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FORMARNOS PARA SER LIBRES LA SOCIALDEMOCRACIA Y LOS PACTOS ELECTORALES LENIN OCTUBRE DE 1906 La socialdemocracia considera el parlamentarismo (la participación en las asambleas represent ativ as) como uno de los medios para ilustrar, educar y organizar al proletariado como part ido de clase independient e, como uno de los medios de lucha política por la liberación de la clase obrer a. Esta concepción marxista separa resueltamente a la socialdemocracia, de una parte, de la democracia burguesa y, de otra, del anarquismo. Los liberales y radicales burgueses ven en el parlamentarismo el método “natural” y el único normal, el único método legítimo para regentar los asuntos fundamentales del Estado en general, niegan la lucha de clases y el carácter de clase del moderno parlamentarismo. La burguesía trata, con todas sus fuerzas y por todos los medios posibles, aprovechando cuantas ocasiones se le brindan para ello, de poner vendas sobre los ojos de los obreros para que no vean que el parlamentarismo es un instrumento de la opresión burguesa, para que no se percaten del significado real e históricamente condicionado del parlamentarismo. Los anarquistas, por su parte, no aciertan tampoco a enjuiciar el parlamentarismo en cuanto a su función históricamente determinada y rechazan en términos generales este medio de lucha. De aquí que los socialdemócratas rusos combatan resueltamente tanto el anarquismo como la tendencia de la burguesía a poner fin a la revolución lo antes posible por medio de un pacto con el viejo poder del Estado, sobre la base del parlamentarismo. Los socialdemócratas supeditan toda su actividad parlamentaria, incondicionalmente y sin limitación, a los intereses generales del movimiento obrero y a las tareas específicas del proletariado en la actual revolución, en la revolución democrático-burguesa. De aquí se desprende, ante todo, que la participación de los socialdemócratas en la campaña a la Duma no presenta, ni mucho menos, el mismo carácter que la de los demás partidos. Al contrario de éstos, nosotros no atribuimos a esta campaña ninguna significación independiente ni siquiera primordial. Por oposición a ellos, subordinamos esta campaña a los intereses de la lucha de clases. Por oposición a ellos, no tomamos como consigna de esta campaña el parlamentarismo en torno de reformas parlamentarias, sino la lucha revolucionaria por la asamblea constituyente, y, concretamente, la lucha en sus formas más altas, tal como se desprende de la trayectoria histórica de las formas de lucha durante estos últimos años.

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FORMARNOS PARA SER LIBRES

LA SOCIALDEMOCRACIA Y LOS PACTOS ELECTORALES

LENINOCTUBRE DE 1906

La socialdemocracia considera el parlamentarismo (la participación en las asambleas representativas) como uno de losmedios para ilustrar, educar y organizar al proletariadocomo partido de clase independiente, como uno de los medios de lucha política por la liberación de la clase obrera.Esta concepción marxista separa resueltamente a la socialdemocracia, de una parte, de la democracia burguesa y, deotra, del anarquismo.Los liberales y radicales burgueses ven en el parlamentarismo el método “natural” y el único normal, el único métodolegítimo para regentar los asuntos fundamentales del Estado en general, niegan la lucha de clases y el carácter de clasedel moderno parlamentarismo.La burguesía trata, con todas sus fuerzas y por todos los medios posibles, aprovechando cuantas ocasiones se lebrindan para ello, de poner vendas sobre los ojos de los obreros para que no vean que el parlamentarismo es uninstrumento de la opresión burguesa, para que no se percaten del significado real e históricamente condicionado delparlamentarismo.Los anarquistas, por su parte, no aciertan tampoco a enjuiciar el parlamentarismo en cuanto a su función históricamentedeterminada y rechazan en términos generales este medio de lucha.De aquí que los socialdemócratas rusos combatan resueltamente tanto el anarquismo como la tendencia de la burguesíaa poner fin a la revolución lo antes posible por medio de un pacto con el viejo poder del Estado, sobre la base delparlamentarismo.Los socialdemócratas supeditan toda su actividad parlamentaria, incondicionalmente y sin limitación, a los intereses

generales del movimiento obrero y a las tareas específicasdel proletariado en la actual revolución, en la revolución democrático-burguesa.De aquí se desprende, ante todo, que la participación de los socialdemócratas en la campaña a la Duma no presenta, nimucho menos, el mismo carácter que la de los demás partidos. Al contrario de éstos, nosotros no atribuimos a estacampaña ninguna significación independiente ni siquiera primordial.Por oposición a ellos, subordinamos esta campaña a los intereses de la lucha de clases. Por oposición a ellos, notomamos como consigna de esta campaña el parlamentarismo entorno de reformas parlamentarias, sino la lucha revolucionaria por la asamblea constituyente, y, concretamente, la luchaen sus formas más altas, tal como se desprende de la trayectoriahistórica de las formas de lucha durante estos últimos años.

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No entramos aquí en la cuestión del boicot, que sale del tema del presente trabajo. Diremos únicamente que la cuestióndel boicot no puede enjuiciarse al margen de la situación histórica concreta. El boicot contra la Duma de Bulyguin logróéxito. El boicot contra la Duma de Witte era necesario y acertado.La socialdemocracia revolucionaria debe marchar ante todo por el camino de la lucha más resuelta y más directa yrecurrir en último lugar a los métodos que sirvan más indirectamente a los fines de la lucha.El boicot contra la Duma de Stolypin resulta imposible bajo la vieja forma y constituiría un error, con arreglo a lasexperiencias de la primera Duma. ¿Qué conclusión se desprende de lo anteriormente dicho, en cuanto a los pactos electorales? En primer lugar losiguiente: nuestra tarea más importante y decisiva es el fortalecimientode la conciencia de clase y de la organización independiente de clase del proletariado, como la única clase realmenterevolucionaria, como el único posible dirigente de la revolución democrático-burguesa victoriosa.Nuestra tarea general más importante es, por tanto, la de asegurar una política de clase independiente en toda lacampaña electoral y en toda la campaña a la Duma. Lo cualno significa que rechacemos otras tareas, tareas parciales, pero subordinándolas siempre a esta tarea, que es la másimportante de todas, y poniéndola en consonancia con ella.Esta tesis general, confirmada tanto por la teoría del marxismo como por toda la experiencia de la socialdemocraciainternacional, es la que debemos tomar incondicionalmente como punto de partida.Podría parecer que las tareas específicas que el proletariado tiene que abordar y cumplir en la revolución rusa echan portierra de antemano esta tesis general.En efecto, ya la gran burguesía representada por los octubristas, ha traicionado a la revolución, o bien (en la persona delos kadetes) se ha propuesto la tarea de paralizarla por medio de una constitución; la revolución solo podrá triunfarsiempre y cuando que el proletariado sea apoyado por la parte más progresiva y más consciente de las masascampesinas, cuya situación objetiva las empuja a la lucha y no a un pacto, a llevar la término a la revolución y no a

ponerle coto.De donde se desprende, para los socialdemócratas –tal es la conclusión a la que parece se debe llegar– la obligación deestablecer un acuerdo con la socialdemocracia campesina para todo el tiempo que duren las elecciones.Sin embargo, de la tesis absolutamente cierta de que el triunfo total de nuestra revolución solo será posible a través de ladictadura revolucionaria-democrática del proletariado y de los campesinos no se desprende todavía, en modo alguno,semejante conclusión.Para ello, hay que demostrar antes la posibilidad y la conveniencia de un bloque con la democracia campesina, para elperíodo electoral, desde el punto de vista de las relaciones existentes entre los partidos (ya ahora nos encontramos conque la democracia campesina no está representada, en Rusia, por un solo partido, sino por varios) y desde el punto devista del sistema electoral vigente.Hay que demostrar antes que, mediante un bloque con este o el otro partido, expresaremos y defenderemos mejor losintereses de los campesinos realmente revolucionarios que si nuestro partido se reserva sin limitación alguna el derechoa criticar la actuación de este o el otro partido democrático-campesino, a contraponer determinados elementos de la

democracia campesina a otros.De la tesis de que el proletariado y los campesinos revolucionarios son, en nuestra revolución, los más afines, sedesprende incondicionalmente la “línea” política general de los socialdemócratas: marchar juntamente con la democraciacampesina contra la “democracia” traidora de la gran burguesía (los kadetes).Ahora bien, para poder decir si de aquí se desprende la necesidad de formar ahora un bloque electoral con los enesistas(socialistas-populares) o con los eseristas [socialistas revolucionarios] es necesario indagar antes en qué se distinguenestos partidos uno de otro y de los kadetes e investigar en todas sus fases el actual sistema electoral. Lo único quedirectae incondicionalmente se desprende de aquí es una cosa: en nuestra campaña electoral no podemos limitarnos en modoalguno simplemente a contraponer de un modo escuetoy abstracto al proletariado y la democracia burguesa.Por el contrario, debemos concentrar nuestra atención en desentrañar con toda precisión la diferencia que media entre laburguesía monárquico-liberal y la burguesía democrático-revolucionaria o, dicho en términos más concretos, entre los kadetes, los enesistas y los eseristas, tal y como sedesprende de los factores históricamente dados de nuestra revolución.Solamente tomando en consideración esta diferencia podremos averiguar con la mayor exactitud posible quienes sonnuestros “aliados” más cercanos. Y, al hacerlo, no deberemos perder de vista, en primer lugar, que los socialdemócratasdeben tener presente que todo aliado del campo de la democracia burguesa puede ser un enemigo. Y, en segundo lugar, deberemos indagar, especialmente, qué es más ventajoso para nosotros: si atarnos las manosmediante un bloque general con cualquiera, enesistas (por ejemplo) o mantener nuestra independencia total, para contarsiempre, en el momento decisivo, con la posibilidad de escindir a los “trudoviques” sin partido en oportunistas (enesistas)y revolucionarios (eseristas), enfrentando a los primeros con los segundos, etc.Por tanto, la tesis de que nuestra revolución tiene un carácter proletariocampesino no nos autoriza todavía a llegar a laconclusión de que sea necesario concertar un acuerdo, en una o en otra fase de las elecciones a la segunda Duma, conuno y otro de los partidos democrático-campesinos.

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Esta consideración no nos autoriza, en modo alguno, a menoscabar en las elecciones la política proletaria de claseindependiente, y menos aun renunciar a ella.Si queremos acercarnos más a la solución de nuestro problema, tenemos que determinar, en primer lugar, como habránde agruparse, en lo esencial, los partidos en las elecciones a la segunda Duma y, en segundo lugar, penetrar en lascaracterísticas del sistema electoralvigente en la actualidad. Los pactos electorales se conciertan entre partidos. Pues bien, ¿quétipos fundamentales de partidos tomarán parte en la lucha electoral?No cabe duda de que los centurionegristas se aglutinarán todavía más fuertemente en estas elecciones que en laselecciones a la primera Duma.Los octubristas y los emeones (partido de los “renovadores pacíficos”) se unirán a ellos o a los kadetes o (lo másprobable de todo) oscilarán entre los kadetes y los centurionegristas.En todo caso, constituye un error fundamental considerar a los octubristas como “partido de centro” (como lo hace L.Mártov en su nuevo folleto titulado Los partidos políticos en Rusia): en la lucha real, que habrá de decidir definitivamentela suerte de nuestra revolución, el centro son los kadetes.Los kadetes son un partido organizado, que se presenta a las elecciones con carácter independiente; además, se les hasubido a la cabeza su éxito en las elecciones a la primera Duma. Pero, la disciplina de este partido no es la más rigurosa,ni su cohesión la más firme.Los kadetes de izquierda se hallan descontentos de la derrota sufrida en Helsingfors y están enojados. Una parte de ellos(como recientemente el señor Alexinski en Moscú) se pasa alos enesistas. En la primera Duma, podían encontrarse kadetes “extraordinariamenteraros” de éstos, que llegaron incluso a suscribir el proyecto de los “33” sobre la abolición de lapropiedad privada sobre la tierra (Badamshin, Zubchenko, Lozhkin).No se debe, por tanto, renunciar a la esperanza de que llegue a ser posible escindir a una parte, por pequeña que ella

sea, de este “centro” e incorporarla a las izquierdas.Los kadetes se dan perfecta cuenta de su debilidad entre las masas populares (hace poco, se vio obligado a reconocerloel propio Továrisch) y estarán dispuestos de buen grado a pactar bloques con las izquierdas. No en vano los periódicoskadetes han abierto con propicia ternura sus columnas a los socialdemócratas Mártov y Cherevanin para tratar elproblema de un bloque de los socialdemócratas con los kadetes.Naturalmente que nosotros jamás perderemos de vista, y abriremos los ojos de las masas acerca de ello, en la campañaelectoral, que los kadetes no cumplieron sus promesas en la primera Duma, que pusieron obstáculos en el camino a lostrudoviques, se entregaron a todos los posibles juego en torno de la constitución, etc., etc., hasta guardar el máscompleto silencio acerca del sistema electoral de las cuatro colas2, hasta los proyectos de leyes represivas, etc.Vienen luego los “trudoviques”. Los partidos de este tipo, es decir, los partidos pequeñoburgueses y predominantementecampesinos, se dividen en el “grupo de trabajo” sin partido (que han celebrado hace poco su congreso), los enesistas ylos eseristas (el PSP, “partido socialista polaco” y otros parecidos corresponden más o menos a los eseristas).Solamente los eseristas son en cierto modo revolucionarios y republicanos resueltos y consecuentes. Los enesistas son

oportunistas mucho peores que nuestros mencheviques y se los debe considerar, en rigor, como semikadetes.El “grupo de trabajo” sin partido ejerce, tal vez, en la masa campesina, mayor influencia sobre los unos y los otros, peroresulta difícil determinar hasta donde llega su decisión en la lucha por la democracia, si bien se hallan, indudablemente,mucho más a la izquierda que los kadetes y aparecen situados, evidentemente, en el campo de la democraciarevolucionaria.La socialdemocracia es el único partido que, pese a sus discordias, se presentará realmente disciplinado a laselecciones, que posee una base de clase perfectamente definida y claramente deslindada y que agrupa a todos lospartidos socialdemócratas de todos los pueblos de Rusia. […]En modo alguno ni bajo ninguna clase de condiciones deberán nuestros apoderados y compromisarios socialdemócratassilenciar nuestras metas socialistas, nuestra posicióncomo partido proletario, condicionada estrictamente por razones de clase.Pero, no basta con emplear a cada paso la palabra “clase”, para desmostar que el proletariado es la vanguardia en laactual revolución. No basta con exponer nuestra doctrina socialista y la teoría general del marxismo, para demostrar queel proletariado desempeña el papel dirigente.Además de esto, hay que saber poner de manifiesto en la práctica, al estudiar los problemas candentes de la actualrevolución, que los miembros del partido obrero defienden los intereses de su triunfo total de un modo más consecuente,más certero, más resuelto y más inteligente que todos los demás partidos. Es esta una tarea nada fácil, por cierto, y elprepararse para cumplirla constituye el deber más importante y más noble de cuantos socialdemócratas intervienen en lacampaña electoral.Una tarea práctica pequeña, pero nada infructuosa, será el aprender a distinguir los diferentes partidos y maticespartidistas, en las asambleas de los apoderados y compromisorios (lo mismo que, naturalmente, en toda la campañaelectoral). […]Los socialdemócratas debemos acostumbrarnos, en toda la campaña electoral y en lo que se refiere a la concertación depactos electorales en las fases posteriores de la campaña,a hablar un lenguaje sencillo y claro, asequible a las masas, renunciando de una vez por todas a la artillería pesada delos términos eruditos, de las palabras extranjeras, a las consignas, fórmulas, definiciones y conclusiones aprendidas de

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memoria, preparadas como recetas, pero que la masa no conoce ni entiende. Debemos encontrar el modo de hacercomprensibles los problemas del socialismo y los problemas de la actual revolución rusa sin retóricas ni griterío, conhechos y números en la mano. Y, al hacerlo, se destacarán por sí mismos en el primer plano los dos problemas fundamentales de la revolución: elproblema de la libertad y el problema de la tierra.Estos dos problemas fundamentales, que son los que mueven a todo el pueblo, deberán dar la pauta tanto para lapropaganda puramente socialista –para distinguir entre el punto de vista del pequeño propietario y el proletariado– comopara saber encontrar las diferencias entre los distintos partidos que luchan por conquistar la influencia sobre el pueblo.Los centurionegristas, incluyendo los octubristas, están en contra de la libertad, en contra de la entrega de la tierra alpueblo. Tratan de poner coto a la revolución por la fuerza, por el cohecho y por el fraude.Los burgueses monárquico-liberales, los kadetes aspiran también a poner coto a la revolución por medio de una serie deconcesiones. No quieren entregar al pueblo ni toda la libertad ni toda la tierra. Tratan de conservar la gran propiedadsobre la tierra mediante el rescate y la creación de comités agrarios locales, elegidos sobre otras bases que no son elsufragio universal, igual, directo y secreto.Los trudoviques –es decir, la pequeña burguesía, especialmente la del campo– aspiran a conquistar toda la libertad ytoda la tierra, pero no avanzan hacia esta meta de un modo resuelto y consciente, sino de un modo inseguro, oscilandoentre el oportunismo de los socialkadetes (enesistas), quienes tratan de justificar el predominio de la burguesía liberalsobre los campesinos, elevándolo a teoría, y el utopismo de la nivelación, posible según ellos bajo el régimen de laproducción mercantil.La socialdemocracia debe defender consecuentemente el punto de vista del proletariado y limpiar la concienciarevolucionaria de los campesinos del oportunismo y del utopismo de los enesistas, los cuales no dejan ver claramente losobjetivos realmente apremiantes de la actualrevolución.

Solamente con el triunfo total de la actual revolución podrán la clase obrera y todo el pueblo, abordar de un modoefectivo, rápidamente, con audacia, libremente y en grande, la tarea fundamental de toda la humanidad civilizada: liberarel trabajo del yugo del capital.Durante la campaña electoral y en la celebración de pactos parciales entre los partidos, deberemos tratar tambiéncuidadosamente del problema de los medios de lucha. Deberemos esclarecer lo que es la asamblea constituyente y porqué los kadetes la temen. Preguntaremos a los burgueses liberales, a los kadetes, qué medidas se proponen defender yrealizar de un modo independiente, para que nadie pueda “pasar por alto” a los representantes del pueblo, como se hizocon los diputados de la “primera convocatoria”.No echaremos en olvido este comportamiento de los kadetes y abriremos los ojos de las masas más amplias que seaposible acerca de la actitud tan vil y traidora que adoptaron ante las formas de lucha de los meses de octubre y diciembredel pasado año. Preguntaremos a todos y cada uno de los candidatos si se propone subordinar plena e íntegramentetoda la actuación dentro de la Duma a los intereses de la lucha fuera de ella, a los intereses del amplio movimiento delpueblo en pro de la tierra y de la libertad.

Debemos utilizar la campaña electoral para organizar la revolución, es decir, para organizar al proletariado y a loselementos realmente revolucionario de la democracia burguesa. Tal es el contenido positivo que debemos esforzarnos en dar a toda la campaña electoral y, en particular, a laconcertación de pactos parciales con otros partidos.