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Las ciudades fenicio púnicas en el Mediterráneo Occidental José Luis López Castro Editor editorial universidad de almería Centro de Estudios Fenicios y Púnicos

La presencia fenicia entre los ríos Guadalhorce y Guadiaro, su evolución e implantación territorial

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Las ciudades fenicio‒púnicas en el Mediterráneo OccidentalJosé Luis López CastroEditorC e n t r o d e Est u d io s F e n ic io s y Pú n ic o seditorial universidad de a lm e ríaEdita: Editorial Universidad de Almería Centro de Estudios Fenicios PúnicosmaquEtación:Ana Santos Payán imprEsión: publidisa © dE los tExtos: sus autores © dE las ilustracionEs: sus autores I.S.B.N.: 978-84-8540-862-0ÍNDICEPRESENTACIÓN [11-16]ILA CIUDAD ORIENTAL/ARCAICAFenicia. De las ciudades-estado

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Las ciudadesfenicio‒púnicas en el

Mediterráneo OccidentalJosé Luis López Castro

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Gracias a los testimonios arqueológicos y de las fuentes escritas conocemos la existen-cia de decenas de ciudades fundadas por fenicios y cartagineses del Líbano al África

noroccidental, pasando por Chipre, Malta, Sicilia, Cerdeña, Baleares y la Península Ibérica. Sin embargo la investigación del fenómeno urbano en el mundo fenicio-púnico ha sido muy desigual y, sobre todo, ha pasado a un segundo plano ocultado por otras aspectos como el comercial, tradicionalmente puesto de relieve y tal vez sobrevalorado.En los últimos dos decenios la investigación histórica y arqueológica ha avanzado notable-mente en el conocimiento de estas ciudades. Abarcarlas todas a un tiempo es tarea compleja, pero proponer un estado de la cuestión de la investigación en las ciudades fenicio-púnicas es una tarea necesaria que hemos abordado desde el Centro de Estudios Fenicios y Púnicos como reflejo de las líneas de investigación actualmente en curso. En el presente volumen nuestro propósito es el de ofrecer una primera aproximación al fenómeno urbano fenicio-púnico en el Mediterráneo y en particular en la Península Ibérica centrándonos sobre todo en el periodo que se abre, tras el Periodo Colonial de los siglos IX-VII a.C., entre los siglos VI y III a.C., en el cual las antiguas colonias tirias se reorganizaron en ciudades-estado. Un periodo que podríamos denominar sin riesgo a equivocarnos Periodo Urbano de la presencia fenicia en el Extremo Occidente. El concepto de ciudad que preside esta aportación colectiva va más allá de las manifesta-ciones materiales de lo urbano, tales como calles, espacios urbanos o edificios públicos, sino que se refiere más a un concepto social y económico que abarca la ciudad y su territorio y los aspectos productivos contenidos en aquellos.

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José L.López Castro(Editor)

Centro de EstudiosFenicios y Púnicos

Centro de EstudiosFenicios y Púnicos

Page 2: La presencia fenicia entre los ríos Guadalhorce y Guadiaro, su evolución e implantación territorial

Edita:Editorial Universidad de AlmeríaCentro de Estudios Fenicios Púnicos

maquEtación:Ana Santos Payán

imprEsión: publidisa

© dE los tExtos: sus autores© dE las ilustracionEs: sus autores

I.S.B.N.: 978-84-8540-862-0

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ÍNDICE

PRESENTACIÓN [11-16]

I LA CIUDAD ORIENTAL/ARCAICA

Fenicia. De las ciudades-estado independientes a la lucha por la autonomía [19-42]JUAN ANTONIO BELMONTE

El urbanismo fenicio de época arcaica y su impacto en las sociedades autóctonas [43-68]CARLOS GONZÁLEZ WAGNER

Rasgos arquitectónicos y urbanísticos de La Fonteta [69-82]ALFREDO GONZÁLEZ PRATS

II LAS CIUDADES EN EL MEDITERRÁNEO CENTRAL

Punic Carthage: Two decades of archaeological investigations [85-104]ROALD F. DOCTER, FETHI CHELBI, BOUTHEINA MARAONI TELMINI, HANS GEORG NIEMEYER, ALAIN DE WULF

Urbanistica e topografi a delle città fenicie di Sardegna: il caso di Nora [105-142]MASSIMO BOTTO

Mozia: dalla “casa dei capitelli” alla “casa dei mosaici” [143-154]GIGLIOLA SAVIO

III LAS CIUDADES DEL EXTREMO OCCIDENTE

Abdera y Baria. Dos ciudades fenicias en el extremo sureste de la Península Ibérica [157-186]JOSÉ LUIS LÓPEZ CASTRO

LAS VILLAS AGRÍCOLAS P ÚNICO-TURDETANAS DE LA CAM P IÑA GADITANA (CÁDIZ-ESP AÑA) [187-208]PEDRO A. CARRETERO POBLETE

Territorio y urbanismo fenicio-púnico en la bahía de Málaga. siglos VIII-V a.C [209-232]JOSÉ SUÁREZ, Mª DEL MAR ESCALANTE, Mª ISABEL CISNEROS, JOSÉ MAYORGA, LUIS EFRÉN FERNÁNDEZ

La presencia fenicia entre los ríos Guadalhorce y Guadiaro: su evolución e implantación territorial [233-256]JUAN ANTONIO MARTÍN RUIZ

Novedades arqueológicas en los asentamientos feniciopúnicos del Cerro del Prado y Carteia [257-280]JUAN JOSÉ BLÁNQUEZ PÉREZ

El territorio de la ciudad bástulo-púnica de Baesippo [281-314EDUARDO FERRER ALBELDA

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Saladeros y alfares en Gadir. La perspectiva productiva de las ciudades fenicio-púnicas del Extremo Occidente [315-268]DARIO BERNAL, ANTONIO M. SÁEZ

Apuntes sobre el urbanismo de Lixus (Larache, Marruecos) [369-382CARMEN ARANEGUI

Sistemas defensivos en la toponimia fenicia de la costa Atlántica Ibérica y Norteafricana [383-404]

FERNANDO LÓPEZ PARDO, ALFREDO MEDEROS Y LUIS A. RUIZ CABRERO

Sobre el uso de la moneda en las ciudades fenicio-púnicas de la Península Ibérica [405-438]BARTOLOMÉ MORA SERRANO

IV LA PROYECCIÓN EN EL MUNDO IBERO

Nuevas evidencias en Huelva desde fi nales del siglo VI a.C. ¿Crisis, reactivación, o simplemente continuidad? [441-458]FRANCISCO GÓMEZ TOSCANOS

Os fenícios e a urbanização no Extremo Ocidente: o caso de Castro Marim [459-482]ANA M. ARRUDA, VERA FREITAS, CARLOS FILIPE OLIVEIRA

BIBLIOGRAFÍA [483-544]

FIGURAS [535-586]

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LA PRESENCIA FENICIA ENTRE LOS RÍOS GUADALHORCE Y

GUADIARO: SU EVOLUCIÓN E IMPLANTACIÓN TERRITORIAL

Juan Antonio Martín Ruiz

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RESUMEN: Se estudia la evolución histórica del poblamiento fenicio a lo largo del I milenio a. C. en un tramo del litoral andaluz comprendido entre los ríos Guadalhorce y Guadiaro. A pesar de lo reducido de la información disponible, cabe apreciar cómo sus características responden a los mismos parámetros que el resto de territorios ocupados por estos colonizadores en el sur de la Península Ibérica.

PALABRAS CLAVE: colonización fenicia, poblamiento, ríos Guadalhorce-Guadiaro.

ABSTRACT: We study the historical evolution of the Phoenician occupation during the 1st. millennium b. C. in a costal area of the coast between the Guadalhorce and Guadiaro rivers. In spite of the scarce information which is available, we can extend to this area the usual colonization features of the south of the Iberian Peninsula.

KEY WORDS: Phoenician colonization, Phoenician population, Guadalhorce-Guadiaro rivers.

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INTRODUCCIÓN

Suele considerarse que la franja litoral que en nuestros días comprende la actual provincia de Málaga es una de las zonas más ricas para el estudio de la colonización fenicia, no sólo de todo el sur de la Península Ibérica, sino que incluso podríamos hacerlo extensivo a otras áreas del Mediterráneo donde se instalaron estos navegantes orientales. Ello es así tanto si la examinamos desde el punto de vista del número de yacimientos conocidos como por el elevado volumen de información que éstos han facilitado. Sin embargo, y como tendremos ocasión de comprobar, lo cierto es que este nivel de información varía sustancialmente si nos referimos a los enclaves situados a uno u otro lado del río Guadalhorce, accidente geográfi co que viene a coincidir en esta ocasión con una “frontera” en la investigación ya que ésta se ha centrado sobre todo al este de dicho cauce fl uvial, de manera que nuestros conocimientos sobre este proceso colonizador disminuyen drásticamente a medida que progresamos hacia occidente1. Incluso hasta hace pocos años era posible constatar un aparente vacío de población entre los yacimientos situados en las bahías de Málaga y Algeciras. En este sentido es necesario tener presente que esta zona ha carecido hasta ahora de proyectos enfocados al estudio del mundo fenicio, de manera que los escasos yacimientos conocidos, y que iremos viendo a continuación, son en su mayoría producto de descubrimientos casuales provocados, no pocas veces, por la enorme presión urbanística a que ha sido sometida esta costa. Al no haberse realizado prospecciones sistemáticas la información de carácter macroespacial es muy reducida, extremo que podemos hacer extensible no sólo al tramo costero, sino también al interior inmediato. Además, las distintas actuaciones emprendidas en los yacimientos detectados se han limitado casi siempre a realizar sondeos estratigráfi cos que en muy contadas ocasiones han sido publicados con el necesario detenimiento. La carencia de excavaciones en extensión es, pues, la norma, junto a la falta de análisis tendentes a conseguir una reconstrucción paleoambiental del entorno, los cuales se reducen a los trabajos emprendidos por el Instituto Arqueológico Alemán en las desembocaduras de los ríos Fuengirola y Guadiaro, junto a varios sondeos practicados en los cauces inferiores de los ríos Verde, Guadalmina y Guadalmansa2, así como a los estudios carpológicos, antracológicos y faunísticos llevados a cabo en el asentamiento indígena de Las Eras en Benalmádena, cuyos resultados nos hablan de la existencia de un

1 A. RECIO RUIZ, “Vestigios materiales cerámicos de ascendencia fenicio-púnica en la provincia de Málaga”, Madrider Mitteilungen 34, 1993, pág. 140; J. A. MARTÍN RUIZ “El poblamiento fenicio en el litoral occidental de Málaga: problemática actual y líneas de investigación”, Cilniana, 13, 1999, págs. 33-34.2 G. HOFFMANN, Holözanstratigraphie und küstenlinienvelargerung an der andalusischen mittelmeerküste, Bremen, 1987a, págs. 92-104; IDEM, “Estudios geológicos en el valle del Río Guadiaro”, Anuario Arqueológico de Andalucía/1986, Sevilla, 1987b, vol.II, págs. 196-198.

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bosque abierto con animales como el ciervo, y en el que hallamos encinas, pinos carrascos, lentiscos y enebros3. Por nuestra parte enfocamos este trabajo como un intento de abordar una visión diacrónica en la que se sinteticen las principales características del poblamiento fenicio en este tramo de la costa andaluza desde el siglo VIII a. C. al cambio de Era, incidiendo sobre todo en aquellos datos que pueda aportar sobre la evolución urbana del mismo. Sin embargo, hemos de indicar previamente que esta visión sólo pretende ser una aproximación, pues los datos disponibles no permiten en modo alguno superar dicho nivel por el momento. Pero detengámonos primero en examinar qué restos materiales nos han llegado de estos colonizadores orientales, así como la aportación que sobre esta cuestión pueden hacer otro tipo de fuentes como son los textos escritos, bastante parcos al respecto, o la toponimia, con todos los problemas que ambas conllevan.

EL REGISTRO ARQUEOLÓGICO

Si siguiésemos un hipotético recorrido desde el río Guadalhorce hasta alcanzar el Guadiaro encontraríamos cuatro yacimientos fenicios. Éstos son el Cerro del Castillo de Fuengirola, Torre del Río Real en Marbella, El Torreón en Estepona y Casa de Montilla en San Roque, a los que podríamos sumar algunos puntos en los que, tal vez, algún día se haga realidad la aparición de nuevos yacimientos (fi gura 1). Puede comprobarse cómo en la franja comprendida entre el Cerro del Villar y el Cerro del Castillo no se ha detectado ningún yacimiento semita, si bien no cabe descartar algún establecimiento de estas características en el actual término de Benalmádena. Este hecho podría venir avalado por la presencia de una serie de materiales cuya procedencia exacta se desconoce pero que fueron hallados con certeza en esta área. En concreto nos referimos a algunos fragmentos cerámicos etruscos4, de los que estamos muy mal informados pues sólo se ha hecho pública su existencia sin aportar más datos, pero cuya datación nos llevaría cuando menos hasta un siglo VI a. C. Hay, además, otros restos griegos de fechas más recientes, como son los siglos V y IV a. C., caso de una lucerna ática de barniz negro (fi gura 2) y algunos fragmentos de copas Cástulo y Clase Delicada5, a los que podemos sumar

3 F. LÓPEZ PARDO, J. SUÁREZ PADILLA, “Aproximación al conocimiento del paleoambiente, poblamiento y aprovechamiento de los recursos durante el primer milenio a. C. en el litoral occidental de Málaga y su territorio”, en C. Gómez (ed.), Ecohistoria del paisaje agrario. La agricultura fenicio-púnica en el Mediterráneo, Valencia, 2003, pág. 77.4 J. M. J. GRAN-AYMERICH, “Los etruscos y la Península Ibérica. Los hallazgos de Málaga y su signifi cación”, en Homenaje a José Mª Blázquez, Madrid, 1993, vol.II, pág. 238.5 J. A. MARTÍN RUIZ, J. M. MARTÍN RUIZ, I. MIGUEL FERNÁNDEZ, J. SUÁREZ PADILLA, “Griegos en Málaga: hallazgos, dispersión y problemática actual”, Revista de Arqueología, 133, 1992, pág. 35.

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varios más, aún inéditos y conservados en el Museo Arqueológico Provincial de Málaga, pertenecientes a copas de fi guras rojas del Grupo del Pintor de Viena 116 (fi gura 3). También ha sido en aguas de Benalmádena donde submarinistas encontraron un ánfora completa del tipo Mañá Pascual A-46, y que muy bien pudiera pertenecer a un pecio aún no localizado. Ya en Fuengirola hemos de detenernos en el Cerro del Castillo, antigua península que controla el río Fuengirola y su excelente ensenada, la cual conformaba en la antigüedad una amplia bahía interior7. Los distintos sondeos realizados constatan que su origen se sitúa en el siglo VI a. C., aunque no parece descabellado que éste pueda remontarse en el tiempo algo más a la espera de la publicación defi nitiva de dichas actuaciones8, sobre todo si tenemos en consideración los datos aportados por el reciente estudio emprendido a una serie de materiales que nos situarían en pleno siglo VII a. C9.

Los materiales exhumados incluyen una amplia gama de formas fenicias tanto pintadas como grises o sin decorar, siendo pocos los ejemplos conocidos que se decoran con engobe rojo (ánforas R-1 y Mañá-Pascual A-4, vasos Cruz del Negro, platos, cuencos, etc.). Abundan también los recipientes a mano, en especial ollas, en tanto las importaciones griegas de la Grecia del Este y el Ática10 abarcan desde el siglo VI al IV a. C. con copas de los Pequeños Maestros, ánforas “á la brosse”, copas Cástulo (fi gura 4), bolsales... Estas últimas se muestran en consonancia con lo que suele suceder en los contextos fenicios según pudo comprobarse en Cerro del Prado, Cádiz o Villaricos11, donde los recipientes de barniz negro predominan sobre los de fi guras rojas, al contrario de lo que vemos en los enclaves ibéricos, en los que ambas técnicas alcanzan porcentajes similares. El yacimiento de Torre del Río Real se encuentra situado en una suave colina junto al río homónimo, del cual sabemos, a pesar de la inexistencia de estudios al respecto, que

6 P. RODRÍGUEZ OLIVA, La arqueología romana de Benalmádena, Benalmádena, 1982, págs. 55-57.7 G. HOFFMANN, art. cit., págs. 196-197.8 R. F. HIRALDO AGUILERA, A. RIÑONES CARRANZA, “Intervención arqueológica de urgencia en el patio del castillo de Sohail (Fuengirola, Málaga)”, Anuario Arqueológico de Andalucía/1994, Sevilla, 1999, vol.III, págs. 413-414.9 J. M. MARTÍN RUIZ, P. J. SÁNCHEZ BANDERA, “Estudio de materiales procedentes del término municipal de Fuengirola en depósito en el Museo Provincial de Málaga”, Anuario Arqueológico de Andalucía/2000, Sevilla, 2003, vol.I, págs. 123-125.10 J. A. MARTÍN RUIZ, J. M. MARTÍN RUIZ, J. R. GARCÍA CARRETERO, “Las copas tipo Cástulo del Cerro del Castillo (Fuengirola, Málaga). Una aportación al estudio de su distribución en el área del Estrecho”, en Actas del II Congreso Internacional El Estrecho de Gibraltar, Madrid, 1995, vol.II, págs. 275-277; R. OLMOS, “Cerámica griega del Castillo de Fuengirola (Málaga)”, Mainake, XV-XVI, 1993-94, págs. 110-113; J. A. MARTÍN RUIZ, J. R. GARCÍA CARRETERO, “Las cerámicas griegas procedentes del Cerro del Castillo (Fuengirola, Málaga)”, Mainake XIX-XX, 1997-98, págs. 72-77.11 P. CABRERA, L. PERDIGONES, “Importaciones áticas del siglo V a. C. del Cerro del Prado (Algeciras, Cádiz)”, Trabajos de Prehistoria 53, 2, 1996, págs. 163-164.

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hasta comienzos del siglo XX en su desembocadura eran muy abundantes las charcas, las cuales eran consideradas auténticos focos de difusión del paludismo, lo que indica los grandes cambios producidos en su curso actual12. Aunque es posible que sus inicios se remonten al siglo VIII a. C. si tenemos en cuenta los parámetros métricos aportados por algún fragmento de plato de engobe rojo13, las excavaciones emprendidas ofrecen una secuencia que arranca en el siglo VII y continúa hasta el siglo V a. C., aunque se ha constatado su perduración hasta el siglo I a. C. gracias a distintos materiales que no han podido asociarse a ningún tipo de estructuras. Los restos faunísticos indicaban la existencia de ovicápridos y bóvidos, en tanto también se recogieron conchas marinas. Abundan, como es lógico, las cerámicas fenicias (ánforas R-1 y Mañá Pascual A-4, cuencos, lebrillos...), -fi gura 5- siendo igualmente conocidas las ollas y cazuelas indígenas a mano y las copas griegas de la Grecia del Este, así como alguna imitación fenicia de estas copas helenas14. Es éste el único enclave del que tenemos noticias, sumamente vagas por cierto, acerca de su necrópolis, la cual debió emplazarse al otro lado del río Real, en la zona conocida como Los Monteros. De aquí proviene un vaso tipo Cruz del Negro (fi gura 6) que ha sido datado hacia el siglo VII15, y que se hallaba bajo lo que fueron en su tiempo dunas de arena, de forma similar a lo que acontece en la necrópolis de Cortijo de Montañez16. Es posible que en la desembocadura del río Verde hubiese existido un yacimiento semita a juzgar por algunos fragmentos cerámicos pintados recogidos en la zona, a los que podemos sumar parte de una copa jonia de la primera mitad del siglo VI a. C.17 –fi gura 7-, aunque las excavaciones efectuadas se han centrado tan sólo en una villa romana próxima, por lo que habrá que esperar su posible confi rmación. También parece plausible que bajo la villa romana de El Saladillo o en sus inmediaciones pueda documentase algún día un enclave fenicio, pues con anterioridad a la excavación de una villa parcialmente afectada por unas obras se hallaron varios fragmentos cerámicos, uno de ellos pertenecientes a un cuenco de engobe rojo, otro de un lebrillo y uno más de

12 A. PÉREZ-MALUMBRES LANDA, “Refl exiones sobre el patrimonio arqueológico de Marbella”, en I Jornadas sobre el Patrimonio Histórico Local de Marbella, Marbella, 2000, pág. 20.13 J. A. MARTÍN RUIZ, A. PÉREZ-MALUMBRES LANDA, “Hallazgos fenicios procedentes de la Torre del Río Real (Marbella, Málaga)”, Mainake, XVII-XVII, 1995-96, págs. 94-99.14 P. SÁNCHEZ BANDERA, A. CUMPIÁN RODRÍGUEZ, A. SOTO IBORRA, “Río Real (Marbella, Málaga). Un avance al estudio de la cerámica del siglo VII a. C.”, Cilniana, 14, 2001a, págs. 69-71.15 E. GARCÍA ALFONSO, “Dispersión de los vasos tipo Cruz del Negro en la Alta Andalucía: el ejemplar de Marbella (Málaga)”, en Homenaje al profesor Carlos Posac Mon, Ceuta, 1998, vol.I, pág. 117.16 M. E. AUBET SEMMLER, G. MAASS-LINDEMANN, J. A. MARTÍN RUIZ, “La necrópolis fenicia del Cortijo de Montañez (Churriana, Málaga)”, Cuadernos de Arqueología Mediterránea, 1995, 1, págs. 219-221.17 A. RECIO RUIZ, art. cit., pág. 132.

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un ánfora Mañá C2, lo que hace que podamos remontar su cronología al menos hasta el siglo VI a. C., aun cuando otros, como el ánfora, son ya cercanos al cambio de Era18. Algo más al oeste se encuentra El Torreón, junto al río Guadalmansa, de donde se han publicado una serie de materiales descontextualizados cuya cronología se ha elevado hasta el siglo VII a. C.19, así como un pendiente amorcillado de oro20 –fi gura 8- y una fi gura de terracota en la que se representa al dios Bes (fi gura 9) que ha sido datada en el siglo IV a. C.21. Sin embargo, si tenemos en cuenta la naturaleza de los materiales cerámicos carentes de contexto (lebrillos, morteros), creemos que éstos no irían más allá del siglo V o, a lo sumo, el VI a. C. Así mismo, pudieron documentarse estructuras de los siglos V-IV a. C.22, además de diversos materiales que evidencian la continuidad de su ocupación hasta bien entrada la época romana. Mayor problema presenta la posible existencia en sus cercanías de una necrópolis de incineración que ha sido considerada como ibérica y que sólo se conoce por noticias fragmentadas y algo confusas, pues fue expoliada en su práctica totalidad23, lo que hace que nos mostremos sumamente cautelosos al respecto dada la naturaleza de los datos obtenidos. Una última localización sería Casa de Montilla. Aquí se actuó sobre un hábitat cuya vida se prolonga a lo largo del siglo VIII a. C. el cual facilitó abundantes materiales a mano junto a otros a torno cuyas proporciones varían según el sondeo que valoremos, aun cuando la tendencia observada nos habla acerca de una pérdida de importancia de las producciones a mano24. Las estructuras de hábitat detectadas fueron muy escasas como veremos. Este emplazamiento fue abandonado hacia el 700 a. C., aunque parece que ello no signifi có el fi n del poblamiento fenicio en este punto, puesto que es al otro lado del río, en una zona llana próxima al denominado Cerro Redondo donde se han recogido

18 A. PÉREZ-MALUMBRES LANDA, J. A. MARTÍN RUIZ, “La villa romana de El Saladillo (Estepona, Málaga)”, Cilniana 14, 2001, pág. 90.19 S. BRAVO JIMÉNEZ, “Un nuevo asentamiento feno-púnico en la costa malagueña”, Mainake, XIII-XIV, 1991-92, págs. 81-82.20 J. A. MARTÍN RUIZ, Los fenicios en Andalucía, Sevilla, 2004, pág. 96.21 J. A. MARTÍN RUIZ, op. cit., pág. 128; J. PADRÓ, “La aportación egipcia a la religión fenicia en Occidente”, en De Oriente a Occidente: los dioses fenicios en las colonias occidentales, Ibiza, 1999, págs. 942; D. GÓMEZ LUCAS, “Introducción al dios Bes: de Oriente a Occidente”, en E. FERRER (ed.), Ex Oriente Lux: las religiones orientales antiguas en la Península Ibérica, Sevilla, 2002, págs. 108.22 J. SUÁREZ, I. NAVARRO, L. E. FERNÁNDEZ, J. MAYORGA, M. I. CISNEROS, “Consideraciones acerca de los procesos de interacción entre indígenas, fenicios y griegos en Málaga. Aportaciones de la arqueología de urgencia”, en F. WULFF, C. CRUZ, C. MARTÍNEZ (eds.), Comercio y comerciantes en la Historia Antigua de Málaga (siglo VIII a. C.-711 d. C.), Málaga, 2000, págs. 124-125.23 L. SOTO JIMÉNEZ Y ARANAZ, “Descubrimiento de Salduba en Estepona”, Jábega, 13, 1976, págs. 48-52; idem, “La Salduba de la Betica (II)”, Jábega 59, 1978, pág. 4.24 H. SCHUBART, “Hallazgos fenicios y del Bronce Final en la desembocadura del río Guadiaro (Cádiz)”, Anuario Arqueológico de Andalucía/1986, Sevilla, 1987, vol.II, págs. 202-204.

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algunas cerámicas fenicias pintadas y donde también se ha situado el emplazamiento de Barbésula25. Lamentablemente no contamos con datos sobre esta última ocupación, por lo que no sabemos nada sobre la fecha de su inicio.

LAS FUENTES LITERARIAS Y LA TOPONIMIA.

Los textos escritos alusivos a esta zona, tanto si nos referimos a los literarios como a los suministrados por la epigrafía latina, nos hablan de cuatro topónimos. Éstos son de oeste a este Barbésula, Salduba, Cilniana y Suel. Sin embargo, las referencias más antiguas sobre tres de ellos (Barbésula, Salduba y Suel) no van más allá del siglo I d. C., como sucede con Mela (Chor., II, 94) y Plinio (N. H., III, 8), seguidas un siglo más tarde por las de Ptolomeo (Geog., II, 4, 7), en tanto para encontrar algún rastro sobre Cilniana hemos de esperar hasta que el Itinerario de Antonino (406, 1) en el siglo III d. C. recoja su alusión. No deja de ser interesante constatar que las fuentes más antiguas no citan población alguna con el nombre de Cilniana, el cual sólo aparece a partir del Itinerario de Antonino justamente cuando cesan las alusiones a Salduba. La ubicación de dichos topónimos ha sido un tema recurrente, en particular entre los eruditos locales, desde al menos el siglo XVI hasta nuestros días y cuyos detalles omitiremos a fi n de no prolongar innecesariamente este trabajo. Lo cierto es que en la actualidad estamos seguros del emplazamiento de sólo dos de ellos: Barbésula y Suel, en tanto persisten los interrogantes sobre los otros dos. Pero vayamos por partes. Los descubrimientos epigráfi cos de época romana altoimperial evidencian, sin el menor género de duda, que Barbésula, que según las fuentes se encontraba en la desembocadura del río homónimo, debe situarse cerca de Casa de Montilla en el río Guadiaro26, sin que olvidemos otra referencia, mucho más antigua como es un oscuro verso de la conocida obra de Avieno (O.M., 419), en la que este escritor latino nos habla de un río de nombre Chrysus que habría servido como línea divisoria entre distintos pueblos. Dado que este nombre griego ha sido interpretado como una alusión al carácter aurífero de dicho cauce fl uvial, hace ya tiempo que se planteó la posible vinculación del río Chrysus con el

25 P. RODRÍGUEZ OLIVA, “Municipium Barbesulanum”, Baetica, 1, 1978, págs. 215-216 y 225; L. E. FERNÁNDEZ RODRÍGUEZ, J. SUÁREZ PADILLA, M. I. CISNEROS GARCÍA, “Informe de la prospección arqueológica de urgencia de la autopista de la Costa del Sol. Tramo Estepona-Guadiaro”, Anuario Arqueológico de Andalucía/1998, Sevilla, 2002, vol.III, pág. 645.26 P. RODRÍGUEZ OLIVA, “Municipium barbesulanum”, págs. 208-225.

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Guadiaro27, vocablo árabe que hace referencia a la presencia de oro en sus aguas28, lo que podría otorgar a esta identifi cación cierto grado de plausibilidad. Por otro lado Suel se vincula con el fuengiroleño Cerro del Castillo29, aunque también aquí existe un comentario, en esta ocasión de Hecateo de Mileto (F.G.H., I, 16) transmitida por Esteban de Bizancio, en el cual se cita una “polis de los mastienos” denominada Syalis y que para algunos autores podría representar el origen del término Suel30.

En cuanto a Salduba y Cilniana las posturas difi eren, si bien parecen ser mayoritarios los autores que sitúan el primer topónimo en la desembocadura del río Guadalmansa, lo que equivaldría a relacionarlo con el asentamiento de El Torreón, hecho que tiene también en cuenta la alusión que hace Ptolomeo a un río del mismo nombre31. Cilniana, en cambio, es situada por el Itinerario a una distancia de 24 millas respecto a Suel, de manera que debe encontrarse en las proximidades de Marbella, dividiéndose los autores entre aquellos que se inclinan por relacionarla con el yacimiento de Las Bóvedas y los que optan por la villa de Río Verde. Un dato que consideramos de interés es el origen de estos topónimos. Aunque en un principio se planteó el posible origen fenicio del término Suel32 en la actualidad se han suscitado serias objeciones en este sentido33. También Salduba parece ser un vocablo indígena, aun cuando su vinculación con el nombre prerromano de la actual Zaragoza34, ha sido cuestionada dada su discrepancia con los epígrafes monetales allí acuñados35. Otro tanto parece suceder con Cilniana y Barbésula, pues lo cierto es que la raíz Cil- del primer caso y Barb- del segundo están presentes en esta lengua, algo que no sucede con el fenicio. Incluso César Pemán36 sugirió que esta última palabra podría traducirse como “debajo de

27 A. SCHULTEN, Tartessos, Madrid, 1979, pág. 205.28 V. MARTÍNEZ ENAMORADO, Al-Andalus desde la periferia. La formación de una sociedad musulmana en tierras malagueñas (siglos VIII-X), Málaga. 2003, págs. 67-68.29 P. RODRÍGUEZ OLIVA, “Municipium Suelitanum 1ª parte: fuentes literarias y hallazgos epigráfi cos y numismáticos”, en Arqueología de Andalucía Oriental: siete estudios, Málaga, 1981, pág. 60.30 A. SCHULTEN, op. cit., pág. 120; P. RODRÍGUEZ OLIVA, “Municipium Suelitanum…”, pág. 51.31 L. SOTO JIMÉNEZ Y ARANAZ, “Descubrimiento…”, pág. 48.32 J. M. MILLÁS VALLICROSA, “De toponimia púnico-española”, Sefarad 1, 1941, pág. 316; C. FERNÁNDEZ-CHICARRO, “Toponimia púnica en España”, Archivo Español de Arqueología 15, 1942, pág. 171.33 J. SANMARTÍN, “Toponimia y antroponimia: fuentes para el estudio de la cultura púnica en España”, en A. GONZÁLEZ, J. L. CUNCHILLOS, M. MOLINA (Coords.), El mundo púnico. Historia, sociedad y cultura, Murcia, 1994, págs. 238.34 J. MALUQUER DE MOTES, “La escritura en la España prerromana (epigrafía y numismática)”, en La Historia prerromana, Historia de España dirigida por R. MENÉNDEZ PIDAL, Madrid, 1982, 4ª ed., vol.I,3, pág. 732.35 F. LÓPEZ PARDO, J. SUÁREZ PADILLA, “Traslados de población entre el Norte de África y el sur de la Península Ibérica en los contextos coloniales fenicios y púnicos”, Gerión, 20, 1, 2002, pág. 133.36 C. PEMÁN, “Los topónimos antiguos del extremo sur de España”, Archivo Español de Arqueología, 26, 1953, págs. 108-109.

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la cumbre”, lo que no desentonaría con el emplazamiento donde se erige el hábitat, en una zona llana bajo una colina. De cualquier forma parece que los cuatro topónimos transmitidos hasta el momento por las fuentes literarias y la epigrafía romana, y de los que con seguridad dos corresponden a áreas residenciales fenicias, podrían en su mayoría no ser fenicios, sino indígenas. Ello nos plantea un problema por ahora de difícil resolución: o bien dichos topónimos son el nombre indígena de unos hábitats semitas cuyas denominaciones siguen siendo desconocidas para nosotros, o se trata de lugares habitados originariamente por población autóctona junto a la que se instalan los fenicios, extremo al que se ajusta bien Casa de Montilla.

EVOLUCIÓN DEL POBLAMIENTO ENTRE LOS RÍOS GUADALHORCE Y GUADIARO: LOS SIGLOS VIII A VI A. C

Tras este somero repaso a la información disponible, tanto arqueológica como literaria y toponímica, pasaremos a examinar la evolución experimentada por estos asentamientos. Para ello dividiremos estas centurias en dos períodos distintos como son, en primer lugar, los siglos VIII-VI a. C., en tanto más adelante abordaremos el período comprendido desde el siglo V hasta el cambio de Era.

La ubicación espacial de estos poblados coincide con la que suele ser habitual en el ámbito fenicio, como es una elevación cerca de la desembocadura de un cauce fl uvial. Sólo en una ocasión podemos intuir la relación que pudo existir entre éstos y sus áreas de enterramiento. Se trata, como ya hemos visto, de Torre del Río Real, donde la necrópolis se encuentra al otro lado del río, algo que tampoco resulta inusual37.

Es en esta primera fase (fi gura 10) cuando surgen todos los yacimientos fenicios que conocemos, aunque con diferentes cronologías. Los inicios de la implantación semita en esta franja costera apenas si están documentados, pues tan sólo Casa de Montilla puede facilitar alguna información al respecto. En este punto parece que los fenicios se instalaron en un lugar ocupado también por pobladores indígenas38, con unas estructuras de escasa entidad que, por lo que sabemos hasta ahora, responden al típico urbanismo autóctono con cabañas circulares39. Se han descubierto, junto a hogares y fosas con cenizas y cerámicas que, tal vez, pudieran considerarse como vertederos, algunas vasijas hincadas en el suelo rodeadas de piedras que nos recuerdan a las documentadas en los

37 M. E. AUBET SEMMLER, Tiro y las colonias fenicias de Occidente, Barcelona, 1994, págs. 265-266.38 H. SCHUBART, “Hallazgos fenicios…”, pág. 208; M. E. AUBET SEMMLER, “Las colonias fenicias de Málaga y su periferia indígena”, Extremadura Arqueológica, V, 1995, pág. 148.39 J. SUÁREZ PADILLA, Avance del informe preliminar de los resultados de la intervención arqueológica de urgencia llevada a cabo en el asentamiento de Montilla (San Roque, Cádiz), informe depositado en la Delegación Provincial de la Consejería de Cultura en Cádiz, Cádiz, 2002.

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niveles fundacionales de Morro de Mezquitilla, donde eran empleadas como recipientes de almacenaje40.

Con la información publicada, y tras Casa de Montilla, habríamos de esperar al siglo VII para encontrar fenicios instalados en Río Real y el Cerro del Castillo, mientras que en El Torreón lo harían en el siglo VI a. C. En todos ellos hallamos evidencias de una implantación más consolidada que en el siglo VIII, al menos en lo referente al urbanismo detectado.

Por desgracia, carecemos de datos sobre la extensión que ocuparon estos emplazamientos, aunque parece que no superaron la hectárea, así como sobre su entramado urbano. Desde este punto de vista conocemos en Suel estructuras de habitación con zócalos de piedra (fi gura 11) que pueden mostrar pavimentos hechos con conchas marinas (fi gura 12) y que se sitúan en el siglo VI, en tanto aún debe esclarecerse la presencia de una posible muralla, como se ha planteado para un paramento detectado en uno de los sondeos realizados, el cual no pudo terminar de excavarse, lo que nos hace ser prudentes en tanto no se acometa una nueva intervención que fi nalice los trabajos emprendidos41.

Estos pavimentos hechos con conchas marinas aparecen también en asentamientos indígenas como Las Eras en Benalmádena, donde constituyen el suelo de una estancia perteneciente a una edifi cación de los siglos VII-VI a. C., suelo que fue incluso reparado en varias ocasiones (fi gura 13). En este último yacimiento se constata la introducción de técnicas edilicias de claro sabor oriental, como se aprecia en la confi guración de la vivienda excavada, en la que las habitaciones parecen distribuirse alrededor de un patio central (fi gura 14), en claro contraste con las cabañas de planta circular que se construyeron aquí entre fi nales del siglo VIII a. C. y las primeras décadas de la siguiente centuria42.

En el enclave de Río Real ha sido posible constatar la presencia de diversas estructuras de habitación (fi guras 15-16). Del siglo VII a. C. resultó ser un muro de piedra trabada con barro, sobre el que se situaban restos de otra vivienda que tenía un pavimento de tierra apisonada. Sobre éstas había una nueva edifi cación de planta cuadrada, la única en la que se han podido apreciar las subdivisiones internas, y que contaba con al menos tres estancias, en una de las cuales había un pavimento de grava43.

40 H. SCHUBART, “Morro de Mezquitilla. Informe preliminar sobre la campaña de excavaciones de 1982 realizada en el asentamiento fenicio cerca de la desembocadura del río Algarrobo”, Noticiario Arqueológico Hispánico, 23, 1985, pág. 160.41 R. F. HIRALDO AGUILERA, A. FERNÁNDEZ LÓPEZ, A. RIÑONES CARRANZA, “Actuación arqueológica de urgencia en la torre del Homenaje y en el ángulo suroeste del castillo de Sohail (Fuengirola, Málaga)”, Anuario Arqueológico de Andalucía/1994, Sevilla, 1999, vol.III, pág. 406.42 J. SUÁREZ, I. NAVARRO, L. E. FERNÁNDEZ, J. MAYORGA, M. I. CISNEROS, art. cit., págs. 105-107.43 P. SÁNCHEZ BANDERA, A. CUMPIÁN RODRÍGUEZ, A. SOTO IBORRA, “Río Real…”, págs. 53-56; idem, “Intervención arqueológica de urgencia en el yacimiento de Río Real Marbella, Málaga)”, Anuario Arqueológico de Andalucía/1998, Sevilla, 2001, vol.III, págs. 591-593.

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Los hábitats indígenas más próximos a estos asentamientos fenicios se sitúan en altura, controlando las principales vías de comunicación, si bien no es extraño que ocupen superfi cies bastante reducidas, en ocasiones menores de una hectárea. También es ahora cuando comienzan a aparecer una serie de pequeños asentamientos, de los que muy pocos han sido excavados, caracterizados por presentar en su cultura material un alto número de recipientes destinados al almacenaje y transporte de productos, en particular las conocidas ánforas R-1. Entre éstos podemos citar Roza de Aguado en Mijas, por ser el que ha aportado una mayor información, el cual se sitúa en una pequeña loma cercana al río de Mijas en el que se construyó una edifi cación de planta rectangular realizada con mampuestos unidos con barro y para la que se aprovechó como suelo la propia roca44.

EL POBLAMIENTO ENTRE LOS SIGLOS V-I A. C

Hemos de indicar que el volumen de datos que tenemos sobre el entramado urbano de estos asentamientos a partir del siglo V a. C. es incluso más exiguo que en la fase precedente (fi gura 17), algo similar a lo que ocurre con el ámbito funerario, pues es difícil valorar los enterramientos de incineración de El Torreón, en todo caso situados en la misma margen del río, muy cerca de la costa y al lado de una serie de sepulturas de inhumación que son claramente de época romana.

Así, para Barbésula ignoramos la fecha a que corresponden los paramentos de murallas y los restos de muros visibles en superfi cie, pues no se han emprendido excavaciones en el nuevo emplazamiento elegido tras abandonar Casa de Montilla45.

Si nos fi jamos en El Torreón vemos cómo la exigua información que tenemos en este sentido se reduce a la constatación de un muro de piedra que se supone pertenece a una vivienda datada hacia el siglo V a. C., del que sale perpendicularmente otro que conforma dos estancias no delimitadas en su totalidad (fi gura 18) y que presentaban una pavimentación cuyas características no se indican46. Por otra parte, y al igual que sucedía con el recinto defensivo de Suel para el siglo VI, tampoco está claro que debamos admitir que durante el siglo IV a. C. El Torreón se rodee de una muralla como se ha propuesto47, ya que los pocos datos que han sido publicados sobre la misma impiden cualquier apreciación cronológica segura.

44 J. SUÁREZ, L. E. FERNÁNDEZ, I. NAVARRO, A. RAMBLA, M. I. CISNEROS, “Informe preliminar de los resultados de la intervención de urgencia en el asentamiento fenicio de Roza de Aguado (Mijas, Málaga)”, Anuario Arqueológico de Andalucía/1998, Sevilla, 2001, vol.III, págs. 627-629.45 P. RODRÍGUEZ OLIVA, “Municipium Barbesulanum”, págs. 224-225.46 J. SUÁREZ, I. NAVARRO, L. E. FERNÁNDEZ, J. MAYORGA, M. I. CISNEROS, art. cit., págs. 124-125.47 L. SOTO JIMÉNEZ Y ARANAZ, “Descubrimiento…”, págs. 50-51; S. BRAVO JIMÉNEZ, “Evolución del poblamiento fenicio en la costa mediterránea andaluza”, Espacio, Tiempo y Forma, 13, 2000, pág. 33.

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En Suel se tiene constancia de la aparición de un suelo de tierra apisonada perteneciente a una vivienda en el que se realizaron unos agujeros que irían destinados, muy posiblemente, a introducir postes de madera, y que ha sido datada en la segunda mitad del siglo III a. C.48.

Por otro lado, en Río Real se conocen restos de edifi caciones del siglo V a. C. cuyos zócalos de piedra continúan en la línea que hemos visto anteriormente, si bien en alguna ocasión se advierte la existencia de una fosa de cimentación y el uso de mortero de cal, sin que olvidemos la existencia de algún vertedero de ánforas datado en esa misma centuria49. Sí parece claro que durante los siglos V y IV a. C. aumenta considerablemente el número de hábitats indígenas localizados50, todos ellos situados en elevaciones que controlan el paso hacia el interior, lo que no impide que podemos constatar el abandono de alguno de ellos, como sucede con Las Eras51. Continúan situándose en elevaciones, con una ocupación reducida espacialmente ya que su tamaño es de una hectárea, según podemos comprobar en lugares como Cerro de Capellanía o Cerro del Depósito, ambos en Benalmádena. En ellos cabe advertir la total asimilación de las cuestiones de índole urbana que ya habían sido introducidas con anterioridad, como vemos precisamente en Las Eras, donde en el siglo IV a. C. se conocen viviendas con habitaciones de planta cuadrada situadas junto a una calle, así como fosas excavadas en la roca que fueron usadas como vertederos.

Tras la llegada de las legiones romanas podemos apreciar la continuidad de estos asentamientos fenicios (fi gura 19), salvo Río Real que es abandonado a lo largo del siglo I a. C., mientras que en el ámbito indígena se aprecia cómo los hábitats tienden a situarse en zonas menos elevadas que antaño52, y en los que también abundan los recipientes de almacenaje y transporte53. Aunque parece disminuir su cantidad en relación con los siglos precedentes, es posible que este hecho sea resultado de la falta de investigación que señalamos al inicio de estas páginas, lo que, sin embargo, no es obstáculo para que podamos señalar el abandono de emplazamientos como Cerro Torrón en Marbella o Cerro de Capellanía en Benalmádena.

48 R. F. HIRALDO AGUILERA, A. FERNÁNDEZ LÓPEZ, A. RIÑONES CARRANZA, “Actuación arqueológica…”, pág. 413.49 P. SÁNCHEZ BANDERA, A. CUMPIÁN RODRÍGUEZ, A. SOTO IBORRA, “Río Real…”, págs. 594-595.50 F. LÓPEZ PARDO, J. SUÁREZ PADILLA, “Traslados…”, pág. 83.51 J. SUÁREZ PADILLA, M. I. CISNEROS GARCÍA, “La entrada de los territorios de Benalmádena en la Historia. Desde el impacto de la presencia colonial fenicia al dominio de Roma”, en Una Historia de Benalmádena, Benalmádena, 2000, págs. 114-115.52 L. E. FERNÁNDEZ RODRÍGUEZ, J. SUÁREZ PADILLA, M. I. CISNEROS GARCÍA, art. cit., pág. 645.53 M. I. CISNEROS GARCÍA, J. SUÁREZ PADILLA, “Intervención arqueológica de urgencia en la parcela situada en la UA-24 bis sita en Avda. Principal del Parque. Benalmádena (Málaga)”, Anuario Arqueológico de Andalucía/2000, Sevilla, 2003, vol.III, págs. 797-798.

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CONCLUSIONES

A pesar de lo parco de la información disponible queda claro que no existe vacío alguno en cuanto a la presencia de establecimientos fenicios en la zona. Creemos que su escaso número responde a la intensa acción urbanística sufrida por este sector de la Costa del Sol, así como a defi ciencias propias de la investigación, centrada en otros puntos del mediodía peninsular. En términos generales es quizás una de las zonas peor conocidas en lo que a la colonización fenicia se refi ere, de tal forma que en el estado actual de la investigación no se puede considerar que sea un referente adecuado para mostrar la evolución del poblamiento fenicio, aun cuando la escasa información disponible se inserta en la misma tónica que la conocida para el resto de establecimientos de origen semita.

Si bien hasta ahora sólo uno de los cuatro yacimientos fenicios identifi cados remonta su cronología hasta el siglo VIII a. C., no es descartable que nuevas intervenciones puedan elevar la datación asignada a otros enclaves hasta dicha fecha, como por ejemplo Río Real, del mismo modo que tampoco podemos descartar que el número de establecimientos semitas pueda verse incrementado hasta la media docena. Los fenicios se instalan en un territorio controlado por unas comunidades indígenas que las fuentes llaman mastienos54 y, si nos basamos en la experiencia de Casa de Montilla, cabría concluir que ambas sociedades coexistieron en un principio en un mismo emplazamiento.

La total ignorancia del registro arqueológico funerario nos priva de poder establecer las relaciones de carácter espacial que tuvieron con las áreas residenciales, así como poder verifi car si estas necrópolis incrementan su tamaño a partir del siglo VI a. C., extremo que ha sido presentado como un indicio de un incremento poblacional55. Durante la primera fase planteada advertimos la existencia de una serie de cambios en el urbanismo de los poblados indígenas situados cerca de estas colonias, como es la asunción de la vivienda con esquinas en ángulo recto, al igual que acontece en otros puntos de Andalucía, si bien no es posible dictaminar si estas modifi caciones afectaron también a la distribución del espacio dentro de dichos hábitats.

Un grave problema radica en el hecho de que muchas edifi caciones son conocidas sólo en una mínima parte, a veces unos pocos metros de un muro. De cualquier forma, las viviendas, que se adaptan perfectamente a la topografía de cada lugar, coinciden con las características técnicas generales que presentan en el mundo fenicio, es decir, construcciones de planta cuadrada con zócalos de piedra que pueden presentar o carecer de fosa de cimentación, y sobre los que se alzarían paredes de adobe, sin que por el momento podamos valorar la

54 L. A. GARCÍA MORENO, “Mastienos y bastetanos: un problema de la etnología hispana prerromana”, en Actas del I Coloquio de Historia Antigua de Andalucía, Córdoba, 1993, vol.I, págs. 206-207.55 J. L. LÓPEZ CASTRO, “La formación de las ciudades fenicias occidentales”, Rivista di Studi Punici 4, e. p.

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existencia de áreas industriales o de otro tipo ya que, a pesar de que en muchos de estos hábitats se documentan piletas de salazón, todos los restos exhumados que podemos vincular con esta actividad económica corresponden a la época imperial romana.

Tampoco podemos estar seguros sobre si llegaron a dotarse de sistemas defensivos, para lo que por desgracia no resulta de utilidad una interesante alusión de Plinio según la cual Barbésula y Suel habían alcanzado la categoría de oppidum, lo que signifi caría que debieron contar con estas construcciones. Sin embargo, estudiosos del léxico de este autor latino concluyen que el uso que éste hace de dicho término no implica necesariamente la existencia de un perímetro defensivo en estos asentamientos56, y sólo designa entidades de población sin entrar a considerar su estatus jurídico, tamaño o ubicación.

Por otra parte los sondeos geo-arqueológicos realizados por el Instituto Arqueológico Alemán en la vega de los ríos Fuengirola y Guadiaro57, pusieron de manifi esto la existencia de un buen número de posibles localizaciones que jalonan los márgenes de la antigua bahía, si bien lamentablemente son bastante difíciles de datar. Aun así, este hecho se muestra en plena concordancia con lo que otros investigadores han apreciado en otras zonas del litoral andaluz, lo que nos habla acerca de una implantación hacia el interior de estas ensenadas.

Antes hemos comentado el escaso tamaño de estos yacimientos, lo que nos sugiere que debieron depender de un centro de mayor envergadura, tal vez Malaca como se ha sugerido58. En este sentido algunos autores, como O. Arteaga59 o J. L. López60, han propuesto que durante esta fase, en concreto a largo del siglo VI a. C. algunos de estos asentamientos llegaron a alcanzar la categoría de ciudades. Por nuestra parte resulta realmente difícil atestiguar dicha aseveración en el área que ahora nos interesa, puesto que las distintas actuaciones emprendidas en estos yacimientos no permiten establecer su grado de evolución urbana. Aun así, tal vez Torre del Río Real pueda insinuar la existencia de esta tendencia en la zona objeto de nuestro estudio, por cuanto se ha constatado que es en esa fecha cuando se produce la ocupación de un área más llana que hasta entonces no había sido habitada, lo que muy bien podría interpretarse como una expansión del mismo61.

56 A. CAPALVO LIESA, “El léxico pliniano sobre Hispania: etnonimia y designación de asentamientos urbanos”, Caesaraugusta, 63, 1986, pág. 55.57 G. HOFFMANN, op. cit., págs. 97-103.58 F. LÓPEZ PARDO, J. SUÁREZ PADILLA, “Traslados…”, págs. 82-83.59 O. ARTEAGA, “La liga púnica gaditana. Aproximación a una visión histórica occidental para su contrastación con el desarrollo de la hegemonía cartaginesa en el mundo mediterráneo”, en Cartago, Gadir, Ebusus y la infl uencia púnica en los territorios hispanos, Ibiza, 1994, págs. 41-45.60 J. L. LÓPEZ CASTRO, art. cit., e. p.61 P. SÁNCHEZ BANDERA, A. CUMPIÁN RODRÍGUEZ, A. SOTO IBORRA, “Intervención arqueológica…”, pág. 595.

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La conquista romana no supuso en un principio ninguna modifi cación en la ordenación espacial de estos yacimientos, pues Río Real se abandona ya cerca del cambio de Era y, dado que tampoco sabemos mucho acerca de los siglos inmediatamente posteriores, no podemos estar seguros si aquí se produjeron, como en otros casos, importantes transformaciones urbanísticas tendentes a equipararlas a los modelos romanos.

Es forzoso concluir, pues, que hoy por hoy esta franja del litoral costero andaluz no presenta un registro arqueológico adecuado para poder abordar cuestiones como el desarrollo urbanístico, la jerarquización espacial existente entre los yacimientos, los distintos grupos sociales que los habitaron o la evolución experimentada a lo largo de los siglos. Éstas y otras interrogantes no podrán solventarse satisfactoriamente en tanto en cuanto no dispongamos de un mayor y mejor registro arqueológico, extremo nada fácil por otra parte si tenemos en consideración la creciente presión urbanística a la que está siendo sometida esta franja costera y que puede suponer la destrucción de una gran parte del mismo.

Aún así, no deja de ser cierto que los escasos datos con que contamos no desentonan en modo alguno con lo que en la actualidad sabemos acerca de estas cuestiones en el proceso colonizador llevado a cabo por los semitas en nuestras costas Antes al contrario, éstos encajan bastante bien con cuestiones como pueden ser las técnicas constructivas, el infl ujo en los patrones urbanísticos indígenas o la expansión que a lo largo del siglo VI a. C. parece apreciarse en otros asentamientos fenicios.

Fig. 1 Mapa de distribución de los yacimientos fenicios situados en la zona.

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Fig. 5 Materiales procedentes de Torre del Río Real (Fuente: J. A. MARTÍN, A. PÉREZ-MALUMBRES).

Fig. 6 Urna Cruz del Negro de Torre del Río Real (Fuente: E. GARCÍA).

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Fig. 10 Mapa de distribución del poblamiento entre los siglos VIII-VI a. C.

Fig. 12 Restos de edifi caciones con pavimentos de conchas de Suel (Fuente: R. Hiraldo).

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Fig. 13 Reconstrucción ideal de una cabaña de planta circular de Las Eras (Fuente: A. Palomo).

Fig. 14 Reconstrucción idealizada de una vivienda de planta cuadrada de Las Eras (Fuente: A. Palomo).

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Fig. 15 Estructuras de Torre del Río Real (Fuente: P. Sánchez.).

Fig. 17 Mapa de distribución del poblamiento entre los siglos V-III a. C.

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Fig. 19 Mapa de distribución del poblamiento entre los siglos II-I a. C.

Fig. 18 Edifi cación de El Torreón (Fuente: J. Suárez).

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