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BHS 89.5 (2012) doi:10.3828/bhs.2012.34 La mitología prehispánica en La mujer habitada de Gioconda Belli MÁRCIA HOPPE NAVARRO Universidad Federal del Río Grande del Sur Resumen La narrativa de Gioconda Belli ha sido marcada por una constante deconstrucción de los mitos. En su primera novela, La mujer habitada (1988), Belli nos devuelve a la época de la conquista española por intermedio de los recuerdos y creencias de una india náhuatl que, más de cuatro siglos después de su muerte, emerge de su lecho de tierra, fructificando, por primera vez, un viejo naranjo. Belli narra sobre el renacimiento de Itzá y eso permite que sus ideas comiencen a hacer eco en el mundo actual, particularmente en la transformación de la arquitecta Lavinia, en cuyo jardín se encuentra el naranjo. La india se mueve con autonomía, diferencián- dose de las mujeres de su tribu, pues ella ha abandonado su hogar para luchar junto a los hombres. El renacimiento de Itzá debe considerarse a partir de la ‘filosofía del equilibrio’ fundamentada en la mitología prehispánica: Coatlicue, la diosa de la tierra y de la muerte, representa el principio y el fin de todas las cosas – la muerte en la acepción náhuatl es, al mismo tiempo, la vida. El propósito de este artículo es examinar las implicaciones de ese renacer de un viejo mundo en la contempo- raneidad. Abstract Gioconda Belli’s narrative has been marked by a constant deconstruction of myths. In her first novel, La mujer habitada (1988), Belli takes us back to the time of the Spanish Conquest through the memories and beliefs of a Nahuatl Indian woman who, more than four centuries after her death, rises from her earthen deathbed as an old orange tree bears fruit for the first time. Belli tells us about Itzá’s rebirth and this allows the ideas of the Indian woman to begin to echo in the present world, particularly in the transformation of the architect Lavinia, in whose garden the orange tree is found. The Indian woman acts independently, marking a difference with the other women of her tribe, since she has left her domestic duties to fight alongside the men. Itzá’s rebirth should be considered according to the ‘philosophy of balance’ supported by pre-Hispanic mythology: Coatlicue, the goddess of the earth and of death, represents the beginning and the end of all things – in Nahuatl, the meanings of death and of life are inseparable. The purpose of this article is to examine the implications that this rebirth of the old world has for modern society. BHS89_5_02_Navarro.indd 455 18/06/2012 10:38

La Mitología Prehispánica en La Mujer Habitada de Gioconda Belli

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Coatlicue

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  • BHS 89.5 (2012) doi:10.3828/bhs.2012.34

    La mitologa prehispnica en La mujer habitada de Gioconda Belli

    Mrcia Hoppe NavarroUniversidad Federal del Ro Grande del Sur

    ResumenLa narrativa de Gioconda Belli ha sido marcada por una constante deconstruccin de los mitos. en su primera novela, La mujer habitada (1988), Belli nos devuelve a la poca de la conquista espaola por intermedio de los recuerdos y creencias de una india nhuatl que, ms de cuatro siglos despus de su muerte, emerge de su lecho de tierra, fructificando, por primera vez, un viejo naranjo. Belli narra sobre el renacimiento de Itz y eso permite que sus ideas comiencen a hacer eco en el mundo actual, particularmente en la transformacin de la arquitecta Lavinia, en cuyo jardn se encuentra el naranjo. La india se mueve con autonoma, diferencin-dose de las mujeres de su tribu, pues ella ha abandonado su hogar para luchar junto a los hombres. El renacimiento de Itz debe considerarse a partir de la filosofa del equilibrio fundamentada en la mitologa prehispnica: Coatlicue, la diosa de la tierra y de la muerte, representa el principio y el fin de todas las cosas la muerte en la acepcin nhuatl es, al mismo tiempo, la vida. El propsito de este artculo es examinar las implicaciones de ese renacer de un viejo mundo en la contempo-raneidad.

    Abstract Gioconda Bellis narrative has been marked by a constant deconstruction of myths. In her first novel, La mujer habitada (1988), Belli takes us back to the time of the Spanish conquest through the memories and beliefs of a Nahuatl indian woman who, more than four centuries after her death, rises from her earthen deathbed as an old orange tree bears fruit for the first time. Belli tells us about Itzs rebirth and this allows the ideas of the indian woman to begin to echo in the present world, particularly in the transformation of the architect Lavinia, in whose garden the orange tree is found. The indian woman acts independently, marking a difference with the other women of her tribe, since she has left her domestic duties to fight alongside the men. Itzs rebirth should be considered according to the philosophy of balance supported by pre-Hispanic mythology: coatlicue, the goddess of the earth and of death, represents the beginning and the end of all things in Nahuatl, the meanings of death and of life are inseparable. The purpose of this article is to examine the implications that this rebirth of the old world has for modern society.

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    La obra novelesca de la escritora nicaragense Gioconda Belli ha sido marcada por una constante deconstruccin de los mitos. en su ltimo libro, El universo en la palma de la mano (2008), retoma el mito de adn y eva para recontarlo de una forma creativa y potica donde la mujer tiene menos fuerza fsica y fue creada de la costilla del hombre, pero eso no disminuye en nada su poder como gene-radora de una especie y su brillante capacidad mental. en la novela anterior, El pergamino de la seduccin (2005), examina y subvierte el mito de la locura de Juana de Castilla (ms conocida como Juana la Loca), atribuyendo su comporta-miento extrao a la opresin psicolgica y fsica a la que estuvo sometida por su marido, Felipe el Hermoso; su padre, el rey Fernando; y hasta su hijo, Felipe II. en Waslala, memorial del futuro (1996) confronta el mito de Waslala, el lugar utpi-camente perfecto, sueo de los que hicieron, como ella, la revolucin Sandinista. Ya en Sofa de los presagios (1990), deshace el mito de la madre perfecta, entre otras cuestiones que tienen relacin con las creencias de la gente sencilla del pueblo en su pas, como mitos y leyendas de la brujera. En La mujer habitada (1988)1 la autora nos presenta los mitos precolombinos, al devolvernos a la poca de la conquista espaola por intermedio de los recuerdos y creencias de una india nhuatl que, ms de cuatro siglos despus de su muerte, emerge de su lecho de tierra fructificando, por primera vez, un viejo naranjo.

    en esa importante novela, la primera publicada por Belli luego de escribir varios libros de poesa, la autora narra sobre el renacimiento de la india llamada Itz. Eso permite que sus ideas comiencen a hacer eco en el mundo actual, parti-cularmente en la transformacin de la arquitecta Lavinia, en cuyo jardn se encuentra el naranjo. La india se mueve con autonoma, diferencindose de las mujeres de su tribu, pues, a pesar de que la partera hubiese enterrado su ombligo bajo el fogn, como mandaba la tradicin del bautizo azteca para significar que la casa era su lugar de actuacin en el mundo, ella ha abandonado su hogar para luchar junto a los hombres. El renacimiento de Itz, nombre que significa gota de roco, luego de siglos bajo la tierra, es significativo y debe ser considerado a partir de la filosofa del equilibrio fundamentada en la mitologa prehispnica: Coatlicue, la diosa de la tierra y de la muerte, representa el principio y el fin de todas las cosas, o sea, la muerte en la vieja acepcin nhuatl es, al mismo tiempo, la vida.2 Ese renacer de un viejo mundo en la contemporaneidad, que hace con que se restablezca la concepcin de la muerte como proceso que se dirige no solo a una vida diferente sino que ayuda a transformarla y perfeccionarla es el punto de partida para el acercamiento a los mitos prehispnicos, a la cultura mexica, a ese otro antiguo mundo que an marca el mundo actual.

    1 Se utilizar la edicin mexicana de La mujer habitada (Belli 1989). La primera edicin fue publicada por el editorial Txalaparta en 1988.

    2 vase por exemplo portilla 1956. portilla explica la aceptacin de la muerte a travs de la filosofia nhuatl donde el trmino tlalticpac ejerca un rol fundamental. l define ese concepto, empleado numerosas veces para indicar la realidad cambiante y perecedora del mundo: Llega a tal grado la insistente afirmacin de la fugacidad universal de lo que existe sobre la tierra, que puede tenerse esa por una de las experiencias fundamentales de donde parte el pensamiento nhuatl en su filosofar (322).

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    Esa idea puede ser ilustrada con el cuadro Retrato de Luther Burbank de Frida Kahlo, en el cual la pintora mexicana representa a un ser doble, un hombre rbol, cuyas piernas se transforman en el la base del tronco del rbol y cuyas races se alimentan de un esqueleto que aparece en forma horizontal bajo la tierra. en esa obra Kahlo trata de uno de sus temas favoritos: el nacimiento de una vida nueva a travs de la muerte. El retrato muestra como la pintora se aleja de la simple copia de la realidad en que viva y como transforma en arte el deseo de prestar homenaje al ecologista Burbank, quien dedic su vida al estudio de las plantas, preocupndose principalmente por descubrir nuevas formas de cruza-mientos y relaciones entre las diversas culturas vegetales (Kettenmann 1992: 25). El cuadro es fundamental para establecer no slo la idea que origin este trabajo sobre los mitos prehispnicos sino igualmente la conexin entre las obras de las dos mujeres. As como Kahlo, Belli presenta un mundo prehispnico impreg-nado de mito y de historia, y determinado por poderes de la naturaleza y del ciclo vital, donde, pintora y escritora, reconstituyen la importancia del mito en la recuperacin en la historia.

    Esa relacin ya aparece en el epgrafe de La mujer habitada donde la autora cita Memorias del fuego de Eduardo Galeano (1998), que, a su vez, presenta, en su pgina inicial, la descripcin del mito de la creacin del mundo de los maki-ritare.3 Belli elige el prrafo final: Rompo este huevo y nace la mujer y nace el hombre. Y juntos vivirn y morirn. Pero nacern nuevamente. Nacern y volvern a morir y otra vez nacern. Y nunca dejarn de nacer, porque la muerte es mentira (1989: 5).

    En primer lugar, no deja de ser significativo que Belli elija para epgrafe de su novela justamente el mito de los makiritare, que da inicio a la triloga de Galeano. como se sabe, Memorias del fuego es la historia general de amrica Latina publicada en tres volmenes (Los nacimientos, Las caras y las mscaras y El siglo del viento), que cuentan la verdadera historia de muchos personajes histricos cono-cidos de amrica Latina y pequeas historias olvidadas de actores histricos que nunca tuvieron voz, rompiendo el silencio en que se encontraban desde la poca prehispnica. O sea, Itz, que por ser mujer pertenece al grupo ms silenciado entre los silenciados, ahora tendr voz, recuperar su historia entrelazada a la historia de Lavinia.

    en segundo lugar, es doblemente importante que Belli haya escogido el mito de los makiritare, que son tambin conocidos por yecuana, una poblacin indgena que hoy se reduce a un nmero de alrededor de seis mil personas que viven al sur del ro Orinoco, Venezuela. La vida de los yecuana est estrecha-mente unida a los ros. El nombre yecuana (YE = madera + KU = agua + ANA = persona) significa gente del ro o gente de la curiara. La curiara o curiana es la canoa, cuya construccin es todo un ritual de la tcnica utilizada por los antepasados, que es muy importante para la identidad yecuana (civrieux 1970: 19). Lo curioso, principalmente para la asociacin que quiero establecer con Itz,

    3 el mito de la creacin de los makiritare est en la pgina 7 de Memoria del fuego. 1. Los nacimientos (Galeano 1998).

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    es que la curiara est hecha de un tronco de rbol que escarbado con fuego en forma oval. el proceso de hacerlo es largo y penoso y luego, cuando la canoa no sirve ms para navegar, los yecuana siguen usndola para moler la yuca, para guardar bebidas fermentadas para las fiestas e incluso para lavar ropa. Despus de mucho tiempo, la curiara, el tronco del rbol, vuelve a la naturaleza y completa el ciclo de vida, as como Itz, el rbol, completa su ciclo al final de la narrativa: He cumplido un ciclo: mi destino de semilla germinada, el designio de mis antepasados (342).

    La asociacin con el ro es fundamental para Itz, que no solo tiene nombre de agua (gota de roco), sino que al nacer es dedicada a Chalchiuhtlicue, diosa de las aguas, y muere en un ro, bajo el signo de Quiote-Tlloc, el dios de las lluvias. es tambin por la accin de las aguas que ella puede transformarse en tierra y humus y, tras cuatro siglos, habitar tanto el rbol como a Lavinia que, a su vez, al final de la narrativa, comenzar a cumplir otro ciclo: Lavinia es ahora tierra y humus. Su espritu danza en el viento de las tardes. Su cuerpo abona campos fecundos (342).

    es decir, Belli toma tres cuestiones fundamentales para el aprovechamiento del mito de la creacin de los makiritare. en primer lugar, la asociacin con el agua, con los dioses del agua, como muy bien expresan las primeras palabras de su historia:

    Al amanecer emerg. Extrao es lo que ha acontecido desde aquel da en el agua, la ltima vez que vi a Yarince. Los ancianos decan en la ceremonia que viajara hacia el Tlalocn, los jardines tibios de oriente pas del verdor y de las flores acariciadas por la lluvia tenue pero me encontr sola por siglos en una morada de tierra y races, observadora asombrada de mi cuerpo deshacindose en humus y vege-tacin. [] Haca das que oa los pequeos pasos de la lluvia, las grandes corrientes subterrneas acercndose a mi morada centenaria, abriendo tneles, atrayndome a travs de la porosidad hmeda del suelo. [] Me pregunto si habr llegado, por fin, a las tierras tropicales, al jardn de abundancia y descanso, a la alegra tranquila e interminable reservada a los que mueren bajo el signo de Quiote-Tlloc, seor de las aguas []. (7)

    en segundo lugar, la idea de que la muerte es mentira, pues todo en la natura-leza es parte de una dualidad complementaria, muerte y vida forman parte de la misma esencia. Casi al final de la narrativa, Itz comenta la muerte de Felipe:

    Muri al amanecer. retorn al lado del sol. es ahora compaero del guila, un quauhtecal, compaero del astro. Dentro de cuatro aos retornar tenue y resplan-deciente huitzilin, colibr, a volar de flor en flor en el aire tibio. El maz y las plantas nacen en el oeste, en Tamonchn, jardn de las diosas terrestres de la vida. Despus hacen un largo viaje de la germinacin bajo la tierra. Los dioses de la lluvia, Quiote, Tlloc, Chaac, los guan y alientan para que no pierdan el rumbo y surjan otra vez en el oriente, en la regin del sol naciente, de la juventud y la abundancia, el pas rojo de la aurora donde se escucha el canto del pjaro quetzal-coxcoxtli. Ni hombre, ni naturaleza, estn condenados a la muerte eterna. La muerte y la vida son solo las dos caras de la luna, una clara, otra oscura. (303)

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    En tercer lugar, tambin se puede inferir de la eleccin del epgrafe que la autora quiere mostrar que todo est interconectado, no slo en la naturaleza sino en el espacio y en el tiempo, incluyendo ah los pueblos y los mitos prehispnicos. Los makiritare son una de las siete etnias que forman la poblacin indgena caribe. Y son tambin la conexin geogrfica e histrica que intento establecer.

    en un momento de la narrativa, Belli da a entender a sus lectores que Yarince, el jefe indgena, compaero de Itz, fue el cacique de los Boacos y Caribes, lo que es sugerido por Flor, la amiga revolucionaria de Lavinia:

    Lucha como Yarince dijo Lavinia, distrada, sin poder concentrarse en la con -versacin. Y quin es Yarince? pregunt Flor, curiosa. Qu? dijo Lavinia Qu dije? Que luchaba como Yarince No s quin es Yarince. No s de dnde me sali No has estado leyendo sobre la conquista espaola? Pregunt Flor, y Lavinia neg con la cabeza . Hay un Yarince indgena, cacique de los Boacos y Caribes, que luch ms de quince aos contra los espaoles. [] por cierto que, aunque no se sabe si es leyenda o realidad, Yarince tuvo una mujer que pele con l. (207)

    Espacio

    por la cita anterior se perciben dos cuestiones fundamentales. parece que Belli quiere abarcar toda la cultura indgena al conectar la historia de Itz, que es nhuatl, probablemente de origen tolteca con algunos rasgos aztecas , con los makiritare o caribes, que, a su vez, son, en la novela, mencionados junto a los boacos (un antiguo pueblo indgena, hoy extinto, de la regin central de Nicaragua, donde hay una provincia y su capital llamadas Boaco). Por ser el jefe de los Boacos y Caribes (207) se presupone que Yarince, por la regin donde lucha, es, l mismo, boaco, as como, por la fuerte resistencia a los conquista-dores, tambin de etnia caribe, una de las ms resistentes durante la conquista espaola. Y el Caribe adems, como se ha mencionado, puede ser conectado a los makiritare del epgrafe.

    Itz, a su vez, proviene de Taguzgalpa4 (ahora Tegucigalpa, capital de Honduras), que se ubica a poco ms de 200 kilmetros al norte de Managua, donde ella fue muerta por los espaoles y enterrada por su compaero Yarince. O sea, la cultura tolteca esta interconectada a la azteca, que, a su vez, est unida a la maya. En ese sentido es interesante ver el significado del nombre Itz5 para

    4 Itz recibe, desde lejos, noticias de las mujeres de Taguzgalpa que deciden no acostarse ms con sus hombres para no parir esclavos para los espaoles. cuando decide poner en prctica el mismo procedimiento con Yarince es la nica vez que menciona el lugar de su origen: Y luego le dije no de nuevo y dije lo de las mujeres de Taguzgalpa, de mi tribu: no queramos hijos para las encomiendas, hijos para los barcos, hijos para morir despeda-zados por los perros si eran valientes guerreros (117).

    5 Al considerar la eleccin del nombre Itz, nos acordamos de Chichn Itz, en la provincia de Yucatn. en el siglo X d. c. la regin sufri la invasin de grupos portadores de la cultura tolteca, quienes transformaron a la capital Chichn Itz en su foco de poder. Los

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    los mayas. Y que ella recorre tambin a algunos dioses mayas: chaac, dios de la lluvia, por ejemplo (303). Queda con eso claro que el objetivo de Belli en la creacin de sus personajes Itz y Yarince es abarcar varias etnias autctonas, entre las numerosas existentes o que existieron en amrica central, y ms que en el espacio geogrfico mesoamericano. Se puede decir que indicaciones de ello aparecen en la eleccin de los comentarios que la autora hace sobre sitios que se extienden desde el norte de Mxico (la novela menciona a Aztln, un lugar mtico del norte de donde salieron los aztecas originalmente),6 pasando por el sudoeste (Chichn Itz), luego por Guatemala (dioses quiches), Honduras (Taguzgalpa), Nicaragua (boacos), hasta llegar a Venezuela (caribes/makiritare/yecuana). Este largo recorrido geogrficoliterario, que se torna evidente en una lectura cuida-dosa de La mujer habitad, corrobora la visin amplia de la autora en cuya novela abarca ms que Nicaragua, como parece al principio, o incluso amrica central, pues tambin se extiende a amrica del Norte y a amrica del Sur.

    Tiempo

    cuando se habla sobre el tiempo en La mujer habitada es necesario considerar, en primer lugar, la visin mtica del tiempo, un tiempo sobrepuesto y circular, que se asemeja mucho ms al tiempo de la imaginacin y de la literatura, parecido al tiempo de El jardn de senderos que se bifurcan de Borges.7 Un tiempo que se sobrepone y se reencuentra es ms importante en la conformacin de la novela que el tiempo cronolgico al que estamos acostumbrados y al cual nos aferramos para dar cierto orden a los eventos y organizar nuestras vidas. Aunque los dos tiempos caminen paralelamente en historias que se intercalan, separadas por seales grficas un cuadradito (las partes de Lavinia) o una pelotita (las partes de Itz) , hay un tramo ejemplar de mezcla de los dos tiempos en el momento de epifana de Itz, que comienza cuando Lavinia recoge cuatro frutas del naranjo para prepararse un jugo:

    Con la ayuda de una vara larga baj una, dos, tres, cuatro naranjas. cayeron con un sonido seco sobre la grama. entr a la casa. retorn a la cocina. Sac el cuchillo pulido y afilado del armario de los utensilios. Puso la naranja sobre el trozo de madera redonda usado para cortar y mirndola,

    toltecas y los itzs, durante los dos siglos que dur el podero tolteca de Chichn Itz, introdujeron fuertes cambios en la vida de los mayas (vase Sharer 1994).

    6 Aztln, tierra de las garzas o de la blancura, no tiene una ubicacin definida y ha causado controversias y el establecimiento de diversas teoras. Para algunos es slo un simbolismo del origen mtico de los aztecas. Sin embargo, tras el desmoronamiento del podero tolteca en el norte mesoamericano comienzan a penetrar los nahuas: tlaxcaltecas, tepanecas, xochimilcas, chalcas, acolhuas, tlahuicas y aztecas. Por ello se considera que vienen del norte. Hay historiadores, como Wigberto Jimnez Moreno, que incluso ubican geogrfi-camente a Aztln en la isla de Mezcaltitln, en el estado mexicano de Nayarit (citado por romo Medrano 2007: 4).

    7 Vase la definicin del tiempo en el cuento de Borges (1997: 116).

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    tocndola para acomodarla y hacerle el tajo justo al medio, hundi el cuchillo en su carne. El interior amarillo de la naranja se despleg, abierto. Caras amarillas, repetidas, mirndola. Parecan jugosas. Cort las cuatro, relamindose de gusto, sintiendo el olor de los panqueques dorados, el aroma del caf, las tostadas. Exprimi las naranjas hasta dejarlas reducidas al cuenco de la cscara. Su jugo se derram amarillo en el vaso cristalino.

    o

    Y sucedi. Sent que me pellizcaban. Cuatro pellizcos definidos, redondos. La sensacin en la yema de los dedos cuando probaba el filo puntudo de las flechas. Nada ms. Ni sangre, ni savia. Sent miedo cuando la vi salir al patio con la intencin clara en sus ojos y en sus movimientos. Me temblaron las hojas. Levemente. No se dio cuenta. en su tiempo lineal, se unen los acontecimientos por medio de la lgica. No sabe que me temblaron las hojas antes de que las sacudiera con el largo palo de madera. Pens que todo se habra consumado cuando cayeron las naranjas sobre la hierba. pero no. Me encontr vindome en dos dimensiones. Sintindome en el suelo y en el rbol. Hasta que me tocaron sus manos comprend que, sin dejar de estar en el rbol, estaba tambin en las naranjas. El don de la ubicuidad! Igual que los dioses! No caba en m de maravillada (no poda caber en m, adems, tan multiplicada) []. Ella nos abri de un tajo. [] Los gajos abrindose. Las delicadas pieles liberando sus cuidadosas lgrimas retenidas en aquel mundo redondo. (42)

    Esta parte requiere un poco de reflexin porque sintetiza la cuestin del tiempo en La mujer habitada. en el primer tramo se percibe el mundo de las acciones ordenadas y lineales de Lavinia al coger las naranjas para hacerse un jugo. Una accin llevada a cabo ordenadamente despus de la otra en su debido tiempo. Las frases son cortas y marcadas por los verbos: baj naranjas; cayeron sobre la grama; entr a la casa; sac el cuchillo (42). Belli prepara la entrada de Itz en su tiempo, quien, como naranja, parece estar participando de un sacrificio ceremonial azteca: acomodada en la madera redonda usada para cortar,8 en el momento en que Lavinia hunde el cuchillo en su carne, justo al medio, como si fuera el corazn palpitante de un guerrero ofrecido a los dioses. Incluso, en ese momento, parece que todo el pasado precolombino se despliega de antemano frente a Lavinia, y Itz se desdobla representando un mundo indgena que empieza a observar a la arquitecta con sus caras amarillas, repetidas, mirn-dola (42). Esa multiplicidad de caras muestra que Itz representa la voz colectiva de mujeres indgenas silenciadas por la historia oficial que ahora tratan de ser escuchadas al entrar en la vida de esa mujer de otro tiempo que todava no lo percibe.

    Por otro lado, en el segundo tramo arriba, Itz cuenta como le temblaron las hojas de miedo mientras Lavinia se acercaba, pues ya saba de su intencin de cosechar las naranjas. Lavinia, sin embargo, presa de su tiempo, no se percata

    8 Eso hace pensar en la Piedra de Tizoc usada en los sacrificios aztecas, un monolito circular de ms de ocho metros de circunferencia y casi un metro de altura, que tiene una cavidad en el medio y una ranura hacia un lado donde eran depositados los corazones sacados con el cuchillo de obsidiana (Museo de Antropologa, Mxico, DF).

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    de ello, pues su compaso es cronolgico, lineal, los acontecimientos se unen de forma lgica. Para ella, las hojas tiemblan solo cuando ella cosecha las naranjas con la ayuda de la vara.

    Y sta es, entonces, la estructura temporal de la novela. aunque en la parte de Lavinia se cuente una historia basada en la historia real, y bien ubicada crono-lgicamente en la Nicaragua de comienzos de la dcada de 1970, una historia lineal bien contada y que cautiva la atencin, es posible decir que la estructura del tiempo es la del mito (circular, sobrepuesto, repetido), pues, en realidad, la historia de Lavinia se inserte en la de Itz y no al revs, como puede parecer en una lectura superficial. Es Itz que cuenta la historia en primera persona colectiva, si se puede decir eso, es ella que comienza y termina la novela libe-rando en ella, como dice el texto, todas las lgrimas retenidas en aquel mundo redondo (42).

    Estribillo

    La tcnica del estribillo (vase Milliani 1994: 23), o de la repeticin con otras palabras que detienen el mismo sentido, una fuerte caracterstica de la poesa tolteca, marca simblicamente el tema principal de la novela: Todo cambia, todo se transforma (Belli 1989: 303). esas repeticiones, usadas principalmente para facilitar el entendimiento de las historias o poemas en aquellos tiempos, ya que la literatura se mantena oralmente, aparecen repetidamente en las divaga-ciones de Itz a lo largo de la narrativa, prenunciando el final, como es posible ver en algunos ejemplos abajo:

    Cuando los ancianos hablaban de parasos tropicales para los que moran en el agua, bajo el signo de Quiote-Tlloc, imaginaba regiones transparentes, hechas de la sustancia de los sueos. La realidad es, a menudo, ms fantstica que la imagi-nacin. No vago por jardines. Soy parte del jardn. Y ese rbol vive de nuevo con mi vida. estaba todo maltrecho pero yo he puesto savia en todas sus ramas y cuando venga el tiempo, dar frutos y entonces el ciclo empezar de nuevo. (17)

    Pronto llover. La tierra ha empezado a soltar el recuerdo del olor de la lluvia; llama a Quiote-Tlloc, con el agua guardada. Pienso ahora que quizs tambin mis antepasados remotos, los que huyendo de la explotacin de Ticomega y Maguatega, llegaron a poblar estos parajes, permanecieron en la tierra, en los frutos y las plantas durante mi tiempo de vida. Quizs fue alguno de ellos el que pobl mi sangre de ecos; quizs alguno de ellos vivi en m, hizo que dejara mi casa; me llev a los montes a combatir con Yarince. La vida tiene maneras de renovarse a s misma. (101)

    La vida brota de la muerte como la pequea planta del grano de maz, que se descompone en el seno de la tierra y nace para alimentarnos. Todo cambia. Todo se transforma. (303)

    Cuando ofrecen a la mejor amiga de Itz, Mimixcoa, en sacrificio al dios Tlloc, lo que significa ser arrojada al lago para que se ahogue, Itz no consigue aceptar la separacin de la amiga, pero sta la consuela, animndola a danzar su vida,

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    cantndole los versos de una cancin que enfatizan una vez ms esa inexorable ley de la vida como un ciclo:

    Toda lunatodo aotodo datodo vientocamina y pasa tambin.Tambin toda sangre llega al lugar de su quietud. (275)

    Y, para terminar la novela, Belli incluye el poema reproducido parcialmente abajo, homenaje al nuevo ciclo vital que empieza con la muerte y transforma-cin de Lavinia:

    He cumplido un ciclo: mi destino de semilla germinada, el designio de mis ante-pasados. Lavinia es ahora tierra y humus. Su espritu danza en el viento de las tardes. Su cuerpo abona campos fecundos.

    []Ni ella ni yo hemos muerto sin designio ni herencia.volvimos a la tierra desde donde de nuevo viviremos.poblaremos de frutos carnosos el aire de tiempos nuevos.Colibr YarinceColibr Felipedanzarn sobre nuestras corolasnos fecundarn eternamente.Viviremos en el crepsculo de las alegrasen el amanecer de todos los jardines.Pronto veremos el da colmado de felicidadLos barcos de los conquistadores alejndose para siempre.Sern nuestros el oro y las plumasel cacao y el mangola esencia de los sacuanjotes.Nadie que ama muere jams. (342)

    esta transformacin de la protagonista culmina y marca la estructura del mito de la creacin, que se basa en la idea recurrente en las culturas prehispnicas que se fundamentan en una dualidad solartelrica y varios de sus dioses son transmutaciones de la doble creencia. Es por esa razn que los dioses y diosas del agua son los ms mencionados en La mujer habitada (Tlloc, Quiote-Tlloc, Chaac, chalchiuhtlicue),9 porque tienen una directa relacin con la tierra. el agua en la tierra permite la fecundacin, la continuacin de la vida, de la historia y de los ciclos vitales. La novela est impregnada de imgenes asociadas con agua, lluvia, ros, roco, incluso en la parte de Lavinia.10 En la naturaleza, el sol, Tonatiuh, es

    9 Chalchiuhtlicue es especialmente importante en la narrativa, pues es la diosa a la cual Itz fue dedicada al nacer. Ella es la diosa de las aguas horizontales y de los ocanos y la esposa de Tlloc. Muchas veces Chalchiuhtlicue es representada como un ro en el que crece un rbol lleno de frutas (en la mitologa azteca es un rbol de peras y en la novela de naranjas) (Encyclopedia Brittanica, vase Chalcuitlicue; vase tambin Taube 1993).

    10 Por ejemplo, por qu a Lavinia no le gusta que Felipe la quiera justamente para ser la ribera de su ro (90)? No es slo por el machismo implcito o por la obvia respuesta de

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    el dios mximo, pues la tierra no sera fecundada por el agua si no fuera por el sol. Y el mito de los cuatro soles11 que se apagaron antes de nuestra era (que es el quinto sol) est presente en las preocupaciones cotidianas de Itz:

    en ese tiempo parece no haber ningn culto para los dioses. ella nunca enciende ramas de ocote, ni se inclina para ceremonias. No aparenta tener dudas de que Tona-tiuh alumbrar sus maanas. Nosotros siempre vivamos con el temor de que el sol se pusiera para siempre pues, qu garantas tenemos de que alumbrar maana? (25)

    Sin embargo, la diosa que est por detrs de la estructura de La mujer habitada es, como se observa al comienzo de ese trabajo, Coatlicue, diosa madre de la tierra que dio origen a todos los cuerpos celestes, la Diosa de la Vida, de la Muerte y del Renacimiento aunque Itz no la nombre explcitamente y slo son citadas las diosasmadres Cihuateteo (275). De la dualidad implcita que le es peculiar, la narrativa no se detiene mucho en el lado de la muerte, que coat-licue representa, y que es el ms enfatizado en las representaciones artsticas aztecas, para enfatizar ms el otro lado, el de la nueva vida que brota a partir de la muerte. Los humanos forman parte de la naturaleza y a ella retornan despus de la muerte, volviendo una y otra vez como plantas o animales (naranjos, coli-bres, lucirnagas, etc.), pues, como dicen los makiritare, la muerte es mentira. O como termina el poema final y la obra de Belli: Nadie que ama muere jams.

    Obras citadas

    Belli, Gioconda, 1989 [1988]. La mujer habitada (Mxico: editorial Diana [editorial Txalaparta])., 1990. Sofa de los presagios (Managua, Nicaragua: editorial vanguardia)., 1996. Waslala, memorial del futuro (Barcelona: emec editores)., 2005. El pergamino de la seduccin (Barcelona: editorial Seix Barral)., 2008. El universo en la palma de la mano (New York: Harpercollins publishers).Borges, Jorge Luis, 1997. Ficciones (Buenos Aires: Alianza Editorial).civrieux, Mark de, 1970. Watuna: la mitologa makiritare (caracas: Monte vila editores, 1970).Galeano, eduardo, 1998. Memorias del fuego. 3 vols. (Montevideo: ediciones chanchito).Kettenmann, andrea, 1992. Kahlo 19071954: Dolor y pasin (colonia, alemania: Benedikt

    Taschen).Milliani, Domingo, 1994. La literatura Hispanoamericana I (caracas: Monte vila).portilla, Miguel Len, 1956. La filosofa nhuatl (Mxico: instituto indigenista interamericano).romo Medrano, Ligia, 2007. Mexicas: El gran imperio de Mxico antiguo (Mxico: Grupo patria).Sharer, robert, 1994. The Ancient Maya (Stanford, CA: Stanford University Press).Taube, Karl, 1993. Aztec and Maya Myths (Austin: University of Texas Press).

    que ella tambin quiere participar de la Historia, y no ser solamente un puerto seguro por donde l pasa, sino que, debido a su estrecha conexin con Itz, la arquitecta tambin quiere ser ro, ser agua.

    11 De acuerdo con la mitologa de los antiguos mexicanos, estos crean que existieron cuatro mundos antes del actual y que todos ellos terminaron con un desastre (diluvio, viento, erupcin volcnica y mano del hombre). Luego del cuarto cataclismo, los dioses se reunieron en Teotihuacn, donde se decidi que uno de ellos, Quetzalcotl, deba sacrifi-carse, pues su muerte permitira el renacimiento de los seres humanos bajo un nuevo sol, el sol del hombre verdadero de la quinta humanidad (romo Medrano 2007: 3).

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