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CT]ADERI\OS DE MADix¿r AL-zAHRlt voL. 3 cónooBA L99T

La qibla extraviada, Alfonso Jiménez Martín

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Actas de las II Jornadas de Madinat al-Zahra : Al-Andalus antes de Madinat al-Zahra. Cuadernos de Madinat al-Zahra, Año 1991, Número 3. Revista de difusión científica del Conjunto Arqueológico Madinat al-Zahra.

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CT]ADERI\OSDE

MADix¿r AL-zAHRlt

voL.

3

cónooBA L99T

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CIJADERNTOS DE MADINAT AL_ZAHRÁ'

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SUMARIO. ACTAS DE LAS II JORNADAS DE MADINAT AL-ZAHRA

AL-ANDALUS ANTES DE MADiNAT AL-ZAHRA

S. GUTIERREZ LLORETL;r fornuciín de Tucltnlr dade la pu'iferia del Estado Islámico Pág. 9

A. MALPICA CUELLO - A. GOMEZ BECERRA

"Donde n//n.¿/ dnÍe.t h¿bía entr¿da tn ejírcito...,E/ pob/arniento de la costa de Granac/a en el rnarco

de la fornución del Estado lslátnico Pá9. 23

V. SALVATIERRA CUENCA _J. C. CASTILLO ARMENTEROSE/ poblaniento ntral: ¿Histórico o internporal?

El caso del arrol,o del Salado, Jaín Pág. 47

M. ACIEN ALMANSA'Utnar lb¡t Haf:ttn. Un problema bistariográfico Pá9.71

E. MANZANO MORENOSeñore¡ 1 ernires: Fantilias ari¡locráticas 1, soberanía ltltejtl en Al-Andalu¡ Pág. 97

A. CANTO GARCIADe la Ceca Al-Andalu a la de A[adtnat al-Zabra' Pág. 111

CHRISTIAN E\)rERTPrecarsares de A'Iadlnat a/-Zahra'. Los Pa/acir¡¡ 0melas )t 'abbásie¡

de oriente 1' sa ceremonial attlico Pág. I23

PATRICE CRESSIEREl Renacin¡iento de la esutlttu'a de capiteles en la ípoca entiral:

entre occidente 1 oriente Pág. 161

ALFONSO JIMENEZLa Qibla extrauiada Pás.189

. CRONICA DEL CONJUNTO

A. VALLEJO TRIANOCrí¡uca, aña 1991 Pás.213

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ACTAS DE LAS II JORI{ADASDE MADIxar nr-znunÁ'

AL-ANDALIJS ANTESDE MADIXAT AL-ZAFIRA

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LA QIBLA EXTRAVIADA

ALFONSOJIMENEZ

.p t .otu s.rbid,r qLLc el Islam, como sus precedentes

! inmediatos, puso cierto empeño en que 1a o¡a-

ción de sus adeptos se realizase en una dirección (1)

determinada, fijnda por unas aleyas (142 a 152) de la

segundzr ¿rzora del Corán (2);J. Cortés (3) ha interpre-tado el contexto de aquellos versículos, de por sí oscu-

ros, de la siguiente manera: "De¡¡le su llegada (a A[edi-

na), lo¡ ntta/ntanes habian canstruido una rnezquita (...)'fados oraban en e//a uuehas baciaJuualín, caxu.t /o.r judíos

1, qriztís a/gttna.r su'ta.r judías o cri¡tianas narginales (,..).

Caando se hiza eaidente qtte lu 1udírx de Aledina rehusaban

/a nueud religión, ttn esh'epitoso gesto nuntfestó /a ruplura:

/./n textl del Corán ordenaha a /os rausuhnanes que :e ao/uie-

ran bacia La frlec¿t ), /a Caaba en stt ot'aciín,,. Así pues,

el naciente Islam organizó la oración de manera radial,

con centro enlaK¿'b¿, "habitáculo cuaclrado" que fue

ya para siempre el op$ct\o5 de 1os musulmanes (4).

La Tradición ha dado color a1 gesto del Profeta,

colaborando a entender el sentido y las consecuencias

inmedi¿rtas de su clecisión; existen varias versiones

sol¡re cr-rándo y dónde ocurrió el hecho (5), definidas,

al margen de la ortodoxia coránica, por M. Gaude-

froy-Demombynes (6); así, según este investigadorÍiancés, el Profeta llegaría al oasis de Medina, entre el

20 y el 24 de septiembre del airo 622, por la parte de

Qoba, donde asistiría a las reuniones sabatinas que, en

un oratorio orientado a Jerusalén, realizaban judíos,

judaizantes, emigrados y creyentes locales; volvió a é1

zrlgunos sirbados, quizás con la esperanza de atraerse a

los judíos asistentes, cuyos rituales siguió con cierta

fidelidad. En este contexto la interpretación espacial

del cambio está clara, así como su intención. Mubant-

ntad, como el hecho sucedió durante la Plegaria del

Mediodía, estaría rezando con el sol a la espalda; de

br-renas a primeras recitaría .Wuas coan urc/ves lu rostro

AJHln memoriam

bacia e/ cie/0. Harenns, pile¡, que te uue/uas hacia una

direcciín qae te rdiltfaga. Vuelue til rlrtrl hacia la A'Iez-

qaita Sag'ada. Dono/zcluiera qne estetr, to/aed uueslra ra:-

iro hacia el/a" (J¡ y se colocaría de cara a1 sol y a los

asistentes, mirando en la dirección de La Meca, que

está al Sur de Medina (8). Así el Profeta marcó de

forma ostensible la primera discrepancia del Islam

respecto a su referente más inmediato, el Judaísmo;por ello, el lugar donde ocurrió se llamó desde enton-

ces nasiid al-Qiblatain, o .mezquita de las dos

qiblas", recordando sus dos orientaciones contrapues-

tas, suceso y nombre qlre no cuadran a la casa del

Profeta en Medina, pues no fue oratorio hasta des-

pués de su muerte (9).

Si tenemos en cuenta que el mismo Profeta se

encargó de eliminar en Medina la presencia hebrea, y

que ésta fue siempre minoritaria en los países por los

que se expandió e1 Islam, el cambio en la dirección de

1a plegaria constituyó, en 1a práctica, un rasgo dife-

renciador respecto al rito cristiano, por ltl que convie-

ne reseñar las circunstancias que, en este aspecto de la

orientación, afectaban a las iglesias preislámicas. Es

bien sabido que las basílicas constantinianas y lamayoría de ias primeras iglesias poseían orientaciones

diversas, ya que las preexistencias (históricas, legen-

darias, topográficas, urbanas, edilicias, dominica-les...), tuviesen carácter cristiano o no, 1as afectaron

mucho (10); las Consiltutitne¡ Apostolorunt, redactadas

a fines del siglo I! ordenaban "En /tritner lugar ba1

que conshttir la iglaia de fornu a/argada orienÍada 1t con

pastophoria a cada lada, en el lada Este" (11); así se

generalizó en las iglesias del siglo V 1a norma de

situar la cabecera hacia el nacimiento del So1. estirán-

dose las naves hacia Poniente (12).

t8g

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Si recogemos las alineaciones de las iglesias que

se han documentado en Ia Península Ibérica (13), se

advierte el predominio de 1a dirección a Levante o

más concretamente hacia un punto del l-iorizontesituado a 111s (1,1) respecto al Norte, con desviación

bastante amplia (15) como puede comprobarse en migráfico nírmero 1. A poco que se repase la bibliogra-fía de otros países se advertirá que la situación es la

misma, ya qlre la orientación al Este es sencilla ysegllra, y hace que los asistentes a las misas celebradas

en iglesias anteriores al siglo XVI miren en esa direc-ción.

Este hecho sería advetido por los musulmanesque conquistaron las primeras ciudades cristianas de

su entorno, situadas casi siempre al Norte de LaMeca, de ta1 manera que, cuando rezanon, ya fuese en

iglesias (compartidas o no) o fuera de ellas, la orienta-ción hacia \a Ka'/.¡a la obtenían de forma aproximadacon sólo mirar al sol de mediodía o girar un cuarto de

vuelt¿r a la derecha respecto al eje cle [íbricas eclesiás-

ticas m¿ís cercanas, tal como describe K. A. C. Cres-

well en el caso de Qatúsat al'-Uznu de Harn¿t (i6); las

anécdotas de la visita de 'Uma¡. a Jerusalén, cuando

acompañado por el Patriarca cristiano rezó en dos de

las iglesias principales, dan cuenta de esta pragmática

actitud ante el lugar y la orientación de la plegaria(17): el dato es muy relevante en el caso de Belén,pues el Califa, en vez de orar l-racia ei ábside centralde la iglesia justinianea, lo hizo en el brazo Sur delcrucero (al-banila al-Qblila) que es, si fuera ciertoque los musulmanes continuaron el uso de esta pre-

rrogativa en la época subsiguiente (18), el más anti-g,to tnihrab conocido y conservado; en la misma Iínea

irían las noticias, reales o legendarias, de particiones

de iglesias entre cristianos y musulmanes, de manera

que para el Islam de Siria y Palestina la orientación<correcta> de la Qb/a de sus aljamas sería, automáti-camente, perpendicular a la del rezo cristiano por la

mano derecha. El gesto del Profeta en 1¿r "mezquita-de Qoba se reprodujo simbólicamente cada vez qlre

los musulmanes, en el contexto de una ciudad crisri¿-na, iniciaron slrs rezos colectivos.

Un dato arquitectónico qr-re debe ser tenido en

cuenta es la ordenación espacial de los primeros ora-

torios musulmanes conocidos, y es que la disposiciónde los fieles es masivamente transversal a la dirección

de la oración; es fácil advertir que la ausencia de toda

ceremonia, que reclamase una organización central de

los asistentes, y el sentido igualitario del primerIslam propiciaron oratorios en los que predominaron

190

las alineaciones "democráticas" (19) de adeptos

"hombro con hombro", estiradas de izquierda a dere-

cha, en vez de estar coiocados en jerárquicas filas, de

delante hacia atrás, como había sido habitual en los

lugares de culto anteriores para grandes masas de fle-les, por lo qr-re una iglesia basilical usada ¡ransversal-

mente funciona l¡ien como mezquita. Bastará revis¿r

las plantas publicadas por Creswell en el primervolumen de su monumental obra para cerciorarse de

lo afirmado y valga como ejemplo el de la aljama de

Kafa, fundada en el 638, seis años después de iamuerte del Profeta, donde se documenta, interpre-tando el relato de Balaclhtri (20),la receta para el rra-zado y 1a orientación de una aljama en un asenta-

miento nuevo: sus límites fueron fijados por unarquero que lanzó cuatro flechas, una hacia cada

punto cardinal, marcando de esta manera los vértices

de un cuaclr¿rdo, en uno de cuyos lados, el SE en miopinión, se construyó con columnas reaprovechaclas

un palenque, estrecho en el sentido de la qih/a, perotan ¿rncho como el lado clel cuadrado, que proporcio-nó una somera cul¡rición a los orantes.

A medida que avanzaron los ejércitos del Islampor la oriila del Mediterráneo hacia Occidenre ladirección del rezo clebiera haber girado paulatina-mente hacia el Este, pero no es menos cierro que las

iglesias de las ciudades que fueron conquistando, allídonde existieran, estarían mejor orienradas, en senti-do musulmán, mientras más se aiejasen l-racia

Poniente, de manera que la "receta siria" cada vez

sería más contraproducente y e1 esfilerzo para llegar a

la orientación correcta menos inruitivo. J. Samsó (21)

recuerda una formulación de dicha receta, datada en

los últimos años del Califato de Córdoba. difícilmen-te aplicable y claramente errónea para slr territorio:

":i .ritía¡ e/ polo (nortel .tlbre t// honbro izqtt)ercla 1 te

enfrentas al stn', ta nirada se dirigirá hada la alquibla".En el siglo IX ya se habían ideado en e1 Oriente

mr-rsulmán los métodos para el cálculo astronómicode la qihla, basaclos en observaciones de dererminaclas

posiciones de estrellas específicas Q2) y eIIo permitiórectificar la orientación de mezquitas de los primerostiempos. Un caso interesante es e1 de Wa¡it, donde se

exhumó una aljama sin tni/trah, fechada entre 7O2 y706 C. (23), cuya orientación apuntaba muy al Nonede La Meca, y que fue slrstituida, anres del siglo XIII,por otra de orientación correcta; e1 cambio es tantomás interesante cuanto Vasit, como ktfa, fue unafundación musulmana ex nlta en época no muy rem-prana por lo que su primera aljama se pudo orientar

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bien, y sin embargo no se hizo, pese a estar bajo el

mismo cielo de Arabia.

Estos métodos tardarían en ser aplicados en

Occiclente, pues era imprescinclible que se encadena-

sen observaciones de los mismos fenómenos astronó-

micos a través de los territorios intermedios, salvando

los yermos; parece fuera de toda duda que en el año

)29 de la Hégira ¡c¡4112 C.) los corclobeses creían

conocer e1 cálculo correcto, plres 1a aljama de A'Iaditt¿t

a/-Zahra, cr-ryas obras ¿rc¿rbaron ese año (2,1), se orien-

tó desviadísima de la ordenación del conjunto de laciudacl palatina y también de ia dirección de Ia qtbla

de la capital omeya, que era perfectamente observable

desde el emplazamiento de 1a primera. Veinte años

después, cuando se planteó la penúltima ampliación

de la aljama cor:dobesa, existía conciencia del error en

que se había incurrido al orientada en el siglo II H. y,

por contra, de la corrección de la de a/-Z¿l:r¿, de

manera que 1a decisión de mantene r la clih/a errada se

adoptó por r¿lzones de conserv¿rdurismo local, cuando

r-rn piadoso alfaquí expresó la opinión decisiva .E/ que

sigte /a tradtción, acierta:.fraca.ra e/ r¡trc.re enlreg.l ¿t nau-

dades" (2i); es probable que pesase en esta decisión la

leyencia según 1a cual, Hanaslt ¿l-Snianí y Aba 'Abdal-Ilabtr¿n a./-Hal.ta/í, dos tal.ti'un, es decir, discípr-rios

direcros cle los compañeros del Profeta, habían cons-

truído con slrs propias manos el nihr¿tl.t de la aljama

primitiva en el otoño clel 711 cl. C., a raiz cle la con-

quista de la ciudad (26).

El problema, resuelto de manera tan inconsisten-

te, no era baiadí, plres como E Maíl1o rccterda ,,/a

tJ)bh deternina o candiciana la orientación fí:ica de nutne-

r0.\0.t t1.ct0.t de /a uida coÍidiana. p/rcJt() (l//e (...)na sí/a con-

t'itt'ne a /a rit'a.ciín: /a tttezc¡trita está rtrient¿rl¿ en esa ditec-

ciín, a/ agonizanÍe se /e fione de t'ara d la qibla 1 /as ttun-

Lta¡ estín asítnisnto orientad¿ts en dirección a La hleca:

cttando un carnicett o nntuife degiie//a un anirua/ debe

ponerlo cara a Ia c¡ibla.,." (27); así se ha explicaclo el

derribo de 1a primera Katabia, clue recogemos, porhaber sido muy divulgaclas, en palabras de E. Lam-

bert'. "/a prentiire ftÍ enh'eprise dis ¡on enn'íe dans la tille

en 1116: ruais ) peine ítait-elle terntinée que /'on s'apergfi

qu'elle ítait nn/ arientíe, et dis auant la tnort dl ¡otn,et'ain

en 1163. r.tn en éúJ)tt stn son cAúl\orrJ une autre ex¿ufe-

nunt ¡enth/ah/e. nais t¡tiettx arienÍíe, (28). En la misma

1ínea está la leve ¡ectiflcación de Santa Sofía de Cons-

tantinopla, cuyo cabecera bizantina mirab¿r a 1,10s, y

fr,Le .Élir¿rdao hasta llegar a los 156s, ¿¡racias a los

muebles que se hicieron en tiempos cle Murad III(t546-1595) Q9).

Descle hace bastantes años cluienes han investigir-

do la arqr-ritectlrra andalusí, han detectado la anómala

orientación de la t¡ibld de sus edificios religiosos;sobre la cuestión se han emitido diversas estimacio-

nes, bastante imprecisas por lo qlle respecta a 1¿r cuan-

tía de 1a clesviación. centrándose casi todos los esfuer-

zos en expliczrr la razón de tal anomalía; sin ánimo de

ser exhaustivos recofdaremos seguidamente algi-rnas

de las referencias y opiniones sobre esta cuestión.

La serie comienza con K. A. C. Creswell (30)

que, ya en 1932, anotaba, sin entrar en más comenta-

rios, que la aljama cle Córdoba ,,lt u ¡eÍ, i.r neat'|1' as

can be neasured, exax\ north and .rotrtb, a/thotgb the

cürection of AIekka f'otn Cordota is 10" 14' S. d 8.".Trece años más t¿rrde M. Gómez Moreno, ¿r1 clescribir

1os restos de la aljama de Tr-rclela indicaba uLa r¡¡'ienÍa-

ciín ritual de su testera, doacJe e.rtí el nicho del ruibral.t. flteh¿cia el SE., c¡tte uiene ¿t -rer la cfit'ecciótt de /a l'tua" (3I);

poco después, en 1949, L. Torres B¿rlbás advertía(i2):

"Diecuiete er¿1il /.7.t n¿rc¡ de /a ntrct'd nezqtita vti'//¿na. u'ient¿¡/as en /d dirección ilarle-.\tr, e.¡ decir. con /a

qibla al n¡ediaclí¿. ¡nto en la de Cúvl¡tba ), en las r¡uí.¡ uie-

jtz.r e.rltaño/as"; señ¿rlemos que la mezquita de Córdoba

no está orientacla al Sur, como dicen Creswell y

Torres Balbás, ni La Meca enfllada por la qibla de

Tudela. Dos años después era M. Gómez Morenoquien recordaba (33), al referirse a la mezquita que

subsisre en San Salvador de Toledo: <,antigad nezqril"t

de cinco ndrcs (...) a/ineadas de naroette d i/./rc:te, segín tiht

exc/tuiurnente mtuahnán". No hay más qr-re repasar

orr.ls publi(acione: de los mismos .lutores p;rra cspi-

gar noticias similares; quien mírs investigó esta cues-

tión fne F. Hernández Giménez, pues en su librosobre e1 gran alminar cordobés (34), alcanzó varias

deducciones que veremos más adelante: la errónea

orientación meridional de su aljama, como típica de

los primeros tiempos (35), así como su posterior

cambio (36), y el conservadurismo de la Sevilla almo-

Ira.le en cste;rs¡etro (.1-).

En varias ocasiones tuvo ocasión L. Torres Balbás

cle anotar la errónea orientación de las mezquitasandalusíes, e incluso insinuó el origen c'le 1a anomalía(38): .En la mezquita ruLUrir dt Círdoba el nturo de laqtb/a y, /xn' ld.nta, e/ nibrab. estaban orienlac/rr hatia e/

nediodía. a/ reltetir /o ¿cosÍrnbrada en /a¡ nezqt)ta.r

siria.r, para /as qae /a A[,eca está a/ sur,r; no faltan ecos

de esta hipótesis en otros autores, como es el caso de

L. Golvin (39), para quten "L'orient¿titn de la Q)bla ut

p/ein std est nature//entent rne erreur qa) ne peat .r'exp/iqtrcr'

c¡rre par tme traspo.rition p/lre eÍ siwple de /a n'aditiott

191

Page 8: La qibla extraviada,  Alfonso Jiménez Martín

úrieilne. n'i: logiqae gíog'aphiquunent au Proche-OrienÍ".

Esta idea, Ia memoria recurrente de la orientaciónsiria sin especificar la fecha y los responsables de1

error, ha recibido algunas mejoras con e1 tiempo,notable es la de M. Nieto Cumplido (40): .'A|¡d a/-

R¿thman (...) tuua .rienpre .rrt corazón partido en dos nita-de¡. ttna atal.ta obligac/alilente en Círdaba 1, otra .rentinten-

tahnente en Sit'ia (,..) Balo la inJ^laencia de su e.rpíritu nos-

tá/gico nrt bizo oh'a Lr).t// .y/e dar a -ru Mezquita de C6t'doln

/a ortentación de /as ntezqritas de Daxnsco", a esta idea

debo hacerle dos precisiones: la primerzr es que laorientación errónea no la decidió al-Dajil en el 786C., o alguno de sus súrbditos, sino otros "nostálgi-cos", aquéllos que rezaron en su solar por vez prime-ra, ya fuesen los legenclarios tabi'un, en el otoño del

1[ C., o los creyentes que, entre 7i0 y 156 C.,tomaron una parte de la Iglesia cle San Vicenre a los

cristianos (41);la segunda acotación es que, entre las

aljamas de Damasco y de Córdoba, existe una slrst¿1n-

cial divergencia. La tec¡ría siria, en cualquiera de sus

variedacles, ha sido rechazada por M. Milis (42), al

concluir que la aljama de Córdol¡a de al-Dajil es en

realidad tnos hon'ea romanos h¿rbilidosamente rea-

provechados, con lo que el problema de la orienta-

ción carece de sentido, ya que venía impuesto por el

desconocido e improbable constructor romano.

Los investigadores no han cejado en el empeño

de acumular explicaciones, irLrnqLre sean tan curiosas

como la de G. M. Borrás Gu¿rlís (43): uEsta ntezqltt)ta

(la aljama cordobesa de al-Dajil) ofiece la iu^egularidad

de tener tnal orientado el rnuro de la qibla (...) lo que se ba

explicada tdltÍt) p0r la inJ'laencia tle las nezquita: :ir')at(...) cowo porclae e/ S, era e/ can¡ino que /u /titpanontustt/-

nune¡ debí¿n t0t?Mr en .ru pereg'inación a /a A[,eca"; esta

teoría no contempla, por ejemplo, la peregrinación

en barco desde Ba/ansi1,a ni Ias mezquitas cle Marra-claech, ctyos hal¡itantes oraban hacia el Sureste, pero

que emprendían Ia ba11, en dirección Noreste .

Las interpretaciones habían sufrido, sin embargo,

un brusco ¡¡iro en 1918, gracias a Lrn artículo de

David A. King (,14) qlre no ha sido divulgado en

España l-iasta 1990 al publicar J. S¿rmsó una ¡¡losa de

sus conclusionesl la clave son los textos de Astrono-mía é1), que permiten afirmar a estos alrtores que, si

bien en la época cle la Conquista no existían conoci-mientos para calcular la dirección correcta de la Qbla,sí era posible, mecliante 1a transposición de observa-

ciones directas, orientar r,Lna mezquita de la mism¿r

manera q.ue la Ka'|,,a; es decir, no sabían cómo hacer

que las mezquitas convergiesen sobre ella, pero sí que

r92

fuesen paralelos sus ejes; a mí, como profano, meparece clue debe ser tan difícil Llna cosa como la otra,y el mismo Samsó se encarga de estropear el efecto de

la afirmación de King al preguntarse por el mérodoempleaclo y, sobre todo, por Ia imposibilidad de

obserwar las mismas estrellas en los mismos momen-tos ast¡onómicamente signifi carivos.

Lle¡¡ado a este plrnto J. Samsó, aceptando, pese a

sus propias objeciones, clue la aljama de Córdoba es

"casi" paralela a La K¿'ba propone dos hipótesis para

explicar que se desobedeciese el m¿rndato coránico. La

primera es la influencia de las preexisrencias, es decirque, por sepzrrado o conjuntamente, fi-resen decisivas

la topografía urbana de la Córdoba preislámica y laorientación de la iglesia de San Vicente. La segunda,,re¡llta ntut'ho r¡tá.r att'e,-ida ), con e//a. no bago más qae

ree/aborar /as tearías de D, King eil f0rila a/ tetna de laGutgrafía Sagt'ada (...) La orientación de la nuzquita de

Círdaba lal uez no sea errínea ¡ino extr¿tordinariamente

prccira D. Fílix Hemández ba apttntado que el conftrntu

c0ilÍitai¿l plr el path ), Id nezql/ita rle'Abd al-Rahntan

I formaba un cuac/ro lru'ftrto. Si aceptantot c1ue e/ rnu.a de

la alquibla cordobe¡a está orientaclo a ttnos 28o al E. del

5., puede cornprabarse fácilxtente c¡trc es aproxint¿damente

para/e/o a /o¡ trnrr¡ 71()i^0e!Íe ) suraeste ¿/e /a Ka'ba. Dado

qile eite ú/tiiltl edtfici.t es prácticdilEnte cuaú'ado potú.í"ttna:

conjetut'ar qre e/ cuadrado de/ conjttnto arquitutónico cr.tn.r-

nuirlo por'Abd ¿l-Rahnan I podría constitlir un intento

nury /ograc/o de elaborar /./nd ertrl/clu'.r en /a que .re repro-

dr.lera /a c/e la Ka'ba,,. Finalmente e1 ¿rutor asegura

qlre esta se¿¡unda hipótesis es só1o una reelaboración

de la írltima que hemos citado de L. Torres Balbás, es

clecir "/a acrt¡flrubrado ea /as ntezqtita.r ¡irias. para las

cyte La il[eca está al Sur" (46).

Además de las objeciones qlle, a su pesar, leopone J. Samsó, la hipótesis de D. A. King tiene,bajo mi particular punto de vista, una cierta dificul-tad arquitectónica que puede ser de inrerés si no sólo

hablamos cle Astronomía o Geografía Sagrada; cierta-mente las Ka'|.¡a tiene figura casi cúbica, si llamamoscubo a un paralelepídedo de li m. de akura(17), aI

que corresponde una planta "cuadrada" de 10 por 12

m. En la actualidad, como anres indicamos, es para

los musulmanes e1 centro del mundo, y por lo tanro,en términos religiosos, es Llna <esfera>, si no fuerapofque tiene una puerta hacia el extremo Sur del cos-

tado NE. Cuando la aljama de Córdoba se levantó,hacía sólo ocho años qlue Ia Ka'ha había sido recons-

tmida, convirtiéndose en el "cuadrado" de 10 por 12

m. Hasta entonces su planta dibujaba un recrángulo

Page 9: La qibla extraviada,  Alfonso Jiménez Martín

de l0 por 16 m., subdividido en rres naves, con lamisma puerta, pero con otra más en el lado opuesto,

siendo la primera de enrrada y 1a segunda de salida(,18); quienes hiciesen este recorrido entenderían cluc

e1 eclificio estal¡a orientado, y concretamente hacia el

NE, cosa que no tiene nada que ver con la orienra-ción de Córdoba, que es hacia el SE.

La úrltima aportación al tema es muy reciente e

interesante y, como 1zr anterior, parte de las propues-tas de D. King, quien, al analjzar El Cairo en época

mameluca, determina que las calles de sus barriosestán orientadas según 1os resultados de otros rantos

mérodos para el c¿ílculo de la Qbla é9); Ia hipótesisha sido recogida por M. E. Bonine (50) que ha trata-clo cle comprobarla sobre una larga serie de mezquiras

marroquíes, casi noventa, cuyas orienraciones hatomado. Como volveremos sobre esta ú1tima publica-ción, señalaremos por ahora que el autor parece acep-

tar 1zr hipótesis de D. A. King, alrnqlre no 1a revalide

con claridad, y que se limira a mencionar el error de

Ia qibla andalusí, testificado también en Egipto y en

Marruecos, dato clue convierte la desviación de 1as

nuestras en Lrna circunstancia general entre los orato-rios viejos situados al Poniente de Arabia, ya que no

hay más que repasar las o¡ientaciones de los existen-

tes en Libia, Tinez y Ar¡¡elia, no mlry numerosos por

cierto, para cerciorarse de la extensión del fenómeno.

Puestas así las cosas, y observzrndo que los datos

qlre se nos ofrecen, además de imprecisos (11) suelen

ser incompletos y, en una palabra, poco fiables, y que

las teorías que interpretan la desviación se basan

sobre ellos, o ni sicluiera eso, me pareció que merece-

ría la pena hacer la recopilación de las orienraciones

de las aljamas, mezqr-ritas, o¡atorios y cementerios de

A/-Anda/ls, junto con sus dataciones y circunstancias

de patrocinio, topografía, preexistencias, etc., para

ver si 1o qile se dice es correcto y si puede desecharse

alguna teoría o construirse otra. Para la toma de daros

de este trabajo I're se¡¡uido un método que describo

segr-ridamente y en el cllle me interesa dest¿rcar su

aplicación uniforme, más que otros posibles valores:

A. Inuentaria. He recopilado clranta bibliografíame ha sido accesible, reuniendo información sobre

edificios religiosos cle época islámica, aunqlre, a veces,

la noticia cle su existencia o iclenrificación me mere-ciera a pt'iot'i escasa confianza.

B. Aatopsia. El careo de las orientaciones repre-

sentacias en planos distintos de una misma al,jama,

me ha convencido de la necesiclac'l de tomar personal-

mente la mayor cantidad posible de orientaciones, de

manera que sólo la imposibilidad cle accecler a los

edificios me ha obligado a creer datos de publicacio-nes solventes.

C. Bri:la. La toma de datos se ha hecho con una

brújula de la marca Recta, modelo DP 10, graduadaen centesimales. He procurado alejarla de tendidoseléctricos y elementos metálicos; esta precaución meparece suficiente, pues en aqueilos casos en que he

podido confrontar mis datos con orientaciones plani-métricas rigurosas, como son las de k¡s planes de

urbanismo, o con orientaciones solares, no he adverti-do diferencias importantes, es decir uno o dos grados

arriba o abajo, error aceptable en términos generales,

sobre todo si consideramos las dispersiones que los

ecl ifi cios ¡rcsenrun ( 5 2 ).

D. Qibla. La toma de datos se ha efectuado sol¡re

e1 elemento arcluitectónico más seguro entre aqr-rellos

que sugieren ia dirección en la que 1os andalusíes

efectuaron la plegaria, que será el dato que llamare-mos "Qibla". Es evidente que no todos los indiciostienen e1 mismo valor y así los hemos clasificado en

orden creciente de fiabilidad, salvando las posiblesincongruencias de datos (t3). Ni que decir tiene que

esta cifra es una aproximación, sobre todo si tenemos

en cuenta 1o dicho respecto a la toma del dato y a su

posible mtrlriplicided e intongruencie.E. Rumbo. Para e1 cálculo de la qibla teórica de

cada ciudad hemos usado un programa en Q Basic

que ha escrito para la oc¿rsión el prof. Raya Román,que, a p¿1ftir de las coo¡denadas de cada ciudad, cai-

cula el "rumbo,, (i4) de cada localización.F. Error. La diferencia entre la "Qibla" y e1

.Ruml¡o" nos dará el .Error' que un edificio con-creto mlrestra respecto a la orientación correcta; habi-da cuenta que el primer dato puede presentar ciertadispersión, como hemos señalado, mientras el segun-

do puede ser tan riguroso como se desee, parece claro

que ia inexactitud de la medida de la "Qibla" será ladel "Error".

G. Data. La datación de cada edificio es el datoque más dificultades ha planteado, ya que, si bien 1a

identificación como <mezq¡1i¡¿" puede ser relativa-mente fiable, no lo es tanto saber si la fecha quedebemos atribuide es la de la decoración que ostenta,

la de algún dato epigráfico, la del establecimiento de

Ios musulmanes en la localidad en cuestión o la de laprosperidad general de la comarca o ciudad en época

islámica, a falta de otros indicios. En general hemos

procurado recoger la más moderna de las fechas acre-

ditadas.

r9i

Page 10: La qibla extraviada,  Alfonso Jiménez Martín

Con estas prescripciones he efectuado un inven-

tario general de las mezquitas españolas durante el

verano y el otoño de 1991, qlle se resurne en el cua-

dro adjunto, ordenadas por provincias y según las he

ido inventariado.

QIBLA RUN{BO IRROR SIGLO LOCALIZACION

Alr(lL 18- 11i,)0

Aii0l 188 11i.)0

Aii0l l9L I lt.;()

Ali0r llil I li.;0

AI0i 181 ili,)0ALi0ó llls ri.;0ALi0' t0ó i ri.;t)

ALi08 18i I li,)0

ALi09 18) r ii,)0

Ajil0 l8l iri,;uAtir i lsj ir1,;u

Alll] 18i lli.)0

ALi1.r 1-9 11¡.il

,{1i1 + L-L 11).i0

Alili L-; 11i.i0

Attió l-t 11i.i0

Alil- l-s ii¡,;0

ALils 1-ó l li.i(]

ALi19 1'1, lli.)0ALit|) 1ó0 rri,)0

ALitL 1-0 i ri,¡0

Alm0l l8ó l1l.{10

ALm0l ll+ lll.llA|r0l l-) i l:.1 L

B¿d01 1ó9 110,úl

C¿úL l{lt I11,1.r0

C¿i0l l;¡ 108.ól

Cad0l lñ 108.E1

Cu()l ló9 LLL.Ió

Cuill 1¡l 11l.ló

coill 11, 111,1ó

Cor0l 108 111.1ó

Coil) llr lli.lóGia0l lll 1Ll,)0

Grill 1¡j 11l,)l

Gr¿{rl 1+i 111.){.i

Gu0.l i¡8 111.10

Gro0) t¡: Lil,;0

Gn0ó L:i9 lLl,i0

Gr¿l' Ll{] l1:.)l

Gn06 L rj LLi.i{]

Gra09 ill ll1.i0

Grr10 l-l ll!,i0Gr¡ll i¡t lll.)0Gr¿1] lii 111.i0

llurllL l(," 109.ó,

Hue0l 1ó9 L09,Lr

Jr0l lól LLl.Li

I{¡l0r 1)1 L L0,r)

I{¡101 16- L 10,-

ttu101 Lót L r0,- +

Mal0r li- i iO,óE

I{al|i lfl illl,ó.+

194

)i Gu¿rJ¿n¿r \{L rj)r

X Gu¿ii¿n¿r l{lX Guarcl¡mar }f.l

X Gu¡rehm¿r lflIX (¡r¡nhm¿r lfiX Gu¡rdanrar N6

X Guardamar M-

X Guarclamar lllJ

X (i¡¡nhn¡r I{()

X Guardrmar I'll0

Xl Guardamtr tr'lLl

XI Guarlam¡¡ i\l I lXI Guudanr tr'll.l

XI Guard¿n¿r trll1+

II Gu¡il¿m¿r tr'l1i

X GLr,rrJrm,rr i\f l6

X Gu¡d¿m¡r III-X G:rrl¡¡r¿¡ illl IX (iurri¿n¿r \11()

II Guard¿n¿r lll{J

XI Gu¿rcI¿n¿r lll 1

X Almeria, San Juan (iól

XIV liiian¡ii-l

Il \¡eleiiquelilil

IX Brdiloz. Alcrzrba it9t

\illl El Gmillo lñtX Pueno dt Sr¡. I'fui¡ i6L )

XII Jrrrz. ALázur (últ

\l1l Córloba. Alianr tó.lt

IX Córdoh. SrnJuan {ól1

I Córclol¡a. Sr¿. Clr¿ i6ir

IX Córdobi. Srnriago t6(r1

X I'l¡lr¡¡¡ ¿L-Z¿lr¡¿ iúll

XI\¡ Alhanbrr. Comaru ió8)

XI\¡ Gr¿n¿d¡. I{¿dr¿s¿ (ó9]

In¡ Alh¿ml¡m, l{asnl ¿l-SuLr¡n i'-0t

Xnr Alhambru,Atianu(-1)

XI Grrnrcia. Allama l'Jl

XIII ALb¿iiír. ALrrn¿ t--l)

XIV Alh¿nbr¡, Ik¡u¿r i-+r

II\r Alh¡nb¡¡, P¡¡¡al i-)lXI\¡ A1hambru, RarJa (:ó)

Xl Crarada. Sm.losé i'-tXIII Gnnada. SuJurn ('8i

XIll Granad¡. San Stbnti,ln {-9J

X \rbla. Aliama tE0r

IX Almo¡aste¡ La Rr¡l lll)X .l,rú.1a llagdaLena t8!)

X Arúidona 18lr

XIII Archez (ll.tl

Xlll Sala:es illi)

XIII Corumbdi (E(r]

XIII D¿in¿Loslll-l

Rond¡. S¡n Seb¿s:iú i88)

Ro¡d¡. Alrma

\lihga. Alram ii9l

l{íhgr. Arur Nont 190)

Ilíhgr. Arur Sur

Tuilei¡ i9l i

itlúmh. ALjamr i')lr

AluiÍ dc Gu¡dairu l9 j)

A¿n,irríz¡r. ALj¡n;

Cumor¡. ALj¡m¡

Hrev¡t. Lerrtna l9.ll

Luarror rr¡s

S¡nlircu l¡ ilaror

S¡ill¡, All¡ma

SsilLa, ll S¡Lrado¡

Serilla, If irdlo¡¡ t9,. I

SelrlL¿, St¡. C¿¡¿r:¡¡

lokilo. B¡b ¿l trl¿rilur i96t

TohJo. Alju; i9-l

Toldo. Solarcio i9tt

Toledo. S¿n Srl¡¿riír t99l

Toledo. S¿n S¿Lr'¿dor I L00l

Tolerlo. Sar Crnúbal t I 0l r

Toledo. 5¿n B¡nolonÉ i10lt

Toledo. S¿nl To¡í i l0llToledo. San:rs jurta r Rrfrna i L0+1

Vegas dr PueblanLitri (10)t

Zragoa, Aljaierir i 1l)l,t

Z¡r¡{oz¡, Al]¡nr¡ I L0-t

Nal0ó

If¡l(lr

]1¿108

I'l¿l{19

I{al L l)

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ToLil lToll+

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T¡108

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+0

i"^

¡1

-ifi

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il

De la lectura de este clradro y de la interpreta-ción de 1os gráficos nírmeros 2 y 3, que son sólo su

representación, podemos deducir 1o siguiente :

(I) Só1o un oratorio, el del Salón de Comares, está

bien orientado a La Mec.r, existen otros tres que se

desvían un ángu1o visualmente admisible (10s o

menos), entre 1os que se encue ntra la aljama de ALadi-

nat al-Zahra;los demás están mal orientados, por loque la media peninsular se desvía más de un octante

completo hacia el Sur de io que podríamos llamar

"qibla promeclio" (1 1 3s).

(II) Ninguno se desvía hacia e1 Norte, respecto al

<rumbo> correcto) como denuncia el hecho de que e1

<<error>> tenga siempre siÉlno positivo, estando todas

las "qiblas" localizadas en un curdrante contiguo porel Sur al <ftrmbo promedio>. De este punto y del

anterior deducimos que los métodos de cá1culo, cua-

lesquiera que flresen, daban un error sistemáticohacia el Sur.

(III) El caso de Aladinat al-Zabra, cLlya rlib/a se

feplltaba como exacta en su época, demuestra que los

chlculos astronómicos aírn eran incorrectos en el siglo

X, quizás a causa de la imprecisión de las tablas en

las clue se fundaban.

Page 11: La qibla extraviada,  Alfonso Jiménez Martín

(IV) La desviación típica de los "rumbos" es sólo

de 2,71s, mientras que la de las .qiblas" alcanza los

T ,2i8 , es decir el I 4% de la "qibla promedio", cifraque, con las conclusiones anteriores, cuanrifica nc)

sólo e1 fallo genertrlizado de orientación, sino laausencia de correlato.

(V) La "Qibla" de la Aljama de Córc'loba se ase-

meja trl valor de la media, pero se aleja de la medi¿n¿

y de la mocla, que por cierto es dobie; si a estos daros

unimos que la desviación típica es muy alta, estima-mos que la Aljama cordobesa no marcó la o¡ienracióncanónica en ningún momento para la totalidad de

A/-Anc/alu.r; fi,re, en este aspecro concrero, una mez-quita más.

(VI) Si existió en algún momento el deseo de

hacer 1as aljamas paralelas ala Ka'ba parece que se le

aproximaron las cie Badajoz, Córdoba y Almonaster,mientras las restantes se separaban del presr-rnto para-

lelismo. Así la cle Sevilla (del 830 C.) está desviada

83'* de la "qibla coránica', y 248 al Sur de la "qiblaparalela", es decir la de la propllesta de King; en

cambio la de Zaragoza (ia he inventariado con la dara

del 856 C. pero existía la t¡adición de l-laber sic'lo tra-zada por vn tabi' en la época de lzr Conqr,rista) qr-re se

desvió 29s cle la prescripción coránica (sólo mejorada

durante srglos por la Aladinat al-Zahra) se separó 10s

al Norte de la .qibla paralela".

Los datos que he ofrecido pueden explotarse de

varias maneras, una de las cuales es agrupados geo-

gráficamente, aceptando como .rumbo territo¡ial" el

promedio de los de las localidades a¡¡rupadas, ya que

la .desvi¿rción típica" en cada zona es tan baja que así

podemos hacerlo. El result¿rdo es el siguiente , ordena-

dos los daros provinciales por .. error crccienrc:

N." QrBLA Rr-'MBO ERROR

Sobre este cuadro cabe hacer algunas considera-

ciones de interés local, que quedan bien patentes enlos gráficos,1 y 5:

(VII) Faltan datos inventariados de muchaszonas, especialmente mediterráneas, de 1o que fie A/-Andaltn; puede ser un fa1lo cle mi trabajo, pero si

consicleramos que en la ciudad de Córdoba só1o exrs-

ten datos de cuatro mezquitas, cuando debieron ser

innumerables, se entenderá que el inventario es b¿rs-

tante repfesentativo de lo qi-re se sabe, salvo error Lr

omisión.(VIII) Podríamos infla¡ el inventario, cubriendo

prácticamente todo lo que fue Al-An¡/altu, con sólorecoger la orientación de iglesias desviadas hacia e1

Noreste y de las que exista tradición de ser sucesoras

de una mezquita, pero tal ampliación del invent¿rioreduciría su credibilidad, al dar por cierta, sin másprueba, la conclusión que anunciaba M. GómezMoreno.

(IX) Si tomamos en consideración los datos de

las provincias con más de cuatro ejemplares aclvertr-

remos Lrnas diferencias t¿rn notables entre ellas, y unas

dispersiones del mismo calib¡e dentro de cada una,que probablemente no sea la ¡¡eográfica 1a orclenaciónmás fructífera.

(X) No obstante, resulta interesante comprobarque 1as mezquitas de Guardamar, prácticamentemedianeras y las de Granada, todas en la Alhambra o

visibles desde ella, presenten unas clivergencias de talentidad que sólo cabe una conclusión: no existía,como norma general, mucho rigor al orientar mez-quitas, ni siquiera aceptando una convencional, pura-mente local o comarcal, hacia La Meca, que pudieraser la de la aljama de cada ciudad o el oratorio más

antiguo. En una palabra: los más se conformaron con

mirar aalgírn punto entre k¡s 150 y los 190s, y otrosni eso.

Otra ordenación posible es la cronológica, que es

más sugerente pero que comporta más ries¡¡o, dada laimprecisión de las dataciones. En el gráfico 6 la cro-nología está dada en años concretos (que me abstengocie publicar por las razones aludidas) mientras en el

siguiente cuadro y en el gráfico número 7 van orde-nados por siglor dc la Er.r:

SIGLO N." QItsLA RUMBO ERROR

Portugal

Zaragoztt

Granacla

Cii¡clob¿

Cádiz

Jaén

ALmería

Málaga

Badajoz

Huelva

Toledo

Alicante

Navarra

SeviLla

Cáceres

TOTAL

18.i,61

l il,i )1 16,r

L

170,26

r81 ,1 1

t65,61

l)2.22

I12,2iI t2,,-9

I 13,27

111,21

l 09,tiil 0,71

L 1 1,37

r2,,12

61,t 4

6),11

i 6,03

t- 1 ,61

i i,0021.ü)

3

1L

24

l9

9t)

L

2

t2t2

I

LO

I2

L0

2IL

l0L

8?

110

1ilt76

lt9lir162

t62

t62169

168

180

181

i88

18.1

201)

Ir0

I09

120

111

Lill0g

l12r1-2

110

t1tl09I 1,1

lli)20

1t0

111

tll

31

J.i

)5.i8

l8i0i0i2)8)966

66

68

14

9¡i

VIIIIXXX]XIIX]IIXIV

r9i

Page 12: La qibla extraviada,  Alfonso Jiménez Martín

La interpretación más plausible de los datos es la

que expongo a continuación, haciendo constancia

expresa de que las dispersiones son tan fuertes y las

fechas tan poco seguras que pudieran valer otras

explicaciones:

(XI) El escaso núimero de ejemplares del sigloVIII, unido a la suposición razonable de que muchos

de los del IX fuerorr orientados en el tiempo de la

Conquista, permiten sostener que las primeras alja-

mas esraban pésimamente orientadas, es decir, que

las primeras ¡¡eneraciones de andalusíes musulmanes

miraban casi al Su¡ aI rezar.

(XII) La c¿rntidad de ejemplares fechables en la

época en que Córdoba fue el centro cultural y políticode Al-Andalus nos permiten asegurar que la "qiblacordobesa" había mejorado respecto a la de la Con-

quista, pues estaba en los 171s, es decir al S-SE, con

L1n <error sabido" (respecto a A[.adinat a/-Zahra) de

un octante completo, alrnque casi alcanzaba los 629

respecto a lo exigido por la segunda azora del Libro.Creo que esta mejora debe buscarse en la divulgaciónde nuevos métodos de cálculo, aunque en estos

momentos tienen un gran peso cuantitativo 1os

numerosos datos de Guard¿rmar, con una sustancial

desviación arcaizante, debida probabiemente al respe-

to que les mereció la wusa/la sobre la que se asenta-

ron, perfectamente mal o¡ientada.(XIII) En el siglo XII se produce una regresión,

causada por la influencia numérica de las construccio-

nes almohades de Sevilla y su comarca; es decir, la.qibla sevillana>, con 18,i9 casi volvió a la que fue

típica de la época de la Conquista, y sólo la existencr¿

de zrlgunos edificios mejor orientados en otras comar-

cas evita que la media de este siglo sea la peor de

todos 1os tiempos.(XIV) El siglo XIII presenta una sustancial

mejora en la orientación, pero lejos aún del supuesto

ideal de h[.adinat al-Zahra; es evidente que los ejem-

plares, localizados en núcleos rurales, no son los más

adecuados para detectar adelantos en el cálculo, pese

a que su situzrción, en la actual provincia de Málaga,

los hace idóner¡s ptrra observar un cielo más parecido

al de Oriente.(XV) Durante 1a etapa final la mejora de la

orientación es tal, clue la media de la .qibla granadi-

na> qlreda a menos del l}o/c del mencionado ideal,

incluso dos orato¡ios 1o superan y uno, e1 regio de

Comares, está miranclo a La Meca con gran rigor.

Dos momentos merecen comentafios específicos,

ya que i|-stran bien clos actitudes contrapuestas:

196

(XVI) Es muy evidente que la fama de rigurosos

observantes que se les supone a los seguidores de lbn

Tanart es inmerecida, al menos en esto de la orienta-

ción de las mezquitas, así 1a nueva aljama de Sevilla(Sev07), construida sobre un extensísimo sola¡ obte-

nido a base de expropiaciones y sin pies forzados,

copió la muy errónea orientación de 1a mezquita emi-ral (Sev08) y cuando se <rectificó> la kttubia Io que

hicieron fue empeorarla casi 108, y hasta cuando se

lab¡ó la mezquita de Tinnn/, para rememorar al fun-dador del movimiento, se la orientó peor que la alja-

ma de Córdoba y casi tan ma1 como la Kttubia "rec-tificada" (108).

(XVII) El oratorio de Comares es un ejemploperfecto de la exactitud alcanzada por el cálculo en el

siglo XV y el deseo de respetar sus ¡esultados, aun-

que para ello fue necesario efectuar un giro de 409 en

Ios muros de la Torre, para ñbricarle al sultán una

alfombra de oración arquitectónica; en la mismaAlhambra, aunque con diversa fortuna, no faltanotros ejemplos del deseo de forzar la arquitectura o la

topograffa para enfilar la qibla correcta.

En nuestro inventario hemos recogido otrosdatos de los edificios analizados, tales como la inicia-tiva que los originó, la existencia de eiementos ante-

riores reaprovechados, el tipo de usuarios (aljama,

mezquita de barrio, mausoleo, ribdt, oratorio...), el

tamaño, etc., pero no observamos correlato significa-tivo muy evidente entre la qibla y aquellos de los que

podemos determinar circunstancias de interés, excep-

to la relación de algunos de ellos con ciertos pies for-zados de carácter formal. Da la coincidencia de que

entre los ejemplares de los siglos VIII y IX, que son

sólo diez, los cuatro más anriguos se alojaron en osobre iglesias (Tol07, Cac01, Cor01 y Sev08), cuatro

estuvieron forzados por la topograffa urbana (Zañ2,Cor04, Cor()2 y Sev10), sin que podamos excluir en

ellos la posibilidad precedente, otro Io fr-re por la oro-

grafía del lu¡¡ar, donde existió también una iglesia(Hue02), y otros dos no sé cuales pudieron ser sus

circunstancias correctas (BadO1 y Nav01).Los casos mejor conocidos son 1os primeros, en

los que un edificio anterior forzó la errónea qibla de

las mezquitas, y sentó unos precedentes que afectaron

durante siglos a esta cuestión. Así en El Gatillo(Cac01) un aula visigoda fue compartida con musul-manes, para 1o que sólo tuvieron que labrar un nicho

en el muro meridional; en Córdoba se sabe que laaljama de a/-Da1i/ era perpendicular a la supuesta

iglesia de San Vicente; en Sevilla se aprovechó la igle-

Page 13: La qibla extraviada,  Alfonso Jiménez Martín

sia de tiempos de Teodosio que antes había sido basí-

lica romana, de forma que los muros de 1a aljama se

<atravesaron> (109); finalmente, en Las Vegas de

Pueblanueva nos encontramos un edificio paleocris-

tiano, de planta octogonal, cuya cabecera estaba

orientada l"racia 76s, en el que los musulmanes labra-

ron un niltralt en el lado que se orientaba a 1768, es

decir perpendiculnr por Ia derecha a la dirección cris-

tiana, despreci¿rndo e1 lado intermedio del octógono

que miraba a 124s, que era indudablemente el más

enfilado hacia La Meca.

Creo que este eiemplo, unido a los demás de Ia

primera época, y a los cliversos detalles de conserva-

durismo que hemos ido señalando, permiten extraer

las sigr-Lientes conclusiones:

(a) Las primeras aljamas de Al-An¡lahi están

muy desviadas hacia el Sur porque reaprovecharon

edificios romanos paleocristianos y visigodos, cleter-

minando la qil:/a de forma automática mediante una

fórmula arquitectónica (eI wihrab en e1 muro de laEpístola), que tras ia Reconclr-rista se invirtió. Este

uso transversal de iglesias satisfizo con creces, y sin

escrírpulos de orient¿rción, las necesidades de los cre-

yentes.

(b) Aunque el giro viniese dictado por las formas

arquitectónicas, o topográficas en general, tenía la

garantía de estar avalado por la tradición de todos los

gestos anteriores en el mismo sentido, tanto del Pro-

feta como de todos 1os musulmanes que se vieron en

idéntica tesitura en el siglo I H., y que había consisti-

do siempre en un importante giro hacia el Sur res-

pecto al eje de la iglesia islamizada.

(c) Mientras las iglesias fi.reron elementos signifi-

cativos cle las ciudades musulmanas, el "gesto dife-

rencial" conservó su valor, aun en allama de nueva

planta. Sólo en e1 caso, poco significativo por sus

especialísimas circunstancias, de l[ddinat a/-Zahra,

se hizo 1a reorientación de m¿rne¡a radical, pues no

corrían el riesgo de confusión.(c'l) El peso de la tradición local o regional, esta-

blecida por las razones aludidas, fue suficiente para

qlre en toda nueva construcción no se efectuara un

cambio significativo, incluso cu¿rndo los cristianos

desaparecieron como referencia urbana.

(e) A partir del siglo X se fueron orientando las

aljamas y mezcluitas nuevas de ciudades nuevas, o

renovadas. de manera cada vez más adecuada. Noobstante, dur¿rnte e1 periodo almohade el peso cle la

tradición fue absoluto.

(0 En los oratorios de la Alhambra, donde la

letra dei Libro se impuso sobre la tradición secular, se

decidió la orientación correcta, dentro de un orden,

incluso forzando las directrices arquitectónicas o

topográficas.

Hasta aquí alcanzaban mis conclusiones hasta

que pude analizar el citado artículo de M. E. Bonine,

sobre la orientación de los oratorios marroquíes; entre

ellas figuran cincuenta y dos cuyas dataciones, aun-

que de forma a veces tan imprecisas como las de miinventario, también se ofrecen. Si les aplicamos el

mismo tratamiento que a las andalusíes alcanzaremos

una serie de conclusiones, tanto estrictamente.nacionales', como comparativas. El cuadro que he

us¿rclo es ei siguiente (110):

QIBLA RUMBO ERROR SIGLO LOCALIZACION

ls0l L I t,itFez0l l8l.l I

Fez02 I 61,18

Fez0l I ll.llF(l)'r ll]..i,iFedi l)1,12

Fez06 202.11

Fez0l I ll.l8Fez08 1t1,11

Fez09 166,61

Iezl 0 I 82.21

Fezl I 162.21

FezI2 l9l.lltezl I I ii.ilFezl i 104.1 i

NIal)1 lll.llM¿¡02 l16.6l

M¿úr 116,ó1

l{¡r0i I tt.t6M¿r0i l6l.-rlMailó Ll.s.89

Ifaill 1Q.22

\{¿r0ll L8l.llNlar09 L8l.litr'l¿rL0 Lll.l8Il¿r1 I 16i,11

N{aLl 2 91.18

N'fek0L l6l.l8NI€k0l 166.6=

trfek0l 161.1 I

N{ek01 li 1,1 I

l,lek0i I 16.61

Itck06 111..11

I'tul0l I jl.llOua0l lll.lIQu0L 1(r1 ,l I

R¿b{)l 110.00

RaL¡01 lll,l:Rabr.)l 1 j,i.l,i

Rab0i lll,l I

R¿b05 l 1l,i 1

100.1 1 i,l;106.1 ri,tl106.,i ó1.18

106.1 ).6,9i

t0ó.1 6E.0 i

106.r it.sl106,i 9),82

106.1 l,l8106..1 ll.rl106,1 60,21

106,1 r;,82

106,.i )i,82

106..i ¡l.i.ll106,:i ,i6,91

106..1 -1,96

101.1 ó9,1

101.,1 ti.2tl0L,i t5.2t

101.1 t1,16

l0L,.i 61.91

l0 L, j I..19

101.1 60.81

101.1 81.91

101.1 ¡rL,9j

r 0l,l 16,18

L0 r,i 6j,01

101,i -1.62

10i,8 6 r.98

r0i.E 60.8r

10i.8 it,110t,8 4i.i1

105.8 Lr.).s.r

10i,8 -r8,6:i

106.1 11.2j

I 0r.l I 1.8 l

108.0 ¡.1I10i,0 ót,00

lilir) al'l

10i,0 i9,11

10;.0 j6.Ll

10i.0 16.11

XVIII Aljrma

IX Qarar,in,ln

IX Dr los Ancl¡üuces

XIII tr{rcl¡ru¿ S¿liirin

XIII Aljama

XI\¡ l{aclrrua Sahrij

XI\¡ tr{¿ilrrua A¡tari¡

XN I'lezqura Abu al-Hman

XIV trhdrrua Bu lnaniyr

XIV I'lezquita El Hamra

XIV NlezquitaSherabliylin

XIV Mezc¡uita Bab Guisa

X\¡ Zagura llulal klru

X\¡ll llaclrruaSharratin

XVIII llczquita ErRsil

XII Qutubil'a 1

XII Qutubira 2

XII tr{ezquita de la Qasbr

XN Nezqurtr Mu rusin

XIV N{ezquna tscn Salih

XVI }fez<¡ura Bab Dukkala

X\¡l I'ladrua Ben Yusuf

XVI Zagu íaSldi Bel'Abbo

XVI P¿lacio de tsadi'

XVi l{¿usoleos Sa dies

X\¡Il N{adLma Ben S¿lah

XIX Mezquita Bcn Yusui

XJV Aljama

IJV N{adrma Bu'lnanrla

XIV N{ezquita Zayruna

XVIII Mezquita Lalla Auda

XVIII N{¿usoleo de If. Ism¿ rl

XUII t\lezquita Benma

X\¡ll Mauoleo dr ldrn (i)

XVIII Aljrna

XIII Aljama

Xll }{ezc¡uita de la Qasba

XII tr{ezcluita de Hran

XII Al¡rmr

XIV }fezqumAbuYusuf

XN ZaghaAbuI Hruan

r91

Page 14: La qibla extraviada,  Alfonso Jiménez Martín

Rrb06 110.00

R¿b(lr Lr;.;6

Rrh08 1 i1.11

Sal0 L I lr.l8Sal(ll 111.11

Sal()l L ll,i-iT¿n(11 L;l.llTaz01 llL,L I

Taz0l l6;.)a)

T¡20-l lr l. i I

Tin0l lil,l I

¡TARRUtCOS 1i6.9E

10;.0 l i.()t)

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l0). r 1].68

L0¡.1 ¡ó.01

l0¡.I r.!,ll108,0 il.:lI 0:.i ór.r L

10'.i ¡8,16

I 0r.l 61,11

I 00.i 10.61

10r..9 ',19

XVII lfezquira Ahl al-Frhs

X\¡lll }lczquiraal-Ifeklr

XIX N{ezquira tr'luiar Slimrn

XII Aliama

XI\¡ lfadrasa Abu l-H¡¿n

XIV Sidl Be¡ Ashir

X\{l Allama

XJI Aljama

XII trlezquita SrL Azuz

XN Nladrrua Al¡u l-llas¿n

XII Aljama

i2 ejenplares

1. Só1o dos oratorios datados, Fezl4, de1 sigloXVIII, y Mar12, del XIX, esrán bien orientacios, si

aceptamos, en senrido neÉlativo, el margen de Coma-

res, mientras e1 <rigor" de A'Iadinat al-Zahra no fue

alcanzado por una mezcluita marroquí hasta el siglo

XVIII, en Mek05. Los demás, sin matices, esrán mal

orientados como 1os de la Penínsul¿r Ibérica.

2. Salvo los oratorios referidos en primer lugar,

ninÉluno muestra <error>> negativo, de lo clue deduci-

mos cllle, hasta el siglo XVIII, no se doclrmenran en

Marruecos 1os síntomas de progreso qlle Granada

conoció en el XIV; es más, hay muchas mezquir¿s

marroqLLíes de los últimos doscientos años pésima-

mente ofientadas.

3. La clesviación típica de los "rumbos> es sólo

cle 2,27t, mientras la de l¿rs "qiblas, alcanza los

22,098, es decir casi el 40%, de la .qibla promedio,,cifra que, con las concllrsiones .lnteriores, cuanrifica

no só1o el fállo generalizaclo de orientación, sino laausencia de correlato, 1o mismo qrle en A/-Andaltu.

Los clatos de Bonine pueden tabularse como los

nuestros si hacemos un reslrmen por siglos, ya qlle las

compar¿rciones regionales carecen de sentido para

nosolros.

SIGLO N." QrtsLA R[.'MBO ERROR

,1. Ponemos de relieve un daro muy evidenre. Las

series temporales son tan dispersas y descompensadas

que frente a ellas las andalusíes desracan por su conri-nuidad y regularidad, dato chocanre si recordamos

que Marruecos no sufrió la Reconquista; por 10 ranro

no cabe más que una explicación ante tanra irregula-ridad: la investigación sobre la arquitectura de las

mezquitas marroquíes está por hacer.

5. Sería una temeridad establecer conclusiones

sobre la lista anterior, aunque fuesen ran magras

como sus homólogas para Al-Anc/a/zz.r, ya que misconocimientos sobre histgoria del otro laclo del Est¡e-

cho no me lo permiten, pero si puede rener cierrointerés comparar ambas series cronológicas, tal comose refleia en el último de mis gráficos. A partir de él

me atrevo a hacer las siguientes consideraciones:

5.1. En el siglo IX las mezquitas de1 ExtremoOccidente islámico estaban orientadas como las

andalusíes, pese a que las dos únicas documentadas

en Marruecos debían estar aún más giradas que aqué-

llas; de ahí que su <error> sea mayor.

i.2. En el siglo XfI son las de la Península 1as

que están peor orientadas, y al carecer de ejemplares

marrocluíes del siglo XI, no sabemos si el .error> de

éstas es tan anómalo como el andalusí de época almo-

hade. Lo que sí se detecta es qlre, enrre los oratorios

del siglo XII, las fundaciones "oficiales> almohades

son 1as más desorientadas (de mejor a peor, Rab02,Mar01, Tin01, Mar02, Mar03, Sev01 y Sev07).

).3. La tónica anterior (las marroquíes mejororientadas que las andalusíes), se mantiene durante el

siglo XIII, pero en el XIV cambia, pues la <qibla

granadina" tiene, globalmenre, menos de la mitaddel "error" de la marroquí. Creo que puede explicar-

se tan espectacular cambio en el hecho de que las

mezquitas de Granada, capiral de un reino, fueron

debidas en su inmensa mayoría a iniciativas regirs,

mientras sus coetáneas en Marrlrecos son aljamas o

mezquitas de barrio.

i.,1. Cuando ya no se documentan mezquiras

entre los úrltimos restos de Al-Andalu¡, incluso más

allá de 1492,Ia orienración de las marroquíes em-peora hasta llegar a errores como no se conocían

desde el siglo VIII, y hasta el siglo XIX no conse¡rui-

úan alca¡zar la precisión de los nay'íe¡.

IXXXiXIiXIIIXIVXVXVIXVIIXVIIIXIX

114,11

16U,01

L5t,¡llr 61.il191. L II l),2iL1;,1lr.l6,t5

tr9,47

106,1+

l 0 j,8.it06,4tr 05,.1t

106,.1r)

8.1.t tI 06,1)L 05,08

I t)t )l)

l¡U,0 j

6i.1819,18

)6,1-2

8J,71

6r,r r

l9.0ti3l ,/+l

16,2t

2

0

0

9

4

1-i

I

5

2

t0

2

19ii

Page 15: La qibla extraviada,  Alfonso Jiménez Martín

NOTAS

IO

lt

ll

1

8

Este ¿rtícrLlo clel¡e sustanci¿les aportaciones a l)on José María

Ra,va Román, profesor titular cle Geomecría l)escr\rtiva cie la

Escuela Técnica Superior de ArcltLitectura cle Ia Llniversiclacl

de Sevilla, que me ha aconsejado efic¿rzmente sobrc toclas l¿s

clrestiores stronómicr planteaclas; también clebo manifés

tar mi agrac'lecimiento a Don Antonio Almagro Gorbea,

alquitecto c invcstiga<1or <1e la Escuela de Estudios A¡abes de

Grlnacla, que ha efecruado la revisicin cle algunas tomm cle

dirtos.

Todm 1m citu se relerirán ¿ ia eclicitjn de J. Cortés, Barcclo-

n¿,1986.

O!. út.. 25.

En la actualiclacl, ras la Élran reconstrlrcción de 1955, el

c¿rácter de centro clueda periectamente ¿rcentuado con la

ordenaciín en círculos llel pavimento clc toclo ei H¿r¿¡t (tc¿

bado en 1959), incluso cle las cubier¡m y lm caLles aclyacen-

tes, tal como cl conjunto se acabó en 1981; todo ello qLLecla

bien patente en la maqucta que se exhibió en el Pabcllón de

Arabi¿ Saudí, en la Exposición Universal de Sevilla cle 1 992.Así e n K. A. Creswell, Earl1 lln.t/)tu Arthitedue (IJ) Lirttl-ytd: A. D. 622 -)0, Nerv York, 1cl ¡-c), II ss. T. And¡ae,

'\Ialtnt¿ (S¡t t'icla,.ur fL1, M¿d¡id, l9li0, l!0, E. I)ermeng

hem, ,\Iaboru 1 /a ntdicith i:Lin¡i¡a,}/.tdrtd, 1963, .i5 v N{.

Lrngs, A[tluttntd, St t jd¡, bLl.\a./¿ eil /a.; frculet ilt.ís diligilai,I{adrid,1989, Lji.M. Gandefroy l)emombynes, ,\lahutu, X{adrid, 1990, 96,

101 ss. ,v 166.

Conín, ),144.L¡r Nfeca está en 2L lON 19 )1 E. mientr¿rs N{eclina está en

2.i 35N l9 i2E; es eviclente clue si cl cambio de la clibla

ocLLrrió en la .mezcluira' dc Qoba lts ci¡cunstancias geográfi-

cas no canrLrian en alrsoluto. Est¿rs coorclenaclc. como todas

1as quc usaremos a io llrgo de este artículo, proceclen del

Indice cle H. f ullarcl y H. C. Darby, N¡ru,a Eaciclofedia

L-,,.t, ,.. At/.,,.8..r, -lonr, l'trrK. A. C. Cresrvell, Cugttilia de Arqtitutnra P¿letislát¡ica,

Sevilla l9lfl, 20. Resul¡a curioso que, cc¡nocienclo este dato,

cl mismo tttor (l:ar\ Ih.ún Arcbitexnt, L-1, Nerv York,19r9, fig. r), represente sobre el escluema c'le la planta de 1a

cas¿ del P¡crfét¿ eI cmlio c\e h qibh.

Cfi. R. Kratrrheitter, Arr¡lilec/trt/ Pd/elrriili.üh ) trizdntiiu,Nladrid.19U.i.

J. Yuza, Nf. Guardi¿ y T. Vincens. Fileilles )' Da.ililkiltlr PtM/¿ Hi.¡tqrji dd Art¿. Arte,\Iedjetztl ll. Alttt Ldad lledia 1

lJi:¿l¡itt. Barcelona, 1982, t2. Parece fiLera de toda drLda clue

la o¡icn¡ación a Levante se clebi<i a influenci¿ de culto a Cibe-

les ,v Attis, que celebraban h Paronía, ei 2i cie Marzo, ,v el

N,¡t¿/i.¡ Itn.itlt el 25 cle Diciembre, cfr. M. Bendala, It Netrri-

f¡,¡/i.¡ r,¡ttatn tL C¿/]'i¡tút/./ (Set il/,.t), 1, Sevilla, 1976, 19 s.Tampoco faltarían rrñeju tradiciones de la propia Roma, t.a

iuese en la o¡ientación de tempkrs o en Ia cie ciLrclac'les, quc

fln¿lmente clesembocaron en la confusa helioLatría de1 sigloiil C,

R. KrarLtheimer, ,l). ¿1.,lIl. No en vano la palabra castella

na (orienrar'. que hoy ¡ienc cie¡to sentido de "busc¿r el

Norrc", por etecto clel uso de las brírjulas, significó "clirigir-se hacia Levante', es decir tomar como ¡eferencia cl naci-

miento del Sol.

Con objeto c'le garantizar una cicrta unifbrmidad en Ia toma

.le diltos hemos elesido lu o¡ient¿cirnes clue figuran en H.

r1,

15

Schlunk y T. Ilarrschilcl, Hispaúa Autiqm. Die DerLnml* dr[r:tththil:t/ic/:cr tad uutgotischta Zeit,Mainz ar¡ Rhern 19781

respecto a 1as iglesiu rupestres cle la misma etapa histórica

cfr. M. A. Monreal Jimeno, Eru¡iturios nQestres allrauditales(E/ A/¡o \'¿/le tul Eúrq), BtIbrc 19!19, con bibliografíacxhaustiva.

-Iambrén K. Kliemann, "La o¡icntacitin cle las

sepulturlrs medievales", (Ac¡m clel) Il (.ougre.t, de AnJtealagia

lIuileu/ EtpañoLz (l), Madrid 1!87, .i!5 ss.

Todas las medidas de ánguios que daremos en este ar¡ículo

1o serán en grados centesimales, partiendo del Norte I'ensentido horario; así el Este será 1009, el Sur 2009, el Oeste

lOOsyeiNorteOolOOs.De los 16 cmos recogiclos, un tercio están orientaclos entre

100s y lO!s, el 61'l ente lOs y 120s, con la media en

L L lg. La dispersión debe rener origen en lm citadm preexis-

tencim, mientrm que Ia desviación cle 1 18 hacia el Sur debe

tencf una causa est¡ictamente ritual, pues si se re¿rlizab¿r en

lcchm próximas a Navidacl o cn cuaiquier amanecer pero con

poco cuidado o crn el sol a una cierta altura, Ia cabeccra clel

templo giraría un poco hacia el Sur.

C u np taú o t/t A rq u i t ¿ct u¡ P ¡ / o i s / ínzlrzr, Sevilla, lL)7 8, 22.

K. A. C. Creswell, op, ci.,34. Me refiero a la visita a ia igle-

sta de lt Atú¡¿sis, en cuya escalera rezó, y a la de Belén.

M. -N{ehling, fuzel, Ne*'York, 19117,.i4.

Parece oportuno recordar que esta clisposición igualitaria,

facilitaba La proximrdad popular a los representantes cle la

autoriclad e iba en detrimento cle su seguridad, cuestión que

se resolr'ió con La maclsura, trasposición de los oratorios pala-

I6lf

l8l9

tinos al interior de las al jamm.

20. K. A. C. Cresrvell, op. cit.,2).21. "En torno al problema de Ia ileterminación del acimut cle la

alquibla en AI Andalus en los siglos VIII X. Estado de la

cuestión e hipótesis de trabajo", Llonunale ¿ Manrcl OnitJ it t úntz, Córdotx, I 990, 20tj.

22. .J. Smrsó, op, tit.,208, cit¿ndo un artíclrlo de I). A. King.2i. K. A. C. Cresn'ell, ap. cir.,lj). ss.

21. A. L¿b¿rta 1' C. Barceló, "Lm fuentes árabes sobre t|-Zahra:

estado cle la cuestión", Ct¿¿lsno: tle lIa¿/inat ¿/-Zahra, I,Córdoba, 1987,96

2i. Cfi'. L. To¡¡es BtIbre, Hi.¡ori¡ de EspaiLt dirigida por illnmdez

Pi¿kl, >,Mttlritl, f95l ,418.26. M. OcañaJiménez, "A¡q¡l¡gc¡os y nano de obr¿ en la cons-

¡rucción de la Gran Mezquita de Occidente", Ctadcrnos de l¿

Alh¡nhu,22, 59.

27. F. Maillo, Vuahilnrio básica de Hisnria ful L¡htt,Mtdrid,198r,138.

28. L'¿rt ntnthn,zn dOcciclent d* origiws a la fiu le X\f sidt,Paris, 1966, 121. Lo mrsmo podríamos haber usado cual-

quier otro texto cle los investiÉa¿do¡es f¡anceses que, a partirde los trabajos cle H. Buset, G. Margais v H. Terrasse, han

trataclo c1 ¡ema. La írLtima es la L. Golvin, Es:¿i vn'l'architu'Itre rt/igenv mt.vt/rt¿n¿ (:i). L'art /tisptttu.nu.whmn, Paris,

1!7!, 2J L ss.

29. M. IIádi AItt.t,, Ala.tophia,lzmir s. L

.)0. Ear/1, 14.¡t.¡/iu Architec¡rre (ll) Ear/1 'Abb¡::i¿ls, Llnullads tlCorclna. Agblab)d:, Tuluui¿/.¡, and San¡lit/:. NeN' York,lc)19, b eclición original es de 1912, y a ella pertenece el

¡exto citado.tl

r99

Page 16: La qibla extraviada,  Alfonso Jiménez Martín

13

11

.3 i. .La Nfezcluita mayor cle T udeh", P ríttdpe de V Lt n¿, 16, 6.

.12. .{¡r Ht.rfuttiaa (1) Arte ¿/t¡il:¿t/e, Arte tuz¿tri. Ark urtl/1,u,Nfadrid 1 9-19. 20.

i.l. A¡¡ His/tatiae (.)). Ártu árabt t.rltíiu/ /ta.¡/¿ /0: ¿/n¡ohnL.¡. Arttruo;rizba, Nfaclricl, 19) I, 209.

)i. El ¿lt¡¡jur cle AbJ ¿/-l?tl:nt¿n lll n ltt llet:qtita lL4r leC..1./.. ./. (, 1.,,¡, , )ilir,/t,/,.th,, Cr.rn.¡1.r. l.)-s.

ii. Il¡i¿/, r89)6 rhi¿,20a.

)1. tbid. t66.

18. .Arte (.t]iftl", Hi.¡ttil dt E.rfuia tfirijrh ltor R¿ttín lIeún,dt: Pid¿l. V, I{adrid, l96i,i4(¡.

39. L. Goh,in, t¡. cit.,48.10. IIi.¡tqri¿ de Círdob"t. Ltlrtn 1 Cristi,ztti.;no, Córcloba, 1984, 117..i1. NI. Ocaña.]iménez, r4r. cit., 59.,i2.

"$¡¿¡¿¡iu fór a Roman Provcnance for thc Mosclue of Córclo-bá (sic sienpre)",llu\oa/ Stldi* ¿t |Iiuat-utt¿t 3. .12 ss.; una

cle l¿s arrto¡idacles ciradirs pafir apoyilr su ¡enrcra¡ia aflrna-ciírn es R. Moneo, cuyo cnsil,vo en la rcvista Artltitct/tra(Septiembre clc 19ili) pueclc ser lo clue se clesee r¡enos un¡r

¿utori(lacl en el canrpo cle l¿ Histo¡ia cle la Arquirecturaancialusí; el clclirio del autor llega a promcter un flruro cstu-

52.

t.j

dio para clemostrar quc el ¿lminar es un fiuo romano.

F,/ Islan. l)e (.rirltln dl t\Iu/íjtr,l9c)0, 20.

D. A. King, .Somc Nledieval VahLes of rhe Qibla er Corclo-br",Jutnn/ uf tht H)snry uJ Arah Sciantt 2. )lO ss. v .F¿ces ofthe Kuba.. TLe Stituc¿s l9tl2-1. 1O s.

Citaclos porJ. Samsó (al. ¿jt.,208 s.): "Three Sunclials iromIslamic Andalusia",.JHAS 2. l5u ss., "Kib1a" y "Nlakl<a".El i v 6; .Asronomic¿l Aligncments in Meciieval IslamicReligious Architecture", Anna/.; rl tha Neu. Yry^L t\rtdeltl ofJ¿jsr¿¿r (1982).30.3 ss., con G. S. Harvkins, uOn rhe Orien-rarion ofrhe Kaba.,.JIIAS Ll, 102 ss. y "'fhe Earliesr Isla-mic M¡rthematical N{cthocls ancl Tal¡les firr Fincling theDirection of Nlecca", Zeit:cl:ilft fiir Ge:chihte der Ár¡ü.¡chI s Lr t iy h¿u \l.t issew'h¡Jl tn .), 82 ss.

J. Samsó, ap. cit.,2ll.F. Maíllcr Salgaclo , o¡t. cit., )5 .

K. A. ( r.'qqll. 'p. .//.. I \\. rcon unrt lrorori.. ¡lt,,,n!rLl(rci..de orie nracicjn en¡rc el rexro y la figura), 1l), 62 y 6i ).D. A. ICng, .Architecture ancl Astronomy. The VentilatorsofNleclicval C¿ir<r ancl Their Secrets",,/ornul oJ tht AtueritntOrierrra/ Suiel, 10.i, 97 ss.

"The sacrccl cii¡ection ancl ciry a preliminary anrlysis of rhe

isianric cities of Morocco', IItqqarna.r, t-,50 ss.

V. g. la orientación suele clarse cle manera literaria y sólomu)' rilra \¡cz numérica.

En la toma cle datos con brújula hc teniclo en cucnra I¿ decli-nación magnética anual media quc indican 1as hojas del,\[tpa ;\D/)tttr dt E.spaia. r escala 1:10.000, en las edicionesmás rccientes en cacla caso; en las corlprobaciones solares hc

considerado la clilérenci¿ existente enrre la hor¿ solar aparen-

te )'la media.

Flemos rechaz¿clo toclo género de notici¿rs literarias queofi-ezcan clatos incomprobables, ¡alcs cr¡mo slrponer qLre Lrna

iglesia ticne la misma orienraci<jn dc la mezquita prececlente,

sin otra veriflcación. Me parcccn rnás fiablcs, en orden cre-

cientc. Ias orientlciones deduciclas cle document¿ción ar-queoltigica, L¿s tomm cli¡cctas de l¿s carm clel alminar, la delmihr¿b. l¿s clc los muros latcrales, l¿ de Las mrves larcrales r',1.,,1-', m.i.- l.,,lc 1.. n..rr '.rrtr.rl.

5,i. .Itunl¡o' significa, a nlresrros efécros, el ángulo cenresinralhorario qLre forma cl r¡eridiano clel Iugar con e1 t.írculomáximo clue p¿sil por acluél v La X{eca, que cl¡rr¿í I¿ distanci.L

más co¡ta entre anrbos.

5 5. Sobre esta mezquita 1' las Yeinte siguientes cfi. R. Azuar ¿f

¿hi. Lt R¿íhita tt/tJrt/ Je l¿t.t I)tnn tlt Gru¡rtlr.n¡¡¿r. A/ica¡tte,

Alicantc, l9fi9 y R. Azuar Ruiz, "t-Ina rabira hispano-musulmana clel siglo X (Guardamar clel Segura. Alicantc,Es¡>aña) ", Archlo / ogi t i s I a t t t i t1 te, l, I 09 ss., los claros clue oficz-co sobrc la o¡ientación clÉ csrc i¡n|urt.ilrtc lonjtrnril s!'n cle

elaboración propia sobre ronras }¿ .illrz. h cronología vrencdacJa por R. Azriar e¡ ¡/ii, "Lt rábit¿ de CirLarclurar (Alicante): su ar.lLrirecrlrra", C/Lnlentu! de ll¡diut ¿/-Z"thrt,2, >iss. Nlercce Ia pena obsenal qlrc esrir seric cle oratorios (rr

cuyos prornorores hcmos de suponer bien infb¡m¿dos cle I¿s

prescripciones colúricas), coctáneos 1' mutuamentc visibles.se orienren den¡ro cle un oc¡lrnre casi complero (106- 1 a)09).

t6. Ch. Ex'er¡, .Der mih¡ab cier Hauptrnoschec von Aln¡erí¿,,i)I¿t¿lridcr ,\littú/rrgett 11, 287 ss. Ite¿flrma la clatación cle

Torres lhll¡ás P. Cressicr, .Le clécor califirl clu mihr¿b clc l¿

grande nrosquée d'Alméria: nouvclles clécouve¡tes",,1'[¿z¿/z-

du. )üttai /tt ugn, ) \ ..'t28.i1. Ars II).;!rzti* (:i) Arte tlltohalt. t\rtu il¿:drí. t\rte rlrJljtr,

1 /+ I ; Nf. P. Sánchez Seclano. Arqt)tccttr;t tut¡t/¡¡rtr¡t ut Lr !ro-t,ir¡i¿ ¿le t\/¡t¡st|t, Alrerí¿, 1988, 266 y S. Angclé 1. P. (-ress-

ler, .V¿lsflt.,. (Alméria): un exemPle cic mosclueci rlrnle en

Al-Ancl¿ltLs", lljltuge: da h C¿.¡a fu \,¡t/rí:t¡rtz. 16 (l), I llss.; la toma cle cl¿ros es personal. Hc rechaz¿clo clos de las

iclentiflc¿ciones propuestas por Sánchez Sedano ccimo mcz-cluitas: Bentariclue v Vélez Blanco; Angelé y Cressier opinanlo mismo quc 1'o.

58. 1/i¿l.11lss.59. L. Torres Balbás, .La Mczqriita de la Alcazaba cle Badajoz,,

A/-And¡lls É1, 256 s.. cl clato de la orienración lo he ro¡n¡rclcr

clirectamenre sob¡e la [rch¿cla clc1 antiguo Hos¡rital I{i1itar.(r0. L. Caballero Zorecla, "Pen'ivenciir de clementos visisoclos cn

la rransicicin al r¡undo mcclier.¿I. Pianre¡riento clel problc-na", lll Cotgrett t/t t\rr1trulu,gh ,\[a/iqa/ L.sfañola. Actt: (11

PotutLts, Ovieclo, l!88, L2i. el clato de la orientación prricecle cle es¡a publicar:ión, \'a clue la ruinas lucron posrcnor-mente vucltas ¿ enrerrar. Debo agraclecer aL Dr. Caballe¡oZcreda cl enr'í<r del manuscriro c1e .La iglcsia de época paleocris¡iana y visigocia cie El Ga¡ilkr de Arriba ((-ácercs)" cluq

se va a publicar cn las ¿cras t1c Ix I Jorntt/t.s t/t Prcb:tori,t IArrlrua/ogla ¿u Extren¡a¿hu ( 1986-1990)ccLel¡raclm e n Cácc

res en Abril c1e 1!!1.61. A..fiménez, "EL C¿srillo <lc San Nlarcos,, Nrrzesh.u 0rí:<eiler Ljs-

tíritt.¡ ttnttt E/ Ptern de S¿lt¿ ll¿trí¿t, El Prier¡o cle Sanra

María, L98ij. l5 ss. He rcvisado la rom¿ cle claros.

62. A. J inénez, . Arquitectura gaclirana de époct ilfonsí,, C itüzttt cl siglo XIll. Cácliz, 1981, itS. Hc revis¿clo la tom¿ clc

clatos.

6.1. Sería inútil dar la bibliografía cle ia aljama corclobesa, renrrrr-mos a los trabajos cie L. Torres tsalbás, Ir. He¡n¿ínclez Gimé-nez y Ch. En'err, siencio toclos los clcmiís subsicli¡rrios dc cstos

autores; la toma de clatos es personal (en una men¡orablevisit¿ a las cul¡ier¡as por ¿len¡;Lez¿ de nuesrLr¡ compañeroDon G¿L¡ricl Rebollo), y conctLercla con los clatos cle K. A. C.

Cress.ell, Ch. Ervert, A. Almagro y la planimerría urbanística.

(r'1. F. Ilernándtz Ginénez, E/ A/tui¡¡¿1. ¿lt 't\bd ¡t/-R¡hruu,...I 3.1; la tonra cle clatos es personal.

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200

Page 17: La qibla extraviada,  Alfonso Jiménez Martín

65. Ihi¿l,2OJ ss. La toma de datos es personal.

66. Il¡id,181 ss. La tomil cle clatos es persomrl.

67. B. Par'ón Malclonaclo, t\letuori¿t ¡le /¿ excat¿cjin de Lt nntlt)ttle '\Ieúuat ¡l-Zahra, N{rLdrid, 1966: S. López-Cuen'o, }fu1-tut-A:-ZdhM. lr4qer)+1a I l:onua.r,Madrid, L!85; la tonra c1e

dlltos eS PcISon¿I.6¡i. Se trat¿ clel oratorio c¡ue irot'fbrml el pmaclizo exjstenre a la

clcrecha según se entr¿ ¿l Sal<in de Comrres, ante su aparien-

cia sorprcncle la inclecisión. ¿ L¿ hor¿ cle identificarlo, de L.

Torrcs Balbás ("P¿rsadizo entre la S¿l¿ de la Barc¿ y el Salón

de Con¡ares. cn la Alhambra", A/-Aud¿lu¡,2, -16 ss.); la

toma de clatos cs pcrsonal.

69. D. C¿baneL¿s, "L¿ lvfadraza árabe de Granacla v su sllcrre en

época cristiana", Crutdenn: ¿lt /a Alh¿nbr¿t, 21, 2) ss.; la

toma cle clatos es persond.

70. A. L. LópezLópez v A. Orihuela tlzal, "LIna nucva interpre-tación clel texto cle lbn al Jatib sobre la A1h¿nrbra en 1162",Cm¿/trro.¡ tL /¿ Alhatuhu. )6. L2l a 110.

11. L. Torres B¿lbás, "La mezquita real cle la Alhambra,v cl

b¡rño fi'ontero", A/ A¡¡¿J¿/t.t. 10, j0 ss. La ¡oma cle cla¡os es

personal conplenentando los d¿tos clel a¡tículo citaclo.

71. L. Tr¡rres B¿lbás, "La Nfezcluita Ma,vor cle Granacla", ,{/-Aru1t/ts, I 0, 2 ss. La toma clc cl¡rtos cs personal.

ll. A. Gallego y F)urin, Gruttack. Glía Arlí¡tit¿ e Hi.¡ttíriu de /"t

C i r d¡ ¿1. (jrttlJt I 989, .l rar; la toma de clatos es personal.

11. Il¡iJ..7r, ¡an¡bién A. C. Lcipcz Lópcz y A. Orihuela Uzal, ap.

./t., l)1y 128, 1a tonra de datos es personal.

li. L. Torrcs Balb¿ís, "El Orarorio y la Cma de Ast¿sio cle Br¿ca

monte en el Par¡al clc l¿ Alirambra,,, Al-Anc/all.¡, 10, 112.

La toma de datos es personal.

ró. L. Torres Balbás. .Paseos prir Le Alhambra. l,na necrcipolis

nazrrí: la Rancla'. A¡rl:¡¿o E.tpañil & Arlt 1 Arqrulogía,6. Lttoma de datos es personal.

rr. L. Torres Balbás, "EI Alminar de San José y las consrrtLcci,,

nes clc los Zirícs granaclinos " , A/-A¡r/¿/r.¡, (r, 22 ss. La toma

clc clatos es personal.

,-8. Il,i./.. )46.19. l,f. R. N{a¡tín García, "tln mor¿rbito granaclino: la ermita cle

San Sel¡retián". Cntdtr¡tos rfu Lt t\/h¿nnhu,Ii,729 ss.

80. A. Jrnrénez, Hru/tzt ,\[uul¡¡eúdl (l) Illil//ilHi]tl.t N¿/.)utd/¿s,

Huelva, I980, 1! ss.. A. N{arír Ficlaigo, ArEtit¿ttrra g,jtr,tdel Srr da H¡teltzt.Htelva. I9ll2l hc rcvisaclo la toma clc

cl¿tos.

li I. A. Jiméncz, La ttt:zqtita de Alunt.r/er, Huelva, 1!7 j; he

¡er-isado la tonra dc dlrtos.

82. B. Paxjn Nfalclon¿do. ,.Jaén Nledieval. Arte v Arqueología

árabc y mucléjar',Al-Qattara.5, ll7 ss.

81. X{. D. Aguilar García, ,\1á/aga nnt/íjdr. Arqútectura religiu.ra

1 iú1, Má]ngt. 1979, .J.l; en esta publicación se citan como

irlmin¿res Im torres de las iglesias parrocluiales cle El Burgo,Parauta. Igualcja y Benaque; tr¿rs visitarl¿rs y examinarlas

<ictcniclamente, creo qLre sus carnpanarios, únicos indicros

alegaclos, son nrucJel jarcs.

8/\. l|,id,.38.85. Il'i¿.,41.86. 1|,ij..42.81 . ll,id.. 1).88. Sobrc cstc alrina¡ 1, el mihrab cle la aljarna rrndeña cfr. L.

Torres Baibás, .L¿ ¿crtipolis musul¡ana de l{ond¿", ,Á/

t\riltltts,9, 160 ss.

ij9. L. Torres B¿lbás, L¿ Alc¿:¿ba 1 lt Catetlral le ,\["í/d,qa,

l\{aclricl, 1960, 6ii; ase¡¡ura el autor clue "I¿ lwÍa printilta/.

ingzn al patil ¡hríd:e en la ¡¿lle de lloljn¡ l¡rj,l¡: ¿/ tnihrab

e:faba, pne.t, bien arienf¿¿/t¡ /:acia .wJe.ift"; si tenemos en cuenta

clue la citada calle está exactamente ¿l Oeste de Ia Catedral,junto con Io que sabemos del proceso de construcciín de su

gran fábrica renacentista, los restos (del sahn:') que exhumó

h¿ce unos años M. Acién Almans¿ entre la Cateclral y el

Srgrario, la ubicación de la portada de éste, y que los enterra-

mientos del cementerio de Gibralfáro (Cfr. C. Peral e I. Fer

nández. Ext:atatiqile! eil e/ cuueulsio i:/átuit c/e Yaha/ F¿rrh.

l'Iáldgd, MáIaga, 1990, 69 ss.) miraban hacia el sc¡lar de l¿mezquita, se concluirá que tenía la orient¿ción clue cloy, y no

Ia que insinuaba L. Torres Balbás, que hubiera sido cle 979,

cmo írnico en A1-Andalus iJe qibla en el primer cuadrante.

M¿ntienen una postura similar ¿ la mía M. D. Aguilar, "Lamezqnita mayor de Málaga y la iglesra vie1a", tsoletín de Arn,6, 68 ss. y R. C¡rmacho yJ. M. Romero, A.wnhrs de Arqri/et-tnru (J) Lt Igltsit del Sagmúo t/e Málaga, Málaga, 1!87.

Debcmos cl clato cle la cxistcncia, los inclicios cronológicos y

la planimetría a la arqueóloga C. Peral Bejarano, l cluien

manifcstamos nuestro agraclecimiento; se ¡rata de dos mez

quitas a ciclo abierto, cle uso funcrario, y quc lormaban parte

clel cementerio musulmán c1e Gibralfaro; un paralelo murcia-

no al)arcce citaclo en J. Pozo Martínez, "El ritual firnerario y

los cementerios islámicos en la regirin cle Murcia", Glít [:l,i-nit¿ r/.e la Repín de l[rrúd, Murci¿, 1990, 120, nos rclerimos

concretanente al cemenreLio, cluizrís también del siglo XI,clue se ha excavaclo recienter¡en¡c c¡ Lc¡tc¿.

M. Gómez Moreno, op. cit., 6; B. Pavón Nfalclonaclo, -Irrlr/a,

citl¡td nn¿/ieL,a/: Arta lsLinio 1 )trc/íj"tr, Maclrid, 19lU; N{. C.

García Gainza ¡ ¿/ii, C¿tá/q,qo ,\Iottt¡¡erÍ¡t/ t/c Nar¿trra I.

l[sin¿hd da'frdtltt.Ptmplon¿, 19U0, 2]8 ss. No he poclido

visirar. en cl contexto de este arrículo, la aljama cle lluesca,

cuyos datos se conserviln en la Cateclral, ni los planos me

parecen fiables.

Ch. Ervert, uDie Moschee ron Mértola (Porttgil)", )ladri&r,\Iittetlrngut, l.i, 2 L7 ss.

Iclentificlué l¿ serie cle aiminarcs cie Sevilla v sus alrededores

en Is trczqilta de Ah¡to¡t¿tst¿r. 10.

Cfi. la opinirín cle S. Angelé y P. Cressier (op, cit.,I27) sobre

este ejemplar que es para ellos "une constrlrction en époque

aimohade soit vraisemblable". sin aclucir las b¿ses de tal

<lata, por lo que preferimos mantener la nuestra, que es el

írnico dato de1 que ellos parten.

Es cl úrnico ejemplar sevillano clue he añacliclo a la serie; se

trata c:le una torrccilla, <lel tipo de Ia Gi¡alda, pero con ciertos

rasgos arcaicos, que cxisten en Ia Hacienda de Miraflores,

enclavacla en cl Parque del mismo ncimb,re, en la zona No¡te

cle la ciuclad, a tres kilómeros escasos cle sus mu¡allas aln¡o-

rávicles. Los datos preliminares de la exc¿rvación al pie de esra

torres, dirigida por la arqueóloga Reyes Ojecla en 1992, no

auto¡iz¿rn ¡r clatarla como islámica pero tampoco deniegan ia

posibi lidad.

Ch. Ervert. "Die Moschee am Bab ¿l--Nf¿rclum in 'foledo.

Eine Kopie der Moschee von Crirdoba", ll¡tlt'itla' llitui/m-ger, Lti, 2li7 ss., sobre 1as mezcluitm cle Toledo, en general,

cfr. C. Delgaclo Valcro, .Estructrrra urlrana de Toleclci en

época islánrica", I¡. tjul¿d L¡Lh¡úz. Porettia.t 1 cortnnicadones,

Zeragoza, 199 1, 121 ss.

R. del Ce¡¡r¡ Malagón et alii. Arqnitectttra.¡ ¿fu Toledo ( l) Del

!.ry.,./' ru t. ,, .tl G. u. '. t,'lcJu. l'ra l. tll.J. Lavaclo Paradin¿rs "La mezquita del Solarejo o de Tornc¡ías

en Tolecio,, I (oagre:o tle II)¡orLt dt C¡l¡illa l¿ t\I¿nch¿ Y,

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Ciudad Real, 1!88; J. Porres, "La mezquita toledana del

Solarejo, llamada de Las Tornerías", Al-Qaatara,,i; R. del

Cerro Malagón et ah, op. tit., 1OL) ss. La toma de datos es

personal.

99. lhd., 243. La toma de datos es personal.

100. lbid., 301 ss. La toma de datos es personal.

lol. |rid.,,105. La ¡oma cle datos es personal.

t02. Lfid..405.103. F. Hernández Giménez, ap. út.,212 s. y R. del Cerro Mala-

gón et alii, ap. cit.,295.tt)4.Lbid..263.101. Th. Hauschild, "Dm Mausoleum von Las Vegas de Puebla-

nueva (Prov. T oledo) ", Maclri dr M i t tei I an gat, l).106. Ch. Ewert y J. P. Visshak, Forsthangen zur alnoha¿li:cben

Moschee (1 ): Vr:tufea, Mainz m Rhein, abb. 50.

107. Souto, J. A., "Primeros resultados de una investigación sisre-

mática en torno a la Mezquita Al jma de Zeragoza" , Caad*-

nos de la Albanbra, 2J, 1 I ss. Los datos proceden de plani-metría elaborada por el arquitecto A. Peropadre y de una

publicación de A. Almagro ("El Alminar de la mezquitaaljtma de Zaragoza", Maclrida Mitteiltngm, 34, 32 5 ss.).

Todm estm afirmaciones tienen como bme la toma de datos

personal efectuada en Octubre de 199 lCfr. F. Collantes de Terán y Delorme, Contribanóa al estudio

rle la npografía suillam en la Antigiiedad I en la Edad Media,

Sevilla, 1977,69.La primera columna es nuestra signatura, ya que la que usa

Bonine no es útil para nuesttos fines; la segunda corresponde

a la transformación de su dato "Qibla Direction (Azimuth)",en gmdos sexagesimales a nuestra "qibla" en centesimales; la

tercera es su <correct qibla" o "Correct Direction to Mecca,a nuestfo .rumbo";el valor de (<error>) es ya conocido, mien-trm lm restanres (siglo y localización) son simple calco de 16

de Bobine.

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