25
 El siguiente material se reproduce con fines estrictamente académicos y es para uso exclusivo de los estudiantes de la materia Colombia, Revolución e  Independencia de la facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad ICESI, de acuerdo con el Artículo 32 de la Ley 23 de 1982. Y con el Artículo 22 de la Decisión 351 de la Comisión del Acuerdo de Cartagena. ARTÍCULO 32: "Es perm itido utilizar obras literarias o art ísticas o part e de ellas, a t ítulo de ilustración en obras destinadas a la enseñanza, por m edio de p ublicaciones, emisiones o radiodifusiones o grabaciones sonoras o visuales, dentro de los límites justificados por el fin propuesto o comunicar con propósito de enseñanza la obra radiodifundida para fines escolares educativos, universitarios y de formación personal sin f ines de lucr o, con la obligación de mencionar el nombre del autor y el título de las así utilizadas”. Artículo 22 d e la Decisión 35 1 de la Comisión del Acuerdo Cartag ena. ARTÍCULO 22: Sin prejuicio de lo dispues to en e l Capítulo V y en el Artículo anterior, s erá lícito realizar, sin la autorización del autor y sin el pago de remu neración algun a, los siguientes actos: b) Reproducir por medio reprográficos para la enseñanza o para la realización de exámenes en instituciones educativas, en la medida justificada por el fin que se per siga, artículos lícitam ente publicados en periódicos o colecciones periódicas, o b reves extr actos de obr as lí citam ente p ublicadas, a condición que tal utilización se haga conforme a los usos honrados y que la m isma no sea objeto de vent a o transacción a t ítulo oneroso, n i tenga directa o indirectamente fines de lucro;...”.

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El siguiente material se reproduce con fines estrictamente académicos y espara uso exclusivo de los estudiantes de la materia Colombia, Revolución e Independencia de la facultad de Derecho y Ciencias Sociales de laUniversidad ICESI, de acuerdo con el Artículo 32 de la Ley 23 de 1982. Ycon el Artículo 22 de la Decisión 351 de la Comisión del Acuerdo deCartagena.

ARTÍCULO 32:"Es permitido utilizar obras literarias o artísticas o parte de ellas, a título deilustración en obras destinadas a la enseñanza, por medio de publicaciones,emisiones o radiodifusiones o grabaciones sonoras o visuales, dentro de loslímites justificados por el fin propuesto o comunicar con propósito deenseñanza la obra radiodifundida para fines escolares educativos,universitarios y de formación personal sin fines de lucro, con la obligación demencionar el nombre del autor y el título de las así utilizadas”.

Artículo 22 de la Decisión 351 de la Comisión del Acuerdo Cartagena.

ARTÍCULO 22:

Sin prejuicio de lo dispuesto en el Capítulo V y en el Artículo anterior, serálícito realizar, sin la autorización del autor y sin el pago de remuneraciónalguna, los siguientes actos:

b) Reproducir por medio reprográficos para la enseñanza o para larealización de exámenes en instituciones educativas, en la medida justificadapor el fin que se persiga, artículos lícitamente publicados en periódicos ocolecciones periódicas, o breves extractos de obras lícitamente publicadas, acondición que tal utilización se haga conforme a los usos honrados y que lamisma no sea objeto de venta o transacción a título oneroso, ni tenga directao indirectamente fines de lucro;...”.

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Carlos IV, según una de las acuarelas que i lustran e l  

i n fo rme d e l re co r r i d o q u e e l o b i sp o Ba l ta sa r Ja i me Ma r t ín e z  

C o mp a ñ ó n y Bu j a n d a h i zo e n t re 1 7 8 2 y 1 7 8 5 p o r l a d i ó ce s i s  

de Tru j i l lo en e l Vi rre inato del Perú. {La obra del obispo  

Mart ínez Com pañón sob re Tr ujil lo de l Perú en el sig lo XVIII, 

Ma d r i d , 1 9 7 8 . ) Sa l a d e Pa t r i mo n i o D o cu me n ta l , C e n t ro  

C u l tu ra l B i b l i o te ca L u i s Ech a va r r ía V i l l e g a s , U n i ve rs i d a d 

Ea í i t , Me d e l i ín .

1. Archivo Histórico de Medeliín t. 47, f 29.

2. Archivo del Cabildo de Rionegro, 1808, voi. 568, fi.

416-419.

3. Biblioteca Nacional, Antiguos manuscritos, Libro i 84,

fi! 47-48.

4.Jura de Pamplona, 16 de octubre de 1808, AGN,

fondo EOR,Peticiones, caja 185, í£ J 9-86.Jurado la Villa

de Purificación, Biblioteca Nacional, fondoAntiguos 

Muniscrilos.libro 184,lí' 13-14. Jura de Medeliín, 14 de

octubre de 1808, AHM, t, 74, 11' 15-20.Jura de Antioquia,

AH A, Libros capitulares tkAitlioijuia, lí. 66-70.Jura de

Yoloinbó, AGN, Historia civil, 1.14, íK 915-930. Jura de

Rionegro, 19 de.septiembre de 1808, AHA.doc. 9697.

 Jura de Girón, 23 de diciembre de i 808, AGN, Policía, 

t ll .f i. 929-944. Jura de Santafé, AGN, fondo EOR , caja

198, E  27 y 33.

L A R E V O L U C I Ó N D E L O S

C A B I L D O S Y LAS M Ú L T I P L E S

A U T O N O M Í A S L O C A L E S E N EL

 N U E V O R E I N O DE . G R A N A D A

 Ana Catalina Reyes Cárdenas

E l C O N T E X T O I N T ER N A C I O N A L : L A C R IS IS D E L A M O N A R Q U Í A

En 1808; el día del cumpleaños del rey Carlos IV, la mayoría de los súbditos de la peque

ña Villa de Medeliín decidieron no iluminar las calles, ni sus viviendas en honor al rey

como estaba establecido y había sido costumbre durante casi trescientos años.1En el

Rionegro de mediados de 1808 se seguía un juicio contra unos parroquianos que cuan

do departían en una chichería y bajo el efecto del licor vociferaron contra la monarquía

española y tildaron al rey Carlos IV de cabrón.2 A fines de 1809, los hijos de José María

Salazar, jun to con otros jóvenes, montaron un sainete titulado C i e g o p o r s u p r o v e c h o , en

que hacían burla de la prisión de Femando VII y de Carlos IV. A este último lo ridi

culizaban como un ser débil dominado por su esposa, María Luisa de Parma, y por el

 poderoso valido Manuel Godoy.3

Estos hechos que acontecían en la lejana provincia de Antioqu ia develan signos de ma

lestar con el gobierno metropolitano y el debilitamiento de los lazos de lealtad y subor

dinación con la monarquía. Y es que aun antes de la invasión francesa, tanto en España

como en América el descontento iba en aumento. Las continuas guerras y derrotas es

 pañolas, especia lmente la de Trafalgar, habían producido duros golpes a la economía

del imperio y los efectos de la crisis eran aún más severos para los sectores pobres. Losfracasos militares, la deteriorada economía, unida a las intrigas de la corte, y el rechazo al

enorme poder del primer ministro Manuel Godoy debilitaban la autoridad del rey.

El amenazante expansionismo de Napoleón era evidente en 1808, cuando los ejércitos

del general francés Murat ocuparon el norte de España, con el propósito de dirigirse a

Portugal. En medio de este enrarecido ambiente, el hijo del rey, el príncipe de Asturias, el

18 de marzo 1808, protagonizó el motín de Aranjuez, que tenía como objetivo descabe

zar a Godoy, destronar a Carlos IV, su propio padre, y asumir la corona como Fernando

VII. Las noticias del nuevo rey llegaron a América, y en la Nueva Granada las ciudades,

villas, parroquias y pueblos de indios realizaron solemnes juras de fidelidad al nuevo

soberano. De acuerdo con la riqueza y jerarquía del lugar, se barrieron y alumbraron lascalles, hubo solemnes tedéum, procesiones presididas por el estandarte real, retreta, bai

le, pólvora, toros, gallos y se lanzaron monedas con la esfinge del rey amado.4

Mientras América apenas acababa de entronar a su nuevo soberano, Femando VII en

el mes de mayo de 1808, convocado por Napoleón, viajó a la ciudad de Bayona, en la

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que se encontraban su padre y Godoy, refugiados, Los hechos que suceden tienen un

cariz trágico y cínico, pues ambos, padre e hijo, abdicaron los derechos de la Corona

española en Napoleón , quien procedía a nombrar como rey de España, las Indias y todos

los dominios españoles a su hermano José I Bonaparte. Los vasallos a los dos lados del

Atlántico reaccionaron henchidos de patriotismo hispánico contra el invasor francés y

en defensa del rey prisionero y de la religión católica, amenazada po r la revolución fran

cesa y la masonería.

En la coyuntura, la descolorida y vacilante figura de Fernando VII adquirió la dimensión

heroica del rey deseado y amado víctima de los franceses. En contraste, Manuel Godoy,

el poderoso valido; Carlos IVy su malvada y casquivana esposa, María Luisa de Parma,

aparecieron como los execrables traidores responsables de la tragedia de España. Fran

cia y el término afrancesado para denominar a todo lo que simpatizaba con la revolución

francesa y los cambios que ella portaba se convirtieron en sinónimo ele traición a la mo

narquía y a la religión. De ahí una de las paradojas complejas de este período revolucio

nario que puso fin al antiguo régimen español. España, liberal y revolucionaria, debía

simultáneamente rechazar a la nación portadora de estos principios transformadores.

El carácter revolucionario de los hechos desatados a partir de 1808 sólo se pueden ex

 plicar en la medida en que se inscriban en el horizonte de las revoluciones atlánticas que

 pusieron fin al antiguo régimen e implantaron la modernidad política. Este movimiento

se inició con la revolución de la colonias británicas de 1776, la revolución francesa de

1789 y la revolución de Haití de 1791. La primera de ellas impactó a las colonias ameri

canas, en tanto fue una revolución enmarcada en la recuperación de los derechos y liber

tades que tradicionalmente las colonias habían tenido frente a la metrópoli. La segunda

de ellas, la francesa, impactó en el mundo, pues su propósito era la inauguración de una

nueva sociedad en la que emergía un nuevo hombre, el individuo como ciudadano y

sujeto de derechos, desligado de la sociedad estamental y corporativa. Una revolución

en que la soberanía ya no pertenecía a las monarquías, sino al pueblo representado por

hombres libres e iguales. La revolución haitiana, a pesar de su fracaso político, fue de particular impacto en la medida en que abolió la esclavitud, igualó a los negros como

ciudadanos y rompió el régimen económico de plantación.

Los hechos de la Nueva Granada entre 1808 y 1819 estuvieron inscritos en esta coyun

tura mundial, entre un mundo antiguo que se desmoronaba y la creación de la modern i

dad a través de cambios revolucionarios. Una dificultad adicional para el tránsito hacia

la modernidad en América fue que ésta implicó una guerra anticolonial, cuyo resulta

do fue el surgimiento de nuevas naciones inexistentes. Estas nuevas naciones debieron

construirse de forma atropellada, sin procesos de larga duración com o los que se habían

dado en Europa. Las élites criollas inscritas en la cultura europea y en los valores hispáni

cos debieron inventar un nacionalismo que les diera legitimidad a sus nuevos Estados.

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Ma p a d e l a P ro v i n c i a d e An t i o q u i a , 1 8 0 9 . Fo n d o P i n e d a ,  

Bibl io teca Nacional c ié Colombia, reg. F. Pineda 1036  

pieza 19, Bogotá.

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Sollo üol Estallo ordonado por ol Supremo Poiloi Legislativodo Antloqula en 1011. El cuorvo provlono ilol oscudocolonial do Anlioquln; la torro, dd do Modollin; el Icón, doldo Rlonogro, y las monos, dol do Marinllla. Los Inicíaloscorrospondon a: nomodlos Zaragoza, Cácoros, San Bartolomé,Yolombó y Cancán. (Crónica Muimiiml, Modollin, 10G3).

5. Se utilizó la información presentada por Francisco

Silvestre, "Apuntes reservados particulares y generales

del estado actual del Virreinato de Santa Fe" [ 17(Wl, en

Germán Colnienares (eomp.), Rchidonci c ¡ii/ornies tic lo.<

gohminhv Je ln Nnmi (Iniiiiulii, 3 vols, Bogotá, Biblioteca

Banco Popular, 1OT.

6. En los siguientes lóndos del Archivo General de la

Nación se encuentran casos que ilustran estos abusos.Fondo Empleados públicos, tomo 17; fondo Criminal,

180(i; fondo Empleados Públicos; fondo Bolívar, tomo

10; fondo Policía,)'Ibndo Cabildos.

7. Silvestre, 0/i 07.

L a i n e x i s t e n t e p a x  c o l o n i a l e n e l R e i n o d e l a N u e v a G r a n a d a

a F I N E S D E L S IG L O X V I I I

 No sólo los hechos que ocurrían en la Península tenían insatisfechos a los neogranadi-

nos. En el tardío colonial, la inconformidad de las élites criollas, los indígenas, los libres y

los esclavos era manifiesta no únicamente en el Nuevo Reino de Granada, sino en toda

la América hispánica.

En el Nuevo Reino de Granada, durante el siglo XVIII, el crecimiento demográfico fru

to del mestizaje había generado una amplia población de castas o libres de colores que

representaban el 44% del total de la población.5Los libres, a pesar de su amplio número,

eran considerados despectivamente c a s t a s , rechazadas por sus condición racial y caren

tes de un lugar en una sociedad colonial, concebida como dos repúblicas separadas y di

ferenciadas de blancos e indios. Esta masa de libres — compuesta por mestizos, mulatos,

 pardos, zambos y toda la variedad de mezclas posibles fruto de los cruces raciales— era

 percibida por la Corona y las élites criollas no sólo como inferior, sino también como una

amenaza contra el orden. Virreyes, visitadores y gobernadores intentaron controlar a los

libres a través de medidas que pretendían reunidos bajo la mirada del Estado y la religión.

En este sentido, fueron sacados de los montes y las selvas en las que vivían arrochelados

y obligados a vivir bajo t o q u e d e c a m p a n a  en colonias agrícolas, sitiosy nuevas parroquias.

La intención de la racionalidad borbónica era convertirlos en vasallos católicos, útiles

y económicamente productivos. Otro gran número de ellos se instaló en las ciudades,

dedicado a la vagancia y la mendicidad. Otros se asentaban en las goteras de la ciudad en

c a n c h e r a s , definidas por las autoridades como guaridas de maleantes. Los más exitosos

se constituyeron en u na población urbana pobre, que habitaba los nuevos barrios y ejer

cía pequeños oficios. Esta dinámicapleke urbana, como veremos más adelante, tuvo una

decidida participación en los acontecimientos revolucionarios de 1810.

Sin embargo, la gran mayoría de los libres de colores era población rural pobre y sin tierra

que estaba sometida a la expoliación económica de los hacendados, que los tenían como peones, y al control y abuso de corregidores, capitanes a guerra y curas.6Igualmente, el

monopolio del tabaco y la prohibición del libre cultivo de éste, el monopolio de los licores

y los numerosos impuestos afectaban a los pequeños campesinos, a los mazamorreros y,

en general, a la población. Los recurrentes desórdenes, tumultos, motines, insurrecciones,

quejas y reclamos dan fe de estas tensiones. Nada más lejano al mundo colonial america

no que la supuesta paz colonial. Esta tradición de insubordinación propició en los secto

res populares neogranadinos una experiencia política que si bien es poco reconocida por

la historiografía tradicional, fue útil en el momento de las guerras de independencia.

Los indígenas, si bien habían disminuido de forma considerable, representaban al iniciar

el siglo XIX en el territorio de la Audiencia de Santafé el 17% de la población.7Esta po

 blación, debido a su disminución numérica, fue sometida a la usurpación de sus pueblos

de indios y de las tierras de los resguardos para ampliar las grandes haciendas o para ser

ocupadas por los libres sin tierra. La documentación del período evidencia los numero

sos conflictos que se dieron entre los indígenas y los libres y hacendados que invadieron

5 0 | H I S T O n i A Q U E N O CH S A . L A I N D E P E N D E N C I A D E C O L O M B I A . 1 7 0 0 - 1 0 3 0

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8. Véase: Marta Herrera Ángel, Ordenar para contralla: 

Ordenamiento espada! y contivlpolítico en las llanuras del Caribe 

!'cu los Andes Centrales ncogranadinos, siglo AY///, Bogotá,

Instituto Colombiano de Antropología-Academia

Colombiana de Historia, 2002; Diana Bonnet, Tierra

vcomunidad. Un problema irresuelto. El caso del altiplano 

cinidiboyacensc (Virreinato déla Nueva Granada), J750- 

1800, Bogotá, instituto Colombiano de Antropología e

Historia-Universidad de los Andes, 2002; AGN, PondosCaciques e Indios.

9. John Leddy Phclan, El pueblo y rey. La revolución 

comunera cu Colombia, 17S1. Bogotá, Carlos Valencia,

1980; Mario Aguilera Peña,Los comnneros. Guerra social 

y Incluí anticolonial, Bogotá, Universidad Nacional de

Colombia, 1985.

o alquilaron tierras de los resguardos a pesar de las prohibiciones de la Corona. Los visi

tadores y reformadores borbónicos aconsejaron; así mismo, la supresión de los pueblos

indígenas de escasa población, de manera que éstos se transformaran en sitios o nuevas

 parroquias de libres. Motines e insurrecciones indígenas a lo largo del siglo XVIII en el

sur del Virreinato dan cuenta de estas tensiones.8

Los criollos que habían bebido el influjo de la Ilustración que llegó de la mano de refor

madores borbónicos y que despertaba un americanismo todavía tibio, también estaban

descontentos con una metrópoli lejana que no facilitaba los ideales de las luces, la cien

cia, el progreso y la felicidad de los pueblos. El Virreinato carecía de caminos, puertos,

nuevas técnicas para la explotación de los minerales, la agricultura era atrasada, no había

escuelas de primeras letras y faltaban universidades. Y lo más grave, el comercio era res

tringido y no se les permitía a los criollos aprovechar las ventajas del floreciente comercio

con las Antillas y Estados Unidos.

Las élites también habían perdido cargos públicos, prestigio y poder en sus localidades.

El centralismo borbónico había desmontado el antiguo pacto colonial establecido con

los Habsburgo, más proclives a la connivencia con las élites criollas. De hecho, el gobier

no Borbón había excluido a los criollos de los cargos más im portantes de la adminis tra

ción colonial. El acceso a los cargos públicos,- con sus salarios y honores, era mu y impor

tante en la Nueva Granada, un virreinato relativamente pobre y cuyas élites contaban

con el apetitoso manjar de los cargos públicos para manten er su estatus.

Todos estos descontentos le dieron forma al movimien to comunero de 1781. La revuelta

logró unir a indígenas, campesinos, libres y sectores de las élites criollas que la apoyaron,

algunos de forma decidida y otros soterradamente.9Además de la situación social de

fines de la Colonia, el contexto internacional influyó para convertir este descontento

en movimientos anticoloniales que condujeron a la independencia y a la formación de

nuevas naciones en la América española.

L O S R E I N O S E N O R F A N D AD

A partir de 1808, tanto en la península como en América fue fundamental resolver el

 problema de en quién recaía la soberanía, el poder y la legitimidad ante la situac ión de

v a c a t i o r e g io  o “vacío de poder”, producida por la prisión del rey y la abdicación. La res

 puesta a esta pregunta la dio en la Península el pueblo bajo, que desde un registro de an

tiguo régimen se levantó en la defensa patriótica del rey Fernando VII, de la monarquía

y de la religión católica. Según la tradición pactista, ante la ausencia del rey, la soberanía

volvía al pueblo, en su acepción de com unidad de vasallos.

El pueblo en armas se tomó inicialmente el poder. En las ciudades y villas, ante esta situa

ción, las élites locales tradicionales, "jefes naturales” de estas comunidades, asumieron

el gobierno y la soberanía en nombre del pueblo, a través de las juntas de gobierno que

se constituyen en 1808. Después de numerosos esfuerzos por evitar la fragmentac ión de

la monarquía en múltiples poderes, se estableció la Jun ta Suprema Central Gubernativa

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10. Camilo Torres y Tenorio,Memorial ilc agravios, Bogotá,l.ibrei'ía Voluntad, 1960.

11. Juan Marcliena Fernández, l.n Conslilución tic Cádiz 

y el ocaso <lcl sisieimi colonial español, Sevilla, Universidad

Pablo de Olavide, 2000.

del Reino, como autoridad legítima del amplio imperio español. Esta Junta debía estar

integrada no sólo por diputados de las juntas de gobierno de las distintas provincias es

 pañolas; sino por los diputad os de las Américas.

Si bien este gesto de convocar a los americanos a ser parte de la junta debía de hab er sa

tisfecho a las élites criollas, éstas se mostraron bastante contrariadas por el hecho de que

sólo se les hubiera autorizado nombrar nueve diputados en toda América, que excedíacon creces en ter ritorio y población a la península, mientras en esta se autorizaron 36

diputados. Esta discriminación hacia los americanos en la igualdad de representación

recrudeció el. espinoso tema de la discriminación entre peninsulares y criollos, que gra

vitaba en la sociedad colonial. En la Nueva Granada, la confrontación entre chapetones

y criollos se habría de convertir en una de las banderas más efectivas de los criollos para

ganar el apoyo del pueblo en la lucha por la autonomía frente al gobierno peninsular.

En noviembre de 1809, el cabildo de Santafé dio a conocer una representación de este

cuerpo a lajun ta Gubernativa del Reino Español, redactada por el notable abogado don

Camilo Torres y Tenorio. Este documento, conocido posteriormente como el M e m o r i a l  

d e a g r a v i o s, contiene el ideario del patriotismo criollo neogranadino y refleja el malestar

 por la ausencia de igualdad en la representación de los americanos. Así mismo, critica

a los malos funcionarios peninsulares y reclama los cargos públicos por méritos y con

sueldos para los criollos. Por otro lado, se queja del exceso de impuestos, del atraso de

la educación, la minería, los malos caminos y la ausencia de libertad comercial. En resu

men, todas las causas de la pobreza e infelicidad del Reino.10

1810,U N A Ñ O C R Í T IC O

En 1810, la situación de lapenínsula era caótica. La resistencia militar a los franceses y los

heroicos esfuerzos del pueblo español habían sido inútiles frente al avance de las tropas

napoleónicas. España sucumbía ante Napoleón. Lajunta Central Suprema de Gobier

no, desprestigiada por los continuos fracasos militares, debió refugiarse en Sevilla y fuereemplazada por un nuevo órgano de gobierno, el Consejo de Regencia, tildado como

ilegítimo por algunos sectores españoles y americanos. Lajunta antes de renunciar llevó

a cabo el acto político más importante del periodo: la convocatoria de las cortes, que

debían dotar al reino de una nueva constitución de corte liberal basada en la división

de poderes y el establecimiento de una monarquía constitucional. Con esta nueva pro

 pues ta se daba el paso decisivo hacia la revolución liberal española y era un contundente

golpe al antiguo régimen.

Apesar de las revolucionarias proclamas de lajunta Suprema de Gobierno, en que inci

taban a los americanos a que asumieran su destino y a participar a través de sus diputa

dos en la cortes, el número de delegados asignados a los americanos fue notablemente

inferior a los representantes peninsulares. Mientras España contó con 240 rep resentan

tes, América sólo tenía 63." Los americanos protestaron airadamente por esta nueva

discriminación, y gran parte de las élites neogranadinas se negaron a nombra r diputa

dos a las cortes de Cádiz.

5 2 I H I S T O R I A O Ü E H O C ES A . L A IN D E P E N D E N C I A O E C O L O M B I A . 1 7 1 1 0 - 18 3 0

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12. Antonio Villavicencio nació en Quilo, el 9 de enero

de 1775, pero su madre, doñajoaquina Berástegui y

Dávila, era santafereña. Realizó sus primeros estudios en el

Colegio Mavorde Nuestra Señora del Rosario, en Santaféde Bogotá, y allí fue donde estableció duraderos contactos

con la generación granadina de la Independencia. Luego

estudió en el Colegio de Nobles americanos y en la

Marina Real, donde recibió el título de oficial de marina.

Abrazó la causa patriótica granadina y fue ejecutado en

1816, durante la reconquista española.

Al iniciarse el año de 1810, la agitación política era generalizada en América. Los intentos

 por conformar juntas de gobierno tal como las españolas habían sido duramente repri

midos en Chuquisaca, La Paz y Quito. Las autoridades virreinales coloniales se atorni

llaban a sus cargos, mientras las élites y el pueblo desconfiaban de ellas y las tildaban de

afrancesadas e incapaces de defender a América, que parecía destinada también a caer

 bajo el yugo del impío Napoleón. Los criollos esperaban ansiosos deponer a las autor idades coloniales y desempeñar u n rol principal en esta coyuntura. Su acción política se

concentró en lograr la conformación de juntas de gobierno. Más que independencia, el

clamor era autonomía de gobierno, libertad comercial y reconocimiento de la igualdad

de derechos con los peninsulares.

A partir de 1810, se vivió en la Nueva Granada una efervescencia política caracterizada

 por el surgimiento de numerosas juntas de gobierno autónomas, cuyos objetivos eran

la remoción de las autoridades virreinales, autonomía del gobierno colonial y de Santa-

fé, la capital del virreinato; de las ciudades capitales de provincias o de aquellos centros

con los que tenían, alguna subordinación. Antela ausencia del rey y la cohesión que su

imagen podía proporcionar, la verdadera conformación del virreinato con sus múltiples

 poderes locales emergió como realidad política y territorial. Se vivió un período de ex

 plosión de soberanías locales y de fragmentación política y territorial del virreinato. El

orden político y las jerarquías territoriales colapsaron. El resultado era claro: 13 juntas

 provinciales, 8 juntas de ciudades  y  villas  y  23 nuevas villas; resultado de la transfor

mación de parroquias, sitios.y has ta pueblos de indios que fueron elevados a este nuevo

estatus de las jerarquías territoriales.

E l  p r i m e r  g r i t o  D E A U T O N O M Í A Y L EA L T A D : 

l a  J u n t a  d e  G o b ie r n o  d e  C a r t a g e n a

En 1810 arribó a Cartagena el comisionado regio don Antonio Villavicencio,12criollo

que tenía la misión, por parte del Consejo de Regencia, de obtener el reconocimientode los neogranadinos a este nuevo órgano de poder. Los criollos cartageneros vieron

 propicia la oportunidad de canjear el reconocimiento al Consejo Regencia por la auto

rización para conformar una Junta de Gobierno. Antonio Villavicencio, quien sostenía

estrechas relaciones con los criollos de la Nueva Granada y conocía de su desconten

to, apoyó la conformación de la primera Junta de Gobierno en la Audiencia de Santa-

fé, el 22 de mayo de 1809. La junta fue conformada por lo más granado de la sociedad

cartagenera (comerciantes, hacendados, militares de alto rango y abogados). Si bien la

Junta inicialmente reconoció al Consejo de Regencia y nombró al antiguo gobernador,

Francisco Montes, como presidente de ella, en menos de un mes lo depuso y comenzó

a dar los pasos necesarios para concretar la autonomía de gobierno y el derecho al libre

comercio. La autonomía no sólo era frente al gobierno de la península, lejano y ocupado

en la guerra contra Napoleón, sino fundamentalmente de la capital virreinal, Santafé,

con la que sostenía antiguas rivalidades políticas y comerciales. El establecimiento de un

gobierno favorable a los criollos en Cartagena era necesario para garantizar la existencia

de la juntas en otros lugares del virreinato, sin que éstas fueran amenazadas por el regi

miento fijo, tal como había ocurrido en 1809, con lajunta de Quito.

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Antonio Vlllovlconclo, uno do loo dos comisionados roglosenviados por ol Consojo do Rogoncla al Nuovo Reino doGranada a comienzos de 1810. Óleo sobro tola do autordesconocido, 60 x 47,0 em, do le primera mitad dol siglo

XIX. Cologlo Mayor de Nuestra Sofiora dol Rosarlo, Bogotá, rog. E-4/091.

13. 'Acta de la Villa del Socorro 11dejulio de 1810", en

Inés Quintero Montiel y A. Martínez Garníca (cds.),Acias 

ilc fiirinnciiíii <lcjimias y ileelnmeioiics ¡le iiiile/ieiii/eiiciu ( I S09-

I í122). lienles niiJiciicins tic Quilo, Gimáis r Stinltifi, vol. 1,

líucaramanga, Universidad Industrial de Santander, 2008.

14. liste corregimiento era de reciente creación, 1795.

Su erección tiene ijue ver con los reoi'deramicutos

territoriales borbónicos en la zona de Tunja.

IÄ. ‘Acta del Cabildo de Pamplona, 31de julio de 1810",

enHo/clln ¡le Hisloriuy Aiiliff'icihulcs, Academia de Historia.

A b a i q E L M A L G O BIE RN O , F U E R A L OS M AL O S c o r r e g i d o r e s

El 10 de julio, en la revoltosa villa del Socorro, las élites y el pueblo se insubordinaron

contra el corregidor español Jo sé Francisco Valdés, quien se refugió en el convento de

los capuchinos, apoyado y protegido po r éstos. El pueblo enfurecido arrojó piedras y

 palos contra el corregidor y el convento. Finalmente, Valdés renunció y el tumulto se

encargó de ponerle los grillos y encarcelarlo. El 11 de julio se nombró la Junta de Go

 bierno integrada sólo por miembros de la élite, a pesar de la destacada participación del pueblo en los hechos. En el acta de constitución de la junta de Gobierno se reconoció

“que la provincia del Socorro, siempre fiel a su legítimo soberano y constante adicta a la

causa nacional, ha sufrido po r espacio de un año al corregidor José Baldes Posada, que

con actividad de celo sin igual ha querido sostener entre nosotros las máximas de terror

y espanto, dignas del infame favorito Godoy”.13

Los hechos del Socorro ponen en evidencia cómo para los actores de esta época se en

trecruzan los acontecimientos europeos y los locales y sus repuestas en muchos casos

estuvieron determinadas por estos últimos. Igualmente, como en casi todas las locali

dades de la Nueva Granada, se observa la participación de la plebe en los hechos revolu

cionarios. También es importante resaltar el apoyo del clero a uno u otro bando, hecho

que intensificó los odios entre patriotas y chapetones e involucró al pueblo, que veía en

sus frailes y sacerdotes, líderes naturales. El enfrentamiento, que adquirió un cariz de

intransigente, justificó, en nombre de la defensa de la religión, la persecución al oponente

del bando contrario.

Al norte del virreinato, en el corregimiento de Pamplona,14el 29 de junio de 1810, la

fecha de San Pedro, patrón de la principal cofradía de la ciudad, se presentó un m otín

contra el corregidor de la ciudad, don juán Bastus y Falla. Desde su posesión en 1807,

Bastus, soberbio y engreído, había hecho alarde de su superioridad frente al resto de re

gidores del cabildo; luego, impuso un estilo autoritario al que las élites y los vecinos no

estaban acostumbrados.

Las élites convocaron a las gentes del pueblo, que participaron de forma decisiva en los

hechos de ese día. Com o incitadora del tumulto y de los hechos que llevaron a la desti

tución del corregidor y la formación de una Junta Provincial, aparece una mujer, doña

Águeda Gallardo de Villamizar, matrona de la élite, emparentada con miembros impor

tantes de la ciudad y cuyo hermano era el síndico procurador del cabildo.

Después del motín del 29 de junio de 1810, temiendo las represalias contra las élites por

 par te del corregidor Bastus, el 4 de julio doña Águeda le arrebató en público el bastón de

mando; entonces, el cabildo procedió a su destitución y a "reasumir provisionalmente

la autoridad provincial”. El 31 de julio se estableció laju nta de Gobierno de Pamplona

“en nom bre del pueblo todo, reasumiendo la autoridad que residía en nuestro legítimo

soberano, el señor don Fernando VII".15

5 4 | H I S T O R I A Q U E NO C F. Sf t . L A IN D E P E N D E N C I A O E C O L O M B I A , 1 7 8 0 - 1 8 3 0

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V i s ta ( l o l í i oc o i i o , d i bu j o ü p l um a y t i n ta r j r i s t í o J os oph  

Brown (s in ( Irma 10 x 27,4 cm ). un j iuj lñr . que on 103*1 

r oc or r i ú ( au p r ov i nc i as nor onenta i os ( l o l a Nuev a Gr anada.  B i b l i o tec a do l l l m v er s i t y r . o l l n t j n , l . ondnu; , r eo M S A Dl ) 

302/6 , ( P ub l i c ada on : M a l c o l m Dc n¡ » . Ü t r a ín S ónc ho/ y  

A ída M ar t ínez hpos y costumüios de fu Nueva Granada  

la cofccción de ¡untura:; formadas en Colombia por Joseph  

Brown cnlio IHL*b y IfM l v  W d ia r io do su pm ns io n n  

Girón, fSS-S.  Bc i f lntá. t í )09) .

16. listo argumentación legal del cabildo so basa en

lo expuesto ampliamente por el sindico pnxiuatloi

yol doctor Joaquín Caiccdoy Cuero. Clr. “Discurso

do sindico y arenga do ( \nccdo y Cuero', on de 

liidepeinleneui de S,minino <le( «ih. S de julio de I $ 10 

(compiladory lransmptoi) |oige lomas Ui ¡be Ángel,

Cali. Instituto ( olomhiano do <ullura Hispánica, I W ,

I A i / t i di‘ liidcjH'iidiiuiii de ( iih,  ( ali, instituto

Colombiano de Cultu ra I l ispanica, I ‘•>92,

L a  J u n t a  S u p r e m a  d e  S a l v a c ió n  d e  C a í ,i

La formación en Cali de una Junta Suprema de Salvación Pública, el 3 de julio, se justificó, de manera explícita, en la ilegitimidad del Consejo de Regencia. La principal razón

que se esgrimió para la creación de esta junta fue la defensa de la estricta observancia

y preservación de las leyes de Castilla.1'’Los firmantes del acta utilizaron argumentos

 jurídicos propios del ordenamiento estatal del Antiguo Régimen monárquico,  y  en ella

se hizo evidente su temor a ser gobernados por los franceses y sometidos al dominio de

José Bonaparte, "que las noticias de la península recibidas en el último correo manifies

tan de modo indubitable, sino la absoluta pérdida de España, el próximo riesgo de ser

esclavizada por el tirano Napoleón”.1' En el documento, conocido con el inapropiado

nombre de Acto d e In d e p e n d e n c i a d e C a l i, a diferencia de otras actas, no aparecen quejas

sobre el mal gobierno colonial ni sobre la desigualdad en la representación ante los orga

nismos de poder peninsular, ni se expresa sentimiento alguno contra la discriminación

sufrida por los criollos.

Para las élites del Valle del Cauca, el punto nodal era la legitimidad del Consejo de Re

gencia, al que habían aceptado a regañadientes. Señalaron que es te cuerpo no estaba

5 6 | H I M n n i A O l l l I I U ( ,P > A l A I I I O I T I 111)1 M< I A P ! U H O M U I A . 1 / íl í i l í l I U '

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18. “Discurso de Don Antonio Camacho, síndico

procurador de la Ciudad de Santiago de Cali",op. cit., p. 69.

19. Orlando Fals Borda,Historia doble de la Costa, 4 tomos,

Bogotá, Carlos Valencia, 1980, tomo l: Mompaxy Loba.

20. £n 1809, Mompox seguía contribuyendo a Cartagena

con la suma de 500 mil pesos anuales, mucho más que

lo que para ese momento se recaudaba, entre todas las

provincias del centro del país.

21. Jorge Conde Calderón, Espacio, sociedad vconflictos cu 

la provincia de Cartagena, 1740-1 S Í S, Barranquilla, Fondo

de Publicaciones de la Universidad del Atlántico, 1999,

p. 111.

2 2 . Ilmi,  p. 1 1 2 .

23. Aliñe Hclg, "Raíces de la ¡»visibilidad del afrocaribeen la imagen de la nación colombiana. Independencia

y sociedad, 1800 1821", en Gonzalo Sánchez y María

Emma Wills (comps.),vVI«$«j. inciuoña y nación. Misión de 

los museos nacionales para los ciudadanos del futuro, Bogotá,

Instituto Colombiano de Antropología e Historia-Museo

Nacional de Colombia, 2000, pp. 221 -251.

contemplado en el ordenamiento jurídico español y que, por lo tanto, sólo podía ser

reconocido de forma provisional como solución a una “nación sin cabeza” y en aras

de “conservar la unidad de la nación, la íntima alianza de aquellos y estos domin ios”.18

Este reconocimiento, según los juntistas, cesaría en el momento en que los franceses se

apoderaran totalmente de España y en “ese desgraciado caso [en que] seamos nosotros

libres y árbitros para elegir la forma de gobierno más conveniente para nuestros usos,costumbres y carácter”.

L a  l u c h a p o r l a a u t o n o m ía e n M o m p o x

En la calurosa villa de Mompox, perteneciente a la provincia de Cartagena y principal

 puerto fluvial sobre el río Magdalena, la más impor tante vía navegable del virreinato, la

 participación popular en los hechos de 1810 fue notoria y tuvo su origen en la moviliza

ción contra un funcionario peninsular.

La posición de Mompox en los hechos de la independencia estuvo determinada en sus

diversas fases por la rivalidad constante que ma ntenía con Cartagena. En 1774, Mom

 pox había logrado independizarse de ella legalmente y erigirse en provincia, aunque la

duración de ésta fue efímera.19Cartagena resultaba una pesada carga para todas las ciu

dades del virreinato, pues éstas debían pon er situados monetarios para el sostenimiento

de la ciudad como plaza fuerte, y Mompox era la que más dinero aportaba para el soste

nimiento del regimiento fijo y construcción de obras defensivas.20

En septiembre de 1809, el cabildo de la villa de Mompox impidió la posesión del dele

gado de la Real Hacienda enviado por el gobernador de Cartagena, el teniente coronel

Vicente Talledo. El cabildo decidió no citar a sesiones y de esta manera hacer imposible

la posesión de este funcionario. Según los argumentos del cabildo, el rechazo a Talledo

se justificaba por su participación en la represión de la Jun ta de Quito; además, agregaba

que el teniente Talledo había “chocado e insultado a las autoridades civiles de la villa, llegando su temeraria arrogancia hasta el extremo de amenazarlas con sus soldados, como

a todo el pueblo”.21

El conflicto del cabildo con Talledo se agudizó a partir de 1810, cuando el teniente co

ronel advirtió al virrey en Santafé sobre "conatos de revolución” en Mompox y aseguró

“haber descubierto la trama de los traidores”. Señalaba como conspiradores contra el

orden a miembros liberales destacados de las élites momposinas, entre ellos, Pantaleón

Ribón y Vicente Celedonio Gutiérrez de Piñeres.22

A fines de junio de ese año, una multitud enfurecida y amenazante, dirigida po r el zam

 bo José Luis Muñoz y por el negro Luis Gonzaga Galván, obligó a Talledo a esconder

se.23Finalmente, éste fue remitido por los momposinos a Cartagena como traidor, para

que allí fuera juzgado. El 5 de agosto de 1810, la junta de gobierno de M ompox declaró

la independencia absolutEKÍe España, de cualquier otra potencia extranjera y también de

Cartagena. Con este hecho, Mompox se convirtió en el primer centro urbano indepen

diente de España en el Virreinato del Nuevo Reino de Granada.

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E l G R IT O D E F I D E L ID A D A F E R N A N D O Vil: 20 DE JUL IO DE 1810 EN Sa  NT AE É

La constitución de una Junta de Gobierno en la capital del virreinato tenía garantizad

el éxito en la medida en que el regimiento fijo en Cartagena estaba controlado por la Ju

ta de Gobierno de Cartagena, y esto les daba un parte de tranquilidad a los promotor

de la formación de la Junta . Igualmente, ya era claro que el comisionado regio, Anton

Villavicencio, no desautorizaría sus acciones y respaldaba la creación de juntas. La exp

riencia de Cartagena, Pamplona, Mompox y Socorro evidenciaba la necesidad de recrrir al pueblo para validar la acción de las élites criollas y amedrantar a las autoridad

 peninsulares coloniales.

En 1810, en Santafé, como en otros lugares del Nuevo Reino, el detonante fue el inten

de intervención po r parte del virrey y, sobre todo, de la Real Audiencia en los asuntos d

cabildo, en el que las élites criollas querían mantener el control. Haciendo gala de su fa

de tacto para el momento político que se vivía, al iniciar el año, el virrey Amar y Borbó

sirviéndose de una prerrogativa que los virreyes no habían utilizado durante años, nom

 bró a seis españoles como miembros del cabildo de Santafé.24Esta decisión contrar

notablemente a las élites santafereñas.

Acta do Indopondoncla do lo Provincia de Cartagena,proclamado ol 11 do novlombre de 1811. Colección CasaMusoo Quinta do Bolívar, rog. 06-434, Bogotá.

24. El cabildo presentó sus protestas por estas medidas,

solicitó al Virrey que justificara estos nombramientos, así

como los nombramientos de los oidores Frías y Dierna.

También solicitaban que la elección de regidor se hiciera

por votación popular. "Comunicación del Cabildo do

Santafé, Enero 18 i 0", en llolclin Je Historia y AnligiicJoJcs, 

vol. XU , i T. 473-474, i 954, pp. 210-216.

25. “Comunicación del Cabildo de Santafé. Eneai 1810",

op. di., pp. 2 i 0-2 i6.

26. Ilml.

27. "informe del oidor do la Real Audiencia Joaquín

Carrión y Moreno al Consejo de Regencia, Agosto 31do

1810", en l’roeeso histórico vi 20 Je julio IS10, Bogotá, Raneo

de la República, i 960, pp. 199-209.

28." Informo a Su majestad do oidorjoaquín Carrión

Moreno. 28 de agosto do 18 i 0", Archivo del Congreso

de Diputados Españoles, Serie General, Legajo 22, citado

porj.iiro Ciiitiérav y Armando Martínez,l.n msioii ¡Id 

Nuevo Rano Je (¡nniiiJn cu los Corles Je G iJiz. IS10-1SI 3, 

líogotá, Academia Colombiana de Historia-Universidad

Industrial do Santander, 2008, pp. 2-8.

Los nombramientos aumentaron la tensión política, pero la estocada final que rompió

convivencia en el cabildo entre chapetones y criollos se produjo cuando el virrey nom

 bró como alférez real al español Bernardo Gutiérrez, en lugar del criollo Luis Caiced

Posteriormente, el cabildo, en comunicación al Consejo de Indias, solicitó que se dep

siera al virrey por esta actuación y se refirió a Gutiérrez en los siguientes términos:

[...] Igual conducta observó en el nombramiento del alférez real que recayó

en don Bernardo Gutiérrez procesado por escandaloso, ladrón, ocultador

de libros y suplantador. Por más que procuró el ayuntamiento instruir al vi

rrey de sus derechos y de los crímenes del nuevo alférez real, sus instancias

fueron desatendidas. Y así: Suplica a V M. que se separen de sus dest inos al

Virrey don Antonio Amar, al oidor decano, al fiscal don Diego Frías, al asesor del Virreinato Anselmo Bierna, a los seis regidores intrusos, al alférez

real don Bernardo Gutiérrez y al regidor don Ramón de la Infiesta.25

Manifestaba, así mismo, el cabildo su rechazo a la compra de cargos públicos, que só

había llevado a la corrupción, y solicitaba: “Que si V. M. lo tiene a bien, se sirva mand

que la elección de regidores se haga en lo sucesivo a voluntad del pueblo, cesando la v

nalidad de estos oficios, cuyo abuso produjo grandes males”.2Í

Para finales de febrero de 1810, ya era conocido por la Audiencia y los funcionarios c

loniales que el Consejo de Regencia había designado como nuevo virrey para la Nue

Granada al teniente general don Xavier Venegas.27Esta decisión debilitaba y hacía aú

más insostenible la posición del virrey Amar y Borbón; los criollos, conocedores de es

designación, intentaron contar con el apoyo de Amar y Borbón para instalar un Jun

en Santafé. A cambio lo halagaban prometiéndole que lo mantendrían en el pod er y

nombrarían presidente.28

5 8 H I S T O R I A Ü U E M Q C E S A . L A I N D E P E N D E N C I A DE C O L O M B I A , 1 7 e o • 1 S 3 0

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1. A H I ' " ’ I i . T l d l î D F L O S C A B I L D O S

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29. Aunque nació en la parroquia de Charalá, jurisdicción

do la villa del Socorro, so estableen) como importante

comerciante en Santafé. Sus antepasados fueron

encomenderos de los pueblos de Guano, Glchira y

Chara li Contrajo matrimonio con una descendientede las principales familias santafereftas, doña Catalina

Sánchez de Tejada. Fue diputado del consulado do

Sant.ift.

30. "La revolución dol 20 do julio de 1810, referida por un

testigo ocular", enProceso histórico Jel 20 Je julio Je ISIO , 

Bogotá, Banco do la República, 1960, p. 165.

3 i . "Carta de José Acevedo y Gómez al Comisionado

Regio, Carlos Montúlav. 5 do agosto de i S10", enM ili» Je 

Historia y A ttttffkJtiJcí, val. XX, n”. 231, 1993, p. 235.

32. Al grito de “¡sí!” eligieron a jóse Miguel Poy y su

hermanojuan flautista Poy a José Acevedo y Gómez y

al canónigo Andrés Rosillo, su pariente; a Camilo Tonos

y a su tío Tomás Tenorio! a Antonio Baraya (militar),

a los hermanos Antonioy Francisco Morales, a José

Santamaría, a N lanuel Hornardo Álvaroz, a Joaquín

Camacho, a Luis ( laicodo y Flores, a José Ortega Mesa, a

Frutos Joaquín Gutiérrez, y a Pedro Groot. Esto proceso

siguió hasta conformar 3S vocales.

A partir de mayo, las élites santafereñas concentraron sus esfuerzos en polarizar las ren

cillas de la política local y ahondar el enfrentamiento entre chapetones y criollos con l

esperanza de destituir al virrey Amar y Borbón y nombra r una Junta de Gobierno d

criollos. La anunciada llegada del comisario regio, don Antonio Villavicencio, a Santafé

con cuyo apoyo contaban los criollos santafereños, era sin duda la ocasión propicia par

 promover un motín que removiera las autoridades coloniales. Villavicencio era antigu

compañero y allegado al comerciante José Acevedo y Gómez,29a quien la historia posteriormente ha llamado el "tribuno del pueblo”, po r su papel protagónico en los hecho

del 20 de julio de 1810.

El día 20 de julio, nna comisión presidida por joaquín Camacho se dirigió a la residenci

del virrey con el fin de presionarlo a conformar la Junta. Éste les hizo saber su negativa

entonces, los criollos decidieron crear hechos que permitieran la instalación de la Junta

Ya que el virrey se mostraba firme en su negativa, optaron por convocar al pueblo, pue

los hechos de Cartagenay El Socorro habían evidenciado que la movilización del puebl

era un factor determinante para enfrentar a las autoridades coloniales. El 20 de julio, dí

de mercado, un observador de los acontecimientos anotó lo siguiente:

El viernes 20 del corriente comenzó en la calle Real a divulgarse la espe

cie de que el español don José Llórente había dicho iniquidades contra

los criollos con motivo de habérsele ido a prestar unos adornos, entre

otros u n florero, para el recibimiento de Villavicencio. La voz se fue espar-

ciendo, y tuvo la fortuna electrizar a varios patricios, y particularmente a

Francisco Morales, en términos que, no pudiendo contenerse, le dije a

Caldas, que pasaba po r el frente de la puerta de Llórente, que no le hiciese

atención alguna a éste, porque era un pobre sastrezuelo y había dicho mil

cosas contra los criollos. Llórente que estaba en la puerta, lo negó, y con

este motivo levantó Morales la voz y se comenzó a agregar gente.30

En la calle, el motín se inició y Llórente, perseguido por el pueblo, debió protegerse enuna casa. Los chisperos, habitantes de los barrios, fueron quienes movilizaron a lo

moradores de los barrios aledaños a la plaza, al grito de "¡cabildo abierto!”. Entre ello

circulaban sastres, pulperos, vendedores de la plaza, chicheras, vagos y mendigos. En

la organización de estas gentes desempeñó u n papel protagónico el criollo José Marí

Carbonell, hijo de un comerciante español, sobrino político de Manuel Bernardo Ál

varezy quien se desempeñaba como escribano de la Expedición Botánica. Como dirí

 posteriormente José Acevedo y Gómez, quien arengó al pueblo ese día, “la menor chisp

 bastó para prender el fuego tan activo que en diez y ocho horas consumió el edificio de

ant iguo gobierno".31

Al caer la tarde, se inició un cabildo abierto en el que la "plebe" exigía, seguramente ins

truida por los dirigentes criollos, la conformación de una Junta. Al grito de "¡Junta, Jun

ta!", Acevedo y Gómez, desde el balcón de la casa capitular, proclamaba los nombres

de los posibles miembros de la nueva Junta, y el pueblo mediante gritos manifestaba su

aprobación o su rechazo del nominado.32A pesar de la activa participación del pueblo

6 0 ¡ H I S T O R I A O I IE N O CE S A , L A IH 0 I l’ C H D r i l C I A D E C O L O M B I A . 1 7 0 0 - 1 8 3 0

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33. Las parroquias erigidas en villas fueron Zipaquirá,

Ubalé, Chocontá, Mesa dejuan Díaz, Guaduas, Cáqueza,

Tumerqué, Tocaima, Tensa, Sogamoso y Chiquinquirá.

en la jornada, ninguno de sus representantes hizo parte de la Junta, pues los miembros

de ésta pertenecían a las élites tradicionales; eran abogados o clérigos o habían ocupado

cargos en la burocracia colonial.

La r e v o l u c i ó n d e l o s c a b i l d o s ,  como puede denominarse esta primera acción política, fue

fundamentalm ente un movimiento de las élites. Los orígenes sociales de los miembrosdel cabildo (abogados, comerciantes, hacendados y clérigos) revelan el carácte r de una

revolución adelantada por las élites criollas, quienes, en términos modernos , controla

ron la agenda política en su momento. El anhelado bot ín de los cargos burocráticos que

daba ahora en manos de los criollos y las juntas procedieron a hacer nombramientos de

un g ran núm ero de funcionarios con sus respectivos sueldos.

Entre los meses de julio de 1810 y febrero de 1811 se constituyeron juntas de gobierno

en Neiva, Tunja, Santa Marta, Popayán, Quibdó, Antioquia, Pore, Nóvita, Honda, San

Juan de Girón, en las parroquias de Sogamoso, Timaná, Purificación, San Antonio de

Toro de Simití y Villa de Leyva. En febrero de 1811 se estableció la Junta de las Ciudades

Confederadas del Valle de Cauca, integrada por representantes de los cabildos de Cali,

Caloto, Buga, Cartago, Anserma, Toro y Cali. Si bien esta alianza tenía como objetivo

 protegerse contra Popayán, que en este momento era controlado por Miguel Tacón, go

 berna dor peninsula r que defendía el Consejo de Regencia, también expresaba el deseo

de élites locales de esta poblaciones por conformar un nuevo eje político y económico

independien te de Popayán, al que estaba sometida la región.

Si bien, Santafé invitaba a la conformación de una sola Jun ta Suprema de Gobierno del

Reino de la Nueva Granada para conservar la unidad, en el resto del reino se vivía una

explosión de múltiples soberanías. Ciudades y villas constituían'juntas de gobierno a lo

ancho de todo el territorio. Las parroquias se desmembraban de la ciudad y villa a la que

 per tenecían para adherirse a la junta de gobierno que les garantizara nuevas ventajas o el

deseado titulo de villa.

En pocos días, el mapa del virreinato cambió. Entre 1810 y 1811 se crearon 23 nuevas

villas. La mayor audacia fue la de Santafé, que para poderle dar consistencia al nuevo

estado de Cundinamarca, al finalizar 1810 tomó la decisión de erigir en villas a 11 pa

rroquias y de darle al pueblo de indios de Bogotá este mismo título. Pero aún más grave

fue el hecho de que algunas de estas parroquias no estaban bajo la jurisdicción de San

tafé, sino que pertenecían al corregimiento de Tunja, lo que propició graves conflictos,

incluso armados, entre 1810 y 1816.33Num erosos conflictos se propagaban por toda la

geografía del Reino. Ejemplo de esto fueron los que se dieron entre Cartage na y Santafé;

entre Cartagena y la villa de Mompox, entre Girón y Pamplona y entre la vieja ciudad

de Girón y las parroquias de Piedecuesta y Bucaramanga, así como los de Cartagena

contra Tolú, San Benito Abad y Sincelejo; Tunja contra Sogamoso, Villa de Leyva, Chi

quinquirá y Muzo; el Socorro contra San Gil y Vélez; Neiva contra Garzón y la Villa de

Purificación; San Martín y Sanjuan de los Llanos contra Santafé de Bogotá y Mariquita,

tratando de preservarse como provincia, contra los proyectos anexionistas de Santafé.

José M anuel Restrepo, con lucidez, resumió los conflictos de la siguiente manera:

L A R E V O L U C I Ó N D E L O S C A B I L D O S | 6 1

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lolocln do Santa Bárbara on Montpox, una do las principólospoblnclonoo on tiempos do la Indopondoncla. Acuarola sobropapal do 25,0 x 17,2 cm, pintado por ol diplomático InplósEdward Walliouoo Mark hacia 10 5̂. Colección Banco do laRopúbllca, Bogotá, roo. 047.

34. Jostí Manuel Restrepo,Historia de la revolución de la 

Re/itílilica de Colombia en la America meridional. Medellin,

Universidad de Antioquia, Universidad Nacional de

Colombia sede Medellin, Universidad del Rosario,

Universidad de Medellin, 2009. p. 177.

la anarquía laceraba las provincias haciendo rápidos progresos. No

hubo ciudad rival con su cabecera, o que tuviese algunas razones para

figurar, que no pretendiera hacerse independiente y soberana para cons

tituir la un ión federativa o para agregarse a otra provincia. La de Tunja

fue despedazada por facciones, de las cuales unas querían junta en su

capital, otras unirse a Santa Fe, y otras corno Sogamoso, erigirse en pro

vincia, Co n la misma pretensión se separó M ompox de Cartagena yjirónde Pamplona, estableciendo su Junta, a cuyo frente puso al eclesiástico

doctor Eloy Valenzuela, bajo el título modes to de capellán: Analema no

quiso depender de Mariquita, Novita del Citará; y otros lugares de sus

respectivas provincias, Donde quiera que hubo un demagogo o aristó

crata ambiciosos, que deseaba figurar, se vieron aparecer juntas indepen

dientes y soberanas, aun en ciudades y parroquias miserables como las

de Nare, las que pretendían elevarse al rango de provincias. Podía temer

se justamente que la disolución social llegara hasta las familias. Se nece

sitaban actos vigorosos de parte de las juntas provinciales para contener

los progresos del mal, y no tardaron en ejecutarlos.3'1

Si bien tradicionalmente estos conflictos se han leído como el enfrentamiento en tre pro

vincias centralistas y federalistas, lo que habría que concluir es que lo que se dio en tre el

 per íodo 1810-1816 fue la emergencia del múltiples poderes locales con proyectos polí

ticos propios. El apoyo al band o federalista o centralista no se definió por convicciones

ideológicas, sobre la conveniencia de uno u otro modelo de organización del nuevo Esta

do, sino por la facción que garantizara la preservación de los intereses de las élites locales

y los proyectos de desarrollo de la localidad. A partir de ese abigarrado rompecabezas de

 poderes locales, las élites criollas patriotas tuvieron que empezar a constru ir el mapa del

nuevo Estado y la unidad de la nueva nación.

6 2 | H I S T O R I A Q U E 11 0 C E S A . L A I N D E P E N D E N C I A D E C O L O M B I A . I 7 B 0 - 1 8 3 0

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C ó d i g o d e se ñ a l e s ma r i n a s d i se ñ a d o p o r e l te n i e n te d e n a v i o  

Leonardo Sta g g , 1 8 2 5 . A rch i vo G e n e ra l d e l a N a c i ó n , G u e r ra  y Ma r i n a , to mo 4 3 4 , fo l i o s 5 8 2 -6 5 0 , Bo g o tá .

|. José Manuel Restrepo,Historia de la revolución de la 

República de Colombia en la America meridional, Medellín,

Universidad de Antioquia, 2009,2 vols.

2. Ibiii, tomo 1, p. 965.

3. Daniel Florencio O’Leary, Aíc/iior/twdel general O 'Leary 

(1879-87), Venezuela, Ministerio de la Defensa, 19S1,

32 vols.

4. Aífred Hasbrouck, Foreign Legionciríes in theLibcmtion oj 

Spimish South America, New York, Columbia UniversityPress, 1928.

5. Vicente Lecuna, Crónica razonada de las guerras de 

Bolívar. Formada sobre documentos, sin utilizar consejas ni 

versiones impropias, New York, Colonial Press, 1950.

6. Eric T. D. Lambert, Voluntarios británicos e irlandeses en

¡ti <>estabolivariana, Caracas, Ministerio de Defensa, 1993.

7. Luis Cuervo Márquez,Participación de la Gran Bretaña 

y de ios Estados Unidos Legión Británica, Bogotá, Selecta,

I93S.

8. Guillermo Plazas Olarte, “La legión británica en

la independencia de Colombia",Revista de las fuerzas 

annadas,vo\. l,nrt2, 1960,pp.2S7-293.

9. David A. G. Waddell, Gran Bretaña y la independencia de 

Venezuela y Colombia, Caracas, Dirección de Información

/Relaciones, 1983.

10. Sergio Elias Ortiz,Franceses en la Independencia de la 

Gran Colombia, Bogotá, ABC, 1971.

11. Matthew Brown, Adventuring tlmnigh Spanish Colonies. 

Simón Bolím; Foreiyi Mercciiarics and thc Birth oj New 

Nalions,  Liverpool, Liverpool University Press, 2006.

12. Clement Thibaud,Repúblicas en armas. Los ejércitos 

bolimrianos en ¡a guerra de Independencia en Colombiay 

Venezuela, Bogotá, IFEA-Plancta, 2003.

13. Alberto Flores Malagón, "Las fuerzas mercenarias en

las luchas de independencia del sigio XIX", Mc/iw/w y

Sockdad, vol. 4, n" 8,2000, pp. 89-118.

 J 4. Sebastián de Covarrubias, Tesoro de la lengua castellana

o española ( 16J l); Diccionario de autoridades (1732),

citados por Carmelo Lisón Tolosana, Las máscaras de la 

identidad, Barcelona, Ariel, 1997, p. 57.

LA P A R T I C I P A C I Ó N E X T R A N J E R A

E N L A I N D E P E N D E N C I A

D E L A N U E V A G R A N A D A ,

1 8 1 0 - 1 8 3 0

Rodrigo de). García Estrada

L a participación extranjera en la independencia de la Nueva Granada suscitó el interés

de los primeros historiadores nacionales, cronistas, viajeros y personajes de la vida públi

ca. José Manuel Restrepo, en su obra  H i s t o r i a d e ¡a r e v o l u c ió n d e la R e p ú b l i c a d e C o lo m b i a 

e n l a A m é r i c a M e r id i o n a l  ,' señala el temprano llamado a militares de otras naciones por

los primeros gobiernos republicanos, al tiempo que señaló la frustración de Simón Bolívar ante los escasos resultados de los “auxilios de oficiales y soldados extranjeros”, por lo

que las nuevas naciones surgieron por su propio esfuerzo y voluntad.2

En cambio, el general irlandés Daniel Florencio O'Leary, edecán de Bolívar, en sus  M e -

m o r i a s  resaltó el aporte de a lgunos extranjeros a los triunfos militares de los patriotas.3

Otros autores como Alfred Hasbrouck,4Vicente Lecuna/'’Eric Lambert,6Luis Cuervo

Márquez,7Guillermo Plazas Olarte,s David Waddell9y Sergio Elias Ortiz10concluyeron

que la Independencia no habría sido posible sin el profesionalismo y la experiencia de los

extranjeros. Estudios más recientes, como los de Mathew Brown,11Clement Thibaud12y

Alberto Flórez Malagón,13han puesto el relieve en sus facetas como mercenarios o aven

tureros, así como en las relaciones entre éstos y los diferentes grupos sociales y étnicos, altiempo que han sostenido su contribución a la profesionalización del ejército libertador

o han señalando su tem prana deserción, dejando en entredicho su valentía y patriotismo.

Los e x t r a n j e r o s e n u n p e r ío d o d e t ra n s i c i ó n

Uno de los legados menos plausibles de la cultura hispánica fue, sin duda, su mentalidad

 poco abierta a la presencia de súbditos de otras naciones o civilizaciones, producto de

la prolongada guerra de reconquista sostenida por los reinos ibéricos contra el dominio

musulmán y por haber sido la cuna de la contrarreforma. Dichas cruzadas en defensa

de la religión católica y los propios intereses comerciales explica la política adoptada en

las Leyes de Indias, encaminada a conservar el monopolio comercial e impedir la inmi

gración de súbditos de otras naciones a las colonias americanas. Este tipo de prevencio

nes tenían su correlato en los significados dados por los españoles al vocablo e x t r a n j e r o ,  

como alguien de condición extraña, de otra tierra, diferente, desconocido y pertenecien

te a otro reino. El  D ic c i o n a r io d e a u to r id a d e s ,  de 1732, califica las costumbres extranje

ras como debilitadoras de las propias, como algo no conveniente y carente de razón.14

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15. Archivo Histórico de Rionegro, legajo 9, doc. 17,11'.

32 y ss.

i 6. Inés Pinto Escobar,L i rebellón tld común, Tunja,

Universidad Pedagógicay Tecnológica de Colombia,

1976,p. ISO.

17. AHM, Colonia, Actas del Cabildo, tomo 75, ffi 156r

y I56v.

18.11'iiL fl'. I57ry 157v.

19. AH Marini lla, Colonia, Cabildo, tomo 9 i , Doc. 22, s.í 

20. IM

2 i. Magnus Mdrner,Amiliuim r /michinos. Los emignmles 

en ¡ l¡.<¡)iim>iiiiiirkn, Madrid, Mapfre, 1992, p. 38.

Esta mirada explica que por Real Cédula de 25 de abril de 1736 se exigiera a todos los

gobernadores y cabildos americanos celar por que "ningún extranjero se avecinde ni Co-

mercie sin expresa real licencia en sus respectivas provincias". La misma fue ratificada en

1751 por el virrey neogranadino José Alfonso Pizarro, cuando exigió a los extranjeros

residentes en su jurisdicción salir en el término de dos meses hacia Cartagena y regresar

a sus países de origen, exceptuando aquellos "empleados en oficios mecánicos útiles a la

República1’.15Así que, a pesar de las prohibiciones, algunos extranjeros lograron ingresar a las colonias españolas y asentarse con éxito, ya que se admitía como residentes a

médicos y expertos en minería. Por lo tanto, no es de extrañar que los comuneros de la

 Nueva Granada en 1782 exigieran a las autoridades virreinales impedir a toda costa el

establecimiento de extranjeros, pedían su pronta expulsión, y al que no, se le diera trato

de "espía en guerra viva”.16

Este tipo de discursos se radicalizó a partir de 1808 con la invasión francesa  y  la ab

dicación del rey en favor de Napoleón Bonaparte. En dicho momento, los cabildos

neogranadinos realizaron actos de desagravio a la Corona española, entronizaron a

Fernando VII y rechazaron la cautividad a que fue sometido éste por el emperador

francés. Se difun dían noticias d e los ultrajes infligidos po r los soldados franceses en

Españ a contra la Iglesia, se hablaba de la sangre de sacerdotes y monjas derramada, así

com o otros sacrilegios cometidos contra los sagrarios y templos. Con ahínco se decía

que Francia se había ensañado contra España, el más firme baluarte de la Iglesia ca

tólica.17De m anera que la lealtad por el rey y por la religión era lo mismo y justificaba

un a “guerra santa”.18

En medio de este contexto de lealtad al rey, cuya contrapartida era un discurso antifran

cés, el 28 de febrero de 1810, el virrey Antonio A ma ry Borbón informó a sus subalternos

que la provincia de los Llanos habla sido invadida "por unos al parecer extranjeros”, quie

nes prendieron al corregidor del Meta, se apoderaron de las armas y luego, en la ciudad

de Fore, tomaron más fusiles y municiones, y echaron un bando en el que proclamaron

aNapoleón Bonaparte.19Pronto se supo que los supuestos "extranjeros" eran en realidadunos 35 reos prófugos del Socorro y Tunja, perseguidos po r la justicia y acusados de

 promover la sublevación con tra el dominio español. Los mismos fueron alcanzados por

milicianos de Pore que mataron a uno, hirieron a cinco y capturaron a otros seis, mien

tras que los demás huyeron por la espesura del monte.20

Resulta evidente que el consuetudinario miedo a los extranjeros, sumado a los rumores

sobre la inminente llegada de espías de Napoleón o de una invasión francesa, llevó a la

 población a ver extranjeros donde no los había. De esta manera, los “extranjeros” fue

ron equiparados con los “insurgentes”, por cuanto carecían de lealtad con el monarca

español. Los primeros por ser vasallos de otro soberano y los segundos por proclamar

la reasunción de la soberanía por el pueblo. Por o tro lado, en la Independencia se dio un

 proceso de diferenciación entre españoles peninsulares y americanos, que el historiadorsueco Magnus Morner plan tea de la siguiente manera: “La hostilidad tradicional entre

los ibéricos y los criollos empeoró durante las guerras de independencia y el resultado

fue que se consideraron a los nacidos españoles como 'extranjeros”.21

1 7 8 | H I S T O R I A O D E N O C E SA . L A    I N D E P E N D E N CI A D E C O L O M B I A , 1 7 0 0 - 1 0 3 0

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En su s me mo r i a s (3 2 vo l ú me n e s) , e l g e n e ra l i r l a n d é s D a n i e l  

Fl o re n c i o O ' L e a ry B u rke , e d e cá n d e Bo l ívar , re sa l tó e l 

a p o r te e x t ra n j e ro a l o s t r i u n fo s m i l i ta re s d e l o s p a t r i o ta s .  

R e t ra to e n m i n i a tu ra c.   1 8 3 5 . C o l e cc i ó n Mu se o N a c i o n a l d e  

C o l o mb i a , Bo g o tá , re g . 2 7 1 4 . Fo to g ra f ía : © Mu se o N a c i o n a l 

de Colombia.

22. Oitiz, op. cit. pp. 96 y ss.

23. Beatriz Patino Millán, “Comerciantes extranjeros en

Antioquia. i 760-1810”, en Mcmoiiiis Jc lX I! CongresoColombiano de Historia, Popayán, 4 al 8 de agosto de 2003,

pp. 10 y ss.; Ann Twinam, Minaos, comerciantes v¡obradores.

Los mices del espíritu empresarial en Antioijuio: 1763-1S10,

Mcdeliín, FAES, 1985, p. 206; Enrique Echavarría,

"Extranjeros en Antioquia”,Progreso, tercera época, n”'. 38

y 39,1942, p. I I 90.

E l e l e m e n t o  e x t r a n j e r o   e n   l a  P r i m e r a  R e p ú b l i c a

Paradójicamente, la mayoría de extranjeros que se vieron comprometidos en esta etapa

del proceso de independencia era de origen francés; dos de ellos, Luis Francisco de Rieux

y Luis Girardot, llegaron a fines del siglo XVIII. El primero era médico y el 20 de julio

de 1810 participó de los sucesos en Santafé, se unió al ejército republicano, desempeñó

diversas comisiones y en 1815 formó parte de la junta de oficiales encargada de la defen

sa de Cartagena.22 El segundo llegó en 1782, fue comerciante, propietario de esclavos,

haciendas y minas, y prestó su apoyo a la Junta de Gobierno creada a la caída del virrey

Amar y Borbón. Fue capitán del Batallón Patriotas de la Defensa, estableció la línea de

defensa en Honda y en 1816 huyó con las fuerzas patrióticas que se replegaron en los Lla

nos de Casanare. Murió en las riberas del Orinoco, a manos de criminales que le robaron

una cantidad de oro que llevaba consigo, y tres de sus hijos (Atanasio, Pedro y Miguel)

 perdieron la vida en las batallas del Bárbula, Juanambú y La Cruz, respectivamente.23

r; -|nfu- } ¡ ' TV/* GRANADA 1810-1 «30 I " 9

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A N°,----WH8 BILL OP THE VALUE OK 

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IVnundina* Au pu t 1P, 1B17,7 & 1. .

.  t M M U ilM W M 'U .  ,f e c ^ g % 5 < 3 g » 0 í ¿ 0 g > Q O O D Í

Vaio lirmado en la Isla Amolla ol 10 de agosto do 11117por Grogor MacGrogor, ol occocóc quo on 1814 ayudó alos pntrlotaa on In dolonon do Cnrtngonn, uscnpi) a llulllcon ayuda do Aury y on 1010 organizó dos InlmiiUiosasoxpodlclonos con lo Idoa do ocupar Rloliacha y l’ortohclo[Revisto Crorltmciai Historia No. 4G, Bogolít, octubro do

1093).

[Pógíno antorlorj. Grogor MacGrogor, óloo catira tula imitadopoi Julián Rublono, Eugenio Montoya y Constancio f r a n c o  

hacia 1006, 07 x 54 cm. Colocclón Historia, Musoo Nacionaldo Colombia, Gogotó, rog. 273. Fotogrolfo: © Musito

Nocional do Colombia. / Juan Camilo Sogura.

24. Ernesto Restrepo Tirado, Historia de la provincia de 

Sania Mal la, Sevilla, Imprenta y Librería de Eulogio de las

Horas, 1929, p. 350.

25. Ortiz, o/i. c//., pp. 103-1 OS.

26. ftní.pp. 115 y ss.

27. Josií María Espinosa,Memorias de un alianderado, 

Medellín, Bedout, 1970, p. 69.

28 José Hilario López, Memorias, Medellín, Bcdout, 1969,

pp 28-29.

29. Pilar Moreno de Angel Jim ' Marín Córdovit, 2J ed,,

Bogotd, Instituto Colombiano de Cultura, 1979, p. 50;

Roberto Botero Saldarriaga,General Josc1María Ciin/owi,

Bogotá, Tipografía Renacimiento, 1927, p. 26.

30. Archivo Histórico Casa de la Convención de

Rionegro, sección I, Fondo Gobierno, vol. 26,11188r.-93r.

3 i. Moreno de Ángel,o/i. cil., p. 52

32. ihid., pp.58yss.

33. l-lórez Malagón, ap.cii„p. 103.

34. Antonio Cacua l’rada,El corsario Lilis Amy, Bogotá,

Academia Colombiana de Historia, 2001.

Aparte de estos dos, fueron más los que llegaron en medio de los movimientos auto

nomistas, cuando las autoridades alertaban frente a la posible presencia de agentes del

gobierno francés. En este grupo se incluye a Pedro Labatut, Luis Bernardo Chatillon,

Carlos Alejandro Bobin, Antonio Bailly, Manuel de Serviez, Honorato Dufour, Jean

Castellux, Anton io Reynal Sasmajous, Luis Perú de Lacroix, Luis Aury, Charles Laumi-

net, Guillermo Eduardo Coutin y Luis Ducoudray. Casi todos llegaron por Venezuela,

donde combatieron al lado de Francisco de Miranda y Simón Bolívar, y luego de serderrotados en 1812 se refugiaron en la Nueva Granada. Otros llegaron de las Antillas

en 1813, donde fueron contratados para organizar la defensa de Cartagena. Integraron

este gt'upo los norteamericanos Alejandro Macaulay y Antonio Bailly, el escocés Gregor

MacGregor, el alemán José de Schambourg, el holandés Carlos Ludovico y el italiano

Carlos Castelli.

La suerte del grupo de europeos que prestó sus servicios militares a las primeras repú

 blicas neogranadinas fue variopinta. Pedro Labatut, al mando de 500 hombres ocupó

la ciudad de Santa M arta el 6  de enero de 1813  y  organizó un gobierno que obligó a los

samarlos a jurar la constitución cartagenera;2“1pero, a los dos meses, fue derrotado por

los indios de Mamatoco y fue desterrado por sus jefes, sin recompensa alguna.25Luis

Bernardo Chatillon intentó recaptu rar a Santa Marta en 1813, pero murió junto a 300

de sus suballernos.26José de Schambourg fue expulsado por emborracharse en La Plata

y amenazar de m uerte a Antonio N ariño. Por su parte, Carlos Alejandro Bobin, quien se

enroló en Santafé baj o el mando de Nariño, estuvo en Calibío y en Juanambú, batalla en

la que fue tomado prisionero por haberse quedado dormido y fue fusilado en Pasto, en

1813. Según José María Espinosa, “no tanto por haber servido a la causa de la indepen

dencia, cuanto por ser francés”.27

Manuel de Serviez llegó en 1813 a Cartagena, estuvo en la campaña de las sabanas de

Corozal y Tolú, y en Cartago comandó el ejército del sur, del cual hacía parte el después

general y presidente colombiano José Hilario López.28En Antioquia fue instructo r de

oficiales y cadetes, dentro de los cuales uno de sus primeros aprendices fue José M aríaCórdova,29Estuvo a cargo de la compra de instrumentos musicales, uniformes y otros

utensilios para la banda de músicos y la tropa, aparte de dirigir la maestranza. Visita

 ba regularmente el hospital militar, proponía soluciones a sus problemas y le enseñó al

médico a curar la sífilis.30 Después fue llamado a Santafé y Tunja, donde se le nombró

comandante de caballería, bajo el mando de Bolívar.31Triunfó en el río Palo y encabezó

a los patriotas en su ocupación de Popayán (el 7 de julio de 1815), pero ante el avance

de la reconquista española, se retiró con sus tropas hacia los Llanos Orientales, junto a

Santander, Córdova, unos pocos oficiales y 56 infantes. Un año después, en un pequeño

 bohío frente a la isla de Achaguas (Venezuela), al parecer por robarle una botella de oro,

fue asesinado.32

Mención aparte merecen los corsarios franceses, llamados a unirse a la causa mediante

concesiones otorgadas por el gobierno de Cartagena para capturar barcos españoles y

com partirlas ganancias.33En esta categoría se encuentra el francés Luis Aury,34 quien en

1811 armó una embarcación al servicio de dicha ciudad y en 1813 se presentó con varias

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35. Giorgio Antci, Los fnroi'.<crmiilcs. Historio cic Agustín 

Calozzi, I793-1S22, Bogotá, Planeta, 1993, pp. 223 y ss.

36. Ortiz, op. ciL pp. 181y ss; 223-226.

37. Restrepo, tomo I ,op. ciL pp. 171y ss.

38. Antci, op. ciL pp. 179 y ss.

39. Javier Ocampo López, “HI proceso politico, military

social de la Independencia”, en Nuevo historio tic Colombia, 

vol. 2, Bogotá, Planeta, 1989, pp. 39 y 55.

 presas. El gobierno cartagenero le confirió el grado de " t e n i e n t e  de navio” y le confió el

mando de la escuadra naval de la República, con el título de "comodoro”. Aury estuvo

en la Heroica hasta 1815 y fue testigo de los hechos que llevaron a su pérdida a m a n o s

del pacificador Morillo.35Con Aury vinieron: Charles Lauminet, quien durante el sitio

de 1815 logró escapar con su goleta y estuvo en la expedición de los Cayos; Guillermo

Eduardo Coutin, edecán del comodoro y capitán de u n barco mercante del comercio deCartagena; Luis Ducoudray, quien desde 1814 tomó servicio en la defensa de Cartagena

y de allí escapó a los Cayos; Luis Perú de Lacroix, un espía de Napoleón en Inglaterra,

que fue mayor general y secretario privado de Aury.36En 1816 los franceses que sobre

vivieron a la reconquista española se refugiaron en las Antillas y asistieron a la junta de

oficiales en los Cayos, donde se opusieron a que Bolívar ocupara la jefatura única del

ejército libertador y escogieron el partido equivocado.

Aparte de los franceses, en este período, apoyaron la causa republicana otros extranjeros,

como Alejandro Macaulay, un norteamericano que llegó a Popayán en 1812 y contribuyó

a salvar al gobierno y a los habitantes de esta ciudad cuando los patianos la tenían

rodeada. Después acompañó a José María Cabal en su expedición contra la ciudad de

Pasto y aunque salió victorioso en Catambuco, sus tropas fueron rodeadas y acribilladas

 por los pastusos, mientras que Macaulay fue apresado y pasado por las armas el 26 de

enero de 1813, al lado de 16 milicianos.37Por otro lado, el escocés Gregor MacGregor

llegó en 1812, se unió al ejército en Tunja, fue adiestrador de reclutas y jefe del ejército

del norte, al frente del cual tomó Pamplona y Cúcuta. En 1814 tomó parte en la defensa

de Cartagena y logró escapar en la flotilla del comodoro Aury hacia Haití.3SEn 1819

MacGregor organizó y reclutó dos expediciones, con las cuales intentó ocupar Riohacha

y Portobelo, pero fue derrotado y hecho prisionero, junto con su tropa.

D e  L A R E C O N Q U I S T A A L A B A T A L L A D E B O Y A C Á

La expedición pacificadora de Pablo Morillo llegó a Santa Marta a mediados de 1815, endiciembre se tomó Cartagena, y al año siguiente, Santafé. Bajo este régimen se ejecutó

a muchos precursores de la Independencia, se desterró a otros y se aplicó a la población

impuestos de guerra y expropiaciones. Tal accionar fortaleció un imaginario social

antiespañol, facilitó a los patriotas el respaldo popular y propició las condiciones para

reorganizar el ejército libertador. Bolívar y su estado mayor buscaron entonces la ayuda

internacional y para ello comisionaron a Luis López Méndez para realizar gestiones en

Gran Bretaña, con el fin de obtener oficiales y soldados, armas, municiones y dinero.

La misión de López fue exitosa, a juzgar por las expediciones militares que llegaron por 

 puertosvenezolanosentrelSrZylSl^conquienesseform ólallamadaL egiónBritánica.39

Según Mathew Brown, en Europa fueron reclutados 6.808 individuos, en su mayoría

irlandeses (48%), ingleses (20%), franceses (6,5%) y alemanes (6,5%), mientras que el

 porcentaje restante (19%) estaba formado por escoceses, españoles, norteamericanos,

italianos, holandeses y de otros países. Brown señala que la mayor parte de esos irlande

ses procedían de cuatro regiones pobres (Leinster, Munster, Ulstery Connaught), per

tenecían a los sectores populares (muchos de ellos eran artesanos y jornaleros, aunque

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40. Brown, op. cit, pp. 25,27 y 40.

41. Flórez Malagón, o¡\ til., p. 100; Thibaud, op. di, p. 384;

Broun o/i til., p. 63.

42. Brown, op. til., p. 40.

43. Ihibaud, c>/>.di., p. 393.

■W. Flórez. Malagiín, o¡i. dl., p. 102.

45. Lambert, vol. 3, <>/>.di, p. 455.

46. O ' Loar/, tomo 27, op. cil„ p. 572.

4?. Guillermo Hernández, de Alba (camp.), Gimo nució 

/uRcpúblicn ilc Colombiu, Bogotá, Imprenta Nacional,

1965, p. 90; Manuel Antonio López, Rccucnlos históricos

iId corond Miniiicl Antonio Upe :, iim lunk tkl Btiiilo MmvrCcncml Jjhcrlinlor. Colombio y l’cni, I $ IV-IS20, Bogotá,

Imprenta Nacional, I955,pp. 12-16.

48. Ortiz, op.cii, p. 124.

49. Brown, d/ui/.,p.6l.

había algunos comerciantes y abogados) y en su mayoría eran inexpertos en asuntos

militares, lo que contradice un planteamiento que ha hecho carrera, según el cual la ma

yoría de legionarios habían participado en la batalla de Waterloo.40

Al parecer, aquellos extranjeros vinieron como aventureros o mercenarios, atraídos pol

las posibilidades de enriquecimiento fácil en América, por los imaginarios sobre las mi

nas de Potosí y la leyenda de El Dorado, así como por las ofertas laborales, los ascensosmilitares y otras promesas hechas por los emisarios criollos. A su arribo, muchos de ellos

vieron frustradas sus expectativas de lucro y padecieron la escasez de raciones, la penu

ria y las enfermedades, por lo que regresaron a sus países. Según Brown, casi la mitad

(3.633) murieron en el viaje y fueron arrojados por la borda, desertaron o regresaron a

sus casas antes de tocar el suelo continental, o en cuestión de días o semanas.'" Y de los

4.356 que combatieron, m uy pocos lo hicieron en el Pantano de Vargas, Boyacá, Pichin

cha o Ayaeucho. A lo sumo, estuvieron en territorio granadino 1.278 europeos, de los

cuales 544 irlandeses se rebelaron y desertaron en Riohacha, y otros 100 murieron en

el páramo de Pisba, así que la cantidad de extranjeros que asistieron a la liberación de la

 Nueva Granada ronda el medio millar.'12

 No obstante su reducido número, según Clément Tliibaud, el conjunto de militares que

formó parte de aquellas expediciones estaba acostumbrado a la guerra regular y le per

mitió al Libertador profesionalizar el ejército patriota. Además, los europeos sirvieron a

Bolívar como modelo para los soldados, de quienes aprendieron maniobras, tácticas y

actitudes como la obediencia y el acatamiento de una jerarquía, bajo el control soberano

del Congreso, Así, se pudo adiestrar a unas guerrillas acostumbradas a la guerra irregu

lar y librar al ejército patriota del molde militar español, para convertirlo en un ejército

de infantería según el modelo inglés.43

Para Flórez Malagón, los británicos bajo el mando del coronel James Rooke, en 1819,

'combatieron más intensamente desde su llegada a América, especialmente en las ba

tallas del Pantano de Vargas y del Puente de Boyacá”.44Y según Lambert, un núcleo pequeño de oficiales extranjeros, portadores de experiencia y seguridad en el campo de

 batalla, disuadieron el nerviosismo en los soldados criollos y transmitieron la confianza

en su victoria, evitando su retirada o deserción.45Por ello, según O’Leary, conseguido

el triunfo en el Pantano de Vargas, “reconoció Bolívar los méritos contraídos por aque

llos valientes extranjeros y les confirió la ‘Cruz de los Libertadores’ distinción que bien

merecieron”.46 Por lo tanto, no se puede negar la presencia extranjera en la liberación de

la Nueva Granada, ni olvidar que algunos europeos murieron en el campo de batalla,

como el teniente Casely, el subteniente MacM unup y el capitán Johnson, o producto de

sus heridas, como sucedió con el cororieljames Rooke.47

Por lo demás, los extranjeros hicieron propuestas, aconsejaron a los gobiernos e introdu jeron innovaciones para llevar a cabo mejoras en diversos frentes de los asuntos públicos.

Por ejemplo, Alejandro Bobin inventó y produjo una especie de bocina para oír a gran

des distancias.48 El coronel Joseph Gilmore produjo un prospecto para el diseño de un

nuevo rifle.49El capitán James Fraser tradujo el manual de táctica de infantería del ejér-

l . A P A R T I C I P A C I O N E X T R A N J E R A E N L A I N D E P E N D E N C I A D E LA N U E V A G R A N A D A . 1 B I ü - 1 G 3 0 | 1 8 . 1

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El autor en tr aje de viaje de l país,   g r abado c íe R . Cooper   

par a e l l i b r o de Char l es S tuar t Coc hr ane , Journa l o f a  

Residence and Trave ls in Co lom bia Du r ing de Years 1823  

and 1824,  v o l . 1 , Londr es , 1825 . B i b l i o tec a Lu i s Á nge l  

A r ango, B ogotá , S a l a de L i b r os Rar os y M anus c r i t os .

50. Thibaud,op. di, p. 393.

51. Joaquín Vitoria de la Hoz,Federico Tomás Adlerereutz 

(Í793 '1SS2). Vicisitudes militares, económicas)1sociales ile un 

conde succo en América, Monografías de Administración,

n". 85, Bogotá, Universidad de los Andes/Facultad de

Administración, 2005.

52. M.,p.7l.

53- Enrique Otero D Costa, “A los caballeros e homes

buenos", en Enrique Ortega Ricaurte (comp.),^5«»w/()de 

Cordova. Proceso contra el primer comandante Ruperto hland, 

Bogotá, Kelly, 1979, p. 10.

cito británico, que llegó a ser el primero publicado en Colombia, en el cual se detallan

los diferentes tipos de maniobras que puede ejecutar un batallón, según los reglamentos

ingleses.50

C o n c l u s io n e s

La presencia extranjera en las campañas libertadoras se caracterizó por dos etapas di

ferenciadas: la primera, durante la Primera República (1810-1816), cuando a pesar de

todas las prohibiciones, u n grupo de oficiales franceses y de otras nacionalidades co

mandó las tropas, aunque sus triunfos fueron pocos, inestables y de escasa duración.

Muchos de ellos murieron en el campo de batalla y los sobrevivientes se refugiaron en

los llanos de Venezuela o en las Antillas, en 1816. Con excepción de los franceses, que

se opusieron a la jefatura de Bolívar, algunos regresaron con el ejército que triunfó en

Boyacá. La segunda etapa, en tre 1817 y 1830, se identifica por que el mayor número de

extranjeros que se unieron al ejército libertador procedía de las islas británicas y de otras

naciones europeas. Su principal rol fue el de instructores y comandantes, dieron ejemplo

y confianza a las tropas, ayudaron a disciplinar a los cadetes — que luego fueron genera

les de la República— y los adiestraron en el manejo de las armas de fuego y en la lucha

cuerpo a cuerpo.

Algunos sacrificaron sus vidas en el campo de batalla y otros sobrevivieron para ver el

nacimiento de la República de Colombia; además, se caracterizaron por su lealtad a

Bolívar y a su proyecto grancolombiano. Por este motivo, muchos fueron funcionarios

 públicos, caso de Daniel Florencio O'Leary, John D'Evereuxy Belford Wilson, quienes

 prestaron servicios en el ramo diplomático. El sueco Federico Adlercreutz, por ejemplo,

fue comandante militar de Santa M arta y gobernador de Mompox.51 Cargos similares

desempeñaron otros en el Caribe colombiano.- Luis Brion (curazoleño), José Sarda

(español), Salterio Chittyyjohn Illingroth (ingleses), Luis Francisco de Rieuxyjulio

Reimboldt (franceses), Federico Rasch (alemán) yjerónico Carbono (italiano).32Noobstante, su bolivarianismo les costó la expulsión de la Nueva Granada, ya que se vieron

comprometidos en los conflictos entre Bolívarylos constitucionalistas (1828 a 1830),y

en particular p or el papel de los veteranos extranjeros en el asesinato del general Córdo-

va.53Todo esto les mereció la animadversión de muchos granadinos, en particular de los

santanderistas. En adelante, la mayoría de extranjeros fueron retirados del servicio mili

tar, otros se autoexiliaron o fueron expulsados de la República. Este rechazo a la presen

cia extranjeray la act itud xenofóbica del sector dominante de la Iglesia ayudan a explicar

el fracaso de las políticas de inmigración colombiana du rante el siglo X I X .

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