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Pit volorep udipsanis quunt dipsam asitatqui inctum velic toreperi accum vitempo sanimil ipsum qui voluptis AT IL MAGNAM FUGA. PA VELIA VOLESTEM MAGNAM FIRMA Cargo PLIEGO La religiosa colombiana Laura Montoya primera santa de este país revela su particular pedagogía con los indígenas en el informe que escribió al Comisionado para los Indígenas del Occidente de Antioquia LA MADRE LAURA, PEDAGOGA Los albores de una metodología de trabajo con indígenas

La madre Laura, Pedagoga

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Los albores de una metodología de trabajo con indígenas.

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PLIEGO

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AT IL MAGNAM FUGA. PA VELIA VOLESTEM

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La religiosa colombiana Laura Montoya primera santa de este país revela su particular pedagogía con los indígenas

en el informe que escribió al Comisionado para los Indígenas del Occidente de Antioquia

LA MADRE LAURA, PEDAGOGA

Los albores de una metodologíade trabajo con indígenas

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La diaconía de la caridad

ocupada; algo de eso hice en el Informe correspondiente al año de 1915, y, magistralmente, lo hizo Ud. en el que rindió a la Asamblea, en la misma época.

3. Me propongo exponer sencillamente el estilo y organización de esta labor evangelizadora, y los adelantos que mediante el auxilio divino y la acertada dirección de los superiores, ha obtenido en los treinta y dos meses que cuenta de activo trabajo.

4. Siempre fue problema de difícil solución, el acompañar y enseñar a los indígenas de occidente, dados la

dispersión y el aislamiento a que se han visto sometidos.

5. Dispersos en grupos de pequeñas familias, dejando entre ellos distancias considerables y terrenos difíciles de transitar, ¿cómo acompañarlos? Pensar en agruparlos a la fuerza, equivale a perderlos: la antipatía que tienen a la asociación, data de los siglos y está arraigada, tanto que primero se dejarían despedazar que ceder un punto en la materia. Fundar una misión para cada familia, sería tarea tan pobre en resultados como costosa, aparte de que el aislamiento a que quedaban sometidos los operarios, les haría la vida casi imposible de soportar. Sería también marcar cada vez más su terrible tendencia al aislamiento, alejándolos así, más y más.

6. Se hacía, pues, preciso buscar un estilo que, sin atacar aquellas tendencias, fuera mostrándoles los beneficios de la asociación. Después de más de quince años de estudiar el problema, se me ocurrió, gracias a las luces pedidas a lo Alto, el sistema que parece, por los frutos que ya empieza a producir, zanjará las dificultades y dará la anhelada Evangelización y promoción de estos hermanos.

7. Consiste en una formación de centros misioneros que ponen en movimiento y nutren enseñanzas ambulantes a su rededor, sin localizarlas sino por accidente.

8. Los centros han de fundarse en territorios distantes unos de otros; pero en lugares rodeados de varias parcialidades indígenas. A ellos concurrirán los indígenas que puedan y quieran hacerlo, y, para los que no lo hagan, se fundarán las Ambulancias. Son estas últimas de dos clases: las de tribu, que funcionan en ranchos de ligera construcción, colocados dentro de las mismas parcialidades; y las domiciliarias que serán formadas

EL INFORME

“Muy respetado Señor:1. Si no sintiera la fuerza de un

deber ineludible esquivaría rendir el presente Informe. ¡Es carga demasiado pesada para una mujer que apenas alcanza a estar a la altura de sus deberes de maestra! Cuento con su exquisita bondad y, al amparo de ella, no me apartaré de la disciplina general.

2. No me detendré en descripciones de ningún género, acerca de los indígenas, ni de la región por ellos

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INTRODUCCIÓN

Cuando el Comisionado Carlos Villegas llegó a Dabeiba con la comisión oficial de repartirles a los blancos las tierras de los indios, afirmó en el Concejo Municipal: “creer que mujeres catequizan indios y logran lo que no han logrado los hombres, es una perfecta ilusión”. Años después la Madre Laura escribiría este informe, dirigido al mismo Villegas, Comisionado para los Indígenas del occidente de Antioquia.

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por una escuela compuesta de tres hermanas, que irán de bohío en bohío, visitando sus habitantes.

9. Estas ambulancias, a la vez que dan la enseñanza a los indígenas, sin arrebatarlos de las labores de pesca y caza a que ordinariamente se dedican, ponen a las misioneras en roce constante con ellos, con lo cual se irá estableciendo la comunicación, sin presión de ninguna clase. La antipatía que los indígenas tienen por los blancos, hace que falte el instinto de imitación, pero aquí el cariño especial y acendrado que profesan a las misioneras y éstas a ellos, lo supera todo.

10. El especial beneficio de las ambulancias domiciliarias consiste en que, con ellas, no quedará indígena viejo, enfermo o niño, sin los auxilios y beneficios de la misión.

11. La Residencia Josefina, se ha fundado en el paraje llamado “Curadiente”, a orillas del Ríoverde. Dista de Frontino unas cinco leguas y está enclavado entre la parcialidad indígena de “Ríoverde”. Se trata de trasladarla al caserío de Nutibara, en donde debiera haberse fundado, si no hubiera mediado la formal oposición de algunos vecinos. Este traslado pondrá la Residencia en condiciones de rápido desarrollo y de ser utilísima, no sólo a la Evangelización en general

sino al progreso de las hermosas regiones del Murrí.

12. Cualquiera que desapasionadamente estudie este asunto, verá, alumbrado por el éxito ya obtenido, que el sistema de Residencias y Ambulancias es el único que resuelve el problema de promover a los indígenas a pesar de su desconsoladora dispersión, sin lesionar, en nada, su independencia y dejándolos disfrutar de su género de vida que les será de gran utilidad en esta tierra antioqueña, tan ávida de libertad, cuanto subyugada entre las cadenas de la ignorancia.

13. No falta quienes piensan que la evangelización debe principiarse por hacer que los indígenas boten la paruma, para vestirse el pantalón; que olviden su lengua primitiva, para reemplazarla por la castellana; que destruyan sus bohíos y que se alojen en casas; que se les arranquen, con la fuerza de un mandato o con la disciplina marcial, sus tradiciones y costumbres seculares para que adopten las que ven con horror en aquellos que, con más o menos responsabilidad o quizá inconscientemente, han causado la casi total ruina de su raza.

14. Esto, sobre imposible, ¡es cruel! ¿Quién no ama su lengua? ¿Quién no quiere las tradiciones de sus antepasados, como a pedazos de su mismo corazón? ¿Qué colombiano

que se halle en Turquía, aunque su expatriación date de larga fecha, si ve de improviso un pantalón, una levita o una ruana que sea, no exclama, como fuera de sí ¡el vestido de mi tierra! y quizás las lágrimas humedezcan aquellos objetos, cual si se tratara de ver un ser amado, después de larga ausencia? Estos sentimientos son humanos, y ningún corazón de hombre deja de tenerlos, a menos de ser una anormalidad de la raza humana.

15. Pues si los indígenas son humanos, ¿cómo hemos de suponerlos desprovistos de los sentimientos genéricos, por excelencia? Y si atacamos estos sentimientos tan arraigados como que son la esencia de la vida humana, ¿cómo queremos hacerles el bien? Y si el bien no les hacemos, ¿para qué se les evangeliza?

16. No niego que, al evangelizarlos, deben desaparecer las costumbres opuestas al Evangelio y ese es mi más íntimo anhelo; pero creo que eso será electo de la fe; y pretender el efecto sin poner la causa, es absurdo, repugnante a la razón y en el presente caso, cruel.

17. Estas razones me llevan a exponer el método que sigue la evangelización y que servirá de respuesta a los que, tal vez con alguna ligereza, le hacen cargos no muy bondadosos, a la Misión, en lo relativo a la enseñanza.

18. Teniendo por guía la caridad, aun en sus más ligeros detalles, se practican los métodos racionales, cuidadosamente adaptados, con no pequeño trabajo, al elemento que enseñamos, bien distinto, por cierto de aquel para el cual han sido formados los pedagogos: va siempre de lo fácil a lo difícil; de lo conocido a lo desconocido, y fuera de los conocimientos que exigen la memoria sola, al principio, usamos en todo los procedimientos de investigación con el fin principal de promover el desarrollo intelectual; y, así como en una escuela de párvulos, los niños se instruyen jugando, y de ningún modo se le

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quebrantar el mandamiento dado por ESE DIOS YO MUCHO QUIERE.

25. El que vence sus pasiones, por motivo tan alto, posee para mí un grado de civilización muy superior y está muy lejos de la ¡fiereza del salvaje! Sea este hecho respuesta a muchos que creen que la labor de esta misión, no pasará de hacer a los indígenas unos buenos rezadores. ¿Será el indio de mi historia un simple rezador? ¿El dominio de las propias pasiones no es, pues, la nota más alta del carácter civilizado y cristiano? Y también ¿el desenfreno en ellas, no es el estado más próximo a las fieras y por consiguiente al carácter salvaje?

26. La enseñanza en la misión es completamente irreglamentada, por parte de los indígenas, y muy ordenada y reglamentada, por parte de las maestras quienes en cualquier momento saben lo que cada indígena conoce.

27. Se les enseñan las siguientes áreas: Religión, en forma catequística con historia sagrada en forma narrativa.

28. Lengua castellana y lengua nativa: esta enseñanza es recíproca, porque también las hermanas aprenden la lengua indígena, en forma de diálogo.

29. La Escritura como la Lectura, son conocimientos que no les son muy útiles. Se les enseñan para divertirlos. Y gracias a la habilidad de manos que los distingue, adelantan bastante en ella (escritura). Algunos ya leen frases largas.

¡No, no se echan más yugo que el que voluntariamente se imponen por amor! Esta es la razón suprema que dejo consignada en el presente informe, en abono del método que sigue la misión y del cual he visto brillante ejemplo en Dios mismo, quien para subirnos hasta Él, se bajó hasta nosotros, revistiéndose de nuestra misma naturaleza, en la persona adorable de su Hijo.

23. Tenemos la profunda seguridad de que los indígenas aceptarán el cristianismo, porque él es todo de amor. Y, ¿cómo no esperar que el cristianismo, sea el precursor de la más hermosa civilización para ellos? ¿Qué pueblo se hizo cristiano y no se humanizó? La historia pregona este hecho, y si se necesitaran ejemplos podría dar muchos, tomados de esta misma misión. Vaya uno siquiera. Un indígena que ha recibido ya el santo bautismo con los debidos conocimientos religiosos, vino a pedirme permiso de quebrantar el quinto mandamiento, quitándole la vida a otro que le irrogaba agravio gravísimo. Me aseguró en su incorrecto lenguaje, a medias castellano, que no tenía miedo al presidio, ni a nada, pero que no consumaría el hecho, sino en el caso de que yo le asegurara que ese MI DIOS NO SE ENOJA, PORQUE ESE YO MUCHO QUIERE, decía en la sencillez de su fe.

24. Ante mi negativa, venció la indignación, le otorgó perdón al delincuente, diciendo que no lo hacía por cobardía, sino por no

permite al educador enervar la débil naturaleza del niño, instruyéndolo a fuerza de procedimientos didácticos, de la misma manera, al indígena, no le propinamos conocimientos difíciles de recibir.

19. Y sigo en lo del método, Sr. Comisionado. Como vamos de lo fácil a lo difícil, fíeles a tal consigna, nos colocamos al nivel del indígena, vivimos y tratamos de pensar como él. Por eso he llamado a las Misioneras que me acompañan, religiosas o maestras cabras, pues que deben caminar por los montes y asimilarse a su vida, para poderlos sentar al banquete de una sociedad más humana y cristiana.

20. Es tan fácil pensar en lo que se ama, cuanto practicar lo que se piensa con amor, y por eso empezamos por hacerles amar la vida cristiana contra la cual poseen prejuicios terribles y hasta bien fundados, al parecer, antes de obligarlos a pensar, siquiera, en abrazarlo; así, un niño, cuando reflexiona en lo que es su madre, ha tiempo que la ama, y por eso se echa en sus brazos confiado.

21. En una palabra: no tiene la misión empeño en empujarlos al cauce de la llamada civilización, porque tiene íntima confianza en ellos que libre y espontáneamente, asumirán lo que crean conveniente, guiados por el amor y sin presión extraña que acabe de postrar la ya tan deprimida dignidad de esta raza.

22. Basta decirle, Sr. Comisionado que aquí presenciamos, a cada paso, la escena que una sola vez vio Don Gonzalo Jiménez de Quesada, cuando, después de someter a crueles martirios al Zaque de Tunja, quiso hacerle confesar en dónde había ocultado las riquezas del Zipa; el anciano le contestó: “mi cuerpo está en sus manos, y puede hacer de él lo que quiera; pero en mi voluntad no manda nadie”. Esto mismo lo grita con voz clara, la extinción de la raza; se han dejado despedazar, robar y extinguirse, en dolorosa dispersión, antes que aceptar la (llamada) civilización que por fuerza les han brindado.

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30. Aritmética: como en las demás asignaturas, en ésta se trabaja sin que ellos tengan casi conciencia de que estudian; jugando, se les enseña a contar y se aprovechan con exquisito cuidado las ocasiones que la práctica de la vida presenta, para hacerles contar y calcular.

31. En pequeña escala se ha principiado a darles algunos conocimientos prácticos de agricultura y tejido de mantas. Para estas enseñanzas carecemos de medios, casi absolutamente. Las niñas se ejercitan un poco en costura y remendado.

32. No hay días, ni horas, ni lugares fijos para la enseñanza. Todo lo señala la oportunidad. Lo mismo se enseña domingo que lunes; en la mañana que en la noche; en el salón, que en el patio, que en la trocha, que en el bohío, que en la cocina. Todo está en aprovecharles la oportunidad a los discípulos.

33. Tampoco hay matrículas, porque abrirlas sería ahuyentarlos; pero en las dos Residencias y sus Ambulancias trabaja la misión con mil indígenas, más o menos, a quienes asiste en todas las condiciones y edades de la vida humana. Las Misioneras son madres, maestras, médicas, enfermeras, como tales no hay cuidado por pequeño que parezca, que no lo presten con el mismo gusto y amor con que lo hacen las madres...

34. Para atender a las múltiples necesidades que impone el cuidado con mil indígenas, cuenta la

misión con sólo cinco sueldos de maestras, que recibimos del Tesoro Departamental.

35. A la vista, salta, Sr. Comisionado, la insuficiencia de esta suma. Varias veces he clamado a la gobernación en demanda de algunos sueldos más; pero no he recibido respuesta. Dada la buena voluntad de los empleados en el Gobierno, no es posible atribuir este silencio a indiferencia. Lo he interpretado como expresión de impotencia por la escasez de fondos. ¿Le sería fácil a Ud. Sr. Comisionado, conseguir que en el nuevo presupuesto fijara la próxima Asamblea alguna suma destinada a cubrir esta necesidad?

36. A mi modo de ver, con ello dejaría el Gobierno cumplido en parte un deber moral, social, patriótico y, dado el compromiso que, según se me ha informado, hizo el Departamento de Antioquia cuando el Cauca le cedió esta faja de Urabá, un deber legal.

37. Atado por la ley o quizá por la penuria del Tesoro, el ilustre Jefe de Gobierno, General Pedro J. Berrío, no ha provisto a esta necesidad; pero no ha dejado de apoyar nuestra labor por cuantos medios está a su alcance; por eso su nombre es respetado y querido en la misión.

38. Otra necesidad de primera importancia es, Sr. Comisionado, ver que la protección de los indígenas se haga real, y, sobre todo, que se les haga justicia en lo relativo a la propiedad. Todas las diligencias hechas por ese Comisionado, han quedado sin efecto y se trabaja mucho, sin que en la práctica resulten favorecidos los indígenas. Quizá obstáculos de magnitud han sido poderosos a esterilizar sus esfuerzos; por lo cual le ruego muy encarecidamente, se digne ver si en la próxima Asamblea pueden moverse obstáculos, pues aparte de que ésta habrá sido para su honor característico y buen corazón, motivo de pena o inquietud, los ABUSOS CON LA PROPIEDAD DE LOS INDÍGENAS hacen ver un porvenir oscurísimo para ellos.

39. Si los abusos continúan, ¿qué se hará cuando los indígenas con algún grado de promoción, que los ponga en aptitud de hacer producir sus propiedades, se encuentren despojados y empobrecidos? Es necesario Sr. Comisionado, que veamos cumplirse la justicia, aunque sea a despecho de los que para tranquilizar su conciencia, agobiada con el peso de los latrocinios, practican el inmoral principio de que la propiedad no debe estar en manos de quienes no pueden embarcarla en la nave del progreso; como si el que adquiere una propiedad firmara documento de emplearla en fábricas o ingenios, bajo pena de verse despojado de ella. ¡Esto es inicuo! y lo he oído más de una vez.

40. Si en todos los tiempos fue precisa la justicia que ampara al débil y primó sobre la de los fuertes, sobre todo, en los pueblos formados por el cristianismo o inspirados en él, ¿cómo sufriremos ahora nosotros al mostrarle a este pueblo indígena el cristianismo sin su lujosa

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presencia de unos indígenas a orillas del Río Norosí. El Sr. Gómez le habla con tanta pena de la situación en que viven, que desde entonces le quedó como una flecha clavada en el alma. Acude a sacerdotes y religiosos buscando quién pueda ocuparse de estos hermanos, pero su inquietud no fue escuchada.

En 1908 realizó una excursión a Guapa donde los indígenas Catíos, acompañada por el P. Pérez y dos amigas. Este viaje fue para Laura el comienzo de la realización de la vocación a la que Dios la destinaba. De este viaje al Chocó, regresó a Medellín “con la convicción de que era llamada al apostolado entre los indígenas”.

En 1910 antes de lanzarse al trabajo con los indígenas, recurrió a diferentes comunidades femeninas: Envía una carta a las Madres Franciscanas Misioneras de Pamplona (España). Va personalmente a hablar con las Madres del Buen Pastor, residentes en Medellín. Se entrevista con las Hermanas Capuchinas de Riohacha que estaban de paso por la capital de Antioquia. Se dirigió igualmente, a las Hermanas Salesianas y otras Congregaciones.

La respuesta que obtuvo fue siempre la misma: Las Constituciones nos prohíben esta clase de trabajos y no tenemos personal.

Entonces Laura Montoya decidió irse a la selva y mostrar que la obra es compatible con el sexo femenino.

Ya en este año, 1910, la intuición sobre la nueva metodología que se debe emplear para el trabajo con los indígenas, es clara y no cabe duda que debe ser totalmente diferente a la que, hasta en ese momento se conoce: “hice la propuesta de que se fueran a trabajar con los indígenas, en la única forma que yo creía que se aseguraba el fruto, que es la que he expuesto, es decir, viviendo la misma vida de ellos y buscándolos por el amor y la ternura maternal. En otra forma no había para qué intentarlo, porque la experiencia de siglos estaba gritando la ineficacia de otros métodos”.

Soy del Sr. Comisionado, con el mayor respeto, afectísima servidora y amiga.

Hermana Laura de Santa Catalina

EL ANÁLISIS

Una metodología que se va construyendo en la vida misionera

La Madre Laura y sus compañeras elaboraron, experimentaron y asumieron esta metodología en medio de la práctica y la convivencia con los indígenas. Veamos la forma como se fue fraguando:

La gestación de una nueva manera de presencia misionera, se ubica entre 1891 y 1893, cuando Laura Montoya cursa estudios de geografía e historia de América, se conmueve profundamente por la situación de marginalidad y olvido en que se encuentran los indígenas. Es la experiencia fundante que dará origen a una búsqueda de respuesta y que la acompañará toda la vida.

Durante sus años de magisterio habla a sus alumnas sobre la triste situación de los nativos; para ella es una herida honda en el corazón, como para la sociedad debería ser una vergüenza: la injusticia con la que se trata a los hermanos de la selva. En 1900 el Sr. Gómez, padre de una alumna interna del Colegio, informa a Laura sobre la

aureola de justicia? ¡La necesidad a este respecto clama al cielo, Sr. Comisionado!

41. No me detendré en pintarle los obstáculos que, a la misión, presentan las guaraperas y la falta de interés de parte de las autoridades locales, para hacer cumplir las leyes de policía acerca de los menores y el uso de licores que Ud. lo ha palpado y sé que protesta enérgicamente contra tal desorden; pero sí le ruego vea qué puede conseguir de la Asamblea en el asunto.

42. Antes de terminar el informe, ya demasiado largo, quiero dar un homenaje de gratitud al Sr. Cura de Dabeiba, Pbro. Antonio María Peña quien ha puesto al servicio de la misión, con ejemplar denuedo, todas sus energías, y quien muchas veces con su elocuente verbo ha convencido a algunas personas que, por diversas circunstancias, eran adversas a la misión. Hoy en Dabeiba, es acatada y servida esta obra, de manera más sincera, gracias a su valiosa influencia. De haberle confiado, a tan benemérito sacerdote, el cuidado de la misión, debe estar el Ilustrísimo Sr. Obispo de la Diócesis, muy satisfecho.

43. También para las personas que de Medellín, continúan con creciente entusiasmo y generosidad, favoreciendo esta apostólica labor, vaya un homenaje de sincera gratitud, en mi propio nombre y en el de mis colaboradoras.

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Tenía muy claro que unas condiciones de vida mejores a la de los indígenas era contraproducente, los alejaba. La nueva metodología implicaba vivir y tratar, en lo posible, de pensar como ellos. Así lo veía desde entonces y la experiencia lo fue ratificando con el correr del tiempo.

Misioneras que asumieran tal compromiso necesitaban una mística y formación especiales, una abnegación total, a veces muy dolorosa pero necesaria para mantenerse fieles.

Se necesitaban “instrumentos de roca, inflamados en amor de compasión, para desarrollar las misericordias de Dios entre los indígenas y esta servidora debía ser la formadora, o el instrumento formador de Dios. Cuerpos puestos a prueba de toda dureza, sensibilidad sin mimos, casi de bronce, voluntad intrépida y corazón ardiente”.

“En el alma de las Hermanas traté de imprimir la idea de que Dios no podía ser conocido de los indígenas si no se les mostraba un reflejo de Él en nosotras mismas y en nuestro modo de ser. Así, debíamos tener una bondad con ellos que ganando sus voluntades y superando cuanto ellos pudieran esperar y alcanzar a pensar, pudiéramos decirles después: ¡ASÍ ES DIOS Y MÁS!”.

Pero con la misma sencillez se reconoce que la manera como la Madre Laura anunció la Buena Noticia a los indígenas, y a la cual la Congregación ha querido darle continuidad, es una riqueza para la Iglesia. Transcribimos dos declaraciones del Congreso Especial para las Causas de los Santos:

“Laura Montoya es modelo de mujer evangélica, muy conveniente para estos tiempos en que se habla tanto de promoción humana y de evangelización de los pueblos”.

“Puede considerarse una de las más grandes misioneras del tiempo moderno, fundando una Congregación de Hermanas Misioneras, con MÉTODOS NUEVOS Y MODERNOS; se ha dedicado a la evangelización de los indígenas, obteniendo óptimos frutos espirituales y sociales”.

También los indígenas, no obstante las incoherencias en la praxis pastoral, en algunos casos, y las críticas y ataques de que han sido objeto las hermanas, por parte de antropólogos, en sus evaluaciones, al mismo tiempo que

han cuestionado, han reconocido como positiva la presencia, acompañamiento y apoyo que las misioneras les han ofrecido en la realización de su proyecto: UNIDAD, TIERRA, CULTURA Y AUTONOMÍA.

Valga como ratificación de lo dicho, el testimonio dado por Cristina Gómez, Indígena Guajira, en la celebración del Centenario Natalicio de la Madre Laura:

“…De la labor realizada por las Hermanas, tenemos hoy profesionales: médicos, normalistas, odontólogos, enfermeras, catequistas y hogares bien organizados. Han escuchado ustedes este corto relato de una de las discípulas de la Misioneras de la Madre Laura, que ha adquirido -gracias a la ayuda de ellas- una profesión y hoy puede ayudar a sus hermanos en su misma región”.

En el III Congreso Indígena Nacional, celebrado en junio de 1990, participaron en condición de “invitadas fraternales”, con voz pero sin voto, 45 misioneras Lauritas. Estuvieron con los hermanos indígenas representantes de 85 grupos étnicos y 34 organizaciones, regionales y locales, afiliados a la Organización Nacional Indígena Colombiana (ONIC). Muchas de ellas vinieron elegidas por las mismas organizaciones y no pocas ya participantes en los congresos anteriores.

Trabajaron y reflexionaron, codo a codo con los indígenas, en las veinte comisiones, hábilmente organizadas por ONIC. Allí, como en las comunidades indígenas de donde venían, contribuyeron con generosidad y humildad en la consolidación del Proyecto Indígena.

En los trabajos previos al Congreso y en el desarrollo del mismo se hicieron cuestionamientos acerca de

las actividades que ha desarrollado la Iglesia Católica en las comunidades Indígenas de Colombia y del Continente. La presencia de las misioneras en ellas, es presencia de Iglesia. Por esta razón asumen los aciertos como los desaciertos.

Todo lo positivo que se ha hecho anima a las misioneras a continuar aplicando las orientaciones metodológicas de la Fundadora, muy de acuerdo con la Evangelii Nuntiandi de S.S. Pablo VI y reflexiones posteriores sobre la inculturación del Evangelio, la inserción en las culturas, que encontramos en Puebla, en la “Misión de Cristo Redentor” de S.S. Juan Pablo II y otros documentos de Iglesia.

Y los elementos negativos las invitan a revisar y reorientar la labor pastoral. Los mismos indígenas en las conclusiones del Congreso dicen: “el problema no es de Dios ni de religión, sino de la forma como se ha evangelizado, desconociendo nuestros valores culturales. Hay que ir a las fuentes para comenzar a renovar, es decir, poner en práctica la Nueva Evangelización”.

Los indígenas se pronuncian Transcribimos un testimonio:

“Es la madre Laura un signo providencial: nada de lo hecho antes en las distintas épocas de la historia patria en pro de los indígenas se parece a lo que ella aún está realizando en sus misiones en distintos países del mundo:

Practicó grandes virtudes en su comunidad y con sus normas constitucionales la formó dándole un plan adaptado y sin necesidad de claustro se entregó al redil humano

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Indígena: Unidad, Tierra, Cultura y Autonomía.

El compromiso evangelizador, como vimos a lo largo del análisis, ha dado sus frutos en organización y unidad, en dignidad y respeto a las diferencias, en conciencia de que somos un continente pluriétnico; en una fe que se vive en las comunidades y es proclamada por catequistas, líderes, animadores indígenas, vocaciones cristianas autóctonas, luchadores de la causa indígena.

Las misioneras lauritas y toda la gente de Iglesia que ha estado en la brecha de este trabajo, interpretan como voz de ánimo las reflexiones y conclusiones del III Congreso Indígena y de todos los congresos de otros países. Algunos hermanos indígenas han sido duros para evaluar la presencia de la Iglesia entre ellos. A veces con razón, pero dejan las puertas abiertas, invitan a seguir acompañándolos en sus búsquedas y en la realización de su proyecto.

Porque “el problema no es de Dios ni de la religión, son de la forma como se ha evangelizado, desconociendo nuestros valores culturales. Hay que ir a las fuentes, para comenzar a renovar, es decir, poner en práctica la Nueva Evangelización.”

Las exigencias de los hermanos indígenas están presentes en las orientaciones pastorales y doctrinales de la Iglesia y en las enseñanzas metodológicas de la madre Laura que hoy pertenece al patrimonio de la iglesia latinoamericana.

La evangelización debe encontrar de nuevo sus orígenes y sus raíces inspiradas en las inculturaciones del Evangelio que han dado como fruto el surgimiento de comunidades cristianas que tienen como referencia fundamental la iglesia primitiva.

Misioneras de la Madre Laura

Servicio Colombiano de Comunicación (SCC).

Los indígenas reconocen igualmente el apoyo:• a proyectos de producción en diversos

frentes;• a la medicina tradicional;• al decreto 1142 (etnoeducación) en

algunas regiones las misioneras han impulsado y acompañado experiencias muy válidas. No pocas han contribuido con la investigación lingüística, la elaboración de cartillas de gramática y de alfabetos en las diferentes lenguas;

• al trabajo comunitario y organización,• al proceso de concientización y

recuperación de valores culturales;• al aprendizaje y recuperación del

idioma; a la formación de líderes;• al crecimiento en la fe.

La respuesta generosa de Laura Montoya y de las primeras misioneras a la inspiración creativa del Espíritu, dio origen en la Iglesia a una Congregación que a través de la historia se ha comprometido con la vida de los indígenas en nuestro continente. Hoy sigue teniendo actualidad.

La metodología de la madre Laura que se descubre en el informe y en toda su praxis cultural, es un aporte al Proyecto

mezclándose con él, con el único distintivo de su hábito, la caridad, la bondad de Dios y nobleza que sin hacer discriminación racial, social, económica, religiosa forma el rebaño de Cristo. Pero no el incauto, no el ingenuo, expuesto a meter al explotador, al bastante demagogo, sino el verdadero rebaño con una capacitación integral, con verdadero sentido de justicia y principios de libertad. Esta práctica y auténtica justicia social ha sido el pecado de las Hermanas Misioneras, por lo cual han sido objeto de injustas críticas”. (Marcos Vitoncó, indígena paez en representación de las delegaciones indígenas al Centenario del natalicio de la madre Laura en 1974).

A lo largo de estos cinco siglos los indígenas han sufrido las consecuencias del despojo de la tierra. Los reclamos que la madre Laura hace al respecto, es un tema reiterado en su correspondencia con las autoridades civiles y eclesiásticas.

La problemática sigue vigente, en algunas regiones por la escasez de la tierra, y en otras porque son improductivas y los terrenos son estériles. Muchos resguardos necesitan ser ampliados por el aumento de la población y otros necesitan ser saneados por la invasión de los colonos. Algunas comunidades indígenas reconocen el trabajo, el acompañamiento y la asesoría que han recibido de parte de las misioneras para quienes permanece como desafío a su tarea evangelizadora continuar apoyando el Proyecto Indígena.

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(Síntesis de la publicación “Laura Monto-ya, Promotora de la Educación Popular”. Editada en 1992 por las Misioneras de la Madre Laura. Vida Nueva la reproduce con su autorización).

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