23
1 122 LA RECONCILIACIÓN Más allá de la Justicia 1. TESTIMONIO DE CARMEN HERNÁNDEZ. Viuda de Jesús Mª Pedrosa, concejal del PP en Durango, asesinado por ETA el 4 de junio de 2000 2. REACCIONES 3. LA RECONCILIACIóN Reflexión del seminario Alboan 4. EPÍLOGO Reflexión del seminario Cristianisme i Justícia

La Reconciliación. Más allá de la justicia · cuenta de lo increíble que resulta. Cambia tu manera de ser, eres mucho más sensible y la tristeza aflora de manera incontrolada

  • Upload
    others

  • View
    0

  • Download
    0

Embed Size (px)

Citation preview

Page 1: La Reconciliación. Más allá de la justicia · cuenta de lo increíble que resulta. Cambia tu manera de ser, eres mucho más sensible y la tristeza aflora de manera incontrolada

1

122

LA RECONCILIACIÓN

Más allá de la Justicia

1. TESTIMONIO DE CARMEN HERNÁNDEZ.Viuda de Jesús Mª Pedrosa, concejal del PP en Durango,asesinado por ETA el 4 de junio de 2000

2. REACCIONES

3. LA RECONCILIACIóN

Reflexión del seminario Alboan

4. EPÍLOGO Reflexión del seminario Cristianisme i Justícia

Page 2: La Reconciliación. Más allá de la justicia · cuenta de lo increíble que resulta. Cambia tu manera de ser, eres mucho más sensible y la tristeza aflora de manera incontrolada

1 Las experiencias de algunos participantes en países como Colombia o Guatemala nos han acompañado en todo el itinerario.

2 ONG promovida por la Compañía de Jesús en Euskadi que trabaja por la solidaridad entre los pueblos��

Durante el curso 2002/03 el Seminario de espiritualidad de la acción social ypolítica de ALBOAN centró su reflexión en la temática, amplia y compleja, de lareconciliación. Respondíamos así a una invitación de Cristianisme i Justícia,consistente en trabajar simultáneamente en Bilbao y Barcelona con los mismostextos y dinámica parecida, un asunto que, a buen seguro, podía suscitar ecos muydiferentes en un lugar y en otro.

Con tal propósito arrancó su andadura nuestro grupo. Éramos unas quincepersonas con recorridos personales, historias familiares y trasfondos ideológicosdiferentes. Mujeres y hombres. Vascos nacidos dentro y fuera de Euskadi. Seglaresy religiosos. Nacionalistas y no nacionalistas. Más y menos activos políticamente.Castellanoparlantes y euskaldunes. De origen urbano y rural, desde los valles deGipuzkoa hasta la margen izquierda del río Nervión. Estos factores, entre otrostantos, se entrecruzaban, confiriendo singularidad a cada uno de nosotros ypluralidad al grupo. Nuestro deseo inicial era abordar el asunto de la reconciliacióndesde nuestra realidad histórica concreta, la vasca, con víctimas reales, cercanas ycotidianas, pero sin que esto nos impidiera posar nuestra mirada en otros lugaresmás lejanos1, transidos también de dolor y sufrimiento humano.

No obstante, la sesión del seminario más valiosa fue aquella en que contamoscon la presencia de Carmen Hernández, viuda de Jesús Mari Pedrosa, concejalpopular de Durango asesinado por ETA en junio de 2000, cuyo testimonio recogeeste Cuaderno (capítulo 1), junto con las reacciones que éste suscitó en algunosmiembros del grupo (capítulo 2). El encuentro con ella, que con toda su sencillez yhonestidad nos puso sobre la mesa su historia de sufrimiento y reconciliación, fueun auténtico regalo de Dios. A todos nos impactó hondamente y es más queprobable que todas nuestras ideas y debates posteriores queden teñidos delrecuerdo de sus palabras.

Confiamos en poder trasmitir en el capítulo 3 algunas reflexiones ydescubrimientos suscitados a lo largo de nuestra experiencia, sabiendo que tienenque quedarse fuera muchas cosas, especialmente el caudal de experiencia vivida delos participantes.

Fundación Alboan2

2

Page 3: La Reconciliación. Más allá de la justicia · cuenta de lo increíble que resulta. Cambia tu manera de ser, eres mucho más sensible y la tristeza aflora de manera incontrolada

1. TESTIMONIO DE CARMEN HERNÁNDEZ

VIUDA DE JESÚS Mª PEDROSA, CONCEJAL DEL PP EN DURANGO, ASESINADO POR ETA EL 4 DE JUNIO DE 2000

Cuando mi marido me comentó que iba a presentarse como concejal por el PP enDurango (que es donde vivíamos), me chocó bastante, ya que hasta ese momento nuncahabíamos hablado del tema y así, de pronto, como que no me gustó la idea pero... era sudecisión y la respeté sin más.Llevaba 13 años de concejal cuando le mataron. Los primeros años todo iba más omenos bien o así me parecía a mí. Él nunca trasladó a casa si tenía alguna preocupaciónal respecto y la política no era tema de conversación entre nosotros. Desde siempre habíatratado con cualquier persona independientemente de su ideología o signo político. Teníaun talante abierto y eso hacía que participase en uno u otro sitio (Korrika, apoyo aleuskera...) o entrase a tomar algo o pasar un rato tanto en el batzoki como en cualquierotro local. Creo que era muy confiado, pues para él todos eran amigos...

Las cosas fueron complicándose en el campo político y fue cuando le asignaron unguardaespaldas, como a tantos otros. Se pasó apuro al decírmelo ya que me asustébastante por este motivo.

Entre dos a tres años antes de matarle empezaron las amenazas en la calle y seguido el acosode manera más directa. Empezaron a venir a casa un día sí y otro también. Cuando habíamanifestaciones terminaban debajo de casa, o venían expresamente a leernos pasquines ydejarnos mensajes. Venían con velas que dejaban encendidas, pancartas que dejabancolgadas. Muñecos poniendo frases como “zu ez zarz errugabea” (tú no eres inocente). Loschavales del instituto, que está en frente de casa, nos venían durante el recreo con laspancartas de los presos o nos empapelaban desde el portal hasta la puerta de la vivienda.Cosas increíbles de que estuviesen sucediendo en la realidad.

Se sufre por la pasividad de la gente en general. Los agentes de seguridad que no aparecen ollegan siempre tarde. Piensas que las personas competentes deberían hacer algo y no lohacen. Se siente un gran desamparo y además tú te sientes como culpable de tal algarabía.No se puede explicar lo que te va hundiendo esta situación.

Nuestra vida familiar era bastante triste debido a esa persecución que cada uno de nosotrosiba haciendo frente como podía. El miedo aparece y va dejando huella hasta el punto denecesitar ayuda profesional. Una de mis hijas lo estaba pasando muy mal. Yo solía pensar“no puede ser real que nos esté pasando esto” y me preguntaba cosas como ¿Hasta dónde sepude intimidar a la persona? ¿Por qué permanecen sin borrar las pintadas?... Ir por la calle,sobre todo la zona del casco viejo, y ver su nombre en medio de una diana o poniendo frasescomo “tú serás el próximo” u otras. Sentía una angustia terrible. Encima te sientes mal porla gente que va contigo, por la gente con la que te cruzas. Es como si llevases encima unsentimiento de culpa. Al final procuras no pasar por esas zonas. Sitios de tu propio pueblopor los que durante toda tu vida has estado y te obligan de alguna manera a prescindir de ir.

Luego están los vecinos. Entre la mayoría notas su malestar porque, claro, ellos también van

3

Page 4: La Reconciliación. Más allá de la justicia · cuenta de lo increíble que resulta. Cambia tu manera de ser, eres mucho más sensible y la tristeza aflora de manera incontrolada

soportando tu situación y te sientes mal por ello y piensas “¡cuántos desearían que nosfuésemos a otro sitio!” Estás indignada por todo, porque no hay derecho a que las cosaslleguen a tal extremo.

Le pedí a mi marido en varias ocasiones que lo dejase, más que nada por mis hijas. Noquería dejarlo y menos moverse de Durango. La verdad es que me daba pena insistir en elloya que para él era un aliciente pasar unas horas en el ayuntamiento, pues debido a un infartomuy fuerte que había tenido años atrás tenía concedida la invalidez y estaba retirado deltrabajo, por eso dedicaba prácticamente su tiempo a preparar las comisiones en las queestaba y otras cosas que le asignaban debido a su tiempo libre, como cuidar exámenes,reuniones en el matadero, en la mancomunidad, con la asociación de comerciantes, etc.Todo esto le encantaba. Incluso los días de fiesta se iba al ayuntamiento por las mañanas aleerse los periódicos. A él en realidad lo que le importaba era trabajar para su pueblo.

Por otra parte también me decía a mí misma, ¿por qué no puede pensar diferente? Nadatienen que ver las ideas con ser una buena persona. Pero aquí, desgraciadamente, eso no seconsiente o puede tener un precio.

Cuando anunciaron la tregua fue inmensa la sensación de sosiego y paz que sentí. Sabía quepor lo menos no iba a haber muertos mientras durase. Hubo gente de mi entorno que mecomunicó su tranquilidad, sobre todo por nosotros. Personas que me acompañaban entoncesy me han seguido acompañando con su cercanía y cariño en los momentos difíciles de estahistoria.

Pero la tregua fue demasiado corta y nada se había arreglado. Los políticos no habíanconseguido llegar a alguna posible solución. Cuando anunciaron su final, todo fue peor queantes. Además, mi marido se negó esta vez a llevar guardaespaldas. Así es que lo tuvieronmuy fácil, supongo.

A pesar de vivir con el corazón encogido, yo luchaba con mis pensamientos como queriendoconvencerme de que nunca llegarían a matarle, pero ¡qué equivocada estaba!

De todo lo que rodeó a su asesinato me fui enterando al ir pasando los días, ya querealmente no era consciente de lo que estaba sucediendo. Durante mucho tiempo todoparece una pesadilla. Vives como en una nube. Supe que no levantaron el cadáver durante almenos 4 horas. Me pareció horrible y me quedó grabada una pena inmensa por ésta y otrasnegligencias que rodearon a su asesinato y que la gente me fue contando.

La casa se llenó de gente, ¡tanta!, que al final no recordaba las personas que habían pasado.Y los medios... sin parar de insistir. Nunca pensé en encontrarme en una situación parecida.De repente eres desgraciadamente noticia y eso iba a hacer que para mí, que siempre mehabía gustado pasar desapercibida, ya todo iba a ser diferente. Pensé que mi fe, a la quesiempre me había agarrado en los momentos difíciles de mi vida, me ayudaría, y así ha sido.Creo que sin ella me hubiese sido imposible seguir adelante, pero era tan duro que me costómucho reaccionar ya que no podía concebir que le hubiesen quitado así la vida. Nunca podréasumirlo.

Sentía una impotencia y una rabia inmensa. Habían destrozado mi vida, mi familia. Otrafamilia destrozada. ¿Para qué? ¿Por qué? ¿Con qué derecho esa gente extraña decidearruinarme la vida? No hay respuesta.

4

Page 5: La Reconciliación. Más allá de la justicia · cuenta de lo increíble que resulta. Cambia tu manera de ser, eres mucho más sensible y la tristeza aflora de manera incontrolada

La verdad, tengo que decir que me sentí arropada por muchísima gente, más de la que nuncahubiese imaginado. Fueron incontables las visitas, cartas, llamadas, telegramas. Tanto degente conocida como desconocida, inclusive de la clase política. Por cierto, que entre estosseparo la persona del político, ya que sinceramente he conocido lo que es entre ellos elinteresarse realmente por ti o lo que es escaparate.

El sentirte arropada a parte de la familia, por tantas personas, te ayuda a pasar el primertrago. Después va volviendo todo a la normalidad y es cuando realmente te vas dandocuenta de lo increíble que resulta. Cambia tu manera de ser, eres mucho más sensible y latristeza aflora de manera incontrolada en cualquier circunstancia. Cada vez que hay unadesgracia semejante vuelves a vivirla como tuya.

Lo de salir a la calle y sentirme observada ha sido terrible. Es mi pueblo, donde la mayoríanos conocemos, pero ya es diferente. Todo ha cambiado para mí y para mis hijas.

Me dijeron si había pensado marcharme, irme a vivir fuera, pero no he querido ni quierorenunciar a mis amigos, a mi gente o romper con las cosas que aquí estoy comprometida.Este es mi sitio. Tengo que decir que he necesitado medicación y he contado con unpsicólogo que ha sido y es un gran amigo para mí.

Me he dado cuenta que la gente que me quiere es una mayoría. En ese sentido estoycontenta y reconozco que se han acercado a mí personas de todas las ideologías, en las quepienso ha sido mayor el sentimiento de cariño o de amistad. Las visitas no solo de misamigos de siempre, sino de gente de grupos sociales, colectivos y particulares me hanseguido y siguen prestando su apoyo. Hay gente estupenda en mi entorno.

Personas de Gesto por la Paz me han visitado mucho y siempre están ahí pendientes.Compañeros de ayuntamiento de mi marido (de otros partidos) lamentaban no haberleacompañado más. Cuando le insultaban con nombre y apellido en las concentraciones deGesto (personas que se ponían enfrente en contramanifestación) y nadie decía nada. Lagente lo ha sentido después. Por eso creo que es muy importante acompañar a todas laspersonas amenazadas.

También he tenido y tengo que soportar esa minoría que se ha sentido feliz con lo sucedido.Personas que han llamado a casa insultando la memoria de mi marido y ahondando en laherida, hasta tener que cambiar el número de teléfono. Yo no lo puedo entender. ¡Cómopuede la gente sentirse bien de esa manera! ¡Por qué tanto odio! Personas con las que te haunido amistad y de repente dejan de saludarte. Personas con las que has crecido, ido alcolegio, etc. que ya no te conocen. Algunas de ellas que se han manifestado debajo de casa,que han insultado, etc.

Me he parado a reflexionar este punto... pero en lo que se refiere a quitar la vida, que es lomás valioso que tiene el ser humano, personas indefensas que no han hecho nada que lesmerezca esa terrible forma de morir. No hay palabras para expresarlo, como tampoco las hayde consuelo. Ha sucedido, me ha tocado y he de vivir con ello. Mi lucha ha sido y es día adía muy fuerte en lo referente a alcanzar una paz espiritual, porque la rabia sale sin querer ylas preguntas ahí están, sin respuesta. Cada día, cuando hago mi examen de conciencia mepregunto si soy capaz de perdonar. Es muy difícil perdonar (sobre todo sin que te lo pidan),pero me es necesario hacerlo.

El perdón no es una obligación, no es el olvido, no es una expresión de superioridad moral

5

Page 6: La Reconciliación. Más allá de la justicia · cuenta de lo increíble que resulta. Cambia tu manera de ser, eres mucho más sensible y la tristeza aflora de manera incontrolada

ni es una renuncia al derecho. El perdón es un acto liberador. Perdonar es ir más allá de lajusticia. Esforzarnos en plantear el perdón, en proponerlo y hablar de él es invitar a ser cadavez más persona. La reconciliación me parece bastante increíble. Yo opino que siempre hayque tender una mano e intentar ayudar. Pero, ¿cómo hacer comprender lo fundamental apersonas que odian? Por ejemplo, que el derecho a la vida es el primer punto a tener encuenta dentro del respeto a los Derechos Humanos.

Vivo con cierta desesperanza el drama de este país. En mi modesta opinión, pienso que engeneral los partidos políticos han caído en una crispación terrible y cada cual mira por suspropios intereses. Cada uno cree llevar la razón en lo que dice. El diálogo entre ellos lo veofrancamente difícil, aunque está claro que entre todos deberán llegar a un entendimiento,cuando estén concienciados de querer que la paz prime ante todo. Que el respeto de todoslos Derechos Humanos se cumpla, empezando por el Derecho a la vida y sabiendo que atodos les va a tocar ceder. Pienso que todo lo demás se puede discutir en el tiempo.

Creo que es difícil avanzar mientras la violencia persiste, pero también creo que hay queahondar esfuerzos y seguir. Pienso que los grupos sociales, colectivos, etc. tienen que seguirtrabajando sin desfallecer. Todos tienen mucho que aportar.

Creo que la gente se debería implicar más en este proceso ya que a mi manera de ver hayuna gran mayoría que pasa de esta situación en la que vivimos, que no se preocupa de ir amanifestaciones, actos de solidaridad o de apoyo, etc. Quizá porque viven más o menosbien, porque no les ha tocado de cerca o porque se han acostumbrado. No lo sé, pero es unapena. El pueblo puede hacer presión siempre a los de arriba.

Creo que las víctimas o colectivos de víctimas tienen un papel importante en el proceso dereconciliación, ya que de alguna manera son protagonistas en esta historia, aunque hoy díalas cosas estén crispadas.

A mí, particularmente, me gustaría que esta pesadilla terminara y que las personaspudiésemos convivir en paz y libertad, dentro de la pluralidad que hoy en día se da en estepaís, ya que pienso que lejos de distanciarnos debería enriquecernos.

Mi contribución pudiera ser mi solidaridad con todas las personas que están sufriendo y unfirme deseo de libertad y respeto de todos los Derechos Humanos.

Considero muy importante el tema de la educación de nuestros niños y jóvenes que van a serel futuro. Pienso que la familia juega el papel más importante en ese campo. Son los padreslos primeros educadores. Me parece muy importante enseñar el respeto y la tolerancia conlos demás.

6

Page 7: La Reconciliación. Más allá de la justicia · cuenta de lo increíble que resulta. Cambia tu manera de ser, eres mucho más sensible y la tristeza aflora de manera incontrolada

2. REACCIONES

JUANJO ETXEBERRIA

Al escuchar el testimonio de Mª Carmen, el primer sentimiento que me brota es de pedirperdón. Perdón por mi inconsciencia respecto a una realidad que consideraba lejana o no laquería reconocer o ante la cual mis ojos estaban ciegos.

Junto a esa primera reacción ante el testimonio surge también en mí un silencio respetuosopor lo que se estaba transmitiendo y una sensación profunda de tocar tierra sagrada ante laque me queda descalzarme y contemplar con mucha reverencia.Y evidentemente un sentimiento de agradecimiento por tener la oportunidad de estarescuchando a Mª Carmen que me manifiesta a una mujer capaz de perdonar desde unaexperiencia de fe. Me llama la atención y me interpela esa invitación expresa a unareconciliación para todos y la alusión a que los pastores están llamados a cuidar de las ovejasdescarriadas. Una mujer donde se percibe que Dios se hace presente acudiendo a laspersonas que más sufren siendo solidario y compartiendo su dolor.Y, por último, quisiera recoger una invitación personal a que se vaya creando en mí unamayor sensibilidad con las personas que sufren y que mi vida sepa estar abierta a esasrealidades que a veces parecen tan lejanas.Eskerrik asko!

BORJA AGIRRE

En primer lugar, decir que fue un testimonio muy impactante y que personalmente me ayudóa ver la realidad más claramente, y por otro a ver un rayito de esperanza. Me resultóespecialmente llamativa la parte en que nos contó el acoso que sintió en sus carnes la familiaantes del asesinato; es un aspecto muchas veces invisible de la realidad, de una crueldadbastante grande, que cuesta reconocer en nuestra propia sociedad.

Creo que Mari Carmen Hernández está viviendo su actual situación de una forma quedebería ser más habitual de lo que desgraciadamente es: como una dura lucha contra el odio,una lucha para no dejarse llevar por el asco y los deseos de venganza.Una conclusión importante que saqué de la charla es la forma de vivir una paradoja: por unlado, creo firmemente que la lucha por mantener una identidad no puede ser más importanteque el hecho de seguir viviendo, en caso contrario se convierten en identidades asesinas. Nose trata de que el derecho a la vida sea jerárquicamente más importante que otros (piensoque así es, pero no me gusta esa formulación). Se trata precisamente de lo que la propiaidentidad nos transmite de sí misma: si nos dice “soy más importante que la vida de quienesestán contra mí”, entonces estamos ante una identidad asesina, que no sabe convivir conotras. En resumen, que la vida cotidiana no puede ser aplastada por “esas cosas de política”,como dijo Mari Carmen.La otra mitad de la paradoja: resulta que esas cosas de política sí influyen. No sólo en queMari Carmen ha visto romperse su familia. También influyen los obstáculos para el perdón

7

Page 8: La Reconciliación. Más allá de la justicia · cuenta de lo increíble que resulta. Cambia tu manera de ser, eres mucho más sensible y la tristeza aflora de manera incontrolada

que se ponen a una persona que ha sido víctima del terrorismo: se siente a contra-corrientede lo que se pide de ella, es decir, que no perdone, que sólo acepte una reconciliación entérminos de victoria-derrota. Si las directrices políticas son de confrontación, entonces losaltavoces mediáticos serán ofrecidos a las víctimas que prefieren dejarse llevar por el odio,se les llamará valientes, luchadores, y en cambio quienes verdaderamente mantienen unalucha interna contra el odio, serán llamados ambiguos, tibios, poco comprometidos. Ese esel ambiente que nos transmitió Mari Carmen.Otra forma de decir lo mismo: las víctimas no son todas iguales. El asesinato de un concejaltiene una significación política, y por tanto social, que no tienen otras. Y no sé si eso esbueno o malo. Mientras hablaba Mari Carmen, no podía dejar de recordar a otras personasque conozco por mi trabajo, personas sin hogar, inmigrantes, mujeres maltratadas, ensituaciones límite, de tragedia existencial, bastante comparables a las de Mari Carmen, conluchas internas también comparables, y que sin embargo no tienen el mismo tratamientosocial. Y tengo dificultad para dar a cada cosa su valor. Por un lado, me indigna que la vidade mis ‘clientes’ no merezca ningún titular ni homenaje político. Por otro, me indigna y meprovoca angustia que el sistema político o ideológico en el que yo vivo sea interpretado poralgunas personas de forma tan inhumana como para matar a alguien por su cargo en unayuntamiento.Una última nota sobre nuestro grupo. Supongo que será difícil contar con Mari Carmen deuna forma más estable, creo que enriquecería enormemente el grupo. Aparte de eso, voyviendo claro cuál puede ser nuestra misión: mostrar a la sociedad (como otros grupos loestán haciendo) que, para resolver el entuerto de la violencia en Euskadi, es imprescindibletener una actitud como la de Mari Carmen, de saber combinar la crítica con la serenidad, deno satanizar al enemigo ni cerrar todas las puertas, de no dejarse llevar por el odio. Todoesto independientemente de la posición política que uno tenga. El mensaje, la propuesta,creo que es muy sencilla de entender, pero el actual ambiente social lo oculta y lo haceaparecer como una ‘falta de firmeza’: sólo vale la victoria propia y la derrota del enemigo,todo lo demás son blandenguerías.Me gusta la palabra serenidad, la asocio siempre a situaciones límite. Me recuerdan a Jesúsdeteniendo la tormenta y pidiendo fe a sus discípulos.Creo que no basta sólo con proponer esta actitud de serenidad; creo que habría quedenunciar enérgicamente la actitud contraria, sea del signo que sea. Insisto que no somos losprimeros en tener este planteamiento. Quizá nuestro lugar propio sean las comunidadescristianas, el trabajo con la base, más que la plataforma pública.En fin, termino. Perdonad la extensión. Para Mari Carmen, un abrazo enorme, mi gratitud ysobre todo mucho ánimo.

MIGUEL GONZÁLEZ

Ojos que no ven, corazón que no siente. Escuchando a Mari Carmen no he podido evitaracordarme del llamamiento que suele hacer Jon Sobrino a los habitantes del mundo rico:despierten ya de su sueño profundo de inhumanidad. ¿Por qué estamos impermeabilizados aun sufrimiento tan cercano? ¿Qué anestesias –ideológicas, culturales, mediáticas...- nosmantienen en un universo indoloro? ¿Qué orejeras nos impiden desviar nuestra mirada haciaalgunos rincones oscuros de nuestra realidad, transidos de dolor y también de solidaridad yesperanza?

8

Page 9: La Reconciliación. Más allá de la justicia · cuenta de lo increíble que resulta. Cambia tu manera de ser, eres mucho más sensible y la tristeza aflora de manera incontrolada

Escuchar a Mari Carmen ha sido en buena medida descubrir una dimensión de la realidadque permanecía velada, si no a mi cabeza, sí a mi corazón y a mis manos. ¡Qué diferentesresuenan los hechos y las palabras en la bibliografía y en la biografía! Sentí especialestremecimiento con los detalles cotidianos de la historia, con los diferentes actos que ibananunciando (qué fácil es ver con claridad a posteriori) el desenlace trágico.También el testimonio de Mari Carmen me ha llenado de una “esperanza realista”.Seguramente Mari Carmen constituye un caso singular por su calidad y fortaleza personal,su red de apoyo y solidaridad, su fe en Dios y en las personas. Pero es un testimonio vivo decómo Dios, todo ese torrente de bien que recorre las venas de la humanidad, rehabilita a lasvíctimas y, a través de ellas, nos hace un poquito más humanos a los demás. La “hebra degracia que recompone la creación rota” está pasando sin duda por el corazón de MariCarmen. Y junto a ella, nos da una puntada a todos los que hemos tenido la suerte deconocerla. Muchas Gracias, Mari Carmen.

PEDRO LUÍS ARIAS ERGUETA

1. Primeras reacciones:

– Valorar y agradecer el testimonio de Mª Carmen Hernández por su calidad humana:sinceridad, apertura, sensibilidad, hondura,…– Ser aún más consciente de lo que supone la agresión de la violencia. Incluso antes de unatentado, cuando se manifiesta como amenazas y acoso. No únicamente sobre la personaperseguida, sino también sobre su familia.– Reconocer que en nuestra sociedad no existe conciencia suficiente de todo ese sufrimientopor falta de información y, lo más grave, por falta de sensibilidad.– Confirmar, mediante su testimonio, la centralidad de las víctimas de cualquier conflicto enel proceso de reconciliación. Ellas son espacio privilegiado para la reconciliación.– Igualmente, su aportación parece apuntar que sí es posible dar pasos en el proceso dereconciliación aunque la violencia persista, pese a que ese proceso sólo se desplegará contodas sus posibilidades cuando ésta cese.– Reconocer la importancia que tiene para las víctimas el calor humano y la solidaridad paracon ellas y su sufrimiento, así como la atención profesionalizada que tanto puede ayudarles(ella valoraba como muy positiva la colaboración que le viene prestando el psicólogo que latrata).

2. Sentimientos experimentados

– Agradecimiento a Dios por el testimonio de Mª Carmen, por poder escuchar que la fuerzadel amor puede vencer a los sentimientos de venganza, revancha, odio, etc.– El convencimiento de que las personas que hemos recibido el regalo de la fe tenemos enella una fuerza especial para no dejarnos arrastrar, en situaciones como las vividas por MªCarmen u otras mucho menos dramáticas, por la espiral del odio y de la venganza,rompiendo esa dinámica infernal y para abrirnos a la reconciliación. La evidencia de que estoes así, cuando esa fe tiene consistencia y madurez: ella nos hablaba como desde hace muchosaños, cuando se acuesta, siempre realiza un examen de conciencia de lo vivido y de lo porvivir.– Reconocer que Dios ha trabajado en colaboración con Mª Carmen para, en relativamente

9

Page 10: La Reconciliación. Más allá de la justicia · cuenta de lo increíble que resulta. Cambia tu manera de ser, eres mucho más sensible y la tristeza aflora de manera incontrolada

poco tiempo, conseguir su reconciliación personal - quizá no completa del todo, pero sí muyavanzada - y, desde ahí, abrirla a sentimientos, actitudes y compromisos a favor de lareconciliación y el perdón. Pequeños gestos observados desde una perspectivaexclusivamente humana, pero enormes desde la clave del Espíritu que alienta los valores delReino entre nosotros/as.– La sensación de que ella, como el samaritano de la parábola, es capaz de unareconciliación excesiva. Es capaz de comprender las dificultades del concejal de Batasunaque se planteó inicialmente visitarla y que finalmente no fue y no la saluda, Vive con tristeza,pero sin acritud, el que la compañera de trabajo de su hija que milita en Batasuna no hayasido capaz, ni en privado, de condenar el asesinato de su marido. Se preocupa de los jóvenesque entran en el mundo que asesinó a su marido y es capaz de disculparlos porque entiendeque han sido, en gran medida, sus familias las que les han condicionado decisivamente paraacabar teniendo esos sentimientos de odio y esa capacidad de convertir al adversario enenemigo…– Agradecer también, como signo del Espíritu del Resucitado, la capacidad de Mª Carmenpara continuar viviendo la solidaridad a través de diversos compromisos: Bateginez, acogidade una niña rusa, etc. El odio de quienes asesinaron a su marido no ha sido capaz dedeshumanizarla, de hacerla perder su fe en la vida, en la solidaridad y en Dios.

MANU

Sentimientos, reflexiones, oraciones que me surgieron al escuchar a Mª Carmen.Primero elagradecimiento a Mari Carmen por la confianza de contarnos situaciones duras de su vida.La alegría de saber que en medio de situaciones terribles, es posible el perdón, es decir, quecon personas así, no está perdida la batalla por la paz. Me recordó aquello de que dondeabundó el pecado sobreabundó la gracia.

Lo tremenda que es la vida de una persona, a cuya casa llegan las manifestaciones contraella, o le ponen carteles en el pueblo o pasquines en su misma puerta... Eso es terrible y nopuedo ni podemos permitir. Y menos cuando el motivo es pertenecer legítimamente a ungrupo político con los mismos derechos que los demás. (Y lo que influye eso en la familia,porque eres el esposo o hijo de esa persona y te tienes que relacionar con las personas delpropio pueblo, que te empiezan a tratar como el hijo de... o la esposa de... con lo que lasrelaciones de fuera empiezan a afectar seriamente a la familia...).Me ha impresionado la descripción de un tipo de gente joven empujada por su propia familiaa odiar y a ir a todas las manifestaciones.¿Cómo ayudar a estos jóvenes? Me ha impresionado también el que nos haya, o me hayaindicado, que esta podía ser una de mis tareas, la atención a los más perdidos, a estosjóvenes.La alegría de descubrir que la víctima, si hace el proceso de perdonar, es capaz de conseguirque se pueda dar un proceso de reconciliación en cadena. ¿Cómo? Al permitir que personasque tienen mala conciencia, (por ejemplo, alguien que ha estado en las manifestaciones encontra y ahora tiene la culpabilidad de haber colaborado de algún modo a que alguien hayaun día apretado el gatillo) entren en relación con ella, y les trasmita su perdón, éstos sesienten perdonados y comienzan a elaborar su propio proceso de reconciliación.La tristeza de ver que hay mesas en asociaciones de víctimas que no perdonan. Y a veces,por lo que les proponen desde fuera, parece que no se les quiere dejar comenzar a hacer su

10

Page 11: La Reconciliación. Más allá de la justicia · cuenta de lo increíble que resulta. Cambia tu manera de ser, eres mucho más sensible y la tristeza aflora de manera incontrolada

propio proceso de reconciliación.Sabiendo la situación de Carmen, la importancia que dio a encontrar un punto de acuerdocomún entre los distintos grupos enfrentados de nuestra sociedad o la propuesta de diálogopara lograrlo o la llamada a superar los mundos cerrados ideológicos donde “estos” sonamigos y “estos otros” enemigos...

BLANCA ESTHER IRIARTE

No quiero dejar pasar mucho tiempo para compartir la experiencia, lo que ha supuesto en míel testimonio de Mª Carmen.

Cuando comenzó la lectura de su testimonio, mi corazón se sintió tocado, interpelado ycuestionado, y me afloraban las lágrimas. Unas lágrimas de emoción al ver que hay personasque no se paralizan ante el miedo, que saben mirar para adelante, desde el dolor y con elcorazón partido.A lo largo de todo el seminario, pensé que tenía y estaba ante una semilla viva del Reino,que el terreno de Mª Carmen, es una vida sagrada, de presencia de Dios, y que esa presenciade Dios se transmiten en gestos de acogida para quién se quiera acercar a su casa. ¿Quésupone una puerta de corazón tan abierta?Vi a una gran mujer, o mejor dicho toda una mujer, que no cae en grandes discursos, sinoque se pone el delantal del servicio y la ayuda para encontrar la paz y experimentar en eseservicio el camino para encontrar la paz.¿Dónde acaba o empieza un proceso de reconciliación? No sabría dar una respuesta o mejordicho muchas veces nos atrevemos a dar consejos y respuestas, pero qué osados somos,cuando en nuestra carne no ha habido situaciones de muerte y de agonía,...cuando no se havivido Getsemaní.Me llamaron la atención de esta mujer muchas cosas, el dolor no le ha quitado o no le quitaganas de seguir trabajando por la libertad de todos, sin radicalismo de ningún tipo. ¡Cuántasveces pensamos que los radicales son los otros y no nosotros mismos!Otro gesto, el no sentirse centro en su dolor,... quizás es lo mismo, su dolor no le hace sercentro, sino salir en busca de otrosPara mí ha sido una gran suerte poder escuchar con los oídos, pero sobretodo con elcorazón, todo un testimonio de evangelio.¡Cómo nos llegan las cosas, cuando las víctimas tienen rostro, vida! Para mí es una mujerque no cierra los ojos a la realidad, a su realidad, pero no se queda en ella, sino que sale desí misma.Quizás hemos tenido la suerte de ver a una mujer que vive desde el jueves santo, el servicioa todos.... y en ese gesto de lavar, curar, acariciar, estaba también Judas, y Mª Carmen,también es capaz de lavar, escuchar y acoger a esas personas que también han sido muertepara su marido y su familia.Me impresionó el tiempo de soledad, los previos a la muerte, esa agonía que destroza, y seva perdiendo vida. ¿Cuál es nuestra solidaridad? ¿Cómo anunciamos, cómo educamos paraacompañar el dolor?Cuando el dolor tiene rostro se ve de una forma totalmente distinta.Para mí es todo un testimonio a permanecer a no huir, a no tirar la toalla, y no diciendo estodesde la cabeza sino desde la vida, haciéndolo con gesto. A mí me surgía la admiraciónprofunda, por la gran grandeza de corazón, y por ver cómo Dios pasa por la vida de las

11

Page 12: La Reconciliación. Más allá de la justicia · cuenta de lo increíble que resulta. Cambia tu manera de ser, eres mucho más sensible y la tristeza aflora de manera incontrolada

personas que se quieren abrir a su palabra, y cómo son capaces de ser las manos, los pies, lapalabra y el corazón de Dios allí donde están.

ALEX GARCIA MUJIKA

Al recordar la mañana que compartimos con Mari Carmen Hernández el sábado 8 de febrerode 2003, me viene al sentimiento la impresión por escuchar cara a cara el testimonio de unapersona, de una familia, a la que le han roto y cambiado la vida de una manera radical. Elcontacto y escucha directa me abre la mirada y me despierta ante un sufrimiento en el quehasta ahora no había reparado con profundidad.

Pienso que parte de lo que nos ha venido arrebatando la violencia y la beligerancia o laintransigencia política, además de generarnos esa cierta insensibilidad ante el sufrimiento delotro, se refiere a nuestra capacidad de encarnación o arraigo en nuestra tierra, en nuestravivencia diaria. El hartazgo, el no saber hacia dónde, las incomprensiones mutuas y losbloqueos a la hora de abordar nuestras vivencias sobre la realidad de nuestra tierra nos hacenrenunciar en no pocas ocasiones a dar nuestra opinión, “hablar de política” con familiares yamigos ante el miedo al enfrentamiento o la constatación de desencuentros en laspercepciones...En definitiva, parte de la riqueza que nos aporta el encontrarnos en un pueblo plural yvariopinto queda apagada por la incomunicación que la violencia genera.Me admira e interpela la capacidad de Mari Carmen para no renunciar a su arraigo en estatierra y más concretamente en Durango. Su apuesta por no cerrar puertas y mantenerrelaciones “aparentemente incompatibles o imposibles”, viendo que es posible siempre quealguien se acerca ofreciendo un apoyo sincero. Su capacidad para superar la palabra odio,para dar un paso que desborde la lógica de la cerrazón, los bandos y los muros que levantala violencia.Quizá hablar de Mari Carmen como una persona reconciliada sea plantear las cosas en unostérminos que ella misma quiere evitar. Sin embargo, percibo con claridad que se trata de unapersona que va cerrando heridas profundas. O, cuando menos, aprendiendo a convivir conellas y no permitiendo que le arrebaten la vida.De otra manera sería imposible mostrar esa disponibilidad a contar lo que siente, a dar sutestimonio ante quien lo quiera escuchar, desde la sencillez y a la vez desde la claridad deideas. Sería imposible también mantenerse con receptividad y apertura a otros,preocupándose por y buscando la transformación de este mundo. Manteniendo la capacidadde acompañar a gente que sufre otras carencias e injusticias...Mostrando una posición ante el mundo que solo una persona con esperanza y fe en la vidapuede mantener.

JOSÉ ARREGI

Querida Mari Carmen:

Todos te lo dijimos el sábado con el ánimo conmovido y hoy te lo vuelvo a decir: ¡Gracias!Con tu presencia frágil y entera, con tu palabra tenue y firme, nos dijiste muchas cosas quenos sobrecogieron, nos iluminaron, nos reconciliaron. Nos narraste tu calvario con la pazcon la que el Resucitado mostró sus heridas a los discípulos. Nos dijiste que el perdón es

12

Page 13: La Reconciliación. Más allá de la justicia · cuenta de lo increíble que resulta. Cambia tu manera de ser, eres mucho más sensible y la tristeza aflora de manera incontrolada

para ti una necesidad del corazón y un acto liberador porque Dios te libera. Nos dijiste quees necesario ir más allá de la justicia; tu justicia es como la de Dios: restaura a la víctima ytransforma al victimario. Y nos dijiste que te resultaba difícil la esperanza en la solución delconflicto que vivimos, pero que no hay otro camino que el diálogo y el entendimiento entretodos.Justo mientras tú nos hablabas y nosotros te escuchábamos conmovidos, ETA volvía amatar, a arrancar un marido a su mujer y un padre a sus hijos; volvía a causar tragedia ydesgarro en una esposa viuda como tú, en unos hijos huérfanos como tus hijas. Y volvían alanzarse gritos de venganza y lemas de más división. Comprensibles sin duda, perolamentables también.Hoy, lunes, veo en la viñeta de Máximo en El País dos rostros que dialogan:– “ETA será derrotada y ojalá nuestros ojos lo vean. Pero hasta entonces, ¿cuántos muertosmás? ¿Son inevitables estos muertos o podrían ser evitados si todos juntos decidiésemoscambiar la palabra derrota por la palabra solución?

– No sé, no sé... Nosotros tenemos la derrota de ETA por estrategia única. Y ETA yBatasuna tienen su victoria como única solución.

– Pues entonces vayamos de funeral en funeral y de tregua en trampa hasta que algunageneración menos estúpida que la nuestra diga adiós a las armas y se siente a una mesa”.

Mari Carmen, tú eres la alternativa a tanta reivindicación intolerante, a tanta inconscienciainstalada, a tanto autoritarismo intransigente, a tanta estupidez de signo opuesto.

Tu dolor y tu paz nos indican el camino. Tú nos haces sentir como realidad palpable lasintuiciones y las ideas más bellas que nos ocupan en nuestro seminario de ALBOAN: que lareconciliación es posible y que empieza por las víctimas; que la reconciliación requiere unperdón y que perdonar no significa olvidar sino curar la memoria en la víctima y gracias aello también en el victimario; que la reconciliación es un don de Dios, pero que nos vienesiempre a través de quienes se sienten acompañados y consolados y sanados por Dios entodas sus heridas.

Sin ti, sin personas como tú, todo ello no sería tan seguro. ¡Gracias, Mari Carmen, porquenos permites seguir creyendo en el poder de la ternura divina, en la capacidad de bondad delser humano y en el futuro reconciliado de nuestro Pueblo Vasco! Tú encarnas la verdad denuestras mejores palabras.

13

Page 14: La Reconciliación. Más allá de la justicia · cuenta de lo increíble que resulta. Cambia tu manera de ser, eres mucho más sensible y la tristeza aflora de manera incontrolada

3 Fragmentos de dos libros de Robert J.Schreiter fueron parte importante del material que no sirvió de base para el seminario: El ministerio de la reconciliación. Espiritualidad y estrategias. Sal Terrae, Santander, 2000; Violencia y reconciliación.Misión y ministerio en un orden social en cambio. Sal Terrae, Santander, 1998.En adelante, cuando mencionemos ideas de Schreiter provendrán de las recogidas en alguno de estos trabajos.

3.LA RECONCILIACIÓN

REFLEXIÓN DEL SEMINARIO ALBOAN

La reconciliación como espiritualidad

Al realizar un primer acercamiento al concepto de reconciliación existen en todos nosotrosdos reacciones casi mecánicas. La primera consiste en considerar que el avance en lareconciliación es principalmente una cuestión de mecanismos, estrategias y voluntad. Lasegunda, entender que la reconciliación supone una restauración o vuelta a la situaciónprevia al desgarro, violencia u ofensa. Ambas premisas fueron profundamente cuestionadas alo largo del seminario.

En primer lugar, descubrimos que, como señala Schreiter3, la reconciliación es más unaespiritualidad que una estrategia. Es cierto que estamos convocados a una tarea importanteen ese campo, y que todo el instrumental (herramientas, mecanismos...) con el que contemosnos será muy útil. Pero lo principal, lo primario, es que la reconciliación es un don de Dios:es suya la acción primera y decisiva. El propio Jesús en la cruz hace a Dios protagonista dela reconciliación (“Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”). Quien mejor hallegado a conocer al Padre, refiere a él la capacidad última de perdonar. Ésta es unaexperiencia que muchos hemos vivido: hay veces que, por muchos “puños” que le echemos,somos incapaces de perdonar, hasta que abrimos nuestro corazón al don de Dios.

En segundo lugar, creemos que del espíritu de Dios emana la novedad que hace de lareconciliación no una mera vuelta atrás, sino portadora de un nuevo estado de cosas, deunas relaciones reconstituidas y restablecidas sobre nuevas bases, de una situación diferentey mejor.

Algunas pistas evangélicas

Hay diferentes pasajes evangélicos a los que podríamos acudir como fuente para unaespiritualidad de la reconciliación. Sin embargo hubo una lectura que nos interpeló demanera especial porque sugiere algunas de las aportaciones que el cristianismo puedeofrecer en nuestro contexto: el buen samaritano.

Además de la compasión y solidaridad con las víctimas, asunto que luego abordaremos, esterelato, en primer lugar, nos habla de una espiritualidad de la inclusión. Muestra a las claras

14

Page 15: La Reconciliación. Más allá de la justicia · cuenta de lo increíble que resulta. Cambia tu manera de ser, eres mucho más sensible y la tristeza aflora de manera incontrolada

que es posible la reconciliación entre personas distintas, enemigas y vecinas. Se trata éste deun dato relevante en nuestra realidad vasca, donde la quiebra se produce entre vecinos,amigos, familiares. En el mejor de los casos, las diferencias quedan ocultas bajo un manto desilencio pactado implícitamente. En el peor, se pueden ir larvando la incomunicación, ladesconfianza e incluso el odio. Sin embargo, la llamada a la inclusión pide la apertura y elreconocimiento del otro, la construcción común de la sociedad desde la diversidad deidentidades y no la mera coexistencia en “chalés adosados”, donde no nos peleamos porqueno nos vemos ni compartimos espacios.

En segundo lugar, del relato del samaritano se desprende una espiritualidad del riesgo,porque detenerse al borde del camino es “jugársela”. En nuestra realidad vasca, la forma másgrave de “jugársela” es estar en el punto de mira de ETA, de eso no cabe duda. Frente atamaña injusticia otros “riesgos” quedan empequeñecidos. Pero también nos pareceimportante mencionarlos, tal vez porque son más cercanos a nuestra vida cotidiana. En unambiente tan caldeado políticamente, un pequeño movimiento puede dejarte fuera de la“fotografía” de los auténticos “demócratas” o de los auténticos “vascos”. La disciplina queen tal sentido se impone desde determinadas instancias políticas y mediáticas es férrea y vacalando en varios ambientes en los que nos desenvolvemos. Por eso, moverse es arriesgarsea que te sitúen y etiqueten, a que tus intereses y posiciones se vean afectados.

Por último, la del samaritano es una espiritualidad del exceso. Vemos cómo en nuestrasociedad las posturas se van alejando y cada vez se hace más difícil el diálogo con quienesno comparten nuestros argumentos. Quizá porque no ignoramos que entrar en diálogosupone perder seguridades, cuestionar principios que consideramos sagrados e intocables,tomar conciencia de los límites de nuestras verdades, ceder espacios a otras visiones. Poreso, una espiritualidad del exceso nos invita a estar disponibles para que nuestra “bolsa” (deideas políticas, de aspiraciones, de identidad) se vea tocada por los otros.

Además de la lectura del samaritano, hubo otras frases de Jesús que resonaron con fuerza ynos dieron para pensar. También ellas están relacionadas con las actitudes que favorecen laacogida del don de la reconciliación en nuestras vidas.

Entre todas ellas, señalamos dos aquí:

La primera es Mt 5,45: “Así seréis hijos de vuestro Padre del cielo, que hace salir su solsobre malos y buenos, y hace llover sobre justos e injustos”. Para nosotros, que vivimosinmersos en un ambiente en la que la despersonalización del otro y la demonización deproyectos políticos están al orden del día, es una llamada a la superación de la dicotomíaentre buenos y malos. Es una llamada al reconocimiento.

La segunda es Mc 9,40 “El que no está contra nosotros está por nosotros”. Unas palabrasque nos convocan a la tolerancia activa y a la apertura al diálogo con los otros. Lairreductible pluralidad de la sociedad vasca hace inapropiadas las soluciones hegemonistas.No se trata de convertir a nuestro credo a nuestros vecinos. Todos somos necesarios en estasociedad y todos tenemos que aportar a la construcción de un marco de convivencia.

15

Page 16: La Reconciliación. Más allá de la justicia · cuenta de lo increíble que resulta. Cambia tu manera de ser, eres mucho más sensible y la tristeza aflora de manera incontrolada

Reconciliación personal y social

¿Cuál es la relación existente entre los procesos de reconciliación a nivel personal y a nivelsocial? Ciertamente, un proceso de reconciliación individual que afectara a un númeroimportante de personas sería el material más precioso del que dispondría Dios para empujarla reconciliación en toda la sociedad. Este “material”, cuya expresión más rica son lostestimonios de las propias víctimas reconciliadas, puede ser estratégicamente dispuesto paradesencadenar nuevas dinámicas sociales de reconciliación o reforzar las existentes. Pero esmuy probable que si no se abre un proceso de reconciliación social, que incluya loselementos de justicia, restitución, depuración de responsabilidades y recuperación de lamemoria, será difícil que muchas víctimas se abran o avancen más deprisa en su proceso dereconciliación individual, entendida ésta como la reconstrucción de su entraña humana rotapor la violencia. Hay, en definitiva, una cierta circularidad y retroalimentación entrereconciliación personal y social, entre espiritualidad y estrategia.

En nuestra realidad vasca es difícil que se inicie un proceso de reconciliación social, tal ycomo los describe Schreiter, pues aquí aún no ha cesado la violencia. ¿Cómo sería posible lareconciliación social mientras se sigue asesinando o mientras tanta gente vive amenazada?Sin embargo, esto no implica que tengamos que esperar pasivos a que acabe la violenciapara avanzar en alguna dirección; ni tampoco que en nuestro entorno no existan historias depersonas que emprenden el camino de la reconciliación personal, de reconstrucción de lasrelaciones, haciéndonos albergar esperanzas en una sociedad reconciliada. Y esto, aun enuna situación como la actual en la que la confrontación social, lejos de amainar, parece querepunta. Creemos que tenemos cierto margen de actuación que debemos aprovechar, paraque surjan gestos y símbolos, para fomentar espacios de encuentro entre personas y gruposenfrentados. No hay que esperar a que finalice la violencia para hacer algo referente a lareconciliación, que, dicho sea de paso, no hay que confundirla con la normalización política(que nuestros políticos dialoguen con normalidad). Pero la violencia, con su capacidaddestructora y distorsionadora, debe desaparecer definitivamente para poder culminar lareconciliación social.

Las víctimas, en el centro

Al hablar de la reconciliación siempre surge la idea de situar a las víctimas en el centro deeste proceso, como sujetos privilegiados, como iniciadores del mismo. Las dificultadesaparecen cuando se trata de concretar este principio general. Las víctimas reclaman nuestratotal solidaridad y la reivindicación de su memoria. Pero ser sujetos privilegiados no puedesignificar que a las personas que arrastran una historia de dolor y sufrimiento se les asigneademás la pesada carga y responsabilidad de ser animadoras de la reconciliación en lasociedad. Esta posibilidad produce desasosiego. Tampoco creemos que, por el hecho deserlo, las víctimas estén revestidas de una mayor credibilidad y legitimidad en el orden de losdiagnósticos políticos y propuestas de solución.

¿Cómo entender, pues, desde nuestra perspectiva que las víctimas hacen arrancar la

16

Page 17: La Reconciliación. Más allá de la justicia · cuenta de lo increíble que resulta. Cambia tu manera de ser, eres mucho más sensible y la tristeza aflora de manera incontrolada

reconciliación? Creemos que esta idea tiene que ver más con la dimensión espiritual que conla dimensión político-social de la reconciliación. En clave espiritual, decimos que lareconciliación brota de Dios, y su lógica es la de sufrir con el que sufre, la de estar junto alas víctimas e identificarse con ellas. Por eso podemos decir que la reconciliación comienzapor las víctimas. En el plano simbólico y mistagógico, en la hondura de su experiencia dereconciliación, en la transformación que se produce en sus personas, en las dimensionesinimaginables que el Espíritu dinamiza en sus vidas y a su alrededor, en la memoria colectivaque va surgiendo en torno a ellas... existe una fuerza especial que las sitúa en el centro delproceso.

Por eso, quizá la prioridad de las víctimas no haya que entenderla en sentido cronológico,sino porque es verdadera en Dios y en su identificación con las víctimas. Debemos entenderese comienzo por las víctimas no como algo temporal, sino para resaltar su importanciafundamental en el proceso y la vis atractivo-simbólica que ejercen las víctimas reconciliadas.Esto, que entendemos es una manifestación de la preferencia de Dios por los últimos, noresulta incompatible con el hecho de que social y políticamente el proceso de reconciliación,en el que la sociedad entera deberá participar, pueda y deba arrancar por otras personas, ose desencadene por distintos acontecimientos.

Creemos, en definitiva, que poner a las víctimas en el centro de la reconciliación significavarias cosas: darles la palabra para narrar sus historias, tantas veces olvidadas o silenciadaspor la Historia y los discursos oficiales; reparar en lo posible el daño hecho; hacer justicia asu memoria. Y también evitar hacer banderas políticas de ellas, erigiéndonos en portavoces yportadores de la voluntad de un grupo también plural en sus ritmos personales y anhelossociales.

¿Qué le toca a nuestra Iglesia?

Es cierto que la Iglesia cuenta con varios recursos y elementos que puede poner al serviciode la reconciliación. Pero el más valioso de todos ellos, el imprescindible, es que la propiareconciliación se viva al interior de la propia comunidad cristiana. Por eso, la preguntaprevia que debemos hacernos antes de plantearnos la aportación de la iglesia en lareconciliación es cómo andan nuestras comunidades a ese respecto. Nos resulta muyinterpelador en este sentido el texto evangélico de Mt 5, 23-24 (“si mientras llevas laofrenda al altar te acuerdas de que tu hermano tiene queja de ti, deja la ofrenda delantedel altar, ve primero a reconciliarte con tu hermano y después ve a llevar tu ofrenda”). Sinuestra iglesia ha de aportar algo a la reconciliación de nuestra sociedad será desde unascomunidades donde aquélla sea ya una realidad.

Por otro lado, ¿tiene que ver más la aportación de la iglesia con la reconciliación individualque con la social?, ¿con la reconstrucción del sujeto herido que con la de la trama derelaciones sociales? Podría parecer que a la iglesia le corresponde más lo espiritual, lopersonal. Sin embargo, entendemos que el evangelio plantea el problema de la violenciahumana, del mal, no sólo a nivel individual sino también en su dimensión social. Parece quehoy la tendencia consiste en achacar la violencia a la naturaleza humana, a individuosconcretos que sirven de chivos expiatorios. Pero con el evangelio en la mano surge la

17

Page 18: La Reconciliación. Más allá de la justicia · cuenta de lo increíble que resulta. Cambia tu manera de ser, eres mucho más sensible y la tristeza aflora de manera incontrolada

pregunta de por qué tanta violencia. La respuesta de la cruz y de la resurrección no es sólopersonal. Habla también de reconciliación social y tiene consecuencias para ella. Una de ellases que las víctimas serán reivindicadas, y no sólo las víctimas presentes o futuras, sino lasque ya nos dejaron, las de la historia. Y esto tiene repercusiones sociales importantes.

¿Qué vías podría transitar nuestra iglesia para ejercer un mejor ministerio de lareconciliación en nuestra sociedad? ¿Qué retos tiene señalados? Veamos algunos de los quenos parecen importantes.

Algunos retos

– Tenemos que inventar caminos para evangelizar las sensibilidades. En los procesos deiniciación cristiana no se ha conseguido que los valores evangélicos calen algunas facetas denuestras personas. Entre nosotros, vemos que el núcleo identitario (político, cultural...) noha quedado evangelizado plenamente. Existen entre cristianos de nuestras comunidadesadhesiones idolátricas a la propia identidad política o cultural. Lo político es lo “último” yno lo “penúltimo”. Es cierto que hay otras facetas en las que lo evangélico no nos acaba decalar del todo. Por ejemplo, en las repercusiones que sobre nuestro estilo de vida puedetener la fraternidad/solidaridad con los excluidos del mundo. Pero en este caso sabemos quedebemos seguir trabajando y somos conscientes de nuestras hipocresías y limitaciones. Sinembargo, en la cuestión de la identidad política ni siquiera tenemos conciencia de lasrepercusiones de rezar el Padrenuestro. Probablemente, el encuentro interpersonal sea unade las herramientas más adecuadas para que las sensibilidades se vean tocadas.

– De ahí, que las comunidades cristianas pueden ser espacios de encuentro. Debemosfomentar lugares para el diálogo, donde sea posible el contacto directo con el “otro”,demonizado y despersonalizado en la vida política.

– Pero el encuentro puede producir conflictos. Y nuestra iglesia no está especialmente bienpreparada para vivirlos. Tenemos que aprender en la iglesia a vivir el conflicto y en elconflicto. Nuestra formación ha hecho que lo vivamos de forma culpabilizadora ymoralizante. Nos ha parecido que la armonía y la comunión exigían callarse. Hemos huidodel conflicto. Y, sin embargo, el Espíritu de Dios es tan creador de unidad como dediferencia.

– Debemos poner al servicio de las víctimas y victimarios toda nuestra experiencia deacompañamiento personal, movilizando con humildad ese preciado don de acompañarprocesos personales que existe en nuestras comunidades.

– Y toda esta experiencia vivida de reconciliación se tiene que celebrar sacramentalmente.Por eso es importante replantearnos el modo en que celebramos el sacramento de lareconciliación. En su forma actual, pierden significatividad elementos como laresponsabilidad, la asunción de la propia historia o el encuentro interpersonal. Y quizá secargan demasiado las tintas en la “culpabilidad”.

– Ligado a lo anterior, también necesitamos depurar nuestro lenguaje religioso y nuestrasimágenes de Dios de cualquier categoría violenta. Imágenes tales como cólera o ira de Diospueden tener su momento de luz, al indicar que Dios no es indiferente y está afectado por

18

Page 19: La Reconciliación. Más allá de la justicia · cuenta de lo increíble que resulta. Cambia tu manera de ser, eres mucho más sensible y la tristeza aflora de manera incontrolada

nuestra historia. Pero debemos estar atentos para que no se nos cuelen por ahí concepcionesque alienten o justifiquen la violencia.

Y en cualquier caso, habría unos principios irrenunciables para el trabajo de la iglesia enmateria de reconciliación. En primer lugar, la cercanía a todos los que sufren, escuchando ynarrando sus historias de dolor e intentando reparar en lo posible la humanidad rota de lasvíctimas. En segundo lugar, pasar de la culpa, destructora, a la responsabilidad,humanizante. En tercer lugar, poner la mirada en el futuro por construir.

Conclusión

Desgraciadamente, parece probable que la violencia nos seguirá acompañando, quién sabepor cuánto tiempo. Debemos ser lúcidos para saber que mientras ésta perviva, junto a susconsecuencias más graves de muerte y dolor, seguirá sirviendo para manipular la realidad oapuntalar espacios de intransigencia.

Nuestro reto es convencernos de que siempre es posible hacer algo y actuar enconsecuencia, sin esperar a que la violencia termine.

Ese inédito viable puede pasar hoy por gestos pequeños, humildes y a nuestro alcance:acoger y escuchar a una víctima; mostrar nuestra cercanía a las personas amenazadas; nocallarnos cuando en nuestros ambientes se demonizan proyectos políticos o se denigranpersonas; denunciar en la medida de nuestras posibilidades las agresiones a la libertad deexpresión y los atentados contra la pluralidad de nuestra sociedad...

Los cristianos sólo vamos a ser capaces de realizar este tipo de aportaciones, u otras másimportantes, si somos capaces de vivir una espiritualidad de la esperanza y de la confianza.

Sin ingenuidad, con humildad y sencillez, pero cultivando la experiencia de que el Espíritu esnovedad permanente que siempre nos puede sorprender.

19

Page 20: La Reconciliación. Más allá de la justicia · cuenta de lo increíble que resulta. Cambia tu manera de ser, eres mucho más sensible y la tristeza aflora de manera incontrolada

4. EPÍLOGO

REFLEXIÓN DEL SEMINARIO DE CRISTIANISME I JUSTÍCIA

“Amar es creer que todas las personas heridas en sumemoria pueden transformar su herida en fuente de vida”

(Tim Guérnard,autor de “Más fuerte que el odio”, historia de la superación de su propia infancia de malostratos.

Entrevista de Ima Sanchís en La Vanguardia).

En la sesión final de balance de nuestro seminario, procuramos aplicar nuestro recorridoprevio a los textos recibidos de Mari Carmen Fernández y de los compañeros de Alboan.Muy rápidamente exponemos alguna de esas conclusiones.

El seminario nos ayudó a comprender una cosa muy elemental, pero que a veces olvidamosal tratar estos remas: reconciliación no es lo mismo que perdón. Este puede ser un actounilateral, pero aquella ha de ser “de doble dirección”. Mari Carmen de manera admirable haperdonado a sus verdugos y en este sentido ella se ha reconciliado con su propio drama.Pero sólo ella. La verdadera reconciliación no se dará hasta el momento en que, porejemplo, uno de esos concejales de HB a los que ella alude y que tenían trato frecuente conella, tenga el valor de decirle: “lo siento mucho, de veras. Más allá de nuestras diferenciaspolíticas, quizás inconciliables, lo siento mucho a niveles personales y daría cualquier cosaporque no te hubiese ocurrido”. Algo parecido afirman los compañeros de Alboan cuandoescriben que sin alguna espiritualidad no puede haber reconciliación.

Pero reconciliación tampoco es lo mismo que negociación, ni es resultado de encuentros onegociaciones intelectuales o políticas. Estos, aunque sean de doble dirección pueden servirsólo para evitar males futuros pero no para sanar males pasados. Y son además muy frágilesy amenazados, como puede comprobarse pensando en los acuerdos de Oslo, o de ElSalvador etc.

¿Cuáles serían algunos rasgos de esa espiritualidad?

a. Para que pueda producirse lo que acabamos de decir es preciso, “meterse en elsufrimiento del otro” y en la historia de ese sufrimiento. “Que las víctimas tengan rostro”,como dice uno de los amigos de Alboan. Reencontrar allí esa vulnerabilidad que nosconstituye a todos y en la que todos estamos hermanados. Sólo esta entrada en elsufrimiento del otro conseguirá ese otro rasgo que también nos llamó la atención a todos alo largo del seminario: que la reconciliación no consiste en el olvido, sino en recordar lascosas de otra manera: en una sanación de la memoria. Quizá sólo esa curación del recuerdopermite dialogar a fondo con los que no comparten nuestros mismos argumentos.

b. Ese salto a la historia del sufrimiento del otro no solemos darlo por iniciativa propia,porque tendemos a confundir su historia de dolor con su visión de la historia. Y las visionesde la historia, en caso de conflictos, suelen ser paralelas que nunca se encuentran, tanto si setrata de historias personales como colectivas. Hace falta algún factor exterior a nosotros:

20

Page 21: La Reconciliación. Más allá de la justicia · cuenta de lo increíble que resulta. Cambia tu manera de ser, eres mucho más sensible y la tristeza aflora de manera incontrolada

una fe religiosa, un mediador o pacificador hábil, un testigo, alguna forma de encuentroinesperado... que nos permita “saltar” a la otra línea paralela. Nos impactó a todos, al leerlas reacciones de Alboan tras el testimonio de Mari Carmen, la sorpresa (y el dolor demuchos de ellos), por “no haberse dado cuenta antes”, la constatación de que en todosnosotros puede haber un “núcleo identitario no tocado por el evangelio”.

En el caso de Mari Carmen ha habido algo más: hemos conseguido entrar no sólo en eldolor del otro, sino en el perdón del otro, en su reconciliación con su propia historiadoliente. Ese factor ha permitido una reconstrucción de las entrañas rotas, que sería la mejordefinición de lo que es la reconciliación y la mejor disposición para las negociacionesulteriores que siempre serán necesarias.

c. Hay un último factor de carácter más psicológico que podría ayudarnos a dar ese salto ala otra paralela, y es una auténtica “crítica de la sensibilidad”. La Modernidad hizo críticasbrillantes de la razón, del conocimiento de los sentidos... Pero, curiosamente, no tenemoshecha una crítica de nuestra sensibilidad. Y, sin embargo, es la sensibilidad, aún más que larazón, quien dirige nuestra práctica. Lo explicamos un poco más, porque nos parece unpunto importante.

Una clave decisiva para toda sanación interior, y para toda reconciliación, es no confundir loque nuestra sensibilidad siente con lo que la realidad es. Esa distinción la hemos idohaciendo ya en nuestras demás facultades perceptivas. Hemos aprendido que lo que captannuestros sentidos materiales (vista, oído etc.) no es sin más la realidad exterior a nosotros,tal cual es, sino esa realidad “procesada” por nuestros órganos sensoriales. Para lasrelaciones humanas este dato tiene menos importancia, dado que todos “procesamos” ypercibimos la realidad sensorial exterior de la misma manera: lo que yo veo azul, todos loven azul y lo que escucho como agudo todos lo escuchan como agudo. La subjetividad denuestros sentidos es, por así decir, una subjetividad colectiva,

Pero en el caso de la sensibilidad no es así: el impacto y la información que percibo estáprocesada sólo por mí (o, en otras ocasiones, por mí y un grupo afín). Y puede ocurrir queun dato determinado me provoque un gran dolor o un gran gozo, y yo lea luego la realidaddel dato de acuerdo con ese estado mío de ánimo. Si por ejemplo, mi dolor ha sido enorme–y dado que el dolor tiene esa evidencia imponente e impositiva- me quedaré con laseguridad de que la realidad tiene una dosis de injusticia o de crueldad correspondiente a midolor: no pensaré (ni aceptaré) que las proporciones de mi dolor pueden deberse a factoressubjetivos (mis expectativas particulares, mi particular vulnerabilidad, la magnitud de mipropio ego, historias pasadas...). Igual que percibo como evidente que el papel es tan blancoy tan continuo como yo lo veo: y necesito una información exterior a mis sentidos paraaceptar que no es así.

Un ejemplo muy gráfico de esto podrían ser aquellas personas a las que les ha sidoamputado un miembro, pero luego sienten un enorme dolor en aquel miembro que ya notienen (la pierna, por ejemplo). El punto de comparación está aquí: su dolor es innegable y aveces insoportable (y esto no acaban de creérselo los demás). Pero estas personas necesitansaber que la realidad que responde a este dolor, no es exactamente como ellos la sienten.Esa crítica de la propia subjectividad o de la propia sensibilidad es imprescindible en unareconciliación auténtica. Y esa crítica sólo se consigue escuchando mucho, y siendo tambiénescuchado.

21

Page 22: La Reconciliación. Más allá de la justicia · cuenta de lo increíble que resulta. Cambia tu manera de ser, eres mucho más sensible y la tristeza aflora de manera incontrolada

Sin esa crítica de la sensibilidad, creeré siempre que la reacción dictada por mi dolor, secorresponde objetivamente con la realidad del dato que me provocó esa reacción. Eso creen,por ejemplo, todos los que reaccionan violentamente. Los de fuera me hablarán, a veces, deuna reacción “desproporcionada”; pero la verdadera desproporción no está entre lo quesiento y mi reacción posterior, sino muchas veces ya entre el dato y el modo como misensibilidad es afectada por él.

Por supuesto, y por desgracia, esto no vale para todos los casos. Pocos negarán, porejemplo, que en el caso de Israel hay una agresión hacia los palestinos que es violenta ycontraria a todo derecho internacional. En este caso el dolor está muy justificado, aunquepuedan no estarlo las reacciones terroristas indiscriminadas que ese dolor suscita. Perocuando vale, vale tanto para procesos de desencuentro personal como de enfrentamientocolectivo. La reconciliación implicará entonces necesariamente un proceso previo deenfrentamiento consigo mismo, de autocrítica y de sanación de la propia sensibilidad, y de lapropia visión de la historia. Negarse a él es no estar dispuesto para la reconciliación.Aceptarlo llevará a descubrir en el otro valores humanos que son superiores a la propiaidentidad y tales que si ésta los excluyera se corrompería. Esto es lo que los amigos deAlboan llegan a llamar “idolatría de la identidad”. ¡De cualquier identidad!...

d. ¿Qué habría que hacer entonces para intentar ser agentes de reconciliación? Entendemosque una de las tareas sería poner encima de la mesa muchas historias de sufrimiento: sinesconder unas y exhibir otras, sin magnificar unas y minimizar otras. Intentando que nuncasea visto el dolor ajeno como una victoria propia, porque el absurdo del sufrimiento no cabeen ninguna lógica y en ninguna racionalidad (ni propia ni ajena). Y tratando por eso que antelas lágrimas de una madre que llora a su hijo muerto (sea éste un terrorista o una víctima delterrorismo) nos resulte más importante besar los ojos que lloran, que abrir una copa dechampán para celebrarlo.

Precisamente por eso es tan difícil la reconciliación: tanto el campo de muchas relacionespersonales como el de las relaciones sociopolíticas están cada vez más vertebrados en tornoal poder que en torno a la llamada del rostro del otro. Vivimos, en este sentido, en unsistema de relaciones no reconciliadas, y sólo grandes dosis de auténtica espiritualidadpueden paliar sus desastrosos efectos.

(Noviembre 2003)

22

Page 23: La Reconciliación. Más allá de la justicia · cuenta de lo increíble que resulta. Cambia tu manera de ser, eres mucho más sensible y la tristeza aflora de manera incontrolada

CUESTIONARIO PARA LA REFLEXIÓN PERSONAL

1. ¿Qué datos de los testimonios leídos me han descolocado más?

2. ¿Qué observaciones, tanto de la reflexión de Alboan como del epílogo de Cristianisme iJustícia, me han hecho caer en la cuenta de cosas que tenía olvidadas?

3. ¿Hay en mí algún recuerdo que necesita no ser olvidado pero sí sanado? ¿Cual?

4. ¿Hay algunos valores que están por encima de mis ideales y de mis ideas y que veo queno debo pisotear para llevarlos a cabo? ¿Cuales?

5. ¿Conozco historias de sufrimiento de personas que no están en mi posición? ¿Meatreviría a repasarlas?

6. La primacía de las víctimas (sin manipularlas ni ignorarlas en provecho propio) ¿a quédebería llevarme?

Con toda sinceridad califica de 1 a 10tu voluntad de reconciliación

© Cristianisme i Justícia – Roger de Llúria 13 – 08010 Barcelona

T: 93 317 23 38 – Fax: 93 317 10 94 – [email protected] – www.fespinal.com

Noviembre 2003

23