La Nueva Historia Le Goff

Embed Size (px)

Citation preview

Desde hace una veintena de aos se asiste a una profunda renovacin del campo cientfico. No slo la mayora de las ciencias manifiestan esta aceleracin de la historia, tan fcil de consignar, sino que el desglose del saber evoluciona rpidamente.

EL PUESTO ORIGINAL DE LA HISTORIA

En este campo renovado, una ciencia ocupa un lugar original la historia. Hay una nueva historia, y uno de sus adelantados Henri Berr, empleaba ya el trmino en 1930. Este puesto original lo debe la historia a dos caractersticas fundamentales: su total renovacin y el arraigo de su mutacin en tradiciones antiguas y slidas. Muchas ciencias se han modernizado en un sector particular de sus dominios, sin que se haya modificado todo su campo.
Toda forma de nueva historia es un intento de historia total. Mas la historia no se ha contentado con abrirse, aqu y all, nuevos horizontes y nuevos sectores. Cierto que un Pierre Goubert abre a la nueva historia el campo de la demografa histrica, el acceso, desde el nacimiento a la muerte, gracias al detenido examen de los registros parroquiales, a todos los individuos, a todas las familias de una regin durante un siglo. Cierto que un Nathan Wachtel, con "La visin de los vencidos*", modelo y obra maestra de la nueva historia, extiende esta historia a las dimensiones sin fronteras de la etnohistoria. Pero la nueva historia no se contenta con estas avanzadas. Ella se afirma como historia global, total, y reivindica la renovacin de todo el campo de la historia.
Y, a propsito del ttulo de los "Annales de historia econmica y social", fundados en 1929, Lucien Febvre deba decir que ambos eptetos, pero sobre todo el de "social", haban sido elegidos por Marc Bloch y l por razn de su carcter vago que abarcaba toda la historia: No hay historia econmica y social. Hay la historia, sencillamente, en su unidad. La historia que es social enteramente, por definicin.
La nueva historia ha ensanchado el campo del documento histrico. La segunda originalidad de la nueva historia estriba en efecto en apoyarse en una larga y slida tradicin. La nueva historia naci en gran parte de una rebelin contra la historia positivista del siglo XIX, tal como haba sido definida por ciertas obras de mtodo alrededor de 1900. Sin embargo, una parte de las conquistas tcnicas del mtodo positivista sigue siendo vlida. La nueva historia ha ensanchado el campo del documento histrico; ha sustituido la historia de Langlois y de Seignobos esencialmente fundada sobre los textos, sobre el documento escrito, por una historia fundada sobre una multitud de documentos: escritos de todas clases, documentos con figuras, productos de las excavaciones arqueolgicas, documentos orales, etc. Una estadstica, una curva de precios, una fotografa, una pelcula, o, para un pasado ms lejano, polen fsil, una herramienta, un exvoto, son para la nueva historia, documentos de primer orden

NACIMIENTO DE LA NUEVA HISTORIA. LA "ESCUELA DE LOS ANNALES"

Sobre todo, la nueva historia tiene ya una tradicin propia, la de los fundadores de la revista "Annales de historia econmica y social". Cuando Lucien Febvre y Marc Bloch lanzaron en Estrasburgo, en 1929, una revista que asuma, modificado, un antiguo proyecto de Lucien Febvre, de una revista internacional de historia econmica que haba abortado, sus motivaciones eran de varios rdenes.
Una lucha contra la historia poltica. De 1924 a 1939 cul fue el combate de los "Annales"?. Primeramente, la lucha contra la historia poltica, la bestia negra de Lucien Febvre y Marc Bloch, sobre todo en su forma diplomtica, cuyo modelo de pesadilla era para ellos el "Manual de poltica extranjera" de Emile Bourgeois (1892). Esta historia poltica que es, por una parte, una historia-relato y, por otra, una historia de acontecimientos, una historia del acontecer, teatro de apariencias que esconda el verdadero juego de la historia, que se desarrolla entre bastidores y entre las estructuras ocultas adonde hay que ir para descubrirlo, analizarlo y explicarlo.

Una crtica de la nocin de hecho histrico. Este es tambin el momento en que los "Annales" hacen una despiadada crtica de la nocin de hecho histrico. No hay realidad histrica ya hecha que se entregue espontneamente al historiador. Como todo hombre de ciencia, ste, segn la frase de Marc Bloch, "de cara a la inmensa y confusa realidad", debe hacer "su opcin", lo que evidentemente no significa ni arbitraria ni simple recopilacin, sino construccin cientfica del documento cuyo anlisis debe permitir la reconstitucin y explicacin del pasado.

Los Annales. Economas. Sociedades. Civilizaciones.

Despus de la segunda guerra mundial, los "Annales" y los historiadores que gravitan en torno a ella continan, luego vuelven al trabajo y hacen progresar otra vez a la nueva historia. La revista, que ha tenido que cambiar varias veces de nombre por las condiciones de la guerra y de la ocupacin alemana, lleva a partir de 1946 un nuevo ttulo que seala la ampliacin de sus horizontes. En adelante se llamar los "Annales. Economas. Sociedades. Civilizaciones". Hemos reconocido que, en una sociedad, cualquiera que ella sea, todo se enlaza y se rige mutuamente: la estructura poltica y social, la economa, las creencias, las manifestaciones ms elementales al igual que las ms sutiles de la mentalidad."
Una historia problemtica, y no automtica. Ms que nunca, los problemas, una historia para el tiempo presente, para permitir vivir y comprender "en un mundo en estado de inestabilidad definitiva".
En el umbral de esta nueva fase, aparecen dos obras "programticas" de los fundadores, que publicaron al principio de la guerra sus obras maestras: "La sociedad feudal", de Marc Bloch, modelo de una historia con problemas, sinttica y comparatista sin extravagancia, abierta a "las maneras de ver y pensar", que va ms all de la historia jurdica de las instituciones hacia una historia social de las clases y una historia del poder y los poderes; y "El problema de la increencia en el siglo XVI: la religin de Rabelais", donde Lucien Febvre encuentra la historia profunda "en el corazn del siglo XVI", la larga duracin de las ideas, de los sentimientos y de las creencias y destruye el anacrnico mito de un Rabelais librepensador.
De una parte, rechazar "el dolo de los orgenes", porque, segn un proverbio rabe, "los hombres se parecen ms a su tiempo que a sus padres". De otra, prestar atencin a las relaciones del presente y del pasado, es decir, "comprender el presente por el pasado", pero tambin "comprender el pasado por el presente", de donde la necesidad de un mtodo "prudentemente regresivo".
Combates por una nueva historia. Unos aos despus, Lucien Febvre recoga una parte importante de sus artculos de mtodo en "Combates por la historia". En l se hallan las "profesiones de fe del principio", de las que he dado varios fragmentos significativos, los artculos de combate contra la historia poltica y diplomtica, la historia-cuadro, la historia-manual, la historia filosfica y lo que l llama historia historizante, a base de historia del acontecer, pasiva ante los hechos, sin problemas, encerrada en la rumia de los textos, comparable a lo que se denomina hoy en poltica "poltica politicastra".
En cambio, combate por una "historia dirigida": expresin que hoy quizs suena mal, pero que designa la historia hecha a partir de encuestas colectivas, "porvenir de la historia", de las que los "Annales" dieron desde el principio ejemplo, lanzando encuestas sobre el catastro, los planes parcelarios, la tcnica agrcola y sus repercusiones en la historia de los hombres, las noblezas.
Despus viene la mirada hacia el vecino, con la esperanza de hacer que dialoguen los "hermanos que se ignoran", que son casi otras tantas decepciones; cierto fracaso de las lingsticas, que permite con todo a los historiadores "descubrir un rincn del pasado sin textos mediante una induccin limitada tal vez, pero fuerte, slida, fundada en una experiencia inatacable" la psicologa, aparentemente incapaz de entablar por s misma dilogo con los historiadores, que deben "procurar a los psiclogos una psicologa histrica vlida" y, por fin, ese conjunto de campos replegados sobre s mismos por falta de especialistas sin horizontes y sin problemas, que mantienen lejos del hambre de los historiadores de la nueva historia campos fundamentales: la literatura, la filosofa, el arte, las ciencias.
Hacia otra historia... con Fernand Braudel. Por otra parte, a la llamada de Lucien Febvre, Georges Friedmann, que se va a convertir en el padre de la nueva sociologa en Francia, una sociologa amasada de historia, que sita al taylorismo en la evolucin del trabajo industrial, abarca el presente en su espesor de tradicin y cambios, en sus mitos ideolgicos*, y dos jvenes historiadores, Fernand Braudel y Charles Moraz, devuelven a los "Annales" el impulso hacia esta historia en la que mutuamente se iluminan pasado y presente. Pronto, Fernand Braudel entrega a la nueva historia su obra maestra, "El Medterrneo y el mundo mediterrneo en la poca de Felipe ll ". Lucien Febvre, que ha "descubierto" a Fernand Braudel, presenta as la obra en un artculo de ttulo significativo: "Hacia otra historia: 'El Mediterrneo y el mundo mediterrneo en la poca de Felipe ll' (dos personajes de desigual grandeza, y no es el segundo quien gana por la mano al primero, gran novedad entonces).
Lucien Febvre muere en 1956. Fernand Braudel, secundado primero por Robert Mandrou y despus por Marc Ferro, se convierte en el inspirador principal de los "Annales". En 1958 publica en ellos el artculo que va a caracterizar profundamente la actual etapa de la nueva historia: "Historia y ciencias sociales: la larga duracin." En 1969, Fernand Braudel, Charles Moraz y Georges Friedmann confian los Annales a un nuevo equipo: Andr Burguire, Marc Ferro, Jacques Le Goff, Emmanuel Le Roy Ladurie y Jacques Revel. Este equipo har el balance de la revista y sealar la historia que queda por hacer, en 1979, con ocasin del cincuentenario de los Annales.
UNA HISTORIA FRANCESA?
La nueva historia parece ser esencialmente una historia francesa. Y en muy buena parte, se es el caso. De una parte, la historia ha representado en Francia, desde el siglo XIX, por no decir desde fines del siglo XVII, un papel dominante, federador y pionero en el campo de las ciencias que habran de llamarse humanas o sociales. Hemos visto algunos de los grandes nombres que manifestaron su papel y contribuyeron a afirmarlo. Mientras en los pases anglosajones las modernas ciencias sociales surgieron ms bien de la sociologa o la antropologa, en Francia es la historia la que desempe el papel de gua, como puede verse, por ejemplo, en las condiciones de fundacin, programa y funcionamiento de la seccin VI de la Escuela Prctica de Altos Estudios a partir de 1947.
La nueva historia fuera de Francia. Finalmente y sobre todo, la nueva historia se hace tambin en otras parte adems de Francia, y con frecuencia de una manera brillante y avanzada. En cuanto a revistas, recordemos el papel modelo representado por la "Vierteljahrschrift fr Sozial- und Wirtschaftsgeschichtes" en el nacimiento de los "Annales de historia econmica y social". Hoy, la revista britnica "Past and Present" (desde 1952) representa a la nueva historia por el mismo ttulo que los "Annales E.S.C." Y las angloamericanas "Comparative Studies in Sociology and History" (desde 1957) han contribuido a esta renovacin de la historia social en sentido amplio. Con la Gran Bretaa, Italia parece abrirse particularmente a la nueva historia y as lo atestigua la actividad de varios de sus editores. Citar al azar (y hay otros muchos) el puesto de primera fila que ocupan en etnohistoria la americana Natalie Zemon Davis y el italiano Carlo Ginzburg; la brillante escuela histrica polaca ha producido, por ejemplo, uno de los mayores y ms innovadores historiadores de los marginados, Ronislaw Gereieke, y Witold Kula ha renovado los modelos Marxistas en historia econmica y social, con un voluminoso tratado de historia econmica, pero sobre todo quizs con un nuevo modelo de feudalismo* que ha despertado el ms vivo inters en Occidente y con un libro pionero, "Medidas y hombres"*, donde muestra cmo la historia de las luchas sociales se desarroll a menudo en torno a los instrumentos de la vida cotidiana.
LA NUEVA HISTORIA, HOY
En "Hacer la historia", la nueva historia ha sido definida por la aparicin de nuevos problemas, nuevos mtodos, que han renovado campos tradicionales de la historia y sobre todo tal vez por la aparicin en el campo de la historia de objetos nuevos, reservados en general hasta entonces a la antropologa.
La larga duracin La ms fecunda de las perspectivas definidas por los adelantados de la nueva historia ha sido la de la larga duracin. La historia avanza ms o menos rpida, pero las fuerzas profundas de la historia slo actan y se dejan prender en el tiempo largo. Un sistema econmico y social slo cambia lentamente. As lo entendi Marx, quien, por el concepto de modo de produccin, por la teora del paso de la esclavitud al feudalismo y despus al capitalismo, haba designado, como formaciones esenciales de la historia, sistemas multiseculares. Cabe definirlas de otro modo, elegir como medida de la historia las costumbres o las mentalidades, distinguir perodos segn las tcnicas, segn las formas energticas predominancia sucesiva del motor humano, del motor animal, del motor mecnico), segn las actitudes frente a fenmenos y problemas fundamentales: el trabajo, por ejemplo (cundo se pasa de la idea de trabajo despreciable a la de trabajo progresista, de muerte enteramente sufrida a muerte parcialmente dominada?).
La historia a corto plazo es incapaz de captar y explicar las permanencias y los cambios. Una historia poltica que se regule por los cambios de reinos y gobiernos, no capta la vida profunda: el aumento de la estatura de los humanos ligada a las revoluciones de la alimentacin y de la medicina, el cambio de las relaciones con el espacio derivado de la revolucin de los transportes, la radical transformacin de los conocimientos provocados por la aparicin de los nuevos medios, la imprenta, el telgrafo y el telfono, el peridico, la radio, la televisin no dependen de los cambios polticos, de los acontecimientos que todava hoy ocupan la primera plana de los diarios, por tanto, es menester estudiar lo que cambia lentamente y lo que desde hace unos decenios llamamos estructuras, pero tambin hay que resistir una de las tentaciones de la nueva historia; atrapados por la importancia de lo que dura, algunos de los mayores historiadores de hoy han empleado -forzando, sin llamarse a engao, las palabras para mejor explicar las cosas y presiones peligrosas: "historia casi inmvil" (Fernand Braudel) o "historia inmvil" (Emmanuel Le Roy Ladurie). No, la historia se mueve. La nueva historia debe, al contrario, hacer que se entienda mejor el cambio.
El hombre salvaje y el hombre corriente.
La fecunda teora de la larga duracin ha favorecido el acercamiento entre la historia y aquella de las ciencias humanas que estudiaba sociedades "casi inmviles", la etnologa o, como se llama corrientemente hoy, la antropologa. De aqu el inters reciente por el nivel de las costumbres, de lo que Marcel Mauss llamaba las tcnicas del cuerpo, de las maneras de alimentarse, vestirse, habitar, etc. Es el programa de estudio del hombre salvaje y del hombre corriente que Francois Furet y yo mismo hemos intentado trazar. De ah la necesidad de desarrollar los mtodos de una historia a partir de textos hasta ahora desdeados - textos literarios o archivos que atestiguan las humildes realidades cotidianas , los "etnotextos" sin embargo, no deja de crear problemas el acercamiento entre historiadores y antroplogos.
La historia y las otras Ciencias Humanas. Este privilegiado dilogo de la historia con la antropologa no debe hacernos olvidar los esfuerzos de la nueva historia por entablar mejor el dilogo con las dems ciencias humanas. La escuela francesa de sociologa de Durkheim haba ejercido un influjo innegable en todos "Annales" en su nacimiento. La presencia de Georges Friedmann, los lazos que unan a Fernand Braudel con Georges Gurvitch no fueron suficientes para garantizar la prosecucin de un intercambio fecundo. La nueva historia no encuentra fcilmente un lenguaje comn con una sociologa que oscila entre un discurso dogmtico filosfico y abstracto y mtodos muy empricos que proceden por cuestionarios, tras los cuales no siempre se dibuja una problemtica slida. Por su parte, los socilogos no disimulan su inquietud frente a las aspiraciones expansionistas de las historias, la encuentran demasiado poco conceptual y siguen con frecuencia sin ver en ella ms que un depsito de ejemplos y experiencias.
No resulta ms fcil el dilogo con la economa. Cierto que el desarrollo de la historia econmica y su presencia siempre indispensable en la nueva historia conservan sus pasarelas entre ambas ciencias. Pero el creciente tecnicismo de la economa y la tirana de la economa matemtica, la tendencia de los economistas a ceirse a los estudios de corto y mediano plazo conducen tambin aqu a una distorsin entre las orientaciones de ambas ciencias. Pero la colaboracin, por ejemplo, de un Serge Christophe Kolm en los "Annales" da fe de una evolucin en estas relaciones*. La obra de un gran historiador de la nueva historia como Georges Duby, que, sobre bases de partida de historia econmica y social, ampla estos horizontes mediante la integracin de los sistemas de representacin, es capaz de facilitar esta evolucin.
La actual crisis de la geografa ha -arrastrado tambin un relajamiento de las relaciones entre la historia y la geografa, de la que sabemos el fundamental papel que ha representado en el pensamiento de Marc Bloch, de Lucien Febvre y de Fernand Braudel y en los "Annales" hasta un perodo reciente. Mas las premisas de un renacimiento de la geografa, a partir de una nueva problemtica del espacio y de una mejor integracin de la duracin -y por consiguiente de la historia- en el estudio de los fenmenos especiales, permiten esperar un prometedor renacimiento de las relaciones entre ambas ciencias.
No es tan claro el deshielo en los dominios de la psicologa y de la lingstica. El desarrollo de la psicologa social, al contacto ms de la psicologa que de la historia, los progresos de una psicologa cientfica ms ligada a las ciencias de la naturaleza (o de la vida) que a las ciencias del hombre, han mantenido o agravado las ignorancias entre psicologa e historia. La evolucin de la historia de la psicologa colectiva hacia el concepto de mentalidad, poco interesante para los psiclogos, ha aumentado las distancias entre las dos ciencias. La lingstica moderna con sus orientaciones estructuralistas- no se ha acercado a la nueva historia, pese a la atencin que dedican los historiadores a la obra de un Emile Benveniste o a las invenciones de los semilogos y semiticos, que han ocupado un lugar destacado en la seccin VI de la Escuela Prctica de Altos Estudios, convertida en 1975 en Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales.
Quedan tres evoluciones interesantes, pero de resultados por ahora limitados. La primera, en el campo mismo de las ciencias del hombre, es por el Psicoanlisis. De l ha surgido incluso el nacimiento de una historia psicoanaltica, ms desarrollada quizs en los pases anglosajones que en Francia, donde no obstante, vas muy diferentes, han abierto caminos sugestivos Michel teau, de una parte, y Alain Besancon, de otras. Pero la dificultad para el psicoanlisis de pasar cientficamente de lo individual a lo colectivo, la desconfianza de muchos historiadores en cuanto al pensamiento de Jung, a pesar de ser ms adecuado compartir las preocupaciones de los historiadores, de ciertos historiadores en todo caso, como Alphonse Dupronte y Aurigemas, han detenido, provisionalmente sin duda, un poco estas investigaciones.
La segunda va es la del encuentro de la historia con las ciencias exactas y especialmente con las matemticas. Una vez ms, ha nacido una nueva ciencia, las matemticas sociales, ms su utilidad ha sido hasta ahora ms evidente para la sociologa, la ecologa, la lingstica y la geografa que para la historia. va ms prometedora es quizs la que tiende a rebajar, ya no abatir, los muros que separan las ciencias humanas (y primer lugar la historia) y las ciencias de la vida.
El deseo de la nueva historia de construir una historia del hombre total, su cuerpo y su fisiologa situados en la duracin social, la ocupacin de ciertos grandes bilogos por convertir la historia de su ciencia en instrumento de investigacin de un modo exterior sino interno y ampliar sus investigaciones a las dimensiones de la ecologa humana, haciendo intervenir a la historia, la geografa, la antropologa, la sociologa y la demografa junto con la biologa propiamente tal, permiten entrever enormes perspectivas. En todo este quehacer el papel de la nueva historia es determinante.
La historia de las mentalidades
Lucien Febvre y Marc Bloch, atrados por la psicologa colectiva y los fenmenos espirituales en historia, abrieron los accesos de una nueva historia, la de las mentalidades. Pero Lucien Febvre no explor sino dos aspectos -por lo dems importantsimos - de este nuevo campo: la nocin de mental y la de sensibilidad. Me contentar aqu con recordar que esta nocin vaga, ambigua y a veces inquietante de "mentalidad", como muchos trminos vagos, es una de las que ms han removido en estos ltimos aos el campo de la historia, aportando, sobre todo a la historia econmica, un contrapeso que se echaba de menos. Las mentalidades han inyectado bocanadas de aire en la historia.
La historia cuantitativa y la revolucin documental.
El historiador economista haba trabajado muy pronto con cifras y haba apelado a la estadstica, pero desde hace veinte aos casi todos los historiadores que se han puesto a contar han mirado en direccin de los ordenadores, producindose una revolucin: la historia cuantitativa. Emmanuel Le Roy Ladurie, fraguando con humor una frmula conscientemente exagerada, declar que en adelante el historiador o ser programador o no ser.
Historia y tiempo presente
Lucien Febvre y Marc Bloch estaban fascinados por el presente, por muy especialistas que fuesen ambos, el primero en el siglo XVI y el segundo en la Edad Media. Marc Bloch conceba como una osada necesaria extender el dominio de la historia "hasta el conocimiento del presente", y la parte de artculos de historia muy contempornea en los "Annales de historia econmica y social" es importante. Con todo, los principales avances de la nueva historia se produjeron en los dominios de la historia medieval y de la historia moderna. Hay ciertamente notables excepciones, individuales o colectivas.
Una respuesta a nuestras interrogantes. Hay ms. La nueva historia tiene que responder por lo menos a algunos grandes interrogantes de nuestra poca. En 1946, Lucien Febvre afirmaba: "Hacer la historia, s, en toda la medida en que la historia es capaz, y la nica capaz, de permitirnos, en un mundo en estado de inestabilidad definitiva, vivir con otros reflejos que los del miedo ... " Yo precisara: "en toda la medida en que la nueva historia es la ms capaz ... " Porque en nuestro mundo, donde cambia la memoria colectiva, donde el hombre, el hombre corriente, de cara a la aceleracin de la historia, quiere escapar de la angustia de convertirse en hurfano del pasado, sin races; donde los hombres marchan apasionadamente a la bsqueda de su identidad; donde por doquier intentamos inventariar y preservar los patrimonios y constituir para el pasado como para el presente bancos de datos; donde el hombre empavorecido trata de dominar una historia que parece escaprsele, quin mejor que la nueva historia puede aportarle informaciones y respuestas?.
Nueva historia y marxismo.
El marxismo, una teora de la larga duracin. En muchos aspectos, es Marx uno de los maestros de una nueva historia, problemtica, interdisciplinar, anclada en la larga duracin y de intencin global. La periodizacin (esclavismo, feudalismo, capitalismo) de Marx y del marxismo, aunque no sea aceptada bajo esa forma, es una teora de la larga duracin. Si bien las nociones de infraestructura y superestructura parecen incapaces de dar cuenta de la complejidad de las relaciones entre los distintos niveles de realidades histricas, dependen de un llamamiento a la nocin de estructura que representa una tendencia fundamental de la nueva historia. La colocacin en el primer plano del papel de las masas en la historia puede coincidir con el inters de la historia por el hombre corriente, que es tambin un hombre socialmente situado. Pero la burda primaca de lo econmico en la explicacin histrica, la tendencia a situar en las superestructuras las mentalidades, cuyo puesto, sin ser el de un rival fundamental de causalidad, es ms central en la nueva historia, y sobre todo la creencia en una historia lineal que se desarrolla segn un modelo nico de evolucin, mientras que la nueva historia insiste en las diferencias de las experiencias histricas y la necesidad de una multiplicidad de enfoques, todos estos problemas manifiestan que la nueva historia puede ser considerada por la historia marxista oficial como un desafo. Corresponde a los historiadores de la nueva historia -marxista o no- profundizar en esta confrontacin. Esta es una de las tareas de la historia, hoy.
Las tradiciones de la "escuela de los Annales" y la nueva generacin de historiadores. Pienso que es intil reiterar que la nueva historia ha sido forjada en gran parte por el equipo de los "Annales" y en torno a la revista. Lo cual no quiere decir que, ayer lo mismo que hoy, eminentes historiadores que no tienen relacin con los "Annales" y que a veces no sienten por ella ninguna simpata, no ocupen un puesto de primera lnea en la nueva historia. Tengo presente, en concreto, a Louis Chevalier, cuya obra "Clases trabajadoras y clases peligrosas en Pars en la primera mitad del siglo xix" ha renovado mediante la alianza entre la historia y la demografa, la historia de las estructuras sociales y la historia social segn las perspectivas de la nueva historia. Pero importa situar, siquiera rpidamente, a la nueva historia -tal como se me representa hoy- con relacin a las grandes opciones de los "Annales" de Lucien Febvre y Marc Bloch, para medir mejor el camino recorrido, tal como Lucien Febvre les invitaba a ello a los jvenes historiadores en el prlogo de "Combates por la historia"*.
TAREAS DE LA NUEVA HISTORIA
Tal como aparecen, los desarrollos probables y necesarios de la nueva historia de maana son tres.
La promocin de una nueva erudicin.
La historia tradicional se impuso y nos leg una preciosa herencia gracias a sus mtodos y a sus tcnicas. La nueva historia no ha visto acompaada la renovacin de los problemas con idntica renovacin de las tcnicas de erudicin. Esta tarea tiene sobre todo que comprender:
a) Una nueva concepcin del documento, acompaada de una nueva crtica de ese documento. El documento no es inocente, no dimana solamente de la opcin del historiador, a su vez parcialmente determinado por su poca y su entorno, sino que lo producen consciente o inconscientemente las sociedades pretritas, tanto para imponer una imagen del pasado como para decir "la verdad". La crtica tradicional de lo falso (Marc Bloch apenas la super en "Apologa por la historia") es muy insuficiente. Es preciso desestructurar el documento para descubrir sus condiciones de produccin. Quin tena en una sociedad del pasado la produccin de los testigos que, voluntaria o involuntariamente, se han convertido en los documentos de la historia? Hay que investigar a partir de la nocin de documentos monumento propuesta por Michel Foucault en "La arqueologa del saber*". Al mismo tiempo, hay que delimitar y explicar las lagunas y los silencios de la historia y asentar la historia lo mismo sobre estos vacos que sobre los llenos que han sobrevivido.
b) Un "re-tratamiento" de la nocin de tiempo, materia de la historia. Aqu tambin, indagar quin tena poder sobre el tiempo, su medida y su utilizacin. Desechar la idea de un tiempo nico, homogneo y lineal. Construir conceptos operativos de los diversos tiempos de una sociedad histrica, conforme al modelo de la multiplicidad de los tiempos sociales definidos por M. Halbwachs y Georges Gurvitch. Establecer una nueva cronologa cientfica, que date los fenmenos histricos segn la duracin de su eficacia en la historia y no tanto segn la fecha de su produccin. Esto vale lo mismo para los fenmenos materiales que para los espirituales. Como hay una cronologa de las fuentes de energa (motor humano, motor animal, vapor, electricidad, petrleo, etc.), hay una cronologa de las creencias.
c) La elaboracin de mtodos de comparativismo adecuados, que permitan no comparar sino lo que es comparable. Por ejemplo, a propsito de la feudalidad, evitar la definicin excesivamente amplia, que pone bajo una misma etiqueta realidades enormemente alejadas en el espacio y en el tiempo y que no dependen de sistemas histricos comparables -las pretendidas feudalidades africanas no tienen, en el fondo, mucho que ver con la feudalidad europea de los siglos IX y X (que, a su vez, debe diferenciarse en varias fases)-, pero tampoco contentarse con una concepcin estrecha, que slo juzgase comparables la feudalidad europea y la feudalidad japonesa.
El progreso hacia una historia total y lo imaginario.
Debe ante todo realizarse tomando en consideracin todos los documentos legados por las sociedades: el documento literario y el documento artstico deben especialmente ser integrados en su explicacin, sin desconocer la especificidad de estos documentos ni de las miras humanas de que son fruto. Lo que significa que una dimensin, fundamental, que todava se echa de menos en gran parte en la historia es la de lo imaginario, esa parte del ensueo que, cuando desenredamos bien sus complejas relaciones con las dems realidades histricas, nos introduce tan a fondo en el corazn de las sociedades. A este respecto, debera, por ejemplo, establecerse mejor contacto entre los historiadores y el Centro de Investigacin Sobre lo Imaginario, de Chambry, en torno a Gilbert Durand, procedente de la historia literaria y de la lingstica. Para lo cual, el historiador debe escoger como tema de investigacin lo que Pierre Toubert y yo mismo hemos llamado estructuras globalizadoras. Y hemos evocado el fenmeno del "incastellamento", forma original del hbitat rural, constituido entre el siglo X y el siglo XIII, la nocin de trabajo, las guerras, la desercin rural, la marginalidad, etc.
La preocupacin de las ideas y de las teoras
Lucien Febvre, al inaugurar su docencia en el Colegio de Francia en 1933, deseaba que se pudiese decir de l: "Tuvo la preocupacin de las ideas y de las teoras; de las ideas, porque las ciencias slo avanzan por obra de la potencia creadora y original del pensamiento; de las teoras, porque indudablemente sabemos muy bien que nunca abarcan la infinita complejidad de los fenmenos naturales; pero no por eso dejan de ser escalones sucesivos que, en su insaciable deseo de ensanchar el horizonte del pensamiento humano, sube la Ciencia uno tras otro ..." Hasta ahora la nueva historia ha intentado evitar dos peligros: ser sistemtica, por un lado, ser puramente emprica, por otro, a imagen de la escuela positivista (que se crea objetiva porque careca de teora, y que las ms de las veces careca de ideas).
Pero hay que reconocer que, pese a las declaraciones de Lucien Febvre, los historiadores de la nueva historia, al insistir con razn en la multiplicidad de los enfoques, no por eso han descuidado la preocupacin de lo terico, que, lejos de ser lo dogmtico, no es sino la explicacin de las teoras implcitas que fatalmente, como todo hombre de ciencia, pone el historiador como base de su trabajo y de las que tiene inters en tomar conciencia y el deber de declararlas a los dems. Yo deseo particularmente que el historiador, aunque se mantenga al margen de los rgidos sistemas de explicaciones histricas, no por eso deje de reconocer la existencia de sistemas histricos, cuya estructura y cuyas transformaciones le corresponde analizar.
El futuro de la historia
Finalmente, podemos preguntarnos en qu corre peligro de convertirse la historia pasado maana, por no decir maana. Marc Bloch, entre otros, se haba planteado esta cuestin: "As, pues, ahora hay ms que una ciencia de los hombres en el tiempo, que sin cesar necesita unir el estudio de los muertos al de los vivos. Cmo llamarla?... El antiguo nombre de historia me parece el ms comprehensivo, el menos exclusivo; el ms cargado tambin de los emocionantes recuerdos de un esfuerzo mucho ms que secular*."
Sin drnoslas de profetas o adivinos, podemos considerar tres hiptesis:
0 bien la historia, prosiguiendo su cerco a las dems ciencias humanas, las absorbe en una panhistoria, ciencia global del hombre, de los hombres en el tiempo. - 0 bien tiene lugar una fusin entre las tres ciencias sociales ms afines: historia, antropologa y sociologa. A esta eventual nueva ciencia, Paul Veyne la llamara "historia sociolgica"; yo preferira llamarla "antropologa histrica". - 0 bien, dejando de vivir sin fronteras y de flirtear con todas las dems ciencias del hombre, la historia se encerrara en un nuevo territorio, operando un nuevo "corte epistemolgico". Pienso que Michel Vovelle, tal como aqu se expresa (cf. p. 359), ira espontneamente a buscarla en el sentido de "una nueva dialctica del tiempo corto y del tiempo largo".
En todo caso, lo que debemos esperar es que la ciencia histrica pueda en adelante evitar mejor las tentaciones de la filosofa de la historia, renuncie a las seducciones de la mayscula -la historia con una gran H- y se defina mejor con relacin a la historia vivida de los hombres. Los interesantes desarrollos de la historia de la historia deben seguir adelante y prestar su apoyo a la empresa.
Jacques Le Goff.