEBLAS

Joel N. Barnedo, EE.UU.

Page 14: La iglesia su fundamento y su sagrada misión

Lecturas de la Semana de Oración14

todos los domingos y trabajen por lo me-nos dos horas de casa en casa. Mientras unos miembros colportan, los miembros de Departamento de Dorcas pueden prepararles el almuerzo. Esto unirá a los creyentes y resultará en una maravillosa cosecha de almas. Luego, el sábado por la mañana, se debe dar tiempo a los col-portores para que cuenten sus experien-cias del domingo anterior en la obra de colportaje.

¡No Perdáis ni siquiera un Día!Esta es nuestra misión urgente y el

Espíritu de Profecía lo confirma: “No po-déis permitiros perder un día. Proseguid la obra que habéis descuidado. Abando-nad vuestra quejosa incredulidad, vues-tra envidia y malos pensamientos, e id a trabajar con fe humilde, y con la fervien-te oración de que el Señor os perdone los años en que os faltó consagración. Pedid a Dios ayuda. Si lo buscáis con fervor, con todo el corazón, lo encontraréis, y Él os fortalecerá y bendecirá” (El Colportor Evangélico, pág. 73).

Este tipo de esfuerzo evangelístico debe ser hecho lo más pronto posible. “Dios ha ordenado el colportaje como un medio de presentar a la gente la luz contenida en nuestros libros, y los col-portores deben comprender cuán in-dispensable es presentar al mundo tan pronto como sea posible los libros nece-sarios para su educación e ilustración es-pirituales. Esta es en verdad la obra que el Señor quiere que su pueblo haga en este tiempo. Todos los que se consagran a Dios para trabajar como colportores es-

tán ayudando a dar el último mensa-je de amonestación al mundo. No podemos estimar demasiado al-tamente esta obra; porque si no fuese por los esfuerzos del col-portor, muchos no oirían nunca la amonestación” (El Colportor

Evangélico, págs. 17, 18).Años atrás, cuando los herma-

nos Carlos Kozel y Raúl Escobar, junto con el hermano y la her-mana Augusto y Lydia Pizarro fueron por primera vez a las Fi-lipinas en servicio misionero, comenzaron a colportar en Manila. La hermana Pizarro

no hablaba nuestra len-gua y ni siquiera hablaba inglés. Lo que ella hizo, al igual que los demás, fue confiar en que Dios los guiaría a alguien que aceptaría la Refor-

ma y el mensaje de salud. Encontraron a un maestro filipino que hablaba inglés y español y que ayudó a traducir el libro del her-mano Kozel al idioma fili-pino. Un día, el hermano Escobar encontró a una jovencita de diecisiete años y la instruyó sobre

migo de las almas lo comprende y está empleando todo medio de que dispone para inducir al colportor a emprender algún otro ramo de trabajo. Debe cam-biarse este orden de cosas. “Dios invita a los colportores a que vuelvan a su traba-jo. Pide voluntarios que dediquen todas sus energías y entendimiento a la obra y ayuden dondequiera que haya oportuni-dad” (El Colportor Evangélico, pág. 26).

“Dios llama a obreros de todas las igle-sias para que entren en su servicio como colportores evangélicos. Dios ama a su iglesia. Si los miembros hacen su volun-tad, si luchan por impartir la luz a los que están en tinieblas, Él bendecirá grande-mente sus esfuerzos. “Esparza todo cre-yente folletos y libros que contengan el mensaje para este tiempo. Necesitamos colportores que salgan a hacer circular nuestras publicaciones por doquiera. “En esta obra final del Evangelio hay un vasto campo que ocupar, y, más que nun-ca antes, la obra debe alistar ayudantes de entre el común del pueblo. Tanto jó-venes como mayores serán llamados del campo, del viñedo y del taller y enviados por el Maestro para dar su mensaje” (El Colportor Evangélico, pág. 35).

Mensajeros de LuzPronto otro año llegará a su fin para no

volver. Proclamemos la luz entre nues-tros conocidos, amigos, parientes por medio de la palabra hablada y escrita. Acerquémonos a la gente con necesida-des. El Señor nos ha dado un poco más de tiempo de gracia y su obra debe ser terminada. En vista de esta gran misión, los siguientes mensajes inspirados son un llamado a cada uno de nosotros. “No hay descanso para alguien que tenga talentos y capacidades. Se les pide que sean los instrumentos del Señor, que cooperen con el Señor Jesús para difun-dir la luz del cielo por este mundo ente-nebrecido por el pecado. “Mientras dure el tiempo de gracia, habrá oportunidad para que el colportor trabaje. Cuando las denominaciones religiosas se unan con el papado para oprimir al pueblo de Dios, lugares donde existe libertad religiosa serán abiertos por medio del colportaje evangélico. Si en un lugar la persecución se hace severa, procedan los obreros como Cristo enseñó. ‘Mas cuando os per-siguieron en esta ciudad, huid a la otra’” (El Colportor Evangélico, págs. 34, 24).

Sobre Jesús está escrito: “Aconteció después, que Jesús iba por todas las ciu-dades y aldeas, predicando y anunciando el evangelio del reino de Dios, y los doce con Él” (Lc. 8:1). Hagámos lo mismo, con el poder del Espíritu Santo. Hoy, Jesús está llamando a hombres y mujeres a dar el último mensaje de misericordia a un mundo que perece. En este momento está hablando a tu corazón. En tus horas de silencio e intimidad con Dios, conside-ra esta necesidad urgente. Cuando oigas su voz, mírale en el rostro y dale tu res-puesta. Amén.

cómo hacer obra de colportaje. Después de haber terminado con el seminario de colportaje, fue enviada a diversas provin-cias. Fue a través de esta hermana que mi familia recibió el mensaje. Cuando yo te-nía 14 años, dicha hermana me pidió que cargara su maleta que contenía libros de salud, y fuimos a nuestros vecinos a vender nuestra literatura. Hasta el día de hoy recuerdo cómo me dijo que la obra de colportaje era la profesión más im-portante a los ojos del cielo. Ella falleció hace 20 años y nunca supo que la semilla que plantó en mi corazón germinaría un día. Fue una semilla bendita, y ahora ten-go el privilegio de servir al Señor como dirigente de colportaje de la Asociación General. Espero encontrarme con esa hermana en el cielo y agradecerle por ha-ber llamado a la puerta de la casa de mi padre. También quiero agradecer a todos los hermanos que vinieron a Asia como pioneros. Ahora, en Filipinas, tenemos más de mil miembros y un buen número de colportores. Todavía hoy, la misión de la iglesia es llevar el mensaje del evange-lio a diferentes partes del mundo. Viet-nam del Sur recibe también misioneros para extender la obra allí. El Comité de la Asociación General ha hecho del año 2010 el año para alcanzar Asia. Oremos para que la luz del evangelio brille más y más en esta populosa región del mundo.

El Señor te llama“Jóvenes, señoritas, el Maestro os lla-

ma a realizar su obra. Hay hambre en el campo por el Evangelio puro. “Esta obra ha de continuar sin que nadie la estorbe. Las almas están pereciendo lejos de Cris-to. Sean ellas amonestadas acerca de su próximo aparecimiento en las nubes del cielo. “Por medio de la obra del colporta-je se presenta la verdad a miles de perso-nas que de otra manera nunca la podrían oír” (Colporteur Ministry, págs. 41, 40, 20).

En el año 2008, la Unión Filipina envió a una colportora a Malasia, quien fue ins-truida como médico-misionera. El resul-tado fue que el año pasado realizamos el primer bautismo en Malasia. Ahora, gra-cias al Señor, tenemos más de 6 miem-bros allí. ¿No es alentador que nuevas almas sean ganadas para la verdad por medio de la cooperación de hermanos y hermanas que ponen sus talentos al ser-vicio del Señor?

El Privilegio de cada Iglesia y de cada Creyente

Queridos hermanos y hermanas, ten-go muchas cosas en mi corazón que qui-siera compartir con vosotros, pero todos sabemos que Dios ha hablado y dado a cada creyente invitaciones inspiradas. Permitámos que éstas hablen a nuestros corazones y respondámos a su llamado.

“Necesitamos Calebs hoy... que con pa-labras valientes induzcan poderosamen-te a la acción inmediata” (El Colportor Evangélico, pág. 164). “Una importante y gran obra está ante nosotros. El ene-

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Año - 2010 15

Edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la prin-cipal piedra de ángulo Jesucristo mis-mo. Ef. 2:20.

La piedra de ángulo de un edificio es una piedra suficientemente grande y sólida para soportar enorme peso y presión medioambiental, que se coloca en la esquina de un edificio para unir o entrelazar dos paredes. El tamaño de la piedra se escoje según la dimensión y altura del edificio.

Durante la construcción del templo de Salomón, se había traído de la can-tera a Jerusalén una enorme piedra que fue rechazada por los edificadores y la tenían como un tropiezo. Después de largo tiempo descubrieron que era la mejor piedra, la más resistente al peso. Si bien era una piedra reprobada, era la más apropiada para la estructura del edificio, así fue que la colocaron en la base del esplendente edificio.

Esa piedra angular es una represen-tación de Jesús. De esta piedra figura-tivamente hablaron el salmista David y el apóstol Pedro cuando dijeron: “La piedra que desecharon los edificadores ha venido a ser cabeza del ángulo” Sal. 118:22; 1 P. 2:7.

La Piedra Angular en la Era PatriarcalTenemos un hermoso mensaje de los

patriarcas, quienes creyeron en Jeho-vá, el fundamento y piedra angular de su fe, y de acuerdo con sus revelaciones anunciaron al Mesías como la Roca, o el Salvador que había de venir.

El patriarca Abraham creyó en Dios y Padre nuestro, y esperó la bendita promesa de un hijo y de una gran des-cendencia en la tierra prometida donde fluye leche y miel (Gn. 15:1-5), y a su debi-do tiempo Dios cumplió esta promesa.

Por inspiración el patriarca Jacob, pronunció profecías referidas a su des-cendencia, específicamente por la línea de uno de sus hijos: “No será quitado el cetro de Judá, ni el legislador de entre sus pies, hasta que venga Siloh; y a Él se congregarán los pueblos” (Gn. 49:10). Otro versículo refuerza: “De Judá sal-drá la piedra angular...” Zac. 10:4.

Pues así sucedió; de la tribu de Judá nació el Salvador del mundo, la piedra angular que une al hombre con el hom-bre, a la tierra con el cielo y al hombre con Dios.

El apóstol Pablo refiriéndose a los pa-triarcas dijo de ellos: “... son israelitas, de los cuales son la adopción, la gloria, el pacto, la promulgación de la ley, el culto y las promesas; de quienes son los patriarcas y de los cuales, según la carne, vino Cristo, el cuál es Dios sobre todas las cosas, bendito por los siglos. Amén” Ro. 9:4, 5.

El Ángel que tiene el Nombre de Dios

De Jesús se habla como del “Ángel” que guiaba al pueblo: “He aquí yo en-vío mi Ángel delante de ti para que te guarde en el camino, y te introduzca en el lugar que yo he preparado. Guárdate delante de Él, y oye su voz; no le seas re-belde; porque Él no perdonará vuestra rebelión, porque mi nombre está en Él. Pero si en verdad oyeres su voz, e hicie-res todo lo que yo te dijere, seré enemi-go a tus enemigos, y afligiré a los que te afligieren. Porque mi Ángel irá delante de ti, y te llevará a la tierra del amorreo, del heteo, del ferezeo, del cananeo, del heveo y del jebuseo...” Ex. 23:20-23.

Fue por medio de su “Ángel”, el Se-ñor Jesús, que Dios dio libertad a su pueblo: “Y clamamos a Jehová, el cual oyó nuestra voz, y envió un ángel, y nos sacó de Egipto; y he aquí estamos en Cades, ciudad cercana a tus fronteras” Nm. 20:16.

“A través de todas las páginas de la historia sagrada, donde está registrada la relación de Dios con su pueblo escogi-do, hay huellas vivas del gran YO SOY...

“En todas estas revelaciones de la presencia divina, la gloria de Dios se manifestó por medio de Cristo. No sólo cuando vino el Salvador, sino a través de todos los siglos después de la caída del hombre y de la promesa de la re-dención, ‘Dios estaba en Cristo reconci-liando el mundo a sí.’ (2 Co. 5: 19.)

Cristo era el fundamento y el cen-tro del sistema de sacrificios, tanto en la era patriarcal como en la judía. Desde que nuestros primeros padres pecaron, no ha habido comunicación directa entre Dios y el hombre. El Padre puso el mundo en manos de Cristo para que por su obra mediadora redimiera al hombre y vindicara la autoridad y santi-dad de la ley divina.

JESÚS, LA PIEDRA DEL ÁNGULO

Alfonso Reto, Perú

“Esta esperanza de redención por el advenimiento del Hijo de Dios como Salvador y Rey –recuerda el Espíritu de Profecía–, no se extinguió nunca en los corazones de los hombres. Desde el principio hubo algunos cuya fe se extendió más allá de las sombras del presente hasta las realidades futuras. Mediante Adán, Set, Enoc, Matusa-lén, Noé, Sem, Abrahán, Isaac, Jacob y otros notables, el Señor conservó las preciosas revelaciones de su voluntad. Y fue así como a los hijos de Israel... Dios hizo conocer los requerimientos de su ley y la salvación que se obtendría mediante el sacrificio expiatorio de su amado Hijo” (Profetas y Reyes, págs. 502, 503).

Todos los patriarcas fueron fortifi-cados y fundados sobre la roca eterna que es nuestro Salvador Jesucristo, e hicieron experiencias personales con Él. La pluma inspirada dice: “Mediante símbolos y promesas, Dios ‘evangelizó antes a Abrahán’ (Gá. 3:8) y la fe del pa-triarca se fijó en el Redentor que había de venir. Cristo dijo a los judíos: ‘Abra-hán vuestro padre se gozó por ver mi día; y lo vio, y se gozó’ (Jn. 8:56). El car-nero ofrecido en lugar de Isaac repre-sentaba al Hijo de Dios, que había de ser sacrificado en nuestro lugar. Cuan-do el hombre estaba condenado a la muerte por su transgresión de la ley de Dios, el Padre, mirando a su Hijo, dijo al pecador: ‘Vive, he hallado un rescate’” (Patriarcas y Profetas, pág. 150).

Lectura No. 5–Miércoles, 8 de Diciembre, 2010

Page 16: La iglesia su fundamento y su sagrada misión

Lecturas de la Semana de Oración16

“Toda comunicación entre el cielo y la raza caída se ha hecho por medio de Cristo. Fue el Hijo de Dios quien dio a nuestros primeros padres la promesa de la redención. Fue Él quien se reveló a los patriarcas. Adán, Noé, Abrahán, Isaac, Jacob, y Moisés comprendieron el Evangelio. Buscaron la salvación por medio del Substituto y Garante del ser humano. Estos santos varones de anta-ño comulgaron con el Salvador que iba a venir al mundo en carne humana; y al-gunos de ellos hablaron cara a cara con Cristo y con ángeles celestiales.

“Cristo no sólo fue el que dirigía a los hebreos en el desierto –el Ángel en quien estaba el nombre de Jehová, y quien, velado en la columna de nube, iba delante de la hueste–sino que tam-bién fue Él quien dio la ley a Israel. En medio de la terrible gloria del Sinaí, Cristo promulgó a todo el pueblo los diez mandamientos de la ley de su Pa-dre, y dio a Moisés esa ley grabada en tablas de piedra” (Patriarcas y Profetas, págs. 381, 382).

La Piedra Angular en el ÉxodoLa piedra angular, sirviendo de apoyo

al pueblo de Israel durante el cautiverio en Egipto, es la maravillosa historia de la liberación del pecado.

Dios llamó a Moisés como su repre-sentante para liderar, aunque éste se resistió en un inicio, disculpándose: “…soy tardo de habla y torpe de lengua” (Ex. 4:10). Pero Dios le dio seguridad, diciendo: “Ahora pues, ve, y yo estaré con tu boca, y te enseñaré lo que hayas de hablar” Ex. 4:12.

Moisés fue el instrumento humano en la liberación del pueblo de Egipto, pero él dependió en toda circunstancia de Jehová y de su “Ángel” y así condu-jo al pueblo a la libertad. De allí que se dice de Moisés: “Por la fe dejó a Egipto, no temiendo la ira del rey; porque se sostuvo como viendo al Invisible” (He. 11:27). El Señor era su ayuda constante, era la Roca en la cual se apoyaba.

Luego, empezó el éxodo rumbo a la tierra prometida; cruzaron el Mar Rojo y porque rehusaron entrar en la Ca-naán tuvieron que peregrinar durante 40 años en el desierto. “No era volun-tad de Dios – refiere la pluma inspirada – que Israel peregrinase durante cua-renta años en el desierto; lo que Él que-ría era conducirlo a la tierra de Canaán y establecerlo allí como pueblo santo y feliz. Pero ‘no pudieron entrar a causa de incredulidad’ (Heb. 3:19.) Perecieron en el desierto a causa de su apostasía, y otros fueron suscitados para entrar en la tierra prometida” (Conflicto de los Siglos, pág. 511).

Pues bien, al regresar los diez espías de explorar el país dieron un infor-

hermanos delante de Jehová! ¿Por qué hiciste venir la congregación de Jeho-vá a este desierto, para que muramos aquí nosotros y nuestras bestias?” Nm. 20:3, 4.

Frente a esta gran protesta “Moisés y Aarón salieron de delante de la con-gregación a la puerta del tabernáculo de reunión, y se postraron sobre sus rostros; y la gloria de Jehová apareció sobre ellos. Y Habló Jehová a Moisés diciendo: ‘Toma la vara, y reúne la con-gregación, tú y Aarón tu hermano, y ha-blad a la peña a vista de ellos; y ella dará su agua, y les sacarás agua de la peña, y darás de beber a la congregación y a sus bestias’.

Y reunieron Moisés y Aarón a la con-gregación delante de la peña, y les dijo: ‘¡Oíd ahora rebeldes! ¡Os hemos de ha-cer salir aguas de esta peña?’ Entonces alzó Moisés su mano y golpeó la peña con su vara dos veces; y salieron mu-chas aguas…” Nm. 20:6-11.

Moisés, el hombre más manso de la tie-rra, en esta ocasión perdió la paciencia y les dijo “rebeldes.”

Realmente estaba diciendo lo correc-to, pero con un espíritu incorrecto. De-cir la verdad es bueno, pero no con un espíritu alterado. La orden de Dios era “hablad a la Roca” no golpear la Roca, porque la Roca o la Piedra representaba a Cristo. Otro error que cometió Moisés fue cuando dijo: “¿Os hemos de hacer salir aguas?” Moisés habló en forma apa-sionada, él sabía que era Dios y no él ni su hermano los que tenían ese poder; él no podía sacar agua de la roca sino sólo Dios podía hacerlo.

me negativo y la reacción inmediata de los hebreos fue lamentarse, llorar por haber sido puestos en una situa-ción que para ellos no tenía solución y por temor a los juicios de Dios. Otros intentaron tomar Canaán por sus pro-pias fuerzas, a pesar de que Moisés les advirtió que no lo hicieran. Fueron se-veramente derrotados.

Hubo otros después que, dirigidos por Coré, Datán y Abirán, increpa-ron la autoridad de Moisés, adularon al pueblo y ganaron el apoyo de 250 príncipes. “Acusaron a Moisés de si-mular estar actuando bajo la dirección divina para afianzar su autoridad; y declararon que ya no se someterían a ser dirigidos como ciegos, primero hacia Canaán, y luego hacia el desier-to, como mejor convenía a sus propó-sitos ambiciosos. Así se le atribuyó al que había sido como un padre tierno y paciente pastor, el negrísimo carácter de tirano y usurpador. Se le imputó la exclusión de Canaán que el pueblo sufriera como castigo de sus pro-pios pecados” (Patriarcas y Profe-tas, pág. 422).

El destino de aquellos rebeldes y sus seguidores fue la muerte. “Moisés ordenó al pueblo por instrucción divina: ‘Apartaos aho-ra de las tiendas de estos impíos hombres, y no toquéis ninguna cosa suya, porque no perezcáis en todos sus pecados.’…

“Cuando terminó de hablar, la tierra sólida se partió, y los re-beldes cayeron vivos al abismo, con todo lo que les pertenecía, ‘y perecieron de en medio de la congregación.’ El pueblo huyó, sintiéndose condenado como co-partícipe del pecado.

“Pero el castigo no terminó en eso. Un fuego que fulguró de la nube alcanzó a los doscientos cincuenta príncipes que habían ofrecido incienso, y los consumió” (Patriarcas y Profetas, pág. 424).

Allí 14.700 personas perdieron sus vidas en la rebelión y levanta-miento. A pesar de todas estas malas actuaciones, Dios, siempre compasivo, los llamaba “mi pueblo”. “Y andaré en-tre vosotros, y yo seré vuestro Dios, y vosotros seréis mi pueblo” (Lv. 26:12). Él los amaba, los protegía, les puso un líder, los organizó en tribus con su sa-cerdocio y aún así fueron ingratos. Des-pués de la rebelión de Coré, buscaron cada motivo para levantarse en protes-ta, como sucedió en el desierto de Zin; leemos: “Y porque no había agua para la congregación, se juntaron contra Moisés y Aarón. Y habló el pueblo con-tra Moisés, diciendo: ¡Ojalá hubiéramos muerto cuando perecieron nuestros

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Año - 2010 17

La obra de salvar almas sedientas es sólo prerrogativa de Dios y no de la ayu-da humana; por eso se le dijo “hablad a la Roca”.

Comentando esta memorable expe-riencia, el Espíritu de Profecía afirma: “De la roca que Moisés hirió, brotó primeramente el arroyo de agua viva que refrescó a Israel en el desierto. Durante todas sus peregrinaciones, do-quiera fuese necesario, un milagro de la misericordia de Dios les proporcionó agua... Dondequiera que les hacía falta agua en su peregrinaje, fluía de las hen-diduras de las rocas y corría al lado de su campamento.

“Cristo era quien, por el poder de su palabra, hacía fluir el arroyo refrescante para Israel. ‘Bebían de la piedra espiritual que los seguía, y la piedra era Cristo.’ Él era la fuente de todas las bendiciones, tanto temporales como también espi-rituales. Cristo, la Roca verdadera, los acompañó en toda su peregrinación. ‘No tuvieron sed cuando los llevó por los de-siertos; hízoles correr agua de la piedra; cortó la peña, y corrieron aguas.’ ‘Abrió la peña, y fluyeron aguas; corrieron por los secadales como un río’ (1 Co. 10:4; Is. 48:21; Sal. 105:41).

“La roca herida era una figura de Cris-to, y mediante este símbolo se enseñan las más preciosas verdades espirituales” (Patriarcas y Profetas, pág. 436).

¿Cómo podríamos hoy hablarle a la Roca? ¿Nos damos cuenta de quién es la Roca? “… porque bebían de la Roca espi-ritual que los seguía y la Roca era Cristo” (1 Co. 10:4).

Hablar a la Roca, piedra angular, o pie-dra viviente, es orar y entregarse. El buen cristiano no herirá la Roca porque de ha-cerlo no entrará en la tierra prometida. El Señor dice en su Palabra: “Y el que caye-re sobre esta piedra será quebrantado; y sobre quien ella cayere le desmenuzará” Mt. 21:44.

La Piedra Angular en el Nuevo Testamento

Jesús dijo a Pedro: “Y yo también te digo, que tu eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella” (Mt. 16:18). La iglesia edificada sobre la Roca o piedra angular, aunque perse-guida, maltratada, calumniada, no será destruida.

“Cuán débil parecía la Iglesia cuan-do Cristo pronunció estas palabras. Se componía apenas de un puñado de cre-yentes contra quienes se dirigía todo el poder de los demonios y de los hom-bres malos; sin embargo, los discípulos de Cristo no debían temer. Edificados sobre la roca de su fortaleza, no podían ser derribados.

queridos hermanos y hermanas, el fin está cerca! ¡Llegará el momento que la iglesia militante se tornará en la iglesia triunfante! Si nos proyectamos a un fu-turo cercano, veremos al Cordero con los redimidos, que tienen el nombre de Él y de su Padre escrito en sus frentes; escucharemos el sonido de las arpas y voces incomparables entonando un cántico nuevo por la redención recibi-da. Hablando de los 144.000, Juan dio el bello testimonio: “Estos son los que siguen al Cordero por dondequiera que va. Estos fueron redimidos de entre los hombres como primicias para Dios y para el Cordero; y en sus bocas no fue hallada mentira, pues son sin mancha delante del trono de Dios” Ap. 14:4.

Si permanecemos firmes sobre la piedra angular, que nos perdona todos nuestros pecados confesados, noso-tros también estaremos allí, porque Él es el que nos mantendrá hasta el día de nuestro encuentro en el monte de Sión. Amén.

“Durante seis mil años, la fe ha edificado sobre Cristo. Durante seis mil años, las tempestades y los combates de la ira satánica han azotado la roca de nuestra salvación; pero ella sigue incon-movible” (El Deseado de Todas las Gentes, págs. 381, 382).

Esta Roca, piedra de ángulo, es-cogida y preciosa ha unido los co-razones de los hombres alejados el uno del otro y enemistados el uno contra el otro; ha unido dos pueblos, judíos y gentiles en uno solo, y por eso estamos ahora ca-minando confiadamente sobre la misma plataforma de esa verdad, seguros que por su gracia se cumplirá la Escritura que anuncia: “He aquí, pon-go en Sión la principal piedra del ángu-lo, escogida, preciosa; y el que creyere en Él, no será avergonzado” 1 P. 2:6.

“Los apóstoles edificaron la iglesia de Dios sobre el fundamento que Cris-to mismo había puesto. Frecuentemen-te se usa en las Escrituras la figura de la construcción de un templo para ilustrar la edificación de la iglesia” (Los Hechos de los Apóstoles, pág. 475).

“Los apóstoles trabajaron en las can-teras del mundo judío y gentil, para extraer piedras que iban a colocar so-bre el fundamento. En su carta a los creyentes de Efeso, Pablo les dice: “Así que ya no sois extranjeros ni advene-dizos, sino conciudadanos de los san-tos, y miembros de la familia de Dios, edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo, en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor; en quien vosotros también sois juntamente edificados para mora-da de Dios en el Espíritu. Ef. 2:19-22.

“Uno tras otro los principales edifica-dores cayeron a mano del enemigo. Es-teban fue apedreado; Santiago, muerto por la espada; Pablo, decapitado; Pe-dro, crucificado; Juan, desterrado. A pesar de ello, la iglesia creció. Nuevos obreros ocuparon el lugar de los que caían, y piedra tras piedra se añadía al edificio. Así, lentamente, se levantaba el templo de la iglesia de Dios” (Los He-chos de los Apóstoles, pág. 477).

También nosotros, al igual que ellos, tendremos que afrontar dificultades en nuestra iglesia y en forma personal. Es más aún, cuando estamos a las puertas de Canaán seremos zarandeados y pro-bados. Si resistimos las pruebas hasta el final y por la gracia de Dios salimos limpios en el juicio investigador, enton-ces, con el poder de la lluvia tardía ire-mos adelante en la obra y nos veremos en la nueva tierra prometida. ¡Ánimo,

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Lecturas de la Semana de Oración18

El Plan de DiosY de aclarar a todos cuál sea la dispen-

sación del misterio escondido desde los siglos en Dios, que creó todas las cosas, para que la multiforme sabiduría de Dios sea ahora dada a conocer por medio de la iglesia a los principados y potestades en los lugares celestiales. Ef. 3:9, 10.

Dios tenía un plan desde la fundación del mundo. Él revela su sabiduría y amor al mundo entero y a los poderes en los lugares celestiales. Estableció su iglesia en la tierra para cumplir su plan.

“Desde el principio, el plan de Dios fue que su iglesia reflejase al mundo su plenitud y suficiencia. Los miembros de la iglesia, que han sido llamados de las tinieblas a su luz admirable, han de reve-lar su gloria. La iglesia es la depositaria de las riquezas de la gracia de Cristo; y mediante la iglesia se manifestará con el tiempo, aún a ‘los principados y potes-tades en los cielos’ (Efe. 3:10), el desplie-gue final y pleno del amor de Dios” (Los Hechos de los Apóstoles, pág. 11).

La iglesia es la comunidad de todos los que son redimidos por la sangre de Jesucristo. Él es la cabeza, la iglesia es su cuerpo, y cada individuo en el cuer-po forma parte de Él. De esa manera, en la conclusión del plan de redención, Cristo y su iglesia tienen el mismo ob-jetivo y comparten el mismo destino.

“Porque así como el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros, pero todos los miembros del cuerpo, siendo mu-chos, son un solo cuerpo, así también Cristo.” “De manera que si un miembro padece, todos los miembros se duelen

sino por toda la iglesia (toda la comuni-dad). Y además, “el plan de redención tenía un propósito todavía más amplio y profundo que el de salvar al hombre. Cristo no vino a la tierra sólo por este motivo; no vino meramente para que los habitantes de este pequeño mundo acatasen la ley de Dios como debe ser acatada; sino que vino para vindicar el carácter de Dios ante el universo” (Pa-triarcas y Profetas, pág. 56).

¡Qué grandioso sería si todos com-prendieramos que la iglesia fue orga-nizada por un propósito mayor y más profundo que la simple salvación del hombre! La iglesia tiene un llamado muy solemne, el de vindicar la ley de Dios y revelar su carácter a todo el mundo. ¡Qué maravilloso es que noso-tros, como miembros de la iglesia, ha-yamos sido comprados con su preciosa sangre! Y recordad que de igual modo que una cabeza tiene sólo un cuerpo, Dios tiene solamente una iglesia.

“Dios tiene una iglesia en la tierra que está elevando en alto su ley pisoteada, y presentando al mundo el Cordero de Dios que quita los pecados de la huma-nidad. La iglesia es la depositaria del tesoro de las riquezas de la gracia de Cristo, y por medio de ella finalmente se hará manifiesta la revelación postre-ra y plena del amor de Dios al mundo que ha de ser iluminado con su gloria.

“Considerad, mis hermanos y herma-nas, que el Señor tiene un pueblo, un pueblo escogido, su iglesia, que debe ser suya, su propia fortaleza, que Él sostiene en un mundo rebelde y herido por el pecado; y Él se ha propuesto que ninguna autoridad sea conocida en Él, ninguna ley reconocida por ella, sino la suya propia” (Testimonios para Minis-tros, págs. 48, 14).

La Iglesia MilitanteLa iglesia de Dios en la tierra es toda-

vía militante, no una iglesia triunfante. “¿No tiene Dios una iglesia viva? Él tiene una iglesia, pero es la iglesia militante, no la iglesia triunfante” (Eventos de los Últimos Días, pág. 54).

¿Qué significa una iglesia militante, o luchadora? Al leer Apocalipsis 12:7 comprendemos que hubo una lucha en el cielo entre Cristo y Satanás; la bata-lla entre el mal y el bien se originó allí. Pero por la transgresión de Adán y Eva,

LA IGLESIA MILITANTEDai Ch. Kang, Corea del Sur

con él, y si un miembro recibe honra, todos los miembros con él se gozan.” “Porque somos miembros de su cuer-po, de su carne y de sus huesos” 1 Co. 12:12, 26; Ef. 5:30.

Necesitamos comprender que si la iglesia no hubiere de ganar la victoria en la controversia entre el bien y el mal, todos los sacrificios, la muerte de Cris-to, y el plan de Dios serían en vano.

Hay veces en que es necesario am-putar un brazo o una pierna debido a alguna enfermedad, como medio de preservar la vida que se ve amenazada. Pero no es posible separar la cabeza del cuerpo en tal caso, ya que tal cosa causaría la muerte inmediata. Del mis-mo modo, es absolutamente imposible separar a Cristo de la iglesia, en lo que tiene que ver con el plan de salvación, porque Él es la cabeza y la iglesia su cuerpo. Cristo y su iglesia forman un cuerpo una comunidad.

“La relación de Cristo y su iglesia es muy íntima y sagrada; Él es el esposo y la iglesia la esposa; Él la cabeza, y la iglesia el cuerpo. La relación con Cris-to entraña, pues, la relación con su iglesia” (La Educación, pág. 269).

“Cristo y su iglesia son insepara-bles” (Testimonies for the Church, tomo 3, pág. 418).

Un Cuerpo y una Iglesia

La iglesia de Dios en la tierra fue comprada con la sangre de su querido Hijo. “Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el reba-ño en que el Es-píritu Santo os ha puesto por obis-pos, para apacen-tar la iglesia del Señor, la cual Él ganó por su pro-pia sangre” (Hch. 20:28). Cristo dio

su propia vida por la iglesia. “Así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella” Ef. 5:25.

Es privilegio de la iglesia saber que Cristo no murió sólo por individuos,

Lectura No. 6–Viernes, 10 de Diciembre, 2010

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Año - 2010 19

el campo de batalla fue transferido a la tierra y continúa aquí y la iglesia está en gran manera involucrada en esta lucha. Sabemos que la guerra que comenzó en el cielo fue sobre el tema de la ley de Dios. Satanás se rebeló contra el amor, la sabiduría y el reino de Dios y presen-tó acusaciones contra su carácter ante los ángeles y los habitantes del uni-verso. Declaró que la ley de Dios, que es una transcripción de su carácter, es imperfecta y no puede ser observada a menos que se la cambie.

“Desde el principio, el gran conflicto giró en derredor de la ley de Dios. Sa-tanás había procurado probar que Dios era injusto, que su ley era defectuosa, y que el bien del universo, requería que fuese cambiada. Al atacar la ley, procu-ró derribar la autoridad de su Autor” (Patriarcas y Profetas, pág. 56).

“Satanás había aseverado que era imposible para el hombre obedecer los mandamientos de Dios; y es cierto que con nuestra propia fuerza no podemos obedecerlos. Pero Cristo vino en forma humana, y por su perfecta obediencia probó que la humanidad y la divinidad combinadas pueden obedecer cada uno de los preceptos de Dios” (Palabras de Vida del Gran Maestro, pág. 256).

Adherirse a la GuerraLa iglesia desempeña un papel fun-

damental en esta controversia entre el bien y el mal. Cristo vino a esta tierra, tomó la naturaleza humana y obedeció la ley viviendo una vida sin pecado y de victoria. Por esta razón le fue posible declarar: “¿Quién de vosotros me re-dagüye de pecado?” “Porque viene el príncipe de este mundo, y él nada tiene en mí” Jn. 8:46; 14:30.

La iglesia de Dios sobre la tierra de-bería poder decir lo mismo. Esta es la voluntad de Dios y la esencia del plan de salvación. “No había en Él nada que respondiera a los sofismas de Satanás. Él no consintió en pecar.

clamar en alta voz: ‘Creímos en tu ve-nida, y la proclamamos con energía.’ Y mientras hablaban, sus miradas caían sobre sus vestiduras, veían lo escrito y prorrumpían en llanto. Vi que habían bebido de las aguas profundas, y holla-do el residuo con los pies, pisoteado el sábado– y que por esto habían sido pe-sados en la balanza y hallados faltos” (Primeros Escritos, pág. 39).

La sierva de Dios vio una gran mul-titud aullando porque habían perdido la salvación, y la razón era que habían sido declarados faltos porque habían pisoteado el santo sábado; esta es una advertencia a la iglesia de hoy. Ésta debe ser diligente en instruir al pueblo sobre la observancia del santo sábado de acuerdo al perfecto testimonio de la palabra y del Espíritu.

Recordemos que la santa ley de Dios es completa y perfecta contribuyendo a la felicidad y bienestar de la humani-dad. “El día de reposo fue hecho por causa del hombre, y no el hombre por causa del día de reposo” (Mr. 2:27). La iglesia debe ser muy valiente para opo-nerse a esta generación presente don-de prevalece la iniquidad.

Luchando contra la FalsedadSatanás es el padre de la mentira.

“Satanás ha obrado con poder enga-ñador produciendo una cantidad de errores que oscurecen la verdad” (El Evangelismo, pág. 429).

“Por medio de falsas teorías y tra-diciones es como Satanás obtiene su poder sobre la mente. Induciendo a los hombres a adoptar normas falsas, tuer-ce el carácter” (El Deseado de Todas las Gentes, pág. 625).

La iglesia debe enseñar la verdad presente con claridad, incluso las doctrinas básicas del triple mensa-je angélico, la justificación por la fe, Cristo nuestra Justicia, el santuario celestial, el juicio investigador, el se-llamiento de los 144,000, el mensaje del ángel de Apocalipsis 18, la lluvia tardía y el fuerte clamor, etc.

“Las doctrinas deben ser correcta-mente comprendidas. Los hombres que son aceptados para enseñar la verdad deben estar anclados; enton-ces su barco soportará la tormenta y la tempestad, porque el ancla los mantie-ne firmes. Los engaños aumentarán” (Mensaje Selectos, tomo 2, pág. 67).

Satanás hará todo lo que pueda para ganar terreno por medio de falsas doctrinas, desviar el corazón de los hombres de la verdad, y engañar a los elegidos de Dios. La iglesia debe estar despierta y poner resistencia a la falsa doctrina por medio del poder de la pa-labra y del Espíritu Santo.

Ni siquiera por un pensamiento cedió a la tentación. Así también podemos hacer nosotros. La humanidad de Cris-to estaba unida con la divinidad.

Fue hecho idóneo para el conflicto mediante la permanencia del Espíritu Santo en Él. Y Él vino para hacernos par-ticipantes de la naturaleza divina….

“La vida de obediencia del Salvador sostuvo los derechos de la ley; probó que la ley puede ser guardada en la humanidad, y reveló la excelencia del carácter que la obediencia desarrolla-ría. Todos los que obedecen como Él obedeció, declaran igualmente que el mandamiento de la ley ‘es santo, y jus-to, y bueno.’

Por otro lado, todos los que violan los mandamientos de Dios, sostienen el aserto de Satanás de que la ley es injusta y no puede ser obedecida. Así secundan los engaños del gran adver-sario y deshonran a Dios. Son hijos del maligno, que fue el primer rebelde con-tra la ley de Dios” (El Deseado de Todas las Gentes, págs. 99, 276)

Hoy, la iglesia debe ofrecer una fuer-te resistencia a la idea pesimista de que la ley de Dios no puede ser obe-decida. ¡Qué sorprendente es que la mayoría de los cristianos – sí, los que profesan creer en Cristo–tomen en efecto esta posición y se pongan así del lado de Satanás!

Luchando en una Generación de Iniquidad

La iglesia de Dios debería verdade-ramente comprender lo que significa obtener poder divino para elevar su ley – el nivel moral. “Aquí está la pa-ciencia de los santos, los que guar-dan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús” (Ap. 14:12). Vivimos en una época en la que abunda la iniquidad. La observancia del sábado es particu-larmente atacada por los poderes de las tinieblas; y en este punto, la iglesia debe contender con ellos.

“El sábado tiene un carácter mucho más sagrado que el que le atribuyen muchos de los que profesan obser-varlo. El Señor ha sido grandemente deshonrado por aquellos que no han guardado el sábado de acuerdo con el mandamiento, en la letra y en el espí-ritu. El pide una reforma en la obser-

vancia del sábado” (Joyas de los Testimonios, tomo 3, pág. 20).

“Se me mostró una hueste que aullaba de agonía. Sobre

sus vestiduras estaba escrito en grandes caracteres: ‘Pesado has

sido en balanza, y fuiste hallado fal-to.’ Pregunté acerca de quiénes for-maban esta hueste. El ángel me dijo:

‘Estos son los que una vez guardaron el sábado y lo abandonaron.’ Los oí

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Lecturas de la Semana de Oración20

Iglesia de AmorAntes de ascender al cielo, Jesús dio

un mandamiento especial a los discípu-los: “Un mandamiento nuevo os doy: que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros” Jn. 13:34, 35.

Jesús estipuló claramente que sus seguidores tienen que amarse los unos a los otros como Él los amó. Conside-rad cómo Jesús amó a sus discípulos. Pensad sobre el caso de Judas Iscario-te, quien traicionaría y vendería a su Maestro a los enemigos. “A la verdad el Hijo del Hombre se va, según está escri-to de Él, mas ¡ay de aquel hombre por quien el Hijo del Hombre es entregado! Bueno le fuere a ese hombre no haber nacido” Mt. 26:24.

Jesús sabía lo que Judas iba a hacer y que no sería salvo. Pero Jesús lo amó hasta el fin y no escatimó ningún es-fuerzo o sacrificio para salvarlo. Así es como debemos amarnos unos a otros y a cada alma que encontremos.

En la iglesia, hay gente de diversas per-sonalidades y con distintos defectos, el mismo caso se daba entre los doce hijos de Jacob y los doce discípu-los de Jesús. Muy probable-mente haya hermanos y hermanas por los que no sientas gran simpatía y que te ofenden repetidas veces; no sientes amor o deseos de amar a estas per-sonas. Pero, ¿cuál es el mandamiento de Jesús? “Amáos los unos a los otros como yo os he amado.”

lestiales de que Dios es amor y de que su santa ley puede ser obedecida.

“El mundo está envuelto por las ti-nieblas de la falsa concepción de Dios. Los hombres están perdiendo el conoci-miento de su carácter, el cual ha sido mal entendido y mal interpretado” (Palabras de Vida del Gran Maestro, pág. 343).

No olvidéis el propósito de Dios al establecer la iglesia. “Desde el princi-pio fue, el plan de Dios que su iglesia reflejase al mundo su plenitud y sufi-ciencia…. La iglesia es la depositaria de las riquezas de la gracia de Cristo; y mediante la iglesia se manifestará con el tiempo, aún a ‘los principados y po-testades en los cielos’ (Ef. 3:10), el des-pliegue final y pleno del amor de Dios” (Los Hechos de los Apóstoles, pág. 10).

Entonces la cabeza de Satanás será herida y la muerte abolida. “La iglesia verá todavía tiempos angustiosos. Pro-fetizará vestida de saco. Pero, aunque debe arrostrar herejías y persecucio-nes, aunque debe batallar con los infie-les y los apóstatas, por la ayuda de Dios está aplastando la cabeza de Satanás” (Joyas de los Testimonios, tomo 1, pág. 591). Con este propósito, resistamos el mal hoy –individual y colectivamente–y practiquemos el amor para iluminar a todo el mundo con la gloria de Dios.

“Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu men-te; y a tu prójimo como a ti mismo” (Lc. 10:27). Oremos fervientemente y traba-jemos para que la iglesia a la cual per-tenecemos realmente refleje el amor del Dios infinito, algo que sólo se podrá lograr por el gran poder del Espíritu Santo. Amén.

Queridos hermanos y hermanas: ¿Profesáis observar los santos man-damientos? Quizá con-sideréis, como lo hacía el joven rico en tiempos de Jesús, que no come-tistéis jamás adulterio, no habéis asesinado a nadie, no habéis robado nada, o mentido, hon-ráis a vuestros padres y observáis y santifi-cáis el sábado. “Jesús, oyendo esto, le dijo: ‘Aún te falta una cosa

(Lucas 18:22). Jesús nos dice que amemos al prójimo como Él nos amó. Muchas personas leen esto y piensan: ¿Cómo puedo amar a una per-sona a la que no quiero amar? ¡Oh, es difícil! Y se van tristes como lo hizo el joven rico.

Pero considerad esto: Dios es amor. Su carácter es amor y su ley es amor. Y más aún, su obra de creación es amor, y su obra de redención es amor. Gobier-na todos los mundos, y el plan de sal-vación para vencer el pecado testifica que Él es amor.

El amor de Dios que dio a su único Hijo “siendo [nosotros] aún pecado-res” (Ro. 5:8) y ese mismo amor que fue manifestado en la cruz “siendo [nosotros] enemigos “ (Romanos 5:10) es en realidad su ley y sus mandamien-tos. Solamente aquellos que posean tal amor son el pueblo que observa los mandamientos de Dios. ¿Somos noso-tros parte de ese pueblo?

Batallando con la Armadura de Justicia

“Revestida de la armadura de la justicia de Cristo, la iglesia entrará en su conflicto final. ‘Hermosa como la luna, es-clarecida como el sol, imponente como ejércitos en orden’ (Cnt. 6: 10), ha de salir a todo el mundo, vencedora y para vencer” (Profetas y Reyes, pág. 536).

La última igle-sia remanente estará revestida con la armadura de la justicia de

Cristo. El espíritu de Cristo, quien oró por sus enemigos, se manifestará en el espíritu de cada cristiano. De esta ma-nera, un testimonio final será dado al mundo y a los poderes en los lugares ce-

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Año - 2010 21

Dos Señores pero un CorazónAlejandro Magno estaba en guerra

con Darío, el último emperador del Imperio Persa. Darío, viendo que se acercaba su fin, le ofreció una tregua a Alejandro y le mandó el siguiente men-saje: “Reinemos juntos sobre todo el mundo.” Alejandro le contestó: “Del mismo modo que dos soles no reinan en el cielo, tampoco pueden dos seño-res reinar sobre la tierra.” Avanzó para derrotar a Darío y luego tomó a su hija como esposa.

De igual manera, dos señores no pueden gobernar nuestros corazones y nuestras mentes. Jesús dijo: “Ningu-no puede servir a dos señores, porque aborrecerá al uno y amará al otro, o es-timará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas” Mateo 6:24. Cuan-do cada uno de nuestros tres mayores enemigos –el peca-do, el mundo, y el diablo–nos tientan a hacer una tregua, debemos contestar como lo hizo Alejandro: “Dos seño-res no pueden reinar en mi corazón.” No puede haber compromiso con el pecado, con el mundo o con los de-monios. “Hay victoria para todos los que luchan legíti-mamente en perfecta armo-nía con la ley de Dios. Ellos triunfarán sobre toda oposi-ción. Mientras realizan la obra de Dios en medio de sus enemigos, recibirán la protección de los santos ángeles.…

“Aferrémonos a la Palabra de vida. La tempestad de la oposición se agota-rá en su propia furia. El clamor se des-vanecerá. Llevemos adelante la obra del Maestro alegremente y con valor. El Padre, que desde arriba observa a sus escogidos con la más tierna solici-tud, bendecirá los esfuerzos hechos en su nombre. Su obra nunca cesará has-ta que se complete en medio del grito triunfal: ‘Gracias, gracias a Él’” (Recibi-réis Poder, pág. 375).

El Jinete Triunfante sobre el Caba-llo Blanco

Los historiadores nos dicen que mu-chos grandes guerreros cabalgaban sobre caballos blancos. Ciro de Persia tenía un caballo blanco; Alejandro tenía un caballo blanco; Napoleón tenía un

militante, están destinados a recibir la lluvia tardía. Predicarán el evangelio a toda nación y criatura. “Y será predicado este evangelio del reino en todo el mun-do, para testimonio a todas las naciones, y entonces vendrá el fin” Mt. 24:14.

Estandarte de la Iglesia Militante y Triunfante

Mirando a los últimos cristianos, el au-tor del Cantar de los Cantares describió a los creyentes como a un hermoso ejér-cito en orden. “¿Quién es esta que se muestra como el alba, hermosa como la luna, esclarecida como el sol, imponen-te como ejércitos en orden?” Cnt. 6:10.

El estandarte de la iglesia militante y de la triunfante es Jesucristo. Es un estandarte manchado con sangre–la sangre del Calvario. Es un estandarte

que dice, “Jehová Nissi–El Señor es mi estandarte” Como todo ejército, la comisión de la iglesia es agitar el estandarte hacia adelante y hacia arriba, alzar la bandera de la ver-dad, ganar más terreno para el Rey y Señor del cielo y la tierra.

Cuando los americanos llegaron a la luna en ese día memorable de 20 de junio de 1969 con el Apo-llo 11, cuyo modulo lunar se llamaba Águila, Neil Armstrong colocó la ban-

dera americana en la luna y la reclamó para su país. Considerad este interesan-te versículo en Abd. 1:4: “Si te remon-tares como águila, y aunque entre las estrellas pusieres tu nido, de ahí te de-rribaré, dice Jehová.”

Pero nosotros tenemos un estandar-te diferente en el reino espiritual. La bandera de Jesús debe ser enarbolada en los corazones y las mentes de hom-bres y mujeres. Jesús debe ser el pri-mero y lo más importante para los que quieren ascender a niveles más altos, a otros mundos, a otras galaxias, a una dimensión distinta que está más allá del primer y segundo cielo y llegar al tercer cielo, donde Dios tiene su residencia. ¡Qué alegría fue para América cuando los astronautas llegaron a la luna! Sin embargo, ¡cuánto mayor será la alegría en el universo cuando los elegidos lle-guen al Paraíso, más allá de Orión, en el tercer cielo!

LA IGLESIA TRIUNFANTEIdel Suárez, Jr., EE.UU.

caballo blanco; Jorge Washington galo-paba sobre un caballo blanco. Quizá el caballo blanco era símbolo de majestad y triunfo.

De forma similar, el apóstol Juan vio en visión los triunfos de la iglesia apostólica simbolizada por un jinete con una corona y un arco, sobre un caballo blanco. En cierto sentido, esos primeros cristianos prefiguran a los úl-timos cristianos que formarán la iglesia triunfante. Los primeros cristianos re-cibieron la lluvia temprana, llevaron el mensaje del evangelio a toda nación, en sólo una generación. Pudieron reve-lar la gloria de Dios al mundo conocido de entonces. “Y miré, y he aquí un ca-ballo blanco, y el que lo montaba tenía un arco; y le fue dada una corona, y sa-lió venciendo, y para vencer” Ap.6:2.

Pablo escribió claramente que en sus días, “el evangelio que habéis oído, el cual se predica en toda la creación que está debajo del cielo; del cual yo Pablo fui hecho ministro” Col. 1:23.

“Los discípulos cumplieron la comi-sión que Cristo les dio. A medida que esos mensajeros de la cruz salían a pro-clamar el Evangelio, se manifestaba tal revelación de la gloria de Dios como nunca antes habían visto los mortales. Por medio de la cooperación del Espíri-tu divino, los apóstoles realizaron una obra que conmovió al mundo. El Evan-gelio fue llevado a toda nación en una sola generación.

“Gloriosos fueron los resaltados que acompañaron al ministerio de los após-toles escogidos por Cristo” (Los Hechos de los Apóstoles, pág. 475).

De la misma manera, la última gene-ración de cristianos, conocidos como reformadores y miembros de la iglesia

Lectura No. 7–Sábado, 11 de Diciembre, 2010

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Lecturas de la Semana de Oración22

Pablo, al igual que Juan fue llevado en visión al Edén celestial. “… pero ven-dré a las visiones y a las revelaciones del Señor. Conozco a un hombre en Cristo, que hace catorce años (si en el cuerpo, no lo sé; si fuera del cuerpo, no lo sé, Dios lo sabe) fue arrebatado hasta el tercer cielo. Y conozco al tal hombre (si en el cuerpo, o fuera del cuerpo, no lo sé; Dios lo sabe), que fue arrebatado al Paraíso, donde oyó palabras inefables que no le es dado al hombre expresar” 2 Co. 12:1-4.

No hay palabras que describan la glo-ria, el gozo, el esplendor y el éxtasis que experimentarán los santos vivos en el tercer cielo, más allá de la Vía Láctea. El ejército misionero del Señor será guiado en carros de fuego, junto con los santos ángeles ministradores, a través de la ex-pansión del universo a otra dimensión – al Paraíso.

¿Qué estas haciendo para llevar el estandarte de la verdad, compartir el evangelio con cada criatura y así entrar a formar parte de la iglesia triunfante? ¿Eres parte del ejército del Señor que está marchando a la Sión celestial?

La Iglesia Triunfante DefinidaLa iglesia triunfante es presentada

como la iglesia del cielo porque “cuan-do esto corruptible sea vestido de inco-rrupción, y esto mortal sea vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra escrita: ‘Sorbida es la muerte con victoria’” (1 Co. 15:54). Aquellos per-tenecientes a la última generación de la tierra reflejarán ante el mundo la gloria de Dios en sus caracteres. Son los fieles, obedientes, perfectos seguidores de Jesús. Antes de estar ante Él en gloria habrán recibido el sello del Dios viviente en sus frentes. Se los presenta con Je-sús en la Sión celestial. Son redimidos para morar con Dios por la eternidad, pues han vencido estando aún sobre la tierra.

“El pueblo remanente ha de vencer por la sangre del Cordero y la palabra de su testimonio. Algunos esperan vencer solamente por la sangre del Cordero, sin hacer ningún esfuerzo especial por su cuenta. Vi que Dios ha sido misericordio-so al darnos la facultad del habla. Nos ha dado una lengua, y somos responsables ante Él por el uso que le demos. Debe-mos glorificar a Dios con nuestra boca, hablando en honor de la verdad y de su misericordia ilimitada, y vencer por la palabra de nuestro testimonio median-te la sangre del Cordero” (Primeros Es-critos, pág. 115).

“Después miré, y he aquí el Cordero estaba en pie sobre el monte de Sion, y con Él ciento cuarenta y cuatro mil, que tenían el nombre de Él y el de su Padre escrito en la frente. Y oí una voz del cie-lo como estruendo de muchas aguas, y como sonido de un gran trueno; y la voz que oí era como de arpistas que to-caban sus arpas. Y cantaban un cántico

to Jesús es el secreto del triunfo. “Mas a Dios gracias, el cual nos lleva siempre en triunfo en Cristo Jesús, y por medio de nosotros manifiesta en todo lugar el olor de su conocimiento” 2 Co. 2:14.

Cuando escribió esas palabras a la iglesia de Corinto el apóstol tenía una imagen vívida de los ejércitos romanos que regresaban de la conquista a la ciu-dad de Roma. Cuando entraban en la ciudad, traían esclavos y prisioneros. Al-gunos eran dejados en libertad, y otros sacrificados. Vírgenes elegantemente vestidas y llevando incienso corrían en medio de los soldados. Para los solda-dos y centuriones romanos, el incienso era un sabor de vida para vida. Pero el mismo incienso era un sabor de muerte para los cautivos.

El incienso es un símbolo de Jesús. Su vida fue una vida de oración. El incien-so que le fue presentado a Él por los hombres sabios prefiguraba que su vida sería una vida de oración pública y pri-vada, oración de vida. También recibió oro. Sabemos que el oro simboliza la fe y el amor. Es oro espiritual el que Jesús ofrece a la iglesia de Laodicea. Su vida fue una vida de servicio por amor a los pobres de espíritu, a los marginados de la sociedad, a los prisioneros, a los en-fermos, a los olvidados. Su vida fue una vida de fe que hizo milagros para ben-dición de la sociedad y para la gloria de Dios. El secreto del triunfo en esta vida, que es una preparación para la vida fu-tura, es la oración secreta de fe. Esto nos prepara para compartir el evangelio y obtener la victoria.

“No descuidéis la oración secreta. Su-plicad con tanto fervor como lo haríais si vuestra vida mortal estuviera en pe-ligro. Permaneced ante Dios hasta que inexpresables deseos de salvación bro-ten de vuestro interior y obtendréis la dulce evidencia del pecado perdonado. No depongáis vuestra armadura ni abando-néis el campo de ba-talla hasta que hayáis obtenido la victoria y podáis triunfar en vuestro Redentor” (Signs of the Ti-mes, 1 de mayo de 1884).

¿Recordáis lo que hizo Josué antes de cruzar el Jordán, antes de entrar en la tie-rra prometida? Se apartó para orar se-cretamente a Dios. Oró fervientemente, creyendo que Dios le oiría y le ayudaría. ¿Cuál fue el resultado? El Señor condujo al ejército israe-lita alrededor de Jericó y

nuevo delante del trono y delante de los cuatro seres vivientes, y de los ancianos; y nadie podía aprender el cántico sino aquellos ciento cuarenta y cuatro mil que fueron redimidos de entre los de la tierra. Estos son los que no se contami-naron con mujeres, pues son vírgenes. Estos son los que siguen al Cordero por doquiera que va. Estos fueron redimi-dos de entre los hombres como primi-cias para Dios y para el Cordero; y en sus bocas no fue hallada mentira, pues son sin mancha delante del trono de Dios” Ap. 14:1-5.

Algunos ya han cruzado el umbral del Paraíso. Enoc, Moisés, Elías y los 24 ancianos son muestras de todos los re-dimidos que un día vivirán en la santa presencia de Dios. Con nuestro Salvador crucificado y resucitado esperan el día cuando todos los demás miembros de la iglesia triunfante se les unirán junto con las huestes angélicas que siempre sirven a Dios y llevan a cabo su santa voluntad en las alturas. Pero ahora estos centine-las celestiales que han sido declarados como miembros de la iglesia triunfan-te intentan acercarse a nosotros. ¿Con qué propósito? “A los miembros de la iglesia triunfante, la iglesia en el cielo, se les permitirá acercarse a los miembros de la iglesia militante para ayudarlos en sus necesidades. Recordemos siempre que somos colaboradores de Dios” (The Southern Watchman, 8 de sep. de 1903).

Los que han levantado el estandarte de Jesús, han vivido su vida en la tierra y compartido su mensaje con otros en este planeta, son candidatos para la iglesia triunfante. Sólo los que son fieles en vivir el mensaje de los tres ángeles vi-virán para ver a Cristo regresar o serán resucitados durante la resurrección es-pecial para ver la nube blanca y al Hijo del hombre viniendo en gran gloria para glorificar a los que han vivido y trabaja-do para compartir el evangelio.

“Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús. Oí una voz que des-de el cielo me decía: ‘Escribe. Bienaven-turados de aquí en adelante los muertos que mueren en el Señor. Sí, dice el Espíri-tu, descansarán de sus trabajos, porque sus obras con ellos siguen.’ Miré, y he aquí una nube blanca; y sobre la nube uno sentado semejante al Hijo del Hom-bre, que tenía en la cabeza una corona de oro, y en la mano una hoz aguda” Ap. 14:12-14.“La obra pronto ha de terminar. Los miembros de la iglesia militante que han demostrado ser fieles integrarán la iglesia triunfante” (El Evangelismo, pág. 513). “La iglesia sobre la tierra no es per-fecta. La iglesia militante no es la iglesia triunfante. La tierra no es el cielo” (The Ellen G. White 1888 Materials, pág. 249).

El Secreto del TriunfoEl apóstol Pablo escribió que todo

triunfo se obtiene sólo en Cristo. Cris-

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Año - 2010 23

las murallas se desmoronaron. Triunfa-ron sobre sus enemigos y consagraron el primer fruto de su conquista a Dios. ¡Fueron victoriosos!

Del mismo modo, debemos dedicar más tiempo a la oración en secreto para estar preparados para compartir el evan-gelio y vencer el mal. La oración secreta preparará a la iglesia militante para que sea la iglesia triunfante.

“La oración que procede de un cora-zón serio y creyente es la oración fervien-te que alcanza mucho. Dios no siempre contesta nuestras oraciones como es-peramos, puesto que podríamos pedir lo que no sería para nuestro supremo bien; pero en su amor y sabiduría infinita nos dará aquellas cosas que más necesitamos. Feliz debe ser el ministro que dispone de un fiel Aarón y Hur para fortale-cer sus manos cuando se can-san, y mantenerlas en alto por medio de la fe y la oración. Un apoyo tal es una poderosa ayuda al siervo de Cristo en su labor, y generalmente lle-vará la causa de la verdad a triunfar gloriosamente” (Tes-timonios para la Iglesia, tomo 4, pág. 531).

Mirad a Jesús, el autor y consumador de nuestra fe. Lloró e incluso derramó gotas de sangre para obtener la victoria. “Pesaban sobre Él los pecados del mun-do. Sufría en lugar del hombre, como transgresor de la ley de su Padre. Allí se produjo la escena de la tentación. La divina luz de Dios desapareció de su vis-ta y Él pasó a manos de las potestades de las tinieblas. En su angustia mental cayó postrado sobre las frías piedras. Se percataba del ceño de su Padre. Había desviado la copa del sufrimiento de los labios del hombre culpable, y se propo-nía beberla Él mismo, para dar al hombre en cambio la copa de la bendición” (Joyas de los Testimonios, tomo 1, pág. 221).

Se transformó en nuestro sustituto, nuestro garante y nuestro ejemplo. ¿Si Jesús necesito luchar en oración secreta para obtener la victoria, cuánto más ne-cesitamos nosotros hacer lo mismo hoy al finalizar otro año y prepararnos para entrar en un nuevo año de vida?

“En los días de su vida terrenal, Cristo ofreció ruegos y súplicas con gran cla-mor y lágrimas al que lo podía librar de la muerte. Y fue oído por su reverente sumi-sión. Aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia. Y perfeccionado, vino a ser una fuente de eterna salvación para todos los que obedecen” He. 5:7-9.

Una Vislumbre de la Iglesia Triunfante

Mi padre me cuenta que cuando era niño, recuerda el día en que finalizó la II Guerra Mundial. Recuerda haber oído los trenes pitar y las campanas de las

Las puertas de la ciudad son hechas con perlas gigantescas. Las paredes son de oro transparente. Las calles son hechas de oro más rico que el oro de Ofir.

El apóstol Pablo, al observar la eter-nidad y la recompensa de la iglesia triunfante, citó al evangelista Isaías, di-ciendo: “Antes, como está escrito: ‘Co-sas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón humano, son las que Dios ha preparado para los que le aman. Pero Dios nos lo reveló por el Espíritu, porque el Espíritu lo explora todo, aun lo profundo de Dios’” 1 Co. 2:9, 10.

Lo mejor está aún por venir. Tenemos tan maravillosas promesas dadas por Jesús, nuestro Señor y General. ¿Por qué no comprometernos ahora mismo para convertirnos en un pueblo de oración? ¿Por qué no nos consagrarnos a com-partir el evangelio con todos los que se encuentran a nuestro alrededor? ¿Por qué no alistarnos en el ejército del Se-ñor, entregándole nuestros corazones y permitiendo que plante la bandera de Cristo nuestra Justicia en nuestros co-razones y mentes? Oro para que así lo hagamos.

Repitamos la oración del salmista: “¡Sálvanos, oh Eterno Dios nuestro, y reúnenos de entre las naciones, para que loemos tu santo Nombre, para que nos gloriemos en alabarte! ¡Alabad al Eterno, Dios de Israel, desde la eterni-dad y por la eternidad! Y diga todo el pueblo, ¡Amén! ¡Alabad al Señor!” Sal. 106:47, 48. Amén.

“Miré, y vi al Corderode pie sobre el monte Sión,y con él 144.000 que tenían

el Nombre del Corderoy el nombre de su Padreescrito en sus frentes.

Y oí una voz del cielo comoel estruendo

de muchas aguas,como el estampido de un gran trueno.Sin embargo, era el sonido de arpistas

que tañían sus arpas.Cantaban un canto nuevo

ante el trono,ante los cuatro seres vivientes

y ante los ancianos.Y ninguno podía aprender ese cantosino los 144.000 que fueron redimidos

de entre los de la tierra.Estos son los que no se contaminaron

con mujeres,porque son vírgenes.

Estos son los que siguen al Corderopor dondequiera que va.

Estos fueron comprados de entre los hombres

por primicias para Diosy para el Cordero.

Y en sus bocas no se halló engaño,porque son sin mancha”

Apocalipsis 14:1-5.

iglesias; en todas partes había una at-mósfera de gozo. La gente saltaba de alegría, aplaudía y reía. Todos parecían felices, pues finalmente había llegado la paz y los poderes en pugna se habían sometido a los aliados.

¡Oh, qué alegría ocasionará a los mundos no caídos, la noticia del final de la gran controversia entre Dios y Satanás! ¡Qué himnos de alegría serán entonados por ambos – los redimidos y las huestes angélicas!

¿Por qué no espiamos para ver el futuro, como a través del agujero de una cerradura y observamos a la igle-

sia triunfante? ¡Qué día de gozo será ese! En las Escri-

turas se le compara con una alegre fiesta de

bodas – una enorme celebración.

La esposa de un ministro dijo una vez que cuando todos vayamos al cielo, ha-brá tres grandes sorpresas. La primera sorpresa será notar que personas que nunca pensamos que lo lograrían, esta-rán entre los santos triunfantes. La se-gunda sorpresa será ver que gente que esperábamos que estuvieran allí, no estarán. Y la última y más grande de las sorpresas será que nosotros nos encon-tremos en ese lugar glorioso.

Imaginad a los santos vestidos con túnicas de un blanco inmaculado, coro-nados con una mitra de oro, llevando hojas de palmera en una mano y arpas en la otra. Miradlos literalmente cami-nado sobre el agua por encima del mar de cristal y en filas ordenadas para can-tar el himno de Moisés y del Cordero. Cada uno arrojará su corona a los pies de Jesús. Cada uno declarará que Él es digno de recibir todo honor, adoración y alabanza. Luego, Jesús los conducirá al árbol de la vida y degustarán la misma fruta que Adán y Eva comieron en el jar-dín del Paraíso.

Los santos redimidos gustarán del maná escondido. Cada uno recibirá una piedrecita con un nuevo nombre. Quedarán extasiados al contemplar las praderas verdes, las colinas onduladas, los prados llenos de flores que nunca se marchitan. ¿Qué más verán? El cielo tendrá un color especial. No habrá no-che. Ante ellos estará la Sión celestial con la Nueva Jerusalén, donde cada uno de los santos tiene una residencia espe-cial. Cada santo tendrá un asombroso trono en la gran sala del trono de Dios.

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“Jóvenes, señoritas, el Maestro os lla-ma a realizar su obra. Hay hambre en el campo por el Evangelio puro. Esta obra ha de continuar sin que nadie la estor-be. Las almas están pereciendo lejos de Cristo. Sean ellas amonestadas acerca de su próxima aparición en las nubes del cielo. Por medio de la obra del col-

portaje se presenta la verdad a miles de personas que de otra

manera nunca la podrían oír.”(Colporteur Ministry, págs. 41, 40, 20).