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La mejor limosna Froilán Turcios Apareció súbitamente, calcinado y carcomido, envuelto en sus harapos húmedos de sangre, con su ácido olor a podredumbre. Rechazado a latigazos de las aldeas y viviendas campesinas; perseguido brutalmente como perro hidrófobo, por jaurías de crueles muchachos. Arrastrábase moribundo de hambre y sed, bajo los soles de fuego, sobre los ardientes arenales, con los podridos pies llenos de gusanos. Así anduvo meses y meses, vil carroña humana, hartándose de estiércoles y abrevando en los fangales de los cerros, cada día más horrible, más ignominioso. Manco Mena, recién salido de la cárcel donde purgó su vigésimo asesinato, constituía otro motivo de terror en la comarca. En una de aquellas pavorosas noches el temible criminal leía en su cuarto un viejo libro de trágicas aventuras, cuando sonaron en la puerta tres violentos golpes. De un puntapié zafó la gruesa tranca, apareciendo en un umbral con el pesado revolver en la diestra. En la faja de la claridad que se alargó hacia fuera, vio al leproso destilando cieno, con los ojos como ascuas en las cuencas áridas, el mentón en la carne viva, las manos implorantes. Una limosna –gritó- Tengo hambre. Me muero de hambre. Sobrehumana piedad asaltó el corazón del bandolero. El manco le tendió muerto de un tiro, exclamando: Ésta es la mejor limosna que puedo darte.

La mejor limosna

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La mejor limosna Froilán Turcios

Apareció súbitamente, calcinado y carcomido, envuelto en sus harapos húmedos de sangre, con su ácido olor a podredumbre. Rechazado a latigazos de las aldeas y viviendas campesinas; perseguido brutalmente como perro hidrófobo, por jaurías de crueles muchachos. Arrastrábase moribundo de hambre y sed, bajo los soles de fuego, sobre los ardientes arenales, con los podridos pies llenos de gusanos. Así anduvo meses y meses, vil carroña humana, hartándose de estiércoles y abrevando en los fangales de los cerros, cada día más horrible, más ignominioso.

Manco Mena, recién salido de la cárcel donde purgó su vigésimo asesinato, constituía otro motivo de terror en la

comarca. En una de aquellas pavorosas noches el temible criminal leía en su cuarto un viejo libro de trágicas aventuras, cuando sonaron en la puerta tres violentos golpes. De un puntapié zafó la gruesa tranca, apareciendo en un umbral con el pesado revolver en la diestra. En la faja de la claridad que se alargó hacia fuera, vio al leproso destilando cieno, con los ojos como ascuas en las cuencas áridas, el mentón en la carne viva, las manos implorantes. Una limosna –gritó- Tengo hambre. Me muero de hambre. Sobrehumana piedad asaltó el corazón del bandolero. El manco le tendió muerto de un tiro, exclamando: Ésta es la mejor limosna que puedo darte.

Método Materialismo histórico

La clase baja es menosprecia y es esta quien trabaja más duro, pero como bien dice el dicho, el pobre más pobre y el rico más rico. Aquí se refleja la clase baja quien la representa el mísero leproso, y Manco Mena representa la clase baja aquí nos damos cuenta como los de las clases baja se eliminan entre ellos. Y al final los únicos que sobreviven son los de la clase alta.