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(j UNIVERSIDAD DE MEXICO
LA NOVELA DE LA REVOLUCIÓN CUBANA
Dos NOVELAS se han publicado hastaahora, en Cuba, con temas de laRevolución: Bertillón 166 y Ma
;lana es 26. La primera se debe a JoséSoler Puig, que no se considera escritorde profesión y la segunda a una autorajoven, .Rilda Perera, que había producido antes algunos cuentos. Ambos relatos están en primer plano, como siles faltara la definitiva reconstrucciónartística, esa distancia indispensable p~l
ra transformar a la materia viviente ensustancia del arte. Sin embargo, BertiIlón posee una fuerza directa y espontánea, que salva el esquematismo de lospersonajes y Maiiana es 26 tiene verdaderos aciertos en el tratamiento de lavida <.le la pequeña burguesía antes dela revolución. Bertillón es novela de sucesos, de puro acontecer, y el recursode un diálogo casi taquigráfico contribuye a exteriorizar la acción. La visióndel forastero, enlace y espectador, nospermite contemplar lo que ocurre traslas persianas siempre cerradas de unaciudad que hierve en la lucha clandestina. Cuando el autor se acerca a las motivaciones de sus personajes logra mo-
.mentos de notable veracidad humanaen las figuras del cobarde que acaba envíctima, del padre del joven terroristay la madre de la muchacha revolucionaria. Lo mejor de Maiíana es 26 es,sin eluda, el contraste entre la actitudin<.liferente y egoísta de un sector de laclase media durante la lucha contra ladictadura y la entrega generosa y sinreservas de muchas vidas jóvenes, dentro del mismo marco social. Los personajes femeninos son los más auténticos- la joven señora burguesa, las sirvientas, la estudiante. Tanto la obra de Soler Puig como la de Hilda Perera apuntan escenas, modalidades, tonos" maticesy personajes de la vida cubana bien captados pero. .si.Il.Yesarrollarlos al máximode sus posibilidades. Sus temas giran entorno a la etapa de la gestación revolucionaria, en su aspecto de lucha en lasciuda<.les, sin tocar la insurrección arma<.la. ECTtillón nos deja todavía con laangustia de las épocas más duras de ladictadu'ra cuando toda la vida en el paísse reducía al acoso, la tortura y la muerte. El desafortunado capítulo final delVIafíana es 26 no consigue comunicar,como lo pretende, el asombroso júbilocolectivo del triunfo revolucionario.
.. ··"Estos primeros experimentos narrativos sugieren la formulación más ampliade cómo debe ser la gran novela de laRevolución Cubana. ¿Debe escribirseahora la novela "épica" o una novelaque refleje la profunda transformaciónque est;í experimentando toda una sociedad? Los dos caminos están abiertosy <.lepended <.le la sensibilidad del autorescoger uno u otro. No habría que descartar la estructura de la extensa "novelarÍl( qu~ podr!a abarcar las dos etapase 1I1cluslve alejarse un poco en el tiempo p~~a segui~' la trayectoria de la gener?ClOn a'i!!~nor a la actual y descubrirlos' anteliédC·JiItes·-de este momento his-
Por ]ulieta CAMPOS
Dibttjos de Wifredo LAM\
tórico. Hace un año, Alejo Carpentierno ponía en duda que la "épica" revolucionaria estaba en espera de su novelista. Este debía armarse de los instrumentos del historiador y proveerse deuna vasta documentación, desde los dia-
rios personales de' los combatientes, hasta las proclamas y manifiestos políticos,sin descuidar las entrevistas con los participantes en la gesta y el conocimientodirecto de los escenarios de los hechos.La novela "épica" <.le la revolución tiene la ventaja de cierta distancia temoporal acentuada por la rapidez vertigi~
nasa con q l;e se ha venido desarrollandoposteriormente el proceso revolucionario.
La otra posibilidad es la novela quepodríamos llamar "de la transición" yque reflejaría el sentido y las manifestaciones diversas de un período en elque entran en duelo dos visiones delmundo, dos maneras de ver la vida, eltiempo y la historia. La novela de latransición podría desenvolver una riquí-
sima variedad de temas, en torno a laintensificación del conflicto de clasesque supone una revolución, vista en susreflejos externos y en sus consecuenciasinternas o subjetivas. Habría gue penetrar en las motivaciones, temores, aspi-
raciones, actitudes y formas de conducta de las distintas clases sociales -burguesía, pequeña burguesía, obreros ycampesinos- sin olvidar que la transformación tiene diversas resonancias enunos y otros sectores y que se manifiesta, además, con características singulares en los hombres de carne y hueso cu-
yos destinos debe recrear el novelista.Dentro de este panorama, el escritor podría dar testimonio de su propia situa·ción, de la evolución del intelectual en\a compleja etapa de la transición: elpaso de una actitud solitaria, escépticay desconfiada a una postura solidariay, al mismo tiempo, las tensiones y ajustes que implica esta conversión fundamental.
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Si un autor prefiere enfrentarse conlas dificultades de punto de vista, tono ytratamiento que se desprenden de unanovela de este tipo puede seleccionártodavía entre la obra panorámica, que
represente a la sociedad en su conjuntoy esboce los personajes más característicos de esta época o la serie de novelasque desmenucen esta problemática enforma más detenida e interiorizada. Entodo caso, lo sicológico y lo social tendrían que mostrarse estrechamente ligados porque, en la realidad cubana deahora, lo social -el hecho revolucionario-, interviene decisivamente en todaslas vidas personales, como solidaridad y
adhesión o como rechazo, jamás comoindiferencia. Sería falsa una obra dondelos personajes se movieran en un' limboindeterminado, sin relaciones con elmundo objetivo. Lo histórico tendríaque inscribirse con gigantesca concresión porque es precisamente en los momentos de cambio revolucionario violento y profundo cuando el tiempo his-
tórico se impone con mayor fatalidadsobre las subjetiv,idades de los hombres.¿Cómo reaccionan unos y otros personajes ante la situación inevadible? y aquíse plantea otra cuestión: ¿cómo puede
formularse el novelista cubano de hoyesa necesidad de nuevas formas que esuna exigencia evidente de la novela denuestro tiempo? No es posible responder teóricamente y a priori a esta interrogación porque la función de la crítica no es dar, recetas sino, cuando más,señalar los caminos y contribuir a desbrozarlos. Pero es el artista el que debeabrirse pa&o por esos caminos y encontrar, en la creación misma, las posib~es
soluciones concretas de los problemasteóricos. Sólo cabe anticipar que la interrelación entre subjetividad y realic;1aclsocial debe encontrar una forma adecuada, que encarne, en la novela de la revolución, la proporción y la densidadefectivas de ambas dimensiones. En unaforma emfncntemente dia~~ctica -contrapuntística quizás- tendría que ex-
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presarse esa peculiar dinámica de la transición" de los distintos modos de vidaque coinciden, unos que tienden a desaparecer y otros que apenas comienzana surgir y que se afirmarán progresivamente. El novelista debe reflejar la tensión y las contradicciones de una sociedad en enorme movilidad, donde se agucliz~ al máximo el desgarramiento entreel pasado y el futuro. Encarnada en suspersonajes, esta pugna se manifestaríaen unos como el intento de recuperación del tiempo pasado -al que atribuyen ahora toda la felicidad- y en otroscomo un tiempo medido por la acciónpreserlte, apenas arraigado en el p~sadoy cargado de futuro. La ruptura con elpasado que para unos es motivo de angus'tia y desconcierto par~ los otros loes de seguridad y decisión. Y el novelistano puede prescindir de ninguno de esosdos mundos, si no quiere que su visiónquede trunca.
La novela cubana no tiene detrás unarica tradición narrativa donde alimentarse. La sociedad no había maduradolo suficiente comp,"para producir unnúmero considerable de novelistas representativos. Es ahora cuando toca a losescritores el papel de contribuir a ladeterminación y c:rÍstalización artísticadel cadcter nacional, una vez que existeya un pueblo con conciencia de sí mismo, con una efectiva conciencia común.Cualquier novela (fé,esta época tendráun poco de epopeya, en tanto que losrelatos· épicos dieron siempre el testimonio del despertar de una concienciacolectiva. Al propio tiempo, estará expresando una visión contemporánea y,por lo tanto, inevitablemente universal.Si el novelista occidental expresa, necesariamente, la soledad y la incertidumbre de muchos hombres de Francia, Inglaterra o los Estados Unidos ante laspreocupaciones con que se enfrentan ennuestra época, el novelista de los paísesque empiezan a afirmarse en la historiatiene que reflejar un nuevo sentido delas relaciones con los hombres del restodel mundo.
A algo se debe, sin embargo, que nose haya dado todavía- esta novela de latransición. No es fácil interpretar unarealidad que diariamente varía para elartista que pretenda sincronizar su propia receptividad al apresurado ritmo quela revolución ha impuesto a la vida cubana. Si los novelistas han preferido detenerse en la etapa inmediatamente anterior es, precisamente, para hacer unalto y cobrar aliento. Sólo así podráncontemplar después, con cierta calma,una vida que difícilmente puede recrearse en el momento mismo de vivirla. Esamaduración social, que ya puede apreciarse, requiere aún un lapso de tiempomás prolongado, para que el escritorpueda sedimentar su experiencia y queésta se desprenda un poco, por paradójico que parezca, de su inmediata connotación efectiva. Para que un testimonio de esta naturaleza perdure hace falta, en definitiva, no sólo que refleje unacomprensión clara de lo que está ocurriendo sino que se organice la materiatnmática la tente, mediante la técnicaque la defina y descubra su calidad especial, en transposición artística de la.realidad.