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LA MENTE HOLOTRÓPICA

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LA MENTEHOLOTRÓPICA

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Stanislav Grofcon la colaboración de Hal Zina Bennett

LA MENTEHOLOTRÓPICA

Los niveles de la conciencia humana

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A Christina,a María -mi madre-

y a mi hermano Paul.

Título original: THE HOLOTROPIC MINDTraducción: David González RagaDiseño portada: Ana Pániker

© 1992 by Stanislav Grof, M.D.© de la edición española:

1993 by Editorial Kairós, S.A.

Primera edición: Marzo 1994Segunda edición: Marzo 1999

ISBN: 84-7245-288-3Dep. Legal: B-10.487/1999

Fotocomposición: Beluga y Mleka, s.c.p., Córcega, 267, 08008 BarcelonaImpresión y encuadernación: Índice, Caspe, 118-120, 08013 Barcelona

Todos los derechos reservados. No está permitida la reproducción total ni parcial de este libro, nila recopilación en un sistema informático, ni la transmisión por medios electrónicos, mecánicos,por fotocopias, por registro o por otros métodos, salvo de breves extractos a efectos de reseña, sinla autorización previa y por escrito del editor o el propietario del copyright.

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AGRADECIMIENTOS

Este libro está basado en la experiencia, la observación y lacomprensión acumulada a lo largo de treinta y cinco años de in-vestigación sistemática sobre los estados no ordinarios de con-ciencia. Durante todo este tiempo he contado con la generosacolaboración y el apoyo inestimable de personas que han de-sempeñado un papel muy importante en mi vida personal yprofesional. Quisiera aprovechar esta oportunidad para recono-cer públicamentemi agradecimiento a algunos de ellos.

Joseph Campbell, amigo y maestro durante tantos años, meenseñó la importancia de los mitos para la psicología, la religióny la vida humana en general. Su brillante inteligencia, su me-moria enciclopédica y su sorprendente capacidad de síntesiscreativa han contribuido a clarificar áreas del conocimientoque la ciencia, la religión y la filosofía ortodoxas no han alcan-zado a comprender.

Gregory Bateson, el pensador más original que he conocido,un «generalista» cuya mente inquisitiva buscó el conocimien-to en las más diversas disciplinas y con quien tuve el privilegiode mantener un contacto casi cotidiano durante los últimosdos años y medio de su vida, cuando ambos éramos residentesen el Instituto Esalen, de Big Sur, California. Su incisiva críti-ca de los errores y de la inadecuación del paradigma newto-niano-cartesiano contribuyó a aumentar la confianza en mispropios descubrimientos, a menudo contrapuestos a las afir-

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Agradecimientos

maciones de la psiquiatría y la ciencia tradicional de Occi-dente.

También debo agradecer el aliento y el apoyo de varios físi-cos a los que me une una estrecha amistad, que se han aventura-do a investigar las implicaciones filosóficas de la física cuántico-relativista y han contribuido significativamente a la construcciónde la nueva visión del mundo que está comenzando a ofrecernosla ciencia occidental. En este sentido, me siento especialmenteagradecido por la amistad y cooperación desinteresada de FritjofCapra y también tengo en gran estima las enseñanzas que he re-cibido de Fred Wolf, Nick Herbert, David Peat y Saul-Paul Si-raque, entre otros.

Uno de los acontecimientos intelectuales más significativos demi vida ha sido el descubrimiento de la holografía y del pensa-miento holonómico científico, que proporciona un marco con-ceptual extraordinario para comprender muchos de los descu-brimientos de la moderna investigación de la conciencia que, deotro modo, resultarían incomprensibles. En este sentido, me sien-to en deuda con Denis Gabor por el descubrimiento de los prin-cipios de la óptica holográfica, con David Bohm por su modeloholográfico del universo y por la teoría del holomovimiento y conKarl Pribram por su modelo holográfico del cerebro.

También guardo un cariñoso recuerdo de dos queridos ami-gos, Abraham Maslow y Anthony Sutich, los fundadores de lapsicología humanista, con quienes participé, a finales de la dé-cada de los sesenta, en las sesiones de brainstorming que ter-minaron dando origen a la psicología transpersonal. El desa-rrollo de esta nueva disciplina, que trata de sintetizar lasabiduría antigua de los grandes sistemas espirituales del mun-do con el pragmatismo de la ciencia moderna, se ha convertidoen la pasión de mi vida.

El trabajo en el estimulante y controvertido campo de lapsicología transpersonal y de la investigación de la concienciajamás hubiera sido posible sin el apoyo emocional e intelectualde estos dos extraordinarios personajes. He sido muy afortuna-

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Agradecimientos

do al poder contar con la amistad personal de muchos de lospioneros de este nuevo abordaje psicológico. Estas personastan especiales han sido durante muchos años una fuente de ins-piración y aliento, tanto para mí como para mi esposa Christinay para muchos otros. Agradezco especialmente el papel quehan desempeñado en nuestra vida Angeles Arrien, Michael ySandy Harner, Jack y Liana Kornfield, John Perry, Ram Dass,Rick y Heather Tarnas, Frances Vaughan y Roger Walsh.

Reservo mi más profunda afecto hacia los miembros de mi fa-milia a quienes he dedicado este libro: mi madre María y mihermano Paul -psiquiatra que comparte muchos de mis intere-ses-, quienes han sido una fuente de apoyo emocional y moralcontinua durante toda mi vida, y mi esposa Christina que, en losúltimos dieciséis años, ha sido mi más íntima amiga y la colega ycolaboradora más estrecha de todas mis investigaciones. Los di-versos altibajos por los que ha discurrido nuestra vida me hanpermitido apreciar el coraje y la entereza que ha demostrado du-rante su tormentoso viaje personal y, de ese modo, he aprendidolas lecciones más extraordinarias e inestimables que sólo la vidapuede proporcionar.

Quisiera también dar las gracias a Harper San Francisco Pu-blishers, y especialmente a mi editor, Mark Salzwedel, por haberhecho posible la publicación de este libro. Por último -aunqueno, por ello, en último lugar- doy también las gracias a HalZina Bennett, quien ha aportado a este proyecto un talento lite-rario, una imaginación y una comprensión inusual de los estadosno ordinarios de conciencia. Él fue quien me ayudó a describirlos hallazgos de mi investigación en un lenguaje claro y com-prensible que pudiera llegar a un amplio espectro de lectores.Sus cualidades inusuales han hecho que este trabajo compartido-una tarea especialmente difícil- se convirtiera en una expe-riencia sumamente gratificante que nos ha unido más, si cabe,todavía.

Hay muchas otras personas cuya contribución a este libro hasido fundamental pero deben permanecer en el anonimato.

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Agradecimientos

Agradezco a los miles de personas de Europa, Norte y Suda-mérica, Australia y Asia -clientes, formadores, amigos y parti-cipantes en los talleres y en los distintos proyectos de investiga-ción- que han tenido el extraordinario coraje de explorar lasalturas y las profundidades de su psiquismo y que han compar-tido conmigo el resultado de esta búsqueda tan poco convencio-nal. Sin ellos este libro jamás hubiera podido salir a la luz.

STANISLAV GROF,

MILL VALLEY, AGOSTO DE 1991

PARTE I:

EL DESAFÍO AL UNIVERSO

NEWTONIANO

Lo que verdaderamente importa... no es el con-junto de objetos sólidos y estáticos que se extien-den en el espacio sino la vida que se desarrolla enese escenario. La realidad no es el escenario exte-rior sino la vida interna que la anima. La realidades las cosas tal como son.

WALLACE STEVENS

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1. UNA APERTURA A

NUEVAS DIMENSIONES

DE LA CONCIENCIA

Hay un espectáculo mayor que el mar y es el cielo.Hay un espectáculo mayor que el cielo y es el inte-rior del alma.

VICTOR HUGO, «Fantine», Los miserables

Los descubrimientos realizados por la ciencia moderna du-rante las últimas tres décadas demuestran que el ser humanodispone de capacidades muy superiores a lo que anteriormentehabíamos supuesto, y el esfuerzo colectivo de investigadoresprocedentes de diferentes disciplinas para dar respuesta a estereto nos ha proporcionado una nueva imagen de la existencia y,más concretamente, una nueva imagen de la naturaleza de la

, conciencia humana.De la misma manera que el mundo copernicano se vio sacu-

dido por el descubrimiento de que la Tierra no era el centro deluniverso, los recientes descubrimientos nos obligan a considerar

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El desafio al universo newtoniano

con más detenimiento quiénes somos física, mental y espiri-tualmente. Estamos asistiendo a la emergencia de una nuevaimagen del psiquismo y, con ella, a una extraordinaria visión delmundo que sintetiza la sabiduría de las antiguas tradiciones conlos últimos descubrimientos de la ciencia. Al igual que ocurrióhace unos quinientos años con el descubrimiento de Copérnico,en la actualidad también nos vemos obligados a reconsiderartodos nuestros puntos de vista.

El universo como una máquina: Newtony la ciencia moderna

El núcleo fundamental del dramático cambio que ha tenidolugar en el curso del siglo xx radica en la revisión completade nuestra comprensión del mundo físico. Antes de la apari-ción de la teoría de la relatividad de Einstein y de la físicacuántica teníamos la firme convicción de que el universo es-taba compuesto de materia sólida. Entonces creíamos que losátomos -a los que considerábamos compactos e indestructi-bles- constituían los ladrillos fundamentales del universo ma-terial, que se movían en un espacio tridimensional y que susmovimientos obedecían a determinadas leyes. Desde ese puntode vista, la materia evoluciona de una manera ordenada desde elpasado hacia el futuro pasando por el presente. Esa visión se-gura y determinista nos llevaba a considerar que el universo erauna gigantesca máquina y confiábamos en la posibilidad dellegar a descubrir las leyes que lo gobernaban y que, cuando lolográramos, todo estaría bajo nuestro control y podríamos re-construir con exactitud lo que había sucedido en el pasado ypredecir lo que ocurriría en el futuro. Había incluso quienescreían que un día llegaríamos a ser capaces de sintetizar la vidacombinando adecuadamente determinadas sustancias químicasen el interior de un tubo de ensayo.

Desde la perspectiva newtoniana, la vida, la conciencia, los

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Una apertura a nuevas dimensiones de la conciencia

seres humanos y la inteligencia creativa no son más que el pro-ducto azaroso de una evolución que se inició en un océano pri-mordial de materia. Este punto de vista simplifica la enormecomplejidad de los seres humanos y los convierte en meros ob-jetos materiales, poco más que animales altamente desarrolladoso máquinas biológicas pensantes. Nuestras fronteras se hallandefinidas por la superficie de nuestra piel, y la conciencia no esmás que una simple secreción de ese órgano pensante que se co-noce con el nombre de cerebro. Todo lo que pensamos, senti-mos y sabemos depende de la información que recibimos a tra-vés de los sentidos. Según la lógica de ese modelo materialista,la conciencia, la inteligencia, la ética, el arte, la religión y lamisma ciencia son simples subproductos de los procesos mate-riales que tienen lugar en el interior del cerebro humano.

La creencia de que la conciencia y todas sus creaciones seoriginan en el cerebro no es, por supuesto, totalmente arbitrariasino que se basa en muchas observaciones clínicas y experi-mentales que sugieren la existencia de una estrecha relaciónentre la conciencia y ciertas condiciones neurofisiológicas opatológicas. Las infecciones, los traumas, las intoxicaciones, lostumores y las contusiones se hallan íntimamente relacionadoscon cambios profundos de la conciencia. En el caso de un tumorcerebral, por ejemplo, el deterioro de ciertas funciones -la pér-dida del habla, del control motor, etcétera- es tan específica quenos permite diagnosticar con suma precisión la región que hasido lesionada.

Pero aunque estas observaciones demuestren, sin ningún gé-nero de dudas, que nuestras funciones mentales están ligadas a

-biológicos_ cerebrales, no constituyen,sin embargo, una demostración concluyente de que la concien-cia se origine o sea un subproducto del cerebro. Es por elloque las conclusiones de la ciencia occidental no parecen apo-yarse tanto en datos científicos como en una creencia metafísi-ca y que sea posible encontrar otras interpretaciones alternativasa los mismos datos, Ilustremos esto con un sencillo ejemplo: Un

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El desafío al universo newtoniano

técnico experto en electrónica puede identificar una determina-da distorsión en la imagen o el sonido de un televisor y corregirel problema reemplazando el componente averiado. Nadie in-terpretaría esto, sin embargo, como una prueba definitiva de queel televisor sea el responsable de los programas que reproduce.Sin embargo, éste es precisamente el argumento que aduce laciencia mecanicista en su intento de «demostrar» que la con-ciencia se origina en el cerebro.

Según la ciencia tradicional, la materia orgánica y la vida seoriginaron en el caldo primordial del océano primigenio comoresultado de la interacción azarosa entre átomos y moléculas.De manera similar, también sostiene que el azar y la «selecciónnatural» son los únicos responsables de la organización celularde la materia orgánica y de su evolución hasta llegar a constituircomplejos organismos multicelulares dotados de sistema ner-vioso central. Este tipo de explicaciones es el que ha alimenta-do la creencia metafísica fundamental de la visión: occidentaldel mundo, de que la conciencia es un subproducto de los pro-cesos materiales que ocurren en el cerebro.

Pero a medida que la ciencia moderna ha ido descubriendo losprofundos vínculos existentes entre la inteligencia creativa y to-dos los niveles de la realidad, esta imagen simplista del universose ha ido tomando cada vez más insostenible. La probabilidad deque la conciencia humana y el compejo universo que nos rodeahaya surgido de la interacción azarosa de la materia inerte hasido comparada a la de un huracán que, soplando sobre un mon-tón de chatarra, creara accidentalmente un Jumbo 747.

La ciencia newtoniana es responsable de habernos ofrecidouna visión muy limitada de los seres humanos y de sus verdade-ras potencialidades. Desde hace unos doscientos años se ha ocu-pado de dictar los criterios de lo que es una experiencia aceptabley de lo que es una experiencia inaceptable de la realidad. Desdesu punto de vista, una persona «normal» es aquella que es capazde reproducir exactamente el mundo objetivo externo descritopor la ciencia newtoniana. En consecuencia, desde esta perspec-

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tiva, nuestras funciones mentales se limitan a recibir la informa-ción que nos proporcionan los órganos sensoriales, almacenarlaen los «bancos de memoria de nuestro computador mental» y re-combinar los datos sensoriales para crear algo nuevo. Cualquierdesviación significativa de esta percepción de la «realidad obje-tiva» -una realidad consensual que la población general consi-dera como la única verdad- se interpreta como el producto deuna imaginación desbocada o de un trastorno mental.

Sin embargo, la moderna investigación sobre la conciencianos obliga a revisar y ampliar drásticamente esta visión limita-da de la naturaleza y de las dimensiones del psiquismo humano.El principal objetivo de este libro consiste en explorar sus des-cubrimientos y sus profundas implicaciones en nuestra vidacotidiana. Es importante señalar que, aunque estos datos seanincompatibles con la ciencia newtoniana tradicional, no dejande ser, sin embargo, totalmente congruentes con los revolucio-narios hallazgos de la física moderna y otras disciplinas cientí-ficas afines, todos los cuales propician el surgimiento de unanueva y excitante visión del cosmos y de la naturaleza humanacuyas profundas implicaciones individuales y colectivas estántransformando completamente la visión newtoniana del mundoque una vez dimos por definitiva.

La conciencia y el cosmos: La ciencia descubrela mente en la naturaleza

En la medida en que la física moderna se ocupó del estudiode lo muy pequeño y de lo muy grande -del reino subatómicodel microcosmos y del reino astrofísico del macrocosmos- notardó en comprender que algunos de los principios newtonianosfundamentales eran limitados o estaban equivocados. A me-diados del siglo xx, la física descubrió que los átomos -defini-dos por la física newtoniana como los ladrillos elementales e in-destructibles del mundo material- estaban compuestos de

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El desafio al universo newtoniano

partículas más pequeñas y más elementales, los protones, losneutrones y los electrones, y esta misma línea de investigaciónha terminado conduciendo a la identificación de cientos de par-tículas subatómicas.

Las partículas subatómicas gozaban de extrañas propiedadesque desafiaban los principios newtonianos. En algunos experi-mentos se comportaban como si fueran entidades corpusculares,mientras que en otros, por el contrario, parecían exhibir pro-piedades ondiculares, un hecho que pronto se conoció con elnombre de «paradoja onda-partícula». De este modo, la viejadefinición de materia fue reemplazada, a nivel subatómico, porla de probabilidad estadística, por la «tendencia a existir», unanoción que, en los últimos tiempos, ha terminado disipándosedetrás de lo que los físicos modernos denominan «vacío diná-mico». Así pues, la exploración del microcosmos reveló que eluniverso de la vida cotidiana, aparentemente compuesto porobjetos sólidos y discretos, es, en realidad, una compleja red deeventos y de relaciones. Desde esta nueva perspectiva, la con-ciencia no se limita a reflejar pasivamente el mundo materialobjetivo sino que desempeña un papel activo en la creación dela misma realidad.

Las investigaciones realizadas por los científicos en el cam-po de la astrofísica también nos han conducido a descubri-mientos igualmente reveladores. Según la teoría de la relativi-dad de Einstein, por ejemplo, el espacio no es tridimensional yel tiempo no es lineal. Desde este punto de vista, el espacio y eltiempo no son entidades separadas sino que están integradas enun continuo tetradimensional conocido como «espacio-tiem-po». Lo que una vez percibiéramos como fronteras entre objetosy distinciones entre materia y espacio vacío ha terminado sien-do reemplazado por algo nuevo. Así, en lugar de hablar de ob-jetos discretos y de espacios vacíos entre ellos, hoy en día seconsidera que el universo es un campo continuo de densidad va-riable. Según la física moderna, la materia es intercambiablecon la energía, y la conciencia -que no se halla limitada a las

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actividades que tienen lugar en el interior de nuestro cráneo-forma parte del mismo tejido del universo.

Como dijo, hace ya unos sesenta años, el astrónomo británi-co James Jeans, el universo de la física moderna se asemeja mása un gran pensamiento que a una gigantesca supermáquina. Eluniverso actual no se parece tanto a un conglomerado de objetosnewtonianos como a un sistema extraordinariamente complejode fenómenos vibratorios que presenta propiedades y posibili-dades inimaginables para la ciencia newtoniana, destacando,entre todas ellas, la holografía.

La holografía y el orden implicado

La holografía es un proceso fotográfico que utiliza un rayo lá-ser de luz coherente (de la misma longitud de onda) para cons-truir imágenes tridimensionales en el espacio. Un holograma -alque podríamos comparar con la diapositiva que nos permite pro-yectar la imagen- es el registro de una pauta de interferencia en-tre dos mitades de un rayo láser. Después de que el haz de lásersea dispersado por un espejo parcialmente azogado, una parte deél (denominado haz de referencia) es dirigido hacia la emulsióndel holograma y la otra mitad (denominada haz del objeto) se re-fleja hacia la película desde el objeto fotografiado. Lo curioso esque la información procedente de los dos rayos, indispensablepara reproducir una imagen tridimensional, permanece «plegada»y distribuida por todo el holograma, y que podemos dividir el ho-lograma en tantas partes como queramos y descubrir que, al ilu-minar cualquiera de los fragmentos, cada uno de ellos «desplie-ga» una imagen tridimensional de la totalidad.

El descubrimiento de la holografía se ha convertido en unelemento fundamental de la visión científica del mundo. Eleminente físico teórico David Bohm, por ejemplo, antiguo co-laborador de Einstein, se inspiró en la holografía para crear unmodelo del universo que englobara las múltiples paradojas de la

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El desafío al universo newtoniano

física cuántica. Según Bohm, el mundo que percibimos a travésde los sentidos y el sistema nervioso, con o sin ayuda de ins-trumentos científicos, sólo representa un pequeño fragmentode la realidad. Desde su punto de vista, lo que nosotros perci-bimos constituye el «orden desplegado» o «explicado», un as-pecto parcial de una matriz mayor a la que denomina «ordenimplicado» o «plegado». En otras palabras, lo que nosotrospercibimos como realidad es similar a la proyección de unaimagen holográfica procedente de una matriz superior. Por con-

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El desafío al universo newtoniano

siguiente, la visión de Bohm del orden implicado (similar al ho-lograma) describe un nivel de la realidad inaccesible a nuestrossentidos y al escrutinio directo de la ciencia.

Bohm dedica dos capítulos de su libro La totalidad y el or-den implicado a la visión que nos ofrece la física moderna sobrelas relaciones existentes entre la conciencia y la materia. SegúnBohm, la realidad es una totalidad completa y coherente queestá implicada en un proceso interminable de cambio denomi-nado holomovimiento. Desde este punto de vista, todas las es-tructuras estables del universo no son más que meras abstrac-ciones. Es por ello que, por más esfuerzos que dediquemos adescribir los objetos, las entidades o los eventos, tendremosque terminar admitiendo que todos ellos se derivan de una to-talidad indefinible e incognoscible. Así pues, en este mundo enel que todo está en un flujo incesante de cambio, la utilizaciónde sustantivos para tratar de describir lo que ocurre no hacemás que confundirnos.

Según Bohm, la teoría holográfica ilustra la idea de que laenergía, la luz y la materia están compuestas por pautas de inter-ferencia que portan información sobre todas las otras ondas de luz,energía y materia con las que, directa o indirectamente, han entra-do en contacto. Así, cada fragmento de energía o de materia cons-tituye un microcosmos que encierra a la totalidad. No deberíamos,pues, seguir considerando la vida en términos de materia inani-mada. La materia y la vida -como la materia y la conciencia-son abstracciones del holomovimiento, es decir, abstracciones deuna totalidad indivisa de la que nada puede separarse.

Bohm nos recuerda que hasta el mismo proceso de abstrac-ción mediante el cual creamos la ilusión de separación de la to-talidad es, en sí mismo, una expresión del holomovimiento.Cualquier percepción y cualquier conocimiento -incluido elquehacer científico- no constituyen una reconstrucción objetivade la realidad sino una actividad creativa comparable a la ex-presión artística. No podemos medir la verdadera realidad por-que la realidad es esencialmente inconmensurable.'

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Una apertura a nuevas dimensiones de la conciencia

El modelo holográfico nos brinda una posibilidad revolu-cionaria para comprender las relaciones existentes entre laspartes y el todo. Más allá de la lógica limitada del pensamientotradicional, la parte deja de ser un fragmento de la totalidad paracontener y reflejar -bajo ciertas circunstancias- la totalidad.Los seres humanos no somos entidades newtonianas insignifi-cantes y aisladas sino campos integrales del holomovimiento, esdecir, somos un microcosmos que contiene y refleja al macro-cosmos. Si esto es cierto, cada ser humano tiene la posibilidadde expandir sus capacidades mucho más allá del alcance desus sentidos y llegar a experimentar, de manera directa e inme-diata, todas las facetas del universo.

Existen muchos paralelismos interesantes entre la visión de lafísica de David Bohm y la visión de la neurofisiología de KarlPribram. Después de varias décadas de investigación y experi-mentación, esta neurociencia mundialmente reconocida ha lle-gado a la conclusión de que ciertas paradojas desconcertantes re-lacionadas con el funcionamiento cerebral sólo puedenexplicarse recurriendo a los principios holográficos. El revolu-cionario modelo cerebral de Pribram y la teoría del holomovi-miento de Bohm tiene profundas implicaciones para la nuevacomprensión de la conciencia humana que recién estamos co-menzando a trasladar al nivel personal.

En busca del orden oculto

La Naturaleza está llena de genios,llena de divinidad.Ni un solo copo de nieveescapa de su mano.

HENRY DAVID THOREAU

Casi todas las diciplinas han descubierto las limitaciones de

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El desafío al universo newtoniano

la ciencia newtoniana y la apremiante necesidad de una visiónmás amplia del mundo. Gregory Bateson, por ejemplo, uno delos más originales teóricos de nuestro tiempo, desafió al pensa-miento tradicional demostrando que las separaciones son ilu-sorias y que el funcionamiento mental que atribuimos exclusi-vamente a los seres humanos impregna a toda la naturaleza,incluyendo los animales, las plantas e, incluso, los sistemasinorgánicos. Su extraordinaria síntesis creativa entre la ciber-nética, la informática, la teoría de sistemas, la antropología, lapsicología y otros campos, demostró que la mente y la natura-leza constituyen una totalidad indivisible.

Desde otra perspectiva, el biólogo británico Rupert Shel-drake nos ha ofrecido una lúcida crítica de la ciencia tradicionalque, en su opinión, ha dedicado todo su interés a la búsqueda dela «causación energética» de la naturaleza descuidando, sinembargo, el tema de la forma. Desde su punto de vista, el estu-dio minucioso de la materia jamás podrá explicarnos el orden,las pautas y el significado de la naturaleza por el mismo motivoque el análisis de los materiales con los que se ha construidouna catedral, un castillo o una casa tampoco nos proporcionauna explicación de las formas concretas que han terminadoasumiendo estas estructuras arquitectónicas. Por más sofisti-cada que sea nuestra investigación sobre la materia jamás po-dremos explicar las fuerzas creativas que guían los designios desu estructura. Según Sheldrake, las formas de la naturaleza es-tán gobernadas por «campos morfogenéticos» que la cienciacontemporánea no puede detectar ni medir, lo cual significaque todo el esfuerzo científico realizado en el pasado ha dejadocompletamente de lado una dimensión absolutamente funda-mental para poder comprender la naturaleza de la realidad. 2

Todas las teorías que nos ofrecen respuestas alternativas alpensamiento newtoniano consideran que la conciencia y la in-teligencia creativa no emanan de la materia -más concreta-mente de la actividad neurofisiológica del cerebro-, sino queconstituyen atributos primarios de la misma existencia. Es por

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Una apertura a nuevas dimensiones de la conciencia

ello que el estudio de la conciencia -hasta ahora el hermano po-bre de las ciencias físicas- está convirtiéndose rápidamente enel centro de atención de la ciencia.

La revolución de la conciencia y la nueva visión cien-tífica del mundo

Nuestra conciencia vigílica normal, la denominadaconciencia racional, no es más que un tipo espe-cial de conciencia separada de otras formas deconciencia completamente diferentes por la másdelgada de las películas... Ninguna descripcióndel universo en su totalidad que deje a esas otrasformas de conciencia en el olvido podrá ser defi-nitiva.

NV ILLIAM JAMES

La psicología profunda y la moderna investigación sobre laconciencia están en deuda con el psiquiatra suizo Carl GustavJung. El trabajo clínico sistemático realizado por Jung a lo largode su vida le llevó a la conclusión de que el modelo freudianodel psiquismo humano era demasiado estrecho y limitado. Jungnos ha ofrecido evidencia convincente de que para comprenderla verdadera naturaleza del psiquismo debemos ir mucho másallá del inconsciente biográfico individual.

Una de las contribuciones más conocidas de Jung es la no-ción de «inconsciente colectivo», un inmenso almacén de infor-mación sobre la historia y la cultura humana que descansa en laprofundidad del psiquismo de todo ser humano. Jung tambiénidentificó y describió los efectos sobre el individuo y la sociedadde ciertos modelos dinámicos fundamentales, una especie deprincipios organizativos primordiales del inconsciente colectivoy del universo en general, a los que denominó «arquetipos».

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El desafío al universo newtoniano

Las investigaciones de Jung sobre la sincronicidad -que másadelante estudiaremos en detalle- resultan especialmente inte-resantes. Jung descubrió la presencia de ciertas coincidenciassignificativas entre acontecimientos psicológicos individuales-como los sueños y las visiones, por ejemplo- y diversos as-pectos de la realidad consensual. Estas coincidencias, que nopueden explicarse en términos de causa y efecto, sugieren queel psiquismo y el mundo material no son dos entidades separa-das sino que, de algún modo, están estrechamente relacionadas.Las ideas de Jung no sólo constituyen un reto para la psicologíasino también para la visión newtoniana de la realidad y para lafilosofía de la ciencia occidental porque demuestran que la con-ciencia y la materia se hallan íntimamente unidas de un modoque el poeta William Butler Yeats debía tener en mente cuandodecía que «no podemos separar al bailarín de la danza».

Los avances realizados en el campo de la física coincidieroncon el descubrimiento del LSD, y la investigación con sustan-cias psicodélicas abrió caminos revolucionarios para el estudiode la conciencia humana. La década de los cincuenta y de lossesenta se vio convulsionada por el resurgimiento del interéspor las filosofías y las prácticas orientales, el chamanismo, elmisticismo, la psicoterapia existencial y la exploración de lasprofundidades del psiquismo humano.

Por otra parte, el estudio de la muerte y de los moribundosnos ha proporcionado datos excepcionalmente interesantes so-bre la relación existente entre la conciencia y el cerebro. Ha re-nacido también el interés por la parapsicología, especialmentepor la investigación sobre la percepción extrasensorial (PES), ytambién han aparecido nuevas técnicas de alteración de la con-ciencia, como la deprivación sensorial y el biofeedback, porejemplo, que nos han ofrecido una gran cantidad de informaciónsobre el psiquismo humano.

El denominador común de todas estas investigaciones fueronlos estados no ordinarios de conciencia, un área desatendida nosólo por la ciencia sino también por toda la cultura occidental.

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Una apertura a nuevas dimensiones de la conciencia

Habíamos hecho hincapié en las dimensiones racionales y ló-gicas, habíamos sobrevalorado el estado sobrio de la mentepero, al mismo tiempo, habíamos relegado al campo de lo pa-tológico a todos los demás estados de conciencia.

En este sentido, nuestra cultura ha desempeñado un papelúnico en el contexto de la historia de la humanidad. Las anti-guas culturas preindustriales tenían en gran estima a los estadosno ordinarios de conciencia, los consideraban instrumentos efi-caces para conectarnos con las realidades sagradas, con la na-turaleza y con los demás y, en consecuencia, los empleabanpara detectar las enfermedades y para curarlas. Todas estas cul-turas han considerado que los estados alterados de concienciaconstituyen una valiosa fuente de inspiración artística y unavía de acceso a la intuición y la percepción extrasensorial y,consecuentemente, todas ellas han invertido tiempo y esfuerzoen el desarrollo de técnicas para alterar la conciencia y las hanutilizado ritualmente de manera regular.

Según Michael Harner, un famoso antropólogo que se inicióchamánicamente en América del Sur, desde un punto de vistaintercultural la visión occidental sobre el psiquismo humanoestá equivocada. En primer lugar, se trata de una visión etno-céntrica ya que los científicos consideran que su punto de vistasobre la realidad y los fenómenos psicológicos es superior y «hasido demostrado sin el menor género de duda» y, por tanto,juzga a las visiones del mundo de otras culturas como inferio-res, ingenuas y primitivas. En segundo lugar, según Harner laaproximación académica tradicional es cognicéntrica, es de-cir, sólo tiene en cuenta las observaciones y las experiencias quenos proporcionan los cinco sentidos en el estado de concienciaordinario.'

El principal interés de este libro es el de describir y explorarlos cambios radicales en nuestra comprensión de la conciencia,del psiquismo humano y la naturaleza de la realidad que inelu-diblemente tienen lugar cuando prestamos atención -como hanhecho otras culturas antes que nosotros- a estados no ordinarios

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de conciencia. Poco importa, para ello, que el detonante de esosestados sea la práctica de la meditación, una sesión de psicote-rapia experiencial, una crisis psicoespiritual espontánea («emer-gencia espiritual»), un estado cercano a la muerte o la ingestiónde sustancias psicodélicas. Los detalles concretos de estas téc-nicas y experiencias pueden diferir pero lo cierto es que todasellas se refieren a un territorio profundo del psiquismo humanoque todavía no ha sido cartografiado por la psicología tradicio-nal, el territorio al que el tanatólogo Kenneth Ring se refierecuando habla de experiencias Omega.

Nuestro interés es el de explorar las implicaciones que tienela moderna investigación sobre la conciencia en nuestro auto-conocimiento y en el conocimiento del universo en general. Espor ello que los ejemplos que vamos a presentar proceden de si-tuaciones tan diversas como las sesiones de Respiración Holo-trópica ® , la terapia psicodélica, los rituales chamánicos, las re-gresiones hipnóticas, las experiencias cercanas a la muerte o losepisodios espontáneos de crisis de emergencia espiritual. Todasestas situaciones suponen un desafío crítico a nuestra formatradicional de pensar y sugieren la necesidad de transformarnuestra actitud con respecto a la realidad y a nosotros mismos.

El comienzo de la aventura: Abriendo de par en parlas puertas que conducen más allá de la realidadcotidiana

Hay muchos caminos que conducen a esta nueva visión de laconciencia. El mío comenzó a finales de los años cuarenta enPraga, capital de Checoslovaquia, poco después de haber ter-minado la enseñanza secundaria. En esa época, un amigo meprestó las Conferencias introductorias al psicoanálisis, de Sig-mund Freud, y quedé muy impresionado por su profundidad ypor su talento para decodificar el enigmático lenguaje de lamente inconsciente. A los pocos días terminé de leer el libro

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con la determinación de estudiar medicina, requisito indispen-sable para llegar a ser psicoanalista.

Durante mis estudios universitarios participé en un pequeñogrupo dirigido por tres miembros de la International Psychoa-nalytic Association y trabajé como voluntario en el departa-mento de psiquiatría de la Charles University School of Medi-cine. Posteriormente, emprendí mi análisis de formación con elprimer presidente de la Asociación Psicoanalítica Checoslovaca.

Pero cuanto más iba familiarizándome con el psicoanálisismayor era mi desencanto porque las convincentes explicacionesde Freud y sus seguidores sobre el funcionamiento de la menteno parecían, sin embargo, resultar muy eficaces en el campo clí-nico. No alcanzaba a comprender por qué este brillante sistemateórico no conseguía resultados prácticos igualmente brillantes.En la facultad de medicina me habían enseñado que para curaruna enfermedad debía comprender sus causas o, en el caso detratarse de una enfermedad incurable, debía tomar clara con-ciencia de mis limitaciones terapéuticas. Ahora, en cambio, es-taba comenzando a darme cuenta de que la comprensión inte-lectual contribuía muy poco a la resolución de los problemaspsicopatológicos.

En esa época llegó un paquete a mi departamento que pro-cedía del laboratorio farmacéutico de Sandoz, en Basilea. Setrataba de varias muestras de una sustancia psicodélica, deno-minada LSD-25, que Sandoz estaba enviando a los investiga-dores psiquiátricos del mundo entero para que estudiaran susefectos y su posible utilidad psiquiátrica. De este modo, en1956 me convertí en uno de los primeros sujetos experimentalesde esta droga.

Mi primera sesión con LSD-25 cambió completamente elrumbo de mi vida personal y profesional. Esa experiencia, du-rante la cual tropecé directamente con mi inconsciente, eclipsóde inmediato todo mi interés previo por el psicoanálisis freu-diano. Ante mí se desplegó un fantástico desfile de coloridas vi-siones, unas abstractas y geométricas y otras plenas de signifi-

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cado simbólico. En esa ocasión experimenté tantas emociones ycon tal intensidad que jamás antes hubiera siquiera soñado quefuera posible.

Esa primera experiencia con LSD-25 formaba parte tambiénde un experimento que trataba de determinar el efecto de las lucesdestellantes en el cerebro. Acepté, pues, permanecer conectado aun electroencefalógrafo que registraba mis ondas cerebralesmientras centelleaban ante mí luces de diferentes frecuencias.

Durante esta fase del experimento me sentí sobrecogido poruna luz semejante al epicentro de una explosión atómica, posi-blemente la misma luz sobrenatural que aparece en el momentode la muerte de la que hablan las antiguas escrituras orientales.Esta luz me catapultó fuera de mi cuerpo y mi conciencia pare-ció expandirse hasta alcanzar dimensiones cósmicas y perdítoda noción del investigador, del laboratorio y de cualquierotro detalle relativo a mi vida como estudiante en Praga.

Súbitamente me encontré en medio de un drama cósmicoque trascendía -con mucho- mis más descabelladas fantasías.Experimenté el Big Bang, atravesé agujeros negros y agujerosblancos ubicados en los confines del universo y mi concienciase transformó en supernovas, pulsars, cuasars y todo tipo de fe-nómenos cósmicos.

No tenía la menor duda de que estaba experimentando algomuy similar a las experiencias de «conciencia cósmica» de lasque hablan las grandes escrituras místicas del mundo. Los tra-tados de psiquiatría suelen calificar a estos estados como gravesmanifestaciones patológicas pero yo sabía que la experiencia noera el resultado de una psicosis inducida por la droga sino elvislumbre de un mundo que trascendía la realidad cotidiana.

Hasta en los momentos más dramáticos y contundentes de laexperiencia me daba cuenta de la ironía y la paradoja de la si-tuación. Lo divino se había manifestado en mi vida en el mo-derno laboratorio de un país comunista, en medio de un experi-mento con una sustancia sintetizada en el tubo de ensayo de unquímico del siglo xx.

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Salí de esta experiencia profundamente conmocionado. Enesa época todavía ignoraba que cualquier ser humano tiene laposibilidad de acceder a la experiencia mística. En consecuen-cia, atribuí mi experiencia a los efectos de la droga. De lo queno tenía la menor duda era de que esa sustancia era «el caminoreal al inconsciente» y, por tanto, creí que podía salvar el abis-mo existente entre la brillantez teórica del psicoanálisis y su fal-ta de eficacia terapéutica, y llegué a la conclusión de que el aná-lisis combinado con el LSD podía profundizar, intensificar yacelerar el proceso terapéutico.

En los años siguientes comencé a trabajar en el Instituto deInvestigaciones Psiquiátricas de Praga y pude dedicarme a es-tudiar los efectos del LSD en pacientes con diversos trastornosemocionales, en profesionales de la salud mental y en artistas,científicos y filósofos que estaban seriamente interesados en so-meterse a la experiencia. De este modo, la investigación pro-fundizó mi comprensión sobre el psiquismo humano, aumentómi creatividad y facilitó el proceso de solución de problemas.

Durante la primera fase de mi investigación, la exposicióncotidiana a experiencias que resultaban inexplicables según miviejo sistema de creencias fue socavando lentamente mi antiguavisión del mundo y la contundente influencia de la experienciafue transformando gradualmente mi visión atea del mundo enuna actitud profundamente mística. De este modo, el examenminucioso de los datos de la investigación iba consolidandopoco a poco los atisbos que había vislumbrado en mi propia ex-periencia de conciencia cósmica.

Las sesiones de psicoterapia asistida con LSD me permitie-ron advertir la presencia de una pauta sumamente singular. Condosis medias o bajas los sujetos se limitaban a revivir las expe-riencias de su infancia y de su adolescencia. Sin embargo, cuan-do la dosis aumentaba o la sesión se repetía, todos los pacientesiban más allá del dominio biográfico propio del psicoanálisisfreudiano y experimentaban fenómenos notablemente similaresa los descritos en los antiguos textos espirituales de las tradi-

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ciones orientales. Esta situación resultaba particularmente cu-riosa porque la mayor parte de los sujetos carecían de todo co-nocimiento previo sobre las filosofías espirituales orientales yyo no les había anticipado, en modo alguno, que la experienciapodía facilitarles la posibilidad de acceder a tales dominios.

Mis clientes experimentaban la muerte y el renacimientopsicológico, la unidad con toda la humanidad, la naturaleza y elcosmos. Hablaban de visiones de deidades y demonios y visi-taban reinos mitológicos procedentes de culturas diferentes a lasuya. Algunos decían haber experimentado «vidas pasadas»cuya exactitud histórica fue confirmada posteriormente. En lassesiones más profundas veían personas, lugares y objetos conlos que jamás podían haber estado en contacto, es decir, teníanciertas experiencias que nunca antes habían leído, visto o escu-chado.

Esta investigación fue una fuente inagotable de sorpresas. Yohabía estudiado religiones comparadas y tenía cierto conoci-miento intelectual de este tipo de experiencias. Sin embargo,jamás hubiera sospechado que los antiguos sistemas espiritualesdispusieran de una cartografía tan desconcertantemente exactade los diferentes niveles y tipos de experiencias que se mani-fiestan en los estados no ordinarios de conciencia. Estaba ma-ravillado por su contundencia, por su autenticidad y por su ca-pacidad para transformar la visión que las personas tenían sobresu vida. Hablando francamente, eran tiempos en los que mesentía incómodo y temía enfrentarme a hechos para los cualescarecía de explicación racional y que socavaban mi sistema decreencias y mi visión científica del mundo.

Pero a medida que iba familiarizándome con las experien-cias, fui aceptando también que todo lo que ocurría eran mani-festaciones normales y naturales de las regiones más profundasdel psiquismo humano. Cuando el proceso trascendía el mate-rial biográfico procedente de la infancia y de la adolescencia ylas experiencias comenzaban a penetrar en los dominios másprofundos del psiquismo humano -con todos sus matices mís-

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ticos- sus consecuencias terapéuticas excedían con mucho todolo que yo conocía. En tales casos, síntomas que habían resistidomeses, o incluso años, a otros tratamientos se desvanecían pocodespués de que los pacientes atravesaran una experiencia talcomo la muerte y el renacimiento psicológico, una visión ar-quetípica o una secuencia de lo que ellos mismos describíancomo recuerdos de vidas anteriores.

En el límite

Después de tres décadas de investigación sistemática de laconciencia humana he llegado a una conclusión que la mayorparte de los psiquiatras y de los psicólogos tradicionales en-contrarán poco verosímil, cuando no francamente increíble. Enla actualidad, estoy plenamente convencido de que la concien-cia es algo más que un mero subproducto accidental de los pro-cesos neurofisiológicos y bioquímicos que tienen lugar en el ce-rebro humano. En mi opinión, la conciencia y el psiquismohumano son expresiones y reflejos de una inteligencia cósmicaque impregna la totalidad del universo y la existencia entera. Nosólo somos animales altamente evolucionados que disponemosde computadores biológicos alojados en el interior del cráneosino que también somos campos de conciencia ilimitados quetrascendemos el tiempo, el espacio, la materia y la causalidad li-neal.

Después de presenciar miles de sesiones en las que las per-sonas atraviesan por estados no ordinarios de conciencia, hoy endía estoy plenamente convencido de que nuestra conciencia in-dividual no sólo se halla directamente relacionada con el en-torno inmediato que nos rodea y con diversas épocas de nuestropasado, sino que también nos conecta con acontecimientos quetrascienden, con mucho, el alcance de nuestros sentidos físicosy que se extienden hasta llegar a abarcar otros períodos de lahistoria, la naturaleza y el cosmos. Hace ya tiempo que renuncié

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a seguir negando la evidencia de nuestra capacidad para liberarlas emociones y las sensaciones físicas padecidas en nuestropaso por el canal del nacimiento y para revivir episodios in-trauterinos. En los estados alterados de conciencia nuestro psi-quismo puede reproducir esas situaciones de una manera su-mamente vívida.

En ciertas ocasiones, podemos incluso retroceder todavíamás en el tiempo y experimentar secuencias procedentes de lavida de nuestros ancestros humanos y animales y presenciaracontecimientos de la vida de otras personas, otras épocas yotras culturas a las que no nos une el menor vínculo genético.Nuestra conciencia puede trascender el tiempo y el espacio,cruzar la frontera que nos separa de otras especies animales, ex-perimentar procesos propios de reinos vegetales y minerales eincluso adentrarse en realidades mitológicas que anteriormenteignorábamos. Todas estas experiencias terminan repercutiendopoderosamente sobre nuestra filosofía y nuestra visión del mun-do hasta el punto de que cada vez nos resulta más difícil com-partir el sistema de creencias sustentado por la cultura industrialy las creencias filosóficas de la ciencia occidental.

Así pues, si bien había comenzado mi investigación siendoun materialista y un ateo recalcitrante, pronto me vi obligado aaceptar el hecho de que las dimensiones espirituales constituyenun elemento clave del psiquismo humano y del esquema uni-versal de las cosas. El cultivo y la toma de conciencia de estasdimensiones constituye una faceta esencial y positiva de nuestraexistencia que podría, incluso, ser un factor decisivo para nues-tra supervivencia en el planeta.

El estudio de los estados no ordinarios de conciencia me hapermitido aprender que muchas de las condiciones que la psi-quiatría corriente considera extrañas y patológicas son, en rea-lidad, manifestaciones perfectamente naturales de la dinámicaprofunda del psiquismo humano. En muchos casos, la emer-gencia de estos elementos en la conciencia puede deberse al es-fuerzo efectuado por el organismo para liberarse de los vínculos

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y las limitaciones traumáticas, curarse a sí mismo y alcanzar unnivel de funcionamiento más armónico.

Pero, por encima de todo, la investigación sobre la concien-cia realizada durante las últimas tres décadas me ha convencidode que nuestros modelos científicos habituales del psiquismohumano resultan inadecuados para explicar gran parte de losnuevos hechos y observaciones de la ciencia y suelen conver-tirse en una camisa de fuerza conceptual que hace inútiles -e in-cluso contraproducentes- muchos de nuestros esfuerzos teóricosy prácticos. La aceptación de los datos que desafían las creen-cias y los dogmas tradicionales siempre ha sido una caracterís-tica fundamental de la buena ciencia y un motor del progreso.Los verdaderos científicos no confunden las teorías con la rea-lidad y no intentan dictaminar cómo debe ser la naturaleza. Nonos compete a nosotros decidir -en base a ciertas ideas precon-cebidas- qué es lo que puede y qué es lo que no puede hacer elpsiquismo humano. Para llegar a descubrir la mejor forma decolaborar con el psiquismo debemos comenzar prestando aten-ción a su verdadera naturaleza.

No cabe la menor duda de que necesitamos una nueva psi-cología, una psicología que esté más en consonancia con losdescubrimientos realizados por la nueva investigación sobre laconciencia, una psicología que nos permita profundizar la ima-gen del cosmos que nos proporcionan los últimos descubri-mientos realizados por las ciencias físicas. Para investigar lasnuevas fronteras de la conciencia es preciso ir más allá de losmétodos exclusivamente verbales de recogida de datos psico-lógicos relevantes. En todas las épocas, la experiencia de los do-minios más remotos del psiquismo ha sido calificada de «ine-fable» por la inadecuación de cualquier tipo de descripciónverbal. Es por ello que nos vemos obligados a buscar enfoquesalternativos que nos permitan acceder a los niveles más pro-fundos del psiquismo sin tener que recurrir al lenguaje. Uno delos motivos que justifican esta necesidad descansa en el hechode que muchas de las experiencias que ocurren en los rincones

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más profundos del psiquismo son intrínsecamente no verbales otienen su origen en fases anteriores al desarrollo del lenguaje-en el útero, en el momento de nuestro nacimiento o en nuestrainfancia más temprana-. Este hecho constituye un extraordina-rio acicate para el desarrollo de nuevos proyectos, intrumentosy metodologías de investigación que nos permitan llegar a des-velar la naturaleza profunda del psiquismo humano y de la rea-lidad.

La información que presentamos en este libro está extraídade varios miles de experiencias no ordinarias de diferentes ti-pos. La mayor parte de ellas proceden de sesiones psicodélicasy holotrópicas que he dirigido y asistido en Estados Unidos yChecoslovaquia, de talleres de formación realizados en todo elmundo y de sesiones realizadas por colegas que compartieronconmigo sus observaciones. Por otra parte, también he trabaja-do con personas que estaban atravesando crisis psicoespiritualesy, a lo largo de los años, he experimentado personalmente mu-chos estados no ordinarios de conciencia mediante la psicote-rapia experiencial, las sesiones psicodélicas, los rituales cha-mánicos y la meditación. Los seminarios de un mes de duraciónque mi esposa Christina y yo hemos dirigido en el InstitutoEsalen, en Big Sur, California, nos han permitido un intercam-bio excepcionalmente rico con antropólogos, parapsicólogos, ta-natólogos, psíquicos, chamanes y maestros espirituales que hanterminado convirtiéndose en verdaderos amigos. Agradezco atodos ellos la oportunidad que me han brindado para ubicarmis propios descubrimientos en el contexto interdisciplinar e in-tercultural más adecuado.

El enfoque experiencial que utilizamos actualmente para in-ducir estados alterados de conciencia y para acceder al psiquis-mo inconsciente y superconsciente es la Respiración Holotró-pica,' una técnica que hemos desarrollado con Christina durantelos últimos quince años. Este proceso aparentemente simpleque combina la respiración, la música evocativa y otras for-mas de sonido, trabajo corporal y expresión artística, se ha re-

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velado extraordinariamente eficaz para abrir las puertas a laexploración de todo el espectro del mundo interno. También he-mos diseñado un programa de entrenamiento global que nosha permitido formar a varios centenares de especialistas quehoy en día dirigen este tipo de talleres en diversas partes delmundo. Quienes estén interesados seriamente en recorrer loscaminos descritos en este libro no tendrán, pues, dificultad al-guna en encontrar la posibilidad de investigarlos experimental-mente en un contexto seguro y bajo la dirección de un guía ex-perto.

El material que presentamos procede de unas veinte mil se-siones de Respiración Holotrópica° realizadas con personasprocedentes de diferentes países y profesiones y de las más decuatro mil sesiones de terapia psicodélica que dirigí durantelas primeras fases de la investigación. El estudio sistemático delos estados no ordinarios de conciencia me ha demostrado másallá de toda duda que la comprensión tradicional de la persona-lidad humana -limitada a la biografía posnatal y el inconscien-te individual freudiano- es lamentablemente estrecha y super-ficial. Para poder explicar los extraordinarios hallazgos quenos proporcionan la investigación es necesario partir de un mo-delo más amplio del psiquismo humano y utilizar una nuevaforma de pensar sobre la salud y la enfermedad mental.

En los siguientes capítulos describiré las conclusiones denuestro dilatado trabajo con los niveles no ordinarios de con-ciencia, una nueva cartografía del psiquismo humano que re-sulta muy provechosa para el trabajo cotidiano. Esta cartografíamuestra los diferentes tipos y niveles de experiencia a los que seaccede en ciertos estados especiales de la mente que parecen serexpresiones normales del psiquismo humano. De este modo,junto al nivel biográfico tradicional que contiene material pro-cedente de nuestra niñez, infancia, adolescencia, etcétera, estemapa del espacio interno también incluye dos dominios adicio-nales importantes, 1) el nivel perinatal del psiquismo que, comosu nombre indica, está relacionado con las experiencias asocia-

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das al trauma del nacimiento biológico, y 2) el nivel transper-sonal, que trasciende, con mucho, los límites ordinarios denuestro cuerpo y de nuestro ego y conecta directamente nuestropsiquismo individual con el inconsciente colectivo junguiano yel universo en general.

Al comienzo de mis investigaciones con el LSD creí queestaba creando un nuevo mapa del psiquismo pero, a medidaque proseguía mi trabajo, cada vez me resultaba más evidenteque el nuevo mapa no era tan nuevo. Comprendí entonces queestaba redescubriendo un conocimento de la conciencia huma-na que nos había acompañado a lo largo de siglos e inclusomilenios. Comencé entonces a descubrir sus extraordinarias si-militudes con el chamanismo, las grandes filosofías espiritualesde Oriente, las diversas escuelas budistas y taoístas, las ramasmísticas del judaísmo, el cristianismo, el islam y muchas otrastradiciones esotéricas de todas las épocas.

La profunda relación existente entre mi investigación y elconocimiento que nos brindan las antiguas tradiciones espiri-tuales me proporcionaron una convincente validación de esavisión atemporal que el filósofo y escritor Aldous Huxley de-nominara «filosofía perenne». Me di cuenta de que los nuevosdescubrimientos obligaban a la ciencia occidental a revisar losprejuicios que hasta entonces la habían llevado a rechazar y a ri-diculizar incluso -con su juvenil h_vbris- lo que los antiguos te-nían que ofrecerle. Espero que la vieja/nueva cartografía des-crita en este libro demuestre su utilidad como guía para quienesse decidan a atravesar las fronteras de la conciencia y empren-der un viaje hacia los dominios más profundos del psiquismohumano. Los pormenores concretos de cada viaje interno sonúnicos pero todos comparten ciertos rasgos fundamentales. Elhecho de que otras personas hayan atravesado sin riesgos terri-torios nuevos y potencialmente aterradores constituye una ga-rantía nada desdeñable para quienes estén dispuestos a aden-trarse en esta extraordinaria aventura.

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Desvelando los misterios de la infanciay de la adolescencia

El primer dominio del psiquismo que suele aparecer en la te-rapia experiencial es el nivel biográfico o recordatorio, un nivelen el que nos encontramos con recuerdos procedentes de nues-tra temprana infancia y de nuestra adolescencia. Según la mo-derna psicología científica, nuestra vida emocional actual hasido modelada, en gran medida, por los acontecimientos que vi-vimos en el período «formativo», es decir, en los años quetranscurrieron antes de que aprendiéramos a articular nuestrospensamientos y nuestros sentimientos. En este sentido, la cali-dad de los cuidados maternales, la dinámica de nuestra familia ylas experiencias traumáticas y nutricias que vivimos en esaépoca desempeñan un papel muy importante en la configuraciónde nuestra personalidad.

El reino biográfico suele ser el dominio más accesible y,por tanto, más familiar, de nuestro psiquismo. No obstante, losmétodos cotidianos del recuerdo no siempre nos permiten ac-ceder a los acontecimientos importantes de nuestra vida tem-prana. Quizás nos resulte fácil recordar tiempos felices, pero lostraumas y las raíces profundas de nuestros miedos y de nuestrasdudas resultan extraordinariamente elusivos porque se hallansepultados en una región del psiquismo conocida como «in-consciente individual», y permanecen ocultos mediante un pro-ceso que Sigmund Freud denominó «represión». El trabajo pio-nero de Freud reveló la posibilidad de acceder al inconsciente yliberar, así, el material emocional reprimido gracias al análisissistemático de los sueños, las fantasías, los síntomas neuróticos,los lapsus linguae, la conducta cotidiana y otros aspectos denuestra vida.

Freud y sus seguidores demostraron la existencia de la men-te inconsciente mediante la «asociación libre», una técnica,muy difundida en la actualidad, que consiste en comentar lo quenos venga a la mente y permitir que las palabras, las imágenes

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mentales y los recuerdos fluyan libremente sin ningún tipo decensura. Pero esta técnica, al igual que otras aproximaciones ex-clusivamente verbales, pronto demostró ser una herramientade investigación relativamente débil. A mediados de este siglosurgió una nueva disciplina, denominada «psicología humanis-ta», que recurría al «trabajo corporal» e invitaba a la expre-sión plena de las emociones dentro del marco seguro del en-cuadre terapéutico. Esta aproximación «experiencial» aumentóla eficacia del trabajo en el nivel biográfico. Sin embargo, aligual que ocurría con las técnicas verbales, estas nuevas apro-ximaciones también se llevaban a cabo en estados ordinarios deconciencia.

La utilización terapéutica de los estados no ordinarios deconciencia que vamos a explorar en este libro arroja nueva luzsobre el material biográfico. El trabajo con los estados no ordi-narios de conciencia ratifica, por una parte, las afirmaciones dela psicoterapia tradicional y nos abre, por la otra, las puertas anuevas posibilidades que nos proporcionan una informaciónrevolucionaria sobre la naturaleza de nuestra vida. Para el psi-coanálisis y otras disciplinas afines, descubrir recuerdos repri-midos de la niñez y de la infancia puede suponer meses, o in-cluso años, de trabajo, pero la Respiración Holotrópica, ® por suparte, nos permite acceder a estados no ordinarios de concienciaen los que el material biográfico significativo procedente denuestra temprana infancia emerge a la superficie desde las pri-meras sesiones. De este modo, las personas no sólo tienen ac-ceso a recuerdos procedentes de su niñez y de sus primerosaños sino que también suelen conectar vívidamente con su na-cimiento, la vida del feto e, incluso, aventurarse en dominios dela experiencia que se hallan todavía más allá de su vida intrau-terina.

Este trabajo nos proporciona, además, una ventaja adicional.En lugar de limitarse a recordar los acontecimientos más tem-pranos de nuestra vida o de reconstruirlos a partir de pequeñosfragmentos procedentes de nuestros sueños y de nuestros re-

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cuerdos, los estados no ordinarios de conciencia nos propor-cionan la posibilidad de revivirlos. De este modo, podemosvolver a tener dos meses -o menos todavía- y experimentarnuevamente todas las cualidades emocionales, sensoriales y fí-sicas de la vivencia. En tal caso, experimentamos nuestro cuer-po como el cuerpo de un niño y nuestra percepción de la cir-cunstancia que nos rodea es primitiva, ingenua e infantil. Todoes experimentado con una inusual viveza y claridad. Hay bue-nas razones para creer que estas experiencias se remontan in-cluso al nivel celular.

Durante las sesiones experienciales con Respiración Holo-trópica,® es sorprendente ver la intensidad con la que las perso-nas son capaces de acceder a las experiencias más tempranas desu vida. No es inusual verlos cambiar de apariencia y compor-tarse como si realmente tuvieran esa edad. Quienes regresan a lainfancia adoptan expresiones faciales, posturas corporales, ges-tos y conductas de niños pequeños. Aunque las experienciasmuy tempranas incluyen la salivación y los movimientos auto-máticos de succión, lo más notable, sin embargo, es la presenciade reflejos neurológicos propios de esa edad, reflejos de succiónal más leve contacto con los labios y otros reflejos neurológicosaxiales característicos de esa edad.

Uno de los hallazgos más dramáticos en personas que re-gresan a estadios muy tempranos de su infancia es la presenciadel reflejo de Babinski. Para comprobar este reflejo -que formaparte de la batería de pruebas neurológicas de los pediatras- hayque presionar la planta del pie de los niños con un objeto pun-zante. Los más pequeños reaccionan extendiendo y abriendo losdedos ante este estímulo mientras que los mayores, por el con-trario, los flexionan. Los mismos adultos que reaccionan posi-tivamente a esta prueba en los momentos en que parecen estarreviviendo su infancia, reaccionan negativamente a ella, encambio, cuando reviven períodos posteriores de su vida y, comoes de esperar, presentan respuestas de Babinski normales cuan-do regresan al estado de conciencia ordinario.

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Existe otra diferencia importante entre la exploración delpsiquismo en estadios no ordinarios de conciencia y su explo-ración en condiciones normales. En los estados no ordinariosexiste una selección automática del material inconsciente conmayor carga y relevancia emocional. Es como si una especie de«radar interno» escrutara el psiquismo y el cuerpo en busca delos elementos más importantes y los trajera a nuestra menteconsciente. Este hecho tiene una importancia incalculable tantopara el terapeuta como para el cliente, ya que nos evita la tareade tener que decidir qué temas son importantes y cuáles no.Este tipo de decisiones normalmente están sesgadas porque de-penden de nuestro sistema de creencias particular, de nuestraformación o de nuestro acuerdo o desacuerdo con alguna de lasdistintas escuelas de psicoterapia.

Así pues, los estados no ordinarios de conciencia parecendisponer de una especie de radar que nos revela aspectos delreino biográfico que previamente habían pasado desapercibidosen nuestra exploración de la conciencia humana. Uno de losdescubrimientos más importantes en este sentido es el del im-pacto de los primeros traumas físicos en nuestro desarrolloemocional. El sistema de radar no sólo trae a la superficie el re-cuerdo de traumas emocionales sino que también nos presentael recuerdo de acontecimientos amenazantes para la supervi-vencia o la integridad de nuestro cuerpo físico. Uno de los prin-cipales beneficios inmediatos que se derivan de este trabajoconsiste en la liberación de las emociones y de los sistemas detensión que permanecen almacenados en el cuerpo como con-secuencia de estos traumas tempranos. En este sentido, los pro-blemas asociados con la respiración, como la difteria, la tosfe-rina, la neumonía o el riesgo de perecer ahogado, por ejemplo,desempeñan un papel especialmente importante.

La psiquiatría tradicional considera que este tipo de traumasfísicos puede provocar lesiones cerebrales pero no llega a reco-nocer su inmenso impacto sobre el nivel emocional. Sin em-bargo, quienes reviven experimentalmente sus traumas físicos

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no tienen la menor duda en reconocer las cicatrices que esosacontecimientos han dejado en su psiquismo. También resultafácil, en ese estado, tomar conciencia de la influencia de esostraumas sobre ciertas enfermedades psicosomáticas, como elasma, la migraña, la depresión, las fobias o, incluso, las ten-dencias sadomasoquistas. Por su parte, la expresión de estostraumas y su elaboración posterior suele tener un efecto tera-péutico que proporciona un alivio temporal o permanente de lossíntomas y una sensación de bienestar insospechada hasta esemomento.

Sistemas COEX: La llave de nuestro destino

Otro descubrimiento importante de nuestra investigación esque los recuerdos de las experiencias emocionales y físicas nose hallan almacenados en el psiquismo de manera aislada yfragmentaria sino que configuran complejas constelaciones, alas que denominamos Sistemas COEX ("systems of condensedexperience" [sistemas de experiencia condensada]). Cada sis-tema COEX contiene recuerdos cargados emocionalmente pro-cedentes de diferentes períodos vitales unidos por el denomi-nador común de compartir la misma cualidad emocional o lamisma sensación física. Cada COEX, pues, contiene numerososestratos, pero todos ellos se refieren a temas, sensaciones ycualidades emocionales muy concretos. En la mayor parte delos casos, los distintos estratos corresponden a los diferentes pe-ríodos de la vida de la persona.

Cada COEX se caracteriza por un tema propio. Una conste-lación COEX, por ejemplo, puede contener todos los recuerdoshumillantes, degradantes o vergonzosos mientras que el deno-minador común de otro COEX puede ser el terror a las expe-riencias claustrofóbicas y contener experiencias de asfixia ysensaciones asociadas a la opresión. Otro motivo COEX muyfrecuente es el rechazo y la deprivación emocional que nos lle-

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va a desconfiar de los demás. Son también particularmente im-portantes los sistemas COEX que se refieren a experienciasque amenazaron nuestra vida o los recuerdos en los que nuestrobienestar físico se hallaba seriamente en peligro.

Sería demasiado sencillo extraer la conclusión precipitada deque todos los sistemas COEX contienen material doloroso, perolo cierto, sin embargo, es que los sistemas COEX constelantambién experiencias positivas, experiencias de paz, beatitud oéxtasis que contribuyen a modelar nuestro psiquismo.

En los primeros estadios de mi investigación yo creía que lossistemas COEX gobernaban fundamentalmente los aspectosdel psiquismo conocidos como inconsciente individual. Al mis-mo tiempo, trabajaba con la premisa -aprendida durante miépoca de formación psiquiátrica- de que el psiquismo es unproducto exclusivo de la educación, es decir, del material bio-gráfico que se halla almacenado en nuestra mente. Pero en lamedida en que iba aumentando y enriqueciendo mi experienciacon los estados no ordinarios de conciencia comprendí que lasraíces de los sistemas COEX se remontan mucho más atrás delo que nunca hubiera imaginado.

Cada constelación COEX parece hallarse vinculada a un as-pecto muy concreto de la experiencia del nacimiento. Comoiremos viendo a lo largo de los siguientes capítulos, las expe-riencias del nacimiento, tan ricas y complejas en emociones ysensaciones físicas, contienen los temas fundamentales de todoslos sistemas COEX concebibles. Por otra parte, los sistemasCOEX pueden arraigar más allá de la experiencia perinatal yhundir sus raíces en la vida prenatal o en regiones transperso-nales tales como las experiencias de vidas pasadas, los arqueti-pos del «inconsciente colectivo» y la identificación con otrasformas de vida y procesos del universo. Mi experiencia y mi in-vestigación me han llevado al convencimiento de que los siste-mas COEX no sólo coordinan el funcionamiento de nuestro in-consciente individual, como creía anteriormente, sino queincluso pueden llegar a organizar todo nuestro psiquismo.

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Los sistemas COEX afectan a toda nuestra vida emocional,influyendo en el modo en que nos percibimos a nosotros mis-mos, a los demás y al mundo que nos rodea. En este sentido,constituyen la fuerza dinámica que subyace a nuestros síntomasemocionales y psicosomáticos y son los responsables de las di-ficultades de relación con nosotros mismos y con los demás.Existe una constante interrelación entre los sistemas COEX denuestro mundo interno y los acontecimientos del mundo exter-no. Los acontecimientos externos pueden reestimular los COEXque se hallan en nuestro interior y, al mismo tiempo, los siste-mas COEX pueden contribuir a modelar nuestra percepcióndel mundo y, a través de ella, nuestra acción puede favorecer laaparición de situaciones externas que reflejen las pautas denuestros sistemas COEX. Dicho de otro modo, nuestras per-cepciones pueden funcionar como un guión complejo medianteel cual re-creamos temas fundamentales de nuestros sistemasCOEX en el mundo externo.

Ejemplificaremos a continuación la función de los sistemasCOEX en nuestra vida con la historia de un hombre, al quellamaremos Peter, un profesor de treinta y siete años de edadque había sido tratado sin éxito antes de someterse a terapia psi-codélica en Praga. Su dramática experiencia, por otra parte su-mamente ilustrativa, tiene que ver con una época oscura de lahistoria de la humanidad y, quizás por ello, pueda resultar untanto desagradable para el lector. No obstante, la historia essumamente interesante en el contexto de nuestro tema porquenos ayuda a comprender la dinámica de los sistemas COEX ynos abre la posibilidad de liberarnos emocionalmente de lossistemas que nos causan dolor y sufrimiento.

En la época en la que comenzamos las sesiones experien-ciales, Peter apenas si podía llevar a cabo las actividades propiasde su vida cotidiana. Estaba obsesionado con la idea de encon-trarse con un hombre de cierta apariencia física, preferiblemen-te vestido de negro. Quería hacerse amigo de ese hombre y ex-presarle su urgente necesidad de ser encerrado en una oscura

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celda y ser sometido a torturas físicas y psicológicas. Era inca-paz de pensar en ninguna otra cosa y vagaba sin rumbo por laciudad visitando parques públicos, urinarios, bares y estacionesde ferrocarril en busca del «hombre adecuado».

En varias ocasiones logró persuadir a algunos hombres parallevar a cabo su deseo, pero su especial habilidad para tropezarcon personas con rasgos sádicos le llevó a ser robado, maltra-tado e incluso, en dos ocasiones, a punto de ser asesinado. Laspocas veces en las que había logrado realizar su deseo, la expe-riencia fue sumamente desalentadora pues se sentía muy ate-morizado y a disgusto con las torturas que padecía. Peter sufríadepresiones suicidas, impotencia sexual y eventuales ataquesepilépticos.

A medida que nos sumergimos en su historia personal, fuidescubriendo que sus problemas habían comenzado a aparecermientras trabajaba en Alemania durante la Segunda GuerraMundial, en donde fue obligado a realizar un trabajo esclavi-zante y sumamente peligroso. Durante esa época dos oficialesde las SS le forzaron a punta de pistola a realizar prácticas ho-mosexuales. Cuando finalizó la guerra y Peter y su familia fue-ron liberados siguió, no obstante, buscando relaciones homo-sexuales en las que desempeñaba un papel pasivo, lo cual lecondujo a fetichizar las ropas negras y la obsesión que hemosdescrito.

En sus esfuerzos por solucionar el problema, Peter se some-tió a quince sesiones consecutivas de terapia psicodélica. Du-rante este proceso salió a la luz un importante sistema COEXque nos proporcionó la clave para resolver definitivamente susproblemas. Como era de esperar, en los estratos más superfi-ciales de este COEX nos encontramos con las experienciastraumáticas recientes.

Un estrato más profundo de este sistema COEX albergabalos recuerdos de la época del Tercer Reich. En las sesiones ex-perienciales Peter revivió las terribles vejaciones a las que habíasido sometido por los oficiales de las SS y pudo comenzar a ad-

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vertir los complejos sentimientos relacionados con estos even-

tos. Asimismo revivió también otros recuerdos traumáticos dela guerra vinculados con la atmósfera opresiva de ese horribleperíodo histórico. Revivió así ostentosos desfiles y manifesta-ciones militares, banderas con esvásticas, estandartes con omi-nosas águilas y escenas de campos de concentración, por nom-brar sólo algunos de sus recuerdos.

Pero por debajo de este estrato, el sistema COEX conteníarecuerdos profundamente sepultados en los que revivió las múl-tiples ocasiones en las que había sido castigado brutalmentepor su padres, especialmente por un padre alcohólico que, cuan-do estaba ebrio, se convertía en una persona violenta y solíagolpear a Peter con una larga fusta de cuero. Su madre tambiénsolía castigarle encerrándole en un sótano oscuro sin agua ni ali-mento durante varias horas. Peter no podía recordar otra ropamás que la de color negro. En ese momento descubrió la pautade sus obsesiones y reconoció que sus deseos giraban en torno atodos los elementos de castigo que habían acompañado a esasexperiencias infantiles.

Peter prosiguió con su exploración experiencial de este sis-tema COEX y llegó a revivir el trauma de su nacimiento. En-tonces aparecieron vívidos recuerdos de esa época -que, unavez más, giraban en torno a la brutalidad física-. Esos recuer-dos fueron revelando poco a poco y de manera espontánea laspautas y modelos básicos de todos los elementos sádicos queparecían haber gravitado sobre toda su vida y recordó espacioscerrados y oscuros, situaciones de confinamiento físico y tor-turas físicas y emocionales.

Pero a medida en que iba reviviendo el trauma del naci-miento, Peter comenzó también a liberarse de sus obsesiones. Elhecho de haber localizado finalmente el origen fundamental desus sistemas COEX claves parecía contribuir a desmantelar-los. Así fue como, después de liberarse de los síntomas, pudocomenzar a disfrutar de la vida.

Aunque el descubrimiento de la importancia psicológica de

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los traumas físicos ha agregado dimensiones importantes alamplio reino biográfico del psiquismo, este trabajo, no obstan-te, permanece confinado a un territorio aceptado y conocidopor la psicología y la psiquiatría tradicional. Mi investigación-y la de muchos otros- acerca de los estados no ordinarios deconciencia me ha conducido, sin embargo, a territorios del psi-quismo que la ciencia y la psicología occidental están sólo co-menzando a explorar. Es por ello que la investigación sistemá-tica y abierta de estos dominios puede tener consecuenciasextraordinariamente importantes no sólo para la investigaciónpsiquiátrica de la conciencia humana sino también para la filo-sofía de la ciencia y, lo que es más, para toda la cultura occi-dental.'

El viaje interior: Los dominios más profundosde la conciencia

El tiempo que las personas invierten en explorar su tempra-na infancia en estados no ordinarios de conciencia varía consi-derablemente. No obstante, si siguen trabajando, más tarde omás temprano terminan trascendiendo los dominios de la his-toria individual y penetrando en territorios completamente nue-vos que, aunque ignorados por la psiquiatría académica occi-dental, no son completos desconocidos para la humanidad sinoque, por el contrario, han sido valorados y estudiados sistemá-ticamente por las antiguas culturas preindustriales desde losmismos orígenes de la historia.

Cuando nos aventuramos más allá de los acontecimientosbiográficos de la temprana infancia penetramos en un reino dela experiencia ligado al trauma del nacimiento biológico. En esenuevo territorio experimentamos emociones y sensaciones físi-cas de tal intensidad que superan, con mucho, lo que conside-ramos humanamente posible. Ahí nos encontramos con emo-ciones extremas y polares, una extraña combinación de vida y

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de muerte -dos aspectos no tan diferentes de la experienciahumana- en la que la sensación de peligro inminente va acom-pañada de una desesperada lucha por la supervivencia.

La mayor parte de las personas identifican esta experienciacon el trauma del nacimiento biológico. Es por ello que he ca-lificado a este dominio del psiquismo con el nombre de reinoperinatal. Este término es una palabra de origen grecolatinocompuesta del prefijo peri, que significa «cerca», o «alrede-dor», y de la palabra natalis, «perteneciente al nacimiento».En la terminología médica, el término perinatal suele utilizarsecon frecuencia para describir el proceso biológico que tienelugar poco antes, durante e inmediatamente después del mo-mento del nacimiento. No obstante, la medicina tradicional re-chaza la posibilidad de que el niño tenga la capacidad de regis-trar en su memoria las experiencias que rodean a su nacimiento.Es por ello que la psiquiatría tradicional no utiliza este términoy que mi empleo de él en el contexto de la conciencia -fruto demis investigaciones al respecto- sea inusual.

La exploración de los estados no ordinarios de conciencianos proporciona evidencia indiscutible de que los recuerdos dela experiencias perinatales permanecen realmente almacena-dos en nuestro psiquismo, a menudo en un nivel celular pro-fundo. Existen personas sin el menor conocimiento intelectualde su nacimiento que han sido capaces de rememorar, con ex-traordinaria riqueza de detalles, acontecimientos ligados a esaépoca de su vida (como el uso de fórceps, un parto de nalgas olas primeras reacciones de su madre, por ejemplo) que fueronconfirmados objetivamente, de manera reiterada, por los regis-tros del hospital o por el recuerdo de los adultos que presencia-ron el acontecimiento.

Las experiencias perinatales contienen ciertas emociones ysensaciones primitivas, tales como la ansiedad, la agresividadbiológica, el dolor físico y el ahogo, por ejemplo, que se hallantípicamente asociadas con el proceso del nacimiento. Las per-sonas que reviven la experiencia de su nacimiento también sue-

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len re-crear exactamente -con la postura y los movimientos desu cuerpo- la mecánica de su propio parto biológico. Este fe-nómeno se presenta tanto en aquellas personas que han estu-diado u observado el proceso del nacimiento como en aquellasotras que lo ignoran todo al respecto. También pueden aparecersobre la piel contusiones, hinchazones y otro tipo de fenómenosvasculares espontáneos en aquellos lugares en los que se aplicóel fórceps, en los que el canal del nacimiento presionó su cabe-za o en los que el cordón umbilical estranguló su garganta, por-menores, por otra parte, que suelen ser corroborados por los in-formes médicos o las personas que asistieron al parto.

Pero las experiencias perinatales tempranas no se encuentrancircunscritas al proceso del nacimiento, ya que los recuerdos pe-rinatales más profundos también pueden proporcionarnos unapuerta de acceso a lo que Jung denominaba inconsciente colec-tivo. Mientras estamos reviviendo el paso a través del canaldel nacimiento también podemos identificamos con aconteci-mientos experimentados por personas pertenecientes a otrostiempos y otras culturas e, incluso, con el proceso del naci-miento experimentado por animales o figuras mitológicas. Tam-bién podemos sentimos profundamente vinculados con quieneshan sufrido abusos, cárcel, torturas o algún tipo de persecu-ción. Es como si la conexión con la experiencia universal de lalucha del feto por nacer nos uniera, de una forma casi mística,con todos los seres que atraviesan, o han atravesado, circuns-tancias similares.

Los fenómenos perinatales manifiestan cuatro pautas expe-rienciales diferentes a las que denomino Matrices PerinatalesBásicas (MPB). Cada una de ellas está estrechamente relacio-nada con uno de los cuatro períodos consecutivos del partobiológico. En cada uno de estos estadios el niño atraviesa unaserie de experiencias que se caracterizan por la presencia deemociones, sensaciones físicas e imágenes simbólicas concre-tas, lo cual supone la presencia de matrices psicoespiritualesmuy individualizadas que modelan nuestra experiencia vital.

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Una apertura a nuevas dimensiones de la conciencia

Estas pautas también se reflejan en la psicopatología indivi-dual y social y en la religión, el arte, la filosofía, la política y to-dos los órdenes de la vida. De este modo, los estados no ordi-narios de conciencia pueden permitimos acceder a esos moldesy ayudarnos a comprender con mucha mayor claridad las fuer-zas que determinan nuestra vida.

La primera matriz, MPB I, a la que podemos llamar «Uni-verso Amniótico», se refiere a las experiencias intrauterinasprevias al comienzo del parto. La segunda matriz, MPB II, u«Opresión Cósmica, o Sin Salida», pertenece a las experienciasque tuvieron lugar entre el momento en que comienzan las con-tracciones y el momento en que tiene lugar la apertura del cue-llo de la matriz. La tercera matriz perinatal, MPB III, «Luchapor la Muerte y Renacimiento», está relacionada con la expe-riencia de atravesar el canal del nacimiento. La cuarta matriz,MPB IV, por último, tiene que ver con la experiencia de aban-donar el cuerpo de la madre. Cada una de las distintas matricesperinatales tiene sus aspectos biológicos, psicológicos, arquetí-picos y espirituales concretos.

En los próximos cuatro capítulos exploraremos el desarrollonatural de las matrices perinatales. Cada uno de ellos comienzacon un relato personal que describe las experiencias propiasde esa matriz, luego pasamos a estudiar los fundamentos bioló-gicos de la experiencia, la forma en que se traduce en un deter-minado símbolo en el interior de nuestro psiquismo y la mane-ra en que ese símbolo termina moldeando nuestra vida.

Deberíamos también advertir, por último, que el proceso deautoexploración no sigue necesariamente el orden secuencialnatural del proceso del nacimiento sino que nuestro propio radarinterno va seleccionando el material perinatal de acuerdo a unorden muy individualizado. No obstante, por motivos de sim-plicidad expositiva, presentaremos los siguientes cuatro capí-tulos siguiendo el orden biológico natural.

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PARTE II:

LAS MATRICES PERINATALES:

INFLUENCIAS QUE CONFIGURAN

LA CONCIENCIA HUMANA

DESDE LA VIDA PRENATAL Y EL

MOMENTO DEL NACIMIENTO

El sueño es la puerta más pequeña para penetraren el santuario más recóndito y profundo del almay acceder a esa noche cósmica primordial en laque descansa desde mucho antes de que existieraun ego consciente y que se extiende mucho másallá de lo que el ego consciente podrá jamás al-canzar.

CARL GusTAV JUNG, Recuerdos, sueños ypensamientos

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2. LA TOTALIDAD Y EL

UNIVERSO AMNIÓTICO: MPB I

Que alcances la paz entre las movedizas olas.Que alcances la paz entre el soplo del viento.Que alcances la paz en la tranquila tierra.Que alcances la paz de las fulgurantes estrellas.Que alcances la paz de la noche sosegada.Que la luna y las estrellas derramen sobre tisu curativa luzy alcances la más profunda paz.

Bendición tradicional gaélica

Asistido por un terapeuta y por una enfermera conveniente-mente entrenada, el hombre -un psiquiatra de unos treinta añosde edad- entró, lenta pero profundamente, en un estado altera-do de conciencia y penetró en los rincones más oscuros de sumente. Al principio no advirtió grandes cambios perceptuales yemocionales sino tan sólo leves síntomas físicos -un ciertomalestar, escalofríos, un gusto extraño y desagradable en laboca, náuseas y molestias intestinales y ligeros temblores y

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Las matrices perinatales

punzadas- que le hicieron pensar que debía de estar enferman-do de gripe.

Cada vez se hallaba más inquieto porque parecía que noocurría nada y que simplemente se estaba resfriando. Pensóentonces que había elegido equivocadamente el momento dellevar a cabo la experiencia porque creía que estaba a punto decaer enfermo. Luego decidió cerrar los ojos y dedicarse a ob-servar atentamente lo que le ocurría.

En el mismo momento en que cerró los ojos entró en un nivelde conciencia diferente y mucho más profundo, un nivel que le re-sultaba completamente nuevo. Tenía la extraña sensación de queestaba empequeñeciendo y de que su cabeza era desproporciona-damente más grande que su cuerpo y sus extremidades. Entoncescomprendió que lo que anteriormente había temido que fuera unagripe se había convertido en un conjunto de agresiones dañinas.Pero ¡no a un adulto sino a un feto! Se sentía suspendido en un lí-quido que contenía sustancias -con toda seguridad nocivas y hos-tiles- que llegaban a su cuerpo a través del cordón umbilical. Po-día degustarlas y su sabor era el de un extraño guiso, o soparancia, de yodo y sangre en descomposición.

Mientras esto ocurría, su parte adulta -la que se había for-mado como médico y se sentía orgullosa de su disciplinada vi-sión científica- observaba al feto desde la objetividad que con-fiere la distancia. El médico sabía que las agresiones tóxicas a suvulnerable estado procedían del cuerpo de su madre. Ocasional-mente reconocía algunas de las sustancias nocivas: especies, in-gredientes alimenticios inapropiados para un feto, sustanciasderivadas del humo de un cigarrillo, indicios de alcohol. Tam-bién era consciente de las emociones que experimentaba su ma-dre: en un momento una suerte de esencia química de la ansie-dad, de cólera en otro, de sentimientos con respecto al embarazoen un tercero e incluso de la misma excitación sexual.

La idea de que un feto pudiera tener experiencias conscien-tes desmentía todo lo que había aprendido en la facultad demedicina, pero la posibilidad de que pudiera ser consciente de

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La totalidad v el universo amniótico: MPB I

los matices de la relación que sostenía con su madre durante eseperíodo era, si cabe, más insólita todavía. En cualquier caso, sinembargo, lo cierto es que no podía negar la realidad de esas ex-periencias. Lo que estaba experimentando contradecía todo loque «sabía» y su faceta científica comenzó a verse en apuros.Entonces, en lugar de poner en duda la incuestionable validezde su experiencia, tomó la determinación de revisar sus creen-cias científicas -como había ocurrido tantas veces a lo largo dela historia- y la contradicción se desvaneció.

Tras unos momentos de conflicto, prescindió del pensa-miento analítico y aceptó todo lo que le estaba sucediendo. En-tonces desaparecieron los síntomas de gripe e indigestión. Leparecía estar conectando con el recuerdo de los períodos apaci-bles de su vida intrauterina. Su campo visual era claro y bri-llante y cada vez se hallaba más extasiado. Era como si lasmúltiples capas de telarañas que enturbiaban su visión se hu-bieran aclarado y disipado por arte de magia. El escenario quese hallaba ante él se abrió por completo y de pronto se encontróenvuelto por una luz resplandeciente y la energía fluía en formade sutiles vibraciones por todo su ser.

En cierto nivel era un feto experimentando la perfección ybeatitud de un buen útero o un recién nacido fundido con el pe-cho nutricio y dador de vida. En otro nivel, sin embargo, setransformó en el universo entero. Era testigo del espectáculo delmacrocosmos y de sus incontables y pulsátiles galaxias. Enciertos momentos contemplaba el espectáculo desde fuera, enotros, por el contrario, se convertía en el mismo espectáculo.Esa perspectiva cósmica resplandeciente y sobrecogedora seentremezclaba con la experiencia de un microcosmos igual-mente milagroso, en el que la danza de los átomos y las molé-culas daba lugar al surgimiento del mundo bioquímico y al des-pliegue del origen de la vida y de células individualizadas. Porprimera vez en su vida sentía que estaba experimentando eluniverso tal como es, un misterio insondable, un juego divinode la energía.

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Las matrices perinatales

Esta compleja y excepcional experiencia perduró duranteun tiempo que le pareció eterno. A veces se sentía como un fetotenso y enfermo; en otras, en cambio, experimentaba un estadointrauterino extraordinariamente beatífico y sereno. En ocasio-nes, las influencias nocivas asumían la forma de los demoniosarquetípicos o las criaturas malévolas propias de los cuentos dehadas. Comprendió entonces por qué los niños suelen fasci-narse con las historias míticas y sus extraños personajes. Algu-nas de sus comprensiones eran extraordinariamente importan-tes. El anhelo de un estado de satisfacción total, como el quepuede experimentarse en un buen útero o en un rapto de éxtasismístico, por ejemplo, parece ser la fuerza motivadora última detodo ser humano. Entendió entonces que el final feliz con el queconcluyen todos los cuentos de hadas es una expresión de eseanhelo. Comprendió también que el mismo deseo anida en elsueño revolucionario de un futuro utópico, en el impulso crea-tivo que mueve a los artistas a buscar la aceptación y el aplausoy en el ansia de posesiones, estatus y fama. Le resultó entoncesevidente que todas ésas eran respuestas al problema fundamen-tal del ser humano. En este sentido, ni siquiera los más espec-taculares logros alcanzados en el mundo externo podrán llegar asaciar ese deseo y la necesidad que se halla detrás de él. Elúnico camino para satisfacer ese anhelo es el de volver a co-nectarnos con esa faceta de nuestro inconsciente. Comprendióentonces súbitamente el mensaje de tantos maestros espiritualesde que la única revolución posible consiste en la transformacióninterior de cada ser humano.

Mientras revivía los recuerdos positivos de su existencia fe-tal experimentó una sensación de unidad con todo el universo.Ése era el Tao, el Más Allá Interno, el Tat tvam as¡ (Eso EresTú) de los Upanishads. Perdió la sensación de individualidad,su ego se disolvió y se transformó en todo lo existente. A vecesesa experiencia era intangible y desprovista de contenido, otras,en cambio, iba acompañada de todo tipo de visiones beatíficas:imágenes arquetípicas del Paraíso, el cuerno de la abundancia,

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La totalidad y el universo amniótico: MPB I

la Edad de Oro o la Naturaleza sin mácula. Se convirtió en peznadando entre aguas cristalinas, fue mariposa revoloteando so-bre las laderas de las montañas, se transformó en gaviota preci-pitándose sobre la superficie del océano. Fue océano, animal,planta, nube y, a veces, lo fue todo al mismo tiempo.

Luego no sucedió nada concreto, sólo una sensación de uni-dad con la naturaleza y el universo bañado en una luz doradacuya intensidad se amortiguaba lentamente. La experiencia fi-nalizó y regresó de mala gana a su estado habitual de concien-

cia. Mientras esto ocurría, sentía que acababa de atravesar unaexperiencia trascendente y que jamás volvería a ser el mismo.La armonía y la aceptación era total y tenía una visión global in-descriptible de la existencia.

Horas después estaba plenamente convencido de que la ex-periencia había sido fundamentalmente energética y espiritual yle resultaba difícil volver a aceptar sus viejas creencias sobre laexistencia física. Esa misma noche tuvo la profunda sensaciónde estar curado y completo y de haber regresado a un cuerpoque funcionaba perfectamente bien.

Pero en los meses que siguieron nuestro psiquiatra obtuvomás preguntas que respuestas. Si la experiencia hubiera sido ex-clusivamente intelectual le hubiera resultado mucho más sen-cillo olvidarse de todo. Los libros y las películas pueden ayu-darnos a comprender intelectualmente ciertas cosas, pero loque había ocurrido iba mucho más allá de todo eso. Su expe-riencia había sido fundamentalmente sensorial, plena de sensa-ciones físicas extraordinarias repletas de extraños contenidos.Había experimentado los aspectos oscuros y luminosos de lavida, había sentido la enfermedad causada por las toxinas que lebombardeaban en el útero y luego, súbitamente, la inexplicablelucidez.

Es evidente que algunos de los datos que experimentó enesos extraños dominios podían proceder de los libros que habíaleído o de las películas que había visto, pero ¿cómo podemosexplicamos la procedencia de sensaciones tan minuciosas como

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Las matrices perinatales

las que vivió? ¿Cómo pudo llegar a percibir las sensacionescaracterísticas del estadio fetal de su vida? No cabe la menorduda de que su conciencia le estaba proporcionando una infor-mación tan asombrosamente detallada, compleja y concreta quejamás antes hubiera soñado que fuera posible. Había sentido launidad con el universo, el Tao, había experimentado la disolu-ción de su ego y la fusión con toda la existencia. Pero, si todoeso era cierto, se vería obligado a renunciar a las creencias quesostenía anteriormente de que nuestra mente sólo contiene el re-cuerdo de las situaciones que hemos experimentado de manerainmediata a partir del momento de nuestro nacimiento.

¿Que cómo puedo saber tanto sobre las preguntas que agui-joneaban la mente de este psiquiatra? Lo sé porque acabo dedescribir mi propia experiencia. Por otra parte, en la investiga-ción profunda de la conciencia estas experiencias no son extra-ñas ni infrecuentes. Mi caso, por el contrario, constituye unejemplo más del singular conjunto de experiencias que suelenaparecer en los miles de sesiones similares a los que he asistidoen el curso de los últimos treinta años.

Características biológicas y psicológicasde la MPB I

Los rasgos fundamentales de esta matriz y las imágenesque se originan en ella reflejan la simbiosis natural existenteentre la madre y el niño durante ese estadio del desarrollo. Noconviene olvidar que, en ese período, la conexión biológica yemocional existente entre el feto y la madre es tan estrechacomo la que existe entre un órgano y el organismo en que sehalla. Durante este período de la vida intrauterina las condicio-nes que rodean al feto son casi ideales. La placenta proporcionacontinuamente el oxígeno y los nutrientes necesarios para elcrecimiento del feto y se encarga también de eliminar los pro-ductos de desecho. El líquido amniótico le protege de los ruidos

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La totalidad y el universo amniótico: MPB I

y los golpes, y el cuerpo de la madre y la temperatura del úteropermanecen relativamente estables. Se trata de un entorno se-guro y protector en el que todas las necesidades son satisfechasde inmediato sin el menor esfuerzo por su parte.

Esta imagen de la vida intrauterina puede parecer maravi-llosamente segura pero debemos tener en cuenta que no siemprees así. En el mejor de los casos, las condiciones óptimas sóloson perturbadas ocasionalmente y durante un corto período detiempo. La madre, por ejemplo puede beber alcohol, fumarse uncigarrillo o comer ciertos alimentos que causen malestar alniño. La madre puede permanecer en un ambiente muy ruidosoo incomodar al niño y a sí misma conduciendo por una carrete-ra llena de baches. También puede enfermar y coger un resfria-do o una gripe, como cualquier otra persona. Además, el fetotambién puede experimentar, en ciertos aspectos, la actividadsexual de la madre, especialmente en los últimos meses delembarazo.

En los casos peores, sin embargo, la vida intrauterina puederesultar extraordinariamente incómoda ya que una infección,una enfermedad endocrina o metabólica o una intoxicación gra-ve de la madre pueden poner seriamente en peligro la supervi-vencia del feto. También podríamos mencionar la presencia deciertas «emociones tóxicas», como la ansiedad, la tensión o losataques de angustia, por ejemplo. Por otra parte, la tensión la-boral, la intoxicación crónica, la adicción o los malos tratos a lamadre pueden también influir en la calidad del embarazo. La si-tuación puede llegar a ser tan grave como para terminar de-sencadenando un aborto espontáneo. No es infrecuente, por úl-timo, que, durante el trabajo experiencia) profundo, las personasdescubran secretos familiares muy bien guardados como, porejemplo, que no fueron niños deseados o que su madre intentóabortar en los primeros estadios de su vida fetal.

La moderna obstetricia sólo tiene en cuenta aquellas expe-riencias negativas de la vida fetal que ponen en peligro el de-sarrollo biológico del organismo. Desde el mismo punto de

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Las matrices perinatales

vista, cualquier trastorno en el desarrollo psicológico del niño seconsidera como una simple secuela de una lesión orgánica delcerebro. No obstante, las experiencias descritas por quieneshan re-experimentado este nivel en estados no ordinarios deconciencia demuestran -de manera incuestionable- que, desdelos estadios más primitivos de la vida embrionaria, la concien-cia del niño puede verse afectada por un amplio rango de in-fluencias nocivas. Siendo así, deberíamos aceptar que, de lamisma manera que existe un «buen pecho» y un «mal pecho»,también existen un «buen útero» y un «mal útero». 1~n estesentido, las experiencias positivas del útero desempeñan un pa-pel tan importante en el desarrollo del niño como las experien-cias positivas de la lactancia.

Muchas personas que atraviesan por estados no ordinariosde conciencia hablan de manera extraordinariamente vívida desus experiencias intrauterinas. Se experimentan como seresmuy pequeños y con una cabeza desproporcionadamente gran-de con respecto al cuerpo. Pueden sentir el fluido amniótico queles rodea y, en ocasiones, hasta la misma presencia del cordónumbilical. Si uno conecta con un período de la vida intrauterinaen la que no existían perturbaciones, las experiencias estánasociadas a un estado de conciencia beatífico en el que no exis-te la menor dualidad entre sujeto y objeto. Se trata de un estado«oceánico» carente de fronteras en el que no hay diferenciaentre nosotros mismos y el organismo materno o el mundo ex-terno que nos rodea.

Esta experiencia fetal puede manifestarse de diferentes ma-neras. El aspecto oceánico de la vida embrionaria puede fo-mentar una identificación con formas de vida acuática como ba-llenas, delfines, peces, medusas o hasta algas. La sensación deausencia de fronteras que experimentamos en el útero maternopuede también evidenciarse como «unidad» con el cosmos. Ental caso, uno puede identificarse con el espacio interestelar,con diversos cuerpos celestes, con una galaxia o con la totalidaddel universo. Hay personas que se han identificado con astro-

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La totalidad v el universo amniótico: MPB I

nautas flotando ingrávidos en el espacio, atados a la «nave no-driza» mediante un conducto umbilical «dador de vida».

El hecho de que un buen útero satisfaga incondicionalmentelas necesidades del feto proporciona el fundamento biológicopara el símbolo de la «Madre Naturaleza», una entidad beatífi-ca, segura y nutricia. En estados no ordinarios de conciencia es-tas experiencias pueden convertirse en las imágenes maravi-llosas de lujuriosas islas tropicales, vergeles abarrotados defrutas, campos de maíz en sazón o los opulentos jardines vege-tales de las terrazas andinas. También existe la posibilidad deque la experiencia fetal nos conduzca a los dominios arquetípi-cos del inconsciente colectivo y, en lugar del cielo de los astró-nomos o de la naturaleza de los biólogos, nos encontremos enlos reinos celestiales y los Jardines del Paraíso de los que noshablan las mitologías de todas las culturas del mundo. Así pues,el simbolismo característico de MPB I aparece lógicamente en-tretejido con elementos fetales, oceánicos, cósmicos, natura-les, paradisíacos y celestiales.

El estado de éxtasis y unidad cósmica

Las experiencias propias de la MPB I están cargadas de aso-ciaciones místicas y suelen experimentarse como algo santo osagrado, aunque quizás resultaría más adecuado calificarlas-como hacía C.G. Jung para eludir cualquier tipo de connota-ción religiosa- de numinosas. Este tipo de experiencias vaacompañado de la sensación de haber penetrado en una dimen-sión superior de la existencia. Las experiencias propias de laMPB I suelen tener un importante componente espiritual, alque suele describirse como una sensación profunda de unidad yde éxtasis cósmico, estrechamente ligado a las experienciasque acompañan a un buen útero: paz, tranquilidad, sosiego,alegría y beatitud. En ese estado, nuestra percepción cotidianadel espacio y del tiempo parecen desvanecerse y nos converti-

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mos en un «ser puro». El lenguaje es tan impropio para expresarla esencia de este estado que solemos referirnos a él diciendoque es «indescriptible» o «inefable».

Las descripciones de la unidad cósmica están plenas de pa-radojas que violan la lógica aristotélica. En la vida cotidiana,por ejemplo, creemos que las cosas no pueden ser y no serellas mismas al mismo tiempo, o que no pueden ser nada másque lo que son. «A», por ejemplo, no puede ser «no A» nitampoco puede ser «B». Una experiencia de unidad cósmica,sin embargo, puede «carecer de contenido y abarcar, al mismotiempo, a todo lo que es», o también podemos sentir que «ca-recemos de ego» y experimentar que nuestra conciencia se haexpandido hasta llegar a englobar a todo el universo. Podemosllegar a sentimos humillados y sobrecogidos por nuestra propiainsignificancia y tener simultáneamente la sensación de serextraordinariamente importantes, pudiendo llegar, incluso, enocasiones, a identificarnos con Dios. Podemos percibirnos anosotros mismos como existiendo y no existiendo simultánea-mente, o percibir vacíos a todos los objetos materiales mientrasla vacuidad aparece colmada de formas.

En el estado de unidad cósmica suele experimentarse la po-sibilidad de acceder de manera directa, inmediata e ilimitada atodo el conocimiento y sabiduría del universo, lo cual no supo-ne, sin embargo, que dispongamos de una pormenorizada in-formación técnica que tenga una aplicación práctica sino que setrata, más bien, de una especie de revelación sobre la naturale-za de la existencia. Estas sensaciones suelen ir acompañadas dela certeza de que este conocimiento es mucho más valioso y«real» que las creencias y percepciones que sostenemos y com-partimos en la vida cotidiana. Los antiguos upanishads hindúesse refieren a esta comprensión profunda en los misterios últimosde la existencia cuando hablan de «eso, el conocimiento que nosproporciona el conocimiento de todas las cosas».

El rapto asociado con la MPB I suele describirse como un«éxtasis oceánico». Cuando veamos la sección correspondiente

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La totalidad y el universo amniótico: MPB I

a la MPB III nos encontraremos con una forma de arrebatomuy diferente asociada con el proceso de muerte-renacimientopara el que he acuñado el término éxtasis volcánico, un salvajearrebato dionisíaco, la explosión de una enorme cantidad deenergía, el fuerte impulso a la actividad febril. La energía oceá-nica de la MPB I, que podría ser calificada de apolínea, implica,por su parte, la supresión armónica de todas las fronteras enuna clima de sosiego y paz. Con los ojos cerrados y el cuerpo in-móvil, se manifiesta como una experiencia interna indepen-diente que participa de los atributos que acabamos de describirpero, cuando abrimos los ojos, se transforma en una sensaciónde fusión, de «ser uno» con todo lo que nos rodea.

En el estado oceánico, el mundo parece ser indescriptible-mente radiante y hermoso. La necesidad de razonar se ve drás-ticamente atenuada y el universo «deja de ser un rompecabezasque debemos comprender para convertirse en un misterio quedebemos experimentar». Todo parece absolutamente perfecto ycasi resulta imposible encontrar algo negativo en la existencia.Esta sensación de perfección llega incluso a ser aparentementecontradictoria, como Ram Dass resume muy sucintamente conuna frase que escuchó a su guru del Himalaya: «El mundo esabsolutamente perfecto, incluida nuestra insatisfacción ynuestros intentos por cambiarlo». Cuando experimentamosel estado oceánico, el mundo entero parece un lugar acogedoren el que podemos sentirnos seguros y es muy probable, portanto, que asumamos una actitud infantil, pasiva y depen-diente. En ese estado el mal parece efímero, irrelevante e, in-cluso, inexistente.

La sensación de éxtasis oceánico está estrechamente vincu-lada con las «experiencias cumbre» de las que hablaba Abra-ham Maslow, quien las caracterizaba del siguiente modo: unasensación de plenitud, unidad e integración; sin esfuerzo y re-lajado; completamente nosotros mismos; utilizando plenamen-te todas nuestras capacidades; libres de bloqueos, inhibiciones ymiedos; espontáneos y expresivos; en el aquí y el ahora; psi-

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quismo y espíritu puro; sin deseos ni necesidades; al mismotiempo infantiles y maduros y con una gracia que se halla mu-cho más allá de las palabras. Mis observaciones sobre el éxtasisoceánico son el fruto de un trabajo experiencial de regresiónmientras que las descripciones de Maslow, por su parte, pro-vienen de su estudio de las experiencias cumbre espontáneasque tienen lugar en la vida adulta. El estrecho paralelismo exis-tente entre ambas sugiere que la raíz de algunas de nuestrasmotivaciones más poderosas se remonta a una etapa vital mu-cho más remota de lo que los psicólogos han considerado posi-ble hasta ahora.

La agonía de un «real útero»

Hasta ahora hemos explorado el complejo simbolismo aso-ciado con el «buen útero», las experiencias intrauterinas apaci-bles. Las perturbaciones prenatales, por su parte, tienen suspropias características distintivas y, a menos que sean muy ex-tremas -como el peligro de muerte, el intento de aborto o unagrave intoxicación, por ejemplo-, sus síntomas suelen ser rela-tivamente leves. Se trata de experiencias notablemente dife-rentes a las desagradables y dramáticas manifestaciones aso-ciadas con el proceso del nacimiento (como las imágenes deguerras, escenas sadomasoquistas, sensaciones de ahogo, dolory presión insoportables, violentos temblores y contracción es-pástica de los grandes músculos). La mayor parte de los pro-blemas de la vida intrauterina tienen que ver con agresiones quí-micas y, por consiguiente, los temas predominantes estánrelacionados con la naturaleza inhóspita y contaminada, el en-venenamiento y peligrosas influencias malignas.

La cristalina transparencia del océano puede enturbiarse ytransformarse en algo sombrío y ominoso repleto de todo tipode peligros subacuáticos ocultos. Algunos de ellos pueden per-cibirse como criaturas de naturaleza grotesca, como presencias

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La totalidad y el universo amniótico: MPB I

demoníacas de aspecto aterrador, amenazante y malvado. Unopuede identificarse con peces y otras formas de vida acuática

amenazadas por la contaminación industrial de los ríos y de

los océanos o como embriones de pollo antes de la incubación

amenazados por su propios productos de desecho. De manera

similar, la visión de un cielo cuajado de estrellas característicade las experiencias relacionadas con un buen útero pueden ver-se súbitamente empañada por la niebla y por la bruma. Lasperturbaciones visuales se parecen a las imágenes distorsiona-das de las pantallas de televisión en mal estado.

También son propias de un mal útero las escenas de residuosindustriales, guerras químicas, vertidos tóxicos que contaminanel aire y la identificación con prisioneros que mueren en las cá-maras de gas de los campos de concentración. Uno tambiénpuede sentir la presencia casi tangible de entidades malévolas,influencias extraterrestres y fuerzas astrológicas. En tal caso, ladisolución de las fronteras -que en los episodios de vida in-trauterina sin perturbaciones conlleva una sensación de uniónmística con el mundo- se transforma en una sensación de des-concierto y amenaza que nos hace sentir vulnerables a los ata-ques del mal y, en caso extremo, puede terminar conduciendo auna distorsión paranoide de nuestra percepción del mundo.

En los dominios de la experiencia transpersonal

Como ya hemos visto en el relato que iniciaba este capítulo,el mundo prenatal propio de las MPB I suele servir de puerta deentrada a los dominios transpersonales del psiquismo que des-cribiremos detalladamente más adelante. Aunque nos identifi-quemos con las experiencias de un buen o de un mal útero, po-demos también experimentar fenómenos transpersonalesespecíficos que comparten ciertas emociones y sensaciones fí-sicas con esos estados. A veces estas experiencias pueden re-montarse muy atrás en el tiempo y referirse a episodios de la

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Las matrices perinatales

vida de nuestros ancestros -humanos o animales- y secuen-cias y flashbacks kármicos procedentes de otros períodos de lahistoria humana. En otras ocasiones, por último, podemos tras-cender las fronteras que nos hacen sentir separados del resto delmundo y llegar a fundirnos con personas, grupos, animales,plantas e, incluso, procesos inorgánicos.

Entre todas estas experiencias destacan, por su especial in-terés, los encuentros con diversas entidades arquetípicas, par-ticularmente las deidades beatíficas o airadas. El estadio deléxtasis oceánico suele ir acompañado de la visión de deidadesbondadosas, como la Madre Tierra y otras Grandes DiosasMadres, el Buda, Apolo, etcétera. Por otra parte, como ya men-cionábamos anteriormente, las perturbaciones de la vida in-trauterina suelen ir acompañadas de imágenes de demoniosprocedentes de diferentes culturas. En el trabajo experiencialavanzado, los participantes suelen tener revelaciones que fa-vorecen la integración de la experiencia de un buen útero y deun mal útero y una comprensión profunda que les permite des-cubrir la función que cumplen todas estas deidades en el ordencósmico.

Ilustremos ahora la integración entre el buen y el mal útero,con algunas de las notas aportadas por Ben, un hombre que,mientras revivía experiencias de su vida intrauterina, nos hablóde su encuentro con seres arquetípicos que le permitieron com-prender ciertos aspectos característicos de las deidades y de-monios propios de los panteones hindúes y tibetanos. Ben com-prendió súbitamente la relación existente entre el estado deBuda sedente sobre un loto en postura de meditación profunda yla situación que experimenta un feto en un buen útero. La paz,tranquilidad y gozo del Buda, aunque no idéntica a la beatituddel feto, comparte con él ciertas características, por decirlo así,«en una octava superior». Los demonios que rodean al Buda yque suelen acechar su paz en las estampas hindúes y tibetanas leparecieron también una representación adecuada de las pertur-baciones que pueden acompañar a las MPB I.

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La totalidad y el universo amniótico: MPB I

Ben distinguió dos tipos de demonios, los demonios agresi-vos, feroces y sedientos de sangre (representados con dientes,puñales y lanzas), que simbolizan los peligros y sufrimientosque acompañan al proceso del nacimiento biológico, y los de-monios insidiosos, aterradores y traicioneros, que simbolizanlas influencias nocivas de la vida intrauterina. En otro niveldiferente, Ben también experimentó lo que no dudó en inter-pretar como recuerdos de reencarnaciones pasadas. En su opi-nión, ciertos elementos de su «mal karma» habían entrado en suvida en forma de perturbaciones embrionarias, el trauma del na-cimiento y las experiencias negativas asociadas con la lactanciay comprendió que las experiencias de un «mal útero», del trau-ma del nacimiento y de un «mal pecho» eran los puntos crucia-les a través de los cuales las influencias kármicas del pasado lle-gaban a afectara su vida presente.'

Los aspectos psicológicos y espirituales de las MPB I sue-len ir acompañados de determinados síntomas físicos. Así,mientras que las experiencias de un buen útero confieren unasensación profunda de salud y bienestar fisiológico, la revivis-cencia de traumas intrauterinos, por su parte, conlleva una di-versidad de manifestaciones físicas desagradables, las más co-munes de las cuales son los síntomas que suelen acompañar aun resfriado o una gripe, dolores musculares, escalofríos, lige-ros temblores y una sensación de malestar general. Igualmentefrecuentes son los síntomas asociados a la resaca, como dolorde cabeza, náuseas, malestar intestinal y gases. Estas sensa-ciones pueden ir acompañadas de un gusto desagradable en laboca que las personas describen de diferentes modos comosangre en descomposición, yodo, sabor metálico o, más sim-plemente, «veneno». Nuestro intento de confirmar este tipode experiencias nos ha llevado a descubrir que, en tales casos,la madre estaba enferma durante el embarazo, tenía hábitosalimenticios inadecuados, trabajaba o vivía en ambientes tóxi-cos o era adicta al alcohol o las drogas.

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Las matrices perinatales

Donde se funden las experiencias adultasy perinatales

Además de todos los aspectos que acabamos de mencionar,las MPB I suelen estar asociadas a ciertos recuerdos de la vidapostnatal. Los aspectos positivos de esta matriz representan elfundamento natural sobre el que se apoyan todas las experien-cias agradables de nuestra vida (sistemas COEX positivos).Durante el trabajo experiencial sistemático, la gente suele des-cubrir la profunda relación existente entre el éxtasis oceánicode las MPB I y los recuerdos de los períodos felices de la in-fancia y la adolescencia, como el juego despreocupado y go-zoso con compañeros o ciertos episodios armoniosos de lavida familiar. Las relaciones positivas, los amores intensos ylas relaciones sexuales placenteras también suelen estar aso-ciados a períodos positivos de la vida fetal. En el trabajo ex-periencial profundo, las personas suelen comparar el éxtasisoceánico que acompaña a un buen útero con ciertas formas derapto que podemos experimentar durante la vida adulta.

La contemplación de escenarios naturales de gran belleza-como, por ejemplo, el esplendor de un amanecer o de un cre-púsculo, la pacífica majestad del océano, la imponente grande-za de una montaña coronada de nieve o la mística de la auroraboreal- puede reestimular muchas de las experiencias asociadasa esta matriz. Del mismo modo, el misterio insondable de uncielo estrellado contemplado junto a una gigantesca sequoiade tres mil años de edad o la exótica hermosura de las islastropicales puede evocar también sensaciones muy próximas alas de la MPB I. Por otra parte, este tipo de estados mentalestambién pueden ser reestimulados por creaciones humanas es-tética o artísticamente inusuales, como la música inspirada, lasgrandes pinturas o las espectaculares edificaciones de los anti-guos palacios, catedrales o pirámides. En las sesiones en las quepredomina la primera matriz perinatal todas estas imágenessuelen emerger de manera espontánea.

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La totalidad y el universo amniótico: MPB I

Del mismo modo que las experiencias positivas de la vidaadulta pueden ponernos en contacto con los recuerdos de unbuen útero, las experiencias negativas, por su parte, son capacesde despertar el recuerdo de las perturbaciones de la vida in-trauterina. En tal caso podemos descubrir las molestias gastroin-testinales asociadas a una intoxicación alimenticia o la resaca y elmalestar asociados a una infección vírica. La contaminación delaire y del agua y la ingestión de diversos tipos de tóxicos sontambién factores desencadenantes. Indirectamente, las imágenesde contaminación de la naturaleza, de vertidos industriales y dedepósitos de chatarra pueden producir el mismo efecto. Lasexperiencias submarinas suelen también constituir un poderosorecordatorio de la vida intrauterina. La inocente belleza de unarrecife de coral con sus coloridos peces tropicales pueden des-pertar las sensaciones del éxtasis oceánico del útero y, por elcontrario, nadar entre aguas turbias y contaminadas o encon-trarse con peligros submarinos pueden recrear la constelaciónpsicológica que acompaña a un mal útero. Desde este punto devista, en las últimas décadas el ser humano ha modificado con-siderablemente la biosfera de nuestro planeta en la dirección deun mal útero.

Comienza una nueva fase

Pero sea lo que fuere lo que hayamos experimentado en elútero, esa situación llega a su fin a partir de un determinadomomento. El feto debe sufrir la transición de un organismoacuático simbiótico a una forma de existencia completamentediferente. Aun en el caso de tratarse de un parto sin proble-mas, ésta constituye una verdadera prueba de fuego, un verda-dero viaje épico plagado de peligros físicos y emocionales. Enel momento en que comienza el parto el universo intrauterinodel feto se ve seriamente perturbado. Los primeros signos deesta perturbación son muy sutiles y consisten en ligeros cam-

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Las matrices perinatales

bios hormonales. Con la aparición de las primeras contraccio-nes, sin embargo, estos cambios son cada vez más intensos ydramáticos. El feto comienza entonces a experimentar una in-tensa sensación de malestar físico y una situación de extremaalarma. Con las primeras señales del comienzo del proceso delnacimiento, la conciencia del feto penetra en un conjunto de ex-periencias completamente diferentes a lo que ha conocido has-ta ese momento, las experiencias asociadas a la MPB II -lapérdida del universo amniótico y el comienzo del proceso delnacimiento-, una fase del temprano drama de la vida que será elobjeto del siguiente capítulo.

3. LA EXPULSION DEL

PARAÍSO: MPB II

Los dolores corporales eran tan insoportables, quecon haberlos pasado en esta vida gravísimos, (..1jno es todo nada en comparación de lo que allísentí, y ver que había de ser sin fin y sin jamás ce-sar. Esto no es, pues, nada, en comparación delagonizar del alma, un apretamiento, un ahoga-miento, una aflicción tan sensible y con tan de-sesperado y afligido descontento que yo no sécómo lo encarecer.

SANTA TERESA DE ÁVILA, Vida

Apenas comenzó la sesión se encontró en el despreocupadouniverso de un niño satisfecho. Todas sus percepciones, senti-mientos y sensaciones eran infantiles. La experiencia era tanreal y auténtica que incluso salivaba y eructaba y sus labiosrealizaban movimientos involuntarios de succión. De tanto entanto, sin embargo, estas imágenes se entremezclaban con es-cenas tensas y conflictivas del mundo de los adultos. El con-

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Las matrices perinatales

traste entre el sencillo mundo del niño y las dificultades de lavida adulta le resultaba doloroso y parecía despertar en él el de-seo profundo de volver a la primitiva felicidad infantil. Pre-senció imágenes de asambleas religiosas, mítines políticos ymultitudes buscando la seguridad que proporcionan las organi-zaciones y las ideologías. Entonces comprendió súbitamenteque lo que todos ellos albergaban en su interior era el anhelo deregresar a la experiencia primal de éxtasis oceánico que él aca-baba de revivir en el útero y en el pecho de su madre.

El clima era cada vez más ominoso y parecía plagado deamenazas ocultas. La habitación comenzó a dar vueltas y pron-to se vio arrastrado hasta el mismo centro de un turbulento re-molino. Recordó entonces la sobrecogedora descripción de unasituación similar hecha por Edgard Allan Poe en Descenso alMaélstrom. Todos los objetos de la habitación parecían girar asu alrededor y de pronto apareció en su mente otra imagen lite-raria, el ciclón de El mago de Oz, de Franz Baum, que aparta aDorothy de su monótona vida en Kansas y la arrastra a través deun insólito viaje plagado de aventuras. Esta experiencia era in-dudablemente similar a la entrada en la madriguera del conejode Alicia en el País de las Maravillas y estaba impaciente pordescubrir el mundo que encontraría del otro lado del espejo.Todo el universo parecía colapsarse sobre él y no podía hacernada para atajar la sensación apocalíptica de ser tragado.

Cuanto más penetraba en el laberinto de su inconsciente,mayor era su ansiedad, rayana ya en el pánico. Todo era tene-broso, opresivo y aterrador. Era como si soportara el peso delmundo entero y sentía una enorme presión hidráulica que ame-nazaba con hacer estallar su cráneo y convertir su cuerpo en unapartícula minúscula y extraordinariamente densa. El malestar seconvirtió en dolor y el dolor terminó transformándose en ago-nía. El tormento era tan intenso que sentía como si cada célulade su cuerpo estuviera siendo perforada con el taladro de undentista diabólico.'

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La expulsión del paraíso: MPB II

El útero absorbenteEl relato anterior ilustra la forma en que un adulto puede re-

vivir las primeras fases del proceso del nacimiento y tambiénmuestra que el recuerdo de ser expulsado del útero y atravesarel difícil canal del nacimiento puede entremezclarse con ciertassituaciones adultas que comparten características similares. Elfundamento biológico de la MPB II descansa en la última etapade la vida intrauterina y en la aparición de las primeras con-tracciones. Al comienzo, los cambios son fundamentalmentequímicos, pero luego adquieren una naturaleza predominante-mente mecánica, de modo que las señales hormonales y loscambios bioquímicos en los organismos de la madre y del niñoque anuncian el comienzo del parto son pronto acompañadospor una intensa actividad muscular uterina.

Así pues, el mismo útero que durante el embarazo normal esrelativamente amable y previsible comienza a sufrir fuertescontracciones periódicas. A partir de ese momento, el mundodel feto se hace cada vez más opresivo y apremiante causandoansiedad y un gran malestar físico. Cada contracción comprimelas arterias uterinas y dificulta el intercambio de sangre entre lamadre y el feto. Se trata de una situación muy alarmante para elfeto porque supone una interrupción del suministro de oxígenoy de alimento vital, y la ruptura definitiva de ciertas conexionesmuy importantes con el organismo materno. En ese momento,el cuello del útero permanece todavía cerrado. De este modo,las contracciones -con la cérvix cerrada- y los cambios bio-químicos desfavorables terminan combinándose para crear unentorno tan doloroso y amenazante como para provocar en elfeto la sensación de que no existe ningún modo de escapar de lasituación. No es de extrañar, pues, que, en esta matriz, la muer-te y el nacimiento se hallen tan estrechamente relacionados.

El lapso de tiempo durante el cual el feto permanece en estedifícil callejón sin salida varía considerablemente de persona enpersona. Para algunos consiste en unos pocos minutos, para

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Las matrices perinatales

otros, en cambio, dura varias horas. La sensación de sentirseatrapado es habitual antes de la apertura del cuello del úteropero, en ciertos casos, el proceso del nacimiento puede verseperturbado incluso en estadios posteriores. Existen una serie deposibles problemas adicionales que impiden el desarrollo nor-mal del parto: la pelvis de la madre puede ser demasiado estre-cha, las contracciones del útero demasiado débiles o la placen-ta puede bloquear la apertura del útero; en otras ocasiones, encambio, el niño es demasiado grande o yace en una posiciónirregular que perturba el proceso del nacimiento. Todas estascircunstancias pueden convertir el ya difícil proceso del naci-miento en algo todavía más traumático de lo normal. Obvia-mente, en las sesiones experienciales en las que la persona re-vive su propio nacimiento podemos encontrarnos con todos loselementos que acabamos de mencionar.

Pero los factores biológicos no son los únicos que determi-nan nuestra experiencia de esta matriz perinatal. Los informesde quienes han participado en sesiones y talleres de terapia ex-periencial profunda indican que también es posible revivir elmiedo y la confusión de una madre inexperta, de una madre ne-gativa o de una madre muy ambivalente con respecto al niño.Pareciera así como si las emociones contradictorias de la madrepudieran obstaculizar la interacción fisiológica normal entrelas contracciones del útero y la apertura del cuello de la matriz,lo cual, a su vez, puede perturbar, prolongar o complicar la di-námica natural del proceso del nacimiento.

Atrapado en un inundo hostil

Desde un punto de vista subjetivo, el hecho de revivir elcomienzo del parto va acompañado de una gran ansiedad y deuna sensación de inminente peligro de muerte. Pareciera comosi todo el universo se hallara amenazado por un peligro miste-rioso que eludiera todos nuestros esfuerzos por identificarlo. Al

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La expulsión del paraíso: MPB II

comienzo se trata de una serie de cambios de naturaleza quími-ca que pueden experimentarse como una enfermedad o una in-toxicación y, en casos extremos, la persona puede llegar a ex-perimentar la paranoia o el miedo de hallarse realmente enpeligro. El intento del sujeto de encontrar una explicación aesta situación amenazante puede llevarle a atribuirla a venenos,radiaciones electromagnéticas, fuerzas malignas, organizacionessecretas o incluso influencias extraterrestres. En este sentido,una de las causas fundamentales de los estados paranoicos pa-rece residir en la emergencia espontánea de recuerdos de per-turbaciones intrauterinas o de trastornos que acompañan al co-mienzo del proceso del parto.

A medida que esta experiencia amenazadora prosigue y seintensifica, la persona puede llegar a percibir un gigantesco re-molino que la arrastra implacablemente hacia su centro. Tam-bién puede parecer que la tierra se agrieta y se traga al invo-luntario aventurero, arrastrándolo hasta los oscuros laberintosde un aterrador mundo subterráneo. Otra versión de la mismasensación puede ser la de sentirse devorado por un monstruoarquetípico o caer en los tentáculos de un pulpo gigantesco oen la red de una enorme tarántula. La experiencia puede ad-quirir proporciones tan inverosímiles que no sólo puede afectaral sujeto sino a todo el mundo. En tal caso, el clima generalque la acompaña es el de un incidente apocalíptico que destru-ye la paz del mundo intrauterino y transforma la libertad oceá-nica y cósmica del feto en una trampa aterradora y en la sen-sación abrumadora de ser dominado por fuerzas externasdesconocidas.

La persona que experimenta plenamente una MPB II se sien-te atrapada y prisionera de una pesadilla claustrofóbica. El cam-po visual se torna sombrío y amenazante y el clima general es elde un sufrimiento físico y emocional insoportable. Simultánea-mente, el sujeto pierde toda noción del tiempo lineal y lo queocurre parece que no vaya a finalizar nunca. Quien se hallabajo la influencia de la MPB II conecta de manera exclusiva

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Las matrices perinatales

con los aspectos más desalentadores de la existencia humana ysu psiquismo se vuelve agudamente consciente de los rinconesmás oscuros, negativos y desagradables del universo. El plane-ta se convierte entonces en un lugar apocalíptico lleno de terror,sufrimiento, guerras, epidemias, accidentes y desastres naturales.Al mismo tiempo, también le resulta imposible apreciar algunade las cualidades positivas de la existencia, como el amor, laamistad, el arte, los descubrimientos científicos o la belleza de lanaturaleza. Alguien que esté atravesando este estado puede con-templar, por ejemplo, a unos niños jugando y pensar de inme-diato en esas mismas personas ya ancianas, o mirar una hermosarosa y pensar en lo poco que tardará en marchitarse.

La MPB II suscita una conexión casi mística con el sufri-miento del mundo y lleva al sujeto a identificarse con la vícti-ma, el pisoteado y el oprimido. En los estados no ordinarios deconciencia gobernados por esta matriz nos identificamos con losmillones de hombres y de mujeres que han muerto a lo largo detodas las guerras que han asolado a la humanidad, con los pri-sioneros que han sufrido o muerto en las mazmorras, en las cá-maras de tortura, en los campos de concentración o en los ma-nicomios de todo el mundo. Los temas más frecuentementeasociados con esta matriz son las escenas de dolor, hambruna yescasez y los peligros del frío, el hielo y la nieve, lo cual podríaestar relacionado con el hecho de que las contracciones dificul-tan el flujo de sangre, alimento y calor desde el organismo ma-terno hasta el feto. Otro aspecto característico de la MPB II es elclima deshumanizado, grotesco y extraño del mundo propio delos autómatas, los robots y los artilugios mecánicos. Las imáge-nes de anormalidades humanas, de monstruos de feria y el inun-do frívolo y superficial de los cabarets también corresponden alsimbolismo característico de la segunda matriz perinatal.

La MPB II suele ir acompañada de una serie de manifesta-ciones físicas muy diversas. Todas ellas implican tensión cor-poral y una postura que expresa la sensación de encontrarseatrapado en una lucha inútil. El sujeto puede sentir una gran

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opresión en la cabeza y en el cuerpo, pesadez en el pecho y di-ferentes combinaciones de dolor físico intenso. La cabeza semantiene inclinada hacia adelante, con la mandíbula apretada yel mentón presionado contra el pecho; los brazos suelen tam-bién plegarse sobre el pecho con las manos apretando fuerte-mente los pulgares. Es frecuente también que las rodillas esténdobladas y las piernas permanezcan completamente flexionadascompletando la imagen de la posición fetal. La congestión de lasangre en los capilares cutáneos también suele favorecer la apa-rición de manchas rojas en diferentes partes del cuerpo.

Donde se unen el comienzo y el final

Quienes establecen contacto con la MPB II tienden a consi-derar la existencia humana como algo completamente futil.Quizás sientan eso porque consideren que todo es imperma-nente y que, por tanto, la vida carece de todo sentido y cualquierobjetivo es ingenuo, vacío y, a fin de cuentas, un engañoso de-satino. Desde esta perspectiva, cualquier esfuerzo, ambición osueño futuro está condenado necesariamente al fracaso. En loscasos extremos, el ser humano aparece como una víctima quesostiene una lucha quijotesca contra fuerzas desproporcionada-mente superiores en la que no tiene la menor probabilidad desalir victorioso.

En el momento del nacimiento nos vemos arrojados a estemundo sin tener la menor posibilidad de elección. De lo únicoque podemos estar seguros es de que un día moriremos. Hay unantiguo refrán latino que expresa de manera sucinta la condi-ción del ser humano: Mors certa, hora incerta (La muerte es se-gura, lo único que ignoramos es la hora). El espectro de lamuerte ronda sobre nuestras cabezas recordándonos de continuola impermanencia de todas las cosas. Llegamos a este mundodesnudos de toda posesión, en medio del dolor y de la angustia,y es así como lo abandonaremos. Y hagamos lo que hagamos

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por modificar esta ecuación fundamental jamás lograremos al-terar un ápice el resultado.

Las experiencias propias de este nivel suelen revelar la pro-funda relación existente entre el dolor que acompaña al procesodel nacimiento y el de la muerte. Darse cuenta de la similitudexistente entre estas dos situaciones comporta una sensaciónprofunda de nihilismo y crisis existencial, lo cual resulta evi-dente en la falta de sentido de la vida y la futilidad de cualquierintento de cambiarla. Ante el momento de la muerte, la vida depoderosos reyes, de ilustres caudillos militares, de atractivas es-trellas de cine o de cualquier persona que haya logrado la famay la fortuna no difiere, en modo alguno, de la de cualquiera denosotros. Esta profunda revelación existencial -que suele acom-pañar a la experiencia de revivir esta matriz- es la que da sen-tido a expresiones tales como: «Polvo eres y en polvo te con-vertirás» o «Entonces se desvanecerá toda la gloria de esteinundo».

Emociones individuales y reflexiones culturalessobre la MPB II

Es fascinante advertir el profundo paralelismo existente en-tre la impronta que dejan en la conciencia del ser humano lassensaciones y percepciones propias del estadio de no salida delnacimiento y la filosofía y la obra de existencialistas tales comoSóren Kierkegaard, Albert Camus y Jean Paul Sartre, por ejem-plo. Estos filósofos sentían y expresaban de manera dolorosa-mente vívida los temas fundamentales de esta matriz sin llegara ser capaces de vislumbrar la única solución posible, la aper-tura y la trascendencia a las dimensiones espirituales. Las per-sonas que conectan con elementos de su psiquismo vinculadoscon la MPB II comprenden que la filosofía existencial refleja demanera magistral la impotencia y el sin sentido propios de esteestado. El mismo Sartre tituló con el nombre A puerta cerrada

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una de sus más famosas obras. Merece la pena señalar que Sar-tre tuvo una importante -y mal resuelta- experiencia con unasustancia psicodélica, la mescalina, el alcaloide activo del pe-yote, un cactus mexicano que los nativos utilizan ritualmente demodo sacramental. Las notas que tomó el mismo Sartre sobreesta sesión indican claramente su profunda vinculación con ex-periencias relacionadas con la MPB II.

Las personas que padecen síntomas tales como depresiónprofunda, pérdida de iniciativa, falta de sentido, falta de interéspor la vida e incapacidad de disfrutar suelen estar bajo el fuerteinflujo de esta faceta del inconsciente. Lo mismo ocurre conaquellos que, si bien no han experimentado una depresión clí-nica, conocen, sin embargo, sensaciones similares ligadas a laseparación, la alienación, la impotencia, la desesperación e, in-cluso, la soledad metafísica. Además, muchos de nosotros co-nocemos la sensación de inferioridad y culpa que suele acom-pañar a aquellas situaciones o circunstancias de nuestra vidaque parecen confirmar nuestra inutilidad, nuestra cobardía onuestra maldad. Por otra parte, cuando pasa el tiempo y tenemosla suficiente distancia como para ver nuevamente las cosas conobjetividad, solemos darnos cuenta de que estos sentimientoseran completamente desproporcionados con respecto a los acon-tecimientos que los desencadenaron. No obstante, en el mismomomento en que las experimentamos, estamos plenamente con-vencidos de que estas emociones son adecuadas y de que estánplenamente justificadas aunque alcancen la dimensión metafí-sica del pecado original. En tales casos, no tenemos siquiera encuenta la posibilidad de que estos sentimientos hundan sus raí-ces en los tempranos engramas que dejó la MPB II en nuestraconciencia.

Las experiencias propias de la MPB II suelen caracterizarsepor la siguiente tríada: miedo a la muerte, miedo a no regresar ymiedo a enloquecer. Ya hemos hablado del tema de la muerte,que suele ir acompañado de la sensación de que nuestra vida sehalla seriamente en peligro. Una vez que este sentimiento está

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presente, la mente es capaz de fabricar multitud de respuestaspara tratar de hallar una «explicación» racional a lo que ocurre:la proximidad de un ataque cardíaco, el efecto de una «sobre-dosis» en el caso de acompañar a la ingesta de una droga psi-codélica, etcétera. El hecho es que la memoria celular del naci-miento puede emerger en la conciencia presente con talintensidad que la persona llegue a creer sin ningún género dedudas que se halla en peligro inminente de muerte.

La pérdida de toda sensación de tiempo lineal asociada a estamatriz puede llevar al sujeto a la convicción de que su tormen-to será eterno, una conclusión que está basada en la errónea no-ción -que también encontramos en las principales religiones-de que la eternidad es un intervalo de tiempo de reloj más queuna experiencia de lo atemporal, es decir, la experiencia de es-tar por completo fuera del tiempo. La sensación de desespera-ción y la preocupación por «no regresar jamás» constituye unacaracterística experiencia) asociada a la MPB II que no tiene,sin embargo, el menor valor predictivo en relación con el re-sultado de la experiencia. Paradójicamente, la forma más rápidade salir de esta situación consiste en la aceptación plena de ladesesperación y en el reconocimiento consciente de las sensa-ciones originales del feto.

El mundo propio de la MPB II -con sus sensaciones de pe-ligro inminente, de engolfamiento cósmico, de carencia de sen-tido, de percepción grotesca del mundo y de pérdida de todasensación de tiempo lineal- es tan diferente de nuestra realidadcotidiana que podemos llegar a creer que estamos al borde de lalocura. En tal caso, el sujeto experimenta la pérdida de todocontrol mental y está convencido de que ha ido más allá de laraya y está en peligro de sufrir un ataque psicótico. Es posibleque la comprensión intelectual de que la forma extrema de estaexperiencia sólo refleja el trauma de los estadios iniciales delnacimiento nos ayude a superar la situación. Una versión másmoderada de esta misma experiencia es la convicción de quenuestra incursión en la MPB II nos ha proporcionado una com-

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prensión tan clara y decisiva de la falta de sentido de la exis-tencia que ya nunca más volveremos a ser capaces de enga-ñarnos lo suficiente como para funcionar eficazmente en estemundo.

La imaginería espiritual y la comprensión ligadaa la MPB II

Al igual que ocurre con la primera matriz perinatal, laMPB II también tiene un rica dimensión espiritual y mitoló-gica. Las culturas de todo el mundo están llenas de imágenesarquetípicas que expresan la cualidad propia de las experien-cias que pertenecen a esta categoría. Las imágenes del infier-no y del mundo subterráneo que nos ofrecen la mayor parte delas culturas, por ejemplo, constituyen un motivo característicode un insoportable sufrimiento físico y emocional que pareceinterminable. Aunque sus pormenores concretos puedan dife-rir de un grupo cultural a otro, la mayoría de estas imágenescomparten, sin embargo, ciertas características comunes y re-presentan el contrapunto negativo y el opuesto polar de los di-ferentes paraísos que hemos discutido al hablar de la MPB I.El clima de este lóbrego mundo subterráneo es opresivo y, en él,la naturaleza está ausente o se halla degradada, contaminada opresenta una apariencia peligrosa: ciénagas, ríos hediondos, ár-boles infernales con venenosos frutos, regiones polares, lagosde fuego y ríos de sangre. En este mundo, uno puede presenciaro padecer torturas o agudos dolores infligidos por demoniosarmados con dagas, lanzas u horcas, hervir en calderos o con-gelarse en regiones heladas, o sentirse estrangulado y triturado.En el infierno no hay más que emociones negativas: miedo,desesperación, impotencia, culpabilidad, caos y confusión.

La condena y el suplicio eterno propio de esta matriz peri-natal suelen estar representados por importantes figuras arque-típicas. Los antiguos griegos parecían estar en estrecho contac-

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to con esta dimensión. Sus tragedias, que giraban en torno amaldiciones insuperables, a pecados que se transmitían deuna generación a la siguiente y a la imposibilidad de escapardel propio destino, reflejan de manera muy precisa la atmós-fera propia de la MPB II. Los personajes de la mitología grie-ga que simbolizan tormentos eternos alcanzan proporcionesépicas. La imagen de Sísifo en las profundidades del infiernotratando inútilmente de subir una enorme piedra a lo alto deuna montaña que caía cada vez que asomaba la más leve es-peranza de que estaba progresando; la rueda incandescente ygiratoria a la que permanece atado Ixion por toda la eternidaden las entrañas del mundo subterráneo; el suplicio de Tántalo,condenado a padecer hambre y sed mientras permanece depie en un estanque de aguas cristalinas con un apetitoso raci-mo de uvas pendiendo sobre su cabeza y el encadenamiento dePrometeo a una roca, torturado por un buitre que se alimentade su hígado, son ejemplos muy ilustrativos de lo que acaba-mos de decir.

En la literatura cristiana, la MPB II se ve reflejada en la«noche oscura del alma» de la que nos hablan místicos comoSan Juan de la Cruz, quien la consideraba un estadio funda-mental del proceso de desarrollo espiritual. También resultaespecialmente relevante, en este sentido, la historia de Adán yEva, su expulsión del Paraíso y el origen del pecado original. ElGénesis se refiere a esta situación ligada al nacimiento y al tra-bajo cuando dice, por boca de Dios: «Parirás con dolor y ganarásel pan con el sudor de tu frente». La historia del Ángel Caído,por su parte, refleja la pérdida del reino de los cielos que con-lleva la instauración de la polaridad entre el cielo y el infierno.Las descripciones cristianas del infierno están estrechamenterelacionadas con las experiencias propias de la MPB II.

En los estados no ordinarios de conciencia muchas personascomprenden que las enseñanzas religiosas sobre el infierno tie-nen que ver con experiencias propias de la MPB 11, lo que con-fiere un halo de verdad a conceptos teológicos que, de otro

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modo, resultarían incomprensibles. La relación con estos re-motos recuerdos inconscientes podría explicar la razón por lacual las imágenes del infierno y del mundo subterráneo ejercenuna influencia tan poderosa tanto sobre los niños como sobrelos adultos. La descripción bíblica de las angustiosas pruebas alas que Dios sometió a Job y el martirio, la desesperación, la hu-millación y la crucifixión de Cristo también se hallan estre-chamente relacionadas con la MPB II.

El simbolismo clásico utilizado por la literatura espiritualbudista para referirse a la MPB II es la historia de las «CuatroVisiones de la Impermanencia» de la vida del Buda, donde sehabla de los cuatro hechos determinantes de su decisión deabandonar a su familia y la vida palaciega para dedicarse abuscar la iluminación. En uno de sus viajes fuera de la ciudadpresenció cuatro escenas que le conmovieron de una manera in-deleble. La primera de ellas -que representa su encuentro con lavejez- fue el hecho de tropezar con un hombre decrépito que te-nía los dientes rotos, el pelo cano gris y caminaba con el cuerpoencorvado. La segunda representa su descubrimiento de la en-fermedad, y tuvo lugar cuando vio a una persona que yacía enuna zanja junto a la carretera. La tercera -que representa sucomprensión plena de la existencia de la muerte y de la imper-manencia- tuvo lugar al encontrarse con un cadáver. La últimavisión fue su encuentro con un monje de pelo rapado vestidocon una túnica azafrán que parecía irradiar una sensación de pazque estaba más allá de todo sufrimiento. Así pues, la súbitatoma de conciencia de la impermanencia de la vida, del hechoincuestionable de la muerte y de la existencia del sufrimiento,dieron al Buda el impulso necesario para renunciar al mundo yemprender su propio viaje espiritual.

Durante el trabajo experiencial con la MPB II, las personassuelen atravesar crisis similares a las que pasó el Buda durantelas «Cuatro Visiones de la Impermanencia». En estos casos, elinconsciente de la persona proporciona las imágenes de vejez,enfermedad, muerte e impermanencia que abocan a la crisis

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existencial. Entonces el sujeto experimenta la futilidad de unavida limitada a los placeres superficiales y a los objetivos mun-danos y carente de espiritualidad. Esta revelación constituye unpaso importante hacia la dimensión espiritual que comienzacon la apertura de la cérvix y la consiguiente apertura del ca-llejón sin salida propio de la MPB II.

Expresiones artísticas de la MPB II

Nuestros pacientes suelen referirse al Infierno de Dantecomo una descripción dramática de la MPB II y consideranque La divina comedia constituye el relato de un viaje de trans-formación y de apertura espiritual. Otras obras de arte que tam-bién transmiten este mismo clima son las novelas de FranzKafka -que reflejan una culpabilidad y una angustia insonda-ble-, las novelas de Fyodor Dostoyevski -llenas de sufrimiento,enajenación y una absurda crueldad- y ciertos pasajes de los es-critos de Emile Zola en los que describe los aspectos más lúgu-bres y repulsivos de la naturaleza humana. Determinados cuen-tos de horror de Edgard Allan Poe, como El foso y el péndulo,por ejemplo, también contienen elementos propios de esta ma-triz. Las maldiciones del holandés y del judío errante Asvero,condenados a vivir y vagar eternamente hasta el fin de los tiem-pos, son otros ejemplos relevantes de la MPB II en el mundo dela literatura.

Entre las imágenes pictóricas que reflejan la atmósfera de laMPB II debemos mencionar las ilustraciones de los infiernoscristiano, musulmán y budista y las representaciones de lasescenas del Eccehomo, el Calvario y la crucifixión de Jesús,por ejemplo. El mundo extraño y las criaturas de pesadilla deHyeronimus Bosch (El Bosco), los grabados de los desastres dela guerra de Francisco de Goya y muchas imágenes surrealistastambién pertenecen obviamente a esta categoría. Especial men-ción merecen las imágenes de Hansruedi Giger, un artista su¡-

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zo que es un verdadero talento del reino perinatal. Su imagi-nería oscila entre la MPB II y la MPB III (que discutiremos enel próximo capítulo) y representa de manera manifiestamenteexplícita y fácilmente reconocible el simbolismo propio de lasmatrices perinatales. Giger fue galardonado con un Oscar porsus macabros diseños artísticos para la película Alien, el octa-

vo pasajero, todos los cuales presentan rasgos perinatales es-peluznantes. Para la segunda parte de esta película, Giger hacreado una imagen arquetípica fantástica de la Madre Devora-dora, una aterradora araña extraterrestre con su diabólico nido.Las películas de Federico Fellini, Ingmar Bergman, George

Lucas, Steven Spielberg, etcétera, también son ricas en imáge-nes perinatales.

La MPB II y el papel de víctima en la vida cotidiana

Del mismo modo que ocurre con la MPB I, esta matriz estávinculada a ciertos recuerdos biográficos con los que compartedeterminadas características. Así, los eventos registrados en lamemoria que guardan relación con la MPB II suelen ser situa-ciones desagradables en las que nos sentimos amenazados eimpotentes ante fuerzas abrumadoramente superiores a nosotrosy en las que, por tanto, queda manifiesto nuestro papel de víc-tima. En este sentido, los recuerdos de incidentes que han pues-to en peligro nuestro bienestar o nuestra supervivencia física,como las intervenciones quirúrgicas, los abusos físicos, los ac-cidentes automovilísticos y las mutilaciones de guerra, porejemplo, son especialmente significativos. La similitud exis-tente entre estos recuerdos y ciertos aspectos del trauma delnacimiento provoca que su registro en la memoria se asocie, dealgún modo, a la MPB II.

Los acontecimientos muy traumáticos del presente reesti-mulan el material perinatal correspondiente y reactivan el viejodolor emocional y físico. En tal caso, no sólo respondemos a la

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Las matrices perinatales

situación presente sino también a un trauma temprano y funda-mental de nuestra vida, lo cual podría explicar la profundidadde las lesiones psicológicas -y la duración de sus efectos nega-tivos- que suelen acompañar a guerras, catástrofes naturales, re-clusión en campos de concentración y secuestro por terroristas.El hecho es que estas situaciones no sólo son traumáticas en símismas -lo cual ya sería, de por sí, lo suficientemente serio-sino que también despojan a la víctima de las defensas quesuelen protegerle del doloroso material procedente del incons-ciente que albergan en su psiquismo. Para poder trabajar ade-cuadamente con todos estos estados, es necesario crear un en-torno de apoyo y utilizar técnicas que no sólo permitan revivir ytrabajar los traumas adultos relativamente recientes sino tam-bién los recuerdos primitivos subyacentes de victimación aso-ciados a la MPB II.

En un nivel más sutil, la segunda matriz perinatal tambiénpuede contener el recuerdo de frustraciones psicológicas parti-cularmente severas, como el abandono, el rechazo, la priva-ción, los acontecimientos emocionalmente amenazadores y lassituaciones de confinamiento y dominación que han tenido lu-gar en el núcleo familiar y en la vida adulta posterior. En el casode que el sujeto desempeñe el papel de víctima en la familia deorigen, en la escuela, en la relaciones íntimas, en su puesto detrabajo y en la sociedad en general, se reforzará y perpetuará elrecuerdo del estadio de no salida del nacimiento y será más re-levante y accesible psicológicamente a la experiencia cons-ciente. La MPB II también está relacionada con una variedad desensaciones y tensiones desagradables en las zonas erógenas, oproductoras de placer, freudianas. A nivel oral, estas sensacionesestán relacionadas con el hambre y la sed; en la región anal,con sensaciones desagradables en el colon y el recto asociadas alestreñimiento, la colitis o las hemorroides, y en el tracto geni-tourinario, por último, con la frustración sexual y el dolor ligadoa infecciones o intervenciones quirúrgicas y con la retenciónurinaria dolorosa.

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La expulsión del paraíso: MPB II

El paso del infierno al purgatorio

En este estadio del parto cada nueva contracción presiona elcuello del útero sobre la cabeza del niño y dilata su apertura.Cuando la cérvix finalmente se abre y la cabeza desciende haciala pelvis, tiene lugar un gran cambio no sólo a nivel biológicosino también a nivel psicológico. Entonces se supera la situa-ción de no salida -propia de la MPB II- y tiene lugar el lentopasaje a través del canal del nacimiento que caracteriza a laMPB III. En el próximo capítulo exploraremos el rico y colori-do mundo de la MPB III y sus implicaciones individuales ycolectivas sobre nuestra vida.

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4. LA BATALLA ENTRE LA

MUERTE Y EL RENACIMIENTO:MPB III

¿Estás dispuesto a ser absorbido,borrado y aniquilado?¿Estás preparado para no ser nada,para desaparecer en el olvido?

Si no lo estás, jamás podrás cambiar realmente.

D.H. LAWRENCE, Phoenix

Aunque nunca llegó a ver con claridad el canal del naci-miento, sentía, no obstante, una aplastante opresión en su ca-beza y en el resto de su cuerpo y sabía, con cada una de las cé-lulas de su cuerpo, que estaba reviviendo el proceso de sunacimiento. La presión aumentó hasta alcanzar magnitudes muysuperiores a lo que, hasta ese momento, consideraba que era hu-manamente posible resistir. Sentía una fuerte presión en la fren-te, las sienes y el occipucio, como si se hallara atrapado entre

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La batalla entre la muerte y el renacimiento: MPB III

las mandíbulas de acero de una tenaza mecánica. La tensiónque soportaba su cuerpo era brutal y creía que se hallaba dentrode una monstruosa trituradora de carne o entre los engranajes deuna prensa gigantesca. Entonces cruzó por su mente la imagen deCharlie Chaplin en Tiempos modernos, víctima inocente de ununiverso tecnológico, y una enorme cantidad de energía se acu-mulaba en su cuerpo para terminar luego descargándose explosi-vamente.

Experimentaba una extraña mezcla de sensaciones. Se sentíaasfixiado, aterrado e indefenso y, al mismo tiempo, estaba fu-rioso y sentía una inusitada excitación sexual. Por otra parte, es-taba completamente confundido ya que, si bien se sentía comoun niño que luchaba violentamente por su propia supervivenciay comprendía que estaba reviviendo su propio nacimiento, tam-bién sabía que estaba experimentando el parto de su propia ma-dre. Su intelecto le decía que los hombres no pueden dar a luzpero también sabía que, de algún modo, había atravesado esabarrera y lo imposible se estaba convirtiendo en realidad. Notenía la menor duda de que había conectado con el remoto ar-quetipo femenino de la madre parturienta. Su imagen corporalmostraba un voluminoso vientre y unos genitales femeninos yexperimentaba todos los matices de las sensaciones biológi-cas. También se sentía frustrado por no poder abandonarse alproceso primordial de dar a luz y de nacer, de soltar y de per-mitir el nacimiento del niño.

De pronto -como si un cirujano cósmico hubiera reventadoun absceso de maldad-, una enorme cantidad de violencia ase-sina brotó del fondo de su psiquismo y asistió a una especie detransfiguración -como la que convertía al Doctor Jekyll enMister Hyde- y sintió cómo se iba transformando en un hombrelobo o en un loco asesino. No obstante, las imágenes del asesi-no y de la víctima estaban tan entremezcladas que le resultabaimposible distinguir al bebé que estaba naciendo de la madreque le daba a luz. Era un dictador despiadado, un tirano que so-metía a sus súbditos a todo tipo de crueldades inimaginables y,

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Las matrices perinatales

al mismo tiempo, también era el revolucionario que solivianta-ba a las multitudes en contra del tirano. Se transformó en elgángster que asesina a sangre fría y en el policía que mata cri-minales en nombre de la ley. En cierto momento experimentótodo el horror de los campos de concentración nazis pero, cuan-do abrió los ojos, se vio como un oficial de las SS. Tenía la pro-funda sensación de ser, al mismo tiempo, el nazi y el judío.Sentía que el Hitler y el Stalin que moraban en su interior eranlos responsables de todas las atrocidades cometidas a lo largo dela historia humana. Comprendió entonces que el problema de lahumanidad no radica en la existencia de dictadores violentossino en ese Asesino Oculto que se encuentra en las profundida-des más oscuras de nuestro propio psiquismo.

Luego la cualidad de la experiencia cambió y alcanzó pro-porciones mitológicas. Entonces, en lugar de la maldad de lahistoria humana, experimentó la presencia de elementos de-moníacos y sintió el clima inconfundible de la brujería. Susdientes se transformaron en grandes colmillos saturados de unmisterioso veneno y se descubrió volando a través de la nochecon grandes alas de murciélago como si fuera un amenazantevampiro. Esta situación pronto se convirtió en el escenario sal-vaje y embriagador propio de un aquelarre. En esa ceremoniamágica y lujuriosa brotaron a la superficie una serie de impulsoshabitualmente prohibidos y reprimidos. Poco a poco, los atri-butos demoníacos de la experiencia fueron desapareciendo perosus connotaciones eróticas perduraron todavía durante un tiem-po mientras nuestro sujeto se vio involucrado en orgías inter-minables y en extrañas fantasías sexuales en las que desempe-ñaba todos los papeles. Durante todo ese tiempo, siguió siendo,al mismo tiempo, el niño que luchaba por atravesar el canaldel nacimiento y la madre parturienta. Comprendió entonces laprofunda relación existente entre la sexualidad y el proceso delnacimiento y se dio cuenta también de que las fuerzas satánicasestán estrechamente vinculadas con la situación que experi-menta el feto al atravesar el canal del nacimiento.

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La batalla entre la muerte y el renacimiento: MPB III

Luchó y combatió de muchos modos y contra muy diversosenemigos. A veces dudaba incluso de que su infortunio termi-nara alguna vez. Entonces entró en escena un nuevo elemento ysintió que todo su cuerpo se hallaba cubierto de un fluido bio-lógico viscoso y resbaladizo -ignoraba si se trataba de líquidoamniótico, mucosidad, sangre o secreciones vaginales- quetambién impregnaba su boca y sus pulmones. Se sentía asfixia-do y amordazado y trataba de desembarazarse y escupir esasustancia. En ese momento comprendió que no debía luchar,que el proceso tenía su propio ritmo y que todo lo que debía ha-cer era abandonarse. Recordó entonces muchas situaciones desu vida en las que había sentido la necesidad de luchar y consi-deró retrospectivamente que se había tratado de una lucha in-necesaria. Era como si su nacimiento le hubiera programadopara ver la vida como algo mucho más complicado y peligrosode lo que realmente es. Le pareció entonces que esta experien-cia podría abrir sus ojos en este sentido y hacerle la vida muchomás fácil y gozosa de lo que había sido hasta ese momento.'

El comienzo del peligroso pasaje

Como acabamos de ver en este ilustrativo ejemplo, la MPB IIIse caracteriza por la presencia de una serie de imágenes -tantopositivas como negativas- extraordinariamente ricas y dinámicas.En un nivel biológico, esta matriz participa de ciertos rasgos ca-racterísticos de la MPB II porque, en ella, prosiguen las con-tracciones del útero y el sujeto sigue experimentando una sen-sación global de confinamiento y opresión. Al igual que ocurríaen el estadio anterior, cada nueva contracción dificulta el su-ministro de oxígeno al feto pero, en este caso, existen otrasposibles fuentes adicionales de ahogo, como ahogarse con elpropio cordón umbilical o quedar atrapado en la pelvis sin po-der seguir adelante el proceso del nacimiento.

Pero, si bien es cierto que existen similitudes entre esta ma-

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triz y la anterior, también lo es que hay diferencias significati-vas muy notables. En la matriz anterior el cuello del útero per-manecía cerrado pero, en ésta, se ha dilatado y permanece abier-to, permitiendo así que el feto prosiga su camino hacia el canaldel nacimiento. De este modo, aunque en este estadio todavíapersista la lucha por la supervivencia, existe, sin embargo, lacreencia y la esperanza de que esa lucha tiene un final.

En este estadio, la cabeza del niño permanece encajada en laapertura pélvica, tan estrecha que, incluso en condiciones nor-males, el pasaje es lento y tedioso. La musculatura del útero esmuy robusta y la fuerza de las contracciones oscila entre los 3,5y los 7 kg, lo cual crea un clima de antagonismo y conflicto yuna fuerte presión hidráulica. El organismo de la madre y el delbebé permanecen todavía íntimamente ligados a muchos nive-les. Es por ello que, como evidencia el relato que acabamos depresentar, puede existir una fuerte identificación entre ambos.En el registro de memoria propio de esta matriz no existe la me-nor sensación de separación entre el niño y la madre ya que to-davía no ha tenido lugar la separación física ni la separaciónpsicológica y, por tanto, los dos organismos participan de lamisma conciencia. Así pues, no es de extrañar que puedan ex-perimentarse todos los sentimientos y sensaciones del bebé,identificarse plenamente con la madre que da a luz y entrar, in-cluso, en contacto con el arquetipo de la madre parturienta.

La experiencia del nacimiento y la sexualidad

Esta matriz se halla, pues, ligada al dolor, la ansiedad, laagresividad, la excitación y la energía impulsora, pero su as-pecto más inaudito lo constituye, sin duda, la excitación se-xual. Esta situación merece una explicación especial puestoque tiene importantes consecuencias para comprender ciertasconductas sexuales que, de otro modo, resultarían inexplicables.Obviamente, la gran implicación de toda la zona genital en el

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La batalla entre la muerte v el renacimiento: MPB III

proceso del nacimiento puede contribuir a que la experiencia dela madre tenga ciertas connotaciones sexuales. Además, la in-tensificación y liberación de la tensión que acompaña al proce-so sigue una pauta muy similar a la del orgasmo sexual. No re-sulta, pues, extraño que muchas mujeres que han alumbradoen condiciones ideales describan la experiencia como el mo-mento sexualmente más intenso y gratificante de toda su vida.Pero lo que sí resulta difícil de comprender -e incluso de creer-es el hecho de que el bebé también pueda experimentar sensa-ciones sexuales durante el proceso del nacimiento.

Sigmund Freud sorprendió al mundo cuando anunció su des-cubrimiento de que la sexualidad no comienza en la pubertadsino en la temprana infancia. ¡Pero lo que aquí se nos pide esque abramos todavía más nuestra imaginación y aceptemos queel ser humano experimenta sensaciones sexuales antes inclusode haber nacido! No obstante, el hecho es que las descripcionesde quienes han experimentado la MPB III en estados no ordi-narios de conciencia nos proporcionan evidencias manifiestasde la veracidad de este aserto. Los datos parecen sugerir que elcuerpo humano dispone de un mecanismo que transforma elsufrimiento extremo -especialmente cuando se halla asociado ala asfixia- en una forma de excitación que tiene ciertas conno-taciones sexuales. Este mecanismo parece estar presente en pa-cientes implicados en relaciones sadomasoquistas, prisionerosde guerra torturados por el enemigo e, incluso, en personas quehan intentado suicidarse infructuosamente colgándose y hanpodido vivir para contarlo. En todas estas situaciones, la agoníapuede hallarse tan estrechamente relacionada con el éxtasis quellegue incluso a una experiencia de trascendencia, como ocurre,por ejemplo, en el caso de los flagelantes y de los mártires reli-giosos.

Pero ¿qué significado tiene todo esto para nuestra vida coti-diana? Comencemos señalando la importancia que tiene el he-cho de que nuestras primeras experiencias sexuales tengan lugaren el contexto de una situación que conlleva un peligro inmi-

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Las matrices perinatales

nente de muerte. En este caso, el sufrimiento va también unidoa la experiencia de provocar sufrimiento y a la ansiedad y laagresividad ciega. Por otra parte, durante el paso a través del ca-nal del nacimiento, el niño entra en contacto con diversos pro-ductos biológicos, como mucosidades, sangre y, posiblemente,orina y excrementos. Esta conexión -combinada con otros even-tos- constituye el fundamento natural para el desarrollo posteriorde una variedad de desórdenes y desviaciones sexuales. De estemodo, la MPB III puede verse reforzada por ciertas experienciastraumáticas de la niñez y de la adolescencia y terminar dando lu-gar a una amplia diversidad de disfunciones sexuales, como lasumisión, el sadomasoquismo, la asociación de la orina y las he-ces con la sexualidad e, incluso, la criminalidad sexual.

La dimensión titánica de la tercera matriz

Como ocurre con el resto de las matrices perinatales, el sim-bolismo propio de la MPB III contiene temas seculares, mito-lógicos y espirituales que podríamos agrupar en cinco catego-rías diferentes: la titánica, la agresiva y sadomasoquista, lasexual, la demoníaca y la escatológica. Todas ellas, sin embar-go, comparten el mismo argumento, el encuentro con la muertey la lucha por nacer. Como hemos visto en el relato que abríaeste capítulo, las experiencias asociadas a la tercera matriz pe-rinatal suelen combinar las sensaciones y las emociones ligadasal nacimiento con el simbolismo arquetípico.

Quizás el aspecto más llamativo de esta matriz sea un climade lucha titánica -frecuentemente de proporciones catastrófi-cas- que demuestra la enormidad de las fuerzas que pugnanpor descargarse en este estadio del proceso del nacimiento. Laexperiencia puede alcanzar una intensidad tan dolorosa que ex-ceda, con mucho, lo que anteriormente creíamos posible so-portar. Uno puede atravesar por estadios en los que la energía seencuentre tan tremendamente concentrada y focalizada que flu-

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La batalla entre la muerte y el renacimiento: MPB JI!

ya a través de todo el cuerpo como una corriente eléctrica dealto voltaje. Pero la energía puede también estancarse o corto-circuitarse y provocar tensiones extraordinarias en diversas par-tes del cuerpo que deban descargarse de manera explosiva, unasituación que muchas personas asocian a imágenes de la tecno-logía moderna y a desastres provocados por el hombre como,por ejemplo, gigantescas plantas de energía, cables de alta ten-sión, explosiones nucleares, lanzamiento de misiles, combatesde artillería, ataques aéreos y escenas bélicas de todo tipo.

Otras personas conectan experiencialmente con catástrofesnaturales de proporciones devastadoras, como erupciones vol-cánicas, terremotos, huracanes, tornados, tormentas eléctricasespectaculares, cometas, meteoritos y cataclismos cósmicos.Se trata de catástrofes similares a las que acompañaron a laerupción del Krakatoa o terminaron asolando la ciudad de Pom-peya. Menos frecuentes, sin embargo, son aquellas otras imá-genes que representan el poder destructor de las aguas, como lasescenas de tempestades oceánicas, los maremotos, el desborda-miento de ríos o las rupturas de presas que van seguidas deinundaciones que asolan a poblados enteros. En este sentido,hay quienes han descrito imágenes mitológicas como el hundi-miento de la Atlántida, la destrucción de Sodoma y Gomorra o,incluso, el mismo Armagedón.

Las raíces perinatales de la violencia

Los aspectos agresivos y sadomasoquistas de la tercera ma-triz perinatal parecen ser una consecuencia lógica de la situa-ción en la que se halla el bebé que atraviesa el canal del naci-miento. La violencia dirigida hacia el exterior refleja laagresividad biológica de un organismo cuya supervivencia se veseriamente amenazada por la asfixia. Esto no tiene ninguna ex-plicación psicológica ni tampoco tiene el menor significadoético sino que es comparable al estado mental de cualquier per-

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Las matrices perinatales

sona cuya cabeza se hallara bajo el agua y no pudiera respirar.La activación de esta faceta de la tercera matriz perinatal en unestado no ordinario de conciencia suele expresarse en violentasimágenes de guerras, revoluciones, masacres, asesinatos, tortu-ras y todo tipo de abusos en los que desempeñamos un papel ac-tivo.

Esta matriz también está asociada a un tipo de agresividaddirigida hacia el interior que tiene, por tanto, una cualidad au-todestructiva. Esta agresividad, que se expresa mediante fanta-sías e impulsos autodestructivos, parece ser la interiorización defuerzas que originalmente se nos imponen desde el exterior-las contracciones del útero y la resistencia que ofrece a nuestropaso el canal del nacimiento-. El recuerdo de esta experienciapervive en nosotros como una sensación de confinamiento físi-co y como una incapacidad para disfrutar plenamente de lavida. A veces, por último, asume la forma de un despiadado jui-cio interno en la que una parte cruel del superego exige un cas-tigo autodestructivo.

Quisiera señalar también las importantes diferencias exis-tentes entre las experiencias asociadas a la segunda y la terceramatriz perinatal. Así, mientras que en la MPB II somos merasvíctimas, en la MPB III podemos, en cambio, identificarnosalternativamente con la víctima y con el verdugo -como ocurreen la narración que abre este capítulo, cuando el sujeto se iden-tifica con la víctima judía y, al mismo tiempo, con el persegui-dor nazi- y también podemos ser un observador que contemplala escena desde el exterior. Las personas que entran en contactocon este aspecto del proceso del nacimiento suelen mencionarque, en este estado, pueden identificarse y llegar a comprenderrealmente a crueles líderes militares y a dictadores déspotascomo Genghis Khan, Hitler, Stalin o los contemporáneos ase-sinos de masas.

Como ya hemos señalado anteriormente, las asociacionessadomasoquistas propias de esta matriz reflejan la relación exis-tente entre el hecho de causar o infligir dolor, el sufrimiento y la

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excitación sexual. Esto da cuenta de la extraña combinaciónentre las sensaciones sexuales y el dolor tan característica delmasoquismo. El sadismo y el masoquismo no existen como fe-nómenos puros y aislados sino que constituyen -como las doscaras de una moneda- dos aspectos íntimamente relacionadosdel psiquismo humano. Como es de suponer, las imágenes aso-ciadas con las experiencias sadomasoquistas incluyen escenasde violaciones, asesinatos sexuales y todo tipo de prácticas sa-domasoquistas.

La agonía y el éxtasis del nacimiento

A medida que aumenta la intensidad de las experienciasasociadas a esta matriz aparecen también las emociones y lassensaciones opuestas (como el dolor y el placer, por ejemplo),llegando, incluso, a converger y a fundirse en un estado mentalindiferenciado que engloba todas las posibles dimensiones de laexperiencia humana. En ese estado, el sufrimiento más extremoy el placer más delicado se convierten en lo mismo; el calor másintenso se experimenta como frío; la violencia asesina y elamor apasionado se funden y la agonía de la muerte se trans-forma en el éxtasis del nacimiento. De este modo, por más ex-traño que pueda parecer, en el mismo momento en que el sufri-miento alcanza su punto culminante, la situación deja de serdolorosa y agónica y, en su lugar, aparece un arrebato extático ysalvaje que podríamos calificar como «éxtasis volcánico» o«dionisíaco».

Este éxtasis o rapto volcánico puede ir todavía más lejos yalcanzar proporciones trascendentales. A diferencia del éxtasisoceánico asociado a la MPB I, el éxtasis volcánico propio de laMPB III encierra una extraordinaria tensión explosiva colmadade contenidos agresivos y autodestructivos. Este tipo de raptopuede ser experimentado en el momento del nacimiento, encaso de accidente o en ciertos rituales que emplean procedi-

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mientos en los que la persona se somete voluntariamente a unintenso dolor físico durante un largo período de tiempo, como laceremonia de los flagelantes o la danza del Sol de los nativosamericanos, por ejemplo. Algo parecido puede también ocurriren las ceremonias indígenas que utilizan danzas salvajes y mú-sica ensordecedora o en su contrapunto moderno, los conciertosde rock.

Por su parte, los aspectos sexuales propios de la MPB III nosuelen concentrarse exclusivamente en los genitales sino que,por el contrario, se experimentan de manera generalizada portodo el cuerpo. Hay quienes hablan de un éxtasis similar a lafase inicial del orgasmo sexual aunque miles de veces más in-tenso. En este caso, sin embargo, las sensaciones pueden pro-longarse durante un período largo de tiempo e ir acompañadasde una vívida imaginería erótica que se caracteriza por la pre-sencia de impulsos instintivos extraordinariamente intensos quecarecen de una meta y un objetivo concreto. No se trata, pues,del mismo tipo de erotismo que experimentamos en un roman-ce, en el que el respeto, la comprensión y la ternura culminan enla unión sexual sino que en este caso, por el contrario, el énfasisestá puesto en la satisfacción egótica -por cualquier medioimaginable- de impulsos sexuales primitivos, a menudo de na-turaleza perversa, sin respeto alguno hacia la pareja sexual.

Las imágenes y las experiencias propias de la MPB III sue-len tener connotaciones pornográficas o asociar el sexo con elpeligro y la suciedad. En tal caso, la persona puede identificar-se con chulos, alcahuetes, prostitutas o con cualquier personaje-histórico o legendario- vinculado con la sexualidad, comoCasanova, Rasputín, Don Juan o María Teresa, por ejemplo.También puede encontrarse y participar en escenas propias delSoho, Pigalle o cualquier otro barrio bajo. Por otra parte, estamatriz tiene también un componente espiritual dinámico y noresulta extraño, por consiguiente, que ocasionalmente tambiénnos encontremos con experiencias aparentemente contradicto-rias en las que la sexualidad se entremezcla con la trascenden-

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cia. En tal caso, nos podemos encontrar con visiones de ritos dela fertilidad, cultos fálicos y prostitución sagrada.

En cualquier caso, lo más curioso con respecto a las expe-riencias propias de la MPB III quizá sea la proximidad emocionalexistente entre la muerte y la sexualidad. Uno podría pensar queel peligro de muerte debería inhibir cualquier sensación libidinal,pero lo cierto es que, cuando aparece esta matriz, las cosas pare-cen ocurrir exactamente de manera opuesta. Las observacionesprocedentes de la psiquiatría clínica, las experiencias de los pri-sioneros que han sido torturados en campos de concentración ylos archivos de Amnistía Internacional ratifican la existencia deuna estrecha correlación entre el arrebato extático del sexo, el pro-ceso del nacimiento y la amenaza a la integridad y la superviven-cia corporal. En el proceso de muerte-y-renacimiento, estos trestemas alternan y se combinan entre sí en distintas proporciones.

Encuentros con lo grotesco, lo satánicoy lo escatológico

En ocasiones, los aspectos sexuales de la MPB III van acom-pañados de una atmósfera de carnaval, llena de vivos colores,de costumbres exóticas y de música embriagadora. La combi-nación entre el motivo de la muerte, de lo macabro y de lo gro-tesco y la gozosa alegría de lo festivo constituye una manifesta-ción simbólica muy apropiada del estado mental inmediatamenteanterior al momento del nacimiento. En este estado, las energíassexuales y agresivas reprimidas se liberan y el recuerdo de laamenaza de muerte deja de gravitar como una losa sobre elcuerpo y sobre el psiquismo. La popularidad del Mardi Gras y deeventos similares puede deberse al hecho de que, además deproporcionar diversión y un contexto apropiado para la libera-ción de las tensiones, también nos permiten conectar con el ar-quetipo del renacimiento que mora en la profundidad de nuestropsiquismo.

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Las matrices perinatales

Las experiencias que tienen lugar en los estadios finales delproceso de muerte-y-renacimiento también nos permiten com-prender ciertas formas de brujería y ciertas prácticas satánicas.La lucha en el canal del nacimiento puede estar asociada a re-cuerdos ancestrales de misas negras y aquelarres. La apariciónde elementos satánicos en este momento concreto parece estarrelacionada con el hecho de que la MPB III comparte con estosrituales ciertas emociones y sensaciones físicas. La lucha quetiene lugar en el canal del nacimiento implica un dolor extremo,un encuentro con la sangre y con excrecencias corporales detodo tipo y una intensa excitación sexual. Lo cierto es que estalucha puede conducir al bebé hasta el mismo borde de la muer-te pero también lleva consigo una promesa de liberación y tras-cendencia. Todos estos elementos están extrechamente vincula-dos con la imaginería de «la adoración al Dios de la Oscuridad».Cualquier estudio serio de los cultos satánicos -un fenómenoque parece despertar una atracción cada vez mayor entre losprofesionales y el público en general- debería tener en conside-ración la relación existente entre estas prácticas y el nivel deconciencia perinatal. Otra experiencia particularmente impor-tante de esta misma categoría consiste en la tentación diabólica,un motivo clásico en la literatura espiritual de casi todas las re-ligiones del mundo.

El contacto íntimo que mantiene el recién nacido con losfluidos corporales y, ocasionalmente, con la orina y las hecesdurante el último estadio del parto constituye el fundamentobiológico de muchas de las imágenes escatológicas que for-man parte integral de la MPB III. El contenido escatológicoque acompaña al proceso de muerte-y-renacimiento puede lle-gar a incluir los productos de desecho biológico. Así, aunque elcontacto del bebé con tales productos haya sido mínimo, lapersona que revive este aspecto del proceso del nacimientopuede tener la sensación de arrastrarse por una cloaca, revol-carse por un estercolero, beber sangre o complacerse en la ba-sura y la putrefacción.

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La batalla entre la muerte y el renacimiento: MPB III

Tenias mitológicos y espirituales

Los elementos mitológicos y espirituales característicos deesta matriz son especialmente ricos y variados. La faceta titá-nica, por ejemplo, puede expresarse en las imágenes arquetípi-cas de la confrontación entre las fuerzas del bien y del mal o dela destrucción y creación del mundo. Otro tipo de lucha para al-canzar el equilibrio entre el bien y el mal es el arquetipo del Jui-cio Final. Las escenas de violencia suelen estar asociadas aimágenes de deidades destructivas, como Kali Shiva, Satán,Coatlicue o Marte, por ejemplo. También resulta especialmenteinteresante la estrecha identificación con ciertas figuras mito-lógicas que representan la muerte y el renacimiento que puedeencontrarse en toda gran cultura, como Osiris, Dionisos, Persé-fone, Wotan y Balder, por ejemplo, cuya versión cristiana es lahistoria de la muerte y resurrección de Jesucristo. Es frecuente,pues, que las personas que atraviesan la MPB III tengan visio-nes de la crucifixión o que, incluso, se identifiquen plenamentecon la crucifixión de Cristo. Tampoco son infrecuentes, en esteestadio, las escenas de sacrificio y de autoinmolación y las dei-dades, aztecas y mayas, por ejemplo, correspondientes.

También pueden presentarse imágenes de deidades masculi-nas y femeninas y visiones de bacanales asociadas con la se-xualidad y la procreación. Ya hemos hablado de las imágenesque combinan la sexualidad con la espiritualidad (como los ritosde fertilidad, la adoración fálica, la prostitución sagrada, la vio-lación ritual y las ceremonias aborígenes que subrayan lo sen-sual y lo sexual). Por su parte, los elementos escatológicos seexpresan mitológicamente mediante imágenes tales como Hér-cules limpiando el estiércol de los establos del rey Augias, Tla-colteutl -la Devoradora de Inmundicia- diosa azteca del naci-miento y del placer carnal, etcétera.

La transición entre la MPB III y la MPB IV suele ir acom-pañada de la visión de un fuego purificador en el que las llamasdestruyen todo lo corrupto y depravado de nuestra vida y nos

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Las matrices perinatales

prepara para la renovación y el renacimiento. Es interesantetambién constatar que, en este estadio, la madre parturientasuele tener la sensación de que sus genitales están ardiendo.Cuando el sujeto revive pasivamente este estadio puede tener lasensación de que su cuerpo arde o de que está atravesando lasllamas de la purificación, una sensación particularmente bien ex-presada por la imagen del ave Fénix, el fabuloso pájaro mitoló-gico del legendario Egipto que, a la edad de quinientos años, seautoinmoló en las llamas y emergió renovado de entre las ceni-zas. El fuego purificador constituye también uno de los rasgosmás característicos de las imágenes religiosas del purgatorio.

La MPB III y el arte

Es muy posible que las experiencias propias de la MPB IIIhayan constituido una fuente inagotable de inspiración paratodo tipo de artistas desde el mismo amanecer de la humanidad.Existen tantos ejemplos en este sentido que sólo podemos limi-tarnos a ofrecer una magra selección al respecto. La intensaatmósfera de emociones rayanas en la locura que reflejan ma-gistralmente las novelas de Fyodor Dostoyevski y muchas delas obras de teatro de William Shakespeare -particularmenteHamlet, Macbeth y El rey Lear-; los elementos dionisíacos y lased de poder de la obra filosófica de Friedrick Nietzsche; los di-bujos de diabólicos artefactos bélicos de Leonardo da Vinci; lasdelirantes visiones de pesadilla de Francisco de Goya; el artemacabro de Hansruedi Giger y el tono general de la pinturasurrealista constituyen una espléndida representación pictóricadel clima propio de la MPB IM

De la misma manera, las óperas de Richard Wagner tambiénabundan en secuencias que captan a la perfección el clima pro-pio de esta matriz. Destaquemos, entre ellas, las orgiásticas es-cenas del Venusberg de Tannhkuser, el fuego mágico de LasWalkirias y, en especial, el sacrificio de Siegfried y el incendio

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La batalla entre la muerte y el renacimiento: MPB III

del Valhalla en la escena final de El crepúsculo de los dioses.También conviene recordar la mezcla de tragedia, sexo y vio-lencia -tan característica de esta matriz- que constituye la fór-mula mágica de gran parte de la cinematografía moderna.

La relación con las experiencias posnatales

Como ocurre con las demás matrices perinatales, la MPB IIIestá especialmente relacionada con ciertos recuerdos de la vidaposnatal. Para las personas que han presenciado o participadoen la guerra, el recuerdo de las atrocidades reales se entremez-cla con los aspectos titánicos, violentos y escatológicos de estamatriz. Por otra parte, las experiencias bélicas de la vida realpueden reactivar los correspondientes elementos perinatalesdel inconsciente y originar los severos trastornos emocionalestan comunes en los soldados que han participado en acciones decombate. La combinación de excitación, miedo y peligro tam-bién vincula a la MPB III con situaciones emocionantes e inse-guras, como el esquí, las carreras de automóviles, las montañasrusas, los safaris, el boxeo y la lucha libre. Los aspectos eróti-cos de la MPB III, por su parte, están asociados a sistemasCOEX relacionados con intensas experiencias sexuales reali-zadas en circunstancias peligrosas, como la violación, el adul-terio, las aventuras sexuales arriesgadas y las visitas a losbarrios bajos. Su faceta escatológica, por último, está ligadaal aprendizaje prematuro y forzado del control de los esfínte-res, a episodios infantiles de enuresis o incontinencia anal, avisitas a vertederos de basura u otros lugares antihigiénicos yal hecho de presenciar escenas macabras en la guerra o en ac-cidentes automovilísticos.

Las experiencias propias de la MPB III también van acom-pañadas de ciertas manifestaciones específicas en las zonaserógenas freudianas, relacionadas, a su vez, con un amplio ran-go de actividades que conllevan liberación, placer o relajación

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Las matrices perinatales

tras una prolongada tensión. A nivel oral, por ejemplo, se tratadel acto de morder, mascar y tragar o, por el contrario, de la ca-tarsis del vómito; en la zona anal, por su parte, se refiere a losprocesos normales de la defecación y la expulsión de gases;en la región uretral, de la micción que sigue a una larga reten-ción, y en el nivel genital, por último, de la aproximación al or-gasmo sexual y, en el caso de la mujer, de las sensaciones de laparturienta en el segundo estadio clínico del parto.

La tercera matriz perinatal representa un enorme conjunto deemociones y de sensaciones problemáticas que luego puedencombinarse con determinados acontecimientos biográficos de laniñez y de la infancia y terminar contribuyendo al desarrollo deuna gran diversidad de trastornos. Mencionemos, entre ellos, aciertas depresiones y condiciones que implican agresividad yuna conducta autodestructiva violenta. Los desórdenes y aberra-ciones sexuales, las neurosis obsesivo-compulsivas, las fobias ylas manifestaciones histéricas parecen también hundir sus raícesen esta matriz. Subrayemos, por último, que la naturaleza de lasexperiencias biográficas posteriores puede reforzar selectiva-mente ciertos aspectos agresivos, autodestructivos, sexuales oescatológicos de la MPB III y terminar co-determinando, deese modo, la actualización de determinados desórdenes emo-cionales.

El final de la batalla

A medida que la lucha agonizante por escapar del canal delnacimiento se aproxima a su fin, la tensión y el sufrimiento al-canzan su punto culminante. En el momento en que el bebé selibera súbitamente de la apertura pélvica y respira por vez pri-mera, tiene lugar una liberación explosiva de la tensión acu-mulada. En general, este momento conlleva la promesa de unatremenda relajación pero las circunstancias concretas que ro-dean al momento del nacimiento -como la oportunidad de es-

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La batalla entre la muerte y el renacimiento: MPB III

tablecer una relación amorosa con la madre, el contacto ocular yotros factores- determinan el grado real de esta liberación. Losaspectos experienciales de esta transición constituyen el temadel siguiente capítulo.

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5. LA EXPERIENCIA DE

MUERTE-Y-RENACIMIENTO:

MPB IV

El alma ve y prueba abundantes e inestimables ri-quezas, encuentra todo el sosiego y recreo que de-sea y comprende extraños secretos de Dios [... JTambién siente en Dios un respetuoso poder y for-taleza que trasciende todo poder y toda fortaleza;gusta una maravillosa dulzura y delicia espiritual,encuentra el verdadero descanso y la Divina luz ytiene elevadas experiencias del conocimiento deDios...

SAN JUAN DE LA CRUZ, Cántico

Comenzó a experimentar una gran confusión, transpiraba ysentía oleadas de calor que recorrían todo su cuerpo. Luegoempezó a temblar y sintió náuseas. Súbitamente se encontróen lo alto de una montaña rusa a punto de caer al precipicio. En-tonces perdió el control y se desplomó hacia las profundidades.

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La experiencia de muerte-y-renacimiento: MPB IV

De pronto una imagen cruzó por su mente: era como si se hu-biera tragado un barril de dinamita con la mecha prendida. Es-taba a punto de reventar y no podía hacer nada para impedirlo.Había perdido totalmente el control.

Lo último que podía recordar antes de precipitarse al abismoera el estruendo de una música que parecía proceder de un millóndel altavoces. Su cabeza era enorme y sentía como si tuviera miloídos y era como si con cada uno de los cuales estuviera escu-chando una música diferente. Nunca había estado tan desconcer-tado. Estaba a punto de morir y no podía hacer nada para evitarlo.Lo único que se le ocurría era seguir adelante. De pronto escuchólas palabras confia y obedece y al instante siguiente había perdi-do su identidad habitual y ya no estaba tumbado en el colchón.Entonces aparecieron varias imágenes simultáneamente.

En la primera escena se vio sumido en medio de un pantanolleno de criaturas monstruosas que le perseguían sin llegar, sinembargo, a poder atraparle. Sólo podía describir su descontro-lado viaje por la montaña rusa equiparándolo al hecho de ca-minar sobre una superficie extraordinariamente escurridiza. Alprincipio, el suelo parecía firme, luego todo se tornó resbaladi-zo y empezó a perder pie. No había nada a lo que agarrarse y sesintió caer cada vez más en el olvido. Estaba muriendo.

De repente, se encontró de pie en medio de la plaza de unpueblo medieval. Estaba rodeado de fachadas de catedrales gó-ticas y, como si se tratara de un cuadro de El Bosco, vio cómolas gárgolas, los animales de los aleros, las figuras humanas, lascriaturas semihumanas, los diablos y los espíritus, salían desus hornacinas y se dirigían hacia él.

A medida que se le acercaban experimentó miedo, dolor,agonía, terror y pánico. Sintió una presión entre las sienes ytuvo la absoluta certeza de que estaba muriendo. Cuando lapresión en la cabeza se le hizo insoportable murió y se vio sú-bitamente arrojado a otro inundo.

Entonces penetró en un mundo completamente diferente. Eltemor y el pánico habían desaparecido. Se sentía angustiado

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Las matrices perinatales

pero no estaba solo porque, de algún modo, era como si estu-viera compartiendo la muerte de toda la humanidad. Comenzóentonces a experimentar la pasión de Cristo. Él era Jesús y, dealguna manera, también era el conjunto de la humanidad parti-cipando en una dolorosa procesión hacia el Gólgota. Su expe-riencia había dejado de ser confusa y sus visiones eran ahoracompletamente nítidas.

Se sentía abrumadoramente desconsolado. Entonces comenzóa ser consciente de que en el ojo de Dios se estaba formando unalágrima. No podía ver el ojo de Dios pero sí la lágrima cayendosobre el mundo, ya que Dios mismo participa de la muerte ydel sufrimiento de todas las criaturas que han vivido. La proce-sión avanzaba hacia el Gólgota, donde iban a crucificarle junto aCristo y al resto de la humanidad. Él era Cristo y todas las per-sonas al mismo tiempo. Luego le crucificaron y murió.

Inmediatamente después de morir escuchó la música máscelestial que había oído en toda su vida. Era el mismísimo can-to de los ángeles que resucitaba a todos los muertos. Después dehaber sido crucificado, escuchó el silbido de un viento que pro-cedía de la Cruz y se extendía por todo el más allá. Era comovolver a nacer. Todos los que le rodeaban se pusieron en pie ylas muchedumbres se agolparon en procesión en enormes cate-drales, rodeados de cirios, luz, oro e incienso. En ese momentono tenía la menor sensación de ser alguien separado. Estabaen todas las procesiones y todas las procesiones estaban en él.Era cada hombre y cada mujer.

Junto a todos los que le rodeaban comenzó a elevarse haciala luz atravesando majestuosas columnas de mármol blanco.La multitud dejó atrás los azules, los grises, los rojos, los púr-puras, el oro de las catedrales y la variedad multicolor de lasvestiduras de la gente y todo se tornó blancura, moviéndoseentre columnas marmóreas. La música volvió a elevarse, todoscomenzaron a cantar y entonces tuvo una visión. Esa visiónera tan especial, tan distinta a todo lo que le había ocurridohasta ese momento, que no tenía la menor duda de que se trata-

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La experiencia de muerte-y-renaciniiento: MPB IV

ba de un don. El vestido de Cristo resucitado le rozó aunque, adecir verdad, no era exacto que le tocara sino que lo tocabatodo y, al tocarlo todo, también le tocaba a él.

Entonces sucedieron varias cosas al mismo tiempo. Se con-virtió en algo muy pequeño, más pequeño que una célula, máspequeño que un átomo. Todo el mundo se sentía humilde e in-clinaba la cabeza. Se sentía completamente en paz y henchido dealegría y amor. Se sintió inundado de un amor total por Dios.Mientras todo esto ocurría, el contacto con la túnica era como to-car un cable de alta tensión. Luego hubo un estallido seguido poruna luz absoluta. De pronto se hizo el silencio. La música calló.Todo sonido cesó. Era como estar en el centro de la misma fuen-te de toda energía. Era como estar en Dios, no en presencia deDios sino en Dios, participando de su Divinidad.

Esta escena no duró mucho tiempo, aunque era consciente deque el tiempo había perdido todo significado. Luego comenzó eldescenso. El mundo al que retornaba era un mundo de gran belle-za, en nada parecido a todo lo gt1c antes había conocido. Corosmajestuosos cantaban y, durante el Sanctus, el Gloria y el Hosan-na, podía escuchar la voz de un oráculo diciendo: «No deseesnada, no desees nada» y «No busques nada, no busques nada».

Durante este período también tuvo muchas otras visiones. Enunas de ellas podía mirar a través de la tierra y ver los mismoscimientos del universo. Bajó entonces a las profundidades ydescubrió que Dios también es adorado allí al igual que en lasalturas. En la profundidad del universo hay muchas prisiones y,a medida que la luz llegaba a ellas, las cárceles iban abriéndosey los prisioneros salían alabando a Dios.

También tuvo la visión de una figura caminando por un an-churoso y hermoso río en un profundo y amplio valle. Los lirioscrecían junto a la ribera mientras el río discurría plácidamente.El valle estaba rodeado de montañas muy elevadas y los arroyosserpenteaban en dirección al río. Allí escuchó una voz que decía:«El río de la vida fluye hacia la boca de Dios». Anhelaba estar enel río pero no podía distinguir si se hallaba en el río o si era el

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Las matrices perinatales

mismo río. El río se encaminaba hacia la boca de Dios y las per-sonas y los animales -la totalidad de la creación- se acercaban aél y se fundían con la corriente principal del río de la vida.

Cuando la sesión llegó a su fin y volvió nuevamente a tomarconciencia de que se hallaba en la consulta, seguía sintiéndoselleno de respeto, humildad, paz, beatitud y alegría. Tenía elclaro convencimiento de haber estado con Dios en el centro deenergía del universo. Todavía tenía la fuerte sensación de quetoda vida es una, de que el río de la vida fluye hacia Dios y deque no hay diferencia alguna entre los seres humanos, ya queamigos, enemigos, blancos, negros, hombres y mujeres, sontodos uno.'

Éste es el relato de un sacerdote describiendo una sesiónexperimental profunda en la que atravesó la cuarta matriz peri-natal. La imaginería y el simbolismo desplegados en ella sondecididamente cristianos pero, cuando las personas reviven laMPB IV, estos mismos temas aparecen reiteradamente sin im-portar la tradición y el sustrato étnico del que procedan. Estamatriz perinatal parece estar relacionada con el tema de lamuerte y el renacimiento, como también la confrontación condemonios airados y con seres celestiales, la identificación con elsufrimiento de toda la humanidad y las revelaciones sobre la na-turaleza del universo. Como ocurre con el resto de las matricesperinatales, la MPB IV constituye una combinación de recuer-dos de acontecimientos biológicos fundamentales -ligados alproceso del nacimiento- y elementos espirituales y mitológicos.

Realidades biológicas

El fundamento biológico de la MPB IV tiene que ver con laúltima etapa de la lucha por atravesar el canal del nacimiento, elnacimiento propiamente dicho y la situación inmediatamenteposterior al parto. En el último paso asoman la cabeza y los hom-bros del bebé (excepto cuando viene de nalgas, en cuyo caso la

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La experiencia de muerte-y-renacimiento: MPB IV

primera parte en salir son los pies), momento en el que tiene lugarel nacimiento. Todo lo que ahora resta de la unión original con lamadre es el cordón umbilical; finalmente éste también terminacortándose y, con ello, acaba todo vínculo biológico con el orga-nismo materno y concluye el estado de fusión anterior.

La primera bocanada de aire abre y pone en funcionamientonuestras vías respiratorias y nuestros pulmones. La sangre, quehasta ese momento había sido oxigenada, nutrida y depurada deresiduos tóxicos a través del organismo de la madre, se dirigeahora hacia los pulmones, el sistema gastrointestinal y los ri-ñones. En ese momento el bebé inicia su existencia como indi-viduo anatómicamente independiente.

Una vez restablecido el equilibrio fisiológico, la nueva si-tuación constituye una mejora significativa con respecto a losdos estadios anteriores, MPB II y MPB III. Ciertas cosas, sinembargo, parecen haber empeorado con respecto al momentoen que se inició todo el proceso (MPB I) ya que, mientraspermanecemos completamente fundidos con el cuerpo denuestra madre, todas las necesidades biológicas son automá-ticamente satisfechas de inmediato, cosa que ya no seguiráocurriendo a partir de ahora. Durante el período prenatal, elútero proporciona un entorno muy seguro pero, después de na-cer, la figura protectora de la madre ya no se hallará siemprepresente. A partir de este momento ya no estaremos continua-mente protegidos de las temperaturas extremas, de los ruidosperturbadores, de los cambios bruscos de intensidad de la luz y delas sensaciones táctiles desagradables. Nuestro bienestar depende,a partir de ahora, de la cualidad materna, pero ni siquiera la mejormadre puede reproducir las condiciones de un buen útero.

La muerte, el renacimiento y el ego

Como ocurre con el resto de las matrices perinatales, quienesreviven la MPB IV suelen proporcionar detalles muy minucio-

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sos y exactos del proceso de su nacimiento biológico. En mul-titud de ocasiones hemos tenido la oportunidad de constatarque, sin el menor conocimiento previo de las circunstanciasque rodearon el parto, hay personas que pueden llegar a descu-brir que nacieron con fórceps, de nalgas, que el cordón umbili-cal se enrolló en su cuello o reconocer, incluso, el tipo de anes-tesia utilizada. Tampoco es infrecuente que el sujeto revivadetalladamente los acontecimientos concretos que ocurrierondespués del momento de su nacimiento.

La dimensión simbólica y espiritual de la MPB IV tiene unsabor inconfundible. Desde un punto de vista psicológico, la ex-periencia de revivir el nacimiento constituye un proceso demuerte-y-renacimiento. El sufrimiento y la agonía propios de laMPB II y la MPB III culminan ahora con la «muerte del ego»,una experiencia de aniquilación de todos los niveles: físicoemocional, intelectual y espiritual.

Según la psicología freudiana, el ego nos capacita para per-cibir correctamente la realidad externa y funcionar adecuada-mente en la vida cotidiana. Quienes sostienen, pues, este puntode vista, consideran que la muerte del ego es una experienciaaterradora y tremendamente negativa que implica la pérdidade la capacidad de funcionar en el mundo. No obstante, lo querealmente muere en este proceso es la parte de nosotros que nosmantiene separados de los demás y que sustenta una visiónfundamentalmente paranoica de nosotros mismos y del mundoque nos rodea -una visión que es el resultado de las percepcio-nes internas de nuestra vida que hemos aprendido durante lalucha en el canal del nacimiento y a través de todas las expe-riencias dolorosas acaecidas después del momento del naci-miento- a la que Alan Watts denominaba «el ego encapsuladoen la piel».

Desde este punto de vista el mundo parece hostil y cerrado,expulsándonos de la única vida que hemos conocido y ocasio-nando gran dolor emocional y físico. Esta experiencia fragua ennosotros un «falso ego» que percibe el mundo como algo peli-

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groso y ayuda a consolidar esta misma actitud en situaciones fu-turas aun cuando las circunstancias hayan cambiado ya de ma-nera radical. El ego que muere en la cuarta matriz perinatal esuna fuerza compulsiva que nos impele a ser siempre fuertes, atratar de controlar la situación y a mantenernos continuamenteen guardia ante cualquier posible peligro, aun los más imprevi-sibles y los puramente imaginarios. Esta actitud nos hace sentirque las circunstancias nunca son perfectas, que nada es sufi-ciente y nos obliga a embarcarnos de continuo en proyectosgrandiosos para probarnos a nosotros mismos y a los demás. Sinembargo, la eliminación del falso ego nos ayuda a construiruna imagen más realista del mundo y a desarrollar estrategiasmás apropiadas y satisfactorias.

La experiencia -habitualmente dramática y catastrófica- dela muerte del ego jalona la transición entre la MPB III y laMPB IV. En tal caso, podemos vernos bombardeados por imá-genes procedentes del pasado y del presente y quedar plena-mente convencidos de que nunca hemos hecho nada bien, deque hemos fracasado por completo, de que somos despreciablesy de que no podemos hacer ni pensar nada para cambiar nuestradesesperada situación. En esa situación perdemos todos lospuntos de referencia significativos que habían sustentado nues-tra vida -logros, personas queridas, sistemas de apoyo, espe-ranzas y aspiraciones- y todo parece desplomarse a nuestro al-rededor. El camino que conduce desde la desesperación y laimpotencia hasta la libertad pasa por lo único que aterra a nues-tro ego, la entrega, ya que el requisito para conectar con lotranspersonal consiste en la rendición total de la persona. Quie-nes se dedican a la rehabilitación de toxicómanos y de alcohó-licos saben perfectamente que la renuncia a lo personal es lacondición imprescindible para llegar a descubrir la existencia deun Poder Superior.

Una vez que el sujeto experimenta la muerte del ego tambiénpuede tener la visión de una deslumbrante luz blanca o doradade un brillo y una belleza sobrenaturales. También puede tener

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la sensación de que el espacio que le rodea se expande y se veinundado por una profunda sensación de liberación, redención,salvación y perdón. El sujeto se siente entonces libre de toda laculpa, agresividad, ansiedad y restantes emociones dolorosasque han pesado sobre toda su vida. Entonces podemos sentir unamor inmenso por nuestros semejantes, un profundo apreciopor el calor del contacto humano, una solidaridad con todoslos seres vivos, y la unidad con la naturaleza y el universo.Cuando descubrimos el poder de la humildad tiende a desvane-cerse la arrogancia y la defensa y quizás nos sintamos impulsa-dos a entregarnos al servicio de los demás. Entonces, la ambi-ción, el deseo de posesiones materiales, de salud y de poder senos aparecen súbitamente como vanidades infantiles, absurdas einútiles.

La mitología de la muerte y el renacimiento

Cuando la terapia regresiva, la meditación intensiva o unacrisis psicoespiritual lleva a un adulto a enfrentarse con la MPBIV no suele limitarse a revivir los aspectos biológicos y emo-cionales del nacimiento. El tema de la muerte-y-renacimientoreestimula muchas experiencias que comparten emociones ysensaciones similares. La MPB IV está relacionada con ciertasexperiencias biográficas y es por ello que, quien la revive, sue-le asistir a una combinación de recuerdos de su propio naci-miento con imágenes que simbolizan el nacimiento, escenasde la historia humana, identificación con distintos animales ysecuencias mitológicas entremezclados, a su vez, con recuerdosde acontecimientos posteriores de su vida.

El simbolismo espiritual y mitológico asociado a la MPB IVes exuberantemente variado y, al igual que ocurre con las demásmatrices perinatales, su mitología puede proceder de cualquiertradición cultural. La muerte del ego se puede experimentarcomo una ofrenda a la terrible diosa hindú Kali o a Huitzilo-

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La experiencia de muerte-y-renacimiento: MPB IV

pochtli, el dios azteca del Sol. El sujeto también puede identi-ficarse con un bebé arrojado por su madre, junto a otros niños, alas devoradoras llamas de la bíblica Moloch en una ceremoniade inmolación ritual. Ya hemos mencionado también a la le-gendaria y mitológica ave Fénix, un antiguo símbolo del rena-cimiento cuya visión o identificación no es infrecuente en esta-dos no ordinarios de conciencia. También es posible que elsujeto experimente el renacimiento espiritual como una unióncon determinadas deidades como, por ejemplo, la diosa aztecaQuetzalcoatl, las egipcias Osiris o Atis y las griegas Adonis yDionisos. Como ilustra el relato que abre este capítulo, una delas experiencias más frecuentes vinculadas con la MPB IV es laidentificación con la muerte y la resurrección de Jesucristo. Lafelicidad que acompaña a esta inesperada apertura espiritualrebosante de comprensiones espirituales podría ser calificadacomo un verdadero éxtasis prometeico.

Celebrando el misterio del viaje

Una persona que ha superado la difícil prueba de atravesar lasegunda y tercera matriz perinatal y esté disfrutando de la ex-periencia de renacimiento asociada con la cuarta matriz perina-tal, suele tener una sensación de victoria que se encarna en de-terminados héroes mitológicos, como san Jorge matando aldragón, Teseo derrotando al Minotauro o el pequeño Hérculesacabando con la peligrosa serpiente que le atacó en el momentode su nacimiento. Muchas personas describen una luz deslum-brante y sobrenatural que parece irradiar inteligencia divina oexperimentan a Dios como energía espiritual pura que todo loimpregna. Otros hablan de la visión de una bruma celestialazulada y traslúcida, un hermoso arcoiris o el espectacular des-pliegue de complejos dibujos similares a los que engalanan lacola del pavo real. También pueden presentarse imágenes deepifanías divinas de ángeles y seres celestiales. Igualmente co-

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mún, en este estadio, es la aparición de la amorosa y protectoraimagen de la Gran Madre de diferentes culturas, como la VirgenMaría, Isis, Cibeles o Lakshmi, por ejemplo.

En ciertas ocasiones, el renacimiento espiritual puede estarasociado a un tipo de experiencia muy especial, la unión At-man-Brahman descrita en los antiguos textos hindúes. En talcaso, la persona se siente unida al núcleo espiritual más pro-fundo de su ser. Así, la ilusión del self individual (jiva) se des-vanece y la persona experimenta la gozosa reunificación con suSelf Divino (Atinan), que es también el Self Universal (Brah-nian), la fuente cósmica de toda la existencia. Esta experienciasupone el contacto directo e inmediato con el Más Allá Interno,con Dios o con lo que las Upanishads describen como Tat tvamas¡ («Tú Eres Eso»). La comprensión de la identidad funda-mental de la conciencia del individuo con el principio creativodel universo constituye una de las experiencias más profundasque puede tener un ser humano. En este sentido, el renacimien-to espiritual que se experimenta en la MPB IV puede re-abrir lapuerta para volver al éxtasis oceánico de la MPB I y, de esemodo, volver a experimentar la unidad cósmica.

La unión simbiótica con la madre que suele acompañar a laexperiencia del renacimiento («buen pecho») es tan parecida a laapacible existencia intrauterina («buen útero») que, en ocasiones,ambas experiencias se alternan o incluso llegan a coexistir. La ex-periencia de la MPB IV puede ir acompañada de la sensación defusión con toda la existencia presentando, entonces, rasgos simi-lares a los que ya hemos mencionado cuando hablábamos de laMPB I. En este estado, la realidad que nos rodea adquiere unacualidad numinosa. En la medida en que nos sentimos unidos contodo lo que es, percibimos la extraordinaria relevancia, sencillezy belleza de la vida natural. En este caso, la sabiduría de Jean Jac-ques Rousseau, Ralph Waldo Emerson y Henry David Thoreau ode los maestros del taoísmo y del budismo zen, por ejemplo, pa-rece incuestionablemente evidente.

En determinadas circunstancias ideales, el proceso de muer-

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te del ego y posterior renacimiento puede provocar importantesy duraderas consecuencias ya que nos libera de la actitud de-fensiva y paranoide hacia el mundo, una actitud que se derivade ciertos aspectos de nuestro nacimiento y de determinadas ex-periencias dolorosas posteriores. La muerte del ego nos despo-ja de los filtros y las lentes que habitualmente distorsionannuestra percepción del mundo y de nosotros mismos. La expe-riencia del renacimiento, por su parte, puede abrir plenamentetodas nuestras vías sensoriales. En tal caso, las imágenes, lossonidos, los olores, los sabores y las sensaciones táctiles soninusitadamente más intensas, vívidas y gozosas que antes, pu-diendo, incluso, llegar a sentir que vemos el mundo por vez pri-mera. Todo lo que nos rodea, incluidas las escenas más fami-liares y habituales, parece inusualmente excitante y estimulante.Quienes atraviesan esta experiencia suelen afirmar que handescubierto una forma completamente nueva de apreciar y dis-frutar de sus seres queridos, del sonido de la música, de la be-lleza de la naturaleza y de los inagotables placeres que nos pro-porciona el mundo sensorial.

En tal caso, nuestra vida se ve polarizada por fuerzas alta-mente inspiradoras como la búsqueda de la justicia, la valoraciónde la armonía y de la belleza, el impulso creativo, la tolerancia yel respeto hacia los demás y el sentimiento del amor. Y, lo que estodavía más importante, comprendemos directamente que ésta esla expresión natural y lógica de nuestra verdadera naturaleza ydel orden del universo. Sería totalmente inadecuado tratar de so-meter este tipo de experiencias al habitual reduccionismo freu-diano que las considera como un simple mecanismo psicológicode defensa, como, por ejemplo, la «formación reactiva» (apa-rentar que se ama cuando, en realidad, estamos sintiendo agre-sividad u odio) o la «sublimación» de impulsos sexuales primi-tivos (consagrar nuestro tiempo a ayudar a los demás como unaforma de aliviar nuestros impulsos sexuales). Es interesanteconstatar el extraordinario paralelismo existente entre esta nue-va visión y los «metavalores» y «metamotivaciones» que Abra-

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ham Maslow observaba regularmente en quienes atraviesan ex-periencias místicas espontáneas o «experiencias cumbre». Enlos días o semanas posteriores a la experiencia espiritual, estetipo de efectos secundarios positivos son muy intensos y tiendena ir debilitándose con el paso del tiempo aunque, a un nivel mássutil, pueden llegar a transformar completamente a la persona.

Quienes han atravesado el proceso de muerte-y-renacimien-to experimentan una sensación de relajación, activación, sere-nidad y profunda paz interna. Sin embargo, en ocasiones elproceso no llega a completarse y aboca a un estado de excita-ción provisional similar a la manía. En tal caso, el individuopuede sentirse excitado, hiperactivo y eufórico hasta llegar a ex-tremos muy dolorosos. Después de haber experimentado laMPB IV y las comprensiones cósmicas que suelen acompañar-la de una manera incompleta, hay quienes salen corriendo aproclamar a voz en grito sus revelaciones, intentando compar-tirlas indiscriminadamente con quienes les rodean. No es infre-cuente, en este caso, verlos dedicándose a hacer prosélitos, exi-giendo un trato especial, tratando de organizar grandescelebraciones y haciendo planes megalomaníacos para cam-biar el mundo.

Esto es lo que suele suceder en las llamadas crisis psicoes-pirituales espontáneas cuando el sujeto no dispone de la com-prensión, el apoyo y la orientación adecuada. Así pues, cuandoel descubrimiento de la propia divinidad permanece ligado alego corporal, la comprensión mística puede asumir la formade un delirio psicótico de grandeza. Esta conducta, no obstante,demuestra que la persona no ha llegado a conectar plenamentecon la MPB IV y que debe seguir trabajando hasta integrar al-gunos elementos problemáticos de la MPB III. Cuando los as-pectos residuales negativos de la MPB III se resuelven porcompleto, el renacimiento se experimenta en su forma más puracomo un arrebato silencioso, sereno y tranquilo. Este estadoes satisfactorio y completo en sí mismo y no requiere de nin-guna acción inmediata en el mundo.

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La experiencia de muerte-v-renacimiento: MPB IV

Donde el presente se une con el pasado

Ciertos acontecimientos biográficos, como el éxito, la supe-ración de grandes dificultades y el fortuito escape de situacionespeligrosas están vinculados a la MPB IV. En reiteradas ocasio-nes hemos visto que el hecho de revivir el proceso del naci-miento suele despertar el recuerdo del final de una guerra o deuna revolución, la supervivencia a un accidente o la supera-ción de una prueba difícil. En otro orden de cosas, la MPB IVtambién puede estar asociada a la ruptura de un matrimonioconflictivo y al comienzo de una nueva relación amorosa. Hayocasiones, por último, en que los éxitos alcanzados desfilanuno tras otro ante nuestros ojos en una especie de revisión con-densada de la vida.

El nacimiento sin complicaciones parece ser una condiciónextraordinariamente importante para poder afrontar con éxitolas situaciones difíciles de la vida. Las complicaciones, por suparte -como un parto prolongado y extenuante, el uso de fór-ceps, la anestesia, el parto inducido, el parto prematuro y lacesárea, por ejemplo-, parecen correlacionar positivamente conlas dificultades para resolver todo tipo de conflictos.

En cuanto a su relación con las zonas erógenas freudianas, laMPB IV está asociada al placer y la satisfacción que siguen a laliberación de las tensiones desagradables. Así, a nivel oral, elaspecto físico de este estado es similar al hecho de saciar la sedy el hambre o a la liberación que sentimos cuando vomitamos y,de ese modo, ponemos fin a un intenso malestar gástrico. A ni-vel anal y uretral, por su parte, está vinculada a la satisfacciónque acompaña a la defecación y la micción después de una do-lorosa retención y, a nivel genital, corresponde al placer y la re-lajación que siguen a un buen orgasmo sexual. En lo que a lamujer parturienta se refiere, este estado está ligado a la libera-ción orgiástica que se experimenta inmediatamente después delparto.

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Las matrices perinatales

Otros mundos, otras realidades

La región del inconsciente que solemos asociar a estas cua-tro matrices perinatales representa una interfase entre nuestropsiquismo individual y lo que Jung denominaba inconscientecolectivo. Como ya hemos visto, las matrices perinatales suelencontener recuerdos de diferentes aspectos del nacimiento bio-lógico entremezclados con ciertas secuencias de la historia, lamitología humana o la identificación con diversos animales.Estos elementos pertenecen al reino de lo transpersonal, un rei-no que se halla más allá de los dominios de lo biográfico y de loperinatal y que constituye, en la actualidad, la región más con-trovertida de la moderna investigación sobre la conciencia.

Las experiencias transpersonales desafían la creencia de quela conciencia humana se halle circunscrita al dominio de nues-tros sentidos y esté determinada por el medio en el que pene-tramos en el momento del nacimiento. La psicología tradicionalsostiene que nuestra experiencia y actividad mental es la con-secuencia directa de la capacidad del cerebro para clasificar,atribuir significado y almacenar la información recogida pornuestros sentidos. No obstante, los investigadores transperso-nales, por su parte, proporcionan evidencia consistente de que,bajo ciertas circunstancias, tenemos la posibilidad de acceder afuentes casi ilimitadas de información sobre el universo queno se hallan necesariamente circunscritas al entorno físico quenos rodea. En el próximo capítulo nos dedicaremos a explorareste fascinante territorio.

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8. MÁS ALLÁ DE LAS

FRONTERAS DEL TIEMPO

El presente y el pasadotal vez se hallan presentes en el futuro,y el futuro contenido en el pasado.

T.S. ELIOT, Cuatro cuartetos

Como dice el poeta, la conciencia transpersonal nos permiterevivir el pasado y el futuro y dar un salto más allá de los lími-tes que los relojes, los calendarios y el envejecimiento del cuer-po parecen imponer de un modo tan real e inexorable. De estemodo, la experiencia transpersonal nos ofrece la posibilidadde experimentarnos como un embrión en los estadios más tem-pranos de la vida intrauterina o, retrocediendo todavía más,llegar a revivimos como el espermatozoide que fertiliza el óvu-lo en el momento de la concepción.

Pero la conciencia transpersonal va todavía mucho más alláde todo eso, porque gran parte de quienes han experimentado latrascendencia del tiempo lineal han llegado a establecer con-tacto con engramas ancestrales y han traído consigo recuerdos

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Más allá de las fronteras del tiempo

procedentes del inconsciente colectivo, ese vasto océano deconciencia que compartimos con toda la humanidad desde elmismo comienzo de los tiempos. Tales experiencias, proceden-tes de períodos históricos y países muy diversos, suelen estar li-gadas a la vívida sensación de recuerdos personales de una his-toria más espiritual que biológica; por ese motivo nos referimosa ellos como recuerdos kármicos o recuerdos de vidas pasadas.En otras ocasiones, en cambio, los sujetos describen recuerdosde ancestros animales procedentes de nuestra misma rama evo-lutiva. Pero la conciencia no parece hallarse circunscrita a lahistoria del ser humano ni a la historia de los organismos vivossino que también penetra en la historia de la Tierra antes de laaparición del horno sapiens y antes incluso de la aparición decualquier forma de vida sobre la faz del planeta. Nuestra con-ciencia, en definitiva, parece tener la portentosa capacidad deacceder directamente a la historia temprana del universo y depresenciar, en tal caso, las dramáticas secuencias del Big Bang,la formación de las galaxias, el nacimiento del sistema solar ylos primitivos procesos geofísicos que modelaron la superficiede este planeta hace miles de millones de años.

Son muchas las razones que justifican el interés de utiliza laconciencia transpersonal para explorar nuestra capacidad pararemontamos a los estadios más tempranos de nuestra vida. Co-menzaremos nuestra descripción a escala humana y, a partir deahí, proseguiremos retrocediendo en el tiempo.

Las experiencias embrionarias y fetales

Las experiencias de quienes atraviesan las etapas embriona-rias y fetales de su vida son tan diversas que lo último que po-dríamos decir con respecto a ellas es que son universales. En elextremo más positivo del espectro de las experiencias intraute-rinas se halla el «éxtasis oceánico», una sensación de poderosafusión mística con la vida y el impulso cósmico creativo que la

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El paradigma transpersonal

alienta. En el extremo opuesto del espectro, por el contrario, laspersonas pueden llegar a experimentar crisis muy intensasacompañadas de sentimientos de angustia, paranoia, agota-miento y la sensación de ser atacadas por fuerzas demoníacas.Muchos de los recuerdos embrionarios están relacionados conexperiencias filogenéticas, kármicas y arquetípicas y con epi-sodios de conciencia orgánica, tisular y celular.

Las descripciones de este tipo de experiencias no sólo sugie-ren que, en este estadio, el embrión y el feto pueden sufrir gravesperturbaciones -intentos de aborto, el riesgo de un aborto natu-ral, golpes, vibraciones mecánicas, ruidos, tóxicos y enferme-dades físicas de la madre- sino que también pueden llegar a ex-perimentar los sentimientos de la madre. En muchas ocasiones,por ejemplo, el sujeto experimenta los shocks emocionales, losataques de ansiedad, los arrebatos de odio o de agresividad, lasdepresiones, la excitación sexual, la tranquilidad, la satisfac-ción, la felicidad y el amor que experimenta su madre.

Pero el intercambio de información entre el feto y la madreno sólo afecta a los múltiples matices de la vida emocionalsino que también conlleva un intercambio de pensamientos y deimágenes complejas. Muchos de quienes han revivido su tem-prana vida intrauterina han asegurado que eran perfectamenteconscientes de pensamientos y sentimientos que sus madres ja-más llegaron a verbalizar en voz alta. No es infrecuente, porejemplo, que la persona que experimenta su vida intrauterinallegue a establecer súbitamente contacto con el conflicto o el re-sentimiento que supuso el embarazo para su madre o que, por elcontrario, experimente su alegría y su gozosa expectativa alrespecto.

Después de haber presenciado -e incluso experimentado enprimera persona- innumerables episodios de reviviscencia delos estadios embrionarios y fetales de la vida considero que nopodemos seguir despachándolos como meras invenciones denuestra imaginación. En muchos de los casos, hemos verificadola veracidad de la experiencia contrastándola con los recuerdos

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Más allá de las fronteras del tiempo

de la madre, de los parientes, de la comadrona o de los informesmédicos disponibles. También hemos cotejado los datos y lasdescripciones sobre la vida embrionaria y fetal que nos ofrecenpersonas totalmente ajenas al campo de la medicina que han ac-cedido a este tipo de experiencias en estados no ordinarios deconciencia con la información objetiva que nos proporcionanlos manuales al respecto y nos hemos quedado asombradosante la elevada correlación existente. El siguiente relato -pro-cedente de una sesión de formación de un psiquiatra- constitu-ye un excelente ejemplo de la complejidad de las experienciasembrionarias y nos proporciona una descripción muy minucio-sa de un período de nuestra vida anterior incluso al momento dela concepción.

Mi conciencia se indiferenciaba cada vez más y comencé asentir una excitación extraña y completamente desconocida. Laparte trasera de mi cuerpo se movía a impulsos regulares y yotenía la sensación de desplazarme a través del espacio y deltiempo hacia un ignoto objetivo. No sabía bien hacia dónde medirigía pero tenía la clara sensación de que mi misión, sin em-bargo, era extraordinariamente importante.Al cabo de un rato reconocí, consternado, que era un esperma-tozoide y que los latidos regulares que me impulsaban no eransino las pulsaciones de un marcapasos biológico que determi-naba el ritmo del movimiento vibratorio de mi largo flagelo.Era uno más de los participantes en una carrera desenfrenadahacia el punto de origen de un irresistible mensaje químico.Entonces comprendí (recurriendo a la información de que dis-ponía como adulto) que mi meta era alcanzar, penetrar y ferti-lizar el óvulo. Pero, por más ridícula y absurda que pudiera pa-recer esa escena a mi mentalidad científica, no podía dejar deseguir participando con todo mi ser en esa singular carrera.Era consciente de todos los procesos implicados en esa com-petencia por llegar el primero al óvulo. Todo lo que estabaocurriendo encajaba perfectamente con los datos fisiológicos

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El paradigma transpersonal

que se enseñan en la facultad de medicina. Pero la experienciaiba mucho más allá todavía y contenía dimensiones adiciona-les completamente ajenas a todo lo que mi fantasía hubierapodido suponer en el estado de conciencia ordinario. La con-ciencia celular de cada espermatozoide constituía un universocompleto en sí mismo, un microcosmos autónomo. Era aguda-mente consciente de la complejidad de los procesos bioquí-micos que tenían lugar en el nucleoplasma y también teníauna difusa sensación de la presencia de los cromosomas, losgenes y las moléculas de ADN.

A medida que percibía estas configuraciones fisioquímicas,nuestro psiquiatra también entró en contacto con recuerdos an-cestrales, reminiscencias de nuestros antepasados animales,motivos mitológicos y formas arquetípicas. La genética, la bio-química, la mitología y la historia de la evolución se le apare-cieron entonces como diferentes vertientes de un mismo fenó-meno. En su opinión, el microcosmos del espermatozoide sehalla impulsado y dirigido por las mismas fuerzas primordialesque determinan y modulan el resultado de esa competición. Es-tas fuerzas, siempre según él, «tenían la forma de campos defuerza kármicos, cosmobiológicos y astrológicos». Prosigamoscon su relato:

La excitación de la carrera iba creciendo segundo a segundo y lavelocidad aumentó hasta un punto en el que comencé a sentirmecomo una especie de nave espacial que se desplazaba a la velo-cidad de la luz. Entonces la carrera llegó a su fin y se produjouna implosión victoriosa y una fusión extática con el óvulo.Poco antes del momento de la concepción, mi conciencia fluc-tuaba alternativamente entre la veloz carrera del espermatozoidey el presentimiento expectante del óvulo ante la proximidad deun acontecimiento excepcional. En el momento de la concep-ción, esas dos unidades de conciencia terminaron fundiéndose yme convertí en las dos células germinales al mismo tiempo.

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Más allá de las fronteras del tiempo

Después del momento de la fusión, la experiencia siguió desa-rrollándose a gran velocidad. Entonces reviví, de manera velozy concentrada, la evolución del embrión a partir del momentode la concepción tomando clara conciencia del crecimiento delos tejidos, de las divisiones celulares e incluso de los procesosbioquímicos implicados. Me encontré con numerosas dificul-tades, con retos ocasionales y con obstáculos que tuve que su-perar. Presencié la diferenciación de los tejidos y la formaciónde nuevos órganos. Me transformé en el corazón palpitante delfeto y me convertí en las células en columna del hígado y en elepitelio de la membrana mucosa del intestino. El crecimiento ydesarrollo del embrión iba acompañado de una enorme libera-ción de energía y luz y sentí que ese deslumbrante resplandordorado estaba íntimamente relacionado con la energía bioquí-mica implicada en el acelerado crecimiento de las células y delos tejidos.'

En un determinado momento, nuestro sujeto tuvo la sensa-ción inconfundible de haber conseguido superar las etapas máscríticas de su desarrollo fetal, lo cual constituía un gran logro,tanto desde su punto de vista como desde el punto de vista delas fuerzas creativas de la naturaleza. Cuando regresó a su es-tado ordinario de conciencia declaró: «Tengo la sensación deque esta sesión tendrá consecuencias importantes y duraderassobre mi autoestima. A partir de ahora no me preocupa el futu-ro porque sé que mi vida comenzó con dos grandes logros: ha-ber llegado primero en una carrera en la que competía con mi-llones de contrincantes y haber coronado con éxito el procesode la embriogénesis». Y aunque su mentalidad científica reac-cionara ante esta idea con cierto grado de escepticismo -cuandono de ironía-, lo cierto es que la experiencia le procuró emo-ciones muy poderosas y convincentes.

Veamos a continuación el resumen de las sesiones de terapiade Richard, un hombre que padecía depresiones crónicas suici-das. En una de las sesiones, Richard se sintió envuelto por el 1í-

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El paradigma transpersonal

quido fetal y unido a la placenta mediante el cordón umbilical.Era consciente del flujo alimenticio que penetraba en su cuerpoa través de la zona del ombligo y sentía que la circulación pla-centaria era un mágico fluido dador de vida que le mantenía ín-timamente unido a su madre en una maravillosa fusión sim-biótica.

Richard escuchó dos latidos cardíacos que terminaron acom-pasándose. Este sonido iba acompañado de un ruido sordo quereconoció, después de alguna vacilación, como el sonido queacompaña a los movimientos peristálticos de gases y líquidos enla porción del intestino adyacente al útero y como el sonido deldesplazamiento de la sangre por la arteria pélvica. Era plena-mente consciente de su imagen corporal y advertía tambiénque su cabeza era desproporcionadamente mayor que el restodel cuerpo. Estos leves indicios y su discernimiento adulto lepermitieron darse cuenta de que era un feto totalmente desarro-llado en el momento inmediatamente anterior al parto.

Entonces escuchó un extraño sonido procedente del exte-rior, un sonido que parecía llegar desde el otro extremo de unlargo corredor, un sonido que, como ocurre con ciertos efectosde música electrónica, parecía deformado después de atravesaruna capa de líquido. Finalmente dedujo que ésa debía ser laforma en la que el feto escucha los sonidos procedentes delexterior a través de las paredes del abdomen, el útero y el lí-quido amniótico.

Luego trató de identificar la causa de esos sonidos y el pun-to del que procedían. Al poco reconoció gritos, risas y un ex-traño sonido de trompetas. Entonces pensó que debía de estarescuchando el alboroto de una verbena que se celebraba anual-mente en su pueblo natal dos días antes de la fecha de su naci-miento y dedujo que su madre debió de haber asistido a ella enun estadio avanzado del embarazo.

Más tarde le preguntamos a la madre de Richard sobre lascircunstancias que rodearon su nacimiento sin mencionarle, enmodo alguno, esta experiencia y ella relató, entre otras cosas, un

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Más allá de las fronteras del tiempo

incidente que Richard ignoraba y que su madre tampoco re-cordaba haberle contado previamente. La fiesta anual constituíatodo un acontecimiento que rompía la monotonía del pueblo, ysu madre, a pesar de hallarse en avanzado estado de gestación yde las advertencias y objeciones de los familiares, no quisoperdérsela de ningún modo. Según afirmaban los parientes, elestruendo y la agitación terminaron precipitando el nacimientode Richard. 2

La máquina del tiempo de la conciencia

La contingencia de una memoria celular que guarda el re-cuerdo de los estadios más tempranos de nuestra existencia pa-rece rozar los límites de lo imposible. Pero éste no es, sin em-bargo, el desafío más singular al que nos enfrenta la experienciatranspersonal ya que quienes atraviesan un estado no ordinariode conciencia suelen describir, con todo lujo de detalles, acon-tecimientos anteriores al momento de su concepción o son ca-paces de adentrarse en el mundo de sus progenitores, sus ante-pasados e incluso toda la especie humana. En este sentido,resultan particularmente interesantes las experiencias de «vidasanteriores» que parecen sugerir la existencia de una continuidadindividual entre una vida y otra.

Explorando la niñez de nuestros padres

En numerosas ocasiones, las personas que experimentan esta-dos no ordinarios de conciencia son capaces de relatar aconteci-mientos ocurridos mucho antes del momento de su concepción.Existen personas que afirman haber revivido las experiencias in-fantiles de su madre o de su padre y, a través de ellas, haber ex-perimentado -como sucede en la película de Steven SpielbergRegreso al futuro, cuyos protagonistas parecen poder despla-

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El paradigma transpersonal

zarse en todas las direcciones del tiempo- acontecimientos pro-pios de esa época.

Recuerdo, por ejemplo, la experiencia de Inga, una jovenfinlandesa que asistió a un taller que ofrecimos en Suecia, quiense vio a sí misma como un joven soldado de la Segunda GuerraMundial, un acontecimiento que había tenido lugar catorce añosantes del momento de su nacimiento. El soldado en cuestión erasu padre, e Inga revivió la experiencia del campo de batalla através de los sentidos y el sistema nervioso de su padre. Se ha-llaba completamente identificada con él, revivía todas sus sen-saciones y sentía las intensas emociones que su padre estaba ex-perimentando. Era completamente consciente de todo lo queocurría a su alrededor y, mientras se hallaba oculta detrás de unabedul, escuchó el sonido de una bala que pasó rozando suoído y su mejilla.

La experiencia fue muy clara y convincente. Inga ignorabaque su padre hubiera combatido en la guerra ruso-finlandesa yno sabía, por tanto, de dónde procedía ese recuerdo pero estabaplenamente segura de que se trataba de una experiencia quenadie le había contado jamás. Finalmente decidió telefonear asu padre y hablar con él al respecto.

Después de la llamada, Inga relató la conversación al restode los integrantes del taller. Nos contó que, a medida que ha-blaba con su padre, iba excitándose cada vez más y que, cuandole describió la experiencia, su padre se quedó completamenteestupefacto. ¡Todo lo que ella le contaba había ocurrido real-mente! Tanto su descripción del campo de batalla como lospensamientos y sentimientos que había experimentado eranciertos, incluyendo el pequeño detalle del bosquecillo de abe-dules. Su padre le aseguró también que nunca había contado anadie la experiencia porque la había considerado carente de in-terés. Sin embargo, aunque jamás hubiera llegado a verbalizarla experiencia, ésta había pasado, de algún modo, hasta su hija.'

Desde sus mismos comienzos, nuestra investigación con elLSD fue muy rigurosa. Todos los psiquiatras participantes de-

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Más allá de las fronteras del tiempo

bieron someterse a un entrenamiento intensivo que incluía laexperimentación personal bajo la supervisión de un terapeutaentrenado. En ese contexto, muchos de los sujetos -mujeres yhombres con una esmerada y sofisticada educación que ante-riormente se habían mostrado reticentes ante conceptos talescomo el del «inconsciente colectivo» junguiano- se encontraronde pronto viajando más allá de las fronteras espaciales y tem-porales de su conciencia. Recuerdo, por ejemplo, el caso deNadja, una sensata psicóloga de unos cincuenta años de edad,que experimentó una vívida y convincente identificación con sumadre. En este caso, el episodio se remonta mucho más atrás enel tiempo que en el caso de Inga, puesto que se trata de un he-cho ocurrido en la infancia de la madre de Nadja.

Nadja relató que había experimentado un cambio dramáticode personalidad. De pronto, se sintió como si fuera su madre alos tres o cuatro años de edad. Corría el año 1902, llevaba unvestido almidonado repleto de adornos y se encontraba a dis-gusto con la ropa que llevaba. Estaba escondida debajo de unaescalera y se sentía sola y asustada, dolorosamente conscientede que había ocurrido algo terrible. Recordó entonces que aca-baba de decir algo inconveniente y había sido reprendida vio-lentamente con un manotazo en la boca.

Desde su escondite, Nadja podía ver claramente a sus fami-liares -tías, tíos y primos- sentados en el porche de una grancasa, vestidos con el atuendo propio de la época. Todos habla-ban sin parecer darse cuenta de su desdicha. Se sentía desbor-dada por la frustración, superada por las incomprensibles exi-gencias de los adultos, avergonzada por no poder satisfacer supretensión de ser una niña buena que se comportara adecuada-mente, que hablara bien y que no se ensuciara.

Como siempre hacemos en estos casos, invitamos a Nadja aque intentara verificar la realidad objetiva de su experiencia.Poco después, Nadja habló con su madre pero, sabiendo queella no aprobaría que hubiera tomado LSD, le dijo que había te-nido un sueño en el que era una niña pequeña y que, avergon-

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El paradigma transpersonal

zada y resentida por la indiferencia de los adultos, se había es-condido debajo de una escalera. Apenas empezó su relato, sumadre la interrumpió y prosiguió añadiendo una serie de por-menores que coincidían plenamente con la experiencia de Nad-ja. La detallada descripción de su madre coincidía exactamentecon la experiencia de Nadja, incluyendo una meticulosa des-cripción del gran porche, de la escalera que subía hasta él y dela ropa de todos los presentes, incluido el blanco y almidonadodelantal.'

Explorando el mundo de nuestros ancestros

A veces, la investigación experiencia) de nuestro pasado seremonta hasta nuestros abuelos o llega incluso hasta la vida deparientes que vivieron hace ya muchos siglos. Estas extrañasexperiencias ancestrales suelen ir acompañadas por el conven-cimiento pleno de que la persona, o personas, con las que noshemos identificado pertenecen a nuestro propio linaje. Quienesatraviesan esta experiencia suelen describir esta relación ge-nética como algo «primordial», como algo que no puede ser ex-presado con palabras sino que debe ser experimentado directa-mente.

Las auténticas experiencias ancestrales de este tipo sonsiempre congruentes con la herencia racial, cultural e históricadel sujeto que las experimenta. Y, si bien en determinados casosaparecen ciertas incongruencias -como la persona de ascen-dencia anglosajona que atraviesa por experiencias ancestralesindio-americanas o africanas, por ejemplo-, éstas se desvanecenapenas examinamos con detalle su genealogía familiar ya que,por lo general, los recuerdos ancestrales nos ofrecen datos ob-jetivos, tales como costumbres, hábitos, creencias, tradicionesfamiliares, idiosincrasias, prejuicios y supersticiones, suscepti-bles de verificación.

La observación de las personas que atraviesan por experien-

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cias ancestrales nos proporciona evidencia adicional sobre su

autenticidad. No es infrecuente, por ejemplo, que las personas

que participan en los talleres y en las sesiones individuales depsicoterapia experiencial experimenten cambios drásticos ensu apariencia y su conducta y que su expresión facial, su posturafísica, sus gestos, sus reacciones emocionales y procesos men-tales adquieran las peculiaridades propias de los ancestros encuestión.

En ocasiones, estas experiencias ancestrales pueden ser tanvívidas, prolijas, completas y exactas que pueden verificarsecon suma facilidad. En otras ocasiones, por el contrario, son va-gas y generales y sólo revelan impresiones y climas emociona-les difusos relativos al tipo de relación que se establece entre losmiembros de una familia, de una tribu o de un clan concretos.En mi calidad de psiquiatra me he sentido particularmente in-teresado al comprobar que estas experiencias ancestrales pue-den ayudarnos a comprender algunos de los problemas que nosaflijen en el presente. Estoy plenamente convencido de queesta ojeada a la vida de nuestros padres, abuelos y parientes le-janos puede ayudarnos a entender -y también a resolver- nues-tros conflictos actuales.

Veamos ahora un ejemplo que ilustra la forma en que ciertasexperiencias ancestrales nos proporcionan una información his-tórica rica, detallada e inusitadamente valiosa para comprenderperíodos que, de otro modo, se hubieran perdido completamen-te. Esta experiencia resulta especialmente interesante porque fueverificada posteriormente por una concienzuda investigaciónhistórica y por una sincronía absolutamente imprevista.

En una sesión de terapia psicodélica, una joven mujer aque-jada de neurosis, a quien llamaremos Renata, experimentó va-rios episodios que se desarrollaban en una plaza de Praga du-rante el siglo xvii. Durante ese período, poco antes del inicio dela Guerra de los Treinta Años, Bohemia -que hoy en día formaparte de la República Checa- cayó bajo el dominio de la dinas-tía de los Habsburgo, quienes, en un exceso de celo por eliminar

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El paradigma transpersonal

todo indicio de nacionalismo, capturaron y decapitaron públi-camente a veintisiete miembros de la nobleza checa en la plazade la Torre Vieja de Praga.

Durante estas sesiones, Renata no sólo describió innumera-bles imágenes relativas a la arquitectura, la indumentaria, las ar-mas y las herramientas utilizadas en su vida cotidiana sino quetambién detalló escrupulosamente las complejas relaciones quemantenía la familia real y sus súbditos. Aunque Renata carecíade toda información previa sobre ese período histórico -de he-cho, yo mismo tuve que consultar diversas fuentes para verificarla veracidad de los detalles-, su comprensión era extraordina-riamente minuciosa.

Las experiencias de Renata tenían que ver con una personade ascendencia noble que había sido ejecutada por los Habs-burgo. En una secuencia, particularmente dramática, Renatarevivió detalladamente la ejecución de ese personaje. Comotestigo del recuerdo de Renata, debo admitir que yo tambiénparticipé de su confusión y desorientación. Para tratar de com-prender lo que estaba ocurriendo, seguí dos caminos completa-mente diferentes. Por una parte, me dediqué a investigar la in-formación histórica proporcionada por Renata y descubrí unaextraordinaria cantidad de evidencias objetivas ligadas a eseperíodo de la historia del siglo xvtl. Por otra parte, puse enjuego todas mis habilidades psicoanalíticas, esperando descubrircualquier indicio que revelara que su experiencia se asentaba enun conflicto encubierto originado en la niñez o en algún pro-blema emocional de su vida presente. Pero, por mucho que lointentara, no pude explicar sus experiencias transpersonales enbase a la existencia de una problemática psicológica oculta.

Dos años después de este episodio, y ya en Estados Uni-dos, recibí una carta en la que Renata me relataba un encuentrocon su padre, a quien no había visto desde que era muy pequeñaya que sus padres se habían divorciado cuando ella tenía tresaños de edad. Renata había ido a cenar a casa de su padre y,después de la cena, éste le mostró un árbol genealógico, resul-

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tado de su afición favorita, que rastreaba la historia de la fami-lia varios siglos atrás. Para su sorpresa, Renata descubrió que supadre y ella descendían de uno de los nobles ejecutados por losHabsburgo aquel fatídico día de comienzos del siglo xvü. La in-formación de Renata parecía confirmar su hipótesis de que cier-tos engramas dotados de una gran carga emocional pueden fi-jarse en el código genético y ser transmitidos, de este modo, degeneración en generación a lo largo de los siglos.'

Después de superar la conmoción inicial, me di cuenta de quela interpretación de Renata podía ser errónea ya que, aun en elcaso de que los recuerdos puedan transmitirse por medio delcódigo genético, la muerte interrumpiría necesariamente estavía de transmisión. Dicho de otro modo, puesto que el noble mu-rió ejecutado, no pudo haber transmitido genéticamente la in-formación sobre su muerte a Renata. No obstante, cuanto máspensaba en el tema más incapaz me sentía de ignorar la incues-tionable relación existente entre las experiencias de Renata y losdescubrimientos genealógicos realizados por su padre. ¿Se tratatan sólo de una inverosímil coincidencia carente de sentido oquizás esos incidentes merecen una atención más detenida?

He llegado a la conclusión de que la sorprendente sincroni-cidad entre la experiencia de Renata y el encuentro con su padre-quien le aportó la información genealógica que parecía apoyarsu explicación de la experiencia- no puede ser tildada comoalgo meramente accidental. ¿Cómo podemos, entonces, explicareste suceso? ¿Acaso la información sobre la muerte del noblellegó a la mente de Renata gracias a algún tipo de conexión te-lepática inconsciente con su padre? Y, en el caso de que estofuera cierto, ¿cómo pudo despertar una información genealógi-ca tan escueta una experiencia directa tan rica en detalles his-tóricos?

Entonces se me ocurrió la hipótesis de que la posible infor-mación genética que Renata parecía poseer sobre el incidenteprocediera de algún superviviente de la familia del noble. En talcaso, ese testigo podía haber presenciado la ejecución mientras

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El paradigma transpersonal

se hallaba en un estado transpersonal, en una especie de «uni-dad dual», que le permitió experimentar en primera personalas sensaciones y las emociones reales de la persona ejecutada.Otra explicación alternativa podría ser la de que, en última ins-tancia, el universo constituye el juego de la conciencia divina yque por tanto, desde ese punto de vista absoluto, se trasciendentodas las leyes naturales. En este caso, cualquiera de nosotros,en cualquier momento, puede, de algún modo, acceder a una in-formación que se halla más allá de la materia, más allá del es-pacio y más allá del tiempo. Sólo una cosa parece cierta: en eluniverso existen ciertos principios que exceden con mucho todolo que nuestra imaginación puede concebir y que no hay modode explicar en base al sistema de creencias impuesto por laciencia newtoniana.

Las experiencias raciales y colectivas

Las experiencias raciales y colectivas no se hallan circuns-critas a los recuerdos propios de nuestro linaje familiar y denuestra estirpe sanguínea sino que pueden llegar a implicar acualquier miembro de nuestra raza. Pero este proceso, no obs-tante, puede trascender también los límites de nuestra raza e in-cluir a otros grupos raciales o a la memoria colectiva de toda lahumanidad. Según la psiquiatría tradicional, nuestro psiquismosólo puede verse afectado por aquello que hemos experimenta-do de primera mano, ya sea por medio de los sentidos o comoresultado de nuestra interpretación de la experiencia. Sin em-bargo, la investigación que hemos realizado sobre miles de per-sonas en estados no ordinarios de conciencia demuestra, sinlugar a dudas, la existencia de experiencias ancestrales, racialesy colectivas que parecen confirmar la hipótesis de Jung de uninconsciente colectivo que contiene el recuerdo de todas lasexperiencias sufridas por la humanidad desde el mismo co-mienzo de los tiempos.

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Veamos la experiencia de una psiquiatra europea en un tallerde formación en psicoterapia holotrópica que llevamos a cabo enCalifornia. Hay que decir que, aunque la mujer carecía de cual-quier tipo de conocimiento intelectual sobre la historia de los in-dígenas americanos, su experiencia sobre el Sendero de las Lá-grimas de los cherokee y otros acontecimientos vinculados a suexpulsión de sus asentamientos tradicionales y su confinamientoen la reserva resulta sumamente convincente. He aquí su relato:

De pronto, todo parecía frío, oscuro y carente de sentido. Sen-tí que una fuerza enorme me empujaba más allá de los límitesde mi existencia y me trasladaba hasta un remoto período his-tórico. Mi yo ordinario pareció reducirse al tamaño de un fotóny luego terminó desvaneciéndose. Me convertí en otra persona,en una menuda y arrugada mujer india que llevaba el pelo gra-siento recogido en un par de trenzas.Vi a miles de indios agrupados por clanes en una inmensa lla-nura. El círculo de ancianos en torno al cual se habían congre-gado parecía tranquilo, decidido e inmóvil. Esperaban la res-puesta de su pueblo: la muerte o el viaje. Quienes eligieron lamuerte se retiraron a una fila de tiendas bajas y, cuando la de-cisión concluyó, los ancianos comenzaron a disparar flechasenvenenadas sobre quienes habían aceptado el sagrado destinode la muerte. Cuando el último de ellos expiró, la anciana co-menzó a bailar una danza de reconciliación con la muerte querepresentaba la siembra y la nueva floración. Al poco, todos sepusieron en pie y bailaron con ella la danza de la fuerza, la pazy la reconciliación con la muerte.

Cuando concluyó el ritual, todos los participantes se levan-taron y emprendieron la partida. La protagonista de esta expe-riencia relató que sentía «una tristeza y un sufrimiento inena-rrables». A continuación, expresó sus sentimientos entonandoun cántico monótono y melancólico que iba acompañado delbalanceo de todo su cuerpo. Luego prosiguió diciendo:

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El paradigma transpersonal

Lloraba y gemía internamente por la muerte de cientos de ni-ños, ancianos, mujeres y hombres de mi pueblo. Vi una fila in-terminable de personas que vagaban exánimes, hambrientas,abatidas y desesperadas por las montañas, sembrando el cami-no de cadáveres. Me sentía como una cordillera milenaria quecontemplaba completamente inmóvil la partida de mi pueblohasta verlos desaparecer en el horizonte. En cierto sentido, sinembargo, yo participaba de su incesante éxodo hacia ningunaparte, en la vida y en la muerte.'

Quienes experimentan episodios raciales y/o colectivos pue-den descubrir que participan en acontecimientos dramáticos-generalmente breves- que tienen lugar en períodos históri-cos, culturas y países más o menos remotos. Estas experienciassuelen tener que ver con las relaciones interpersonales, la es-tructura social, las prácticas religiosas, los códigos morales, elarte y la tecnología del período histórico en cuestión. A veces,podemos contemplar gestos, posturas y movimientos simbólicoscomplejos que los expertos reconocen como característicos delas personas y las épocas implicadas.

En numerosas ocasiones hemos sido testigos, tanto en las se-siones individuales como en los talleres terapéuticos, de perso-nas que adoptan posturas (asanas) y gestos (mudras) propios dela tradición milenaria del Yoga, aunque carezcan de todo cono-cimiento o experiencia previa sobre este tipo de disciplina es-piritual. En muchos casos, las personas se entregan a prácticaspertenecientes a culturas completamente ajenas a su estado or-dinario de conciencia. No es extraño, por ejemplo, que, auncareciendo de todo conocimiento o adiestramiento previo, seejecuten los movimientos característicos del trance de los bos-quimanos ! kung, del baile giróvago de los derviches sufíes, delas danzas rituales javanesas o balinesas o de los gestos simbó-licos hindúes del Kathakali que se realizan en la costa de Ma-labar.

A veces, la persona que experimenta otras vidas se expresa

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Más allá de las fronteras del tiempo

en lenguajes -en ocasiones complejos y arcaicos- que desco-noce completamente en su vida cotidiana. En algunos de los ca-sos, la autenticidad de los idiomas empleados ha sido confir-mada mediante grabaciones llevadas a cabo durante lassesiones; en otros, por el contrario, ha sido imposible descifrarsu significado aunque la expresión verbal parezca poseer la es-tructura propia de un lenguaje. Pero esto no significa necesa-riamente que no se trate de un idioma auténtico perteneciente aun grupo étnico concreto. Los lingüistas están de acuerdo enque resulta extraordinariamente difícil identificar los miles deidiomas y dialectos que se utilizan en nuestro planeta. A veces,por último, los sonidos carecen de toda articulación. En cual-quier caso, sin embargo, el hecho de que hayamos podido veri-ficar una considerable cantidad de este tipo de episodios disipacualquier asomo de duda sobre la autenticidad del fenómeno co-nocido como «don de lenguas».

Aun cuando la persona carezca de todo conocimiento o in-terés previo en el tema, las experiencias ancestrales y racialespueden desvelarnos el significado profundo de determinadasprácticas culturales. La investigación que hemos llevado a cabopara verificar la exactitud de este tipo de experiencias no sólonos ha demostrado reiteradamente su veracidad sino que, en lamayor parte de los casos, nos ha ofrecido información accesibletan sólo a eruditos u otros especialistas interesados por el tema.

He sido testigo, por ejemplo, del detallado relato de unapersona que carecía de todo conocimiento sobre las culturasde la antigüedad sobre las prácticas funerarias del antiguo Egip-to. Este individuo nos ofreció una minuciosa explicación delsignificado esotérico y de la forma de ciertos amuletos encon-trados en los sarcófagos, del significado de los colores escogi-dos para las vasijas funerarias, del proceso de momificación yde la finalidad de determinados rituales. Su experiencia comoembalsamador le permitió describir, con todo lujo de detalles, eltamaño y la composición de los vendajes de las momias, losmateriales empleados para preparar sus vestiduras y la forma y

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El paradigma transpersonal

el simbolismo de las cuatro urnas utilizadas para guardar los ór-ganos extraídos del cuerpo. Aunque se trata de un conocimien-to generalmente inaccesible al público, nuestra investigaciónposterior demostró la exactitud de todos los pormenores relata-dos por el sujeto.'

El misterio del karma y la reencarnación

Para la mayor parte de quienes hemos nacido y crecido alamparo de las tradiciones occidentales, la creencia en el karmay en las vidas anteriores resulta extraña, por no decir ingenua yextravagante. Pero resulta difícil ignorar el hecho de que lostextos religiosos de las sociedades más avanzadas del planeta sehayan ocupado, a lo largo de los siglos, de las vidas anteriores,la reencarnación y el karma, y hayan descrito su impacto ennuestras vidas presentes. Desde su punto de vista, no venimos aesta vida como tabulas rasas ya que nuestra vida actual formaparte de un continuo que se remonta a vidas anteriores y que,probablemente, se extenderá también hacia otras vidas futuras.Por otra parte, los recuerdos de vidas pasadas de quienes hanatravesado por estados no ordinarios de conciencia suelen estarentremezclados con experiencias de su nacimiento, infancia,niñez y adolescencia actual.

Somos muy conscientes de que el cristianismo y la cienciaortodoxa niegan e incluso ridiculizan este tipo de creencias.Pero nuestra investigación en el dominio de lo transpersonal nodeja de proporcionarnos abundante evidencia de que esta áreade estudio es un verdadero tesoro, repleto de conocimientossobre la naturaleza del psiquismo humano. Las pruebas a favorde la evidencia de este tipo de factores son tan decisivas quesólo podemos concluir que quienes se niegan a considerarlas es-tán insuficientemente informados o tienen una mentalidad ex-cesivamente estrecha.

Después de muchos años de trabajo con personas que han

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atravesado por este tipo de experiencias, no tengo la menorduda de la relevancia de este fascinante campo de estudio. Espor ello que quisiera destacar su importancia para resolver cier-tos conflictos y mejorar, con ello, nuestra vida cotidiana.

A mediados de los años sesenta dirigí un programa de in-vestigación y tratamiento psicodélico destinado a los pacientescancerosos del Maryland Psychiatric Research Center, de Bal-timore, y tuve la oportunidad de trabajar con un obrero que pa-decía un avanzado cáncer de piel que se había extendido a susórganos internos a quien llamaremos Jesse. Jesse era una per-sona iletrada que carecía de todo conocimiento sobre la reen-carnación, el karma y otras creencias relacionadas con el pen-samiento oriental. De hecho, en circunstancias normales lológico era pensar que, debido a su estricta educación católica,todas estas cuestiones eran tabú para él.

Jesse había perdido su batalla contra el cáncer, sabía queiba a morir y, por consiguiente, se hallaba profundamente pre-ocupado y abatido. Estuvo de acuerdo en someterse a terapiapsicodélica para tratar de superar su ansiedad. Al comienzo,toda su atención se centró en sus sentimientos de culpabilidadsobre el modo en que había vivido. Había crecido en un am-biente católico, se había casado y divorciado y, durante los úl-timos años, había vivido con otra mujer. Creía firmemente que,ante los ojos de Dios, siempre estaría casado con su primera es-posa y que, por tanto, estaba viviendo amancebado y en pecadomortal.

Durante las sesiones psicodélicas, Jesse revivió monstruosasescenas bélicas, escenas de ruinas sembradas de cadáveres, es-queletos, despojos putrefactos y basuras malolientes. Vio supropio cuerpo carcomido por el cáncer envuelto en vendajes he-diondos. Luego presenció la aparición de una gigantesca bola defuego que cubrió toda la escena y la consumió rápidamente en-tre sus llamas purificadoras. Aunque su cuerpo fue destruido, sualma, sin embargo, sobrevivió, y Jesse se vio sometido a un jui-cio en el que Dios ponderaba sus buenas y sus malas acciones y,

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El paradigma transpersonal

tras una corta deliberación, se sintió liberado de su carga. A par-tir de ese momento, Jesse escuchó una música celestial y co-menzó a comprender el significado de su experiencia.

De pronto, tomó conciencia de un poderoso mensaje quefluía de su interior y parecía impregnar todo su ser: «Cuandomueras tu cuerpo será destruido pero tú te salvarás. Tu almapermanecerá contigo para siempre. Volverás a la tierra y vivirásde nuevo, pero ignorarás lo que serás en esa nueva tierra».

Esta experiencia no sólo disipó toda su ansiedad y su sufri-miento sino que también le alivió de su dolor. Jesse salió de laexperiencia creyendo profundamente en la realidad de la reen-carnación, una noción que se hallaba en abierto conflicto con supropia tradición religiosa. Cinco días más tarde, quizás algoantes de lo previsto, Jesse murió en paz consigo mismo. Parecíacomo si su mente se hubiera liberado y entregado a una muerteinevitable, parecía incluso deseoso de emprender el viaje hacialo que él llamaba la «nueva tierra».

Jesse y yo jamás hablamos de reencarnación ni de supervi-vencia del alma después de la muerte física. Ignoro el procesoque le llevó a forjarse una compleja visión de lo que ocurre des-pués del momento de la muerte, pero lo cierto es que le propor-cionó una profunda confianza en los últimos días de su vida.'

Soy consciente de que la experiencia de Jesse puede ser de-sestimada como una mera fantasía pero hay otros casos, sinembargo, que contienen detalles que pueden ser comprobadosobjetivamente. Yo mismo he atravesado por varias experienciasrelacionadas con vidas anteriores pero ninguna de ellas fue tanvívida y convincente como la que tuvo lugar en mi primer viajea Rusia. Este tipo de experiencias puede ayudarnos a ilustrar laforma en que los acontecimientos del pasado se entretejen connuestra historia personal reciente y la manera de utilizar el ex-traordinario poder curativo de estos recuerdos.

En 1961 participé en un viaje organizado a Leningrado,Moscú y Kiev. Los guías de la agencia oficial Intourist tenían lamisión de supervisar todos nuestros movimientos y de impedir

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cualquier desplazamiento imprevisto. Poco antes de nuestrapartida había leído algo sobre Pechorskaia Lavra, un monasterioortodoxo ruso que se halla en unas antiguas catacumbas ubica-das en el interior de una montaña próxima a Kiev. Según teníaentendido, este lugar era el centro espiritual de Ucrania y losbolcheviques lo habían respetado porque, de lo contrario, hu-bieran debido afrontar una rebelión popular. La primera vezque escuché hablar de ese lugar sentí una extraña y poderosaatracción y deseé visitarlo.

Una vez en Kiev, me enteré de que Pechorskaia Lavra se ha-llaba fuera de nuestro itinerario y comencé a sentirme inquietoy, aun a sabiendas de lo mucho que me arriesgaba, decidí visitarel monasterio por mi propia cuenta. Hablo fluidamente el ruso,así que tomé un taxi que me llevó hasta el monasterio y paseépor el laberinto de catacumbas en el que se alineaban los restosmomificados de todos los monjes que habían vivido y muertoen ese lugar a lo largo de los siglos. Sus manos descarnadas, cu-biertas con una piel que el paso de los años había convertido enuna especie de pergamino marrón, se hallaban unidas en actitudde plegaria. Los angostos corredores discurrían por grutas ilu-minadas por la difusa luz de un candil decoradas con llamativosiconos y, a través del denso y fragante humo del incienso, pudecontemplar a grupos de monjes de luengas barbas que cantabanabismados en profundo trance.

Mi lento y parsimonioso recorrido por las catacumbas mesumió en un estado inusual de conciencia. Tenía la certeza deconocer perfectamente cada recodo del camino y podía adivinarlo que me encontraría a continuación. En cierto momento lleguéa un lugar en el que se hallaba una momia cuyas manos estabanen una extraña posición ya que, a diferencia de las demás, no sehallaban colocadas en una actitud de adoración. En ese mo-mento sentí la emoción más intensa que jamás haya experi-mentado. Luego finalicé mi excursión y regresé al hotel, tran-quilizándome al advertir que los guías de Intourist no se habíanpercatado de mi ausencia.

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El paradigma transpersonal

Después de mi regreso de Rusia, seguí preocupado por losrecuerdos de las catacumbas, especialmente en lo que respecta alas extrañas reacciones que suscitó en mí la momia cuyas manosse hallaban en una posición tan inusual. No obstante, me su-mergí nuevamente en mi trabajo y el recuerdo de la experienciafue borrándose lentamente de mi memoria. Mucho más tarde,cuando trabajaba en el Maryland Psychiatric Research Center,de Baltimore, el director del Instituto me presentó a Joan Granty a su marido, Dennys Kelsey, un matrimonio europeo quepracticaba una terapia innovadora basada en la hipnosis. Du-rante su visita de cuatro semanas a nuestro centro todos losmiembros del equipo tuvimos la oportunidad de someternos asesiones personales de hipnosis bajo su supervisión.

Joan era francesa y tenía la facultad -mediante la cual habíaescrito ya varios libros al respecto- de caer en trance hipnótico yexperimentar episodios de otras épocas y lugares que parecíanser recuerdos de vidas pasadas. Dennys era un psiquiatra britá-nico que también se dedicaba a la hipnosis. En su trabajo enequipo hipnotizaban a los clientes y les pedían que se remonta-ran tan atrás como pudieran para tratar de resolver el origen desus problemas ya que, en su opinión, la causa real de los con-flictos radica, por lo general, en algún acontecimiento del pasa-do. Joan tenía la habilidad especial de sintonizar con la expe-riencia de sus clientes y ayudarles a resolver sus problemas.

Yo tenía interés en trabajar con ellos un conflicto que oca-sionalmente se suscitaba en mi interior entre la sensualidad y laespiritualidad. La vida ejerce sobre mí un poderoso atractivo yacostumbro a gozar de los placeres que me proporciona la exis-tencia pero, en ocasiones, experimento una necesidad casi com-pulsiva de retirarme del mundo y entregarme por completo a lavida espiritual. Dennys me hipnotizó y luego me dijo que meremontara hasta la época en que había comenzado este proble-ma. De pronto, me vi como un niño ruso que se hallaba de pieen medio de un jardín situado en una casa palaciega que inme-diatamente reconocí como mi hogar. Escuchaba la distante voz

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Más allá de las fronteras del tiempo

de Joan diciéndome: «¡Mira el balcón!». La obedecí de inme-diato sin preguntarme siquiera cómo sabía lo que yo estabaviendo en ese momento. Entonces advertí la presencia de unaanciana de manos arrugadas y nudosas que se hallaba sentadaen una mecedora. Supe que era mi abuela y mi corazón se inun-dó de amor y compasión.

De pronto, la escena cambió. Estaba en una calle de un pue-blo cercano, experimentando la vida sencilla de los campesinosque me permitía escapar del rígido estilo de vida que caracteri-zaba a mi familia. Comprendí que había estado muchas vecesen ese mismo lugar. Poco después estaba en el taller oscuro deun herrero, un hombre gigantesco, musculoso y peludo que sehallaba de pie frente a un horno llameante golpeando con unenorme martillo un pedazo de hierro candente al que trataba dedar forma sobre el yunque. De pronto, sentí un agudo dolor enel ojo. Mi rostro se contorsionó en un espasmo de dolor y las lá-grimas fluyeron abundantes por mis mejillas. Horrorizado, medi cuenta de que un pedazo de hierro al rojo vivo me habíagolpeado el rostro produciéndome graves quemaduras.

Luego experimenté el sufrimiento emocional de un adoles-cente horriblemente desfigurado, la angustia del impulso se-xual insatisfecho y la desazón producida por el rechazo queprovocaban mis repugnantes cicatrices. Completamente deses-perado, tomé la decisión de convertirme en monje e ingresé enel monasterio de Pechorskaia Lavra. Con el paso de los añosmis manos acabaron completamente desfiguradas. ¿Se tratabade la artritis o de una reacción histérica modelada a raíz de laenfermedad de mi querida abuela?

La última escena de esta sesión fue la de mi propia muerte.Recuerdo que era consciente de que me colocaban en un nichoubicado en la pared de las catacumbas. Mis manos lisiadas nopudieron ser colocadas en la actitud de plegaria que indicara lafeliz conclusión de mi vida monástica. Parecía como si la mis-ma muerte también representara para mí el amargo distancia-miento de la tan anhelada sensualidad.

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El paradigma transpersonal

Cuando la sesión llegaba a su fin comencé a sollozar, sobre-cogido por una mezcla de odio, arrepentimiento y autocompa-sión. Después me di cuenta de que Joan me estaba masajeandolas manos que, poco a poco, fueron relajándose y perdiendosu crispación y agarrotamiento. Finalmente tomó mis manos en-tre las suyas y las unió en el gesto universal de la plegaria. Ins-tantáneamente experimenté la sensación de que algo se habíacurado en lo más profundo de mi ser. A partir de ese momento,nunca más he vuelto a experimentar el conflicto entre sensuali-dad y espiritualidad que tanto me había perturbado hasta en-tonces.

Por lo general, el proceso de experimentación de episodiosde vidas pasadas permite que las personas encuentren alivio alos síntomas físicos y emocionales que aquejan su vida pre-sente. En numerosas ocasiones he podido comprobar la reduc-ción o incluso la eliminación completa de depresiones crónicasde origen psicógeno, asmas, fobias, migrañas severas, dolorespsicosomáticos y otros síntomas similares después de una ex-periencia en la que el sujeto revivía una vida anterior. A la luzde todo ello, no resulta tan aventurado formular la hipótesis deque el recuerdo de vidas anteriores puede ayudarnos a resolversimbólicamente ciertos problemas de nuestro psiquismo.

Sin embargo, estas curaciones también pueden trascender, enocasiones, lo meramente simbólico. Aunque en la experienciaque acabamos de relatar la resolución de mi conflicto internoparece poseer un carácter estrictamente intrapersonal y no im-plica a otras personas, las experiencias de vidas pasadas tam-bién pueden poseer dimensiones interpersonales y presentar unelevado grado de sincronicidad. En cierta ocasión, por ejemplo,trabajé con alguien que mantenía una difícil relación de rivali-dad con otra persona. Durante una sesión en la que nuestro su-jeto experimentó lo que parecía ser una vida anterior, el sujetovio que su rival había sido su asesino. Después de este viaje alpasado y de haber perdonado el crimen, mi cliente cambió ins-tantáneamente los sentimientos que albergaba contra su enemi-

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go. De este modo, la antigua rivalidad y los viejos temores sedisiparon por completo y pudo ver con ojos nuevos a la otrapersona. Al mismo tiempo, su antiguo enemigo también expe-rimentó -de manera independiente pero simultánea- un cambiosimilar en la misma dirección. Ambas personas sufrieron asíuna transformación fundamental que modificó su punto de vis-ta y sanó una relación que había estado marcada por el odio. Deeste modo, acontecimientos que no parecían guardar ningunarelación entre sí transformaron su vida y su relación.

Este caso, que parece tan extraordinario, no es inusual en mitrabajo. En numerosas ocasiones he asistido a un cambio sus-tancial de patrones kármicos que, liberados de la carga del pa-sado, han permitido la curación de viejas heridas que habíanpermanecido abiertas a lo largo de los años. Estos cambios deactitud podían ocurrir con una diferencia de minutos aunque laspersonas implicadas se hallaran separadas por miles de kiló-metros y no existiera la menor posibilidad de comunicacióndirecta entre ellas.

¿Acaso hemos vivido anteriormente?

Todo lo que acabamos de describir en torno a las experien-cias relativas a vidas pasadas suscita interesantes cuestionessobre el tema de la reencarnación. ¿Las experiencias kármicasconstituyen necesariamente una demostración de que hemosvivido anteriormente? ¿Significa que nuestra vida actual formaparte de una larga secuencia de vidas? ¿Quiere acaso decir que,de una vida a otra, seguimos siendo responsables de nuestrasacciones? Para tratar de responder a todas estas preguntas seránecesario examinar las evidencias que apoyan o refutan estascreencias y también convendrá revisar nuestras opiniones yprejuicios históricos al respecto. Con demasiada frecuencia,nuestra visión sobre este tipo de fenómenos -que no pueden serdemostrados por las matemáticas ni verificados mediante los

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El paradigma transpersonal

sentidos físicos- depende más de lo que nos han enseñado acreer que del examen imparcial de la evidencia objetiva.

Comencemos recordando que el karma y la reencarnaciónconstituyen la piedra angular de las principales religiones de laIndia, el hinduismo, el budismo, el jainismo, el sikhismo y elzoroastrismo, y que también forman parte del budismo vajra-yana, el budismo esotérico japonés y la mayoría de las escuelasbudistas del sudeste asiático.

En la antigua Grecia, por su parte, la creencia en la reencar-nación fue asumida por diversas escuelas de pensamiento, entrelas cuales cabe destacar a los pitagóricos, los órficos y los pla-tónicos. La misma doctrina fue adoptada por los esenios, los fa-riseos, los karaítas y otras sectas judías o filojudías. Posterior-mente, la reencarnación pasó a ser un dogma fundamental entrelos gnósticos y los neoplatónicos y formó parte de la teologíacabalística del judaísmo medieval. Del mismo modo, tambiénpodemos encontrar nociones similares entre grupos tan dispareshistórica, geográfica y culturalmente como las tribus africanas,los rastafaris jamaicanos, los indios americanos, las culturasprecolombinas, los kahunas polinesios, los practicantes de laumbanda brasileña, los celtas y los druidas.

En la sociedad occidental, la teoría de la reencarnación hasido adoptada por los teósofos, los antropósofos y algunos gru-pos espiritistas. Aunque a primera vista pudiera parecer que lacreencia en la reencarnación es ajena -o incluso incompatible-con la fe cristiana, éste no ha sido siempre el caso ya que losprimeros místicos cristianos creían en la reencarnación. Segúnsan Jerónimo, un santo que vivió entre los siglos iv y v, la reen-carnación requería una interpretación esotérica que sólo resul-taba accesible a la élite eclesiástica.

Orígenes -uno de los más famosos Padres de la Iglesia- fueel pensador más sobresaliente de quienes especularon sobre laexistencia de almas que regresan a la Tierra. Todos sus libros, yespecialmente el titulado De los primeros principios, escritoen el siglo in, fueron condenados en el Segundo Concilio de

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Constantinopla, llevado a cabo en el año 553 bajo el patrociniodel emperador Justiniano. El veredicto sentenciaba: «Si alguienafirmara la fabulosa pre-existencia de las almas y se adhiriese aesa doctrina monstruosa, ¡sea anatema!». Aunque este edicto es-tableciera la naturaleza herética de la doctrina de la reencarna-ción, los estudiosos de la religión encuentran huellas de no-ciones similares en los escritos de san Agustín, san Gregorio ysan Francisco de Asís.

En los tres últimos siglos, el rechazo de la cultura occidentalhacia la reencarnación ha encontrado el apoyo manifiesto de laciencia newtoniana. Así pues, el prejuicio prevalente de nuestroindustrializado mundo contemporáneo nos lleva a rechazar todaforma de espiritualidad como algo engañoso y erróneo. De estemodo, el mundo parece dividirse entre los que creen firme-mente en la reencarnación, los que se muestran neutrales o sim-plemente indiferentes y aquellos otros que la rechazan de pleno.

Volvamos ahora a nuestra pregunta original sin olvidar losprejuicios y las creencias con respecto al tema de la reencar-nación. ¿Acaso la moderna investigación sobre la concienciapuede proporcionarnos algún dato que contribuya a resolver elproblema? En mi opinión, su principal contribución consisteen permitirnos comprender que no resulta útil ni correctoplantear el tema de la reencarnación como una simple cuestiónde «creencia».

Pero expliquémonos con más detenimiento. La doctrina de lareencarnación no constituye una mera creencia sino que supone,por el contrario, el resultado de tratar de encontrar un marcoconceptual adecuado en el que encuadrar observaciones y ex-periencias muy concretas y específicas relacionadas con vidasanteriores. Cualquier investigador serio familiarizado con losestados no ordinarios de conciencia puede constatar sin mu-chas dificultades la existencia de este tipo de experiencias.Pero, como siempre ocurre con cualquier cuestión científica, laexperiencia puede ser interpretada de muy diversas maneras.Después de todo, la teoría de la gravedad no es lo mismo que la

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gravedad. Desde este punto de vista, aunque no podemos negarque los objetos caen porque no nos agrada la teoría de la grave-dad, seguimos negándonos, sin embargo, a considerar siquiera laposible existencia de experiencias relativas a vidas anterioresporque nos desagrada la doctrina de la reencarnación.

Existen datos manifiestos sobre el tema de la reencarnación.Sabemos por ejemplo que, en estados no ordinarios de con-ciencia, suelen tener lugar -de manera espontánea y al margende cualquier programación o conocimiento previo sobre eltema- experiencias relacionadas con vidas anteriores. En lamayor parte de los casos, estas experiencias nos proporcionanuna información exacta y minuciosa sobre épocas pasadas quepuede ser sometida a una verificación objetiva. Por otra parte, lapráctica clínica también indica que numerosos problemas emo-cionales no parecen originarse en la vida presente sino en ex-periencias acaecidas en vidas anteriores y que, por consiguien-te, los síntomas que acompañan a esos desórdenes se alivian odesaparecen completamente después de revivir las experien-cias subyacentes de vidas anteriores. Por último, la investiga-ción de Ian Stevenson con niños que pretendían recordar acon-tecimientos de sus vidas anteriores también nos proporcionauna evidencia insoslayable sobre la importancia de este área deestudio.

La creencia de que la conciencia individual sobrevive a lamuerte del cuerpo físico constituye una posible explicación deeste tipo de experiencias. Sin embargo, cometeríamos un graveerror si considerásemos que es posible hablar de «pruebas»concluyentes. Debemos recordar que la ciencia nunca «de-muestra» nada sino que tan sólo se limita a «aprobar» o «refu-tar» las teorías existentes. La historia de la ciencia nos enseñaque ninguna teoría completa puede explicar todos los aspectosde un fenómeno y que siempre es necesario recurrir a teorías al-ternativas para poder dar cuenta de todos los hechos observa-dos. Veamos ahora otras posibles hipótesis alternativas al mar-gen de la teoría de que el alma sobrevive a la muerte o de que la

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conciencia individual perdura de una vida a la siguiente.En este sentido, la misma literatura espiritual nos propor-

ciona dos explicaciones alternativas. La tradición mística hindú,por ejemplo, considera que la creencia literal en la reencarna-ción constituye una interpretación superficial de la noción delkarma. Esta teoría llega a afirmar la ilusoriedad de todas lasfronteras y separaciones existentes en el universo. En últimainstancia, lo único que existe es el principio creador de la Con-ciencia Cósmica. Este principio es, en realidad, lo único que en-cama, es decir, lo único que toma forma física. Desde esta pers-pectiva, el universo es el juego divino (lila) del Ser Supremo(Brahman). Por consiguiente, todos los adherentes a este puntode vista consideran que las diversas apariencias kármicas no sonsino manifestaciones ilusorias.

Otra explicación afirma que la entidad que reencarna es elcampo total de la conciencia humana. Este campo, al que po-dríamos denominar Superalma, abarca a toda la especie huma-na, incluye a todo el planeta y a la totalidad del tiempo y asumeuna identidad individual con el fin de explorar y aprender sobresí mismo. Tras la muerte del individuo, los fragmentos no asi-milados de experiencias de una vida particular retornan a esaSuperalma, donde se convierten en los elementos que integraránlas futuras encarnaciones. Así pues, la teoría de la Superalma-al igual que la concha multicompartimentada del Nautilus-parece integrar y trascender, al mismo tiempo, las nociones decontinuidad y separación.

La parapsicología y la percepción extrasensorial

El interés por los fenómenos transpersonales no es nuevo enla ciencia occidental ni se halla restringido al campo de la psi-cología. Desde hace muchas décadas, la parapsicología -unacontrovertida disciplina científica- se ha dedicado a estudiarformas de adquisición de información que parecen eludir el

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El paradigma transpersonal

concurso de los órganos sensoriales. De este modo, la parapsi-cología se ha ocupado de investigar diversas formas de per-cepción extrasensorial (PES), es decir, de la facultad de tras-cender las fronteras espaciales, las distancias y las limitacionesdel tiempo lineal. Podríamos haber incluido este apartado en lasección anterior pero hemos preferido mencionarlo de maneraindependiente dada la particular atención que ha recibido porparte de los parapsicólogos.

Los fenómenos PES caracterizados por la trascendencia delos límites espaciales incluyen las experiencias extracorporales(EEC), la capacidad de experimentar acontecimientos lejanos yla telepatía. Por su parte, los fenómenos PES de trascendencia delos límites temporales son la precognición (el conocimiento dehechos que todavía no han sucedido) y la psicometría (la posi-bilidad extrasensorial de conocer la historia de los objetos).

Las experiencias de separación entre la conciencia y el cuer-po, o experiencias extracorporales (EEC), pueden adoptar for-mas y grados muy diversos. En ocasiones, por ejemplo, puedenconstituir un episodio aislado de nuestra vida o formar parte, porel contrario, del conjunto de hechos que acompañan a un proce-so de apertura psicológica o de una crisis transpersonal.

Por otra parte, este tipo de experiencias puede desencadenar-se por muy diferentes razones como, por ejemplo, situaciones lí-mites, experiencias cercanas a la muerte, sesiones de terapia ex-periencial profunda, crisis psicoespirituales o ingestión dedeterminadas sustancias psicoactivas. El Libro Tibetano de losMuertos nos brinda notables ejemplos de este tipo de experien-cias. Sin embargo, hasta que la moderna investigación de la con-ciencia y la tanatología no han ratificado su autenticidad, la cien-cia no les ha prestado la menor atención.

Podemos experimentar que la conciencia abandona el cuer-po, se separa de él y lo contempla desde fuera. En algunas delas versiones más avanzadas de este mismo fenómeno podemosabandonar el cuerpo, volar y trasladamos a lugares muy dis-tantes.

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Más allá de las fronteras del tiempo

Hace ya muchos años, poco después de mi llegada a EstadosUnidos, participé en una sesión supervisada de LSD que for-maba parte de un programa de entrenamiento destinado a pro-fesionales de la salud mental. En esa ocasión experimenté unaextraña mezcla de beatitud y serenidad e inmediatamente des-pués sentí que había penetrado en un mundo lleno de maravi-llas, un mundo -como el de los primeros cristianos- en el quelos milagros eran posibles, aceptables y comprensibles. Enton-ces comencé a reflexionar sobre los problemas del tiempo, elespacio y las insolubles paradojas del infinito y de la eternidadque desconciertan a nuestras mentes racionales en el estado or-dinario de conciencia. No acertaba a comprender cómo me ha-bía dejado lavar el cerebro aceptando una visión cerrada que nocuestiona la realidad objetiva del espacio tridimensional y deltiempo unidimensional. En el estado en que me hallaba, meparecía obvio que el mundo del espíritu carece de este tipo de li-mitaciones porque el tiempo y el espacio, a fin de cuentas, sonmeras construcciones de nuestra propia mente.

En las dimensiones transpersonales de la conciencia pode-mos crear y experimentar un número ilimitado de tiempos y deespacios. En esos mundos, un segundo puede transformarse entoda una eternidad. Me di cuenta entonces de que no tenía porqué permanecer atado a mis limitaciones espacio-temporaleshabituales y de que podía viajar sin restricciones por el continuoespacio-temporal. Estaba tan convencido de la certeza de loque estaba experimentando que decidí trasladarme a Praga, laciudad que me había visto nacer y que se hallaba a miles de ki-lómetros de distancia. Inmediatamente después de ponerme enmovimiento tuve la sensación de volar por el espacio a una ve-locidad vertiginosa pero, contrariamente a mis expectativas,descubrí que no me había movido un ápice.

Comprendí entonces que aún me hallaba bajo la influenciade mis antiguos conceptos de espacio y de tiempo y que estabaabordando la cuestión en términos de direcciones y distancias.Entonces se me ocurrió que quizá sería más adecuado pensar

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El paradigma transpersonal

que el lugar donde me hallaba y el lugar al que quería dirigirmeestaban en el mismo sitio. Entonces experimenté algunas sen-saciones muy singulares. De pronto me encontré en un lugar ex-traño y un tanto claustrofóbico, un lugar atiborrado de lámparasde vacío, cables, resistencias y condensadores. Tras un breveperíodo de confusión, me di cuenta de que estaba dentro de unaparato de televisión ubicado en el piso de Praga en el que habíatranscurrido mi niñez. De alguna manera, estaba intentandoutilizar los altavoces para escuchar y el tubo de rayos catódicospara ver. Entonces comprendí que mi manera de vencer la ilu-sión de la distancia parecía determinada por la moderna elec-trónica y que estaba afrontando el último obstáculo concep-tual.

Tan pronto como acepté que la conciencia carece de límitesatravesé la pantalla de la televisión y me encontré caminando porla casa de mis padres. La experiencia fue tan contundente y realcomo cualquier otra experiencia de mi vida vigílica. Me acerquéa la ventana y eché un vistazo al reloj de la esquina, que mostra-ba seis horas de diferencia con la hora a la que había iniciado miviaje en Estados Unidos. Pero, a pesar de que la diferencia hora-ria en cuestión fuera precisamente de seis horas, no consideré, sinembargo, que ésa fuera una evidencia suficiente porque yo co-nocía intelectualmente la diferencia horaria existente y, por tanto,mi mente podía estar fabricando la experiencia.

Quería tener la certeza palpable de que mi experiencia era«real y objetiva» en el sentido habitual de estos términos. Asípues, me decidí a hacer una prueba. Cambiaría un cuadro de lapared y luego comprobaría si mis padres habían advertido algoextraño. Con esa intención me aproximé al cuadro pero al mo-mento me vi asaltado por la sensación de que estaba a punto dehacer algo muy peligroso. De pronto, me sentí inmerso en unclima misterioso que evocaba la magia negra y los poderes dia-bólicos. Parecía como si estuviera jugándome el alma. Inme-diatamente me detuve y reflexioné sobre las posibles conse-cuencias de mi acción.

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Más allá de las fronteras del tiempo

Mi mente se vio inundada entonces por imágenes de los casi-nos más famosos del mundo. Vi girar rápidamente las bolas en lasruletas, el movimiento mecánico de las máquinas tragaperras, virodar los dados en las mesas de juego, contemplé a los jugadoresde bacarrá y a parpadeantes luces de los paneles del bingo. Pocodespués aparecieron imágenes de espías, entrevistas secretas en-tre políticos, oficiales del ejército y científicos. Me percaté de quetodavía no había superado mi egocentrismo y de que no era capazde resistir la tentación de utilizar mis poderes psíquicos para sa-tisfacer mis necesidades personales. De hecho, si alguien lograracontrolar el tiempo y el espacio podría conocer de antemano losresultados de las quinielas y de la lotería. Para esa persona noexistiría ningún secreto, podría asistir a las reuniones de másalto nivel, accedería a los hallazgos más secretos de la ciencia yel ejército y se le abrirían posibilidades insospechadas para con-trolar el curso de la historia mundial.

Comencé a darme cuenta de los riesgos de mi experimento.Recordé pasajes de diferentes libros que advierten en contradel uso de este tipo de facultades si previamente no se han su-perado los impulsos egoístas. Dudaba en proseguir con mi in-tento ya que, de haber confirmado la posibilidad de manipularel entorno físico desde varios miles de kilómetros de distancia,mi visión del universo se desmoronaría y me sumiría en un es-tado de completa confusión metafísica ya que mi mundo, en de-finitiva, hubiera dejado literalmente de existir.

Al final, desistí de mi intento, lo cual me dejó para siemprecon la duda de que quizás, en esa sesión, hubiera podido ir másallá del tiempo y del espacio. En el momento en que renuncié aseguir experimentando me encontré de vuelta en Estados Unidos,en la misma habitación en la que todo había comenzado.

En muchas ocasiones posteriores me he arrepentido de nohaber aprovechado aquella oportunidad única para comprobar laposibilidad de manipular el tiempo y el espacio. Sin embargo, elrecuerdo del horror metafísico que supuso, me lleva también adudar de que pudiera mostrarme más valiente en el caso de

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El paradigma transpersonal

disponer de una nueva oportunidad. Afortunadamente, la au-tenticidad de las experiencias extracorporales puede ser verifi-cada también mediante procedimientos diferentes. En la últimadécada este área fascinante ha sido objeto de una investigaciónsistemática por parte de la «tanatología», una joven disciplinacientífica cuyo campo específico de estudio son las experienciasrelacionadas con la muerte y el proceso del morir.

Raymond Moody, Kenneth Ring, Michael Sabom, ElisabethKübler-Ross y otros reputados investigadores han confirmadoen numerosas ocasiones la presencia de experiencias extracor-porales (EEC) en personas que afrontan experiencias cercanas ala muerte. En tal caso, el sujeto puede presenciar aconteci-mientos que tienen lugar en habitaciones o lugares remotos y laveracidad de su testimonio puede ser verificada objetivamentepor observadores imparciales. El último reto que esta nueva dis-ciplina ha lanzado a la ciencia newtoniana ha sido el descubri-miento de que personas clínicamente ciegas pueden describir es-cenas visualmente exactas durante sus experiencias de EEC apesar de que, tras recuperarse de la enfermedad o trauma que cau-só la EEC, siguen sin ser capaces de ver. Ciertos pasajes de El Li-bro Tibetano de los Muertos afirman que, poco después del mo-mento de la muerte, el sujeto asume un «cuerpo de bardo» quepuede trascender las limitaciones habituales del tiempo y el es-pacio y viajar con relativa libertad a lo largo y ancho del globo.

Durante una época en la que me dediqué plenamente a lainvestigación tanatol gica, tuve la oportunidad de visitar aun médico de un hospital de Miami que acababa de constatarla realidad de la inusual EEC de una inmigrante cubana. Lapaciente había sufrido un paro cardíaco que le produjo unaEEC durante la cual regresó a CV.ba -después de muchos añosde ausencia- y vio su antigua casa. Cuando se recuperó delataque, estaba muy nerviosa por la experiencia que acababa deatravesar. Según relató, los nuevos inquilinos habían efectuadomodificaciones que no eran de su agrado, como cambiar ciertosmuebles de lugar, sustituir otros y también habían pintado la

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Más allá de las fronteras del tiempo

cerca de un color verde que le parecía espantoso. En un viajeposterior a Cuba, el médico que la atendía había podido verifi-car la exactitud de todos los cambios ocurridos en la casa du-rante su ausencia, incluyendo el llamativo color verde de lacerca.

Los conocidos investigadores Charles Tart, de la Universi-dad de California, y Russell Targ y Harold Puthoff, del StanfordResearch Institute, han diseñado y llevado a cabo experimentosde laboratorio que les han permitido demostrar la realidad de laEEC. En la investigación de la llamada «visión remota», porejemplo, Russell Targ utiliza a dos personas, una de las cuales,-el llamado «vidente»- permanece en el interior de un labora-torio cuidadosamente controlado mientras la otra persona -ala que denomina «baliza»- se sitúa en un lugar próximo.

Luego un ordenador selecciona al azar un determinado lugary se le comunica en secreto al sujeto que actúa de baliza. Unavez que el sujeto baliza llega al emplazamiento elegido se pideal vidente que describa lo que está viendo su compañero enese momento. La distancia existente entre ambos sujetos -quepuede ser de unos pocos metros o de miles de kilómetros- noparece tener la menor influencia sobre la capacidad del videntepara describir el lugar con todo lujo de detalles. En algunos delos casos, el vidente -un conocido psíquico soviético- no sólodescribió con exactitud la localización de Keith Harary -uncolaborador de Targ que actuaba de baliza en aquella ocasión-sino que también describió lo que iba a ver desde el lugar se-leccionado por el ordenador para la experiencia siguiente ¡An-tes incluso de que el sujeto supiera adónde debía dirigirse!

Aunque en las primeras investigaciones de la visión a dis-tancia se utilizaron mujeres y hombres que mostraban ciertas fa-cultades psíquicas, los investigadores pronto se dieron cuenta deque cualquier persona puede ser adiestrada para llevar a caboesta tarea. La mayor parte de los investigadores expresan suconvencimiento de que la visión a distancia y otras capacidadestelepáticas son facultades normales de todo ser humano. Mu-

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El paradigma transpersonal

chas de las personas que han experimentado la visión a distan-cia relatan que el proceso de desarrollo de esta facultad no con-siste tanto en aprender algo nuevo como en «desaprender» loscondicionamientos negativos que parecen bloquear la «reali-dad» de ese tipo de facultades.

Los buenos clarividentes pueden obtener información so-bre el pasado de sus clientes o sobre la historia de un objeto fí-sico sin poseer ningún tipo de pista visual o verbal. En nume-rosas ocasiones he visto a psíquicos de la categoría de AnneArmstrong y Jack Schwarz acceder a datos minuciosos y deta-llados de este tipo. Esta capacidad nos proporciona evidenciasde que la memoria puede existir independientemente del cuerpofísico y también puede conservar improntas reconocibles por al-gún tipo de facultad humana independiente de los cinco senti-dos. El tiempo, pues, no parece ser una calzada de dos direc-ciones (pasado y futuro) sino un océano ilimitado en el quepodemos acceder de manera inmediata a cada una de las gotasde agua que contiene independientemente del lugar en el quenos encontremos.

Para finalizar esta sección sólo me resta decir que, en mi opi-nión como investigador de la conciencia humana, este tipo depercepciones extraordinarias suelen ir acompañadas de un pro-fundo miedo metafísico similar al que yo mismo experimentécuando me enfrenté a la posibilidad de proyectarme a través delespacio y el tiempo hasta el piso de mis padres. Este miedo seasienta en el hecho de que estas experiencias desafían y socavannuestras creencias fundamentales sobre la naturaleza de la rea-lidad. El temor, en otras palabras, es un indicador que señala elgrado en que sentimos amenazadas las creencias fundamentalesque nos permiten movernos en la vida cotidiana. En cierto sen-tido, puede resultamos bastante más cómodo negar la existenciade la experiencia en cuestión que aceptarla y confiar en ella. Enotras palabras, cuando debemos elegir entre aceptar una nuevavisión del mundo o reprimir nuestros temores, solemos decan-tarnos por la última alternativa.

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Más allá de las fronteras del tiempo

Un mundo mitológico más allá del espacioy el tiempo

En los dos últimos capítulos hemos examinado la forma enque la conciencia transpersonal nos permite investigar expe-riencias que trascienden las limitaciones del espacio y del tiem-po. En este plano, las personas con quienes nos encontramos ylos sucesos que presenciamos parecen totalmente «reales» apesar de percibirlos de un modo completamente diferente alde la vida cotidiana. Sin embargo, la conciencia transpersonaltambién se adentra en dimensiones que trascienden nuestra con-cepción habitual de la realidad ya que también podemos en-contrarnos con entidades, situaciones y lugares que tienen es-casa o ninguna relación con las realidades que nos es dadocontemplar en la vida cotidiana. De este modo, la concienciatranspersonal nos permite penetrar en el mundo de los chama-nes, los videntes, los dioses, los demonios y los seres sobrehu-manos que habitan en el mundo de los mitos y de los cuentos dehadas.

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10. LAS EXPERIENCIAS DE

NATURALEZA PSICOIDE

Si el arquetipo se manifiesta como un fenómenosincrónico asume características verdaderamenteprodigiosas, cuando no francamente milagrosas.El arquetipo es un misterioso habitante del um-bral -un territorio ubicado entre lo físico y lo psí-quico- al que podríamos comparar con el dios bi-fronte Jano porque posee dos semblantes queparticipan de un mismo significado.

STEPHAN A. HOLLER, The Gnostic Jung

Las experiencias de tipo psicoide constituyen un dominio delo transpersonal que desafía abiertamente nuestra percepcióncotidiana de la realidad. El término psicoide fue utilizado porprimera vez por Jung en relación a los arquetipos del incons-ciente colectivo, los cuales, en su opinión, configuran la heren-cia común de la mayor parte -por no decir de toda- la humani-dad. En este sentido, podemos afirmar que los arquetipos sontransindividuales, es decir, que van más allá de cualquier pro-

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Las experiencias de naturaleza psicoide

ducto de la historia o la experiencia individual. En un comienzo,sin embargo, Jung afirmó que los arquetipos eran predisposi-ciones psicológicas innatas similares a los instintos y que, comotales, debían tener una representación en nuestro cerebro.

En su formulación original, Jung afirmó que los arquetiposactúan en el interior del psiquismo humano pero carecen deuna conciencia independiente. Más tarde, sin embargo, recon-sideró su posición y llegó a la conclusión de que los arquetiposposeen una conciencia claramente diferenciada de la nuestra yson capaces, por tanto, de pensar y actuar por cuenta propia. Porconsiguiente, desde este punto de vista, los arquetipos no sonpersonajes ficticios, creados y controlados por sus autores. Ensu libro Recuerdos, sueños y pensamientos, Jung afirma quelos arquetipos «son superiores a la voluntad del ego», desta-cando la necesidad de considerarlos como seres que «no soncreados por nadie sino que se crean a sí mismos y tienen vidapropia». Jung se vio obligado a corregir su concepción originalsobre los arquetipos porque, con ella, no alcanzaba a explicaralgunas de sus características más importantes, sobre todo en loque concierne al fenómeno denominado sincronicidad. SegúnJung, en muchos casos los arquetipos interactúan de manerasignificativa y consistente con acontecimientos del mundo ex-terno, lo cual sugiere la existencia de una relación entre la rea-lidad externa y la realidad interna que no puede explicarse ade-cuadamente recurriendo al principio de causalidad, una de lasclaves fundamentales de la ciencia occidental.

El hecho de que Jung reconociera un fenómeno que tras-ciende el principio de causa y efecto le indujo a definir a la sin-cronicidad como un «principio de relación acausal». Además,las coincidencias significativas existentes entre el mundo inter-no -el mundo de las visiones y los sueños- y el mundo externo-el mundo de la «realidad objetiva»- le llevaron también apensar que se trataba de dos dominios cuya separación no es tanestricta como habíamos supuesto. Es por ello que comenzó a re-ferirse a los arquetipos como fenómenos de naturaleza «psi-

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coide», es decir, como fenómenos que no pertenecen al reinodel psiquismo ni al reino de la realidad material sino que se ha-llan ubicados en el interregno existente entre la conciencia y lamateria.'

Pero la ruptura de las fronteras existentes entre la materia y laconciencia desafía todo lo que nos ha enseñado el pensamientooccidental. Desde muy pronto, nuestros padres, nuestros maes-tros y nuestros líderes religiosos nos han enseñado a trazar unarotunda línea de demarcación entre lo «objetivo» y lo «subjeti-vo», entre lo «real» y lo «irreal», entre lo existente y lo inexis-tente, entre lo palpable y lo intangible. Sin embargo, la cienciamoderna -principalmente la física cuántico-relativista- está co-menzando a descubrir una realidad que comparte muchas de laspropiedades del universo acausal de Jung. El estudio del fenó-meno psicoide se halla, pues, ubicado en los confines del cono-cimiento humano, un área que en la investigación científica ri-gurosa resulta desafortunadamente demasiado complicada.

Pero este tipo de experiencias no sólo desafía de manera ra-dical la visión del mundo sustentada por la ciencia tradicionalsino que su misma naturaleza es extraña, elusiva, caprichosa ycasi ilusoria. A todos estos problemas hay que agregar la difi-cultad adicional que supone el hecho de que muchas de ellas ha-yan sido profusamente difundidas a través del cine y la litera-tura. Estamos acostumbrados a relacionar la existencia de losfantasmas, el fenómeno poltergeist, los ovnis y la psicokinesiscon el universo imaginario de las películas de terror y los rela-tos de ciencia ficción. La divulgación, aunque contribuye a po-ner de relieve la existencia de este tipo de fenómenos, tambiénpuede favorecer su trivialización induciéndonos a creer que setrata de meras «fantasías».

Desde la muerte de Jung, la investigación moderna sobre laconciencia y el estudio de los estados no ordinarios de con-ciencia han aportado considerable evidencia con respecto alfenómeno psicoide. En la actualidad, no cabe duda de que éstaes un área de estudio que merece mucha más atención de la que

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ha recibido hasta el momento presente. En el presente capítuloexaminaremos diversos tipos de experiencias transpersonalesque presentan características psicoides. Todas ellas son algomás que un mero producto de la fantasía y la imaginación aun-que carezcan, sin embargo, de las características que nos per-mitirían definirlas como inequívocamente «reales» en el senti-do habitual del término.

En este capítulo utilizaremos el término psicoide en un sen-tido que trasciende el significado atribuido por Jung a los ar-quetipos. Desde nuestro punto de vista, las experiencias psicoi-des pueden dividirse en tres categorías fundamentales. Laprimera de ellas se refiere al fenómeno psicoide más común, lasincronicidad, es decir, todas aquellas experiencias internas quese manifiestan al mismo tiempo que ciertos acontecimientosdel mundo exterior. Debemos subrayar, no obstante, que no setrata necesariamente de fenómenos extraordinarios y que surasgo distintivo, por el contrario, es la vinculación acausal exis-tente entre ambos dominios. El fenómeno sincrónico pareceinsinuar la existencia de una caprichosa interacción entre elpsiquismo y la materia, dos regiones cuyas fronteras se desdi-bujan y desaparecen de manera abritraria.

La segunda categoría, que presenta características netamen-te diferentes a la anterior, tiene que ver con aquellos aconteci-mientos del mundo externo que están relacionados, de un modoinexplicable para la ciencia actual, con ciertas experiencias in-ternas. Los ejemplos más característicos de este tipo suelen gi-rar en torno al fenómeno poltergeist y a las sesiones espiritistas,ambos estudiados profusamente por la parapsicología. Delmismo modo, la literatura espiritual también abunda en refe-rencias a la «luz sobrenatural» que emana del cuerpo de ciertossantos, mientras que los atletas modernos, por su parte, refieren,en ocasiones, sucesos que bien podríamos enmarcar dentro deldominio de lo físicamente imposible. Otro fenómeno propiode esta zona crepuscular que presenta características psicoideses el fenómeno ovni.

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La tercera categoría de fenómenos psicoides, por último,tiene que ver con aquellas experiencias en las que se utilizadeliberadamente la actividad mental para manipular la reali-dad consensual. Nos estamos refiriendo, claro está, a la psico-kinesis, la magia ceremonial, la curación, el mal de ojo de lasculturas aborígenes y las hazañas sobrenaturales (siddhis) de losyoguis.

Sincronicidad: Un mundo más allá de la causalidad

La ciencia newtoniano-cartesiana describe el universo comoun sistema extraordinariamente complejo de acontecimientosmecánicos que se hallan sometidos y determinados inflexible-mente por el principio de causa y efecto. Desde este punto devista, todos los procesos del universo tienen una causa y sirven,a su vez, de causa a nuevos acontecimientos. Éste sigue siendouno de los principios fundamentales de la ciencia ortodoxa a pe-sar de las dificultades teóricas que entraña ya que, en definitiva,este tipo de explicación no puede dar cuenta de la causa prime-ra, de la causa de todas las causas. Pero se trata de una línea depensamiento que ha proporcionado tantos logros a la ciencia oc-cidental que parece prácticamente imposible concebir procesosque escapen al dictado de la ley de causa y efecto.

La creencia profundamente arraigada en el principio de cau-salidad hizo que Jung se mostrara remiso a hacer públicos susdescubrimientos sobre aquellos fenómenos que no parecen ade-cuarse a este esquema. Es por ello que pospuso la divulgaciónde sus observaciones al respecto hasta reunir, con la ayuda deotros investigadores, la suficiente evidencia sobre la sincroni-cidad como para hallarse completamente seguro de sus afir-maciones. En su famoso libro Synchronicity: An acausal Con-necting Principle, Jung expresó su convicción de que lacausalidad no es una ley universal sino que constituye, por elcontrario, un mero fenómeno estadístico, destacando, al mismo

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tiempo, la existencia de numerosos casos que parecen escapar asu dictado.

Muchos de nosotros hemos experimentado extrañas coinci-dencias que parecen desafiar todas las explicaciones ordina-rias. Uno de los primeros científicos interesado en este tipo defenómenos, el biólogo austríaco Paul Kammerer, relata quecierto día le dieron un billete de tranvía que tenía el mismonúmero que la entrada de teatro que había comprado esa mismatarde. Lo más curioso, sin embargo, es que esa misma noche al-guien le dio un número de teléfono que también tenía la mismasecuencia de dígitos. El astrónomo Flammarion refiere una di-vertida historia acerca de una triple coincidencia de la que fue-ron protagonistas un individuo llamado Deschamps y un pastelde ciruelas. En cierta ocasión, siendo niño, el tal Deschamps ha-bía recibido un trozo de pastel de ciruelas de manos del señor deFortgibu. Diez años más tarde, pidió el mismo tipo de pastel enun restaurante de París y el camarero le dijo que lo sentía por-que acababa de servir la última porción a otro cliente: el señorde Fortgibu. Varios años después, Deschamps fue invitado a unafiesta en la que sirvieron nuevamente ese infrecuente pastel.Mientras estaba comiendo y pensando que lo único que faltabaen la escena era el señor de Fortgibu, se abrió la puerta y entróun anciano. Se trataba, claro está, del señor de Fortgibu, quienhabía irrumpido en la fiesta porque alguien le había dado unadirección equivocada.'

Este tipo de experiencias es muy interesante pero Jung semostró particularmente interesado en las coincidencias signifi-cativas entre acontecimientos externos y experiencias internas.Es por ello que reservó el término sincronicidad para referirse aaquellas coincidencias aparentes que implican «la presencia si-multánea de un estado psicológico que se halla conectado sig-nificativamente con uno o más eventos externos». La misma

vida de Jung abunda en este tipo de sincronicidades. Quizás elcaso más conocido sea aquel que tuvo lugar en una sesión de te-rapia con una paciente que se mostraba muy reticente al trata-

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miento y que no había mostrado ninguna mejoría apreciablehasta la fecha del incidente. Un buen día, la paciente relató unsueño en el que había recibido un escarabajo dorado. Mientrasestaba analizando este sueño, Jung escuchó de pronto un golpeen la ventana y, al acercarse, se encontró con un coleóptero dela familia de los escarabajos en el alféizar de la ventana que tra-taba de penetrar en el interior. Era el único espécimen parecidoal escarabajo dorado que podía encontrarse en esas latitudes.Jung abrió entonces la ventana, dejó entrar al escarabajo y se lomostró a su cliente. Esta sorprendente sincronicidad tuvo unprofundo impacto sobre ésta y marcó el comienzo de su resta-blecimiento psicológico.'

Mi esposa y yo también hemos sido testigos de numerosassincronicidades extraordinarias que han tenido lugar en nuestrotrabajo y en nuestra vida cotidiana. Pero existe una en particularde la que conservamos un vívido recuerdo. Como ya hemosmencionado anteriormente, Christina atravesó una crisis psico-espiritual de doce años de duración que iba acompañada de laemergencia espontánea de estados no ordinarios de concien-cia. Hubo una época en la que un cisne blanco aparecía de con-tinuo en sus visiones. Cierta noche, después de una experienciaparticularmente significativa relacionada con la visión de uncisne blanco, ambos acudimos a una sesión chamánica con elchamán y antropólogo Michael Harner, al que habíamos invita-do a un seminario intensivo en el Esalen Institute de Big Sur,California. Michael estaba dirigiendo una ceremonia de cura-ción de los indios salish en la que se utiliza una «canoa espíri-tu». Durante este ritual, el chamán emprende un viaje visionarioal mundo subterráneo para rescatar el alma de la persona que hasolicitado su ayuda. Durante este viaje interno, el chamán se en-cuentra tres veces con un animal que luego es identificado conel espíritu guardián o el animal de poder del consultante. En esasesión, Christina se ofreció como voluntaria y, cuando Michaelvolvió de su viaje al mundo subterráneo, le susurró al oído quesu animal de poder era el cisne blanco. La sesión finalizó con

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un baile en el que Christina interpretó frente a los asistentes ladanza del cisne.

Es importante destacar que Michael Harner ignoraba el pro-ceso interno que estaba atravesando Christina y tampoco sabíanada sobre las visiones que hemos mencionado. Al día siguien-te, Christina recibió una carta de una persona que había parti-cipado en un taller realizado varios meses atrás. Cuando laabrió se encontró con una fotografía de su maestro espiritual,swami Muktananda, que se hallaba sentado en un jardín al ladode un enorme jarrón en forma de cisne. Tenía una expresión ju-guetona y los dedos pulgar e índice de su mano derecha se ha-llaban unidos en un gesto universal de aprobación. Todos estoshechos, desprovistos de toda conexión causal, se hallaban, sinembargo, significativamente conectados entre sí.

Este tipo de acontecimientos sincrónicos pueden estar rela-cionados con experiencias transpersonales e, incluso, con epi-sodios perinatales. En numerosas ocasiones hemos presenciadouna inusitada acumulación de accidentes y desgracias altamen-te improbables en las vidas de personas que se están aproxi-mando a la experiencia de la muerte del ego. Cuando el procesoconcluye y la persona experimenta el renacimiento espiritual,sin embargo, todas éstas desaparecen como por arte de magia.Como ilustra la experiencia de Christina, cuando una personaconecta con un guía espiritual animal en el curso de una sesiónchamánica u otro tipo de trabajo interno, ese animal tiende a re-aparecer de manera regular en la vida de la persona. Del mismomodo, cuando entramos en relación con imágenes arquetípicastales como el Animus, el Anima, la Diosa Madre o la Diosa delAmor, por ejemplo, nuestra vida cotidiana suele verse salpicadade personas significativamente representativas de estos arque-tipos. En tales casos, la única causa de este tipo de sincronici-dades parece descansar en la incomprensible comunicaciónexistente entre nuestro mundo interno y el mundo material ex-terior.

El concepto de sincronicidad tiene consecuencias importan-

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tes en la práctica psicoterapéutica. En un universo mecánico enel que todo se halla conectado por el principio de causalidad, nocaben las «coincidencias significativas» en el sentido junguianodel término. La práctica psiquiátrica ortodoxa suele interpretarlas coincidencias significativas como un fruto de la alucina-ción o el fraude o, en el mejor de los casos, como la proyecciónde un significado especial sobre eventos puramente accidenta-les. La psiquiatría tradicional se niega a admitir las sincronici-dades o se limita sencillamente a ignorar su existencia, diag-nosticando entonces equivocadamente a las «coincidenciassignificativas» como errores de referencia que acompañan auna grave patología. Por consiguiente, quienes atraviesan unacrisis de emergencia espiritual -episodios abundantes en sin-cronicidades- corren el riesgo de ser hospitalizados innecesa-riamente. Este internamiento conlleva una serie de problemasque podrían soslayarse fácilmente si fueran diagnosticadas ade-cuadamente como crisis psicoespirituales y recibieran el apoyode aquellas aproximaciones terapéuticas que admiten la exis-tencia de las crisis de emergencia espititual.

El mismo Jung era muy consciente de que el concepto desincronicidad es incompatible con la ciencia ortodoxa y siguiócon mucho interés el surgimiento de la nueva y revolucionariavisión del mundo que nos proporcionó la física moderna. Eneste sentido, Jung mantuvo una estrecha amistad y un fructíferointercambio de ideas con Wolfgang Pauli, uno de los fundadoresde la física cuántica. Asimismo, en una entrevista personal quesostuvo con Albert Einstein, éste le animó a proseguir sus in-vestigaciones sobre el concepto de sincronicidad porque eratotalmente compatible con los nuevos horizontes conceptualesabiertos por la física.' Resulta, no obstante, lamentable que lamayor parte de las principales corrientes de la psiquiatría y lapsicología todavía sigan sin valorar suficientemente los revo-lucionarios avances de la física moderna y la psicología jun-guiana.

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La superación de las limitaciones de la realidadmaterial

La mayor parte de las experiencias de naturaleza psicoidetienen que ver con acontecimientos que parecen desafiar lasleyes de la naturaleza. Se trata de eventos que implican a una ovarias personas mostrando, en este último caso, todas las ca-racterísticas propias de la realidad consensual. En cierta medida,la psiquiatría tradicional ha sido consciente de la existencia deeste tipo de situaciones pero desafortunadamente ha terminadorelegándolas al campo de la psicopatología.

Según la psiquiatría, una realidad compartida por dos per-sonas que no se adecúa a la visión newtoniano-cartesiana delmundo es una follie á deux, es decir, una locura compartida.Cuando toda una familia participa de una realidad que pareceinfringir los principios de la ciencia newtoniano-cartesiana-como es el caso de la experiencia que llevó a C.J. Jung a es-cribir sus Septem Sermones ad Mortuos-, la psiquiatría lo eti-queta entonces como una follie á famille y, cuando se ven in-volucradas muchas más personas, se denomina «alucinacióncolectiva». Sin embargo, no deberíamos descartar tan a la lige-ra fenómenos que han sido observados y registrados en todo elmundo a lo largo de la historia y merecería, por tanto, la penaque nos detuviéramos a estudiar con más atención los mecanis-mos implicados, ya que ello podría modificar radicalmentenuestra visión de la realidad.

Ciertos fenómenos psicoides provocan alteraciones dramá-ticas en el cuerpo humano y las funciones orgánicas. La litera-tura mística y religiosa abunda en descripciones de los espec-taculares cambios fisiológicos que tienen lugar en quienesatraviesan estados transpersonales de conciencia. En presen-cia de ciertos santos o maestros espirituales, como RamanaMaharshi o san Ignacio de Loyola, por ejemplo, hay quieneshan constatado que sus cuerpos parecían irradiar una luminosi-dad extraordinaria. Del mismo modo, existe también mucha

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documentación sobre ciertos místicos y contemplativos cris-tianos que, en estado de rapto extático de identificación trans-personal con Jesucristo, manifiestan en su cuerpo los mismosestigmas sangrantes de Cristo (llagas en manos y pies, aparentesheridas de lanza en el costado y arañazos en torno a su cabeza).Según parece, san Francisco de Asís fue el primero en presentareste tipo de signos. Desde entonces se conocen más de tres-cientos estigmatizados que han manifestado, en su cuerpo, lashuellas de la crucifixión. Un fenómeno singular vinculado conla estigmatización es la denominada «alianza», un callo en for-ma de anillo que aparece el torno al dedo anular de algunasmonjas como símbolo de su entrega a Cristo.

Otra manifestación física que acompaña a ciertos estadostranspersonales de conciencia es el calor. En la literatura cris-tiana, por ejemplo, se le denomina «Fuego del Amor» (incen-dium ainoris). Un caso famoso de este tipo acaecido en nuestraépoca ha sido el del padre Pio de Foggia, Italia, cuyo cuerpo lle-gó a alcanzar temperaturas de hasta 44° C. En la tradición sufíeste mismo fenómeno es conocido como «Fuego de Separa-ción», mientras que en el budismo tibetano se le denominaTum-mo, o «Fuego Interno». Existen casos extremos bien do-cumentados de este tipo de manifestaciones en los que la per-sona llega incluso a arder o a estallar a causa de una especie decombustión espontánea. Igualmente extraordinarios resultanlos informes sobre la capacidad de ciertos ascetas para subsistirsin ingerir alimento alguno. Un buen amigo nuestro, el difuntoerudito tántrico Ajit Mookerjee, nos contó que había conocido aeremitas de los Himalayas que vivían ¡sin comer nada más queunas pocas gotas de mercurio al año!

Según la literatura tibetana, confirmada, por otra parte, porel testimonio directo de maestros tibetanos con los que he-mos mantenido un estrecho contacto personal, los cuerpos deciertos adeptos a determinadas prácticas secretas llegan lite-ralmente a desmaterializarse en el momento de su muerte físi-ca. En otros casos, por el contrario, existen también abundan-

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tes testimonios sobre la aparente incorruptibilidad de los cuer-pos de otros santos como santa Bernadette de Lourdes o Para-mahansa Yogananda. Otra manifestación prodigiosa citadacon frecuencia en la literatura espiritual es la levitación, un fe-nómeno que pone a prueba la credulidad de los occidentales yque ha sido descrito por testigos directos que lo han observadoen ciertos santos cristianos -como santa Teresa de Ávila, porejemplo-, yoguis hindúes, lamas tibetanos o médiutns comoDaniel Douglas Home y Eusapia Palladino. Aunque no hepresenciado personalmente ninguno de estos fenómenos memantengo, sin embargo, receptivo ante este tipo de hechosporque han sido constatados reiteradamente por observado-res de toda confianza y no se hallan desvinculados de ciertosincidentes que he podido observar directamente en mi propiotrabajo. El libro de Michael Murphy, The Future of Bodv,constituye una abrumadora y meticulosa recopilación de estetipo de fenómenos paranormales acaecidos a lo largo de todaslas épocas.

El aspecto parapsicológico de los deportes

En la vida moderna, este tipo de sucesos extraordinariostiene lugar con cierta frecuencia en un ámbito inusitado, el de-porte. Tendemos a pensar que el rendimiento espectacular deciertos atletas es el resultado de una combinación de las facul-tades innatas, la voluntad y el entrenamiento físico. Sin em-bargo, los verdaderos protagonistas de la historia tienen una vi-sión muy diferente al respecto. Muchos atletas nos refierenque en el momento cumbre de su actuación se hallan en un es-tado muy similar al rapto místico y nos hablan de milagrosasmodificaciones del espacio y del tiempo que bien podríamosencuadrar dentro del dominio del fenómeno psicoide. El libroThe Psychic Side of Sports, de Michael Murphy y Rhea White,constituye un auténtico tesoro que contiene multitud de ejem-

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píos de este tipo -que fueron compartidos también por los es-pectadores- relatados por atletas de casi todas las especialida-des deportivas.

Los jugadores de fútbol, los pilotos de carreras, los salta-dores de trampolín y muchos otros deportistas mencionan unenlentecimiento del tiempo subjetivo que les permite disponerde todo el tiempo del mundo para hacer lo que tienen que ha-cer. Los jugadores de golf, los futbolistas, los paracaidistas ylos escaladores señalan ciertos cambios drásticos -que, en oca-siones también son percibidos por los espectadores- en el ta-maño y la forma de su cuerpo. Los futbolistas dicen que, a ve-ces, parecen atravesar la compacta barrera de los defensasdesmaterializándose y materializándose al otro lado. Los corre-dores sienten una inagotable fuente de energía que les permitemoverse sin apenas esfuerzos y casi sin tocar el suelo. El granfutbolista Pelé confesó que un día en el que se sentía espe-cialmente inspirado se vio embargado por una extraña calma,euforia y energía que le hicieron sentirse absolutamente segu-ro de que podría sortear la sólida defensa del equipo contrarioy pasar físicamente a través de ella. Muchos observadores detoda confianza testifican que las demostraciones de MoreheiUyeshiba, el creador del Aikido, parecían quebrantar todaslas leyes de la física. Uyeshiba era capaz de enfrentarse aseis especialistas en artes marciales armados de cuchillos yparecía cambiar de forma y tamaño e incluso desaparecer du-rante unos instantes para materializarse en otro lugar. Existeun documental cinematográfico en donde pueden presenciar-se estas extraordinarias habilidades. En esa película, el ma-estro desaparece realmente unos instantes de la escena antelos mismos ojos del espectador sin que haya habido -segúnsus seguidores- ningún tipo de trucaje fotográfico. Por suparte, los testigos presenciales de la escena que asistieron alrodaje aseguran haber contemplado el mismo prodigio quemuestra la película.

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El inundo de la parapsicología: ciencia, fraudeYficción

Otro tipo de experiencias psicoides, estudiado tradicional-mente por los parapsicólogos, es el de las manifestaciones es-piritistas y el fenómeno poltergeist. Ya hemos hablado, en otrolugar, de experiencias transpersonales que tienen que ver conespíritus y entidades desencarnadas. Se trata de un tipo de ex-periencias que suele ir acompañado de ciertas coincidenciassignificativas entre fenómenos externos y sucesos internos quepueden ser advertidas y confirmadas por otras personas. Así,por ejemplo, se considera que determinados lugares están «en-cantados» porque muchos de los que los visitan experimentan elmismo tipo de acontecimientos inusuales.

Los asistentes a las sesiones espiritistas, por ejemplo, suelensufrir extrañas experiencias, como ruidos o golpes en las paredeso en el suelo, el roce de manos invisibles, voces que no parecenproceder de ninguna parte, sonidos de instrumentos musicales yráfagas de aire frío. En algunos casos, también se producen apa-riciones de personas fallecidas o se escucha su voz a través delmédium. En otros casos, los participantes presencian fenóme-nos de telekinesis y materialización, levitación de objetos y depersonas, desplazamiento de objetos en el aire, manifestacionesectoplásmicas y la inexplicable aparición de escritos y de pe-queños objetos («aportes»), un fenómeno que el famoso parapsi-cólogo norteamericano R.B. Rhine denominó «mediumnidad fí-sica». Este tipo de acontecimientos eran relativamente frecuentesen las sesiones de médiums famosos como Eusapia Palladino yDaniel Douglas Home, quienes fueron estudiados repetidamentepor diversos equipos de investigadores.

Nadie pone en duda que, a finales del siglo pasado, el espi-ritismo gozaba de gran popularidad y muchos participantes fue-ron víctimas de astutos timadores. Hasta médiums que disfru-taban de una reputación intachable, como Eusapia Palladino,por ejemplo, fueron sorprendidos, en ocasiones, haciendo tram-

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pas. Pero no deberíamos precipitarnos en extraer, por ello, laconclusión de que todos estos fenómenos son fraudulentos yaque, en tal caso, correríamos el riesgo de arrojar al niño juntocon el agua de la bañera. En realidad, la hipótesis de que desta-cados investigadores hayan malgastado tanto tiempo y energíaen ocuparse de un terna meramente ilusorio resulta francamen-te insostenible. Difícilmente podríamos encontrar otra área deinvestigación en la que el testimonio experto de tantos testigosdignos de toda confianza haya sido rechazado de manera tan os-tensible como un producto de la credulidad o la estupidez. Nodeberíamos olvidar que entre ellos se encuentran investigadoresde la talla del físico sir William Crookes, el premio Nobel enmedicina y fisiología Charles Richet y el miembro de la RoyalSociety of England sir Oliver Lodge.

Los espíritus burlones

Otro interesante fenómeno, estudiado tradicionalmente porlos parapsicólogos y popularizado recientemente por Holly-wood, es el fenómeno conocido con la palabra alemana pol-tergeist, que significa «espíritu burlón» y cuyo nombre técnicoes psicokinesis espontánea recurrente (PKER). La PKER se re-fiere a una serie de extraños sucesos que suelen aparecer demanera espontánea y desafían toda explicación razonable. Losobjetos vuelan por los aires, son arrojados al fuego, caen alsuelo y se rompen o entran y salen de cajas, armarios o habita-ciones cerradas con llave. En ocasiones, todo un edificio se veinvadido por el ruido de pasos, golpes, chirridos, gritos y has-ta voces humanas. Las investigaciones sobre el origen de estetipo de fenómenos suelen apuntar hacia una persona -frecuen-temente un adolescente- que está atravesando por algún tipo decrisis. Normalmente también, cuando esa persona resuelve suconflicto o se aleja del lugar, el fenómeno poltergeist tiende adesaparecer.

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Resulta interesante constatar que las pautas que siguen lasmanifestaciones psicoides tienden a cambiar con el paso deltiempo. Así pues, mientras que en nuestra época los casos demediumnidad física han desaparecido casi por completo, el fe-nómeno poltergeist, en cambio, sigue presentándose y desper-tando el interés de prestigiosos investigadores. Del mismomodo, resulta también interesante señalar que, si bien en el pa-sado la persona que parecía ocasionar el fenómeno poltergeistera, por lo general, una mujer joven de unos dieciséis años, enel presente no necesariamente se trata de una mujer y la mediade edad parece haber ascendido a los veinte años.

Conscientes de la naturaleza extraordinariamente contro-vertida de la psicokinesis espontánea recurrente, destacados in-vestigadores han sometido los casos estudiados a un examenmuy meticuloso. En este sentido, el Instituto para el Estudio delas Fronteras de la Psicología y la Psicohigiene, ubicado enAlemania y dirigido por Hans Bender, ha llevado a cabo una de-tallada, extensa y escrupulosa investigación.

Uno de los casos mejor documentados sobre el fenómeno dela PKER se apoya en el testimonio de unas cuarenta personas, lamayor parte de las cuales eran ingenieros, médicos y profesio-nales liberales. Este poltergeist se inició en noviembre de 1967en un bufete de abogados de la ciudad bávara de Rosenheim.Los problemas empezaron con ciertas averías en las lámparasque colgaban del techo que no podían ser explicadas ni repara-das por los electricistás. También se escuchaban sonidos de pro-cedencia desconocida, la fotocopiadora se rompió y el sistematelefónico del edificio se colapso por completo. Los teléfonosrecibían llamadas procedentes de ninguna parte y la factura de lacompañía telefónica se disparó por las nubes. Los cuadros de lasparedes giraban sin que nadie los tocara -a veces hasta tres-cientos sesenta grados- y los tubos fluorescentes caían inexpli-cablemente del techo poniendo en peligro a los empleados.

Los investigadores, entre los cuales se hallaban físicos muycualificados, no pudieron identificar una causa objetiva de los

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problemas. En su opinión, por ejemplo, el número de llamadastelefónicas recibidas era tal que no podrían haberse realizadocon el movimiento habitual de girar el dial pero, en tal caso, lainteligencia y el conocimiento técnico necesario para ello de-bería ser casi sobrenatural y requeriría, además, disponer de lacapacidad de percibir intervalos temporales del orden de unmilisegundo. Los técnicos reemplazaron los tubos fluorescentespor lámparas de incandescencia para descubrir, poco después,que éstas terminaban explotando. Las perturbaciones llegaron aser tan peligrosas para los empleados y los clientes que la em-presa decidió protegerse de las posibles demandas interponien-do una denuncia en el juzgado contra «agresores desconoci-dos». Finalmente, Hans Bender llegó a la conclusión de que lasperturbaciones procedían de Annemarie, una oficinista de die-cinueve años, que se hallaba muy atraída por su jefe. CuandoAnnemarie cambió de trabajo, el fenómeno desapareció porcompleto.'

El siguiente caso, investigado en 1967 por los norteameri-canos William Roll y Gaither Pratt, ilustra perfectamente la na-turaleza elusiva de los fenómenos psicoides y los problemas in-herentes a su estudio. En este caso, el fenómeno giraba entorno a un joven librero de diecinueve años que visitaba confrecuencia cierto almacén y, cuando lo hacía, los objetos delalmacén salían volando por los aires. En este caso, los investi-gadores pudieron disponer de condiciones experimentales paraobservar el movimiento de los objetos pero, aunque uno deellos siempre se hallaba vigilando al joven, nunca pudieronver los objetos en el mismo momento en que caían, ya que, obien lo hacían inmediatamente antes o bien inmediatamentedespués. No resultaría muy difícil especular, en base a estehecho, que la misma procedencia del movimiento de los obje-tos era consciente de las intenciones de los observadores y seanticipaba a sus acciones de una manera francamente extraor-dinaria.

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Objetos volantes no identificadosEl fenómeno ovni constituye una de las experiencias psi-

coides más controvertidas de nuestro tiempo. Desde que en1947 fueron avistados por primera vez por el piloto civil Ken-neth Arnold cerca del monte Rainier, son muchas las personasde todo el mundo que aseguran haber visto ovnis. Hay quienesdicen haberlos visto a plena luz del día mientras que otros, encambio, hablan de la presencia de extrañas luces en mitad de lanoche. Unos aseguran haber presenciado el aterrizaje de navesextraterrestres mientras que otros, por su parte, llegan a asegu-rar que se han entrevistado con extraterrestres o que han sidoabducidos y llevados a bordo de una nave en la que fueron so-metidos a rigurosas investigaciones científicas.

El interés público que despertó el fenómeno ovni impulsó alas Fuerzas Aéreas de los Estados Unidos a emprender una in-vestigación exhaustiva al respecto dirigida por un comité espe-cial de la Universidad de Columbia. La conclusión a la quearribaron los investigadores fue negativa, ya que atribuyeron lamayor parte de los avistamientos a desórdenes mentales o a«interpretaciones erróneas» de fenómenos fácilmente explica-bles como, por ejemplo, globos metereológicos, meteoritos,bandadas de pájaros o reflejos inusuales. Pero esta investigaciónno satisfizo al público ni a los investigadores rigurosos. El in-forme del gobierno afirmaba que su principal objetivo era el deprevenir el pánico ante la posibilidad de una visita extraterres-tre. Por otra parte, existen documentos que demuestran feha-cientemente que las Fuerzas Aéreas difundieron el rumor de losovnis para encubrir los accidentes de sus propias naves experi-mentales secretas.

Si bien es posible que muchos avistamientos sean simplesfraudes, percepciones erróneas de fenómenos naturales o pan-tallas que pretenden ocultar determinadas investigaciones se-cretas, lo cierto, sin embargo, es que numerosos observadoresinteligentes, emocionalmente estables e incluso expertos y, por

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tanto, merecedores de toda confianza, siguen avistándolos.Existen suficientes informes en torno a este tema como paraconvencernos de que el debate ovni sigue abierto y merece unaatención especial.

La controversia sobre este punto suele girar en torno al he-cho de si nuestro planeta está siendo visitado por naves espa-ciales reales procedentes de otras regiones del universo. Ennuestra opinión, no obstante, la situación es algo más compleja.Muchos fenómenos ovni parecen tener una naturaleza psicoide,es decir, que si bien no son simples alucinaciones tampoco son«reales» en el sentido ordinario del término, siendo posible querepresenten una especie de fenómeno «híbrido» en el que secombinan elementos de la vida mental y del mundo físico. Ental caso, sin embargo, el fenómeno sería extraordinariamentedifícil de estudiar por medio de los métodos científicos tradi-cionales, basados en una distinción meridiana entre lo real y loirreal, entre los acontecimientos materiales y los sucesos psi-cológicos. Si tal cosa fuera cierta, cualquier estudio comprensi-vo de este tipo de fenómenos debería ocuparse simultáneamentede la evidencia física y de la nueva perspectiva psicológica quenos proporciona la moderna investigación sobre la conciencia yla nueva física.

Ya hemos señalado que los encuentros con alienígenas, lasvisiones de naves espaciales físicas o metafísicas y los viajesextraterrestres han sido constatados a lo largo de toda la historiade la humanidad. C.G. Jung, que estaba interesado en el fenó-meno ovni, escribió un libro fascinante titulado Platillos vo-lantes: Sobre cosas que se ven en el cielo, basado en un cuida-doso análisis histórico de las leyendas sobre discos voladores yapariciones a lo largo de todas las épocas -muchas de las cualesdesataron fenómenos de histeria colectiva- y llegó a la conclu-sión de que el fenómeno ovni puede ser una visión arquetípicaque se origine en el inconsciente colectivo.

La mayor parte de los avistamientos ovni van asociados a lavisión de luces sobrenaturales similares a las que acompañan a

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los raptos místicos. Las descripciones de los supuestos visitan-tes, naves y ciudades extraterrestres presentan un incuestionableparalelismo con elementos de procedencia mitológica y, porello, la hipótesis del inconsciente colectivo resulta sumamentetentadora. Pero éste no es más que un aspecto de la historia. Loque más nos interesa recalcar ahora es el hecho de que, en mu-chos casos, los ovnis han dejado evidencias físicas, lo cual loscircunscribe al mundo de la realidad consensual. Éste es unelemento que dota al moderno fenómeno ovni de una cualidadclaramente psicoide. Sin embargo, la naturaleza de estas evi-dencias resulta en ocasiones ambigua y deja la puerta abierta ainterpretaciones muy diversas. Convendría recordar, en estepunto, que la naturaleza caprichosa y elusiva de algunos avis-tamientos parece confirmar su naturaleza psicoide en lugar deser un argumento negador de su existencia.

Muchos lectores recordarán el caso relativamente recientede avistamiento de ovnis realizado desde un jumbo que volabasobre Alaska. En esa situación, toda la tripulación pudo ver queuna nave espacial les perseguía mientras una estación terrestrede radar registraba la presencia de un objeto volante no identifi-cado en ese mismo lugar. No obstante, cuando esta sensacionalnoticia ocupó los titulares de los periódicos de todo el mundo, eldesconcertado operador del radar cambió su informe inicial yafimnó que, tras un examen más detenido, había llegado a laconclusión de que se trataba de un artefacto técnico. Sin embar-go, este extraño error de un operador experto y su misteriosa sin-cronicidad con el avistamiento realizado por una tripulación ex-perimentada es una característica propia del fenómeno psicoide.El tratamiento que los medios de comunicación suelen dar aeste tipo de información -incluida la agencia soviética Tass-refleja también la confusión existente en torno al tema.

Las controvertidas evidencias físicas que parecen avalar laexistencia de los ovnis son las huellas dejadas en el suelo porlos aparatos, la tierra quemada, materiales que no pueden seridentificados por medio del análisis químico, fotografías o pe-

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lículas de aficionados, señales estigmáticas en los cuerpos de laspersonas abducidas, misteriosas mutiláciones de ganado, etcé-tera.

Los relatos de quienes afirman haber sido abducidos coinci-den sorprendentemente con las descripciones que nos ofrecenotros abducidos sobre las formas de vida alienígena y con cier-tos símbolos que aparecen durante los contactos. Lo mismoocurre en el caso de que las personas carecieran de informacióno de todo interés sobre el tema antes del momento de la abduc-ción. En los casos en los que los supuestos abducidos han sidohipnotizados para superar la amnesia que parecen sufrir y recu-perar, de ese modo, los recuerdos del incidente, los relatos pro-porcionados independientemente por diferentes testigos acercadel mismo suceso concordaban y eran plenamente congruentesentre sí.

Uno de los casos mejor documentados de este tipo es el es-tudio sobre la familia Andreasson que nos ofrece el libro deRaymond Fowler The Andreasson Affair. La investigación fuedirigida por el doctor Allen Hynek, un conocido especialista enel tema ovni, y contaba con un equipo compuesto por RaymondFowler, un antiguo miembro del Servicio de Seguridad de lasFuerzas Aéreas de los Estados Unidos y el doctor Harold Edels-tein, director del Instituto de Hipnosis de Nueva Inglaterra. Laspruebas realizadas incluyeron regresión hipnótica, exámenespsiquiátricos, test de personalidad, análisis de los informes me-teorológicos y pruebas con el detector de mentiras. Los investi-gadores cotejaron los informes proporcionados en privado porcada uno de los protagonistas del incidente, Betty Andreasson,Becky -su hija mayor- y varios miembros de la familia. Laconclusión a la que llegaron los investigadores después de ana-lizar toda la información recogida en quinientas veintiocho pá-ginas fue que los testigos estaban diciendo la verdad.

Según el informe, el avistamiento ovni tuvo lugar una cerra-da noche de enero de 1967 en la que una luz parpadeante ilumi-nó el patio trasero de la casa de los Andreasson. Poco después,

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varias criaturas humanoides de aproximadamente un metro deestatura, con cabezas en forma de pera, rasgos mongoloides ygrandes ojos con membranas como los de los gatos irrumpieronen la casa. Tras una breve comunicación telepática, Betty se viotransportada mediante una especie de succión hasta el interiorde la nave. Allí fue sometida a un doloroso examen en el que leinsertaron unas largas agujas plateadas en las fosas nasales y lacavidad peritoneal. Más tarde fue llevada a un mundo descono-cido con extraños paisajes y edificaciones. La experiencia cul-minó con el encuentro con una gigantesca figura arquetípica, unpájaro envuelto en llamas que recordaba a la legendaria avefénix. Un rasgo muy interesante de este informe es que el ta-lento artístico de Betty le permitió elaborar varios dibujos de losextraterrestres, del interior de la nave, del aspecto del mundoalienígena y del ave fénix.'

Jacques Vallée, un experto astrofísico e investigador que haestudiado y escrito sobre el tema durante dos décadas, ha lle-gado a la conclusión de que el fenómeno ovni ha ido evolucio-nando a lo largo del tiempo. Su propio avistamiento desde elobservatorio francés en el que trabajaba, el examen de foto-grafías realizadas por diferentes personas y sus entrevistas aquienes afirman haber tenido un encuentro de este tipo le hanllevado a conclusiones que sustentan nuestra tesis de que el fe-nómeno ovni presenta características psicoides.

Tras varios años de intensa investigación, Vallée ha llegadoa la conclusión de que algunos ovnis tienen una realidad físicaque se halla muy estrechamente ligada a las inusuales expe-riencias internas de quienes experimentan el avistamiento. Se-gún Vallée, las naves proceden de «otras dimensiones» espa-ciotemporales coexistentes con nuestro universo y que quizásno sean «extraterrestres» en el sentido habitual del término.Vallée especula con la posibilidad de que las inteligencias ex-traterrestres que producen y controlan el fenómeno sean capacesde manipular el espacio y el tiempo en modos que sobrepasannuestra capacidad de comprensión e incluso nuestra imagina-

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ción. Desde su punto de vista, es posible que el estado de con-ciencia del observador posibilite que el ovni penetre en su di-mensión espaciotemporal y se haga entonces perceptible. Sinembargo, en su opinión, los ovnis no son el mero producto de lamente del observador ya que, al igual que los guías espiritualesde Jung, tienen una existencia independiente de nuestra propiaconciencia. En otras palabras, en lugar de ser fabricaciones denuestra imaginación, los «extraterrestres» utilizan nuestra con-ciencia como una puerta que les permite entrar en el plano denuestra realidad cotidiana.

El fenómeno ovni presenta problemas actualmente irresolu-bles hasta para los investigadores más serios y dotados. Si nosatenemos a los datos que nos proporciona la ciencia, parecealtamente improbable que exista vida inteligente en otros pla-netas de nuestro sistema solar, de modo que deben de procederde lugares que se hallan a años luz de distancia. En tal caso, de-berían disponer de una tecnología impensable para nosotros yaque sólo cabría entonces la posibilidad de que sus naves alcan-zaran velocidades superiores a la de la luz (viaje translumínico),fueran capaces de escapar a las dimensiones espaciotemporalesy desplazarse a través del hiperespacio, o procedieran de otrasdimensiones (viaje interdimensional). Si en el espacio exteriorexistiera una civilización que poseyera esa tecnología, no re-sultaría extraño suponer que también pudieran operar sobre laconciencia individual y transpersonal de maneras totalmentedesconocidas para nosotros. Si esto es cierto, es bastante pro-bable que su visitas a nuestra dimensión nos parezcan fantasías,acontecimientos arquetípicos o experiencias visionarias y que,si tienen algún motivo para ocultar sus visitas, también poseenla tecnología necesaria como para alentar la confusión con res-pecto al tema.

Pero todo esto, en definitiva, suscita un problema fascinante.Si los ovnis realmente existen y son producto, como decíamos,de una avanzada tecnología, nos encontramos ante la confluen-cia de dos campos que siempre habíamos considerado antagó-

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nicos, el mundo racional de la tecnología avanzada y el mundoirracional de la fantasía. En tal caso ya no podríamos seguir es-tableciendo una diferencia tan clara entre ambos dominios. Laposibilidad de un viaje interplanetario de esta magnitud supon-dría el triunfo admirable de la racionalidad y de la ciencia. Noobstante, al mismo tiempo también experimentamos los resulta-dos de este logro como un fenómeno que suele estar vinculadocon el mundo de la magia y del mito, los procesos prerracionalesde pensamiento propios de las culturas primitivas, la imagina-ción creativa de los artistas y las alucinaciones de los alienados.Pareciera, pues, que este tipo de experiencias cerrara un círculoen el que la conciencia, después de alcanzar las últimas fronterasde la evolución material, retornara a su fuente primordial.

La acción de la mente sobre la materia:Psicokinesis intencional

En algunos fenómenos psicoides, las transformaciones de larealidad consensual parecen ser el resultado de la intención de-liberada de ciertos individuos o grupos por manipular los acon-tecimientos del mundo físico. Es importante destacar que estetipo de fenómeno psicoide, denominado «psicokinesis intencio-nal», tiene lugar sin ningún tipo de intervención física ya que loscambios ocurren simplemente debido al deseo de que sucedan oson propiciados, en ocasiones, por actos rituales o simbólicosque no guardan una relación causal evidente con los efectosproducidos. La literatura espiritual y ocultista de todos los tiem-pos abunda en descripciones de las actividades rituales llevadasa cabo por las culturas preindustriales para influir sobre losacontecimientos externos. No obstante, la ciencia tradicional harefutado y desmentido sistemáticamente la posibilidad de que laconciencia influya directamente sobre la materia, desestimandoincluso la significativa evidencia aportada por la moderna in-vestigación parapsicológica y la física cuántica.

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La antropología y la magia ceremonial:Los antropólogos que estudian las culturas aborígenes han

observado y descrito complicadas ceremonias para invocar lalluvia, propiciar la caza, asegurar una buena cosecha o lograrmuchos otros objetivos prácticos. Esos antropólogos expresanfrecuentemente su asombro al comprobar que estos puebloshacen gala de una «doble lógica», ya que si bien, por un lado,muestran una considerable inteligencia, conocimiento y des-treza en la caza, la pesca y la agricultura, por el otro, en cambio,sienten la necesidad de llevar a cabo rituales que a los occiden-tales nos parecen superfluos, supersticiosos e ingenuos. Sóloquienes han atravesado estados no ordinarios de concienciapueden comprender que esta «doble lógica» se refiere a dosniveles diferentes de la realidad. Desde ese punto de vista, la fa-bricación de herramientas y el aprendizaje de ciertas habilidadesconcretas tiene que ver con el mundo material, mientras que elsentido de la vida ceremonial, por el contrario, reconoce yapunta a la dinámica arquetípica del reino transpersonal. A pe-sar de los esfuerzos realizados tanto por los filósofos como porlos científicos, la naturaleza de ambas dimensiones y de las re-laciones existentes entre ellas está lejos de ser comprendidacon claridad por la ciencia moderna. En su libro The Passion ofthe Western Mind, Richard Tarnas ha reunido evidencia con-vincente de que este problema constituye la preocupación fun-damental de la filosofía-europea durante los últimos dos milquinientos años.

La idea de que tocar el tambor, cantar y bailar pueda propi-ciar la lluvia parece, a simple vista, ridícula para la mayoría delos occidentales. Sin embargo, quienes han tenido la oportuni-dad de participar en este tipo de ceremonias se han visto sor-prendidos frecuentemente por sus resultados. El difunto JosephCampbell, un hombre de una inteligencia y una cultura incues-tionables, solía contar una historia relativa a su participación enun ritual de los nativos americanos del sudoeste de EstadosUnidos. Al principio de la ceremonia se sentía un tanto escép-

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tico y divertido ya que el cielo estaba despejado y no se veía niuna sola nube pero, para su sorpresa, a medida que el ritualiba avanzando, el cielo se fue cubriendo de densas nubes y eldía concluyó con una aparatosa tormenta. Los indios, por suparte, no parecieron sorprenderse en absoluto ya que, dada suexperiencia, no dudaban de que la ceremonia terminaría siendoun éxito.

En cierta ocasión, mi esposa y yo dirigimos un seminario deun mes de duración en el Esalen Institute de Big Sur, durante unperíodo en el que California atravesaba una pertinaz sequía quese prolongó durante dos años. A petición del grupo, uno de losinstructores, don José Matsuwa, un centenario chamán huicholmexicano, accedió a llevar a cabo una ceremonia de invocaciónde la lluvia. Todos nos quedamos desconcertados cuando, trasuna noche de trabajo, comenzó a lloviznar, pero don José, sinembargo, se limitó a sonreír y dijo: «Es el kupuri (la bendiciónde los dioses). Siempre sucede igual». Cuando nos dirigíamoshacia el océano para hacer la ofrenda final, la llovizna se trans-formó en una tormenta que duró seis horas. No estamos afir-mando que don José provocara la lluvia sino, tan sólo, que estetipo de sincronicidades suele acompañar a muchas ceremoniasde invocación. Por otra parte, sería muy difícil que un chamánmantuviera intacta su reputación depués de un número consi-derable de errores y resultaría también muy extraño que tantasculturas se hubieran ocupado de celebrar ceremonias de estetipo a lo largo de los siglos si no hubieran logrado un promediode éxitos estadísticamente significativo.

Lo mismo que acabamos de decir es también aplicable a lasanación espiritual. Los profesionales occidentales no suelen to-mar muy en serio los informes de los antropólogos acerca de loséxitos terapéuticos de las ceremonias y prácticas curativas lle-vadas a cabo en las sociedades preindustriales, atribuyendo lassupuestas mejorías al pensamiento mágico, la sugestión y lacredulidad de los nativos. No obstante, los estudios comparati-vos realizados sobre los efectos terapéuticos de la medicina

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occidental y de diversas ceremonias primitivas de curación hanllevado a conclusiones realmente interesantes. En el sur de Es-tados Unidos, especialmente en Florida, por ejemplo, los estu-dios realizados sobre la eficacia curativa de los antiguos sistemascaribeños de curación sobre cubanos y otros inmigrantes latino-americanos han demostrado dar mucho mejor resultado que lapsiquiatría y la medicina occidental. Por otra parte, los curan-deros (sanadores chamánicos) parecen conocer los límites desus procedimientos y remiten a los clientes que presentan deter-minado tipo de problemas a los médicos norteamericanos.

Sería de esperar este tipo de resultados en personas con pro-blemas psicosomáticos y emocionales pero lo cierto es que al-gunas de estas aproximaciones espirituales también parecensolucionar problemas bastante más críticos. He mantenido unestrecho contacto personal con investigadores que poseen unhistorial académico intachable -como Walter Pahnke, AndrijaPuharich y Stanley Krippner, por ejemplo- quienes estudiaron yfilmaron el trabajo de los curanderos psíquicos brasileños y fi-lipinos y quedaron profundamente impresionados por lo quevieron. El brasileño Arigo, un campesino analfabeto conocidocomo «el cirujano del cuchillo oxidado», realizaba diariamentecientos de operaciones sin anestesia ni desinfección y cerrabalas incisiones uniendo simplemente con sus dedos los bordes dela herida. Según Arigo, mientras operaba o recetaba fármacossobre los que no tenía el menor conocimiento intelectual, decíaestar poseído por el espíritu de «Fritz», un médico alemán ya fa-llecido nativo de Heidelberg.

Tony Agpoa y otros curanderos filipinos son famosos porrealizar intervenciones quirúrgicas sin otra herramienta más quesus manos. Existen numerosos testimonios de estas operacionesque han sido filmadas en repetidas ocasiones y se han estudiadominuciosamente sin lograr descubrir el menor asomo de fraude.En algunos de los casos, los resultados conseguidos han sidoconfirmados por hospitales universitarios, incluido el tumor depituitaria de una persona que conozco bien. Pero no hay que ol-

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vidar tampoco que, en concordancia con la cualidad elusivadel fenómeno psicoide, el análisis de las muestras de tejidos ex-traídas en esas operaciones demostró ser de procedencia animal.En cualquiera de los casos, lo cierto es que existen curacionesbien documentadas que parecen apuntar a la existencia de cier-tas relaciones entre la conciencia y el mundo físico que sólo re-cientemente hemos comenzado a investigar.

En el extremo opuesto de la escala, los antropólogos y losmédicos occidentales también nos han presentado evidenciamanifiesta de los efectos negativos del mal de ojo y los hechi-zos maléficos. No son pocos los antropólogos que han presen-ciado situaciones en las que la maldición de un brujo terminaabocando a la enfermedad o la muerte. También existen infor-mes bien documentados de personas embrujadas que terminaronmuriendo a pesar de ser sacadas fuera de su medio cultural e in-gresadas en hospitales occidentales. Este tipo de informes sonfrecuentes en Australia y África, donde las influencias nativas yoccidentales se entremezclan. En opinión de Walter B. Can-non, un investigador occidental famoso por su investigaciónpionera sobre el stress, merece la pena considerar seriamente laposibilidad de que el mal de ojo u otro proceso puramente psi-cológico sea capaz de causar una enfermedad grave e incluso lamuerte.

Quizás el informe más creíble en torno al mal de ojo sea elpublicado en 1960 en el Johns Hopkins Medical Journal. El ar-tículo trataba de una joven de Florida sobre quien la comadronahabía echado una maldición. El día en que nació, la parteraque había asistido al alumbramiento de tres niñas había profe-tizado que morirían antes de alcanzar los diecinueve, los veintey los veintitrés años respectivamente. La primera muchachamurió, como había sido predicho, poco antes del día de su cum-pleaños en accidente de automóvil. Enterada de ello, la segundase encerró en su casa el día anterior a su vigesimoprimer cum-pleaños. Al llegar la noche, sin embargo, se sentía segura y fuea celebrarlo a un bar pero murió accidentalmente debido al re-

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bote accidental de una bala perdida. Alarmada por el fatal cum-plimiento de los dos presagios anteriores, la tercera joven co-menzó a sentirse indispuesta y fue ingresada en el hospitalJohns Hopkins, donde murió poco antes de cumplir los veinti-trés años, pese a los esfuerzos realizados por el equipo médicopara salvar su vida. La autopsia no proporcionó ninguna posibleexplicación médica de su muerte.

Otro fenómeno interesante documentado por los antropólo-gos es la aparente invulnerabilidad de los participantes en cier-tos estados de trance. Una película rodada por Elda Hartley enBali, por ejemplo, nos muestra a personas que ruedan sobre al-fombras de vidrios rotos o ascienden por escaleras formadas porafiladas espadas sin sufrir ningún tipo de daño.' En cierta oca-sión yo mismo participé en una ceremonia umbanda brasileñaen Río de Janeiro en la que los participantes, poseídos, al pare-cer, por ciertos dioses, bebían varios litros de un fuerte licor(aquavit) sin mostrar ningún síntoma de ebriedad cuando, pocosminutos después, salían del trance. Lo mismo parece ocurrir re-gularmente en los rituales vudú de Sudamérica y el Caribe ymuchas otras culturas de todo el mundo.

En los años recientes, la mentalidad occidental ha desmitifi-cado este tipo de fenómenos. Los relatos de ceremonias en lasque los participantes caminan descalzos sobre brasas cuya tem-peratura oscila entre los 650 y los 800°C fueron desdeñadoscomo meros cuentos de hadas. No obstante, a principios de losaños ochenta, la marcha sobre el fuego fue importada a EstadosUnidos desde Indonesia y se convirtió rápidamente en unamoda en los círculos de la Nueva Era. Desde entonces, decenasde miles de personas de este país han caminado sobre carbonesardientes y, salvo contadas excepciones, nadie ha sufrido ningúntipo de quemadura. Haya o no explicación natural a este tipo defenómenos, lo cierto es que este ejemplo demuestra claramenteque nuestra comprensión sobre lo posible y lo imposible dejatodavía mucho que desear.

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Las proezas sobrenaturales de los yoguis:La literatura espiritual de Oriente, en especial la hinduista,

budista y taoísta, afirma que, en las fases avanzadas de la prác-tica espiritual, ciertos adeptos pueden presentar facultades ex-traordinarias, algunas de las cuales se encuadran, sin lugar a du-das, en el dominio de lo milagroso y lo sobrenatural. Entreellas podríamos destacar el control de ciertas funciones fisioló-gicas que normalmente están bajo el control del sistema ner-vioso autónomo y, por consiguiente, desde el punto de vista dela neurofisiología occidental, se hallan más allá de cualquier po-sible control consciente. En este sentido, por ejemplo, los yo-guis hindúes son capaces de interrumpir la circulación arterial yvenosa, detener el latido cardíaco, abstenerse de todo tipo dealimento e incluso sobrevivir sin respirar. Por su parte, los as-cetas de los Himalayas pueden meditar durante largos períodosde tiempo desnudos sobre la nieve y el hielo. En el tuin-mo, porejemplo -un ejercicio perteneciente al tantra tibetano-, el prac-ticante alcanza en un período relativamente corto de tiempo unaumento tal de la temperatura de su cuerpo que puede sentarsesobre el hielo y la nieve y producir el calor suficiente como parasecar gran cantidad de telas empapadas.

Al igual que ocurre con los relatos de la marcha sobre el fue-go, este tipo de informes suelen ser considerados por los especia-listas occidentales con cierta ironía, excepción hecha de algunosinvestigadores hindúes que han publicado estudios confirmandosu existencia. No obstante, durante las dos últimas décadas, varioscientíficos occidentales han realizado investigaciones que de-muestran la existencia. de este tipo de fenómenos. En la década delos setenta, la prestigiosa Menninger Foundation de Topeka hallevado a cabo experimentos bajo la dirección de los doctoresAlyce y Elmer Green para medir los efectos de las prácticas es-pirituales. Esta investigación constituye una extraordinaria com-binación de conocimientos sobre el plano transpersonal, sofisti-cados instrumentos electrónicos y una aplicación rigurosa de lasmás avanzadas técnicas occidentales de investigación.

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El paradigma transpersonal

Uno de los primeros sujetos estudiados por los Green fue elyogui indio swami Rama, quien podía producir -en breves mi-nutos y bajo estrictas condiciones de laboratorio- una diferenciade temperatura de más de 3°C entre los lados derecho e iz-quierdo de la palma de su mano. En otra serie de pruebas, swa-mi Rama demostró que podía hacer descender su ritmo cardíacode 93 a 60 pulsaciones por minuto en cuestión de segundosconcentrándose en su sistema cardiovascular. En otro experi-mento particularmente impresionante swami Rama logró dete-ner completamente el flujo sanguíneo a través de su corazón du-rante dieciséis segundos mediante la producción de un latido decasi 306 pulsaciones por minuto. Inmediatamente después delexperimento el latido cardíaco del swami volvió a su normali-dad y éste se mostró despierto y bromeando con los investiga-dores. Además de controlar a voluntad el ritmo cardíaco, elflujo sanguíneo y la temperatura corporal, swami Rama realizóante el equipo de investigadores dirigido por los Green otraserie de hechos verdaderamente asombrosos.

En un experimento perfectamente controlado, por ejemplo,swami Rama movió un instrumento parecido a un compás quese hallaba a varios metros de distancia empleando tan sólo supoder mental mientras su rostro permanecía cubierto con unatela para evitar que pudiera utilizar la respiración. El experi-mento fue repetido en un par de ocasiones y swami Rada logrómover el objeto diez grados en torno a su eje en cada uno deellos. Swami Rama también podía provocar quistes en los mús-culos largos de su cuerpo en cuestión de segundos y hacerlosdesaparecer tan rápidamente como habían surgido. Uno de ellosincluso fue extirpado y analizado clínicamente. El swami afir-maba que los «tejidos blandos» del cuerpo son fáciles de mani-pular y que el poder de la mente puede hacer aparecer y desa-parecer tumores. En una demostración llevada a cabo enChicago pudo tornar visible ante los ojos del público la energíasutil de sus chakras, como demuestran diversas fotografías Po-laroid tomadas por los asistentes.

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Las experiencias de naturaleza psicoide

A lo largo de las dos últimas décadas, la investigación de losGreen en la Menninger Foundation ha proseguido y se ha ex-tendido a cientos de sujetos, desde curanderos indios como Ro-lling Thunder a varios maestros espirituales orientales. El «yo-gui occidental» Jack Schwarz, de Oregon, por ejemplo, ademásde demostrar su capacidad para diagnosticar adecuadamenteenfermedades físicas mediante la lectura de las auras de lospacientes, mostró una sorprendente capacidad para controlarla actividad de sus ondas cerebrales, su flujo sanguíneo y susprocesos curativos. Debemos finalizar este punto diciendo quelas investigaciones de los Green en este área han contribuido aldesarrollo del biofeedback, una técnica que ha ayudado a milesde personas a aliviar de manera permanente enfermedades talescomo la migraña crónica, ciertos problemas circulatorios -in-cluyendo alteraciones de la presión sanguínea- y la epilepsia.

En la actualidad, la medicina occidental admite la posibili-dad de aprender a controlar las funciones involuntarias (la téc-nica biofeedback). En consecuencia, los científicos ya no con-sideran que este fenómeno sea imposible pero siguenmostrando, sin embargo, su reticencia frente a la posibilidad desobrevivir sin alimento ni oxígeno.

Por último, los yoguis también presentan otras facultadessobrenaturales (siddhis) que continúan desafiando a la cienciaortodoxa. Nos estamos refiriendo a la capacidad de materializary desmaterializar diversos objetos e incluso el propio cuerpo, lacapacidad de mover objetos físicos mediante el poder del pen-samiento, la facultad de proyectarse a voluntad a lugares remo-tos, la posibilidad de hallarse en dos lugares al mismo tiempo(bilocación) y la levitación. Quizás en el futuro la ciencia pue-da llegar a demostrar o refutar la existencia de este tipo de fe-nómenos en la actualidad aparentemente imposibles. En cual-quiera de los casos, los descubrimientos llevados a cabo por lafísica cuántica evidencian sin lugar a dudas que la posibilidadde una relación entre la conciencia y la materia no es tan ridí-cula como antaño nos pareciera.

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Las experiencias de naturaleza psicoide

cometiendo fraudes. En muchos casos, los instrumentos elec-trónicos utilizados en el laboratorio para la recogida de datosexperimentales fallan en los momentos más críticos mientrasque, en otras ocasiones, en cambio, los sucesos significativostienden a ocurrir fuera del radio de acción de las cámaras de ví-deo preparadas para grabarlos. En cualquier caso, sin embargo,aunque las facultades psicokinéticas de Uri Geller hayan sidopuestas seriamente en entredicho, sus demostraciones televisi-vas han inspirado a muchos niños de Estados Unidos, Japón yEuropa para que dominen el arte de doblar cucharas. A pesar dela confusión que rodea al caso de Uri Geller, es muy improbableque todos los fenómenos que suele provocar sean un simpleproducto del fraude o la prestidigitación.

Quisiera mencionar un caso que ilustra el tipo de problemasque deben afrontar quienes tratan de investigar este tipo de he-chos. Mi hermano Paul es psiquiatra, vive en Canadá y trabaja enla McMasters University, en Hamilton. En cierta ocasión, Paulasistió, en calidad de testigo, a una rueda de prensa que Uri Gellerofreció ante los periodistas canadienses. En un determinado mo-mento, alguien pidió a Uri Geller que tratara de adivinar y repro-ducir dibujos sencillos dibujados en pequeños trozos de papel quese hallaban ocultos en el interior de sobres cerrados. No obstante,aunque Uri Geller lo intentó, no fue capaz de salir airoso de estaprueba. Pero, en ese mismo momento, mi hermano comenzó apercibir vívidas imágenes mentales y pudo realizar la prueba enlugar de Uri Geller. Debo señalar que mi hermano no se consi-dera una persona dotada, que jamás había realizado una tarea deestas características y que sintió que, de algún modo, la energíade Uri Geller había sido transferida hasta él.

La tierra ignota

Concluiremos este capítulo sobre las experiencias psicoi-des subrayando que la literatura mística, los hallazgos de la

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El paradigma transpersonal

La investigación de laboratorio sobre la psicokinesis

La experimentación científica moderna nos proporciona cadavez más datos que avalan la existencia de la psicokinesis. Sinembargo, por más cuidadosa y meticulosa que sea la investiga-ción, estos descubrimientos todavía son muy controvertidos yaque deben vencer una enorme resistencia en la medida en que seoponen al modelo newtoniano-cartesiano del mundo y parecenapoyar la idea de una realidad «supernormal». La existenciade la psicokinesis ha sido demostrada en diversos experimentosde laboratorio con una metodología que va desde los simpleslanzadores de dados hasta la utilización de técnicas de emisiónde electrones en el proceso de descomposición radiactiva, so-fisticados aparatos electrónicos y modernos computadores.También se han llevado a cabo experimentos con objetos vivoscomo, por ejemplo, la curación psicokinética de animales, plan-tas, cultivos de tejidos y enzimas, e incluso se ha llegado a de-tener y a reactivar el corazón de una rana que había sido extir-pado de su cuerpo.

Especialmente interesante resulta, en este sentido, el trabajocon individuos dotados como la soviética Nina Kulagina, quien,bajo estrictas condiciones de laboratorio, demostró su capacidadpara trasladar objetos macroscópicos mediante el simple po-der de su voluntad.' En otra experiencia de laboratorio, un nor-teamericano llamado Ted Serios fue capaz de proyectar imáge-nes mentales sobre una película sensible colocada en el interiorde una cámara que, al ser revelada posteriormente, mostró lasfotografías claras de las escenas que habían pasado por su men-te. 1 0 Uno de los fenómenos más controvertidos de este tipo es lacapacidad de doblar cucharas mediante el poder de su menteque demuestra el israelí Uri Geller. Una vez más, las circuns-tancias que rodean a estas manifestaciones parecen demostrarde manera evidente la cualidad elusiva del fenómeno psicoideya que, aunque este personaje es capaz de realizar proezas sor-prendentes también ha sido descubierto, en algunas ocasiones,

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moderna investigación sobre la conciencia y los datos de labo-ratorio reunidos en Estados Unidos, la Unión Soviética, Che-coslovaquia, etcétera, demuestran de manera manifiesta la exis-tencia de conexiones entre la conciencia individual y el mundomaterial que desafían seriamente nuestra visión cultural de larealidad. Creo firmemente que el estudio sistemático y despre-juiciado de los fenómenos psicoides y de las experiencias trans-personales terminará conduciéndonos finalmente a una revi-sión de nuestra concepción de la realidad de la misma magnitudy alcance que la revolución copernicana o que el salto de la fí-sica newtoniana a la visión cuántico-relativista.

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9. MÁS ALLÁ DE LA REALIDAD

COMPARTIDA

Los mitos no dimanan de un sistema conceptualsino de un sistema vital, es decir, de un centro mu-cho más profundo. No debemos confundir la mito-logía con la ideología. Aunque nuestra mente pue-da asombrarse de que haya quienes crean en estetipo de cosas, los mitos proceden del corazón y delaa experiencia. El mito no señala un hecho sinoque apunta más allá de éste hacia aquello que leda forma.

JOSEPH CAMPBELL, An Open Life: InConversation with Michael Toms

Existe un tipo de experiencias transpersonales que parecenhallarse más allá del «continuum» espacio-temporal en el quediscurre nuestra realidad cotidiana, un tipo de experiencias-que no suelen ser aceptadas ni estudiadas por la moderna me-todología científica- que nos permite acceder al mundo de losmitos, las apariciones, la comunicación con los muertos y la fa-

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cultad de ver el aura, los chakras y otras energías sutiles. Enesos dominios también podemos experimentar encuentros conguías espirituales, «animales de poder» y diversas entidadesinfrahumanas y sobrehumanas o efectuar viajes fantásticos auniversos extraordinarios.

Según Aldous Huxley, no deberíamos precipitarnos en des-deñar esta dimensión insólita como si se tratara de una merafantasía carente de propósito. Según sus propias palabras:

Al igual que la jirafa o el ornitorrinco, las criaturas que moranen las regiones más apartadas de la mente parecen sumamenteimprobables. Sin embargo, existen y pueden ser observadasy, como tales, no pueden ser ignoradas por nadie que trate decomprender honestamente el mundo en que vivimos.'

En el presente capítulo exploraremos minuciosamente lasregiones más remotas de la conciencia basándonos en las des-cripciones que nos han aportado personas que participaron ensesiones de psicoterapia experiencial. Comenzaremos con unade las áreas más controvertidas de este campo, la comunicacióncon los muertos.

Experiencias mediúrnnicas y espiritistas

Dentro de este apartado incluimos las sesiones espiritistas, lainvestigación de la posible supervivencia de la conciencia des-pués de la muerte, la comunicación telepática con parientes yamigos muertos, los contactos con entidades desencarnadas ylas experiencias en el plano astral. En su vertiente más común,la gente puede ver apariciones de personas fallecidas y recibirsus mensajes. Un día después de la muerte de su esposo, porejemplo, una mujer vio a su marido sentado en su sillón favori-to de la sala de estar, quien la saludó y le preguntó cómo estaba.La mujer respondió que se encontraba bien. Él le dijo entoncesdónde podría encontrar los documentos legales que necesitaba

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para ultimar ciertos detalles de la herencia. Esta información leresultó muy útil y le ahorró varias horas de búsqueda ya que lamujer ignoraba su paradero. Este tipo de experiencias no es in-frecuente en quienes han atravesado por una experiencia cerca-na a la muerte (ECM), en clientes sometidos a terapia expe-riencia) y a sesiones psicodélicas o en el trabajo de los videntes.

Existe una vertiente más compleja de estas experiencias enla que el médium entra en un estado de trance profundo y sufretransformaciones radicales en su apariencia física. En tal caso,las posturas, los gestos y las expresiones faciales del médiumadoptan formas muy extrañas, al tiempo que se producen cam-bios en el tono, la inflexión, el acento y la cadencia en su voz.He visto a personas en estado de trance que hablaban idiomasque desconocían y que jamás habían escuchado en su estado or-dinario de conciencia. He oído a personas que hablaban en va-rias lenguas extrañas, les he visto escribir, pintar laboriososcuadros y dibujar extraños signos jeroglíficos de manera auto-mática. La iglesia espiritista de Filipinas y Brasil, inspirada enlas enseñanzas de Allan Kardec, nos brinda numerosos ejem-plos de este tipo de misteriosos fenómenos.

El psicólogo y psíquico brasileño Luis Antonio Gasparetto,por ejemplo, estrechamente vinculado a la iglesia espiritista, escapaz de pintar en estado de trance ligero con el estilo de nu-merosos pintores de todo el mundo. Hace años tuve la oportu-nidad de observar cómo trabajaba durante un seminario mensualque tuvo lugar en el Esalen Institute y me quedé muy impre-sionado tanto por su habilidad para imitar el estilo de los gran-des maestros de la pintura como por la tremenda velocidad conla que trabajaba cuando «canalizaba» a los pintores difuntos. Encada sesión de trabajo llegaba a pintar un promedio de unosveinticinco lienzos.

Gasparetto puede pintar en la oscuridad más absoluta o contina luz roja que imposibilita casi por completo la distinción delos colores. En numerosas ocasiones le he visto trabajar en doscuadros a la vez -uno con cada mano- y, ocasionalmente, tam-

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bién le he visto pintar con el pie un cuadro que se hallaba bajola mesa oculto de su propia visión. En cualquiera de los casos,no obstante, todos sus cuadros resultan estéticamente bellos yreproducen la sutileza, el color, el estilo, la forma y la compo-sición propios del maestro fallecido.

Si las comunicaciones con entidades desencarnadas se li-mitaran exclusivamente a visiones y a sensaciones subjetivas ydifusas no tendríamos grandes dificultades en desestimarlascomo un simple producto de la imaginación o el fraude. Sin em-bargo, la situación suele ser bastante más compleja ya que, confrecuencia, la información que proporciona el «ser desencarna-do» puede ser verificada posteriormente. Veamos, en este sen-tido, el siguiente ejemplo, procedente de la transcripción deuna sesión experiencial de Richard, un paciente que sufría dedepresión a quien ya hemos citado en el capítulo octavo.

Richard dijo que se hallaba en un espacio que tenía todas lascaracterísticas del plano astral. Habló de una misteriosa lumi-niscencia poblada de seres desencarnados que intentaban co-municarse desesperadamente con él. Aunque Richard no podíaverlos ni oírlos, sentía claramente su presencia y recibía conti-nuamente sus mensajes telepáticos. Yo tomé nota de uno deesos mensajes, uno concreto que no parecía difícil de verificar aposteriori.

Se trataba de una petición para que Richard establecieracontacto con un matrimonio que vivía en la ciudad moravia deKromeriz y les dijera que su hijo Ladislav se encontraba per-fectamente y que no necesitaba nada. El mensaje incluía elnombre del matrimonio, su dirección y su número de teléfono,datos, todos ellos, desconocidos para mí y para mi paciente. Laexperiencia resultó muy extraña porque no tenía absolutamentenada que ver con Richard y estaba completamente desvinculadade sus problemas habituales y de su tratamiento.

Después de ciertas dudas decidí llevar a cabo algo que meconvertiría en el objeto de la burla de mis colegas si llegaran aenterarse. Marqué entonces el número de teléfono y pregunté

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por Ladislav pero, para mi sorpresa, la mujer que atendió la lla-mada rompió a llorar y, después de calmarse, me dijo con la vozquebrada por la emoción: «Nuestro hijo ya no está con nosotros.Murió hace tres semanas». 2

Veamos otro ejemplo de este tipo de experiencias que tieneque ver con mi antiguo amigo y colega Walter N. Pahnke. En1971, Walter marchó de vacaciones a una cabaña frente al mar,en Maine, con su esposa Eva y sus hijos. Cierto día cogió suequipo de buceo pero jamás regresó del océano. El equipo derescate organizado para buscarlo no logró encontrar rastro al-guno de Walter. Para Eva resultó muy difícil aceptar e integrarla muerte de su esposo. Su último recuerdo era la imagen deWalter alejándose de la cabaña pletórico de salud y vitalidad. Leresultaba muy duro hacerse a la idea de que Walter ya no for-maba parte de su vida y que debía comenzar un nuevo capítulode su existencia con la sensación de no haber concluido el pre-cedente.

Eva era psicóloga y se inscribió en un taller de formación enel uso terapéutico del LSD para profesionales de la salud men-tal organizado por nuestro instituto. Tomó esa decisión con laintención de tener una experiencia psicodélica que le permitie-ra hallar algunas respuestas y me pidió que yo fuera su guía.Durante la segunda parte de la sesión tuvo una visión muy cla-ra de Walter y mantuvo un diálogo en el curso del cual recibióinstrucciones muy precisas con respecto a cada uno de sus treshijos y se sintió liberada para emprender una nueva vida, ajenaa cualquier tipo de compromiso con la memoria de Walter. Fueuna experiencia muy profunda y liberadora.

En el mismo momento en que Eva comenzaba a poner enduda todo el episodio como una simple maquinación de sumente, Walter reapareció para pedirle algo que ella ignorabapreviamente. «A propósito -le dijo-. He olvidado una cosa.¿Querrías hacerme el favor de devolver un libro que me prestóun amigo? Está en mi estudio del ático.» Luego le dio el nom-bre del amigo, el título del libro, el anaquel en el que se encon-

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traba y el orden secuencial que ocupaba. Siguiendo al pie de laletra las instrucciones de Walter, Eva no tuvo el menor proble-ma en localizar el libro y devolverlo. ;

El trabajo experiencial realizado por Eva en este estadotranspersonal le permitió atravesar el duelo de la muerte de sumarido de un modo que sólo hubiera logrado parcialmente trasmeses y meses de una terapia exclusivamente biográfica.

Pensando posteriormente consideré que era muy propio deWalter proporcionar a Eva algún modo de verificar la veracidadde su experiencia. Durante su vida Walter había acordado conEileen Garret, una conocida vidente que era presidenta de laAmerican Parapsychological Association, que después de moririntentaría darle una prueba incuestionable de la existencia delmás allá.

Uno de los psicólogos que participaron en nuestro seminariode formación de tres años de duración fue testigo y también su-jeto de muchas experiencias transpersonales en las sesiones deRespiración Holotrópica.` No obstante, a pesar de ello, seguíasiendo muy escéptico con respecto a la autenticidad de esosfenómenos y continuamente se cuestionaba si realmente mere-cían o no una consideración especial. Cierto día, sin embargo,durante una de las sesiones holotrópicas, experimentó una sin-cronicidad inusual que le llevó a concluir que su anterior enfo-que sobre la conciencia humana pecaba de ser excesivamenteconservador.

Durante esa sesión se encontró con su abuela, que había fa-llecido muchos años atrás. En su niñez había estado muy unidoa ella y se sintió profundamente conmovido ante la posibilidadde volver a comunicarse con ella. Pero a pesar de las profundasimplicaciones emocionales de la experiencia, nuestro amigosiguió manteniendo una actitud profesionalmente escéptica.Sabía que había compartido muchas experiencias con su abuelay suponía que los antiguos recuerdos hubieran podido propor-cionar la materia prima para ese encuentro imaginario.

Sin embargo, el encuentro con su abuela fallecida resultó tan

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emocionalmente profundo y convincente que no pudo dese-charlo como un mero producto de su fantasía. Decidió entoncesbuscar alguna evidencia de que la experiencia no era fruto de suimaginación. Luego le pidió a su abuela una prueba de la reali-dad de la experiencia y recibió el siguiente mensaje: «Ve a casade tía Anna y mira las rosas cortadas». Cuando el fin de semanavisitó a su tía Anna y la encontró cortando rosas se quedó com-pletamente estupefacto. Ése había sido el único día del año en elque su tía se había dedicado a cortar las rosas de su jardín.'

Obviamente, este tipo de experiencias no nos aportan prue-bas concluyentes sobre la existencia del plano astral y los seresdesencarnados, pero sugieren claramente la necesidad de quelos investigadores de la conciencia les presten una atenciónmucho más cuidadosa.

Los fenómenos energéticos del cuerpo sutil

En los estados no ordinarios de conciencia también es posiblecontemplar y experimentar campos de energía que, si bien hansido descritos por las tradiciones místicas orientales, no han sido,en cambio, constatados objetivamente por la ciencia occidental.Nos estamos refiriendo a las «auras», el «cuerpo sutil», los «me-ridianos de la acupuntura», los «nadis», los «chakras», etcétera.Es importante recordar, a este respecto, que las tradiciones en lasque se originaron estos conceptos siempre han afirmado que nose trata de experiencias propias del mundo físico sino del mundosutil.

Hace ya muchos años que me sorprendí de que muchos oc-cidentales, totalmente ajenos a estos sistemas filosóficos, des-cribieran con todo hijo de detalles ese tipo de fenómenos ener-géticos sutiles. Hay quienes perciben campos energéticos,luminiscencias de color en torno a las personas, que coincidencon las descripciones de las auras mencionadas en los antiguostextos esotéricos. Otros experimentan en sus cuerpos el flujo

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de una corriente energética que discurre por conductos que secorresponden exactamente con los diagramas de los nadis y delos chakras descritos por las antiguas escrituras tántricas de laIndia y con los meridianos de la acupuntura de los que nos ha-blan los antiguos textos de medicina china.

Desde hace miles de años el ser humano ha utilizado la fa-cultad para ver el aura como un instrumento para diagnosticar elestado general de la persona. Del mismo modo, el trabajo conlas energías sutiles del cuerpo constituye una antigua tradiciónterapéutica. En diversas ocasiones he visto trabajar en nuestropaís a Jack Schwarz, quien es capaz de «leer» en el aura el his-torial médico del paciente y diagnosticar adecuadamente sus en-fermedades. El historial de Schwarz resulta sumamente con-vincente porque ha sido constatado y verificado reiteradamentebajo rigurosas condiciones de laboratorio.

El concepto de Poder Serpentino o kundalini constituye tam-bién un elemento habitual en aquellos sistemas que hacen usode las energías sutiles. Desde el punto de vista del hinduismo ydel budismo tántrico, por ejemplo, kundalini es la energía crea-tiva del universo que, según se dice, dormita aletargada en labase de la espina dorsal y puede ser activada mediante la prác-tica espiritual, el contacto con un maestro o ciertas situacionesespontáneas. Cuando kundalini despierta se convierte en unaenergía activa, o shakti, que asciende a través de ciertos con-ductos sutiles (nadis) y va abriendo y activando, a su paso, lossiete centros psíquicos del cuerpo sutil (chakras) que se hallanubicados desde la base de la espina dorsal hasta la coronilla.

Esta experiencia suele ir acompañada de intensas sensacionesde calor y energía que parecen recorrer la columna vertebral. Almismo tiempo que se produce este ascenso de la energía la per-sona experimenta emociones, temblores, espasmos, sacudidas,contorsiones y un amplio espectro de fenómenos transpersonales.

Durante el nacimiento del hijo de su primer matrimonio, miesposa Christina tuvo una experiencia de este tipo que determi-nó decisivamente su búsqueda de sentido en el dominio trans-

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personal. En su preparación para el parto natural había apren-dido el método respiratorio de Lamaze y, en la última fase delparto, tuvo la siguiente experiencia:

Sentí un chasquido brusco dentro de mí que pareció liberarpoderosas y extrañas energías que recorrieron todo mi cuerpo.Luego comencé a temblar descontroladamente. Sentía como sila corriente eléctrica ascendiera desde la punta de los pies yatravesara mis piernas y mi columna vertebral hasta llegar a lacabeza, en cuyo interior parecía estallar en deslumbrantes mo-saicos de luz blanca. Al mismo tiempo, la respiración jadeantede Lamaze fue sustituida por un extraño e involuntario ritmorespiratorio.Fue como si me viese arrastrada por una fuerza milagrosa y te-rrorífica. Estaba asustada y maravillada al mismo tiempo. Eltemblor, las visiones y la respiración espontánea no teníannada que ver con lo que yo esperaba después de meses de pre-paración al parto.'

Durante el nacimiento de su segunda hija, Sarah, Christinatambién tuvo sensaciones y experiencias similares pero, en estaocasión, los médicos le administraron tranquilizantes para su-primirlas. Años después, un amigo la invitó a conocer a swamiMuktananda y, aunque por aquel entonces no tenía muchas in-quietudes espirituales, aprovechó, sin embargo, la ocasión paratomarse un fin de semana y poder descansar durante unos díasde sus responsabilidades como esposa y madre.

Durante ese retiro Christina aprendió a meditar. De tantoen tanto, swami Muktananda les daba algunas charlas que tu-vieron un profundo efecto sobre ella. Durante su segundo día deretiro tuvo la siguiente experiencia:

En una de las sesiones de meditación, Muktananda me miró yluego me presionó el entrecejo varias veces con el dedo. El im-pacto de ese gesto, en apariencia tan sencillo, abrió de golpe la

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puerta a todas las experiencias, emociones y energías que habíaestado reprimiendo desde el nacimiento de Sarah.De pronto me sentí conectada a una red de alto voltaje y co-mencé a temblar descontroladamente. La respiración dejó deestar bajo mi control y se hizo más automática y rápida que decostumbre. Las visiones comenzaron entonces a aflorar en miconciencia. Lloraba a lágrima viva mientras me sentía nacer ymorir al mismo tiempo. Me sumí en el dolor y el éxtasis, en lafortaleza y la ternura, en el amor y el miedo, en lo más profun-do y en lo más elevado. Me hallaba en una especie de montañarusa vivencial sabiendo que el genio había salido de la botella yno podría volver a meterlo dentro de ella.'

En este tipo de experiencias kundalínicas, la persona puederomper a reír o a llorar involuntariamente, puede entonar cánti-cos o mantras, hablar lenguas desconocidas, emitir sonidosanimales o asumir espontáneamente posturas o gestos yóguicos.El observador no iniciado puede llegar a creer que la persona seha vuelto completamente loca y lo mismo puede parecerle aquien atraviesa esta experiencia sin una preparación adecuada.Sin embargo, cuando nos aproximamos a la experiencia deldespertar de kundalini en el contexto de las tradiciones yógui-cas, podemos asistir a una apertura dramática de la vida espiri-tual y a una expansión y ampliación de la conciencia de lo quehemos denominado el nivel transpersonal.

El contacto con espíritus animalesEn nuestra exposición anterior sobre la conciencia animal ya

hemos pasado revista a una serie de experiencias transpersona-les que implican una completa identificación con las formasfísicas de animales pertenecientes a diversas especies. Sin em-bargo, también es posible experimentar la faceta espiritual o laesencia arquetípica de una determinada especie.

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La experiencia de identificación con espíritus animales, o«animales de poder», desempeña un papel fundamental en elchamanismo, la religión y el sistema curativo más antiguo de lahumanidad. En estados no ordinarios de conciencia, alcanzadosespontáneamente o provocados mediante el uso deliberado deciertas técnicas inductoras del trance, los chamanes de las dife-rentes tradiciones aborígenes entran en contacto con distintosespíritus animales y utilizan esa conexión para propósitos que vandesde la localización de presas animales para los cazadores de latribu hasta el diagnóstico y la curación de enfermedades.

A través del contacto con su espíritu guardián o con suanimal de poder, el chamán puede conectar con los poderes delmundo animal y otras fuerzas de la naturaleza. En las tradicio-nes chamánicas, la guía del espíritu del animal representa elpoder de toda una especie de la que el chamán extrae el cono-cimiento o la energía para la curación, la caza o provocar uncambio en las condiciones de vida de la tribu. Las técnicasutilizadas para conectar con estos espíritus y poderes varían deuna cultura a otra. Los zuni (ashiwi) de Nuevo Méjico, porejemplo, utilizan figurillas de piedra -«fetiches» que repre-sentan a los animales- y se sirven de ellos para invocar al es-píritu del animal, conectar con él o usarlo como mediador entrelos humanos y las formas espirituales más elevadas del mundonatural.

Las culturas chamánicas consideran que los animales depoder constituyen una fuente de vitalidad, salud y poder per-sonal para vivir en armonía con la naturaleza. La mayor partede las danzas, cantos, plegarias y otros aspectos de la vida ri-tual de muchas culturas aborígenes giran en torno a los poderesanimales y son utilizados para comunicarse con ellos, conjurarsu sabiduría y su poder o restablecer los vínculos quebrantadospor la negligencia, la falta de respeto o el agravio hacia los es-píritus animales o hacia algún espíritu superior del mundo na-tural.

Pero la investigación sobre la conciencia me ha llevado a

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descubrir que la experiencia de identificación con espíritus ani-males no se halla circunscrita a las culturas aborígenes sinoque también suele presentarse en miembros de sociedades ur-banas más modernas y sofisticadas tecnológicamente en estadosno ordinarios de conciencia. En las sesiones holotrópicas y psi-codélicas, en los talleres de chamanismo y en las crisis psico-espirituales espontáneas (crisis de emergencia espiritual), porejemplo, también suelen tener lugar experiencias de identifica-ción y comunicación con el mundo animal. Con mucha fre-cuencia he sido testigo de experiencias tan convincentes queterminaron despertando un profundo y genuino interés por elchamanismo en occidentales previamente escépticos. No sonpocos los casos en los que las personas han experimentado unaimportante transformación que les ha impulsado a estudiar sis-temáticamente el chamanismo con antropólogos y chamanesexperimentados.

Este tipo de experiencias puede adoptar formas muy diver-sas. A veces, cuando el animal aparece en un sueño o en una vi-sión, puede ser simplemente una expresión simbólica del len-guaje de la mente inconsciente. En tal caso, su significado debeser descifrado mediante un proceso de análisis similar a la psi-coterapia freudiana. En estos sueños y visiones, los animalespueden representar mensajes crípticos reveladores de algunossentimientos y cualidades personales del que sueña. Así, porejemplo, la imagen de una pantera o de un tigre quizás pudieransimbolizar los sentimientos de agresividad del soñador mientrasque un caballo, un toro o una cabra, por su parte, pueden cons-tituir una representación del deseo sexual de la persona.

Sin embargo, debemos distinguir la simple representaciónsimbólica de la identificación transpersonal con diferentes ani-males. Quienes han atravesado este último tipo de experien-cias refieren que se trata de algo tan inusitadamente intenso ygenuino que no existe la menor duda de que el animal posee unaidentidad perfectamente diferenciada de la persona que lo per-cibe. En cualquiera de los casos, lo cierto es que la experiencia

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revela una serie de datos sobre el animal que la persona encuestión desconocía previamente.

Por lo general, las personas que atraviesan una experienciatranspersonal con una presencia animal se resisten a atribuirle unsentido meramente simbólico e insisten en que no existe nadaque analizar o interpretar ya que, para ellos, se trata de una ver-dadera experiencia de comunicación con el animal en cuestión.

Además de este tipo de identificación con un animal con-creto, la persona también puede identificarse con el «alma»,con el «depósito» de las experiencias de todos los miembros deesa especie. La existencia de una entidad de estas característicasha sido investigada seriamente por el biólogo Rupert Sheldrake,quien sostiene que la memoria y la sabiduría de las distintas es-pecies se almacena en lo que él denomina «campos morfoge-néticos», una dimensión inaccesible a la metodología de laciencia contemporánea pero a la que puede accederse mediantelas técnicas chamánicas. Gregory Bateson, por su parte, tambiénse ha ocupado de este tema en su investigación sobre el papelque desempeña la mente en el mundo natural.

La experiencia con los espíritus animales y con los animalesde poder es notablemente diferente de la experiencia simbólicade animales o de la identificación transpersonal con individuoso con especies enteras. Las experiencias simbólicas son crea-ciones de la mente inconsciente mientras que la identificacióncon los animales individuales -o con el alma de una determi-nada especie- tiene que ver con fenómenos que son un reflejodel mundo físico. Por su parte, los animales de poder pertenecenal dominio de la realidad arquetípica y poseen atributos extra-ordinarios que los diferencian completamente de los animalescon los que podemos encontrarnos en el mundo natural. Los es-píritus animales irradian una energía inusual, poseen la capaci-dad de utilizar el lenguaje de los seres humanos y pueden ma-nifestarse asumiendo forma animal o forma humana. A veces,incluso, se mueven en entornos inhabituales para ellos. Así,por ejemplo, una serpiente puede volar por los aires con o sin la

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ayuda de alas, demostrando que ese espíritu del animal tras-ciende el papel que suele desempeñar en la naturaleza.

El ejemplo que veremos a continuación -relatado por HalZina Bennett, quien inició un trabajo pionero con los feticheszuni hace ya veinte años- constituye una excelente muestra dela experiencia de la conciencia animal y de la comunicación conlos espíritus animales. En este sistema indígena americano, elchamán se comunica con el animal sirviéndose de una pequeñafigura de piedra que representa al animal en cuestión.

Tal como me había instruido mi guía sostuve en la mano dere-cha la pequeña figurilla (un puma tallado en piedra) y me diri-gí a él con la denominación que recibe en la tradición zuni,«Guardián del Norte». De inmediato sentí una comunicaciónmuy poderosa y directa. Podría incluso decir que se trataba dealgo más visceral que verbal, como si hubiera conectado concada una de las células del cuerpo del animal y, en lugar de ob-servarlo, me hubiera convertido, de algún modo, en él. En undeterminado momento percibí la imagen mental diáfana deuna hermosa, impecable y digna leona de montaña que se ha-llaba medio oculta entre los matorrales altos que se alzaban alborde del cañón.El animal se acercó cautelosamente, avanzando y retrocedien-do en un zigzagueante y tranquilo movimiento. Sus ojos pare-cían observarme con cierta indolencia pero yo podía percibir laexistencia de una fuerte conexión energética entre nosotros. Sime movía, o incluso si tenía algún pensamiento o sentimientoagresivo hacia ella, nuestra conexión desaparecía de inmediato.Sentía una mezcla de reverencia y temor, pero algo en mi inte-rior me decía que si mantenía la atención, no tenía nada que te-mer y podría aprender muchas cosas de ella.

Cuando el animal llegó a unos pocos metros de Hal se detu-vo, lo miró de frente y tensó súbitamente todos los músculos desu cuerpo en una posición de alerta. Hal dijo que parecía corno

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si estuviera «apuntando al centro de mi alma». Durante más deun minuto se quedó paralizado, temiendo que, en cualquier mo-mento, pudiera saltar sobre él y despedazarlo con sus afiladasgarras. El relato de Hal prosigue del siguiente modo:

De pronto extendió su cuello hacia adelante, me mostró losdientes y lanzó un rugido sordo y estremecedor que provocóun escalofrío hormigueante en mi espina dorsal. Luego sequedó quieta y todos mis temores se desvanecieron y me sen-tí embargado por un sentimiento de amor y respeto. Entoncesla leona se sacudió, se recostó y giró su cabeza como si hu-biera perdido todo interés en ni¡ presencia.Luego escuché un rumor que procedía de lo más profundo demi cuerpo y tardé unos instantes en darme cuenta de que era elmismo ronroneo profundo y monótono propio de un gato do-méstico, un sonido cuya intensidad recorría sensualmente la to-talidad de mi cuerpo.Como ya he dicho, no hubo ningún tipo de comunicación ver-bal entre nosotros. Sin embargo, en los breves instantes quecompartimos descubrí la forma de mantener la frontera y el te-rritorio del individuo, así como un profundo sentimiento de re-verencia hacia la caza y un respeto sagrado por el espíritu dela presa. El puma, en definitiva, tiene una comprensión íntimade la naturaleza y no se relaciona con ella como si fuera un es-pacio meramente físico sino como una fuerza imponente de laque participan los cazadores, las presas y el resto de las cria-turas.

Los días siguientes Hal volvió mentalmente a ese lugar paraseguir aprendiendo nuevas cosas sobre el puma y su visión de lavida. A partir de ese momento, el puma se convirtió en una es-pecie de espíritu guía ante cualquier situación relacionada conlos límites personales o el uso correcto del poder.

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Encuentros con guías espiritualesy seres sobrehumanos

Una de las experiencias más reconfortantes del nivel trans-personal es el encuentro con guías espirituales, entidades queson percibidas como seres sobrehumanos que habitan en planosde conciencia y en niveles energéticamente superiores. Estosguías espirituales pueden adoptar formas humanas reconoci-bles y comunicarse con nosotros del mismo modo que lo haceuna persona en sueños, pero también pueden aparecer bajo laforma de una luz radiante o de un poderoso campo energético.En contadas ocasiones se comunican verbalmente y, en su lugar,parecen utilizar canales extrasensoriales o telepáticos paratransmitir la información.

La mayor parte de las personas que disponen de un guía es-piritual que les orienta afirman que éste apareció de maneraespontánea. No obstante, estos guías también pueden aparecersúbitamente en un período de crisis interna, durante una enfer-medad grave, después de una lesión física o mediante cual-quier tipo de práctica espiritual. Hay algunos guías espiritualesque se presentan con su nombre mientras que otros, en cambio,prefieren permanecer en el anonimato.

Estos guías espirituales pueden ofrecer diversos tipos deayuda. Pueden intervenir para advertirnos de algún peligro in-minente o brindarnos su consejo cuando afrontamos períodosdifíciles de crecimiento psicológico o espiritual. Sin embargo,después de ayudarnos en una crisis o una situación de emer-gencia pueden desaparecer para siempre o continuar orientán-donos en los asuntos cotidianos.

En su libro Memorias, sueños y pensamientos, C.G. Jung nosofrece una extraordinaria historia sobre guías espirituales. Cier-to día, Jung recibió la visita de un líder espiritual hindú con elque mantuvo una larga conversación y, cuando Jung le pregun-tó el nombre de su maestro espiritual, el visitante respondióque se trataba de «Shankaracharya». El nombre le resultó fa-

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miliar porque Shankaracharya es el comentarista más famoso delos Vedas. Sin embargo, Jung pensó que no era posible que suvisitante pudiera tener como maestro a un hombre muerto hacíavarios siglos. Esperando aclarar esta duda, Jung le preguntó sise trataba del mismo Shankaracharya.

«Sí, me refiero a él», replicó, para su sorpresa.«¿Entonces, se está usted refiriendo a un espíritu?», insistió

Jung.«Sí, a un espíritu -respondió-. También existen maestros

en el plano espiritual. La mayor parte de las personas tienenmaestros vivos pero siempre hay alguien que tiene a un espí-ritu por maestro. »'

A lo largo de los tiempos, las personas han recibido infor-mación procedente de entidades sobrehumanas y de guías espi-rituales. A veces los receptores guardan los mensajes recibidospara sí mismos mientras que, en otras ocasiones, actúan comosimples intermediarios que deben compartir la información conlos demás. En algunos casos, este tipo de comunicación -que,en la actualidad se denomina «canalización»- está destinada amillones de personas. Suele aceptarse, por ejemplo, que losVedas, quizás las escrituras más antiguas del mundo, se basanen revelaciones canalizadas por antiguos sabios y videntes de laIndia. Del mismo modo, según la fe musulmana, el Corán fuetambién canalizado por Mahoma en un estado visionario. EnEstados Unidos, la influyente Iglesia de los Santos de los últi-mos Días (los mormones) se basa en las revelaciones canaliza-das por Joseph Smith a principios del siglo xix.

Quienes hayan leído los libros de Alice Bailey sabrán que lamisma Bailey reconoce que el verdadero autor de los textos fir-mados con su nombre es, en realidad, una entidad que se llamaa sí misma «el Tibetano». Por otra parte, el conocido psicólogoRoberto Assaglioli afirma que comunicó con la misma entidady que ésta le confió los principios fundamentales del sistema dedesarrollo personal denominado «psicosíntesis». En algunoscasos, el guía espiritual proporciona un servicio muy útil y

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Más allá de la realidad compartida

práctico al dirigir la atención de la persona que sirve de canalsobre ciertos pasajes de textos muy diversos que proporcionaninformación sobre un determinado tema.

En el curso de su vida, C.G. Jung experimentó muchas y po-derosas experiencias transpersonales. Ya hemos mencionadoel dramático episodio en el que sirvió de canal para que una en-tidad, que se presentó como Basilides el Gnóstico, le transmi-tiera su famoso texto Septena Sermones ad Mortuos. Jung tam-bién conectó con otro guía espiritual llamado Filemon, de quienaprendió muchas cosas sobre la dinámica del psiquismo hu-mano. En la última época de su vida, Jung afirmó que la mayorparte de su obra estaba basada en información recibida por esosmedios y llegó a dudar de que sus logros personales en el estu-dio del psiquismo humano hubieran sido posibles si se hubieralimitado a la información recogida por medios habituales.

En las dos últimas décadas la canalización se ha populariza-do y ha atraído la atención de un público cada vez más nume-roso. La popular serie de escritos firmados por Jane Roberts y

recibidos de una entidad llamada «Seth» es uno de los muchoslibros basados en información procedente de guías espirituales.También podemos citar, en este sentido, el Emmanuel k Book,

de Pat Rodegast, los Messages from Michael de Yarbo y el NewAge Transformations: Revelations de David Spangler. Uno de

los textos canalizados más famosos es el bestseller conocidocomo Un curso de milagros, un libro aclamado por numerososprofesionales de reconocido prestigio, como los doctores HughPrather y Gerald G. Jampolsky, por ejemplo, quienes lo utilizancomo base de sus conferencias y seminarios. El texto originalfue canalizado por Helen Schucman, una psicóloga convencio-nal, atea y poco dada a creer en lo paranormal que gozaba deuna sólida posición en la universidad y de un excelente historialprofesional.

El chanelling, o contacto con guías espirituales, se encuadraen el amplio espectro de experiencias transpersonales que pue-den acaecer en estados no ordinarios de conciencia. Veamos a

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continuación el relato de las experiencias de un profesor de fi-losofía en estado no ordinario de conciencia con todo un grupode guías espirituales a los que percibió como un consejo cós-mico de ancianos.

La inteligencia que ha dado lugar a la existencia de nuestrouniverso es enormemente sofisticada y su actividad trasciende,con mucho, la comprensión del ser humano. Pero si queremosacceder a este conocimiento, esta inteligencia nos enseñarácómo hacerlo. En el fondo, esta inteligencia no es otra cosamás que nuestro propio ser; por consiguiente, deberemosaprender a despertar cada vez más niveles de «nuestro» propioser, del Ser. Hoy he tenido la oportunidad de conectar con unconsejo de ancianos que me han ofrecido diversas visiones so-bre el universo y me han enseñado la forma de entrar en con-tacto con ellas.Los ancianos son los custodios del conocimiento de lo que haocurrido en el universo desde hace miles de millones de años.Yo buscaba este conocimiento y, por ello, fui conducido ante elconsejo de ancianos. Pero este conocimiento no es algo quesimplemente se nos conceda sino que debemos hacer algo paralograrlo. Primero tenemos que acceder a ese nivel de concien-cia y luego debemos mantener la concentración necesaria pararecibir el conocimiento que puedan ofrecernos.Yo me hallaba sentado con el consejo de ancianos en el mismocentro del universo, en las entrañas de la tierra, donde los guar-dianes de la existencia física conjuraban y ponían en movi-miento a todo el universo. Cuando en mi mente aparecía eldeseo de aprender algo el consejo se daba cuenta de inmediatoy lo consideraba como una pregunta. Entonces el jefe del con-sejo entonaba un canto atronador «Quiere saber tal cosa» y elresto se sumaba al canto y comenzaba entonces una invoca-ción. Cantaban para reunir el poder suficiente para acceder alconocimiento.

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Más allá de la realidad compartida

Según este sujeto, el consejo de ancianos le concedió el ac-ceso a un tipo de «conocimiento experiencial» que le permitió«ver cómo operaba el universo». Sentía que «podía saber todo»lo que quisiera si tenía la suficiente fortaleza como para sopor-tarlo. Sin embargo, para ello, debía «ponerme al mismo nivel dela existencia», es decir, debía expandirse hasta alcanzar el mis-mo tamaño que la realidad que deseaba conocer. Ser capaz depercibir el universo de este modo respondía a un anhelo tanprofundo «que me había estado guiando a lo largo de miles ymiles de años». Nuestro sujeto prosigue su relato del siguientemodo:

A veces me confundía o me distraía mientras los ancianos can-taban. Cuando esto ocurría, algo me cogía de los mismos huesosy me decía: «¡Escucha! ¡Escucha! ¿Quieres crecer? ¡Escucha!Eso no es lo que deberías estar haciendo. ¡Presta atención!». En-tonces los grandes monjes se acercaban y me repetían: «¡Escu-cha! Todas las cosas tienen su lugar, pero si quieres comprenderla estructura del universo deberás ser capaz de asimilarlo en losniveles más profundos. ¡Tendrás que ser capaz de experimen-tarlo!».'

Viajes a otras dimensiones y universos paralelos

En ocasiones, las experiencias transpersonales parecen discurriren entornos extraños, en mundos cuya realidad es muy diferentede la nuestra y que parecen estar ubicados en planos paralelos ycoexistentes con nuestra realidad. Por regla general, las entidadesque habitan esos mundos poseen formas extrañas, formas com-pletamente diferentes a lo que conocemos en nuestra realidad fí-sica y suelen funcionar de acuerdo a leyes que nos resultan ajenas.Aunque muchas de ellas son criaturas inteligentes pueden mostrar,no obstante, procesos emocionales e intelectuales que tienen pocao ninguna similitud con los nuestros.

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Los viajes a estos universos paralelos suelen semejarse alas ingeniosas historias de ciencia ficción a que nos tienen acos-tumbrados las películas de la saga de La Guerra de las Gala-xias, de George Lucas, o algunas escenas de la serie televisivaStar Treck. En ocasiones, este tipo de aventuras pueden ser pe-ligrosas debido a la naturaleza hostil de las criaturas implicadaso al temor y la incertidumbre que nos suscita lo desconocido.Cuando la situación parece peligrosa es porque el visitante seencuentra en un entorno que le es completamente ajeno, unmundo en el que cualquier paso en falso puede abocarle al de-sastre.

Este tipo de experiencias transpersonales difumina los lí-mites existentes entre la realidad objetiva y el dominio míticodel inconsciente colectivo. En ellas, el sujeto nunca tiene laseguridad de que la experiencia constituya una visita real a unremoto planeta de nuestro cosmos, un viaje interdimensional aun universo paralelo o un estado visionario que se origina en elinconsciente colectivo. Las experiencias relacionadas con ovnisprocedentes de otros mundos y los encuentros con inteligenciasalienígenas también suscitan el mismo problema de interpreta-ción. Como veremos en el análisis del fenómeno ovni, este tipode experiencias comparten la extraña particularidad de estarsituadas en una zona crepuscular ubicada entre la realidad con-sensual y el mundo de la conciencia y los arquetipos.

Viajes a las realidades míticas

La mayor parte de nosotros creemos que los mitos son fic-ciones inventadas sobre héroes imaginarios en lugares inexis-tentes, productos, en suma, de la fantasía y la imaginación. Sinembargo, el trabajo pionero de C.G. Jung y del mitólogo JosephCampbell -por citar tan sólo a dos autores- ha demostrado queesta visión de la mitología es superficial e inexacta y que los au-ténticos mitos (a los que Jung denominó arquetipos) son mani-

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Más allá de la realidad compartida

festaciones de los principios cósmicos que gobiernan nuestrasvidas.

Aunque estos arquetipos encuentran su expresión en el psi-quismo individual no son, sin embargo, una creación humana.En cierto sentido, los arquetipos están supraordenados con res-pecto a nuestro psiquismo ya que representan los principios uni-versales que rigen la actividad de nuestra vida individual. SegúnJung, el poder de los arquetipos se expresa tanto en los procesosindividuales como en los grandes acontecimientos culturales ehistóricos. Los arquetipos son universales y, por consiguiente,trascienden las fronteras culturales, geográficas e históricas,aunque pueden aparecer con denominaciones diferentes o mos-trar variaciones de matiz entre una cultura y otra. Puesto que losmitos implican a los arquetipos podemos afirmar que aquéllostambién poseen cierto grado de autonomía y existencia más alládel ser humano. Los mitos descansan en ese vasto océano de co-nocimiento al que Jung denominara «inconsciente colectivo» ytienen el mismo grado de realidad que las aves que surcan loscielos o los peces que moran en el océano.

Por su parte, la investigación moderna sobre los estados noordinarios de conciencia no sólo ha confirmado la visión jun-guiana de los arquetipos sino que también le ha añadido unanueva e importante dimensión ya que, en esos estados, tiende adesdibujarse la frontera que separa el mundo mitológico delmundo material. En el momento en que la consistencia delmundo material se descompone en pautas dinámicas de energíaaumenta la realidad y tangibilidad del mundo arquetípico. En talcaso, las figuras mitológicas y los paisajes que configuran elmundo de los mitos cobran vida y asumen una existencia inde-pendiente. En estas circunstancias, la experiencia del mundomítico resulta, como mínimo, tan palpable y convincente comola propia realidad cotidiana.

En su aspecto más esencial y más profundo, los arquetiposconstituyen principios cósmicos abstractos que se hallan másallá del mundo de nuestros sentidos. Sin embargo, en ciertos es-

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tados no ordinarios de conciencia pueden presentarse en formaperceptible a nuestros sentidos internos o manifestarse comouna presencia casi palpable. Existen arquetipos universales queasumen aspectos diferentes en función del contexto cultural enel que se manifiestan pero también los hay que adoptan carac-terísticas mucho más individualizadas. Así, por ejemplo, losarquetipos universales de la Madre o del Padre sintetizan todoslos atributos fundamentales propios de estos roles al margen dela raza, el color, la cultura o las circunstancias concretas delcaso. Otros ejemplos de arquetipos universales son el Anciano/aSabio/a, el Amante, el Mártir, el Tramposo y el Marginadomientras que el Dios Padre y la Diosa Madre, o sus contrapar-tidas negativas, el Padre Tiránico y la Madre Terrible, constitu-yen ejemplos de arquetipos más particulares y limitados.

El estudio de la conducta y la personalidad humana condujoa Jung a formular la existencia de tres arquetipos fundamenta-les: 1) el Ánima, la personificación de los aspectos femeninosen el inconsciente del hombre; 2) el Animus, la personificaciónde los elementos masculinos en el inconsciente de la mujer y 3)la Sombra, la faceta oscura, no reconocida y reprimida de nues-tra personalidad. Mientras no seamos conscientes de ellos ylos reconozcamos, estos tres aspectos, aunque ocultos e igno-rados, determinarán poderosamente nuestras decisiones vita-les y condicionarán nuestra conducta y nuestra experiencia.

Durante una sesión psicodélica llevada a cabo hace ya tiem-po tuve la oportunidad de establecer un contacto directo con losarquetipos. Esta experiencia personal contribuyó, en gran me-dida, a aumentar mi comprensión de esta fascinante faceta denuestro psiquismo:

Hacia el final de una sesión en la que había experimentadovisiones extraordinarias relacionadas con el Apocalipsis, meencontré de pronto ante un gran escenario que parecía estar si-tuado en medio de ninguna parte, suspendido en el espaciocósmico y fuera del tiempo. Por ese escenario discurrían las

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personificaciones de los principios cósmicos (arquetipos) quecrean la ilusión del mundo fenoménico, un juego divino de laconciencia cósmica que los hindúes denominan lila. Esta es-cena poseía una majestad y grandeza que superaba amplia-mente mi capacidad de descripción. Pude contemplar figurasproteicas que mostraban multitud de facetas, niveles y sentidosdiferentes. Me resultaba imposible limitarme a un sólo aspectoya que, mientras los observaba, cambiaban de continuo como sise tratara de una compleja representación holográfica. Cadauno de los arquetipos parecía representar, al mismo tiempo, supropia esencia y todas las manifestaciones concretas que adop-ta ese principio en el mundo fenoménico. Si bien se trataba deentidades claramente individualizadas también abarcaban seresy situaciones procedentes de todos los lugares y épocas histó-ricas.Pude contemplar a Maya, el principio sutil y misterioso quesimboliza la ilusión que origina el mundo material. Era una fi-gura similar al Anima, la personificación de la fuerza o delprincipio del eterno femenino. Vi una figura terrible que seasemejaba al dios Marte y que parecía ser el responsable de to-das las guerras que han asolado la historia de la humanidad.También vi a las figuras del Rey, del Eremita, del Tramposo yde los Amantes que encarnan las historias amorosas de todaslas épocas. Todos se inclinaron hacia mí, como si esperaran miaplauso por su representación estelar en la Obra Divina deluniverso y realmente parecían disfrutar con mi aprobación.

Aunque existen figuras universales arquetípicas, como lasque acabamos de mencionar, también existen motivos o temasarquetípicos propios de los estados transpersonales de concien-cia. En tal caso, se trata de argumentos, alegorías e historias encuyo planteamiento y desenlace también existen figuras arque-típicas. Muchos de estos temas se expresan en la vida social ysexual de la humanidad. Estas experiencias internas constituyenel fundamento de nuestros problemas biográficos, es decir, de

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los conflictos emocionales que se activan desde nuestra mástemprana infancia. Un excelente ejemplo de este tipo es el des-precio que el hijo siente hacia el padre y la atracción que expe-rimenta hacia su madre, un tema -inspirado en la obra bimile-naria de Sófocles, Edipo Rey- que Sigmund Freud terminópopularizando en su conocido concepto del complejo de Edipo,cuya contrapartida arquetípica es el complejo de Electra, elamor que la hija siente por su padre y el odio que experimentahacia su madre.

Otro famoso tema arquetípico es el de los hermanos bueno ymalo, inmortalizado por la leyenda bíblica de Caín y Abel. Porsu parte, las fábulas y los cuentos de hadas también suelen ex-presar este tipo de motivos arquetípicos. « Blancanieves» y «Ce-nicienta», por ejemplo, describen el doloroso conflicto entrela niña y la madre malvada o la madrastra y «Hansel y Gretel»,por su parte, refleja el drama de los hermanos amenazados porla figura de una madre malévola. Asimismo, en la literaturauniversal existen numerosas versiones sobre el tema de losamantes como, por ejemplo, Tristán e Isolda, Romeo y Julieta yAbelardo y Eloísa. El tema del conflicto, por su parte, puedeadoptar la forma arquetípica de lucha entre la víctima y el ver-dugo, el asesino y el asesinado, el tirano y el oprimido o el es-clavo y el libertador. Según Freud, todos estos mitos se originanen los conflictos biosociales que experimentamos en nuestravida cotidiana. Desde este punto de vista, el mito de Edipo esuna recreación inspirada en un conflicto psicológico universalque los jóvenes experimentan en una determinada época de suvida.

La investigación de los estados no ordinarios de concienciaparece avalar la tesis de Jung de que el mundo arquetípico gozade una existencia independiente, se halla supraordenado conrespecto a nuestra vida cotidiana y constituye su motor funda-mental. Desde el punto de vista de Jung, el conflicto actual connuestro padre (en el caso de ser varones) arraiga en un dominiouniversal de la existencia y expresa un mito -el mito de Edipo-

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que existe independientemente de nosotros y de nuestra realidadcotidiana. En su libro Los mitos por los que vivimos, JosephCampbell insiste reiteradamente sobre este particular, y JeanShinoda Bolen, por su parte, se hace eco de la misma idea en suslibros Las diosas de cada mujer y Gods in Every Man.

Resulta extraordinariamente difícil tratar de explicar a al-guien que nunca ha experimentado estados extraordinarios deconciencia cómo es posible que una persona se experimentecomo el arquetipo de la Gran Madre, corno la esencia de lamaternidad y de todas las características de todas las madresque han existido en el mundo a lo largo de la historia de la hu-manidad. Quizás el mejor modo de aproximarnos a esa expe-riencia sea la de imaginar una figura tridimensional a la que po-demos contemplar desde ángulos diferentes y llegar a apreciar,de este modo, todas sus facetas. La holografía también nos pro-porciona un buen modelo explicativo al respecto. Hace algunosaños se expuso en Hawai un holograma compuesto -que recibióel nombre de «Niño de Hawai»- consistente en un conjuntode numerosos rostros superpuestos que, pese a parecer una solafigura, mostraba, sin embargo, un rostro diferente cada vez queel espectador variaba su posición o su ángulo visual.

También existen temas y motivos mitológicos que, a pesarde ser universales, son propios de una cultura o de una religióndeterminada. Jesucristo y la virgen María, por ejemplo, son fi-guras específicamente cristianas mientras que los bodhisattvasAvalokiteshvara y Kuan Yin son inequívocamente budistas, y laSerpiente del Arcoiris pertenece al mundo de la Época del Sue-ño propio de los aborígenes australianos. En cualquier caso, locierto es que, independientemente de su universalidad o su es-pecificidad, los mitos que aparecen en el dominio transpersonalpueden encuadrarse en dos grandes categorías: la primera deellas se halla asociada a las fuerzas de la luz y el bien como, porejemplo, Apolo, Cristo, Isis o Krishna, mientras que la segunda,por el contrario, está relacionada con las fuerzas del mal y laoscuridad, como ocurre con Satán, Hades, Set y Ahriman. A di-

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ferencia de la mitología occidental, que tiende a presentar ar-quetipos claramente dicotómicos, en la mitología oriental, encambio, existen algunos mitos que trascienden esa polaridad yuna única deidad asume los atributos de la luz y la oscuridad almismo tiempo, como, por ejemplo, el hindú Brahma y los cincoBudas descritos en El Libro Tibetano de los Muertos.

El inundo de los arquetipos

Para muchas personas que han emprendido un camino espi-ritual, el encuentro con las deidades arquetípicas tiene lugaren el contexto de un proceso de muerte-y-renacimiento. En di-versas partes de este libro hemos mencionado ya la forma enque los distintos aspectos de nuestra historia biológica se en-tremezclan con los arquetipos del inconsciente colectivo. Eneste dominio podemos encontrarnos con las deidades aparente-mente terroríficas y airadas que constituyen un elemento fun-damental en los procesos de muerte-y-renacimiento. Para quie-nes se hallan en un sendero espiritual estas figuras constituyenlos heraldos de la muerte del ego, un requisito indispensablepara la apertura al mundo espiritual. También podemos encon-tramos en esta región con los arquetipos gozosos propios del re-nacimiento o de la beatitud oceánica que caracteriza a la exis-tencia intrauterina.

Las figuras arquetípicas de deidades beatíficas y airadas es-tán dotadas de un enorme potencial numinoso y energético.Por lo general, este tipo de experiencias despierta emocionesmuy intensas. La cualidad de nuestra respuesta depende de lanaturaleza de la deidad y puede ir desde el éxtasis y el gozo su-premo hasta el terror metafísico, el dolor emocional o físicoabrumador o la pérdida completa de la razón. Sin embargo, pormás poderosos que puedan parecer estos encuentros, el sujetono siente que se halle ante el Ser Supremo o la energía últimadel universo. Estas deidades -pacíficas o airadas- son, en sí

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mismas, creaciones de una fuerza superior, personificaciones deciertos principios universales fundamentales. En muchas de susconferencias Joseph Campbell se refirió a este hecho, especial-mente en lo que respecta a la adoración religiosa, subrayandoque las deidades individuales deben ser consideradas expresio-nes concretas de la fuerza creativa suprema que trasciende a to-das las formas. Según sus propias palabras estas deidades «tras-lucen y expresan la trascendencia».'

Tras muchos años de investigación con estados no ordina-rios de conciencia hemos llegado a la conclusión de que en es-tos estados no sólo podemos ser testigos de las realidades mí-ticas y arquetípicas sino, lo que es más importante, quetambién podemos llegar a transformarnos en los mismos ar-quetipos. Podemos, por ejemplo, identificarnos plenamentecon Sísifo en las profundidades del Hades empujando la rocamontaña arriba, convertirnos en Teseo matando al Minotauroen el oscuro Laberinto, transformarnos en la hermosa Afroditao brillar con el fulgor de Apolo y Helio. Podemos, en suma,adoptar tanto la imagen corporal como las experiencias inter-nas de criaturas míticas como el can Cerbero, los cíclopes o loscentauros.

Resulta particularmente relevante el hecho de que las perso-nas que han crecido en un determinado entorno cultural o quepertenecen a una raza concreta no se hallan circunscritas a losmodelos arquetípicos propios de su cultura o de su raza. Nues-tra investigación nos ha llevado a concluir, por ejemplo, que unamericano blanco de clase media, educado en un medio urbano,puede experimentar estados no ordinarios de conciencia en losque se encuentre con héroes legendarios característicos de otrasculturas como el polinesio Maui o Shango, el dios bantú delsexo y la guerra. En no pocas ocasiones he sido testigo de mu-jeres europeas o americanas que, sin tener noticia previa de es-tos detalles, se convertían en la diosa Kali y sacaban la lenguaexageradamente asumiendo la expresión facial típica de esa fi-gura. De la misma manera, en los talleres realizados en la India

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o Japón hemos podido constatar cómo varios participantes, na-cidos y educados en sus respectivas tradiciones, se han identi-ficado plenamente con la figura de Jesucristo.

Hasta el mundo de los cuentos de hadas puede cobrar vida ypodemos encontramos o identificamos con sirenas, elfos, hadas,gnomos o trolls. Resulta particularmente interesante destacar elhecho de que, en numerosos casos, las personas no sólo son ca-paces de experimentar adecuadamente estas criaturas sino quetambién pueden realizar minuciosos dibujos que coinciden per-fectamente con las antiguas descripciones que nos ofrece latradición. Cuando se han testimoniado literalmente miles decasos de este tipo no queda la menor duda de que todo el mun-do, independientemente de su condición cultural y biológica,puede acceder a temas arquetípicos pertenecientes a cualquierépoca y a cualquier cultura.

Nuestra investigación sobre los estados no ordinarios deconciencia avala la concepción de C.G. Jung, quien sugeríaque, en nuestros sueños y visiones, podemos experimentar mi-tos ajenos a nuestra cultura a los que no hemos podido tener ac-ceso mediante lecturas, imágenes o conversaciones. Se trata, endefinitiva, del «inconsciente colectivo», un océano infinito deconocimiento en el que todos podemos beber. Quizás pudiéra-mos comparar el inconsciente colectivo a una emisora que re-transmite continuamente toda la información y la programa-ción que emiten todas las radios y televisiones. En cualquiermomento podemos «cambiar el canal» de nuestra vida cotidia-na -con el que normalmente estamos sintonizados- y acceder aun número infinito de canales que trascienden los límites del es-pacio, el tiempo e incluso las especies. Aunque nos parezcaimposible admitir que continuamente estamos rodeados de tan-ta información y que podemos conseguir cuanta deseemos, laanalogía que acabamos de presentar ilustra claramente la in-mensa cantidad de información a la que podemos acceder através del inconsciente colectivo.

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Más allá de la realidad compartida

La comprensión intuitiva de los símbolos universales

A partir de los trabajos clásicos de Freud sobre la interpre-tación de los sueños, el estudio de los símbolos psicológicos seha convertido en una parte importante de la psicología profun-da. Según Freud, los símbolos representan algo que ya conoce-mos pero que, por algún motivo, nos parece inaceptable o re-probable. En nuestros sueños estos problemas -usualmente deíndole sexual- son reemplazados por el símbolo correspon-diente. Así, por ejemplo, un tren que atraviesa un túnel puedeestar expresando un deseo sexual frustrado. Freud dedicó mu-chos años a tratar de identificar todos los símbolos que repre-sentan los genitales masculino y femenino, la relación sexual yotras facetas de la vida instintiva.

Jung disintió abiertamente de las interpretaciones freudianassobre los símbolos. Según él, para Freud los símbolos son me-ros «signos» o, por decirlo de otro modo, formas de representaruna realidad conocida que no difieren demasiado de los picto-gramas que utilizamos en las señales de tráfico de nuestras au-topistas. Para Jung, en cambio, los verdaderos símbolos notransmiten mensajes crípticos sobre las funciones biológicassino que se refieren, por el contrario, a realidades trascenden-tales complejas.

A lo largo de los siglos, los símbolos han desempeñado unimportante papel en la mayor parte de las religiones. La esvás-tica indoiraní, por ejemplo, una cruz cuyos brazos apuntan en elsentido contrario al movimiento de las agujas del reloj consti-tuye un antiguo símbolo de paz y bienestar relacionado con elsol, y su forma invertida -la tristemente famosa Hackenkreuz-terminó convirtiéndose en el símbolo del partido nazi alemán.Los antiguos símbolos sivaítas del lingam y el yoni, por su par-te, tienen múltiples significados que abarcan desde los poderesgenerativos y los órganos sexuales masculino y femenino, res-pectivamente, hasta las fuerzas estática y dinámica de la exis-tencia, la conciencia pura y la energía creativa. La cruz, por su

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parte, es un símbolo de origen prehistórico que tiene un signi-ficado profundo reconocido universalmente por culturas muydiversas. En su significado más arcaico, la cruz está relacionadacon el sol y, a través de él, con el poder creativo del universo.Para otras culturas representa los cuatro puntos -o las cuatro di-recciones cardinales y el centro y, en ese sentido, constituye unarepresentación de la totalidad de la existencia. Para la tradi-ción cristiana simboliza la crucifixión histórica de Jesús, mien-tras que para el cristianismo esotérico y místico se refiere alos diferentes aspectos de la encarnación, la muerte espiritual yel renacimiento. En su variante egipcia, la cruz del Nilo, oankh, fue el símbolo sagrado de los misterios de Isis y Osiris enlos que los neófitos descubrían la vida eterna y su condición in-mortal.

La estrella de seis puntas -dos triángulos superpuestos queapuntan en direcciones contrarias- también tiene diferentes sig-nificados, dependiendo del período o cultura de que se trate. Enla antigua alquimia medieval, por ejemplo, representaba launión de los cuatro elementos: tierra, aire, fuego y agua. En lakábala, por su parte, se la llama la «estrella de David» y repre-senta a la persona iluminada en la que la conciencia inferior(simbolizada por el triángulo que apunta hacia arriba) se es-fuerza en alcanzar los niveles superiores, mientras que la con-ciencia superior (simbolizada por el triángulo orientado haciaabajo) trata de ser operativa y eficaz en el mundo físico. En latradición tántrica, por último, la estrella de seis puntas repre-senta la unión de los principios masculino y femenino.

El famoso símbolo taoísta del yin y del yang representa elintercambio dinámico entre los principios masculino y femeni-no, o los aspectos activo y pasivo del Tao, el principio creativodel cosmos. De manera similar, el loto ha desempeñado un pa-pel fundamental en el simbolismo espiritual de numerosas cul-turas, entre las cuales cabe destacar el antiguo Egipto, India yAmérica Central, como representación del potencial espiritualdel ser humano.

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Nunca deja de asombrarme que muchas de las personas queexperimentan estados transpersonales de conciencia no sólodescubren espontáneamente estos símbolos sino que llegan, in-cluso, a ser capaces de percibir su significado interno más pro-fundo y esotérico, aun cuando previamente carecieran de todoconocimiento intelectual de las tradiciones espirituales de lasque proceden, lo cual proporciona una evidencia manifiesta deque no se trata de diseños humanos con propósitos religiosossino elementos de un lenguaje simbólico perteneciente al in-consciente colectivo.

La experiencia del creador y la concienciacósmica

En las experiencias transpersonales más intensas y completasparecen disolverse y desaparecer por completo todas las limita-ciones y distinciones existentes entre nosotros y los demás, seanpersonas, objetos o fuerzas. En este tipo de experiencias el su-jeto llega incluso a experimentar un sentimiento de unidad o deidentificación plena con el principio creador del universo. En lamedida en que sigamos manteniendo nuestra propia identidadcotidiana asistiremos a este encuentro como testigos mudosllenos de reverencia o como la misma fuerza creativa. Esteprincipio creativo puede adoptar diversas formas. A veces apa-rece como un Demiurgo personificado, un creador, un arquetipode orden superior que tiene poder sobre todos los demás. Enotras ocasiones, la persona tiene la experiencia de hallarse antemás de un creador como, por ejemplo, dos deidades masculina yfemenina obrando en conjunto -tal como aparecen en las mito-logías de numerosas culturas- o como una jerarquía de univer-sos y los correspondientes creadores de universos. Lo más fre-cuente, sin embargo, es percibir que la fuerza creativa deluniverso está más allá de todas las formas y es una concienciapura dotada de una inteligencia suprema y una capacidad para

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crear toda suerte de mundos de experiencia, visibles e invisi-bles, físicos y etéricos.

A lo largo de la historia, las escrituras religiosas nos han pro-porcionado multitud de descripciones sobre las experienciasde conciencia cósmica. El principio creativo último ha recibidonombres muy diversos: Brahman en el hinduismo, Dharmakayaen el budismo mahayana, Tao en el taoísmo, Pneuma en el cris-tianismo místico, Allah en el sufismo y Kether en la kábala. Elmensaje fundamental que nos transmiten todas las tradicionesmísticas no es únicamente el de que podemos llegar a conectarvivencialmente con este principio creativo sino que, en ciertosentido, cada uno de nosotros constituye una encarnación deeste principio. Esto es posible porque, en última instancia, todoslos límites existentes en el universo son ilusorios y arbitrarios y,consiguientemente, pueden ser trascendidos. La expresión másconocida de esta sabiduría perenne es la famosa sentencia Tattvam as¡ (o «Tú eres Eso», tú eres la Divinidad) de la que noshablan los antiguos Upanishads hindúes. La moderna investi-gación sobre estados no ordinarios de conciencia ha aportado unpoderoso apoyo en favor de esta visión de la naturaleza humanapuesto que demuestra, más allá de toda duda, que existe unapluralidad de métodos amplificadores de la conciencia que nospermiten alcanzar estos estados trascendentes.

Cuando nos identificamos con la conciencia cósmica senti-mos que somos capaces de albergar en nuestro interior la tota-lidad de la existencia y de comprender la Realidad que subyacea todas las realidades particulares. En esta experiencia tene-mos la sensación profunda de estar en contacto con el principiosupremo y último de todo lo existente. En este estado, resultaabsolutamente evidente que este principio es el misterio único yfundamental. Una vez que aceptamos su existencia nos ayuda acomprender y explicar todo lo demás. La experiencia de la con-ciencia cósmica es ilimitada, insondable y está más allá de todamanifestación, sin embargo, el más leve contacto vivencial conesa conciencia sacia toda nuestra sed de conocimiento. Enton-

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Más allá de la realidad compartida

ces todas las preguntas acerca de los grandes misterios de lavida encuentran su respuesta y ya no necesitamos seguir bus-cando. Se trata de una experiencia profundamente personal queno precisa de corroboración ajena. Es por ello que no parece po-sible, ni tampoco deseable, comunicar este tipo de experiencia aquien no haya pasado por una experiencia similar.

Es probable que la frase más conocida sobre la futilidad deintentar capturar la esencia de la fuente cósmica mediante elpensamiento y el lenguaje provenga de Lao-tsu, el sabio chinoque vivió en el siglo iv a. d. JC.:

El Tao que puede nombrarse no es el verdadero Tao.Cualquier nombre que podamos darle no es el suyo.Lo innombrable es el principio del cielo y la tierray lo que tiene nombre es el origen de las diez mil cosas.`

El lenguaje de culturas basadas en el autoconocimiento ex-periencial (como el chino, el tibetano o el sánscrito, por ejem-plo) poseen generalmente un rico vocabulario para referirse alos diferentes estados de conciencia místicos. Pero, aun en estecaso, las palabras sólo adquieren sentido si se hallan relaciona-das con nuestra experiencia personal. En las escrituras filosófi-cas y espirituales de la India, por ejemplo, el término utilizadopara referirse a la experiencia de la conciencia cósmica es el deSatchitananda, una palabra compuesta por tres raíces: sat, quesignifica existencia; chit, que significa conciencia o inteligenciay ananda, que significa felicidad. Así pues, el término satchi-tananda trata de transmitimos el significado de una «concienciainteligente y gozosa de la existencia», una conciencia que, aun-que se halla vacía de todo contenido concreto, posee la capaci-dad para crear una infinidad de mundos de experiencia.

El lenguaje cotidiano resulta pobre para transmitir la expe-riencia del encuentro con la fuerza creativa última. Quizá sea,pues, la poesía la forma más adecuada para expresar este tipo deexperiencia, como ilustra la obra de Rumi, Omar Khayyam,

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Kabir, Kahlil Gibran, Sri Aurobindo o santa Hidelgard von

Bingen. En cualquier caso, sin embargo, hasta la misma poesíaparece quedarse corta.

La siguiente descripción de la conciencia cósmica -realiza-da por una persona comprometida con un trabajo sistemático deautoconocimiento- puede permitirnos vislumbrar los senti-

mientos, pensamientos e intuiciones que aparecen a lo largode este proceso.

Luego todo se convirtió en una poderosa experiencia del Árbol

Cósmico. El campo unificado de energía cósmica que experi-mentaba anteriormente se había transformado en un árbol mag-

nífico de energía radiante suspendido en el espacio. Este árbol,cuyo tamaño superaba la mayor de las galaxias, estaba com-

puesto enteramente de luz. La deslumbrante luz impedía ver elcentro del árbol pero las ramas y las hojas podían percibirsecon toda nitidez. Yo me sentía como una de sus hojas, y la vida

de mis familiares y amigos también me parecían hojas agrupa-das a mi alrededor. Desde esta perspectiva, todas nuestras ca-racterísticas individuales parecían variaciones secundarias ysuperficiales sobre esta energía fundamental.

Entonces se me llevó alrededor del árbol y se me mostró que las

aparentes diferencias existentes entre las personas eran ridícu-lamente triviales. Las diferentes vidas que tenían lugar en ese

entorno no eran más que diferentes experiencias del mismo ár-bol. Todo se hallaban bajo el gobierno de la elección y las apa-rentes diferencias se desvanecían en la nada como fragmentos

del mismo Ser que habían elegido pasar por experiencias di-versas. Yo era el árbol. No es que poseyera toda su experienciasino que reconocía mi identidad con esa Conciencia única yglobal. Sabía que mi verdadera identidad era la suya.

Aunque había sido monista durante muchos años ahora expe-rimentaba realmente el flujo inconsútil de una Conciencia úni-

ca que era capaz de cristalizar en cuerpos diferentes. Experi-menté que la conciencia se manifiesta de maneras muy diversas

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Más allá de la realidad compartida

sin dejar, por ello, de ser una y la misma. Supe entonces, por

experiencia directa, que en el universo no existe más que UnaConciencia. Desde esta perspectiva, mi identidad individual yla del resto del mundo era transitoria e insignificante. El hecho

de experimentar mi verdadera Identidad me impregnó de un

profundo sentimiento numinoso.

Durante varias horas fue conducido en un viaje extraordina-

rio a través de todo el universo. Parecía como si la Concienciaquisiera mostrarle su obra. Nuestro sujeto, por su parte, se ha-llaba plenamente convencido de que la Conciencia -el Creador

de todo el universo físico- quería abrirle a nuevas experienciasque le llevaran a comprender el funcionamiento del cosmos. La

magnitud, sutileza e inteligencia de lo que estaba contemplandole resultaban enormemente sobrecogedoras y la hermosura de su

diseño le dejó sin aliento. Nuestro sujeto prosigue:

Este recorrido fue el viaje más excepcional de mi vida. La

imagen de esta obra inteligente me sumió en un constante éx-tasis cognitivo. Aunque la experiencia en sí ya resultaba sor-prendente, lo más sobresaliente, sin embargo, no fue el descu-

brimiento de las dimensiones más profundas del universo sinoel hecho de que yo era Uno con esa Conciencia que parecía fe-

liz de poder mostrar su obra. Era como si hubiera estado espe-rando durante millones de años a que la conciencia encarnadaevolucionara hasta alcanzar un punto en que pudiera contem-

plar, comprender y apreciar su creación.La Inteligencia creadora de esta obra maestra se hallaba sola yno tenía con quien compartir su creación. Entonces rompí ensollozos y lloré por su soledad y por la admiración ante el pro-

fundo amor que le había llevado a aceptar ese aislamientocomo parte de un plan superior. Toda la existencia es una ex-presión de ese Amor extraordinario. La magnitud de la inteli-gencia que subyace al diseño del universo sólo es equiparable a

la profundidad del Amor que lo ha inspirado.

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Luego me di cuenta de que no podría llevarme conmigo todo elconocimiento que estaba experimentando en este viaje cósmi-co. La Inteligencia no ignoraba esto, lo cual no impedía, sinembargo, que nuestra convivencia también fuera preciosa paraella. Yo no podía hacer nada con ese conocimiento salvo limi-tarme a experimentarlo. El mayor servicio que podía rendir a laConciencia era simplemente la de apreciarla. Parecía extraor-dinariamente importante que el espejo de la existencia refleja-ra respetuosa y reverentemente la imagen de su Creador. Ver,comprender y reverenciar."

Este tipo de experiencias nos permite comprender en pro-fundidad el proceso de la creación y llegar a experimentar lasfuerzas y energías implicadas en este proceso. En tal caso, po-demos llegar a sentir una enorme cantidad de energía creativa,un amor y una compasión extraordinariamente intensos, unirresistible impulso artístico, una curiosidad ilimitada y unaverdadera pasión por la experiencia. La identificación con laenergía creativa del cosmos nos abre a una nueva actitud frentea la vida que sirve de fundamento a una nueva comprensión dela existencia. La experiencia de llegar a establecer contactocon nuestra verdadera naturaleza cósmica transforma comple-tamente toda nuestra vida cotidiana. Muchos abandonan la ac-titud resignada y victimista ante las tribulaciones cotidianas yllegan incluso a desinteresarse de problemas de gran enverga-dura, como la crisis económica o la guerra, por ejemplo, yaque han alcanzado a comprender que, en otro nivel de concien-cia, todas estas circunstancias no son más que comparsas de lapuesta en escena del gran drama universal.

Ocasionalmente, sin embargo, también hay quienes reac-cionan negativamente ante esas intuiciones cósmicas y tienendificultades para regresar a su conciencia cotidiana y volver adesempeñar roles que palidecen ante la magnitud de su expe-riencia. Otros, por su parte, se resisten a aceptar el hecho desa-lentador de que su condición humana los reduce al papel de me-

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Más allá de la realidad compartida

ros actores en una representación cósmica preestablecida. Asípues, las posibles reacciones ante esta experiencia abarcan unamplio rango de respuestas que van desde el desaliento y la de-sesperación hasta el sentimiento de participar activamente en laconstante evolución de la conciencia. No parece que exista unarespuesta sencilla a las cuestiones que suscita la experiencia dela conciencia cósmica pero, en última instancia, la respuestamás interesante parece ser la de disponemos a contribuir en laevolución de la conciencia cósmica comprometiéndonos deci-didamente en nuestra propia búsqueda individual.

La experiencia de la conciencia cósmica también nos per-mite profundizar en la comprensión de las formas superiores dela creatividad. Existen numerosos ejemplos de que los estadosno ordinarios de conciencia que nos conectan con los aspectostranspersonales de la existencia constituyen una fuente extra-ordinaria de inspiración artística, científica, filosófica y reli-giosa. Aun el más leve «vislumbre» de intuición mística sueleacarrear consecuencias realmente extraordinarias. El grado departicipación en estos momentos de intuición y descubrimientovaría enormemente de unos individuos a otros pero, hablandoen términos generales, podríamos mencionar la existencia detres grandes categorías.

En su forma más superficial, la inspiración creativa lleva a lapersona a luchar durante meses -e incluso años- con un pro-blema aparentemente insoluble hasta que, de pronto, de manerasúbita e inesperada, encuentra la respuesta a su problema en unestado no ordinario de conciencia como, por ejemplo, el sueño,el agotamiento físico, la alucinación provocada por la fiebre o lameditación. El caso más citado de este tipo es el de FriedrichAugust von Kekule, quien descubrió la fórmula estructural delbenceno -una visión que dio lugar al nacimiento de la modernaquímica orgánica- mientras observaba adormilado el rescoldode las brasas de su chimenea. De la misma manera, el químicoruso Dimitri Mendeleiev concibió su célebre tabla periódicade los elementos mientras estaba acostado en la cama, rendido

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de cansancio después de horas de arduo esfuerzo tratando declasificar los distintos elementos según su peso atómico. Eneste mismo orden de cosas cabe destacar también el modelo ató-mico de Niels Bohr, la formulación de los principios funda-mentales de la física cuántica de Heisenberg y el descubri-miento -por el que obtuvo el premio Nobel- de la transmisiónquímica del impulso nervioso realizado por Otto Loewi.

La segunda forma de inspiración creativa la constituyenaquellas ideas que se anticipan a su época. En este caso, el su-jeto experimenta un «destello» de inspiración procedente de ladimensión transpersonal años -o incluso siglos- antes de laaparición de cualquier explicación científica que pueda justifi-carlo o darle sentido. Éste es el caso de las teorías de Leucipo yDemócrito, por ejemplo, aparecidas dos mil cuatrocientos añosantes de que los científicos desarrollaran la tecnología necesariapara demostrar la existencia de los átomos. Otro ejemplo es eldel filósofo jónico Anaximandro quien, dos mil años antes de lateoría darwiniana de la evolución, mantuvo que la vida surgiódel océano. De la misma manera, después de varios siglos desupremacía de la mecánica newtoniana, la física moderna nosofrece una comprensión científica del tiempo, el espacio y lamateria que coincide con las visiones del universo expuestas enlos milenarios textos religiosos de Oriente. Esta convergenciaentre la ciencia occidental y las antiguas religiones orientalesconstituye el objeto del libro de Fritjof Capra El tao de la fisica

y también de la obra de otros físicos famosos. En la actualidad,la moderna filosofía de la ciencia acepta que este tipo de intui-ciones constituye un factor fundamental en el proceso de in-vestigación científica de la naturaleza.

La tercera -y más elevada- forma de inspiración transper-sonal es el impulso prometeico y visionario que embarga alcientífico, al inventor, al artista, al filósofo o al visionario y queles lleva a concebir súbitamente la visión completa y terminadade su obra. El lenguaje cotidiano expresa frecuentemente elhecho de que el genio asienta sus raíces en el territorio de lo

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Más allá de la realidad compartida

transpersonal con expresiones tales como «inspiración divina»,«don de Dios», etcétera. Quizás el ejemplo más sobresaliente deeste tipo de inspiración sea la teoría de la relatividad de AlbertEinstein, cuyos principios fundamentales se le revelaron bajo laforma de sensaciones cinestésicas musculares. Otro ejemplode este tipo nos lo proporciona el caso de Nicola Tesla, quienconstruyó el primer generador de corriente alterna tras teneruna visión en la que se le apareció el esquema completo. Teslatambién experimentó otras visiones similares que le sirvieronpara diseñar aparatos de transmisión sin cables, generadoressolares, generadores de energía a partir del movimiento de lasolas del océano y un amplio rango de ingeniosos aparatos me-cánicos.

Este impulso prometeico se manifiesta incluso en las mate-máticas, una disciplina que frecuentemente asociamos a la ló-gica y la razón pura. Un ejemplo de este tipo nos lo proporcionael matemático y astrónomo del siglo XVIII Friedrich Gauss,quien hizo importantes contribuciones a la teoría de los núme-ros, la geometría de las superficies curvas y las matemáticasaplicadas a la electricidad y el magnetismo. Gauss era capaz deefectuar de una manera casi instantánea cálculos matemáticosextraordinariamente complejos. Según él, sus intuiciones ma-temáticas le llegaban con la velocidad de un relámpago o «porla gracia de Dios». En épocas más recientes, un iletrado llama-do Srinivas Ramanujan, que había nacido y crecido en un pue-blecito de la India, dejó estupefactos a los más destacados ma-temáticos de Cambridge con sus sorprendentes respuestas aproblemas sumamente complejos. Según Ramanujan, su cono-cimiento emanaba de los sueños premonitorios que le propor-cionaba una deidad llamada Namagiri.

La inspiración prometeica también constituye un elementomuy presente en el arte y la religión. El poeta inglés WilliamBlake dijo, a propósito de su libro Milton: «Este poema me hasido dictado directamente, en series de doce, veinte o quizástreinta líneas seguidas, sin premeditación alguna e incluso en

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contra de mi voluntad». El escritor alemán Rainer Maria Rilkeafirmaba que los Sonetos a Orfeo fueron el producto consu-mado de una «canalización» que no requirió, de su parte, nin-gún tipo de corrección. Según Wolfgang Amadeus Mozart, lassinfonías aparecían de manera completa y perfecta en el interiorde su cabeza y Richard Wagner, por su parte, escuchaba cómola música emanaba de su «oído interno» mientras iba compo-niendo. Otro ejemplo nos lo proporciona Johannes Brahms,quien captó muy claramente la esencia de la inspiración pro-meteica y describía el proceso creativo del siguiente modo:«Las ideas vienen directamente de Dios. Yo no sólo percibo lostemas con el ojo de mi mente sino que también los descubrocon la forma, la armonía y la orquestación perfecta. En esos sin-gulares raptos de inspiración, el producto final se me va reve-lando nota a nota». Más explícitas resultan todavía las palabrasde Giacomo Puccini en su descripción del proceso de creaciónde la opera Madame Butterfly: «La música de esta ópera me ladictó el mismo Dios. Yo no fui más que el instrumento que latranscribió a la partitura y la difundió al público».`

El destino de las naciones y las vidas de miles de millones depersonas se han visto profundamente afectados por las revela-ciones divinas de los profetas. Recordemos, por ejemplo, eneste sentido, las revelaciones de Buda bajo el árbol Bo, Moisésen el monte Sinaí, Jesús en el desierto, Pablo camino de Da-masco y el gran sueño visionario de Mahoma. Por su parte, lasescrituras sagradas de las grandes religiones -los Vedas, la To-rah, la Biblia y el Corán- han sido inspiradas en estados noordinarios de conciencia.

Ante esta abrumadora evidencia resulta incomprensible quela ciencia tradicional de Occidente siga haciendo caso omiso aeste impulso fundamental de la historia humana. Resulta tam-bién paradójico que el Discurso del método de René Descartes,el libro que revolucionó la estructura del pensamiento occi-dental y que sentó los principios básicos de la ciencia moderna,fuera también el fruto de una serie de sueños visionarios. ¡Qué

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Más allá de la realidad compartida

ironía que todo el edificio positivista, reduccionista y raciona-lista de la ciencia -que en la actualidad se jacta de rechazar el«conocimiento subjetivo»- se asiente en una revelación inspi-rada en un estado no ordinario de conciencia!

El Vacío Supracósmico y Metacósmico

Una de las experiencias transpersonales más misteriosas esla experiencia del Vacío y el descubrimiento de la Vacuidad, laNada y el Silencio primordial. Esta extraordinaria experienciaespiritual posee cualidades sumamente paradójicas. El Vacíoexiste más allá de cualquier forma, se halla más allá del espacioy del tiempo y, aunque es la fuente de todo, no procede de nin-guna parte. Se trata de un estado en el que no podemos percibirnada en concreto pero en el cual 1xiste la profunda certeza deque lo contiene todo. Así pues, la Vacuidad Absoluta está pre-ñada potencialmente de todo lo existente.

El Vacío trasciende cualquier concepto ordinario de causali-dad. Quienes han experimentado este estado se tornan aguda-mente conscientes de que todas las formas emergen de este Va-cío y asumen la forma de un arquetipo o de una realidadfenoménica sin que exista ninguna razón o causa aparente paraello. La idea de que algo puede suceder o tomar forma sin razónalguna quizás parezca incomprensible desde el punto de vista denuestro estado ordinario de conciencia pero resulta plenamentecomprensible cuando experimentamos el Vacío. La analogíaque nos proporciona la teoría cuántica ondicular de la físicamoderna puede ayudarnos a comprender, por un lado, que elVacío está constituido por un número infinito de «quantos», esdecir, de fragmentos que establecen la probabilidad de exis-tencia de un determinado evento y, por el otro, que al elegir unadeterminada realidad concreta, terminamos creándola en nues-tra conciencia.

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PARTE III:

EL PARADIGMATRANSPERSONAL

Lo más hermoso que podemos experimentar es elmisterio. En él reside la fuente de todo arte y detoda ciencia verdadera.

ALBERT EINSTEIN

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6. UNA VISIÓN GLOBAL DELPARADIGMA TRANSPERSONAL

La conciencia no puede ser confinada a ningúnconcepto egocéntrico del self Del mismo modo quela física newtoniana es apropiada para construirpuentes, la identidad existencial es apropiada pararesolver los problemas que supone vivir en el mun-do. Sin embargo, la identificación exclusiva con elselfexistencial como entidad independiente no tieneningún sentido en aquellos estados de concienciaque trascienden las limitaciones espaciotempora-les ordinarias y tampoco sirve para operar en unarealidad que sólo puede ser descrita adecuadamen-te utilizando el lenguaje de la física subatómica.

FRANCES VAUGHAN, El arco interno

Si queremos comprender el reino de lo transpersonal debe-mos concebir la conciencia de una manera completamente nue-va. Sólo entonces podremos atisbar más allá de la creencia deque la conciencia es un producto del cerebro humano, que se

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El paradigma transpersonal

halla confinada en el interior de la estructura ósea de nuestrocráneo y que, en consecuencia, es el fruto de nuestra vida indi-vidual. En la medida en que aceptemos la noción de lo trans-personal podremos empezar a considerar que la conciencia tam-bién existe fuera, que es independiente de nosotros y que no sehalla intrínsecamente ligada a la materia. Contrariamente a loque parece mostrarnos la experiencia cotidiana, la conciencia esindependiente de nuestros sentidos físicos, aunque se halle, noobstante, mediatizada por ellos en nuestra percepción cotidianade la vida.

La conciencia transpersonal es infinita y trasciende los lí-mites del tiempo y del espacio. Intentar aprehender las dimen-siones del reino transpersonal resulta tan insondable para nues-tra mente cotidiana como intentar abarcar la magnitud y laprofundidad del cielo estrellado de una noche despejada. Bajo labóveda cósmica del firmamento estrellado podemos comenzar areconocer que los límites de ese vasto e ilimitado universo quepercibimos ahí afuera no son más que los límites de nuestrapropia mente. Y lo mismo que acabamos de decir sobre el es-pacio exterior de los astrónomos es también aplicable al espa-cio interno del psiquismo humano. No es fácil renunciar a lacreencia profundamente arraigada de que el universo es finito yde que la conciencia de cada uno de nosotros está separada dela de los demás y permanece circunscrita dentro de los límitesde su propio cerebro. Tampoco es fácil reconocer que la mentey la conciencia no son un patrimonio exclusivo de la especiehumana y que impregnan la totalidad de la naturaleza desde lasformas más elementales hasta las más complejas. Por más quelo intentemos somos incapaces de liberarnos de los prejuiciosimpuestos por la cultura y por lo que suponemos que es el sen-tido común. No obstante, para sostener estas ilusiones debemosseguir ignorando el amplio cuerpo de observaciones y datosque nos proporciona la moderna investigación sobre la con-ciencia y otras disciplinas científicas que parecen confirmar laevidencia de que el universo y el psiquismo humano carecen de

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Una visión global del paradigma transpersonal

límites. Cada uno de nosotros está conectado y, al mismo tiem-po, es una expresión de la totalidad de la existencia.

La aceptación de la naturaleza transpersonal de la concienciadesafía nociones fundamentales de nuestra sociedad que tie-nen profundas consecuencias a nivel personal. Para aceptar estanueva perspectiva sobre la conciencia debemos reconocer quenuestra vida no está determinada exclusivamente por los estí-mulos ambientales inmediatos que hemos recibido desde elmomento del nacimiento sino que también se halla modeladapor influencias ancestrales, culturales, espirituales y cósmicasque trascienden, con mucho, el horizonte que nos ofrecen lossentidos físicos.

Los precedentes históricos

No hace más de veinte años que la conciencia transpersonalse ha convertido en objeto de la investigación científica rigurosa.Antes de esa fecha las experiencias transpersonales sólo teníansentido dentro del marco de lo espiritual, lo místico, lo religioso,lo mágico y lo paranormal, un dominio, por tanto, privativo delos sacerdotes y los místicos y carente de todo interés para loscientíficos. Sin embargo, a pesar de los prejuicios de la cienciamoderna para acometer el estudio de lo transpersonal, ha habidomuchos pioneros que han dedicado su vida al estudio de la con-ciencia humana, uno de cuyos ejemplos más evidentes nos loproporciona el conocido psiquiatra suizo C.G. Jung.

Al final de su vida, Jung dijo que su obra más madura habíasurgido de las experiencias transpersonales de las que habla enSeptem Sermones ad Mortuos (Siete sermones a los muertos),un libro publicado en una edición limitada en 1916. En este li-bro, Jung describe la forma en que logró cruzar las fronteras dela conciencia cotidiana, penetrar en un dominio previamenteinimaginable y establecer contacto con una entidad a la quellamó «Basilides». Cuando Jung le preguntó por su origen, Ba-

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El paradigma transpersonal

silides respondió que había vivido en la ciudad de Alejandríamuchos siglos atrás. Fue Basilides quien habló a Jung del «ple.-roma», un concepto transpersonal que le permitió perfilar lanoción de «inconsciente colectivo».

El pleroma es, al mismo tiempo, el origen y el fin de todos losseres creados. El pleroma impregna todas las criaturas del mis-mo modo que la luz del sol impregna el aire [...]. Nosotros so-mos el pleroma mismo porque formamos parte de lo eterno y delo infinito... Hasta en el más pequeño punto está el eterno, ina-gotable y completo pleroma, dado que lo pequeño y lo grandeson cualidades que se hallan contenidas en él. El pleroma es esanada que se halla por doquier completa e ininterrumpidamente.'

Aunque Jung aprendió mucho de su relación con su guíainterno Basilides fue, sin embargo, el contacto que sostuvo conuna segunda entidad -a la que encontró en un nivel transperso-

nal- la que influyó más poderosamente en su obra. Esta se-gunda figura, un «espíritu» al que denominó «Filemon», alentóy orientó su trabajo durante el resto de su vida. De hecho, al fi-nal de su vida Jung atribuyó gran parte de su actividad creativaa su relación con Filemon.

La obra de Abraham Maslow sobre las experiencias cumbreconstituye otro precedente importante en el campo de los nive-les transpersonales de experiencia. Maslow insistió reiterada-mente en la necesidad de «despatologizar» el psiquismo, es de-cir, de no seguir considerando el «núcleo interno» de nuestro sercomo el origen de la oscuridad metafísica y de la enfermedadsino como la fuente de salud y el manantial de la creatividad hu-mana. En opinión de Maslow, la civilización occidental ha en-sombrecido la importancia de este núcleo interno considerán-dolo como una superstición en lugar de una realidad, con lo cualha terminado convirtiéndolo en el origen de todos los impulsosdañinos, oscuros, neuróticos o psicóticos, es decir, en algo quedebe ser eliminado o reprimido.

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Una visión global del paradigma transpersonal

Pero el trabajo de Maslow con personas «autorrealizadas»evidenció que si queremos actualizar plenamente el potencialdel ser humano no debemos seguir reprimiendo los impulsosque proceden de ese núcleo interno sino que, por el contrario,debemos aprender a prestarles atención. Su investigación de-muestra que las «voces e impulsos» procedentes de ese núcleointerno (como el Filemon de Jung, por ejemplo) son «frágiles,sutiles y delicadas y pueden ser fácilmente sofocadas por elaprendizaje, las expectativas culturales y el miedo a la desa-probación». Según Maslow, «podemos definir parcialmente anuestra verdadera personalidad como la capacidad de escu-char esos impulsos-voces que se originan en nuestro inte-rior...». Y prosigue: «No podremos alcanzar la salud psicoló-gica a menos que aceptemos, valoremos y respetemos esenúcleo fundamental de nuestra personalidad» . 2

Hace ya unos cien años que William James, uno de los pa-dres de la moderna investigación científica, reflexionó sobre laforma en la que establecemos fronteras arbitrarias que terminanlimitando nuestro psiquismo. El trabajo de James, como el deJung y Maslow, constituye una invitación a explorar las múlti-ples posibilidades que se abren en este sentido:

La mayor parte de las personas viven [...] en un círculo muyrestringido de su ser potencial. Sólo utilizan una pequeña partede los recursos totales de su conciencia y de su alma. Es comoun hombre que hubiera permanecido separado de su organismocorporal global y se hubiera acostumbrado a utilizar y movertan sólo su dedo meñique.'

La exploración y la cartografía del inundotranspersonal

En nuestro estado de conciencia cotidiano -el estado queconsideramos normal- experimentamos nuestra vida dentro del

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El paradigma transpersonal

estrecho horizonte que nos proporcionan los cinco sentidos.En ese estado de conciencia definimos a la realidad mediantelas imágenes, sonidos, texturas, sabores y olores del mundoque nos rodea. Nuestra percepción del mundo se halla circuns-crita al tiempo y al lugar que ocupamos en un determinado mo-mento. Obviamente, también podemos recordar el pasado eimaginar lo que nos ocurrirá en el futuro. En este sentido, bienpodríamos decir que somos conscientes de cosas que sucedenfuera del ámbito de nuestros sentidos. Sin embargo, no sentimosque estemos experimentando directamente el pasado, el futuro oacontecimientos remotos, sino que tenemos la experiencia deque esos otros tiempos y esos otros lugares sólo existen ennuestra imaginación. Así pues, creamos el pasado y el futuro delmismo modo que un novelista da forma a los personajes y lospaisajes que aparecen en su libro.

No obstante, cuando accedemos al dominio de las experien-cias transpersonales desaparecen todas las limitaciones que da-mos totalmente por sentadas en la vida cotidiana. En ese mo-mento, los hechos históricos, los acontecimientos que pertenecenal futuro y determinados elementos del mundo que normalmen-te consideramos más allá del alcance de nuestra conciencia, pa-recen absolutamente reales y verdaderos. Entonces ya no pode-mos seguir creyendo que este tipo de experiencias sea el meroproducto de nuestra imaginación. El mundo de lo transpersonales totalmente independiente de nosotros. En sus primeros en-cuentros con su guía espiritual Jung afirmó que era Filemon -yno él mismo- quien hablaba. Jung creía que los pensamientos seoriginaban en él, mientras que, según Filemon, «los pensa-mientos eran como los animales que corretean por el bosque,como las personas que entran y salen de una habitación, comolos pájaros que vuelan por el aire». Jung llegó a la conclusiónde que Filemon le había enseñado «la objetividad psíquica, larealidad del psiquismo», lo cual le ayudó a comprender que«existe algo en mí que puede decir cosas que yo mismo ignoroy van más allá de mis intenciones».

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Una visión global del paradigma transpersonal

En los dominios de lo transpersonal experimentamos unaexpansión o ampliación de la conciencia que trasciende, conmucho, las fronteras habituales de nuestro cuerpo y de nuestroego y va"mucho más allá de los límites físicos de nuestra vidacotidiana. Cuanto más exploramos estos dominios más con-vencidos nos hallamos de que las experiencias de la concienciatranspersonal engloban todo el espectro de la existencia.

Pero si queremos penetrar en el nuevo territorio de lo trans-personal debemos mostramos muy prudentes y cautelosos. Hayque tener en cuenta que somos pioneros en un dominio desco-nocido cuya exploración nos obliga a transformarnos a medidaen que avanzamos. Quienes se aventuran en este territorio ig-noto tienen el deber de cartografiarlo para allanar el camino dequienes les seguirán en esa empresa. Por supuesto que carto-grafiar la conciencia humana es algo muy distinto a cartografiaruna región geográfica, pero hay ciertas líneas directrices y cier-tos hitos que pueden servir para que los demás reconozcan dón-de estánn y con qué pueden encontrarse.

Me parece útil cartografiar el dominio de lo transpersonalhablando de tres regiones experienciales diferentes: 1) la ex-pansión y extensión de la conciencia dentro de las nocionescotidianas del tiempo y del espacio; 2) la expansión y extensiónde la conciencia más allá de las nociones cotidianas del tiempoy del espacio, y 3) las experiencias «psicoides».

Esta enumeración incluye todos los tipos de experienciatranspersonal que he observado en mi propia investigación yque han sido descritos reiteradamente por diversas y respetadasautoridades en este campo. Hay que decir, por último, que, aun-que tratemos de manera separada los distintos tipos de fenómenostranspersonales, en la práctica, no obstante, esta separación no estan tajante y suelen presentarse entremezclados con experien-cias perinatales o biográficas. Así, por ejemplo, las experienciaskármicas y las figuras de las diversas deidades arquetípicas sue-len aparecer por vez primera asociadas con las matrices perina-tales básicas. Del mismo modo, las experiencias embrionarias

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El paradigma transpersonalpueden aparecer combinadas con recuerdos filogenéticos, conexperiencias de unidad cósmica y con visiones de deidades ydemonios.

En los próximos capítulos exploraremos más detalladamen-te las tres categorías que acabamos de presentar. Comenzaremoscon la expansión de la conciencia dentro de las nociones coti-dianas del tiempo y del espacio, luego iremos más allá del es-pacio y del tiempo y terminaremos describiendo las experien-cias psicoides que encontramos en los mismos confines de laconciencia transpersonal.

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7. MAS ALLÁ DE LAS

FRONTERAS DEL ESPACIO

En ocasiones, el psiquismo opera más allá de la leyespacio-temporal de la causalidad, lo cual de-muestra que nuestra concepción del espacio, deltiempo y, por consiguiente, de la causalidad, es in-suficiente. Cualquier imagen completa del mundorequiere, por lo menos, de una nueva dimensión...

C.G. JUNG, Recuerdos, sueños y pensamientos

Solemos creer que el mundo en que vivimos está compuestode cuerpos físicos individuales -animados e inanimados- cuyoslímites están clara y netamente definidos. Nuestros sentidos-la vista, el oído, el olfato, el gusto y el tacto- parecen confir-mar que, por lo menos a nivel físico, nos hallamos separados detodo lo que podernos observar. Por otra parte, esta diferencia en-tre nosotros y los demás o entre nosotros y el resto del universoparece ratificar nuestra soberanía, autonomía y singularidad.No obstante, los datos que nos proporciona la investigaciónsobre la conciencia realizada en los últimos años parecen seña-

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El paradigma transpersonal

lar, por el contrario, que las fronteras físicas son más ilusoriasque reales. Deberíamos, pues, comenzar a poner en tela de jui-cio la realidad de las fronteras que percibimos entre nosotros yel universo y empezar a considerar que quizás se trate de unaconstrucción de nuestra mente en nada diferente a la ilusión delrefrescante y burbujeante oasis que aparece ante la atónita mi-rada del sediento viajero que atraviesa el desierto.

La moderna investigación sobre la conciencia humana nospermite descubrir que la ciencia ha descrito un círculo comple-to y vuelve a presentarnos una visión de la vida muy similar a laque nos ofrecen los ancianos sabios de las antiguas culturasorientales. Según Sri Aurobindo:

Debemos considerar todo lo que ocurre como el despliegue delmovimiento de nuestro verdadero Yo, un Yo que no sólo habitaen nuestro cuerpo sino que mora en todos los cuerpos. En nues-tra relación con el mundo debemos ser conscientes de lo que re-almente somos, es decir, un Yo que se convierte en todo lo queobserva. Debemos considerar cualquier movimiento, energía,forma y evento como el de nuestro Yo real, un Yo único que semanifiesta en una gran diversidad de existencias.

Albert Einstein se refería también al mismo tema del si-guiente modo:

El ser humano forma parte de una totalidad, llamada por noso-tros «Universo», una parte limitada en el tiempo y en el espa-cio. Cada ser humano se experimenta a sí mismo, a sus pensa-mientos y a sus sentimientos como algo separado del resto enuna especie de ilusión óptica de la conciencia.

Existen pocas personas que no hayan experimentado nunca,aunque sea bajo ciertas circunstancias, una expansión de susfronteras cotidianas. En esos momentos, nuestra ilusión de se-paratividad se desdibuja y termina desvaneciéndose como los

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Más allá de las fronteras del espacio

últimos rayos de sol al anochecer. Entonces, por un instantefugaz, nos sentimos fundidos con los demás y nos identificamoscon su modo de experimentar el mundo, o nos sentimos unidoscon la conciencia de un grupo de personas y nos identificamoscon las aflicciones y alegrías de toda una sociedad, una raza ohasta la misma humanidad. De manera parecida, vamos de ex-cursión a la montaña o nos adentramos en la espesura de unbosque de sequoias y, de pronto, nos encontramos más allá delos límites de la existencia humana y experimentamos con granintensidad la vida de plantas, animales o, incluso, de objetos yprocesos inorgánicos. El siguiente pasaje, extraído de la obra deEugene O'Neill Largo día hacia la noche, en el que Edmunddescribe una travesía nocturna en un bote pesquero, constituyeun hermoso ejemplo de un estado transpersonal que trasciendelos límites cotidianos de la experiencia humana.

Estaba tendido en el bauprés con la mirada dirigida hacía popa.Debajo de mí salpicaba la espuma y, por encima, el mástil y lavela -tenuemente iluminados por la luz de la luna- se elevabanhacia las alturas. La belleza del paisaje y la cadencia del mo-vimiento me embriagaron y, por un momento, me olvidé de mímismo, me olvidé realmente de toda mi vida. ¡Era completa-mente libre! ¡Entonces me disolví en el mar y me convertí en lablanca vela y en la espuma voladora, fui belleza y balanceo, metransformé en luz de luna, en velero y en firmamento difusa-mente estrellado! No tenía pasado y carecía de futuro. Sólo ha-bía paz, unidad y una alegría incontenible. ¡Formaba parte dealgo mayor que mi propia vida, mayor que la Vida del Hombre,mayor que la Vida misma! ¡Dios, si pudiera describirlo...! Eracomo si, de repente, una mano invisible hubiera descorrido elvelo que nos impide ver las cosas tal como son y, por un ins-tante, todo se hubiera colmado de sentido.'

En los estados alterados de conciencia se nos impone unanueva percepción del mundo que termina desplazando la ilusión

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El paradigma transpersonal

cotidiana de la realidad newtoniana -en la que nos sentimoscomo «egos encapsulados en la piel», egos que existen en unmundo de seres y de objetos separados- llegando incluso, en losdominios propiamente transpersonales, a identificarnos con labiosfera de nuestro planeta y con la totalidad del universo ma-terial.

Identificación con otras personas

Quizás la experiencia transpersonal más familiar sea la queafecta a nuestra relación con las personas más próximas. Así,por ejemplo, cuando hacemos el amor, o cuando compartimosun momento de éxtasis con los demás, la demarcación habitualentre tú y yo parece desvanecerse. Entonces comprendemos sú-bitamente que nuestra conciencia es completamente indepen-diente de nuestro cuerpo. Las dos conciencias se entremezclan yterminan fundiéndose desafiando las fronteras físicas que nor-malmente consideramos inamovibles. Esta experiencia tambiénpuede ir acompañada de la unión con la fuente creativa de laque procedemos o de la que formamos parte.

Podríamos denominar a este tipo de conexión transperso-nal con otra persona como «unidad dual». Se trata de un tipo deexperiencia que puede ocurrir durante la práctica de ciertas dis-ciplinas espirituales -especialmente el yoga tántrico- o duranteperíodos de gran conmoción emocional -como una alegría ex-traordinaria, la muerte de un ser querido, el nacimiento de unniño o la ingesta de sustancias psicoactivas, por ejemplo-. Lasexperiencias de unidad dual -en las que tenemos la sensación defundirnos completamente con otra persona manteniendo, sinembargo, nuestra propia identidad- son también frecuentes en-tre la madre y el bebé durante el embarazo y la lactancia.

En la práctica clínica he presenciado literalmente centenaresde veces las diversas formas que puede asumir la experiencia deunidad dual. Un ejemplo particularmente relevante fue el de

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Más allá de las fronteras del espacio

una cliente, a quien llamaré Jenna, que se sintió fundida con sumadre mientras revivía su vida intrauterina y el período de sulactancia.

Durante la sesión, Jenna se colocó en la posición fetal carac-terística de quienes están atravesando un estado profundamenteregresivo. A medida que iba convirtiéndose en una niña pequeñalas arrugas de su rostro parecían desaparecer. Entonces comenzóa describir con una voz infantil lo cercana que se sentía de sumadre. Tenía la maravillosa sensación de formar parte de ella, deestar fundida con ella hasta el punto de que no existía la menordiferencia entre sus sensaciones y las de su madre. Jenna sentíaque su identidad oscilaba entre su madre y ella misma. En oca-siones, era un feto en el útero de su madre y, en otras, un bebélactante. Podía intercambiar los papeles y sentirse como unaembarazada, o como la madre que está dando el pecho, perotambién podía experimentarse como si fuera su madre y unaniña al mismo tiempo, como si ambas experiencias formaranparte de un continuo, de un solo organismo, de una sola mente.

En un determinado momento en el que estaba experimen-tando esta unidad dual y se hallaba simbióticamente unida a sumadre abrió los ojos. Cuando me vio pareció sorprenderse. Me¡¡,dijo que las fronteras existentes entre nosotros habían desapa-recido y que podía sentir mis pensamientos y mis sentimientos.Luego pasó a describirlos con tan pasmosa exactitud que no ca-bía la menor duda de la certeza de su afirmación.

Éste fue un momento crítico para Jenna porque la unidaddual que había comenzado experimentando con su madre y queluego siguió experimentando conmigo le permitió asumir unanueva perspectiva sobre su vida y también profundizó el gradode confianza y comunicación que existía entre nosotros. Esmuy frecuente que la experiencia de unidad dual profundice laconfianza y comprensión hacia nuestra familia y hacia nuestrosseres queridos. Es muy posible también que este aspecto de laconciencia humana constituya el fundamento de lo que deno-minamos empatía.

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El paradigma transpersonal

La identificación completa con otra persona constituye untipo de experiencia íntimamente relacionada con la unidad dual.Se trata de una identificación de tal magnitud que, en ella, per-demos nuestra propia sensación de identidad y nos transfor-mamos por completo en otra persona. El siguiente caso -expe-rimentado por mi esposa Christina en el período en quevivíamos en el Instituto Esalen, en Big Sur- constituye un ejem-plo singularmente revelador en este sentido.

En ese tiempo, Christina estaba en cama recuperándose deuna infección vírica. Uno de nuestros amigos, residente tambiénen Esalen, era el antropólogo y generalista Gregory Bateson, aquien acababan de detectar un tumor maligno del tamaño de ungrano de uva en los pulmones. El médico le había dicho que eltumor no era operable y que le quedaban unas cuatro semanasde vida. Mientras vivió en Esalen recibió todo tipo de trata-mientos alternativos y realmente llegó a vivir dos años y mediomás de lo que el doctor le había pronosticado. Durante esa épo-ca, Christina y yo pasamos mucho tiempo con Gregory y su fa-milia y llegamos a ser grandes amigos.

Cierta mañana, mientras Christina yacía en cama, tuvo laabrumadora sensación de que se estaba convirtiendo en Gre-gory. Sentía que tenía su gigantesco cuerpo, sus enormes ma-nos, sus pensamientos y su inconfundible humor británico. Sesentía estrechamente conectada con el dolor de su cáncer y sa-bía, con cada una de las células de su cuerpo, que estaba mu-riendo, lo cual la desconcertó porque no reflejaba su valoraciónconsciente de la situación.

Ese día, Christina vio a nuestro amigo el doctor Carl Si-monton, que estaba visitando Esalen. Por la mañana, Carl habíaestado trabajando con Gregory en una técnica de visualizaciónque utilizaba en su trabajo como oncólogo y radiólogo. Carl ledijo a Christina que la sesión de esa mañana había sido muydura porque, a mitad de trabajo, Gregory había declarado de re-pente: «No quiero seguir con esto. Quiero morir». Entoncesdejaron de lado el intento de luchar contra el cáncer, llamaron a

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Más allá de las fronteras del espacio

Lois, la esposa de Gregory, y estuvieron hablando sobre lamuerte. El momento en el que Gregory había anunciado su de-cisión de morir coincidía exactamente con la experiencia deChristina.

Pero la desaparición de las fronteras individuales y la expe-riencia de fusión puede extenderse todavía más y llegar a en-globar a un grupo de personas que tienen algo en común -ya seala raza, la nacionalidad o la cultura- o que comparten un siste-ma de creencias, una profesión o una situación determinada.Las experiencias fugaces de identificación con la conciencia deun grupo no necesariamente suponen un cambio profundo yduradero en la conciencia. Quienes visitan Auschwitz, el campode exterminio nazi en el que fueron torturados y asesinadosmillones de judíos, por ejemplo, suelen experimentar, aunquesólo sea por un instante, la sensación agobiante de compartir elterror, la aflicción y las crueles privaciones que padecieronquienes fueron encarcelados y murieron en ese lugar. Del mis-mo modo, quienes visitan el Vietnam War Memorial de Was-hington D.C. también suelen experimentar el sufrimiento de-todos los hombres y mujeres jóvenes que perdieron la vida enesa guerra.

En los estados alterados de conciencia, este tipo de expe-riencias transpersonales puede ser muy profundo, vívido y grá-fico y puede perdurar desde unos pocos segundos hasta variashoras. Es posible, por ejemplo, convertirse en todas las madresdel mundo que han perdido a sus hijos en la guerra, en todos lossoldados que han muerto en los campos de batalla o en todoslos perseguidos y proscritos de la historia de la humanidad.Aunque sea algo difícil de imaginar para quienes jamás hayantenido este tipo de experiencias, en estas condiciones es posibleexperimentar la convincente sensación de transformarse, almismo tiempo, en todas esas personas. Es como si uno se con-virtiera en una conciencia que contuviera a cientos, o inclusomillones, de individuos.

Las escrituras místicas de todas las épocas mencionan reite-

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radamente este tipo de experiencias visionarias. Sin embargo,conviene señalar que no constituyen un patrimonio exclusivo delas grandes figuras de la historia de la religión ni tampoco son,como alegan en ocasiones los escépticos, los fantásticos em-bustes de un clero intrigante que pretende manipular a las cré-dulas muchedumbres. Una de las más sorprendentes revelacio-nes de la moderna investigación sobre la conciencia ha sido eldescubrimiento de que, en determinados estados extraordinariosde conciencia, todos nosotros tenemos la capacidad potencial deacceder a este tipo de experiencias transpersonales.

Veamos a continuación el relato de la experiencia visionariade un profesional de la salud mental durante un viaje a las anti-guas ruinas mayas de Palenque, en México. Este prolijo relatoilustra una experiencia de trascendencia en el tiempo y nos ha-bla de un tema que todavía no hemos tratado, el encuentro conentidades arquetípicas. Se trata de un relato que ilustra de unmodo tan interesante el tipo de experiencias visionarias alque podemos acceder a través de la experiencia transpersonalque hemos preferido dejarlo intacto a pesar de su considerableextensión.

Cada vez me resultaba más difícil relacionarme con las ruinascomo si fuera un simple turista. Sentía oleadas de profunda an-gustia penetrando todo mi ser y una sensación de opresión casimetafísica. Mi campo perceptual se oscurecía cada vez más ycomencé a advertir que los objetos que me rodeaban estabandotados de una energía extraordinaria y parecían exhibir sus fa-cetas más amenazadoras.Recordé entonces que Palenque había sido un lugar en el quese habían realizado miles de sacrificios humanos y sentí quetodo ese enorme sufrimiento rondaba todavía sobre el lugarcomo una pesada bruma. Sentí la presencia de terribles deida-des sedientas de sangre exigiendo más sacrificios y parecíaque daban por sentado que yo iba a ser la próxima víctima.Mientras tanto, seguía convencido de que estaba atravesando

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Más allá de las fronteras del espacio

una experiencia simbólica y de que mi vida no corría ningúntipo de peligro.Entonces cerré los ojos para prestar atención a lo que ocurríaen el interior de mi psiquismo y, de repente, pareció que la his-toria cobrara vida. Vi que Palenque no estaba ruinas sinoque era una próspera ciudad sagrada en la cúspide de su es-plendor. Presencié entonces, con extraordinario lujo de deta-lles, una inmolación ritual en la que yo no me limitaba a ser unsimple observador sino la misma víctima del sacrificio. Esta es-cena fue seguida de inmediato por otra similar y luego porotra más. Las fronteras de mi individualidad parecían habersedisuelto y comprendí entonces el papel que desempeñaba el sa-crificio ritual en la religión precolombina y me sentí tan co-nectado con todos los que habían muerto en Palenque a lo lar-go de los siglos que terminé convirtiéndome en ellos.Sentí entonces todo el amplio espectro de emociones que elloshabían sentido, el dolor por tantas vidas perdidas, la ansiedadexpectante, la ambivalencia hacia los verdugos, la entrega alveredicto del destino, la excitación y una curiosa expectativahacia lo que iba a suceder. Tenía la extraña sensación de quelos preparativos del ritual implicaban la administración de dro-gas modificadoras de la mente que elevaban la experiencia a unnivel superior.

El sujeto estaba fascinado por la profundidad de la expe-riencia y por la riqueza de las comprensiones que la acompaña-ban. Ascendió entonces la colina y se tumbó sobre el Templodel Sol para concentrarse mejor en lo que estaba ocurriendo. Elpasado bombardeaba su conciencia con una intensidad inusita-da. Pronto la fascinación fue reemplazada por un temor metafí-sico profundo y escuchó una voz clara y fuerte que le decía:«Tú no estás aquí como un turista entrometido en la historiasino como una víctima, como todos aquellos que fueron sacri-ficados en el pasado. No saldrás vivo de aquí». Sintió la abru-madora presencia de las deidades exigiendo sacrificio y hasta

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las mismas paredes del edificio parecían estar sedientas de susangre. Su relato prosigue del siguiente modo:

Yo ya había experimentado estados alterados de concienciaen sesiones psicodélicas y sabía que, en estas experiencias,los peores miedos no reflejan peligros objetivos y suelen disi-parse apenas la conciencia retorna a su estado normal. Estabaconvencido de que se trataba «de algo por el estilo». Pero lasensación de peligro inminente era cada vez mayor. Abrí losojos y una sensación de pánico espeluznante recorrió todo miser. Mi cuerpo se hallaba cubierto de hormigas gigantes. Estaexperiencia no era nada simbólica sino que literalmente cientosde granos henchidos salpicaban la superficie de mi piel.Me di cuenta de que esta complicación inesperada dificultabanotablemente las cosas. El terror que había logrado superarregresaba ahora fatídicamente. Dudaba de que la experienciapudiera matarme pero no estaba tan seguro de los efectos que,en un estado alterado de conciencia, pudieran causarme la grancantidad de toxinas que habría acumulado en mi cuerpo. Deci-dí correr, escapar de las ruinas y dejar de estar bajo la influen-cia de las deidades. Sin embargo, el tiempo parecía haberse ra-lentizado hasta el punto de detenerse y todo mi ser eraenormemente pesado, como si fuera de plomo.Traté de correr desesperadamente pero parecía que me movie-ra a cámara lenta. Sentí como si estuviera atrapado, como si lasdeidades y los muros hubieran echado un nefasto sortilegiosobre mí. Entonces desfilaron por mi mente miles de imágenesde la historia de Palenque. A lo lejos podía ver el abarrotadoestacionamiento que se hallaba separado de las ruinas por unagruesa cadena. Ahí estaba el mundo racional en el que se movíami realidad cotidiana. Me propuse entonces el objetivo de llegarhasta allí con la expectativa de que eso podría salvarme la vida.Veía que las cadenas eran la frontera que separaba los dos mun-dos, más allá de la cual quedaría fuera del alcance del poder má-gico de esas deidades arcaicas. ¿Acaso el mundo moderno no ha

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terminado conquistando y poniendo en entredicho a imperiosbasados en la creencia en las realidades míticas? 3

Su expectativa resultó ser acertada. Después de un tiempoque le pareció eterno y realizando un enorme esfuerzo, consi-guió llegar hasta el estacionamiento. En ese mismo momento,sintió que se había liberado de un gran peso físico, psicológicoy espiritual. Se sentía tan ágil, extasiado y pletórico de energíavital como si hubiera acabado de nacer. Sus sentidos se hallabancompletamente despejados y abiertos. La puesta del sol duran-te el viaje de regreso a Palenque, la cena en el pequeño restau-rante de Villahermosa observando la agitación callejera y elsabor del zumo de frutas de la zumería fueron verdaderas ex-periencias místicas. No obstante, pasó gran parte de la nocheduchándose con agua caliente para aliviar el dolor y la comezónde las picaduras.

Varios años después, un antropólogo amigo suyo que habíaestudiado la cultura maya le dijo que las hormigas jugaban unpapel muy importante en la mitología maya y estaban estre-chamente relacionadas con la diosa tierra y con el proceso derenacimiento.

Pero la forma más extrema de conciencia de grupo es la iden-tificación con toda la humanidad, una experiencia en la que pa-recen difuminarse todas las fronteras que nos separan del restode la humanidad. La experiencia de Cristo en el Huerto de Get-semaní constituye un ilustrativo ejemplo de esta experiencia,muy frecuente, por otra parte, en la literatura antigua. Veamosahora, sin embargo, un ejemplo de este tipo de experiencia trans-personal que proviene del mundo de la tecnología moderna. Setrata de una experiencia relatada por Rusty Schweickart en sucrónica del vuelo del Apolo 9, cuya misión era la de ensayar elmódulo lunar para futuros viajes tripulados a la superficie de laLuna.

A medida que el vehículo espacial comenzaba a dar vueltasen torno a la Tierra y atravesaba las fronteras geográficas y

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políticas a una velocidad tremenda, Rusty empezó a tener cadavez más dificultades en identificarse a sí mismo como miembrode una determinada nación. Veía a sus pies el Mediterráneo,cuna de civilizaciones, que había representado durante muchossiglos a todo el mundo conocido. El planeta azul, verde y blan-co al que circunvalaba cada hora y media contenía todo lo quepara él era significativo: historia, música, arte, guerra, muerte,amor, lágrimas, juegos y alegrías. Su conciencia sufrió entoncesuna profunda transformación.

Cuando das la vuelta a la Tierra cada hora y media reconocesque tu identidad no tiene que ver con un lugar concreto sinoque está ligada a la totalidad del planeta, lo cual implica, ne-cesariamente, una transformación. Cuando miras hacia abajono percibes ningún tipo de fronteras [...]. Cientos de personasmatándose unos a otros por una línea imaginaria que ni si-quiera puedes llegar a percibir. Desde aquí el planeta es una to-talidad tan hermosa que desearías coger de la mano uno poruno a todos los individuos y decirles: «¿Míralo desde aquí.Date cuenta de lo que es verdaderamente importante!».

Durante su viaje espacial estas revelaciones desembocáronen una profunda experiencia mística. La cámara diseñada parafilmar el viaje se estropeó y, durante unos minutos, Rusty notuvo otra cosa que hacer más que flotar en el espacio y dejarque el espectáculo de la Tierra, del cosmos y de toda la exis-tencia bombardeara su conciencia. Muy pronto le resultó im-posible seguir sus fronteras individuales y, de pronto, se sintióidentificado con toda la humanidad.

Piensas en lo que estás experimentando y te preguntas lo quehas hecho para merecer esta fantástica experiencia. ¿Acasohas hecho algo para alcanzarla? ¿Has sido elegido por Diospara disfrutar de una experiencia especial a la que los demás nopueden acceder? Sabes que la respuesta es no, que no eres es-

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pecialmente merecedor de lo que está ocurriendo. Esto no esalgo especial para ti. En ese momento eres muy consciente deque eres una especie de sensor de todo el género humano.Entonces miras a la superficie del globo sobre el que has vivi-do hasta ese momento y tomas conciencia de todas las personasque viven ahí. Ellos no son diferentes a ti, tú eres igual queellos, tú les representas. Tú no eres más que el elemento sensi-ble [...]. De algún modo tomas conciencia de que eres la van-guardia de la vida y de que debes regresar a ella renovado.Esta experiencia te hace más responsable de tu relación con esoque llamamos vida. Ha habido un cambio que transforma, apartir de ese momento, tu relación con el mundo. Esta excep-cional experiencia modifica la relación que sostenías, hastaese momento, con este planeta y con todas sus formas de vida.'

Desde su regreso de la misión del Apolo 9, Rusty ha consa-grado parte de su vida a comunicar su visión y a compartir conlos demás la transformación que experimentó su conciencia.A partir de su experiencia de identificación con toda la huma-nidad, su interés y motivación fundamental le ha llevado a com-prometerse activamente en pro de la paz y la armonía ecológicadel planeta Tierra y de toda la humanidad.

Superar el abismo existente entre las especies

En los dominios de lo transpersonal es posible llegar a ex-perimentar las sensaciones que experimenta un puma que per-sigue a su presa en la profundidad de un barranco, los impulsosprimordiales de un reptil gigantesco en sus encuentros sexualeso el majestuoso vuelo de un águila. Quienes han experimentadoeste tipo de identificación con animales sostienen haber tenidouna profunda comprensión orgásmica de impulsos completa-mente ajenos a los seres humanos, como las sensaciones que ex-perimentan la anguila o el salmón en sus heroicos viajes corrien-

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El paradigma transpersonal

te arriba, el instinto que 'impulsa a la araña a tejer su tela o la mis-teriosa metamorfosis que transforma al huevo en oruga, a ésta encrisálida y finalmente en mariposa.

La naturaleza y los rasgos característicos de experienciatranspersonal de identificación con la conciencia animal tras-cienden, con mucho, el alcance de la fantasía y la imaginaciónhumana y puede ser tan extraordinariamente convincente quenos lleve a experimentar su imagen corporal o los impulsosinstintivos propios de este animal en su entorno natural.

Veamos ahora el relato de una mujer que, durante un tallerde Respiración Holotrópica' ® celebrado en Bruselas, experi-mentó una identificación con las ballenas que le permitió com-prender diversos aspectos sobre la conducta de estos cetáceosque anteriormente ignoraba.

Después de haber atravesado un episodio de muerte y renaci-miento en la luz, las cosas comenzaron a aquietarse. Cada vezestaba más serena y más tranquila y mi conciencia parecióprofundizarse y amplificarse considerablemente adquiriendouna cualidad netamente oceánica, hasta que llegué a sentir queme transformaba en lo que bien podría describir como la con-ciencia del océano. Luego me di cuenta de la presencia decuerpos grandes y comprendí que se trataba de una manada deballenas.Al poco tiempo advertí una brisa de aire frío acariciando mi ca-beza y el sabor del agua salada en la boca. Súbitamente sentíque mi conciencia se poblaba de sensaciones y de sentimientosajenos que eran definitivamente no humanos. El contacto pri-mordial con los organismos que me rodeaban comenzó a darforma a una nueva imagen corporal hasta que terminé com-prendiendo que me había convertido en uno de ellos. Sentíaque una vida latía en mi vientre y supe, sin lugar a dudas, queestaba preñada.Y entonces llegó otra ola del proceso del nacimiento. Sin em-bargo, en esta ocasión, el episodio tenía una cualidad panta-

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gruélica que lo diferenciaba claramente de los anteriores. Eracomo si la agitación se originase en las mismísimas profundi-dades del océano de una manera asombrosamente delicada ynatural. Experimenté todos los matices de la actividad genitalde la ballena y tuve una profunda comprensión visceral de suproceso de nacimiento. Lo que más me sorprendió era la formaen que aspiraban el agua y utilizaban la presión hidráulica paraexpulsar al bebé. También me asombró que lo primero en salirfuera la cola del ballenato.'

Tiempo después, mientras me hallaba describiendo esta ex-periencia a los asistentes a un taller que estaba dirigiendo enCalifornia, uno de sus miembros -que resultó ser especialista enbiología marina- confirmó la exactitud de las declaraciones dela joven belga. Pero, por más sorprendente que pueda parecer-nos, ésta no es sino un ejemplo más del conjunto de extraordi-narias experiencias que hemos ido recopilando a lo largo deaños de trabajo con estados alterados de conciencia. Resultaasombroso constatar, independientemente del conocimiento ointerés previos del sujeto al respecto, la exactitud y precisión delos datos proporcionados por estas experiencias.

Recuerdo también otro caso de identificación con la con-ciencia animal experimentado por una persona que llevaba va-rios años de serio trabajo de autoconocimiento. Este sujeto re-lató que se había identificado con la conciencia de un águila.Describió cómo se deplazaba velozmente por el aire aprove-chando las corrientes de aire gracias al diestro manejo de loscambios de posición de sus alas. Relató también la forma en queutilizaba sus ojos como poderosos binoculares para inspeccio-nar la superficie del suelo desde tan lejana distancia y percibirlos más leves pormenores del terreno. Cuando divisaba el máspequeño movimiento sus ojos parecían clavarse sobre ese deta-lle y amplificarlo como si de un zoom se tratara. Se refirió aesta extraña capacidad visual como visión túnel, como si ob-servara a través de un tubo largo y estrecho. En este sentido

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dijo: «Tenía la sensación incuestionable de que mi experienciareproducía tan fielmente el mecanismo visual de las aves rapa-ces -algo, por cierto, previamente desconocido y que nuncahabía despertado mi interés- que decidí ir a una biblioteca paraestudiar la anatomía y la fisiología de su sistema óptico».

Pero la experiencia de identificación con la conciencia ani-mal no se halla exclusivamente circunscrita a las especies másdesarrolladas de la escala evolutiva -como primates, cetáceos,pájaros o reptiles, por ejemplo- sino que puede alcanzar inclu-so a insectos, gusanos, babosas e incluso celentéreos, expe-riencias que también suelen proporcionar una información sor-prendentemente minuciosa.

Recuerdo, por ejemplo, en este sentido, cierta sesión de Res-piración Holotrópica" en la que una persona se identificó conuna oruga y experimentó su percepción del mundo, su sistemade locomoción y alimentación en base a hojas. La experienciaprosiguió con la formación de una crisálida y el estado de con-ciencia propio de esa fase de su ciclo vital. Luego, la personaexperimentó en su propio cuerpo a nivel celular el milagro de lametamorfosis. Comentó también su sorpresa al descubrir que elproceso de la metamorfosis supone la desintegración completadel cuerpo de la oruga dentro de la crisálida para terminar emer-giendo de esta masa amorfa como mariposa. Después de salir dela crisálida nuestro sujeto terminó experimentando el proceso desecado y extensión de sus húmedas y plegadas alas y la sensa-ción de triunfo que acompañó a su primer vuelo.

Esta persona no tenía el menor conocimiento del proceso dela metamorfosis mediante el cual la acción de las encimas pro-teolíticas de la crisálida termina disolviendo por completo elcuerpo de la oruga. Tampoco había mostrado ningún interésprevio por la entomología ni por la biología. Esta experienciatranspersonal, pues, le abrió los ojos a uno de los mayores mis-terios de la naturaleza, el de los campos morfogenéticos, pro-totipo energético a partir del cual el cuerpo disuelto de unaoruga termina transformándose en una mariposa.

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Más allá de las fronteras del espacio

Pero nuestra capacidad para identificarnos con la concienciade otras especies no queda tampoco circunscrita al reino animal.Por más fantástico y absurdo que pueda parecer a los investiga-dores tradicionales y por más extraño que pueda resultar a nues-tro sentido común, no es posible desdeñar, sin más, los informesde quienes afirman haberse identificado con la conciencia de lasplantas y de los procesos botánicos. Se trata de experienciasque hemos observado -e incluso hemos llegado a experimentarpersonalmente- durante muchos años de trabajo con estados al-terados de conciencia. La irrefutable certeza y exactitud de estasexperiencias es tal que no podemos dejar de reconocer su au-tenticidad y su importancia para ayudamos a desvelar los mis-terios alquímicos del reino vegetal.

La experiencia de identificación con la conciencia de lasplantas abarca un amplio dominio que se extiende desde lasbacterias hasta el plancton del océano, desde los hongos hastalas plantas carnívoras y desde las orquídeas hasta las sequoias.Estas experiencias pueden ofrecernos una comprensión pro-funda del proceso de la fotosíntesis, la polinización, la funciónde la auxina (la hormona del crecimiento), el intercambio deagua y minerales en las raíces y muchos otros procesos fisio-lógicos pertenecientes al reino vegetal. Para ilustrar este tipode experiencias he elegido la siguiente descripción de identi-ficación con una sequoia proporcionada por una persona queparticipó en una sesión holotrópica. Cabe añadir, por último,que estos majestuosos árboles aparecen con relativa frecuen-cia en los estados no ordinarios de conciencia y que su apari-ción suele evocar todo tipo de reflexiones filosóficas y meta-físicas.

Nunca había considerado en serio la posibilidad de que lasplantas tuvieran conciencia. Si bien estaba al tanto de ciertosexperimentos sobre «la vida secreta de las plantas» y de losefectos de la actitud del agricultor sobre el rendimiento de lacosecha, los había considerado como una manifestación más

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El paradigma transpersonal

del folclore de la Nueva Era. Pero he aquí que ahora me en-

contraba identificado con una gigantesca sequoia y no tenía lamenor duda de que estaba descubriendo dimensiones del cos-

mos normalmente ocultas a nuestros sentidos y a nuestro inte-lecto y de que lo que estaba experimentando ocurría realmente

en la naturaleza.En el nivel más superficial, mi experiencia era muy material yse refería a los procesos descritos por la ciencia moderna pero,

en lugar de verlos como sucesos mecánicos que afectan a lamateria inorgánica o inconsciente los contemplaba, desde una

perspectiva completamente diferente, como un proceso de con-ciencia guiado por una especie de inteligencia cósmica. No

era tan sólo que mi cuerpo tuviera realmente forma de sequoiasino que yo era una sequoia. Podía sentir la savia circulando a

través del intrincado sistema de capilares ubicado bajo mi cor-teza. Era consciente de su flujo hasta las ramas y las agujasmás delgadas y presencié el misterio de la fotosíntesis, la co-

munión de la vida con el sol. Mi conciencia llegaba inclusohasta las raíces y me daba cuenta de que el intercambio de

agua y alimento que provenía de la tierra no era un proceso me-cánico sino consciente e inteligente.Pero la experiencia también se desarrollaba a niveles míticos y

místicos más profundos en los que la sequoia se halla estre-chamente vinculada a todos los aspectos físicos de la naturale-za. Desde este punto de vista, la fotosíntesis no se limitaba a

ser un sorprendente proceso alquímico sino que también supo-nía el contacto directo con Dios manifestado a través de los ra-

yos del sol. Del mismo modo, los procesos naturales, talescomo la lluvia, el viento y el fuego poseían dimensiones míti-cas y yo podía -como ocurre en las culturas aborígenes- per-cibirlos fácilmente como deidades.

Es interesante constatar que mientras esta persona permane-

ció identificada con la conciencia del árbol, percibía las cosas ylas relaciones desde el punto de vista de la sequoia.

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Más allá de las fronteras del espacio

Mantenía una extraña relación de amor-odio con el fuego queera, al mismo tiempo, un enemigo y un colaborador que abría

las vainas de mis semillas y las esparcía por el bosque y tam-bién eliminaba la vegetación que dificultaba mi crecimiento.La misma tierra era una diosa, la Gran Madre, la Madre Natu-

raleza y todo su suelo estaba impregnado de criaturas de cuen-tos de hadas, gnomos y elementales. De pronto, la filosofía de

la comunidad escocesa de Findhorn, en la que este tipo de se-res, estas criaturas, forman parte del sistema de creencias com-

partido, dejó de parecerme extraña.Sin embargo, en un nivel más profundo, la experiencia era pu-

ramente espiritual. La conciencia de la sequoia era un estado demeditación profunda. Me sentía completamente tranquilo y

sereno, como un testigo quieto e imperturbable del paso delos siglos. En un determinado momento la imagen de la se-quoia se transfiguró en la gigantesca figura de un Buda in-

merso en meditación profunda mientras el destino del mundodesfilaba ante mí. Pensé entonces en los cortes transversales de

árboles gigantes que había visto en el Sequoia National Park.

En esos mandalas, compuestos de cerca de cuatro mil anillos,cada uno de ellos representa un año de vida del árbol. En algu-

nos de los anillos más cercanos a la periferia pueden advertirseetiquetas con inscripciones tales como «Revolución France-sa» o «Descubrimiento de América», mientras que otro anillo

intermedio señala el año de la crucifixión de Cristo. Para un serque ha alcanzado este estado de conciencia, todas las conmo-

ciones de la historia tienen muy poco si gnificado. e

Es muy común que las personas que se identifican con la

conciencia vegetal experimenten las poderosas dimensiones es-pirituales de este estado de ser. Estas personas afirman que lasplantas constituyen verdaderos modelos para la vida, ejemplosde un modo de estar en el mundo altamente espiritual. A dife-

rencia de lo que ocurre con los seres humanos, la mayoría de lasplantas nunca mata ni realiza actividades predatorias. Las plan-

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El paradigma transpersonal

tas viven de lo que les proporciona la naturaleza, se alimentandel suelo, son regadas por la lluvia y están en estrecho contactocon el sol, la fuerza dadora de vida de este planeta y la expre-sión más inmediata de la energía cósmica creativa. Las plantasno matan, lesionan ni explotan a otros seres vivos sino que,por el contrario, sirven de alimento a los demás; por ejemplo, enel caso de los seres humanos, proporcionan materiales de cons-trucción, vestido, papel, herramientas, combustible, medicinasy productos de belleza.

Los informes sobre estados no ordinarios de concienciacomo el anterior nos inducen a afirmar que la capacidad paraidentificarnos con la conciencia vegetal ha contribuido a quemuchas culturas consideren sagradas a ciertas plantas. En mu-chas culturas nativas americanas, el maíz y otros productos sonreverenciados como dioses. Para los indios pueblo del sudoeste,por ejemplo, el Dios Maíz, el Sostenedor de la Vida, fue en-cumbrado a la categoría de deidad superior. De manera similar,en India se considera que el baniano es un árbol sagrado bajo elcual muchos santos importantes han alcanzado supuestamentela iluminación. El loto, o lirio de agua, ha sido un importantesímbolo espiritual en Egipto, India, Mesopotamia y AméricaCentral mientras que el muérdago fue sagrado para los druidas.Es también lógico, por otra parte, que las plantas con propieda-des psicodélicas que nos brindan un acceso directo a las expe-riencias transpersonales tales como ciertos hongos, el peyote oel yagué, por ejemplo, hayan sido incorporadas a los rituales re-ligiosos de muchas culturas y sean consideradas como una dei-dad, como la misma «carne de los dioses».

Experimentar la conciencia de la biosfera

En determinadas ocasiones, las personas experimentan unaexpansión de conciencia que engloba toda forma de vida, desdela humanidad hasta la flora y la fauna, desde los virus hasta los

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Más allá de las fronteras del espacio

animales y las grandes plantas. En tales casos, en lugar de iden-tificarse con una especie vegetal o animal concreta, el sujeto seidentifica con la totalidad de la vida. Se trata de una identifica-ción con la vida como un fenómeno cósmico, una entidad ouna fuerza en sí misma.

Las experiencias transpersonales suelen ir acompañadas deuna comprensión profunda del papel que desempeñan las fuer-zas primordiales de la naturaleza, una toma de conciencia de lasleyes que gobiernan nuestra vida y una valoración de la extra-ordinaria inteligencia que sustenta todos los procesos vitales. Espor ello que este tipo de experiencia suele suscitar un mayorcompromiso por el estado del medio ambiente. En ciertos casos,sin embargo, la experiencia se centra en un determinado as-pecto de la vida, como el poder del impulso sexual o el instintomaterno, por ejemplo.

Veamos a continuación el relato de un médico que tuvo unavívida experiencia de identificación con la totalidad de la vidade este planeta:

Parecía haber conectado muy profundamente con la vida delplaneta. Al comienzo me identifiqué con especies aisladas,pero la experiencia iba haciéndose cada vez más global. Miidentidad no sólo se expandía horizontalmente en el espaciosino que también se desarrollaba verticalmente en el tiempohasta llegar a incluir a todas las formas de vida. Me convertíentonces en el árbol evolutivo darwiniano con todas sus rami-ficaciones. ¡Yo era la totalidad de la vida!Sentía la cualidad cósmica de las energías y las experienciasimplicadas en el mundo de las formas vivas, tomé concienciade la incesante curiosidad y experimentación que caracteriza atodo ser vivo y me di cuenta de que el impulso de autoexpre-sión opera a niveles muy diferentes. Pero mi preocupaciónfundamental, sin embargo, se centraba en tomo a la posible su-pervivencia de la vida de este planeta. ¿La vida es un fenóme-no viable y constructivo o, por el contrario, no es más que un

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El paradigma transpersonal

tumor maligno sobre la superficie de la Tierra cuya misma im-pronta la condena fatalmente a la autodestrucción? ¿Es posibleque se cometiera algún error fundamental en el diseño originalde la evolución de las formas orgánicas? ¿Acaso los creadoresde universos pueden cometer errores como lo hacen los sereshumanos? Esa idea -que jamás había considerado anterior-mente- me parecía aterradoramente verosímil.Mientras permanecía identificado con la totalidad de la vida,experimenté y exploré todas las fuerzas destructivas que operanen la naturaleza y en los seres humanos y vi su peligrosa pro-yección en la moderna sociedad tecnológica: guerras de des-trucción total, prisioneros gaseados en los campos de concen-tración, peces envenenados por ríos contaminados, plantasexterminadas por herbicidas e insectos aniquilados por pro-ductos químicos.'

Estas experiencias alternaron con otras en las que aparecíansonrientes bebés, niños jugando en la arena, retoños recién na-cidos, polluelos en nidos construidos con sumo cuidado, inteli-gentes delfines y ballenas surcando las cristalinas aguas delocéano e imágenes de hermosas praderas y bosques. El sujetosentía una profunda empatía por toda forma de vida y tomó laseria determinación de comprometerse en la protección de lavida de este planeta.

Experimentar la conciencia de la materiainanimada y de los procesos inorgánicos

Además de la expansión transpersonal de la conciencia has-ta llegar a incluir a otras personas, grupos, toda la humanidad,plantas, animales y la totalidad de la vida, hay también quieneshan experimentado la identificación con las aguas de los ríos yde los océanos, con el fuego, con el suelo, con las montañas ocon fuerzas desatadas en las catástrofes naturales como las tor-

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Más allá de las fronteras del espacio

mentas eléctricas, los terremotos, los tornados o las erupcionesvolcánicas. En algunos casos, el sujeto llega a identificarse conpiedras o metales preciosos, como el diamante, el cristal decuarzo, el ámbar, el platino, el oro, etcétera. Estas experienciaspueden también extenderse hasta el mundo microscópico, im-plicando entonces a la estructura dinámica de las moléculas y delos átomos, las fuerzas electromagnéticas y la «vida» de laspartículas subatómicas. Es muy posible que este tipo de expe-riencias -muy comunes, por otra parte, en los informes moder-nos de estados alterados de conciencia- constituya uno de losmotivos más importantes de las visiones animistas sustentadaspor algunas culturas aborígenes. Los zuni, por ejemplo -cuyatradición espiritual está repleta de detalladas descripciones quereflejan la naturaleza metafísica de esos elementos y la forma deaprovechar este tipo de visiones para la curación- hablan deexperiencias que conllevan una fuerte identificación con fenó-menos naturales como el relámpago, el viento y el fuego.

También hay quienes se identifican con sofisticados pro-ductos tecnológicos, como jets, vehículos espaciales, lásers ycomputadoras, por ejemplo. Durante estas experiencias, la ima-gen corporal del sujeto suele asumir la forma característica deesos objetos y las cualidades propias de los materiales y los pro-cesos sobre los que ha focalizado su atención.

Este tipo de experiencias sugiere la existencia de una conti-nuidad entre los objetos inanimados que normalmente asocia-mos con el mundo material y el mundo de la conciencia y la in-teligencia creativa. Es como si la conciencia y la materia noconstituyeran dos territorios con fronteras bien definidas sinoque parecieran estar envueltas en una danza constante cuya in-terrelación constituyera la misma urdimbre del tejido de la exis-tencia, una noción que ha sido confirmada por la física, la bio-logía, la termodinámica, la teoría de la información, la teoríageneral de sistemas y otras ramas de la ciencia moderna. Porotra parte, la investigación moderna sobre la conciencia parecetambién confirmar que la conciencia y el denominado mundo

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El paradigma transpersonal

material se hallan íntimamente relacionados de una forma in-sospechada hasta el momento.

La identificación con diferentes aspectos del mundo inorgá-nico nos proporciona una serie de datos sobre el micro y el ma-cromundo material que resulta totalmente compatible con losdescubrimientos realizados por la ciencia moderna. Además,los estados transpersonales poseen también dimensiones queparecen confirmar comprensiones filosóficas, mitológicas y es-pirituales. En este sentido, por ejemplo, las experiencias trans-personales profundizan nuestra comprensión de las religionesanimistas de tantas culturas primitivas que han considerado a latotalidad de la naturaleza -las montañas, los lagos, los ríos y lasrocas- como seres vivos. Este nuevo punto de vista arroja tam-bién luz sobre la profunda relación existente entre las sustanciasmateriales y los estados psicoespirituales de los que nos ha-blan la alquimia medieval y la medicina homeopática. Quieneshan experimentado el contacto con la materia inorgánica en es-tados de conciencia no ordinarios tienen la clara evidencia deque estos sistemas de pensamiento no se basan en la especula-ción ingenua sino en la experiencia directa y en la intuición.

Resulta también interesante constatar que en estados no or-dinarios de conciencia suelen aparecer con cierta frecuenciasímbolos universales tales como el agua y el fuego, por ejem-plo. La pureza, transparencia, fluidez y carencia de forma delagua la ha convertido en un símbolo de la conciencia místicamuy utilizado en la literatura espiritual. Su fortaleza y su capa-cidad purificadora constituyen una imagen de la paradójica in-mutabilidad que subyace a los cambios y las transformacionesde nuestra conciencia.

El fuego, por su parte, no sólo es una fuerza terrible de la na-turaleza sino que también constituye un poderoso símbolo es-piritual. El fuego tiene la capacidad de crear y destruir, el fuegonos proporciona alimento y calor pero también puede conver-tirse en un peligro y lastimarnos, el fuego puede alumbrarnospero también puede cegarnos. Bajo su influencia, los objetos

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Más allá de las fronteras del espacio

abandonan la forma sólida y se convierten en pura energía. Ensu manifestación más poderosa -el sol- el fuego es el principiocósmico del que depende la vida. Es por ello que, a nivel ar-quetípico y mitológico, el fuego es una representación idóneadel principio que da la vida y una poderosa fuerza de transfor-mación. Desde tiempos inmemoriales, el ser humano ha reve-renciado todas las manifestaciones del fuego, desde una simplevela hasta las violentas erupciones volcánicas y el misteriosohorno cósmico del sol. Es por ello que, en la literatura espiritual-y también en los estados no ordinarios de conciencia- el fuegoy el agua suelen constituir un símbolo de las fuerzas creativasdel universo.

La investigación sobre la conciencia nos permite compren-der la dimensión sagrada de ciertas piedras y metales preciosos-como el diamante, la esmeralda, el oro y la plata, por ejemplo-y de su aplicación en la ornamentación de objetos sagrados.La experiencia de identificación con esas piedras y metalessuele ir acompañada de una cualidad radiante, numinosa y mís-tica. Es por ello que no son pocas las mitologías que describenel paraíso como un lugar en el que abundan las piedras y losmetales preciosos y que las sagradas escrituras de muchas tra-diciones también las hayan utilizado como símbolos de las ex-periencias espirituales más elevadas.

El escritor y filósofo Aldous Huxley tuvo una profunda com-prensión intuitiva de la relación existente entre los metales y laspiedras preciosas y los estados espirituales de conciencia. En sufamoso ensayo La experiencia visionaria se preguntaba porqué las piedras preciosas son preciosas y por qué una culturapragmática como la nuestra está dispuesta a pagar precios tanexorbitantes por objetos que tienen escaso o ningún valor prác-tico. Según Huxley, el esplendor, la brillantez, la pureza, la in-mutabilidad y la atemporalidad -atributos propios de la expe-riencia mística- de este tipo de objetos los convierte en unapropiado sustituto cotidiano de la experiencia visionaria.

Veamos a continuación el relato de una experiencia de ¡den-

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El paradigma transpersonal

tificación sucesiva con el ámbar, el cristal de cuarzo y el dia-mante, que ilustra perfectamente la naturaleza y la complejidadde las experiencias relativas al mundo inorgánico.

En ese momento el tiempo parecía haberse detenido. De re-pente pensé que estaba experimentando la esencia del ámbar.Mi campo visual se tiñó de un resplandor ambarino y me vi in-vadido por una sensación de paz, tranquilidad y atemporalidad.Sin embargo, a pesar de su naturaleza trascendente, ese estadoposeía una cualidad orgánica que me resulta difícil describir.Comprendí que el ámbar es una especie de cápsula orgánica detiempo en la que la materia orgánica fosilizada -una resina-suele contener organismos tales como insectos o plantas y losconserva inalterables a lo largo de millones de años.Poco a poco mi campo visual se fue aclarando. Tenía la extra-ña sensación de estar conectando con un estado de concienciasimilar al del cristal de cuarzo. Era un estado muy poderosoque parecía representar una condensación de las fuerzas ele-mentales de la naturaleza. De repente comprendí el motivopor el cual los cristales han desempeñado un papel tan impor-tante en las culturas aborígenes como objetos de poder y porqué los chamanes consideran a los cristales como luz solidifi-cada.

Entonces el sujeto comprendió por qué la calavera de Mit-chell-Hedges -una réplica precolombina de cristal de una cala-vera humana encontrada en la selva guatemalteca y utilizada, alparecer, como objeto ritual- tiene fama de haber originado pro-fundas modificaciones de conciencia en quienes han entrado encontacto con ella. También le resultó sumamente significativoque los cristales hayan desempeñado una función tan importanteen las primeras transmisiones de radio y que sigan jugando unpapel fundamental en la moderna tecnología láser. Su relatoprosigue del siguiente modo:

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Más allá de las fronteras del espacio

Luego, mi estado de conciencia sufrió otro proceso de purifi-cación y se convirtió en algo prístino y resplandeciente que re-conocí como la conciencia del diamante. Comprendí entoncesque el diamante es carbono puro -un elemento químico fun-damental para la vida- y me pareció muy significativo que sucreación requiriera de temperaturas y presiones extraordina-riamente elevadas. También tenía la sensación muy convin-cente de que el diamante -en forma pura, condensada y abs-tracta- constituye una especie de computador cósmico quecontiene toda la información sobre la naturaleza y la vida.Las propiedades físicas del diamante -su belleza, su transpa-rencia, su brillo, su inalterabilidad y su capacidad para trans-formarla luz blanca en un sorprendente espectro de colores-también parecen estar dotadas de un gran significado metafísi-co. Comprendí entonces el sentido del término budismo vajra-yana (vajra significa «diamante», o «rayo», y yana significa«vehículo»), ya que el término «conciencia adamantina» pareceser una forma muy adecuada de describir el estado de éxtasiscósmico último. El diamante incluye toda la inteligencia y laenergía creativa del universo como conciencia pura más allá deltiempo y del espacio. Se trata de algo completamente abstractoque contiene, sin embargo, todas las formas de la creación.'

Este ejemplo nos permite comprender que ciertos estadostranspersonales de conciencia relacionados con materiales inor-gánicos pueden proporcionarnos el conocimiento profundo desistemas espirituales arcaicos en cuyas mitologías aparecenpiedras y metales preciosos. De manera similar, quien haya te-nido una experiencia de identificación con el agua no tendrá di-ficultades en comprender por qué este elemento ha desempeña-do un papel tan importante en el taoísmo; quien haya tenido unaexperiencia transpersonal con el fuego comprenderá fácilmentepor qué los parsis lo consideran sagrado, por qué muchas cul-turas adoran a los volcanes, por qué el sol constituye una deidadsuprema para tantos pueblos y grupos religiosos.

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El paradigma transpersonal

De la misma manera, la identificación con el granito nosayuda a comprender por qué los hindúes consideran que losHimalayas constituyen un gigantesco Shiva reclinado. Ese tipode experiencias transforma completamente nuestra visión y nosayuda a entender el motivo por el cual diversas culturas han eri-gido colosales esculturas graníticas de sus deidades. Esos obje-tos no sólo representan figuras divinas sino que son las mismas

deidades, ya que los materiales utilizados en su construcción es-tán estrechamente relacionados con la conciencia amplia, indi-ferenciada, imperturbable e inmutable del principio cósmicocreativo de la naturaleza.

Gaia. La experiencia de la conciencia planetaria

Existen también experiencias transpersonales en las que laconciencia puede llegar a expandirse hasta incluir la totalidadde la Tierra. Quienes han tenido este tipo de experiencias con-sideran que nuestro planeta constituye una unidad cósmica y, enconsecuencia, perciben las distintas facetas -biológica, geoló-gica, psicológica, cultural y tecnológica- de nuestro planetacomo una expresión del esfuerzo sostenido por alcanzar un ni-vel más elevado de evolución y autorrealización. Es evidenteque los procesos de nuestro planeta están dirigidos por una in-teligencia superior -que merece toda nuestra confianza y res-peto- que excede con mucho las capacidades del ser humano.En consecuencia, debemos mostrarnos extraordinariamente cau-tos en nuestros esfuerzos por manipular o controlar al planetadesde nuestra limitada perspectiva humana. Recuerdo a esterespecto las palabras de Lewis Thomas en Lives of the Cell:

Cuando contemplamos la Tierra desde la Luna nos quedamosatónitos ante el espectáculo de una entidad vida... Flotando enla libertad del espacio sideral descubrimos, a lo lejos, el únicosigno de vida de esta región del cosmos, la atmósfera resplan-

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Más allá de las fronteras del espacio

deciente y azulada de la Tierra elevándose en el horizonte. Simiras con detenimiento puedes llega a ver remolinos de nubesblancas bajo los cuales asoman y se ocultan las grandes masascontinentales. Si pudiéramos seguir mirando durante el tiemposuficiente llegaríamos incluso a advertir el mismo movimientode deriva de los continentes sobre las placas tectónicas delplaneta. Desde ahí, la Tierra tiene el aspecto organizado y au-tónomo de una criatura viva, rebosante de información per-fectamente dispuesta para gravitar en torno al sol.

La evidencia científica corrobora la experiencia transperso-nal de que la Tierra es una entidad inteligente y consciente.Gregory Bateson, creador de una brillante síntesis de cibernéti-ca, teoría sobre la información, teoría de sistemas, evolucionis-mo, antropología y psicología, llegó a la conclusión de que lamente interviene en todos aquellos sistemas o fenómenos natu-rales que han alcanzado cierto grado de complejidad. SegúnBateson, los procesos mentales están presentes en las células,los órganos, los tejidos, los organismos, los animales, los gruposhumanos, los ecosistemas e, incluso, la misma Tierra y el uni-verso como un todo.

Por su parte, el físico J. Lovelock, contratado para diseñarpruebas para detectar la existencia de vida en aquellas regionesdel universo donde la NASA quería mandar sondas espacia-les, examinó la información recogida y concluyó que la Tierraes un organismo que respira y se comporta como una célulaviva. Lovelock ha llegado a demostrar el metabolismo de nues-tro planeta y afirma que la Tierra es un «ser inteligente», una«entidad autorregulada» que dispone de un sofisticado sistemahomeostático.

La mayor parte de las operaciones homeostáticas rutinarias dela célula, el animal o, incluso, la misma biosfera, tienen lugarde manera automática. Pero aun tratándose de procesos auto-máticos, si queremos interpretar correctamente la información

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El paradigma transpersonal

recogida sobre el entorno, no queda más remedio que recono-cer la existencia de alguna forma de inteligencia... Es por elloque, si Gaia (la viva, palpitante e inteligente Tierra) existe,debe tratarse de una entidad inteligente, aunque sólo sea en unsentido restringido.'

Aunque no exista evidencia objetiva lo suficientemente só-lida para persuadir a los científicos de la existencia de Gaiahay, sin embargo, experiencias transpersonales que son plena-mente congruentes con esta teoría. En uno de nuestros talleresde cinco días sobre Respiración Holotrópica,l por ejemplo, unajoven alemana tuvo la convincente experiencia de convertirseen la gran Diosa Madre arquetípica. A medida que la experien-cia iba profundizándose, esta persona se transformó en el pla-neta Tierra (Madre Tierra). Según ella, no tenía la menor dudade que se había fundido con la conciencia de nuestro planeta yse experimentó como la misma Tierra, como un organismo vivoy pulsante dotado de inteligencia que evoluciona hacia nivelesde conciencia todavía más elevados.

En tanto que conciencia de la Tierra, sentía que los metales ylos minerales constituían su esqueleto y que la biosfera era sucarne. Experimentó el ciclo completo del agua desde el marhasta las nubes, desde ahí a los arroyos y los ríos y finalmentede nuevo al mar. El agua era su sangre y los cambios metereo-lógicos, como la evaporación, las corrientes de aire y la lluvia,aseguraban la circulación, el transporte de sustancias nutritivasy la eliminación de los productos de desecho. Por su parte, lacomunicación existente entre todos los seres vivos, tanto gran-des como pequeños, constituía su cerebro y su sistema nervioso.

Inmediatamente después de esta experiencia de identifica-ción con Gaia, nuestra sujeto señaló la importancia de los ri-tuales curativos de los pueblos primitivos para la Tierra y des-cribió la forma en la que se había visto beneficiada poractividades humanas tales como danzas, cantos y plegarias eje-cutadas por los pueblos aborígenes. Una vez recobró su estado

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Más allá de las fronteras del espacio

de conciencia cotidiano, le resultó francamente extraño creerque este tipo de ceremonias fuera tan importante para el bie-nestar general aunque cuando se hallaba atravesando la expe-riencia no le cupiera la menor duda de ello.

De la disolución de las fronteras físicas a ladisolución de las fronteras temporales

A medida que penetramos en el dominio de lo transpersonaly experimentamos la disolución de las fronteras espaciales,también comenzamos a experimentar la disolución de los lími-tes temporales sobre los que se asienta nuestra existencia coti-diana. Así, del mismo modo que vamos más allá de las limita-ciones físicas, también podemos viajar hacia el pasado y haciael futuro y revivir nuestra propia vida o la vida de los demáscomo si todo el tiempo estuviera contenido en un solo instante.

Pero si bien nuestra percepción del tiempo y del espacio sehallan profundamente entrelazadas, existen diferencias sutilesen la forma en que experimentamos la desaparición de estasfronteras. Avancemos un paso más para investigar algunas deestas diferencias.

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PARTE IV:

HACIA UNA NUEVA

PSICOLOGÍA DEL SER

En los asuntos humanos existen momentos de re-velación interna Y momentos de revelación exter-na, períodos en los que el alma del individuo pa-rece abrirse a profundidades insospechadas yperíodos en los que la sociedad descubre necesi-dades nuevas y surgen nuevos e indefinidos anhe-los. Existen épocas en las que [...] arriesgarse pa-rece la más elevada sabiduría.

WILLIAM ELLERY CHANNING

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11. NUEVAS PERSPECTIVAS

SOBRE LA REALIDAD Y LA

NATURALEZA HUMANA

A diferencia de cualquier otra entidad orgánica oinorgánica del universo, el ser humano puede evo-lucionar más allá de sus obras, ascender por la es-cala de sus ideas y trascender sus logros actuales.

JOHN STEINBECK

La nueva visión del psiquismo descrita en este libro no sólotiene importantes consecuencias para el individuo sino quetambién incide profundamente en los profesionales de la psi-cología, la psicoterapia y la medicina abriendo, al mismo tiem-po, nuevas perspectivas para el estudio de la historia, las reli-giones comparadas, la antropología, la filosofía e incluso lapolítica. No obstante, un estudio amplio y profundo del posibleimpacto de esta nueva visión en todas estas disciplinas reque-riría varios volúmenes. Señalemos, sin embargo, que, en nues-tra opinión, los efectos de esta nueva comprensión de la con-

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Hacia una nueva psicología del ser

ciencia humana pueden agruparse en torno a cuatro grandes ca-tegorías:

1. Las relaciones existentes entre la materia y la concienciahumana.

2. La naturaleza de los desequilibrios psicosomáticos y emo-cionales.

3. La psicoterapia y las prácticas terapéuticas.4. Los orígenes de la violencia humana y la crisis del mundo

contemporáneo.

Las relaciones entre la materia y la conciencia humana

Según la ciencia newtoniano-cartesiana, la materia constitu-ye el fundamento del universo. En consecuencia, los científicosque sustentan esta perspectiva afirman que la conciencia es unsubproducto de los procesos fisiológicos del cerebro. Desdeeste punto de vista, la conciencia individual se halla circunscritaal interior de nuestro cráneo y, por consiguiente, está comple-tamente separada del resto de las conciencias. Por otra parte, laciencia ortodoxa también sostiene que la conciencia es un fe-nómeno exclusivamente humano y tiende a considerar quelas formas de vida no humana son meros autómatas incons-cientes. No obstante, el examen cuidadoso de ciertas expe-riencias acaecidas en estados no ordinarios de conciencia-particularmente las de carácter transpersonal- nos brindauna evidencia palpable de que las definiciones tradicionalessobre la conciencia son parciales e inexactas.

Aunque la visión de que la conciencia humana se halla cir-cunscrita al interior del cráneo tenga cierta consistencia en loque respecta a los estados ordinarios de conciencia, no basta, sinembargo, para explicar lo que ocurre cuando nos adentramos enestados no ordinarios de conciencia como el trance, las crisis es-pontáneas de emergencia psicoespiritual, los estados meditati-

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Nuevas perspectivas sobre la naturaleza humana

vos, la hipnosis, las sesiones psicodélicas y la psicoterapia ex-periencial. Todas estas condiciones nos presentan un amplioespectro de experiencias que sugieren, sin lugar a dudas, que elpsiquismo humano puede trascender las limitaciones espacio-temporales cotidianas. La moderna investigación sobre la con-ciencia nos revela que el psiquismo no tiene unos límites defi-nidos y absolutos sino que, por el contrario, forma parte de uncontinuo infinito de conciencia que se extiende más allá deltiempo y del espacio y penetra en ámbitos de la realidad todavíainexplorados.

La investigación actual demuestra que el cerebro actúa comoun vehículo de la conciencia y la experiencia humana pero queésta no se halla, en ningún modo, limitada a aquél. La con-ciencia, por ejemplo, puede desempeñar funciones inaccesi-bles para el cerebro y los sentidos. Este tipo de evidencia noproviene exclusivamente de la psicología transpersonal sinoque ya fue expresada por el neurocirujano Wilder Penfield, unode los grandes pioneros de la moderna investigación sobre el ce-rebro. Cerca ya del final de su vida, Penfield escribió el libroThe Mistery of Mind, donde resumía sus observaciones relativasa la relación existente entre el cerebro y la conciencia humana.En opinión de Penfield, la conciencia trasciende con mucholos límites del cerebro. La investigación posterior realizada enel ámbito de la tanatología y el estudio de las experiencias cer-canas a la muerte han terminado corroborando el punto de vistade Penfield.

Por otra parte, los descubrimientos realizados por la cienciamoderna comienzan a mostrar puntos de convergencia con lascreencias sustentadas por culturas milenarias. Desde este puntode vista, el psiquismo es una manifestación de la inteligencia yla conciencia cósmica que impregna toda la existencia ya que,en última instancia, somos uno con ella y, por consiguiente,jamás podremos separarnos completamente de ella. Esta no-ción, subyacente a todas las tradiciones místicas universales, fuedenominada por Aldous Huxley como «filosofía perenne».

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Hacia una nueva psicología del ser

La investigación moderna nos ofrece una nueva aproxima-ción al psiquismo humano que puede salvar el abismo existen-te entre la ciencia occidental tradicional y la sabiduría de lossistemas espirituales basados en siglos de observación siste-mática de la conciencia. Si tenemos en cuenta la nueva carto-grafía descrita en este libro, fenómenos culturales tan relevantescorno el chamanismo, los sistemas espirituales orientales y, ensuma, las tradiciones místicas universales dejan de parecernosdelirios o aberraciones psicopatológicas y adquieren un nuevo ycomprensible sentido.

La luz que nos proporciona esta nueva cartografía de la con-ciencia humana nos permite contemplar con ojos nuevos losinformes proporcionados por los antropólogos y los historiado-res. El conocimiento de las experiencias perinatales, transper-sonales y psicoides nos permite dotar de un nuevo significadoa los antiguos ritos de transición, a las ceremonias de curacióny a los misterios ancestrales de la muerte y el renacimiento.Los ritos de transición, por ejemplo, eran ceremonias propias delas sociedades preindustrializadas que jalonaban y ayudaban aatravesar determinadas fases biológicas o sociales decisivascomo el nacimiento de un niño, la circuncisión, la pubertad, elmatrimonio, la muerte o la migración de la tribu. La mayorparte de estos rituales se realizaban en estados no ordinarios deconciencia inducidos a través de técnicas muy diversas. En estasceremonias, los iniciados experimentaban con frecuencia lamuerte y el renacimiento y llegaban a establecer una conexiónprofunda con la esfera transpersonal. Por su parte, en las cere-monias curativas -ya fueran individuales, colectivas o cósmi-cas- también se recurría a técnicas de alteración de la concien-cia que permitían a los participantes entablar contacto con lospoderes superiores de la naturaleza y del universo.

En culturas más avanzadas, la gente también podía acceder aexperiencias similares a través de los sagrados misterios de lamuerte y el renacimiento, ritos de transformación basados enmitologías específicas que desempeñaron un papel fundamental

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Nuevas perspectivas sobre la naturaleza humana

en las antiguas civilizaciones. En Babilonia los ritos de muertey renacimiento se realizaban en nombre de Ishtar y Tammuz,mientras que en Egipto se hacía en el de Isis y Osiris. En la an-tigua Grecia y en Asia Menor, por su parte, se celebraban losmisterios de Eleusis, los ritos dionisíacos, los misterios de Atisy Adonis, etcétera. La mayoría de las figuras más relevantes dela política y la cultura antiguas -entre las cuales cabe destacar aPlatón, Aristóteles, el dramaturgo Eurípides y el general Alci-bíades, por ejemplo- fueron iniciadas en estos misterios. Enesos ritos, los participantes trascendían la realidad cotidiana y seadentraban en dominios que se hallan más allá del mundo de laconciencia ordinaria.

La psiquiatría tradicional nunca ha podido explicar adecua-damente la universalidad y la importancia cultural y psicológi-ca de este tipo de experiencias. Sin embargo, la observacióncientífica de los estados no ordinarios de conciencia en indivi-duos de nuestro entorno cultural nos proporciona claves funda-mentales para comprender el sentido de todos estos viajes aotras realidades. En consecuencia, desde nuestro punto de vista,resulta evidente que estas antiguas prácticas no constituyen fe-nómenos patológicos ni son la simple expresión de supersticio-nes primitivas. En nuestra opinión, se trata de verdaderas prác-ticas espirituales cuya sofisticación nos revela una visión de laconciencia más amplia que la que demuestran tener quienessuscriben el paradigma newtoniano-cartesiano de la realidad.Pero hasta los científicos más escrupulosos están comenzando adescubrir que, en los estados no ordinarios de conciencia, el serhumano puede acceder a experiencias cuyo profundo significa-do personal puede propiciar transformaciones dramáticas en supropio sistema de creencias.

Los estados no ordinarios de conciencia nos brindan unanueva visión del papel que desempeña la espiritualidad en el es-quema universal de las cosas. En nuestro siglo, la psicología yla psiquiatría académica han tendido a despreciar la espirituali-dad como si ésta fuera una superstición engendrada por el pen-

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Hacia una nueva psicología del ser

samiento mágico primitivo y por la mera patología. Sin embar-go, la moderna investigación sobre la conciencia con respecto alas experiencias perinatales y transpersonales realizada en lasdos últimas décadas nos permite comenzar a vislumbrar que laespiritualidad se halla profundamente arraigada en los rinconesmás profundos del psiquismo humano. Como afirmó C.G. Jung,estas experiencias visionarias tienen un carácter esencialmentenuminoso y constituyen la fuente original de todas las religio-nes. Por otra parte, cada vez resulta más evidente que la mentedel ser humano tiene una profunda necesidad de experienciastranspersonales y de estados que le permitan trascender su iden-tidad individual y acceder a la plenitud atemporal en la que élmismo se sustenta. Desde este punto de vista, pues, el impulsoespiritual es más urgente y elemental incluso que el impulso se-xual y su insatisfacción, por tanto, puede llegar a generar gravestrastornos psicológicos.

La naturaleza de los desequilibrios psicosomáticos yemocionales

La investigación realizada en torno a la conciencia humanatambién ha modificado radicalmente nuestra visión sobre la sa-lud mental. A lo largo de su evolución, la psiquiatría ha logradoalcanzar el rango de disciplina médica, un proceso iniciado enlas postrimerías del siglo xix al descubrir que determinadosdesórdenes mentales específicos se originan en ciertas condi-ciones biológicas como las infecciones, los tumores, las lesionesy las enfermedades degenerativas del cerebro. De este modo, lapsiquiatría se ha visto cada vez más influenciada por el modelomédico, aun cuando no haya podido demostrar la existencia deuna causa biológica que dé cuenta de la mayor parte de lasneurosis, las depresiones, las enfermedades psicosomáticas ylos estados psicóticos.

En la actualidad, la teoría psiquiátrica, la práctica clínica y la

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Nuevas perspectivas sobre la naturaleza humana

formación de los profesionales sigue asentándose en el modelomédico. Consecuentemente, el término enfermedad mental vie-ne aplicándose indiscriminadamente a multitud de condicionesque carecen de fundamento orgánico. De este modo, la psi-quiatría considera que los síntomas son manifestaciones de unproceso patológico cuya intensidad es proporcional a la grave-dad de la enfermedad. Por consiguiente, las principales co-rrientes de la psiquiatría orientan todos sus esfuerzos hacia laeliminación de los síntomas hasta el punto de llegar a equipararla «mejoría» con la desaparición de los síntomas y su intensifi-cación con el «empeoramiento» de la condición mórbida.

Otro legado que la psiquiatría ha heredado de la medicina esel énfasis puesto en la etiqueta diagnóstica. Pero si bien estapráctica es relativamente adecuada en lo que respecta a las en-fermedades exclusivamente físicas, resulta, no obstante, total-mente inapropiada en lo que concierne al diagnóstico psiquiá-trico. En la práctica psiquiátrica, tanto la filosofía como lascreencias personales y la calidad de la relación humana que seestablece entre el terapeuta y el paciente desempeñan un papelfundamental a la hora de decidir el tratamiento a seguir. Deeste modo, quienes sustentan una orientación organicista pue-den prescribir la terapia de electroshock para ciertos neuróticosmientras que, por su parte, otros psiquiatras de orientación psi-cologicista tienden a utilizar métodos mucho más psicotera-péuticos.

El trabajo con los estados no ordinarios de conciencia hamodificado considerablemente nuestra comprensión de aquellosdesórdenes emocionales y psicosomáticos que parecen carecerde causa orgánica. Esta línea de trabajo ha demostrado que to-dos llevamos con nosotros el registro interno de traumas físicosy emocionales, algunos de los cuales tienen un origen biográfi-co y perinatal mientras que otros, en cambio, son de naturalezaclaramente transpersonal. Hay quienes pueden acceder a estosengramas perinatales mediante técnicas de meditación mientrasque otros, en cambio, sólo logran alcanzarlos mediante el uso

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continuado de la psicoterapia experiencial y las sesiones psi-codélicas y aún algunos, por último, disponen de defensaspsicológicas tan débiles que pueden acceder espontáneamentea este tipo de material inconsciente en medio de sus activida-des cotidianas.

Cuando comenzamos a experimentar los síntomas de un de-sorden de naturaleza más emocional que orgánica, es impor-tante comprender que no estamos sufriendo una «enfermedad»sino la emergencia en nuestra conciencia de un material que,hasta ese momento, había permanecido sepultado en la parte in-consciente de nuestro psiquismo y que, cuando este procesoconcluya, los síntomas asociados al material inconsciente seresuelven definitivamente y tienden a desaparecer. Así pues, laaparición de estos síntomas no supone el principio de la enfer-medad sino el inicio de su resolución. De igual modo, la inten-sidad de los síntomas no debería ser considerada como un índi-ce de la gravedad de la enfermedad sino, por el contrario, comoun indicador de la velocidad del proceso curativo. La psiquiatríaclínica han constatado, desde hace ya mucho tiempo, que lascrisis agudas e intensas tienen un mejor pronóstico que las levesy crónicas. A pesar de ello, sin embargo, el tratamiento de elec-ción de la psiquiatría ortodoxa apunta a eliminar los síntomas oa impedir que afloren, una costumbre que paradójicamente con-tribuye a prolongar las enfermedades de origen emocional.

Los estados no ordinarios de conciencia funcionan comouna especie de radar interno que rastrea las cargas emocionalesmás poderosas y hace aflorar en la conciencia el material aso-ciado a ellas para que puedan ser resueltas. Este proceso, en elque se amplifican los síntomas existentes para que el «materialinconsciente» -oculto hasta entonces- pueda aflorar a la su-perficie, guarda cierto parentesco con el principio terapéutico dela homeopatía. Desde el punto de vista homeopático -opuesto,por otra parte, a la hipótesis sustentada por la medicina ortodo-xa-, los síntomas no son una manifestación de la enfermedadsino la expresión misma del proceso curativo.

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Nuevas perspectivas sobre la naturaleza humana

La investigación sobre los estados no ordinarios de con-ciencia también nos permite considerar desde una nueva pers-pectiva la importancia relativa del material biográfico posnatal.Desde el punto de vista de la psiquiatría, la clave de la neurosisy de los desórdenes psicosomáticos reside en las experienciastraumáticas de la primera infancia y en los acontecimientosbiográficos posteriores. Salvo contadas excepciones, la psi-quiatría considera que las perturbaciones psicóticas no puedenser explicadas en términos exclusivamente psicológicos sinoque se basan en algún tipo de patología cerebral que todavía noha sido identificada.

Sin embargo, la investigación realizada sobre estados no or-dinarios de conciencia nos permite descartar este tipo de hipó-tesis al apuntar que los síntomas neuróticos o psicosomáticos seasientan en niveles del psiquismo que trascienden el marco delo estrictamente biográfico. Así pues, si bien, en un primer ni-vel, ciertos síntomas están relacionados con acontecimientostraumáticos sufridos en la infancia o en la adolescencia -comodescribe la psicología tradicional-, a medida que prosigue elproceso y las experiencias van profundizándose, descubrimostambién que esos mismos síntomas están relacionados con de-terminados aspectos del trauma del nacimiento y que existen ra-mificaciones adicionales que se remontan a fuentes transperso-nales como, por ejemplo, las experiencias de una vida anterior,un tema arquetípico no resuelto o la identificación de la perso-na con un determinado animal.

Desde este punto de vista, por ejemplo, una persona aqueja-da de asma psicógena puede recordar acontecimientos sofo-cantes de su infancia, como un ahogo, la tosferina o un ataquede difteria. En un nivel más profundo, sin embargo, puede lle-gar a revivir alguna experiencia asfixiante mientras se hallabaatravesando el canal del nacimiento y, en un nivel transpersonal,los síntomas asmáticos pueden estar conectados con experien-cias sufridas en vidas anteriores como, por ejemplo, haber fa-llecido por estrangulamiento o ahorcamiento, e incluso con ele-

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mentos de la conciencia animal tales como la identificacióncon una presa animal que murió asfixiada por una boa cons-trictor. La resolución definitiva de este tipo de asma nos obliga,pues, a afrontar e integrar los distintos niveles de experienciasconectadas con el problema.

El trabajo experimental profundo con muchas de las condi-ciones patológicas tratadas por la psiquiatría ha demostrado laexistencia de esta estratificación en diversos niveles. En estesentido, los niveles perinatales del inconsciente que hemosmencionado en los primeros capítulos de este libro constituyenel depósito original de todas las emociones y sensaciones sobrelas que se asienta la ansiedad, la depresión, la desesperación, lainferioridad, la agresividad y los impulsos violentos. Ese tras-fondo emocional puede verse reforzado luego por los traumasbiográficos posteriores y terminar originando diversos tipos defobias, depresiones, tendencias sadomasoquistas, conducta cri-minal y síntomas histéricos. Las tensiones musculares, el dolory otros tipos de malestar físico que suelen acompañar al traumadel nacimiento, por su parte, pueden derivar, con el tiempo, ensíntomas psicosomáticos tales como el asma, la migraña, el do-lor de cabeza, la úlcera péptica y la colitis crónica.

En nuestra investigación sobre la tercera matriz perinatal(MPB III) hablábamos de la existencia de una fuerte excita-ción libidinal. No parece, pues, extraño, que nuestro primerencuentro con las sensaciones sexuales esté cargado de ansie-dad, dolor y agresividad y que, en ocasiones, descubramos tam-bién sangre, mucosidades y hasta orina y heces. Este tipo deasociaciones puede proporcionar el fundamento natural de cier-tas desviaciones y perversiones sexuales que explique ciertoscrímenes sexuales. Sigmund Freud conmocionó al mundo cuan-do anunció que la sexualidad no comienza en la pubertad sinoen la temprana infancia. Sin embargo, nuestra investigación vamucho más allá y sugiere que la sexualidad comienza muchoantes de la pubertad y de la infancia y se remonta hasta el mo-mento de nuestro nacimiento o incluso antes de él. Por más in-

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sólita que pueda parecernos, esta idea nos proporciona una ex-plicación perfectamente plausible del origen de muchas pato-logías sexuales, especialmente aquellas más extrañas e infre-cuentes.

Nuestra investigación también nos ofrece una evidencia adi-cional convincente de que las tendencias suicidas, el alcoholis-mo y la adicción a las drogas tienen raíces perinatales. Resultaespecialmente significativo, en este sentido, el uso de la anes-tesia durante el parto, una práctica que parece enseñar -a nivelcelular- al recién nacido que ciertas sustancias empleadas paraaliviar los dolores de la madre constituyen una forma natural deescapar al dolor y las dificultades emocionales. Varias investi-gaciones clínicas han evidenciado la existencia de una relaciónentre la conducta suicida y ciertos aspectos del proceso del na-cimiento biológico. Mencionemos, por ejemplo, que los enve-nenamientos parecen estar vinculados al uso de anestesia du-rante el proceso del parto mientras que el ahorcamiento, por suparte, parece estar relacionado con la estrangulación durante elnacimiento, y el suicidio violento, por último, correlaciona al-tamente con el nacimiento violento. Al igual que ocurría con elejemplo del asma, este tipo de problemas también parece tenerraíces que trascienden el mundo de lo meramente personal.Así, por ejemplo, el intento de ahorcamiento tiene que ver conel estrangulamiento o el ahorcamiento sufrido en una vida an-terior, el suicidio por sobredosis está relacionado con expe-riencias con drogas acaecidas en vidas pasadas y un suicidioviolento como, por ejemplo, la colisión deliberada de automó-vil, correlaciona con acontecimientos de la misma índole ocu-rridos en vidas anteriores.

Sin embargo, esta nueva comprensión de los problemasemocionales no queda restringida al ámbito de la neurosis ylos desórdenes psicosomáticos sino que también puede apli-carse a perturbaciones psicológicas graves como las psicosis,por ejemplo. Los esfuerzos realizados por atribuir una causapsicológica a los diversos síntomas psicóticos no parecen de-

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masiado convincentes, sobre todo en el caso de que los profe-sionales clínicos los interpreten exclusivamente en función delos acontecimientos biográficos acaecidos durante la primera in-fancia y la adolescencia. Los estados psicóticos suelen implicaremociones y sensaciones físicas muy intensas, como la deses-peración total, la profunda soledad metafísica, el dolor físicoextremo y la agresividad criminal o, por el contrario, la unidadcon el universo, el rapto extático y la beatitud celestial. Por otrolado, a lo largo de un episodio psicótico, la persona puede lle-gar a experimentar no sólo su propia muerte y su propio rena-cimiento sino también la destrucción y la reconstrucción de latotalidad del mundo. El contenido de estos episodios suele serfantástico y exótico, e incluye la presencia de seres mitológi-cos, de paisajes paradisíacos o infernales, de acontecimientosocurridos en otros países y en otras culturas y de encuentros ex-traterrestres. Por su parte, los traumas biográficos de la pri-mera infancia como el hambre, la deprivación emocional yotras frustraciones propias de la niñez no pueden explicar demanera convincente la intensidad de las emociones y sensacio-nes experimentadas ni el extraño contenido de los estados psi-cóticos.

Esta perspectiva arroja una nueva luz sobre muchos de losestados atribuidos tradicionalmente a procesos patológicos ce-rebrales desconocidos hasta el momento. El trauma del naci-miento es un acontecimiento doloroso y una amenaza potencialpara la vida que suele durar varias horas. En este sentido, eltrauma del nacimiento constituye un elemento fundamental delinconsciente y es mucho más probable que las emociones y lassensaciones más intensas se originen en él que en los aconteci-mientos biográficos posteriores. Del mismo modo -como su-giere el concepto junguiano de arquetipos del inconsciente co-lectivo- muchas experiencias psicóticas hunden sus raíces enlas dimensiones mitológicas de la existencia. Por otra parte, laemergencia de estos contenidos profundos del inconscientepuede ser considerada como una tentativa del psiquismo para

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Nuevas perspectivas sobre la naturaleza humana

deshacerse de los engramas traumáticos y simplificar su fun-cionamiento.

En base a este tipo de consideraciones, mi esposa Christina yyo llegamos a la conclusión de que muchos estados diagnosti-cados habitualmente como enfermedades mentales y que, con-secuentemente, suelen ser tratados con una medicación anti-sintomática son, en realidad, crisis psicoespirituales o, comosolemos decir, crisis de «emergencia espiritual» que, con lacomprensión y el apoyo adecuados, pueden conducir hasta lacuración y la transformación completa de la personalidad. A lolargo de los siglos, la literatura mística ha considerado que estetipo de episodios constituyen aspectos fundamentales del viajeespiritual emprendido por chamanes, fundadores de grandesreligiones, santos, profetas, ascetas e iniciados en los miste-rios sagrados de todas las épocas. En 1980, Christina fundó laSpiritual Emergence Network (SEN), una organización mundialque ofrece su cooperación y guía a individuos que están atra-vesando este tipo de crisis psicoespirituales como alternativa alos tratamientos tradicionales. En la actualidad, los ficherosdel SEN contienen miles de direcciones de personas de todo elmundo.

La psicoterapia y las prácticas terapéuticas

La finalidad de la mayor parte de los sistemas psicotera-péuticos existentes es llegar a comprender el funcionamientodel psiquismo y la causa de los desórdenes emocionales. Suobjetivo terapéutico consiste en modificar los pensamientos,los sentimientos, la conducta y las decisiones vitales de susclientes. Hasta las modalidades psicoterapeúticas menos direc-tivas consideran que el terapeuta es el elemento fundamental delproceso de curación ya que posee un conocimiento y un entre-namiento de los que carece el cliente, cualidades, por otra parte,que parecen suficientes para que el terapeuta lleve a buen puer-

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to la autoexploración de su cliente mediante preguntas e inter-pretaciones adecuadas.

El problema es que muy pocas corrientes terapéuticas coin-ciden en los aspectos fundamentales del psiquismo humano, lanaturaleza de la psicopatología y las técnicas psicoterapéuticasa utilizar. Así las cosas, el abordaje psicoterapéutico de unadeterminada enfermedad depende, en gran medida, del sistemade creencias personales del terapeuta y de la escuela a la quepertenezca. No existen estudios que demuestren de una maneraconcluyente la eficacia terapéutica de una terapia concreta. Esbien conocido el hecho de que los «buenos terapeutas» obtienenbuenos resultados y que los «malos terapeutas» obtienen malosresultados independientemente de cuál sea la escuela a la quepertenezcan. Por otra parte, los cambios experimentados porlos clientes parecen tener poca relación con lo que los terapeu-tas creen estar haciendo. Bien podríamos decir, pues, que eléxito de una determinada terapia no depende tanto de la técnicautilizada por el terapeuta ni del contenido de las interpretacio-nes verbales sino de factores tales como la cualidad de la rela-ción que se establece en el ámbito terapéutico, el grado de em-patía y la sensación de ser comprendido y ayudado.

En las psicoterapias verbales tradicionales el paciente debeproporcionar información acerca de sus problemas presentes ypasados, lo cual suele suponer, con mucha frecuencia, la des-cripción del contenido de sus sueños que se supone que puedenproporcionar la comprensión de ciertos contenidos de su in-consciente. A partir de todo ese material, los diferentes psicó-logos deciden lo que es psicológicamente relevante. Así, porejemplo, los analistas freudianos se centran sobre los temas se-xuales mientras que los adlerianos otorgan más importancia almaterial relacionado con los sentimientos de inferioridad y eldeseo de poder. El trabajo con los estados no ordinarios deconciencia, por su parte, soslaya los problemas suscitados tantopor las diferencias teóricas entre las distintas escuelas comopor el papel del terapeuta como intérprete del material psicoló-

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Nuevas perspectivas sobre la naturaleza humana

gico. Como ya hemos dicho, en los estados no ordinarios deconciencia se produce, por así decirlo, una selección y unatoma de conciencia automática del material emocionalmenterelevante. Por otra parte, los estados no ordinarios de concienciatambién nos proporcionan la comprensión necesaria y movili-zan nuestros propios recursos curativos ya que, por más que lasdistintas escuelas psicológicas traten de imitar los procesos na-turales de curación, jamás podrán llegar a dominarlos.

La condición principal para el uso terapéutico de los estadosno ordinarios de conciencia no consiste en dominar ciertas técni-cas concretas ni en encaminar al paciente en una dirección de-terminada de antemano, sino en aceptar y confiar en el desarrolloespontáneo del proceso curativo. En este sentido, la aceptaciónincondicional constituye un elemento de capital importancia,aun en el caso de que el terapeuta no llegue a comprender inte-lectualmente lo que esté ocurriendo, lo cual pone en gravesaprietos a aquellos profesionales que dependen excesivamentede la orientación teórica de su escuela. De este modo, los sín-tomas van remitiendo y las transformaciones comienzan a tenerlugar como consecuencia de una serie impredecible de expe-riencias -biográficas, perinatales, transpersonales o de los trestipos a la vez- sin esfuerzo alguno por parte del terapeuta. Milesde sesiones psicodélicas y el trabajo con la Respiración Holo-trópicac' en las crisis de emergencia espiritual me han brindadola posibilidad de asistir a innumerables curaciones y a cam-bios positivos de la personalidad inaccesibles, por otra parte, atodas mis tentativas de comprensión racional.

En el trabajo con estados no ordinarios de conciencia, los ro-les del terapeuta y del cliente difieren notablemente de los quetienen asignados en las terapias convencionales. En este caso, elterapeuta no es un agente activo que provoca el cambio del pa-ciente mediante determinadas intervenciones concretas sino al-guien que colabora inteligentemente con las mismas fuerzascurativas del cliente. Esta nueva perspectiva del papel del tera-peuta coincide con el sentido original del término griego the-

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rapeutes, que significa «quien asiste al proceso curativo», ytambién parece estar de acuerdo con el enfoque terapéutico deC.G. Jung, según el cual la función del terapeuta es servir de in-termediario para que el paciente llegue a contactar y comuni-carse con su propio self interior que es, en realidad, el auténticoguía del proceso de transformación e individuación. La sabidu-ría que hace posible la curación y la transformación procede delinconsciente colectivo y supera, con mucho, el posible conoci-miento intelectual del terapeuta.

Aunque el terapeuta y el cliente pueden llegar a sentir unacierta frustración por la falta de comprensión racional del pro-ceso curativo, los cambios sufridos por el cliente en períodos detiempo relativamente breves constituyen una compensaciónmás que suficiente. En este tipo de trabajo, resulta evidente lainutilidad de recurrir a un rígido marco conceptual para encasi-llar la problemática del cliente. Como decía Jung, no tenemos lamenor garantía de que lo que observamos en una determinadasesión terapéutica haya sido visto y comprendido anteriormen-te por alguno de los enfoques terapéuticos existentes. El psi-quismo carece de fronteras y cuenta con una creatividad y unosrecursos ilimitados. Por consiguiente, es muy posible que, en al-gunas sesiones terapéuticas, nos encontremos con fenómenosnuevos que no hayan sido contemplados anteriormente, lo cualconvierte al trabajo terapéutico en una excitante aventura en laque, en cada recodo del camino, nos aguardan nuevos descu-brimientos y cosas que aprender.

Los orígenes de la violencia humana y la crisisdel mundo contemporáneo

Una de las implicaciones más importantes de este nuevomodelo del psiquismo es la comprensión de los fenómenos so-ciopolíticos. Las explicaciones que nos ofrece la ciencia tradi-cional sobre las atrocidades cometidas a lo largo de la historia

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de la humanidad no son lo suficientemente convincentes y dejanmucho que desear. La imagen del ser humano como un «monodesnudo» que alberga instintos criminales heredados de su pa-sado animal, no puede dar cuenta de lo que el psicoanalista ErichFromm denominaba «agresividad maligna», un tipo de agresivi-dad exclusivamente humana. Los animales sólo luchan por lacomida, el sexo y el territorio y no existe ninguna actividad ani-mal que pueda equipararse a las absurdas muestras de crueldad deque hace gala el ser humano.

Por otra parte, todos los intentos psicológicos de explicar laviolencia en base a un modelo biográfico de la conciencia hu-mana se han mostrado igualmente frustrantes e inadecuados. Dela misma manera que constatábamos la imposibilidad de darcuenta de la psicopatología individual en términos del modelotradicional orientado biográficamente, esta misma inadecua-ción se toma más palpable, si cabe, cuando intenta explicar lasmanifestaciones de la psicopatología colectiva: las guerras, lasrevoluciones, la brutalidad de los regímenes totalitarios, la bar-barie de los campos de concentración y el genocidio. Así pues,el sufrimiento emocional experimentado durante la infancia y laadolescencia no puede dar cuenta de la magnitud del compor-tamiento violento del individuo y de la sociedad.

Los traumas psicológicos asociados con las experienciasque han modelado nuestro psiquismo a partir del momento delnacimiento no bastan para explicar los horrores del nazismo, lasatrocidades del régimen de Stalin o la monstruosa conducta delapartheid sudafricano. Sin embargo, cuando añadimos las pers-pectivas perinatales y transpersonales que nos brindan los esta-dos no ordinarios de conciencia, este tipo de sucesos comienzana resultar algo más comprensibles. El trauma del nacimiento im-plica una lucha a muerte que puede servir de fundamento parael desarrollo de muchas emociones violentas. La rabia incons-ciente asociada al trauma del nacimiento, por ejemplo, consti-tuye un acontecimiento compartido que puede aglutinar a cien-tos de miles de personas y cuya fuerza podría explicar gran

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parte de las aberraciones psicológicas de la conducta colectiva.Por su parte, los arquetipos del inconsciente colectivo disponende una fuerza psicológica extraordinaria que trasciende los lí-mites del individuo y también podrían dar cuenta de parte de lapsicopatología de las masas.

Sin embargo, la guerra es un fenómeno complejo que no sóloresponde a razones psicológicas sino que también se originapor motivaciones históricas, políticas y económicas. Por consi-guiente, no debemos esperar que los factores psicológicos ex-pliquen completamente el fenómeno de la guerra. Sin embargo,aunque los aspectos más tangibles de los conflictos internacio-nales hayan recibido una gran atención, sus raíces y sus dimen-siones psicológicas generalmente han sido ignoradas. En estesentido, la moderna investigación sobre la conciencia nos pro-porciona ciertas claves extraordinariamente importantes, ya queen los estados no ordinarios de conciencia el material que emergedel inconsciente suele incluir temas de guerra, regímenes totali-tarios, revoluciones, los horrores de los campos de concentracióny el genocidio, escenas que pueden despertar violentas emocionesy sensaciones físicas en las que el sujeto se identifica tanto con elpapel de la víctima como con el papel del agresor.

Cuando las sesiones se hallan dominadas por la MPB II, lapersona conecta con los sentimientos del niño que se halla pri-sionero en el canal del nacimiento antes de que se abra el cuellode la matriz. Esta situación suele ir acompañada de escenas de lahistoria de la humanidad en las que el individuo experimenta elpapel de víctima e implica la identificación con los pueblosoprimidos por dictaduras totalitarias, con los ciudadanos quepadecen una guerra, con la gente internada en campos de con-centración y, en suma, con los oprimidos de todas las épocas. Es-tas imágenes aparecen incluso en individuos que jamás han ex-perimentado personalmente este tipo de situaciones en su vidareal pero cuyo inconsciente parece tener un conocimiento deprimera mano de todas las sensaciones y emociones implicadas.

Cuando el control del proceso se desplaza a la MPB III, la

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Nuevas perspectivas sobre la naturaleza humana

persona se identifica con el niño que lucha por escapar del canaldel nacimiento una vez que se abre el cuello de la matriz, unacircunstancia que parece modificar radicalmente la naturalezade las experiencias sociopolíticas implicadas. Aunque todavíanos encontramos con escenas violentas, el individuo se identi-fica ahora también con el agresor. El proceso oscila entre laidentificación con la víctima y la identificación con el agresor,aunque ocasionalmente también puede llegar a adoptar el papelde observador externo. El tema predominante en este contextoes la revolución, cuando la opresión ha llegado a un punto in-soportable y el tirano debe ser derrocado para recuperar nueva-mente la capacidad de «respirar», una experiencia que sueledespertar asociaciones con escenas de la Revolución Francesa,la Revolución Soviética, la guerra civil americana u otras luchasen pos de la libertad. Finalmente, el momento real del naci-miento suele ir acompañado de escenas vinculadas con el triun-fo revolucionario y el final de la guerra.

La naturaleza de las sensaciones y emociones implicadasen estas experiencias nos sugiere que no son creaciones indivi-duales manufacturadas a partir de la lectura de libros de aven-turas, películas y programas de televisión. Después de haberpresenciado miles de sesiones terapéuticas en las que aparecíaeste tipo de material, he llegado al pleno convencimiento de queeste material tiene su origen en el inconsciente colectivo. Cuan-do el trabajo de exploración interior nos permite recuperar el re-cuerdo del trauma del nacimiento parecen abrirse las puertas alinconsciente colectivo y, de ese modo, podemos acceder a lasexperiencias de quienes han afrontado ese tipo de situaciones enla vida real.

La tiranía de la sombra

Después de más de veinte años de examinar este tipo decontenidos, no tengo más remedio que considerar seriamente la

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posibilidad de que el nivel perinatal del inconsciente -esa partede nuestro psiquismo que «conoce» en profundidad la historia dela violencia humana- puede, en realidad, ser la causa parcial delas guerras, las revoluciones y otras atrocidades similares. Vea-mos ahora una nueva prueba que no procede del campo de lamoderna investigación sobre la conciencia sino de una investi-gación cuidadosa de la historia.

Tras la publicación de mi primer libro, Realms of the HumanUnconscious, recibí una carta de Lloyd de Mause, un psicoa-nalista y periodista neoyorquino. De Mause es uno de los crea-dores de la psicohistoria, una disciplina que aplica los hallazgosde la psicología profunda a la historia y la ciencia política. Lospsicohistoriadores se ocupan de temas tales como la relaciónexistente entre la biografía infantil de los líderes políticos, sussistemas de valores y sus procesos de toma de decisiones. Asi-mismo, también tratan de comprender la relación existente entrelas prácticas educativas de una determinada época y la natura-leza de las guerras y las revoluciones. Al conocer mis descubri-mientos sobre el trauma del nacimiento y sus posibles conse-cuencias sociopolíticas, Lloyd de Mause se mostró enormementeinteresado porque mis propuestas contribuían a respaldar suspropias hipótesis.

Durante muchos años, De Mause se ha dedicado al estudiode los aspectos psicológicos de los períodos que anteceden a lasguerras y las revoluciones, mostrándose especialmente intere-sado en la forma en que los líderes militares pueden lograr mo-vilizar a masas enteras de pacíficos ciudadanos y transformarlosen máquinas para matar. Su aproximación al tema es muy ori-ginal y creativa ya que, además de analizar las fuentes históricastradicionales, recoge datos de tanta importancia psicológicacomo las caricaturas, los chistes, los sueños, las fantasías per-sonales, los lapsus linguae, los comentarios superficiales e, in-cluso, los dibujos y los garabatos escritos al margen de los do-cumentos políticos. En la época en que contactó conmigo habíaanalizado ya, de este modo, diecisiete situaciones anteriores al

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Nuevas perspectivas sobre la naturaleza humana

estallido de guerras y revoluciones que abarcaban varios si-glos, desde la antigüedad hasta la edad contemporánea.

Al analizar ese material histórico, De Mause se soprendióante la extraordinaria abundancia de figuras, metáforas e imá-genes verbales relacionadas con el nacimiento biológico. Cuan-do los líderes militares y los dirigentes políticos describen unasituación crítica o declaran una guerra, suelen utilizar una ter-minología perfectamente aplicable a la crisis perinatal. No esextraño escucharles acusar al enemigo diciendo que «nos asfixiay nos sofoca», que «está tratando de quitarnos el aliento», «deconfinarnos» y «de no dejarnos espacio suficiente para vivir»(Lebensraum, de Adolf Hitler). Igualmente frecuentes son lasalusiones a cuevas oscuras, túneles, confusos laberintos, peli-grosos abismos a los que se nos empuja y la amenaza de seraplastado por el enemigo. Del mismo modo, la promesa de unasolución también se expresa en términos perinatales, ya quelos dirigentes prometen «conducirnos hasta la luz que asoma alfinal del túnel», aseguran «sacarnos del laberinto» y nos garan-tizan que, después de vencer al opresor, podremos volver a«respirar libremente».

Los estudios de Lloyd De Mause incluyen a personajes fa-mosos como Alejandro Magno, Napoleón, el káiser Guillermo II,Adolf Hitler, Khrushchev y Kennedy. Asimismo, De Mause des-cubrió elementos asombrosos del simbolismo perinatal en lasdeclaraciones del almirante Shimada y del embajador Kurassa an-tes del ataque japonés a Pearl Harbor. Especialmente escalo-friante resulta el uso del simbolismo perinatal en la explosión dela bomba atómica en Hiroshima. El avión que transportaba labomba fue bautizado con el nombre de la madre del piloto, Eno-la Bay; la bomba recibió el apelativo -pintado en uno de sus la-dos- de «The Little Boy» y el mensaje codificado que se mandóa Washington después de la explosión decía «el niño ha naci-do». Desde la época en que establecimos contacto, Lloyd deMause ha seguido reuniendo numerosos ejemplos históricosadicionales y ha matizado su tesis de que el recuerdo del trauma

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del nacimiento desempeña un papel decisivo en toda actividadsocial violenta.

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En el excelente libro de Sam Keen, The Faces of the Enemy,podemos encontrar un apoyo adicional a estas ideas. En ese li-bro, Keen reúne una importante antología de carteles de guerra,tiras cómicas y caricaturas procedentes de diferentes culturas yperíodos históricos y demuestra que el modo de retratar y des-cribir al enemigo en períodos de guerras y revoluciones consti-tuye casi un estereotipo que posee muy poca relación real con lacultura implicada. Según Keen, la supuesta imagen del enemigoconstituye esencialmente una proyección de los aspectos noreconocidos y reprimidos de nuestra sombra inconsciente.'Aunque en la historia de la humanidad también podemos en-contrar algunos ejemplos de «guerras justas», quienes inicianlas hostilidades suelen sustituir con objetivos externos aquelloselementos de su propio psiquismo que deberían ser afrontadosmediante su propio autoconocimiento.

El marco teórico de Sam Keen no menciona específicamenteel dominio perinatal del inconsciente. Sin embargo, el análisisdel material que nos proporciona revela una preponderancia delas imágenes simbólicas propias de las MPB II y III. Habitual-mente se describe al enemigo como un peligroso pulpo, un dra-gón malvado, una hidra de muchas cabezas, una gigantesca ta-rántula venenosa o un Leviatán capaz de tragárselo todo. Otrossímbolos utilizados con mucha frecuencia son las aves de presa,los felinos predadores, los monstruosos tiburones, las serpientesominosas y, muy especialmente, las víboras y las boas constric-tor. Por su parte, en tiempos de guerra, revolución o crisis polí-tica también abundan las imágenes de escenas que describenestrangulamientos, aplastamientos, traicioneros remolinos y are-nas movedizas. Así pues, las escenas procedentes de estados noordinarios de conciencia vinculadas con las experiencias peri-natales y los documentos históricos adicionales reunidos porLloyd De Mause y Sam Keen constituyen una poderosa evi-dencia en favor de las raíces perinatales de la violencia humana.

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Nuevas perspectivas sobre la naturaleza humana

Desde el punto de vista que nos proporcionan los estados noordinarios de conciencia y los descubrimientos de los psicohis-toriadores, todos conservamos en nuestro inconsciente profun-do las poderosas emociones y sensaciones asociadas con eltrauma del nacimiento que no hemos llegado a integrar ade-cuadamente en nuestra conciencia. Hay quienes ignoran com-pletamente la existencia de estas facetas de su psiquismo mien-tras que otros, por el contrario, parecen mostrar cierto grado deconocimiento al respecto. En cualquier caso, cuando este tipode material se activa debido a las circunstancias internas o a losacontecimientos de la realidad externa, puede terminar condu-ciendo al individuo a una singular psicopatología entre cuyossíntomas cabe destacar la violencia gratuita. Del mismo modo,ciertas circunstancias desconocidas hasta el momento parecenpropiciar también la emergencia de elementos perinatales en ungran número de personas que pueden terminar abocando a unaatmósfera de tensión, ansiedad y expectativa colectiva. Un lídercomo Hitler, por ejemplo, que parece hallarse sometido a unamayor influencia del dominio perinatal que otras personas de sumismo entorno cultural, parece tener el poder de manipular laconducta colectiva de toda una nación. La coincidencia entreambos tipos de factores favorece la alienación de los senti-mientos inaceptables e inconscientes (la «sombra», en la ter-minología junguiana) y su proyección sobre el exterior. De estamanera, el malestar colectivo se proyecta sobre el enemigo y laúnica solución posible parece ser la intervención militar.

El conflicto bélico nos brinda la oportunidad de abandonarlas defensas psicológicas que mantienen bajo control a las pe-ligrosas tendencias perinatales. En tales casos, el superyo freu-diano, esa instancia psicológica que nos impulsa a manteneruna conducta comedida y civilizada, se ve reemplazado por el«superyo bélico», una instancia que nos permite ser ensalzadospor el mismo tipo de conducta que en tiempos de paz resultaríareprobable e incluso criminal: asesinato, destrucción indiscri-minada y pillaje. Así pues, cuando estalla la guerra damos rien-

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da suelta a nuestros impulsos destructivos y autodestructivos yciertos elementos perinatales que aparecen en el proceso deexploración y transformación interna (MPB II y MPB III) semanifiestan ahora en una situación de la realidad externa, ya seaen el mismo campo de batalla o en las noticias de la televi-sión. Es por ello que las guerras y revoluciones reactivan pode-rosamente las matrices perinatales ligadas a situaciones sin sa-lida, orgías sadomasoquistas, violencia sexual, conductasanimales o demoníacas, el estallido de violentas energías y laconducta escatológica.

Pero la actualización de esos impulsos inconscientes indivi-duales (conducta autodestructiva o conflicto interpersonal) o co-lectivos (guerras y revoluciones) fuera del marco terapéuticoque tiene por objeto su integración en la conciencia, no propiciasu transformación. De este modo, aun cuando la conducta agre-siva pueda procurar el éxito en el campo de batalla, no puedesatisfacer, sin embargo, el objetivo inconsciente de nuestra me-moria natal, la verdadera fuerza directriz de este tipo de proce-sos. Ni la más espectacular de las victorias puede aportar alinconsciente la sensación interna de liberación emocional y derenacimiento espiritual que éste necesita. Es por ello que, tras laborrachera inicial del triunfo sobreviene la resaca de una amar-ga desilusión y, por lo general, no transcurre mucho tiempoantes de que emerja nuevamente de entre las ruinas una réplicaexacta del sistema represivo anterior, puesto que las mismasfuerzas inconscientes siguen operando todavía en el incons-ciente individual y colectivo. Si observamos cuidadosamente lahistoria veremos la repetición continua del mismo modelo almargen de que los acontecimientos implicados se ubiquen en elmarco de la Revolución Francesa, la Revolución Soviética o laSegunda Guerra Mundial.

Cuando vivía en la Checoslovaquia marxista, llevé a cabo untrabajo experiencia) profundo a lo largo del cual acumulé mu-cho material sorprendente relativo a la dinámica psicológicadel comunismo. Con inusitada frecuencia, cuando mis clientes

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Nuevas perspectivas sobre la naturaleza humana

se enfrentaban a energías y emociones perinatales solían aducirmotivaciones ligadas a la ideología comunista. En aquella épo-ca se me hizo evidente que la emoción que los revolucionariosexperimentan en contra de sus opresores se halla amplificadapsicológicamente por su rebelión en contra de la prisión internade su experiencia perinatal. Pero lo mismo podríamos decir dela situación inversa, es decir, que la necesidad de controlar y do-minar a los demás no es sino un esfuerzo para superar el temora ser desbordados por nuestro propio inconsciente. Así pues, laatracción fatal existente entre el dictador y el revolucionarioparece ser una expresión exteriorizada de la violencia experi-mentada en el canal del nacimiento. Con ello no estamos di-ciendo, sin embargo, que no existan problemas políticos exter-nos que demanden una solución inmediata sino tan sólo que laforma de percibir y representar estos conflictos está sometida aldictado de las matrices perinatales.

La visión comunista del mundo contiene ciertos elementospsicológicamente verdaderos que la tornan atractiva para ungran número de personas. Así pues, desde el punto de vista delproceso de muerte, renacimiento y transformación interna, lanoción marxista fundamental de que el sufrimiento y la opre-sión sólo desaparecerán tras una dramática convulsión de pro-porciones revolucionarias parece perfectamente válida. Pero, encambio, esta misma idea puede resultar peligrosamente erróneacuando se proyecta en el mundo externo como ideología políti-ca. La falacia fundamental de la ideología comunista radica enel hecho de que trata de convertir un modelo arquetípico demuerte y renacimiento espiritual en un programa ateo y anties-piritual.

Resulta interesante constatar que, si bien las revolucionescomunistas han tenido cierto éxito en su fase destructiva, laarmonía y la fraternidad que prometían sus victorias no hanllegado jamás. En lugar de ello, el nuevo orden ha fomentadoregímenes caracterizados por la opresión, la crueldad y la in-justicia. Así pues, si lo que hemos dicho hasta el momento es

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Hacia una nueva psicología del ser

correcto, no parece existir ninguna posibilidad de crear un mun-do mejor mediante una mera intervención externa que no con-lleve una profunda transformación de la conciencia humana.

Ecos y reflejos del infierno

La dinámica perinatal también puede ayudarnos a compren-der otro tipo de fenómenos que, de otro modo, escapan a nues-tro entendimiento, como los campos de concentración nazis,por ejemplo. El profesor holandés Bastians, de Leyden, quetiene mucha experiencia en el tratamiento del denominado sín-drome del campo de concentración -un complejo de trastor-nos emocionales que aflora décadas después del momento de laexcarcelación-, señalaba que, en última instancia, los camposde concentración son un producto de la mente humana. Peropara poder concebir, diseñar y construir una institución de estascaracterísticas es necesario que exista un modelo inconscienteque lo justifique. En opinión de Bastians: «Antes de que el pri-mer ser humano entrara en un campo de concentración había yaun campo de concentración en el interior del ser humano». 2 Yahemos señalado anteriormente que en las personas que se aden-tran en los estratos perinatales de su psiquismo inconscienteaparece una imaginería propia de los campos de concentraciónnazis, estalinistas y similares. Un examen más detenido de lascondiciones concretas de los campos de concentración nazisnos revela que constituyen una representación fidedigna de laatmósfera de pesadilla propia de las MPB II y III.

Las cercas de alambre de espino, las barreras de alto voltaje,las torres de vigilancia custodiadas con ametralladoras, loscampos de minas y los perros adiestrados son elementos quecontribuyen ciertamente a crear la imagen arquetípica e infernalde situación sin salida que caracteriza a la MPB II. La violencia,la bestialidad y el sadismo contribuyen a recrear esa atmósferade locura y horror que resulta tan familiar a quienes reviven el

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Nuevas perspectivas sobre la naturaleza humana

proceso de su nacimiento. En los campos de concentración, elabuso sexual de mujeres y de hombres, la violación y las prác-ticas sádicas existían tanto a nivel individual como en las «casasde muñecas», es decir, en las instituciones que proporciona-ban «entretenimiento» y desahogo a los más violentos impulsosperinatales inconscientes de los oficiales nazis.

Uno de los aspectos más inconcebibles de las prácticas ha-bituales en los campos de concentración es la transgresión delas más elementales normas higiénicas y una tolerancia inaudi-ta con lo escatológico. Esta despreocupación ante el peligro deepidemias contrasta considerablemente con el meticuloso sen-tido germano de la limpieza y es un claro indicador de la pre-sencia de fuerzas irracionales inconscientes. Una de las bromasfavoritas de los oficiales nazis consistía en tirar las escudillas decomida de los prisioneros a las letrinas y ordenarles que lasrecuperaran. Otras veces, llegaban incluso a arrojar a los pri-sioneros al foso de las letrinas, con lo cual muchos de ellos seahogaron literalmente en sus propios excrementos.

La muerte por asfixia en las cámaras de gas y el fuego de loshornos crematorios contribuía a fomentar el clima de pesadillainfernal de los campos de exterminio. Todos estos temas, sinembargo, son frecuentes en quienes, en estados no ordinarios deconciencia, atraviesan experiencias internas vinculadas con laMPB III. El hacinamiento y el abuso también suelen reactivarlos elementos perinatales del inconsciente de los reclusos yprovocar motines o sublevaciones violentas que desembocan eneste tipo de atrocidades.

Las raíces fundamentales de las grandes conmociones so-ciopolíticas parecen asentarse en el nivel transpersonal. En opi-nión de C.G. Jung, los arquetipos del inconsciente colectivono sólo influyen sobre la conducta de los individuos sino quetambién gobiernan los grandes movimientos históricos. Desdeeste punto de vista, las naciones y los grupos culturales puedenactualizar colectivamente temas mitológicos. En la década an-terior al estallido de la Segunda Guerra Mundial, por ejemplo,

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Jung descubrió en los sueños de sus pacientes alemanes nume-rosos elementos procedentes del mito nórdico de «Ragnarok»,el crepúsculo de los dioses. Este hecho le llevó a predecir que elnuevo arquetipo que estaba emergiendo en la mente colectivade la nación alemana terminaría abocando a una gran catástrofeque, a la postre, resultaría autodestructiva para el pueblo ger-mano. Existen muchos políticos que utilizan imágenes arquetí-picas para tratar de alcanzar sus objetivos políticos. Hitler, porejemplo, explotó los motivos mitológicos de la supremacía de laraza aria, del imperio milenario y los antiguos símbolos arios dela esvástica y el águila. El ayatollah Jomeini y Sadam Husseintambién han exaltado la imaginación de sus seguidores islámi-cos incitando a la jiddain o guerra santa contra los infieles.

Aunque no resulte fácil establecer una verificación conclu-yente de estos dominios, lo cierto es que la comprensión delos niveles perinatales y transpersonales del psiquismo abrenuevas posibilidades para el estudio y la comprensión de lacultura y la historia de la humanidad. Es muy probable que lasmás fascinantes de estas comprensiones estén relacionadas conla actual crisis global, ya que todos nosotros tenemos el dudosoprivilegio de vivir en una época en la que el drama humano estállegando a su culminación. La violencia, la codicia y la ambi-ción que han modelado la historia de la humanidad a lo largo delos siglos ha alcanzado, en la actualidad, tales proporcionesque no sólo pueden conducimos irremisiblemente a la comple-ta aniquilación de la especie humana sino también al exterminiode cualquier forma de vida del planeta y, lo que es todavíapeor, los esfuerzos diplomáticos, políticos, militares, económi-cos y ecológicos tendentes a corregir el curso actual de losacontecimientos no parece sino empeorar la situación.

Pero ¿acaso no es posible que nuestros esfuerzos por alcan-zar la paz resulten vanos porque ninguno de ellos se dirige alnúcleo mismo de la crisis planetaria, es decir, el psiquismo hu-mano? Los recursos de que disponemos en la actualidad basta-rían para mejorar y garantizar la calidad de vida de todos los ha-

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Nuevas perspectivas sobre la naturaleza humana

bitantes del planeta. Del mismo modo, no parece necesario quemillones de personas mueran aquejadas de enfermedades paralas que la medicina contemporánea dispone de remedios efica-ces. La ciencia moderna sabe cómo desarrollar fuentes de ener-gía limpia y renovable y prevenir el deterioro de nuestro entor-no físico. En nuestro nivel actual de evolución, el principalobstáculo que debemos afrontar como especie se halla en nues-tra misma conciencia. La conciencia del ser humano es la causaprincipal del absurdo derroche de los recursos naturales, la con-taminación del agua, el aire y el suelo, el bochornoso despilfarrode miles de millones de dólares y la inconcebible cantidad deenergía invertida en la locura de la carrera armamentística. Ne-cesitamos, en suma, aprender todo lo que podamos sobre lasdimensiones psicológicas y espirituales que determinan la difícilsituación que estamos atravesando.

En el mundo moderno, hemos terminado exteriorizando mu-chos de los elementos característicos de la MPB III. Para lograrla transformación del individuo debemos afrontar e integrar to-dos estos temas. Hoy en día los noticiarios nocturnos nos pre-sentan los mismos elementos que solemos encontrar en las vi-siones que aparecen en el proceso de muerte-y-renacimientopsicológico. El aumento de la criminalidad, el terrorismo, losdisturbios raciales, las guerras y las revoluciones que salpicantoda la superficie del planeta nos muestran claramente el esta-llido de enormes impulsos agresivos. En otro orden de cosas, laconducta sexual de los individuos adopta formas impensableshasta la fecha: libertad sexual de los adolescentes, promiscui-dad, matrimonio abierto, liberación gay, salones sadomaso-quistas, pornografía dura, juegos, películas, etcétera. Por otraparte, en el mundo moderno los elementos demoníacos estánmostrándose también de manera cada vez más manifiesta, comolo corrobora el creciente interés que despiertan la brujería ylos cultos satánicos, la gran popularidad de los libros y las pe-lículas de terror, los temas relacionados con el ocultismo y loscrímenes satánicos, por ejemplo. Por último, la dimensión es-

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Nuevas perspectivas sobre la naturaleza humana

Una de las consecuencias más frecuentes de la transforma-ción psicoespiritual que suele acompañar al trabajo sistemáticocon los estados no ordinarios de conciencia es la concienciaecológica y el respeto profundo hacia toda forma de vida. Lomismo ocurre con las crisis de emergencia espiritual de natura-leza mística que están basadas en la experiencia personal. En miopinión, cualquier movimiento que fomente la toma de con-ciencia de nuestra mente inconsciente incrementará considera-blemente nuestras posibilidades de supervivencia en el planeta.Espero que este libro contribuya a ello y sirva también de ayuday guía para quienes siguen este camino o se hallen próximos a él.

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Hacia una nueva psicología del ser

catológica de este fenómeno se torna evidente en la crecientecontaminación industrial, en la acumulación de vertidos conta-minantes a escala planetaria y en el vertiginoso deterioro de lascondiciones sanitarias de las grandes urbes.

Muchas de las personas con las que he trabajado han tenidocomprensiones espontáneas muy interesantes sobre esta situa-ción. En los últimos años, cientos de personas han expresado suconvicción de que la humanidad se encuentra en una encrucija-da que puede conducirnos a la aniquilación colectiva o propiciarun salto evolutivo de la conciencia de consecuencias imprevi-sibles. Pareciera, pues, como si toda la especie humana se ha-llara implicada en un proceso de muerte-y-renacimiento psi-cológico análogo al que tantas personas han experimentadoindividualmente en los estados no ordinarios de conciencia.Por consiguiente, si seguimos siendo meros juguetes de las ten-dencias destructivas que anidan en nuestro inconsciente másprofundo, no cabe duda de que terminaremos destruyéndonos anosotros mismos y a toda forma de vida sobre la superficie delplaneta. Sin embargo, si logramos internalizar este proceso a es-cala suficiente podría desembocar en un progreso evolutivoque supusiera, con respecto a nuestra condición presente, unadistancia tal como la que nos separa de los primates.

No es extraño, por más utópico que pueda parecer a simplevista, que ésta sea nuestra única alternativa posible. A lo largode los años, he asistido a las transformaciones profundas quehan tenido lugar en personas comprometidas seriamente conuna búsqueda interna sistemática. Algunos de ellos eran medi-tadores que mantenían una práctica regular; otros, en cambio,habían sufrido episodios espontáneos de crisis psicoespiritualeso habían participado en diversas formas de psicoterapia y auto-conocimiento experiencial. En todos ellos disminuyó el gradode agresividad, se tornaban más pacíficos, se sentían más agusto consigo mismo, eran más tolerantes con los demás y au-mentó considerablemente su capacidad para gozar de la vida y,en particular, de los pequeños placeres cotidianos.

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NOTAS

Capítulo 1: Una apertura a nuevas dimensionesde la conciencia

1. David Bohm, Wholeness and the Implicate Order, Londres, Rou-tledge and Kegan Paul, 1980. [Hay traducción castellana con el tí-tulo La totalidad y el orden implicado, publicado por Editorial Kai-rós, Barcelona, 1988.1

2. Rupert Sheldrake, A New Science of Life: The Hypothesis of For-mative Creation, Los Ángeles, J.P. Tarcher, 1981. [Hay traduccióncastellana con el título Una nueva ciencia de la vida: La hipótesisde la causación formativa, Barcelona, Kairós, 1989.1

3. Michael Harner, The Way of the Shaman, Nueva York, Harper andRow, 1980. [Hay traducción castellana con el título El camino delchamán, publicado por Swan, Madrid, 1987.]

4. Stanislav Grof. El caso de Peter ha sido extraído de Realms of theHuman Unconscious: Observations from LSD Research, NuevaYork, Viking Penguin, 1975.

Capítulo 2: La totalidad y el universo amniótico: MPB I

1. Stanislav Grof. El caso de Ben ha sido extraído de Realms of theHuman Unconscious: Observations from LSD Research, NuevaYork, Viking Penguin, 1975.

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Notas

Capítulo 3: La expulsión del paraíso: MPB II

1. Stanislav Grof. Caso extraído de Realms of the Human Uncons-cious: Observations from LSD Research, Nueva York, Viking Pen-guin, 1975.

Capítulo 4: La batalla entre la muerte y el renacimiento: MPB III

1. Stanislav Grof. Caso extraído de Realms of the Human Uncons-cious: Observations from LSD Research, Nueva York, Viking Pen-guin, 1975.

Capítulo 5: La experiencia de muerte-y-renacimiento: MPB IV

1. Stanislav Grof. Caso extraído de Realms of the Human Uncons-cious: Observations from LSD Research, Nueva York, Viking Pen-guin, 1975.

Capítulo 6: Una visión global del paradigma transpersonal

1. C.G. Jung, Septem Sermones ad Murtuos, en S. Hoeller, The Gnos-tic Jung and the Seven Sermons to the Dead, Wheaton, Illinois,Theosophical Publishing House, 1982.

2. Abraham Maslow, Religions, Values and Peak Experiences, Cle-veland, State University of Ohio, 1964.

3. William James, Varieties ofReligious Experience, Nueva York, Co-llier, 1961. [Existe traducción catalana con el título Les varietats del'experiencia religiosa, publicada por Edicions 62/Diputació deBarcelona, Barcelona, 1985.]

4. C.G. Jung, Septetn Sermones ad Murtuos, en S. Hoeller, The Gnos-tic Jung and the Seven Sermons to the Dead, Wheaton, Illinois,Theosophical Publishing House, 1982.

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Notas

Capítulo 7: Más allá de las fronteras del espacio

1. Eugene O'Neill, acto 4°, 153 de Long Day's Journey into Night,

New Haven, Connecticut, Yale University Press, 1956.

2. Stanislav Grof. Caso de Jenna, extraído de Realms of the Human

Unconscious: Observations from LSD Research, Nueva York, Vi-

king Penguin, 1975.

3. Stanislav Grof. Caso no publicado.4. Rusty Schweickart, "Space-Age and Planetary Awareness: A Personal

Experience", en Human Survival and Consciousness Evolution, edi-

tado por Stanislav Grof, Albany, State University of New York, 1988.

5. Stanislav Grof. Caso no publicado.

6. Stanislav Grof. Caso no publicado.

7. Stanislav Grof. Caso extraído de Adventure ofSelf-Discovery, Al-

bany, State University of New York, 1988.

8. Stanislav Grof. Caso extraído de Adventure of Self-Discovery, Al-

bany, State University of New York, 1988.

9. J. Lovelock, Gain: A New Look at Life on Earth, Nueva York, Ox-

ford University Press, 1979. [Hay traducción castellana con el títu-

lo Gaia, publicado por Integral, Barcelona, 1992.]

Capítulo 8: Más allá de las fronteras del tiempo

1. Stanislav Grof. Caso extraído de Realms of the Human Uncons-

cious: Observations from LSD Research, Nueva York, Viking Pen-

guin, 1975.2. Stanislav Grof. Caso extraído de Realms of the Human Uncons-

cious: Observations from LSD Research, Nueva York, Viking Pen-

guin, 1975.3. Stanislav Grof. El caso de Inga ha sido extraído de Adventure of

Self-Discovery, Albany, State University of New York, 1988.

4. Stanislav Grof. El caso de Nadja ha sido extraído de Realms of the

Human Unconscious: Observations from LSD Research, Nueva

York, Viking Penguin, 1975.

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Notas

5. Stanislav Grof. El caso de Renata ha sido extraído de Realms of theHuman Unconscious: Observations from LSD Research, NuevaYork, Viking Penguin, 1975.

6. Stanislav Grof. Caso no publicado.7. Stanislav Grof. Caso extraído de Realms of the Human Uncons-

cious: Observations from LSD Research, Nueva York, Viking Pen-guin, 1975.

8. Stanislav Grof. El caso de Jesse ha sido extraído de The Human En-counter with Death.

Capítulo 9: Más allá de la realidad compartida

1. Aldous Huxley, Heaven and Hell, Harmondsworth, Penguin Books,1971. [Hay traducción castellana con el título Cielo e infierno, pu-blicado por Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1973.1

2. Stanislav Grof. El caso de Richard ha sido extraído de Adventure ofSelf-Discovery, Albany, State University of New York, 1988.

3. Stanislav Grof. El caso de Eva Pahnke ha sido extraído de Adven-ture of Self-Discovery, Albany, State University of New York, 1988.

4. Stanislav Grof. Caso no publicado.5. Christina Grof y Stanislav Grof, The Stormy Search for the Self,

Los Ángeles, Jeremy P. Tarcher, 1990.6. Christina Grof y Stanislav Grof, The Stormy Search for the Self,

Los Ángeles, Jeremy P. Tarcher, 1990.7. C. G. Jung, Memories, Dreams, Reflections, Nueva York, Pantheon,

1961. [Hay traducción castellana con el título Recuerdos, sueños ypensamientos, publicado por Seix Barral, Biblioteca Breve, 4 1 ed.,Barcelona, 1986.]

8. Stanislav Grof. Caso no publicado.9. Joseph Campbell, conferencia en el Esalen Institute, Big Sur, Cali-

fornia, 1984.10. Lao-tsu, Tao Te King, Nueva York, Vintage Books, 1972.11. Stanislav Grof. Caso no publicado.12. William Blake, Johannes Brahms y Giacomo Puccini, en Higher

318

Notas

Creativity, W. Harman y H. Rheingold, Los Ángeles, Jeremy P.

Tarcher, 1984, p. 46.

Capítulo 10: Las experiencias de naturaleza psicoide

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2. Paul Kammerer, Das Gesetz der Serie, Stuttgart y Berlín, 1919.

3. Camille Flammarion, The Unknown, Londres y Nueva York, 1900.

4. C.G. Jung, Synchronicity: An Acausal Connenting Principle, vol. 8,

Bollingen Series XX, Princenton, New Jersey, Princenton Univ.

Press, 1973. [Hay traducción castellana con el título Sincronici-

dad, publicada por Sirio, Málaga, 1990.1

5. C.G. Jung, carta a Carl Seling, 25 de febrero de 1953, en Letters:

Nineteen Fifty-One to Nineteen Sixty-One, vol. 2, Bollingen Series

XCV, Princenton, New Jersey, Princenton University Press, 1973.

6. Hans Bender, Telepathie Hellsehen and Psychokinese, Freiburg

im Breisgau, Alemania, Aururn Verlag, 1984.

7. Raymond E. Fowler, The Andreasson Affair, Englewood Cliffs,

New Jersey, Prentice-Hall, 1979.

8. Elda Hartley, Sacred Trance in Bali and Java, película documental.

9. Stankey Krippner, Human Posibilities, Garden City, Nueva York,

Anchor Press, Doubleday, 1980.

10. Jules Eisenbud, The World of Ted Serios, Nueva York, William

Morrow, 1967.

Capítulo 11: Nuevas perspectivas sobre la realidad

y la naturaleza humana

1. Sam Keen, The Faces of the Enemy, N. York, Harper & Row, 1986.

2. A. Bastians, "Der Mann in Konzentrationslager and der Konzen-

trationslager im Mann", manuscrito mimeografiado.

319

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LECTURAS RECOMENDADAS

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ÍNDICE

Agradecimientos 9

Parte I: El desafío al universo newtoniano 13

1. Una apertura a nuevas dimensionesde la conciencia 15

Parte II: Las matrices perinatales: Influenciasque configuran la conciencia humana desde la vidaprenatal y el momento del nacimiento 55

2. La totalidad y el universo amniótico: MPB I 573. La expulsión del paraíso: MPB II 754. La batalla entre la muerte y el renacimiento:

MPB III 925. La experiencia de muerte-y-renacimiento: MPB IV 110

Parte III: El paradigma transpersonal 125

6. Una visión global del paradigma transpersonal 1277. Más allá de las fronteras del espacio 1358. Más allá de las fronteras del tiempo 166

327

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Índice

9. Más allá de la realidad compartida 20410. Las experiencias de naturaleza psicoide 246

Parte IV: Hacia una nueva psicología del Ser 281

11. Nuevas perspectivas sobre la realidady la naturaleza humana 283

Notas 315Lecturas recomendadas 320