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ÍndicePortadaSinopsisLaquímicadelodioDedicatoriaCitaCapítulo1Capítulo2Capítulo3Capítulo4Capítulo5Capítulo6Capítulo7Capítulo8Capítulo9Capítulo10Capítulo11Capítulo12Capítulo13Capítulo14Capítulo15Capítulo16Capítulo17Capítulo18Capítulo19Capítulo20Capítulo21Capítulo22Capítulo23Capítulo24Capítulo25Capítulo26Capítulo27
Capítulo28Capítulo29Capítulo30Capítulo31Capítulo32Capítulo33Capítulo34Capítulo35Capítulo36Capítulo37Capítulo38Capítulo39Capítulo40Capítulo41Capítulo42Capítulo43Capítulo44Capítulo45Capítulo46Capítulo47Capítulo48Capítulo49Capítulo50Capítulo51Capítulo52Capítulo53Capítulo54Capítulo55AgradecimientosCréditos
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Sinopsis¿QUÉ HARÍAS SI, TRAS HABER SOBREVIVIDO A LA QUE CREÍSTEQUE ERA LA PRUEBA MÁS DURA QUE PODÍAS SOPORTAR, ELDESTINOTELLEVARAOTRAVEZALLÍMITE?ParalainspectorajefaAnaArénnohaytregua:despuésdequeresolvierael
casoqueprácticamenteacabóconella,debeenfrentarseaunretoendiablado,elasesinatodeunadelasmujeresmásfamosasdeEspaña.Siemprecuestionadaporsusuperior,alfrentedeunequipoqueaúnnoconfía
enellayconelfocomediáticosobrelainvestigación,Anasevedenuevoanteuncrimenaparentementeirresolubleenelqueeltiempoyelpasadoseempeñanenjugarensucontra.Tras el éxito de No soy un monstruo (Premio Primavera de Novela 2017),traducidaavarias lenguasyqueserá llevadaa lapantalla,CarmeChaparroseconsolidaconLaquímicadelodio,susegundanovela,comounadelasautorasmásinteresantesyarriesgadasdelthrillerenespañol.
CARMECHAPARRO
LAQUÍMICADELODIO
ABerna,LaiayEmma,portodoeltiempoqueosharobadoestahistoria.
Elmonstruotesonríeconsusfaucesdemonstruoytúleenseñastusdientesdeniña.
MIGUELGANE,«Monstruo»,Ahoraqueyabailas
1Barcelona,1978De losasesinosseaprendeque,a trozos, todose transportamejor.Nosolouncadáver.Tambiénelmiedo.Oelarrepentimiento.Inclusolapena.Atrozostodosepuedellevarmejordeunsitioaotroporquecuantomáspequeños,másfácilteserádeshacertedeellos.PerotodoesoAnaArénloaprenderíaconlosaños.Enrealidad,loaprendería
coneldolorquelefuerontrayendolosaños.Porqueenesemomento,mientraselataúddesumadre ibasiendoengullidoporunagujeroen la tierra,esaniñaquesetragabalaslágrimasnoeracapazdedigerirtantaangustia,aunqueselaofrecierancortadaenpedacitoscomotrozosdecarneenelplatodeunbebé.Dehecho,nisiquieraeracapazdesorberselosmocos.¿Paraquéesforzarse?
Apenasteníafuerzasparalevantardevezencuandoelbrazoyrestregarseporlacara lamangadesuabrigode lanaazul—ásperaydesapacible—,quepocoapocoseibacalandoconsupena.Unañodespués,cuandoregresóelinviernoyel abrigo de los domingos volvió a salir del armario, Ana notó el antebrazorígidoyfirme.Entrelashebrasdelanabaratasehabíansecado—mezclándoseyaparasiempre—losmocos,laslágrimasylatristezadelinviernoanterior.Igualqueenelfondodesualma.—Cariño,miracómoteestásponiendo.LatíaSara—tanparecidaamamáqueasustaba—lefrotóporlasmejillasun
dedoquehabíamojadopreviamenteensaliva.Peroconsiguiólocontrariodeloque se proponía; los trocitos de lana azul marino—humedecidos de llanto ymocos—seextendieronaúnmásportodalacaradelaniña,comosilapequeñaAnasehubieracontagiadodealgunaextrañaenfermedad.Ocomosi,derepente,lapenahubieraadquiridolacapacidaddehacersefísicamentevisible.Yfueradecolorazul.Oscuro.Delosasesinosseaprendequeatrozostodosetransportamejor.YatrozossecortóAnaArénfrentealataúddesumadre.Lashermanasdesu
padre se habían empeñado en que el velatorio se celebrara en casa. «Así lohacíamosenelpueblo»,insistieronantetodos,quisieranescucharlasono.Pero,traslaautopsia,ÚrsulayAntonianotuvieronmásremedioqueacatarlaleyynomontar un espectáculo público de quejas y lamentos. Por no causarle másquebraderosdecabezaaRodolfo,pobrecitohermano,pobrecitomío,quépenamásgrande,viudotanjoven,lloraronentoncesadúo.En 1978 la luz aún no había llegado a los tanatorios. La eléctrica sí, claro.
Pero no la luz del día. Las salas donde se velaba a losmuertos eran oscuroshuecos entre paredesqueno se permitían—hubiera sidounpecado,Diosnosperdone—unatisboalexterior,comosi losrayosdelsolfueranincompatiblesconlapenaypudierandistraerdeloimportante:llorarhastaquetodospensaranquenohabíanadiemásdesdichadoquetú,quehabíassobrevividoalmuerto.Sentada en una silla junto al ataúd,Ana ya ni siquiera hacía el esfuerzo de
miraratodoslosqueserecreabanenlapobrecitahuérfana,susurrandolamentosqueapenassentíanmientrasleacariciabanelpeloconparsimonia.Paramuchosde esos hombres y mujeres ella era solo un pedacito de carne al que tenerlástima.Oquizáesquealfrotarlaspalmasdesusmanoscontrasumelenarubiacumplíanconalgúntipodeexorcismoquelosliberabayadetodaobligacióndeseguirsintiéndosetristeso,almenos,defingirlo,comosiesaniñadeseisañosfueralaúltimaestacióndepenitenciadeunaconvenciónsocialdelaquequeríanalejarselomásrápidamenteposibleparanoatraeralamalasuerte.Ana se concentró entonces en sentir el cuchillo que se balanceaba en el
bolsillodesuabrigo,imaginandoquelapuntatraspasabaelforroyseleclavabaenlapiel.Agradecióesasensacióndeestarviva.«Sialgopuedematarteesqueaúnnoestásmuerto».Tuvoquecontenerseparanosonreír.Noestábiensonreírenunfuneral.Ymenosenelde tupropiamadre.Asíquemetióel interiordelcarrillo entre los dientes y semordió la carne hasta sentir calambres de dolordesde lasienhastaelcuello.Eraun trucoque le funcionabacuandonoqueríaque se le escapara la risa.Cuandoera feliz.Nohacía tanto.Tan solodosdíasatrás.Casisindarsecuenta,Anasemetiólamanoenelbolsillo,tanteandoaciegas
elfilodelapequeñahojademetal.Deslizóeldedoíndiceporel lomohelado,sintiendo el frío. Disfrutó de la sensación de clavarse la punta afilada en elcentrodelayemadeldedoíndice.Hundiólacarnehastaelhueso,muydespacio,ejerciendolapresiónjustaparaquedoliera,perosinromperlapiel.Ni siquiera supo para qué había cogido el cuchillo del cajón de la cocina.
Quizáparahacersedañoaellamismayasíacabarconesevacíoenelqueestaba
convencida que no podría vivir. O quizá para hacerle daño a alguien, porquealguientendríaqueserelresponsable,alguientendríaquepagarportodoloqueestabapasandoesosdías.Podíahacerlo.Vengarse.Nodebíade ser tandifícil.Noconeseodioquesentía.—Pobrepequeñahuérfana,tanrubiaytansola.Ylapobreniñahuérfana,tanrubiaenunafamiliadepieloscuraytansolatras
lamuertedemamá,nosupoloqueibaahacerconesecuchillo—loqueestabahaciendoya—,hastaquealguiengritó.Norecuerdaquién.Perosíquealguiengritó:«Laniña,laniña,miradquéestáhaciendolaniña».Derepente,elcuchilloseconvirtióenalgoapetecible.Fuegirandoelmangohastaconseguirhacerunagujeroenel forro.Durante
unos segundos notó la placentera sensación de pasar el filo de acero por suspiernas e imaginó la sangre chorreando por susmuslos hasta el frío suelo delosetas.Uncharcorojoypastosoalospiesdelcadáverdesumadre.Erainclusoromántico.Entonces, la enésima plañidera le acarició lastimosamente su larga melena
rubia.Pobrecitaniñahuérfana.Tanrubia.Tansola.AAnalegolpeóelestómagolaurgenciabrutalporsalirdeesebucle.Suprimerimpulsofueagarrarconfuerzaaesamujerporlamuñecaygritarle
quesupelosoloseloacariciabasumadre—«Princesa,tequierotanto,tequierotanto», le decía para dormirla— y que eso ya nunca más —empezaba a serconsciente en ese momento— iba a ser posible. Pero en vez de eso sacó elcuchilloyse loacercóa lamejilla.Esperóungrito.No llegó.Nadie laestabamirando.Asíqueagarróunmechónycomenzóa cortar.Eramásdifícil de loque pensaba. El filo iba y venía haciendo crujir las fibras capilares, quechirriabanysecontorsionabanagónicamenteantesdepartirseendos.Seguíasinmirarlanadie.Ellacontinuócortando.Losmechonesyacíanpulcramenteordenadossobresufalda.—¡Laniña,laniña!¡Miradquéestáhaciendolaniña!La niña estaba poniendomechones de su pelo rubio entre lasmanos de un
cadáver.Porqueasímamápodríaacariciarlosporúltimavez.EsoesloqueledijoasutíaSaracuandolasacódeltrance.«Asímamápodrá
acariciarmipeloporúltimavez».Horasdespués,enelcementerio,huérfanaytrasquilada,esaniñaselimpiaba
losmocos y las lágrimas con lamanga izquierda de su abrigo de lana azul, a
pocospasosdel fosopordonde acababadedesaparecer el ataúdde sumadre,conlacabellerarubiadesuhijaentrelasmanos.Aunqueaúnnohabíaconcluidoelfuneral.Todavía quedaba por enterrar a alguien más. Con delicadeza exquisita, los
empleadosde la funerariadepositaronen lamisma fosaotra caja.Muchomáspequeña.Blanca.Dentro,soloyperdidoenlainmensidaddeunataúddetamañoinfantil que le quedaba demasiado grande, Ana imaginó al que iba a ser suhermanopequeño.—Cogeremosalquelohahecho.Teloprometo,Ana.Locogeremos.Fueloúnicosensatoquealguienledijoesamañanadefuneral.Loúnicoque
le hizo seguir viviendo a pesar de la tristeza, a pesar delmiedo, a pesar de lasoledadyapesardelaspesadillasenlasqueAnacaeunayotravezalfosoenelqueestánenterrandoasumadre.Cogeremosalquelohahecho.Ypara eso siguevivaAnaArén.Para coger al que lehabíahechoesoa su
madreyalhermanoqueaúnnohabíanacido.
22018De los asesinos se aprende que el miedo apesta. El miedo huele mal paraavergonzarnos,comogasintestinalviciadoquesenosescapasincontrolenunascensor repleto. Nos señala, nos hace vulnerables. El miedo es una fina ydelicada copa de cristal cayendo, tan frágil que sientes cómo se hace añicosmuchoantesdequelleguealsueloyestalle.Este miedo en concreto, colocado en el suelo de una habitación inmensa,
había sido persona hasta tan solo unas horas atrás. Pero, ya cadáver, estabadejandosumiedoenherencia.Estámuerta.Lahanasesinado.Aella.Ydeesamanera.Laduquesahabíasidohermosa,unabellezayaalgomarchitaqueseguramente
se descompuso mientras perdía la vida con cara de súplica. El asesino habíadiseñadolaescenadelcrimenensuhonor.Quizáinclusoselamostróantesdematarla:ahítieneselescenariofinaldelaúltimarepresentacióndetuvida.Unaobradeteatroatualtura.Peronofuncionaba.Eraimposiblequitarsedelacabezaqueloqueestábamos
contemplandoallíerauncadáver,yloscadáveresnuncaquedanbienaunqueelasesinoseempeñe,porque,inevitablemente,lapiezaprincipaldelaescena—eneste caso en concreto podríamos llamarla restos de señora rica entre joyas,sábanasdehilofinoybasura—tienelaextrañamaníadedevorarseasímismayfluirhaciaelexterior.Afortunadamente,esoaúnnolehabíaempezadoasucederalcuerpojuntoal
queacababadellegarlainspectorajefaAnaArén.Hubierasidounapena,pensó,queesasjoyascarísimasentraranencontactoconlaputrefacciónhumana.Alaproximarsea lavíctima,Anadetectóunolor familiar.Sunariz fuemás
rápida que su cerebro: orina y heces. Los esfínteres ya se habían destensado,dejandoescaparelcontenidodelauretraylosintestinos.Lacalefacción,puesta
a una temperatura exageradamente alta, aceleraba el proceso. «Nos vamos acocer en mierda», reflexionó, sin darse cuenta de la falta de respeto hacia lamujerqueyacíamuertaasuspies.Sehabíavueltomuycínica.Sumenteseguíaenmodosupervivencia.—Menudodíaparavolveraltrabajo,jefa.¿Esquetodosteníanquedecirlelomismo?¿Nohabíanadiediscretoenaquel
malditogrupo?«Sí;vuelvohoyatrabajar,¿yqué?».Oloquerealmenteleapetecíadecir:«Queosden».Demanerainconsciente,levantólamiradaybuscóaNorientrelamarabunta
deagentesquellenabanaquello.Perosucerebroenseguidacortocircuitólaidea.Norinoestabaallí.LainspectorajefaAnaArényanoteníaasuladoalmejorsubidetodalaPolicíaNacional,unhombrealqueleconfiaríasuvidasihicierafalta.—¿Qué, Ana? —insistió la voz—. Menudo día has escogido para volver.
Aunque,bueno,ya se sabe, si te trasladanahomicidios, te tocabailar con losmuertos.Ella lo miró achinando los ojos hasta que las comisuras se le llenaron de
arrugasfinasyfrágiles,comosinoacertaraaubicardeltodoaesapersonayasípudieraenfocarmejorelrastrodesumemoria.Enrealidad,Anasabíabienquiénera, pero su cuerpo aún se estaba preguntando cómo reaccionar ante aquelhombrequelamirabadesdesumetronoventaycincodealtura,clavándolelosojosporencimadeunasgafasdehipermétropequelehabíanresbaladohastalapuntadelanarizyquelehacíanpareceralgobizco.—Yon—contestó,alfin.Seconcentróenloqueteníaquedecir.Yhacer.Porfinhabíaconseguidodejar
de ser un cadáver emocional. Le había costado mucho esfuerzo, pero yacontrolaba casi todas sus reacciones. En lo de pensar, sin embargo, no habíamejoradomucho.Seguíateniendounaimagenpatéticadelarazahumana.Así,engeneral.Incluidodeellamisma.—Vaya,Yon.Ya era hora de que apareciera por aquí una cara conocida—
consiguióarticular.Varias palabras seguidas. Sin tacos. Sin ira. Iba por buen camino. Siempre
habíaqueridoutilizaresafrasedepelícula—«yaerahoradequeaparecieraporaquíunacaraconocida»—,ymientras lapronunciaba la imaginóensucabezaconlavozdeCharltonHeston.Quizánuncaencajaramejorensuvidacomoenesemomento,cuandovolvíaaenfrentarseacarasque losúltimosmeseshabíaborradodesumemoriaydesusganas.
—¿Quéhacesfueradellaboratorio?—lepreguntó.—Ya ves—el forense le alargó lamano, sin atreverse a intentar darle dos
besos—,lascosashancambiadomuchodesde…—¿Desdecuándo?¿Quédiríaparanoherirla?—.Desde…yasabes,Ana—Yonrectificóenelúltimoinstanteysoltólafrasedecarrerilla,comoelniñolistilloquerespondealapreguntadeunprofesor—,desdequeRuipérezsepusoalmandodelacentral.—Sí,seráeso—respondióella,sintiéndosemásincómodatodavía.Claro,seráeso.Desubicadaaún,Ananoalargólamanoparaestrecharlaque
letendíaél.Yonrecogiósubrazoylopegóalcuerpoconunatibiasensacióndederrota.
«¿Creesqueestáspreparadaparavolveraltrabajo?»,ibaapreguntarle,peronoseatrevió.—¿Cómoestás?—usó,encambio,demaneraneutra.—Ahoramismooliendoacadáverenunadesusprimerasfasespostmortem.
¿Meequivoco?—Veoque no has perdido tu instinto, inspectora jefa—contestó el forense,
aliviado de que la conversación tomara un cariz profesional y, por lo tanto,previsible.—Noesinstinto,esciencia,Yon.Anasesintiócómodaderepente,hablandodemaneramecánicadealgoque
noteníaqueverconella,sinoconlaciencia.Sabia,exactaybenditaciencia.—Primerafasedelrigormortis—continuó—.Losmúsculosmáspequeñosde
lavíctimahanempezadoyaaendurecerse.Peroaúnpodríamosmoverlaspartesdel cuerpo sin romperlas si aplicamos la suficiente fuerza. Yo diría que hanpasado menos de veinte horas del asesinato. ¿A quién se le ocurre matar aalguienenNochebuena?—¿Aalguienquesabíaqueyo ibaavolvera trabajarprecisamentehoy?—
aventuróAna, sorprendiéndosepor ese retazodehumornegroque se lehabíaescapadoporlaboca.24dediciembre.Unbuendíapararegresaratupuestodetrabajosinoquieres
encontrarte de golpe con la brigada entera, con compañeros que sabes quecuchichearán a tu espalda y que te mirarán —algunos con disimulo, otrosprocurando ostentosamente que te des cuenta—, tratando de descifrar cadapequeñogestoquehagas.24dediciembre.Esedíasoloestabande turno lospardillos,ycon lospardillosAnasecreyó
confuerzasparalidiar.
Unbuendíaparavolver.Anoserqueasesinenaalguienentuturno.Sobre todo si asesinan a ese alguien en concreto que yace tumbado entre
sábanas de algodón egipcio que comomínimo deben de tener mil quinientoshilosporpulgadacuadrada.Y,aúnpeor, si el asesinoha tenidoel tiempoy lapacienciadeprepararelcadáverdeesamaneraparaquienloencontrara.Laprensaseibaarelamerdegusto.ElcuerpodeMónicaSpinoza,duquesadeMedionaporvíavaginal—aunque
hay quien argumentaba que en la obtención de su ducado también habíaninfluidociertasprótesismamariasqueladamasehabíahechocolocarcasialaalturadelasamígdalas—,yacíaenelcentrodesuinmensahabitaciónsobreunasábanagigantescaquealguienhabíaextendidosindejarunasolaarruga.Estabadesnuda,aunqueporalguna razónelasesinohabíacubiertoconotra sábana laparte superior del cadáver, desde la cintura hasta la cabeza. Justo en esemomentounpardeagentesdelacientíficaestabanretirándola,dejandoalavistalatotalidaddelcuerpo.—Quizánosoportólavisióndeellamuerta—comentóAna,dandolavuelta
alrededordelcadáver.—¿Remordimientos?—reflexionóelforense.—Suelepasar,yasabes,cuandoalguiencierralosojosdelavíctimaolecubre
la cabeza es porque tiene remordimientos. Imagina que el cadáver le estámirando,culpándoleporhaberlomatado,ynolosoporta.—Oquizáestémandándonosunmensaje.Comoesto.—Anaseñalólaescena
quehabíadispuestoelasesino.Laduquesayacía rodeadapordoscírculoscasiperfectos.Elmáspróximoa
ella estaba formado por joyas queAna imaginó carísimas, aunque no sería laprimeravezqueunapijaricafuerademasiadotacaña—odemasiadopobreparasus estándares sociales— y, en vez de comprarse joyones de los buenos, secubriera con bisutería de relumbrón.Allí había larguísimos collares de perlas,anilloscuyousodebíadeprovocarparálisisenlosdedos,pendientesdetodoslostamañosycoloresyunpardetiaras—«¿Sediceasí,tiaras,oseráncoronas?»,sepreguntóAna—, puestas demanerameticulosa una justo sobre la cabeza y laotrabajo lospies.¿Unareinacoronada,ounareinaquehaperdido lacorona?¿Quéqueríadecirleselasesino?El segundo círculo que rodeaba a la duquesa era más inquietante. Basura.
Alguien había vaciado el contenido de varias bolsas de basura alrededor delcadáver. Cada uno de los objetos seguía una perfecta línea imaginaria que
encerraba a la víctima y a sus joyas. Pieles de varios tipos de fruta casitransparentes de tan finas. Un bote de detergente. Papeles arrancados de uncuaderno de anillas —y apenas garabateados— hechos una bola. Cápsulaschorreantes de café expreso. Un puerro podrido. Cuatro macarrones —enperfectafilaindia,comosiaguardaranparaentrarenalgúnsitio—todavíaconalgodesalsadetomateadheridaasusuperficie.Dosbotellinesdecerveza.Unbolígrafo.Ana dejó de anotar mentalmente el resto de los objetos. Nada le llamaba
especialmente laatención.Y,encualquiercaso, siempre tendría las fotografíasdelaescenadelcrimenpararecordardóndeestabacadacosa.—Tendremosquecomprobarsilabasuraesdelacasaosialguienlatrajode
fuera.¡AgenteBarriga!—gritó.—Sí, jefa, buenas tardes, jefa, bienvenida, jefa —se aturulló el oficial de
Policía.—Con un jefa voy servida, José. Pregunta al personal de la casa, porque
asumoqueestecasoplóntieneavariaspersonastrabajandoaquí,dequiénesestabasura,ydóndeyquiénlatiró.Cosaporcosa.Hastalascápsulasdecafé.Quierounalistadetallada.—Sí,jefa.Enseguida,jefa—asintióelagente,sindejardepensarenelasco
queledabatodoaquello—.Perdón,jefa.—Yya.Vete.Notemequedesmirandocomosiyofueraeloráculoquevaa
darrespuestaatuspreguntas.Anaaúnnolosabía,perohabíaescogidoelpeordíaparavolveratrabajar.—Losniños.Losniños.¡Losniñosdelaseñora!UnhombreconununiformegrisllegócorriendojuntoaAnayYon,perotuvo
que apoyarse en la pared antes de seguir hablando. Jadeaba. Tosió un par deveces. Se encogió llevándose lamano al costado derecho, como si tuviera unataque de flato. Levantó la cabeza, aún doblado sobre sí mismo, pero laspalabrasnolesalían.Inhalóunabocanadaeterna.Ycuandoeseaireporfinsaliódesuspulmones,
formóunafrase.—En lapiscina—vomitó, conunamiradavacíaqueAnanoentendióhasta
minutosmástarde—,estánenlapiscina,losniños.ManuelyConsuelo.
ELODIOIntentabaolvidarlo.Olvidar esa habitación pequeña y oscura desde la que se podían oler los
pecados,losdeseosylafrustracióndetodoslosvecinosdelbloque.Esa habitación a la que nunca llegaba el sol, encajada en los bajos de un
patiodeluceslargoyestrechoenelquesereconcentrabanlosvómitossonoros,culinariosymoralesde loshabitantesdel restodepisosque sealzabanhastacincuentametrosporencima.Esahabitaciónhúmeda.Condoscamas.Eseinfierno.Intentaba olvidarlo. Fingir que no pasó. Que su vida comenzó después de
todosesosaños.Y durante un tiempo lo consiguió. Logró enterrar ese tiempo en lo más
laberínticodesumemoria.Inaccesibleparalaconsciencia.Perollegóunmomentoenelqueelolvidonofuesuficiente.
3—Hayqueserimbécil,laverdad,hayqueserimbécil—resoplóAna,tiradaenelsuelo juntoalbordede lapiscina,empapada,mirandoatónitaelcuerpoqueacababadesacardelaguayque,poralgúntipodeextrañoinstinto,aúnacunabacon el brazo izquierdo—. Y encimame he tirado con el pocket. Joder.—Lotoqueteó.Pulsóvariasteclas.Loagitó.Lediogolpecitos.Peronada.Elwalkiesehabíaestropeado—.Ruipérezmevaamatar.Vuelvoalservicioy tardohoraymediaenempezaracargarmeelequipo.Miró a Yon, arrodillado a su lado, chorreando agua helada como ella,
lamiéndoseelclorode los labiosconcaradecircunstancias,sinsaberaúnquépensar de todo aquello. El enorme mechón de pelo con el que el forense setapabasiempre lacalva lecolgabacómicamentedel ladoderechode lacabezahastaelhombro,goteandocomounacortinadejardíntrasundiluvio.YaAnaleestallóunarisa inconteniblequeexpulsódesualmacon tantasganas—¡Dios,cuántotiempohabíapasadodesdequeserioporúltimavez!—queunamezcladeaguaymocosaliódespedidadesunarizatodavelocidad.Los restos de adrenalina los mantenían aún calientes, pero eso iba a durar
pocotiempomás.Teníanqueentrarencalorantesdepillarunahipotermia.—¿Quénaricesacabadepasar?Yonmiróelcuerpoqueteníajuntoasusrodillas.Lohabíanvestidocomoaun
chico,asíquededujoqueeraManuel.Unminutoantesesecuerpoeraunbultoboca abajo flotando en el agua y él, un rescatador desesperado que se habíatiradoalapiscinasinnisiquieraquitarseloszapatos,mientrasAna—ellahabíacorridomásrápido,seguíaestandoenformainclusodespuésdetantosmesesdebaja—nadabayadesesperadahaciaelotrodelosniños.HaciaConsuelo.Soloquenoeranniñosloqueacababandesacardeesapiscina.Oyeron a su espalda las pisadas fatigosas del guardia de seguridad
destrozandoazancadaselinmensocéspedpulcramentecortadoalmilímetroqueseextendíamásdecienmetros trasellos,hasta lamansión.«Seguroquees laprimera vez que lo cruza—pensó Ana—, seguro que la señora los obliga a
bordearlo.Este es un trofeo de exhibición, no un céspedpara ser vivido.Unaextensióninútildegozo».—¿Loven?—levantólavozantesdellegaradondeestabanellos—.Alguien
hatiradoaloschicosalapiscina.Pobrecitos.Loshevistoflotandobocaabajodesdelaventanadelacocinayporesocorríaavisarles.Esquehabíaidoallíaporalgoparalosnervios,nosabencómomeestáafectandotodoesto.Yal llegara su lado,hizoalgoquedejóaúnmásatónitosa lospolicías.El
hombre,queparecíacompungidodeverdad,cogiódelicadamenteaesosdos—¿cómollamarlos?,¿muñecos,maniquíes,monstruos?—cuerposdeplásticoqueaúnsosteníanensusbrazos,incapacesdereaccionar,AnayYon,lostumbóenelcéspedysequitóelabrigoparataparlos.—Alaseñoralehabríadadounsíncopesiloshubieravistoasí—explicó.—¿Quésíncope?—estallóAna,escupiendoalfríoairedediciembrerestosde
salivamezcladaconaguaycloro—.¿Quésíncope,eh?—Bueno—razonóelhombre,comosifueralomásnormaldelmundo—,ella
losqueríamucho.Claro.Llevabanenlacasamuchotiempo.Nohacíanadasinsusniños,sinsuManuelysinsuConsuelo.Nomedigaquenosonbonitos.—Acariciólentamentelalargamelenapelirrojadelachica,queyacíabocaarribasobre el césped—.Lamejor ropaespara ellos.Lamejor comida.Ponemos lamesaparalostrestodoslosdías,desayuno,comidaycena.Tienensuhabitaciónconsuscamasalladodeladelaseñora.Susbutacasenlasaladeproyeccióndelsótano.Ysustumbonasenlapiscina.—Aver,aver,aver…—lecortóAna,levantándoseconesfuerzoporelpeso
extra del agua que empapaba su ropa—. ¿Usted se da cuenta de que estáhablandodeunosmaniquíesenanos?—O de unos muñecos de tamaño gigantesco —apostilló el forense,
empezandoacaminarderegresoalamansión.Muñecasomaniquíes,loquenaricesfueraeso,perotanhiperrealistasqueno
sehabíandadocuenta—¿quiénibaaimaginaralgoasí?—deloqueenrealidadestabansacandodelaguahastaqueempezaronanadarconelloshaciaelbordede la piscina. Estaba oscuro, y el frío y la urgencia les habían agarrotado elsentido del tacto.Además,Consuelo yManuel pesaban lo que se supone quedebía pesar un niño de su edad. Y estaban recubiertos de una imitación casiperfecta de la piel humana. Incluso a plena luz del día no habíamotivos parasospechar que no eran seres vivos,más allá de la extraña quietud total de loscuerpos.—¡¡Ustedesconscientedequeestasdoscosasqueestán tumbadas sobreel
césped—Ana segiróparamirar lo absurdode la escenaquedejabanatrás—,esasdoscosasqueustedhatapadoparaquenoseenfríen,sondosmuñecosynodosniños!!¡¡Joder!!—gritó,tiritandomásderabiaquedefrío—.¡¡Quenoshahecho creer que había dos niños ahogándose en la piscina!! ¿Es que no se dacuenta?Él la miró, paralizado, sin entender. Y entonces Ana comprendió que ese
hombredeedadavanzada—yquedebíadesertantoguardiadeseguridad,comojardinero, comochófer, comoguardiánde los secretosde laduquesa—noeraconscientede loqueacababadesucederyqueporalgunaextraña razónhabíaasimiladoqueesosmuñecoseran,sinoniños,algocercanoaunosniños,unosseresalosquehabíaquecuidarporqueasílohacíalaseñora.Yenellahabíaqueconfiarplenamente. ¿Fue siemprede esamanera,o la extravaganciahabía idogerminando poco a poco en su cabeza hasta parecerle algo completamentenormal?La capacidadde adaptacióndel ser humano es tan extraordinaria quesolohacefaltatiempoparaquecualquiersituacióninsólitaseconviertaenlógicaaplastante.—¡Siyonoleshedichoaustedesquefueranloshijosdelaseñora!—intentó
excusarse—.Yonohedichohijos.¿Cómovoyadeciresabarbaridad?Sonsusniños.Asílosllamabaella.Misniños.¿Quiénloshabrátiradoahí?Sus niños. Dos maniquíes. Lo que pagaría la prensa del corazón por una
exclusivaasí.Peronosehabíafiltradonada.Tantagentedeservicioenlacasaynadielohabíacontado.Esoerafidelidad.Llegaron a la casa. Ana empezó a sentir el frío acuchillándole hasta los
huesos.—Anda, jefa, quítate esa ropayponte esto—dijounavozdemujer—,que
vasapillarunapulmonía.Ysolofaltaquejustoeldíaenquevuelvesatrabajartepongasmala.CharoDomínguezestabaahí.Depie.Sonriendo,oforzandolasonrisa,conel
brazototalmenteextendido,ofreciéndolealgomásquesuabrigo.Ladescolocóverla. Pero luego recordó que el comisario también la había trasladado ahomicidios,juntoconelrestodeagentesquemáscercadeAnahabíantrabajadoenlaresolucióndelcasoSlenderman.Osvaisconlaapestada.—Charo—balbuceópor la tiritonaque empezaba a sacudir su cuerpo, pero
tambiénporlaimpresióndevolveraverladespuésdetantotiempo—.Charo—repitió,extendiendolamanopararecibirelcalordelabrigodesuamiga.Perono tuvotiempodedecirnadamás.Dospersonasentraronenelamplio
recibidor de acceso a la vivienda. Y una de ellas era la última a la que Ana
hubieraqueridoencontrarse.Allíoencualquiersitio.—O sea, que te has tirado a la piscina para nada y, al final, solo hay un
cadáver, ¿no?Menuda vista de lince.—El propietario de la voz la miró concondescendenciadesdesuatalayadesuperioridadlaboral—.Ypensarás,bueno,mejor,solotengouncadáver.¿No?Benditainocencia,inspectorajefa.Tienesuncadáver rodeado de basura y joyas. Un cadáver de duquesa, nada menos.Duquesaviuda,conunahileradehijastrosyenemigosquellegaaMarteydalavuelta.Yconotrahileradeamantespoderososquenosvana tocarmucho loscojones.Yatedigosinosvanatocarloscojones.Conlotranquilosquehemosestadotodosestosmesesyesvolvertúyloslocossalendesusmadrigueras.Vaaserverdadquetienesunimánparalospsicópatas,AnaArén.Había llegado Ruipérez. Su jefe. El comisario en una escena del crimen.
Quiénlohubieradicho.YenNochebuena.En ese momento, Ana podría haberse replegado sobre sí misma. Podría
haberse encogido. Haber vuelto a la habitación en la que pasó tantos meses,acurrucarse bajo las sábanas, hacer de su cama una trinchera. Desaparecer.Borrarelmundo.Yborrarsedeél.Podría.Pero no. Ana encontró las fuerzas, y la inteligencia, y las ganas, para
contraatacar. Como en los viejos tiempos. Como si no hubiera pasado nada.Como si las sábanas, la cama y la habitación de su convalecencia pudieranborrarsedeunplumazo.—Puesnosoloeso,comisario.Nosolotengounimánparalospsicópatas,ala
vistaestá.—Extendióelbrazo,abarcando todoasualrededor—.Comopuedever, también sigo siendo bastante torpe. Mire, me he cargado el pocket,comisario,unapena.—Intentóponercaradecompungida—.Compruébeloustedmismo.Tome.—Ylelanzóatraiciónelwalkie-talkieempapadodeagua.Ruipérez reaccionóunadécimadesegundo tarde,peroenelúltimo instante
logróagarrarelcacharroporlaantenaantesdequecayeraalsueloysehicierapedazos,evitandoquedarenevidenciaantevariosdesussubordinados.Eneseinstante, elwalkie de Ana se había convertido en la encarnación física de surabia.Ysujefenopodíadejarlaestallar.—¿Melovaaquitardelsueldo?—leretóella.—Loque voy a hacer es lanzarte a los leones comono resuelvas este caso
enseguida.Yoquetúempezaríainvestigandoentupropioentorno.Tusamigosytufamilia,yasabes.Igualelculpablevuelveaestarahí.
Sonrió como una hiena hambrienta ante un moribundo. Y lanzó elwalkie-talkiehaciaAna,quefueincapazdereaccionar,todaellaparalizadaanteloqueacababadeescuchar.¿Deverdadlehabíadichoeso?Noexistelímiteparaelodio.Sinunbrazoquelobuscaraniunamanoqueloagarrara,elcomunicadorcayó
inevitablemente, estrellándose contra el suelo de mármol. Diminutos trozosnegrosyverdessalieronvolandoentodasdirecciones.—Total, para lo que servía… —Ana miró el destrozo, encogiéndose de
hombros.YlevantólavistahaciaRuipérez.Intentóreaccionarcondignidad—.Simeperdona,comisario,voyacambiarme.Despuésdelbañoquemeacabodedar,necesitoponerme ropaseca.Algunos—escupió lapalabra—tenemosqueseguirtrabajandoenelcaso.Cada uno de nosotros necesitamos de vez en cuando una trinchera para
resguardarnosyrecuperarfuerzasantesdevolveraenfrentarnosalenemigo.Lade Ana, en ese momento, fue un ostentoso cuarto de baño para las visitas,completamente forrado en mármol, con toallas colocadas de manera tanimpecable que parecían una impresión perfecta en tres dimensiones. Un olordensoempapabaelambiente.—Laduquesanosolosepasabaconlas joyas.Tambiénconelambientador.
—Charolahabíaseguido,cerrandolapuertatrasellas—.Toma,meteturopaenestasbolsasporsilacientíficaquiereexaminarla.Nocreoquellevespegadaahíningunaprueba, peronunca se sabe.ConRuipérez encimadel caso te puedenabrirunexpedienteporcualquiercosa.Pontemiabrigoyestospatucosdepapel.Másnopuedoofrecerte.Almenosnoirásdescalza.—Voyaestarridícula.—Peroseca.—Seca,sí.Seca.Gracias,Charo.—Bajólavista.Demomentonohacíafalta
decirnadamás.Yatendríantiempo.Anautilizócomoalfombrillaunadelasbolsasderecogidadeevidenciasque
le tendió su compañera. En las otras fue depositando su ropa con cuidado.Doblarprendasempapadaseraabsurdoydifícil,peroseesmeróenlatareacomosifuerasuúnicoobjetivoacortoplazo,porqueaveceslamaneradenoahogarseesmantener la concentraciónenpequeñas tareasmecánicas—comosinuestravidadependieradeplancharesacamisa,deordenarlahabitaciónodealiñaresaensalada—yolvidartodolodemás.Sedeshizodelpesadojerseynegrodelana.Delasbotas,loscalcetinesylospantalones.Doblótambiénlacamisetablancade tirantes.Sedesprendióde toda la ropaempapada.Menosde lasbragas.Un
súbitoaccesodepudorleimpidióquitárselas.¿Ysiellaboratorioprocesabaesasbolsas?Noqueríaquesuropainterioracabarapasandodemanoenmano.—Tenemosquehablar.—Charorompióelsilencio.—Ahorano.—No. Ahora no. Claro —asintió la oficial de Policía, con cierta pena—.
Claro.Anasepusoelabrigosobresupielhúmeda.Noquisousarlastoallasdelbaño
parasecarse.Estabanenlaescenadeuncrimen,yaunqueerapocoprobablequeel asesino hubiera pasado por esa estancia, ella seguía siendo una policíametódica. Cogió las bolsas con su ropa dentro y salió a dejarlas en el jardín,juntoal restode laspruebas.Alvolver a entrar en lavivienda, la abofeteóunmuro abrasador. Dio entonces gracias a las bragas aúnmojadas y frías y portenerlaspiernasalaire.—¿Quéeseso?Señalóunmontóndecajasdedistintostamaños,apiladasenunrincóndela
entradadeservicio.—Paquetes para devolver —le contestó Charo—. Al parecer, la señora
duquesa era adicta a las compras por internet. Llegan un par de decenas a lasemana, según el servicio. Casi todo ropa. Pero también electrodomésticos otecnología.—¿Ropa? Yo no me atrevo. ¿Cómo sabes que te queda bien? ¿Cómo te
arriesgasacompraralgosinprobártelo?—Al final, acabas teniendo buen ojo, como si desarrollaras una especie de
instinto para proyectar en tu cuerpo lo que ves en fotos sobre unamodelo.Ysiempre lopuedesretornar.Elserviciomehacontadoque laduquesadevolvíamuchasdelascompras.Alparecer,eraalérgicaalastiendas,menoscuandoleinteresabadejarsever,poralgúnincidentequetuvoconlospaparazzi,ytodolocomprabaonline.Ayermismolesllegóunanevera.Yunavezcompróunperro,un perro vivo que llegó bien empaquetado dentro de una jaula especial.Imagínate.—Unamaníamás—lainterrumpióAna.—Unamaníamás,sí.Comoesosmuñecoshorripilantesquehabéisrescatado
delapiscina.¿Quémentepuededesarrollarlafantasíadequesonniñosrealesoalmenosdetratarloscomotal?—Puesnolosé.Porcierto,noteolvidesdepedirquesellevenalabaselos
paquetesquehemosvistopreparadosparadevolver.Noquieroquesalganadadeestacasasinquepasepormisupervisión.Yquierotambiénunalistadetodolo
quehabíacompradoen,digamos,losúltimosseismeses.Quemelapreparenlosinformáticos en cuanto reciban el ordenador y el móvil de la víctima. ¿Teníatableta?—Lopregunto.VolvieronalahabitacióndondeyacíaelcadáverdeladuquesadeMediona.—¿Posiblecausadelamuerte?Yonibainclusomásridículoqueella.Vestidoconelmonodepapelquelos
policíasusabanparanocontaminarlaescenadeuncrimen.Comoeltejidoeraalgotransparente—lohabíandiseñadoparanodejarescaparnadaalexterior,noparacubrirlaspartesíntimas—,sehabíapuestodebajounacamisetainteriordetirantes modelo abuelete que debía de haber pedido prestada a alguno de lospolicíasqueandabanporahí.Elbóxer,decoloramarillolimón,parecíarefulgirbajolatelablanca,atrayendoinevitablementelasmiradas.—¿Quiéntehadejadoesoscalzoncillos?—Charosonrió.—Ni se teocurra reírte. ¿Quién te creesqueme loshadejado?Nadie.Una
camiseta interior prestada aún la soporto, que uno ya tiene una edad y unaincipientetripaquetapar,peronomehagasusarloscalzoncillosdeotrohombre.¿Quiéntecreesquesoy?¡Puaj!—Torciólaboca—.Mehatenidoquepasarestojustoeldíaenquemepongo losdecolor fosforito.Esomepasaporcomprarpaquetes rebajados de marcas caras. Siempre te cuelan alguno de colorimposible.—Vosotros. No os lieis —les cortó Ana—. Ya hablaréis de ropa interior
cuandosalgamosdeaquí.Causadelamuerte,tehabíapreguntado,Yon.—Hoynomehe traído laboladecristal,Ana.Peroapostaríapor laasfixia.
Miraloslabiosylanariz,cianóticos.Nohaymarcasenelcuelloqueindiquenalgúntipodepresiónexternaqueimpidieraelpasodelaireporlatráquea.Quizálehicieron tragaralgo.—Palpócon losdedoselcuellode lavíctimaysonrió.Habíaacertado—.Mira,Ana,ponlamanoaquí.Notaesto.—¿Quées?—Unobjetoqueleestáobstruyendolatráquea.Algoduro.Puntiagudo.Ocon
unapuntaredondeada.¿Lonotas?—Anaasintió—.Meextrañaquenolehayaperforadoelconductorespiratorio.Loveréenlaautopsia.—¡Jefa!—gritóelagenteBarriga,decuclillasenelsuelo,juntoalacamade
laduquesa—,venamiraresto.—¿Quéhay?—Anaseacercóhastaallíysepusotambiéndecuclillas.—Mira—señalóbajolacama.—Unaalfombra.Noveonadamás.
—Fíjate.Espera,queconlalinternasevemejor.Voyaencenderla.YentoncesAnasediocuentatambién.—Grandecomounapersona—ledijoasusubordinado.—Efectivamente,grandecomounapersona.Lamullidaalfombraqueladuquesateníabajolacamaestabacompletamente
apelmazadaentodalazonacentral.Alguiensehabíaescondidohacíapocoahíabajo.Unbuenrato.—Llévalaaanalizar.Prioridadabsoluta.Minutosdespuéssalieronalfríoairedediciembre.Unaliviotraselasfixiante
calordelacasa.Ananotóunabrisaheladasubiéndoleporlaspiernasdesnudasmientras caminaba hacia el coche.Ruipérez, que charlaba junto a un seto conalguienqueellanoconocía,nopudoevitarsorprendersealverlaasí.Labarrióconlamirada.—Relájese, jefe —Ana miró a los ojos a su superior, parándose por un
momentoasulado—,queyalehedichoqueyonotrabajosumercado.Mevanmás los demi edad. Pero le avanzo una cosa, si ahora tuviera sesenta años yquisieraaalguienquemecalentara lospies, tampoco le llamaríaausted.Contodomirespeto,jefe.Contodomirespeto.Ysegiróparaseguircaminandohacialasalidadelinmensojardín.—Ana,quémalahostiatienes—lesusurróCharo—.Ycómomegusta.Lasdosmujeressemiraronconcomplicidad.YAnasediocuentadequele
sentababien.Iratrabajar.Relacionarse.Establecercontactoconotraspersonas.Quizáibasiendohoradevolveraempezaraconfiardenuevoenelserhumano.Oencualquiercaso,enalgunospocossereshumanosmuyconcretos.Inés.¿Quéserádeella?¿Cómoestaríasiendosuvidaenlacárcel?ElpensamientollegótandolorosamentequeAnasintióganasdevomitar.
4INÉS
Unonunca se acostumbra a estar enun sitio así. Pero sobrevive.No le quedamásremedio.Oeso,omuere.Olematan,quetambiénentraenloslímitesdeloposibledentrodeuncentropenitenciario.Perosinitemueresnitematan,laúnicaopciónquetequedaenlacárceles
tiraradelante.Inésaprendióenseguidaqueeltrucomásútil—porlomenoslosprimerosmeses,hastaqueempezóaresignarseasudestino—erapensaracortoplazo. A muy corto plazo, de hecho, como si solo fuera a seguir viva lospróximos quince minutos de su vida, y más allá de ese límite la realidad sedifuminara tanto que quizá ni siquiera pudiera llegar a existir. Aprendió quetenía que contar el tiempo como un alcohólico, resistiendo sobrio el siguientecuartodehora.Soloeso.Puedeshacerlo.Sonúnicamentequinceminutos.Nadamás.Te despiertas por la mañana. Te despiertan. Afortunadamente, has dormido
todalanochedeltirón.Esoesqueteestásacostumbrandoalacárcel.Nopuedespensarquetequedanaúndieciséishoraspordelante,hastaquete
dejenvolveratumbarteenlacamadenuevoeintentarnosalirdeallíconalgunapesadilla.Tucabezaseconcentraenlamecánicadelarutinainmediata.Ponertelaszapatillasyunachaquetadelana—ahoraesinviernoyhacefrío.Saludar, gruñir o callarte, dependiendo de quién tengas de compañera de
celda.Echarelprimerpisdeldía—enrealidad,lomásdurodelavidaenlacárceles
socializartodasesaspequeñascosasqueanteshacíasenlaintimidad,comoiralbaño,ducharteoverlatelevisión.Cepillartelosdientes,másquenadapormantenerelhábito,asegurándote,eso
sí,dequeloquehaydentrodeltuboespastadedientes—esalgoqueaprendeslosprimerosdíasdetuvidaenlacárcel:nocomas,teuntesoteacerquesnadaaningúnrincóndetucuerposinasegurarteantesdequeesloquecreesquees.Echarteunbuenchorrodeaguafríaen lacara,paraestar lúcidaydespierta
desdeelprimermomento,porqueaquínuncasesabe.Recogerte el pelo en una coleta, esmejor tener la vista despejada a ambos
lados,paravervenirloquepuedapasar.Acordartedelavidaquedejastefuera.Mierda,no,esono.Yatehavueltoapasar.En cuanto Inés se desconcentra y deja de prestar atención a las pequeñas
rutinas del día, se viene abajo. «No puedes pensar en la vida fuera de estosmuros—serepite—.Tuvidaestáaquí.Ahora.Dentro.Sipiensasenloquehayfuera,tehundes».Vuelvealamecánica.Laducha.Elrecuento.Eldesayuno.AsísontodoslosdíasdeInés.Exactamenteiguales.Inclusoconlascartasde
admiradores que han llegado a centenares desde su detención.Al principio lehacía ilusión leerlas, peropronto se dio cuenta de que todas eran iguales—elbando de los que la odiaban y el bando de los que la adoraban—y quemuypocas personas eran capaces de esbozar un pensamiento original. Aun así, lareconfortaba que la gente creyera en su inocencia. Al principio las cartasrompían la rutina de la cárcel, que podía parecer desesperante, pero a decirverdadteníaalgodemanejable.Siempresabesloquevaapasar.Esaesunadelascausasdelaansiedad,¿no?Eltemoralfuturo.Asíqueallí,nadadeeso.Elfuturoenlacárcelyasesabecuáles.Elmismoqueelpresente,almenos,porunoscuantosaños,hastaquecumplastucondena.Sinotematanantes,claro.YconInéslohabíanintentadoya.Unpardeveces,comomínimo.Nohaynadapeorenunacárceldemujeresquelaasesinadeunniño.Peroa losdearriba,pensabaella, lesconveníaquesiguieraviva.Almenos,
hastaeljuicio.Oaesaesperanzaseagarraba.
5Elnuevopresentador estrellade la cadena silba cuandoentra al camerino.Nomucho, ni siquiera unamelodía entera. Silba lo justo, apenas una veintena denotas,paraatraeralabuenasuerte.Lohizoeldíadelestrenodesuespaciodehumor—porfinteníaunprogramaparaélsolo—ylaaudienciasedisparóhastarozarelveinteporcientodeshare.Alprincipiocreyóqueeraporlospantalones,porque esa noche su estilista se había arriesgado con un modelo que llevabatrozos de varias camisas cosidos a lo largo de la pernera. Contó un par decuellos,trespuñosydosbolsillosestratégicamentecolocadosenlatelavaquera.—Susana—lepreguntó—,¿realmentevesestocomolookparaunprograma
político?—Hombre—contestóellaenplanvamosnofastidies—,túhacesunprograma
dehumor.—¡Eh! —se quejó él—. ¡Un programa de humor inteligente! Tengo que
pareceruntiposerio.Lagentesetienequereírdeloquedigo,nodemispintas.—Tú estarías cañón incluso con un vestido silueta —le contestó Susana,
intentando encauzar la conversación—, estos pantalones son tendencia, ya loverás,meloshandejadodelshowroomdeVelázquez,unanuevadiseñadoraquelovaapetar, te lodigoyo,ycarísimos,queyonotevistocontrapillos,ya losabes,lospondráalaventaasetecientoseuros.TodostevanaimitaryenunassemanasAmancio sacaráuna copia e inundará las calles convaqueros así.Túhabrássidoelgurú,eltrendsetter.Sí.Todoeso lo soltó laestilista sin respirar.Yelnuevopresentadorestrella
soloentendiólamitaddeloquedecía,asíquemiróalasastra.Begoteníamuybuen ojo.Ymuybuen gusto.Muchas veces se giraba hacia ella con disimuloparaqueledierasuopinióndeloquelehabíanpuesto.SiBegoponíacaradeasco, él buscaba cualquier excusa para deshacerse de ese estilismo. Pero sisonreía…EsanocheBegosonrió.Yélsepusolospantalones.Se los puso antemillones de espectadores, porque resultó que una de cada
cinco personas que estaban delante de la tele escogieron Punto en boca. Elprograma. Su programa. Él. Le escogieron a él. Y en horario de máximaaudiencia. Lo que había estado buscando toda su vida. El colaborador, elsecundario,elinvisibleseconvertíaenestrella.Era un hombre meticuloso. Gafe no, eso no, eso lo dejaba para las almas
incultasquecreíanen las supersticiones,élpreferíausarel términopuntilloso.Perfeccionista.Minucioso.Asídirigíasuvidayasíibaadirigireléxitoqueporfin le llegabatras tanto tiempopeleandoporél.Llevabaveinteañosenla tele,pero siempre relegado tras los presentadores estrella, siempre secundario,agarrado a un corcho, aguantando a flote pendiente de un mal dato o de ladecisión de un directivo, temiendo que el teléfono dejara de sonar y losseguidoresenInstagramfuerancayendoyyanotereconocieranporlacalleyyanotesonrieracómplicelacajeradelsupermercado,yyanotellegaradevezencuandoelregalitodealgunamarcaderopaocosméticos.Volvertetransparenteparalosdesconocidos.Peroporfinhabíaentradoenelclubdeloselegidos.Yyanoqueríasalirde
allí.Lospantalones.Exigió a Susana continuar con esa marca. Le pidió los mismos pantalones
—«Quieroexactamentelosmismos,quesiganoliendoamí»—queeldíadesugranéxito.Laaudienciamarcóundiecisieteconcuatro.Undatoextraordinario,peroquepara el portador del egoyano era suficiente—cuandohas tenido lagloriaentusmanos,sersegundoespeorquellegarsiempreelúltimo,porqueaserelúltimoteacabasacostumbrando.Entoncesseacordódelsilbido.La noche del éxito había silbado entrando en el camerino —su primer
camerino—.Eraunamelodíapegadizaqueoyóporlospasillosenelsoniquetemetálicodealgúnteléfonomóvil.¿Ysieraeso?Probó.Undiecinueveconcinco.Serepetíaeltriunfo.Y por eso, desde entonces, silba. Especialmente esa tarde, porque para
celebrarunañodeéxitolacadenahabíadecididoemitirendirectoelprogramaespecialdeNochebuena.EsesilbidoeselqueoyóJavierNori,antesinclusodeque el nuevo presentador estrella empezara a girar la manecilla de la puerta.Aunque,porsupuesto,élyalosabía.Losabíatodo.—¡Nori!—sesorprendióelnuevopresentadorestrelladelacadenacuandolo
viocómodamentesentadoenelsofárojoqueocupabatodoelespaciobajouna
enormeventana,justofrentealapuerta—.¿Quéhacesaquí,enmicamerino?—¿Y tú qué haces llegando tan tarde?Estabas citado en estilismohace dos
horas.YahanvenidoSusanayBegoñaabuscarteunpardeveces.Elpresentadorestrellalomiróconcaradeasco.—Terepito,¿quéhacesaquí,enmicamerino?—Puesmira,quenoqueríapasarlaNochebuenaenfamiliaymehevenidoun
ratocontigoalatele—ironizó,cruzándosedebrazos—.¿Túquécrees,Pachón?—Tediríaquetehaspeleadocontumujer,peronosénisiquierasilatienes.
¿Sabes?CreoqueeresdelosquepasalaNavidadencasacomiendopizzafrentea un ordenador. ¡Ah, no! —Sonrió irónicamente—. Que tú eres un runnerhealthy,¿sediceasí,verdad?,aunquenosésiereslosuficientementemodernoparaeso.SeráquetantosañosconeluniformedePolicía tehanhechoolvidarcómovisteunapersonanormal.Ignacio Pachón, nombre artístico del nuevo presentador estrella, fue
caminando hacia el hombre que había osado entrar en su camerino sin supermiso,perolohizocomosinoleimportaralomásmínimo.Sinopuedesconel enemigo, finge que te la trae al pairo. Llegó hasta una mesa de escritoriopegada a la pared, colocada justo bajo un gran espejo para que las estrellaspudieran admirarse desde cualquier ángulo.Allí reposaba su comida. Levantótranquilamente la tapa de la bandeja sin dejar demirar al intruso, aunque esavisita,enesedíayaesashoras,nopodíasignificarnadabueno.—Otravezensaladaypolloalaplancha.Eldirectordelprogramahavueltoa
sobornara losdelcomedor,seguro,sino,no loentiendo.—Forzóunasonrisaparaseguiraparentandonormalidad.—Quizáesquetudirector—lerespondióNorisinperderlacalma—sabeque
tepasaslatardeechandomonedasenlamáquinaexpendedoradechocolatinasyponiéndotemoradoaazúcares,hidratosygrasaspoliinsaturadas.¿Quétalvatucolesterol?Porqueenelúltimoanálisisloteníasporlasnubes.—Oye,pero…—empezóaprotestarél,indignadoanteaquellaintromisiónen
suvidaprivada.—Pero no—cortó en secoNori—, no vengo a hablar de cómo te saltas la
dieta,porquenoesmicometidoyporque, laverdad,medaigualdóndemetastodaesagrasaquetezampas.Noentiendocómopuedesestartandelgado.Peronohevenidoaverteporeso,sinoahablardeMónicaSpinoza.Elpresentadorestrellatitubeó.—¿Esquealgunarevista—consiguióporfindecir—vaasacaralgo?—¿Algocomoqué?—TantosañosdeexperienciaenlaPolicíahabíanhecho
deNoriunexcelenteinterrogador.Nuncadesvelestuscartas.Quenuncasepanhastadóndellegasohastadóndesabes.Vedándolescuerdaparaqueseahorquenellossolos.—Yasabes.—No.Nosé.—Eso.—Eso,¿qué?—Joder,Nori,queyanoestásen laPolicía.Quesesuponequeestásdemi
parte.Así le gustaban a él. Perdiendo los nervios. Bajando las barreras que les
permitíanmentir.Vulnerables.—¿Dóndehaspasadolanoche?—¿Tecreesqueleestoyponiendoloscuernosamimujer?—pronunció,con
algoqueaNorileparecióindignaciónfingida.—Sisolofueraeso—contestóelexpolicía,tensandomáslacuerda.—Venga, colega—rio nerviosamente el presentador—, deja para las series
policíacasesapregunta,queparecequehayanmatadoaalguien.Tío,quetengoprograma en un par de horas, la primera vez que lo hacemos en directo, y aldirectornolevaagustarnadaquevengasaponermenerviosocontonterías.—Contonterías.—Oye, te juro que he sidomuy cuidadoso conMónica.Venga, colega, que
tengoesposa,que,comoestosalga,secarganmivida,quepresentounprogramapolítico, de humor pero político, no uno de cotilleos. Que esto no me loperdonan.Tienesqueayudarme.Seguroquesepuedencompraresasfotos.¿No?Por aquí todo el mundo cuenta historias de presentadores que han compradofotografíasparaconseguirquesigaocultoloquenoquierenquesalgaalaluz.Deellosodealgúnfamiliar.Podemoshacerunaoferta,¿no?¿Tehandadoalgúnprecio?Dime.Dimecuáles.Nori le sostuvo la mirada, con amabilidad, simulando incluso estar
aguantándoseunasonrisa.Echabademenosderrotaraundelincuente.Loquehubieradisfrutadoconestetipoalotroladodeunamesadeinterrogatorios.Perono podía olvidar que estaba de su lado, trabajaba para él. Bueno, para serexactos,trabajabaparalacadena.Y,demomento,IgnacioPachónformabapartedeella.—¿Precio…dequé?—lecontestó,recalcandocontodalaintenciónese«de
qué»—.¿Quésesuponequemehantenidoquedar?—siguió,trasunoseternossegundosensilencio,conlacaramásseriaquefuecapazdecomponer.
Elpresentadorestrellanosuposielnuevodirectordetecnologíayseguridaddelacadenaestabatomándoleelpelo,siqueríahacerlesufrirosirealmentelehabíatendidounatrampaparaqueconfesarasurelaciónconladuquesa.Lo cierto era que Javier Nori sabía más de él —sabía más de todos los
presentadoresdelacadena—quesushermanas,noviasyesposas.Másquelossacerdotes ante los que un par de ellos aún se confesaban.Más que lo que lamayoríaseatrevíaareconocerseasímismos.MásinclusoquelosinspectoresdeHaciendaquehabíanestadohurgandoensusvidasunosmesesantes.Norihabíaido uniendo las piezas del puzle de cada uno de ellosmetiéndose hasta en elúltimorincóndesusvidas.Era laúnicamaneradeprotegeraesosocultadoresprofesionales.¿Nodeltodolegal?Sí.Peroélpreferíairsobreseguro.Lehabíanencargado
la seguridad técnica virtual y humana de la cadena. Y eso abarcaba desde laemisión de la señal del canal de televisión hasta la integridad de lospresentadores.Casiacualquierprecioyconcartablanca.Cuandolecontrataron,elhastaentoncessubinspectordePolicíaJavierNoridedujoenseguidaqueese«casi»sereferíanoalabarreradelolegal,sinoaesaotralíneamásdifusadeloverdaderamente criminal. Espiar los móviles y las cuentas de correo de susprotegidosentraba,creíaél,dentrodesusatribuciones.Ademásdeotrasvariascosas.Llamaron a la puerta. Quien fuera entró sin preguntar, sin que le hubieran
dadopermiso.—¿Quépasaaquí?—Eraeldirectordelprograma.—Nada.Noriselevantódespacio,comosilohubieraestadohaciendodesdeantesdela
interrupción, como si hubiera estado yéndose desde hacía un rato y esa visitaimprevistafueraunalivioparaterminardemarcharse;aunqueloquepensó—peronopodíadejarquesenotara—eraquelehabíanjodidoladiversión.—Repasábamoslaspautasparaelprogramadeestanoche.Losdirectoshay
quecuidarlosdemaneraespecial,nonospodemosarriesgaranada,¿verdad?Elresponsabledetecnologíayseguridadmiróalpresentadorconungestoque
eldirectordelprogramanosupointerpretar.Pasabaalgo,pensóeldirector,perono estaba seguro de qué era. Haría que despidieran a ese expolicía si habíapuestonerviosaasuestrella.Esanochese jugabanmucho.El trabajodeaños.Sucredibilidad.Sucarrera.Nuncasehabíaenfrentadoaunprogramaendirecto,élerahombredechistesgrabados,dondepodíaspararantecualquierdificultad,ante un plano que no te convencía, ante un presentador que titubeaba, ante
alguiendelpúblicoalque leentrabaunataquede tos.Peroesanocheno.Esanoche,todo—lobuenoylomalo—seibaaverenesostelevisorescadavezmásgrandesquelagenteteníaensuscasas.Yél—noloreconoceríanunca—estabamuertodemiedo.Nopodíapermitirqueelpresentadortitubearalomásmínimo.ErasugranespecialdeNochebuena.LaprimeravezquelacadenaapostabaporalgodiferentealastradicionalesgalasdeNavidadconpresentadoresvestidosdetiroslargosyunaactuaciónmusicaltrasotra.—Enfin,queesNochebuenayosvoyaverdesdecasa,amigos.—Sevolvió
haciaellosantesdecerrarlapuertadeltodo—.Porcierto,enhorabuena,mehandicho que el gran jefe ha adelantado la cena familiar para veros sininterrupciones.—Noriaúnsabíacómodarunbuenpuñetazomoral justoantesdesalirdeescena—.Queosvayabien.Sieldirectorsupieratodoloqueélsabíadelnuevopresentadorestrelladela
cadena, seguro que no le regalaba los oídos como Nori imaginó qué estaríahaciendoenesemomento,aunqueaIgnacioPachónnohacíafaltalevantarlelamoralcomoaotrospresentadores—ánimo,ereselmejor,lesvamosadar,estunoche,eresgrande,salacomértelos—.Oquizásí.Alfinyalcabo,eseerasutrabajo,quesupresentadorsalieraalplatóconelegoporlasnubes,acomerseelmundo.Antesdellegaralcoche,elmóvillevibróenelbolsillo.Suteléfonopersonal.
¿QuiénlellamaríaaesashorasenNochebuena?Se sorprendió cuando vio el número en pantalla. Había perdido ya toda
esperanza. Había dejado por imposible comunicarse con ella. Era Ana. Seismesesdespués,unadesusmejoresamigas,ademásdementorayantigua jefa,queríahablarconél.Peroenesemomentoélyanoestabatansegurodequererhablarconella.
6LaduquesadeMedionanuncaquisoasumarido.Nuncaquiso,enel fondo,aninguno de los tres maridos que tuvo. Se casaba por puro instinto desupervivencia, agarrada con los dientes al escalón de la pirámide social quehabía logrado ascender cada vez. El ducado fue su último logro, la últimavenganzacontrasupropiahistoriapersonal.—Mira, aquí hay algo, espera.—El forense retorció la pinza a través de la
bocadelcadáver.Yonintentabasacarunobjetodelafaringe,hurgandoconunaslargasyfinas
pinzasmetálicas. Por alguna extraña razón, su cara se contrajo en unamueca,comosielcerebronopudieraconcentrarseenunasoladelaspartesylaordende hacer fuerza se irradiara hacia varios extremos del cuerpo, sobre todo, einexplicablemente,hacialacara.Trasforcejearunpardeminutos,coloradoporelesfuerzo,Yonganólabatallayenseñótriunfalelbotín.—Aquílotienes.Mira.—¿Qué es? —preguntó Ana, inclinándose hacia el extremo de las largas
pinzasqueelforensesosteníaensumanoderecha.—¿Nolosabes?Fíjatebien.Seguroquelohasusadomásdeunavez.—Hombre,así,llenoderestoscorporalesdeuncadáver,norecuerdohaberlo
utilizadonunca—bromeóAna.La inspectora jefa seguía examinando fijamente la pieza cuadrada, de color
crudo,bordesredondeadosyhuecaenunadesuscaras,quesosteníaelforense.Parecía un dado al que hubieran aplastado hasta casi quitarle la terceradimensión.—¿Scrabble?—aventuró.Ylediounvuelcoelcorazón.Cuántosrecuerdos.—Efectivamente,jefa.Scrabble.Laduquesateníaincrustadaenelcuellouna
piezadeljuegodepalabrascruzadasmásfamosodelmundo.—En los tiempos analógicos, dirás. El juego de palabras más famoso del
mundoennuestrajuventud.Admítelo,querido,yatenemosunaedad.—Sí,esverdad.Avecesmeolvidodequeelmundosigueevolucionando.—
GirólaspinzashastaquecolocófrentealosojosdeAnaunadelasdoscaras—.Mira,¿vesloqueestágrabadoenlacarasuperiordelapieza?Brillantes trazas granates de sangre coagulada, con pequeños grumos
aleatorios, tejíanunextrañocuadroposimpresionista sobre lapieza.Unpardehebrasmás gruesas y de un tono rosa pálido se habían quedado colgando dealgunapequeñaimperfeccióndelplástico,comohilosatrapadosenuntrozodevelcro. Ana imaginó que eran restos de músculo, o incluso de las cuerdasvocales,arrancadaseneltortuosocaminodelafichafaringeabajo.—Espera,quelalimpiounpoco.Yonusóunpequeñobastoncilloparareseguirlahondonadaenbajorrelieve.Y
ahíestaba.—LaletraE—dijoAna.—LaletraE.Encalladaentrelafaringeyelesófago.Ynocreoquellegaraallí
porpropiavoluntaddelavíctima,claro.Era fácil detectar cuándo Yon usaba la ironía porque su cuerpo tenía un
chivato: la ceja derecha, que se alzaba automáticamente, disparada como unaflechahaciaelnacimientodelpelo.—Alguien se la hizo tragar—aclaró, aunque no hubiera hecho falta que lo
dijese.—¿Yesoleprovocólamuerteporasfixia?—Dolorosaylenta.Lapiezaestabaladeada.Dejabaentrarysalirunpocode
aire cada vez. Pero muy poco. La duquesa inhalaba oxígeno, aunque no elsuficiente para seguir viviendo a largo plazo. Y por largo plazo quiero decirquinceoveinteminutos.Detodasmaneras,quizámurióantes.Debiódeentrarenpánicoaldarse cuenta de lo que estaba pasando, y eso hizo que su cuerpoconsumieramásoxígeno.Unoxígenoquenotenía.—Mientras su asesino lamiraba. ¿Cómo logró controlarla? ¿La ató?—Ana
iba caminando alrededor del cuerpo, observando atentamente el cadáver,buscandomarcas,indiciosenlapiel,cualquierseñalquedelataraqueahíhabíapasadoalgoextraño.—Nohevistomarcasdesujeción—contestóelforense,dándosecuentadelo
que estaba buscando la inspectora jefa—. No hay moratones ni señales queindiquenquesuasesinoestabasujetándolaniantesnidespuésdemuerta.—Tampocohabíanadarotoenlahabitación,nadaqueindicaraqueallíhubo
unapelea.—Laduquesa tardóvariosminutosenperder laconsciencia.Alguienquese
asfixiabuscadesesperadamenteayuda,corre,semueve,golpeacosas.¿Porqué
nadieoyóruidoenlacasa?—Quizáporquenohuboruido,porquenopidióayuda.—Puedequepensaraqueibaasalvarse.Lapiezanointerrumpíadel todoel
flujodeaire.Quizásuasesinolepidióqueestuvieraquietayellacreyóqueasíleperdonaríalavida.—Puedequelaestuvieranapuntandoconunapistola.—Te puedo asegurar —le contestó el forense— que, aunque tuviera una
metralleta pegada a la sien, en esemomento esa armano existía paraMónicaSpinoza.—¿Aquéterefieres?—Ananoloentendía.Unapistolaenlacabezasiempre
esunapistolaenlacabeza.—Mira,Ana—siguiócontándoleYon—,elcuerpointentasobreviviralprecio
quesea.Daigualelmiedo.Elinstintodesupervivenciavaporlibre.Todoslosseresvivos soloquierendoscosas: sobreviviry reproducirse.Si laduquesa seestabaahogando,loúnicoqueleimportabaeraesaprimeraamenazaasuvida,lo único que quería era volver a respirar. El resto del mundo no existe. Nisiquieraunapistolaenlasien.Soloimportaeloxígenoquetefalta.ElestruendodelamelodíadellamadadelmóvildeAnarebotóenlaslosetas
blancasdelahabitación,comounafaltaderespetoalcadáverabiertoencanalqueyacíaenlamesadeautopsias.Aunquenadacomparadoconlosinsultosqueseempezaronaoírcuandodescolgó.—¿Qué cojones estás haciendo?—Ella no contestó—. ¿Qué cojones estás
haciendo?—repitiólavoz—.Asuscasas.EldíadeNavidad.Mientrasestánconsusfamilias.Ruipérezgritababajito,intentandocontrolarelvolumendesuenfado.Anase
lo imaginóencajando lacabezacontra lapared,en laesquinade lahabitaciónmás alejada del salón donde estaba reunida toda su familia, rojo de ira,procurando no dar puñetazos al estucado. Porque su comisario parecía uno deesoshombresquevivenenunacasaconlasparedesestucadasylasestanteríasllenasdelaspastelosamentebucólicasfiguritasdeporcelanadeLladró.—Dime,Ana,enserio.Noquerrásquemepresenteahoramismodondesea
queestésparapedirteexplicacionesenpersona.—No,comisario,claro.—Anaendulzó lavoz,apropósito,paraenfurecerlo
más—.Nisemeocurremolestarloenundíatanimportante,ahí,consufamiliaytancontento,comiéndoselospolvorones.La inspectora jefa esperaba esa llamada desde hacíamedia hora.De hecho,
Ruipérez había tardado demasiado. Y eso era porque quien le había llamado
pidiéndoleexplicacionesselohabíaestadopensandomucho.Muchísimo.Alguiendelalista,claro.ElquehabíallamadoaRuipérezdebíadeserunode
los cinco hombres. Esas cosas no se dejan a los demás, en asuntos así no seconfíaennadie,nientumadre,porquelasmadressonlasúltimasenconocerlospecadosdesushijos.Oenquererverlos.Alguiende la lista, pues.Cinconombres. Pero vayanombres.Cuandounas
horasantesCharose lahabía llevadoa lamesadesudespacho,Ana tuvoquereleerlavariasveces.Elfolioquemaba.Lesibaaestallarentrelasmanos.—¿Losllamamos?—preguntósusubordinada.Eraelprocedimientohabitual,
pero…—Bernabé López, secretario de Estado de Interior—leyóAna en voz alta,
como para creerse mejor que esos nombres eran reales—. Eduard Expósito,director general de Minyo para Europa. Albert Airob, presidente del Barça.CarlosAguilar,jefedeprotocolodelacasareal.EIgnacioPachón,presentadordelatele.¿Estequiénes?—AnamiróaCharo.—¿Noloconoces?Unpresentadordeesosdelmogollón.Llevatodalavida.—Pues vaya.Aquí no falta nadie.Nos ha jodidomayo con las flores.—Si
iban a tener que lidiar con eso…Tenemos a todos los poderes delEstado.Latele,laPolicía,lamayortecnológicadelmundo,elfútboleinclusolacasareal.Menudaefectividadladeladuquesa.—Paraquelalistafueracompletanosfaltaríaunjuez—matizóCharo—.De
todasmaneras,resultaqueloquetenemostresplantasmásabajoeselcadáverenlamesadeautopsiasdeunadelaspersonasmejorinformadasyconectadasdeEspaña.—Eraunade laspersonasmejorconectadas—yyano,claro,porqueestaba
muerta—. Ya ves de qué le ha servido. Tanta información la hacía tambiénpeligrosaparaalguien.¿Dedóndeloshassacado?—preguntóAna.—¿Los nombres? Escondido tras un cuadro del dormitorio encontramos un
móvilantiguo,unodelosprimerosNokiaquesalieronalmercado.Sininternet,evidentemente.Contarjetaprepago.Irrastreable.Soloteníacincocontactosenlaagenda.Ysolosehabíanhechoorecibidollamadasdesdeesoscinconúmeros.—Esonoquieredecirquefueranamantes,siesesoloqueestáspensando.—
Ana le guiñó el ojo a su compañera, mientras usaba su móvil personal parabuscar fotografías y datos actualizados de los cinco hombres de la lista. Noqueríaquequedararastroenlosdispositivosdelacomisaría.Porsiacaso.—Por supuesto. Pero eran suficientemente especiales e importantes para
Mónica Spinoza como para protegerlos, y protegerse quizá también a ella
misma,usandoyescondiendoeseteléfono.—¿Losllamamos?—AAnalegustabaelriesgo,estabaclaro.Elprimernúmeroquemarcarondioseñaldeapagado.Nolesparecióextraño.
Siesehombreestabaencasaconlafamilia,loúltimoquequerríaesquesonaraeseteléfono.Buscaronenlabasededatoshastadarconelfijodeundomiciliode Madrid. Lo descolgaron al primer timbrazo, como si alguien estuvieraesperandolallamadaconlamanoimpacientesobreelterminal.—Hola.¿Quiénsoy?—contestóunavozinfantil.—¿Quiénsoy?—Anasiguióeljuego.—Noooo.Quiénsoy¡¡yo!!—Unniñomuymayorde…¡vaya!¡Deseisañosya!—Anasabíaqueesavoz
eradeunniñoalmenosunpardeañosmenor,peroalospequeslesencantabaparecermayores.—¿Quéhacesconelteléfono,Nicolás?—Lavozseibaacercandoalritmodel
taconeodesupropietaria.Nicolás.Anacolgó,conelcorazónencogido.—¿Vergüenza?¿Aestasalturas?—Sucompañerario,sindarsecuentade lo
queacababandeescucharporelmanoslibres.—Nicolás. —Ana no era capaz de levantar la cabeza—. El niño se llama
Nicolás.—Joder,Ana.Yaesmalasuerte.Deja,quellamoyo.—Lequitóelteléfonoa
sujefa.EraelnombredeunodelosniñosvíctimadeSlenderman—.Vealbañoaponerlasmuñecasbajounbuenchorrodeaguahelada.Despéjate.Cuandoseserenó,minutosdespués,empezóamarcar,unoauno,elrestode
númerosdelalista.Laslíneasporlasquenuncaesperaríanunallamadacomolaqueestabanapuntoderecibir.«Buenastardes,sientomolestarle,¿quérelaciónteníaconMónicaSpinoza?¿Podríaveniracomisaríaaexplicárnoslo?¿Prefierequeunequipovayaasucasa?».Y fuepor esopor loque, en esemomento, tenía al teléfono a su comisario
supurando cólerapor los porosde la piel, sabiendoque, si tuviera aAna a sulado,quizánopodríacontrolarsuira.—¿Tú te das cuenta de a quién has llamado?—seguía gritando él, en ese
ridículomodosusurro.—Eselprocedimientohabitual,comisario.—¿Elprocedi…?¿Elprocedi…?—Anaestuvoapuntodepreguntarle si se
habíaatragantadoconunpolvorón,perosecallóatiempo.—De manual —continuó ella, con calma—. Hablar con las personas del
círculomáspróximoalavíctima.Yesoshombresloeran.Mientras recibía la bronca e intentaba dar explicaciones, miró a Yon,
enfrascadoaúnenlaautopsia.Yseacordó.Colgóasujefe.—Ábreleelestómago.¡Ya!—Primerotengoqueextraerloypesarlo—protestóelforense,peroellanole
dejóseguir.—Hazlo rápido. Hay más piezas dentro del cuerpo de la duquesa. Estoy
segura.
ELODIOFueun23dejunioalasseisytreintaycuatrominutosdelamañana.Losabeporque su cuerpo se volvió, de repente, hipersensible. Sus sentidos fueroncapacesderecogerhastaelmásmínimofragmentosensorialdeloqueocurríaasualrededor.Elcalordelsolqueaúnnohabíasalido,peroqueaguardabayatraslalíneadelhorizonte.Elbostezodeunperroqueseacababadedespertaren el bajo que daba al callejón. El olor del desayuno de los madrugadoresfiltrándoseporlasventanasapenasabiertas.Café.Tostada.Aceite.Los pasos descalzos y perezosos sobre las losetas del cuarto de bañode la
personaalaqueestabaapuntodequitarlelavida.Fueun23dejunioalasseisytreintaycuatrominutosdelamañanacuando
se dio cuenta de lo que de verdad le gustaba en la vida. Y quiso retener esemomentoensumemoriaparasiempre.Poresoalargólacazadurante todoeldía,empachándosedeesesentimientodepoder.Sospechó que sería difícil desengancharse. ¡Qué bien sabía en el paladar!
Unapalabraredonda,jugosayligeramentesalada.Matar.Nuncahabíapercibidoelmundocon tantaprecisióncomoenesemomento.
Nuncahabíapercibidolavidaconesaclarividencia.Porfintodoteníasentido.Mientrasesperabaasuprimeravíctima.Disfrutódelmomento.Cerróun instante losojospara tomarconcienciade
todoslosdetallesdeloqueestabasintiendo.Lapielerizada.Eloídoalerta.Elpeso de su cuerpo balanceándose sobre las zapatillas deportivas. La salivafluyendo por su boca. Luego volvería a ellos una y otra vez. Hasta queempezaranadesdibujarse.Yelrecuerdoyanofuerasuficiente.
7Ana y Yon miraban fijamente las piezas colocadas sobre la mesa de maderachapada del despacho de la inspectora jefa, como si concentrándose pudieraninvocarlasolución.Elforenselashabíapuestoenorden,oenelordenenelqueelasesinoselashabíahechotragarasuvíctima.Allíestaban.Dosletras.EL.LaElahabíanencontradoenlafaringeyeslaquelecausólamuerteporasfixia.Laotra, la primera que se tragó, había logrado descender hacia su estómago. Eldolordebíadehabersidoterrible.—Tenía el esófago lleno de laceraciones. La pieza le provocó cortes
profundosentodoelsistemadigestivosuperior.Sinohubieramuertoasfixiada,lahabríaterminadomatandounahemorragiainterna.—¿Cómohacesquealguiensetraguealgoasí?—No sé, Ana, yo entiendo de muertos. Tú eres la que te ocupas de
comprenderalosvivos.Lo que al principio creyeron que eran piezas en serie del Scrabble habían
resultadoserunaimitacióncasera.Trozosligeramentemáspequeñosyflexiblesquelosdeloriginal.—Nuestro asesino sabía que iba a ser difícil que la duquesa se tragara las
piezas.Asíquecreólassuyaspropias.—¿Élmismo?—preguntóAna,sosteniendoconlasmanoslabolsadeplástico
transparenteenlaqueestabalaletraE.—Creo que utilizó una impresora 3D. ¿Aquién le encargas algo así? Si no
queríadejarrastro,mejorhacerloencasa.Noestandifícil.Pudodescargarseeldiseño,ohacerloporsucuentaconunprogramainformático.Cargaselmaterial,comosifueratinta,enlaimpresora,ytemodelalapiezaenpocosminutos.—Nosedebendevendertantasennuestropaís.Aúnsoncaras.Ana había dado la vuelta a la mesa para consultar en su ordenador cuánto
podríavalerunaimpresoradetresdimensiones.Lasmássencillasrondabanlosmilquinientoseuros.Yhabíaquesumar loscartuchosdematerial—loqueenuna impresora normal era la tinta—que escupiría lamáquina paramodelar la
figura. Imposible seguir el rastro.Cientos de tiendasonline en todo elmundoofrecíanestetipodemáquinasylasenviabanaEspañaatravésdeserviciosdemensajería, loquehacíacasi imposible labúsqueda.Aunasí,Anaordenóqueinvestigaran en todos los comercios que vendían impresoras 3D enMadrid yalrededores, centrándose sobre todo en losmodelosmásbaratosy en comprasrecientes.—¿Ynopuedenformarpartedeotrojuego?—lepreguntóAnaalforense—.
Me refiero a que quizá no las hizo él y nos estamos volviendo locos con lasimpresoras3D.Quizápertenecenaotro juegoenelque seutilicen letras.OaunaimitaciónbaratadelScrabblecompradaencualquierchino.Nosé.—Eso pensé yo. Hasta que tomé una muestra rutinaria de una parte
microscópicadecadapieza.Yasabes,pasarlaporelespectómetrodemasasparaconocerlacomposición,porsinosdabaalgunapistadedóndeoconquéhabíasidofabricada.YmeencontréconfragmentosdeADN.—¿Delavíctima?—No.Deotrapersona.Ysí,yahehechomitrabajo.Nomemiresasí.Lohe
pasadoporelcódex.Sinidentificar.—PeroelasesinopodríahaberañadidoeseADNaposteriori,sobrelapieza
—argumentólainspectorajefa.—No, Ana. No estaban sobre la pieza. —El forense recalcó la palabra
«sobre»—.Estaban«en»lapieza.Dentrodelapieza.Incrustadasenlapieza.—Lohepilladoalaprimera,¿sabes?—fueelatisbodeprotestadeAna—.Y
noteríasdemí,quenosconocemoshacetiempo.Semiraroncómplices,conlacarcajadaapuntodeestallarlesenelpaladar.—Ya sabes lo maniático que soy, y ya que tengo que trabajar el día de
Navidad, mejor aprovechar el tiempo. Y así, de paso, me he librado de mifamiliapolítica,queesteañomehabíatocadosentarmealladodelaplastademicuñada.—Quejasde la familiapolítica al buzónde reclamaciones, por favor.Túya
sabíasloquehabíacuandotecasastecontumujer.—Lafamiliapolíticaescomoelposparto.Teloimaginas,peronadietecuenta
la cruda realidad, amiga.Lashemorroides.Los escapesdeorina.Lasmastitis.Yolossufroasí,ensilencio,enlafamiliademimujer.—¿Ves?—Anasehabíasentadojuntoalaventana,apartandoalgunosdelos
expedientesque rebosabanenel alféizar—,poresoyonohepasadonipor lounoniporlootro.—Tejuroquelamíaescomotrespartossinepiduralyconelniñodelrevés.
Peroaloqueíbamos, teestabacontandolodelADNenlaficha.Penséquelacomposicióndelaspiezasnosdaríaunapistadedóndesehabíancomprado,odelmaterialconelquesehabíanhecho.Toméunamuestradecadaunaylapaséporelespectómetrodemasas.Tampocoibaavolveracasaantesdequesefuerahasta el último ejemplar vivo de mi familia política. Así que tenía queentretenermeenalgoyestefueelresultado.Mira.—Leenseñóunfolioconlosdatosdelanálisis.Elnombrequímicoexactodelmaterialdelqueestabanhechas laspiezasde
Scrabbleusadasporelasesinoeraácido2-hidroxipropanoico.Tambiénllamadoácido láctico o poliácido láctico, familiarmente PLA, un polímero que estabaviviendo su momento de gloria gracias a las impresoras 3D, sobre todo lasdomésticas, porque no necesita de altísimas temperaturas para poder sermodelado.—YnuestroamigomezclóelPLAconADNdealguienquenoeraladuquesa.
Quizáelsuyopropio.—No exactamente en el material con el que imprimió la pieza, sino en el
materialconelquelacoloreó.Lapinturamarrónconlaquetrazólasletrassobrecadafichaharesultadosernosolopinturamarrón.—PinturamásADN,pues.¿Dealguienvivoomuerto?—Esperemosquevivo.
***
LaduquesavivíaenlaquehabíasidolaurbanizaciónmásseguraycustodiadadeMadrid.Unfortínconaccesosysalidascontroladosqueseconstruyóalnortede la ciudad amediados de los años cincuenta para losmás ricos y discretos,pero que también acabaron colonizando los que querían hacer ostentación dedineroypoder.Másparcela,másjardín,mássalones,máscuartosdebaño,másmetrosdepiscinaomás—ymásexótico—personaldeservicio.Lastatasdelpuebloquecriaronavariasgeneracionesdeespañolitosricosse
convirtieron de repente en algo ordinario que había que sustituir por jóvenesfilipinas recién aterrizadas en Barajas, chicas a las que tenías que enseñar amanejarunaspiradoryahacerungazpacho,peroqueantelasvisitasquedabancomo un accesoriomuy cosmopolita ymoderno. Esos nuevos ricos vivían enunacompeticiónconstante.Algunos de los que compraron casa en la urbanización de la duquesa se
acababandemudaraMadridtrashacerdineroyquedárselespequeñasucapital
deprovincia.OtrossehabíanenriquecidoendudososnegociosauspiciadosporelpoderfascistadeldictadorFranciscoFrancoysupandadeamiguetesqueledabantantoalarepresióncomoalacorrupción.Yunapequeñaparte,losmenos,habíanconseguidotriunfarenelchoubisnes,palabraquequedabamásmodernay —falsamente— elitista que la tradicional expresión «el mundo delespectáculo», demasiado paleta para esos nuevos ricos que se creían conmásmundoyestiloqueelrestodelpaís.La urbanización se había acabado convirtiendo en un reducto demansiones
gigantescas ocultas tras altísimos muros que parecían echarse encima decualquiera que se aventurara por las serpenteantes calles asfaltadas que laatravesaban. Ana tenía una teoría: el tamaño de las puertas abiertas en esasparedeseraproporcionalalaostentacióndelafamiliaquehabitabalacasa.EnelcasodeladuquesadeMediona,laentradaeratangrandecomolosportonesdelacatedraldeBurgos.—Perdonen,peroestábamossaliendo.Elpersonaldeserviciotienelamañana
libreparairalfuneraldelaseñora.LosrecibióAndrés.Aplenaluzdeldía,aAnaleparecióqueeraunadeesas
personasquesefundíanconellugarenelqueseencontraran,comosihubieranbrotadoallíconelrestodelavegetación.—Gracias,Andrés.Séqueesmalmomento,peroquerríamospedirleunfavor.
¿Le importa quedarse unos minutos con nosotros? Nos gustaría repasar algoimportante,algoquesenosescapa.ElagenteBarrigayyoqueríamoscomprobarunpardecosas.—Por supuesto. La cocinera también sabe conducir. ¡Pepa! —Utilizó un
telefonillocolgadodelapareddelagaritadeseguridad,vacíaenesemomento.Quizá el guardia estuviera haciendo la ronda—. ¡Pepa! Soy yo. Id tirandovosotros, en el coche grande. Yo cojo luego el pequeño, la Policía quierepreguntarmeunascosas.No,nopasanada,tranquila,todoestábien.—Levantóentonceslacabezaparadirigirsedirectamentealosdospolicías—.Peropasen,pasen,nosequedenaquíenlaverjadeentrada.Pasenycerremoslapuerta.De día, la extensión de césped que rodeaba la mansión era aún más
impresionante. Estaba recién cortado, el olor a hierba mojada refrescaba suspaladarescomounheladoenverano.Apesardelamuertedeladueña,lacasaysushabitantesseguíanfuncionandocomoelengranajedeunreloj.Yanoteníanaquién servir, pero sin saber qué hacer, por inercia vital, cada uno continuabacumpliendoconlasrutinasdesudíaadía.Enrealidad,deldíaadíadelavidadeladuquesa.Limpiabanycocinabancomosiellaestuvieraviva.Unabocamenos
que alimentar y una camamenos que hacer tampoco se notaban tanto en unacasa de mil metros cuadrados y diez personas de servicio. Ana se preguntócuándoycómosepararíaeseengranajedoméstico.Yquéseríadeaquellagente.Imaginóquetododependeríadelosherederos.Eltestamentodeladuquesanosehabíaabiertoaún.Nadiesabíaquiénoquiénessellevaríansuinmensafortuna.Justoenesemomentosecruzaronconlacomitivadeempleadosquesedirigía
alfuneraldesuseñora.—Mire…—empezóadecirelagenteBarriga.—Andrés.—Mire,Andrés.Nosgustaríahablarconustedunmomento.¿Hayalgúnsitio
dondepodamoshacerlocontranquilidad?—Ahoramismocualquiersitiodelacasa.Todoelpersonalestádecaminoa
la iglesia. ¿Van a tardar mucho?—Ana se fijó en que el hombre empezó aestrujarimpaciente,onervioso,unapequeñabufandadelanaazulquellevabaenlasmanos—.Esporrespetoalaseñora,saben.Porllegaratiempoalfuneral.—No se preocupe. Mejor aquí que en comisaría, ¿verdad? —amenazó el
agenteBarriga.Anaquiso fulminarlocon lamirada, laamenaza,aunquefueravelada,eraunatácticacontraproducenteconunhombreasí.—Tranquilo, de verdad —se apresuró a cortar a su subordinado—. No se
preocupe.Espurarutina.Tenemosqueasegurarnosdequiénentrabaysalíadelacasa, los movimientos de la duquesa, si hubo algo extraño en las últimassemanas o los últimos días, y usted —ahora lo alabaría, para relajarlo—,creemosnosotros,eslapersonadeserviciomásimportanteaquí,conoceatodoelmundo.Todosconfíanenusted.Loquenosdigaesimportantísimo.—Si les parece—sugirió Andrés—, vamos a la cocina, allí hay una mesa
grandeypodremoshablarcontranquilidad.Los llevaba a la zona de servicio. Y a Ana le dio la sensación de que ese
hombreaúncreía,dealgunamanera,quelaseñoraseguíaviva.Osuespíritu.Oquizá era la fuerzade la costumbreynoquería invadir las zonasnoblesde lamansión,elterritoriodeladuquesa.Poralgunaextrañarazón,laspartesnoblesde la mansión seguían vetadas al servicio para todo lo que no fuera limpiar,ordenarymantener.Nosehabíanatrevido—quizánisiquieraseplantearon—acambiarelordenestablecido.Lagranmesademaderaclaraenlaquesesentaronparecíaestarallíantesque
la misma casa, antes que los cimientos, antes incluso que alguien pensara encargarseesebosqueyedificarunaurbanizacióndelujo.Lascuatropataspodríanperfectamentetenerraícesquetraspasaranlaslosetasdeformicahastahundirse
enlatierraparaalimentarsedeella.Analaacariciócomoquienacariciaellomodeunperro,consuavidad,disfrutandodel tactoydelcaloranimal.Leparecióquelamaderagruñíadeplacerbajosumano.—Ustedesdirán.—Andréslosmirabaconunamezcladetristezayorfandad.—Séqueustedesunapersonadiscreta—ledijoAna,mirándolealosojos—
yque su fidelidad por la señora es incuestionable. Sé que la ha servido todosestosañosdemaneraexcepcional,guardandotodossussecretos.Pero,Andrés,suseñorahasidoasesinada.—Hizounapequeñapausaparaqueelhombresedieracuentadelaimportanciadeloqueacababadedecir.Asesinada,asesinada,asesinada. Cuatro segundos en silencio para que la palabra rebotara en sucerebro—.Ynosotrosqueremoslomismoqueusted,encontraraquienlohizo.Sufidelidadahoralatienequedemostrarayudándonosaquesepamosquiéneselculpable.Eselmayorhomenajequepuedehacerlealaseñora.¿Loentiende?Elhombreasintióconunligeromovimientodecabeza.Habíafijadolamirada
enlamesa,comosiestuvieradigiriendolentamentelasconsecuenciasdeloquepodía o no podía contar. Ana aprovechó el momento para deslizar cincofotografíashastadejarlasjustoensucampodevisión.—Háblenos de estas personas. ¿Conoce usted a alguno de estos cinco
hombres?Tardóunossegundosenreaccionar.Quizámásdelacuenta.Anapodíasentir
los engranajes de su cerebro luchando entre ellos. Tenía que ayudar a que labalanzacayeradelladoquelesinteresaba.—No tenemos nada contra ellos, Andrés. Nada. Solo queremos saber qué
relaciónteníanconladuquesa.Siesqueteníanalguna—matizó,paranodarlepistasohacerlecontestarloqueélpensabaqueellosqueríanoír.Había testigos con tantas ganas de quedar bien, de agradar o de no
decepcionar a los agentes que, a veces incluso de manera inconsciente,tergiversaban la realidad o veían solo una parte de esa realidad, justo la quecuadraba con la hipótesis de la Policía o con lo que ellos creían que era lahipótesis de laPolicía.Pero loquemenospodía esperar la inspectora jefa esatardeeralarespuestaqueelguardésibaadarasupregunta.—Hanencontradoelteléfono,¿verdad?—¿Quésabeusteddelteléfono?—lepreguntó,sorprendida,Ana.—Queestabapegadodetrásdeuncuadro.Laseñoramedijoquesialgúndía
lepasabaalgoaella,yopodíaconfiarenlaspersonasqueestabanenlaagendadeesemóvil.Quepodíallamaracualquieradeellasypedirlesayuda.—¿Ayudaporqué?¿DequéteníamiedoMónicaSpinoza?
—La señora vivía con miedo. Ya han visto la fortaleza que eran sushabitaciones.¿Provocaba esemiedo algo o alguien en concreto?La duquesa deMediona
teníaunaextensareddecontactos.Estabanlosqueseveían,lagentepoderosacon laquesedejaba fotografiareneventosdepostínyquecopabanpáginasypáginasdelasrevistasdelcorazón.Peroesamujereracomouniceberg,lomásimportante es lo que quedaba oculto bajo el agua. Nadie sabía hasta dóndellegabasuhielo.—¿Notó usted algún cambio últimamente?—Algo había tenido que pasar,
algohabía tenidoquecambiar,paraquealguiendecidieramatarla.Laduquesasiemprehabíamanejadoinformaciónconfidencial.—YocreoquefuelaBiblia.—¿LaBiblia?—Ahora solo faltaba queMónica Spinoza creyera que en la
Bibliahabíaprofecíasqueafectabanasuvida.—UnavezalasemanaveníalaprofesoraÉcija,laguíaespiritualdelaseñora.
—Vaya,vaya,laduquesacreíaengurús—.Laseñoramecontóquetodoestabaescritoenloslibrosyquecualquiercosaquequisierasaberestabaenalgúnlibrodelmundo, incluido el futuro. La profesora Écija le había enseñado una cosallamadabibliomancia,paraobtenerrespuestas.—Esolohacíamiabuela.—ElagenteBarrigaselevantó,buscandoalgopor
lacocina.Volvióalamesaconunlibroderecetas—.Esloúnicoquehepodidoencontrar, perdón. Esto empezó a hacerse con laBiblia, pero también serviríacualquierotrolibro.—Cerrólosojosyparecióconcentrarseenalgo—.Loqueestoyhaciendoahoraespensarenunapreguntaylarepitomuchasvecesenlacabeza.Porejemplo,¿ganaráelMadridlaChampionsesteaño?Entoncesabroellibroporcualquierpágina,sinmirar,claro,yseñalounaparte.Miraron todos hacia donde apuntaba el dedo del agente, incluido el propio
Barriga,quehabíavueltoaabrir losojos.El índicesehabíaposado justobajounapalabra,patata.—¿Patata?—Ananoentendíalalógicadetodoeso.—Bueno, ¿qué esperas en un libro de recetas, jefa? Ahora corresponde al
videnteinterpretarlo.Yopodríadecirquelapatataesblancapordentro,conloque efectivamente elMadrid ganará laChampions, o quede la patata se hacepuré,conloquevanadestrozaralequipoenalgunaeliminatoria.—¿Ysuseñora—AnavolvióadirigirseaAndrés,queestabasonriendoante
lademostracióndebibliomanciaalaqueacababandeasistir—practicabaesto?—Entreotras cosas.Peroundía, hacevariosmeses, salióde la sesiónmuy
asustada,conunaBibliaenlamano.Entoncesfuecuandohizolodelteléfono.Mepidióquecompraraunterminaldelosantiguos,sininternet.Yesoerararoporqueellapodíacomprarloperfectamentedesdesuordenador.«Quizánoqueríaquequedararastro»,pensóAna.—«Es el Salmo 140», me dijo, «me ha salido el Salmo 140, tengo que
protegerme, pero si me sucede algo o te pido ayuda, Andrés, puedes confiarplenamenteenloshombresdeesteteléfono».Buscaronensusmóviles.Salmo140.«Líbrame,oh,Jehová,delhombremalo;
guárdamedehombresviolentos,loscualesmaquinanmalesenelcorazón».—Bueno—reflexionóelagenteBarriga—,eramásdifícilqueenlaBibliale
salieralapalabrapatata.—Sonrió,comosifueraungranchiste—.Ahítodosoncalamidades.Sibuscasalgomaloquetepuedapasar,tepasará.—Andrés—Anaqueríareconducirlaconversaciónatemasserios—,¿ledijo
austedquiéneseranesaspersonas?—No.Niyolepregunté.Yonuncapreguntaba.Laseñoramecontabaloque
quería,peroyonuncapreguntaba.Nunca.Perosíquedíasdespuésdecomprarleelteléfono,memandóllamarparaquerecogieraunascosasdelahabitación.Enlateleestabaeste—señalóunadelasfotografíasconeldedo—ymedijoqueeraunodeloshombresalosquetendríaquellamarencasodequelepasaraalgoyme enseñó el escondite tras el cuadro. ¿Eran estos el resto de personas delteléfono?AndrésseñalólasfotografíasqueAnalehabíapuestosobrelamesa.—No se lo puedo decir—le contestó ella, hermética—. Lo siento. Lo que
queremossaberessiustedvioaalgunodeestoshombresenlacasa.—Aestosdos.—SeñalóaIgnacioPachónyaBernabéLópez.—¿Sabequiénesson?—lepreguntóBarriga,quesehabíamantenidocallado
durantetodoelinterrogatorio,despuésdesumeteduradepatainicial.—Estesí.Claro.Presentaelprogramaesedelatele.Elotronoséquiénes.—Empecemos,pues,poreste.¿Quérelaciónteníaconladuquesa?—Esonolosé—contestó—.Porqueyosolomeencargabadeabrirlelapuerta
yllevarlodemaneradiscretahastalashabitacionesdelaseñora.IgnacioPachónempezóafrecuentarlamansióndeladuquesaseismesesatrás
—«Justocuandoelcasodeesosniñosylaperiodista—lesdijoelhombre—,deeso sí que me acuerdo, fue justo por aquella época»—. Ella le dio órdenesestrictas—«Andrés,yo teaviso, lo recibes túy losubesalapartamentopor lazona del jardín»— de mantenerlo a salvo de las miradas del resto de losocupantesdelacasa.Elpresentadorteníaqueaccederdelamaneramásdiscreta
alacajadeseguridadqueeranlashabitacionesprivadasdeladuquesadentrodelamansión.—Alprincipio lasvisitaseranesporádicas—siguiócontandoAndrés—,una
vezcadaquincedías.Perodespuésdelverano,enseptiembre,empezaronasermás regulares, incluso hubo una semana en la que la visitó un par de veces.AunquejustoantesdeNavidadalgopasó.Semarchóalamediahora,yesonoeranormalporquesusvisitassolíandurardosotreshoras.Fuelaúltimavezquevino.—¿Esafuelaúltimavezquelovio?—Bueno,no,lovimásveces.Porlatele,claro.Peroaquí,enlacasa,no.Sise
refierenaeso.Aquíalacasanuncamásvino.—¿Yelotrohombrealquehareconocido?—AnalepreguntabaporBernabé
López, secretariodeEstadodelMinisteriodel Interior, cuya fotografíaAndréstambiénhabíaseñalado.—Esehacía tiempoquenoveníaporaquí.Estuvo frecuentando lacasauna
temporada, y menudo lío, con los escoltas y todo eso. Debe de ser alguienimportante,ellanuncamedijoquién.Peroluegodejódevenir.Aunque…—Aunque¿qué?—Creo que eso no quería decir que no se vieran. Alguna vez llevé a la
duquesa a otras casas, casas discretas que le dejaban los amigos, y en algunaocasióncreíveraalgunodelosescoltasdeesteseñorvigilandolacasa.—¿Delrestonosabenada?—preguntóBarriga,mirandodereojoaAnapara
comprobarquenohabíametidolapata.—No.Selojuro.Este—señalóalpresidentedelBarça—mesuenadealgo.
¿Esunactor?¿Saleporlatele?Peronosabríadecirle.—Muchasgracias,Andrés.¿Tieneprevistoalgúnviaje?—No. IgualenNocheviejavoyaverami familia,unosprimos lejanosque
viven enCuenca, pero no lo sé—empezó a estrujarse lasmanos en un gestonervioso—, depende de cómo esté todo en la casa—concluyó, como si fueraposiblequeladuquesaregresaradelamuerte,comositodosesperaran,enalgúnmomento,volveralanormalidad.—Porcierto, tantoustedcomoel restode los trabajadoresde la casa tienen
que avisarnos si salen de Madrid, ¿de acuerdo? No hace falta que vengan acomisaría,solollámennosydigandóndevanairydurantecuántosdías.Andrés asintió, pensando en qué implicaban esas palabras. ¿Eran
sospechosos?—Ahora —continuó Ana, levantándose—, necesitaríamos comprobar el
perímetro,paravercómopudoentrarelasesino.—Lo que nos preguntamos la inspectora jefa y yo—volvió a intervenir el
agente Barriga— es cómo pudo el asesino entrar y salir de una casa con unsistemadealarmatansofisticado,concámarasdeseguridadquerastreabantodoel perímetro y con un guardia en la puerta permanentemente. O casi, porquecuandohemosllegadonoestaba.—Quizá en ese momento —empezó a disculparle— haya ido al baño.
Esteban, el guardia que está de día, bebemucha agua, está a dieta, bebe aguaparaqueselelleneelestómagoyasínotenertantahambre,oesodice,queyamediránustedescómosequitaelhambreconagua.Bueno,queeso,queigualhaidoalbañocuandoustedeshanllegado.—Derepente,miróelrelojqueteníaenlamuñeca,unantiguomodeloqueseguroquehacíaañosquenosefabricaba,ydiounrespingo—.¡PorDios,quétardees!Voyallegartardealfuneraldelaseñora.BuscamosaEstebanylosdejoconél.—Sí, claro —contestó, solícita, Ana—. No se preocupe. Y, sobre todo,
recuerde, tienenque estar todos localizables.Nopueden abandonar el país sinunaautorizaciónexplícitadeljuez.Yaselodijimoselotrodía,pero,porfavor,recuérdeseloahorausted.—Por cierto, ¿han visto ya las imágenes de ese día?—les preguntó, justo
cuandoyaseiba.—Deesonopodemoshablarconusted,loentiende,¿verdad?Discúlpenos—
replicóAna,sorprendidaporlapregunta.Cómopudoentrarysalirelasesinodeladuquesaeraelgraninterrogantedel
caso.Habíanvisionadolascámarasdeseguridad.Variasveces.Variaspersonas.Ynoencontraronnadasospechoso.NadiefueradelcírculodeMónicaSpinozaaccedió a la vivienda —o salió de ella— durante las horas anteriores yposterioresasuasesinato.Solohabíadosopciones:oseleshabíaescapadoalgooelasesinoformabapartedelpersonaldelamansión.—Queremoscomprobarquelascámarasnotienenningúnángulomuerto.El
agenteBarrigavaa ir recorriendoelperímetro—leexplicóAnaalguardiadeseguridad—interioryexteriordelavivienda.Tambiénintentaráentrarenlacasaporvariospuntos.Ynosotros leobservaremosa travésdel circuito cerradodetelevisión.Estánlascámarasgrabando,¿verdad?Doshorasde trabajoparaotrocallejón sin salida.Lascámarasnogrababan
dentro de las paredes de la casa —hubiera sido un chollo policial tener elasesinato en alta definición—, pero no dejaban un centímetro del muro sinenfocar.Así que no había puntomuerto por el que el asesino pudiera haberse
colado.Oentróporlapuertaprincipal,oyaestabadentro.Oteníauncómpliceenlacasa.Algoselesestabapasando.
8—Tieneunavisitaenlaentrada.Preguntanporusted.Cuandolavio,depie,tiesacomounaestacaenelinmensovestíbuloblanco,
loprimeroquepensófueenelsufrimiento.Sufrirnosolodejaunahuellaenelalma.Tambiénnuestrocuerpomuta,encajagolpes,cruje,secomba,setambalea,separte.Elcuerposedeformayseamoldaaldolorparaseguirenpie.YesoesloqueélestabaviendoenAna.Losgolpesdelavida.«Almenos no ha olvidado dónde debe colocarse un policía—pensó de su
antiguajefa—.Ahíestá,conlaespaldapegadaalapared,enelrincóndesdeelque haymayor visibilidad de la estancia, controlando los lugares de acceso yescapatoria.Lesaledemanerainnata.Comorespirar».Reencontrarse en un lugar público les facilitó las cosas. Podían quitar la
emotividaddelaecuación.Enmediodetantagenteselimitaronasereducados,yesoerarelativamentefácil.—Hola.—Norifueelprimeroenhablarmientrasseacercabaaella,dehecho,
inclusoantesdeacabardellegarasulado,Noriyaestabasaludándola—:Hola.—Hola—contestóella.Esehola,amboslosabían,noerasolounsaludo.Avecesqueremosdecirmás,
perononossale,ycargamostodala intenciónenesascuatroletras.Hayholasamargos que no perdonan nunca. Otros holas se tienen que contener para noestallar de la ilusiónpor el encuentro.Algunos languidecende aburrimiento ohastío. En otros se esconden preguntas nunca formuladas.Aunque lamayoríasondeeducadaindiferencia.En su caso, era un hola lleno de preguntas. Tras ese saludo cargado de
intención, los cuerpos deAna yNori contactaron a través de los ojos, en unalarga y laberíntica mirada. Él estuvo a punto de alargar la mano, pero searrepintióatiempo.Entreellosoeraunabrazoonoeranada.Yunabrazoallíenmedionopodíaser.—Hastardadomucho,Ana.—He tardado mucho. —Lo vio cambiado, no supo decir en qué, pero la
personaqueteníadelantenoeralaquevioporúltimavezsaliendodeunaceldadecomisaría trasserpuestoen libertadsincargos,seismesesatrás—.Peroyaestoyaquí.¿Cómotevaati?—Aquíno.—Hizounalargapausa,estabanenunlugarconmuchosoídos—.
Imaginoquevienesaverleaél,¿verdad?Ella asintió.Claro que venía a verle a él.Y claro queNori lo sabía.No se
preguntócómo,porqueesohubierasidodudardelainteligenciayloscontactosdesuantiguosubordinado.Sí,veníaaverleaél,alnuevopresentadorestrelladela cadena, y sí, venía a verle porque Ignacio Pachón estaba en la lista depersonasdeinterés—ahorayanoselesllamabasospechosos,ymenosenestecaso, teníanque andar conpiesdeplomo—por el asesinatode laduquesadeMediona.—Estágrabandounprogramaespecialparaestasfiestas.Ven,vamosaverlo.Mientras caminaban por la maraña de pasillos, escaleras y ascensores del
edificio,AnayNorisemantuvieronensilencio.Fijaronlavistahaciaelfrente,conmiedodeserpilladosenfalta.—Mimadrehaperdidoelvolumen.—¿Elqué?—LafrasepillóporsorpresaaAna,quediounpequeñorespingo
antesdegirarelcuerpoparamirarasuamigoconcaradeincredulidad.—Elvolumen,quehaperdidoelvolumen.Olavergüenza.Ahorasededicaa
odiarenvozalta.—¿Cómoqueodiaenvozalta?—Pues eso.Que no puede contenerse.Que vas con ella en el autobús y te
dice:«PorDios,quémalhueleelhombreestequetengoallado»enuntonoenelquelaoyetodoelautobús,incluido,claro,elhombrealudido.Osecruzaconalguna vecina y te suelta: «Esta es la que tiende las bragas chorreando yencharcatodoelpatiodevecinos».Ytambiénenvozbienalta,paraquelaoigatodoelbloque.O«Quégordasehapuestoestaenunosmeses»,yclaro,lagordaylaspersonasacienmetrosalaredondaseenteran.Nosabeslavergüenzaquepasoasulado.Igualtieneuntumorcerebralynolosabemos.De repente, como si se hubiera encendidounabombilla en su cerebro,Ana
dejódeandar.Separó,cruzó losbrazosymiróasuacompañante concaradepretendidaseriedad.—Tumadreviveenelpueblo,casinopuedeandar,ysolosaledecasaparair
amisa.—Tuvoquecontrolarseparaquenoseleescaparalarisa—.Joder,Nori,quecasimelocreo.—Bueno,teníaqueintentarlo,¿no?Porlomenostehehechosonreír.
EledificioprincipaldeCanalOnceeraunacajagigantescaenlaqueestabanmetidas otras cajas de distintos tamaños, como un puzle en tres dimensionescuyaspiezasencajabanperfectamente.Losplatósseelevabandocemetroshastaeltecho.Elrestodesalasydespachosseencajonabanentreellos,formandountetrisqueocupabahastaelúltimorincóndelanavenodriza.—Aquí es.—Nori empujó una pesada puertametálica—.Ahora tienes que
ponerelmóvilenmodoavión—lepidióaAna—,sino,puedeinterferirenlossistemasdegrabacióndelplató.—Yentraronaloqueparecíaunainmensanaveindustrial, un enorme cuadrado de quince metros de altura en el que estabaconstruido el decorado de Punto en boca. A pesar de eso, Ana se llevó unapequeñadecepción.—Parecemásgrandeenlatele—susurró.ANoriseleescapóunasonrisa.—Lodecístodoslosquevenísporprimeravez.Esporelgranangularenel
objetivo de las cámaras. La lente convierte un pequeño plató en un escenariograndioso.Incluidoslospresentadores,quegananvarioskilosenlatele,porqueelangularnosoloagranda losdecorados, tambiénengordaa laspersonas.Losprimerosdíasmesorprendíporquetodoslosfamososconlosquemecruzabameparecíanmásdelgados.Fueron caminando en paralelo a la parte trasera del decorado, una altísima
estructurademaderasostenidaporcontrafuertesquereposabanenelsuelo.Anase fijó en los extraños códigos pintados amano en cada una de las partes delarmazón.—Es el indicativo de dónde encajan—le contó Nori—, como si fuera la
soluciónaunpuzle.Asípuedenmontarlorápidoysincontratiempos.Aquílosplatós se aprovechan para varios programas, y los operarios tienen que sercapacesdemontarydesmontarlasestructurasentiemposrécord.Tencuidado,mirabiendóndepisas.Elsueloestállenodetrampas.Cables de todos los tamaños atravesaban el estrecho pasillo en penumbra,
tambiénpiezasdeldecoradoquenoseusabanenesemomentooqueyanoseusaríanmás—uncofredeltesoro,jarronesdevariostamaños,algunoscuadros,unaruleta rusa,dos taburetes,unpardecojinesy tressillas—,palés llenosdebotellas de agua, cables, muchos cables, e incluso personas. Lo que más lesorprendió a Ana fue ver a personas, aparentemente sin nada que hacer,ocupandoeseespacioqueparecíalacaraocultadelalunadestinadaaalmacéndelostrastos.—Enlatele,sobretodoenlosprogramasendiferido—leexplicóNori—,hay
muchos tiemposmuertos,muchaesperahastaqueel realizadorda laordendegrabaryempiezaelespectáculo.Todaestagentetienesucometido,yestánaquíaguardando a que les llegue su turno. —Señaló una zona del plató mejoriluminada—.Mira,ahílotienes.Leestánretocandoelmaquillaje.Elpresentadorestrellainclinabaligeramenteeltorsohaciadelanteparaquela
maquilladora, algomásbajaqueél,pudiera llegarbienhasta sucara.Ledabapequeños golpecitos con algo parecido a una esponja redonda, y cada uno deellos llenaba el aire alrededor de un fino polvo de color carne, como un halomágico.Dabanganasdesoplarypedirundeseo.—Leestáquitandolosbrillosdelacara.—Noribajólavozparaquenolos
oyeran—.Elbrilloenlateleesfeo,parecesudor.Yestepresentadorsudatantoque a veces es como un árbol de Navidad. Bego, la sastra, tiene preparadasvarias piezas de lamisma camisa para cambiársela durante las pausas. ¿Sabesquemuchospresentadoresseponenbótoxenlasaxilasparaquenolessuden?Peroesigual.Elsudortienequesalirporalgunaparte.Porelpecho,porlospies,porelculo,porlacabezaincluso.Aestelecaenchorretonesdesudordesdeelpelo,lebajanhacialanucayseprecipitanencaídalibreporlaespalda.Poresoestáprohibidísimodarleunplanodesdeatrás.Noselepuedeverlaespaldaenpantalla.Nunca.Yocreoqueesportodaslasoperacionesestéticasquelleva.—Hizo un leve gesto de asco—. Tiene tanto plástico encima que se cuece a símismo.«Loqueloharíamossudartúyyoenunasaladeinterrogatorios»,pensóAna.
Yunpellizcodenostalgialeretorcióelestómago.—¿Cuándoquiereshablarconél?—Encuantoacabedegrabar.—Faltaráaúnunamediahora.Comomínimo.Ven,vamosaverunprograma
en directo. Eso sí que es adrenalina.Ahoramismo estamos emitiendoViva latardedeldomingo,justodesdeelplatóqueestáaquíallado.Entraronporunapequeñapuertalateralencajadajuntoalagradadelpúblico.
Enelescenario,unapresentadoraenzapatillasdeportivasdespedíaaungrupomusicalqueAnanosuporeconocer.Estallóunaplauso.Y,derepente, todosevolvióuncaos.—Seacabandeirapublicidad.NoriseacercóaunachicadepelolargoyrizadoalaquellamóSole.—Eslaregidora—lecontóluego—,laencargadadeponerordenytransmitir
al plató lo que el director y el realizador piden desde el control. Sole grita«silencio»yaquísecallanhastalosmosquitos.
—Sieteminutosdepausayvolvemos—anuncióSole—.Yloquenosqueda.Hoynoshanmetidocincohorasdeprograma.Funcionótanbienelotrodíaquelohanalargadotodalatarde.Losviejecitossenosvanamorirdeunsoponcio,noestánacostumbrados.—¿Losviejecitos?—preguntóAna.—Sí.Miraallí.—Soleseñalóungrupodeasientosenlaparteinferiordela
grada,justoenelextremoderecho,alladodelsetprincipaldelplató.Los viejecitos resultaron ser cinco ancianos, cuatro mujeres y un hombre,
sentadosenlaprimerafiladelosasientosdestinadosalpúblico.—¿Notesuenansuscaras?—lepreguntólaregidoraaAna.—Desde aquí, la verdad, no veo nada—contestó ella, colocando la mano
derecha como una visera, sobre los ojos, tratando de que los focos no ladeslumbraran—.Conlasluces,solodistingosiluetas.—Cuesta acostumbrarse a estos focos, son muy potentes. Además,
instintivamente losmiramos y nos ciegan.Hay que luchar contra ese instinto.Huirdelaluz.Locontrarioacuandonosmorimosyvamosporeltúnel.—Soltóuna carcajada—. Perdona la confianza, en la tele tenemos un humor bastantenegro.Bueno,puesesascincosombrasquevesahínoseconocíandenada,perocoincidieron el primer día que se grabó este programa, hace ya seismeses.Ydesdeentoncesvienentodaslassemanas.—¿Elpúblicoeselmismotodaslassemanas?—¡No!¡Quéva!Elpúblicocambiasemanalmente,lostraeunaagenciaquese
encargaderellenarlassillasdelosplatósdelamayoríadecanalesdetelevisión.Pero esos cinco ancianos tocaron el corazoncito del director. Corazoncito, hedicho,asíendiminutivo,porqueuncorazónseríaexageradoparaesecapullo.—Sole les explicó que fue ella la que sentó juntos a esos cinco ancianos en eseprimer programa de Viva la tarde del domingo—. La gente siempre vieneacompañadaalasgrabaciones,estoeslargoyaburrido—lecontó—,peroellosestaban solos, las únicas cinco personas solas de todo el autobús. Los pusejuntitos porqueme dieronmucha pena. Eso sí, en la última fila. «Escóndelosarribadeltodo»,meordenóeldirector,«quierojóvenesyguaposdelante».Algopasóentreesoscincoancianos,conectaron,sehicieronamigos,vieronel
unoenelotrolasganasdevivirquenotenían.LepidieronaSolepoderasistirala siguiente grabación. Ella los volvió a colocar al fondo, en una zona pocoiluminada,paraqueeldirectornosedieracuenta.Desdeentoncesnosehabíanperdidounprograma.—Yvanyacasicien—recalcólaregidora—.Estáninclusomásjóvenes.Te
lojuro.Llegaronarrastrandoelalmayahoracreoquesevanaponeruntrajedesuperhéroecualquierdía.Tienenmásmarchaqueyo.—DerepenteSoledejódemirarlos y se llevó la mano a la cabeza, apretando un casco contra su oídoderecho—. Vale, vale, ya voy, ya voy —le dijo al micrófono que llevabaconectadoaloscascos—.Osdejo,Nori,queempezamosagrabarlaúltimaparteytengoqueponerordenenestajauladegrillos.Silencio.¡Silencio!¡Todos!—Sealejó,gritando—.Queempezamosya.Sole.Anaanotómentalmenteelnombre,porsilanecesitaba.Seguroqueera
lapersonaquemássabíadeloquepasabaentreesascuatroparedes.—Ana,vamosatomaruncafé—propusoNori.La cogió del brazo y la fue guiando hasta el exterior del plató. Estaban de
nuevoenlamarañadepasillosdelacadena,porlaquecaminarondurantevariosminutos.¿Deverdadlagentepodíaorientarseporallí?—Acabamosdepasarlacafetería—ledijoAna—.¿Adóndemellevas?—Esperaba que vinieras —le contestó, guiñándole el ojo—. Sí, supe del
asesinatodeladuquesapocodespuésdequetúllegarasalaescenadelcrimen,ayeraúltimahoradelatarde.Noteextraña,¿verdad?AúntengoamigosenlaPolicía.TodavíanomehanechadodelosgruposdeWhatsAppdeguardiasdelaporra,asíquemeenterodemuchascosas,comoqueayerera tuprimerdíaenhomicidios.Yellosnopuedendecirqueme lohan filtrado.Simplemente,quecreíanqueyonoestabayaenelgrupo.Ytodoscontentos.Venamidespacho,tehepreparadounacosa.¿Escalerasoascensor?Analemiróconcaradecircunstancias.—Vale,vale—contestóNori—,soloqueríapicarte.Escaleras,pues.Bajaron dos plantas y al final de un largo pasillo accedieron a un pequeño
despacho.Laúnicaluznaturalqueentrabaenlaestanciaproveníadeunalargayestrechaventanaentrelaparedyeltecho,conloqueAnadedujoqueestabanenunsemisótano.—Nadie ve nada desde fuera —le dijo Nori cuando observó su cara de
extrañeza—.Estamosenelsótano,laventanaquedajustobajoelenrejadoquecubreunodelosconductosdeventilación.Nadiesepuedeacercaraesecristal.Es imposiblequitar larejay,aunquealguienusaraunaradialparareventarlayconsiguiera hacerlo antes de que se le echara encimami equipo de seguridad,aúntendríaquesortearlosairesacondicionadosylosconductosdeventilación.Yteaseguroque,pararefrescarlosplatós,hacefaltamucha,muchapotencia,yqueloquesaleporahíesmuy,muycaliente.Laparedderechadeldespacho—laquenoseveíadesdelapuertadeentrada
—estabaocupadaportreshilerasdetelevisores.Anacontóquince.Enalgunosdeellosseveíanloscanalesdetelevisiónconvencional.Enotros,lascámarasdeseguridaddelrecinto.Perolostresqueestabanmáscercadelasilladesuamigoreproducíanextrañoscódigos,líneasdetextoygráficos.LosmonitoresespíadeNori. Desde allí podía controlar la vida de casi cualquier persona que sepropusiera.—La puerta es acorazada, claro —siguió contándole—. Y con apertura
mediante huellas dactilares y reconocimiento de iris. Me tomaron por lococuandolopedí,perolopuseenmicontrato,comolasestrellas.—Selesescapóuna carcajada cómplice—.Esto es la empresa privada, amiga. La ley delmásfuerte. Además, aquí guardo muchos secretos. Ya te lo puedes imaginar.Bienvenida a mi guarida en la planta sótano del edificio F del Canal Once.Toma.—Le tendióunbuen tacodepapeles,encuadernadosconunsistemadeanillas.—¿Ysinollegoavenir?—Puestehubierasperdidoesto.Ven,siéntateaquíylovemos.Nosvamosa
reírunrato,teloaseguro.—Yaveoelnivel,señor,tieneustedundespachoconsofá.—Unbúnkerconsofá—matizóNori—.Peroelsofánoestaba.Meloregaló
haceunpardesemanasRosana, lapresentadoradelmagazinede lasmañanas.Nolegustabaelqueteníaensucamerinoysehacompradootro.—¿Quéesesto?—lepreguntóella,mirandolashojas.—Esto,amiga,eslavidaymilagrosdeladuquesadeMediona.Lo que Nori le tendió a Ana eran todas las informaciones sobre Mónica
Spinozaquehabíanaparecidoenlaprensadelcorazónenlosúltimoscincoaños.—Tenemos un departamento de documentaciónmaravilloso—le explicó—,
solotengoquepedirporestaboquitay¡chas!,mepreparandosierescompletosdequienquiera.—Esloquetieneelfamoseo,quesuvidaespública—Anaempezóaojearel
gruesodosier,demásdetrescientaspáginas,sobrelamujerquehabíaaparecidoasesinadaensumansiónfortaleza—,nocomoladenuestrosmanguisyasesinos,quenotienenunHolaniunCuorequenosecheunamanoalospolis.—Mira, empieza por este. —Nori le señaló el primer reportaje del
recopilatorio—.Lohepuestoalprincipioporquelopublicaronhacetansolodossemanas,conmotivodelaNavidad,yeselquemásactualizadoestá.Además,tienes fotografías de la duquesa en su casa y un resumen de su vida en unaentrevistahechaexpresamenteparadorarle lapíldorayalabarla.Vamos,como
uninterrogatoriode losnuestros.—Rio—.Tevaadarmuchaspistasdecómoeraycómohabíallegadohastaallí.«Mónica Spinoza sincera su corazón estas Navidades», titulaba la revista.
Abría el reportajeuna fotografía apágina enterade laduquesavestida conunespectacularabrigodepiel—insinuandoquenollevabanadadebajo,nisiquieraropainterior—,sentadaalbordedelapiscina,conlospiesdescalzosenelagua,lamismadelaqueAnayYonhabíanrescatadolosmuñecos.Alfondoaparecíanlainmensidadverdedelcuidadocéspedylamansión.—¿Apareceporalgúnladodeldosierlodelosmuñecos,Nori?—¿Qué muñecos? No lo he leído todo, pero no me suena de nada. ¿Qué
muñecosdices?Analecontóasuamigoelabsurdorescatedeesosdossupuestosniñosque
resultaronserréplicasexactasdedoscriaturasdecuatroaños.—Vamos, ya te digo que, conociendo este mundillo —le contestó Nori,
ojeandosucopiadeldosier—,sisehubierasabido lode losmaniquíes,habríasidoportadadurantemeses.—Estoyesperandoelperfilpsicológicodeladuquesa, igual teníaalgúntipo
deproblemamental.Quiénsabe.Estodomuyextrañoenestecaso.—Casadatresveces.PrimeroalosveinteañosconLuisFili,unfutbolistaque
ibaparagranfigura(llegóinclusoajugarconlaselecciónespañolaabsolutadefútbol),peroalqueunaartrosiscrónicaydegenerativaderodilla—«¡Quérarosiendo tan joven, y qué pena!», dijeron todos los especialistas consultados—condenóalbanquillodelolvidojustocuandosucarreraempezabaadespegar.Eldivorcio llegó once meses después. «Recuerdo a Luis con mucho cariño —contabaSpinozaenlaentrevista—,peroéramosjóvenesyalocados.Quisimosirmuyrápidoynosdimoscuentadequenoestábamoshechoselunoparaelotro».Y lo descubrieron, o lo descubrió Mónica, menuda casualidad, justo tras esalesióndeporvidadesumaridoquehabíatruncadosucarrerahaciaelestrellato,lalluviademillonesylaadoraciónpopular.Cuatro años después «en la cola de unbanco»—como si los ricos hicieran
cola en los bancos, se rio Nori—, la duquesa conoció a su segundo marido,Julián Borgo, heredero de la dinastía de los Borgo-Borbín, un emporio debodegasquehabíadiversificadorecientementeelnegociohacialaconstrucción,multiplicandoelpatrimoniofamiliar.LanuevaseñoradeBorgosupoentoncesloqueerasalirdelgimnasioenMadrid,pegarseunaduchaysubiraunjetprivadoparacenarenParís.«Noteníaniquearreglarme,paranoperdereltiempo,queesmuyvalioso,el tiempo,¿verdad?Enelaviónviajabanunapeluquerayuna
maquilladora, queme preparaban, aunque tampoco da paramucho el trayectoMadrid-París. En dos horas apenas puedes peinarte, maquillarte y escoger elvestidoquetevasaponer.Todounpocojusto.Lociertoesqueaveceseraalgoestresante». A Ana le sorprendía la capacidad de determinadas personas paraviviraisladasdelmundoreal,pero,sobretodo,paracontarsuvidadeexcesosalresto de la humanidad sin darse cuenta de que para alguien con dos dedos defrente lo que decían era ridículo. «Y no tenía que conducir, claro, no voy apilotaryoelavióndevuelta—sehacíadespuéslagraciosa—,conloquepodíabeberypasarmeconelchampán,ja,ja,ja».«¿SiguemanteniendorelaciónconloshijosdeJulián?»,lepreguntabandespués.MónicaSpinozanocontestó.«Laduquesa—escribióelperiodista—bajalamirada,enungestodedolor.Senotaque es un tema que le afecta, ella es una mujer sensible, lo demuestra sudedicaciónenvariasONG,consutrabajoinfatigableporlosniñoshuérfanos.ElvacíodeloshijosdeJuliánBorgoesparaMónicaSpinozaunalápidaquellevaen el alma. Nos aventuraríamos a decir que está a punto de llorar ante lapregunta, pero que se contiene, por respeto a este periodista y a ustedes, loslectoresdeestapublicación».DiezañosleduróestesegundomaridoaMónicaSpinoza,hastaqueunataque
alcorazónenunhoteldeMadridlahizoenviudarporprimeravezmientrasellajugabaalascartasconsusamigasensucasadeLaMoraleja.—Las malas lenguas dicen—le contó entonces Nori a Ana señalándole la
fotografíadeunhombrepocoagraciado—queelmaridomuriódeunviagrazo,queestabaconalgunaamanteoalgunaprostitutaenelhotelyque,paracumplircomounmachote, se pasó con la dosis y el corazón le hizo pum.Unode lospolicíasque fueadarle lamalanoticiaa laduquesaa sucasaescolegaymecontóhacetiempoqueaellaseleescapóunamediasonrisaantesdeacordarsedequeteníaqueponercaradeshockyempezaragemiryllorar.Además,envezde salir pitandopara el lugar donde acababademorir sumarido, se quedó encasa,dicenotravezlasmalaslenguasqueterminandolapartidadecartas,ynosalió de allí hasta tres horas más tarde, caracterizada de luto riguroso yespectacular, para hacer su entrada triunfal de viuda desconsolada en elAnatómicoForense.—Contodaslascámarasdelante,claro—apostillóAna.Elúltimomaridolahabíahechoduquesa.«Hanseraelamordemividaylo
seguirásiendohastaquememuera»,eraotrode los titularesdel reportaje, sinsaberentoncesquérápidoibaahacerseverdad.AlduqueloconocióenlaFeriadeAbril deSevilla—unbuen lugarpara cazar aunbuenpartido,pensóAna,
intentandorecordarquéplebeyahabíaconocidoaunfuturoreyeuropeotambiénenunacasetadelaferia—yleconquistó«sumaneradebailarsevillanas,comosi te estuvierahaciendoel amor».Conelduque,Mónicaconocióa lanoblezaeuropea y recorrió castillos en invierno, y yates y villas en verano. «Hansmeenseñóaamarlavida,adisfrutarla,mehizoquererseguirviviendo,exprimirlafelicidad.Nuncasabíaencuáldenuestrascasasíbamosadormiraldíasiguiente,odóndecomeríamosesemediodía.Conéltodoeraunviajeenlamontañarusade la vida. Nunca fui tan feliz». «Ni tan rica», pensó Ana que se le habíaolvidadodecir.Todo lo contaba la duquesa entre fotografías enmaravillosos rinconesde la
casa deMadrid arreglados para la ocasión. Ana tenía memoria fotográfica, yenseguida se dio cuenta de los cuadros, flores, muebles, cojines e inclusoestatuas que no estaban en la casa cuando ella recorrió la escena del crimen,como si la hubieranmejorado para que saliera perfecta en las fotografías delreportaje.Siguiópasandopáginas.Alfinaldelreportajeunaimagenlehizodarunvuelcoalcorazón.—¿Hasvistoesta?—Se lamostróaNori, señalándolaconeldedo.Erauna
fotografíapequeña,enlaparteinferiorderechadelapágina.—¿Quétienedeparticular?—preguntóél,sinentender.—Vaya,Nori—Ana sonrió—, no lo sabes todo.Tus tentáculos no llegan a
todas partes.Me alegra llevarte la delantera en algo.—Él engurruñó la frentecomoun niño pequeño—.Lo que tiene de particular esta fotografía publicadaunosdíasantesdelamuertedeladuquesaesquereproducepartedelaescenadel crimen.Así apareció el cadáver. Tumbado, en esemismo sitio, casi en lamismaposición.Aquíella tiene laspiernascruzadasunasobre laotra,peroelrestoestáprácticamenteigual.Elasesinolacolocótumbadaenelsuelo,conlaspiernasylosbrazoscompletamenteextendidoshacia los lados.Ylarodeócondoscírculos,unodebasurayotrodejoyas.Pero,joder,estáenelmismositio.Como si quien la mató se hubiera inspirado en esta imagen. Demasiadacoincidencia,¿nocrees?—Eso tendrás que preguntárselo cuando lo detengas, pero sí, es demasiada
coincidencia,yyasabesqueyonocreoenlascoincidencias.—Miróelrelojyselevantódeunsalto—.Ana,tenemosqueirnosaplató,yahapasadomediahora,ysiterminanynoestamosallí,IgnacioPachónsenosvaaescapar.Porcierto,tengootracosamás.Otroregaloparati.—LediounamemoriaUSB,queAnamiróconcaradenoentender—.Querida,estoesunatelevisión.Loquetellevasbajoelbrazoenesedosier es lahistoriade laduquesa retratadapor laprensa
escrita. Pero aquí, en esta memoria digital, la tienes en acción. Te he hecho,bueno, me han hecho, la verdad, un resumen con los momentos en los quehemoshabladodeellaenestacadenaenlosúltimoscincoaños.Mesalíanmásde doscientas horas de emisión, así que he pedido que escogieran lo másrelevante. Aquí tienes unos ciento veintitrés minutos. Llámame cuando losvisiones.Yyonotehedadonada,porsupuesto,quedeaquínosepuedesacarninguna imagensin rellenarmil formularios.Sinecesitasalgomás,solo tienesquepedírmelo.Caminaron hasta un largo y estrecho pasillo con una veintena de puertas a
amboslados,cadauna,conunnombre.Anaimaginóqueeranlasestrellasdelacadena, pero no le sonaba ninguno. Casi no veía la televisión. Apenas losinformativos cuando tenía tiempo. Nori golpeó con los nudillos una de lasúltimaspuertas, laquedabaaccesoalcamerinodeIgnacioPachón.Cuando lovio, aAna le parecióque su cara le era vagamente familiar, perono encontrónadaensurecuerdo,asíquesupusoquelesonabadehaberlovistoalgunavezenlapequeñapantalla.—Mi trabajo aquí es defenderlo, Ana —le había advertido Nori antes de
entrar—,no te extrañesde loqueva apasar ahora,nopuedo ser tu aliado, almenos,decaraalagalería;perosigosiendounpoli,noteolvidesdeeso.EranlasochoymediadelatardecuandoAnasaliódeledificioprincipaldela
cadena de televisión; se despidió de Nori con dos besos. Él aprovechó elmomento para retenerla contra su cuerpo unos segundos más de loeducadamentenecesarioysusurrarlealoído.Lafraseaúnresonabaensucabezahorasdespués.—Ana,¿porquénonosdejasteayudarte?
9Primerofuelaoscuridad.Durantemuchotiempo.Ensucabeza.Ensuestómago.Ensuhígado.Asualrededor.Oscuridaddensayhúmeda.Selepegabaalosojoscomobreaenfriándoseyyanopodíadeshacersedeella.Encerradaensuhabitación.Metidaenlacama.Bajolassábanas.Anadesarrollóentonces—enesemundosin luz—unasensibilidadespecial
parapercibirlosobjetosasualrededor,comosiellayanofueranuncamásunconjunto de células separadas delmundo, sino un dolor que se fundía con elrestodeluniverso.Conlosfríosbordesmetálicosdelmarcodelaventana.Conlamullidaalfombraquedormitababajolacama.Conelrugosocolorblancodelas paredes. Con las astillas que no habían terminado de desprenderse de lapuertadelahabitacióntraselúltimopuñetazoqueledioalamadera.TodoaplastabaaAna,comosielmundoenterohubieracolapsadosobresus
ojos cerrados. En sus largos días de oscuridad podía seguir el viaje hasta latroposferadelaireexhaladoporsuspulmones,otocarconlosdedoselcontornode las ondas electromagnéticas por las que se escapaba el calor de su cuerpomientrasella seenfriabacadavezmás.Oía inclusoel crujirde losácarosquevivíanensualmohada,dándoseunbanqueteconlasescamasdepielquese lehabíandesprendidodurantetodosesosmesessinlevantarsedelacama.Nuncasehabíasentidotansola.Nuncasehabíaodiadotantoasímisma.Pero
almenosteníaunasábanaconlaquecubrirsedepiesacabeza.Esacamaerasufortaleza,sutrincherafrentealavida.Esahabitaciónerasu
refugioantibombas,sucuarteldeinvierno.Siseguíaallí,quietaytapada,aguantandolasnáuseas,nadapodríaempeorar.Bajoesassábanaspensarenlamuerteeraunalivio.Tansoloexiste,entonces,
unúltimomiedo,elmiedoaldolorfísico.Porquealotro,aldolordelalmaydelcorazónydelastripas,yaestásacostumbrada.Alaslágrimasquetecomesyaestás acostumbrada. Y a las que viertes a oscuras. A los retortijones en elestómagoyaestásacostumbrada.Anodormirestásacostumbrada.Agolpeartelacabezaparaintentardejardepensaryaestásacostumbrada.
Anafantaseóconesaidea.Dejardeser.Dejardesufrir.Fin.Paradójicamente,esepensamientolepermitíavivirunpocomás.Elconsuelodesaberquepodíaterminar su agonía cuando quisiera bajaba el nivel de desesperación hasta unlímitetolerableyledabaunpoquitomásdemargenalavida.Asuvida.Alimaginarsumuerte,lapazladejabavivirunpocomás.Era en esosmomentos cuando se arrastraba fuera de la cama.Su cuerpo se
movíatanteandoenlaoscuridad.Parairalbaño.Parabeberagua.Paramasticarunpocodepandemolderancio.Parameterlosdedosenalgunalatadecomidayhurgarentre los restosdecualquiercosaparecidaaunalimento,algoque ledieracaloríassuficientesparaseguirrespirando,¡¡viva!!,sobreviviendounpocomás.Asípasaronsemanas.Meses.Arrancó el telefonillo que comunicaba su casa con el portal para que no
sonara. Dejó de cargar el móvil. Bajó todas las persianas y corrió todas lascortinas. Desconectó el timbre de la puerta. Al principio, algunos días creíaintuir al otro lado del rellano cómo alguien la llamaba. «Ana, abre, Ana. Porfavor.Ábreme»,creyóescucharaJoan.ANori.ACharo.Losprimerosdíastrasla detención de Inés estuvo tentada de dejarlos pasar. Pero sabía que no iba aencontraralivioensucompañía.Teníaquepurgaresaculpaellasola.«Dejadmeenpaz—consiguiógritaralgunadelasveces—.Dejadmeenpaz».Estoyviva.Demomento.Peropasaban las horas y pasaban los días y pasaban las semanasyAnano
conseguíaromperelcírculoviciosodelarumiaciónemocional.Hastaquealguientiróabajolapuertadesucasa.
10—¿Hahabidomássuerteconelrestodesospechosos?Llamar sándwich a lo que se estaban comiendo era una temeridad. Lo que
masticabanAnayCharo,derrotadasensussillas,eraalgoparecidoadostrozosde esponja rellenos de crema de afeitar. Pero si alguna cosa habían aprendidocomopolicíaseraquenuncasedebedejarpasarlaocasióndecomercuandohayoportunidad.Tampocodeiralbaño.Porqueavecestardaenvolverapresentarseotra.Haciendo tronchasenApolos—las largashorasdeapoyoyvigilanciaenfurgonetascamufladasenlasquenosepodíaponerelaireacondicionadonilacalefacciónpara que el ruidodelmotor no alertara a losmalos—, los agentesusaban botellas de plástico para poder orinar dentro, algo relativamente fácilparaunhombrepero tremendamentecomplicadoparaunamujer.Poreso,casitodaslaspolicíashabíanaprendidoallevarenelbolsounpequeñoembudo.Paraapuntarmejor.Comounhombre.Asíqueesatardelasdoscomieronloúnicoqueteníanamano.Elbardela
jefatura ya había cerrado y solo disponían de las máquinas de comida de lospasillos.Eraelsándwich,unabolsadepatatasfritasounapalmeradechocolate.Eligieronlaesponjarellena.Con esa bomba cardiovascular en sus cuerpos pusieron al día sus
descubrimientosdelamañana.—EstamosalaesperadequeloscompisdeBarcelonalocalicenalpresidente
del club de fútbol. Parece que se ha ido a pasar lasNavidades a una isla delCaribe, si hacemos caso a la prensa del corazón, aunque no tenemosconfirmación oficial. El juez se resiste a darnos una orden para pedir losmanifiestosde las compañías aéreas, pero sabemosquepasópor el control depasaporteseldía23alasnuevedelanoche—CharotendióaAnaunacopiadelregistroelectrónicodeaduanas,señalándolelalíneadedatoscorrespondiente—enelAeropuertodeElPrat,justoalahora,segúnlaautopsia,enlaqueestabanmatandoaMónicaSpinoza.Ahíestaba.AlbertAirobAliena.Númerodepasaporte078945673.Fecha23-
12.Hora20.30.45.Agente785649enelpuestodecontrol14.—Nolodescartemosaún.Aversicontestaalmensajequelehemosdejadoen
elbuzónycorroboramossucoartada.—Anaselevantódelasillaparalimpiarselas manos con un trozo de papel higiénico, siempre tenían varios rolloscirculandoporlassalasdetrabajo.—NosquedanBernabéLópez,secretariodeEstadodelMinisteriodelInterior,
yCarlosAguilar,jefedeprotocolodelacasareal.Conelpoderhemostopado.—¿Algodeljuez?¿Nosvaadarlaorden?—¿Estásdebroma?Paraacercarnosaesosdosvamosa tenerqueacumular
más pruebas que contra el toro quemató aManolete. ¿Te ha vuelto a llamarRuipérezparapreguntartecómovaelcaso?—Llamaresuneufemismo.Mehavueltoagritar.Loúnicoquemeconsuela
es que él estará recibiendo lamisma ducha de escupitajos desde arriba y porpartidatriple.Voyairaveraljuezparaintentarquemeautoriceahacerlesunavisitadecortesía.Quenomequieranrecibiresotracosa.Losdosúnicoshombresdela listadeladuquesaconlosquehabíanpodido
hablarcaraacaraeranelpresentadordetelevisiónyeldirectorparaEuropadeunadelasmayoresredessocialesdelmundo.—Empiezatú,Charo—lepidióAna.EduardExpósitohabíaresultadoseruntiponormal.—Demasiado normal para mi gusto —le contó Charo a su jefa, mientras
pasabalalenguaporunamuelaenlaquesehabíaquedadounamigadepan—.Lagentequeseesfuerzatantoenaparentarqueescomotú,queestucolega,esagentequevesquequieredesesperadamentecaertebien,esgentepeligrosa.Eslaquebarrelabasurabajolaalfombra,ynosualfombra,sinolatuya,yteendosasuporqueríasinquetedescuenta.—¿Tienecoartadaparaeldíadelasesinato?—Anavolvióasentarseysiguió
tomandonotasensucuaderno.—Tienecoartadaparalacena.Lodebierondeverdecenasdepersonasenel
hoteldelujoenelquecelebróunacenapreviaalaNochebuenayquesealargóhastacasilascincoymediadelamadrugada.Aseguraquefuedirectamenteasucasa. Se ha ofrecido incluso a darnos el móvil para que comprobemos sugeolocalizaciónesashoras.—Acércateporsucasa.Sí,yaséquenotenemosordenjudicial—Anacortó
eliniciodeprotestadesusubordinada—,perosoloporelexterior,porsitienecámarasdeseguridad.Tanteaalpersonaldeservicio.Quiénsabe,igualalguiensaleapasearalperroytecuentaalgo.
—Perfecto.Yati,¿cómotehaidoenlatele?—Más de lo mismo —contestó Ana—. Ha sido raro hablar con ese
presentador,durantetodoelratonopudedejardepensarquemesonabadealgo,sobretodosuvoz,meerafamiliar.—Deverloenlatele.Llevatropecientosañossaliendo.—Será eso —admitió Ana—, o quizá fue porque se había hecho tantas
intervenciones estéticas que ya tenía una cara de esas como comprada porcatálogo.No sabías dóndemirar. Parecía una de esas señorasmayores con lacaradestrozadaporelmismocirujano.Ylanariz…¡ufff!¡Quégrima!Teníaqueconcentrarmeparamirarloalosojos.Enlatelenosenotatanto,peroenpersonaesbastanteevidenteymolesto.—¿Porquéseharánesascosas?—preguntóCharo—.Esjoven.Nollegaalos
sesentaaños.—Puesaesaedadalgunasseñorasfamosasvanyaporsusegundolifting.¿O
tecreesquetodoesPhotoshop?IgnacioPachónteníacoartada.Habíapasadolanocheconsumadre.—Habléconlamujerporteléfonocomomepediste—explicóCharo—ylo
corroboró.Alprincipiomeparecióqueintentabarecordardequédíalehablaba,peroenseguidaloconfirmó.—Mirósusnotasyleyóladeclaracióndelamujer—:«Sí, esverdad,mihijoestuvoaquí toda lanoche,nonos íbamosaver enNochebuenaporqueteníaprogramaendirecto,asíquequisocenarconmigo,sehizotardeysequedó».—Puesnada,otroquesecaedelalista—contestóAna—.Noquisodecirme
porquévisitabaaMónicaSpinoza.Por mucho que Ana insistió, no fue capaz de sacarle qué tipo de relación
teníanélyladuquesa.—Ustednoloentiende,inspectora.—IgnacioPachónhabíavueltounayotra
vezalmismoargumento,sentadoenunadelassillasdesucamerino.—Inspectorajefa—lecorrigió,cortante,Ana.—Inspectora jefa —contestó él, como en un acto reflejo—. Usted no lo
entiende.—¿No entiendo exactamente qué?—Ana lemiró a los ojos, sin parpadear,
conunasonrisacasiburlona,apoyandolabarbillaensumanoderecha.—Lanaturalezade la relaciónquemeuníaa laduquesa.Esprivada.Quizá
ahoramásquenunca,deboguardarleelsecreto.¿Sabeustedquées la lealtad?—laretó.—¿Yusted,estánervioso?—Anacambiódetema.
—Nervioso,¿porqué?—No sé, quizá por esa relación secreta con una mujer que acaba de ser
asesinada.—Inspectorajefa,porfavor—lehabíacortadoNori,muyserio,hablándolede
usted, marcando las distancias con ella frente a Ignacio Pachón—. Estamoscolaborando con ustedes, de buena voluntad. Estamos respondiendo a suspreguntasypodríamosnohacerloporqueesteseñor—señalóalpresentador—notieneningunaobligación.AnanoconsiguiósacarlenadamásaIgnacioPachón.—Porrespeto,nopuedocontarlesquérelaciónmeuníaaladuquesa.Eraalgo
entreellayyo.Perono,noesloqueparece.—Repitióesovariasveces.«Noesloqueparece».—¿Yquéparece?—lepinchóAna.—Puesloquehubieranpublicadolasrevistasdelcorazónsisupieranqueyo
habíaestadovisitándoladevezencuando.—¿Yquéhubieranpublicadolasrevistasdelcorazón?—Inspectorajefa—habíavueltoacortarlaconversaciónNori—.Noestamos
aquíparaformularhipótesis.Noriestabahaciendosutrabajo.YaselohabíaadvertidoaAna.«Trabajopara
lacadena,noparati».Yprecisamenteporesosehabíaguardadoelcontenidodelos varios correos electrónicos que había interceptado entre Ignacio Pachón yMónicaSpinoza.Yaselosdaríaasuamigaencasodequefueranecesario.Demomento,sabíaconseguridadqueelpresentadoryladuquesanoeranamantes.A Nori le pagaban por proteger —se tuvo que recordar— a esa gente. Y,mientras no infringieran la ley, lo seguiría haciendo, aunque eso implicaraocultarlepruebasasuantiguajefa.—¿Eso significa que los cinco hombres en la agenda del teléfono no eran
amantesdeladuquesa?—preguntóCharoenvozaltacuandoAnaleterminóderelatarelinterrogatorio.—Nolosé.—Anacogióuntrozodepapelhigiénicoparalimpiarselosrestos
aceitososqueelsándwichqueseacababadecomerhabíadejadoensusmanos—. Igual no tenían una relación sentimental. Igual era laboral. Quizá seintercambiabansecretos.¿TeimaginasqueladuquesatrabajaraparaelCNI?¿Teimaginas que fuera una espía del Estado? Quizá por eso nos están poniendotantastrabasenlainvestigación.—Algotienequehaberparaqueellalosprotegierahastaelextremodetener
sus números en un teléfono antiguo sin conexión a internet, oculto tras un
cuadro.Tenemosquehablarconel restoparacompletarelpuzle.NecesitamosaccederaBernabéLópez.¿Elcomisario tehadichoalgo?Quedóenque ibaahacerlagestiónélmismo.—Mehacontadoqueelayudantedelministroyladuquesasehabíanvistoen
unpardeeventos,peroquenosabíanicómosellamabaella.Quévaadecir.Elsegundocargodelministerioenredadoenunodeloscrímenesquemásvaadarquehablaresteaño.Yelqueviene.—Joder,Ana.Joder.—Ya,unlíodetrespares.Vamosatenerquesermuydiplomáticoscontodo
esto.Ah,meolvidaba.Vamosaveresto.Era el USB que le había dadoNori el día anterior, con un resumen de los
programas de televisión en los que se había hablado sobre la duquesa en losúltimos años.Ana lo introdujo en el puerto de su ordenador.Mecánicamente,escaneó lamemoria en busca de virus, aunque sabía que era imposible que aNoriselehubierapasadoalgoasí.Anoserquecolocaraunoapropósito,pensófugazmente,sinsaberporquéselehabíapasadoesaideaporlacabeza.Elvídeoempezabaconunasintoníaestridenteatronandosobreunasucesión
deimágenesmontadasaritmodevértigo.—Yluegodicenquealgunosvideojuegospuedenproducirbrotesdeepilepsia
enlosadolescentes.—Charosefrotabalosojosanteaquellaavalanchavisualysonoraqueleembutíalasneuronas—.Seráquenohanvistoesto.«La disputa por la herencia está a punto de convertirse en una pelea en el
barroyaplenaluzdeldía»,ibadiciendounavozmientrasempezabaabajarunpocoelvolumendelasintoníaylaimagenmostrabaunplanogeneraldelplató.Elpresentador—deesaindeterminadaedadquevadelostreintaaloscincuenta— vestía una ajustada camiseta que no dejaba nada a la imaginación. Se lemarcaban hasta los lunares del pecho.Masculino y musculado. Los vaquerosparecían una segunda piel y resultaba difícil imaginar cómo había conseguidoembutirse en ellos. En los pies, unas botasmarrones de piel estilo cowboy ledaban un aire de niño malo. Iba peinado a la moda del momento; la cabezarapadaalunoenloslaterales,yunagranondadepelolargoenlapartesuperior,fijadatanperfectamentequenoseleibaamoverentodalanoche.—Seguroquecuandoselevantemañanaselehaquedadolaalmohadapegada
aesematojodepelo.—Charorio.«Amigos —el presentador reemprendió el discurso, pero ahora mirando a
cámarafijamente—,tenemosenexclusivaeldocumentoqueloscuatrohijosdelduque han presentado ante la justicia española para que Mónica Spinoza no
reciba la herencia que el testamento le otorga. Y—pausa dramática— van aalucinar.Comonosotroshemosalucinado.¡¡Españaenteravaaalucinar!!—Elgrito,detanagudo,seconvirtióenunligerogalloalfinaldelafrase,enuna«a»quearrastrómuchomásdelonecesario—.Lesvamosadartodoslosdetallesdeunademandaque sostiene, atención,porqueno se lo van a creer—laspausasdramáticas se fueron sucediendo en este tramo del discurso, salpicadas demiradas exageradamente profundas—, como nosotros no nos lo creemos aún,querido público —abrió los brazos, como si quisiera reunir a todos losespectadores juntoaél, enuncorrillodechismorreos,yentoncesbajóel tonohastaconvertirlocasienunsusurro—,queMónicaSpinozaalterólacapacidadderaciocinioyvoluntaddelduque,yque,cuandoestedictóelnuevotestamento,no estaba —un efecto de sonido, parecido al redoble de un tambor, diotrascendencia al anuncio— capacitado mentalmente para hacerlo. —Nuevoredoblede tambores,mezcladoestavezconunpunteodeguitarraeléctrica—.¡¡No estaba capacitado mentalmente para hacerlo!! —repitió el presentador,gritando como si acabara de decir una locura—. ¿Volvió loco al duque? ¿Usómagia negra? ¿Le administró algún tipo de droga que anulaba la voluntad?Enseguidalesdamostodaslasclavesdeesteasuntoquevaadarmucho,muchoquehablar.Tresminutosyvolvemos».Lessobresaltóuntoquecontundenteenlapuerta,deunamanoquenopodía
esperar.—Adelante—dijoAna.Eraelforense.—YaséquépuedesignificarelADNqueencontréenlapinturamarróndela
pieza—lesdijo—.Essolounahipótesis,peroesperoquenoseacierta.Mañanateheconcertadounacitaconunaamiga.AlasnuevedelamañanatendríaqueestarenelMuseodelPradoypreguntar
porladirectoradeltallerdeunadelaspinacotecasmásimportantesdelmundo.—¿NomevasacontarquétienequeverelPradoconnuestroasesino?—Prefieroquevayasconlamenteabierta,Ana.Ellateloexplicarámejorque
yo.Yahora, para casaya, ¿no?Son lasdiezde lanoche.Creoqueyahemostrabajadolosuficiente.JustocuandoAnaseestabaponiendoelabrigoparasalir,sonóunmensajeen
el teléfono. Sonrió al ver de quién era, antes incluso de leerlo. «Te echo demenos.¿Vasavenirestanocheacasa?».Nopodíacomentardetallesdela investigaciónconnadiedefuera.Ymenos
deesecaso,enelquemanejabandatostansensiblesqueestabaninclusovetadosparapartedelequipo.PeroAnasabíaqueesaeralaúnicamanerademantenerse
cuerda.Compartirconél.Derribarlasbarreras.
***Ya casi nunca tiene pesadillas. Ya casi nunca se ahoga. Ya no buceadesesperadamenteenbuscadeairequerespirar.Ahoracierralosojosydejaqueseadueñedeellalanecesidaddeunpar,de
uncomplementario.Uncuerpo,unhombro,unamano.Yes felizdeslizándoseporlapendiente.Dejándosellevar.Sonríeenlaoscuridad,queyanoeslaquelaaplastaba,queyanoesdensay
glutinosa,sinounacariciaenlaespaldaconlasyemasdelosdedos.Yestiraelpie,depuntillas,lojustoparatocareldelhombrequeconocetodassusderrotasyqueduermeasulado.Sindespertarlo.Aúnesdenoche.YAnasaboreacadasegundodeeseratitodepazantesdelamanecer.
***
Unaráfagadeaireheladoseenroscóensucuerpocomounaserpentinadepapel,rugosa y persistente. Los primeros turistas empezaban ya a merodear por losalrededoresdelMuseodelPrado,unode losmás importantesdelmundo.Aúnfaltabaunahoraymediaparaqueabrierasuspuertasalpúblico,peroenunratoyapodrían acceder algunos turistas privilegiados quehabían pagado cincuentaeurosporelplacerderecorrer lassalassesentaminutosantesdeser invadidasporhordasdevisitantes.LolaEcheverríaGayolaesperabaenlanuevapuertadeaccesoavisitantes,la
zonamásmodernadelmuseo,unaentradalateralalaqueseaccedíaatravésdeuna plaza serpenteante hundida varios metros por debajo de las callesadyacentes.ParaAnanoeraelaccesomáshermosodetodoslosquehabíaenlapinacoteca,legustabamáslapuertadeVelázquez,justoenelcentrodeledificioprincipal, alzándose frente al paseo del Prado, que engullía al visitantedominandoel escenarioypreparándolopara la inmensidadde labellezade loqueibaacontemplardentro.—Graciasporrecibirme—saludóAna,quitándoseelguantequeabrigabasu
manoderecha.—DelelasgraciasaYon.Éleselquehahecholaasociacióndeideas.Elotro
díaasistióaquíenelPradoaunaconferenciasobrelaquímicaenlahistoriadel
arte.Yencuantomehamandadoelanálisisdelapintura,lohevistoclaro.LadirectoradeltallerdelPradoeraunamujeraltayatlética,señorial,comosi
selehubierapegadoelporteregiodelosprotagonistasdemuchasdelaspinturasentre las que trabajaba. Llevaba recogido su brillante pelo negro en unmoñobajo,muyestirado,conunarayaperfectadividiendosucabezaporlamitad.Anaapostóparasímismaquelosdosladosmedíanexactamentelomismo,comosialpeinarse,LolaEcheverríaGayoutilizaraunaregla.Todoensuaspectoestabaperfectamentemedidoypulido.—Trabajamos con obras y materiales de hace cientos de años. De vez en
cuando nos viene bien asomarnos a nuestro siglo. —Su sonrisa era fresca ycálida,yaAnaleparecióquenoterminabadecuadrardel todoconla imagenqueproyectaba.Quizásolosearreglabaasíparatrabajar,pensó.Lospasosdelasdosmujeresresonabanporelsueloenlosadodelasgalerías,
retumbandoen lasbóvedasdesemicírculodel techo.Ana tuvoque reprimirelimpulsodeirparándoseantelasmaravillasquecolgabandelasparedes.—Esfácildistraerseaquí,¿verdad, inspectorajefa?Nisiquieranosotros, tan
acostumbradosa recorrerestassalas,estamosasalvodequenosabrume tantabelleza.Siempredescubrimosalgonuevo.—Escomoparaponerseenfermodelaemoción.—Lo es. Y tiene un nombre, el síndrome de Stendhal o la enfermedad del
viajeroquesufrepalpitaciones,vértigoyconfusión,inclusoalucinaciones,antelavisióndeobrasdearteprecisamentebellas.—Pero¿esonoesunmito?—preguntóAna.—Le aseguroqueno lo es, inspectora.Yohe visto algunos casos.Aquí, en
estemuseo,sinirmáslejos.—¿Yustedcreequeesesíndrometienequeverconloquehemosencontrado
enlapiezadeuncrimen,unaespeciedemetáforadelasesino?Hamatadoaunadelasmujeresmásbellasdelpaís.—Nolodescartaría.Perohaymás,nosolounametáfora.Apostaríaaquelo
que han encontrado es el color de la muerte en su versión más antigua ypoderosa.
ELODIOCreamoselodiodelanada,lohacemoscreceryloguardamoscomounpesodeplomoenlabocadenuestrosestómagos.Unaenergíagratuitayautorrenovablecon una potencia de destrucción brutal. Nos hace sentir poderosos.Clarividentes.Porqueelamornosnubla,peroelodionosvuelvesagaces.Yentoncesaprovechacualquiergrietaparahacerdaño.Loqueelodioibaahacernoeratandifícil,tansoloteníaqueaprovecharla
fuerzadevastadoradesurabia.Sabíaquenuncanadiesehabíapropuestoalgoasí,yalprincipiocreyóquelo
queestabapensandoeraunalocura.Peroteníainteligencia,eltiempoysobretodoelodiosuficientesparalograrlo.Yalogrande.Lapreparación le llevóunpardemesesdemeticulosa investigación.Tenía
que tener en cuenta cientos de variables que hasta el último minuto—sobretodo,duranteelúltimominuto—podíanfastidiarlaresoluciónexitosadelplan.Porque,pormuchoquefueraungenio,alfinalelbaileestaríainterpretadoporseres humanos, y los seres humanos tienen una insufrible tendencia a ladiscontinuidad.Todoelmundo ibaahablarde loquehabíahecho.Elportadordelodiose
convirtióasítambiénenelportadordelorgullo.Variosdíasantesdelfinalempezaronacaerlasprimerasfichasdeldominó.
Seponíaenmarchalapartida.Peronadiesabríaquelaestabajugandohastaquefuerademasiadotarde.
11—¿Elcolordelamuerte?Habían llegado a una gran sala sin ventanas, pero con una iluminación
artificial tan perfecta que recreaba un día inclusomejor que el que amanecíafueradelasparedesdelmuseo.EracomosiDioshubieratrasladadoauninterioreltonoexactodelcieloreflejadosobrelanieveenunamañanadesol.—Esunadelashorasmásrelajadasdeldía.—Lolallevóalainspectorajefa
hasta unade lasmesasmás apartadas de la estancia—.Aquí podremoshablarcontranquilidad.Se sentaron en dos taburetes estilo industrial cuya altura se podía regular
enroscándolos y desenroscándolos sobre su eje. Eran cómodos, Ana no lohubieradichonunca.Elasientoreproducíalaformadelcuerpoalsentarse,comounmolde complementario, adaptándose a él.La conservadoradeslizó sobre lamesa, hasta las manos de la inspectora jefa, un grueso libro de tapa negrallamadoPigmentCompendium:Adictionaryofhistoricalpigments.—El de la cubierta es un negro perfecto—le contó Lola—, un color muy
complicadodeconseguir.¿Cómoreproduceslafaltaabsolutadeluz?Eslomásdifícil.Peroaloqueveníaustedesaotracosa.Aquídentro—abrióeltomoporla página ochenta y siete— puede estar la respuesta. Lo que yo creo que haintentadoreproducirsuasesino…—Por favor, Lola, tutéame —la interrumpió Ana—. Voy a tener que
concentrarme demasiado para hablarte de usted y prefiero poner toda miatenciónenentenderloquemevasaexplicar.—Lointentaré.—Otravezesasonrisa.AAnalegustaba.Era,oalmenoslo
parecía,transparente—.Veamos,creoquevuestroasesinohaintentadoimitarelcaputmortuumensuversiónmarrón.—Nuncaheoídohablardeél.—Ni tú ni casi nadie que siga vivo. Por lo que me ha contado Yon por
teléfono,elcriminalsehatomadomuchísimasmolestiasparafabricarlaspiezas.Pero lamayordeesasmolestiaseselcolorconelquehapintado las letrasen
cada una de ellas. Marrón con ADN, posiblemente de un cadáver. Toda unametáfora.«Elcaputmortuum—lecontólaconservadoradelPrado—,esunaexpresión
latinaque,literalmente,significa«cabezamuerta»,perotambiénhacíareferenciaalmaterialdedesechotrasunprocesoquímico.Losalquimistaslorepresentabancon el símbolo de la calavera. En la Edad Media usaron esa expresión parareferirsealostonosrojosypúrpurasoxidadosconlosqueseteñíanlosropajesde losmás ricos y poderosos, prohibidos al resto de seres humanosbajo penainclusodecárcelomuerte.—Peroelcolorconelquesetiñeronlasletrasdelasfichaseselmarrón,noel
púrpuraoelrojo—matizóAna,creyendoqueLolanohabíaentendidobiensuexplicacióntelefónicayqueesavisitaalPradonoleibaaservirdenada.—Caputmortuumesladenominacióngenéricaparaestetipodecolores,ya
veces —respondió la conservadora— esa expresión se utilizaba para lospigmentos elaborados no solo a partir de la descomposición de ciertosmateriales,sinotambiénapartirdeladescomposicióndelcuerpohumano.Miraesto.La conservadora abrió una fotografía en su ordenador. Una imagen
perturbadora y oscura en la que una mujer con el pecho descubierto se alza,agitando la bandera francesa, sobre un caos de cuerpos vivos, agonizantes ymuertos.—Esunodeloscuadrosmásicónicosdelahistoria,elsímbolodelaluchapor
lalibertad.Lalibertadguiandoalpueblo,deEugèneDelacroix.Plasmaconunrealismo y una crudeza brutales los disturbios de 1830 en Francia queprovocaronelderrocamientodelreyCarlosX.—¿Quétienedeparticular?¿Cuáleslarelaciónconnuestroasesino?—Que se sospecha que también está pintado con restos de cadáver. Es
prácticamenteimposibleprobarlo—leexplicólaconservadora—,peromuchosexpertoscoincidenenqueDelacroixutilizóparaestecuadrounpigmentomuypopularensuépoca,elmummybrown,untipodemarrónelaboradoapartirderestos demomias y muy apreciado por su brillo y transparencia. Además, secuarteabamuypococomparadoconotrospigmentos.DesdeelsigloXVIyhastaprincipiosdelsigloXXlamayoríadelospintoreseuropeoslousaron.»Elmarrónmuerteteníaunbrilloextraordinarioynoseagrietabaconelpaso
del tiempo.Lospintores lo adoraban.Perono solo ellos.También seutilizabaparateñirropa.El testimoniomásfiel lotenemosenunaobradeShakespeare.—Cogióotrolibrodelamesa.SehabíapreparadobienantesdelavisitadeAna,
paraexplicarleendetallesu teoría—.EnOtelo,elgenioinglésdescribeasíunpañuelodeseda.Mira.
Thewormswerehallowedthatdidbreedthesilk,AnditwasdyedinmummywhichtheskillfulConservedofmaidens’hearts.
—«Los gusanos que tejieron la tela estaban santificados —tradujo la
conservadora—ylasedafueteñidapormanosmágicasconunlíquidohechodecorazonesdemomiasdedoncellas».—¿Yestabahechaesapinturacon restosdemomias?—Anano salíade su
asombro.—Conrestosdemomiasegipcias.Primerofueronellos,losegipcios,losque
aprendieronlautilidaddeunacuriosasustanciamarrónqueseformabaentreelvendajeyelcuerpodelcadáver.Alprincipioelnegocioestuvoenmanosdelosegipcios,fundamentalmentede
los ladrones de tumbas, que aprovechaban —literalmente— todo lo queencontraban en la expoliación de las pirámides, incluidos los cadáveresembalsamados de faraones y nobles. Pero a finales del siglo XVIII fueron lospropioseuropeoslosquesepusieronaello.CuandoNapoleóninvadeEgiptoen1798 y vence en lamítica batalla de las Pirámides—«Desde lo alto de estaspirámides, cuarenta siglos os contemplan»—, en Europa se desata laegiptomanía,yseponedemodatodoloquetienequeverconlosemperadores,lasdinastíasylaspirámides.Seformancaravanasdecomerciantesyturistasqueregresancargadosdemomiasparaexhibirenlascasasdelosricosypoderosos.—Hubo una época en la que no eras nadie —siguió explicándole la
conservadora—sinoteníasunpardemomiasenelsalón.Secelebrabanbailessoloparalucirlas.Inclusosepusierondemodafiestasparadesenvolvermomias,con los invitados tirando de las vendas que rodeaban el cadáver. Muchospintores, sin embargo, no eran conscientesdeque estabanutilizando restosdecadáveresmilenarios.ElescritorRudyardKiplingcuentacómosutío,elpintorprerrafaelitaEdwardBurne Jones, al enterarsedequeelpigmentomarrónqueutilizabaparasuscuadrosestabafabricadoconpartesdemomiamolidas,cogiólostubosdeesecolorqueteníaencasay,solemnemente,leshizounfuneralenel jardín, «porque estaban hechos de faraones muertos y hay que sepultarloscomocorresponde».—¿Meestásdiciendoquenuestroasesinoharobadounamomiadehacemiles
de años para elaborar pintura marrón siguiendo unas técnicas ancestrales defabricacióndelsigloXVI?—preguntóAna,pasandomecánicamentelasdelicadaspáginasdelOteloquelaconservadorahabíapuestoensusmanos.—Bueno,no.Esoesprácticamenteimposible.—¿Porqué?—Porque ese color con esa composición ya no existe, se extinguió hace
bastantesaños.En1980cerróRobertson,enelReinoUnido,elúltimofabricanteconocidodelmundoqueelaborabamarrónmomia.—Nohacenicuarentaaños.Quizánuestroasesinoha localizadoalgún tubo
depinturasobrante.Hoyendíatodosepuedecomprarporinternet.—Nocreo.Ya a principios del sigloXX empezaron a escasear los restos de
momias con la calidad suficientepara elaborar pigmentos.Dehecho, el diarioinglésDailyMailpublicóen1904unanuncioenelquesesolicitabaunamomia«aunprecioadecuado».YcuandosetentayseisañosdespuéscerróRobertson,sus trabajadores aseguraron que no tenían ningún resto de esa pintura en elalmacén.Contaronqueenlosañossesentaseleshabíanacabadolasexistenciasdemomias, yquedesde esa épocayanopodían elaborarmás.Yque, aunqueencontraran algún pequeño resto de cadáver egipcio en el almacén, no erasuficiente para fabricar la pintura. Lo que creo es que tu asesino ha queridoimitaresecoloryquelahistoriadelmummybrowntieneunsignificadoespecialparaél,oparasurelaciónconlavíctima.Lo hizo a propósito, pensóAna.Quería que supiéramos que estaba usando
restosdecadáverparapintarlasfichasquelehizotragaraladuquesa.«Solonosfaltasaberquéquieredecirnosconeso».
12Barcelona,1978En todas las fotos que tenía de pequeña, Ana Arén aparecía invariablementesonriendodeorejaaorejaysusojos,enormesyredondos,seencogíandetantaalegría,comosiduranteesosinstantescongeladoseneltiempoellafueralaniñamásfelizdelmundo.Aunqueahorayanoseacordase.Porque toda la alegría se esfumó cuando tenía seis años. A decir verdad,
cuando tenía exactamente seis años, diezmeses y veinte días. Ella, que habíadadolafelicidadpordescontadasincuestionárselanunca—estoyvivayporlotanto respiro y por lo tanto soy feliz—, tropezó de repente con un desordenemocionalqueledejólacapacidaddeamarheridaparasiempre.Noquierasaquienpuedasperder.La hora en la que se le congeló elmundo no la recuerda, porque desde el
martesnadiehabíadadocuerdaalrelojdeparedquecolgabaenlacocinayquemarcabalostiemposdelacasa.Alasocho,levantarse.Alasochoyveinte,lechecongalletas—«Nolasmantengasmuchoenlalechecalientequesetedesharáneiránapararalfondodelvaso»,ledecíasiempremamá—.Alasnuevemenoscuarto,salimosparaelcole.Alaunaymedia,comidaencasaconmamá.Alastres,vueltaal colegio.Eldía seguía sumandohorasenel relojhastaquea lasnueve tocaba irse a la cama. «Apagamos la luz,Ana, no te lo voy a volver arepetir—ledecíamamá—,dejadejugaryadormir,quemañananohabráquiente levante y tu padre está a puntode llegar, yaverás como te veadespierta, adormir,cielo,tedoyunúltimobesodebuenasnochesycierraslosojos,¿vale?».Elrelojdelacocinamarcabalosritmosdelafamiliaycadamañana,antesde
salir para el colegio,Ana y sumadre le daban cuerda para todo el día. «Hoytambién será un día perfecto», repetían entonces las dos, dándose un largo ycálidoabrazoparaqueAnasellevaraalcolegioeloloryelcalordelapieldesumadre.Yasí,cuandolaechabademenos—enelpatio,enclasedematemáticas—,soloteníaquecerrarlosojosyvolveraesemomento,acunadaporelsonido
—tictac, tictac— del pesado engranaje del reloj colgado sobre la mesa de lacocina.Así que esa tarde, cuando llamaron a la puerta de casa, Ana miró
instintivamentealreloj—«Ana,cariño,quédateaquíunmomento,quetenemosquehablarconestosseñores»,lehabíandichosustías,encerrándolaenlacocinaparaquenoviera,paraquenosupiera,paraquenoescucharaloqueellastemíanqueestabaapuntodeconvertirseenrealidad—,peroelrelojestabaparado.Lasmanecillas se habían quedado quietas en las nueve y veintidósminutos de lamañanadelmartes.Enesemomento,solaenlapenumbradelacocina,aisladadelossusurrosque
llegaban desde el comedor, Ana empezó a entender que ya nuncamás habríamamáparadarlecuerdaalreloj.Lamuertede sumadre seanclóensuconcienciaa travésde lasmanecillas
paradas de ese reloj, aunque todavía no fuera capaz de comprender lo queacababadesucederle.Queyanuncamásmamáiríaabuscarlaalcolegio,quenole acariciaría el pelo por la noche, que no podría contarle que le gustaba unchico, o que estaba tan triste que no soportaba abrir los ojos. Ana no pudoabarcar la inmensidadde lapérdida,pero lamaterializóenalgomáscotidianoquelamuerte,algoquepodíatocar,ymaldeciryrompersihacíafalta.Elrelojdelacocina.Entoncescerrómuyfuertelosojos—comohacíaenelcolegiocadavezque
echabademenosamamá—paraevocarelolor,latexturayelcalordelabrazo-refugioquesedabanlasdoscadamañana.Perosolosintióhielo.Elfríodelasbaldosas del suelo conquistó sus pies y le fue subiendo por el cuerpo hastacongelarsucorazón.Aunquenuncasupoaquéhora.
13Madrideraunespejismodecalortrasuncristal.Elsolparecíabrillarconfuerzaenuncielosinunamotadenube,deunazultanincreíblementedensoquedabala sensación de que en cualquiermomento iba a desplomarse por culpa de supeso.Pero era un engaño. Ese sol que parecía tan caliente tras una ventana del
MuseodelPradoeraunaestafa.Comotantasotrascosasenlavida.Elmóvilvibróensubolso.AparecióunmensajedeNori,quellegabajuntoa
unaimagen.«Estabarepasandodenuevoeldosier.Miraestafotodelacasadela duquesa que se publicó hace seis meses en una revista. ¿Ves algo que techirríe?¿Algoquenoestuvieraenlaescenadelcrimen?».Laduquesasonreíaenprimerplano,conunvaporosovestidoveraniegobajoelqueseintuíaunbikini.Estabasentada,conlaspiernasperfectamentecruzadas,enunaespeciedecojínaltodecolores,conelcodoizquierdosemiapoyadoenunagruesaestanteríademaderarepletadetoallasesponjosas.Era,sefijóAna,lazonadeentradaalbañoprincipaldelasuite.Repasólaescena,intentandorecordarloquehabíavistoenla casa seis días antes. Pero todo le pareció igual a como estaba la noche delcrimen—exceptoMónicaSpinozavivitaycoleando,claro—.Inclusolastoallasleparecieronlasmismasycolocadasenelmismoorden.«Debendeestarahídedecoración—pensó—,seguroquenolasusónunca,unapena,conlosuavesqueparecen».—No,noveonadafueradelugar.Elbañoestabacomoenlafotografía.¿Qué
hasvistotú?—lepreguntóenunmensajedetexto.—No,enelbañono—contestóNori—.Miraalfondo,loqueseveatravés
delapuertadelbaño,enlahabitación.Hayunaespeciedemesabaja,unamesaauxiliarconpatasmetálicas.¿Quévesencima?—Sí, eso estaba—volvió a teclearAna—.Es un altavoz.Lo debía de usar
paraconectarelmóvilyescucharmúsica,olaradio.—Creoqueesalgomás.¿Sabesdóndeestá?¿Oslollevasteiscomopruebao
sigueenlacasa?—Puesnopodríajurarnadaahoramismo.Encuantolleguealdespachomiro
lalistaytecuento.Perodime,¿quécreesqueesyporquéestanimportante?—Esunespía.Yatecontaré.Mándameunmensajecuandosepasdóndeestá.
Tedejo,quetenemosunareuniónconeljefesupremoynonospermitesacarelmóvil.¿Quéestaríasospechandosuantiguosubi?Anamiróelrelojysediocuenta
de lo tarde que era. Aceleró el paso.Había dejado el coche en el parking deSerrano.A primera hora de lamañana aparcar a varias calles de distancia delmuseo e ir dandounpaseo tranquilohasta elPrado leparecióunabuena ideaparadespejarsedelsueñoqueaúnenladrillabasucabeza.Peroselehabíahechotarde tras escuchar la fascinante historia del color marrón momia y tuvo queapretarelpasoparatratardellegaratiempoalareuniónquehabíaconvocadoelcomisario Ruipérez. Además, aún tenía que comprar las uvas para la cena deNochevieja,se lohabíaprometidoaJoan.«Tejuroquevasa teneruvas.Telojuro,yaloverás».Erafácildistinguira losvecinosdelbarriodelos turistas,porquecasi todos
los locales llevaban bolsas de comida, avituallamiento para la gran cena deNocheviejadeldíasiguiente.Comoenunjuego,lainspectorajefafuesorteando—a golpe de cadera y tobillo— a los transeúntes que llenaban la acera, concuidadodenogolpearaninguno.Pierdesunavidasitocasaalguien,recordó,yse le escapó una ligera sonrisa evocando el pasatiempo infantil de infinitasvariantes. Pierdes una vida si pisas una línea de la acera. Pierdes una vida sialguientemira.Pierdesunavidasialguiendicetunombre.Pierdesunavidasi…—¡¡Nooo!!El instinto le hizo girarse de un salto antes aún incluso de que su cerebro
interpretara las señales bioeléctricas en las que su órgano de Corti habíaconvertido el grito que acababa de oír. Casi a su lado, unos pasosmás atrás,ligeramentea laderecha,unamujerempezabaaagacharseconcaradepánico.Sus brazos se extendían, alargándose y arrastrando a todo su cuerpo haciadelante con ellos, en un intento desesperado por alcanzar al hombre que sedesplomabaasulado,tratandodesujetarlo,deagarrarlo,derecogerlo,aunantesdequecayeraaplomosobrelaacera.Eran losdosancianosa losqueacababadesobrepasarunossegundosatrás.
Recordóhaberpensadoquecaminabanmuydespacio.Queélarrastrabalospiescomosinopudiera levantarlosdel suelo.Queella lomirabaconunacaraqueAna no llegó entonces a interpretar del todo, pero que en esemomento sabía
perfectamentedequéera.Deextrañeza.Deincredulidad.Ydemiedo.Unataquealcorazón.Elfríodesapareció.Lasmanosentumecidas.Lospiescongelados.Elcuerpo
deAnadejódesentirporquesucerebroinvirtiótodossusrecursosdisponiblesenunaúnicacosa:salvaraesehombre.Yparaellopusoenmarchaunaseriedeórdenes rápidas, consecutivas y tajantes, cuyo resultado fue que tres segundosdespués la inspectora jefa estaba ya arrodillada junto al anciano, pegada a laparteizquierdadesucuerpo,buscándoleelpulsomientrasgritaba«Soypolicía,llamenaemergencias,llamenalunounodos,quemandenunaambulanciaya».Teníaundesfibriladorenelcoche,perosiibaaporél—calculóquetardaría
comomínimocincominutos,corriendoycruzandodemanerasuicidalospasosdepeatonesqueseencontraraen rojo—,esehombremoriría.Suúnicaopciónera tratar de mantener artificialmente su latido de manera manual, mientrasllegaba el SAMUR con toda la artilleríamédica. Un, dos, tres, cuatro, cinco,seis…LaespaldadeAnasubíaybajabarítmicamente,insuflandotodoelpesodelapartesuperiordesucuerpohacialasmanosentrelazadassobreelcorazóndel anciano. Sístole.Diástole.Veintisiete.Veintiocho.Veintinueve. Treinta. Semovió rápidamente hacia la cabeza del hombre,metió su antebrazo izquierdobajolanuca, levantándoselaparaabrir latráquealomáximoposibleypermitirquepasara lamayor cantidadde aire.Con lamanoderecha cerró losorificiosnasales y con la izquierda tiró de la barbilla hacia abajo para abrirle la boca.Cubrió con sus labios como una ventosa toda la zona comprendida entre labarbillaylanarizdelanciano.Insuflódosbocanadasdeaire.Colocólaorejaenla nariz, por si había vuelto a respirar. Pero no regresó. Volvió al corazón.Compresión.Descompresión.Uno.Dos.Tres.Unhilodesudorheladolerecorriólaespaldasobrelaespinadorsal,pegadoa
lapiel, bajo las capasde abrigoque llevaba.Noperdió el ritmo rápidode lascompresiones, pero no podía despistarse. Siguió contando mentalmente.Veintiuno.Veintidós.Veintitrés.Porelrabillodelojoviocómolaancianacogíalamanoderechadelesposo,
arrodilladaalotroladodesucuerpo,ycómopronunciabasunombremuybajitoy muy despacio. Con miedo. Como si nombrarlo hiciera real lo que estabapasando.No pierdas el ritmo, Ana. Concéntrate. Treinta veces en el corazón. Dos
insuflacionesdeaire.Corazón.Boca.Corazón.Boca.Elritmodelaresucitacióncardíaca.
—¿Vieneonolaambulancia?—gritó,alzandolacabezahacialamultitudquelosrodeaba—.¿Alguienhallamado?Untiempoindeterminadodespués—quizáfuerondiezodoceminutos—Ana
notóunamanoposándosesuaveperofirmementesobresuhombro.—Ya seguimos nosotros —le dijo alguien al oído derecho—. Ya nos
encargamosnosotros—repitió—,descanseustedahora.Aturdidaporelesfuerzoylaconcentración,Anasaliócasiatientasdelcírculo
compactodepersonalmédicoquehabíarodeadoalanciano,moviéndosesobreélenunacoreografíaperfectamenteensayada.Seisminutosdespués,loúltimoqueviofuelacaradelaesposa,sentadaenla
partetraseradelaambulancia.Justocuandoelconductorencendíalasirena,lamujer—quehastaesemomentohabíaestadoconcentradaacariciando lamanodesumarido—levantó lavista.Fueronsolounpardesegundos,hastaquesecerraron las puertas y el vehículo se puso en marcha. Pero Ana no olvidaríanuncaesamirada.
***—Jefa.¡Jefa!Ana dio un respingo sobre la silla. Seguía pensando en ese hombre. Quizá
llamaraluegoalSAMURparaqueledijeranaquéhospitalselohabíanllevado.Peroledabamiedorecibirmalasnoticias.¿Ysinohabíanpodidosalvarlo?¿Ysitodohabíasidoinútil?—Jefa,mira,tenemosalaúltimapersonaquesaledecasadeladuquesaantes
dedescubrirelcadáver.CharoyelagenteBarrigaseleacercaronconunahojadepapelenlamano.
Eralamalaimpresiónenblancoynegro—enlaPolicía,pedirtintaencoloreracomopedirquelosmalosdejarandedelinquir—deunfotogramadelascámarasdeseguridaddelavivienda.Justofrentealapuertadeserviciodelacasaseveíauna furgoneta y alguien al volante. El código de tiempomarcaba las nueve ymediadelamañanadeldía24dediciembre.Segúnlaautopsia,MónicaSpinozayaestabamuertaparaentonces.—Llevaunagorra,nose ledistingue—protestócontristezaAna,alargando
denuevolahojahaciaellos.—Sí, pero mira la ampliación. —Barriga le tendió tres hojas más—. Son
capturasanterioresyposteriores.Aunque lagorrahace imposible identificarlo,tenemoslamatrículadelafurgonetaylahoraexactaenlaqueentróysaliódela
casa.Vamosaseguirsurastroconelrestodelascámarasdelasviviendas,quelosricachonestienentodos,porsienalgunatuviéramosmássuerteyselevierabienlacara.Estamoscotejandolamatrícula.Yconelpersonaldelacasa,aversialguienrecuerdaalgo.—Pareceunempleadodelserviciodemensajería.—Es—contestóCharo—unempleadodemensajería.Almenoslafurgoneta
estárotuladacomotalyélllevaeluniforme—leseñalóotrofotogramaenelquese le veía, de lado, entrando en la casa—de lamisma empresa, de FastPack.Estamos intentando averiguar con ellos quién hizo esa entrega y si secorrespondealapersonadelvídeo.—Pero lo más curioso, lo que nos ha llamado la atención —prosiguió el
agenteBarriga—,esesto.La salida. El momento en el que el hombre—si es que era un hombre—
abandonaba la vivienda. Tres minutos y cuarenta y seis segundos antes, elsospechosohabíaaparcadouncamiónenlacalle,frentealaentradadeservicio.Llamóaltimbredeltelefonillo,pronuncióunpardefrasescortasyempujóunapuerta metálica a través de la cual se accedía a la caseta del guardia deseguridad.Eralamaneradeaccederalacasaqueteníacualquieraquenofuerainvitadodeladuquesa:pasarpor lagaritadeseguridad,encastradaenelmuroquerodeabaeljardín.Elsupuestoempleadodelserviciodemensajeríavolvióasalirveintesegundosdespuéshaciaelcamión,pararegresarcargadode loqueluegosupieronqueerauncarrohidráulicoconmotoreléctrico,unaespeciedecarretilla elevadora en versión mini, con un manillar en el que un pequeñomandopermitíacogerytransportarcargaspesadasconpocoesfuerzo.Segundosdespués,elguardiadeseguridadyeltransportistaabríanlasegundapuertadelacaseta,laquedabaaljardín,paradesaparecerenseguidadelradiodealcancedelascámarasdelmuro.Tardaronunpardeminutosensalirdenuevo.—Peromira,jefa.Justoaquí.Cuandovuelvenaaparecerenlaimagen.Mira
conloqueelvisitantesaledelacasa.—¿Quénaricesseráeso?
14DuranteunashorasAnano tuvocerraduraen laquemeter la llavedesucasa.Bueno,cerradurasíquetenía,peronolehubieraservidodenadaintroducirunallave.Nohacíafalta.Porqueduranteunashoras,hastaqueporfindecidieronquehabíaquellamar
aunoperarioyeloperariosepresentó, loqueAnateníacomobarreraentre laentradadesucasayelmundoexterioreraunmarcoreventadoconunapalanca,unapuertabailandopeligrosamenteenelquicioydostrozosdecintaamericanaen forma de equis cruzando de extremo a extremo el interior del conjunto,sujetándolodemaneraprecariaparaquenocediera.—Creí que estabas muerta —fueron sus primeras palabras tras reventar la
puerta.Yduranteunaeternidadnodijonadamás.Solosetumbóasulado,sobrela
sábana. Primero respiró junto a ella, acompasando su ritmo, dejando que lostiemposdelosdossefueranacoplandosuavemente.Despuésseacercóunpocomás,paraquepudieraempezarasentirelcalorquedesprendíasucuerpoyellavolvieraahabituarsealapresenciahumanaalaquesehabíadesacostumbrado.«Soy yo, estoy aquí», le susurraba él de vez en cuando para que también seaclimatase al sonido de otra voz que no fuera la suya propia rebotando en sucabeza con pensamientos autodestructivos. Un rato más tarde se atrevió aacariciar su espalda, por encima de la sábana que la cubría, y fue en esemomento cuando ella rompió a llorar, desbordándose, inundando la camay lahabitación y su mundo entero. Estalló en llanto como si hubiera estadoguardandoesaslágrimasyesatristezayesarabiatodalavida.Comosilloraraportodaslaspenas.Laspasadas.Laspresentes.Ylasqueestabanporvenir.Pasó un tiempo indeterminado, de los que semiden por las emociones que
discurren en su presencia, y el desconsuelo empezó a amainar de maneragradual,comosielairedelahabitacióntuvieralacapacidaddeirabsorbiendopocoapocolatristeza.Oquizáeraelcuerpodeesehombretumbadojuntoaella
el que iba quitando capas a su pena,muy despacio, como un arqueólogo quesoplasobrelatierraenlaqueestáenterradoeleslabónperdidodelahumanidad.Pasómástiempoaún.Y,cuandonotóqueellayaestabapreparada,élvolvióahablar.—Porcierto—ledijo—,hereventadotupuerta.Tienesunabuenacerradura
peroundesastredemarco.Undíavasatenerunsusto.Enfin,quehabríaquearreglarla,¿no?Laheajustadoconcintaamericana,peronovaadurarmucho.Aversivaaentrarlavecinacotilladelterceroyvaaexpandirelbulodequeestásenlacamaconunhombre.Yesoseríapésimoparatureputaciónenelbarrio.Y ella por fin se giró. Volteó poco a poco su cuerpo hacia él. Primero las
piernas,quereencajóentrelassuyas.Despuésrotólacinturayeltorso.Yporfinseatrevióagirarlacabeza.Semiraroncaraacaraporprimeravezenmuchosmeses.Desdeentonces,cadavezqueAnaintroducelallaveenlacerradurarecuerda
ese momento y cómo fue volver a acostumbrarse a la presencia de otro serhumano a su lado, tras tantos meses metida en una cama, bajo una sábana,desconectadadelmundo.Parasacarladesuagujero,aJoannolesirvieronsoloel humor y el cariño, tuvo también que asestarle sus verdades a la cara, unpuñetazoderealidadtrasotro.Fue—tuvoqueserlo—duroycruel,lereprochólo que les había hecho a los demás con su actitud. «No eres la única que hassufridoconestahistoria,¿sabes?,yahoratelevantas,teduchas,comemosalgoyhablamos, aunque se nos haga de noche, aunque pasen tres días con sus tresmadrugadas, te digo que tú y yo hablamos todo lo que tenemos que hablar yvomitas todo lo que tengas que vomitar, pero ya está bien de cama y deesconderse».Ylallevóenbrazosalabañera,comosifueraunbebé.Yahíempezólanueva
vidadeAnaArén.LavidadespuésdeInés.Antes de todo eso tuvieron que llamar al cerrajero, claro. Necesitaban una
puertanueva.Esapuertanueva llevabaunmes instaladayJoansehabíaquedadoconella
todoesetiempo.Yaellayalecostabaimaginarselacasasinél.Lavidasinél.—Notehagasilusionesconelolor—ledijo,desdelacocina,encuantooyó
que ella abría la puerta de casa—, porque te va a parecer que hueles a undelicioso puré de castañas, pero en realidad estoy cocinando argamasa. Dehecho, hay varias salpicaduras en los azulejos de la cocina que ya se han
solidificadoyquehabráque sacar con soplete. ¿Quémosaicodel bañodecíasqueestabasuelto?Era la primera vez que vivía con alguien que no fueran sus padres o sus
compañerosdepisodelauniversidadysusprimerosdestinoscomopolicía.Eralaprimeravezquecompartíaespacioíntimo.Laprimeravezquellegabaacasayhabíaalguienesperándola.Laprimeraquenosequedabasolaconlamochilaemocionalquecargabaeneltrabajoynosoltabanunca.Ysentababien,laverdad.—Yaestá.Alabasura.Sincena.Anoserquetúhayastraídoalgo—siguió
diciendoJoanmientrassalíadelacocinaconunpaño,secándoselasmanos—.PodemoscomernoslasuvasdeNocheviejaqueestoyseguroquehascomprado,¿verdad?Porquetehabíascomprometidoatraerlas.Ana sonrió, sabiendo el esfuerzo que ese hombre hacía para que todo
pareciera normal. De momento era la única forma de salvarla. Y lo estabaconsiguiendo.—Notelovasacreer,peroibadecaminoacomprarlascuando…—Averquéteinventasahora—lacortóél,sonriendo.—No te sientas mal por esto. —Le miró con cierta dosis de seriedad, no
demasiada,noquería asustarlo—.Verás, aunanciano lehadadounataquealcorazóndelantedemí,bueno,detrásdemí,perojustoamilado,¿sabes?LehesalvadoconlaRCP,perosemehaidoelsantoalcieloyadiósalasuvas.—¿Murió?—Joansehabíapuestoserioderepente.Lecogiólasdosmanos,
llevándolasasuslabiosparabesarlas.—No.Charollamómástardealhospitalyseharecuperado.GraciasaDios.—Mealegro.—Caminóhaciaelsofáconelladelamano,guiándolatrassus
pasos—. Pero… pero… señorita, no has traído las uvas, no has cumplido lapromesa queme hiciste así que—ahora era él el que sonreía—… tienes quepagarprenda.—Quees…—Déjame pensar. —Y, efectivamente, puso cara de estar pensando algo,
aunquelosdossabíancómoibaaacabaresaescena—.Tengolaespaldamolida.Unbuenmasajenomevendríamal.Fuehaciaelsofáconestudiadateatralidadysetumbóbocaabajo.Eratanalto
quelospieslecolgabanporfueradelreposabrazos.—Nosé si te lomereces—replicóAna,acercándose.Se sentóahorcajadas
sobrelacinturadeJoan—.Soydemasiadobuenapersona.Él ronroneó de satisfacción y Ana le contestó apoyando su mano sobre el
cráneoyhundiéndolelacabezaenelsofá.—Y ahora, calladito. —Él relajó los músculos bajo la presión de Ana,
recolocandolaespaldaparaadaptarlaasusmanos—.Mira,estodelosmasajestienequeacabar,nosoytuesclava.VasatenerquetraertedeBarcelonatumesaytusillaergonómicas.Unapequeñamudanza,¿quéteparece?—lepropusoella,hundiéndolelosnudillosconfuerzabajoelomóplatoderecho.Joanaguantóungemidodedolor—buff, esosnudillos, sabíaclavarlosbien
—,mientrassucabezatratabadeprocesarlaofertaqueacababadelanzarleAna.¿Lehabíapedidoquelodevivirjuntosnofueraalgotemporal?—Nopuedes seguir trabajando en lamesa del salón—siguió ella,mientras
subía la presión de susmanos hacia el cuello de Joan—, sentado en una sillapensadaparaquelagentequevieneacenarquieramarcharsealamediahora.Ana le clavó los pulgares justo en el hueco que forman la primera vértebra
cervical y el hueso occipital, con toda su fuerza, hacia dentro y hacia arriba,varias veces, aguantando la presión de manera sostenida. Usó el pulgar y elíndice de sus dosmanos para pinzar los trapecios con toda la fuerza que fuecapazdereunirensusdedos,haciendocrujirlosmúsculosbajolapresión.Trasvariosminutosmásdemasaje intenso,bajósu torsoy loposósobre la
espaldadeJoan.Nohabló,solotranspirabajuntoaél.Hundiósunarizenelpelorizadoybesósuavementesunucamientraslepresionabaelcuerocabelludoconlasyemasdelosdedosdelamanoizquierda,notandocómocrujíaelcráneobajolapielqueibatensandoydestensando.Unpardeminutosmástarde,élsediolavuelta,laagarróporlacinturayfijósusojosenlosdeella.Seencontrabanenese momento de una relación en el que mirarse tan de cerca provoca unadescarga eléctrica que paraliza el corazón y los pulmones. No podía haberintensidad más grande que esos ojos a tan pocos centímetros de distancia,pensándose,oliéndose, saboreandoporanticipado.Ese instanteenelquea losnuevosamantesselesdesbocaelalmaynotanelbalanceodesuspiesalbordedelabismo.Ahíestabanellos,amediopasodeprecipitarseporlapendientedesusinstintos.Esanochefuelento.Cadaunoconocíalasderrotasdelotro,asíquepudieron
dejarsellevarpocoapocohaciaelsabordeesavictoria.
***—Llevasveinteminutossinquejartedetudolordeespalda—dijoAnaunratodespués,mientrasseapartabaunmechónsudorosodelafrente.
—Yanomeduele,queridadoctoraArén.Esto—hizoungestoconelbrazoque los abarcó a los dos— es lamejormanera que conozco de destensar losmúsculos.—¡Tendráscara!—Riendo,Analetiróunodeloscojinesdelsofáalacabeza.—Caranolosé,perohambresíquetengo.Unmontón.Improvisaronunacenaconmediabarradepancongeladoquemetieronenel
hornoyunalatadeatúnencebolladoqueaúnlequedabaenladespensaaAnadesu viaje para interrogar a un testigo de un asesinato enAyamonte, justo en lafronteramásalsurdeEspañaconPortugal.Deberíanhaberlatempladounpocoen el microondas, pero el ansia hizo que los dos se lanzaran como loboshambrientossobreeljugosopescadoenconserva.—Tengoalgoquepreguntarte.—Anasellevóalabocaunbuentrozodepan
mojadoenelaceiteenelqueestabaconservadoelatún.—Sí—contestóél.—Sí,¿qué?—Sí,respondiendoatupregunta,sí,mevuelveadolerlaespalda.—Vasadormirenlabañeraestanoche,¿sabes?—Sivienesconmigo,nomeimporta.—Joansonrió—.Venga,enserio,dime,
¿quénecesitas?Analecontóloquehabíavistoenlascámarasdeseguridaddelacasadela
duquesa. El misterioso hombre —o mujer— que se había hecho pasar pormensajero—aún estaban comprobándolo, estos días deNavidad eran terriblespara contactar con las empresas— y que había sacado de la casa un enormepaquetecuandoMónicaSpinozayaestabamuerta.Todohabíaocurrido traselasesinato,aunqueelpersonaldeservicioaúnnohabíaencontradoelcadáveryen ese momento todavía creían—o eso dijeron en sus declaraciones ante laPolicía—quelaseñoraduquesaseguíaensuhabitación,durmiendooviendolateleoloquehicieraladamaensusaposentos.—Elmensajeroentróenlacasasinnada,conlasmanosaparentementevacías,
ysalióasí,mira.Analetendiólamismacapturadevídeoquelehabíanmostradosusagentes
unpardehorasantes,enlaqueseveíaalsospechosocruzandoeljardínconunenormepaqueteyatravesandodespués lagaritade seguridadpara introducirloenlapartetraseradeuncamiónenelqueseleíaFastPackimpresoenenormesletrasazules.—¿Esloqueparece?—Nadie sabe lo que hay ahí dentro—Ana seguía rebañando el aceite del
plato, comer le abría aún más el apetito—, pero mi duda es si estaba todopreparadoyformabapartedeunplan.Esemensajeroconesepaqueteeselúnicosospechoso que sale de la vivienda tras cometerse el asesinato. ¿Podría tenerrelaciónconelcrimen?—Déjamequeacabedeprocesarunosdatosparaun informeque tengoque
entregar esta noche sobre la vulnerabilidad de la web de un ministerio y mepongoaello.¿Mehastraídoloquenecesito?—Aquí lo tienes,una réplicaexacta solopara ti.—Lealargóuna fundadel
tamaño de sumano,mirando su cara de preocupación—.No te preocupes, hetomadomisprecauciones,nadielovaasaber.—Puesvamosaver,queridaduquesa—dijoJoan,cogiendoelpaquetequele
tendíaAna—,quiénestabaintentandomanipulartucabecita.
15LasacabadequicioveraRuipérezconcarademalhueleexhibiéndosecomounpavorealentrelasmesasdesuequipo—labarbillabienalta,losojosfijosenlosagentes,lamuecadesuperioridadenlaboca,losbrazoscruzadossobreelpecho—. Ana había creído incluso detectar un camino recurrente en el ritual delcomisario para fastidiarlos a todos y añadirles aún más presión, un patróndiseñadoalmilímetroparahacerlaestallar.Aunque,enestecaso,puedequesíquefueraasíyRuipérezlotuvieratodocalculadoparareventarlainvestigación.—Ana,venamidespacho.Niporfavornileches.Claro.Losdéspotasnosuelenusarlasexpresionesde
cortesía. No es que se les atraganten, sino que se les quedan enredadas en elcerebro y les provocan un colapso mental si intentan utilizarlas. Por favor ograciassonconceptostóxicosparaellos.Sialgunavezlleganausarlos,podríanmorirahogadosensupropioveneno.—Ibaadecírteloante todo tuequipo,pero¿paraquéhumillarteenpúblico?
Yateahorcarástúsolita,¿verdad?—Usteddemecuerda—contestóAnaconsuavidadsinnisiquieraacercarsea
lamesadelcomisario—yveráloquesoycapazdehacerconella.—Acabo de hablar con el juez de instrucción—siguió Ruipérez, sin hacer
caso a su subordinada, actuando como si ella no existiera, o como si noescuchara lo que decía esa mujer—. Tienes prohibido acercarte a los cincohombresqueaparecenenlalistadelteléfonoocultodeladuquesa.—¿Quetengoqué?—Ya lo has oído. Cualquier cosa que quieras de ellos, aunque sea besar el
sueloporelquepisan,tienequepasarporeljuez.Noquieroniunmovimientoenfalso.Yahorapuedesmarcharte.—No me da la gana —replicó Ana, enfadada, caminando hacia la mesa
clavandolasbotasenelsuelocomosiquisieraagujerearlo.—Cuidadito, Anita—a ella no se le escaparon los diminutivos que su jefe
estabausandodemaneradespectivacontraella—,cuidaditoqueestásapuntode
quetemandearégimenpordesobediencia.Nocreasquenomegustaría.Damecualquierexcusaynomelopensarédosveces.Eldéspotadisfrutabadelmomento,sehabíareclinadounpocoensusillade
piel, que costaba más que todas las sillas y las mesas del equipo de Ana, ysonreíacomounahiena.Ellahabíadecididoquenoibaaregalarleniunsegundodelaangustiaqueestabasintiendo.Niunosolo.—Así,Ana—levantó lamanoehizoungestoacercandolosdedos índicey
pulgarhastaquecasisetocaron—,asídecercaestásdeirarégimen.Túdameunargumentomásy,contusantecedentes,novuelvesapisarestajefatura.Conmuchasuerteacabaríasenunacomisaríadeprovincias.Yquiénsabe,conmenossuerteparati,ymuchamássuerteparaelresto,inclusodepatitasenlacalle.Así que eso era lo que pretendía. Echarla de allí. Eso Ana lo sabía hacía
tiempo,desdequesuscaminosvolvieronacruzarseseismesesantes—cuandolonombraronsucomisarioypor lo tantosu jefedirecto,anteelqueella teníaqueresponder—,ysiguióviendoenlosojosdeesehombreelmismoodioquesiemprelehabíatenido.Ana sabía que volver a trabajar a las órdenes de Ruipérez iba a ser casi
imposible. Ella estaba cada vez más convencida de que el comisario habíamaniobrado para conseguir ese puesto en la UDEV central —los grupos dedelincuencia especializada y violenta— solo para volver a tenerla bajo susórdenes. Y que había sido él también quien decidió trasladarla a homicidiosdurantesubajapordepresióntraselshockdelaresolucióndelcasoSlenderman,arrastrandoconellaaalgunosdelossubordinadosquehabíanestadoasuladoenesedurísimofinal.Queríahundirelbarcoentero.Además,Anateníaensusmanosuncasoqueimplicabaacincohombresmuypoderosos.YesohacíaaúnmáspeligrosoaRuipérez.Repasólalistaensucabeza,mientrascaminabadevueltahacialasaladonde
trabajabasuequipo.Unpresentadorestrelladeconcursosdelatele;unaltísimocargodelMinisteriodelInteriorconaccesoatodotipodeinformaciónreservaday poder para utilizar a las fuerzas de seguridad en su beneficio; el directorgeneraldeunaredsocialqueusabanvariosmillonesdepersonasenEspañayalque no le hubiera sido nada difícil conseguir datos privados de todos ellos; elpresidentedeunodelosclubesdefútbolmásimportantesdelpaísyel jefedeprotocolodelacasareal.Unlíodecojones.Detresparesdecojones.¿QuiénhabíaimpedidoqueAnaosushombresseacercaransiquieraarespirar
elmismo aire que ellos? Supuso que habían sido varios.O todos. Porque loscinco tenían el poder suficiente comopara presionar a quien tocabapresionar.Loscincotrabajabanenpuestosenlosquesemanejabamuchísimainformación,amenudoprivadayescandalosa.Loscinco teníanconexionesen lasmásaltasesferasdelEstado.Loscincotenían—Anahabríaapostadosumanoderecha—cosasqueesconder.Yotrasmuchasmásconlasquechantajear.—Charo,venamidespacho,porfavor.—Anaasomólacabezaalagransala
quecompartíasuequipo.—¿Quépasa?—Ellalasiguióporelpasillo,sinsaberquépretendíasujefa.
Entraronaldespachoycerrólapuertatraslasdos.—Aver,Charo,tenemosquesolucionaryaeltemadeloscincohombresdel
móvildeMónicaSpinoza.¿Quétenemoshastaahora?—Laúnicanovedadesquehemoscorroborado lacoartadadeAlbertAirob.
Ibaenunvueloprivadoa la isladeRobinsonCrusoe,enChile.Loconfirmantantolatripulacióncomoelrestodesusacompañantes.—Entoncesnosquedandos—contóAna—.LacasarealyelMinisteriodel
Interior.—¿Empezamos por el secretario de Estado? —propuso Charo—. Por
proximidad,digo,solotenemosquetirarparaarriba.El sonido de un mensaje en el móvil las interrumpió. «¿Has buscado las
fotografíasdelaescenadelcrimenquetepedí?».AnalehizoungestoaCharo.Yapuedesmarcharte.Mierda,sehabíaolvidado.Justoantesdequealancianoledieraelataqueal
corazón,Norilehabíapedidoquecomprobaraunobjetoenlaescenadelcrimen,unaespeciedealtavozqueaparecíaenunreportajefotográficodeunarevistaencasadeladuquesa.Anaabrióensuordenadorelinformequehabíanrecopiladoloscompañeros
delacientífica.Allíencontródecenasdefotografíasyanotaciones,juntoconelinformeprovisionaldelaautopsia—eldefinitivonotardaríaenllegar,dadalaprioridadquehabíanotorgadoalcasodesdelasmásaltasinstancias—.Buscóencada una de las imágenes. Primero se fijó en lamesilla sobre la que—en lafotografíadelarevista—estabaelaparato.Lamesillasalíaenvariasimágenestomadas el día del asesinato, pero en ninguna de ellas aparecía el trasto quehabíallamadolaatencióndeNori.Asíquesepusoarepasarlastodasaldetalle.En la número cincuenta y tres lo encontró. Estaba. Pero en otro lado. Habíacaído,olohabíantirado,alladodelamesilladenochesituadaaladerechadelacamadeMónicaSpinoza.
—Amigo.—Evitóutilizarsunombreporsialguiencasualmenteescuchabalaconversación. No quería que supieran que estaba hablando con su antiguosubinspector,nolesconveníaaningunodelosdos—.Teníasrazón.Estabaallí.Peronodondeloviste.—Noriledijoalgoalotroladodelalíneatelefónica—.Sí, claro. Lo busco y te digo. Si lo registraron como prueba, lo tendremosnosotros.Sino,deberíaestaraúnenlacasa.Pero¿porquéestanimportante?Sí,confío en ti.Claro.Yame lo contarás cuandopuedas.En cuanto sepa algodedónde está, te cuento.Que tengas una buena entrada en el año que viene.Unabrazo.Mientras hablaba con Nori, sonó un aviso en su móvil, una alerta de la
agenda.Al colgar, vio la cita que aparecía enpantalla:LauraAtocha.Mierda.TeníaquinceminutosparaatravesarMadridy llegara laestacióndelAVE.Eldía de Nochevieja. Ya podía volar. Se metió el teléfono en el bolso y saliócorriendo hacia el coche. Con el jaleo y la prisa no se dio cuenta del nuevomensaje que le llegó al móvil vía Telegram: «Efectivamente, alguien estabamanipulandoaladuquesa.Ysécómo».
16Laura había tenido que esperar más de quince minutos a las puertas de laestacióndeAtocha,bajoelfríomadrileño,aqueAnallegaraarecogerlaconelcoche.—Perdona,perdona,meheliadoeneltrabajo—balbuceócomoexcusa.Otra
vez.—Tranquila.—Lamujer la acogió entre sus brazos como solo las ancianas
sabenhacerlo.Yellasintióquevolvíaacasa—.Aquíalmenosnohayhumedad.EnBarcelonaelfríotecalahastaloshuesospormuchoqueteabrigues.Además,estabaleyendoelúltimolibrodeConnolly.—¿Muchosasesinatos?—Lauraeraunagranlectora,especialmentedenovela
negraythriller.—Unoscuantos—contestó,mientrasabría lapuertadelcocheyseponíael
cinturón de seguridad—. Espero que tú no tengas que sufrir lomismo que eldetective Parker, pobrecito, es un imán para las tragedias, le pasa de todo. Sialgúndíateloencuentras,aunqueseaenlacoladelpan,huye.¡Huyedeél!Porcierto—hizounabrevepausaydejódemirara travésdela lunadelanteradelcocheparafijarsuvistaenAna—,¿cómoestáis?ElpluralnoseleescapóaAna.—Enseguidaloverás—contestó.—Bueno, ya lo estoy viendo por tu sonrisa—le respondió, aunque se puso
seria—.Estuvimosmuypreocupadosporti.—Imagino—Anahizounapausa—… imaginoque lo de la puerta también
fueideatuya.—Mirabaalfrente,concentradaenelatascoenbuclequeeranlascallesdelaciudad,peronoperdiólasonrisaenningúnmomento—.Desdequetrapicheas con pastillas para dormir te estás acercando peligrosamente al ladooscuro.—Cambiandodetema,¿aquenoadivinasaquiénmeencontréelotrodíapor
elbarrio?AnamiróaLauradereojo,intentandonoperderpercepcióndeloquepasaba
enlacalle.¿Porquélagenteteníaesamaníadehacerpreguntasretóricas?Claroquenoloibaaadivinar.¿CuántosmillonesdehabitantestieneBarcelona?Pueseso.—AtutíaSara.—Vaya.Esosíqueeraunbombazo.Nolohubieraadivinado
nunca, efectivamente—.Hacía siglos queno la veía. ¡Quémal ha envejecido!¿Cuántosañoshacequenosabesnadadeella?Buff.Silavierasporlacalle,nolareconocerías.Oye,yonoestoytanmalencomparación,¿verdad?—Ahoranopuedoapartarlosojosdelacalle,Laura,voyconduciendo—Ana
intentócortarlaconversación,noleapetecíahablardelahermanadesumadre—,peroyatedigoyoqueestásestupenda.Portinopasanlosaños.Opasanmáslentamente que por el resto. Dime, ¿cómo lo haces para estar tanmaravillosamentejoven?—Nosoy tan jovenni loparezco,perogracias.Yaséquemeestáscolando
unamentira,unamentirapiadosa,Ana,perosientabien,laverdad.Una vez que aparcaron, Laura insistió en llevar ella misma la maleta y la
nevera con la cena que había preparado para esa Nochevieja. Ana tuvo quequitárselasporlafuerza.—¡Unmes sin verte!—Laura se lanzó a los brazos de Joan en cuanto les
abrió la puerta de casa. ¡Cómo le gustaba dar abrazos!, como si quisierarecuperar todo el tiempo perdido en su vida, esos casi cincuenta años dematrimonioconeltristedelGenaro,elhombrequenifunifa,nifríonicalor—.Siempretedijequemeibasaabandonarporunamujermásjoven.—¿Quétalelviaje,vecina?—lepreguntóJoan,mientrasAna,en lacocina,
calentabalacena.—Exvecina,dirás,queyanoseteveelpelo.Bien,elviajebien.Mesaquéel
billeteenelvagóndelsilencio,¿sabes?,quesesuponequevaensilencio,pero,oye, que hoy en día el silencio parece estar sobrevalorado.Hay personas quepiensan que su vida es tan interesante que la tienen que vociferar al mundoenteroparaquenosrindamosasumierdadecotidianidad.Yeltrencomoquelesda hambre de postureo. De verdad, a veces echo de menos los bozales paraadultos.¿Túsabesdóndelosvenden?Laancianahizounamuecacómicaylosdosestallaronenunacarcajada.Ana
y Laura habían sido vecinas toda la vida, en un edificio del barrio gótico deBarcelonacuandodabamiedocaminarpor suscalles,décadasantesdeque sepusiera de moda entre los turistas y la zona se convirtiera en un parque deatraccionesurbano,yasincomerciosniapenasserviciosparalosvecinos.Todoeraparalosvisitantes.
En1978,cuandoAnateníaseisaños,sumadrefueasesinadacasiapuntodedaraluz.Huérfana,yconunpadrepolicíaqueapenasestabaencasa,Lauraseconvirtióenlomásparecidoaunamamáqueesaniñatuvoapartirdeentonces.Unamadrepostizaalotroladodelrellano.Muchasvecesdejabanlaspuertasdelasdoscasasabiertasparaquelaniña,queestudiabaenelsalón,nosesintierasola.AnaoíaaLaura trajinarpor lacasa.Lauraoía larespiracióndeAnayelruidodesuslápicesdeslizándoseporloscuadernos.Esaniña creció.Y se fue a laEscueladePolicíadeÁvila, quería ser como
papá.PeropapámurióyAnaloencontrómuertoenelsalónvariosdíasdespués,justodurantelasvacacionesdeverano.Vendióelpisoporquenopodíasoportarvolveraabriresapuertaotrodíamásyrecordareloloryelaspectodelcadáverdesupadre.Tardómuchotiempoenreunirelvalorsuficienteparavolver,subira la tercera planta y llamar a la puertaA.Cuando por fin lo hizo, le abrió lapuertaJoan.Ningunodeelloshubierasabidopresagiarentoncesdóndeestaríanapenas unos años después: los tres juntos, reunidos alrededor de unamesa deNochevieja, amás de seiscientos kilómetros del rellano del edificio en el queempezótodo.—No me he atrevido a traeros pastillas de las mías, dicen que están
registrandolasmaletasenelAVE,queestamosenalertamáximaantiterrorista.—Aver,Laura—Anaempezóaservirlasopadegaletsrellenosdecarneque
había traído la anciana desdeBarcelona—, no hagas caso de los bulos que telleganporWhatsApp, te lo he dichomil veces.No estamos en alertamáximaantiterrorista ni estamos desalojando estaciones y centros comerciales todo eldía. Y aunque fuera así, no te van a quitar unas cajitas de somníferos oantidepresivosquellevesenelbolso,Laura,anoserquetemetasahí,entero,elbotiquín ese con el que abasteces caritativamente a medio barrio. Y, no, nonecesitamosmáspastillasenestacasa.Últimamentedormimosmejor.Gracias.«Vayaconlaseñorainspectorajefadehomicidios,québienlesientaelcargo
—pensó la anciana—. Y la compañía. Sobre todo, qué bien le sienta lacompañía».—¿Quétalenhomicidios?¿Siguesiendotujefeelcapulloese?—Sigue,sigue.ConlacantidaddecomisariosdecentesquehayenelCuerpo
NacionaldePolicíayvaymetienequetocaresteodiadorprofesional.—Bueno,yasabesquedosnodiscutensiunodeellos tieneunamotosierra.
—Laurasoltó lafrasecontodaseriedad,mirandoaAnafijamentea losojosycruzándosedebrazos.—¿Quéhasdicho,Laura?
—Esomismoquehasoído.Quedosnodiscutensiunotieneunamotosierra.Entucasoelde lamotosierraes tu jefe,ypor lo tantonoteconvienediscutircon él. Tienes que ser más sibilina. Si te enfrentas cara a cara, terminaráhaciéndotepedazos.Porcierto—laancianacambiódetema,traselpuntapiéqueledioJoanbajolamesa—,¿algúncasoenestasemanadetuestreno?—Uno. Complicado. —Ana agradeció el cambio, no quería amargarse la
NocheviejadiscutiendosobreRuipérez,menudamaneradeempezarelaño—.Elcasodeunapersonaconocidaypoderosa.—¿Asesinada?—Hombre, Laura, si se llama homicidios es porque nuestros casos van de
asesinatos.—Le guiñó el ojo mientras le servía el segundo plato—. AunqueafortunadamenteyanoseproducentantosenMadridcomoenlosañosochenta,todavíaquedandosgruposdedicadosa resolver lasmuertesviolentas.Yahoralosdirijoyo.—Señora importante,miAnita.Diquesí.Asíque llevaselcasodeMónica
Spinoza, porque, que yo sepa, no han matado a ningún famoso más estasNavidades.Cuenta,cuenta.—Sí,claro—intervinoJoan—,paraqueluegolocasquesporelbarrio.—Oye, perdona—le respondió ella haciéndose la indignada—, pero tengo
querecordartequiénteayudóconlodelasbragasusadas.¿Eh?Ynodijenipío.—Laura,loquenopuedoesdartedetallesdelainvestigación,yalosabes,ni
ahora ni nunca. Esta, encima, tiene ramificaciones en las altas esferas quepuedentraernosmuchosproblemas.—Perosíquepodemospreguntarteunacosa—tercióJoan.Habíanterminado
yalacena,estabarecogiendolamesayfuealacocinaparatraerunplatorepletode losdulces típicosnavideños: turrones,polvoronesyneulasquehabía traídoLauradesdeBarcelona—.Túqueahorasabesmásdeinternetquemuchagentemás joven, ¿cuántas veces has tenido la tentación de comprar algo mientrasnavegabasporlared?—lepreguntó.—Muchas.Además,yesoseguroque losabes tú,Joan,siempreadivinan lo
quequiero.Sitengoquecomprarunaespátulaparaelhorno,nohacenmásquesalirmeanunciosdeespátulas.Sinecesitounpomoparalapuerta,entoncessolomesalenanunciosdepomosdepuertas.Joanlecontóqueesoeraporlascookiesyelrastroqueelladejabaalnavegar.
Si le salían anuncios de espátulas para el horno era porque había miradoespátulas para el horno en alguna páginaweb, quizá para vermodelos o paracompararprecios.Siempezabanasurgirleanunciosdepomospara laspuertas
eraporlomismo,porquehabíademostradointerésenellos.—Sihasbuscadounvídeodeabejas,ocualquierinformaciónsobreellas,no
dejarándesurgirteanunciosdeunaorganizaciónmedioambientalpidiendoquedesdineroparasalvaralasabejasdelmundo.Todoloquehacesenlareddejarastro,yturastrovaledinero.Laspáginasweb,losbuscadores,lasaplicacionesylasredessocialestraficanconesainformaciónquelesregalamos,casisiempreparavendernoscosas,inclusovendernosuncandidatopresidencialcomoDonaldTrump.Losdatosestánahíparaquienquieracogerlos,lescontamosdemasiadascosasdenosotrosmismos.—¿Yesoquétienequeverconladuquesa?—preguntóLaura.—Puesmira,estoselopodemoscontar,¿verdad?—JoansedirigióaAna,que
hizo un gesto afirmativo con la cabeza—. Resulta que la señora duquesacomprabamuchoporinternetydevolvíamuchascosastambién.HabíatantotrasiegodecomprasonlineenlamansióndeMónicaSpinozaque
algunos de losmensajeros eran ya como de la casa.Mónica Spinoza era unaadictaalascompras.—¿Yesoquétienequeverconelasesinato?—preguntólaanciana.—Enprincipio,nada—contestóAna—.Perolaúnicapersonaqueentraysale
delacasaenlashoraspróximasalcrimenesunmensajero,oalguienvestidodemensajero, al que estamos intentando localizar. Va acompañado en todomomento del guardia de seguridad y apenas está tres deminutos dentro de lavivienda.—Quizáerancómplices—razonóLaura.—Notuvierontiempomaterial.Nosoloparaelasesinato,sinoparapreparar
laescenadelcrimen.Además,laduquesallevabamuertayamásdediezhorascuandoesemensajerorecogióelpaquete.Derepente,Laurapegóungrito.—¡Lasuvas!¡Lasuvas!Quevanadarloscuartos.Venga.Y,comomandalatradición,lostrescogieronlasdoceuvasqueLaurahabía
contadoyapartadoparacadaunoentresplatosdecaféyselasfuerontragandoal ritmo de las campanadas quemarcaban el cambio de año.Un conjuro paraatraeralabuenasuerte.Yparaalejaralosmonstruos.—¡Felizañonuevo!—gritaronlostres,brindandoconcava.Sefundieronen
unabrazo.«Feliz añonuevo—pensóAna—.Que seamejorqueel anterior.Por favor.
Porfavor».Porfavor.
Quinceminutosdespuésestabanenelsofá,amodorradosanteeltelevisorylamonótonasucesióndeactuacionesmusicalesqueemitíantodaslascadenas.—Ana—Laura estaba empezando a bostezar, tenía ganas ya de acostarse,
peroantesqueríaresolverunadudaalaqueledabavueltasdesdeelañoanterior,aunqueelañoanteriorestuvieraasolodiezminutosdedistanciatemporal—,medecíasantesqueloúnicoextrañoqueentraysaledelacasadeladuquesaenlashorascercanasalcrimenesunpaquete.¿Quétipodepaquete?—Unoenorme.Unanevera.—Y eso —le explicó Joan, mirando a Laura— es lo que creemos que le
indujeronacomprar,bombardeándolaconanunciosdeneverasencadapáginawebquevisitaba,porloquehemosvistoensuordenadoryensutableta.Peroaúnnosabemosporqué.Sequedaronlostrescallados.HastaqueaLauraseleocurrióunacosa.—Pues claro. ¿No lo veis?—exclamó la anciana—. Está clarísimo. Es un
caballodeTroya.—Elloslamiraronsinentender—.Elasesinoentróysaliódelacasadentrodeesanevera.
ELODIODelosasesinosseaprendequelospeligrosquedanmiedoalaspersonasylosque de verdad matan a las personas son muy distintos. Nos da miedo laoscuridad,girar laesquinaenunacallepococoncurrida, entrarenunportalmaliluminado.Nosdamiedoestarsolos.Noverloquehayanuestroalrededor.Perdernos. Nos dan miedo los abismos, no solo los físicos. También los queestánennuestrascabezas.Pero loquede verdadnosmatano suele estaragazapadoen laoscuridad,
esperándonos justo cuando más en guardia y asustados estamos. Lo que deverdadnosmatanospilladesprevenidosporqueestáenlaspequeñascosasdeldíaadíaalasquenolesdamosimportancia,esasquenisiquieravemos.Nosmataperdertreintasegundosdevistaaunniñopequeñopormirarel teléfonomóvil.Nosmatasalirconprisasdelabañerayresbalarconlospiesmojados.Tomaruntrozodecarnesinmasticarlobienyquesenoscueleporlatráquea.Atarnos los cordones de los zapatos al borde de una escalera y perder elequilibrio.Subiraunascensor.
17La primera de las puertas automáticas se abre con un quejido grave, como siestuvieracansadadetantotrabajar.Gimoteasobrelosraílesdelamismamaneraenlaqueloharíaunniñoenfurruñadoalqueleobliganacomerjudíasverdescocidas.Yesohacelapuerta,abrirycerrarseprotestandoencadaocasión.Al traspasarla, una cortina de calor se precipita desde el techo contra los
visitantescomounbofetónenlascarasheladasdetodosellos,que,incapacesdequitarse de golpe las múltiples capas de abrigos, jerséis, bufandas, guantes ygorrosquellevan,experimentanunligerovahídodeagobio.Trasunasegundapuertaautomática,larecepcióndelhospitalseextiendealo
largo de toda la pared izquierda. Una gruesa barra de madera, repintada sinesmero cada veinte años más o menos, reposa sobre una base de ladrillos ycementotraslaquecincoempleadosdeldepartamentodeadministración—unosolamente en los días festivos como ese— atienden a los recién llegados.Información.Admisiones.Visitas.Consultas.Reclamaciones.Cadaunobajosucartelcorrespondiente.Los fluorescentes del techo apenas consiguen iluminar la tristeza que
desprendenlasparedes,comositantosañosdedolorpudieranincrustarseenelyeso y convertirlo en un material tóxico que va contaminando a los nuevosvisitantes.Pasada la recepción, en un pasillo que gira a la derecha, cuatro ascensores
transportanaenfermosyvisitasalashabitacionesylasconsultas,olosescupenhacia la salida. Aunque hoy no hay demasiado movimiento. Es 2 de enero,amanece,yelhospitalvaairrecuperandopocoapocolanormalidad,despuésdetresdíasconlasintervencionesquirúrgicassuspendidasyenlosquesolosehanquedadoingresadoslospacientesmásgraves.Traslosascensores,alfondodeltodo,dosmontacargasestánreservadospara
llevar camillas y personal sanitario a los quirófanos, en un trasiego diarioconstante entre las habitaciones y la planta primera, la ocupada por la zona
quirúrgica.Bajoelhuecodeunodeellos,dosmetrospordebajodelaplantacero,enel
fosodeseguridad,cuatrocuerposyacenjuntos,descomponiéndoseyesperandoaquealguienlosdescubra.
18—Tenías raz…Ana.—La voz deCharo sonómetálica y entrecortada al otroladodelalíneatelefónica—.Lasbal…lanevera…esta…EranlasochodelamañanaylavibracióndelmóvilhabíasobresaltadoaAna,
que a esa hora—«¡Qué tarde es!», pensó— seguía extrañamente en la cama.Salió de puntillas de la habitación en penumbra, para no despertar a Joan, ycaminó sin hacer ruido por el pasillo que conducía al salón. Entre eladormecimiento que aún embotaba su cerebro y lo concentrada que estabaintentando escuchar lo queCharo le decía al otro lado de la terrible conexióntelefónica, tardó un poco más de lo habitual en percibir el ruido tenue quellegabadesdelahabitaciónprincipal.Alguienhabíaentradoenlacasa.Colgóelmóvil y se pegó a la pared. Aguzó el oído, el intruso se movía con muchacautela,tratandodenohacerruido.Pensóquéhacer,peronollevabanadaenlasmanosquepudiera servir comoarma.Lapistola laguardabaenel cajónde lamesitadenocheynopodíavolveraporella sinhacerdemasiado ruido.Seríamejor aprovechar el efecto sorpresa, así que descolgó en silencio un pequeñocuadroconelmarcodemaderaquecolgabadelapared.Podíaservirledearmaencasonecesario.Diounpardepasosmás,apoyandosuavementelospiesenlamadera en el suelo. Del salón llegaba un ruido extraño, como si estuvieranregistrando la librería. Alguien movía los libros. ¿Para qué querría alguienmoverlos…?—¿Ana?¿Erestú?—Lavozcortósulíneadepensamiento.Sesintiócomounaidiota.¡Claroquehabíaalguienenelsalón!Laura.Sutren
nosalíahastamediamañanadeeselunes.Laancianaintentabanohacerruidoparanodespertarlos.Dejóelcuadroenelsuelo,apoyadoenlapared—¿quéleibaadecirsilaveíaaparecerconesoenlamano?—ysalióasaludarla.—¿Te puedes creer que no me acordaba de que estabas aquí, Laura? He
dormidotanprofundamentequecasinisabíadóndemehabíadespertado.Pero…—Cambióeltono.Sihastaentoncessonabaadisculpa,ahoraeramásparecidoaunariña—.¿Quéestáshaciendo?
—Ya ves. Me aburría. No duermo apenas, la edad, ¿sabes? Estoy toda lanochepegadaalaradio,peroyameteníaquelevantar.Ynoséestarsinhacernada.Ana había sorprendido a la anciana con un trapo en lamano, limpiando el
polvo del salón, descalza para no hacer ruido. Se fijó en que había colocadocuidadosamente—enunapilaperfecta—loslibrosporleerqueellaibadejandoamontonadosde cualquier forma enuna esquina, justo enunhuecoquehabíaentre un gran aparador de madera pulida y la ventana que daba a la calleAmaniel.Barriócon lavistael restode laestanciaydetectómediadocena decambiosmás,algunosmuysutiles,comosiderepentealguienconunaregla—yalguna enfermedad compulsivo-obsesiva— hubiera recolocado al milímetrotodoslosobjetosdelsalón.—Ynomehasordenadoelcajóndelasbragasporqueestáenlahabitacióny
estábamos durmiendo, ¿verdad? —Se plantó frente a ella con los brazoscruzados.—Hombre…si quieres….ya que estoy aquí…Túdame cosas quehacer…
para que nome aburra.—Ana no supo si Laura hablaba en serio o le estabatomandoelpelo,aunque,conociéndola,seguroquelodecíadetodocorazón.—Laura,eresunainvitadaenestacasa,porfavor,aprovecha,descansa,sala
pasear, lee. Lo que quieras menos limpiar. Hazme un caldo, si te apetece,croquetas,medaigual,peronolimpies,porfavor.—Ya,yalosé,perdónamepormetermeentuscosas,peroeslacostumbre.—Mira,hayunacosaquepuedeshacer:porfavor,bajaaporelpan,hayun
buenhornojustoenlaesquinaconlaGranVíaqueseguroqueestáabiertohoy,trae una hogaza de pueblo y unosmolletitos de Antequera, para pegarnos unbuendesayunolostres.Tengounamaravillosasobrasadaibéricaenladespensa.AnaaprovechóelviajedeLauraalapanaderíaparavolverallamaraCharo,
esperandoquetuvieramejorcobertura.Fuealacocinaycerrólapuerta,tratandodenodespertaraJoan.—¿Meoyesmejor?—Charocontestóalprimertimbrazo—.Mehesubidoala
azotea.Noveaselfríoquehace,meestoycongelando.—¿Pordóndeandas?—lepreguntóAna,mientraspreparabalamesaparael
desayuno.—Estoypasandoelfindeañoenelpueblodemispadres,enValderas,enel
surdeLeón,yencasalaseñalvieneyva.Teheestadollamandocuandosehacortado,peronomelocogías.¿Pasaalgo,Ana?—No, no. Que no me acordaba de que tenía a una amiga durmiendo esta
nocheencasaylahemandadoalapanaderíaaporeldesayuno.Medecíasalgodelanevera.Sí.Lanevera.Parecíaplausiblequeelasesinohubieraentradoysalidodela
casa dentro de la nevera, un granmodelo americano de trescientos ochenta ysiete litros de capacidad, con dos cajones congeladores en la parte baja y ungigantesco compartimento superior. Si se le quitaban las baldas, allí cabíaperfectamenteunapersona.—Anoserquehayauntúnelsecretoquecomuniquelacasaconelexteriory
queaúnnohayamosdescubierto,yanosertambiénqueestemosequivocadosyelasesinoseaalguiendelpersonalde lamansión,nuestrocriminalhizoquelotrajeranyselollevarandelaformamásseguraydiscretaposible.Sinservisto.Sinriesgo—concluyóCharo.—Ahora tenemosquecentrarnosendóndese recogióesaneveraydónde la
llevarondespués.—EstoesEspaña,amiga,yayerera1deeneroydomingo.Enlacentraldela
empresa de mensajería siguen sin dar señales de vida. Tengo a los chicosplantadoscomouncactusdelantedelasoficinascentrales.Encuantoabran, tecuento.Peronopodíanquedarsequietos,alaesperadequelaempresademensajería
les pusiera en contacto con los repartidores, así que el agente Barriga habíaprobadoporotravía:buscarsurastroenlasredessociales.—MemetíenungrupodeFacebookprivado—leexplicóBarrigaaAnapor
teléfono—,unchatenelqueelpersonaldevariasempresasdemensajeríasevacontando sus batallitas, con fotos y vídeos. Son básicamente anécdotas de lasquepresumirocosasdelasquequejarse.Eldeltercerosinascensorquesiemprepidepaquetesdemuchopeso,laseñoramayorquesiempreinsisteenquepasenatomaruncafé,elclientequelestieneunbuenratoesperandohastaqueabreelpaquete, comprueba el contenido y lo fotografía todo…O los exhibicionistas.Algunosvanenropainterior(hayunbuennúmerodealistamientosdehombresencalzoncillosdadosdesíconlatripapeludadesbordándoseporencimadelacinturilla).Unocuentaqueunavezleabrióunamujerqueparecíareciénsalidade una sesión de sadomasoquismo, aunque vete tú a saber si se lo estabainventando. La fantasía de todos ellos es que les abra una mujer joven yesculturalenropainterior,perolosdosquehancontadoanécdotasasíhansidorápidamente refutados por sus compañeros. También hay avistamiento defamosos. Existe una especie de competición a ver quién tiene a máspersonalidades en su lista (si hay prueba, mejor). Y por ahí pillé a nuestro
mensajero. Le va el postureo. En los últimosmeses ha colgado varios selfiesfrentealacasadealgunosfamososalosquelesllevabapaquetes.Inclusounodeellosconelactorsecundariodeunaserie.Nuestrohombre,laverdad,lotienefácilporquesuzonaderepartoeslaurbanizacióndeladuquesayestáplagadadegentefamosa.EldíadeNochebuenaporlamañanacolgó,alucina,unselfieconlanevera.Talcual.«Recogiendoelpaquetemáspesadodemivida,apartedemisuegra,claro.Estemonstruodebedepesarcientocincuentakilospor lomenos.Yadivinadquiénlahabíacomprado,laSpinoza.Menudocasoplóntiene.¿Alguien ha estado allí?», escribió bajo la imagen. Recibió como respuestadecenasdeemoticonosdeesosdeestoyllorandodelarisa.Pero Barriga ya no pudo avanzar más. No fue capaz de contactar con el
mensajero.AsíqueAnalepidióelfavoraJoan.EncuantodejaronaLauraenlaestación del AVE—«Prometo volver, chicos, pero tenéis que venir vosotrostambiénavermeaBarcelona»—,sepusieronaello.DesdeelperfildeFacebookdelmensajerorastrearonelrestodelasredessocialesdelhombre.Estabaencasitodaslasimportantes.TeníaInstagram,Twitter,PeriscopeeinclusoTinder.Contodo ese rastro digital fue facilísimo para un experto localizar su usuario decorreo electrónico. Lemandaron entonces un correo trampa simulando ser uncompañero de la empresa demensajería. El email contenía un vídeo con unarecopilacióndeimágenesdeactricespilladasenposturasquedejabanverpartede su ropa interior, pero, al bajarse el archivo, instalaba en su ordenador, sinsaberlo,unprogramaquerobabasuscontraseñas.Untrabajolimpioyfácil.Joanhubierapodidovaciarlelacuentabancaria,peroselimitóanavegarenbuscadelteléfono móvil del mensajero. Entonces Ana lo llamó fingiendo un acentoextranjero,comosivivieraenalgúnpaísanglosajónynoterminaradedominarelcastellano.—¿Cristiano Carrasco? No, no pasa nada, tranquilo. Yo llamo a usted de
NewIce,neveras.Vendoneveras.TenemosreclamasióndeclientedemipaísquecompraaustedesenEspaña.—Anacalló,escuchando loque ledecíanalotrolado de la línea telefónica—. Sí, perdón, sí. Joliday en España, sí, usted notrabajohoy,sí.Perdón.Unminuto.Solo,plis.Necesitoayudadeusted.Joan tuvo que salir del salón para que no le diera un ataque de risa. Solo
volvióaentrarcuandoAnacolgó.—Bueno,¿y?¿Quétehacontado?—lepreguntó.—Quelesorprendióelpesodelanevera,peroqueyaselohabíaadvertidoel
sistemaquelesasignalasrecogidas,marcándolocomopaqueteextremadamentepesado.Todocuadraba.
—Lacaja que tenía al asesino escondido dentro—recalcó Joan—. ¿Te dijodóndeladejó?—En una nave de un polígono del extrarradio, no recordaba la dirección
exacta,peroeso loaveriguaremosenseguida.Encuanto losde laempresanosdenlosdatos,estamosallí.
***Laprimeraquejaseprodujoalassietedelamañana.Uncamillerocuyosueldono llegaba a los novecientos euros mensuales y que llevaba semanasmaldurmiendoenelsofádelsalóndesucasa—«Conestesueldocómomevoyaseparar,yavestúcómolepagolapensiónaNuriaylamanutencióndelniñoyotracasaparamí,imposible,ynihablardevolverconmispadres,nihablar»—protestóenvozaltapor loqueestaban tardandoen llegar losmontacargasesedía.«¿Quélespasahoyaestostrastos,quesiguenderesacadeNochevieja?Aeste paso no empezamos a operar hasta las tres de la tarde», se lamentó,másparaélqueparaelrestodelmundo.Un par de horas antes, los equipos de limpieza habían accedido a los
quirófanos para dejar desinfectada toda el área de intervenciones quirúrgicasantes de que empezara la rutina diaria. Pero apenas eran un par de mujeresinvisiblesalasquenadieteníaencuentaanoserquehicieranmalsutrabajo—oque a alguien le pareciera que lo habían hecho mal—, y ellas con unmontacargashabíantenidobastante.Ysinolohubierantenido,nohabríapasadonada,porquetampocosehabríanquejado.Quejarsesignificabaservisibles,yservisiblessignificabamolestar,ymolestarsignificabaentraren la rifadeboletosparaquetedieranlapatada.Lasupervivenciadesusfamiliaspasabaporbajarlacabezayaguantar.Asíqueellasnosequejaron,peroalasochomenoscuartodelamañana—
justo quince minutos antes de que comenzaran las primeras operacionesquirúrgicas programadas para ese día— el colapso del movimiento hacia losquirófanos empezó a ser de tal envergadura que unmédico protestó.Y no unmédico cualquiera. Se había quejado un dios de la medicina en persona, ¡uncirujano!Yahíempezarontodosamoverelculo.¿Quépasa?¿Sabesalgo?Enpocosminutostodoslosmiembrosdelpersonal
sanitario se contagiaron del virus del rumor.Algo gordo estaba pasando en elhospital. Se rumoreaba incluso que se iban a suspender las intervenciones
quirúrgicas.Labola denieve fue creciendodurante variosminutos hasta que alguien se
diocuentadequeloqueenrealidadpasabaeraqueunodelosdosmontacargasconlosqueseaccedíaalosquirófanoshabíadejadodefuncionaryqueelotrono daba abasto para engullir y escupir a todos los enfermos y personal quenecesitaban acceder a la zona quirúrgica justo en el momento de másmovimiento del día, cuando todos bajaban de golpe en un espacio de pocosminutosparaempezarlamaratonianajornadadeoperaciones.¡Ah, bueno! Solo es el montacargas, que se ha estropeado, solo eso. La
decepción corrió en segundos por las ocho plantas del hospital. Vaya chasco,tantochauchauparanada.Esodecían,sinsaber,claro,loqueestabaapuntodepasar.Todoestallópasadaslasdiezymediadelamañana,cuandodosoperariosdel
servicio de mantenimiento de la empresa fabricante de los ascensoresaparecieron por el hospital para ver qué narices le sucedía al dichosomontacargas.Esostrastosenlugaresdemuchotrajíntendíanadarbastanteporsaco.Purarutina,pensaroncuandolesmandaronelaviso.Yesohicieronlosdoshombres. Rutina. Al llegar junto al aparato averiado—«Es el del fondo a laderecha»,lesindicaronenrecepción—,presionaronlosbotonesdellamadaparacomprobarque, efectivamente, no semovía—parecía absurdohacer eso, peronoseríalaprimeravezenlaquetodohabíavueltoafuncionarcomoporartedemagia—;asíquesepusieronmanosalaobra,siguiendounoaunolospuntosdelmanual, sin saber que el manual no tenía solución alguna para lo que iban aencontrarallí.Pero,demomento,rutina,rutina,rutina.Lo que les dijeron los datos de la placa base fue que todo funcionaba
perfectamente; tanto la parte mecánica como la informática, y que algúnelementoexternobloqueabalacabinaalaalturadelasextaplanta,apenasunoscentímetrospordebajodesuzonadeparadahabitual.Asíqueno lesquedabamásremedioquesubiraverquénaricespasabaallí
arriba.Seactivóentonceseneltécnicodemásedadelreflejoautomáticodelaqueja,
esequehacequelaspersonasselamentenamargamenteportodoloquelespasaenlavidayqueademáscreanquetienenquecompartirloconelmundoavozengrito.Comosialrestodelahumanidadleinteresara.—Ya no tengo edad para subir andando por las escaleras tantas plantas
cargadocontodoelmaterial—protestabaelhombremientrasrecogíalaspiezasdesperdigadasporelsuelo—.Aestepasonollegovivoalajubilación.
—Consuélate,asíempezarásaquemartodalagrasaylosturronesquetehaszampado estos días en casa de tu suegra—le contestó riendo el técnico másjoven, acostumbrado a la retahíla de protestas constantes de su compañero, sillovía,sihacíademasiadosol,silepicabaunbrazo,siparabanendossemáforosseguidos, si la cerveza no estaba lo suficientemente fría, si ya nada es comoantes,sielpasadoeraunamierda.Elchicose lo tomabaconhumor,al finyalcabono tendríaqueaguantarlo
mucho más, porque el Quejas —así lo llamaban sus compañeros— se iba ajubilarenunosmeses.Aunqueesavezunapequeñamaldadcruzóporsucabeza.Pensóenseguirlelacorrienteydejarquesubieraandandolosseispisos.Sonrióal imaginárselo arrastrándose planta a planta, cogido de la barandilla paraimpulsarsucuerpohaciaarribaunescalónmás,sinaireenlospulmonesniparaquejarse, y entonces, al llegar al hall del octavo piso, agotado y resoplando,descubrirle allí —como si él tampoco se hubiera dado cuenta— que podíanhaber utilizado cualquiera de los otros ascensores para evitarse esa penosaascensiónporlasescaleras.Perolediopena.—Mira,Eduardo,hayotrosascensores.Cojamosunodelosdelasvisitas.Y esa pena, al final, terminó salvándole la vida, porque en esa sexta planta
estuvoapuntodeproducirselasegundatragediadeestahistoria,notangrandecomolaprimera,claro,notanimpactante,perotambiénmortal.Como subieron en ascensor, los dos operarios llegaron a la planta sexta
descansados, con los músculos destensados y el corazón latiendo a laspulsacioneshabitualesensemirreposo.—Déjameamí,anda,yvetúpreparandoelmaterial.El técnico más joven se dispuso a abrir de manera manual las puertas del
montacargas,justodondesehabíaquedadoencallado,paraversipodíaactivarlodesde dentro pulsando los botones de la cabina. Era el siguiente paso de lasinstrucciones.Delarutina.Laconversaciónentrelosdoshabíadevenidoenunaespecie de competición por ver quién lo había pasado peor con sus familiaspolíticasenloságapesnavideños.Enfrascadosandabanenesetorneodecuñadoschungos cuando, tras girar la llave y separar a la fuerza las dos hojas de lapuerta, el técnico joven abrió hueco suficiente para pasar entre ellas y dio unpasolateralparaentrarenlacabinadelmontacargasyasívermejorloquepodíaestar pasando. Su rodilla se flexionó, su pie se elevó y su cuerpo se desplazóligeramentehaciaelcostadoparaaccederal interior.Peroalgonoencajabaenese entorno.Algo faltaba.No fue hasta que estaba ya empezando a perder el
equilibriocuandosusojosvieronysucerebroempezóaprocesarlamagnituddelatragediaqueestabaapuntodesucederle.Supienoencontrósueloenelqueapoyarse.Intentósalvarsuvida,impulsándoseensentidocontrarioalagravedad,pero
soloestabaagarradoconunamanoalapuertadelascensor.De rodillas juntoaél, enfrascadoen lacajadeherramientas, lasdécadasde
experienciaencendieronunaalarmaenelcerebrodeltécnicoqueestabaapuntodejubilarse.Algoibamal.Larutinateníaunagrieta.Instintivamente,alargólosbrazosy agarró a su compañeropor el jerseygrisde lanaque lesobligabanavestiry tiródeélhaciadentro,haciaelpasillo,hacia la salvación.Alhacerlo,consiguióquenocayera irremediablementedirectoalhuecoqueseabríaasuspies.Unvacíoquelohubieralanzadoseisplantasabajo.Terminaronlosdostendidosenelsuelodeloseta,notandocómoelcorazónse
clavabaensuscostillas.—Llamaa laPolicía, llamaa laPolicía—acertóabalbucearel técnicomás
joven,mientraspalpabalabrechaqueselehabíaabiertoenlafrentealaterrizardegolpesobreelsuelo—.Ydialhospitalquedespejelasurgencias.Aunque enseguida se dio cuenta de que no había ninguna posibilidad y
rectificóloqueacababadedecir.—MejordilesquevayanavisandoalAnatómicoForense.
19Lodelhospitaleraunaccidente,purarutina,unporsiacaso.Terminaríanrápido.Maldita mala suerte la de esas personas. Y qué muerte tan horrible, pensó,cayendotodosalvacíodentrodeunascensor.Sabiendoqueibanamorir.Cuatrodesconocidosdesplomándose juntos en los últimos segundos de pánico de susvidas.Anaapartóesepensamientodelacabezaparacumplircontodasuatenciónel
trámite que menos le apetecía de la jornada: informar al comisario de losprogresosenelcasodeMónicaSpinoza.—Asíqueelasesinoseosescapódentrodeunanevera.—¿Senosescapó?—AhoraereslaresponsabledelosdosgruposdehomicidiosdeMadrid.Vete
acostumbrando.Losmuertossontuyos.Losasesinosseteescapanati.Elméritodedetenerlosesmío.Sí,nomemiresasí—serelamió—.Apropósito,hayunacosaquenoentiendo,¿cómoelasesinocerrólacajatrasmeterseenlanevera?—Nocerrólacaja—Anaseguíafielasucostumbredequedarsedepiefrente
alamesadelcomisario—,eso,evidentemente,nopodíahacerloélmismo.Lo planeó todo almilímetro desde el principio, siguió contándoleAna a su
jefe.Lanevera—conéldentro—seentregóenlacasaalasochoytreintaytresminutosdelatardedeldía23dediciembre,justoalahoraenlaqueladuquesapresidíauneventobenéficoderecogidadefondosparaunhospitalinfantilconel que colaboraba, ampliamente publicitado desde hacíameses, con lo que elasesino sabía que ese día y a esa horaMónicaSpinoza iba a estar fuera y nohabíariesgodequeabrieraelpaqueteyleencontraradentro.¿Cómocuadrólahoradeentrega,cuandolosserviciosdemensajeríadeestepaíssonundesastre?La principal hipótesis que manejaban es que había conseguido hackear elsistemainformáticodelacompañía.FastPackutilizaunprogramaqueplanificalasentregasen franjasdedoshoras, así el clientedisponedeesemargenparaorganizarlarecepciónensudomicilio.Elmismo23porlamañana,laduquesarecibióunemailqueindicabaqueentrelassieteylasnuevedelanochedeese
día se le haría entrega del envío con código —Ana consultó sus notas—PQSR3268827035.Elasesinoconocíaperfectamentelasrutinasdelamansión.Sabíaquenadieabrelospaquetes,sololaduquesa,yqueellaaesahoraestaríayade camino al eventobenéfico, y el personal de la casa se encontraría en lazona de servicio, a punto de cenar, para luego retirarse cada uno a sushabitacionesaverlatelevisión,conloqueéltendríalacasalibreparaocultarseyesperaraquesuvíctimavolviera.—Laduquesavive,vivía,enunaespeciedeapartamentoblindadodentrodela
mansión,ungrupodehabitacionesdelpánicojustoenelotroextremodelazonadelaservidumbre.Unapuertaacorazada(eramuymiedosa)—lerecalcóAnaaRuipérez—daaccesoaundistribuidorquellevaaunsalón,unacocina,ungranbaño,unvestidorydoshabitaciones.Cientotreintaydosmetroscuadradosdecasaprotegidadentrodelacasa.—¿Una puerta acorazada? —Ruipérez abrió mucho los ojos—. ¿Cómo la
franqueóelasesino?¿Noosdisteiscuentaduranteelregistro?—La puerta estaba perfectamente. —Ana cortó de raíz cualquier posible
críticaalaactuacióndesuequipoydelosforensesenlaescenadelcrimen—.SiMónicaSpinozano se encuentra en casa, permanece abierta.Solo la cierra denoche, antes de dormir. Pero esa noche al girar la llave no sabía que estabaencerrándosejuntoasuasesino.»Las ventanas de esa zona —siguió contando Ana— tienen cristales
blindados,y lasparedes,suelosy techosestánconstruidosconcapasdeplacasantibalas ymaterial ignífugo, y revestidas conmediometro de hormigón.Eraunafortaleza,perounafortalezaquesequedabaabiertasiladuquesanoestabaallídentro.Yesaeslaventanadeoportunidadqueaprovechóelasesino:antesdequeladuquesavolviera,ycuandoelpersonaldeservicioyaestabaretiradoen sus habitaciones, consiguió salir de la caja y colarse en los aposentosblindados. Sabía que una vezMónicaSpinoza entrara allí y cerrara con llave,nadielosoiría.Podríahacerconellaloquequisiera.Poresonadielaoyóchillar.—Vale—contestóelcomisario,abrumadoporloqueacababadeescuchar—.
Supongamos que el asesino hace eso. Pero no has contestado a mi primerapregunta.Ruipérezqueríasabermuchascosas,pensóAna,normalmenteledabanigual
losdetalles,peronoenesecaso,yesodebíadeser—razonólainspectorajefa—porquealguienleestabapreguntando.Quizáalguienimplicadoenelcaso.—¿Cómoseencerróélmismodentrodelpaquetequeconteníalanevera?—
insistiósujefe—.Esfísicamenteimposible.
—Te he dicho que lo tenía todo planeado. —Ana intentaba no perder lapaciencia,comosiempreconesehombrequeconseguíasacarlopeordeella.Sediocuentadequeestabatuteándole,lepasabaaveces,cuandoseponíanerviosa—. Si no me interrumpes, te lo sigo contando. Aunque también lo tienes—disfrutódelmomento—enelinformequetehemandadoporcorreoelectrónicoantesdeveniraverte.Loqueprefieras.Y él prefirió —¡cómo no!— que Ana siguiera de pie, delante de él,
explicándose,hastaquea él lediera lagana.Loqueella le contó fuequeesamismamañanahabíanprobadoconelmismomodelodeneverayelmismotipode embalaje, bloques de espuma de polietileno y una caja de cartón. Eraimposible, efectivamente, que nadie pudiera meterse ahí y cerrar la caja decartónsinayuda,conloquelaprincipalhipótesisconlaquetrabajabaneraqueelasesinoteníauncómplicequeleayudóameterseenlaneverayaentregárselaaltransportista.—¿Alguiendelamansión?—lepreguntóRuipérez.—No podemos descartar a nadie. Ninguno de los empleados parece tener
motivos, pero es imposible saber lo que pasa de puertas adentro. Sus cuentasbancarias no indican nada inusual y, hasta donde sabemos, ninguno hizomovimientosextrañosenlosdíasanterioresoposterioresalasesinato.Pero otra cosa preocupaba aRuipérez.Algo que hacía que no terminara de
creerselahipótesisdelasesinodentrodelanevera.—Yahoravasymecuentasquetuasesinoaguantóahídentrosinrespirarmás
dedocehoras.—Comisario —Ana intentó mantener la calma ante la provocación—,
evidentemente eso es imposible. Creemos que tuvo suministro de oxígeno, yaseaatravésdealgunabombona…—¿Tehasdadocuentadelabarbaridadqueestásdiciendo?—lainterrumpió
Ruipérez,alzandolavoz—.Siesaneverayadebíadepesarlosuyo,imagínatelarellenadeunapersonaydebombonasdeoxígenoparaaguantarallídentrodiezodocehoras.—Sime deja terminar de hablar—prosiguióAna—, eso es lo que le iba a
contar ahora,quenos inclinamosporpensarquehizoalgúnorificio enalgunapartedelaneveraydelacajadecartónparanoahogarse.—¿Ycómoentróysalió?—Lasproteccionesdepolietilenoencajanperfectamenteconlasesquinasde
la caja, para que la nevera no se golpee durante el transporte. Pero queda unbuenhuecoentrelaneverayelcartón,conloquedesdedentrosepuedeempujar
lapuertayabrirunarendijalosuficientementegrandecomoparasacarelbrazoycortarlacintadeembalajeconalgúnobjetopunzanteparaasípoderabrirdeltodo lapuertay salir cómodamente.Pero esono significaquenuestro asesinopudierahacerlotodosolo.Alguientuvoqueembalarlo.Necesitóayuda.Estamosbuscandoalhombrequeentregó laneveraalmensajeroeldía23por la tarde,que,segúnladescripción,seríaelmismoquerecogióelpaquetedevuelto,enelmismo sitio, un día después, el 24 por la mañana. Hemos estado allí. Es unalmacén abandonado, embargado por un banco que está intentando venderlo.Variasinmobiliariastienenlallave.Vaaserdifícilencontraralgosignificativo,peroestamosprocesandoalgunaspruebas.—Mira,Ana—cortóensecoRuipérez,queempezabaaponersenervioso—,
esonotelocreesnitú.Elasesinopodíateneruncómpliceenelexteriordelavivienda,estoydeacuerdo,peronecesitaotroenel interiorde lacasa.MataaMónicaSpinoza,semeteen lanevera,consiguecerrar lapuerta.Bien.Pero loque no puede hacer es cerrar la caja de cartón para que se la llevara eltransportista.—También tengo respuesta para eso. Uno de los empleados de la duquesa
cerrólacaja.Elcomisariolamirósinentender.—Entoncesmeestáshablandodeuncómplicedentrodelamansión.—No.Nonecesariamente.Mire,meloacabandemandardellaboratorio.—
Analemostrólapantalladesuteléfonomóvil,volviendoatratarledeusted—.Siguenaúnprocesandolabasuradeladuquesa.¿Seacuerdadequeelcadáverapareció rodeadode un círculo de basura?Sabemosque el asesinono la trajoconsigo,sinoqueutilizóladelacasa,concretamente,delosdoscubosqueellatenía en la cocina junto a su habitación. Estamañana los llamé pidiendo quebuscaran algo determinado. Allí no encontraron nada, pero sí en una de lasbolsasque recogieronenunapapelerade lazonade servicio.Yaquíestá.Mehanmandadounafotografía.Eslaimagendeuntrozodepapelarrugado.¿Puedeleerloquepone?«Porfavor,Andrés,¿cierrastúlacajadelaneveraconlacintadeembalar?La
vanavenirabuscarhoyyamínomedatiempo».—Delpuñoyletradelavíctima—siguióexplicándoleAna—.Creemosque
nuestro asesino la obligó a escribirla antes de matarla. Hemos localizado alguardésestamañana,estabavolviendodepasarelfindeañoconunosprimosenCuenca,ynoshacontadoque,efectivamente,fueélelqueterminódecerrarelembalajedelanevera,comotantasotrasveceshabíahechoconlascomprasque
laduquesadevolvía.Recuerdahabercerradolacajaconcintadeembalarsobrelasnueveymediadelamañanadeldía24.EnesemomentoMónicaSpinozayaestabamuerta y su asesino dentro de esa nevera, pero él no podía saberlo. Elresto,yaselohecontado,David.Estamosalaesperadelocalizaralempleadoqueayudóalasesino.Cuandolotengamos,leaviso.Porcierto—continuóAna,mientrascaminabahacialasalidadeldespacho—,hemandadoatresagentesdelGrupo2.Unaccidenteconunascensor.Sehadesplomadoconvariaspersonasdentro.—Si es un accidente, ¿para quémandas a tu equipo allí? ¿No tienen nada
mejor que hacer? —Ruipérez en su salsa, siempre intentando que alguienterminaraunaconversaciónconél sin reírseunamierda—. ¡Ah,claro!Que loque tú quieres es que salganpor la tele, aprovechando el jaleodemediosquehabráalaspuertasdeesehospital.Muylistalachica.Seguroqueluegotepasastú y todo, a mover el palmito, con esa manía que tienes de no quedartecoordinando desde el despacho, como manda tu cargo, e insistir en seguirsaliendo a la calle a patear con los básicos. ¿Lo hueles? —El comisario selevantódesutronoyolfateóasualrededor,girandotrescientossesentagradossobre símismo, comounperro enbuscadeunbotín de carne fresca—. ¿No?Hueleachusma.Siquieres seguir siendo jefa, júntatecon losde tuescala.Essolo un consejo, Ana.—Le hizo una señal con las manos para que se fuera,comounperroalqueechasdeunahabitación.Ellayaestabadeespaldas,casiala altura de la puerta, cuando escuchó una última frase—:Estás empezando aolerachusma,inspectorajefa,yesonoteconvienenada.
20No podrían decirlo con seguridad hasta que no trasladaran los cuerpos alAnatómicoForenseytuvierantiempoparaexaminarlosconeldetenimientoyelmaterialadecuados,peroloqueparecíahaberenelfosodeesemontacargaseranloscadáveresdecuatropersonas.Comomínimo.Tampocopodíansabertodavíaconseguridadsiesaspersonashabíanfallecido
porlacaídaoestabanmuertasantes.Loqueabríaunasiniestraposibilidad:queaquellonofueraunaccidente,sinoqueestuvierananteunasesinatomúltiple.Unacosasíqueestabaclara,loquesehabíaprecipitadofosoabajonoerael
ascensor, como estaba informando la prensa a las puertas del hospital,recogiendolosrumoresquecirculabanentreelpersonalsanitarioylospacientesque se habían convertido, en algunos casos, en gozosos protagonistas de unagran historia. La cabina seguía parada en la sexta planta, pero, como habíaestadoapuntodecomprobarconsupropiavidaelmásjovendelostécnicos,alcubículo le faltabael suelo.Sus restos sehabíanencontrado juntoa losde lasvíctimas,enelfondodelfosodelascensor,trascaeralvacíodurantedieciochometros ymedio y estrellarse contra el suelo a una velocidad de pocomás dediecinuevemetrosporsegundo.A los técnicos de la empresa de ascensores les estaban atendiendo en
urgencias.Habíansufridounshockylosmédicosnodejaban,demomento,quehablarancon laPolicía.La saludes loprimero.Que ledena la investigación.Porsupuesto.El día estaba a punto de complicarse para el equipo de homicidios a las
órdenesdelainspectorajefaAnaArén.—Jefa…—¿Quéestápasandoenelhospital,Rosa?—LavozdeAnallegóconmucho
ruidodefondoalotroladodelalíneatelefónica.—Jefa,situvieraqueapostar,estonotienepintadeaccidente.¿Cómosevaa
desprenderelsuelodeunascensor?Vamos,quesecaigaelascensorpuede,peroquesecaigaelsuelo…¿dóndesehavistoeso?Asíquefiniquitaremosprontoy
vamosaempezarbienelaño.—Vamos a ver, Rosa, eres subinspectora de Policía. Apenas me conoces
porque no hemos trabajado juntas y yome acabo de incorporar a homicidios,peroseguroqueyasabesdemifamae imaginoqueenelgrupohabéisestadohablando sobre vuestra nueva jefa y la leyenda negra que me precede. ¿Meequivoco?No.Ananoseequivocaba.Ycomoconfirmacióndesussospechas,elteléfono
sololedevolviósilencio.HabíapilladoalasubinspectoraRosaAxeporsorpresayconlaguardiabaja.—También sabrás —siguió hablando—, y si no lo sabes te lo digo, que
conmigohayquetrabajarconlamenteabiertayteniendoencuentahastaelmásmínimodetalle.Nosoloeso,sinoquenosoymuchodedespachos,asíquemevasatenersoplandoentunucacuandomenosteloesperes.Porejemplo,ahoramismo, porque estoy a cincominutos del hospital ymevas a ver aparecer enbreve.Escúchamemientrastanto:estecasonosefiniquita,niestáaunpasodefiniquitarse.Estoseinvestiga,todosevaainvestigarapartirdeahora,comosifueraunhomicidio.Queluegonoloes,puesperfecto.Unasesinomenosdandoporculoenlascalles.Queloes,puesahíestamosnosotros,parapalotearlo.—Sí,claro,jefa.Salgoabuscarlaahoramismoarecepción.
***
Mientras tanto, en el Canal Once, la dirección de la cadena había decididolevantar laprogramacióndeldíaydarlea informativoselespecialdeurgenciasobrelatragediadelascensor.Desdelaunaymediadelatarde—horaenlaquelanoticiadejódeserunrumorypasóaseroficial trasun tuitde lacuentade@EmergenciasMadrid—, dos presentadores estaban sentados en el platócontandoendirectoloqueseibasabiendo,queeramásbienpoco,conloquealfinalsolopodíanirdandovueltasunayotravezalamismainformación.Ambostuvieron que tirar de toda su capacidad de improvisación y elocuenciaaguantandoel tipo,mirandoacámaraconnaturalidadcomosinopasaranada,hablando con frases coherentes, lógicas e informativas. Los redactores yreporterosgráficosenviadosalaspuertasdelhospitalasaltabanacualquieraquesalieraparaquecontaraloqueestabapasando,porquelazonaestabavetadaalaprensa, pero no se podía dejar de atender a los enfermos. Les preguntaban siteníanmiedoohabíannotadoalgoraroeneseascensorensusanterioresvisitas.Se emitían en directo entrevistas telefónicas con técnicos de ascensores, o
inclusoconpacientesdelhospital,quehablabandesdesuscamasyagradecíanalcielo no haber sido ellos los precipitados. «Yo iba a bajar esta mañana aquirófano, ¿sabe?—contó uno—, en ese ascensor—se inventó, por supuesto,porqueesonopodíasaberlo—,ypodríahabersidoyoelmuerto».Perootrodelos ingresados, demostrando la nula capacidad de empatía de algunos sereshumanos,sequejóamargamentedequelehabíanhechomadrugaryayunarparanada,porquesuoperaciónsehabíasuspendido,yletocaríapasarportodootravezyaesonohayderecho,vayamierdadesanidadquetenemosenestepaís.
***Lamentetieneesascosasextrañas.Avecesunaideasurgedelanadacomoelpequeñoestallidodeunabombillaenlaoscuridad.Nisiquierasabesqueestáallíhastaquesuincandescenciateexplotafrentealosojos.CuandoAnaentróenelhospitalytraspasóelcordóndeseguridad,lafuerza
de la costumbre formó una frase en su cabeza. El significado detonó en suconciencia unos segundos después, como el ruido de una explosión que llegademasiadotarde,cuandoeldañoyaestáhecho.«AvercuántotardaenllamarmeInésparaquelecuenteloquedeverdadestápasandoaquí».Buuummm.Unalágrimavacilóensuestómago.Peroungritolainterrumpió.—¡Jefa!Anahabíaestudiadolosperfilesdetodoslosnuevosagentesasucargo.Sabía
que la subinspectora Rosa Axe llevaba apenas un año en homicidios —transferidadesdedelitoseconómicos—,quededicabaelpoco tiempo librequeteníaamachacarseenelgimnasio,atomarelsolyatatuarlospocoscentímetrosdisponiblesqueaúnquedabanensupiel,yquenosolíadormirdemasiadobien,porloquenoeraextrañoencontrárselaensupuestodetrabajoalassietedelamañana.«Asímeahorroelatasco»,explicaba.Lesorprendieronsusojos.EnlasfotografíasqueAnahabíavistoRosatenía
unamiradaligeramentetriste,casidenacimiento,comoquientieneunamiradaligeramente estrábica. Aunque al verla en persona, rubia y firme, bajita yconsistente,conunamediamelenacongruesosrizosqueseagitabanalritmodesus pasos,Ana tuvo que cambiar de opinión. «Mejor tener a esa fuerza de lanaturaleza de tu parte», se aconsejó a sí misma. Y se lo repitió dos veces.Mentalmente.Porsiacaso.
—Paseporaquí,jefa.—Detú,porfavor,Rosa.—De tú, pues—cedió la subinspectora—. Temuestro primero el lugar del
siniestro.Fueroncaminandoporlaplantabajahastaquetuvieronquedetenerseaunpar
de metros del hueco del montacargas. Cuatro camillas, cada una con sucorrespondiente saco gris impermeable para cadáveres en la parte superior,formabanunabarreraquelesimpedíaelpaso.Delante,Anacontódiezcabezas:cincomiembros del equipo de científica, cuatro de judicial—los jefes habíanterminadomandadoa toda la artillería—yel juezdeguardia,que tendríaqueautorizar el levantamiento de los cadáveres. Por la calva brillante y su acentoinconfundibledeCartaya, supoenseguidaquiénera.Elmagistrado JuanPérezBenítez. «Almenos—pensóAna—, este no saldrá de aquí vomitando», cosaquesílespodríapasaraotrosjuecesanteelespectáculoqueparecíahaberenelfondodelfoso.PéBé—comolellamabanenelgremioparaabreviarsusdosapellidos,delo
más comunes en España— estaba acostumbrado a las vísceras.Más que eso,incluso.Aljuezlegustabacontarcómodepequeño,ensupueblodelacostadeHuelva,seescapabaalmataderoparaverdegollaraloscerdosyalasterneras.Aúnahora,sicerrabalosojos,eracapazderevivirlocomosicontinuarasiendoeseniñosubidodepuntillasaunapiedraparaquesumiradaalcanzaraelbordede la ventana que le ofrecía acceso a otro mundo. El ruido del cuchilloseccionandolapiel.Laagudaagoníaen lagargantadelanimal.Susestertores.Ladensidadcromáticayolfativadetodalasecuenciadelsacrificioquedóparasiempreincrustadaenlamemoriadeeseniño,comounparásitoviviendoensucabeza.DesdeentoncesPéBésentíaunaextrañafascinaciónporlasangre,algocasi hipnótico. Su profesión le permitía acercarse a escenas del crimenespecialmente truculentasaunqueelcaso lehubiera tocadoaotrocolega.Peroese día de enero PéBé había tenido suerte: su juzgado era el que estaba deguardia cuando se descubrieron los cadáveres, con lo que el caso pasódirectamenteasusmanos.Yasusglándulassalivales.Efectivamente,allíestabaeljuez,enprimerafila,concasimediocuerposobre
el foso del ascensor —iluminado por dos potentes focos instalados a amboslados de la puerta— para no perderse detalle. Ana intentó llegar hasta él,apartandolascamillasyalrestodecompañeros,perocuandovolvióalevantarlacabeza,PéBéyanoestaba.Acababadeengancharseaunagruesacuerdasujetaa
un contrapeso especial colocado enmedio del pasillo, que en esosmomentosestabatensayseperdíaporelhuecodelascensor.Alotroextremo,colgadodeun arnés, el juez rappelaba hasta el fondo del foso, con la excusa de que latradicional escalera podría dañar algún resto o destruir pruebas. «Luego diceRuipérezquesiyome juntocon lachusmade labásicaenvezdeestarenmidespacho—pensóAna—,puestendríaqueverenacciónaPéBé,igualledabaunsíncope,cosaque,porcierto,noestaríamal».Sonriósolode imaginárselo,peroseavergonzódeinmediato.Miródisimuladamente.Nadielahabíavisto.Cuandoestabaamediometrodelfoso,lagolpeóelolor,contundente,comosi
hubierachocadocontraunapared.Cadáveresendescomposición.Elchupchupdelamuerte,lollamabaPéBé.Elguisodelasbacteriastomandoelcontroldelpotaje.—¡Señoría!—Ana se aproximó todo lo que pudo al foso, agarrándose a la
cuerdaporlaquecolgabaPéBéysinatreverseaasomarelcuerpo—.¡Señoría!—¿Quién es?Acérquese—ordenó desde el fondo del foso, a dosmetros y
mediodeprofundidad.—¡Señoría!SoyAnaArén.Homicidios.—¡No te veo! ¿No estabas en el SAF?—le preguntó él, mientras hurgaba
entreloscadáveres.—Esto es ridículo—le dijo Ana, girándose hacia su subinspectora. Luego
volvióaelevarlavozhablandohaciaelhuecodelascensor—:Señoría,cuandosuba,hablamos.Tras saludar al restode los agentes,Anavolvió a llevar aun aparte aRosa
Axe,enbuscadeunlugarenelquehablarcontranquilidad.Elcentrooperativode la crisis se había instalado en la sala de personal sanitario de la plantaprimera, un rectángulodecrépito de seis por tresmetros, sin ventanas, con lasparedesllenasdearchivadoresyestanteríasqueconteníanobjetosdejadosallí—yluegoquizáolvidados—durantedécadas.Volvieronatraspasarelcordóndeseguridadylasubinspectorallevóasujefa
hastalazonahabilitadaparausopolicial.—Ponmealdía.—Parecen cuatro. Tres hombres y una mujer. Estamos comprobando sus
identidades,parapodertenerunaprimeralistaporladocumentaciónquellevanencima.Cayerondesdelaplantasexta.Peroelascensorsiguearriba.Alparecer,sedesprendióelsuelo.—Menudamuertemáshorrible.—Encuantoretiremosloscuerpos(imaginoquepodremoshacerloahoraque
eljuezleshaechadounvistazobiendecerca),podremosempezaraexaminarlacabina del ascensor y los restos de suelo que cayeron con las víctimas. Se hapresentado un responsable de la compañía de mantenimiento, junto con untécnico, los estamos interrogando. Dicen que nunca ha habido un accidenteigual, ellos apuntan a un sabotaje, pero, como te digo, hay que examinar lacabinaylosrestosdelsuelo.Hastaquenolohagamos,esdemasiadoprontoparaavanzarnada.Tampocohemospodidohablarconlosdosoperariosquellegaronen primer lugar, siguen en estado de shock, en una habitación de la zona deurgencias.—¿Tieneslalistadelasposiblesidentidadesdelasvíctimas?—Aquí.—Letendióunapequeñalibreta,deltamañodeunamano,enlaque
lasubinspectorasolíatomarnotas—.Segúnlosdocumentosquellevabanenlacartera, aunqueaúnno sabemosal cienporcienque seandeellos:nombresyedades.Aunqueunonoteníadocumentación.Trataremosdeidentificarloporlashuellas.—¿Nohayningunadenunciapordesaparición?Estagentellevacasicuarenta
yochohorasmuerta.—Ningunaquecuadreconloquedemomentohemosvistodeesecadáver.—¿Quérelaciónconelhospitalteníanlosfallecidos?—Hasta que no completemos los reconocimientos, no podremos asegurar
nada,perolostresmuertosidentificadosteníanunmotivoparaestarallí.Unodeellos eramarido de una enfermera. El otro tenía a un hermano ingresado. Lamujer,asuesposoenlaUCI.Todosllevabanropadeabrigopuesta,conloquepareceque acababande entrardesde la calle.Laplacadel ascensor recogeunúltimoviajedesubida,desdelaplantabaja.Sinparadas,apesardeque,segúnlos registros informáticos, habían presionado varias plantas intermedias.Subieron desde la recepción y fueron hacia la sexta planta. Allí ocurrió elaccidente.—Pero es un montacargas—la interrumpió Ana— que solo puede utilizar
personalsanitarioparallevarapacientesalosquirófanos.Hevistodosenormescarteles a cada lado de las puertas que indican que su uso está prohibido apersonalnosanitario.—Sí.Esosdosmontacargassonlosúnicosqueparanenlaplantaprimera,la
zona de los quirófanos. Por eso no los puede usar el público, la zona deintervencionesquirúrgicasestárestringidaapersonaldelhospital.—¿Porningúnsitiomás?—preguntóAna.—Nocreo.
—¿Cómo que no creo, Rosa? ¿Cómo que no creo? O hay o no hay. Aquítrabajamos con certezas.—Lamiró a los ojos casi sin parpadear—. Si no losabes,medicesquenolosabes,nopasanada,nopodemossabertodo.Nolosé,jefa,medices,aúnnolohemoscomprobado,yyaestá.¿Deacuerdo?Ellaasintió,dócil enapariencia, ante la segunda reprimendaque recibíaesa
mañanadelanuevaresponsabledehomicidios.Anasediocuentadequeestabaincomodando a su subinspectora y se sintió ligeramente culpable por ello,parecíaunajefaborde,déspotayautoritaria,perosabíaquelosprimerosdíasalmandodeunequipoeranimportantísimosyquesegúnlamaneraenquemarcaraelcaminoasusagentesasíluegosecomportaríanellosenelgrupo.—Entonces,Rosa—Anaquisorebajarlatensiónhaciéndolasentirimportante
—, tepreguntoporqueme interesa tuopinión,¿quéhacían lasvíctimasenesemontacargas? ¿Por qué subieron en él? Tienen que atravesar toda la zona deascensoresdestinadosalosusuariosdelhospital,quesoncuatro,llegaralfondodelpasilloyverlosenormescartelesqueindicanquelesprohíbenelacceso.Asíque tuvieron que querer subirse en él, por alguna razón especial. ¿La mismatodos?¿Cadaunotuvounadiferente?Silaencontramos,tendremoslaclavedetodoesto. Imagínate,Rosa, que alguienhubieraprovocadoesto. ¿Qué razonescreesquepodríatener?—Lomásobvio,hacerdañoalhospital,poralgunarazón,quizáunempleado
resentido,ounantiguoempleadoalquedespidieron,oinclusounpacientequehayatenidoalgúnconflictoconelcentro.EstoesungolpetremendoalaimagendelaempresaquegestionaesteyotroshospitalesprivadosenMadrid.Puedenperdermuchosclientes.—Pacientes.Creoqueellosprefierenllamarlospacientes.Peroestansoloun
términodemarketingparamejorarsuimagen,quenoparezcaquehacennegociocon la salud.En fin, sigamos imaginandoqueestonoesunaccidente.Podría,pues,haberloprovocadoalguienquequisieravengarsedelhospitalomancharlaimagendelgrupohospitalarioquelogestiona.—Tambiénpodríaquerervengarsedelaempresadelosascensores—apuntó
Rosa.—Tambiénpodríaserquequisieramataraunasolapersonayse le fuera la
mano.—Lavozatronóasuespalda.Anasupoquiénerasinnisiquieragirarse.Eseacento…—¡Juan!—Se levantóadarledosbesosal juez.Erapocoortodoxo,perose
conocían desde hacía muchos años—. Perdón —rectificó porque no estabansolos—,señoría.
—¿Asíqueahoraestásenhomicidios?—PéBécogióunasillaylaacercóallado de Ana, sentándose junto a ella. Llevaba un jersey de cuello vueltoempotradoensusbíceps,duramentetrabajadosenlargasjornadasdegimnasio.Abrióunalataderefrescoquellevabaenlamanoylediounlarguísimotrago—.Lamuertemedabajonesdeazúcar.Tengoquereponerlorápidoparanosufrirunahipoglucemia.Analomiróconcaradecircunstancias.—Bueno,quizáestoyexagerando—reconocióél,anteesamirada.—Quizá sea, señoría, que a ti una escena del crimen te da subidón y la
adrenalinaaceleratusglándulassudoríparas.—Leguiñóelojo—.Ylassalivalestambién.—Sí, reconozco que a veces parezco un perro de Pavlov con la sangre. La
huelo y salivo. Traumas infantiles —contestó PéBé, sin darse cuenta de queestabapasándoselalenguaporloslabios,comounanimalrelamiéndoseantesupresa.—¿Yestodebajarhaciendo rappel al fosodel ascensor?¿Quénuevamoda
es?—lepreguntóAna.—Tengoquemantenervivamileyenda—dijo,mientrassoltabaunacarcajada
—.Sino,¿dequéhablaránmisenemigos?—Volvióadarleotrobuentragoalrefresco,hastaacabárselodeltodo—.Ahoraenserio,simetíamosunaescaleraporallí,alposarlaenelfosodelascensorpodríamoshaberdañadoodestruidoalgunaprueba.Hemosbajadotodosasí.—Confiesa:hasidoideatuya.—Puesclaro.—Volvióasonreíreljuez—.Estascosassolosemeocurrena
mí,yaunpardelocosmásporahí.Yasabes.Revolucionandolosengranajesdelsistema.Modernizandolajudicatura.—Siatitedejaran…—Me tendrían que hacer ministro… ya lo digo yo. Pero arriba no me
escuchan. Y, de momento, no han hecho presidente del Gobierno a ningúnantiguocompañeromíodepupitre.Cosasdeiralaescuelapública,loúnicoqueteníamosenCartayacuandoyoeraniño.Yamuchahonra.—Miradóndetehallevadolaescuelapública.—Puesesodigoyo.Enfin,¿cómoloves?—¿Cómolovestú?Hasestadoallíabajo.—Unhorror.Pobregente.Hansidopocossegundosdecaídaperohorribles.
Se dieron cuenta de todo.Ahoramismo ya he dejado a la científica para quevaya sacando los restos y los lleven al Anatómico Forense. Tardaremos en
identificarlos.NoquieroquesefiltrenadahastaquenotengamoslaspruebasdeADN. Parecen cuatro personas, pero podría haber algún restomás.No quierootroYakolev.—¿Yakolev?—La pregunta se le escapó a la subinspectora RosaAxe, que
hastaentoncesnohabíaintervenidoenlaconversación.EnseguidasediocuentadequehabíametidolapatayquehubierasidomejorbuscarlodisimuladamenteenGooglequepreguntar.—ElYakolev,señora…—Rosa Axe. Juan, te presento a mi subi, Rosa Axe, del Grupo 2 de
homicidios—leaclaróAna.—Ytusubi—eljuezignoródeliberadamenteaRosa,ysedirigióaAnacomo
sisusubordinadanoestuviera—¿quéedadteníaen2003?—Veinteaños,señor—contestóella,abrumadapor laatenciónnegativaque
estabadespertando.Menudodía.Menudoestrenoconlajefa.—Bueno,aesaedadnoseestámuchoparaseguirlaactualidadinformativa,
¿verdad, subinspectora?—PeBé la miró por primera vez a los ojos, como siacabaradedescubrirqueestabaallí—.ElaccidentedelaviónYakolev42eslamayorcatástrofedelejércitoespañolen tiemposdepaz,pero,para loquenosincumbe aquí, es el mayor desastre forense en la historia de nuestro país.Decenasdefamiliasenterraronaotraspersonasenlugardeasuserquerido.Enalgunosataúdessedepositaronrestosdetresmilitaresdiferentes,piesconbotasdedistintastallas,porejemplo.—¿Porqué?—preguntóRosa.—Por lasprisas.Por celebrar cuanto antes el funeraly cerrar la tragediade
caraalaopiniónpública.ElGobiernohabíadesoídolasmúltiplesadvertenciasdelosmilitaresporlostiposdeavionesenlosquelestocabavolar.—Asíqueustedaquínoquiereprisas.—No, Rosa, no quiero prisa ninguna. Por eso es tan importante que no se
filtreningúndato.Asíque—miróalainspectorajefa—,Ana,dileatuequipoquechitón.—Ytúaltuyo,señoría—lecontestóAna,indignada—.Lasfiltracionessalen
detodoslados,Juan.Nomevengasahoraechandolaculpaamisagentes.—¡Vale, vale, vale!, tengamos la fiesta en paz, inspectora jefa. ¿Te vienes
conmigoalazonacero,aversilosforensesyahanacabadosutrabajo?Sonlastresdelatarde.Yaeshoradecomeralgo,¿no?
***
Alasochodelatardedeeselunes2deeneronoquedabaprácticamentenadieentodoelpaísquenohubieraoídohablardeldramadel ascensorybuscaramásinformaciónsobrelatragedia.Sinmásnovedadesqueofrecer,losinformativosespecialesdetelevisiónhabíandejadopasodenuevoalaprogramaciónhabitual,peroalasocholasnoticiasvolvieronatomarelrelevoentodaslascadenas.Elascensorfueelúnicotemaenlaescaletadetodosellos.Conunaimagenen
bucle: la de las camillas con los cadáveres abandonando el hospital hacia elAnatómicoForense.
***El asiento tenía un ligerodesperfecto, un corte en el tejido justo al ladode lapuertaderecha.Yeraunfastidio,porqueporesapuertaprecisamenteentrabanysalíanlamayoríadelosclientes.Encualquierotrapartedelatapiceríaeldañohubiera pasado prácticamente desapercibido, pero allí no. Allí se daba cuentacasitodoelmundo,sobretodolasmujeresquellevabanfaldaopantalóncorto.Ella lo había notado enseguida, un pequeño roto en la tela que le rozó
ligeramenteelmusloizquierdocuandoentróeneltaxi.Candelaestuvoapuntodedeciralgo,perolatímidasonrisadeljovenqueconducíalediolástima.«AlacalleArtesadeSegre»,ledijo.Yél,Lucas,confundidoporesachicamorenaconluzenlasonrisa—laprimeraclientadesuvidacomotaxista—,seperdió.Nosoloensusojos.TambiénporlascallesdeMadrid.Élparóeltaxímetroparanocobrarledemás.Ellaledejótrescientascincuenta
pesetasdepropina,unapequeñafortunadelaépoca.DesdeaqueldíaLucaslaesperótodaslastardes,alamismahoraenlamisma
puertadelmismocentrocomercial,conlaesperanzadevolveraverla.Nosabíasitrabajabaallí,ohabíaidoacomprar,oadarunavuelta,oatomaralgoconlasamigas. Pero guardaba la secreta esperanza—que se iba convirtiendo poco apocoenunanecesidadasfixiante—devolveraverla.Pasaronochodías.Yentoncesocurrió.Ellavolvióabajar las escaleras con
sustaconesdeaguja,mirandobiendóndepisabapormiedoadarunmalpaso,perosinperderunpuntosensualquenoseesforzabaendisimular.Candelanoloviohastaquelotuvoaunmetrodedistancia.Elmismochicomoreno,depelocortísimo, mirándola desde la ventanilla de ese coche deportivo al que no lepegabanadaelcolorblancoobligatorioparalostaxisdeMadrid.Subió,claro.
«AlacalleGinzodeLimia,porfavor»,ledijo,volviendoanotarelpequeñodesperfectoeneltapizadorozándoleelmusloalsentarse.Eracasierótico.Unaprovocación,comosialguien lohubierapuestoahí,apropósito,para lamersupiel.Y él volvió a perderse. Se equivocó de salida en la caóticaM-30. Paró de
nuevo el taxímetro, pero esta vez ella no le dejó propina, sino que le dijo:«Trabajoaquí,enestapizzería.Pásatecuandoquierasyteinvitoacenar».Veintiséis años después, el hijo que tuvieron seguía conduciendo el mismo
taxi, ese SEAT Toledo que su padre estuvo pagando a plazos con sudor ylágrimas y que Hugo se negaba a vender por la misma razón por la que senegabaareparareldesperfectoenlatapiceríadelasientotrasero:poramor.Avecescontabaesahistoriaalosclientes,sobretodosilepreguntabanporel
rotode la tela.Lasmujeres solíandarse cuentamás amenudo.Ellas, pensabaHugo,teníanunsextosentidoparalosdesajustesestéticos.Lepasóconlaúltimapasajeradeesedía.—Esterotoledamalaimagen,joven—lereprendiólaseñora—,untaxitan
viejoycondesperfectos.—Le voy a contar una historia de amor—le contestó él, mirándola por el
retrovisor.Lellamólaatenciónlabufandaquellevabaporqueparecíauntrabajoescolar
dealgúnniñoconmanostorpes:estabaelaboradaconpuntogruesodeganchilloyenlazabasinordencuadros rellenosde floresdedistintoscoloresy tamaños,comosisuautorhubieratejidoprimerolasfloresyluegolashubieraunidoconsubuenavoluntadperoconpocamaña.«Debedellevarlaporcariñoaquienlahayahecho—pensó—.Esabufandatienequeseralgomuyvaliosoparaella».—Vale—ledijo lamujer,acomodándoseenelasientodel taxi—,cuénteme
esahistoriadeamor,peromientrasllévemealHospitalGeneral,porfavor.Fueunacarreracorta.Seis euroscon treintaycinco.No lediopropina, sin
embargoélsequedóesperandoenlacalleaquelamujerentrara,aesahoratodoestabamuysolitarioynoqueríaquenadieledieraunsusto.Loúltimoqueviodelaancianafuelabufandadeflores,quecasisequedóatrapadaenlaprimeradelaspuertascorrederasdeaccesoalhospital.Dosdíasdespués,ellunes2deenero,eltaxistavolvióaveresabufanda.Un
trozoasomabaporlacremalleramalcerradadeunsacogrisparacadáveres.Laimagenlaestabanrepitiendoentodaslascadenasdetelevisión.Atodashoras.
21No habían pasado ni veinticuatro horas del descubrimiento de los cuerposcuando, apesarde todas lasprecauciones, unmediode comunicación soltó laexclusivasobrelasidentidadesdelosfallecidos.Confotografíasincluidas.Ytodoporculpade—ograciasa,segúnsemire—unaimpresoraestropeada
yunasganasdeiralbañoquenollegaronenelmejordelosmomentos.El martes 3 de enero, a las ocho y media de la mañana, Clara, una joven
auxiliar adscrita al juzgado de instrucción número nueve de plaza deCastilla,esperaba frente a la impresora seis a que terminaran de imprimirse unosdocumentos que unos compañeros tenían que llevarse a un registro.No era lamáquinaquelecorrespondíaasujuzgado,perolasuya,lanueve,hacíaunparde semanas que se había averiado y la falta de presupuesto presagiaba unareparación eterna. Trató de enviar el documento a la otra impresora que lequedabacerca, laocho,peroenelordenador lesaltóelavisodefaltade tóner—«EsoalosdeHaciendanolespasa,seguro,losquerecaudantienentodoslosmedios,peroanosotrosnostienenencondicioneslamentables».Asíque,maldiciendosusuerte,mandóeldocumentoalaimpresoraseis,que
quedabaenelotroextremodellargopasillo.Sedirigióhaciaallísinsaberqueotrocompañerosehabíaadelantadoaldarlealclick.Perocomocuandollegónohabíanadiemásfrentealamáquina—unrepentinoretortijónhabíamandadoalbañoaldueñodeesospapelesjustocuandosedirigíaarecogerlos—,ellasupusoque todos los documentos que estaba escupiendo la impresora eran los suyos.Levantólaúltimahojaparacomprobarlo—era,efectivamente,suordenjudicial—ysellevóelloteentero.Solo al llegar a su despacho fue consciente del error. Pero también se dio
cuenta de lo que tenía entre manos: la identificación de tres de las cuatrovíctimasmortalesde la tragediadel ascensor, esaquedesdehacíaveinticuatrohorasocupaba todos losespacios informativosy todas las tertulias.Clara teníaante sí, sin pretenderlo, la oportunidad que desde hacía meses había estadobuscando.Fotografióconsumóvillaspáginasylasechódespuésalatrituradora
dedocumentos,nofueranadieadescubrirlaytuvieraunproblemaserio.¿Tendríavalor?Selopensó.Selopensóexactamentedurantetressegundos.Iba a hacerlo. Sí. Notó el vértigo en la boca del estómago, mientras la
dopaminainundabasucerebro.Laoleadadeplacercontrajosusmúsculosenunespasmo de deleite.Miró de reojo a derecha e izquierda con la sensación deteneruncartel luminososobresucabeza repletode flechasque la señalabanaella —traidora, chivata, rata— junto a una estruendosa banda sonora. Peroseguíasiendoinvisible,ningunodesuscompañeroslamiraba,cadaunoibaalosuyo. Una mañana cualquiera de un día cualquiera. Aunque ella no se fiaba.Comomedidaextradeprecaución—ledabamiedoquesusgestosladelataran—,cogióelteléfonomóvil,sefuealbañoyseencerróenunodeloscubículos.Llegóinclusoabajarselospantalonesporsiaalguienledabapormirarbajolarendija de la puerta. Tal era su nivel de paranoia. Solo entonces abrió laaplicación de mensajería —«Usa Telegram para estos casos, nunca me losmandesdirectamenteamí, sinoa travésdemiprimo,yborra losmensajesencuanto los envíes», le había aconsejado él meses antes, cuando le dioinstruccionesdetalladasdecómohacerlellegarlainformación.«Mira loque tengo,dilequeesun regalitodepartedequienélyasabe.Le
dijequeledaríaalgobueno.Reenvíaleestasfotosquetevoyamandar.Yluegoacuérdatedeborrarlas».Antes de darle a la tecla de enviar, disfrutó durante varios segundos —el
placer está en la espera— imaginandoy regodeándoseante la caraque seguroiba a poner el destinatario final delmensaje cuando se diera cuenta de lo queacababade recibir.Lapulsó firmemente, conel índice.Yaestáhecho.Yaestáhecho.Elcorazónseleaceleró,yderepentesesintiómásvivaquenuca.Todosucuerpoestaba en alerta, tensionado,hiperreceptivo a los estímulos.Hubierapodidocorrerseconsolopensarensuclítoris.¡Dios!Seacababadevolverunaadicta.Loquenosabíaentoncesesquecadaveznecesitaríadosismayoresparamantenerlamismasensación.Lasensacióndesentirseimportante.Necesariaparaalguien.Única.Yladeestartraspasandoloslímites.Peroelmensajetardóaúnuntiempoenllegaralreceptorfinal.Elamigoque
lorecibióestabadurmiendo.Elprimertimbrazodeavisonoledespertó,perosíel segundo. Maldijo entonces, gruñendo bajo la almohada, al capullo que lemandabaunTelegramtantemprano.Intentóvolverseadormir,segiróaderechae izquierda, se tapó la cabeza con otra almohada, pero ya no pudo. Se había
desvelado.Dosminutosymediodespués,ymaldiciendosusuerte,fuealbaño,como siempre, llevándose el teléfono en lamano. Era ya un gesto instintivo,comoelprimerpisdeldía.Sesentó,adormiladoydistraído,enlatazadelváter,para aliviar su intestino, que hacía rato que rugía en su interior. Solo un ratodespués, sentado aún en el baño, recordó qué lo había despertado y abrió elprograma de mensajería. El remitente era el mismo, Clara, una de las pocasamigasqueaúnconservabadelcolegio.¿Quéeraesacosatanimportantequeleteníaquedeciraesashoras,laidiota,sisabequemeacuestotardeymelevantotarde? Se colocó bien las gafas sobre el puente de la nariz —siempre leresbalaban,teníalanarizchata—paraleerloquelehabíaescrito.«Buenos días, espero no despertarte», decía el primer mensaje. «No claro,
cabrona», le contestó él en voz alta, como si ella fuera a oírle. «Mira lo quetengoparaquien túyasabes», leyódespués.Lecostóvariossegundosdeducirque ese «quien tú ya sabes» era Nacho, su primo, con quien Clara se habíaobsesionadounosmesesatrás,desdequeunanocheseloencontraronenunbarylesinvitóatomarunacopa.—Primo,tepresentoaunadelaspocaspersonasdecentesquehabíaenelSan
Jaime,esecolellenodepijoscapullos.Clara,tepresentoamiprimoNacho,esel listo de la familia, es periodista, ¿sabes?De esos que investigan y sacan lamierdadelospoderososalaluz.El encuentro activó en Clara—de por sí callada, discreta y taciturna— un
extraño resorte que la llevó a presumir de dónde trabajaba y de los casos quehabíanpasadoporsusmanos.«Estamosahoracon lademandamultimillonariacontraesafarmacéutica—lecontó—ytambiénllevamosalfutbolistaquedicenquehadefraudadomillonesaHacienda».Éltirólacaña.¿Cómonoibaahacerlo?Claraeralafuenteidealparatodos
losperiodistasde tribunales,unpeónconganasdepresumir,unosojosyunosoídosenun juzgadode instrucciónporelquepasabancasosqueocupaban lasportadas de la prensa. Ante ella desfilaban los sumarios secretos, esos cuyarevelación de cualquier dato podría ser una bomba informativa. La lista desospechososdeuncrimenespecialmenteescabroso.Losdatosdelaautopsiadealguien famoso muerto en extrañas circunstancias. El entramado fiscal paradefraudar dinero de un bufete que llevaba a algunos de los más importantesactoresdelpaís.—Sialgunaveztienesalgojugosoentremanos—ledijoesanoche,mirándola
cariñosamente a los ojos—, mándamelo, por favor, te estaré eternamenteagradecido, losperiodistasno seríamosnada singentecomo tú,gentevaliente
conganasdeayudar.Haycosasquenopuedenquedarseocultas,quetienequesabertodoelmundo.Ytúeresmuyimportanteparaeso.Claracreyódeshacerse.Nodeamor,claro,noeratanidiota.Perosídealgo
quizá mejor. De importancia. Ella era importante para ese periodista. Y lasensaciónlegustócasimásqueelenamoramiento.CaminótodalanocheadospalmosdelsuelosindejardepensarenquéinformaciónpodíafiltrarleaNachoparaseguirsintiéndoseasí.Yporfinhabíallegadoelmomento.Pulsó la tecla para mandar el tercer mensaje. Varias fotografías. Tres,
exactamente.Sesintiómásimportanteaún.Lasensaciónledurótodoeldía.
22Elperiódicoqueconsiguiólaexclusivavendióalastelevisioneslasfotografíasdelasvíctimasmediahoradespuésdepublicarlas.Seiscientoseurosporcadena,con marca de agua ElUniversal bien visible en el centro de la imagen y laobligación de poner un rótulo que indicara «Exclusiva de El Universal».Mientras,losperiodistasempezabanahurgarenlavidadelosfallecidos,perodemomentoloquesabíanerapocacosa.MiguelÁngelMalabar.Cuarentaydosaños.Lafotografíamostrabaaalguien
morenoydelgado,conelpelomuycortoyelprincipiodeunaalopeciaque,sihubieraseguidovivo,lehabríadejadocalvoenmenosdediezaños.LadelDNInoeralamejorimagenquelehabíantomadoensuvida,comosielchicomalodebarriosehubieraconvertidoenunadultotriste.TomásMendoza.Cincuentaytresaños.Abogado.Trabajabaenlaoficinade
unode losgestoresadministrativosmás importantesdeMadrid.SededicabaadefenderdelasgarrasdeHaciendaalosclientesdeldespacho.Tenersobrepesonolodefiníaconprecisión:TomásMendozaeraobesomórbido.EstherFraga.Setentayochoaños.La fotografíamostrabaaunaanciana de
pelocortoycano,conunsencillojerseynegro.Inexpresiva.Yunacuartavíctima sin identificar.Unhombre,deunos sesentaaños.A la
espera de una fotografía, lo que se había adjuntado en el informe forense—yluegofiltradoalaprensa—eraunaimagendelaautopsia.Perolacabeza—oloquequedabadeella—estabaentanmalestadoquenisiquieraElUniversal sehabíaatrevidoapublicarla.Ensulugar,habíacolocadounperfilsombreado.Elpackdeloscuatromuertoshizoingresarvariosmilesdeeurosalperiódico.Todos los medios de comunicación accedieron a las condiciones de El
Universal,nopodíanquedarsedescolgadosdelaexclusivamientraslosrivalesmostraban a todo color las caras de las víctimas. Al menos, hasta que susredactorestuvierontiempodebucearenlasredesyencontrarotrasfotografíasdelosfallecidos,localizardóndevivíanoenquébardesayunabaneiraponerleelmicrófonoaquienpudieradaralgúndatomás.Erabuenagente.Veníatodaslas
mañanas.Noteníahijos.Sufriómuchoconlacrisis.Pedíasiempreunpinchodetortillaaquí,justoenesterincóndelabarra.TeníaunperrollamadoKongo.Lecostóacabarlacarrera,perosuspadreslucharonporquefueraabogado.Quiénlohubieradicho,queibaaacabarasí,conesamuertetanterrible.El bombardeo de información acerca de los cuatro del ascensor, como los
llamabayatodoelmundo,fueconstante.ProntotodaEspañasupohastaquétipodecafétomabanconeldesayuno.Excepto,claro,elmuertosinidentificar,porelque,extrañamente,nadiehabíapreguntadoaún.Noexistíaningunadenunciadedesapariciónconlascaracterísticasdeesecadáver.Era gente normal y corriente, repetían todos los medios. Gente normal y
corriente,escribíanlosperiódicos.Gentenormalycorriente,aullabanlasradios.Comotusvecinos.Gentedelacalle,mostrabanlastelevisiones.«No tan normales si un asesino los ha puesto en el punto demira—pensó
Inés, sentada junto a una pared de hormigón, una de las frías paredes dehormigón de la cárcel, intentando pasar desapercibida—.Además, seguro quecomomínimounodeellosselomerece».Frenteaunviejotelevisordetuboenformatocuatrotercios,enelquelavida
aparecíamásverdosade loqueeraen la realidad,ungrupodemujeresseguíaconatenciónelinformativodeCanalOnce.—Lapenaesquenosepuedaescogeraquiénmeterahí,¿eh?—gritóunade
lasreclusas.Con la risotada se le escaparon varios restos de saliva, disparados en todas
direcciones. Sin embargo, ninguna de lasmujeres que tenía cerca se atrevió adecirlenada.Todasmostrabansumisiónalalideresa.Comoparanohacerlo.—Yometeríaalcabróndemimaridoyledaríaalbotónde«veteatomarpor
culocontraelsuelo.¡¡Plas!!Hechopapillatequedas».Elgruporioacoro,comosiunbotóninvisiblehubierapuestoenmarchasus
mandíbulas,bajolamiradaescrutadora—ycomplacidaenesemomento—delaJefa.Nohubieradesentonadonadaque,comopremio,ellaleshubieserepartidoazucarillos dándoles una palmadita de aprobación en la cabeza. Si hubierasacado un aro de circo y las hubiera hecho pasar por el centro dando saltitos,tampocosehabríannegado.Perolaunanimidadibaadurarpoco.—Túeres imbécil,Lorena.Pero imbécildeverdad.—La inconfundiblevoz
delaPatriarcasealzódesdeelotroextremodelasala.Desdelazonarival.Lasmandíbulas que reían se quedaron congeladas en el gesto. Los ojos se
abrieron comoplatos.El aire dejó de entrar o salir de los pulmones.Todas la
mirabanaella,esperandosureacción.Habíaunamínimaposibilidaddequeselotomaraarisa.Unamínima.Nofueasí,claro.—Pero¿quédices,zorra?¿Eh?¿Eh?¿Quédices?Yyaestabamontada.Losdosbandosse levantaroncomoun resorte.Parecíanhinchasdeequipos
rivalesenlagradadeunestadio,insultándosedeextremoaextremodelcampo,conlascarascontraídasporelesfuerzo,aunquedemomentosincontactofísico,comosilossepararaunaextrañabarrerainvisiblequedieradescargaseléctricasalquereratravesarla.La barrera del miedo. Porque una vez asestado el primer golpe, ya no se
podríacontenerelodio.Yanosepodríapararlarabia.Solounpequeñopuñadodemujeressemantuvoensussillas.Lasmarginadas,
lasquenoencajabanenningúnsitio.Oaquellasalasqueporalgunarazóntodaslaspresasodiaban.Inés,porejemplo.Poresoprocurabaevitar lasalade televisión,porqueelespectáculosiempre
incluíabroncasopeleas,sobretodosi loqueemitíanenesemomentoeranlosinformativos. Últimamente la política generaba más enfrentamientos que elfútbol.Aunquetodoenlacárceleraunabuenaexcusaparaempezarunatrifulca.PeroesedíaInésnopudoresistirseaacercarsealasaladetelevisión.Aunquelecostaraadmitirlo,echabademenossutrabajo,losinformativos,elperiodismo,latensióndeestarcontandoendirectounagrannoticia,hurgandoen las fuentes,buscandolaexclusiva.Detodasmaneras,ellayahabíavendidosualmaaldiabloporotrahistoria.Y
estabapurgandosuspecados.Enesacárceldemierda.Enesacárceldemierdadondetodosqueríanaprovecharsedeella.Laspresas.
Alguna guardiana. Pero también su editor. Ese mequetrefe inasequible aldesaliento había intentado solicitar varias visitas con Inés. Pero como no erafamilia,teníaqueserlapropiainternalaquepidieralacomunicación.Yeso—se había jurado ella— no iba a ocurrir. Nunca. Viendo que era imposible, eleditoroptópor lascartas.Hastaveintitrés leenvió.Alprincipio, Inés lasabríasolopara imaginarse lodesesperadoquedebíadeestar,para fantasear conesehombresuplicandoderodillasalbordedelllanto.Soñarconesoeraloúnicoquelahacía sonreír. Imaginarlomásderrotadoqueella.Peroundía cruzó la raya.«Mehandichoquetedigaquemediomillón,quequientúyasabestedamedio
millónsifirmaselcontratoahoramismo»,lesusurróunadelaspresas,mirandofijamente a la bandeja del desayuno,mientras hacían fila para unamierda demagdalenayun cafévomitivo. Inés la observóde soslayo.Ella le devolvió lamiradadescaradamente,guiñándoleelojo.¡Mierda!¡Mierda!¡Mierda!Paraentregarsumensaje,elimbécildeleditorhabíaidoaescogeraunadelas
chungas.De lasmuymuychungas.Unabocachanclacapazde todoporseguirsubiendoenlaescaladeconfianzadelasescuderasdelaPatriarca.Pocotardaríaen saberse—si no se sabía ya— que Inés era una presa demediomillón deeuros. Un suculento bocado con un potencial estratosférico. Tendría quebuscarseprotección.Acambiodeundineroquenoteníayquenoibaatener.El libro empezaba a tomar forma, pero nunca se lo iba a entregar a él. De
hecho,teníaescritoyaalgúncapítulo,aunquehacerloamanoralentizabamuchoelproceso.Todavíanoteníapermisoparausarunordenador.Nisiquieradelosquenoestabanconectadosainternet.LanovelaempezabarecordandoasuhijoPablo, imaginando que aún seguía en la casa, feliz como solo puede serlo unniñodecuatroaños.Enelprimercapítuloellaleleíauncuentoenlacama.
Imaginoqueseguiránallí,encasa,digo,loslibrosquecompréconPablo,aunque lo destrozaron todo durante el registro policial. Estuve allí. Mehicieronestar.Sentadaenunasilladelsalón.Comounamanchadeaceiteenun depósito de agua. La delincuente entre policías. Extraña en mi propiohogar.Sinmezclarme.Leshubieraencantadoescupirme,peroselimitabanamirarmeconcaradeascocadavezquepasabanpormilado.Silessosteníala mirada era peor, así que fingí que la tarima del suelo era lo másinteresantequemehabíapasadoenmuchotiempo,ysololosmirabacuandomepreguntabanporalgoconcreto.Elregistroduródiezhoras.Yno fueronespecialmentecuidadosos.Imagino que mi madre, en cuanto la dejaron, fue a la casa a ordenarlo
todo,acolocarlotododenuevoensusitio,comosinohubierapasadonada,comosi suhijanohubierasidoacusadade ladesapariciónymuertedeunniñodecuatroaños.Peroesosololopuedoimaginar.Mimadreesasí,cadavezquevieneacasameordena—bueno,meordenaba,enmividaantesdelacárcel,porqueahorayanohayquienlodesordene—elimposiblearmariodelos tuppers. Ahora imagino que irá a limpiar el polvo, que sí que seguiráacumulándose,comolavida,quecontinúafluyendoaunqueyonoesté.Perono lo sé.Nohequeridoverla.Nunca salgoa la zonade visitas cuandome
dicen que ha venido a la cárcel. Me da demasiada vergüenza. Tengodemasiadoascodemímisma,asíqueherototodosloshilosquemeligabanamividaantesdelacárcel.Traslaconfesiónsentíalivio.QuenoestéAna,rogué.Quenoestéella.Esa
fue la única condición que puse para contarlo todo. Lo explicaré todo,cualquiercosaquequeráissaber,peronoquierovolveraverla.Esloúnicoqueospido.Y confesé. Sentaba bien. Durante unos instantes pareció que estaba
contando una historia ajena. El crimen de otra persona. Una más de lasnoticias que me había tocado cubrir durante tantos años como reporteratelevisivadelaseccióndesucesos.El alivio durópoco.Duróhasta que vi cómo cambiaba lamiradade los
demáshaciamí.Yenesemomentoyoeraunaescoria.En la prensa me llamaban psicópata. Loca. Desequilibrada. Demente.
Trastornada. Había pasado ya medio año, pero mis antiguos compañerosseguíanbuscandopequeñosdetallesquevolvieranallevarmicasoaprimerapágina. Con el juicio tan cerca era fácil. La cadena de custodia de unsumario teóricamentesecretohacíaaguapor todos lados.Desdeel juzgadohasta el bedel que hacía las fotocopias, todos iban filtrando cualquierpequeño detalle que cayera en sus manos. En una sociedad cainita quedevoradeenvidiaasuspropioshijos,yomehabíaconvertidoenelcentrodelodiocolectivo.Enlacárcelpasabamástiempoenceldasdealtaseguridad—paramipropiaprotección,decían—yen laenfermería—cosidaagolpes—queconelrestodeinternas.Olvidabanqueyonohabíamatadoanadie.Alprincipiofueduro.Yomismaestuvetentadavariasvecesderajarme,no
solopormiedo,sinoporquehabíamomentosen losque larepugnanciaquesentíapormímismarebosaba los límitesdemipielyempezabaasalirportodos los orificios de mi cuerpo. Los primeros días miraba asustada a mialrededor;teníalasensacióndequetodoelmundoeracapazdeveresabilisdesbordándome por las orejas y por la nariz y por la vagina y por el ano.Luegomedicuentadequeesoeraloqueveíansiempreenmí.Asco.Odio.Mehabíanpuestoenlaceldaconunamujerquehabíaasesinadoasustres
hijosasfixiándolosconelcabledelcargadordel teléfonomóvil.Quizáparaque nos matáramos la una a la otra y así acabar de un plumazo con dosescorias.A veces viene el abogado de oficio. Me ha tocado un recién licenciado
insultantemente entusiasta.Cree que tenemos la oportunidad de ganar. «Túnolomataste—meinsiste—,túnolomataste,noolvideseso».
Eraloque,demomento,habíaescritoInésparasulibro,perosediocuentade
que el texto era demasiado personal.Demasiado lacrimógeno, comounamalanovela romántica.Rompió los folios.Empezódenuevo:«Hoy ibaa intentarlootravez.Noleservíacualquierniño.Teníaqueescogermuybien».Laescriturafluyóágilyprecisa.Siseguíaaeseritmo,quizápodríaterminar
lanovelaantesdeljuicio.Palpóelbolsilloderechodesupantalón.Ahíseguía.Lacartaquellevabadías
esperando. Pero no quería abrirla. No de momento. Prefería disfrutarimaginándoseloqueestaríaescritodentrodeesesobre.
23Bastante teníaAnaenesosmomentos conaguantar lamonumentalbroncadeljuezinstructor.—¡Te dije que no quería filtraciones! ¡Te lo dije! —chillaba PéBé en su
despachodelosjuzgadosdeplazadeCastilla.La había convocado urgentemente nada más recibir una llamada en su
teléfonomóvildeunaltocargodelGobierno«departedelministrodeJusticia»,le dijo, que está «muy enfadado con la filtración de las identidades de lasvíctimas».—¿Ysinosonellos?¿Ysihayalguienmás?—seguíagritandoelmagistrado
—.¿Tedascuentadellíoenelquemehasmetido?¿Ylasfamilias?Aúnnonoshabía dado tiempo de avisar a todos, además, les dijimos que no era nadadefinitivo,que teníamosqueasegurarnos.Queaúnhabíamargenparael error.¿Quépensaránalhabervistolafotografíadesuserqueridoentodalaprensa?Tienenalosperiodistasmontandoguardiaensuscasas,nopuedensalirniaporelpan.—Hemos llamado al periódico, señoría —le contestó formalmente Ana,
intentando no perder ella también los papeles—.Hemos llamado al periódico,pero no nos dicen, evidentemente, quién se lo ha filtrado. El periodista soloconfirmaloquehaescritoeneltexto:fuentesdelainvestigación.—Fuentespoliciales.—Esonotelotolero—lecontestósecamenteAna,arriesgándoseaponerseen
contraalhombreque ibaadirigir la instruccióndelcaso,elhombreque teníaque autorizar muchos de los pasos que Ana iba a dar con su equipo—. Lafiltración puede haber salido también de algún otro lugar—por prudencia, noquiso decir que podía haber salido también de ese juzgado—, varias personastuvieronaccesoalalistadenombres.—¿Confíasciegamenteentuequipo?—Juan—lotuteó—,sabesquemeponesentrelaespadaylapared.Apenas
llevosemanaymediacomojefadehomicidiosenMadrid.Yconlasfiestasde
Navidad por enmedio ni siquierame ha dado tiempo a conocer en persona atodomiequipo.Algunosaúnestándevacaciones.—¿Vesloquetedigo?—lelanzóalacara,aprovechándosedelasinceridad
deAna.—Sí,perotambiéntedigoyoquepongomilvecesmáslamanoenelfuego
porunpolicía,sobretodoporlosquesepateanlacalle,queporotraspartesdelacadenainvolucradasenloscasos.—He ordenado una investigación para averiguar quién ha filtrado esto. Y
cuando tenga al responsable, va a sufrir las consecuencias demi ira. Penalesincluso.Esperotucolaboración.—La tienes y la tendrás siempre. ¿Cuántos años hace que nos conocemos?
¿En cuántas batallas nos hemos enfangado juntos? Si ha sido alguien de miequipo,teayudaréadescubrirlo,nilodudes.Perosiresultaseralguiendeotraparte,tetendrásquedisculparpordudarprimerodenosotros.—Esoestáhecho.Porcierto,¿sabesalgodelasautopsias?—Ibaparaallácuandomehasmandadoelmensajecitándomedeurgenciaen
tu despacho. Las empezaban a las diez de la mañana. ¿Quieres que te llamedesdeelAnatómicoForense?—leofreció,conciliadora.—Tengouninterrogatorio.Sinotecontesto,mándameunWhatsApp,llevoel
móvilsiempreencima.Vecontándomeloquetedigaelequipoforense.—Esoharé.—Detodasmaneras,encuantolos técnicospolicialesconcluyanqueestoes
un accidente, nos quitaremos mucha presión de encima. ¡Ah, Ana!—Ella sevolvióyacasienlapuerta—.Ygracias.Esunplacervolveratrabajarcontigo.
***—Pontemáscara antes de entrar ymentol bajo la nariz. Eso de ahí dentro esinsoportable—leadvirtióunauxiliarporlospasillos—.Hepasadounmomento—seleolvidódecirqueacotillear—yhetenidoquesalir.Parecementiraquesolollevarandosdíasmuertos.Anaaceptóelconsejo.Yantesdeentrarconsultólosdatosdelequipoforense
asignado.Noconocíaalapatólogaprincipal,PalomaMarco.Nuncahabíaoídohablardeella.Lavionadamásentraralasala.Aunqueverseríaunconceptoexcesivamente
pobre para definir la secuencia que se desarrollaba ante sus ojos. Losmovimientos de esa mujer parecían seguir un patrón físico que generaba una
fuerzacentrípetacapazdeatraerhaciaellatodaslasmiradas.Eracomounimán.Laspersonas, losinstrumentos,elaire.Inclusolosmuertos,sihubieranpodidomoverse,sehabríanlevantadoparaorbitarasualrededor.La nueva forense estaba rodeada de varias personas bastante jóvenes. Ana
observó a alguna con la cara ligeramente descompuesta, apretando lasmandíbulas y evitando respirar por la nariz. Eran estudiantes de medicinaasistiendoasuprimeraautopsia,chicosychicasalosquesusprofesoresenlafacultadlesenseñanacuraryaprolongarlavida,peroqueenesosmomentosseenfrentaban con lamuerte.Ymenudamuerte, vayamanera de estrenarse, concuatroprecipitadosenaltogradodedescomposición,uncasoqueechabaparaatrásinclusoaveteranosdelasdiseccioneshumanas.Analosfuemirandounoauno.Apostó por el tercer chicode la izquierda.Ese será el primero en salir avomitar.—¿Aquéhuelelamuerte?—lespreguntóPaloma.—¿Pregunta usted en términos químicos o en términos subjetivos? —
repreguntóunjovenquellevabaelpeloengominadoconlarayaperfectamentetrazadaenunlateralyloscabellospulcramenterepartidosdeladoaladodeesasima,comosilehubieranpeinadoasíeldíadesuprimeracomuniónquinceañosatrás y ese hecho, como tantos otros en suvida, se hubiera convertido enunaverdadinmutablede laquenuncapodríadudarporquenuncaseplanteabaquelascosaspudieranserdistintas.—¿Enquéclaseestás?—lecontestóella—.¿Enclasedeganchillo?Enfin—
suspiró,antesdevolveralevantarlacabezaydirigirsealrestodelgrupocomosino hubiera pasado nada—. Uno de los últimos estudios sobre el olor de loscadáveres lo ha realizado laUniversidad deHuddersfield, en el ReinoUnido.Con una cromatografía de gases han descubierto que, químicamente, lo quetenemos aquí —señaló a la gran sala en la que habían colocado los restoshumanosencuatromesas—sontresoloresbásicos.Elprimeroqueapareceenun cadáver, antes de que empiecen a actuar las bacterias y las larvas, es elhexanal, el resultado de la carne devorándose a sí misma. Dicen que huele ahierbareciéncortadayenlaindustriaaromáticaseutilizaparadarsabordefrutaalosproductosquenosabenafrutaperodeberían.Loscaramelos,porejemplo.Oalgunoszumos.Oalgunasgalletas.Unsegundocomponentedeloloramuertoaparececuandoentranenjuegolasbacteriasyempiezanapudrirelcadáver.Esel indol. Es penetrante, como las heces, pero en pequeñísimas cantidades loincluyen algunos de los perfumesmás caros del mundo. Pagamos seiscientoseurosporun tarroconrestosdecaca,asíestamosenelprimermundo.Enfin,
unapena.—Siguiócaminandolentamentealrededordeloscuatrocadáveresqueyacían en las camillas metálicas, como si esperara que hicieran algosorprendente—. El tercer compuesto de lo que estáis oliendo hoy aquí es latrimetilamina, que se produce al descomponerse animales y plantas. En bajasconcentraciones huele a pescado podrido y en cantidades más grandes seasemejaalamoníaco.Apropósito,alosqueoshuelemalelaliento,quesepáisque es trimelamina lo que sale por vuestras boquitas. Vosotros no soisconscientes(nadieesconscientedesupropiainmundicia,nosacostumbramosanuestromalolor,anuestramalaeducación,anuestromalhumor),peroelrestodelahumanidadsí,conloqueosinvitoaalgunosahundirbienlasnaricesenestosefluvios,paraqueasísepáiselmalratoquenoshacéispasaralosdemás.Algunasrisasnerviosasrecorrieronelgrupocomosileshubierasacudidouna
ondaeléctrica.—Peroaquí,aquí—señalóloscuatrocuerpos—hayalgomás.¿Quéesloque
nocuadraenestaescenadelcrimen?Venga,pensad.Tenéiscincominutos.—Laforense dejó al grupo debatiendo y se acercó a Ana—. Buenos días. ¿Puedoayudarlaenalgo?Así,decerca,parecíaaúnmásjoven,unacampesinadetelenovela,pecosay
depieltersa,conlasmejillassonrosadasporelesfuerzoyelsol,comolapostalde la habitante feliz de unpaís demontaña.Supiel era luminosay de algunamanera Ana tuvo la sensación de sentirse atrapada mirándola. Una polillacayendohacia la luz.Había, además, algo en suvoz, no solo en su sonoridadsinotambiénenlacadenciarítmicaqueimprimíaalasfrases,queparecíatejerunadensateladearañaentreellaysusvíctimas.—Perdona,imaginoqueereslaforenseresponsable.PalomaMarcoheleído,
¿verdad? —Estuvo a punto de tenderle la mano, pero a un forense en unaautopsia nunca se le debe tender la mano, por razones obvias—. Soy lainspectora jefaAnaArén, responsable de homicidios deMadrid. Creo que nonosconocemos.—Hola, Ana.—Dudó un segundo si acercar sumejilla a la contraria, para
darle un beso de bienvenida, pero se quedó plantada con su sonrisa—.Encantada. Vamos a empezar la autopsia. ¿Estás acostumbrada a esto? No esnormalveraunajefadesecciónaparecerporaquí.—Nosonnormalesmuchascosasquedeberíanserlo—suspiró,resignada—.
Ysí,llevoyamuchasautopsiasenmicurrículum.Puedesprocedertranquila.—Hombre,procedería tranquila igual.Noestoyparaocuparmedemareoso
desmayos.—Sonrió—.Ylosvómitos—miróal restode laclase—,fuera,por
favor,nomecontaminéisesto.Sinollegáisatiempoalapuerta,oslotragáis.Alzólavozenestaúltimafrase,dirigiéndosehaciaelgrupitodealumnosque
seguía debatiendo en voz baja y que, al oírla, dejaron escapar varias risasnerviosas.Fuehaciaelloscaminandopausadamente.«Estádejandoquesientansupresencia»,pensóAna.—¿Habéisdescubiertoyaloquenocuadraenlaescenadelcrimen?—Diceustedquelahoradelamuerte—volvióaresponderelmismochicode
antes, el del pelo engominado— fue las nueve y tresminutos de la noche delsábado 31 de diciembre; lo sabemos por la placa del ascensor, es la hora delúltimoviajedelmontacargas.Loscuerposseencontraronellunes2deeneroporlamañana,pasadaslasdiez.Llevabantreintaysietehorasmuertos.—Más —se atrevió a corregirle una chica, que iba anotando todo en una
pequeñalibretadeanillas.Éllamiróincrédulo,alucinandoporelhechodequealguienlehubieracortadoycorregidoeldiscurso,ypeoraún,unachica—.Más,digo, porque el levantamiento de los cadáveres, dadas las circunstancias, fuelento.LoscuatrocuerposnofuerontrasladadosalascámarasfrigoríficasdeesteAnatómico Forense hasta las tres de la tarde. Así que el proceso dedescomposición no lo frenamos hasta cuarenta y dos horas después delfallecimiento.—¿Y?—El chico atrapado enunpeinadodeprimera comunión la retó con
chulería, pero era la pose de quien sabe que está perdiendo la partida.Honorhastaelfinal.Esachicaloestabaponiendomuymuynervioso.—Puesqueestoscuatrocuerposquetenemosaquí—lecontestóellahablando
pausadamente—, sinomeequivoco—miróa laprofesora—, tienen signosdellevarmásdecuarentaydoshorasdescomponiéndose.—¡Imposible!—rebatióél,escupiendolaexclamacióncondesprecio—.¡Esos
cuerposcayeronalasnueveytresminutosdelanochedeldía31!—¿Eres tú—laprofesora se acercóhasta él, con losbrazos cruzadosyuna
sonrisa ligeramenteburlonaenlacara—,eres túelasesinocomoparasaber lahoraexactadelamuerte?—Laclaseenmudeció—.Porquesiesasí,ahórranostodoeltrabajoquetenemospordelante,cuéntanoscómolohicisteyquéleshapasadoaestascuatropersonas.—Siguiómirándolo,sinparpadear.Elsilenciosevolvióespeso,incómodo—.Esomeparecía,querido,esomeparecía.Ylohumillóaúnmás,quizásinquerer,mirándolocomoquienmiraaunperro
que se ha meado dentro de casa y al que hay que seguir educando para queaprendaahacerpisenlacalle.—Afortunadamente,tenemosconnosotrosalainspectorajefaencargadadela
investigación.Ana,bienvenida.—Segiróhacia ella,queguardabaundiscretosegundoplanoenunrincónde lasala,atónitaante ladoblepersonalidadde laforense—.Alumnos,ospresentoa la inspectora jefaAnaArén,aprovechadsupresenciaporquenoesnadahabitualquealguiendesurangobajealascloacas.Vamosaintentarresolverestedilemaentrelahoraalaqueparecequemurieronestas cuatro personas y la descomposición acelerada de los cuerpos, que hacepensarquefallecieronvariashorasantes.Ana,¿estáissegurosdelahorayeldíadelamuerte?—Esloquedicenlostécnicos.Loquehaquedadoregistradoenlaplacadel
ascensor—lecontestó,acercándosehaciaelgrupo—.Queelúltimoviajedelacabina partió de la planta cero y terminó en la planta sexta a las nuevey tresminutosdeldíadeNochevieja.¿Hayalgoquetehagadudardequeseaasí?—Laputrefacciónde loscadáveres.Noconcuerdaconel tiempoque llevan
muertos.Elolor,oshabréisdadocuentatodos,¿verdad?—Sonrióalachicaquese había atrevido a cortar el discurso del joven engominado—. Es demasiadointenso.Yalgunaspartesdeloscuerpospresentanyallagas.Ana,tendremosqueestudiarmás a fondo ese foso.Y ahora, queridos—volvió a girarse hacia susalumnos—,llegalobueno.¿Empezamos?Y con un bisturí en lamano se dispuso a abrir el tórax del primero de los
cadáveres,unodelostreshombresdelgrupo.Elqueleibaadepararlamayorsorpresa.
24Avecesaúncreíaquelagenteloreconocíaporlacalle.Poresosehabíavueltounantisocial.Solosalíaparacorrer.Eraelúnicomomentodeldíaenelquesucabezaysucuerposealineabanenpaz.Latierracrujiendobajoelpesodesuszancadas se convertía en un mantra que conseguía mecer su odio. No podíaevitarlo.Sehabía instaladoenélunsentimientodeodiopermanente,comounpicorquecuantomáslopiensasmásteescueceycuantomáslocombatesmásseextiendeportupiel.Odiarnoeramalo.Habíaacabadoacostumbrándoseaello.Loúnicoquetenía
quehacereraimpedirqueleafectara.Odiarnoeramalo sino tequitabaenergíay sueño.Habíaque tenermucho
autocontrolparaeso.YNorilotenía.Seis meses antes, su fotografía había aparecido en todos los medios de
comunicación del país —y de fuera de España también, sospechaba, aunquenuncahabía tenidoelvalordecomprobarlo—, tras serdetenidoacusadode ladesapariciónde tresniñospequeños.Pederastay asesino ibanenelpaquete, apesardequeelministrodeJusticianohubierapronunciadoesaspalabrasenlatriunfal rueda de prensa que ofreció para contar que habían capturado aSlenderman y que, «para horror y vergüenza», el detenido era un policíanacional.Nuncaterminasdelimpiartedealgoasí.Nuncaterminasdesacudirtelamierda.Apesardequedaren libertadsincargos,ydequesehubieradetenidoa los
verdaderos culpables, para algunas personas la imagen del subinspector dePolicía Javier Nori seguía asociada a algomalo, como si se hubiera quedadograbada en el mismo cajón del cerebro en el que almacenamos las cosaspeligrosas.Uncallejónoscurodemadrugada.Lapuntaafiladadeunanavaja.Unlococonpoder.No dejes abierto el bote de la lejía. No te aproximes al precipicio. No te
acerquesaNori.
LedabalasensacióndequeunmiedoinnatohaciaélhabíapasadoaformarpartedelADNdelpaís.Cuando lo detuvieron, la prensa persiguió a su familia, incluso hasta el
perdidopueblodesumadreenlasierradeHuelva;lapobremujerdejódesalirdecasa,estuvovariosdomingossiniramisa,algoquenilospartosdesushijoslehabían impedidohacernunca.Queríanconocer laversióndecualquieraquehubierapasadounpardeminutosconNorioconocieraaalguienqueloconocía.Cualquier persona valía para opinar sobre él, incluso alguien que una vez lesirvióuncaféconlechefríaenunbaryquecontóalascámarasqueremovíaelvasocomosiodiaraalmundo.Quelosverdaderosculpablesestuvieranalaesperadejuicioleevitólacárcel,
peronoelestigma.Nuncadijonadaalaprensa,másalládeuneducadobuenosdías.Pero,hablaraono, eraunobjetivode interés,y losmediosempezaronaindagarensuvidayapublicarperfilessobreél,másomenosverdaderos,másomenosinexactos.SalióalaluzNeuroQWERTY.Quienfiltrólahistorianosabíacómo, pero aseguró que ese programa informático capaz de predecir elParkinson se había convertido en la pieza fundamental para la resolución delcasodelsecuestradordeniños.Aotroperiodistalecontaronqueelúnicocapazdehacer algo así en la brigada eraNori. «Es ungenio, no te imaginas lo quepuedehacer»,explicóotrafuenteanónima.Labolasiguiócreciendo.Untitulartrasotro.Laofertaparaserdirectordetecnologíayseguridadenelcanaldetelevisión
más importante del país llegó en el momento justo. Nunca había pensado endejar laPolicía, ser agente era la vocaciónde suvida, peronopodía servir alciudadanoasí,teníaquedejarquelascosassecalmaran.Notodoeramalo.Leencantabasunuevotrabajo,estabaaprendiendomucho.
Seencargabanosolodelossistemasdetecnologíadelainformacióndelcanalyde la seguridad de la información, sino también de proteger la vidaonline dealgunas estrellas de la tele, algo no precisamente fácil—las redes sociales sehabíanconvertidoenuncaldodondegerminabanbacteriashumanasvomitandoodio que estallaba comogranos llenos de pus en la cara de un adolescente—.Aunque, en el fondo,Nori echaba demenos la adrenalina de la investigaciónpolicial, las eternas horas de vigilancia, el orgasmo de dar con el culpable.Derrotarlo.«Tenemos ya el altavoz, o lo que sea que crees que es eso que viste en las
fotosdelacasadeladuquesa.Seguíaallí.Lohemostraídoalabase.Dimequé
hagoconél».Ybum.Yaestaba.Laadrenalinaconvulsionósucuerpo.Laexcitaciónleerizó
lapiel.Lalenguacreció,rugosa,ensuboca.Sediocuentadequehabíaaceleradoeltrotesuaveyqueestabacorriendocasi
alesprint.LlamóaAna.—Vaya.Docesegundosdespuésdehabertedejadoelmensaje—dijoellanada
másdescolgar—.Estásperdiendotucapacidaddereacción.—Ytúteestásvolviendomorenadeverdad—contraatacóél,resoplandopor
elesfuerzodelacarrera.—Bueno,ahoraquelotenemos,quizápuedascontarmequéesesoqueparece
unaltavozycómopuedeayudarnosaresolverelasesinatodeMónicaSpinoza.LoquehabíadescubiertoNorienlasfotografíasdeunarevistadelcorazón—
y que luego habían encontrado en la habitación de la víctima— era unmayordomovirtualcasero.Laduquesa—adictaalascomprasporinternet—lohabíaencargadovariosmesesatrás.—Laescenadeuncrimen—lecontóNoriaAnamientrasseguíaalacarrera
porunaampliazonademontedelapresierradeMadrid—estáempezandoaserlaescenadel internetde lascosas.Cadavezhaymásaparatosconectadosa lared, y nos pueden dar pistas fundamentales sobre los crímenes que se hancometidoensupresencia.Unode losprimeros casos en resolversegracias aundispositivo inteligente
fueelasesinatodeConnieDabate,enEstadosUnidos.Lapulserainteligentequellevabalamujerenlamuñecaregistrólosbruscosmovimientosquelavíctimahizoparadefendersedesuagresor,ycómoseleibanacelerandolaspulsacionespor el estrés hasta que su corazón se detuvo, exactamente a las diez y cincominutosdelanoche.Elmomentoprecisodelapeleayelsegundoprecisoenelque Connie murió permitieron descubrir al asesino: su propio marido. Si unforense hubiera dictaminado elmomentode lamuerte conunpar de horas demargen, el esposo podría haberse librado, porque tenía una coartada perfecta,aunquenoparaesemomentoexacto.—Enalgunospaíses—siguiócontándoleNori—,laPolicíaestáyaformando
a investigadoresparaquesepan localizaryextraer informacióndeeste tipodedispositivos, una especie de brigada de intervención digital, un kit deordenadoresycablespara trabajaren laescenadelcrimen.—NoriconsultósupulseraTomTom,diezcomaveinticuatrokilómetrosencincuentaysieteminutosy veintiséis segundos, setecientas sesenta y cuatro calorías quemadas a unamediadecientocuarentayochopulsaciones.Eramomentodeirbajandopocoa
poco la intensidad y empezar con los ejercicios de estiramiento. Siguióhablando, ya con la respiraciónmás calmada—. A veces la ayuda que puedeofrecerundispositivodeestetiponoestanobviacomoenelcasodelapulseradeesamujer.Enotrodelosprimerosasesinatosresueltosgraciasalinternetdelascosas,la
pruebadefinitiva fueuncontadordeagua inteligenteconectadoalmóvilde lapersona que resultó ser el asesino. ¿Cómo podía ayudar un aparato así en laresolución de un crimen? Los agentes tenían varios sospechosos de habermatadoaunhombrecuyocuerpoaparecióenterradoenelbosque,perohabríallevado mucho tiempo analizar cada centímetro de sus casas, automóviles ydemás posesiones. Sin embargo, enseguida encontraron la pista que señaló alculpable. En la casa de uno de los posibles asesinos, el contador inteligenteconectadoalteléfonomóvilindicóalosagentesquesehabíausadounacantidadextraordinaria de agua justo el día del crimen, un par de horas después delmomentoqueelforensedictaminócomoeldelamuerte,enelgrifodelporchetrasero. ¿Qué podía justificar ese gasto absurdo? Pensaron que el sospechosoquizá pretendió limpiar la escena. Y allí encontraron un minúsculo resto desangreocultoentrelaunióndedosbaldosas,invisiblealavistaperodetectableporelluminol.UnanálisisdeADNposteriordescubrióquelasangreeradelavíctima.Cualquierdispositivoconectadoa internetpuedeofrecerdatossensiblesque
ayudenaresolveruncrimen.Porejemplo:queunaparatodeaireacondicionadohayatenidoqueusarmás
potenciaendeterminadomomentopuedeserporqueen lahabitacióndondesecometióelcrimenhabíaunafuentedecalor—quizáelsopletequeelasesinousópara quemarle la cara al cadáver—. El momento exacto en el que se sube elvolumendelamúsicaquesuenaencasa,oenelquesellamaporúltimavezaltimbredelavivienda,oenelqueseabrelapuertadelgaraje.Olosdosciclosextracalientesyextralargosquehizounalavadora—¿paralimpiarlasangre?—.Olanítidaimagendelasesinoestrangulandoasuvíctimacaptadaporlacámaradevídeodelanevera.Olascuatrovecesseguidasquesetiródelacadenadeunretreteparahacerdesaparecerunaprueba.—El internet de las cosasnohahechomásque empezar—siguió contando
Nori a Ana—, y dentro de muy poco tiempo vamos a vivir una auténticaavalanchadedispositivosconectados,porquesuspreciosvanacaerenpicado.ParalaPolicíavanaserelementosclaveenlaresolucióndemuchoscrímenes,pero hay que saber localizarlos y dilucidar en qué pueden ayudar. Algunos
cuerpos policiales empiezan a llevar a la escena del crimen los primeros kitsforensesdigitales.Todoanuestroalrededorestállenodeobjetosquenospuedendelatar.Ycadavezhaymás.—Aunqueluegotocaconvenceraljuez—respondió,incrédula,Ana—.Nori,
túeresunadelantadoa tu tiempo,perosabesque lasnovedades técnicasen laresolucióndecrímenessonmalrecibidasenlosjuzgados,hayquehacermuchapedagogía y armarmuy bien el caso y las explicaciones. Eso si el juez no tedesestimalaprueba.Puede,simplemente,nocreérsela.ElsonidodelacerradurainteligentedelapuertadecasadeNorisecolóporla
líneatelefónica,élnoabríaconunallave,claro,comotodoelmundo.—O—Anasiguióponiendopegas—durantela investigación,el juezpodría
noautorizarnos a extraer la informacióndel aparato.Quees loquenospuedepasarconelmayordomodeladuquesa.Porque lo que había visto Nori en la fotografía, y lo que más tarde había
localizadoAnaenelsuelode lahabitacióndondehabíanasesinadoaSpinoza,era uno de esos aparatos inteligentes conectados a internet, un mayordomodomésticoque estaba siempre encendido a la esperadeque alguiennecesitarasusservicios.LlamaalapizzeríaPavarotti.¿Aquéhoraempiezaelpartidoenlatele?¿Vaallovermañana?¿Tieneretrasomivuelo?¿Quédíatengolacitaconelmédico?GrábameelpartidodelBarçadeestanoche.—Este en concreto también registra sonido.Y, como siempre está enmodo
espera,esposiblequehayagrabadolosúltimosminutosdevidadeladuquesa.—¿¿Elcrimen??—Elcrimen.Pero,aunquehubieraalgo,nolovasatenertanfácil,amiga.—¿Porqué?—preguntóAna.—Porque te faltaría la contraseña de acceso. Si no tienes la contraseña, un
aparato así es infranqueable.Aunque siempre te queda la opción de recurrir acarísimas empresas (hay un par excelentes en Israel) capaces de reventarcualquiersoftware,peroquizátardenvariosmeses.—¿Noesmásfácilpedírseloalfabricante?—Elfabricantesevaanegar,yalohanhechootrasveces,esoledamuymala
imagenantesusclientes.Además,ellosnoreconocenquesoncapacesdeentraren cualquier dispositivo. No les interesa. Los compradores pueden sentirseespiados.Mientras Nori le iba contando los pasos que tenía que seguir para lograr
extraerelcontenidodelasistentedelhogardeladuquesa,Anarecibióporcorreoelectrónico un informeque le hizo dejar de prestar atención a lo que decía su
amigo.Derepente,seolvidódetodo.Soloveíaunacosa.Ysusconsecuencias.«Lodelascensornofueunaccidente.Alguienpusoexplosivoenlabasedela
cabinaylohizoestallar.Esunhomicidio.Cuatro,enrealidad».
25Cuatrohomicidios.Bueno,enrealidad,cuatroasesinatos.Enesemontacargasnadiehabíatenido
posibilidad alguna de defenderse. En cuanto estuvieron encerrados allí dentro,dejarondepoderlucharporsusvidas.En la sala de briefings de la Policía se oía una única respiración. Y unos
únicospasos.Yunaúnica sangrehirviendoenunúnico sistemacirculatorio apuntodeestallar.Ruipérez apretaba tanto las mandíbulas que todos temían que en cualquier
momentolasmuelaslefueranasalirdespedidasporlasorejasylanariz.Balasde calcio aullandodesdeuna ametralladorabucal.Ra-ta-ta-ta-ta-ta.A laporra.Todos.Malditosbastardos.Separófrenteasushombresconunamiradaquepretendíaaterrorizardepura
intensidad,sinsaber—osinimportarle—queeltemoreslocontrarioalrespeto.Tampocosedabacuentadequealsometera tantapresióna losmúsculosy lapiel de su cara, lo que conseguía era componer la imagen de un hombreestreñido haciendo fuerza, mucha fuerza, en el baño —sin obtener ningúnresultado—.Soloqueensucasoelatranco—laboladehecesencallada—noerafísico,sinomental.Ana pensó que el adjetivo que mejor describía a ese ser era raquítico. De
gestos.Decerebro.Dehumanidad.Perolosraquíticosconpodersonlospeores.—¿Esunataquealhospitalparadañarlareputacióndelcentro?¿Buscabael
asesinomataraalguienenconcreto?¿Setratadevíctimasescogidasalazarodemanerapredeterminada?Noestabahablándolesaesoshombresymujeres.EstabainterrogandoaAna
paraponerlaenevidenciadelantedetodosconpreguntasquesabíaqueaúnnopodíaresponderporqueapenashacíaquinceminutosqueelcasohabíapasadoaconsiderarse oficialmente un asesinato múltiple, aunque su equipo hubieramantenido abierta esa posibilidad desde el primer día y trabajado en
consecuencia,porsiacaso.—El informepreliminarqueacabamosderecibirdescribecómoalteraronel
ascensorparaprovocarlacaídadelabasedelacabina.Ana alzó la voz desde el fondo de la sala, manteniendo un tono suave e
inalterableconelqueinclusouninsultoparecemenosinsulto,mientrastodaslascabezas se giraban para mirarla. Que las cuatro muertes del montacargas nofueran a causadeun accidente cambiaba completamenteno solo el tablerodejuego,sinotambiénlasreglasylosjugadores.Empezabaunanuevapartida.Lacazaalasesino.YAnayateníadosasesinostraslosqueir.Menudoestrenoenelpuesto.—¿Ynoslovasacontar,eseinforme?¿Ovasaseguirdiciendoobviedades?Elcomisariolaretódesdelaotrapuntadelasala,obligandoalascabezasa
girarsedenuevohacia él, como si presenciaranunpartidode egos jugandoalpimpón. Era ridículo, pensó Ana, que decidió que mejor no forzar más lasituación. Desancló el cuerpo de la pared en la que se apoyaba y empezó acaminar en zigzag por el hueco que se abría entre las sillas, reduciendo ladistanciaentreellayRuipérezcadavezmás.—Elasesinotuvounaventanademásdeveinticuatrohorasparaprepararel
escenario del crimen—siguió diciendo—. El día 30 a las seis de la tarde secerraron los quirófanos de la planta primera. Y, desde ese momento, nadietendría que haber usado los montacargas que llevan a esa zona. Todos lospacienteshabíanabandonadoyaelposoperatorioyseencontrabanoenlaUCIoensushabitaciones.Elpersonaldelimpiezahabíayadesinfectadoelárea.Yelpersonal sanitario tampoco tenía que pasar por allí hasta la siguienteintervención, programada para el día 2 por la mañana. Casi cuarenta y ochohorasdespués.Porlotantopodemossuponerque…—Podemos suponer nada —Ruipérez cortó secamente el discurso de la
inspectorajefa—.EnlaComunidaddeMadridseproducenunamediadetreintaycincohomicidiosalaño.Másomenosunocadadiezdías.Peroahora,ysoloenlaciudad,noshancaídoencimacinco.Degolpe.Ynodequinquis,drogatas,putasopandilleros,esaescoriasocialquenointeresaanadie,nisiquieraalosperiodistas.No.Noshancaídocincohomicidiosqueestánenlasportadasdelaprensa un día tras otro.Ynos han caído coincidiendo, ¡oh, casualidades de lavida! —quiso adoptar aquí el comisario un tono irónico que le quedó, sinembargo,enalgoparecidoaunsoniquetelíricodetercera—,conlallegadadelanueva responsable de homicidios. Bueno, la nueva responsable es un decir,porque aquí el quemanda soy yo. Pero, eso, quemenuda coincidencia. Lleva
ustedunúltimoaño,AnaArén—sedirigióaellademanera formal,paraqueaquello no pareciera un asunto personal entre los dos, un pique entre jefe ysubordinada—, en el que va camino de superar a los pobres detectives de lasseriesamericanas,esosalosquelescaenensuterritorio,semanatrassemana,losasesinosmásdespiadadosyloscasosmásdifícilesypeligrososdeunpaísdetrescientosveintitrésmillonesdehabitantes,dejandoalrestodecompañerosdelpaíssinuntristemuertoquellevarsealaboca.—Afortunadamente —Ana, ya a su lado, no miró a Ruipérez, sino a los
hombres ymujeres que asistían a esa lucha entre asombrados e incrédulos—,tengo al mejor equipo de homicidios que se puede pedir. Y si alguien puederesolver estos dos casos son ellos. ¿Por dónde iba? ¡Ah, sí! Bueno, antesdejadmequeospresentealaforensequellevalasmuertesdelascensor,quenostrae su informe preliminar. Acaba de incorporarse aMadrid. Paloma, cuandoquieras.Ana había pensado dejar para más tarde la intervención de Paloma, pero
necesitaba romper la espiralnegativaque sehabía enroscadoentreRuipérezyella contaminando el ambiente. La mejor manera que se le ocurrió era elmagnetismodeesamujer.Estabaseguradequefuncionaríaigualconsuequipoque con los estudiantes de medicina en la sala de autopsias. La patóloga selevantódesdeundiscretolugarenlapartepeoriluminadadelasala.—Todoelmundoparecetenerclarísimo—empezódiciendo—quelamuerte
de lascuatrovíctimasseprodujoa lasnueve, tresminutosyunsegundode lanochedel31dediciembre.¿Porqué?Porquelaplacabasedelascensor,esdecir,su cerebro electrónico, nosdiceque en esemomento exacto la cabina separópara siempre en la planta sexta del edificio. Pero el estado de los cadáveresenseguidanosindicóquehabíaalgoextraño,algoquenocuadrabaentreesoyelestado en el que llegaron los cuerpos al Anatómico Forense. No coincidían.Enseguidavoyaello,perovamosporpartesparaquepodáisentenderbientodaslas piezas del puzle. O, almenos, las que hemos encajado hasta ahora. A lasnueve,dosminutosyveintitréssegundosalguienpulsóelbotóndellamadadelmontacargasen laplantacero.No,nopreguntéis,nosabemosquiénesporqueno hay cámaras. El aparato estaba allí, con lo que las puertas se abrieronenseguida.—Perohabremosbuscadohuellasenesebotón,¿no?—dijoelagenteBarriga,
recostadoensusilla,ligeramentetumbadohaciaatrás,enunaposicióncómoda—.Sabremosquiéndelascuatrovíctimaslopulsóporqueestarásuhuella.Unasombracruzóporlacaradelaforense.Fuealgofugaz,muyleve.Tenías
que estarmirándolamuy fijamente y saber lo que buscabas para darte cuenta.Peroahíestaba.Oporahíacababadepasar.Laira.Unefímerobrotedecóleraque tomó el poder de losmúsculos de su cara durantemenos de un segundo.Enseguidaserecompuso.Dejódeodiar.Odeversequeodiaba,loqueeraaúnmáspeligroso.—Esoesloqueibaadecir,graciasporlaaportación.—Serehízocomosino
hubiera sucedidonada, dehecho, soloAnanotó la sombrade supersonalidadqueselehabíaescapadoalaforense—.Lacientíficaimaginoquehabrábuscadohuellasallí.—Sí—la interrumpióAna—.Lo pulsóMiguelÁngelMalabar. Es la única
huella que hay en el botón de llamada del montacargas, por encima de otrasantiguas,asíquepodemossuponerquefueelprimeroenllegar.Lainspectorajefahablabamientrasibacaminandohaciaellugardondeestaba
laforense,queríacomprobarsiesanuevainterrupciónprovocabaalgúntipoderechazo,peronosucediónada.OantesBarriga lahabíapilladocon laguardiabaja,oahoraPalomaconsiderabaa la inspectora jefaalguiende iguala igual,unacompañeradeescala.—¿Porquénosubióalosascensoresparaelpúblico?Quizáelasesinocolocó
carteles que indicaban que estaban estropeados, esa es la hipótesis quemanejamos, porque hemos encontrado restos de celo en las puertas de todosellosmenos en elmontacargas siniestrado.Suponemos ademásque, de algunamanera, los estuvoobservandoporque supo cuándodetonar la carga.Tambiéndebiódeinterferirenelfuncionamientodelascensor.Elmontacargasnoseparóen ninguna de las plantas, sino que subió directamente a la sexta. Y ahí seprodujolatragedia.¿Quépasó con sus ocupantes hasta que se desprendió el suelo y cayeron al
vacío?¿Fueinstantáneo?¿Oestuvieronunratoatrapados?Elequipolamirabaconinterés,todoelmundosiguiendoelritmodelaspalabrasqueibansaliendodesuslabios.—Loqueestáclaro,por losrestosquehemosencontradoenlasparedesdel
foso, es que el suelo se desprendió desde esa altura lanzando desde allí a laspersonasqueocupabanlacabina.Pero¿cuántagentehabíaenelascensorenelmomentodelsiniestro?¿Lascuatrovíctimasoninguna?Paloma,cuéntanosquénospuedesaportarpararesolverestasdudas.Ana le cedió la palabra a la forense, para que ella continuara explicando lo
quehabíaencontrado.—Anivelforensetenemosunproblemaenormeporquenadacuadra.
Lavoz de la doctora se volvió envolvente, como si tuviera la capacidad deencerrarenuninmensogloboatodoelquelaescuchara,provocandountrancehipnóticoenlaaudiencia.Palomahabíallegadojuntoalagranpizarrametálicasituada en la parte delantera derecha de la sala.De una carpeta de cartón quellevabaenlamano—yquenadieparecíahabervistohastaelmomento,losojossemantenían fijos en su caminar— fue sacando fotografías, que colocó una auna,sujetasconpequeñosimanesredondosquecogíadeunsoportelateral.—Peroantes,paraqueloentendáismejor,dejadmequeoscuentequétipode
heridas tenía cada cuerpo. He pensado, sin embargo, quemejor ahorraros losdetallesmásmorbosos—continuóPaloma—,yenvezdeofrecerosfotografíasde las autopsias (quien quiera que pase por mi despacho para un accesocompleto al informe preliminar), las imágenes que tenéis aquí son las queconstan en las bases delDNI, del pasaporte o del carné de conducir. Sí, esasfotografíasenlasqueinvariablementetodossalimosconcaradeestarmirandocómohiervenlosmacarronesenunacazueladeaguapuestaalfuego.Hecogidolasmásactualesdecadauno.Esosí—colocódosúltimasimágenes,deldobledetamañoqueelresto,justobajolasdeloscuatrofallecidos—,loquenoosvoyaahorrareslaescenadelcrimen.Así,comoveis,seencontraronloscadáveresenelfosodelascensor.—Levantólavistahaciasuaudienciaycasilegustóveraalgunosdelosagentescontrayendolacarayelcuerpoenunamuecadeasco—.Dadgraciasaqueesinviernoylasvíctimasllevabanmuchascapasderopaencima. Os aseguro que algo así, en verano, cuando vamos en tirantes ypantalonescortos,hubierasidomuchomásdesagradableaprimeravista.Derepente,Anadejódeescuchar,comosisehubieravueltosordadegolpe.Y
muda.Sololequedabaunsentido,lavista,porquesucuerpoestabaconcentradoenunaúnicacosa:enlosojosdelamujerquelaobservabadesdeunafotografíaquePalomaacababadecolgarenlapizarrametálica.Enlasaladeautopsiasnoloshabíareconocido,porqueesosojosestabanmuertos,peroahínoteníadudaalguna:eranlosmismosquelahabíanmiradoconmiedotresdíasatrásatravésdelarendijadelaspuertasdeunaambulanciacerrándose.Eraella.Peroesoqueríadecirque la ancianaestabaenelhospitalporpura
casualidad.Resultabaimposiblequeelasesinosupieraquesumaridoibaasufriruninfartoyquelotrasladaríanaesecentromédico.Lamujerhabíamuertoporunacadenademalditamala suerte.De todasmaneras,Anaanotóque tendríanquepedirunanálisistoxicológicodelasangredelhombre,ingresadoaúnenlaUCI, para descartar que le hubieran introducido alguna sustancia capaz deprovocaruninfarto.
MientrasAnaseguíaenshockporloqueacababadedescubrir,Palomahabíacontinuado explicando las causas de la muerte de cada uno de los cuatrofallecidos.—Tomás Mendoza, cincuenta y tres años. Fue el cuerpo que más sufrió
durantelacaída.Antesdeldesprendimientodelsuelodebíadeestarcolocadoalfondodelascensor,justoenlaesquinaizquierda,yporesoalprecipitarserecibiómúltiplesgolpescontraelhormigóndelasparedes,quelecercenaronelbrazoylapiernaderecha,asícomopartedelrevestimientoblandodelcráneo.»EstherFraga.Leexplotóelcorazónporelimpacto.Tambiénlospulmonesy
partedelosórganosdeltórax.Muriódeformainstantáneanadamásestrellarse.Aunquenopodemosdescartarquesufrieraunataquealcorazónenmediodelacaída.»MiguelÁngelMalabar,lavíctimamásjovendetodas,cuarentaydosaños,y
aquí las lesiones son algo diferentes al resto. Tiene destrozados los pies, loshuesosdelaspiernas,lapartebajadelacolumnavertebralylapelvis.»Y nuestra víctima sin identificar. Un varón de unos sesenta años. Trauma
craneoencefálico severo y decenas de huesos partidos. Con muchos mástraumatismosqueelrestoyunosrasguñosuntantoextrañosquenopresentabanlasotrasvíctimas.»Peroloquenostienetotalmentedesconcertadosesqueestascuatropersonas
quecreíamosquesehabíanprecipitadojuntasporelfosodelascensorparecenhaber muerto en un momento distinto cada una, con hasta una semana dediferencia.
ELODIO—Notequedamásremedio.Tendrásquematarla.—Sí.Claro.Porsupuesto.Despuésdeesaconversaciónpasaronmuchascosas.Peroantes,también.
26—Entonces,¿lodelascensoressolounaescenapreparada?—¿Losmatóantes?—¿Llevóloscuerposylosarrojóporelhueco?—¿Noshatendidounatrampa?—¿Cuálserálaverdaderaescenadelcrimen?Laspreguntasseacumulabanen lasala,eclosionandoen talvolumencontra
lasparedesquetodoseconfundía,eraimposibleentendernadaenmediodeesejaleo.Palomapidiósilencio.—Si no os calláis, no os lo puedo contar. A ver—prosiguió, en cuanto se
calmaron los ánimos—, recordaréis que el momento estimado de las muertessegún los datos técnicos del montacargas es el sábado 31 de diciembre a lasnueve y tres minutos de la noche. Pero el grado de descomposición de loscadáveres nos dice que no fue así. Según este baremo, una de las víctimasfallecióunasemanaantesdelsiniestro.Otrasdosentreveinticuatroycuarentayochohorasantes.Ylaúltima,lacuartavíctima,lohabríahechodespués,hastaseishorasmástardedequesedesprendieraelfosodelmontacargas.Losmurmullosvolvieronacrecerenlasala.Lasconversacionessecruzaron
entrelosagentesqueasistían,atónitos,alarevelacióndelaforense.Palomalosmirabayparecióestardisfrutandodelpequeñomomentodecaos.—Perosé loquehapasadodeverdad.Sé—repitió,proyectando lavozcon
fuerzahastaelfondodelasala—quéhapasado.Casi de golpe todos los corrillos se deshicieron y los policías volvieron a
mirarla.—Genial. Gracias —les dijo, cuando se hizo el silencio—. Una de las
solucioneslatenéisvosotrosmismos.Volvióacallar,disfrutandodeserelcentrodeatención.—¿Nadie se atreve a decir lo que sucedió con la víctima que parece haber
muerto después que el resto? Es este, aquí lo tenéis. Miguel Ángel Malabar.¿Creéis que el asesino volvió más tarde al hospital, sobre las tres de la
madrugada,cargandoconsucadáverparasubirconélhastalasextaplanta,abrirmanualmentelaspuertasdelmontacargasyarrojarloporelfoso?Nadiecontestó,peroalgunascabezasasintieron.—Podría ser, ¿verdad? Quizá nuestro asesino había planeado que Miguel
Ángelestuvieraenelascensor,peronuncallegóaentrareneseataúdcolgante.Puede que le surgiera otro plan, o llegara tarde, o descubriera lo que le iba apasar.Asíquetrasacabarconlavidadelresto,sefueaporél,lomatóunasseishorasdespuésyluegousólafosacomúnqueacababadecrearparadeshacersedelcuerpo,pensandoquenonosdaríamoscuenta.Esavezmáscabezasdijeronquesí.Casimediasalaparecíaestarconvencida.—O sea, que improvisó. En plena Nochevieja buscó a la víctima, tuvo la
suertedeencontrarla,ydeencontrarla solaapesardeserplenamadrugadadecelebración,conlascallesaesahorallenasdegentequeibadefiestaenfiesta.Y, lo que es mejor todavía, mató al señor Malabar arrojándole un conjuromágico,porquenohayenelcuerpootracausaposibledelamuertequenoseanlos traumatismos provocados por la caída.—Hizo una pausa teatral, para quetodoelmundoentendiera loqueacababadedecir—.¿Verdad?—Lascarasdechascosecontaronpordecenas—.Puesno,claro.Y,comoosdecía,partedelasolución la tenéis vosotros. ¿Aún no lo habéis pensado? —No, no parecíanhaberlo pensado, o, si lo habían pensado, no habían dado con la solución—.Inspectora jefa —la forense se dirigió de manera formal a Ana, que seguíaatentamentelaexplicación—,mejuegoelcuelloaquesehanencontradomarcasdelasmanosdeMiguelÁngelMalabarenlabarradelascensor,esaquerecorríalacabinadelascensorparaque lagentesepudieracogeraella,oapoyarseenella.—Las hemos encontrado, sí—contestóAna, sorprendida—. Efectivamente.
Lashuellasde lavíctimaestabanen labarrametálica, justoenelcentrode lapared derecha del ascensor. Hemos localizado los restos de dos palmas, unamano derecha y de una mano izquierda. Son parciales, pero pertenecen aMalabar.—Yahíestá lasolución—retomóla forense,dandounpasoadelante—.En
esabarra.¿Aquesí?—Volvióacallar.Yvolvióamiraralasala,enbuscadeuna respuesta que sabía que nadie tenía. Disfrutaba del momento—. ¿Osacordáisdelasheridasquepresentabaesecuerpo?—prosiguió—.LasheridasdeMiguelÁngelMalabarapuntanaqueintentócaerdepie,aquedurantetodoeldescenso luchó por mantener la postura vertical pensando que los pies y laspiernas formarían unmuelle amortiguador que podría salvarle la vida. Sabéis
qué significa eso, ¿verdad? —Sonrió: era la hora de revelar el origen deluniverso—.Puesque,dealgunamanera,logróagarrarsealabarradelascensoryquedarseallícolgado,nosabemoscuántotiempo.Perosísabemosqueterminóresbalando y cayó. Llegó vivo al fondo del foso y estuvo agonizando durantehoras, por eso murió más tarde que el resto. Podríamos haberlo salvado sihubierarecibidoayudamédica.Podríamoshabersalvadoaesehombre.
27Apenas te quedan ocho segundos y medio para pensar en cómo sobrevivir.Aunquetúaúnnolosabes.Soloentoncesentiendestodaslaspremoniciones.Elfantasmadetuyofuturo
tesusurróensueñospistasparasobreviviratupropiamuerte,comosielinfiernohubieradejadounbotóndepánicoen tucerebro,queentróen funcionamientoesemesdeseptiembrede2001.Nopodíasdejardemirarlasimágenes,comounamoscaqueseestrellaunay
otra vez contra el cristal de la misma ventana. Ideaste en sueños paracaídasurbanosque loshubieransalvado.Helicópterossinhélicescapacesdevolarenhorizontal y acercarse a las ventanas para rescatarlos. Mochilas con cohetespropulsoresqueleshubieranpermitidosalirdelinfierno.Tú también caías al vacío. Y hubieras jurado que era real, porque todo el
contenidodetucuerposeempotrabacontratugargantayelespasmodelgolpetedespertabaderepente,sudorosoy taquicárdico,comosielcolchónde tucamahubieraparadoelimpacto.Ytumuerte.Aprendiste entonces que hay personas que sobreviven, incluso aunque se
hayantiradodeunaviónyleshayafalladoelparacaídas.Quetododependedelasuperficiesobrelaquecaesylaposturaqueadoptasenesemomento.Siempreesmejoraterrizarconlospies,aunqueesonotegaranticenada,porquelafuerzadelimpactoviajaatravésdelcuerpoypuedehacerestallarunoaunotodostusórganosinternos.Todoesopasafugazmenteportucabezamientrasintentasrecordarcómohas
acabadoallí,agarradoaesabarrametálicayredonda,conunabismonegrobajotuspies.Resbala. Muchísimo. Y notas cómo irremediablemente tus manos se van
deslizando.Dejándotecaer.Notepasa lavidapordelante, tedascuentadequeesoes lagranestafade
morirse.Loquetepasapordelanteeslamuerte:lamuertequevasatenery—a
toda velocidad— la luz que se cuela por las rendijas de las puertas de cadaplanta.Mientras caes, la única señal física del pánico a la muerte es tu corazón
golpeando las costillas con tanta fuerza que podría romperlas. Igualme da unataquecardíacoymueroaquí,enelvacío,antesdeestrellarme.Peronotesucede.Asíquesolotequedaunaopción.Tienesqueconcentrarte.Lapostura.Mejoraterrizajeposible.Quéexpresióntanextraña.
28—Pero—Paloma seguíadisfrutandode sentirseundios revelando laverdadasusdiscípulos—nosquedan losotros tres.Losquemurieronmuchoantesdeldesprendimientodelsuelodelascensor.¿Algunateoría?Traslaexplicacióndelmuertocolgante,nadieseatrevióaabrirlaboca.—Elfactormásimportanteenlavelocidaddeputrefaccióndeuncadáveres
la temperatura que alcanza el cuerpo tras lamuerte.Y nada en el entorno delescenariode ese crimenhaactuadocomoacelerantede ladescomposición.Nicalorexcesivo,nihumedad,niagua,niparásitos.Todoesopuedehacerqueuncadáversedescompongaconmuchamás rapidezde lohabitual.Peroelhuecodelmontacargaserafrescoyestabaasalvodelahumedad.Entonces,¿quépasóconesaspersonas?¿Lasmataronantes,elasesinosefueguardandoloscuerposyeldía31losarrojóporelhuecodelascensor?Eraunapreguntaretórica,Palomanoesperabaquenadierespondiera.Aunasí,
aguardóunossegundosantesdevolverahablar.—La descomposición del cuerpo de la mujer nos dice que falleció entre
veinticuatroytreintahorasantes.LadeTomásMendozadatalamuertedeaúnmásatráseneltiempo,casidosdías.Peroesoesimposible,porquealosdoslosvieronlatardedel31dediciembre.¿Verdad,Ana?YAnaexplicóasuequipoloquesuequiposabíaya,peroparecíanohaber
terminadodeprocesardeltodo.—Hemos localizado, habéis localizado vosotros—les señaló, abarcándolos
conungestodelbrazoderecho—auntaxistaquellevóaEstherFragadesdesucasahasta lapuertadelhospitalaseguraquesobre lasnuevede lanoche.Estáseguro de la hora porque, cuando la dejó, en la radio empezó el boletíninformativo de esa hora. ¿Sabéis cómo reconoció a la anciana? No por lasfotografíasfiltradasalaprensa,sinoporquequiencerrólabolsadelcadáverdeEsthernolohizobienydejófueradelacremallera,alavistadetodoelmundo,untrozodebufandaqueal taxista leresultófamiliar.TomásMendozatambiénseguíavivoalmenoshastadoshorasantesdelsiniestro.Estuvoconsuhijaenel
cine.Sedespidieronpasadaslassietedelatardeporqueellaseibadefiestadefin de año con unos amigos y él a darle una sorpresa a su esposa, que teníaguardiadeenfermeríaesanoche.—Osea—lainterrumpiólaforense,enuntonoqueAnanosupodistinguir—,
queyomeequivoco.LavozdePalomaatronó, interrumpiendoeldiscursodeAna.Nopodía ser,
pensólainspectorajefa.No.Otrabroncaenpúblicono.Perolaforensehizoalgosorprendente:serio.—Era ironía —aclaró— para los que no lo hayáis captado. Yo puedo no
saberlotodo,peroequivocarmeenunaautopsia,nunca.—Entonces—preguntóRosaAxe—,nosestáusteddiciendoquelaspersonas
estaban yamuertas días antes de que las arrojaran al foso. Que el único queestabavivoenelmontacargaseraMiguelÁngelMalabar,porqueél,losabemos,pulsóelbotóndellamada.—Esotehabríadicho,quizá,unforenseinexperto.Peronoyo.Larespuestala
tienen la ciencia y—añadió, refiriéndose, evidentemente, a ellamisma—unamenteforenseentrenada.TomásMendozayEstherFragatambiénsubieronaeseascensor,porsupropiopie,vivitosycoleando.¿Verdad,Ana?—El informe de la científica—Ana retomó la explicación sin saber dónde
queríairapararlaforense—dicequehayhuellassuyas,deldedoíndicedecadauno, en un par de botones del panel demandos de la cabina. Esther yTomáspulsaron el númerode la planta a la que se dirigían. Pero, entonces, ¿por quéparecenhabermuertoantes?Lafechadel fallecimientodeTomásMendozapodríaestablecerseunparde
díasantesdelsiniestrodelascensor,yasí lohubieradatadounforensequenohabría tenido en cuenta algo que saltaba a primera vista. En el examenpatológico,Palomaencontróunaenormecantidaddefluidosputrefactosenbocay nariz, tórax, abdomen y gran parte de los órganos internos del cuerpo, unestadioavanzadodedescomposiciónquenosealcanzahastapasadassetentaydoshorasdelamuerte.—¿Qué ocurrió con esta víctima? —preguntó retóricamente—. Muy fácil:
obesidadmórbida.Tomásteníauníndicedemasacorporaldelcuarentayochopor ciento. En varios estudios con cadáveres se ha demostrado que en loscuerposdeestosindividuoslaputrefacciónesmásrápida.Yesoesdebidoaquela grasa abdominal tiene propiedades aislantes que ralentizan la velocidad deenfriamiento y mantienen el calor del cuerpo. Cuanto más calor, menosconservación.ConloqueTomásMendozamurióconelresto,perosucadáverse
descompusomuchomásrápido.—¿Ylamujer?—preguntóalguien,desdeelfondodelasala.—EnelcasodeEstherFraga,denuevo,paraunforenseexpertoypuestoal
día —como ella misma, claro—, cuadrar los tiempos no fue tampocoexcesivamentecomplicado.»Esther era diabética. Un estudio reciente ha descubierto que si en el
momento de su muerte alguien con diabetes mellitus está sufriendo unahiperglucemia, las bacterias que se encargan de la putrefacción trabajan demanera más eficiente, porque la glucosa fermentada les proporciona todo elcarbónorgánicoquenecesitanparahacersutrabajo.»Uncadáverconaltosnivelesdeazúcaresunbanquetedebodadetresdías
conbarralibreparatodasellas—concluyólapatóloga—.Unfestín.Conunaextrañasonrisadesatisfacción,apoyadaenlamesa,Palomacruzólos
brazos,colocóunapiernasobre laotraa laalturade los tobillosycalló.Enlasala sehizoel silencio.Y fuecomoencontrarsedentrodeunenvasealque leestuvieranhaciendoelvacío,succionandotodoelaire.—Bueno, ya está bien, va…—empezó a decirRuipérez con cierto tono de
hartura,peroAnalointerrumpió.—Gracias,Paloma.Ahoraya sabemosporquéesoscuerpospresentabanun
niveldedescomposiciónsuperioralquecorresponderíaporlahoradelamuerte.Pero—las dos mujeres se miraron con complicidad— ¿y el cuarto cadáver?¿Quélepasóanuestrohombredesconocido?De repente la sala entera despertó, como si alguien les hubiera arrojado un
cubode aguaheladapara rescatarlosde la resaca. ¿Cómoningunode ellos sehabíadadocuenta?—Esoesprecisamente loque ibaapreguntaryo—mintióRuipérez—,¿qué
pasacon…?—Loquehemosdescubierto—siguióhablandolaforense,comosinohubiera
oído al comisario— es que, al contrario que el resto, nuestro cadáver sinidentificar sí que ya estaba muerto antes de estrellarse contra el suelo. Enconcreto,ospuedodecircontodaseguridadquellevabamuertounasemana.
29Volvamos por un momento al sábado 31 de diciembre. Son las nueve de lanoche, tres horas antes del cambio de año. Tres minutos antes de que sedesplomeelsuelodeunascensorconcuatropersonasdentro.Siestuviéramoscaminandoporcualquiercallealedañaalhospitalenelquese
vaaproducir la tragedia,notaríamoselvientoheladorasgandolasesquinasdelos edificios y cortando cualquier trozo de piel expuesta a la intemperie. Peropocaspersonaslosufren.Noestiempodeandarporahí,sinodeestarencasa,enla propia o la prestada, en la querida o la evitada, tragándonos la bilis ointentandoserfelices.Peroestarenalgúnsitio,aunqueseaenlasoledaddetusofá,conunamanta,pensandoqueparaquéquieresunafamilia,quesoloseestámejor,aunqueluegotetengasqueinventarunaNocheviejapostizaparaencajarenelrestodelahumanidad.Desdeesasventanasdepisosabarrotadosporprimos,tíos,cuñados,sobrinos
y toda la interminable lista de parentescos, apenas nadie se asoma a la calle,ocupadaslasmanosenircogiendolangostinosdescongeladosylascabezasenenhebrar—aúnaesahora,luegocambiaránlascosas—undiscursoeducadoyamable.Sinembargo,siemprehayalguienquediscretamentecaminahaciaalgúnrincónsolitario.EnelprimeroDdelportalnueve—eledificioqueseencuentrajustofrenteal
hospital— se han puesto a hablar de política y de fútbol. Todos tienen lossuficientes lazosdeconsanguinidadoañosdeaguantarsecomoparahacerverquesesoportan—ysoportanlasideasdelotro—sinquenadievayaalacocinaaporelcuchillomásafiladoyprovoqueunacarnicería.Demomento.PeroenelprimeroDdelportalnuevehayunapresencianueva.Unchicode
veintidós años al que su novia ha querido presentar formalmente a la familia.EllafuealacenadeNavidadacasadeél.AélletocaNocheviejaenladeella.Esdemasiadoeducadocomoparacontradeciralgunosargumentos,perotambiéndemasiadojovencomoparareprimirse.Asíquesealejadelgrupo,seacercaalaventanaypega lamejillaal fríodelcristal.Paraserenarseunpoco.Ycallara
tiempo,comoleharecomendadosumadrejustoantesdesalir.Mirahacialacalle.Frentealhospital,tresminutosantesdelatragedia,todovistedeciertarutina.
Comosinofueraapasarnada.El novio del primero D ve a un chico joven subiendo de dos en dos las
escaleras de la estación del metro. Bajo el abrigo le asoman unos pantalonesvaqueros rotos y unas zapatillas deportivas un poco sucias. Imagina que va acasaacambiarsepara lacenadeNochevieja.Unaparejasaledeunportalconunabolsadeplásticoporlaqueaflorandosbotellasdecavayelpedúnculodeun racimo de uvas. Un hombre aguarda, caminando en círculos, impaciente,frente al hospital. Mira el reloj constantemente, como si esperara algo o aalguien.Aunachicaquedoblalaesquinaseleescapaunasonrisa;yélcreequeellapiensaenlaropainteriordecolorrojoquesehapuestoestanocheparaqueledésuerte.Seruboriza.Mirahaciaelsalón,peronadiesehadadocuentadesupensamientosexual.Dehecho,nisehandadocuentadequenoestáenningunodeloscorrillos.Vuelveamiraralacalle.Untaxiparajustoensulíneadevisión.Unmodeloviejo,delosquehaceaños
quenosevenporlascalles.Sipudiera,saldríadeesepisoparatenderlamanoalaseñoramayorquepeleaparabajarsedeélyquesehaceunlíoconelabrigo,losguantes,elbolsoyunabolsaenormequellevaenlamano.Cuandoporfinconsigueapearse,elchicoquiereabrir laventanaygritarleque tengacuidado,quellevaarrastrandolabufandaypuedetropezar.Unaextrañabufandadeflores.Lamiradadel jovensecuela tras lamujer justoenelmomentoenelque la
bufanda está a punto de engancharse en una puerta corredera que se cierra atrompicones, como si se fuera a encallar en cualquier momento. La verecomponerseyalejarsemásalládelarecepcióndelhospital,enlaquepareceno haber nadie.Después la prensa dirá que efectivamente la recepción estabavacíayporlotantopondráenladianaaladministrativoalqueletocabaguardiaesa noche y que justo desapareció en elmomentomenos oportuno. Luego sesabrá—aunquepartedelaopiniónpúblicaterminarápornocreerlenunca—quenoestabaensupuestoporunarazónconcretayquenadateníaqueverconél:una de las enfermeras de guardia en la planta segunda había recibido unallamadaurgenteporungraveasuntofamiliar—esolehabíadichoelhombrequellamó a recepción casi al borde del llanto— y necesitaban contactar con ella,peroelteléfonodelpuestodecontroldeesaplantanofuncionaba,ynopodían
localizarla.Porfavor,porfavor,porfavor,vayaabuscarla,supadre,supadre…Peroda igualquenohayanadieen recepción,almenospara lamujerde la
bufanda,quenonecesita indicaciónningunadehaciadóndedirigirse.Lo sabebienporqueyahaestadoallí.Solohasalidounmomentoparairacasaarecogerunapequeñafiguradeporcelanarojaquecuelgadeunacadenabañadaenoro,unamuletoque le regalósumarido laprimeraNocheviejaquepasaron juntos,sesentaydosañosatrás,yquenofaltaensucuelloningún31dediciembre.Esedía más que nunca necesitan la suerte de ese collar fetiche. Así que, trasescaparse a recogerlo, vuelve al lado de su esposo. Camina decidida, para nollegarniunsegundotarde.Pasalarecepciónsinnisiquierafijarseenquenohaynadie.Al final del amplio vestíbulo gira a la derecha justo para ver cómo, alfondodelazonadeascensores,unpardepersonasestáentrandoenunodeellos.Sucuerporeaccionainstintivamenteyordenaasuspiernasqueechenaandarlomásrápidamenteposible,aunquelosmúsculosyanorespondancomoantes.Secuelaporelúltimoresquiciodelasdospuertascerrándose.Perdón,perdón,lesdicealasdospersonasconlasqueseencuentradentro.Queda un minuto para la tragedia. Todo sigue pareciendo trivial. Tres
desconocidosenunascensor,alosquesolounacasualidadtrasotraparecehaberjuntadoenesemomentoprecisoyeneselugarconcreto.«Esqueamimaridoledioayerunataquealcorazón—seescuchamientras
se cierran las puertas—, voy a laUCI a pasar el fin de año con él. ¿Ustedestambién tienen alguien ahí?». Lo último que se aprecia desde el pasillo es eldedodelamujerpresionandoelbotóndelaplantasegunda.ElpisodondeestánlasUnidadesdeCuidadosIntensivos.Pero,yalosabemos,esemontacargasnuncasepararáallí.
30Essorprendenteesamaneratansencillaquetienelavidadeseguirsurumbotrasuna tragedia, como si las desgracias fueran una piedrecita que pudiéramossacarnos del zapato para continuar caminando, tranquilamente ajenos a lo queacabadepasar.Ocupadosenotrascosas.Encuantocesanlasnovedades,laatencióndelpúblicovadiluyéndosecomo
unterróndeazúcarenunatazallenadecaféardiendo.Desapareceengullidaporel resto de la existencia. El ciclo de las veinticuatro horas tritura cualquiernoticia,queserásustituidaporotroescándalo,porotrocasodecorrupción,porotra infidelidad.Lapolíticamanejamuybien esos tiempos.Y si no tieneotrotitular,logenera.La vida continúa. Rítmicamente cotidiana para el resto. Descarnadamente
dolorosaparalosmáscercanosalatragedia.Anacerrólapuertadelcocheconungolpesecoybrutal,comosiasípudiera
amanecerdenuevo,hacerselailusióndequeestabasaliendoelsolalasochoymediadelatardedeesejuevesyborrartodoloquehabíapasadolosdosúltimosdías.Comosinohubieranexistido.
31Todoempezócomoempiezanlastragedias.Conunaintensacalma.Elmiércolesalassietedelamañanahomicidiosestabaextrañamentesilencioso.Untimbrazorompiólatranquilidad.—Ana, te paso una llamada urgente.—La voz de la policía a cargo de la
centralitasonabasomnolienta,trasunalarganochedeguardia.—¿Quiénes?—Nohaqueridodecírmelo,perohapreguntadoespecíficamenteporti.Parece
queteconoce.—Puespásamelo—contestó,resignada.—Buenos días, espero no haberla despertado—dijo la voz amable aunque
secadeunamujer—.Perdonequellametantemprano,peromisclientestienenpocomargenynosabíasipodríalocalizarlaatiempo.—¿Quiénesusted?—Anaestabadesconcertada.—Perdone, no me he presentado. Soy Mirta Castillo. Mis clientes quieren
hablarconusted.—¿Ysusclientesson?—Perdonedenuevo.SonlosFlórez-BiedmaSchröder.LosFlórez-BiedmaSchröder.Loshijosdel duquedeMedionay suprimera
mujer, la noble alemana Alberta Schröder. Los herederos destronados porMónicaSpinoza.Aunquelesquedabalafortunadesumadre.Eldíaempezabafuerte.—Hacemásdeunasemanaqueintentamoslocalizarlos—gruñóAna.—Misclientessonpersonasmuyocupadas,comoustedpuedecomprender.—
Lavozalotroladodelalíneatelefónicanodejabamargenparaladiscusión—.PerojustodentrodeunahoravanahacerunaparadatécnicaenMadrid.—Puesperfecto,quepasenporcomisaría.—Usted nome ha entendido.Mis clientes van a estarmedia hora justa en
Madrid.Siquierehablarconellos,tendráqueiraverlos.Nohayotraopción.No hay otra opción. Ana podía haberse rebelado. Gritar. Patalear. Insultar.
Incluso presentarse allí con los GEO y toda la artillería. Pero hubiera sidocontraproducente.Aveceshayquebajarajugaralterrenodelenemigo,verloensuambiente.Nunca antes había estado en ese lugar. Por allí no pasas, allí vas
expresamente.«Asíqueestaeslamaneraquetienenlosmuyricosdemoversepor el mundo —pensó Ana cuando por fin consiguió llegar a la terminalejecutivadelaeropuertodeBarajas—,asíqueestaeslamaneraquetienendenomezclarseconelrestodelosmortales».Laburbujadeldinero.Nisiquierabajaronatierra.Unademostraciónmásdepoder.—Laestánesperando,vengaporaquí.Unamujervestidaconunaestrechísimafaldadetubonegra,camisablancade
sedaytaconesdevértigolaguio,atravesandolalujosaterminalprivada,hastalazonadondehabíaparadoelCessna680enelqueviajabanloshijosdelduquedeMediona.Otramujer aguardabaaAnaapiedeescalerilla, conteniendoel fríoque debía de estar pasando, controlándose para no temblar. «Por aquí, porfavor»,ledijo,señalándolelapuertadelavión.Nohabía lugardondeesconderseallídentro,exceptuando loqueparecíaun
bañoenlapartetraseraylacabinadelospilotosylatripulación,enladelantera.LosFlórez-BiedmaSchröderhabíanmandadoa susparejasal fondo,a lacoladelavión,acurrucadosycasiescondidosenlosúltimosasientos.Loqueestabaapuntodepasarnoibaconellos,alfinyalcabo,noerandesumismasangreynada garantizaba el tiempo que iban a estar en esa familia. Los hermanosesperabanaAnacercadelapuerta.Michael,Eva,EmmayGeorgeocupabanlosdossofásdepielqueseextendíanacadaladodelapartedelanteradelacabina.—Buenosdías,inspectora.—Nisiquierahicieronelamagodelevantarse.—Inspectorajefa—corrigióAna.Ellatambiénsabíamarcarterritorio.—Perdone, inspectora jefa—recalcóMichael—.Graciasporacercarsehasta
aquí. Sé que lleva días intentando localizarnos, pero es realmente complicadoqueestemostodosjuntos.Yperdonenuestroespañol,sololopracticábamosconelduque.No lo llamó padre. A Ana le sonó extraño, pero pensó que quizá era una
manera de marcar distancias con el populacho que no compartía rancioabolengo.Duquelesdebíadesonarmásrespetablequepapá.—Vamosaunaboda—Eva seechóunpocohaciadelante,mirandoaAna,
que seguía de pie, frente a ellos y que había cruzado los brazos— en lasBahamas.—Queríaustedvernos.—Georgeteníaunmarcadísimoacentoalemányerael
que peor español hablaba, quizá porque al ser el menor de los hermanos eraquienmenostiempohabíapasadoconsupadre.—Es rutina —contestó Ana, mirando fijamente a los hermanos—, en la
investigacióndelasesinatodeladuquesadeMediona.—Podíahaberutilizadoelnombre,haberdichoMónicaSpinoza,perousóeltítulonobiliarioapropósito.—Bueno, en realidad —Michael sonrió con suficiencia—, la duquesa de
Medionaesahoramismomiesposayyosoyelduque.«¿Sesuponequetengoquearrodillarme,oalgoasí?»,quisodecirleAna.Sin
embargo, se contuvo. Miró al fondo del avión, donde la duquesa actual nisiquiera había hecho el amago de levantarse. Le habían dicho que estuvieracalladitayquieta,yasíloestabahaciendo.—¿Quérelaciónteníanustedesconlaantiguaduquesa?—Laantiguaduquesaesnuestramadre—Emmacruzólaspiernasenungesto
provocador, no tanto sexual comomarcando territorio—, esa persona a la queustedserefierees,bueno,era,unaarribista.—Se lodijimosmil veces apapá—continuó suhermana—,peronoquería
escucharnos.—Ysequedócontodo—lospinchóAna.—Tampoco le ha durado tanto, ¿verdad?—los hermanos estallaron en una
carcajada—,tampocohapodidodisfrutarlotanto.—¿Merecíamorir?—insistióAna.—Evidentementequemerecíamorir.—Georgeniselopensó,soltólabomba
contoda tranquilidad,ocon la tranquilidaddealguienacostumbradoahacerydecirsiempreloqueleapetecía—.Lavidaesmejorsinellaenestemundo.Loshermanossonrieron,cómplices.¿Cuántasveceshabríanhabladodeeso?—¿Quésabendeltestamento?—Aún no se ha abierto—intervinoEmma, intentando rebajar la tensión—.
Mipadre le dejómásde lamitadde su fortuna, eso sonunpar de cientos demillones de euros, contando el valor en bolsa actual de la naviera y delconglomeradomultimedia,ademásdelascasasenEspaña,SuizayMiami.AnoserqueMónica tuvieraunhijosecretoescondidoenalgúnsitio,nosabemosaquiénlevaadejartodoeseimperio.Elpilotosaliódelacabina,interrumpiendolaconversación.—Señores,yahemosrepostado.Estamoslistosparaeldespegue.Nuestroslot
es en diez minutos. Debemos prepararnos ya y dirigirnos a pista para noperderlo.LoshermanosmiraronaalguiensituadoalaespaldadeAna.Michaellehizo
unligerogestoconlacabeza.—Señora—eralatripulantedecabinaquelahabíaesperadomuertadefríoa
piedeescalerillaunosminutosantes—,debeabandonaryaelavión.Porsupuesto,losFlórez-BiedmaSchröderdejabanparaotraspersonastareas
tanmundanascomoladeecharaalguiendeunjetprivado.—Nopodemosllegartardealaboda—apostillóEvaamododedespedida.No,claro,nopodíanllegartardealaboda.
***
Nadamásentrarenjefaturaunmensajedetextoflotómomentáneamenteenlapantalla del móvil de Ana. Era de Nori. «¿Cómo va lo del mayordomoelectrónico?¿Hasconseguidoalgo?».Puesno.Claroqueno.Sehabíaolvidadoporcompleto,elcacharroseguíaacumulandopolvoenunacajadepruebas.Contodoellíodelasesinatodelascensor,nisiquierasehabíaacordadodereclamarloparaqueselosubierandelsótano.—Charo,¿mehacesunfavor?—Entróenlasaladesuequipo.Eranlasocho
ymediadelamañanayyaestabatodoelmundotrabajando.—Claro, dime—le contestó, levantándose de su mesa con una taza en la
mano. Ibadando sorbosal segundocaféde lamañana.Elprimero se lohabíatomadoencasa,alascincoymedia.Yyanecesitabaotro.—¿Metraeslapruebanúmerocientotreintaydosdelcasodeladuquesa?Es
unaespeciedealtavoz.Elregistrodicequelatenemosaquí.—Ahoramismo—dijo,mientras se levantaba, apurando el café ardiendo y
quemándoselalengua—.¿Quévasahacerconél?«Intentarescucharcómolaasesinaban»,quisoresponderle,peronoseloibaa
decirdelantedetodoelequipo.Eraunapruebademasiadosensible.
***Mientrastanto,yalaesperadelosresultadosdelaspruebasbiológicas,PalomaMarco repasaba la lista de objetos encontrados junto a los cadáveres delascensor,antesdequealguiende laPolicíapasaraa llevárselos.Loshabía idoseparandoyamontonandosegúnsupropietario,para tenerlos todosa lavistaeintentarestableceralgún tipodecorrelaciónentreellos,algoque ledijeracuálerasuenemigocomún,porquéesascuatropersonashabíansidoasesinadas.¿Seconocían? ¿En qué punto sus vidas habían confluido con la persona que las
mató?Asimplevista,nada los relacionaba.Pero la forensesabíaque laverdadno
solía ser obvia y que hacía falta buscar en los pequeños detalles. Lo habíaordenadotodoconlacompulsivayexasperantepulcritudmilimétricaconlaquegobernabasuvida,delamismamaneraenlaqueseveíaobligadaarecolocarlaalfombrilla del baño si no estaba completamente alineada con las losetas o aponer la mesa—para ella sola, la mayoría de las veces— con los cubiertosperfectamente en paralelo con el plato y en perpendicular con el borde.Nadapodía desviarse. Nada podía estar fuera de lugar. Y así funcionaba su cabezadesde que era niña, ocupada por pequeños compartimentos encajados que ellaiballenandodemaneraordenada;losconocimientosqueservíanparasutrabajo,los que servían para la vida, las lecturas que la habían entretenido, la genteinteresante,laqueno,laspersonasalasqueodiar,laspenasquequeríaolvidar.Esa mañana, como no tenía mesas suficientes en las que poner las
pertenenciasdelasvíctimas,habíadelimitadorectángulosenelsuelomarcadosconcintadecarrocero.Unoporcadacadáver.Yunomásparaaquellosobjetosquenosabíaaúnaquiénpertenecían.Laropaalaizquierda,comenzandoporlasprendasmásgruesasyterminandoporlaropainterior,queocupabaelcentrodelrectángulo.Después,losaccesorios;entotalseencontraronenelfosodosparesdegafas,unodependientes,dosalianzas,trescarteras,unbolso,unacadenadeoroconunapiezadeporcelanaquesehabíahechoañicosyunanotaescritaamanoconladireccióndeunacalledeMadrid.Enelextremoderechodecadarectángulocolocóelrestodelaspertenencias,
queseresumíanenunaradiografía,unanálisisdesangre,unacajaconpastillaspara la tensión, un paquetito de caramelos de menta, una bolsa grande desupermercado,unacadenadeoroconunamedalladeunavirgen,unesprayparaelmalaliento,unacajaderegaloconunconjuntodelenceríafemeninadeseda,dos bolígrafos y una barra de labios. Era asombroso cómo aquellos objetoshabían sobrevivido prácticamente enteros a la caídamientras que los cuerposhumanosquelosacompañabanhabíanquedadocompletamentedestrozados.Empezóporlaropa,peroeradelomásvulgar,esetipodeconfecciónquese
podíaverenlascallesdemediomundo.Diseñosdegrandesmarcasglobalesquefabricaban decenas de miles de unidades del mismo modelo a un preciorelativamenteasequiblecomopara ir saciandonuestraseddenovedadesyconlas variaciones suficientes como para hacernos sentir únicos. Le extrañó esauniformidaddeeleccionesestilísticas,sobretodoporquelamediadeedaddelasvíctimasestabaporencimade loscuarentaaños.Aunquepensóque,comolas
viejasbandasderock,losZarasdelmundotambiénteníanqueirevolucionandoparaseguirvistiendoalosclientesquesehabíanhechomayoresconlamarcaya losquenoqueríanperderapesardesuedad,cuandoempezabananecesitaralgomásalládevaquerosrotosycamisetasconmensajesquecaducabanalpardemesesdeestrenados.Solamente se salían del guion estilístico unos pantalones, una camisa y un
jersey que parecían tener comomínimo una decena de años, cuidados con elmimodequiensabequenovaapodercomprarsemuchosmás.Pertenecíanalaúnicamujerdelgrupo.Perohabíaalgomásquellamabalaatención:unaextrañasudadera,blanca,vieja,conellogotipoylafotografíadeunamarcadehorchatamuy popular en los años ochenta que había cerrado hacía ya veinte años.Nodebían de quedar muchas así en los armarios del país. La llevaba puesta elcadáver sin identificar. Quizá tendrían que usarla para ver si alguien lareconocía.En el último rectángulo, en el de las piezas que no tenían aún un dueño
asignado, colocó dos libros, unas gafas de leer, una cucharilla de café, y unchicle masticado y envuelto en un trozo roto de papel en lo que parecía laesquinadeunodeesosfolletosdepropagandaquerepartenporlacalle.Tambiénsehabíanencontradorestosdeuvasyfragmentosdeunabotelladecava.Losteléfonosmóviles,cincoentotal,noestabanallí,seloshabíallevadoya
el departamento tecnológico para intentar reconstruir lamemoria y extraer losdatos.Entre los objetos de la única mujer le llamaron la atención tres cosas. El
primeroeraunabufandadelanatejidaamano.Chirrióensucabezaobsesivalafalta de simetría de la pieza, que le molestaba a la vista como una pestañaatrapada en el globo ocular. A su lado, colocó—quizá para compensar— uncarísimobolsodeChanelquenoencajabaparanadaniconlacalidad,niconelestilo, ni con el gusto del resto de la ropa y los complementos de la anciana.Inclusolacarteraqueencontrarondentroeraunmodelobaratodeplásticoconunestampadodefloresyunacremalleraquenosedeslizabademasiadobien.Secentróenelbolso,sinpoderevitaracariciarlobajosuguantedelátex.Sintiólacalidezysuavidadde lapiel,mullidacomounedredóndeplumas.Repasó lascosturas, los acabados, la manera en la que estaba colocada la etiqueta. Erabueno, no una imitación. Tenía en las manos un Chanel original, un modeloclásicoqueseseguíavendiendoaño trasaño.Quizá laancianahabíaahorradodurantemuchotiempoparadarseesecapricho,peronodabaelperfil.Noquisoquedarseconladuda.LlamóaAna.
—Buenosdías.Imaginoquelevantadahacerato.—Pues…—Ana se sorprendió de nuevo por la familiaridad con la que la
tratabalanuevaforense,perotambiéndequetuvierasuteléfonomóvilpersonal.Tendríaquepreguntarlecómo lohabíaconseguido—.Pues…sí.Levantadayahacerato.Ereslasegundapersonaquemelopreguntahoy.Conloquetenemosentremanos,comoparadormirmucho.Porcierto,vaapasarseelagenteBarrigapara recoger los objetos personales de las víctimas del ascensor. ¿Los tienespreparados?—Deesotequeríahablar.¿Puedesvenirunmomento?—Puesesqueestoyenmediodelainspeccióndeunadelaspruebasdeotro
casoquetambiénnostraedecabeza,asíqueahoramismonopuedoiraverte—Ana seguía esperando a que Charo volviera del almacén con el mayordomovirtualdeladuquesa—,peropodríapasarmeenunrato.¿Esurgente?—Nodemasiado.Intentavenirestamañanasitienesunhueco.¡Ah!¿Podrías
traer el informe económico de las víctimas? Hay un par de objetos entre suspertenenciasquenomeencajanconelrestodeloquellevabaencimalamujer.Quierosabersiselospudocomprarellaofueunregalodealguien.Noerasoloelbolso.Dentrohabíaencontradounobjetomuchomásmodesto,
peroigualmentecaprichoso:lamíticabarradelabiosrojadeChanel.ElRougeAllurePiratequecoloreabaloslabiosdealgunasdelasmujeresmásfamosasopoderosasdelmundo.
***—Nomedigasquenotienesningunanovedadparamí.Bip,bip.ElmóvildeAnaacababadesonarsobre lamesadelescritorio.La
pantalla se iluminó unos segundos con el mensaje. Era PéBé reclamandonoticias.—Como el ritmo de asesinatos siga así, voy amorir de éxito enmi nuevo
puesto—lecontestóimpulsivamente.Searrepintióenseguidadelaironíaylafrivolidaddelafrase,peroyalehabía
dado al botón de enviar.Mierda. Joder. Bocachancla.Aprende a controlar tusimpulsos.«PéBéestáescribiendo»,leanunciabalapartesuperiordelapantalladel móvil. Sesenta segundos después seguía igual. «PéBé está escribiendo».Mensaje largo. «Mal asunto —pensó Ana—, este no está poniendo losemoticonosdelloroderisa.Eljuezmevaaecharunabroncamonumental».Larespuestatardóuneternominutoenllegar.
—Seríascapazdemoriryponertea investigar túmisma tupropioasesinato(emoticono de calavera). Pero no seas tacaña y comparte la información(emoticono de periódicos amontonados). Quiero novedades de nuestro caso.¿Vale?(emoticonodededogordoalzado).Llámamecuandopuedas(emoticonodeteléfono),mejorhoyquemañana(emoticonodepeligro),ymeponesaldía(emoticonodebeso).NOTEOLVIDES(mayúsculasavozengrito,emoticonodepeligro).Bueno, ni tan mal. Que PéBé se sintiera irresistiblemente atraído por
sanguinariasescenasdelcrimenlohacíamástolerantehaciaotrascosas.PeroelmensajedeAnaevidenciabaunagranverdad: en lasdos semanasque llevabacomo inspectora jefa de homicidios de Madrid se habían cometido cincoasesinatos.Sicontinuabanaesteritmo,laciudadibaaparecerprontoelNuevaYorkdelosochenta.Quizásíqueeraciertoqueellateníaunimánparalasdesgracias.
***
Probaronconsunombre.Coneldesusperros.Coneldesuúltimomarido.Conlosdelosanterioresmaridos.Probaronconsusmarcasdelujopreferidas.Conelchampán francés que aseguraba beber todas las noches como remedio para elenvejecimientoyelmaldeojo.Tambiénlointentaronconsushijastros—nosepodía descartar nada—y con losmuñecos a los que había tratado comounoshijos.Usaronporsiacasolosnombresdetodasycadaunadelasmansionesquehabíaposeídoenvida.Eldelaviónprivadodelquesolíadisfrutarenlosbuenostiempos.Eldelsacerdoteanteelqueseconfesaba—viejosviciosdelainfancia—. El de su tarotista de cabecera y el del gurú que le limpiaba los chacras.Hicieronunalistademásdecienpalabrasynombrespropiosquepensaronquepodríanser.Cuandoningunodeellosfuncionó,losmezclaronconnúmeros.Losaños de sus bodas. Los de sus nacimientos —el real y el que ella decía enpúblicoconunadécadadediferencia—.Lacantidaddemillonesquesellevóencada divorcio. El número de amantes que se le atribuían —en una ampliahorquilla de cinco por arriba y cinco por abajo—.Combinaron y permutaron.Repasarondecenasdereportajesenlaprensadelcorazón,buscandomásclaves.Perotodofalló.Nohabíamaneradeencontrarlacontraseñaconlaqueaccederalmayordomovirtualdeladuquesa.—¿Seteocurrealgomás?—Anasefrotabalassienes,conlosojoscerrados,
apoyados los codos en la mesa, en actitud de abatimiento total—. Me va a
estallarlacabeza.Sehabíanmetidoeneldespachodelainspectorajefa,cerrandolapuertapara
que nadie las interrumpiera. La jerarquía es la jerarquía. Si Ruipérez queríaentrar,noibaaadvertirlasllamandoconlosnudillos,perocualquierotropolicíasíqueloharía—exceptuandoelagenteBarriga,queibaporlibre—y,además,tendríaquetenerunmotivodepesoparainterrumpiralajefaensudespacho.Laantigüedaderaalgosagrado.Casisiempre.HabíanconectadoelaparatoconuncableUSBalordenadorportátildeAna.
Su PC demesa, el de la oficina, estaba capado y no habíamanera de bajarseninguna aplicación ni ningún programa informático sin rellenar veinte milformulariosypedirveintemilpermisos.Además,estabamonitorizadoyellanoquería dejar rastro. Al menos, no demomento. Si encontraban algo, ya veríacómolosolucionabaparapoderloincluirenlainvestigaciónoficial.—Joan—lohabíallamadoporteléfonounratoantesaprovechandoqueCharo
habíasalidoenbuscadelaprueba—,sitemandolafotografíadeunacosaquese llama mayordomo, pero que parece un altavoz, ¿podrías ayudarme aconectarloamiMacyversipuedohurgarunpocoenél?—Buenos días, yo también te quiero—le respondió, aún sonmnoliento—.
Tengolaligerasensacióndequehaspasadoporcasaestamadrugada,peronosésihesoñadoqueteabrazabaoteheabrazadodeverdad.Aunquequizáeraotramujerconuncuerpofibrosolaquesehametidojuntoamíenlacamaymehapuestocachondoensueños.Anasonrió.Élsiempreteníalafraseperfecta.—Bueno, a no ser que esa otra mujer te corte en pedacitos y te vaya
repartiendoporloscontenedoresdelbarrio,eseasuntonoesdeminegociado—lecontestóella,conunasonrisa—.Pero,claro,pensándolobien,entrocitosyanomeserviríasparamispropósitos.—Queson…—Queson…Sí,claro,teescucho,cuéntamecómohacerlo—lecortó.Charo
habíavueltoaentrareneldespacho,sinllamaralapuerta.Joancaptóenseguidalasituación—.Sí,lamarcaeslaquevesenlafotografíaqueteacabodemandaral móvil—siguió disimulando, mientras le mandaba, ahora sí, la imagen delmayordomovirtual—.¿Modelo?¿Sistemaoperativo?Yyoquésé.¡Cómovoyasaber eso!Espera,déjamequemireunacosa.—Buscóenel informedel casohastaquedioconlafacturaquerecordabahabervisto—.Lafechadecompraesdel6dediciembredeesteaño.Estabaprácticamentenuevo.Charo—sedirigióasusubordinada,quesehabíaquedadodepiefrentealamesa,comosi temiera
molestar en esa conversación—, sácame, por favor, del segundo cajón de esemueble—leseñalóunaviejalibreríademaderacolocadaenlaparedderecha—todosloscablesqueencuentres.Aversialgunosirve.Sí,teescucho—volvióahablarle al auricular del teléfono—. O sea, que si lo compró en esa fechadirectamente al fabricante, tú crees que será el último modelo y que tendráinstaladodeserieelsistemaoperativomásactualizado.Tomó nota del programa que tenía que bajarse y que permitiría, desde el
ordenador,accederalamemoriadelaparato.—Una última cosa, señorita —le dijo Joan cuando ya estaba a punto de
colgarleelteléfono—,estanocheyahablaremosdelodecortarmeenpedacitos.Y, de todas maneras, no quiero ser aguafiestas con lo que sea que estésintentandoconesecacharro,pero,sinoestuyo,necesitarásunacontraseñaparaaccederalsoftwaredelmayordomo.Notevaaserfácilentrarenél.Sisabesdequiénes—Anayasesaltabaelreglamentocontándolecosasasupareja,peronopodía contarle todo, no por teléfono—, intenta buscar palabras que hubierausado esa persona. En el noventa por ciento de los casos las contraseñas sonnombresdefamiliares,lugaresfavoritosoalgodeloqueseanfans.Y en esas estaban, las dos, desesperadas, una hora después, probando con
todas las fórmulasque creíanquepodríahaber usado la duquesapara crear lacontraseñadeacceso.—Pero¿quécreesquehaydentrodeestetrasto?—Charoaúnnoentendíapor
quésujefaseempeñabaenaccederalamemoriadeesealtavoz.—Nada,quizánada.—Seguíaconlacabezagacha,ladeándolaligeramentede
izquierda a derecha en un gesto de negación—. Quizá estemos perdiendo eltiempo.Quizátodoestoseaunasoberanapérdidadetiempo.—Venga, sí, y ahora vas y te hundes.—Charo la cogió de la barbilla y la
obligóalevantarlacabeza—.Míramealosojos.Todoestonoesunasoberanapérdida de tiempo.Mónica Spinoza ya está muerta, no es una carrera contrareloj, Ana. No lo es. Su asesino está ahí fuera y nosotros lo atraparemos.Démoslecuerda.Dejémoslequeseconfíe.Vaaacabarentrerejas.Quémásdasieshoyomañana.Siespasadoolasemanaqueviene.LaSpinozayaestábajotierra. Y cada segundo que pasa es un segundo menos de libertad para suasesino.Quémásdasitardasdosotresdíasmás.Perono.Nodabaigualcuándoloatraparan.Claroquenodabaigual.Eltiempocorríaensucontra.Aunqueentoncesaúnnolosabían.
32—¿Sabesquéfueloúnicoquemeenseñaronsobreelsufrimiento?AnayPaloma estabande pie ante los pulcros rectángulos llenos de objetos
personalesdelasvíctimas.Loscontemplabanyendodelospequeñosdetallesalconjuntoparavolverdespuéslavistahaciaotrodetallequeleshubierallamadola atención. Permanecían frente a ellos, calladas comopeatones contemplandounaltarespontáneoenellugardeunatragedia.—Nomerefieroalavida,quelavidadamuchashostias.Esayatehacesufrir
sinqueloquieras.Merefieroamisprofesores.Cuandoestudiasmedicina,notecuentannadadeeso.Nohaysufrimientoenelalmanipenaenloscuerpos.Solosangreymúsculosyfluidosytejidosyhuesosymilesdenombresimposiblesderecordar pero que terminamos recordando. La cabeza se llena de definicionesque memorizar, reacciones que aprender, síntomas que unir y desunir paradiagnosticarunaenfermedad,cuerposquesabercortaryrecoser.Asíquedurantelacarrerasoloaprendíunacosadelsufrimientode losenfermos:elpHdeunalágrima es de 7,47 durante el día y 7,30 mientras dormimos. Es curioso, denocheconlosojoscerradosnuestraslágrimasseparecenmásalaguadulce.Ydedía son más como el agua del mar. ¿Lloraron estas cuatro personas mientrascaíanalvacío?—Quépreguntatanfilosófica.—Bueno,quizá tambiénnos ayude a resolver el crimen.Nunca se sabe.En
parteporesomehice forense,paranover llorara losenfermos.Nosemedanadabienesodeconsolar.Unataquedellantoesdemasiadoimpredecibleparamí.Alosmuertosselespuedeescaparalgunalágrima,perollorarnolloran,no,almenos,enelsentidoestrictodeloqueeselllanto.Aunquemimisiónessabersilohanhechoantesdellegaramimesa,mientraslosestabanmatando.—Bueno—lacortóAna—,esaseríamásbienmimisión,¿no?Saberloque
pasóenlaescenadelcrimen.—Sí, claro—corrigió, fijando lavista enalgúnpuntodel suelomásalláde
todalamontoneradepruebas,quizáparaqueAnanolevieraenlosojosloque
sentíacuandoalguien le llevaba lacontraria—.Perocómopasóesecuerpodeestarvivoaseruncadáveresloquetengoqueaveriguaryo.Yentretodoloqueloscadáverespuedencontarnos,estásillorarononojustoantesdemorir.—Y ellos ¿lloraron? —Ana se dio por vencida y terminó formulando la
preguntaquequeríalaforense.—Solo uno—contestó, complacida—. El más joven, el que se agarró a la
barradelascensorintentandosalvarse,peroqueterminócayendo.Llorómucho.Nosésidedolordurantesulargaagonía,odetristezaporquesabíaqueseibaamorir. O de las dos cosas a la vez. Los restos de proteínas en la piel de susmejillasnosdicenquellorómuchotiempo.—¿Losrestosdeproteínas?—Ananuncahabíaescuchadonadaigual.—Lagentecreequelaslágrimassonaguaysal,porqueparecenaguaysaben
asal.Ysí,perotambiénestáncompuestasdeglucosaytresproteínasdistintas:laalbúmina,laglobulinaylalisozima,que,dichoseadepaso,tieneimportantespropiedadesantibacterianas,conloqueesciertoquelaslágrimasnosolocuranel alma, sino que también pueden curar el cuerpo.En fin, queme enrollo. Tedecía que el hombre llorómucho porque encontré poca cantidad de estas tresproteínasenlapieldesucara.Cuandoempiezasallorar,laslágrimassonmuydensas,peroalcabodelratoseaguan.Escomosinopudierasfabricarlágrimasalmismoritmodetutristeza.Anaseagachóparacogerlacarteradelhombre,unpequeñomodelodepiel
en el que apenas cabían elDNI,una tarjetade crédito, la tarjeta sanitariay elcarnédeunabibliotecadeunbarrioperiféricodeMadrid.¿Podíareconstruirlavidadelavíctimaapartirdeesoselementos?—¿Ytepuededecirlacienciaforensesigritó?—lepreguntó,algodistraída,
mientrasseguíadándolevueltasalcontenidode lacartera—.Dicesqueestuvovivovariashoras.¿Porquénogritóparaquealguienlosacaradeallí?Tuvieronqueoírlodesdelaplantabaja.—Cogiósuteléfonomóvilybuscóunnúmeroenlaagenda—.José,sí,buenosdías.Sí,estoyyaporaquíhacerato.¿Ytú?Yentonceslepidióloquequeríaquehiciera.Teníaquevolveralhospital.—Que te acompañe la subinspectoraAxe, por favor—le dijo. Y tenía que
meterseenelfosodelascensor—.Sí,yaestálimpio,notepreocupes,yahemosrecogidotodaslaspruebas,perosinofueraasí,tetendríasqueaguantar,Barriga,queerespolicíayteacabandetrasladarahomicidios—estuvoapuntodesoltarunjoder,perosecontuvo—yenhomicidiosesloquetoca,cadáveres,¿sabes?,cadáveresy loqueacostumbrana traer consigo,bichosy sangreyesascosas,¿entendido?Así que te bajas ahí.No sé, busca una escalera o lo que te dé la
gana,nomepongaspegas,búscatelavida.Yunavezdentrodelfoso—siguióexplicándoleAna—chilla, chilla todo lo fuerte quepuedas.Y luegobajito.Yluego otra vez fuerte. Que la subinspectora compruebe si se te oye desde elpasillodelosascensores,quesevayamoviendoporahíyporrecepción.»Perono lohagáis con laspuertas abiertas, nome seáis catetos.Tenéisque
reproducirlascondicionesenlasqueestuvieronloscadáveres.Quesí,queyaséque los cadáveres no chillan, Barriga —Ana miró a la forense con cara dedesesperación, mientras el agente seguía protestando al otro lado de la líneatelefónica—, que no me hace falta que me recuerdes que los muertos estánmuertos.Túhazloquetepidoyyaveréluegositecuentoelporqué.¡Ah!,yotracosa,nomeseáisbrutos.Quenoquieromásmuertos.Llamadalostécnicosde la compañía del ascensor y que os ayuden con todo el operativo. El fosodeberíaseguirprecintado.Lacabinalatrajeronayer,asíque,enteoría—terminólafrasemirandoaPalomaconunasonrisacómplice—,nohaynadaquetepuedacaerencima.—Nosésilohastranquilizadoolehasmetidoaúnmásmiedoenelcuerpo—
ledijoPalomaencuantocolgó.—Quesefogueeunpoco.Aquíhayquetenerlapielmuygruesa.Yesosolo
telodalaexperiencia,quetevahaciendocalloenelcorazón.Enfin—Anaseguardó el móvil en el bolsillo trasero del pantalón—, ¿para qué querías queviniera?Paloma le señaló los dos objetos queno encajaban en el puzle.El carísimo
bolsodeChanelylabarradelabiosdelamismamarca.—¿Quésabesdelamujerquelosllevaba?—lepreguntóaAna—.¿Cuálessu
niveleconómico?¿Cómopudoteneraccesoaesebolso?—Esthercobrabacuatrocientosochoeurosdepensión,lamiseriaqueestepaís
pagaalaspersonas,sobretodomujeres,quenocotizaronlossuficientesañosdesu vida como para acceder a la pensión mínima. La de su marido era deochocientos veinticinco euros al mes, como conductor jubilado del metro deMadrid. Y con eso tiraban. Afortunadamente, la casa la tenían pagada, unhumildepisodedoshabitacionesenlacalleIbiza.—Pero esa zona es carísima. Estuve mirando allí antes de trasladarme a
Madridynopodíapagarlospreciosdelosalquileres.—Noloeracuandoelloscompraronlacasa,hacemásdecincuentaaños.Lazonasehabíapuestodemodaconelcambiodesiglo.Lascallesdelbarrio
sehabíanllenadodeterrazasmodernasyfamiliasconcarritosdebebé,atraídaspor la proximidad al inmenso parque urbano del Retiro. La humildad de las
fachadasdelosedificioscontrastabaconlasreformasinterioresquelosnuevosinquilinos habían ido haciendo en los últimos quince años. Los precios de lasviviendassehabíanmultiplicado.—Podríanhabervendido—interrumpióPaloma—.Podríanhabersemudadoa
otrobarrio,yconeldineralquehubieransacadoporelpisosuvidahabríasidomásholgadaeconómicamente.—¿Y el arraigo?—le contestóAna—. Esematrimonio llevaba en esa casa
medio siglo. Es su vida. Prácticamente solo han conocido esas calles y esebarrio. Les da calma y seguridad porque es su entorno. Aunque muchoscomercios hayan cambiado, sigue siendo su territorio. Arrancarlos de allí yhaberleshechoempezarlavidaenotrobarriodeMadridhubierasidounsuicidioemocionalparaellos.Uncambiotanbrutalasí,engentetanmayor,nuncasalebien.Prefirieronvivirconpocoperohacerlodondesiempre.—¿Y cómo explicas este bolso? Cuesta cuatro mil quinientos euros.—No
habíaexplicaciónposible.Elmatrimonionoteníafamilia.Lospadresdeamboshabían muerto mucho tiempo atrás. Nunca tuvieron hijos. Y no constabanhermanos—.Ymira esta barra de labios, también deChanel, que había en elinterior.Elrojoclásicodelasestrellas.—Peroalgoasíselopodríapermitir.¿Cuántodebedecostar?—Unos treinta euros. Sí, es que es la que yo gasto. Incluso ella, con su
pensión,selahubierapodidocomprar.Yasabesqueenépocasdecrisiscreceelgastoenbarrasdelabios,porqueesellujomásbaratoquemuchagentesepuedepermitir.—¿Una jubilada conpensiónmísera comprandounade las barras de labios
máslujosasdelmundo?Meextrañaqueunapersonatanausteracomoesamujersedieranisiquieraesepequeñocapricho,fíjateenelrestodelaropa,enloquellevabaenelbolso, si incluso lacarteraesdeplásticobarato.Amímeparecealguien que no se ha permitido nada extraordinario en la vida, ni siquieratomarseuncaféenunaterrazaydisfrutardelmomento.Tendrían que interrogar al marido, que seguía en la UCI del hospital
recuperándosedelinfarto.—Detodasmaneras—Palomaseagachóyvolvióacogerlabarradelabios
queAnahabíadejadoenelsuelo—,¿novesalgoraroaquí?—Laabrióygirólabaseinferior,haciendoemergerlabarra.—Másrojainclusoquelasangre.—Lasangrenosiempreesdelmismorojo,Ana.Lasangrevenosaesdecolor
rojooscuroysevuelveescarlatamezcladaconoxígeno.Peroestabarradelabios
estáhechaparasersiempredelmismocolor.Deunmismorojoquesevuelveúnicoencontactoconellabiodecadamujer,peroqueaquí,ensuenvase,tienequesersiempreigual.Se dirigió hacia su bolso, que colgaba de una percha en el extremo más
alejado de la sala, bajo un abrigo verde con un forro interior de plumas, a lamodade ese invierno. Inclusodesde tan lejos,Ana fue capaz de distinguir ungranlogodoradocolgandodeunadelascremalleras.Elbolsotambiénlepareciódemarca.Despuésintentaríaaveriguarelprecio,peroseguroquecostabavariosmesesdesueldo.—¿Ves?Mira.—Hizogirarsubarradelabiosylapusojuntoalaquesostenía
Ana—.Notienenexactamenteelmismotono.Ven,vamosaponerlabajounodelosfocos.Paloma encendió una de las grandes luces que iluminaban las camillas de
autopsiasycolocódebajolasdosbarras.—No tienen el mismo color. Apostaría a que algo cambia también en la
textura.—MiróaAnaconcaradecorderillodegollado—.¿Nopuedo,no?Ananegóconlacabeza.No.Nopodíaextraerunamuestra.Nopodíaalterar
las pruebas. Primero tenían que pasar por el laboratorio. Se suponía que nisiquiera podían estar ahí, formando ese extraño bodegón que la forense habíamontadoen lasaladeautopsias.Ella teníaquededicarsesoloa loscadáveres.Peronoseatrevióadecirlenadayleprometióquehablaríaconelequipoparaque tomaran una muestra de esa barra de labios y la compararan con unaoriginal.Quizá era una falsificación.Quizá el bolso también lo fuera.AunquePalomaloteníaclaro.Eranauténticos.—Sédeesto,créeme—ledijoaAna—.Sédemarcasdelujo,mechiflan.Y
ademássalíconunpoliqueestabaenfalsificaciones.Mira.—Abrióelbolsoyseñalóunapequeñalengüetaocultaensuinterior,enlaquehabíanbordadounlargo número—.Es el número de serie, que tiene que coincidir con el de unapequeñatarjetaquesevendeconelbolsoyquemuchosfalsificadoresnocopianporquenoseve.De todasmaneras,encualquier tiendadeChanelnosdiránsiestenúmerodeserieperteneceaestemodelo.Fíjateademásencómoelcierregiratoriodelbolso—lomanipulóvariasvecesparaqueseabrieraysecerrara—sedesliza sinproblemas.Nohayningúnerror en las costuras.Lacadenaparacolgárselodelhombro tambiénesperfecta.Y,además—hizounamuecaentretímidaypillacon lacara—,Chanelesmiespecialidad.Condieciséisañosmepasélostresmesesdeveranotrabajandodecangurodeniñosinsoportablesalosquehubieradadodoshostiasbiendadastodoslosdías,soloparapoderahorrary
pagarmemiprimerbolsodeChanel,un2.55comoeldelavíctima.—LoalargóhaciaAna—.Tócalo.Lovasanotarinclusoconlosguantespuestos.Eraverdad.InclusoatravésdellátexAnapudopercibirlasuavidaddelapiel,
laperfectalíneadelascosturas,elvolumenyelcuerpodelguateado.Nuncasehabía sentido atraída por los complementos, llevaba años con elmismo bolsograndeenelquecabíatodoloquepodíanecesitar,inclusoelordenadorportátil,pero no pudo evitar sentirse fascinada ante aquella pequeña joya. Casi pudoentenderquealgunasmujeressevolvieranlocasporbolsosasí.—¿Tútienesunoigual?—lepreguntóaPaloma.—Desdelosdieciséisaños.Mecostómásdetrescientasmilpesetasdelasde
entonces.—¿Tanrentabletesalíahacerdecanguro?—Bueno, mis padres me ayudaron un poco. Es que los bolsos son mi
debilidad.Y,porlovisto,seguíaconesamaníadeloscomplementoscaros,pensóAna.
¿Cómo podía permitírselo con el suelo de una forense?Ya había preguntado,peronadieparecíaconocerlavidadeesamujerreciénllegadaaMadrid.—Porcierto—cambiódetema—,¿tehecontadoqueyolosconocíantesdel
asesinato?AEstherFragayasumarido.—Sesentóenunade las sillasde lasala,invitandoconlamanoalaforenseaquehicieralomismo.Lerelatóentoncesloqueocurrióesamañanadel30dediciembre,cuandoal
hombrelediounataquealcorazónenplenacalle.—¿Nocreesque es demasiada casualidad?Salvas la vida a unhombrey la
nochesiguientesumujeresvíctimadeunasesinatomúltiple.—¿Creesquenolehedadovueltas?MepasémediamañanaenelMuseodel
Prado hablando con la jefa del laboratorio, por una pista de otro crimen queestamosinvestigando.Fueunaentrevistaquecerré lanocheanterior,delaquenadieenmiequipoteníaconocimientoyqueniyosabíacuántoibaadurar.Dehecho,había calculadoestar enelmuseo, comomucho,mediahoraypasarontres.Queyomecruzaraconesematrimonioeneselugarcuandojustoalhombrelediounataquealcorazónnoesmásqueunamalditacasualidad.—Bueno, quizá le inyectaron algo. O le suministraron algo. ¿Has pedido
tóxicosdelasangredelmarido,elqueestáenlaUCI?—Anaasintió.Loshabíapedido, pero en el hospital estaban poniendo muchas trabas. Quizá se vieraobligadaapedirunaordenjudicial,aunquetantosdíasdespués,cualquierrastrodedrogashabríadesaparecido.—A propósito —Ana se levantó de la silla, como si hubiera visto una
alucinación, dirigiéndose a zancadas hacia el rectángulo donde estaban losobjetosqueaúnnoteníandueñoasignado—,¿tehasfijadoenesto?Señalabalosdoslibrosquesehabíanencontradojuntoaloscuerposyque,de
momento,estabanamontonadosenel rectángulode losobjetossindueño.Lospusounoalladodelotro.Esosíquenopodíasercasualidad.
***
Estuvoallí cuandomurieron.Estuvoallí cuandoel suelo sedesprendió.Quizáoyósusgritos.Quizáinclusofuetansádicoquepegóeloídoparaoírcómocaíanalvacío.Oabrióunadelaspuertasparaverloconsuspropiosojos.Duranteelanálisisdelacabinasehabíanencontradorestosdeexplosivoplásticoalrededordelabasedelmontacargas,detrásdelrodapié,justoenelbordeentrelasparedesyelsuelo.Allítambiénhabíaestadoelpequeñodetonadorqueactivólabomba.Uncabledisimuladoenlaesquinaizquierda,juntoalapuerta,uníaeldetonadorconlapartetraseradelpaneldemandosdelacabina.Aún no sabían si las víctimas lo fueron por azar o si, de alguna perversa
manera,lashabíaescogido.Peroloquequedabaclaroeraqueelasesinoestabaallíyqueeligióelmomentoexactoenelquequisoqueelsuelocedierabajolospiesdeesaspersonas,porqueactivómanualmenteelexplosivo.—Imagínatequeestabaen laplantabaja—lecontópor teléfonoaPéBé—.
Imagínatequeestabaallíyqueviocómotodosellosentrabanenelascensor.Eljuezinstructorhablabaenvozbaja.LallamadadeAnahabíainterrumpido
el interrogatorioque le estaba tomandoaun secretariodeEstado imputadoenunatramadecorrupciónpolítica,uncaso—comotodoslosquenoteníansangreyvísceras—demasiadoaburridoparaélydelque—parasudesgracia—cadavez tenía más sobre la mesa de su juzgado. «Es urgente, tengo que cogerlo,disculpen»,lesdijoalacusado,asustresabogados—pagadosbajocuerdaporelpartido político— y a los dos representantes de la fiscalía, a quienes dejóplantadosensudespacho.—Nome cuelgues,Ana, que busco un sitio discreto para hablar—le pidió
nadamásdescolgarlallamada.Yasíestabaahoraeljuez,dentrodeunapequeñasalasinventanasdestinadaa
almacéndematerialdeoficina,dondesesuponíaqueteníaquehabertodoloquedepapeleríapudieranecesitarlainmensamaquinariajudicialquegirabaeneseedificio, pero en la que para encontrar un simple paquete de folios tenías que
hacer varios conjuros de magia. Ni siquiera había encendido la luz. Con lapequeñafranjaqueentrabapordebajodelapuertateníasuficiente.—Piensa en el nivel de sadismo que eso implica —hablaba en voz baja,
apoyado en la puerta del almacén—. El asesino losmira y se sabe poderoso,dueñodesudestino.Conocealgoqueellosno:quelesquedanpocossegundosdevidayquelosestándesperdiciandodeesamaneraabsurda.Casipuedoverloregodearse—dijoPéBéyAnaseimaginóalmagistradorelamiéndose.—O quizá solo quería comprobar que estuviera la persona que a él le
interesaba —añadió Ana—. Señoría, sabemos a dónde iban las tres víctimasidentificadas.MiguelÁngelMalabarteníaaunhermanoingresadoenlaplantasexta.TomásMendozaibaadarunasorpresaasumujer,enfermeradeguardiaen la planta de neonatos, la cuarta. Esther Fraga, iba a la UCI a pasar laNocheviejaconsumarido,ingresadoporuninfarto.YlaUCIestáenlaplantasegunda. Todos pulsaron su planta de destino, hemos encontrado sus huellas.Peroelascensorpasódelargo.—Por cierto, Ana —la interrumpió el juez—. Seguimos sin identificar al
cuartofallecido,¿verdad?—Aúnnosabemosquiénes.Vamosamandaralosmedioslareconstrucción
digitaldesucaraylaimagendeljerseyquellevabapuesto,porsialguiennosdaalgunapista.—Es el que llevabamuerto una semana, ¿verdad? Déjamemirar una cosa.
Espera, porque he salido de mi despacho y no tengo acceso ahora mismo alordenador.Voyamirarloenelmóvil.Nomecuelgues.Espera,Ana.Anaoyóruidosalotroladodelalínea.ImaginóqueeraPéBépresionandola
pantalladelteléfonobuscandoalgúntipodeinformaciónparaprobarsuteoría.¿Quése lehabríaocurrido?Aprovechóparateclearensuordenador los títulosde los dos libros que habían encontrado junto a las víctimas. Nada parecíarelacionarlos.Unoeraunanovelaromántica.Elotro,unahistoriadeasesinatos.Laseditorialestambiénerandistintas.Ylospaísesenlosquehabíanacidocadaautor.Noteníanetiquetasquepudieranindicardóndesehabíancomprado.Peroahíestaba.Teníaqueserunapista.Unmensaje.Aunque¿cuál?—Ana.¿Ves?—El juezvolvióahablaralotro ladode la línea—.Teníayo
razón.Elcadáverdelmuertosinidentificarfueelquecatalogamoscomoúltimoen caer. Por la posición en la que lo encontramos, se precipitó tras el resto.Bueno, lo lanzaron tras el resto.El asesino tuvoque abrir la puerta de algunaplantaparatirarlo.—¿Estáscompletamenteseguro?
—Completamente,Ana.Bajé yomismo al foso, lo veo como si los tuvieradelantedemisojos.—AnapudosentircómoPéBése relamía—.Eselcuerpoqueestabaencimadelresto,inclusodelhombrequesobrevivióalacaída.Quiénsabe,quizásinesecuerpohubieralogradosalirdeahí.
33Laluzviajamásrápidoqueelsonido.Poresoalgunaspersonaspuedenparecerbrillanteshastaelmomentoenelqueabrenlaboca.Ruipérezeradeesos.Sisequedabacalladito,endeterminadosambientespodíadarelpego.Peroerahablaryretratarsecomoelmisóginoignorantequeera.—¿Igualesqueelcasotevienegrande?Catorce segundos. Catorce eternos segundos desde que se otearon de un
extremoalotrodellargopasilloquellevabaalbardejefatura,sinotrasoluciónmásquecruzarse.Instintivamente,elcuerpodeAnasedeslizóhacialaderecha,hasta casi rozar la pared con el brazo, intentando dejar el máximo espacioposibleconelcentrodelpasillo.Bajólamiradaysiguióconlosojoslaesquinaen la que se encontraban la pared y el suelo como si estuviera haciendo undescubrimiento excepcional en la mugre que se acumulaba allí desde hacíadécadas.Doce.Trece.Catorce.YRuipérezhabló.—Mehandichoqueunadelasfamiliasnohareconocidoaloscadáveresdel
ascensor. ¿A qué esperabas para contármelo? ¿Igual es que este caso te vienegrande?Anaestuvoapuntodecontestarlesinlevantar lamirada,ydehecho,estuvo
inclusoapuntodeseguircaminandoporelpasilloyhacervercomoquenolehabíaescuchado,perosequedóquieta.Yempezóahablarconcalma.—Estabayoconellas.Conlasfamilias.Girósucuerpo lentamentehaciaelcomisario.Él laesperabacon losbrazos
cruzadossobreelpecho,enmediodelpasillo,comoungalloquebuscapelea.—Mehan dicho, además, que es la familia del cadávermenos desfigurado.
¿Cómohaspodidofallarenlasidentificaciones?¿Sabesloqueesorepresenta?—Sí, lehaninformadobien.—Anaintentabamantener laverticalidaddesu
cuerpo.Anclólaspiernasalsuelo,comosituvieraunpesoenelabdomenquetiraradeellahaciaabajo—.LamadredeMiguelÁngelMalabarnoreconocióel
cadáverdesuhijo.—¿Vamosateneralgúnproblema?—¿Mevasadaralgúnproblema?,estaba
diciendo en realidad Ruipérez—. Quizá el ministro pida que ruede algunacabeza.—Bueno,comisario,noeslaprimeravezqueleescuchopronunciaresafrase.
Dirigida amí. Lo de las cabezas rodantes, digo. Pero no, no se preocupe.Demomentonovanahacerfaltaguillotinas.Era hora del contraataque. Con este tipo de depredadores, si te dejabas
amilanar, pasaban sobre ti unayotra vezhasta que te encontrabas recogiendoporelsuelotuscachitosdedignidadmachacada.Habíaqueponerleslímites.Ycuantoantes.—Intuyo que quizá no esté ustedmuy acostumbrado a los homicidios, allí,
desdesudespacho,tienemuchotrabajoorganizándonosatodos.—Anatuvoquecontenerseparanosonarcomounaprofesoradándoleunalecciónalalumnomásburro de la clase—.Suele pasar.No se preocupe.—El tono era casi paternal.Ana hablaba de carrerilla, sin hacer pausas, para no dejar que su jefe lainterrumpiera—.Lasfamiliasseequivocanmásdeloquelagentesepiensa.Ynosoloespor losestragosde lamuerteensuserquerido,sinotambiénporelestadoemocionalenelque lleganalAnatómicoForense. Imagínese.Están tantraumatizados, tan en shock, que su cerebro busca la manera de protegerlosnegando la verdad. Y parte de esa negación inconsciente implica que seanincapaces de reconocer a su ser querido.No estánmintiendo, es su cerebro elque lesmientecomodefensaemocional sinqueellos seanconscientes.Podríapasarle inclusoausted.Quiénsabe.¿Le reconoceríansus familiares sobreunacamilladeautopsias?Ruipéreznosupocómoreaccionaraesademostracióndedignidadqueaélle
pareció una chulería imperdonable. Buscó en su cabeza el rincón dondeguardaba lasamenazas,queerabastantegrande,y sacódeallíunade lasmásasquerosasdetodas:elabusodepoder.—¿Cómoteatrevesahablarmeasí?Soytusuperior.—Hablarleasí,¿cómo?—Mira, chica —¿chica? bueno, bien, Ruipérez se había quedado sin
argumentos—,nosésieresconscientedequetuvidaestáenmismanos.—Con todo el respeto, señor, lo que estaría en mis manos en un caso
hipotético, que Dios no quiera que pase, de verdad que no quiera, sería sumuerte.Metocaríainvestigarlaamí.¿Sedacuentadelaparadoja?Sisucuerpoapareciera enMadrid, yo sería la inspectora jefa almando de la investigación
para atrapar a su asesino.—Ruipérez fue incapaz de encontrar respuesta paraeso.Anajuraríaqueinclusoselehabíadesencajadoligeramentelamandíbula—.Detodasmaneras,volviendoaltemaqueleinteresa,elADNhaconfirmadolaidentidad de todos los muertos del ascensor. Y le aseguro que en cada ataúdhemospuestolaspartescorrespondientesdecadauno.Nosehamezcladonada.Seabrióunoscurosilencioentrelosdos.Unospasossonaronalaespaldade
Ana.Elcomisariolevantólacabezaysonrió.—¡Hombre,Manolo!—Levantó la voz hacia la persona que se aproximaba
desdelosascensoresalfondodelpasillo—.Venga,vamosatomaruncafé,quehaceundíadeperros.NisiquieramiróaAnaantesdedarse lavueltayseguircaminandohaciael
bar.EltalManololoacompañócomounamascotafiel,ignorandoporsiacasoaAna,queseguíadepieenmitaddelpasillo.
***—¿Quéprobabilidadhaydeencontrardoslibrosasíenunaescenadelcrimen?Dehecho,quéprobabilidadhaydeencontrardoslibrosasíenlamismacasa,porejemplo,yestoyhablandodeunacasagrandeenlaqueseleamucho.Lanzósobrelamesalasfotografíasdelascubiertasdelosdosejemplares.En
una,unhombredemúsculoscinceladosmirabaamorosamenteaunajovenrubia.Laportadadelotroeraoscura;unamujersollozabaencogidaenelsuelo,conlaspiernasdobladasy la cabezametida entre losbrazos, abrazándose las rodillas.Una novela romántica y un thriller. Un relato sexual con el reclamo de «Unhombre tan atractivo debería estar prohibido» y una historia negra sobremonstruos; «Cuando vives junto a un monstruo y no lo sabes, el día quedescubres laverdadnopuedeshuir», era laexplicaciónde lanovelanegra.Elmensaje,Anaestabasegura,seencontrabaenlostítulos.Elamorunasolavezno es suficiente yCuandomatar no es suficiente nunca. ¿Qué probabilidadeshabía de que dos libros llevaran ese «no es suficiente» en su título? Estabaconvencidadequeelasesinoqueríadecirlesalgo.¿Qué no era suficiente para él? ¿El sufrimiento de las víctimas? ¿Esas
muertes?¿Habríamás?¿Oyahabíahabidomás?NielagenteBarriganilasubinspectoraRosaAxesupieronquécontestar.Se
habíanacercadoaldespachodesujefaparainformarlesobrelaspesquisasqueleshabíamandadohacerenelhospital.«Yonomemetoahídebajosiellosnome dan todas las garantías», le había dicho Barriga a su compañera. Así que
contactaronconlostécnicosdelaempresademantenimientodelosascensoresyesperaronunpardehorashastaquedosespecialistaspudieronacercarse.—Nohaymanera,jefa.Aunquehubierachilladocontodassusfuerzas,nadie
habría escuchado a los posibles supervivientes. Rosa no me oyó en ningúnmomento.—Bueno, a ver—matizó ella,mirándolo—, sí que te escuché, pero solo si
pegaba laorejaa laspuertasdelascensor.Seoíaentoncescomouneco.—SegiróhaciaAna,paradarleunaexplicacióndetallada—.NofuicapazdeentenderloquedecíaelagenteBarriga,peromediolasensacióndeescucharelaullidodeunperroapaleado,másqueaunapersona.—Esqueyodecía¡ayyy,ayyy!¿No?—Encogióloshombros—.¿Quéibaa
decirdesdeallíabajo?¿No,jefa?Ustednomedijonada,nomeexplicóloquetenía que decir, solo que chillara. Y claro, pues si alguien se ha pegado eseleñazo,¿quévaadecir?Pues¡ayyyy,ayyy!¿No?—Miróalternativamentealasdosmujeres,buscandoalgúnsignodeaprobaciónenellas.—Bien,Barriga,bien—respondióalfinAna,intentandoquenoseleescapara
unasonrisa—.Veoquetehasmetidobienenelpapel.Imaginoquetetumbasteenelfondodelfosoparahacerlotodomásreal,¿verdad?Elsupervivienteteníalaspiernasrotasynopudoestardepiegritando.LacaradeBarrigapasódeléxtasisaldesespero.—Ay,no, jefa, no.No.—Sediodosgolpes en la frente con lapalmade la
mano—.¿Cómonosemehabíaocurridoeso?¿Quierequevolvamosotravez?—No, tranquilos, no —contestó Ana, sacando las fotografías de las dos
portadasyarrojándolassobrelamesadesudespacho—.Quieroquemiréisesto.Averquéseosocurre.Estosdoslibrosseencontraronjuntoaloscadáveres.Nopuedesercasualidadquelostítulosseanprácticamenteiguales.Rosa cogió uno de los ejemplares.Hizo ver que lo examinaba atentamente,
peroAnavioqueloreconocía.—AgenteBarriga,¿leimportairabuscarmeunaCoca-Colaalamáquinade
laplantauno?Nomedigaporqué,perosabenmejorquelasdeestaplanta.Aquítiene,unpardeeuros.Necesitocafeína.Ytómeseusteduncaféamisalud.Que,despuésdeloqueacabadehacer,semereceunmomentoderelax.Encuantosaliódeldespacho,lepreguntósinrodeosasusubordinada.—Lohasleído,¿verdad?Ellaseruborizó.—Sí—admitió,soltandoellibroencimadelamesacomosiquemara.—Colección AA, Amor Ardiente, con el símbolo especial S rodeado de
llamas. —Ana la miró a los ojos. La subinspectora, con el cuerpo lleno detatuajes,noparecíael tipodemujerqueleíaestaclasedenovelas,perosediocuentadequeestabacometiendounodelospeoreserroresdelpolicía,prejuzgara alguien por su aspecto—. No hay de qué avergonzarse, Rosa. La literaturaerótico-románticaeslaquesostienebuenapartedelmercadoeditorial,graciasalosmillonesdemujeresqueleenávidamentelasnovedadesquesepublican.Loquenecesitoesquemedigassienestahistoriahayalgunaclavepararesolverestecrimenoalgunapistasobreelasesino.—No,queyorecuerde.—Pensóunrato—.Eslatípicahistoriadetodosestos
libros.Belleza,dinero,sexoymilobstáculoshastaquelosprotagonistaspuedenestarjuntosporfin.Esosí,porelcaminotienenunassesionesdesexobrutales.Es como una historia romántica, una telenovela, pero conmuchas escenas decama.Nocreaustedquemividasexual…—No creo nada—la interrumpió—. De verdad, que esto es absolutamente
normal.Noteavergüences.Porfavor,Rosa,¿lapuedesvolveraleer?Repásalateniendoencuentaelasesinatodelascensor,porsitedaalgunapista.Esurgente.¿Quieresiracasaabuscarla?—No—contestóenseguida—.Bueno,notecreasquemetraigoloslibrosal
trabajo.Perollevoenelbolsoellibroelectrónico,paradistraermeenelmetro.Esquesondoceparadashastaaquí.—Pues te relevo de todo. Siéntate en tu mesa y ponte a leer. —En ese
momento entró el agente Barriga—. José, la subinspectora tiene un trabajoimportantequehacerparaelcaso.¿Teencargastúderecogerlaspruebasdelasala de autopsias y llevarlas a analizar? Espera, tráeme la barra de labios quetenía la mujer en el bolso. Una barra roja de Chanel. La forense la tieneperfectamente localizada. Y, por favor, a ver si alguien encuentra ya de unamalditavezalgoquerelacionealosmuertosdeeseascensor.Elasesinolosmatóporalgo.
***Sacódelbolsoloqueparecíaunpequeñomandoadistancia,delosqueseusanparaabrirpuertasdegaraje.Erablanco,conungranbotónenelcentro.Habíaidoaporélacasaamediodíatraslassospechasdelaforensesobrelabarradelabios de la víctima femenina de la matanza del ascensor. Recordaba a Joan,apenasunassemanasatrás,explicándoleemocionadocómofuncionaba.—Estoesunamaravilla,Ana,unamaravilla,miratodalatecnologíaquecabe
enlapalmadeunamano.—¿Paraquéloquieroyo,sinomevanadejarusarloparaobtenerpruebas?—¿Paraquéloquieroyo?¿Paraquéloquieroyo?—repitióélcomounloro
—.De verdad,Ana, deja de ser tan recta. ¿Sabes las pistas que te puede daresto?—¿Sabesquémepuedepasar simeveun juezconestoen laescenadeun
crimen?—Puesprocuraserdiscreta—lecontestó,zanjandolaconversación.Abriólabarradelabiosconcuidado.Lobuenoesqueloqueibaahacerno
dejaría marca alguna y la barra llegaría intacta al laboratorio. Al menos, esoesperabaella.Lomaloeraquenopodríacompartirsudescubrimientoconnadie.Elrojoaparecióintensoybrillanteantesusojosamedidaqueibagirandola
base.Colocó la barra sobre lamesa, con cuidado, en posición vertical.De subolsosacóotraidéntica,habíaaprovechadolahoradecomerparacomprarlaenunosgrandesalmacenes.EraelChaneloriginal.Elrecipientenegrobrillabaensusmanos.Repitióelmismoprocesohastaquemediabarraestuvoalavista.Lepareció que el rojo eramás perfecto aún, como si fuera el rojo original de lacreacióndelmundo.Laspusouna junto a laotra.Tenía razónPaloma,noeraexactamenteelmismotono.Empezópor lo fácil, por el objetodel queno esperabaninguna sorpresa, la
barradelabiosqueacababadecomprar.SujetóelSCiOconlamanoderechayapuntóhaciaelcarmín.Unhazdeluzazulseproyectósobreelrojo,formandouncírculopúrpura.—Es el primer sensormolecular de bolsillo del mundo—le había contado
Joandíasantes,mientrasintentabademostrarlecómofuncionabautilizandounamanzana—.Mira,¿ves?—Uncírculoazulperfectoseformósobrelapielrojaybrillantedelafruta—.Elescánerópticoestáanalizandolamanzana.Yahora—abriólaaplicaciónensuteléfono—loquehaceescompararloquehadetectadoenellaconunagranbasededatosalmacenadaenlosservidoresdelaempresafabricante. Aquí lo tienes. —La información apareció casi al instante en lapantalla—: Cincuenta y dos calorías, ochenta y dos gramos de agua, docegramosdecarbohidratos.—¿Y todo esto?—Ana señalóuna larga lista que sedesplegaba en la parte
inferiordelaaplicación.—La composiciónmolecular de lamanzana—leyó en voz alta—. Pectina,
varios aminoácidos como la cisterna, la argentina o la listina, algunos ácidos,comoelglutamínico,azúcaresysorbitol.
—Ahoraresultaqueeresunlicenciadoenquímica,miratúpordónde.—Sinceramente—dejóelSCiOsobrelamesa—,notengoniideadeloque
acabodeleer.—¿Y?—¿ParaquéqueríasaberlosimirandoenGooglehubieraencontradola
solucióntambién?—Puesquepuedesdetectarsihayalgoraro,algoquenoencaja.—Unveneno,porejemplo.—Unveneno,porejemplo.Yesoesloqueestababuscandoenesemomento,algoextraño,algoqueno
tuvieraqueestaren labarrade labiosquehabíanencontradoenelbolsode lavíctima.Elanálisisdelabarraoriginalllegóenseguidaasumóvil.Noleparecióver nada fuera de lo normal.Comparó con la composición que aparecía en labasedelacajadelpintalabios.Todocuadraba.Esabarraestabahechasobretodode aceites naturales muy puros, con una pequeña cantidad de cerasestructurantes, pigmentos y mantecas. Entre los componentes con menorpresencia apareció la caolinita, un mineral de arcilla con propiedadesabsorbentes, o la corteza deCaesalpinia sappan, un árbol asiático del que seextraeuntinterojizonaturalconefectoperlado.¿Encontraríaalgodistintoen laotrapieza?Repitióelproceso.Todoparecía
normal.Idénticacomposición.Fueleyendoycomparando.Unapalabrallamósuatención.—Perdonaquetemoleste—sedisculpó.—Inspectorajefa,buenastardes.Túnomolestas.¿Tefueútillainformación
quetedi?—contestóunavozfemeninaalotroladodelalíneatelefónica.—Mucho.Gracias.Noshasidomuyútil.Peroahoranecesitoabusarotravez
detusconocimientosydetugenerosidad.Tengootrocasoyquisieraconsultarteunacosa.—Mepillasenunaconferencia.No,notepreocupes,acabodesalirfuerade
lasalaparacogertullamada.Dime.—Analecontóloquehabíaencontrado—.Creo que estoy segura de saber lo que es—contestó la experta—.Dame unahora a que acabe esta charla y lo contrasto con mis colegas. Esto se poneinteresante.
34Madrid,1971Podríahabersidounsuspensomás.Unamásdelasdecepcionesqueaquellaniñadesagradecida hacía caer sobre la familia. Aquella chiquilla que no sabíacomportarse ante las amistades. Que no apreciaba la ropa bonita ni lamaravillosacasaenlaquevivían.Quenosabíavalorar lacomidacalientequeteníacadadíaenelplato.Quesebajabaloscalcetinesysesubíalafaldacomounafurcia.Siesquehasalidoasumadre,aquiénsino.Nolopuedeevitar.Lollevaenla
sangre.Yasabíaélqueesoibaapasar.Laniñaerahijaderojosyesoescomouna
enfermedadquecorreporlasvenasyqueatrofiaelcerebroyelentendimiento.Perosuesposainsistióeinsistió.Llorabacadavezqueleveníalaregla.Semetíaenlacamaynoselevantabadurantedías.Seatiborrabaapastillas.Noatendíaasusobligaciones socialescomoesposadeldoctorValentíndeGarcésyFuerte,que justo entonces empezaba a abrirse un buen nombre entre la más ranciasociedadmadrileña de principios de los años sesenta. Si todo iba bien, prontopodríaabrir supropiaconsultaprivada.Yyanohabríanadaque loparara.Seharía rico. Se codearía con los más poderosos. Quizá incluso llegara a suconsultaalguiencercanoalGeneralísimo,algunamujerdelcírculomáspróximoal dictador. Pero había un obstáculo: su mujer. Siempre lacónica. Siempreausente.Yélnopodíapermitirseeso.Prontoibanadecirqueestabaloca.Oalgopeor,queeraélelquefallaba,elquenopodíaengendrarhijos.Unginecólogoincapazdeesparcirsupropiasimiente.Esoeraintolerableylealejabadelobjetivodesuvida.Asíquehizoloúnicoquepodíahacer.Trazarunametavolante.Unplanque
le llevaría a salvar el único escollo—esamujer estúpida con la que se habíacasado—queseinterponíaentreloqueteníaahoraysusoñadavidaperfecta.Unniño.Ounaniña.
—Lovoyaarreglar.¿Confíasenmí?—Habíasentadoasumujerenlacama.Lachicadepuebloque teníandeserviciosehabíaretiradoyaasuhabitación.Nadiepodíaoírlos—.¿Confíasenmí?—lerepitió—.Teprometoquedentrodetrescientossesentaycincodías,fíjatebienloquetedigo,el14dejuniodelañoquevienecomomuytarde,vasatenerunbebéentrelosbrazos.Telojuro.Peroesunsecretoentrenosotrosytienesqueobedecermeentodoloqueyotediga.En todo. Sin preguntar y sin rechistar. Aunque te parezca absurdo lo que teordene.Soloasítendrásunbebé.Tubebé.—Mibebé.—Seleescapóunalágrima.Élnisiquieraleacercólamanopara
limpiarlelamejilla—.Nuestrobebé.SiesniñosellamaráValentín,comotú.SiesniñasellamaráMónica,comomimadre.MónicadeGarcésyFuerteSpinoza.Ejecutaronelplanconprecisiónmilitar.EldoctorValentíndeGarcésyFuerte
formaba parte de los grupos dedicados a lo que llamaban —hasta inclusocreérselo—mejorarlavidadelosreciénnacidos.DejarqueesosbebésvivieranconlosderrotadosenlaGuerraCivil—susverdaderospadres,porotraparte—eranosoloundesperdiciosocial,sinounhechoquepermitíamultiplicarsealapoblaciónenemigayvencida.TratarondesubsanarelerrordeDios—eseDiosque inexplicablemente hacía posible que los que no creían en él engendraranhijos—,dandoalgunosdeesosreciénnacidosamatrimonioscristianosdevotosdelGeneralísimoyporlotantodelsistemaquehabíaconseguidollevarlapaz—su paz—aEspaña.Así podrían encaminar a esos pequeños y pequeñas por elbuencamino,parahacerdeelloshombresymujeresdeprovecho.—Siesquehasalidoasumadre,aquiénsino.Nolopuedeevitar.Lollevaen
lasangre.Eshijaderojos.Elvenenocorreporsusvenas.Alprincipio,Mónicanoentendióquéleestabagritandosupadreasumadre.
Y por qué ella lloraba de esa manera desconsolada. Otra vez se estabanpeleando.Yporeso,paraestarelmenortiempoposibleencasa,habíaaceptadoapuntarse a las clases de ballet que para señoritas de bien daba en el bajoizquierdaunaancianabailarinaretiradayadelosescenarios.Esatardeselefueeltobilloalhacerunfouetté,nadaimportante,solounapequeñatorcedura,perodoñaBrigitteledijoquesefueraacasaaponerelpieenreposo,ysipuedeser,criatura,conalgofríoparaquenosetehinche.Mónica no tenía llaves del piso, pero coincidió conCristina, la criada, que
justo salíapara lamodista, a recoger losarreglosdeunpardevestidosque leestaban haciendo a la señora para alguna gala benéfica. A pesar de subircojeandolasescaleras,encuantovioaCristinaapoyóelpieperfectamenteenelsuelo,tragándoseeldolor,comosinohubierapasadonada.
—MemandadoñaBrigitteaporelotrotutú,quequierevercómoquedaparaunbailequeestamoshaciendo.Noquería tenerquedarexplicaciones,ymuchomenosaesaentrometidade
Cristina.Loquequeríaera tumbarseensucama,cerrar lapuertay terminar lacartaqueestabaescribiéndoleaAntonio,elprimeramordesuvida,elchicodelquesehabíaenamoradolocamente,conelquecreíaqueseibaacasar—soñabaconmúltiplesdiseñosdesuboda—sinsaberqueunanosecasanuncaconelamor de los ocho años. Caminó silenciosamente, para que sus padres nodescubrieran que había vuelto al piso. Así, calculó, podría robarle a la vidamediahora.Mediahoraparaellasola.De esamanera, sin quererlo, supo que no era hija de sus padres—los que
hasta ese momento creyó que eran sus padres—. Entendió entonces muchascosas. Y extrañamente fue una liberación. Ya no tenía por qué encajar.Simplemente,ellanoeradeallí.Ahoracomprendíaporquénuncasehabíasentidoencasa.Ysolopudosentir
alivio.—Nuncadebimos traerla,Sonsoles,nuncadebimos traerla.—Lamujersolo
podía sollozar—.Pero túmeobligaste—siguiógritándoleél—.Me forzasteaquitarleesaniñaasumadre.Aengañarladiciendoquehabíamuertoenelparto.Adarleacambiounataúdcerradoyrellenocondosbolsascargadasdearena.—Yo solo quería un hijo.Y tú y tus compañeros ya habíais hecho eso con
otrasmadres.Conotrasrojasquenomerecíantenerunhijomásqueyo.—Pues mira lo que tenemos en casa, una putita roja. Hija de perdedores.
Perdedoraellatambién.Quenosestádestrozandolavida.—Meconvencistedequeestaríamejorconnosotrosqueconsusverdaderos
padres.Queellosnopodríancriarlabien.Medijistequeéramoslaoportunidadparaesebebé,paracriarloenlafeyenlarectitud.Conesarevelaciónfueimposibleconcentrarseenlacartadeamor,asíquela
volvióaesconderensuescritorio,enelhuecoquequedabaentreelcajóndondeteníaloslápicesyelfondodelamesa.Alhacerlo,mientrasmaniobrabaconlamano para colocar el sobre perfectamente—si se desprendía y lo encontrabaCristinalimpiandoibaaserundrama—,sefijóenlacajadecartónabiertaqueconteníalosdeberesdeesemesdelaclasedecosturayqueestabamaltiradoenun rincón del cuarto. Las monjas se empeñaban sin desaliento en que de suescuela salieran señoritas capaces de llevar un hogar. Por obligación,Mónicahabíaempezadoatejerunabufanda,peroodiabaelritualdelpuntodelderechoyelpuntodelrevés.Ellaibaaserunagranseñoracomandandoungranservicio.
Noleharíafaltatejer.Peroahíestaba,unrectánguloamarillo,apenasunintentode bufanda, hecho a desgana por una niña rebelde. Aunque en esemomento,agachada bajo lamesa, los ojos quemiraban ya no eran losmismos y lo quevieronallífueotracosa.Mónicapensóquesisuspadresnoeransuspadres,ellateníaquetener,almenos,unamadre.Unadeverdad.Consusangre.Ylaibaaencontrar.Entoncessupoqueelprimerregaloqueleharíaamamácuandolaconociera
sería esabufandahecha con suspropiasmanos. «Tejeréunas floresy todo—pensó—,paraqueseamásbonita».—Paraqueselapongayseacuerdedemítodoslosdías.
35Hacíatantotiempoquenoestabantodosjuntosqueintentómirarlaescenadesdefuera para ver si había cambiado algo entre ellos; si se había perdido lacomplicidadolasrisas,oleshabíansalidocanasokilosdemás.Noriapurandounacerveza, vestidode lamanera formalque exigía sunuevo trabajo, aunquenegándoseausartrajeycubriendolacorbataconunjerseydepuntoazuloscuro.Joan con otra cerveza, apoyado en la barra, en vaqueros y camiseta negra, suuniforme para casi todo. Y ella con una copa de vino tinto en la mano,balanceandoelpesodesucuerpodeunpiealotro,tratandodedeshacersedelaadrenalinaqueaúncorríaporsusvenas.Peroalgonocuadraba.FaltabaInés.Aunqueningunodelostresseatrevieraanombrarla.Lahabíanborradodesus
vidasparaintentarsobrevivir.Suausenciapesabacomounamochilacargadadeculpa sobre sushombros.
Darsecuentadeesaamputaciónemocional—ahí,depie,enunacerveceríadelcentrodeMadridrodeadaderuidoygente—ladoblabadedolor.Inés.Le pareció entonces volver a sentir la mano de Inés apretando la suya,
intentandocontener losdoloresde lascontraccionesdeparto.«¿Noha llegadoaúnWilly? ¿Por qué no ha llegado aún? ¿Sabes si ha aterrizado su avión?»,preguntaba,rotadedolor.Leparecióademásvolveraoír lasrisasconlasque,tras beberseunpar de cervezas, se burlabade los tics demedia profesión.Lepareció también oír el tono de reproche que adoptaba cada vez que otroperiodistaconseguíaunaexclusivapolicialantesqueella.Ana se apoyó en la barra del bar, tratando de serenarse un poco.
Afortunadamente, Joan y Nori no la estaban mirando, enfrascados en unaconversación sobre alguien que a ella no le sonaba de nada. Debía de ser unjugadordefútbol.Deseóentoncesteneresafealaqueagarrarse.Unequipodefútbolporelquesufriromaldecir.Yconelquedevezencuandollevarseuna
alegría.—Hemosdescubiertounacosa—intentó interveniren laconversación.Pero
ellosparecíannoescucharla—.Hemosdescubiertounacosa—volvióainsistir—.MónicaSpinozaeraunaniñarobadadelfranquismo.Ahorasíquelosdosdejarondehablarylamiraron,concaradeasombro.—Sí—explicóAna,alverqueporfinlehacíancaso—.Laduquesaerauno
delostreintamilniñosrobadosasusmadresdurantedécadas.Al principio se los arrebataban de sus brazos en las cárceles franquistas,
durantelaGuerraCivil,comomododedepuraciónpolíticaycastigoalvencido.Esasmadres rojasnomerecían educar a sushijos.Borraronelpasadode esospequeños,lescambiaronlaidentidadylosregalaronafamiliasfielesalrégimendictatorial, ideológicamente más convenientes para esos niños y, sobre todo,católicas. Pero, una vez despertado el monstruo, la codicia extendió sustentáculos. Tras la guerra, y hasta casi finales del siglo XX, hicieron creer adecenas de miles de mujeres que sus bebés habían muerto en el parto. Enalgunos hospitales tenían incluso congelado en la morgue un cadáver de unreciénnacido,porsilafamiliaseponíamuypesadayhabíaquemostrarlesalgúncuerpo. Lo que empezó siendo purga ideológica terminó convertido en unmonstruomafiosoquehacíaganarfortunasacuras,monjas,médicos,notariosodueñosde las funerarias,que sabíanque seestabanenterrandoataúdesvacíos,peroquecallabanacambiodedinero.Madresdesconsoladassepultabanféretrosen los que creían que estaba el cuerpo de su hijo nacidomuerto, pero que enrealidad contenían un saco de arena para simular el peso de un bebé. A lospadres adoptantes les pedíandinero conmúltiples excusas.Para losgastosdelparto, para la pobremujer que da al niño en adopción, paramedicinas. Para,para,para.Pedíandecenasocientosdemilesdepesetas—loquepodíacostarcomprarse un piso— a los nuevos padres. Y el monstruo seguía creciendo.Durante décadas, hasta ya reinstaurada la democracia española en los añosochenta,sesiguieronrobandoreciénnacidos.Yaúnenlaactualidadparecíanohaberpasadonada.Nohabíanadieenlacárcel.—Ahora mismo hay toda una generación de españoles de entre treinta y
cincuenta años—siguió contando Ana— llena de hombres y mujeres que nosabenqueesosalosqueconsideransuspadresenrealidadnoloson.—¿PeroMónicaSpinozalosabía?—preguntóJoan—.¿Sabíaqueeraunbebé
robado?—Sí.Nosabemoscómo lodescubrió,pero lo sabía.Llevabamucho tiempo
buscando a sus padres —siguió contándoles Ana— y por eso nos hemos
enterado:contratóaunaagenciadedetectiveshacemásdeveinteañosparaqueaveriguaranquiéneseransuspadresbiológicos.—¿Losencontró?—preguntóNori,dandootrosorboalvino.—Nolohemosdescubierto.Laagenciacerróhacetiempo.Elhombrequenos
ha llamadoestáya jubilado,eraelpropietario,peroseacordabaperfectamentedeMónica,yaporaquelentonceseramuyfamosa. Juraque lehaguardadoelsecreto siempre, todo este tiempo, pero que ahora, ya muerta, quizá puedaayudaraesclarecerlascausasdesuasesinato.—Síqueteníasecretosladuquesa.—Joansilbó.—Ylosquenosquedanpordescubrir,metemo.—Anasabíaporexperiencia
que una investigación como esa sacaba a la luz muchos trapos sucios—. Eldetective buscó en sus archivos y nos ha dado los nombres de los padresadoptivos. Mónica Spinoza se escapó de casa aún menor de edad. Su padreadoptivoestáyamuerto.Lamadresigueviva.Unasubinspectoradehomicidioslaha llamadoesta tarde.Era lamujer deunpoderosoginecólogo.Ahoravivecasienlaindigencia.DesdequeMónicaSpinozaempezóasalirenlasrevistasdelcorazón,araíz
de su noviazgo y posterior boda con un futbolista, la mujer del ginecólogoreconocióa lahijaadoptivaque sehabíaescapadodecasacondieciséisaños.Intentó ponerse en contacto con ella varias veces. Primero con cartas queenviabaalclubdefútboldondejugabaelmarido.Después,merodeandoporlosexterioresdelestadioeldíadepartido,oporeledificiodondelaparejasehabíacomprado un ático, en la callemás cara del ya carísimobarrio deSalamanca.Deambulófrentealportalcomounmendigoenbuscademigajas.Laviounparde veces, aunque nunca tuvo fuerzas suficientes para acercarse a ella. Todoacabócuandosumaridodescubrióenloqueandaba.Lediounapalizatanbrutalqueestuvounasemanaingresadaenelhospital.«Sivuelvesaintentarponerteencontacto con ella, temato, te juro que temato». La dejaba encerrada en casacuandosalíaatrabajar,bajolasupervisiónconstantedelpersonaldeservicio.—Dicequeeslasegundavezqueselemueresuhija.Laprimerafuecuando
se escapó de casa. Y ahora, de nuevo. Mi subinspectora me ha contado querepetíainsistentementeunapalabra.Huérfila.—¿Huérfila?—Pensó que divagaba. Pero luego busqué información. ¿Sabes que no hay
una palabra para nombrar a quien sufre la peor tragedia a la que puedeenfrentarse una persona? Si se muere tu pareja eres viudo. Si se mueren tuspadresereshuérfano.Peronohayningunapalabraenespañolparadescribiralas
personasalasqueselesmuereunhijo.Ungrupodepadresquehanpasadoporesasituaciónquierequeesapalabraexista,paraqueesedolorpuedanombrarse.Yproponenhuérfilo,algoasícomohuérfanodehijo.—Huérfilo—repitióJoan—.Seríalapalabramástristedeldiccionario.El móvil de Ana volvió a sonar. Lola Echeverría Gayo, Museo del Prado,
aparecióenpantalla.—¡Lola!—Elbulliciodelbarnoladejabaoírbien.Selevantóycaminóhacia
lasalida,buscandounpocodesilencio.—Hola,Ana,perdonaelretraso.—Nimehabíadadocuentade lahora.—Mirósu reloj—.No tepreocupes.
Graciasporllamarmetantarde.—Alcontrario,graciasatiporplantearmeestosretos.Heestadounbuenrato
con un par de colegas discutiendo posibles opciones. Me decías que hasencontradocinabrioenunabarradelabiosroja.—Sí. En la escena de otro crimen que estoy investigando. —Ana acabó
saliendoalacalle,dentronoconseguíaoírbienaladirectoradellaboratoriodelPrado—. La misma barra recién comprada en una tienda no tenía esecomponente.—¡Cómo lo va a tener! —gritó la conservadora al otro lado de la línea
telefónica—.Estóxico.—¿Tóxico?—Yatedigo.Mercurioensumayoría,perotambiénazufre.—¿Tienes idea de qué puede estar haciendo en una barra de labios?—Ana
notócómoalguienleponíasuabrigosobreloshombros,segiró,eraJoan.«Tevasacongelar»,ledijoensusurros.—Semeocurrenvariascosas.Verás,elcinabrioyaeraconocidoyusadoenla
prehistoria. Se utilizaba para preservar huesos humanos y como pigmento enalgunaspinturasrupestres.Hebuscadoalgunosdatosparaquetehagasunaidea.Espera, que voy a por la libreta donde los he apuntado. La dejé en el bolso.Acabo de llegar a casa, hoy había un tráfico horrible en el centro y no habíamanerade salirdelmuseo.Aquí la tengo.Aver.Aquíestá.Mira, en laépocaromana, el bermellón que se elaboraba con el cinabrio se convirtió en unproductodelujoparateñirropaconlaquevestiralosdioses,alosgladiadoresvictoriososoalasclasesmáspudientes.Quincesiglosmástarde,enplenaEdadMedia,losalquimistaslousaronparaprepararunapócimaquealargabalavida,aunqueen realidadconseguía todo lo contrarioporque terminabamatandoporintoxicación de mercurio. A la vez, lo comenzaron a utilizar los mejores
pintores, que hacían que sus ayudantes lomolieran sin descanso durante días,porque cuanto más se muele más intenso es el color resultante. Y, claro, losayudantescaíancomomoscas.Elbermellóncinabriofueelrojomásimportanteymásvaliosodelmundohastalaaparicióndelrojocadmio,elqueseusaenlaactualidadyque,porcierto,tienelagranventajadenosertóxico.—Quienlopusoenlabarradelabiosqueríamatar—reflexionóAna.—Bueno, es discutible. La exposición al cinabrio tiene que ser constante y
durantemuchotiempo.Nocreoyoqueconunabarradelabiospretendieramataranadie.—¿Entonces?—Puescreoquetienesotromensaje.Nomeequivoco,¿verdad?Eselmismo
quetedejólafichadeScrabble.—¡No! ¡Son dos casos distintos! —contestó impulsivamente Ana. Pero
enseguidasediocuentadequehabíarespondidodemasiadorápido.Laspinturasrelacionadasconlamuerte.Nopodíasercoincidencia.Porqueno
solo se trataba de eso. El asesino había dejado otra pista, idéntica, en las dosescenasdelcrimen,algoqueaAnaselehabíapasadorelacionar.Ahorasedabacuenta.A la duquesa la habíamatado la misma persona que había asesinado a los
cuatrodelascensor.
36—Aúnnohanpuestolascalles,jefa.—Quetengoquellevaramishijosalacabalgata.—Yamímefaltacomprarunparderegalos.Lacuestióneraprotestar.Bastaqueunogruñaparaquelesigaelrestodela
manada.—Puesnada—loscortóAna—.Vamosasolucionarlo.Ahoramismocuelgo
un folioen lapuertademidespachoy losqueosqueráis ir avigilarcómoseexpidenDNIenhorariodemañanasolotenéisqueapuntaros.Prometohacerlagestiónpersonalmenteparavuestrotraslado.Silencio.—¿No?Bien,puesempecemos.Eranlassietedelamañana,nohabíasidofácillocalizarcontanpocomargen
alosmiembrosdelosdosgruposdehomicidiosymuchomenosjuntarlosenlamismasala.Mentalmente,algunosyaestabandelargofindesemanafestivo.Erafácil distinguirlos: adoptaban en las sillas una posición que tendía a lahorizontalidad.AunqueAnaibaadespertarlosdegolpe.—Tenemosunasesinoenserie.Avecesesmejordecirlascosasdesopetón.—Apartirdeahora, lahipótesisprincipalde trabajoesqueelresponsableo
los responsablesde lamuertede laduquesadeSpinoza son lamismapersonaquequiencometiólosasesinatosdelascensordelHospitalGeneral.Unmurmulloestallóenlasala.Nosolohabíadespertadoalossomnolientos,
tambiénhabíaconseguidosuatención.—Osvoyaponeraldía,porqueesta investigación lahabéis llevadolosdos
grupos de forma separada y a partir de ahora vamos a trabajar juntos. ¿Puedealguienapagarlaluzdeesteladodelasala,porfavor?Enlapantallaaparecióunaimagen.Unacaracomoladeundibujoanimado.—Es la reconstrucción en tres dimensiones de cómo sería la víctima sin
identificar.Sucaraquedócompletamentedestrozadapor lacaídayel impacto.
Esta es la imagen que vamos a repartir a losmedios de comunicación, por sialguiennospuedeayudarasaberquiénes.TambiénlavaamoverelperfildelaPolicía en redes sociales, junto a la sudadera que llevaba. Esperamos tenerprontoalgunaidentificaciónpositiva.—Anapulsóunateclaenelordenadorylapantalla cambió,mostrandodos imágenesnuevas—.Esta fichadeScrabble seencontróenelesófagodeMónicaSpinoza,es la letraE.Elasesino lamodelóparalaocasiónenunaimpresora3Dypintólasletrasconunpigmentomarrónconrestosdecadáver.Laprincipalhipótesisconlaquetrabajamosesquequeríatransmitirnos un mensaje: imitó elmummy brown, una pintura marrón usadadurantesiglosqueseelaborabaconrestosdemomiasegipcias.Tambiéntenemosunabarrade labios rojaqueaparecióenelbolsode laúnicavíctimafemeninadelascensor.Afaltadequeellaboratorioloconfirmealcienporcien,losdatospreliminares que tenemos apuntan a que, también imitando un color de lamuerte,esrojocinabrio.Estóxicoporqueestáformadocasiensutotalidadpormercurio.Asíque,primerosdeberesdehoy,averiguardedóndehansalidoestoscolores.¿Quiénpuedesaberalgosobreellos?Esuntemamuyespecializadoalalcancedepocagente.¿Cómolosconsiguió,cómoloselaboró?—Jefa.—ElagenteBarrigahabíalevantadolamanodesdeelfondodelasala.—Dime.—YasabequeyosoydePozoblanco.—No,no lo sabía.Yperdonarásmi asombro,Barriga, perono séqué tiene
queverPozoblancoconestosasesinatos.—Bueno,¿puedolevantarme?—Anaasintió.Elagenteseincorporóymovió
unpocolasillahaciaatrásparatenerhuecosuficienteenelqueestardepie.Secolocómuytieso,comounalumnorecitandounalecciónantelaclase—.Verá,jefa,enmicolegiounadelasexcursionesquehacíamosenoctavodeEGBtodoslosniñoseraaAlmadén,quemenudacarreteritahabíaymenudomiedonosdabair hasta allí en autobús. En fin, que luego nos hacían un examen, a ver sihabíamosestadoatentos.Visitábamoslasminasdelpuebloyunseñorvestidoderomano nos contaba que allí está uno de los yacimientos de cinabrio másimportantes del mundo, creo recordar que un tercio del mercurio de todo elplanetaTierrahasalidodeallí.DescubrieronlaminaloshombresdelaEdaddelBronce y, cuando los soldados del Imperio romano conquistaron la zona, sellevarontodoelcinabrioaItalia,alacapital.—Puesperfecto.Podemosempezarporahí.Hablatúconelencargadodela
mina,quecomoeresdeallí igual te lo trabajasmejor.Que tedigamanerasdeconseguiresemineralhoyendía.
—Jefa,laminaestácerradaytaponadacasiensutotalidad.Perounapartesepuedeveryvisitar.Hayunmuseo,incluso.Ahoramismollamoypregunto.—Espera, Barriga, que antes cuento una cosa más. Creo que también está
intentandodejarnosotromensaje.Unafrase.Quizáelmotivoporelquemata.Mirad.En la pantalla apareció proyectada, de nuevo, la imagen de la ficha de
Scrabble.Pero teníaotra letra,eradiferentea laquehabíamostrado juntoa labarradelabios.—En el sistema digestivo de Mónica Spinoza encontramos dos fichas de
Scrabble. Una letra E y una letra L. El español permite combinarlas de dosmaneras, formandoLE o ÉL.Creemos que la segunda opción es la válida.Yahoraoscuentoporqué.Apretóelmandoadistanciaylapantallacambióparaproyectarlasportadas
dedoslibros.—Estoslibrosseencontraronelfosodelascensor.Fijaos.¿Loveis?Lapuertadelasalaseabrió,muylentamente,comosiquienibaaentrarno
quisiera llamar la atención. Aunque esa precaución no hubiera sido necesariaporquetodoelmundoteníalavistafijaenlapantalla,escudriñandolasportadasdeesosdoslibros,asíquenadiesediocuentadequelaforensesesumabaalareunión.—Nadalosrelaciona.Apartedeloobvio,notienennadamásencomún.No
queríamosdescartarningunaposibilidad, lohemosrastreado todo,peronohayningunaconexiónnien laseditoriales, losautores, la temáticaocualquierotracosaquesenospuedaocurrir.Hemosmiradoincluso la tipografíayel tipodepapel.En loúnicoqueseparecenesenalgoquequizánohayáisobservadoasimplevistayesquelosdosson—pequeñapausadramática—libros,claro—hubounligeromurmulloderisascontenidasmezcladasconprotestas—y,paralosalumnosdenivelavanzado,tambiénseparecenlostítulos.ElamorunasolaveznoessuficienteyCuandomatarnoessuficientenunca.—No es suficiente. —Un nuevo murmullo se extendió entre los agentes
mientrasrepetíanencascadalapartecoincidentedeltítulodelosdoslibros.—Sisuponemosqueelasesinonosestámandandounmensajeyunimoslas
palabrasquehadejadoenlasdosescenasdelcrimen,tendríamosesto.—Enlapantallaseformóunafrase—:«Élnoessuficiente».¿Quésignifica?¿Quiénnoessuficiente?—Quizáelprimermuerto,laprimeravíctima—aventuróRosaAxe.—Laprimeravíctimaesunamujer,laduquesa—apostillóCharo—.Nopuede
referirseaellaenmasculino.Siusa«él»serefiereaunhombre.—¿Ysiélnoespronombresinoartículo?—Todossegiraronhacialavozy
entoncesdescubrieronaPalomaMarcoapoyadajuntoalapuerta—.¿Ysifaltaunapieza?—¿Quieresdecirunavíctimamás?¿Queaúnlefaltaalguienporasesinar?—Oqueyalahaasesinadoynolohemosrelacionado.¿Puedo?—lepreguntó
aAna,haciendoungestoconlamanoparacolocarseasulado,frenteatodoslosagentes—. Estoy pensando en que quizá encaje en un caso sin resolver enBarcelona, un cuerpoque apareció a principios de diciembre, el de unamujerjovena laqueaúnnohanpodido identificar.Llevabaencimaunapalabraqueencaja perfectamente en vuestra frase. Y que le cambia completamente elsentido.
37Delosasesinosseaprendeque,atrozos,todosetransportamejoryque,además,puedeshacerquelascosaspequeñasparezcaninvisibles.Perodelosasesinosseaprende también que cuando esparces algo, termina dejando más rastro. Sireparteslapenaentremuchaslágrimas,esmásfácilqueuntrozocaigaalsueloysepeguealasueladelzapato,oqueteloencuentresundíacualquiera,cuandomásdesprevenidoestés,almeterlamanoenunbolsillo.Otodavíapeor:queloencuentreotrapersonayuseesadebilidadentucontra.Poreso,aveces,esmejordejarlascosascomoestán.Y por eso ella, que había sido la primera, estaba entera. O lo había estado
hastaelmomentoenelqueseprecipitaronloshechos.Loqueaparecióenprimerlugarfuelapulsera.Flotabaenelaguaturbiacomo
sinoquisieraestarahí.Distraída.Disimulando.Semecíacomosisolofueraunabaratijadeferiaperdidaporsupropietariaynolapruebadeuncrimen.Aunque antes de que por fin encajaran las piezas del criminal en serie, o
precisamenteparaqueempezaranaencajar,aparecióunpez.Unpezsalvajequeterminóencerradoenunapecera.Nadaagraciado.Feíllo,
elpobre.Concaradenáuseapermanente.Sihubiera tenidoalguienconquiencompararse—ylacabezoneríaylapropensiónalaenvidiadeunserhumano—,sehabríasentidomarginadoyvulgar.Peronoteníanilouno—conciencia—nilootro—porqueasusdecorativoscompañerosdepeceraseloshabíacomidoencuantolaracióndepiensoresultóserinsuficiente.Yencualquiercaso,ensumundo,loscomplejosseresolvíanadentelladas.Descubierto el festín gastronómico en la pecera, el dueño del animal quiso
cargárseloconsuspropiasmanos,perohastaparaesoeraunpusilánime.Sinocomía seres vivos, ¿cómo iba a matarlos? Así que le propuso educada yrazonadamente a su hijo—como si se pudiera razonar con un niño de cuatroaños—devolverelcaníbalalrío,dedondeamboslohabíancapturadounmesantes. Tras una ardua negociación, que incluyó el permiso para comer patatasfritaslossábados,elniñoaccedióadesprendersedeBatman—porque,¿dequé
valíatenerunpezsinolepodíasponerelnombredetusuperhéroefavorito?—.Pero,envezdeconducirdoshorashastaelEbro,lodejaronenelcaucedeaguadulcemáscercanoacasa,elpequeñolagodeLesDeus,enSantQuintí.Yallíhubiera muerto el siluro, sin nada que comer, si no hubiera sido por lo quedescubrióenunodesusprimerospaseosdeinspecciónporlazona:carne.Carneblanditayjugosa.Unamasaenormedecarneatrapadabajolasrocasenhuecosqueelaguahabíaidoperforandodurantemileniosvariosmetrospordebajodelospiesconfiadosdelosturistasylugareñosquepaseabanporlazona.Lacarneerahumana.Pero¿quéibaasaberdeesounhumildeyfeopezde
río?Paraéleratodomássencillo.Comida.Conesadosisextradeproteínas,el siluro fuecreciendohastaconvertirseél
mismo en una atracción de feria.Los niños empezaron a tirarle pan—que él,sobradodealimento,ignorabaorgullosamente—,ylosturistas,atraídosporlasfotos en las redes sociales, acudían a intentar fotografiarlo.Losmás atrevidostrataban incluso de tirarle de los bigotes aun a riesgo de llevarse un buenmordisco.Todolosoportabanuestrosiluroporquenoteníaadóndeir.Yporque,mientrashubieracarnede laquealimentarse,pues, laverdad,que ledieranalmundo.Hastaqueapareciólapulsera.Roída toda la carne de las piernas del cadáver fue a por los brazos. Había
crecidotantoquedeunsolobocadoarrancólamano,quesetragósinmasticar.Lesupoagloriaperofuesuperdición,porqueterminóabiertoencanalenunamesadeautopsias,conunforenseextrayendodesutractodigestivolosrestosdeunaextremidadhumana.Resultóquesinesamanounapulserasalióflotandoalasuperficievisibledellagoyunosminutosdespués,trasella,aparecióuncadáver.Lapulserateníaunainscripción.Yesenombrefueelquecolocaronenlapuertadelacámarafrigoríficadonde
ellaesperabaaseridentificada.Aunquenosellamabaasí.Tansoloeraunapistamás.Fuelaprimeraenmorir.Perolaúltimaenencajarenestahistoria.
38Nocogiósuarmareglamentaria.Nisiquieralapersonal,unapequeñapistolaconculata de nácar que llevaba encima cuando no estaba de servicio. Habíaintentado contactar con el jefe de la comandancia de la Guardia Civil en elaeropuertodeBarajas,peroestabailocalizableynoqueríaarriesgarseanopoderhablar con él antes de cruzar el control de pasajeros. Seguir el trámite oficialparasubirunarmaalaviónimplicabauntiempoquenotenía.Sololequedabanunas horas por delante antes de que el país se paralizara en el largo fin desemanadelpuentedeReyes.Consiguió—laverdadesqueexigió—unbilletedepuenteaéreo,que lepermitía subirenelprimervuelodisponibleencuantollegaraalaeropuerto.LedieronplazaenelIB1143,queaterrizabaenBarcelonaalasdosdelatarde.Calculóquellegaríaasudestinoalastres.Esosilosdelaempresadealquilerdecocheseraneficientesyteníanelmodelolistoyapunto.Ni siquiera se había molestado en llamar a la sede central de la Policía enBarcelona y pedir que alguien la fuera a buscar al aeropuerto para llevarla adondenecesitara.Yateníasuficientescaraslargasasualrededorparaestartodoese día en manos de un agente malhumorado porque a última hora unainspectorajefadeMadridlehabíafastidiadolacabalgatadeReyesconsushijos.Subirdesarmadaaunavión,porprimeravezenmuchosaños, lehizosentir
unararaorfandad,comosilahubieranobligadoadespojarsedeunapiernaounbrazo. Se notó vulnerable, desvalida dentro de ese enorme cacharro volante.Pidiópasillo.Nosoportabaestarencerradaenelasientodeventanilla,amerceddeotrasdospersonasencajonadasquelecortabanelcaminoacualquiertipodemovimiento que necesitara hacer. Ni siquiera las vistas compensaban esasensación de agobio. Durante buena parte del vuelo fue incapaz de dejar deescudriñar a su alrededor por si detectaba algúnmovimiento extraño. Solo serelajó losúltimosquinceminutos, cuandoel comandanteyahabíapedido a latripulaciónqueprepararalacabinaparaelaterrizaje.SepusoarepasarlasnotasquehabíatomadojuntoaPaloma.—ElcasolollevanlosMossos,perounodemismejoresamigosesforenseen
laCiutatdelaJustíciayamenudonosconsultamoscosas.Yasabesqueentreloscurritoshaycooperación,aunquenuestrosjefesnosesoporten.Meorganizaronunacenadedespedidayallínosexplicósuúltimocaso,unamuertequenoerancapacesderesolver.Conseguirelcochedealquilerysalirdelaeropuertofuemuchomásrápidode
loquehabíaprevisto,asíquesedioellujodeirconduciendotranquilamenteporel carril derecho. Se desvió hacia el suroeste, en paralelo al río Llobregat. Elpeaje deMartorell estaba despejado. ¡Qué raro se le hizo volver a pagar porcircular por una autovía! Pero no había más remedio si ibas al sur. VeinteminutosdespuésdejólaautopistaenSantSadurníd’Anoia,treintakilómetrosalsur de Barcelona, y el paisaje se llenó de vides a ambos lados de la cómodacarreteracomarcalreciénasfaltada.Fuepasandojuntoaalgunasdelasbodegascentenariase imaginótodoelsubsueloagujereado, llenodetúneleshúmedosyoscurosdondereposaban,horizontalesensusrimas,cientosdemilesdebotellasenlasqueseestabaproduciendolamilagrosasegundafermentacióndelcava.Enalgúnrincón,unasmanossabiasgirabanyhacíanvibrarcadabotellaunoctavojustodevueltasobresuejecadavezmásverticalencajonadasenlospupitres,enun proceso conscientemente lento pero perfecto que conseguía eliminar enapenas unas semanas los sedimentos de la fermentación, para lograr un cavacristalinoylimpio.«Sant Quintí cinco kilómetros», leyó en el cartel que indicaba el desvío.
Abandonólacarreteraenunainmensarotondaparacogerunacomarcalestrecha,llenadecambiosderasanteycurvascerradas.Habíanquedadoenunrestaurantecuyo nombre vaticinaba que no iba a ser fácil de encontrar, l’Amagat —ElEscondido—,asíquemetióladirecciónenGoogleMaps.«Cuandolleguesaunedificiodetresplantaspintadodeunverdebastantehorroroso,ahíes—lehabíadichoél—.Bueno,ahíno—matizóenseguida—,sinoenelcallejónquequedajustoenfrente».Sí que era un verde feo, sí, pensó al llegar.Aparcó justo bajo el bloque de
hormigónybuscólabocacalleenlaqueteníaqueestarelrestaurante.—¿Ana?—Élfumabaeneljardínporelqueseaccedíaallocal,vestidodesde
elcuellohastalasrodillasconungruesoabrigonegroimpermeable.Unasbotasaltas demontaña protegían sus pies y tobillos.Exhaló una bocanada de humomezcladaconelvahoqueel fríoprovocabaensualiento—.JosepGual.—Letendiólamano—.Enlateleparecesmásalta—ledijomientrastirabalacolillaalsuelo,pisoteándolaconlapuntadelabota—.Perdonaporlafrivolidad.SediocuentadequeAnanolevantabalavistadelsuelo,conlamiradafijaen
elrestodelcigarroestrujadosobreunaloseta.—Y perdona también por esto. —Se agachó para recoger la colilla—. Es
comouna reacciónalérgicaa lasescenasdelcrimenyal laboratorio.Supongoquecuandonoestoyenesosescenariostancontrolados,algosedesatascaenmicabeza y mi cuerpo se pone en modo desorden. Era como cuando salía delcolegio,yofuiauncolegiodecurasmuyestricto,¿sabes?Perocuandoacababanlas clases, de repente mis frases se llenaban de tacos, como si tuviera queexpulsartodoslosquehabíaestadocontrolandoenhorarioescolar.Puesconloscigarros creo que es lomismo.—Buscó con lamirada una papelera, pero nohabía ninguna cerca—. Voy a tirarlo dentro, pago la cerveza y nos vamos.¿Quierestomaralgoantes?Aquítodoestádelicioso,luegotevasaarrepentir.Ana negó con la cabeza.Teníamucha prisa. Su día estaba cronometrado al
segundo.Nopodíaperdertiempo.Aldíasiguienteerafestivoyseríamásdifícilcoger un avión para volver aMadrid. «Llévate las llaves del piso—le habíadicho Joan—, cógelas por si se hace tarde y te tienes que quedar a dormir enBarcelona».Peronolehabíadadotiempoapasarporcasa.Nollevabanicepillodedientes.—Puesvamos.Entucoche,¿no?—ledijoél,colocándoseungorrodelana
sobre la cabeza mientras cruzaba la carretera corriendo—. Me ha traído unamigoque tieneunacasaenSantPeredeRiudebitlles, aquíal lado,yveníaapasar el puente de Reyes. Así que confío en tu método de automoción paravolver luegoaBarcelona.Detodasmaneras,estamoscercadel lago.Sonunosquinceminutosandando.—Noesquenomegusteandar—contestóAna,abriendolapuerta—,perono
tenemosmuchotiempo.Prefieroahorrarmeesamediahoradeidayvuelta.Ynocreasquenomeiríabienelpaseoparaquemedieraelaireenlacabeza.—Puesentoncesgiraporaquí,alaizquierda,ytevoyindicando.—Porcierto,graciasporrecibirmeydedicarmetutiempohoy.—Sierescapazdesaberquiénesesachicayporquélamataron,serátiempo
bieninvertido.Siguerecto,hastaelcaminoquesaledelpueblo.Bueno,ysinoconsigues saberlo, también será tiempo bien invertido, no todos los días seconoce a la investigadora principal de un caso tan mediático como el deSlenderman.—Comprenderás,yaqueerescolega—Anaquisoatajarcualquierintentode
que él llevara la conversación por ese camino—, que el caso está en fase deinstrucciónybajosecretodesumario,ynopuedocomentarmucho.—Claro,claro—dijoél,decepcionado—.Aunquealgunasveces loscolegas
noscontamoscosasextraoficialmente.«Pues yo ni siquiera algunas», estuvo a punto de contestar Ana, pero ese
hombreleestabahaciendoungranfavor,viajandoensudíalibrehastaellugaren el que había aparecido un cuerpo. Si hubiera sido uno de los policías quellevabanelcaso,lehabríainteresadoqueseresolviera,peroJoseperaelforensequehabíahecholaautopsiaalcadávery,anoserquehubierametidolapata,sutrabajoestabayafinalizadoybienhecho.Nosacabanadaacompañándolahastaallí.Llegaronaunagranexplanadadetierrarodeadademorerasquedelimitaban
laszonasdeaparcamiento.Apenashabíaunadecenadecoches.—Mejor, así estaremos más tranquilos.—Josep desenganchó el cinturón y
abrió la puerta del coche—. Ahí abajo es donde apareció nuestra víctima.Vamos.Atravesaronunagranterrazaenformadeelequerodeabaelrestaurantehasta
unmiradorelevadosobreunainmensaroca.—Espera, no bajes aún, desde aquí haymejor perspectiva.—La guio hasta
una antigua barandilla de hierro, robusta y fea, bajo la que se asomaban unpequeño lago y unas fuentes que lo surtían de agua—.No hace falta que loscuentes. Hay veintitrés caños taladrados en la roca. No son naturales, seconstruyeronamediadosdelsiglopasadoparacrearestepequeñolagoqueves,quedesembocaenel ríoMediona.Elaguaprovienedeunasgrutas, siquierespodemosvisitarlas.—Otro día. El cadáver estaba bajo las rocas—cortó.No tenía tiempo para
leccionesdegeología.—Sí,allíabajo.—Gualseñalóaladerecha,hacialazonadondelasrocasse
elevabanamayoraltura,formandounaparedqueaprisionabamásdelamitaddelasuperficiedellago—.Desdeaquínosevebien,perohayunhuecocasianiveldel agua que permite ir nadando desde la partemás visible del lago hasta unpequeñoremansotraserosobreelquecaeunacascada.Elcadáveraparecióallídetrás y la corriente de agua lo arrastró hasta la partemás ancha, junto a lasfuentes.Ahora,cuandobajemos,teloenseño.—¿Habíamuchagente?—Uncolegio.Ven.—Señalóunasescalerastalladasenlapiedra,quebajaban
hastaunpequeñopuentejuntoallago,formandounsemicírculo.Anadeslizólamanoporlagruesabarandilladepiedrarematadaenmármol,pulidoybrillantetras la fricción de cientos demiles demanos anteriores a la suya—. Estabanhaciendodeportesdeaventura.Lamayorpartedelañounaempresaexplotael
lago, las cuevas y la zona rocosa de alrededor. Unos sesenta adolescentespracticaban diversas actividades deportivas cuando apareció ante ellos uncadáverhinchadoporlosgasesdelaputrefacciónycosidoamordiscosporunsilurohambriento.—Pobrescríos.—Bueno,notodos.Dosotressufrieronataquesdeansiedad,perolamayoría
disfrutarondelolindo,noséyosicreeríanqueestabanenunvideojuego.Enfin.—Cruzaron el pequeño puente demadera que permitía pasar al otro lado dellago justo en su extremo inferior—. La Policía tuvo que requisar todos losmóviles de los chicos, pero algunos ya habían subido fotografías a las redessociales. ¿Las has visto?—Ana negó con la cabeza. El forense tecleó en sumóvilysegundosdespuéslemostrófotografíasdeesoschicosjuntoalcadáverflotante—.Instagram,TwitteryFacebooklasborraronenseguida,peropudimoshacervariascapturas.Mira.—No sé qué tienen algunos en la cabeza.—Ana se resistía a creer lo que
estabaviendoenesasimágenesqueloschicoshabíancolgadoeninternet.—Bueno, se tratade likes, en realidad.Estageneraciónmideel éxitoporel
número de «me gusta» que consiguen en sus redes sociales, como si eseescaparate fuera el termómetro de su vida. Pero, a la vez, se da el extrañofenómenodequeesolespuedellegaraproteger.—¿Aproteger?Mira,sitecontaraloquehevistoyoenmiantiguodestinodel
SAF…losabusosyelacosoenlasredes,lasdepresioneseinclusolossuicidiosde adolescentes que no lo soportan más. Antes, un niño acosado tenía pazcuandosalíadelcolegio.Ahoraelacososealargalasveinticuatrohorasdeldía,esté donde esté ese crío. No puede esconderse. No creo que los adultos losoportáramos.—Sí,séloquedices.Peroyomerefieroaloquepasóaquí.—Hizoungesto
hacialasuperficiedellago—.Loschicosychicasquesetoparonconlavisiónde un cadáver flotando hicieron fotografías, les pusieron filtros y lascompartieron con sus amigos a través de las redes sociales y los servicios demensajería.—¿Y?Noteentiendo.—Habíanllegadoyajuntoaloscaños.Vertíanaguaen
unconductohechodepiedraqueparecíaunabrevadero,peroqueconunaligerapendientellevabaesaaguahastaellago—.¿Quétieneesodebueno?—Miteoríaesqueesoconsiguealejarlosdelarealidad,porquealfinalloque
queda en susmemorias es la fotografía, no la visión real del cadáver. Lo querecordarán es una imagen plana vista a través de la pantalla de un teléfono
móvil,casicomosiellosnohubieranestadoallí.Y,dealgunamanera,lessirvedeprotecciónemocional.Miraallí,¿ves?—Elforenseseñalóunaparteenlaqueel lagoseestrechaba,casicerrándose, justoenelextremocontrariodelpuenteporelqueacababandecruzar.—Allí—dedujoAna—esdondeaparecióelcuerpo.—Dondesalióaflote,aunqueloschicosnosedieroncuentahastaquellegó
másomenoshastaesepunto,elcentrodellago.—Bueno, llamarlo lago… quizá es un poco exagerado. Es más bien una
charcagrande.—Sí, laverdadesquenoesmuygrande.Almenos, en superficie.Bajo las
rocas,enlasgrutassubterráneas,esinmenso.Mira,venporaquí,vamosaverlodesdeotraperspectiva.Subieron por una pequeña pendiente que los dejó justo sobre los caños de
agua. El camino desapareció y tuvieron que trepar por las rocas hasta llegarsobreelpuntoenelquesehabíadesprendidoelcuerpo.—Aquí,bajo tuspies, aunos sietemetrosatravesandoesta roca, en la zona
subterráneadellago,estabaenganchadoelcuerpodelachica.LosMossoscreenqueelquelamatóbuceóhastaahíylocolocóparaquequedaraatrapado.Estoestállenodegrutas.Unaparteesvisitable,peroporotranopuedennisiquieraaccederlosespeleólogos.Elinteriordeestasrocasesunlaberintodeconductos.—¿Yporquécreenquelodejóatrapadoapropósito?¿Nopudoengancharse
elcuerpo?—No, apenas hay corriente, como verás esto es casi agua estancada, sobre
todolaquehaybajolasrocasy,encualquiercaso,fluyededentrohaciafuera.Los Mossos creen que el asesino no quería que el cuerpo se descubrieraenseguida. Ya sabes que los cadáveres de los ahogados se hunden durantesemanas, hasta que a los treinta o cuarenta días los gases que genera sudescomposiciónempiezanaimpulsarelcuerpohacialasuperficie.Peroenestecaso,si te fijas,el lagoespequeñoypocoprofundo,enmuchosde lospuntosunapersonahacepie,conloquealguienpodríahaberlovisto.Elasesinoquisoocultarloduranteuntiempo.—¿Creesquedealgunamaneraelasesinopudoprogramarelmomentoenel
queaparecieraelcuerpo?—Mmm…sí—respondió, dudando por lo raro de la pregunta—. ¿Por qué
diceseso?—Porque entonces encaja en un caso que tengo entre manos, en una línea
temporaldeasesinatos.
—Es decir que el siluro se le adelantó con su ansia carnívora y el cadáveremergióantesdetiempo.—El8dediciembre—recordóAna—.Josep,¿cuándocalculasquelosgases
deladescomposiciónhabríanhechoemergerelcadáver?LarespuestaconfirmólassospechasdeAna.—¿PodemosiraverelcuerpoalAnatómicoForense?Necesitosaberunacosa
más.
***ElcaminodevueltaaBarcelonaselehizoextrañamentecorto.FueronporlaA2paraevitar elpeajedeMartorell en laAP7yunmásqueposible atascoa esahora.ElviajelesregalólaimpresionantevistadeMontserrat—lacarreteralamíala falda de la montaña— con el sol poniéndose tras el espectacular macizosagrado,hogardelapatronadeCataluña.—NomeextrañaquelosnaziscreyeranqueaquíseescondíaelSantoGrial.
—Ananopodíadejardemiraresaestructuraqueparecíamodeladaenplastilinaporungrupodeniñosrevoltosos.—¿Losnazis?—JosepGualsegiróhaciaella,sorprendido.—Túmira a la carretera que no quiero tener un accidente.—Ana le había
pedidoquecondujeraélduranteeltrayectoderegresoaBarcelona,asíellapodíair anotando todo lo que el forense le había contado hasta el momento ycompararloconsusnotassobreloscasosdeasesinatoabiertosenMadrid—.Sí,losnazis.SeguroquehasestudiadoqueHitleryFrancosevieronenHendaya,enlafronteradeFranciaconEspaña,enplenaSegundaGuerraMundial,porqueelFührerqueríaconvenceraldictadorespañolparaqueentraraenlaguerra.Ensu bando, claro. Pero ese día estaba sucediendo otra cosa. Uno de los mástemibles escuderos de Hitler, el jefe de las SS, Heinrich Himmler, visitó estamontañabuscandoelSantoGrial.—¡Ah, sí! Ya lo sé—exclamó el forense, concentrándose en seguir con la
vistafijaenelasfaltoynomirarasuacompañante—.EsoesdeIndianaJones.LosnazisqueríanelSantoGrialporqueloshacía invencibles.Oinmortales.Otodopoderosos.Nomeacuerdo.—¡Ay,Diosmío,cuántodañohanhechoalahistoriaalgunaspelículas!Pero
vamos a ver—Ana estuvo a punto de añadir «alma de cántaro», una de suscoletillasfavoritasal«Perovamosaver»,aunqueconsiguiócontenerseatiempo—,¿túcreesque losnazispensabanqueunacopa, supuestamenteusadaen la
últimacenadeJesucristo, les ibaadarpoderessobrenaturales? ¡Ay,Dios!No.Losnazissededicaronaexpoliartodaslasobrasdeartedelospaísesquefueronocupando, hasta reunir un tesoro magnífico. Era dinero para la guerra. Yhumillaciónalenemigo.Pero,además,buscabanalgopeoryquenoqueda tanvistosoenelcine:lajustificaciónasuscrímenes,lajustificaciónasuodio,delamisma manera que los asesinos psicópatas están convencidos de que susvíctimas se lo merecen. Todomonstruo necesita algo que no le haga sentirseculpable, Hitler incluido. Así que creó un grupo dedicado a investigar la«Herencia Ancestral Alemana» para probar que la raza aria había dominadoEuropa y que lo único que estaban haciendo era recuperar lo que había sidosuyo. Una leyenda situaba el Santo Grial en Montserrat. Encontrarlo hubierasidounapruebamásdeeserastrohistóricoalemán.YporlotantounamaneradejustificarlaocupacióndemediaEuropaeinclusoloscamposdeexterminio.—¡Joder!Yohabíaoídolodelosovnisolodelportalquetetransportadesde
Montserrataotrasdimensiones.Peronodelosnazis.¿Cómosabestútodoeso?—Amipadrenolegustabaleermecuentosporlanoche,decíaqueesometía
pájarosenmicabeza,peroyonopodíadormirmesiélnosetumbabaamiladoymecontabaunahistoria.—¿Ytumadre?—lainterrumpióGual—.¿Ellanotecontabacuentos?—Mimadre…mimadremuriócuandoyoeramuypequeña.—Ananoquiso
darlemásexplicacionesyélmusitóunlosientoapenasaudible—.Mipadreerapolicía,¿sabes?,asíqueencasanuncacontabanadadesutrabajo.Nosécómodecidióqueeserato juntosmepodríaservir tambiénparaaprenderyquecadanocheseconvertiríaenunaleccióndehistoriaatravésdelasanécdotas.«Fíjateen los detalles, Ana —me decía siempre—, los detalles te darán el porquéconjunto».UndíameexplicabaporquéelreyfrancésLuisXIVllevabataconesaltísimos.OtranochehablabadelaPequeñaEdaddeHieloquecasisecargaaEuropa y a los europeos entre los siglos XIV y XIX. Otra, de cómo llegó elchocolateaEspaña.—Síquesabíatupadre.—Esocreíayo.Luegomeconfesóqueduranteañosutilizólahoradecomer
paraleerlibrosquesacabadelabibliotecadelbarrio.Había oscurecido totalmente cuando llegaron a la Ciutat de la Justícia, el
modernoconjuntodeedificiossituadoamediasentrelaciudaddeBarcelonaylade l’Hospitalet, en el que se ubicaban la mayoría de juzgados de las dosciudades, varias oficinas de atención a las víctimas y departamentosadministrativos,yelnuevoInstitutodeMedicinaLegaldeCataluña.
—Laverdadesqueesunlujotrabajaraquí.—HabíandejadoelcocheenunaparcamientosubterráneoysalieronaunagranplazacentralparacruzarhaciaeledificioGysubiralasextaplanta—.Todonuevo.Todomoderno.3F. Hacía casi un mes que el cadáver de una joven desconocida reposaba
dentrodeesanevera,sinquenadieloreclamara.Conservadoacuatrogradosdetemperatura.—Tendríamos que haberlo congelado ya,mientras el juez decide qué hacer
con él, pero entre las Navidades y que ha habido poco trasiego de cadáveresúltimamente,aquílohemosidodejando.—Gualgirólamanecillaquepermitíaabrirelcubículoenelquereposabaaquellachicaytiróhaciafuera,deslizandosobrelosraíleslacamillaenlaquereposaba—.Tepresentoalcadávernúmero2315.Rasgosmásdistintivos:lamanoamputadayunacicatrizenformadecruzsobrelaparteexternadelcododerecho.Mira—señalólaarticulación—,hayqueverlochapuzasquesonalgunoscirujanos.¡Quéhorrordesutura!Anasesorprendiódelorelativamentebienconservadoqueestabaelcuerpo.
Esperabaalgopeor.Lapiel seveíacompletamentearrugada, comoquedan lasyemasdelosdedostraspasarmuchotiempoenelagua.Contuvoelinstintodealargarlamanoytocarlapálidacapajabonosaquesehabíaformado,perosabíaporexperiencia—noeraelprimercadáverbajoelaguaconelquetrabajaba—quesedesharía.—Elcuerpollevabatiempoenaguafríayestable,casiestancada,yporesose
ha conservado en este estado de saponización, con esta capa externa deputrefacción,laadipocira,queloprotege.—¿Cuánto tiempo pudo estar sumergido? —Ana se fijó en el muñón
descarnado,losrestosdelbocadodelsiluroalarrancarlamuñeca.—Calculamos que una semana,más omenos desde el 1 de diciembre. Los
gasesdeladescomposiciónlohabíanempezadoahinchar,peronolosuficienteparaquesalieraflotandoalasuperficie.—Quehubierasido…—Unastressemanasdespués.AproximadamenteentreNavidadyfindeaño.Todoempezabaacuadrar.—Peroelsilurodioaltrasteconelplandelasesino.—«Quehubieraquerido
quedescubriéramoselcuerpoentreelasesinatodeladuquesaylamasacredelascensor»,pensóAna.—¿Plan?—Elforensenoentendíanada.—Creo que esta chica forma parte de una cadena de asesinatos, pero para
terminar de encajar en la serie necesito saber algo más. ¿Tienes a mano los
objetosqueseencontraronconelcuerpo?¿Losanalizasteis?—¡Claro! Acompáñame luego a mi despacho, tengo el informe en el
ordenador.—¿Cuáleslacausadelamuerte?—preguntóAna.—Seahogó.Volvióa taparelcuerpoy lacamilla sedeslizósuavementesobre los raíles.
Ellaregresóalaneveraenlaquellevabaunmes.Fría,oscuraysola.Aseguiresperandoaquealguienlarescataradeallí.—Queríasverelinforme,¿verdad?Vamosamidespacho.Debíadeserundespachomuyluminosoporqueunagrancristalerarecorríala
pared del suelo al techo, pero a esa hora había anochecido ya totalmente y laoscuridadapenasdejabaver lasventanasdeledificiodeenfrente.GualcedióaAna su silla y el ordenador mientras lo encendía. Ella bajó discretamente lamiradaparanoverlaclavedeaccesoqueestabatecleandoenelsistema.—Aquí tienes el informe de la autopsia. Si me dices exactamente lo que
buscas,quizápuedaayudarte.Anaempezóaleerensilencio,concentradaenlapantalla.Erauntextolargoy
metódico,llenodeexpresionestécnicas.—¿Encontrasteisalgoextrañoenelcuerpo?—Ananopodíadecirleloquele
había explicado PalomaMarco, el motivo real por el que ella estaba allí. Lapulsera.—¿Algocomoqué?—Estoybuscandodoscosasenconcreto.Unaesuntinteextrañoouncolor
añadidoaalgúnobjeto.Ylaotraesalgunaletra,oinclusounapalabra.Gual cogió el ratón y navegó documento hacia abajo, inclinado sobre el
escritorio,conelcuerpocontorsionadoparanotocaraAna,queseguíasentadafrente al ordenador. En las últimas páginas encontró lo que buscaba, lasfotografías y la descripción de los objetos pertenecientes al cadáver, todosbastantedeterioradostraspasarmásdeunasemanabajoelagua.Unasudaderaazulmarinoconcapucha,unacamisetablancademangacorta,unospantalonesvaqueros,untangadecolorcarne,zapatillasdeportivasblancasdeunaconocidamarcaycalcetinesdealgodóndelmismocolor.—Como ves, nada extraño. Los buzos barrieron el fondo del lago y no
localizaron nada más que pudiera ser de ella. Ni documentación, ni teléfonomóvil, ni bolso.Nada.No encontramosnada escrito, ningún texto. Incluso lasetiquetasdelaropahabíansidocortadaspreviamente.—¿Yesto?—Anaseñalóunaúltimafotografía,alfinaldelapágina.
—Esunapulsera.—¿De ella? —Por fin. La pulsera por la que Ana había relacionado los
asesinatosdeMadridconelcadáverdeesachica.—Sí,seledesprendiócuandoelsilurolearrancólamano.Creemosqueessu
nombre,peronohayningunadesaparecidaconesosdatosoestascaracterísticasfísicasenlasbases,niladeMossos,niPolicía,niGuardiaCivil.InclusohemospreguntadoalaErtzaintza.YalaInterpol.Nada.Tambiénpensamosquepodríaserelnombredealgúnfamiliar,eldesumadre,desuhermana,inclusodeunahija.Otrocallejónsinsalida.—¿Ysiesenofuerasunombre?—¿Quéquieresdecir?Eslatípicapulseraenlaqueunollevasunombreoel
deunserquerido.¿Selapusoelasesinoparadespistarnos?—No.Paradespistarosno—contestóAna—.Paramandarunmensaje.Para
mandarmeunmensaje.EstachicanosellamaOlvido.
ELODIOSelellenaelcorazóndeodiocomosi fuerasangre.Bum.Bum.Dentro,fuera.Dentro,fuera.Dentro.Yselequedaanquilosadocomountumorenelhígado.Bienhondo.Bienmetido.Porque,aveces,elolvidonoessuficiente.
39Elolvidonoessuficiente.Tenía la pulsera que completaba la frase. Pero aún le faltaba otra cosa. El
colordelamuerte.—¿Podemosiraverla?—preguntóAna,conojosdecorderillodegollado.—¿Verla?¿Cómoverla?—Sí,porfavor,Josep—insistióella—,tepareceráunalocuraperocreoque
esa pulsera encierra algo más. Y necesito tenerla entre las manos paradescubrirlo.—Esque—dudó—,yalosabes,lotienesquesaber,noestásautorizadaaver
laspruebas.—Elforenseseresistía—.Tendríasquehacertodoelpapeleo,conunapeticiónformalde tusuperiordesdeMadrid,podríanpasarsemanasyaunasínotegarantizonada,nomepidasquetelaenseñeahora,quepuedometermeen líos.Bastante tehecontadoya,soloporqueeresamigadePalomaymehajuradoquepuedoconfiarciegamenteenti.—Porfavor.Ana lo miró con su mejor cara de súplica, bajando un poco la cabeza y
elevando lamirada, imaginándosea símismacomounodeesosgatosdeojosgrandeseimplorantesquederritenlasredessociales.Aunqueestavezlatretanodio resultado. Por poco. El forense seguía negando con la cabeza, pero elmovimientodederechaaizquierdaempezóahacersecadavezmássutil,apenaserayaimperceptible.Estabaapuntodeclaudicar.Lefaltabaunúltimoempujón.YAnadecidióentoncesjugarsuúltimabaza,lamásextrema.Arriesgarlotodoaunacarta.Elmorbo.Slenderman.—Verás—callódurantetressegundos,paradaremocióneintensidadaloque
iba a decir a continuación—, no sé si sabes que este es mi primer caso trasvolveraltrabajo.Heestadoseismesesenunhoyo,lamayorpartedeltiemposinnisiquieralucharpormantenermeaflote,soloesperandoahundirmedeltododeunamalditavez.Meheculpado,noteimaginashastaquépunto,pornoverlas
señales,pornosaberreconoceralmonstruocuandoloteníaallado,pornopodersalvaraesosniños.—Salvasteauno.—Aunosolo—selamentóAna.—Al único que hubieras podido salvar. No seas tan feroz contigo misma.
Ningúnserhumanosemereceesegradodecrueldadautófaga.—Saturno devorándose a sí mismo —reflexionó Ana, jugando con las
palabrasdelfamosísimocuadrodeGoya.—Somoselúnico servivodeesteplanetaque se llegaaodiar tantoque es
capazinclusodedevorarseasímismohastadestruirsedeltodo.—Paraevitaresonecesitolapulsera.Porfavor.Yahí estaba.Lapulsera.Sobre lamesadel despachode JosepGual.Había
tardado veinte minutos en ir a por ella al almacén de pruebas y sacarla conalgunaexcusaqueAnahabíapreferidonoconocer.—Gracias,muchasgracias—susurróencuanto lovioentrarcon labolsade
plásticoenlamano.—¿Quéesloqueesperasencontraraquí?¿Lapistaquetelleveatuasesino?—Eso sería unmilagro.Demomentonohadejadopistas quenospermitan
acercarnosaél,nisiquieraestrecharunpocoelcírculodesospechosos.—¿Notenéislista?—Ten en cuenta que solo hace unas horas que hemos relacionado los
asesinatos. Y ahora estoy a punto de añadir una víctima más. Tu muerta sinnombre.—Yparaesonecesitasesto.—¿Puedo?—preguntó Ana, cogiendo la bolsa de plástico transparente que
conteníalapulsera.Parecíabarata,unadeesasbaratijasdeferiaquetecomprasde manera caprichosa una noche de verano pensando que con ella te llevastambiénalrestodelañoelcalorylafiestadeesosdías.Unautoengaño—.Sehaoxidado.—No.Noesóxido—contestóelforense—.Creoqueescardenillo.Lapulsera
esdecobre,yconeltiempoylahumedadlaparteexternadelcobresecubredecardenillo, como la Estatua de la Libertad, en Nueva York, que era marróncuandoFranciaselaregalóaEstadosUnidos,afinalesdelsigloXIX,yqueahoraestácubiertadeesetonoentreverdeyazul.—¿Ysitedijeraquenoesasí,quenoessolocardenillo?—¿Cómoquenoesasí?—Mira.
Anasacódelbolsoelespectómetrodemasasportátilque tansolounosdíasantes le había parecido la última estupidez tecnológica de Joan, el últimocacharrito caro que terminaría en algún cajónpara el resto de los tiempos.Leexplicóalforensequéerayparaquéservía.Elresultadofuefácildeinterpretar.Habíacardenillo,sí.Perotambiénarsénico.
40—¿Dóndeestás?¿Charini?¿Quéruidoesese?—¿Me oyes? ¿Me oyes? —La voz de la agente de Policía apenas era
perceptible con el estruendoque llegaba a través de la línea telefónica, voces,vehículos, un aullido lejano, un zumbido metálico, incluso diría que algo delluvia, todo mezclado en un batiburrillo sonoro, como piezas que no encajanbien.—Fatal, Charo, te oigo fatal.—Ana intentaba concentrarse en esa llamada,
mientras buscaba la tarjeta de embarque en el bolso para mostrársela a laempleadadeIberiaqueestabacomprobandoladocumentacióndelospasajerosenlapuertadelvueloIB2046—.Esperaunmomento,Charo,unmomento—lepidió, colocándose el móvil bajo la axila para poder buscar mejor dentro delbolsogigantescoquellevabacolgadoenelhombroderecho.¿Dóndenariceslahabríapuesto?Volvióacogerelteléfono—.Tellamoenunminuto.—Esimportante—oyómientrasalejabaelterminaldesuoído,justoantesde
colgarlallamada.Ana imaginó a su espalda una hilera de pasajeros con caras contrariadas y
humoresagrios.Todoelmundo lamiraba, seguro, aunqueellano seatrevióagirarsenialevantarlavista.Bastanteteníaconhurgardentrodelbolsoyrezarparanohaberperdidolatarjetadeembarquequelepermitíaaccederaesevuelo,el último del día que conectaba Barcelona con Madrid. Estaba empezando aponerse nerviosa, muy nerviosa, cuando la sobresaltó una mano tocándole elhombro,justosobrelasasasdelbolso.Diounrespingo.Eraunhombretrajeado,conuncaromaletíndeejecutivoenlamanoderecha,aunqueellanoviolaropa,sino que solo pudo fijarse en su mata de pelo peinada hacia atrás con tantagomina —o lo que fuera que utilizara— que parecía un trozo de alquitránfundidosobresucabeza.Leseñalóhaciaabajo.Ananopodíacreérselo.Haciasuculo. «¿Este imbécil me está mirando el culo?». Sí, claro. Pero ahí estaba latarjetadeembarque,metidaenelbolsillotraserodesuspantalonesvaqueros.Nisiquiera recuerda si hizo algún gesto de agradecimiento hacia aquel tipo,
agobiadacomoestabaporelretrasoquehabíaprovocadoenlacoladepasajerosquequeríanaccederalvuelo.«Les habla el sobrecargo Guillermo Mateo. A partir de este momento les
rogamos pongan sus dispositivosmóviles enmodo avión». ¡Mierda! Se habíaolvidadode llamaraCharo.«Despegamos, te llamocuando llegueaMadrid»,escribióatodaprisaenWhatsApp,escondiendodisimuladamenteelmóvilbajoel abrigo, que había doblado encima de sus piernas, para que nadie de latripulación laviera. Justocuandoestabaapuntodedesconectar el terminal, leentró un último mensaje. Era un correo electrónico. Lola Echeverría Gayoapenas había tardado veinte minutos en contestar a su petición, menudaeficiencialadeladirectoradeltallerdelMuseodelPrado.Abrióelcorreoparapoder leerlo durante el vuelo y bajó el archivo adjunto justo cuando estabanentrando en la pista de despegue. Activó el modo avión y leyó lo que habíaescritoLolaenunlarguísimocorreoelectrónico:
Noséporqué, teníaelpresentimientodequevolveríasa llamarmeyquehabríaotrocolordelamuerteenjuego.PoresomehabíatraídoelPigmentCompendiumacasa,apesarde loquepesa, ja, ja, ja—esteordenadornotieneemoticonos,perdona—.Preferíatenerloamanoporsitesurgíaalgunaduda.Aunqueestavezesfácil.Omásquelasanteriores.Mepreguntassobreun color verdoso elaborado con cardenillo, vinagre, carbonato de sodio yarsénico,ydeesossolohayuno:elverdeesmeralda,producidoporprimeravez en 1814. El ser humano nunca había podido elaborar antes un verdecomoese.Tanbrillante,tanintenso.Losprerrafaelitasylosimpresionistassevolvieron locos; de hecho algunos cuadros de Turner o Manet todavíadesprenden restos de veneno. Pero la cosa no quedó ahí, porque murieronmiles de personas, sobre todo niños, sin que nadie supiera la causa. Losmédicos diagnosticaban difteria, aunque evidentemente los enfermos norespondían al tratamiento y terminaban falleciendo. Se dieron casos defamiliasenlasquetodosloshijosmorían,unotrasotro,conpocassemanasdediferencia,paradesesperacióndelospadresperotambiéndelosvecinos,que temían algún brote de alguna extraña y desconocida enfermedadcontagiosa.Nofuehastavariasdécadasdespués,en1862,cuandoeldoctorThomasOrtondescubriólarazóndetodosesosfallecimientosaparentementesinsentido.Todoestabaenlasparedes,enmillonesdekilómetroscuadradosde paredes en los hogares de todo el Reino Unido, decorados a la modavictoriana, obsesiva con el verde perfecto y los paisajes inspirados en la
naturaleza. El problema era que ese verde maravilloso terminó resultandomortalporqueensucomposiciónllevabauncuarentaporcientodearsénico,que,con lahumedad, sedesprendíadelpapel.Fallecieron inclusopersonasque apenas habían pasado dos o tres horas en esas habitacionesempapeladas.Tiempomástardeunainvestigaciónarrojócomoresultadoquenoeraculpa solodel verde.Losproductoresdepapeldepared,unode losnegociosmás prósperos del país, se dieron cuenta de que el arsénico dabamásvivezaa loscoloresyempezaronausarloenelrestodepigmentos.Nofue hasta 1870 cuando el fabricante más famoso de Inglaterra, WilliamWoollams&Co,sevioobligadoaproducirsuprimeraseriedepapellibredearsénico. Lo hizo por la presión popular, pero sin creerse que lo queelaboraban fuera tóxico.Su fundadorsiguió insistiendo toda lavidaenqueera cosa de los médicos, que le echaban la culpa al papel de las paredesporquenosabíandetectarelorigenverdaderodelaenfermedad.Dehecho,elGobiernobritániconollegónuncaaprohibirlafabricaciónyventadepapeldeparedpintadoconarsénico,aunqueen1903unacomisiónrealrecomendóreducir los niveles de este tóxico en la comida y la bebida.Por cierto, unacuriosidad,dice la leyendanegraque lamuertedeNapoleónfueprovocadaporelverdeesmeralda,porquedeesecoloreranlasparedesdelacasadelaisladeSantaElenaenlaqueestabaexiliado.Temandounafotodelapáginadelaenciclopediadondelodescriben.Sinecesitascualquierotracosamás,llámame,aunquemañanaseafiesta.QuetetraiganmuchascosaslosReyes.Unabrazo,Lola.
TrasleerlalargaygenerosaexplicacióndelaconservadoradelPrado,Anase
ovillóenelasientodelavión.Siempreenelpasillo.Siemprealerta.Lotenía.Unasesinoenseriequeutilizabacoloresrelacionadosconlamuerte
para marcar sus crímenes, pero que además había dejado un mensaje que sepodíaleercompletadas—esoesperabaAna,quehubieraacabadoya—todaslasmuertes:elolvidonoessuficiente.«Tripulación,preparamoscabinapara aterrizaje», lavozdelpiloto sonópor
losaltavocesdelavión.EstabanllegandoaMadrid.Elvuelose lehabíahechoextrañamente corto. «El tiempo pasa volando —pensó—, y literalmente estavez».Menudo chistemalo se le acababa de ocurrir.Antes incluso de salir delavión volvió a conectar el móvil a la red y llamó a Charo. ¿Qué era eso tanurgentequeteníaquedecirlelanochedeReyes?Lerespondióunavozextraña,unavozdemujerperoconlascuerdasvocalesdesgastadasporeluso,comosi
llevaratodalavidahablando.—Perdón,me he equivocado—le contestóAna,mientras intentaba avanzar
porelestrechopasillodelavión.—¿Ana?EresAna,¿verdad?—Sí—contestó,desconcertada, conelojopuestoenelpasajerodedelante,
queintentabasacarunapesadamaletadelcompartimentosuperiordelacabinayquepodíacaerleaellaenlacabeza.—SoyRosario,lamadredeCharo.Medijoquesolocogieralallamadasieras
tú. Que si ponía en la pantalla «Ana jefa» que descolgara. Que era muyimportante.Llevounbuenratoconelteléfonoencima,teníasquehaberllamadohaceunahora, lapobreCharobajódelaambulanciaconelmóvilenlamano,«Mamá,mamá, que llamaráAna,mamá, tienes que darle unmensaje», y contodoeljaleoquetenemos,puesfíjate,aquíyopendientedelteléfonodemihija.—Ya, perdone. Pero ¿está bien Charo? ¿Pasa algo? —La cola siguió
avanzando,Anayacasiestabaenlapuertadelavión.—¿Quesipasa?¿Quesipasa?Estahijamía,queesundesastre.Quesecree
que tienequince años y no, ya no tiene edad.Que se pone a hacer el cabra yclaro,pasaloquepasa.—Pero ¿qué ha pasado? ¿Qué le ha pasado a su hija, señora?—A ver si
conseguíaquelamujersecentrara.Aceleróelpaso,porelfingerysiguióasíporlaterminal.HabíadejadoelcocheenelparkingF,elmásalejadodelasalida,elúnicoenelquehabíaencontradoplazaslibres.Esoerandiezminutosandandoapasorápido.—Puesque esunabruta, eso es loquepasa.Que sehapuesto a saltar a la
comba y se ha roto el tobillo. ¡Por tres partes! ¿Te lo puedes creer? ¡Por trespartes!—¡Madremía!—fueloúnicoqueacertóaresponderAna.—Madremía,sí,tienesrazón,madremía,lahijaquetengo.Tellamólapobre
desde laambulancia,siempreconelmaldito teléfonoen lamano,discutióconlos sanitarios y todo, por el teléfono, pero ella les decía que era policía. «Soypolicía,soypolicía,ytengolapistadeunasesinoenserie,esmuyimportante».Sacóinclusolaplaca,¿sabes?Coneltobillofracturadoportressitiosysacalaplaca dentro de la ambulancia que la está llevando al hospital. Y porque lapistolanolallevabaencima…—Pero, señora, señora… —Ana intentaba encontrar un resquicio en el
torrentedesílabas,palabrasyfrasesquesalíandelabocadeesamujer.—…nolallevanuncasiestáconsussobrinos,queconlosniñospuedeser
peligroso, pero eso, que no la llevaba, porque, si no, la saca. La saca ahí enmediodelaambulancia.¿Teimaginas?Pum,pum,soypolicíayaquísehaceloqueyodigo.—Señora,señora…—Vamos,queconloqueledolíaeltobilloylaobsesiónqueteníaporhablar
contigocasiselevalacabeza.Bueno,encantadadesaludarla.¡Ay,madre!Queleheestadohablandodetútodoesteratoyustedeslajefademihija,perdone,señora,perdone.Tengoquedejarla,quelaestánoperando,austedno,claro,amihija,yquieroestarpendientedecuandosalgaelcirujanoacontarnosquétalhaido.Y colgó. Ana miró atónita al teléfono, como si no pudiera creerse la
conversación que acababa de tener. Se quedó quieta, de pie, frente a lasmáquinasdepagodelosticketsdeaparcamiento.Treintayseiseurosmarcólapantalla.PagóconlatarjetadecréditoyvolvióallamaralmóvildeCharo.—Hola—contestóotravezsumadre.—¿Señora? Oiga, soy Ana Arén, de nuevo. De la Policía—añadió, por si
acaso.—Sí, sí, Ana jefa, ya lo he visto en la pantalla, por eso he descolgado el
teléfono.¿Quéquiereahora?YalehedichoqueChariniestáenquirófano.—Oiga,no lamolesto, solounacosa. ¿No teníaustedunmensajeparamí?
¿NoledioCharounmensaje,esetanimportantequeteníaquedecirme?—¡Ahíva!Puesclaro.Siesquenosédóndetengolacabeza.Espere.Melo
apuntéytodo.Espere.Sí,aquí,enunfolletodepizzaadomicilio,elúnicopapelque llevaba en el bolso, ¿sabe?Aquí está.Mire.Uno, dos, tres, cuatro, cinco,seis,siete,ocho.—¿Cómo?—Uno,dos,tres,cuatro,cinco,seis,siete,ocho.Esoesloquemedijomihija
quetedijera.Esosnúmeros.Delunoalocho.Apuntaditosaquílostengo.—¿Solo eso?—Ana estaba perdida, ¿qué quería decirle Charo?—. ¿No le
contóparaquéservían?—No.Medijoqueeranlallave,oalgoasí,lallaveolaclave,queustedsabía.
¿Noserádealgúnmóvil?Comoeldemimarido,quevayabroncalehaechadomihija,porqueresultaqueteníaenelmóvillacontraseñaesafácil,quetodoelmundotelapuedeadivinar,vamos,uno,dos, tres,cuatro,yCharinidiciéndolequemenudotonto,quesilerobabanelmóvilselodesbloqueabanenseguidaytodo eso. Y Manolo contestándole que anda que no hay gente que deja lascontraseñasquevienenenlosaparatos,quevayalíocambiarlas,queélnoerael
único.Y justo ahí es cuandomi hija se ha roto el tobillo. Yo creo que se hapuestonerviosaconladiscusiónconsupadrey,claro,haperdidoelritmodelacombaysehacaído.Ana ya no escuchaba.Uno.Dos. Tres.Cuatro.Cinco. Seis. Siete.Ocho. Si
Charoestabaen locierto,yellahabía interpretadobiensumensaje,esaera lacontraseñadelmayordomode laduquesa.Elasistentevirtualquepodríahabergrabadoelmomentodesuasesinato.
41¿Quévinculabaatodasesaspersonas?¿Quéteníanencomúnparaquealguienhubiera queridomatarlas? Seis cadáveres, tres formas de asesinar diferentes ytres escenarios del crimen. Pero una sola línea temporal—si no teníamos encuentalaincursióndelsiluro,queadelantólaaparicióndeunodeloscuerpos—y dos secuencias de pistas que confluían en una sola persona. ¿Qué estabaqueriendodecirleselasesino?QuizáelasistentevirtualdeMónicaSpinozaarrojaraalgode luzen todoel
asunto.ConCharoenquirófano, teníaqueserellamisma laquedescargaraelcontenido de lamemoria.Miró el reloj del tablero frontal del coche. Pasabanvariosminutosdelasdiezdelanoche.Noencontraríaanadieenelalmacéndepruebas.Cogió laM-30direcciónoeste.Acasa.Yanopodíahacermásen laspróximashoras.Oesopensabaella.Dosllamadasdeteléfonoibanaperturbarsunoche.Laprimera,dePéBé.—Ana,¿dóndeestabas?Noteníascobertura.—Magistrado, buenas noches —respondió ella, educadamente, intentando
discernirporeltonodelavozdePéBésilallamadaeradecarácteramistosoono. Quizá había descubierto dónde se había producido la filtración de lasidentidadesdelosmuertosenelascensor—.¿Quésucede?—¿Hasleídoelúltimoinformedelacientífica?—No—respondió, descolocada—,debode tenerlo en el correo electrónico,
peroheestadotodoeldíaenBarcelonaynohepodidovernada.—Ha llegado esta tarde. Quería comentarlo contigo. La científica confirma
que hay restos de las víctimas en las paredes del foso desde la sexta planta,porquealcaerchocaroncontraelhormigónenalgunospuntos.—Conloqueyanohaydudasdequetodosseprecipitarondesdeesaaltura.—Todos no—la corrigió elmagistrado—. Todos no. A nuestromuerto sin
identificarlotirarondesdelaplantabaja,directamentealfoso.—¿Cómo?—NadielehabíacontadonadadeesoaAna.¿Porquénolahabían
llamado?Elladirigíalainvestigación.—Magistrado, ¿quién te ha mandado el informe? Tenía que haber pasado
antespormismanos.—Tujefe—contestóél,contodatranquilidad.El jefe, claro. Ruipérez sabía que ella estaba fuera y no había dudado en
saltarse aAna para hacerla quedarmal ante el juez instructor. Típico. Intentóserenarse.NoqueríaquePéBénotarasuenfado.—Elcuerponúmerocuatro tiene,comolosotros,heridasquecoincidencon
unacaídaagranaltura—reflexionó.—Porquelodebierondematarasí—razonóPéBé—,osemurióasí,conuna
caídaagranaltura,aunqueenotrolugaryunasemanaantesqueelresto.—Perodicesquelotirarondesdelaplantabaja.—Sí,esoesloqueponeenelinforme,quehanencontradorestossuyosenla
guíainferiordelapuertacorredera,untrozodehiloquepertenecealasudaderablancaquellevaba.Anacerrólosojos.Nopodíacreertantacrueldad.—Sabesloqueesosignifica,PéBé,¿verdad?—¿Aquéterefieres?—Pues a que nuestro asesino abrió las puertas de la planta baja y arrojó al
cadávernúmerocuatrocuandolosotrosyahabíancaído.—Sí,esoyalohablamos,Ana,esecuerpoestabaencimadelosdemás.—EncimainclusodeMiguelÁngelMalabar.Recuerdaqueélsobrevivióala
caídayagonizódurantehoras.Malabarviolaspuertasabrirsejustoencimadeélydebiódepensarquellegabalaayuda.¿Teimaginas?Debiódegritarsocorro,osácame de aquí. Algo. Quizá incluso le vio la cara a su asesino. Pero comorespuesta solo recibió un cuerpo cayendo sobre él, terminando con todas susesperanzas de salir vivo de allí, sabiendo que agonizaría hasta morir. No meextrañaquellorase.—AnarecordóloquelehabíacontadolaforensesobrelosrestosdelágrimasenlapieldelacaradeMiguelÁngelMalabar.Seprodujounlarguísimosilencio.Ningunodelosdosfuecapazdehablar.La
escenaserepetíaensuscabezas.Elniveldesadismoqueimplicabaibamásalládeloquepodíanimaginar.—Esoesterrible,Ana.—Terrible,sí—contestóella.Seestabanenfrentandoaunmonstruo.Prefirió
callar,demomento,loquehabíaaveriguadoesatarde.Queesemismosádicoeratambién el responsable de varias muertes más. Y que estaban ante unpeligrosísimoasesinoenserie.
Lasegundallamadadeteléfonodeesanocheempezóporunmensajedetexto.«¿Es muy tarde para llamarte?», le preguntaba Josep Gual. «No, qué va», lecontestóAna,apesardelasprotestasdeJoan,quehabíarecalentadolacenadosvecesya.—Te llamé hace un par de horas—dijo el forense nada más descolgar la
llamada—,perome saltó al buzón, imaginéqueya estabasvolando.Noquisedejarteunmensajeporquepreferíacomentárteloenpersona.Hayunacosaquesemehapasadoporalto.Estatardeestábamostancentradosenelcuerpodelachicayenlapulsera,enlaspistasdelasesino,quenotecontéalgofundamental.—¿Elqué?—Hubo un sospechoso, un detenido, de hecho. Los Mossos apuraron las
setentaydoshorasantesdellevarloaljuez,buscandopruebas,perosuseñoríaconsideróquenoeransuficientesparamandarloaprisiónpreventiva.Ylodejóenlibertadsincargos.—¿Quién?—Nomeacuerdodesunombre.Solodelapodoque tenía.Muycurioso.El
Carquinyoli.—Esoesundulce, ¿verdad?—preguntóAna,mientras ledecíapor señas a
Joanquevolvieraallevarlacenaalhornoporquelaconversaciónibaaserlarga.Éllamiróconcaradecircunstanciasehizoungestoderesignaciónlevantandoloshombrosyfrunciendolaboca.—Sí,esunaespeciedegalletaconalmendrasquesetomadepostre,convino
dulce.Enelpueblodondeaparecióelcadáversontípicos,delosmejoresquesehacen.CarquinyolisdeSantQuintí.—¿Quépruebasteníancontraél?—Acabodehablarconunodelosmossosquellevaelcaso,porqueestábajo
secretodesumario,paraquemecuente.Hastenidosuertedequelolocalizara,porqueestanochenoes fácildar con lagente.Él estádivorciadoyhoyno letocabanlosniños,asíquenadadecabalgatasdeReyesnideenvolverregalos.—¿Y?—se impacientó Ana. Qué manía tenía la gente de no ir directa al
grano.Tresdíasdespuésde laaparicióndelcuerpode lachica, losMossoshabían
detenidoaunodelosvecinosdelpueblo,unhombredecincuentaynueveañosconantecedentesporrobo,trapicheodedroga,amenazas,coaccionesycasitodoelcatálogodedelincuenciamenordelcódigopenal.ElCarquinyolieraunviejoconocidodelascomisarías,undelincuentedepocamontabreadoenlascloacas.—Un marginado del sistema, irrecuperable ya para la sociedad —siguió
contándoleGual,mientrasibaleyendolasnotasquehabíatomadosobreelcaso—.Tienetreshermanos,todosdelincuentescomoél,unaempresafamiliarenlaque,envezdeasarpollos,sesaltan la ley.Esosniñoscomenzaronadelinquircasi antes de empezar a andar y se han dedicado a ello toda su vida con unaactitud inasequiblealdesalientoo lascondenasque leshan idocayendoacasitodos.—¿Por qué lo detuvieron? Al Carquinyoli, digo—interrumpió, impaciente,
Ana.—Yatehedicho,porunmontóndedelitos,drog…—¿Porquélodetuvieronenrelaciónalasesinatodelachicadel lago?—Se
tuvoquecontenerparanosonardesagradablementecortante.—¡Ah, sí! Pues porque en la pulsera se encontraron restos de ADN. En
realidad, un minúsculo resto de ADN enganchado al cierre de uno de loseslabonesdelapequeñacadenaconlaquesecierra.Todocuadraba.Delincuentehabitualyencimavivíaapocoskilómetrosdellago.—Tendréquehablarconél.¿Estáenprisiónpreventiva?¿Enquécárcel?—Lovasatenerdifícil.—¿Por?—Soloteníaqueconvenceral juezinstructordelcasodelaposible
vinculacióndeesecrimenconlacadenadeasesinatosquesehabíanproducidoenMadrid.Yesonoibaasercomplicadovistaladobleconexióndepistasentretodaslasmuertes—.QuizámañanamismopuedatenerelpermisodeljuezyelokdelDepartamentdePresonsdelaGeneralitat.—Ana,notevanadarningúnpermisoporquenohayningúnpermisoquedar.
Yatehedichoqueeljuezlodejóenlibertadporfaltadepruebasyélaprovechóparadesaparecer.—Mierda.¡Mierda!—.Ysientodecirtequesenegóadeclarar.NiantelosMossosnianteeljuez.Solorepitióqueerainocenteyquenosabíanada. Su abogado argumentó que ese trocito deADN, unminúsculo resto depiel,apenasdeldiámetrodeuncabello,seenganchóalapulseraenelagua.Quesucliente sebañamuchoenel lago,aunquesea invierno,yque lamuestra secontaminó.Peronuncalosabremos.Suúnicapista.Suúnicapistafiablehastaelmomentoysedesvanecíaantes
siquieradepoderseguirleelrastro.—No,nuncalosabremos—repitióenvozaltaAna.—No.Olepuedespreguntaratuamiga.Examiga.AesatalInés.¿Quéacabadedecirelforense?—¿Perdona?Teheentendidomal.Tengounacoberturaregularencasa.—AInés—repitióélmásdespacio,comosileestuvierahablandoaunniño
pequeño—. Igual ella te da alguna pista. Leí en la prensa que antes de sudetencióneraisíntimas.Secontaronmuchascosasesassemanas.—No creas todo lo que lees—respondió Ana, cortante y mentirosa—.No
éramos amigas, solo nos conocíamos por el trabajo. —Era mejor negar larealidad que tener que explicarla—. Por otro lado —añadió—, creo que teconfundes. Inés está en la cárcel desde julio. Y a esa chica la asesinaron aprincipiosdediciembre.Es imposiblequeella sepaalgo.Loscrímenes sehancometidomuchodespués.—Mira,Ana,medaiguallarelaciónquetengasconlareclusamásfamosade
España. Solo te lo he contado porque creía que erais amigas y que podíasrecurriraellaenbuscadeinformaciónparaestecaso.SialguiensabealgodelCarquinyoli es ella.Elmossoconelquehehabladomecontóquehacecomounos ocho meses Inés le llamó para que le pasara el contacto de variosdelincuentesirrecuperables,deesosquellevantodalavidaentrandoysaliendodelacárcel.Queríaescribirunlibro,oqueríaideasparaunlibro,oalgoasí.Ana repasó mentalmente el calendario. Diez meses antes, marzo del año
anterior.Inéshabíavendidocientosdemilesdeejemplaresdesuprimeranovela,Unbosqueespeso,ynecesitabadesesperadamenteunagranideaparasusegundolibro.Ana lo sabía porque en esa búsqueda de historias Inés también la habíallamado a ella. «Lapresión es brutal—le contó—,mi editor amenaza inclusocon demandarme, firmé un contrato por dos libros, he cobrado un anticipomillonarioquemehegastadoyaenunacasaqueahoranopuedovenderporquevalemuchomenos,ynecesitoalgunaideamagníficaparaelsegundo.Trasesteéxito tengoquesalirconalgo igualdegrandeo,almenos,que loparezca,mejuegomireputaciónyyovivodeeso,demireputacióncomoperiodistayahoratambiéncomoescritora».—Mi amigo mosso —continuó explicando Gual al otro lado de la línea
telefónica—mehacontadoquelepasóaInésvarioscontactos,ysospechoquetambién los informes policiales, aunque está prohibidísimo, pero ya sabes lascosasqueaveceshacemosporlosperiodistas.Detodosesosdelincuentes,Inésescogió alCarquinyoli, y se reunióvariasveces conél.No sé si lepagó,o leprometió algo a cambio, pero ami amigo le contó luego, excitadísima, que eltipoeraunafuenteinagotabledehistoriasdelictivasyquelehabíacontadocosassorprendentesqueseremontabaninclusoavariasdécadasatrás.Leexplicóquehabíagrabadotodaslasentrevistasyqueteníaundosierenorme.Queconocíaaesehombre,loquehabíahechoysuscompañíasmejordeloqueseconocíaélmismo.
—Asíquesihayalgunaconexión…—…sihayalgunaconexiónconunasesinoenserie,Inéstienequesaberlo.
Porqueestetipodecrímenesnosepreparanenunmes.Colgóelteléfono.Elmiedoque sintió entonces soloera soportableporque la alternativano lo
era.Laalternativaeradejarquesiguieramuriendogente.ElmiedoeravolveraveraInés.
42EranlasdiezdelamañanacuandoAnaentróenlacárceldemujeresdeAlcaláMeco para visitar a Inés.Las diez de lamañana del día de losReyesMagos,menuda ironía.Mientrasen todas lascasasdelpaís seabrían lospaquetesquehabíandejadoesanochesusmajestades,elregaloqueletocabaaellaerabajaralinfierno.Llevabaseismesessinverla.LaúltimavezquesuscuerposestuvieronfísicamentecercaInéspasópordelantecomounfantasma.Anaquisoalargarlamano,tocarla,sacudirla.Haceralgo,loquefuera.—Inés.Cabeza gacha, ojos entornados, mirada ausente. Una persona vuelta para
dentrocomouncalcetíndelrevés.Lehabíanesposadolosbrazosa laespalda.Ananisiquierapodíaasegurarquesehubierapercatadodesupresencia.Quisovolver a llamarla, pero el segundo Inés se quedó atascado en su gargantamientras¿suamiga?desaparecíatraslapuertadeunasaladeinterrogatoriosalaqueAnanoteníaacceso.Lo había prohibido. No permitió que estuviera en ningún momento.
«Confesaré,perosiestáella—yconeseellaserefería,todosloentendieron,aAna—,nohablaré—avisó—.Siapareceaunqueseaunsolomomentonodirénada,nomederrotareis,osconozcobien,hevistomuchosinterrogatorios,nomedoblegaréis.Ysinmipalabranotenéisniunamalditapruebasólida».Anafueapartada del caso y durante seis largas horas de un caluroso día de julio Inéshabló,contóloqueteníaquecontarydespuésbajólacabezaycalló.Callóanteeljuez.Antesusabogados.Antelafiscalía.Callócomosilehubierancosidolabocacongruesastirasdeesparto.Lafamosaperiodistadesucesossemetióenesaprisiónqueeraellamismayseaislódelmundo.Acabóelverano.Pasóelotoño.Llegóelinvierno.Y durante el invierno Ana tuvo que hacer lo que nunca pensó que tendría
fuerzasniganasnivoluntadparahacer:llamaraldirectordelacárcelypedirleuna visita con Inés. «No le digas que soy yo, por favor—le suplicó—, no ledigasque soyyoporquenovaaquererverme,y solo sihabloconellapodré
salvarlavidadealgunaspersonas».Entróenprisiónconunanáuseaahogándolelagarganta.Acadapasoquedaba
hacialasaladondequizálaesperabaInés—«Notepuedogarantizarnada—lehabía contestado el director—, no le diré que eres tú, pero no quiere recibirvisitas, ni siquierade sumadre»—, la ansiedad iba cerrando un pocomás susvíasrespiratorias,ahogándolacomosialguienestuvierarobandoeloxígenoasualrededor.Noeralaprimeravezqueentrabaenunacárcel,claro.Anavisitósuprimera
prisión tan solo dos meses después de salir de la Academia de Policía. Ibamuertademiedo,ymáscuandoelguardiaqueletomólosdatosenelaccesoledijoquepasaraaldespachodeldirector.SellamabaManuel.Cerrólapuertatrasella dejando fuera al guarda—«Yame han dicho que eres novata, que es laprimeravezqueentras aprisión, asíque tevoya explicarunascosas»—y lepidióquesesentara juntoaélenunaviejasilladeplásticoqueacomodóasulado.—Creerás que yo, como todo director de prisión, soy un psicópata con
toneladasdemalaleche.Esloquehasvistoenelcine,¿no?Ana enmudeció, cohibida por la franqueza avasalladora de ese hombre. Él
siguió mirándola, sin decir nada, esperando alguna reacción por su parte. Laúnica visible que fue capaz de emitir, segundos después, consistió en unmovimientocortoyenérgicoconlacabeza.Arribayabajo.Arribayabajo.Conlosojoscomoplatos,comounaniñaasustadaquecedeysecomeelbrócolianteeltemiblecastigoconelquelaamenazamamá.—Bueno.Déjamequetecuentecosasimportantessivasaseguirviniendoa
visitarlascárceles—continuóentonceseldirector—.Encontradeloquesecreefuera de estos muros, los presos, salvo contadas excepciones, son todos unapandadegrandeschivatos—siguiócontándoleManuel—.Peroquierenguardarlasaparienciasantesuscompañeros.Yante ti.Teharánsufrir,querránparecerduros,perolesencantachivarse.Niteimaginaslacantidaddecitasentrepresosypolicíasqueconcertamosenlascárceles.Esosí,condiscreciónabsoluta.Y eso hizo Ana desde ese momento. Cada vez que entraba en la cárcel a
visitaraunodeesospresoschivatoslohacíacamufladaconlasvisitascomounfamiliarmás,paraquenadiesospecharaporquéesecompañeroabandonabaelmódulo.—Nuncaenseñeslaplaca,nuncadigasqueerespolicía.Loúltimoquequiere
parecerunchivatoesprecisamenteloquees,unchivato,poresohayquedarleunacoartadaparallevárseloaunasala.Tengounvisavisconmimujer,ocon
mis hijos, o conmi novia, dirán ellos a sus compañeros. Y, comomedida deprotección extra, cada vez que entres en la cárcel pide que tu visita no quederegistrada.Anamiró con extrañeza a ese hombre, el primer director de una cárcel que
conocía en su vida. En esemomento no concebía saltarse ni una coma y esehombreleestabadiciendoquelascosassehacíanfueradelasnormas.—Noteextrañes,lohacemoscasisiempre—leexplicóManuel,reconociendo
esacaradeincredulidadymiedo—.Esunapequeñatrampaenarasdeladefensadelosciudadanosylasbuenasrelacionesentrelainstituciónqueyorepresentoylaquetúrepresentas.AlaPolicíayaprisionesnosinteresallevarnosbien.Ven,acompáñame—ledijo,levantándosedelasillaysaliendodeldespacho.Entonces Ana oyó un sonido que no olvidaría en la vida: las puertas
cerrándosetrasella.Elchoquemetálicodelascancelas—clang,clang,clang—eraunasensaciónabrumadorainclusoparaquiensabequevaasalirdeallíenunrato. Sentir que el mundo se cierra a tu espalda una y otra vez va cortandodrásticamente todos tus lazos con la vida que has conocido, vivido, amado yodiadohastaesemomento.Losreclusos,sobretodolosnovatos,sientencomosilos arrojaran al fondo del mar en un saco del que no pueden escapar. Lasensacióndeahogoesreal.—Yespeorenlacelda,cuandolapuertasecierra.Sentirquenopuedessalir
deunahabitacióncuandoquieresgeneramuchísimaangustia.—Eldirectorcallódurante dos segundos, pensando lo siguiente que iba a decirle a esa policíanovata.Fueunapropuesta—:¿Quieresmeterteenunacelda?¿Quieresprobarlasensación?Tenemosahoramismounazonadesocupada,enobras.Perono,Ananosemetióenunacelda.Niesavezniningunaotra.Ynunca
volvió a conocer a ningún otro director de prisión comoManuel, a quien letendríaqueagradecereternamentetodoslosconsejosqueledioenesaprimeravisita.Dieciséisañosdespués,esamañanadeldíadeReyes,Anatambiénentróenla
cárcel con las familias de los presos. Pero nunca como en ese momento lepesarontantolaspuertasquesecerrabanasuespalda.Porquecadaunadeellaslaconducíahaciadondenoqueríair.HaciaInés.Queestabadetrásdeesapuertaque le señalóel funcionariodeprisiones.O
esotemíaAna.Queestuviera.
43Cincuenta y tres archivos de audio en total. Podía imaginar mil millones demanerasmejoresdepasarunafríamañanadeunviernesfestivoquehurgandoenese trasto—dormir era su preferida, por supuesto, aunque una buena películatumbadoenelsofánoestabatampocomal—,perolehabíaprometidoaAnaqueescucharía los secretos del mayordomo virtual de la duquesa, por siaccidentalmente había grabado algún sonido relacionado con su asesinato. ElcometidohabíacaídosobreJoancomoarrojadoporunamaldiciónbíblica;élerala única opción que le quedaba a Ana en esos momentos, y a ella no podíafallarle. Solo Charo sabía que aquel aparato podía guardar algún secreto oinclusolapistadefinitiva,peroenesosmomentoslaagentedePolicíaseguíaenuna salade recuperacióndeunhospitaldespuésdeunacomplicadacirugíadereconstruccióndetobillo,yAnanosefiabadenadie,onosefiabalosuficientedeningunodelosintegrantesdesunuevoequipo.Noporquelofueranahacermal,sinoporquetemíaquelafuerzadelacostumbreoelmiedoalacadenademando—al fin y al cabo, ella era la nueva—hicieranque lo quehubiera allíacabaraantesenlasmanosdeRuipérezqueenlassuyas,yque,dependiendodea quién incriminara la grabación, los resortes del poder empezaran amoversecomo las piezas del engranaje, girando y haciéndose girar una tras otra, hastaincluso—noqueríaniimaginárselo—hacerquelainvestigaciónsediluyera.EsanocheAnaapenashabíadormido,Joanlasintiódarvueltas,nerviosa,en
lacama,buscandounaposturaquelepermitieraconciliarporfinelsueño,peroningunaparecíaservirle.Intentabamoversesobreelcolchóncomosinopesara,deslizándoselentamentesobrelasábanabajeraparanodespertarlo.Variasvecesalolargodelamadrugadaélalargósumanohastatocarladeella,laabrazó,seacurrucóasulado,perosiemprehaciéndoseeldormido,comosieso—buscarlaenlanocheyacercarseirremediablementeaella—fueraunareacciónanimaldesucuerpoensueños.PorqueAnapodíasoportarsuinsomnio,peroeraincapazdesoportar—comosiesofueraunpesomásensuconciencia—queesanocheenvelaledespertaraaél.PoresoJoanhabíaaprendidoafingirquedormía,para
notorturarlaaúnmás.AlasseisdelamañanaAnanopudomásysepusoenpie.—¿A dónde vas?—Joan alargó el brazo para tocarla cuando sintió que se
levantaba.—Siguedurmiendo,bonito—susurróella,intentandonodespertarlodeltodo,
sinsaberqueenunlargoduermevelahabíareseguidosusmovimientosdurantebuenapartedelanoche.—Aún es pronto —consiguió articular él, mirando el móvil que reposaba
sobrelamesilladenoche—,hastalasdieznopodrásentrarenlacárcel.Quédateunratomásdescansando.Necesitasdormir.Ven,abrázame.Ella lediounbeso,suave, largoycálidocomoeldespertardeunasiestade
verano.—Voyalabaseabuscarunacosa.Intentadescansarunpoco.Esfiesta.Pero
no tardo mucho, no habrá tráfico. De vuelta traigo el desayuno y te pido unfavor.LoquehoraymediadespuésAnallevóacasa,apartedepanreciénhechoy
unas lonchas de jamón ibérico cortadas bien finas, fue una pequeñamemoriadigital,unUSBconformadecacerolaenelqueestabaimpresoel logotipodeunaconocidamarcadesopas.—¿Esto qué es? ¿El menú de la semana o un curso de cocina? —intentó
burlarseél.—Sifuerauncursotendríamosquehacerlolosdos—sonrióAna—,paraver
si mejoramos un poco nuestras habilidades culinarias. Pero no. Es que es elúnicopendrivequeheencontradoeneldespacho.Aquítienes—loalargóhaciaél, colocándolo junto a la taza de café—, la memoria del asistente virtual deMónicaSpinoza.—¿Cómo lahas logrado?—preguntóJoanmientrasuntabauna rebanadade
pancontomaterojobienmaduro—.Noteníasmaneradeaccederaella.Yalohabíasintentado.¿Quiénhaconseguidodesbloquearlo?—SeleocurrióaCharo.Nosvolvimoslocasprobandocientosdecontraseñas,
yateloconté,yalfinalresultóqueeralamásfácil,laquevienepordefectoenel sistema. La duquesa no se había molestado en cambiarla. Uno. Dos. Tres.Cuatro. Cinco. Seis. Siete. Ocho. Tantas precauciones para todo y luego noprotegealgotanbásico.Estamañanaherecogidoeldispositivodelalmacéndepruebasy,voilà!,hepodidoaccederalanubeyvolcarlosdatos.—Muybien,inspectorajefa.Muybien.Veoqueseteestápegandolobueno.
—Anasonriócontristeza,sinlevantarlavistadelplato—.¿Estáspreocupada?
—Estoynerviosa.—Nomeextraña.¿Nohasvueltoasabernadadeella?—No. Bueno, sí. Sigo toda la instrucción del caso, estas semanas he ido
preguntandoamisantiguoscompañerosyalinspectorjefequemesustituyóenlaUFAM.Peronadamás.—Erais amigas, no olvides eso. Haya hecho lo que haya hecho Inés, erais
amigas,ytienesqueaprovecharesevínculo.Laconocesmejorquecasitodoelmundo.—Yellameconoceamí—rebatióAna—.Lehecontadomuchasvecescómo
rompemosalosmalosenlosinterrogatorios.Meverávenir.—Solositúquieresqueteveavenir.Terminarondedesayunar en silencio.Con tiempo suficientepara llegar a la
cárcel, Ana se levantó y besó a su novio. Y al pensarlo la palabra le sonóextraña,casifea.Novio.—Te veo en un rato—le dijo mientras le acariciaba la mejilla derecha—,
espérameparacomer.Él la miró, resignándose a que esa comida juntos tuviera que posponerse
variosdías.—Ana—Joanlallamómientrascruzabalapuerta—,solounacosa:quenose
teolvidenuncaquecreoen ti.Hagas loquehagas.Pase loquepase.Siemprecreeréenti.Empiezatútambiénacreerentimisma.Ellalesonriódesdeelquicio,yaconlamanoenlaempuñaduraparacerrarla
puerta.Peroaélleparecióquebajabalamiradacomouncorderilloquesesabecaminodelmatadero,conresignadatristezahaciasudestino.Minutos después, una vez recogida y despejada la mesa del salón, Joan
empezó a volcar el USB a un disco duro externo, para trabajar con mayorrapidez, separando en una carpeta los archivos de sonido, esos en los quesuponíaquesehabíagrabadoalgúntipodeconversación.Abrióuno,alazar.Ysoltóuna carcajada al darse cuentade loque estaba escuchando.Gemidos.Alprincipio,solodehombre.Despuésseunióunagargantafemeninaquenosologemía,sinoqueborboteabapalabrasdedeseo,pronunciadas—leparecióaJoan—másparaexcitarasucompañeroquecomoproyeccióndesupropioplacer.Imaginóqueellaeraladuquesa.Lavozdeéllesonaba,aunquenosabíadequé,no acertaba a identificar quién era. Pero no tuvo que pensar mucho porqueenseguida salió de dudas.MónicaSpinoza pronunció bien alto y bien claro elnombredelhombreconelqueseestabacompenetrandotanaparentementebien.Joan lo reconoció enseguida. Era uno de los cinco de la agenda del teléfono
secretodeladuquesa.Paraquenohubieradudas,ellainsistió.«Nosabescómomeexcitaquemehagasestosabiendolamentiraquelehascontadoatumujerparaveniraverme»,ledijoasuamante,queseguíalarespiraciónentrecortadaporlaluchacuerpoacuerpoparaconseguirunorgasmo.Elmicrófonodebíadeestar cerca,muycercade la cama,quizáen lamesilladenoche,porquehabíaregistrado todos los tonos de la fricción de las pieles y un oído atento podíainclusodistinguircuándolahumedaddeciertaspartesdelcuerposeinterponíaentre ellas lubricando el placer. Por si eso no diera suficientes pistas de pordóndeibalacosa,MónicaSpinozasepusoenseguidaadescribirlaescena,comosi fuera laaudioguíadeunapelículaparaciegos.«¡Dios,elpezón!,mepodríacorrersolocon lamaneraen laquemelo lames,nopares,porfavor,ufff,así,así,madremía, con la lengua, así, ahora chúpalo.Más».Seguían unos quincesegundos de jadeos. Después, el amante debió de bajar la mano hasta laentrepiernadeella.«No,nometoquesaún,voyaestallar,ynoquierotodavía,quiero notarte bien duro dentro de mí, hasta el fondo, quiero aguantar hastacorrerme contigo». Él se volvió loco. Encadenó gemidos con frases quepretendían ser obsceno generador de deseo, pero que parecían sacadas de unamalapelículaporno.Lagrabaciónterminópronto.Elsistemaestabaprogramadopordefectopara
registrarsolamentedosminutosdesonidocadavezqueseactivaba,asíquesequedó sin saber—aunquenoeradifícilde imaginar—el finalde la sesióndesexo.—Anda que no era lista la duquesa—pensó en voz alta. A saber para qué
usaría luegoesedocumentodeaudio.Oel resto.Porqueestabaconvencidodequehabíamásgrabacionesasíentrelosarchivosquesehabíadescargado.Quizáincluso en la habitación hubiera también alguna cámara oculta. Tendría quedecirleaAnaquehicieranotrorastreo.Conunpocodesuerteigualhastateníangrabadoelasesinato.Antesdeseguirhurgandoenlosdemásarchivosdesonido,Joanbuscóenel
restodelascarpetas.Teníacuriosidadporunacosa.Estosdispositivosempiezanagrabarcuandoselesdaunaorden,sino,sevolveríanlocos.¿Cuándosaberqueunapreguntaibadirigidaaellosynoaotrapersona?¿Cómoadivinarsiteníanquecontestara«¿Quépelículasseestrenanhoyenelcine?»o«Dimeunsitiocercano donde hagan buenaspizzas y las sirvan a domicilio»? Si no pudierandiscriminar, se pasarían todo el día contestando e interviniendo en lasconversaciones que se desarrollaban a su alrededor. Algunos propietarios lesponíannombre,comoaunamascota.«Chancho,buscauntallermecánicocerca
delaoficina».Otroslosactivabanconpalabrasclave.«Bicho.¿VaalloverestatardeenMadrid?».¿QuépalabrahabíautilizadoMónicaSpinozaparaactivarlagrabaciónsinque
sonaraextraña?Teníaque ser algo lo suficientementegenéricocomoparaquepudiera pronunciarse en situaciones diversas —tan diversas incluso como unencuentrosexual—sin llamar laatención.Sepusoabuscar.Afortunadamente,AnahabíavolcadoenelUSBnosoloelcontenidodelascarpetasarchivadasenlanube,sinotambiénpartedelsistemaoperativodelpropioasistentevirtual.Yahíestaba.Lediootroataquederisaalescucharelpequeñofragmentoconlavozdela
duquesa, la llave de la caja fuerte, la frase clave que activaba el sistema degrabación. No podía ser de otra manera. Claro. Eso encajaba en cualquiersituación.Inclusoenunpolvo.Solohabíaquedarlelaentonaciónadecuada.«¡Ay,Dios!».
44Sehabíacortadoelpelo.Fueloprimeroquenotó.Lalargamelenacastañaquetantolegustabalucirentelevisiónhabíadesaparecido.Ahoraelcabellolecaía,despuntadoe irregular,hasta justopordebajode lamandíbula.La ideanoeramala, pero estaba mal ejecutada, como si algún aprendiz hubiera idoseccionando losmechones con unas tijeras de cocinamal afiladas. Inés se lohabía apartado de la cara colocándoselo tras las orejas. Para ver bien, supusoAna.Paraverlasvenir.Aunque en ese momento no daba la sensación de que sus ojos mirasen a
ningúnsitioenconcreto.LamiradadeInésseperdíasobre lamesafrentea laquelahabíansentado,
sumergidaenalgunodelosdesconchonesqueserepetíanaleatoriamenteporlasuperficie blanca del tablero de metal. Los músculos de su cara fingían estarrelajados,elcuerpotambién,comosisehubieraquedadodormidaconlosojosabiertos.Peroeratodounaficción.Estabaalerta,comoelmonstruoquedisimulaantesdesaltarsobresupresa.Anasequedódepiejuntoalapuerta,enloqueparecíaeljuegodeignorarse
el máximo tiempo posible, a ver quién aguantaba más. Inés, empezaba aentenderlo,tratabadeforzarlaadarelprimerpaso.Yelsegundo.Yeltercero.Noseloibaaponerfácil.Empezóacaminarhaciaella.«Sonsolotresmetros—calculó—.Solotres»,
se repitió machaconamente para darse ánimo. Pero eran los tres metros másdifícilesderecorrerdesuvida.—Éramosamigas.Inesperadamente, Inés habló.Antes de queAna salvara la distancia que las
separaba, Inés habló. Fue como sentir un puñetazo en el estómago. Éramosamigas.Unabombalanzadaalaire,estallandoentrelasdos.Pero a pesar del destrozo que había provocado con sus palabras, o quizá
porque conocía exactamente el alcance de la destrucción, Inés continuaba sinlevantarlavista.
Anano ibaa responder a esaprovocación.No,demomento.Diounúltimopaso,sesentófrenteaellaysetomósutiempopararecorrerloscontornosdelcuerpo de esa mujer. El corte de pelo distraía otros cambios que se habíanoperadoen ella. Inésparecíamayor, pero a la vezmás joven.Desprovista delartificio de la ropa elegante y el maquillaje caro, vestida con una sencillasudaderagrisyunosvaquerosanchos,habíarejuvenecido.Oquizáeraelpesodelaconfesiónloquesehabíaquitadodeencima,comosicargarconunsecretoasí nos acercara a lamuerte.Sin embargo, almismo tiempo la cárcel la habíacambiado,añadiendocapasdevidaalaqueyatraíadelmundoexterior.—¿Cómoestás?Noeraesoloquequeríadecirle.Noeraasícomosehabíaplanteadoempezar
laconversación.¿Cómoestás?¿Quénarices se lehabíapasadopor lacabeza?¿Quémaneraeraesadecomenzaruninterrogatorio?Pero, de alguna forma, funcionó. Primero fueron los ojos de Inés los que
empezaronamoverse,recorriendounalínearectaimaginariadesdeelpuntoenelcentrodelamesadondeestabanposadoshastalaesquinaizquierda.Cuandoyaparecíaquelamiradaibaaperdersehaciaelfondodelahabitación,viraronala derecha, haciaAna, para ir subiendopoco a poco.Pero Inés pasó de largo,como si fuera a otear el mundo desde algún tipo de superioridad moral,consiguiendo,conunsologesto,transitardelaindiferenciaaldesprecio.Irguiólaespalda,dejándolarectayfirmecomounabailarinadeballet.—¿Sesuponequetetengoquecontestaraeso?—Erasolounapreguntaeducada—acertóacontestarAna,desubicadacomo
sialguienlahubierasacadoagolpesdelaconversación.—Educada.Sí.Claro.Educada.—Mira,Inés…«Mira, Inés, ¿qué quieres que haga? ¿Qué quieres que te diga? Estoy aquí,
frenteati.Y,joder,soypolicía.Túestásalotrolado.Conlosmalos.¿Esquenote das cuenta de lo que hiciste? ¿No eres capaz de procesar el daño que hascausado?¿Quéibaahaceryo?¿Cubrirte?¿Miraraotrolado?Yonotemetíenesta cárcel, te metiste tú solita, Inés. Tú solita. ¿Cómo no eres capaz deentenderlo?Me he pasado meses sin poder levantarme de la cama por ti, heestadoapuntodequitarmelavidaporloquehiciste,hequeridoprenderfuegoala casa, romper las paredes a puñetazos hasta destrozarme lasmanos,matar aalguien, incluso. Y lo peor, lo peor, es que hamuerto un niño. Ningún dolorpuedecompararse.Unniño.¿Esquenoerescapazdedartecuenta?».Peronoledijonadadetodoaquello.
—Mira,Inés…yo…losiento.—¿Sientesqué?¿Delatarme?¿Venderatuamiga?¿Metermeaquídentro?Puessí.Claroquelosentía.Yeseeraelproblema.Queporprimeravezensu
vida,entodoslosañosquellevabaejerciendodepolicía,lalíneaentreelbienyel mal se había desdibujado para Ana Arén. Nunca había tenido ni el másmínimo atisbo de remordimiento al detener a alguien. Más bien alivio, unasensaciónde triunfoqueno sepodía equiparar a nada en la vida.Y, ¿porquéno?, también orgullo. La persecución del delincuente es una batalla entre tuinteligencia y la de la presa a la que estás dando caza. Se convierte en algopersonal.Unaluchadeegos.ConInésfuedistinto.Descubrirloquehabíahechosuamigaladejóenestadodeshock.Contárseloasuscompañeros,detenerlayllevarla ante el juez requirió una fuerza de voluntad que hasta ese instante nosupoqueposeía.Sehubieracortadounbrazoantesdetenerquehacerlo.Perolohizo.Aunquetampocoledijonadadetodoaquello.Teníaqueretomarelcontrol.—Sientoqueseasunacriminal.Ynoporti,precisamente.Esoyasemepasó.
Esedoloryasefue.—Lamirófijamentealosojos,sinparpadear,apretandolamandíbula—.Losientoportodalagentealaquelehashechodaño.Quequizá,ahí en tu nube, no te llegas a imaginar cuánta es. Quizá ahí en el mundo depiruletaenelquevivesteestésengañandoatimisma.Perofíjatebiendóndenosencontramos, a qué lado de la mesa estamos cada una. Tal vez eso te hagacomprenderunpococómoestánlascosasahoramismo.Cuando atacas a quien intenta ser león, se vuelve cordero. A veces no hay
comoplantarcaraalabusón.—Túmemetisteaquí.—LamiradadeInésempezabaacambiar.—Túsolitatemetisteaquídentro.—¿Aquéhasvenido?¿Aregodearte?Analehizounaseñaalfuncionarioqueaguardabajuntoalapuerta.—Porfavor,sal,quieroestarsolaconella,sí,sal,bajomiresponsabilidad.El hombre asintió sin pronunciar palabra y salió, dejándolas solas en ese
rectánguloblancodeseisporcuatrometros,maliluminadoporunfluorescentequecrujíacomosilaluzestuvieraintentandoescapardeesetubocondensadoygrumoso.—Tehascortadoelpelo.—EstavezfueAnalaquecambiódetema,comoen
unaendiabladapartidaentrecampeonesdepimpón,dandoa lapelotacasiporinstinto, cambiando la trayectoria aleatoriamente, obligando al contrario a
moverse.—Quedaba bien en la tele, pero era poco práctico para la vida carcelaria.
Además, el champú de aquí tampoco te creas que es una maravilla. Eleconomatodelacárcelnodaparamás.Aunasí,mehearregladopararecibirte.Notemerecesmenos.Osea,quelehabíandichoaInésquiénibaavisitarla,apesardelapeticiónde
Ana.Debíadeteneralgúnfuncionariofiel,fandelateleolector.Alguienquelecontabalascosasyqueleechabaunamano.—¿Porquémehasrecibido?—lepreguntó,callandoquesabíaquenisiquiera
habíaautorizadoasumadreaentrarenesacárcel.—Tengocuriosidadporsaberquéquieres.Porqueimaginoquequieresalgo.
Los polis sois todos iguales. Solo venís a la cárcel a buscar información devuestroschivatos.Losqueestamosaquídentronoosimportamos.—Nodigaseso.—Derepente,Anasesintiómal.Yseenfadóconellamisma
poresadebilidad.—Vale,puesentoncesdimequenoquieresnada,quehasvenidoaquísolopor
míynoporalgoquetepuedaofrecer.—Nopodíadecirleeso.Claroqueno.Eramentira.Aunquementiravecesestababien.Igualsí,igualeramásfácilmentirleya lamierdatod…—.¿Ves?—InéscontestóantesdequeAnafueracapazderesponder, sonriendo con una amarga mezcla de triunfo y decepción, porquehabíaguardadolapequeñaesperanzadequeAnaestuvieraallísoloporella—.¿Ves?—Seencogiódehombros,mostrandolaspalmasdelasmanos.—Tómatelocomotuoportunidadparaayudaraalguien.—Mira qué bien. Ayudar a alguien —respondió con ironía—. Como una
hermanita de la caridad. ¿Te crees que he visto a Dios en la cárcel y me heconvertido?No,nomevengasconelrollodebuensamaritano.Aquí—hizounampliogestoconelbrazoderecho,abarcandotodalasalaenlaqueestaban—laVirgen no tiene nada que hacer. Más bien —sonrió con cinismo— laconvertiríamosnosotrasaella.—Estoyhablandodepersonas,desereshumanos.—Comotúycomoyo.Obueno,claro,túcreesqueyosoyunmonstruo,así
quemejordiqueestáshablandodepersonascomotú.—¿Unmonstruo?—Ananoentendíaaquéhabíavenidoeso.—Yanomemirasigual.¿Tehasdadocuenta?Yanomemirascomoantes.—¿Ycómotemirabaantes?—«Cuandonosepasquécontestar,hazverque
nohasentendidolapregunta.Esotedarátiempoparapensarenalgo».—Comounapersona—argumentóInésconunamezcladeconvicciónypena
—.Antesyoeraunapersonaparati.—Ylosiguessiendo.—Nome vengas con tonterías.Vamos a quitarnos lasmáscaras.Esto no es
como una primera cita de novios que tienen toda la vida por delante. ¿Quéquieres?¿Porquémehasvenidoaver?—Por un asesino en serie.—Inés calló, como si no le sorprendiera lo que
acababa de decir Ana—. ¿Has oído hablar del asesinato de la duquesa deMediona? —Inés asintió con la cabeza—. ¿Y de los cuatro muertos en elascensordelHospitalGeneral?—Sí.—Hay otra muerte, que aún no se ha hecho pública, pero que estaría
conectadaconesoscasos.—¿Esoscasos?¿CreesqueelasesinodeMónicaSpinozaeselmismoqueel
delascensor?—YAnasediocuentadecómolamentedeperiodistadesucesosdeInésempezabaatrabajaratodavelocidad.—Sí—admitióAna.SiqueríalaayudadeInés,ibaatenerquedarlealgunas
delaspiezasdelpuzle.—Menudohistoriónparalatele.—Sí, pero eso la gente aún no lo sabe.Y espero que no se filtre. Sería un
desastre.Eseasesinohamatadoya,quesepamos,aseispersonas.EntreMadridyBarcelona.Noqueremosquecundaelpánico,pero tampocoqueremosdarlepistas,quesepaloquesabemosdeél.—Osea,que lamuertequenomequierescontaryqueaúnnosehahecho
públicaesenBarcelona.—Sí.Enunpuebloaunossesentakilómetros.EnelPenedès.—¿Yesoquétienequeverconmigo?—¿TeacuerdasdelCarquinyoli?Bum. Ahí estaba. La razón. Por fin Ana le había contado la verdad de su
visita.—¿QuépasaconelCarquinyoli?—Túloconociste,¿verdad?—¿Quiéntelohacontado?—Vamos,Inés.Túlohasdichoantes,estonoesunaprimeracitadenovios.
Noempecemosaflirtear.—¿Quéesloquequieresexactamente?—¿Quésabesdeél?—¿Quésabestúdeél?
Seguía siendo periodista. Preguntar antes que contestar, siempre.Ana iba atenerquedarlealgo.—Poca cosa. Delincuente de pacotilla. Le viene de familia. Imposible de
reinsertar.—¿Yesotecuadraconunasesinoenserie?—Es la única pista que tenemos —contestó Ana, aliviada porque la
conversaciónempezabaa fluir sin reproches—.Laúnicaquehadejadoen losseisasesinatos.—Nopensabacontarlenadasobreloscoloresdelamuerteolamisteriosa frase que habían compuesto con las palabras encontradas en cadacrimen—. Un mínimo rastro de piel enganchado a la pulsera de una de lasvíctimas.—Podríaspreguntarleaél.Alfinyalcabo,setedamuybieninterrogar.—Estámuerto—mintió.QueríaforzaraInésaquelecontaramáscosas.—¿Muerto?—Esopareciósorprenderla.—Degollado en las duchas de la cárcel, hace una semana —siguió
inventándoseAna,paraocultarquenololocalizaban.—Muyoportuno—contestóInésfrunciendoelceño,comosinoterminarade
creérselo—.¿Piensasquelomataronporencargo,porquesabíademasiado?—Pienso que necesito saber más de él. Y me han contado que tú pasaste
variosdíasconelCarquinyoli,investigándolo,paraversitedabaparapersonajedetunuevanovela.—¿Tedascuenta? ¡Qué ironía!Ahoraestoy rodeadadepersonajesparauna
nuevanovela.—Inés…—«Céntrate,Inés,porfavor,céntrate».—El Carquinyoli. Me preguntas. Sí, estuve con él. En marzo, creo, más o
menos.Necesitabatemasparalasegundanovela.Yasabesquedesdelaeditorialmepresionabanparaquecumpliera el contrato.Amenazaroncondemandarmeincluso. Así que empecé a pedir favores y a rebuscar en el mundo lumpen,buscando un hilo del que tirar, algo que me diera una historia que pudieraconvertirennovela.Noesfácilcuandotuprimer librohasidounodelosmásvendidos, ¿sabes? Tienes que estar a la altura con el segundo. Tenía unareputación que mantener. Si no, todo podía irse a la mierda. La tele incluso.Porque si no funcionaba, sería una fracasada y ya no podría quitarme esaetiqueta.—Asíqueloconocistebien.—Másomenos.Loquemehascontado.Loqueestáenlosarchivosde los
Mossos.Perotúnovendríasaquísoloporeso.Porqueesoyalosabes.
—Veoqueempiezasaentender.Quierosaberquétecontóquenoestáenlosarchivos—lecontestó,omitiendoquenoteníaaccesoaellosyquelaburocraciapara poder husmear en la documentación iba a ser larga y tediosa—. Quierosaberhastaaquéhoracagabacadadía.Quieroquemecuentestodo.Yqueluegomedigasquétedicedeéltuinstintodeperiodista.—Era un mierda, un triste hombre que no sabía ganarse la vida de otra
manera. Su única escuela era la delincuencia y su entorno no le dejaba otrasalida, todossushermanoseran iguales.Losdíasqueestuveconél recogióunpoco de droga de un distribuidor local para después ir colocándola a algunosjóvenes del pueblo y de localidades vecinas. También se dedicaba a vendermóviles robados. El mismo contacto que le pasaba la droga le dio un par determinales de alta gama.No tardó nimediamañana en colocarlos. Solo se lotuvoquedecirauntipoenlabarradeunbaryalpocoseloshabíanquitadodelas manos. La verdad es que me dejó estar con él sin poner ningún reparo.Inclusoquisollevarmedeputas.¿Tútecrees?Alputiclublocal,que,comonopodíaserdeotramanera,sellamaLesVinyes.¿Tehasparadoapensarqueenlascarreterasespañolashaymásputiclubsquegasolineras?—Imaginoquenoloacompañastedeputas.—Pues imaginas mal. Sí que fui con él. Quizá de allí pudiera sacar una
historia.Elputiestabaenla interseccióndedoscarreteras,conunaccesomuyfácil,muy tentador.Fuimosa lasdosde la tardeyestaba lleno.ElCarqui—aAnanoseleescapóeldiminutivo—tuvoqueesperaraquequedaraunachicalibre.Paguéyo, por supuesto.Aprovechéparapreguntar al restode las chicasqueibanbajandodelashabitacionessiélsehabíasobrepasadoalgunavezconellas,ya sabesque tienealgunadenunciadeabuso sexual,peroningunaquisodecirmenada.Quizátengaunaristradecadáverestiradosporahíylospolicíasno hayáis establecido la conexión. Tengo una duda, ¿por qué sabes que todosesos asesinatos de los queme hablas los cometió la misma persona?Me hasdichoquenohabíadejadoningunahuella,queelADNdelapielencontradaenlapulseraeraelúnicohilodelquetirar.Maldita Inés. Conocía demasiado bien a la policía. Hubiera sido una gran
investigadora,aunqueasumaneralofue,perodesdeelladodelaprensa.—Inés—sunombreseleclavabaenlalenguayenelpaladaryenlasencías,
comosialpronunciarloescupieracuchillasdeafeitar—,yasabesquenopuedocomentarcontigodetallesdelainvestigación.—Venga.Nometomeselpelo.Queyasomosmayorcitas.Además,¿aquién
selovoyacontaraquídentro?
—Hayunpardepistas—admitióalfin,algoteníaquedarle—queelasesinohaidodejandoenloscadáveres.—¿Quépistas?—Pistas.Dostiposdepistasquerelacionansinlugaradudasloscrímenes.Inésparecióconformarseconeso.Demomento,pensóAna.Demomento.—El Carquinyoli —contestó al fin— no es tan listo como para eso. Su
segundohermanoquizásí,elPollo.—¿ElPollo?¿Eldeltiroteoconlospicoletos?—Ese.Esesíqueascendióalgomásenelescalafóndeladelincuencia.Yvete
túa saber,quizácumpliendoórdenes,ocomoeliminador,yasabes, losquesedeshacendeloscadáveres.Detodasmaneras,todalainformaciónquerecopilésobreélestáenmiportátil,que imaginoqueacumulapolvoenalgúnalmacénpolicialhastaquesecelebreeljuicio.—Lomiraré.YaAnaestuvoapuntodeescapársele,porpurarutina,ungracias.Gracias,
Inés.Perolaspalabrascolapsaronatiempoenlapuntadesulengua.¿Entoncesqué?¿Otrocallejónsinsalida?Inés pareció pensar algo.Dudó varios segundos.Ana se dio cuenta y calló
para no influir. La miró asintiendo ligeramente con la cabeza, animándola acontinuar,perosinpresionarla.—Hayunacosamás.Peroantesdecontártelaquieroqueentiendasalgo.—
Anaasintiócon la cabeza, incapazde saberpordónde iban los tiros—.Me lotuvequeganar, aestagente te la tienesqueganar.Eldinero sirveparaque tecuentenalgunascosas,perosiquieressaberlaverdadtienenqueconfiarenti.—¿Cómolohiciste?—Tuvequecontarlecosas.TuvequehacerlecreerqueodiabaalaPolicía.Y
teuséati.—¿Amí?—seleescapóunchillidoagudo.—Esto es así. ¿Crees que me hubiera dejado ver todo lo que hacía si no
hubieracreídoqueyoestabadesuparte?—¿Qué le dijiste? —Tuvo que usar todo su poder de concentración para
serenarseynoempezaragolpearaInésahímismo,enesecubículocarcelario.—Nada,nada.Sololedijequeteconocíaymereídetiunpoco.Estábamos
descojonándonosdelaincompetenciadealgunospolicías.Entonceslecomentéque túerasmásmierdaenpersona.«Es la investigadoraesaquenohapodidoresolver lo del caso Slenderman, ¿te acuerdas?». Claro que se acordaba. Yentoncesmelocontó.
—Tecontó¿qué?—Que le parecía que te conocía. Que le sonabas de algo, pero que no
recordabadequé.No ledimás importanciaydejamosdehablarde ti.Seguroquetehabíavistoporlateleyseconfundía.Yasabescómosonestaspersonas.Peroaldía siguientevolvióa sacarel tema.Y fuemuyespecífico.«¿VivíadepequeñaesapolicíaenBarcelona?».Y¿quéquieresquetediga?Meloteníaqueseguir camelando.Así que le conté la verdad, quehabías vivido enBarcelonahastalosveinteaños.«Perodepequeñaerarubia»,titubeó.«Rubia».Teconocía.Decuandoeraspequeña.Delbarrio.—No —Ana vaciló, en shock por lo que acababa de escuchar—, no me
acuerdodeél.—Nomeextraña.Semudóalpueblojustodespuésdemorirtumadre,túeras
aúnmuypequeña.—Tendríaqueversufichapolicial,quizáporlafotografíaloreconozca,pero
siyoeratanpequeñaloveodifícil.Delaépocademamá…Ananopudo seguir.Noquiso seguir.Noqueríacontarlea Inésque todo lo
que sucedió mientras su madre estaba viva se había difuminado, como si sucabeza se hubiera concentrado solo en enfocar el recuerdo de mamá para noterminardeperderlonunca,yparaellohubieratenidoqueemborronarelrestodelascaras,deloslugaresodelasfrasesvividosduranteesetiempo.—Yhayunacosamás…—empezóadecirInés.—¿Necesitasalgo?—seadelantóAna,queriendoseramable,intentandodejar
unposodecalmaenesamañanapodrida.—Lo que necesito no puedes dármelo, Ana. —Por primera vez usó su
nombre, Ana, qué extraño era volvérselo a oír, que su voz lo pronunciara denuevo—.¿Tehagounalista?—ledijo,retándola.—Paratenerloquenecesitas,Inés,quizá,ycorrígemesimeequivoco,quizá
no tendrías que haber cogido a ese niño. Quizá así incluso tendrías a tu hijocontigo.—Eres una hija de puta —escupió, con los ojos súbitamente enrojecidos,
intentandocontenerunllantoyunarabiaqueamenazabancondesbordarla.—¡Erestúlaquemetienesquepedirperdón,laquemeengañaste!—Anase
levantódelasilla,deunsalto,comosiderepentequemara.Yempezóachillar—.¡Erestúlaquehashechosufrir,laquelehasquitadounniñoasuspadres!¡Tú,Inés,tú!Inésempezóanegarconlacabeza,incrédula,sorprendida,comosiestuviera
tratandodecomprenderporquéAnapensabaeso.Tratóde levantarse,peroel
guardia, que había vuelto a entrar en la sala al oír los gritos, le hizo ungestoduroquenoadmitía interpretación.Nise teocurraponertedepie.Temetoenaislamientounasemana.—Yonomatéanadie,Ana.—Lavozletemblaba,aúnconlarabiaquehabía
sentidosegundosantes—.Cómotelotengoquerepetir.Nomatéanadie.Estabavivocuandolodejé.Vivo.Anacabeceó.Nopuedeser.Nopuedeser.Lamiradaperdidaenelsuelo.Selo
creía,Inéscreíadeverdadensuinocencia.Novalíalapenaseguirhablandoconella.Lehizoungestoal funcionariodeprisionesparaque leabriera lapuerta.Necesitabasalirdeallí.—¿Sabes?—InéscontraatacómientrasAnacruzabayalapuertaenbuscade
oxígenofueradeesasaladevisitasyfueradeesacárcel—.Estoyescribiendounlibro.Anasegiróylamiró,sinterminardeentenderloqueInésleestabadiciendo.
O lo que le estaba queriendo decir. Simplemente, era incapaz de procesar esafrase.—¿Unlibro?—Sí.Otrolibro.Delosqueseleen.Otranovela.Contarélaverdaddetodo.
LaverdaddelcasoSlenderman.Laverdaddeloquepasó.Loinjustodequeyoestéenlacárcel.Yalotengocasiterminado.Ana notó cómo se le aceleraba el pulso. Tuvo quemeter lasmanos en los
bolsillosparaqueInésnolasvieratemblar.Labarrióunaoladepánico.—Ysalestú.Bajó la cabeza y empezó a cruzar de nuevo la puerta, sin ánimo de seguir
escuchando a la que hubo un tiempo que consideró su amiga. Pero, aun así,acertóaoírunaúltimafraseantesdequeelpesadoportónmetálicoterminaradeencajarseenelquicio.—SevaallamarNosoyunmonstruo.
45Cogió la chocolatina con ansia, peronoporque tuviera hambre, sinoporque aveces el dolor hay que resolverlo a dentelladas. Es el reflejo del odio. Enrealidad, quisiéramos agarrar a esa persona, arrancarle el corazón de maneratriunfal y retirarnos a un rincón a devorarlo, con la sangre chorreándonosbarbillaabajo.Aunquenosterminamosconformandoconuntrozodechocolate.Ana se tragó la galleta casi sin masticar, con avidez. Engulló trozos tan
grandes que un par de ellos le hicieron daño al bajar por la tráquea. Pero nodesistió.Volvióameterlamanoensubolso,sindejardemiraralacarreteranidejar de pisar el acelerador. Sacó otra chocolatina y rompió a mordiscos elplásticoquelarecubría.Elrepentinosonidodelmóvilcasilehizoperderelcontroldelcoche.—Ana.¿Ana?—¿Charo?¡Charo!Erestú.¿Quétalteencuentras?—Apartede sentirmeunacompleta imbécil,bien.—Calló, comosi le diera
vergüenza loque ibaadeciracontinuación—.No ledigasanadiedel equipoquemeherotoeltobillosaltandoalacomba.Júramelo.—Quesí,quesí—sonrió,sindarsecuenta—,telojuro.—Parecíandosniñas
pequeñasguardándoseunsecretoparatodalavida.—Llevo tantos calmantes encima que me da miedo cuando empiecen a
bajarmeladosis.Quizátengaquehacerunavisitillaalalmacéndelaspruebasparaquitarmeelmono.—YCharoempezóareír,conganas.PeroparódegolpeunossegundosdespuésalverqueAnanoreíaconella—.Ana,¿quétepasa?—Acabodesalirdelacárcel.HeestadoconInés.—Pero¿porqué?¿Tehasvueltoloca?¿Setehaidolacabeza?—Charosedio
cuentadequeestabagritando.—No,no.Semeestáyendoahora,alsalirdeallí.Quémaltodo.Yatecontaré.
Prefieronohablarahoradeeso.Además,túestásoficialmentedebaja,asíquenadadepensareneltrabajonienestainvestigación.
—Eso no te lo crees tú ni en sueños. Ni se te ocurra apartarme de esto.Aunqueseaensilladeruedaslasemanaquevienemetienesyaporallí.—Pero,Charini,aquienselevalacabezaesati—empezóaprotestarAna.
Nopudoseguirmuchomás.—Soyunamujeradulta,mayordeedadyconmadurezmentalquemebastay
mesobraparapedirelaltamédicavoluntaria,asíqueharéloquemedélagana,¿meentiendes, jefa?Vale.Perfecto.Ypor trabajoprecisamente te llamo.Ayer,mientras estabas en Barcelona, descubrimos algo. Parecía insignificante, sefueronAxeyBarrigaaecharunvistazo.—Mehabríanllamadoellossihubieranencontradoalgoimportante—matizó
Ana.—Notehabránqueridomolestar,siendoeldíadeReyes,Ana.Ypareceque
notedascuenta,elequipoaúnnotetieneconfianza.Ereslajefa.Lesdareparoy respeto decirte según qué cosas, o llamarte un día festivo. Esta mañana, aldespertardeltododelaanestesiayencenderelmóvil,meheencontradoconunmontón de mensajes de los dos. No saben lo que me ha pasado, claro. Peroprefieroquetecuentenellos.Llámalos,anda.
***QuincedíasantesHabíaquedadoconunposiblecomprador.Teníaqueserfueradelpueblo,delacomarcaincluso.Nopodíacolocarcercadecasaeseordenadorqueacababaderobar. Fue un golpe tan fácil y tan imprevisto que tuvo que pellizcarse paracreérselo,unadeesascosasquepocasvecespasanenlavida.UnpardedíasantesdeNochebuenaunodesusvecinosvolvíaacasaconel
cochecargadoderegalosdeNavidad,peroseencontróconquesumujerysushijoshabíanllegadoantes.Comonopodíaentrarconlospaquetesarriesgándoseaquelovieran,sevioobligadoadejarelcochefuera,algoalejadodelapuerta,porquevivíaenunacalleestrecha,sinapenasacera,empinadayllenadecurvas.Tuvo suerte, encontró sitio justo en la parte superior de la cuesta, en laintersección de la calle del Salt con la de Ponent, en un hueco pegado a unabarreraenelquecabíantresocuatrovehículos.Niselepasóporlacabezaquepudieran robarle, porque, al fin y al cabo, eso era un pueblo pequeño y seconocíantodos.AllísolotemíanalosDalton,aunqueeltiempohabíaenseñadoaesoscuatrohermanosdelincuentesloquetodoladrónsabe:esmejornorobara
losvecinos.Esmejor,peronosiemprepuedenevitarlo.Esa tarde la tentación fue demasiado fuerte. El segundo de losDalton, que
bajaba distraído hacia el barrio delVilet, atisbó por la ventanilla de un cochevarias bolsas de regalos navideños y su cerebro calculó con rapidez queno lecostaríanadavenderlos. Intentóresistirse,oesocreyóél,porquedossegundosdespuéscaminabaapasorápidohaciasucasaaporunsacacorchosyuncarritodelacompra.Consiguióabrirlacerraduraenapenasunossegundos,desbloqueóelmaleteroyempezóaarramblarconloquelepareciómásjugoso.Entonceslovio.Al fondo, tapadopor lasbolsasde juguetes, encontró—nuevoy seductorcomouncantodesirena—uniMacdeveintisietepulgadas.Saliócorriendoconél,tanrápidoquecasisedejaelkitdelladrónenlaescenadelcrimen.Y, aunque no cumplió el primer mandamiento sagrado del ladrón—nunca
hurtesatusvecinos—,síelsegundo—vendelorobadolejosdecasa—.Conunaidentidadfalsaenunaplataformaonlinedecomprasentreparticulares,buscó—yencontróconrapidez—uncompradorporlazonadeMadrid.Quedóconéleldía24,aprovechandounviajequeteníapendiente,enelbardeunhoteldeunpolígonoalasafuerasdelaciudad.Lodistinguiónadamásentrar,sentadoenelrincónmásalejadode lapuerta, tenía lamiradanerviosadelquedelinqueporprimeravezysientequetodoelmundosabeloqueestáhaciendo.—¿Alfredo?—Seacercóhaciaél,conlagrancajadelordenadorenlamano.—Llegastarde—leespetó,nervioso—.Mediahoratarde.Estabaapuntode
marcharme.—Sí, perdona —le contestó, sentándose para recobrar el aliento, pero
sabiendoconseguridadqueelcompradornoibaamarcharse,necesitabaloqueél traía para un regalo de Navidad—, estaba esperando a unmensajero, y yasabes cómo va esto. He venido lo más rápido que he podido. Soyhombrepájaro1963.—¿Puedo?—lerespondióelcomprador,ansioso,alargandolamanohaciael
enormepaquete.—Claro.Todotuyo.Elchicoabriólacaja,sacóelterminalyloconectóaunenchufedered.—Tengoquecomprobarquetodofunciona.Mellevaráunrato.—Claro,claro.Lagranpantallacobróvidayelcompradorempezóateclearconavidez.—Esunamaravilla—susurraba—,unamaravilla.—Oye,tengoquedejarte,quellegotarde.—Elchicoseguíaconcentrado,con
la vista fija en la pantalla y los dedosvolando sobre el teclado—. ¿Tequedasaquí?—Sí, perdona—levantó la vista—, quiero comprobar un par de cosasmás,
perotodoparecefuncionarperfectamente.Soloentonces,casiquinceminutosdespués,letendióelsobreconeldinero.
Él locontó, ávidoy salivando, sabiendoquequizáenun ratoconsiguieraotrainyeccióneconómicaque lepermitiríapasarvariosmesessindarpaloalagua.Menudoviajemásbienaprovechado.Elladrónsedirigióasusiguientecita.Erafácil.Noteníamásqueesperaren
lapuerta.Mediahoraanteshabíamandadoelcebo.«Creoquealguiensabelodeanoche.Tenemosquevernosenseguida,antesde
quemevuelvaaBarcelona.Estoyaquíal lado,solo tienesquecruzar lacalle.Pasaabuscarmeloantesquepuedas.Esurgente».Leesperóenlaacera.Sucitallegóenseguida,enuncocheconducidoporun
chófer.Peronoleinvitóasubir.Bajódelvehículoypasóasulado,susurrándolequelesiguiera.Alotroladodelaventana,elcompradorhabíalevantadolavistadelapantallayobservabalasecuenciaatravésdelcristal.Noacertóadistinguir—llevabagorroycapucha—quiénera lapersonacon laquehabíaquedadoelvendedor.Perosíqueviolamatrículadelcochedelquesebajaba.Laanotó,porsiacaso.Noterminabadefiarsedeesehombrequelehabíavendidoamitaddepreciounajoyainformáticayquevestíaconunviejojerseyblancodeunamarcadehorchata.Tardóquincedíasenvolveraverlo.Noaél,paraserexactos,sinoalacuriosa
sudaderaquellevabapuesta.
***—¿Sara?—Sí.¿Quiénes?—¿Nomereconoces?Lehabíacostadoconseguirsu teléfono.Alfinal tuvoquetirarde labasede
datosdelaPolicía.Llamóalgrupoparaqueunagentedeguardialebuscaralainformación.PorelnombreyapellidosllegóalDNI,desdeallíaladireccióndesucasa,yesolepermitióencontrarelnúmerofijo—eradeesascasasqueaúnconservaban teléfono fijo— adscrito a la dirección. Sorprendentemente, la tíaSaravivíaenMadrid.—Puesno,perdone,nolareconozco.¿Debería?Soyyaunaseñoramayor,me
fallalamemoria.—SoyAna.Tusobrina.Ana.Hubounbrevesilencioalotroladodelalíneatelefónica.—¡Ay, hija! Perdona. ¡Qué sorpresa! ¿Eres tú, Ana, de verdad, después de
tantotiempo?—Soyyo,tía.Soyyo.—Pero¿cómomehasencontrado?—¿Teolvidasdequesoypolicía?—¡Esverdad!Comotupadre.Queenelcieloestéyenpazdescansealavera
denuestroSeñorJesucristo—seapresuróadecirlatíaSara.Anaselaimaginósantiguándosemecánicamenteyconprisasalotroladodelalíneatelefónica,enlafrente,enlasmejillasyenelpecho,parafinalizarconunagrancruzdesdelacabezahastaelombligo.Haycosasquenocambian.—¿Cómoestás,tía?—Bien,Ana,bien,todolobienquemedejanlaedadylosachaques.Yame
quedapocoenestemundo,querida,yoyaestoyen lacuentaatrás,peroestoypreparadaparalamuerte,notecreas,estoypreparada.—Aúntequedamuchoconnosotros—¿quésecontestaaunaperorataasí?—
en estemundo—añadió, como para darlemás credibilidad—. ¿Qué haces enMadrid?¿Porquénomellamaste?Nosabíaqueestabasaquí.—¡Ay,hija!¿Cómotevoyamolestar?Nisiquierasabíaqueestabasdestinada
enMadrid hasta que te hiciste famosa con la desaparición de los niños esos,aunqueahoraestásmorena,mecostóreconocerte.Peronoqueríamolestar.—Pero¿cómovasamolestar,tía?—Puesesque,yasabes,cuantosmásañostienes,máscrecelasensaciónde
queempiezasa estorbar.—Frase típicadeanciano,pensóAna. ¿Deverdad locreían? O era para que alguien les dijera que no, que no molestaban, que supresenciaeranecesariaahoraysiempre.—Nodigaseso,tía.Oye,¿nospodemosver?Hayalgoquequieropreguntarte.
—Ana tenía, además, curiosidad por saber cómo había envejecido su tía. Dejoven era muy parecida a su hermana Carmen, la madre de Ana. «Si mamásiguieraviva—pensó—,igualseguíapareciéndosealatíaSara».VerlaibaaserlomáscercaquepodríaestarAnanuncadesabercómoseríasumadreahora.—Claro,hija,claro.Cuandoquieras.¿Pasaalgo?—No,tía,no.Bueno,quieropreguntartealgosobreunvecinodelbarrio.De
cuandoyoerapequeña.Noconsigoacordarmebiendeél.—¿Unvecino?
—Sí.Nosésitesonará.LollamabanelCarquinyoli.—¿ElCarquinyoli,dices?—Sí,tía,sí.Necesitolocalizaraalguienqueloconozcaoquemepuedadar
pistasdedóndeestá.Mehandichoquevivíaenelbarrio.Debiódemarcharsemásomenoscuandovosotros,despuésde lamuerte—Anaevitó,nosupoporqué,lapalabraasesinato—demamá.Yonolorecuerdo.—Puesamítampocomesuena,Ana—lecontestósutía,peroconunligero
tonovacilanteenlavoz.—¿Yelprimo?¿CreesqueelNanilorecordará?Debedetenermásomenos
suedad.—Se lo preguntaré. ¿Te acuerdas tú de tu primo? ¿Cuánto hace que no os
veis?—Desdequeosmarchasteis—contestóAna—.¿Qué teníayo, siete u ocho
años?Nisiquieravinoalfuneraldepapá.¿Estábien?—Sí,muybien,Ana.—¿Le podrías preguntar por el Carquinyoli, por favor? Cualquier cosa que
recuerde.—Sí,tranquila,Ana.Loharé.Sedespidieron conunbreve formalismo.Qué extraño, pensóAna, volver a
hablarconesamujerquehabíadesaparecidodesusvidastanderepente.Algúndíatendríaquepreguntarlequépasóentreellaysupadre.Solounratodespuésse dio cuenta de que no le había dejado un teléfono donde llamarla por sirecordaba algo. Luego se lo mandaría, antes tenía que hacer varias llamadasimportantes.—¿Rosa?—¿Jefa?Buenosdías, jefa.—Lasubinspectora respondiócon la respiración
entrecortada, como si Ana la hubiera pillado en pleno maratón—. O buenastardesya.Queconestodequeesfiestatengoloshorariosdescontrolados.—Puesentoncesbuenos lo-que-tú-quieras.Oye,cuéntame,¿algúnavanceen
la investigación?—Ana se hizo la despistada para no delatar a Charo. Rosaestabaporencimadeellaen laescalaynoqueríaquecreyeraquese lahabíasaltadoalllamarla—.¿AlgonuevomientrasestabayoenBarcelona?—Variascosas.Peroesperaunmomento,quenotengolasnotasamano.Me
pillaslevantandounaruedadecamión.—¿Unaqué?—Unaruedadecamión.¿Dóndeestás,queteoigofatal?—En el coche, salgo de…—mejor no decírselo hasta que no reuniera al
equipoellunes—…deunagestión—corrigió.—Malditosmanoslibresqueseoyencomoelculo.Perdón,jefa,perdónporel
vocabulario.Esqueestoyconlaadrenalinaatope.—¿Quémedicesqueestáshaciendo,Rosa?—Levantarunaruedadecamión—contestó,comosifueralomásnormaldel
mundo.—¿Tienesuncamiónyhaspinchado?—Eralaúnicaexplicaciónposibleque
Ana fue capaz de encontrar, aunque sabía que no era eso lo que estabasucediendo,perofueloúnicoquesucerebroencontródeentretodaslascausasprobables.—Ja,ja,ja,jefa.¡Quépocopuestaestásenalgunascosas!Tengounaruedade
camiónparahacerejercicio.NoeresnadieenInstagramsinolatienes.Esloquese lleva. Salto, la uso de apoyo, la levanto, la arrastro. Cosas de esas.—Anacreía que con Nori lo había oído todo sobre las locuras de los adictos a lagimnasia,peroesolosuperabatodo—.¿NomesiguesenInsta?¿No?—«Puesno,cómotevoyaseguirenInsta,siesque…»,pensóAna—.Buscaeninternet,estállenodevídeos.—Y tienes una rueda de camión. En casa. —Realmente el ser humano es
sorprendente.—Sí.MelaconsiguiómimaridoChema.Soypuromúsculo.—Puesqueridaseñoritapuromúsculo—Anano tenía tiempoqueperder—,
unpardecosas.NecesitoquehablesconelinformáticoquevacióelordenadorportátildeInésGrauhaceseismeses.—¿El…eldelcasoSlenderman?—vacilóRosa.—Sí.Ese.Necesitoquememandeuninformecontodoloqueencontró.En
cuantopueda,yaséquehoyesfestivo,peroesurgente.¿Deacuerdo?Yahora,¿buscastusnotasymecuentasquéesloquehabéisdescubierto?—Sí,estoyyaentrandoencasa.Loque tequeríacontar…aver.Unparde
cosas.—Uncajónabriéndose, ruidodeobjetosdiversossiendoarrastradosporunasuperficiey,porfin,hojaspasando—.Laprimera,BarrigaestáenlasminasdeAlmadén.Efectivamente,hubounrobo.Alparecer,hacetressemanasunodelosvisitantes rompióunavitrinay sustrajounade lasmuestrasexpuestas.Lascámaras de seguridad captaron el momento. No se le ve bien, pero quizáconsigamosalgo.Dicequenosmandalasimágenesencuantoconsigaunabuenaconexiónwifi,porqueyasehaquedadosindatosenelmóvil.—¿Meloestásdiciendoenserio?—Claro que te lo digo en serio. El gran drama de la sociedadmoderna es
quedarsesindatosenelmóvilamitaddemes—suspiró—.Unpardecosasmás.Estastevanagustar,teloprometo.AdivinadequiéneselADNenlapinturadelafichadeScrabble.—Nolovoyaadivinar,melovasadecirtú.—Anasediocuentadequequizá
habíasidounpococortanteconesarespuesta.—Deunodelosmuertosdelascensor.Asíqueeracierto.MarrónmezcladoconADNdeuncadáver.Mummybrown.—¿Decuáldeloscuatro?—preguntóAna.—Denuestromuertosinidentificar.—¿Perocómononoshemosdadocuentaantes?¿Cómohemospodidotardar
seisdías enestablecer la conexión?—Ana sehabríadadocabezazoscontra elvolante.—HehabladoconPaloma,laforense.EncuantoencontróADNenlafichade
Scrabble lo pasó por todas las bases de datos, pero no saltó ninguna alarmasencillamenteporqueaúnnosehabíaproducidoelcrimendelascensor.Ayerseleocurrióque,yaqueel asesinoestabaenlazandopistasentreunosmuertosyotros,quizátambiénlohabríahechoconelADN.Asíquecomparólamuestradelafichacontodaslasvíctimas,yelresultadoacabadesaltar.—Pero¿cómoconsiguióel asesinoelADNdeunavíctimaa laqueaúnno
habíamatado?Porquea laduquesase lacargaunasemanaantesquea losdelascensor.—Recuerdaque,segúnlaautopsia,elmuertosinnombrehabíafallecidouna
semana antes. Todo encaja. Los debió de matar casi a la vez —contestó lasubinspectora—.Además,tengorespuestaaunadelaspreguntasquenoshemosestadohaciendodesdehacedías.Yatenemossuidentidad.—Seoyóelruidodemáspáginasdepapel—.Bueno,estamosapuntodetenerla.—¿Quéesesodequeestamosapuntode tenerla?Ose tieneonose tiene,
Rosa.—Ocasi se tiene—le respondióella, sinbajarsedelburro—,comoeneste
caso.—Puessime locuentas, igual loentiendo.—Ananoestabanadasegurade
quelasubinspectorahubieracaptadolaironíaensutonodevoz.—Elfiambreeraunchorizo.—¿Cómo?—Aver,díasantesdeserasesinadolevendióunordenadorrobadoauntipo.
El tipo ha visto la reconstrucción en tres dimensiones que ordenaste que lepasáramosalosmedios,lohareconocidoyhaidoacomisaría.
—¿Estáseguroalcienporcien?—Segurísimo.Notantoporlareconstrucciónentresdimensiones,que,según
él, no se parece del todo al hombre al que él vio, sino por la sudadera. Hareconocido la sudaderacutreesade lamarcadehorchatade losañosochenta,que es como un puñetazo en los ojos, te hace daño con solo mirarla. Se hacagadodemiedoyhapensadoqueeramejorveniracontárnoslo.Jurayperjuraque era la primera vez que hacía algo así y que estaba convencido de que elordenadoreradesegundamano,propiedaddelvendedor.Enfin.—¿Yporquénolohabéisidentificadotodavía?—Puesporqueenestasplataformas,elquenoeshonestonodasunombrede
verdad. Nuestro muerto utilizaba el nick de hombrepájaro1963. Estamosintentando rastrear el usuario hasta la verdadera identidad del tipo. Pero en laaplicaciónnosestánponiendomuchosproblemasylacosapuedeirparalargo.Anapensóqueigualtendríaqueinvestigarporsucuenta.Loquequeríadecir,
claro,pedírseloaJoan.—¿Ylacajadelordenador?Ahíseguroquehayhuellassuyas.Nocreoquese
lollevaraalcompradorconguantes,habríacantadomucho.—Yapensamoseneso,perolatiró.Aunquehayunapistamás.Elcomprador
anotóunamatrícula.Resultaquenuestromuertohabíaquedadoconalguientrascolocarlamercancía,justoenlapuertadelbardonderealizaronelintercambio.—¿Vioalgo?—Nomucho.Nopudodistinguiralotroindividuo.Dehecho,nopuededecir
conseguridadnisiquierasierahombreomujer.Llevabaunabrigoenorme,conungorroycapuchaenlacabeza,yunabufandanegracubriéndolebuenapartedelacara.Nonospuedecontarnadamássobreél.Perosíqueanotólamatrículadelcochedelquesebajó.—¿Ylohabéislocalizado?—Sí.Ymalasnoticias,jefa.Esdeunaplataformadecochesconconductor,ya
sabes, de esas que están sustituyendo a los taxis.Necesitamos una orden parasaberquiénloconducíajustoesedíaaesahora.Estamosenello.—Genial.Aversiconseguimossaberdeunamalditavezquiéneselcuarto
muertodelascensor.
***Quincedíasantes
—¿Porquéqueríasverme?¿Quéesesotanurgente?—Suvozsonabaenfadada.Ni siquiera levantó la cabeza cuando le habló. Últimamente se había
acostumbradoacaminarasí.Barbillapegadaalcuello.Hombroselevados.Unabufandaocultandosumandíbula.Teníaexperiencia.Sabíapasardesapercibido.—Calma,calma—lecontestó—.¿Dosviejosamigosnopuedenquedarpara
tomarjuntosuncafé?—Tehacenporencargoynosalesmástontodeloqueeres.¿Estásloco?No
puedenvernosjuntos.¿QuénariceshacestodavíaenMadrid?—Yasabes.Afloja.Sinoquieresquenosveanjuntos,afloja.Calló.Callaronlosdos.Porqueambosconocíanperfectamenteelsignificado
de ese «ya sabes». ¿Cedería? ¿Otra vez? Se lo planteó: era demasiado prontopara loque teníaprevisto.Aunque tampocopodíaarriesgarse.Asíquedecidióquenolequedabamásremedioquematarlo.Ya.—¿Vamos a otro sitio a discutirlo? Tengo un sobre con efectivo. Lo había
preparadoparaotracosa,perotelopuedesllevar.¿Tevabientresmileuros?Elpezhabíapicadoel anzueloyél tendríaque improvisar sobre lamarcha.
Aunque una cosa tenía clara: sumuerte debería parecer una caída desde granaltura.Paraque fuera similar a lasotras.ParaqueAna tardaraendescubrir laverdad.
46—Escucha.—Letiemblalavoz—observóAna.—Sí.Sepodíadetectaralgoparecidoalmiedosonandoatravésdelavibraciónde
las cuerdas vocales de Mónica Spinoza, haciéndose tangible en esa otrahabitación,quincedíasdespuésdesuasesinato.Ni siquiera se había quitado el abrigo. Nada más oír la llave girar en la
cerradura,Joanlallamó.—Ven,corre,siéntate.Miraloqueestoyescuchandojustoahora—ledijo—.
Espera,quetelopongodesdeelprincipio.Esdelmismodíadelamuertedeladuquesa.Quizáestasealaconversaciónconsuasesino.Sequitóloscascosysubióaltopelosaltavocesdelordenadorenelqueestaba
trabajando.—¿Quéhacesaquí?¿Quién tehadejadoentrar?—decíaMónicaSpinozaal
iniciodelagrabación.Seoyóunruidolejano,parecíaalguienquehablaba,peroeracomounecoya
diluyéndosetrasreverberardemasiadasveces.Nosedistinguíaniquiénlodecíaniquéestabadiciendo.Ylamúsicaquesonabadefondoactuabacomobarreraauditiva.Sinembargo,aMónicaSpinozaselaescuchabaperfectamente.Debíade haberse colocado estratégicamente al lado del asistente virtual que estabagrabandolaconversación.—Porfavor,vete.Quierodescansar.—Noparecíaenfadada,sinoharta,como
si noquisieraver a la personaquehabía entrado en ese apartamentoblindadodentro de la mansión—. Ya lo hemos hablado en otras ocasiones. Déjametranquila.YAna se imaginó ese «déjame tranquila» acompañadodel gesto que tantas
veceslehabíavistohacerenlasdecenasdehorasdetelevisiónquehabíatenidoquetragarsecomopartedelainvestigación:elbrazoligeramenteestiradohaciadelante, con el codo flexionado, la palma de lamano hacia arriba, como si la
tuvierabajoelchorrodeaguafrescadeunafuenteuna tardedeverano,yunamuecadedesdénysuperioridadenlacara.—Y ahora—continuó— tengo que reposar. Necesito estar descansada, que
mañanaesNochebuenaymehaninvitadoaunacenamuyimportanteconunosposibles inversores.DileaAndrésque teabra lapuertaprincipaly tevas,porfavor.Unacosaestabaclara,conocíaaesealguienconelqueestabahablando.Él,o
ella,estabaaúnmuylejosdelaltavozquegrababalaconversación.Larespuestafueinaudible.—Nopuedespedirmeeso—lecontestóladuquesa.La música dejó de sonar repentinamente. Quizá Mónica la había apagado,
consciente de que la conversación no se estaba grabando bien. Unos pasos,parecían de hombre o de una mujer con calzado plano, se acercaron, poco apoco,hastaella.Nadiehablódurantemásdediezsegundos.—Ytúnopuedeshacerlo—seoyóporfin,nialtoniclaro,peroconsuficiente
entidadcomoparacomprenderlafrase.Eraunavozdehombre,peroaúnestabalejos.—¿Queno?—Larespuestadeellafuecontundenteycortante,conunpunto
dechulería.Unarisotadaatronóenlahabitación.Eraelhombre.AnayJoansemiraron.
Nolessonabalavoz.—¿QuizáunperitodelaPolicíapuedacompararloconlasvocesdeloscinco
hombresdelaagendadelmóvilsecretodeladuquesa?—sugirióJoan.—Vaaserdifícil—contestóAna—.Seoyemuymal,haymuchadistorsión.
Y aunque sospechemos de quién es, será complicado probarlo sin género dedudasparaqueeljuezacuseaalguien.—Bueno, pero sabiendo quién es, solo tendrás que encontrar pruebas en su
contra.—Solo—sequejó,conironía.—Ya sabes a loqueme refiero.Aqueya tendrías la investigación acotada.
Ahoranotienesnisiquieraaunsospechoso.—Nohacefaltaquemelorecuerdes.¿Seguimosescuchando?JoanvolvióaactivarelreproductordesonidodelgigantescoiMacquetenía
sobrelamesadelsalón.—Yo puedo vender lo que quiera —siguió diciendo Mónica Spinoza—.
Parecementira que aúnno lo sepas.Puedovender loquequiera.Verdades.Omentiras.Porquelasmentirasseconviertenenverdadsilasdigoyoenportada
deunarevista.—Estásloca.—Locoestástú,Carlos.Tanmayorcitoysiguessinenterarte.Paraelpueblo,
enalgunascosas,yotengomáscredibilidadinclusoquetujefe.Además,novaasalirporahíadesmentirsegúnquécosas.Ellosnobajanalbarro.Peroyosí.Yosoymuybuenapeleandoenelbarro.Llevotodalavida.Ysinmancharme.Semedamuybien.¿Dóndepensabasqueteestabasmetiendo?—Niseteocurra.—Sonóaamenaza.—¿Que no? Vamos, ya te digo, querido. Ya te digo. Y ahora, márchate y
déjameenpaz.QueesvísperadeNochebuena.Yesodicen,¿no?,lanochedelapaz.Voyaquitarmeestevestidodegalayadarmeunbuenbañorelajante.Queteden,CarlosAguilar.Queteden.Bien.Bienhondoybienfuerte.Aversiasítesacanporlabocaesepalodeescobaquellevastodoeldíametidoporelculo.Silencio.Lagrabaciónterminabaahí.—¿Qué pasa?—Ana, nerviosa, empezó a tocar el trackpad del ordenador,
intentandoquesesiguierareproduciendolaconversación.—Ana,yaestá,mira labarradelarchivo,yasehaacabado.Estoes todo lo
quehaygrabado.Estetrastosoloregistrasecuenciasdedosminutos.Dicenqueesparaprotegerlaprivacidaddelosusuarios,peroessolounapatrañalegalparapoderdefenderseencasodequealguienlosdemandeenunjuzgado.—¿Y no hay más? Tiene que haber más.—Ana empezaba a desesperarse,
abriendoycerrandocarpetasdelordenador,buscandomásarchivos.—Ana, ¡quieta!Ya.No haymás. Este es el último.Mira losmetadatos del
archivo.Es el último registrado en el servidor.No haymás.Este trasto ya nograbónadamás.Perovamos,yatienesatusospechosonúmerouno.—No.Solotengoaalguienconquiendiscutió.Nadamás.Nisiquierapuede
deducirsedeaquíquesepelearan.Niyomismaestoyconvencidadenada.—¿Y por qué no llamas al servicio?Alguien de la casa tuvo que abrirle la
puertaparaqueentrara.Merefieroaquesabemosqueelasesinoentródentrodeunaneveraysaliódelamismamanera.Sieljefedeprotocolodelacasarealesnuestroasesino,noaccedióporlapuertaprincipal.Perosialguiendelamansiónrecuerdahaberleabierto,entoncesyalopuedesdescartar.Teníarazón.Evidentemente,siCarlosAguilarentróporlapuerta,nopodíaser
elasesino.Anabuscóensulibretaelteléfonodelmayordomo.—Anoser—continuóAna—quelodelaneveraseaunasuposiciónfalsay
noshayamosequivocadoeneso.Peroseguíacreyendoenesapista.Hizolallamada.
—¿Andrés?Hola,buenastardes.SoylainspectorajefadePolicíaAnaArén.¿Cómoestá?¿Todobien?Mire,lellamoporalgomuyimportante.Necesitoquevayaunoporunoatodoelpersonaldelacasa,condiscreción,ylespreguntesieldía23dediciembredejaronentraralseñorCarlosAguilar.¿Recuerdaqueleenseñé su fotografía? Es el jefe de protocolo de la casa real. Es muy muyimportante,Andrés.Sí,yaséqueleshemospreguntadoatodos.Sí,yasé,yasé.Pero,porfavor,nopasanada,novamosatomarningúntipoderepresalia,niaacusaranadie.PeronecesitourgentementesabersialguienpermitióelpasodeesehombrejustoeldíaantesdeNochebuena,porlatarde.Gracias.—¿Quétehadicho?—lepreguntóJoan,despuésdeverlacolgarelteléfono.—Queloestánpasandomuymal,quelesentienda,quenosabenquévaaser
desufuturo.Que,demomento,elabogadodeladuquesalessiguepagandolossueldos,peroqueencuantoencuentrenalherederolegítimo,siesquelohay,oelEstadosequedecon todas laspropiedades,adiós trabajo.Asíqueaverquémecuenta.Sino,tendremosquellevarlosatodosalgrupo,queigualunasaladeinterrogatorioslesrefrescalamemoria.—Oye,nomehascontadoquétalconInés,quétalenlacárcel.—Esunacabrona.¿Sabesqueestáescribiendoun librosobresuversióndel
casoSlenderman?—Nopuedesdejarqueteafecte.—Esoesmuyfácil,Joan,muyfácildedecir,peromuydifícildehacer—le
contestó,mientrascogíaelmóvilybuscabauncontactoenlaagenda—.¿Rosa?Hola.Lanzaunaordende buscay captura contraCarlosAguilar. Sí, no estoyloca.Yno,no losabeRuipérez.¿Mehasentendido?Quieroquesedetengaaljefedeprotocolode la casa real. ¿Acusadodequé?Como investigado enunacausaporasesinato.Ycuandolotengasenlasaladeinterrogatorios,mellamas.¿Lohasentendido?SitienesqueentrarenZarzuelaaporél,entras.MedaigualqueseaeldíadeReyes.
***Era la primera vez en su vida que pisaba una comisaría. Le pareció muydiferentealoquesehabíaimaginado.Muchaluz,muchocristal,muchoespacio.Aun así, daban ganas de salir corriendo.No le gustaba tener a policías cerca.Peroselohabíaprometidoasumadre.—Buenastardes—ledijoalpolicíadelagaritadeentrada—.Mire,iguales
una tontería, pero mi madre me ha insistido en que venga, y yo no quiero
molestarlos,peroellasehapuestomuypesada,yasabeusted,lasmadres—soltódecarrerilla,sinrespirar.—¿Enquépuedoayudarle?—contestó,desdeelotroladodelcristalblindado,
un mosso d’esquadra joven y barbilampiño que parecía recién salido de laacademia. Había escuchado toda la perorata poniendo cara de póker, como lehabíarecomendadounveterano.«Túponsiemprecaradepóker,mirándolosalacara,peroquenosepanloquepiensas,ynodejesquesetecueleningúnloco,ereselfiltrodeestacomisaría».—Esque,mire,comoledecía—continuóelhombre—,mimadrehainsistido
yporestoestoyaquí.—Y¿enquépuedoayudarle?—repitióelmosso.—Creemosquemihermanahadesaparecido.—¿Creen?—Mimadreestáconvencida.Resultóquesuhermana,unachicadeveintiochoaños,sehabíapeleadoconla
familia. Una vezmás. Y no solo con ellos. La habían echado del trabajo, denuevo, era el tercer bufete de abogados del que se tenía que ir. Eso desató laúltima tormenta familiar durante el cumpleaños del padre, a finales denoviembre.«Puesosvaistodosalamierda»,lessoltó,antesdemarcharsedandounportazo.—Eranormal,¿sabe?—contósuhermanoalmossoqueleestabatomandola
denuncia—.Era normal que pegara dos gritos, se fuera y estuviera un par desemanas sin dar señales de vida. Pero ayer fue el día de Reyes, y ese día essagrado en la familia porque además es el cumpleaños de mamá. Por muyimbécil que sea mi hermana, nunca se ha olvidado de esa fecha. Nunca. Mimadreme ha hecho hoy ir a su piso.Nadie contestaba.Hemos llamado a losvecinos,pero laúltimavezque lavieronfuehacemásdeunmes.Elconserjetieneunasllavesdelavivienda,porquemihermanaesundesastreyselasolvidamuchas veces.He conseguido queme abriera la puerta, y allí no había nadie.Seguro que se ha ido con alguno de los locos descarriados que se echa comonoviosyselehapasadolanocióndeltiempo.—Me está diciendo que hace más de un mes que no saben nada de su
hermana.¿Hanprobadoconelteléfonomóvil?—Sí, sí, todo.Ustedes puedenmirar sus tarjetas de crédito, ¿verdad?Si las
usa.Porquesilashausado,esqueestábien.Yasímimadresequedatranquila.—Sí,nosepreocupe,lomiraremostodo.Ahoranecesitoquemedétodoslos
datosposiblesquetengadesuhermana.¿Algúnrasgofísicodistintivo?
Élfrunciólosojos,pensandoduranteunossegundos.—Sí, una cicatriz. Ella presume y todo, dice que parece hecho a propósito,
comoesoslocosquesehacencicatricesenelcuerpocomosifuerantatuajes.Lequitaron un tumor y el cirujano hizo una chapuza de costura, y le dejó unaenormecicatrizenformadecruzenelcododerecho.Doshorasdespués,elforenseJosepGualrecibióunallamadaensudespacho.—Parecequetenemosunadenunciapordesapariciónqueconcuerdaconuno
desuscadáveressinidentificar,porfavor,¿podríacomprobarelrestodedatos?Tenemos el ADN de un hermano. La muestra le llegará mañana. Tiene unacicatrizmuysignificativaenelcodo.Y así, la chica del lago dejó de ser Olvido para recuperar su verdadero
nombre.Elquelehabíanpuestocuandolabautizaron.RosemaryZoccaLópez.
***
AnaArén conoció la verdadera identidad del cadáver del lago pocosminutosdespuésdequeJosepGuallacertificarapositivamente,afalta,esosí,decotejarelADNconeldelhermanodelachica.Mandóunavisoatodossusagentesparaque investigaran a lamujer e intentaran establecer cualquier tipo de conexióncon el resto de las víctimas.Aparentemente no había nada, pero tendrían queencontrarlo.Algo teníaqueunira todasesaspersonas.Ademásdelsádicoquelasestabamatando,claro.Le extrañó no tener noticias de Ruipérez. Hacía ya doce horas que Ana le
habíadadoaRosaAxelaordendedeteneraljefedeprotocolodelacasareal.Yesotendríaquehaberhechosaltartodaslasalarmas.Anoserque—seleocurrióde repente— no le hubiera hecho caso. La llamó mientras conducía hacia lacomisaría.—¿Cómo va esa orden de arresto? —le preguntó, ávida, en cuanto la
subinspectoradescolgóelteléfono.—Enmenudolíonoshemosmetido.—¿Cuándolahaslanzado?—Estamañana,Ana,haceapenasmediahora.Yyaestánexplotandominas
por todos lados. No podemos ni acercarnos a Zarzuela. En cuanto hemosllamado, han empezado a estallar las bombas. Creo que el asunto ha llegadohastalosoídosdelreyydelpresidentedelGobierno.Tevaaempezarasonarelteléfonoenseguida.SinoesqueRuipéreznotemandaunequipodeasaltopara
quetedetengan.—Perfecto—contestóAna.—¿Perfecto?—Bueno, eso es lo que quería, Rosa, que salieran los conejos de la
madriguera.Averquiénseasustamás.—¿Sabíasquenoíbamosniapoderacercarnos?—Claro, Rosa. Evidentemente. Esa orden de detención no lleva a ninguna
parte.Peroasíagitamoselavispero.Yesperamos.Averquépasa.Graciasporavisarme.Encuantosepasalgomás,melocomunicas,Rosa.—Claro,jefa.—Ycolgó.No le dio tiempo a respirar. Ruipérez la esperaba junto a su plaza de
aparcamiento,dandobrazadascomounorangutánrabioso.—Definitivamenteestásloca—legritó,sindarsecuentadequeAnateníala
ventanilladelcochesubidaynopodíaescucharle.Podía llegar a ser incluso divertido, ver a Ruipérez agitarse desesperada e
histriónicamente,alotroladodelcristal,comountelevisoralquelehasquitadoel volumendurante una actuación cómica.Ana estuvo tentada de quedarse unbuen rato allí, sentadadentrodel coche,mirándolo, con losbrazos cruzadosymedia sonrisa en la cara. Disfrutando. Pero apagó elmotor y salió. Si quiereguerra,latendrá.—Deestanotelibras.Deestanotelibras.—¿Es que no podemos hablar sin gritarnos? —le contestó, suave y
provocadoramente,Ana—.Comopersonascivilizadas,digo,comisario.Aversisemevaaquedarustedafónico.—¡Personascivilizadas,diceestainfeliz!—chillóRuipérez,comosituvieran
público y estuviera dirigiéndose a la audiencia que los observaba—. Personascivilizadas.—Es todouna táctica.—Elcomisariocalló,degolpeante la revelaciónque
acababadehacerleAna—.Mire, jefe,ahora levoyahablarmuyenserio.Porfavor,bajelavoz,nomontemosunespectáculoaquídentro.—¿Me vas a decir tú, mocosa, lo que tengo o no tengo que hacer? —le
contestó,aunqueunpocomáscalmado,yanogritabaniagitabalosbrazoscomosituvieraespasmos.—Mire—Anaseatrevióa tocarleelantebrazo,suavemente,apenasunroce
—, estoy convencida de que Carlos Aguilar no es culpable de nada. Perotambiéndequesabealgo.Comisario,escuche,estamosanteunasesinoenserie.HacedosdíasestuveenBarcelonaydescubríotrocuerpoquetienerelacióncon
losnuestros.La primera víctimade nuestromonstruo.Va en progresión.Cadavezmatamásymásseguido.Tenemosquepararloya.Luegohagaconmigoloquequiera,perodéjemepararlo.Ana podía ver al policía luchando contra el odiador profesional que era
Ruipérez.Alagentequeundíafuebatallandocontraelburócratalameculosenelquesehabíaconvertido.Una llamada interrumpió el proceso. El comisario miró su móvil y
empalideció.—¿Sí? Buenos días. Sí, a su servicio. Oiga, todo esto ha sido sin mi
consentimiento, yo no sabía nada. —Se calló, más pálido aún—. Sí, claro.¿Cómo?¿Voluntariamente?Sí,porsupuesto.Lodispondrétodo.¿Mañana?¿Ensudespacho?Alasseisdelatarde.¿Qué?¿Ella?Mireesque…Perfecto.Asísehará.Gracias.Asuservicio.Siempre.Colgó.YmiróaAnaconunarabiatanprofundaquecreyóqueibaalanzarse
sobreellaydescargarsuiraapuñetazos.Habíatriunfadoelodio.YAnaibaasaberenseguidaporqué.—Carlos Aguilar quiere hablar —le escupió—. Voluntariamente. Contigo.
Mañana a las seis vas aZarzuela, tú sola, y te encargas del interrogatorio. Teponesmona,¿eh?Tearreglasparalaocasión,noseteocurrairenvaqueros.Temaquillas y te peinas un poquito y das una buena imagende laPolicía.Y, deesto,nimediaanadie.Elinformedeloquetedigamelopasasdirectamenteamí.Y allí dejó a Ana, de pie, de piedra, en un triste rincón del aparcamiento
reservadoparalosmandosintermediosdeesacentralpolicial.Le costó varios segundos asimilar la información. Su táctica había dado
resultado.CarlosAguilarteníaalgoquedecir.
***Undíadespués—Nori,¿estássegurodequevaafuncionar?—lepreguntóAna,incrédula.—Completamente.Situasesinoestáaquí,lopillaremos.Confíaenmí.—Peroestomeparecemuypocoortodoxo.—Aunquemuyefectivo—insistióél—.Yaverás.Porquetodoconfluíaenelmismositio.Ytodoapuntabaaunamismapersona,
aunsoloasesino:elquehabíanseñaladosinningúnmargendedudaunbuen
montóndepruebasydoshombressentadosenunasaladeinterrogatorios.Solohabíaunproblema.Esapersonaestabamuerta.
47Laprimerapistaaparecióenunordenadorque llevabaseismesesacumulandopolvo en un almacén, junto al resto de las pruebas del caso Slenderman. «TemandotodolorelativoaltalCarquinyoliquehabíaeneldiscodurodelportátildeInésGrau—lehabíaescritoelexpertoinformático—.Esmuchainformación,nopuedoadjuntarla,descárgateladesdeesteenlace».Allí habíavariosdocumentosde texto con transcripcionesde las entrevistas
que Inés le había hecho al delincuente buscando inspiración para su novela.Tambiénrecortesdeprensa.Yfotografías.LaprimeraqueAnaabriómostrabaaunhombredeperfildándole toquesaunbalón,enalgúncampode fútbolconpista de cemento. Era una imagen antigua. En la segunda se veía a un niñopequeñodesonrisainmensanadandoenunlago.Eraunafotoenblancoynegro,yaamarillenta,porloqueAnasupusoquesehabíatomadovariasdécadasatrás.Latercerafuelaqueleprovocóunvuelcoenelcorazón.Separecíademasiadoa…Nopodíaser.Lohabíatenidoahídelante.Todoesetiempo.Llamóalaforense.—Paloma —Ana tuvo que contenerse para no chillar—, ¿te importaría
comparar el ADN de los fallecidos en el ascensor con la muestra que nosenviaron ayer losMossos? El resto que encontraron en la pulsera de la chicaahogadaenellago.—Claro.—¿Cuándopodrásdecirmesihaycoincidencias?—En unos minutos. Están las dos ya procesadas. Solo tengo que darle la
indicaciónalordenador.¿Pasaalgo?Claro que pasaba. Ana había encontrado la conexión entre todos los
asesinatos.Elhombrequehabíaestadoenlasescenasdetodosloscrímenes.Incluidalasuyapropia.Porque resultó que el asesino llevaba una semana a cuatro grados de
temperaturaenunacámarafrigorífica, trasaparecerenelfondodelfosodeun
ascensorjuntoatrescuerposmás.Yesoqueríadecirquenobuscabanaunasolapersona,sinoados.Yqueel
asesinoqueseguíavivohabíamatadoasucómplice:elcuerposinidentificardelatragediadelhospital.Anamandóllamaralosdosmensajerosquellevaronyrecogieronlacajacon
la nevera de casa de Mónica Spinoza y que una semana antes habían sidoincapacesdeelaborarunretratorobot.JoséBarrigalesplantóvariasfotografíasdelante. Las habían recuperado del ordenador de Inés Grau. También de unafichapolicial.Ydeunarecreacióninformáticaentresdimensiones.Ydeunacamilladeunasaladeautopsias.—¿Estánustedesseguros?—lespreguntóelagentedePolicía.—Por supuesto—contestaronellos, sinningún tipodevacilación—.Este sí
quees.—¿Esestecontotalseguridadelhombrequeleentregóaustedeldía23de
diciembrealasseisycuarentaycincodelatardeestacajaqueveenestaotrafotografía,cuyocontenidoeraunanevera,paraquelallevaraacasadeMónicaSpinoza?—lepreguntóaljovenquehabíasentadoenlasalauno.—Sí.Seguro.—¿Esesteelhombrealqueustedleentregóeldía24dediciembrealasdosy
diezminutosdelatardeestacajaqueleestoymostrando?—lepreguntóaotromensajero.—Estees.EsosdosmensajeroshabíanreconocidosindudaalgunaalCarquinyolicomo
la persona encargada de entregar y recibir la nevera en la que el asesino deMónica Spinoza había conseguido burlar la seguridad de la mansión. Elcómplicenecesarioparameteralasesinoenelelectrodomésticoycerrarlacaja.Y luego para volver a abrirla. Aunque, a la vista de las pruebas, había sidocómplicetambiénparamuchomás.ElCarquinyoli, que en realidad se llamaba—según losdocumentosque les
habíanmandadolosMossos—MartíAcosta.Elúnicoproblemaera,claro,queMartíAcosta,aliaselCarquinyoli,aliasla
víctimasinidentificardelmontacargas,estabamuerto.Anasubióacontárseloalcomisario.—Tenemosunagrancantidaddepruebasfísicas.HemosencontradosuADN
en la pulsera de la chica del lago y en las fichas de Scrabble con las queahogaronaMónicaSpinoza.Además,lasimágenesdelascámarasdeseguridadde lasminas deAlmadén lo sitúan como el ladrón del cinabrio utilizado para
cubrirelpintalabiosdeEstherFraga.Y,eso,sumadoalosdostestigosocularesqueaseguranqueeslapersonaqueenvióyrecibiólaneveraenlaqueseocultóelasesinoparaaccederalamansión.Ruipérezasentía,sinterminardecreerseloqueleestabacontandoAna.—Puesiguallosmatóatodos,alachicadellago,aladuquesayalostresdel
ascensoryluegosesuicidótirándoseporelfoso.Elcrimenperfecto.—Comisario —no podía perder los papeles, no en ese momento, aunque
tuvieraquetragarselalengua—,MartíAcostanopudoarrojarseporelhuecodeesemontacargasporque,recuerde,paraentoncesyallevabamuertounasemana.La autopsia ha datado su fallecimiento el 24 de diciembre. Murió, o fueasesinado,trasrecogerlanevera,casicontodaseguridadporlamismapersonaalaqueestabaayudando.Teníanalcómplice,pues.Ahorasololesfaltabaencontraralasesino.Aunque
complicaba mucho las cosas el hecho de que su única pista fiable estuvieramuerta.—Ana, puedes probar a sacarle una confesión.—El comisario se rio en su
cara—.Aunquecreoquenisiquieratúvasapoderhacerhablaraunmuerto.—¿Cree usted que no?—le retóAna, sin poder contenerse—.Losmuertos
hablandemuchasmaneras.Y ella tenía que acertar la forma en la que obligar alCarquinyoli, o lo que
quedaba de él, a contarle la verdad. Bajó al laboratorio con la esperanza deencontraralgoenlasmuestrasquehabíanrecogidoenlanaveindustrial.—Vamosatardarsiglosenprocesartodoesto—sequejóunodelostécnicos
—.Ynosabemosloqueestamosbuscando.—Como tantas veces en tantos sitios—le contestó Ana, acercándose a las
cajasenlasquehabíanrecogidomuestrasdelaescena.Eranmásdeveinte.—Peroesquenisiquieraesunaescenadelcrimen,nisiquierasabemosqué
hapodidopasarallíparapoderafinarlabúsqueda.No,noera laescenadeuncrimen,soloelúnico lugarenelquesabíanque
habíanestadojuntoselasesinoysucómplice,ydondeaúnteníanlaesperanzadeencontraralgunapistanueva.—¿Buscasteis algo que indicara que allí se había podido producir un
homicidio?—Sí, lobuscamos.Dentronohabíanada.Encontramosalgodesangreenel
exterior, en una zona de arbustos que parecía haber sido removida. Cogimosunasmuestrasdetierra,tienenqueestarenlalista.Untrozodepiedramanchadaquenadieintentóocultar,tiradaahíenmedio.Dedujimosqueunyonquisehabía
hechounaaveríaoqueunchavalsehabíacaídodelabicihaciendoelcabra.Nosonlosrestosdeunasesinato.Míralotúmisma.Anarepasólalistadepruebashastaencontrarunaqueencajabaconloquele
habíadichoeltécnico.Noparecía,pero…—¿Puedescompararlamuestraconlavíctimadelascensorqueacabamosde
identificar?—lepidió.Mientras el técnico hacía lo que le acababa de pedir Ana, ella siguió
estudiandolalargalistadepruebasrecogidasenlanave.Algunosdelosobjetoseran claramente restos de botellones adolescentes, otros, material abandonadoporlosantiguostrabajadoresdelafábrica,ytambién—loquemásabundaba—preservativosdesechadosporamantesfurtivos.Lellamólaatenciónuntrozodepapelbastante limpio, con loque supusoque llevabapoco tiempo tiradoenelsuelo.Eramásomenosuncuartodeunfolio,lapartesuperiorderecha,parecía.En el extremo, bajo el texto «HorEst» se desplegaba una columna quecomenzabaconlaanotación17102300eibacreciendosindemasiadalógica.Asulado,másalaizquierda,habíaotracolumna,encabezadaporeltítulo«Pie»,perocuyasceldillaspermanecíanvacías.Delacolumnaanteriorsolose leíaelfinal de la cabecera «aliz». Y, en la parte superior, otra palabra extraña:«PGM34».¿DequélesonabanaAnaesasindicaciones?Estabaseguradequehabíavisto
antesalgoasí.¿Dónde?—Ana—lallamó,sobresaltándola,eltécnicodelacientífica—,otienesuna
boladecristalosabesalgoqueyonosé.—¿Quéhasencontrado?—Los restos de sangre son, efectivamente, de la víctima que acabáis de
identificar, Martí Acosta. Mira. —Le mostró el resultado de las dos gráficassuperpuestasenlapantalladesuordenador—.Nohayduda.—¿Dóndeencontrasteislamuestraexactamente?—Espera, que te lo enseño. —Buscó en el ordenador las fotografías que
habíanrealizadoenellugar—.Aquí,enestazona.Nosparecióextrañoporqueseveíaperfectamentelasangre,nadieintentóocultarla.—Túestuvisteallí,verdad.—Elpolicíaasintió—.¿Dóndeencontrasteisesta
otra prueba? —Le señaló en la lista la hoja de papel con las anotacionesextrañas.—Esotambiénfueraro.Estabaalladodelasangre,bajounapiedra,perono
estabamanchada.Supusimosquealguienlaperdiódespués.¿Ysilaperdióelasesino?Nopodíansaberlo,onolosabíanaún,peroAnasí
estaba convencida de una cosa: el Carquinyoli fue asesinado allí, en esepolígono,yquienlohizolotiródesdealgúnpuntoaltoporqueyasabíaqueunasemanamástardeibaamataraungrupodepersonasdelamismamanera,yasípodríafingirquesucómpliceeraunavíctimamás.Unamentecalculadorayfría.Ordenóqueotroequipode la científicavolvieraa lanaveybuscara rastros
genéticos o cualquier tipo de prueba en las ventanas desde las que se hubierapodidoarrojaraalguien.Alvolveraldespacho,leesperabaotranovedad.—Jefa—le contó el agente Barriga, con su maldita manía de llamar a las
puertascuandoyahabíaentradoenlasestancias—,nopodemosidentificaralapersonaquequedóconelCarquinyolieldíadelaventadelordenador,eldíaquecreemosquelomataron.Noseleveenningunadelascámarasdelazona,perosíquehemoslocalizadoalconductordelcoche.—Bueno,puesporahípodemostirar.—Nosési lorecuerdas,peroesosdíashabíaaltosnivelesdecontaminación
enMadrid.—¿Yesoquéimporta?LamalditamaníadelagenteBarrigadenoiralgrano.AAnaleexasperaba.—Puesquesolopodíanusarsecocheshíbridosyeléctricos.Estevehículo,en
concreto,juntoaotrosveinte,fuecontratadoenexclusivaparatodoeldíaporuntal—consultó su libreta— Fede Atienza, productor ejecutivo de Canal Once.Para no tener problemas con los trabajadores, porque los platós están en elextrarradio, pidió a una empresa de esas de chóferes que le asignaran veintevehículosenexclusiva.Noqueríacorrerelriesgodequealguiendelequiponollegara.—¡Puesentoncestenemosquesaberquiéncogióelcoche!—¡Quéva!Aquello fue un caos, cada conductor hizo decenas de servicios.
Además,elhoteldondedejaronalacitadelCarquinyoliquedajustoenfrentedelapuertadelparkingdelatele.Casi todoelmundobajaallíparanotenerquedarunavueltahastaelaccesoprincipal.—¿Aquéprogramamedicesqueestabanasignadosloscoches?—No te lo he dicho.—Sonrió—. Ese que presenta esa chica en zapatillas,
sabes,¿no?YentoncesAnarecordóenquéotrolugarhabíavistoelmismotrozodepapel
conesasextrañasanotaciones.
***Todoapuntabaalmismositio.AlplatódelprogramaVivalatardedeldomingo.LoquehabíanencontradoenellugarenelquehabíanasesinadoalCarquinyolieralaescaletaconlaqueelequipodelprogramatrabajaba.—Ana,esundocumento interno—leexplicóNori—.Este,enconcreto,del
findesemanadeNavidad.Mira,¿ves?PGM34,programa34,elqueseemitióeldía 25 de diciembre. El director crea el documento en el ordenador y todo elequipotieneaccesoaél,parairtrabajandosobreloscontenidosdeesosdías.—¿Yquiéntieneacceso?—Eldirector,porsupuesto,lapresentadora,loscolaboradores,producción,la
redacciónyelequipotécnico.Mira—Nori leenseñóundocumentosimilar—,es el orden en el que se estructura el programa,una especiedeguion técnico:quién habla, cómo, desde dónde y qué vídeos se emiten. «HorEst» es horaestimada,elhorarioenelquetienenqueirencajandotodaslaspartes;esteesunprograma que empieza a las cinco y diezminutos y veintitrés segundos de latarde. La hora va avanzando a medida que emiten contenidos, por eso vasumando tiempo. «Pie» indica la frase final de cada vídeo, para que elpresentador esté prevenido y pueda saber cuándo regresan a plató y tiene quehablar. «Aliz» es el trozo final de «Observaciones realización», las notastécnicasque se apunta el realizador, como la cámara con laquequieredarunplanodeterminado.—Demasiado fácil, Nori. Demasiado fácil.—Anamiraba las pruebas y no
terminabadecreérselo—.¿Matasaseispersonas,nocometesunsoloerror,nodejasunsoloindicio,yacudesaunacitacontucómpliceenuncochecontratadopor tu empresa? ¿Dejas en todos tus crímenes pistas que no llevan a ningunaparteyderepenteteolvidassujetoaunapiedrauntrozodepapelquetedelatacomomiembrodelequipodeunprogramadetelevisión?—Quizáestáempezandoacometererrores—razonósuamigo—.No puede
serperfecto.—Nosé,Nori,nosé.¿Ysiesunatrampa?—Pues tendremosqueaveriguarlo.Todo teconduceaquí.Ysi tuasesinoes
untrabajadordeesteprograma,lovasasaberenunosminutos.—Deverdad,Nori,yonoestoynadaconvencida.Perositúdicesqueestova
afuncionar…—¿Quierestenerunpocodeconfianzaenlatecnología?EstabanenunasalaVIPdelCanalOnce,unapequeñahabitaciónblanca,sin
ventanas, llena de sofás de un rojo tan brillante que parecía plástico. Porprecaución,habíancerrado lapuertade lasalacon llave.Nadiepodíasaber loque estaban preparando. Nadie excepto ellos dos y una mujer que losacompañaba.Lostresdiscutíanlamejormaneradellevaracabolalocaideaquese le había ocurrido a Nori. Ana sujetaba entre sus manos una especie demuñequera,grandecomolamitaddelantebrazo,conunagranpantallaocupandotoda lasuperficie;unpardecablesconectabaneldispositivoconunas tirasdetelanegraquesujetabanunoselectrodos.—¿Quieresprobarlo?Tranquila,noestáconectado.Nomevaacontarnadade
ti.Notepreocupes.ElenaMartín, fundadoradeSociograph, sonreía frente a ellos.Era la única,
aparte de Ana, Nori y un par de directivos de la cadena, que sabía lo querealmenteibaapasar.Unmechóndepelorubioylaciolecaíasobrelamejilla,haciéndola parecer más joven de lo que ya era. Hablaba con una seguridadaplastante, pero sin arrollar, el tipo de persona acostumbrada a caer bien.IntentabaconvenceraAna,queseguíateniendomuchasdudas.—¿Yestonosvaadecirquiéneselasesino?—Esotendrástúluegoqueprobárseloaljuez—contestóElena—.Perosí,si
estáaquí,estotevaadecirquiénes.Lecolocólabandanegraalrededordelamuñecaylasdostirasmáspequeñas,
que contenían los electrodos, rodeando sus dedos índice y corazón. SiguiósosteniendolamanoderechadeAnaentrelassuyas,mientraslecontabacómofuncionabaesesistemapionero.—Nuestro cuerpo se comunica con electricidad.Y esa electricidad es como
unamuralla que colocas a tu alrededor.Cuantamás potencia emita,menos teestáafectandoloqueterodea.Y,alrevés,situseñaleléctricaesdébil,esqueloque ves ha logrado atravesar tus defensas, llegarte al corazón, a las tripas oinclusoatusórganosgenitales.Sonriendo,Elenaabrióelordenadorparamostrarleslasimágenesdeunasala
decine llenadegenteatentaa lapantalla.Suempresaestabamidiendo siunagrancampañapublicitariadeNavidadibaafuncionar.Lamarcasejugabatodalafacturacióndelañoynopodíanfallar.Resultóquealosespectadoresnolesgustónadaloquevieron,aunquesíqueconectaronconelniñoquesalíaenunadelassecuenciasdelanuncio.—Tuvieronquerediseñarlacampañaenpocosdías,centrándolaeneseniño.
Yacertaron.Hasidoelanunciodetelevisiónmásrecordadoyapreciadodeestasfiestas.
—Peroesolopodéishacertambiénpreguntándolealagenteloqueleparecenlas cosas. Las encuestas de toda la vida—protestóAna,mirando incrédula eldispositivoqueteníaenelbrazo.—No. Las encuestas no son fiables. La gente miente. Miente incluso sin
saberlo,porqueelprocesodeemociónocurredemanerainconsciente.Lossereshumanosnopodemosexplicarnuevedecadadiezdecisionesquetomamoscadadía. No sabemos por qué cruzamos justo en ese punto de la calle, por quépedimos flan de postre o por qué nos hemos puesto hoy ese jersey concreto.Creemossaberloporqueunavezquehemostomadoladecisiónnuestrocerebrointenta justificarla,yaquenosoporta loqueno tienesentido.Ypensamosquenoshemosvestidoasíporquenossientamejoroquehemoscruzadolacalleenese punto porque así acortamos el camino. Lo que medimos nosotros esprecisamente eso: loqueuna encuesta es incapazdedetectar, laverdadde lasemocionesdelaspersonas.—Daunpocodemiedo.—Aquí —Nori se había recostado en el respaldo del sofá, pero volvió a
acercarsealbordeparaintervenirenlaconversación—lousamoscadavezmás.Elena y su tecnología han pronosticado el éxito de series antes de que seestrenaran, y nos han ayudado —a Ana no se le escapó que su antiguosubordinadohablabaenprimerapersonadelplural,comosiesetrabajofuerayaalgo personal para él— a reconducir otras que no habrían tenido tan buenosdatos.—Lo bueno de predecir los fracasos—intervino Elena— es que podemos
actuar antes del estreno. Le damos al cliente las claves de lo que tienen quecambiar:siunpersonajecaemalyhayquereducirsusapariciones,sielritmoesdemasiadolento,siunatramaaburreosiotrainteresamucho.—Ytodoesolosabéisconestoselectrodosquetengoenlosdedos.—Coneso sabemos la intensidadde tu emoción,pero tenemosqueconocer
también de qué emoción se trata—le contestó Elena—. Imagínate que ahoramismotedigoalgoquetesorprende.¿Creesquepodríasengañarmeydisimular,paraqueyonomedieracuenta?—Claro —contestó con seguridad Ana—. Para eso nos entrenan. Somos
policías.—Puesestásequivocada.Aunexpertonoleengañas.Ymuchomenosauna
máquina.Yestoesloquetenemosaquí.Máquinasaltamenteprecisasparamedirlasemociones. Incluidas—bajó lavozde forma inconsciente,comosialguienpudiera estar escuchándolos— las de tu asesino. Ante igual emoción, los
músculosdelacaradeunniñoespañolsemoverándelamismamaneraquelosde un adulto del Congo y exactamente igual que las de un adolescente deEstadosUnidosounaanciana japonesa.Loquehacemosescaptaresosgestosconunacámara,paraqueunprogramainformáticolosinterpreteynosdigaentiemporealdequésetrata.Alegría,sorpresa,miedo,tristeza,enfado,asco…—Y si el asesino está aquí, ¿qué pasará?—AAna le picaba la curiosidad,
empezabaacreerquepodríaresolverelcasoesamismamañana.—Puesdependedelasesinoquetengas,desumotivación.Todossentiránun
impacto alto ante las imágenes que les vamos a mostrar, digamos que susmurallaseléctricassederrumbarán,peroluegoserándiferentesenlasemocionesquepodremosleerensuscaras.Siesunasesinoneurótico,esdecir,queactúademanera pasional, primero tendrámiedo, después tristeza y finalmente asco. Siestamos ante un psicópata, un asesino en serie metódico y solitario, solomanifestará sorpresa, porque son personas sin empatía y sin sentimiento deculpa.Situculpableesunsociópata,unasesinoqueactúapordineroopoder,loqueveremosesqueseledisparaelmiedo.Mientraselloshablabanenesapequeñasala,unosmetrosmásallá,enelplató,
variosayudantesdeElenaestabanpreparandoalpúblico.Eranlosasistentesalaemisión deViva la tarde del domingo. Pero al llegar a la cadena les habíanpedidounfavor:participarenunapruebaqueduraríasolodiezminutos.Queríanmedirel impactoquedeterminadas imágenes teníanenelpúblico,paraajustarmejorlaprogramación.—Seránsolodiezminutosynosayudaránustedesmucho—leshabíadicho
EugenioFernández,elresponsabledeprogramasdelcanal,alqueNorituvoquecontarloqueibanahacer.Peroelpúbliconoeraelobjetivo.Ahínoestabaelasesino.Elloseransoloel
cebo, la únicamanera de que también participara en esa prueba el equipo delprogramasinqueelculpablesospechara.—¿Empezamos?Elenasefuehaciaelplató,dondeenunosminutosibaacomenzarlaprueba.
NorillevóaAnahastaelcontrolderealización,situadounpisoporencima.Allípodríaobservarlotodo.—¿Nadie más ha visto el vídeo que has preparado?—le preguntó, en voz
baja,mientrassedirigíanhaciaelcontrol.—No,Ana,no.Ynadiesospechanada.Tranquila.—¿Tecostómucholocalizarlasimágenesquetepedí?—Unrato,perohoyendíanohayinformaciónsobrealguienquenopuedas
encontrarenlasredessociales.—¿Conquéfrecuencialashasintercalado?—Con laquemedijoElena.No tepreocupes,queestá todocontrolado.¿A
cuántagentetienesvigilandolassalidas?—Elenahabíaprometidoavisarlesconun mensaje en cuanto detectara al asesino, por si se daba cuenta de lo quetramabanypretendíaescapar.—He conseguido un operativo de veinte agentes. Dos están en plató
camuflados como asistentes de Elena; los otros, en sitios estratégicos deledificio.Llegaron hasta una sala alargada y oscura, iluminada tan solo por una
gigantescapantallaquecubríacompletamenteunadelasparedesyenlaqueseproyectaban,comosifuerandecenasdetelevisoresjuntosdedistintostamaños,imágenesde loqueocurríaenelplató.Estabanenelcorazón técnicodesdeelquesedirigíantodoslosprogramas,grabadosoendirecto,queserealizabanenelestudioseis.Nohabíanadiemásconellosahíarriba.Elequipoderealizacióntambién se sometía a la prueba porque entre ellos estaba el asesino. O esosospechaban.Todaslaspruebasconducíanhastaallí.—A regañadientes, pero les contamos que era una orden directa del jefe
supremoyhantenidoquepasarporelaro.Tienesatodoelequipoenesasala.Ven,siéntateaquí.Dos enormes mesas alargadas cubrían la sala de extremo a extremo, justo
frente a la pared donde estaban los monitores, como si todos los asistentesestuvieran castigados amirar inevitablemente hacia las pantallas.Nohabía unhueco libre. Frente a cada silla, ordenadores, todo tipo de teclados, botonesinfinitosymáquinasdeusoindescifrableparaelprofano.Anacogióunasillayse acomodó en el lugar en el que pensó que menos destrozo podía hacer sitocabaalgunodeesoscacharros.—Ponte estos cascos y aprieta este botón, el primero de la derecha —le
sugirióNori, haciendo lomismo—.Así podrás escuchar lo quepasa enplató,ademásdeverlo.El público parecía tranquilo. Sus gestos eran una mezcla de curiosidad y
espera.A loscomponentesdelequipoera fácildistinguirlos.Suscaraserandehastío, incluso de enfado. Les estaban haciendo perder el tiempo. Ana fuemirándolosunoauno,concuriosidad.¿Quiéndeellosseríaelasesino?—Pues muchas gracias a todos. —La voz de Elena sonó a través de sus
cascos, les llegaba alta y clara, le habían colocado un micrófono para quepudieranescucharladesdeelcontrol—.Recuerdenquenotienenquehacernada,
solo ver las imágenes que les vamos a proyectar en el videowall gigante quetenemosenesapared.—Señalóunagranpantalladetresmetrosdealturaysietede largo, que se elevaba del suelo al techo—.Nadamás que eso. Siéntense ydisfruten.Endiezminutosterminamos.El plató se quedó en silencio. Todo el mundo aguardaba con curiosidad.
Duranteunossegundos,mientrasnoocurríanada,el tiempopareciódetenerse,peronolosuficienteparaquelagenteempezaraaponersenerviosa.Derepente,el videowall cobró vida. Apareció, gigantesca en ese muro audiovisual, laimagen de una chica rozando la veintena,morena y delgada, pegando brincosfrente a la cámara en lo que parecía la típica habitación posadolescente quenuncaterminadeestarordenadadeltodo.Tarareabaalgo,quizáunacancióndemoda,mientrassecontorsionabaaltempodesupropioritmo.Lasecuenciadurótreintasegundos.Justoenmitaddeunadelaspiruetasaparecióotraimagen.Unamujerdeunoscincuentaañosmirabafijamentealacámaradesuteléfonomóvil,como si no se terminara de creer que aquel trasto estaba grabándola. «Bueno,pues a ver si funciona —dijo—, esta es la cena que he preparado paraNochebuena». Torpemente giró el teléfono para enfocar una hilera de platosllenosdeembutidosdiversos,gambascocidas,unamasaqueparecíaalgúntipode paté y una montaña de cruasanes. «Los corto por la mitad, les pongo unpoquito de mantequilla dentro y los relleno de jamón, del bueno, eh, no deldulce,delibérico,noseáistacañasconeso.Eselplatoestrella».Antesdequelaseñorasiguieracontandoelmenú,entróotrovídeo.Unhombreencamisetadetirantes limpiaba la carrocería de un coche aparcado en la calle. A los pocossegundos se sobresaltaba al descubrir que le estaban grabando. «Déjame, quépesado eres, para ya con esemóvil», increpaba a alguien fuera de plano, queempezóahablar.«Esteesmipadrehaciendoloquemáslegustahacer,limpiarsucoche.Asíquehoyvamosaaprendertrucosparadejarlascarroceríascomoreciénsalidasdelconcesionario».—¿Dedónde los has sacado?—Ana asistía fascinada a ese desfile de seres
humanos.—Delasredes.Haytrillonesdevídeos.Gentenormalycorrientemostrando
las tripasdesusvidas—lecontestóNori—.Vendiendosu intimidad.Oroparalasempresassinescrúpulosquequierenvendersusproductos.—¿Cuándoempiezanlosnuestros?—Ahora.Sonlosnúmeros—consultóunpapelquellevabaenlamano—seis,
nueve,trece,veinte,veintiochoytreintayseis.¿Estásnerviosa?—Sí.¿Ysiluegonoconseguimosprobarloanteunjuez?Porquenocreoque
estosirva.—Luego tú—Nori lamirófirmementea losojos—te llevasaesecabróna
comisaría, lometes en una sala de interrogatorios y lo destripas hasta que sederrote. Como has hecho tantas veces. —Volvió a mirar a las pantallas—.Atenta,quevaahora.Candidatanúmeroseis.Unachicajoventocabalaguitarrasentadajuntoavariosamigos,enelsalón
de alguna casa. Delgadísima.Muymorena. Se la veía feliz, como llevada envolandas por alguna especie de éxtasis al que solo nos puede transportar lamúsicaquesurgedelaspropiasmanos.Susonrisaeraampliaypoderosa.Quédiferente,pensóAna,quédiferenteeraverlaasí.Moviéndose.Respirando.Sinheridas.Sinhuesosrotos.Viva.—¿Creesquehabrásaltadoalgo?BuscóaElenaatravésdelosmonitoresquemostrabanloqueestabapasando
enelplató.Lavioenun rincón, sentada, concentrada frenteaunapantalladeordenador,tomandonotas.Loquefueraapasar,teníaqueestarpasandoya.—Espérateunpardeminutos.Ahoraveremosalsiguiente.Elnúmeronueve.
Faltauno.Esperaaqueacabeestaseñoraqueestácontandounchiste.Elnúmeronueve llevabaunamotodegrancilindrada.Grababa lasecuencia
alguiensentadoenlapartetrasera,peronoseleveíabienporquellevabapuestoel casco con la visera bajada. Sin embargo, el conductor era perfectamentereconocible. Ana dudaba de que lo que llevaba puesto en la cabeza fuera uncascoreglamentario.Tendríaquepreguntarlo.La imagennoeraestable.Debíade ser difícil sujetar un móvil e intentar grabar algo subido a una moto quecirculabaaesavelocidad.Elnúmeronuevepronuncióalgunaspalabras,perofueimposibleentenderloporquelafriccióndelairecolapsabalacapacidadreceptoradel pequeño micrófono del teléfono, pero seguramente era algo referido a lavelocidad, porque la cámara bajó hasta el velocímetro. Ciento ochenta y treskilómetrosporhora.Quésalvaje.AnavolvióamirarlapantalladelteléfonomóvildeNori.—Elenanodicenada.—Tranquila,estaráocupadamirandolosgráficos.—Quizánohasalidonada.Quizánofunciona.—Eraunapérdidadetiempo,
undesastremás.—¿Quierescallarteya?—Noricortólaletaníadesuamiga—.Faltapocopara
elsiguiente.Número trece. Una chica servía copas en un bar, tras una barramugrienta.
Aunque quizá no lo estuviera, quizá solo era la oscuridad lo que hacía que
imagináramos que estaba sucia. Lamúsica atronaba, pop español de los añosochenta, a tope, una canción sobre algodeuna chiquilla.La cámara semovíaparaenfocaraquienestabagrabando la secuencia,unhombreque seapoyabacon el codo en el extremo contrario de la barra. En primer plano, una jarragigantedecerveza.«Unseis,¿no?Lo justoparaaprobar.Delmontón,aunquetieneunbuenculo.Y,sino,yalodicemiamigoAlfonso,ningunamujeresfeapor dondemea».El número trece rompió a reír, una risa descontrolada y casineurótica, como el aullido de un animal en celo. La escena terminaba con elteléfono girándose de nuevo hacia la chica, ajena—o quizá solo se hacía ladespistada,paranobuscarseproblemas—aloqueacababadesuceder.Númeroveinte. «Quita, quita eso de ahí, amí nomegrabes», protestaba el
númeroveinte,entrevariasrisasqueseoíandefondo.Intentababajarlacabezaygirarla,ensentidocontrarioalacámara.Peroquienlogrababaeramásrápido.«Joder,tío,eresunplasta».Laescenasevolvióarepetir,desdeelprincipio.—He tenido que meterlo dos veces, para que funcionara. Elena me había
dichoquecomomínimoteníanqueestarenpantalladiezsegundos.Ydeestenohabíanada.Hasidoelmásdifícil—lesusurróNori—.Noteníaningúnperfilenlas redes sociales.Me ha costado casi dos horas localizar un vídeo en el quesaliera.Suertequelagentesubealaredimágenessinpermisodelosquesalenenellas.Estelohabíacolgadolahermanadeunadelasmujeresconlasqueserelaciona.Almenos,esoesloqueconstabaensufichapolicial.Número veintiocho. Ella jugaba al dominó con varias mujeres más de su
misma edad. Bajó la cabeza, tímida, cuando se dio cuenta de que la estabangrabando. «Aquí la maestra, rendíos ante su sabiduría», dijo alguien que noaparecióenpantalla,lavozdelapersonaqueestabagrabandolasimágenes.Ellario. Más tímida aún, pero miró a cámara con cierta coquetería, como si lereconfortaraesaopinión.Llevabaunasencillablusablanca,abrochadahastaelpenúltimobotón,quizáenun intentoderecato.AAnacasise lehacíaextrañoverlasinlabufanda.Ensuspensamientoslaimaginabasiempreconesaextrañaprendadelanaalcuello,comositodoslosdíasdelañofueraninvierno.Enloslabios llevabaun tonorojo intenso.Analoreconoció.ElChanelRougeAllurePirate.Elqueelasesinohabíarecubiertodeveneno.—Perolagentesabráquiénesson.Loshanvistodurantedíasenlosmediosde
comunicación y en las redes sociales —había protestado Ana, un rato antes,cuando Elena le había detallado el plan—. No solo el asesino conocía a susvíctimas.Aestasalturaslasconocetodoelpaís.—Sí,claro,casitodoelmundoveráqueenesasucesióndevídeosdepersonas
anónimasaparecenalgunasquelessuenan,inclusoquizásepandequé.Peroesonovaainfluirparanadaenelresultado—leshabíaaseguradoella—.Lagentesesorprenderá,conmásomenosintensidad.Peronosotrosloquebuscamoseselpuntoquesesaledelagráfica.Alasesino.Cuandoveaasusvíctimasenesapantallagigante,lovamosalocalizar.Notepreocupes.Númerotreintayseis.Lahabíandejadoparaelfinaldemanerapremeditada.
Todoelpaíslaconocía.Mucho.Muchísimo.Todoelmundosabíamásomenoslospormenoresdesuvida.MónicaSpinoza,duquesadeMediona,eraunodelospersonajesmás populares del país.O lo había sido, hasta su asesinato, quincedías atrás. «¿Solo quince días? —reflexionó Ana—, parece una vida enteradesdequelleguéaesamansiónparaexaminarlaescenadelcrimen».—Ha sido difícil encontrar imágenes inéditas de ella —Nori seguía
susurrando,apesardequeestabansolosenelcontrolderealización—,todoloquehacíaeranoticia,todoestabaexpuesto.Y,trassumuerte,loquenosehabíapublicadosalióalaluz.—Notevoyapreguntardedóndehassacadoestasimágenes.—No,mejorqueno.Elvídeoterminó.Diezminutosydocesegundosdespuésdeempezar.—Bueno,puesmuchísimasgraciaspor sucolaboración.—Elenasepusode
pie delante del público—. Como ven, ha sido fácil. Ahora leeremos susreacciones emocionales a este vídeoy así la cadenapodrá escoger conmuchamásprecisiónlasimágenesquenohieranlossentimientosdelosespectadores.Nadie semovió. Nadie se levantó de su silla y salió corriendo; ni siquiera
andandodemaneradisimulada.Allí noestabael culpable.Unpinzamientodedecepción se agarró en la espina dorsal de Ana, como una sanguijuelaalimentándosedesuvíctima.Otrocallejónsinsalida.—¿Quéhacemosahora?¿Quéhagoahora?ElpensamientosematerializóenelespacioqueseparabaaAnadesuantiguo
subinspector. Incómodo. Sin respuesta. Él ya la había ayudadomás de lo quedebía,poniendoinclusoenriesgosunuevotrabajocomodirectordetecnologíayseguridad de la cadena de televisión. No podía pedirle nada más.Definitivamente,esosasesinatosnoestabanvinculadosconnadiedeallí.Pero cuando toda esperanza estabaperdida, elmóvil deNori vibró sobre la
mesa.Eraunmensajedetexto.—Dice Elena que bajemos. Que tiene algo para nosotros. —Ana pegó un
brinco en la silla—. Pero sin matarnos por las escaleras, ¿vale? —suplicó.Aunquesupoqueseríaenvano.
NisiquieralevantólavistacuandoentraronAnayNorientrombaenlasalaVIPquehabíanacondicionadocomodespacho.Elenaestabaconcentradaendospantallas, balanceando los ojos entre una y otra. Sus dedos volaban sobre elteclado y el trackpad, pero sin apartar la vista de los gráficos que ibanapareciendo en los monitores, como si se sintiera irremediablemente atada aellos.—Sí,solopuedeseresto—murmuróenvozalta.—¿Elena?Pero Elena levantó la mano derecha, sin mirarlos, ofreciéndoles la palma.
Pidiendotiempomuerto.Queesperaran.—Aver—susurró—,aver.Dosminutosdespués,quesehicieroneternos,porfinlosmiró.—Tenemosunproblema—lescomunicó—,nohayunasesino.—Anamiróa
Nori,moviendolacabezaalritmodete-lo-dije,te-lo-dije—.Anoserque…—continuólasocióloga.—¿Anoserqué?—cortóAna,impaciente.—Anoserqueenvezdeunasesinotengáiscuatro.—¿Cómo?—Cuatroasesinos.Sí—volvióamirarotravezlosgráficos—,esoestáclaro.
Son cuatro. Sin duda alguna. Aunque, bueno—miró la segunda pantallamáspequeña, la del ordenador que había situado a su derecha—, no sé cómodescribir esto. ¿Cómo crees—giró la pantalla haciaAna, señalándoles cuatrofichasabiertasenprimerplano—queestagentehapodidoasesinaraalguien?
48Un burro puede fingir ser un corcel, pero, tarde o temprano, rebuzna.Es solocuestión de tiempo. Deja hablar a un idiota y se delatará. Con los criminalessucedelomismo.Dalescuerdayterminaránahorcándoseellossolitos.No parecía que fuera a ocurrir eso con aquellas cuatro personas a las que
sacarondeunplatódetelevisiónyamablementepidieronquelosacompañaranacomisaría—«Paraunadudaquetenemos,nadaimportante,nosepreocupen»—.Loscuatroparecíanperdidos.Genuinamentedesconcertados.Fueradelugar.Inocentes,alfinyalcabo.Perolaspruebasestabanahí.Yeranclaras.ElenaselohabíaexplicadoaAna
unpardehorasantesmientraslemostrabalosresultadosdeltest.Noeraunsoloasesinoenserie.Erancuatropersonaslasquehabíanreaccionadocomosifueranasesinos.—Nopuedeser,esimposible—lerebatióAna,incrédula.—Puesestodicequeloes—insistióElena—.Lamáquinanoseequivoca.Buscabansoloaunasesinoyteníanacuatro.Cadaunoconunmuerto.Cada
unoconsumuerto.Comosi fuerancasosseparadossinningunarelaciónentreellos.—¿Ves?Aquí.—Elenaleibaseñalandolapantalladelordenador—.Cadavez
queelvídeomuestraaunadelasvíctimassedisparalaemocióndelresponsabledesumuerte.Ydemaneramuyintensa.Primeromiedo.Despuéstristeza.Cuatroasesinos neuróticos de manual. Pero sin relación entre ellos, porque ningunomuestra ningún signo emocional hacia las víctimas de los demás, soloreaccionanantelasuya.Era sencillamente imposible. Las pruebas que habían ido procesando esas
semanasindicabantodolocontrario,queestabananteunasesinoenserie.PeroElenateníaunaconviccióncontagiosa,asíqueAna,venciendosusprejuicios,lehizocaso.«Nopierdonadaporinterrogarlos»,pensó.Hablópersonalmenteconlascuatropersonasquehabíandadopositivoenlaprueba,paratranquilizarlas.Pidió coches camuflados para que no sintieran que viajaban en un vehículo
policial. Los agentes que los acompañaron iban vestidos de paisano. Ordenótambiénasuequipoquelostrataranconextremaamabilidad,peroque,apesardeeso,nopermitieranquehablasenentreellos.—Son cuatro ancianos, jefa. —Rosa Axe recibió la llamada de su jefa
incrédula—. Que el más joven tiene setenta y siete años. Ana, por Dios. ¿Aquiénvanamatarestos?Sinopuedenconsuculo.—¿Tecreesquenotengoojosenlacara?Ynoseasmalhablada,unpocode
respeto,queyaveráseldíaquetútengasqueusarpañalesparalaincontinencia.Asegúrate de que los reciba personalmente alguien del grupo. Ofrecedles uncafé,ounté,o loqueseaque tomen.Preguntadsialgunonecesitapastillas,oinsulina o lo que sea que ingieran para seguir vivos. O un cojín para lashemorroides.Queesténcómodosytranquilos.Queaningunoledéunsoponcio.Telopidoporfavor,Rosa.Pero eso es lo que estaba a punto de darles a todos ellos. Un soponcio. A
medida que pasaban losminutos, y los cuartos de hora, y lasmedias horas, amedidaquetranscurríaeltiempoenesacomisaría,empezabanasospecharqueallípasabaalgoquenolesestabancontando.—Mire,señorita,porfavor…—¿Cuántasveces le tengoquedecirquenosoyunaseñorita,niunaseñora,
sinounaagentedePolicía?Unasubinspectora.RosaAxeseveíaincapazdelidiarconlascuatrosalasdeinterrogatoriosala
vez.Entrabaysalíadecadaunadeellasmásagobiadacadavez.«Quevengalajefaya,porDios.¿Quénariceshaceestagenteaquí?».
***EnlasalaunoMiryamretorcíaobsesivamentelasperlasdesucollar.Yelpelo.Como si agarrarse a las esferas de nácar tuviera algún efecto balsámico sobreella,ocomosicaracolearunmechónentresudedoíndiceyvolverloasoltaryenvolverlodenuevofueralainvocaciónquelepermitiríadespertardeesesueño.—Mire,señorita,porfavor…—Lehedichoquenomellameseñorita.—Eralaterceravezya.—Perdone,sonlosnervios.¿Cuándomedicequepodremossalirdeaquí?—Nosepreocupe.Yalehedichoquelesvamosahacerunaspreguntasmuy
rápidasyenseguidaterminamos.La puerta se abrió y las dos se giraron demanera instintiva para ver quién
entrabaenlasala.
—¿Miryam?—Anaparecía tranquila,casicomplaciente,casimarencalma.Latempestadatronabapordentro—.MiryamSantaflorentina,¿verdad?¿Lahantratadobien?¿Necesitaalgo?—¿Dirigeustedtodoesto?—lepreguntólaanciana.—Bueno, dirigir, dirigir, aquí no lo llamamos de esa manera. Pero sí,
podríamosdecirqueyoestoyalmandodeesto.Se acercó sonriente hacia la anciana y la miró con amabilidad, no quería
asustarlaaúnmás.Noqueríaqueaquelloparecierauninterrogatorio.Acercólasillaalamesayseacomodófrentealamujer.—Puesmire,señorita…—RosaAxesoltóunrebuznoyunamiradapeoraún
queunacoz.Laancianaseleencaró—.Quesí,queyalosé,quemehadichoquenolellameseñorita.Perocuandoustedtengamiedad,llegaráunpuntoenquediráhastaaquíhemosllegadoysenegaráamalgastarelpocotiempoquelequedaaprendiendonombresnuevos.Llamar señorita sirvecomocomodín.Asíque…—MiróaAna—.Loqueestoytratandodedecirleasucompañera,aestaseñorita—recalcólapalabra,casiconrecochineo—,esqueaversinosexplicanquéhacemosaquí,quesomospersonasdecentes,gentedebien.—¿Somos?—ElpluralnoseleescapóaAna.—Bueno, sí, somos—respondió, dubitativa—.Nosotros.A los quenoshan
traídoaquí.—¿Sonmuyamigos?—Mucho.—¿Hastaquépunto?¿Íntimos?—¡No, no, no! —se escandalizó la mujer—. No es lo que está pensando.
¿Cómoseleocurre?—¿Yquées loqueestoypensando?—«Quehanasesinadoa seis personas,
porejemplo».—Que…—dudó—,que…—bajólacabeza,avergonzada—puesque…que
somosnovios.—Yalohabíadicho,ylapalabrasalióescupidadesubocacomounvenenoquelequemaralalengua—.Vamos,eso.—Novios.—Derepente,un interrogatorioporasesinatosehabíaconvertido
eneldiálogodeunacomediaabsurdadeserieB.Olaancianaeramuybuena,olapruebahabíaresultadounfiasco.Decidiópincharlaunpoco—.¿Ustedtienenovio?—Mire,señorita—respondióellaindignada,haciendoelamagodelevantarse
—,todotieneunlímite.Esosíquenolovoyatolerar.Cambiodetercio.Elmomentojusto.Laestocadaporelladocontrarioalque
telaesperas.—¿DequéconocíaustedaRosemaryZocca?Lajovendellago.YentoncesAnaloolió.Eraagrio,comomantequilladerretidaalsol.Elhedor
deunmentirosopilladoenfalta.—Nolaconocíadenada.—¿Estásegura?—¿Cómoquierequeselodiga?Nolaconocíadenada.
***
—Noloconocíadenada.—¿Deverdad?—Igualsimeenseñaunafotografía…Anaestabapreparada.Porsupuesto.Teníalafotografía.Lepidióconungesto
aJoséBarrigaqueselaacercara.—Mire,Mario.—La depositó en lamesa, frente al anciano, y se la acercó
ostentosamente,deslizándolaconeldedosobrelasuperficie—.¿Love?Pero él no miraba la imagen. Miraba a Ana, incapaz de bajar la vista, de
enfrentarsealaverdaddesuculpa.Otromentiroso.—¿Puedefijarseenlafotografía,porfavor?Mepidióunafotografíayaquíse
latraigo.—Selaacercóaúnmás—.Ve.MiguelÁngelMalabar.Morenoaunqueya con entradas. Aquí está muy delgado, pero últimamente había recuperadoalgodepeso.—Lerepitoquenoloconozco.
***
Entodaslassalasdeinterrogatoriolasconversacionesterminabansiempreenelmismomuroinfranqueable.Noloconozco.—¿NoconoceaTomásMendoza?Lavíctimanúmerounodelascensor.Elcuerpoquemássufrióconlacaída.El
abogadoconobesidadmórbidaqueperdiópartedelcráneoantesdeestrellarsecontraelsuelo.—¿Estásegura,Palmira?—Yalehedichoquenoconozcoaesehombre.«Intentarérefrescarlelamemoria»,insistíaAna,unayotravez,rebotandode
salade interrogatorioen salade interrogatorio comoelborrachodelpuebloalqueechandelosbares.Enlasalacuatrotampocotuvomássuerte.—Se llama Esther Fraga. Setenta y ocho años. Quizá la reconozca por la
bufandachillonaquesolosequitabaenverano.Vivíaconsumarido,enelcentrodeMadrid.Noteníanhijos.—Lerepitoquenomesuenadenada.—África, ¿usted sabe que aquí somos policías, verdad?Aquí pillamosmuy
rápidamentealosmentirosos.Comorespuestasolorecibiólamiradatorpedeunpardeojosdesubicados.Sociograph decía que Miryam Santaflorentina había matado a la chica del
lago. Que Mario Pelegry era el responsable de la muerte de Miguel ÁngelMalabar.QueÁfricaMitreeralaasesinadeEstherFraga.YquePalmiradelaFuentesehabíaencargadodelamuertedeTomásMendoza.Solodosdelasseisvíctimassequedaronsinasesinoconelqueemparejarlas.
El Carquinyoli —el cómplice del asesino— y la duquesa de Mediona. A ladesesperada, en unos interrogatorios que no la llevaban a ninguna parte, Anaprobótambiénconella,laúnicafamosadetodoelgrupodevíctimas.LemostróatodoslafotografíadeMónicaSpinoza.—Nome puedo creer que no la conozca.TodaEspaña la conoce.Es como
MessioCristianoRonaldo.Da igualquenosepasdefútbolono tegusteo loodies.Sabesquiénesson.Asíquenomecreoqueustednosigalosprogramasdelcorazón.MónicaSpinozatieneuníndicedeconocimientoentrelosespañolesmayor que el presidente del Gobierno. Así que no me venga con tonterías,Palmira.—Bueno—enungestonervioso,PalmiradelaFuenteserecolocólasgafas,
enormesypuntiagudascomounacejadepiladahacialasien,dándolealacaraun signo permanente de exclamación—, yo le he dicho que no la conocía, ensentidoliteral.Nolaconozcoenpersona.Claroqueséquiénes.¿Cómonovoyasaberquiénes?Hamuertohacepoco,¿verdad?Eradesesperante.¿Cómonoibaapoderderrotaracuatromalditosancianos?
***
La mano se había convertido en una garra que tiraba del collar hacia abajo,clavándolelasperlasenlanuca,comositodalatensióndeesecuerpoestuvieradescargándosejustoahí,enesahorcainvertida.Anamirabaalaancianaatravésdelespejodeunasoladirección.MiryamSantaflorentinaestabanerviosa,deeso
nohabíadudaalguna.Peroteníaochentaycincoaños,losachaquespropiosdela edad y llevabamás de tres horas encerrada en una sala de interrogatorios.Hubierasidomuchomássospechosodeestartranquilayrelajada.Aúnteníantiempo.OesoesperabaAna.Demomentoningunodeloscuatro
ancianos había pedido marcharse. Quizá no supieran que podían hacerlo encualquiermomento,porquenoestabandetenidos.Noteníanpruebasobjetivasysólidasparadetenerlos.Ningúnjuezseibaatragar—nimuchomenosaceptar—el test que los había señalado como culpables. Tampoco habían pedido unabogado.Encuantoalgunodeelloscayeraenlacuenta,seleacabaríaeltiempo.Dos plantasmás arriba, su equipo en pleno buscaba cualquier conexión entreesoscuatroancianosysuscuatrosupuestasvíctimas.Peronadaparecíaencajar.Anaempezabaaarrepentirsedehaberaccedidoa
realizaraquellapruebaabsurdaque loshabíavueltoameterenuncallejónsinsalida. Estaban ante un solo asesino, lo tenía clarísimo. Un solo asesino quejugaba con ellos dejándoles pistas que no llevaban a ninguna parte. Aquelloscuatroancianosnopintabannadaallí.Y,sinembargo,NoriyElenaestabantanconvencidos del resultado que decidió darles un poco más de tiempo. Otraoportunidad.Subióporlasescalerasapasolento,comosinoquisieraenfrentarsealoque
sabíaqueseibaaencontrar.Otromuro.Otramalditapareddehormigóncontralaqueestrellarsedenuevo.—¿Alguienhalocalizadoalgunaconexión?—gritódesdelapuertadelasala
queacogía a losdosgruposdehomicidios.Veintitrésparesdeojos segiraronhaciaella,peronadiehabló—.¿Nada?¿Nisiquieraunjodidoequipodefútboldel que fueran seguidores víctima y asesino? —Varios de sus subordinadosbajaronlacabeza—.¿Enserio?Lleváiscuatrohorasconesto.—¿Quépasaaquí?—Loquefaltaba.Ruipérez.Yapodíadarseporjodidatoda
laoperación—.Hedichoquequépasaaquí.Y—alargólaconjuncióncomounmal traspié en una placa de hielo— por qué están las salas de interrogatoriosocupadasconcuatropersonassacadasdeunhogardeljubilado.Esotambiénmegustaría saberlo. ¿Noshemos convertido enun clubde la tercera edado qué?¿Ahorarecogemosaviejitosporlacalle?Elcomisariomirabaalaire,comosiAnanofueradignadequeposaralosojos
enella,ycomosicualquierpuntoenelespaciohubierahechomásméritospararecibirsurespetoquelainspectorajefadehomicidios.—Estamostrabajandoenunnuevoenfoquedelcasodelasesinodelascensor
—empezóaexplicarAna…
—Unacosa,Ana—Ruipérezvolvióalevantarlavozparaqueleoyeratodoelequipo,yeneseinstanteellasupoqueibaaridiculizarladelantedeloshombresymujeresa losquecomandabahacíasolodossemanas,de losqueaúnestabaintentando ganarse el respeto—, estoy realmente impresionado por lapeligrosidad de las misiones que le encomiendas a tu equipo. Sí. Realmenteimpresionado.AhorasíqueAnanosabíapordóndeibaasalirRuipérez.Yesonolegustaba
nada.—¿Se refiere, comisario, a que estén todos aquí sentados tras una mesa?
Estamos buscando datos que establezcan algún tipo de conexión entre lasvíctimas y un grupo de sospechosos. Los necesito a todos aquí hasta queencontremosalgo.—¿Los viejecitos de las salas de interrogatorio? ¿En serio?—La carcajada
rebotóen lasparedes,más falsaqueunamayonesacortada—. ¡Ay,AnaArén!Dedícatealacomedia.Deverdad.Estoesserio.Estoeshomicidios.Aquímueregente.Yaquípillamosalosasesinos.Nousamoscomoescudoaviejosalosqueselesescapaelpis.—¿Quédecíausteddelapeligrosidad?—intentócambiardetema,apesarde
quesabíaqueeseotrocaminopodíallevarlaaunahumillaciónmayor.—¡Ah,sí,lapeligrosidad!Miraaestoshombresymujeres.—Volvióaelevar
la voz, señalándolos a todos, obligándolos a volver a levantar lamirada haciaellosyasertestigosdelaburlaalaqueibaasometeraAna—.AquíestábuenapartedelaélitedelaPolicía.Losmejores.Lasmejorescabezasenlosmejorescuerpos.Perollegastú,traesatusnuevosamigos,yenunapeligrosísimamisiónalfilodelamuertelaagenteCharoDomínguezserompeeltobillosaltandoalacomba.Esosíqueesvalor.Nofueunarisa.Fueodioescupidoenformaderisotada.Unaoladedesprecio
querecorriólasalahastaahogaraAnaantesushombres.Seríadifícilrecuperarsedeeso.
***
«Baja»,leyóenelmensajedetexto.Lossalvavidastienenquelanzarseatiempo,cuandohacenfaltadeverdad.Y
a esas cuatro letras, combinadas de esa manera precisa, se agarró Ana paradesaparecerdelavistadeRuipérezyalejarsedelmonstruo.—¿Quéesloquepasa,Rosa?—Lasubinspectoralaestabaesperandofrentea
lapuertadelasaladeinterrogatoriosnúmerouno.—Quierehablar.—¿Quién?¿Miryam?—aventuróAna.—Sí.—¿Cómohasido?—Sehalevantadoyhaempezadoadargolpesenelespejo,conlosnudillos,
cadavezmásimpaciente.Lahedejadounrato,notecreas,paraquesetensaraunpoco.Heidoabuscarte,peroheoídolosgritosdeRuipérez,asíquehevueltoabajaryhepasadoalasala.—¿Yquétehadicho?—Quequeríahablarconlaotraseñorita.—Rosahizounamuecadeasco—.
Osea,contigo.—¿Cuántohacequeempezóconlosnudillos?—Diezminutos.—Puesvamos.Abriólapuertaconungestoquesucuerpohabíalogradointeriorizar,después
detantosañosderepetición,hastahacerlocompletamentenaturalycreíble.Anaentróa la salanúmerounocomoquienentraalbañodeunbar,pornecesidadperosinganas,inclusoconciertoasco.—Miryam,mehandichoquequeríaverme.—Sí,señorita.—Bueno, pues usted dirá.—Ana siguió de pie, casi junto a la puerta, sin
acercarsealaanciana,quecontinuabasentadaenlasilla.—Necesitohablarconmiscompañeros.—¿Compañeros?—¿Decrimen?—Sí,mis compañeros,mis amigos del programa, los amigos a los que han
traídoaquíconmigo.—¿Yporquéquierehablarconellos?—Porunacosa.—Puesestaseñoritaledicequeno—respondióAna—.Queaquímandoyoy
no pueden hablar unos con otros. No hasta que no nos respondan a lo quequeremossaber.—Poresoselodigo.Porquecreoqueséalgo.—Cree.—Creo.Sí.—Eltonoeraautoritario,pero,a lavez,habíaalgomás.Miedo,
quizá—.Perohastaquenohableconellosnolosabré.—Bueno,puesdígameustedquéesloquecreeyyoselotrasladoalrestode
laspersonas.Asuscompañeros,comoustedlos llama.Nosepreocupe,queloharébien.—No,no,señorita.Nomeentiende.Tengoquehablarconellos.—Quizálaquenomeentiendeamíesusted.Ytalcomohabíaentrado,salió,dejandoalamujerconlosojoscomoplatos
porladesconsideraciónconlaqueacababadetratarla.—Sabesloquesignificaeso.¿Verdad,Rosa?Se habían apartado de las salas de interrogatorio y susurraban junto a la
máquinadecafé.—Sí.Quehayalgo.Quenosoninocentes.—Y que hay que seguir buscando. Sube a decírselo a los chicos. Vamos a
dejarquesesigaponiendonerviosa.Voyaentrarenelrestodelassalas,aversilessacoalgo.
***—Palmira,¿cómoestá?¿Necesitaalgo?—Irmeacasa.—Bueno, yo también quiero irme a casa, no se crea que me gusta
especialmenteestaraquí.—Larespuestadejóimpresionadaalaanciana,quenosuporeaccionar.Eraelmejormomentoparagolpeardenuevo,cuandolavíctimaaúnestáencogidadedolorsobresuestómagodesconcertadaporloqueacababadeocurrir—.Asíque—continuóAna—,cuantoantesmeexplique loqueestápasandoaquí,antessaldremos.Detodasmaneras—hizounapausaconscienteyprovocadora—…detodasmaneras,suamigayanoslohacontado.Miryamyanoshadichoquesepusierontodosdeacuerdo.Selajugaba,losabía,peroeraunriesgoquehabíatomadomuchasveces,en
otrosmuchosinterrogatorios,laúnicamaneradeavanzarcuandotodoconducíaunayotravezalmismomuro.—¿Miryam?—Sí.MiryamSantaflorentina.Ellanoslohacontado.—¿Elqué?—Laconexión.Entreustedes.Ylasvíctimas.—¿Quéconexión?—¿Sabequesinocooperalepodemosponerlascosasaúnmásdifíciles?Yentoncesllegó.Elpuntoderuptura.—NoséquéleshacontadoMiryam,perosilepasalomismoqueamí,puedo
imaginármelo.
49—Puedoimaginármelo—continuóPalmiradelaFuente—,perosoloeseso,unasospecha.¿Meconsiguetabaco,porfavor?Necesitoconurgenciauncigarro.Enmibolsollevounpaquetitodeemergencia.Supongoquelohabránguardadoabuenrecaudo.Elbolso,digo.PorqueyaseríadetracaquerobaranalgoaquíenunacomisaríadePolicía.¿No?Anahizouna ligera señal con la cabeza al agente que custodiaba la puerta.
Comonoestésdevueltaenmediominutoconloscigarrosdelaseñora,datepormuerto. Bueno, no fue para tanto, pero casi. El gesto era de urgencia yresolución.Yvayasivolvió.Conunmecheroytodoenlamano.Palmira encendió un cigarro con la misma elegancia con la que una araña
camina por el borde de su tela. Firme. Segura de sí misma. Convencida. Sinmiraralbordedelabismo,comosielprecipiciofrentealqueseencontrabanoexistiera.Comosinoestuvieraenunasaladeinterrogatoriosapuntodeseracusadade
asesinato.—Este sitio damucho que pensar. Entras aquí y la cabeza empieza a girar
comounalavadoraduranteelcentrifugado.Nuncasabesdóndetevaairapararelcalcetín.Enestecaso,elpensamiento.Esto—setocólacabezaconeldedoíndice—seponeadarvueltasycómocambianlascosas.Llegasconvencidadealgoy al cabodel rato jurarías inclusoque el techoy el suelo se handado lavuelta.Aspiró una bocanada eterna, que retuvo en sus pulmones como si estuviera
alimentándosedelanicotina,yexhalódespuésunhumogrisypestilente,perodemaneratangrácilqueinclusopodíaparecerunaobradearte.—Unaya tiene una edad, aunque no lo admitamos nunca, o no deberíamos
admitirlonuncalasmujeres,unayatieneunaedad.Yhavistodetodo.Ustedsecreequeporserpolicíahavistomuchamaldad.Peroyo,queledoblolosaños,lepuedoasegurarquepormividahapasadomuchocabrón.Ana asistió fascinada a la metamorfosis de un ser al que algo había
transformado por completo. Y ese algo —sospechaba— era una certeza, unconocimientoque leotorgabapoder,de repentepoder, sobre esa situaciónquetansolounpocoantes laestabadesbordandohastacasiahogarla.Yanoera la
anciana desvalida y temerosa que había llegado hasta allí asfixiando entre susbrazos un bolso de mano. Tenía algo, sabía algo, y eso había cambiado suposiciónenesasala,eljuegodepoder.—Pero antes, usted comprenderá, Ana —la miró, con una pausa teatral
aprendida de los culebrones televisivos de la sobremesa—, voy a necesitar unabogado.—Ahíestaba, lacertezaque lacolocabaderepenteporencimade lasituación—.Vamos,creo—levantó lacabezamirandoaderechaya izquierda,comosisesupierarodeadaporelrestodesuscompañeros—,anecesitartodosunabogado.
***Unabogadodeoficio,claro.Ningunodeloscuatroancianosteníadineroniparapagar loshonorariosdelabogadomásbaratodeMadrid,de losprocuradoresyde toda lamaquinariaqueseponíaenmarchaconcadagirodelengranajedelsistemajudicial.Ellosformabanpartedelajusticiaparapobres.No le quedabamás remedio que esperar a que les asignaran letrado, a que
hablaraconellosyaquedespuéspronunciaralafrasemágica:«Yapuedehablarconmicliente».Solopodíaaguardaryarremangarseconsuequipoparabuscarconexionesdos
plantasmásarriba.Encuantoempezóasubirlasescalerasyelmóvilrecuperólacobertura, sonóunmensaje.Eraunanotadevozde JoséBarriga.«Acabandellamardelhospital.ElmédicoteautorizaainterrogaralmaridodeEstherFraga.Sigue en la UCI, pero ya le han retirado la sedación y está estable. Me hainsistidomuchoenquetedigaquesonsolocincominutos.Queélyanoestaráenelhospital,peroqueelequipodeenfermeríalosabe.Notevanadejarpasarmás de cinco minutos con él. Avisarán a seguridad si es necesario. Menudoimbécilmehaparecido,jefa».
***Laúltimavezqueestuvoasí,depie, trasel cristaldeunaUCI, el cuerpoqueyacíasedadoyllenodetubosalotroladodelaventanaeraeldePablo.Unniñode cuatro años perdido en la inmensidadde una camadehospital a la quenopudosobrevivir.El recuerdo la lanzócontra laparedcomo teaplastacontraelsuelo una ola de calor veraniega al salir de un edificio helado.Durante todosesosmeses,Anahabíareprimidosumuerte,enterradabajoeldolordelatraición
de Inés. Ahora le llegaba en oleadas, como un vómito de bilis cuando ya noquedanadaenelestómagoqueexpulsar.Apoyó la palma de la mano izquierda en la pared, balanceando hacia ese
punto buena parte del peso de su cuerpo. Cerró los ojos. Respiró hondo. Seconvirtió en pared. En ladrillos. En cemento. En hormigón. Absorbió laspropiedades de ese muro a través de todas las terminaciones nerviosas de sumano.Endureciósucorazón.Solo entonces pudo continuar el camino. Volver a andar. Abrir la puerta.
Sonreír,aunquenodemasiado.—Buenosdías,Arturo.—Elancianopostradoenlacama,aúnadormecido,la
miró sin entender. Ella se sintió en la necesidad de seguir explicándose.Excusándose. Casi pidiendo perdón por su presencia allí—. Soy Ana. LainspectorajefaAnaArén.Sientomuchosupérdida.—Usted… —Arrastraba los sonidos, como si su boca fuera incapaz de
articularalmismoritmoquesucerebro—.Usted…Levantóelbrazoderecho,solounpoco,noteníafuerzas.Peroquisoseñalarla.
Lahabíareconocido.—Sí.Soyyo.—Anaentendióenseguidaloquelequeríadeciresehombre.Se
acercó hasta él, inclinándose sobre la cama, para que la viera bien—. Ustedsufrióelataquealcorazón justoami lado,en lacalle.Yo lesocorríhastaquellególaambulancia.—Esther.—Cerrólosojosalpronunciarelnombredesuesposa, incapazde
aguantareldolor.—Esther estuvo allí, a su lado, no se separó de usted. Nunca se separó de
usted,entodoestetiempo.Lequeríamucho.—Ananolosabía,noteníamaneradesabereso,desabersiesamujermuertaqueríamuchoaesehombreenfermo,pero la frase fluyó sin que pudiera hacer nada por pararla. Su cuerpo habíareaccionadointentandocalmarlaangustiadelhombrequeyacíaenesacamadehospital.—Esther.—Lavozsehizoronca,atascadaenunascuerdasvocalesencogidas
depena,albordedelllanto.ElhombregirólacabezaparaqueAnanopudieraverlo. Le avergonzaba la tristeza. Le avergonzaba estar triste. Intentórecomponerse—.Diceelmédicoquetuvounaccidente.Ananoseatrevióacontradecirlo.—¿Puedohacerleunpardepreguntas?El hombre giró de nuevo la cabeza casi en un espasmo, hacia Ana. Sin
entender.¿Unpardepreguntas?¿Quépardepreguntas?—Ustedesnoteníanunaposicióneconómicadesahogada.—Elhombrenegó
con la cabeza, no, no la tenían. Antes de que pudiera puntualizar nada, Anasiguió hablando—. Sin embargo, su mujer poseía algún objeto valioso, muycaro,comounbolsooriginaldeChanel.—Elbolso.—Sí. El bolso. ¿Cómo se lo pudo permitir? —Aturdido aún por los días
sedado,aquelancianonofuecapazdepreguntarseporquéesamujerleestabainterrogandosobreunbolso,oqué teníaesoqueverconsuhospitalización,oconelaccidente,comoélcreía,quehabíaacabadoconlavidadesumujer.—Fueunregalo.—¿Dequién?—No lo sabemos.Apareció un día, en la puerta, lo trajo unmensajero. Sin
remitente.—¿Nosabendequién?—Éldesviólamirada—.¿Unbolsodemásdecuatro
mileuros?¿Seguro?—insistióAna.—Bueno—dudó.—Ayúdemeaentenderlomejor.Esloquepuedehacerporella,loquepuede
regalarle a su esposa. —Volvió a inclinarse sobre el anciano, un poco más,mirándolodirectamentealosojos.—Ellalosospechósiempre.—Derepenteparecíahaberrecobradolasfuerzas.—Elremitente,¿verdad?Lapersonaquelemandóesebolso.—Sí. Ese bolso y otras cosas. Yo le dije que no las aceptara, pero ella se
aferrabaaesosregaloscomosilefueralavida.«Séquiénes—decía—,séquiénes,esella».—Empezóahablaryyanopudoparar—.Sepusorealmentepesada.Discutimosvariasveces.Yledijequenoqueríahablarnuncamásdeesetema.Que eran imaginaciones suyas.Que dejara ya de fustigarse.—Tragó saliva—.Quebastantehabíamossufridocomoparavolverapasarpor todoaquellootravez.Quedejaradeverfantasmas.—¿Cuándoempezótodo?Entróunaenfermera.—El médico me ha dicho que solo cinco minutos, ni uno más —pareció
regañarla,conuntonoautoritarioycortante—,yustedllevayatres, lequedandos—ledijo.Lo remarcó conun contundente gesto con lamano.Dosdedos,unaseñaldevictoriaconvertidaenunacuentaatrás.—Cuénteme,porfavor—volvióapreguntarleAna—,¿cuándoempezótodo?—Primero fue una bufanda, hace ya muchos años. Esther no se la quitaba
nunca,ni siquieraenverano.Cuandohacíademasiadocalorparaponérsela, lallevabadentrodelbolsoconunextremoasomando,porquedecíaqueasípodríanreconocerlasisecruzabaconellosporlacalle.—¿Conellos?—Estherestabaconvencidadequeeraunregalodesushijos.—¿Sushijos?Ustedesnotienenhijos.—Anahabíarepasadotantasvecesla
informaciónquesesabíadememorialasvidasdetodaslasvíctimasdelasesinodelascensor.—Notenemos.Esdecir,nolostenemosahora.Perolostuvimos.Oesocreo.
Dos.Esthersepasótodoelembarazohaciendoreposo,porqueelginecólogodijoqueellatidodelosbebéseradébil,aunqueseescuchabaperfectamenteatravésdelfonendoscopio.Doscorazoneslatiendo.Enesaépocanohabíaecografíasninadadeeso.Cuandosepusodeparto,meordenaronquemefueraacasa,queibaparalargo,yqueteníaquedescansarparacuandollegaranlosbebés.Nolosconocí. Nacieron muertos. Los doctores dijeron que quizá llevaban muertosalgunosdíasenelútero,quehabíanfallecidoporfaltadeoxígeno.Nosé.Todosenublómuchoesosdías,haycomounabrumaquemeimpiderecordar.Elancianocerrólosojos.Derepentevolvíaaparecerelhombreconvaleciente
ycansado,elviudoenfermo.Lasfrasessefuerondesacelerando,comouncochedejuguetealqueleempiezanafallarlaspilas.—Esther—prosiguió,cuandorecobrólasfuerzasparacontinuarsuhistoria—
siempre vivió convencida de que los niños estaban vivos. Y cuando, muchosañosdespués,empezaronallegaresosregalos,ellalosupo.Selosmandabasuhija.Solounahijapodíaestableceresaconexiónconella.Desdeentoncesviviópendientedeunallamada,unacarta,ounaconfesiónquenuncallegó.Cadavezquesonabanel timbrede lapuertaoel teléfonoen lamesitadelsalón,ellasesobresaltabaysalíacorriendo.Porsiacaso.—Cerró losojos,conteniendounalágrima—.Nuncameloconfesó.Peroyosabíaqueeraporeso.Porsiacasoeransushijosregresandodeentrelosmuertos.—¿Cómosupoqueeranunniñoyunaniña?—PorqueEsthersiempreha juradoque lorecuerda,queoyóaalguienen la
saladepartosdecirque laniñaeraparaeldoctordeMadridyelniño,paraelpolicía. Yo creo que lo soñó de tantas ganas que tenía de que fuera verdad.TuvimosinclusoquemudarnosaMadrid,ytodaslashoraslibresqueteníaselaspasabaporlacallebuscandoniñosqueseparecieranaellaoamí.Entonces Ana hizo la conexión. ¿Y si? Porque entonces todo empezaría a
tenersentido.
—Dice usted que semudaron aMadrid tras el parto. ¿Dónde vivían antes?¿Por casualidad fue en Barcelona? ¿Nacieron sus hijos en el hospital de lashermanasdelSagratRosari?—¿Cómo?—tartamudeóél,¿cómopodíasabereso?—¿Nacieronun18demarzo?Imposible. Era imposible. Esa policía no podía conocer aquello. El anciano
seguíanegandoconlacabeza.—¿Cómolosabe?—preguntóalfin.«Porquecreoqueséquiénes,almenos,unodesushijos.Laniña».Aunque
Ananopodíadecirleeso,claro.Noaún.Esehombrenosolohabíaperdidoasumujer, sino que—si las sospechas deAna eran ciertas— también acababa deperder a su hija antes incluso de encontrarla. A su hija robada, perdida yconvertidaenduquesadeMediona.¿CuántasveceshabríanvistoélyEsthersusfotografías en las revistas? ¿Cuántas veces esematrimonio habría hablado deella?¿Cuántashabríancomentadosusconquistas?¿Cuántaslahabríancriticado,o admirado, sin saber que era la hija robada por la que llevaban media vidallorando?Esa hija robada que descubrió quiénes eran sus padres y que, por alguna
razón,nuncacontactóconellosmásalládeesoscarosregalosquemandabadevezencuando.¿Porquénuncasepresentóanteellos?¿Porquénuncalesdijolaverdad?Silodecidióasí,entonces¿aquéveníanlosregalos?Quizánopudieraevitarlo, quizá necesitaba seguir manteniendo un fragilísimo cordón umbilicalconlamujerqueledioaluz,opuedequefuerasumaneradepedirperdóndesdeladistancia.Peronuncallegóairmásallá,acruzarlalínea.Hola,soytuhija.Tuhijarobada.Quizánofuecapazdesoportarlarealidaddesusorígenespobresyhumildes.Si Ana estaba en lo cierto, a ese hombre en la UCI de un hospital aún le
quedabaunhijovivo.Elhermanodeladuquesa.Elmellizorobado.Ahorasoloteníaqueencontrarlo.Ysalvarle lavida.Porquealguienhabíaacabadoconsumadreyconsuhermana.Ylomásprobableesqueenesosmomentosestuvieratambiényendoaporél.Sinolohabíamatadoya.Laenfermeraentróporlapuerta.—Selehaacabadoeltiempo.Yaestá.Analedevolvióunaseñalsuplicante.—Solounminutomás.Unapreguntamás,porfavor.—No.Avisoaseguridad—formóconloslabios—.Seguridad—insistió.
—Una última cosa, por favor. Una última cosa —le dijo, a la vez, a laenfermera y al anciano. Hurgó en su bolso. Sacó cuatro fotografías. CuatroframessacadosdelosvídeosdelasredessocialesquehabíautilizadoNoriparalaprueba—.¿Conoceaalgunadeestaspersonas?Asintió. Mucho más rápido de lo que Ana hubiera imaginado. Lo tenía
clarísimo.Yseñalóaunadeellas.—Sí.Pero¿quétieneellaquevercontodoesto?Justoatiempo.Unguardiadeseguridadlaagarródelbrazo.Elinstintocasile
hizo tirarlo al suelo y esposarlo. Hubiera sido facilísimo. Pero se contuvo atiempo.—Gracias,Arturo.Echóunúltimovistazoalanciano,quehabíacerradolosojos,quizátratando
deentenderquéestabapasando.Quéeraloquedeverdadestabapasando.
***Elabogadodeoficioentrabaysalíadelassalasdeinterrogatorioconunacaraque se iba desencajando por momentos. Llevaba un montón de papeles queparecíanmásarrugadosymásamarillosencadaunodesuspaseos.«Queremosalmismoabogado»,habíandicholoscuatroancianos.Nounocadauno.No.Elmismo.Yelpobreabogadodelturnodeoficio,quenisiquierasabíacuándoleibaa
pagarelEstadolamiseriaqueletocabaporhacersecargodeesecaso,corríadeuna sala a otra llevando mensajes, escribiendo notas, coordinando lo que sesupusieraqueteníaquecoordinarentreesascuatropersonas.—Ahoramismoustedmeacompañaalasalacuatro.Anasecolocó juntoaél,enunplacaje impecablecuerpoacuerpo,perosin
tocarlounmilímetro.Nolediootraopciónqueseguirla.—Miclientanovaahablar…—Suclienta—Anahabíaabiertoyalapuertadelasala—haráloquequiera,
queyaesmayorcita.¿Verdad,África?Miróalaanciana,sorprendidaporaquellairrupciónentrombaenlasalaenla
que llevaba ya más de cuatro o cinco horas, no hubiera sabido decirlo conexactitud.—¿Verdad que es usted mayorcita, África? ¿Y verdad que me va a contar
ahoramismoqué relación tuvoo tiene conEstherFraga?Yno,no sehaga latonta, acabo de hablar con Arturo. Le han retirado la sedación. Está
completamente lúcidoen laUCIdeunhospital.¿Leprovocóustedun infarto?¿Cómolohizo?—¿Yo?¿Qué?—Mire,miclienta…—intentóvolveraintervenireljovenabogado.—Suclientayaesmayorcita.—Analomirócondesprecio,nosoportabaestar
tancercadelaverdadyqueunabogadolefueracontecnicismoslegalistas—.Yelladecidirásihabla,queahoramismoeslamejoropciónparaella,ono.¿Quédecide,África?Lamiró a los ojos.Con toda la dureza que fue capaz de reunir, intentando
intimidarla.Ellaledevolviólamirada.Másqueculpable,parecíaarrepentidaporalgo.—Faltaunapersona.Peroesqueestabaenfermayhoynohapodidoveniral
programa.Eslaprimeravezquefaltadesdequenosconocimos,hacemásdeunaño,cuando fuimosporprimeravezdepúblicoaViva la tardedeldomingo ynos sentaron juntos, al fondo del todo. Éramos los únicos que íbamos sincompañía.Y conectamos enseguida. Ellos son especiales, ¿sabe?Nos hicimosamigos.Fuecomovolverporunratoalajuventud.Asíqueselopedimosalaregidora,aSole,yregresamosalaemisióndelasemanasiguiente,yalaotra.Ya la otra. Incluso nos sacaron en el Twitter ese. Los cinco sufridores, nosllamaron.Desdeentoncesnohemosfaltadonunca.Incluso…—Medecíaustedquefaltaunapersona—lacortóAna,secaperoconcierta
amabilidad.—Sí.Hoynoestábamostodos.Ysinellalaspiezasnocuadran.Sinellanada
tienesentido.Si loquesospechamosescierto, les tienequesobrarunmuerto.¿Verdad? —Ana asintió, sorprendida por esa pregunta—. Es —continuó laanciana—elmuertodenuestraamiga.Sitodosnosotrostenemosuno,elladebedetenerlotambién.FaltaelmuertodelaMuri.
50—¿Cómovasahacerlo?—Tendré que matar a varios a la vez. Será mi obra maestra. Se hablará
durantemucho tiempo de ella. Estoy pensando en un ascensor. ¿Te imaginas?Nadiehaasesinadonuncaasí.Soyungenio.—Peroquizásedencuenta.Quizátodosatencabos.Ylodescubran.—Túporesonotepreocupes.Sefrotólasmanos,temblando.Malditofríomadrileño.Elaireheladoentraba
porlaestructuradeeseedificioabandonado,aullandoentreloshuecosdeloqueundíahabíansidoventanas.—¿Necesitasayuda?—Yalanecesitéunavezymiralomalquesalió.—Pero…—Queno,Carquinyoli,quetehedichoqueno.—Bueno,puesdameeldineroymemarcho.—Aquílotengo,enesterincón.Ven.Yélalargólamano.Aunqueloquerecibióacambionofuedinero,sinoun
empujónqueloestrellócuatropisosmásabajo.
51—¿Cómoquefaltaunapersona?—Sí,somoscinco—contestóÁfricaMitre—,loscincoqueestamossiempre
juntos.¿Nonosconoce?—No,peroconozcosuhistoria—seimpacientóAna.—Pueseso.Queanosotrosnosfaltaunapersonayparaquetodocuadrecon
loquehapasado,austedletienequesobraruncadáverdeesemontóndegentequenoshanpuestoenelvídeo.Cincocompañeros,cincomuertos.¿Verdad?Anaintentóponersumejorcaradenisíninonitodolocontrario.—¿Ve?—siguióhablandolaanciana—Esverdad.Todoencaja—dijo,conlo
queparecíaunapenasentidadeverdad—.Losabía.—¿Yquémássabe?—laretó.—¿Por qué no pide a mis compañeros que vengan y se lo contamos entre
todos?Lohemosestadohablandoconelabogado,ytodoencaja.Ana miró al abogado de oficio. «Ni se te ocurra oponerte o soltar la más
mínimaqueja»,leamenazó.—De acuerdo, lo voy a autorizar. Pero ustedes tienen que autorizarnos a
grabarloquepaseaquí.—Noestándetenidosyustednopuede…—empezóaprotestarelabogadode
oficio.Analoignoróymiródirectamentealaanciana.—¿Verdadqueloautorizan?Essoloparaquenosenosescapenada.Mientras recolectaban a los cuatro ancianos en la sala más grande, en la
númerouno,AnallamóaNori.—Oye,resultaquefaltauna—lesoltó,sindarletiemponiasaludar.—¿Unadequé?—Norinosabíanideloqueleestabahablando.—Unaanciana.Hoynoestabantodos.Loscincoviejosesosquevansiempre
depúblicoaVivalatardedeldomingo.—Sí,esverdad.Soncinco.—¿Me puedesmandar los datos de la que falta? La llaman laMuri.Voy a
enviarunequipoabuscarla.
***
—Cadacualpensabaensumuerto.Semiraronlosunosalosotros,asintiendo.Dándoselarazón.Anarezópara
queel sistema funcionara correctamentey tuvieranesasmiradasy esosgestosperfectamentegrabadosenaltadefinición.Tendríanqueanalizarlosconlupa.—Porque Rosemary está muerta, ¿verdad? —Miryam había enredado su
collar de perlas tan fuerte alrededor de su dedo índice que la yema estabaempezando a ponerse morada por falta de riego sanguíneo—. Seguro queaparece ahí, en ese vídeo que nos han puesto. Seguro que una de ellas esRosemaryyestámuerta.Comoelresto.Eramomentodeirsoltandocuerda.—¿Porquésospechaqueestámuerta?—Porqueelrestoloestán.—Miróasuscompañeros,paraqueseexplicaran
—.¿Noesverdad?Losvuestrostambiénestánmuertos.Contadle.—MiguelÁngelMalabar—pronuncióMario, el ancianoquehastaentonces
habíaestadoenlasaladeinterrogatoriosnúmerodos.—TomásMendoza—dijoPalmira.—EstherFraga—contóÁfrica.—¿Quéhapasadoconellos?—Anaeraincapazdesaberadóndeibaaparar
todoeso.Noloentiendo.—Miguel Ángel —le explicó Mario, deslizando lentamente cada sílaba—
matóamihija.
***Madrid,2001.MarioyMiguelÁngelMihijaeraunbebéprecioso,sabe.Peromuymuypequeña.Luchóconuñasydientesparasobrevivir.Naciósoloconunkilosetecientostreintaydosgramosdepeso.Lapodíacogerconunamano.Peleócomounajabataenlaincubadoradelhospital.Ysalióadelante.Noshizotantanfelices.Noseloimagina.Eraunaniñamaravillosa,unserde luz.Hastaqueempezaronagustarle loschicos.Lallevamosauncolegiodemonjas,unosolodechicas,precisamenteparaprevenireso.Perodio igual.Seenamorabade loschicosdelbarrio.Uno trasotro.Unadecepcióntrasotra.Elmásmalote,siempre.Comounimán.Elmásmacarra.El
últimofueesemotero.Unimbécilconchaquetadecuero,cigarroenlabocayposea loJamesDean.Unligónconcamisetanegradeunamarcadegasolina.Unpervertidor deniñas.Y, claro,mi hija noparóhasta queno consiguióunamoto. Para ir con él, en el grupo, para que se fijara en ella. Nosotros noqueríamos darle el dinero. Nunca se lo hubiéramos dado. Pero mi mujer fuedébil.Ymihijaeramuylista.Fuecamelándoseasumadrehastaqueellaledioel dinero. Todos sus ahorros. Para una moto pequeñita. El primer día que lacogiósemató.Habíancaídocuatrogotas,patinóenunpasodepeatonesyacabódebajodeuncamiónquecruzabapordelante.¿Sabequé?Cuandoseloechéencara,alcabrónese,cuandolegritéqueellahabíamuertoporsuculpa—noseimagina las vueltas que di por el barrio, hasta que lo encontré—, élmemirócomosinoentendieranada.«¿Muerta?¿Quién?¿QuiénesesaLunade laquemehablausted?».
***—Nisiquierasabíadequién leestabahablando.Nisiquierasehabíafijadoenella.Mi hija se murió por su culpa y él ni se enteró.—El anciano apoyó lacabezaentrelasmanos,cerrandolosojosconfuerza—.Hacepocomelovolvíaencontrarporlacalle.Ibadelamanodeotrohombreyapoyabasucabezaensuhombro.Unmalditogayque jugabaaserel rompecorazonesde laschicasdelbarrioparadespistar.—Yporeso,ahora,usteddecidiótomarselavenganzaporsumano.—Anase
había colocado de pie, frente a él, y le hablaba amenazante—. ¿Qué cree quepensaríasuhijadetodoesto?—Yo…yo…—Pensándolobien—interrumpióotrade lasancianas—,Rosemary también
merecíaquelepasaraalgomalo.
***Barcelona,2015.MiryamyRosemaryLunes y jueves cogía el cincuenta y seis. Eran los días de las ofertas, cuandosabía que podía encontrar preciosmás bajos en algunos productos. Pero teníaque madrugar, ser de las primeras, hacer cola antes de que abrieran, porquesiempre se acababan pronto. Y tenía que coger el autobús. Más de veinte
minutosdetrayectohastaelsupermercadoconlosmejoresprecios.«Malditasealavida—pensaba la anciana—,maldita sea la vida esta en la que después detantaluchaytantosufrimiento,aquíestoy,enunautobúsdemierda,agarradaauncarritodelacompra,paraahorrarmeunoscéntimos».Elregresoerapeor.Lostobillosselehinchaban.Tantoratodepie,parada,sin
moverse,noerabuenopara lacirculación.Teníaqueagarrarsecon fuerzaa labarra para no caerse. Aunque no hubiera estado mal. Desmayarse, e inclusomorir,así,almenos,saldríaenlaprensayalguientendríaremordimientos.Esachica, por ejemplo. Debía de subir al principio del trayecto y se sentabacómodamente en el asiento reservadoa ancianos, embarazadasopersonas conminusvalía.Ellugarenelqueteníaquepoderacomodarseella.Porqueellaeraunaanciana.Vayasiloera.Ochentaytresañosquetenía.Perolachicanuncalecedióelasiento.Alprincipio,Miryamseponíadepiefrenteaellaylamirabafijamente. Cada lunes. Cada jueves. Seguro que se da cuenta. Pero no.No sedabacuenta.Undíaselodijocontodalaeducaciónquelefueposiblereunireneseodioquesentía,acumuladolunestraslunes, juevestrasjueves:«Porfavor,¿podría cederme el asiento, señorita?, ya estoy mayor y…». Ella la miró. Nisiquieraeradesprecio.Fuealgopeor:indiferencia.«Oiga,¿sehadadocuentadequeestáenunasientoreservadoapersonascomoyo?».Otravezelsilencio.Eldelachicayeldelrestodelaspersonasdelautobús.Decidió no intentarlomás. Los días en los que veía a la joven, se quedaba
juntoalapuerta,sabiendoqueeraellugarmáspeligrosoyquecualquierfrenadabrusca la tiraríaalsuelo.Hastaqueun juevesdecidiónobajarseensuparada.Queríasaberadóndeibaesajovenmaleducada.Yacasinoquedabanadieenelautobús.Seguroquelahabíavisto.Yseguro
que sepreguntabaporquéesaanciana seguía allí, depie, juntoa lapuertadesalida.Lachicaselevantó,evitandomirarla,aunquesabíaperfectamentedóndeestaba. Pasó a su lado y justo al abrirse las puertas, giró el cuerpo conbrusquedad,losuficienteparaquelamochilaquellevabacolgandodelhombroderechoseestrellaracontraelcuerpodelaanciana,quecayóderodillascontraeldurosuelodelautobús.Lohizoapropósito,estabaconvencida.Lachicanisiquierasegiró.Bajóel
escalón,saliódelautobúsyempezóaandar,tantranquila,porlaacera.—Peroselecayólacartera,¿sabe?Algolpearmeconlamochilaselecayóla
carteraquellevabaenelbolsillotraserodelpantalón.Larecogíconmiedo.Miréatodoslados,peronadiesediocuenta.Enelautobússoloquedabanunpardechicos, enfrascados en sus teléfonos móviles. Estuve tentada de dársela al
conductor,paraquelallevaraaobjetosperdidosyellapudierarecuperarla.Perolacuriosidadfuemásfuerte.Cuandollegueacasa,miroquiénesyyamañanaladevuelvo. Pero nunca lo hice. Nunca la devolví. Rosemary Zocca. ¿Cómo sepuedesertanmalapersona?¿Quéllevaaunachicadepocomásdeveinteañosaactuar así?Nuncavolví a ese autobús.Noqueríavolver averla.Teníamiedo.PocotiempodespuésvineaMadridavivirconmihermana.Alquilémipisoyasívamosunpocomásdesahogadasalmes.—¿Yusted?—AnamirófijamenteaPalmira,peroellanosediocuenta.La
anciana se había quitado las gafas. Era miope y había momentos en los quepreferíaverelmundodesenfocado—.Leestoypreguntadoausted,Palmira.¿DequéculpaaTomásMendoza?—Nomedejabadormir.
***
Madrid,2010.PalmirayTomásParecíauncieloestrelladosobrelacama.Eltechodelahabitaciónestaballenodeagujeros.Todosteníanlamismaforma,uncírculoperfectoquepenetrabaenel yeso, con una profundidad máxima en el centro de la esfera. Como si loshubieratalladounartesanoconcienzudoconstruyendounagalaxiaparaqueellalavieraensuslargasnochesdeinsomnio.Pero no eran estrellas, sino la copia exacta del extremo del mango de una
escoba.Ya no recordaba cuánto tiempo hacía que dormía con la escoba junto a la
cama.Alprincipioibaabuscarlaalarmariodelacocina.Selopensómucholaprimeravez.«Noquieroquecreaquesoyunamaleducada».Peroundíayanopudo resistirlo más. Cuando vio que los gritos no funcionaban, fue hasta elescoberoycogiólomáslargoqueencontró.Alfinyalcabo,teníaqueestrellarlocontra el techo.Yella erabajita. «Que te callesya,por favor»,gritómientrasgolpeabaconelmangodelaescobaelyesosobresucama.Elruidocesó.Ellasuspiró, aliviada. Le quedaban aún cuatro horas y media hasta que sonara eldespertador.Las durmiódel tirón.Por primera vez enmuchosmeses despertólúcida,coneladormecimientojustoquepodíaarreglarunabuenatazadecafé.La siguiente noche también fue tranquila, como si la vergüenza se hubiera
apoderadodesuvecinodelpisodearriba.Quéfácillohabíatenido,ungolpedeescoba, todo este tiempo aguantando sin dormir y un solo golpe de escoba lo
habíasolucionado,pensóellalaterceranochedespuésde…Despuésdelagujeroeneltecho.Perolaalegríadurapocoenlacasadelpobre,ledecíasiempresumadre.Y
durópocoenlacasadePalmiradelaFuente.Cuatronochesdespuésvolvieronlostacones,losmueblesarrastrándose,losgolpes,lamúsica.Ylaaspiradora.Laaspiradoraponíapuntoyfinalaaquellaorgíaderuidosquesedesatabaalaunadelamadrugada.Esavezellaaguantó.Peroveinticuatrohorasdespués,desesperada,volvióa
porlaescoba,yunsegundoagujeromarcóeltechodelahabitación.Losruidospararon.Unossegundossolo.Volvieronenseguidayleparecióqueeranaúnmásfuertes que antes. Una noche, y otra, y otra. Y, desde entonces, antes de laaspiradora, un larguísimo repiqueteo de tacones, pasillo arriba, pasillo abajo.«Lashacecaminarparajoderme.Estecabrónhacecaminarasusputasconlostaconesparajoderme».Empezóadormirconlaescobajuntoalacama.Noporquesolucionaranada,
sino comomanera de desahogarse, para sacar el odio de su cuerpo con cadagolpealtecho.Sino,undíaacabaríamatándolo.
***—Alfinal,tuvequevenderlacasa.—Palmirasuspiró,resignada,aceptandoloquelehabíapasado—.Perdídinero,muchodinero,eralaépocaenlaquehabíaestallado la burbuja inmobiliaria y nadie podía comprar. Pero estabavolviéndomeloca.Yhubieraacabadomatándolo.Yhubieraacabadomatándolo.Nosediocuentahastaquelodijo.Queestaba
muerto.Deverdad.Eracomositodossehubierandadocuentaalavezdeloqueestabapasando.
Ana.Elabogado.Loscuatroancianos.Comosilacertezaloshubieragolpeadodesdetodoslosángulos.Yhubieraacabadomatándolo.
***
—¿Jefa?—ElagenteBarriga interrumpióenplenaconfesión.Oportuno,comosiempre.—Ahorano,José.¿Novesqueestamosocupados?—Esimportante,jefa.¿Puedesalirunmomento?
—¿¡Quénaricespasa!?—Anagritóensusurros,queeselgritomásindignadodetodoslosgritosporquenopuedeterminardesacartodalarabiadelcuerpo.Cerró la puerta de la sala de interrogatorios tras de sí—. ¿Cómo se te ocurreentrarasí,cortandouninterrogatorio?¿Setehaidolacabeza?Estosnosonunoschorosdepocamonta.—Jefa,hemosdescubiertoalgoimportante.—Esperoquedeverdadlosea.—Unadelasancianasquetieneahídentrosehacambiadoelnombre.Bueno,
dehecho,sellamaasí,soloqueahorasolousalamitadyademásalrevés.—Barriga,nosédóndeestudiaste,perodefinitivamente laexpresiónoralno
es tufuerte.¿Quémequieresdecir?—Anaseestabaponiendonerviosa,yesoerapeligroso,sobretodo,paraella,podíaestallarencualquiermomento.—PuesqueÁfricaMitreenrealidadsellamaSonsolesÁfricaSpinozaMitre.
Viudade—consultósusnotas—ValentíndeGarcésyFuerte.
***—¿África?—Anaentróen trombaen lasala, interrumpiendoelcuchicheodelabogado con sus cuatro clientes—. ¿O mejor la llamo Sonsoles? SonsolesSpinoza Mitre, bautizada Sonsoles África. ¿Cuándo decidió usted volver autilizarlo?¿Antesodespuésdeabandonarasumarido,elprestigiosoginecólogoquelateníaenpalmitas?¿AntesodespuésdemataraEstherFraga?—Elmuertoteníaquehabersidoél—contestóella,extrañamentecalmada—.
Peroyaestabamuerto,claro,ya losmuertosnoselespuedematardosveces.Noenestemundo.Cuandome loencuentrealláarriba, seráotracosa.Queseprepare.
***Madrid,1985.SonsolesÁfricayEstherSonsolesÁfricaSpinozaMitreteníaquehabernacidomástarde.Cuarentaañosmástarde,comomínimo.Fuelamayormaldicióndesuvida,veniraestemundodepenitentesantesdetiempoynopoderdivorciarsenimandaralamierdaaesemaridoquetenía.Nopoderdecirleadiós-muy-buenas-ahí-te-quedas-que-te-den.Bueno,que-te-dennose lohubieradichonunca,sueducacióndeniñacatólicadebienforjadaenlarectitudylasobriedadnoselohubierapermitido.Perosíel
ahítequedas.Irse,cogerlaherenciadesuspadresymarcharseadondeledieralarealgana.Inseminarse.Todaslasvecesquequisiera.Yparirhijos.Todoslosquelehubieradadolagana.Vivir.Alfinyalcabo,vivir.Pero Sonsoles nació cuarenta años antes de la cuenta, en un régimen
dictatorialyultracatólicoqueatabaalasmujeres—ymásalasdeclasealta—aunasasfixiantesnormasdevida.Siempreelegantes,siempreperfectas,siempremaravillosas,siempreanfitrionas,siempremadres.Aellalefaltabaesoúltimo.Lamaternidad.Ysumaridonopodíasoportarlos
cuchicheosdelossalonesdemásaltocopetedelacapital.Todaslasmujeresdela familia de ella eran tremendamente fértiles. Su abuela había tenido nuevehijos.Sumadre,siete.Sushermanas,másjóvenesqueella,yateníanvarioscadauna.Peroellano.Secacomouncampodebarrobajoelsoldeagosto.¿Ysielproblemaeradeél?,empezaronapreguntarselasseñorasenlasreunionesalahoradelté.¿Cómoconfiarenunginecólogoquenopuedetenerhijos?Entonces él lo robó. Robó un bebé para ella. Una niña. Una maravillosa,
pequeñayfrágilniña.«Fingequeestásembarazada»,ordenóasumujer.Yundía,ochomesesdespués,sefueaBarcelonayvolvióconlapequeña.Ellanolepidióexplicaciones.Élnoselasdio.Viajandotanlejosaporunreciénnacidoseasegurabanoencontrarseporlacalleconlaverdaderamadre.¿Ysiresultabaquelaniñaerauncalcoyalguienlareconocía?Mejornocorrerriesgos.Peroesaniñaerahijaderojos.Ylesarruinólavida.Siempreseportabamal.
Losdejabaenridículoantesusamigos.Seburlabadelaropadelasseñorasalasque el matrimonio de Garcés y Fuerte intentaba impresionar. Se reía de susacentos impostados, de sus conversaciones sobre telas demoda importadas deParís,desusmaridosdeconveniencia.—¡Ay, Sonsoles, no parece hija tuya esta niña! Se comporta como si la
hubieraisrecogidodelbarro.¡Quémalaeducación!Envezdeabrirles laspuertasde lagloria, envezdedarles accesoa la alta
sociedad y así llevar más mujeres y más ricas a la consulta ginecológica deldoctor Garcés y Fuerte, esa niña consiguió todo lo contrario. Las mujerespoderosasde lacapitalempezaronaevitarlos.Elmatrimonio,pelea traspelea,naufragó.Yesaniña,alosdieciséisaños,terminóescapándosedecasa.Nuncamáslavolvieronaver.Almenos,nuncamás,enpersona.EldoctorGarcésterminórepudiandoasuesposa.Noseseparódeellaporque
nohabíaleyesquelopermitieran,perolamandóaviviraunpequeñosanatorio
paraenfermosmentalesregentadoporlasmismasmonjasdesucentromédico,justodespuésde lamuertede lospadresdeella, trasquedarse laherenciaquepertenecíaaSonsoles,peroqueporleyeratodadelmarido.«Estámaldesalud,necesita reposo, no la vayáis a ver—lesdecía a los pocos conocidosque aúnvisitabanlacasafamiliar—,vamosaesperaraqueserecupereunpoco».
***—Entoncesmeescapé.Unbuendía,añosdespués,abandonéaquelsanatorioybusquérefugioenunaviejaamigadejuventud.Sumaridoseopusoaquevivieraconellos,peroellamedejóunapequeñahabitaciónenelsemisótanodeledificiode unos parientes. Los propietarios estaban justo buscando a alguien que seencargara de la portería, que limpiara y que atendiera a los vecinos en lo quepudierannecesitar,fueralahoraquefuese.Porunsalariodemierda,nosecrea,peroteníauntechoymipropiodinero.Comosepuedeimaginar,mifamiliamediolaespalda,renegódemí,yfigúrese,quemeloscruzabaporelbarriodevezencuando.Nimemiraban.Desdeentoncesvivoallí,enesapequeñahabitaciónpegadaalaporteríadeunedificioderelumbróndelbarriomásricodeMadrid.Pero he sido más feliz en estos años que en toda mi vida junto a aqueldesgraciado.—Soloteníaunaespina,¿verdad?—lepreguntóAna,mirándolafijamentea
lacara—.EstherFraga.¿Quélehizoella?—Estherera—laancianadejólafraseensuspenso,flotandoenelaire,como
sinosevieraconfuerzasparaterminarla—…Esthereralamadrebiológicademihija,lodescubrítraslamuertedemimarido,enunospapelesqueguardaba.Esther fue la sangre roja que contaminó a ese bebé precioso y que hizo uninfiernodemiexistencia.Siesaniñahubierasidoperfecta,mividanosehabríadesmoronado. Quise conocerla, ¿sabe? Y me hice la encontradiza con elmatrimonio.Lapanadería,elsupermercado,elbancodelparquedelRetiroenelquesesentabanamediopaseo.Nuncapasamosdeunsaludoeducadoodeun«¿cómoestá?».Yyo lopreferí así.Losodiabademasiado.Yverlos casi cadadía,tanfelices,cogidosdelamano,mehacíaodiarlosmás.Sinoloshubieratenidoallídelante,sentados,aesoscuatroancianosquetan
solounahoraantesparecíanseresdesvalidosconunpiemásenlatumbaqueenlavida,lainspectorajefadelaPolicíaNacionalAnaArénnohabríacreídonadadeesahistoria.Peroahíestaban.Yse lahabíancontadoellosmismos.Cuatroodiosenquistadoscapacesdeasesinarporunasientodeautobús.
—¿Sonustedesconscientesdeloquehanhecho?—Ananecesitabaunpocode aire. Se estaba poniendo enferma—. Enseguida vuelvo —les dijo,levantándose—,tengomuchasmáspreguntasquehacerles.Los cuatro ancianos no respondieron, parecían haber entrado en alguna
especie de trance, o quizá fue el shockde escuchar el relato de lo quehabíanhecho,comosi laspalabras,por fin,hubieranconvertidoesasmuertesenalgoreal.—¿Cómo lo ves, jefa?—le preguntó RosaAxe, con quien se cruzó en las
escaleras.—¿Lodelosancianos?Difícildecreer.—Perohanconfesado.—Nosé,Rosa, ¿quéhanconfesadoexactamente? ¿Odiar a alguien?Porque
nohandichonadamás.Es el relatodevariashistoriasdeodio.Perode ahí amatar.¿Cómolohicieron?¿Creesquesontanlistos?Notienennilacapacidadmentalnilafísica.¿TeacuerdasdecómosalióelasesinodelacasadeMónicaSpinoza?No veo a ninguno de esos viejecitosmetiéndose en una nevera paraescapardelamansión.No.Hayalgoquesenosescapa.Voyatomarelaireunpardeminutos,aversipuedopensarconclaridadquéhacerconestelío,yluegovuelvoahídentro.Cuidaquenosemedescontrolen,¿deacuerdo?Los dos minutos se convirtieron en cinco. Y los cinco, en diez. Hacía
muchísimofríoesatardeenMadrid,peroAnanolosentía.Eraelfríosecodelameseta, tandiferente a lahumedadpenetrantede suBarcelonanatal, contra laque no había abrigo posible.Cerró los ojos e intentó concentrarse en ese airegélido,notarcómoleestirabalapieldelacaraycómoseibacalentandodesdequeentrabaheladoporsunarizhastaquellegabaasuspulmones.Eraimposiblequeaquellosancianoshubieranmatadoanadie.Cadavezestabamásconvencida.Teníaquevolverallíabajoconotraestrategia.Yrápido.Alasseisleesperaba
enZarzuelaeljefedeprotocolodelacasareal,hastaunashorasantes,suúnicosospechosodelasesinato.Elmóvilvibróensubolsillo.EraunmensajedeNori.«Aquítieneslosdatos
delatalMuri.Telosmandoenelarchivoadjunto».AnaloreenvióaRosaAxesin leerlo. «Rosa, encárgate de que alguien localice y traiga a la base a estapersona.Cuandollegue,quemeavisen.Gracias».Volvióalinteriordeledificio.Elairecalientelagolpeó.Quémaníateníande
ponerlacalefaccióntanalta.Todoelmundoenmangasdecamisa,comosifueraprimavera.Nohabíapodidousarentodoelinviernoniunosolodelosgruesos
jerséisdelanaqueseacumulabanensuarmario.Fue hacia la sala de interrogatorios dispuesta a arrancarles a los cuatro
ancianosquiéneraelresponsabledeaquellasmuertes,porqueoeranellos,oselo habían encargado a alguien o conocían a quien lo había hecho. Pero en elmismosegundoenelqueempezóaabrirlapuertasediocuentadequealgoibamal. No puede ser. No. Pero era. Terminó el gesto de golpe, estrellando lamanecilla contra la pared interior de la estancia. Estaba vacía. Allí no habíanadie. Todo estaba revuelto, como si los ancianos y su abogado se hubieranmarchado a toda prisa. No estaban detenidos. ¿Se habrían ido de verdad?Mierda.¡Mierda!¡Quéimbécilhabíasido!—Rosa,¡Rosaaaa!Empezó a gritar entre el primer y el segundo piso, mientras subía los
escalones de dos en dos. Rosaaaaa, gritaba, alargando agónicamente la últimavocal,enunamezcladeindignaciónyenfadoqueseuníanalcorazónlatiéndoleamilporhora.¿Cómopodíahabersidotantonta?—¡Rosaaaaaa!Entróentrombaenlasaladehomicidios.Denuevo.Suequipoibaapensar
queestabaloca.Lascabezasdetodosyaestabangiradashacialapuertamuchoantesdequeellaaparecieraporelquicio.Frenóenseco.—¿Alguien ha visto a la subinspectora Axe? —Intentó recomponerse,
recobrar lacompostura.Variaspersonasnegarona lavez—.¿Nosabéisdóndeestá?Una voz apenas perceptible contestó algo. Era—Ana lo miró fijamente—
Juan PedroDelgado, uno de losmás veteranos en homicidios. Creía recordarhaberleídoquellevabatreintaañosallí.—¿Quéhasdicho,JuanPedro?—Quecreoquelaha llamadoelcomisario.Hasonadosumóvilyhasalido
corriendo.—¿Y?—Anaseimpacientóycaminóagrandeszancadashaciaél.—Puesquesolohadicho:«Joder,lasecretariadelcomisario»,yhasalidode
aquí.Yanosémás.Notólaindignaciónsubiéndoleporlastripas,comobilis.—¿Y alguno de vosotros —volvió a elevar la voz, girándose lentamente,
trazandouncírculocompletoconsucuerpo,paramiraratodossussubordinados—podríadecirmedóndeestánlascuatropersonasqueteníamosretenidasenlassalasdeinterrogatorio?Lascarasdesorpresa fueron—oeso leparecióaAna—genuinas.Quizásí
que era cierto que, aconsejados por su abogado, se habían ido de allí por supropiopie,sinavisaranadie.—Jefa—volvióadecirelsubinspectorDelgado—,acabodecomprobarloen
elsistema.Enestosmomentosseestáprocediendoasudetencióneingresoenloscalabozos.Ananotóqueestabajustoenellímitedeempezaratemblar.Fuehacialamesa
del subinspectory le arrancóel ratóndelordenadorde lamano. ¿Quiénhabíafirmadolaordendedetención?Solopodíaser…Elnombrebrillóenlaantiguapantalla.ArrestoordenadoporelcomisarioDavidRuipérez.Hubierasaltadolasescalerasdeveinteenveinteparacogeraesehombredel
cuello y ahogarlo lentamente con sus propiasmanos.Apretar.Mirarlo y saberexactamenteloqueestabasintiendo:elzumbidoenlosoídos,elvértigo,unpocode mareo, pero sobre todo el pánico y la angustia. La primera fase delestrangulamiento, el síncope anóxico. El desconcierto. El terror. Seguirapretando. No dejar de mirarlo a los ojos. Notar cómo va perdiendo lamotricidady la conciencia.Sentir aparecer las primeras convulsiones.Todavíaestávivo,peroyaquedapoco,unpardeminutos,apenas,mientraselcuerposeagita y los esfínteres se abren, dejando salir los restos de orina y heces. Elcorazónsevaparandolentamente,alavezqueelrostrodelcomisariosevuelvedeun lila cianótico.De repente, el corazón se acelera, latiendo irregularmenteparaintentarconseguiraladesesperadaalgodeoxígenoquerepartiralcuerpo.Peronohay.Yllegalamuerte.Fin.Imaginarse la escena la tranquilizó un poco, lo justo para no agredirlo
físicamentecuandoloviera.Alllegaralazonadeloscalabozos,secruzóconlasubinspectoraAxe.—Rosa,¿quénariceshapasadoaquí?—Jefa,yo,esqueyo…—empezóadudar,errandoentrepalabras,sinsaber
cómo continuar—…Ruipérez me ha dicho que había que detenerlos y claro,pues…¿Quéqueríasquehiciera?¿Eh?—sedefendió,dejandodebalbucear.—Ynoteparececorrectoavisarme.—Eselcomisario.¡Elcomisario!Nohaynadieconmáspoderqueéleneste
maldito edificio. ¿Quéhubiera cambiado si te aviso? ¿Que te hubieras liado atortasconél?¿Eh?¿Esoesloquequerías?Sí,esoeraloquequería.Liarseatortasconesecabrónypartirlelacara.Ana
estabaenmuchomejorformaqueél.Lapalizaseríadeescándalo.Esoeraloquequería.Machacarlo.Peronoleconvenía.Enelfondo,Rosateníarazón.—¿Dóndeestánahora?
—En los calabozos.Me pillas yendo a por el subinspector Delgado,me lollevoabuscaralaseñoraesaquefaltaenelgrupo.Esunaanciana,¿verdad?Nohace falta más equipo. ¿No crees? Nosotros dos nos valemos. Ya te dije quelevanto ruedas de camiones, jefa. No hay quien se me resista. No me hagasesperaralaunidaddeintervención,porquehastaquelotengamospreparadoseharánlasmildelanoche.»Essolounaanciana—lerepitiómientras lealargabaunfoliodepapelcon
unafotografíaylosdatosdefiliacióndelatalMuri.—¿Estoquées?—Losdatosquemehaspasado,jefa.Laviejaalaquehayquetraeraquí.Las líneas empezaron a bailar sobre el papel. La Muri era Sara Murillo
Mendieta. Nacida en 1944 en Barcelona. Último domicilio conocido,Madrid,calledelSantoSepulcro,32.SaraMurillo.LatíaSara.SutíaSara.
ELAMOR,APESARDETODOLlevabaelsobreconciertotemblor.Nolepasanaunocosasasítodoslosdías.Eramucharesponsabilidad.Caminabaporlasmoquetasdelosampliospasillossin apenas hacer ruido. Los pasantes eran una sombra en ese importantísimodespachodeabogadosyélhabíaaprendido lagranventajaqueesoconstituía.Pudoescuchar, conocery enterarse.Yasí consiguió trapichearhasta colocarsecomoayudantedelabogadoquellevabaloscasosmásjugosos,razónporlacualestaballevandoesesobreenlamano.EltestamentodeMónicaSpinoza.Los aspirantes a herederos no se habían dignado asistir a la apertura de las
últimasvoluntadesdeladuquesa,evidentemente.Noqueríanarriesgarseasalirde allí con la cara descompuesta. Pero todos habían mandado a susrepresentanteslegales,conloquelasalaprincipaldereunionesdelbufeteestabaatiborrada.Lassecretariasnodabanabastoaservircafés,aguasybrochetasdefruta—eraunbufetequesepreocupabaporlasalud;bueno,enrealidaderaunbufete que se preocupaba por aparentar que se preocupaba por la salud— aaquellamanadadehombresencorbatados.Todos segirarondegolpehacia lapuerta, atraídos comoun imánhacia ese
sobrequellevabaunjovenpasanteimberbeque—esoaúnnadiepodríasaberlo—enunosañoscobraríamásyseríamáspoderosoquecualquieradeellos.Elchicosonrió,sincomplacencia,peroconseguridad,ydisfrutódelmomentodeserelcentrodeatención.Despuésalargóelbrazoytendióelsobreasujefe,queleregalóunasonrisa.—Aquítienen—dijoalosasistentes—laúltimavoluntaddeMónicaSpinoza,
duquesadeMediona.Acabamosde recuperarel sobredenuestracaja fuerteyvamosaabrirloyaprocederasulecturasegúndictalaley.Cuatro minutos y medio después la sala estaba vacía y los representantes
legalesdelosaspirantesaherederosquemabansusteléfonosmóvilesintentandoconseguirinformaciónsobreunamujeralaquenadieconocía,peroqueestabaallí,enesetestamento,comoherederaúnicayuniversaldetodoslosbienesdeladuquesadeMediona.Tardaronpocoensaber—elgritodeunodeelloslesalertódeldescubrimiento
—quiéneralamisteriosabeneficiaria.Ymenosaún—estaveznofueungrito,sino un «¡nome jodas!»— que estamujer estabamuerta y que, por lo tanto,segúnlodispuestoenlospapeles,todoibaapararalsegundoheredero:suviudo.Loquenolograrondescubrirningunodeesosabogadostrajeadoseraporqué
MónicaSpinozahabíadejado todosudinero, susempresas, susviviendasyelrestodeposesionesmaterialesaunaancianallamadaEstherFraga.
52Golpeóelvolanteconfuerza,variasveces,dejándoseunamarcarojaenlapalmade la mano. Soltando rabia. No debería estar allí. No en ese momento. PeroRuipéreznolehabíadadootraopción.—Te vas cagando leches al palacio de la Zarzuela, ahora mismo.—Fue a
buscarlaagritosencuantoseenteródequelainspectorajefahabíacambiadodeplanes—.Teestá esperandoel jefedeprotocolode la casa real.Y te juroquecomo no estés allí quinceminutos antes de la hora de la cita, te meto en uncalabozo.Telodigomuyenserio,Ana.Estástocandolasnaricesamuchagente.Ymevaaencantarencerrarte.—Ibaenserio.Asíque, envezdeestar enesemomentoencasade su tíaSara, intentando
averiguar qué conexión tenía con los cuatro ancianos detenidos, Ana estabaconduciendohaciaelpalaciodelaZarzuela.Tuvoqueidentificarsealaentrada,enlagaritadeSomontes.Intentósonreíralosagentesquecustodiabanelacceso.Solo le faltaba tener problemas allí. «Más problemas —pensó—, másproblemas».Desde ese punto se accedía a la carretera particular que daba acceso al
complejoresidencialdelamonarquíaespañola,enelmontedeElPardo.Traspasarlaverja,unamplioaparcamientoseabrióasuizquierda.Recordó
loqueInéslehabíacontado:«Losgruposnuncasubenensuscoches,aparcanalaentradaydesdeallívantodosjuntoshastapalacioenelciervobús».—Lollamanasí—lecontó—porqueduranteelcaminoporelmonte tevas
cruzandoconciervosybambis,escomounaexcursiónaunareservanatural.AAnalepermitieronsubirensupropiovehículo.«Continúeporelcamino—
leexplicaron—,nosesalgadeélenningúnmomento,notienepérdida,soncasiseis kilómetros. Cuidado con los ciervos, no le vaya a saltar uno delante delcoche.Cuando llegue al final, la estarán esperando. Siga las indicaciones, porfavor».—EstoeselpabellóndeMagnolias—leexplicóelmilitarquelarecibióenla
puerta—.Eledificioadministrativodepalacio.Acompáñeme,porfavor.
Esperóenunasalaantiguay tradicional,donde ladejaronsola trascerrar lapuerta—igualinclusoconllave,pensó—.Mediahoradespués,volvióabuscarlaelmismomilitar.—Paseporaquí.ElseñorAguilarlaesperaensudespacho.Carlos Aguilar estaba sentado. Cabeza baja. Simulando que miraba unos
papeles con tanta atención que se notaba que fingía. Ana sabía que con sumiradaperiféricaintentabaubicarlaaellaysabersiseponíanerviosa.—Bueno—dijoella,cansadadeestardepie,juntoalapuerta—,noestábien
haceresperaraunachicaquincedíasparaconcederleunavisita.¿Usalamismatáctica con el resto de las mujeres? Pienso en la duquesa de Mediona, porejemplo. ¿O como ella era de la nobleza tenía derecho a trato preferente?Misangre no es azul, pero mi uniforme sí, por si le sirve, aunque suelo ir depaisano.Carlos Aguilar sonrió —aunque intentó disimularlo— incluso antes de
levantarlacabezaymirarla.—Esustedmuydescarada,inspectora.—Inspectorajefa,sinoleimporta.Siquiereseloexplicoenmodocortereal,
paramimetizarmeenel ambienteenelquenosencontramos: es comosi aunduquelellamanmarqués.Ledegradanunpeldañoenlaescalanobiliariaynoesplan, ¿no? El duque es duque y tiene un ducado. Aunque él no haya pasadooposicionesnieso,comoyo.Asíquesepuededecirqueyotengomásmérito.—Vaya,vaya.—Lamirócruzandolosbrazos,aúnsentadoenelgigantesillón
giratoriodepielmarrón—.Mirequemehabíanadvertido,pero todo sequedacorto.—Sí,suelendecírmelo.Soymejorenpersonaquedeoídas.Yahora,¿quéle
parece si terminamos ya este duelo dialéctico y vamos a lo queme ha traídoaquí?Mehandichoquevacortodetiempo.—Porsupuesto—contestóél,haciendogaladeunacortesíamelosayexcesiva
—. Siéntese en esa silla, por favor.De todasmaneras, ya sabe que no soy elúltimoenrecibirla.AúnnohapodidocontactarconBernabéLópez,yesoqueustedes,podríamosdecirloasí,subordinadasuya.Buengolpe.Habíaquereconocerlo.—Iré al grano.—Ananoquería seguirpor ahí, porqueAguilar tenía razón:
llevaba quince días tras el secretario de Estado de Interior y solo se habíaencontradoconpuertasqueselecerrabanenlasnarices.Decidiócambiarelfocode la conversación. Colocó el teléfono sobre la mesa y abrió una de lasaplicacionesdelapantallaprincipal.
«Yopuedovenderloquequiera».LavozdeMónicaSpinozasonóaltayclara,reverberando en las paredes de madera de aquel atiborrado y agobiantedespacho.CarlosAguilarapretólamandíbula,intentandocontenerlasorpresa.Yquizáelmiedo.«Parecementiraqueaúnnolosepas.Puedovenderloquequiera.Verdades.O
mentiras. Porque las mentiras se convierten en verdad si las digo yo en laportadadeunarevista».Trasunapausa,sematerializóeneldespachounsilencioquepesócomoun
cargodeconciencia.Yentonceseljefedeprotocolodelacasarealpercibióconclaridadloqueyasabíaqueibaaescucharahí:supropiavoz.«Estásloca».Anapulsólapausa,sindejardemirarlofijamente.Ypermitióqueunsilencio
sepulcraltomaraespacioentrelosdos.—Nodiganadade loquepuedaarrepentirse luego—leadvirtió, finalmente
—.Ningunamentira.Porquetengaporseguroquelevamosapillar.—Soyyo.—Nohacefaltaquelojure.—¿Cómo han conseguido esa grabación?—Puso los codos sobre la mesa,
quizáparacontrolarlostembloresqueamenazabanconsacudirlo.—Secreto de sumario —zanjó Ana—. Dígame qué hacía usted en los
aposentosprivadosdeMónicaSpinozaeldíaenquefueasesinada.—¿Quiénhaescuchadoesto?—Tuvoquecontrolarseparanoparecermuerto
demiedo.—Nosepreocupe—contestóAna—, soloyo.Y si esa esunaconversación
privadasintrascendenciaparalainvestigación,noveorazónparaquelaescuchenadiemás.Élsuspiróaliviado.—Mire, yo manejo información muy delicada, mi puesto, ya sabe. Veo y
escuchocosasquenopuedenfiltrarsealaopiniónpública.GrandessecretosdeEstado.—Ydealcoba,imagino—lecortóAna.—Haycosasquenolepuedoexplicar.Quenuncalepodréexplicarporlealtad
alainstituciónalaquesirvo.LaCoronaestáporencimadetodo.—No por encima de los tribunales.—Ana adelantó su cuerpo, elevándose
sobrelaenormemesaquelosseparaba.Élprefiriónomatizaresafrase.Aunquepodríahaberlohecho.—Digamos que Mónica Spinoza sabía muchas cosas. Es de ese tipo de
personas que saben sacar información. A hombres y a mujeres. Y no estoy
hablandodesexo.Ononecesariamente.Teconvencíadeloquefueranecesario.Imaginoqueconocerá lahistoriade losdosmuñecosa losque tratabacomoaunos hijos. Pues incluso eso te parecía normal cuando hablabas con ella.Llegabas inclusoapensarqueerandeverdad,queesosmonigotes teníanalgoespecialqueloshacíaunpocohumanos.Mónicateconvencíadeesoydetodolo que se propusiera. Tenía una habilidad especial para la supervivencia. Encualquier circunstancia y condición.Y esa supervivencia pasa pormimetizartecon el entorno, pero también por conseguir información valiosa que luegopuedasusarentuprovecho.Mónicaes,era—rectificó—,especialistaenhacerhablaralagente.Tehacíacreerqueeratuamiga,tuincondicional,tuhombroenelquellorar.Peroluegonoteníareparosenutilizarentucontraloquelehabíascontado.Oenamenazarteconutilizarlo.—Yesoes loquehizoconusted.Leamenazóconpublicar algo.«Para los
españoles,enalgunascosas,yotengomáscredibilidadquetujefe».Yporesolamató.Justoeneseinstanteseabriólapuertadeldespacho.Sinllamar,entróunade
lasdossecretariasquetrabajabanenlasalaanexa.—Señor,leestánesperando.Carlos Aguilar se levantó, muy despacio, arrastrando las ruedas del sillón
haciaatrásparaquesucuerpoencontraraelhuecosuficienteparamoverse.—Puessí.Lagentequelaconoceteníarazón.Inspectora.—Hizounapausa
—.Jefa—parecióescupir—.Esmejorustedenpersonaqueencotilleo.Yahora,sime lopermite—pasóa su lado,mirándolademaneradescarada—,meestáesperando lamáxima autoridad del Estado, ante la que todos somos súbditos.Incluida usted.Marisa—se dirigió a la secretaria—, ¿acompañas a la señorapolicía hasta su coche?Ya se iba.A propósito—volvió a dirigirse aAna, yadesdeelquiciodelapuerta—,noveaestapequeñaconversaciónnuestracomoalgo que no es. Tenía curiosidad por conocerla. Y, para ser honestos, la hasuperadoconcreces.Ustedseríaunadeesaspersonasquehaceungranservicioa la Corona. No se lo piense si un día le llega una oferta de la casa. Es unconsejo gratis que le doy. Que tenga una buena tarde. Y que encuentre a suasesino. ¡Ah!, y otro consejo gratuito: si estuviéramos jugando a caliente-frío,usted,aquí,ahoramismo,seestaríacongelando.
***TeníatresllamadasperdidasdeJoan.Tresllamadasenlosapenasdiezminutos
quehabíaestadohablandoconeljefedeprotocolodelacasareal.—¿Quées loquepasa?—Ledevolvió la llamadadesdeelcoche,nadamás
cerrarlapuertayempezaradejaratráselcomplejodeZarzuela.—Heencontradoalhermanodeladuquesa—lecontestóél.—¿Cómoquehasencontradoalhermanodeladuquesa?—Me pasaste una copia del disco duro de su ordenador, ¿te acuerdas?
Localicévarioscorreoselectrónicosconunaagenciadedetectives.—Sí —recordó Ana, mientras intentaba incorporarse a la serpenteante
carreteradeElPardo,direcciónaMadrid—,laquecerróhaceaños,yahablamosconellos.Peronosabíannadadeunhermano.—No,esaagenciano.Otra.MónicaSpinozahabíaborradoloscorreos,pero
helogradoreconstruirlapartedeldiscodurodondesealmacenaron.Enjuniodelpasado año pidió que consiguieran material genético de un hombre y que losometieranaunapruebadeADN,comparándoloconotramuestraqueella lesibaaproporcionar.—¡Habíaencontradoasuhermano!—Unarevelaciónsorprendente.—Efectivamente.Ynotevasacreerquiénes.—¿Loconozco?¿Porquénohasempezadoporahí?—Estabatantensaquele
dieronganasdegolpearunayotravezelclaxondelcoche.¡Malditoatasco!—Lomejor sedejaparael final,¿no?—lecontestóélyAnase imaginó la
sonrisaensucara.—Bueno,¿melovasadecir,ono?—Malditoatasco.—Agárratebienalvolante.EsIgnacioPachón.—¡Cómo!—Anacasiseempotrócontraelcochededelante.Tuvoquepegar
unfrenazoysaliralarcén.—Sí.MónicaSpinozasabíadesdeelveranopasadoqueIgnacioPachónerasu
hermanomellizo.DejóelcocheenelestrechoarcéndelacarreteradeElPardo,conlaslucesde
emergenciapuestas.Nopodíaconducirenesemomento.Caminónerviosaporlaestrechalíneadetierraqueseparabaelasfaltodelbosque.Unpardecocheslepitaron,recriminándolesuactitud.Teníaquehaceruna llamadaurgente.Protegeraesehombre.Semetióenel
coche y pulsó la marcación rápida de uno de sus contactos señalados comofavoritos.—¡Nori!—gritó,nadamásoírqueélhabíadescolgadoelmóvil.—¿Quétepasa?Tranquila—respondióél.—NecesitoquelocalicesyaaIgnacioPachón.
—Oye,túsabesqueyanoeresmijefa,queyanomedasórdenes.—Perdona,Nori.Voy acelerada. Pero esmuy importante.Creo que su vida
corre peligro. —Encendió la sirena y las luces policiales, pero era difícilserpenteareneseatasco,losconductoresnoteníandóndeapartarseparadejarlapasar.Le contó lo que sabía—.Si es así, él corre peligro,Nori.Tenemos queencontrarlo.Vaaserlapróximavíctima.Almenos,hastaquenopillemosaesecabrónyloencerremos.Tráemeloalabase.Séquesabesdóndeestá.Opuedesaveriguarlorápidamente.Ayúdameasalvarlelavida.—AsalvarlelavidayahacerleunanálisisdeADN,claro.—Sí,esotambién—reconocióAna—.Esotambién.Tenemosquesabersison
hijosdeEstherFragaysumarido.Estámatandoatodasufamilia.Eseeselnexode los crímenes, que son familia. Quizá por ahí podamos pillar a ese cabrón.Llevamuchosdíassinmatar.—Quesepamos.—Quesepamos.PoresotenemosqueprotegeraIgnacioPachón.—Enmediahoralotienesallí.Entudespacho.Pidequemedejenaccederpor
elgarajedelaescalasuperior,noquieroquenosveanadie.Ahoratemandounmensajeconlamatrícula.¿Puedesponerleseguridadasufamiliasinlevantarlaliebre?—Sí.Dejaesoenmismanos.Enseguidagestionoprotecciónparaélyparasu
familia.Perotútráelo.Loantesposible.Hagounagestiónyenseguidavoyparajefatura.Espérameallí.
***«Ha vuelto a ocurrir», estaba escribiendo Sara, con letra temblorosa, en losmárgenesde suviejaBibliacuando la sobresaltóel estruendodel timbrede laentrada.¿Esquenadieibaaabrir?—¡Cora!—gritó—.¡Coraaaa!Cerró el pesado volumen, preocupada. Habían regresado los síntomas. Esta
veztendríaqueiralhospital,nosoportabalaangustia.Eltimbrevolvióasonar.¿Quiénsería?Noesperabavisitas.—¡Coraaaaa!—Yavoy,señora.—Lavozlellegódesdemuylejos—.Yaabro.Abajo,frentealapuertadeentrada,Anamirabaasualrededor.Lacalledel
SantoSepulcronoestabaenunazonahumildedeMadrid,comoellaesperaba.Dealgunamanera,latíaSarahabíaconseguidoeldinerosuficienteparaviviren
unode losbarriosmásacomodadosde la capital, enunazonadecaroschalésjuntoalaM-30.DesuhumildepisoenelbarriobarcelonésdeCiutatVellaaesechalé independiente en Madrid había un salto muy muy grande. ¿Le habríatocadolalotería?—Laseñoralarecibiráenseguida.Le abrió la puerta una criada con cofia y delantal, símbolo del nuevo rico
ostentosoquelacontrataba.Ellallegócaminando,lentamentedesdeelfondodeunlargopasillo.—Vaya,tía,veoquetevanbienlascosas.Mealegromucho.Soloconservabasusojos.Laancianaqueteníadelanteapenasseparecíaaesa
mujeralaqueAnarecordabaconsolándolatraselasesinatodesumadre.Perolosojoseranidénticos,aunquenolamirada.Parecíanmuertos,comolosdeunpezagonizandofueradelagua.—¿Ana?¿Erestú?¿Ana?—Soyyo,tía.La abrazó, como la hubiera abrazado veinte años antes. Como lo hizo la
última vez que se vieron, en el funeral de su padre. La miró fijamente,intentando imaginarse a su madre en aquella mujer. Si hubiera seguido viva,quizásepareceríaasutíaSara,comoseparecíanlasdoshermanasdejóvenes.—¿Dóndeestátupelorubio,Ana?Teviporlateleycasinotereconocí.—Ay,tía.Melotiño.Hacemuchosañosya.Dehecho,yacasimecreoque
soymorenadeverdad.¿Cómoestás?Meencantatucasa.—Ven,siéntate.Lallevódelamanohastaunsofáverde,brillanteyostentoso,enelcentrode
ungransalón.Todoenesacasagritabadinero.Tengodinero.Melogasto.Yquesenote.Mucho.—Bueno,lavidahaterminadotratándonosbien.Yaerahora,querida.—Pues sí, me alegro. Oye. ¿Has recordado algo del Carquinyoli? —Ana
intentódesviarlaatencióndeloquedeverdadlallevabaaesacasa,necesitabaquesu tíaestuviera tranquilaantesdepreguntarlepor losasesinatos—.Eraunchico del barrio, debe de ser diez o doce años mayor que yo. Creo que sellamabaMartí.Martí—hizoverquedudaba,comosinoledieraimportancia—…algoconlaletraa.Espera.Sí.Acosta.¿Lorecuerdas?Telopreguntéelotrodíaporteléfono.—¡Esverdad!Peronomedijistesunombre.Porelapodonomesonaba.Pero
los Acosta sí, los Acosta.Martí era el segundo o el tercer hijo de la Dolors.Menudafamilia.Creoquesefuerondelbarriounpocoantesquenosotros.Pero
¿porquéteinteresaahoraesepieza?—Digamos que lo han pillado haciendo algo que no debería, y estamos
indagandounpocoensupasado.—Puesmuchomásnopuedoayudarte.—Pareciórelajarse,degolpe,comosi
hubieraestadoaguantandoelaireensuspulmones todoese tiempo—.Graciasporvenir.Aunque seapor trabajo.No sabes la ilusiónquemehace. ¿Cuántosañoshanpasadoya?Llevamosunavidasinvernos.—Desdeelfuneraldepapá,hacemásdeveinteaños.—Noeraelmomentode
preguntarleporrencillasfamiliares—.Atodoesto,heconocidoatusamigos.—Ananoencontrómaneramássutildedecírselo.—¿Amisamigos?—Sí, al resto de —iba a decir viejos, pero se contuvo a tiempo— de las
personasconlasquesuelessentarteenelpúblico.AMiryam,aMario,aPalmirayaÁfrica.Sonmuymajos.Melospresentóunamigoquetrabajaenlatele.—Sí,síqueloson.—Pareciódudarunpocoyvolvióaponersetensa—.Todo
eldíaestoyencerradaenestacasa,queesmuybonita,peroquenoeselbarrio,¿sabes?Aquísalesysoloteencuentrasacriadaspaseandoperros.Niunatiendaninada.Soloverjasaltasyacerasestrechas.Paratodotienesquecogerelcoche.Porlomenosasí,unavezalasemana,meaireo.—Tía, escucha—la cogió de lasmanos, no tanto comomuestra de cariño,
sinoparadetectarcualquiercambiodehumorenloqueleibaadecir—,¿puedesvenirconmigo,amitrabajo?—Omitióapropósito,lapalabracomisaría—.Nopasanada,peroquieropreguntarteunacosa.Necesitoqueveasalgo,quemedestuopinión.—¿A…ahora?—balbuceó.YaAnalediolasensacióndequeloshuesosde
lamanode laancianasevolvíande repentemás frágiles,comosi sehubieranconvertidoencristal.—Sipuedes,sí—lecontestó—.Meharíasungranfavor.Essolountrámite.
Unatonteríasinimportancia.—¿Puedollamarantesamihijo?Paraquenosepreocupe.Atuprimo.ElNani.Esemaleducadoquetratabaasumadrecomosifuerabasura.Mucho
habíatenidoquecambiar.Ono.PorqueelamordeSaraporéllosuperabatodo.—¿Cómoleva?Noloveodesdequeosfuisteisdelbarrio.Nisiquieravinoal
funeraldepapá.—Es elmejor hijo que podría pedir. Todo lo que tengo es gracias a él.—
Recorrióelsalónconlamirada,aunqueaAnaleparecióqueteníaunposodetristeza,comounacapadepenadelaquenopuedesdeshacertedeltodo.
—Puesmealegro.¿Vamos?Siquieres,lollamasenelcoche.—Vale.Voyapormiabrigoalahabitación,quedebedehacerfríoenlacalle.Mientras su tía subía las escaleras, Ana cotilleó por el inmenso comedor.
Caras figuras de Lladró, claro. Por todos los muebles. Escenas bucólicasrepresentadas en porcelana brillante teñida de colores pastel. Un clásico delestiloespañolmásrancio.Tapetesdeganchillo.Madremía.¿Cuántosañoshacíaque no veía uno?Vajilla de porcelana expuesta como si fueran cuadros en ungigantescoaparadordemaderaycristalqueocupabatodaunapared.Yunagranmesa llena de fotografías de todos los tamaños, enmarcadas en elaboradasfiligranasdeoroyplata.Parecíaunaselvaenlaquecadaimagencompetíaporsusitioenlacadenatrófica,porelrayodesolqueasegurarasusupervivencia.Eneste caso,por servistayadmiradamejor.AAna lehizograciaque laquemásdestacarafueraladesutíaconelpresentadorestrella.«Síqueestáorgullosaquelaponeinclusopordelantedelasdesufamilia—pensó—,menudarara».Seacercómásalamesa.Yelconjuntoladejóhelada.Nopodíaser.Nopodía…Perotodoencajó,derepente,aplastándola.Lohabíatenidodelanteynolohabíavisto.ElScrabble.Elascensor.Elfoso.Elagua.Todoesolosabía.Todoesoéldebíasaberlo.Saliócorriendo,sinesperarasutía.Ahorayanoteníaimportancia.Puso la sirenapara sortear el atascoque seguía colapsandoMadrid.Dejóel
cochetiradoenlaentrada,sinpreocuparseporaparcarbien.Subiódetresentreslosescalones.Abriólapuertadesudespachocasiestrellándolacontralapared.Éllaestabaesperando.Ycuandolavioentrarsupoqueellahabíaadivinadola
verdad.—Prima—la recibió con una sonrisa—. Has tardado mucho. La pobrecita
huérfana,lapobrecitaniñarubia,resultaquenoeratanlista.
53Aprendíadomesticarelodio.Tantosaños.Amantenerloaraya,bienencogidodentro del corazón. Tapadito con una manta. Caliente y quieto. Hibernando,peronuncamuerto.Porqueelodioesuncaimánconseddesangre.Elodiosedespereza,seextiendeyteatrapa.Esunanimalinsaciablequesealimentadeturabia.Yalfinalvuelvesaodiar.Porqueesfácil.Porquetecreces.Porquelonecesitas.Porque,aveces,elolvidonoessuficiente.Aprendí a domesticar el odio que sentía hacia ti, querida primaniña rubia
perfecta.Tantosaños.Tantotiempo.Ladistanciameayudó.Miodionoteveíayyopodíacalmarloconpalabrasdevenganza futuraodedesgraciaspresentesquehabríancaídosobreti,unatrasotrahastaaplastarte.Aprendíadomesticarelodiohastaqueelodio tevolvióaver.Él supoque
ibas a aparecer ahí, en la pantalla de aquel televisor al que nadie estabaprestando atención, segundos antes de que lo hicieras, como si hubieraolisqueadotupresencia.Elodiodisparómicorazónyleobligóagirarsehaciaesapared.Amirar.Al principio no te reconocí.Caminabas entre los periodistas con la cabeza
bajaapesarde laspreguntas, los empujonesy losmicrófonosque intentabanque reaccionaras de alguna manera. Pero enseguida lo entendí. «Esta nuevadesaparicióndeunniñosacudeEspaña,enuncasoquetristementerecuerdaalde Nicolás —dijo la voz que acompañaba a las imágenes—. Dirige lainvestigacióndenuevolainspectorajefaAnaArén,quesiguesintenerunapistafiablesobreelparaderodeaquelniñonisobrequiénlosecuestróhaceyadosaños. El caso Slenderman continúa sin resolverse. ¿Será Enrique una nuevavíctimadeldepredador?».Ana.AnaArén.Tunombrerebotóenmistripas.Peroyanoerasrubia.Seguroquelohabías
hechoparadespistarme.Pobrecitaniñahuérfana.Pobrecitamimadadelbarrio,nosevayaaromper
comosifueradecristal.Pobrecitatanrubiaytanpequeña,AnaArén.Tanmala.Desdequenaciste.—¡Nogritesa la tíaSara!—mechillaste.Unmocodeseisaños,mierdade
niñarubia,gritándome.—Esmimadre,hagoloquequiero.—¡Noestumadre!—Elchillidotesaliódelalma,llenoderabia,agudocomo
uncristalqueserompe—.Túnoeresdelafamilia.Eresunrecogido.Yo,entonces,nolosabía.Larabiaempezóaalimentarmiodio.Elodiotomóelcontrol.Mehahecho
todoslosasesinosquehesido.Ytodosalosquehesobrevivido.Peronotienesnadaparaprobarlo,queridaprima.Nada.
***
Con los años, el portador del odio se había fabricado un disfraz de respetablepadredefamilia.Tandisfrazytanrespetablequeinclusoélllegóacreérselo.Convirtiólasimulaciónenunarte,lograndoquesuodiooperaraocultoyen
paralelo a su vida cotidiana. Se alimentaba de la rabia de los lunes por lamañana, de los que avanzan más rápido en la cola del súper, de los polvosmecánicosconlaesposa,delosrivalesqueasciendensiempremásdeprisaqueél,delimbécilquesesaltauncedaelpasoenunarotonda.Yentoncesnotael inmensoplacerque leproducesentircómoelodioseva
expandiendo.Desde pequeño, el portador del odio alimenta fantasías.Afina sus instintos.
Ve.Observa.Seprepara.Trazaplanes.Miraalniñolistodelaclaseeimaginaloquelevaahacer.Alachicaquesirveelpanyquelesonríeatodoelmundo—eso piensa—menos a él. A alguna de las señoras mayores del barrio que lepellizcanenlamejilla,especialmenteaesaquesemojalamanoconsalivayseempeñaenaplastarleunmechóndepelorebelde.Empieza a anotar sus fantasías sádicas en los márgenes de los libros del
colegio.Learrancaríalasuñas,unaauna.Ledestrozaríalacabezaapedradas.Saltaríasobresuscostillashastaromperlas.Alprincipio,ponerlotodoporescritosirvecomocalmante.Releerlofunciona
durante un tiempo como gratificación suficiente para su odio. Pero pronto lehacefaltamás,aunquetienequeestarpreparadoantesdelaacciónreal.Enesosmomentoscadaposiblevíctimaesunproyecto.Añosdespués,cadaasesinatoseráunéxito.
***
Teníalamiradadelcaimán.Analohabíaestadoobservandodesdeelotro ladodelespejo.Yél losabía,
claro. El caimán. Que ella lo estaba mirando. Podía sentir cómo su ego seregodeabaensímismo.Unegomirándoseelombligo.Noparpadeaba.—Notenemosunasolaprueba,Ana.Niunasola—dijounavozasuespalda,
eraRosaAxe.—¿Tecreesquenolosé?—lecontestóconresignación.—¿Cómolevasasacarunaconfesión?—Nolosé.Porquealcaimánnoselepuedederrotar.Ana tuvo que forzar a sus piernas a que empezaran a caminar, como si las
órdenes de su cerebro no les llegaran correctamente hasta el tercer o cuartointento.Anda,venga,caminahaciaallí,sonsolounospasos.Sumanotambiénse quedó suspendida sobre el pomo de la puerta. Notó el frío del metalatravesándolelacarnecomounacuchilla.Ytuvoqueesforzarsedenuevoparapoder llevar a cabo ese nimio gestomecánico que implicaba bajar lamanillaunoscentímetros.El caimánmovió ligeramente los ojos paramirarla. Tenía yamedio cuerpo
fueradelagua,preparadoparaatacar,aunqueparecíaestarcalentándosealsolenunaaburridatardedeverano.—Estabasmejorrubia.—Ytúestabasmejorsinmataranadie—contestóAnaenunactoreflejo.Lacarcajadasacudiólospómulosplastificadosdelportadordelodio.—Siemprehastenidomuchaimaginación,prima.Ananocontestó.Seloquedómirandodesdeelotroladodelasala,aúndepie,
apocospasosde lapuerta.Teníaquerecuperar laautoridadquehabíaperdidoconaquellaprimerarespuesta.—Demasiada imaginación, querida Ana, te ha pasado siempre —siguió
hablando él—. ¿Te acuerdas de cuando eras pequeña? Llegaste a imaginarinclusoqueteníasunamadre.Cabrón.Hijodeputa.Monstruo.Elvómitosubióa labocadeAna.Perono
queríamatarlo.Noqueríasaltaryasfixiarloconsuspropiasmanos.Noqueríaclavarle mil veces un cuchillo. No quería dispararle en la sien y ver cómo
estallabantrocitosdecarne,huesoymasaencefálica.Dejándolotodoperdido.No.Queríallorar.Semordió la parte interna de lamejilla, apretando tan fuerte que empezóa
sangrar.Elsabormetálicocamuflóelamargordelabilis.—Tecambiasteelnombre.Erade laspocascertezasque tenían, se lo acababadeconfirmarRosaAxe:
veinteañosatrássuprimohabíasolicitadooficialmenteelcambiodeapellido,yasíconstabaentodaladocumentacióndesdeentonces.—IgnacioPachónMurillo.NacidoIgnacioBuenoMurillo.Ignacio.Ignasi.Nasi.Nani.NaniBueno.SuprimoNani.Elcaimánvolvióaenseñarlosdientes.—Pensé que seríasmás lista,Ana.Hacemucho que dejé de usar el primer
apellidodemipadre. ¿Cómo ibaa triunfar en la tele llamándomeBueno?Asíque lo cambié por su segundo apellido,muchomás único y original. Pero nisiquieraesofuistecapazderesolver.Sinitansiquieramereconocistecuandometuvisteatulado.Fueunodelosmejoresmomentosdemivida.Poruninstantecreí que ibas a hacer la conexión, pero ahí estabais, los dos superpolicías,creyéndoostodamihistoria,misnervios,mislágrimasporlasfotografíasquenoquería que salieran en la prensa del corazón. En el fondo, me sentí un pelíndecepcionado.Nopodíadejardemirarte.Tantosañosdespuésteteníatancerca.Ypodíahacercontigoloquequisiera.Peroesepelo.Elpelonegronotesientanadabien.Eras tanespecialdepequeña.Tanrubia.Parecíasunamuñequitadeporcelana.Anatragósaliva.Seconcentróenelpuntomásoscurodelinteriordesualma.
SeacordódeInés.Ypasóalcontraataque.—¡Qué pena todos esos espectadores! —dijo. Dejó la frase en suspenso,
balanceándoseenelaireentre losdos.Rellenóel tiempocaminandodespacio,hacialasillacolocadaalotroladodelamesadeinterrogatorios,frentealcaimán—. Te había costado mucho tiempo conseguirlos, primo. Mucho tiempopersiguiendo el éxito y la fama. Y cuando por fin te llega, te vas a un lugardondenovasapoderdisfrutarla.Aunque,quiénsabe,igualenlacárcelveíantuprogramaycuandolleguesallíseterifan.Yyasabesloqueesqueseterifenentérminoscarcelarios,¿verdad?«Buengolpe—pensóelcaimán—.Buengolpe.Peroyosoymáslistoquetú».
«Porquenotengomiedo.Ynotesirvedenadaamenazarme».
***ElportadordelodioprobólamuerteunanochedeSanJuan.Suimaginaciónyanoerasuficiente.Losplanesmeticulososydetalladosyanoeransuficiente.Losdibujosylosrelatosyanoeransuficiente.—Eres un maldito cobarde —le había dicho su padre varios años antes,
tambiénotramañanadeSanJuan—.¿Aestolellamashacerseunhombre?Había llegado a casa feliz por primeravez enmucho tiempo.En lasmanos
llevabaunapequeñabolsadeplásticoquelehabíarobadoasumadre.Eraunabolsa arrugada y vieja, con un gracias impreso en letras rojas. Las daban enQueviures Soler, la pequeña tienda de alimentación del barrio, y sumadre lasguardabaenuncajóndelacocinacomosifueranasacardepobresalafamilia.Eso era lo que le gritaba su marido cuando las lanzaba por los aires de unmanotazo. «¿Tú crees que esto nos va a sacar de pobres? Loca, que eres unaloca».Ellabajabalacabezayseencogía,esperandoelprimergolpe.PoresoelNaniselopensómuymuchoantesdecogerunadeesasbolsasdel
cajón, pero era la única manera de mostrarle a su padre su trofeo. La únicamanera de transportarlo hasta casa. Cuando entró en el pequeño piso, caminótriunfal hacia él, levantando orgulloso el brazo que sostenía la bolsa. La carailuminadaporunasonrisa.Sinembargo,supadreno levantó lavista,concentradoenalgúnpuntode la
pared, mientras por la radio un locutor iba narrando lo que pasaba sobre elcéspeddelCampNou.—Papá—ledijotímidamente—.¿Papá?Cuandoporfinsedignómirarle,elNaniestiróaúnmáselbrazo,comosisu
codosehubieravueltoelástico.Leacercólabolsatodoloquepudo.—¿Quéesesto?—Eramaravillosocuandoleprestabaatención,lomejordel
mundo—.¿Quéesesto, tehepreguntado?—Supadresonócortante,peroconciertacuriosidad,yesohizoalbergaralgunaesperanzaensuhijo.—Miraloquehehecho.Diounpardepasoshaciaél.Norecordabahaberestadonuncatancercadesu
cara.Nosinqueleestuvierapegando.Cogiólabolsaconlasdosmanosylaabrió,conteniendolosnervios.Supadre
miróelcontenido.Ylovolvióamiraraél.—¿Quécojonesesesto?—Sonócomounescupitajo.
—Hormigas—lerespondió,orgulloso—.Hormigasmuertas.Bueno,ytierraycosas.Hepuestounpetardoenelhormigueroy,¡buum!,hasalidotodovolando.—La perturbadora sensación de verlo saltar todo por los aires le produjo unplacer desconocido, una calma en su cabeza que no había sentido en muchotiempo—.Tendríasquehaberlovisto,papá,jo,québonito,cabíamipuñoenelagujeroenelsuelo,todaslashormigashan…Nopudoterminarlafrase.Elbofetónloestampócontraelsuelo.Tierra,trozos
dehormigasyrestosdepetardoseesparcieronporlasbaldosasdelsalón.—¿Un petardo? ¿A esto le llamas hacerse un hombre? ¿Contra unas
hormigas?Vuelvecuandoseasunhombre.HastatuprimaAnaesmásvalientequetú,yesoqueacabadenacer.Esperaaqueempieceaandaryverás.—Enlaradio, el locutor se desgañitó narrando el primer gol de la gran promesablaugrana, el jugadormás caro en la historia del fútbol. JohanCruyff.Setentamillonesdepesetas.ElpadredelNanirepitió¡gol!,¡gol!,¡gol!Yluego,comosiderepenteseacordaradeque suhijo seguíaahí tiradoenel suelo, lomiródereojoconcaradeasco—.Yrecogeestoantesdequeloveatumadre.No volvió amirarlo. Y el niño solo pensó que la próxima vez tendría que
hacerlomejor.Aldíasiguientesacódelabibliotecasuprimerlibrosobreasesinosenserie.
Losmás famososde lahistoria, asegurabael título.Yano tenía suficienteconsuspropiasfantasías.Necesitabaconocerlasdelosdemás.—¿Qué estás leyendo?—le preguntó su padre. Que se interesara por algo
suyo eraunanovedad tanmaravillosa en suvidaque las piernas empezaron atemblarlebajolamesadelsalón.¿Yquiénlohacemejordetodosellos?¿Quiéneselmáslisto?ElNaniniselopensó.—ACharlesMansonlededicandiezpáginas,peroeraunchapuzas,laverdad.
—Su padre le sonrió y eso envalentonó al niño, que siguió hablando,entusiasmado—:Yo creoque elmás listo es español, papá.Mira.—Señaló eldibujoa lápizdeunhombremediocalvo,de frenteancha, conbarba,grandesorejas—.ManuelBlancoRomasanta,aldeadeRegueiro,Orense,1809—leyó—.Lellamabanelafeminado,loquelehacíaganarselaconfianzadelasmujeresdelasaldeasenlasqueparabacomovendedorambulante.Matóadecenasdeellas.Mujeres.Ytambiénniños.Sedicequeelungüentomilagrosoquevendíaestabahecho congrasa humana.Cuando le detuvieron, dijo que el asesinono era él,sino el lobo en el que se convertía por la noche. «Durantemucho tiempo—volvió a leer— salí como lobo. Atacamos y nos comimos a varias personasporqueteníamoshambre».
—¿Yeseeselmáslistoparati?—Sí,papá.—¿Lopillaron?—Sí,alfinallodetuvieronylograronprobarnueveasesinatos.Locondenaron
amorir,pero la reinadeentoncessecreyó lahistoriadelhombre loboypidióquenolemataran.Murióañosmástardeenlacárcel.—Entoncesnoeselmáslisto,hijomío.Elmáslistoesalquenopillan.Elmáslistoesalquenopillan.Yparaquenolepillaran,tendríaqueprepararlomuybienlapróximavez.Fue dos años más tarde, nada más cumplir los doce. Tenía que ser algo
especial,unamuertequehicieradañoaalguien.Laoportunidadllegócuandolagatita de uno de sus compañeros de clase tuvo una camada. Él lo contó,orgulloso, a la hora del recreo. Para cuando salieron esa tarde lo habíaconvencidodequeledejarasubirasucasaaverlos.—Peromispadresnoestán—mostróciertaresistencia—ymedicenqueno
lleveanadieacasasinoestánellos.—Pero¿túnoqueríasquefueratuamigo?—Elniñoasintió,porquesielNani
seconvertíaensuamigoquizádejaríadehacerlelavidaimposible,quizádejaríaderobarlelamerienda,quizádejaríadehacerquetodosseburlarandesutripa,quizádejaríadehacerlesentirconstantementecomounmierda.Letendiólasllaves.Terceroizquierda,ledijo.—¿Ves?Asísomosamigos.Quédateaquíjugandoalfútbolconlosdemás,en
laplaza.—Hacíamesesquenoledejabanjugar,elNaninolopermitía—.¡Eh!—gritóalrestodeloschicos—.Hoyestejuegaconnosotros,dejadleentrarenelequipo.Yovuelvoenseguida.Loquelloró.Loquelloróaquelniñogordoygafotascuandodescubrióque
losgatosnoestaban.—Comoledigasaalguienquemehasdejadolasllaves,temato,telojuro,te
mato—leamenazóelNani.Los gatos aparecieron al día siguiente en el portal donde vivía Ana Arén,
metidosenunade lasbolsasdel supermercadodelbarrio, esas conungraciasestampado en rojo, abiertos en canal desde la garganta hasta la cola, con lastripasalaire.Faltabauncachorro,peronadiesediocuenta.EraelbotínqueelNani,orgulloso,lellevóasupadre.—¿Quéesesto?—Loshematadoyo.—Leoscilabalavozporculpadelmiedo—.Alosgatos.Elbofetónvolvióalanzarlocontraelsuelo.Elfríodelasbaldosasselemetió
enelcorazón.—Yalosabetodoelbarrio.Hasdejadodemasiadaspistas.Yencimasetenota
elmiedo.Noeresdignodeestafamilia.Sintióganasdemataraalguien.Matardeverdadaunserhumano.Aúntardócincoañosenhacerlo.
***
Saranuncaquisoverelodioensuhijo.ParaellaelNanierabueno,unangelitoregalado por Dios. Usó toda su fuerza de voluntad para creer que su maridopolicía había rescatado a ese recién nacido abandonado en el portal de unprostíbuloyquelaleypermitíaquequienseencontraraaunbebéseloquedase.Loqueocurriódeverdad,yquedescubrióRodolfo,elviudodesuhermana,elpadredeAna,nofueeso.—¿Mevaustedaextorsionartambién,comosucuñado?—¿Dequéestáhablando?—Rodolfonoentendíaquéleestabadiciendoese
médico—.Mire, yo solo vengo a verle porque las chicas tienenmiedo. Hagaustedloquequieraenesashabitaciones,peronolesrompaningúnhueso,ellasloúnicoquequierenestrabajar.Lasprostitutasno ibanaponerningunadenuncia,nadieen laEspañade los
añossetentapodríaimaginaraunaputayendoacomisaríaadecirqueunclientelahabíamaltratado, peroRodolfo sintió la necesidadde ayudarlas, de intentarparar losexcesosdeaquel ricachónalquese lehabía ido lamanodemasiadasveces, hasta incluso —eso decían algunas, muertas de miedo— hacerdesapareceraunpardeellas.—Ustedeselviudo,¿verdad?—Elginecólogo lomirócon interés,comosi
fueraunespécimenrarodecucaracha—.Elviudodelaembarazadasecuestradayasesinada.Heleídosuhistoria.Mire,siquiere,encuantoseaposible,ledoyunbebé. Como el de su cuñado. No podrá recuperar a sumujer, pero tendrá unbebé,yquiénsabe,mujeresbuenashaymuchasporahí.Cáseseprontoyolvideestapena.Entoncesloentendió.Entendióporquénorecordabahabervistoembarazada
a su cuñadaSara, opor quéno les avisódel partohasta una semanadespués.«Eraparanomolestaros—seexcusóentonces—,nomeencontrababienynoqueríadarosmástrabajo».—¿MicuñadoErnestoloextorsionó?—¿Nolosabíausted?—Elmédicomiróalpolicíaconcarade incredulidad
—.Asíqueustedeselbuenodelafamilia.Bravo.Unaplausoparaelseñordonrecto.Perosí.Ernesto,elmaridodeSara,lohabíaextorsionado.«Sirobaunbebéparamí,nuncacontaréqueselevalamanoconlasputasy
quemásdeunaacabaenelhospital,olahistoriadeesapobrequeacabómuerta.Ustedesricoymédicoytieneunareputación,peroyosoypolicía,estoyenlabrigada de lo social, y ya sabe lo que significa eso, ¿verdad? Solo tengo queextenderelrumordequeescomunistayennadalotenemosenlossótanosdevíaLayetanabienmoliditoapalos.Oalgopeor».YasíconsiguióalNani, robándoloasuspadres,separándolodesuhermana
melliza.Sara ni siquiera se dio por enterada cuando Rodolfo les echó en cara la
historia a ella y aErnesto.Cerró los ojos, cogió a su familia y semarchódelbarrio.Lejosdeallí,lafelicidaddurópoco,apenasunpardeaños.Ernestomurióde
un infarto trasescucharungoldelBarçaen la radio.Podíaparecerunabuenanoticia, al fin; ella y elNani liberados de los golpes y los gritos. Pero sin unsueldoencasa,sobrevivirfuedifícil.Además,prontotendríaotrapreocupación:el Nani estaba enfermo. Los primeros síntomas aparecieron tras cumplirdiecisieteaños.—Quéricalacenadeanoche,mamá,peromequedédormidoenelsofáyme
perdíelfinaldelapelícula.¿Melacuentas?—¿Anoche?Perosinocenasteencasa.Saliste.¿Noteacuerdas?Élsonrió,condescendiente.—¡Mamá!—exclamó—,aversiestásperdiendoyalamemoria,conlojoven
queeresyloguapaqueestás.—Alargóelbrazoparaacariciarlesuavementelacara—. Salí antes de ayer. Anoche nos quedamos en casa los dos. Cenamosjudíasverdesconpatatas.¿Noteacuerdas?Era verdad. Pero Sara recordaba perfectamente haberlas comido ella sola y
despuéshaberguardadolasquesobraronenuntupper.Unratodespuésseatrevióairalacocinayaabrirlanevera.Muydespacio,
casisinperturbarelaire,paraqueélnolaescuchara.Nopodíaser.Elrecipienteconlaverdurahabíadesaparecido.Miróenelarmario.Estabaensusitio,limpio.Igualeraellalaqueseestabavolviendoloca.Variosmesesdespuésvolvióaocurrir.Eradomingo.Alvolverdemisa,Sara
hizopaella,peroelNanillegótardeyelarrozsepasó.—No sabes la maravilla que fue ayer despertarme con el olor del sofrito,
mamá.Esoresucitaaunmuerto.Estabatancansadoquenomehubierapodidolevantaraunquecayeraunmisil.Perotupaellaesmilagrosa.Sí,sí,asintióSara,sinatreverseacontradecirasuhijo.¿Ysitieneuntumor
enlacabeza?Tambiénesavez,comoparatantasotrascosasensuvida,decidióconfiarenDios.AbriólaBibliaconmanostemblorosasybuscóinspiraciónenellibro de Job. «Hubo en tierra deUzunvarón llamado Job; y era este hombreperfectoy recto, temerosodeDiosyapartadodelmal».Enelmargen interno,anotados fechasa lápiz, con letraprietay temblorosa.24-06-1979,miércoles,horadecenar.18-02-1980,domingo,mediodía.Será que le ha sentadomal algoqueha comido.Será que tieneunpocode
fiebre.Seráquehadormidopoco.Seráqueestáenamorado.Seráquetienealgúnproblemaynoquierepreocuparme.Con el tiempo seríanmás. Casi una veintena. Junto al Santo Job, Sara fue
anotando,sinsaberlo,losversículosdeundemonio.Y así pasaron los años, mientras los márgenes del libro de Job se fueron
llenando.
***Afinó sus instintos. Pulió sus métodos. Abrillantó su imaginación. Deseó.Esperó.Templósuira.Fuedesarrollandofantasíasdedominaciónytortura.Peronoestuvolosuficientementepreparadohastaqueconsiguióhacerdesaparecerelmiedo.Elportadordelodiomatóporprimeravezunanochede1979.Ydescubrióla
maravillosa sensaciónde imponer enotro ser humano esemiedoque él yanosufriríanuncamás.Teníadiecisieteaños.
***
Miprimeravezfueconungordoasqueroso.Teníasquehaberlovisto,prima,tehubieradadoascoinclusoati.¿Cómoalguiennopuedecontrolarse?Cadavezqueme lo cruzaba por la calle estaba comiendo. Era un ser débil.Me costócortarlo,elcuchillodelpannosirveparalacarnecruda.Ytampococreasquecortabienlagrasa.Esefuemiprimererror.Uncuchillodesierranosirveparadescuartizaruncadáver.Pero,dejandodeladolosaspectosprácticos,fuemejorqueenmisfantasías,
aunquetambiénmásrápido.Terminódemasiadopronto.Mi padre habría estado orgulloso, seguro, pero nunca se lo pude contar.
Habíamuertounpardemesesantes.
***Elportadordelodio era tambiénelportadordel ego.Pero, al contrarioqueelodio—quesenutresolo,comounparásito—,elegonecesitadelosdemásparacrecer. Quería ser famoso. Hizo cursos de teatro, de improvisación, deexpresividad corporal. Obligó a su madre a trasladarse con él a Madrid. Sepresentóatodosloscastings.Cuandoyaempezabaadesesperarse,ledijeronqueteníaunasonrisamuybonita—conquistadorafuelapalabra—,peroquelanarizlehacíaparecerdesagradable.Sunariz.Era evidente que esa nariz no iba a convertirse en un obstáculo. Y ya que
pasabaporquirófano,seaumentólospómulos,elevóunpocolosojosylimólabarbilla. Cuando ocho semanas después por fin se vio en el espejo, no sereconoció, pero le fascinó la imagenque le devolvía aquel cristal tintado.Fueentonces cuando también decidió cambiarse el apellido para empezar de cero.Renacer a los veintiocho años. Y a partir de ese momento todo mejoró.Consiguió su primer trabajo en televisión. Encadenó contratos. Fue ganandoprotagonismo. Y empezó a salir en las revistas, auténtico termómetro delfamoseo. La primera vez fue apenas una mención en un pie de foto. «Lapresentadora Esther Marquina acompañada del equipo de su programa en lafiesta de inicio de temporada». Pero ahí estaba, su cara, sonriente, en el ladoderechodelafoto.Tandeladoquelehabíancortadounodelosbrazos,aunquenoimportaba.Yaestabadentro.Soloteníaqueseguirconstruyéndoseunavidaapetecibleparalasrevistas.Secasóconunamujerquequedabaperfectaenlasfotografías y las alfombras rojas. Pero le costó triunfar, triunfar de verdad.Consiguió su primer programa con cuarenta años. Y le ofrecieron el primercontrato de cadena. Era el nuevo presentador estrella. Entonces le compró unchaléasumadreconservicioincluido,paraquenolefaltaradenada.Apesardequeera—siemprelopensó—unapobredébileinculta.Duranteuntiempoelcaimánsevolviócasihumano.Sellegóacreersupropia
mentira.Mientras su éxito estallaba, la necesidad de hacer sufrir a los demásbajólaguardia.Hastaquereconocióporlatelealamalditaniñarubiamimada.
Suodioactuóconrapidez.Losañosdeprácticahicieronelresto.Yentonces,porprimeravezensuvida,suodioysuegosealinearon.Ibaa
prepararparaellaalgogrande.Inmenso.Suobramaestra.DedicadaúnicayexclusivamenteaAnaArénMurillo.
***
Noibaapoderderrotarlo.Llevabamásdeseishorasahídentro,luchandocuerpoacuerpoconaquelmonstruo,yAnanotabacómoleescocíantodaslasheridasque él le había infligido. El caimán logrómorderla varias veces.Y ella no lehabíasacadonada.«Nunca dejes que un detenido sepa algo de ti.Nunca.Que no te lea, no le
muestrestusemociones,nopermitasqueveatusfortalezas,porquetambiénverátuspuntosdébiles».PeroestavezélsabíademasiadosobreAnayAnaseveíaincapazdeseguir
luchando.Agotada,saliódelasaladeinterrogatoriosyordenóquelobajaranalcalabozo.Unashoras.Aversiconseguíaponerloalgonervioso.Salióatomarelaire.Arecuperaralgolacordura.Algoseleescapaba.«Estabasmejorrubia».Bum. El corazón de Ana se paró un tiempo que pareció eterno y luego le
estallóenelpecho.Esoera.Porahípodíapillaralmonstruo.Entrócorriendoeneledificiopolicialysubiódetresentreslosescaloneshastalasaladesuequipo.Otra vez empezó a gritar cuando aúnnohabía entradopor la puerta, desde lamitaddelpasillo.—Barcelona ¡Barcelona! Mirad Barcelona. 1980 —resopló, tentada de
apoyarseenlamesadelagenteDelgado,perosemantuvoenpie,recuperandolapostura y la respiración lo más rápido que pudo. Su equipo la miraba sinentender—.Aúneraterritorionuestro.Delapoli.Barcelona.Enelañoochentamásomenos.Miró a esos hombres y mujeres. Parecían paralizados. ¿Por qué nadie
reaccionaba?—Jefa.Jefa.—Tuvoqueescucharlodosvecesparaserconscientedequese
dirigíanaella—.Jefa,¿québuscas?,¿quépasa?Ana exhaló una bocanada de aire tan larga como su angustia. Intentó
serenarse. Tenía que convencer a su equipo de lo que pretendía hacer. Debía
lograrquecreyeranenella.Lescontócómopensabaderrotaralmonstruo.—Llamad a quien haga falta. Despertad a quien sea necesario. Pero
encontradla.Encontradla.Tienequeexistir.Porprimeravezensuvida,Anarezóparaquehubieranasesinadoaunaniña.
«Quehayaunaniñamuerta,quehayaunaniñamuerta,porfavor».Porquedeesaniñadependíatodo.
54—Subídmelootravezdelcalabozo—ordenóAna,casicuarentayochohorasytresinterrogatoriosfrustradosdespuésdehaberdetenidoaIgnacioPachón.—Notehadichonadahastaahora,¿verdad?—PalomaMarco,laforense,no
había podido resistir la tentación. Tenía que ver con sus propios ojos alresponsable de todos aquellos cuerpos destrozados a los que había tenido quehacerlaautopsiaunosdíasantes.—Nada—reconoció,dolida,Ana.—¿Creesqueestetiempoenlaceldalehabráservidoparareflexionar?—No—lecontestóAna—.Ven,vamosaobservarlodesdeelespejo,averqué
teparece.EncuantoIgnacioPachónentróenlasaladeinterrogatorios,lasdossupieron
queAnateníarazón.Eraunpsicópata.Demanual.—Míralo,elcabrón—soltóPaloma,reprimiendounsilbido—.¿Enserio?—Enserio—contestóAna,envozbaja,sinpoderdejardemirarlasgrietasen
lapiel—.¿Dequétecreessinoquesonesasmarcas?¿Dequépodíanser,sino?,pensóAna.Lasmarcasdeunanimal.
***
Elplacerdeoírlosgritarenelhuecodelascensormientrascaen.Elplacerdeescuchar sus cuerpos estrellándose contra el fondo del foso. Partiéndose.Reventando.Dejándolotodoperdido.El placer de hacerle tragar unas fichas de plástico porque creyó que si lo
hacíasaldríavivadeallí.Laincredulidadensusojoscuandofueconscientedeloqueleibaapasarydequiénseloibaahacer.El placer de coger esa nuca, estrecha y joven, y rodearla con los dedos
sabiendo que si aprietas un poco más la presión llegará hasta las vértebrascausandoundañoirreparable.Lamuerteincluso.Peronolaquieresmuerta.No
todavía.Porquelavasaahogar,lentamente,haciéndolasufrir.Elplacerdeescogeralasiguientevíctima.Cuandoporfinlohaces,sientesmariposasenelestómago.Esapersonanolo
sabe,peroyaestámuerta.Laves tomarcafé,hacer lacompraosubirseaunautobússin serconscientedequeestádesperdiciandoen tonterías losúltimosmomentosdesuvida.Matar teacercaaDios.Nuncavasaestar tancercadeparecerteaundios
comocadavezqueescogesaunavíctimayteconviertesendueñodesudestino.Y nunca serás más poderoso que cuando la tienes delante y juegas con ella,dándoleesperanzadevezencuando,paradespuésaniquilarcualquier ilusióndesupervivencia.Y,si tienes tiempo,volveraempezar.Hastaque ladestruyesporcompleto.Primerosualma.Después,sucuerpo.Nadaescomparable.Nada.Bueno,sí.Tumiedo,queridaprima.Esohasido
muchísimomejor.AunqueInésmelohabíapuestomuydifícilenesodehacertesufrir.Perocreoquelahesuperado,¿verdad?
***
Ana y Paloma se pegaron al espejo de doble cara para verlo mejor. IgnacioPachónteníatodalapartederechadelacarallenademarcasirregulares,quelehundíantrocitosdepieldesdelamandíbulahastalafrente.—Eslaprimeravezqueveoalgoasí.—PalomamirabaaAnaenbuscadela
confirmaciónaloquesospechaba.—Bueno, de vez en cuando también pasa con algún borracho. Pero —
reflexionó—nuncaconundetenidoporalgúnasuntomayor,ymuchomenosporasesinato.—Sehadormido.—Eltonodelaforensecasiparecíadeadmiración.—Tan tranquilo. Se ha echado un sueñecito en el suelo de hormigón del
calabozo.—Leda igual.—Palomanopodíacreerse loqueestabaviendo—.No tiene
miedo,Ana.Novasaconseguirqueconfiese.Losabes,¿verdad?Amenazaraunpsicópatanosirvedenada.—Losé.Voyatenerquementir.Ana entró en la sala de interrogatorios decidida. Solo tenía una carta y
necesitabajugarlabien.—¿Hasdescansado,primita?—laretóélnadamásverla.
No. No había dormido. Llevaba dos días casi sin dormir. Y notaba elcansancio y la ansiedad aplastándola hacia el suelo, encogiéndola física yemocionalmente.Soloesperabaqueélnosedieracuenta.Mintió.—Mejor que tú, seguro.—Hizo un leve ademánde desperezo—.Acabo de
llegardecasa.—Fingióestardistraída—.Mehadadotiempoinclusodedarmeunabuenaducha.Tú—lomiró—¿hasdescansado algo?Llevas casi dosdíasaquí,yestonoesprecisamentecómodo.Sientoquenotengamosloslujosdeloshotelesalosqueestásacostumbrado.Silencio. Parecía que estuviera pensando una respuesta. Pero no era eso.
Estabadeleitándose.Observandoalapresaalaqueyasabemuerta.—Hombre—contestóél—,podríais tener loscalabozosmejorequipados—
sonrió, con ironía—, pero nome quejo, comomuchome quedan veinticuatrohorasmás.Mañanaestarédurmiendoenlacamaamedidademimansióndedosmillonesdeeuros.Anaguardósilencio.—Hasmalgastadodosdías,prima.Yanomequedanadaparasalirdeaquí.
***
¿QuépodíahacerparasuperaraInés?Porquesugolpehabíasidobrutal.Tuamiga,queridaprima,habíaresultadoserunmonstruo.Ytúnotehabíasdadocuenta.Mientrasestabasdebaja,conseguíqueme invitarana la fiestade losÁngelesCustodios,patronesdelaPolicía.Ruipérezestuvoencantadodehablarconmigo.Siemprelesencantacharlarcongentedelatele,queleshagascaso.Prontosaliótunombre.Leayudéadesahogarse.Teodiadeverdad,¿losabes?Unodioquelohaconvertidoenunserácido.Mecontómuchascosassobreti.Yentonceslesugeríque,aturegreso,temandaraahomicidios.—¿Homicidios?—mepreguntó—.Perosiesoesunascenso.—Noaguantarálapresión—lecontesté,sonriéndole—,podrásdestrozarla.Porque homicidios es donde yo te necesitaba para el plan que tenía en la
cabeza.También necesitaba a Nori en otro sitio. Tu perro fiel tampoco lo estaba
pasandobien,perotúteencerrasteycreísteserlaúnicaquesufría.Asíquelediunasalida.Lepropusealacúpuladelacadenaquelocontrataracomodirectordetecnologíayseguridad.Ibaaserdivertidoveraquiénleseríamásfiel,siaquienlepagabalanóminaoasuantiguajefa.Inés.Mehabríaencantadoiraverlaalacárcel,mirarlaalosojos.Peroera
demasiado arriesgado. Le escribí una carta, muy corta, un cebo. Picó elanzuelo. Y nos carteamos durante meses. ¡Qué bonita es la correspondenciapostal!Ycuántomecontósobreti.Túlatraicionaste,ladelataste,portiestáenlacárcel.Noteloperdonaránunca.Graciasaellaconocítusmiedosytusobsesiones.Pudediseñarunplanatu
medida.Séquetedanpavorlosascensoresdesdequecondiezañostequedasteencerradasolaenunmontacargas,aoscuras,durantemásdemediahora.Séque tienes terror amorir ahogada porque un día no pudiste reanimar al hijopequeñodeunosamigosquehabíacaídoenunapiscinasinquenadiesedieracuenta,yquedesdeentoncesenmuchasdetuspesadillastefaltaelaire.Séque,antes de ser asesinada, tu madre te estaba enseñando a leer jugando alScrabble, y que desde entonces no soportas ver las fichas. Sé que tienespesadillas en las que caes al foso donde están enterrando a tumadre, y quesiguescayendoycayendoporqueelagujeronoacabanunca.¡Ah!, y en una entrevista leí que si no hubieras sido policía, te habría
encantado ser artista. Pintora, dijiste. Así que te ofrecí mezcladas tus dospasiones.Lapinturaylamuerte.¿Tedascuentadelobienquelohepreparadotodo?Yofuiponiendolasmigasdepansobretupiel.YotellevéalCarquinyoli.YotellevéaInés.Yotellevéaesanaveindustrial.
Yotellevéaeseplatódetelevisión.Yotellevéaesoscuatroancianos.Fuetanfácilsaberaquiénodiaban.Nosruborizamoscuandohablamosdeamor,peroelodio,¡ay,elodio!,nosencantacompartirlo.Yyotellevétambiénalmuroenelqueestásahora,aesasseisvíctimassin
relaciónentreellas.Unrompecabezasquenotienesolución.EldescréditoparaAnaArén.Elgolpefinalparaque,humillada,abandoneslaPolicía.Porquenotienesnada.Nada.
***
—No tienes nada contra mí —insistió el Nani—. Ni lo tendrás. —Seguíatranquilo, relajado.Había apoyado la cabeza sobre sumano derecha, como siestuviera conversando con un amigo en alguna cafetería, hablando de cosasintrascendentes.—Porquetú,tú…nohashechonada—lecontestóAna,intentandoaparentar
lamismatranquilidad.—Hombre—sonrióél,denuevo—,esoesfísicamenteimposible.Nisiquiera
loscadáveresdejandehacernada.—¿Lodicesporexperiencia?ElNanicalló.Anahabíaestadoapuntodepillarloenunrenuncio.Entonces
se preparó para hacerle creer que sacaba toda la artillería, todo lo que teníacontraél.Extrajoseisfotografíasdeunacarpetamarrónquehabíadepositadoenelextremoderechodelamesanadamásentrarenlasala.—¿Conocesaalgunadeestaspersonas?Extendió con los dedos, para que quedaran bien a la vista, las imágenes de
EstherFraga,RosemaryZocca,TomásMendoza,MiguelÁngelMalabar,MartíAcostayMónicaSpinoza.—¿Quiénnolasconoce?—respondióél,conabsolutatranquilidad—.Llevan
días en todas partes. Si no tienes otra cosa en esa carpetita, déjame bajar alcalabozo,quetengounpocodesueño.Pero Ana lo tenía. Su apuesta al todo o nada. Un golpe casi a ciegas,
confiandoensuinstinto.—¿TeacuerdasdeLucía?—intentósonarconfiada.Sobrelamesasedeslizóotrafotografía,laimagenenblancoynegrodeuna
niña.Eradepocacalidad,unacopiadeunacopia rescatadadel archivodeunperiódicodetreintaysieteañosatrás.Loúnicoquehabíanpodidoencontrarentan poco tiempo. La pequeña sonreía orgullosa, vestida de primera comunión,posandoconunapequeñacajadenácarqueimitabaalaBibliaenlasmanos,unrosarioagarradoentrelosdedosyunlargovestidoblancoqueyainclusoenesaépocaestabapasadodemoda.—Teacuerdas,¿verdad?—ledijoAna,trasunossegundosdesilencio.Sacóotraimagen,ladeunaniñamuertajuntoaunasvíasdeltren.Lasangre
resecahabíapegadoelvestidoblancoasuspiernas.—Recuerdascómotehizosentir,¿aquesí?ElNaniclavólosojosenlasfotografías.Fuelomáscercaqueestuvoensu
vidadevolverasentirmiedo.YentoncesAnalosupo.Lotenía.Teníaalcaimán.Teníaalmonstruo.
***
Undíaantes—Sabéisqueunasesinoenserienosecreadelanochealamañana—leshabíaexplicadoAna a sus agentes el día anterior—.Primeroodia.Después imaginamanerasdetorturarymatar.Pruebaprimeroconanimales,ymástardeseatreveconunavíctimahumana.Laprimeraesunensayo,unaprueba.Lasegundayasignifica más para él, es más especial. Por eso creo —los miró con toda ladeterminacióndelaquefuecapaz—quenuestrodetenidopodríahabermatadoaunaniñarubiaenBarcelonaalrededordelaño1980o1981.Deunosochoaños.—«Porque yo era rubia, y me odiaba», pensó, aunque no lo dijo—. Buscadcrímenessinresolverdeaquellaépocaqueencajenconeseperfildevíctima.Ysí.Resultóquesíquehabíaunaniña.Yquetambiénhabíaunaprueba.La
niña teníaochoaños.Cuandodesapareció, llevabapuestoelvestidoblancodelosdomingos.Suspadreshabíanentradoen la iglesia—todos losdomingos,alas doce, iban a misa—, pero Lucía era demasiado pequeña para aguantarcincuenta minutos quieta en un banco, así que le permitieron salir a loscolumpiosquehabíaenelcentrodelaplaza,dondejugabanelrestodelasniñasdel barrio vigiladas por algunos padres que así tenían la excusa perfecta parafaltaramisa.PeroLucía se esfumó.Ynuncamás se supo de ella.Nuncamás, hasta que
alguienvioun trozodevestidoblanco enganchadoenun arbusto cerca de lasvíasdeltren.Yeltrozodetelallevóhastaunzapato.Yelzapatohastaelcuerpodeunaniñadeochoaños.«Lahanasfixiado—dijolapolicía—,apenassufrió,nohayrastrosdeviolación».ALucíalaenterrarondosdíasdespués.Suvestidoquedóolvidadoenunacaja,juntoaotrasmilesdepruebas.AúnfaltabandiezañosparaqueenEspañaseempezaraausarelADNenla
resolucióndelosdelitos.Peroahorasíquepodíanhacerlo.—No tenemos laboratorio forense en Barcelona. —Rosa Axe empezó a
ponerleimpedimentosaAnayasuideadesacarADNdeunvestidoquellevabacasi cuarenta años almacenado como prueba—. La competencia es de losMossos.Hayque seguir los cauces oficiales.Y eso lleva tiempo.Nosotros nopodemosanalizarelvestidodeesaniña,tenemosquepedírseloaellos.—Sé quién puede. Sé quién me hará el favor —le contestó Ana—. Id
preparandoelpapeleo.Yomeencargodeacelerarlascosas.YJosepGual,elforenseencargadodelcasodelachicadellago,elquepusoa
Anasobrelapistadeunasesinomúltiple,volvióadecirquesí.Aunqueestavezellatuvoquecontarlelaverdad.
—Pormuchaprisaquemedé—lecontestó,alotroladodelalíneatelefónica—, esto va a tardar cuarenta y ocho horas. Un poco menos si le meto caña.Podríatenerlomañana.—Porfavor,todolorápidoquepuedas,Josep.—Lointentaré.Mándameurgentelamuestradeldetenido,paracompararlas.QuizálapruebanolellegaraatiempoparallevaralNanianteeljuezconalgo
sólido antes de las setenta y dos horas que le permitía la ley tener a alguiendetenido.Asíquenolequedabamásremedioqueganartiempoymentir.Soltarunfarolcomounacatedral.Aladesesperada.Silapillaban,seacabóel
juego.Pidióquefueranaporsutía.Quelallevaranacomisaría.Mientras,Anahizo
unallamada.—Buenosdías,señoría.—Pero hombre, benditos los oídos, Ana Arén. Benditos los oídos de este
pobre juez instructor al que ya no le consultas ni las detenciones que tienesprevistohacer.—AnacreyódetectarunlevedejedeironíaenlavozdePéBé.—Señoría —intentó usar un tono más formal—, ya sabes cómo van estas
cosasycómoseprecipitanloscasos.—Y también séquehaypolicías a lasque lesgusta ir demasiadopor libre.
Estecasoesdemasiadograve,Ana,comoparaquevayasatubola.Hageneradomuchaalarmasocialdesdequeenlasúltimashorassehafiltradoquetodaslasmuertes están relacionadas (por cierto, ya hablaré más de porqué tardasteveinticuatrohorasendecírmelo),yqueeldetenidoesunfamosodelatele—lecontestóél—.¿Túsabeslaquehayliadafueradelacomisaría?—Algome han contado los compañeros—siguió contestando ella, solícita,
necesitabaaPéBédesuparte—yseoyenlosgritosdesdeaquí.HatenidoqueintervenirlaUIP,parasepararalagente.—Losquelecreenasesinoylosquelodefiendenamuertepeleándoseantela
comisaría.Menudoejemploparalasociedad—reflexionóeljuez,asqueado.—Bueno,yasabes,essiempreasí.Oye,tellamoporunacosa.—Yameextrañabaamíquemellamarasparaponermealdía.No,claro.La
inspectorajefaAnaArénsolomellamaparapedirmecosas.¿Tratasasíalrestodelosinstructores?—Por favor—suplicó Ana—, déjame que cierre este caso y luego ya me
flagelas.PéBé,necesitounaordenjudicialparaunregistro.—¿Dequién?—Delamadredeldetenido.
Noledijoqueerasu tía,ni,porsupuesto,queeldetenidoerasuprimo.Yahabría tiempo. No quería que la retiraran del caso. Aunque sabía que luegohabríaconsecuencias.Peroteníaqueacabarloquehabíaempezado.Aquelloeraalgopersonalcontraella.—¿Estás loca? ¿Quieres ponerla a ella también en el disparadero? ¿Ocrees
quehatenidoalgoquever?—Creo que la madre es la clave para derrotar a Ignacio Pachón. Y creo
tambiénquelapruebaqueloincrimineenlosasesinatospuedeestarensucasa.YPéBélefirmóelmandamientodeentradayregistroendomicilio.Partedel
equipo de Ana se pasó esa mañana y casi toda la tarde hurgando en cadacentímetrocuadradodelamansióndeSaraMurillo,palpandoparedes,techosysueloparaencontraresconditesdisimulados,vaciandocajones,tomandohuellas.Consiguierondocecajasconpruebasquefuerondirectasallaboratorioforense.La voz corrió rápidamente y las puertas de la casa se llenaron de cámaras detelevisión, periodistas y unidades móviles, que emitieron horas y horas deprogramaciónendirecto.Losíndicesdeaudienciasedispararon.Traselregistro,yabienentradalanoche,losagentesllevaronalaancianaa
comisaría.—Graciasporvenir,tíaSara.Muchasgracias.—¿Cómoestámihijo,quélehashecho?—gritóellaencuantolavio.—Tía, por favor. —Ana intentó calmarla, pero el entorno, esa sala de
interrogatorios,noayudaba.—Nomellamestía—chillólaanciana—.Noseteocurrallamarmetíanunca
más. Con lo que yo te quise. Estuve en tu nacimiento. Enterré a tu madreprácticamenteconmisdedos.Tequitédelasmanosuncuchilloconelqueibasamatarteenelfuneral.Oshicelacomidaparaquetupadreytúnoosmurieraisdehambre.Estásvivagraciasamí.¿Yasímelopagas?—Noservíadenadahablar.Niintentarcorregiraesamujer.Nidisculparse—.SiempretuvisteenvidiademiNani.Siempre.Porqueélteníamadreytúno.Rataenvidiosa.—Dejóquefuerasoltandolarabia.Quefueradeshinchándosecomounneumáticoalqueselehaclavado un trozo de cristal—. Por eso nos tuvimos que ir del barrio. Por laenvidia. Porque tu padre no soportó quedarse viudo y ver que yo tenía unafamiliafeliz.—Tía,tengounaduda.—AnaaprovechóunapausaenelrelatodeSarapara
aflojarlatensióneintentarresolverunadelaspiezasquenoencajabanentodaestahistoria: la fechadenacimientodelNani—.Losdatos en el registro civilindicanquetuhijonacióel25demarzode1963.Pero¿pudohabernacidouna
semanaantes?LosojosdeSaraardieronaúnmás.Elodioibaasacárselosdelascuencas.—¡Erescomotupadre!—gritólaanciana—.¡Comoelmalditodemicuñado!
Quieresdestruiramifamilia.
***Barcelona,1963ElNanihabíanacido,enrealidad,el18demarzode1963,unasemanaantesdeloquedecíanlospapeles.ElmaridodeSaralollevóacasalamismanocheenlaqueseloentregaron.Ellanoeratonta,aunquesehizolaciegaylasorda,perotuvomiedo de llevarlo al registro civil enseguida. Dejó pasar una semana. Yentoncescontóquehabíatenidoalniñoencasayquehabíaestadoenlacamaese tiempo. La versión fue respaldada por su marido, policía de la temidabrigada de lo social de la jefatura de Barcelona. El funcionario que hizo lainscripciónoficialbajó lacabezaehizoverquecreíaapies juntillas loque lecontabaesematrimonio.Yasí,aesebebénuncaselerelacionóconsuhermanamelliza,hastaquecincuentaydosañosdespuésundetectiveprivadoconsiguióeldiarioprivadodelginecólogoquehabíaasistidoelparto.Unsegurodevidaporsilepasabaalgoaéloasufamilia.Unalistadetodoslosniñosrobadosensuhospital.Ydetodaslasfamiliasqueselosllevaron.«Lahembra,aMadrid,con el doctor Valentín Garcés. El varón, en Barcelona, con Ernesto Bueno,policíadelabrigadapolíticosocial».Losmellizosnuncaseconocerían.Nuncaataríancabos.Almenos,esopensabanquieneslosrobaron.
***
—Tía, escúchame —Ana no podía seguir perdiendo el tiempo—, tú puedesayudara tuhijo.Séqueélnotienelaculpadenada.Quelavidahasidoduraconvosotros.Queéleraunniñobuenoyquetúsiemprelohaseducadocontodoelamordelmundo.—Yonohequeridoanadiemásqueaél—lainterrumpiólaanciana—.Desde
quemelotrajomimarido,nuncahetenidocorazónparanadiemás.Estodamivida.—Yporesotepidoqueleayudes,tía.Ayúdalo.
Llegabaelmomentodelfarol.Avidaomuerte.—Mira.—Lemostróunafotografía—.¿Vesestevestido?Esdeunaniñade
ochoañosasesinadaen1980.EnCornellà.Oshabíaismudadoavivirporallí,¿verdad? Escúchame bien, Sara. Acabamos de encontrar restos de ADN. Y,adivina, son de tu hijo. Por todo el vestido. Él la mató. —No. No. No. Porprimeravez,Anavio cómo su tía empezaba a perder el control.Nopodía serposible.Miqueridopequeño.Unaniña.No—.Y,comosabrás,Sara—mintió,con todo el descaro del que fue posible—, los asesinatos no prescriben. Yademás, siendounaniñapequeña levaacaer laprisiónpermanente revisable.Cadena perpetua.No va a salir de la cárcel con vida.O quizá lomaten en lacárcel, porque ya sabes que los asesinos de niños son los prisioneros másodiadosporelrestodelosinternos.Ynohacefaltaquetedigaquetuhijoiríaalpabellóndelosmáspeligrosos.Saraseguíasinhablar.Solonegabaconlacabeza.Anaibaaasestarlelaestocadamortal.Laquedecidiríaelcaso.—Pero,enconsideraciónaquesomosfamilia,teofrezcountrato—mintió,de
nuevo—. Me olvido de este vestido, me olvido de esa niña y de que heencontradoADNdetuhijo.Vuelvoaenterrarelcasobajotreintaañosdeolvido.Perotengoqueresolvereste.Tengoqueresolverlamuertedeseispersonas.Tuhijo podrá salir de la cárcel en diez o quince años y tú aún estarás viva paradisfrutarlo. Además, ya sabes cómo tratan en prisión a los asesinos de niños.Mejorentrarcomoasesinoenserie,seganaráelrespetodetodos.Hizounapausa,paraquesutíaasimilarabienloqueleacababadedecir.—Túeliges,tía.Tardóvariashorasendecidirse.
***
—A ella la codiciaste, ¿verdad? —le escupió Ana al Nani. Era el quintointerrogatorioalquelosometíaencuarentayochohoras—.Aesapequeñaniñarubia.Lucía.Tardarondocedías en encontrarla, perono te voy a hablar de laangustiadesuspadresporquetúnoerescapazdesentirnadadeeso.Tevoyahablardelopocooriginalqueeres.Tecreesmuylisto,perootroslohanhechoantesquetú.Noeresmásqueuncopión.—Esbozóunasonrisaquemezclabalarepugnanciaconeldesprecio—.Cumpleselmanualdelperfectopsicópata.Eressolounodelmontón.Elcaimánseguíaimpávido.Sinparpadear.
—Haprescrito—dijo,alfin—.Elcasodeesaniña.¿No?Esunasuposición.Lafotografíapareceantigua.Yodiríaquedelosañossetenta,uochenta.Ylosasesinatosprescribenalosveinteaños.—Sí,tienesrazón.Veoqueestáspuestoenleyes.Pobre,tumadre.—Hizouna
pausa, degustando lo que iba a decir—.Pobre, tumadre, con un hijo asesino.QuizánotepuedaimputarelcasodeLucía,perosímuchosdelosdellibrodeJob.—Éllamiró,sinentender—.Ymenudaironía—apostillóAna—,todostuscrímenesanotadosenlahistoriabíblicadelhombrebuenoquesufreydelmalofeliz. ¿Te suena?¿No?Bueno,ya tendrás tiempoen la cárcel.De leerla.Ydereleerla.Hastaquetelasepasdememoria.Salió de la sala de interrogatorios, dejándolo solo, cociéndose en su propia
mentira.
***Adecirverdad,Sarano lehabíahabladodel librodeJob,pero loencontraronduranteelregistrodelacasa.Veintitrésfechas,quesesucedíanalritmodeunaalaño.Ahorasoloteníanqueencontraralasvíctimas.
***
Unmensaje parpadeó en elmóvil deAna. «Los restos biológicos del vestidoestánmuydeteriorados.Heintentadoprocesarlos,peroesimposible.Losiento»,leescribióJosepGual.YAnasesorprendiópor lacalmaconlaquerecibió lanoticia.Dehecho,dabaigual,porqueelcrimen,efectivamente,habíaprescrito.Yporqueteníaalgomuchomejorcontraaquelmonstruo.Volvióaentrarenlasaladeinterrogatorios.—Recuérdamecuándotecasaste,primo.Desconcertadoanteesapregunta,elNanirespondióconsinceridad.—Hacecuatroaños,unpocomásquizá,cuatroañosymedio.—Perfecto—lecontestóAna,conunasonrisainmensaenlacara,dejándolo
descolocado—,todocuadra.Yvolvióamarcharse.
***
MinuevoamigoRuipérezmedio la fecha.Vuelveel24dediciembre,medijo.
Un díamaravilloso para tu regreso, pensé. Te iba a recibir a lo grande. Eraperfecta,tanfamosa,tanpija,tanrica.Aunquenoteníaquehabersidotuprimercadáver,nisiquierateníaprevisto
matarla, pero estaba empeñada en vender nuestra historia a las revistas, encontarqueéramoshermanos,yotrossecretosqueleconfeséenunmomentodedebilidad(alfinyalcaboeracarnedemicarne).Yesonopodíapermitirlo.Conocía bien la casa y sabía que no podía entrar sin ser visto, y menos
acceder al búnker en el que dormía. La nevera fue un método perfecto. Meescondí bajo la cama, para darle un susto demuerte. ¡Demuerte!, ja, ja, ja,¿pillas el chiste? Pero justo cuando iba a salir entró en la habitación otrohombre.Discutieron.Ellaqueríamásdineroacambiodenocontarunarelaciónsexualconalguiencasadodelafamiliareal.Unhermanoountíoderey,noloentendíbien.Losánimossecaldearon.Penséinclusoqueélibaamatarla.Quéterriblehubierasido.Otroquitándomeelgranmomento.Perono,elpobretiposefueconelraboentrelaspiernas.Menudogenioteníamihermana.Habíamosintimadomuchoenlosúltimosmeses,desdequeellamecontóque
éramos mellizos—aunque, la verdad, qué horror tener una hermana así, tansuperficial, yquépenagastareneso la inteligenciaexcepcionalque teníamoslos dos—.¿Sabesquedecíaque esosdosmuñecosgigantes que tenía éramosellayyo?«Lesdoylainfanciafelizquenosotrosnopudimostenerporquenossepararon».Yonosoportabaverlos,loshubieraquemado.Despuésdematarlamedio la sensacióndequememiraban fijamentedesde lascamasen lasqueMónicalosacostabacadanoche,ensumismahabitación.Tuvequedeshacermede ellos.Los tiréa lapiscina, arriesgándomeaquemepillaran.Quizá fue elúnicomomentoenelqueperdíelcontrol.Semeóencima,¿sabes?Semeóencima.Ellaqueeratanfinaytanpudorosa
ytanpija,semeóencimacuandovioqueibaamatarla.ConsiguiótragarselasfichasdeScrabble,québonitametáforadetodoloquesehabíatragadoenlavidaparaascender.Siemprerodeadadelujos,cuandoenverdaderabasura.Asíquelepreparéunúltimoescenarioasumedida.Lo del ascensor fue algo más complicado. Pero también más divertido de
preparar. Conseguir el explosivo fue fácil. Y también meterme en el sistemainformáticodelmontacargas—nohaynadahoyendíaquenopuedascompraroaprendereninternet—.Lomásdifícilfuereunirlosatodos,alamismahora,paraquesubieranalavez.Escogíelhospitalporquepodíasituarfácilmenteallíaunadelasvíctimas,aTomásMendoza.Sumujertrabajabacomoenfermera.Un mes antes entré en su sistema informático y le asigné la guardia de
Nochevieja.Despuéssolotuvequeregalarleunasupuestacenasorpresadeunaentidadquequeríapremiaraalgunasdelaspersonasquetrabajabanesanoche.«Usted vaya a las nueve en punto al hospital y en la planta cuarta, la deneonatos, leesperaráunserviciodecamarerosconunmenúde lujoparaquesorprendaasumujer.Nolediganada».Yselocreyó.Alosotrosdostuvequeobligarlos a ir haciéndole daño a su familiar más próximo. Al hermano deMiguelÁngelMalabar le introduje salmonela en el café que cadamañana setomabaalamismahoraenelmismobar.AldíasiguientelocitéparaunaofertadetrabajojustoalladodelHospitalGeneralenelmomentoenelquesabíaquelos síntomas se iban a agravar. Lo ingresaron con fiebre entérica. El día deNochevieja llaméaMiguelÁngelparadecirlequeelhospital ibaahacerunaexcepciónypermitíanunavisitanocturnajustoa lasnuevedelanoche,antesdelcambiodeturno.«Tienequeserjustoalasnueve,sillegaenotromomento,elpersonalnoestarádisponibleparadejarleaccederalaplanta»,leadvertí.Yal marido de Esther le di metanfetamina, no mucha, no quería matarlo, solodarleunsustoyqueselollevaranalhospital,perocasimelocargo.Suertequeestabastú.Eso,tejuro,fuecasualidad.Nomelopodíacreercuandotevisaltarsobreélyreanimarlo.Fueglorioso.Unmilagro.Luegosolotuvequeabrirlaspuertas,dejarlosentrar,llevaralascensorala
sextaplanta,pararloallí,detonarlacargaexplosivay,bueno,elresultadoyaloviste. Aproveché el destrozo para tirar ahí también alCarquinyoli, que habíacometidoelerrordecreerqueleibaadejarvivodespuésdeayudarme.Si no hubiera sido por el siluro, el cuerpo de Rosemary habría aparecido
flotando en el lago cuando tocaba, en orden, en segundo lugar. Pero alarrancarlelamano,lachicasalióalasuperficietressemanasantesdequelosgases lahicieran flotar.Alprincipiomeenfadémucho, túaúnestabasdebajapor depresión, no te habías incorporado al trabajo. Pero nadie la identificó,creyeronquese llamabaOlvido,por lapulseraquecontenía lasegundaclavequehabíapreparadoparati.Mirapordóndeibaasermejor,másdivertido.Matarlanofueunproblema.Laabordéunanoche,ladroguéylaahoguéen
unabañeraquehabíallenadoconlamismaaguadellago,porquelosforensessonmuypuntillosos.Luegolallevéhastaallíyconlaayudademiamigodelainfancia,elCarquinyoli,laencajéentrelasrocas.Peronunca,nuncapodrásprobarlo,queridaprima.Yyonuncatelocontaré.Nuncamederrotarás.
***LatíaSaranoconfesó.Nocayóenlatrampa.Nodelatóasuhijo.AsíqueAnanoteníanadaconloquederrotaralcaimán.Osí.TeníaellibrodeJob.—Así que te casaste una bonita tarde de mayo en el castillo de los
Almogàvars,unabodaalaalturadetuposiciónsocial.—Hayquecumplirlasexpectativas,elpúblicoescadavezmásexigente.—Ytefuisteavivircontuesposa.ElNanimiróaAnasinentender.Perdido.¿Pordóndeibaasalir?—Dejasteatumadreenlamansiónquehabíascompradocuandoempezastea
teneréxitoytefuisteaotrochalécontumujer.Escurioso,¿sabes?,porquetodocuadra.ApartirdelafechadetubodadesaparecenlasanotacionesenellibrodeJob.Éllamiró,sinpestañear.—Porqueapartirdeesafechayanonecesitaslascoartadasdetumadre.Ya
nonecesitashacerlecreerqueestabasencasataldíaatalhora,porsialgosalíamalylaPolicíapreguntaba.Unacoartadasólidadetumadretehabríasacadodecasicualquierapuro.Peroellacreyóqueestabasenfermoyfueanotandotodaslasfechasdetus«despistes»enlosmárgenesdesupequeñaBiblia.Ysinsaberlonoshadadolalistadetodosloscrímenesquehascometidodurantetodatuvida,o, al menos, los que has cometido hasta que te casaste. Aquí los tienes. Connombres y apellidos. —Y, de la carpeta marrón, Ana sacó una veintena defotografías,cadauna,deunavíctima.Deunéxito,comolosllamabaelportadordelodio—.Conseguirpruebasdequelosmatasteatodosserádifícil,perosolome hace falta uno, solo uno, querido primo, parameterte en la cárcel durantemás de veinte años. En algunos de estos casos hay restos de ADN que nohabíamos podido comparar con nadie, o imágenes de cámaras de seguridaddondeseveía lafiguraborrosadelasesinoquenosupimos identificar.Essolocuestióndetiempo.Perodepocotiempo.Tetenemos.Y,porcierto,tumadrehahechounaúltimaanotación,estamismasemana:«Havueltoaocurrir».Nollegóaponerlafecha,peroestoyconvencidadequehabríaescrito23-12,lanocheenlaqueasesinasteatuhermana.ElcaimánescuchóimpávidoaAna.Imposibleparaéladmitirladerrota.—Queridaprima, sigues teniendomucha imaginación.—Nisiquiera, enese
momento,parpadeó—.Tutrabajoesresolverelcasodelasesinoenserie.Y,porloqueestoyescuchando,nuncapodrásprobarquiénhasido.Seguirássiendola
policíaquefracasóenlosdoscasosmásmediáticosyquemásconmociónhandespertadoenlahistoriarecientedeEspaña.Sonrió al decirlo, como si esa victoria moral fuera todo lo que él había
perseguidoenlavida.Machacarasuprima.Nodejarlaganar.Aunqueélperdieratambién.PeroAnasacófuerzasparacontarleunacosamás.—Apropósito, casimeolvidaba.Te acuerdas deEstherFraga, ¿verdad?La
únicamujerdelascensor.Puestevoyacontarunacosaquenosabes.Yquetuquerida hermanita no te dijo, quizá para que no le reventaras la exclusiva.Cuandodetonastelacargaexplosivaylahicistecaerporesefoso,matasteatumadre.EstherFragaeratumadrebiológica,unamujerextraordinariaalaquelerobaron los bebés en el parto y que nunca dejó de buscarte.Hasmatado a lapersonaquemástequeríaenelmundo.
***Delosasesinosseaprendequealagenteleencantanlosmonstruos,aunqueloque pasa es que la gente necesita a los monstruos. Verlos. Reconocerlos.Señalarlosconeldedo.Saberqueestánahí.Porquesiahí, frentea ti,hayunmonstruo,esosignificaquetúnoloeres.Siemprenecesitasaalguiencapazdehacer cosaspeoresque túpara tapar tusmiserias cotidianas.Y esoes loquehagoyo.Oshagodemonstruoparaquetodosviváissinculpa.Enrealidad,osestoyhaciendoungranfavor.Aunquehayamatadoamimadre.
55INÉS
«¿Creesqueereslaúnicaquelaodias?».Solohabíaescritoeso.¿Creesqueereslaúnicaquelaodias?Ochopalabras.
Ydossignosdeinterrogación.Nadamás.Lafrasenoparabaderebotarenmicabeza.Dossemanasmetuvoesperando.
Catorcedías.Ansiosa.«Yoteayudaré»,escribiódespués.Desdeesemomentoloúnicoenloquepodíapensareraenlasiguientecarta.
Tardóotrosquincedías.Llegóel20deseptiembre.«¿Lonotas?¿Saboreaseseodio?Esácido».Solotuvequeesperartresdíasmás.«Túyyopodemoshacercosasmuygrandes»,meprometiste.Ojalá,pensé,seasquienseas.Ojalá.Peroyanoseráposible.Meacabodeenterarquevascaminodelacárcel.Tendremosquepensarenotracosa.¿Verdad,Nani?
AGRADECIMIENTOS
Escribir este libro no solo me ha enseñado sobre el odio sino también,afortunadamente,acercadelabondadylagenerosidaddelserhumano.Gracias infinitas a toda la gente que me ha regalado su tiempo y susconocimientos.AAliciaJuárezyaBelénRuano,delaseccióndeanálisisdelaconductade laUnidadCentraldeInteligenciaCriminalde laPolicíaNacional,por diseccionarme la mente de los psicópatas. A María Dolores Gayo,responsabledellaboratoriodeanálisisdelMuseodelPrado,eInmaEcheverría,jefadeseccióndelgabinetededocumentación técnicadeláreaderestauracióndel mismo museo, quienes me permitieron adentrarme en el maravilloso Apigment compendium y aprender sobre los colores de la muerte. A ManuelAvilés, director de prisiones jubilado, por todos los conocimientos sobre elmundocarcelario.AElenaMartínGuerra,fundadoradeSociograph,portodoeltiempo y la paciencia dedicados a explicarme el sistema de medición dereacciones emocionales.AEmmanuelleMonreal y aDianaFenouil, directorasde comunicación deChanel, por darme todos los detalles que necesitaba paraunatramaimportantedeestanovela.A los treinta mil niños robados en España y a las familias a las que se losarrebataron.Justicia.AmismujeresDosPassos,PalmiraMárquezyLauraSantaflorentina,porquenopodía haber elegido mejores compañeras para este viaje literario. A todo elequipodeEspasa,AnaRosaSemprún,MiryamGalaz,LauraFernández,DavidCebriánySergioGarcía,porhacerposiblequeestahistoriaestéenmanosdeloslectores.YaFerranLópezporsu(otravez)espléndidaportada.A mi familia por estar siempre ahí. A mis amigas y socias en BenditoBolsoYolanda,ÁfricayAmanda,porelfuturojuntas.AmisHortensias,EstheryToni,
porfloreceramilado.AmismujeresMediaset:Eva,Patricia,Olga,Mirta,Ana,Arancha,Cristina,Gema,PalomayPepa,portejerjuntas.AmiscompañerasdeCuatro,Consuelo,AnayMónica,poresteúltimoañoymedio.Ylosqueojalávengan.AMediasetyaPaoloVasile,porseguircreyendoenmíyporcreertambiénenelMonstruo y acompañarme en esta aventura. A mi Komando. A los amigos yamigasalosquelesherobadonombresyapellidosparalospersonajesdeestahistoria. Espero que os haga gracia descubriros en estas páginas. A EugenioFernández,aquienleherobadoytroceadoelcargoparaadaptarloaNori.A todos los que creísteis en la historia del Monstruo y que ahora tenéis envuestrasmanosestaQuímicadelOdio.Yatodoslosquemehabéisenseñadoalgosobreelodio.Enlateoría……yenlapráctica.
LaquímicadelodioCarmeChaparroNosepermitelareproduccióntotaloparcialdeestelibro,nisuincorporaciónaunsistemainformático,nisutransmisiónencualquierformaoporcualquiermedio,seaésteelectrónico,mecánico,porfotocopia,porgrabaciónuotrosmétodos,sinelpermisoprevioyporescritodeleditor.Lainfraccióndelosderechosmencionadospuedeserconstitutivadedelitocontralapropiedadintelectual(Art.270ysiguientesdelCódigoPenal)DiríjaseaCEDRO(CentroEspañoldeDerechosReprográficos)sinecesitareproduciralgúnfragmentodeestaobra.PuedecontactarconCEDROatravésdelawebwww.conlicencia.comoporteléfonoenel917021970/932720447©deldiseñodelaportada,PlanetaArte&Diseño©delaimagendelaportada,HenrikSorensen-Stone-GettyImages©CarmeChaparroMartínez,2018(representadaporlaAgenciaLiterariaDosPassos)©EspasaLibros,S.L.U.,2018Av.Diagonal,662-664,08034Barcelona(España)www.planetadelibros.comEspasa,ensudeseodemejorarsuspublicaciones,agradecerácualquiersugerenciaqueloslectoreshaganaldepartamentoeditorialporcorreoelectrónico:[email protected]ónenlibroelectrónico(epub):mayode2018ISBN:978-84-670-5311-1(epub)Conversiónalibroelectrónico:MTColor&Diseño,S.L.www.mtcolor.es