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LA INERRANCIA BÍBLICA: UNA PROPUESTA CONSERVADORA

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Ensayo teológico para la materia de Bibliología.

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LA INERRANCIA BÍBLICA: UNA PROPUESTA CONSERVADORA

Bibliología

MA. Joseph Harrell

Frank Isaac Berrocal Aréstegui

Para optar el título de: Licenciado en Estudios Teológicos

SEMINARIO INTERNACIONAL DE MIAMI - IBRC

Setiembre, 2011

Casma – Perú

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ÍNDICE

LA INERRANCIA BÍBLICA: UNA PROPUESTA CONSERVADORA

I. INTRODUCCIÓN

II. LA INSPIRACIÓN

A. INSPIRACIÓN VERBAL

B. INSPIRACIÓN PLENARIA

C. INSPIRACIÓN ORGÁNICA

III. LA INERRANCIA

A. DEFINICIÓN

B. HISTORIA

IV. LAS ÁREAS DONDE SE CUENSTIONA LA INERRANCIA

A. APARENTES DISCREPANCIAS

B. NÚMEROS EN CONFLICTO

C. APARENTES IMPRECISIONES

D. DIFERENCIAS EN NARRACIONES PARALELAS

E. DECLARACIONES SUPUESTAMENTE NO CIENTÍFICAS

V. SUGERENCIAS FINALES

VI. CONCLUSIÓN

NOTAS DE REFERENCIA

BIBLIOGRAFÍA

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LA INERRANCIA BÍBLICA: UNA PROPUESTA CONSERVADORA

I. INTRODUCCIÓN

Las Escrituras siempre han constituido, y lo son aún hoy también, el único legado infalible y

permanente de Dios para el hombre, por medio de la cual ellos puedan conocer más de Su

voluntad y salvación. Ella ha probado ser la palabra escrita de Dios auténtica y veraz, por

cuanto soportó intacta el paso de los siglos, aun cuando los hombres y los distintos sistemas

mundanos se hayan confabulado contra ella a fin de desaparecerla. Bien lo escribió el profeta

Isaías, que aunque “La hierba se seca y la flor se marchita, pero la palabra de nuestro Dios

permanece para siempre” (Is. 40:8 NVI).

Nunca como hoy la Biblia ha sido cuestionada aún por aquellos que profesan creer en ella.

Son pocos los que en la actualidad mantienen sus posiciones conservadoras respecto a ella, y

la inerrancia bíblica se ha convertido en una plataforma de debate, de modo que donde hace

unos siglos atrás podía haber una fe unánime, hoy impera la duda y el escepticismo en

distintos grados, incluyendo a algunos que adoptan una postura más conservadora.

Se hace necesario un pronunciamiento audaz, firme, y urgente de parte de aquellos que creen

verdaderamente en la inspiración bíblica sin ningún amague de terminología teológica, toda

vez que el cuestionarla se está poniendo cada vez más de moda en las iglesias llamadas

cristianas. Es ése el fin que busca el presente ensayo.

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II. LA INSPIRACIÓN

Tal vez no haya una sola palabra en nuestro idioma que comunique todo lo que la Biblia

pretende significar con la palabra inspiración, por ello trataremos de hacerlo partiendo de los

dos textos clásicos que se usan para probar dicho punto.

El primero de ellos es 2Timoteo 3:16 que dice: “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil

para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia”. La expresión “toda

Escritura (pása grafé)” se refiere primariamente a los escritos veterotestamentarios que ya

circulaban en aquellos días como fuentes autoritativas; no obstante, es posible que se haya

referido también a algunos de los escritos más tempranos del Nuevo Testamento. Por otro

lado, la expresión “inspirada por Dios (Theópneustos)” es la traducción de una palabra griega

compuesta que significa literalmente “soplada por Dios”. Esto alude al hecho de que las

Escrituras deben su origen y contenido al aliento divino, es decir al Espíritu de Dios.1

El segundo texto es 2Pedro 1:21 que afirma que ninguna “profecía fue traída por voluntad

humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu

Santo”. Aquí, la palabra que se traduce como “inspirados (ferómenoi)” es un vocablo

diferente al anterior, que señala más bien el hecho de que los escritores bíblicos “fueron

«llevados», o «impelidos», por el poder del Espíritu Santo, no actuando en conformidad con

sus propias voluntades, ni expresando sus propios pensamientos, sino siguiendo la mente de

Dios en palabras dadas y ministradas por Él”.2

Ahora bien, si decimos que las Escrituras fueron inspiradas por Dios, se hace necesario

agregar mayor precisión a esta afirmación. Creo que las tres descripciones siguientes son

básicas para comunicar esto:

A. ISNPIRACIÓN VERBAL

Decimos en primer lugar que es verbal porque la inspiración divina no sólo se limitó a los

conceptos, sino que se extendió aún a las palabras mismas que el autor sagrado utilizó para

escribir la Palabra de Dios. Cristo apoyó esta postura al señalar la perpetuidad de cada jota y

tilde de la ley y los profetas (Mat. 5:18). Además cabe destacar que 2Timoteo 3:16 afirma

fehacientemente la inspiración de la Escritura misma (grafé).

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Este aspecto de la inspiración objeta tenazmente a la teoría de la inspiración dinámica, por

cuanto considera sus postulados como un serio peligro; porque si fueron los hagiógrafos los

que eligieron las palabras para expresar el concepto inspirado, entonces “pudieron muy bien

haber introducido errores de consideración en sus escritos” por cuanto “sólo entendieron

parcialmente lo que Dios les hubo revelado [cf. 1Ped. 1:10-12]”.3

B. INSPIRACIÓN PLENARIA

En segundo lugar, decimos, en palabras de un autor del pasado, que es plenaria porque la

inspiración “se extiende a la totalidad de la Biblia, de manera que esta es en todas sus partes

tanto infalible en cuanto a la verdad como final en cuanto a su autoridad divina”.4 El Señor

mismo enseñó esto cuando respondió: “Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de

toda palabra (pantí rémati) que sale de la boca de Dios”. (Mat. 4:4).

Este aspecto de la inspiración se opone por completo a la teoría de la inspiración parcial,

según la cual “la Biblia es una mezcla de la palabra de Dios y la de los hombres, de sabiduría

revelada y la humana y aun contiene en algunos casos, errores”.5 Frente a ella debemos decir

que no existen grados de inspiración, o fueron completamente inspiradas, o no lo fueron en

ninguna manera. Pedro afirmó la primera, tanto para el Antiguo como para el Nuevo

Testamento (cf. 2Ped. 3:15-16).

C. INSPIRACIÓN ORGÁNICA

Por último, decimos que es orgánica porque el Señor operó en la elaboración de la Escritura,

por medio de hombres elegidos en completa armonía “con sus propias disposiciones naturales

tales como personalidad, carácter, talentos o habilidades naturales tanto físico como

mentales”, y no independiente de ellas.6 Esto quiere decir que la cultura, la educación, y aún

el oficio del hagiógrafo fueron usados por el Espíritu Santo a fin de producir un escrito libre

de los errores humanos naturales, y que sea auténticamente la Palabra de Dios.

Éste aspecto ataca en su misma raíz a la teoría de la inspiración mecánica, la misma que

pretende ver a los escritores bíblicos adoptando meramente una actitud pasiva, y al Espíritu

Santo no dejándoles lugar para ninguna expresión de sus propias personalidades. Aún una

lectura rápida de algunos libros de la Biblia deja por sentado lo equivocado de esta

propuesta.7

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III. LA INERRANCIA

Vivimos en una época en el que, como alguien lo resaltó, “se requieren de muchas palabras

para afirmar con claridad la confianza en la inspiración de la Biblia”;8 esto debido a una fuerte

influencia del liberalismo modernista en el cristianismo bíblico. Hoy ya no basta profesar

creer en la Biblia como la Palabra de Dios, porque aun los que defienden esta postura pueden

al mismo tiempo albergar dudas en cuanto a si ella contiene algún tipo de error en sus

páginas. Los conservadores errantistas no se apresurarían a hablar de errores en su mensaje,

pero sí en cuanto a algunas declaraciones que ellos considerarían errores acientíficas o

ahistóricas. Es esto lo que hace necesario una declaración firme en lo que respecta a la

inerrancia bíblica.

A. DEFINICIÓN

Se define a la inerrancia como “la completa veracidad de una fuente de información que no

tiene ningún error”.9 Aplicado a la Biblia podría señalar a aquella cualidad innata que poseen

los escritos sagrados, por medio de la cual es imposible que ellos presenten errores no sólo en

cuestiones de fe, sino también en todo otro asunto que trate, sean éstos informes geográficos,

históricos, cosmológicos, y hasta científicos.10

Por otro lado, creo, junto con otros de la rama conservadora, que hoy más que nunca es

necesario insistir en la total imposibilidad de error en la Escritura si es que todavía queremos

hablar de su absoluta infalibilidad, puesto que una vez que se empiece dudando de la

inerrancia bíblica, con el tiempo degenerará y se pondrá en tela de juicio áreas de teología y

ética.11 Como alguien observó acertadamente en cierta oportunidad en relación a la inerrancia:

“Esta posición pretende defender la autoridad de la Biblia frente a aquellos que se supone

tienen un concepto demasiado bajo en cuanto a su inspiración”.12

B. HISTORIA

La inerrancia bíblica es tan antigua como la Biblia misma, así, ya desde el Antiguo

Testamento encontramos al proverbista haciendo una declaración alusiva a ella: “Toda

palabra de Dios es limpia; Él es escudo a los que en él esperan” (Prov. 30:5). Al parecer la

primera expresión es un poco más amplia de lo que parece, por lo que la Nueva Versión

Internacional lo vierte como: “Toda palabra de Dios es digna de crédito (dignas de confianza

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DHH)”. Además vemos al mismo a Cristo afirmarla en el Nuevo Testamento (cf. Mat. 4:4;

5:18; Jn. 10:35).

Hay indicios históricos que demuestran que la iglesia cristiana siempre ha confiado en la

Biblia como la Palabra de Dios infalible e inerrante. Por los registros que nos dejaron,

podemos afirmar que los Padres de la iglesia manifestaron una confianza absoluta en la

veracidad de las Escrituras. Así, Clemente de Roma escribió a los Corintios por los años 90-

100 d.C.: “Habéis escudriñado las Sagradas Escrituras que son verdaderas, las cuales os

fueron dadas por medio del Espíritu Santo y sabéis que no se ha escrito nada inicuo o

falsificado en ellas”.13 Tomás de Aquino también haría lo suyo con la siguiente declaración

análoga: “Queda claro que nada falso puede sostener el sentido literal de la Escrituras”.14

Agustín de Hipona hacia el s. IV d.C. advertiría a la iglesia, con una exactitud asombrosa, de

los peligros que inevitablemente vendrían si la inerrancia de las Escrituras sería socavada:

“Consecuencias muy desastrosas seguirán si creemos que algo falso se halla en los libros

sagrados: es decir que los hombres por quienes hemos recibido las Escrituras y que las

escribieron pusieron algo falso en esos libros. Si aún, una vez, usted admite en tal alto

santuario de autoridad una declaración falsa, no se quedará ni una sola frase de estos libros,

los cuales, si contienen algo difícil de poner en práctica o difícil de creer, por la misma regla

fatal pueden descontarse como declaración en la que el autor dice intencionalmente lo que no

es verdad”.15 Esto lo dijo siglos antes de que esta amenaza se hiciera latente en la iglesia. Ya

en el siglo XVIII, el gran predicador inglés Juan Wesley, iniciador del Metodismo, declaró en

el contexto de esta controversia: “Más aún, si existe algún error en la Biblia bien podrían ser

mil. Si hay una falsedad en aquel libro, no vino del Dios de la verdad”.16 Estas palabras

fueron verdad en la época en el que se escribieron, y seguirá siendo verdad mientras vivamos

de este lado del cielo.

No siempre se puso bajo cuestión la inerrancia bíblica dentro de la iglesia, ello ocurrió

solamente después que el escepticismo de la Ilustración utilizara nuevos procedimientos “para

sacar a la luz la autoridad de Dios del material que ahora se considera como tradición humana

irregular y no digna de confianza”.17 Esto nos plantea una pregunta de reflexión: ¿Cómo

sucedió esto? Solamente hay dos posibilidades de responder esta pregunta, aunque sólo una

de ellas es acertada: (1) o los avances científicos de hoy nos permiten ver mejor los errores

que nuestros padres espirituales no pudieron notar en su tiempo debido al poco conocimiento

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científico de la época, (2) o las filosofías modernistas han impactado tanto nuestra religión, de

modo que estamos siendo bombardeados en las mismas bases de nuestra fe en Dios y en Su

Palabra. Por mi parte creo que lo último es el problema real de hoy, y en lugar de luchar

contra toda filosofía (cf. Col. 2:8), estamos cayendo como presa fácil ante la incredulidad

reinante de nuestra época postmoderna.

IV. LAS ÁREAS DONDE SE CUENSTIONA LA INERRANCIA

Aún dentro de los círculos conservadores algunas iglesias han adoptado posturas un tanto más

liberales respecto a la inspiración bíblica, como por ejemplo el modelo de la inspiración

dinámica; ello ha sucedido porque se tiene un concepto demasiado bajo sobre la naturaleza de

la inspiración divina.

Una de las cosas que ha motivado toda esta ola de incredulidad disfrazada de ortodoxia, son

los aparentes “errores” que se encuentran en la Biblia, los mismos que se supone dejan sin

base a la inerrancia bíblica. Pero, como lo veremos seguidamente, estos argumentos nacen de

una lectura demasiado superficial del texto sagrado, y, claro está, de presuposiciones

histórico-críticas.

Veamos ahora las áreas más importantes en los cuales se cuestiona la inerrancia, tomando

para ello sólo un ejemplo de cada uno debido a la extensión que nos tomaría tocarlos todos

ellos:

A. APARENTES DISCREPANCIAS

Para muchos errantistas, los relatos de la creación registrados en los capítulos 1 y 2 del libro

de Génesis presentan discrepancias insalvables. Para ellos este hecho no tiene otra explicación

que la existencia de un presunto error en la narración.

Todo nace de una comparación de Génesis 1:11-26 donde se hace evidente que las plantas

fueron creadas en el tercer día y el hombre en el sexto, con el relato de Génesis 2:4-5 donde se

sugiere aparentemente que las plantas no existieron sino hasta después de la creación del

hombre.

Éste problema se resuelve si consideramos en primer lugar, que el relato de Génesis 1 se

encuentra cronológicamente en el orden preciso de los acontecimientos, de allí la expresión:

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“y fue la tarde y la mañana el primer día”, “el segundo día”, etc., mientras que el capítulo 2 no

hace más que agregar a aquella narración base elementos suplementarios necesarios para

explicar los pormenores de los acontecimientos que tienen relación directa con el hombre,

corona de la creación. Eh allí la razón para las aparentes discrepancias, que dicho sea de paso

no son las únicas.18

Además, en segundo lugar, vale considerar que Génesis 2:5 se refiere a las plantas que

necesitan cultivo, entre tanto que las plantas que se mencionan en Génesis 1:11-12 son de

naturaleza más general.

B. NÚMEROS EN CONFLICTO

Otro supuesto error, pero esta vez en relación a precisión numérica, es el caso de los israelitas

caídos en Baal-peor a consecuencia de la ira de Jehová contra el pecado. Según Moisés fueron

24 000 los que cayeron (Núm. 25:9), pero el apóstol Pablo habla de 23 000 (1Cor. 10:8).

Sobre este problema se han tejido varias explicaciones, aunque algunas más que otras pero

todas ellas aceptables. Por mi parte creo, junto con otros, que la explicación más probable es

aquella que afirma que la cifra dada en Números se refiere al total de víctimas, las mismas

que pudieron ser ejecutadas en más de un día,19 mientras que el número al que refiere el

apóstol es a la cantidad de los que cayeron “en un día (miá heméra)”. Además, todo parece

indicar que los números registrados en ambos libros son redondeos y aproximaciones hechos

por los escritores sagrados, sin comprometer con ello la inerrancia bíblica.

C. APARENTES IMPRECISIONES

Algunos errantistas señalan la aparente equivocación de Mateo en su cita del Antiguo

Testamente para comprobar su posición. Ellos argumentan que si la Biblia es inerrante en

todas sus partes, entonces ¿por qué falló Mateo en decir que fue Jeremías el que profetizó

sobre las treinta piezas de plata con que vendió Judas a su maestro, cuando en realidad el que

profetizó fue Zacarías? (cf. Mat. 27:9; Zac. 11:12-13).

A esta pregunta respondemos que no es sano llegar a una conclusión tan apresurada, sin

primero considerar lo siguiente: (1) que como el libro del profeta Jeremías encabezaba a los

otros libros de los profetas menores, todos en un solo rollo (cf. 16:14), entonces Mateo pudo

haber nombrado a Jeremías cuando en realidad citaba la profecía de Zacarías,20 y (2) puede

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que también Mateo haya citado un combinado entre Jeremías, refiriéndose a la compra del

campo (Jer. 32:7-9), y Zacarías, refiriéndose al precio en sí (Zac. 11:12-13), y al mismo

tiempo atribuirlo al profeta más conocido de los dos. De la misma forma lo hace Marcos

cuando menciona a Isaías, y obvia a Malaquías en Marcos 1:2-3 (cf. Mal. 3:1; Is. 40:3).21

D. DIFERENCIAS EN NARRACIONES PARALELAS

Mayormente esto ocurre cuando revisamos los evangelios, especialmente los tres sinópticos,

los cuales contienen relatos muy paralelos. Así, encontramos que en Mateo 8:28 el evangelista

narra el encuentro del Señor Jesús con “dos endemoniados” en la tierra de Gadara, al otro lado

del mar, pero que en el relato de Marcos y Lucas ambos mencionan sólo a uno (Mar. 5:2; Luc.

8:27). Esta aparente discrepancia es aprovechada por los errantistas para desvirtuar la

inerrancia bíblica, pero, como veremos en seguida, esa conclusión está más motivada por

presuposiciones liberales antes que por procedimientos correctos.

Lo que parecería ser un error se explica bien si observamos primero que cada evangelista

tuvo diferentes propósitos al escribir. Además Mateo escribió lo que vio, Marcos en cambio

recibió el relato de Pedro, mientras que Lucas llegó a ella a través de una investigación

diligente. Pero eso sí, los tres escribieron siendo inspirados por el Espíritu Santo.

Habiendo señalado esto, podemos sugerir que Mateo escribió de “dos endemoniados” porque

probablemente quiso remarcar el milagro en sí, mientras que los otros dos evangelistas

registraron de uno solo de ellos porque: (1) uno de ellos pudo ser el vocero del otro, o (2)

porque aunque ambos fueron sanados, solamente uno de ellos expresó gratitud con Cristo.22

Por último, aún si no se supiera la razón por la que Marcos y Lucas difieren de Mateo en su

relato, esto no puede considerarse una prueba de que la Biblia contiene errores, puesto que los

primeros dos evangelistas afirman que fue “un hombre” (ánthropos) endemoniado, y no

“solamente un hombre”, el que se encontró con Jesús en aquel día (Mar. 5:2; Luc. 8:27), cosa

que sí sería bastante diferente.23

E. DECLARACIONES SUPUESTAMENTE NO CIENTÍFICAS

Un último problema al que se enfrentan los que defienden la inerrancia escritural tiene que ver

con las supuestas declaraciones no científicas que la Biblia contiene en sus páginas, dificultad

que los errantistas aprovechan rápidamente para socavar nuestra confiabilidad absoluta en la

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Palabra de Dios. Tal vez uno de los ejemplos más representativos al respecto sea la

declaración del Señor en relación a la semilla de mostaza. Él afirmó en Mateo 13:32, que el

grano de mostaza “a la verdad es la más pequeña de todas las semillas; pero cuando ha

crecido, es la mayor de las hortalizas, y se hace árbol, de tal manera que vienen las aves del

cielo y hacen nidos en sus ramas”. El problema con esta declaración, según argumentan los

errantistas, es que dicho grano no es la más pequeña de todas porque existen granos más

pequeñas que estas, tales como la amapola y la ruda.

Lo que podría parecer un problema imposible de resolver no es más que un gigante que no

resistirá todo el peso de la evidencia. Veamos:

En primer lugar debemos observar que la Biblia no es eminentemente un tratado de ciencia,

sino de religión, pero cuando incidentalmente trata de aspectos científicos no yerra. Así lo

hizo cuando habló de la esfericidad de la tierra (Is. 40:22), y del ciclo hidrológico (Job 36:27-

29; Sal. 135:7; Is. 55:10), adelantándose en muchos siglos a los descubrimientos científicos.

Ahora bien, con esto en mente podemos observar el pasaje de un modo más considerado, más

aún cuando la frase en cuestión lo haya proferido nuestro bendito Salvador. Así encontramos

que la mención del grano de mostaza como símbolo de pequeñez era comúnmente citada en el

primer siglo como una mera expresión proverbial, por lo que no debe ser examinada hoy con

inflexibilidad científica. Notemos cómo en Lucas 17:6 se utiliza esta figura para simbolizar a

la fe verdadera.

Por otro lado, la forma griega de la expresión en cuestión, traducida como “la más pequeña

(mikróteron)” (Mat. 13:32), sugiere que debe ser tomado como una expresión comparativa,

antes que superlativa. Dicho de otro modo, y en palabras de Charles C. Ryrie, “el Señor no

declaró un absoluto (la semilla de mostaza es absolutamente la más pequeña), sino que la

puso entre las más pequeñas”.24

Por último surge la hipótesis de que es probable que el Señor haya mencionado el grano de

mostaza por su contraste entre lo que es y lo que será una vez desarrollado. Esto podría

representar perfectamente el reino de los cielos, cosa que no habría sucedido si hubiese

mencionado en su lugar a algunas semillas más pequeñas como la ruda o la amapola.

V. SUGERENCIAS FINALES

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Ya para concluir diremos que, sin lugar a dudas, en nuestro ciclo de estudio bíblico regular,

muchas veces nos encontraremos con pasajes que nos plantearán preguntas muy difíciles para

ser respondidas al instante. Algunas de ellas requerirán meses de estudio para llegar a una

conclusión satisfactoria, mientras que otras solamente horas. Pero en todo esto, nuestra

actitud hacia la Biblia será, en cierto grado, un factor determinante para llegar o no a

conclusiones objetivas. Como oportunamente lo ilustró Ryrie: Si un hombre felizmente

casado llega a casa antes de la hora esperada y ve a su esposa despedir a un señor elegante

saliendo en su carro, ¿qué pensaría él? Si su confianza en su esposa es total y firme por los

años de buenas experiencias y gratas que han compartido juntos, él pensaría que ella tenía una

buena razón por ver a este hombre. Aunque tal vez picará su curiosidad, el esposo no dudará

de su lealtad. Quizás, será hasta la Navidad o su aniversario cuando él se dará cuenta que el

hombre que vio estaba entregando el regalo que su esposa le había comprado.

“Pero, si la confianza en su relación con su esposa es débil, sus pensamientos vagarán por

todas partes incluyendo la sospecha de infidelidad. Por la inseguridad de él, la esposa sería

llamada adúltera ante sus ojos.”25 Asimismo, como alguien lo expresara, “cuando una persona

lee la Biblia, creyendo ciegamente que es la Palabra de Dios, será muy difícil que pueda

concebir un error en la Palabra. Pero si por otro lado, el lector llega con la idea preconcebida

de que existen errores, encontrará errores, aun cuando no existen”.

Aún en el ámbito jurídico reza una máxima que dice: “toda persona es inocente hasta que se

demuestre lo contrario”, ¿cómo es entonces que hay algunos que no tiemblan en dudar de la

integridad bíblica tan sólo porque se encontraron con un pasaje difícil, sin siquiera considerar

las posibilidades de explicarlos conservadoramente? El problema es que ellos han sido

influenciados en cierto grado por el liberalismo teológico, de modo que sus conceptos de la

inspiración han sido rebajados considerablemente. Por esta razón proponemos que cuando se

traten con pasajes que parecen sugerir errores en el texto, no saquemos conclusiones

apresuradas, sin primero haber considerado que existen posibilidades perfectamente

razonables de explicarlos sin anular la inerrancia bíblica, como lo hemos demostrado en la

sección anterior.

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V. CONCLUSIÓN

Son muchas las iglesias, y los creyentes en particular, que hasta el día de hoy que están siendo

afectados por esta nueva ola que va sembrando incredulidad en el pueblo protestante respecto

a la inspiración bíblica. Como hemos podido ver, nunca en la historia de la iglesia se ha

vivido un clima semejante, hasta que las influencias modernistas se introdujeron en ella, y los

resultados desastrosos los hemos sufrido desde entonces.

Es bastante fácil encontrarnos con cristianos que profesan creer en la inspiración bíblica y

que al mismo tiempo cuestionan su inerrancia. Aún en algunas posturas conservadoras se han

camuflado elementos liberales, en consecuencia se acepta a la razón humana como la regla

infalible que ha suplantado a la Biblia.

Ahora es cuando tenemos que pronunciarnos a favor de la Palabra infalible de Dios y así

cerrar todo conducto a cualquier otra fuente de revelación divina, sea ésta cual sea. Que el

Señor pueda ayudarnos en lograr este noble fin. Amén.

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NOTAS DE REFERENCIA

1. William Hendriksen, Comentario al Nuevo Testamento: 1 y 2 Timoteo y Tito, (Grand Rapids, Michigan:

Desafío, 2006), p. 341.

2. W. E. Vine, Diccionario Expositivo de Palabras del Antiguo y Nuevo Testamento Exhaustivo de Vine,

(Nashville: Editorial Caribe, 1999); artículo: “Inspirado, Inspirar”. Edición electrónica adaptada para

LIBRONIX. Un texto en donde se ilustra la dinámica de esta misma palabra es Hechos 27:15, en donde aparece

bajo una forma diferente.

3. Lewis Sperry Chafer, Teología Sistemática 1, capítulo 2. Formato PDF traducido y publicado por

www.seminarioabierto.com.

4. Lewis Sperry Chafer, Teología Sistemática, tomo 1, (Dalton, CA.: Publicaciones Españolas, 1974), pp. 73,74;

citado en Pablo Hoff, Teología Evangélica, (Miami, Florida: Editorial Vida, 2005), pp. 87, 88.

5. Pablo Hoff, Ibíd., p. 86.

6. Mario Cely, Bibliología: Un estudio sobre las Sagradas Escrituras, (Bogotá DC., Colombia: Centro de

Publicaciones Biblos, 2008), p. 83.

7. Véase por ejemplo cómo el oficio de Lucas le permitió describir, aunque inspirado por el Espíritu Santo, la

enfermedad de la suegra de Pedro de acuerdo a los cánones médicos de aquel entonces. Él utiliza la expresión

griega puretó megálo, “una gran fiebre” (Luc. 4:38), mientras que otro evangelista, que no es médico, sólo

utiliza el vocablo para una simple fiebre (puréssousan) en Mateo 8:14.

8. Charles C. Ryrie, Verdad sin error: La Perfección de la Biblia, (McKinney, TX. EE. UU.: Editorial Creo,

2007); capítulo 2. Formato PDF.

9. Sinclair B. Ferguson, David F. Wright y J. I. Packer, Nuevo Diccionario de Teología, (El Paso, TX: Casa

Bautista de Publicaciones, 2005), p. 142.

10. Mario Cely, Ibíd., pp. 147, 148; Pablo Hoff, Ibíd., p. 142.

11. Sinclair B. Ferguson, David F. Wright y J. I. Packer, Ibíd., p. 143.

12. Pablo A. Deiros, Diccionario Hispano-Americano de la Misión, (Casilla, Argentina: COMIBAM

Internacional, 1997); artículo “inerrancia”. Edición electrónica adaptada para LIBRONIX.

13. Clemente de Roma, Epístola a los Corintios, XLV.

14. Tomás de Aquino, Suma Teológica, Th. I, q. 1, art. 10.

15. Agustín de Hipona, Epístola, p. 28; citado en Charles C. Ryrie, Verdad sin error: La Perfección de la Biblia,

(McKinney, TX. EE. UU.: Editorial Creo, 2007); capítulo 3.

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15

16. Juan Wesley, Journal, VI: 117; citado en Charles C. Ryrie, Ibíd.

17. Sinclair B. Ferguson, David F. Wright y J. I. Packer, Ibíd., p. 142.

18. Así también tenemos: (1) que en el primer relato la creación de los animales precedió a la creación del

hombre (Gén. 1:24-25), mientras que en el capítulo 2 parece encontrarse en orden inverso (Gén. 2:7-19), y (2)

que según 1:27 la creación del varón y la mujer ocurrieron el mismo día, mientras que según 2:7-25 pareciera

que hubiera entre ambos acontecimientos alguna brecha de tiempo.

19. Esto es bastante probable toda vez que la orden de ejecución se dirigió a los jueces de Israel y difícilmente se

pudo haber cumplido con esta orden en tan sólo un día. En este sentido, la expresión “el día de la mortandad

(bayom-hamagephah)” de Números 25:18 no señala un día específico de 24 horas, sino más bien a todo el

periodo de tiempo que duró la mortandad, que bien pudo durar muchos días (compárese con el significado

amplio de la palabra yom en Gén. 2:4 por ejemplo).

20. Roberto Jamieson, A. R. Fausset, David Brown, Comentario exegético y explicativo de la Biblia – tomo 2: El

Nuevo Testamento, (El Paso TX: Casa Bautista de Publicaciones, 2002), p. 85.

21. Asdrúbal Ríos, Comentario Bíblico del Continente Nuevo: San Mateo, (Miami, FL: Editorial Unilit, 1994), p.

315; Daniel Carro, José T. Poe, y Rubén O. Zorzoli, Comentario Bíblico Mundo Hispano, Tomo 14, (El Paso,

TX: Editorial Mundo Hispano, 1993-1997), p. 353.

22. Notemos cómo Mateo, que menciona a ambos endemoniados, no incluye el relato que Marcos y Lucas sí lo

hacen, respecto a la gratitud que el endemoniado sanado expresa con Jesús (Mar. 5:15-20; Luc. 8:35-39). Lucas

todavía describe que el endemoniado “había sido salvado (esóthe, de sózo)” (v.36), utilizando para ello una

palabra griega que podía usarse en un sentido natural de sanidad (Mar. 6:56), como también en un sentido

especial, indicando redención (Mat. 1:21).

23. William Hendriksen, Comentario al Nuevo Testamento: El Evangelio según San Marcos, (Grand Rapids,

Michigan: Desafío, 2006), p. 194.

24. Charles C. Ryrie, Ibíd.; capítulo 12.

25. Ibíd.; capítulo 11.

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BIBLIOGRAFÍA

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