La significación continental de Manuel González Prada

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    Estudios Polticos ISSN 0121-5167 N 37, Medelln, julio-diciembre de 2010: pp. 207-232

    La significacin continental de Manuel Gonzlez Prada:

    sobre la gnesis del anarquismo en Hispanoamrica*

    Juan Guillermo Gmez Garca**

    Resumen

    En primer lugar, se realiza una breve caracterizacin de los tres tipos deintelectuales en Amrica Latina, desde la independencia a hoy. Luego se pasa aGonzlez Prada. Una renovacin de los estudios sobre el destacado pensador peruanoManuel Gonzlez Prada (1844-1918), cabra plantearla con tres nuevos problemas,

    o en relacin sinttica de aspectos de primer rango. El primero de ellos, es el de laconsideracin de la nacin peruana como una nacin deficitaria. El segundo, el dela transicin del pensador peruano desde sus primeras posturas liberal-positivistasy anticlericales a un radicalismo, cada vez ms decisivo, que desemboc en elanarquismo. Tercero, la posicin o reconfiguracin del intelectual a la luz de lacuestin obrera.

    Palabras claves

    Tipos Intelectuales en Amrica Latina; Manuel Gonzlez Prada; Nacin Peruana;

    Anarquismo; Luchas Obreras; Tipo Intelectual Radical.

    Fecha de recepcin: 03 de mayo de 2010 Fecha de aprobacin: 29 de septiembre de 2010

    Cmo citar este artculo

    Gmez, Guillermo. (2010, julio-diciembre). La significacin continental deManuel Gonzlez Prada: sobre la gnesis del anarquismo en Hispanoamrica. EstudiosPolticos, 37, Instituto de Estudios Polticos, Universidad de Antioquia, (pp. 207-232).

    * Este artculo es resultado de las conclusiones del proyecto de investigacin Poltica e intelectuales: la

    imagen de Espaa en el siglo XIX en Hispanoamrica, auspiciado por la Fundacin Carolina (Espaa)

    y el CODI de la Universidad de Antioquia, y es la versin aumentada de la Conferencia realizada por el

    autor en el XXIX Congreso de LASA, en Ro de Janeiro, el da 3 de junio de 2009.

    ** Abogado de la Universidad Externado de Colombia. Doctor en Filosofa, Universidad de

    Bielefeld (Alemania). Profesor Asociado del programa Letras: Filologa Hispnica, de la Facultad de

    Comunicaciones de la Universidad de Antioquia y catedrtico titular del Departamento de Historia de la

    Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional, Sede Medelln. E-mail: [email protected]

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    The Continental Meaning of Manuel Gonzlez Prada:

    On the Genesis of Anarchism in Hispanic America

    AbstractBy way of prior explanation, this article presents a short characterization of

    the three types of intellectuals in Latin America, from independence to today, inorder to consequently analyze the figure of Gonzlez Prada. A renewal of studieson the noticeable Peruvian thinker Manuel Gonzlez Prada (1844-1918), it wouldbe constructive to analyze him through three new approaches or through a syntheticrelationship of primary characteristics. The first of these is the reference to theconsideration of the Peruvian nation as a deficit nation. The second is the transitionof the Peruvian thinker from his first liberal-positivist and anti-clerical positions to a

    radicalism, becoming more and more decisive, which resulted in anarchism. And thethird characteristic is tied to the position or reconfiguration of the intellectual in lightof the worker issue.

    Keywords

    Intellectual Types in Latin America;Manuel Gonzlez Prada; Peruvian Nation;Ernest Renn; Anarchism; Workers Struggles; Radical Intellectual Type.

    Juan Guillermo Gmez Garca

    Estudios Polticos ISSN 0121-5167 N 37, Medelln, julio-diciembre de 2010: pp. 207-232

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    1. Los intelectuales en la historia de las ideas en Hispanoamrica

    Las preguntas referidas especialmente al caso del peruano GonzlezParada, a saber, qu signific la nacin peruana para l? Cmo se desplaz

    del anticlericalismo al anarquismo?, y qu forma o tipo intelectual locaracteriza?, precisan de unas notas previas que contribuyan a establecer unmarco general del desarrollo de los intelectuales en la historia Hispanoamrica(o de Amrica Latina), a partir de la Independencia. Ante la carencia de unahistoria general de los intelectuales para nuestro continente, toda formulacindebe considerarse provisional1. La indicacin sociolgica de Karl Mannheim ensus Ensayos sobre la sociologa de la cultura (1932) a saber, que el intelectuales el punto de articulacin o eslabn base en la relacin sociedad/ produccinde ideas, contribuye a despejar un problema metodolgico fundamental. Es

    decir, se puede pensar a partir de esta consideracin de Mannheim, que elsujeto privilegiado de la historia de las ideas, entendidas como derivada oen asocio de la estructura social, es el intelectual y su obra, sus funciones ysus escenarios en que acta o ejerce su influencia. El intelectual, se dice, estinserto en la vida social de modo que l es parte de ella, est sometido, en granmedida, a sus determinantes socio-culturales lengua, religin, comunidad,origen social, formacin, desempeo, medios, estado de las ciencias, pblicolector, entre otros pero a la vez incide en la marcha o modificacin deestos componentes externos, de un modo y un grado mltiple y no del todo

    consciente o determinable.Mannheim trae como ilustracin caracterstica de su sociologa del

    conocimiento en la que se inserta la sociologa de los intelectuales laposicin de privilegio del profesorado prusiano en la poca de Hegel. Elidealismo alemn profesaba la imagen solipsista del conocimiento que afirmala tarea de la filosofa como el pensar del pensar. Esta suposicin de que lasideas parten de la cabeza del profesor, exclusivamente, sin referencia delmedio social que las posibilita y las desarrolla, es un ejemplo sociolgicamentepertinente y caracterizable para la ciencia social. Es decir, cabe al socilogocomprender la produccin del conocer como parte de una estructura socialtpica en este caso la funcin de la universidad de cuo humboldtiano delo que se conoce histricamente como las reformas prusianas, sin las que esereformismo defensivo y esta filosofa idealista no seran aprehensibles para elconocer sociolgico. El pensar hace a la sociedad, pero sin duda la sociedad

    1 Recientemente se public en Argentina el primer volumen deHistoria de los intelectuales en Amrica

    Latina (Altamirano, 2008) compuesto de trabajos de calidad de diversos autores. Pero todava no es una

    obra integral, producida por una visin de conjunto.

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    hace al pensar; o mejor, el pensar es parte de la estructura social, la posibilita,la modifica y es modificado a su vez. Los ejemplos se pueden multiplicar, tantoen Mannheim, como en quienes han desarrollado este campo del conocersocial como Gramsci, Georg Lukcs, Robert Merton, Louis Horowitz, Edward

    Shils, Lewis A. Coser, Leo Loewenthal, Pierre Bourdieu entre una serie dedestacados socilogos del siglo XX.

    Para la inteligencia hispano o latinoamericana, cabra adelantar unacaracterizacin sociolgica sobre la base metodolgica de los tipos purosde inspiracin en Max Weber. Se podra adelantar tres tipos desde la pocade la independencia, a saber, el intelectual-poltico, el intelectual puro y elintelectual-cientfico social. El primero estara representado por hombres como

    Juan Pablo Viscardo, Simn Bolvar, Andrs Bello, Domingo F. Sarmiento,

    Gonzlez Prada o Jos Mart; el segundo por Rubn Daro, J. E. Rod, TomsCarrasquilla o Alfonso Reyes; el tercero por Gilberto Freire, Fernando Ortiz,Jos Medina Echevarra o Mario Gngora. Cronolgicamente el primer tipocubre los hombres de la independencia y las dcadas siguientes a la formacinde las naciones; el segundo el fin de siglo XIX y las primeras dcadas del sigloXX; y el tercero se desarrolla a partir de los procesos de masificacin urbana demediados del siglo XX en adelante. Esta tipologa, como es de la naturaleza deltipo weberiano, es una construccin abstrada del material emprico, es decir,de la vida y obra de los intelectuales, y sirve de instrumento metodolgico

    intermedio entre la historia de tendencia ideogrfica de las ideas y las posiblesreglas o leyes dominantes de la inteligencia latinoamericana. Esta es pues unasugerencia en medio del camino reconstructivo de una amplsima y, de algnmodo, inabarcable vida de la inteligencia latinoamericana. Ella puede dejaren el camino, aparentemente, a corrientes como el positivismo en el sigloXIX o atender, a medias, la fuerte oleada del marxismo-leninismo producidabajo el impacto de la revolucin cubana. Tambin, por supuesto, podraconsiderarse insuficiente para explicar los movimientos anti-intelectualistasque, en forma espasmdica, pero no menos significativa, se producen en lahistoria de la inteligencia hispanoamericana, como es el caso de la restauracino revisionismo histrico de principios del siglo XX, que cobija a un ErnestoQuesada, Vallenilla Lanz o hasta Fernando Gonzlez, o como es el caso delanti-intelectualismo de la izquierda de los aos sesenta y setenta que convirtien epicentro del universo a La Habana.

    La nominacin intelectual, hombre de letras, escritor, llevara a unalarga consideracin conceptual. Apenas habra que anotar que llamamosintelectual, a quien dedica una considerable parte de su vida, con una ciertabase profesional, a la produccin de ideas tiles y bellas y que l y su poca

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    consideran como tal y a su difusin y masificacin, por muy diversos medios,y con ello contribuye a potenciar el marco de la opinin pblica, de un modou otro. Hecha estas consideraciones mnimas, es necesario pasar a dar unostrazos bsicos de cada uno de estos tipos sugeridos.

    Nadie puede discutir que el papel de las ideas de la Ilustracin, enel marco de las tensiones entre Espaa y sus colonias, fue determinante,pero igualmente parece necesario agregar que ese papel o su determinadosentido slo alcanza a ser evaluado en la medida que l acta efectivamentesobre el acontecer histrico, cuando ese legado filosfico crtico encarna enel lenguaje poltico y las formulaciones constitucionales de un Juan PabloViscardo y Guzmn, Antonio Nario, fray Servando Teresa de Mier, MarianoMoreno o Simn Bolvar. En cada uno de ellos ejercen sus circunstancias

    o roles de adscripcin, uno u otro efecto, y a la vez, cada uno de ellosirradia sus consecuencias de acuerdo al radio de accin o a la marcha delos acontecimientos. De una forma u otra, el marco general de tensionespolticas en que se mueven estos independentistas de quienes tomamos elejemplo para aclarar el sentido de una hiptesis general de su papel comointelectuales, debe observar al menos cuatro aspectos decisivos: el primero,que ellos se mueven en un ambiente de cultura ilustrada, vale decir, que hacende su tarea intelectual un ejercicio activo consciente para la mejora social yde crtica a las instituciones pblicas a partir de lecturas como Montesquieu

    o Rousseau o Raynal; el segundo, que el marco privilegiado de su prdica esde acento casi invariablemente poltico, en la formacin utpica de la nacincomo comunidad por venir; el tercero, que hacen de sus ideas instrumentoso armas de la vida pblica con el fin de incidir en ella de forma inmediata;el cuarto, que su formulacin responde a su ideal criollo, vale decir, que sonportavoces de una clase determinada los americanos espaoles quedisputa un lugar en la vida pblica con sus rivales peninsulares, contra quienescontrovierten en forma agria los ttulos de su permanencia en el continente. Enestos determinantes fundamentos se entrecruzan o se establecen las variablesdominantes que van a tener efectos, por lo dems equvocos, o conflictos enlas guerras de independencia, primero, y luego como legado controvertible,pero al fin fundacional, de nuestras repblicas en el siglo XIX.

    Este cuerpo de ideas diseminado por todo el continente y al cual seagrega su epos por el curso ms o menos glorioso de las guerras que justificaronla rebelin contra la Madre Patria que va a dar lugar a confrontacionesentre dos bandos dominantes, liberales y conservadores, seguir arrastrandosus predeterminantes a lo largo de las dcadas siguientes. El primer tipo deintelectual, en el cual est inserto un Manuel Gonzlez Prada, est perfilado

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    desde los primeros aos de la Independencia. Este puede encarnar en las figurasdel venezolano Andrs Bello, el colombiano Juan Garca del Ro, el argentinoDomingo F. Sarmiento, el chileno Francisco Bilbao, el mexicano IgnacioManuel Altamirano o el cubano Jos Mart, y tiene una especial nota comn:

    la escritura es parte de la accin pblica y su legado intelectual es resultado,en sus materiales sustanciales, de las concretas circunstancias y posicionespolticas como ministros, diplomticos, militares, rectores, directores deperidicos en que actuaron, motivaron o se vieron impelidos a definir.

    Obra literaria y obra pblica estn ntimamente entrelazadas. Todaescritura de ah su vnculo con la ilustracin de un Unanue en Per o unCaldas en la Nueva Granada es un ejercicio consciente de responsabilidadsocial, de pedagoga y de seria indagacin por los fundamentos del

    conocimiento, es decir, en una palabra, de racionalizacin. El mltiple yvariado inters de sus objetos intelectuales, los podra acercar al modelohumanista del renacimiento, menos por caprichos que por la fuerza de lascircunstancias en que tenan que intervenir, para crear, modificar, o destruir.En el fondo, se trataba de sustituir una cultura heredada por otra. Se trataba dedar nuevo piso cultural a unas excolonias que haba sufrido no solo el despojomaterial y la expoliacin inmisericorde de sus nativos, sino que haba heredadolos hbitos, costumbres, mentalidades de la Madre Espaa. Los vicios de laContrarreforma fanatismo, intolerancia, pereza mental iban en contra de

    los postulados ilustrados, aunque estos, sea dicho de paso, no se tomaronen bloque y fueron refinados en el laboratorio histrico del romanticismo decuo herderiano.

    Espaa, en una palabra, sigui gravitando como un tema dominante,tanto porque ella no cejaba en su intencin de reconquistar a sus colonias,sino porque ella perviva como lastre en las nacientes repblicas e impeda oinhiba la realizacin de sus postulados republicanos. Si hubo anti-hispanistas(Sarmiento, Lastarria, Gonzlez Prada), hubo necesariamente prohispanistassin cortapisas (Garca Icazbalceta, Miguel A. Caro), como hubo ponderadoscrticos de la labor de Espaa en Amrica (como fue el caso de don AndrsBello). El medio privilegiado de provocar el influjo de sus ideas a la sociedadfue la prensa, y fue sin prejuicio que buscaron otras instituciones como laeducacin primaria o universitaria, las veladas literarias o las conferencias,para ampliar el radio de accin y la fuerza persuasiva de su misin intelectual.Porque en efecto, la alta auto-estima en que se tenan y que en efecto rendatributo en la sociedad, parta no menos de la condicin de pauperismo culturalun analfabetismo que era abrumador y que diferencia las repblicashispanoamericanas de la norteamericana. En sta ltima, como lo observa

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    Alexis de Tocqueville, el hombre de letras careca de una especial aureolao funcin, pues los conocimientos fundamentales y prcticos estaban tanampliamente distribuidos en todas las capas sociales como no lo habanestado en ninguna otra nacin, y de esta forma no se les renda un culto o

    estima determinado. Las obras ms caractersticas de este modelo intelectualpodran serLa biblioteca americana (1823) y El repertorio americano (1826-27) de Bello-Garca del Ro, Facundo (1845) de Sarmiento, El Renacimiento(1869) de Altamirano, o Pginas libres (1894) de Gonzlez Prada. Se lee a losilustrados, a los clsicos espaoles, pero tambin a Larra, Tocqueville, VctorHugo, y luego a Renan, entre muchos ms.

    A este primer tipo de intelectual hispanoamericano, sigue el llamado tipodel intelectual puro. Este tipo lo caracteriz Pedro Henrquez Urea en Las

    corrientes literarias en la Amrica hispnica (1948). En esta clsica exposicinsobre el desarrollo de nuestra literatura, se anota que hacia finales del siglo XIXlos hombres de letras o escritores se separaron de la senda poltica. El intelectualcumpli con las exigencias de la sociedad burguesa de la divisin del trabajo,se especializ. Y como las letras no son una profesin, sino realmente unavocacin, el literato puro emergi como promesa y realizacin. Quiz por elhecho de que Cuba libraba su lucha por la independencia, todava la obra deMart est sujeta a las contingencias de la vida poltica y los sacudimientos quele son propios. Esta nueva configuracin del intelectual, como artista puro, la

    realiza a plenitud Rubn Daro. La vida del poeta nicaragense se autopostulacomo leyenda, como la nota propia del poeta soador y del exigente renovadorde la literatura primordialmente de la poesa de la lengua espaola. Cabeagregar los nombres del uruguayo Herrera y Reissig, del colombiano Jos A.Silva, del uruguayo Jos E. Rod, del venezolano Manuel Daz Rodrguez y lavenezolana Teresa de la Parra, pero igualmente los de un Toms Carrasquillao Carlos A. Torres como exponentes representativos de este tipo sociolgico.

    ElAzul de Daro o elAriel de Rod pueden ser tenidas como cumbresde esta nueva tendencia. Pero tambin cabe llamar la atencin en las tersas,balsmicas pginas de El cosmopolita (1866) de Juan Montalvo. En ellas, seanticipa esa transicin, vale decir, el paso del primer modelo intelectual delescritor-hombre pblico al literato puro. Quiz su rara circunstancia biogrficade visitar a Pars hacia los 21 aos, como delegado (sin oficio) diplomtico,aligeraron su imagen del escritor de la carga de su responsabilidad inmediatade debater comprometido. Ya en ciertas pginas como en Viajes, Poesa delos moros se delata el intelectual libremente vacilante, conforme la formulade Alfred Weber, retomada por Mannheim, para caracterizar el intelectualen la poca contempornea. Este se empez a perfilar con los philosophes

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    franceses, pero alcanzan, conforme el socilogo hngaro, su expresin, entoda su pureza y contradiccin inherente, en un Novalis o Friedrich Schlegel,los grandes exponentes del romanticismo alemn. Con Juan Montalvo, perosobre todo con la generacin que lo sigue, se consolida este tipo intelectual

    hispanoamericano, al contacto de la intensa transformacin social ocasionadapor el capitalismo. El bucolismo virgiliano, al que Bello se adhiri comoforma de vida republicana, se disuelve a favor de una intensificacin de lavida urbana, de cuo burgus, como lo experiment Rubn Daro en BuenosAires o en Barcelona. En Barcelona, Gonzlez Prada tambin haba respiradoun nuevo aire hacia 1897: el del anarquismo y la intensa protesta social.

    Cabe, en todo caso, anotar que este nuevo tipo intelectual reconsiderala herencia hispnica, a la luz de su creciente cosmopolitismo intelectual.

    En las pginas citadas de Montalvo ya se anuncia una tendencia que va adesembocar, dcadas ms tarde, en Plenitud de Espaa de Henrquez Ureao Estudios gongorinos de Alfonso Reyes. Estos dos escritores contraen lo mejorde las letras hispanoamericanas del intelectual puro. Su ideal esttico deperfeccin se fusion con la tendencia anterior de grandes pedagogos: fueronlos ltimos maestros de Hispanoamrica, en cuanto el ideal humanista, la plenarealizacin esttica y el inmenso aporte a su cultura intelectual. La lectura desimbolistas franceses y de obras de Le Bon o Guyau, pero tambin Shakespeareo Goethe, se ponen de presente. Tambin ellos son los ltimos hijos, los hijos

    del privilegio, pero igualmente de la excelsitud, de la vieja estructura de lahacienda. No obstante, justamente cuando el modelo llega a su plenitud,tambin se anuncia sociolgicamente su anacronismo.

    Las clases medias, que presionan desde abajo por una nueva universidad,y cuya explosin fue el llamado movimiento de Crdoba (Argentina) en1918, marca una tendencia definitiva: la necesidad de revertir el saber a latransformacin de nuestras sociedades ante el problema obrero. Sin dudaquien encabez esta transformacin, fue el peruano Jos Carlos Maritegui.Con Maritegui se da un paso hacia el futuro convulso de estas nuevassociedades masificadas, que fueron descifradas por un marxismo flexible yno ortodoxo (vale decir, no marxista-leninista dogmtico). Los siete ensayosde interpretacin de la realidad peruana (1927), con todo, no se puedendesentraar aislados de una verdadera eclosin de obras de carcter cientficosocial en toda Latinoamrica. Basta mencionarPer: problema y posibilidad(1927) de Jorge Basadre, Problemas colombianos (1928) de Alejandro Lpez,Casa grande y Senzala (1933) del brasilero Gilberto Freire, Contrapunteocubano del tabaco y el azcar de Fernando Ortiz, Estructura social de lacolonia (1942) del argentino Sergio Bag, Consideraciones sociolgicas del

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    desarrollo de Amrica Latina del espaol-mexicano Jos Medina Echavarra,Consideraciones sociolgicas del desarrollo de Amrica Latina (1964) delitalo-argentino Gino Germani o Familia y cultura en Colombia (1964) deVirginia Gutirrez de Pineda. Por razones de espacio no podemos sino insinuar

    este nuevo, o tercer tipo, el del cientfico social, que reinventa la historia yla sociedad latinoamericana con instrumentos metodolgicos y conceptostericos derivados de inusitada fuerza interpretativa. El trasfondo multiculturaldel continente fue redescubierto entre las ruinas de los prejuicios hispnicos olos prejuicios del estrecho positivistas decimonnico. La historia, la sociologay la antropologa se imponen como disciplinas para el desarrollo, el cambiosocial.

    Solo se tendran que agregar, forzosamente, dos nombres, por la rareza

    magistral que caracteriz sus obras, como hijos de la prosa modernista suideal esttico cosmopolita, de brillo serio y laconismo y de las exigentesdisciplinas cientficas a que se consagraron, a saber, el historiador argentino

    Jos Luis Romeo y el crtico literario y filsofo colombiano Rafael GutirrezGirardot. Ellos fueron a la vez grandes ensayistas y profundos artfices deobras cientficas, de gran reconocimiento continental. El tipo humano deRomero, acaso, ms afn a la cortesa cosmopolita, mientras el colombiano,que hubo de padecer las vicisitudes de un pas agriamente anclado en elpasado. Ellos son, pinsese la historia intelectual de Latinoamrica como se

    desee, los ltimos exponentes de una inteligencia que supo renovar el legadodel siglo XIX; Romero bajo la sombra del gran Sarmiento, y Gutirrez bajola del magnfico Bolvar. Sus obras ya clsicas estn, pues, inscritas entre latradicin y la ruptura.

    Queda una ltima nota para los escritores del boom, Rulfo, Cortzar,Garca Mrquez, Fuentes, Vargas Llosa, entre otros. Todos ellos son hijosde Jorge Luis Borges. Como Borges fue heredero de Daro, su continuaciny superacin. El boom fue favorecido por el mercado internacional de susobras. Esto nunca lo tuvieron los autores hispanoamericanos de las pocasanteriores, independiente de su calidad intelectual. Tambin el boom contcon la suerte de tener su gran crtico, que adems fue su conciencia exigente,y uno de los ms comprometidos y significativos intelectuales del siglo XX,el uruguayo ngel Rama. Luego Garca Mrquez y Vargas Llosa; este ltimodestacado hombre de letras que escriba muy atropelladamente y quien fueseel merecedor del tercer Nobel a las letras de boom.

    Gonzlez Prada emerge, a la luz de este breve recorrido por la historiaintelectual de los siglos XIX y XX, con su personalidad slida, su renovacin

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    de la prosa castellana templada por sucesos de la guerra del Pacfico, consu gran tensin que lo lleva de una concentracin intelectual hacia la luchasocial como a contrapelo de su generacin modernista y lo posicionancomo un tipo intermedio, entre intelectual-poltico y el intelectual consagrado

    al sagrado oficio de su obra artstica. Su especificidad no demerita el esquemapresentado, sino ms lo amplifica y enriquece.

    2. Gonzlez Prada y la nacin peruana

    La significacin de la nacin peruana para Gonzlez Prada quedaplasmada en la coleccin de sus ensayos recogidos en 1896, bajo el ttuloprovocadorPginas libres (1896). En esta obra compuesta de 20 trabajos,ensayos, conferencias y reflexiones realizadas en curso de diez aos, se puede

    entresacar una imagen coherente de la significacin de Per para el limeo,considerado el fustigador de la conciencia nacional. Los 22 ensayos editadosen cinco apartes, revelan o delatan una intencin o voluntad comprensivaglobalizante. Esto no quiere decir que se ajuste a un plan sistemtico, sino queellos revelan una peculiar conciencia romntica, la del fragmento schlegelianoentendido como la sistemtica asistematicidad de un pensamiento enprogreso permanente.

    El conflicto o guerra chileno-peruana es, conforme un lugar tpico o

    lugar comn, el episodio detonante de la literatura de desilusin de GonzlezPrada (Basadre, 1931, p. 156). Este conflicto que se inici hace 130 aos, en1879, y se prolong oficialmente hasta 1883, con la firma de unos tratadosinusualmente desventajoso al Per como nacin vencida, es, con todo, laclave de una protesta contra los invasores, pero sobre todo contra el pesode una herencia negativa que aplastaba la conciencia nacional. La Espaade torero, chulo, cura y dmine de Salamanca (Gonzlez Prada, 1945, p.170) era el verdadero sustrato cultural que obr como quinta columna parala derrota del Per. El Per independiente, el Per republicano, no haba

    logrado alcanzar una identidad propia, no se haba forjado una personalidadautnoma. Todava Per segua girando, cultural y socialmente, en la rbitade la Espaa inquisitorial, la Espaa que se haba quedado rezagada, desdela Contrarreforma, de los pueblos protestantes Alemania e Inglaterra quehaban alcanzo un notable nivel de desarrollo econmico y cientfico y unprogreso social y cultural.

    El debate de Gonzlez Prada, desde sus inicios, contra la herenciaespaola, se ejemplifica en su Conferencia en el Ateneo de Lima (1885), enel Discurso en el Teatro Olimpo (1888) y Discurso en el Polietama (1888).

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    El comn denominador de ellos es la discusin en torno del peso muerto deEspaa y la posibilidad, o mejor exigencia, de salir de la rbita de ese astrocaduco y enfermo terminal. El tema de la vida nueva, frente a quienes seacercan a las puertas del sepulcro (Gonzlez Prada, 1946, p. 63), domina la

    incisiva prosa con que Gonzlez Prada quiere despertar la conciencia nacionaladormecida, o mejor, moribunda. Chile ha derrotado fcilmente a Per, elcual no consigue erigirse con la cabeza digna ante la hecatombe, con nuevasy radicales ideas. Si ayer vivimos, en materia literaria de Zorrilla, Espronceda,Quintana, hoy recogemos como frutos maduros a Severo Catalina y a Jos Selgasy Carrasco, sin advertir que ellos no enmiendan, sino ms bien profundizan lafalta de ideas, de conceptos modernos de la literatura europea. Per yerra sucamino de emancipacin literaria al estar agazapada a estos rboles raquticos,que no dan sombra fresca y amenazan, por carecer de raz vigorosa, con

    aplastar nuestros tmidos productos nacionales. Precisamos de una prosanatural, y no esa prosa anmica, desmayada y heterclita de acadmicosespaoles. Necesitamos renovar. Ningn escritor nacional ni espaolpuede guiarnos. Aqu nadie es maestro, solo somos aficionados. Tenemos unaliteratura de transicin, vacilaciones, tanteos y luces crepusculares: nadanuevo aprenderemos de la Espaa monarquista y ultramontana. Retomar lasviejas costumbres de nuestros abuelos hispnicos es retrogradar.

    Si en materia literaria hemos sorbido la sangre cansada de la teologal

    Espaa, en materia social no hemos salido del crculo de sus resabios semi-estamentarios. Luchar contra la idea de una nobleza colonial es ponerse al dade una peculiaridad nacional, pues la misma constitucin nacional no permitesueos gticos o restaurativos. Aqu no hay verdadera nobleza, no hay cleroculto, ni burguesa. Hay una clase media catlica y desengaada. Y hay unpueblo supersticioso, como el de la sierra, que obedece al primer impulso oel de la costa cuerpo flotante, cede a todos los vientos y a todas las olas. Nohay partidos, y carecemos de un epos nacional: apenas en la Independenciay el 2 de mayo se derram una gota de sangre por una idea revolucionaria.Queda por delante una larga tarea; una tarea de renovacin que debe partirdel escritor: el escritor, que ha traicionado su funcin y misin libertadora,se ha consagrado a la adulacin y a la mentira. La honradez, la verdad enlos escritos es la nueva consigna del Crculo literario, una institucin til,respetable, invencible.

    Gonzlez Prada luchaba por una independencia literaria que, de algunaforma o de una forma muy peculiar, haba planteado la juventud argentinaen el Saln Literario de 1837 y que haba llegado a una de sus expresionesms acabadas en el Facundo (1845) de Domingo F. Sarmiento. La irritacin

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    de Gonzlez Prada es similar a la incomodidad que manifiesta el joven JuanMara Gutirrez ante la presencia u omnipresencia hispnica en nuestrasletras, medio siglo antes en Fisonoma del saber espaol cul deba ser entrenosotros (Gutirrez, 2006, pp. 3-13). El anti-hispanismo sarmentiano, que

    es un concepto elevado a vida literaria activa, se recrea en Gonzlez Pradaen forma tarda pero no menos creativa. Gonzlez libraba solitario la batallapor la autonoma literaria del tronco espaol que los jvenes argentinoshaba hecho como divisa generacional, pero su batalla se libraba en unterreno movedizo que no debe pasarse por alto. El canovismo haba girado,en su poltica conciliatoria con la excolonias, hacia el restablecimiento derelaciones culturales entre los dos mundos de lengua espaola (Rama, 1982).Mientras Ricardo Palma y an Rubn Daro se acercaban a la vida peninsular,con simpata y hasta con cierta melosera, Gonzlez Prada se alejaba de ella

    implacable: impona un criterio de incompatibilidad de carcter y sobre todode ideas que qued plasmado en sus cuadros sobre Juan Valera y don EmilioCastelar. En una palabra, Gonzlez Prada los sepult sin responsos.

    Gonzlez Prada estaba distante de compartir el sentimiento delrenacimiento de una literatura nacional, tal como dos dcadas antes habamovido la pluma del mexicano Ignacio Manuel Altamirano. El joven escritor deorigen indgena, se haba entusiasmado y seguido puntualmente el desarrollode las letras de su pas, del movimiento de lo que el tildaba de renacimiento

    desde las veladas que haban tenido lugar a partir de 1868, en diversas casas deliteratos de la capital. En estas veladas circulaban hombres de talento como JosMara Ramrez, Guillermo Prieto, Ignacio Ramrez, Manuel Peredo, AlfredoChevero, Jos Rivera y Ro, Justo Sierra. Estas veladas eran testimonio de esarenovacin de las letras, una vez la guerra contra el invasor haba tocadosu fin, y tanto nacin como literatura nacional emergan con entusiasmo.La publicacin de su peridico era la prueba de su aserto crtico. En 1870declaraba: S: han progresado las bellas letras en Mxico (Altamirano, 1949,p. 226)2. Los hombres de letras mexicanos haban dado un paso decisivo parasuperar la hegemona de la Academia de Letrn, cuya poesa de esa poca(anterior) pertenece a Espaa y no a Amrica (Altamirano, 1949, p. 258). Enotros trminos, Mxico se dispuso a echar tierra sobre la influencia proto-hispanista del famoso don Lucas Alamn, de nefanda memoria. Las letrasmexicanas son el colofn del movimiento nacional que expuls a los invasores

    2 Altamirano hace un balance de la lucha a muerte que tuvo que librar el partido popular, heredero de

    Hidalgo y Morelos, contra la aristocracia, el clero y el ejrcito, durante ms de medio siglo. Con Jurez,

    pero sobre todo con el rgimen positivista del general Porrio Daz, conforme el dictamen histrico del

    novelista, se cerraba el ciclo cruento de guerras civiles, y se abra una era de prosperidad para la nacin

    azteca. Esta esperanza nunca la alcanz Gonzlez Prada para Per.

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    imperiales, en cuya cabeza estuvo el sacrificado Maximiliano, y ponen depresente el estado de elevacin moral de la repblica mexicana juarista.

    De las miserias del Per republicano de Gonzlez Prada, por el contrario,

    queda por destacar apenas dos nombres, uno militar tomado de las guerrascontra Chile, y el otro de la lucha por la emancipacin mental del papado:el almirante Grau y Francisco de P. Vigil (Gonzlez Prada, 1946). El primeroresarce el orgullo nacional humillado, por su valiente defensa de las costasperuanas ante una marina superior como era la chilena. Grau es un faro enla dignidad nacional; si Per, se infiere o se puede entresacar, no tuvo nisu Bolvar, ni su Paz, ni su Sucre, ni las lites peruanas lucharon contra lamonarqua espaola; si Per pudo mostrar toda su vergenza en la traicin deRiva Agero y Torre Tagle, el almirante Grau contradice ese pasado negativo.

    l personifica el orgullo nacional en la diestra defensa con su navo El Huscary, con esa nota de caballerosidad espaola, compensa o salda, parcialmente,la deuda o dficit pico que caracteriz la nacin peruana en las guerras deIndependencia.

    Mientras Grau saldaba, as sea en una cifra, esa conciencia deficitariaen el epos nacional, Vigil se antepona a la obtusa presencia papal en el Per.Per, al igual que Mxico, haba tenido una Independencia aberrante; o enotros trminos, las dos naciones en que se haban levantado las soberbiascoloniales barrocas, se haban opuesto, por una u otra razn, a la regularmarchar de una independencia, republicana y antihispnica. Mxico, al fin,abraza la independencia en cabeza de Iturbide, pero para oponer a los liberalesespaoles que le haban impuesto su Constitucin a Fernando VII es decir,fue una independencia reaccionaria, no queda sino observar que Mxicoconoci a Benito Jurez y, para un Altamirano, un Porfirio Daz. Per, al igualque Mxico, haba conocido el trauma de la mutilacin, pero Mxico habaderramado sangre heroica para oponerse a la invasin de los Habsburgo ysentado las bases de su podero material. Jurez haba derrotado a los invasores:el indiecito de Oaxaca haba fusilado a un emperador de verdad. Per carecade estos hechos trascendentales: haba luchado contra un imperio, perosobre todo haba luchado contra el clero. La Reforma del Mxico juarista yse podra pensar tambin la Revolucin contra Porfirio Daz, en 1910 eraun episodio anti-clerical de primera magnitud, ante el cual slo en Per sepodra mencionar a Vigil como cabeza de una rebelin fracasada. Vigil erala conciencia anti-clerical del Per, que Gonzlez Prada resalta de maneraparadigmtica. El clrigo laico que rompe con la estructura eclesistica y seconsagra a la lucha por la secularizacin del Per. Fue liberal moderado, ypretendi quitarle a la Iglesia los privilegios y la autoridad suprema a favor

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    de la libertad de conciencia, la libertad de cultos, el matrimonio civil y eldivorcio. Vigil era el esprit forte que, como Ignacio Ramrez El Nigromantepara Altamirano, haba encarnado al librepensador, al hombre que rompacon el pasado clerical para enfrentarse a los retos de la secularizacin de la

    vida nacional, para limpiar a las conciencias del legado sucio peninsular.

    Ledas hoy estas contribuciones de Gonzlez Prada, al filo de ladesazn que causaron la guerra con Chile, la ocupacin de ms de tresaos y el desgarramiento de un territorio de enorme importancia estratgicay econmica, se dejan filtrar en ellas todava el dolor y desamparo que lasmotiv y los contradictorios efectos que produjo en el pblico peruano. LuisAlberto Snchez reconstruye, en forma pormenorizada, las reacciones quesuscit la pieza mayor de la Conferencia del Polietama de 1888, a la que

    calific, casi misteriosamente, como fraseario de esperanzada desesperacin(Snchez, 1937, p. 118). Por el efecto producido, se puede afirmar que nacepblicamente Gonzlez Prada como escritor nacional y que la opinin pblicaperuana en adelante no ser la misma. El grado de expectativa producido, tantoen quienes se sentan vilipendiados y agraviados por el hijo de una gran casaaristocrtica como quienes lo empezaron a admirar sin reparos, fue enorme.La reproduccin de su mensaje y la frase que lleg a ser estribillo de lo nuevo,Los viejos a la tumba, los jvenes a la obra, se difunda y propagaba dela misma manera que deseaban ser atajadas en su fuente. Gonzlez Prada

    lleg a ser una esperanza, como fue al mismo tiempo tachado de hereje. Fueel apstol de una nueva religin literaria-poltica, como el temido debaterque ola a azufre y precisaba ser detenido. El Crculo Literario, agrupacinde cual era presidente, fue a su vez bandera y tribuna, trampoln y caja deresonancia de esta labor de inusitada remocin de la conciencia pblica. Ascomo el exiliado argentino en Chile, Domingo F. Sarmiento, lograba alterar lamodorra de la Repblica de las letras precedida por el venezolano Bello en elpas austral, dcadas antes, asimismo Gonzlez Prada se levantaba para armaruna polvareda de dimensiones y significacin indita. Los dos, basta asegurar,determinaron el rumbo de las letras de sus pases y en su nfasis polmicomodelaron una personalidad literaria de larga duracin. As como Altamiranoreuni en torno a l varias generaciones literarias mexicanas, en sus famosasveladas de 1868, del mismo modo Gonzlez Prada aglutin a las concienciasvigilantes de su pas, que multiplicaron su voz en diversos peridicos LaIntegridad, El Radical, La Luz Elctrica y otras asociaciones emergentes,bajo el motto propaganda y ataque.

    A diferencia de Sarmiento, Mart o Daro, Gonzlez Prada no tuvo quealquilar su pluma, vale decir, hacer parte de la creciente mercantilizacin

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    del arte de la escritura. Hizo sus primeros pasos aislado de su medio social;sali de su encierro a sus 45 aos, bajo circunstancias nacionales insostenibles;contribuy con sus ensayos a remover la conciencia nacional, luego de laderrota con Chile, de un modo semejante a Altamirano, quien en Mxico

    tiende la mano a sus compatriotas para reiniciar una nueva existencia nacional,tras dos dcadas de desastres continuos. Tanto en un caso como en el otrola frustracin nacional, moviliz una conciencia colectiva que redund enla consolidacin de la vida literaria nacional. No se puede argir lo mismo,desafortunadamente, para el caso colombiano, que tambin sufri untremendo sacudimiento con la Guerra de los Mil Das (1899-1902) y luegocon la prdida de Panam (1903). La vida literaria, en el fondo permaneciimpermeable y los patricios de la Regeneracin pudieron encontrar en lafigura de Guillermo Valencia la confirmacin de sus presupuestos anacrnicos.

    Mientras en Argentina la dictadura de Rosas produce a sarmiento; las guerrasciviles, la invasin imperial francesa, motiva la escritura de El renacimiento deAltamirano; la prdida de la guerra con Chile, las Pginas libres de GonzlezPrada; en Colombia la hecatombe nacional se premia con la continuidad. Estecaptulo de la vida literaria colombiana, contrasta con las naciones homlogasdel Continente. Este saldo en rojo determin, se puede afirmar, el continuumde una cultura literaria pertinaz, atada al cordn umbilical peninsular, hastapor lo menos la generacin de Mito (1955-1962).

    3. Del liberalismo radical al anarquismo

    El segundo problema que emerge para la renovacin de los estudios deGonzlez Prada es el de la transicin de su primera poca caracterizada enPginas libres y la segunda que logra o toma su fisonoma en Horas de Lucha(1908). Entre una y otra transcurren doce decisivos aos, en los que GonzlezPrada ha concluido su ciclo de estada en Europa Francia y Espaa yse ha enfrentado a su realidad nacional, para desilusionarse rpidamente,pero para recobrar energas al contacto del mundo obrero a partir de 1904.

    El problema de Gonzlez Prada anarquista debe plantearse a la luz de esosavatares biogrficos que son a la vez la gradual y creciente toma de concienciade los problemas sociales y polticos que anteriormente estaban esbozados,pero an no ntidamente definidos.

    El segundo Gonzlez Prada, es decir, el Gonzlez Prada anarquistaes, y ha sido, un problema que le ha quedado grande a la conciencia crticaperuana, o mejor, ante el cual la inteligencia peruana tiene una respuesta amedias, confusa y pasatista. Desde Blanco Fombona hasta Jos Miguel Oviedo,se ha preferido eludir el problema, sin consideracin de que l sea susceptible

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    de plantearse sin sus consecuencias prcticas. Eludir el problema es tantocomo desvirtuarlo y dejar semisumergida la profunda protesta, perfectamentecoherente, con su situacin de intelectual comprometido.

    Gonzlez Prada se instala en Pars, a partir de 1891, fundamentalmentea estudiar, a dar a su obra una consistencia terica decisiva. De ello sontestimonio no slo las pginas biogrficas de su esposa Adriana de Verneuil(Cf. Gonzalez P.A., 1947) sino sus trabajos intelectuales emprendidos en estapoca. La visita a las lecciones de Ernest Renan3, en el College de France, esmucho ms que una simple ancdota de sus curiosidades intelectuales. Estaconsagracin a los estudios del autor de la Vida de Jess, es una indicacinde una preocupacin histrico-cultural de primer orden en el desarrollo desu conciencia crtica. Asisti en ese primer ao en Pars, conforme Snchez,

    a las lecciones de Renan Leyendas relativas a Moiss y Explicacin dellibro de Isaas a las que no iban ms de veinte o treinta devotos, en la Salade Lenguas Orientales. Igualmente se puede inferir del inters que le despertla obra de Louis Menard, quien se haba interesado por la antigedad clsica,y haba publicado en 1876 Ensueos de un pagano mstico o los estudiosdel connotado egiptlogo Gaspar Maspero, una preocupacin central.La lista de los autores que Joel Delhom ha preparado sobre los interesesde temas religiosos de Gonzlez Prada son la irrefutable inferencia de laimportancia y significacin del pensador peruano en descifrar el enigma

    del catolicismo nacional.Con ello Gonzlez Prada trazaba un derrotero intelectual que lo acercaba

    a los debates sobre la esencia del cristianismo de Feuerbach y del crculode neohegelianos de los hermanos Bauer, del que saldra el joven Karl Marx.Gonzlez Prada elaboraba, a su manera y con criterio amplio, esa discusinsobre la secularizacin de la vida de Jess cuyos antecesores en la culturaalemana fueron Lessing, Kant y Hegel, y en la francesa Rousseau, Saint-Simony Lammenais como presupuesto a toda crtica racional de la realidad socialy poltica. El joven Marx, en su Introduccin a la crtica del derecho de Hegely en la Cuestin juda haba formulado expresamente esa relacin: toda crticaa la religin es un presupuesto a la crtica del derecho y del Estado. As comoDios era la conciencia deformada del hombre, que depositaba en ese sersuperior su genuina esencia de hombre ideal, as el Estado se le presentabacomo la ocasin de una deificacin de la vida social burguesa o sociedad civil

    3 Existe una hermosa nota auto-biogrca de Gonzlez Prada, recogida enNuevas pginas Libres , sobre

    su relacin como discpulo discreto de Renan nunca se atrevi a importunarlo en el College de

    France. Nunca os a importunarlo, dice, tal vez me crea un burro: pero al menos un burro callado.

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    definida como la lucha de todos contra todos. Dios y Estado son hipostasiasde la conciencia extraviada del hombre.

    No es difcil transpolar esta discusin filosfica al caso de Gonzlez

    Prada para sacar la elemental conclusin de que sus preocupaciones enmateria religiosa, su consagracin a los estudios sobre la vida de Jess yla historia de las religiones no eran pasatiempos de un erudito con tiempolibre y desocupado. En esta materia Gonzlez Prada da una leccin a lossocialistas hispanoamericanos, ninguno de los cuales se ha enfrentado coninstrumentos cientficos, con criterios valorativos modernos tan amplios alproblema religioso. Si Gonzlez Prada no logr traducir estas preocupacionesa la elaboracin de una sociologa de la religin, como la que parece en EmileDurkheim o Max Weber (en realidad era imposible dada la condiciones de la

    institucin universitaria de su poca en el ancho y raqutico orbe hispnico;mejor dicho no era ni podra ser su tarea), no es menos cierto que su ocupacinintelectual en materias religiosas, lo puso en guardia contra los desvarosconvulsos, semi o pseudo msticos, que encarn un Miguel de Unamuno o quelo libr a l y a las generaciones que lo sucedieron de las orgas dogmticasde la Regeneracin colombiana4.

    El estudio de la religin fue conjugado por Gonzlez Prada con supreocupacin del problema social y con el acercamiento de las corrientesradicales nacidas o puestas en discusin a propsito de la Comuna de Pars.Como para cualquier pensador liberal, la Revolucin francesa de 1789,ese gran paso dado por la Humanidad, debe ser completado por otrossubsiguientes. La relacin de Gonzlez Prada con Gastn de Costa y conotros partidarios jacobinos y proudhonianos, fue una expresa muestra de eseanti-estatalismo cifrado o esa lucha en germen contra toda autoridad estatalque delatan sus primeros escritos de Pginas libres. La asistencia al Congresode Librepensadores de Ginebra en 1894 o el contacto con una realidadinconforme en 1897, como la catalana, aguz su sentido crtico-social y lofue inclinado hacia un anarquismo abierto. Recuerda Gonzlez Prada consatisfaccin, la euforia del pueblo de Barcelona al escuchar la noticia delasesinato del primer ministro Cnovas del Castillo a manos de un anarquistaitaliano. Pero sobre todo, hace parte de esa transicin al anarquismo, sucontacto personal con hombres con Fernando Lozano, Demfilo, y FranciscoPi y Margall, en su estancia espaola. De estos dos hombres, que compartanun ideario similar, pudo Gonzlez Prada vivificar sus ideas de inconformidad

    4 Est por estudiar la inuencia y el debate de Renan en Colombia. Cabra recordar que Marco Fidel

    Surez en uno de sus interminables Sueos de Luciano Pulgarconcede atencin al sabio hereje parisino,

    quien emple todos sus conocimientos para desvirtuar la santidad de Jess.

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    poltica, su ideario igualitario, su nota contra la Espaa tradicional a favor deuna Espaa nueva, de librepensadores, anti-clerical y anti-monrquica.

    Espaa le haba confirmado aunque carezcamos de un testimonio

    brillante de su estada como el de Sarmiento en su famossima carta desdeMadrid a Victorino Lastarria en 1846, que esta tierra era el origen de nuestrosdesordenes nacionales. En Barcelona se haba topado con las costumbresviejas, el abandono cvico y la suciedad personal, aunque tambin con unclima ideolgico, como ya se dijo, renovador y refrescante. El asesinato del

    jefe de gobierno, del conservador Cnovas del Castillo, pona de presente elclima popular, como le escribe a un corresponsal limeo el 14 de agosto de1897: Habr usted sabido por los telegramas que Cnovas fue ejecutado porun anarquista italiano. Aqu, por ms que el mundo oficial y la prensa seria

    hayan querido mostrar a Espaa en estado de duelo, todos se han alegradode la muerte, sintiendo que no hubiera sido unos diez o veinte aos antes.Qu tal sera Cnovas cuando los mismos espaoles (que nada tienen decompasivos) le llamaban el monstruo!5.

    Pero Prada precisa del ltimo escaln de su vida para alcanzar unamadurez, ya no intelectual, pero s de expresin y mediacin poltica. Elretorno a su patria, luego de siete aos de ausencia, fue decisivo. Tildado porel presidente Nicols de Pirola, anterior compaero del Seminario, comosibarita por su largo paseo turstico, la carrera pblica de Gonzlez Pradaa partir de 1898 es de un vertiginoso ascenso y de un compromiso cada vezms radical. La resistencia a su prdica se intensifica a partir de su primeraintervencin el 2 de agosto de ese ao en el local Matavilela. Ya no slo esel recin desembarcado objetivo de sus enemigos; no se limitan a pretenderacallarlo, insultarlo, desprestigiarlo. Tambin pasan a la accin y tramanatentados. Mientras tanto crece la adhesin espontnea en la juventud. Laprovincia hace eco del malestar que cobra verdadera preocupacin, y esaagitacin del hereje charlatn se asume como un riesgo a la estabilidadinstitucional. La prensa hace viva ese llamado, y el mismo Gonzlez Pradafunda su periodiquito Germinal, pronto clausurado por mano oficial. AGerminal contina El Independiente, tambin como propietario, y a stenuevamente el Germinal, hasta que culmina colaborando para Los Parias,semanario autnticamente anarquista, bajo el pseudnimo de Luis Miguel, enhomenaje a la comunard Louise Michel, artculos que reproduca el peridicoarequipeo El Ariete.

    5 Citado por Luis Alberto Snchez. p.157.

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    Pieza clave en esta transicin es su Discurso Librepensamiento enaccin. En esta breve pieza se enjuicia a la masonera y a quienes se hanrefugiado en sus postulados anti-clericales sin advertir el problema social queronda en torno suyo. Los librepensadores peruanos se ha satisfecho con la

    prdica contra los curas, olvidando que los capitalistas sorben la sangre delproletariado y el Estado estimula la injusticia. El poltico teme al hombre deideas, porque hoy quien se subleva contra las autoridades que presumenbajar del cielo, maana suelen sublevarse contra los dspotas que surgende la Tierra. La muchedumbre iletrada mira con indiferencia al hombre deletras; su libertad es de accin. Sin concederles la accin apenas se da loaccesorio, de ah que todo librepensador, si no quiere mostrarse ilgico, tieneque declararse revolucionario.

    Pero es en el Discurso ledo el primero de mayo de 1905 en laFederacin de Panaderos, El intelectual y el obrero, en que se formula enforma concisa y clara los axiomas de un anarquismo que ya se entresacabande sus anteriores escritos, pero que encuentran una ocasin propicia para suexpresin plena. Este Discurso est enmarcado en la accin revolucionariaque despliega Gonzlez Prada, desde diferentes peridicos obreros, a partirde 1904. Los artculos escritos en el peridico Los parias durante los cincoaos subsiguientes, delatan el compromiso radical de Gonzlez Prada porlos desheredados de la tierra. Anarqua y anarquista, afirma, encierran lo

    contrario de lo que pretenden sus detractores. El ideal anrquico se podraresumir en dos lneas: libertad ilimitada y el mayor bienestar posible delindividuo, con la abolicin del estado y la propiedad individual () Niegaleyes, religiones y naciones, para reconocer una sola potestad: el individuo() Autoridad implica abuso, obediencia, denuncia, abyeccin, que el hombreverdaderamente emancipado no ambiciona el dominio sobre sus iguales niacepta ms autoridad que la de uno mismo sobre uno mismo.

    Estos artculos, en que Gonzlez Prada se ocultaba tras diversospseudnimos, son ocasin para confrontarse con Espaa, y sacar en limpio unaimagen de la Espaa de los trabajadores que l experiment en la Pennsula.Si Rubn Daro, en ese fresco de la vida intelectual de la Pennsula que llevapor ttulo La Espaa contempornea (1899), entrev, tmido, la cuestinobrera en la calles de Barcelona; incluso si Jos Mart descubre, tambin comoperiodista en Estados Unidos (1881-1892), el anarquismo tras el enjuiciamientode los anarquistas alemanes por los atentados en el Haymark de Chicago paraterminar simpatizando con ellos, Gonzlez Prada se adentra al corazn delmovimiento anarquista particularmente al del anarquismo espaol parasacar en limpio una leccin de la poca. Artculos como En Barcelona, Jos

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    Nackens, En Espaa, Fermn Salvochea (Gonzlez Prada, 1938) son, entreotras pginas dedicadas a Espaa, una viva muestra de la otra Espaa queGonzlez Prada celebra como superacin y progreso. Espaa se sacude delmoho inquisitorial y monrquico, del moho clerical y autoritario. La Espaa

    del futuro socialista tiene sus hroes y sus mrtires nuevos, tiene su accinrevolucionaria y sus hombres representativos. Mientras Espaa despreciasu monarca sifiltico Alfonso XII, se trasfigura en Salvochea, ese ser bueno,luchador de todas las horas, antimonrquico y anarquista, que libr miles debatallas contra la iniquidades, contra las falsas imputaciones; humano comoLuisa Michel y sincero como Pi y Margall.

    4. Gonzlez Prada: un intelectual anarquista

    El intelectual y el obrero, pieza clebre de Gonzlez Prada, nossirve de clave para plantear el tercer problema aludido, a saber, el tipo deintelectual que encarna Gonzlez en la historia intelectual de su pas y, engeneral, de Hispanoamrica. Esta pieza ensaystica no se podra pensar sin elmarco socio-poltico en que se desplazaba el movimiento obrero peruano. Lafundacin el ao anterior, en 1904, de la Federacin de Obreros panaderosmarca, o mejor, estimula el rumbo ideolgico definitivo de Gonzlez Prada.El intelectual y el obrero es la elaboracin conceptual de una conjugacinde actitudes de pensamiento y de movimiento intelectuales que parecen

    aprovecharse mutuamente. Gonzlez Prada desilusionado de las tradicionalesformas de agrupacin poltica, desemboca en el movimiento obrero que seenfila en las luchas sindicales bajo las banderas del anarquismo. El paso delmutualismo de tipo proudhoniano al decisivo anarquismo, inspirado porBakunin y Kropotkin, ofrece el marco idneo para la exposicin de las ideasde Gonzlez Prada sobre el papel de los intelectuales.

    Mientras en sus discursos y conferencias de la primera poca se contraea exigirle al intelectual honradez y verdad en el estilo y verdad en las

    ideas, ahora el escritor se define socialmente y revolucionariamente en sustareas frente al obrero. La relacin del intelectual y el obrero es, con todo,el trmino de un largo camino en la vida de la inteligencia, y su valoracincabe hacerla a la luz del conflicto entre saber y poder desde los aos de laIlustracin. Rousseau fue, quiz, quien primero lo formul explcitamente:entre el rey y el filsofo hay un abismo difcil, sino imposible de zanjar.Kant mismo confiaba que en el marco de la monarqua, el sabio o intelectualtena un espacio para su inconformidad, y estaba en la obligacin de haceruso pblico de su razn.

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    Sera en el marco de la Revolucin francesa y en sus mltiplesconsecuencias en el curso del siglo XIX, en que se pone de presente esainconformidad del intelectual con el poder estatal y, en general, con toda formade opresin del poder sobre el individuo. El mbito o esfera de lo pblico se

    liberaba de sus condicionamientos sociales o corporativos y as se establecauna manera indita de la relacin entre inteligencia y vida pblica. Se puededestacar, en esta lnea, no slo los radicales jacobinos como Marat y ms tardeel primer comunista moderno Babeuf. Con Herzen o Bakunin en Rusia, conMarx o el mismo Nietzsche en Alemania se expresan formas de rechazo a laautoridad estatal y en ocasiones a favor de la disolucin de cualquier formade Estado (Herzen, 1979; Venturi, 1975). Caso caracterstico es Bakunin. Estesentimental padre del anarquismo, que concede a la inteligencia un valor deacompaamiento a la revolucin. Bakunin mismo haba trazado un puente,

    gracias a su ambivalente anti-intelectualismo, entre el intelectual y el obrero.Sus tres clebres Conferencias dadas a los obreros del valle de Saint-Imieren mayo de 1871, son modelos acabados de este gnero intelectual naciente.

    Un aspecto peculiar en la inteligencia occidental es lo siguiente: lainteligencia alemana del siglo XIX es hija de la Universidad alemana salidade las manos del reformista W. von Humboldt, universidad acuada por lafilologa clsica, por la historia de cuo romntico y por la filosofa hegeliana.Sus frutos ms cavados son Marx y Nietzsche, quienes realizan sus obrasal margen y en contra del espritu acadmico que los form. En todo caso,el periodismo de Marx, como en su pieza juvenil Observaciones sobre lareciente reglamentacin de la censura prusiana (1842), es caractersticode una tarea polmica para un pblico culto, as como las Intempestivasnietzscheanas se dirigan a violentar la pasividad de una inteligencia burguesao filistea en declive.

    En Estados Unidos, lo caracterstico es el pragmatismo, que se delataen los representantes de la inteligencia, los periodistas y abogados, que en laprensa y en los estrados judiciales se enfrentan a los grandes poderosos y a

    las injusticias del sistema emergente. John Dewey es la encarnacin de estamanera, muy puritana, de asumir el destino secular tras la Guerra de Secesin,y en un marco de un sistema universitario muy peculiar, impulsado por losadministradores de la educacin superior profesionalizados y gracias a lascontribuciones de los filntropos multimillonarios (Wright, 1968).

    En Francia, Emile Zola ser la contraparte de estos embajadores dela cultura, y con su Yo Acuso, en el caso Dreyfuss (1898), se erige comoel valiente defensor de los derechos del hombre. Su consigna ser la justicia

    y el precio que paga con esa denuncia es con la vida misma. Pero a su vez

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    Francia experimenta una extraa regresin: La traicin de los intelectuales,para decirlo con el ttulo del polmico libro de Julien Benda6. En Espaa lainteligencia finisecular encarna en hombres como Juan Valera y Emilio Castelar,que amparan y soportan el sistema poltico conservador transaccional de

    Cnovas del Castillo (en Colombia Guillermo Valencia fue el mulo de estosmandarines hispnicos y sirvi para decorar los regmenes conservadores dela Regeneracin). Estos mandarines o prncipes de la cultura son expresindel anacronismo que vive Espaa (o sus excolonias hispanizadas como laColombia finisecular).

    En Hispanoamrica las figuras ms representativas de la inteligenciadecimonnica, Fernndez de Lizardi, Andrs Bello y Sarmiento, se habanpuesto al servicio de la construccin de las instituciones del Estado-nacional.Eran los grandes educadores de la nacin, y la heterclita materia de quetrataban literatura, lingstica, historia, derecho, educacin, gramtica,finanzas los acercaban a modelos del humanismo renacentista. Eran y noeran a la vez funcionarios del Estado. Hacan de la prensa su medio privilegiadode accin pblica y educativa. Ni Fernndez de Lizardi, ni Bello, ni Sarmientoeran hijos de la universidad, sino de sus propios esfuerzos autodidactas. Habannacido en el seno de familias criollas pobres y se haban construido su propiacultura intelectual a pulso. No contaban, como escritores, con un mercadodel libro como en Alemania o Francia; tampoco tuvieron la fortuna de contarcon compatriotas desprendidos, generosos, que comprendieran el sentido yel alcance de la ciencia en el desarrollo efectivo de sus sociedades atrasadas;trabajaron en solitario, sobre todo en sus aos de formacin, y no fueron losbeneficiarios de un rgimen regalado con sus adeptos como el de Cnovasdel Castillo en la Espaa finisecular.

    Gonzlez Prada perteneca a una tradicin de radicales liberales, cuyoacento anti-hispnico fue la nota comn. Entre ellos estaba Sarmiento, perotambin Francisco Bilbao, Juan Montalvo o Ignacio Manuel Altamirano. En loscontextos perifricos del mundo hispnico, en Cuba y Filipinas, los mximos

    exponentes de la inteligencia, Jos Mart y Jos Rizal, son a la vez los mrtiresde la lucha por la emancipacin contra Espaa (Mart muere en Dos Ros,mientras Rizal es ejecutado) y los creadores de la identidad nacional. MientrasRubn Daro lidera a partir de 1888, con Azul, el movimiento modernista,desde una esquina recndita, en los riscos antioqueos, se vive otra forma de

    6 El libro del conocido lsofo polemista Benda es de 1927. Se trata de una denuncia apasionada contra

    los intelectuales que, como Maurras, Sorel, Barres y otros, han renunciado al primado de la inteligencia

    y han sido seducidos por las fuerzas polticas dominantes y el poder irracional que ellas concitan. El

    intelectual traiciona su tarea primordial cuando pierde de vista el contenido tico de su escritura y pretende

    competir, como usureros del espritu, en la batalla campal ignominiosa del presente. Cf. Benda, 2008.

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    renovacin, apegada al pasado, con Toms Carrasquilla. En cualquiera de loscasos, la nota dominante sociolgica perfila a los intelectuales como hombresvacilantemente libres, en el sentido de Karl Mannheim (Mannheim, 1963);desvinculados de las instituciones tradicionales de la inteligencia hispnica,

    el clero, la universidad y la burocracia estatal.

    La condicin de aristcrata social de Gonzlez Prada determinabasu aristocratismo intelectual. El vaco que se creaba en su entorno apenaspuede ser mitigado por las notas de adhesin que recibe de sus tardosdiscpulos como Jos Carlos Maritegui o Csar Vallejo. Gonzlez Pradaemprende, con todo, a partir de 1904, una marcha hacia el anarquismoque le obliga a replantear expresamente su tarea intelectual. En realidad,fueron las condiciones econmicas personales favorables las que facilitaron

    la marginacin del ensayista, prcticamente recluido en su estudio. Susubsistencia no dependa de un pblico lector masificado, como era el casode los intelectuales europeos7 o en Estados Unidos. Gonzlez Prada repetael modesto molde decimonnico hispanoamericano, que excepcionalmentese quebr en los casos exitosos de Mara de Jorge Isaacs o Don SegundoSombra de Jos Hernndez. El cargo de director de la Biblioteca Nacional es,igualmente, un episodio secundario en la vida del pensador anarquista. Lamotivacin de su aceptacin de esa direccin puede ser juzgada de diversasmaneras, pero sus efectos saltan a la vista: su folleto contra Ricardo Palma, que

    lo haba precedido en ese cargo durante treinta aos, era el captulo de cierrede su lucha contra la hispanofilia del reconocido autor de las Tradiciones8. Laargumentacin ad hominen no vela la intencin militante manifiesta.

    El intelectual y el obrero (Gonzalez Prada, 1985, pp. 228-234) contienelas notas dominantes de ese giro. El intelectual anuncia la revolucin, peroson las masas obreras las que estn llamadas al levantamiento colectivo. Suanti-estatalismo es firme y su decisiva propaganda contra el capitalismo es unadivisa revolucionaria de sello inconfundible. El intelectual es el periodista;no el sabio de saln o el profesor de ctedra. El intelectual es el hombre quepasa la noche en vela, como el panadero, para dar una nueva fresca a lasmasas trabajadoras. El intelectual est lejos de ser el poeta decadentista

    Jos Fernndez de Andrade, lector de Huysmans, Poe, Baudelaire, Mara

    7 Una obra, Historia ilustrada de las costumbres sexuales, de Eduard Fuchs, era un verdadero Best

    Selleren la Alemania de principios del siglo XX, obra que hizo millonario al legendario coleccionista

    de origen popular.8 Gonzlez Prada lapida, literalmente y con irona multiplicada en el folleto Nota informativa de la

    Biblioteca Nacional, a Palma, por el maniesto desgreo administrativo en que sumi a la Biblioteca y

    por el descuido infame con que trataba los libros como si fueran de su propiedad particular.

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    Bashkirtseff, de sobremesa de Jos Asuncin Silva. El paradigmtico artistamodernista, que vive y suea su existencia esttica transfigurada, sufre unametamorfosis en el intelectual-periodista de Gonzlez Prada. El intelectuales el proletario de las letras, que se acerca al pueblo en el lenguaje que el

    pueblo entiende, y con la prensa, el nico bien cultural letrado que est alalcance de sus bolsillos. Como el panadero proporciona el primer alimentodel da, el intelectual da el alimento del espritu. Con esta formulacin,Gonzlez Prada establece un reto sin antecedentes para la vida intelectualhispanoamericana. El nudo de una compleja relacin que an precisa nuevasinterpretaciones.

    Este breve recorrido de la obra y la trayectoria de Gonzlez Pradainvitan a reflexionar sobre su lucha por constituir una personalidad intelectual

    diferenciada en un entorno decididamente afectado por las notas regresivasde la Contrarreforma. La necesidad de superar el peso negativo de un culturareligiosa que haba ahogado la subjetividad en medio de la inquisicin, y lacadena de claudicaciones del yo ante las autoridades eclesisticas, tal comoen su momento lo denunci Jos Mara Blanco White en su Autobiografa, seconstituye en la tarea de Gonzlez Prada que se enfrenta a un medio peruanoasfixiante; como si no se hubiera salido de las galeras opresivas del mundocolonial. La lucha por la emancipacin del yo, de la tarea del intelectualsometido a estas cadenas del barroco hispnico, es la lucha que se debe

    librar al filo del cambio de siglo. Las consecuencias que arrostra su tarea,sobrepasan la dimensin regional de la pugna anti-hispnica, y comprometenen su estilo elaborado y en la profundidad intelectual adquirida, el conjuntode los pases de habla hispnica. Bastara pensar que Gonzlez Prada tiene ocomporta notas comunes con la lucha de Jos Mart en Cuba o con la que libraen Filipinas Jos Rizal, de mano de su magnfico fresco del ocaso colonial,Noli me tangere; No me toques, no me manosees, no abuses de m, esel postulado de ese nuevo ego emancipado, inflamado por la fe ilustrada yfortalecido por el romanticismo germano y las corrientes francesas dominantes.No se trata de un simple repliegue de imitaciones forneas, como lo insinu ylo enfatiz Unamuno, para la inteligencia americana. Recordemos que frentea la obra de Gonzlez Prada, el catedrtico salamantino, quiso oponer unasorejeras anti-francesas. Amaba, reprocha Unamuno al peruano, demasiado aVictor Hugo. Pero ya sea Victor Hugo o Renan, Goethe, Bequer o Bakuninno eran trminos intercambiables, sino cifras sobre las cuales hacer unanueva operacin mental de la inteligencia, momentos liberadores del yo quese enfrentaba a un pasado pesado, denso, viscoso, y haca el salto hacia ununiverso indito en nuestra lengua. Esta tarea la emprendi en forma ejemplar,aunque no nica, Gonzlez Prada; de los resultados positivos de ese empeo

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    queda su extensa obra, pero tambin queda una serie interminable de malentendidos, especialmente de sus compatriotas.

    Medir el alcance y la significacin de Gonzlez Prada es tambin pensar

    en los desmirriados acercamientos crticos, en la recepcin dominante. En ellase denuncia la ofuscacin ante el monumento y es visto como monumentomagnfico o como incmoda recordacin de un anarquista de origenaristocrtico. No obstante no se recuerda lo que es: una obra en progreso,cuyo trmino no se puso fin al acabar su existencia fsica, sino que es la tareacontinental de labrarse un destino secular; la necesidad de enfrentarse a losprejuicios dominantes y avasalladores de una cultura dual, una cultura deldominador hispnico que sobrevive, luego de dos siglos de independencia,en la cabeza de las clases dominantes hispanoamericanas que no se concilian

    con los postulados de la modernidad poltica. Ello porque Gonzlez Prada esuna pieza incomestible para la rancia tradicin, as como para los postulantes ala posmodernidad. Gonzlez Prada es un hijo y heredero de la Ilustracin, dela Revolucin francesa, del positivismo y del anarquismo de su siglo. Lo que,como saldo a su favor, quede en un balance provisorio como el emprendidoen estas breves lneas, es algo que debe responderse al luz de su lectura, orelectura, bajo los primados de las preguntas pertinentes que deben formularse.Ellas son otros potenciales caminos de liberacin al devenir del continente,sin hiprboles.

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    Juan Guillermo Gmez Garca

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