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25tiempos (posT)modernos ¿El lenguaje es simple y llanamente un inocente sis- tema oral y escrito para co- municarnos? ¿O algo más? ¿Tiene implicaciones cultu- rales o ideológicas? ¿es per- meable a las subjetividades o mantiene una pasmosa neu- tralidad? Si coincidimos con el sociólogo estadounidense James Petras cuando afirma que “vivimos tiempos de bar- barie”, tiempos “de destruc- tivas guerras imperialistas en nombre de la democracia, de salvaje explotación en nom- bre de las potencias mundia- les emergentes, de desplaza- mientos masivos y forzados de población en nombre de la inmigración y de pillaje a gran escala de los recursos naturales en nombre del libre mercado”(1). Si pensamos como él, entonces, conviene preguntarnos si el lenguaje constituye para el poder un inmejorable vehículo ideo- lógico que encierra a través de un gran número de frases hechas, eufemismos y tecni- cismos un verdadero campo de batalla. Debemos cues- tionarnos si no se desarrolla en el mismo una guerra so- terrada por transmitir deter- minados valores, modelar conciencias, normalizar in- justicias, naturalizar relacio- nes de poder e invisibilizar realidades incómodas de las que derivan ganadores y per- dedores. El lenguaje actúa como mediador de la interacción del ser humano con la rea- lidad social siempre inscrito en una atmósfera cultural determinada. En este sen- tido, la lengua, como re- conoce Roland Barthes, es una “institución social” y al mismo tiempo un “sistema de valores” en tanto que es un “contrato colectivo al que tenemos que someternos globalmente si queremos co- municar”. (2) Existen, por tanto, unos códigos ya establecidos so- cialmente expresados en múltiples “combinaciones” y “mecanismos psicofísi- cos” adquiridos por uso y costumbre en los que gene- ralmente no reparamos, por cuanto que no analizamos el proceso de producción y reproducción del lenguaje en la vida cotidiana espe- cialmente mediante el habla al mantener conversaciones que no requieren de un alto grado de abstracción y aná- lisis en ámbitos de sociali- zación como la familia, los amigos, la universidad o el trabajo. Sin embargo, toda lectura que se proponga ser crítica y no puramente asi- miladora y, especialmente, La palabra es un arma POR FELIPE P.G. LENGUAJE Y PENSAMIENTO CRÍTICO todo ejercicio consciente de pensamiento crítico o cientí- fico requiere de una profun- da reflexión, empezando por el lenguaje, de una revisión de los conceptos y términos que utilizamos si no quere- mos navegar a la deriva en el mundo de las apariencias. Atendiendo a la aguda per- cepción de Antonio Gramsci que establece que “todos los hombres son filósofos” por cuanto practican de forma inconsciente una “filosofía espontánea, propia de todo el mundo” que se encuen- tra contenida en “el lengua- je mismo”, en el llamado “sentido común”, y “en todo el sistema de creencias, su- persticiones, opiniones, ma- neras de ver y de actuar que asoman en eso que general- mente se llama «folklore»”, convendría recoger también su llamado a ser conscientes de que si “en el lenguaje está contenida una determinada concepción del mundo” urge pasar de su uso inconsciente al momento de la crítica y la conciencia y tomar parte de la concepción del mundo al que aspiramos y no de aque- lla que nos viene impuesta. (3) Este ejercicio de crítica nos exige dar buena cuenta De izqda a drcha: Barthes, Foucault, Gramsci y Chomsky. Todos ellos autores que reflexiona- ron sobre la lingüística, la ideología o el poder | Ilustración: Revista Exarchia Si “en el lenguaje está contenida una de- terminada concepción del mundo” urge pasar de su uso inconsciente al momen- to de la crítica y la conciencia

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25tiempos (posT)modernostiempos (posT)modernos

¿El lenguaje es simple y llanamente un inocente sis-tema oral y escrito para co-municarnos? ¿O algo más? ¿Tiene implicaciones cultu-rales o ideológicas? ¿es per-meable a las subjetividades o mantiene una pasmosa neu-tralidad? Si coincidimos con el sociólogo estadounidense James Petras cuando afi rma que “vivimos tiempos de bar-barie”, tiempos “de destruc-tivas guerras imperialistas en nombre de la democracia, de salvaje explotación en nom-bre de las potencias mundia-les emergentes, de desplaza-mientos masivos y forzados de población en nombre de la inmigración y de pillaje a gran escala de los recursos naturales en nombre del libre mercado”(1). Si pensamos como él, entonces, conviene preguntarnos si el lenguaje constituye para el poder un inmejorable vehículo ideo-lógico que encierra a través de un gran número de frases hechas, eufemismos y tecni-cismos un verdadero campo de batalla. Debemos cues-tionarnos si no se desarrolla en el mismo una guerra so-terrada por transmitir deter-minados valores, modelar conciencias, normalizar in-justicias, naturalizar relacio-

nes de poder e invisibilizar realidades incómodas de las que derivan ganadores y per-dedores.

El lenguaje actúa como mediador de la interacción del ser humano con la rea-lidad social siempre inscrito en una atmósfera cultural determinada. En este sen-tido, la lengua, como re-conoce Roland Barthes, es una “institución social” y al mismo tiempo un “sistema de valores” en tanto que es un “contrato colectivo al que tenemos que someternos globalmente si queremos co-municar”. (2)

Existen, por tanto, unos códigos ya establecidos so-

cialmente expresados en múltiples “combinaciones” y “mecanismos psicofísi-cos” adquiridos por uso y costumbre en los que gene-ralmente no reparamos, por cuanto que no analizamos el proceso de producción y reproducción del lenguaje en la vida cotidiana espe-cialmente mediante el habla al mantener conversaciones que no requieren de un alto grado de abstracción y aná-lisis en ámbitos de sociali-zación como la familia, los amigos, la universidad o el trabajo. Sin embargo, toda lectura que se proponga ser crítica y no puramente asi-miladora y, especialmente,

La palabra es un armaPOR FELIPE P.G.

LENGUAJE Y PENSAMIENTO CRÍTICO

todo ejercicio consciente de pensamiento crítico o cientí-fi co requiere de una profun-da refl exión, empezando por el lenguaje, de una revisión de los conceptos y términos que utilizamos si no quere-mos navegar a la deriva en el mundo de las apariencias.

Atendiendo a la aguda per-cepción de Antonio Gramsci que establece que “todos los hombres son fi lósofos” por cuanto practican de forma inconsciente una “fi losofía espontánea, propia de todo el mundo” que se encuen-tra contenida en “el lengua-je mismo”, en el llamado “sentido común”, y “en todo el sistema de creencias, su-persticiones, opiniones, ma-neras de ver y de actuar que asoman en eso que general-mente se llama «folklore»”, convendría recoger también su llamado a ser conscientes de que si “en el lenguaje está contenida una determinada concepción del mundo” urge pasar de su uso inconsciente al momento de la crítica y la conciencia y tomar parte de la concepción del mundo al que aspiramos y no de aque-lla que nos viene impuesta.(3)

Este ejercicio de crítica nos exige dar buena cuenta

De izqda a drcha: Barthes, Foucault, Gramsci y Chomsky. Todos ellos autores que reflexiona-ron sobre la lingüística, la ideología o el poder | Ilustración: Revista Exarchia

Si “en el lenguaje está contenida una de-terminada concepción del mundo” urge pasar de su uso inconsciente al momen-

to de la crítica y la conciencia

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de algo que el filósofo lati-noamericano Enrique Dussel expresaba recientemente en un inusual seminario de eco-nomía crítica ante un grupo de estudiantes mexicanos y es que uno no es filósofo si no construye sus propias ca-tegorías. Es decir, que con-vertirse conscientemente en sujetos activos de nuestra vida y nuestro pensamiento exige no asistir pasivamente al “moldeamiento externo de la propia personalidad” de manera que no podemos per-mitirnos el lujo de dejar en manos de las instituciones culturales ligadas al Estado, ni a los mass media, vincula-dos a grupos económicos, el monopolio del lenguaje.

Bibliografía:1.Notas sobre un renacimiento cultural en tiempos de barbarie, James Petras2.Elementos de semiología, Roland Barthes 3.Introducción al estudio de la filosofía, Antonio Gramsci. 4.Mayo del 68: las palabras y el poder. Revista Herramienta, nº7. 5.Elogio del pensamiento crítico, Renán Vega Cantor.

6.[Video] Características fundamentales del sujeto neoliberal, Concepción Cruz (YouTube)7.Cómo hacer las cosas con palabras (1962), John Austin.8.Clase, código y control. Basil Bernstein9.Ideología. Una introducción. Terry Eagleton (Usamos aquí el

concepto de ideología de Marx entendido como “falsa concien-cia”, es decir, la ideología que actúa como falseadora de la reali-dad.)

26tiempos (posT)modernospor las ciencias sociales, hi-cieron brotar múltiples estu-dios que desde la lingüística, la antropología estructural o la sociología abordaron el análisis de los sistemas se-miológicos, esto es, sistemas de signos: imágenes, gestos, ritos...- incluido por supues-to el lenguaje que es consus-tancial a ellos.

La revolución cultural de 1968 es considerada un fenó-meno bien representativo de esa determinación por apro-piarnos del lenguaje.(4) Sin embargo, tras la larga noche neoliberal de las décadas 70-90 el rodillo del pensamien-to único -de corte capitalista, eurocéntrico y patriarcal- aplastó las resistencias in-telectuales afirmando una ruptura con la cultura del pensamiento crítico europeo que ha desarmado a genera-ciones como la nuestra.

Quizás sea hora de retomar un “pensamiento radical”, en palabras del historiador co-lombiano Renán Vega Can-tor, “llamando a las cosas por su nombre”, entendien-do que su radicalidad “no es una cuestión puramente lin-güística o retórica […] pues-to que la misma utilización de ciertos conceptos (como capitalismo, imperialismo, clases sociales, desigual-dad) implica la adopción de un punto de vista que tiene consecuencias prácticas en la vida de las personas que asumimos ese tipo de crítica radical”. (5)

Retomar esa radicalidad del pensamiento crítico nos

permite sobreponernos al aturdimiento a que nos so-mete el lenguaje del poder y analizar como éste es capaz, no sólo, de estructurar las conciencias sino también de producir un efecto en la rea-lidad social, pues como afir-ma la profesora Concepción Cruz “el lenguaje no es un mero instrumento que refleja la realidad. El lenguaje tiene el poder de crear y destruir la realidad.”(6) , de manera que a través de las expresiones performativas -acuñadas por el filósofo John Austin- “el poder es capaz de producir aquello que nombra.” (7)

Retomar esa tradición del pensamiento crítico aplica-

da al análisis del lenguaje nos permite además percibir que existe una imposición de un determinado lenguaje -y, por tanto, una determinada concepción del mundo- de unos grupos sociales sobre otros que funciona como encubridor de realidades de injusticia. Nos permite ser conscientes de la existencia de un elitismo que invade el mundo académico que

como afirma Concepción Cruz “el lenguaje no es un mero instrumento que refleja la realidad. El lenguaje tiene el poder de creary destruir la realidad”

actúa como barrera clasis-ta en el sistema educativo, como puso de relieve el sociólogo y lingüista britá-nico Basil Bernstein (8) al establecer una relación entre “los órdenes simbólicos” y la estructura social de clases y concluir que los mayores porcentajes de fracaso esco-lar entre los niños y niñas de clase trabajadora no pueden explicarse como un fracaso individual del alumno/a sino que evidencian un sistema educativo que hace uso de un código socio-lingüístico que reproduce la desigual-dad social.

Pero además esos estudios nos hacen capaces de diag-nosticar el tipo de lenguaje que utilizan las llamadas “ciencias de la comunica-ción” para no asistir pasiva-mente ante unos informati-vos y tertulias plagados de tecnicismos y eufemismos ajustados a un código de lo políticamente correcto, a un lenguaje a gusto del poder.

Esta sección se construye por tanto como un punto de partida desde el que reto-mando algunas herramientas de análisis que nos ofrece la lingüística, la semiótica o la semiología* podamos armar-nos contra la ideología (9) implícita en un lenguaje apa-rentemente neutral e inofen-sivo. Trataremos por tanto de visibilizar las relaciones entre pensamiento, poder y lenguaje, dando buena cuen-ta de aquel lema que afirma “la palabra es un arma”.

*semiología: Término acuñado por Ferdinand de Saussure en el s.XIX a la que define como “una ciencia que estudie la vida de los signos en el seno de la vida social”

semiótica: Según Charles Sanders Peirce: una teoría general de los signos. Roman Jackobson: el objeto de estudio de la semió-tica es la comunicación de mensajes de todo tipo, mientras que la lingüística se ocupa únicamente de los mensajes verbales.

no podemos permitirnos el lujo de dejar en manos de las instituciones culturales ligadas al Estado, ni a los mass media, vinculados a grupos económicos, el monopolio del lenguaje.

Desde al menos la déca-da de los 60 el desarrollo acelerado experimentado en Europa por los medios de comunicación de masas -que invadieron los hogares multiplicando el nº de tele-visores y las tiradas de pren-sa- junto a la generalización de los estudios interdiscipli-nares que rompieron las ba-rreras autoimpuestas entre sí