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La libertad en Charles Péguy Juan Carlos Vila Alonso 1

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La libertad en

Charles Péguy

Juan Carlos Vila Alonso

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Introducción

Las palabras de un autor son siempre difíciles de desentrañar, máxime

cuando éste habla un idioma diferente del de uno, le separan 100 años y utiliza una

técnica muy particular para expresar sus ideas; una repetición casi mántrica de

conceptos mediante sinónimos y vueltas de tuerca que llevan en algunos casos a dar 5 o

6 formas a un mismo pensamiento.

Charles Péguy se encuentra entre mis lecturas desde hace 20 años, de una

forma esporádica al principio y finalmente cada vez más continua. Mi primer contacto

fue a través de la traducción de la primera obra de Emmanuel Mounier, “El pensamiento

de Charles Péguy”, compuesta inicialmente para formar parte, junto con otros dos

escritos, de una obra que recuperara la figura de este pensador a los 15 años de su

muerte. A raíz de aquella traducción tuve acceso a textos sueltos y retazos de su vida,

pero era una época en la que Mounier y Esprit centraban mis intereses.

Diez años después retomé el contacto con su obra a raíz del encargo de

hacer una breve biografía. Desde entonces no he podido abandonar las lecturas de y

sobre este “petit homme”.

Tras esta introducción y una biografía sobre el autor, se podrá encontrar

la traducción del texto que es motivo del presente trabajo, seguida de un comentario

sobre el mismo. Estas conferencias que llevó a cabo nuestro autor no tienen título

específico, aunque he preferido mantener el que aparecía sobre el texto introductorio

que preparó y no concluyó; “Del Anarquismo político. Ensayo de un método para

comenzar a trabajar en estudios sociales”.

En 1987, Editions Gallimard realizó una reedición de las Obras

Completas de Charles Péguy(,. C. (. Péguy, 1987), esta vez presentada, preparada y

anotada por Robert Burac, uno de los mejores conocedores de la obra de Péguy. En el

tomo de las Obras en Prosa que abarca desde sus primeros escritos hasta 1905, se

encuentra el texto que es novedad en castellano. Se trata de una transcripción de tres

conferencias que Péguy dio en la Escuela de Altos Estudios Sociales, previas al curso

que Joseph Bédier dedicaba a Gaston Paris.

Quizás se trate de uno de los textos más importantes de Péguy por al

menos dos razones. La primera, porque en él clarifica qué entiende por “libertad”,

“anarquismo”, “autoridad”, e incluso “persona”, conceptos que nos ayudarán a entender

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otros textos del autor, situado en una época trascendental de su obra y su vida, y que

como en el caso de “persona” será una de las pocas veces en utilizarlo como tal,

tomando más relevancia dada su influencia sobre el personalismo. La segunda, porque

se trata de una transcripción de sus palabras llevada a cabo por sus colaboradores, y por

lo tanto es un documento de gran valor al no tratarse de textos revisados sino lo que

vendría a ser una reproducción de sus palabras directas, cuestión extraordinaria esta, ya

que no llevó a cabo demasiadas presentaciones públicas, centrándose en la palabra

escrita.

Aclaración previa

La traducción se realiza incluyendo las anotaciones y comentarios de

Burac, sin los comentarios y preguntas finales que se realizaron con el público asistente,

ya que las respuestas de Péguy son cortas y poco relevantes para el tema, como las

preguntas que se le hicieron. Comenzaremos en la página 1793, concluyendo en la

1823. En texto normal se incluye lo escrito por Péguy, y en cursiva el resto del texto,

siguiendo el mismo criterio en la notas a pie de página. Hay que tener en cuenta que este

texto forma parte de sus OOCC que incluyen los escritos que Péguy redactaba para los

números de sus Cahiers, como es el caso del que aparece como encabezado de esta

traducción, y vamos a comenzar con lo que en él aparece escrito por Péguy para iniciar

dicho número, ya que lo considero de cierta relevancia por su relación con el texto de la

transcripción y con las razones para llevar a cabo este mismo trabajo que nos ocupa.

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Apunte biográfico

Su vida transcurrió en un único escenario, que aunque sobrado de

decorados que podrían hacernos pensar en cambios drásticos, en realidad mantenía unas

constantes que permiten delimitar suficientemente una vida, dotarla de constancia, de

perseverancia, y de un objetivo evidente. Fue como en la vida de Juana de Arco, de aquí

para allá por las tierras de Francia, pero siempre en un mismo escenario; la historia de

las personas que no cuentan para nadie. Claro está que ha habido y habrá quien piense

que se trataba de un saltimbanqui desequilibrado, o un místico ermitaño, o incluso un

lunático. Pero la consistencia de este hombre pequeño, deportista, artista, trabajador

incansable, socialista, cristiano, irascible, francés,... en fin, la consistencia de esta

persona en toda su integridad, es modelo de camino hacia la virtud. Una virtud buscada

en los valores básicos que nos mueven como personas: justicia, paz, fraternidad,

belleza, y una preocupación inusitada por la libertad y la propiedad.

Ese único escenario, que él tanto manejó en esa mezcla de teatro y poesía

que son los Misterios, se situaba siempre en Francia, en la Francia medieval, entre

santos y héroes, ambos de andar por casa, pequeños, pero de una intensidad que sólo se

encuentra en lo pequeño. Ese escenario que brillaba con las ideas contra el mundo

burgués, que nos traía las glorias pasadas para despertar esos valores adormecidos por la

libreta de ahorros o por la idea del retiro placentero, por el anhelo de seguridad, en

definitiva. Ese mismo escenario que vamos a ver repetido en sus ensayos, como

recordatorio de que no desfallece en la idea de contarnos lo mismo siete veces, o setenta

veces siete, si con ello va a despertar las conciencias dormidas a las que se dirige. Con

ese ritmo repetitivo de su prosa y su poesía, que a algunos resulta cansino, pero que

busca el constante y pequeño, una vez más, pero imborrable efecto de la lluvia sobre el

granito. Y que podemos ver también presente en su discurso hablado ante un auditorio

nunca suficientemente atento a los conceptos que flotan alrededor del fluir de sus

palabras.

Estamos delante de una persona que ve al mundo en un punto crucial de

la historia, que se siente llevado en la cresta de la ola hacia el momento en que todo

cambie. Pero es una persona consciente de que “la revolución será moral” o no será, que

se aterra pensando en la reacción que vendrá después de la revolución en Rusia (¡y esto

lo piensa tras los acontecimientos de 1905!), y por tanto estamos delante de un profeta

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al más puro estilo de los profetas bíblicos. Y como delante de tal, hay que escucharlo

atentamente. No juzgar con mentes estrechas, temporales, medidas, seguras, quietas;

hay que dejar que nos hable, comprender los momentos que vivía, y permitir la

permeabilidad de su voz en nuestras almas, que a ellas se dirigía al escribir, y no a oídos

encerados y aturdidos por los ruidos exteriores.

Su juego preferido en la niñez del extrarradio de Orléans era barrer;

barrer la paja que llenaba el suelo de su casa, pues su madre y su abuela eran

reparadoras de sillas. Siempre recordará ese detalle en sus escritos, pues le quedará

grabada la “terquedad” del artesano, que desea hacer su “pequeño” trabajo con la mayor

perfección. Así actuará cuando componga él mismo los ejemplares de sus Cahiers, la

obra de su vida, eligiendo uno a uno los tipos de letra que debían usarse, el papel, la

estructura y los autores. Pero así también hará cuando vaya escribiendo sus notas, que

como grandes o pequeños tapices, se vayan conformando línea a línea, hilo a hilo,

realizando composiciones en algunos casos de gran complejidad, como si se tratara de

los hilos de paja que han de sostener el pesado cuerpo de un obrero a la vuelta del

trabajo, y se sienta en su silla para comer y descansar tras un día completo en la fábrica.

Y de esa misma manera compone el discurso que hemos leído más arriba, con mucha

paciencia, y en tres capas (una por cada una de las sesiones), encargadas cada una de

ellas de entregar una imagen de lo que busca fijar en la mente de quienes le escuchan.

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Pero también será de importancia la catequesis. Para llegar a Saint-Agnan

no hay que caminar mucho, con sus pequeños pasos, apenas 15 minutos, internándose

en el centro de Orleáns por la rue de Bourgogne, donde luego vivirá unos años. Pero

merecía la pena llegar a esa plaza llena de altos árboles que escondían la pequeña

parroquia, ya en malas condiciones, pero que recibía el suave murmullo del río,

mezclado con el de las hojas. Péguy aceptará las enseñanzas recibidas por el párroco, a

pesar de no recibir una educación excesivamente creyente en su casa, y las asumirá

como parte de sí. Quizás por eso no sea fácil hablar de un Péguy converso en 1905, sino

de una forma diferente de afrontar los mismos problemas, una forma quizás

adormecida, quizás silenciada por el ambiente.

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El último detalle de Orleáns es la familia Bondois. De clase media y de

ideas socialistas, Péguy trabará una amistad, la amistad de su vida, con Louis, un año

menor que él. Es ese periodo de los estudios gracias a las becas de medio-pensionista

del ayuntamiento que le permiten asistir a clase y obtener con 18 años el bachillerato en

letras. Poco antes es cuando despierta el afán por la política. Con 17 años asiste a su

primera manifestación de 1º de mayo, y con ello comienza un periodo de actividad que

durará 10 años.

Ha sido una infancia de escucha más que de juegos. Las oportunidades

de jugar han sido pocas, y la gravedad se va a convertir en una seña de identidad durante

toda su vida. Pero saber escuchar es magnífico, sobre todo le permite estar atento a todo

lo que ocurre a su alrededor, tanto en su comunidad, como con las personas que le

rodean; habrá despertado el Péguy atento y siempre dispuesto. Habrá recibido una

educación con unos maestros marcadamente republicanos, que han sido relegados a

provincias durante el imperio, y que aún son portadores de esa “mística republicana”

impregnada por una autoridad que Péguy reconoce en ellos. Es una autoridad de vida,

de dignidad, de competencia. Y son estas las enseñanzas que recordará de su paso por la

escuela, unas amistades profundas, y una admiración sin límites hacia sus maestros.

El socialismo y el caso Dreyfus

Estamos en los últimos años del siglo XIX, y Francia va a pasar por uno

de sus momentos más críticos; aún se remueven las aguas de una guerra perdida hace

veinte años, cuando un caso de espionaje salpica al ejército francés. Se acusa a un

capitán de haber pasado información valiosa al ejército alemán. Y ese capitán se

apellida Dreyfus. Claro que no es cosa baladí su apellido, porque es judío.

Péguy ha hecho un primer intento de progresar en los estudios superiores

en el Lycée Lakanal, en Scéaux (un pueblo cercano al que 40 años más tarde la familia

Mounier y otras dos más formaran la comunidad de “Les murs blancs”). Como no

obtuvo buenas calificaciones, y dependía de una beca, decidió ir al servicio militar, que

debido a su condición de hijo de viuda fue de sólo un año. Al regreso consigue otra beca

administrativa y entra interno en el Colegio Saint-Barbe donde conocerá a gente muy

importante en su vida; Jérôme Tharaud, Marcel Baudouin, Charles L. De Peslöuan,

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Louis Baillet y Joseph Lotte. Hace un segundo intento y vuelve a fracasar lo que le

devuelve a Orleáns donde se encuentra cuando los acontecimientos del caso Dreyfus,

preparando ya su primera Juana de Arco.

Ante los acontecimientos decide congelar un año la continuación de sus

estudios superiores de Filosofía. En ese año anterior ha creado un grupo socialista en

Orleáns y está en plena actividad política. Estamos en 1895 y la vida francesa va

escindirse entre antisemitas, que ven en Dreyfus el peligro judío cernirse sobre la gloria

de Francia, y entre los que ven un atropello de las libertades de una parte de la

población por la religión que se profese. Péguy acaba de abandonar el catolicismo, y sus

amistades se diversifican por la pluralidad religiosa del Midi francés: protestantes,

católicos, judíos y, agnósticos y ateos de orígenes variados. Pero su militancia socialista

va a chocar ya con el problema del caso Dreyfus pues salvo excepciones sus camaradas

caen en el antidreyfusismo. Escuchemos al propio Péguy hablar del socialismo, respecto

del caso Dreyfus, en su libro “Nuestra juventud”1:

“ Nuestro socialismo era un socialismo místico y un socialismo

profundo, profundamente emparentado con el cristianismo, un tronco de la vieja cepa,

literalmente, al fin (o todavía) una religión de la pobreza.” “... intentaré dar no una idea,

sino una representación de lo que fue en realidad este inmortal caso Dreyfus. Fue, como

todo hecho fundamental que se precie, un caso místico. Vivía de su mística. Murió por

su política.”

Ese socialismo integrado en la vida, parte de una mística que era

republicana, y que medularmente se encontraba compartiendo una misma cepa (el

mismo souche que utilizara Mounier para basar su tronco común de los

existencialismos) con el cristianismo. Porque hemos dicho que Péguy abandonó la

práctica del catolicismo, pero no su raigambre cristiana. El mismo von Baltasar dice

hablando de Péguy2:

“En consecuencia, el joven Péguy abandona con pronta decisión la

iglesia para comprometerse con el partido socialista... Una religión que se resigna a

admitir la perdición eterna de los hermanos y a no llorarlos eternamente es radicalmente

egoísta en el problema de la salvación y, por tanto, burguesa y capitalista en su misma

entraña”.

1 “Notre jeunesse” OO.CC. T III pág. (T. A.) 2 von Baltasar, Hans Urs “Gloria” Vol III Estilos Laicales. Ed. Encuentro 1987

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Este joven de provincias que se maravilla ante las obras del Louvre, que

siente una piedad inmensa ante las obras de arte sacras, como la que sintió de pequeño

cada vez que entraba por el pórtico de Saint-Agnan, es el mismo que se siente solidario,

con una solidaridad que él asocia constantemente con caridad, con sus hermanos que

son explotados en las fábricas del desarrollismo industrial, pero con una proximidad

mística y física. Son sus mismos vecinos del faubourg los que van ser sus compañeros

de grupo político, es con ellos con los que va realizar su apostolado, como él mismo

dice, puesto que ésta es su verdadera conversión. Más adelante comentaré esa otra

conversión, que considero no existió nunca; es ésta, con la que deviene socialista la que

es una conversión para él: “Lo que significa para mí esta conversión, puede ser el

acontecimiento más grande de mi vida moral”3.

Su grupo pronto se adherirá al Partido Obrero de Guesde, y tomará

contacto con el que es bibliotecario de la École Normale, Lucien Herr, verdadero

catalizador del socialismo francés, de clase acomodada. Pero como ya he dicho, las

diferencias comenzarán pronto, con el caso Dreyfus. Péguy reparte su tiempo entre el

apoyo a las huelgas, el apoyo a los judíos perseguidos y el apoyo internacional a las

masacres en Armenia.

Y mientras estudia incansablemente sobre Juana de Arco, redactando la

que será su primera obra sobre ella. Ya desde entonces, y en los escritos periodísticos,

se vislumbra un estilo absolutamente propio, al que ninguno de los estudios sabe

colocar antecedentes: polemista, repetitivo (como ya dije), que hace exclamar a uno de

ellos:

“¡No sé dónde ha encontrado Péguy entre sus maestros el modelo para

esta escritura apasionada que dará a toda su obra una sinceridad excepcional, a costa de

la impaciencia en su lectura! No se le puede resumir, acortarle; ni hacer una lectura

rápida, en diagonal.”4

Durante esta época estudia Tipografía en Orleáns donde hay una larga

tradición en este arte. Un año descubriendo sus reglas, sus tipos, no sólo le servirá para

ser su propio editor y compositor, sino que adoptará en su propio lenguaje el de este

arte; en el hablado, utilizará mucho la palabra “tipo”, con una propiedad y variedad de

3 Feuillets de l’Amitié Charles Péguy nº56 1957 Orleans. Se trata de unos cuadernos que desde hace más de 50 años editan los Amigos de Charles Péguy, que tienen su sede en el Centre Charles Péguy, centro de documentación y museo, situado en el centro de la ciudad, en un precioso inmueble renacentista. (T.A.)4 Leplay, Michel “Charles Péguy” Desclée de Brower Paris 1998

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matices difíciles muchas veces de entender; en el escrito, su escritura a mano ha

encontrado una forma clara y definida tras los problemas de la infancia, con grandes

espacios, letras claras y sencillas, utilizando siempre cuartillas pequeñas para escribir, lo

que hace que en cada una apenas se encuentren a veces cuatro o cinco líneas. Se

aficiona además a las cartas, que en realidad son postales, poco más que telegramas, y

será una de las últimas cosas que haga en su vida; escribir una nota y un poema.

Escribe siempre bajo seudónimos, apenas en alguna ocasión utiliza sus

iniciales; Pierre o Jacques Deloire (del Loira, de su tierra), C.P., Pierre Baudouin

(usando el apellido de su amigo y su propio segundo nombre). Entre las obras firmadas

con seudónimo están “La ciudad socialista” y su primera “Juana de Arco”. No tiene un

gran interés en que se aclare su autoría, lo que le interesa es profundizar en sus lecturas

y estudios, y en presentar batalla, en polémica constante con el desorden establecido.

Así las lecturas que más huella dejaron fueron La República de Platón, Pensamientos de

Pascal, Materia y Memoria de Bergson y la primera defensa de Dreyfus que debe

publicarse en Bruselas por la expresa prohibición en Francia; La verdad sobre el caso

Dreyfus de Bernard Lazare, futuro amigo y colaborador de Péguy.

Pero esta efervescencia se va a teñir de dolor ante la repentina muerte de

su amigo Marcel Baudouin. La sorpresa y espanto no le permiten concentrarse y no sabe

qué hacer. Dadas las circunstancias en principio extrañas de su muerte, planea incluso ir

a matar al sargento del regimiento donde servía Marcel, pero afortunadamente le

informan antes, de que simplemente se trató de una fiebre tifoidea que se añadió a su

debilidad. Frecuenta a la familia, donde ha pasado muchos fines de semana, viajando de

Orleáns a Paris de continuo. Allí termina de trabar la relación que concluirá en

matrimonio civil con Charlotte, la hermana de Marcel. El ambiente de la familia es de

un gran anticlericalismo y muy próximo al socialismo, lo cual alienta la unión civil.

Será un matrimonio en el que la motivación no será el amor, sino el recuerdo de Marcel,

la comunidad de ideales y la amistad. Estamos en 1897 y la pareja se instala en París.

Un mes más tarde abandona sus estudios; la Academia lo desespera, no entiende las

eternas disputas de cátedras, la vetusta inmovilidad de los sillones de los grandes

(Durkheim está en boga en la Sorbona).

Comienza un viaje sin retorno al verdadero compromiso de Péguy que en

la gran urbe se va a ver más comprometido con el socialismo y con los acontecimientos

del caso Dreyfus. Los diversos partidos socialistas, fundamentalmente las dos

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tendencias principales, lideradas por Guesde y por Jaurés, van a comenzar un proceso

de unificación en el cual el papel de Péguy va a ser fundamental por diversas razones.

Pero además, el caso Dreyfus va a dar un vuelco con la condena de éste a prisión en la

Guayana francesa, y la subsiguiente condena del verdadero culpable, Esterhazy, que

traerá la publicación del conocido alegato dreyfusista “Yo acuso” de Zola.

Péguy ha ido descubriendo que el verdadero mal está en la falta de

educación, de conocimiento, de información. Ha visto en las masas proletarias voluntad,

pasión, pero un desconocimiento que les priva de poder romper los lazos con la visión

burguesa del mundo. Por ello escribe y escribirá para ellos; les hablará de lo que hay de

bueno en la tradición, y de lo que hay de malo en la revolución. Se está fraguando el

Péguy editor militante que lo será hasta la muerte.

En París ha asistido al Edipo Rey y a Antígona y se ha maravillado con

ellos; ha ido a conciertos a escuchar Berilos y Wagner, pero la música le aburre un poco

y de tanto en tanto se duerme en ellos (¡con Wagner!), aunque las Walkirias

conseguirán mantenerlo atento. Entre tanto, su madre, ha pasado de las dudas a la

desesperación viendo como su hijo se alejaba de conseguir el puesto de agregado en

filosofía (profesor de instituto) entre las actividades políticas y el matrimonio. Además

un matrimonio civil; el punto álgido de la crisis madre-hijo vendrá a fines del 98 con el

nacimiento de Marcel Péguy, su primer nieto, y la determinación, por parte del joven

matrimonio, de no bautizarlo.

Del fin de la militancia socialista al comienzo de los Cahiers

Escuchemos por boca de otro de sus grandes conocedores, Robert Burac,

como era Péguy físicamente en este momento:

“Tiene veinticinco años, este Péguy robusto, de tez rojiza y pinta

seductora, este joven un poquito arrogante que cuida hasta el último pliegue del

pantalón, y que derrocha buena presencia. La mirada lanzada de abajo a arriba, por

encima del binóculo prendido a su nariz. Una lupa colgando. Las piernas demasiado

cortas para su cuerpo, que parece como sus palabras, equilibrado. Siempre está

ocupado. Y por ráfagas, como recuerda Romain Rolland, que acaba de conocerlo por

estas fechas, la cólera sube por su frente enrojecida, pero raramente la expresa; prefiere

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salir en estampida, furioso, con su capa flotando a sus espaldas (por entonces lleva la

capa de Marcel Baudouin).”5

Este es el pequeño Péguy que nos ocupa, aunque para completar la foto

habría que decir que ya lleva perilla (que con el tiempo será bastante larga, a la moda de

esos años) y que mantiene la mirada firme como la del “Hombre con un vaso de vino”,

el cuadro que una y otra vez observa en el Louvre. Es un cuadro pequeño, anónimo,

atribuido a la escuela francesa de principios del XVII, con una clara influencia

flamenca, que representa el busto de un hombre de buena posición, que sostiene en su

mano derecha un vaso de vino, con los restos de la comida junto a él (dos trozos de pan

y un cuchillo de mango metálico).

Ya hemos ido dando las claves para entender cuales fueron las razones

de Péguy para una ruptura con el socialismo de militancia partidista, ya que la verdadera

militancia socialista no la abandonó nunca. Pero fueron mucho más dolorosos que unas

simples discrepancias de partido, estratégicas o de fondo. Durante el periodo 1898-1900

se convirtió en blanco de todas las críticas, fue utilizado, expulsado de su propio

proyecto y ninguneado en el proceso final de la unificación en lo que sería el Partido

Socialista de Francia. Y vamos a ir viendo cómo estos acontecimientos de su vida van a

estar absolutamente relacionados con la vida del momento, y que van a desembocar en

la apertura de “la tienda de los Cahiers”.

A Péguy se le puede localizar en primera línea en las manifestaciones y

en los periódicos de la época que recogían los escritos de los dreyfusistas6. Se pone en

peligro su libertad, su beca, la posibilidad de la agregaduría: todas estas cosas irán

poniendo a Péguy en la tesitura de decidirse a poner en práctica sus ideas de difusión y

educación. Además su nueva situación de casado le ha dado una especie de libertad de

acción inesperada, apoyado por su esposa Charlotte. Económicamente, debido a los

gastos que lleva a cabo en la defensa de Dreyfus, ha llegado al límite de la pobreza,

5 Burac, Robert. “Charles Péguy; la revolución y la gracia” Ed. Robert Laffont Paris 1994 (T.A.)6 Antes de continuar una aclaración al respecto del caso Dreyfus. Los “partidarios de Dreyfus” no defendían su honor de militar, sino el derecho que tenía como persona a tener un juicio justo, y que no se utilizara su ascendencia judía para considerarle culpable, así como defendían el derecho de la comunidad judía a no ser perseguida; los “anti-dreyfusistas” eran antisemitas acérrimos, y representaban a los grupos de poder que se sentían amenazados por los progresos de la comunidad judía en su posicionamiento social. Al capitán Dreyfus se tardó más de diez años en traerlo de vuelta de la peor cárcel de confinamiento que tenía el estado francés en la Guayana, y que inspiró la conocida novela “Papillón”, a pesar de haberse juzgado y condenado al verdadero culpable de espionaje. Es por esta flagrante injusticia que el caso Dreyfus marcará la vida política y social francesa hasta la Gran Guerra, que servirá de “bálsamo”.

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punto en el que se ha comprometido a permanecer, y cosa que conseguirá sin mucho

esfuerzo. La miseria será para Péguy enseñanza; y no se trata de la miseria humana, sino

la económica, la austeridad propia del militante socialista que cree firmemente en sus

ideales.

Con el dinero que reciben por la dote de su mujer (cuarenta mil francos

oro) va a hacer realidad Péguy el sueño que viene fraguando en los últimos años, con el

acuerdo de la familia Baudouin y la incomprensión de su madre. En el 17 de la Rue de

Cujas, en el centro de París, junto a los jardines de Luxemburgo, se abre la Librería

socialista George Bellais. Su socialismo le ha llevado lejos del marxista, en la línea de

Fourier y de Proudhon; antiestatista, antipolítico, comunitario, en fin, anarquista o

libertario. Ha comprado el local con los libros que contenía de la librería que estaba

antes; a todos sus amigos les pide le donen los ejemplares que tengan de los libros

escritos por él, y si pueden de sus propios libros; por ejemplo, George Bellais cede

todos sus libros a la librería. Péguy incluye las ediciones recientes del “Pierre”, y

enseguida los que están ya en imprenta del “Marcel”, dos diálogos sobre el presente y el

futuro socialista. Entre las cartas de la época leemos las intenciones de Péguy al abrir la

“tienda”, como le gusta referirse a ella:

“Tomo por mi cuenta las pérdidas si llega el caso. Los beneficios de la

librería serán, si los hay, para las masas.”

La librería se inaugura el 1º de mayo de 1898, fecha expresamente

elegida para esta ocasión. En ella no sólo pretende vender libros; va a ser sede de una

editorial y lugar de encuentro, debate y educación, en el espacio de la trastienda.

Contrata a un gerente para llevar las cuentas, y él espera arrancar una hora diaria para

preparar su examen de agregaduría. Mientras, sus compañeros de partido y los de la

École Normale piensan en casarse o preparar sus exámenes para ser profesores; y otros

se lanzan al terreno político de las luchas por conseguir cuotas de poder.

Simultáneamente, él entra en esa inseguridad que considera lo más alejado del espíritu

burgués. Pero también será el momento de las traiciones, y de los incondicionales.

Provee de libros a todas las instituciones educativas importantes de Paris

(Sorbona, Politécnica, Instituto Pasteur,...). Va a albergar a otros movimientos y revistas

que nacen en la efervescencia del momento, como Pro Armenia y El movimiento

socialista, así como del Jouneaux pour tous de Herr. Un amigo de Péguy, Emile Boivin

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va a convertirse en un elemento fundamental en el esquema de la tienda, pues será el

encargado de conectar a quienes han comprado la revista o son suscriptores, con quienes

no pueden pagarla para que se las pasen una vez leídas, y así cuantas veces sea posible

para hacerlas llegar al mayor número de gente. Este sistema lo repetirá después, como

tantas cosas aprendidas en estos primeros días, con su Cahiers. Se dice de la tienda que

era un verdadero enjambre de ideas y personas en esas fechas; se daban cita socialistas y

anarquistas, estudiantes y obreros. Este sistema era en realidad un P2P (peer to peer,

como el del famoso emule) a base de fichas y comunicación vía correo postal, pero el

criterio de intercambio, voluntad de compartir, estaban en la base de la idea.

La primera debacle vino de una edición de diez mil ejemplares de los

primeros discursos de Jaurés (más de 500 páginas) de los que sólo se vendieron dos mil,

ya que ni el mismo Jaurés estuvo de acuerdo en su publicación al recoger textos que

provenían de otros momentos históricos. Esto coloca al año de su nacimiento en la

banca rota a la librería. Péguy recurre entonces a Lucien Herr; este reúne el dinero entre

su pecunio y gente como León Blum, futuro presidente de la República. Pero esto lleva

a que se cree una sociedad anónima de la que los socios son quienes han puesto el

dinero; Péguy queda como delegado para la edición. Su sueldo es algo más bajo que el

de profesor, pero se le conceden 250 acciones de 100 francos en el reparto inicial,

aunque no tendrían valor hasta 18 meses después.

Pronto se da cuenta Péguy que la empresa ya no es socialista

revolucionaria, sino del más puro talante capitalista. Son importantes sus palabras de

entonces, ante este patrón “colectivo”:

“Me imagino por el contrario que la revolución social consistirá sin

duda, en suprimir a los patronos; así que me nombro desde ahora anarquista.”

Así tras una crisis con el gerente que él ha nombrado (desapareció con la

calderilla de la caja), Péguy le presenta su dimisión como editor y como accionista a

Herr, pero este le hace desistir, aunque para Péguy ya no es el “padre espiritual” que

creyó durante algunos años. Y aún ha de venir la otra gran decepción.

Péguy vuelve al entusiasmo, pues se ha aclarado el caso Dreyfus (aunque

luego vendrán los coletazos, que serán peores) y se han convocado para los primeros

días de diciembre de 1899 lo que definió como “los estados generales y el comienzo de

la revolución” (en alusión a los comienzos de la Revolución Francesa) del socialismo

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francés; el congreso de unificación de las cinco facciones existentes. Él se plantea

inmediatamente la cuestión de la representación del pueblo, pero los líderes de los

grupos no; sólo los militantes tendrán derecho a estar presentes y votar, con un mandato

de grupo. Péguy lo deja pasar presa de la emoción y continúa trabajando para que el

congreso sea un éxito.

Pero el grupo que ayudó a crear en Orleáns, controlado por los

partidarios de Guesde, que se mantuvo al margen del caso Dreyfus, rehúsan otorgarle la

credencial representativa para el congreso. No se arredra, y como también tiene un

grupo que trabaja en París en los barrios obreros, presenta la solicitud de adhesión a

través de este grupo; entonces empiezan por ponerle problemas con el nombre, luego

con la validez del grupo. Finalmente acude al comienzo del congreso sin la credencial

en mano. Es finalmente allí, donde varios camaradas se la consiguen.

Las luchas intestinas entre Guesde y Jaurés sobre si entrar o no en los

gabinetes burgueses son parte de la historia. El 7 de diciembre Guesde consigue que se

vote a favor una moción para que la prensa socialista sea controlada por un comité que

velará por sus contenidos. Péguy se marcha cabizbajo y no volverá al congreso. En las

dos semanas siguientes fragua su idea de realizar unos cuadernos (los Cahiers) que

recojan la totalidad del trabajo que se realiza por la revolución, venga de donde venga,

agrupando toda la producción cultural de esa “nueva ciudad armoniosa”

Así se lo propone, ingenuamente, al comité que dirige la librería y

editorial. Lucien Herr le dice que su propuesta no tiene cabida, y lo que es demoledor;

cualquier proyecto que dirija Péguy será perseguido por contrarrevolucionario y por

anarquista. Péguy no acusa el golpe, y el 26 de diciembre de 1899 le avisa a su antiguo

mentor que renuncia al puesto de editor, pero que sólo se aleja momentáneamente. Aún

cree que cuando lean sus primeros números se darán cuenta de su lealtad. Sin duda se

equivocaba, pero lo que nos interesa aquí es la decisión sin lugar para el desánimo de

este hombre fraguado de amistades y de abandonos, que le lleva a la plena seguridad de

que sus Cahiers de la quinzaine estarán pronto en las manos de sus lectores.

Prácticamente arruinado, con cuatro personas a su cargo (su mujer, su

hijo, su madre y su cuñado) pero con las esperanzas casi intactas, va a ser capaz de sacar

adelante este monumental proyecto, que se va a mantener durante 15 años en

funcionamiento, en un tiempo record; el 5 de enero de 1900, diez días después de su

14

Page 15: La Libertad en Péguy.pdf

dimisión en la Societé Nouvelle, ve la luz el cahier número 1. Charlotte cumple veintiún

años. Se lanzan trescientos ejemplares de ciento cuarenta y cuatro páginas.

Curiosamente ese será el número promedio de abonados que tendrá la revista hasta su

fin; alcanzará en algunos momentos los mil cuatrocientos, pero nunca se mantendrán los

quinientos que hubieran permitido vivir sin problemas a Péguy como gerente. En

cualquier caso lo hará, y vivirá de ello, con la humildad y la inseguridad que siempre

consideró como muestra de dignidad, frente a los que reclamaban la revolución “desde

su seguridad de funcionarios”.

La formación de un verdadero revolucionario

Los primeros tiempos de los Cahiers son de un trabajo de tal envergadura

que uno se pregunta cuando podía comer o dormir, ya no digamos ver a su familia.

Péguy se encarga de todo lo que rodea a la producción y venta de los Cahiers. Él busca

los escritores y los textos, los revisa, compone, y monta tipo a tipo sobre la plancha que

será enviada a la imprenta, que se encuentra en Suresnes, bastante alejada de París, pero

es en la que Péguy confía desde los tiempos de la Bellais. Además compone las

portadas, índices y tablas, y recordemos que eso por aquel entonces era una labor de

paciencia artesana. Además se encarga de buscar los suscriptores y los benefactores que

en más de una ocasión tendrán que apoyar el proyecto con inyecciones monetarias, y las

personas que se encarguen de distribuirlos.

Por otra parte Péguy escribe incansablemente, pues está convencido que

la educación es imprescindible para la revolución, y los materiales que salen de su mano

son en los que más confía. También tuvo que ocuparse del espacio físico, que si en un

principio fue en casa de los Tharaud, en noviembre de 1900 abren la tienda del 16 de la

rue de la Sorbone, donde estarán a pesar del poco espacio hasta el traslado definitivo 11

meses más tarde al 8 de la misma calle, lugar de donde no se moverán ya. Esta tienda

tendrá unas características calcadas a las de la Bellais, y se convertirá pronto en un

hervidero de gente que va y viene, piensa y debate.

Mientras, Péguy sigue intentando restablecer sus relaciones con Lucien

Herr, que una vez tras otra le despide cada vez con más rudeza. A fines de 1900,

Georges Bellais y él salen definitivamente del accionariado de la Societé Nouvelle y

15

Page 16: La Libertad en Péguy.pdf

rompen definitivamente con el entorno del partido socialista, aunque no será hasta 1905

que Péguy “sancione” su separación total del socialismo con su adiós a Jaurés en el

artículo titulado “Correo de Rusia”, publicado en el Cahier 5 de la serie 7ª. Son los años

en los que escriben en los Cahiers Anatole France, George Sorel, o André Suarés. Se

reciben elogios por la profesionalidad de las composiciones, como por los contenidos,

que cada vez más se acomodan a reflejar la actualidad del momento, acoplado a su

periodicidad quincenal. Pero también mejoran poco a poco los Cahiers porque ha

entrado André Bourgeois a llevar la administración de la cooperativa creada para

gestionarlos. La seriedad de ambos personajes, Péguy y Bourgeois, hacen que las cosas

marchen sin grandes preocupaciones (salvo el rondar siempre el descalabro), para un

Péguy más preocupado en que la periodicidad y los contenidos estén a la altura de las

circunstancias que en las cuestiones del día a día económico.

Circunstancias francesas y mundiales que requieren de un constante estar

al día convierten en una obligación para Péguy comprar y leer cuatro periódicos por la

mañana, tres al mediodía y dos por la tarde. Maneja una cantidad de información que le

permite prever acontecimientos y estar siempre escribiendo sobre lo que sucede con una

diferencia mínima respecto a cuando se desarrollan los hechos. El mundo se debate

entre los eternos problemas de Francia con Alemania, las tensiones en Rusia, y los

conflictos internos franceses, cada vez más radicalizados contra la Iglesia católica.

Péguy fuerza a sus “escritores” a estar también muy informados, y a sus mejores

amigos, en algunos momentos, los increpa de forma muy ruda.

A mediados de 1901 la familia Péguy se traslada a Orsay, a las afueras

de Paris, hacia el sur. Esto significa que Péguy se aloja tres noches por semana en casa

de diferentes amigos hasta que finalmente alquila un apartamento a medias con Jules

Riby en el otoño de 1902. Para ese entonces Germaine, su segunda hija, tiene un año y

seis meses después nacerá Pierre. Los viajes en tren de un lado para otro son frecuentes,

complicados con las idas y venidas a Suresnes. Pero el tiempo brota de alguna parte

ignota. Las lecturas de Pascal han sustituido a Platón y Descartes. Y pronto tendrá la

oportunidad de asistir a los cursos de Bergson. A ellos asistirá con varios amigos y ex

compañeros. De entre ellos quiero mencionar a dos, una pareja con la que Péguy

mantendrá una estrecha relación durante esos años (hasta 1910 de manera muy

estrecha): se trata de Jacques Maritain y Raisa Oumançoff (después Raisa Maritain). A

Jacques Maritain lo conoce desde hace tiempo. Es nueve años más joven que él, y la

16

Page 17: La Libertad en Péguy.pdf

relación proviene de que Péguy es muy amigo de Genevieve Favre, la madre de

Maritain, socialista activa de origen protestante. Raisa es una joven de 17 años,

emigrada de Rusia, de padres judíos, que está estudiando botánica.

Estos detalles vienen al caso para situar la relevancia del matrimonio y

conversión al catolicismo de la joven pareja Maritain, y su relación estrecha con Péguy,

muy poco estudiada y valorada. Debido a la diferencia de edad Péguy se siente protector

del joven Jacques, y este siente una profunda admiración por Péguy. Milita en grupos

socialistas y demuestra un claro interés por todo lo social.

Bergson va a dejar una huella profunda en toda la generación de Péguy.

Va a significar para nuestro editor, que ronda los treinta, el momento de más estrecha

relación con la filosofía académica, pese a que nunca mantendrá una buena relación con

esta institución (como con ninguna). La filosofía entendida desde la vida misma, será el

nexo que permitirá captar a Péguy conceptos que luego se verterán digeridos y

reelaborados en todas sus obras de aquí en adelante. Péguy encuentra tan interesantes

los cursos de Bergson que publicará sin permiso un resumen bajo el título de

“Introducción a la Metafísica” en los Cahiers, lo que traerá la protesta del director del

prestigioso College de France.

Son estas cosas las que alejan a Péguy de la academia y de la docencia

reglada. Este tipo de maestros que quieren guardarse sus cosas para ellos o para unos

pocos elegidos no están dentro de la órbita de un Péguy que piensa que a la gente hay

que facilitarle el acceso a los conocimientos, que debe leer de todo, que la cultura debe

ser parte intrínseca de la vida de cualquiera. Son estos maestros los que alejarán a

nuestro “petit homme”, como le llamaban muchos, de cualquier tipo de contacto con la

Universidad, y con la Escuela en sentido amplio. Será por esto mismo que decidirá no

enviar a sus hijos a la escuela y asumir la totalidad de su educación entre Charlotte y él.

Es cierto que sus ausencias son notorias, pero el tiempo que está con su familia se

dedica cada vez más a los niños y su formación, sobretodo a medida que van creciendo,

como veremos más adelante. Sobre la escuela podemos leer a Péguy que nos dice:

“La Escuela por su propia naturaleza es una amenaza para la libertad. (...)

La institución escolar es una amenaza para la paz (paz entre los ciudadanos, paz en el

alma de cada miembro de la ciudad), pues reposa como sistema sobre los exámenes y

las oposiciones”7

7 “La cité harmonieuse”

17

Page 18: La Libertad en Péguy.pdf

Este paysan de la Francia más francesa, serio, conspicuo, casi

machadiano, diría yo, ha alcanzado a los 30 su madurez en muchos sentidos. Y es a

partir de aquí cuando su vida da un salto cualitativo. Hasta ahora la Historia y sus

revueltas lo han absorbido como sólo la realidad de lo que se puede tocar y ver puede

hacerlo. Hasta ahora hemos visto al Péguy comprometido con una causa, que no cesa y

que es terco, como la Juana de Arco antes de la revelación. Ese salto cualitativo no lo

provoca ningún hecho, ni revelación particular en el caso de nuestro gerente editor.

Simplemente va a comenzar un viaje hacia el interior, sin abandonar los compromisos

de la realidad, pero un viaje que va a ser mística en estado puro.

Se va a enamorar, pero de todo lo que es imprescindible para él. Es ese

enamoramiento del que hablan Juan de la Cruz, Teresa de Ávila, y el Cantar de los

Cantares. Los compromisos de su vida se van a volver parte de sí mismo, y los va a

volcar en una incesante productividad de miles de páginas escritas a mano, dándole

vueltas siempre a los mismos personajes y a las mismas preguntas. Y van a ser los

personajes femeninos los que van a jugar el papel clave en este peregrinaje que

comienza hacia 1905 y que tendrá su punto más álgido en el peregrinaje real, a pie, a

Chartres poco antes de su muerte, como si entreviera que de su viaje a primera línea no

iba a regresar.

Y por eso mismo voy a abandonar con él un camino que seguía una línea

de acompañamiento cronológico, para cambiar junto a él al tiempo de lo interior, donde

las líneas de lo real se vuelven menos rígidas, y se nos muestra lo real de nosotros

mismos; nuestros fantasmas, nuestros temores y nuestros anhelos más profundos.

El mundo de Juana, la doncella

Si uno visita Orleáns es imposible que no sienta la presencia de Juana

por todas partes, en las plazas, en los edificios, en las murallas. Para alguien sensible a

este tipo de personajes, que además impregnan todos los textos de historia de Francia,

no queda más remedio que prestarles atención. Pero en el caso de Péguy va a ser amor

desde los primeros momentos. Y siendo tan importante, es comprensible que sea posible

descubrir a través de ella el cambio en el autor.

18

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Hay dos obras dedicadas a Juana de Arco en Péguy. Una de juventud, y

otra de madurez. La primera es fruto del desenfreno que le produce descubrir que al

baluarte de la Francia católica se le puede mirar desde la óptica revolucionaria, ya no sin

que pierda ni ápice de sus contenidos, sino dándole más valores y una lectura que nadie

había imaginado antes. Ya hemos dicho que esta primera Juana, drama en tres piezas, lo

publicó Péguy a fines de 1897, y que como homenaje a su amigo perdido, firma como

Pierre (él) y Marcel Baudouin.

Estamos ante una Juana de la simpleza, del campo, es una Juana que

recuerda en algunas cosas a Francisco de Asís. Sus relaciones son humanas; sus

reacciones y fortalezas son humanas. Es una Juana que cree que puede con sus propias

fuerzas convencer al Delfín de que tiene que defender al pueblo que sufre. Hay un

convencimiento total de que la razón es suficiente, y que los sucesos sobrenaturales,

vienen a completar aquello para lo que muchos no parecen estar dispuestos a admitir

por la simple razón. Péguy va a recalcar constantemente su pequeñez, su ser mujer, su

sentimiento de profunda solidaridad con el pueblo sufriente. Así los escenarios serán

Domremy, las batallas y Rouen; digamos que los acontecimientos históricos.

Y es que Péguy está convencido de que la revolución va a venir ya. Por

que las condiciones se están dando, por que el pueblo sufre y la razón va a ser suficiente

para que todo vibre con otros tonos; los de la razón, libertad, igualdad y fraternidad. El

semblante de la República toma la cara de Juana, y Péguy siente a Juana dentro de sí

mismo.

Pero con los años Juana y las mujeres que la rodean, comenzando por la

hermana de la heroína, sin ir más lejos, han vuelto sus ojos a otra parte. Trece años

después de la primera Juana, en 1910, y dentro de uno de sus Cahiers, se va a publicar

“El misterio de la caridad de Juana de Arco”. El título es significativo porque se ha dado

el paso hacia el misterio, y además hacia el misterio que suponen las tres virtudes

fundamentales: Fe, Esperanza y Caridad.

Como vemos el comienzo del camino hacia el misterio para Péguy

comienza por la tercera. Después tendremos el “Pórtico al misterio de la segunda

virtud”, publicado en 1911, y “El misterio de los santos inocentes”, publicado en 1912,

año de crisis personal y de centenario (el 5º, de la liberación de Orleáns por Juana de

19

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Arco). Péguy representará su propio viaje hacia la fe por medio de sus obras. Así, esta

última comienza con Madame Gervaise rezando:

“Yo digo, dice Dios, Maestro de las Tres Virtudes.

La Fe es una esposa fiel.

La Caridad es una madre ardiente

Pero la Esperanza es una niña pequeña aún.”8

Juana va a dar largos discursos que intentan comunicar lo que se le

revelaba. Pasa de la brevedad intensa e impaciente, a la extensión que planea sin

preocupación de las llamas del martirio. Péguy siente a Juana en su interior; quiere ser

pequeño, quiere ser merecedor de la gracia de la segunda virtud, ante la que se

encuentra en el pórtico del misterio, mientras que de las otras dos reconoce al menos

este. Camina hacia la desesperación y nada ni nadie pueden frenarlo. Eso sí, es una

desesperanza interior, su tristeza “va por dentro” y sólo con sus amigos y amigas más

próximos va a revelar esta situación.

A Genevieve Favre le dice en una carta de septiembre de 1910:

“La verdadera resignación cristiana no es en absoluto una resignación

adormecida. Es una resignación generalmente desgarrante.”9

Y en cambio a Louis Baillet, ya consagrado sacerdote y exiliado en

Bruselas, le dice en julio de 1902:

“Con motivo de estas persecuciones estúpidas, injustas, te quiero renovar

la seguridad de una amistad que permanece íntegra. Vosotros los católicos, alegraos; las

persecuciones de los radicales preparan incontestablemente el renacimiento de la fe

católica en Francia.

Sólo los amigos de la razón se deben apenar.”

Entre estas dos cartas hay no sólo ocho años de vida, sino un cambio de

posicionamiento en Péguy. En 1902 se sitúa desde fuera del catolicismo, disconforme

con la nueva ley de educación que incluye la prohibición de la enseñanza de tipo

religioso, y la persecución de todas las instituciones de enseñanza católicas en Francia,

8 “Le mystere des saints innocents” Ouvres Poethiques Completes Gallimard Paris 1957 pág.6759 Como la mayor parte de las cartas se encuentran en el Centro Charles Péguy de Orleáns, estando recogidas en una edición realizada por el hijo mayor de Péguy, Marcel, en 1927.(T.A.)

20

Page 21: La Libertad en Péguy.pdf

bajo pena de cárcel en caso de que un sacerdote o monje ejerza de maestro. Eso

motivara el exilio de muchos, entre ellos varios amigos de Péguy. Él se opondrá desde

los Cahiers a esta ley, a pesar de estar totalmente de acuerdo conque la enseñanza sea

laica. En 1910, habla desde su fe cristiana, renovada siente él, un poco al estilo de

Unamuno, retomando la fe perdida de la infancia.

De la primera Juana a esta de los tres misterios hay un ubicarse de nuevo

en el mundo, encontrarse a sí mismo, sin que lo anterior fuera malo, no una conversión.

De esta se ha escrito mucho, y sobre todo por parte de aquellos que han querido hacer

de Péguy un traidor al socialismo, ya sea desde la derecha que quería ver la

“recuperación del sentido común” por parte de este hombre reconocidamente honesto,

ya desde la izquierda que quería verle como un converso más que abandona “la causa”

por la comodidad de los claustros. Ambos comparten la incomprensión de la libertad

personal más allá de la obediencia al grupo; son los de espíritu simple quienes han

hablado de conversión en Péguy.

Cuando Péguy retoma el tema de Juana de Arco, y se plantea reescribir

su primera obra, está en un momento vital de gran confusión. Ha sido literalmente

expulsado por sus camaradas socialistas que rechazan la posibilidad de vivir sin

instituciones y que ven la revolución como algo que debe destruir para volver a

construir encima de las cenizas. Y es que poco a poco ha ido comprendiendo nuestro

hombre que si una silla puede ser reparada con dedicación, hebra a hebra de paja, desde

dentro a fuera, la persona puede y debe hacerse de la misma manera. Hemos llegado

pues al momento crucial en el que toma conciencia de la importancia y prioridad que

tiene la reconstrucción de la persona desde dentro, con pasión y dedicación, pero sin

pausas, de manera que sufra una revolución interior, condición para esa otra necesaria

(consecuencia necesaria además) revolución estructural, económica y política.

Los acontecimientos de Rusia durante 1905, con la destrucción de la

flota del pacífico por los japoneses y la consiguiente derrota en la guerra, y con las

revueltas en las principales ciudades, y de varias unidades del ejército y la marina,

solicitando simplemente pan (el artículo se titulará “Los suplicantes paralelos”), ponen

al editor de los Cahiers delante de la cruda realidad de las revoluciones que promueven

los grupos de la izquierda marxista y anarquista. Habla con dolor de las barbaries que

van a cometerse en nombre de los ideales de la Revolución (la francesa); es un gasto

humano sin sentido, respuesta de la desesperación. Por eso vive con angustia cualquier

21

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retraso en las ediciones de los Cahiers, por que cree que cada día perdido, es un día que

se retrasa el proceso educativo de las masas, y por tanto es un día que acerca más una

revuelta sangrienta.

Simultáneamente se produce en Péguy una visión tan incomprendida

como particular de la situación en el mundo. 1905 es el año de “Nuestra patria” y de

“Por esta mañana de nubes y claros”. Gran parte de sus enemigos ven como

consecuencia directa de su pasión por Juana (abanderada durante siglos de la más

recalcitrante derecha clerical católica), este nuevo lenguaje que incorpora a la patria y

los valores de lo francés frente a los valores imperantes en el sistema. Se ha escrito

mucho también sobre un nacionalismo exacerbado, al igual que su militarismo. Pero

como con la conversión se trata del no querer escuchar de oídos sucios.

Péguy utiliza como equivalentes imperialismo, capitalismo y

germanismo. Para él la Alemania del Kaiser Guillermo, así como la de Bismarck,

encarna al monstruo del capitalismo que quiere absorber todo lo que encuentra a su

paso, digiriéndolo, aplastándolo, devorándolo. En ningún caso se refiere a los alemanes

como nación, sino al sistema. De hecho son varios los alemanes o miembros del imperio

alemán que escriben en los Cahiers por invitación expresa de Péguy. Frente a ello va a

considerar que se debe reforzar la mística republicana que tuvo su auge con la

Revolución Francesa y que se reflejan en los valores de la Francia de “Liberté, Egalité

et Franternité”.

En cuanto al militarismo son constantes las alusiones a la consideración

de lo militar como negativo, como expresión de la obediencia ciega que no lleva a

ninguna parte, como instrumento del sistema para acabar con la mística republicana en

la política. El ejemplo más utilizado por Péguy es el de MacMahon, que dirigió el

bombardeo de la comuna de París. Pero este personaje que será arrastrado tras su muerte

a las hornacinas de los monumentos de la Acción Francesa, sigue un proceso de

profundización interior y de angustia, que recuerdan al Kierkegaard de “Temor y

temblor”.

22

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Sus amistades y su familia

Su soledad revolucionaria termina fraguando un círculo de amistades tan

variopinta como marginal. Judíos, protestantes, anarquistas y socialistas expulsados,

mujeres que no encuentran eco en un mundo de hombres, conversos de todo tipo. En

una época de “grandes revoluciones” que parece exigir “grandes tomas de partido” por

las “grandes causas”, Péguy opta por los marginados de esos grandes momentos que no

son realmente acontecimientos notables.

Su toma de partido por Dreyfus sostenida hasta que en 1906 se le

reintegra a éste a Francia y al ejército, es mal entendida por todos. A esas alturas ya

nadie quiere remover pasadas deudas y dudas; se pretende zanjar con mucha pompa

para arrinconarlo en la esquina de la historia de Francia. Y nuestro editor vuelve a la

carga una y otra vez recordando que no se restaura el honor, ni se restaura la dignidad

que se quiso mancillar, con la devolución de un sable y unas charreteras. Que a los

judíos se les sigue mirando con desprecio, y siempre se encuentran motivos para

relegarlos a un segundo plano.

Pero cosa similar sucede con los protestantes, ante los que la sociedad

vive de espaldas, y se les obliga a encerrarse en pequeños grupos repartidos por todo el

país. Varios de sus colaboradores y amigos son protestantes, y esto, unido al proceso de

acercamiento al cristianismo que comienza en 1906, van a hacer pensar a muchos que

Péguy en realidad es más protestante que católico: Las dudas ante la asistencia a misa,

que nunca llega a ser efectiva, aunque pasa largas horas en los templos desde 1907 hasta

su muerte (dos horas antes de morir estaba rezando en una capilla próxima a la zona de

trincheras que le correspondía defender en el frente); la incontestable desobediencia

ante las órdenes que provienen de la jerarquía católica en relación con aceptar su

“conversión”; el empecinamiento en buscar consejo en sus amigos y amigas sin fijar un

confesor o guía espiritual católico.

En fin, que se empeñaron entonces, como muchos aún hoy en considerar

dudas lo que eran claras evidencias de que no estaba dispuesto a dar su alma a unos u

otros. Sus amistades lo fueron hasta la muerte; bien porque se fueron antes que él, como

23

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el caso de Romain Rolland, Marcel Baudouin y Eddie Marix; bien por su propia muerte.

Incluso las traiciones de sus amigos, siempre las consideró como no definitivas, y a

Lucien Herr lo esperará hasta el final.

Quizás uno de los problemas más graves que pasó Péguy en estos años

fue de índole personal, lo que le llevó a una crisis profunda en su fe naciente.

Su vida familiar como habíamos visto estaba condicionada a su vida

militante, salvo la educación de Marcel, y posteriormente de Germaine y Pierre, a

medida que iban alcanzando la edad de recibir conocimientos específicos que Charlotte,

su esposa, no podía darles. En una recopilación de testimonios de personas que le

conocieron en vida, están los recuerdos de Germaine, su hija, de los que voy a

transcribir varios textos que nos permitan valorar como era la vida familiar de los

Péguy.

De la segunda casa, en Lozère, recuerda:

“La casa cuadrada que aún existe, con su largo salón un poco oscuro,

donde mi padre trabajaba, y el gran jardín donde jugábamos largos partidos de `balón

prisionero´; después la pequeña sala, más alta que larga, donde recibimos Pierre y yo

nuestras primeras lecciones de latín.”

Y la impresión dominante de esos años:

“Recuerdo esa especie de reverencia, de respeto profundo, de total

devoción por su trabajo, que mi padre había transmitido a toda la familia; todo estaba

previsto, organizado por él para evitar toda pérdida de tiempo, cualquier contrariedad”.

De su padre recuerda que en agosto del 14, entre las cosas que les dedicó

de despedida, ante la posibilidad de la muerte, fue que nunca le habían impedido

escribir una línea, o que por ejemplo le gustaba vanagloriarse de movilizar a su mujer

en 5 minutos para salir toda la mañana de casa.

“Durante horas le escuchábamos a través de la puerta, con voz monótona

releer las pruebas de los Cahiers, aclarando todas las indicaciones tipográficas, mientras

que nuestra madre, sentada junto a él, seguía el texto sin perder el hilo; enseguida que

terminaba, le pedía a ella que pusiera el dedo para sujetar el nudo con el que cerraba el

paquete para la imprenta. Todo debía estar perfecto. Lo veo haciéndome notar la poca

24

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claridad en una dirección de una carta, que yo encontraba perfectamente legible... pero

no, había que romperlo y volverlo a hacer.”

“Sólo nuestra madre podía entrar para limpiar en la sala de trabajo, con

el cuidado de no mover un solo papel, mientras que nosotros apenas osábamos echar

una miradita desde la puerta. Debíamos jugar sin hacer demasiado ruido, y estar siempre

listos para acompañar a nuestro padre en sus largos paseos; nuestro hermano pequeño

hasta la meseta, nosotros dos podíamos ir con él hasta el bosque, donde estaban nuestro

valle encantado, y el mar de gemistas donde una vez encontramos una ballena.

Estábamos además a su disposición como alumnos; a Marcel le enseñaba latín y griego,

a los demás empezó con el latín entre octubre de 1913 y junio de 1914.”

Sobre la posible austeridad de su infancia debido a la severidad de su

padre, Germaine dice:

“Exactamente lo contrario; su forma de querernos era exigente, y diría yo

que celosa. Nunca quiso dejarnos ir a clase al colegio. Marcel no entró en Saint-Barbe

hasta primero (con 15 años), Pierre y yo en octubre del 14, tras su muerte. Quizás por

miedo a influencias ajenas, sin duda, pero también por deseo de nuestra presencia junto

a él. En invierno, en la habitación contigua a donde él trabajaba; en verano, en el jardín,

bajo su ventana. Un día que estábamos portándonos especialmente bien, llamó a nuestra

madre; `¿Dónde están los niños?´ Ahí al lado, le contestó ella. `Ah, es que no los oía´.

Era de naturaleza alegre; jugaba con las mismas ganas que nosotros, corría a cuatro

patas, saltaba a la comba, con el riesgo de que se le cayeran y rompieran las gafas o

romperse algo. De vez en cuando veíamos sus ojos brillar con malicia detrás de sus

gafas; y entonces le preguntaba a nuestro jardinero: `¿Porqué las manzanas están

agusanadas?´, provocando siempre la respuesta de éste:`¡Esos malditos!, no sé que voy

a ....´, cuando a las manzanas no les pasaba nada.”

“Para divertirnos, se tomaba con buen humor esos pequeños incidentes

domésticos desagradables; el cristal de una lámpara que se rompía (eran los tiempos de

las lámparas a petróleo, ya que la electricidad se rechazaba por fatigar la vista), un lazo

que se suelta o rompe. Entonces proclamaba con una falsa gravedad;`´¡sobre todo

mantengamos la calma!´ o `¡así se pierden las batallas!´.”

Le gustaba tanto la naturaleza como el deporte, y así recuerda Germaine

que una mañana de primavera perfumada de jacintos salvajes habían corrido por el

25

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campo como locos, “y en sus ojos se adivinaba una felicidad como la nuestra”. Con los

animales también era cariñoso, recuerda. Más con los gatos y la cabra que con el perro

que una vez la mordió, o con el asno que los tiró una vez al suelo. De los pájaros no

sabía gran cosa, pero le gustaba que Pierre le contara lo que sabía de ellos, pues le

encantaban.

Y van terminando sus recuerdos de apenas 13 años:

“Como a nosotros, le encantaba el jardín; después de caminar, cavar era

su segunda entretención. Mi penúltimo recuerdo de él es de la primavera del 14;

encargada de avisarle para ir a cenar, le vi ahí, con el pie sobre la pala, vestido de

blanco, con sombrero blanco también, en el crepúsculo. Me pareció luminoso; me quedé

parada, contemplándolo.”

“De algunos meses más tarde proviene mi último recuerdo de él. Vestido

de militar, apoyado en la puerta del vagón del tren que lo llevaba a París, nos miraba

sonriente, por última vez.... eso me recuerda que el primero que conservo de él, es de

una noche de mis cinco o seis años, que me quedé dormida apoyada en el plato de la

cena. Él me cogió en brazos y me llevó a la cama; él creía que seguía dormida, pero yo

estaba feliz de estar en sus brazos.”

Estos recuerdos nos traen la humanidad de este hombre que a veces

parecía inhumano en sus esfuerzos y sus labores. Pero las cosas en casa no funcionaban

bien, desde la instalación de la familia en Lozere, probablemente porque ya le ha

comunicado a Charlotte que ha reencontrado la fe católica como le confesó a Maritain

en marzo de 1907. La familia Baudouin es anticlerical como ya dijimos, militantemente

anticlerical, lo que implica una separación de caminos en la visión del mundo en la

pareja. Péguy comienza a sentir las presiones que por un lado y otro vienen con respecto

a su fe; la familia de su mujer se niega a aceptar cualquier relación con la iglesia

católica, y ésta última le exige constantemente que formalice su matrimonio por la vía

eclesiástica, así como que bautice a sus hijos.

Pero el mayor problema para Péguy viene de sus muchas relaciones y la

cantidad de tiempo que está fuera de casa. Se desconoce si su esposa ponía problemas

ante los continuos viajes a París, pero entre sus amigos se corrían rumores, como suele

suceder en estas ocasiones, y contra la apariencia de gravedad sempiterna de Péguy, de

que había algo más que amistad con la hermana de Jules Isaac, Laura. Pero realmente

26

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sólo había una persona a quien Péguy confesó lo que le sucedía y atormentaba por

aquellas fechas de 1906. André Bourgeois, el fiel administrador de los Cahiers se

convirtió por casualidad en confidente de Péguy. Confidencia que guardó hasta el

fallecimiento de la esposa de este.

Varios conocedores de la vida del editor de los Cahiers, como el ya

citado Burac y Jean Bastaire han buscado relacionar la información que contenían las

cartas que escribió durante aquellos años, y parece saltar a la vista un hecho singular. En

agosto de 1914 escribió dos cartas de despedida; una a su mujer Charlotte, otra a

Blanche Raphaël.

A Blanche la conocerá Péguy en casa de Tharaud, en 1899, cuando

también era en parte su casa. Su hermano Gaston Raphaël colabora con Péguy desde

hace tiempo y han sido compañeros con Boivin en Lakanal. En realidad la amistad

durará siempre con Gaston pues llegará a ser su experto en Alemania, y traductor de y a

este idioma de varios artículos de los Cahiers. La familia Raphaël es judía no-

practicante, emigrada de Alsacia en 1870, cuando este territorio pasa a manos alemanas.

Nunca tendrán una posición muy desahogada, y Péguy les ayudará en varias ocasiones,

mano que le será devuelta en otras tantas en apoyo de los Cahiers y de su propia

economía personal.

Blanche era una especie de antítesis de Charlotte. Va a ser de las

primeras en conseguir una agregaduría en Francia y también de las primeras mujeres

que se corten el pelo a lo “garçon”. Cinco años más joven que Péguy va a quedar

impresionada por este hombre menudo y grave; y la sensación será recíproca. Durante

seis años va mantenerse una relación en algunos casos equívoca, en la que entran a

tomar parte personajes tan inesperados como la propia Cecile Péguy, madre del editor

de los Cahiers, y Genevieve Favre, madre de Maritain. Ambas, que poseen un gran

ascendiente sobre hijo y amigo, sienten una gran simpatía por Blanche; y ambas, hay

que decirlo, mantienen una distancia más que prudente con Charlotte.

Péguy tiene dos mundos; uno en su casa, otro en París. Y de esa tensión

va a surgir un profundo dolor tras su acercamiento a la fe católica. Oigamos lo que dice

Burac sobre este tema en el libro ya mencionado:

“¿Es Blanche Raphaël de la que Péguy habla a Pesloüan en su entrevista

de 1906, tras escribirle una nota diciendo que tiene un caso de conciencia imprevisto, y

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Page 28: La Libertad en Péguy.pdf

extremadamente grave? Parece en todo caso, que después de varios años de relación

amistosa, el amor le hubiera cogido por sorpresa. Un violento amor carnal, trágico y

profundo. Tentado por el adulterio, por el divorcio, él que está ya `lleno de

remordimientos´, cara a cara con su familia, va a cuestionarse profundamente, a luchar

con determinación brutal durante años, `atormentado por los escrúpulos, atacado,

invadido y absorbido por los remordimientos, por crímenes no cometidos, que no

cometerá jamás. Es uno de los más bellos casos que he encontrado de culpabilidad sin

falta´. El “Diálogo de la historia y del alma carnal, redactado durante las vacaciones de

1909 y la primavera de 1910, está lleno de alusiones a su situación doméstica.”

Blanche tomará la determinación en 1908 de casarse con Marcel

Bernard. A partir de ahí la relación se torna formal, y sólo se ven cuando Péguy lleva a

Germaine y Marcel a recibir clases de inglés a casa de Blanche. Él la mantendrá siempre

entre sus más allegados y será receptora de cartas suyas hasta el final, como ya hemos

visto.

Son muchos los amigos y amigas que completarían una lista llena de

detalles y anécdotas, apoyos y confidencias. Muchos le han abandonado; otros le

recordarán siempre. La mayoría guardará como un tesoro el paso por sus vidas de este

poeta, lleno de fe y dudas. De su fe en la transformación del mundo y de la claridad

como veía a sus antiguos camaradas socialistas hablaré a continuación.

Péguy; un libertario contra el socialismo acomodado

Como ya he insistido en varios momentos se ha pretendido arrancar a

Péguy de algo que consideraba parte intrínseca de su persona; el socialismo. Pero el de

Péguy es un socialismo utópico, libertario. Sobretodo si se examinan las dos últimas

parejas de obras escritas en prosa por él: “El dinero” y “El dinero, continuación”, que

son de febrero y abril de 1913, y la “Nota sobre Bergson” y la “Nota conjunta sobre

Descartes”, que son de abril y de agosto de 1914.

En 1913, Péguy es sin ninguna duda el adversario resuelto del socialismo

de su época: socialismo marxista, socialismo de lucha de clases. Es preciso sin embargo

ver por qué lo rechaza. ¿Porque es un socialismo excesivamente revolucionario? Al

contrario, porque no lo es bastante:

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“Todo ese mundo es jaurésista, es decir, que en el fondo todo ese mundo

es radical. Es decir, burgués”.

De Jaurés dirá que no ha sido nunca más que un radical, e incluso un

radical oportunista, un radical de centro izquierda y que el socialismo ha pasado a ser,

bajo el nombre del jaurésismo, un sistema de desorganización del trabajo social y

además

“..., una excitación de los instintos burgueses dentro del mundo obrero,

un arrastrar a los obreros para que se vuelvan a su vez cochinos burgueses.”

Burgués el socialismo parlamentario y burgués el socialismo sindicalista.

Péguy no da la razón ni a los intelectuales de la SF1O ni a los obreristas de la CGT. Al

adoptar la Carta de Amiens, que garantiza la independencia del sindicalismo, estos

últimos

“..pudieron creer más o menos sinceramente que se habían

desembarazado del viejo personal político socialista. Pero no se liberaron del viejo

espíritu político socialista”.

Son “obreros aburguesados”, “intelectuales a disgusto”. Es la burguesía

quien, al convertirles en burgueses, les ha enseñado a mendigar, como ella misma hace.

“Hoy, en esa misma insolencia y brutalidad, en esa especie de

incoherencia que añaden a sus reivindicaciones, es muy fácil sentir esa vergüenza sorda

de verse obligados a mendigar”

Dirá Péguy que todo mal proviene de la burguesía, volviendo a la crítica

que expresara ya en “Nuestra juventud”.

“Toda la aberración..., todo el crimen. Es la burguesía capitalista quien

ha infectado al pueblo (...) Digo expresamente la burguesía capitalista y la gran

burguesía. Por el contrario, la burguesía trabajadora, la pequeña burguesía, ha pasado a

ser la clase más desgraciada de todas las clases sociales, la única que hoy trabaja

realmente, la única además que ha conservado intactas las virtudes obreras.”

Dígase otro tanto de esa idea de sabotaje que se extiende por los medios

obreros. Los sindicalistas no hacen más que tomarla de la gran burguesía. ¿Cuál era,

según Péguy, la vocación de esta última? La de ser

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“..el árbitro económico del valor que se vende, mientras la clase obrera

no pedía más que seguir siendo lo que siempre fue: La fuente económica del valor que

se vende”.

¿Qué ha pasado en realidad? Como la burguesía se había dedicado a

tratar como un valor de bolsa el trabajo del hombre, también el trabajador se dedicó a

tratar como un valor de bolsa su propio trabajo.

“Como la burguesía se dedicó a ejercer un chantaje perpetuo sobre el

trabajo del hombre, vivimos ahora bajo ese régimen de golpes de bolsa y de chantaje

perpetuo que son especialmente las huelgas. Desapareció así esa noción del justo precio,

de la que se ríen hoy nuestros intelectuales burgueses, pero que no dejó de ser

fundamento estable de todo un mundo”.

De ese mundo caduco, donde los obreros no dejaban de ser pueblo para

convertirse en burgueses, el autor de “El Dinero” dibuja un cuadro del que no se ha

visto bien, dado su carácter nostálgico, cuan inclinado está tanto hacia el futuro como

hacia el pasado.

«Aunque no nos crean, nosotros hemos conocido obreros que tenían

ganas de trabajar (...) Trabajar era incluso su placer, y la raíz profunda de su existir. Y la

razón de su ser. Había un honor increíble en el trabajo, el más bello de todos los

honores, y el más cristiano, tal vez el único que se mantiene en pie. Por eso digo yo, por

ejemplo, que un librepensador de entonces era más cristiano que un devoto de hoy.

Porque un devoto de ahora es necesariamente un burgués”

Estas palabras duelen, y duelen hoy, pero son la verdad de Péguy, algo

que ya venimos escuchándole desde su primera juventud, ¿verdad?. El honor de

aquellos obreros era “absoluto”, según es lo propio del honor. Un palo de silla tenía que

estar bien hecho. No tenía que hacerse bien ni por el salario ni mediante el salario.

“Ellos decían riéndose, y por fastidiar a los curas, que trabajar es orar, y

no imaginaban cuánta razón tenían. Tan oración era su trabajo. Y el taller era una

capilla.”

Desde el trabajo, el respeto se extendía al hogar.

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“Por otra parte, el hogar se confundía muy a menudo con el taller y el

honor del hogar y el honor del taller eran el mismo honor. Era el honor del mismo lugar.

Era el honor del mismo fuego”.

De ahí provenían

“..todos los bellos sentimientos adjuntos o conectados, todos los bellos

sentimientos derivados y filiales. Un respeto a los ancianos; a los padres, a la familia.

Un admirable respeto por los hijos. Naturalmente, un respeto por la mujer. (Y, hay que

decirlo, pues eso falta tanto hoy, un respeto de la mujer por la mujer misma)”.

¿Cómo no reconocer en esa piedad de la obra bien hecha, en ese culto de

la familia por el hogar, la “moral de los productores” querida por G. Sorel? No se trata

de la celebración de una impostura útil para sobornar a los chiquillos, ni del maquillaje

de una miseria envilecedora mediante las declaraciones suavizantes de los “curas”. Sino

de la exaltación de un orgullo del trabajo y del trabajador, de una cualidad de la vida y

del viviente, que fueron destruidas por la burguesía capitalista y que los auténticos

revolucionarios deben ambicionar reconstruir.

El mal procede del dinero, o más bien de su imperio sin control.

“El dinero no es deshonroso —subraya Péguy— cuando es el salario, la

remuneración, la paga (...), cuando es ganado pobremente. Solamente deshonra cuando

se trata del dinero de las gentes del mundo”.

Y cuando se termina en esa situación monstruosa

“..de un París como el París moderno, donde la población se divide en

dos clases tan perfectamente separadas que nunca se había visto tanto dinero corriendo

por placer, ni negársele el dinero al trabajo hasta ese punto”.

¿Acaso podemos sustraernos a la actualidad de estas palabras, al dolor de

que se hayan repetido una y otra vez, por activa y por pasiva, por unos y otros, y en

cambio no encontremos todavía las fuerzas para superar la barrera que nos impide

cambiar esta situación de injusticia flagrante?

Hasta la llegada de los tiempos modernos,

“la aceptación de la pobreza otorgaba una especie de título, instituía una

especie de contrato. Quien deseaba salir de la pobreza por arriba corría el riesgo de salir,

de precipitarse por abajo. No tenía nada que decir. Había denunciado el pacto. Pero la

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pobreza era sagrada. Quien no arriesgaba, quien no quería evadirse de ella por arriba no

corría ningún riesgo de precipitarse por abajo. Entendiendo que nosotros, establecemos

entre la pobreza y la miseria esa separación mediante las definiciones, esa

discriminación tan profunda expresada en el De Jean Coste.”

El gerente de los Cahiers es entre otras cosas testigo.

“Hemos conocido una época, hemos rozado un tiempo en que esto era

realidad. Ese punto de vista sobre el mundo, esa perspectiva del mundo tenía todos los

sacramentos científicos. Era la que estaba de moda, de experiencia, práctica, empírica,

experimental, realizada de hecho constantemente. Era la que sabía. La que había visto.

Y esa es tal vez la diferencia más profunda, el abismo existente entre todo ese gran

mundo antiguo, pagano, cristiano, francés, y nuestro mundo moderno».

En julio de 1914, en la “Nota conjunta”, Péguy fustiga lo que él llama “la

inmensa prostitución del mundo moderno”, y aclara:

“El mundo moderno no es prostitucional universalmente a causa de la

lujuria. Es incapaz de eso. Es universalmente prostitucional a causa de que es

universalmente canjeable por dinero. No es que se haya procurado bajeza y deshonra

con su dinero. Sino que como lo había reducido todo a dinero, se encontró con que todo

era bajeza y deshonra”.

No sólo el trabajo; cualquier cosa se ha convertido en un simple asunto

de bolsa (como hoy).

“No sabemos por qué terrible aventura, por no sabemos qué aberración

de mecanismos, por un desfase, por un desarreglo, por una monstruosa locura de la

mecánica, lo que solamente debía servir para el intercambio invadió completamente el

valor. En consecuencia, no sólo hay que decir que en el mundo la escala de los valores

se ha subvertido. Hay que decir que ha sido aniquilada, pues el instrumento de

medición, de intercambio y de evaluación, invadió el valor que debería servir para

medir, intercambiar y evaluar”.

El símbolo de esa corrupción, la Biblia de ese nuevo poder supremo, es

la cartilla de la Caja de Ahorros.

“Ella es la única lo bastante fuerte como para enfrentarse a los

Evangelios, pues es el libro del dinero, que es el anticristo. ¿No es lo contrario del

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derroche y aparentemente del pecado? (...) ¿No es el símbolo y el manual del perfecto

virtuoso? (...) No, se trata de la primera punta hundida en la cepa, el símbolo, el manual

y el primer instrumento de la rigidez, de la amortización, de la sequedad de la familia y

de la raza (...), de la desecación y endurecimiento del presente.”

Y junto a ella uno de los grandes éxitos de esta conducción del presente

hacia el pasado fue el triunfo del “sistema de retiro”. El ideal del hombre moderno,

ironiza Péguy,

“es un ideal de Estado, un ideal de hospital de Estado, una inmensa casa

última y mortuoria, sin preocupación, sin pensamiento, sin raza. Un inmenso asilo de

viejos.(...) Por tener paz en los días últimos, no se es libre hoy”.

Esta última frase es suficientemente lapidaria. Cuantos de nosotros

consideramos un logro la pensión de la jubilación, y nos preocupamos de tener la vejez

asegurada. Pero claro, si ya hemos asegurado nuestro presente, tenemos que hacerlo con

el futuro, para alcanzar el máximo estado de despreocupación. Y es esa situación la que

Péguy considera como pecaminosa. Por otra parte, sería un error creer que el reino del

dinero, no engendra más que esa prudencia y esa parsimonia. Genera también derroche.

Ahorro y dilapidación son los dos pechos de los que mama la sociedad moderna.

“Cuando ciertos puntos de grandeza de valor, cuando ciertos puntos de

dignidad (social, moral, económica, cívica, psicológica, metafísica), cuando ciertos

puntos de presencia, de flexibles se convierten en rígidos, de presentes se hacen

pasados, cuando se transforman en muertos, cuando vienen a ser puntos y objetos de

medida, la avaricia y la venalidad pueden comenzar conjuntamente (...) Una puede

atesorar y la otra dilapidar: a una. Una puede amontonar y la otra derramar. Es siempre

la misma operación.”

Tanto en un caso como en otro, ya no hay ser, ni vida, ni sustancia. La

sociedad de consumo del neoliberalismo actual no vale más que la sociedad de penuria

del capitalismo de ayer.

“Toda la cuestión consiste en saber qué es negociable en un cierto

mundo y qué no lo es. Todo el envilecimiento del mundo moderno (...) procede de que

el mundo moderno consideró negociables unos valores que el mundo antiguo y el

mundo cristiano consideraban como no negociables. Esa universal negociación es lo

que ha producido este universal envilecimiento.”

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Page 34: La Libertad en Péguy.pdf

Con tales palabras, estamos lejos de los programas electorales y de los

partidos políticos, lejos de la ortodoxia de la lucha de clases. ¿Pero no estamos en el

corazón de lo real y de la cuestión social? El Péguy libertario y utópico está convencido

de que debe apostar por su papel de profeta que clama en el desierto. Es un desierto

lleno de espejismos, que envuelven a la persona en una selva de ofertas tentadoras.

Mounier va a retomar casi todo de esta visión del mundo, más de lo que aparenta.

Seguimos sobreponiendo fechas y acontecimientos, pero todo se

encamina hacia el que va a ser el último capítulo de su vida.

Chartres

Si uno viaja a Chartres desde Orleáns no recibe la misma impresión que

si lo hace desde París. Este pensamiento parece que no tuviera ninguna relevancia, pero

sólo para el que no lo ha hecho. Chartres es una pequeña ciudad a 80 Km de París, que

posee una de las catedrales más impresionantes de la cristiandad. Aunque no es la más

alta, tiene una majestuosidad que se percibe ya desde lejos.

Viajando desde Orleáns, apenas a dos kilómetros de la ciudad,

comienzan a vislumbrarse sobre los campos de trigo (pocos ya a esa distancia, pero aún

quedan) unas agujas que penetran el cielo, y que poco a poco van permitiendo ver como

surge del suelo un enorme edificio con pesados contrafuertes. Durante apenas unos

instantes (otra desventaja moderna, si se aproxima uno en coche) parece flotar sobre los

campos, majestuosa. Al poco aparece el resto de la ciudad a sus pies y derredor.

Si uno llega de París, la catedral se visualiza ya a varios kilómetros de

distancia, agrandándose poco a poco, hasta convertirse en el punto central del paisaje.

Diferente impresión, que Péguy va a recibir acrecentada por que él lo hizo a pie, aunque

entró desde París, perdiéndose la otra vista.

Aún así nada puede compararse con el momento en que uno penetra en la

catedral desde la entrada principal. No importa la cantidad de gente, en realidad no

importa ni siquiera la tienda de souvenir que se encuentra a la izquierda ahora (que a

uno le recuerda invariablemente a Jesús látigo en mano en el templo de Jerusalem). Sólo

importa la pequeñez que se siente ante la inmensidad de la nave central de ese edificio.

El infinito se hace presente en un espacio de dimensiones impresionantes, casi desnudo

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Page 35: La Libertad en Péguy.pdf

de imágenes, piedra desnuda que transporta a esos momentos de recogimiento y silencio

del siglo XIV.

Para colmo el laberinto le espera a uno si se atreve a adentrarse en el

espacio abierto que le dirige hacia el centro de la nave. Un laberinto que la gente recorre

en silencio, dando vueltas como sin ton ni son, pero que cuando uno finaliza

invariablemente de frente al altar, ha llegado a un estado de concentración, y oración

para los creyentes, que parece estar absolutamente sólo ante esa inmensidad.

Y es entonces cuando se abre la puerta al misterio y la oración. Al

“peregrino de Chartres”, como también se conoce a Péguy.

Este peregrino, está preparando el “tejido” que va a dar consistencia a su

obra. Está redactando ya comenzado el segundo decenio del siglo, las Tapisseries. Va a

ser una verdadera tapicería, donde las hebras de paja, se transforman en hilos para tejer

un tapiz, con múltiples dimensiones, denso de cruces, redes, formas y colores. Junto a

las Tapisseries, están rondando ya las dos obras monumentales; Eva y Clío. Como

vemos más personajes femeninos para este escritor que busca relacionar a la madre de la

humanidad en lo temporal, Eva, con el transcurso del tiempo humano, Clío, y con la

Madre de la humanidad para los cristianos, María (y una María muy particular, la

Verónica). Sufrimiento que es convertido en virtud en todos los casos; sufrimiento que

alcanza su apogeo en la Verónica sufriente, plena de amor.

Péguy tiene la intención de hacer un peregrinaje a Chartres por primera

vez a raíz de la enfermedad de Eddie Marix, con el fin de pedir por su restablecimiento;

estamos en 1910. Pero curiosamente es persuadido de ello por Maritain, que le indica

que si no tiene intención de comulgar no va a servir de nada. Es sorprendente por una

parte la insistencia del converso Maritain (que Bastaire califica de “celo indiscreto”),

que es el encargado de transmitir una y otra vez los mensajes de Baillet y del

arzobispado, de que sin bautismo de los hijos y boda eclesiástica, amen de aceptar el

sacramento de la comunión y de renunciar a algunas otras actitudes de Péguy, más

próximas al protestantismo. Por otra, sorprende este arranque de fervor mariano en el

futuro peregrino, que hasta ese momento había demostrado al parecer poco interés en

estas cuestiones “piadosas”.

Será en 1912, en primavera, cuando en compañía de Alian-Fournier (que

regresará sin llegar a Chartres), comience el peregrinaje a pie desde su casa en Lozere.

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Page 36: La Libertad en Péguy.pdf

Los momentos negros de la oscuridad de las dudas de fe no terminan de pasar; tampoco

el dolor por la boda de Blanche, la muerte de Marix,.... Y en febrero unas fiebres

tifoideas atacan al pequeño Pierre, el más pequeño de sus hijos. El padre va a rezar a la

virgen pidiendo su mejoría, y es cuando llega esta a mediados de marzo que está

decidido a salir para Chartres, no para pedir, sino para dar. Dar las gracias por la

mejoría de su hijo, y por esa fe que parece reencontrar caminos inesperados en una

persona poco proclive aún a rezar.

Pero tiene que tomarse un respiro para recuperar fuerzas ante la prueba;

se propone hacer 144 Km a pie (ida y vuelta) en 4 días (36 Km diarios). Y llega junio

sin que estas lleguen a su cuerpo, que sin más fuerzas que antes, se encuentra más

sobrecargado en un espíritu atormentado por la recaída de Pierre, Blanche que también

entra en un estado de depresión del que ya no saldrá, y las noticias de la Iglesia, que

insisten en el bautismo de los niños, aunque sea a escondidas de la madre. Péguy no

aguanta más y se decide a salir entre el 13 y el 20 de junio; sólo la fuerza de la fe le

guiará. Y le guiará de forma excepcional, pues tal como le informa a su amigo Fournier,

que se ha devuelto sin terminar, de regreso, ha cumplido una de las etapas de 8

kilómetros en 65 minutos, lo que significa paso ligero, como el de la infantería a la que

pertenece en la reserva con el grado de teniente. Dos meses más tarde le cuenta a Lotte:

“Creí que me moría. ¡Hacía un calor! Había rebasado los cuarenta

kilómetros. ¡Sería bello morir en el camino e ir al cielo todo de un golpe!”

Aunque la exultación es el resultado inicial del regreso, dura poco, y

pronto se encuentra otra vez inmerso en el diario quehacer de los Cahiers que lo

absorbe, y los domingos, que comienza a hacerse invitar por sus amigos para no estar en

su casa, donde nada, salvo los niños, hace que desee permanecer allí; su madre, su

mujer y su cuñada viven allí también y forman un grupo de presión insostenible en

muchos momentos para este hombre de alma atormentada a estas alturas. Alturas de los

cuarenta, que en más de una ocasión se cuestiona ante Genevieve Favre y algún otro

amigo, si tendrá sentido su vida en ese estado y con esa edad (¿la crisis de los cuarenta?

¿O una confluencia de acontecimientos?).

En cualquier caso, la fiebre productora de líneas y más líneas de versos

(¡hasta 700 en un día!) sigue siendo la tónica en Péguy. Está escribiendo las Tapisseries,

“Eva” y “El dinero”, simultáneamente, además del trabajo de los Cahiers. Pero otro

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Page 37: La Libertad en Péguy.pdf

nuevo golpe le espera en noviembre; Charles Loucas de Pesloüan y él rompen su

amistad de veinte años en un rapto de furia del editor de los Cahiers. La angustia se

apodera de él. Su amistad se dirige entonces a sus discípulos Alain-Fournier y Bichet.

Con el primero va a intercambiar amistad y confidencias.

Entre tanto, no hay que olvidar, sobre el mundo se cierne un peligro que

huele a muerte. Los imperios empiezan a resquebrajarse, los intereses económicos son

fuertes y hay naciones emergentes en el panorama mundial, al igual que otras que han

llegado al final de su carrera. Se presagian revoluciones y grandes cambios, que vendrán

acompañados de mucho dolor y mucha sangre derramada por unos metros de terreno.

Péguy sigue lanzando avisos contra el desorden del mundo en el que vive, la falta de

unos valores verdaderamente republicanos, falta de virtudes.

Otra conversión va a traer más problemas a este hombre embarcado en

tareas monumentales. La hermana de Maritain e hija de Genevieve Favre conoció a su

marido, pastor anglicano en la tienda de Péguy en 1902. Ambos son habituales

colaboradores suyos, y están entre sus mejores amigos. Tienen una hija pequeña; a pesar

de ello, en 1913 el matrimonio se quiebra ante la abrupta conversión de Jeanne. Péguy

ve su propio caso pero a la inversa; esta vez la presencia de una hija no impide la

ruptura. El apoyo de Genevieve, como en su caso es muy importante; a pesar de ser una

“libre pensadora” alejada de su protestantismo de cuna, su postura es muy abierta, hasta

el punto de que la tercera peregrinación a Chartres de Péguy será acompañado de

abuela, madre e hija.

Después de la primera, Péguy se compromete a peregrinar anualmente.

El segundo será un peregrinaje que apenas si ha pasado a la historia. Pero en el

momento de este tercero Péguy está convencido de que

“acabaremos, Charlotte y yo, por ser una vieja y buena pareja”

le confiesa a Genevieve. Está convencido de que algún día se casarán por

la iglesia, y quizás por ello, en medio de la tormenta, en abril del 14, momento de la

tercera peregrinación, Charlotte está esperando su cuarto hijo, que se llamará Charles-

Pierre como el padre al que nunca conocerá, ya que su nacimiento será en febrero del

15. La historia se repite, como en tantos otros lugares de esta Europa convulsa y

fratricida.

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Page 38: La Libertad en Péguy.pdf

Ese verano ya no podrá hacer su peregrinaje particular andando a

Chartres. Estará de maniobras. Pero el 15 de agosto tiene la oportunidad, en plenas

marchas forzadas, de asistir a la misa de la Asunción de la Virgen en una pequeña

parroquia de Lorraine; Loupmont. El día después le escribe una de las últimas cartas a

Blanche:

“Si no regresara, irás una vez por año a Chartres por mí. Desde hoy

unirás a las dos oraciones que ya te copié en latín esta tercera que te adjunto”

Y le transcribe el Salve Regina, refiriéndose al Pater Noster y al Ave

Maria, cuando habla de esas otras dos oraciones. Sorprende la petición. Blanche es

judía, y no creyente.

Pero la motivación de las peregrinaciones ha sido muy discutida. La

apariencia inicial de acción de gracias que le lleva hasta allí, se convierte pronto en otra

cosa, tal como lo contó con motivo de los actos por el centenario en 1973, en Orleáns, el

canónigo Marcel Bergonier, arcipreste honorario de la catedral de Chartres:

“Péguy vino en estado de desesperación; pesaban sobre él los fracasos

económicos, el aislamiento, la impresión de ser un extraño en su mismo hogar, su

conciencia de católico sin sacramentos, la imposibilidad moral en la que se encontraba

para dar bautismo a sus hijos. Se hundía bajo el peso de su amor apasionado por

Blanche Raphaël, historia de la que tuvo la grandeza de salir puro, incluso en los peores

momentos. Al mismo tiempo que completaba la caminata en acción de gracias por la

curación de su hijo Pierre (y no para pedir su curación) están ante todo sus angustias y

sus tristezas, sus luchas, este vaciamiento que ha venido a confesarle a Nuestra Señora.

Es a través de estos hechos como se pueden comprender las dos obras producto de sus

peregrinaciones; “Presentación de la Belleza” y “Oraciones en la catedral”.

Desgraciadamente se desconoce si Blanche y Jeanne cumplieron el deseo

expreso de Péguy de peregrinar cada año a Chartres; no sorprendería que la primera

faltara dado su agnosticismo. La tercera persona a la que se confió este deseo expreso

fue a Charlotte, ella sólo faltó una vez en 1915, cuando se encontraba al borde de la

muerte tras el parto de Charles-Pierre, a partir de 1916 y durante el medio siglo que se

pudo valer por sí misma realizó puntualmente la petición de su marido. No bautizará a

sus hijos; lo harán ellos por decisión propia en 1925. La diferencia es que Marcel, quien

será el albacea intelectual de su padre (y que escribirá junto a Mounier y Georges Izard

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el libro “El pensamiento de Charles Péguy” que vendrá a recuperar a principios de los

años 30 el Péguy revolucionario frente al que se había convertido en el “santón” de la

reaccionaria Acción Francesa) se bautizará pero en la fe protestante, animado por el

pastor Roberty, próximo a Péguy y convencido de que su verdadera fe era el

protestantismo.

Lo que no cabe duda es que Péguy fue un cristiano en toda regla. Que

cada uno haya querido llevarlo a su propio redil es cosa de la historia y sus avatares.

Fue un cristiano como Juana; y recordemos que a ella la quemaron en un auto de fe.

El resto es historia; el 5 de septiembre de 1914, una bala en la frente al

salir al frente de su compañía desde una trinchera en el Marne acabó con su vida.

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Cahiers. Serie V, nº VIII : Dr. Karl Brunnemann. “Maximilien

Robespierre” (19 de enero de 1904)

Simultáneamente a la aparición de este Cahier amarillo de 160 páginas

(aparecido el 19 de enero de 1904 con una tirada de 2.000 ejemplares) aparecía en la

Editorial Schleicher, con 700 ejemplares editados, el primero de los dos volúmenes de

una traducción francesa realizada por Louise Lévi de una obra alemana aparecida en

1879 (con una segunda edición en 1884) titulada “Maximilien Robespierre” del Dr.

Karl Brunnemann(Karl Brunnemann, 1904).

Autorizada por su hijo, nuestra colaboradora, la señorita Louise Lévi

comenzó la traducción después de bastante tiempo, de un libro cuya publicación

esperábamos impacientemente. Pero la traductora, embarcada desde hace tiempo en sus

estudios sobre la Revolución Francesa, y en particular sobre la figura de Robespierre, no

se contentaba con hacer una traducción literal. Ha querido dárnosla anotada de manera

cuidada y concienzuda, pasando estas notas, a ser una parte no menos importante de la

obra.

Las investigaciones han exigido un largo tiempo a la traductora para

llevar a cabo este trabajo. La competencia necesaria en las historias vitales y

acontecimientos, la riqueza de los actos mezclados, complejos, difíciles y desconocidos,

no se adquiere en un corto plazo de tiempo

La traducción francesa saldrá en dos volúmenes in-1610; el primero

aparece hoy […]

Eligiendo al azar de entre las páginas del volumen, he elegido para hacer

este cahier los comienzos de Robespierre hasta la Convención. Nada es tan apasionante

como la historia de estos grandes hombres en el momento en que no eran aún grandes

hombres, cuando eran como todo el mundo , cuando ejercían profesiones corrientes,

cuando se ocupaban de cosas ordinarias, y nada es tan apasionante como los comienzos

de su grandeza, su primer contacto con la realidad de una gran historia.

El libro publicado por Louise Lévi , escribió también Péguy, es una

narración bibliográfica con fuerza y también un libro, una narración de historia

general11.

10Formato tradicional de la época11Catalogue analytique sommaire de nos cinq premières séries. Oct 1904, Pág 309

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Page 41: La Libertad en Péguy.pdf

En la tercera página de este octavo Cahier se anuncia la lección

inaugural en el College de France, del curso que Joseph Bédier consagra a su

predecesor y maestro, Gaston Paris, el 3 de febrero de 1904.

En la cuarta página:

Aquellos de nuestros abonados que hayan tenido a bien asistir a la

lección que impartí el martes pasado en la Escuela de Altos Estudios Sociales, se habrán

dado cuenta rápidamente, después de unos pocos minutos (y yo me he dado cuenta antes

que ellos), que no estaba en absoluto puesto en mi lección. Habiendo perdido, tras tanto

tiempo de gerente y escritor, toda experiencia de la palabra, había preparado un plan que

contaba con seguir al pie de la letra. Pero, siguiéndolo al pie de la letra (y lo he notado

enseguida), me embarcaba en una lección que duraría cinco o seis largas horas. Me vi,

pues, transitando por caminos por los que me había prometido avanzar con prudencia, y

por ello tuve que detenerme a la hora de estar hablando.

Encontramos disponible la misma hora del martes siguiente, para esta

serie de lecciones, por lo que el martes 2 de febrero a las cinco y media, podremos

reencontrarnos para desarrollar la mayor parte de los contenidos, que primitivamente

deberían haber tenido lugar el martes próximo, 26 de enero.

Podré pues ese día (el 26 de enero), a las cinco y media, concluir con esta

lección preliminar al comienzo de la sesión, en la medida que sea posible, y así poder

comenzar la discusión cuanto antes.

Espero más impacientemente dicha sesión de lo que lo hacía ya la

víspera; las objeciones y las respuestas a estas, permiten, favorecen llegar antes a una

conclusión que un enunciado cualquiera.

Del plan original de 46 hojas (conservadas en el Centro Charles Péguy

de Orleáns12) que Péguy tenía ante sus ojos desde la primera sesión, daremos una idea

con los siguientes extractos:

12 El Centro Charles Péguy de Orleáns es el mayor fondo documental de los manuscritos del autor, así como de las obras publicadas por él y sobre él al rededor del mundo. Sólo la BNF (Biblioteca Nacional de Francia) le sigue en importancia en lo que se refiere a fondo documental sobre Péguy. En el centro de Orleáns también se encuentra un museo que conserva material gráfico y efectos personales. El fondo puede ser consultado previa solicitud por parte de la persona investigadora, pudiendo fotocopiarse la documentación. Se solicita por parte del centro que se divulgue su existencia y se indique en los trabajos llevados a cabo que se contó con su colaboración, cosa que cumplo con esta nota, ya que estuve una semana dedicado a la lectura de textos en dicho centro.

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tenemos dos raíces arquía arquismo

cracia cratismo

arquía cracia

arquismo cratismo

un monarquía

algunos oligarquía aristocracia

muchos

todo democracia

todos

primer vistazo de esta tabla clasificatoria por la extensión de aquellos que

ejercen el gobierno; lógica formal de clasificación numérica

gobierno individual

gobierno plural colectivo o fraccionario*

gobierno total sintetizando unidad y pluralidad

segundo vistazo; advertimos que no hay simetría simple y no hay dos columnas

iguales y paralelas, sino dos conos invertidos

por esta disimetría, o por esta simetría particular, advertimos que las dos raíces

de la composición no son homogéneas, sinónimas, y que las dos vías de

formación presentan algunas fisuras.

*Nota del t. partitif en el original. Evidentemente en castellano no tenemos una palabra adecuada, he elegido fraccionario como podría haber mantenido el literal partitivo. Frente a plural colectivo, el plural partitivo señalaría en francés a unos pocos del total de esa pluralidad.

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Page 43: La Libertad en Péguy.pdf

[…]

todo estudio social debe comenzar por un estudio serio de la comunicación,

como le debe suceder a cualquier estudio serio del comunismo

no es por una comparación fortuita que estas dos palabras

comunicación

comunismo

tienen la misma, comparten una

común

etimología original

todo estudio social debe emanar de la comunicación

todo estudio social tiende al comunismo

siendo el comunismo como un máximo

un óptimo

de comunicación social

[…]

Y el fin de estas notas:

el radicalismo es un asociacionismo en política

y es por esto que titubea sin cesar entre individualismo y estatismo

según su atención se fije

alternativamente

sobre individuos fragmentarios

o sobre relaciones arbitrarias

porque se mueve sólo en el plano de la política

vano debate conceptual

no análogo comunismo

anarquismo

Habiendo tenido la intención de introducir sus lecciones, refundidas, en

los cahiers posteriores a los de la quinta serie, Péguy había comenzado a reescribir su

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Page 44: La Libertad en Péguy.pdf

introducción, bajo el título "Del anarquismo político. Ensayo de un método para

comenzar a trabajar en los estudios sociales":

Nos proponemos hablar del anarquismo político, con un programa

determinado, y tendremos que comenzar por intentar obtener alguna definición de estas

palabras. Sería imposible comenzar a tratar este objeto de estudio antes de estar lo

suficientemente versado sobre el sentido de las palabras. Una definición de las palabras

es indispensable para comenzar, e incluso antes de comenzar, para llevar a cabo

cualquier tipo de estudio; es el umbral de toda ciencia. Sabemos por la historia general

de las ciencias y lo sabemos también por la historia de las ciencias particulares, que en

la constitución de estas, la intervención del espíritu científico en la historia de la

humanidad, no ha dejado de exigir, preliminarmente, alguna definición de las palabras.

Y no solamente el espíritu científico ha exigido esto, sino que en las refundaciones

bruscas, continuas, de ciencias o de la Ciencia, revolucionarias, fecundas, que son

literalmente reconstituciones y vueltas a empezar, implican siempre, en sus comienzos,

una reconstitución y una vuelta a las palabras mismas, una reactualización de las

definiciones de las palabras. Incluso las ciencias que más avanzan, y que hoy en día

reconocemos que son realmente ciencias cualificadas, no tienen un crecimiento

verdaderamente útil si no es después de que sus sabios correspondientes hayan

reinterpretado las definiciones de esas palabras, sobre todo de las palabras básicas, lo

reconozcan públicamente o lo disimulen por una timidez conservadora.

No pondré más que un ejemplo: lo buscaré en una ciencia en formación,

y por así decir naciente, en una ciencia totalmente contemporánea.

Como no se encuentra nada más en esta redacción, daremos a

continuación, en su integridad, el texto dactilografiado a partir de la estenografía de

estas tres sesiones por sus habituales estenógrafos, los hermanos Corcos. Péguy nunca

corrigió este texto. Nos permitimos aportar, apoyándonos eventualmente en el plan que

el autor tenía ante sus ojos, los retoques indispensables para su comprensión: hemos

sustituido por ejemplo, sistemáticamente, " acracia" allí donde los estenógrafos

entendieron "atracia". En los casos más complicados, incluiremos el texto de los

hermanos Corcos en una nota.

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Del Anarquismo político. Ensayo de un método para comenzar a trabajar en estudios

sociales

Primera sesión

Señoras, Señores:

Nos proponemos tratar del anarquismo político. Haremos todo lo posible

por comenzar tratando de obtener algunas definiciones de estas palabras. Una definición

de palabras es indispensable al comienzo de todo estudio, incluso en las ciencias que

están más avanzadas, que son realmente ciencias cualificadas. Veremos en la historia

general de estas ciencias y en particular en la de los ocho, diez o doce últimos años, que

algunos científicos han obtenido resultados insospechados buceando en las primeras

definiciones de estas ciencias, obteniendo una renovación, un rejuvenecimiento, y por

así decir, un renacimiento. Insistiendo aún más, una definición de palabras es

indispensable al comienzo de un estudio que indudablemente toca a la humanidad, a la

sociedad de los hombres, aquellos de los que puede tratar la sociología. Una definición

es indispensable para una buena relación con el lenguaje mismo. Sin duda, las palabras

no son todo el lenguaje, pero son parte constitutiva de él y no se conoce idioma que se

hable hoy, que no haya comenzado por definir las palabras fundamentales de las que se

sirve.

Me es imposible hablar de lenguaje, de tocarlo, sin referirme a las teorías

bergsonianas y a su crítica del lenguaje. Y ya que continúo esta conferencia haciendo

crítica y teoría bergsoniana quiero resaltar que nuestra situación con respecto a la

filosofía de Bergson es particularmente delicada13: oficial, abierta y públicamente

conocemos su filosofía a través de dos brevísimos tratados. Pero nos basta asistir

regularmente al curso del College de France para tener de esta filosofía, tanto una

continuación como una anticipación suficientes. En realidad lo que sucede hoy en la

filosofía de Bergson, recuerda a lo que pasaba en el siglo XVII en diferentes sistemas

filosóficos. En aquel siglo, los filósofos escribían (por ejemplo Descartes) tratados

13Aquí Péguy está haciendo referencia a que su relación con Bergson no pasaba por sus mejores momentos, cuestión que derivó en una reclamación por parte de este contra los CQ por incluirse textos suyos sin su permiso. CP se defendió aclarando que desde su punto de vista toda producción intelectual pertenece a toda la comunidad, reconociendo que la autoría era de Bergson y no suya. Nuestro autor mantuvo una constante posición beligerante con lo que hoy entendemos como derechos de autor (copyright) , siendo claramente proclive al copyleft de hoy en día.

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Page 46: La Libertad en Péguy.pdf

bastante breves, como el “Discurso del método”. Pero más allá de estos tratados había

una República de las letras fuertemente constituida y alrededor de estos tratados se abría

todo un horizonte de cartas, memorias, defensas, objeciones y respuestas a las

objeciones, que daban una idea de la filosofía más dinámica y más en formación que los

propios tratados plasmados en papel. Hoy, las costumbres y métodos de trabajo se han

modificado, pero podemos encontrar algunas similitudes entre ciertos elementos de la

vida intelectual contemporánea y de la antigua. En nuestros días, como antes, los

filósofos escriben tratados; tenemos el caso de la filosofía que mencionaba en la que los

tratados son también bastante breves. No sería extraño pues, considerar un curso como

el del College de France como una especie de anticipación al movimiento, una especie

de avanzadilla de la misma filosofía, de igual manera que el cartesianismo no esperó

para comenzar a vivir y a propagarse en ondas intelectuales por Europa, a que las obras

completas de Descartes hubiesen sido editadas en ediciones comentadas. De la misma

manera tenemos el derecho, creo, de utilizar para nuestra argumentación, la filosofía de

Bergson presente en sus cursos. Dejando bien claro que daremos a esos cursos, la

importancia que les corresponde en el pensamiento de su autor, haciendo todo lo posible

por no comprometer el pensamiento de Bergson, remitiéndonos a los textos escritos en

lo que corresponda a las cuestiones más importantes.

Me refiero pues a las teorías bergsonianas del lenguaje, expuestas ya en

los tratados a los que nos hemos referido. Se entiende que el lenguaje es un símbolo y

nada más que un símbolo. Es decir, una representación hablada de la realidad. Nada más

que un símbolo, en el sentido de que no es toda la realidad.

Si esto es cierto del lenguaje, es decir, de la utilización de las palabras y

de las palabras puestas en movimiento en las frases, de manera más clara, será cierto

con respecto a las palabras que comenzamos por definir al comienzo de este estudio.

¿Quiere esto decir que hay que renunciar a la definición de las palabras?

No lo creo.

Existe una queja que se le hace a esta filosofía, a esta teoría del lenguaje,

que no sé si le habrá llegado a su autor o no, y contra la cual no creo que se haya

defendido. Aunque puede ser que un autor de una filosofía tal, se defienda simplemente

continuándola y elaborándola. Existe una queja, decía, contra esta teoría del lenguaje, y

en consecuencia a toda definición de una palabra, que es la de ralentizar, sino detener,

todo el trabajo intelectual.

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Page 47: La Libertad en Péguy.pdf

Si realmente las palabras y el lenguaje son solamente un sistema de

símbolos, si no agotan toda la realidad, si no contienen toda la realidad, ¿sería preferible

no continuar unos estudios que sólo pueden manifestarse por símbolos?, ¿sería

preferible detenerse y no continuar trabajando? Este reproche, que parece un poco basto,

se le ha hecho a esta teoría y me veo forzado a detenerme antes de seguir más allá; si el

trabajo no puede manifestarse de forma que agote toda la realidad es inútil comenzar a

trabajar. No creo que compliquemos el pensamiento humano si hacemos una crítica al

lenguaje que es, a la vez, la única forma de expresión de este pensamiento. Sabemos de

sobra que el pensamiento sólo se manifiesta mediante el lenguaje y esto no es una

invención de esta filosofía, es la constatación de un hecho; no podemos expresarnos

más que mediante el lenguaje. Cuando digo esto no hablo solamente del lenguaje de las

palabras, sino también del teórico, artístico, musical, plástico. Si sólo podemos

expresarnos mediante el lenguaje, tendremos la necesidad entonces, de conocer bien las

condiciones que nos impone el lenguaje con el cual nos vemos forzados a expresarnos.

Estamos en presencia de un instrumento del que estamos obligados a servirnos. En lugar

de revolvernos arbitrariamente contra este instrumento y el sometimiento en el que nos

encontramos, tenemos todas las ventajas para conocer exactamente las condiciones que

nos impone este instrumento. La única manera que tenemos de liberarnos es conocer las

necesidades instrumentales, del mismo modo que un escultor se libera cuando conoce

bien las leyes de su plástica; del mismo modo que un músico se libera cuando conoce

bien las leyes de su música. Y lo mismo respecto del científico: se libera cuando conoce

bien las leyes instrumentales del lenguaje de su ciencia. Será lo mismo para nosotros.

Me veo obligado por otra razón, a referirme a las teorías bergsonianas,

antes de comenzar este estudio. Es inevitable que una sociología bien hecha se refiera a

las ciencias psicológicas. Los sociólogos han intentado referirse a las ciencias más

alejadas al objeto de su propia ciencia, la ciencia que ellos querían constituir, las

ciencias psicológicas. Se han remitido en demasiadas ocasiones a las ciencias

matemáticas, mecánicas, físicas o químicas, siendo más que probable (y esto es sólo mi

punto de vista) que de todas las ciencias, la psicología sería la que podría prestar la

mayor ayuda a la sociología; no una ayuda paternal, en el sentido de que la sociología

procedería por filiación de la psicología, sino una ayuda fraternal, en el sentido de que

se comportaría como una hermana más joven que la psicología. Es más que probable

también que en lo que diré de los sociólogos hoy, aquellos que asisten al curso del señor

Bergson reconocerán referencias constantes a lo que allí se dice. Era necesario advertir

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Page 48: La Libertad en Péguy.pdf

de todo esto al comienzo de esta lección para volver a la crítica de detener y entorpecer

el trabajo intelectual. Al mismo tiempo, para aplicar sobre un primer ejemplo este

paralelismo que he indicado entre psicología y sociología, no puedo resistirme a

comparar la situación de la crítica bergsoniana del lenguaje sobre la psicología, a la

situación de la critica socialista del trabajo o de los bienes contra la sociología. El

socialismo no es nada en la historia del pensamiento humano si no es el ser el

introductor en las preocupaciones históricas del hecho económico. El socialismo no

sería un sistema que aportara algo al mundo sin explicar de donde viene, ni a donde va.

Es mucho menos lo que se pretende reformar y transformar que lo que significa de

renovador en la forma de ver el mundo, sobre el conjunto del mundo. Se piensa o no

como socialista, se actúa o no como socialista. Es la introducción de una nueva forma

de actuar sobre el conjunto del mundo, es la introducción de una forma diferente de

mirar el mundo.

Creo pues que la situación de la critica bergsoniana del lenguaje frente a

la psicología es comparable a la situación de la crítica socialista del trabajo frente a la

economía. Siempre que los socialistas constatan que hay servidumbres económicas, sus

deshonestos adversarios (y hay unos cuantos) hacen creer que son ellos quienes

inventan estas servidumbres y se les reprocha hacer la vida más dura, más tiránica aún,

hablando sin cesar de las servidumbres económicas e introduciendo por todas partes la

preocupación por estas cuestiones. Pero es que siendo un hecho el que hay

servidumbres económicas, es indispensable que el estudio de éstas sea puesto de relieve

para liberarse de ellas por la única vía del conocimiento, cada vez más profundo y

exacto, de esta servidumbres.

Así pues, el socialista que reconoce las servidumbres económicas y las

critica, que reconoce las servidumbres intelectuales, lejos de aportar nuevas

servidumbres en el trabajo económico o en el intelectual, es el que nos permite

desembarazarnos de estas servidumbres. No hay pues mejor antecedente de la liberación

económica que un profundo estudio de las condiciones de dichas servidumbres, y no

hay mejor y más indispensable antecedente al estudio del trabajo intelectual y social,

que un estudio profundo de las servidumbres y condiciones intelectuales del lenguaje.

Una definición de las palabras es indispensable en el origen de toda

ciencia. Hace muy poco, hemos visto a las ciencias físicas, químicas y naturales obtener

efectos prodigiosos e imprevistos porque unos cuantos sabios, en lugar de continuar por

el camino de sus predecesores y maestros, en lugar de ser únicamente buenos alumnos,

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Page 49: La Libertad en Péguy.pdf

continuando en la vía que se les había marcado, se han planteado cuestiones extrañas, y

algunas veces escandalosas, sobre los elementos de su ciencia, y es más que probable

que un estudio general de las ciencias mostrara que es por tales preguntas, que se han

conseguido los mayores rejuvenecimientos y renovaciones de las ciencias.

Con mayor razón, es indispensable cuando se trata de ciencias que tocan

de alguna manera a la humanidad. El sabio está a salvo en parte, contra el abuso de las

palabras por un cierto aire, diría yo, poco atractivo de las palabras mismas. Las

matemáticas, sobre todo la física y la química, se defienden de la mundanidad, de la

popularidad (que es una forma obrera de la mundanidad), mediante una especie concreta

de palabras. De todas formas, algunos abusos cometidos por periodistas hablando de

notables y gloriosos sabios, han logrado introducir palabras sabias en el dominio

común, de la misma manera que lo sucedido con el lenguaje de la política. En todo

caso, los sabios han quedado a salvo de buena parte de las necedades que se dicen

diariamente utilizando el lenguaje político, porque es natural que este sea más fácil de

pronunciar y que atraiga más fácilmente la necedad mundana y popular.

Sea cuales sean las entrevistas sobre el polonio, el actinio, o el radio, se

puede estar seguro, que se dicen menos sandeces en un periódico de París sobre estos

temas, que sobre el sufragio universal, sobre la representación nacional, sobre los

patrones, sobre las huelgas, los obreros o el movimiento social: por definición los sabios

están a salvo contra el abuso de las palabras porque estas son extrañas, estrafalarias e

impopulares, al menos a primera vista. Por el contrario, por definición, todo estudio

social está condenado a servirse de palabras que, no sólo son las más comúnmente

deformadas sino que son las que una mayor cantidad de gente está interesada en

deformar. Si usted quiere estudiar el sufragio tiene que luchar no solamente contra la

necedad natural y, en muchos casos, excusable de aquellos que no saben lo que es el

sufragio aunque sean ciudadanos, sino que tiene que luchar contra todas las

deformaciones organizadas por gente que tiene un interés político enorme en que el

pueblo no sepa lo que es el sufragio...

¿Cómo actuar ante palabras de este tipo, que se está forzado a utilizar

cuando se quiere hacer un estudio social? ¿se deben fabricar palabras poco atractivas y

difíciles a fin de que no sean popularizadas y materializadas fácilmente? Un buen

número de sociólogos no han podido resistirse a esta tentación. Y hay que decir, que la

tentación era doble. De una parte, fabricando un buen numero de palabras en “ismo”,

con raíces griegas o latinas, intentan mantenerse a salvo de esta vulgarización, y esto

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Page 50: La Libertad en Péguy.pdf

puede resultar loable; desgraciadamente hay que temer la creación de un número tan

grande de palabras tales, que obedezca a un sentimiento no confesado: creerse, que

puesto que tienen palabras que se parecen a las de los matemáticos, físicos, químicos o

naturalistas, su ciencia estará tan autorizada como pueden serlo hoy las de estos.

Evitaremos a lo largo de este trabajo caer en este defecto. Evitaremos todo lo posible las

palabras nuevas justamente porque no somos lo suficientemente fuertes. Una vez que

hubiéramos admitido palabras nuevas para asegurarnos su empleo, su salida, querríamos

asegurar que sigue existiendo una realidad encerrada, contenida en esas palabras. De

una parte, evitaremos formar palabras nuevas a la manera de los sabios, porque atraen la

tentación permanente de creer que se ha hecho llegar a su ciencia, a un nivel más

avanzado en cuanto se encuentra una de estas palabras. De otra parte, para mantener los

nombres comunes, creo tenemos muchas razones, de las que algunas son estéticas (pues

es notorio que los más grandes artistas son aquellos que se han expresado por medios

simples) y otras por aquellos quienes las han utilizado antes, los poetas, los prosistas, de

los que los mejores son aquellos que se han expresado con palabras simples... (todo el

mundo sabe que Racine ha compuesto los más bellos versos con el lenguaje más

simple...). No hay razón para no intentar imitarlos, en tanto que podamos, por esta vía

de la simplicidad. Ellos también han debido tener alguna razón para evitar palabras

complejas, palabras extrañas, contorneadas o pretenciosas. Debemos creer que han

tenido sus buenas razones (podríamos encontrarlas si le dedicáramos el suficiente

tiempo): hay una especie de instinto que debe hacernos preferir la expresión más

simple.

Deberíamos pues, en tanto que podamos, mantener palabras de uso

común: deberemos hablar a los diputados, senadores, representantes del gobierno,

ministros, sujetos, ciudadanos, pero sin embargo, para mantenernos a salvo del peligro

contrario, deberemos dar la definición de las palabras de las que he hablado al comienzo

de esta lección, y una vez hecha la definición, deberemos procurar, a lo largo de la

lección, no movernos de esa definición y si lo hacemos advertirlo puntualmente.

La palabra anarquía está compuesta, como ustedes saben, de una “a”

privativa y de “arjé”, gobierno, autoridad; el sentido exacto de anarquía debido a esta

“a” que tiene delante, y que sirve para la composición de esta palabra, toma todo su

valor si nos referimos a una clasificación de las formas de gobierno donde se utilice la

misma composición radical.

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Page 51: La Libertad en Péguy.pdf

Como ustedes saben, se distinguen tres formas de gobierno y nos

atendremos a la clasificación más al uso. Hay aquí también ese mismo instinto de

simplicidad. Es muy interesante, de todas formas, aunque no tengo tiempo para

detenerme en él, lo que toca al trabajo expreso de verificación, de contraste con la

realidad. Es el uso constante en los pueblos civilizados donde representa alguna

realidad, y si el tiempo me lo permitiera, trataría de profundizar en esta realidad, en la

medida de nuestras fuerzas y del interés que hubiera.

Hay pues como decía tres tipos de gobierno; está el gobierno de uno sólo

o monarquía, el gobierno de unos pocos que se llama oligarquía o aristocracia, y el

gobierno del pueblo que denominamos democracia.

Dos raíces aparecen en la formación de estas palabras provenientes del

griego. Si buscamos la base de clasificación, se percibe que están clasificadas por el

numero de aquellos que ejercen el gobierno. Es una clasificación bastante superficial,

puede ser, pero bastante fácil, y se puede comprobar inmediatamente que ésta tiene la

forma del espíritu general que ha establecido la clasificación en la lógica formal. En esta

también se clasifican los juicios, en cierto modo por el número de los sujetos,

colocándose en una u otra de las categorías según el sujeto es de tal o cual número. Se

distingue así el juicio singular cuando hay un único sujeto; el juicio plural, cuando el

sujeto es plural; y el juicio total cuando el sujeto es una unidad colectiva. Y se nos

explica en los libros de los que nos servimos en nuestras clases, que el juicio total tiene

la característica de corresponder a la vez al juicio singular y al juicio plural, según la

cual, el todo tiene las características de la unidad y de la pluralidad (el todo es muchos

en uno o uno en todos). Hay que hacer notar, y retener para más tarde, que la

clasificación habitual de los juicios es también la de los gobiernos: hay gobierno

singular, gobierno plural y gobierno total; gobierno singular o de uno solo (monarquía),

gobierno plural (oligarquía o aristocracia), gobierno total (democracia). Y siempre

siguiendo las leyes de la lógica, la democracia no sería solamente el tercero de este

orden sobre una escala, en la que habría otros dos correspondientes al mismo orden; no

es un tercer nivel en una serie homogénea, no es porque haya más gobernantes en la

democracia que en la aristocracia, que forma un tercer nivel. Sería una síntesis, en el

sentido de que uniría los caracteres del primero y del segundo nivel: la monarquía,

siendo el gobierno de uno solo, la oligarquía o la aristocracia de muchos o de los

mejores, la democracia siendo el gobierno del pueblo, ejercería a la vez el gobierno uno

sólo que es el pueblo y muchos que son los diferentes ciudadanos de un pueblo.

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Page 52: La Libertad en Péguy.pdf

Si nos atenemos pues a la clasificación usual e intentamos mirarla con

detenimiento, nos daremos cuenta rápidamente de que no es homogénea. No hay uno,

dos y tres; hay un tres que no es de la misma serie numérica que uno y dos, es a la vez

del uno y del dos. La democracia será pues, si nos atenemos a este primer análisis, que

profundizaremos más tarde; uno como la monarquía, el pueblo rey, que no es una

formula literaria sino filosófica y de análisis bastante profunda; el gobierno democrático

es uno, lo que no es gobierno aristocrático u oligárquico en la teoría, según entiendo la

clasificación teórica en la clasificación de las palabras; y el gobierno democrático es

muchos, lo que no es gobierno monárquico.

Una segunda heterogeneidad aparece rápidamente, más interesante aún,

creo, y que no se percibe si no se escriben de una cierta manera los tres nombres de

gobierno de los que hemos hablado. Se obtiene este resultado más preciso, colocando en

una primera columna el modo de clasificación de los gobiernos por el número de los

gobernantes (uno , muchos, todos o el pueblo), y justo al lado, se les clasifica en la

segunda columna según su radical “arquía” o “cracia”. Se puede ver claramente que

sólo hay para el gobierno de uno solo un compuesto en “arquía”; monarquía . Hay

vacilación y duda (y esto es particularmente interesante) para el gobierno de muchos,

formándose a la vez dos compuestos, habiendo sobrevivido los dos. La historia de las

palabras, si bien no da una completa explicación de la historia de las ciencias, al menos

es una parta bastante importante; es interesante que los dos compuestos hayan

sobrevivido para el gobierno de muchos; oligarquía, que se clasifica bajo monarquía, y

aristocracia que se coloca como el primero de los compuestos en “cracia”. Es muy

interesante que haya habido vacilación en este momento, y no para monarquía sino para

monocracia que no ha tenido existo, que no se formó, de hecho, no recibiendo su

consagración en el uso general. Por el contrario oligarquía y aristocracia han triunfado

ambos con fortuna similar. Y para el tercer término, el compuesto en “arquía”

desaparece siendo la palabra en “cracia” la que ha sobrevivido. Hemos conseguido pues

la siguiente tabla: uno, algunos, o muchos todos, o el pueblo. Si ponemos los

compuestos en “arquía” y en “cracia” en la segunda obtenemos monarquía y oligarquía,

aristocracia y democracia respectivamente. Hay pues una disimetría que puede ser

significativa en la clasificación de estos compuestos, o si se prefiere una simetría

disimétrica. Se encuentra una cierta simetría en el sentido de que justamente es en el

centro de los compuestos donde ha habido más éxito siendo el primer término de la

segunda columna y el último de la primera los que no. La historia de las palabras no

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Page 53: La Libertad en Péguy.pdf

contiene toda la historia de las ciencias. Sin embargo, por la misma razón que era

cómodo y prudente partir de la clasificación usual de las palabras, para, partiendo de

ella, conseguir unos descubrimientos, habría que desconfiar de las consideraciones que

nosotros podríamos encontrar, ya que estamos ante un fenómeno de la historia de las

palabras bastante importante. Necesitamos preguntarnos por la razón de esa resistencia

al uso.

La razón de ser es muy simple. En realidad estas dos formaciones no son

estrictamente homónimas. No es en absoluto por azar, que algunos compuestos en

“arquía” hayan triunfado y otros hayan caído, que uno haya triunfado, representando el

50%, y el otro haya caído. Y que siguiendo la marcha inversa entre los compuestos en

“cracia” uno haya triunfado, y el otro haya caído. En efecto, estos dos compuestos no

tienen el mismo sentido; se trata siempre de autoridad, sin duda, pero no es la misma

autoridad de la que se trata en los compuestos en “arquía”, y en los compuestos en

“cracia”. Y si la anarquía está formada por “a” y “arquía”, todo hace creer que los pocos

descubrimientos que hemos hecho en el sentido de las palabras, en su composición,

resonará en la definición que deberemos dar de anarquía. Y deberán comprender que

estaremos obligados a servirnos de las palabras anarquía y anarquismo solamente

cuando las opongamos a los compuestos en “arquía”. Y que estaremos obligados a

servirnos de una palabra en “cracia”, cuando estemos obligados a oponerla a la

democracia o a la aristocracia.

No es necesaria mucha erudición, y basta referirse al más simple de los

diccionarios griegos14, para darnos cuenta inmediatamente de que, en efecto, en la

etimología original de estas palabras hay diferencias profundas. Voy a pedirles permiso

para leer delante de ustedes, casi todo un artículo del diccionario:

“ “Arje” lo que está antes; comienzo, principio, origen, punto de

partida, ...”

Por consecuencia, el primer sentido de la palabra sería el de comienzo,

origen, punto de partida. Y el sentido de guía, de mandato, sería un segundo sentido. La

confusión que aparecería, la extensión del sentido para pasar de comienzo a mandato

parecería provenir de una confusión militar que conocen aquellos que han pasado por el

servicio militar, donde el guía termina por tomar el mando de la sección porque es el

primero y es al que hay que seguir. Y esto es lo que se produce con “arjé”, lo que

comienza, lo que sigue, en segundo lugar, lo que manda.

14Para la ocasión Péguy va a utilizar el diccionario de Bailly (Hachette 1894)

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Page 54: La Libertad en Péguy.pdf

“Mandato, poder, autoridad; lo que está sometido a una autoridad.

Imperio, reino, ...”

Por el contrario, nos da como sentido de “cratos”, fuerza, vigor, solidez

hablando de los metales del hierro; dominación, potencia, hablando de Dios y de los

hombres.

“Particularmente poder real. Potencia soberana, dominación, ...”

Esta simple búsqueda etimológica tan corriente, nos advierte que en

efecto, como nos lo hacía prever la heterogeneidad de las clasificaciones que hemos

incluido en la tabla, hay en la raíz misma de las palabras una diferencia de sentido

profunda, que basta para explicar su fortuna tan dispar. No es pues por azar que algunas

hayan sobrevivido de alguna manera y otras lo hayan hecho de otras.

En los extremos de la clasificación y encabezando la columna de la

derecha, y en la base de la columna izquierda, suceden dos problemas bien distintos. El

primero, saber porqué monocracia no sobrevivió, habiéndolo hecho autocracia, y porqué

al otro extremo demarquía no se ha materializado.

¿Es que el gobierno, la forma de autoridad que denominamos

familiarmente “cratos”, puede ser tan diferente de las que hemos compuesto con el

termino “arquía”? Dejaremos para más tarde estos problemas a los extremos de la tabla.

Generalizando, hoy distinguimos dos autoridades; la autoridad de la

fuerza, de la potencia, que es originariamente la del “cratos”, que se puede denominar

autoridad de mandato, o por ley, y que deriva en política como autoridad de gobierno (la

autoridad de gobierno es un caso particular de la autoridad de mandato). Y la autoridad

que yo denominaré si les parece, autoridad de competencia, o por capacidad, que deriva

en economía, en autoridad de administración, la autoridad que viene del requerimiento,

autoridad que le corresponde al que se sigue, quien guía, quien muestra.

Hay por tanto también dos libertades. Pues sí, la libertad es, bien la

ausencia de autoridad, bien el rechazo de la autoridad o la rebelión contra la autoridad, e

incluso la limitación de la autoridad, cosa que veremos más tarde. Es evidente que

desde el momento en que hay bajo este mismo nombre de autoridad varias autoridades

que distinguir, como la de competencia y mandato, hay frente a ellas y oponiéndose a

ellas, dos libertades. De la misma manera que el nombre común de autoridad, el nombre

común de libertad tomará dos formas de existencia, de movimiento social, que habrá

que distinguir. No digo que no tengan elementos comunes, pero es indispensable en este

54

Page 55: La Libertad en Péguy.pdf

punto del análisis en el que estamos, distinguir claramente la autoridad de mandato de la

de competencia y por tanto, distinguir ambas libertades.

Habrá pues una libertad contra la autoridad de mandato, que en política

conllevará una libertad contra la autoridad de gobierno. Habrá una libertad contra la

autoridad de competencia que en economía derivará en una libertad contra la autoridad

de administración. Veremos más tarde que estas distinciones son necesarias y que no las

incluimos simplemente por simetría con la tabla anteriormente mencionada, por una

cuestión de clasificación. Llamaremos pues si les parece a “acracia” la primera de estas

libertades y al sistema de estas “acratismo”, mientras que reservaremos anarquía para la

autoridad de administración.

No es solamente por el vano placer de cambiar el uso de las palabras.

Hay diferencias suficientemente apreciables para que sea necesario servirse de estas

nuevas palabras y reservar las antiguas, si se quiere, para distinguir problemas

diferentes. La desobediencia a la autoridad de mandato no tiene la misma importancia

que la desobediencia a la autoridad de competencia. No es por hacer una palabra nueva,

es porque es indispensable y precisa de un nuevo análisis. No pretendo por esto el

haberla descubierto. Si las palabras acratismo y acracia no están hoy representadas, si

no han sido aún introducidas, si no tienen o no han obtenido la misma preocupación de

la humanidad, en el mismo grado que la desobediencia a las formas más viejas de

autoridad en “arquía”, basta mirar la tabla para ver que en efecto las formas de

autoridad, de mandato, en “arquía” son más viejas cronológicamente que las formas de

autoridad en “cracia”. Por esta razón la desobediencia a la monarquía y la desobediencia

a la oligarquía son antiguas en la humanidad. Por el contrario, la desobediencia a la

democracia no ha podido presentarse aún más que en los pueblos suficientemente

avanzados culturalmente, por haber hecho la experiencia de tener una autoridad de

mandato en democracia. Si la palabra es nueva pues, inusual, no es porque no le

corresponda una realidad, sino porque la realidad que le corresponde apenas está

naciendo.

Aquellos de entre ustedes que sigan el movimiento de las ideas en

materia social, saben que la obediencia o la desobediencia a los poderes democráticos

constituidos, la cuestión de saber si de hecho o por derecho no están limitadas... es una

de las más grandes inquietudes que podemos tener para un futuro próximo. Pero esta

cuestión no puede plantearse más que en los países que han hecho una experiencia

incompleta pero suficientemente avanzada, de lo que es una democracia. Por que la

55

Page 56: La Libertad en Péguy.pdf

democracia ha tenido en común con un gran número de sistemas, el que estando

presente en las teorías de los filósofos del siglo XVIII, tenía grandes cualidades y

ningún inconveniente; una vez puesta en funcionamiento, es cuando se han visto los

inconvenientes, y el análisis va a ir naturalmente sobre este punto. En consecuencia, el

retraso de la formación de las palabras acratismo y acracia, corresponde a un retraso

histórico inevitable en la preocupación por la desobediencia contra la democracia y

contra los poderes del mandato de la democracia, en la preocupación por la resistencia,

la rebelión contra las tiranías, y no solamente las tiranías monárquicas puras, sino

también las tiranías derivadas, la nobleza, etc... La palabra autoridad recubre dos

realidades distintas con elementos comunes, pero es indispensable discernir la una de la

otra si queremos movernos tranquilamente entre estas dificultades. Contra la autoridad

de mandato nos oponemos, reconocemos la oposición, de una libertad contra el

mandato, y ya que obedecer es un término que naturalmente se corresponde con

mandar, nos sera cómodo y conveniente, nombrar esta libertad como libertad de

desobediencia, que oponemos a la autoridad de mandato o de gobierno. Una libertad

contra el gobierno, que será propiamente la libertad política pues es ésta la libertad

contra el gobierno. Para la autoridad de competencia, ya que esta es una noción más

diversa, más libre que la autoridad de mandato, hay un mayor número de palabras, para

una libertad que se nos presenta de modo natural como palabras más usuales, más de

uso corriente: será la libertad de conciencia, la libertad de examen, que son en realidad

como veremos, libertad de recusación o de desempeño, porque la autoridad de

competencia tiene esta característica propia, que mientras uno se rebela contra la

autoridad de gobierno por un movimiento directo, por el contrario no se puede rebelar

convenientemente contra la autoridad de competencia, más que declinando la

competencia, por un acto de declinación. Sólo por esto vemos cuan heterogénea es la

clasificación usual establecida entre las autoridades. Una vez que se penetra en el

análisis, se descubren a cada paso diferencias cada vez más grandes entre las dos series

que eran paralelas. La libertad contra la competencia, es una libertad de retirada, una

libertad de huida; más que una libertad de oposición, a la autoridad de administración se

opondrá la libertad contra la administración que es propiamente también libertad

económica.

Volvamos sobre la autoridad. De las dos formas de autoridad, y siempre

para definir la libertad, volvamos sobre la expresión más general de autoridad, pues por

lo mismo que no hemos podido definir anarquismo y acratismo intentando definir las

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Page 57: La Libertad en Péguy.pdf

formas de autoridad a las que se oponen, quizás podamos definir la libertad en general

habiendo definido la autoridad en general a la que se oponen. Si intentamos buscar por

análisis el carácter común de estas dos formas de autoridad, para saber lo que es la

autoridad nos hará falta recurrir antes a una búsqueda etimológica. El sentido actual de

las palabras no está enteramente determinado por el sentido original de las mismas, por

su etimología original; sin embargo es siempre positivo saber de donde han partido y a

donde han llegado. Las etimologías griegas tienen una importancia considerable en las

especulaciones filosóficas, sociales y políticas; no olvidemos que los griegos son

nuestros viejos maestros y sería arriesgado abandonar una investigación sobre los

antecedentes históricos del proceso de llenarse de sentido, que se ha hecho poco a poco,

partiendo de los antiguos griegos. Ignorarlos es, literalmente hablando, no querer hablar

francés. En materia política, filosófica, o social no se llega a encontrar el sentido actual

de las palabras de una forma horizontal sino adquiriendo la memoria de la palabra y del

enriquecimiento del sentido partiendo desde su sentido primero.

Para todas estas palabras el uso que hacen Aristoteles o Platón permanece

aún en el uso que nosotros hacemos de ellas. Y no es que sea necesario entenderlas

como ellos, puesto que después hay una experiencia de varios siglos de humanidad, sino

que privarse de la experiencia anterior es no querer reconocer el sentido mismo de estas

palabras. Es necesario conocer la filiación de una palabra... con más razón para la

palabra “auctoritas”, que es claro que tenemos autoridad en el terreno jurídico y la

autoridad en sociología corresponde socialmente a lo que hay de jurídico, en materia de

derecho de propiedad, de limitación del derecho de propiedad en referencia a “de lo

tuyo y de lo mio”.

“Auctoritas, propiamente creación, invención; ordinalmente. Iniciativa,

consejo, responsabilidad (hablamos todavía de la autoridad de un autor) garantía,

caución, voluntad expresa”

“Segundo sentido, orden, mandato, potencia, consideración, autoridad.

Hablando de una cosa, valor. En derecho: … titulo de posesión, posesión legitima,

derecho de propiedad...”

“Auctoritas” viene de auctor, que no significa sólo autor en el sentido de

la palabra francesa, sino que crea. Verán, por tanto, que en autoridad y autor el sentido

primero no es única y puramente el sentido de posesión, es el de posesión por creación

es decir, que implícitamente esta palabra encierra aquellas teorías de la propiedad que

hacen recaer ésta sobre el trabajo, la producción y la creación. Esto es interesante; aquel

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Page 58: La Libertad en Péguy.pdf

que aumenta, que crea, autor creador y, como auctoritas, la fuente, el fiador, el garante.

Creo que por esto podemos acercarnos a una definición de autoridad que puede

satisfacernos provisionalmente, al menos. El sentido primero de autor es el sentido de

un acrecentador, de un crecimiento.

Si consideramos la vía social en general, y si para ir de lo más común a lo

más universal de los datos sociales, nos preguntamos por la expresión que conviene

mejor, nos referimos sin dudar a la expresión de comunicación. La expresión más

general, aquella donde pueden entrar los diferentes medios de relación social, una

guerra y una invasión más que un intercambio comercial entre pequeños comerciantes,

pues es necesario que la expresión pueda contener los dos extremos, será la palabra

comunicación. Entonces, si nos colocamos en el plano de la comunicación social, y si

por esta entendemos en su sentido más vasto, más grande, y en consecuencia el más

vago posible, no excluyendo ni a los más grandes movimientos de personas ni los más

pequeños de fondos comerciales, sean cuales sean las personas sociales en esta

comunicación, nos dirigiremos a dar un primer paso hacia lo particular como es propio

del progreso científico, a examinar cual es el sentido del movimiento. Igual que en

mecánica el sentido de un movimiento se presenta inmediatamente al pensamiento, si

intentamos considerar de la forma más vaga y laxa posible las comunicaciones sociales,

necesitaremos inmediatamente un segundo paso para ver en qué sentido se hace la

comunicación social, sea una comunicación de guerra, de negocio intelectual o de

propaganda, nos preguntaremos antes que nada en qué sentido se hace. Y diremos que

hay ejercicio de autoridad de una primera persona social sobre una segunda, si el

sentido de la comunicación social se dirige de la primer hacia la segunda y que

recíprocamente hay ejercicio de autoridad de la segunda sobre la primera, si el sentido

de la comunicación es en la dirección contraria.

Así pues es necesario poder definir, en tanto sea posible, el ejercicio de la

autoridad para llegar a la definición de autoridad, y habiendo definido así el ejercicio de

autoridad diremos que hay autoridad de una primera persona social sobre una segunda,

si consideramos que en caso de que haya comunicación social este movimiento se hace

de la primera a la segunda persona social. Y diremos recíprocamente que hay autoridad

de la segunda persona social sobre la primera, si habiendo movimiento social,

comunicación social, consideramos que este movimiento partiendo de la segunda

persona se dirige sobre la primera.

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Page 59: La Libertad en Péguy.pdf

Les pido permiso para detener aquí esta primera lección, ya que mi

inexperiencia ha hecho que la preparara demasiado larga.

Segunda sesión

Señoras, Señores:

El comienzo de esta primera lección podía dar lugar a dos tipos de

criticas y sin querer comprometer desde ya la discusión que seguro se producirá, debo

hacer notar, antes de concluir esta lección, estas dos criticas opuestas.

La primera, que será sin duda la más fundamentada, será la de haber sido

demasiado insistente en las etimologías, cosa que he creído debía hacer al comienzo de

la lección. La segunda sería la de haberme alargado demasiado tiempo, esta me parece

menos fundada.

Además de ser lo más honesto como ya he dicho, y un buen método,

comenzar por aclarar un poco el uso de las palabras tal como se utilizan en el lenguaje

de las ciencias, si queremos tomar en consideración cosas más practicas, es en realidad,

una ganancia de tiempo. Las palabras y el lenguaje son vías de comunicación

intelectual, calles mentales por así decir. Cuando se quiere ir de alguna parte a otra, si se

está sólo y no es simplemente un viaje, puede parecer fácil ir a pie incluso sobre tierras

labradas, pero si se trata de muchas personas, de mucho trabajo, de mucho transporte y

mucha gente, podemos ver claramente cuales son las ventajas de hacerlo por un camino,

se hace mucho más fácil por él. Si se quiere ir de la estación de Orleans a L'etolile

puede parecer fácil ir a pie porque el uso de un tranvía resulta caro, pero no es menos

cierto que si se trata de muchos viajes de mucha gente, sea cual sea el tiempo, la

complicación y el precio para utilizar un tranvía le hace preferible, y es lo que hemos

hecho.

Por darles un ejemplo y a fin de que no tengamos la impresión de perder

el tiempo o de detenernos demasiado sobre estas definiciones, y para mostrar la utilidad

que podemos sacar rápidamente de estas distinciones que parecerían un poco ingratas a

primera vista, demasiado lógicas, demasiado escolásticas quizás, voy a tomar la

distinción que hemos intentado encontrar entre la autoridad de mandato y la autoridad

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Page 60: La Libertad en Péguy.pdf

de competencia. Para darles alguna idea del uso que más tarde se puede hacer de esta

distinción, tomemos los grandes debates políticos, los grandes debates sociales que se

han producido estos últimos años. Tomemos los debates por y contra la libertad del

personal de enseñanza, por ejemplo el affaire Hervé o el affaire Guigné*. Tomemos esta

gran cuestión del monopolio de la enseñanza y de las congregaciones, compremos el

diario oficial y releamos los discursos pronunciados de una parte y de otra por los que

están a favor y los adversarios, de diferentes autoridades y libertades, y hagan el

siguiente ejercicio: cada vez que en un discurso vean la palabra autoridad o la palabra

libertad, antes pregúntense si cada una de ellas está en su sitio, pues sucederá que se

pone libertad allí donde correspondería autoridad y recíprocamente. Después cada vez

que estemos seguros de la que corresponde introduzcan ustedes a continuación de la

palabra la naturaleza de esa libertad o de esa autoridad. Siempre que aparezca la palabra

autoridad introduzcan ustedes a continuación, y si es necesario arranquen la hoja, de

mandato o de competencia, y siempre que aparezca la palabra libertad introduzcan

libertad política o de competencia.

Se sorprenderán al ver la eficacia de este procedimiento. Es tan efectivo

que recuerda a los procesos químicos automáticos, como por ejemplo la precipitación de

los sólidos, es un método de una seguridad increíble para desarticular los sofismas, para

desarticular un discurso, para obtener la realidad del pensamiento que puede haber bajo

un discurso.

Y para darles un segundo ejemplo, un espécimen del uso que se puede

hacer de la distinción que acabamos de realizar, de una manera estática de considerar las

cuestiones sociales y una manera más dinámica de considerarlas, como hemos dicho

que se debe comenzar por situarse en la comunicación social misma, fíjense que la

mayor parte de las instituciones están hechas sobre el papel; la mayor parte de los

programas, la mayoría de los estatutos de las sociedades, en particular de las sociedades

cooperativas de consumo y producción, la mayor parte de las constituciones de los

estados también, pues el ejemplo es válido tanto para grandes organismos sociales como

para pequeños. La mayor parte de las constituciones de estados o sociedades están

hechas en realidad por gente que las hace sobre el papel, como los geógrafos hacen los

mapas viendo si las partes están bien equilibradas entre ellas, pero estáticamente ya que

no representan el funcionamiento de estos programas.

*Otro caso en el que se vio involucrado un director.

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Page 61: La Libertad en Péguy.pdf

¿Cual es en realidad la diferencia que puede haber entre lo que

denominamos comúnmente una constitución a la “Sieyés”* y una constitución que no

sea de este tipo? ¿Es que una constitución a la “Sieyés” no funciona y una que no lo es

puede hacerlo? Y nosotros debemos creer que estas expresiones populares de funcionar

o no funcionar que han resistido el uso tienen algún sentido de la realidad, es probable

que esta distinción popular entre las constituciones que funcionan y las que no, es

extremadamente importante para quien quiera continuar el análisis.

Aquellos de entre ustedes que hayan asistido a los congresos socialistas

nacionales e internacional de 1900 y que recuerden como tantas promesas se

convirtieron en resultados tan pequeños y miserables, se preguntaran por qué. Las

razones son evidentemente múltiples; se impresionarán de que las constituciones

previstas por el partido socialista francés, que no tardaron en llegar a ser muchas, eran

estáticas, gráficas, estaban hechas por gente que yuxtapone los parágrafos cuando la

cosa no funciona, y lo que iba bien deja de hacerlo; desde que se la quiso hacer

funcionar, ya no fue más.

Recordarán sin duda, estas constituciones del partido que ocupaban

demasiado sitio, que se votaban en la última sesión tras haber discutido enormemente en

las sesiones precedentes. Cuando todo el mundo estaba de acuerdo se votaban aquellas

constituciones que tenían un número interminable de artículos.

De todas las razones por las cuales no funcionaron, una de las más

importantes fue esta. Eran constituciones estáticas hechas para el plan, para lo fijado, no

para el movimiento, la vida y el trabajo.

Voy más allá, la mayor parte de las leyes se hacen así. Están hechas por

hombres que habiendo recibido unos enseñanzas demasiado intelectuales, y otros, faltos

de experiencia incluso de la realidad social, son demasiado juristas y demasiado poco

economistas. Planifican, alinean parágrafos y palabras, y después en el uso la cosa no

marcha. Desde el punto de vista del estado de ánimo, la gente se representa casi siempre

la cuestión bajo una forma inmóvil y no en movimiento, como el trabajo y la vida. Y la

gente que parece enemiga las unas de las otras, que lo son en realidad, sin embargo,

coinciden en esto; que en vez de situarse en el curso del movimiento social y siempre

que pudieran, en la realidad de la comunicación social, hacen incursiones horizontales a

este movimiento y se quedan en un examen de esas incursiones.

*Emmanuel Joseph Sieyés, fue redactor de varias de las constituciones de la etapa revolucionaria y napoleónica, y se le recuerda por su escrito ¿Qué es el tercer estado?, previo a la reunión de los Estados Generales de 1788.

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Page 62: La Libertad en Péguy.pdf

Nada puede parecer, por ejemplo, tan contrario a las ideas de Jaurés que

las de Guesdes, y en efecto son dos formas del espíritu y los valores socialistas,

contrarias las unas a las otras. Y por tanto, cuando se intenta representar lo que son las

unas y las otras, nos damos cuenta rápidamente que ambas actúan según el mismo modo

de trabajo intelectual, la misma mentalidad. Jaurés no se sitúa dentro del movimiento

socialista, es una especie de movimiento socialista y a Guesdes le sucede igual. La gran

diferencia que hay entre ambos es que el primero, y esto es necesario desarrollarlo (aquí

es solamente una breve idea para justificar lo que acabamos de decir) no tiene lugar

como corriente socialista, es un hecho puntual, una estación en el socialismo. Ambos

son enemigos pero no porque procedan de maneras de pensar diferentes o contrarias,

sino porque teniendo la misma mentalidad y el mismo modo de pensar se oponen entre

ellos por esta misma razón. Podríamos definirlos, al uno como un hecho puntual pasado

de moda y al otro como ilusorio, se oponen porque están en momentos temporales

diferentes y no están en el mismo movimiento socialista, pero no tienen mentalidades

diferentes o contarías.

Nos situaremos pues en estas comunicaciones sociales de las que hemos

visto algunos detalles como el elemento primero sobre el que poder llevar un estudio

social.

Me topo aquí con una dificultad. Hay dos maneras de constituir una

ciencia, o más allá, hay dos caminos en el trabajo que se puede hacer para constituir

poco a poco una ciencia. Se puede partir de primeros principios, de cualquier elemento

primero y por la vía de la deducción sacar poco a poco las consecuencias, una serie

indefinida de ellas. Se puede, por el contrario, situarse en un momento de esta

deducción, de esta progresión y dando marcha atrás, completando una regresión,

intentar acceder a estos primeros principios.

En realidad no hemos practicado del todo ni el uno ni el otro en la lección

precedente, pero es que no hay que equivocarse con esto, no se trata de constituir una

ciencia sino de hacer lo que se pueda para conseguir constituir un lenguaje de las

ciencias que llegarán posteriormente.

Esta operación de constitución de un lenguaje es muy importante. Se la

obvia en general al comienzo de toda ciencia porque no se le dedica el tiempo

suficiente. Presentaría en efecto, grandes dificultades, pues por ejemplo, se nos dirá que

pretendemos indicar solamente el uso de las palabras, el sentido de las mismas y en

realidad, ustedes tienen su idea ya definida por la elección misma de esas palabras y a

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Page 63: La Libertad en Péguy.pdf

través de la búsqueda de estas, comprometer a las ideas y a la ciencia misma por

constituir.

Es cierto, como ya he dicho en profundidad antes, que no se puede

constituir una ciencia antes de tener un lenguaje para esa ciencia, y es cierto que la

elección misma de las palabras, la elección del lenguaje, implica una idea que se tiene

previamente de la ciencia que se va a constituir; y aquí tenemos un circulo vicioso, es

uno de esos círculos viciosos a la manera escolástica, que nos podría entretener

eternamente pero ante él, la vida y, por consecuencia, el trabajo, no se puede detener.

Me perdonarán ustedes esta comparación; para construir una casa en un

clima como el nuestro, hace falta comenzar por hacer andamiajes, y evidentemente, si

bien no se puede hacer sin ellos tampoco, puede elegirse al azar, aunque los planos

incluyan los andamiajes. Hay una especie de necesidad mutua entre ambos, para el

lenguaje y a ciencia que se trata de construir sucede lo mismo. No se puede trabajar en

una ciencia antes de haber constituido, en tanto que se pueda, el lenguaje de esta

ciencia, y de otra parte, es evidente que no se puede establecer un lenguaje sin una idea

previa; la idea que se tenga de la ciencia influye en la elección de las palabras, en la

constitución del lenguaje de esa ciencia; esto es un circulo vicioso.

Todo lo que se puede decir es que hay dos niveles por así decirlo, y uno

de ellos es de denominación. Lo que se puede haber acordado bastante fácilmente al

constituir el lenguaje, porque no se trataba más que de lenguaje, ahora habrá que pedir

razones más científicas, más basadas, totalmente ciertas, si se pretende pasar de la

propia constitución del lenguaje a lo que hemos acordado en llamar constitución de la

ciencia. Es pues, por anticipación, por anticiparme, que he comenzado por situarme en

lo que hemos llamado comunicación social. La comunicación es el primer elemento de

todo trabajo social, y por consecuencia, es sobre él que debemos fijar el primer esfuerzo

de atención. Hay un gran peligro a la hora de definir las personas sociales, antes de

haber definido las comunicaciones sociales que hay entre esas personas. La tentación

está en efecto, en tomar las personas sociales, sean estos, cantones, comunas,

corporaciones, compañías de ferrocarriles, y estudiar seguidamente las comunicaciones

que hay o que puede haber entre estas personas; daré un ejemplo enseguida. Es por ello

que va a ser mejor situarse en el curso de la comunicación misma y definir a las

personas sociales como punto de partida o punto de llegada, o de paso.

¿Donde comienza el estudio social? Pues también es necesario entender

esto. Ustedes saben que muchos problemas del trabajo intelectual vienen porque los

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Page 64: La Libertad en Péguy.pdf

sociólogos se ocupan de psicología y los psicólogos de sociología. Ha habido debates

incesantes debidos a la mala delimitación del campo de investigación. El estudio social

comienza cuando comienza la comunicación, así, si no hay comunicación social entre

las personas sociales no hay estudio social. Esto no significa que no haya casos en los

que no haya comunicación social, no significa que haya vías individuales, por muy

difíciles que sean, que no haya alguna penetración de otras personas sociales. Lo que

quiero decir es que el estudio social comienza cuando se comienza a estudiar la

comunicación social y que hasta ese momento ésta se trata de otro tipo de estudio. El

resto es moral, lógica, psicología o historia individual.

Esta distinción que pido se establezca entre lo que va antes del comienzo

del estudio social, y el estudio social mismo, no se corresponde de ninguna manera en

mi pensamiento con una separación de los seres que estarían o no en comunicación

social. Hay comunicación social por doquier, pero en tanto no se estudie no habrá un

estudio social. Y a partir del momento en que se estudia, habrá estudio social. El resto

es moral, lógica, psicología o historia individual.

Existiendo pues comunicaciones sociales como punto de partida, de paso

o de llegada, las personas sociales, sean cuales sean estas, hemos dicho que habría

ejercicio de autoridad cuando la comunicación social se ejerce en el sentido de una

hacia la otra. Habrá pues ejercicio de autoridad de una persona social sobre otra cuando

la comunicación social vaya de la primera hacia la segunda e inversamente de la

segunda a la primera. Así pues la primera consideración es la comunicación social y

después el sentido de esta, es decir, hacia donde va tras su constitución, pero sólo entre

personas sociales. Y entonces, sean cuales sean dichas personas, verán que desde ese

momento se abre un gran campo de estudio. Dichas personas sociales pueden ser

ciudadanos, individuos o bien personas sociales colectivas, comunas, cantones, barrios,

departamentos, provincias, estados, naciones; o en el orden económico, corporaciones

obreras, patronales, sindicatos, cooperativas de producción o de consumo, talleres,

compañías, sociedades; o en el orden político, grupos políticos; o en el orden comercial,

sociedades comerciales. Sea en nombre propio o colectivo, limitadas o anónimas, de

capital fijo o variable, de grandes compañías con accionistas o no, de compañías de

ferrocarriles, alianzas de grandes compañías o de grandes patronales (los llamados

trust), alianzas de pueblos, o la humanidad misma.

Si se prosigue el estudio de esta comunicación social, se podrá percibir

que habría que distinguir, analizando los elementos que la componen, que habría alguna

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Page 65: La Libertad en Péguy.pdf

analogía con el juego que se produce entre algunos elementos de otras ciencias. No

quiero demorarme hoy sobre este análisis, pero se puede ver bastante rápidamente que

en las comunicaciones sociales hay dos elementos a considerar, uno un elemento de

volumen, de cantidad... es por eso que hablamos de grandes compañías y de pequeño

comercio; y habría otro, que sería un elemento de velocidad, o del nivel en que se

pueden dar, o dicho de otra manera de potencialidad.

Cuando dos pueblos se encuentran, por ejemplo y es un ejemplo para este

análisis, tienen comunicación militar bajo forma de guerra o de conquista, o

comunicación comercial produciéndose la penetración de uno de los dos pueblos en el

otro, y que esta sea llevada a cabo sin que haya una relación matemática demasiado

clara entre el volumen de los pueblos. La penetración militar o comercial podría ser por

ósmosis, dirigida por el volumen por una parte, y por otro por el nivel de civilización,

por la intensidad de la actividad.

Siguiendo este método, nosotros definiríamos pues la autoridad después

de haber definido el ejercicio de la autoridad y no antes. La autoridad seria la parte

estática de la situación de las diferentes personas sociales y no lo seria de su acción; y el

ejercicio de su autoridad sería parte de su acción. Definiríamos la autoridad después de

haber definido el ejercicio de la autoridad por este método general que quiere que

definamos las estaciones, las paradas y los descansos después de haber definido los

movimientos y las comunicaciones. Una persona social tiene autoridad sobre otra

cuando el sentido de la comunicación va de la primera a la segunda.

Siendo en estos términos la autoridad, ¿qué es lo que sería la libertad?

Libertad es cuando no hay autoridad. Es muy simple esta definición, pero en realidad

encubre dos sentidos diferentes. como vamos a ver.

La autoridad, el ejercicio de la autoridad es el ejercicio moral que va de

una persona moral a otra persona moral, de una persona social otra persona social. Para

que haya libertad, es necesario que no hubiera autoridad. Pero se presentan dos

cuestiones inmediatamente para que no haya autoridad. La primera es que haya vida

social, es que haya comunicación social y que sin embargo esta comunicación social, en

tanto que posible, se haga sin que haya autoridad. La otra manera sería, y es una gran

tentación, suprimir la comunicación social para que así acabe al mismo tiempo la

autoridad que provoca esta comunicación. No se si me he hecho comprender. Estamos

de acuerdo sobre esto, sobre que hay ejercicio de la autoridad cuando una de las

personas sociales, a través de esta comunicación social, penetra en la otra, siendo dado

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Page 66: La Libertad en Péguy.pdf

que para que haya autoridad es necesario que no haya libertad, que la libertad disminuya

cuando la autoridad crece y viceversa. La gran tentación es suprimir la comunicación

social, la vía social y el trabajo social. Para así evitar lo que comporta esta

comunicación, la autoridad. Y el gran problema es mantener la vía social y organizar la

comunicación social de tal manera que, ya que sin ella no hay vida, no se entre en el

ejercicio de la autoridad. En otros términos, la autoridad social, siendo lo que hemos

dicho, hay dos maneras de desarrollarla. La primera, es traspasar las condiciones

subyacentes de manera que alcancemos la libertad social por la incomunicación, por la

muerte social; la otra, por el contrario, la manera viva, es intentar organizar de algún

modo basado en las artes o las ciencias , el trabajo y la comunicación social de manera

que comenzando la comunicación, la autoridad caiga.

La historia de los dos últimos siglos nos muestra que no es por un juego

de la lógica, por una clasificación arbitraria, que se haya terminado por considerar estas

dos formas tan diferentes, tan contrarias, incluso, de la libertad. Estas dos concepciones

de la libertad no se presentan la una después de la otra, yo las denominaré, para facilitar

la discusión, libertad imaginaria a la que pretende suprimir la sociedad misma, la

comunicación social, bajo pretexto de que es esta la que despierta la autoridad; y

nombraré libertad real a la que tiende a organizar la comunicación social de manera que

caiga la autoridad sin que lo haga la vida social.

He aquí como proceden los teóricos de la libertad que hemos

denominado imaginaria. Se dicen inocentes, primitivos. Vemos que la gente tiene

comunicación entre ellos y que sea porque la naturaleza humana es mala o sea porque

los acontecimientos son malos, la gente que tiene comunicación entre ellos, pesan unos

sobre otros a través de guerras, guerras militares y guerras económicas, no menos

terribles, que finalmente preparan guerras militares. Se inclinan poco a poco a desear, a

preparar un estado social en el que gradualmente sería suprimida la comunicación social

y es así, como los estados y los individuos son formados poco a poco como unidades

fragmentarias, esporádicas, diseminadas, sin comunicación entre ellas. Se puede decir

que todo el gran movimiento filosófico del siglo XVIII francés ha estado dominado por

esta idea o mejor ha sido dirigido de este modo. Lo han hecho hombres

extremadamente enemigos entre si, Voltaire y Rousseau por ejemplo (pero ustedes

saben que para ser enemigos es indispensable tener un gran número de puntos de

contacto y que se convierta en una ventaja el serlo). Es un hecho frecuente en la

historia, que los hombres que pertenecen a mismas épocas, a mismas naciones y a

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mismas culturas, hayan sido los más atroz y violentamente enemigos los unos de los

otros. Vistos a distancia, parecen enemigos sin duda, pero como los hermanos

enemigos, pues hay entre ellos un gran número de estrechos lazos. Si se estudia a los

mayores enemigos entre sí del siglo XVIII nos daremos cuenta que todos sus

pensamientos siguen esta linea; tienden en realidad a suprimir la comunicación social a

fin de suprimir la autoridad de mandato; que todas sus revueltas contra la autoridad real,

tradicional, monárquica de ese tiempo apuntan a que cuando hay puntos de

comunicación, es doloroso para unos y otros, y haremos bien en suprimir los puntos de

comunicación.

Este método aparece eminentemente en la declaración de los derechos

del hombre y del ciudadano. Tomemos un texto de la declaración, uno de los que más

han calado, que oficialmente más ha sobrevivido, que es el que trata de las escuelas y

los liceos... podremos sentir el constante esfuerzo por fabricar hombres separados,

individuos esporádicos sin comunicación los unos con los otros; los derechos del

hombre y el ciudadano son eminentemente los derechos del individuo, pero sin

embargo, mientras se fabrica a estos individuos tan individualistas, la vida continúa su

marcha y es necesario considerar un poco estas relaciones sociales arbitrariamente

suprimidas por la comodidad del Congreso. Y puedo decir Congreso puesto que esta

palabra ha venido a sustituir a la de Asamblea Nacional Constituyente, ¿como hacemos

entonces? Una vez que se ha opuesto a estos individuos sin comunicación los unos con

los otros, estos individuos objeto, incomunicables, se restablece la comunicación entre

ellos, pero como el esfuerzo hecho para constituirse en individuos separados ha

triunfado, el esfuerzo que se hace para devolver la comunicación no triunfa. O

recíprocamente, si el esfuerzo que se hace para ponerlos en comunicación triunfa es que

el esfuerzo que se hizo para cortar toda comunicación habría fracasado. En realidad,

históricamente, es el primer esfuerzo el que ha triunfado, el de cortar toda comunicación

entre los individuos. Si tomamos el texto de la declaración, estarán de acuerdo en esto,

la mitad de los párrafos va contra la otra mitad. Sería interesante recomponer una

declaración de derechos del hombre y del ciudadano poniendo por un lado lo que afirma

al individuo y en “itálica” todo lo que une a los individuos, tipográficamente sería

sorprendente ver como las dos mitades van una contra la otra. El hombre es libre pero

no es libre, el hombre es igual pero hay distinciones, el hombre es hermano pero se

pelea y así continuamente.

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Page 68: La Libertad en Péguy.pdf

Así, esta manera de proceder que consiste en oponer las personas

sociales, los individuos sociales sin comunicación ninguna, está condenada porque

cuando se quiere restablecer la comunicación, no se puede.

Y es entonces cuando se produce un fenómeno característico en la

historia del pensamiento que me van a permitir denominar como radical, porque

transforma a las teorías radicales, en presencia de las que nos encontramos ahora. Una

vez que se han constituido los individuos perfectamente separados unos de otros, se

intenta restablecer pero sin éxito, las relaciones entre estos, y no contentos con ello, se

cree que es un fallo de la realidad, como cuando se trata de un fallo en el análisis; se

determina la necesidad de reforzar la relación entre los diferentes individuos y no se

encuentra nada más ingenioso que hacer un nuevo individuo, el Estado, que no es más

que la reunificación en un individuo ficticio e imaginario de todos los lazos entre

individuos que se quieren restablecer y que no son lo suficientemente fuertes. Pero

como estos son así porque los individuos se oponen, se ha concluido por convertir al

Estado en un individuo, que representa por una arbitrariedad las relaciones que se

quieren restablecer entre los individuos separados previamente. Tiene todos los vicios y

deficiencias de los individuos así como sus cualidades aunque predominan los defectos;

es caprichoso, arbitrario, no ve muy lejos, y es pesado.

Esta manera de proceder me parece característica, comenzar por

constituir individuos netamente separados por la forma de pensar, porque situarse entre

los párrafos de la Declaración es más cómodo que situarse en un movimiento variable.

Comenzar por formar individuos paragráficos, insulares, aislados. Darse cuenta de que

esto no marcha y que hay relaciones de guerra, comercio, negocio y finalmente

reencontrar la necesidad de restablecer las relaciones. Y todo esto, en lugar de

plantearse que posiblemente se haya seguido un método falso. Porque es contra esto

contra lo que no se puede nada, contra el carácter individualista y se ha hecho un

individuo estado especialmente encargado de hacer funcionar a los individuos

arbitrariamente constituidos.

Sobra decir que esta teoría de la libertad no conviene. Hace falta ver lo

que sería la otra forma de la libertad y eso sería objeto de estudios mucho más largos.

Pero es fácil resumir una teoría viciosa … como es fácil resumir una teoría simplista y

es difícil presentar una teoría mucho más compleja que se pretenda modelar bajo la

realidad del trabajo. Es más necesario exponer el problema que aportar una solución.

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Page 69: La Libertad en Péguy.pdf

¿Qué es lo que tenemos? Que no se suprime la comunicación, la vida

social, el trabajo social. Si se suprimieran los negocios, el trabajo, las relaciones de los

talleres y las tiendas, la humanidad no existiría más mañana. El problema que se

presenta entonces ( y todo lo que nosotros podemos hacer hoy es presentar los datos de

este problema) es este. Siendo que hay de una parte comunicación social, que

entendemos como sacrificar lo menos posible y de otra parte una libertad que

entendemos como no sacrificar nada, ¿cómo hacemos para que esto marche?.

Es probable que no se consiga por alguna maravillosa constitución sino

por una organización paciente del trabajo, de la economía, de los talleres, de la

producción, del consumo, y simultanea e incluso previamente, por una educación moral

y económica de los trabajadores de todo tipo, sobre todo de los ociosos que es necesario

convertir en trabajadores.

No nos queda más; el problema está expuesto y no podemos pretender

resolverlo sino continuar nuestras definiciones. Nos resta distinguir entre la autoridad de

mandato y la autoridad de competencia, no con ejemplos, sino como hemos hecho con

la autoridad misma, penetrando en el origen de las cosas.

Creo que estaremos todos de acuerdo en que la distinción capital entre la

autoridad de mandato y la autoridad de competencia, es que la primera no está

fundamentada en la razón y que la de competencia sí. Naturalmente quedaría por definir

lo que hay de sentidos acumulados en una palabra tan rica como es “razón”, pero

sumariamente y por el uso que vamos a hacer aquí de esta palabra, por ejemplo, para lo

que les decía del discurso y la desarticulación, de la precipitación del discurso, la

autoridad de mandato es una autoridad en la que la razón no está. Y la autoridad de

competencia es una autoridad que se ejerce en nombre de la razón, que tiene razón. Esta

distinción se mantiene sea cual sea la forma bajo la que aparece la razón, una autoridad

es de mandato sea cual sea la forma de la fuerza irracional, a-racional, como lo es la

autoridad de la guerra, la autoridad de uno solo o la autoridad de muchos o la autoridad

de todos a través de la voz de las mayorías. Por las sorpresas de las mayorías o por las

incompetencias de las mayorías, no hay ninguna diferencia en absoluto entre estas

autoridades a la vista de la razón y a la vista de la libertad.

Quiero resaltar un punto en particular; no solamente las autoridades de

mandato que se apoyan en la fuerza de las armas, sino las que se apoyan en las fuerzas

económicas, por ejemplo el hacer pasar hambre de manera consciente, en un boicot o en

sanciones de aparatos jurídicos, o en leyes de las mayorías, no solamente a la vista de la

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Page 70: La Libertad en Péguy.pdf

razón no valen más las unas que las otras, sino todas las veces que se intenta mezclar la

autoridad de competencia y la de mandato. Todas las veces que se intenta mezclar el uso

de la razón con el de la fuerza. Y en estos casos, nunca la fuerza se ennoblece por su

comunicación con la razón, sino al contrario la razón se envilece por su promiscuidad

con la fuerza.

Tomo un ejemplo que se aplica a la mayor parte de las pedagogías. Se

enseña a los niños, se les quiere hacer creer lo que es difícil y falso, y esto no es lo más

fuerte, sino que se apela a la razón, se les trata como personas puras, hasta el momento

en el que ya no funciona, en ese momento la sanción reaparece. Sea por los deberes o …

Siempre que se intenta mezclar el uso de la razón con el uso de la fuerza,

hay contaminación de la razón por la fuerza y ninguna depuración de la fuerza por la

razón. La razón pretende exponerse completa, ser pura o no exponerse. En realidad y

voy más allá, puede ser que los usos comunes de la fuerza y de la razón, incluso cuando

se trata de la verdadera razón, son mucho más peligrosos para la razón y para la libertad

que las autoridades de mandato que se presentan claramente como autoridades de

mandato. Si leen en los periódicos todo lo que se dice de la sociedad moderna, no

podrán ignorar que hay una religión muy clara en ella; olvidando que estas sociedades

burguesas están fundadas sobre la injusticia económica muchos las presentan como

virtudes primeras e indiscutibles. La mayor parte de los razonamientos que se dan son

aquellos en los que la razón que se enseña en las lecciones está contaminada por la

razón económica que se enseña en los talleres.

Sobre la política seremos muy breves ¿que pasa con la política? Hace

tiempo que dejó de ser el arte de administrar las ciudades. Para definir la política nos

vemos forzados a empelar lenguaje kantiano. De los grandes sistemas de la filosofía que

han jalonado la historia de la humanidad, han quedado sólo en las escuelas donde se

puede preguntar si se es kantiano o si no se es. Los grandes sistemas como el platónico,

el kantiano o el cartesiano se han convertido en lenguajes que se emplean según que

parte de la realidad se quiere trabajar. Es cómodo el lenguaje platónico si se trata de las

ideas y las apariencias, es como el cartesiano si se trata de lo extenso o inextenso. Es

cómodo utilizar un buen método kantiano si se trata del deber y la moral, por ejemplo si

se trata de definir de manera rápida qué es la política. Y la más breve es esta; se dice

que hay moral siempre que se ciña a no considerar a los individuos como medio, sino

como fines. Es decir, todas las veces que queriendo el bienestar de los individuos o las

naciones no se sirva artificiosamente de otros individuos para conseguir esos fines. Y yo

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Page 71: La Libertad en Péguy.pdf

creo que nadie se opondrá a esta definición. Y por el contrario, la política es tal que no

solamente permite, sino que favorece, considerar a las personas morales como medios,

la política es el nombre que se le da a una serie de operaciones en las que sin cesar la

gente no es el fin para el que se pretende el bienestar o el bien, sino el medio por el cual

conseguirlo. Donde la moral reprueba la mentira, la política la admite o incluso la

fuerza.

Tercera sesión:

Señoras, señores:

No es por absorber el tiempo de la discusión sino para comenzarla

inmediatamente que les pido decir unas palabras más. Fuera de esta Escuela, tras las

lecciones precedentes, se han planteado una serie de objeciones, un cierto número de

dificultades, con motivo de conversaciones particulares que han ido preparando el

terreno a la discusión a la que debemos enfrentarnos hoy. Sobre la distinción que he

creído reconocer entre autoridad de mandato y autoridad de competencia, he dicho que

un medio material para distinguir la mayor parte de los sofismas que podemos leer en

los discursos políticos era que, ante un discurso, en presencia de la palabra “libertad” o

de la palabra “autoridad” antes de examinar si se trata en realidad de “libertad” o de

“autoridad”, y si no hay interferencia de los dos términos, siempre que se encuentre uno

en presencia de la palabra “autoridad” distinguir y sustituir si se trata de autoridad de

mandato o de autoridad de competencia, y siempre que nos encontremos en presencia de

la palabra libertad sustituirla por libertad económica o política, o libertad de conciencia.

Habría un medio más para percibir materialmente lo que hay de

verdadera o falsa libertad, y de qué genero de autoridad se trata. Consistiría en trocear la

frase; por basto, no es menos radical y cómodo para ver que cantidad de palabras han

sido pronunciadas en favor de la libertad o en favor de la falsa libertad, y en favor de

esta o aquella autoridad. Este medio es muy conveniente y muy cómodo para seguir los

sofismas a medida que se producen. Se puede comprobar que la mayor parte de estos

sofismas consisten en comenzar, por ejemplo, un razonamiento sobre la autoridad de

mandato y poco a poco ir cambiando, sin advertir al oyente o al lector, a uno sobre la

autoridad de competencia, de suerte que este razonamiento que era admisible cuando se

trataba de la autoridad de mandato deviene inadmisible sobre la autoridad de

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Page 72: La Libertad en Péguy.pdf

competencia, pero como en ningún momento se ha advertido que se producía el cambio,

por un deslizamiento imperceptible, el sofisma pasa inadvertido (el sofisma que acabo

de indicar es el menos frecuente porque no interesa incluir en la autoridad de

competencia lo que se dice de la autoridad de mandato; el más frecuente será a la

inversa, trasponiendo proposiciones sobre la autoridad de competencia y convertirlas

lentamente en autoridad de mandato y reclamando así para esta las ventajas que

legítimamente le pertenecen a la otra).

Sobre la utilidad de esta distinción y el uso que se puede hacer de ella en

la vida no puedo evitar dar un ejemplo particularmente probatorio, mostrando su

utilidad inmediata, mecánica y automática.

Se trata particularmente de las relaciones entre el Estado y sus diferentes

funcionarios, y entre estos y el país. Leemos todas las mañanas en nuestros periódicos,

en los periódicos socialistas burgueses y en nuestros periódicos anarquistas de linea

dura, que tal o cual de nuestros amigos ha sido nombrado por ejemplo... director general

de bibliotecas, inspector general de museos o de mataderos, y que nos debemos felicitar

de estos nombramientos, porque el titular es un excelente republicano, porque ha

defendido magníficamente la República, es decir la política del gobierno en un tiempo

reciente. Cuando nos encontramos en presencia de tales sofismas, basta introducir un

momento la distinción entre ambos tipos de autoridad para que desaparezca la discusión

ya que salta a la vista que no vale la pena hablar más de ello.

Sobre el monopolio, sobre esta gran cuestión del monopolio de la

enseñanza, si tratamos de analizar un poco lo que pasa y cuales son las pretensiones de

uno y otro partidos, ¿qué descubrimos? Pues que la mayor parte de las familias

francesas, los unos por razones económicas, los otros morales, no han tenido ni el

tiempo ni los medios de enseñar ellas mismas a sus hijos el aprendizaje técnico de la

vida y del trabajo, por ejemplo la escritura, la lectura y el cálculo, y se ven forzados a

encargárselo a otras personas; estamos aquí en la autoridad de competencia, hay gente

que tiene el tiempo y los medios para enseñar a leer, escribir, contar; hay padres de

familia que no tienen el tiempo de enseñar a sus hijos a leer, escribir o contar,

entregando a los niños al profesor para que se lo enseñe. Estamos en lo económico, lo

técnico y la competencia.

¿Qué es lo que pasa aquí? El maestro, siendo en general autoritario,

intenta aprovecharse de que enseña a leer para hacer leer preferentemente ciertas

lecturas y no otras; se aprovecha de que enseña a escribir para que se practique

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Page 73: La Libertad en Péguy.pdf

escribiendo determinadas cosas y no otras; donde se le pide al maestro que enseñe a

leer y a escribir, no solamente lo enseña sino que enseña más unas cosas que otras.

He aquí el sofisma del monopolio. Se comete (¿tendré que decirlo

todavía?) por todos los partidos reaccionarios. Lo hemos visto cometer por los

reaccionarios de derecha cuando estos eran los más fuertes; lo hemos visto en nombre

de la Iglesia, en nombre del Catolicismo; lo hemos visto cometer todos los días en

nombre de los partidos reaccionarios de izquierda, en nombre del Estado. Si ustedes

quieren convencerse, no tienen más que abrir uno de esos libros que se les da a los niños

en las escuelas primarias. Cuando hay una reacción de derechas, podrán verificar desde

las primeras paginas, que no hay otro tema que el de Dios y la religión, a una edad en la

que los niños no pueden comprenderlo. Todo esto viene a decir que cuando el maestro

es un reaccionario de derechas aprovecha que las familias le confían a los niños para

enseñarles a leer, haciéndoles leer cosas sobre la religión y la divinidad. Y si ustedes

quieren convencerse de que el mismo trabajo se hace en nombre del estado, cuando hay

una reacción de izquierdas, no tienen más que leer alguno de esos libros que se les da a

los niños en las escuelas laicas, donde sin cesar se habla del Estado desde las primeras

páginas, en el mismo tono y del mismo modo que los católicos hablan de Dios.

Así, todo el sofisma del monopolio reside aquí. Por causas económicas y

sociales, las funciones de enseñanza se han especializado en la sociedad. Dado que no

todo el mundo puede enseñar a sus hijos directamente, un cierto número de ciudadanos

son encargados de impartir la enseñanza. Pero ¿qué es dar enseñanza? Primitivamente

se trataba de preparar a los niños para el trabajo intelectual, y no de aprovechar lo que se

le enseñaba para orientar su trabajo. El sofisma consiste en esto: que a estos niños que

se confían al maestro para enseñarles los instrumentos del trabajo intelectual, el maestro

aprovecha no sólo para esto, sino para obtener resultados inmediatos, no esperando a

que el alumno los obtenga. Que estos resultados sean legítimos es otra cuestión, y todas

las opiniones libres son respetables. Lo que digo es que estos resultados le son dados a

los niños antes del trabajo de elaboración personal que sería precisamente lo que les

hiciera respetables; se sirven una vez más, y no puedo encontrar una formula más

sobrecogedora, se sirven de que están encargados de enseñar a leer para hacer leer tal

obra más que tal otra.

Otra dificultad que se me ha planteado es esta: cuando hemos dicho que

había comunicación social entre dos personas sociales definíamos como ejercicio de

autoridad la comunicación mantenida en un cierto sentido, por ejemplo de la primera

73

Page 74: La Libertad en Péguy.pdf

persona social a la segunda. Si hay autoridad siempre que hay comunicación social, y si,

como ya hemos dicho, la comunicación social constituye la vida social misma, no

habría pues en ningún caso libertad.

Entendámonos; he dicho, pues ya preveía esta dificultad, que la libertad

no está nunca primero en la vida en sociedad, que es una basta ilusión la de creer que la

libertad es anterior a la autoridad ya que es al contrario. Para que haya vida social es

necesario que haya continuamente comunicación social, intercambio social. Siempre

que hay comunicación social necesita que sea de una cierta persona a otra persona

social, para que exista intercambio de autoridad, para que se derive autoridad de la

primera a la segunda.

Hay libertad cuando (y es aquí donde interviene la distinción que hemos

visto entre la autoridad de mandato y la autoridad de competencia) no haya en la

intervención social ninguna autoridad de mandato, y además cuando las autoridades de

competencia se encuentren equilibradas. En otras palabras, se puede decir que una

comunicación social es libre cuando; primero, no se ejerce ningún autoridad de

mandato, y segundo, cuando las autoridades de competencia que se ejercen, lo hacen en

equilibrio, osea que hay igualdad, equivalencia, siendo esta la igualdad de cantidad.

Aquí también podemos ver cuan profunda es la diferencia original que

hemos señalado entre ambos tipos de autoridad, puesto que ambas se comportan de una

manera tan diferente, tan opuesta, tan contraria a la libertad, que para que haya libertad

en una comunicación social, para que una comunicación social sea libre, es necesario

que la autoridad de mandato tienda a 0, y por el contrario que sea hacia la igualdad o la

equivalencia hacia donde tienda la autoridad de competencia.

Se me ha dicho también, que pudiera ser que el esfuerzo que hemos

dicho había que realizar si se querían hacer estudios sociales, para situarse en la vía de

los movimientos sociales, para comprender el movimiento social en su movilidad

misma y no para constituir en este movimiento paradas ficticias, es posiblemente un

esfuerzo de palabras que en realidad en lugar de situarse al comienzo o al fin del

movimiento se sitúe en un momento determinado pero fuera del movimiento mismo.

Puede ser cierto, que cuando se intenta hacer la operación de regreso por

la cual hemos dicho, que en lugar de situarse en el momento de detención del

movimiento social, en lugar de considerar personas sociales, se deba intentar situarse en

el corazón mismo del movimiento social y en el sentido de este movimiento, se arriesga,

en efecto, si no se presta atención, no hacer más que crear paradas intermedias entre las

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Page 75: La Libertad en Péguy.pdf

paradas terminales. Pero puede ser también, que prestando alguna atención se pueda

uno situar en el corazón del movimiento social. Quiero dar un solo ejemplo concreto

que apasionó mucho a los espíritus de su tiempo y que no es tan lejano como para

haberlo olvidado; es el ejemplo del caso Hervé.

Aquellos de ustedes que han seguido de cerca la historia del Sr. Hervé,

profesor de historia en Sens, se habrán sorprendido de las diversas interpretaciones a las

que ha dado lugar, y en general, es una verdad de derecho común que siempre que se

producen casos análogos uno se sorprende de la variedad de interpretaciones dadas por

hombres igualmente sinceros e igualmente enterados . Para situarnos en el caso Hervé,

pues no tenemos tiempo para examinarlo completo, podemos tomar la actitud del

director del Sr. Hervé, el Sr. Germain que ha sido largamente interpretada e incluso

representada. Los defensores de Hervé acusan al director de ejercer la tiranía sobre su

profesor mientras que excelentes personas que han conocido al Sr. Germain, dicen que

no comprenden como ha podido ser tiránico siendo el director más liberal.

¿Cómo puede ser que hombres igualmente sinceros e interesados den

sobre la conducta de un tercero apreciaciones tan opuestas, pretendiendo ser verazmente

históricos? Es bastante simple. En realidad, sucede muy a menudo cuando hay este tipo

de contraposiciones, que unos y otros sean sinceros y se vean con igual razón. Aquellos

que piensen habiendo conocido al Sr. Germain en otros liceos, en el ejercicio de las

funciones que ejercía en otras ciudades y que le declaran liberal, tienen sin duda razón

porque en efecto conocen esos casos y puede suceder al contrario en el caso Hervé.

¿A qué se debe esto? Ciertamente, a que en estos estudios sociales, pues

se trata en suma de una evaluación social, de un estudio social, unos y otros no han

intentado situarse en el movimiento mismo; ni los unos ni los otros han considerado el

punto de llegada de este movimiento. En uno se encuentra al director liberal porque no

considera la presión ejercida por este director sobre sus profesores en otros liceos,

encontrándola poco considerable o nula, mientras que los otros la encuentran tiránica

porque han considerado sólo la presión ejercida por este director en un caso particular.

Pero no es así como debemos proceder. Un director no tiene un reino en

la república, no es totalmente dueño de su liceo. Además están las presiones

innombrables (no elijo esta palabra por su sentido físico, no entiendo cuestiones ocultas,

tomo las palabras en sentido científico mientras puedo) oficiales, gubernamentales y

políticas que puede sufrir desde los diferentes poderes políticos o de sus superiores

jerárquicos. El director (lo que es mucho más grave para nosotros socialistas) sufre una

75

Page 76: La Libertad en Péguy.pdf

presión económica muy considerable de los padres de los alumnos, que son pequeños

burgueses de provincia en su mayor parte.

Lo que me interesa pues, no es saber cual es la presión ejercida por un

director sobre sus profesores. Esa no es la cuestión. Es que, conociendo la presión social

sufrida por el director mismo, ¿cuanta de esta presión pasa al profesor? Un director

liberal no es aquel que no ejerce ninguna presión sobre sus profesores; está claro que no

es un director tiránico aquel que ejerce una presión considerable sobre sus profesores.

No; existiendo la presión inicial sufrida por el director, director liberal es aquel que

absorbe lo más posible de esta presión, de manera que recaiga la mínima posible sobre

su profesor; y el director tiránico es aquel que no absorbe esta presión o incluso la

acrecienta por gusto a la autoridad o simplemente por capricho.

Lo que mide a un hombre en este caso, por consecuencia, no es en

absoluto la presión sufrida en el punto de contacto entre un hombre y su inferior

jerárquico, es la cantidad de presión económica, social y política absorbida en el

proceso por este hombre, o por el contrario, incrementada por él mismo. En otros

términos, los problemas de libertad no son propiamente problemas de libertad, son

esencialmente problemas de liberación. No se trata de saber la cantidad de autoridad

retenida en el punto de contacto sino de qué cantidad de liberación dispone un superior

hacia su inferior (digo superiores e inferiores sociales de todos ordenes), y los

problemas de autoridad no son problemas de servidumbre sino esencialmente de

avasallamiento. No se trata pues, solamente de saber estrictamente qué grado o cantidad

de servidumbre es ejercida en el punto de contacto por el superior sobre el inferior sino

cuanto es responsable en esta autoridad total, cuanta le es propia.

En consecuencia, no es por una mutación de las palabras que se pueda

decir que estamos en el corazón del movimiento social, es porque hagamos un giro de

180ª en el sentido de nuestras investigaciones. Puedo dar dos ejemplos impresionantes.

Digo que se ha intentado considerar sólo el punto de contacto de la

autoridad, y que se arremete de una manera literaria y sentimental contra los órganos

sociales que se encuentran en este punto de contacto, pero que no son totalmente

responsables. Cuantas frases se han hecho, frases románticas contra el verdugo y la pena

de muerte sin querer considerar que en realidad, es todo el cuerpo social quien es

responsable. La pena de muerte no es más que el desenlace de todo un sistema penal, y

si se quiere introducir cualquier mejora es todo el sistema penal sobre el que hay que

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Page 77: La Libertad en Péguy.pdf

trabajar, es sobre todo el movimiento de este sistema penal y no sobre el punto de

contacto con ciertas víctimas particulares.

¡Y con el ejercito! Cuantos libertarios no han hecho críticas sobre el

ejercito, que en realidad deberían repercutir sobre todo el cuerpo social, del que el

ejercito no es más que un instrumento. No quiero discutir estos casos concretos, pero es

muy significativo ver que la mayor parte de los libertarios adoptan modos de pensar

burgueses en este tema; haciendo contraburguesismo, antiburguesismo, devuelven ideas

burguesas. Y de la misma manera que los burgueses hacen responsables a algunos

grupos sociales del proletariado de abusos, o de errores, o de inconvenientes, o de

errores sociales de los que no son responsables porque lo es todo el cuerpo social,

igualmente encontramos que los libertarios hacen criticas al ejercito que deben

repercutir en todo el cuerpo social.

Si se introduce esta consideración del movimiento social, sustituyéndolo

por los momentos sociales concretos, se descubre que de todas partes hay una presión

social transmitida de unos a otros, y que la mayor parte de las responsabilidades sociales

están mal atribuidas.

En las huelgas, no ignoro que un gran número de patrones especulan

sobre falsas miserias industriales para mantener a sus obreros en la servidumbre, pero

de la misma manera en las huelgas es sorprendente ver que la mayor parte de las criticas

descuidan la consideración general del mercado. Se representa todo el organismo

patronal como expresamente encargado de pesar sobre los obreros, sin tener en cuenta la

presión soportada por este organismo de todas partes, sobretodo de los consumidores. Si

se introduce esta consideración en la economía, se verá sin duda, rápidamente, que

sobre la industria hay una espantosa presión de todos los consumidores. En realidad hay

en el orden económico una multitud de consumidores que por su mala administración,

por su ignorancia de lo que es comprar y vender, por su mal gusto, por su demagogia,

ejerce una influencia económica tan deplorable e incluso temible, porque lo económico

tiene consecuencias mucho más temibles que lo político, que aquella que ejerce la masa

mal enseñada del sufragio universal en el orden político. Todo hace creer que si las

mejoras que nosotros pedimos para los obreros se realizaran mañana por la mañana, los

precios de los productos se modificarían en tal proporción que deberíamos todos

cambiar nuestra organización doméstica, lo que sería excelente. Pero, es también en este

sentido y por una relación profunda, que se puede decir que es necesario que la

revolución social sea una revolución moral; y es también por esto, que toda reforma

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Page 78: La Libertad en Péguy.pdf

profunda introducida en la fabricación industrial repercutirá sobre el consumo de tal

forma y en tales proporciones que nos veríamos forzados a comprar de otra manera.

Debemos pues, considerar una industria, un conjunto de organizaciones

patronales y obreras, no como reinos aislados exentos de recibir presiones, y fabricando

presiones por el placer de embestir sobre los otros, sino como organismos vivos

sometidos a presiones que reparten, que acrecientan o disminuyen, lo que es el objeto de

este caso particular. Esta será mi ultima observación; no se considera esto

suficientemente, no se hace lo suficiente esta reflexión, cuando se organizan

instituciones comunistas del trabajo. Pues si esto es así, si la fuerza de liberación de un

organismo cualquiera mide su valor social, y si esta liberación se mide en la diferencia

que se puede evaluar entre las presiones sufridas por todas partes y la presión ejercida

sobre los inferiores, resulta evidente que una empresa comunista, que por la mala

administración, por la introducción de hábitos políticos, de demagogia, de la basura

política parlamentaria, elevara considerablemente el precio de venta, hará mucho menos

comunismo que una empresa no comunista que por la buena administración, por una

buena gerencia disminuyera el precio de venta. No digo por esto que las empresas

capitalistas sean mejores que las comunistas, sino que la revolución social en la

economía, si tiene algún sentido, debe consistir no en remplazar empresas capitalistas

que marchen bien por empresas comunistas que marchen mal, sino por empresas

comunistas que marchen mejor.

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Comentario

El texto que antecede es un conciso resumen de las ideas de Charles

Péguy (CP en adelante) en una amplia gama de temas, que van desde la política a la

economía, de la educación a la sociología, de la ética a la filosofía del lenguaje, y del

concepto y finalidad del conocimiento. Esta es una tónica en los textos que preparaba

para los Cahiers (CQ en adelante), pero en este texto transcrito se aprecian algunos

matices que no son fáciles de reconocer en los publicados; el humor o el sarcasmo, por

ejemplo aparecen con una claridad difícil de apreciar en otros lugares.

“Del Anarquismo político” comienza poniendo de relevancia la

importancia del lenguaje, de la palabra y del significado de la misma, para poder

encaminarse por la ruta de un estudio sociológico, estudio que permitiría descubrir

cuales son las formas de autoridad y cuales las formas de libertad asociadas, de manera

que se pueda analizar cual respondería a las expectativas del autor con respecto al

mundo que le rodea, y poder así dar explicación de como funcionan las cosas, de como

funcionan la educación o el ejercicio de la función pública por ejemplo, utilizando

situaciones de actualidad en la época de la conferencia transcrita.

Vamos a poder conocer qué significa “libertad” para CP en un contexto

real, como él prefería presentar sus pensamientos, absolutamente reales, presentes,

actuales, de una manera que difícilmente puede escapar a la atención del lector u oyente.

Por que para comenzar, el estilo de Péguy es el de la reiteración constante. Ya Bruno

Latour se hizo eco de la importancia del estilo repetitivo de CP15, y se refirió a su

“ilegibilidad”, una cuestión que lejos de ser un problema es una característica

fundamental que también podemos encontrar en el estilo de los pensamientos de Pascal.

La repetición, la complejidad de las frases, con eternas subordinadas que desbordan

muchas veces la lectura habitual de una frase, y obligan a detenerse, recapitular y

revisar lo que se ha dicho, descubriendo que por activa y por pasiva (muchas veces

literalmente) se nos dicen las mismas cosas de varias maneras y con diferentes caminos,

de forma que se nos lleva a reforzar la comprensión de lo dicho una y otra vez. Es un

equivalente a la repetición que se da en los personajes o en las características de los

mismos en sus poemas interminables sobre mujeres que de una u otra forma se

15Peguy ecrivain: Colloque du centenaire, Orleans, septembre 1973 (Collection Actes et colloques ; no 21) Pag 78-102

79

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relacionan con Dios y con la Humanidad entera; Juana de Arco, Clio, Eva, María, son

parte de la particular tapicería que se nos presenta cuando leemos cualquier obra de CP.

Y ese mismo realismo le hace caer en un “actualismo” que nos obliga a

tener un conocimiento importante de la “actualidad” francesa de fines del XIX y

principios del XX, para comprender ejemplos y problemas que CP presenta como

demostrativos de lo que está explicando. Imprescindible para comprender a nuestro

autor, es tener una idea clara de lo que significó el “affaire Dreyfus” en la Francia de

entre siglos. Eso le situó entre los filo-judíos, cuestión que en aquella época en toda

Europa significaba estar en entredicho, dado el pronunciado antisemitismo que

arraigaba en Francia, Inglaterra y Centro-Europa por aquellos días.

Abordemos pues los temas que aparecen en el texto, que considero de

relevancia para una buena comprensión del pensamiento de CP; lenguaje, educación,

política, economía y revolución. Para ello he utilizado una bibliografía que trasciende a

la referenciada en las notas y que me permito incluir al final de este trabajo(Mounier,

1973)(Viñas & Universidad Autónoma de Madrid., 2004)(Perche, 1957)(Hommage à

Alain-Fournier : textes inédits d'Alain-Fournier et de Charles Péguy, 1930)(Pablo Luis

Landsberg, 1925)(Rawls, Sen, & Valverde Gefaell, 1994)(Díaz, 1978)(Peguy ecrivain,

1977)(Laichter & A. C. Péguy, 1985)(Paul-Louis Landsberg, 1952).

Lenguaje

Para comenzar CP habla de la importancia del lenguaje, herramienta viva

que es un medio para la liberación. Pero para que lo sea debe ser preciso, lo suficiente

como para poder servir al objetivo del comunicante y en cambio, nunca agota a la

realidad misma, que siempre le desborda. Por eso, el lenguaje requiere de un constante

oleaje en torno a lo que se pretende comunicar, un proceso de idas y venidas, de

consecutivas pasadas que van limando las asperezas que dificultan la comunicación.

Todo estudio, análisis o proceso educativo precisa de la palabra para

llevarse a cabo, y debe tomar en cuenta las servidumbres que se generan en el propio

lenguaje, servidumbres que provienen de los intereses de quienes utilizan las palabras,

quienes embaucan con ellas, quienes las deforman para que resulte algo diferente a lo

original. Palabras que han sido tomadas de forma interesada en su significado, o que se

han malversado en lo que originalmente pretendía designar.

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Como personas, en nuestro proceso de personalización, afrontamos todo

proceso comunicativo con las herramientas a nuestro alcance, pero debemos depurar el

bagaje de palabras que arrastramos para poder iniciar un estudio serio y por tanto

liberador, que necesariamente se convierte en educativo.

Educación

Y CP aborda el problema de la educación como proceso liberador, y

como herramienta de control. Es un doble filo de la misma hoja, que puede cortar en un

sentido u otro según se maneje. Nos habla de la relación docente/discente, en la que el

alumno aventajado es aquel que es capaz de escandalizar a su maestro, que puede

proponerse metas más allá de las que se propuso quien fue su mentor. Es una relación

en la que no cabe la repetición si se trata de un proceso liberador. La educación es algo

que no se delega, que sólo la modernidad ha establecido como algo delegable, y que en

consecuencia ha alejado de la realidad circundante al proceso educativo, encerrándolo

en lugares concretos, anulando la posibilidad de educar en todo momento y con cada

uno de nuestros actos.

Así, la educación se ha alejado de la preparación al trabajo intelectual

para convertirse en un proceso repetitivo, fuera de contexto, absorto en lo ya enunciado

y por tanto conservador. La especialización en la educación es un error para nuestro

autor, ha conseguido institucionalizar un proceso que debe ser abierto y que considera

debe llevarse a cabo preferentemente en el hogar hasta una edad avanzada (él mismo

educó a su hijo mayor hasta los 12-13 años), de forma que la personalización se

produzca también de forma personalizada, aunque abierta a la experiencia.

El aleccionamiento, el adoctrinamiento son los peligros que ve CP en la

especialización de la educación. Sea cual sea la institución que controla el proceso

educativo busca perpetuarse a través de él, transmitiendo, aleccionando, eliminando el

análisis crítico y la profundización en los orígenes, en el “dar razón de” lo que acontece

o ha acontecido, y por tanto de la posibilidad de lo que después Mounier llamará

acontecimiento.

Péguy habla de una transformación que sólo mediante la educación

puede conseguirse. Una educación que hable a la razón, pero no a la del número, en la

que Péguy desconfía, como su maestro Pascal, sino a la de la palabra, el diálogo.

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Educación como crecimiento personal, crecimiento interior, crecimiento espiritual que

culmine en una transformación tal que sea capaz (que sea competente diríamos hoy) en

la ciudad armoniosa.

Allí, la cultura, lo propio de cada pueblo, de cada nación en términos de

Péguy, no está contra otras, no es resta, es suma. Suma integradora de personas en la

gestión política de la ciudad; hablamos de educar ciudadanos para la república.

Política

El núcleo central del trabajo está en la distinción de los dos tipos que

considera existen de autoridad, con el fin de poder determinar lo que es libertad, y de

esa manera establecer lo que es y lo que no es el anarquismo político, motivo principal

de su exposición.

Primero va a llevar a cabo la concreción de qué autoridad está hablando,

y para ello va a partir del análisis de los términos que se han acuñado para distinguir los

diferentes modelos de ejercicio de la autoridad entendida como poder. Para ello

desarrolla un cuadro analítico de los derivados de arjé y cratos, partiendo a su vez de

una aclaración de los diferentes sentidos de dichos términos en griego. Se resalta la

diferencia que existe entre el sentido dominador del segundo, frente al originador del

primero. Resalta la ausencia de derivados en algunos casos, como son el de

“monocracia” y el de “demarquía”, y por otro la dificultad en la distinción entre

anarquía y acracia, que le resultan particularmente llamativas pues denotan para él, una

clara intencionalidad.

Y para aclararlo va a explicar que entiende que existen dos formas de

autoridad; una que es de mandato, por ley, la del gobierno, la del ejercicio del poder, a

la que se le opone una libertad de mandato o acracia. Otra de competencia, una

autoridad de capacidad, de administración, de la autoridad del que es guía, a la que se

opone una libertad de competencia o anarquía. La primera autoridad se impone, la

segunda es recibida, pero en cualquier caso, sólo por la ausencia de autoridad se llega a

la libertad sea cual sea el caso.

Así, la democracia, que él considera aún incompleta en la mayor parte

del mundo, e incluso en occidente la ve muy poco desarrollada, cree que es una forma

de ejercicio del poder que no permite la libertad, y que precisa de un movimiento de

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liberación, ya que es un poder de muchos sobre otros; considera que es una tiranía de las

mayorías, sobre las minorías.

El presente de Péguy es la modernidad; con matices, la misma

modernidad que es nuestro presente. Una modernidad que cuenta con tres siglos

entonces, y ya se anuda como soga corrediza estrangulando toda opción de

transformación. Se impone reconstruir desde un paradigma distinto, y es lo que plantea

Péguy que debemos realizar partiendo de las bases del fin de la Edad Media.

Reconstruir ese periodo de tiempo que llamamos el Renacimiento, recomenzar donde se

torcieron los caminos emprendidos para traer una razón diferente, una razón dialogante,

valga la redundancia.

Péguy va a cargar con Pascal como acompañante de bolsillo, y con el va

a saltar por encima de Descartes. Reconstruir la modernidad va a ser lo opuesto a lo que

luego se convierta en su deconstrucción o en la posmodernidad. Superar a Descartes

desde antes de Descartes. Y el presente se reconstruye con voluntad de futuro, de

horizonte que va más allá de lo que somos hoy; con una revolución. Ese concepto de

reconstrucción del presente, es la revolución para Péguy, un renacer para el mañana, en

una ciudad nueva y armónica que contemple la ciudadanía y la individualidad; es una

reconstrucción histórica, económica, política.

Economía y Revolución

Y el poder es fundamentalmente económico. Las relaciones de

producción y consumo están mediatizadas por el ejercicio de la autoridad de mandato.

Se establece una relación directa entre el control económico y el ejercicio del poder

político, siendo el primero el que toma las riendas del segundo. Mediante el control

económico se han gestado una serie de necesidades que nos han llevado a un

sentimiento de inseguridad que nos atenaza y dificulta cualquier proceso liberador.

Dicho proceso se dará en el ámbito del movimiento social y en el de la

existencia personal, pero sólo en este último tendrá lugar el origen de cualquier proceso

realmente revolucionario, ya que esta será moral o no será de ninguna otra forma, o lo

que es lo mismo, será personal o no llegará a serlo realmente nunca. Es la metanoia

transformadora la que nos llevará por un proceso de liberación, por tanto revolucionario

realmente. Transformar las instituciones pasa por que se transformen quienes las

componen.

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Cuando en 1905 la Rusia de los zares se debatía en una de sus crisis más

agudas, con la pérdida de la guerra con el imperio nipón y las primeras grandes

manifestaciones obreras, Péguy advertía que una situación como esta sólo traería

sangre, pero que la revolución que el veía ya como inevitable, tampoco traería otra cosa

que más sangre.

Los cambios estructurales profundos, como se intuía sería una revolución

como se demandaba por parte de los movimientos obreros de fines del XIX y principios

del XX, se llevarían a cabo por personas que no han cambiado por dentro, que

continúan pensando en las mismas claves que el “antiguo régimen”. El cambio

verdaderamente profundo, la verdadera revolución habría de ser personal. De la

necesidad de las transformaciones sociales no dudaba, y por ello era un socialista de

convicción clara. Pero de la misma manera, creía en la necesidad de que hubiera una

revolución interior que hiciera posible la “ciudad armoniosa”.

Esa ciudad situada en un lugar fuera del tiempo, en la utopía generadora

de esperanza, horizonte que la historia nunca alcanza, pero al que siempre tiende, esa es

la morada en la que mística y política se encuentran de forma natural, en una sola y

harmoniosa trenza de los hilos del tapiz con el que Péguy veía que se tejían los

acontecimientos.

El proceso comunicativo, el sentido de la comunicación indica qué tipo

de autoridad y como se ejerce, y por tanto nos indica como debe ser el proceso de

liberación. Ya que la libertad no es algo que exista como tal para Péguy, sino que se

entiende más como proceso, como liberación, como una acción ejercida con la autoridad

correspondiente anulándola. Aquí aprovecha para introducir la que fue su crítica a la

Modernidad, a la Ilustración.

En el intento de eliminar la autoridad se elimina la posibilidad de

comunicación, que es indispensable para el proceso de personalización, ¡oh paradoja!

Así la ilustración comienza a hablar de individuos, aislados, inconexos, que precisan de

un contrato, de una fórmula de “reinserción” en el proceso vital de las relaciones

humanas, y para ello inventa un elemento supraindividual, el Estado, que se convierte

en garante, pero también en el ejecutor de la autoridad correspondiente.

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El presente moderno se caracteriza para Péguy, por la comodidad, por la

seguridad. Eso significa ser burgués. No es algo que tenga que ver con la clase social, y

eso significa un cambio importante de interpretación en un socialista con una buena

formación marxista. Burgués y dinero van asociados, pero no por la cuantía que se

posee, sino por como se atesora. Y las virtudes republicanas, esas que hacían de la

política una cosa pública, se han desmoronado dentro del espíritu burgués, diluidas

entre las hojas de la libreta de ahorros y la comodidad de una vida cada vez más resuelta

por la técnica.

La seguridad ha hecho de la persona un elemento más controlable, más

apegado al tener que al ser, más sujeto a sus propias necesidades que atento a las de los

demás. Una seguridad expresada para Péguy en ese librito de pocas hojas que atesora

las seguridades de los ahorros del burgués. Unos ahorros que convierten al dinero, de

moneda de cambio, en un pequeño dios con altares en cada casa y cada bolsillo. La

técnica ha venido a traer el confort, concreción material de la seguridad; la comodidad.

Ancla que nos arrastra hacia la inactividad y la pereza. Una técnica vacía que sólo

pretende adentrarse en el terreno de cubrir el tiempo sobrante del burgués; el ocio. Esa

combinación de seguridad y comodidad conforman el espíritu burgués que criticó Péguy

tanto desde el socialismo, como desde el cristianismo.

Péguy concluye que sólo existe libertad cuando desaparece cualquier

atisbo de autoridad de mandato, y las necesarias autoridades de competencia se

encuentran en equilibrio, no ejerciéndose en mayor grado en una dirección que en otra

de la comunicación social. Así toda la sociedad, el conjunto de los humanos, de las

personas, esa persona social, es la responsable del proceso liberador, de que las personas

se reconozcan libres y responsables, y que ninguna ejerza sobre otra u otras poder

ninguno.

Creo que son sumamente interesantes las aportaciones que hace en lo

referente a la responsabilidad en la producción y el consumo, en el equilibrio que ambas

cuestiones deben guardar, para un buen funcionamiento de la economía, que conlleve la

desaparición de las desigualdades. Así mismo, es destacable la concreción de la libertad

como un proceso, como una acción, que es además constituyente de la persona, y no

como un elemento ontológicamente categorizado.

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Péguy y el personalismo comunitario

Quizás es una presunción por mi parte finalizar realizando aquí esta

interpretación, pero creo necesario reivindicar a CP en la tradición del personalismo

comunitario. Mounier lo colocó en esa genealogía arbórea que nos dejó en su

“Introducción a los existencialismos”16, en una de las bifurcaciones finales,

compartiendo rama con Bergson y Claudel.

Su conocimiento de Péguy comienza en Maritain, por tanto es una visión

de Péguy mediatizada por su relación con la Iglesia Católica. En las tertulias de la casa

de los Maritain, en su primera juventud, Mounier oye hablar de este poeta, y escucha

cosas parecidas a que “quiso conciliar cristianismo y socialismo”. Y esta es una primera

clave para establecer esta relación con el personalismo comunitario. Otra sería su

reivindicación de Pascal, extrayéndolo de las profundidades, y resaltando la importancia

de los “Pensamientos”. Una tercera sería su visión de la Edad Media17, no como un

tiempo de oscurantismo y falto de ciencia, sino como el lugar donde se fragua nuestro

autoconocimiento y que casa con la idea mouneriana de “rehacer el renacimiento”. La

cuarta, que vislumbró y practicó, la importancia de la cultura en la promoción de las

personas; una cultura integral, donde todas las artes son posibles para descubrir a la

persona, o para despertarla del letargo. Que la cultura de un país es parte fundamental

de su acción; que todo idioma tiene potencialidades creadoras (francés, vasco, catalán,

aymará o shawili), insustituibles pero integradoras, pues todos somos personas, al igual

que las expresiones de dichas culturas en la música, la pintura, etc...

Incluso nos dejó a las generaciones futuras la necesidad de lanzarse a la

aventura de crear; los Cahiers fueron sin duda el ejemplo para Esprit, como éste lo ha

sido para otros. Donde la voluntad, el empeño, la creatividad, el hacer bien las cosas y

el reunir como en un arco iris, las diferentes formas de promover y mimar a la persona

eran la prioridad absoluta, por encima de los individualismos o de los intereses

académicos o políticos.

16 (Mounier, 1990) pág 8917Principalmente en su recuperación de Juana de Arco.

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Mounier, dice de CP cosas muy interesantes en su primera obra, “El

pensamiento de Charles Péguy”(Mounier, 1974)(Mounier, 1992). Mounier introduce la

obra común, diciendo:

“No hay que leer estos tres ensayos18 en la atmósfera de polémica en que

se ha debatido, a pesar suyo, el pensamiento de Péguy. Nosotros no nos hemos erigido

en abogados de su causa: Hubiera sido comprender muy mal el mensaje de sus últimos

años. Él había renunciado a la estima, al éxito, y a la sutil tentación de ver consagrar en

su persona las ideas que sostenía. `Me abandono. Ya no me intereso por nada. Me burlo

de la gloria por la que me interesaba. Me abandono´. Tampoco esperaba ningún recurso

de la desfalleciente y falseada memoria de la historia. En el mundo nuevo, invisible, en

que vivía, había renunciado a sí mismo. Por otra parte conocía sus flaquezas: `Yo no

soy un santo. La santidad se reconoce inmediatamente. Yo no soy un santo. Soy un

pecador, un buen pecador´. Porque eran suyas, no encontraba en ellas ningún sabor de

rareza: como si el mal se transfigurase al hacerse propio. Sin embargo empleaba su

tiempo en superarlas, no en enumerarlas.”

Y el intento de actualización se vuelve labor difícil, pues las diferencias

entre quienes han valorado a Péguy, son de carácter excluyente en muchos casos. Entre

aquellos miembros de la resistencia que escucharon en sus palabras el aliento para

luchar por una Francia libre, desde el anarquismo, hasta los que han prestado oídos más

a la teología de Péguy, como Hans Urs von Baltasar, abren un abanico de amplitud

inabarcable en algunos momentos.

“De igual modo que no hemos querido defender una causa, así tampoco

hemos pensado resucitar a un muerto. Son precarios los renacimientos que no sirven de

soporte a una llamada y a una complicidad de las almas. Péguy no está muerto, está

inacabado. Los que le han acompañado en su tarea guardan de él, como de un amigo

bruscamente arrebatado a lo lejos sin que hayamos seguido sus últimas palideces y

recogido su último secreto, una memoria demasiado viva para aceptar el enterramiento

del pasado. Nosotros mismos, llegados demasiado tarde, nos asomamos al borde de esa

vida tan cercana para adivinar en ella las promesas que maduran en nosotros.”

“Sobre todo, de Péguy nos queda una obra, para nosotros más actual

quizás que para cualquier otro, porque para nosotros está desligada de los lazos que para

18 Mounier se refiere a los ensayos que componían la obra; el suyo, el de Georges Izard y el de Marcel Péguy. La parte de Mounier se encuentra reproducida al comienzo del Tomo I de las OOCC citadas.

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nuestros mayores la atan a su pasado. Pronto todos nos habrán dado esa irreemplazable

iniciación que es el recuerdo de las horas vividas en común, en el contacto de los

pensamientos y de los corazones. Cada uno ha recogido de ella lo que él les pedía, y

más profundamente aún lo que él merecía. Pero aunque hubieran podido decirlo todo

aunando sus amistades, nada se habría dicho aún.”

Quizás lo que enamora (esto es, que excita admiración apasionada)

por este hombre, más allá de su inteligencia, su visión global, su capacidad de análisis o

su hercúlea capacidad de trabajo, es la valiente sencillez que le permite ser y vivir sin

divorciarse de sí mismo, sin traicionarse, ni acomodarse, nunca.

“Pues la obra cuenta aquí por encima de todo. Péguy no creía que la

perfección estuviese para un autor en no comprometerse él mismo ni en comprometer

nada en su obra, desligarse de ella como de un oficio, de un estorbo, de una distracción

o de un juego. Péguy no establece diferencias entre su obra y él mismo: `Yo digo lo que

escribo. Escribo lo que digo´. Ahí es a donde hemos ido a reconocerlo.”

Y para concluir, lo voy a hacer con el mismo Mounier, en compañía de

Péguy, con el último párrafo de “El pensamiento de Charles Péguy”, que creo resume lo

que yo también he querido decir:

“El secreto de este revolucionario que cantaba poemas y plegarias hay

que recogerlo en esa mirada cargada de dulzura lejana que no nos permite ignorar de

qué fuentes tomaba sus destellos:

Una mirada inventada para otra luz (Eva)”

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