La Petimetra

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La famosa obra teatral de Nicolás Fernández de Moratín.

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  • LA PETIMETRA

  • NICOLS FERNANDEZ DE MORATIN

    LA PETIMETRA Edicin, introduccin y notas

    de Jess Caas Murillo

    Universidad de Extremadura 1989

  • Textos: Nicols Fernndez de Moratn De la introduccin y notas: Jess Caas Murillo De la presente edicin: SERVICIO DE PUBLICACIONES

    DE LA UNIVERSIDAD DE EXTREMADURA

    ISSN: 0214-7106 ISBN: 84-7723-054-4 Depsito legal: BA. 206-1989 Composicin e impresin: UNIVERSITAS Talleres Grficos Pol. Ind. El Nevero - Badajoz

  • A Maln y a Milena, en el reencuentro

  • NDICE

    INTRODUCCIN 9 La Petimetra entre la tradicin y la vanguardia 11

    1. Juicio de la historia 11 2. Una composicin problemtica 18

    2.L Trazado de la accin 18 2.2. Recursos bsicos utilizados 21 2.3. Diseo de los personajes 23 2.4. Temas desarrollados 28 2.5. Significado 29

    3. Restos barrocos e innovaciones neoclsicas .... 31

    NUESTRA EDICIN 39 BIBLIOGRAFA SELECTA 43 SIGLAS Y ABREVIATURAS UTILIZADAS 47

    LA PETIMETRA 49 Disertacin 57 Jornada I 77 Jornada II 127 Jornada III 161

    203

  • INTRODUCCIN

  • LA PETRIMETRA ENTRE LA TRADICIN Y LA VANGUARDIA (INTRODUCCIN)1

    Vuelve los ojos, vuelve al patrio muro, Vers le en mil errores sumergido, De los cuales sacarle yo procuro

    Nicols Fernndez de Moratn2

    1 . El juicio de la historia no bast la cmica jornada,

    Ni el calzarte el cothurno sophocleo para que la virtud fuesse estimada.

    Nicols Fernndez de Moratn3

    En Madrid, en la Oficina de la Viuda de Juan Muoz, como reza en su portada, y en el ao 1762 fue publicada La Pe trmetra de Nicols Fernndez de Moratn, Entre los Arcades de Roma Flumisbo Thermodonciaco, la primera comedia neoclsica es-paola, escrita con todo el rigor del arte4. Con ella Moratn quera comprobar si se pueden poner en prctica las reglas, tal

    1. Incluimos como introduccin el artculo que en su da fue publi-cado en el tomo V del Anuario de Estudios Filolgicos, y que aparece convenientemente recogido en el lugar correspondiente, Estudios sobre La Petimetra de nuestra bibliografa. Modificamos parcialmente las notas.

    2. Nicols Fernndez de Moratn Satyra I, incluida en El Poeta. Libro primero, Madrid, Imprenta de Miguel Escavano, 1764, p. 45 (Sig. Biblioteca Nacional de Madrid R/16269).

    3. Ibidem, p. 44. 4. Todas las frases hasta aqu entrecomilladas han sido tomadas de

    la portada de la primera edicin de La Petimetra. El texto completo es el siguiente: La Petimetra. / Comedia nueva: /escrita/ con todo el rigor del

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  • y como explica en la Dissertacin que figura al frente de esa impresin5. Sobre ella aclaraba:

    mi intento no es el de ensear (que no me juzgo capaz de esso) sino el exercitar, para que algn docto Espaol perfeccione con ms juicio lo que yo empiezo6.

    De ella afirmaba:

    el sugeto me parece propio, y el assunto natural para lo Cmi-co. Heme apartado de los comunissimos que tenemos, donde todos son enamorados, duelistas y guapetones; pero tampoco lo he olvidado del todo, por ser del gusto y carcter de la Nacin.

    Todo su contexto me parece verisimil, y creible. Que tenga al-gunas faltas, ni lo niego, ni lo dudo, porque no soy ngel; pero se la puede suplir, por las dems circunstancias que tiene, pues sin que sea vanagloria, juzgo que pocas Comedias observarn los preceptos tan religiosamente7.

    Vea de este modo don Nicols culminados todos sus esfuerzos anteriores encaminados a lograr la renovacin del panorama li-terario espaol del momento8. No obstante, en trminos genera-les, los hombres de su poca no se mostraron demasiado indul-gentes con su creacin. Los defensores del pensamiento ilustrado no dejaron de reconocer el papel jugado por el texto en la historia de las letras espaolas. As, Juan Sempere Guarinos,

    arte, / por Don Nicols Fernandez/ de Moratin, Criado de la Reyna Madre/ nuestra Seora./ Entre los Arcades de Roma / Flumisbo Thermo-donciaco,/ Con licencia. / En Madrid, en la Oficina de la Viuda de Juan / Muoz, Calle de la Estrella. Ao de 1762. (Sig, Biblioteca Nacional de Madrid R/16269).

    5. Edicin citada (nota 4), p. 20. La Dissertacin, o prlogo, ocupa las pginas 5-23 de esta impresin.

    6. Ibidem, p. 20, en nuestra edicin p, 74. 7. ibidem, pp. 21 y 22, en nuestra edicin p. 74 y 75. 8. La Petimetra, recurdese, ve la luz en los instantes en que toda

    la polmica sobre la renovacin del teatro estaba en su esplendor, una polmica en la cual, como ha sido estudiado por eminentes investigado-res, Nicols Fernndez de Moratn tuvo una importante participacin. La comedia vena a ser la primera plasmacin prctica (paralela a la que haba conseguido antes Montiano para la tragedia con sus obras Virginia

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  • en su Ensayo de una biblioteca espaola de los mejores escrito-res del reynado de Carlos f/\ haca resea de l con las siguien-tes palabras:

    Viendo el Seor Moratn el desarreglo de nuestro teatro, y que nadie se aplicaba su reforma en la parte cmica, escribi esta comedia, que acaso es a primera espaola que se ha visto con-forme las reglas.

    Y Leandro Fernndez de Moratn, en medio de la gran venera-cin que profesaba las obras de su padre, como recuerda Bue-naventura Carlos Aribau10, no duda en calificarlo como

    comedia sujeta al rigor del arte, la primera original que se haba escrito en Espaa con este requisito11.

    y resaltar que resulta estimable por su regularidad12. Los tradi-cionalistas arremetieron duramente contra l e impidieron su montaje sobre las tablas, tal y como recoge Leandro Fernndez de Moratn, quien, hablando de La Petrimetra y Lucrecia, afirma:

    Estas dos piezas se publicaron impresas, pero ninguna de ellas se represent. El teatro, tiranizado entonces por estpidos co-

    - 1750- y Atalfo -1753-) de toda la preceptiva neoclsica sobre el teatro que a travs de escritos, academias y tertulias se haba ido previamente difundiendo y debatiendo. Cf. Emilio Cotarelo y Mori, Harte y su poca, Madrid, Rivadeneyra, 1897, pp. 41-45; John A. Cook, Neo-classic Drama in Spain: Theory and Practice, Dallas, Southern Methodist Uni-versity Press, 1959 (reimpreso en Westport, Connecticut, Greenwood Press, 1974); Jos Miguel Caso Gonzlez, De la Academia del Buen Gusto a Nicols Fernndez de Moratn, en Revista de Literatura, XLII, 84, 1980, pp. 5-18.

    9. Juan Sempere y Guarnios, Ensayo de una biblioteca espaola de los mejores escritores del reynado de Carlos III, Madrid, Imprenta Real, 1787, tomo IV, p. 122. (Ed. facsmil en Madrid, Gredos, 1969).

    10. Cf. Leandro Fernndez de Moratn, Vida de Don Nicols Fer-nndez de Moratn, Flumisbo Thermodonciaco, ed. de Buenaventura Carlos Aribau, en Obras de Don Nicols y Don Leandro Fernndez de Mo-ratn, Madrid, Rivadeneyra (BAE, II), 1846, pp. VII-XIX. La cita repro-ducida se halla en la pgina VIII, nota 5.

    11. Cf Leandro Fernndez de Moratn Vida de Don Nicols... (cit. en nota 10), p. VIII.

    12. Ibidem.

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  • pleros, administrado por cmicos del mas depravado gusto, y sostenido por una plebe insolente y necia, solo se alimentaba de disparates13.

    palabras, que, sin duda, estn basadas en otras anteriores inser-tas por su padre en su primer Desengao al theatro espaol:

    No me ha sido posible hacerla representar14, ni lo ha consegui-do un mi apasionado que en vindola lo ha solicitado en Cdiz, pues en oyendo que est arreglada la desprecian; y advierta usted que no son los acadmicos de la Academia espaola, ni los de las ciencias de Londres o Pars, ni de los Arcades de Roma, sino los mismos comediantes, y aun ms los poetastros o versificantes saineteros y entremeseros, que andan siempre agregados a las compaas: estos son los jueces que en Espaa tiene la poe-sa15.

    Ramn de la Cruz se vio convertido en el adalid de la oposicin contra el teatro de don Nicols16, Otros autores utilizaron el es-crito como medio de rechazar La Petrimetra. Ignacio Bernasco-ne, en el prlogo a Hormesinda11, quiso responder a uno de los detractores:

    Su comedia la Petrimetra fue criticada de una traduccin de el Britnico, hecha no sobre el original de Racine, sino poniendo en mal verso la excelente prosa de el que se ocult con el Ana-grama de Don Saturio Iguren. La Critica se reduce generalida-des, como hacen muchos, y a decir que los versos estn defectuo-sos. A esto no respondo, sino que ve qunto quiere por cada verso, que encuentre mal medido, como est este entre otros de

    13. Ibidem. 14. Por supuesto, se refiere a La Petimetra. 15. Nicols Fernndez de Moratn, Desengao al theatro espaol

    respuesta al romance liso, y llano, y defensa del Pensador. [s.l. s.i. s.a.] [1762], p. 8. (Sig. Biblioteca Nacional de Madrid T/10531).

    16. Sobre la polmica que Moratn mantuvo con Ramn de la Cruz en los momentos inmediatos a la publiccin de La Petimetra, vid. Cota-relo, harte y su poca (cit. en nota 8), pp. 85-86.

    17. Ignacio Bernascone, prlogo a Hormesinda, tragedia de Don Ni-cols Fernndez de Moratn, criado de S. M. Representada en el Coliseo del Prncipe por la compaa de Ponce este ao de 1770. Madrid, Panta-len Aznar, f. 2r-3v (en el texto no figura numeracin). La cita que a continuacin reproducimos se halla en el f. 7r.

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  • su traduccin: Bien puede ser que Britnico. Ntese que el erudi-tissimo Aprobante llama traduccin la Petimetra, quizs por haber odo hablar de la Petit Maitre Londres Comedia Francesa, siendo as, que lo mas que se parece, es en titulo.

    Y el propio Nicols les dedica a todos ellos, en conjunto, las si-guientes palabras18:

    El modo legtimo de impugnar una obra es ponerla al lado otra mejor, y assi procurmoslo, y vamos enseando con el exem-plo. Yo lo hice en el modo que pude por lo Cmico, y lo Trgi-co no traduciendo, (que lo dixera) sino inventando. No digo, que consegu la perfeccin; pero s de cierto, que no incurr en los horribles disparates, que oimos cada dia; y pues ya est abierta la senda, enmiende otro lo que yo err, y assi se conse-guir la reforma del Theatro.

    Pero, a pesar de todo, muchos de los defensores del neoclasicis-mo y de la persona y la obra de don Nicols se vieron obligados a reconocer los defectos de composicin que el texto presentaba. El testimonio tradicionalmente ms resaltado por la crtica quiz sea el del propio hijo, Leandro, de nuestro autor, quien, pese a las alabanzas que en otro lugar dedica al texto, en el Discurso preliminar que sita al frente de la edicin de sus comedas19, enjuicia La Petimetra de la siguiente forma:

    Don Nicols Fernandez de Moratin, estimado generalmente como uno de nuestros mejores lricos modernos, compuso a ins-tancias de Montiano, su amigo, una comedia intitulada la Peti-metra. Esta obra, impresa en el ao 1762, carece de fuerza cmi-ca, de propiedad y correccin en el estilo; y mezclados los defectos de nuestras antiguas comedias con la regularidad vio-lenta que su autor quiso reducirla, result una imitacin de ca-rcter ambiguo y poco a propsito para sostenerse en el teatro, si alguna vez hubiera intentado representarla20.

    18. Nicols Fernndez de Moratn, Desengao 11 al theatro espa-ol, sobre los autos sacramentales de Don Pedro Caldern de la Barca [s.l. s.i. s.a.] [1763].

    19. Cf. Leandro Fernndez de Moratn, Discurso preliminar, en Obras de Don Nicols y Don Leandro Fernndez de Moratn (cit. en nota 10), pp. 307-325. La cita que reproducimos se encuentra en la p. 316.

    20. Obsrvese la contradiccin existente entre esta ltima frase y las afirmaciones de Nicols Moratn y el propio Leandro referidas a los

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  • La crtica moderna no ha sido mucho ms benvola con la pieza21. El siglo XIX la consider obra prcticamente absurda y de simple inters histrico. Mesonero Romanos hace mencin de ella en tono en parte de censura, en parte laudatorio22,

    Sus composiciones dramticas, si hoy aparecen lnguidas y amaneradas, no pueden de ninguna manera, ni en ningn tiem-po, ser despreciadas por necias; y cuando no otra cosa, no podr negarse a la comedia La Petimetra y a sus tragedias Hormesinda y Guzmn el privilegio de ser las primeras que se acercaron a imi-tar entre nosotros el gusto llamado clsico francs.

    Ms severos se muestran Cotarelo y Menndez Pelayo. El prime-ro tilda el texto de inverosmil23.

    Compuso Moratn su comedia La Petimetra, "escrita con todo el rigor del arte", como l mismo dice, y en donde campean las famosas unidades, logradas costa de otras inverosimilitudes mucho ms repugnantes, y desprovista de inters, gracia y esti-lo. As es que no pudo lograr fuese representada ni en Madrid ni en provincias.

    El segundo24, de

    comedia insulsa, aunque escrita, segn reza la portada, con todas las reglas del arte, y quizs por esto mismo,

    considerando que

    problemas de estreno de La Petimetra que recogamos en las lneas ante-riores.

    21. La bibliografa ms completa existente sobre Moratn, tanto de textos propios como de estudios y crticas sobre ellos, puede encon-trarse en el artculo de Francisco Aguilar Pial y Philip Deacon, Bibliografa de Nicols Fernndez de Moratn, publicado en la Revista de Literatura, XLII, 84, 1980, pp. 273-300.

    22. Ramn de Mesonero Romanos, Biografa espaola. Don Ni-cols Fernndez de Moratn, en Semanario Pintoresco Espaol, IV, 1842, pp. 282-284. Reimpreso en Obras Completas, ed. Carlos Seco Se-rrano, Madrid, Atlas (BAE, CC), 1967, tomo II (son cinco volmenes), pp. 349-351. La cita seleccionada se halla en la pgina 351a.

    23. Cotarelo, op. cit. (nota 8), p. 43. 24. Marcelino Menndez Pelayo, Historia de las ideas estticas en

    Espaa. Edicin revisada por Enrique Snchez Reyes, Santander, CSIC, tomo III, 1947, pp. 288 y 289, nota 1.

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  • la disertacin preliminar (...) es lo nico importante para la historia.

    En el siglo XX el panorama no ha cambiado de forma sustan-cial. As Agustn de Saz afirma25:

    La Petimetra (...) no revela un autor genial. Es una accin que transcurre con la mayor simpleza y vulgaridad. Todo es pulcritud y pureza en ella. Es reglada. se puede elogiar la tcnica de la comedia "pero sin ingenio".

    Para Cook26

    Moratin's comedy, The Fashionable Lady, represents the frst attemp on the part of the neo-classicists to write a comedy in accordance sith the rules. The "Dissertation that accompanied The Fashionable Lady, is more important than the play itself. This comedy is only of historical interest as representing the first attempt to carry out in an original comedy the theories with had been so often expressed since the time of Luzn.

    Hasta los estudios ms recientes de Caso Gonzlez, Mario Her-nndez y Gies, de los que ms adelante nos ocuparemos, la valo-racin no se modifica. Gies27, por ejemplo, ya considera que

    25. Agustn del Saz, La tragedia y la comedia neoclsicas, en Historia general de las literaturas hispnicas, IV, 1. Barcelona, Barna, 1956, pp. 110-165. A Moratn le dedica el apartado La madurez de la tragedia neoclsica. Don Nicols Fernndez de Moratn. Su obra teatral (pp. 124-132). De l habra que rectificar la afirmacin que inserta en la pgina 129, segn la cual En la disertacin que, segn costumbre, la preceda (a La Petimetra) se dola (Moratn) de los comediantes que no ha-ban querido representarla prefiriendo los "disparates" con que "estpi-dos copleros" infestaban las tablas, pues, como antes recordbamos, Nicols incluye esas lamentaciones en su primer Desengao al theatro espaol. No obstante, el error no es totalmente imputable a Agustn del Saz, Procede de Menndez Pelayo, de quien lo toma y quien lo introduce en la pgina 1266 del volumen I de su Historia de las ideas estticas en Espaa (Madrid, CSIC, 1974, 4a ed 2 vols. Las citas recogidas a conti-nuacin estn en las pginas 129 y 130.

    26. Cook, op. cit., (nota 8) pp, 210 (citas primera y segunda) y 215 (cita tercera).

    27. David Thatcher Gies, Nicols Fernndez de Moratn, Boston, Twayne Publishers, 1979, p. 130.

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  • La Petimetra is not a bad play; it is pleasant to read and could be middly entertaining if staged properly. These is dramatic in-terest, even if it is predictable, The moral message is clear, and the exaggerations are perdonable in comedy. The comedy itself is broad, often strained, but often enchanting.

    Tal disparidad de criterios no resulta difcil de justificar. La Petimetra, independientemente de las circunstancias que rodean su publicacin es una obra compleja. En su composicin es ob-servable una mezcla de tradiciones diferentes que la convierten en un texto hbrido, como tendremos ocasin de comprobar.

    2 . Una composicin problemtica Para agradar al Pueblo no es preciso abandonar el Arte; y si al-guna Comedia, Tragedia escritas sin l agradan, no es por a precisa circunstancia de que estn desarregladas, pues si tal com-posicin tuviera el Arte, seria al doble ms aplaudida.

    Nicols Fernndez de Moratn2*

    Dos tradiciones distintas confluyen en la composicin de La Petimetra: el pensamiento neoclsico dieciochesco, la prctica dramtica de los escritores barrocos espaoles. Ambas aparecen unidas a lo largo de toda la comedia, en el trazado de la accin, en el diseo de los personajes, en la configuracin del con-tenido.

    2 .1 . Trazado de la accin

    El argumento de la obra, basado, segn Mario Hernndez29, en el texto calderoniano Cul es mayor perfeccin?, incluye, como era de esperar, una sola accin, consistente, esencialmen-te, en una trama amorosa. El problema principal a desarrollar

    28. De Dissertacin (cit, en nota 5), p. 9, p. 63 en nuestra edi-cin.

    29. Mario Hernndez, La polmica de los autos sacramentales en el siglo XVIII: la ilustracin frente al barroco en Revista de Literatura, XLII, 84, 1980, pp. 185-220. La alusin a La Petimetra que recogemos se halla en la pgina 190 (Mario Hernndez remite aqu a su tesis docto-ral indita La obra dramtica de Nicols Fernndez de Moratn, Vallado-lid, 1974).

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  • son las relaciones amorosas que un conjunto de personajes, cua-tro, dos damas y dos galanes, mantienen entre s30. Las relacio-nes no son plcidas, sino complejas. Los protagonistas de ellas, cambiantes en cada caso, han de sufrir enredos e interven-ciones perturbadoras de terceros. La accin ha sido formada me-diante una sucesin de tringulos amorosos cuya configuracin concreta va modificndose a lo largo de la pieza31.

    Se parte de un planteamiento previo: un hombre, Damin, est enamorado de una mujer, Jernima, que goza de fama en la corte por su hermosura y su dinero; la dama se interesa por l, pero no le ha dado el consentimiento definitivo para la formali-zacin de relaciones. Damin sita ante Jernima a un amigo suyo, Flix, que se enamora de sta y le har la competencia a aqul. Con ello de la situacin inicial A se pasa a la situacin B, en la cual hallamos ya configurado un tringulo amoroso. La complicacin surge de inmediato. Mara, prima de Jernima, co-noce a Flix, y, sin declararlo pblicamente, se interesa por l. Se da lugar as a la formacin de un nuevo tringulo amoroso pa-ralelo al anterior y en cuyos vrtices quedaran ubicadas las dos damas y el segundo de los galanes (situacin C). El enredo no se corta todava. El autor introduce, sin efectuar un desarrollo pleno por el momento, un elemento nuevo (situacin D): Damin su-giere que Mara puede ser objeto de su atencin. Se deja abierta as la posibilidad de creacin de otro tringulo ms, adosado a los restantes, y formado por Damin, Mara y Flix.

    A lo largo de la jornada primera la situacin B se mantiene en funcionamiento pleno. En las prineras escenas de la segunda

    30. Vase la explicacin que Jos Caso Gonzlez proporciona del trazado del argumento en su estudio Rococ, Prerromanticismo y Neo-clasicismo en el teatro espaol del siglo XVIII, publicado en el libro Los conceptos de Rococ, Neoclasicismo y Prerromanticismo en la lite-ratura espaola del siglo XVIU, Oviedo, Cuadernos de la Ctedra Feijoo, 22, 1970, pp. 7-29. (Cf. especialmente, pp. 13-14).

    31. Cf,, tambin, Mario Hernndez, Herencia barroca y novedad rococ en La Petimetra de Nicols Fernndez de Moratn, en Actas del Cuarto Congreso Internacional de Hispanistas, celebrado en Salamanca, agosto de 1971, I, Salamanca, 1982, pp. 757-771. Vid., concretamente, p. 759.

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  • la situacin C comienza a cobrar relevancia, aunque no se desha-ce totalmente el planteamiento de B. En la segunda mitad de la jornada central, tras la insercin de un incidente bsico para la comedia, el descubrimiento simultneo por los galanes de la ver-dadera identidad de Jernima, se imprime un giro a los aconteci-mientos. Los dos hombres fijan sus ojos en Mara, aunque slo Flix es correspondido. La accin es, as, replanteada. Su diseo se vuelve a efectuar tomando como modelo el realizado en las es-cenas anteriores, con las cuales guarda un exacto paralelismo. Una vez ms el punto de partida est en una situacin simple (Ai): un hombre, Flix, ama a una mujer, Mara, y es correspon-dido. Al instante aparece un obstculo, la intromisin de Da-min, y con l un tringulo amoroso (Flix, Mara, Damin; si-tuacin Bi). A l se le adosa otro al punto: Jernima, antes desdeosa, decide entregar sus encantos al rico don Flix (situa-cin Ci), aunque no descarta todava por completo a Damin. Con ello se avanza un paso en la complicacin argumental. Apa-rece la situacin Di en la cual son tres, como antes sucediera, los tringulos amorosos que funcionan simultneamente: Flix-Mara-Damin; Flix-Mara-Jernima; Flix-Damin-Jernima. En los ltimos instantes de la pieza la situacin Di desaparece (Jernima, al percatarse de que el nico galn adinerado es Flix, abandona sus pretensiones por Damin) y tan slo la O es utili-zada por el dramaturgo. La solucin del conflicto correr a cargo de Don Rodrigo, to de las damas, quien las empareja con uno de los galanes, Mara con Flix, Jernima con Damin, haciendo as desaparecer todo tipo de tringulos, provocando la reapari-cin del planteamiento lineal inicial, la vuelta a la armona.

    Analizada as, la accin parece de diseo simple y bien medi-tado. Se parte de un planteamiento claro del conflicto. Despus se introducen modificaciones. Todos los ingredientes bsicos del enredo estn implcitos en el trazado inicial. Cada uno de ellos va entrando en funcionamiento segn las exigencias del desarrollo argumental. En ste se introducen dos partes diferen-ciadas. En la primera, Jernima y Damin son los verdaderos protagonistas de las relaciones amorosas; Flix y, menos, Mara, los entrometidos. En la segunda, se truecan los papeles y Mara se convierte en el eje de los sucesos. Todo parece difano.

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  • Todo parece medido para facilitar la comprensin del texto y la posible transmisin de una enseanza. Y, sin embargo, a nivel de resultados la comedia se presenta compleja. El enredo y el continuo cambio en los vrtices de los tringulos amorosos en-maraan demasiado la accin. De ah que su desenlace no pueda aparecer como consecuencia lgica del desarrollo previo, deba ser un tanto impuesto por el autor. La claridad est en el diseo terico, en el esquema de partida. La oscuridad, en los logros prcticos. No es extrao que los exigentes crticos neoclsicos, entre ellos el propio Leandro Fernndez de Moratn, arremetie-sen contra la pieza.

    2.2. Recursos bsicos utilizados Consecuencia inmediata del diseo elegido para configurar la

    accin es la aparicin de un conjunto de recursos que, por un lado, facilitan su desarrollo, la caracterizacin de los personajes y el planteamiento de los temas, y, por otro, la transmisin de un mensaje muy concreto.

    Los enfrentamientos duales es uno de esos recursos. La ela-boracin de la accin mediante el sistema de tringulos amoro-sos descrito, unos tringulos en los cuales dos han de padecer la intromisin de un tercero, necesariamente genera la aparicin de un conjunto de oposiciones binarias que afectan especialmente a los personajes principales (Flix/Damin; Mara/Jernima), aunque tambin a los secundarios (Martina/Ana). El enfrenta-miento puede ser de dos tipos: fsico o dialctico y de caracteri-zacin. El primero se produce constantemente entre los varones, pero tambin entre las damas al final de la comedia32. Su funcin es crear momentos de tensin que proporcionan inters al relato. El segundo afecta a galanes y damas por igual. Sirve para efec-tuar la caracterizacin de los personajes. Proporciona, al contri-buir a reprobar unos comportamientos y ensalzar otros, ms efectividad al mensaje de la obra.

    El paralelismo aparece en la comedia como consecuencia del uso del recurso anterior. El autor muestra las relaciones que se es-tablecen entre dos parejas de personajes cuyos respectivos ca-

    32. Cf.f los vv, 2794-2845 de la jornada II, por ejemplo.

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  • racteres chocan entre s, se oponen, se enfrentan. Por ello ha de ir narrando de forma paralela los sucesos que protagonizan y de presentar paralelamente los rasgos que los definene. El lector-espectador puede observar as la disparidad de motivaciones que existe entre ellos y admitir mejor las enseanzas que a travs del texto se transmiten33.

    El paralelismo aparece en muchas ocasiones trocado en con-traste3*. Puede producirse entre situaciones (tringulo amoroso formado en el acto primero, tringulo del tercero) o entre perso-najes (Flix/Damin; Mara/Jernima; Martina/Ana). Es un au-xiliar del didactismo. Facilita la provocacin de un rechazo por unos modos de actuacin y la aceptacin de otros presentados como correctos y razonables35.

    Con fines igualmente didcticos el autor acude a la perspecti-va mltiple. Presenta dos visiones distintas de dos personajes diferentes que reaccionan ante un mismo suceso. El espectador-lector recibe una informacin ms completa, puede contrastar y queda en mejor posicin de aceptar la moraleja del texto36.

    La oposicin entre apariencia y realidad se utiliza como medio de caracterizar a los personajes y hacer ms fcil la trans-misin de una enseanza. Afecta sobre todo a dos agonistas, Je-rnima y Damin.

    33. En la jornada segunda, por ejemplo, encontramos claramente utilizado este recurso. El autor muestra de forma paralela las reacciones de Flix y Damin al descubrir la verdadera situacin de Jernima (si bien resalta la divergencia de motivaciones que les llevan a adoptar una misma solucin, el abandono de Jernima). C/. vv, 1504-1704.

    34. Cf. Nigel Glendinning, El Siglo XVIH (Historia de la Literatura espaola, 4). Barcelona, Ariel, 1973, p. 149.

    35. Incluso el contraste de situaciones, en el ejemplo aqu citado, cumple esa funcin. El tringulo amoroso en la jornada III muestra, al contrastar con el incluido en la primera, cmo los engaos y las menti-ras van recibiendo su merecido: en el centro de los tringulos ya no se encuentran las mismas personas en cada caso, los entrometidos de antes se convierten en sujetos pacientes de las intromisiones de necios e inte-resados que en un principio aparecan como eje de los sucesos (Jernima y Damin).

    36. Pueden observarse en los mismos versos citados en la nota 33.

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  • El enredo es otro de los recursos primordiales que invervie-nen en la composicin de la comedia. El propio Nicols Fernn-dez de Moratn lo menciona en el prlogo a la primera edicin de La Petimetre?1, si bien para matizar que no se usa demasiado:

    No imagine nadie hallar en mi Comedia tantos enredos como en otras, pues el tiempo, ni el parage immutable no lo permiten, ni fueran verismiles tampoco.

    Su aparicin es consecuencia inmediata, tambin, del trazado que e proporciona a la accin, de su diseo basado en el sistema de tringulos amorosos cambiantes. El enredo envuelve a todos los personajes. Suele ser utilizado con fines dramticos, crea con-flictos38. Consiste en la interferencia de terceros en las relacio-nes amorosas de una pareja. Es complejo. Los hechos se enmara-an tanto con l que el autor ha de acudir a un personaje que, imponiendo su voluntad sobre los dems, provoque el adveni-miento del desenlace. En su utilizacin del enredo Moratn cae en uno de los defectos contra los que advierte Luzn en su Poti-ca

    29:

    algunos poetas saben enredar con mucho artificio una fbula, pero despus se pierden en la solucin.

    Pese a sus buenas intenciones, no logra que las dificultades se resuelvan y deshagan con admiracin de los oyentes, con natura-lidad y verosimilitud40.

    2.3. Diseo de los personajes Ocho son los personajes41 que sirven de base para desarrollar 37. Nicols Fernndez de Moratn, Dissertacin que figura al

    frente de La Petimetra (citada en nota 5), p. 22; en nuestra edicin p. 75. 38. Tan slo existe un enredo de carcter cmico en la comedia. Se

    sita en la jornada primera, vv. 819-883. Se utiliza como fcil recurso para hacer rer al espectador.

    39. Ignacio de Luzn, La Potica (ediciones de 1737 y 1789). Ed. Isabel M. Cid de Sirgado, Madrid, Ctedra, 1974, p. 368.

    40. Luzn, ibidem. 41. C/., tambin, Mario Hernndez, op, cit., en nota 31, pp. 759-

    764.

    23

  • la accin. Moratn, ajustndose as a la preceptiva neoclsica, y separndose, en consecuencia, de los epgonos de la comedia nueva y del teatro postbarroco, incluye en su texto un nmero re-ducido de agonistas. Estos no sern agrupados en las escenas sino por tros, cuartetos o por parejas. Tan slo en momentos especialmente resalanles en el argumento, y con el fin de que estos queden destacados, se produce la acumulacin. El autor marca as distancias con respecto al drama imperante en su poca, y toma, con su prctica, partido por la esttica ilustrada.

    La caracterizacin de los personajes se efecta de forma rpi-da en unos casos y paulatina en otros. Puede realizarse desde un punto de vista externo (se muestra su situacin social) o desde un punto de vista interno (se notifica su modo de ser interior).

    La caracterizacin externa de los agonistas es hecha rpida-mente en los personajes secundarios (Martina, Ana, Roque, Don Rodrigo)42. En los principales (Mara, Jernima, Flix y Damin) predomina la lentitud. De estos se van progresivamente descu-briendo aspectos inditos para el espectador. De Flix, por ejem-plo, se notifica primero su reciente llegada a la corte procedente de Valladolid43, su inters, despus, por entrevistarse con don Ro-drigo para hacerle entrega de una carta en la cual se solicita ayuda para resolver un problema44, y, por ltimo, se relata su historia completa45. Se logra as ayudar al pblico a fijarse ms en esos personajes, a conocerlos mejor, facilitando de tal modo la trans-misin de un mensaje concreto del que ellos son portadores.

    La caracterizacin interna de los personajes es efectuada de forma enteramente similar. De los protagonistas se van paulati-

    42. Inmediatamente sabemos que Martina es criada de Mara; Ana, de Jernima; Roque, de Damin; y que don Rodrigo es to y administra-dor de las damas protagonistas.

    43. Jornada I, vv. 1-129. 44. Jornada II, 45. Jornada III, vv. 1954-2011. Damin se halla en situacin si-

    milar. Roque va desvelando progresivamente aspectos de su posicin social hasta la jornada tercera (vv. 2580-2659) en la que el personaje queda al descubierto. Y lo mismo sucede con Jernima y Mara, cuya si-tuacin real es mostrada en tinieblas en los primeros momentos hasta que en la jornada II don Rodrigo la desvela con claridad.

    24

  • mente desvelando aquellas facetas que son de imprescindible conocimiento al espectador para comprender la actuacin de aquellos en cada una de las situaciones. As, de Damin se va des-tacando poco a poco su capacidad de apasionamiento, su tacae-ra, su cobarda, su carcter interesado46... De Mara, su abnega-cin, su comportamiento adecuado al papel que debe desempear una mujer en la familia47... De Jernima, su seoritismo, su superficialidad48... De Flix, la nobleza de su carcter, la lealtad que guarda a su amor, la capacidad de defensa de sus intereses, su valenta... En cambio, los personajes secundarios son trazados casi de un solo plumazo. De Martina se destaca su carcter in-teresado y su fidelidad a Mara; de Ana, su estupidez, concorde con la de Jernima; de Roque, su buen humor y sus dotes de buen consejero; de don Rodrigo, su carcter severo y adusto.

    Los personajes quedan caracterizados ante el espectador por medio de sus hechos o por las palabras que pronuncian. Martina, por ejemplo, es definida como persona interesada al mostrar cmo solicita a Damin recompensa por los servicios prestados, y Damin como tacao al aplazar el pago de la ddiva49. Jer-nima es presentada como ser ridculo, superficial y engredo en la conversacin que mantiene con Ana50. La caracterizacin puede llegar tambin a travs de conversaciones que otros perso-najes mantienen sobre ellos y sus hechos. Mara aparece como persona resignada y de buen corazn en el relato de Martina in-cluido en los inicios de la jornada primera51. Damin, como co-barde al narrar Roque su actuacin en el duelo que haba de mante-ner con Flix52.

    Para caracterizar a los personajes principales se utilizan dos recursos bsicos que anteriormente comentbamos, el paralelis-

    46. Jornada I, vv. 1-129; jornada I, vv. 156-176; jornada II, vv. 1189-1248; jornada II, vv. 1658-1704, respectivamente.

    47. Jornada I, vv. 130-155; jornada I, vv. 388-529... 48. Jornada I, vv. 130-155; jornada I, vv. 235-388. 49. Jornada I, vv. 156-176. 50. Jornada I, vv. 235-388. 51. Jornada I, vv. 130-155, 52. Jornada II, vv. 1206-1248, Cf. Jos Caso, Rococ... (cit.

    en nota 30), p. 14.

    25

  • mo y el contraste. El autor efecta un diseo paralelo de Flix y Damin, los galanes, y de Mara y Jernima, las damas. Va pre-sentando paralelamente sus rasgos definidores53. Pero el parale-lismo conlleva el contraste, un contraste que se traduce en opo-siciones binarias (el carcter de Flix se opone al de Damin; el de Mara, al de Jernima), utilizadas con claros fines didcti-cos.

    Los personajes principales son los que han recibido una ca-racterizacin ms cuidada. De ellos se destacan varios rasgos: su tendencia a razonar54, a justificarse55... En ellos se producen al-gunos cambios de actitud que el autor procura siempre explicar56. Pero, aun as, parece evidente que las evoluciones de los agonis-tas resultan un tanto forzadas, son preparadas de forma un poco tosca. Por ello la obra, en este aspecto, falla y se torna, en contra de los deseos de su creador y de los presupuestos tericos neocl-sicos, un tanto inverosmil.

    El problema bsico es que todos los personajes de la comedia son puros tipos funcionales, calcados de los que existan en la co-media nueva57, y empleados como medio de desarrollar una accin a travs de la cual se va a transmitir una enseanza. Flix y Damin

    53. Flix y Damin explican en parlamentos paralelos las causas de su respectivo y sucesivo enamoramiento de Jernima y Mara. Jerni-ma y Mara, en una conversacin, muestran sus distintas concepciones de la vida (jornada I, vv. 388-529).

    54. Damin, jornada I, vv. 632-818; Jernima, ibidem; Flix, jor-nada II, vv. 1294-1360...

    55. Damin, jornada II, vv. 1658-1704; Jernima, jornada III, vv. 2464-2555...

    56. As, Jernima explica su inters repentino por Flix con la ex-cusa de que Damin no era, socialmente, quien ella crea (jornada III, vv. 2464-2507). Se justifica la atraccin de Mara por Flix, con tan slo verle, por la sospecha que ella tiene de que pueda tratarse del hombre que conoci en Valladolid y del que qued prendada. Y el cambio de actitud de Flix con respecto a Mara, por el desengao que sufre al enterarse de la verdadera situacin social y personal en que se hallaba Jernima y por la presuncin de ser aqulla la dama a la que ayud en su ciudad y de la que se enamor.

    57. Cf. Juana de Jos, Teora sobre los personajes de la comedia nueva. Madrid, CSIC, 1963.

    26

  • son los tpicos galanes de la comedia nueva, jvenes, guapos, es-forzados..., con todos los atributos propios de este tipo funcio-nal58, encargados de dar. vida a una trama amorosa. Mara y Jer-nima son las damas, guapas, discretas (Jernima no siempre), que viven para el amor. Martina y Ana son las criadas, y, como tales, interesadas (Martina en especial), confidentes, interme-diarias en los amores de su seora y su galn. Roque es criado y gracioso, consejero y acompaante de su seor, encargado de crear momentos cmicos, aunque es un gracioso ms serio y cuerdo que los que figuran en comedias del Siglo de Oro. Don Rodrigo es el viejo, y acumula, al igual que suceda en las come-dias barrocas, la funcin de padre, encargado de velar por el honor de las doncellas a l encomendadas, y de poderoso, encar-gado de resolver el conflicto.

    Para dar ms efectividad al mensaje que el autor trata de transmitir a lo largo de su texto, los personajes han sido distri-buidos en dos conjuntos bsicos: los agonistas positivos y los agonistas negativos. Junto a ellos queda situado un tercer blo-que, integrado por los personajes secundarios, que se escapan, como consecuencia del menor cuidado puesto en su caracteriza-cin, de tal escisin maniquea, que, en trminos generales, no resultan ni buenos ni malos. Los personajes positivos son Flix y Mara, Ellos, segn Glendinning59, representan la razn. Los negativos, Jernima y Damin. Ellos juzgan todo por sus apariencias60. Los caracteres de unos y otros chocan entre s y de ese choque surge la moraleja de la comedia. Los agonistas negativos sufren un continuo proceso de envileci-miento, que es utilizado como auxiliar del didactismo61.

    58. Cf. Juana de Jos, ibidem. 59. Op. cit., (nota 34), p. 149. 60. Ibidem. 61. Damin y Jernima no son excesivamente maltratados en el

    acto primero. Incluso ellos son los protagonistas principales de las re-laciones amorosas. Pero poco a poco van siendo relegados a un segundo trmino. Sus defectos se destacan con ms fuerza. De protagonistas prin-cipales pasan a ser entrometidos obstculos para las relaciones que man-tienen Flix y Mara. Sobre el tratamiento de personajes, vid., tambin, el artculo de Mario Hernndez citado en la nota 31, pp; 764-765.

    27

  • 2.4. Temas desarrollados

    El nmero de temas que hallamos en la comedia es verdadera-mente exiguo. Moratn ha querido romper as con uno de los ras-gos tpicos del teatro de su poca y acomodarse a la esttica de la Ilustracin, al pensamiento de los preceptistas neoclsicos.

    Unas relaciones amorosas eran, como veamos, el asunto b-sico que se desarrollaba en la accin. Consecuentemente con ello el tema principal es el amor. El planteamiento que se efecta de ese tema resulta muy apegado a los tpicos que figuran en los textos encuadrables en la comedia nueva62. Las relaciones se ini-cian con un flechazo (tal sucede con Mara con respecto a Flix, y con Flix con respecto a Jernima)63. Los celos y los re-proches son tpicos de las relaciones amorosas64. Por amor dos hombres se pueden batir en duelo, aunque fuesen amigos, pues el amor est por encima de la amistad65. El amor genera desasosie-go en el enamorado66. El hombre tiene la obligacin de declarar-se y no la mujer, que debe guardar el decoro67. En las relaciones amorosas la constancia es esencial68. El fin perseguido por los enamorados es el matrimonio.

    62. Glendinning (op. cit. nota 34, p. 149) sin proporcionar mayores explicaciones, afirma: El amor constituye una fuerza natural, cediendo paso en este punto el enfoque del siglo XVII al de la Ilustra-cin. Dadas las concomitancias que reseamos a continuacin entre el planteamiento del tema en el siglo XVII y el que hallamos en La Petime-ira, resulta ocioso decir que no compartimos su opinin. Cf., tambin, Mario Hernndez, op, cit. en nota 31, pp. 763-764.

    63. El flechazo era considerado inverosmil por los neoclsi-cos.Por eso el rasgo, que evidentemente existe, se intenta disimular, suavizar un poco, notificando que Mara conoca de antemano a Flix (aunque se indica que la dama no est totalmente segura de que Flix sea realmente el hombre de quien se enamor), y que Flix se interesa por Je-rnima al observar su discreto comportamiento en el primer encuentro que mantienen.

    64. Cf. jomada I, vv. 632-818. 65. Jomada I, vv. 972-1068. 66. Cf Mara, jomada II, vv. 1069-1132. 67. Jomada III, vv. 1929-2116. Jernima no cumple este requisito

    y ello es una de las causas de su castigo final. 68. Cf Mara, jomada III, vv. 1929-2116.

    28

  • Relacionado con este tema principal aparecen otros secunda-rios que apenas tienen desarrollo. La denuncia de la discrimina-cin que sufre la mujer en las relaciones amorosas69. La visin del papel que ha de desempear la mujer en el hogar70. Las adverten-cias sobre las acciones que puede emprender una mujer enfurecida71 o sobre la naturaleza de la mujer72. El honor, entendido de forma un tanto externa, basado en la apariencia y el qu dirn73.

    El problema es que al autor no le interesa verdaderamente el tema principal de la comedia, y, por supuesto, mucho menos le preocupan los temas secundarios. No intenta realizar un verdade-ro anlisis en s del tema de las relaciones amorosas. El conteni-do bsico es utilizado como simple excusa para disear una ac-cin desarrollada por unos personajes a travs de los cuales se transmite una enseanza al espectador. El inters bsico del co-medigrafo reside en el significado, al servicio del cual pone el resto de los componentes de la pieza74. 2,5. Significado

    La comedia tiene un evidente carcter didctico, propio de la poca en la que se escribe y de la esttica, neoclsica, a la que pretende ajustarse. El fin de la Poesa, es ensear deleytando, y

    69. Mara, jornada II, vv. 1069-1132. 70. Se proporciona una visin tradicionalista. La mujer debe ser

    una ama de casa (como afirma Roque en la jornada II, vv, 1261-1288; don Rodrigo en la jornada II, vv. 1393-1425), debe saber cocinar, coser...

    71. Jernima, jornada II, vv. 1861-1876. 72. Es parlera y curiosa, afirma Flix en la tercera jomada,

    w. 1927-1928. 73. Don Rodrigo y Mara exponen esta visin del tema. No obs-

    tante, el autor, a diferencia de las comedias barrocas, no insiste excesi-vamente en l.

    74. Con ello Moratn no hace sino seguir uno de los postulados del neoclasicismo claramente expuesto por Luzn en su Potica (ed. cit. nota 39, p, 325): El modo de formar una fbula es el siguiente: pri-meramente es menester empezar por la instruccin moral que se quiere ensear y encubrir bajo la alegora de la fbula. Cf., tambin, Mario Hernndez, La polmica... (citado en nota 29), pp. 189-190, y Philip Deacon, Nicols Fernndez de Moratn: tradicin e innovacin, en

    29

  • para esto es la Comedia, afirma Moratn en la Dissertacin que precede a la primera edicin del texto de La Petimetre?5. Con su texto intenta dar cumplimiento a este postulado previo.

    El didactismo hace acto de presencia, de forma aislada, en al-gunos momentos de la pieza. Encontramos sentencias didcti-cas, tipo de la que en la escena quinta del acto primero76 se pone en boca de Martina:

    cual la amistad es tal es el amigo ahora

    Pero, sobre todo, el didactismo aparece difano en el significado general que posee la comedia.

    En la obra, ya lo resaltbamos, se enfrentan dos modelos opuestos de comportamiento. El primero es positivo y queda plasmado en Flix como perfecto caballero y Mara como dama ejemplar y modlica ama de casa. El segundo es negativo. Se encarna en Damin, prototipo de hombre interesado, de cazado-tes que slo busca un casamiento ventajoso por motivos econ-micos. Y en Jernima, la mujer absurda, la petimetra, que gusta, como Damin, aparentar lo que no es, prefiere lucirse por la calle, vistiendo a la ltima moda, antes de ocuparse de su hogar, y busca un marido adinerado para poder vivir bien, tener criados que cuiden su casa mientras ella se dedica plenamente a los me-nesteres, y caprichos, que la atraen. Contra ellos se dirige la co-media. A ese fin obedece el trazado de la accin, el empleo de re-cursos como las oposiciones binarias, el paralelismo..., el continuo proceso de degradacin que sufren Jernima y Damin. Moratn en su texto no trata de satirizar exclusivamente a la pe-timetra, como se ha venido afirmando tradicionalmente, sino al cazadotes tambin. Tal es el mvil que le impulsa a redactar su obra, el mensaje que intenta transmitir al espectador, recomen-dndole que no siga el ejemplo de los protagonistas negativos si no quiere recibir como ellos, el castigo correspondiente.

    Revista de Literatura, XLII, 84, 1980, pp. 99-120 (vid. especialmente p. 101).

    75. Cf. Dissertacin (citada en nota 5), p. 15, en nuestra edicin p. 69.

    76. Jornada I, vv. 226-227,

  • Para facilitar la recepcin del significado, el autor utiliza dos recursos auxiliares. El primero son las advertencias que los per-sonajes dirigen a los protagonistas negativos sobre su mal com-portamiento77 y el ensalzamiento, por contraste, de los protago-nistas positivos78. Con l la moralizacin final aumenta su eficacia. Se indica que los personajes negativos merecen su cas-tigo por no querer seguir los buenos consejos que recibieron. El segundo es la intervencin de una justicia potica, de la que don Rodrigo es ejecutor, que aparece al final de la comedia, y que pro-porciona su merecido a cada cual segn haya sido su actuacin previa79.

    3. Restos barrocos e innovaciones neoclsicas Griegos y espaoles, latinos y espao-les, italianos y espaoles, franceses y es-paoles, ingleses y espaoles

    Nicols Fernndez de Moratnm

    La Petimetra pretende ser la primera comedia escrita siguien-do las directrices de la esttica ilustrada. Ella abrira en Espaa un gnero, la comedia de buenas costumbres, que tendra su culmina-cin en los textos de Leandro Fernndez de Moratn. Pero es una obra puente. Conserva todava muchos restos del drama barroco anterior. No es raro. Los escritores neoclsicos, cuando intentan redactar escritos de corte clasicista, se encuentran con un proble-ma fundamental, la carencia de modelos en la tradicin espaola

    77. Se evita as que la ignorancia pueda servir de excusa para la ac-tuacin de Jernima y Damin.

    78. Mara, Martina y don Rodrigo recriminan a Jernima; Roque, a Damin. Don Rodrigo ensalza a Mara; Martina y Mara, a Flix.

    79. Flix y Mara merecen casarse y ven cumplidos sus deseos. Je-rnima y Damin son obligados a contraer matrimonio en pobreza, en contra de su voluntad, como Castigo a sus egosmos y necedades. Roque y Martina se casan tambin con agrado. Ana, por fomentar la estupidez de su seora, queda sola y sin pareja,

    80. Respuesta dada por Nicols Moratn a una persona que le rog que le indicase, entre los poetas clsicos, de qual nacin debera prefe-rirlos, segn relata Leandro Fernndez de Moratn en la Vida de su padre, citada en la nota 10.

    31

  • inmediata que puedan servirles de punto de partida para poner en prctica sus ideas renovadoras. Los modelos con los que contaban estaban, en teatro, encuadrados en la comedia nueva. Es totalmen-te normal que reciban influjo de esas piezas. Ellas formaban el drama que se escenificaba en el momento y que habra de servirles de punto de partida para aprender cmo deban componer una obra teatral independientemente de la esttica que defendiese su autor.

    Los restos barrocos son claramente identificables tanto en las formas como en los contenidos. En la accin observamos muchos motivos que son ingredientes tpicos de las comedias espaolas del Siglo de Oro. Ya Gies hace referencia a ellos81. Po-dramos citar, como ejemplo, las entradas del padre-poderoso que obligan a los galanes a esconderse en un retrete82; el ena-moramiento sbito de damas o galanes; la intervencin de un criado para relacionar a dama y galn o su aparicin en instantes en los que existe una situacin embarazosa con el fin de crear tensin y comicidad; la inclusin del motivo final del matrimo-nio al que se llega mediante la ceremonia de unin de manos... Entre los recursos encontramos uno tpicamente barroco y gene-ralmente denostado por la Ilustracin: el enredo. Los personajes son caracterizados como tipos funcionales, iguales a los que fi-guran en los textos dramticos del siglo XVII, y agrupados por parejas (damas, con sus respectivas criadas; galanes, uno de los cuales tiene un criado que forma do amoroso con la criada de una de las protagonistas femeninas). El tema del amor ofrece los tpicos de la comedia nueva. La polimetra hace acto de presen-cia en el texto83, si bien aqu est reducida a la mnima expre-

    81. Cf. Gies, op. cit. (nota 27), pp. 48, 125-126. Vid., tambin, Mario Hernndez, op. cit. en nota 31, pp. 767-768.

    82. Era este tpico bastante denostado por los crticos neoclsi-cos. Baste recordar las palabras de Leandro Fernndez de Moratn inclui-das en su Leccin Potica:

    La dama ha de esconder en su retrete A dos o tres galanes rondadores Preciado cada cual de matasiete,

    (ed. John Dowling, Barcelona, Labor THM, 1973, p. 121, vv. 191-193).

    83. Cf. Caso, Rococ... (cit. en nota 30), pp. 15-16.

    32

  • sin. Tan slo dos estrofas, romances y redondillas, se combi-nan, a diferencia del teatro barroco que era ms rico en este as-pecto.

    Ante esta situacin cabe preguntarse dnde encontramos el neoclasicismo en la comedia. En tres puntos principalmente. El mantenimiento de las unidades. El desarrollo de una historia co-tidiana hecha por personajes (pocos) de clases no altas, con los que se pretende ridiculizar costumbres del momento (didactismo) y ensalzar buenos comportamientos (separacin de gneros). El planteamiento de un problema de actualidad.

    Las unidades son mantenidas rigurosamente en el texto. Ya Moratn, en su Dissertacin84, citaba esta caracterstica:

    sin que, a mi parecer, se note inverisimilitud, ni violencia, he logrado colocarla (...) en vina pieza particular, donde tiene el To-cador Doa Geronyma. La de tiempo est guardada tan fielmente, que no se tarda en la Accin mas de lo que puede tardar en representarse, de suerte, que su duracin no passara de tres horas.

    La accin, pues, transcurre en un solo lugar y en un corto espa-cio de tiempo, y tiene carcter nico (no se utilizan acciones se-cundarias). Con el mantenimiento de las unidades en una pieza de composicin tan complicada, en la que se incluyen tantos acon-tecimientos, Moratn incurre en uno de los defectos que los neo-clsicos intentaban evitar, la inverosimilitud85. No es creble que en una habitacin y en tan poco tiempo tengan lugar tantos sucesos (enamoramientos, enredos, nuevas relaciones amoro-sas...). El propio autor es consciente de ello, y de ah que recurra a un recurso, las referencias al teatro para hacer verosmil una si-tuacin, considerado como faciln por la mayora de los dra-maturgos y crticos?6.

    84. Cit. en nota 5, pp. 21 y 22; en nuestra edicin, pp, 74-75. 85. Gies, (op. cit., nota 27, pp. 130-131) seala los defectos que

    l encuentra en la comedia. 86. Consiste en hacer exclamar a un personaje palabras similares a

    las pronunciadas por Flix en la jornada III, vv. 2408-2411; Si lo que a mi me sucede Se fingiera en un teatro,

    33

  • La subordinacin de todos los componentes de la comedia (accin, recursos, personajes y temas) a la transmisin de una enseanza es un rasgo tpico de la literatura de la Ilustracin87, El didactismo estaba ya presente en la literatura barroca, pero en ella se conceda tanta importancia a la enseanza como al deleite, en trminos generales, en la poca neoclsica se man-tiene una concepcin ms prctica an de la literatura. Se utiliza sta como medio de ofrecer a los receptores la postura adoptada por el autor ante diferentes problemas de actualidad- En esta lnea se encuadra La Petimetra de Moratn, y en este sentido la obra resulta tpico producto de su siglo88.

    En la comedia se muestra el desarrollo de una historia coti-diana realizado por un nmero no elevado de personajes, de cla-ses no altas, a travs de los cules se ridiculiza el vicio y se en-salza la virtud. El texto, en este punto, es completamente neoclsico. Moratn sigue totalmente el pensamiento de los re-formistas, perfectamente plasmado por Luzn en su Potica. Se ajusta a la definicin de comedia propugnada por la Ilustra-cin89.

    De igual modo Moratn se muestra neoclsico al hacerse eco en su creacin de un problema de actualidad: la existencia en la

    Lance propio de comedia Lo juzgara el vulgo vano,

    Mario Hernndez, en la pgina 758 del artculo citado en la nota 31, ofrece una interpretacin parcialmente diferente de este recurso, con la que, evidentemente, no estamos de acuerdo.

    87. Cf. la cita de Luzn recogida en la nota 74, 88. En el Barroco, adems, las enseanzas solan ser ms de carc-

    ter moral o tico, no estar tan relacionadas con problemas de rabiosa ac-tualidad. Eran ms generales, no tan especficas.

    89. Luzn (op. cit. nota 39, p. 404) define la comedia como re-presentacin dramtica de un hecho particular y de un enredo de poca im-portancia para el pblico, el cual hecho y enredo se finjan haber suced-do entre personas particulares o plebeyas con fin alegre y regocijado; y que todo sea dirigido a utilidad y entretenimiento del auditorio, inspiran-do insensiblemente amor a la virtud y aversin al vicio, por medio de lo amable y'feliz de aqulla y de lo ridculo e infeliz de ste. Y Leandro Fernndez de Moratn (Discurso preliminar cit. en nota 19, p. 320) afirma que comedia es Imitacin en dilogo (escrito en prosa

    34

  • poca de petimetras90 y cazadotes. Estas figuras como ha estu-diado Andioc91, eran consideradas seres peligrosos por los ilus-trados. Las petimetras intentaban aparentar lo que no eran so-cialmente asimilando su comportamiento externo al de las clases elevadas. El propio Nicols hizo una descripcin de ellas en la Satyra I incluida en El Poeta92:

    No vs, que el no saber, ni aun una letra, En las Damas es hoy lo que mantiene El ayre, y presumpcion de Petimetra?

    Y en su conversacin, cuento viene Solo el Cors, la Bata, la Basquina Que la Amiga prestada, 6 propia tiene?

    No ves, que no hay quien su desorden ria, Por no desazonar, como ellos dicen, Los chistosos gracejos de la Nia?

    Que aguantan que su cuerpo martyricen La Cotilla, el Zapato, el Sofocante, Hasta que de apretados se destrizen.

    No ves, que el que se precia de su Amante Por mritos alega moneras, Para que en sus favores adelante?

    Exceden en sus piros Macias, Hacen vil profesin de lisongeros Y as si passan las noches y los di as.

    verso) de un suceso ocurrido en un lugar y en pocas horas entre personas particulares, por medio del cual, y de la oportuna espresin (sic) de afec-tos y caracteres, resultan puestos en ridculo los vicios y errores comu-nes en la sociedad, y recomendadas por consiguiente la verdad y la vir-tud.

    90. Sobre este tipo, cf. Gies, op, cit, (nota 27), p. 127. 91. Rene Andioc, Sur la querelle du thtre au temps de Leandro Fer-

    nndez de Moratn. Tarbes, 1970. Traducido al castellano con el ttulo Teatro y sociedad en el Madrid del siglo XVIII. Madrid, Fundacin Juan March-Castalia, 1976, reimpreso en Madrid, Castalia (Literatura y So-ciedad), 1988.

    92. Nicols Fernndez de Moratn, El Poeta (cit. en nota 2) pp. 46-47. Sobre el origen y significacin del trmino petimetra, la historia del tipo y su inclusin en el teatro dieciochesco, vid. Jos Subir "Peti-

    35

  • Con ello rompan o, al menos, lo intentaban, las barreras exis-tentes entre las clases sociales, fuertemente defendidas por los hombres de la Ilustracin. De ah los ataques contra ellas. Los cazadotes contribuan a crear el problema de los matrimonios concertados por mviles econmicos. Eran individuos que pre-tendan convertirse en ricos, y ascender as de clase social, por medio de su mujer. Las barreras. sociales se quebraban de ese modo. Por ello las crticas. Moratn, al ridiculizar a estos dos tipos de la sociedad del momento, entra de lleno en un tema de actualidad y toma partido a favor de los matrimonios concerta-dos entre personas econmicamente iguales, de la misma clase social. De ah que Flix y Mara, ambos ricos, se casen entre s; Jernima y Damin, pobres, se casen entre s; Roque y Martina, criados, se casen entre s. En este sentido La Petimetra se encua-dra totalmente en las corrientes de pensamiento defendidas por los reformistas ilustrados. Arremete contra los advenedizos que tratan de romper las barreras sociales. Alaba los matrimonios efectuados entre personas de igual clase social, de idntica, o muy similar, capacidad econmica.

    Esta dualidad de ingredientes que encontramos en su texto, restos barrocos e innovaciones neoclsicas, convierten La Peti-metra en una comedia hbrida, como afirma Gies93:

    Nicols created a hybrid play (which Leandro severely criti-zed), a comedy that in tessence maintained the intemal freedoms of the Golden Age while it adhered to certain of the new Neo-classical principies.

    La obra, explica Caso y corrobora, al parecer en principio, Mario Hernndez94, sera un tpico producto del rococ literario:

    metra" y "Majismo" en la literatura, en Revista de Literatura, IV, 8, 1953, pp. 267-285.

    93. Gies, op. cit. (nota 27), p. 132. 94. Cf. artculo citado en nota 30, p. 16. Caso vuelve sobre sus

    ideas en las pginas 14-15 del artculo mencionado en la nota 8 y las co-rrobora con sendas citas tomadas de la tesis doctoral indita de Mario Hernndez aludida en nuestra nota 29. No obstante, Mario Hernndez, en el apartado Lo barroco y lo rococ. Adscripcin estilstica, de su art-culo sobre La Petimetra citado en la nota 31 (pp. 766-771), matiza y rec-tifica parcialmente las afirmaciones de Caso. Tras identificar los ele-

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  • resulta La Petimetra una obra barroca moderada, en la que entran elementos caractersticos del barroquismo francs, ms cercano que el espaol al ideal clsico. Y esta mezcla es lo que caracteri-za al Rococ literario.

    Ante esta dualidad, qu es lo predominante. Desde un punto de vista ideolgico, la Ilustracin. Desde el punto de vista de la composicin formal, la tradicin barroca. El neoclasicismo queda prcticamente convertido en un puro y simple armazn. De ah la inverosimilitud de situaciones que hallamos en la pieza, dado que en ella se intentan armonizar dos estticas contrapues-tas y, en cierto modo antitticas, la barroca y la neoclsica. De ah las uctuaciones y defectos de composicin observables en el escrito, un texto en el que pesa todava demasiado la comedia nueva, pero que intenta cumplir las normas poticas de la Ilustra-cin, quedndose a medio camino entre el barroco y el neoclasi-cismo. No asombran, pues, las crticas que le dirigieron los mis-mos reformistas del momento, incluido entre ellos el propio hijo, Leandro, de don Nicols95.

    JESS CAAS MURILLO

    mentos barrocos y rococs que se hallan en la pieza, indica: (...) opto por la denominacin (...) comedia urbana de costumbres. Lo rococ no define exclusivamente el carcter total de La Petimetra (p. 771).

    95. Cf. supra.

    37

  • NUESTRA EDICIN

    Tomamos como base para la edicin de nuestra obra el texto incluido en la primera impresin de la misma, que llamaremos Princeps en los momentos en que hagamos referencia a ella, y en cuya portada, reproducida en facsmil en este mismo volumen nuestro, figuran los siguientes datos:

    La Petimetra. I Comedia nueva: /escrita / con todo el rigor del Arte, / por Don Nicols Fernandez / de Moratin, Criado de la Reyna Madre1, / nuestra Seora. / Entre los Arcades de Roma / Flumisbo Thermodonciaco2. / Con licencia. / En Ma-drid, en la Oficina de la Viuda de Juan / Muoz, calle de la Es-trella. Ao de 1762/

    Utilizamos el ejemplar que, con la signatura R/16269 se cuenta entre los fondos de la Biblioteca Nacional de Madrid.

    Desde el siglo XVIII hasta nuestros das La Petimetra tan slo ha sido reimpresa en tres ocasiones. La primera reimpre-sin se debi a Buenaventura Carlos Aribau, quien la incluy en el tomo segundo de la Biblioteca de Autores Espaoles, dedicado

    1. Nicols Fernndez de Moratin fue guardajoyas de la reina Isabel de Farnesio, segunda esposa de Felipe V y madre de Carlos III, monarca reinante en la poca de publicacin de La Petimetra.

    2. La costumbre de utilizar pseudnimos estuvo extendidsima en el siglo XVIII, especialmente en tertulias y academias literarias, como la Fonda de San Sebastin en el primero de los casos o los Arcades de Roma en el segundo, instituciones culturales ambas a las que perteneci don Nicols: Recordemos, por slo citar otro ejemplo, prximo a nuestro autor, que Leandro Fernndez de Moratin firmaba con los pseudnimos de Inarco Celenio, Melitn Fernndez, y Efrn Cardnaz y Morante.

    39

  • a Nicols y Leandro Fernndez de Moratn3. La segunda apareci en Pars en el volumen de Poesas sueltas y obras en prosa de D. Leandro Fernndez de Moratn seguidas de las obras poticas y dramticas de D. Nicols Fernndez de Moratn, publicado por la Casa Editorial Garnier Hermanos4. La tercera la insert Federico Carlos Sinz de Robles en el tomo quinto de su obra El teatro es-paol, historia y antologa5. Las tres estn relacionadas. La pri-mera constituye una adaptacin a los gustos y usos teatrales de-cimonnicos de la versin proporcionada por la Princeps. De ah que en ella se introduzca el cambio de nombre de la jornada por acto y la divisin en escenas, que conlleva modificacio-nes (supresiones, adiciones, nuevas redacciones...) en las Aco-taciones originales. La segunda y la tercera siguen, sin variacio-nes resaltables, el texto establecido por Buenaventura Carlos Aribau en la BAE.

    En nuestra edicin hemos efectuado el cotejo del texto de la Princeps con las versiones decimonnicas de la comedia, la de Aribau, que llamaremos BAE, de 1846, y la de Pars, denominada Garnier, de 1882. De l hemos podido deducir que la impresin parisina es una reproduccin de BAE, de la que se diferencia en raras ocasiones (erratas, omisiones...), tal y como en las cores-pondientes anotaciones textuales tendremos oportunidad de comprobar. No utilizamos, por carecer de inters, la versin de Sinz de Robles como material de trabajo.

    En nuestra edicin se reproducen, por primera vez desde el siglo XVIII, todos los preliminares de la Princeps, la dedicatoria A la Exc. Seora / Doa Mariana de Silva./ y Toledo, / Duquesa

    3. Nicols Fernndez de Moratn, La Petimetra. Ed. Buenaventura Carlos Aribau, en Obras de Don Nicols y Don Leandro Fernndez de Mo-ratn, Madrid, Rivadeneyra, (BAE, II), 1846, pp. 66-84.

    4. Nicols Fernndez de Moratn, La Petimetra, en Poesas sueltas y obras en prosa de D. Leandro Fernndez de Moratn seguidas de las obras poticas y dramticas de D. Nicols Fernndez de Moratn, Pars, Casa Editorial Garnier Hermanos, 1882, pp. 513-593.

    5. Nicols Fernndez de Moratn, La Petimetra. Ed, Federico Car-los Sinz de Robles, en El Teatro espaol, historia y antologa Desde sus orgenes hasta el siglo XIX, V, Madrid, Aguilar, 1943, pp. 75-157.

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  • de la ciudad de Medina Sidonia, y la famossima Disser-tacin. Constituye esto, sin lugar a dudas, uno de sus mayores atractivos y su principal aportacin, al poner al alcance de cual-quier lector textos de imposible acceso salvo en bibliotecas muy especializadas.

    La Dissertacin (Disertacin en nuestra versin), pr-logo e introduccin a La Petimetra, ha sido considerada tradicio-nalmente por la crtica como un texto repleto de inters para la historia de la polmica sobre el teatro que se va a desarrollar a lo largo del siglo XVIII espaol6. Su importancia ha sido habitual-mente destacada, por encima, incluso, de la propia comedia a la que sirve de prtico. Es un escrito en el cual encontramos tres in-gredientes principales7: una doctrina positiva, unas normas para la buena composicin de las comedias, tomada principalmente de la Potica de Luzn; una crtica, tambin basada en Luzn, al teatro barroco y al que en su poca se compona, refunda y re-presentaba, la comedia nueva degradada, de los epgonos del g-nero; una contestacin a los extranjeros que con sus ataques cr-tico-literarios, y evidentemente la figura de Du Perron no puede estar ms presente8, ofendan a y menoscababan la buena fama del pas9. Una declaracin de intenciones, el deseo de demostrar que es posible escribir comedias clasicistas en Espaa, y una captatio benevolentiae, una expresin de nimo para las perso-nas, se dice, mejor dotadas que el autor para la dedicacin a las tareas literarias de esa ndole, que sean capaces de componer un buen teatro cmico, completan el conjunto.

    6. Cf., por ejemplo, los trabajos de Menndez Pelayo, Cotarelo, Cook o Gies recogidos en el apartado de Estudios generales de nuestra bibliografa para comprobarlo.

    7. En la actualidad me encuentro preparando un estudio especfico sobre la Disertacin que espero pronto, en forma de artculo, pueda ver la luz. A sus conclusiones me remito. En esta parte de nuestro libro nos limitaremos a dar una idea general sobre los ingredientes que utiliz Mo-ratn para confeccionar su prlogo a La Petimetra, su Dissertacin.

    8. Vid., en nuestro libro, las notas correspondientes a la Disertacin.

    9. En las anotaciones a la Disertacin sealamos la presencia de todos estos ingredientes.

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  • En todos los casos, tanto en el texto de la comedia como en sus preliminares, hemos modernizado la grafa y la puntuacin que encontramos en la Princeps, y hemos intentado corregir todas las erratas, dejando en notas constancia de su existencia, que en ella se deslizaron. Con ello pretendemos facilitar la labor de acercamiento al texto a cualquier tipo de lector.

    La edicin se complementa con dos conjuntos de anotacio-nes. Las textuales, ya mencionadas, por un lado. En ellas reco-gemos las divergencias detectadas entre el texto de la Princeps y los de la BAE y Garnier. Las explicativas y eruditas, por otro. Con stas, complementarias a la introduccin, intentamos posi-bilitar una mejor comprensin de La Petimetra, la creacin de Nicols Fernndez de Moratn que inaugura, con mayor o menor acierto, un gnero, la comedia de buenas costumbres, que en manos de Leandro, el hijo de Flumisbo Thermodonciaco, ha-bra de alcanzar su encumbramiento histrico definitivo.

    JESS CAAS MURILLO Universidad de Extremadura, noviembre de 1988

    42

  • BIBLIOGRAFA SELECTA Incluyo a continuacin una bibliografa selecta, clasificada temti-

    camente y cronolgicamente ordenada en cada uno de los apartados'(con el fin de facilitar al lector la tarea de observar la evolucin histrica que han tenido los trabajos sobre nuestro autor), de y sobre Nicols Fernn-dez de Moratn. De su produccin solamente ofrezco las ediciones que se han realizado hasta la actualidad de La Petimetra. En los estudios he pro-curado ser exhaustivo en las parcelas correspondientes a su teatro y se-lectivo en los trabajos de carcter general, de los cuales he recogido principalmente investigaciones de conjunto, bien sobre su biografa, bien sobre sus escritos, bien sobre ambas cosas a la vez, eliminando casi por completo todas aqullas que son ms especficas, que abordan aspectos ms concretos de su creacin (transmisin textual de poemas, su obra lrica o pica...).

    1. Repertorios bibliogrficos AGULAR PIAL, Francisco: Nicols Fernndez de Moratn (1737-

    1780), en Bibliografa fundamental de la literatura espaola. Siglo XVIII, Madrid, SGEL (Temas), 1976, pp, 152-154.

    SIMN DAZ, Jos: Fernandez de Moratm (Nicols), en Manual de bi-bliografa de la literatura espaola, Marid, Gredos (BRH), 1980, 3a ed., p. 562.

    AGUILAR PIAL, Francisco y DEACON Philip: Bibliografa de Nico-ls Fernndez de Moratn, en Revista de Literatura, XLII, 84, 1980, pp, 273-300.

    AGUILAR PIAL, Francisco: Fernndez de Moratn (Nicols), en Bi-bliografa de autores espaoles del siglo XVIII, tomo III (D~F), Ma-drid, CSIC, 1984, pp. 402-420.

    2 . Ediciones de La Petimetra FERNNDEZ DE MORATN, Nicols: La Petimetra. Comedia nueva es-

    crita con todo el rigor del arte, por Don..., Criado de la Reina Madre, nuestra Seora. Entre los Arcades de Roma, Flumisbo Thermodon-ciaco. Con licencia. En Madrid, en la Oficina de la Viuda de Juan Muoz, calle de la Estrella. Ao de 1762.

    La Petimetra. Ed. Buenaventura Carlos Aribau, en Obras de Don Ni-cols y Don Leandro Fernndez de Moratn, Madrid, Rivadeneyra, (BAE, II), 1846, pp. 66-84.

    La Petimetra, en Poesas sueltas y obras en prosa de D. Leandro Fer-nndez de Moratn seguidas de las obras poticas y dramticas de D.

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  • Nicols Fernndez de Moratn, Pars, Casa Editorial Garnier Herma-nos, 1882, pp. 513-593.

    La Petimetra. Ed. Federico Carlos Sinz de Robles, en El Teatro es-paol, historia y antologa. Desde sus orgenes hasta el siglo XIX, V, Madrid, Aguilar, 1943, p. 75-157,

    3 . Estudios

    3.1. Generales SEMPERE Y GUARINOS, Juan: Don Nicols Fernndez de Moratn, en

    Ensayo de una biblioteca espaola de los mejores escritores del rey-nado de Carlos III, IV, Madrid, Imprenta Real, 1787, pp. 121-130. (Ed. facsmil, Madrid, Gredos, 1969, 3 vols.).

    ALVAREZ DE BAENA, Jos Antonio: Nicols Fernndez de Moratn en Hijos de Madrid, ilustres en santidad, dignidades, armas, ciencias y artes, IV, Madrid, Benito Cano, 1791, pp. 142-144. (Ed. facsmil, Madrid, Atlas, 1973, 4 vols.).

    FERNNDEZ DE MORATN, Leandro: Vida del autor, en Obras postu-mas de D. Nicols Fernndez de Moratn. Entre los Arcades de Roma: Flumisbo Thermodonciaco. Barcelona, Viuda de Roca, 1821, pp. I-LIV. Reimpreso en Obras de Don Nicols y Don Leandro Fernndez de Moratn, Madrid, Rivadeneyra (BAE, II), 1846, pp. VII-XIX, con el ttulo Vida de Don Nicols Fernndez de Moratn, Flumisbo Thermodonciaco; y, con igual denominacin, en Poesas sueltas y obras en prosa de D. Leandro Fernndez de Moratn seguidas de las obras poticas y dramticas de D. Nicols Fernndez de Moratn, Pars, Casa Editorial Garnier Hermanos, 1882, pp. 279-300.

    MESONERO ROMANOS, Ramn de: Biografa espaola: Don Nicols Fernndez de Moratn, en Semanario Pintoresco Espaol, IV, 1842, pp. 282-284. Reimpreso en Obras Completas. Ed. Carlos Seco Se-rrano, Madrid, Atlas (BAE, CXCIX-CCIII), 1967, 5 vols., vol. II, pp. 349-351.

    MENNDEZ PELA YO, Marcelino: Historia de las ideas estticas en Espa-a, en Obras completas. Edicin Nacional, Santander, CSIC, 1947, 3 vols., vol. III, pp. 284-296; y en Obras Selectas. Editadas bajo la direccin de Rafael de Balbn, Madrid, CSIC, 1974, 4a ed., 2 vols., vol. I, pp. 1262-1273.

    PREZ DE GUZMN, Juan: El padre de Moratn, en La Espaa Moder-na, n.Q 138, 1900, pp. 16-33.

    COTARELO Y MOR, Emilio: Moratn (D. Nicols Fernndez de), 1763, en Bibliografa de la controversias sobre la licitud del teatro

    AA

  • en Espaa, Madrid, Tip. de la Rev. de Arch., Bibl. y Mus., 1904, pp. 471-473.

    SIMN DAZ, Jos: Don Nicols Fernndez de Moratn, opositor a c-tedras, en Revista de Filologa Espaola, XXVIII, 1944, pp, 154-176,

    HELMAN, Edith F.: The Eider Moratn and Goya, en Hispanic Review, XXIII, 1955, pp. 219-230; incluido, tras ser traducido con el ttulo D. Nicols Fernndez de Moratn y Goya sobre "Ars amatoria", en el libro Jovellanos y Goya, Madrid, Taurus, 1970, pp. 219-235,

    LZARO CARRETER, Fernando: Nicols Fernndez de Moratn, en Historia general de las literaturas hispnicas, ed. Guillermo Daz Plaja, IV, l s parte, Barcelona, Barna, 1956, pp, 50-57,

    COOK, John A.; Nicols Fernndez de Moratn, en Neo-classic Drama in Spain. Theory and Practice, Dallas, Southern Methodist Univer-sity Press, 1959, pp. 209-224, Reimpreso en Westport, Connecti-cut, Greenwood Press, 1974.

    ALBORG, Juan Luis: Nicols Fernndez de Moratn, en Historia de la literatura espaola, vol. III. Siglo XVIII, Madrid, Gredos (BRH), 1972, pp. 394-405,

    DEACON, Philip: The Life and Works of Nicols Fernndez de Moratn (1737-1780). Tesis doctoral indita. Trinity College, Universidad de Dubln, 1977, 800 pp.

    GIES, David T.: Nicols Fernndez de Moratn, Boston, G. K. Hall (Twayne World Authors Series, 558), 1979.

    N1SSENBERG, Gilda Jurez: Nicols Fernndez de Moratn: La teora neo-clsica y su aplicacin prctica. Disertacin para el doctorado. New York, City University, 1979, 270 pp.

    AGUILAR PIAL, Francisco: Moratn y Cadalso, en Revista de Litera-tura, XLII, 84, 1980, pp. 135-150.

    LVAREZ DE MIRANDA, Pedro: Nicols Fernndez de Moratn en la Sociedad Econmica Matritense, en Revista de Literatura, XLII, 84, 1980, pp. 221-246.

    CASO GONZLEZ, Jos Miguel: De la Academia del Buen Gusto a Ni-cols Fernndez de Moratn, en Revista de Literatura, XLII, 84, 1980, pp. 5-18

    DEACON, Philip: Nicols Fernndez de Moratn: tradicin e innova-cin, en Revista de Literatura, XLII, 84, 1980, pp. 99-120.

    DOMERGUE, Lucienne: Nicols de Moratn, censor, en Revista de Li-teratura, XLII, 84, 1980, pp. 247-260.

    SIMN DAZ, Jos: El madrileismo de don Nicols Fernndez de Mo-ratn, en Revista de Literatura, XLII, 84, 1980, pp. 261-272.

    CASO GONZLEZ, Jos Miguel: Nicols Fernndez de Moratn, en

    45

  • Ilustracin y Neoclasicismo, vol. 4 de la Historia y Crtica de la Li-teratura Espaola, al cuidado de Francisco Rico, Barcelona, Crtica, 1983, pp. 192-246.

    3.2, Sobre el teatro de Nicols Fernndez de Moratn

    SAZ, Agustn del: La madurez de la tragedia neoclsica. Don Nicols Fernndez de Moratn. Su obra teatral, en Historia general de las li-teraturas hispnicas, ed. Guillermo Daz Plaja, IV, Ia parte, Barcelo-na, Barna, 1956, pp. 124-132.

    McCLELLAND, I. L.: The Age of Aranda: Moratn and Retrogression, en Spanish Drama of Pathos. 1750-1808, Liverpool University Press, 1970, 2 vols., vol. I, ffigh Tragedy, pp. 139-164.

    HERNNDEZ SNCHEZ, Mario: La obra dramtica de Nicols Fernndez de Moratn. Tesis doctoral indita. Universidad de Valladolid, 1974, 400 ff.

    3.3. Sobre La Petimetra

    CAAS MURILLO, Jess: La Petimetra entre la tradicin y la vanguar-dia, en Anuario de Estudios Filolgicos, V, Cceres, Universidad de Extremadura, 1982, pp. 17-31.

    HERNNDEZ SNCHEZ, Mario: Herencia barroca y novedad rococ en La Petimetra de Nicols Fernndez de Moratn, en Actas del Cuar-to Congreso Internacional de Hispanistas, Salamanca, 1982, pp. 757-771.

    46

  • SIGLAS Y ABREVIATURAS UTILIZADAS

    BAE. Biblioteca de Autores Espaoles. BAE. Nicols Fernndez de Moratn, La Petimetra. Ed. Buenaventura Car-

    los Aribau, en Obras de Don Nicols y Don Leandro Fernndez de Moratn, Madrid, Rivadeneyra, (BAE, II), 1846, pp. 66-84.

    BRH. Biblioteca Romnica Hispnica. Dice. Aut. Real Academia Espaola, Diccionario de Autoridades. Edi-

    cin facsmil. Madrid, Gredos (BRH), 1969, 3 vols. DRAE. Real Academia Espaola, Diccionario de la Lengua Espaola,

    Madrid, Espasa Calpe, 1984, 20 ed., 2 vols. Gamier. Nicols Fernndez de Moratn, La Petimetra, en Poesas sueltas

    y obras en prosa de D. Leandro Fernndez de Moratn seguidas de las obras poticas y dramticas de D. Nicols Fernndez de Moratn, Pars, Casa Editorial Garnier Hermanos, 1882, pp. 513-593.

    Princeps. Nicols Fernndez de Moratn, La Petimetra, Madrid, Viuda de Juan Muoz, 1762.

    SGEL. Sociedad General Espaola de Librera.

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  • LA PETIMETRA

  • LA PETXMETRA-COMEDIA NUEVA:

    E S C R I T A CON TODO EL RIGOR DEL ARTE,

    POR DON niCOLAS FERNANDEZ de MofAtin, Crudo de la Reyntt Madre,

    auejlra Seora. ENTRE LOS ARCADES DE ROMA

    VLVMISBO THERMODONCIACO,

    CON LICENCIA. I M W M W W ! ,< - I I . t m i |

    En Madrid, en la Oficina de la Viuda de Juan MUQZ, calle; tfc la Eftrclla. Ao de 1762,

  • A la Exc. Seora Doa Mariana de Silva y Toledo1, Du-quesa de la ciudad de Medina Sidonia2, Condesa de Niebla3, Marquesa de Cazaza4 en frica, Seora de las almadrabas5 de las costas de Andaluca, y de las villas de Trebujena6, Conil,

    1. Continu buena parte de la nobleza espaola en el siglo XVIII ejerciendo el papel de protector de la cultura. No es extrao, pues, ver cmo obras de los principales literatos le son dedicadas y cmo los escri-tores mantienen con los nobles determinados vnculos de relacin. Tal acaeci con Nicols Fernndez de Moratn, quien, segn nos cuenta su lujo Leandro en la Vida de Don Nicols Fernndez de Moratn, Flumisbo Thermodonciaco (ed. Buenaventura Carlos Aribau, en Obras de D. Nico-ls y D. Leandro Fernndez de Moratn, Madrid, Rivadeneyra BAE, l, 1846, p. XII), goz de la estima de los infantes don Luis y don Ga-briel, del Conde de Aranda, a quien ayud y aconsej en su programa de re-formas, y, entre otros, de los Duques de Medina Sidonia, impulsores de reuniones literarias que fueron tiles para facilitar el conocimiento, ex-tensin y discusin del pensamiento neoclsico e ilustrado. No es raro que dedique a estos ltimos algunas de sus publicaciones. En concreto, al Duque don Pedro Prez de Guzmn, su especial favorecedor (Leandro Fernandez de Moratn, Vida de Don Nicols..., cit., p. XVII), le dedica la tragedia Guzmn el Bueno (1777), y a la Duquesa doa Mariana de Silva y Toledo, su comedia La Petimetra (1762).

    2. E Ducado de Medina Sidonia, ciudad de la provincia de Cdiz, fue creado en el ao 1410 y concedido a los Guzmanes, descendientes del mtico Guzmn el Bueno

    3. Juan Alonso de Guzmn fue nombrado Conde de la ciudad onu-bense de Niebla por el rey Enrique H.

    4. Cazaza es una fortaleza que fue ocupada por los godos espao-les,

    5. almadraba. Pesca de atunes. Lugar donde se hace esta pesca (DRAE).

    6. En la provincia de Cdiz, cerca de Sanlcar de Barrameda, se halla la villa de Trebujena.

    53

  • Chiclana, Vejer7, Bollullos8, Huelva, y las de su partido: San Juan del Puerto y Aljaraque, de la de Jimena y dozava parte de la de Palos, de la de Gausn y sus lugares, y de la de Al-monte9, Dama de la Reina difunta10, nuestra seora, etc. etc. etc.

    Seora. Conociendo los errores que han advertido los crticos en

    el teatro espaol11, determin purgar la Comedia de todas las impropiedades de que comnmente abundan las nuestras, y as compuse La Petimetra, por el modelo de los ms clsicos autores griegos y latinos, italianos y franceses que han mere-cido el aplauso de toda Europa, y cuyas obras se representan hoy da fuera de Espaa con general aceptacin. Slo me falta una proteccin poderosa para salir defendido contra la obstinacin del vulgo, y as me acojo al auxilio de V.E. su-plicando admita este pequeo trabajo con benignidad, que

    7. Conil de la Frontera, Chiclana de la Frontera y Vejer de la Fron-tera son villas de la provincia de Cdiz.

    8. Bollullos del Condado, Huelva. 9. San Juan del Puerto y Jimena de la Frontera, provincia de Cdiz;

    Gaucn, provincia de Mlaga; y Aljaraque, Palos de la Frontera y Almon-te, provincia de Huelva.

    10. M Amalia de Sajonia (1724-1760), primera y nica esposa de Carlos III, con quien comparti la corona de aples desde 1738 hasta 1759 (Carlos III rein en aples desde 1734 hasta 1759) y la de Espaa desde 1759 hasta 1760, ao de su fallecimiento. Fue hija de Augusto III de Polonia. Cas muy joven con Carlos III, quien le profes segn fue y es fama, un gran cario y fidelidad y le consultaba la mayor parte de las cuestiones de gobierno.

    11. En torno a las polmicas sobre el teatro en el siglo XVIII, a las que alude Nicols Fernndez de Moratn en estos instantes, vid. John A. Cook, Neo-classic Drama in Spain. Theory and Practice, Dallas, Sou-thern Methodist University Press, 1959. Reprint in Westport, Conneti-cut, Greenwood Press Publishers, 1974.

    54

  • ser el ltimo fin de mis intentos. Guarde Dios la vida de V,E. los muchos aos que deseo.

    Seora B.L.P. de V.E.12

    su ms humilde y reverente servidor Nicols Fernndez de Moratn

    12. Besa los pies de Vuestra Excelencia.

  • DISERTACIN

    Aunque el arrojarse uno a empeos imposibles con razn es vituperado tan de los cuerdos, suele haber pasiones tan ve-hementes que, ofuscando el entendimiento, no dejan conocer la temeridad. Yo bien conozco la ma; pero el amor de la Pa-tria puede tanto conmigo que, a trueque de vindicarla en lo que pueda de las injurias de los extraos13, me expongo evi-dentemente a las de los crticos y maldicientes de casa. Bien pudieran excusarme esta afrenta muchos doctos espaoles que, con ms felicidad, ms aos, y ms estudios que los mos, sabrn perfeccionar la Comedia. Solamente esta pro-posicin era empeo de mayores fuerzas, pues parece blasfe-mia el decir que, habiendo en el mundo Lope, Caldern, Mo-

    13. Clara alusin a los ataques recibidos por la cultura y el teatro espaoles procedentes de determinados crticos y eruditos extranjeros, especialmente italianos y franceses. Particularmente parece estar en la cabeza de Moratn en estos momentos la obra del francs Du Perron de Castrera Extraits de plusieurs pices du thtre espagol avec des rfle-xions, et la traduction des reflexions, et la traduction des endroits le plus remarquables, publicada en 1738 en Pars, en la que se incluye una antologa de comedias barrocas espaolas precedida de un prlogo en el que se indica su intencionalidad, proporcionar al teatro francs, un tanto gastado, dice, un conjunto de argumentos que sirvan para revitalizarlo, y se efecta un ataque contra el teatro y los comedigrafos espaoles por juzgar aqul catico y elaborado fuera de toda normativa racional, y a stos incapaces de escribir textos respetuosos con la preceptiva clsi-ca. Evidentemente estas ltimas afirmaciones molestaron sobremanera a los escritores y eruditos espaoles, parte de los cuales se dedicaron a rebatirlas buscando datos en el pasado (la historia especfica del teatro espaol se empez a realizar con seriedad y ansias de exhaustividad), como hicieron Blas Nasarre y Agustn Montiano y Luyando, y redactan-do textos ajustados al Arte, a la preceptiva, como hizo Montiano con sus tragedias Virginia y Atalfo y, con La Petimetra, una comedia, el propio Nicols Fernndez de Moratn (Cf, Cook, op, cit., en nota 11, PP. 80-83 y 86-147).

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  • rero14, Sols15, Candamo16 y otros, haya que aadir perfeccin a la Comedia; pues lo cierto es que los extranjeros, y algu-nos naturales, se burlan de las nuestras; y an ha habido quien afirme que no tenemos una perfecta17. Lope dice que es-cribi seis con las reglas que manda la Arte Potica18, con

    14. Agustn Moreto y Cabana, como es sabido, uno de los ms ilustres seguidores de Caldern, autor de textos parcialmente casicistas, situados en una lnea que tendr muchos puntos en comn con la comedia neoclsica de buenas costumbres, tal y como Ermanno Caldera, en su es-tudio II teatro di Moreto (Pisa, Librera Goliardesca, 1960), y Frank P., Casa, en The dramatic Craftmanship of Moreto (Harvard University Press, 1966), permiten demostrar, razn por la cual fue uno de los drama-turgos barrocos relativamente respetado por los exigentes crticos de la Ilustracin.

    15. Antonio Sols y Rivadeneyra, cronista real de Indias, autor de la Historia de la conquista de Mjico (Madrid, 1684), poeta gongorino (Varias poesas sagradas y profanas, Madrid, 1682) y afamado dramatur-go, creador de comedias y zarzuelas (Triunfos de amor y fortuna, El doctor Car lino, La gitanilla en Madrid...), que siguieron representndose con xito a lo largo del siglo XVIII (vid. Rene Andioc, Teatro y sociedad en el Madrid del siglo XVIII, Madrid, Fundacin Juan March-Castalia Pen-samiento Literario Espaol, 1976; reimpreso en Madrid, Castalia Li-teratura y Sociedad, 1988).

    16. Francisco Antonio de Bances Candamo, el ms importante de los escritores calderonianos que realizaron su labor en los ltimos aos del siglo XVII, poeta gongorino (Descripcin y viaje del Tajo, El Csar africano), dramaturgo personal de Carlos II, para quien compuso la mayor parte de sus comedias (La piedra filosofal, Por su rey y su dama.,.), autor de un fundamental texto de preceptiva dramtica y de po-lmica, el Theatro de los theatros de los pasados y presentes siglos (Vid. ed. Duncan Moir, London, Tamesis books, 1970), el ms importante del Barroco tras el Arte Nuevo de Lope, y en el que se defiende la licitud de la comedia contra sus detractores, en concreto contra el jesuta Ignacio Ca-margo, y se ofrecen normas para su correcta composicin.

    17. Du Perron, a quien contestaron en primer lugar Nasarre y Mn-tiano, que intentaban demostrar lo contrario, tal y como indicamos en la nota 13.

    18. En el prlogo al Arte Nuevo Lope afirma: Verdad es que yo he escrito algunas veces / siguiendo el arte que conocen pocos (ed. Jos Manuel Blecua, en Obras poticas, I, Barcelona, Planeta Clsicos Pla-

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  • que fuera de stas, que l no seala cules sean, ni a mi noticia han llegado, podemos con licencia suya echar a un lado, por desarregladas, y consiguientemente imperfectas, las muchas que produjo aquel insigne varn. La disculpa que da no me pa-rece digna del grande entendimiento suyo, pues dice que escri-bi sin el Arte19 por congeniar con el pueblo y dar gusto al vulgo ignorante20; pero yo no puedo creer que, aunque al vulgo le agrade una cosa desarreglada (que no niego que sucede), le desagrade otra slo porque est hecha segn Arte. La razn es clara, y no la hay para que al vulgo le disguste una comedia, o tragedia, slo porque guarda las tres unidades de tiempo, lugar y accin; y aun al mismo vulgo, que l tanto quiso agradar, le he visto yo muchas veces admirarse de que los nios pequeos se hagan hombres en el teatro, en un tan pequeo espacio, como es el de tres horas, que regularmente dura una representa-cin21; y no menos admiracin es, que un vestido dure treinta o cuarenta aos, o ms, cuando se supone que los dura una co-media22, cosa que he visto notada aun de los ms ignorantes, neta, 1969, pp. 256-268. La cita mencionada est en la p. 256, vv. 33-34), pero no especifica nmero concreto de comedias suyas que cum-plieron este requisito hasta el final (fuera de seis, las dems todas/ pecaron contra el arte gravemente ed. cit., p. 267, vv. 370-371).

    19. Arte. Respeto a la preceptiva clsica. 20. Cf. Arte Nuevo, ed. cit. en nota 18, pp. 256-257, vv. 22-48.

    Recurdense, especialmente los versos 45-48: y escribo por el arte que inventaron los que el vulgar aplauso pretendieron; porque, como las paga el vulgo, es justo hablarle en necio para darle gusto.

    21. La alusin a la inverosimilitud que supone ver cmo en escena, en las tres horas en las que transcurre la representacin, se convierte un personaje en adulto, cuando al inicio de la pieza era un nio, es uno de los tpicos que frecuentemente encontramos en los escritos de polmica teatral que vieron la luz en el siglo XVIIL Cf. los estudios de Cook y de Andioc citados en las notas 11 y 15 respectivamente.

    22. La verosimilitud de la comedia, problema al que aqu se alude, era fundamental conseguirla para los ilustrados defensores de la esttica neoclsica. Vanse las afirmaciones que Ignacio Luzn vierte constante-

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  • sin ms noticia del Arte que la razn natural y el descuido de los actores que hacen ms visible la impropiedad con no deslu-cir un traje en tanto tiempo. Algunos juzgan que los Poemas Dramticos son como los picos o Lricos, que refieren lo pa-sado, o lo futuro, sin que tenga conexin la duracin de lo refe-rido con la suya, pues en cortsimo espacio se pueden referir sucesos de muchos siglos; pero la Comedia, o Tragedia, no re-fiere lo pasado, sino lo presente, y, aunque sean lances muy antiguos, finge que estn sucediendo, y cuanta ms propiedad tenga la ficcin ser mejor la comedia, con que siendo inveri-smil que en tres horas se vean cosas que se supone que pasan en muchos aos, se sigue que la comedia ni est arreglada al Arte ni a la razn natural.

    As como es impropio que en tres horas se represente una crnica entera, lo es tambin que se mude la escena veinte, treinta o ms leguas de donde se empez. Esto no necesita de autoridades ni sutilezas para probarse, pues a cualquier hombre de juicio le parecer imposible ver, sin moverse de un puesto, la fachada del Palacio nuevo23, el Ca-

    mente, en este sentido, en el libro tercero de La Potica para comprobarlo (ed. Russel P. Sebold, Barcelona, Labor THM, 1977, pp. 391-551). En la misma lnea se hallan los pronunciamientos de Blas Antonio Nasa-rre, en el prlogo a su edicin del teatro de Cervantes {Comedias y entre-meses de Miguel de Cervantes Saavedra, el autor de Don Quixote, dividi-das en dos tomos, con una Dissertacin, o Prlogo sobre las Comedias de Espaa, Madrid, Imprenta de Antonio Marn n, 1749), Agustn Montiano y Luyando en sus discursos sobre la tragedia (Discurso sobre las tragedias espaolas, Madrid, Imprenta del Mercurio, 1750, y Discurso II, Sobre las tragedias espaolas, Madrid, Imprenta del Mercurio, 1753), y Jos Clavi-jo y Fajardo en sus Pensamientos (El Pensador, Madrid, Joachim Iba-rra, 1762-1767, 6 vols. Vid., en concreto, los Pensamientos dos, Crtica de nuestras comedias vol. I, pp. 49-72, y tres, Sobre la tragedia, la comedia y la pera vol. I, pp. 191-222, por ejemplo), por citar tan slo a crticos neoclsicos que publicaron sus obras antes de o en torno a la poca de edicin de La Petimetra.

    23. Se refiere al actual Palacio Real de Madrid, entonces nuevo, pues, tras el incendio del antiguo Alczar de los Austrias, que tuvo lugar

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  • pitolio24 de Roma, y la Baha de Argel. En la unidad de ac-cin se han cometido tantos errores que juzgo que ellos ha