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Complejidad es un régimen físico de no equilibrio en que los sistemas existen al borde del caos y la incertidumbre. Existir es disipar energía. La complejidad es el arte de transferir la energía disi- pada a otros tiempos, otros espacios y otros sistemas. El paradigma de la complejidad proporciona elementos tanto para explicar como para ordenar la realidad. Nuestro conocimiento es capaz de incidir porque evoluciona como parte integral de la realidad misma. Cultura es el nombre de un nuevo género de complejidad que proporciona el ambiente idóneo para incluir sistemas de distin- ta naturaleza en sistemas disipativos sociales. P ALABRAS CLAVE: entropía, evolución, complejidad, sistema, cultura Entropic Indeterminateness. Notes on Energy Dissipation, Evolution and Complexity Complexity refers to a non-equilibrium physical regime in which systems exist on the brink of chaos and uncertainty.To exist means dissipating energy.Complexity is the art of transferring dissipated energy to other times, spaces and systems.The complexity paradigm provides elements that allow us to explain and order reality.Our knowledge is able to give us bearings because it evolves as an integral part of reality itself. Culture is the name of a new kind of complexity that provides the ideal environment for the inclusion of systems of a different nature within social dissipation systems. KEY WORDS: entropy, evolution, complexity, system, culture La indeterminación entrópica Notas sobre disipación de energía, evolución y complejidad Leonardo Tyrtania 41 LEONARDO TYRTANIA:Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa, México-Distrito Federal [email protected] Desacatos, núm. 28, septiembre-diciembre 2008, pp. 41-68. Recepción: 29 de enero de 2008 / Aceptación: 7 de febrero de 2008

La Indeterminacion Entropica, TYRTANIA, Leonardo

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Complejidad es un régimen físico de no equilibrio en que los sistemas existen al borde del caos yla incertidumbre. Existir es disipar energía. La complejidad es el arte de transferir la energía disi-pada a otros tiempos, otros espacios y otros sistemas. El paradigma de la complejidad proporcionaelementos tanto para explicar como para ordenar la realidad. Nuestro conocimiento es capaz deincidir porque evoluciona como parte integral de la realidad misma. Cultura es el nombre de unnuevo género de complejidad que proporciona el ambiente idóneo para incluir sistemas de distin-ta naturaleza en sistemas disipativos sociales.

PALABRAS CLAVE: entropía, evolución, complejidad, sistema, cultura

Entropic Indeterminateness. Notes on Energy Dissipation, Evolution and ComplexityComplexity refers to a non-equilibrium physical regime in which systems exist on the brink of chaosand uncertainty.To exist means dissipating energy. Complexity is the art of transferring dissipatedenergy to other times, spaces and systems.The complexity paradigm provides elements that allowus to explain and order reality. Our knowledge is able to give us bearings because it evolves as anintegral part of reality itself. Culture is the name of a new kind of complexity that provides the idealenvironment for the inclusion of systems of a different nature within social dissipation systems.

KEY WORDS: entropy, evolution, complexity, system, culture

La indeterminación entrópicaNotas sobre disipación de energía, evolución y complejidad

Leonardo Tyrtania

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LEONARDO TYRTANIA:Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa, México-Distrito [email protected]

Desacatos, núm. 28, septiembre-diciembre 2008, pp. 41-68.Recepción: 29 de enero de 2008 / Aceptación: 7 de febrero de 2008

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A Roberto Varela Velásquez, in memoriam

QUÉ ES LA COMPLEJIDAD

E l sentido común equipara lo complejo con locomplicado por oposición a lo simple y lo ho-mogéneo. Pero, ¿hay algo sencillo en este mun-

do? Se ha dicho que “la naturaleza es simple y, por esomismo, de una gran belleza” (Richard Feynman). Hoyestaríamos más de acuerdo con Samuel Butler, quien de-cía que la naturaleza es una “gran chapucería” (lo cual nonecesariamente riñe con la belleza, como lo compruebael arte moderno). ¿Qué pasó, entonces, para que se cam-biara de opinión, al menos en ciertas áreas de la ciencia?Sucedió que físicos y biólogos se dieron cuenta de que elmundo es espontáneamente caótico, selectivamente or-denado y sobrecogedoramente diverso. La mítica idea deun caos primigenio que funge como la matriz del ordenapareció súbitamente de nuevo, ahora como el telón defondo de la “ciencia de lo complejo” (May, 1974), antes la“teoría del caos” (Wiener, 1948). Parafraseando a Lévi-Strauss, lo que sucedió fue la irrupción de lo arbitrarioen nuestra visión del mundo1. La naturaleza es la granhipótesis de la mente humana de que existe ahí afueraun mundo más o menos independiente de nuestra per-cepción. Cómo es que nosotros formamos parte de él,sigue siendo un misterio, porque lo observamos desde lacultura, que es un constructo socialmente condicionado.El punto es que la naturaleza se postulaba hasta hacepoco como perfectamente ordenada. Si hay orden en unaparte del universo —se decía—, debe haberlo en todas.Nosotros podemos estar locos o cuerdos, es opcional, pe-ro la naturaleza no, la naturaleza debe ser racional e im-perturbable. Cuando los físicos empezaron a hablar decuestiones tales como el “caos creativo”, el “azar determi-nístico”, el “orden gratuito”, la “teoría de catástrofes”, la“domesticación del azar”, la “criticalidad auto-organizada”,

los “atractores extraños”, los “sistemas de no equilibrio”y cosas por el estilo, en el otro bando —en el de huma-nidades y ciencias sociales— se tuvo esa extraña sensaciónde saber de antemano que se estaba hablando de esa ma-raña de contradicciones y arbitrariedades que es nuestromundo, del cual la sociedad humana no es sino una pues-ta en escena entre otras más. “El universo se ha vueltofantástico a nuestra mente”(Eddington,1998: 225).Cuan-ta más información se le extrae, menos sentido se le pue-de asignar. Físicos de renombre, como Richard Feynman(citado más arriba), reconocen abiertamente que la cien-cia contemporánea no ofrece una imagen del mundo deltodo comprensible. Eso no es de extrañar si aceptamosque el conocimiento no evoluciona parejo en todas lasáreas y en todas las direcciones. Pero también cabe laposibilidad de que el mismo universo no evolucione demanera tersa y uniforme.Y no hablemos de las realidadessociales. Un ejemplo elocuente del sistema caótico que,sin embargo, funciona (al menos puede hacerlo por al-gún tiempo) es el sistema capitalista mundial que todospadecemos. Éste sí que es un montaje fantasmagórico.

¿Pero quién querría vivir en un mundo perfectamenteordenado y totalmente comprensible? ¿Y quién pudieravivir en una realidad absolutamente azarosa e imprede-cible? Es difícil pensar en un “justo medio” entre estosextremos; lo que tenemos, a la sazón, es un régimen decomplejidad, en el que los sistemas llevan una existenciaal filo del caos y la incertidumbre en un tiempo irrever-sible. La cualidad de lo complejo se refiere a esa amalgamade determinismo e impredecibilidad con la que contamosa cada paso en la vida. Por lo que a la ciencia concierne, yano le importa exhibir contradicciones, paradojas y pro-blemas imposibles de resolver. Quien quisiera una cien-cia libre de contrasentidos debería dedicarse al estudio delos aspectos uniformes, invariables y ahistóricos del uni-verso. Por algún tiempo se creía que eran los atributos dela “materia inerte”. Pero desde que la termodinámica in-trodujo la “flecha del tiempo” puso en duda los funda-mentos de la física decimonónica2. Los estereotipos vigen-

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1 “La cultura es la irrupción de lo arbitrario en la naturaleza” (Lévi-Strauss, 1967). Ésta era una cita preferida de Roberto Varela (véase Va-rela, 2005). Pero en cierto sentido la naturaleza toda es arbitraria (losfísicos prefieren hablar, a propósito, de “principio antrópico”). No esválido oponer radicalmente los conceptos de natura y cultura en elcontexto de la evolución.

2 La flecha del tiempo es un término acuñado por Arthur S. Eddingtonpara indicar la dirección irreversible de los procesos de transformaciónde la energía debido al aumento de entropía exigido por la segunda

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tes sobre la “naturaleza inanimada” perdieron su sostén.La termodinámica describe la evolución de los sistemasde manera exhaustiva (en el aspecto energético) sin im-portar la “materia prima” de la que están hechos dichossistemas. Es importante entender que la termodinámicano se refiere a una cuestión escatológica, como podríaser la muerte térmica del cosmos, sino a una cuestión deaquí y ahora: todos los esfuerzos que realizamos son, enúltima instancia, para mantenernos alejados del estadodel equilibrio termodinámico. Las poderosas generali-zaciones de la termodinámica se refieren a los procesosnaturales, incluidos los orgánicos y los sociales, en cuan-to procesos irreversibles. El paradigma da cuenta de unarealidad compleja, cuyas “islas del orden” flotan en uninmenso océano del caos (Boulding, 1968). La integra-ción de estas “islas” es siempre incierta, sujeta a condicio-nes azarosas de un entorno en parte predecible y en parteinimaginable. La complejidad no se define por la cantidadde variables o partes que intervienen en el funcionamien-to de un sistema, sino como producto de una dinámicade la actuación unidireccional de la ley de entropía, comose verá más adelante. La cantidad de definiciones que po-demos encontrar en la literatura especializada sobre eltópico se debe a que la complejidad tiene algo de inasi-ble: se refiere a un sinnúmero de fenómenos disímiles yen más de un sentido supera nuestras capacidades de com-prensión. En este ensayo abordaré el polifacético con-cepto de complejidad (elaborado en ciencias exactas) encuanto su utilidad en los análisis de los fenómenos so-ciales. El presente es un trabajo de aproximación desde

la epistemología, que precede la elaboración del modeloque guiará la investigación empírica.

Una definición general que puede aplicarse en todoslos casos sin excepción, aunque no describa las caracte-rísticas particulares de cada fenómeno, es la siguiente. Lacomplejidad es “propiedad del sistema que indica su es-tatus disipativo o la tasa de disipación que sostiene”(Adams, 1988: 66)3. La complejidad no es lo mismo que

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ley. La asimetría en el tiempo es una característica fundamental del uni-verso aun cuando no entra en los cálculos de la mecánica newtoniana,de la relatividad general y de la mecánica cuántica. Hay al menos tres fle-chas del tiempo reconocibles. La flecha psicológica (la dirección en laque nosotros sentimos que pasa el tiempo), la flecha termodinámica(aumento de entropía en todo suceso macrofísico) y la flecha cosmo-lógica (la dirección del tiempo en la que el universo se expande). Tam-bién hay una flecha de tiempo en la evolución orgánica. Conforme sedespliegan las ramas del árbol evolutivo, disminuyen las clases de dise-ño orgánico, pero aumenta la diversidad de las especies. Al principio hayexperimentación, luego estandarización. Esta asimetría en la diversi-dad biológica “refleja una ley más general y básica acerca de la historia delcambio en los sistemas naturales” (Gould et al., 1987: 1437). “La evo-lución tiene un componente vertical que afecta a la complejidad de losorganismos, y otro horizontal que afecta a su diversidad” (Wagens-berg, 2002: 44).

3 Obsérvese que es la tasa de la disipación la que indica el grado decomplejidad, no la cantidad de energía total disipada. Un volcán en erup-ción parece más activo (disipa más energía) que todos los seres vivosque pudo haber afectado, pero si calculamos la energía específica que di-sipó (por unidad de masa) veremos que un ser vivo es muchísimo másentrópico que cualquier fenómeno meramente físico. Por ejemplo, elcuerpo humano libera una caloría/hora/gramo de energía, en tantoque el Sol produce por el mismo tiempo y peso 2.10-4 calorías. En tér-

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el orden. La complejidad puede ser ordenada o desorde-nada, el orden puede ser complejo o simple (Adams,1983: 146). La complejidad es la característica de un sis-tema que “existe”, esto es, disipa la energía, en un régimende no equilibrio. Como resultado, produce desorden yorden a la vez. El principal efecto —la “producción” deentropía— es ineludible y se explica por la segunda leyde la termodinámica. El segundo —la generación delorden— no es de ley, sino resultado no necesario y pocoprobable de la evolución. El orden es un producto resi-dual de la selección. Ambos resultados —la entropía y elorden— son divergentes, pero operan simultáneamenteen el marco de un régimen físico de no equilibrio en elque los sistemas muestran características que parecen in-compatibles:

Complejidad

caos orden

disipación estructuraciónno linealidad determinismo

incertidumbre información desestructuración retención

perturbación patrónazar regularidad

riesgo redundancia… …

entropía evolución

En la teoría de sistemas la complejidad es el compor-tamiento emergente, resultado de una propensión de losprocesos evolutivos hacia objetivos singulares, no prede-terminados, cuyas reglas de estructuración surgen sobrela marcha4. Si la complejidad pudiera definirse de mane-

ra simple y sin incurrir en antinomias, no haría honor asu nombre5. De todos modos, la misma debe explicarsea partir de unas reglas sencillas para quedar al alcance denuestra comprensión. “El ser humano puede manejaralgo cuando puede ‘reducirlo a su tamaño’. Si no puedehacerlo, ese algo lo manejará a él” (Adams, 1983: 306).La capacidad humana de manejar situaciones complejases limitada y la simplificación de los problemas en el mar-co de un modelo no asegura el éxito, pero es un métodoracional a nuestro alcance. Lo que pretende el ser huma-no con la reducción de los problemas “a su tamaño” esparticipar en los procesos evolutivos de manera activa ytal vez más consciente. Después de todo, una determina-da definición de la complejidad responde a los interesesde la investigación y los objetivos de la actividad que nosproponemos desarrollar.

Si bien la calidad de lo complejo no se puede entenderrecurriendo al análisis de las partes, la solución consiste entratarlo como una característica emergente de sistemas evo-lutivos. Pero ¿qué podemos decir a priori de una carac-terística emergente? Tal vez sólo una cosa: que se instalacomo una paradoja a resolver. El aumento en la comple-jidad está acompañado siempre de un aumento en la in-certidumbre. El riesgo que define la complejidad emer-gente se debe al principio entrópico: la creación del ordenen una parte del mundo sólo se puede dar a expensas dela destrucción del orden en otras partes del mismo6.Quien formule este principio con la precisión que la cien-cia requiere contribuirá a explicar la evolución y sus ro-deos; por ahora debemos contentarnos con intuicionesy definiciones aproximadas.

La complejidad y sus riesgos, pues, son las facetas de unmismo proceso evolutivo que se despliega en el nivel fisi-

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minos de la tasa, un gramo de peso corporal humano libera entonces10 000 veces más calor que un gramo del Sol (Calvet y Prat, 1956, cit.en Adams, 1983). He aquí una posible medida de complejidad.4 “Propensión” es un concepto elaborado por Popper (1990). Se derivadel concepto de fuerza y extiende la indeterminación cuántica a esca-las de fenómenos macrofísicos. La propensión es cohesión local y tem-

poral de un sistema dinámico. La propensidad es siempre contextual,a diferencia de la fuerza, que es universal. La causalidad mutua, típica dela auto-organización, desempeña un papel central en la propensidad ac-tuando asimétricamente, de manera no proporcional y no reversible.5 “Antinomia” es un término usado por Kant, que se refiere a una con-tradicción más o menos permanente (nada es para siempre), en la queuna síntesis superior nunca se produce.6 “Principio entrópico: el progreso de un rincón del universo implicael regreso de otro rincón del universo” (Wagensberg, 2002: 36). “Des-de el punto de vista termodinámico, la construcción sólo puede ocu-rrir con el respaldo de la destrucción” (Adams, 1988: 57).

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coquímico, biótico y social. Complicarse la vida o morir,parece ser la consigna de la evolución, aun cuando unamayor complejidad implica problemas todavía mayoresde los que intenta resolver. Los sistemas alejados del equi-librio termodinámico son sistemas improbables, frágilese inciertos. Tienen que arreglárselas en un mundo quecambia a cada instante, siendo ellos mismos los que con-tribuyen con su actividad a la incertidumbre de su propioentorno. El funcionamiento y la reproducción de estossistemas sólo es posible en la medida en que logran con-trarrestar las pérdidas asociadas a toda transformaciónenergética y esto se consigue únicamente —he aquí laparadoja— con más disipación. Si por algún arte de ma-gia los entes complejos pudiesen mantenerse en estadoestable, sin arriesgar nada, la evolución quedaría sin opor-tunidades.

El grado de complejidad indica el nivel evolutivo de unsistema, esto es, su estatus termodinámico: qué tan lejosestá del equilibrio y, lo que es lo mismo, qué tanta entro-pía produce para sobrevivir. Al definir la complejidadcomo la medida del alejamiento del estado de equilibriotermodinámico, que es el estado definitivo para todos,estamos postulando estados provisionales (temporales ylocales) que serán objeto de estudio a la luz del paradig-ma de la complejidad7.

En definitiva, la entrada al laberinto de la “ciencia de lacomplejidad” es por la puerta de la termodinámica. Esla lógica del principio de entropía la que hace de hilo deAriadna. Formalmente la termodinámica es una ramade la física y, como tal, es inteligible sólo para los espe-cialistas en la materia. Sin embargo, la termodinámicatambién devino a ser la fuente de información básica decómo funciona el mundo, algo que debe ser accesible

al común de los mortales. Henri Bergson dijo que la se-gunda ley de la termodinámica es “la más metafísica delas leyes de la física”. Los principios de la termodinámi-ca trascienden las fronteras de la ciencia en la que fueronformulados en la medida en que describen el fundamen-to físico de los procesos naturales. Los principios de la ter-modinámica proporcionan —como dirían los lingüis-tas— una gramática universal que determina la estructurade todos los sistemas complejos, ya sean fisicoquímicos,biológicos, económicos, sociales, culturales, psicológi-cos, cognitivos o de cualquier índole, todos ellos natura-les por derecho propio. Con todo, hay quienes opinanque hace falta una formulación de los principios de la ter-modinámica en términos que darían cuenta del surgi-miento del orden, esto es, hace falta una “cuarta ley” quepermitiera entender cómo los sistemas evolutivos evitanel caos. Ahora bien, no es necesario esperar que conclu-yan todos los debates para aceptar el concepto de entro-pía; la segunda ley está bien establecida y el significado delprincipio de disipación se conoce como el más elemen-tal y de sentido común: no es posible quemar dos vecesel mismo leño. Hay que ir de nuevo a por él, gastar ener-gía nuevamente, e ir cada vez más lejos. Los principios dela termodinámica traducidos a un lenguaje sencillo di-cen lo siguiente:

• En el mundo en que vivimos la energía es constante yla entropía (energía inútil) aumenta a cada instante: na-da permanece igual.

• La disipación de la energía no se puede detener ni mu-cho menos revertir: la energía no es reciclable.

• El principio de entropía es el motor de la evolución: so-brevivimos en un mundo cuyo desgaste aumenta.

La evolución es “un camino sin retorno para todos” yse despliega en medio de la “indeterminación entrópi-ca”, según la sugerente expresión de Nicholas Georges-cu-Roegen (1996). Quiere decir que el proceso energéticoes la base físico-material de todos los procesos prebióti-cos, biológicos y sociales. En el transcurso del procesoevolutivo no se puede predecir qué es lo que ocurrirá, nicuándo, ni cómo. La termodinámica no lo explica todo,sólo impone la razón de ser o, más bien, la del devenir:

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7 El paradigma es el molde del pensamiento, un estereotipo, según Witt-genstein. Según Kuhn, un conjunto de creencias, valores y técnicas com-partido por una comunidad. Un paradigma tiene la capacidad de asi-milar las anomalías, propiedad que le viene del desarrollo acumulativoy cuyo límite provocará su sustitución por otro paradigma medianteuna “revolución”. Autores como Prigogine, García, Brockman y otrosconsideran el paradigma de la complejidad como una revolución de di-mensiones copernicanas en la ciencia. A juicio de García la teoría de sis-temas disipativos “ha conducido […] a uno de los avances más espec-taculares de la ciencia contemporánea” (2006: 60), el de extender laevolución a fenómenos fisicoquímicos, cognitivos y sociales.

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los fenómenos macrofísicos se deben a la “producción”de la entropía8. Si no se toma en cuenta este principio secorre el peligro de contemplar un mundo irreal en elque el consumo de energía no tiene consecuencias. Unparaíso, pues. Los sistemas que no producen entropíason impensables, por lo tanto no existen (o están com-pletamente fuera de alcance de nuestra comprensión).Los que llevan una existencia en el mundo de la imagi-nación, los productos de la mente, se sostienen a partirde los recursos propios del sistema nervioso humano y

asociados (bibliotecas, escuelas, Internet, satélites y demásdispositivos habidos y por haber). No hay informaciónque no ocupe tiempo, espacio y recursos energéticos. Deahí que no hay complejidad que pudiera desvincular-se del tiempo, el espacio, los recursos y la información.La complejidad es básicamente un fenómeno informático,pero la información no es un fenómeno inmaterial. Lainformación no puede en ningún momento prescindirde su soporte físico, de su hardware, en el lenguaje de lacibernética, o de su wedware de los sistemas biológicos. Elsoporte biológico no es sólo el ADN, sino también la me-moria fisiológica, neurológica, organísmica, comunitariay ecológica. Las estructuras sociales aprovechan estos so-portes construidos por la evolución con anterioridad yagregan los suyos. Elaboran sus propios códigos parti-

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8 La microfísica no necesita del principio de entropía. En el mundosubatómico las nociones de tiempo, espacio, causalidad, proceso e, in-cluso, la misma noción de realidad carecen del sentido que se les asig-na comúnmente (Hacyan, 2004: 199).

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culares de intercambio de información. Los costos quese pagan por el procesamiento de la información en tér-minos energéticos se elevan progresivamente en la me-dida en que nos desplazamos “hacia arriba” en la escalade la evolución y dependiendo del nivel en que ubique-mos el sistema de referencia.

El objeto de estudio que postula el paradigma de lacomplejidad es el sistema, con más precisión el sistemadisipativo9, que es un sistema termodinámicamente flui-do, abierto a los intercambios con el medio10. Un objetonunca se define por sí solo, sino por su tipo lógico: el sis-tema es “él y sus circunstancias”. El problema de trazar lasfronteras del sistema abierto o, lo que es lo mismo, dis-tinguirlo de su entorno, es una dificultad que no tieneuna solución única y que revela siempre el mismo pro-blema, una paradoja de fondo: no se puede conocer elvalor total de la energía de un sistema o de un ensamblede sistemas, pero sí se puede medir su potencial de tra-bajo y obtener indicadores de su estado sobre la base dela primera y la segunda ley de la termodinámica. Feyn-man (1965) va más allá y afirma que “es importante dar-se cuenta que hoy en día en física no sabemos qué es laenergía… Sin embargo, hay fórmulas para calcular algu-nas cantidades numéricas, y cuando sumamos todo dasiempre el mismo número”11.

Los dos principios de la termodinámica (la energía seconserva, la entropía crece) son válidos tanto para los sis-temas aislados como para los no aislados. Lo anteriores la apuesta teórica de Ilya Prigogine. La diferencia es quelos sistemas no aislados pueden transferir la entropía aotros sistemas y llegar así, temporal y localmente, a unaconstante de intercambio, que es el estado estacionario.Para asegurar el insumo energético constante, un sistemadinámico buscará afinidades y construirá alianzas, por de-cirlo en términos antropomórficos, con otros sistemas.En la medida en que se dan nuevos arreglos, surgen sis-temas inclusivos autorreplicantes (Adams, 1982) que sevuelven más variados y más complejos con el tiempo. Lospasos elementales en esta dirección se dan en el nivel fí-sico: la “selección termodinámica” —término acuñadopor Hamilton (1977)— elabora “bloques de construc-ción” (sistemas de mínima producción de entropía) conlos que se ensamblan los “objetos compuestos” o estruc-turas ordenadas de un nivel superior. Ahora bien, lasformas en física no son las mismas que en biología o enciencias sociales. Lo que distingue las formas de un nively otro son las propiedades emergentes. Las formas o pro-cesos disipativos tienen en común la dinámica energéti-ca, pero en cada nivel aparecen particularidades que latermodinámica por sí sola no explica.

En el nivel biológico tenemos muchas formas de coe-volución, tales como la simbiogénesis (Margulis y Sagan,1996), el mutualismo, el parasitismo y las demás, basadastodas ellas en la adaptación y la contra-adaptación. Sonprocesos autopoiéticos (poeta en griego significa “el ha-cedor”). Las formas autopoiéticas se construyen a sí mis-mas elaborando una “clausura operativa” (Maturana yVarela, 1997 [1973]), cuyo ejemplo más elaborado es elsistema inmunológico de un organismo. Los sistemasbiológicos se especializan en procesar la información,como ya se ha dicho, por vías genéticas, fisiológicas, neu-

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9 El término de “sistema disipativo” fue acuñado por Prigogine paravincular su desempeño directamente con la entropía. Es un sistema ter-modinámicamente abierto en el que la estabilidad de la estructura con-cuerda con la fluidez del cambio. Es una entidad que usa el flujo demateria-energía-e-información para incrementar su organización in-terior. Debe advertirse que la teoría de sistemas y el análisis sistémicode input/output son dos enfoques distintos.10 Es preciso distinguir entre sistema aislado y sistema no aislado (abier-to y cerrado). Sistema aislado es aquel que no intercambia nada con elmedio; sistema abierto es el que intercambia la materia y la energía; sis-tema cerrado es el que intercambia la energía. Nótese que este último,a pesar de su nombre, también está abierto. Los sistemas reales sonabiertos y/o cerrados, sus características se determinan dependiendode los objetivos de la investigación. Por ejemplo, la biosfera: está abiertaa los flujos de energía y cerrada a los demás, pero sólo si prescindimosde la materia que proviene del espacio. En realidad no sólo los meteori-tos, sino toda la materia del globo terráqueo viene “del espacio”. La ter-modinámica clásica se ocupa de los sistemas aislados. La termodiná-mica de procesos irreversibles (Prigogine) se ocupa de los sistemas noaislados. Estos últimos son sistemas dinámicos en el sentido en que suspropiedades cambian con el tiempo.11 Se refiere a que la energía de un sistema aislado es constante. La deenergía es una función matemática asociada con la masa, la posición,

la velocidad, la temperatura, la presión, el electromagnetismo, el nú-mero de inflexiones de las moléculas de un gas ideal y otras magni-tudes que permiten medir los estados del sistema. Desde el punto devista ingenieril la energía es la capacidad de un sistema para realizar eltrabajo. En términos más generales la física moderna asocia “energía”con el campo, donde el concepto sustituye al de “fuerza”.

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rológicas; en una palabra, instintivas (el instinto es unprocesador de información), mientras que en las espe-cies sociales estas vías se combinan con los códigos ad-quiridos mediante el aprendizaje que posibilita aprendi-zaje (el “deutero-aprendizaje” según Bateson).

El procesamiento de la información por medio de lossímbolos es la característica inédita de los conjuntos evo-lucionados en tanto conjuntos sociales. Ese repertorio decódigos que constituye la cultura permite ampliar enor-memente las relaciones entre sistemas de los niveles adya-centes, el físico-químico y el biológico. Debido a la capaci-dad de simbolización y del uso del lenguaje, los humanoscrean sistemas sin precedentes en la naturaleza. Eso nosignifica que los sistemas sociales dejan de ser naturales.Es natural todo sistema que intercambia energía, mate-riales e información con el entorno. La cultura tan sólointensifica estos intercambios. La razón última de este ace-leramiento es la necesidad de sostener el balance entró-pico a favor del sistema adaptativo en un tiempo y uncontexto favorables. La única manera de conseguir la efi-ciencia termodinámica consiste en transferir la entropíaal medio o, lo que es lo mismo, aprovechar el trabajo delas demás formas energéticas. Los sistemas permanecenen el juego de la evolución mientras logran conseguir for-mas energéticas de baja entropía y expulsar al medio lasde alta entropía (las que tienen su potencial de trabajo des-gastado). Con el tiempo, el medio se satura de formasdegradadas y el problema ya no es tan sencillo como co-mer y evitar ser comido: habrá que buscar fuentes ener-géticas nuevas o usar las existentes con más eficiencia an-tes de sucumbir definitivamente. La elección es entre vivirdespacio (consumir menos) o vivir más intensamente(arriesgar más).

En fin, por cada cosa que afirmemos de la evolución,lo contrario también será cierto. La evolución de sistemasdinámicos tiene tanto de redundante como de novedo-so, tanto de predeterminado como de impredecible, tan-to de continuo como de perecedero. La evolución “es unproceso masivamente paralelo y prodigiosamente derro-chador; es un proceso no planeado, no previsor, en el que,sin embargo, los incrementos mínimos han sido utiliza-dos económicamente, copiados y vueltos a copiar a lolargo de miles y millones de años” (Dennett, 1999: 295).

Es así como se elaboran los patrones evolutivos que apun-tan hacia la complejidad, en la que pueden sobrevivir sis-temas sencillos y hasta involucionados. La evolución noes progreso. La evolución es un proceso que no respon-de a ningún propósito específico, pero como proceso pau-tado puede adquirirlo (el propósito, la direccionalidad)por sí sola. Si la evolución no tiene sentido, como dijeraalguna vez Karl Popper, su ventaja sobre otras concepcio-nes del universo consiste en que podemos atribuírselo.Esto es, podemos incorporar a la realidad nuestros obje-tivos particulares. Para ello, lo único que necesitamos esdisponer de suficiente tiempo, energía, materiales e in-formación.

Los procesos evolutivos son paradójicos. Marcados porla incertidumbre y el riesgo, no obedecen más ley que laindeterminación entrópica. Sus discordancias, sin embar-go, pueden ser de algún modo complementarias. ¿De quémodo? Aquí está el quid de la cuestión. De modo esto-cástico: lo que es azaroso en un nivel, se torna inequívo-co en el siguiente. Lo que es inexplicable en el horizontede los sucesos, es coherente en el nivel de la selección. Pa-ra quien no está familiarizado con este argumento —de-sarrollado en matemática y física—, el planteamientopuede parecer algo esotérico12. Procuraré exponerlo másabajo con algún detalle a propósito de la cuestión de lacausalidad. El autor que introdujo el concepto de causali-dad estocástica en ciencias sociales fue Gregory Bateson.En el libro titulado Mind and Nature (1993), publicadoen 197913, desarrolla una propuesta epistemológica basa-da en la selección darwiniana, que es el ejemplo de un pro-

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12 En 1974 Robert M. May, uno de los fundadores de la ciencia de lacomplejidad, publicó Stability and Complexity in Model Ecosystems,en el que plantea un modelo no lineal de ecosistema. Un modelo nolineal es un algoritmo matemático en el que diferencias mínimas en elvalor inicial de alguna variable conducen a trayectorias distintas. Estemodelo, por contraste con uno lineal, admite sorpresas: una causapequeña puede desencadenar grandes transformaciones, como en el“efecto mariposa” de Lorenz, que es el ejemplo de un comportamien-to estocástico de un sistema complejo. El modelo propone un mecanis-mo (regularidad, en termodinámica) mediante el cual el sistema pro-cesa la información a modo de un algoritmo (secuencia de pasos haciala solución de un problema formulado en términos matemáticos).13 El título Mind and Nature fue erróneamente traducido como Espí-ritu y naturaleza. Mente no es lo mismo que espíritu. Una interpre-tación esotérica espiritualista desvirtuaría el argumento de Bateson.

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ceso estocástico por antonomasia. Al exhibir de maneraexplícita su base epistemológica, el autor se expone a lacrítica, esto es, a un procedimiento en esencia autoco-rrectivo, que es el núcleo de su propuesta cognitiva. Enlas ciencias sociales,“presas de un profundo pánico epis-temológico”, según Bateson, es importante asumir unmodelo de causalidad compatible con las ciencias duras.El autor opta por la “causalidad recíproca”, el mecanismocibernético de realimentación, el preferido —por cier-to— de la evolución.

Los sistemas que tienen la capacidad de corregir su pro-pia trayectoria, esto es, que tienen la capacidad de auto-or-ganización, se dicen dinámicos, adaptativos, autopoiéti-cos, autorreplicantes, inclusivos, jerárquicos, dependiendodel tipo de interacción que desarrollan con el medio. Elmedio significa aquí otros sistemas, mejor dicho, el nivelen el que están organizados. La determinación de este ni-vel depende de la escala o la distancia desde la que ob-servemos el fenómeno: para las células, el medio inme-diato es el tejido; para los tejidos son los órganos; paraestos últimos, el organismo; para los organismos indivi-duales, su comunidad reproductiva; para una especie, elecosistema. Una línea paralela se puede trazar a través dela sociedad: para las familias, el medio es la comunidady así sucesivamente. Una vez elegida la escala, los siste-mas aparecerán como ordenados “jerárquicamente”, y esel concepto de niveles de integración el que funge comola configuración mediadora.

El mecanismo de variación/selección es un mecanismobuscador de pautas, que tarde o temprano conduce a lacreación de un nivel de interacción inédito, al que califi-camos de emergente. La novedad evolutiva surge cuan-do los sistemas integran un nivel “superior”: las sustan-cias que reaccionan para producir un compuesto nuevo,las células que se integran en un organismo, los indivi-duos que forman un grupo, las comunidades que se or-ganizan en un sistema social, son ejemplos de cómo seintegran los niveles de complejidad creciente a partir dela dinámica energética. Las características de un compues-to nuevo no se deducen de los elementos en interacción,la fisiología de un organismo no se deduce de su geno-ma, las relaciones entre las personas no determinan losocial: el sistema es algo más que la suma de sus partes.

El mecanismo al que obedece la evolución (el de com-binación/auto-organización) fue formulado por prime-ra vez en el lenguaje de las ciencias naturales por Darwin(como el de variación/selección). En la actualidad es po-sible describir dicho mecanismo en los términos másgenerales e inclusivos de la termodinámica (véase Lot-ka, Hamilton, Prigogine, Georgescu-Roegen, Bateson,Adams). Tal rodeo epistemológico es necesario paraaplicar las ideas evolucionistas en las ciencias duras y enlas ciencias sociales. La evolución es el proceso de ex-pansión/contracción energética en el que participan lossistemas termodinámicamente no aislados con capaci-dad de reproducirse. Así como la variación suministra lamateria prima a la selección, la combinación es la que pro-porciona la materia prima a la complejidad (véase la defi-nición de la evolución de Georgescu-Roegen más abajo).La complejidad como una tendencia o propensión delos procesos energéticos hacia la complejidad ontológicaes la faceta creativa de la evolución. La evolución, sin em-bargo, también tiene su faceta destructiva.

Para comprender la complejidad y conciliar sus múl-tiples paradojas necesitamos el concepto de niveles deintegración. El concepto de niveles pasó de la biología a laantropología gracias a los trabajos de Julian Steward enecología cultural14. El término se refiere a la clasificaciónde los procesos naturales de expansión y su origen estáen la diferenciación binaria de los acontecimientos, en esaíntima relación entre el hecho y su interpretación. Bate-son (1993: 245) entiende los niveles como tipos lógicos: laclase es un tipo lógico superior al de los miembros quela integran. Por ejemplo, la especie es de tipo superior alde las comunidades reproductivas que la conforman; elgrupo social es de tipo superior al de los individuos quelo componen. Y así sucesivamente: no hay concepto

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14 Con niveles Steward se refería, exclusivamente, a la secuencia evolu-tiva social —de familia, tribu y Estado—, concebida como un patrónútil para ordenar los datos etnográficos (1954). Distintos autores hanadaptado esa secuencia a sus propios fines (véase Service, Sahlins y Fried,cit. en Adams, 1983) y han conjeturado sobre la evolución de socieda-des igualitarias, jerarquizadas y estratificadas. Los niveles indican elgrado de complejidad sociocultural. Adams (1983) observa que ningu-no de los autores mencionados identificó la dinámica común que sub-yace a los niveles y que es, precisamente, la de los flujos energéticos.

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que agote una sola clase o se defina por sí mismo. Encuanto a la sociedad, afirma Steward, “en el continuo decrecimiento de toda cultura hay una sucesión de tiposde organización, los cuales no sólo son cada vez más com-plejos sino que presentan nuevas formas que surgen”(1954: 51).

Hablamos de complejidad cuando están en juego variosniveles de integración dispuestos jerárquicamente, me-jor dicho, dispuestos de acuerdo con la intensidad de losintercambios energéticos entre los sistemas que los com-ponen. El más complejo es el más acelerado (véase la no-ta 3, p. 43). La disposición jerárquica no se refiere aquí aalgún valor intrínseco, sino a la escala que impone nuestroinstrumento de análisis. El parámetro objetivo es la tasade consumo. Un ejemplo de esto puede ser el consumoenergético medido per capita (White, 1964). Así, el con-sumo de un individuo humano es de alrededor de doskilocalorías por día, pero el metabolismo energético exo-somático de este mismo individuo como miembro de ungrupo familiar se multiplica por cientos de unidades si to-mamos en cuenta los servicios de los que dispone la casaen que vive; y si pasamos al nivel de grupo más amplio,la misma persona (por ejemplo, un estudiante de la uni-versidad) tiene acceso a insumos que alcanzan cantidadesastronómicas si consideramos tan sólo la informaciónque reúne la biblioteca.

Como clasificaciones, los niveles son construccionesmentales elaboradas por los miembros de la sociedad opor un observador externo. La investigación, de hecho,consiste en ver qué tanto coinciden las metáforas menta-les de un sistema de clasificación nativo con el del inves-tigador. La mente humana tiene esa peculiar capacidadde distinguir porciones de la realidad (sistemas) y clasifi-carlos en tipos lógicos (niveles). Toda clasificación es irre-mediablemente arbitraria. En particular tenemos queestar conscientes de que una visión estratigráfica de la rea-lidad se tiende trampas a sí misma15. Sucede que la men-

te humana está limitada en cuanto al número de dimen-siones taxonómicas que puede emplear, de modo que, apesar de los aumentos demostrables de complejidad y dela posibilidad de incrementar los niveles casi indefinida-mente, la mente tiene que “reducirlos” y clasificar los su-cesos en unos cuantos tipos. La manera en que los nive-les de integración sustituyen a los niveles de articulación16

es un procedimiento simplificador y el resultado general-mente se reduce a un máximo de seis o siete. Como se hadicho, para que la mente humana pueda manejar la com-plejidad tiene que sujetarla a su medida y tamaño. “Asípues, mientras que las sociedades se vuelven creciente-mente complejas en términos de sus estructuras ener-géticas, las dimensiones de su organización social se rein-tegran constantemente a las dimensiones estructuralesmentales que son comprensibles para la mente humana”(Adams, 1983: 305-306). La complejidad como clasifica-ción es, paradójicamente, una simplificación de la com-plejidad efectiva del mundo. La complejidad no es pro-ducto de agregar elementos, sino de una deconstruccióny reconstrucción de estos elementos (García, 1986: 64)en el siguiente nivel de integración. El aumento en lacomplejidad no consiste simplemente en la suma de ele-mentos nuevos, sino en la reintegración de los elemen-tos en las estructuras mentales ya existentes. No hay queolvidar que todo sistema tiene por definición su estruc-tura (la “mente” de Bateson), de modo que la informa-ción no es sólo atribución de sistemas humanos, sino quecircula entre todos los niveles de la realidad. ¿O no es así?

Con esto hemos arribado a un problema epistemoló-gico mayúsculo que asoma en las conceptualizaciones

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15 Cliffort Geertz describe la división de trabajo entre las ciencias co-mo resultado de la concepción “estratigráfica” de la realidad. Los fac-tores biológicos, psicológicos, sociales y culturales están dispuestos comosi fueran pisos de una pirámide. Según esta visión, el hombre es uncompuesto de varios “niveles”, cada uno de los cuales se superpone a los

que están debajo y sustenta a los que están arriba (Geertz, 1987 [1973]:46). Según el autor, necesitamos una concepción sintética, es decir,una concepción en la cual los factores físicos, biológicos, psicológicos,sociológicos, económicos y culturales “pueden tratarse como variablesdentro de sistemas unitarios de análisis” (1987 [1973]: 51). Es lo quepropone la teoría de la complejidad. El autor opta por la teoría de sis-temas y define la cultura como un mecanismo de control, pero aban-donará estos desarrollos en su etapa posmodernista.16 La diferencia o, más bien, la relación que existe entre los niveles dearticulación y los niveles de integración es la misma que hay entre: a)la descripción de los sucesos y b) la conceptualización de los mismos.Es la diferencia entre: a) lo “etnográfico” y b) lo “etnológico”; entre: a) ladescripción de un caso particular y b) un sistema conceptual que debeexplicar este caso y otros más.

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del caos, el orden y la complejidad, un problema que ha-ce vacilar la base misma del conocimiento humano. For-mulémoslo así: ¿es la complejidad característica propiade algunas cosas del universo o lo es tan sólo de nuestrosmodelos explicativos? ¿Son las paradojas de la compleji-dad una propiedad de la naturaleza o tan sólo resultados denuestro método de indagación? En qué sentido nuestrossistemas teóricos pueden ser confirmados o refutadospor la experiencia, pregunta Rolando García (1986), si lamisma experiencia está cargada de teoría. Me preguntosi alguien tiene una respuesta a estas interrogantes, algu-na respuesta que pueda convencer, si no a todos, al menosa quienes se plantean estos problemas con circunspección.A continuación ensayaré una posible respuesta desde la

epistemología evolucionista. Distinguiré, en primer lu-gar, entre la complejidad como propiedad de nuestrosmodelos explicativos y la complejidad como propiedadde la naturaleza. Consideraré que ambos evolucionaronen una especie de reciprocidad. El conocimiento evolu-ciona como parte sine qua non de nuestra realidad, hastael punto de ser capaz de incidir en ella y modificarla. Cul-tura es el nombre de un nuevo género de complejidadque proporciona el ambiente para la perpetuación y lareorganización de un tipo particular de sistemas disipa-tivos: los sociales. La evolución —multilineal por derechopropio— consiste en la búsqueda de pautas. Su métodoes el de ensayo y eliminación del error: variación y selec-ción, combinación y auto-organización, deconstrucción e

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integración, contracción y expansión. Especialmente enel nivel social se ensaya mucho. La diferencia con otrosniveles es que la cultura (la capacidad de procesar la in-formación mediante símbolos) permite incluir, comoresultado de los ensayos-simulaciones, formas energéti-cas nuevas que aceleran la velocidad de los intercambios.La producción del desorden en el medio es directamenteproporcional a la intensidad de los intercambios energé-ticos que conforman dicho medio.

LA COMPLEJIDAD COMO PROPIEDAD DELMODELO EXPLICATIVO

El concepto de complejidad pertenece a un modelo (con-junto de conceptos ensamblados de manera coherente).El modelo pertenece a un discurso y los discursos tienensu respectivo código más un contexto comunicativo.¿Cuál es, entonces, el referente de la idea de complejidad,esto es, su contexto de significados compartidos? Es lavisión del mundo sustentada por una determinada racio-nalidad —de entre las que están a disposición—, llamé-mosla científica. El cambio en la weltanschauung mencio-nado en la introducción se refiere al estatus ontológicodel azar. En la ciencia contemporánea está muy aceptado,aunque no sin cierta reticencia, que el azar es un factor queopera en todos los niveles de la realidad, desde el más ele-mental, el de la materia de partículas indivisibles, hasta elmás enmarañado, el de los sistemas autorreplicantes. Deuna agitación primigenia aleatoria, cuyo nombre es Caos,eventualmente emerge el orden y sus necesidades, queson los atributos de Cosmos. En virtud del comporta-miento estocástico del complejo de energía-materiales-e-información surge el orden. El orden gratuito “a partirde las fluctuaciones”(Prigogine et al., 1977). Estamos fren-te a la paradoja de la irreversibilidad, la madre de todaslas paradojas17.

El postulado de irreversibilidad es la base del modelo desistemas. Los procesos termodinámicos, ya sean aisladoso no aislados, cerrados o abiertos (véase la nota 10, p.47), inertes o interactivos, todos ellos son irreversibles,asimétricos en relación con el tiempo. No es posible re-gresar al pasado. La probabilidad de que se repita un es-tado pasado es nula en la práctica. Aun cuando la segundaley fuera sólo una cuestión meramente estadística, tam-poco podría revertirse ningún proceso energético. Estose debe, en primer lugar, a la intervención del azar. En lapráctica, adivinar cada uno de los accidentes que inter-vinieron en el pasado en la configuración de un sistemacualquiera costaría una cantidad de energía inimagina-ble, tal vez infinita. En segundo lugar, un sistema comple-jo tiene historia o, como se dice en física, histéresis: lospatrones evolutivos formados en el pasado limitan el nú-mero de posibles estados futuros; en algunos aspectos losdeterminan, en otros no. Max Planck (1978) propuso quela característica de “irreversibilidad” fuera consideradacomo sinónimo de “natural”, en el sentido de espontá-neo, que se produce por sí mismo y nunca regresa a suestado anterior. No hay péndulos sin fricción. No hay au-to-organización sin desestructuración. En todo sucesose pierde una parte de energía que no es recuperable porningún medio: “El palo dado ni Dios lo quita”. De ahíla dirección única del tiempo y la impronta de la origi-nalidad en toda la configuración nueva.

Si bien la producción de la entropía se da en todos losprocesos, sean ordenados o no —y a la postre podría re-sultar un asunto más bien trivial—, lo interesante es có-mo se produce. En los procesos aislados se da por iner-cia, mientras que en los no aislados, que son los procesosque disipan la energía para sobrevivir, se da por interac-ción con el medio. Es importante advertir que nosotros

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17 La paradoja de la irreversibilidad quiere decir que lo que es azarosoen el nivel elemental da lugar al comportamiento coordinado en unnivel superior de organización, aunque no se sepa cuál es exactamentela interfaz de ese cambio: “¿Cómo conciliar el hecho de que los sistemasmacroscópicos sean irreversibles, al mismo tiempo que los microscó-

picos son reversibles? La investigación de la realidad subatómica no serefiere al tiempo y al espacio que vivimos en la realidad ordinaria. Nopuede haber ningún estado de equilibrio en el mundo descrito por lamecánica (la newtoniana, la relativista o la cuántica). Con una sola ex-cepción —la de la segunda ley de la termodinámica—, las leyes fun-damentales de la física son simétricas en el tiempo (todos los instantesson equivalentes) y no distinguen ningún estado final especial donde sehaya gastado todo el potencial de cambio” (Coveney y Highfield,1993, I: 218).

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también podemos ser calificados como un caso particu-lar de sistema disipativo. Nuestro cuerpo disipa calor, lacomunidad en que vivimos disipa calor, la sociedad “enque estamos, nos movemos y somos” disipa calor. Y esotiene consecuencias, no es nuestra imaginación.

¿Cómo entender que fenómenos aleatorios que sur-gen del caos y cuyo principal producto es la entropíapuedan dar lugar al orden, la complejidad y la evolución?La instancia mediadora, por decirlo así, la que se encargade ordenar el mundo discordante es la selección natural.El término selección natural es una “descripción densa”de procesos de auto-organización en los que se ensamblan,se perpetúan, se reproducen y se propagan las formasenergéticas, unas a costa de otras. La evolución es unasola en el sentido en que puede ser simultáneamente fe-nómeno físico, orgánico, social. No es que primerotenemos los sistemas físicos, luego los organismos, losindividuos y después las sociedades, sino que los tres po-los del proceso definen en conjunto la evolución. Laevolución es una serie de experimentos en marcha. Susconfiguraciones azarosas, variadas y repetitivas se danen cantidades “masivamente paralelas”. Permanecen lasadecuadas en un tiempo y un lugar determinados, no lasque se ajustan a un ideal de la perfección o un plan pre-existente18.

En los procesos de auto-organización la experienciase acumula en la memoria del sistema. Dependiendo dela clase de sistema, v. gr., del nivel en que se sitúa nuestroanálisis, tenemos la memoria fisicoquímica, fisiológica,conductual, ecosistémica, económica, social, cultural…El almacenamiento de información es condición paraaplicar mecanismos de realimentación. La autoimageno el estado ideal que guarda la memoria es una especie

de mapa del sistema al que se ajustará en lo posible la tra-yectoria real. Al aprender la tarea el sistema guarda lainformación en la estructura o “el inconsciente de la or-ganización” para que ya no esté expuesta a más experi-mentación, argumentan Margulis y Sagan (1996). De ahíen adelante, la tarea es ejecutada de manera automática,por medio de controles cibernéticos, esto es, formas ener-géticas especializadas en el manejo de la información yen la comunicación.

Cuanto más complejo es un sistema (conjunto cohe-rente de formas energéticas), más procesadores de infor-mación maneja, porque más flujos energéticos tiene queintegrar y más intercambios tendrá con otros sistemas.Éste es precisamente el aspecto que la ciencia de la com-plejidad trata de desenmarañar. En el nivel de sistemas fi-sicoquímicos el algoritmo que describe la función delsistema (de una reacción autocatalítica, por ejemplo) seelabora en términos matemáticos. Lo que impresiona enestos casos es que con una sola fórmula basta para descri-bir exhaustivamente el sistema. En el nivel de sistemas or-gánicos, sin embargo, eso ya no es posible del todo y setiene que recurrir a fórmulas tales como los diagramasde flujo, la cadena trófica, el análisis de ingreso-egreso yotras, en las que la precisión matemática disminuye a ex-pensas de la descripción verbal en la medida en que setiene que abarcar más y más aspectos. En el nivel de lossistemas sociales hay estructuras, códigos y procesadoresde información, tales como el parentesco, la organizaciónsocial, la política, la economía, la religión, el sentido co-mún, la poesía y las artes, que no son sino mapas menta-les de una realidad complicada, aparte de compleja. Lasasí llamadas genéricamente “ciencias sociales y humani-dades” son los loci en los que está depositada la informa-ción que pueda manipular la mente humana para ensam-blar formas energéticas novedosas y lanzarlas luego comoposibles unidades operativas o vehículos de superviven-cia. Una interacción tan compleja como la que se da en-tre la sociedad y su entorno, entre las sociedades y entrelas sociedades de sociedades no se puede lograr siguien-do un sólo código.

En física se entiende que la energía y la masa son equi-valentes, pero faltaría integrar —como observa Jorge Wa-gensberg (1985)— el tercer elemento, que es la informa-

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18 Jean Baptista Lamarck postulaba un ideal de perfección al que de-bería seguir la transformación de las especies; la selección darwiniana,en cambio, no reivindica ninguna causa más allá del proceso mismo. Elprefijo auto incorporado a todos los términos que implican organiza-ción podría parecer un exceso, pero su uso obedece a la necesidad dedeslindarse del sentido común y de la creencia de que la organizaciónsupone un plan preconcebido. El concepto de auto-organización es unaalternativa al omnipresente pensamiento finalista. La evolución dar-winiana es una serie de realimentaciones en el proceso energético deexpansión/contracción; un patrón que se va haciendo por sus propiosmedios, no una ley general de la naturaleza.

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ción. Su importancia consiste en que la única vía de accesoa la realidad es a través de las metáforas (teorías, modelos,mapas mentales, códigos informáticos). ¿Alguien tiene elacceso directo a la realidad en sí? ¿Alguien puede descri-bir literalmente lo que sucede sin recurrir a las metáforasy los conceptos? Ahora bien, hay de metáforas a metáfo-ras. Las que aquí interesan son las científicas, aunque lasotras, incluso las meramente ornamentales, son impor-tantes, en especial cuando forman parte de estructurassocialmente eficaces. La diferencia entre las metáforas delicencia poética y las metáforas como modelos científi-cos consiste en que estos últimos tienen incorporado unmecanismo de control. Es un mecanismo que permiteevitar cierto tipo de errores —si bien no todos— e im-plementar una “hoja de ruta” a modo de algoritmo.

Un ejemplo —algo burdo— de cómo opera un mo-delo como metáfora del sistema podría ser el cohete “in-teligente” que se usa en los bombardeos “quirúrgicos” enlas guerras que promueve el imperio y que luego exhibepor televisión. Un cohete de este tipo lleva a bordo unmapa de la trayectoria preprogramada y unos sensores

que recogen la información a lo largo de su trayectoriareal. El ordenador —nunca mejor dicho— compara lainformación obtenida por los sensores con el mapa e im-plementa el feedback cuando hace falta corregir la tra-yectoria. Sirva el ejemplo para ilustrar lo siguiente. Unsistema disipativo cuenta con una autoimagen, una me-táfora de sí mismo, que es parte del conjunto de meca-nismos de regulación a partir de los cuales busca abrirsecamino en el mundo. Cuando hablamos de la informa-ción no tenemos por qué pensar que ésta es solamentepropiedad de los sistemas vivos ni mucho menos exclu-siva de la mente humana. Todos los sistemas disipativosprocesan energía e información. En palabras de Bateson(1993), el sistema opera a partir de su mente en el sentidode un conjunto de mecanismos de realimentación. El au-tor titula su libro Mind and Nature: The Necessary Unity.La unidad necesaria se da aquí entre la información y elflujo energético que la transporta, entre la “forma” y la“materia” en el hilemorfismo aristotélico. La investiga-ción, entonces, consiste en averiguar qué pasa en la men-te de otros sistemas y eso lo conseguimos construyendonuestro propio modelo de dicho sistema. El segundo pa-so consiste en recoger los datos y compararlos con el mo-delo prefabricado. Así como no tenemos acceso a la rea-lidad en sí, tampoco podemos tener acceso directamentea los modelos mentales de otros sistemas, de las personas,de las culturas. La manera de tener acceso a cualquiera deestas realidades consiste en construir un modelo de lasmismas y verificar su pertinencia, como ocurre, por ejem-plo, con los modelos simulados por computadora.

La ciencia de lo complejo no necesita ocultar que susmodelos son improvisaciones y artificios en el sentidode elaboraciones previas a la observación. Si no se puedeobservar directamente qué pasa en otra mente, en otro sis-tema, tampoco es posible observar un sistema como unatotalidad en todos sus detalles. Nadie tiene el punto devista divino, inmortal e intrínseco. Ningún sistema estádado (García, 1986: 46) de manera natural, sino que esun constructo con fines de investigación, explicación uotros por especificar. El paradigma de la complejidad esel que dispone los elementos en la producción de mode-los. Un modelo consta de dos cosas: 1) elementos teóricosy 2) datos de la experiencia. Se trata de un entramado en

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el que la experiencia sería imposible sin presupuestos ela-borados de antemano, y estos serían inverosímiles si nose estuvieran fogueando en cada puesta a prueba19. Losmodelos epistemológicos de este tipo no aspiran a bus-car verdades absolutas, ni “leyes” de la naturaleza univer-sales y atemporales. Verum factum est, como lo dijo Giam-battista Vico. En la naturaleza nada es para siempre y lasmismas leyes son producto de la evolución. El conceptode “ley natural” es un préstamo que la física ha hecho di-rectamente de la organización social; es una metáfora que,ahora ya lo sabemos, resulta demasiado pobre. La metá-fora que viene al rescate es la de la complejidad: la delsistema y su autoimagen, la de la naturaleza y su “mente”,la del hecho y su interpretación, la de la información y elflujo energético que la sostiene. Es la metáfora incorpo-rada a la realidad.

Si no hay hecho sin teoría tampoco puede haber teo-ría sin empiria. Como quien dice, no hay cosa más prác-tica que una buena teoría. El modelo, el mapa, no es elterritorio, pero tampoco es imaginable un territorio sinel mapa. Entre el mapa y el territorio hay una causalidadrecíproca. Si bien el uso de modelos en la ciencia es unprocedimiento metodológico normal, en el evolucionis-mo fue elevado al estatus epistemológico (Giere, 1999).

Un ejemplo de esto es el modelo de la selección natu-ral. Charles Darwin la definió como “el conjunto de leyesque actúan a nuestro alrededor” (1980 [1859]: 489). Conesto trató de ajustarse al modelo mecanicista en boga de

aquel entonces. Según este modelo las cosas están su-jetas a las fuerzas; la realidad consiste en una serie de in-teracciones mecánicas reversibles y la ciencia las describefielmente. El conocimiento consiste en descubrir princi-pios abstractos a partir de la observación. Darwin semuestra muy convencido de que descubrió el principiode la selección por deducción, abstrayéndolo de la reali-dad por medio de la investigación. Creía en el esquemapositivista y estaba convencido de que la selección natu-ral era un asunto de causas próximas.Y murió en el error.En su autobiografía escrita con fines didácticos, Darwinconfiesa que la idea de la selección se le ocurrió a partirde la lectura de la obra de Malthus (Ensayo sobre la pobla-ción); esto es, la postuló antes de investigar cualquier cosa.Las variaciones en los sistemas adaptativos son hechoscomprobables, el postulado de selección, una inherenciateórica. Antes de Darwin la variación no tenía importan-cia, no fue más que una imperfecta manifestación de laesencia inmutable de las especies. He aquí un ejemplode cómo los hechos se perciben sólo si se enfocan desdeuna conjetura teórica previamente construida.

Al modelo de variación/selección se agregaron despuésotros elementos —básicamente la genética mendeliana yla biología molecular— para producir la “teoría sintéti-ca” de la evolución. Pero hay algo más. En nuestros tiem-pos la teoría de la evolución se está revisando a la luz dela termodinámica. Desde esta perspectiva son las formasenergéticas las que evolucionan mediante el mecanismode combinación/auto-organización. Al traducir la granidea de Darwin al lenguaje de la teoría de sistemas con latermodinámica en el trasfondo es posible construir unmodelo inclusivo de la evolución, el cual permite tomaren cuenta aspectos físicos, biológicos y sociales al mis-mo tiempo. Es el modelo de sistema disipativo, un con-cepto aplicable a los procesos cósmicos, biológicos, so-ciales, cognoscitivos (Chaisson, 2001).

En resumen, obtenemos explicación cuando los datosse ajustan a un modelo previamente formulado (Adams,1982). Un buen modelo proporciona el conocimientosignificativo, aunque siempre parcial. No hay teoría nimodelo que abarquen todos los aspectos de un solo acon-tecimiento. Un modelo de investigación debe formularuna hipótesis con valor heurístico en términos falsables

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19 Kant identificó varios de estos presupuestos sin los cuales la expe-riencia sería imposible: el tiempo, el espacio, la causalidad y la perma-nencia, un conjunto de categorías que atribuimos a la “naturaleza”, peroque antes que nada forman parte de nuestro equipaje mental. Un pro-blema interesante es cómo se forman estas categorías en la mente hu-mana. La genética piagetiana investigó y comprobó empíricamente quelas formas de la percepción se generan (de ahí los términos “psicogé-nesis” o “genética” que identifican este enfoque) en las etapas tempra-nas de la vida y proporcionan esquemas conceptuales que van a serviren los siguientes niveles cognoscitivos como presupuestos que ya no secuestionan más adelante (García, 1986). Las categorías a priori no sur-gen de la nada ni hemos nacido con ellas como si fueran un legado delmundo platónico de ideas. Se construyen como mapas cada vez másprecisos de un territorio en expansión. Si bien estos conceptos se pos-tulan innatos, su origen está escondido en las profundidades de la evo-lución del conocimiento humano. Aun cuando hemos nacido con ellos,deberíamos buscar su origen en la evolución de nuestro aparato de per-cepción en cuanto especie y en el de las especies que nos precedierontemporal y estructuralmente.

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(Popper). Este modelo trata de averiguar qué es lo queocurre en la mente de otro sistema. Una vez acertadopuede interactuar con él: “Sólo lo imaginario es real”,como lo dijo Einstein.

LA COMPLEJIDAD COMO PROPIEDAD DE LANATURALEZA

No hay tal. Nada podemos decir de la “cosa en sí”, comolo demostró Kant en su crítica de la razón. Naturaleza hamuerto, se ha dicho, y nosotros estamos velándola, o loque quedó de ella20. Cuando se dice naturaleza suele pen-sarse en hechos físicos crudos, en la madre natura, en losecosistemas no intervenidos, en el estado prístino de lasociedad primitiva. Sin embargo, no hay naturaleza sincultura. No hay hechos objetivos o neutrales fuera de to-da interpretación. En nuestra percepción no hay ningúnobservable sin insumo teórico previo. El principio de laepistemología evolucionista es: toda experiencia está car-gada de teoría (García, 1986: 46). ¿Cómo es, entonces, quese descubren cosas nuevas? La respuesta es: postulándo-las y validándolas luego empíricamente21. Los modelos ex-plicativos, como ya se ha dicho, están compuestos pordos elementos: ideas preconcebidas y hechos de la expe-riencia, esquemas conceptuales y programas de acción,niveles de integración y niveles de articulación. Esta opo-sición al interior de los fenómenos entre la “mente”y el sis-tema se remonta a la estructura profunda de la realidad.La pregunta de cómo se descubren cosas nuevas es en rea-

lidad también la de cómo surgen las cosas nuevas en elmundo. Aquí interviene el principio de complementa-riedad22. El aspecto “mentalístico” —término preferidopor Richard Adams— es propio de todo sistema concre-to. No hay “materia” sin “forma”, no hay sistema sin infor-mación. La metáfora que utilizaré de aquí en adelante esla dicotomía mapa/territorio. Me apresuro a explicarla.

Los sistemas evolucionan (se construyen a sí mismos)utilizando elementos de su autoimagen (el mapa) paraadaptarse, esto es, modificarse a sí mismos y modificar suentorno (el territorio), para luego elaborar mejores ma-pas y moldear más territorios, y así sucesivamente23. Su-cede también que los mapas se trazan a distintas escalassobre territorios de topografía múltiple. Los territoriosmodificados por incidencia de los mapas son ejemplo dela causalidad recíproca, la de los sistemas complejos. Lascategorías kantianas elementales de tiempo, espacio, cau-salidad y permanencia son las coordenadas básicas deestos sistemas o mapas/territorios.

El constructivismo24 no postula una verdad definitiva,

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20 “Dios ha muerto, la naturaleza ha muerto y yo tampoco me sientomuy bien que digamos”, dijo, a propósito, Woody Allen.21 ¿No crea esta autorreferencia un problema de círculo vicioso? Si nohay “observables puros” y todos los hechos están “cargados de teoría”,en qué sentido podemos afirmar que las teorías científicas son confirma-das o refutadas por la experiencia, se pregunta Rolando García (1986:50). Y responde: La concepción de niveles de conocimiento que se vandesarrollando a través de procesos constructivos permite eludir el círcu-lo vicioso. La psicología genética aborda el problema de cómo se creanesquemas conceptuales por niveles. El infante construye primero es-quemas de acción para luego crear esquemas conceptuales. Equipadocon estos, pasa al siguiente nivel en el que puede interpretar experien-cias antes ininteligibles tomando como insumo los conceptos elabora-dos previamente, los que aparecen en este nivel como si existieran apriori, de modo que ni se cuestionan. Véase también García, 2006.

22 Dogma epistemológico propuesto por Niels Bohr: “Sólo la totali-dad de los fenómenos agota la posible información sobre los objetos.”Por ejemplo, en física, las dos teorías sobre la naturaleza de la energía—la de la energía como fenómeno corpuscular y la de onda— sonmutuamente excluyentes, pero deben aceptarse conjuntamente. Asítambién la mecánica cuántica y la termodinámica se contradicen: enel mundo micro no hay irreversibilidad; en el mundo macro surge la“flecha del tiempo”. Complementariedad se refiere a que la evoluciónno produce una “síntesis superior” al estilo hegeliano. Produce caos yun poco de orden.23 Un buen ejemplo de esto es la relación entre el genotipo y el fenoti-po. El genotipo no contiene toda la información sobre el organismo ymenos sobre el medio. El ADN contiene instrucciones precisas paraensamblar las proteínas del citoplasma. Una vez constituidas las célu-las, se forman los tejidos, los órganos, los aparatos, los organismos, lascomunidades, los ecosistemas, etcétera. Estos sistemas se someten a laselección como vehículos de supervivencia que son. La informaciónadquirida por el fenotipo (sistema) regresa al genotipo (mapa) por víaindirecta, la de la mutación (combinación) sometida a la selección(auto-organización). Son millones de años de interacción con reglasdel juego estocástico.24 El constructivismo, una doctrina filosófica desarrollada en el sigloXX, resalta la idea de que la ciencia es una elaboración de seres huma-nos en sociedad. En su versión extrema, el “constructivismo social”tiende a reducirlo todo a la influencia de lo social, pero eso sería repe-tir el mismo error del “darwinismo social”. Según esto, la evolución esprogreso y la verdad sólo es la nuestra, la de los sobrevivientes en unadespiadada lucha por la existencia. Karl Popper describió esta manerade pensar como “la miseria del historicismo” y la asoció, sin más, conla “tautología del darwinismo”. El propio Popper, sin embargo, cam-

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eterna e insuperable. Una verdad absoluta, a la que la men-te se adecua sin más, es el postulado del esencialismo.¿Hay una esencia inmutable en la naturaleza misma, lanaturaleza humana o la sociedad? Tal vez en un mundoplatónico —en el de las eternidades— haya objetos queno necesitan disipar energía para subsistir, pero nosotrosestamos aquí, en un mundo en que todo se construye acontracorriente del tiempo. El conocimiento se elabora enun proceso de intercambio de información que implicano sólo a los seres humanos, sino también a otros me-dios de procesamiento de información, a sus códigos y alos sistemas que los emplean: la información es propie-dad de los flujos energéticos que interactúan entre sí. Lacomplejidad resultante se debe a la interconexión entrelos procesos energéticos de distintos niveles: físico, quí-mico, biológico, económico, social, cognitivo, cultural ylos demás por aparecer. La complejidad es el resultadode la evolución: “del cambio cualitativo provocado por laaparición de la novedad por combinación y por la actua-ción unidireccional de la ley de entropía” (Georgescu-Roegen, 1996: 395). La definición darwiniana de la evo-lución (el “éxito reproductivo diferencial”, según Gould)implica dos niveles: el individual y el de la especie. Perohay otros niveles, como el de la comunidad reproductiva,el de la sociedad, el de la sociedad de sociedades. La de-finición de Georgescu-Roegen tiene la misma estructuraque la darwiniana (aparición de la novedad evolutiva me-diante el mecanismo de variación/auto-organización),pero está formulada en términos más inclusivos ya queabarca procesos de distintos niveles. El denominador co-mún de los procesos evolutivos es la expansión/contrac-ción energética.

El argumento que expongo aquí es que la complejidad,siendo propiedad de nuestros modelos interpretativos,de alguna manera coincide con la realidad misma por-que los dos —tanto la realidad como sus modelos— evo-lucionan juntos compartiendo una estructura básica. Elconocimiento representa una posibilidad de participación

en la construcción de la realidad, constituye una “nuevaalianza” con la naturaleza, según la expresión de Prigo-gine. Las sutilezas cognitivas de la ciencia y la tecnologíapueden llegar a ser suficientemente precisas como paraintegrarse a la realidad y crear mundos nuevos, claro es-tá, habiendo energía e información suficiente para ello.

La naturaleza no parece tener costuras25, pero nuestrosconocimientos sí las tienen. El paradigma de la comple-jidad propone articular nuestros saberes. Observamos lanaturaleza fragmentada, ordenada y caótica a la vez, por-que nuestro aparato cognitivo es un sistema discursivoclasificatorio, dependiente del tiempo y el espacio. Nues-tras mentes surgieron en el proceso de evolución. El de-sarrollo más reciente fue el de un sistema de inferencia, lacapacidad que hace posible el aprendizaje (Boyer, 2001).Nuestro equipamiento mental permite el aprendizaje co-mo un reordenamiento de lo real. El conocimiento es ac-ción. Aunque las clasificaciones mentales sean arbitrarias,hay algo en ellas que las articula con la realidad26. Los con-ceptos científicos pueden ser asombrosamente eficaces ala hora de describir la naturaleza. Frente a esta eficacia lasciencias sociales tienen un terrible complejo de inferiori-dad, pero ¿qué es lo que impide lograrla en el ámbito delas humanidades?

Un modo de sobrellevar el embrollo epistemológicoal que aludo es admitir nuestros pre-juicios de la maneramás consciente posible. Sobre advertencia no hay enga-ño. Las cuestiones de fondo no se pueden confirmar onegar con base empírica: se toman o se dejan. ¿En fun-ción de qué? En función, tal vez, de otros prejuicios másarraigados o, tal vez, en función de la mera superviven-cia. La cuestión es que tanto los sistemas naturales ya co-nocidos como los imaginados están mediados por eltiempo, el espacio y los recursos: todos somos sistemasdisipativos sometidos a la tiranía de la segunda ley. Si fué-ramos dioses tendríamos conocimiento directo y objeti-vo, pero como somos lo que somos (sistemas disipativos

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bió de opinión en relación con la teoría darwiniana cuando admitió quees posible convertir la idea de la selección en una hipótesis verificable alestilo falsacionista y utilizarla en la investigación empírica (véase Ruizy Ayala, 1998).

25 “Tiempo, espacio e incluso naturaleza son conjuntos sin suturas”(Georgescu-Roegen 1996: 115).26 Es como si nos adentráramos cada vez un poco más en la “cosa en sí”kantiana (Hacyan, 2004: 202). “¿Qué es lo que arde en nuestras ecua-ciones —se pregunta Stephen W. Hawking (1988)— que puede des-cribir con tanta precisión los fenómenos naturales?”

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interconectados) tenemos que contentarnos con un co-nocimiento mediado por el tiempo.

Los objetos del mundo no tienen existencia indepen-diente de nuestra percepción: tenemos acceso a ellos só-lo por medio de nuestras preconcepciones. La mentepostula antes de indagar. El concepto ingenuo de una“realidad objetiva”, que ahí está esperándonos, pierde susentido en el momento en que nos preguntamos conqué la vamos a observar. Qué es la realidad si no pode-mos concebirla hipotéticamente. ¿En qué sentido existeun territorio sin un mapa? “Lo que observamos no es lanaturaleza misma, sino la naturaleza expuesta a nuestrosmétodos de cuestionamiento”, confirmó Werner Hei-senberg. Las complejidades de la mente tienen una im-portancia ontológica en el sentido en que son mecanis-mos de detonación disponibles socialmente: son los freefloating trigger mechanism, según una persuasiva expre-sión de Adams.

La tesis del gestalt contribuye a entender el asunto. Losdatos de la percepción están preñados con todo tipo deideas preconcebidas, verdades axiomáticas, creencias in-conscientes, imperativos morales, ideas estéticas y arreba-tos afectivos, todo lo cual llamamos “valores”.Agreguemosa esto los hábitos, las predisposiciones, las aversiones ylas preferencias: este conjunto de convicciones que noshace humanos. Es necesario creer en algo, aunque seanaxiomas. Todas estas sutilezas del aparato cognoscitivodeben aceptarse con serenidad, a sabiendas de que soncomplementos de alguna totalidad, esto es, de ese trozode la realidad que llamaremos sistema. El sistema comouna forma compuesta por energía e información, se tor-na un gestalt preñado de sentido.

Un modelo de investigación consta, entonces, de ideaspremeditadas, concebidas ocasionalmente al azar, por unaparte, y de hechos obtenidos por medio de la experien-cia, por otra. La experiencia nos suministra datos de unmundo multiforme, irregular, en algunos aspectos pre-decible, en otros azaroso. La teoría transforma estos da-tos en observables y los vuelve inteligibles. Es la cultura ensu conjunto la que les confiere el sentido (Varela, 2005).

El postulado epistemológico del constructivismo per-mite elaborar una analogía viviente en el sentido de unametáfora que se autoconstruye como un proceso cogni-

tivo que toma elementos de la naturaleza y la cultura, queinteractúan de manera estocástica. El núcleo de esta pro-puesta es el procesamiento de la información mediantemecanismos de feedback. La naturaleza se organiza (evo-luciona) como un conjunto de procesos disipativos, enparte predeterminados y en parte imprevisibles, en parteordenados y en parte caóticos, en parte azarosos y enparte necesarios. Un proceso estocástico es “una secuen-cia de sucesos que combina el componente aleatorio conun proceso selectivo” (Bateson, 1993: 242). Los sistemasdisipativos producen simultáneamente entropía e infor-mación, disipación y trabajo, caos y orden. La energía di-sipada sólo se puede compensar temporal y localmente.Los sistemas disipativos ordenados manejan la informa-ción: se vuelven “sociables” y entablan relaciones creandoformas complejas y niveles de interacción cada vez másbarrocos, intrincados y arriesgados.

Es interesante observar cómo la física contemporáneaasimila la hipótesis darwiniana y la idea de la evolución(véase, por ejemplo, Chaisson, 2001). La física clásica ha-blaba de un mundo inmutable y grandiosamente sim-ple. Ahora se dice que el universo que observamos es unode los posibles en un multiverso y que las leyes naturalesque conocemos evolucionan con él. La evolución se dasegún el esquema darwiniano si dicho esquema se tra-duce al lenguaje de la “selección termodinámica” (Ha-milton, 1977). Con ello obtenemos una base material, amodo de una “estructura profunda” de la realidad, que esla misma para todos los procesos. Pero cada área de laevolución tiene sus particularidades. La analogía orgáni-ca, tal como la propuso el “darwinismo social”, no es bue-na para los procesos sociales, porque las sociedades no sereproducen como los organismos ni las “razas” son uni-dades reproductivas. Tanto las sociedades como los or-ganismos, al igual que todos los demás sistemas abier-tos, siguen una dinámica energética que se resume en elprincipio entrópico. El aumento de entropía actúa en unsolo sentido y obliga a los sistemas a programar su gas-to energético de tal manera que haya un ingreso mayoral egreso. Tanto los sistemas físicos como los biológicos,así como los sociales, tienen una dinámica en común queconsiste en procesar la energía de manera controlada. Lapalabra “control” se refiere aquí a los procesos de natu-

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raleza cibernética que consisten en triggers informáti-cos. Los sistemas inducidos por el ser humano, los lla-mados “artificiales” (cognoscitivos, tecnológicos, eco-nómicos, sociales, culturales) no dejan de ser naturales,insisto, ya que están construidos a partir de las mismaspremisas y con los mismos materiales. Todos los seres, in-cluidos los humanos, somos “en un nivel profundamen-te abstracto” (White) formas energéticas: complejos deintercambio de energía-materiales-e-información. Al finy al cabo por algo nos entendemos con el medio y entrenosotros mismos. Nuestros constructos encajan en elmundo porque éste también se construye y evolucionacomo un conjunto de procesos energéticos.

La metáfora de complejidad auto-organizada permiteentender cómo los seres humanos incorporan sus pro-pios objetivos en los procesos naturales. Tal cosa es posi-ble porque “el trabajo, la información, la organización, losinsumos, las perturbaciones, la regulación, las ideas ylas cosas son, todos, fenómenos energéticos” (Adams,2001: 177) a la vez que informáticos. Los flujos energéti-cos siempre transportan información (para alguien) y, a lainversa, toda información necesita de soporte energéti-co-material para transmitirse. Estas premisas permitenrepensar el concepto de causalidad.

Alguna idea de causalidad hemos de sostener, aun-que sea inconscientemente. Si no reflexionamos sobre es-te asunto seremos víctimas de preconcepciones mal ela-boradas. Comúnmente se cree que el determinismo esun enfoque científico, pero que no funciona en las cien-cias sociales ya que éstas tienen un objeto de estudio di-ferente27. En las ciencias sociales se tiene la idea de quelos físicos son unos deterministas. Así mismo, se piensaque la termodinámica es un enfoque reduccionista, quedebería descartarse por eso mismo: es inútil en la expli-cación del “fenómeno humano”. El determinismo cier-

tamente puede ser una herramienta útil, pero hay quesaber bien bajo qué presunciones funciona28.

El origen del malentendido sobre el determinismo esun multicitado párrafo de Pierre Simon de Laplace en elque el autor expone un gedanken experiment. Una inte-ligencia que pudiera calcular todos los movimientos delas partículas estaría en condiciones de predecir los esta-dos pasados, futuros y presentes de un sistema. Laplace,el padre de la estadística, estaba consciente de que esto eraimposible, pero nadie se molesta en citar esta parte de suargumento. Se le colgó el sambenito de deterministaatribuyéndole la paternidad de un modelo de causalidadmecánica, en el que todo se reduce al movimiento de laspartículas sin fricción. En los libros de texto el ejemplomás socorrido es la mesa de billar. Si filmamos los cho-ques entre las bolas y recortamos el contexto, podemosponer la película hacia delante o hacia atrás y nadie se da-rá cuenta hacia dónde va el tiempo. En el “determinismolaplaceano” el tiempo no importa, porque es reversible.El caos y el desorden que producen los sistemas no se to-man en cuenta29. Son sistemas idealizados: sin turbulen-cias, sin roces, sin desgaste. Todo se explica en ellos porla relación de causa y efecto en el sentido de una recipro-cidad simétrica entre acción y reacción. En este modelo elúnico cambio es la locomoción. Son sistemas que no pro-ducen entropía, por lo tanto, no existen en el tiempo. Eldeterminismo mecanicista, entendido como una ideali-zación de los fenómenos naturales, desvirtúa la idea dela causalidad, de modo que no tiene sentido proponerlocomo modelo de lo que realmente sucede. La “anoma-lía” que no puede asimilar este modelo es el azar: lo atri-buye a la ignorancia, a las fallas en la observación y, en

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27 En las ciencias sociales persiste la opinión de que sus “principios, ló-gicas y métodos son radicalmente distintos de los que se usan en lasciencias naturales” (Viqueira, 2002: 387). Se distingue entre “ciencias delespíritu” y “ciencias de la naturaleza” (ibidem). A este respecto reco-miendo la lectura de La tercera cultura, de John Brockman (1995), en elque varios hombres de ciencia exponen el paradigma de la evolucióncomo una frontera del conocimiento en el que la división entre lasciencias naturales y las sociales o humanidades se esfuma.

28 Por ejemplo, para programar los viajes espaciales se utilizan fórmu-las de la mecánica celestial newtoniana. Los cálculos, en este caso, re-sultan útiles porque, a escala humana, el sistema solar es tan grandeque los errores que inducen las fórmulas newtonianas son insignifican-tes. Si las naves espaciales viajaran a una velocidad cercana a la de laluz habría serios problemas de encontrar los cuerpos celestes en elmismo lugar en el que lo predicen las fórmulas mecánicas, como lodemuestra Einstein.29 Es aleccionadora a este respecto la historia del problema de tres cuer-pos. Se suponía que el problema aparecía por culpa del observador,como resultado de unas mediciones imperfectas. Sin embargo, el pro-blema era el determinismo, que deja de funcionar cuando hay más dedos variables en consideración.

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última instancia, a la falta de presupuesto para la investi-gación.

Entendemos por determinismo la doctrina según la cualtodo obedece a causas. En la ciencia moderna, sin em-bargo, la formulación del principio de indeterminaciónde Heisenberg (según el cual existe un límite de preci-sión indefinido en la descripción de los fenómenos, unlímite que no se debe al error humano) puso en duda eldeterminismo mecanicista. El golpe definitivo se lo ases-tó la termodinámica. El principio de la irreversibilidady de la indeterminación entrópica indican que no hay unaestricta correspondencia entre acción y reacción: algo sepierde a manos de la entropía y algo se gana gracias al au-mento de la información y el orden.

El concepto de causalidad no es unívoco. Se aplica a unvasto espectro de fenómenos disímiles. Bertrand Russelllegó al extremo de afirmar que, por el bien de todos, lapalabra “causa” debería eliminarse del lenguaje científico.Es probable que no lo dijera del todo en serio, porque lacausalidad es una categoría enraizada en el nivel más pro-fundo de nuestro pensamiento: sin ella no podríamos ela-borar otras categorías con las que discurre la razón. Algu-nos conceptos de causalidad se comparten en las cienciassin problemas: las causas próximas aristotélicas, la causa-lidad estadística (Harris, 1982 [1979]), la causalidad es-tructural (Friedman, 1974), la causalidad circular (Bate-son, 1993), la causalidad basada en la selección natural(Adams, 1982). Dada la polivalencia del concepto debe-mos elegir el que más nos sirva en la búsqueda e inter-pretación de los hechos.

Se ha dicho que el modelo de causalidad compatiblecon el enfoque evolucionista es el de causalidad estocás-tica. Resumiré a continuación el argumento tal como loentiendo a partir de la lectura de la obra de Adams (véa-se la bibliografía). La energética social maneja dos tiposde explicación: 1) una basada en causas próximas (proxi-mate explanation) y 2) la otra, basada en la selección (se-lection explanation). La primera es una explicación deri-vada del modelo cognoscitivo que apela a la lógica de losprocesos energéticos elementales. Inspirado en el deter-minismo y en el monismo, privilegiado por la cienciaexacta, el modelo funciona satisfactoriamente sólo cuan-do se dan condiciones de estabilidad y cuando está dispo-

nible la información detallada. Estas condiciones difícil-mente las encuentran las ciencias sociales por sí mismas,de ahí el recurso a la energética. La explicación basada encausas próximas (la del cómo suceden las cosas) y la ex-plicación basada en la selección (la del porqué de las co-sas) difieren en cuanto a la escala y el detalle. La explica-ción basada en causas próximas especifica las relacionesque preceden un acontecimiento. Se fija en acciones par-ticulares dentro de un suceso individual acotado, ade-más, a un par de factores, tal y como es posible conse-guirlo, por ejemplo, en un laboratorio. Por contraste, laexplicación basada en la selección presenta encadena-mientos históricos dentro de un tipo de sucesos. A esterespecto viene al caso la distinción de tipos lógicos deBateson (1993), ya mencionada más arriba.

La explicación basada en la selección es un modelomental que apela a patrones amplios y de largo alcancepara procesos cuyos detalles empíricos son desconocidoso imposibles de conocer. El modelo tiene por conceptocentral el de la auto-organización y se aplica a procesoscomplejos —es decir, no lineales, azarosos, compues-tos de muchos elementos en interacción—, de modo que,en la práctica, es imposible alcanzar un conocimientoadecuado de todas las condiciones en todos sus detalles.Ahora bien, a pesar de toda esta entropía informática, losprocesos complejos con el tiempo suelen manifestar al-gún patrón evolutivo.“La explicación basada en el patrónno puede especificar nada acerca de cómo ni cuándo ocu-rren las cosas; tan sólo se limita a afirmar que, tomadosen su conjunto, colectivamente o en secuencia, los suce-sos trazan finalmente el patrón manifiesto en el modelo”(Adams, 2001: 5). La explicación basada en la seleccióndispone las “causas próximas”deterministas como miem-bros de un tipo superior de “causas últimas”, tambiénllamadas “finales” en el esquema de Aristóteles. Es prefe-rible hablar de causas selectivas o de la selección, porqueoperan aquí y ahora, no desde un futuro.

Una distinción más que debemos hacer es la de las cau-sas que operan por inercia y las que se explican por agen-tes activos. De hecho esta es una diferencia que maneja-mos desde las primeras etapas de desarrollo cognitivo(Boyer, 2001). El sentido común asocia la primera con laciencia y la segunda con el libre albedrío. Ejemplifiqué-

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moslo con la metáfora del “perro de Bateson” (Bateson,1993: 113). Si le doy un puntapié a una piedra —razonael autor— le paso la energía y la piedra se mueve; si le doyun puntapié a un perro es cierto que mi acción puede te-ner un efecto físico de poner al perro “en la órbita new-toniana”, pero no tiene por qué suceder así. El perro pue-de, anticipándose al golpe, responder con la energía queextrae de su propio metabolismo: huir o atacar; la elec-ción es un proceso estocástico, impredecible hasta parael mismo perro. Un sistema que maneja información (sis-tema adaptativo) las más de las veces no se mueve por elimpacto de la fuerza bruta, como una bola del billar, si-no mediante el “control” de la información. El controlcibernético, esto es, la causalidad recíproca, la de los me-canismos de feedback, es, según Bateson, una idea a la luzde la cual “debemos reexaminar cuanto sabemos” sobrela evolución social (1991: 302)30.

La dicotomía energía/información empleada para ex-plicar el comportamiento del sistema disipativo puedevaler una acusación de dualismo. Para Adams, el dualis-mo y el monismo son artificios metodológicos provisio-nales en espera de algo mejor. En opinión de NicholasGeorgescu-Roegen (1996: 254) el monismo debe reem-plazarse por el principio de complementariedad: puestoque no poseemos ni vamos a poseer pronto una imagenunificadora de la “textura entretejida de materia, vida yespíritu, ninguna teoría por sí sola puede explicar un fe-nómeno complejo”. En la energética de Adams la impo-sibilidad de investigar con las mismas herramientas losprocesos energéticos y los modelos mentales de estos pro-cesos (mentalistic processes) —como en el ejemplo delperro de Bateson— obliga a tratar estos últimos como si

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30 El término de “control” debe entenderse en el sentido cibernético, de

un mecanismo de regulación (trigger mechanism), no en el sentidode un dominio del ser humano sobre la naturaleza, o de una parte so-bre el todo, por favor.

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fueran procesos de naturaleza distinta. No lo son. La dis-tinción entre la “expansión energética” y la “reducciónmental” de esta expansión es una mera conveniencia onecesidad metodológica31.

Para que un complejo de energía-materiales-e-infor-mación pueda operar en este mundo (en el que la energíase conserva y la entropía crece), su modelo tiene que con-cebirse sobre una base monista, fisicalista, materialista ocomo sea que se llame el trasfondo energético de todo sis-tema operativo. Lo que debe salvarse es el principio ele-mental de causalidad, un principio que es el “pegamen-to” de la realidad en el sentido de una categoría kantianaelemental. Éste es el punto problemático que el determi-nismo, el reduccionismo y el empiricismo no solucio-nan. Veamos.

Un sistema disipativo opera de tal modo que el cam-bio (esto es, una transformación energética) se da en dosdirecciones opuestas. Se manifiesta en dos formas anta-gónicas, pero estrictamente relacionadas: 1) se manifies-ta en la realización del trabajo, y 2) en la generación delcalor no aprovechable (Hacyan, 2004: 69). La realizacióndel trabajo es la “expansión” de la energía, mientras quela generación del calor es sinónimo de la producción deldesorden y significa “contracción” de la energía disponibleen el mundo. Esto significa que un proceso energético noes simétrico en lo que a causas y efectos se refiere. Unacausa pequeña puede desencadenar grandes efectos.“Una pequeña chispa —como dijo Maxwell— enciendeun inmenso bosque, una palabra hace de nosotros filó-sofos o idiotas”.

El éxito de la teoría de la complejidad se debe a que, co-mo explicación, ofrece una alternativa a la concepción ba-sada en el reduccionismo. El reduccionismo propone elmétodo de “condiciones iniciales más las leyes del movi-miento”, con el cual se puede predecir el pasado, el pre-

sente y el futuro. El tiempo no cuenta. El único requisi-to sería disponer de una calculadora, a modo de unamáquina de Turing, suficientemente potente como paracalcular todos los estados del sistema. Pero este argu-mento “laplaceano”, como se ha dicho, es insostenible:una máquina de este tipo produciría tanto calor que afec-taría todo lo que trataría de predecir. El procedimientode “estado inicial más leyes” en realidad nunca ha fun-cionado en la ciencia. Lo que se tiene son las descripcio-nes sobre algunos aspectos de algún estado inicial, nuncauna descripción exhaustiva del mismo. El reduccionismoavalado por el determinismo mecanicista fungió, sin em-bargo, por suficiente tiempo en la ciencia como para crearuna incomunicación entre las disciplinas. El paradigmade la complejidad pretende sustituirlo como una platafor-ma común entre las ciencias exactas y las humanidades.

Nuestro entendimiento del mundo es invención pro-pia, pero una invención bajo control, autocorrectiva,cuando se trata del conocimiento científico. El monis-mo supone que la realidad es una sola, que el mundoestá hecho de una sola naturaleza, de lo que existe por símismo. La otra opción es el idealismo, el cual postulauna realidad de carácter dual: que al mundo material lomueven las ideas. Pero, la pregunta es cómo estas dosesferas disímiles pueden interactuar. De ser cierto seríaun misterio. En la visión monista los procesos naturalesse relacionan porque son procesos energéticos a la parque informáticos. El monismo consiste en no desvincu-lar la información de su soporte energético nunca. Aun-que la información como la “diferencia que hace la di-ferencia” (Bateson) sea de cero dimensiones, no puede“existir”materialmente sin reproducirse por medio de susvehículos de supervivencia y éstos no pueden operar sindisipar energía.

Si aceptamos la premisa anterior, podemos respondera la pregunta de qué es lo que evoluciona. La respuestaes: las formas energéticas, que componen estructuras di-sipativas y se ordenan en sus respectivos niveles de inte-gración32. En otras palabras, lo que evoluciona son los

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31 Sospecho que lo que se encuentra detrás del rubro “mental” —diceel autor— es también de naturaleza energética, pero las investigacionesrealizadas en tales áreas no nos han proveído de herramientas adecua-das para manejar los sucesos en términos de la energética. Lo mental ylo energético son, en todo caso, aspectos o fases de una cadena singularo de un devenir complejo del mundo externo y, en términos generales,carece de sentido proponer que alguna de las fases o de los aspectos de-bería colocarse en una relación causal con la otra (Adams, 1983: 307).

32 La forma energética es una combinación de energía e información.En su expresión mínima está compuesta por el flujo sustancial y el flu-jo regulador. La estructura de regulación es conceptualizada por dife-

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flujos energéticos que conforman estructuras informáti-cas. Darwin diría que son las especies; Dowkins, que sonlos genes “egoístas”; los ecólogos, que las poblaciones, lascomunidades y los ecosistemas. Todos estos fenómenosson ejemplos de formas energéticas y niveles de integra-ción. Las sociedades, en cuanto conjunciones particularesde formas energéticas heterogéneas, constan de formas hu-manas y no humanas, de formas en equilibrio y de noequilibrio, de formas vivas, así como metaestables. Lassociedades exhiben una característica distintiva o propie-dad emergente, que es la cultura. “La cultura permite laincorporación de procesos disipativos en estructuras di-sipativas de mayor envergadura” (Adams, 2001: 65). Unejemplo de esto es la creciente dependencia de las socie-dades humanas de procesos energéticos que promuevenla energía no humana. En la medida en que se integra másenergía en los ciclos sociales se producen estructuras ca-da vez más complejas y mejor informadas, lo que contri-buye a contrarrestar las pérdidas entrópicas, pero a costode una entropía adicional, parte de la cual —no toda— setransfiere al medio. Este aspecto de la evolución —el delpago del impuesto a manos de la entropía— queda fuerade control de cualquier sistema. Pero hay otros aspectosque sí se pueden controlar, como la velocidad del proce-so entrópico y, en las etapas últimas, la direccionalidaden cuanto a los objetivos sociales de la evolución.

Cuando se formularon los principios de la termodiná-mica, el primer intento exitoso de integrarlos en la físicaclásica fue en términos de movimientos de partículas, se-gún la famosa fórmula de Boltzmann. Se ha dicho quecon su enfoque estadístico Boltzmann pretendió salvarla inasible segunda ley para la representación mecanicis-ta de la naturaleza33. Sea como fuere, la contribución de

Boltzmann tuvo un efecto inesperado cuando el análisistermodinámico, que hasta entonces se aplicaba estricta-mente a la transmisión del calor, se extendió hacia losfenómenos relacionados con la transmisión de la infor-mación. Las dos interpretaciones de la segunda ley —lade Clausius (entropía como pérdida del calor) y la deBoltzmann (entropía como la medida del desorden mo-lecular)— no se contradicen, pero son de distinto alcance.La interpretación estadística de Boltzmann tuvo un efec-to más amplio que la formulación restringida a la transmi-sión del calor. Según la fórmula de Boltzmann, la segundaley tan sólo predice probabilidades. El futuro, entonces,no está escrito. La termodinámica de procesos no aisladosde Prigogine34, la del “orden a partir del caos”, permitiósustituir la visión mecanicista de una realidad perfecta-mente ordenada por la incertidumbre de un mundo quese va haciendo a partir de sus propios recursos; un mun-do a todas luces imperfecto, cuyo orden emerge como unasuerte de subproducto de la disipación. Es así como la ter-modinámica extendió su dominio a sistemas que proce-san información, que son los sistemas complejos.

El concepto de complejidad fue elaborado en las cien-cias exactas, en las que se definió como una función re-lacionada con distintas variables de un sistema físico. Só-lo en el lenguaje de las matemáticas se puede decir “lopoco que el físico trata de decir” sobre el mundo, obser-va Bertrand Russell. Sin embargo, para poder comuni-carse, los físicos recurren también a las interpretacionesverbales y hasta al lenguaje común, aunque éste sea tanproblemático. Es interesante comprobar que no todos losconceptos de las ciencias exactas están definidos con laprecisión que la teoría exige. Conceptos tan elementalescomo campo, energía, fuerza, tiempo, espacio, causa, na-turaleza, tienen mucho más de intuitivo y polivalente quede preciso. Ahora bien, por una u otra razón las cienciassociales no pueden elaborar sus modelos en el lenguajede las matemáticas con la misma solvencia que las cien-cias básicas. Y si los físicos, con lo inteligentes que son,pudieran ser igualmente precisos con la información que

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rentes autores de muchas maneras: la estructura útil (Lévi-Strauss),la mente (Bateson), la memoria (Prigogine), el mapa (Korzybski), la in-formación organísmica (Brooks y Wiley), el algoritmo darwiniano (Cal-vin), los procesos descriptivos (Pattee), los procesos mentalísticos (Adams),pero en todos estos casos se trata de un conjunto de mecanismos derealimentación. Es importante advertir que el modelo en sí es una for-ma energética, en este caso especializada en el procesamiento de infor-mación (Adams, 1982).33 “El tiempo, la evolución, la intencionalidad, el cambio cualitativo, noson meras apariencias que se pueden refutar con las leyes mecánicas nicon las estadísticas” (Georgescu-Roegen, 1996: 205).

34 Se conoce más bien como la termodinámica de procesos irreversibles,pero todos los procesos termodinámicos son irreversibles, los que es-tudia la termodinámica clásica también.

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se maneja en humanidades, ya les hubieran comido elmandado a los científicos sociales desde hace tiempo. Pa-ra eso necesitarían un entropómetro, y todavía no lo tie-nen, observa Georgescu-Roegen (1996).

La dificultad de enfocar los asuntos humanos desde laperspectiva científica no es la de una supuesta compleji-dad mayor; la evolución física es tan compleja como lade cualquier otro ámbito. La dificultad en las ciencias so-ciales consiste en que el mapa cognitivo de la realidad de-be incluir las novedades evolutivas de un nivel inédito: elmanejo de la información por medios simbólicos. Comoconsecuencia, disponemos de mapas sui generis. CuentaJorge Luis Borges (1980) de un imperio en el que el artede la cartografía logró tal perfección que el mapa coinci-día con el territorio. Es posible que las descripciones de larealidad con las que contamos hoy día en las ciencias so-ciales superen la hazaña de los geógrafos de aquel impe-rio borgiano. Piénsese en los volúmenes de textos quealbergan las bibliotecas. En la medida en que nos aleja-mos de la física y nos desplazamos hacia las ciencias so-ciales las descripciones son cada vez más idiosincrásicas:a más información, menos teoría. No es que la teoría de-saparezca sino que, dada la exuberante riqueza de la rea-lidad, cualquier idea encuentra suficientes datos comopara verificarse.

En ciencias sociales es difícil trabajar con algoritmosmatemáticos no tanto por la cantidad de variables del mo-delo, sino por cierta cualidad de las mismas. Éstas tienenla cualidad de signos, símbolos y valores. Y la verdad noestá en un signo, un símbolo o un valor, sino en un con-junto ambiguo y enigmático de ellos. Debido a esto elprocesamiento de la información por medios que estánal alcance de los seres humanos deja mucho que desearen cuanto a precisión, eficiencia y objetividad. Para en-samblar las formas energéticas sociales los seres humanosnos valemos de la cultura, es decir, de nuestra capacidadde simbolización. Pero eso mismo nos distrae enorme-mente a la hora de tomar decisiones. Gran parte de laadaptación humana se produce en términos de imáge-nes borrosas, valores que se resisten al cálculo y símbo-los que no son compartidos por todos nosotros. Es poresta razón, entre otras, que en las sociedades humanastodo pasa por la política. La política es un elemento om-

nipresente en todas las relaciones humanas, de ahí quelos modelos deben de tomarla en cuenta. Un científico nonecesita hacerlo mientras esté en su laboratorio. Cuandosale de él tiene que hacer política si quiere regresar. Encuanto manera de ponerse de acuerdo, la política resultamuy cara, tanto en términos energéticos como económi-cos. En los sistemas disipativos diseñados de manera dis-tinta a los sociales (los fisicoquímicos, los orgánicos, losecológicos, los mecánicos, los cibernéticos) no se empleanlos recursos de modo tan oneroso y desgastante. Los sis-temas sociales son verdaderamente disipativos. Acabancon los bosques, las montañas y los mares. Su funciona-miento tiene un costo ecológico enorme. Sin embargo,la idea triunfalista de la “apropiación económica de la na-turaleza” es tan poderosa y compartida por tanta gente dementalidad tan diferente que es difícil revertirla.

Suele pensarse que en asuntos sociales no hay varia-bles independientes. Sin embargo, eso depende de la pers-pectiva que se adopte. Desde la teoría de sistemas quedaclaro que la misma dinámica de expansión y contrac-ción de la energía está operando en todos los procesosnaturales. La energía es la variable independiente, juntocon su anverso, la entropía. El tiempo se acaba para todos.El argumento no consiste en que la sociedad consumalos energéticos y demás recursos no renovables, sino quela sociedad es en sí un flujo energético y se comporta co-mo tal. La evolución social tiene sus particularidades. Adiferencia de flujos meramente físicos, químicos y bióti-cos, los vehículos de supervivencia sociales (véase Adams,2001) cuentan con mecanismos de detonación más va-riados debido esencialmente al manejo de informaciónpor medios culturales. Más variados, pero también máscaros en términos energéticos: los costosos mecanismosculturales, que entran en acción para establecer acuer-dos entre la gente, encarecen mucho los procesos de adap-tación sociales.

El aumento de la complejidad es la manera en que lossistemas adaptativos disminuyen temporal y localmentela incertidumbre en relación con su medio. Las socieda-des humanas lo consiguen por medio del acoplamiento devarios sistemas reproductivos y la coevolución de formasenergéticas. El precio que se debe pagar por la protecciónde esta burbuja llamada complejidad es el sometimien-

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to a los controles internos del ecosistema. Sin embar-go, cuando una especie o un subsistema reproductivoencuentra una fuente de energía nueva o logra asociarseventajosamente con algún sistema reproductivo diferen-te, lo hará sin medir las consecuencias. Dado que la disi-pación se soluciona con más disipación —y no puedeser de otra manera—, la complejidad sólo puede pro-porcionar cierta seguridad a corto plazo. A largo plazo,como dicen los economistas, todos estaremos muertos.Las sociedades humanas son expertas en transferir la en-tropía al medio, de un sistema a otro. Sólo que en los sis-temas sociales esta transferencia toma la forma de unconflicto cuando se da de una clase social a otra, de nortea sur, del centro a la periferia. Al evadir los controles lo-cales, al aplicar el manejo de la información más fino yla tecnología más sofisticada, las sociedades humanas hanacelerado el proceso evolutivo como nunca antes. Loscálculos y las previsiones hechas desde la ciencia socialque domina el panorama contemporáneo, la economía,no se pueden efectuar con más precisión más allá de vein-te años, cuando mucho. Tal vez se podría preparar otroescenario, pero a los seres humanos evidentemente noles interesa una vida prolongada sin riesgos. “Quizá eldestino de la humanidad sea tener una corta pero feroz,excitante y extravagante vida, en vez de una existencialarga, vegetativa y sin sobresaltos”, recapitula NicholasGeorgescu-Roegen (1977: 35).

CONCLUSIÓN

¿Qué es la complejidad? Proyectamos la idea de comple-jidad sobre los intrincados procesos evolutivos prebióti-cos, orgánicos y sociales para clasificarlos y simplificarlos,y para luego incidir en ellos, si se puede. Se puede, por-que la complejidad es un mecanismo que los sistemasadaptativos elaboran para solucionar un problema bási-co, común a todos, que es el déficit entrópico. La propen-sión evolutiva hacia la complejidad es el resultado delprincipio de entropía. La complejidad es una manera deprotegerse entre sí los sistemas disipativos. Al repartirlos gastos, tamizar la energía de manera fina y aprovecharhasta el último flujo de la “rueda del molino” evolutivo

(Lotka), los sistemas inclusivos autorreplicantes creansu propio ambiente: esta enmarañada y barroca red deintercambios en la que colaboran y compiten por con-seguir el tiempo, el espacio y los recursos. La complejidades la interdependencia de formas energéticas heterogé-neas. El modelo de sistemas disipativos y de niveles de in-tegración incorpora los conceptos de irreversibilidad, nolinealidad, causalidad estocástica, emergencia, recursivi-dad y otros más (véase el diagrama, p. 44). Siendo estosconceptos de invención humana, ¿cómo pueden decir al-go de la realidad? La respuesta es que evolucionaron conella. La complejidad es el secreto de adaptación de los sis-temas dinámicos y el sistema cognitivo humano es unode ellos.

¿Cuál es la correspondencia entre el modelo y la reali-dad? Para responder la pregunta deben tomarse en cuen-ta las siguientes consideraciones. Los modelos se empleanen el nivel analítico, explicativo, o en el nivel operativo.Como concepto analítico, la idea de complejidad perte-nece a la informática. En este sentido, la teoría de la com-plejidad es una rama de la informática que se ocupa delos recursos necesarios para realizar determinadas clasesde cálculos sobre recursos, tales como el tiempo, la ener-gía, la capacidad de memoria, los medios y los fines (véa-se Deutsch, 1999: 105). En tanto modelo informático, lateoría de la complejidad se refiere a los cálculos de via-bilidad de programas, operaciones o proyectos. En sen-tido técnico, la complejidad es un “sistema de informa-ción” (Boulding, 1968: 162)35.

Pasemos ahora al nivel operativo. La teoría de la com-plejidad proporciona herramientas para calcular riesgos.El riesgo es la probabilidad de sufrir un daño irreversi-ble. El riesgo nunca es “natural”(surgido espontáneamen-te), sino que es una situación elaborada, compuesta eirrepetible. Su cálculo es de naturaleza estadística. La ines-tabilidad es el anverso de la complejidad: cuanto máscomplejo es un sistema más fuentes energéticas utiliza y

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35 El tamaño o la calidad del sistema de información pueden medirsecon la fórmula de Shannon, también llamada “entropía de la informa-ción”. Esta fórmula mide la tasa de mensajes que conduce un canal in-dependientemente de la naturaleza del canal. La implicación profundaes que cualquiera que sea el canal es siempre una realidad física some-tida a la dinámica de la segunda ley.

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más información necesita para sostenerse a flote en me-dio del caos. En la medida en que pasamos de un nivelde complejidad a otro, los arreglos del sistema inclusivoson cada vez más frágiles. No obedecen más ley que laindeterminación entrópica. Conforme aumenta la com-plejidad, aumenta la inestabilidad. Una pregunta intere-sante es la que se refiere a los límites de la complejidad:qué tan complejo puede llegar a ser un sistema. Aunquela informática todavía no puede responder esa pregunta(Prigogine y Stengers, 1985), debe descartarse la idea deque una determinada complejidad pudiera ser infinita.

La realidad nunca es algo obvio. La complejidad es si-nónimo de fragmentación de la realidad, de su clasifica-ción arbitraria en sistemas y niveles, de su recomposiciónen realidades nuevas. La complejidad no es algo que pue-da percibirse a simple vista. Para percibir la complejidadse necesitan órganos sensoriales especialmente diseña-dos. Si bien la complejidad de la naturaleza es inconmen-surable y está fuera del alcance del entendimiento hu-mano, la complejidad como característica del modeloexplicativo es, paradójicamente, una simplificación de lacomplejidad efectiva del mundo. El paradigma de la com-plejidad proporciona elementos teóricos (los principiosde la termodinámica, una matriz de causalidad, los patro-nes de la evolución) no sólo para elaborar modelos ex-plicativos, sino también para reordenar la realidad, incidiren ella. ¿Cómo es que las personas y los grupos socialesperciben la complejidad, la incertidumbre y el peligro?Para ello requieren de la tecnología informática.Aun cuan-do la dinámica de fondo de los procesos evolutivos estáfuera del control humano, el manejo de información per-mite cierto margen de maniobra.

Toda actividad humana tiene sus riesgos en la medidaen que deja una “huella ecológica”. En un mundo cerradola entropía finalmente es intransferible. Aunque no sepa-mos medir la entropía, debemos estar al tanto de qué eslo que significa. La entropía es el concepto más abstractojamás inventado por la ciencia: es el índice de la energíainútil. ¿Dónde está esa energía? En la proporción entrela energía disponible y la no disponible en un sistema.Proporción es un concepto abstracto, pero otra cosa sonlas formas energéticas que la manifiestan. A diferenciade la entropía, las formas de alto contenido de entropía,

las que desechamos al medio, ésas sí son concretas. La ba-sura, la contaminación, los tóxicos y un largo etcétera, sonel producto primario de la actividad industrial humana.Y no hablemos de las consecuencias del gasto militar yde las guerras. ¿Por qué el desgaste entrópico no entra enlos cálculos y las previsiones de los políticos, administra-dores, economistas y los consumidores? Sobre todo, ¿porqué no se toma en cuenta el consumo estúpido? Es unmisterio. Ahora que la contaminación y la basura ya nosestán alcanzando, ahora que el calentamiento global si-gue su curso irreversible y los desechos ya no se puedenesconder, todo el mundo se pregunta qué es lo que falló.

Somos víctimas de un monumental autoengaño lla-mado pomposamente “la conquista de la naturaleza”.Nuestros héroes son los conquistadores. Somos procli-ves a creer en los poderes de la fuerza bruta y la tecnolo-gía: “Come what shall we find the way”. Todos pensamosque el crecimiento económico mejora las condiciones devida en la Tierra. Y cuando la derecha, la izquierda y losliberales del centro están de acuerdo, es muy difícil inter-poner objeción alguna. La ideología del “progreso”, con-cebido como una cruzada contra la naturaleza, encubrela incapacidad de las élites políticas —tanto de las socie-dades industrializadas como de las que están “en vías dedesarrollo”— de ejercer el buen juicio respecto de la su-pervivencia de la sociedad como un todo. Esto es, de unasociedad concebida a escala humana. Al ignorar campal-mente el principio de la entropía —un condicionamien-to elemental a la vista de todos—, las ciencias sociales hancreado conjeturas fantasiosas, por decir lo menos, teoríasque remiten la explicación del cambio social a factores quepoco o nada tienen que ver con la dinámica elementalde la evolución. La complejidad nos es invisible, como laentropía misma.

La ley de entropía se refiere a la naturaleza del tiempo,el tiempo irreversible. El tiempo es energía: la energía quenos queda para no consumir los recursos prematura-mente, es decir, antes de desarrollar el conocimiento ne-cesario para el siguiente nivel de supervivencia. Pero, ¿quées el siguiente nivel de supervivencia? Como Popper haseñalado, el curso de los asuntos humanos depende delfuturo desarrollo del conocimiento, un conocimientoinexistente todavía. Ahora bien, cualquiera que sea la na-

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turaleza de ese conocimiento futuro, nada cambiará elhecho de que son los principios de la termodinámica losque acotan las posibilidades. La naturaleza irreversible delos procesos energéticos indica que: 1) no se repetirá unestado anterior, y 2) que la historia deja trazas que limi-tan el número de estados posibles en el futuro.

A mi modo de ver el problema de las ciencias sociales esel siguiente: en la medida en que los sistemas sociales in-corporan más y más información, la descripción de estossistemas se hace más larga, complicada e idiosincrásica.En las ciencias duras, debido al formalismo matemático,sucede lo contrario, si exceptuamos las largas explica-ciones verbales que acompañan las fórmulas concisas entodo manual de física. En el marco de la discusión epis-temológica acerca de la hipótesis de la selección-como-auto-organización y de la conjetura sobre la evolución ba-sada en ella, la teoría de la complejidad muestra una ciertavocación unificadora. Paradigmas que previamente noparecían tener relación alguna están siendo subsumidosen una síntesis o una “ecología de ideas” inédita. En ellaconfluyen elementos teóricos que no estuvieron dispo-nibles en su conjunto sino hasta hace poco tiempo: elprincipio de Lotka, la teoría de sistemas disipativos, lateoría del control, la informática, las matemáticas no li-neales, la teoría del caos, la energética social y la mismaepistemología evolucionista. Las ideas chocan entre sí co-mo si fueran cúmulos de galaxias, se rechazan o se absor-ben mutuamente en un proceso de selección recíproca.La adaptación resultante consiste en que el conocimientose vuelve parte estructural no sólo de la imagen del uni-verso, sino del universo mismo. La esperanza no está enla fe en los milagros, sino en que nuestro conocimientopueda incorporarse a la realidad al construirla. “Porque,si la presencia de la vida tiene importancia —sostiene Ni-cholas Georgescu-Roegen (1996: 254)—, la vida debe te-ner algún efecto sobre las leyes físicas”.

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