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La Jornada de La Mona y El Paciente

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La jornada de la mona

y el p acien te

Mario Bellatin

)f:'~~:

Oaxaca de Juarez, Oaxaca

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DERECHOS RESERVADOS

© 2006, Mario Bellarin© 2006, Editorial Alrnadla S. C.

Avenida Independencia 1001-a1tos

Colonia Centro C. P . 68000

Oaxaca de Juarez, Oaxaca, Mexico.

www.almadia.com.mx

Prirnera edici6n:

ISBN: 970985419-4

Ilusrraciones de portada: Dernian Flores Cortes

Quedan rigurosameme prohibidas, sin la autorizaci6n de los titulares

del copy r ight , bajo lassanciones esrablecidas por las leyes, la re.produc-

ci6n total 0 parcial de esta obra por cualquier medio 0 procedirniento,

comprendidos la reprograffa y el tratamiento informatico, asf como la

disuibuci6n de ejemplares de Lamisma mediante alquiler 0 prestamo

ptiblicos.

Impreso y h e ch o e n M e xi co .

La situacion del paciente es como la de un reo

que espera su sentencia de muerte. Pensamiento

engafioso, sobre todo teniendo en cuenta el ante-

cedente clfnico asi como el imaginario que pesa

sobre el sindrome fisico -no el mental- que el pa-

ciente padece. Habna que saber adernas S I existe

una manera concreta, cierta y no basada otra vez

en un imaginario, de esperar una sentencia. Y digo

esro porque las sensaciones son indefinidas. Un es-

tado de cansancio constante, como si todo el tiern-

po se llevara una carga que impidiera la aparicion

de la pulsion de vida necesaria para exponer el

cuerpo a las circunstancias del exterior. Sin embar-go, no hay un mal deterrninado que pueda ser

padecido en su verdadera dimension. Se trata mas

bien de una serie de pequefios males superpuestos,

que en su amontonamiento y en su indecision

traen consigo el caos necesario para impedir que

sea establecida su esencia. Su no definicion es 1 0

que impide hallar la solucion, 2E1desenlace? ~Exis-

tira tal instancia? Surgen las preguntas. 2Sera psi-

cologico? 2Sera qufmico? 2Un deterioro mudo y

fantasmal sed. el origen de todo el cuadro?

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Se me habla de dorrnir junto a la muerte. Del te-

mor a que el pr6jimo sea un espejo de la propia

exrincion, Surge 1 0 obvio de lapremisa. Siento que

no se esta yendo por el sendero puro del discurso,

sino que se recurre nuevamente a una suerte de

imaginario. Poetico induso. Del sujeto que duer-

me, df a con dia, allado de su cadaver. Que 1 0 acari-

cia, que mantiene relaciones con 1 0 tumefacto de su

propio cuerpo. Curiosamente se toma este hecho

-el de dormir junto al espejo de la propia extin-

ci6n- como algo consumado, como una forma ya

terminada de construir.

8

Debo decir que extrafio a mis padres. Que he

tenido fogonazos de nostalgia. Que han aparecido,

POf prirnera VeL despues de muchos afios, los as-

pectos agradables de aquel vinculo. He recordado,

por ejemplo, los paseos al campo y a la playa; las

horas pasadas cuidando a los animales de mi pe-

quefio zool6gico. Aparecio, de pronto, la persecu-

ci6n denodada que emprendimos detras de una

mona feroz que escap6 el mismo dia que la lleve a

casa. Yocontaba con ciertos ahorros, con un dinero

que me habian obsequiado algunos familiares por

mi cumpleafios. Era invierno. Acordamos con un

pariente ir juntos al mercado de la ciudad. La

atm6sfera era gris. Llegamos a l lugar de vema de

animales. En esa epoca estaba ya prohibida la

comercializaci6n de especies salvajes. Fuimos pues-

to por puesto pregumando por alguna pareja de

monos. Recuerdo que dfas antes, con ese mismo

pariente -se trataba de mi primo-, habfamos cons-

truido las jaulas donde los alojariamos. Finalrnente

uno de los vendedores nos pidio que 1 0 siguiera-

mos. Fuimos detras de el por una serie de callesenrevesadas hasta que llegamos a una gran casa

dividida en cuartos de alquiler. Subimos varias

escaleras y recorrimos algunos pasillos hasta que

nos detuvimos frente a una puerta ubicada en la

parte trasera, Tocamos y nos abri6 un hombre de

aspecto esqueletico. Pasamos a un gran cuarto que

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se mantenfa en penumbras. En la habitacion habia

cientos de jaulas asf como una cama, de donde

supuse el hombre se acababa de levantar. Las jaulas

estaban plagadas de animales. Habia aves, roedo-

res y monos de diferentes tipos, El hombre volvioa acostarse ignorando nuestra presencia. Pense en

los rnotivos que hacian. posible que aquel perso-

naje conviviera con tantos animales. Me parecio

que podia estar enfermo. No 1 0 adivine, en realidad

1 0 sabia ya en ese momento pues cuando nos abrio

note que una gran bola de carne se marcaba en su

cuello. Negocie con nuestro guia la compra de los

monos. Un macho y una hembra. El macho era

pequefio y de mayor edad. A la hembra se la veia

mucho mas agil. Los metieron a los dos en un

saco, no sin antes atarles una cuerda al cuello para

que pudieran ser manipulados , Salimos sin des-

pedirnos del hombre de la habitacion, quien con-

tinuo acostado todo el tiempo. Conseguimos un

taxi, en cuyo interior sacamos a los animales del

saco..El chofer protesto. No queria transportarlos.

Logre convencerlo. Cuando nos bajamos advertique habia tenido razon: uno de los monos habfa

hecho sus necesidades en el asiento trasero.

10

Ya en la casa ernpezo el verdadero desorden ..La

hembra se transtormo en un animal sumamente

agresivo, que se escape de inmediato de la jaula

que [e habiamos construido. Nosotros habiamos

colocado un cerrojo en el exterior, pero al animal

no le baste mas que un minimo movirniento para

sacar la mano por entre los barrotes y descorrer

el seguro. La jaula se encontraba en la azotea. La

mona salto por los aires y desaparecio entre las

casas de los vecinos. Intervino entonces rni padre,

quien hasta ese momenta ignoraba par comple-

to mi intencion de llevar monos al hogar. Orga-

nizo una caceria en toda regIa. Participaron rniprimo y algunos vecinos. Despues de un par de

arduas horas se logro capturar a la mona. Metimos

a los animales nuevamente en el saco. A la mona

salvaje y al mono macho. Fuimos de regreso al mer-

cado en el auto de mi padre y ubicamos al ven-

dedor, quien se nego a devolverrne el dinero pero

acepto darme otros animales a cambio. Ese dia

regrese con un considerable mirnero de pericos,

algunas ratas, y un par de conejos.

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Pero ahora, aquf en este mornento, la presun-

cion de que rodo no fue mas que una grave equi-

vocacion no deja de acecharme. Pienso que ten go

demasiado desarrollado el sentido de la intuicion,

y que debo por eso preocuparme mas de la cuenta

por cosas que todavia no han sucedido. Adelan-

tarrne a los hechos para que no me tomen despre-

venido. Por eso aparece en mf la angustia constante

al comprobar que duermo junto ami propia rnuer-

teo Es la razon por la que considero hasta cierto

punto normal que sufra de los ataques nocturnos

que padezco. No son mas que sefialesde alerta, que

1 0 desorganizan rodo, que surgen con la intencion

de que nada de 1 0 que pueda suceder este por en-

cima de 1 0 imaginado.

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Corned muchos erroresen los ultimos tiempos,

entre los cuales los mas graves fueron sin duda

comprar un terreno campestre y un auto depor-

tivo. De no haber hecho semejantes gastos, tengo

el fantasma de la certeza de que hubiera asegura-do 1 0 principal: tener una casa donde encerrarme

sintener que preocuparme por poner el cuerpo

frente a los dernas. 10 mas penoso del asunto es

haber tenido la oportunidad de hacerlo. S610 falto

un poco mas de paciencia y sagacidad. Ahora el

problema es que debo pagar una excesiva suma

mensual por los proximos diez mos. Estoy seguro

de que esra condicion, para mf ahora fundamen-

tal, perdera su sentido cuando alguien revise estos

papeles,

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2Cufudo he sido mas feliz?, me pregunto. Puedo

contestar que nunca. Ni siquiera la vez que vi a

toda una cam ada de ratas dornesticas jugar con

sus ruedas y sus columpios como si esruvieran dis-

frutando de un parque de diversiones, El piso de1ajaula estaba recubierto de aserrin. los animales

ten ian la edad perfecta. Y eran totalmente mfos.

14 1 5

La jornada de la mona y el paciente. El recuerdo

del punto donde la mona se arroja desde el techo

guarda una estrecha relaci6n con ellugar mental

en que el padre del paciente salta detras del pri-

mate con la intencion de cazarlo. De eso no cabe

la menor duda. Ambos, mona y padre, sienten el

vado de sus cuerpos aunque, como es logico, nin-

guno de los dos comparte con el otro la misma

sensaci6n. Estas caidas, la del padre yendo detras

de una mona furiosa, pueden ser similare a la

no libertad de la escritura. Lo he pensado mas de

una vez. A diferencia de la cura analitica -en la-------~'II

que el paciente pretende inscribirse--, cuando al-guien se decide a escribir algo tendra que escribir

s610 y unicarnente sobre 10que esta escribiendo.

Se Ie esta negado el derecho al escribiente de ir

construyendo una estructura abierta, interpretati-

va, para 10 eual debe apelar a una serie de sub-

terfugios tales como la asociacion libre de las ideas,

el recuerdo 0 e 1 uso de las imagenes propias del

inconsciente. No se puede escribir mas que de 10

que se esta escribiendo. Como en el suefio, donde

no se puede sonar mas que con 10quese esta so-

iiando. Inc1uso cuando alguien sueiia que suefia.

Una de las razones del insornnio del paciente puede

estar en el hecho de que debe construir su propio

suefio, su estar dormido, de la misma forma como

ordena su escritura. Ya no le es posible descansar

 

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I I

libre yextensamenre. Caer en la tabla de la cama

cuando se siente extenuado y arnanecer de manera

inocente al dia siguierue. No. Debe crearle una

forma al suefio, I r hilando un tejido textual que

sea el que susrente esas horas en apariencia per-

didas ..Ya no visitan al paciente ni suefios misti-

cos ni psicologicos profundos; poseedores ambos

muchas veces de una inrensidad tal que rozan

muy facilmente con el milagro abierto de los li-

bros sagrados. Sin embargo, aunque nadie 1 0 es-

pere, 1 a fugaz mona seguira saltando del techo

de la casa y el padre la seguiraen su camino hacia

la nada.

16

El pumo de union entre suefio y realidad, aunque

parezca mas que evidente, estara en la sensaci6n del

reo que espera que se lleve a cabo su sentencia de

muerte, No se sabe bien, eso sf, si esta aguardando

la muerte 0 la sentencia. No se sabe tampoco en

d6nde puede estar la diferenda. Sepodria suponer

que las dos esperas son similares. Sobre todo si se

toma en cuenta que e I reo sabe de anternano que el

final del trance conlleva siempre ala muerte, Ojala

que ese rransiro no sea como todos suponemos.

Con un individuo acostado en la cama, inerte, con

todas las esperanzas perdidas. Evocando quiza a l-

gun crimen0

una nifiez en el campo. Arrepentido,no se sabe S 1 del aero que rnotiva su sentencia 0del

error en las estratagemas necesarias para irnpedir

que el jurado diera un falIo de semejante magni-

tud, Prefiero pensar en un abandono absolute de

la voluntad, Un dejar el poder de vida rnansa-

mente en manos de los carcelarios. Sabiendo que

se tiene la Havepara la liberacion debajo de la fra-

nela que sirve de almohada. En cualquier mo-

mento el reo se puede levantar, abrir facilmente la

puerta de la celda y salir a caminar como un ciuda-

dano cormin y corriente.

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Sin embargo, mas alla de la FIgura del padre arro-

jandose al vado detras de la mona salvaje se ha

sentido el impulso de llamar a la familia. 2Estaran

en elmismo Iugar? Es la duda que surge. ~Quienes

seran ahora esos seres recobrados? La nostalgia del

eondenado a muerte, viendola desde una perspec-

tiva mas afin con las circunstancias, puede remitir

directamente a la nifiez. Al padre, a la madre, a los

herman os. El deseo de realizarse en los padres apa-

rece como la base de toda una estructura. Cerrada.

Completa. Muda. Tal vez seextrafie alhombre con

labola en elcuello que sufrfa su enfermedad allado

de los animales enjaulados, el asiento trasero deltaxista, la sorpresa de la madre al entrar a la coci-

na de la casa y encontrarse con un primate pelan-

do con violencia las frutas colocadas encima del

refrigerador.

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Lo mas importance es que el paciente escuch6

que le decian algo asf como que se haria todo 1 0

posible por aplacar la angustia y el drama inter-

no preservando, eso sf, la escritura. En ese mo-

mento surgi6, nuevamente, la escritura como elpunto mas importante de la existencia. Como S I

su serfuera solo un pretexto para que esta escritura

pudiera existir, "Eso signifiea tal vez que la iinica

rnision y 1 0 unico verdaderarnente irnportante es

la escritura que soy capaz de generar", puede haber

sido un punto importante de su reflexion, La es-

critura es mejor que tu, sea quiza la prernisa, Lo

que se escribe esta muy por encima de la persona.

Lo note por la aparente delicadeza con que el ana-

lista trato de advertir que, pese al proceso que se

llevara a cabo, se buscara dejar la escritura intacta.

En ese momento al paciente Ie dieron ganas de reir;

De hacerlo con una risa sorda y neutral. Todo hizo

indicar que leparecio absolutarnente vana esta Pro-

mesa, dicha con un cuidado por dernas innecesa-

rio. Eso le recordo al paciente la tarde en que le

pregunto a una amiga de la infancia que seria de

61si no escribiera. La amiga prefirio no contestar,

El paciente interpreto que seria un personaje sin

irnportancia, Una persona cuyo destine era desapa-

recer en medio del mas perfecto anonimato,

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Cay6 otra vez el manto. El velo de la imposi-

bilidad de hacer..Nuevamente dejar fluir el tiernpo.

Como el infinite que se abre entre la caida de la

mona y el padre, desde la azotea hasta el suelo

plano. Como la tabla en la cual el condenado debe

tenderse, Sin poder pedir la ayuda de nadie. Inca-

pacitado para buscar alguna salida. Ambas vfctimas,

el padre y la mona, con tiempos y sensaciones di-

ferentes durante la caida. S610 se puede mirar la

situacion, al paciente y a su circunstancia, Pensar

que esta inmovilidad sera la causante de una serie

de desgracias: el cierre de las relaciones con el exte-

rior, rompiendo de ese modo con las posibilidades

de que Ia propia voz sea escuchada. < Y por que

importarfa si nadie importa? Es como quedar en-

cerrado en un bafio 0 en un elevador sin que se

sepa 0, en el peor de los casos, se pueda hacer algo

por rernediar la situacion, Un mecanismo trabado,

una chapa 0 un sistema electrico que escapa a las

posibilidades drcundantes es el centro fisko del

horror. ~D6nde esta la clave del drama? Es nece-

sario hallar el origen de esta sensaci6n. AI pacien-

te le viene a la memoria el rnito que circula sobre

cierto escritor que pasaba las jornadas acostado en

su cama. En un ambience aparentemente antihi-

gienico. Con los papeles escritos guardados entre

las sabanas , En un estado ffsicocalamitoso. Hacien-

do de su situaci6n interria un sistema de vida.

I I

I

20

Ya encontre una clave. La llave de todo, estoy m a s

que seguro, se encuentra en la propia escritura,

siempre y cuando se tome esta escritura en su ca-

racter profetico. Todo esta escriro, Los aconteci-

mientos futuros se encuentran narrados con una

tibieza irnpresionante, Les aseguro que cuando esos

sucesos se hacen realidad se muestran recien en

rodo su esplendor. De otra manera no tengo forma

de entender haberme visto obligado a ser pacien-

te de la clfnica sernioculta fundada por la doctora

Proserpina. Ubicada en una zona marginal -igual

que el moridero descrito en mi libro Sa lo n de be-

l/eza- donde se da secreta atenci6n a una serie de

enfermos que han. caido bajo eI influjo de esa mu-

jer; Recuerdo el port6n de metal de Ia entrada. Sus

ambientes techados con laminas de plastico y otros

materiales deleznables. Sus salas de espera con pe-

quefias sillas portatiles, La presencia de ciertos fa-

miliares de aquella mujer, quienes trabajaban a sus

6rdenes y se trataban entre sf como si fueran to-

dos doctores. Me acuerdo tambien del sistema

que existe para conseguir la curaci6n, mas bien el

paliativo, como a la propia doctora le gustaba recal-

car. Se van contando, una a una y con la rnano, las

pastillas que reciben los pacientes, Despues se hace

una suma y se cobran las pildoras seglin un cuadro

econ6mico ideado para cada enfermo. Lo que ig-

noraban los pacientes era que por ley esas me-

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dicinas debfan entregarse de manera gratuita. La

psic6loga de esa clinica, quien tenia ubicado su

consultorio en un segundo piso, 1 0 iinico que era

capaz de hacer era escuchar sin dar respuesta las

quejas de lasvictimas.

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Fue muy sorprendente cuando el analista pidio

pasar una noche en casa del paciente. Despues

de una serie de consultas en su gabinete -a veces

hasta tres citas en un mismo dia- solicito que se

adecuara una habitaci6n para quedarse en el hogardel analizado una noche a la semana. Escogi6 lade

jueves a viernes. Adujo querer observar de cerca

la conducta que mostraba en su medio habitual,

y dijo rambien que deseaba evitar la posible in-

terferencia que producia e 1 traslado del analizado

al gabineee. En ese desplazamientoesta la tram-

pa, sefialo. El paciente, en el tiempo que mediaba

entre su espacio habitual y ellugar de la consulta,

contaba con un tiempo preciosopara ir colocando

una serie de mascarasa su condici6n real. Por esa

razon era precise estudiar su cornportamienro sin

que elmismo 1 0 advirriera.Dijo adernas que con-

taba con un plan meticulosamente estudiado para

pasar lashoras en aquella casa. Llegariaalrededor

de las nueve de la noche, despues de haber cum-

plido con su ultima consulta, y la abandonarfa al

df a siguiente, cerca de las nueve de la manana.Llevana consigo una serie de textos, que recitaria

en voz alta mientras el paciente se desenvolvia

como si el analista no se encomrara presente. Los

m a s importantes sedan leidos al final, justa cuan-

do el paciente estuviera acostado y listo para dor-

mir. El analista entraria entonces en la habitaci6n

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vestido con una bata y unas pantuflas, y se sen-

taria a l borde de la cama, desde donde leerla pa-

gina tras pagina de su ultima tesis hasta que el

paciente se durmiera. Como se trataba de un texto

algo extenso, no importaba el tiempo que el anali-

zado demorara en quedar dormido. Solo se ida

cuando consiguiera dejarlo inconsciente. Apagarfa

la luz y se retiraria a la habitacion asignada para

su propio descanso. Los viernes eran dias en que

el analista cerraba su gabinete. Solla atender de

lunes a jueves. Aprovecharfa la ubicaci6n de la casa

del paciente, en el centro mismo de la ciudad,

para dedicar la manana del viernes a visitar unaserie de librerias de viejo. Antes de irse a la zona

donde se encontraba su gabinete, pasaria nueva-

mente por la casa del analizado a manera de despe-

dida. Afirmaba que esa visita, la del dia siguiente,

era la mas importante pues podia comprobar, de

una manera concreta, los efectos que haber pa-

sado la noche en esa casa habian causado. Podia

darse el caso de que el paciente aun estuviera dor-

mido 0 que hubiera salido a la calle en ausencia

del analista. Estas dos opciones eran las optimas.

Tanto el suefio como el abandono del hogar eran

sefiales de que el rnetodo dabaalguna esperanza.

Si por el contrario 1 0 hallaba rec1uido, actuando

como si nada fuera de 1 0 normal hubiera pasado,

podria pensarse en que algo habfa escapado a su

I !

f

I

I

24

control. Sin embargo, una posibilidad semejante

no 1 0 haria desechar la empresa de pasar en casa

del analizado una noche a la semana. Lo obliga-

ria tan solo a ser mas cuidadoso a l elegit los textos

que leerfa al paciente antes de dormir.

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vestido con una bata y unas pantuflas, y se sen-

tarfa a 1 borde de la cama, desde donde leerla pa-

gina tras pagina de su ultima tesis hasta que el

paciente se durmiera. Como se trataba de un texto

algo extenso, no importaba el riernpo que el anali-

zado demorara en quedar dormido. 5610 se ida

cuando consiguiera dejarlo inconsciente. Apagarfa

la luz y se retirarfa a la habitacion asignada para

su propio descanso. Los viernes eran dias en que

el analista cerraba su gabinete. Solia atender de

lunes a jueves. Aprovecharia la ubicaci6n de la casa

del paciente, en el centro mismo de la ciudad,

para dedicar la manana del viernes a visitar una

serie de librerfas de viejo. Antes de irse a la zona

donde se encontraba su gabinete, pasarfa nueva-

mente por la casa del analizado a rnanera de despe-

dida. Afirmaba que esa visita, la del dfa siguiente,

era la mas importante pues podia comprobar, de

una manera concreta, los efectos que habet pa-

sado la noche en esa casa habfan causado. Podia

darse el caso de que el paciente aun estuviera dor-

mido 0 que hubiera salido a la calle en ausencia

del analista. Estas dos opciones eran las 6ptimas.

Tanto e l suefio como el abandono del hogar eran

sefiales de que el metodo dab a alguna esperanza.

Si por el contrario 10hallaba recluido, actuando

como si nada fuera de 1 0 normal hubiera pasado,

podria pensarse en que algo habia escapado a su

I

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control. Sin embargo, una posibilidad sernejante

no 1 0 harfa desechar la empresa de pasar en casa

del analizado una noche a la semana. Lo obliga-

ria tan solo a ser mas cuidadoso al elegir los textos

que leerfa a l pacienre antes de dormir.

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r

Cuando eI paciente intorrno en su casa que el

analista ida a pasar una noche a la semana, se ori-

gino un sentirniento de incomodidad. Los demas

miernbros del hogar dijercn que esa noche se tras-

ladarian a otra parte. No paredan dispuestos aaceptar una situacion semejante. Alguien dijo que

segurameme el analista estaba harto de su mujer

y de las injerencias que ese personaje tenia en las

consultas. El paciente habia mencionado que el

gabinete del analista no era 1 0 suficientemente

cornodo. Esraba ubicado en e l cuarto donde vivfa,

Todo estaba a la vista. La cama matrimonial, la

mesa de madera donde se corrua, la esquina que

servia de cocina, las dos tablas que hadan las

veces de librero asi como la silla de ruedas de la

mujer, quien siempre imervenia-a pesar de que

el analista la callaba a cada mornento-. cornen-

tando las palabras que tanto el paciente como el

analisra formuIaban. El analizado dijo en su hagar

que le pareda absolutamente practica la forma

de vida del analista. Todos los elementos necesa-

rios para la jornada diaria estaban siempre aI al-cance de la mano. Pensaba que para vivir no se

necesitaba mas que 1 0 que se podia encontrar en

un cuarro como aqueL El resto significaba un

despilfarro, de tiempo y de energia. Incluso la

figura de la impertinence mujer podia ser torna-

II

26

da como la presencia que toda persona cuerda

debia tener a su lado. El paciente imaginaba que

a 1 abandonar aquel cuarto -que eI analista llamaba

gabinete de trabajo---entre ellos comentaban Iibre-

mente la sesion que acababa de rener lugar.

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j

La presencia de aquella mujer Ie era sumamente

iitil a l analizado, Por ella se entero de ciertos de-

talles importantes. Entre otras cosas que se trataba

del iinico paciente, que el analista se encontraba en

una mala situaci6n econ6mica, y que en realidad

la que sacaba las conclusiones finales de los casos

era ella. Esto ultimo 1 0 supo de manera inesperada.

Fue cuando Ia mujer cierta tarde interrumpio los

discursos, tanto el delanalista como el del anali-

zado, para decir que, como 1 0 venia sospechando,

se trataba de un caso dpico, estudiado y resuelto

desde los albores de la medicina. Que 1 0 que hacia

falta realmente, en Iugar de tanto intercarnbio de

palabras, era la presencia de un buen yerbero 0 de

algun tipo de home6pata que supiera administrar

una serie de·sustancias capaces de armonizar las

energias del cuerpo. El analista Ie hizo una sefia,

como diciendo que mas tarde hablarian en priva-

do del asunto. La rnujer se encontraba contenta,

Se le vela en el semblante. Parece que consider6

innecesario seguir presenteen aquel cuarto, Por

primera vez desde mi visita inicial la vi despla-

zarse en su silla, Yo habia llegado a pensar que

vivfa en la inmovilidad mas absoluta pero no, de

pronto movi6 los brazos con energia y acciono las

ruedas de la silla en la que se encontraba. Se acerc6

ala puerta, la abrio sin dificultad y salio a la azo-

tea donde se ubicaba el cuarto.

28

Se me dice que para mejorar la situacion debo------~

enfrentar la vida tal como debe ser. Es decir, salir

de la tabla en la que suelo situarrne -e 1 analista

la acaba de bautizar como olimpia-, y ponerme

a trabajar como cualquier hijo de vecino, Peroeso se supo desde siempre, y precisamente el no

poder cumplirlo fue 1 0 que creo, en apariencia,

la situacion de crisis. Tambien se le dice al pa-

ciente que es hasta derto PUntO normal su aver-

sion a salir a la calle y a poner en entredicho una

serie deasuntos sociales. Se Ie informa que puede

ser producro de haber pasado durante alios por

una serie de medicos ineficientes. Ahora la es-

critura ocupa todo el tiernpo. Una escritura que

dudo pueda ser transmitida. Y esa es tambien una

Fuente de miedo. La no posibilidad de comuni-

car la palabra escrita, piensa el padente, acabara

por abolirla. El juego de generar palabras para

que estas a su vez generen otras, puede terminar

de golpe si las palabras generadas se vuelven in-

capaces de ser a su vez Fuentes de otras nuevas. Si

no existe nadie que las lea y las demande, se iranacumulando hasta formar un cuerpo deforme

del cual el paciente no podra liberarse. Sed. in-

capaz de ver editados su s libros, de saber si existen

o no lectores, La palabra volvera a sus comien-

zos, cuando no era mas que un ejercicio concen-

trico que tenia como iinico fin la palabra por la

29

 

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palabra. Es por eso que en aquellos tiempos, en

los primeros de escritura, era usual el copiado del

directorio relefonico 0 de fragmentos de textos

de los escritores preferidos.

II

30

Antes de escribir acerca de lavisita que me haria

el analistauna Vel por semana, jugue con laopcion

de que existierauna posibilidad semejante. La idea

me atrajo a pesar de ser tan tonta. Pense que el

absurdo era 1 0 suficientemente extrernocomo pararevelarla ficci6n que 1 0 sustentaba. Perono fue asi,

Esta mariana,pot ejemplo, me encontre a l desper-

tar con que todo en la casaestaba dispuesto para

recibir la inverosimil visita, Lospisos pulidos, los

muebles y los marcos de las ventanas libres de

polvo, preparada la cama para huespedes. Senti

entonces una inmensa ternura pot la gente que

me rodea, que da su aceptaci6n a muchas de mis

suposiciones, por mas desaforadas que estas se

presenten. Alii quedo la casa. Engalanada para

tan peculiar fantasia.

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I

I

Temo que se acabe pronto el material de discu-

si6n. Que las casas se coloquen dentro de cierto

orden, la organizaci6n demandada por el analista,

y se instauren las verdaderas sesiones. AI analisis

propiamente dicho, para 1 0 cual el paciente se

acostara en un divan y dejara fluir libremente los

pensarnienros. No se par que terno la llegada de

ese momento. Quiza porque me sentire en la obli-

gaci6n de referirme a asuntos que preferida no

toear. De nuevo incursionare en mi infancia. Vere

la FIgura de mi padre. La indiferencia de mi ma-

dre oculta debajo de una preocupaci6n excesiva

por mi salud fisica. Tendre que oir nuevamente

a las profesoras de la primaria recomendando la

presencia de un psicologo y la rotunda negativa

familiar para convocarlo. Mi triunfal paso por la

escuela primaria y mi total fracaso en la secun-

daria. La gradualliberaci6n una vez que ingrese

a la universidad. Mis recurrentes caidas, como

senalo el analista, en las depresiones mas profun-

das. Una y otra vez. Sin que haya razones extern as

para que estas ocurran. No se por que se me dan

tantas concesiones. Por que motivo he salido bien

librado de codas las circunstancias. Las causas por

las que he hallado placer en cada una de las eta-

pas de mi vida, en forma independiente a los su-

cesos que se desarrollaban alrededor. Cuando vivfa

en la casa de la infancia, despues en un cuarto

32

frente al mar -donde mas de una vez idee diferen-

tes formas de suicidio-, en otro cuarto, esta vez

uno destinado al servicio domestico -al que lla-

maba mi estudio--- situado en una humeda aveni-

da, donde harto de sufrir un asma persistence pase

semanas enreras sin cambiarrne las ropas. En una

pequefia casa, donde corned el episodio de tomar

una gran cantidad de sornnfferos que motivaron

mi internamiento en una clinica. Sometido a un

estricto regimen de medicamentos que hadan las

funciones de una camisa de fuerza mental. Los

episodios que se suscitaron despues fueron de me-

nor cuantia. En la casa anterior a la que ahora

ocupo me yeo con una cierta estabilidad, Hasta

que, de pronto, como un rayo maligno, cornen-

zaron los ataques de epilepsia -los anunciadores

de los primeros sintomas del mal fisico que ahora

padezco-. De los dias pasados en mi actual casa

no guardo recuerdos especiales. Casi todo el tiem-

po de mi permanencia aqui he estado sumido en

la tristeza, iniciada a partir de un extrafio incidente

amoroso al cual no puedo hallarle una explica-

ci6n coherente. Tiempo signado por la enferrne-

dad, por los manejos correctos 0 incorrectos de

los distintos tratamientos medicos. Y ahora, cuando

parece que los males fisicos retroceden, aparece esta

negaci6n del mundo y estos rniedos inexplicables.

33

 

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Siento temor por Ia escritura. No creo, como

pensaba, que semantenga ajena a l proceso mental.

Se trata de una escritura, la actual, hasta cierto

punto enferma. Parecida a la de rnis primeros afios

como escritor. Obsesionada en sf misma. De otramanera no entiendo por que no puedo hacer con

ella algo inmediato yconcreto, Esta centrada sola-

mente en 1 0 que se esta desarrollando. Por ejem-

plo, en esre texto, Era 1 0 mismo que ocurria aiios

arras: un ejercicio de creacion sin un fin deter-

minado. Bastaba que esa escritura tuviera una

razon de ser, que fuera mas alla del proyecto que

se estaba preparando, para que no funcionara.

Para que quedara esteril. De la misma forma se

presenta toda esta situacion, que me ha llevado a

mantener una serie de consultas que fluyen como

las horas de un condenado a muerte.

34

~pr que llamo asi, tabla, a mi cama? Puede ser

una pregunta pertinence. Quiza se trare de ere-

ar una atmosfera determinada para soportar mi

estado. Tal vez a l decir tabla en vez de cama se ori-

gine el ambiente de extrafiamiento necesario paracolocar esta escena en un espacio especial. De otra

manera perderfa su efecto Ia imagen de dormir con

el espejo de mi propia muerte. Imagen a la que

tengo que estar atento toda la noche, pendiente de

ver si sube de temperatura 0 si muestra sudoraci6n.

Preparado para ir por mas fopa de cama 0 para

cambiar las cobijas humedas.

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Deje de tornar ciertas pastillas y surgi6 el terror.

El miedo a no ser yo rnisrno, como si dentro mfo

existiera otra dimension. Ya nada podra seguir

siendo igual que antes. Algo se ha roto que ha

desatado una serie de sensaciones nuevas yespe-luznantes. Siemo un frio extrafio. Estoyabrigado.

No se nata de fdo corporal. Tengo suefio, estoy

casi dorrnido, y al mismo tiernpo me encuentro

desvelado. Creo que estemprano en la neche, pero

veo el reloj y advierto que son mas de las tres de

la madrugada. No quiero que exista mi realidad,

no quiero que exista tampoco la realidad externa.

Aparece el suicidio como opci6n. No como una

decisi6n sino como dimension desesperada de las

cosas. Para cometerlo, adernas, se me ocurre el

mecanisme mas pedestre como es salir corriendo

con direcci6n a la estaci6n del metro y esperar la

llegada del convoy.

36

Nose por que me rehuso a declararrne enfermo

total. Asi. Terminal y definitive. Pienso que de ese

modo las cosas podrian ser mas fadles. Incapa-

citado por enfermedad. Que los demas velen por

mf. No quiero seguir haciendome cargo de mimismo. Yo, como mi padre, quiero lanzarme al

vado derras de la mona salvaje. Inmanejable. Ne---.-~-~

cesito mantenerme, la mayor cantidad dft tlempo

que me sea posible, en el vado infinite que mi

cuerpo va abriendo al caer. Redactar este texto me-------

calma. Pese a que el analista afirme que no existe

la grafoterapia. Lo dudo. Componerlo me aparta

del horror. De la idea de que quedare encerrado

en algun Iugar sin posibilidad de escape. Del te-

rror de haber perdido mrs facultades y haberme

convertido en una materia informe, atrapada en

un estado cercano al embrutecimiento, Quiero,

necesito, declararrne enfermo de verdad. No enfer-

mo con vida prestada, como pretenden verme.

37

 

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Llame al analista. AI telefono de su gabinete. S e

que se encuentra en otra ciudad. Es fin de serna-

na. No tengo sus otros numeros, Desconozco su

otra vida. Solo veo la que administra r:lesde un

cuarto de azotea. Con todos los elementos de la

vida diaria puestos al alcance de la mano. Con su

sabia mujer allado. Ante el vado de la respuesta

telefonica decido tamar una pastilla. 0.25 mg de

alprazolan. La angustia cede solo hasta cierto pun-

to. Voy a recoger al gata al veterinario. Le han

realizado una intervencion ligera. Una puncion,

Parece que a rafz de una herida 0de una picadura,

la oreja se le esta llenando de agua. El encargado

de laveterinaria comienza a hablarme sin medida.

Acaba de aplicar un tratamiento con choques

electricos a una caniche que ha perdido la movi-

lidad de sus patas traseras. Mientras me habla hace

ejercitar a la perra frente a la vitrina de la veteri-

naria. Habla y tira del animal, el que se enreda

una y otra vez entre sus patas. Me da instruccio-

nes sobre 1 0 que debo hacer con la oreja del gato.

Me dan ganas de informarle que seesta dirigiendoa alguien que sufre de un ataque de locura tem-

poral. Que es inutil lo que esta diciendo. Como

hubiera sido inutil hacerle alguna pregunta al

hombre de la bola en el cuello, acostado indi-

ferente a los gritos de los cientos de animales.

El analista no contesto la Hamada. AI momento

38

de terminar de marcar, el paciente reparo en 1 0

absurdo de la accion. Parece que la operacion de

marcado ha sido suficiente paliativo para que

pueda verse a sf mismo dentro de la normalidad

mas absolute. Incluso sele olvida 1 0 que tiene que

decir. Cual es la razon por laque se encuentra mar-

cando un numero que desconoce.

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No puedo tocar ningun pensamiento sin que me

cause dolor. Sensaciones punzantes en el cuerpo.

Cabriolas que hace la mente para hacer de rodas

las cosas alga desagradable. Imposible de soportar.

Trato de pensar en forma medida, desechando lospensamientos que me puedan hacer dafio, Mi-

diendo las intensidades. Eso con respecto a las ideas

pasadas, a los recuerdos. En el presente trato de

que sucedan la menor cantidad de cosas posible.

Que los aconrecimientos se mantengan estaticos,

sin gran des sobresaltos. E s por eso que latabla don-

de duermo se convierte en el rnejor lugar posible

donde mantener el cuerpo tendido. Repito, como

un condenado a muerte que espera Ia ejecucion de

su sen tencia,

I40

Mas de una vez, sabre todo cuando la mujer del

analista pide en plena sesion que la conduzcan al

bafio, he examinado los libros colocados en los

maderos que hacen de librero. Seencuentran orga-

nizados seglin temas y no siguen un orden alfabe-tico. Estan puestos los de medicina todos juntos,

los de psicologia al lado, despues siguen los de

literarura y en un rincon estan los ejemplares que,

supuse, eran de la mujer. Lo pense porque en mas

de una sesion la vi leerlos. Se trata de textos escri-

tos por mfsticos antiguos, de diferentes tradiciones.

Sospecho entonces que las tecnicas del analista,

en apariencia demasiado modernas --especialmen-

te por la crueldad de la que a veces hace gala como

simbolo de una intelccrualidad ortodoxa- provie-

nen de esos manuscritos. Imagino a la pareja, la

conformada por el analista y la esposa, buscando

en aquellos tratados una cura para mis males. Es

por eso que, como sefiale, la mujer en cierta

oportunidad dijo en voz alta, interrumpiendo de

manera violenta las indicaciones que me estaba

dando su marido, que la naturaleza y solucionde mi caso era conocido desde el origen de los

tiempos. Cuando aquella vez la escuche quede

sorprendido. Pew ahora, mirando fijamente los

ejernplares del lihrero, comprendo 1 0 que real-

mente me habia querido decir. Entendf que todo

no era mas que una reiteracion, Que los modales,

41

 

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un tanto ridiculos, que mostraba su esposo, esra-

ban fuera de lugar. Era impresionante ver la ma-

nera en que el analista tenia tan estudiados los

gestos que habfa efectuado en vida su maestro.

Desde la manera de estirar la mano para saludaral pacicnte, deseandole de ese modo una suerte

de bienvenida al gabinete donde sesionarfan, hasta

la forma de extender esa misma mano para reci-

bir el dinero que percibia luego de cada sesion.

Era notable su modo de rnirar, Con los ojos des-

quiciados y fljos en las pupilas del analizado, con

el cuerpo tenso, de la misma manera como se po-

nen rigidos los perros de caza a l sefialar a su presa.

La mujer prorrumpia en carcajadas cada vez que

veia a su marido llevando esas actitudes mas aIla

de 1 0 aceptable.

42

Uno de los momentos mas crfticos que vi en la

relacion marido y mujer ocurrio cuando el ana-

lista dio su aceptacion al dinero convenido para

las sesiones. Desde un principio el analista [e habia

dicho al analizado que pagara 1 0 que estuviera asu alcance. Recuerdo que, en ese momento, hice

un rapido recuenro de mis finanzas y se me ocu-

rrio que algunas monedas podrfan servir. Casi el

equivalente ados chelines. El analista estuvo de

acuerdo. Sefialo muy daramente que no preten-

ilia hacerse rico resguardando rni caso, y que todo

dinero era bienvenido. La que se quej6 fue la mu-

jer, quien expreso, a boca de jarro, que yo era el

unico que acudia a atenderse a ese cuarto y que

se habia llegado a una situacion tal que muchas

veces no ten fan ni para comer. Menos aun para

darle un mantenirniento adecuado a la silla de

ruedas, que de vez en cuando requerfa de engrase

y de un ajuste general. No estaba de acuerdo con

la tarifa propuesta. No podia estarlo. Se trataba

de una mujer que necesitaba de todas sus fuerzas

disponibles para poder leer los libros que su ma-rido requerfa para efectuar las curas. Debfa para

eso alimentarse correctamente. Manrener la silla

en la mejor de las condiciones. Fue ella quien dic-

tamina que el origen del estado del paciente se en-

contraba en la relaci6n que existfa entre la mona

que saltaba del techo y el padre que se arrojaba

detras del animal.

43

 

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Nunea olvidare Ia ocasi6n en que, muy tempra-

no en la maiiana, la mujer del analista chill6 desde

su eama. A esa hora el anaIista todavfa no la habfa

sentado en la silla ..La mujer dijo en esa ocasion

que si yo sentfa que dormia junto a mi propiamuerte era porque acostumbraba compartir mi

cama con un amigo que sufria de mi misrna en-

fermedad. Los dos cuerpos tornados por un sin-

drome similar. Acurrueados entre las cobijas. Cada

uno de los organismos cotejandose con el otro.

44

E n cambio, la teorfa que fijaba a l paciente como

un condenado a rnuerte era producto de la mente

del analista, En esa idea no parece haber interve-

nido la mujer, al menos no 1 0 hizo cuando yo es-

tuve presente, El analista 1 0 dijo de una manera

un tanto obvia. Curioso, porque siernpre era muy

cuidadoso en encontrar el equilibrio entre forma

y fondo. Sefia lo que mi situacion, de estar inmo-

vilizado sobre mi carna, era Ia misma por la que

podia pasar un condenado. Pero 1 0 curiosa no era

que el dijera que podia tratarse de un condenado

a muerte. No era una situacion de caracter sirnbo-

lico. La verdad es que 1 0 estaba. Llevaba sobre mf

el diagnostico de una enfermedad mortal. Se 1 0

habia mencionado al anaIista durante la primera

sesi6n. No era pues nada extraordinario subrayar

esa condena, Era la razon por la que me habia

apurado en dejar ordenados mis escritos. 2Acaso

no reparo este analista en que ya estaba muerto?

~Que la existencia de cuaIquier nueva palabra no

era sino un remedo de toda una vida dedicada a

escribir?

45

 

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En ese momento, cuando escuchaba el asunto

de la sentencia, no fu i consciente de la presenciade

la mujer. Ignoro si se encontraba en el cuarto.

Creo que mornentos antes habia pedido que la

llevaran al bafio y el analista no la habia vueltoa traer a la habitaci6n. A vecessucedfa eso.Que a

mitad de una sesi6n sacaba a su mujer del cuarto

y la dejaba olvidada. En m a s de una oportuni-

dad of sus gritos desde la distancia, dirigidos ami,

que dedan que no hiciera caso de todo 1 0 que

oia. Que ignorara las sandeces de su marido que,

como sabemos, se evidenciaban en una serie de

posturas externas tales como el modo de fijar las

tarifas 0 de ofrecer lamano. EIdivan, ademas, olfa

mal. En realidad toda la habitaci6n mantenia un

vaho sutil algo desagradable. M a s de una vez tuve

que soportar la sesi6n con las puertas abiertas.

Eso pasaba cuando momentos antes demi llegada

se le habia ocurrido a la pareja freir un pescado

o un trow de conejo. Porlamujer supeque elana-

lista era muy afecto a la carne de esre animal, al

que sella llamar: mi de li c io so lapdn.

46

Nose por que demore tantos afios,unos catorce

o quince, en relacionar la habitacion, que el ana-

lista llamaba gabinete, con el cuarto ubicado en

losalrededoresdel mercado donde vivfael hombre

rodeado de cientos de animales enjaulados. Esteyseguro de que el cuarto de aquel hombre se tra-

taba del dep6si~0que necesitaban los vendedores

de animales de la zona. Era l6gico que existieraun

lugar semejante. AqueUos comerciantes segura-

mente vivian en pobIados alejados. Era absurdo

imaginarIos utilizando las lineas de transporte

publico con sus animalesa cuestas, Todos losdfas,

De ida y de vuelta. Tenian por fuerza que guar-

darlosen algun lugar de las cercanias. Recuerdo

que cuando entramos al cuarto donde dormia

aquel hombre, no me parecieron demasiados los

animales que se encontraban presentes.

47

 

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La habitacion del analista pareda mantenerse de

una forma similar. Aparte de los implernentos que

necesitaba para la vida diaria, reunidos todos en

ese cuarto, estaba tambien la presencia del aura

de cada una de las palabras pronunciadas hastael infinite tanto por el paciente como por el analis-

ta como por su mujer. Creo que esas palabras, que

surgian de las bocas como pompas de jabon, so-

brepasaban por mucho a la cantidad de felines,

aves y cuadnipedos que soportaba el hombre del

cuarto. Seguramente la noche en que fueron de-

vueltos la mona y el mono, la excitacion que

mostraron esos animales, especial mente la mona

despues de su aventura, no 1 0 dejaron dormir.

48

Mi padre muerto en e I pavimento. Con la eabeza

aplastada mientras la mona proseguia su loea huida

hacia las casas vecinas. No se hasta ahora cual fue

la razon por Ia que yo no participe de la persecu-

cion. Yo, el principal responsable de una situacionsemejante. El que habfa juntado el dinero nece-

sario para ir hasta el mercado y en voz baja, casi

con sefias, dade a entender a los vendedores que

deseaba adquirir algo prohibido por las leyes de

proteccion de la vida salvaje. Creo que no partici-

pe en aquella caceria porque me quede pasmado

ante la posibilidad de que mi padre hubiese cai-

do de eabeza desde esa altura. La mona se lanzo, se

como hasta tres, uno, dos, tres, y allf fue mi padre

detras,

49

 

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La mujer del analista cuestiono la razon por la

que en lugar de centrar el desenvolvimiento de mi

relato en el temor ala. muerte de mi padre, hablaba

en cambio de la consecuente persecucion de la

mona. Era evidente que los vecinos debfan haberolvidado la huida del animal salvaje para reunirse

alrededor del cuerpo tendido en medio de la acera.

Mi primo llorando de rodillas. Algtin vecino habrfa

sacado diarios viejos para cubrir el cadaver. Se lla-

marfa de inmediato a las autoridades. Llegarfan

una serie de funcionarios que harlan preguntas,

tomarfan medidas con sus cintas rnetricas, y dis-

pondrian el traslado del cuerpo a las instituciones

pertinentes. Todos estos posibles acontecimientos

los iba enumerando la mujer del analista. Cual-

quiera hubiera pens ado que habia estado presente

en ellugar de la tragedia. Yo, como de costumbre,

me encontraba mirando el techo de la habitacion.

Desde mi lugar en el divan alcanzaha aver tam-

bien parte de la cama matrimonial. Se trataba de

una cama amplia tomando en cuenta las dim en-

siones del cuarto. En mas de una oportunidad me

habia preguntado como seria el transite diario

que haria la mujer desde la silla a esa cama. En

momentos as! me imaginaba al analista como un

anciano algo encorvado haciendo un esfuerzo rna-

yusculo para acostarla. Una vez envueltos en las

cobijas se pondrian a hablar mirando el mismo

techo que yo estaba apreciando en esos momentos.

50

Sentencia de muerte. Sindrome. Dormir junto a

un cuerpo enfermo. Pulsion de vida necesaria.

Males superpuestos. Caos fundamental. Angustia.

Cura. Desenlace. Malestar perfecto. Instante rnul-

tiplicado. Psicologico. Quimico. Deterioro mudoy fantasmal. Padres. Una mona pela desesperada-

mente una serie de frutas y arroja las cascaras con

violencia ..Senales de alerta que lanza mi yo mas

profundo. Fogonazos de nostalgia. Intercambio

de horrores. No se las come. Inusitado terror a la

miseria. Errores: comprar un terreno campestre y

un coche deportivo. Fanrasma de la certeza. Paseos

al campo y a la playa. La pulsion esta en pelarlas.

Panico al dinero. Preocupacion por exponer el

cuerpo ante los dernas, El dia en que alguien revi-

se mis papeles, Ratas jugando con ruedas y colum-

pios. Lazos con el exterior. Comienzo de mi uso

de razon. Vado de sus cuerpos. Animales de edad

perfecta. Senti do de la intuicion. No libertad de

la escritura. Serie de subterfugios. La madre mira.

Descansar libre y abiertamente. Error de las estra-

tagemas necesarias. La vida mansamente abando-

nada en manos de los carcelarios. La Havedebajo

de la franela que sieve de almohada. El reo acari-

ciandose a S 1 mismo. No hay pot que remer. Ama-

necer de manera inocente al dia siguiente. Mitica

nifiez en el campo. Cerrada, completa, muda. La

escritura no puede escribir mas que de 1 0 que es-

Sl

 

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cribe. Un ser sin importancia. Culpa que surge

entre la inercia y e 1 deseo. Escritura como vatici-

nio. 2Se puede sentenciar de una peor manera?

Clinica semiclandestina. Analista que duerme en

la casa del paciente, Las economfas del analizado.Desaparecer en medio del anonimato mas per-

fecto. Una escritura de transmisi6n dudosa. Creer

que el mundo verdadero es e 1 de la fantasia. La

mujer del analista. Fin del material de discusi6n.

La solicitud no oida de la presencia de un psicologo

infantil. Decir tabla en lugar de cama. La escritura

es mejor que ni. La relaci6n entre las pastillas y

el tema. Llamadas relefonicas a una ciudad desco-

nocida. Enfermo de verdad y enfermo de mentira.

Transformar los sintomas en algo tangible. Estado

innombrable. Sensaciones punzantes en el cuerpo.

Relaci6n entre el gabinete y el deposito de lo s ani-

males ubicado en las inmediaciones del mercado

de la infancia. El conejo debe bautizarse como deli-

cioso lapdn. EI cuerpo del padre tendido en la acera

y cubierto de peri6dicos. Un anciano acuesta cada

dia ala mujer del analista. Uso de colores comovehiculo rerapeutico, Cuarto bautizado ilusamente

como gabinete de trabajo.

5 2

2Se podra comenzar a escribir?

53

 

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La jomada de fa mona y elpacien te

DE M A R r o BEIlATIN

S E T E RM 1 NO D E l MP Rl MJ R E N L OS T AL L ER ES D E I MP RE TE I S.A DE C. V.

ALM_ER1 ANo, 17, C O L POSTAL, C. P .. 03410, ME <Ic o D . E

N OV lE MB R E D E 2006

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