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=LA INICIACIÓN DE UN GUERRERO= El espécimen perfecto, nacido para luchar, para matar. Las mujeres no engendraban niños, sino guerreros. No todos tenían la misma fortuna, unos nacían raquíticos, enfermizos, deformes; lo que les deparaba el destino, eran lanzados al Taigeto. Desde antes de los 7 años eran dejados en la intemperie, bajo la nevada incesante. Sufriendo hambre, sed y frio, Leontiades hijo del asesinado en batalla rey Leónidas, tenía que sufrir el infortunio como cualquier espartano nacido guerrero, sin importar que sus ancestros hubieran gobernado Esparta, era su elección y voluntad si quería ocupar el lugar de su padre, pero para eso debía sobrevivir a la inevitable iniciación . Los entrenaban para la batalla, se golpeaban unos a otros, los adiestraron a luchar para ser invencibles y hacer leyenda. Cargaban falanges de 2 metros y escudos de hierro con su insignia “lambda”, la cual portaba todo guerrero. Luchaban hasta la muerte, robaban para alimentarse, los convertían en imponentes guerreros. La mayoría no sobrevivía a la hambruna y en los combates cuerpo a cuerpo luchaban sin armadura hasta la muerte. Leontiades se destacó por su coraje, pues luchaba bestialmente y su instinto de supervivencia era brutal. Era invencible en los combates y utilizaba con perfección el escudo y la falange para defenderse y atacar. En ocasiones era desarmado pero era tan rapaz que sin arma alguna eliminaba a su oponente. Superó el entrenamiento militar, ahora debía demostrar sus habilidades en el hábitat de bestias salvajes, todo principiante debía de encaminarse solitario hacia las profundidades del bosque, con solo un falange, sin armadura, ni siquiera unas grebas de cuero, tan solo usaban un taparrabos, pero habían nacido para enfrentar el frio

LA INICIACIÓN DE UN GUERRERO

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Page 1: LA INICIACIÓN DE UN GUERRERO

=LA INICIACIÓN DE UN GUERRERO=

El espécimen perfecto, nacido para luchar, para matar. Las mujeres no engendraban niños, sino guerreros. No todos tenían la misma fortuna, unos nacían raquíticos, enfermizos, deformes; lo que les deparaba el destino, eran lanzados al Taigeto. Desde antes de los 7 años eran dejados en la intemperie, bajo la nevada incesante. Sufriendo hambre, sed y frio, Leontiades hijo del asesinado en batalla rey Leónidas, tenía que sufrir el infortunio como cualquier espartano nacido guerrero, sin importar que sus ancestros hubieran gobernado Esparta, era su elección y voluntad si quería ocupar el lugar de su padre, pero para eso debía sobrevivir a la inevitable iniciación

. Los entrenaban para la batalla, se golpeaban unos a otros, los adiestraron a luchar para ser invencibles y hacer leyenda. Cargaban falanges de 2 metros y escudos de hierro con su insignia “lambda”, la cual portaba todo guerrero. Luchaban hasta la muerte, robaban para alimentarse, los convertían en imponentes guerreros. La mayoría no sobrevivía a la hambruna y en los combates cuerpo a cuerpo luchaban sin armadura hasta la muerte.

Leontiades se destacó por su coraje, pues luchaba bestialmente y su instinto de supervivencia era brutal. Era invencible en los combates y utilizaba con perfección el escudo y la falange para defenderse y atacar. En ocasiones era desarmado pero era tan rapaz que sin arma alguna eliminaba a su oponente.

Superó el entrenamiento militar, ahora debía demostrar sus habilidades en el hábitat de bestias salvajes, todo principiante debía de encaminarse solitario hacia las profundidades del bosque, con solo un falange, sin armadura, ni siquiera unas grebas de cuero, tan solo usaban un taparrabos, pero habían nacido para enfrentar el frio invierno, ni siquiera titiritaban, tan solo esperaban la llegada de los lobos.

Leontiades fue uno de los que fueron enviados al bosque, todos por su cuenta, por su parte iban Demaratos y Ephialtes, dos hermanos que demostraron dejar de ser niños para convertirse en hombres. El sigilo y la audacia, además de su afilada falange eran sus armas mortales, dando tumbos entre la espesa nieve, con cautela observaban cualquier irregular movimiento en el follaje, listos para asesinar a la bestia. Leontiades era muy unido a los hermanos Demaratos y Ephialtes, pero la guerra los separaba como guerreros para unirlos como hermandad.

Fue cuando Leontiades se detuvo, frente al inmenso bosque que inspiraba muerte, la tenue luz de la luna apenas acariciaba los encinos, en el aire se paseaba el aroma a sangre, era un tétrico e inhóspito lugar, entre el interminable follaje pudo ver dos auras de penetrantes, los ojos de la bestia aguardando, nacida para cazar; pero Leontiades se fiaba de su oído el cual era tan fino que se lanzó entre la nieve cuando la bestia salto de entre las hierbas, ahí se enfrentaría a su destino.

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Leontiades con una notable musculatura, la piel dura como las rocas, el cabello raso y el porte de un asesino, frente al enorme lobo, esquelético y feroz, hambriento entre gruñidos se relamía las fauces y exponía sus mandíbulas con enormes e intimidantes colmillos. En cuestión de un microsegundo la bestia se lanzó y derribó a Leontiades.

Parecía el fin porque el lobo estaba sobre él, Leontiades lo detenía con las manos en su hocico, al rose de sus colmillos, las palmas de sus manos rasgadas y bañadas en sangre estaban limitadas y no podía alcanzar su lanza, en un instante presiono sus manos contra el animal y le rompió la mandíbula, resultando vencedor. Como muestra de victoria y para aceptación y honor de los espartanos, decapito al lobo y con su piel se cubrió el cuerpo y regreso al pueblo. Nadie había regresado, era el único entonces la gente se abrió camino y se arrodillaron ante e incluso los homoioi y los espartiatas, para así convertirse en el rey de Esparta como su padre.

Descripción de tipo paralelo.

Descripción de tipo topográfica