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5 RENGLONES # 50, DICIEMBRE 2001-MARZO 2002 La necesidad del pensar filosófico en la profesión Jesús Vergara Aceves, S.J.* Introducción Hemos llegado ya a un punto sin retorno, termina un ciclo histórico y comienza otro. El racionalismo moderno acaba a fuerza de roturar veredas en to- das direcciones, totalmente desorientado y perdido en la espesura del bosque. De día no sabe mirar al sol, ni de noche, a las estrellas. Puede analizar, en su atomismo, y dividir sin fin hasta los últimos genes del organismo humano, pero ha perdido el misterio y los últimos horizontes del ser humano. Cada vez hay mayor especialización profesional y menor sabiduría, ésta agoniza de inanición en me- dio de una sobreabundancia de cosas que no sabe qué hacen en el mundo ni para qué son. No esta- mos ante una diversión sino frente a una emer- gencia de ser o no ser. La inutilidad de la filosofía se convierte en urgente ayuda para sobrevivir. El problema en sus orígenes Enunciado del problema Las ciencias se sacudieron de toda teoría totaliza- dora y tutelar; proceden dinámicamente, por acierto y error. Las metafísicas y éticas estáticas, inmuta- bles y universales, no pueden concordar con la evolución científica moderna. De hecho las ciencias se sacudieron la tutela de la filosofía y la religión, pero cayeron en una nueva dependencia: los imperativos del poder humano, sobre todo económico y político. La caí- da de las ciencias se debió a que ellas mismas se contentaron con su propia autonomía, cada vez más especializada, y no mantuvieron amplitud de * Doctor en teología, director del Centro Tata Vasco, A.C., tutor de investigación en el Doctorado en Filosofía de la Educación del ITESO. horizonte generalizado. Han llegado a ser técnicas calculadoras tan autónomas que desconocen el todo y se vuelven manipulables. Se requiere, pues, una reflexión crítica filosó- fica que abra horizontes; que no sea estática, defi- nitiva y esencialista sino que se abra a un proceso heurístico completo. Eso son precisamente la filo- sofía trascendental, la metafísica y ética críticas. Fenomenología general sobre el pensar filosófico Tres partes principales: No es ninguna escueta actividad de la estricta lógica formal que se mueve dentro de catego- rías establecidas, ni la determinación en esas categorías de objetivos, ni métodos especializa- dos, ni la continuación acumulada de discipli- nas, que no afectan al sujeto. El pensar nace de un preguntar más allá de lo sabido y aceptado ante dificultades, incógni- tas, experiencias nuevas e inéditas. Éste se mueve en el interés por todo significa- do y su referencia intencional a las operacio- nes trascendentales del que piensa y de lo pen- sado. La significación abarca otros muchos campos, además de los conceptos estatuidos en las escuelas filosóficas y metafísicas. Pen- sar es la dilatación de un horizonte en que nosotros y nuestro mundo tenemos ya un sig- nificado hasta otro horizonte en el cual, a tra-

La necesidad del pensar filosófico en la profesión

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5RENGLONES # 50, DICIEMBRE 2001-MARZO 2002

La necesidad del pensar

filosófico en la profesión

Jesús Vergara Aceves, S.J.*

Introducción

Hemos llegado ya a un punto sin retorno, terminaun ciclo histórico y comienza otro. El racionalismomoderno acaba a fuerza de roturar veredas en to-das direcciones, totalmente desorientado y perdidoen la espesura del bosque. De día no sabe mirar alsol, ni de noche, a las estrellas. Puede analizar, ensu atomismo, y dividir sin fin hasta los últimosgenes del organismo humano, pero ha perdido elmisterio y los últimos horizontes del ser humano.Cada vez hay mayor especialización profesional ymenor sabiduría, ésta agoniza de inanición en me-dio de una sobreabundancia de cosas que no sabequé hacen en el mundo ni para qué son. No esta-mos ante una diversión sino frente a una emer-gencia de ser o no ser. La inutilidad de la filosofíase convierte en urgente ayuda para sobrevivir.

El problema en sus orígenes

Enunciado del problema

Las ciencias se sacudieron de toda teoría totaliza-dora y tutelar; proceden dinámicamente, por aciertoy error. Las metafísicas y éticas estáticas, inmuta-bles y universales, no pueden concordar con laevolución científica moderna.

De hecho las ciencias se sacudieron la tutelade la filosofía y la religión, pero cayeron en unanueva dependencia: los imperativos del poderhumano, sobre todo económico y político. La caí-da de las ciencias se debió a que ellas mismas secontentaron con su propia autonomía, cada vezmás especializada, y no mantuvieron amplitud de * Doctor en teología, director del Centro Tata Vasco, A.C., tutor

de investigación en el Doctorado en Filosofía de la Educación

del ITESO.

horizonte generalizado. Han llegado a ser técnicascalculadoras tan autónomas que desconocen el todoy se vuelven manipulables.

Se requiere, pues, una reflexión crítica filosó-fica que abra horizontes; que no sea estática, defi-nitiva y esencialista sino que se abra a un procesoheurístico completo. Eso son precisamente la filo-sofía trascendental, la metafísica y ética críticas.

Fenomenología generalsobre el pensar filosófico

Tres partes principales:

• No es ninguna escueta actividad de la estrictalógica formal que se mueve dentro de catego-rías establecidas, ni la determinación en esascategorías de objetivos, ni métodos especializa-dos, ni la continuación acumulada de discipli-nas, que no afectan al sujeto.

• El pensar nace de un preguntar más allá de losabido y aceptado ante dificultades, incógni-tas, experiencias nuevas e inéditas.

• Éste se mueve en el interés por todo significa-do y su referencia intencional a las operacio-nes trascendentales del que piensa y de lo pen-sado. La significación abarca otros muchoscampos, además de los conceptos estatuidosen las escuelas filosóficas y metafísicas. Pen-sar es la dilatación de un horizonte en quenosotros y nuestro mundo tenemos ya un sig-nificado hasta otro horizonte en el cual, a tra-

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vés de una libertad cualitativamente diferente,somos capaces no sólo de escoger entre unobjeto y otro sino de replantear todo desdeese nuevo horizonte alcanzado.

En breve, se entiende por pensar al ajustamientoconstante del pensador y lo pensado a las exigen-cias implícitas y trascendentales que activan al suje-to para adentrarse cada vez más en su circunmundo.

Presupuesto: cultura normativa y empírica

Para poder comprender la riqueza inédita en elmundo del significado y su despliegue en el tiem-po presente, es clave señalar la distinción entre lacultura normativa y la empírica.

La cultura normativa es, por ejemplo, la clásica.Es normativa porque es única, permanente, univer-sal y obligatoria para todos los pueblos de la tierra.A sus normas e ideales debe aspirar toda cultura.

Se llama cultura empírica al conjunto de signi-ficados y valores que informan un modo determi-nado de vida. Es plural, temporal. Puede crecer

rápidamente y declinar con lentitud. Su procesoen este sentido no se puede predecir del todo.Sus ciclos históricos no son regulares. Este contex-to fue impuesto por un largo proceso de seculari-zación que culmina cuando se impone la cienciamoderna. Hay dos aspectos: uno es reflexión so-bre la cultura, a ella me refiero principalmente;muchos de los autores contemporáneos tienen unenfoque empírico. El otro aspecto es el de lasculturas concretas. El afán de poder hace que losimperialismos tiendan a ser dominantes de las otrasculturas y asuman la ideología normativa.

Proceso de secularización

Es el proceso de emancipación de toda tutela reli-giosa, metafísica y ética. La secularización fuertepretendió erradicarlas hasta su extinción; la suavesólo pretende controlarlas, someterlas. Se realizadentro del amplio fenómeno de globalización quedesregula y reconfigura la producción y el comer-cio, la academia, la política y las religiones todas.Más acción y menos contemplación.

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Contemplación y acción

El proceso de la vida se simboliza en el corazón.Como signo, renueva la vida a través de dos movi-mientos, sístole y diástole, recepción e inyección.Como significado, el crecimiento de la intenciona-lidad de la conciencia procede lo mismo por in-yección que dilata los horizontes y la recepciónde todos los objetos dentro del nuevo horizonte:los antiguos se retransforman en sí y en todas susrelaciones con los otros objetos: los nuevos se ubi-can en el conjunto y también los reconfiguran yson a su vez reconfigurados.

Este proceso dual ha recibido diversos nom-bres. En la percepción, por ejemplo, se distingueentre ver y mirar, entre oír y escuchar. Ver y oírbiológicos son conducidos como flecha a un deter-minado objeto; son inquisitivos, discriminantes,parciales. Mirar y escuchar son también accionesbiológicas guiadas por otra intencionalidad, sonconocidas como copa receptiva de todo el vino,gotas y sabores, que le dan el último sabor y sentido.

En la actividad de la conciencia inteligente yrazonadora se prolonga el proceso dual: inyecciónde actividad intencional para dilatar los horizontespor la contemplación, y reacomodo de las cosas ylas actividades en el proceso de acción. Otras vecesse les llama teoría y práctica o teoría y praxis,según asuma la prioridad la teoría sobre la prácti-ca, como realizar la teoría, o la praxis, como acciónconsciente, inteligentemente propuesta que abrelos horizontes para que se formulen nuevas teo-rías que medien una práctica o ejecución calculada.

Aportación ignaciana

Me permito una breve digresión que ilustra. Aúnno se aprecia la trascendencia cultural que ha te-nido en el paso del medioevo a la modernidad laobra religiosa que Ignacio de Loyola legó comoenseñanza. Él se dio cuenta del proceso dual refe-rido. Por claridad y brevedad, lo formulo en ex-presiones de sus comentaristas: “liberar el espíritudel cuerpo y dar nuevo cuerpo al espíritu libera-do”. Al final de la edad media se imponía unanueva comprensión más consciente y elevada queliberara de los barrotes de un paradigma que, ade-más de rígido, ya era obsoleto. Las teorías de lacultura normativa no se podían liberar. Trataronsin éxito de imponerse, de adoctrinar, de imponerpreceptos a una sociedad petrificada que ya nocreía en esas teorías. Vino el estallido emocional

con poca carga racional. La época estalló en peda-zos. Ignacio la llamó discernimiento, que en elhorizonte del espíritu no separó ni erradicó la ci-zaña, pero sí la distinguió del trigo. A la liberaciónsigue la transformación del cuerpo para ser dócilal espíritu. La decisión, la elección, la readapta-ción de ese cuerpo y su planeación calculada ycuidadosa, con ayuda de la moderna planeaciónestratégica, la más racional, concreta y eficaz.

Dos breves comerciales: primero, lo que lacultura normativa no pudo, lo logró el discerni-miento; lo que la filosofía y la metafísica no hicie-ron, lo realizó la amplitud de horizonte del discer-nimiento. Segundo, nos hallamos en una situaciónparecida. La modernidad culturalmente fenece.Empieza a estallar. La emocionalidad posliberalincrementa su baja racionalidad. Se impone unasabiduría concreta que dilate horizontes. Las pro-fesiones categoriales, sin dilatar su amplitud, sonineficaces.

Aplicación a la filosofía y a la metafísica

No me refiero ya a las filosofías, éticas y metafísi-cas salidas del contexto de la cultura normativa.Las cosmovisiones eternas, inmutables, de horizon-tes fijos son incompatibles con el progreso de laciencia. De hecho mantienen su vigencia en cuan-to orientación sapiencial. Me refiero sobre todo alplatonismo, aristotelismo y tomismo como fueronentendidos a lo largo de la misma concepción dela historia. Pero ya no pueden ser entendidos ensus contenidos estrictos, muchas veces negadospor pruebas irrefutables de la ciencia moderna.

Estas filosofías fueron estructuras que ayuda-ron a la reflexión teológica del cristianismo, peroque tampoco son fácilmente compatibles con elmensaje evangélico si se toman en sus categoríasestrictas.

Las filosofías normativas, sus metafísicas y éti-cas fueron cediendo su lugar a las adquisicionesde la ciencia moderna. Poco a poco se impusieronlas filosofías empiristas, positivistas, materialistas.Ante la imposibilidad de integrar el inteligible y elsensible aristotélicos, se abandonó la filosofía uni-versal y normativa de esencias inmudables paraasumir el proceso activo de verificación de hipó-tesis nuevas comprobables sensiblemente, conautonomía e independencia total de las filosofíasy de las otras ciencias. Se terminó por construiruna Babel perfecta: cada disciplina, cada escuelade una misma disciplina procede con absoluta in-

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dependencia e ignorancia de las otras disciplinas.El liberalismo económico, por ejemplo, se sacudiólas éticas normativas ajenas e impuso sus propiasnormas como éticas de justicia productiva sin aten-der a la justicia distributiva. A base de atender sóloa lo suyo, se perdió el horizonte del todo.

El problema se agudiza en el presente

El pensar filosófico en el pasode la modernidad a la posmodernidad

La dramática historia del siglo XIX, con sus guerrasy calamidades sin cuento, acabó por hacer que loshombres se levantaran de hombros ante las ideo-logías “redentoras” de libertad, igualdad, fraterni-dad; de sociedad sin clases, de democracia sinlímites; que cayeran en el escepticismo de la ra-zón y volvieran al sensible irracional y a sus senti-mientos alegres o trágicos de la vida. Ya el exis-tencialismo francés dio muestras claras de esareacción. Se ha seguido una serie de tendenciasescépticas e irracionales hasta los actuales mo-vimientos posmodernos.

Hace años se quiso establecer un puente detrabajo interdisciplinario. Fracasó porque se en-tendió como la restauración de una nueva teoríanormativa, obligatoria para todas las disciplinas.No se aceptó la posibilidad de inferir un nuevométodo científico generalizado en el que la filoso-fía desempeñará un nuevo papel: normativo yamplio no por categorías inmutables de objetos,como esencia o sustancia, actos o facultades sinopor la reflexión de todas las posibles condicionestrascendentales del experimentar, entender, juzgary decidir a partir de los métodos empíricos.

Reacción: Martín Heidegger, la escuelade Francfort (Jürgen Habermas)

El ser no se le manifiesta al hombre como se lemanifiestan los entes. Por este camino se cosificaríauna vez más al ser. Pero el ser mueve al hombrecomo su destino, al que nunca deja de buscar por-que está orientado a él. La metafísica de Occiden-te ha sido más apariencia alienante que presenciaen el destierro.

El primer Heidegger: del hombre al ser. Lapregunta fundamental es por el sentido del ser.Para esclarecerla hay que partir de la ontología,sólo posible como fenomenología, como vuelta alas cosas y la existencia, es decir, como fenome-

nología distante del ser, pero vuelta a él. En tantoexistencia, el hombre es el pastor del ser: lo vigilaa distancia. Pero la fenomenología de la existenciano muestra ni revela al ser; lo oculta, sólo revelalo que el ser no es. El conocimiento del ser estáexcluido.

El último Heidegger: del ser al hombre. El serno está abierto a la existencia, pero es el que haceposible que la existencia lo busque siempre y estéde vuelta al ser como destino. Desde su ex-sis-tencia temporal el hombre es ex-stático (fuera desí está su centro), tiende hacia su destino, pero nopuede comprenderlo. El ser es presencia que haceposible la propia apertura del existente. Esta aper-tura es la que hace posible la comprensión delhombre y de su mundo, pero no la del ser.

La escuela de Francfort es una reacción de ins-piración marxista contra la presentación cada vezmás invasora de la ideología liberal, del pragma-tismo que encubre con su ideología liberal la cau-sa de la alienación humana en el modo de produc-ción capitalista.

Jürgen Habermas, notable representante de laescuela de Francfort, distingue tres tipos de cono-cimiento: el objetivista del primer Husserl, el delas ideas. El segundo es el saber técnico-calcula-dor, que no es más que la rigurosa concatenaciónde lógica estricta de un conjunto de medios paralograr con toda eficiencia un objetivo o fin pro-puesto, pero nunca discutido. El tercero es su fa-moso saber comunicativo, donde vuelve a entraral primer plano el encuentro de las subjetividades.

La rica reflexión filosófica mencionada adelan-tó la crítica de la modernidad ilustrada que habíadegenerado en un saber puramente técnico sinconocer ni discutir los fines. Ahora, en la deca-dencia de la modernidad, podemos apreciar mejorla aguda crítica de estas escuelas que reivindican lavuelta a un saber filosófico irrenunciable.

Racionalismo e ideologíassin horizonte ampliable

Lo fundamental del racionalismo es la fijación desus categorías establecidas y su absoluta incom-prensión de otras categorías que no encajen conlas suyas propias. En otras palabras, sólo aceptasus propios hallazgos y no es capaz de revisar suspropias categorías desde las hipótesis y hallazgosde los demás. De este modo las actitudes racio-nalistas fácilmente llegan a ser ideologías dondelo propio se convierte en la base fundamental que

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construye sobre ella toda la superestructura de sucosmovisión. Así conocemos las ideologías freu-diana, liberal, marxista y neoliberal.

Para resolver el problema:dinamismo del pensar

El desarrollo de la conciencia intencional de loshombres y las sociedades siempre puede y deberebasar, replantear y restructurar las categorías ylos paradigmas establecidos. La aceptación de lonuevo replantea todo el conjunto de categorías;altera, al suprimir, crear, cambiar, en un acto delibertad vertical que amplia el horizonte y todo loreubica dentro de él.

La significación y su función múltiple

Toda la amplitud de la significación volvió a serreplanteada por el impulso humanista de las disci-plinas del lenguaje, ante el fracaso de los racio-nalismos. Así surgieron san Agustín, Descartes,

Pascal y Newman. Ellos mostraron que es posiblellegar a conocer al sujeto consciente y sus opera-ciones conscientes sin presuponer una primeraestructura metafísica.

Se logra cada vez que se toma conciencia delas operaciones matemáticas, científicas, literariaso de la vida ordinaria. Los griegos así lo hicieroncon el arte, la literatura y la retórica, antes deestablecer sus categorías metafísicas. Eso muestraque las modernas reflexiones sobre la significa-ción pueden rectificar el sentido del pensar filosó-fico riguroso, metafísica y ética.

La significación se da en la emotividad, en laintersubjetividad, en el arte, los símbolos, lossignificados lingüísticos y en otros muchos cam-pos.

Tres etapas del significado

La primera etapa implica la mediación de la expe-riencia más inmediata de los sentidos al mundomediado del sentido común, de la vida cotidiana.

Sin título, de la serie “Marca registrada”, óleo sobre madera, 12 x17 cm, 2001.

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Comprende ya en germen muchos aspectos comola vida social, militar, política, familiar, de las cos-tumbres y la religiosa. Tiene una deficiencia, esverdad, da opiniones, no certezas sistemáticas ba-sadas en la definición. Pero es verdad que a vecesse minusvalora este mundo de la opinión. No olvi-demos que abarca también las convicciones másprofundas de la vida y, aunque tenga que purifi-carse por el mundo de la teoría, desmitificandociertos aspectos, no deja de tener importancia ca-pital.

Todos hemos leído en los Diálogos de Platónel sistemático esfuerzo que hacía Sócrates por ir ala definición y cómo confundió a sus interlocutoreshasta callarles la boca.

El paso a la definición y la teoría sistemática esuna genial conquista de los griegos. Sin embargo,epistemológicamente fue un paso precipitado albuscar con ansia la certeza. De la doxa se pasó ala teoría, del mundo de Heráclito se fue al deParménides sin comprobar lo suficiente el paso ala teoría. Se daba por hecho el comprender lasesencias, eternas e inmutables. Se dio por asenta-do que la inteligencia perspicaz clarificadora era,por ello, cierta.

Fue necesario que después de muchos años laciencia moderna distinguiera con claridad entrela formulación de la hipótesis y la verificación paraque descubriera el error que la filosofía cometióen la segunda etapa de la significación.

La metafísica tuvo que cambiar de función enel concierto de las ciencias; empezó a reconocerque el conocimiento de las esencias de las cosases muy complejo. Por acercamiento, por acierto yerror, las ciencias modernas son las que nos des-cubren los contenidos de las cosas, las esencias,su comprobación y verificación. Algunos, comoBernard Lonergan, han podido estudiar la teoríadel conocimiento de las ciencias, la han ampliadoy han desarrollado una estructura heurística com-pleta que descubre las funciones de la objetividady las últimas realidades afirmadas a través de unametafísica crítica, ya no objetivista sino prolonga-ción de las operaciones trascendentales de la sub-jetividad.

Esta segunda etapa también es rebasada encuanto a la ética. Para el mundo de la teoría quese crucificó en pretender relacionar el mundo sen-sible y el mundo inteligible, los juicios metafísicosson también los juicios de la teoría ética. Lacategorización eterna de la ética de ese mundo essuperada, ahora, por la filosofía de los valores,

que da un paso más profundo en el conocimientode las operaciones trascendentales de la subjetivi-dad. Hay cierta orientación de la ética humana.Pero la ética no es deducción de una antropologíao metafísica eterna y adecuada. El ser inacabadodel hombre se hace dinámicamente en su evo-lución.

Una consecuencia importante de esta reflexiónética es que el mundo religioso no puede conten-tarse con sostener una teoría que cuadra a la per-fección con la cultura normativa. Una religiosidadcerrada al mundo de las ciencias es una religiónque teme el trabajo de la inteligencia creadora yse contenta con repetir lo eterno y adoctrinar sintomar en cuenta la evolución del mundo y el avancede las ciencias.

La tendencia religiosa, pues, está llamada a re-vivir siempre las experiencias religiosas, a volversobre las convicciones del sentido común y a res-ponder a los retos nuevos de la ciencia desde laperspectiva religiosa. Trágico en la iglesia católicaha resultado el estancamiento en una antropologíainmudable que sigue enseñando lo de siemprefrente a los descubrimientos que el mundo ha he-cho de la afectividad y la sexualidad.

Estas dos etapas abren a un mundo más propiode la intencionalidad de la conciencia. Lonerganlo llama el mundo de la interioridad. Se descartaesta palabra porque entre nosotros tiene un signi-ficado peyorativo de intimismo subjetivo.

Pero es una etapa que responde a las exigen-cias de un momento de la evolución de nuestracultura. Un objetivismo directo y espontáneo lodescuidó. Toda la filosofía moderna no es sino ungiro hacia la subjetividad a partir de la cual, por ladinámica siempre presente en sus operaciones,ayuda a encontrar una revisión concreta y adecua-da tanto del proceso de conocer como del de losvalores éticos.

Este proceso no es esencialista. Tiene la hu-mildad de la ciencia moderna de volver una y otravez sobre nuestras operaciones para ver cómo ac-túan, cuáles hemos omitido y cuáles otras descu-brimos por primera vez. Este proceso de conocernuestro conocer y valorar nuestros valores no pue-de ser enseñado como los procesos de las cien-cias técnico-calculadoras. Se tiene que asumir porcompleto por cada una de las personas, porqueno es de una vez por todas, ni adoctrinable porconceptos válidos de una vez y para siempre. Elpensar filosófico es, pues, personalmente inab-dicable.