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12 WORLDWATCH | 2008 as noticias que proceden de la Amazonia nunca son buenas. Las historias sobre la deforestación de la selva tropical emplean comparaciones con estados federales de EE UU o países del mundo: desde 1970, un área de selva tropical mayor que la suma de España y Por- tugal ha sido destruida; en el peor año de la deforestación, 1995, una área equivalente a Bélgica sucumbió a las motosierras y a los incendios. Además de enfatizar las enormes dimensiones de la mayor selva tropical del mundo (incluso la pérdida de más de 600.000 km 2 deja más del 80% del bosque intacto), estas comparaciones no son muy útiles para ayudar a juzgar lo qué realmente ocu- rre en la Amazonia. Lo que importa a la mayoría de las per- sonas es si la deforestación está bajo control, o si este ecosis- tema magnífico está condenado a una destrucción despia- dada, con todas las implicancias para los millones de especies únicas que alberga, para la supervivencia de las precarias cul- turas indígenas y para el clima mundial. Una manera de responder a esta pregunta es ver las ten- dencias a lo largo del tiempo. Y aquí las noticias de los últimos años dan un rayo de esperanza (ver el gráfico). Las cifras de deforestación anuales de la Amazonia brasileña revelan una caída en la tasa de deforestación en los tres últimos años. Después de llegar a un máximo de más de 27.000 kilómetros cuadrados en 2004, cayeron a “sólo” 11.000 kilómetros cua- drados en el periodo usado para estos propósitos, entre el 1 L La increíble desaparición de la Amazonia La increíble desaparición de la Amazonia ¿P ero aumenta o disminuye la tasa de deforestación? Por Tim Hirsch L

La increíble desaparición de la Amazonia

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as noticias que proceden de la Amazonia nunca sonbuenas. Las historias sobre la deforestación de laselva tropical emplean comparaciones con estadosfederales de EE UU o países del mundo: desde 1970,

un área de selva tropical mayor que la suma de España y Por-tugal ha sido destruida; en el peor año de la deforestación, 1995,una área equivalente a Bélgica sucumbió a las motosierras ya los incendios.

Además de enfatizar las enormes dimensiones de la mayorselva tropical del mundo (incluso la pérdida de más de 600.000km2 deja más del 80% del bosque intacto), estas comparacionesno son muy útiles para ayudar a juzgar lo qué realmente ocu-rre en la Amazonia. Lo que importa a la mayoría de las per-

sonas es si la deforestación está bajo control, o si este ecosis-tema magnífico está condenado a una destrucción despia-dada, con todas las implicancias para los millones de especiesúnicas que alberga, para la supervivencia de las precarias cul-turas indígenas y para el clima mundial.

Una manera de responder a esta pregunta es ver las ten-dencias a lo largo del tiempo. Y aquí las noticias de los últimosaños dan un rayo de esperanza (ver el gráfico). Las cifras dedeforestación anuales de la Amazonia brasileña revelan unacaída en la tasa de deforestación en los tres últimos años.Después de llegar a un máximo de más de 27.000 kilómetroscuadrados en 2004, cayeron a “sólo” 11.000 kilómetros cua-drados en el periodo usado para estos propósitos, entre el 1

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La increíble desapariciónde la AmazoniaLa increíble desapariciónde la Amazonia¿Pero aumenta o disminuye la tasa de deforestación?

Por Tim Hirsch

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Consultado en: http://www.nodo50.org/worldwatch/ww/pdf/amazonia.pdf
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Fecha de consulta: 06/03/2013.
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de agosto de 2006 y el 1 de agosto de 2007, a partir del análi-sis de las fotos de satélite.

Esa cifra todavía representa la pérdida anual de un área debosque más grande que Líbano, pero supone una reduccióndel 60 por ciento en la tasa de deforestación. Las cifras del añopasado fueron las más bajas desde comienzos de los noventa,por lo que no es sorprendente que el gobierno brasileño las usecomo pruebas del éxito de las medidas contra la deforestaciónaplicadas por la administración del presidente Luiz InácioLula da Silva.

La tendencia a la baja en la deforestación cobra una impor-tancia adicional tras la conferencia del clima de Bali en diciem-bre 2007. Una de las decisiones fue lanzar un proceso para crearincentivos financieros a los países en desarrollo para que pro-tejan sus bosques, en reconocimiento al hecho de que el 20%de las emisiones de gases de invernadero se debe a la defores-tación. La mayor o menor pérdida de selva tropical, en otraspalabras, puede tener importantes implicaciones para losingresos de Brasil en los años venideros.

Así que cualquier sugerencia de que la tendencia de des-trucción de la Amazonia vuelve a aumentar, es políticamenteexplosiva. Y fue precisamente una bomba la que dejó caer laAgencia Nacional Brasileña de Investigación Espacial (INPE)en enero de este año.

Datos de los satélitesDatos de los satélites

Para comprender la trascendencia de los nuevos datos, esnecesario describir cómo mide e informa el gobierno brasi-leño sobre la deforestación de la Amazonia.

Hasta 2005, el único método era el Proyecto de Estimaciónde Deforestación de la Amazonia (PRODES, en portugués), unanálisis anual de unas 200 imágenes de máxima resolucióntomadas de la región amazónica por el satélite Landsat de laadministración espacial norteamericana, complementadas porotras imágenes de satélite cuando hay problemas de nubosidad.Al comparar la cobertura de vegetación dentro de cada imagencon la del año previo, es posible conseguir un cálculo muyexacto de la deforestación que ha tenido lugar en esos 12 meses.

El problema con este sistema es que cuando se ha com-pletado el complejo análisis de la deforestación de cada año, eldaño ya se ha hecho. Sirve sólo como un registro histórico y esde poca ayuda para que las autoridades persigan a los talado-res ilegales.Así que en 2005 se introdujo un nuevo sistema comoparte del plan de acción contra la deforestación de la Amazo-nia del gobierno Lula. La Detección de la Deforestación enTiempo Real (DETER) se diseñó para completar más quereemplazar el PRODES. Como su nombre indica, la idea es obte-ner datos rápidamente, usando satélites diferentes que generanimágenes mucho más frecuentes, aunque con una resoluciónmás baja. El análisis del sistema DETER está disponible cadados semanas, y teniendo en cuenta la inmensidad de la Ama-zonia, la teoría es que proporcionará la valiosa información

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© Ricardo Funari/BrazilPhotos.com

TALA: un árbol de Sumauma caído con destino al mercado de madera.

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sobre nuevas áreas de deforestación y orientará sobre dóndeconcentrar los esfuerzos de las autoridades.

Es este segundo sistema rápido de observación el que creótal alarma en enero. En un movimiento muy anormal, elINPE convocó una conferencia de prensa para anunciar queen los últimos cinco meses de 2007, DETER había registradouna deforestación que sumaba 3.235 kilómetros cuadrados (eltamaño de Rhode Island). Debido al bajo nivel de resolu-ción, este sistema subestima el verdadero alcance de la defo-restación en un 40-60 por ciento, y el mismo organismo diouna cifra de 7.000 kilómetros cuadrados como la pérdidaprobable de selva tropical entre agosto y diciembre de 2007.Como quedan otros siete meses, es fácil ver por qué hay un fun-dado temor a que la última cifra anual de 11.000 kilómetroscuadrados será superada este año.

Otro factor añade preocupación a estas observaciones.Normalmente la época de lluvias torrenciales de la Amazoniareduce la deforestación a la mitad en los meses de noviembrey diciembre. Sin embargo, estos dos meses explican el 60 porciento de la destrucción registrada por los satélites, con losganaderos y las empresas madereras aprovechando una sequíaprolongada. Ello llevó que a tanto el INPE como el Ministe-rio de Medio Ambiente brasileño describieran las conclusio-nes como sin precedentes, y añadieron que la deforestaciónhabía cobrado un nuevo impulso.

El anuncio no era inesperado. Un número inusitadamentealto de incendios forestales se registró en la Amazonia durantelos últimos meses de 2007, y los científicos del INPE ya lohabían avanzado. Aún así, el anuncio de las nuevas cifras serecibió con una mezcla de alarma y negación en los círculospolíticos y periodísticos de Brasil. La carismática y respetadaMinistra de Medio Ambiente, Marina Silva, que dimitió pocodespués para protestar contra la política anti ecológica deLula, mostró la gravedad con la que se tomaba las cifras asis-tiendo a la conferencia de prensa en la que se anunciaron losdatos. Dejó claro que pensaba que había una relación íntimaentre el aumento de la deforestación y los altos precios de losproductos agrícolas y los biocombustibles, especialmente la sojay la carne de res. Pocas horas después, su colega Reinhold Step-hanes, Ministro de Agricultura, negó tal relación, dando ini-cio a un periodo de desacuerdo abierto dentro del gobiernosobre la trascendencia y la exactitud de los datos del INPE.

Las negaciones más violentas vinieron, lo que no es sor-prendente, del gobernador Blairo Maggi de Mato Grosso, elestado donde se produjo más de la mitad de la deforestaciónsegún los datos de DETER. Maggi también es uno de los mayo-res productores mundiales de soja (y ganador del premio de Gre-enpeace de 2005 «Motosierra dorada», por ser el brasileño quemás contribuyó a la destrucción de la Amazonia) y un aliadopolítico clave del presidente Lula, cuya deriva antiecológicacada vez es más notoria. Su reacción ante el anuncio de lascifras fue dar una entrevista exigiendo saber quién estaba detrásde las “mentiras” de los científicos del INPE.

Maggi también habló conel presidente Lula para expli-carle sus dudas sobre lascifras, y ese escepticismoparece que dio resultados. Enlos comentarios poco díasdespués del anuncio, Lula dijoque pensaba que la reacciónhabía sido exagerada, y atacóa aquellos que se habían pre-cipitado en condenar el agro-business por destruir laAmazonia, diciendo enigmá-ticamente que «Es como siusted va al médico con unpequeño tumor, y en lugar dehacerse una biopsia para tra-tarlo, sale diciendo que tienecáncer”.

Lula también dijo que enlugar de criticar a Brasil porpermitir la deforestación en laAmazonia, las ONG deben“Irse primero y plantar árbo-les en su propio país”, uncomentario que molestó a losgrupos brasileños que habíanexpresado su alarma ante lascifras.

Carne ¿y Carne ¿y biocombustibles?biocombustibles?

La dinámica de la deforesta-ción en la Amazonia es com-pleja, y no hay una sola respuesta fácil respecto a qué hacausado este aumento, o si la batalla está ganada o perdida.Como la misma Marina Silva observó después de una visitaa Mato Grosso tras los datos de enero, el proceso tiende a seguirun modelo distinto: primero una área de selva tropical se talapara extraer su madera valiosa, luego se quema y se crean pas-tos para el ganado vacuno, y cuando el suelo queda exhausto,se plantan cultivos como la soja.

Lo que es indudablemente cierto, sin embargo, es que elnúmero de cabezas de ganado vacuno en la Amazonia haaumentado dramáticamente en los últimos años. Sólo pocosdías antes de que se anunciasen las nuevas cifras de la defo-restación, la oficina brasileña de Amigos de la Tierra publicóun informe sobre este crecimiento, Ganado vacuno: una nuevafase de la colonización ganadera de la Amazonia. El informereveló que el número de cabezas en la Amazonia llegó a 74millones en 2007, tres veces más que el número de personas.En el estado de Mato Grosso esta proporción es de más de

CLARO: La antigua selva tropical preparada para la soja cerca de Santarém, Pará, Brasil.

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nueve a uno. El número de cabezas de ganado vacuno en laAmazonia creció un 46 % en apenas tres años y la regiónexplica prácticamente todo el aumento del número de vacasen Brasil entre 2003 y 2006. Roberto Smeraldi, de Amigos dela Tierra, ve una relación clara entre el aumento de la pro-ducción de carne de res y la deforestación.

Una cuestión importante es saber si el auge de los bio-combustibles contribuye a la deforestación de la Amazonia.El estribillo constante de la potente industria de la caña de azú-car en Brasil, y del gobierno, es un no rotundo. Apuntan alhecho de que la expansión en curso y la prevista de las plan-taciones de caña de azúcar para cubrir la demanda crecientede etanol se concentra en São Paulo y otros estados del sur ydel centro del país, lejos de la Amazonia, donde la precipita-ción es muy elevada para las necesidades del cultivo de la caña.

Es verdad que hay pocas plantaciones de caña de azúcar enla Amazonia, pero hay una estrecha relación indirecta entre laexpansión de los biocombustibles y la deforestación. Es el

caso de vastas áreas, como la parte occidental del estado de SãoPaulo, donde los pastos para el ganado vacuno han sido sus-tituidos por cultivos de caña de azúcar para fabricar etanol. Yla pregunta surge, ¿adónde se han llevado a pastar el ganadovacuno?

La respuesta del poderoso lobby de los biocombustibleses que las mejoras en la productividad permiten concentrarmás ganado vacuno en áreas más pequeñas, y que hay más quesuficientes praderas degradadas para acomodar el creci-miento de la producción de etanol. Sin embargo, hay nume-rosos informes en la prensa de ganaderos que deciden cambiarde lugar sus manadas hacia la Amazonia donde las tierras depastizales son baratas, y aunque las pruebas de este “efecto dedesplazamiento” no son todavía generalizadas, lo serán sisigue aumentando la producción de etanol en otras regionesbrasileñas.

Cualesquiera que sean las causas directas o indirectas dela más reciente deforestación, la pregunta es si la “luz de color

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© Ricardo Beliel/BrazilPhotos.com

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ámbar”, que es como la ministra Marina Silva definió las cifrasde agosto-diciembre de 2007, ha provocado una reacción losuficientemente enérgica de las autoridades brasileñas comopara prevenir un aumento de la deforestación, que es la ten-dencia a largo plazo. La dimisión de la ministra da una claraindicación.

Los riesgos son muy altos. Cuando Brasil quiere aumen-tar su influencia en el escenario mundial, como una economíaemergente fundamental y es el candidato predilecto para unasiento permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU,la continúa destrucción de la Amazonia es algo más que sólouna vergüenza inoportuna. Cada vez más se ve como unaamenaza para el clima del mundo y por lo tanto tambiénpara su seguridad a largo plazo.

El gobierno brasileño argumenta que debido a que losbeneficios de la selva tropical son compartidos por toda lahumanidad, es razonable esperar que el mundo rico compartalos gastos de proteger la Amazonia, especialmente desde queel mundo industrializado no tuvo ningún remordimiento en

destruir sus propios ecosistemas en aras del desarrollo. Elpresidente Lula, en un discurso ante el G8 y los países endesarrollo más importantes, lo expresó así: “Los países que sonlos mayores contaminadores del mundo deben pagar su acciónpara que los países pobres puedan hacer en el siglo XXI lo quelos países ricos no tuvieron el valor de hacer en el siglo XIX,incluso a pesar de que no tenían los conocimientos: preservarla naturaleza al máximo”.

Específicamente, Lula defiende la creación de un fondovoluntario en el marco del Convenio de Cambio Climáticode la ONU que atraería importantes inversiones de los paí-ses más ricos a la causa de la protección del bosque en los tró-picos. Está entre algunas de las alternativas que seránabordadas en las conversaciones sobre el Protocolo que suce-derá a Kioto, que debería estar concluido a finales de 2009,con el fin de hacer económicamente atractivo que los paísesfrenen la deforestación.

Por esta razón los brasileños no quieren que el descensode la tasa de deforestación de la Amazonia, que se venía pro-

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duciendo desde 2004, se veade nuevo truncado. Para evi-tar el aumento de la defores-tación, se han adoptadoalgunas medidas draconia-nas, con el objetivo de tratarde evitar que el repunte seconsolide.

Entre las primeras res-puestas está un decreto pre-sidencial que afecta a laadministración de 36 muni-cipios que representan másde la mitad de la deforesta-ción total en los tres últimosaños, y que forman parte delllamado “arco de la defores-tación”, la frontera agrícolaque se extiende principal-mente a lo largo de los már-genes sur y este de la selvatropical. En estas áreas se hanimpuesto medidas especia-les, entre las que se incluyenla prohibición de concederlicencias para talar el bosquey un requisito que obliga atodos los terratenientes aregistrar de nuevo su propie-dad usando documentos ori-ginales con las referenciasgeográficas correctas. Estaúltima medida, descrita porla ex ministra Silva como una

“radiografía de la región”, se ve como un paso esencial porquela mayor parte de la deforestación de la Amazonia la acome-ten terratenientes con títulos de propiedad falsos, un procesoque tiene una palabra especial en portugués, grilagem.

Se está elaborando también una lista negra de los peoresdestructores del bosque tropical y se ha solicitado a los ban-cos que no concedan créditos a ningún terrateniente que hayaviolado las leyes ambientales en la región. Las autoridadesfederales también emprendieron una acción contundente,llamada en clave “Arco de fuego”, en un intento de persuadira los taladores ilegales y a otros que destruyen el bosque queya no pueden actuar con impunidad.

Beneficio versus necesidadBeneficio versus necesidad

Si una prueba de la seriedad de estas medidas es la extensiónde las protestas y la controversia, entonces las señales sonpositivas. Las tropas federales tuvieron que enviarse a la ciu-dad de Tailandia en el estado de Pará en febrero, cuando las

empresas madereras movilizaron a la población para blo-quear la autopista en protesta por la confiscación de 15.000metros cúbicos de madera ilegal.

Aún es demasiado pronto para juzgar si la acción empren-dida por el gobierno Lula en la Amazonia será suficiente parahacer lo que reclama como posible: reducir la deforestaciónpara que no supere la cifra anual del año pasado (a agosto) de11.000 kilómetros cuadrados, a pesar del aumento preocupanteen los meses finales del año pasado.

La opinión pesimista es que éstas son las típicas medidaspaliativas que ya hemos visto antes, como las aprobadas trasel asesinato en 2005 de la monja estadounidense DorothyStang. Stang fue asesinada por los grandes terratenientes a losque perjudicaba su trabajo para ayudar a las comunidades loca-les a vivir del bosque de forma sostenible. Una extensa regiónde Pará donde impera la ley de los terratenientes fue inundadade soldados y durante un tiempo la presencia del estado con-tuvo la deforestación. Pero hoy Pará de nuevo está a la cabezade la destrucción de la Amazonia. Según los escépticos, no sehan abordado las causas estructurales de la deforestación,como la presión de la gran agroindustria y los proyectos deinfraestructuras del gobierno (por ej. embalses y carreteras)que impulsan la especulación y las actividades ilegales en laAmazonia. Sin tal acción, los escépticos dicen que las cifras dedeforestación anuales empezarán a aumentar otra vez y laAmazonia continuará su declive irreversible.

La opinión optimista es que ésta es una batalla que Brasilno puede permitirse perder y por tanto no lo hará. Erradicaráa los villanos, los privará de créditos, y recompensará a aque-llos que actúan de forma responsable en la región. La combi-nación de una red de áreas protegidas y tierras indígenas, y unnuevo sistema imaginativo de concesiones de bosques públi-cos a sociedades privadas bajo planes de gestión sostenibles,permitirá que los enfoques sostenibles del desarrollo de laAmazonia que valoran más al bosque intacto contrarresten lasfuerzas que impulsan la destrucción del bosque.

En el vasto y complejo mosaico de la Amazonia brasi-leña, hay evidencias de ambos enfoques. ¿Cuál de ellos seimpondrá? Dependerá no sólo de las acciones de las autori-dades brasileñas sino también de las decisiones de gobier-nos, empresas privadas y consumidores de todo el mundo. La“luz de color ámbar” de finales de 2007 podría ser sólo elcatalizador necesario para iniciar una política pública efectivaen la región. O puede que sea una prueba de que la reducciónde la deforestación de los años previos fue sólo una respuestatemporal a las condiciones de los mercados entonces, y en unperiodo de precios altos de los alimentos se relanza la des-trucción. Una cosa es segura: estamos en una etapa crucial parala Amazonia, y al resultado nos afecta a todos.

Tim Hirsch es escritor y periodista especializado en cuestionesambientales en Brasil.

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GANADO VACUNO: pacer en lo que era hasta hace poco selva tropical en las inmediaciones de Río Branco, Acre, Brasil.

Mark Edwards/Peter Arnold, Inc.