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Área de Producción y Publicaciones / 41 La presencia del otro, los silencios del nosotros Ma. Eugenia Almeida Lic. en Trabajo Social Introducción otro L a intervención en lo social ha generado innumerables discusiones y producciones respecto al otro: el otro con quien trabajar, el otro a quien curar, el otro a quien aliviar, el otro con quien pensar, el otro, el otro, el otro. Este otro tiene diversos rostros, pertenencias sociales y grupales, vive en diferentes contextos sociales: puede ser alguien pobre, alguien angustiado o quizás feliz, alguien con dolor, alguien que desea... La preocupación ha sido cómo construimos a ese otro y esto ha desatado debates y cuestionamien- tos en el ámbito académico y profesional, con relación a cómo entendemos a ese otro, cómo nos posicionamos frente a él, cómo tenemos en cuenta lo que le pasa cuando se encuentra frente a quienes intervienen en su vida, aunque sea un pedacito de su vida. Pero la pregunta que me aparece una y otra vez y que está detrás de esta gran preocupación por el otro, es qué sucede con frente a este otro. ¿Cómo entendemos lo que pasa con nosotros en la intervención con otros?, ¿qué jerarquía le otorgamos y “dónde ponemos” esto que nos pasa?, ¿qué lugar tiene esa relación de encuentro con los otros en la producción de conocimiento y de sentido? Aquí se presentan dos problemas: uno el de (SKLIAR, 2002: 113), y cuál es nuestra participación en ello, cómo reforzamos o no una manera de pensarlo. El otro problema vendría a instalar la pregunta acerca de lo que sucede con en esa relación. Así pensados los dos términos de este binomio nosotros/otros emergen como zona de continuidad y no como espacio de ruptura, y es en esa zona, en esa brecha, en la que considero interesante inmiscuirme para reflexionar. nosotros nosotros “volver a mirar bien, en el sentido de percibir, con perplejidad, cómo ese fue producido, goberna- do, inventado, traducido” La construcción del otro “Yo me identifico a mí mismo con un colectivo 'nosotros' que entonces se contrasta con algún 'otro'. Lo que nosotros somos, o lo que el 'otro' es, dependerá del contexto (...). En cualquier caso 'nosotros' atribuimos cualidades a los 'otros', de acuerdo a su relación para con nosotros. Si el 'otro' aparece como algo muy remoto, se lo considera benigno y se lo dota con los atributos del 'Paraíso'. En el extremo opuesto, el 'otro' puede ser algo tan a mano y tan relacionado conmigo mismo, como mi señor, mi igual o mi subordinado (... ). Pero a mitad de camino entre el 'otro' celestialmente remoto y el 'otro' próximo y predecible, hay una tercera categoría que despierta un tipo de emoción totalmente distinto. Se trata de 'otro' que .estando próximo es incierto. Todo aquello que está en mi entorno inmediato y fuera de mi control se convierte inmediatamente en un germen de temor” (E. Leach) “... No se trata ya de matarlo, devorarlo o seducirlo, ni de enfrentarlo o rivalizar con él, tampoco de amarlo u odiarlo; ahora primero se trata de producirlo. El Otro ha dejado de ser un objeto de pasión para convertirse en un objeto de produc- ción. ¿Podría ser que el Otro, en su alteridad radical o en su singularidad irreductible, se haya tornado peligroso o insoportable y por eso sea necesario exorcizar su seducción?” M uchas veces pareciera que la pregunta por el otro estuviera invadida por la mismidad de quienes preguntamos. Es decir que en ese intento de construirlo teóricamen- te, de complejizar, de comprender, el otro no logra emerger, no tiene espacio, o mejor dicho su espacio se diluyó en el nuestro, fue “colonizado”. Con la modernidad se inaugura la era de la producción del Otro en general, en palabras de Baudrillard (BAUDRILLAR, 2000: 113). De esta manera la producción, la construcción del otro viene acompañada de la necesidad de tornarlo predecible, de analizarlo y estudiarlo al máximo Artículo publicado en Año 2002. Desde el Fondo Nº 27: La Diferencia y el Otro. la diferencia y el otro DESDE EL FONDO d f esde el ondo

La presencia del otro, los silencios del nosotros · producción de los otros. Al respecto otro como fuente de todo mal otros como sujetos plenos de una marca cultural 1 “Este mito

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Notas

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Página12

Diario Uno

Los condenados de la tierra.

Salarios, pobreza e indigencia

en laArgentina del 2002.

Le Monde Diplomatique

Le Monde Diplomatique

Gaceta Oficial

Gaceta Oficial.

Política Social, subjetividad y

poder.

Le Monde Diplomatique

Desde el Fondo

. 20 de Mayo de 2002.

. 3 de Junio de 2002.

Frantz Fanon. Fondo

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IDEP. SIEMPRO. 2002.

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Consultora Equis. En base a datos de EPH. CNPV.

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igual al viejo”. Nº 29.

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integridad territorial?” . .

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Aires,Argentina. Mayo de 2002. Pág. 145.

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Abril, 2002.

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Gaceta Oficial; 11 deAbril, 2002.

Gaceta Oficial; 18 deAbril, 2002.

Gaceta Oficial. 5 deAbril, 2002.

Programa Siglo XXI. Azul Televisión. 2 de Junio,

2002.

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Ríos.

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VV. AA. “Estrategias de articulación de políticas,

programas y proyectos sociales en laArgentina”. 1º

Congreso Nacional de Políticas Sociales. Buenos

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Carballeda,Alfredo.

Agosto de 1994.

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miento social”. Nº 32.

Febrero de 2002. Pág. 32.

Fernández, Lorena y García, Mabel. “Trampas de

la representación”. Nº 24. Abril de

2002. Pág.39 .

Carballeda, Alfredo. Op. Cit. Pág. 18.

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La presencia del otro,

los silencios del nosotros

Ma. Eugenia AlmeidaLic. en Trabajo Social

Introducción

otro

La intervención en lo social ha generado

innumerables discusiones y producciones

respecto al otro: el otro con quien trabajar, el

otro a quien curar, el otro a quien aliviar, el otro con

quien pensar, el otro, el otro, el otro. Este otro tiene

diversos rostros, pertenencias sociales y grupales,

vive en diferentes contextos sociales: puede ser

alguien pobre, alguien angustiado o quizás feliz,

alguien con dolor, alguien que desea...

La preocupación ha sido cómo construimos a ese

otro y esto ha desatado debates y cuestionamien-

tos en el ámbito académico y profesional, con

relación a cómo entendemos a ese otro, cómo nos

posicionamos frente a él, cómo tenemos en cuenta

lo que le pasa cuando se encuentra frente a quienes

intervienen en su vida, aunque sea un pedacito de

su vida.

Pero la pregunta que me aparece una y otra vez y

que está detrás de esta gran preocupación por el

otro, es qué sucede con frente a este

otro. ¿Cómo entendemos lo que pasa con nosotros

en la intervención con otros?, ¿qué jerarquía le

otorgamos y “dónde ponemos” esto que nos pasa?,

¿qué lugar tiene esa relación de encuentro con los

otros en la producción de conocimiento y de

sentido?

Aquí se presentan dos problemas: uno el de

(SKLIAR, 2002: 113), y

cuál es nuestra participación en ello, cómo

reforzamos o no una manera de pensarlo. El otro

problema vendría a instalar la pregunta acerca de lo

que sucede con en esa relación. Así

pensados los dos términos de este binomio

nosotros/otros emergen como zona de continuidad

y no como espacio de ruptura, y es en esa zona, en

esa brecha, en la que considero interesante

inmiscuirme para reflexionar.

nosotros

nosotros

“volver a mirar bien, en el sentido de percibir, con

perplejidad, cómo ese fue producido, goberna-

do, inventado, traducido”

La construcción del otro

“Yo me identifico a mí mismo con un colectivo

'nosotros' que entonces se contrasta con algún

'otro'. Lo que nosotros somos, o lo que el 'otro' es,

dependerá del contexto (...). En cualquier caso

'nosotros' atribuimos cualidades a los 'otros', de

acuerdo a su relación para con nosotros. Si el 'otro'

aparece como algo muy remoto, se lo considera

benigno y se lo dota con los atributos del 'Paraíso'.

En el extremo opuesto, el 'otro' puede ser algo tan a

mano y tan relacionado conmigo mismo, como mi

señor, mi igual o mi subordinado (... ). Pero a mitad

de camino entre el 'otro' celestialmente remoto y el

'otro' próximo y predecible, hay una tercera

categoría que despierta un tipo de emoción

totalmente distinto. Se trata de 'otro' que .estando

próximo es incierto. Todo aquello que está en mi

entorno inmediato y fuera de mi control se convierte

inmediatamente en un germen de temor” (E.

Leach)

“... No se trata ya de matarlo, devorarlo

o seducirlo, ni de enfrentarlo o rivalizar con él,

tampoco de amarlo u odiarlo; ahora primero se trata

de producirlo. El Otro ha dejado de ser un objeto de

pasión para convertirse en un objeto de produc-

ción. ¿Podría ser que el Otro, en su alteridad radical

o en su singularidad irreductible, se haya tornado

peligroso o insoportable y por eso sea necesario

exorcizar su seducción?”

Muchas veces pareciera que la pregunta

por el otro estuviera invadida por la

mismidad de quienes preguntamos. Es

decir que en ese intento de construirlo teóricamen-

te, de complejizar, de comprender, el otro no logra

emerger, no tiene espacio, o mejor dicho su

espacio se diluyó en el nuestro, fue “colonizado”.

Con la modernidad se inaugura la era de la

producción del Otro en general, en palabras de

Baudrillard

(BAUDRILLAR, 2000:

113).

De esta manera la producción, la construcción del

otro viene acompañada de la necesidad de tornarlo

predecible, de analizarlo y estudiarlo al máximo

Artículo publicado en

Año 2002.

Desde el Fondo Nº 27:

La Diferencia y el Otro.

la diferencia y el otro

DESDE EL FONDO

d fesde el ondo

para controlar su singularidad, para que el temor

que despierta lo desconocido se aplaque. Esta

producción ha tomado diferentes caminos.

Se podría decir que el otro ha sido enunciado de

distintas maneras: como fuente de todo mal, como

sujeto pleno de una marca cultural y el otro como

alguien a tolerar. (DUSCHATZKY Y SKLIAR, 2001:

188). El otro producido como fruto de una relación

de desigualdad inaugura una perspectiva diferente

respecto a la construcción del otro en Ciencias

Sociales que considero interesante retomar.

Para hablar del

es preciso decir que el siglo XX ha dejado sus

rastros en este sentido. Hosbawm (1998) señala

que este ha sido el siglo más mortífero de la

historia, no sólo a causa de la envergadura de los

conflictos bélicos, sino por los genocidios sistemá-

ticos, las matanzas étnicas, el apartheid, las

dictaduras militares, la violencia física y legalista

contra los inmigrantes .

La eliminación física, si bien ha sido la cara más

obvia, no ha sido la única práctica que permitió

construir al otro como fuente de todo mal. Lo más

importante ha sido cómo la modernidad ha

construido mecanismos de regulación y control de

la alteridad. Ha creado dispositivos de construcción

de sujetos y regímenes de verdad, al decir de

Foucault, que especifican a cada uno un lugar, una

forma de conducirse, una función a desempeñar,

para establecer el adentro y el afuera, es decir para

marcar o demarcar los límites de la inclusión y la

exclusión. El componente negativo de esta relación

binaria adentro/afuera (el loco, el marginal, el

extranjero, el homosexual) indica lo que debe ser

expulsado, lo no deseable para el nosotros.

Los

alude a aquel discurso políticamente

correcto de hablar de la diversidad para referirnos

sin culpa a todo aquello que no somos nosotros. La

explicación de la diferencia se reduce a entenderla

como marca de una cultura de los otros, que se

inscribe en ellos y los determina en su ser. La idea

de que cada cultura se funda en un patrón que

otorga sentido pleno a la vida de todos sus

miembros es central y permea toda esta forma de

construir al otro.

(DUSCHAZTKYY SKLIAR, 2001: 196)

En esta explicación están ausentes las relaciones

de poder y el conflicto que implica la relación

nosotros /otros, es decir, no hay lugar para el

diálogo con los otros en tanto diversos. Así, el

discurso del multiculturalismo se basa en esta

producción de los otros. Al respecto

otro como fuente de todo mal

otros como sujetos plenos de una marca

cultural

1

“Este mito de la consistencia

cultural supone que todos los negros viven la

negritud del mismo modo, que los musulmanes

experimentan una única forma cultural, que las

mujeres viven el género de manera idéntica”

“...la insisten-

cia en el multiculturalismo entendido como la

coexistencia híbrida y mutuamente intraducible de

diversos mundos de vida culturales puede

interpretarse también sintomáticamente como la

forma negativa de la emergencia de su opuesto, de

la presencia masiva del capitalismo como sistema

mundial universal”

nosotros

“La tolerancia,

emerge como palabra blanda, nos exime de tomar

posiciones y responsabilizarnos por ellas. La

tolerancia debilita las diferencias discursivas y

enmascara las desigualdades”

“interrogar los límites del relativismo no lo

vuelve antirrelativista ni confrontar con el marxismo

lo torna antimarxista”

(ZIZEK,1998).

Así entendida la diversidad encubre las normas

etnocéntricas, promueve el respeto hacia el otro y

autoriza que sigan siendo “esos otros”, pero en un

espacio de legalidad, en una convivencia que

necesariamente “debe ser”, puesto que de hecho

existen y no queda alternativa. El tema de la

desigualdad no aparece como parte de la relación

entre nosotros y los otros.

El ha dado lugar al

principio de reconocimiento del otro como ciudada-

no, con derechos, con posibilidades de que sus

prácticas religiosas, culturales sean legitimadas.

Pero este reconocimiento es unidireccional,

siempre somos los que debemos tolerar,

los que debemos hacer el esfuerzo de fundar una

forma de interacción que contemple la presencia de

ese otro.

Esta es una de las formas más ambiguas de

pensar la relación con el otro, porque encubre que

lo uno mismo toma partido, nuevamente, “a favor”

de un otro que está ausente en la definición de la

necesidad de la tolerancia.

La pregunta se impone: ¿cuál es el límite de la

tolerancia? ¿Es un principio general?. Si así fuera,

entonces ¿deberíamos tolerar hasta los comporta-

mientos más opresivos?

Tolerar al otro instala un tipo de relación social de

descompromiso con “ese otro tolerado”, en tanto no

se propone indagar sobre las condiciones históri-

cas y sociales que dieron origen a la emergencia de

grupos constituidos como “otros a ser tolerados”.

Implica un tipo de relación social en donde el

diálogo y el conflicto están vedados. También

asume la forma del desapasionamiento frente al

otro, en el límite con la indiferencia.

(DUSCHAZTKY Y

SKLIAR, 2001: 208).

Sin embargo, la polémica con el discurso de la

tolerancia no supone reivindicar su opuesto. Geertz

grafica con claridad esta cuestión cuando señala

que

(GEERTZ, 1996: 96).

La producción en antropología social respecto a

la

y no ya como diferencia a ser ubicada

en un lugar para predecirla, ni como diversidad a

ser tolerada, instaura una nueva posibilidad en la

producción del otro. Es una forma interesante de

hacer aparecer el nosotros en la construcción del

otro, en donde empiezan a surgir las continuidades

entre los polos del binomio nosotros/otros.

Así la producción antropológica, luego de los

procesos de descolonización en el mundo coloniza-

do , asume la participación en la construcción del

otro como alguien a tolerar

construcción del otro a partir de relaciones de

desigualdad

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instrumentos de mediación. Vale decir de manera

artesanal y paciente, dependiendo

de humores, temperamentos, fobias y todos los

otros ingredientes de las personas y del contacto

humano”

“vergonzosa de no asumir el lado humano y

fenomenológico de la disciplina”

“Todo parece indicar que el

etnólogo nunca está solo. Realmente, en medio de

un sistema de reglas aún exótico cuyo objetivo es

tornar familiar, está vinculado y más ligado que

nunca a su propia cultura”

“dislocar nuestra propia subjetividad (...) es la

admisión de que el hombre no puede verse a sí

mismo. Necesita del otro como su espejo y su guía”

“Un trabajo concebido radicalmente es un

movimiento de lo Mismo hacia lo Otro que nunca

regresa a lo Mismo” (Levinas, 1987)

esencialmen-

te

Volviendo al problema...

3

(DAMATTA, 1974).

La presencia de las emociones en la relación con

los otros se transforma en fuente inagotable de

conocimiento y en un vehículo genuino de intuicio-

nes teóricas, se trata de incorporar en el espacio de

las rutinas del trabajo aquellos aspectos extraordi-

narios siempre prontos a emerger en toda relación

humana. Poner estos aspectos debajo de la

alfombra o sólo como conjunto de anecdotarios de

la intervención o de la investigación es una manera

(DA MATTA,

1974).

Los descubrimientos teóricos van acompañados

de una emoción imposible de contener, el encuen-

tro de un camino interesante en la intervención se

entremezcla con satisfacciones personales. ¿Qué

hacemos con esto? ¿Dónde lo “ponemos”? ¿Con

quién lo compartimos?. En Trabajo Social se habla

mucho acerca de lo que nos producen las situacio-

nes complejas y conflictivas y cómo manejarnos

con ellas, pero también es parte del trabajo aquello

que nos regocija y nos alegra, aquello que visuali-

zamos como victoria. Eso se me presenta ausente

en las reflexiones.

Me parece importante reconocer que lo que nos

hace bien y lo que nos hace mal en la intervención y

en la investigación siempre remite de algún modo al

contacto que aquello hace con lo nuestro, con lo

propio, con la mismidad. Sería deshonesto no

decirlo u obviarlo.

(DA MATTA, 1974). Esto

no implica reducirlo todo a lo nuestro, pero

reconocerlo nos pone de mejor manera frente a los

otros,

(DAMATTA. 1974).

etomando el planteo inicial respecto de la

relación nosotros/otros me parece

interesante hacer nuevamente el recorrido

por los dos términos del par, pero no para detener-

me en uno u otro, o para optar, sino, como decía la

principio, para transitar ese espacio que queda

entre nosotros/otros.

Ese lugar, ese tiempo, ese intersticio me convoca.

Me interpela para pensarlo, para romperlo, para

R

otro, asume la invención, no del otro empírico, real

allí presente, sino de un otro elaborado a sabiendas

y como parte de una retórica que lo produce.

Analizar al otro partiendo de que es producto de

una relación de asimetría y desnaturalizar aquello

que está debajo en la interacción nosotros/otros

ordena las cosas de un modo distinto. Y esto tiene

consecuencias en las formas que asumirá el

diálogo, la comunicación, el puente con los otros.

Cómo afecta mi rol profesional, de investiga-

dor, lo que me sucede cuando se produce el

encuentro con el otro? ¿De qué forma esto

es o no, o puede llegar a ser, insumo fundante del

conocimiento? ¿Hasta qué punto nos ponemos

como actores que nos modificamos, que sentimos

cosas, que nos conmovemos, nos enojamos frente

a ese otro, sujeto de nuestras prácticas de

investigación y de intervención?

Frente a situaciones de entrevistas, ¿hasta

dónde tenemos en cuenta que ésta no tiene

existencia en el mundo de la vida como relación

social? La entrevista que generamos nosotros

cuando queremos producir un saber respecto de

algo que el otro puede transmitirnos, es un tipo de

relación que los actores entrevistados no tienen

instalada como forma de interacción, no está

incluida dentro de las posibilidades de relación

social imaginable en lo cotidiano.

La ruptura de esa cotidianeidad ha sido objeto de

análisis y producciones, pero pregunto: ¿qué nos

sucede a quienes somos los promotores de esa

ruptura, los responsables de proponer una relación

con el otro para investigar, para intervenir, siempre

bajo el manto protector de un objetivo honorable

como la producción de conocimiento?

Las sensaciones y emociones que se generan en

una interacción del tipo analizado aquí tienen dos

sujetos: “el intervenido”, “el investigado” y el

profesional y/o el investigador. Ahora bien, esta

claro que lo que les pasa a los primeros, es el punto

de análisis y reflexión de toda la producción en

Ciencias Sociales. Aquello que experimentan los

segundos en alguna medida ha sido objeto de

análisis en tanto aspecto a controlar, a anotar por

allí para tenerlo registrado, a contarlo como aporte

doméstico de una investigación o una intervención.

Pero la cuestión es cómo tomarlo como punto de

partida para poder pensarnos también nosotros

como sujetos en una relación de conocimiento, de

trabajo profesional, y producir con lo que nos

sucede y en todo caso desde allí partir a mirar al

otro. De este modo se me antoja más potente la

relación. (yo diría en

el Trabajo Social o en la Medicina o en cualquier

disciplina de “lo social”)

¿Y con nosotros qué?

¿

“Es en la Antropología Social

donde necesariamente se

establece un puente entro dos universos de

significación, y tal puente o mediación se realiza

con un mínimo de aparato institucional o de

La p

resencia

del o

tro, lo

s s

ilencio

s d

el n

osotro

sM

a. E

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en

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d fesde el ondo

para controlar su singularidad, para que el temor

que despierta lo desconocido se aplaque. Esta

producción ha tomado diferentes caminos.

Se podría decir que el otro ha sido enunciado de

distintas maneras: como fuente de todo mal, como

sujeto pleno de una marca cultural y el otro como

alguien a tolerar. (DUSCHATZKY Y SKLIAR, 2001:

188). El otro producido como fruto de una relación

de desigualdad inaugura una perspectiva diferente

respecto a la construcción del otro en Ciencias

Sociales que considero interesante retomar.

Para hablar del

es preciso decir que el siglo XX ha dejado sus

rastros en este sentido. Hosbawm (1998) señala

que este ha sido el siglo más mortífero de la

historia, no sólo a causa de la envergadura de los

conflictos bélicos, sino por los genocidios sistemá-

ticos, las matanzas étnicas, el apartheid, las

dictaduras militares, la violencia física y legalista

contra los inmigrantes .

La eliminación física, si bien ha sido la cara más

obvia, no ha sido la única práctica que permitió

construir al otro como fuente de todo mal. Lo más

importante ha sido cómo la modernidad ha

construido mecanismos de regulación y control de

la alteridad. Ha creado dispositivos de construcción

de sujetos y regímenes de verdad, al decir de

Foucault, que especifican a cada uno un lugar, una

forma de conducirse, una función a desempeñar,

para establecer el adentro y el afuera, es decir para

marcar o demarcar los límites de la inclusión y la

exclusión. El componente negativo de esta relación

binaria adentro/afuera (el loco, el marginal, el

extranjero, el homosexual) indica lo que debe ser

expulsado, lo no deseable para el nosotros.

Los

alude a aquel discurso políticamente

correcto de hablar de la diversidad para referirnos

sin culpa a todo aquello que no somos nosotros. La

explicación de la diferencia se reduce a entenderla

como marca de una cultura de los otros, que se

inscribe en ellos y los determina en su ser. La idea

de que cada cultura se funda en un patrón que

otorga sentido pleno a la vida de todos sus

miembros es central y permea toda esta forma de

construir al otro.

(DUSCHAZTKYY SKLIAR, 2001: 196)

En esta explicación están ausentes las relaciones

de poder y el conflicto que implica la relación

nosotros /otros, es decir, no hay lugar para el

diálogo con los otros en tanto diversos. Así, el

discurso del multiculturalismo se basa en esta

producción de los otros. Al respecto

otro como fuente de todo mal

otros como sujetos plenos de una marca

cultural

1

“Este mito de la consistencia

cultural supone que todos los negros viven la

negritud del mismo modo, que los musulmanes

experimentan una única forma cultural, que las

mujeres viven el género de manera idéntica”

“...la insisten-

cia en el multiculturalismo entendido como la

coexistencia híbrida y mutuamente intraducible de

diversos mundos de vida culturales puede

interpretarse también sintomáticamente como la

forma negativa de la emergencia de su opuesto, de

la presencia masiva del capitalismo como sistema

mundial universal”

nosotros

“La tolerancia,

emerge como palabra blanda, nos exime de tomar

posiciones y responsabilizarnos por ellas. La

tolerancia debilita las diferencias discursivas y

enmascara las desigualdades”

“interrogar los límites del relativismo no lo

vuelve antirrelativista ni confrontar con el marxismo

lo torna antimarxista”

(ZIZEK,1998).

Así entendida la diversidad encubre las normas

etnocéntricas, promueve el respeto hacia el otro y

autoriza que sigan siendo “esos otros”, pero en un

espacio de legalidad, en una convivencia que

necesariamente “debe ser”, puesto que de hecho

existen y no queda alternativa. El tema de la

desigualdad no aparece como parte de la relación

entre nosotros y los otros.

El ha dado lugar al

principio de reconocimiento del otro como ciudada-

no, con derechos, con posibilidades de que sus

prácticas religiosas, culturales sean legitimadas.

Pero este reconocimiento es unidireccional,

siempre somos los que debemos tolerar,

los que debemos hacer el esfuerzo de fundar una

forma de interacción que contemple la presencia de

ese otro.

Esta es una de las formas más ambiguas de

pensar la relación con el otro, porque encubre que

lo uno mismo toma partido, nuevamente, “a favor”

de un otro que está ausente en la definición de la

necesidad de la tolerancia.

La pregunta se impone: ¿cuál es el límite de la

tolerancia? ¿Es un principio general?. Si así fuera,

entonces ¿deberíamos tolerar hasta los comporta-

mientos más opresivos?

Tolerar al otro instala un tipo de relación social de

descompromiso con “ese otro tolerado”, en tanto no

se propone indagar sobre las condiciones históri-

cas y sociales que dieron origen a la emergencia de

grupos constituidos como “otros a ser tolerados”.

Implica un tipo de relación social en donde el

diálogo y el conflicto están vedados. También

asume la forma del desapasionamiento frente al

otro, en el límite con la indiferencia.

(DUSCHAZTKY Y

SKLIAR, 2001: 208).

Sin embargo, la polémica con el discurso de la

tolerancia no supone reivindicar su opuesto. Geertz

grafica con claridad esta cuestión cuando señala

que

(GEERTZ, 1996: 96).

La producción en antropología social respecto a

la

y no ya como diferencia a ser ubicada

en un lugar para predecirla, ni como diversidad a

ser tolerada, instaura una nueva posibilidad en la

producción del otro. Es una forma interesante de

hacer aparecer el nosotros en la construcción del

otro, en donde empiezan a surgir las continuidades

entre los polos del binomio nosotros/otros.

Así la producción antropológica, luego de los

procesos de descolonización en el mundo coloniza-

do , asume la participación en la construcción del

otro como alguien a tolerar

construcción del otro a partir de relaciones de

desigualdad

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instrumentos de mediación. Vale decir de manera

artesanal y paciente, dependiendo

de humores, temperamentos, fobias y todos los

otros ingredientes de las personas y del contacto

humano”

“vergonzosa de no asumir el lado humano y

fenomenológico de la disciplina”

“Todo parece indicar que el

etnólogo nunca está solo. Realmente, en medio de

un sistema de reglas aún exótico cuyo objetivo es

tornar familiar, está vinculado y más ligado que

nunca a su propia cultura”

“dislocar nuestra propia subjetividad (...) es la

admisión de que el hombre no puede verse a sí

mismo. Necesita del otro como su espejo y su guía”

“Un trabajo concebido radicalmente es un

movimiento de lo Mismo hacia lo Otro que nunca

regresa a lo Mismo” (Levinas, 1987)

esencialmen-

te

Volviendo al problema...

3

(DAMATTA, 1974).

La presencia de las emociones en la relación con

los otros se transforma en fuente inagotable de

conocimiento y en un vehículo genuino de intuicio-

nes teóricas, se trata de incorporar en el espacio de

las rutinas del trabajo aquellos aspectos extraordi-

narios siempre prontos a emerger en toda relación

humana. Poner estos aspectos debajo de la

alfombra o sólo como conjunto de anecdotarios de

la intervención o de la investigación es una manera

(DA MATTA,

1974).

Los descubrimientos teóricos van acompañados

de una emoción imposible de contener, el encuen-

tro de un camino interesante en la intervención se

entremezcla con satisfacciones personales. ¿Qué

hacemos con esto? ¿Dónde lo “ponemos”? ¿Con

quién lo compartimos?. En Trabajo Social se habla

mucho acerca de lo que nos producen las situacio-

nes complejas y conflictivas y cómo manejarnos

con ellas, pero también es parte del trabajo aquello

que nos regocija y nos alegra, aquello que visuali-

zamos como victoria. Eso se me presenta ausente

en las reflexiones.

Me parece importante reconocer que lo que nos

hace bien y lo que nos hace mal en la intervención y

en la investigación siempre remite de algún modo al

contacto que aquello hace con lo nuestro, con lo

propio, con la mismidad. Sería deshonesto no

decirlo u obviarlo.

(DA MATTA, 1974). Esto

no implica reducirlo todo a lo nuestro, pero

reconocerlo nos pone de mejor manera frente a los

otros,

(DAMATTA. 1974).

etomando el planteo inicial respecto de la

relación nosotros/otros me parece

interesante hacer nuevamente el recorrido

por los dos términos del par, pero no para detener-

me en uno u otro, o para optar, sino, como decía la

principio, para transitar ese espacio que queda

entre nosotros/otros.

Ese lugar, ese tiempo, ese intersticio me convoca.

Me interpela para pensarlo, para romperlo, para

R

otro, asume la invención, no del otro empírico, real

allí presente, sino de un otro elaborado a sabiendas

y como parte de una retórica que lo produce.

Analizar al otro partiendo de que es producto de

una relación de asimetría y desnaturalizar aquello

que está debajo en la interacción nosotros/otros

ordena las cosas de un modo distinto. Y esto tiene

consecuencias en las formas que asumirá el

diálogo, la comunicación, el puente con los otros.

Cómo afecta mi rol profesional, de investiga-

dor, lo que me sucede cuando se produce el

encuentro con el otro? ¿De qué forma esto

es o no, o puede llegar a ser, insumo fundante del

conocimiento? ¿Hasta qué punto nos ponemos

como actores que nos modificamos, que sentimos

cosas, que nos conmovemos, nos enojamos frente

a ese otro, sujeto de nuestras prácticas de

investigación y de intervención?

Frente a situaciones de entrevistas, ¿hasta

dónde tenemos en cuenta que ésta no tiene

existencia en el mundo de la vida como relación

social? La entrevista que generamos nosotros

cuando queremos producir un saber respecto de

algo que el otro puede transmitirnos, es un tipo de

relación que los actores entrevistados no tienen

instalada como forma de interacción, no está

incluida dentro de las posibilidades de relación

social imaginable en lo cotidiano.

La ruptura de esa cotidianeidad ha sido objeto de

análisis y producciones, pero pregunto: ¿qué nos

sucede a quienes somos los promotores de esa

ruptura, los responsables de proponer una relación

con el otro para investigar, para intervenir, siempre

bajo el manto protector de un objetivo honorable

como la producción de conocimiento?

Las sensaciones y emociones que se generan en

una interacción del tipo analizado aquí tienen dos

sujetos: “el intervenido”, “el investigado” y el

profesional y/o el investigador. Ahora bien, esta

claro que lo que les pasa a los primeros, es el punto

de análisis y reflexión de toda la producción en

Ciencias Sociales. Aquello que experimentan los

segundos en alguna medida ha sido objeto de

análisis en tanto aspecto a controlar, a anotar por

allí para tenerlo registrado, a contarlo como aporte

doméstico de una investigación o una intervención.

Pero la cuestión es cómo tomarlo como punto de

partida para poder pensarnos también nosotros

como sujetos en una relación de conocimiento, de

trabajo profesional, y producir con lo que nos

sucede y en todo caso desde allí partir a mirar al

otro. De este modo se me antoja más potente la

relación. (yo diría en

el Trabajo Social o en la Medicina o en cualquier

disciplina de “lo social”)

¿Y con nosotros qué?

¿

“Es en la Antropología Social

donde necesariamente se

establece un puente entro dos universos de

significación, y tal puente o mediación se realiza

con un mínimo de aparato institucional o de

La p

resencia

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producirlo. Es el lugar en donde uno se pregunta.

(LINS

RIBEIRO, 1989), en su propio espacio de referen-

cia.

Es en la dialéctica de aproximación / distancia-

miento en donde se pueden encontrar algunas

hipótesis, es donde se hace patente que uno no se

transforma en el otro, pero también en donde el otro

no puede ser invadido por la mismidad.

Es preciso “volver a mirar bien” puesto que la

ciencia moderna occidental ha estado caracteriza-

da por el rechazo del compromiso con el otro, o

peor aún, por una indiferencia hacia el otro, hacia la

alteridad, hacia la diferencia. De hecho la apuesta

es indagar y seguir en camino con aquellas formas

alternativas de

(SHEPER HUGHES, 1997: 34).

Citado en “Los nombres de los otros. Narrando a

los otros en la cultura y en la educación”.

Duschaztky y Skliar. En: .

Laertes. Barcelona, 2001.

Es importante decir que a partir de estos procesos

la antropología social comienza a trabajar con el

otro cultural analizando las relaciones que han

estado presentes en esta construcción como

relaciones de dominación. Así se produjeron

cambios en la mirada sobre el otro, la práctica de la

antropología dominante se transformó y esa

transformación tuvo como punto de partida la

crítica a las teorías que postulaban la diversidad

cultural.

La negrita es mía.

“Habría que intentar comprender hasta qué punto

esta característica de 'rompe cotidianos' no se

refleja en la propia constitución/percepción del

antropólogo como una especie de actor social

'divergente' en su propia sociedad”

“lidiar con el yo en el campo”

Habitantes de Babel

-

Notas

1

2

3

Bibliografía

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BAUDRILLAR

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A R R I B A S

DA MATTA

GEERTZ

L I N S R I B E I R O ,

SHEPER HUGHES

S K L I A R Y

DUCHASTSKY.

LARROSA

SKLIAR

SKLIAR

VEIGA NETO

LARROSA

SKLIAR

ZIZEK

Figuras de la alteridad.

C o n s t r u c t o r e s d e

Otredad.

.

Constructores de

Otredad

Los

usos de la diversidad

Constructores

de Otredad

La muerte sin

llanto.

.

Habitantes de Babel.

Políticas y Poéticas de la

d i fe renc ia .

Y si el

otro no estuviera allí?.

Notas para una pedago-

gía (improbable de la

deferencia. )

Habitantes de Babel.

Políticas y Poéticas de la

d i fe renc ia .

Reflexiones sobre el

multiculturalismo

Área de Producción y Publicaciones / 44

Desd

e e

l F

on

do

27:

La d

ifere

ncia

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tro

- 2

002

e odición aniversari

Área de Producción y Publicaciones / 45

Reseña de derechos civiles y políticos

Amanera de una breve reseña podemos

decir que los derechos civiles y los derechos

políticos, se produjeron contra el Estado-

nación autoritario y lograron transformar éste en un

nuevo tipo de Estado liberal. Mientras que los

derechos colectivos por la Igualdad, derechos

económicos y sociales, obtuvieron importantes

conquistas por el movimiento obrero bajo la

influencia de corrientes socialistas a lo largo de la

segunda mitad del siglo XIX para consolidarse en la

primera mitad del siglo XX, tanto en los países

capitalistas, donde un factor limitativo es el

mercado, como en los países de socialismo real,

donde el factor limitativo era el modelo burocrático.

El proceso de construcción de la ciudadanía

vinculado a la consolidación del Estado de Derecho

se ha fundamentado en un modelo político de

democracia representativa

Constitución Nacional Argentina,

pero ha sido incapaz de incorporar plenamente a

los ciudadanos en los asuntos públicos conforman-

do por lo tanto una CIUDADANIA PASIVA. Esta

construcción de ciudadanos en los últimos 20 años

de democracia ha permitido que las necesidades

sean definidas por el Estado, dando lugar a que el

derecho a la asistencia se convierta en asistencia-

lismo profundizando y enraizando en la subjetivi-

dad este que ha derivado en prácticas de la

acción social de tipo clientelares, impidiendo

consolidar una ciudadanía social y activa con

participación real en las decisiones y en la construc-

ción de los objetivos colectivos.

Este no involucramiento pleno en la política y en

los asuntos colectivos hace de la propia política una

dimensión muy vulnerable a los procesos económi-

cos y mecanismos clientelares.

“...el pueblo no delibera

ni gobierna...”

habitus

“El debate en torno al concepto de ciudadanía en

Los nuevos debates dentro del ámbito de las

Políticas Sociales (asumiendo que “la política

social” es fragmentada en Políticas Sociales

que intentan dar respuesta a las refracciones de la

cuestión social) están relacionados con algunas

tensiones entre categorías que se pueden expresar

en las siguientes:

CIUDADANIA - CLIENTELISMO POLITICO -

HABITUS - POLITICA SOCIAL UNIVERSAL-

PROGRAMAS SOCIALES FOCALIZADOS

INGRESO CIUDADANO - POBREZA EXTREMA -

IDENTIDADES SOCIALES - GOBERNABILIDAD

INCLUSIVA - NUEVA INSTITUCIONALIDAD

SOCIAL.

uando hablamos de ciudadanía nos

estamos refiriendo a un proceso que

incorpora la dinámica social, que es

histórico y que está en permanente cambio y

movimiento. Este proceso tiene por objetivo la

construcción de una condición: la de ciudadano.

El ciudadano es el sujeto que tiene derechos y

deberes políticos y, en consecuencia, responsabili-

dad sobre la gobernabilidad de una Ciudad, de una

Provincia, de una Nación o de un Estado.

Originariamente la “polis” es el lugar ocupado

(hábitat) y apropiado por el sujeto que desarrolla

derechos y deberes políticos como estrategia para

satisfacer las necesidades humanas y autorreali-

zarse.

En este concepto de ciudadanía se puede intuir la

enorme complejidad del mismo en la tensión entre

lo dinámico y estático, entre lo material y lo

simbólico, que de alguna manera sintetiza un

equilibrio entre esferas diferentes.

Ciudadanía, derechos y políticas sociales

C

Construir ciudadanía, condición para la

gobernabilidad incusiva.Por una nueva institucionalidad social

Rubén ZabinskiLic. en Trabajo Social

Artículo publicado en

Año 2004.

Desde el Fondo Nº 32:

Ciudadanía y

Clientelismo.

ciudadanía y clientelismo

DESDE EL FONDO

d fesde el ondo