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La lágrima del gorrión - Jaime Antolínez González

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  • HISTORIA DE UN MAESTRO TACHIRENSE

    Jaime Antolnez Gonzlez

    LA LGRIMA DELGORRIN

  • Diseo y Diagramacin:Jos Alejandro Ruiz MoraImpresin y Montaje:Walter BertiCOLECCIN PUO Y LETRA N 14Serie Historias LocalesLa lgrima del gorrinJaime Antolnez GonzlezSistema Nacional de Imprentas Regionales Fundacin Editorial El Perro y La Rana, captulo Tchira, 2012Correo electrnico:[email protected]

    ISBN 978-980-14-2359-1lf40220128002957

  • El Sistema Nacional de Imprentas es un proyecto impulsado por el Ministerio del Poder Popular para la Cultura a travs de la Fundacin Editorial el Perro y la Rana, con el

    apoyo y la participacin de la Red Nacional de Escritores de

    Venezuela. Tiene como objetivo fundamental brindar una herramienta esencial en la formacin del hombre libre y

    soberano: el libro.

    Este Sistema Nacional de Imprentas se rami ca por todos los Estados del Pas, el saber ancestral presente

    en nuestra cotidiana vida: la gastronoma, los paliativos caseros, la toponimia, la conciencia del pasado, la lectura

    de la realidad, la tecnologa popular, los refranes, las

    costumbres.

  • Con la intencin de retratar nuestra subjetividad andina en el reconocimiento de los patrimonios locales que entraa la tierra y sus cultores, nace Puo y Letra: primera coleccin de libros para el Sistema Nacional de Imprentas El Perro y la Rana captulo Tchira. No por azar es ste el punto de partida de nuestra labor editorial. Comprometidos con la necesidad de salvaguardar del olvido y la falsi cacin histrica de nuestra memoria social y nuestro patrimonio intangible, esta coleccin de libros se plantea servir de herramienta para la reconstruccin de un inventario de saberes y un mapa de orgenes que permita a la nuevas generaciones acceder al conocimiento y espiritualidad ancestral de su terruo. Historias locales, autobiografas, cartas, o cios y saberes legtimos de los pueblos: comadronas, rezanderos, sembradores de agua, calendarios productivos, oralidad y leyendas, entre otras costumbres extraviadas en la vorgine de la llamada modernidad globalizadora, del olvido globalizado, de la aculturacin y transculturacin, tendrn cabida en esta coleccin.

    Coleccinletra

    Puo Y

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    NOTA PRELIMINAR

    N siempre se cumplen 102 aos de edad en una vida tachirense. Desde las postrimeras del siglo pasado, ms precisamente el 16 de diciembre de 1896, cuando un saludable nio naci en la humilde y hermosa aldea de Peribeca de la jurisdiccin de Capacho, y luego creci hasta volverse un ciudadano til y de provecho, don Ramn Bautista Soto Bonilla se hizo presente durante casi todo el siglo XX. Slo le falt un ao para llegar, junto con los avances de la tecnologa, al siglo XXI, probable centuria estelar, de claras luces, ciencia avanzada y armona, a medida que el pasado se supera y se concientiza en el presente y el futuro.

    Desde muy temprana edad, en el hogar formado por Bernardino Soto y Rebeca Bonilla, del mismo Hoyo Bonillero de Zorca del que era hijo monseor Rincn Bonilla, el joven peribequero se educ en la disciplina caracterstica familiar andina, de diligencia, orden, trabajo y estudio. Esta norma de vida, clsica de los hogares tachirenses de antao, lo llev nalmente a la docencia y tras obtener su ttulo de Educador, fue a laborar en la escuela graduada nmero 64 de una singular poblacin, allende de Las Delicias, llamado en ese tiempo de 1919, Carrampln. All, sin otro bagaje que su saber y buena voluntad, estableci

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    el centro de estudios bajo una frondosa higuera y en pupitres de piedra y troncos de rbol sin pulir. Al principio cont con el rechazo natural de los lugareos que lo tildaron (a priori) de masn, pues, para los lugareos, era un desconocido. Y hasta que recit el Credo, el Padre Nuestro y la Salve, a peticin de los habitantes, es que fue reconocido como una buena persona designada para ser el Maestro del Pueblo.

    Poco a poco, con empeo y tesn, fue construyendo un edi cio adecuado para instruir a los habitantes del lugar andino, que eran descon ados pero aguerridos y trabajadores. Tras varios aos de fructfera labor, fue trasladado a Triba, con gran dolor y pesar de los naturales de Carrampln y sus alrededores y con natural alborozo del nuevo grupo escolar asignado. All lleg hasta Director, realizando una labor constructiva y meritoria.

    Despus fue trasladado a Lobatera, luego a Santa Ana y nalmente a la Direccin del Grupo Escolar de Capacho, en donde estuvo 15 largos aos. Hizo all gran labor, aparte de la estructura fsica del grupo, cre una Coral con su respaldo musical consistente en una banda con todos los instrumentos musicales y, posteriormente, le dio carcter de orquesta con la inclusin de un piano de cola para concierto. Y para completar, ms tarde, consigui todo un equipo odontolgico, trado de Francia, que instal en su respectivo consultorio, dotndolo de todos los implementos y, especialmente, logrando los servicios del respectivo profesional.

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    Lo descrito anteriormente es apenas una parte de su interesante existencia de ms de un siglo, en la que siempre brill con luz propia, forjando una buena familia y desempendose como un ciudadano ejemplar, amante de las buenas costumbres y de la social-democracia.

    As lo recordamos. Paz y honor a su alma.

    Y a este autntico e importante personaje tachirense, dedicamos el presente libro.

  • J A I M E A N T O L N E Z G O N Z L E Z

    La lgrima del gorrin

    Historia de un maestro tachirense

    ADVERTENCIA: Algunos nombres geogr cos y otros, as como todos los personales, han sido cambiados por razones obvias. Cualquier parecido con la realidad es slo coincidencia; sin embargo, los acontecimientos que se narran son ajustados a los hechos, segn versiones de muchos de sus actores as como de la respectiva historia.

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    PRIMERA ESCENA:EN PERIBECA

    A cien aos de un gran acontecimiento bolivariano y americano, en 1913, en una aldea integrante de las veinte que componen al Municipio Independencia del Estado Tchira, y teniendo como escenario una casa de la poca, solariega y campestre, construida con el esmero del cario de sus creadores y con las posibilidades econmicas respectivas, compuesta de varias habitaciones, patios y un solar, sembrado especialmente de rboles frutales y frondosos, con pisos de ladrillo y de tierra, con paredes de tapia pisada y con techo de tejas rojas ya ennegrecidas por el tiempo, hay un joven lugareo sosteniendo a puerta cerrada un dilogo candente, l dentro de su casa y guarecido por la pequea puerta de madera pintada de verde, y ellos, los visitantes, en la calle, portando carabinas y largos machetes, con rostros adustos protegidos de sombreros de ala ancha, y con voces amenazantes, que le espetan:

    -Salga, joven, Ud. ya no es un marantoco1, porque tiene edad de servir a mi General, como lo hacen todos los habitantes. Debe colaborar con la sagrada y con el pueblo...-No me vengan con esos cuentos!

    1 Voz tachirense para designar a los adolescentes mayores.

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    Nuestro Libertador Bolvar nos hizo libres y yo puedo escoger mi destino.-Ah! Si? No nos vengas con esas pendejadas! Aqu se hace como ordena mi general! Salga o lo sacamos!-Pues me sacarn muerto. De aqu, no me muevo!

    Y otro esbirro, con tono ms conciliatorio y con una sonrisa maliciosa, aade:

    -Mire, joven, no se haga el rebelde. Nosotros respetamos mucho al Libertador, pero tambin debemos acatar las rdenes de quien gobierna. branos la puerta y conversamos.-No, seores, si Uds. lo creen conveniente, echen la puerta abajo y traten de sacarme. Ya les dije que de aqu no me sacan vivo. Yo no he cometido ninguna falta y no deseo colaborar con el rgimen.-Caracoles! Como que Ud. quiere que lo tratemos como enemigo del gobierno. Mire, sea prudente, obedzcanos como lo han hecho todos los dems. No se busque problemas.-Yo le obedezco solamente a mis padres y a mis ideas. Venezuela es un pas libre y los que lo habitamos tambin. Les repito que no estoy haciendo mal a nadie y no tengo que arreglar nada con Uds. Por favor, djenme tranquilo!

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    En ese momento de la altisonante conversacin, una buena parte de los vecinos se asomaba por puertas y ventanas, y hasta el bobo del pueblo se haba atrevido a pararse junto a los hombres armados de la polica sagrada2. Entonces uno de ellos dijo a los dems:

    -Mejor es que volvamos en otro momento. As evitamos el escndalo y la reaccin del Cura. Acurdense que el pap del muchacho es el hombre de con anza del Padre Crdenas.

    -Mire, jovencito, en otro momento volvemos. Mientras tanto, pinselo mejor.

    Junto con marcharse la comisin policial, enviada por el comisario de turno, la tranquilidad volvi a la aldea y continuaron sus labores de rutina. El joven abri entonces la puerta, como era costumbre en la poca, y se puso a leer uno de sus libros ms preciados, La Revolucin Francesa; tambin abri un folletito contentivo de los Derechos del Hombre y un texto de Historia Patria. Igualmente se dedic a leer algunos fascculos de la magistral obra de Vctor Hugo: Los Miserables, que algn buen amigo le haba conseguido en la vecina Ccuta y se los haba obsequiado para su provecho de aprendizaje literario y social. En un cuaderno hizo una serie de anotaciones, y tras comparar los

    2 Polica sagrada, cali cativo que en la poca de la dictadura de Juan Vicente Gmez se le dio a las fuerzas policiales, creadas por el mismo dictador y sus subalternos.

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    textos, confeccion varias copias de su resumen. Ya entrada la noche, y guarecido con un abrigo y sombrero de paja pintado de negro, entre breas y zanjas, march a una montaa vecina. All, en una gruta natural, se sent en una piedra y esper largos minutos. Llegaron, entonces, varias personas ataviadas como l, y se sentaron en corrillo y alrededor de una pequea vela de cebo que alumbraba tenuemente el discreto punto.

    -Bautista, nos tienes las copias que te encargamos para, a nuestro turno, hacer ms y repartirlas en la organizacin?-S, y casi los matones de la sagrada, no me dejan realizar mi tarea. Menos mal que se asustaron un poco al venir varios vecinos, el bobo y el cura. Pero, como que algo malician y estn con el achaque de que yo tengo que salir con ellos a hacer guardias y colaborar con su rgimen tirnico. Ser, que piensan convertirme en uno ms de su recua?-Tienes que ser prudente dijo un asistente que a su vez era el boticario del pueblo vecino-. Mira que cualquier paso en falso nos agrietara el movimiento... Y nuestro ideario es el de hacer oposicin y preparar las acciones para conseguir genuina libertad. No te dejes llevar por el ardor de la juventud ni por el fuego interior de nuestras creencias; ya llegar la

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    hora de la reivindicacin y el tiempo en que no tendremos que disimular porque ya habremos de conseguir nuestros objetivos. Tenemos muchas personas importantes que nos apoyan y el pueblo est cansado de engaos y opresin. Acurdate, el n justi ca los medios. -Vea, compaerito, -terci un agricultor- Si sabemos sembrar y cuidamos la matica, vamos a tener una buena cosecha. Proteja su misin como se hace con lo que se cultiva. Nosotros sabemos que Ud. es inteligente y muy macho, y esas habilidades se demuestran en toda circunstancia. -S, as se habla, -dijo otro- y ya llegar el momento de hacerlo por todo el can. Vamos, pues, a estudiar y seguirnos preparando para estar listos. Empecemos a leer las investigaciones que realiz el compaero.

    Todos escucharon con atencin e intercambiaron sus opiniones. Horas despus y convocando para reunin la semana prxima, renovaron su promesa de defensores de la Libertad a travs de su movimiento ORVE3.

    3 Sigla de un movimiento clandestino que signi ca Organizacin Revolucionaria Venezolana que, posiblemente, dio las bases a los partidos de izquierda y de derecha que luego surgieron en Venezuela.

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    Al da siguiente, de nuevo, la sagrada llega a la casa del joven. Bautista, siguiendo los consejos de la vspera, decidi marcharse temporalmente por el trasfondo de la vivienda. Los funcionarios, se cansaron de llamar. Al n uno de ellos coment:

    -Ese como que no amaneci aqu. Quin sabe con cul novia estuvo? Porque dicen que como lee y escribe, las muchachas le piden eso que llaman poesas. Ah, brutas, como si de eso se comiera-Si, mano Felipe, como que tienes razn. Vamos pa la aldea vecina a ver si conseguimos otro.

    Regresa la tranquilidad en la aldea y Bautista vuelve a su casa a estudiar e investigar en las anotaciones que ha escrito en un cuaderno cuadriculado en cuya pasta se lee: Cuaderno de Matemticas, Primaria Avanzada, Escuela graduada 35.

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    EN EL TOPN

    Entonces recuerda que muy nio se fue a estudiar a una localidad vecina, montaa arriba, El Topn. Ya su ta, una dedicada educadora, Doa Gertrudis Bonilla, le haba enseado a leer y a escribir. Su texto fue la famosa Sitolegia y no la Cartilla de Mantilla ni la de Juan Mayor ni la de Baquero, que fueron las bases de otras y variadas generaciones. Su lpiz era el gis con el que escriba en la pizarra con marco de madera que su pap le haba comprado en San Cristbal. El camino ascenda por Cerro Lindo y antes de llegar a El Molino, deba subir una empinada cuesta; otras veces cambiaba la ruta y por un caminito de piedra y barro, por empinada cuesta, llegaba ms rpido. Los habitantes de El Topn eran en su mayora labriegos y cultivaban un carcter aguerrido por su temperamento natural de habitantes de la dura cordillera, y aunque, aparentemente hostiles, en el fondo se trataba de gente de buenos sentimientos y rmes y elementales convicciones. All haba llegado un maestro colombiano, del vecino Departamento de Santander, llamado Aurelio Rojas, quien durante varios aos ense a leer y a escribir; Gramtica, Ortografa, Geografa, Historia, Ciencias, Religin, Cvica, Matemticas, manualidades y hasta normas de conducta. Calladamente y con la mejor voluntad, sin aspavientos, y cobrando real y medio mensuales

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    por alumno, funcion el centro de enseanza durante 1905, 1906, 1907. A comienzos del octavo ao del siglo veinte, en la casita que funga como escuela, ya terminando la tarde y las clases, llega un vecino, machete en mano y vociferando:

    -Onde ts? Maestro del carajo! Bust no va a quedarse tan tranquilo en despus que maltrata a mi hijo... Le admito lo de la frula, pero que me le pegue en la cabeza puadas... No! Arreglemos eso de hombre a hombre... O es que solamente se enfrenta con nios?

    Y uniendo la accin a la palabra, lanza sobre la humanidad del sorprendido maestro un machetazo. Este esquiva la agresin y se arma con la pesada tranca que de noche serva para asegurar la puerta. En la madera se queda enterrado el machete y mientras el agresor trata de liberarlo, el maestro le dice:

    -Clmese, hombre! Verdad es que le di un coscorrn a su hijo, mas fue porque l estaba abusando de otro compaerito, ya que Ud. mismo sabe que su hijo tiene un genio terrible y mala conducta. Arreglemos esto de manera pac ca...

    -No. Qu va! Ud. me las paga. Y no le voy a dar plan sino lo... Ah va!

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    Intervienen unos vecinos y sujetan al energmeno pap, mientras le dicen que se quede quieto y no d esos espectculos frente a los nios y a los dems del pueblo. Ante las advertencias enrgicas de ellos, el labriego decide retirarse con su hijo, mientras dice amenazadoramente:

    -Ya ver, maestro Rojas! Maana lo descabezo!

    Entrada la noche, y en junta de vecinos, el educador comunica:

    -Esta misma noche me voy del lugar. Me da mucha pena y me siento a igido. Pero yo vine fue a ensear y no a pelear! Eso no va conmigo.

    Todos le aconsejan que no lo haga, hacindole re exiones acerca de las buenas obras que ha realizado y de la necesidad que los lugareos tienen de educar a su descendencia. Sin embargo, desde esa noche, nunca ms vieron los lugareos al maestro... Meses ms tarde lleg a la localidad una agraciada y joven maestra llamada Trinidad de La Cruz. Y a los seis meses tambin tom la determinacin de irse. Fue de un momento a otro. Unos decan que un enamorado se la haba llevado. Otros, que regres a su tierra, Colombia o Trujillo, porque su familia as se lo exigi. El caso fue que, de un momento a otro, desapareci. Y de la misma manera se acab la escuelita.

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    DOA GERTRUDIS BONILLA

    As pues, Bautista regres a Peribeca donde su ta Gertrudis y a la escuela que ella haba fundado, la cual haba ampliado mediante su propio esfuerzo y donde la seorita Gertrudis trabajaba de sol a sol y en la que cobraba dos bolvares de pensin mensual. Esa admirable labor dur 42 aos en la regin, desde 1906. Ya en 1925, al crecer el buen nombre de la escuela, el Ministerio de Educacin la elev a Escuela Pblica Nacional, y como maestra titular fue nombrada o cialmente su fundadora la Seorita Gertrudis Bonilla. Por all pasaron muchsimos jvenes de la regin y se educaron bsicamente varias generaciones. Tambin los lugareos acudan en busca de su sabio y prudente consejo, especialmente para indagar acerca de las lluvias y el verano, ya que la seorita Gertrudis era una metdica observadora de las seales meteorolgicas y haca sus clculos muy bien aproximados con la realidad. Todos los aos, por Enero, celebraba la Paradura del Nio con una procesin y el encuentro de vecinos a quienes les brindaba deliciosa mantecada y espirituoso vino y en medio de ello reconciliaba a los que tenan diferencias o haban reido por algn motivo. Los 16 de Julio, esta de la patrona del poblado, la Virgen del Carmen, tambin la Seorita y maestra Gertrudis

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    intervena positiva y constructoramente en su celebracin y en las consiguientes estas.

    Cuando ella desapareci fsicamente estas buenas costumbres desaparecieron pues el apogeo se convirti en apenas una sombra de esas celebraciones del folclor regional. Siempre fue respetuosamente recordada y hubo varios testimonios de su admirable obra en publicaciones y ocasiones contemporneas y posteriores. Sin embargo, no se ha reconocido su obra en toda la extensin que, obviamente, merece. Algn vecino, sarcstico, apuntaba: Claro, la Seorita Gertrudis contaba con la admiracin y agradecimiento de la comunidad y hasta de los curas; pero como no tena amigos polticos ni en el gobierno... Qu le van a reconocer su gran tarea!

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    PERIBECA

    En ese entonces, Peribeca era una pequea localidad, de la jurisdiccin de Capacho. Era tan pequea que los habitantes de su casco apenas llegaban a un ciento. Desde luego que en sus alrededores vivan muchas familias igualmente campesinas. Todas tenan numerosos hijos y eran descendientes de espaoles e indgenas de la regin, pero predominaba la raza blanca. D. Horacio Crdenas apunta que viajeros de tierras lejanas como Don Miguel de Santisteban, en 1741, llega all despus de un largo viaje por tierra, a lomo de mula desde Lima, y admira los cultivos y laboriosidad de los pobladores y en el cercano casero de Peribeca se extraa de encontrar gente rubia y de ojos azules. La poblacin estaba asentada (hoy tambin pero ms extendida) en un pintoresco y pequeo valle circundado de montaas, que se extiende desde la con uencia de las quebradas La Capacha y La Molina, que corren de Este a Oeste hasta encontrarse con la Quebrada Catarnica en el sitio de Las Adjuntas, de all uyen hacia el sur para unirse a las corrientes del Ro Torbes. Su temperatura de 15 grados en las primeras horas de la maana llegaba al medioda hasta los 23 a 25 grados centgrados. Se obtenan ricas cosechas, cultivando el maz, la caa de azcar (en un tiempo hubo hasta 17 trapiches en la regin que se abastecan con la

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    produccin local, lo que da idea de la cantidad de caaduzales existentes), el caf, las caraotas, el gallinazo, el garbanzo, las lentejas, amn de legumbres, hortalizas y frutas de frondosos rboles de deliciosos productos. Criaban ganado vacuno y porcino as como numerosas gallinas. Parte de estos productos era para el consumo de sus habitantes y el mayor porcentaje constitua la base de su comercio con las poblaciones vecinas. Peribeca est aproximadamente a 980 metros de altura sobre el nivel del mar y se ubica en el paralelo conformado por la latitud 7 51 N. y los 72 16 O. de longitud. Su suelo tiene un PH ideal, pues junto a su humedad natural une ricas substancias de su subsuelo, lo que lo convierte en un terreno sumamente frtil y productivo. En el citado ao de 1913, en el permetro de su Plaza Bolvar, el Padre Crdenas construy una nueva capilla para reemplazar la antigua que ya estaba prcticamente en el suelo. (Inicialmente la capilla fue levantada dentro de la hacienda del Padre Juan Nepomuceno Ramn Crdenas Perna, ubicada en el costado Este de la plaza principal donde hoy est ubicada la Posada de La Abuela. Era un pequeo recinto de ambiente mstico y hasta familiar. Luego, al crecer la poblacin, y, probablemente, ya deteriorada la edi cacin por accin del tiempo y de algunos movimientos ssmicos, el Padre Crdenas estim procedente cambiar la ubicacin de la misma hacia el costado Norte de la plaza para hacerla ms grande. Y, tras una fuerte inundacin, en enero de 1913, en que la corriente de la quebrada desbordada llev piedras y arena a la plaza, el

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    Padre Crdenas encomend a una Comisin de Vecinos, encabezada por un afamado constructor de la poca, don Rmulo Crdenas, para que la Iglesia fuera mejor construida y ampliada. Posteriormente, en el ao de 1968, en el gobierno del Presidente Ral Leoni, el Gobierno nacional, emprende la completa reconstruccin y restauracin de la capilla para hacerla tan hermosa como actualmente es. Durante los aos que dura la obra, la seorita Gertrudis Bonilla se hace la depositaria de los ornamentos sagrados y en su casa el Obispo, una vez al mes, acude desde San Cristbal, a celebrar la Santa Misa. Los trabajos se concluyeron ya en el perodo presidencial siguiente, y entonces el Presidente Rafael Caldera inaugura solemnemente la Iglesia, junto con las autoridades eclesisticas y fuerzas vivas de la regin. El discurso de orden es pronunciado por don Juan de la Cruz Rangel y el alborozo es total en la poblacin general).

    El sacerdote Juan Nepomuceno Crdenas era hijo del matrimonio de un espaol criollo4 llamado Nicols Mara Crdenas, casado con una seorita de La Grita de nombre Juana de Dios Perna. Dicen las tradiciones que Nicols Mara, era descendiente de un militar europeo de nombre Pedro Mara Crdenas, quien formaba parte de un grupo de soldados espaoles que caminaba rumbo al Oeste, y que al tener quebrantos de 4 espaol criollo, voz para designar a los hijos de los espaoles peninsulares que habitaron los pases de Amrica, en tiempos de la Con-quista y la Colonia. Epocas de gran desigualdad en las que se hacan graves diferencias sociales.

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    salud, se escap del contingente y se radic en el lugar antes habitado por los indios Peribecas. Del matrimonio de Nicols y Juana de Dios hubo 13 varones y 3 hembras. Todos fueron personas correctas y el ms destacado fue el nombrado Padre Juan Ramn Crdenas, quien tuvo la mayor hacienda de la poca y que se constituy en la persona de mayor in uencia en su comunidad. Junto con D. Emeterio Bonilla, venido del cercano Hoyo Bonillero de la poblacin de Zorca, las familias Pacheco, Contreras, Ramrez, Soto, Prato, Ostos, Useche, Andrade, Duarte, Chacn y otros, constituan cimentados troncos de la poblacin peribequera. Debemos recordar lo anotado por el cronista del Distrito Capacho D. Csar Gonzlez: El 15 de junio de 1627, el seor Licenciado Don Fernando Saavedra, seal resguardos a todos los indios e indias de Capacho. As lo dice el seor doctor Don Diego Carrasquilla Maldonado, del Consejo de Su Majestad y Oidor de la Real Audiencia del Nuevo Reino de Granada y Visitador General de los Partidos de La Grita y de la Villa de San Cristbal. En esa fecha sali a caballo de la poblacin de Capacho a hacer visita de ojos5 en las tierras y resguardos de los indios a ella agregados, y ver y reconocer sus deslindes y determinados, acompaado de Rodrigo de Parada, Alcalde Ordinario de la Villa de San Cristbal, y Alonso de Parada, Encomendero de los indios Peribecas;... Ms adelante dice: Los aborgenes, ya reducidos a 5 visita de ojos, expresin muy gr ca para cali car las inspec-ciones acostumbradas de los funcionarios de entonces.

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    los pueblos fundados, continuaron en el goce de sus tierras y resguardos... Quiere esto decir, en lo que concierne a la regin de Peribeca, que ya casi llega a los 400 aos de la mencin de su existencia y que en lo que se re ere a sus pobladores: primero fueron los indios Peribecas y luego los espaoles y mestizos, en diferentes fechas, y, siempre, acogindose a la sombra bienhechora y tranquila del lugar andino. Y a colacin de los habitantes aborgenes, dice el autorizado y respetable historiador D. Guillermo Morn en la Historia de Venezuela, Tomo IV, en el aparte correspondiente a las encomiendas y repartimiento de indios en la zona territorial del Tchira, dispuestas por el Distrito de Santa Fe, ya que en ese entonces perteneca el Tchira a esa jurisdiccin, hasta que en 1777, pas a ser parte de la Capitana General de Venezuela: en el pueblo de Peribeca Alonso Ortiz de Parada cuenta con slo seis indgenas. Esto nos da una idea acerca de la poblacin lugarea del entonces. Cabe deducir que, ante el interrogante de quin fue el fundador de Peribeca, no hay una respuesta que pueda comprobarse. Seran los primeros habitantes, los chitareros, los patajemenos o los de la etnia Peribeca? Probablemente. Sera la circunstancia accidental del soldado espaol herido de nombre Pedro Mara Crdenas, ya citado, que se cas con una muchacha de La Grita de nombre Juana de Dios Perna y de cuya unin hubo 16 hijos, uno de ellos el mencionado sacerdote Juan Ramn Crdenas? O bien sera que este soldado espaol era,

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    realmente, como se cita anteriormente, un descendiente del otro soldado que se apart del contingente militar de espaoles que avanzaba hacia el Oeste y pas por la regin? Ser vlida la teora de asociar una supuesta fundacin con la de la fecha en que se fund a Capacho? Simplemente por el hecho de haberse efectuado visitas por parte de encomenderos del Virreinato o de otros dignatarios para realizar censos o inspecciones, cabria asegurar o presumir que la visita podra equivaler a fundacin? En medio de estas probabilidades, podramos concluir que en realidad no hubo un fundador de Peribeca, slo se encontr la regin y gradualmente, al paso del tiempo, se establecieron pequeos fundos agrcolas, se incrementaron los maizales, los caaduzales, etc. crecieron los trapiches, las recuas o arreos fueron ms numerosos, el comercio se estableci con las ciudades vecinas, y, especialmente, la comunidad creci alrededor de la iglesia y de su ejercicio moral, social y cristiano, y esto sucede especialmente cuando aparece la obra del Padre Juan Ramn Crdenas. Entonces es a nales del siglo XIX y comienzos del XX, que el pueblo se organiza y estructura como tal o con ms fundamento. Ello constituye el origen o raz, tras la evolucin del tiempo, que hoy presenta la Parroquia Romn Crdenas, luego de haber sido la aldea General Salom que son los nombres poltico-territoriales de esta regin conocida cariosamente como Peribeca, y que es parte de la jurisdiccin del Municipio de Capacho Nuevo o de Independencia.

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    Tambin debemos aclarar que siempre ha sido un lugar sano, tranquilo y hospitalario, con una comunidad aunque no muy solidaria y unida, s poseedora de una gran riqueza humana aquilatada por el tiempo y las circunstancias positivas, entre las que deben destacarse la vecindad, dentro del mismo valle, de la rica Hacienda Peribeca de las Familias Daz Crdenas y Daz Gonzlez, provenientes de su raz ancestral genealgica representada por Don Mateo Gonzlez del Real, miembro de una linajuda familia de Pamplona, y la incorporacin a la comunidad de familias distinguidas como los Angarita, Quiroz, Duarte, Soto, Depablos, Vsquez, y muchsimas ms de reconocida trayectoria y accin, que se fueron vinculando con personas originarias de Peribeca. Ello constituye el factor importante para que, actualmente, se considere a Peribeca como uno de los centros tursticos (o potencialmente tursticos) ms destacados del Estado Tchira. Y en lo que se re ere a su lenta evolucin como poblado y a lo resaltante del mismo, consideremos el aparte de un extenso y estupendo Discurso de Orden, en 1965, de D. Carlos Luis Gonzlez: Qu mejor teraputica para curar la enfermedad moderna de la angustia y el hasto que el ambiente buclico del valle de Peribeca, o la visin de retablo de las casitas campesinas recostadas en las faldas intensamente cultivadas? Y para complementar esta descripcin breve del presente escenario, en alas de cierta imaginacin, aunque cindonos a las tradiciones indgenas, examinemos, del autor de este mismo libro, la descripcin siguiente:

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    PERIBECA (Precolombina: Antes del encuentro). Tierra de Dios y Mara Santsima (M.D.G.).

    Entre las quebradas cristalinas, rumorosas, se asienta un valle verde, acogedor, tranquilo. Tiene un escenario perifrico de montaas, caadas y llanuras. Su ambiente es mgico y especialmente impregnado de la rica naturaleza que le abraza llenndolo de color y luces singulares. Desde las montaas que lo circundan van apareciendo, de diversas direcciones, quiz de los cuatro puntos cardinales, habitantes de los alrededores. Vienen con el rostro pintado en una sola cara, con dibujos policromos de representaciones animales y vegetales, gritando vigorosamente cada uno al ver a los dems, los que vienen y aquellos que, ansiosos, esperan:

    Corre el zorca!Vuela el gusimo!Vence el ccuta!Gana el capucho!

    Y el espacio, desde los ngulos hacia el centro, se estremece con la algaraba alegre de quienes van llegando: El venegara, el toror, el grita, el seboruco, el hura, el keniquea, el aravaco, el chitarero, el motiln, el lache, el guane, el moicops, el gusimo, el aborotaes, el triba, el carapo, el toituna, el tonon, el tucap, el aza, el tchira, el tote, el cunubeca, el ccuta,

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    el zorca, el capucho. Todos van a encontrarse con los peribeca que, ansiosos, los aguardan. El paisaje lleno de colores se multiplica con los cromos de los adornos y vestidos de plumas y hojas de los indgenas; el aire se impregna de voces cantoras que imitan pjaros, eras y animales del monte; los sonidos de las onomatopeyas se remontan como guilas y descienden raudas a hacer coro natural con los osos andinos, las ranas y lo emotivo del ambiente. Entretanto, las mujeres, engalanadas con tocados de vistosas plumas, brazaletes, aretes y collares, bajo arcos de ores de capacho, frutas y jojotos, preparan la comida y las jcaras6 de chicha. Un anciano sacerdote, con la mirada dirigida al cielo, sosteniendo un dolo en la mano derecha, repite, una y otra vez, su invocacin. Se inclina, se yergue, ve hacia arriba y agita el dolo para que suenen las piedrecillas y pequeos huesos que lleva adentro. El anciano agita siete veces el dolo. Entra en xtasis. Invoca al Ches. Es su deidad pura que domina el universo, premia y castiga a los hombres. Puede manifestar su designio por medio de sus dioses secundarios. Es Dios-Padre, es Dios-Madre. Todos permanecen estticos, silenciosos, reverentes. Vuelve el anciano a agitar el dolo sonoro siete veces y entonces se nota una alegra

    6 Recipientes de barro, grandes y muy adornados, confeccionados por la alfarera indgena.

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    inusitada. Vuelve el xtasis. Agita nuevamente el dolo siete veces ms, y la alegra sube de tono... Los msicos, con sus chirimas, como el clarinete de registro bajo; con autas fabricadas con hueso de canilla de muerto; con los tambores y maracas, hechas de calabazo, inundan el ambiente con sus tonos y armonas. Comienzan las danzas ejecutadas por hombres y mujeres; primero, separados; luego, alternativamente, asidos de las manos y agarrados por la cintura. Organizan las serpenteantes y crculos alargados. Los sacerdotes recitan sus invocaciones casi incesantemente, y contribuyen con sus voces al canto general:

    -Ches, aydanos! -Mndanos siempre el agua!-Que las tierras continuamente sean frtiles!-Que el maz alegre todos los das la mesa familiar!-Que la rana no deje secar ros y lagunas!-Que las eras pasen de largo y no nos vean!-Ches: Que siempre haya paz, abundancia y alegra!

    De pronto, peticiones, msica, cantos, mascarada y danzas se interrumpen. Es el

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    momento de beber la chicha y mascar el hayo, especie de chim, y escupirlo frecuentemente. Despus sigue el banquete y la delirante esta, alrededor de la hoguera que ayuda a iluminar la noche de luna llena, propiciadora luminosa de la esta.

    Ya un poco ebrios, unos discutan y otros se amaban con visibles muestras de cario. Y continuaban cantando hasta recibir el amanecer para saludar el sol y reanudar la esta y sus tareas. Y el coro repeta el canto:

    Peribeca, Peribeca,valle de ensueo y de esta,

    te mece el ro y la pesca, te alienta el maz orido,

    tu manantial renacido, Pimpolla de mis amores, Catarnica de las ores,

    Pozo Azul de La Molina,agua pura y cantarina...

    Peribeca, Peribeca:Valle de la alegra,

    del indgena, ambrosa,suave or y maduro fruto,

    manto verde e impoluto, solaz hermoso en la serrana:

    Peribeca... Peribeca...

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    Podramos suponer, entonces, que el valle de Peribeca fue un lugar propicio y de singular encanto, donde se realizaban los encuentros de los primitivos, sencillos y dulces habitantes de esta parte del continente americano. En el ambiente qued, pues, un hlito o una estela propiciatoria de la esta y del encuentro armnico entre diferentes etnias o familias. Y, quiz, pasando el tiempo, se constituya nuevamente en el sitio de reunin y esparcimiento que el turismo induce en los sitios especiales para el avance y el solaz de los pueblos.

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    ESCENARIO PERIBEQUERO7

    Este importante y pintoresco valle, donde se asienta Peribeca, ofrece una temperatura de 23 a 26 C. Se extiende desde la con uencia de las quebradas La Capacha y La Molina, que corren de Este a Oeste hasta la unin con la quebrada Catarnica, y posteriormente hacia el Sur, para unirse con el ro Torbes. Este hermoso y prometedor paraje, al iniciarse el siglo XX, fue un emporio de riqueza agrcola. Los frutos que ms se cultivaron y que produjeron esplndidas cosechas, fueron: El maz, la caa de azcar, el caf, el pltano, la caraota, el gallinazo junto con otras leguminosas como los garbanzos, las lentejas, as como diversas frutas, como la naranja, la mandarina, la lechosa, etc. En la alimentacin cuotidiana los antiguos habitantes de la zona, preferan el maz y el gallinazo y el pltano. Recogan abundantes cosechas que les prodigaban la tierra frtil que caracteriza este lugar. Cultivaban tambin la yuca, el ocumo, el apio, el tomate, y parte de ello lo consuman. Criaban ganado vacuno, caballar, porcino y avcola. Estos productos, como ya se dijo, parte eran para la dieta diaria, y la otra, en mayor porcentaje, constituan la base de un buen comercio con las regiones vecinas.

    7 Preferimos usar el gentilicio de peribequero y no el de peri-bequense, dado el mayor uso de este vocablo por parte de la poblacin en general. (N. del A)

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    El caf y su gran importancia. El cafeto, arbusto muy apreciado por sus cultivadores tanto por ser una reconfortante bebida, como por representar una magn ca perspectiva comercial, lo sembraban en gran escala y con mucho esmero. Generalmente, la recoleccin del grano del caf era efectuada por damas entrenadas para estos delicados menesteres, que eran adornados con charlas picantes de sucesos y rumores, chismes hogareos y algunas veces, chistes subidos de color. Estas obreras tenan una jornada de nueve horas y ganaban un salario de Bs. 0,75 unas, y otras de Bs. 1,00. Ya recogido el caf lo trasladaban al fundo productor, lo extendan en patios encalados para que se secara, luego lo pasaban a la molienda para separar la pulpa del segundo envoltorio. All el proceso terminaba su fase inicial. Finalmente se empacaba cuidadosamente en bultos de 5 arrobas y se llevaba al mercado. Una vez terminada esta tarea, los arrieros organizaban recuas compuestas de 8 a 10 bestias (generalmente mulas) y procedan a trasladar la cosecha al lugar del inicial embarque, la Estacin Tchira, con destino a Maracaibo, que era para la poca el puerto principal para enrumbar el negocio del caf. En Peribeca las recuas (o arreos, como se deca en la regin) estaban formadas por 8 a 10 mulas, como se dijo anteriormente. Y quienes hacan el transporte eran, entre otros, los seores Casildo Crdenas, Juan Pablo

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    Crdenas, Consolacin Bonilla y Eugenio Pacheco. Los arrieros eran muy e caces aunque se caracterizaban por su manera despiadada, ya que castigaban a los animales para obligarlos a subir por caminos casi intransitables, como eran los de aquella poca, y haciendo jornadas de 8 a 10 horas diarias, cargando sobre sus lastimados lomos 10 arrobas de caf. Generalmente estos pobres jamelgos eran muy mal alimentados. Peculiaridades de esos duros tiempos del tradicional bregar, comentaba algn improvisado crtico. La caa de azcar. Fue otro de los productos que tuvo especial atencin entre los cultivadores, quienes en la localidad lo extendieron a lo largo y ancho de sitios importantes como Las Vegas y parte de las faldas de El Ceibal. Los trapiches, para procesar la caa, que funcionaban alrededor del poblado, eran, entre otras, de las siguientes personas: D. Manuel Daz Gonzlez, que lo trabajaba con instalacin hidrulica. Y movidos por traccin animal, el del Padre Crdenas, Enrique Branger, Las Silva, Wenceslao Crdenas, Salvador Crdenas y Eugenio Pacheco. Durante el correspondiente proceso estos trapiches empezaban a funcionar de 10 a 11 de la noche. Los obreros hacan un breve descanso a las 2 de la maana para comer una frugal merienda, luego seguan trabajando hasta las 8 de la maana, reposaban una hora y reanudaban su tarea hasta las 4 de la tarde, hora en la que nalizaba la labor, para entrar de nuevo a las 10 de la noche. El salario del jornalero trapichero era de 2 a 3 bolvares diarios, segn

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    el o cio asignado, exceptuando el pailero que ganaba un poco ms. El equipo era de 7 hombres y dos yuntas de bueyes, los cuales se turnaban cada dos horas. La produccin de melaza y de panela abasteca las necesidades de la regin. El sobrante era para comercializar con las localidades vecinas. El maz. Este precioso y exquisito grano era cultivado con gran esmero. Constituye un valioso alimento a travs de su elaboracin en deliciosas arepas, hayacas, pasteles, empanadas, atol, mazamorra, chicha y muchas ms que sera largo enumerar y que son un verdadero nutriente para la humanidad y un poderoso factor para la alimentacin de animales domsticos, como el cerdo, las aves de corral, el ganado vacuno, mular y otros que viven en compaa del hombre. Adems este cereal constituy una fuente de tipo econmico para los campesinos, que se dedicaban con gran diligencia a cultivarlo y convertirlo en materia comercial incorporndolo en los mercados que ya funcionaban en Capacho, Triba, San Cristbal y Ccuta. La Plaza de Peribeca. La describe as el personaje central de este relato: Esta plaza la conoc en los aos iniciales de este siglo (Siglo XX). Era un cuadriltero que llamaban la Plaza de Peribeca; sta tena la misma dimensin del parque que all se construy posteriormente. La plaza la conoc en pleno estado de abandono, cubierta su super cie de todo tipo de maleza, serva de corral para cochinos, gallinas, vacas, terneros, bestias.

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    Aledaas haban dos veredas que iban de Norte a Sur, hasta las quebradas de donde se surta el agua que utilizaban los vecinos para el consumo diario. Generalmente el agua la aprovisionaban de 5 a 6 de la maana y la depositaban en grandes moyones de barro. En el ao de 1913, cuando por disposicin del Padre Juan Ramn Crdenas, se construy la capilla que fue reemplazada por la actual Iglesia, la plaza empez a cambiar su aspecto de abandono y fue adquiriendo una presentacin agradable a medida que los vecinos nos interesamos por su limpieza. En el ao 73 se adorn con un parque que, realmente, no corresponde a la categora que merece este pequeo, pero digno e importante conglomerado social. As que hubo un mal dirigido parque, que sirve para la recreacin de los nios y el pretendido descanso de los mayores, que consumen desmedidamente bebidas alcohlicas. (Aos ms tarde se refaccion la plaza, colocndole una gloriosa estatua de El Libertador y cambiando su nombre a Plaza Bolvar de Peribeca, pero sigue siendo mal usada por personas mayores que la han convertido en sitio de esparcimiento ocioso y alcohlico, lamentablemente.- N. del A.). La Iglesia. En el ao de 1912 diriga, tras varias dcadas, los destinos espirituales, sociales y religiosos de Peribeca, el Padre Juan Ramn Crdenas, quien fue el personaje que por su cultura y jerarqua de sacerdote, ejerca pleno dominio sobre aquella incipiente sociedad. Un domingo, al terminar la celebracin de la misa, nos exigi

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    que no abandonramos la iglesia porque tena algo muy importante que tratar con nosotros. En efecto, pocos momentos despus se incorpor al grupo de personas que lo esperbamos, tom una silla y empezando con un saludo muy cordial, con voz grave y reposada, que denotaba cansancio, se dirigi al grupo, ms o menos en estos trminos: Siento que los aos se apoderan de m y me preocupan las difciles condiciones de salud que cada da empeoran mi actividad en el trabajo que debo realizar. Molesto la atencin de ustedes para comunicarles que he pensado construir una capilla de mayor espacio que sta, ya que est muy vieja y deteriorada. As que he pensado pedirles a ustedes su colaboracin para transportar parte de la arena y la piedra, que las lluvias del ao pasado dejaron en abundancia, con las crecidas, en las playas de la quebrada aledaa. A una viva voz todos los presentes ofrecimos que ya mismo empezaramos, con la mayor voluntad y cario, y enseguida iniciaramos el acarreo de estos materiales. Igualmente nos inform que haba designado a Don Rmulo Crdenas para que ejerciera la ejecucin y direccin de tan delicada obra, que haba decidido construir, para dejarnos un recuerdo antes de su despedida eterna, que la presenta muy cerca, y que con ramos que dicho seor Crdenas, con su esmerada capacidad y pleno conocimiento, llevara la obra a feliz trmino. Con esa breve y triste despedida, regres a su mansin. Poco tiempo despus el reverendo sacerdote falleci, sin haber visto la proyectada y nueva capilla.

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    Educacin y cultura en la naciente formacin humana. Estos dos aspectos, que indican el estado social y cultural de un conglomerado humano con incipiente condicin de desarrollo, se testimonian de la siguiente manera: A comienzos del Siglo XX, Peribeca senta un vivo deseo de mejorar su estado de atraso y en atencin a esta sentida necesidad, acept con especial inters que una seorita de nombre Margarita Barreto, proveniente de San Cristbal, fundara una escuela en una casa vieja que cedi doa Julia Crdenas, a setenta metros, ms o menos, al Oeste de la Plaza Principal. La seorita Margarita visit los hogares, para ofrecer sus servicios como maestra y convoc a los representantes para una reunin al da siguiente con objeto de tratar asuntos relacionados con la iniciacin de su labor. Efectivamente hubo la reunin y transcurri de la siguiente forma: Doa Margarita hizo su presentacin personal y consign sus aspiraciones de ser til a la comunidad, especialmente en el aspecto educativo. Para este n propuso fundar una escuela para la enseanza primaria mediante su esfuerzo y la decidida colaboracin de los habitantes del casero. La colectividad, especialmente las damas presentes, acept el proyecto de la seorita Barreto, quien expuso el plan que pensaba realizar. Las clases seran de Lunes a Sbado y el horario, de 8 a 11 a.m. y de 2 a 4 p.m. El sbado se destin para actividades propias de los alumnos y para la instruccin del Catecismo.

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    Las mensualidades a pagar por cada alumno seran de Bs. 3, cancelados el da ltimo de cada mes. El material escolar era un libro de Mantilla, una pizarra con su gis, y un taburete o silla. Un ao largo funcion la escuelita, hasta que se produjo un desagradable incidente entre la maestra y una dama, madre de un alumno, por faltas cometidas por ste y que la maestra trat de corregir. La madre se puso al lado de su hijo y desautoriz pblicamente a la maestra. Al da siguiente sta se despidi de los alumnos y, tristemente, se march a su casa. Este desenlace caus malestar en la comunidad que estaba satisfecha con la labor educativa de la maestra Margarita Barreto. Nueva y de nitiva escuela. En 1906, la seorita Gertrudis Bonilla, distinguida joven dama del casero, inici la creacin de una escuela privada con un reducido grupo de alumnos. La seorita Gertrudis siente la necesidad de crear un centro de educacin bsica ya que la niez del casero crece sin recibir una orientacin docente, y, con esa meta, funda una escuela que empieza con un reducido nmero de alumnos, sin otro recurso que su decidida voluntad de ensear valores y fundamentos humanos. La escuelita empieza a funcionar con cuatro alumnos y fue creciendo a medida que los resultados llenaban de satisfaccin a la comunidad, hasta llegar la inscripcin a 40 alumnos. Se estipul una pensin mensual de 3 bolvares y la instruccin llegaba hasta un equivalente de tercer grado.

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    En el ao de 1925 la fama de la escuela creci de tal manera que el Ministerio de Educacin la elev a Escuela Pblica nacional y, naturalmente, como maestra fue nombrada la seorita Gertrudis Bonilla; cargo que desempe hasta 1948, ao en que fue jubilada, habiendo cumplido 42 aos al servicio del magisterio.

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    BAUTISTA Y SU ENTORNO

    Sumando todas las anteriores consideraciones, ubiquemos al actor principal de la presente historia, en el dicho comienzo del siglo pasado, en la tranquila localidad tachirense, y con las incomodidades propias de las circunstancias y con los sueos caractersticos de su espritu crtico, combativo y poco adaptado a las condiciones por las que atravesaba el colectivo, que no concordaban, ni un poquito, con sus pensamientos acerca de la dignidad del hombre y de sus legtimas aspiraciones como criatura de Dios y como habitante de un pas libertado por el gran Genio de Amrica, Don Simn Bolvar. Bautista sigue investigando en su tiempo libre. Cumple con sus deberes y obligaciones como buen hijo de familia y colabora decididamente con el laborioso quehacer de su Padre, Don Bernardino, que, en efecto, ejerca como hombre de con anza del sacerdote. Era como un administrador de la hacienda y transmita y haca cumplir elmente las rdenes y disposiciones del Padre Crdenas. l le deca a Bautista que siempre vivira muy agradecido con el buen Cura, especialmente porque cuando una joven colombiana, embarazada y expulsada del seno de su familia, lleg agarrada de la cola de un caballo, parte de la recua de un argonero, que vena de la frontera, y fue precisamente el Padre Crdenas quien le dio asilo y apoyo, incorporndola a su servidumbre y custodia.

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    Era una quinceaera de distinguida familia, con estudios generales y adornada de conocimientos musicales que la hacan una buena pianista e intrprete de los clsicos, y se trataba, nada ms y nada menos, que de su querida y sufrida madre Juana. Ella dio a luz su criatura y a los ocho meses falleci dejando hurfano a su hijo. As que l se haba levantado bajo la tutela del sacerdote y se haba casado con una seorita hacendosa y preparada, de nombre Rebeca Bonilla, propuesta por el mismo Prroco. De ese matrimonio hubo 8 hijos y el primognito era Bautista. La disciplina y las buenas costumbres eran caractersticas de las familias de ese entonces. Privaba la opinin del padre sobre todo lo dems, y la madre era la responsable de los hijos en ausencia de su marido. La ascendencia del pensamiento religioso y costumbrista in ua y determinaba considerablemente en el comportamiento de todos los habitantes. Desde luego, haba tendencias derechistas y de izquierda y hasta de otras ideologas que llegaban a travs de los medios de comunicacin y de todas las noticias que alcanzaban la opinin general, procedentes de diversas y variadas fuentes de origen o interpretacin. A ello se sumaban otros factores, como el aislamiento del Tchira con el resto del pas por lo precario de las vas de comunicacin, que slo eran, en el siglo XIX y comenzando el XX, caminos y trochas que en invierno se tornaban intransitables. Para ir al centro de la nacin, preferiblemente se elega la ruta por territorio colombiano por la facilidad de acceso y, por lo tanto, era ms fcil ir a Bogot

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    que hacerlo a Caracas. Esta situacin unida a las transacciones comerciales e intercambio de productos (de Venezuela a Colombia, especialmente caf para embarcarlo hacia los mercados europeos y de all ganado y productos importados) mantuvieron la unin entre el Tchira y Colombia, a pesar de haberse disuelto ya la Gran Colombia. Naturalmente que esto in uye en los movimientos de emigracin e inmigracin. Dice el poeta y crtico venezolano, profesor El Caicedo, en su obra publicada en 1992, impresa por Editorial Toituna, bajo los auspicios de la Asociacin de Escritores del Estado Tchira: ...Encontramos que los primeros maestros de escuela en el Tchira son colombianos, los primeros periodistas en el Tchira son colombianos, ...la gran mayora de las primeras poesas publicadas en el Tchira son de poetas colombianos. Igualmente encontramos a intelectuales de la talla del escritor J. M. Vargas Vila (de tendencia izquierdista) que segn Jos Abel Montilla: Fue maestro de escuela primaria en Capacho. Tambin a Don Ramn Velsquez (natural de Santander), padre del hoy intelectual e historiador y ex Presidente de la Repblica Ramn J. Velsquez, que ejerci la docencia en varias ciudades del Tchira. En n, la presencia del educador colombiano en el Tchira es innumerable, abrumadora y admirable.... Si revisamos la historia de nuestro periodismo encontramos la presencia gigante del intelectual colombiano ejerciendo la labor periodstica y forjando, cual fragua de Vulcano, la futura intelectualidad del tachirense. Casi

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    podramos decir que detrs de cada peridico, de nales del siglo XIX y principios del siglo XX (escenario de la poca que estamos tratando), hay un colombiano, bien como fundador, bien como tipgrafo, bien como corrector, bien como redactor, bien como colaborador o bien como animador. Para ilustrar nuestra aseveracin basta nombrar slo unos cuantos: El 6 de septiembre de 1845 nace el primer peridico del Tchira, El Eco del Torbes, acontecimiento que marca el punto de partida de la cultura tachirense de todos los tiempos, como dice el profesor e intelectual andino Don Pedro Pablo Paredes. El autor y fundador de ese peridico no es otro que un colombiano, Domingo Guzmn Escandn, el fundador del periodismo en el Tchira. En ese mismo ao circula El Griteo Oprimido, editado en la imprenta del colombiano Guzmn Escandn. En esa misma imprenta se editan todos los peridicos que circularon hasta 1859, cuando se trae la segunda imprenta al Tchira, segn el historiador Don Rafael Mara Rosales. En el ao de 1891 circula El Eco Andino, dirigido por el escritor liberal colombiano Jos Mara Vargas Vila. En ese mismo ao circula El Contador, cuyo redactor es el maestro colombiano Dr. Teodosio V. Snchez. En el ao 1897, el mismo maestro Dr. Teodosio V. Snchez es redactor de El Anunciador, peridico dedicado a lo social, lo econmico y la Literatura. En 1908, el periodista colombiano Pedro J. Snchez Cabrales, padre del escritor y periodista tachirense Monseor Carlos Snchez Espejo, funda en Rubio El Aldeano, semanario poltico, noticioso, comercial, literario

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    y de variedades. En 1910, el colombiano Don Ramn Velsquez funda en la ciudad de Rubio la revista quincenal El Centauro. En 1912, el magn co tipgrafo y periodista colombiano Manuel A. Cote, funda en la ciudad de Rubio El Andino. El primer bardo neogranadino que hemos de hacer resaltar con permanencia en el Tchira, es el renombrado poeta, liberal y anticlerical, Jos Mara Vargas Vila, el poeta que se convirti en un lder de la juventud liberal del Tchira, por su pluma cargada de virulencia.... Vargas Vila vivi en San Cristbal admirado y rodeado de amigos.... Vivi integrado a la sociedad intelectual de la poca, muestra de ello es su designacin como orador de orden en un acto celebrado en el Teatro Garbiras, la noche del 20 de julio de 1888 con motivo del Centenario de Pez.... Con frases desgarradoras y palabras cargadas de dolor, en medio de su peregrinacin obligada, en un aparte de su discurso, dijo: Quin me diera tener el acento de Jeremas para llorar con l; apostrofar como Ezequiel; gemir como David, y tener la inspiracin sombramente grande de Palestina, para poder entonar un miserere lgubre cuyas notas cayeran una a una, como lgrimas del patriotismo, sobre el catafalco de la libertad de Colombia! Cita que el historiador venezolano Rafael Mara Rosales, transcribe en su interesante libro Estampas de la Villa, y en el que tambin anota su opinin acerca del poltico neogranadino en tierras tachirenses: Dejaba discurrir la tremenda ponzoa de su pluma y las novedosas ligranas de su personal estilo, para

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    decir verdades o burilar metforas expuestas con una puntuacin que muchos quisieron imitar en una poca donde el temor al qu dirn era cobarde o hipcrita comodidad de la gazmoera. Un norteamericano, de origen mejicano, de la Universidad de Stanford, D. Arturo Guillermo Muoz, comenta que: el mayor nmero de extranjeros que se estableci en el Tchira fue colombiano. Muchos eran de la regin fronteriza de Santander. Su ingreso a la sociedad tachirense fue facilitado por los incontables matrimonios entre tachirenses y santandereanos. El viajero colombiano Isidoro Laverde Amaya, se impresion con las similitudes culturales entre el Tchira y Santander y expresaba: ...los tachirenses son muy parecidos a los santandereanos... Y re rindose e la capital fronteriza colombiana dice: ...todo el mundo sabe que en Ccuta las costumbres y la forma de comportamiento de los maracaiberos y de los tachirenses predomina de tal grado que la ciudad parece ms venezolana que colombiana. Ms adelante apunta: El mismo Capacho que era centro de elaboracin de quesos y mantequilla, tambin obtuvo reputacin por su cermica y alfarera. En la escuela para nias de Capacho, adems de las materias acadmicas requeridas, se enseaba el tejido de sombreros al estilo colombiano. Los tachirenses mismos consideran su regin como una tierra de oportunidades donde cada hombre poda mejorar su suerte, mediante el trabajo constante. Por lo tanto, los pillos u holgazanes no eran tolerados.

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    Los productores de caf, los comerciantes y los letrados encabezaron siempre los esfuerzos para poner n al aislamiento de la regin, y mantuvieron lazos comerciales y culturales cada vez ms fuertes con el mundo exterior. Como hemos visto, esta lite no controlaba la autoridad en el Tchira y tampoco monopolizaba los recursos regionales. El predominio de la pequea propiedad, la necesidad de mano de obra, el sentido de igualdad y la universal posesin de armas de fuego por parte de todas las clases sociales tendan a debilitar el poder de la clase pudiente y culta. Mas no slo hubo in uencia en el pensamiento del tachirense por parte de los inmigrantes colombianos, tambin hubo la procedente del Zulia, de Mrida y Trujillo, y de los llanos de Barinas, y en algn porcentaje, aunque ms en materia mercantil, de Alemania e Italia, no menos interesantes e importantes en la in uencia del conocimiento, la agricultura, las tendencias y el obrar. Y para mejorar el marco de la poca, completemos la idea con una acertada conclusin del erudito estudioso jurista, escritor, historiador y diplomtico sancristobalense D. Jos Abel Montilla: Haba all (en el Tchira) una concentracin de variadas corrientes: de Colombia, disciplinas de estudio, cultura, literatura, compostura social; de Maracaibo, nimo comercial; del Llano apureo, ganancia fcil, imprevisin, inquietud, alegra; de Mrida y Trujillo, doctores y sacerdotes formados en los Seminarios tridentinos y en la Universidad y generales y polticos mal avenidos con regmenes localistas.

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    Este era, pues, el escenario donde se desenvolva nuestro personaje nacido en Peribeca y mecido por el rigor y la rmeza de la cordillera andina, aunque en medio de la inde nicin de pensamiento de la poca y de los vaivenes causados por diversos motivos y circunstancias que la historia cuenta en su mayor parte y que otros recuerdan por haberla vivido y escuchado de sus ancestros.

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    EL JOVEN BAUTISTA Y SUS PROYECCIONES

    Bautista era un asiduo lector y estaba enterado del pensamiento y las actuaciones de su entorno. Desde luego, daba gran importancia a aquellos escritos que defendan los principios de independencia y de libertad porque encajaban perfectamente en sus planteamientos y criterio, en una poca en la que campeaba la represin y la exagerada costumbre de vivir de acuerdo con tradiciones gastadas y hasta enfermizas. Se trataba de un joven observador y perspicaz que, persistiendo en su empeo, hasta en las noches, a la luz de una vela, lea y lea. Esto lo converta en una persona un tanto diferente, pues se sala del tpico habitante de las breas andinas, que obraba de acuerdo a cierta acomodacin de las circunstancias de la poca, aunque tambin realizaba sus labores de agricultor y de persona de bien. Ms tarde, para completar sus estudios, iba a pie recorriendo seis largos kilmetros, desde Peribeca hasta Capacho, por lomas y malos caminos, con una voluntad inquebrantable y con un sacri cio que le estimulaba a realizar su propsito de formarse de mejor manera. Al principio, sus condiscpulos le miraban de reojo y hasta se atrevan a cali carlo un tanto despectivamente por ser de una aldea; sin embargo, al tratarlo y reconocerlo como un

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    joven inteligente y aplicado que les ayudaba en sus deberes y en sus naturales incgnitas de estudiantes, especialmente en matemticas, ms bien se convirtieron en buenos compaeros. En Capacho tuvo inmejorables amigos y entre sus maestros, recordaba siempre al literato Vargas Vila, quien ejerci all como docente. Aos ms tarde, entre su ir y venir, tras estudiar, leer y trabajar, con el natural incentivo de su personalidad de ser inquieto y preocupado por la idiosincrasia del habitante de su pueblo, continuaba en sus propsitos y actividades que, si bien algunas autoridades cali caban de clandestinas, realmente eran producto de su capacidad e inters por tratar de contribuir al lgico cambio de las cosas que afectaban el bienestar del individuo por un ambiente edi cante que digni cara la comunidad sin apelar al compadrazgo ni a las zancadillas o tretas que se acostumbraban para gobernar y administrar los bienes del pas y en la prctica de la justicia, que muchas veces se rega ms por la voluntad de los funcionarios que por la aplicacin de las leyes y el sentido del equilibrio humano. Ya se haba acostumbrado a que, de cuando en cuando, lo buscaran patrullas de la sagrada para requerirle su servicio al gobierno. Naturalmente que esto le preocupaba, y en una de las reuniones nocturnas que se efectuaban en diversos sitios de las montaas vecinas, que cada vez eran ms arriesgadas, pero a la vez, segn sus asistentes comentaban, ms interesantes y provechosas, planteaba su preocupacin:

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    -Estos esbirros, pretenden que yo sirva a la fuerza y quieren convertirme en un borrego ms. Lo peor, es que con ellos no se puede razonar ni entrar en la menor consideracin; pareciera que no leen las publicaciones o, bien, es que se hacen los pendejos.-Por qu te preocupa tanto esa situacin, si ya la tienes dominada? coment Ramn Guerrero.-Es que me indigna que tengamos que ser tan ignorantes y que soportemos el mismo rgimen de dictadura que tanto sacri cio cost a los patriotas conseguir remediar, y que, pareciera, que perteneciera ya al olvido. Fjense lo que el compaero Po Gil expone al respecto: Leamos: El recluta se derrite bajo el sol de las llanuras, se emparama en las nieves de los nevados, se fatiga en las cuestas pendientes, se ahoga en los ros crecidos, combate sin saber por qu, mata sin odio, se sacri ca sin recompensa, muere sin gloria... Esta es la enseanza y la experiencia de tantas guerras civiles que nos han circundado por el apetito desmedido de unos pocos que llevan a las masas ignorantes a matarse y perseguirse entre s.-S seor asever el Boticario del pueblo vecino-. Por aqu en la falquitrera tengo un recorte del compaero Pedro

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    Mara Morantes, de uno de sus libros, El Cabito. Atiendan compaeros, que este artculo es toda una leccin. Y con voz pausada y grave, ley: En nombre de la supersticin religiosa se apedreaba antiguamente a las brujas; la moderna religin del Dlar tiene tambin sus supersticiones y en nombre de una de ellas, la guia, se apedrea a los infortunados. La mala suerte es un estigma infamante para el moderno culto del xito, ser vencido es una inmoralidad imperdonable en la moderna tica del lucro. Y dicen los rechonchos Apstoles del Becerro de Oro: Hay que apartarse de los cados, es necesario huir de los vencidos, debe evitarse a los perseguidos. No des agua a los sedientos, ni de comer a los hambrientos, ni consueles a los que lloran. Todos ellos son unos viles porque son unos derrotados en la lucha de la vida. Si no puedes apedrearlos para eliminarlos, huye de ellos para que no te contaminen. Ellos no merecen vivir, porque la vida es premio que se reserva a los ms aptos y a los ms fuertes. Ellos, los pobres-hombres, no deben quitarle en la tierra espacio a los sper-hombres. Ellos no deben entrar en la gran esta del mundo, donde se divierten los avispados, los millonarios acaparadores, los caudillos asesinos, los ministros concusionarios,

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    los tesoreros desfalcadores, los generales que se venden al enemigo, y los traidores que delatan a sus compaeros. Para estos, tened aplausos, tened genu exiones, tened aclamaciones, para aquellos otros tened vilipendio, tened burlas aceradas, tened aislamiento implacable... ( ! !)

    Rein un silencio expectante y hasta la llama de la vela que ya iba por la mitad, aun sin corrientes de aire, vacilaba y trataba de apagarse. Pasados unos minutos, el que funga de socilogo del grupo, coment:

    -Bien expresa Po Gil en su crtica social, en boca de uno de los personajes terribles de su libro: Ser rico o ser pobre es tener dos naturalezas opuestas; el hombre en s no es nada, su valor se lo dan sus bienes de fortuna. Y debemos trabajar para obtener el cambio de estos conceptos por los de igualdad y respeto de los derechos humanos. Por eso es que nos reunimos, para formar cimientos de una ideologa propia y acorde con nuestro pas y las necesidades y aspiraciones de sus habitantes. Quin ms nos quiere nutrir con sus conocimientos para popularizar con razonables fundamentos nuestro gran movimiento?

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    Y el ms viejo, con ms experiencia, que era agricultor y que curiosamente, a la vez, haca de abogado, dijo:

    -Consideremos, junto con nuestra manera de pensar en cuanto a derechos y obligaciones del Estado, y la posicin del mismo frente a la realidad nacional, los claros razonamientos del gran compaero Morantes, cuando hace su sabia crtica de la situacin, en Cuatro Aos de mi Cartera: ...En Venezuela las palabras no son signos de ideas sino sonidos vacos, que no signi can nada...! ...Pero, qu quiere decir Regeneracin? Qu se regener? Qu quiere decir Federacin? Sern Estados federados esos que consultan al gobierno central hasta para el nombramiento de sus alguaciles? Gran Partido Liberal? Ser gran partido la oligarqua amarilla, y ser liberal el partido que impide la discusin de sus actos y repleta las prisiones con sus adversarios polticos? Revolucin Reivindicadora? Se reivindic algo? Revolucin Legalista? Triunf la Ley entonces? Entre las cosas y las palabras, como entre los ttulos y las personas, hay a veces una completa desrelacin. A veces una descarada contradiccin. A las cosas y a los hombres se les ponen adjetivos y sobrenombres que les quedan tan bien como una lanza a Cristo, y as se

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    llama Revolucin Libertadora a la que de antemano haba comprometido la independencia nacional.... Lo nico que nos falta es que nos pongan las palabras de los tiranos de turno como si fueran las de las ideas de nuestros libertadores! Y es que las leyes se hacen pero no se cumplen! Cundo, realmente ser el pueblo el que reciba los bene cios de un buen gobierno?... Cundo ser que el pueblo, comprendiendo sus deberes, se una y exija su dignidad y sus derechos?-Cuidado! advirti el que haca de centinela y coordinador- Se escuchan pisadas de caballera. Deben ser los matones de la ronda de la sagrada! Apaguen las velas! Silencio! Y vaymonos pronto de aqu. Maana en la noche dejamos razn donde mano Felipe. La contrasea: Por favor, compadre, ensenme el camino donde no hay serpientes.

    Bautista se fue emocionado. Consternado por la situacin descrita. Lleno de esperanza porque haba una organizacin en pro de un pas ms acorde con la civilizacin y el progreso.

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    RECUERDOS

    Llegando a su casa su pensamiento se dirigi a algo que vea y oa y que le record un episodio de su niez: Estaba terminando el siglo XIX. Julito, tena apenas cuatro aitos (algunos exclamaban que no poda ser, que cmo se iba a acordar a esa edad? Pero, en realidad as fue porque luego las personas mayores rati caron el suceso)... La madre, muy cariosa pero muy rgida, contribua a la economa del hogar como era la costumbre general- y venda a los vecinos o intercambiaba los productos de su tierra, de su gallinero y los de su propia manufactura..., en otras ocasiones enviaba a sus hijos con los productos a lugares cercanos... Alguna vez que haba elaborado unas arepitas de jojoto de maz tierno, siguiendo una tradicional y deliciosa receta, envi al nio donde una vecina llamada Doa Julia, con 20 arepitas en una bandeja cubierta con un pao blanco y limpio, para que ella, a su vez, le entregara, a cambio, tres docenas de huevos. Y Julito contaba: Por el camino, agarr una de las arepitas y, envuelta en una hoja de pltano, la puse al pie de un rbol cercano. Continu mi camino, entregando las arepitas y recibiendo los respectivos huevos ... Pasados unos minutos, luego de mi regreso a casa, doa Julia lleg a informar que slo haba 19 arepitas y que faltaba una. En seguida, mam me llam para reprenderme y, sin dejarme decir nada, me aplic tremendo castigo con unas ramas secas mordindome las costillas.

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    Doa Julia se indign y dijo: -Comadre: Cmo es que castigas a tu pequeo, sin ms ni ms? A lo mejor te equivocaste, o al nio se le cay accidentalmente la arepita faltante... Mira, cmo le has puesto los lomos a tu hijo! Realmente, eso es injusto! Ven ac, muchacho, vamos a curarte. Y a ti, Encarnacin, voy a enviarte otra docena de huevos para que as quedes contenta y no maltrates tu descendencia.

    Mam no saba qu hacer; yo, tampoco. Pero al n me fui con doa Julia para que me curara. Tras sus tiernos cuidados, ella me pregunt:

    -Julito, qu pas con la arepita?

    Y yo le cont que la haba dejado envuelta al pie de un rbol cercano, para luego comrmela y as probar a qu saba, pues mam nunca nos daba de ese manjar. Doa Julia se ri mucho. Y para consolarme, me dio tres arepitas con una taza de aguadepanela. Al terminar la merienda, y ya de regreso a mi casa, muy seria, me recomend que devolviera a mi madre la arepita que haba faltado.

    -Qu vaina! -autocoment Bautista-.Y estas cosas, continan pasando!

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    REALIDAD Y ASPIRACIONES

    En la vida del lugar se siente la tranquilidad relativa de la provincia, aunque alterada por el temor que las autoridades del momento sembraban en el nimo de sus pobladores. No es el razonar, ni los postulados, ni los programas, sino una mezcla de promesas en base a las crticas de los regmenes anteriores y un sistema de represin para llenar de miedo a la poblacin seguramente con el n de no permitir al individuo ascender hacia un plano en el que pudiera convertirse en aspirante a una condicin que pudiera colocarlo en contra del pensamiento, muchas veces caprichoso y arbitrario, del gobernante de turno. Sin embargo, muchas personas aspiraban a superarse y saban que el estudio y el mayor conocimiento abriran las puertas a sus legtimas aspiraciones. Y, precisamente, nuestro joven peribequero, ya con 18 aos de edad, estaba en esa posicin. Comentando con un amigo se desarroll el siguiente dilogo:

    -Bautista, yo se que eres una persona de legtimas ambiciones y que cifras tus esperanzas de adelanto en el conocimiento; sabemos que eres persona de estudio y que te la pasas leyendo y pregonando lo que aprendes con quienes quieren escucharte. Sin embargo, en la provincia no hay muchos medios para estudios superiores.

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    Estos se consiguen en Caracas o en Colombia o en otro pas...-S, muy bien; pero qu puedo hacer yo si realmente carecemos de los medios econmicos su cientes para realizar esas aspiraciones? Hasta donde los medios al alcance en la regin me han permitido realizar, lo he logrado con el apoyo de mis padres y de mi ta, as como con el buen consejo de personas como Ud. que desean que uno eche para adelante.-Por supuesto, mi querido amigo. Sin embargo, Ud. debe recordar que muchas personas lo han logrado, precisamente, pidiendo ayuda a quienes estn en el poder o en posicin de constituirse en mecenas...-No, D. Lorenzo; yo no voy a pedirle a nadie. Los mecenas ya no existen y quienes estn en el gobierno, qu se van a jar en un joven de provincia! No, yo no puedo vivir de ilusiones... Debo obrar de acuerdo a la realidad, por cruda y dolorosa que sea.-Bueno, Bautista, no te voy a quitar la razn de lo que expones con tanta vehemencia. Pero, acurdate que esta parte del cantn tiene un hombre que s ayuda y que tiene la posicin para hacerlo, aparte de que se trata de un ser de buenos sentimientos y de buen obrar. Te hablo de D. Romn Crdenas

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    que naci aqu en El Ceibal y que estructur tcnicamente la Hacienda Pblica del pas, aparte de otras obras que realiz y que t conoces, como esas grandes construcciones en Capacho. Estoy seguro, de que si le escribes, l te va a contestar positivamente. Es ms, me comprometo a hacerle llegar en mi prximo viaje a la capital la peticin y la epstola que te estoy insinuando. Djate de orgullos y vanidades y comprtate con la realidad de las cosas, pues sabemos que t eres un joven razonable y experimentado.-Le agradezco sus consejos y sus crticas, porque s que me habla de corazn y con la mejor intencin. Y voy a hacerlo. Cundo viaja Ud. a la capital?-En ocho das tenemos lista la recua con la nueva mula madrina, y los arrieros ya van a estar de vuelta de su descanso. Ud. sabe que estas travesas por montes y valles nos llevan unos tres meses para llegar a Caracas. Y lo felicito, porque cuando el que aconseja es el buen espritu y no el orgullo, las cosas salen bien. Espero por la carta. Ya ver que tendr una buena respuesta.

    En efecto, a los dos das ya estaba la carta en poder de D. Lorenzo, el dueo del nico

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    transporte terrestre viable que exista por ese entonces. Pero pas el tiempo y despus de dos aos no hubo contestacin alguna. Bautista comenta con su pap lo sucedido. Y anota la extraeza que le ha causado que D. Romn Crdenas, siendo hijo de la zona y amigo de la casa, no le haya resuelto nada.

    -Pap, no le parece bastante inslito el insuceso? Naturalmente, debemos tener en cuenta que los paisanos al estar en una posicin elevada se olvidan de los humildes...-No, hijo. No es eso. Y s porqu se lo digo.-Respeto mucho su opinin, pap; pero me quedan muchas dudas. Y es curioso que Ud. diga con tanta rmeza que no se trata del comportamiento que yo supongo. Pap, hbleme con franqueza, como siempre lo ha hecho.-Hijo, no lo tomes a mal. Ud. sabe que nosotros somos gente humilde; que no tenemos mayores fortunas; que aqu en la provincia somos alguien; pero en la gran ciudad apenas somos unos desconocidos... Por eso, cuando lleg la respuesta de D. Romn Crdenas, en la que haca una invitacin a que fuera a Caracas para que all encontraras nuevos rumbos, yo experiment temor de que le pasara algo a Ud. y

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    que, de pronto, tuviera un fracaso o humillaciones, y yo conozco mejor su carcter que nadie.-Entonces D. Romn me invit...-S; pero no le dimos curso a eso; la culpa no es de l, sino, realmente ma. Y lo he hecho con la mejor intencin por el gran cario que le tengo.

    Bautista no coment nada. Senta un gran vaco dentro de s. A la vez saba que su pap lo quera y que siempre le haba dado su apoyo. Pero, no terminaba de entender lo sucedido. Era mejor permanecer callado, y despus tomar una determinacin.

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    EN TRIBAProyectos Y Realizaciones

    Triba! Naturalmente. Era el pueblo vecino ms atrayente para Bautista. All se congregaba mucha gente, no slo por las cuestiones religiosas motivadas por el Santuario de la Virgen de La Consolacin y el correspondiente fervor de las gentes, sino tambin porque era un buen centro de comercio. Tena dos plazas principales, buen mercado, celebracin de magn cas Ferias y Fiestas, tres consulados, buenos centros educativos, culturales y sociales, y, especialmente, gran calor humano. Con seguridad que habran oportunidades para aprovechar y realizar proyectos. Tras despedirse y no aceptar ayuda econmica alguna, lleg al marco de la plaza principal y al ver un letrero en una alpargatera, se apresur a solicitar el empleo de ayudante que solicitaban. El dueo era un zapatero colombiano, tena numerosos trabajadores y les trataba bien. Daba la habitacin, la comida y una remuneracin en efectivo proporcional a la labor realizada. Era una persona muy exigente y autoritaria en el trabajo, aunque en las horas libres conversaba animadamente y haca gala de su buen humor. Bautista empez aprendiendo el o cio y a los quince das se dedic exclusivamente a hacer capelladas, es decir la parte superior del calzado o de las alpargatas. Ahora asista con ms

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    frecuencia a las reuniones de su grupo, pues se realizaban en determinadas y alternadas casas de la poblacin. Tena tiempo para leer e investigar. Pero, no se senta, realmente, a gusto. No era su aspiracin quedarse slo como artesano. Presenta que exista un destino diferente para l. En su pueblo natal ya le sacaba notas al cuatro y a la guitarra. Le gustaba la msica, y se consigui una auta y un amigo que le enseara. Poco a poco fue aprendiendo. Tanto que de pronto lo llamaron para ocupar un puesto como msico de la banda municipal, ya que quien lo enseaba formaba parte de la institucin. La cuestin era que a quien deba reemplazar era al que interpretaba el clarinete... Y cuando le hizo la consideracin al amigo, ste le contest que tratara de hacer el deber y que como tocaba la auta pues, progresivamente, tocara el clarinete. A Bautista no le gust mucho la cuestin, pero, haba que empezar! En la segunda oportunidad de su participacin en la retreta pblica, el Director de la Banda, que era un msico experimentado, se dio cuenta que el clarinete no sonaba y al averiguar el motivo, desisti del nuevo integrante con agradecimientos por la sinceridad de los motivos expuestos por el aspirante de marras. Deba buscar otra senda de cambio! Y cmo hacerlo? Bautista ya saba que los sueos pueden convertirse en deseos y que al ordenarlos mentalmente y luego analizarlos con lpiz y papel, pueden tornarse en realidades. Y esto fue lo que hizo.

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    En la madrugada, cuando el silencio nocturno era interrumpido por el canto del gallo del vecino o bien se escuchaba la algaraba de los preparativos de la recua de mulas prxima a salir, y se despertaba, lejos de hacer esfuerzos por conciliar de nuevo el sueo, aprovechaba la vigilia y re exionaba acerca de sus experiencias y propsitos. Y, gradualmente, fue descubriendo que su deseo era convertirse en Maestro, que era el personaje que ms haba admirado desde nio. Y esta actitud mental fue trascendiendo a lo real, pues un da un buen amigo le abre la puerta de la senda del logro constructivo. Este seor le comenta:

    -Bautista, s que t anhelas convertirte en maestro y ello es una legtima aspiracin. He tenido conocimiento de que en los Estados Unidos del Norte existe una Universidad pedaggica que ha programado pensum de la carrera de Educacin para Latinoamrica. Y Ud. sabe que en el pas lo que necesitamos es aprender y quien nos ensee bien para mejorar la produccin en todo sentido, formando a las personas con las nuevas normas y fundamentos de la Pedagoga y la Didctica. Averige Ud., bachiller, y eche palante. Y si en algo le puedo servir, no dude para solicitarlo.-Bueno, pues Ud. ya me est ayudando. La informacin es muy oportuna y voy

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    a efectuar las diligencias pertinentes. Muchsimas gracias.

    Bautista realiz su indagacin y pronto encontr el camino. Sus deseos comenzaban su in uencia constructora. El saba que una empresa lograda es un sueo realizado. Y no desmay en su propsito allanando todos los obstculos y peros que se le presentaron.

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    PREMIO AL ESFUERZONombramiento De Maestros

    Pasaron largos aos, nutridos con recio tesn, con continuo esfuerzo, y adquiri el conocimiento junto al merecido ttulo. A ello se unan los consejos y acicates de sus amigos, especialmente de quienes formaban su grupo de inquietos pensadores en pro de la libertad y el progreso de la patria. Lo haba logrado! Y se senta muy orgulloso de ello! Las dcadas de la hegemona gubernamental de Juan Vicente Gmez, el Benemrito, ya haban desaparecido con el fallecimiento del Dictador. En ese momento exista un gobierno que trataba de realizar un cambio del sistema, y muchos aspectos positivos aparecieron en la escena nacional, entre ellos los programas de desarrollo de la educacin que tanta falta les hace a los pueblos. Esta coyuntura poltico-social fue la mejor para que Bautista ingresara a la docencia. Y lo hace lleno de fervor y con una gran mstica. Le gusta su papel de formador de juventudes y lo realiza empeosamente. Mas a los pocos meses de ejercer su actividad, le llega una comunicacin en donde el Superintendente de Educacin del Estado (hoy llamado Supervisor), le cita para una entrevista urgente:

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    -Amigo Bautista, Ud. como Maestro graduado es un elemento importante para el desarrollo educacional de la regin andina, y existe un cantn donde no hay ningn centro de enseanza. As que necesitamos que Ud. instituya el Aprendizaje en esa parte del Tchira.

    Bautista se siente muy emocionado. Y sin pensarlo dos veces, contesta:

    -Pues a donde quiera que haga falta la Educacin para la buena formacin de la juventud, all voy a prestar mi contingente y esfuerzo.

    El Superintendente, de nombre Carlos Rangel Lamus, se pone muy contento. En su interior supona que no iba a ser fcil el traslado, por ello haba hecho nfasis en el halago de los mritos que el candidato posea.

    -Bueno, que no se hable ms. Queda Ud. nombrado para crear la Escuela de Carrampln y sus alrededores. Lo felicito y le agradezco que pase por mi o cina para entregarle el o cio respectivo.-Y dnde queda Carrampln?-Pues por la parte de Las Delicias, pero el camino no es recto pues hay que cumplir con varias diligencias y para ello hay que ir primero a Rubio.

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    Precisamente en esta poblacin, su maestro, Pedro Jimnez, tiene las instrucciones para que Ud. llegue sin contratiempo a su destino. Luego, como regresndose, se encamina hacia su destino segn las indicaciones que el referido maestro tenga a bien indicarle, ya que l conoce las vas que lo conducirn a Carrampln.

    Y comienza algo parecido a un va-crucis. Debe transitar por caminos carreteables arduos y pasar por El Amparo, El Chcaro, Alquitrana, La Providencia, Los Alpes y Las Delicias. Ms all contina el sendero por caminos en muy regular estado; aparte de ello son peligrosos por su soledad y por lo escarpado de la cordillera y las corrientes de las quebradas existentes. Esta va lo conducir hasta Villa Pez y El Reposo. Tambin le informan que Carrampln es un pueblo habitado por refugiados y perseguidos del antiguo rgimen, tanto colombianos como venezolanos, y, por lo tanto, de nimo hostil y actitud beligerante. Sin embargo Bautista no es de aquellos que se arredran fcilmente. Al contrario, los obstculos le sirven de palanca para cumplir su meta. Le habla a su hermano menor Rafael para que lo acompae. Y madrugando, parten en un pequeo camin va Rubio. Tras un accidentado recorrido, llegan a esta ltima terminando la tarde y all pernoctan para continuar su viaje rumbo a Las Delicias.

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    Sin mayor contratiempo llegan a la primera poblacin y se entrevistan con el maestro de la localidad para indagar por la ruta debida y por los pormenores pertinentes. El maestro Jimnez los atiende muy bien, les invita a comer y los instala en la posada existente, para que ellos continen su camino al otro da, no sin advertirles que deban ser muy cautelosos y prudentes y que al llegar a su destino se iban a encontrar con personas difciles y poco amistosas.

    -Entre sitio y sitio les dice a modo de despedida- aprovechen el descanso y cuando hayan llegado a El Chcaro, hospdense en la pensin de mana Jacinta, que es muy cmoda, y saboreen la comida que la prepara muy bien.

    En efecto, cenaron con buena comida y la seora Jacinta les pregunt qu queran al otro da de desayuno, ellos le pidieron pizca andina; sin embargo, la seora les contest que slo habra calentado, arepa de trigo, jugo de naranja y caf negrito, porque todava no se ha hecho el mercado. Estuvieron de acuerdo y le cancelaron los servicios, pidindole el favor de que los despertaran a primera hora. Luego de dormir a pierna suelta, como a las 5 de la maana les llamaron, y mientras se arreglaban, comentaron:

    -Bueno, Bautista, estamos descansados. Y ahora vamos a

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    saborear parte de esa buena comida de ayer, carne, papa, arroz y pltano, bien frito y calientito.-Si, hermano, porque segn lo que nos han informado, el camino es largo y debemos ir bien apertrechados.

    Ya en el comedor, vieron tremendos platos de barro y, decepcionados, se dieron cuenta que el calentado no era el mismo plato de su terruo, sino que se compona de un caldo caliente con cuajos de sangre de res, aliado con grandes trozos de cebolla y tomate. Y como no haba ms, pues se bebieron el jugo y el caf con las arepas de trigo encimadas de crema de leche y se llevaron varios cuartos sobrantes de las mismas como avo. En otra jornada ms llegaron a Las Delicias. Y de all siguieron su ruta para dirigirse por los lados de La Leja, Villa Pez y El Reposo. Empezaron a caminar, primero por un sendero regular que a medida que progresaba se iba haciendo un tanto incmodo. Se guiaron por las seas que les haban dado, que si un determinado rbol, que si una quebradita, que si una hondonada, que si una gran piedra rodada. Y llegaron, tras muchsimas horas de recorrido, a la entrada de un gran ojo de montaa con visos de gruta o abertura que exista en la ladera. Ya les haban dicho que ese era el mejor paso, porque de lo contrario, hubieran tenido que escalar toda la cima, acortando de esa manera la gran vuelta y caminata hacia el destino buscado.

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    Descansaron all. Comieron arepas de trigo y bebieron agua de sus cantimploras. Y Rafael dijo a su hermano:

    -Bautista, con el respeto que le tengo, debo hacerle una consideracin: Por qu no regresamos? Me parece que esto va para largo y quin sabe cuntos ms inconvenientes se presenten. Ud. tiene gran preparacin y capacidad y creo que le estn mandando a un lugar muy apar