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4/13/2015 La problemática del gobierno corporativo en el Tercer Sector: ¿Son los códigos de buen gobierno de las sociedades cotizadas trasladables al tercer sector? Mario Pacini y Paloma Torres UNIVERSIDAD PONTIFICIA COMILLAS ICADE

La problemática del gobierno corporativo en el Tercer Sector...capacidad de autogobierno y (v) alto nivel de participación voluntaria. b) ¿Por qué se necesita de un gobierno corporativo

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Page 1: La problemática del gobierno corporativo en el Tercer Sector...capacidad de autogobierno y (v) alto nivel de participación voluntaria. b) ¿Por qué se necesita de un gobierno corporativo

4/13/2015

La problemática del gobierno corporativo en el Tercer Sector: ¿Son los códigos de buen gobierno de

las sociedades cotizadas trasladables

al tercer sector?

Mario Pacini y Paloma Torres UNIVERSIDAD PONTIFICIA COMILLAS ICADE

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Índice de contenidos

1. Introducción

a) ¿Qué es el tercer sector?

b) ¿Por qué se necesita de un gobierno corporativo en el tercer sector?

2. Planteamiento del problema

3. Vías de solución al problema

a) Controles del sector público

b) Mecanismos del sector privado

c) Tercera vía: ¿Son trasladables al tercer sector los Códigos de Buen

Gobierno de las sociedades cotizadas?

4. Conclusiones

5. Bibliografía

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1. Introducción

El objetivo de este documento es profundizar acerca del gobierno corporativo del tercer sector,

concretamente en lo referido a la problemática actual del régimen aplicable a este tercer sector en esta

materia y a la posibilidad de traslación de las normas de gobierno corporativo como son los Códigos de

Buen Gobierno al tercer sector. Para ello realizaremos en primer lugar una somera referencia al status

quo que presenta el tercer sector en este aspecto, delimitando de forma muy breve a qué nos referimos

con tercer sector, la necesidad de un gobierno corporativo en este tercer sector y la regulación de este

tercer sector en nuestro sistema jurídico.

a) ¿Qué es el tercer sector?

No es tarea fácil encontrar una definición indiscutible de Tercer Sector y a menudo se utilizan

muchas y dispares acepciones para referirse a este ámbito. Sin embargo, el estudio comparativo

internacional liderado por el equipo de la Universidad Johns Hopkins es el que ofrece una definición más

completa que consiste en cinco criterios que determinan los rasgos para que una entidad deba ser

entendida como parte del Tercer Sector: (i) organización formal e institucionalizada, lo que excluye

manifestaciones informales de colaboración y ayuda, (ii) privada en el sentido de separada

institucionalmente de la administración pública, (iii) sin ánimo de lucro, (iv) autonomía institucional,

capacidad de autogobierno y (v) alto nivel de participación voluntaria.

b) ¿Por qué se necesita de un gobierno corporativo en el tercer sector?

Como ya enunció el Profesor PERDICES HUETOS, la creciente demanda del traslado de la

experiencia de los Códigos de Buen Gobierno de las sociedades cotizadas al Tercer Sector es ya una

realidad. Pero, ¿por qué existe esta demanda?

En primer lugar, las organizaciones que forman este Tercer Sector están cada vez más

presentes en nuestra sociedad y, por lo tanto, en nuestra economía. En 2012, los datos son los

siguientes: el Tercer Sector en España recibió durante ese último año 8.000 millones de euros en

financiación, de la cual el 70% es pública, cuenta con más de 3 millones de socios, más de 400.000

empleos remunerados y representa el 1% del PIB1. Sin embargo, nuestra cultura jurídica ha sido

1 “Estudio sobre el presente y futuro del Tercer Sector social en un entorno de crisis” (2012) desarrollado por el Equipo de Estrategia y Operaciones de la Fundación PwC

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tradicionalmente indiferente a este tipo de entidades, centrándose casi exclusivamente en la sociedad

de carácter mercantil, por lo que existe un vacío normativo alrededor de estos entes, los cuales aparte

de su regulación propia, no tienen un cuerpo de reglas corporativas comunes2.

Este vacío se puede ver en que por ejemplo, en palabras del Profesor PERDICES HUETOS en su

ponencia: “La regulación legal de los deberes del administrador de una frutería SL frente a dos co-socios

es exponencialmente más exhaustiva y rigurosa que la de los de una entidad de gestión que asume el

manejo de millones de euros de miles de socios. El Artículo 252 de la Ley de Sociedades de Capital regula

exhaustivamente deberes de lealtad y diligencia de administradores, mientras que la sociedad general de

autores y editores es una asociación que dedica un párrafo del artículo 11 de la Ley Orgánica de

Derechos de Asociación a regular el funcionamiento de su órgano de administración.” Vemos la marcada

diferencia y su sinsentido.

Es cierto que existen más disposiciones como, entre otras, la Ley 50/2002 de 26 de Diciembre de

Fundaciones de ámbito estatal (artículos 14 y siguientes) donde se incluye también un régimen de la

autocontratación de los patronos con la fundación, pero aun así muy insuficientes. Este vacío se podría

haber solventado con la introducción de nueva legislación o modificación de la actual3, sin embargo no

parece que eso vaya a ocurrir, por lo que el traslado antes mencionado podría ser una opción muy

interesante a valorar.

Por otro lado, la demanda de regulación en materia de buenas prácticas ha aumentado

acusadamente debido a escándalos corporativos en la gestión de distintas entidades del Tercer Sector.

Los escándalos no han dejado de crecer en los últimos años, aunque, a causa de la crisis económica el

impacto del Tercer Sector en España haya disminuido (pero sigue siendo importante, vid supra). No sólo

se han producido casos de mala gestión sino también ilegalidades. Recordamos los casos de Intervida

por una estafa millonaria, Fundación Gugennheim de Bilbao o, más recientemente, los casos Noos,

Palau, SGAE o Caja Madrid con las ‘tarjetas black’. Obviamente, ni estos casos son irrelevantes porque la

cantidad de dinero que mueven es ínfima, ni los hechos han sido producto de negligencias o mala

gestión. Y, precisamente por eso, la creciente y sentida necesidad de métodos de control de carácter

externo.

2 H.J. GOLDSCHIMDT, “The Fiduciary Duties of Non profit Directors and Officers: Paradoxes, Problems and Proposed Reforms”, J. Corp. L, n. 23 (1997-1998) 3 M.R. FREMONT-SMITH, Governing Nonprofit Organizations. Federal and State Law and Regulation, Cambridge et al., 2004

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2. Planteamiento del problema.

Una vez determinado el status quo del tercer sector y su necesidad de un gobierno corporativo

en el tercer sector, se expone en este apartado aquellos argumentos que ponen de manifiesto cuáles

son las debilidades de la actual situación del gobierno corporativo en el tercer sector para proponer en

el siguiente apartado como núcleo central de la exposición cuáles serían las vías posibles para la solución

de esta problemática centrándonos en la posibilidad de trasladar los códigos de buen gobierno

corporativo en el ámbito de las sociedades cotizadas a este sector.

Tal y como se ha mencionado en el apartado anterior, el tratamiento del gobierno corporativo

del tercer sector está limitado a una regulación escasa que se podría resumir en lo dispuesto en los

artículo 11 de la Ley Orgánica 2/2002 al exponer su apartado tercero“ La Asamblea General es el órgano

supremo de gobierno de la asociación, integrado por los asociados, que adopta sus acuerdos por el

principio mayoritario o de democracia interna y deberá reunirse, al menos, una vez al año” y en la

referencia del artículo 14 de la Ley 50/2002 de fundaciones en la que se regula de forma sucinta el

patronato como órgano de gobierno y representación. Esta falta de regulación en comparación con el

régimen de la sociedad capitalista regulado en el Real Decreto Legislativo 1/2010, es el primer

inconveniente a la hora de intentar definir las normas que deben regir en este caso.

En segundo lugar radica el problema que presenta la propia naturaleza del tercer sector en

contraposición al concepto de gobierno corporativo. El tercer sector se caracteriza por la ausencia de

ánimo de lucro, y la falta de este ánimo de lucro tiene un efecto contraproducente de cara a la

administración de estas organizaciones al producirse lo que caracteriza PERDICES HUETOS como la

paradoja de las entidades no lucrativas, que consiste en la falta de cuidado que se produce en el control

del destino y gestión de los fondos recibidos por estas entidades a pesar de la cuantía de los mismos por

el simple hecho de tratarse de organizaciones sin ánimo de lucro.

Esta situación la expone GOLDSCHDMIDT al referirse al “énfasis excesivo en la independencia de

lo no lucrativo y creencia de buena fe en la decencia y la honestidad”4. De este modo se puede afirmar

que la existencia de un régimen sin ánimo de lucro no trae como consecuencia inmediata una gestión

4GOLDSCHMIDT, J.Corp. L., n. 23 (1997-1998), pp. 621 y ss

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eficiente y transparente de la organización5 de acuerdo con PAZ-ARES. Esta interpretación dudosa de la

gestión de las entidades del tercer sector no hace sino sumar a la despreocupación por la regulación de

su gobierno corporativo. A esta despreocupación por su carácter filantrópico se une el hecho de que no

se requiera presentar unos resultados positivos en cuenta de pérdidas y ganancias así como que no

proceda la distribución del resultado de la organización entre los socios.

De igual modo al motivo expuesto en el párrafo anterior y como consecuencia de la inexistencia

de ánimo de lucro se produce en el ámbito de las organizaciones del tercer sector una neutralización de

las denominadas relaciones de agencia al no existir conflicto entre los administradores y los gerentes de

la empresa y por otro lado al no producirse un control externo, como el que se produce en las

sociedades capitalistas, procedente de la relación entre los socios y los administradores de la sociedad,

así como tampoco se ejerce presión por parte de los stakeholders de la sociedad. Esto se relaciona a su

vez con la inexistencia de un mercado de control por el cual se mantenga en “tensión” a los

administradores en relación a su gestión al poderse producir una adquisición en visos de una mejor

administración que la existente.

Por otra parte, la otra dificultad que se observa en el gobierno corporativo del tercer sector es la

referente a la falta de accesibilidad de los verdaderamente interesados en la organización como son los

voluntarios y los donantes en relación con los verdaderos administradores de la sociedad. Esta situación

intensifica los conflictos y problemáticas expuestos en párrafos anteriores al producirse una entrada de

fondos y recursos que no son gestionados de forma adecuada por el órgano administrador de la

organización. En relación a estos administradores de derecho de estas organizaciones se produce un

claro conflicto de intereses en sentido estricto que se refleja en la dedicación que dedican estos

administradores en la sociedad. Al no existir ánimo de lucro, los administradores se suelen dedicar a

otras tareas que les aporten un mayor beneficio, descuidando la organización y obstaculizando o al

menos restando eficiencia a los esfuerzos de voluntarios y donantes.

3. Vías de solución al problema.

La doctrina establece tres posibles vías para dar solución a este problema: (i) trasladar las

estructuras de buen gobierno del sector público al tercer sector, (ii) trasladar las estructuras de buen

5PAZ-ARES, “El buen gobierno de las organizaciones no lucrativas”, p. 150

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gobierno del sector privado al tercer sector y (iii) una tercera vía que veremos en profundidad más

adelante. En cuanto a las dos primeras:

(i) En primer lugar, y por descartar directamente, la doctrina tiene poca simpatía a la traslación

al sector no lucrativo de las estructuras del sector público pues considera que ni siquiera éstas son

eficaces en cuanto a la consecución de los fines y la eficacia de la gestión en el propio sector público,

sobre todo desde el punto de vista de la actividad supervisora.

(ii) Bien cierto es que las organizaciones no lucrativas presentan una estructura aparentemente

incompatible con las For Profit6pues aparte de las peculiaridades de cada una, en general no tienen

mercados operativos ni sobre los administradores ni sobre el control de la sociedad. Con esto se puede

pensar que esta vía es inadecuada pero, sin embargo, las reglas de derecho privado se aplican a todas

las organizaciones es decir, que las formas asociativas del tercer sector son jurídico privadas,

independientemente de sus fines o ánimos o sus peculiaridades (a las que había que adaptarse)7. Esta

debiera ser la primera respuesta al problema. Una demostración de lo anterior es el problema de los

costes de agencia, tanto internos como externos, pues se presenta igual en el sector For Profit y en el

Non-Profit, donde surge la necesidad de neutralizarlos.

(iii) Tercera vía: ¿Son trasladables al tercer sector los Códigos de Buen Gobierno de las

sociedades cotizadas?

Con respecto a la denominada tercera vía para solventar el problema del gobierno corporativo

en el tercer sector, consistente en la traslación de las normas de buen gobierno presentes en las

sociedades cotizadas, este apartado pretende analizar la viabilidad de estos códigos al ámbito del tercer

sector.

La dificultad básica que se encuentra a este respecto es tal y como se ha apuntado en la

delimitación del concepto de tercer sector, es determinar a qué parcela del tercer sector serían

aplicables estas normas de buen gobierno corporativo, debido a la variedad de organismos que

conforman este tercer sector y la heterogénea normativa que las regula.

6 H. HANSMANN, “Two systems of Law for Corporate Governance: Non profit versus For Profit”, Yale Law School, October 2006 7 SZYMANSKY, Utah L.R., 2007, pp. 1303 y ss

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De este modo, la primera delimitación en cuanto a la aplicabilidad de este régimen, debería

realizarse centrando el ámbito de aplicación en aquellas entidades que no se encuentren sometidas a un

régimen de control público o semipúblico, ya que estas cuentan con su propio sistema de regulación.

Por otra parte, la fijación de estas reglas pensadas y diseñadas para sociedades cotizadas, lo que implica

el cumplimiento de una serie de características determinadas, da lugar a que su traslación no sea

especialmente apropiada para entidades de pequeño tamaño sino más bien para aquellas

organizaciones del sector de mediano o gran volumen de operaciones.

Finalmente antes de proceder más detalladamente a cuáles podrían ser los medios de

implantación de estas normas, destacar que debido a la variedad de organismos y organizaciones a los

cuales afectarían, estas normas, tal y como sucede en el ámbito de las cotizadas, no podrían sobrepasar

su tradicional naturaleza de soft law similar a la función que ejercen en sociedades cotizadas a modo de

comply or explain, de forma que el mayor número de organizaciones posible se pudiera ver vinculado

por estas recomendaciones.

Los ámbitos de traslación de estas recomendaciones debido a la extensión de este documento,

consistirán en los que resultan más problemáticos en el tercer sector: la estructura y composición del

órgano de administración, régimen de responsabilidad y transparencia. Para la elaboración de estos

epígrafes las fuentes principales serán PERDICES HUETOS, A. “Hacia Unas Reglas De Gobierno

Corporativo Del Sector No Lucrativo” Y PAZ-ARES “El buen gobierno de las organizaciones no lucrativas

(reflexiones preliminares), en La filantropía, tendencia y perspectivas”. Homenaje a Rodrigo Uría

Meruéndano, [V. PÉREZ-DÍAZ (Dir)], Madrid, 2008, pp. 147 y ss así como las disposiciones del Código de

Buen Gobierno Corporativo.

a) Notas definitorias del órgano de administración.

Si bien no aparece recogido expresamente en ningún precepto legal constricción alguna a la

composición del órgano de administración de las organizaciones del tercer sector, la lógica lleva a

admitir que los órganos colegiados brindan menor oportunidad a excesos en la gestión en comparación

con órganos de administración unipersonales. De este modo, el Código de Buen Gobierno Corporativo

propone una horquilla para el órgano de administración de entre 5 y 15 miembros. Si bien es cierto que

el número concreto de miembros es muy complejo de delimitar, la conclusión que puede extraerse de la

recomendación del Código es que la composición sea colegiada frente a la unipersonal.

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Por otro lado con respecto a la diferenciación de los tipos de consejeros, el Código introduce

una diferenciación que resultaría especialmente recomendable en el ámbito del tercer sector de cara a

evitar abusos de poder y gestiones ineficientes por parte del órgano de administración. La división

propuesta por el código distingue entre administradores ejecutivos y de control. A su vez, entre aquellos

de control se distinguiría a los dominicales de los independientes. Mientras los dominicales

representarían a los accionistas mayoritarios en el esquema de la sociedad cotizada, los independientes

serían una suerte de representación de los accionistas minoritarios8.

De forma general esta configuración permitiría dar participación a aquellos miembros de la

organización que tradicionalmente se han visto excluidos de la administración de la misma tales como

voluntarios, colaboradores y donantes, que son quienes mejor pueden ejercer esta función de control al

órgano de administración. Si bien es cierto que esta definición de independencia suele ir aparejada a la

exclusión de estos miembros de la organización, parece más lógico dar representación a este sector de

la organización tradicionalmente excluido de la misma.

Otro de los asuntos de cara a incrementar la eficiencia de los administradores, es la

problemática de su remuneración. Tradicionalmente el tercer sector se ha caracterizado por no

remunerar a los administradores, lo cual se puede constatar en el artículo 15.4 de la mencionada Ley de

Fundaciones. A este respecto si bien es cierto que el Código no establece remuneración para los

administradores, sin embargo códigos de autorregulación como el de la fundación Lealtad, regula en su

artículo 1 d) “Sólo un número limitado de miembros del órgano de gobierno podrá recibir remuneración

de cualquier tipo”. De este modo se limita el derecho a recibir remuneración lo cual permite

incrementar la eficiencia de los administradores, siendo limitada esta remuneración.

Finalmente, con respecto a la estructura del órgano de administración colegiado según lo

expuesto en el primer punto de este epígrafe, la estructura predicable por el Código en sus artículos 16 a

26 se considera directamente aplicable a las organizaciones del tercer sector. Esta estructura se

compone de un Presidente y de un secretario al mismo tiempo que se prevé un sistema de comisiones

que permita controlar el deber de diligencia de la organización. Este deber de diligencia así como el

deber de lealtad debe de ser predicable también del órgano de administración así como del presidente

del mismo.

8MATEU DE ROS, Código Unificado, pp. 199 y ss.

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De cara a dar más importancia a estos principios y a la estructura propuesta para el órgano de

administración, se articulan a continuación los mecanismos de responsabilidad propuestos para las

organizaciones del tercer sector.

b) Responsabilidad en las organizaciones del tercer sector.

El tema de la responsabilidad en este tipo de organizaciones es bastante complejo. Por una

parte, se puede distinguir la responsabilidad del administrador y por otra la de la organización. Con

respecto a la responsabilidad de la organización, su regulación debe hacerse con extrema cautela debido

al impacto que puede causar para los fines de la organización la interposición de una demanda contra la

misma.

Con respecto a la responsabilidad de los administradores en particular, se plantea la exclusión

de su cargo en caso de realizar una actuación contraria a la normativa de la organización además de la

correspondiente sanción penal en su caso. Estas medidas que se han venido aplicando resultan sin lugar

a duda insuficientes para depurar las responsabilidades de los administradores. Sin embargo, el alcance

de las recomendaciones del Código no es prolífico a este respecto.

Como alternativa se podría mencionar lo dispuesto en el artículo 4 de la Propuesta de Fundación

Europea, donde a través de mecanismos de control jurídico públicos se prevé un régimen de supervisión

de la responsabilidad más estricto a través de un sistema de denuncias que podría ser de aplicabilidad

directa a estos casos. Huelga decir que la responsabilidad prevista es una vez más la de los

administradores y no de la propia organización.

c) Mecanismos frente al conflicto de intereses. Importancia de la trasparencia en las

organizaciones del tercer sector.

Una de las soluciones que se plantean en el Código y sin duda la más importante en el caso de

conflictos de intereses en la tutela de los intereses de los minoritarios de la dominada en el ámbito de

los grupos de empresas de sociedades cotizadas es el recurso a la “disclosure” o transparencia. Este

régimen del Código destinado a solventar los problemas de conflicto de intereses es trasladable de

forma directa al ámbito del tercer sector.

El mencionado régimen de transparencia se fundamenta en un sistema de autorizaciones por el

cual en caso de conflicto de intereses se recurre a la autorización del órgano o cargo superior para

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resolver el conflicto de forma que se evidencie dicho conflicto y se pueda dar una solución adecuada al

problema.

No obstante, si bien no son exactamente parte de este principio de transparencia, se pueden

mencionar los otros dos mecanismos previstos por el Código para evitar el conflicto de intereses. Estos

son por una parte los mecanismos de “recusal” o recusación, por parte de aquellos administradores que

observen un conflicto de intereses en el caso de otros administradores o del presidente, y el mecanismo

de “abstention”, a través del cual en caso de conflicto de intereses se permite al administrador

implicado abstenerse de la función correspondiente.

Por otra parte son de sobra conocidos los preceptos de la Guía de la Fundación Lealtad en sus

“Nueve Principios de Naturaleza y Buenas Prácticas” en los cuales se incide en la importancia de la

claridad al definir el objeto de la organización, las normas de gobierno, fuentes de financiación,

cumplimiento de las obligaciones legales correspondientes y cumplimiento de los objetivos sociales a

través de los correspondientes informes razonados9.

De este modo, estos principios de transparencia de la Fundación Lealtad como los presentes en

los mecanismos de resolución de conflictos de intereses, permiten una aplicación directa del ámbito de

la sociedad cotizada al de las organizaciones del tercer sector. Estos principios permiten de un lado

solucionar los conflictos de intereses presentes en el seno de estas organizaciones como aportar un

nivel de transparencia superior que facilite su control y supervisión.

4. Conclusiones

El tercer sector representa un campo conflictivo y complejo en términos de gobierno

corporativo: La regulación procedente de la normativa de asociaciones y fundaciones es escasa, la

ausencia de ánimo de lucro genera situaciones de ineficiencia, los problemas de conflicto de intereses

son habituales en las cúpulas de estas organizaciones y los verdaderos interesados en la organización

(voluntarios y donantes) no aparecen representados en los órganos de administración de estas

organizaciones.

9BOOZANG, K. “Does an Independient Board Improve Nonprofit Corporate Governance?”, p. 44.

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La solución a este problema podría venir dada por la traslación de los mecanismos de control,

supervisión y vigilancia de las organizaciones públicas a modo de intervención estatal, pero esto no

solucionaría los conflictos de intereses que se producen en el seno de las organizaciones del tercer

sector. Otra solución es la consistente en aplicar estructuras de derecho privado. Sin embargo, la

aplicación de estas estructuras conlleva transformar estas entidades en organizaciones con ánimo de

lucro, a modo de las cajas de ahorro o los clubes de fútbol, lo cual no parece la solución óptima.

Frente a esto surge la posibilidad de aplicar las soluciones ofrecidas por los Códigos de Buen

Gobierno de las sociedades cotizadas así como los principios en los que se inspiran. El ámbito más

relevante de aplicación de estas normas consideramos ser una definición de las notas configurativas del

órgano de administración en estas organizaciones. En primer lugar limitaría parte de los problemas a los

que se ha hecho referencia la existencia de un número mínimo de responsables del órgano de

administración, lo cual ayudaría a reducir conflictos de intereses en el seno del órgano de

administración. Por otro lado, siguiendo las recomendaciones del código sería conveniente establecer

distintos tipos de administradores, ejecutivos y de control. Lo cual permitiría solventar los problemas de

representación de los más interesados en la organización en el órgano de administración.

Por otra parte, la aplicación de un sistema de retribución para algunos administradores aparece

recogido en el código de autorregulación de la fundación Lealtad, y sería trasladable de forma general a

las organizaciones del tercer sector para evitar ineficiencias propias de las entidades sin ánimo de lucro.

Finalmente en lo referido a las notas del órgano de administración, el Código propone un sistema de

comisiones de control que también sería trasladable a las entidades del tercer sector.

En el ámbito de la responsabilidad y con la intención de eliminar situaciones de conflicto de

intereses, sería aplicable lo dispuesto en la Propuesta de Fundación Europea que prevé un sistema de

denuncias de cara a esclarecer responsabilidades en el órgano de administrador. Por último mencionar

los mecanismos del Código de recusación, abstención y transparencia de directa aplicabilidad y muy

útiles a la hora de combatir dichos conflictos de intereses.

Por tanto, se puede concluir que los mecanismos aportados por el Código de Buen Gobierno y

los principios inspiradores de otros códigos de autorregulación, son trasladables al tercer sector sin

alterar su razón de ser, sin requerir un uso excesivo de recursos y sin involucrar al sector público. Se

evitan los conflictos de intereses, las ineficiencias y la escasa participación de los voluntarios en estas

organizaciones. Se trata de una aproximación a la resolución del problema, pero consideramos que es

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esta tercera vía y no las otras dos expuestas la que puede presentar avances sólidos en el tratamiento

del tercer sector.

5. Bibliografía

BOOZANG, K. “Does an Independient Board Improve Nonprofit Corporate Governance?” Seton

Hall University 2007 p. 44

MATEU DE ROS, R. Código Unificado. Aranzadi, 2014. pp. 199 y ss.

PAZ-ARES “El buen gobierno de las organizaciones no lucrativas (reflexiones preliminares), en La

filantropía, tendencia y perspectivas”. Homenaje a Rodrigo Uría Meruéndano, [V. PÉREZ-DÍAZ

(Dir)], Madrid, 2008, pp. 147 y ss.

PERDICES HUETOS, A. “Hacia Unas Reglas De Gobierno Corporativo Del Sector No Lucrativo”

HANSMANN, H. “Two systems of Law for Corporate Governance: Nonprofit versus For Profit”,

Yale Law School, October 2006

SZYMANSKY, Utah L.R., 2007, pp. 1303 y ss

GOLDSCHMIDT, H.J.Corp. L., n. 23 (1997-1998), pp. 621 y ss.

“Estudio sobre el presente y futuro del Tercer Sector social en un entorno de crisis” (2012)

desarrollado por el Equipo de Estrategia y Operaciones de la Fundación PwC.

GOLDSCHIMDT, H.J. “The Fiduciary Duties of Nonprofit Directors and Officers: Paradoxes,

Problems and Proposed Reforms”, J. Corp. L, n. 23 (1997-1998)

M.R. FREMONT-SMITH, Governing Nonprofit Organizations. Federal and State Law and

Regulation, Cambridge et al., 2004