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 L A  SIKWÁMEKWA   I  L  a sik W á m e k w a purépecha  Carlos García Mora

LA SÏKWÁMEKWA (Reminiscencia arcaica)

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Este fascículo de etnología histórica aborda el tema de la disciplina purépecha de la sïkwámekwa, considerada “hechicería” por los frailes franciscanos. El asunto se aborda a partir del caso de San Antonio Charapan, un poblado de la Sierra de Michoacán. Aquí se procura evitar los prejuicios europeos que miraban esta expresión cultural desde el punto de vista del rechazo cristiano y se recalca la herencia de antiguas creencias tarascas.

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  • l a s i k w m e k wa ILa sikWmekwa purpecha

    Carlos Garca Mora

  • I I l a s i k w m e k wa

  • l a s i k w m e k wa 1

    L a s i k w m e k w ap u r p e c h a

    Fascculos

  • 2 l a s i k w m e k wa

  • l a s i k w m e k wa 3

    Carlos Garca MoraInstituto Nacional de Antropologa e Historia

    D i r e c c i n d e E t n o h i s t o r i a

    TS I M A R H UEstudio de etnlogos

    R e m i n i s c e n c i a a r c a i c a

    la skwmekwapurpecha

  • 4 l a s i k w m e k wa

    Garca Mora, Carlos:La skwmekwa purpecha. Reminis-cencia arcaica, 1 ed. electrnica, M-xico, Tsimarhu Estudio de Etnlogos, 2015, fascculo de 24 pp. en pdf (Fas-cculos).

    Portada:Juana Gonzlez, conocida skwme oriunda de la zona de Chern, avecin-dada en Charapan, donde Pablo Velsquez Gallardo le tom esta fotografa alrededor de 1948. Su nombre completo pudo ser Juana Serano Flix de Gonzlez, alias Chucha Serano; sin embargo, ese sobrenombre pudo no ser tal sino el diminutivo y el alas de su madre Jesusa. O bien, pudo tratarse de Juana Gonzlez Flix. Para colmo de confusiones, una Juana Serano que se cas con Jess Huerta pudo ser en realidad Chucha Serano u otra del mismo nombre que tuvo una hija Abigail, tambin adepta de la

    skwmekwa.Foto:

    Pablo Velsquez Gallardo 1949 (entre hs. 16 y 17)Biblioteca Nacional de Antropologa e Historia (Mxico)

    El contenido de este fascculo forma parte del libro El baluarte purpecha

    (captulo 24), en el cual pueden consultarse las fichas completas de las referencias bibliogrficas aqu citadas:

    http://carlosgarciamoraetnologo.blogspot.mx/2012/05/baluarte-piurepecha.html

    Escrito con resultados de investigacin llevada a cabo en laDireccin de Etnohistoria del

    Instituto Nacional de Antropologa e Historia

    Frontispicio:Planta del toloache o hierba del diablo (Datura stramonium) usada, entre otras prcticas, en ritos mgicos, como se le represent en la foja 29 del Cdice de la Cruz Badiano. Imagen tomada en la Internet del portal Cdi-ces de Mxico, memorias y saberes del Instituto Nacional de Antropologa

    e Historia (http://codices.inah.gob.mx/pc/index.php)

    Esta obra est licenciada bajo la Licencia Creative Commons Atribucin-NoComer-cial-SinDerivar 4.0 Internacional. Para ver una copia de esta licencia, visita http://

    creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/4.0/.

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    Presentacins

    Este fascculo de etnologa histrica aborda el tema de la disciplina purpecha de la sikwmekwa, considerada hechicera por los frai-les franciscanos. El asunto se aborda a partir del caso de San Antonio Charapan, un poblado de la Sierra de Michoacn. Aqu se procura evitar los prejuicios europeos que miraban esta expresin cultural desde el punto de vista del rechazo cristiano y se recalca la herencia de

    antiguas creencias tarascas.

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    C on decisin, la mujer cheranense escupe hacia al rostro de un cris-to ya baado de escupitinas viejas, rompiendo as con la religin catlica para abrazar otra creencia de antiqusimas races. Ella, una no-vata, haba llegado discretamente al morir la tarde y penetr en una oscura cueva, cerrada con una vasta puerta de tablas, infestada de lagartijas y culebras, atrs de una iglesia y junto a una antigua ykata tarasca de la isla de Jarcuaro. Baj por una escalerrilla y se adentr caminando sobre charcos, guiada por el encargado y preceptor, hasta toparse con ese crucifijo de madera. Tras su rompimiento simblico con la religin introducida por los invasores hispanos en el siglo xVi, sigue por el lugar respirando el aire pesado con olor a velas de sebo y flores podridas, hasta encontrarse en un rincn con una escultura de una hermosa doncella de piel morena y larga cabellera, que representa a una hija de un antiguo clan tarasco. La presencia mtica de esa donce-lla de la antigua nobleza le hace comprender que all moran los poderes que adquirir como nueva profesante, pues cual sacerdotisa u oficiante, en lo subsecuente practicar ritos, har curaciones, propiciar males, adivinar y trasmitir buena suerte. En efecto, la principianta est all para ser instruida durante cuatro das para culminar el aprendizaje de dichas artes, que inici con una parienta ya veterana, a quien sir-vi durante un ao como aprendiza observadora y ayudante. Tiempo despus de esta iniciacin se avecindar en Charapan, donde ser cono-cida como hechicera; si bien este nombre demerita lo que bien puede ser herencia de un culto antiguo as sea contaminado por la cultura hispana e instrumento para tratar de controlar el mundo natural que escapa al control humano.1

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    En el dominio uacsecha se practic la skwmekwa, tambin deno-minada xekwmekwa, disciplina de los skwmeecha (en singular skwme), quienes adivinaban, echaban suertes y hacan encantamien-tos en el agua o en algn lquido. Es de suponerse que tambin durante la repblica de los naturales, pues durante los siglos xix y xx segua

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    habindolos en la sierra aunque ya no se limitaban al uso del agua.2 En esos siglos, la skwmekwa se haba constituido en un reducto de creen-cias, prcticas y religiones ancestrales, que fueron mezclndose con las hispanocatlicas, guardando parte de los ms profundos y antiguos conocimientos y prcticas del pueblo purpecha y de su antigua cepa tarasca.

    Lo dicho hace dudar si a este complejo de prcticas arcaicas sera apropiado considerarlo hechicera cuando que, a diferencia de la europea, no estuvo necesariamente asociado al Diablo, prncipe del mal en el cristianismo, un personaje del todo desconocido en Amrica, donde haba seres y espritus que perjudicaban y causaban daos pero sin el monopolio de la maldad. Tal vez sea ms adecuado hablar de cha-manismo, pero an mejor limitarse al concepto purpecha aclarando la acepcin con el cual se usa.

    Ocurre que la escasa informacin de la que se dispone est ta-mizada por la visin hispano catlica. De manera que incluso los frailes lenguatarios recogieron en el siglo xVi el vocablo skwme interpretn-dolo como hechicero y skwme kuni como bruja (por kuni, ave, quiz por suponerla capaz de volar).3 Entonces en Espaa, por hechizar se entenda prejuiciosamente:

    Cierto genero de encantacin con que ligan a la persona he-chizada de modo que le pervierten el juicio y le hacen querer lo que estando libre aborrecera (esto se hace con pacto del Demonio expreso o tcito); y otras veces, o juntamente, aborrecer lo que quera bien con justa razn y causa, como ligar a un hombre de manera que aborrezca a su mujer, y se vaya tras la que no lo es [] se llamaron hechizos los daos que causan las hechiceras, porque el Demonio los hace a medida de sus infernales peticiones. Este vicio de hacer hechizos, aunque es comn a hombres y mujeres, ms de ordinario se halla entre las mujeres, porque el Demonio las halla ms fciles, o porque ellas de su naturaleza son insidiosamente vengativas y tambin envidio-sas unas de otras.4

    Y se tena por brujas a:

    [] cierto gnero de gente perdida y endiablada que, perdi-do el temor a Dios, ofrecen sus cuerpos y sus almas al Demonio a trueco de una libertad viciosa y libidinosa; y unas veces, causando en ellos un profundsimo sueo, les representa en la imaginacin ir a par-tes ciertas y hacer cosas particulares, que despus de despiertos no se pueden persuadir sino que realmente se hallaron en aquellos lugares y hicieron lo que el Demonio pudo hacer sin tomarlos a ellos por ins-trumento. Otras veces, realmente y con efecto las lleva a parte donde

  • l a s i k w m e k wa 9hacen sus juntas, y el Demonio se les aparece en diversas figuras, a quien dan la obediencia renegando de la santa fe que recibieron en el bautismo y haciendo en menosprecio della y de nuestro redentor Jesucristo y sus santos sacramentos cosas abominables y sacrle-gas []5

    Ya se ve hasta qu punto los frailes lenguatarios y cronistas no-vohispanos tan slo llamaron lo que, a su modo y entender, les pareci que eran algunos antiguos sacerdotes, maestros o artfices tarascos de cierta dote en el siglo xVi. Aunque es evidente la contaminacin cultural espaola de la skwmekwa posterior, incluso insuflada con elementos de la hechicera espaola, malamente puede parangonarse sta con la skwmekwa tarasca. Por lo tanto, mientras se desconozca a sus prota-gonistas y sus funciones especficas, lo ms que puede presumirse es que aludimos a obradores o ejecutantes de las artes arriba mencionadas. Asimismo, mal se hara en considerar a la de los siglos xix y xx, un conjunto de prcticas supersticiosas, ya que en la lengua espaola se entiende por supersticin una creencia extraa a la fe religiosa y contra-ria a la razn, y por culto supersticioso el que se da a quien no se debe dar, o se le tributa indebidamente aunque lo merezca.6 Esto, a todas luces, propio del eurocentrismo ms extremo, el cual en la antropolo-ga slo estorba para identificar a los personajes de la historia y para comprender los papeles que desempearon.

    Otra circunstancia que dificulta la caracterizacin adecuada es la ignorancia del sistema de la skwmekwa. El estudio y el testimonio acerca del tema elaborado por un estudiante charapanense de antropo-loga, a mediados del siglo xx, slo hace una descripcin etnogrfica, pero sin reconstruir y analizar su estructura interna, sus principios nor-mativos y sus ideas bsicas. Con todo, su informacin es por dems ilustrativa, como ya se ver.7

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    La denominacin skwme deriv de la raz verbal skw-, que un len-guatario espaol interpret prejuiciosamente como poner hechizos o hechizar, ms el sufijo -me que aade la nocin de: en la boca, el agua, un lquido, lo cual la acerca al significado de el que hace sus suertes en el agua sin distincin de sexo.8 Pero la skwmekwa inclua otras prcticas con rituales y frmulas elaboradas.

    En el transcurso de los siglos xix y xx, el o la skwme en Charapan era conocido como el que acta a base de figuras, danzas, plegarias, etctera.9 All, la skwmekwa consisti en la aptitud para enfermar o matar a otro; para curar enfermedades o contrarrestar males, en par-ticular los causados por alguna skwme; para provocar algn tipo de

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    trastorno como descomponer un matrimonio; para adivinar el pasado, el presente y el futuro; para dar con el paradero de objetos y animales extraviados o robados; para preparar amuletos; para permitir morir a un moribundo y para inmunizar contra hechizos. Las adeptas tambin arreglaban matrimonios; reunan casados separados; facilitaban las co-sas a las mujeres cuando deseaban engaar al marido; aseguraban el buen comportamiento de ste; atontaban a la gente; transmitan la buena suerte; secaban plantas; y se transformaban en tecolotes, cuervos, corcobis, guajolotes, puercos, perros o gatos. Penetraban en tiendas y casas cerradas, cambiaban de lugar a personas dormidas o las sacaban de los trojes abandonndolas desnudas en el ekwrhu. Dominaban es-pritus buenos y malos. Se percataban de tramas contra ellas. Cruzaban el aire volando, luego de quitarse los ojos y sepultarlos entre las cenizas del paranguas o fogn de su cocina, amarrndose unas alas de estera y colocndose en una atalaya para emprender el vuelo por medio de una frmula mgica; tomaban entonces los ojos de un gato para ponrselos y poder ver en la noche, cuando usualmente llevaban a cabo sus ritos.

    Una connotada hechicera charapanense, que proceda de esa manera, era llamada warh Pamusena (Margarita Nepomuceno), quien sola andar con una ollita para echar saliva. Todo este conjunto de aptitudes y funciones caracterizaban el arte de marras. En fin, ste tor-nbase malfico o benfico segn el caso, pues as como poda provocar un mal, poda propiciar un bien.10

    Queda por saberse a qu culto se adhera una skwme. En verdad era un culto cultivado en secreto por un muy reducido nmero de segui-doras, quienes se abstenan de propalarlo pues les era privativo y, antes bien, lo ocultaban y practicaban sus ritos fuera de la mirada de la gente.

    Cabe agregar que, en el siglo xix, la skwmekwa estaba aso-ciada a la creencia en que el tukru (tecolote) era un animal malfico y de malos presagios: si ste cantaba sobre una casa era seal de que se estaba tratando de menoscabar a un miembro de la familia. En el siglo siguiente, segua siendo asociada con el tecolote y, adems, con el par akri o cuicacoche, un ave de la familia de los trdidos.11 Por ello se evitaba que stos cantaran sobre las viviendas e incluso se les perse-gua para echarlos fuera del vecindario.

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    En una cueva de la isla de Xarcuaro y en otra de la caada de Carapan hubo alguna vez lugares arcanos donde se culminaba la enseanza y el rito de consagracin. En la primera mitad del siglo xx, las aspiran-tes eran con mayor frecuencia mujeres y por lo general parientas de practicantes experimentadas, con quienes empezaban como aprendizas observando su trabajo, sirvindolas y acompandolas en todo entre

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    seis meses y un ao. Ulteriormente, acudan a pasar pruebas en los si-tios de adiestramiento: cierta cueva de Charapan, cierto barranco en Pichtaro y la ya mencionada cueva en Xarcuaro. En 1949, las de Charapan haban sido instruidas por las de Chern, quienes disfrutaban de una reconocida reputacin en la sierra.12

    Durante su aprendizaje, toda novata iba de noche al cementerio para violar un sepulcro y obtener dos costillas y el dedo meique de un difunto, este ltimo para usarlo como amuleto que le permitiera pene-trar en lugares cerrados. Mientras dorman sus esposos, salan desnudas de noche en parejas para realizar actos dentro y fuera de la poblacin, en lugares donde se crea que obtenan poderes mgicos, lo cual an era recordado por los moradores de Charapan en la primera dcada del si-glo xxi.

    En los ya citados lugares de consagracin, las aprendizas medan su valor con pruebas como mantenerse inconmovibles ante la presencia de alimaas. Asimismo, como ya qued visto, participaban en ritos para comprometerse con la skwmekwa y romper con la religin ca-tlica. Sin embargo, a pesar de ello, sus practicantes incluan algunos elementos del ritual catlico. Inclusive, tenan su propia celebracin anual el da de la santa Cruz, cada 3 de mayo, cuando salan por la no-che a bailar al panten. Asimismo, llegaban a desempear algn papel en bodas y fiestas religiosas pues se les llegaba a encomendar la admi-nistracin de los gastos y la direccin de las fiestas, ya que conocan el costumbre propio de dichas ocasiones. En una ocasin, durante los aos setenta del siglo xx, debido a la ausencia del varn que haba pe-dido el cargo de la fiesta patronal, sus parientas una abuela y su hija con fama de skwmeecha debieron ocuparse de los deberes de ste.13

    Uno de los sitios al que acudan las skwmeecha era el Ach o Lugar del Seor, es decir, la capilla del barrio San Andrs donde se con-servaba la imagen de un Jess Nazareno, conocida como el Padre Jess, al cual en Charapan siempre acusaron de ser el patrn de las hechiceras. A esta capilla acudan para hacer ceremonias bajo el altar. Junto a ese lugar se levantaba el yurxiu sapchu u hospital chiquito; pero mucho tiempo despus, a principios de los aos setenta del siglo xx, cuando ya haba dejado de funcionar, all se estableci la casa de Fidel Bonaparte. Por su parte, la capilla novohispana ya abandonada y ruinosa se derrum-b para construir una clnica en su predio. La donacin de ese terreno, acaso procur, adems de atender la necesidad de asistencia mdica, erradicar las prcticas que all se llevaban a cabo?

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    En Charapan, aunque hubo skwmeecha casados o solteros, lo ms frecuente eran mujeres casadas. A fines de los aos cuarenta eran practi-

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    cantes Cleofas y Natividad Melgarejo, rsula de Potos, Teodosia Prado, Juana Rincn, Agustina Rivera, Agustina Sierra y Juana Gonzlez (o Chucha Serano?).Fig. 1 En los aos setenta corran los nombres de Francisca Rubio, Nazario Jernimo, Carlota Lpez, rsula Jernimo y Margarita Nepomuceno. Una seora Carlota predeca, quiz la citada lneas arriba, y una Sabina adivinaba: encontraba cosas. Anastasia Sierra tena un dedo humano para abrir puertas. Por ese en-tonces, Juana o Chucha Serano haba muerto y su hija Abigail viva en Uruapan; ella y su madre haban sido llevadas a un santuario catlico para que dejaran su heterodoxa doctrina.14

    Debe considerarse que, a veces, se confunda a las skwmeecha con las curanderas o parteras; tal pudo ser el caso de Cleofas Melgarejo, recordada slo como partera por un emigrante en la cuenca de Mxico a principios de la dcada de los noventa del siglo pasado.15 Pero puede ser que algunas mujeres practicaran ambas cosas, lo que aclarara la confu-sin; por ejemplo, Juana Gonzlez y Catarina Aguilar eran xurhjkiicha o curanderas pues preparaban medicina, pero tambin curaban enfer-medades malas causadas por skwmeecha. A veces, la separacin entre una y otra actividad era tenue y de ah los errores de identifica-cin entre los mismos charapanenses.

    Las skwmeecha, propiamente dichas, las distingua su per-sonalidad por ms que usaran la indumentaria comn y corriente. En los aos cuarenta del siglo pasado, ellas tenan como rasgo notable su carcter fuerte y su permanente estado patolgico. Sus esposos tenan dificultad para imponer su voluntad e, incluso, la gente los crea embru-tecidos por ellas. Los habitantes les tenan consideracin especial y les regalaban diversas cosas por temor al perjuicio que les pudieran hacer. Los nios eran enseados a guardarles respeto. Aun cuando a veces se reunan en grupos, en general actuaban solas pues entre ellas los conflictos profesionales las divida, ya que al tiempo que unas eran re-queridas para perjudicar a una persona, otras lo eran para evitar el dao.16

    En general, las mujeres consagradas a la skwmekwa pudieron verse en Charapan como una amenaza a los hombres, esto es, a su pre-dominio sobre las mujeres. Sin embargo, esa sera una interpretacin en cierto grado sesgada pues su existencia era tolerada, lo cual ame-ritara una explicacin, que en estas pginas slo puede presumirse asociada a lazos con creencias antiqusimas respetadas incluso por el gobierno purpecha, integrado exclusivamente por hombres. Tal vez justo por el temor que causaban algunas de sus expresiones como las de marras, impeda que stas fueran suprimidas del todo.

    Por otro lado, cabe sospechar que los avecindados descendien-tes de espaoles criollos y amestizados que llegaron a ser la etnia minoritaria pero dominante entre los siglos xix y xx vieran como hechiceras a las mujeres purpechas ancianas, en particular las que

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    subsistan solas y seguan viviendo a la usanza de su pueblo, slo por-que hablaban el idioma del pas que ellos no entendan y saban cosas que ellos desconocan: herbolaria, remedios curativos, creencias, tra-diciones, etctera. Ante su incapacidad para explicarse por s mismos costumbres que les eran ajenas, porque las haban perdido o porque nunca poseyeron la cultura nativa, pudieron ver con desconfianza y como extraas a las mujeres que mantenan la lengua, el vestido, la cultura y el conocimiento purpechas en general. De ah a considerar-las como hechiceras haba slo un paso. Tal pudo ocurrir con Amalia Vallejo Galvn a quien se la tom por tal y a quien el autor y su esposa entrevistaron entre 1973 y 1974. Hablaba purpecha y un espaol me-dio aprendido, iba de trenzas y enrebozada vistiendo a la manera de antes con falda larga hasta el tobillo y camisa blanca; descalza se sen-taba sobre un petate en su troje para recibir visitas. Nan Amalia y otras mujeres como ella haban sido poco a poco desplazadas tnicamente en su propio poblado donde, al igual que las de Pamatcuaro, eran vistas por el sector minoritario como extraas y tratadas como naturalitas cuando que, en efecto, ellas eran, ni ms ni menos, las naturales de la tierra, mientras los extraos fueron en realidad los avecindados.

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    Simplificando, tres tipos de skwmeecha pueden mencionarse desde el punto de vista de los atributos perniciosos y benficos: las que hacan perjuicios, las especializadas en curarlos y las que hacan ambas cosas. En Charapan predominaron las primeras. En efecto, de las aptitudes y las funciones arriba mencionadas, la de causar dao fue la tomada ms en serio. Al decir de un charapanense en 1949, cuando se habla de una de estas especialistas, siempre se les considera como a mujeres que causan daos. En consecuencia, hay que guardar cierta conducta hacia ellas cuando la ocasin se presenta.17

    El detrimento causado por ellas se deba a una ofensa, problema, dificultad, rencor o resentimiento suyo; o bien por encargo de una per-sona deseosa de perjudicar a otra. Poda ser temporal de una semana a cinco aos, permanente o provocar la muerte rpida o lenta se-gn el motivo. Las formas de quebrantar o enfermar a una persona eran variadas; algunas eran adopciones culturales de origen europeo, como puede apreciarse:

    Escupiendo a un nio. Hacindole el mal de ojo a un nio rindose con l. Haciendo que los alimentos causaran un maleficio. Introduciendo por la boca de la vctima dormida un guajoloti-

    to, una culebrita, una lagartija o unas piedrecitas.

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    Juntando por las suelas los huaraches de la vctima, amarrn-dolos y enterrndolos debajo del lugar donde dorma.

    Enterrando una piedrecita con propiedades malficas en la propiedad del destinatario.

    Recogiendo tierra pisada, orinada o escupida por la skwme. Llevando una prenda a casa de la vctima, cuando se trataba

    de un joven. Utilizando un wpeta o wpita (mueco de trapo, madera,

    caa u hojas secas de maz). Recitando la frmula mgica: Katperakwarhi anpu ej-

    chri karhtatakata (tierra levantada o barrida de la crcel), al tiempo que se arrojaba basura de una crcel al patio de la casa de un matrimonio, con el propsito de descomponer-lo.18

    Algunos vocablos purpechas dan testimonio de esto, como los trminos kwnkarhitakwa (cierta aplicacin de conocimientos para intentar el logro de un fin); itsni yurhri (chupar sangre humana con fines mgicos); y xikwperakwa (mueco de trapo, madera, caa seca de maz u hojas secas de maz, usado en prcticas mgicas).19

    Por cierto, justo en los procedimientos utilizados puede perci-birse la influencia hispana y la negra. Uno de ellos supone influencia mulata: el consistente en clavar astillas de pino en un mueco de cera, que representa a quien se deseaba causar un mal. Mientras el llamado mal de ojo lleg a travs de Espaa.20

    Se recurra a variados mtodos para terminar con la vida de una persona, cuando lo solicitaba alguien que deseaba su muerte. En ese caso, los familiares de la vctima pedan los servicios de una skwme-kwa rival, quien entablaba una lucha con ella. A veces, sta era espectacular cuando alguien estaba tratando de matar a toda costa a la vctima em-pleando dos o tres hechiceras al mismo tiempo para conseguirlo. Hacia 1932, uno de esos combates tuvo lugar en Charapan:

    Haba una mujer casada que estaba enferma; su esposo proporcion cuanta medicina moderna estaba a su alcance, pero la enfermedad no desapareca. La situacin lleg a un momento culmi-nante y su seor esposo tuvo que mandar llamar a una [ skwme] de mucha fama, que era oriunda de la regin de los Once Pueblos. Ella acept ir a Charapan y dos das ms tarde lleg. Despus de haber examinado a la enferma durante todo un da, concluy dicindole al marido:

    Son tres mujeres las que han enfermado a tu esposa Al segundo da, le dijo: Triganme un pual que pertenezca a uno de los varones

  • l a s i k w m e k wa 15de esta casa. Djenme sola en la casa porque no tardan en venir esas tres mujeres.

    El esposo, un tanto incrdulo, entreg su pual y dio rdenes de que todos los dems miembros de la familia abandonaran la casa, hasta nuevas rdenes [] Minutos ms tarde, la hechicera estaba en la mitad del patio de la casa; se quit la camisa dejando el cuerpo descubierto de la cintura hacia arriba. Sus cantos mgicos en tarasco [o purpecha] se oan a viva voz; haca movimientos como si en rea-lidad estuviese peleando con algn enemigo. La lucha era feroz, su mano derecha empuaba su filoso pual; ella brincaba dando saltos hacia atrs y a los lados; luego, avanzaba hacia adelante; finalmente, qued agotada y se sent en el suelo. Despus hizo una rueda sobre el suelo usando la punta del arma que traa; una vez ms se oan los rezos mgicos; gilmente manejaba el pual y de cuando en cuando daba gritos, que hacan pensar que ella reciba heridas de sus enemigas.

    Yo observaba cuidadosamente la escena anterior, pero no fue posible descifrar las frmulas porque las dicciones emitidas parecan ser de un tarasco arcaico, palabras incompletas y neologismos, las cuales no tenan ninguna relacin con las anteriores. En aquellos tiem-pos, [yo] tena doce aos de edad y me haba retirado lleno de pnico. Tres das despus, la bruja desenterr del patio de la casa un mono [o wpeta] hecho de hojas secas de elote y la enferma se alivi enton-ces.21

    Slo algunos padecimientos eran atribuidos a las skwmeecha, pues se pensaba que haba enfermedades malas causadas por ellas y naturales enviadas por Dios. Por cierto, no atendan heridas causadas por armas blancas o de fuego, ni torceduras, cadas, resfriados u otros padecimientos menores, que atenda un jeyjpiri o masajista y curador de heridas, o bien, un tsinjpiri o curador de resfriados y sus-tos; amn de los yerberos descendientes de los curanderos del hospital de los naturales, quienes curaban diversos malestares. Algunos de estos expertos trataban a quienes se asustaban y perdan el alma. En el siglo xx, como los mdicos curaban enfermedades naturales y las skwmee-cha las malas, no haba conflictos entre ellos.

    Por otra parte, ellas transmitan buena suerte por medio de en-cantamientos especficos y hacan amuletos que otorgaban y daban proteccin. Por ejemplo, elaboraban unos con colibres muertos y ciertos polvos perfumados envolvindolos en tela roja y cosindolos a mano entretanto rezaban en voz baja una o dos frmulas mgicas; estos amuletos daban a los hombres buena suerte en el amor.22

    Para hacer sus preparados, ellas disponan de una variedad de minerales, plantas, animales y objetos a los que atribuan propieda-des mgicas. Las hierbas con dichas cualidades eran llamadas de modo

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    genrico wanpeni o witskwa sikwrakwa y solan tener tambin uso medicinal. Entre stas se contaban el sunsunukurhakwa o gordolo-bo, la vara de burro y el tukurtu (cierto helecho parsito empleado para recobrar el espritu que se ha perdido).23

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    Otra tarea propia de las skwmeecha era el matsri o destorcimiento para permitir expirar a un moribundo que no lo pudiera hacer. Con ello se destorcan los rganos internos de la vctima torcida por una skw-me. Durante el siglo xix, esto fue comn en la sierra, donde tambin se presuma que un enfermo tena el cuerpo torcido porque de muchacho o muchacha se haba echado a cuestas una carga demasiado pesada para l o ella. Para tratarlo, la skwam le ataba los pies a unas estacas cla-vadas en el suelo y luego lo azotaba de arriba hacia abajo, con mazos formados al juntar haces de diez o doce cuerdas de diferentes colo-res agarradas en varias partes con bejucos.24

    En el siguiente siglo, en Charapan se atribua el torcimiento de los rganos internos de una persona, si sta lo haba solicitado alguna vez a una skwme para aumentar su longevidad. Una charapanense presenci otro procedimiento para destorcer, en este caso utilizado por un hombre con una mujer que no poda morir:

    [] en la cocina entr un seor, se persi[g]n, hizo un hoyo en[tre] las paranguas en forma de sepultura; rezaba en tarasco [o purpecha]; se acost y sac la lengua y la meti en el hoyo, se sal y desmoron flores rojas; brincaba alrededor de las paranguas, hacia la derecha y recio, y luego al revs, dio diez de cada lado y luego brincaba de cruz cinco veces; y luego se agarr de las rodillas y brinc tres veces a un lado del hoyo, ech agua al hoyo y lo tap. Amarr unos hilos de lana de esquina a esquina y alrededor del cuar-to; [luego,] los quit, los envolvi y fue a ver a la enferma al troje y la midi con el mismo hilo de la cabeza a la punta del pie y lo solt pronto para que se destorciera. Y [as] se muri la seora, que haba durado nueve das agonizante.25

    Las hechiceras tambin utilizaban varios mtodos para inmu-nizar a una persona contra los hechizos. Uno de ellos consista en que, un jueves por la noche, la skwme reciba en su casa a quien deseaba obtener la inmunidad. All lo acostaba y, al mismo tiempo que reza-ba en silencio una frmula mgica, le untaba con la mano derecha un aceite rojizo elaborado con alacranes en las coyunturas de las ex-tremidades, la frente, la mollera y la fontanela, la regin occipital, los temporales, la espalda y el pecho, luego de lo cual lo cubra para que

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    se durmiera. Otro modo era sahumar al solicitante. Para ello, le peda que se despojara de sus huaraches, sombrero, camisa y faja y, para que lo envolviera el humo, le ordenaba pararse lo ms cerca posible de una cazuela de barro sobre el fuego, el cual contena brasas de lea de encino muy vivas y sobre ellas copal, cera de Campeche o trementina de pino lacio, ramitas de romero, flores de pensamiento, de tabaco y de malva u otra flor, de preferencia silvestre. Luego, le ordenaba cerrar los ojos durante tres minutos mientras ella le haca la limpia. Al final, le peda que los abriera, brincara sobre la cazuela hacia los cuatro pun-tos cardinales y regresara a su lugar, tras lo cual ella tomaba sus prendas para sahumarlas con cuidado.

    Pocas veces una skwme daba a conocer medidas preventivas a la gente, si no reciba una paga a cambio. El pago en moneda o en espe-cie por uno de los servicios de las skwmeecha variaba. Esto dependa de la posicin econmica del usuario o de su grado de parentesco o amistad con ellas.

    Algunas familias tenan mtodos propios para protegerse, dando por hecho que las skwmeecha los desconocan. Para evitar que se infiltraran en la noche, colocaban una raja de ocote con abun-dante trementina debajo de la almohada o del petate donde dorman; o bien clavaban dentro del troje dos astillas atravesadas de ocote sobre la puerta. A manera de trampa para atrapar a una skwme que intentara penetrar, clavaban popotes cruzados en la puerta o la atrancaban con una escoba de popotes en uso. Los procedimientos variaban segn lo que deseara lograrse. Otras medidas eran previstas en la vida cotidiana, como la que tomaban los varones vistiendo camisas rojas. A los nios se les protega con collares de cuentas de coral y semillas de ojo de venado (Mucuna sloanei). La gente perversa, corajuda, neurastnica y altiva, con frecuencia perseguida por los perros, tena inmunidad natu-ral, quiz porque su carcter competa con el de las skwmeecha.

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    Al peligrar la reputacin de una skwme por falta de conocimientos suficientes para el tratamiento de un caso muy difcil, sta solicita-ba la ayuda de un o una colega de otro lugar y comparta la mitad de la ganancia; tambin cuando la demanda de servicios rebasaba los que ella poda prestar.26 Cuando invitaba a una colega, sta acuda armada de puales y tomaba precauciones para evitar ser molestada por las hechiceras locales, que podan disgustarse por su presencia.

    En otras ocasiones, cuando estaba desocupada, sola hacer visitas de cortesa a sus colegas de otros poblados, quienes luego correspondan de igual manera. En particular, las skwmeecha de Charapan mantenan relaciones con las de La Caada, consideradas

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    ms hbiles para curar, y con las de la cuen-ca de Ptzcuaro donde, adems de amigos, tenan enemigos. Las famas de unas y de otras eran contradictorias, pues las hechice-ras serranas consideraban a las de la regin de Ptzcuaro ms poderosas, pero all pensaban lo contrario. En la sierra, los de Ocumicho eran muy solicitados. En gene-ral, en 1949 sus nicos competidores eran los llamados espiritistas de las ciudades de Uruapan y Zamora, sus ms diestros enemigos.

    Las skwmeecha charapanenses mantenan buenas relaciones en los aos cuarenta del siglo xx con las autoridades civiles, a diferencia de los vecinos de Cocucho y Ocumicho donde existie-ron fricciones. En este ltimo, hubo una brbara matanza pblica de diez skwmeecha ancianas en 1933, a diferencia de Charapan donde por fortuna no ocurri algo similar.27

    Todava en 1948, la skwame-kwa segua practicndose como pudo constatarlo un joven estudiante charapanense de antropologa, quien desde nio haba escuchado de boca de sus mayores las consejas acerca de sta. Algo le haba tocado ver por l mismo y le haba gusta-do llevado por su arrojo y curiosidad hacer incursiones nocturnas al panten y otros sitios. Llegado el momento de preparar su tesis pro-fesional pregunt aqu y all, dentro y fuera, plasmando por escrito su invaluable testimonio.28

    En 1973 se aseguraba que las seguidoras de la skwmekwa se haban acabado, pero an haba rumores contradictorios al respecto. Un poblador, descredo de sus poderes, declar sin embargo su temor a ser enyerbado por ciertas mujeres, a las cuales se les atribua dicha habili-dad, pues las personas que se dedicaban a ello dijo conocan muchas plantas. Todava en el ao 2008 se hablaba de al menos una que se mantena activa. Una duda viene al caso: quines saban a ciencia cierta de las skwmeecha? Es de presumirse que la poblacin especficamente purpecha, la cual acuda con ellas, mientras el sector de forasteros ave-cindados y sus descendientes, los turhsicha, o no las conoca o no las trataba, ni menos utilizaba de sus servicios al menos, eso deca.

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    Fig. 2. Portada del libro del an-troplogo charapanense Pablo Velsquez Gallardo publicado

    en Morelia el ao 1978.

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    La skwmekwa fue una de las expresiones, quiz la ms, que hizo presente el pasado antiqusimo al cual Charapan sigui anudado, en-tre otras cosas justo por este arte. Pero tuvo tambin implicaciones de otra ndole; entre ellas, expres cmo la cultura, lejos de contener slo elementos unificadores y de convivencia, a veces incluy recursos para someter a enemigos y contrincantes y para ejercer cierta forma de control social. He aqu un componente cultural que form parte del dominio ideolgico e incluso psicolgico de quienes estaban sujetos a la repblica purpecha. Eso supone su integracin al Purecherio y su organizacin sociorreligiosa en cuyo seno se reprodujo, en tanto la magia form parte tambin de su jakjkukwa.

    Por lo dems, la skwmekwa patentiz como pocos la constante existencia del conflicto social. Aunque se presentara como una irre-gularidad clandestina o una anormalidad marginal fuera y en contra de la normatividad, lo cierto es que tambin continu manteniendo a los charapanenses purpechas ligados profundamente a sus races ms pro-

    fundas.

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    N o t a s

    1 Velsquez Gallardo (2000: 126-9 y 132-3). La informacin sobre hechi-cera charapanense contenida en ste y los subsecuentes prrafos proviene de Velsquez Gallardo (1949, 1978 y 2000), de Palacios Lpez (1950: 155-6) y de tes-timonios orales charapanenses. Alrededor de 1951, la Smithsonian Institution estaba por publicar un Estudio de la brujera tarasca de Pedro Carrasco Pizana y Pablo Velsquez Gallardo (Fernndez de Crdoba 1952: 150-1), pero nunca apareci.

    2 Vase su representacin en una lmina incluida en Beaumont (1932: 3, entre pp. 122-3) y consltese Lagunas 1890: 42, 1; Lumholtz (1904) y Velsquez Gallardo (1949), respectivamente.

    3 Annimo (1991, ii: 499).4 Covarrubias Horozco (1611, reeditada en 2006: 1032), con la ortografa

    ligeramente adaptada.5 Covarrubias Horozco (2006: 358), con unos pocos smbolos ortogrficos

    aadidos.6 A decir del Diccionario de la lengua espaola elaborado por la Real

    Academia Espaola (en la Internet: http://lema.rae.es/drae/?type=3&val=cultura&origen=REDRAE), an bajo resabios del eurocentrismo conservador.

    7 Velsquez Gallardo (2000). En este estudio est basado mayormente este captulo.

    8 Annimo (1991, ii: 499). Cf. Velsquez Gallardo (1949: 12-3 y 1978: ps-sim) y Wolf (1991: 579-80).

    9 Segn tradicin oral (en acrl-cGm 1973-4, lbta. 4: f. 15 r.).

    10 Velsquez Gallardo (1978: 71 y 36, 51, 71 y 184, 1 col., respectivamente, y 2000: pssim) y Palacios Lpez (1950: 156).

    11 Velsquez Gallardo (1978: 172, 1 col.).12 Velsquez Gallardo (2000) y Palacios Lpez (1950: 155).13 Entrev. a Lorenzo Murgua ngeles, Uruapan, 19 de mayo de 1974 (en

    acrl-cGm 1973-4, lbta. 4: f. 31 v.) y observacin personal.14 Velsquez Gallardo (1949: 13) y testimonios orales charapanenses.15 Eliseo Martnez Rosas: com. oral, Mxico.16 Velsquez Gallardo (2000: pssim).17 Velsquez Gallardo (1949: 22).18 Velsquez Gallardo (1978: 157, 2 col.).19 Velsquez Gallardo (1978: 71, 36, 51, 71, 129 y 190).20 Palacio Lpez (1950: 156).21 Velsquez Gallardo (1949: 38-9). Aqu la acentuacin, la ortografa y la

    presentacin fueron corregidas para hacer ms claro el relato.22 Velsquez Gallardo (1978: 190).23 Velsquez Gallardo (1978: 217, 2 col., 224, 2 col, 185, 2 col., 98, 1 col.

    y 202, 2 col.).24 Lumholtz (1904, ii: 397).

  • 22 l a s i k w m e k wa25 Entrev. a Oralia Jernimo, Charapan, 3 de junio de 1973 (en acrl-cGm

    1973-4, lbta. 2: f. 12 r. y v.).26 Velsquez Gallardo (2000: 168).27 Velsquez Gallardo (1949: 62 y 81). Hasta aqu, este captulo se ha basa-

    do en su mayor parte en el estudio del antroplogo charapanense Pablo Velsquez Gallardo (1978) y, en menor medida, en las fuentes citadas en las notas.

    28 Velsquez Gallardo (1949), tesis profesional de antropologa presentada el ao 1948 en la Escuela Nacional de Antropologa e Historia y publicada post mortem en 1978.

  • l a s i k w m e k wa 23

    El fascculoLa sikwmekwa purpecha

    se termin de editar y formar el 22 de febrero de 2015, en el estudio del autor, sito en las inmediaciones del pueblo de Tlalpan en la cuenca de M-

    xico.

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