La Pasión de Jesús según los cuatro evagelios

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    La Pasin de Jess segnlos cuatro evangelios

    El misterio pascual incluye la Pasin, la muerte y

    la resurreccin de Jess. Se trata de hechos decisivosde su vida y por eso los anunci a sus discpulos. Sinembargo, stos, dominados por sus prejuicios, no com-prendieron el sentido de aquellas profecas ni consi-guieron explicarse cmo poda sufrir y morir aquel queda la vida a los otros. Lo comprendern plenamenteslo despus de la resurreccin. Entonces entendern laimportancia capital del misterio pascual, hasta el puntode convertirlo en el objeto privilegiado y principal de la

    predicacin. As naci elkerigma (= anuncio), presenta-cin esencial de lo que es preciso conocer y vivir paraparticipar en la salvacin de Jess. Es el evangelio lio-filizado, presentado por el apstol Pedro en el da dePentecosts: Jess de Nazaret [...]. Dios lo entreg confor-me al plan que tena previsto y determinado, pero vosotros,

    valindoos de los impos, lo crucificasteis y lo matasteis.Dios, sin embargo, lo resucit (Hch 2,22-24).

    Los relatos de la Pasin, muerte y resurreccin, pre-cisamente por su importancia capital, fueron los prime-ros que encontraron una organizacin ordenada. Eranrecordados de manera habitual al celebrar el memorial dela cena y al hablar de Jess. No se trataba de un simplerelato de cronista, como si fuera un tributo que espreciso pagar a la informacin o a la curiosidad, sinode un anuncio cargado de fe. Se trata de creyentes quehablan a otros que ya creen o que pretenden abrirse a la

    fe. La acogida que se brinde hoy a estos relatos tambinser fructuosa en una medida directamente proporcionala la participacin en la fe. Sin embargo, estamos ante

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    unos hechos reales, ledos a la luz de todo el plan divino(de ah la abundancia de las citas bblicas) y presentadoscon un desconcertante realismo.

    El relato rehye la tentacin de apagar la curiosidaddel lector. Lo podemos notar en el hecho de que faltantodos los elementos que pudieran iluminar los senti-mientos de los protagonistas; por ejemplo, nada sesabe de los motivos que impulsaron a Judas a entregar

    al Maestro por un puado de dinero (de modo con-trario al gusto de los novelistas y dramaturgos mo-dernos, la predicacin apostlica no muestra ningninters por la psicologa de los personajes [K. H.Schelke]). Lo notamos tambin en el hecho de que fal-tan los elementos edificantes, como lo demuestra ladesconcertante concisin de la misma crucifixin. Hu-biera sido fcil detenerse en detalles particulares que

    presentaran a Jess como un hroe, como un campenen el arte de soportar el dolor, como una vctima delpoder inicuo.

    La comunidad primitiva no predic nunca la Pasinsin unirla de una manera inmediata y directa con la re-surreccin; sin sta, tampoco aqulla hubiera tenidosignificado. Separada de la resurreccin, la muerte deJess se parece a la de Scrates o a la de algunos de losgrandes hombres del pasado: tendramos un hroe ms,pero no al Salvador de la humanidad. Jess seguirasiendo un derrotado, una de las vctimas inocentes e im-potentes de un sistema tirnico y homicida. Entrara enla regla general y no sera noticia, y mucho menos Bue-na Noticia, o sea, precisamente Evangelio. Jess, por elcontrario, constituye una excepcin llamativa y comotal ha sido dada a conocer su vida. Jess ha imprimidoen la historia una novedad que permanece en el tiempo.

    Pasados dos mil aos, contina sorprendiendo y, lo quees ms importante, encontrando seguidores que hacencontinua esa excepcin.

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    En Jess toma cuerpo la figura del Siervo de Yahvanunciado por Isaas. Sufre, pero sin culpa; muere, perono por un castigo. Al morir demuestra su solidaridadcon todos los hombres. Su muerte no es una situacindefinitiva y, de hecho, resultar fecunda como la muer-te del grano de trigo echado en el surco.

    El misterio de la resurreccin de Cristo es el misteriocentral del cristianismo, como recuerda el apstol Pablo:

    Si Cristo no ha resucitado, tanto mi anuncio como vuestrafe carecen de sentido (1 Cor 15,14). Ahora bien, a diferen-cia de la muerte, que es fcilmente controlable porquepertenece a la experiencia humana, la resurreccin nose puede comprobar con los instrumentos normales deinvestigacin. Pertenece al mundo de lo divino y slopor un don puede ser participada a los hombres. De ahla dificultad para comprenderla y para hablar de ella.

    La Pasin de Jess

    La Pasin comienza con la agona en el huerto de losOlivos, seguida por la traicin de Judas, que hizo po-sible el traslado de Jess: primero ante la autoridad

    juda y, despus, ante la romana. La sentencia conde-natoria emanada de esta ltima por instigacin de laautoridad juda llevar a Jess, tras pasar por indeciblessufrimientos y humillaciones, al Calvario, lugar de laejecucin.

    Como fuente de informacin disponemos del abun-dante material evanglico, sancionado histricamentepor algn dato extrabblico que nos permite conocer,por ejemplo, que Jess fue crucificado bajo Poncio Pi-lato, gobernador de Roma. Aunque la descripcin evan-glica de los hechos es amplia y en ocasiones tambindetallada, el inters principal estriba en mostrar a los

    creyentes el valor que tienen el proceso, la condena y lamuerte. Por eso se acenta vigorosamente que estosacontecimientos son el cumplimiento de las afirmacio-

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    nes del Antiguo Testamento. Jess fue condenadoa cau- sa de su pretensin de ser el Hijo de Dios. Ms all deesto, que poda ser una simple pretensin, la persona deJess, a los ojos de la autoridad juda, era una amenazapara la subsistencia del pueblo de Israel, porque criti-caba la ley dada por Dios, adoptaba comportamientosque contrastaban con los usos tradicionales, debilitabala conciencia de la eleccin del pueblo judo y desacre-

    ditaba a la clase dirigente. Era un hombre incmodoy, por lo tanto, deba ser eliminado. El desarrollo total delproceso deja entender fcilmente que los motivos de lacondena carecen de todo fundamento. Sin embargo, si-guiendo una lgica incomprensible, Jess se somete a lasreglas de un juicio sucio y no reacciona. Acta con plenaconciencia y lucidez; es ms, lo sabe, lo haba previsto.

    Jess choc con algunas fuerzas poderosas de la so-ciedad, eligi la muerte o dicho con el lenguaje del

    Evangelio tom su cruz. Jess quiso asumir la con-dicin mortal de cada hombre, a fin de liberar al hom-bre del poder de la muerte debida al pecado. Su muerteno fue casual, ni una trgica fatalidad. l la haba anun-ciado a los discpulos para prevenir el escndalo que pu-diera suscitar en ellos. Experiment el miedo a la muer-te y se sinti ante ella turbado, como tambin se habaturbado ante el sepulcro de Lzaro; suplic al Padre quepoda preservarlo y, finalmente, acept ese cliz amargocon un gesto supremo de amor infinito.

    La Pasin no es la historia de un condenado a muerte,sino el camino de la manifestacin mesinica de Jess; esepifana de su gloria. Esta observacin nos hace com-prender que el relato no fue escrito por extraos o porpersonas neutrales ante los hechos, sino por hombresque participaban en primera persona en las consecuen-cias del acontecimiento en su totalidad. sa es la causa

    de que el relato de la Pasin est atravesado por un es-tremecimiento de vida y de que la luz de la resurreccinse filtre en el esbozo del sufrimiento.

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    El relato en su conjunto presenta una novedad conrespecto al resto del evangelio. Mientras que la vidapblica de Jess est dividida en diferentes episodiospresentados con frecuencia de manera aislada uno trasotro, la Pasin presenta un cuadro orgnico y firme-mente organizado. Ello se debe a que esta narracin fuela primera en ser recogida y puesta por escrito. Lo con-firma, de una manera indirecta, el evangelio de Juan,

    que, aunque acostumbra a mostrarse autnomo y origi-nal en la presentacin del material, se alinea con losotros evangelistas siguiendo muy de cerca su trazado.Por otra parte, el primitivo bloque formado por la pa-sin-muerte-resurreccin fue conectado muy pronto ala entera, aunque sumaria, biografa de Jess. De ah re-sult un complejo bastante orgnico que conservaba sucentro de gravedad junto al bloque transmitido en pri-mer lugar, hasta el punto de que el telogo M. Khler

    lleg a decir que el evangelio es un relato de la Pasincon una extensa introduccin.

    La Pasin en los evangelios sinpticos

    Los relatos pertenecen al patrimonio de la Iglesia, y esella quien tiene que presentarlos. La fidelidad a la tradi-cin no impide la originalidad de cada evangelista. Mateoy Marcos son muy semejantes, pero no iguales, pues cadauno presenta elementos propios. El evangelio de Lucasse separa mucho de los dos precedentes y se acerca msal de Juan, con el que comparte no pocas analogas.

    La Pasin en Marcos

    La Pasin no llega de improviso. Jess fue preparan-do la particular naturaleza de su ministerio, casi la pro-

    voc. Durante su vida pblica tuvieron lugar dos com-plots, en Mc 3,6 y 11,18, y diversas manifestaciones dehostilidad contra el Maestro de Nazaret. l mismo no

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    ocultaba a los suyos lo que le esperaba, y en tres oca-siones preanunci su destino (en 8,2210,52). La suertede Jess no encontr a la comunidad sin preparacinalguna, porque el evangelista muestra en el captulo 13a dnde conduce el seguimiento: al sufrimiento, que sepuede convertir asimismo en martirio. Los discpulosestn llamados a recorrer con Jess el camino que llevadesde Galilea a Jerusaln: El tema del viaje ha sido em-

    pleado para demostrar que la cruz se encuentra en elcentro de la cristologa de Marcos (D. Senior). Recha-zar la cruz equivale a no comprender al que quiso hacerde la cruz el signo de su amor a los hombres, equivale ano sentir un afecto sincero por Jess. El seguimiento es-tara seriamente comprometido.

    Marcos no se entrega, precisamente durante la Pasin,a una representacin oleogrfica de los discpulos y nosofrece de ellos, por el contrario, la imagen de unas per-

    sonas dbiles y de fcil hundimiento. La oracin angus-tiada de Jess deba servir como ejemplo para imitar(cf. 14,32), pero no encuentra correspondencia y los dis-cpulos se duermen. Jess se dirige a Pedro preguntn-dole: Simn, duermes? (14,37), o sea, dirigindose al con el nombre que llevaba antes de ser invitado al se-guimiento. Parece que el evangelista quiere sealar, conesta denominacin particular, que no velar con Cristo esindigno del verdadero discpulo. Marcos pone en guardiacon su evangelio a los seguidores de Jess recordndolesque la cruz es un momento de crisis. Pedro, que llega arenegar del Maestro (cf. 14,66-72), prueba la fragilidadcrnica del creyente, una fragilidad que slo podr sersuperada con la confianza plena en Cristo.

    Mientras que el discpulo demuestra su propia fragi-lidad, Jess da testimonio de su dignidad, definindosecomo el Hijo del hombre de la tradicin apocalptica

    (cf. Dn 7,13), que se presenta en la plenitud de su gloria.ste explicita todo lo que Marcos haba anunciado des-de el principio (cf. Mc 1,1) y lo que el centurin procla-

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    mar (cf. 15,39) como representante de todos los cre-yentes venidos del paganismo. La Pasin es, al mismotiempo, la revelacin suprema de Jess y la prueba deci-

    siva para los discpulos.

    El momento de su muerte ser el que revela la verdadpor medio de dos signos (cf. 15,38ss): el velo del templose desgarra en dos es decir, que ha concluido la era an-tigua y el centurin pagano reconoce en Jess al Hijo

    de Dios o sea, que toda la humanidad ha accedido a losbeneficios de esa muerte. Estos dos signos poseen en smismos el valor de una conclusin y revelan el parad-

    jico vuelco. La muerte de Jess ya no es consideradacomo punto de llegada, sinocomo punto de partida: losdos signos del templo y del centurin revelan su fecun-didad y la presentan como impulso victorioso hacia laresurreccin.

    Se alude a las mujeres (cf. 15,40ss), a las mismas quesern las testigos de la maana de resurreccin, crean-do as una conexin intencional entre muerte y resu-rreccin. Esta ltima se prepara con algunos gestos debondad: Jos de Arimatea se anima y le pide a Pilato elcadver de Jess: Pilato accede a esta peticin y otorg

    el cadver a Jos (15,45). Por otra parte, dos mujeres sefijan en el lugar en que ha sido depositado Jess, comoes obvio con la intencin de volver en cuanto les sea po-

    sible a honrar el cadver. Con estos gestos de bondad secierra un drama de maldad. Se est preparando algogrande, y el amor, que nunca muere, estar en condi-ciones de transformar tambin la maldad de los hom-bres en historia de salvacin.

    La Pasin de Jess, e incluso su muerte, no estn pre-sentadas como elementos negativos, como un fracasoimprevisto o como una fatalidad trgica. En consecuen-

    cia, la resurreccin no ser un remedio, sino que tantola Pascua como la resurreccin sern dos partes de unnico proyecto que el Siervo de Yahv profetizado por

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    Isaas haba esbozado y que Jess llevar a su cumpli-miento. De este modo, el misterio de la persona de Je-ss revela su parte ms profunda y el evangelio llega asu cima.

    La Pasin en Mateo

    Una mirada sumaria a Mateo nos permite observar

    un relato eclesial y doctrinal presentado con un estiloclaro. Mateo evita las improvisaciones y prefiere la es-quematizacin, que ayuda a comprender los hechoscon la inteligencia que procede de la fe de la comuni-dad. Como judo que escribe para judos, insiste sobre-manera en el cumplimiento de las Sagradas Escrituras:en Jess de Nazaret se realizan todas las profecas he-chas sobre el Mesas, sobre el Siervo de Yahv, sobreaquel a quien esperaba la historia de Israel y justificaba

    la existencia del mismo pueblo.Esbozando una comparacin rpida con Marcos,

    considerado como la fuente principal de Mateo, encon-tramos estas principales diferencias: en primer lugar,Mateo abrevia o bien omite aquellos pasajes de Marcosque tienen valor explicativo, adaptados para lo no jud-os; por eso le parece intil decir a sus lectores judosque la fiesta de los zimos era aquella en que se inmo-

    laba la Pascua (Mc 14,12), o bien que era la prepara- cin de la Pascua, es decir, la vspera del sbado. Porotra parte, Mateo tiende a completar la frase o a hacerms claro el texto de Marcos: Uno de los presentes de-

    senvain la espada de Mc 14,47 se convierte en uno delos que estaban con Jess sac su espada en Mt 26,51, afin de que el lector sepa de inmediato y de modo claroque los discpulos protagonizaron un intento de reac-cin violenta. Es tambin Mateo el que muestra una

    tendencia a la dramatizacin de los acontecimientos:dice que Pedro neg ante todos (Mt 26,70), en vez derecurrir al simple neg de Mc 14,68, queriendo recor-

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    dar as que su negacin fue pblica, del mismo modoque haba sido pblico su testimonio de fidelidad in-condicional, su presunta superioridad sobre todos losotros (cf. 26,33).

    Algunas prolongaciones y explicitaciones de Mateosirven para precisar y para orientar mejor al lector,como la introduccin a todo el relato de la Pasin (cf.Mt 26,1ss); gracias a ella, establece un vnculo entre lo

    que precede y lo que vendr. Es como un ttulo que con-tiene en embrin todo lo que va a desarrollar. Algunasnotas breves ayudan a clarificar el texto o a identificarmejor a las personas, como en el caso de Judas, al quese llama explcitamente traidor (26,25). Mateo conoceel precio de la traicin, fijado en treinta monedas de

    plata (26,15), un elemento que se repetir siete veces afin de mostrar la iniquidad del proceso por parte de los

    judos y la realizacin del plan de Dios, que da cumpli-miento a las profecas (cf. 27,3-10). Es an Mateo, y slol, quien nos habla de la muerte de Judas (cf. 27,5) y delsueo de la mujer de Pilato (cf. 27,19). No es difcil vis-lumbrar la intencin doctrinal de este ltimo detalle:una pagana intercede por el Justo, mientras que su pue-blo reclama la muerte de Jess. Tambin est el detalledel lavado de las manos por parte de Pilato, expresinde su voluntad de declinar toda responsabilidad y la

    consecuente asuncin de toda la responsabilidad porparte del pueblo. Este detalle slo lo encontramos en elprimer evangelio (cf. 27,24ss).

    Una caracterstica peculiar, aunque no exclusiva, deMateo es la de mostrar el cumplimiento de las profecas.Veamos algunos ejemplos: Mt 26,3ss hace referencia alSal 31,14; Mt 26,15 cita a Zac 11,12; de modo ms ge-neral Mt 26,56 atestigua: Pero todo esto ha ocurrido

    para que se cumpla lo que escribieron los profetas.Decididamente, son ms importantes los aadidos,respecto al texto de Marcos, que tienen un valor de su-

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    brayado cristolgico: Mateo recuerda ms veces la filia-cin divina de Jess (cf. Mt 27,40.43.54), que Marcosreserva slo para la revelacin final (cf. Mc 15,39). Laspalabras de Jess referidas en Mt 26,52-54 muestran suplena adhesin al plan de Dios, constituyen una justi-ficacin de la no violencia y sacan a la luz la autoridadque reivindica para su misin. Es tambin Mateo elnico que solemniza la muerte de Jess con una serie

    de milagros que le confieren un alcance csmico (cf.Mt 27,51-53). Por ltimo, Mateo aade el fragmento delpiquete de guardias y de los rumores sobre el cadver(cf. 27,62-66). Resulta sorprendente esta postura de losadversarios, que, incapaces de acoger la inconteniblenovedad de la resurreccin, hablan de robo del cadverpor parte de los discpulos. As, por un camino negati-

    vo, se convierten en testigos de los hechos.Gracias a la aportacin peculiar de Mateo, el relato

    de Marcos, ya rico de por s, se vuelve ms claro y com-pleto y adquiere una nota ms eclesial. A este respecto,escribe I. Zedde: El discpulo sabe ya por la fe que Je-ss es el cumplimiento de Israel, que Israel le rechaz yJess lo sustituy. La Iglesia es el nuevo Israel, porqueen Jess y en la Iglesia se produce la muerte y la resu-rreccin del mismo Israel.

    La Pasin en LucasLucas presenta la Pasin, en primer lugar, como un

    martirio (o testimonio), pero no como el martirio deuna idea, sino de la voluntad de Dios: El Hijo del

    hombre se va, segn lo dispuesto por Dios (Lc 22,22). LaPasin de Jess sucede siguiendo el plan de Dios, en-cerrada en la visin teocntrica de Lucas. Al evangelistale gusta subrayar algunos aspectos que sern normati-

    vos tambin para el futuro: el silencio y la pacienciaante los insultos y las acusaciones (cf. 23,9), la inocen-cia del condenado admitida por Pilato y por Herodes

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    (cf. 23,4.14ss), la acogida del ladrn arrepentido (cf. 23,43),el perdn otorgado a Pedro (cf. 22,61) y a los pecadores(cf. 22,51; 23,34). El testimonio de Jess supone paralos discpulos una llamada, una clida y apremiante in-

    vitacin a hacer lo mismo. En efecto, Esteban, que en-carna al verdadero discpulo, se comportar de formaanloga a Jess (cf. Hch 6,59ss). De este modo, Lucasrepresenta en la Pasin al primero y verdadero mrtir.

    En consecuencia, no constituye ninguna sorpresa que eltema del testimonio aparezca tambin con tanta insis-tencia en el libro de los Hechos de los apstoles.

    Afn al tema precedente es el de la inocencia. La ideano es, a buen seguro, nueva, porque aparece tambin enlos otros evangelistas, pero slo Lucas expone las tresacusaciones polticas que imputan las autoridades judasa Jess (cf. Lc 23,2) y el hecho singular de que Pilatodeclare por tres veces a Jess inocente (cf. 23,4.14.22).

    A esta misma conclusin de la inocencia de Jess llega-r tambin Herodes (cf. 23,15). Igualmente, las mujeresque se lamentan a lo largo de suva crucis expresan consu llanto que Jess no es un criminal (cf. 23,27). El buenladrn lo afirma con toda claridad (cf. 23,41). En estesentido debemos leer asimismo la afirmacin del cen-turin a los pies de la cruz: Verdaderamente este hom-bre era justo (= inocente) (23,47). Recordemos que enMarcos y Mateo se haba expresado de este modo: Ver-

    daderamente este hombre era Hijo de Dios (Mc 15,39;Mt 27,54). El tema proseguir en el libro de los Hechosde los apstoles.

    El tercer evangelio es notoriamente conocido como elevangelio de la misericordia, porque Jess manifiestaen ms ocasiones que en los otros su compasin por lospecadores, los extranjeros y las mujeres: tres categorasque en aquel tiempo componan el nutrido grupo de los

    marginados. Tambin en el relato de la Pasin reapare-ce esta sensibilidad: Jess cura la oreja cortada al sier-vo (cf. Lc 22,50ss), mira a Pedro y le perdona (cf. 22,61),

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    no presta atencin a sus propios sufrimientos, sino a losde las mujeres de Jerusaln a las que intenta consolar(cf. 23,27-31), manifiesta pblicamente su perdn a losque le estn crucificando, y declara: Padre, perdnalos,

    porque no saben lo que hacen (23,34).Es tambin ms que conocida la especial atencin

    que dedica Lucas a la oracin (cf. 3,21; 5,16...). Asimismose pueden detectar elementos novedosos en el relato de

    la Pasin. Ms all de las anotaciones sobre la oracinque podemos encontrar tambin en Marcos y Mateo, eltercer evangelista aade pasajes que muestran su sensi-bilidad por este tema. Jess advierte a Simn de la ten-tacin inminente y aade una preciosa garanta: Yo he

    rogado por ti, para que tu fe no decaiga (Lc 22,32). El yacitado de Lc 23,34, que expresa el perdn de Jess a susasesinos formulado en forma de oracin elevada al Pa-dre: Padre, perdnalos.... Y tambin dirigido al Padre,

    concluye Jess su existencia terrena, apagndose conlas palabras del Sal 31: Padre, a tus manos encomiendomi espritu (Lc 23,46).

    La Pasin en el evangelio segn Juan

    El evangelio segn Juan se distingue de los sinpticospor la originalidad de su esquema y por la sensibilidadde su contenido. Aunque en el relato de la Pasinmuestra una gran afinidad con los otros escritos evan-glicos, presenta de todos modos rasgos particularesque motivan que tratemos aparte el cuarto evangelio.Vamos a enumerar de una manera sinttica las princi-pales diferencias, distinguiendo entre las omisiones ylosaadidos.

    El cuarto evangelio, comparado con los sinpticos,omite:

    el relato de la agona en Getseman; el beso de Judas;

    Introduccin16

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    el proceso judo ante el sanedrn; los ultrajes en casa del sumo sacerdote y los escar-

    nios al pie de la cruz; las tinieblas en el momento de la muerte.

    Por otra parte, Juan es el nico que recuerda: la impresin de majestad que ofrece Jess a los que

    le detienen; el interrogatorio de Ans a Jess sobre su doctrina; el amplio inters por el proceso romano ante Pilato,

    con las escenas delEcce homo y delEcce rex vester; la discusin a propsito del cartel fijado en la cruz; la interpretacin del reparto de los vestidos segn el

    Sal 22; la presencia de la madre y del discpulo predilecto a

    los pies de la cruz; la referencia al cordero pascual y la lanzada que

    hizo salir sangre y agua del costado de Jess.

    En general, podemos decir que Juan no insiste en losrasgos trgicos y humillantes, porque contempla todosumergido en la luz del cumplimiento de la historia dela salvacin. La documentacin se vuelve ms fcil yconvincente cuando se realiza una breve resea de la se-cuencia de los acontecimientos.

    La secuencia de los acontecimientos

    El relato, respetando la unidad de lugar, presenta cin-co escenas que vamos a hacer discurrir ante nosotroscon su dinamismo esencial.

    La escena del huerto: Jess y sus adversarios (18,1-11)Al comienzo se presenta a los personajes: por unaparte, Jess y sus discpulos, y, por otra, Judas con los

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    guardias. La noble soberana de Jess y su dominio so-bre los acontecimientos se capta en el Yo soy. Sus pa-labras tienen tal poder que sus enemigos y las fuerzasadversarias retroceden y caen en tierra: Precisamenteen el momento en que cabra esperar que la vctimadesarmada se hundiera, Juan describe a Jess con uncontrol pleno de la situacin (D. Senior). El Yo soy serepite con insistencia y reviste un valor teolgico par-

    ticular: estamos en presencia de la manifestacin delnombre de Dios (cf. Ex 3,6.14). El que es buscado paraser condenado a muerte es, en realidad, el que conducela historia y determina el destino humano. Jess quieresalvar a los suyos. En el v. 11 acepta beber el cliz querecibe del Padre como don. Al final, el arresto.

    Jess ante Ans (18,12-27)

    La importancia de este episodio reside en las decla-

    raciones de Jess ante el anciano sumo sacerdote, queya no estaba ejerciendo el cargo pero segua siendo anmuy influyente. Con Ans se cita de inmediato a Caifs,el sumo sacerdote en activo, el que haba sugerido en11,50 que la eliminacin de un solo hombre habra deser un beneficio para todos los judos: Con este re-cuerdo la historia se inserta en la teologa (M. Galizzi).Con delicadeza, aunque sin menoscabo a la verdad his-trica, el evangelista presenta tambin el contraste en-tre Pedro y Jess. Pedro pudo entrar en el recinto gra-cias a la mediacin del otro discpulo, conocido enaquel medio. Mientras a ste se le califica pacficamen-te de discpulo de Jess, Pedro no acepta tal identidad,evidentemente por miedo a sufrir consecuencias desa-gradables. Se nota el contraste entre el interrogatorio dePedro, que reniega del Maestro, y el de Jess, que ma-nifiesta de manera abierta su identidad, aunque es algo

    que puede costarle caro. Jess dice que ha hablado. Elverbo hablar expresa de manera adecuada la activi-dad reveladora de Jess (cf. 12,40-50). La bofetada del

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    criado es como la respuesta del judasmo y del mundo aesta enseanza.

    Jess ante Pilato (18,2819,16)

    Esta parte se desarrolla en siete cuadros, tantos comolas entradas y salidas de Pilato. En el primer dilogocon el gobernador explica Jess el verdadero significa-do de su realeza. l, el verdadero testigo de la revelacin

    mesinica, o sea, de la verdad que es l mismo (cf.14,6), es rey de los que escuchan su palabra. Pilato nocapta el sentido, pero est convencido de la no culpabi-lidad de Jess, de suerte que intenta liberarlo. La coro-nacin de espinas est colocada en el centro de la sec-cin y ha sido puesta en relacin con la realeza de Jess:Juan no habla de los salivazos, de los golpes en la cabe-za, de las genuflexiones burlonas de los soldados, peros refiere las bofetadas, interpretadas como el rechazo

    violento de la realeza de Jess por parte de los hombres.Viene, a continuacin, la escena delEcce homo, que pre-para la escena final delEcce rex vester. Ahora hay un de-talle particular que sirve a la teologa del evangelista: Je-ss es conducido ante el pueblo con las insignias reales(corona de espinas y manto prpura) y no se le devuelvensus vestidos, como dicen los sinpticos (cf. Mt 27,31). Enconsecuencia, Jess sigue llevando el manto real. Estoes como decir que sigue siendo rey. Viene despus otrodilogo de Jess con Pilato. El gobernador intenta sal-

    varlo presentndolo a la muchedumbre como rey, perosta rechaza a Jess diciendo: Qutalo de en medio!.El proceso termina y Pilato entrega a Jess a los judospara la crucifixin.

    La cruz de Jess (19,17-37)Un cartel con la condena escrita en tres lenguas (la-

    tn, griego y hebreo) proclama la realeza de Jess fren-te al mundo. En el relato de la Pasin se emplea doce ve-ces el ttulo de rey y tres veces el trmino de reino.

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    Si tenemos en cuenta que Mateo usa a menudo reinodurante el ministerio, pero una sola vez en la Pasin,comprenderemos que Juan, con este uso abundante,califica la Pasin como epifana de Cristo-Rey. Por otraparte, la tnica no dividida simboliza la unidad de laIglesia, realizada por la muerte de Jess, tal como habaprofetizado Caifs (11,52). La escena de Mara con eldiscpulo predilecto a los pies de la cruz es propia de

    Juan. A ellos les dirige Jess unas palabras conmovedo-ras que sacan a la luz el intenso valor eclesial de su pre-sencia. Despus de esto, Jess pronuncia elconsumma-tum est, expresin conclusiva del cumplimiento total dela voluntad del Padre. Jess haba anunciado solemne-mente a los discpulos, en 4,34, que su programa de vidaconsista en la acogida total de la voluntad del Padre.Ahora, en el momento de concluir su existencia terrena,declara de manera solemne que ha cumplido perfecta-

    mente y con pleno amor esa voluntad.La muerte viene a sellar una vida de amor. Esto no

    supone ninguna sorpresa o novedad para el lector aten-to, que ya conoce la interpretacin dada por Jess de sumuerte: sta ha de ser entendida como un acto de amor,como un don de vida para el otro, como un amor que seextiende hasta las fronteras de lo imaginable: Al trans-formar de una manera tan profunda el significado de lacruz, convirtindola en signo de amor triunfal, el evan-gelio de Juan capta la paradoja intrnseca a la revela-cin cristiana y abre el misterio sin fin del amor de Diospor el mundo (D. Senior). El ltimo cuadro es exclusi-

    vo de Juan. A Jess no le quiebran las piernas, y este he-cho es conectado, gracias a la cita bblica, con el ritualdel cordero pascual (Ex 12,46): Jess muere como cor-dero pascual de la nueva alianza. Encontramos an unprecioso detalle particular que denota la sensibilidad

    jonea, que se conjuga muy bien con la lectura vetero-testamentaria. La referencia corresponde ahora al pro-feta Zacaras; ste haba hablado de una fuente que bro-

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    ta para los habitantes de Jerusaln (Zac 13,1), de un es-pritu de gracia y consuelo y de una mirada dirigida alque traspasaron (Zac 12,10). Del costado traspasadobrota la vida del Espritu (cf. Jn 7,38ss): la salvacinprocede de Jess crucificado.

    La sepultura (19,38-41)Es una conclusin. La escena nos traslada de nuevo a

    un huerto: esta vez es el de la sepultura y no el del arres-to. El evangelista presenta aspectos de realeza tambinal final. Estn presentes o se encargan de la tarea hom-bres de una notable importancia social, como Jos deArimatea y Nicodemo. Jess es sepultado como losgrandes hombres de este mundo, como persona de au-toridad y con gran suntuosidad: se emplean perfumessin reparar en gastos. No es casual que Juan indique lacantidad de aromas empleados: unas cien libras (tra-

    duciendo esta cantidad a nuestras medidas, se trata deunos 32 kilos, y la cantidad es cien veces superior a ladel perfume de Mara en 12,3): parecera excesiva, underroche, si no fuera por la suma dignidad del difunto.La cantidad sirve precisamente para indicar la gran im-portancia del cadver crucificado. El ltimo acto con-siste en la colocacin de Jess en un sepulcro nuevo. Del precisa Juan que estaba cerca del lugar de la sepultu-ra, porque estaba a punto de acabar la preparacin dela fiesta y, al ocaso, comenzaba oficialmente la Pascua.Los hombres han concluido su accin. Ahora corres-ponde a Dios orientar de un modo diferente el curso delos acontecimientos.

    Notas de la teologa jonea de la Pasin

    De los mltiples rasgos teolgicos de la Pasin pe-

    culiares del cuarto evangelio, nos limitaremos a su-brayar slo dos: la exaltacin de Jess y el papel deMara.

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    Jess anuncia tres veces su Pasin, muerte y resu-rreccin en los sinpticos; a esto le corresponde en Juanel triple anuncio de su futura exaltacin: 3,14; 8,28;12,32-34. Juan realiza una importante anticipacin: paral la exaltacin de Jess acaece no con la resurreccin-ascensin, sino ya en la cruz, como dice expresamenteen el pasaje de 12,32ss, antes an de que comience elrelato de la Pasin. En consecuencia, el lector se ver

    ayudado y guiado a la hora de interpretar rectamente elrelato de la Pasin.

    La elevacin de Jess en la cruz se considera desdeuna perspectiva real y soteriolgica; desde lo alto de lacruz es desde donde Jess atrae hacia s a todos loshombres para entregarles la salvacin. Algunos de lostextos que hablan de la glorificacin exaltan sobre todoel aspecto soteriolgico: Jess elevado se vuelve signo

    de salvacin (3,14ss); los que le miren con fe en la cruz(19,37) obtendrn la vida eterna. En 12,31 es el aspectoreal el que pasa al primer plano: el poder de Satans vaa ser sustituido por el de Cristo, que domina desde loalto de la cruz como desde un trono. Se comprende aspor qu el tema de la realeza asume tanto relieve en el re-lato de la Pasin, como ya hemos recordado ms arriba.

    La cruz es, para el cuarto evangelio, la revelacin su-prema del amor del Padre. Esto explica la total libertadde Jess y su perfecta conciencia. En efecto, Jess norealiza la obra de la salvacin como una vctima resig-nada e impotente, sino con la actitud soberana de quienconoce el sentido de los acontecimientos y los acepta li-bremente. sta es la cima del amor y tambin el mode-lo de todo autntico amor: Para l, esta hora es la delPadre, la hora de la revelacin de la luz, del amor. Hayun versculo de la primera carta de Juan (3,16) que ad-

    quiere aqu todo su sentido cabal y completo: En estohemos conocido el amor: l dio su vida por nosotros(I. de la Potterie).

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    En el evangelio de Juan se habla de Mara de una ma-nera sobria, sin pronunciar siquiera su nombre. Se lallama habitualmente la madre de Jess, salvo cuandoJess se dirige directamente a ella llamndola mujer.Excepto la referencia de 6,42, Mara est presente en elsigno inaugural y proftico de Can (2,1-12) y en la con-sumacin del misterio (19,25-27), casi para enmarcarcon su presencia discreta el comienzo y la conclusin de

    la vida pblica, dos epifanas diferentes y complemen-tarias del amor de Jess por la humanidad. Ambos epi-sodios estn ligados estrechamente y se iluminan el unoal otro, como se desprende tambin de la remisin a lahora. En este momento crucial, se llama a Maramujer, ttulo que saca a la luz no tanto su individuali-dad, como su funcin en la obra salvfica del Hijo. Ma-ra, la mujer asociada a la hora del Hijo, se sita ah, enesa perspectiva abierta, como el punto crucial donde

    Israel se convierte en Iglesia.Cuando Pablo VI promulg, en 1964, el documento

    conciliar Lumen gentium, pronunci un discurso en elque proclamaba a Mara Madre de la Iglesia. El textobblico que fundamenta principalmente ese ttulo esprecisamente Jn 19,25-27. Partimos del testamento es-piritual de Jess para comprender el papel de Mara. Laentrega de Mara a Juan por parte de Jess moribundoest teida de una humansima delicadeza. Con todo,no hemos de abandonarnos a una interpretacin dema-siado literal, y mucho menos psicolgica o sentimental.Las primeras palabras de Jess estn dirigidas a su ma-dre para confiarle al discpulo; si se hubiera tratado slode una solicitud filial, hubiera sido ms justo lo contra-rio. En consecuencia, Jess no pretende resolver unacuestin de familia, para lo cual, como mnimo, habraelegido un momento ms oportuno. Orgenes intuy

    ya en el siglo II el valor eclesial del fragmento y des-pus de l otros muchos autores, sobre todo a partirdel siglo V.

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    Jess, la Palabra eterna del Padre, ve a su madre y aldiscpulo amado y le dice: Mujer, ah tienes a tu hijo.Jess le revela que, a partir de ese momento, ella sertambin madre de todos los creyentes, representados enel discpulo que se encuentra all junto a ella. Es volun-tad explcita de Jess que su madre se convierta en lamadre espiritual de todos los creyentes, madre de laIglesia. Precisamente por este nuevo papel recibe el t-

    tulo de mujer. De modo semejante, Jess se dirige aldiscpulo recordando su nueva relacin filial con Mara.Y el discpulo, obedeciendo el deseo de Jess, la recibi

    como suya. Por eso, ms que una acogida fsica, se tra-ta de acoger un bien espiritual y de establecer una co-munin de vida, como ya observ tambin san Agustn:La tom consigo y no en su poder, puesto que no po-sea nada, sino entre sus deberes, a los que atenda conabnegacin.

    Los relatos de resurreccin

    Los relatos pascuales narrados por Juan contemplanel descubrimiento de la tumba vaca y algunas aparicio-nes del Resucitado. El evangelista ha reelaborado re-cuerdos histricos y temas teolgicos ya conocidos de latradicin sinptica, en un marco bastante original ypersonal. En esto aparece el inters apologtico y teol-gico de la resurreccin, aunque no hemos de descuidarel valor histrico de estos relatos. Nos encontramosfrente a una multiplicidad de formulaciones sobre la ex-periencia del Resucitado conocidas en el Nuevo Testa-mento y empleadas por la Iglesia jonea. Esta variedadde formulaciones (frmulas catequticas, profesionesde fe, oraciones, relatos) muestra que la resurreccinestaba en el centro de la vida de la Iglesia. Y la cosa se

    entiende fcilmente: la comunidad ha nacido de la resu-rreccin y ha comprendido a Jess y se ha comprendidoa s misma a partir de la resurreccin. sta penetra todas

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    las manifestaciones de la comunidad. Al estudiar msde cerca las formas en que se ha expresado la fe en la re-surreccin, se cae en la cuenta de que la atencin a lahistoria no es la misma: hay intereses teolgicos y de feque se sobreponen y que parecen prevalecer en algunasocasiones. Esto no niega el inters histrico. Es ms, lamisma fe exige el inters histrico. Es el significado sal-

    vfico de la resurreccin lo que interesa, pero no habra

    significado salvfico si Jess no hubiera resucitado real-mente (B. Maggioni).Cmo llegaron los primeros discpulos a la fe en

    Cristo resucitado? Los dos captulos finales del evange-lio de Juan nos lo dicen claramente, aunque con moda-lidades diferentes respecto a los sinpticos. En efecto,mientras que stos ponen el acento en la proclamacin deque Cristo ha resucitado verdaderamente (cf. Mc 16,6;Mt 28,6ss; Lc 24,5.6-34), el cuarto evangelio contempla

    la resurreccin a travs de los signos de la presencia delResucitado y los diferentes encuentros de Cristo con losdiscpulos, acontecimientos que concluyen con su misiny su vuelta al Padre. Para Juan, el Resucitado es Jessde Nazaret, que fue crucificado. Y la resurreccin expli-cita la gloria que el Crucificado manifest ya en la cruzde una manera escondida. Ahora el Jess resucitado

    vive en una condicin nueva, trascendente, y el caminoprivilegiado para poder encontrarle sigue siendo la fe.En consecuencia, los relatos pascuales constituyen, enla perspectiva jonea, la toma de conciencia de la co-munidad cristiana de que la cruz no ha sido un aconte-

    cimiento de derrota y de humillacin, y la resurreccines, para Jess, el comienzo de la ascensin al Padre, lanueva presencia de su plenitud de gloria.

    El tema que une las diferentes escenas de Jn 20 es elde lafe: la fe personal en las dos primeras escenas: la

    de la carrera de los discpulos a la tumba (vv. 1-10) y lade la aparicin del Resucitado a Mara Magdalena (vv.11-18) y la fe comunitaria en las otras dos escenas: la

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    de la aparicin de Jess a los discpulos en el cenculoestando ausente Toms (vv. 19-25) y la de la segunda ve-nida del Resucitado al cenculo estando Toms presen-te (vv. 26-29). El tema de la fe aparece presentado demodo progresivo de una escena a otra y se va profundi-zando de una manera gradual a travs de las etapas deformacin de la comunidad, puestas tambin de relievepor la relacin entre el ver y el creer. El texto va

    progresando as hacia la meta final, que es la bienaven-turanza jonea de la fe: Dichosos los que creen sin ha-ber visto (20,29). La fe eclesial del Resucitado se basaen un doble testimonio: el de las Escrituras y el de losprimeros discpulos. Si ste es el tema dominante delcaptulo, se comprende la razn de que el evangelistasubraye, adems de la resurreccin de Cristo, el caminode fe pascual de la comunidad cristiana y su progresivaadhesin al misterio de Jess, crucificado y glorioso. La

    fe se requiere como respuesta a la iniciativa libre y gra-tuita del Resucitado, que, una vez vuelto al Padre y enposesin de una vida nueva, entrega el Espritu comocondicin para que el hombre pueda recibir del Jessresucitado los dones pascuales: la paz, la alegra, la mi-sin, el Espritu y el perdn de los pecados (vv. 19-25).

    Juan cierra ms adelante la narracin de su evangeliodirigindose a la comunidad cristiana con estas pala-bras: Jess hizo en presencia de sus discpulos muchosms signos de los que han sido recogidos en este libro. s-tos han sido escritos para que creis que Jess es el Me-

    sas, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengis en lvida eterna (vv. 30ss). Estos versculos estn unidos noslo a todo el evangelio, sino tambin al captulo 20 y ala bienaventuranza final sobre la fe. Para el evangelista,los signos no son slo las apariciones pascuales, sinotoda la vida de Jess, a travs de la cual manifest su

    gloria y el amor de su Padre a los hombres. La finalidaddel evangelio es, por tanto, catequtica, y, en conse-cuencia, la seleccin est en funcin del crecimiento de

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    los discpulos en la fe. Esa fe en Cristo tiene un doble as-pecto: reconocer que l es el Mesas, el revelador del de-signio del Padre, que lleva a cabo la misin de reunir alos dispersados y formar la comunidad mesinica, y eselHijo de Dios, de la misma naturaleza divina que el Pa-dre, cuya presencia y actividad en el mundo comunicaal hombre el amor de Dios. La adhesin a Cristo con-duce despus a la praxis de vida. El evangelista, con su

    escrito, pretende poner al discpulo en presencia de lapersona de Jess, concentrarlo en la revelacin y en lafe en Cristo, porque la vida cristiana nace del encuentrocon su persona y vive slo en la comunin vital y perso-nal con l, siguiendo el modelo de fe de los primeros tes-tigos. Juan se muestra claro en su intencin y remachacon vigor que tener la vida significa tener la fe en Je-ss, en el Hijo unignito del Padre, contemplando sussignos. El testimonio joneo est as completamente di-

    rigido a la persona de Jess que se revela y a su signifi-cado salvfico: dicho con otras palabras, a su revela-cin y a nuestra fe.

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