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阿萊霍.卡彭鐵爾之路—音樂和美學流派起源的原理 125 La ruta de Alejo Carpentier: Teoría de los orígenes de la música y los géneros estéticos El problema de la creación artística y la concepción del arte han sido objetos de reflexión importantes en la novela. Contemplar el quehacer literario, el mismo proceso creativo, la imaginación narrativa y la imagen e identidad del narrador representan un valioso aporte a la teoría del desarrollo de los géneros estéticos en su conjunto. Alejo Carpentier, gracias a su formación musical, ocupa un sitio privilegiado respecto a esta reflexión, uno que nos permite abordar nuestro tema desde un punto de vista más general. El presente estudio examinará el tema de la creación musical en su temprana obra novelística. Mientras la música queda como constante en el conjunto de su trabajo literario, las primeras tres novelas representan una especie de ciclo que se cierra en 1953 con Los pasos perdidos. 1 Precisamente el tema de los orígenes de la música, y por extensión la evolución de los géneros literarios/artísticos, se perfila implícitamente en Ecue-Yamba-Ó (1933) y El reino de este mundo (1949), y encuentra su culminación en la narración etnomusical/antropológica de su tercera novela. Probablemente es la retrospección que revela la continuidad, pero como intentaré demostrar, la exposición explícita de la teoría de la génesis y evolución del arte verbal y la música en Los pasos perdidos se anticipa en los escenarios que corresponden, respectivamente, a las comunidades afrocubanas de las primeras décadas del siglo pasado, y la revolución haitiana del siglo XVIII, y no es casualidad que durante el periodo de su redacción Carpentier se dedicaba a su investigación de La música en Cuba (1946). Así que no nos sorprenderá que este periodo culmine con un planteamiento teórico de amplias implicaciones para la teoría literaria y lingüística. El análisis de la temprana obra novelística de Carpentier desde la óptica de una teoría de la música, nos llevará a los estudios literarios de C. M. Bowra enfocados sobre el origen del canto y la poesía, y una reciente investigación de las teorías de J. J. Rousseau y el debate sobre música y lenguaje durante la Ilustración (Thomas 1995). Veremos cómo las conclusiones de Carpentier forman parte de una larga tradición racionalista y humanista. Es de las conmociones y confrontaciones intelectuales del Siglo de las Luces que surge la perspectiva moderna sobre el problema de la relación entre el lenguaje, una de las facultades definitorias de la esencia exclusiva humana, y el desarrollo de los géneros estéticos (sobre el cual existe un consenso aun más amplio respecto a su

La ruta de Alejo Carpentier: Teoría de los orígenes de la música y

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  • 125

    La ruta de Alejo Carpentier:

    Teora de los orgenes de la msica y los gneros estticos

    El problema de la creacin artstica y la concepcin del arte han sido objetos de reflexin

    importantes en la novela. Contemplar el quehacer literario, el mismo proceso creativo, la

    imaginacin narrativa y la imagen e identidad del narrador representan un valioso aporte a la

    teora del desarrollo de los gneros estticos en su conjunto. Alejo Carpentier, gracias a su

    formacin musical, ocupa un sitio privilegiado respecto a esta reflexin, uno que nos permite

    abordar nuestro tema desde un punto de vista ms general. El presente estudio examinar el

    tema de la creacin musical en su temprana obra novelstica.

    Mientras la msica queda como constante en el conjunto de su trabajo literario, las

    primeras tres novelas representan una especie de ciclo que se cierra en 1953 con Los pasos

    perdidos.1 Precisamente el tema de los orgenes de la msica, y por extensin la evolucin de

    los gneros literarios/artsticos, se perfila implcitamente en Ecue-Yamba- (1933) y El reino

    de este mundo (1949), y encuentra su culminacin en la narracin etnomusical/antropolgica

    de su tercera novela. Probablemente es la retrospeccin que revela la continuidad, pero como

    intentar demostrar, la exposicin explcita de la teora de la gnesis y evolucin del arte

    verbal y la msica en Los pasos perdidos se anticipa en los escenarios que corresponden,

    respectivamente, a las comunidades afrocubanas de las primeras dcadas del siglo pasado, y la

    revolucin haitiana del siglo XVIII, y no es casualidad que durante el periodo de su redaccin

    Carpentier se dedicaba a su investigacin de La msica en Cuba (1946). As que no nos

    sorprender que este periodo culmine con un planteamiento terico de amplias implicaciones

    para la teora literaria y lingstica.

    El anlisis de la temprana obra novelstica de Carpentier desde la ptica de una

    teora de la msica, nos llevar a los estudios literarios de C. M. Bowra enfocados sobre

    el origen del canto y la poesa, y una reciente investigacin de las teoras de J. J.

    Rousseau y el debate sobre msica y lenguaje durante la Ilustracin (Thomas 1995).

    Veremos cmo las conclusiones de Carpentier forman parte de una larga tradicin

    racionalista y humanista. Es de las conmociones y confrontaciones intelectuales del Siglo

    de las Luces que surge la perspectiva moderna sobre el problema de la relacin entre el

    lenguaje, una de las facultades definitorias de la esencia exclusiva humana, y el desarrollo

    de los gneros estticos (sobre el cual existe un consenso aun ms amplio respecto a su

  • 126

    exclusividad). Concluimos el estudio con una discusin de recientes avances en las

    ciencias del lenguaje, especficamente sobre el vnculo entre la facultad lingstica y el

    conocimiento que forma la base de la percepcin musical; al respecto R. Jackendoff ha

    logrado elaborar un modelo que plantea una serie de hiptesis acerca de dicho vnculo.

    Resulta que estamos frente a otro ejemplo en el cual la literatura ha podido anticipar, si

    no dar mpetu, a amplias y profundas especulaciones dentro del campo de la investigacin

    no slo en las disciplinas tradicionalmente concebidas como afines, sino tambin dentro

    de los mbitos relacionados con el estudio cientfico de las facultades mentales del ser

    humano.2

    A lo largo de las tres obras recorremos una serie de retrocesos, intentos de remontar

    el tiempo en busca de los elementos primordiales del canto y el discurso esttico dentro

    de su contexto originario, el contexto que los escenific: el rito. En la poca moderna, en

    la Cuba de 1920, a la sombra del ingenio de una compaa transnacional, y no tan lejos de

    la capital, todava era posible recoger apuntes sobre el habla ceremonial, el discurso

    formal, y las cadencias del Gran All de una sociedad de oralidad primaria. La comunidad

    se encontraba en las primeras etapas de la transicin que desplazara el arte de la tradicin

    oral primigenia. No obstante, varios de los elementos esenciales estuvieron intactos en las

    danzas, las frmulas, los recitativos y estribillos de los caseros que rodearon el Central.

    En el traslado a los finales del siglo XVIII, en el Reino de este mundo, todava

    contemplamos al hombre moderno; los ritos y conjuros se insertan dentro de una de las

    ms modernas conspiraciones - la de la revolucin francesa y su extensin en suelo

    americano. Ciertamente, la oralidad insurreccional de Mackandal y Bouckman

    corresponde a una etapa ms casta y autctona. Pero es en la poca de la aviacin, y

    gracias a ella, cuando Carpentier alcanza su objetivo de llegar a reflexionar sobre un

    ejemplar de arte verbal compuesto y ejecutado por un sobreviviente de la prehistoria, el

    canto del hombre primitivo. Se trata, por lo menos, del ms fiel vestigio, considerando el

    contacto que han experimentado sus comunidades con los medios electrnicos y la

    escritura en el siglo XX.

    Primer acercamiento a la voz primicial en Ecue-Yamba-

    As como el ciclo se cierra en Los pasos perdidos con una Nota que precisa la ruta

  • 127

    material por el Orinoco hasta el ro Vichada en la frontera entre Venezuela y Colombia, y

    la identidad tnica de la aldea donde se grab el ensalmo del curandero, se abre en el

    Prlogo (de Ecue-Yamba-) con una aclaracin sobre las circunstancias del registro

    detallado de la secuencia del rompimiento igo: "se debe a lo apuntado por m en

    ceremonias a las cuales asista en compaa del compositor Amadeo Roldn cuando

    trabajbamos en el texto y msica de los ballets La rebambaramba y El milagro de

    Anaquill" (Carpentier 1990: 26). De esta forma, enmarca el trptico con una advertencia

    al lector: las relaciones ficticias descansan sobre trabajos empricos etnomusicales, y

    antropolgicos/histricos previos, indagaciones confiables y comprobables - condicin

    para tomar su exposicin terica como una propuesta explcita, paralela a la accin que

    transcurre en cada novela; la expone, despus de haber acumulado los "datos", por la voz

    del protagonista en su obra ms visiblemente autobiogrfica: Los pasos perdidos.

    Efectivamente, la grabacin del Treno del Hechicero se halla en algn "archivo del

    folklore venezolano", capturado fonogrficamente por "un explorador" (Carpentier 1985:

    282).

    Su primera novela gira alrededor de la investigacin que emprendi sobre los patrones

    mgicos del ritual, la danza y el discurso ceremonial, y la amplia influencia africana en la

    msica cubana.3 Como pocas regiones de Amrica, las Antillas sintieron esta influencia tan

    ntegramente; y es en Cuba donde el ms vital caudal de tradicin oral de origen europeo, el

    Romance, echa profundas races, generando un caldo de cultivo sincrtico de juglares y griots,

    tal vez nico en el mundo. En 1526 lleg un cargamento de 145 esclavos, en diez aos la

    poblacin africana pasara de un mil (Carpentier 1979: 37). En "Paisaje (a)", transcurridos

    cuatro siglos, pinta el tumulto multitonal del pueblo donde se escenifica la primera parte de la

    tragedia: un estrpito de himnos entonados por jamaiquinas, canciones de amor chinas que

    salen del fongrafo de la tienda, gaitas gallegas en contrapunto a los "acordeones asmticos

    del haitiano" y los cantos y tambores africanos (Carpentier 1990: 35).

    Uno de los patrones discursivos caractersticos trados del Africa occidental juega un

    importante papel en las ceremonias en que participa el protagonista Menegildo Cu: la

    "convocatoria-respuesta" entre solista y coro. En el da del santo de su padre, el primer cuadro

    de msica y rito entre cuatro que presenciamos, nos introduce al estilo antifonal/responsorial

    de los cantos colectivos, representado de manera ms efusiva durante el emb - sortilegio del

    brujo Beru (Carpentier 1990: 88):

  • 128

    Taita Beru volvi a comenzar:

    Dnde naci el santo?

    All en Guinea!

    Dnde naci tu padre?

    En la finca de Lu!

    Combinando las frmulas los tres [Beru, Ma-Indalesia y Menegildo]

    cantaron, alternando las rplicas a capricho:

    El santo en Guinea

    Sar-y-y!

    Usebio en la finca.

    Sar-y-y!

    En la finca e Lu.

    Sar-y-y!

    El santo en la finca.

    Sar-y-y!

    Quin amarra, quin amarra?

    Sar-y-y!

    En el dramtico rompimiento (iniciacin de los nuevos amanisones) toma la forma de

    una competencia de lengua; y vuelve a registrar el canto alucinante, de la frase rudimentaria,

    repetida por los danzantes a la invocacin del solista, en la trgica Noche Buena en la cual

    Menegildo da con su violenta muerte.

    Nos hemos detenido en esta observacin en parte por representar un hilo conductor

    sonoro que une los cuatro episodios rituales/musicales de Ecue-Yamba-; y

    significativamente, no registramos otro ejemplar del estilo responsorial hasta el captulo III de

    Los pasos perdidos durante el entierro del padre de Rosario, y despus en el captulo IV, en la

    aldea piaroa, en boca del hechicero shirishana, donde "la potencia" est convocada

    nuevamente por un redoblo funerario. Es de notar que el estilo en cuestin est ntimamente

    ligado a cnticos de lamentacin y convocaciones a la muerte (y a los muertos y sus espritus):

    En el boho del Iyamba se encontraban los altos dignatarios de la Potencia,

    haciendo sonar fnebremente sus tambores en honor a los muertos que

    comeran al da siguiente...Entonces callaron bruscamente los toques de

    llanto.4

  • 129

    Si bien tanto el Romance como el canto africano participaron en el proceso de

    sincretismo, es hacia el segundo que Carpentier se inclina en busca de los antecedentes ms

    fundamentales de la msica cubana. Pero ms al propsito de su verdadero objetivo, el

    substrato universal del arte vocal, es en los ritmos y convocaciones africanas donde descubre

    material para trabajar. Se gua por dos suposiciones: (1) que es vlido especular sobre los

    orgenes arcaicos, en el alba de todas las tradiciones orales, y que existe histricamente una

    gnesis primordial y elemental, (2) que los gneros han sufrido una evolucin, y que resulta

    ilustrativo marcar etapas de desarrollo de los mismos. Por ejemplo, las distinciones entre el

    folklore, y sus antecedentes primitivos, y la composicin que corresponde a los ms altos

    niveles del arte no se tratan de simples diferencias arbitrarias, tal vez ideolgicamente

    determinadas, opciones aleatorias de acuerdo al gusto o predisposicin del escucha. En el

    fondo es preciso no confundir belleza esttica, complejidad o sencillez, por un lado, y niveles

    cada vez ms elaborados de estructura. As que est convencido que una indagacin por los

    acervos ms remotos de la msica y la tradicin oral arrojar las revelaciones que nos ayudar

    a entender la creacin artstica actual. Y entre las comunidades de oralidad primaria que

    todava perviven, los vestigios de este pasado remoto se revelarn.

    En "Ritmos", anticipa una escenca de la tercera novela donde da fe del origen de la

    msica en el canto fnebre primitivo de un brujo-sacerdote. Cataloga la "msica de materiales

    elementales", instrumentada por: la dentadura de una quijada de buey, cueros y envases de

    chicle (p. 47), de inspiraciones lejanas. Veremos, ms adelante, que el motivo aparente del

    viaje del msico en Los pasos perdidos se trata precisamente de la recuperacin de estos

    instrumentos de la selva amaznica. Tambin los ritmos y encantaciones que escuchamos en

    este captulo, no tan lejos de la Havana, son del mismo gnero que revela el verdadero fuente

    del canto humano en la selva y el desierto: un hondo canto que acompaa las exequias. "En

    estas veladas musicales, Menegildo aprendi todos los toques de tambor, incluso los secretos"

    (p. 50). Podemos suponer, tal vez, que lo hizo de la misma manera como el hombre primitivo

    los descubro, junto con el ensalmo, en las mismas circunstancias. De cierta manera, Ecue-

    Yamba- anuncia el tema central de Los pasos perdidos.

    Rito y narrativa en El reino de este mundo

    Dos aspectos de la oralidad se destacan en la segunda novela: la narratividad y la

  • 130

    prosodia. Retrocedemos ms de cien aos a la poca de la Declaracin de Derechos del

    Hombre; y vemos cmo, an sin la escritura, participan estos recursos discursivos en la

    sublevacin de los esclavos del Cabo Francs en su empeo por extender la revolucin

    democrtica que haba triunfado en las colonias inglesas y en Francia.

    En este escenario, a Carpentier le interesa seguir su escrutinio sobre las cualidades

    esenciales de la voz humana al servicio de la expresin, en particular esa categora de la

    expresin que trasciende el uso cotidiano del lenguaje (en el intercambio conversacional de

    informacin). Nos fijamos en los dos hounganes del rito, dirigentes legendarios de la

    insurreccin, Mackandal y Bouckman, que compartan el mismo poder de convocatoria que

    tambin era requisito para los "reyes de verdad" - "no esos soberanos cubiertos de pelos

    ajenos" slo capaces de "engendrar un prncipe debilucho" (Carpentier 1981: 12). En los

    reinos de Guinea los reyes eran guerreros, jueces, sacerdotes y grandes oradores. "Su simiente

    preciosa engrosa estirpe de hroes" (p. 13), linaje a que pertenecen los insurrectos de El reino

    de este mundo.

    Los relatos de Mackandal evocaban un mundo de "Altos Poderes de la Otra Orilla" que

    aliment la larga esperanza de los esclavos. De los grandes reinos africanos se armaban de la

    magia, poderes de transformacin, una visin milenaria omnipotente y la valenta. Por un lado,

    la narrativa de Mackandal era el conducto de grandes saberes, y por otro era arte verbal. Les

    pas a los negros de Cabo Francs un conocimiento, una conciencia de su herencia; y los

    inspir con sus cualidades poticas y musicales: "con su voz fingidamente cansada para

    preparar mejor ciertos remates, el mandinga sola referir hechos que haban ocurrido en los

    grandes reinos de Popo, de Arada, de los Nags, de Fulas" (p. 12). "Era fama que su voz

    grave y sorda le consegua todo de las negras. Y sus artes de narrador, caracterizando los

    personajes con muecas terribles, imponan el silencio a los hombres" (p. 15). Ellos, a su vez,

    transmitan los relatos a sus hijos "ensendoles canciones muy simples que [haban]

    compuesto a su gloria" (p. 49).

    La voz de Bouckman, el caudillo de origen jamaiquino, tom el relevo luego de la

    captura y la inmolacin, "El gran vuelo" y transfiguracin, del mandinga. En la preparacin

    de la sublevacin las artes prosdicas, de la agitacin y la movilizacin, ya consolidado el

    trabajo de la narrativa de concientizacin, se imponen: poda "pasar sin transicin del registro

    grave al agudo: para dar una tenacidad chocante a las palabras. Haba mucho de invocacin y

    ensalmo en aquel discurso lleno de inflexiones colricas y de gritos" (p. 51). El rito que sell

  • 131

    el Pacto Mayor, entre los iniciados de ac y los grandes Loas del Africa, lo ofici la sacerdotisa

    del Rad:

    Ogn Badagr,

    Gnral sanglant,

    Saizi z'orage

    Ou scell'orage

    Ou fait Kataoun z'eclai! (Carpentier 1981: 53)

    La llamada a la sublevacin sera entonada por una msica de caracoles, puestos a

    "cantar en coro", de manera escalonada, cada vez ms "aflautada". Si hacemos memoria de la

    participacin en Ecue-Yamba- de la msica de elementos elementales en los ensalmos

    fnebres, medio de aprendizaje para el joven Menegildo, ahora en la revolucin haitiana

    contamos con otro enlace con el tema de la bsqueda musicolgica en Los pasos perdidos por

    parte del viajero-protagonista hacia la poca prehistrica. Se observ, en Cuba, que eran

    "instrumentos casi animales" (Carpentier 1990: 47). La entonacin de los caracoles que

    convoc a la resurreccin contra los franceses forma parte de la misma categora. En este caso,

    su propsito no era tanto expresivo como comunicativo, de convocatoria. Como tal,

    podramos proponer que esta funcin llega a ser una derivacin, una motivacin secundaria de

    la msica, incluso muy lejos de su funcin primitiva, fundamental y escencial, la de la

    expresin (lo que no le quita el valor de enlace temtico entre las tres obras a este episodio

    coyuntural). De todas maneras, constataremos en el prximo apartado que la indagacin

    principal de Carpentier respecto al origen de la msica privilegia sus propsitos expresivos y

    evocativos, de prioridad en la voz humana.

    De manera similar como lo hace en Ecue-Yamba- y en Los pasos perdidos, arraiga la

    novela en el registro histrico. Aparte de los personajes ficticios, el esclavo Ti Noel y su amo,

    aparecen los actores con su nombre verdadero. La primera etapa de la lucha de independencia

    de Hait termina con la "milagrosa" salvacin de Mackandal. El segundo captulo tiene como

    trasfondo la Revolucin Francesa; la reunin de los revolucionarios con Bouckman acontece

    la noche de 15 de agosto de 1791. El rito del sacrificio del cerdo que sella el pacto de guerra

    contra los blancos lo anima "una vieja negra". La relacin de su canto de hechicera y danza

    ritual, blandiendo un machete en medio de la tormenta elctrica, forma parte de la versin

    histrica oficial (Mller-Bergh 1972a).

  • 132

    Los pasos perdidos: tercer viaje a travs del tiempo

    La especulacin sobre los orgenes de la msica, de tan amplias implicaciones tericas,

    habra estado fuera de lugar en su estudio sobre La msica en Cuba. Y si es cierto que

    Menegildo Cu, Mackandal y Bouckman representaron la oralidad primaria, y revelaron

    vestigios de las artes verbales arcaicos, eran hombres cabalmente modernos: de la ciudad

    capital, de revoluciones, precursores de las naciones-estados del siglo XXI. Saban de la

    escritura, sintieron su influencia, y en el ltimo caso se valieron de ella en su lucha. En

    cambio, durante su estancia en Venezuela (1945-1959), Carpentier tena a la mano el ltimo

    reducto americano del "pasado remoto" que buscaba.

    En concordancia con su propsito, la estructura de la novela es sencilla, y junto al tema

    central, el de la bsqueda de los orgenes de la msica en el canto, el autor entreteje varios

    hilos relacionados. A nivel de superficie, marca las dos dimensiones de la relacin de viajes:

    (1) el tiempo, real-narrativo, indicado por fechas que encabezan cada jornada. Una relectura

    nos llama la atencin que las primeras tres (las que transcurren en Nueva York) no llevan da

    ni fecha, reflejo de la crisis de perspectiva en que est sumergido el protagonista quien lleva la

    voz narrativa a travs de todos los siete captulos. (2) En paralelo, a partir de la cuarta jornada,

    evoca pocas en retroceso, un remonte, primero al siglo XIX, en la capital latinoamericana, y

    as sucesivamente a la lejana prehistoria.5 Al mismo tiempo, nos lleva por una retrospectiva

    de la historia musical: el Romanticismo, el traspaso del Romance a Amrica (en la voz de

    "juglares de cara negra"), el canto gregoriano, y al dejar el ltimo puesto de la civilizacin y

    al entrar bruscamente por "la puerta" de la selva inexplorada, se precipita (el descenso por los

    raudales hacia el Ro Mayor - jornada XXI) hacia la edad de los primeros cantos y el hallazgo

    de los instrumentos primitivos. Geogrficamente, paralelo, a su vez, al tiempo en retroceso,

    nos gua a localizar sus pasos, como hemos propuesto, al parecer, para aportar un grado de

    verosimilitud a su crnica. Salvo una excepcin, donde queda ambiguo un trecho de carretera,

    seguimos la ruta de Caracas (jornadas IV y V) hasta un "puerto fluvial" (por la descripcin

    narrativa le sugiere al lector que tal vez se tratara de San Fernando de Apure sobre una

    tributaria del Orinoco, el ro Apure, por haber cruzado la cordillera y no Ciudad Bolvar,

    como se ha mencionado en otros contextos. Llegan a la entrada de la selva (Puerto

    Anunciacin sera Puerto Ayacucho), y en su Nota nos ubica con precisin: la incisin de "las

    tres V", la Capital de las Formas, y la aldea piaroa se ubican, para no perder, en realidad, los

  • 133

    pasos, en la zona del ro Vichada.

    En busca de un libreto para su cantata, realizacin del aplazado anhelo artstico, deja al

    lado el Prometeo desencadenado de Shelley a favor de la Odisea. Aunque tambin est

    basado sobre la antigedad, el defecto del primero radica en su redaccin en poca moderna

    por un poeta letrado. La epopeya homrica sale "directamente", por medio de la transcripcin,

    de la oralidad primaria.

    Regresaremos a Prometeo y Ulises; pero en rigor es el tema universal de Orfeo que la

    trama en Los pasos perdidos recapitula. Retomamos la versin Nez Perc (tribu indgena de

    Norteamrica) registrada por Ramsey (1983). Orfeo, en este caso "personificado" por Coyote,

    viaja, guiado por un espritu, un Adelantado. Llega, pasando por las edades, a la regin

    remota de los muertos, y resucita a su esposa, en vano porque a fin de cuentas nunca fue

    posible, as como fue ilusorio para nuestro compositor-viajero desenterrar la gnesis de la

    msica y apropiarse de ella. Tampoco pudo llevarse a Rosario porque perteneca tambin a un

    pasado remoto para l irrecuperable. De regreso a su casa, solo, Orfeo-Coyote decide

    desesperadamente emprender el viaje nuevamente, esta vez sin las orientaciones del

    Adelantado-espritu. Busca las seas en el camino que le haba indicado durante el primer

    viaje, y de manera conmovedora cree haber encontrado "la puerta", y hace las veces de abrirla

    con un movimiento de las manos en el aire, y se queda solo en medio de la pradera.

    As como sucede a Orfeo, Carpentier nos tiende una serie de augurios para que vayamos

    descartando la posibilidad de rescatar (a manera de llevrselo) el canto primitivo. Por las

    debilidades intrnsecamente "humanas" de orfeos y coyotes hay que resignarse a vivir slo en

    el presente. Nuestro compositor llega a la conclusin de que la responsabilidad del artista

    consiste en enfrentar la coyuntura histrica que le toca vivir, y luchar contra las tentaciones

    utpicas, tema que tambin identifican Poujol (1972), Mller-Bergh (1972b) y Townsend

    (1980). En el poema pico de Homero la invocacin a los muertos encuentra el tono mgico y

    elemental necesario; el poder de la "palabra conjuradora" nos aproxima a los patrones

    arcaicos de la poesa oral, que por cierto no se diferenciaba del canto; y como Martin &

    McNerney (1984) indican, la poesa pica est asociada con el temprano desarrollo de la

    narrativa, tema al cual regresaremos en el prximo apartado.

    La polarizacin que analiza Matura en las primeras dos novelas surge a lo largo de varios

    ejes. Respecto a nuestro tema de anlisis, se perfilan las de Europa y Amrica, la creacin con

    fines de lucro y el verdadero arte, y las fuentes de inspiracin externas e internas. La ltima es

  • 134

    la que se plantea en el primer captulo durante la visita con su antiguo maestro, el Curador,

    oposicin que se resuelve definitivamente al descubrir el Nacimiento de la Msica en la aldea

    indgena. La inmersin en y reflexin sobre los ritos, cantos y discursos orales afroantillanos,

    de Cuba y Hait, ya trazaron el camino.

    En el primer captulo nos percatamos de la profundidad de la crisis esttica que sufre el

    protagonista; no slo la buena y la mala msica producidas para "fines detestables" (a que se

    dedicaba para ganarse la vida), sino tambin huye de un ensayo de la Novena Sinfona de

    Beethoven; resulta igualmente detestable por representar la traicin de los ideales, las luces,

    de su poca. Adems, parece que la misma msica de arte moderna haba entrado en un

    callejn sin salida - una posible explicacin por el persistente prestigio de obras como la

    Novena que atiende a los gustos ms bien pedestres, hasta se inclina hacia lo "populachero"

    con sus forzadas evocaciones, rasgo caracterstico de la msica de tendencia programtica.

    En la oficina del Curador, en la confrontacin con su antigua investigacin sobre el

    origen de la msica, la organografa primitiva, y su teora del mimetismo-mgico-rtmico, se

    siente hastiado y avergonzado. Al escuchar la grabacin del gorjeo de pjaro reproducido por

    una flauta indgena, recapitula, en cierto detalle, su hiptesis de trabajo, que tambin nos

    conviene repasar: propone que el nacimiento de la expresin rtmica primordial surgi del

    "afn de remedar el paso de los animales o el canto de las aves" (Carpentier 1985: 22). Si las

    pinturas rupestres de la poca se inspiraron en la prenocin mgica de hacerse dueo de la

    presa por la posesin de su imagen, no pareca ilgico extender el concepto al mbito de la

    msica: posesin mimtico-mgica del sonido como gnesis de la meloda. No nos quedamos

    muy convencidos por su exposicin, pero tampoco sabemos a estas alturas si sus argumentos

    deslucidos se deben a una duda sincera, pensada, o a su desilusin y cinismo generalizado. De

    buenas a primeras la audicin de la pjaro-flauta le parece "absurda", de un "pjaro que no es

    pjaro, con su canto que no es canto" (p. 21); y miente a su maestro en un intento de ocultar el

    abandono por su parte de cualquier trabajo serio. Finalmente acepta el encargo de traer los

    instrumentos; pero al contemplar el engao que le propone su amiga nos damos cuenta de qu

    tan bajo haba cado. Consecuente con su postura (al parecer sin principios que valen la pena

    defender), no discrepa de la afirmacin de su asistente de que "la msica verdadera es una

    mera especulacin sobre frecuencias" (p. 30); y el artesano quien le ayudara a consumir la

    patraa vive como l, de la copia, la reproduccin y la falsificacin de estilos maestros. Al

    concluir el primer captulo no se pierde la sugerencia de una relacin entre la teora del

  • 135

    mimetismo (defendido, adems, sin mucha conviccin) y todas las fuentes externas, presiones

    de ndole no artstica, y trucos y manipulaciones ajenos a la creatividad humana que han

    corrompido el arte.

    Aun antes de aterrizar en la capital sudamericana, ya empieza a aorar modos de vivir

    que haba perdido. Escucha el idioma de su infancia, un vals, y un mambr cantado por nios,

    "versos que me regresaba a jirones desde la llegada y por fin se haban reconstruido en mi

    memoria" (p. 52).6 Con el primer retroceso en el tiempo, sufre el primer cambio de

    perspectiva y empieza a ceder a la tentacin de buscar un regreso, netamente saludable desde

    cualquier punto de vista. Al mismo tiempo llega la primera advertencia, presagio del

    desenlace final; en los Altos se entrevista con los jvenes Reyes Magos (msico blanco, poeta

    indio y pintor negro). Vaticinan que: la cultura no est en la selva, y que el destino del artista

    de hoy es vivir "donde el pensamiento y la creacin estuvieran ms activos en el presente, [en]

    la ciudad cuya topografa intelectual estaba en la mente de sus compaeros" (Carpentier 1985:

    74). Por un lado, le recuerdan a nuestro protagonista de las imposiciones externas sobre el arte;

    as que adivina el atonalismo en la pieza que ejecut el joven msico, que qued huera frente

    al manejo de los "modos antiguos" del arpista aldeano que haba acercado a su mesa. Decide

    por fin lanzarse al cumplimiento de la misin que haba aceptado, limpia y honestamente. Por

    otro lado no formula una rplica a la afirmacin de los jvenes artistas, implcitamente

    concedindoles la razn.

    Camino al puerto fluvial, la polaridad Europa-Amrica irrumpe de nuevo por conducto

    de la Novena Sinfona que alcanza a or de un "aparato de radio de viejsima estampa". Hace

    memoria del caudal de desgarrantes contradicciones de las cuales era testigo, as del

    testimonio de su padre: "me asombraba - despechado, herido en lo hondo - de la diferencia

    que exista entre el mundo aorado por mi padre y el que me haba tocado conocer" (p. 94).

    Esa suerte de sinfona en ruinas...jams hubiera podido imaginar una quiebra tan absoluta del

    hombre de Occidente (pgs 98-99) - entonar la Oda a la alegra mientras se practicaba la

    barbarie ms fra de la historia. Con la misma decepcin con la cual huy del ensayo en

    Nueva York, apaga el aparato y apresura el paso hacia el Orinoco; all descubrira pueblos a

    los que les "era ms interesante conservar la memoria de la Cancin de Rolando que tener

    agua caliente en domicilio" (p. 126).

    Llegando a Puerto Anunciacin, el Adelantado se ofrece para la localizacin de los

    instrumentos requeridos, y escucha el rezo en antfona por el fallecimiento del padre de

  • 136

    Rosario, el primero de dos ritos de exequias que le tocar observar durante del viaje. Comenta

    que se senta arrastrado por una memoria oscura de "ritos funerarios que hubieran observado

    los hombres que me precedieron en el reino de ese mundo" (p. 133).

    Despus de haber pasado por la entrada al reino de la prehistoria, marcada por la seal

    de las "tres V", cumple su misin en la aldea de los indios "dueos de su cultura". El

    hallazgo del tambor, la maraca ritual, las trompas de venado, los sonajeros y la jarra de

    sonido, confirma definitivamente la transformacin que se haba venido gestando en el

    narrador. Los oficios de los indgenas (ninguno "intil"), su industria artesanal, y sus usos y

    costumbres sencillos pero nobles gan su respeto y admiracin; le pareci "absurdo y

    sobrecogedor" el espectculo de misa (de los conquistadores del siglo XVI) montado por el

    fraile para esta aldea que todava no haba aceptado el bautismo. La elaboracin de

    instrumentos musicales evidenciaba un nivel cultural nada despreciable, de seres que

    holgadamente caben dentro de la categora de semejantes en el sentido cartesiano: si estoy

    frente a un ser que piensa como yo (si produce artefactos culturales para la satisfaccin de

    necesidades estticas) se distingue de todos los dems cuerpos no humanos. Reflexiona

    sobre las edades y la evolucin cultural del hombre:

    Y tornaron a crecer las fechas del otro lado del Ao Cero - fechas de dos, de

    tres, de cinco cifras - hasta que alcanzamos el tiempo en que el hombre,

    cansado de errar sobre la tierra, invent la agricultura al fijar sus primeras

    aldeas en las orillas de los ros, y necesitado de mayor msica, pas del bastn

    de ritmo al tambor que era un cilindro de madera ornamentado al fuego,

    invent el rgano al soplar en una caa hueca, y llor a sus muertos haciendo

    bramar un nfora de barro (p. 181).

    Cumpli con su maestro, y sentimos que se acerca cada vez ms al Nacimiento de la

    Msica; al adentrarse en tiempo regresivo en la selva, y ahora que ha recuperado la integridad

    artstica y moral que haba perdido, le tocar superar a su maestro y desafiar sus teoras.

    Ro abajo se topan con un pueblo de cultura muy anterior a la de la aldea indgena de los

    instrumentos, situado "al comienzo de la noche de las edades" (p. 184), anterior a cualquier

    nocin de la agricultura o industria artesanal; biolgicamente "son hombres, sin embargo". Es

    en este mundo del Gnesis donde llega a presenciar el Nacimiento de la Msica: sobre el

    cadver de un cazador mordido por una serpiente, el Hechicero ahuyenta a los espritus de la

    Muerte. Citamos el registro del treno primordial de los extensos apuntes de Carpentier. El

  • 137

    brujo impone un silencio ritual; e irrumpe la Palabra:

    Una palabra que es ya ms que palabra. Una palabra que imita la voz de

    quien dice, y tambin la que se atribuye al espritu que posee el cadver. Una

    sale de la garganta del ensalmador; la otra, de su vientre. Una es grave y

    confusa como un subterrneo hervor de lava; la otra de timbre mediano, es

    colrica y destemplada. Se alternan. Se responden. Una increpa cuando la

    otra gime; la del vientre se hace sarcasmo cuando la que surge del gaznate

    parece apremiar. Hay como portamentos guturales, prolongados en aullidos;

    slabas que, de pronto, se repiten mucho, llegando a crear un ritmo; hay

    trinos de sbito cortados por cuatro notas que son el embrin de una

    meloda...Es algo situado mucho ms all del lenguaje, y que, sin embargo,

    est muy lejos del canto. Algo que ignora la vocalizacin, pero es ya algo ms

    que palabra (p. 186).

    El que narra trata de mantener cierta distancia de la lucha entre las potencias ocultas, pero

    no puede zafarse del alucinante rito; sobre todo es la alternancia de las voces, los resoplos y

    ronquidos en alternacin rtmica al comps del ensalmo, las vociferaciones que increpan y

    responden. Haba escuchado elementos de este gnero antes, rastros sobrevivientes en los cantos

    rituales ejecutados por personajes modernos, como el estilo antifonal del curandero Beru.7

    Logra asimilar en su totalidad la impactante revelacin al llegar a Santa Mnica de los Venados,

    revelacin que le inspira a retomar su propia cantata, tambin un Treno.

    Como para afianzar la interpretacin de lo observado, intenta separar la descripcin y

    registro del ensalmo (jornada XXIII) de la reflexin sobre su relevancia para una teora de la

    creatividad (jornada XXVI). Descarta por completo su viejo concepto de trazar una analoga

    entre los fines mgicos de las artes visuales primitivas con la primera fijacin de ritmos y

    escalas como remedo de los sonidos de la naturaleza. Rescata la idea del vnculo con la magia,

    pero el origen fundamental de la msica radica en la voz humana, en particular en su

    capacidad de modulacin:

    He visto como la palabra emprenda su camino hacia el canto, sin llegar a l;

    he visto cmo la repeticin de un mismo monoslabo originaba un ritmo cierto;

    he visto, en el juego de la voz real y de la voz fingida que obligaba al

    ensalmador a alternar dos alturas de tono, cmo poda originarse un tema

    musical de una prctica extramusical.8

  • 138

    Rechaza enfticamente la hiptesis de que brot la msica en la prehistoria por un

    "afn de imitar la belleza del gorjeo de los pjaros - como si tuviera un valor esttico para

    los que habitan la selva y lo oyen constantemente", o para el cazador que queda pendiente

    de los mismos sonidos y llega a descifrarlos, algo que representa, en el fondo, requisito de

    su oficio.

    Al llegar a la conclusin de que la teora del mimetismo-mgico-rtmico no podra

    explicar el nacimiento de la msica, no significa que la naturaleza ambiental nunca

    interviene en el proceso creativo. Los sonidos de la selva absorbieron al narrador y encontr

    en ellos autnticas fuentes de inspiracin; sonaron oboes, un cobre grotesco, y mil flautas.

    Observa el vasto "mimetismo de la naturaleza virgen", un mundo de la mentira, juego de

    apariencias y la metamorfosis (p.169). Mientras sea innegable que la belleza fsica de su

    entorno desempe un papel en el afn del hombre de representarlo sonoramente ms all

    de los fines tiles, la analoga con las artes plsticas (jornada IV) resulta, a lo sumo, muy

    dbil. Semejante deslinde podemos sealar en su uso del trmino "fingir". La "voz fingida"

    del Hechicero (jornada XXVI) emerge de la manipulacin deliberada de un recurso

    lingstico; expresa una postura hacia lo dicho y la emocin; juega con la voz real y otras

    voces fingidas. En este sentido se deriva de fingere: formar, moldear por medio de la invencin,

    conjurar, imaginar. Cuando describe las plantas acuticas del pantano que se apretaban en

    alfombra tupida...fingindose vegetacin de tierra muy firme (p. 168), forzosamente, se trata de

    otro sentido. Y el uso metafrico de "mentir" y "falsedad" respecto al mimetismo de la

    naturaleza est en obvio contraste con la acepcin que entendemos en referencia a su oficio

    de Ssifo en la mercadotcnica musical. A propsito, Poujol (1972) pregunta: por qu

    Carpentier elige la msica para ejemplificar los problemas de la creacin artstica? En

    contraste con los discursos literarios prosaicos, la msica mantiene (por su origen en el

    canto/poesa dira Carpentier) un vnculo ms inmediato con la vida interior afectiva,

    citando al autor: "nos hace comprender la dinmica de las emociones en sus enlaces

    inefables".

    Por un momento se le ocurre que su descubrimiento carece de importancia en el contexto

    de la nueva vida que ha escogido en Santa Mnica, una mera especulacin acadmica; pero

    como veremos, influir ampliamente en la nueva perspectiva hacia la creacin musical que ha

    venido germinando en l desde que se aterriz en Caracas hace, exactamente, veinte das. De

    pronto se siente autosuficiente; en todas partes le sobran espacios de reflexin, formas de arte,

  • 139

    poesa, y narrativa para contemplar (incluso le parecen "ms instructivos para comprender al

    hombre que cientos de libros escritos"). Falta poco, sin embargo, para que retome,

    implcitamente, el consejo de los jvenes Reyes Magos con quienes se entrevist antes de

    adentrarse en la selva.

    Mientras tanto se sumerge en el trabajo creativo, en la aplicacin de los principios

    estticos recin descubiertos. Como resultado de la parntesis que le otorga su estada en

    Santa Mnica la "euforia se nutre de conciencia" (Carpentier 1985: 216). La reflexin sobre el

    canto fnebre (sobre todo el segundo) sugiere la clave para la solucin del problema de cmo

    acoplar la palabra con la msica, para superar el recitativo, solucin que nunca le haba

    satisfecho. Consistira en "una expresin musical que surgiera de la palabra desnuda, de la

    palabra anterior a la msica - no de la palabra hecha msica por exageracin y estilacin de

    sus inflexiones" (p. 217). El recurso a las formas primordiales del "verbo-gnesis" dara lugar

    a la meloda, sobre la cual una segunda (y luego tercera) voz se situara. El segundo canto

    fnebre hace renacer su propio Treno sobre la idea de la "palabra-clula" que se transformara

    en canto por medio de la entonacin vocal, y la generacin de mltiples voces ahora en

    alternacin.9

    Nunca llegamos a escuchar la cantata, ni sabemos si la habr terminado; ms bien nos

    interesa el marco conceptual que se va desenvolviendo en su intento por codificar la idea del

    verbo-gnesis. Al buscar formas verbales anteriores a la msica, plantea, sin explicitarlo, un

    origen comn del lenguaje y la msica, o por lo menos un origen de la segunda que estuvo

    ntimamente ligado a esos aspectos del lenguaje relacionados, a su vez, con la expresin de

    estados afectivos, a travs del sistema que rige los patrones no segmentales del lenguaje: la

    entonacin, la variacin de tiempos, la dinmica (volumen), el silencio, la acentuacin, etc. Es

    el "elemento melismtico" (ms de una nota cantada sobre la misma slaba), como en la

    imploracin, el gemido, y la queja, que permitira efectuar la concordancia que busca. Es en la

    posterior separacin progresiva entre el habla y el canto donde enfrentamos el problema del

    acoplamiento de palabra y msica. Por cierto, tampoco es la resolucin de dicho dilema que

    ms nos interesa, sino la especulacin sobre una posible gnesis compartida y su subsecuente

    divergencia.

    Como ya se haba predicho, el dilema de componer slo para satisfacer una necesidad

    creativa individual se iba a hacer crisis tarde o temprano. La falta de cuadernos para escribir

    resulta emblmica de una contradiccin insalvable. En un momento se enoja y se avergenza

  • 140

    por la mezquina preocupacin, la ejecucin, para luego preguntarse: para qu sirve la

    partitura si nadie la estudiar? Se fastidia con las "polmicas de arte", despus de haber

    expuesto su propia rplica a los conceptos errneos. Celebra la fluidez y la "naturalidad" con

    que puede trabajar en Santa Mnica, y sabe que debe desconfiar de esta sensacin de facilidad

    en la invencin musical.

    En efecto, la primera reaccin del compositor al escuchar el ruido de motor del avin de

    rescate es regocijo, y es l mismo que le enva la seal para que aterrice. Aunque vuelve sobre

    el pretexto de tinta y papel, Rosario no se engaa, como si hubiera adivinado su pensamiento

    cuando l oye, dentro de s mismo, "con sonoridad poderosa y festiva, el primer acorde de la

    orquesta del treno" (p. 237). Ella responde con resignacin al gesto del encargo de los apuntes:

    "te los puedes llevar". En realidad, no se trataba de vanidad como l a veces se reprochaba,

    sino de una reacomodacin y reintegracin ineludible: trabajar donde la "topografa

    intelectual" estuviera a la altura de su trabajo artstico, y eso a pesar de la crisis en que se

    haba hundido; la tendra que enfrentar en el mismo terreno. Una relectura cuidadosa confirma

    que el narrador nunca llega a la idealizacin de la cultura de los indios ni del medio ambiente

    selvtico: a la vez paraso terrenal y verde infierno de Jos Eustasio Rivera. Nos lleva por la

    Conquista, el Medievo, hasta los "ltimos valles de la Prehistoria", que a fin de cuentas no

    dista ms de tres horas de Caracas. Manifest su admiracin por la nobleza e integridad de los

    indgenas agricultores y fabricantes de instrumentos, y tambin reconoce que ocupan una

    escala de desarrollo cultural a cierta distancia (en algunos aspectos mucha, en otras no tanto)

    de los hombres ms primitivos ro abajo. De da, se maravilla por la inacabable belleza de la

    selva, y esa misma noche le da pavor. Fiel a su mtodo, marca de todos los grandes narradores,

    evita idealizar, de la misma manera que lo evit en Ecue-Yamba- y en El reino de este

    mundo. En balance, realmente, nunca se ilusion con la idea de resolver su crisis esttica con

    un traslado al pasado, para remedar los cantos de la antigedad. Desde un principio su Treno

    parti de premisas modernas, un bosquejo que presupuso la composicin por escrito. Y as

    como los primeros cantos no nacieron del mimetismo, la crisis en las artes musicales

    modernas no se resolver con un retroceso a pocas y estilos pasados. Ms bien la

    retrospeccin, en particular hacia los orgenes de un gnero revela categoras esenciales,

    fundamentos subyacentes, y estructuras universales, los cuales se pueden poner al servicio de

    la renovacin/innovacin artstica.

    Al parecer, nuestro personaje, de regreso a Nueva York, todava no se convence, e

  • 141

    intenta, como lo hizo Orfeo en su inocencia, de recuperar lo irrecuperable. La seal de las

    "tres V" slo se habra descubierto bajo unas circunstancias singulares en su desarrollo

    como msico, de manera similar como se abren ventanas de oportunidad en el transcurso de

    la vida que el individuo slo es capaz de aprovechar durante un espacio estrictamente

    delimitado.

    Me digo que la marcha por los caminos excepcionales se emprende

    inconscientemente, sin tener la sensacin de lo maravilloso en el instante de

    vivirlo: se llega tan lejos, ms all de lo trillado...que el hombre, envanecido

    por los privilegios de lo descubierto, se siente capaz de repetir la hazaa

    cuando se lo proponga. Un da comete el irreparable error de desandar lo

    andado, creyendo que lo excepcional pueda serlo los veces (p. 273).

    Canto, poesa y narrativa

    Valindose bsicamente del mismo mtodo, el del estudio de las sociedades preagrcolas

    existentes, Bowra extiende la reflexin de Carpentier a la cuestin de los orgenes de la poesa.

    Repasamos el anlisis que ofrece en Primitive song (1962), de amplias coincidencias con la

    tesis de Carpentier desarrollada en las tres novelas que hemos visto aqu. Adems, nos

    permite ubicar la teora del origen de la msica dentro de una reflexin sobre el conjunto de

    los gneros estticos. Bowra concibe una evolucin del canto y la poesa salidos del mismo

    tronco comn expresivo, vinculados siempre y de manera inseparable del rito. Con su

    componente indispensable, la danza (componente en que Carpentier se concentr por la

    mayor parte en Ecue-Yamba-), completamos la unidad vital de los gneros primitivos con el

    nacimiento de la representacin dramtica. Veremos que el desarrollo de la narrativa, se

    apoyar en parte en este conjunto de artes vocales (msica, canto/poesa), y en parte en las

    facultades de representacin independientes del conocimiento esttico. Como hemos venido

    sugiriendo en el presente estudio, las capacidades relacionadas con la creacin artstica

    descansan sobre facultades eminentemente humanas, y como tales conforman parte de una

    herencia universal del hombre. Cuando estudiosos de la msica y la literatura indagan en el

    mbito del temprano desarrollo de las artes, descubren la evidencia de esta herencia,

    compartida entre todas las culturas que han llegado a nuestros das. El concepto de facultades

    tambin implica que lo que denominaramos naturaleza humana est formada, en gran parte,

  • 142

    de capacidades predeterminadas, y que dichas facultades conforman una pluralidad; o sea, se

    diferencian entre s, diferenciacin que corresponde a capacidades tambin diversas y

    peculiares.

    El canto se alza de la vocalizacin rtmica, probablemente anterior a las etapas

    culminantes en la evolucin del habla, o de patrones de vocalizacin independientes del

    significando lexical y la gramtica. La accin rtmica y la repeticin moldean los patrones

    aislados en unidades ntegras, que se amplan en extensin, y como consecuencia de la misma

    extensin se estructuran. El impulso fundamental, como ya hemos visto, est en la expresin

    de emociones, sobre todo las relacionadas con los estados afectivos intensos,

    paradigmticamente la angustia desconsolada que exige fugarse. En todos los casos es el tono

    que antecede cualquier denotacin o proposicin, si alguna siquiera llega a enunciarse.

    Cuando la repeticin se ampla, se ordena, y se introducen elementos de variacin, da lugar a

    su forma ms avanzada: el paralelismo. El tono y el balance de la expresin oral, y grados

    cada vez ms elaborados de estructura anticipan la poesa.

    Por cierto, es importante no perder de vista que el canto que recurre al lenguaje no

    convencional, arcaico, o a enunciados patentemente ininteligibles e indescifrables se debe

    tambin a un principio general en la elaboracin de gneros: en el proceso de la composicin,

    los patrones de habla cotidiana sufren toda una serie de transformaciones y deformaciones

    para producir los efectos estticos que corresponden al rito, la ceremonia, otro contexto de la

    ejecucin, o rasgo caracterstico del gnero para marcarlo como un discurso de estatus ms

    elevado, no conversacional. De un enfoque sobre los fines comunicativos (en el sentido de la

    transmisin de informacin) se desplaza hacia un enfoque sobre los patrones estructurales del

    mismo discurso o canto, del contenido a la forma; cf. Montemayor (1993). Speratti-Piedo

    (1987) reporta que Carpentier, despus de su viaje a Hait, haba consultado el estudio

    etnogrfico de Courlander, Haiti singing (1939/1973); y deba haberse interesado en

    particular por el langage, discurso en criollo sin significado convencional que se pronuncian

    en los ritos voudon. Apreciamos muestras del anlogo cubano en su primera novela. Por otra

    parte, para una discusin del papel que desempea el lenguaje formulario en la composicin

    oral vase Bowra (1948) y Ong (1987). El Prometeo desencadenado fue escrito para leer;

    Homero compuso la Odisea para la recitacin, distincin que inclin la eleccin de Carpentier

    a favor del segundo para una obra cuyos fines incluan la exploracin de los enlaces naturales

    entre palabra y canto.

  • 143

    Bowra, como si estuviera contemplando el problema del acoplamiento de palabra y canto

    en el Treno de Santa Mnica, propone una explicacin. Si el desarrollo del habla, propiamente

    dicho, arranc de un largo proceso evolutivo, la oralidad "prelingstica" contaba con una

    trayectoria que antecedi, tal vez por miles de aos, la formacin de las categoras lxicas y

    una gramtica rudimentaria. Previa a la consolidacin completa del lenguaje humano, el

    desarrollo de las vocalizaciones primitivas, con capacidad comunicativa limitada a

    intenciones altamente contextualizadas y expresiones emotivas, haba sentado las bases de

    una facultad vocal-sonora con capacidades expresivas de cierta complejidad - el precursor de

    los cnticos primitivos. Propone Bowra que la adaptacin de la palabra al canto deba haber

    sido lenta; y para el compositor moderno, sigue siendo un escollo que generalmente requiere

    soluciones a medias. En el fondo, el habla y el componente musical del canto descansan sobre

    facultades distintas. Su enlazamiento se logra por la intervencin de procedimientos

    integrativos; y en todas las culturas, los individuos que llegan a perfeccionarlos con alta

    destreza gozan de alto prestigio y admiracin.

    Puesto que el canto y la poesa permiten la extensin de la experiencia a travs de la

    imaginacin y un distanciamiento de lo inmediato (Bowra 1962: 38), le ofrecieron al hombre

    primitivo la oportunidad de representar el mundo natural con toda la reverencia y el asombro

    que marc su singular cosmovisin holstica. Imitar el sonido de su presa serva los

    propsitos prcticos y cotidianos. La poesa, a cambio, se presta para fines superiores, como

    la representacin del canto de un ave que la caracteriza de manera especialmente reveladora

    (p. 164). Cita un canto aborigen de Australia:

    La gaviota, con su pico, llama al divisar las oscuras nubes subir.

    La gaviota llama en temporada de lluvia, piensa anidar.

    Deslizndose por el aire, piensa en su casa, en la isla Bremer (p. 164).

    Rousseau sobre msica y lenguaje

    La controversia acerca de los orgenes de la msica a que alude Carpentier en Los pasos

    perdidos tiene sus races en un gran auge de especulacin sobre el tema en las ciencias y las

    humanidades durante la Ilustracin. El reciente estudio del debate por Thomas que gir

    alrededor de los ensayos de J. J. Rousseau, ubica nuestro tema dentro de una amplia discusin

    todava pendiente hoy en da.

  • 144

    Dos perspectivas epistemolgicas marcaron el desarrollo del pensamiento sobre el

    lenguaje y la msica en el siglo XIX: la doctrina cartesiana con una concepcin de la

    naturaleza humana que abarc una "substancia pensante" dotada de estructuras preexistentes,

    definitorias de la misma naturaleza humana, y el empirismo, que se inclin hacia la

    indagacin sobre las condiciones histricas y experienciales en busca de una explicacin para

    las capacidades humanas. La segunda, a primera vista, ms congruente con los mtodos

    cientficos que preferan las explicaciones naturales, y con la revolucin democrtica en

    gestacin, lleg a dominar el pensamiento filosfico de la poca. Rousseau sinti la influencia

    de las dos corrientes, y en sus trabajos sobre lenguaje y msica, entraron en una pugna

    difcilmente disfrazada. Producto de esta confusin, algunas de sus afirmaciones ms

    extravagantes nos sugiere una descalificacin completa de sus teoras; proponemos, ms bien,

    rescatar el ncleo til de su especulacin terica sobre la relacin entre msica y lenguaje.

    Aunque se equivoc en sus conclusiones, la manera en que plante el problema representa un

    valiosos aporte, base para subsecuentes investigaciones, con las cuales llegaremos a la

    conclusin del presente estudio. Por cierto, al estudiar el debate, sobre todo el intercambio

    entre Rousseau y Jean-Philippe Rameau, difcil sera imaginar que Carpentier no hubiera

    consultado las mismas fuentes. Seguiremos de cerca el resumen de la discusin en Thomas,

    aunque el propsito de nuestro rescate de Rousseau es distinto, as como las conclusiones

    finales.

    En el Discurso sobre el origen de la desigualdad, vemos claramente la influencia de

    Descartes. Frente a la insuficiencia de considerar slo el hombre fsico, recurre al dualismo

    racionalista en un intento de resolver lo que Bickerton llamara la "paradoja de la

    continuidad":

    No veo en todo animal ms que una mquina ingeniosa...percibo las mismas

    cosas en la mquina humana con la diferencia de que la naturaleza por s sola

    ejecuta todo en las operaciones de la bestia, en tanto que el hombre concurre

    l mismo en las suyas como agente libre (Rousseau 1987: 115).

    Como tal, la fsica slo explica en parte los mecanismos de la percepcin y la formacin

    de ideas. Por contar con una facultad mental que permite al hombre desarrollar una conciencia

    de s mismo como agente libre, las leyes de la mecnica son insuficientes en la determinacin

    de su pensamiento y de sus elecciones; tampoco son capaces de explicar la creatividad

    (Rousseau 1987: 116). Respecto al desarrollo de una primitiva teora de la humanidad, a partir

  • 145

    de una conciencia del pensamiento, Rousseau percibe el origen de una especie de cognicin

    social:

    Aunque sus semejantes no fuesen para l lo que son para nosotros, y aun

    cuando apenas si tena ms comercio con ellos que con los otros animales, no

    fueron por eso olvidados en sus observaciones...y viendo que se conducan

    todos como l lo habra hecho en anlogas circunstancias, dedujo que su

    manera de pensar y de sentir era enteramente igual a la suya (p. 131).

    La concepcin cartesiana de res cognitans est estrechamente vinculada a las

    explicaciones de la naturaleza de la creatividad humana; es as como Chomsky, por ejemplo,

    evala la contribucin de Descartes. Para el ltimo, el poder explicativo de las leyes de la

    mecnica, de la accin y la reaccin, fallan en el momento de fijarse seriamente sobre las

    propiedades de la conciencia. La segunda substancia, recndita e intangible, no sobrevivira la

    aplicacin de los mtodos de la ciencia moderna; sin embargo, su proceder no era irracional.

    Simplemente postul un nuevo principio en busca de una teora explicativa, por cierto, para

    un problema nada desdeable: explicar por qu las propiedades de la mente humana se

    distinguen de las del mundo fsico. Por otro lado, podramos sealar que las ciencias de la

    cognicin modernas han procedido de manera similar. Frente a una serie de paradojas

    respecto a la posibilidad de adquisicin de conocimientos complejos con base en una

    experiencia limitada (el problema de Platn), han postulado la existencia de facultades que

    cuentan con propiedades especiales (para la adquisicin del lenguaje y el conocimiento de los

    principios de la tonalidad, entre otras), previamente estructuradas y parte de la herencia

    biolgica de la especie; y faltando una explicacin de su origen, las teoras innatistas

    modernas pareceran valerse tambin de constructos difciles de explicitar. Sin embargo, tal

    especulacin se justifica dada la alta improbabilidad de las explicaciones basadas en la

    operacin de los procesos de aprendizaje inductivo y una estructura mental homognea. Para

    Bickerton, la paradoja radica en la aparente contradiccin entre una continuidad: el hombre

    forma parte de la naturaleza, y una discontinuidad: facultades como la del lenguaje que, al

    parecer, carecen de un antecedente (de donde podran haber evolucionado) en los sistemas de

    comunicacin no humanos, problema de evidente aplicabilidad al problema del origen de la

    msica, al descartar una fuente "externa" en la sonoridad del ambiente y las vocalizaciones de

    la fauna. Vase Chomksy (1989) y Bickerton (1990).

    De la Gramtica de Port Royal lleg la nocin de universales lingsticos, corolario de la

  • 146

    razn universal, y tal vez la idea de los principios universales de la msica. Para Rousseau,

    quien era partidario del concepto general de la universalidad y de las facultades

    intrnsecamente humanas, le pareci lgico: el mismo mecanismo, la voz, constituye la

    esencia del lenguaje y la msica. De un origen comn, ambos han trazado una evolucin

    divergente hasta nuestros das. Un protolenguaje y protocanto emanaron de los gritos y dems

    vocalizaciones prelingsticas y premusicales, sin patrn o sistema. Y en su origen utpico y

    prstino, conformaron una sola y nica capacidad al cruzar el umbral que marca el nacimiento

    de las facultades plenamente humanas. De esta forma su aparicin en el alba de la humanidad

    y su esencia actual contradicen cualquier intervencin externa como factor fundamental; en

    vez de tratarse de una naturaleza importada, la unidad voz-canto-lenguaje es de una naturaleza

    generada desde adentro. Sobre este principio vio su polmica con Rameau en trminos de dos

    posturas contrapuestas, la operacin de determinantes fsicos externos contra la invencin

    endgena, producto de los sentimientos: sensacin del entorno contra emocin surgida de la

    mente.

    Rechaz enfticamente la teora de Rameau basada sobre la operacin de las leyes fsicas

    de la resonancia, el corps sonore: que la estructura armnica (que coincide con la tonalidad

    occidental) inscribe dentro del hombre un instinto para apreciarla. Rameau tambin acept

    que el canto era natural para el hombre, pero para l se derivaba de las armonas, generadas a

    su vez en la resonancia del medio ambiente. Se trataba de un proceso de descubrimiento de

    los principios musicales en la naturaleza. De esta oposicin sali uno de los puntos ms

    lgidos de la polmica: la primaca de la armona sobre la meloda. Rousseau afirm que sera

    intil buscar el origen de la msica en cualquier mbito que no fuera la voz. La imitacin del

    canto de las aves, o del viento, habra resultado til para otras prcticas culturales, pero

    difcilmente podra haber sustentado un arte verbal naciente. De nuevo el mimetismo se revela

    pobre e insuficiente como fuente de inspiracin:

    qu'on en reut la premire ide du Son que rendoient les roseaux que

    croissent sur les bords du Nil, quand le vent souffloit dans leurs tuyaux.

    Quoiqu'il en soit de l'tymologie du nom, l'origine de l'Art est certainment

    plus prs de l'homme, et si la parole n'a pas commenc par du Chant, il est

    sr, au moins, qu'on chante par-tout o l'on parle (Rousseau 1969: 306).

    Sobre otro aspecto del papel del mimetismo en el arte abordado por Carpentier,

    Rousseau cuestiona la analoga entre las artes plsticas y la msica. Por un lado, seala que el

  • 147

    repertorio de sonidos ambientales disponibles para imitar es limitado, mientras las

    representaciones artsticas visuales no sufren de la misma restriccin. De esta forma la pintura,

    segn Rousseau, mantendra un vnculo ms estrecho con los referentes externos. Sin

    embargo, gracias a la retrospeccin despus de dos siglos de reflexin sobre el arte, podemos

    enmarcar la discusin sobre la relacin entre msica y las artes plsticas desde una

    perspectiva ms amplia. Retomamos el estudio de Kandinsky sobre la "espiritualidad en el

    arte", para apreciar un error fundamental en el marco terico de Rousseau, que tambin

    fundamenta su acercamiento a la relacin entre msica y lenguaje, a pesar de sus

    observaciones acertadas respecto al primero. En el captulo sobre "la Pirmide", propone que

    la bsqueda de lo abstracto y lo no material obedece el consejo de Scrates: conocerse a s

    mismo. Esta bsqueda, segn Kandinsky, ha fomentado la tendencia hacia una amplia

    convergencia conceptual entre las artes:

    Encuentran en la Msica su mejor maestro. Con pocas excepciones, la msica

    es el arte que se ha dedicado no a la reproduccin del fenmeno natural, sino

    a la expresin del alma del artista, en el sonido musical. El pintor quien no

    encuentra satisfaccin en la mera representacin, en su anhelo por expresar

    su vida interna, no puede ms que envidiar la facilidad con la cual la msica,

    el arte no material por excelencia, alcanza este objetivo (Kandinsky 1977).

    Por ejemplo, en la manipulacin y transformacin de las formas, la msica llega a

    niveles de expresin no material fuera del alcance de la pintura. La msica, porque no

    labora bajo la exigencia de representar la naturaleza, tiene a su disposicin recursos que

    el pintor y el escultor deben estudiar para aprovechar sus mtodos y aplicaciones. En

    contraste, "qu tan miserable es el fracaso de la msica cuando intenta expresar las

    apariencias materiales, se comprueba por lo absurdo y ostentoso de la msica

    programtica" (p. 20). Tales experimentos sirven de advertencia contra la imitacin de la

    naturaleza, que cuenta con sus propias modalidades de "expresin", de pobre y dudosa

    reproduccin en manos del hombre.

    Para el empirismo, el objetivo en la construccin de una teora global del conocimiento

    consiste en vincular el lenguaje y las artes a un origen comn en la experiencia y la sensacin.

    Elabora un modelo eminentemente compatible con la accin formadora de cuerpos sonoros y

    toda una gama de patrones ambientales que inscriben ideas y habilidades sobre una red de

    receptores sumamente flexible y abierta. Concibe una mente, no compuesta de facultades,

  • 148

    sino una dotada de una capacidad global carente de conceptos o estructuras preexistentes. Una

    de las caractersticas de dicha capacidad homognea es su integracin difusa y no diferenciada;

    un caso ilustrativo sera la dificultad en concebir la independencia del pensamiento del

    lenguaje. Rousseau se tropezara tambin con la misma concepcin de homogeneidad mental.

    En su concepto, por ejemplo, de que las modalidades de expresin lingstica y musical deben

    "significar" de la misma manera, confundi dos capacidades expresivas del ser humano que se

    desenvuelven por trayectorias distintas, y que descasan sobre sistemas de conocimiento

    autnomos, uno del otro. A fin de cuentas, no basta reconocer una facultad/naturaleza humana

    general que separa la especie de los dems, por tajante y categrica que sea la distincin. Es

    necesario atender la posibilidad, en principio, de una diversidad de facultades, cada cual con

    sus propias caractersticas y procedimientos (Chomsky 1989).

    La primitiva unidad de lenguaje y msica Rousseau la vio con nostalgia, un origen

    utpico e idlico en armona con un estado natural del hombre. Incapaz de diferenciar entre las

    dos capacidades expresivas (que por cierto en el uso del lenguaje, no se evidencia al primer

    golpe de vista, o del odo, dada la compleja interactividad entre el sistema lingstico, lxico-

    gramatical, y otros componentes del lenguaje) interpret su progresiva diferenciacin como

    una lamentable degradacin y corrupcin. Se aferr al ideal propio y virginal que aplic en su

    evaluacin del estado actual tanto del lenguaje como de la msica: la "degeneracin" de la

    lengua francesa, su incompatibilidad para con la msica, las supuestas caractersticas de las

    lenguas del "sur" contra las del "norte", stas al haber perdido la "tonalidad" y el "acento",

    ms alejadas de la expresividad natural. La msica moderna, por su parte, ha sufrido una

    desnaturalizacin paralela, reflejada en la ascendencia de la armona, el contrapunto y la

    msica instrumental. Dentro de este esquema, segn Rousseau, la meloda todava conserva la

    capacidad para expresar "significado" (Rousseau 1997, Thomas 1995).

    Regresamos, por un momento, al mtodo que el narrador en Los pasos perdidos aplic

    en su exploracin y reflexin sobre su propia obra musical a raz de la revelacin en la

    aldea piaroa. Nuevamente con el beneficio del desarrollo de la musicologa moderna, no cae

    en la misma trampa del nativismo ingenuo. Mientras rescata la idea de introducir un lirismo

    naciente y primicial en su cantata, la obra desembocar en un movimiento contrapuntstico;

    la polifona la "reinventara", y la sencillez del enunciado preparara...la percepcin de una

    simultaneidad de planos (Los pasos perdidos, p. 219). Y desde su primera novela estuvo

    consciente de los lmites del acceso a que cree disponer el escritor a la verncula y al

  • 149

    mundo autctono. Con la documentacin que recopil con Amadeo Roldn escribi Ecue-

    Yamba-: "en pleno auge del nativismo europeo. Pues bien: al cabo de veinte aos de

    investigaciones acerca de las realidades sincrticas de Cuba, me di cuenta de que todo lo

    hondo, lo verdadero, lo universal, del mundo que haba pretendido pintar en mi novela

    haba permanecido fuera de mi observacin. Por ejemplo: el animismo del negro

    campesino,...ciertas prcticas iniciadas que me haban sido disimuladas por los oficiantes

    con una desconcertante habilidad. Desde entonces desconfo, de modo cada vez ms

    fundado, de toda una literatura que solan presentarnos, hasta hace poco, como lo ms

    autntico de Amrica" (Tientos y diferencias de A. Carpentier, Universidad Nacional

    Autnoma de Mxico, citado en Mller-Bergh (1972a: 26).

    En el prximo apartado consideramos algunas de las interrogantes planteadas en el

    estudio de Thomas sobre las teoras de Rousseau: en qu sentido se puede describir la msica

    como un "lenguaje" o una suerte de "discurso"? (por ejemplo, en referencia a la analoga entre

    figuras de la retrica y figuras musicales). Qu clase o categora de "significado" lleva un

    "discurso musical"? y cmo debemos entender el concepto de autonoma de la msica frente

    al lenguaje?

    Conclusin: diversidad en la evolucin de los gneros

    Retomamos la discusin en Rousseau sobre el origen y separacin de la msica y el

    lenguaje para concluir el presente estudio. Presuponiendo, por el momento, la funcin

    generadora de la voz, varios escenarios lgicamente admisibles se perfilan: (1) un origen

    comn no diferenciado, de un tronco comn nico; la capacidad moduladora de la voz genera

    la msica y el lenguaje, en los dos casos, en funcin de expresar estados mentales internos; (2)

    el otro escenario simultneo - el lenguaje se origina dentro de un esquema evolutivo diferente,

    p. ej., la capacidad de representacin en general. Se contempla aqu tambin un origen interno

    del lenguaje, no dependiente de la comunicacin animal o la imitacin de sonidos ambientales.

    La msica surge de manera paralela, de las modulaciones vocales, con lo cual el estrecho

    vnculo se mantiene desde un principio; (3) el lenguaje evoluciona primero, y se aprovecha

    del sistema prosdico y paralingstico para generar cantos nacientes que crecen en

    complejidad y estructura; (4) el canto, nacido de la prosodia primitiva antecede al habla, y

    esta capacidad oral muestra una evolucin temprana que al principio aventaja el desarrollo del

  • 150

    lenguaje. Por otra parte, no podemos descartar un origen instrumental (no oral) de la msica,

    variante que implica una separacin aun ms temprana desde la misma gnesis. Respecto a

    estos y otros escenarios hipotticos, la evidencia quedar siempre inaccesible en una

    prehistoria irrecuperable. Mas, nos interesa un tema especulativo menos lejano y oculto: la

    separacin de las dos facultades en cuestin, declarndonos neutrales respecto al origen

    preciso de cada una.

    Empezaremos con un repaso de la teora de la msica tonal de Lerdahl y Jackendoff para

    aproximarnos al problema de la separacin, para Rousseau, desafinada consecuencia de la

    prdida de la integridad expresiva, y para los que se inclinan hacia la idea de que la msica

    sea conducto de "significados", una desnaturalizacin. Superarla o atenuar la tendencia hacia

    la ampliacin de esta separacin se contempla como objetivo alcanzable. Pero caracterizar la

    msica como "lenguaje" slo resulta coherente en el sentido de una analoga con propsitos

    analticos, frecuente en el uso corriente del trmino "lenguaje", como "medio de

    comunicacin" o "procesamiento de informacin": "lenguaje corporal", "lenguaje de las

    abejas", "lenguaje computacional". En rigor, ningn sistema musical comparte los rasgos

    esenciales de un lenguaje humano: un lxico, la capacidad de asignar significado referencial a

    smbolos convencionales, categoras gramaticales y sus reglas de combinacin, la posibilidad

    de indicar tiempo, plural, orientacin en el espacio, pertenencia, caso, formar una pregunta y

    distinguirla de una afirmacin, una negacin, o una orden, manipular patrones de morfemas

    para alterar el significado, etc. (Lerdahl & Jackendoff 1983). Dos sistemas cuyos patrones y

    capacidades de expresin son tan distintas deben haber evolucionado para subservir funciones

    igualmente disimiles; y lejos de marcar una larga y progresiva degradacin de las facultades

    humanas, queda como evidencia en contra la alta complejidad y estructuracin interna de cada

    una. Sin separacin y diferenciacin, la creatividad tanto musical como lingstica se hubieran

    estancado en una pobreza gris e incluyente, carente de distinciones. Kandinsky, en sus propios

    trminos, advirti contra la pretensin de hacer hablar la msica: desaprovechar su peculiar

    capacidad expresiva a favor de una que corresponde a otros gneros.

    La existencia de una diversidad de facultades est directamente relacionada con la

    nocin de restricciones sobre la clase de conocimiento que una u otra facultad mental podra

    desarrollar; la restriccin, en efecto, permite la construccin de capacidades ricas y complejas

    porque "excluye" alternativas no pertinentes o no compatibles. Chomsky (1978) en

    Conversaciones con M. Ronat, apunta que: "cada vez que damos con una situacin similar,

  • 151

    donde un saber se construye a partir de datos limitados e imperfectos, y esto de manera

    uniforme y homognea entre los individuos, podemos concluir que un conjunto de

    restricciones, a priori, determina el saber (el sistema cognoscitivo) obtenido. Nos encontramos

    ante una paradoja que, en realidad no es tal: all donde un saber rico y complejo puede ser

    construido, deben existir restricciones biolgicamente impuestas al tipo de saber que puede

    ser adquirido. El campo del saber est fundamentalmente vinculado con sus lmites." (p. 106).

    Lerdahl y Jackendoff, partiendo de la misma suposicin de Rousseau (la msica como

    producto mental), tambin proponen que algunas formas musicales resultan ms "naturales"

    que otras, que el que escucha las experimenta con base en principios subyacentes, no

    conscientes. Factores como la organizacin rtmica y tonal, la diferenciacin timbral, en la

    dinmica y en los patrones temticos, interactan para formar estructuras complejas, en la

    misma medida de complejidad que se manifiesta en la estructura gramatical, pero muy

    distante en cuanto a la clase especfica de estructura y la funcin del lenguaje (Lerdahl &

    Jackendoff 1983).

    La msica "comunica" (si aceptamos la metfora) o "se expresa" en el sentido de

    evocacin: la re-creacin imaginativa ntimamente asociada con los estados mentales internos:

    impresiones, recuerdos, escenas, mundos hipotticos, que la msica trae al presente. Por un

    lado, las representaciones vinculadas con el "afecto musical" (p. 9) (y la "evocacin musical")

    provocan sentimientos y pensamientos (no afectivos) reconocibles, accesibles a la consciencia,

    que el individuo, incluso es capaz, de vez en cuando, de reportar; y por otro, evocan

    representaciones fuera del alcance de la descripcin: alteraciones internas ms abstractas y

    difusas, complejas e inefables, fuera del alcance del anlisis y el reporte verbal. En este

    mismo grado de "ambigedad", incomparable, por cierto, con el fenmeno de ambigedad

    gramatical o lexical, radica su estatus de privilegio en la expresin, a lo que Kandinsky se

    refiere como "espiritualidad", del artista y de quien participa en su creacin. En el lenguaje, a

    una secuencia gramatical es posible asignar ms de una interpretacin, pero en la msica el

    concepto de "gramaticalidad" juega un papel secundario; cualquier pasaje musical es

    "potencialmente ambiguo en extremo". A diferencia del lenguaje, no corresponde a

    significados y funciones especficas. (p.10).

    Si es necesario mantener la relacin entre msica y lenguaje al nivel de la analoga, los

    paralelos resultan sumamente sugestivos. El modelo de Lendahl y Jackendoff concibe la

    percepcin musical como una entidad mentalmente construida en la cual una especie de

  • 152

    "gramtica musical" asigna estructura a patrones que se ajustan a ciertas secuencias, y no a

    otras; por ejemplo, una pieza plenamente atonal requerira un anlisis diferente; su percepcin

    dependera de principios cognoscitivos fuera de la operacin de la facultad musical.

    "Anlisis" se entiende aqu en el sentido no consciente, proceso mental indeliberado que

    estructura la seal auditiva, anlogo al "anlisis" gramatical implcito que efecta el hablante

    sobre enunciados en su lengua materna (Jackendoff 1992). Dicha facultad es de acceso

    universal, y no es producto de la enseanza formal o la memorizacin. Permite al

    "principiante", no instruido en ningn gnero, reconocer la coherencia en una secuencia

    musical (se trata del mismo principio que facilit el trueque intercultural de Gheerbrant en las

    comunidades del Vichada y el Orinoco; vase Nota 9). Entre otros principios de la percepcin,

    se destaca el de la tonalidad - la estabilidad del patrn de tonos que gravitan alrededor de un

    centro o base.

    Un sistema de conocimiento de tal complejidad y de disponibilidad universal

    forzosamente se remonta a un origen temprano paralelo al origen del lenguaje, una

    conclusin compatible con la teora del papel central de la voz en el nacimiento de la

    msica. Respecto al interrogante de su evolucin, Lerdahl y Jackendoff, ms cautelosos an

    de comprometerse a hiptesis especulativas, sealan que en principio, no hay razn para

    dudar que varios de los procedimientos que subyacen la percepcin musical no sean

    exclusivas a la msica como tal; que el conocimiento musical est conformado de una

    confluencia de procesos, necesarios para aspectos ms esenciales de la actividad mental (p.

    283). Por ejemplo, sealan los principios de nfasis, agrupamiento, y duracin que son

    indicadores de acento, en la msica y el lenguaje. Se trata, en otros trminos, de niveles de

    representacin que se aplican directamente a la msica, y tambin a "cualquier sistema de

    seales auditivas percibido como musical"; y una facultad que rene caractersticas de

    diseo anlogas a otros sistemas cognoscitivos altamente estructurados probablemente

    tambin est representada y funciona de manera modular (Jackendoff 1991, Campbell

    1982). Cuenta con niveles de estructura y procedimientos especficamente dedicados,

    autnomos de otras facultades, concepto que nos permite acercarnos a un rescate de las

    teoras de Rousseau, retomadas en la narrativa de Carpentier.

    En la conclusin de su estudio, retoma una de las cuestiones centrales en el debate entre

    Rousseau y Rameau: cul es la base natural, innata, de la tonalidad? presuposicin que

    ambos, junto con Lerdahl y Jackendoff, aceptaron. Mientras varios elementos de la serie de

  • 153

    los tonos armnicos (base de la teora de Rameau del corps sonore) coinciden con la

    estructura de las escalas de la msica occidental, la evidencia histrica y la de la msica

    moderna de modos y gneros no europeos pone en duda la universalidad de los armnicos

    como fundamento de la percepcin de un centro tonal. "La tonalidad no es simplemente la

    respuesta del hombre a los rasgos fsicos del sonido. Ms bien, como en el lenguaje, la

    tonalidad representa evidencia de una organizacin cognoscitiva con una lgica propia."

    (Lerdahl y Jackendoff 1983: 293).

    Lo que se denomina "lenguaje", en realidad, est compuesto de una diversidad de sub-

    sistemas de conocimiento; y hay suficiente razn para proponer que el sistema

    suprasegmental (lo que de hecho se ha llamado el aspecto meldico del lenguaje) mantiene

    una autonoma, no obstante su constante interaccin, respecto a los componentes lxico-

    gramaticales.10 De tal manera que la teora de un origen de la msica estrechamente vinculado

    con el habla se asoma como enteramente plausible. Las capacidades prosdicas sustentaron el

    surgimiento del canto, y participaron en la evolucin de la facultad lxico-gramatical, de qu

    manera, hasta la fecha desconocida. De todas maneras, este aspecto del lenguaje, que

    comparte las modalidades de expresin propias de la msica, no se limita por la misma clase

    de restricciones que requiere la sintaxis y la morfologa, por ejemplo. Por otra parte, se rige

    por principios universales, independientes de la cultura, similares (en este caso no son

    analgicos) a los principios de la percepcin musical. La separacin paulatina de msica y

    lenguaje asegur que cada facultad pudiera florecer de acuerdo a su destino. Y adems, en la

    diversidad y la respectiva autonoma de las facultades mentales humanas, como sealan

    Lendahl y Jackendoff, no existe ninguna prohibicin contra la interaccin, o que los diferentes

    mbitos cognoscitivos no compartan principios y procedimientos.

    Locke (1998) tambin enfatiza la distincin entre los aspectos del habla especializados

    para el envo de mensajes explcitos, cuyo principal objetivo es la transmisin de informacin,

    y los relacionados con el objetivo de mantener una cohesin interactiva con el interlocutor. El

    segundo forma parte del conocimiento pragmtico, que a su vez guarda una relacin de

    autonoma con respecto al sistema gramatical. Propone que en la evolucin del lenguaje los

    componentes rudimentarios del saber pragmtico, cmo utilizar las capacidades orales (entre

    otras) para expresar sentimientos e intenciones, y estrechar los lazos sociales, precede el

    desarrollo del sistema lingstico "analtico computacional", necesario para la especificidad de

    referencia y la creciente complejidad de enunciados al diferenciarse internamente las

  • 154

    sociedades primitivas.

    A medida que la "competencia discursiva", saberes relacionados con la capacidad para

    organizar textos y discursos orales dentro de esquemas coherentes, tambin corresponda a

    facultades autnomas de la competencia gramatical, no nos sorprendera que estos

    conocimientos asociados con la construccin de discursos y los principios de la percepcin

    musical muestren paralelos a travs de dimensiones propias a sus respectivos mbitos de

    representacin. Dichos paralelos entre la competencia discursiva y la competencia musical

    reflejan el grado de autonoma de las facultades que subsirven cada una respecto a la

    gramtica. Lo anterior nos lleva al tema con el cual concluimos esta exploracin del origen de

    los gneros estticos: el lugar que ocupa la narrativa en el esquema originario de canto,

    msica y poesa. Es la narrativa, junto con la poesa y el canto, que comparte un lugar de

    primera fila entre los verdaderos universales discursivos, a travs de todas las culturas, de

    tradicin oral y escrita, y en el desarrollo cognoscitivo temprano en el ser humano.

    Representan, en sus patrones rudimentarios, nada menos que el fundamento y una especie de

    obra negra del universo entero de los gneros estticos orales a los que ahora incluimos, sin

    relativizar, la msica.

    En el caso de la narratividad (la capacidad de representar el acontecer vivido y los

    mundos hipotticos que nace espontneamente de modo paralelo al lenguaje), nuestros

    autores han trazado dos vertientes respecto a su origen y temprana evolucin. El escenario de

    ejecucin de la poesa y el canto, la presentacin dramtica del rito, o cualquier otro contexto

    formal que exigiera una clase de discurso oral claramente diferenciada del habla cotidiano,

    dio un fuerte impulso a la narratividad primaria en las interpretaciones teatrales originales.

    Como seala Bowra, el canto induce una "predisposicin dramtica". Reducir el conjunto de

    escenas, acontecimientos y detalles secundarios para que quepan dentro del esquema de una

    relacin, y organizar mentalmente una trama coherente requiere que narrador interprete y

    reconstruya:

    para agrupar los diversos elementos debe el hombre, ante todo vulnerar la

    vinculacin natural de los elementos tal y como fueron percibidos. Esta

    extraccin de algunos rasgos, dejando ignorados los dems, puede ser

    llamada en justicia disociacin. Constituye un proceso de extraordinaria

    importancia en todo desarrollo mental del hombre que sirve de base al

    pensamiento abstracto, a la comprensin figurada (Vigotski 1987: 32).11

  • 155

    Al lado de su fuente en el discurso ritual/artstico, la narrativa se nutre de la necesidad de

    extender la experiencia, tomar distancia de lo inmediato y reelaborar imgenes, y las propias

    representaciones mentales de las mismas. As que en su doble origen la narrativa comparte un

    terreno comn con la facultad musical, y al mismo tiempo ocupa espacios independientes de

    la msica. Su desarrollo en el individuo descansar en el acceso a ambas facultades, y se

    enriquecer con la actividad creativa en los dos mbitos: el esttico y el prosaico, una

    conjuncin e interpenetracin que hemos notado claramente en las novelas de Alejo

    Carpentier.

  • 156

    Notas:

    (1) De hecho, tanto temtica como estructuralmente la msica sigue ocupando un espacio

    importante en sus novelas posteriores, rasgo central que han analizado Speratti-Piero

    (1984) y Martin & McNerney (1987). Mas proponemos que el tratamiento del tema a

    partir de El acoso merece una investigacin aparte.

    (2) Parte de la motivacin por acercarnos a la obra de Carpentier se debe a la necesidad de

    arrojar una nueva luz sobre el objeto de estudio de nuestra propia investigacin: el

    desarrollo de la narrativa, en este caso desde el punto de vista ontogentico; cmo

    surgen las competencias que subyacen (cognoscitivamente) el gnero (Francis, 1997,

    2001)? Enfocar el estudio de la narrativa en su mxima expresin y en sus formas ms

    elaboradas abre otra perspectiva sobre su evolucin y su ontognesis. De modo similar,

    Chomsky seala la importancia de describir el sistema de conocimiento lingstico

    maduro/estable para poder acercarse a una explicacin de su desarrollo en los nios. A

    medida que la competencia gramatical, la capacidad de producir y apreciar el arte verbal

    y la msica corresponden a facultades exclusivamente humanas, el dilogo entre las

    ciencias de la cognicin y el arte y la literatura seguir siendo productivo.

    (3) Citando a Fernando Alegra, de su anlisis en Humanitas, Universidad de Nuevo Len,

    1960, p. 349, Mller-Bergh ubica la obra dentro de la corriente afrocubana de gnero

    semidocumental; presenta un retrato resonante de un mundo mgico primitivo de la sub-

    cultura iga. Sus personajes viven "en una etapa de representacin colectiva, prelgica

    y mstica, en el medio mismo de una civilizacin moderna," Mller-Bergh (1972: 24).

    Para precisar, nos remitimos a la nota sobre el aiguismo del propio Carpentier (en

    Ecue-Yamba-, p.189): son "asociaciones secretas de proteccin mutua, trados a Cuba

    por los esclavos negros...Se ha dicho por error que nos igos practican la brujera,

    llegndoseles a imputar la perpetracin de sacrificios humanos. Pero si bien sus afiliados

    pueden librarse aisladamente a prcticas mgicas, la hechicera, propiamente dicha, no

    forma parte del ritual. Poseen un dialecto propio: el apapa...constituye, en suma una

    suerte de masonera popular, dotada de una religin pantesta y abstracta, que mezcla el

    culto a Erib - gran fuerza que lo anima todo - a la veneracin de los antepasados".

    (4) La cita es de Ecue-Yamba-, p. 147. Maturo (1972) toma nota de la centralidad de los

    diferentes aspectos de la lamentacin en la msica ceremonial, rasgo a que Carpentier

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    tambin se refiere en su reflexin sobre los orgenes remotos de la msica en Los pasos

    perdidos. Maturo llama la atencin a otro tema que volveremos a tocar, la polarizacin:

    "se establece desde la primera pgina ese contraste entre el mundo primitivo, arcdico,

    que mantiene y preserva los ritmos naturales...y el mundo de la produccin, que extena

    a los hombres y viola lo natural" (p. 60).

    (5) Cf. Palermo (1972) para un anlisis del viaje como tema y estructura; y sobre el

    tratamiento del tiempo y la voz narrativa: Gulln (1972), y Mller-Bergh (1972b).

    (6) Aqu viene al propsito la discusin en Prez Firmat (1984), sobre la cuestin del

    reencuentro por parte del narrador con el castellano, idioma que ya no domina, y cuya

    recuperacin ve con cierta ambivalencia.

    (7) Taylor (1977) vincula las dos ceremonias fnebres al subrayar los recursos musicales

    basados en los aspectos suprasegmentales del lenguaje: en el lamento de Rosario y sus

    hermanas "sus rtmicas reiteraciones de palabras y frases, un comienzo de evolucin de la

    palabra hacia la msica" (p. 146), mismo que el narrador capta en el ritual del ensalmador.

    Como observa la autora, lo que ms le interesa a Carpentier el compositor "no son los

    detalles antropolgicos del treno del hechicero indio, sino lo que hay en l de universal".

    Nos seala adems que la tcnica que se estrenar en el treno experimental, el de

    transformar la "palabra desnuda" en meloda, corresponde a una tendencia reconocida

    entre compositores modernos como Karlheinz Stockhausen y Luciano Berio.

    (8) Los pasos perdidos, (p. 204). Este mismo pasaje fue citado en Malinztin (Francis 1997)

    en el contexto de un estudio sobre los recursos discursivos disponibles a una comunidad

    indgena que dista mucho de cualquier perfil de una cultura de oralidad primaria. Sin

    embargo, las tradiciones orales que han sobrevivido en las comunidades en transicin

    permanecen como objetos de arte verbal que todava merecen la atencin de

    investigadores del leng