La Ruta de los Himba. Diario de un viaje por el sur de África

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De Iñaki Granizo Muñoz. Creative Commons.

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  • Iaki Granizo Muoz

    LA RUTA DE LOS HIMBADiario de un viaje por el sur de frica

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  • 2

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    autor.

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  • 4

  • A mi familia y mi pareja, sin ellos no hubiera sido

    posible este libro.

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  • PROLOGO

    Un viaje de aventura?...

    Este no ha sido un viaje de aventura, si por ello entendemos las

    aventuras de Marco Polo, o las ms cercanas de los exploradores africanos

    del siglo XIX, donde cada da era un nuevo afn, y detrs de cada recodo del

    camino se podan dar de bruces con la enfermedad, el hambre o incluso la

    muerte.

    Sin embargo cmo no considerar aventura cuando vamos penetrando

    entre las dunas y avistamos

    el panorama desolador de

    Deadvlei. La ltima gota de

    lluvia fue hace tantos aos,

    que las acacias africanas de

    este valle semejan troncos

    fosilizados, como si

    estuvieran hechas carbn.

    Impresiona cuando

    llegamos al Lago Morto,

    donde hace mucho tiempo

    hubo una laguna, y slo

    quedan los troncos resecos

    como testigos mudos y

    muertos de que all, alguna

    vez, la vida se manifestaba

    en todo su esplendor. El cuadro es similar al sueo de un artista abstracto.

    Contrastes, pureza de color, lneas infinitas que se pierden en el horizonte de

    arena del Namib.

    Sentir el placer de la soledad cuando en el Can del Ro Fish,

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    Sean Connery junto al busto de mi padre

  • retomamos la sensacin de comunin del hombre con la naturaleza. Un

    pequeo grupo en la soledad inmensa del can. Slo para nosotros.

    O que decir al visitar la colonia de leones marinos de Cape Cross. Su

    olor que embota las fosas nasales, el gritero ensordecedor, las peleas por un

    trozo de terreno. Y los chacales deambulando en busca de una cra sola y

    desorientada.

    Aventura es contemplar a las elegantes mujeres himba, cubiertas de

    arcilla, con la piel roja de la tintura de arcilla y manteca, con la que brillan

    como seres de otro planeta, con sus delicados adornos. Es como si

    hubiramos abandonado el siglo XXI y nos trasladramos a los albores de la

    civilizacin, observando como estas gentes que viven, comen y visten igual

    que hace miles de aos, han logrado adaptarse a un territorio hostil gracias a

    sus conocimientos ancestrales y a su dominio de la ganadera.

    Atravesar las inmensas llanuras africanas, de dimensiones

    gigantescas, con la hierba seca y muy alta, observando de continuo animales

    salvajes, es la mxima expresin de plenitud. Nadie a cientos de kilmetros,

    solo la llanura africana baada por una luz primigenia.

    Disfrutar de una cena junto al fuego, en una noche iluminada por miles

    de estrellas. Esta es otra aventura, otro lujo, las noches junto al fuego bajo

    un cielo infinito.

    Cuando anochecido nos metemos en la tienda, alucinados por las

    sensaciones, sin comentar palabra, solo mirando a travs del techo abierto el

    manto de estrellas, tan solo se me ocurre pensar que la naturaleza y la vida

    son la mayor aventura. Naturaleza y vida que aqu encontramos a cada paso.

    Decididamente esto es aventura!!

    Alfonso Granizo Caldern

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  • LUNES 4Despus de un largo tiempo esperando estas maravillosas vacaciones,

    por fin llego el momento de comenzarlas. Tras facturar las maletas y pasar

    los controles, amablemente me sustrajeron mi temible navaja multiusos.

    Ahora tendr que pensar con que secuestrar a la tripulacin.

    El caso es que aqu estamos, frente a la puerta de embarque,

    esperando al avin que nos llevara a Londres. La gran metrpoli de las

    colonias sudafricanas, el pas que aplico el apartheid sobre la poblacin

    negra durante aos. A da de hoy ya no es necesario seguir aplicndolo, el

    capital se encarga de poner a los negros, digo a los pobres en su sitio.

    Elucubraciones aparte, se me pasan muchos pensamientos por la cabeza

    sobre lo que all veremos, animales, vegetacin, naturaleza, aventura,

    emocin, buenos momentos, convivencia, otras culturas, otras razas y

    seguro que tambin pobreza, controles militares, hipocresa...

    Tras pasar unas horas en el lujoso aeropuerto de Heatrow y ver las

    tiendas de caviar, diamantes y dems artculos ostentosos, ya estamos en el

    avin que nos llevara al llamado tercer mundo. Poco a poco hemos ido

    conociendo a casi la totalidad del grupo con el que compartiremos el mes de

    Agosto. Algunos nos cuentan sus experiencias en otros viajes. Me viene a la

    cabeza la pelcula de gorilas en las niebla, y empiezo a imaginar un futuro

    viaje a Ruanda, Tanzania...

    El avin sigue su rumbo y apenas queda una hora para aterrizar. Por la

    ventana ya se puede ver el primer amanecer de frica a la altura de la ciudad

    de Livingstone.

    MARTES 5Aterrizamos en el aeropuerto de Johanesburgo. Tras recoger las

    maletas y cambiar el dinero, fuimos al camin que sera nuestra casa mvil

    los prximos das. All escogimos las taquillas, mi hermano se quedo con el

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  • guepardo, mi madre con el elefante, mi padre con el Len y yo con el impala.

    Nada mas salir de la ciudad empezamos a ver, al lado de la carretera,

    monos, oryx, avestruces y caballos. Tras algunas horas de viaje paramos a

    comer al lado de un lago, en la reserva natural de Blohenhof. Haba unos

    bonitos bungalows y unas mujeres que slo hablaban afrikans. Como

    buenos samaritanos les dimos el pan que nos sobro, y continuamos el viaje

    rumbo a la ciudad diamantina de Kimberley. Pasamos varios pueblos y sus

    respectivos guetos, cuyo tamao y poblacin triplicaba al de la propia urbe.

    Mencin especial al gueto de Galeshewe en Kimberley, que junto l de

    Soweto, fueron de los ms activos en la lucha contra el apartheid.

    Apenas eran las 5 de la tarde y ya haba empezado a anochecer en la

    capital de la provincia septentrional del cabo. Un modesto hotel, rodeado de

    de vallas y espirales con pinchos nos esperaba.

    Me fui con mi hermano a dar una vuelta de reconocimiento por los

    alrededores. Pudimos ver grandes y lujosos chalets con altas tapias, vallas

    (algunas electrificadas) y enormes perros. Y es que, los ricos tienen que

    defender sus privilegios ante los pobres con apartheid o sin l.

    En un campo de rugby pudimos ver un entrenamiento de un equipo

    formado casi exclusivamente por blancos, que apenas representan un 10%

    de la poblacin sudafricana.

    Tras esta pequea vuelta cenamos en un restaurante con el resto del

    grupo. Costillas, filetes, hamburguesas y unas cervezas de la zona llenaron

    nuestro estomago, y tras mas de 30 horas de viaje nos fuimos a dormir.

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    Y dice usted que el apartheid ha muerto?

  • MIERCOLES 6Me despert despus de un reconfortante sueo en una cama de

    matrimonio que comparta con mi hermano, l que sera mi pareja de hecho

    durante los prximos das. Tomamos el desayuno y partimos hacia el Gran

    Agujero, mientras nuestro conductor iba al mdico por una dolencia en el pie

    sin saber, si podra continuar el viaje.

    El Gran agujero (Big Hole) es sencillamente espectacular, se puede

    decir que es una maravilla de la naturaleza, durante decenas de aos ha

    sido excavado a pico y pala por personas negras, en deplorables condiciones

    de trabajo, en busca de diamantes para

    enriquecer a apellidos como los De

    Beers. Esta familia, presumiblemente,

    tiene millones de diamantes guardados

    para que su valor crezca en el mercado.

    El grandioso agujero, de ms de 200

    metros de profundidad, est rodeado de

    arboles y cactus en su parte superior, y

    diferentes tipos de rocas segn se

    adentra en las profundidades de la

    tierra. La excavacin tiene forma de

    zanahoria, segn los estudios

    geolgicos las preciadas piedras de

    carbn presurizado se expandieron de

    esta forma tras las explosiones del subsuelo hace millones de aos.

    Durante dcadas se extrajeron millones de diamantes de las

    profundidades, algunos de ellos los ms grandes y valiosos jams

    encontrados en el mundo. Un buen da la naturaleza decidi poner freno a

    este esquilmamiento y el agua anego la parte inferior del agujero. De nada

    sirvi que la extrajeran con una bomba, ya que el agua subterrnea volva a

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    La piscina municipal de Kimberley

  • llenarlo. Tambin probaron a recoger los diamantes buceando, pero al no ser

    rentable la mina cerr.

    Tras la visita, pusimos rumbo a la reserva privada de Spitskop.

    Mientras saliamos de Kimberley vimos el gran gueto y a su lado un fortificado

    campo de golf. Ms adelante estaba el vertedero donde pjaros y personas

    buscaban en la basura algo que llevarse a la boca. Pareca que estabamos

    viviendo las imgenes del documental brasileo La isla de las flores, en l

    que las personas ms pobres van a recoger la comida que haba sido

    desechada para los cerdos.

    De repente a un lado de la carretera, vimos a una jabal facocera, con

    sus cras, sobresaltada por el ruido del camin. El paisaje era una llanura

    que no pareca tener fin y cuya vegetacin estaba compuesta por matorrales,

    cactus, arbustos y grandes nidos de termitas. Estas llanuras estn divididas

    en extensas fincas valladas, tan slo cortadas por una carretera tan recta

    que parece estar hecha con una inmensa regla.

    Tomamos un pequeo almuerzo en el arcn de la carretera y

    proseguimos camino. El paisaje se mantuvo idntico y el sol se meti en el

    camin como un pasajero ms.

    Hicimos una parada en una gasolinera para repostar, estirar las piernas

    y otras necesidades bsicas. Aprovechamos para probar un dulce de la zona

    con sabor a toffe, pero cual fue nuestra sorpresa que al emprender la marcha

    el camin decidi no arrancar y seguir descansando un poco ms. Tras unos

    minutos de suspense y de temernos lo peor, el motor por fin arranc, lo que

    produjo el jbilo del grupo.

    Entrada la noche llegamos a nuestro destino y tras montar las tiendas

    me fui con mi hermano a explorar los alrededores. Pudiendo ver en la

    oscuridad los ojos de una manada de gacelas a las que seguimos durante

    unos minutos con una pequea linterna.

    Despus cenamos y nos metimos en la tienda, que tena una rejilla

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  • abierta en el techo, por lo que pudimos dormir contando las estrellas. Una

    ardua tarea, ya que el cielo estaba repleto de ellas, no faltaba ni una.

    JUEVES 7Tocaba madrugar y a las 5 de la maana mi hermano me despert de

    mi profundo sueo. Hacia un fri que pelaba, nos vestimos rpidamente,

    desayunamos y salimos hacia la reserva de Spitskop, donde pudimos ver

    curiosas formaciones rocosas que levantaban pequeas colinas. Tambin

    contemplamos manadas de gacelas,

    avestruces y la silueta de un camello con

    el amanecer de fondo. A la salida del

    parque jugamos con la mascota del

    guarda, un simptico suricato (gato de

    roca) que no paraba de correr, frotarse

    y escarbar en el jardn de la casa.

    El camino continu en direccion al

    Parque transfronterizo del Kalahari. Una

    gigantesca reserva de ms de 38.000

    km2 (casi la misma extensin que

    Extremadura). Un parque natural que

    comparten Sudfrica y Botsuana. Aqu

    vimos leonas durmiendo en rojizas dunas, oryx pastando en lechos de ros

    secos y paisajes desrticos donde campan a sus anchas us, chacales,

    impalas, alcefalos, raciferos, suricatos y un ave de zancudas patas, llamado

    secretario o serpentario, que se alimenta de serpientes como la cobra.

    Las manadas de us y otros herbvoros hacen migraciones durante el

    ao, lo que hace indispensable que el parque no este vallado en las fronteras

    de ambos pases. Aos atrs, esto provoc el descenso de la poblacin de

    estos seres salvajes que no entienden de fronteras.

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    El gato de roca, la mascota del guarda

  • Apuramos hasta las 18:30, hora en que cerraba el parque, para llegar

    al campamento. Nada ms montar las tiendas fuimos a una charca cercana

    (waterhole) iluminada con un foco y que dispona de un mirador de madera

    para ver los animales que se acercaban.

    En unos minutos vimos como se iban turnando para beber un pjaro y

    un chacal, en cuanto se iba el chacal apareca el pjaro para no ser cazado.

    Volvimos al campamento a cenar y para hacer la digestin volvimos de

    nuevo a la charca. Pero tras pasar ms de 30 minutos tan solo vimos al

    chacal merodeando por la charca. A lo lejos se oa a decenas de chacales

    aullando a la luna.

    Nos fuimos a dormir y prcticamente entramos vestidos al saco, el

    termmetro presumiblemente iba a bajar de los cero grados.

    Por la noche se pudieron or los rugidos de los leones de melena negra

    del Kalahari, estbamos empapndonos poco a poco de frica

    VIERNES 8Madrugamos para redescubrir el Kalahari y nada ms salir vimos una

    manada de us que se dirigan a beber un vaso de agua a la charca de la

    noche anterior.

    Al rato otra manada de us iba levantando el polvo a su paso. Ms

    adelante una manada mixta de alcefalos, gacelas y oryx observaban con

    poco entusiasmo al camin.

    13

    Manada de us azules

  • El cansancio se empezaba a apoderar de nosotros, cuando de repente

    se divis, a lo lejos, entre la maleza un grupo de leones de melena negra. La

    alegra se apoder de nosotros y las cmaras empezaron a echar humo.

    Mientras mirbamos por la ventanilla derecha, una pareja de leones cruz la

    carretera por detrs del camin. Nos deleitamos con el rey de los felinos y

    continuamos camino. A los poco metros vimos como una leona se acercaba

    sigilosamente a un alcefalo. Este no la perda de vista y se alejaba segn se

    aproximaba la felina. En ese momento todos pensbamos que bamos a

    presenciar una cacera. Haba divisin de opiniones entre los que queramos

    que la leona tuviera xito y entre los que deseaban que el antlope escapara.

    Pero tras unos momentos de incertidumbre, la leona no lo vio claro, y para no

    hacerse una carrera en balde dio media vuelta y se fue. El alcefalo sigui

    mirndola con precaucin y despus comenz un breve galope hacia el

    grupo de leones que habiamos visto, presumiblemente el mismo grupo que

    haba echado de la manada a la leona solitaria, ya que estaba ligeramente

    desorientada y con una mordedura en el cuello.

    La bella leona decidi seguir el

    camino a nuestro lado durante varios

    metros. Primero al lado del camin y

    despus delante del mismo

    guindonos por el parque. Por

    momentos nos miraba con recelo y

    estupor. Quizs preguntndose que

    hacia un camin dentro de su casa.

    Decidimos subir las ventanillas ya

    que se acercaba al camin con cara

    de poker. Poco despus la leona se

    perdi en la sabana aunque segua

    estando presente en el camin, ya

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    La reina del Kalahari

  • no se hablaba de otra cosa.

    Proseguimos la ruta viendo una gran manada de gacelas saltarinas

    refugiandose del calor a la sombra de una gran acacia africana. Este animal

    es uno de los smbolos de Sudfrica y el apodo que reciben los jugadores de

    su gloriosa seleccin de rugby, los springboks. Una de las gacelas saltarinas

    hizo honor a su nombre y nos delito con unos graciosos saltos. Mientras

    tanto en mis auriculares sonaba frica Libre de Agua Bendita, cancin muy apropiada para la ocasin.

    Al caer la tarde cuando se pone el sol,

    resuenan los tambores en la sabana.

    Ahuyentando a las manadas de herbvoros

    Y a los felinos que estn a la que salta

    Los animales que sacian la sed hacen un alto,

    sobresaltados por el tam-tam

    frica negra, frica Libre

    Grito de guerra contra la humanidad

    Ajeno a aquel frenes el hombre blanco

    duerme en su casa a pierna suelta

    y los tambores resuenan y resuenan

    en la noche una y otra vez

    manteniendo en vilo a todas las criaturas

    frica negra, frica Libre

    Grito de guerra contra la humanidad

    Agua Bendita. frica Libre.

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  • Mi mente se preguntaba, hacia dnde hemos evolucionado, para que

    queden tan pocos lugares donde los animales puedan vivir salvajemente,

    ajenos a la mano destructora del hombre. Qu paradoja que haya tenido que

    ser en el desierto del Kalahari, un paraje inhspito, donde la vida se pueda

    apreciar igual que hace millones de aos. Un lugar donde an sobreviven

    algunos bosquimanos, llevando una vida en simbiosis con la naturaleza.

    Hablando del mundo civilizado, en la caja tonta dicen que hoy

    empiezan los juegos olmpicos. Afortunadamente que lejos y aislados

    estamos de ellos y de su espritu comercial.

    SBADO 9Un toc-toc en la puerta nos dio los buenos das, nos desperezamos y

    cuando quisimos darnos cuenta ya estbamos en la frontera de Namibia.

    Apenas habamos entrado y ya se notaban las diferencias, la carretera de

    asfalto desapareca para dar paso a caminos de gravilla. Una gran planicie

    desrtica nos acompaara hasta el primer pueblo fronterizo, donde paramos

    a comprar vveres. Al salir del supermercado vimos al primer nio namibio,

    caminaba con los pies descalzos, una camiseta roda y unos mugrientos

    pantalones. Se acerc pidiendo algo en el idioma de su tribu, un puado de

    patatas le pareci suficiente y se volvi a mirar la vida sentado frente al

    camino polvoriento; un polvo que se colaba por las rendijas del camin y

    llegaba a dificultar la respiracin.

    El camino empeor y el camin fue botando hasta el rancho donde

    dormiramos. Era un lugar paradisaco y desrtico, donde se poda escuchar

    el silencio. Lo regentaba una animada anciana de 76 aos, pero con la

    mentalidad y la agilidad de una quinceaera.

    Salimos hacia el can del "Fish River" en unos todoterrenos que nos

    llevaron por un camino de cabras a la zona sur de este can. Tiene una

    longitud de 160 km, lo que le convierte en el ms grande frica y en el

    16

  • segundo ms grande del mundo.

    El trozo que vimos era espectacular, un pequeo recorrido a pie nos

    llev a una de las playas naturales del can. Los rayos de sol quemaban la

    piel y el calor era agobiante.

    El paisaje era una maravilla, la tranquilidad y el silencio reinaban entre

    las dos paredes que encajonaban el ri de aguas cristalinas.

    Al emprender la vuelta, vimos a unas cigarras copulando en el

    atardecer del can, sera su luna de miel?. Los colores rojizos, magentas,

    grises y negros se fundieron en el cielo hasta que la oscuridad se hizo total.

    Salieron todas las estrellas y la media luna fue subiendo por el cielo.

    Tras la cena probamos el Amarula, un licor tpico sudafricano. Su sabor

    es muy parecido al de una crema de whisky. Esta bebida se obtiene de los

    frutos del rbol Marula. A los elefantes y a los monos les gusta mucho esta

    fruta y a veces llegan a embriagarse con ella, ya que una vez que madura y

    caida sobre el suelo puede alcanzar los 17 . No hemos inventado nada...

    DOMINGO 10

    Poco despus de amanecer volvimos a sufrir el tortuoso camino para

    salir del rancho del Fish River. Nos dirigimos a Aus, para ver los caballos

    salvajes que moran en unos parajes desrticos. Cientos de purasangre

    pastan arbustos secos en una inmensa planicie, esta estampa pareca

    17

    El caon ms grande de frica

  • sacada de los anuncios de una conocida marca de cigarrillos. Estos equinos

    fueron abandonados a su suerte por militares alemanes, al comienzo de la I

    Guerra Mundial y han vivido salvajemente desde entonces.

    Llegamos a Luderitz y almorzamos en el comedor de nuestro lodge. Un

    autntico cementerio donde se podan ver cadveres de leopardo, gacela,

    impala, puercoespines, serpientes, chacales, babuinos y un sinfn de

    animales disecados que "decoraban" sus techos y paredes. Igualmente las

    alfombras de las habitaciones eran pieles de animales autctonos. No s si

    seria algo tpico del lugar, pero en cualquier caso era de un gusto psimo.

    Me dispona a cargar el mvil y la cmara de fotos, pero comprob que

    no haba electricidad. Por lo visto no la haba en todo el pueblo, era algo muy

    comn.

    Nos fuimos a dar un paseo por esta ciudad colonial, con intencin de

    baarnos en el Atlntico. La pequea ciudad tena muchas calles de arena y

    casas de estilo germnico de comienzos del siglo pasado. Las fachadas

    estaban pintadas por alegres colores, formando as un bonito pueblo de otra

    poca .

    18

    Bergstrae en Lderitz

  • En cambio la playa, no era muy apetecible. Un pequeo trozo de arena

    negra y agua sucia debido a su proximidad con el puerto. Algo que no

    pareca importar a los numerosos nios negros que se baaban en sus

    aguas. Este puerto es el lugar favorito de algunas empresas espaolas para

    esquilmar sus costas en busca de pescado para Europa.

    Volvimos al lodge, que segua con las luces apagadas. Nos dieron un

    curioso candil que consista en una vela, cuya base se sujetaba al cuello de

    una botella de cerveza. Un candil con l que estuve escribiendo estas lneas

    hasta que encendieron el generador del hotel y se hizo la luz. Al rato nos

    fuimos a cenar a uno de los pocos restaurantes que haba abierto en el

    pueblo el domingo. Tras pedir los platos y pasar casi una hora, nos dijeron

    que algunos de ellos no los tenan y despus de esperar media hora ms

    trajeron los primeros platos. Esto es frica...

    LUNES 11

    Una vez ms tocaba desperezarse y quitarse las legaas de los ojos.

    "Que dura era nuestra vida". Abrimos la ciudad fantasma de Kolmannskuppe,

    donde llegaron a vivir 1.500 personas para trabajar en la mina de diamantes,

    hasta que dej de ser rentable y fue abandonada a su suerte. Esto permiti

    que las arenas del desierto se hospedaran en las casas.

    Un fuerte viento azotaba la arena de las dunas contra nuestras caras y

    mova las ventanas de las casas, lo que daba un aspecto fantasmagrico a la

    ciudad abandonada. Volvimos a Luderitz para tomar un velero hacia unas

    pequeas islas cercanas. Enseguida pudimos ver la bella estampa del

    desierto fundindose con el mar, mientras un pinguino nadaba plcidamente.

    Ms tarde unos delfines nos acompaaron hasta una roca donde haba

    cientos de pinginos y cormoranes. Tambin pudimos ver a unos pocos

    19

  • leones marinos que descansaban plcidamente en una roca. Pero esto era

    solo el aperitivo, para lo que nos esperaba.

    El velero regresaba a puerto, cuando de repente el capitn grito

    "whale, whale!!", extraados miramos al mar y slo divisamos el pen de

    una roca que sobresala. El capitn saco su cmara de fotos y continuaba

    gritando "balena, balena!!", pero por ms que mirbamos al mar no

    veamos nada, por lo que pensamos que el patrn vacilaba a marineros de

    agua dulce. El caso es que l segua en su empeo de decir balena, que no

    ballena.

    Nos dirigimos hacia la costa, y la naturaleza nos obsequio con una foto

    ilgica a la par que bella. Tenamos ante nuestros ojos las arenas del

    desierto fundindose en el mar, en un lado ni una gota de agua y en otro todo

    el agua del mundo. De repente una pareja de ballenas se zambulla

    mostrndonos sus jorobas y sus grandes aletas, tenan la piel llena de

    protuberancias y de vez en cuando expulsaban agua por su orificio nasal.

    Al otro lado del barco otra pareja de ballenas surcaba el mar, quizs

    migrando hacia una zona tropical. Una de ellas se empez a acercar al

    barco, hasta casi poder tocarla con las manos. El capitn gritaba "It's going,

    It's going!!" y retroceda rpidamente, no fuera a ser que una de sus aletas

    20

    Ballena respirando

  • pudiera volcar el barco. Seguimos deleitndonos con este grandioso animal y

    le fulminamos a fotos. Al pisar tierra firme no podamos ocultar nuestra

    sonrisa de oreja a oreja.

    Casi sin darnos cuenta ya estbamos en el refugio de Aus donde

    dormiramos. Un sitio donde se poda tocar la tranquilidad y ver el aire limpio.

    Es un lugar privilegiado en mitad de un valle, donde tan solo se ve alguna

    acacia perdida en la inmensidad de la sabana, y es ms espectacular si cabe

    al atardecer, cuando el sol inunda el cielo de colores rojizos.

    Un paraso al que no estamos acostumbrados, y es que cada vez

    tenemos ms difcil y lejano el acceso a la naturaleza. Vivimos entre

    hormign y asfalto, y llegar a sitios intactos como ste, es costoso y

    complicado.

    Volviendo al mundanal ruido, nuestra cocinera enferm. Lo extrao es

    que yo no me haya puesto malo, debido a la cantidad de comida precocinada

    y salsas de las que nos alimentbamos. Por su parte nuestra gua

    portuguesa prepar un tradicional cctel brasileiro-portugus, una caipiroska,

    con frutas, zumo y vodka. Esto unido al vino sudafricano que degustamos

    hizo que durmiramos placenteramente en el refugio, donde hubo un

    21

    Dnde te lleve un Montero, hace mucho que no llega nadie

  • memorable recital de ronquidos durante toda la noche.

    MARTES 12

    Partimos hacia el desierto del Namib, cuya traduccin podra ser

    desierto de nadie. Parafraseando a los zapatistas para que fuera de todos,

    tuvo que ser de nadie. Este desierto tambin da nombre a Namibia, bonito

    nombre para un pas con demasiadas alambradas. El desierto de nadie

    ocupa una extensin de 80.000 km2 (la superficie de Andaluca). La

    polvorienta carretera que recorrimos, rodeaba los alrededores de las dunas.

    Pudimos ver avestruces, caballos, vacas, oryx y otros herbvoros pastando

    en amplias explanadas.

    Llegamos al campamento de

    Sesriem, en pleno desierto, y fuimos a

    ver el atardecer en la gran duna. La

    arena tiene un color rojizo, debido a

    su alto contenido en hierro, es tan

    elevado que las limaduras se pueden

    coger con un imn. Mientras

    caminbamos por la cresta de la

    duna, tuvimos la suerte de ver un

    gecko que se mova a toda velocidad

    por la arena y se esconda dentro de

    ella cuando se senta amenazado.

    Tras la caminata repusimos fuerzas

    con una copiosa parrillada de oryx e

    impala.

    22

    Sobran las palabras

  • MIRCOLES 13

    A las 4 de la madrugada tocaron corneta y despertamos a los gallos.

    Tenamos que llegar al amanecer de la duna 45. Nos adentramos en el

    desierto y al llegar nos dimos cuenta que no eramos los primeros. Una hilera

    humana empezaba a subir la duna. Llegamos arriba y empez a salir el sol.

    Este bello espectculo hizo que olvidramos el sueo. Una vez amaneci,

    contamos hasta tres y bajamos la duna a toda velocidad. La adrenalina

    recorri mi cuerpo, y me hizo recordar mi infancia. Al llegar abajo sin

    habernos cado, pudimos ver una solitaria acacia pegada a la duna y cmo

    creca un meln en un suelo cuarteado por la falta de agua. Cogimos el

    camin y nos dirigimos a hacer una excursin por el desierto con una

    simptica gua japonesa. Pareca una pequea bosquimana, por la simbiosis

    que tena con la naturaleza y la sabidura que posea. Nos ense a

    diferenciar huellas de diferentes animales y excrementos de gacela macho y

    gacela hembra. Nos mostr plantas comestibles y flores que se abran en

    cuestin de segundos al contacto con el agua. Incluso pudimos ver cmo era

    capaz de cazar lagartijas con el sombrero. Fue un espectculo, slo

    superado por el paisaje que tenamos ante nuestros ojos. Caminamos hasta

    un lago muerto, lago morto, morto lo llamaba nuestra gua. Se pierde en la

    noche de los tiempos la ultima vez que fue visto con agua. Haba acacias

    disecadas y el suelo tena un color blanquecino. Por un momento pareca

    23Lago morto, morto.

  • que estuviramos en otro planeta, o tal vez en el futuro de la tierra dentro de

    miles, o quizs cientos de aos...

    JUEVES 14

    Nos levantamos dentro de una intensa niebla y un fri que congelaba

    los huesos. Me fui a dar una vuelta por la finca donde habamos dormido en

    busca de animales, pero solo vi dos pequeos melones (de los de comer, no

    de los que estis pensando), unas de las pocas frutas que hay en estos

    parajes desrticos.

    Tras ir botando durante un rato en el camin llegamos al Trpico de

    Capricornio, pero por ms que buscamos no vimos la linea que hay dibujada

    en los mapas.

    Al rato vimos la primera cebra. Tambin vimos oryx, aunque cada vez

    nos llamaban menos la atencin, empezaban a ser algo tan comn como las

    gacelas saltarinas. De hecho un grupo de gacelas estuvieron un tiempo

    corriendo al lado del camin, e incluso lo adelantaron y lo cruzaron,

    superando los 80 km hora que marcaba el velocmetro del camin.

    Habamos entrado en la costa de los esqueletos. Un inhspito paraje

    donde el desierto se junta con el mar, slo se divisa arena a ambos lados de

    la carretera durante cientos

    de kilmetros. Al medioda

    llegamos a la baha de la

    ballena (Walvis Bay) donde

    miles de flamencos suelen

    pasar sus vacaciones.

    Aunque el fri y la neblina

    hicieron que no hubiera ni

    24

    Mad Max en las dunas de Sossusvlei

  • rastro de estas aves zancudas, al igual que no haba ningn turista

    bandose en la playa. Lo que s vimos fueron las impresionantes casas de

    veraneo de sudafricanos y europeos. No es extrao, que reciba el nombre de

    la California africana.

    Dejamos el camin y cogimos unos quads para hacer una travesa por

    las dunas. Fue una experiencia espectacular y muy gratificante. Soltamos

    toda la adrenalina que tenamos y adems contemplamos la belleza del

    desierto con el mar de fondo. Subamos y bajbamos dunas empinadas

    como paredes, sentamos el vrtigo de ponerse sobre dos ruedas y saltar

    pequeas colinas. Aunque quien ms disfruto fue mi madre, que se atrevi a

    hacer el recorrido ella sola, con un desparpajo y un estilo fuera de lo normal.

    Despus de este desfogue nos fuimos al mercado del pueblo, formado por

    varios puestos con artculos de artesana encima de una tela en el suelo. Los

    precios eran muy asequibles y tras regatear al ms puro estilo rabe, se

    rebajaban aun ms. En uno de los puestos pudimos ver a una mujer himba

    vendiendo bisutera de su tribu. Despus de las compras jugamos una

    inesperada pachanga de ftbol africano con unos jvenes de la zona.

    Pusimos rumbo a Cape Cross donde habita una colonia de unos

    10.000 leones marinos. La belleza visual de estos animales, chocaba

    frontalmente con el olor pestilente que haba en el ambiente debido a la

    25

    La comuna de los leones marinos

  • masificacin de animales en el rea Se agolpaban en la playa pasando unos

    por encima de otros y provocando interminables disputas a base de

    amenazas, gritos o mordiscos. Mientras otras se baaban plcidamente en

    las aguas del Atlntico.

    El espectculo fue aun mayor cuando aparecieron los chacales en

    busca de comida entre los leones marinos. Las focas caminantes se pusieron

    en alerta para defender a sus crias de las garras de los chacales, que

    tuvieron que conformarse con zampar un pescado. Si no haba suficiente con

    la animacin martima y terrestre, por el cielo no paraban de pasar bandadas

    de patos o gaviotas que sobrevolaban la zona en busca algo que llevarse al

    pico.

    Antes de irnos a descansar tomamos nuestra primera pastilla contra la

    malaria, porque al da siguiente entraramos en la zona de riesgo.

    VIERNES 15

    De nuevo estbamos dentro del

    camin, para seguir recorriendo la

    inmensa costa de los esqueletos; arena y

    ms arena era lo que se poda divisar.

    No es de extraar que los descubridores

    portugueses, cuando llegaron a la costa

    en navo, lo llamaran las arenas del

    infierno. Adems de no encontrar nada

    salvo la aridez del desierto, podan ser

    devorados por leones que paseaban por

    la orilla del mar. Tenan dos

    posibilidades: morir deshidratados o ser

    engullidos por el rey de la sabana.

    26

    Entrada al parque costa de los esqueletos

  • En este fantasmagrico paisaje, adems de crneos y esqueletos de

    animales, se pueden ver los restos de barcos que han naufragado, e

    instalaciones petrolferas abandonadas donde habitan colonias de

    cormoranes. Es un lugar ideal para rodar una pelcula futurista.

    Continuamos viaje hacia el norte. Cada vez nos adentrabamos ms en

    el frica negra y los pequeos poblados que pasbamos se vean ms

    pobres y austeros en su forma de vida. Cuando el camin par, varios nios

    se acercaron, tenan los pies descalzos y las camisetas rodas. Unos

    caramelos les alegraron el da.

    Ya quedaba poco para llegar a nuestro destino y paramos a repostar en

    una de las pocas gasolineras que haba en varios kilmetros a la redonda.

    Tuvimos que esperar cerca de una hora a que un rudimentario camin

    llenara varios bidones de disel, y los pusieran junto a las bombonas de gas

    que transportaba. Todo ello estaba sujeto por unas pequeas lonas, y

    mientras el conductor se fumaba un cigarrito dentro de esta bomba andante.

    Esto es frica...

    En ese tiempo aprovechamos para jugar con los nios que all haba.

    No s quien se lo paso mejor, si ellos o nosotros, pero nosotros acabamos

    agotados. Tambin pudimos conversar con el hermano del conductor del

    camin, nos pidi una camiseta y nos coment que era nama, una de las

    27Imaginaos como deben ser las termitas que habitan en su interior

  • numerosas tribus del pas, cuyo idioma no guarda relacin con ninguna de

    las otras lenguas africanas, y se caracteriza por el abundante uso de

    chasquidos.

    Ms tarde apareci una pareja negra como el carbn. El hombre

    llevaba unos bidones para llenar de gasolina. La mujer, bien entrada en

    carnes, llevaba la casa sobre la cabeza, un colorido traje y deca que las

    fotografis valan 10$. Espero que al menos fueran dolares namibios...

    Segn continuamos camino divisamos pequeas chabolas de hojalata

    aisladas del mundo, donde convivan puerta con puerta cabras y personas.

    Mientras, las gallinas correteaban por los inmensos prados. La vegetacin se

    iba haciendo ms abundante. Cada vez se vean ms arboles y las chozas

    de barro empezaban a aparecer por doquier formando pequeos poblados.

    Eso si, lo que nunca faltaba era la iglesia y el campo de ftbol.

    A los lados de la carretera se empezaban a ver pequeos puestos

    donde se venda lea.

    Tras un tortuoso camino llegamos al campamento. Un paraje perdido

    donde bandadas de pjaros piaban y sobrevolaban una charca de agua

    termal. Nos pegamos un bao en la charca, que en realidad no estaba tan

    caliente, y pudimos darnos un masaje gratuito poniendo la cabeza debajo de

    la cascada que la llenaba. Despues fuimos al chiringuito, un espacio

    acogedor, donde las camareras eran unas jvenes estudiantes namibias de

    ascendencia germana, que cuidaban el campamento de su ta durante las

    vacaciones de verano.

    SBADO 16

    Antes de que saliera el sol estbamos desayunando, por lo que

    almorzamos viendo la luna y su curioso color rojizo.

    28

  • Salimos rumbo a Epupa, all nos encontraramos con las tribus himba.

    Una comunidad que, hasta hace pocos aos, haba sido capaz de

    autogestionar su vida, sin depender de los productos de las multinacionales.

    La vegetacin cada vez era ms abundante y vimos los primeros

    baobas. Unos rboles de leyenda, que pueden vivir ms de 3.000 aos. Para

    abarcar el tronco de los ms grandes son necesarias decenas de personas.

    Lo ms curioso no es eso, sino la sensacin de que estn plantados al

    revs, con las races hacia el cielo, lo que ha dado lugar a mltiples

    leyendas. He aqu una de ellas.

    "Hace mucho tiempo, el Baobab era el rbol ms hermoso de todos, admirado por animales, hombres y plantas; hasta el mismo Dios qued prendado de la belleza del Baobab: de la fuerza de sus ramas, del olor y color de sus innumerables flores, de la viveza de sus hojas, de la suavidad de su tronco y su dureza. Es por ello que ese Dios, complacido por la hermosura del rbol, lo bendijo con una vida increblemente longeva, an en los cnones de los rboles. El Baobab, orgulloso, empez a crecer y a crecer durante mucho tiempo, hacindose ms y ms fuerte, ms y ms hermoso, y ms y ms alto. Se hizo tan alto que sus ramas daban sombra a los dems rboles, y no les dejaba crecer, helando a las criaturas que pasaran bajo l, ya que ocultaba por completo el calor del sol. Lleg a crecer tanto que, hechido de orgullo, grit a los dioses que pronto los alcanzara. El viejo Dios, colrico por el arrojo del Baobab, mand una maldicin para castigarle y hacerle aprender modestia, y lo volvi del revs. As, las hermosas ramas, flores y hojas quedaron enterradas, y el Baobab adopt la forma de unas races buscando el cielo."

    A este rbol se le pueden dar muchos usos, adems de madera o comida, sus ahuecados troncos han servido de crcel, casa, granero o establo. Se habla de un baobab en Zimbabue que se usa como parada de

    29

  • camin y que puede resguardar hasta 40 personas.Tras llevar cientos de kilmetros por caminos llegamos de nuevo al

    asfalto, habamos entrado en Opuwo. La diferencia con las ciudades del sur

    era abismal. Segn salimos del camin, nos asaltaron decenas de nios para

    que les comprramos pulseras y collares, cuando te queras dar cuenta ya

    las tenas puestas en tus manos o cuello. Cada nio del pueblo quera que le

    compraras al menos una. Antes estas tradicionales pulseras himba se hacan

    con huesos, hoy en da parece que reutilizan el plstico de las tuberas.

    Por la ciudad se podan ver bellas mujeres himba con la piel y las

    rastas rojizas por la arcilla que se untaban al llegar a la pubertad. Varios

    collares y pulseras adornaban su cuerpo, que apenas estaba tapado por una

    pequea minifalda de piel. Mostraban sin pudor sus abultados senos,

    posiblemente en poca de lactancia o no, quien sabe.

    Por su parte las mujeres herero iban con coloridos vestidos y una

    especie de tocado en la cabeza con forma de yunque. Antao tambin

    mostraban sus pechos, pero su actual vestimenta data de la poca de los

    colonos ingleses que, avergonzados, obligaron a las mujeres a cambiar su

    costumbre de ir como vinieron al mundo. Que decir de los hipcritas

    puritanos ingleses de cualquier poca...

    30

    Mujer herero con su tradicional peinado

  • Era muy curioso el contraste de ver a los himba comprando en el

    supermercado o de contemplar a las herero echando gasolina.

    Nos quedaban ms de 3 horas de camino por una carretera pedregosa y

    polvorienta. El calor era cada vez ms sofocante, pero mereci la pena llegar

    a la frontera natural entre Angola y Namibia. Estab formada por un sinfn de

    preciosas cataratas, rodeadas de palmeras y baobas. Algunas zonas tenan

    jacuzzis naturales donde el agua caliente y la presin del rio hacan el trabajo

    sin necesidad de electricidad. Para los que quisieran ms tranquilidad haba

    una playa de piedras en la parte baja de las cataratas.

    Todo esto al lado de un campamento militar y de un destartalado

    poblado himba, donde las cabras, burros, cerdos y gallinas paseaban

    tranquilamente entre las casas de adobe y paja. Aunque era pintoresco, la

    realidad es que vivan en unas condiciones infrahumanas. Las mujeres te

    pedan dinero por fotografiarlas, los nios camisetas, los ancianos cigarros...

    Incluso un amigable joven con una medalla al cuello, nos peda unas

    zapatillas para correr el maratn de este ao en Swakpomund.

    Fuimos al bar himba del poblado donde no haba un solo blanco. No

    pareca un lugar muy turstico, pero si necesario para conocer la realidad de

    un pas. Empezamos a preguntar por una bebida tradicional de los himba a

    base de leche fermentada, llamada omareru, el equivalente al yogur. Nos

    acabaron llevando a una cabaa donde tenan otra de las bebidas tpicas de

    los himba, el tombo. Un gran bidn con un liquido pastoso y de color marrn,

    31

    Panormica de las cataratas Epupa

  • que vendan en vasos por 1$ dolar namibio. La pinta no era muy apetecible y

    nuestros estmagos quizs no estuvieran preparados, por lo que declinamos

    la invitacin y volvimos al campamento. All conversamos con el ayudante de

    la cocinera sobre ftbol, poltica y bebida. No pudimos resistirnos a ensearle

    la receta del kalimotxo. Quizs no fue buena idea, ya que un rato despus se

    cayo bajando las escaleras del camin y repetia "me gusta mucho el vino

    rrojo"

    DOMINGO 17

    Ya no recordaba cuando fue el ltimo da que desayunamos con luz

    natural, ni la sensacin de pasar calor durante la noche. La temperatura

    durante el da iba a ser sofocante, por lo que decidimos salir temprano hacia

    el campamento de los himba, que estaba a unos 6 kms de las cataratas. Tras

    el paseo, pudimos comunicarnos con ellos mediante signos y la traduccin

    del gua, ya que slo hablaban su

    lengua materna. Pudimos ver sus

    costumbres y su forma de vida.

    Bsicamente se alimentaban de

    espinacas salvajes y animales

    herbvoros.

    Las nias en cuanto llegaban a

    la pubertad se quedaban

    embarazadas. Por lo que el

    campamento pareca una

    guardera, con nios por doquier

    que hacan las delicias del grupo.

    Entramos en una de sus chozas,

    donde haba una madre con su

    32

    Nia himba con su bebe

  • hijo recin nacido. Nos enseo su casa y cmo se perfumaban.

    En la choza de barro se estaba fresquito. Las gruesas paredes de barro

    y las caas de madera en el techo hacan que la habitacin tuviera un aire

    acondicionado natural. Tambin pudimos ver a una zemba, son el

    equivalente a los himba pero originarios de Angola. Tienen un idioma distinto,

    pero pueden llegar a entenderse, ya que son similares. Algo as como el

    italiano y el castellano. Adems del idioma tambin cambia su vestimenta,

    mucho ms colorida y sus peinados con otro tipo de trenzas.

    El jefe de la tribu alucino cuando mi hermano le enseo el vdeo del

    len de su cmara y las nias se rean cuando intentbamos pronunciar sus

    nombres.

    Tras haberlos fulminados a fotografis volvimos a nuestro campamento

    por la orilla del rio, caminando bajo la sombra de los rboles e intentando ver

    monos y cocodrilos. Al rato una manada de babuinos cruz el camino

    rpidamente y desapareci entre los rboles. Ms adelante un grupo de

    pequeos monos vervet treparon y saltaron por las ramas de los rboles.

    Echamos un vistazo al ri Kunene y pudimos observar el hocico de un

    cocodrilo que esperaba pausadamente alguna presa que llevarse a la boca.

    Al llegar al campamento nos volvimos a deleitar con la vista superior de

    las cataratas y fuimos a un campamento cercano para intentar cargar las

    bateras Nos recibieron unos suricatos que eran las mascotas del lugar.

    Jugueteamos con ellos y nos sentamos a tomar una limonada, mientras

    escriba estas lneas. De repente una paloma se poso en mi hombro,

    dndome un gran susto. Mi padre me coment que cuando Fidel Castro

    pronunciaba uno de sus primeros discursos una paloma se le poso

    igualmente en el hombro. Ser yo su sucesor y Ral Castro un impostor?

    Llego la hora de la cena, probamos carne de kudu, un vino sudafricano

    y contemplar la luna llena acompaada de todas las estrellas del firmamento.

    33

  • LUNES 18

    A las 7 de la maana toc despertarse. Salimos rumbo a Ketmanjap, a

    las puertas de Etosha. Un pedregoso camino nos llev de nuevo a Opuwo,

    donde hicimos una parada para comprar provisiones. Pudimos dar un paseo

    por su mercado tradicional, cuyo aspecto era penoso.

    Un lugar insalubre, con basura y polvo por el suelo. Carne seca y muy

    rojiza colgaba de algunos puestos donde convivan himbas y hereros.

    Tambin vendan ropa,

    bebida, guisos, patas

    de vaca e incluso

    haba quien no venda

    nada y pasaba el da

    sentado en su

    comercio vacio. La

    tienda consista en

    cuatro palos de

    madera, que sujetaban

    las ramas secas de algunos arbustos.

    Incluso tuve tiempo de chatear con mi media naranja. Tanto tiempo

    alejados y con tan poca comunicacin haca que la distancia se hiciera ms

    larga de lo que ya era. Afortunadamente tenemos toda la vida por delante,

    entre otras cosas para volver a este maravilloso continente.

    Tras los ltimos regateos con los nios himba volvimos al camin y

    pusimos rumbo al campamento, un lugar perdido a las puertas de Etosha. En

    la entrada haba un cartel que adverta CUIDADO CON LOS LEONES.

    Montamos las tiendas y fuimos al mirador de la charca. No vimos leones,

    pero si cebras, babuinos, oryx, jirafas y un darn o rock dassie que aunque

    pareca una rata gigante, en realidad es un pariente de los elefantes. Al

    34

    La carnicera del mercado

  • anochecer, la charca se llen de vida y las jirafas se dignaron a bajar a beber

    con los dems animales. Ilusionados por haber visto las primeras jirafas, nos

    fuimos a cenar.

    MARTES 19

    Levantamos el campamento y nos fuimos al parque de Etosha. Por la

    carretera empezamos a ver jirafas y facoceros correteando. Rodeamos el

    parque y llegamos a Outjo, donde pudimos degustar el Omareru en un

    supermercado del pueblo. El yogur de los himba haba sido comercializado.

    Entramos a Etosha y empezamos a ver animales. En la charca de

    Okaukuejo haba una manada de elefantes con muchismas cris de apenas

    unos das. Cuando estos mastodontes se metan al agua, los dems

    animales se iban rpidamente. Las cebras, los oryx, los impalas y una pareja

    de elan salieron asustados

    ante la llegada de los elefante

    a la cacharreria. Haba tantos

    animales distintos, que slo

    faltaba el arca de No.

    Continuamos visitando el

    parque en el camin.

    Manadas de elefantes y

    jirafas paseaban por los

    alrededores del camino. En

    otra charca nos quedamos

    ensimismados contemplando

    como una jirafa abra sus

    patas para beber.

    La cautela era mxima y

    35

    Parece mentira que el agua llegue a su estomago

  • cualquier ruido la haca desconfiar, y es que, para estos animales ir a beber

    agua es indispensable para la vida, pero tambin el momento ms propenso

    para encontrar la muerte. En cuanto llegaron los elefantes, la jirafa se fue de

    la charca y los paquidermos empezaron a refrescarse y rebozarse en el

    barro.

    Continuamos camino viendo us, gacelas y avestruces. Nos

    estbamos acostumbrando a estos animales y cada vez llamaban menos

    nuestra atencin, no como las avutardas y a las gallinas de guinea que

    paseaban a pocos metros del camin.

    Divisamos unos leones tumbados a la sombra de un rbol, quizs

    descansado de alguna comilona. En otro punto del recorrido vimos como una

    hiena se perda en la sabana. Y un nuevo antlope diminuto corri ante

    nuestros ojos, el racifero comn o steenbok.

    Acampamos dentro del parque, en un inmenso campamento que

    dispona de una charca abarrotada de fotgrafos y es que, haca unas horas,

    haban estado los rinocerontes.

    Por la noche volvimos a la charca. Fue una agradable sorpresa

    encontrar a tres rinocerontes bebiendo, uno de ellos muy pequeo.

    Durante segundos se quedaban inmviles y de vez en cuando echaban

    un trago. Cuando no beban, aprovechaban para depositar sus excrementos

    36

    Oryx tomando un bao

  • en el suelo. Tampoco tenan inconveniente en echar gases de efecto

    invernadero a la atmsfera, haciendo ruidos atronadores. Menos mal que la

    distancia era considerable y el olor no era apreciable.

    La historia se repiti durante minutos, hasta que de repente se dieron la

    vuelta y se giraron en posicin defensiva. Era fcil intuir que algo pasaba.

    Despus de unos instantes llego un grupo de hienas a la zona. Estas

    tuvieron cuidado de no acercarse mucho a los rinocerontes que las miraban

    con recelo. Poco a poco la manada de hienidos fue entrando en la charca.

    Su forma de correr era poco elegante y pareca que cojeaban. Una de ellas

    dio unos tragos bajo la atenta mirada de los rinocerontes, que estaban

    preparados para lo que pudiera pasar. Tras unos minutos de tensin la hiena

    se acerc al rino, el cual se prepar para el ataque con su temible cuerno.

    Pero la hiena volvi con su grupo y desaparecieron en la oscuridad como si

    de una pelcula de miedo se tratara.

    Para mi hermano y para mi este fue, sin duda, uno de los momentos

    ms emocionantes del viaje. Era la primera vez que nos metamos dentro de

    un documental de National Geographic...

    MIRCOLES 20 Madrugamos para ir un rato a la charca a ver animales. Aunque esta

    vez sin xito, ya que a los animales no les haba sonado el despertador.

    Seguimos recorriendo Etosha y vimos jirafas por doquier, us, gacelas,

    kudus e incluso un rinoceronte que se esconda tras unos matorrales.

    37

    Elefantes entrando en una cacharreria

  • En otra charca una pareja de facoceros se arrodillaba para beber. A la

    par que presencibamos una pelea entre un oryx y una gacela, que apenas

    duro unos segundos y un choque de cornamentas. Todos estos animales

    compartan la charca hasta que un elefante lleg y se adue de ella, justo

    cuando una jirafa sedienta, despus de mucho pensrselo, se dispona a

    beber. Pero el gran elefante marcaba su territorio y no dej disfrutar de la

    charca a nadie hasta que se fue. Viendo su volumen no era de extraar que

    nadie quisiera acercarse. Un rato despus los animales poco a poco fueron

    volviendo a la charca, hasta que de repente tuvieron un amago de

    estampida, cuando se percataron de la presencia de dos leones que dorman

    la siesta a escasos metros.

    Los felinos con el calor que haca no tenan ganas de darse un festn y

    siguieron durmiendo bajo la atenta mirada de los oryx. Cuando todo volva a

    la tranquilidad aparecieron dos chacales que se enzarzaron con los

    facoceros. Todo un espectculo, donde la guinda la puso la jirafa que volvi a

    beber a la charca con suma cautela abriendo sus largas patas delanteras.

    Estos animales emparentados con los bvidos, apenas duermen ms de 5

    minutos seguidos y pueden estar comiendo durante 20 horas.

    Tras esta orga de naturaleza en estado puro llegamos al campamento

    donde nos ayudaron a montar las tiendas unas simpticas mangostas. Dimos

    38

    Estampida de cebras

  • una vuelta por el camping, que tena hasta un fuerte colonial, reconvertido en

    una especie de centro comercial con tiendas, restaurantes y un bar cuya

    terraza daba a una de las charcas. Tras este breve descanso dimos otra

    vuelta por el parque en busca de ms animales. Decenas de jirafas salieron

    a nuestro encuentro, incluso algunas de ellas entorpecieron el camino, no

    dejando pasar al camin. Ms adelante un grupo de gallinas de guinea

    picoteaba el suelo en busca de comida y una jirafa tomaba la merienda junto

    a su hija. Incluso un grupo de dik-dik, unos antlopes en miniatura, nos

    miraron con recelo. Manadas de us, oryx e impalas completaron el

    recorrido. Es increble la cantidad de animales que se dan cita en este

    inmenso parque de mas de 22.000 km2, algo as como tres veces la totalidad

    de la comunidad de Madrid.

    Por la noche volvimos a la

    charca y tras una larga espera

    slo vimos un pajarillo. Cenamos

    y regresamos a la charca con la

    ilusin de ver a un leopardo

    sediento. Pero los que

    aparecieron fueron unos

    chacales, quizs los mismos que

    haban estado pululando por el campamento a pocos metros de nuestra

    cena.

    Nos fuimos a dormir para soar que seguamos despiertos, pero los

    rugidos de los leones interrumpieron nuestro reposo...

    JUEVES 21

    De nuevo volvimos a ganar al sol y nos despertamos antes que l.

    39

    Chacal posando

  • Dimos una ltima vuelta con la esperanza de saludar al leopardo, pero a

    esas horas intempestivas es posible que siguiera durmiendo. Pusimos rumbo

    a Rundu, atajando por una carretera de gravilla que nos llevo a un lugar que

    ni el conductor saba donde estaba.

    El camin cada vez se haca ms montono. Me puse a escribir una

    postal, pero con tanto bache era imposible hacer trazos legibles. Llegamos a

    la carretera asfaltada donde nos esperaba un control policial. Tras pasarlo

    empezamos a ver desperdigados poblados de adobe, paja y palos donde

    animales y personas vivan en casas muy similares. Decenas de burros se

    divisaban a ambos lados de la

    carretera. Los campesinos de la

    zona recogan no se sabe muy

    bien qu en aquel secarral.

    Cuando empezaban a sonar

    nuestras tripas llegamos a Rundu,

    donde nos alojamos en un

    precioso lodge. Dejamos las

    pertenencias en una bonita casa de madera, con un jardin lleno de gallinas

    de guinea.

    Tomamos un tentempi y dimos una vuelta por la ciudad, que como

    bien indicaba una conocida gua de viajes, era "un bochornoso lugar sin

    ningn atractivo turstico". Compramos las ltimas provisiones antes de

    entrar al Delta del Okavango y fuimos a buscar sellos para mandar las

    postales. Preguntamos a los lugareos por la oficina postal, pero quitando

    una joven que nos acompao durante varios metros, las dems personas no

    parecan muy amigables. Digamos que eran parcos en palabras. Quizs

    fuera el asfixiante calor de la calle, o quiz el resentimiento de tantos aos de

    apartheid. Mientras caminbamos en busca de sellos, nos cruzamos con un

    40

    Gallinas de guinea o pintadas

  • nio que vesta una camiseta de ftbol rojiblanca. Nos acercamos a

    preguntarle por el nombre del equipo, pero dio un bote y sali corriendo,

    literalmente huy de nosotros. Parece que todava quedan muchas heridas

    por cerrar...

    Fuera como fuera, tras andar ms de un kilmetro llegamos a la oficina

    postal que estaba a las afueras de la ciudad. Nada ms entrar vimos una

    cola de ms de 15 personas por lo que desistimos de enviar las postales.

    Justo al salir, el guardia de seguridad nos dijo que si nos poda ayudar y

    despus de preguntarle por sellos, se levant y se fue a la ventanilla para

    colarnos por delante de todos los namibios. La primera reaccin fue de

    incredulidad total. Evidentemente nos negamos y se lo agradecimos. Menos

    mal que ya no existe el apartheid, que si llega a existir...

    Volvimos al camin donde haba varios nios pidiendo comida, dinero,

    ropa o lo que fuera.

    De regreso al lodge donde estbamos hospedados pude echar con mi

    hermano un minigolf. Esta vez de verdad no en la pantalla de un mvil, como

    nos habamos a costumbrado a hacer en los largos trayectos de camin,

    segn dejamos los palos, empezamos a jugar un partido de voleibol con los

    camareros del lodge y algunos compaeros de viaje, incluso mi padre se

    animo a vestirse de corto, aunque no creo que el seleccionador lo vuelva a

    convocar.

    VIERNES 22

    Un nuevo pas nos esperaba. Bordeamos el Okavango rumbo a

    Botsuana, no sin antes visitar la pequea reserva de Mohambo. Al entrar,

    una gua local nos coment que haba una hembra de leopardo con su cra

    descansando en un rbol. As que nos pusimos a recorrer Mohambo.

    Pudimos divisar en la lejana a algunos hipoptamos, ms cerca vimos un

    41

  • nuevo animal, el sable. Un antlope con una gran cornamenta y una piel tan

    negra como la de un toro. Tambin vimos correr a una familia de facoceros y

    algunas gacelas. Bajamos del camin para estirar las piernas al lado de un

    gran baobab y contemplar unas esplendidas marismas, pero ni rastro del

    leopardo que nos dijo la gua.

    Cruzamos la frontera y nos despedimos de la maravillosa Namibia.

    Deseosos de descubrir un nuevo territorio africano, Botsuana, un lugar donde

    todava habitan algunos bosquimanos en el

    desierto del Kalahari. Un desierto que ocupa el

    70% de la extensin del pas.

    Aunque habamos pasado la frontera, las

    casas seguan siendo muy parecidas. Chozas

    de barro y tablas se agolpaban a ambos lados

    de la carretera. Quizs algunas de ellas

    estaban mejor fabricadas o incorporaban

    cemento en los materiales de construccin,

    pero la diferencia era mnima. Tras unas horas

    llegamos a nuestro campamento donde nos

    dedicamos a descansar, contemplar el Okavango y ver diferentes aves.

    Algunos loros, otras semejantes a las cacatas e incluso algunas con el pico

    tan grande como l de los tucanes, los tocos.

    SBADO 23

    Las lanchas rpidas nos llevaron por el ri Okavango donde vimos

    varios cocodrilos y distintos pjaros. Entre estos, la majestuosa guila de

    cabeza blanca que en una ocasin, "la pescamos" con un pez en el pico;

    garzas, martines pescadores y ms guilas nos acompaaran el resto del

    viaje entre las orillas de caas y palmeras. Cocodrilos pequeos, medianos y

    42

    Toco de Bradfield

  • grandes se bronceaban a ambos lados de la orilla. Desembarcamos en pleno

    delta del okavango y un camin nos transport hasta los mokoros. Unas

    barcas de madera, alargadas con las que se desplazan por las marismas del

    delta. Su alargado frente permitio sortear fcilmente los juncos y no encallar

    en zonas de aguas bajas. Su forma de tronco no levantaba las sospechas de

    los irascibles hipoptamos. Como dira mi abuelo, los antiguos no seran

    sabios, pero si ms inteligentes que nosotros.

    Mokoreros navegando por el Delta del Okavango

    Los gondoleros africanos, tambin llamados mokoreros, nos llevaron

    hasta el lugar donde acampamos, un paraje solitario en mitad del delta. Slo

    accesible en mokoro o helicptero.

    Fuimos a dar una vuelta por los alrededores y tras subir a un rbol no

    vimos nada alrededor, salvo un paisaje de ensueo, tranquilidad, silencio,

    aire puro y naturaleza.

    En una de las vueltas que di con mi hermano encontramos a un

    hipoptamo muerto, estaba siendo devorado por las moscas. Posiblemente

    le habra matado otro hipoptamo para defender su territorio o por haberse

    43

  • acercado demasiado a sus hembras.

    Al caer la tarde subimos a los mokoros en busca de hipoptamos vivos.

    El calor era sofocante y los rugidos de los hipoptamos hicieron que en el

    ambiente hubiera una tensa calma. La emocin iba en aumento y el silencio

    se adueo del grupo. Tras varias vueltas vimos salir a un hipo del agua para

    respirar. Tan solo fueron unos segundos, lo que nico que asomaba era parte

    de la cabeza, las orejas y la nariz. Cuando queras darte cuenta se volva a

    meter durante varios minutos al agua y volva a salir durante unos segundos

    a respirar.

    Nos mantenamos a una distancia de seguridad de 50 metros, ya que

    aunque puedan parecer unos simpticos animales, son extremadamente

    agresivos y territoriales. Pueden llegar a matar a sus propios hijos para

    defender su trozo de charca. Fuimos a buscar ms de estos mamferos, que

    curiosamente estn emparentados con las ballenas, a otro lugar ms amplio

    y profundo; pudiendo deleitarnos con una pareja de hipoptamos con su cria

    A pesar de su gran dentadura son

    herbvoros y se alimentan de caas.

    Son muy apreciados en la zona porque

    abren los caminos en el delta, cuando

    se comen las caas.

    Tras estos momentos tan salvajes e

    impresionantes fuimos a ver la puesta

    del sol desde el mokoro. El crculo

    dorado del sol se dibujaba en el agua,

    junto a las caas, los nenfares y el

    rugido de los hipoptamos.

    Posiblemente la mejor puesta de sol

    que hayamos visto jams.

    44

    Atardecer capica

  • Volvimos al campamento y encontramos un incendio a pocos

    kilmetros de las tiendas. Nuestra preocupacin dur poco ya que cuando

    los mokoreros fueron a verlo no le dieron ninguna importancia. Nos

    comentaron que el agua que haba entre medias lo parara Los mokoreros

    estaban en lo cierto y al final el nico fuego que lleg al campamento fue el

    de la hoguera que hicimos para calentarnos de las bajas temperaturas

    nocturnas. Tras cenar al amor de la lumbre, los mokoreros nos contaron las

    tradiciones de sus ancestros, como cazaban elefantes e hipoptamos para

    sobrevivir y poder comer durante das. Tambin nos representaron canciones

    y danzas, algunas narraban la caza y sus rituales, otras el proceso de como

    las nias se convierten en mujer. Tras esta agradable velada nos fuimos a

    dormir, no sin antes echar un ltimo vistazo a un cielo que estaba repleto de

    estrellas.

    DOMINGO 24

    Una caminata por el delta nos esperaba, bamos a andar en busca de

    animales salvajes, este es uno de los pocos parques donde se pueden hacer

    rutas a pie y no en camin como estbamos acostumbrados. La caminata la

    hicimos en dos grupos de 10 personas, andando en fila india y completo

    silencio. Los mokoreros hicieron de guas y nos acompaaron en busca de

    bfalos, leones, hienas, cebras, elefantes, gacelas...

    Desafortunadamente o afortunadamente slo vimos los tres ltimos.

    Las cebras y las gacelas huan si nos acercbamos demasiado. Con los

    elefantes caminbamos con el viento en contra para que no pudieran

    olernos. Si hubiramos visto bfalos deberamos habernos tirado al suelo y

    hacer los mnimos movimientos, porque si los hipoptamos son los que

    mayores muertes humanas producen en frica, los bfalos estn en el

    nmero dos de la clasificacin.

    45

  • Pasamos por los restos del incendio y las sendas que hacan los

    elefantes al caminar y llegamos de nuevo al campamento. Aqu nos

    esperaban los mokoros para dar la ultima vuelta por el delta. Omos varios

    hipoptamos, pero no vimos ninguno. Nos refrescamos del intenso calor

    baandonos en una zona donde lo hacan los mokoreros. As, compartimos

    el agua con hipoptamos, cocodrilos, culebras y otros animales de la zona.

    El agua estaba fresquita, no me extraa que los hipoptamos no quieran salir

    de ella y exponerse a los 40 que habia en el exterior. Y eso que estbamos

    en Invierno...

    LUNES 25

    Nos levantamos y dijimos adis a la vida en tienda de campaa. Una

    camioneta nos transport al aerdromo, donde un aeroplano nos llevara del

    Okavango a Chobe. Deleitandonos con la vista area del delta, pudimos ver

    multitud de meandros y humedales desde el aire.

    Divisamos las tiendas de campaa donde habamos pasado la noche y

    46

    El Delta del Okavango visto por un guila

  • la zona quemada. Segn empezamos a sobrevolar el parque de Chobe,

    observamos manadas de jirafas, elefantes, cebras y gacelas que beban

    agua o pastaban tranquilamente. Incluso pudimos ver como una familia de

    hipoptamos caminaba en fila india. Cuando nos quisimos dar cuenta ya

    estbamos en el aeropuerto de Kasane y de ah al lodge. Dimos una vuelta

    de reconocimiento por el complejo, donde campaban a sus anchas babuinos,

    facoceros, varanos, ardillas y otros animales.

    Pareca un hotel para animales, pero no lo era. Pese a esto los monos

    entraban en las habitaciones para sustraer objetos o alimentos de los turistas

    y los facoceros cortaban el csped del jardn. En definitiva un curioso lugar

    para descansar y relajarse. Comimos e hicimos la digestin en un barco que

    recorra parte del ri Chobe. El viaje en barco fue espectacular, pudimos ver

    serpientes, lagartos y elefantes en las orillas del ri. Nos deleitamos con la

    majestuosidad de la ondulada cornamenta de los bfalos, que pastaban en

    las verdes praderas. Mientras los babuinos corran por la orilla junto con

    antlopes de agua y gacelas. Pero las estrellas de la tarde aun estaban por

    llegar. Unos hipoptamos pastaban alegremente en una orilla, mientras en la

    contraria otro grupo de

    hipos pasaba los lunes

    al sol tumbados en el

    barro.

    De vez en cuando

    alguno bostezaba y

    abra su inmensa boca.

    Otros movan el rabillo

    como si de unos

    cerditos se tratara.

    Hubo un amago de

    47

    Los colmillos del hipoptamo pueden llegar a pesar 4 kilos

  • pelea que no paso a mayores por la desidia que tenan, era la hora de su

    siesta. Lo ms gracioso era ver como las cras de hipoptamo imitaban los

    gestos de los mayores.

    De repente algo les puso en alerta y empezaron a levantarse. Unos se

    metieron al agua, otros andaron por la orilla, mientras que, de vez en cuando

    abran su gran boca en un angulo de casi 180. Este espectculo tambin

    nos dej boquiabiertos y sin batera en las cmaras.

    Ya cuando volvamos un mastodonte se puso en nuestro camino. Y es

    que un elefante cruz el ro por delante del barco, como si de un paso de

    cebra se tratara. El paquidermo pausadamente se cambio de acera,

    ayudndose de la trompa para respirar en las zonas ms profundas del ro.

    Pareca que estaba haciendo snorkel.

    Otra espectacular puesta de sol fue la guinda de este paseo en barco.

    En el lodge, un grupo de botsuaneses tocaba la marimba, un instrumento

    muy similar al xilfono, de madera y grandes proporciones. La msica

    pegadiza de ese instrumento me acompao al escribir estas lneas.

    48

    El trafico es intenso en el ro Chobe

  • MARTES 26

    De madrugada, un todoterreno nos sac de la cama y nos llevo al

    parque de Chobe, que estaba a escasos metros del lodge. En la primera

    charca vimos una bandada de marabus desayunando, un ave zancuda de la

    familia de las cigeas, aunque para su desgracia menos agraciada. Ms

    adelante una familia de leones paseaba mirndonos de reojo, una leona lleg

    a acercarse a escasos metros de nuestro descapotable y fijo la mirada en mi

    madre. Para evitar males mayores el conductor decidi arrancar el coche.

    Les seguimos a una distancia prudente durante unos minutos y continuamos

    el recorrido viendo varios impalas. En la rama de un rbol divisamos un

    pequeo bho, la pequea bolita de plumas apuraba las ultimas horas de la

    noche. Minutos despus encontramos a un grupo de licaones o perros

    salvajes correteando al lado del camino.

    Aprovechamos que haba amanecido y tomamos un caf al lado del ri,

    despus seguimos un camino que nos llevara a una pareja de leones que

    descansaban a la sombra de una acacia.

    A escasos metros una manada de bfalos africanos ocupaba el camino

    como si de una manifestacin antitaurina se tratara. Miraban extraados y

    49

    El bfalo cafre puede llegar a pesar 900 kilos

  • seguramente si hubieran tenido una cmara de fotos nos hubieran

    fotografiado. Uno de ellos empez a rascar el suelo con su pata delantera en

    plan amenazante, mientras otros cruzaban con sus cris, no sin antes mirar a

    ambos lados de la carretera.

    Proseguimos nuestra particular aventura en todoterreno, cuando

    inesperadamente apareci de entre la maleza un inmenso hipoptamo. Su

    piel empezaba resecarse y varios araazos cubran su cuerpo.

    Probablemente lo habran expulsado de su grupo o se habra perdido, ya que

    no es normal que estn tan alejados del agua. Su piel necesita estar en

    contacto con el agua para regular su temperatura y evitar quemaduras

    solares.

    Regresamos al lodge para recoger las maletas y poner rumbo a

    Zimbabue, el pas de Mugabe. Tras una larga espera en la aduana llegamos

    a la ciudad artificial de las Cataratas Victoria.

    Comimos en el restaurante de un famoso hotel colonial y fuimos a ver

    el gran salto de agua del rio Zambezi, las cataratas de Mosi-oa-Tunya, como

    se las conoce localmente.

    50

    Mosi-oa-Tunya, el humo que truena.

  • Durante el trayecto decenas de vendedores ambulantes insistan para

    que comprramos su artesana, good price for you! gritaban. Prometimos

    que a la salida echaramos un vistazo a sus productos y entramos al parque

    de las cataratas Victoria; aqu contemplamos varias hileras de agua, con

    cadas de hasta 90 metros, que formaban una cortina de agua donde se

    reflejaba el arco iris. El vapor que desprenda el choque del agua, formaba

    un microclima hmedo muy especial.

    Ala-Deltas y helicpteros sobrevolaban las cataratas. Pero lo ms

    impresionante fue ver como un grupo de turistas caminaba con unos guas

    locales por el borde de la catarata en el lado de Zambia. Tras perpetrar esta

    peligrosa ruta por piedras mojadas, acabaron bandose a escasos metros

    de la cada del agua. Fue surrealista ver a nios, abuelos, padres y africanos

    caminando de la mano por el borde del precipicio. Si nos quedaba alguna

    duda de donde estbamos, definitivamente nos dimos cuenta de que era en

    frica...

    Una masa de vendedores nos esperaba a la salida para que les

    comprramos lo que fuera. Entre ellos mismos se peleaban y regateaban el

    precio por l que nos venderan su artesana. Tampoco les importaba

    cambiarlo por jabn, ropa o comida. Por su parte la polica turstica sac una

    vara para quitarnos de enmedio a esta pobre gente. Unas imgenes terribles,

    que quedarn grabadas en nuestras retinas. Slo superadas por el momento

    en que casi acaban pegndose entre ellos por vendernos sus productos.

    La crisis en que esta sumido el pas es asfixiante, llegando a circular

    billetes de 150 billones de dolares zimbabuenses, que debido a la inflacin

    apenas valen para comprar una barra de pan. La gente slo desea que le

    pagues en euros, libras, dolares americanos o cualquier moneda africana

    que no sea la suya.

    51

  • MIRCOLES 27

    Nos levantamos con la intencin de ir a Zambia, para ver otra vista de

    las cataratas y poner un nuevo sello en nuestro pasaporte, pero en la oficina

    de turismo vimos que la diferencia entre una y otra vista era mnima, por lo

    que desechamos la idea de pasar al otro lado de la cada del ro Zambezi.

    As que dedicamos la maana a visitar el mercado y comprar los

    ltimos recuerdos. Enseguida vimos la desesperacin de la gente por

    vendernos algo. Muchos puestos y pocos turistas era la guinda que le faltaba

    a la economa local. Compramos

    multitud de adornos por poco dinero

    y comimos en un restaurante tpico,

    degustando la carne de cocodrilo,

    cuya textura se asemeja a una

    pechuga de pollo con sabor a

    pescado.

    Volvimos al hotel a por ropa,

    jabones y comida para repartirlo

    entre los lugareos, nada ms salir a

    la calle se abalanzaron sobre

    nosotros para obtener algn

    obsequio. Un bochornoso

    espectculo que no deja lugar a

    dudas, de la situacin en la que est el pas. Esto en una zona turstica, que

    sera de los pueblos del interior.

    Por la noche decidimos hacer una excursin nocturna para ver

    animales por la reserva del Zambezi, despedirnos de frica y para que

    negarlo, con la ilusin de ver un leopardo. Un 4x4 nos llevara en nuestro

    ultimo paseo por la naturaleza. Nada mas salir, bfalos y gallinas de guinea

    52

    Instrumentos musicales tipicos de Zimbabue

  • cenaban a ambos lados de la carretera y a pocos kilmetros de la ciudad.

    La experiencia del game drive nocturno fue adems de novedosa, muy

    curiosa. Un hombre con un foco en la mano se dedicaba a alumbrar a ambos

    lados de la carretera, la luz se proyectaba sobre arboles y matorrales en

    busca de animales. De vez en cuando veamos los ojos rojos de alguna

    gacela brillando en la noche. Algunos impalas y kudus sobresaltados por el

    foco se quedaban inmviles, haba restos de animales que haban sido

    devorados a escasos metros del camino.

    En mitad del recorrido paramos en un lodge que se encontraba dentro

    del parque y disfrutamos de nuestra ltima cena africana.

    Proseguimos la ruta para ver como un antlope de agua se esconda

    entre los matorrales y un grupo de hienas devoraba a su presa.

    Un bonito broche para estas espectaculares vacaciones que nos

    acompaaran durante mucho tiempo en la memoria. frica es un continente

    de contrastes en todos los sentidos, pero adems es el ltimo reducto de una

    vida en simbiosis con la naturaleza.

    frica Negra, frica Libre, grito de guerra contra la humanidad!

    53

    Aunque parezca la ONU son los personajes del libro

  • 54

  • 55

  • frica, agosto de 2008. Un camin, un velero, un aeroplano, un mokoro, un quad, una lancha y nuestros pies para recorrer mas de 7.000 km por Sudfrica, Namibia, Botsuana y Zimbabue. Naturaleza en estado puro, paisajes de ensueo, animales salvajes, pueblos ancestrales y todo tipo de culturas de las que deberamos aprender. En el continente africano no solo hay hambre, enfermedad, guerra, muerte y misioneros, por mucho que se empeen los medios de desinformacin.

    56

    Bergstrae en Lderitz