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La sociedad del espectaculo - Debord

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Guy Debord

La sociedad

del

espectáculo

TRADUCCIÓN DEL FRANCÉS

POR RODRIGO VICUÑA NAVARRO

n A U F R A G I O

E D I C I O N E S

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La primera edición de La Société du spectaclefue publicada en París en 1967, editorialBuchet-Chastel, París.

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* Una desgraciada errata en Nexo fecha la primera publicación de La Société du Spectacle en 1969.Grave error —pues su publicación es anterior a Mayo del 68— que aprovechamos de corregir aquí.

NOTA DEL EDITOR

La presente traducción de la Société du spectacle al castellano es, hasta dondesabemos, la tercera después de una traducción hecha en Argentina en 1974por Jorge Diamant (Ediciones La Flor, Buenos Aires) y otra publicada enEspaña por Fernando Casado en 1977 (Ediciones Castellote, Madrid).

En el primer número de la revista Nexo (junio de 1994, Santiago),comenzamos la publicación de esta obra por capítulos.

Luego del suicidio de Guy Debord en noviembre de 1994 y en momen-tos que preparábamos el segundo número de Nexo, decidimos terminar latraducción ya empezada con el fin de publicarla lo más rápido posible y ensu integralidad.

El retraso escandaloso en el que se ha mantenido tanto el conocimientode este libro, como el conocimiento de las circunstancias y condiciones en lasque éste se generó, así como el conocimiento de las consecuencias teóricasy prácticas que produce en el mundo la existencia y actividad pasadas de laInternacional Situacionista, de la cual este libro es una de las expresionesteóricas fundamentales —libro cuya influencia, por razones absolutamenteantagónicas por lo demás, no ha cesado de aumentar desde su publicación en1967* en todos los sectores de la sociedad—, no es imputable, en las regionesdel mundo que se encuentran cada vez menos alejadas de las zonas másavanzadas del capital, sólo a algún tipo de terror político particular o a algunamiopía localista imperante en tales regiones, sino esencialmente a la redundantey conveniente miseria de la intelligentsia que pulula en países como Chile.

Esta intelligentsia periférica retoma y reproduce incansablemente, conun retraso temporal y substancial considerable, las novedades envejecidas ysin consecuencia que los intelectuales de Estado de los países avanzadoselaboran y levantan laboriosamente ante los progresos de la crítica unitariade la sociedad del capital, del mundo de la mercancía que estos pensadoresuniversitarios siempre mal pagados “logran” en la apariencia y contra todaevidencia justificar.

El confusionismo que concientemente los pensadores garantizados delos países avanzados tejen contra la historia se nutre solapadamente de losprogresos reales, teóricos y prácticos del pensamiento de la historia, esto através de un constante trabajo de recuperación y distorsión de sus contenidos.

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Es la pérdida radical de esta referencia original y negativa al pensamientode la histoira, de esta razón central del confusionismo de sus mentores, lo queinstala a la intelligentsia periférica en la inconsistencia definitiva.

Hay dos medios extremos, complementarios y sucesivos, empleadoshasta hoy separadamente en la historia, de volver incriticable una teoría,objetivo fundamental de los turiferarios del pensamiento antihistórico ysueño objetivado del que todo Estado es un resultado: uno es la ocultaciónorganizada de su existencia, el otro, el pseudo reconocimiento apologético desu excelencia acabada. Para el primero se trata de asegurar el impedimentode su realización práctica y para el segundo de ocultar el hecho que esprecisamente esta supuesta inexistencia práctica lo que suscita el entusiasmode sus admiradores.

La teoría de la revolución y su práctica desarrolladas por la InternacionalSituacionista, desde 1957 hasta su autodisolución en 1972, fue y sigue siendoel momento negativo más sintético de nuestra época al contacto del cual y enel cual el procedimiento tradicional del ocultamiento de lo real, por el que lospropietarios de la sociedad retenían el acceso a la conciencia de la historia ya la historia conciente, alcanza un grado patológico inédito, cercano alproceso de la double-pensée descrito por Orwell en su novela 1984. A suparoxismo, tal procedimiento consiste en el ocultamiento y la simultáneaaprobación de lo ocultado. De tal suerte que la apología de esta teoría esdirecta e inmediatamente su ocultamiento; el único medio del ocultamientopuesto que es el único que permite recuperar algunos de sus elementosomitiendo su existencia. Asimismo, la ignorancia efectiva de su existencia,su ocultamiento exitoso es inmediatamente la apología del mundo del cual talteoría es la crítica radical. Baudrillard, entre muchos otros, es un ejemploambulante de este paroxismo.

Este libro de Guy Debord no solamente es criticable, sino que la únicamanera de no ocultarlo es criticándolo. Es, pues, en este espíritu del pensa-miento de la historia que nosotros lo publicamos.

Evidentemente no es su publicación lo que impedirá a la double-penséeuniversitaria y periodística local confirmar su pertenencia al olvido.

Habent sua fata i libelli, imbecillesque quoque.

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« Y sin duda nuestro tiempo... prefiere la imagena la cosa, la copia al original, la representacióna la realidad, la apariencia al ser... Lo que essagrado para él no es sino la ilusión, peroaquello que es profano es la verdad. Más aún, losagrado se engrandece a sus ojos a medida quedecrece la verdad y que la ilusión crece, tanto ytan bien que el colmo de la ilusión es tambiénpara él el colmo de lo sagrado. »

Feuerbach(Prefacio a la segunda edición

de la Esencia del cristianismo).

I

La separación consumada

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Toda la vida de las sociedades en que reinan las condicionesmodernas de producción se anuncia como una inmensa acumu-lación de espectáculos. Todo lo que antes era vivido directamen-te se ha alejado en una representación.

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Las imágenes que se desprenden de cada uno de los aspectos dela vida se funden en un flujo común en el cual la unidad de estavida no puede más ser restablecida. La realidad consideradaparcialmente se despliega en su propia unidad general en tantoque pseudo mundo a parte, objeto de la pura contemplación. Laespecialización de las imágenes del mundo se encuentra denuevo, cumplida, en el mundo de la imagen autonomizada, endonde la mentira se ha mentido a sí misma. El espectáculo engeneral, como inversión concreta de la vida, es el movimientoautónomo de lo no-viviente.

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El espectáculo se presenta a la vez como la sociedad misma,como una parte de la sociedad y como instrumento de unifica-ción. En tanto que parte de la sociedad, el espectáculo esexpresamente el sector que concentra toda mirada y todaconciencia. Por el hecho mismo de estar separado, este sector esel lugar de la mirada abusada y de la falsa conciencia; launificación que este sector establece no es otra cosa que unlenguaje oficial de la separación generalizada.

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El espectáculo no es un conjunto de imágenes, sino una relaciónsocial entre personas mediatizada por imágenes.

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El espectáculo no puede ser comprendido como el abuso de unmundo de la visión o como el producto de las técnicas de difusiónmasiva de imágenes. Se trata más bien de una Weltanschauungdevenida efectiva, materialmente traducida. Es una visión delmundo que se ha objetivado.

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El espectáculo, considerado en su totalidad, es a la vez elresultado y el proyecto de un modo de producción existente. Noes un suplemento al mundo real ni su decoración superpuesta. Esel corazón del irrealismo de la sociedad real. Bajo todas susformas particulares, información o propaganda, publicidad oconsumo directo de entretenciones, el espectáculo constituye elmodelo presente de la vida socialmente dominante. Es la afirma-ción omnipresente de una elección ya hecha en la producción, ysu corolario consumo. La forma y el contenido del espectáculoson idénticamente la justificación total de las condiciones y delos fines del sistema existente. Es también el espectáculo lapresencia permanente de esta justificación, en tanto que acapa-ramiento de la parte principal del tiempo vivido fuera de laproducción moderna.

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La separación hace parte, ella misma, de la unidad del mundo, dela praxis social global que se ha escindido en realidad e imagen.La práctica social ante la cual se yergue el espectáculo autónomo

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es también la totalidad real que contiene al espectáculo. Pero laescisión que mutila esta totalidad hace aparecer al espectáculocomo su finalidad. El lenguaje del espectáculo está constituidopor los signos de la producción reinante, que son, al mismotiempo, la finalidad última de esta producción.

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No se puede oponer, abstractamente, el espectáculo y la activi-dad social efectiva; este desdoblamiento se encuentra él mismodesdoblado. El espectáculo que invierte lo real es efectivamenteproducido. Al mismo tiempo, la realidad vivida se encuentramaterialmente invadida por la contemplación del espectáculo, yretoma en sí misma el orden espectacular dándole una adhesiónpositiva. De los dos lados la realidad objetiva está presente. Cadanoción así fijada no tiene como fondo más que su pasaje a loopuesto: la realidad surge en el espectáculo, y el espectáculo esreal. Esta alienación recíproca es la esencia y el sostén de lasociedad existente.

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En el mundo realmente invertido, lo verdadero es un momentode lo falso.

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El concepto de espectáculo unifica y explica una gran diversidadde fenómenos aparentes. La diversidad y contrastes de éstos sonlas apariencias de esta apariencia organizada socialmente, quedebe ser ella misma reconocida en su verdad general. Consideradosegún sus propios términos, el espectáculo es la afirmación de laapariencia y la afirmación de toda vida humana, es decir social,como simple apariencia. Pero la crítica que alcanza la verdad del

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espectáculo lo descubre como la negación visible de la vida;como una negación de la vida que ha llegado a ser visible.

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Para describir el espectáculo, su formación, sus funciones, y lasfuerzas que tienden a su disolución, es necesario distinguirartificialmente elementos inseparables. Cuando se analiza elespectáculo, se habla hasta cierto punto el lenguaje mismo de loespectacular, en la medida en que se pasa al terreno metodológicode esta sociedad que se expresa en el espectáculo. Pero elespectáculo no es nada más que el sentido de la práctica total deuna formación económico-social, su empleo del tiempo. Es elmomento histórico que nos contiene.

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El espectáculo se presenta como una inmensa positividadindiscutible e inaccesible. No dice nada más que “lo que aparecees bueno, lo que es bueno aparece”. La actitud que el espectáculoexige por principio es esta aceptación pasiva que en realidad yaha obtenido por su manera de aparecer sin réplica, por sumonopolio de la apariencia.

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El carácter fundamentalmente tautológico del espectáculoproviene del simple hecho que sus medios son al mismo tiemposu fin. Es el sol que no se pone jamás en el imperio de la pasividadmoderna. Recubre toda la superficie del mundo y bañaindefinidamente en su propia gloria.

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La sociedad que descansa sobre la industria moderna no esfortuita o superficialmente espectacular, es una sociedad funda-mentalmente espectacularista. En el espectáculo, imagen de laeconomía reinante, la finalidad no es nada, el desarrollo es todo.El espectáculo no quiere llegar a ninguna otra cosa que a símismo.

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En tanto que indispensable revestimiento de los objetos produ-cidos ahora, en tanto que exposición general de la racionalidaddel sistema, en tanto que sector económico de avanzada queconforma una multitud creciente de imágenes-objetos, el espec-táculo es la principal producción de la sociedad actual.

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El espectáculo somete a los hombres en la medida en que laeconomía los ha totalmente sometido. El espectáculo no es másque la economía desarrollándose para sí misma. Es el reflejo fielde la producción de las cosas, y la objetivación infiel de losproductores.

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La primera fase de la dominación de la economía sobre la vidasocial produjo en la definición de toda realización humana unaevidente degradación del ser en tener. La fase presente de laocupación total de la vida social, por los resultados acumuladosde la economía, conduce a un desplazamiento generalizado deltener hacia el parecer, del cual todo “tener” efectivo debeobtener su prestigio inmediato y su función última. Al mismotiempo, toda realidad individual ha llegado a ser social, directa-

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mente dependiente de la potencia social, elaborada por ésta. Enla medida en que la realidad individual no es, le está permitidoaparecer.

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Allí donde el mundo real se transforma en simples imágenes, lassimples imágenes se convierten en seres reales, motivacioneseficientes de un comportamiento hipnótico. El espectáculo,como tendencia a hacer ver, por diferentes mediaciones especia-lizadas, el mundo que no puede más ser directamente alcanzado,encuentra normalmente en la vista el sentido humano privilegia-do que fue en otras épocas el tacto; el sentido más abstracto, elmás susceptible de engaño, corresponde a la abstracción genera-lizada de la sociedad actual. Pero el espectáculo no puede seridentificado al simple ver, aún combinado con el oir. El espec-táculo es lo que escapa a la actividad de los hombres, a lareconsideración y corrección de sus obras. Es lo contrario deldiálogo. Donde quiera que haya representación independiente,el espectáculo se reconstituye.

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El espectáculo es el heredero de toda la debilidad del proyectofilosófico occidental, que fue una comprensión de la actividaddominada por las categorías del ver; de la misma manera que sefunda sobre el incesante despliegue de la racionalidad técnicaprecisa que ha nacido de tal pensamiento. El espectáculo norealiza la filosofía, transforma en filosofía la realidad. Es la vidaconcreta de todos que se ha degradado en universo especulativo.

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La filosofía, en tanto que poder del pensamiento separado, ypensamiento del poder separado, no ha podido jamás por sí

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misma superar la teología. El espectáculo es la reconstrucciónmaterial de la ilusión religiosa. La técnica espectacular no hadisipado las nubes religiosas en las que los hombres habíandepositado sus propios poderes desligándolos de sí mismos: ellalos ha solamente ligado a una base terrestre. De tal manera quees la vida la más terrestre que se torna opaca e irrespirable. Ellano confina más en el cielo sino que alberga en sí misma surecusación absoluta, su falaz paraíso. El espectáculo es la reali-zación técnica del exilio de los poderes humanos en un más allá;la escisión consumada al interior del hombre.

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A medida que la necesidad se encuentra socialmente soñada, elsueño se vuelve necesario. El espectáculo es la pesadilla de lasociedad moderna encadenada, que no expresa finalmente másque su deseo de dormir. El espectáculo es el guardián de estesopor.

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El hecho que la potencia práctica de la sociedad moderna se hayadesligado de sí misma y se haya edificado un imperioindependiente en el espectáculo no puede explicarse sino por elhecho que esta potencia práctica continuaba sin cohesión y semantenía en contradicción consigo misma.

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Es la más vieja especialización social, la especialización delpoder, la que se encuentra a la base del espectáculo. El espectáculoes así una actividad especializada que habla por el conjunto de lasotras. Es la representación diplomática de la sociedad jerárquicaante sí misma, de donde toda otra palabra está desterrada. Lo másmoderno es allí también lo más arcaico.

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El espectáculo es el discurso ininterrumpido que el orden presentehace sobre sí mismo, su monólogo elogioso. Es el autorretratodel poder en la época de su gestión totalitaria de las condicionesde existencia. La apariencia fetichista de pura objetividad en lasrelaciones espectaculares esconde su carácter de relación entrehombres y entre clases: una segunda naturaleza parece dominarnuestro entorno con sus leyes fatales. Pero, el espectáculo no esese producto necesario del desarrollo técnico mirado como undesarrollo natural. La sociedad del espectáculo es por el contrariola forma que elige su propio contenido técnico. Si el espectáculo,tomado en el sentido restringido de “medios de comunicación demasas”, los cuales son su manifestación superficial la másarrolladora, puede parecer invadir la sociedad en tanto quesimple instrumentación, ésta no es en realidad nada neutro sinola instrumentación exacta que conviene a su automovimientototal. Si las necesidades sociales de la época en la que sedesarrollan tales técnicas no pueden encontrar satisfacción másque a través de su mediación, si la administración de estasociedad y todo contacto entre los hombres no pueden ejercersemás que por intermedio de esta potencia de comunicacióninstantánea es porque esta “comunicación” es esencialmenteunilateral; de tal suerte que su concentración consiste en acumularen las manos de la administración del sistema existente losmedios que le permiten proseguir esta administracióndeterminada. La escisión generalizada del espectáculo esinseparable del Estado moderno, es decir, de la forma general dela escisión en la sociedad, producto de la división del trabajosocial y órgano de la dominación de clases.

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La separación es el alfa y el omega del espectáculo. Lainstitucionalización de la división social del trabajo, la forma-ción de las clases construyeron una primera contemplación

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sagrada, el orden mítico con el que todo poder se cubre desde suorigen. Lo sagrado justificó el ordenamiento cósmico y ontológicoque correspondía a los intereses de los amos, explicó y embelle-ció lo que la sociedad no podía hacer. Todo poder separado hasido pues espectacular, pero la adhesión de todos a una talimagen inmóvil no significaba más que el reconocimiento comúnde esta prolongación imaginaria de la pobreza de la actividadsocial real, aún ampliamente sentida como una condición unitaria.El espectáculo moderno expresa, por el contrario, lo que lasociedad puede hacer, pero en esta expresión lo permitido seopone absolutamente a lo posible. El espectáculo es laconservación de la inconsciencia al interior del cambio prácticode las condiciones de existencia. Él es su propio producto, y esél mismo quien ha definido sus propias reglas: es un pseudosagrado. Muestra él mismo lo que es: la potencia separadadesarrollándose en sí misma, en el crecimiento de la productividadpor medio del refinamiento incesante de la división del trabajo enla parcelación de los gestos, entonces dominados por elmovimiento independiente de las máquinas; y trabajando para unmercado cada vez más extenso. Toda comunidad y todo sentidocrítico se han disuelto a lo largo de este movimiento, en el cuallas fuerzas que separándose han podido engrandecerse no se hanaún reencontrado.

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Con la separación generalizada del trabajador y de su productose pierde todo punto de vista unitario sobre la actividad realizada,toda comunicación personal directa entre los productores. Con elprogreso de la acumulación de los productos separados, y elprogreso de la concentración del proceso productivo, la unidady la comunicación vienen a ser el atributo exclusivo de ladirección del sistema. El éxito del sistema económico de laseparación es la proletarización del mundo.

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A causa del triunfo mismo de la producción separada en tantoque producción de lo separado, la experiencia fundamental,ligada a un trabajo principal en las sociedades primitivas, se estádesplazando, en las zonas más desarrolladas del sistema, hacia elno-trabajo, hacia la inactividad. Pero esta inactividad en nada seha liberado de la actividad productora: ella depende de estaúltima, es sumisión, inquieta y admirativa, a las necesidades y alos resultados de la producción; ella misma es un producto de laracionalidad de la producción. No puede haber libertad fuera dela actividad, y en el marco del espectáculo toda actividad seencuentra negada, exactamente como la actividad real ha sidointegralmente captada para la edificación global de este resultado.Así, la actual “liberación del trabajo”, el aumento de lospasatiempos organizados no es en absoluto una liberación en eltrabajo, ni tampoco una liberación de un mundo construido porel trabajo. Nada de la actividad robada en el trabajo puedeencontrarse nuevamente en la sumisión a su resultado.

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El sistema económico fundado en el aislamiento es una produc-ción circular del aislamiento. El aislamiento funda la técnica, ya su vez el proceso técnico aísla. Del automóvil a la televisión,todos los bienes seleccionados por el sistema espectacular sontambién sus armas para el reforzamiento constante de las condi-ciones de aislamiento de las “muchedumbres solitarias”. Elespectáculo reencuentra cada vez más concretamente sus propiaspresuposiciones.

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El origen del espectáculo es la pérdida de la unidad del mundo,y la expansión gigantesca del espectáculo moderno expresa la

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totalidad de esta pérdida: la abstracción de todo trabajo particu-lar y le abstracción general del conjunto de la producción setraducen perfectamente en el espectáculo, cuyo modo de serconcreto es justamente la abstracción. En el espectáculo, unaparte del mundo se representa ante el mundo, y le es superior. Elespectáculo no es más que el lenguaje común de esta separación.Lo que une a los espectadores no es más que un vínculo irreversibleal centro mismo que los mantiene en el aislamiento. El espectáculoreúne lo separado, pero lo reúne en tanto que separado.

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La alienación del espectador en beneficio del objeto contempla-do (que es el resultado de su propia actividad inconsciente) seexpresa así: más él contempla, menos vive; más aceptareconocerse en las imágenes dominantes de la necesidad, menoscomprende su propia existencia y su propio deseo. La exterioridaddel espectáculo con respecto al hombre activo se muestra en elhecho que sus propios gestos ya no le pertenecen, sino quepertenecen a un otro que se los representa. Es por eso que elespectador no se siente en ninguna parte en lo propio pues elespectáculo está en todas partes.

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El trabajador no se produce a sí mismo, produce una potenciaindependiente. El éxito de esta producción, su abundancia, serevierte hacia el productor como una abundancia deldesposeimiento. Todo el tiempo y el espacio de su mundo setorna extranjero con la acumulación de sus productos alienados.El espectáculo es el mapa de este nuevo mundo, mapa querecubre exactamente su territorio. Las fuerzas mismas que se noshan escapado se muestran a nosotros en toda su potencia.

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El espectáculo en la sociedad corresponde a una fabricaciónconcreta de la alienación. La expansión económica es principal-mente la expansión de esta producción industrial precisa. Lo quecrece con la economía que se mueve por sí misma no puede sermás que la alienación que se encontraba justamente en su centrooriginal.

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El hombre separado de su producto, cada vez con mayor potenciaproduce él mismo todo los detalles de su mundo y se encuentra,así, cada vez más separado de su mundo. Tanto más su vida esahora su producto, tanto más se encuentra separado de su vida.

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El espectáculo es el capital a un grado de acumulación tal queéste deviene imagen.

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« Pues no es sino como categoría universal delser social total que la mercancía puede sercomprendida en su auténtica esencia. No essino en este contexto que la reificación surgidade la relación mercantil adquiere unasignificación decisiva, tanto para la evoluciónobjetiva de la sociedad como para la actitud delos hombres frente a ella, para la sumisión de laconciencia a las formas en las cuales estareificación se expresa... Esta sumisión seacrecienta aún por el hecho que más laracionalización y la mecanización del procesode trabajo aumentan, y más la actividad deltrabajador pierde su carácter de actividad paradevenir una actitud contemplativa. »

Lukàcs

(Historia y conciencia de clase).

II

La mercancía comoespectáculo

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A este movimiento esencial del espectáculo, que consiste enretomar en su seno todo lo que existía en la actividad humana alestado fluido con el fin de poseerlo al estado coagulado, en tantoque cosas que han llegado a ser el valor exclusivo por medio desu formulación en negativo del valor vivido, reconocemos nuestravieja enemiga que sabe mostrarse a primera vista como algotrivial y que va de sí, cuando en realidad ella es tan compleja yllena de sutilezas metafísicas, la mercancía.

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Es el principio del fetichismo de la mercancía, es la dominaciónde la sociedad a través de “cosas suprasensibles aunque sensi-bles” lo que se hace absolutamente efectivo en el espectáculo, endonde el mundo sensible se encuentra reemplazado por unaselección de imágenes que existe por encima de él y que al mismotiempo se ha hecho reconocer como lo sensible por excelencia.

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El mundo, a la vez presente y ausente, que el espectáculo hacever, es el mundo de la mercancía dominando todo lo vivido. Y elmundo de la mercancía se hace ver tal cual es, pues su movimien-

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to es idéntico al alejamiento de los hombres entre sí y frente a suproducto global.

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La pérdida de la calidad, tan evidente a todos los niveles dellenguaje espectacular, de los objetos que éste elogia y de lasconductas que regula, no hace más que traducir los caracteresfundamentales de la producción real que desdeña la realidad: laforma mercancía es, de parte en parte, la igualdad consigomisma, la categoría de lo cuantitativo. Lo cuantitativo es lo queella desarrolla, y no puede desarrollarse más que en él.

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Este desarrollo que excluye lo cualitativo está, él mismo, sometidoen tanto que desarrollo al transe o pasaje cualitativo: el espectáculosignifica que éste ha franqueado el umbral de su propiaabundancia; esto no es aún verdadero localmente más que enalgunos puntos, pero desde ya verdadero a la escala universal quees la referencia original de la mercancía, referencia cuyomovimiento práctico, unificando la Tierra como mercado mundial,ha verificado.

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El desarrollo de las fuerzas productivas ha sido la historia realinconsciente que ha construido y modificado las condiciones deexistencia de los grupos humanos transformándolas en condicio-nes de sobrevida, y extendiéndolas como tales: la base económicade todas las empresas de los grupos humanos. El sector de lamercancía ha sido, al interior de una economía natural, la

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constitución de un excedente de sobrevida. La producción demercancías, que implica el intercambio de productos diversosentre productores independientes, ha podido permanecer porlargo tiempo en un estadio artesanal, contenida en una funcióneconómica marginal en la cual su verdad cuantitativa queda aúnvelada. Sin embargo, ahí donde ha encontrado las condicionessociales del gran comercio y de la acumulación de capitales, ellaha logrado llegar a la dominación total de la economía. Laeconomía entera ha llegado a ser entonces lo que la mercancíahabía manifestado ser en el curso de esta conquista: un procesode desarrollo cuantitativo. Este despliegue incesante del poderíoeconómico bajo la forma de la mercancía, que ha transformadoal trabajo humano en trabajo-mercancía, en salariado, conduceacumulativamente a una abundancia en la cual la cuestiónprimera de la sobrevida se encuentra sin duda resuelta pero de talmanera que ésta debe reencontrarse siempre; ella aparece denuevo y cada vez en un grado superior. El crecimiento económicolibera a las sociedades de la presión natural que implicaba sulucha inmediata por la sobrevida; pero es entonces de su liberadorque ellas no se han liberado. La independencia de la mercancíase ha extendido al conjunto de la economía sobre la cual impera.La economía transforma el mundo pero lo transforma solamenteen mundo de la economía. La pseudo naturaleza en la cual eltrabajo humano se ha alienado exige de continuar al infinito suservicio, y este servicio, no siendo juzgado ni absuelto más quepor sí mismo, obtiene de hecho la totalidad de los esfuerzos y delos proyectos socialmente lícitos, como sus servidores. Laabundancia de mercancías, es decir, de la relación mercantil, nopuede ser otra cosa que la sobrevida aumentada.

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La dominación de la mercancía se ejerció al principio de unamanera oculta sobre la economía, la que, en tanto que base

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material de la vida social, pasaba desapercibida e incom-prendida,como lo familiar que no por ello es conocido. En una sociedad enla que la mercancía concreta se muestra escasa o minoritaria, esla dominación aparente del dinero que se presenta como elemisario plenipotenciario, quien habla en nombre de una potenciadesconocida. Con la revolución industrial, la divisiónmanufacturera del trabajo y la producción masiva para el mercadomundial la mercancía aparece efectivamente como una potenciaque viene realmente a ocupar la vida social. Es entonces que seconstituye la economía política como ciencia dominante y comociencia de la dominación.

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El espectáculo es el momento en el cual la mercancía ha llegadoa la ocupación total de la vida social. No solamente la relacióna la mercancía es visible sino que no se ve más que ella: el mundoque se ve es su mundo. La producción económica modernadespliega su dictadura extensiva e intensivamente. En los lugareslos menos industrializados, su reino se encuentra ya presentegracias a algunas mercancías-vedette y en tanto que dominaciónimperialista por parte de las zonas que se encuentran a la cabezadel desarrollo de la productividad. En estas zonas avanzadas, elespacio social se encuentra invadido por una superposicióncontinua de capas geológicas de mercancías. A este punto de la“segunda revolución industrial”, el consumo alienado setransforma para las masas en un deber suplementario de laproducción alienada. Es todo el trabajo vendido de una sociedadque deviene globalmente la mercancía total, cuyo ciclo debecontinuarse. Para tal fin, es necesario que esta mercancía totalvuelva fragmentariamente al individuo fragmentario, absoluta-mente separado de las fuerzas productivas que operan en conjunto.Es pues aquí que la ciencia especializada de la dominación debeespecializarse a su vez: ella se desmigaja en sociología,

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psicotécnica, cibernética, semiología, etc., vigilante de laautorregulación de todos los niveles del proceso.

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Mientras que en la fase primitiva de la acumulación capitalista la“economía no ve en el proletario más que al obrero”, quien deberecibir el mínimo indispensable para la conservación de sufuerza de trabajo, sin considerarlo jamás “en sus pasatiempos,ocios, en su humanidad”, tal posición de las ideas de la clasedominante se invierte tan luego como el grado de abundanciaalcanzado en la producción de mercancías exige un excedente decolaboración del obrero. Este obrero, súbitamente lavado delmenosprecio total que claramente le es significado por todas lasmodalidades de organización y vigilancia de la producción, seencuentra cada día, y fuera de la producción, aparentementetratado como persona grande, con obsequiosa civilidad, bajo eldisfraz del consumidor. Entonces, el humanismo de la mercan-cía toma en cuenta “los pasatiempos, los ocios y la humanidad”del trabajador simplemente porque la economía política puede ydebe ahora dominar estas esferas en tanto que economía política.Así “la renegación consumada del hombre” ha asumido latotalidad de la existencia humana.

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El espectáculo es una guerra del opio permanente para haceraceptar la identificación de los bienes a las mercancías; y de lasatisfacción a la sobrevida que aumenta según sus propias leyes.Pero si la sobrevida consumible es algo que debe aumentarsiempre, es porque ella no cesa de contener la privación. Si nohay ningún más allá de la sobrevida aumentada, ningún puntodonde ella pudiera cesar su crecimiento, es porque ella misma nopuede existir más allá de la privación puesto que ella es laprivación enriquecida.

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Con la automatización, que es a la vez el sector más avanzado dela industria moderna y el modelo en el que se resume perfectamentesu práctica, es necesario que el mundo de la mercancía supereesta contradicción: la instrumentación técnica que suprimeobjetivamente el trabajo debe al mismo tiempo conservar eltrabajo como mercancía y único lugar de nacimiento de lamercancía. Para que la automatización o toda otra forma menosextrema de crecimiento de la productividad del trabajo nodisminuya efectivamente el tiempo de trabajo socialmentenecesario al nivel de la sociedad, es preciso crear otros empleos.El sector terciario, los servicios son el inmenso despliegue delíneas de etapas del ejercito de la distribución y del elogio de lasmercancías actuales; movilización de fuerzas suplementariasque encuentra oportunamente, en la facticidad misma de lasnecesidades relativas a tales mercancías, la necesidad de talorganización de esta retaguardia de trabajo.

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El valor de cambio no pudo formarse sino en tanto que agente delvalor de uso, pero su victoria por sus propias armas ha creado lascondiciones de su dominación autónoma. Movilizando todo usohumano y manejando el monopolio de su satisfacción, aquél haterminado por dirigir el uso. El proceso del valor de cambio seha identificado a todo uso posible y lo ha reducido a su arbitrio.El valor de cambio es el condotiero del valor de uso que terminaconduciendo la guerra por su propia cuenta.

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Esta constante de la economía capitalista que es la baja tendencialdel valor de uso desarrolla una nueva forma de privación alinterior de la sobrevida aumentada, la cual no se encuentra por

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ello liberada de la antigua penuria ya que ella exige la participaciónde la gran mayoría de los hombres, como trabajadores asalaria-dos, a la prosecución infinita de su esfuerzo; y que cada cual sabeque es necesario someterse a éste o morir. Es la realidad de estechantaje; el hecho que el uso bajo su forma la más pobre (comer,habitar) no exista sino aprisionado en la riqueza ilusoria de lasobrevida aumentada, que es la base real de la aceptación de lailusión en general puesta en el consumo de las mercancíasmodernas. El consumidor real deviene consumidor de ilusiones.La mercancía es esta ilusión efectivamente real, y el espectáculosu manifestación general.

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El valor de uso que estaba implícitamente comprendido en elvalor de cambio debe ser ahora explícitamente proclamado, en larealidad invertida del espectáculo, justamente porque su realidadefectiva está corroída por la economía mercantilhiperdesarrollada; y que una pseudo justificación se haceindispensable a la falsa vida.

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El espectáculo es la otra cara del dinero: el equivalente generalabstracto de todas las mercancías. Pero si el dinero ha dominadoa la sociedad en tanto que representación de la equivalenciacentral, es decir, del carácter intercambiable de los múltiplesbienes cuyo uso no era comparable, el espectáculo es su comple-mento moderno desarrollado en el cual la totalidad del mundomercantil aparece, en bloque, como una equivalencia general deaquello que el conjunto de la sociedad puede ser y hacer. Elespectáculo es el dinero que solamente se mira, pues en él es yala totalidad del uso que se ha intercambiado contra la totalidad de

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la representación abstracta. El espectáculo no es solamente elservidor del pseudo uso; sino que ya en sí mismo es el pseudo usode la vida.

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El resultado concentrado del trabajo social, en el momento de laabundancia económica, se torna aparente y somete toda realidada la apariencia, que es ahora su producto. El capital no es ya másel centro invisible que dirige el modo de producción: suacumulación lo lleva hasta la periferia bajo la forma de objetossensibles. La extensión de la sociedad toda es su retrato.

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La victoria de la economía autónoma debe ser al mismo tiemposu pérdida. Las fuerzas que ella ha desencadenado suprimen lanecesidad económica que ha sido la base inmutable de lassociedades antiguas. Cuando la economía la reemplaza por lanecesidad del desarrollo económico infinito, ella se obliga areemplazar la satisfacción de las primeras necesidades humanas,someramente reconocidas, por una fabricación ininterrumpidade pseudo necesidades que se resumen todas en la sola pseudonecesidad del mantenimiento de su reino. Pero la economíaautónoma se separa para siempre de la necesidad profunda en lamedida misma en que sale del inconsciente social que dependíade ella sin saberlo. “Todo lo que es conciente se usa. Lo que esinconsciente queda inalterable. Pero, una vez liberado ¿no caeéste en ruinas a su vez?” (Freud).

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Al instante que la sociedad descubre que ella depende de laeconomía, la economía, de hecho, depende de la sociedad. Esta

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potencia subterránea, que ha crecido hasta aparecer sobera-namente, ha también perdido su poderío. Allí donde estaba el“ça” económico debe venir el “je” *. El sujeto no puede emergermás que de la sociedad, es decir, de la lucha que está en el interiorde ésta. Su existencia posible está suspendida a los resultados dela lucha de clases que se revela como el producto y el productorde la fundación económica de la historia.

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La conciencia del deseo y el deseo de la conciencia sonidénticamente este proyecto que, bajo su forma negativa, quierela abolición de las clases, es decir, la posesión directa, por lostrabajadores, de todos los momentos de su actividad. Su contrarioes la sociedad del espectáculo, donde la mercancía se contemplaa sí misma en un mundo que ella ha creado.

* Allí donde estaba la universalidad inmediata, independiente, de loeconómico debe venir el sujeto como mediación y supresión de talindependencia (N del T).

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« Una nueva y animada polémica se desarrollaen el país, en el frente de la filosofía, a propósitode los conceptos “uno se divide en dos” y “dosfusionan en uno”. Este debate es una luchaentre los que están por y los que están contra ladialéctica materialista, una lucha entre dosconcepciones del mundo: la concepción proleta-ria y la concepción burguesa. Aquellos que sos-tienen que “uno se divide en dos” es la leyfundamental de las cosas están del lado de ladialéctica materialista; aquellos que sostienenque la ley fundamental de las cosas es que “dosfusionan en uno” están contra la dialécticamaterialista. Los dos lados han trazado unaneta línea de demarcación entre ellos y susargumentos son diametralmente opuestos. Estapolémica refleja, sobre el plan ideológico, lalucha de clases aguda y compleja que se vive enChina y en el mundo. »

La Bandera Roja de Pekín,21 de setiembre de 1964.

III

Unidad y divisiónen la apariencia

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El espectáculo, como la sociedad moderna, está a la vez unido ydividido. Como ella, aquél edifica su unidad sobre eldesgarramiento. Pero la contradicción, cuando ella emerge en elespectáculo se halla a su vez contradicha por una inversión de susentido; de tal manera que la división mostrada es unitariamientras que la unidad mostrada está dividida.

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Es la lucha de poderes que se han constituido para la gestión deun mismo sistema socio-económico que se muestra como lacontradicción oficial, perteneciendo de hecho a la unidad real;esto a la escala mundial como al interior de cada nación.

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Las falsas luchas espectaculares de las formas rivales del poderseparado son al mismo tiempo reales en tanto que ellas traducenel desarrollo desigual y conflictivo del sistema, los interesesrelativamente contradictorios de las clases o de las subdivisionesde clases que reconocen al sistema y definen su propia participa-ción en el poder. De la misma manera que el desarrollo de laeconomía la más avanzada es el enfrentamiento de ciertasprioridades contra otras, la gestión totalitaria de la economía poruna burocracia de Estado así como la condición de los paises quese encontraron al interior de la esfera de la colonización o de la

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semicolonización están definidas por particularidadesconsiderables en cuanto a las modalidades de la producción y delpoder. Estas diversas oposiciones pueden darse, en el espectácu-lo, según criterios enteramente diferentes, como formas desociedad absolutamente distintas. Pero según su realidad efectivacomo sectores particulares, la verdad de su particularidad resideen el sistema universal que las contiene: en el movimiento únicoque ha hecho del planeta su campo, el capitalismo.

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La sociedad portadora del espectáculo no domina sólo por suhegemonía económica las regiones subdesarrolladas. Ella lasdomina en tanto que sociedad del espectáculo. Allí donde la basematerial está aún ausente, la sociedad moderna ya ha invadidoespectacularmente la superficie social de cada continente. Elladefine el programa de una clase dirigente y preside a suconstitución. Asimismo como ella presenta los pseudo bienes acodiciar, también ofrece ella a los revolucionarios locales losfalsos modelos de revolución. El espectáculo propio del poderburocrático, que posee algunos de los paises industrializados,forma precisamente parte del espectáculo total, como su pseudonegación general y su sostén. Si bien el espectáculo, mirado ensus diversas localizaciones, muestra a la evidencia especializa-ciones totalitarias de la palabra y de la administración sociales,estas vienen a fundirse, al nivel del funcionamiento global delsistema, en una división mundial de las tareas espectaculares.

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La división de tareas espectaculares que conserva la generalidaddel orden existente, conserva principalmente el polo dominantede su desarrollo. La raíz del espectáculo se encuentra en elterreno de la economía devenida abundante, y es de allí quevienen los frutos que tienden finalmente a dominar el mercado

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espectacular, a pesar de las barreras proteccionistas ideológico-policiales de cualquier espectáculo local con pretensionesautárquicas.

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El movimiento de banalización que, bajo las multicolores diver-siones del espectáculo, domina mundialmente a la sociedadmoderna, la domina también bajo cada uno de los puntos endonde el consumo desarrollado de mercancías ha multiplicadoaparentemente los roles y los objetos a escoger. Las superviven-cias de la religión y de la familia —la cual es aún la formaprincipal de la heredad del poder de clase—, y de la represiónmoral que ellas aseguran, pueden combinarse, como una mismacosa, con la afirmación redundante de la fruición de este mundo,este mundo justamente producido como pseudo fruición quecontiene en sí la represión. A la aceptación beata de lo que existepuede también agregarse como una misma cosa la revueltapuramente espectacular: esto traduce el simple hecho que lainsatisfacción misma ha llegado a ser una mercancía a partir delmomento en que la abundancia económica logró ser capaz deextender su producción hasta el tratamiento de tal materia prima.

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Concentrando en ella la imagen de un rol posible, la vedette, larepresentación espectacular del hombre viviente, concentra puesesta banalidad. La condición de vedette es la especialización dela vivencia aparente, el objeto de la identificación con la vidaaparente sin profundidad, que debe compensar el desmigajamientode las especializaciones productivas efectivamente vividas. Lasvedettes existen con el fin de figurar tipos variados de estilos devida y de comprensión de la sociedad, libres de ejercerseglobalmente. Ellas encarnan el resultado inaccesible del trabajosocial, mimando los subproductos de este trabajo, los cuales son

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mágicamente transferidos más allá de él como su fin: el poder ylas vacaciones, la decisión y el consumo que se encuentran alcomienzo y al fin de un proceso indiscutido. Allá es el podergubernamental que se personaliza en la pseudo vedette; aquí esla vedette del consumo que se hace plebiscitar en tanto quepseudo poder sobre la vivencia. Pero, de la misma manera que lasactividades de la vedette no son realmente globales, tampoco sonvariadas.

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El agente del espectáculo puesto en escena como vedette es locontrario del individuo, el enemigo del individuo tanto para símismo como evidentemente para los otros. Pasando en elespectáculo como modelo de identificación, éste ha renunciadoa toda cualidad autónoma con el fin de identificarse él mismo ala ley general de la obediencia al curso de las cosas. La vedettedel consumo, al mismo tiempo que exteriormente es la represen-tación de diferentes tipos de personalidad, muestra cada uno deestos tipos como teniendo igualmente acceso a la totalidad delconsumo y encontrando igualmente la felicidad. La vedette de ladecisión debe poseer el stock completo de lo que ha sidoadmitido como “calidades humanas”. Así, entre las vedettes, lasdivergencias oficiales quedan anuladas por el parecido oficial,que es el supuesto de su excelencia en toda cosa. Krutchev llegóa ser general para decidir de la batalla de Koursk, no en el terreno,sino en el vigésimo aniversario, cuando era amo del Estado.Kennedy siguió siendo orador hasta incluso pronunciar el elogiode su persona sobre su propia tumba, pues Theodore Sorensencontinuaba en ese momento a redactar para el sucesor de éste losdiscursos en el estilo que había tanto contado para hacer recono-cer la personalidad del desaparecido. Las gentes admirables enlas cuales el sistema se personifica son conocidas por serjustamente lo que no son; han llegado a ser grandes hombres

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descendiendo por debajo de la realidad de la mínima vidaindividual, y cada uno lo sabe.

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La falsa elección en la abundancia espectacular, elección quereside en la yuxtaposición de espectáculos competitivos ysolidarios como en la yuxtaposición de los roles (principalmentesignificados y transmitidos por objetos) que son a la vez exclusivose imbricados, se despliega en lucha de calidades fantasmalesdestinadas a apasionar la adhesión a la trivialidad cuantitativa.Así renacen falsas oposiciones arcaicas, regionalismos o racismosdestinados a transfigurar en superioridad ontológica fantástica lavulgaridad de la jerarquía de puestos en el consumo. Así serecompone la interminable serie de enfrentamientos insignifi-cantes que movilizan un interés infralúdico, del deporte decompetición a los comicios electorales. Allí donde se instala elconsumo abundante, una oposición espectacular principal entrela juventud y los adultos aparece en el primer plano de los rolesfalaces: pues no existe en ninguna parte el adulto dueño de suvida, y la juventud, el cambio de lo existente, no es en absolutola propiedad de estos hombres que ahora son jóvenes, sino la delsistema económico, el dinamismo del capitalismo. Son las cosasque reinan y que son jóvenes, que se empujan y se reemplazanellas mismas.

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Es la unidad de la miseria que se oculta bajo las oposicionesespectaculares. Si formas diversas de una misma alienación secombaten entre sí bajo la máscara de una elección total, esporque ellas están construidas sobre las contradicciones realesreprimidas. Según las necesidades de la fase particular de lamiseria que el espectáculo desmiente y mantiene, éste existe bajouna forma concentrada o bajo una forma difusa. En los dos

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casos, el espectáculo no es más que una imagen de unificaciónfeliz rodeada de desolación y de horror, en el centro tranquilo dela desdicha.

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Lo espectacular concentrado pertenece esencialmente alcapitalismo burocrático, aunque pueda ser exportado como técnicadel poder estatal hacia economías mixtas más atrasadas, o enciertos momentos de crisis del capitalismo avanzado. La propiedadburocrática se encuentra ella misma efectivamente concentradaen el sentido de que el burócrata individual no tiene una relacióncon la posesión de la economía global más que por intermedio dela comunidad burocrática, en tanto que miembro de estacomunidad. Además, la producción de mercancías, menosdesarrollada, se presenta también bajo una forma concentrada: lamercancía que la burocracia posee es el trabajo social total y loque ella revende, en bloque, a la sociedad es su sobrevida. Ladictadura de la economía burocrática no puede dejar a las masasexplotadas ningún margen notorio de elección puesto que haelegido todo ella misma y que toda otra elección exterior, queella se refiera a la alimentación o a la música, es pues ya laelección de su destrucción completa. Esta dictadura debeacompañarse de una violencia permanente. La imagen impuestadel bien, en su espectáculo, recoge la totalidad de lo que existeoficialmente, y se concentra normalmente en un solo hombre,quien es el garante de su cohesión totalitaria. Con esta vedetteabsoluta cada cual debe identificarse mágicamente o desaparecer.Pues se trata del amo de su no consumo y de la imagen heroicade un sentido aceptable para la explotación absoluta que es enrealidad la acumulación primitiva acelerada por el terror. Si cadachino debe aprender Mao, y así ser Mao, es porque no tiene nadaotro que ser. Allí donde domina lo espectacular concentradodomina también la policía.

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Lo espectacular difuso acompaña la abundancia de mercancías,el desarrollo no perturbado del capitalismo moderno. Aquí cadamercancía tomada a parte es justificada en nombre del volumende la producción de la totalidad de los objetos, de los cuales elespectáculo es un catálogo apologético. Afirmacionesinconciliables avanzan a empujones sobre la escena del espectá-culo unificado de la economía abundante; así como diferentesmercancías vedette sostienen simultáneamente sus proyectoscontradictorios de agenciamiento de la sociedad, en donde elespectáculo de los automóviles quiere una circulación perfectaque destruye las viejas ciudades, mientras que el espectáculo dela ciudad misma necesita barrios museos. Así pues, la satisfacción,ya problemática, que es supuesta pertenecer al consumo delconjunto se encuentra inmediatamente falsificada en la medidaen que el consumidor real no puede tocar directamente más queuna sucesión de fragmentos de esta felicidad mercantil,fragmentos de los cuales la calidad imputada al conjunto seencuentra evidentemente ausente.

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Cada mercancía determinada lucha por sí misma, no puedereconocer las otras, pretende imponerse en todas partes como siella fuera la única. El espectáculo es entonces el canto épico deeste enfrentamiento que la caída de ninguna Ilión podría concluir.El espectáculo no canta ni los hombres ni sus armas, pero sí lasmercancías y sus pasiones. Es en esta lucha ciega que cadamercancía, siguiendo su pasión, realiza en la inconsciencia algomás elevado: el devenir-mundo de la mercancía, que es igualmenteel devenir-mercancía del mundo. Así por una astucia de la razónmercantil, lo particular de la mercancía se usa, combatiendo,mientras que la forma mercancía va hacia su realización absoluta.

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La satisfacción que la mercancía abundante no puede procurar enel uso viene a ser buscada en el reconocimiento de su valor entanto que mercancía: es el uso de la mercancía bastándose a símismo; y, para el consumidor, la efusión religiosa hacia lalibertad soberana de la mercancía. Olas de entusiasmo por unproducto dado, lanzado y sostenido por todos los medios deinformación, se propagan así a gran velocidad. Un estilo de ropasurge así de una película; una revista lanza clubes que a su vezlanzan panoplias diversas. El gadget manifiesta el hecho que enel momento en que la masa de mercancías tiende hacia laaberración, lo aberrante mismo llega a ser una mercancía especial.En los llaveros publicitarios, por ejemplo, no ya objetos decompra sino donaciones suplementarias que acompañan a objetosprestigiosos vendidos o que resultan, por intercambio, de supropia esfera, se puede reconocer la manifestación de un abandonomístico a la trascendencia de la mercancía. Aquel que coleccionalos llaveros que acaban de ser fabricados para ser coleccionadosacumula los indultos de la mercancía, un signo glorioso de supresencia real en medio de sus fieles. El hombre reificado exhibeostentosamente la prueba de su intimidad con la mercancía.Como en el transporte de los convulsos o de los sujetos al milagrodel viejo fetichismo religioso, el fetichismo de la mercancíalogra momentos de fervorosa excitación. El único uso que semanifiesta aún aquí es el uso fundamental de la sumisión.

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Sin duda, la pseudo necesidad impuesta en el consumo moder-no no puede ser opuesta a ninguna necesidad o deseo auténticoque no sea él mismo producto de la sociedad y de su historia.Pero la mercancía abundante se presenta aquí como la rupturaabsoluta de un desarrollo orgánico de las necesidades sociales.

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Su acumulación mecánica libera lo artificial ilimitado ante elcual el deseo viviente queda desarmado. La potencia cumulativade lo artificial independiente impulsa en todo la falsificaciónde la vida social.

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En la imagen de la unificación feliz de la sociedad por elconsumo, la división real está solamente suspendida hasta elpróximo no cumplimiento en lo consumible. Cada productoparticular que debe representar la esperanza de un accesofulgurante a la tierra prometida del consumo total es presentadoceremoniosamente a su vez como la singularidad decisiva. Pero,como en el caso de la difusión instantánea de la moda de nombresaparentemente aristocráticos que van a ser llevados por casitodos los individuos de la misma edad, el objeto del cual seespera un poder singular sólo ha podido ser propuesto a ladevoción de las masas porque había sido hecho en gran númerode ejemplares para ser consumido masivamente. El carácterprestigioso de un producto cualquiera no le viene más que delhecho de haber sido puesto un momento en el centro de la vidasocial como el misterio revelado de la finalidad de la producción.El objeto que era prestigioso en el espectáculo se torna vulgar alinstante en que penetra en el ámbito de este consumidor, almismo tiempo que para todos los otros. Revela demasiado tardesu pobreza esencial, que le viene naturalmente de la miseria desu producción. Pero ya es otro objeto el que reviste la justifica-ción del sistema y la exigencia de ser reconocido.

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La impostura de la satisfacción se denuncia ella misma alreemplazarse, siguiendo en esto el cambio de los productos y elde las condiciones generales de la producción. Lo que ha afirmado

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con la más perfecta impudicia su propia excelencia definitivacambia sin embargo, en el espectáculo difuso pero también en elespectáculo concentrado, y es sólo el sistema que debe continuar:Stalin como la mercancía pasada de moda son denunciados poraquellos mismos que los han impuesto. Cada nueva mentira dela publicidad es también la confesión de su mentira precedente.Cada hundimiento de una figura del poder totalitario revela lacomunidad ilusoria que la aprobaba unánimemente, y que no eramás que un conglomerado de soledades sin ilusiones.

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Lo que el espectáculo da como perpetuo está fundado en elcambio, y debe cambiar con su base. El espectáculo es absoluta-mente dogmático y al mismo tiempo no puede llegar realmentea ningún dogma sólido. Nada se detiene para él; es este estado elque le es natural y sin embargo el más contrario a su inclinación.

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La unidad irreal que el espectáculo proclama es la máscara de ladivisión de clases sobre la que reposa la unidad real del modo deproducción capitalista. Lo que obliga a los productores a participaren la edificación del mundo es también lo que los separa de éste.Lo que pone en relación a los hombres liberados de sus limitacio-nes locales y nacionales es también lo que los aleja. Lo que obligaa profundizar lo racional es también lo que nutre lo irracional dela explotación jerárquica y de la represión. Lo que genera elpoder abstracto de la sociedad hace su no libertad concreta.

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« El derecho igual de todos a los bienes y a losgoces de este mundo, la destrucción de todaautoridad, la negación de todo freno moral, heaquí, si vamos al fondo de las cosas, la razón deser de la insurrección del 18 de marzo y elprograma de la temible asociación que le haproporcionado un ejército. »

Investigación parlamentaria

sobre la insurrección del 18 de marzo.

IV

El proletariado como sujetoy como representación

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El movimiento real que suprime las condiciones existentesgobierna a la sociedad a partir de la victoria de la burguesía en laeconomía, y visiblemente desde la traducción política de estavictoria. El desarrollo de las fuerzas productivas ha hechoreventar las viejas relaciones de producción, y todo orden estáticocae hecho polvo. Todo lo que era absoluto deviene histórico.

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Es estando arrojados en la historia, debiendo participar en lostrabajos y en las luchas que la constituyen, que los hombres seven forzados a encarar sus relaciones de manera lúcida, sintapujos ni ilusiones. Esta historia no tiene un objeto distinto de loque ella realiza sobre sí misma, aunque la última visión metafísicainconsciente de la época histórica pueda mirar la progresiónproductiva a través de la cual la historia se ha desplegado comoel objeto mismo de la historia. El sujeto de la historia no puedeser más que lo viviente produciéndose sí mismo, llegando a seramo y poseedor de su mundo que es la historia, y existiendo comoconciencia de su juego.

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Como una misma corriente se desarrollan las luchas de clases dela larga época revolucionaria inaugurada por el ascenso de la

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burguesía y el pensamiento de la historia, la dialéctica, el pensarque ya no se limita a la búsqueda del sentido del ente, sino que seeleva al conocimiento de la disolución de todo lo que es; y en elmovimiento disuelve toda separación.

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Hegel no debía más interpretar el mundo, sí la transformacióndel mundo. Interpretando solamente la transformación, Hegelno es más que la terminación filosófica de la filosofía. Quierecomprender un mundo que se hace a sí mismo. Este pensamientohistórico es todavía sólo la conciencia que llega siempre dema-siado tarde, y que enuncia la justificación post festum. Así, ellano ha superado la separación más que en el pensamiento. Laparadoja que consiste en suspender el sentido de toda realidad asu cumplimiento histórico, y a revelar, en el mismo tiempo, estesentido constituyéndose sí mismo en cumplimiento de la historia,procede del simple hecho que el pensador de las revolucionesburguesas de los siglos XVII y XVIII no ha buscado en su filosofíamás que la reconciliación con el resultado de aquellas. “Inclusocomo filosofía de la revolución burguesa, ésta no expresa todo elproceso de esta revolución, sino sólo su última conclusión. Eneste sentido es esta una filosofía no de la revolución sino de larestauración” (Karl Korsch. Tesis sobre Hegel y la Revolución).Hegel ha hecho, por última vez, el trabajo del filósofo, “laglorificación de aquello que existe”; pero ya lo que existía paraél no podía ser sino la totalidad del movimiento histórico. Laposición exterior del pensamiento habiendo sido mantenida, nopodía ser ocultada más que por su identificación a un proyectoanterior del Espíritu, héroe absoluto que ha hecho lo que haquerido y ha querido lo que ha hecho, y cuyo cumplimientocoincide con el presente. Así, la filosofía que muere en elpensamiento de la historia no puede glorificar su mundo más querenegándolo, pues para tomar la palabra le es necesario suponerterminada esta historia total a la cual ella ha reducido todo; y

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suponer cerrada la sesión del único tribunal en que pueda serentregada la sentencia de la verdad.

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Cuando el proletariado manifiesta por su propia existencia enactos que este pensamiento de la historia no se ha olvidado, eldesmentido de la conclusión es también la confirmación delmétodo.

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El pensamiento de la historia no puede ser salvado sino llegandoa ser pensamiento práctico; y la práctica del proletariado comoclase revolucionaria no puede ser menos que la concienciahistórica operando sobre la totalidad de su mundo. Todas lascorrientes teóricas del movimiento obrero revolucionario sur-gieron de un enfrentamiento crítico con el pensamiento hegeliano,en Marx como en Stirner y Bakunin.

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El carácter inseparable de la teoría de Marx y del métodohegeliano es, él mismo, inseparable del carácter revolucionariode esta teoría, es decir, de su verdad. Es en esto que esta primerarelación ha sido generalmente ignorada o mal comprendida, oincluso denunciada como la parte débil de aquello que deveníafalazmente una doctrina marxista. Bernstein, en Socialismoteórico y Socialdemocracia práctica, revela perfectamente estaligazón del método dialéctico y de la toma de partido histórico,deplorando las previsiones poco científicas del Manifiesto de1847 sobre la inminencia de la revolución proletaria en Alemania:“Esta autosugestión histórica, tan errónea que ni siquiera elúltimo visionario político venido podría casi hacerlo peor, seríaincomprensible en un Marx, que en ese entonces había ya

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estudiado seriamente la economía, si no debiéramos ver en ellael producto de un resto de la dialéctica antitética hegeliana, de lacual Marx, tanto como Engels, no supo jamás deshacerse porcompleto. En esos tiempos de efervescencia general esto le fuetanto más fatal.”

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La inversión que Marx efectúa con el fin de “salvar por transfe-rencia” el pensamiento de las revoluciones burguesas no consisteen reemplazar, banalmente, el periplo del Espíritu hegeliano enmarcha a su propio encuentro en el tiempo —su objetivaciónsiendo idéntica a su alienación y sus heridas históricas nodejando cicatrices— por el desarrollo materialista de las fuerzasproductivas. La historia devenida real no tiene ya fin. Marx haarruinado la posición separada de Hegel ante lo que adviene; ytambién la contemplación de un agente supremo exterior,cualquiera sea. La teoría no tiene que conocer más que lo que ellahace. Es, por el contrario, la contemplación del movimiento dela economía, en el pensamiento dominante de la sociedad actual,lo que constituye la herencia no invertida de la parte no dialécticade la tentativa hegeliana de un sistema circular: es una aprobaciónque ha perdido la dimensión del concepto, y que no tiene ya másnecesidad de un hegelianismo para su justificación pues elmovimiento que se trata de elogiar no es más que un sector sinpensamiento del mundo, cuyo desarrollo mecánico dominaefectivamente el todo. El proyecto de Marx es el de una historiaconciente. Lo cuantitativo que surge en el desarrollo ciego de lasfuerzas productivas simplemente económicas debe transformarseen apropiación histórica cualitativa. La crítica de la economíapolítica es el primer acto de este fin de la prehistoria: “De todoslos instrumentos de producción, el más grande poder productivoes la clase revolucionaria misma.”

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Lo que liga estrechamente la teoría de Marx al pensamientocientífico es la comprensión racional de las fuerzas que seejercen realmente en la sociedad. Pero tal teoría es fundamental-mente un más allá del pensamiento científico, en el que éste noes conservado sino en la medida en que ha sido superado: se tratade una comprensión de la lucha y no de la ley. “Nosotros noconocemos más que una ciencia: la ciencia de la historia”, diceLa Ideología alemana.

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La época burguesa que quiere fundar científicamente la historia,olvida que esta ciencia disponible ha debido ser ella mismafundada históricamente con la economía. Inversamente, la historiano depende radicalmente de este conocimiento sino en tanto queesta historia no cesa de ser historia económica. Hasta qué puntola parte de la historia en la economía misma —el proceso globalque modifica sus propios datos científicos de base— ha podidoser, por otro lado, olvidada por el punto de vista de la observacióncientífica, es lo que muestra la vanidad de los cálculos socialistasque creían haber establecido la periodicidad exacta de las crisis;y desde que la intervención constante del Estado ha logradollegar a compensar el efecto de las tendencias a la crisis, elmismo tipo de razonamientos ve en este equilibrio una armoníaeconómica definitiva. El proyecto de superar la economía, elproyecto de la toma de posesión de la historia, si debe conocer —y traer a sí— la ciencia de la sociedad, no puede ser él mismocientífico. En este último movimiento que cree dominar lahistoria presente a través de un conocimiento científico, el puntode vista revolucionario sigue siendo burgués.

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Las corrientes utópicas del socialismo, aunque fundadas ellasmismas históricamente en la crítica de la organización socialexistente, pueden ser justamente calificadas de utópicas en lamedida en que rechazan la historia —es decir la lucha real encurso, tanto como el movimiento del tiempo más allá de laperfección inmóvil de su imagen de sociedad feliz—, y noporque rechazaran la ciencia. Los pensadores utopistas están,por el contrario, enteramente dominados por el pensamientocientífico tal cual éste se impuso en los siglos precedentes. Ellosbuscaban el cumplimiento de ese sistema racional general: no seconsideraban en modo alguno como profetas desarmados, puescreían en el poder social de la demostración científica e incluso,en el caso del saintsimonismo, en la toma del poder por laciencia. ¿Cómo, dice Sombart, “pueden querer ellos arrancar porlas luchas lo que debe ser probado?” Sin embargo, la concepcióncientífica de los utopistas no se extiende a este conocimiento deque grupos sociales tienen intereses en una situación existente,fuerzas para mantener ésta, tanto como formas de falsa concienciacorrespondientes a tales posiciones. Ella queda muy por debajode la realidad histórica del desarrollo de la ciencia misma, quefue en gran medida orientado por la demanda social surgida detales factores, que selecciona no sólo lo que puede ser admitido,sino también lo que puede ser investigado. Los socialistasutópicos, habiendo quedado prisioneros del modo de exposiciónde la verdad científica, conciben esta verdad según su puraimagen abstracta, tal cual lo había visto imponerse un estadiomuy anterior de la sociedad. Como lo hacía notar Sorel, es sobreel modelo de la astronomía que los utopistas piensan descubriry demostrar las leyes de la sociedad. La armonía apuntada porellos, hostil a la historia, proviene de una tentativa de aplicacióna la sociedad de la ciencia la menos dependiente de la historia.Ella intenta hacerse reconocer con la misma inocencia

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experimental que el newtonismo, y el destino feliz al queconstantemente se postula “juega en su ciencia social un rolanálogo al que corresponde a la inercia en la mecánica racional”(Materiales para una teoría del proletariado).

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El lado determinista-científico en el pensamiento de Marx fuejustamente la brecha por la que penetró el proceso de“ideologización”, vivo aún Marx, y tanto más en la herenciateórica dejada al movimiento obrero. La llegada del sujeto de lahistoria es reenviada a más tarde, y es la ciencia histórica porexcelencia, la economía, la que tiende cada vez más ampliamen-te a garantizar la necesidad de su propia negación futura. Pero,con esto, es expulsada fuera del campo de la visión teórica lapráctica revolucionaria que es la única verdad de esta negación.Así, importa estudiar pacientemente el desarrollo económicoadmitiendo de éste aún, con una tranquilidad hegeliana, el dolor,lo que en su resultado es “cementerio de buenas intenciones”. Sedescubre que ahora, según la ciencia de las revoluciones, laconciencia llega siempre demasiado temprano, y deberá serenseñada. “La historia no nos ha dado razón a nosotros y a todosaquellos que pensaban como nosotros. Ella ha mostradoclaramente que el estado del desarrollo económico en el conti-nente estaba entonces bien lejos todavía de encontrarse madu-ro...”, dirá Engels en 1895. Durante toda su vida, Marx mantuvoel punto de vista unitario de su teoría, pero la exposición de suteoría se desplazó sobre el terreno del pensamiento dominanteprecisándose bajo forma de críticas de disciplinas particulares,principalmente la crítica de la ciencia fundamental de la sociedadburguesa, la economía política. Es esta mutilación, posteriormenteaceptada como definitiva, lo que ha constituido al “marxismo”.

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El defecto en la teoría de Marx es naturalmente el defecto de lalucha revolucionaria del proletariado de su época. La claseobrera no decretó la revolución en permanencia en la Alemaniade 1848; la Comuna fue vencida en el aislamiento. La teoríarevolucionaria no puede pues aún alcanzar su propia existenciatotal. Encontrarse reducido a defenderla y precisarla en laseparación del trabajo intelectual, en el British Museum, impli-caba una pérdida en la teoría misma. Son precisamente lasjustificaciones científicas proyectadas sobre el porvenir deldesarrollo de la clase obrera, y la práctica organizacionalcombinada a estas justificaciones, que llegarán a constituirse enobstáculos a la conciencia proletaria en una fase más avanzada.

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Toda la insuficiencia teórica en la defensa científica de larevolución proletaria puede ser reducida, tanto por el contenidocomo por la forma de la exposición, a una identificación delproletariado con la burguesía desde el punto de vista de la tomarevolucionaria del poder.

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La tendencia a fundar una demostración de la legalidad científicadel poder proletario refiriéndose a experimentaciones repetidasdel pasado vela, a partir del Manifiesto, el pensamiento históricode Marx, haciéndole sostener una imagen lineal del desarrollo delos modos de producción, impulsado, este desarrollo, por luchasde clases que terminarían cada vez “en una transformaciónrevolucionaria de la sociedad en su conjunto o en la destrucciónrecíproca de las clases en lucha”. Pero en la realidad observablede la historia, así como el “modo de producción asiático”, comoMarx lo constataba también, conservó su inmovilidad a pesar de

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todos los enfrentamientos de clase, de igual manera lassublevaciones de siervos no vencieron jamás a los barones, ni lasrebeliones de esclavos de la antigüedad a los hombres libres. Elesquema lineal pierde de vista desde el principio el hecho que laburguesía es la única clase revolucionaria que haya jamásvencido; al mismo tiempo que ella es la única para la que eldesarrollo de la economía ha sido causa y consecuencia de supoder sobre la sociedad. La misma simplificación hizo que Marxdesatendiera el rol económico del Estado en la gestión de unasociedad de clases. Si la burguesía ascendente pareció liberar laeconomía del Estado, es sólo en la medida en que el Estadoantiguo se confundía con el instrumento de una opresión de claseen una economía estática. La burguesía ha desarrollado supotencia económica autónoma en el período medieval dedebilitación del Estado, en el momento de fragmentación feudalde poderes equilibrados. Pero, el Estado moderno que, a travésdel mercantilismo, comenzó a apoyar el desarrollo de la burguesía,y que finalmente llegó a ser su Estado a la hora del “laisser faire,laisser passer”, se revelará ulteriormente dotado de una potenciacentral en la gestión calculada del proceso económico. Marxpudo, sin embargo, describir, en el bonapartismo, este esbozo dela burocracia estatal moderna, fusión del capital y del Estado,constitución de un “poder nacional del capital sobre el trabajo, deuna fuerza pública organizada para la esclavitud social”, dondela burguesía renuncia a toda vida histórica que no sea su reduc-ción a la historia económica de las cosas, y acepta “ser condenadaa la misma nada política que las otras clases”. Aquí están puestasya las bases socio-políticas del espectáculo moderno, que nega-tivamente define al proletariado como único pretendiente a lavida histórica.

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Las únicas dos clases que corresponden efectivamente a la teoríade Marx, las dos clases puras hacia las cuales conduce todo elanálisis en El Capital, la burguesía y el proletariado, sonigualmente las dos únicas clases revolucionarias de la historia,pero en condiciones diferentes: la revolución burguesa estáhecha; la revolución proletaria es un proyecto, nacido sobre labase de la revolución precedente, pero difiriendo cualitativamente.Olvidándose de la originalidad del rol histórico de la burguesía,se enmascara la originalidad concreta de este proyecto proletarioque no puede lograr nada si no es llevando sus propios colores yconociendo la “inmensidad de sus tareas”. La burguesía llegó alpoder porque ella es la clase de la economía en desarrollo. Elproletariado no puede ser él mismo el poder más que llegando aser la clase de la conciencia. La maduración de las fuerzasproductivas no puede garantizar un tal poder, ni siquiera a travésdel desposeimiento acrecentado que ésta maduración conlleva.La toma jacobina del Estado no puede ser su instrumento.Ninguna ideología puede servirle para disfrazar sus objetivosparciales como objetivos generales, pues no puede el proletariadoconservar ninguna realidad parcial que sea efectivamente suya.

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Si Marx, en un período determinado de su participación a la luchadel proletariado, esperó demasiado de la previsión científica, alpunto de crear la base intelectual de las ilusiones deleconomicismo, se sabe que no sucumbió a ello personalmente.En una carta bien conocida del 7 de diciembre de 1867, acompa-ñando un artículo en el cual él mismo crítica El Capital, artículoque Engels debía hacer pasar en la prensa como si emanara de unadversario, Marx expuso claramente el límite de su propiaciencia: “... La tendencia subjetiva del autor (que le imponíanquizás su posición política y su pasado), es decir, la manera como

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se presenta él mismo y como presenta a los otros el resultadoúltimo del movimiento actual, del proceso social actual, no tieneninguna relación con su análisis real.” Así Marx, denunciando élmismo las “conclusiones tendenciosas” de su análisis objetivo ypor la ironía del “quizás” relativo a las preferencias extra-científicas que se habrían impuesto a él, muestra al mismotiempo la clave metodológica de la fusión de los dos aspectos.

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Es en la lucha histórica misma que es necesario realizar la fusióndel conocimiento y de la acción, de tal manera que cada uno delos términos coloca en el otro la garantía de su verdad. Laconstitución de la clase proletaria en sujeto, es la organización delas luchas revolucionarias y la organización de la sociedad en elmomento revolucionario: es allí que deben existir las condicionesprácticas de la conciencia, en las cuales la teoría de la praxis seconfirma deviniendo teoría práctica. Sin embargo, esta cuestióncentral de la organización fue la menos examinada por la teoríarevolucionaria en la época en que se fundaba el movimientoobrero, es decir, cuando esta teoría poseía aún el carácter unitarioque le viene del pensamiento de la historia (y que ella se habíadado justamente como tarea desarrollar hasta una prácticahistórica unitaria). Es, por el contrario, el lugar de lainconsecuencia para esta teoría, al admitir como suyos losmétodos de aplicación estatales y jerárquicos retomados de larevolución burguesa. Las formas de organización del movimien-to obrero desarrolladas sobre esta renuncia de la teoría hantendido a impedir el mantenimiento de una teoría unitaria,disolviéndola en diversos conocimientos especializados yparcelarios. Esta alienación ideológica de la teoría no puede yaentonces reconocer la verificación práctica del pensamientohistórico unitario que ella traicionó, cuando tal verificaciónsurge en la lucha espontánea de los obreros; ella sólo puede

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participar en la represión de su manifestación y su memoria. Sinembargo, estas formas históricas surgidas de la lucha sonjustamente el medio práctico que faltaba a la teoría para serverdadera. Ellas son una exigencia de la teoría, pero que no habíasido formulada teóricamente. El soviet no fue un descubrimientode la teoría. Y, en ese entonces, la más alta verdad teórica de laAsociación Internacional de los Trabajadores era su propiaexistencia práctica.

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Los primeros éxitos de la lucha de la Internacional la conducíana liberarse de las influencias confusas de la ideología dominanteque subsistían en ella. La derrota y la represión que encontróluego hicieron pasar al primer plano un conflicto entre dosconcepciones de la revolución proletaria que contienen ambasuna dimensión autoritaria por la cual la autoemancipaciónconciente de la clase es abandonada. En efecto, la disputa que setornó irreconciliable entre los marxistas y los bakuninistas eradoble, referida a la vez al poder en la sociedad revolucionaria ya la organización presente del movimiento; y pasando del uno alotro de estos aspectos, las posiciones de los adversarios seinvierten. Bakunin combatía la ilusión de una abolición de lasclases que resultase del uso autoritario del poder estatal, previendola reconstitución de una clase dominante burocrática y la dictadurade los más sabios o de aquellos que serían tenidos por tales.Marx, que creía que una maduración conjunta e inseparable delas contradicciones económicas y de la educación democráticade los obreros reduciría el rol de un Estado proletario a unasimple fase de legalización de las nuevas relaciones sociales quese impondrían objetivamente, denunciaba en Bakunin y en lospartidarios de éste el autoritarismo de una elite conspirativa quese había puesto deliberadamente por encima de la Internacionaly formaba el proyecto extravagante de imponer a la sociedad ladictadura irresponsable de los más revolucionarios, o de aquellos

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que se habrían designado ellos mismos como tales. Bakuninreclutaba efectivamente a sus partidarios en esta perspectiva:“Pilotos invisibles en medio de la tempestad popular, nosotrosdebemos dirigirla, no gracias a un poder ostensible sino graciasa la dictadura colectiva de todos los aliados. Dictadura sin bandapresidencial, sin título, sin derecho oficial, y tanto más potenteque no poseerá ninguna de las apariencias del poder.” Así seopusieron dos ideologías de la revolución obrera conteniendocada una una crítica parcialmente verdadera, pero perdiendo lasdos la unidad del pensamiento de la historia e instituyéndoseellas mismas en autoridades ideológicas. Potentes organizacio-nes como la socialdemocracia alemana y la Federación AnarquistaIbérica sirvieron fielmente la una o la otra de estas ideologías; yen todas partes el resultado ha sido grandemente diferente de loque se había deseado.

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El hecho de ver el objetivo de la revolución proletaria comoinmediatamente presente constituye a la vez la grandeza y ladebilidad de la lucha anarquista real (pues en sus variantesindividualistas, las pretensiones del anarquismo son insignifi-cantes). Del pensamiento histórico de las luchas de clasesmodernas, el anarquismo colectivista retiene únicamente laconclusión, y su exigencia absoluta de esta conclusión se traduceigualmente en su menosprecio deliberado del método. Así, sucrítica de la lucha política fue abstracta, mientras que supreferencia por la lucha económica no se afirmó ella misma másque en función de la ilusión de una solución definitiva lograda deun solo golpe en este terreno, el día de la huelga general o de lainsurrección. Los anarquistas tienen un ideal que realizar. Elanarquismo es la negación aún ideológica del Estado y de lasclases, es decir, de las condiciones sociales mismas de la ideologíaseparada. Es la ideología de la pura libertad que nivela todo yque desecha toda idea del mal histórico. Este punto de vista de la

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fusión de todas las exigencias parciales ha dado al anarquismo elmérito de representar el rechazo de las condiciones existentespara el conjunto de la vida, y no en torno a una especializacióncrítica privilegiada; pero esta fusión habiendo sido consideradade manera absoluta, según el capricho individual, antes de surealización efectiva, ha condenado también al anarquismo a unaincoherencia demasiado fácilmente comprobable. Al anarquismono le queda más que repetirse, y reponer en juego en cada luchasu misma simple conclusión total, porque esta primera conclusiónestaba desde el principio identificada al resultado integral delmovimiento. Bakunin podía pues escribir en 1873, al salir de laFederación Jurásica; “En los últimos nueve años se han desarro-llado en el seno de la Internacional más ideas que las que sonnecesarias para salvar al mundo, si las ideas solas pudieransalvarlo, y yo desafío a cualquiera de inventar una nueva. Eltiempo no se presta más a las ideas, sino a los hechos y a losactos.” Sin duda esta concepción conserva del pensamientohistórico del proletariado esta certeza que las ideas deben llegara ser prácticas, pero abandona el terreno histórico al suponer quelas formas adecuadas de tal pasaje a la práctica han sidoencontradas y no variarán más.

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Los anarquistas que se distinguen explícitamente del conjuntodel movimiento obrero por su convicción ideológica van areproducir entre ellos esta separación de capacidades, al ceder unterreno favorable a la dominación informal, sobre todaorganización anarquista, de los propagandistas y defensores desu propia ideología; especialistas tanto más mediocres en reglageneral que su actividad intelectual se propone principalmente larepetición de algunas verdades definitivas. El respeto ideológicode la unanimidad en la decisión ha favorecido más bien la

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autoridad incontrolada, en la organización misma, de especialis-tas de la libertad; el anarquismo revolucionario espera delpueblo liberado el mismo tipo de unanimidad, obtenida por losmismos medios. Por otro lado, el hecho de no querer considerarla oposición de las condiciones entre una minoría agrupada en lalucha actual y la sociedad de los individuos libres ha alimentadouna permanente separación de los anarquistas en el momento dela decisión común, como lo muestra el ejemplo de un sinnúmerode insurrecciones anarquistas en España, limitadas y aplastadaslocalmente.

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La ilusión mantenida más o menos explícitamente en el anar-quismo auténtico es la inminencia permanente de una revoluciónque deberá dar razón a la ideología, y al modo de organizaciónpráctico derivado de la ideología, cumpliéndose instantánea-mente. El anarquismo ha realmente conducido, en 1936, unarevolución social y el esbozo el más avanzado que jamás se hayahecho, de un poder proletario. En aquella circunstancia es precisonotar, de un lado, que la señal de una insurrección general habíasido impuesta por el pronunciamiento* del ejército. Por otraparte, en la medida en que esta revolución no se concluyó en losprimeros días, por el hecho de la existencia de un poder franquis-ta en la mitad del país, apoyado fuertemente por el extranjero,mientras el resto del movimiento proletario internacional estabaya vencido, y por el hecho de la supervivencia de fuerzasburguesas o de otros partidos obreros partidarios del estatismoen el campo de la República, el movimiento anarquista organizadose mostró incapaz de extender las semivictorias de la revolucióne incluso incapaz tan sólo de defenderlas. Sus jefes reconocidosse transformaron en ministros, y en rehenes del Estado burguésque destruía la revolución para perder la guerra civil.

* En castellano en el texto original.

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El “marxismo ortodoxo” de la IIa Internacional es la ideologíacientífica de la revolución socialista, que identifica toda suverdad al proceso objetivo de la economía y al progreso de unreconocimiento de esta necesidad en la clase obrera educada porla organización. Esta ideología encuentra de nuevo la confianzaen la demostración pedagógica que había caracterizado al socia-lismo utópico pero acompañada de una referencia contemplativaal transcurso de la historia: sin embargo, esta actitud ha perdidotanto la dimensión hegeliana de una historia total como laimagen inmóvil de la totalidad presente en la crítica utopista (almás alto grado en Fourier). Es de esta actitud científica, que nopodía menos que relanzar en simetría las opciones éticas, queproceden las desabridas preocupaciones de Hilferding cuandoéste precisa que reconocer la necesidad del socialismo no daninguna “indicación sobre la actitud práctica a adoptar. Pues unacosa es reconocer una necesidad y otra cosa es ponerse al serviciode esta necesidad” (El Capital financiero). Aquellos que desco-nocieron que el pensamiento unitario de la historia, para Marx ypara el proletariado revolucionario, no era nada distinto de unaactitud práctica a adoptar, fueron normalmente víctimas de lapráctica que ellos habían simultáneamente adoptado.

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La ideología de la organización socialdemócrata estaba en elpoder de los profesores que educaban a la clase obrera, y la formade organización adoptada era la forma adecuada a este aprendizajepasivo. La participación de los socialistas de la IIa Internacionala las luchas políticas y económicas era ciertamente concreta,pero profundamente no crítica. Ella era conducida en nombre dela ilusión revolucionaria, según una práctica manifiestamentereformista. Así, la ideología revolucionaria debía fracasar graciasal éxito mismo de los que la propiciaban. La separación de los

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diputados y de los periodistas en el movimiento arrastraba haciael modo de vida burgués a aquellos que ya eran reclutados entrelos intelectuales burgueses. La burocracia sindical transformabaen corredores de la fuerza de trabajo, a vender como mercancíaa su justo precio, a aquellos mismos que eran reclutados a partirde las luchas de los obreros industriales, y salidos de entre susfilas. Para que la actitud de todos pudiera conservar algo derevolucionario habría sido necesario que el capitalismo semostrara oportunamente incapaz de soportar económicamenteeste reformismo que él toleraba políticamente en su agitaciónlegalista. Es una tal incompatibilidad lo que su ciencia garantizaba,y que la historia desmentía a cada instante.

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Esta contradicción, de la cual Bernstein, por el hecho de ser elsocialdemócrata más alejado de la ideología política y el másfrancamente adepto a la metodología de la ciencia burguesa,tuvo la honestidad de querer mostrar la realidad —y el movi-miento reformista de los obreros ingleses, pasándose de ideolo-gía revolucionaria, lo había mostrado también—, no debió sersin embargo demostrada de manera irrefutable más que por eldesarrollo histórico mismo. Bernstein, aunque lleno de ilusionespor otra parte, había negado que una crisis de la produccióncapitalista pudiera venir milagrosamente a forzar la mano de lossocialistas que no querían heredar la revolución más que en elmarco de tal legitimación. El profundo trastorno social quesurgió con la Primera Guerra mundial, aunque fértil en toma deconciencia, demostró dos veces que la jerarquía socialdemócratano había educado revolucionariamente, no había de ningunamanera transformado en teóricos a los obreros alemanes: prime-ro, cuando la gran mayoría del partido se unió a la guerraimperialista; en seguida, cuando en la derrota ella aplastó a losrevolucionarios spartakistas. El ex-obrero Ebert creía aún en el

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pecado, puesto que confesaba odiar la revolución “como elpecado”. Y el mismo dirigente se mostraba buen precursor de larepresentación socialista que debía poco después oponerse enenemigo absoluto al proletariado de Rusia y de otras partes, alformular el programa exacto de esta nueva alienación:“Socialismo quiere decir trabajar mucho”.

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Lenin no ha sido, como pensador marxista, más que el kautskistafiel y consecuente que aplicaba la ideología revolucionaria deeste “marxismo ortodoxo” en las condiciones rusas, condicionesque no permitían la práctica reformista que la IIa Internacionalimpulsaba en cambio. La dirección exterior del proletariado,actuando por medio de un partido clandestino disciplinado,sometido a los intelectuales transformados en “revolucionariosprofesionales”, constituye aquí una profesión que no quieretransigir con ninguna profesión dirigente de la sociedad capita-lista (el régimen político zarista siendo incapaz, por otra parte, deofrecer tal apertura, cuya base es una fase avanzada del poder dela burguesía). Ella deviene pues la profesión de la direcciónabsoluta de la sociedad.

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El radicalismo ideológico autoritario de los bolcheviques sedesplegó a escala mundial con la guerra y con el hundimiento dela socialdemocracia internacional ante la guerra. El fin sangrien-to de las ilusiones democráticas del movimiento obrero habíahecho del mundo entero una Rusia, y el bolchevismo, reinandosobre la primera ruptura revolucionaria que había traído estaépoca de crisis, ofrecía al proletariado de todos los paises sumodelo jerárquico e ideológico, para “hablar en ruso” a la clasedominante. Lenin no reprochó al marxismo de la IIa Internacio-

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nal el haber sido una ideología revolucionaria, sino el habercesado de serlo.

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El mismo momento histórico, en el que el bolchevismo hatriunfado para sí mismo en Rusia y en el que la social-democra-cia ha combatido victoriosamente por el viejo mundo, marca elnacimiento acabado de un orden de cosas que se encuentra en elcorazón de la dominación del espectáculo moderno: la represen-tación obrera se ha opuesto radicalmente a la clase.

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« En todas las revoluciones anteriores, escribía Rosa Luxembur-go en la Rote Fahne del 21 de diciembre de 1918, los combatien-tes se enfrentaban a cara descubierta: clase contra clase, programacontra programa. En la revolución presente, las tropas deprotección del antiguo orden no intervienen bajo el estandarte delas clases dirigentes, sino bajo la bandera de un “partido social-demócrata”. Si la cuestión central de la revolución estuvieraenunciada abierta y honestamente: capitalismo o socialismo,ninguna duda, ningún titubeo sería hoy posible en la gran masadel proletariado. » Así, algunos días antes de su destrucción, lacorriente radical del proletariado alemán descubría el secreto delas nuevas condiciones que todo el proceso anterior había creado(al cual la representación obrera contribuyó enormemente): laorganización espectacular de la defensa del orden existente, elimperio social de las apariencias en donde “ninguna cuestióncentral” puede más enunciarse “abierta y honestamente”. Larepresentación revolucionaria del proletariado en esta fase llegóa ser a la vez el factor principal y el resultado central de lafalsificación de la sociedad.

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La organización del proletariado sobre el modelo bolchevique,que había nacido del atraso ruso y de la dimisión del movimientoobrero de los paises avanzados ante la lucha revolucionaria,encontró también en el atraso ruso todas las condiciones queconducían esta forma de organización hacia el vuelcocontrarrevolucionario que ella contenía inconscientemente en sugermen original; y la dimisión reiterada de la masa del movi-miento obrero europeo ante el Hic Rhodus, hic salta del período1918-1920, dimisión que incluía la destrucción violenta de suminoría radical, favoreció el desarrollo completo del proceso ypermitió que el resultado falaz de todo esto se afirmara ante elmundo como la única solución proletaria. La toma del monopolioestatal de la representación y la defensa del poder de los obreros,que justificó al partido bolchevique, lo hizo devenir lo que él yaera: el partido de los propietarios del proletariado, eliminandopor lo esencial las formas precedentes de propiedad.

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Todas las condiciones de la liquidación del zarismo examinadasen el debate teórico siempre insatisfactorio de las diversastendencias de la social-democracia rusa desde hace veinte años—debilidad de la burguesía, peso de la mayoría campesina, roldecisivo de un proletariado concentrado y combativo pero extre-madamente minoritario en el país— revelaron al fin en lapráctica su solución, a través de un dato que no estaba presenteen las hipótesis: la burocracia revolucionaria que dirigía alproletariado, apoderándose del Estado, dio a la sociedad unanueva dominación de clase. La revolución estrictamente burgue-sa era imposible; la “dictadura democrática de los obreros y delos campesinos” no tenía sentido; el poder proletario de lossoviets no se podía mantener a la vez contra la clase de loscampesinos propietarios, contra la reacción blanca nacional einternacional y contra su propia representación exteriorizada y

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alienada en partido obrero de los amos absolutos del Estado, dela economía, de la expresión, y luego del pensamiento. La teoríade la revolución permanente de Trotsky y Parvus a la cual Leninadhirió efectivamente en abril 1917, fue la única que llegó a serverdadera para los paises atrasados en comparación con eldesarrollo social de la burguesía, pero solamente después de laintroducción de este factor desconocido que era el poder de clasede la burocracia. La concentración de la dictadura en manos dela representación suprema de la ideología fue defendida con lamayor coherencia por Lenin, en las numerosas confrontacionesde la dirección bolchevique. Lenin tenía cada vez razón contrasus adversarios en la medida en que sostenía la posición implicadapor las decisiones precedentes del poder absoluto minoritario; lademocracia denegada estatalmente a los campesinos, debía serlotambién a los obreros, lo que conducía a denegarla también a losdirigentes comunistas de los sindicatos, y en todo el partido, yfinalmente incluso en la cúpula del partido jerárquico. En el X°Congreso, en el momento en que el soviet de Cronstadt eraacallado por las armas y enterrado bajo la calumnia, Leninpronunciaba contra los burócratas izquierdistas organizados en“Oposición Obrera” esta conclusión de la cual Stalin iba aextender la lógica hasta una perfecta división del mundo: “Aquí,o allá con un fusil, pero no con la oposición... Estamos hartos dela oposición.”

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La burocracia, quedando como única propietaria de un capitalismode Estado, aseguró primero su poder en el interior por unaalianza temporal con el campesinado, después de Cronstadt, conocasión de la “nueva política económica”, así como ella lodefendió en el exterior al utilizar a los obreros reclutados en lospartidos burocráticos de la IIIa Internacional como fuerza deapoyo de la diplomacia rusa para sabotear todo movimientorevolucionario y sostener a los gobiernos burgueses de los cuales

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ella esperaba un apoyo en política internacional (el poder delKomintang en la China de 1925-1927, el Frente Popular enEspaña y en Francia, etc.). Pero la sociedad burocrática debíaproseguir su propia consumación a través del terror ejercidosobre el campesinado para realizar la acumulación capitalistaprimitiva la más brutal de la historia. Esta industrialización de laépoca estalinista revela la realidad última de la burocracia: ellaes la continuación del poder de la economía, la preservación delo esencial de la sociedad mercantil con el mantenimiento deltrabajo-mercancía. Es la prueba de la economía independiente,que domina a la sociedad hasta el punto de recrear para suspropios fines la dominación de clases que le es necesaria: lo quequiere decir que la burguesía ha creado una potencia autónomaque, en la medida en que subsiste esta autonomía, puede inclusollegar a prescindir de una burguesía. La burocracia totalitaria noes “la última clase propietaria de la historia” en el sentido deBruno Rizzi, sino solamente una clase dominante de substituciónpara la economía mercantil. La propiedad privada capitalistadesfalleciente es reemplazada por un subproducto simplificado,menos diversificado, concentrado en propiedad colectiva de laclase burocrática. Esta forma subdesarrollada de clase dominantees también la expresión del subdesarrollo económico; y no tieneotra perspectiva que la de recuperar el atraso de este desarrolloen ciertas regiones del mundo. Es el partido obrero, organizadosegún el modelo burgués de la separación, que ha proporcionadoel marco jerárquico-estatal a esta edición suplementaria de laclase dominante. Anton Ciliga notaba en una prisión de Stalinque “las cuestiones técnicas de organización resultaban sercuestiones sociales” (Lenin y la Revolución).

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La ideología revolucionaria, la coherencia de lo separado de lacual el leninismo constituye el más alto esfuerzo voluntarista,

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posesora de la gestión de una realidad que la rechaza, con elstalinismo volverá a su verdad en la incoherencia. En ese punto,la ideología no es más un arma, sino un fin. La mentira que no esmás refutada deviene locura. La realidad tanto como la finalidadson disueltas en la proclamación ideológica totalitaria: todo loque ella dice es todo lo que es. Es un primitivismo local delespectáculo, cuyo rol es sin embargo esencial en el desarrollo delespectáculo mundial. La ideología que se materializa aquí no hatransformado económicamente el mundo, como el capitalismoque ha alcanzado el estadio de la abundancia; ella sólo hatransformado policialmente la percepción.

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La clase ideológico-totalitaria en el poder es el poder de unmundo invertido: mientras más fuerte, más afirma ella no existir,y su fuerza le sirve primero a afirmar su inexistencia. Es modestasobre este punto solamente, pues su inexistencia oficial debecoincidir con el nec plus ultra del desarrollo histórico, quesimultáneamente se debería a su infalible mandamiento.Desplegada en todas partes, la burocracia debe ser la claseinvisible para la conciencia, de tal manera que es toda la vidasocial que llega a la demencia. La organización social de lamentira absoluta procede de esta contradicción fundamental.

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El stalinismo fue el reino del terror en la clase burocrática misma.El terrorismo que funda el poder de esta clase debe golpeartambién a esta clase, pues ella no posee ninguna garantía jurídica,ninguna existencia reconocida en tanto que clase propietaria,que ella pudiera extender a cada uno de sus miembros. Supropiedad real está disimulada, y ella no llegó a ser propietariamás que por la vía de la falsa conciencia. La falsa conciencia no

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mantiene su poder absoluto sino a través del terror absoluto, enel que todo verdadero motivo termina por perderse. Losmiembros de la clase burocrática en el poder no tienen elderecho de posesión sobre la sociedad más que colectivamente,en tanto que participantes de una mentira fundamental: debenjugar el rol de un proletariado dirigiendo una sociedad socialis-ta; ser los actores fieles al texto de la infidelidad ideológica.Pero la participación efectiva a esta realidad falaz debe verseella misma reconocida como una participación verídica. Ningúnburócrata puede sostener su derecho al poder, pues probar quese es un proletario socialista sería manifestarse como lo contrariode un burócrata; y probar que se es un burócrata es imposible,puesto que la verdad oficial de la burocracia es no existir. Asícada burócrata se encuentra en la dependencia absoluta de unagarantía central de la ideología, que reconoce una participacióncolectiva en su “poder socialista” a todos los burócratas queella no liquida. Si los burócratas tomados en su conjuntodeciden de todo, la cohesión de su propia clase no puede estarasegurada más que por la concentración de su poder terroristaen una sola persona. En esta persona reside la única verdadpráctica de la mentira al poder: la marcación indiscutible de sufrontera siempre rectificada. Stalin decide sin apelación quienes finalmente un burócrata posesor, es decir, quien debe serllamado “proletario en el poder” o bien “traidor al servicio delMikado y de Wall Street”. Los átomos burocráticos noencuentran la esencia común de su derecho más que en lapersona de Stalin. Stalin es este soberano del mundo que sesabe ser de esta manera la persona absoluta, para la concienciade la cual no hay espíritu más alto. “El soberano del mundoposee la conciencia efectiva de lo que es —la potencia universalde la efectividad— en la violencia destructora que ejerce contrael Sí de sus sujetos en oposición”. Al mismo tiempo que es lapotencia que define el terreno de la dominación, es “la potenciadevastando este terreno”.

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Cuando la ideología, que ha llegado a ser absoluta por laposesión del poder absoluto, de conocimiento parcelario pasaa ser una mentira totalitaria, el pensamiento de la historia seencuentra tan perfectamente liquidado que la historia misma,al nivel del conocimiento más empírico, no puede ya existir.La sociedad burocrática totalitaria vive en un presenteperpetuo, en donde todo lo que sucede existe para ellasolamente como un espacio accesible a su policía. El proyecto,ya formulado por Napoleón, de “dirigir monárquicamente laenergía de los recuerdos” ha encontrado su concretizacióntotal en una manipulación permanente del pasado, no solamenteen las significaciones, sino también en los hechos. Pero elprecio de este alejamiento de toda realidad histórica es lapérdida de la referencia racional que es indispensable a lasociedad histórica del capitalismo. Sabemos cuánto laaplicación científica de la ideología vuelta loca ha costado ala economía rusa, aún tomando en cuanta sólo la impostura deLyssenko. Esta contradicción de la burocracia totalitariaadministrando una sociedad industrializada, presa de sunecesidad de lo racional y de su rechazo de lo racional,constituye también una de sus deficiencias principales conrespecto al desarrollo capitalista normal. Así como laburocracia no puede resolver como éste la cuestión de laagricultura, así también es ella finalmente inferior a éste en laproducción industrial, planificada autoritariamente sobre lasbases del irrealismo y de la mentira generalizada.

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El movimiento obrero revolucionario, entre las dos guerras, fueliquidado por la acción conjunta de la burocracia staliniana y deltotalitarismo fascista, el que tomó su forma de organización delpartido totalitario experimentado en Rusia. El fascismo ha

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constituido una defensa extremista de la economía burguesaamenazada por la crisis y la subversión proletaria, el estado desitio en la sociedad capitalista, a través del cual esta sociedad sesalva, y se da una primera racionalización de urgencia haciendointervenir masivamente al Estado en su gestión. Pero talracionalización es ella misma tributaria de la inmensairracionalidad de sus medios. Aunque el fascismo acude a ladefensa de los principales puntos de la ideología burguesadevenida conservadora (la familia, la propiedad, el orden moral,la nación), reuniendo para ello a la pequeña burguesía y a loscesantes desesperados por la crisis o decepcionados por laimpotencia de la revolución socialista, no es él mismo funda-mentalmente ideológico. Aparece tal cual es: una resurrecciónviolenta del mito, que exige la participación a una comunidaddefinida por pseudo valores arcaicos: la raza, la sangre, el jefe.El fascismo es el arcaísmo técnicamente equipado. Su descom-puesto sucedáneo del mito es retomado en el contexto espectacularde los medios de condicionamiento e ilusión los más modernos.Como tal, es uno de los factores de la formación de lo espectacularmoderno, así como su participación en la destrucción del antiguomovimiento obrero hace de él una de las potencias fundadoras dela sociedad presente; pero como el fascismo es también la formala más onerosa del mantenimiento del orden capitalista, debíanormalmente abandonar la escena que ocupan los grandes rolesde los Estados capitalistas, eliminado por formas más racionalesy más fuertes de este orden.

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Cuando la burocracia rusa logra por fin deshacerse de los restosde la propiedad burguesa que obstaculizaban su reino sobre laeconomía, cuando logra desarrollar ésta para su propio uso, y serreconocida en el exterior como una de las grandes potencias,quiere disfrutar tranquilamente de su propio mundo, suprimien-

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do de éste el lado arbitrario que se ejercía sobre sí misma: elladenuncia el stalinismo de su origen. Pero tal denunciación siguesiendo staliniana, arbitraria, inexplicada e incesantementecorregida, pues la mentira ideológica de su origen no puede serjamás revelada. Así, la burocracia no puede liberalizarse nicultural ni políticamente pues su existencia como clase dependede su monopolio ideológico que, con toda su pesantez, es suúnico título de propiedad. La ideología ha ciertamente perdido lapasión de su afirmación positiva, pero lo que en ella subsiste detrivialidad indiferente tiene aún esta función represiva de prohibirla más mínima competencia, de mantener cautiva la totalidad delpensamiento. La burocracia se encuentra así ligada a una ideologíaen la que nadie cree. Lo que fue terrorista se vuelve irrisorio, perolo irrisorio mismo no puede mantenerse más que conservando ensu trasfondo el terrorismo del cual quisiera deshacerse. Así, en elmomento mismo en que la burocracia quiere mostrar susuperioridad en el terreno del capitalismo, confiesa ser un parientepobre del capitalismo. De la misma manera que su historiaefectiva está en contradicción con su derecho, y su ignoranciagroseramente mantenida en contradicción con sus pretensionescientíficas, su proyecto de rivalizar con la burguesía en laproducción de una abundancia mercantil se encuentraobstaculizada por el hecho que tal abundancia lleva en sí mismasu ideología implícita, y se acompaña normalmente de unalibertad indefinidamente extensa de falsas eleccionesespectaculares, pseudo libertad que resulta inconciliable con laideología burocrática.

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A este punto del desarrollo, el título de propiedad ideológico dela burocracia se hunde ya a nivel internacional. El poder que seestableció nacionalmente en tanto que modelo fundamentalmen-te internacionalista debe admitir que no puede ya pretendermantener su cohesión engañosa más allá de cada frontera nacional.

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El desarrollo económico desigual que conocen las burocracias,en competencia de intereses, que han logrado poseer su“socialismo” más allá de un solo país, condujo al enfrentamientopúblico y completo entre la mentira rusa y la mentira china. Apartir de este punto, cada burocracia en el poder, o cada partidototalitario candidato al poder dejado vacante por el períodostaliniano en algunas clases obreras nacionales, debe seguir supropia vía. Agregándose a las manifestaciones de negacióninterior que comenzaron a afirmarse ante el mundo con larevuelta obrera de Berlín Este, que opuso a los burócratas suexigencia de un “gobierno de metalúrgicos”, manifestacionesque llegaron una vez hasta el poder de los consejos obreros enHungría, la descomposición mundial de la alianza de lamistificación burocrática es, en última instancia, el factor másdesfavorable para el desarrollo actual de la sociedad capitalista.La burguesía está perdiendo el adversario que la sosteníaobjetivamente al unificar ilusoriamente toda negación del ordenexistente. Tal división del trabajo espectacular ve su fin cuandoel rol pseudo revolucionario se divide a su vez. El elementoespectacular de la disolución del movimiento obrero va a ser élmismo disuelto.

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La ilusión leninista no encuentra otra base actual más que en lasdiversas tendencias trotskistas, en donde la identificación delproyecto proletario a una organización jerárquica de la ideologíasobrevive inquebrantable a la experiencia de todos sus resultados.La distancia que separa al trotskismo de la crítica revolucionariade la sociedad presente permite también la distancia respetuosaque él observa y mantiene con las posiciones que eran ya falsascuando se consumaban en un combate real. Trotsky fue hasta1927 fundamentalmente solidario de la alta burocracia, al mismotiempo que buscaba apoderarse de ella con el fin de hacerle

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retomar una acción realmente bolchevique en el exterior (se sabeque en ese momento para ayudar a disimular el famoso “testamentode Lenin”, llegó hasta desmentir calumniosamente a su partidarioMax Eastman que lo había divulgado). Trotsky fue condenadopor su propia perspectiva fundamental, porque en el momento enque la burocracia se conoce a sí misma en su resultado comoclase contrarrevolucionaria al interior, debe elegir también serefectivamente contrarrevolucionaria al exterior en nombre de larevolución, como en su casa. La lucha ulterior de Trotsky por unaIVa Internacional contiene la misma inconsecuencia. Toda suvida rechazó reconocer en la burocracia el poder de una claseseparada, porque había llegado a ser durante la segunda revoluciónrusa el partidario incondicional de la forma bolchevique deorganización. Cuando Lukàcs, en 1923, mostraba en esta formabolchevique de organización la mediación por fin encontradaentre la teoría y la práctica, en donde los proletarios cesan de ser“espectadores” de los hechos ocurridos en su organización,eligiéndolos y viviéndolos concientemente, describía comoméritos efectivos del partido bolchevique todo lo que el partidobolchevique no era. Lukàcs era aún, al lado de su profundotrabajo teórico, un ideólogo, hablando en nombre del poder elmás vulgarmente exterior al movimiento proletario, creyendo yhaciendo creer que se encontraba él mismo, con su personalidadtotal, en este poder como en el suyo propio. Mientras lo que acontinuación sucedía manifestaba de qué manera el poderdesmiente y suprime a sus servidores, Lukàcs, desmintiéndose élmismo sin fin, ha hecho ver con una nitidez caricatural a qué sehabía exactamente identificado: a lo contrario de sí mismo y delo que había sostenido en Historia y Conciencia de clases.Lukàcs permite verificar a fondo la regla fundamental que juzgaa todos los intelectuales de este siglo: lo que ellos respetan mideexactamente su propia realidad menospreciable. Lenin sinembargo casi no cultivó este tipo de ilusiones sobre su actividad,y concedía que “un partido político no puede examinar a sus

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miembros para ver si hay contradicciones entre su filosofía y elprograma del partido”. El partido real del cual Lukàcs había acontratiempo presentado el retrato soñado no era coherente másque para una tarea precisa y parcial: tomar el poder en el Estado.

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La ilusión neoleninista del trotskismo actual, porque está a todomomento desmentida por la realidad de la sociedad capitalistamoderna, tanto burguesa como burocrática, encuentranaturalmente un campo de aplicación privilegiado en los paises“subdesarrollados”, formalmente independientes, en donde lailusión de una variante cualquiera de socialismo estatal yburocrático es concientemente manipulada como la simpleideología del desarrollo económico por las clases dirigenteslocales. La composición híbrida de estas clases corresponde máso menos nítidamente a una gradación sobre el espectro burguesía-burocracia. El juego de estas clases, a escala internacional, entreestos dos polos del poder capitalista existente, tanto como suscompromisos ideológicos —en especial con el islamismo— enlos que se expresa la realidad híbrida de su base social, terminande quitarle a este último subproducto del socialismo ideológicotoda seriedad otra que policial. Una burocracia ha podido formarseenmarcando la lucha nacional y la revuelta agraria de loscampesinos: ella tiende entonces, como en China, a aplicar elmodelo stalinista de industrialización en una sociedad menosdesarrollada que la Rusia de 1917. Una burocracia capaz deindustrializar la nación puede formarse a partir de la pequeñaburguesía de la oficialidad del ejército cuando éstos toman elpoder, como lo muestra el ejemplo de Egipto. En ciertos punto,como en Argelia justo después de su guerra de independencia, laburocracia, que se constituyó como dirección paraestatal durantela lucha, busca el punto de equilibrio de un compromiso parafusionar con una burguesía nacional débil. En fin, en las antiguascolonias de Africa negra que siguen abiertamente ligadas a la

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burguesía occidental, americana y europea, una burguesía seconstituye —frecuentemente a partir del poder de los jefestradicionales del tribalismo— a través de la posesión del Estado:en esos paises donde el imperialismo extranjero es el verdaderoamo de la economía, se da una fase en donde los compradores*reciben en compensación de la venta de los productos indígenasla propiedad de un Estado indígena, independiente ante lasmasas locales pero no ante el imperialismo. En este caso, se tratade una burguesía artificial que no es capaz de acumular, sino quesimplemente dilapida, tanto la parte de plusvalía del trabajolocal que le toca como los subsidios extranjeros de los Estadoso monopolios que los protegen. La evidencia de la incapacidadde estas clases burguesas para cumplir la función económicanormal de la burguesía levanta ante cada una de ellas unasubversión según el modelo burocrático más o menos adaptadoa las particularidades locales, y que pretende recoger su heren-cia. Pero el éxito mismo de una burocracia en su proyectofundamental de industrialización contiene necesariamente laperspectiva de su derrota histórica: acumulando el capital, ellaacumula el proletariado, y crea su propio desmentido, en un paísen el que no existía todavía.

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En este proceso complejo y terrible que ha conducido la época delas luchas de clases hacia nuevas condiciones, el proletariado delos paises industrializados ha completamente perdido laafirmación de su perspectiva autónoma y, en última instancia,sus ilusiones, pero no su ser. No está suprimido. Permaneceirreductiblemente existente en la alienación intensificada delcapital moderno: es la inmensa mayoría de los trabajadores quehan perdido todo poder sobre el empleo de sus vidas y que, apartir del momento en que lo saben, se redefinen como elproletariado, lo negativo a la obra en esta sociedad. Este

* En castellano en el texto original.

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proletariado está objetivamente reforzado por el movimiento dedesaparición del campesinado, así como por la extensión de lalógica del trabajo en industria que se aplica a una gran parte delos “servicios” y de las profesiones intelectuales. Essubjetivamente que este proletariado se encuentra aún alejado desu conciencia práctica de clase, no solamente para los empleadossino también para los obreros que no han descubierto todavíamás que la impotencia y la mistificación de la vieja política. Sinembargo, cuando el proletariado descubre que su propia fuerzaexteriorizada concurre al reforzamiento permanente de la sociedadcapitalista, no solamente bajo la forma de su trabajo, tambiénbajo la forma de los sindicatos, de los partidos o del poder estatalque él había constituido para emanciparse, descubre también,por la experiencia histórica concreta, que él es la clase totalmenteenemiga de toda exteriorización fija y de toda especializacióndel poder. Este proletariado es portador de la revolución que nopuede dejar nada al exterior de sí misma, de la exigencia de ladominación permanente del presente sobre el pasado, y de lacrítica total de la separación; es de todo esto que debe encontrarla forma adecuada en la acción. Ningún mejoramiento cuantita-tivo de su miseria, ninguna ilusión de integración jerárquica, esun remedio durable para su insatisfacción, pues el proletariadono puede reconocerse verídicamente en un agravio particularque haya padecido ni pues en la reparación de un agravioparticular, o de un gran número de estos agravios, pero solamenteen el agravio absoluto de ser expulsado en margen de la vida.

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A la vista de los nuevos signos de negación, incomprendidos yfalsificados por el agenciamiento espectacular, que se multipli-can en los paises más avanzados económicamente se puede yasacar esta conclusión que una nueva época se ha abierto: despuésde la primera tentativa obrera de subversión, es ahora laabundancia capitalista que ha fracasado. Cuando las luchas

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antisindicales de los obreros occidentales son reprimidas prime-ro por los sindicatos, y cuando las corrientes rebeldes de lajuventud lanzan una primera protestación informe, en la que sinembargo el rechazo de la antigua política especializada, del artey de la vida cotidiana, se encuentra inmediatamente implícito,están allí las dos caras de una nueva lucha espontánea quecomienza bajo el aspecto criminal. Son los signos anunciadoresdel segundo asalto proletario contra la sociedad de clases. Cuandolos hijos perdidos de este ejército aún inmóvil reaparecen sobreeste terreno, diferente y sin embargo idéntico, siguen a un nuevo“general Ludd” que, esta vez, los lanza a la destrucción de lasmáquinas del consumo permitido.

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“La forma política por fin descubierta bajo la cual la emancipa-ción económica del trabajo podía ser realizada” ha tomado eneste siglo una nítida silueta en los Consejos obreros revoluciona-rios, concentrando en ellos todas las funciones de decisión y deejecución, y federándose por medio de delegados responsablesante la base y revocables a todo instante. Su existencia efectivano ha sido aún más que un breve esbozo, rápidamente combatidoy vencido por diferentes fuerzas de defensa de la sociedad declases, entre las cual es necesario frecuentemente contar supropia falsa conciencia. Pannekoek insistía justamente sobre elhecho que la opción por un poder de los Consejos obreros, antesque aportar una solución, “propone problemas”. Pero este poderes precisamente el lugar en donde los problemas de la revolucióndel proletariado pueden encontrar una verdadera solución. Es ellugar en el que las condiciones objetivas de la conciencia históricaestán reunidas; la realización de la comunicación directa activa,en donde se acaban la especialización, la jerarquía y la separación,en donde las condiciones existentes han sido transformadas “encondiciones de unidad”. Aquí, el sujeto proletario puede emerger

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de su lucha contra la contemplación: su conciencia es igual a laorganización práctica que ella se ha dado, pues esta concienciamisma es inseparable de la intervención coherente en la historia.

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En el poder de los Consejos, que debe suplantarinternacionalmente todo otro poder, el movimiento proletario essu propio producto, y este producto es el productor mismo. Es así mismo su propio fin. Solamente aquí la negación espectacularde la vida es negada a su vez.

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La aparición de los Consejos fue la más alta realidad delmovimiento proletario en el primer cuarto del siglo, realidad quepasó desapercibida o fue trastocada porque ella desaparecía conel resto del movimiento que el conjunto de la experienciahistórica de entonces desmentía y eliminaba. En el nuevo momentode la crítica revolucionaria, este resultado vuelve como el únicopunto invicto del movimiento vencido. La conciencia históricaque sabe que tiene en él su único elemento propio de existenciapuede reconocerlo ahora, ya no a la periferia de lo que refluye,sino en el centro de lo que asciende.

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Una organización revolucionaria existente antes que el poderde los Consejos —ella deberá encontrar luchando su propiaforma—, por todas estas razones históricas, sabe ya que norepresenta la clase. Debe solamente reconocerse ella mismacomo una separación radical del mundo de la separación.

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La organización revolucionaria es la expresión coherente de lateoría de la praxis entrando en comunicación no unilateral conlas luchas prácticas, en devenir hacia la teoría práctica. Su propiapráctica es la generalización de la comunicación y de la coherenciaen estas luchas. En el momento revolucionario de la disoluciónde la separación social, esta organización debe reco-nocer supropia disolución en tanto que organización separada.

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La organización revolucionaria es la crítica unitaria de la sociedad,es decir, una crítica que no transige con ninguna forma de poderseparado, en ningún punto del mundo, y una crítica pronunciadaglobalmente contra todos los aspectos de la vida social alienada.En la lucha de la organización revolucionaria contra la sociedadde clases, las armas no son otra cosa que la esencia de loscombatientes mismos: la organización revolucionaria no puedereproducir en ella las condiciones de escisión y de jerarquía queson aquellas de la sociedad dominante. Ella debe luchar enpermanencia contra su deformación en el espectáculo reinante.El único límite de la participación a la democracia total de laorganización revolucionaria es el reconocimiento y laautoapropiación efectiva, por todos sus miembros, de lacoherencia de su crítica, coherencia que debe probarse en lateoría crítica propiamente dicha y en la relación entre ésta y laactividad práctica.

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Cuando la realización siempre más acabada de la alienacióncapitalista a todos los niveles, haciéndoles siempre más difícil alos trabajadores reconocer y nombrar su propia miseria, los pone

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en la alternativa de rechazar la totalidad de su miseria, o nada,la organización revolucionaria ha debido aprender que ella nopuede más combatir la alienación bajo formas alienadas.

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La revolución proletaria está enteramente suspendida a estanecesidad que, por la primera vez, es la teoría en tanto queinteligencia de la práctica humana que debe ser reconocida yvivida por las masas. Ella exige que los obreros lleguen a serdialécticos e inscriban su pensamiento en la práctica; así, ellapide a los hombre sin calidad mucho más que lo que la revolu-ción burguesa pedía a los hombres calificados que ella delegabaa su puesta en obra: pues la conciencia ideológica parcialconstruida por una parte de la clase burguesa tenía por base estaparte central de la vida social, la economía, en la cual esta claseestaba ya en el poder. El desarrollo mismo de la sociedad declases hasta la organización espectacular de la no-vida conducepues el proyecto revolucionario a devenir visiblemente lo que élera ya esencialmente.

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La teoría revolucionaria es ahora enemiga de toda ideologíarevolucionaria, y ella sabe que lo es.

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« ¡Oh! caballeros, la vida es corta...Si vivimos, vivimos para marchar sobre la cabezade los reyes. »

Shakespeare(Enrique IV).

V

Tiempo e historia

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El hombre, “el ser negativo que es únicamente en la medida enque suprime el Ser”, es idéntico al tiempo. La apropiación por elhombre de su propia naturaleza es al mismo tiempo su apropiacióndel despliegue del universo. “La historia es ella misma una partereal de la historia natural, de la transformación de la naturalezaen hombre.”(Marx.) Inversamente, esta “historia natural” notiene una existencia efectiva más que a través del proceso de unahistoria humana, de la única parte que encuentra de nuevo estetodo histórico, como el telescopio moderno cuya agudeza alcanzaen el tiempo la fuga de las nebulosas en la periferia del universo.La historia ha siempre existido, pero no siempre bajo su formahistórica. La temporalización del hombre, tal como ella seefectúa por la mediación de una sociedad, es igual a unahumanización del tiempo. El movimiento inconsciente del tiempose manifiesta y llega a ser verdadero en la conciencia histórica.

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El movimiento propiamente histórico, aunque aún oculto, co-mienza en la lenta e insensible formación de “la naturaleza realdel hombre”, “naturaleza que nace en la historia humana —en elacto generador de la sociedad humana—”, pero la sociedad queha entonces controlado una técnica y un lenguaje, aunque ella sea

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ya el producto de su propia historia, no tiene conciencia más quede un presente perpetuo. Todo conocimiento, limitado a lamemoria de los más antiguos, es siempre allí llevado y transmitidopor los vivientes. Ni la muerte ni la procreación son entendidascomo una ley del tiempo. El tiempo queda inmóvil, como unespacio cerrado. Cuando una sociedad más compleja llega atomar conciencia del tiempo, su trabajo es más bien de negarlo,pues ella ve en el tiempo no aquello que pasa, sino lo que vuelve.La sociedad estática organiza el tiempo según su experienciainmediata de la naturaleza, en el modelo del tiempo cíclico.

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El tiempo cíclico domina ya en la experiencia de los pueblosnómades, porque las mismas condiciones se encuentrannuevamente ante ellos a cada momento de su pasar: Hegelseñala que “el vagabundeo de los nómades es solamente formal,pues está limitado a espacios uniformes”. La sociedad que,fijándose localmente, da al espacio un contenido a través delagenciamiento de lugares individuales, se encuentra por ellomismo encerrada al interior de esta localización. El retornotemporal en lugares similares es ahora el puro retorno deltiempo en un mismo lugar, la repetición de una serie de gestos.El paso del nomadismo pastoril a la agricultura sedentaria es elfin de la libertad perezosa y sin contenido, el comienzo dellabor. El modo de producción agrario en general, dominado porel ritmo de las estaciones, es la base del tiempo cíclico plena-mente constituido. La eternidad le es interior: es en el bajomundo el retorno de lo mismo. El mito es la construcciónunitaria del pensamiento que garantiza y organiza todo el ordencósmico en torno del orden que esta sociedad ha en efecto yarealizado en sus fronteras.

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La apropiación social del tiempo, la producción del hombre através del trabajo humano se desarrollan en una sociedad divididaen clases. El poder que se constituye por sobre la penuria de lasociedad del tiempo cíclico, la clase que organiza este trabajosocial y que se apropia su plusvalía limitada, se apropia igualmentela plusvalía temporal de su organización del tiempo social: ellaposee para sí sola el tiempo irreversible de lo viviente. La únicariqueza que puede existir concentrada en el sector del poder paraser materialmente gastada en fiesta suntuaria, se encuentra allítambién gastada en tanto que dilapidación de un tiempo históricode la superficie de la sociedad. Los propietarios de la plusvalíahistórica poseen el conocimiento y el goce de los acontecimientosvividos. Este tiempo, separado de la organización colectiva deltiempo que predomina junto con la producción repetitiva de labase de la vida social, fluye por encima de su propia comunidadestática. Es el tiempo de la aventura y de la guerra, en donde losamos de la sociedad cíclica recorren su historia personal; y esigualmente el tiempo que aparece en el choque entre comunida-des extranjeras, la perturbación del orden inmutable de la socie-dad. La historia surge pues ante los hombres como un factorextranjero, como aquello que no han querido y contra lo cual secreían amparados. Pero por este recodo vuelve también lainquietud negativa de lo humano, que se encontraba al origenmismo de todo este desarrollo que se había adormecido.

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El tiempo cíclico es en sí mismo el tiempo sin conflicto. Pero enesta infancia del tiempo el conflicto está instalado: la historialucha primero por ser la historia en la actividad práctica de losamos. Esta historia crea superficialmente la irreversibilidad; sumovimiento constituye el tiempo mismo que él agota, al interiordel tiempo inagotable de la sociedad cíclica.

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Las “sociedades frías” son aquellas que han frenado al extremosu parte de historia; que han mantenido en un equilibrio constantesu oposición al entorno natural y humano, así como sus oposicionesinternas. Si la extrema diversidad de las instituciones establecidascon este fin da testimonio de la plasticidad de la autocreación dela naturaleza humana, este testimonio no aparece evidentementemás que para el observador exterior, para el etnólogo revenidodel tiempo histórico. En cada una de estas sociedades, unaestructuración definitiva ha excluido el cambio. El conformismoabsoluto de las prácticas sociales existentes, con las que seencuentran para siempre identificadas las posibilidades humanas,no tiene otro límite exterior que el temor de recaer en la animalidadsin forma. Aquí, para permanecer en lo humano, los hombresdeben seguir siendo los mismos.

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El nacimiento del poder político, el que parece estar en relacióncon las últimas grandes revoluciones de la técnica, como lafundición del hierro, en el umbral de un período que no conocerámás cambios en profundidad hasta la aparición de la industria, estambién el momento que comienza a disolver los lazos de laconsanguinidad. A partir de ese momento, la sucesión de lasgeneraciones sale de la esfera de lo puro cíclico natural paradevenir acontecimiento orientado, sucesión de poderes. El tiempoirreversible es el tiempo de aquel que reina; y las dinastías son suprimera medida. La escritura es su arma. En la escritura ellenguaje ha alcanzado su plena realidad independiente demediación entre las conciencias. Pero esta independencia esidéntica a la independencia general del poder separado, comomediación que constituye a la sociedad. Con la escritura apareceuna conciencia que no es más llevada y transmitida en la relación

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inmediata de los vivientes: una memoria impersonal, que es la dela administración de la sociedad. “Los escritos son lospensamientos del Estado; los archivos su memoria.” (Novalis.)

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La crónica es la expresión del tiempo irreversible del poder, ytambién el instrumento que mantiene la progresión voluntaristade este tiempo a partir de su trazado anterior, pues esta orientacióndel tiempo debe hundirse junto con la fuerza de cada poderparticular; recayendo en el olvido indiferente del único tiempocíclico conocido por las masas campesinas que, en el hundimientode los imperios y de sus dinastías, no cambian jamás. Losposeedores de la historia han puesto en el tiempo un sentido: unadirección que es también una significación. Pero esta historia sedespliega y sucumbe a parte; ella deja tal cual la sociedadprofunda, pues ella es justamente lo que queda separado de larealidad común. Es en esto que la historia de los imperios deOriente se resume para nosotros en la historia de las religiones:estas cronologías caídas en ruinas no han dejado más que lahistoria aparentemente autónoma de las ilusiones que lasenvolvían. Los amos que poseen la propiedad privada de lahistoria, bajo la protección del mito, la poseen ellos mismosprimero bajo el modo de la ilusión: en China y en Egipto hantenido por largo tiempo el monopolio de la inmortalidad delalma; así como sus primeras dinastías reconocidas son el arregloimaginario del pasado. Pero esta posesión ilusoria de los amos estambién toda la posesión posible, en ese momento, de unahistoria común y de su propia historia. La ampliación de su poderhistórico efectivo marcha junto con una vulgarización de laposesión mítica ilusoria. Todo esto resulta del simple hecho quees en la medida misma en que los amos se encargaron degarantizar míticamente la permanencia del tiempo cíclico, comoen los ritos estacionales de los emperadores chinos, que ellosmismos lograron relativamente liberarse de él.

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Cuando la seca cronología sin explicación del poder divinizadohablando a sus servidores, que no quiere ser comprendida másque como ejecución terrestre de los mandamientos del mito,puede ser superada y llegar a ser historia conciente, ha sidonecesario que la participación real a la historia haya sido vividapor grupos extensos. De esta comunicación práctica entre aquellosque se reconocieron como los posesores de un presente singular,que probaron la riqueza cualitativa de los acontecimientos comosu actividad y el lugar en que vivían —su época—, nace ellenguaje general de la comunicación histórica. Aquellos paraquienes el tiempo irreversible ha existido descubren en él a la vezlo memorable y la amenaza del olvido: “Heródoto de Halicarnasopresenta aquí los resultados de su investigación, con el objetoque el tiempo no borre los trabajos de los hombres...”

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El razonamiento sobre la historia es, inseparablemente, razona-miento sobre el poder. Grecia fue el momento en que el poder ysu cambio se discuten y se comprenden, la democracia de losamos de la sociedad. Allí se daba lo inverso de las condicionesconocidas por el Estado despótico, en donde el poder no ajustajamás sus cuentas sino consigo mismo, en la inaccesible oscuri-dad de su punto el más concentrado: a través de la revolución depalacio, que el éxito o la derrota ponen igualmente fuera dediscusión. Sin embargo, el poder compartido de las comunidadesgriegas no existía más que en el gasto de una vida social cuyaproducción permanecía separada y estática en la clase servil.Sólo aquellos que no trabajan viven. En la división de lascomunidades griegas y en la lucha por la explotación de lasciudades extranjeras se exteriorizaba el principio de la separaciónque fundaba interiormente cada una de ellas. Grecia, que había

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soñado la historia universal, no logró llegar a unirse ante lainvasión: ni siquiera a unificar los calendarios de sus polisindependientes. En Grecia el tiempo histórico llegó a serconciente, pero no aún conciente de sí mismo.

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Después de la desaparición de las condiciones localmentefavorables que habían conocido las comunidades griegas, laregresión del pensamiento histórico occidental no se acompañóde una reconstitución de las antiguas organizaciones míticas. Enel choque de los pueblos del Mediterráneo, en la formación y elhundimiento del Estado romano, aparecieron religionessemihistóricas que pasaban a ser factores fundamentales de lanueva conciencia del tiempo, y la nueva armadura del poderseparado.

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Las religiones monoteístas fueron un compromiso entre el mitoy la historia, entre el tiempo cíclico que domina aún la produc-ción y el tiempo irreversible en el que se afrontan y se recompo-nen los pueblos. Las religiones salidas del judaísmo son elreconocimiento universal abstracto del tiempo irreversible quese encuentra democratizado, abierto a todos, pero en lo ilusorio.El tiempo se encuentra entero orientado hacia un solo sucesofinal: “El reino de Dios está próximo.” Estas religiones nacieronsobre el suelo de la historia, y allí se establecieron. Pero aún ahí,se mantienen en oposición radical a la historia. La religiónsemihistórica establece un punto de partida cualitativo en eltiempo, el nacimiento de Cristo, la fuga de Mahoma, pero sutiempo irreversible —introduciendo una acumulación efectivaque podría tomar en el Islam la figura de una conquista, o en elcristianismo de la Reforma la de un acrecentamiento del capital—está de hecho invertido en el pensamiento religioso como una

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cuenta regresiva: la espera, en el tiempo que disminuye, delacceso al otro mundo verdadero, la espera del Juicio final. Laeternidad salió del tiempo cíclico. Ella es su más allá. Es elelemento que deprecia la irreversibilidad del tiempo, que supri-me la historia en la historia misma, colocándose, como un puroelemento puntual en el que el tiempo cíclico entró y se abolió, delotro lado del tiempo irreversible. Bossuet dirá aún: “Y pormedio del tiempo que pasa, entramos en la eternidad que nopasa.”

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El medioevo, este mundo mítico inconcluso que tenía su perfec-ción fuera de sí mismo, es el momento en el que el tiempo cíclico,que regula aún la parte principal de la producción, está realmentecarcomido por la historia. Una cierta temporalidad irreversiblees reconocida individualmente a todos, en la sucesión de lasedades de la vida, en la vida considerada como un viaje, un pasosin retorno en un mundo cuyo sentido se encuentra en otra parte:el peregrino es el hombre que sale del tiempo cíclico para serefectivamente ese pasajero que cada uno es como signo. La vidahistórica personal encuentra todavía su cumplimiento en laesfera del poder, en la participación a las luchas conducidas porel poder y a las luchas por la disputa del poder; pero el tiempoirreversible del poder está compartido al infinito, bajo launificación general del tiempo orientado de la era cristiana, enun mundo de la confianza armada, en donde el juego de los amosda vueltas en torno a la fidelidad y a la contestación de lafidelidad debida. Esta sociedad feudal, nacida del encuentro de“la estructura organizacional del ejercito conquistador tal comoella se desarrolló durante la conquista” y de las “fuerzasproductivas encontradas en el país conquistado” (La Ideologíaalemana) —y hay que contar en la organización de esas fuerzasproductivas su lenguaje religioso—, dividió a la dominación dela sociedad entre la Iglesia y el poder estatal, a su vez subdividido

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en las complejas relaciones de señorío y de vasallaje de lastenencias territoriales y de las comunas urbanas. En estadiversidad de la vida histórica posible, el tiempo irreversible quearrastraba inconscientemente a la sociedad profunda, el tiempovivido por la burguesía en la producción de mercancías, lafundación y la expansión de las ciudades, el descubrimientocomercial de la Tierra —la experimentación práctica que destruyópara siempre toda organización mítica del cosmos— se revelólentamente como el trabajo desconocido de la época, cuando lagran empresa histórica oficial de este mundo hubo fracasado conlas Cruzadas.

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Al ocaso de la Edad Media, el tiempo irreversible que invade lasociedad es sentido, por la conciencia adherida al antiguo orden,bajo la forma de una obsesión de la muerte. Es la melancolía dela disolución de un mundo, el último en el que la seguridad delmito equilibraba aún la historia; y para esta melancolía toda cosaterrestre se encamina solamente hacia su corrupción. Las gran-des revueltas de los campesinos de Europa son también unatentativa de respuesta a la historia que los arrancabaviolentamente a su letargo patriarcal que la tutela feudal garantizó.Es la utopía milenarista de la realización terrenal del paraíso, enla que vuelve al primer plano lo que se encontraba al origen dela religión semihistórica, cuando las comunidades cristianas,como el mesianismo judaico de las cuales venían, en respuesta alos desórdenes y al infortunio de la época, esperaban la realizacióninminente del reino de Dios y agregaban un factor de inquietudy de subversión en la sociedad antigua. El cristianismo, habiendollegado a participar del poder en el imperio, había desmentido, ensu momento, como simple superstición, lo que subsistía de estaesperanza: tal es el sentido de la afirmación agustiniana, arquetipode todos los satisfecit de la ideología moderna, según la cual laIglesia instalada era desde hacía tiempo ese reino del cual se

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había hablado. La revuelta social del campesinado milenarista sedefinió naturalmente primero como una voluntad de destrucciónde la Iglesia. Pero el milenarismo se despliega en el mundohistórico, y no sobre el terreno del mito. No son, como creemostrarlo Norman Cohn en La poursuite du Millénium, lasesperanzas revolucionarias modernas la continuación irracionalde la pasión religiosa del milenarismo. Al contrario, es elmilenarismo, lucha de clase revolucionaria hablando por laúltima vez la lengua de la religión, que es ya una tendenciarevolucionaria moderna, a la que le falta aún la conciencia de noser más que histórica. Los milenaristas debían perder porque nopodían reconocer la revolución como su propia operación. Elhecho que ellos esperaran actuar en función de un signo exteriorde la decisión de Dios es la traducción en el pensamiento de unapráctica en la cual los campesinos insurgentes siguen a unos jefesexteriores a ellos mismos. La clase campesina no podía alcanzaruna conciencia justa del funcionamiento de la sociedad, y de lamanera de llevar su propia lucha: es porque le faltaban estascondiciones de unidad en su acción y en su conciencia que ellaexpresó su proyecto y condujo sus guerras según la imagen socialdel paraíso terrenal.

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La nueva posesión de la vida histórica, el Renacimiento queencuentra en la Antigüedad su pasado y su derecho, lleva consigola alegre ruptura con la eternidad. Su tiempo irreversible es el dela acumulación infinita de conocimientos, y la conciencia históricasurgida de la experiencia de las comunidades democráticas y delas fuerzas que las arruinan va a retomar, con Maquiavelo, elrazonamiento sobre el poder desacralizado; decir lo indecible delEstado. En la vida exuberante de las ciudades italianas, en el artede las fiestas, la vida se conoce como un goce del paso del

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tiempo. Pero este placer del pasar debía ser él mismo pasajero.La canción de Lorenzo de Médicis, que Burckhardt consideracomo la expresión del “espíritu mismo del Renacimiento”, es elelogio que esta frágil fiesta de la historia pronunció sobre símisma: “Qué bella es la juventud —que tan rápido se va.”

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El movimiento constante de monopolización de la vida históricapor el Estado de la monarquía absoluta, forma de transición haciala completa dominación de la clase burguesa, hace aparecer en suverdad lo que es el nuevo tiempo irreversible de la burguesía. Esal tiempo de trabajo, por la primera vez liberado de lo cíclico,que la burguesía está ligada. El trabajo llegó a ser, con laburguesía, trabajo que transforma las condiciones históricas.La burguesía es la primera clase dominante para la que el trabajoes un valor. Y la burguesía que suprime todo privilegio, que noreconoce ningún otro valor que no resulte de la explotación deltrabajo, ha justamente identificado con el trabajo su propio valorcomo clase dominante, y hecho del progreso del trabajo supropio progreso. La clase que acumula las mercancías y el capitalmodifica continuamente la naturaleza al modificar el trabajomismo, desencadenando su productividad. Toda vida social seha concentrado en la pobreza ornamental de la Corte, adorno dela fría administración estatal que culmina en “el oficio de rey”;y toda libertad histórica particular ha debido consentir su pérdida.La libertad del juego temporal irreversible de los feudales seconsumió en sus últimas batallas perdidas con las guerras de laFronda o el levantamiento de los escoceses en favor de CarlosEduardo. El mundo ha cambiado de base.

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La victoria de la burguesía es la victoria del tiempo profunda-mente histórico, porque es el tiempo de la producción económi-ca que transforma la sociedad, permanentemente y de arriba aabajo.Toda vez que la producción agraria sigue siendo eltrabajo principal, el tiempo cíclico que se mantiene presente enel fondo de la sociedad alimenta las fuerzas coligadas de latradición, que van a frenar el movimiento. Pero el tiempoirreversible de la economía burguesa extirpa estas superviven-cias en toda la extensión del mundo. La historia que habíaaparecido hasta aquí como el movimiento únicamente de losindividuos de la clase dominante, y entonces escrita comohistoria anecdótica, es ahora comprendida como el movimientogeneral, y en este movimiento severo los individuos son sacri-ficados. La historia que descubre su base en la economíapolítica sabe ahora la existencia de aquello que era su incons-ciente, pero que sin embargo sigue siendo aún lo inconscienteque ella no puede sacar a luz. Es solamente esta prehistoriaciega, una nueva fatalidad que nadie domina, lo que la econo-mía mercantil ha democratizado.

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La historia que está presente en toda la profundidad de lasociedad tiende a perderse en la superficie. El triunfo deltiempo irreversible es también su metamorfosis en tiempo delas cosas, porque el arma de su victoria ha sido precisamente laproducción en serie de los objetos, según las leyes de lamercancía. El principal producto que el desarrollo económicoha hecho pasar de la escasez lujosa al consumo corriente espues la historia, pero solamente en tanto que historia delmovimiento abstracto de las cosas que domina todo usocualitativo de la vida. Mientras que el tiempo cíclico anteriorhabía soportado una parte cada vez más importante de tiempo

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histórico vivido por individuos y grupos, la dominación deltiempo irreversible de la producción va a tender a eliminarsocialmente este tiempo vivido.

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Así la burguesía ha hecho conocer y ha impuesto a la sociedad untiempo histórico irreversible, pero le impide su uso. “Hubohistoria, pero ya no la hay”, porque la clase de poseedores de laeconomía, que no puede romper con la historia económica, debetambién reprimir como una amenaza inmediata todo otro empleoirreversible del tiempo. La clase dominante, hecha de especialistasde la posesión de las cosas, que son ellos mismos, por ende, unaposesión de las cosas, debe unir su suerte al mantenimiento deesta historia reificada, a la permanencia de una nueva inmovilidaden la historia. Por la primera vez, el trabajador, en la base de lasociedad, no es materialmente extranjero a la historia, pues esahora por la base que la sociedad se mueve irreversiblemente. Enla reivindicación de vivir el tiempo histórico que él hace, elproletariado encuentra el simple centro inolvidable de su proyectorevolucionario; y cada una de las tentativas hasta aquí doblegadasde ejecución de este proyecto marca un punto de partida posiblede la vida nueva histórica.

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El tiempo irreversible de la burguesía dueña del poder se presentóprimero bajo su propio nombre, como un origen absoluto, el añoI de la República. Pero la ideología revolucionaria de la libertadgeneral que había hecho caer los últimos restos de organizaciónmítica de los valores, y toda reglamentación tradicional de lasociedad, dejaba ver ya la voluntad real que ella había vestido ala romana: la libertad del comercio generalizada. La sociedad dela mercancía, descubriendo entonces que ella debía reconstruir

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la pasividad que le había sido necesario quebrantar fundamental-mente para establecer su propio reino puro, “encuentra en elcristianismo con su culto del hombre abstracto... el complementoreligioso el más conveniente” (El Capital). La burguesía concluyóentonces con esta religión un compromiso que se expresa tam-bién en la presentación del tiempo: su propio calendarioabandonado, su tiempo irreversible volvió a amoldarse en la eracristiana de la cual ella continúa la sucesión.

145

Con el desarrollo del capitalismo, el tiempo irreversible estáunificado mundialmente. La historia universal deviene unarealidad, pues el mundo entero está reunido bajo el desarrollo deeste tiempo. Pero esta historia que en todas partes a la vez es lamisma, aún no es más que el rechazo intrahistórico de la historia.Es el tiempo de la producción económica, trozado en fragmentosabstractos iguales, que se manifiesta sobre todo el planeta comoel mismo día. El tiempo irreversible unificado es aquel delmercado mundial, y de manera corolaria el del espectáculomundial.

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El tiempo irreversible de la producción es primero la medida delas mercancías. Así pues, el tiempo que se afirma oficialmentesobre toda la extensión del mundo como el tiempo general de lasociedad, significando tan sólo los intereses especializados quelo constituyen, no es más que un tiempo particular.

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« No tenemos cosa nuestra sino el tiempo ¿Dóndevive quien no tiene lugar? »

Baltasar Gracián(Oráculo Manual y Arte de Prudencia).

VI

El tiempo espectacular

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El tiempo de la producción, el tiempo-mercancía, es una acumu-lación infinita de intervalos equivalentes. Es la abstracción deltiempo irreversible, del cual todos los segmentos deben probarante el cronómetro sólo su igualdad cuantitativa. Este tiempo es,en toda su realidad efectiva, lo que él es en su carácter intercam-biable. Es en esta dominación social del tiempo-mercancía que“el tiempo es todo, el hombre es nada; es a lo más la osamenta deltiempo” (Miseria de la Filosofía). Es el tiempo desvalorizado, lainversión completa del tiempo como “campo de desarrollohumano”.

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El tiempo general del no desarrollo humano existe también bajoel aspecto complementario de un tiempo consumible que regresahacia la vida cotidiana de la sociedad, a partir de esta produccióndeterminada, como un tiempo seudocíclico.

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El tiempo seudocíclico no es en realidad más que el disfrazconsumible del tiempo-mercancía de la producción. Contienelos caracteres esenciales de unidades homogéneas intercambia-bles y de supresión de la dimensión cualitativa. Pero siendo elsubproducto de este tiempo destinado al retraso de la vidacotidiana concreta —y al mantenimiento de este retraso— debecargarse de seudovalorizaciones y aparecer como una serie demomentos falsamente individualizados.

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El tiempo seudocíclico es aquel del consumo de la sobrevidaeconómica moderna, la sobrevida aumentada, en donde la vivenciacotidiana queda privada de decisión y sometida, no ya al ordennatural, sino a la seudonaturaleza desarrollada en el trabajoalienado; y entonces este tiempo encuentra de nuevo lo másnaturalmente el viejo ritmo cíclico que regulaba la sobrervida delas sociedades preindustriales. El tiempo seudocíclico se apoyaa la vez en el trazado natural del tiempo cíclico y hace a partir deéste nuevas combinaciones homólogas: el día y la noche, eltrabajo y el descanso semanales, el regreso de los períodos devacaciones.

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El tiempo seudocíclico es un tiempo que ha sido transformadopor la industria. El tiempo que tiene su base en la producción demercancías es él mismo una mercancía consumible, que reúnetodo lo que antes se había distinguido, en la fase de disolución dela vieja sociedad unitaria, como vida privada, vida económica,vida política. Todo el tiempo consumible de la sociedad modernaviene a ser tratado en materia prima de nuevos productosdiversificados que se imponen en el mercado como empleos deltiempo socialmente organizados. “Un producto que existe yabajo una forma apropiada al consumo, puede sin embargo servira su vez como materia prima de otro producto.” (El Capital.)

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En su sector más avanzado, el capitalismo concentrado se orientahacia la venta de bloques de tiempo “enteramente equipados”,cada uno de ellos constituyendo una sola mercancía unificada,que ha integrado un cierto número de mercancías diversas. Es asícomo puede aparecer, en la economía en expansión de los“servicios” y de los entretenimientos, la fórmula de pago con

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“todo incluido”, para el habitat espectacular, los falsosdesplazamientos colectivos de las vacaciones, las suscripcionesal consumo cultural, y la venta de la sociabilidad misma en“conversaciones apasionantes” y “encuentros de personalidades”.Este tipo de mercancía espectacular, que evidentemente nopuede existir más que en función de la penuria creciente de lasrealidades correspondientes, figura también, por supuesto, entrelos artículos piloto de la modernización de las ventas, siendopagable a crédito.

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El tiempo pseudo cíclico consumible es el tiempo espectacular,a la vez como el tiempo del consumo de las imágenes, en sentidoestricto, y como imagen del consumo del tiempo, en toda suextensión. El tiempo del consumo de las imágenes, medium detodas las mercancías, es inseparablemente el campo en el que seejercen todos los instrumentos del espectáculo, y el objetivo queéstos presentan globalmente, como lugar y como figura centralde todos los consumos particulares: se sabe que la ganancia detiempo constantemente buscada por la sociedad moderna —quese trate de la velocidad en los transportes o en el uso de sopas enpolvo— se traduce positivamente para la población de EstadosUnidos en el hecho que solamente la contemplación de latelevisión ocupa en promedio entre tres y seis horas por día. Laimagen social del consumo del tiempo, por su parte, estáexclusivamente dominada por los momentos de entretenimientoy de vacaciones, momentos representados a distancia, y deseablespor principio, como toda mercancía espectacular. Esta mercancíaes aquí explícitamente dada como el momento de la vida real, dela cual se espera el retorno cíclico. Pero en esos mismos momentosasignados a la vida, es aún el espectáculo que se da a ver y areproducir, alcanzando un grado más intenso. Lo que ha sidorepresentado como la vida real se revela simplemente como lavida más realmente espectacular.

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Esta época, que muestra a sí misma su tiempo como siendoesencialmente el retorno precipitado de múltiples festividades,es igualmente una época sin fiesta. Lo que era, en el tiempocíclico, el momento de la participación de una comunidad algasto lujoso de la vida, es imposible para la sociedad sincomunidad y sin lujo. Cuando sus seudofiestas vulgarizadas,parodias del diálogo y del don, incitan a un excedente de gastoeconómico, ellas no acarrean más que la decepción siemprecompensada por la promesa de una nueva decepción. El tiempode la sobrevida moderna debe, en el espectáculo, vanagloriarsecon tanto más aspaviento que su valor de uso se ha reducido. Larealidad del tiempo ha sido reemplazada por la publicidad deltiempo.

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Mientras el consumo del tiempo cíclico de las sociedades antiguasestaba en acuerdo con el trabajo real de esas sociedades, elconsumo seudocíclico de la economía desarrollada se encuentraen contradicción con el tiempo irreversible abstracto de suproducción. Mientras el tiempo cíclico era el tiempo de la ilusióninmóvil, vivido realmente, el tiempo espectacular es el tiempo dela realidad que se transforma, vivido ilusoriamente.

156

Lo que es siempre nuevo en el proceso de la producción de lascosas no se reencuentra en el consumo, que sigue siendo elretorno ampliado de lo mismo. Porque el trabajo muerto continúadominando al trabajo vivo, en el tiempo espectacular el pasadodomina al presente.

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Como un lado más de la deficiencia de la vida histórica general,la vida individual no tiene aún historia. Los pseudo aconteci-mientos que se presentan en la dramatización espectacular nohan sido vividos por aquellos a quienes se informa de ellos; yademás se pierden en la inflación de su reemplazo precipitado, acada pulsación de la maquinaria espectacular. Por otra parte,aquello que ha sido realmente vivido permanece sin relación conel tiempo irreversible oficial de la sociedad, y en oposicióndirecta al ritmo seudocíclico del subproducto consumible de estetiempo. Esta vivencia individual de la vida cotidiana separadaqueda sin lenguaje, sin concepto, sin acceso crítico a su propiopasado que no está consignado en ninguna parte. No se comunica.Es incomprendida y olvidada en beneficio de la falsa memoriaespectacular de lo no-memorable.

158

El espectáculo, como organización social presente de la parálisisde la historia y de la memoria, del abandono de la historia que seerige sobre la base del tiempo histórico, es la falsa conciencia deltiempo.

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Para llevar a los trabajadores al status de productores yconsumidores “libres” del tiempo-mercancía, la condición pre-liminar fue la expropiación violenta de su tiempo. El retornoespectacular del tiempo no ha llegado a ser posible sino a partirde este primer despojo del productor.

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La parte biológica irreductible que permanece presente en eltrabajo, tanto en la dependencia a lo cíclico natural en la vigilia

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y el sueño como en la evidencia del tiempo irreversible indivi-dual de una vida, aparece como simplemente accesoria frente ala producción moderna; y como tales estos elementos son desde-ñados en las proclamaciones oficiales del movimiento de laproducción, y de los trofeos consumibles que son la traducciónaccesible de esta incesante victoria. Inmovilizada en el centrofalsificado del movimiento de su mundo, la conciencia especta-dora no conoce más en su vida un paso hacia su realización yhacia su muerte. Quien ha renunciado a gastar su vida no puedemás reconocer su muerte. La publicidad de los seguros de vidainsinúa solamente que tal es culpable de morir sin haber aseguradola regulación del sistema luego de esta pérdida económica; yaquella del american way of death insiste sobre la capacidad demantener en este encuentro con la muerte la mayor parte de lasapariencias de la vida. En todo el resto del frente de losbombardeos publicitarios, está completamente prohibidoenvejecer. Se trataría de cuidar, en cada uno, un “capital juventud”que, por no haber sido más que mediocremente empleado, nopuede sin embargo pretender adquirir la realidad durable yacumulativa del capital financiero. Esta ausencia social de lamuerte es idéntica a la ausencia social de la vida.

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El tiempo es la alienación necesaria, como lo enseñaba Hegel, elelemento en el que el sujeto se realiza perdiéndose, deviene otropara llegar a ser la verdad de sí mismo. Pero su contrario esjustamente la alienación dominante, que es padecida por elproductor de un presente extranjero. En esta alienación espa-cial, la sociedad que separa de raíz al individuo de la actividadque ella le roba, lo separa primero de su propio tiempo. Laalienación social superable es justamente aquella que ha prohibidoy petrificado las posibilidades y los riesgos de la alienaciónviviente en el tiempo.

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Bajo las modas aparentes que se anulan y se recomponen a lasuperficie fútil del tiempo pseudo cíclico contemplado, el granestilo de la época se encuentra siempre en lo que está orientadopor la necesidad evidente y secreta de la revolución.

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La base natural del tiempo, el dato sensible del paso del tiempo,deviene humana y social al existir para el hombre. Es el estadolimitado de la práctica humana, el trabajo a diferentes niveles,que hasta ahora ha humanizado, y también deshumanizado, eltiempo, como tiempo cíclico y tiempo separado irreversible de laproducción económica. El proyecto revolucionario de unasociedad sin clases, de una vida histórica generalizada, es elproyecto de un deterioración de la medida social del tiempo, enbeneficio de un modelo lúdico de tiempo irreversible de losindividuos y de los grupos, modelo en el cual están simultánea-mente presentes tiempos independientes federados. Es el progra-ma de una realización total, en el elemento del tiempo, delcomunismo que suprime “todo aquello que existe independien-temente de los individuos”.

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El mundo posee ya el sueño de un tiempo del cual debe ahoraposeer la conciencia para vivirlo realmente.

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« Y quien llega a ser señor de una ciudadacostumbrada a vivir libre y no la destruye debeesperar ser destruido por ella, pues ésta conservasiempre como refugio en sus rebeliones el nom-bre de la libertad y sus viejas costumbres, lasque ni con el tiempo ni con los parabienes seolvida-rán jamás. Y hágase lo que se haga o seintente remediar, a menos de echar o dispersara sus habitantes, éstos no olvidarán ni esenombre ni esas costumbres... »

Maquiavelo(El Príncipe).

VII

El agenciamiento delterritorio

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La producción capitalista ha unificado el espacio, que no estámás limitado por sociedades exteriores. Esta unificación es almismo tiempo un proceso extensivo e intensivo de banalización.La acumulación de mercancías producidas en serie para elespacio abstracto del mercado, al igual que ella debía rompertodas las barreras regionales y legales, y todas las restriccionescorporativas de la Edad Media que mantenían la calidad de laproducción artesanal, debía también disolver la autonomía y lacalidad de los lugares. Esta potencia de homogeneización es laartillería pesada que ha hecho caer todas las murallas de China.

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Es con el fin de llegar a ser cada vez más idéntico a sí mismo, paraacercarse lo más a la monotonía inmóvil, que el espacio libre dela mercancía es desde ya a todo instante modificado yreconstruido.

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Esta sociedad que suprime la distancia geográfica recoge inte-riormente la distancia, en tanto que separación espectacular.

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Subproducto de la circulación de las mercancías, la circulaciónhumana considerada como un consumo, el turismo, se reducefundamentalmente al entretenimiento de ir a ver lo que hallegado a ser banal. El acondicionamiento económico de lafrecuentación de los lugares diferentes es ya por sí mismo lagarantía de su equivalencia. La misma modernización que haextirpado del viaje el tiempo, le ha también retirado la realidaddel espacio.

169

La sociedad que modela todo su entorno ha elaborado unatécnica espacial para trabajar la base concreta de este conjunto detareas: su territorio mismo. El urbanismo es esta toma de posesióndel entorno natural y humano por el capitalismo que,desarrollándose en dominación absoluta, puede y debe ahorarehacer la totalidad del espacio como su propia escena.

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La necesidad capitalista satisfecha en el urbanismo, en tanto queglaciación visible de la vida, puede expresarse —empleandotérminos hegelianos— como el predominio absoluto de “laapacible coexistencia del espacio” sobre “el inquieto devenir enla sucesión del tiempo”.

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Si todas las fuerzas técnicas de la economía capitalista deben sercomprendidas como operando separaciones, en el caso delurbanismo se trata del equipamiento de su base general, deltratamiento del suelo que conviene a su despliegue; de la técnicamisma de la separación.

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El urbanismo es el cumplimiento moderno de la tarea ininte-rrumpida que salvaguarda el poder de clase: el mantenimiento dela atomización de los trabajadores que las condiciones urbanasde producción habían peligrosamente reagrupado. La luchaconstante que fue llevada contra todos los aspectos de estaposibilidad de encuentro halla en el urbanismo su campo privi-legiado. El esfuerzo de todos los poderes establecidos, desde lasexperiencias de la Revolución francesa, por acrecentar los mediosde mantener el orden en la calle, culmina finalmente en lasupresión de la calle. “Con los medios de comunicación de masassobre grandes distancias, el aislamiento de la población resultóser un medio de control mucho más eficaz”, constata LewisMumford en La Cité à travers l’histoire describiendo un “mundode aquí en adelante con sentido único”. Pero el movimientogeneral del aislamiento, que es la realidad del urbanismo, debetambién contener una reintegración controlada de los trabajadores,según las necesidades planificables de la producción y delconsumo. La integración al sistema debe retomar los individuosaislados en tanto que individuos aislados juntos: las fabricas asícomo las casas de la cultura, las ciudadelas de vacaciones y los“grandes conjuntos” están especialmente organizados para losfines de esta seudocolectividad que acompaña también al indivi-duo aislado en la célula familiar: el empleo generalizado de losreceptores del mensaje espectacular hace que su aislamiento sehalle poblado de imágenes dominantes, imágenes que gracias aeste aislamiento solamente adquieren su plena potencia.

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Por la primera vez una arquitectura nueva, que a cada épocaanterior estuvo reservada a la satisfacción de las clases dominan-tes, aparece directamente destinada a los pobres. La miseria

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formal y la extensión gigantesca de esta nueva experiencia dehabitat provienen conjuntamente de su carácter masivo, que estáimplicado a la vez por la destinación y las condiciones modernasde construcción. La decisión autoritaria, que agenciaabstractamente el territorio en territorio de la abstracción, seencuentra evidentemente en el centro de las condiciones moder-nas de construcción. La misma arquitectura aparece allí dondecomienza la industrialización de los paises atrasados en esteaspecto, como terreno adecuado al nuevo tipo de existenciasocial que se trata de implantar en ellos. Tan nítidamente comoen los asuntos del armamento termonuclear o de la natalidad —alcanzando ésta la posibilidad de una manipulación de lohereditario—, el límite franqueado en el crecimiento del podermaterial de la sociedad y el retraso de la dominación concientede este poder se manifiestan en el urbanismo.

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El momento presente es ya el de la autodestrucción del mediourbano. La explosión y fragmentación de las ciudades sobre loscampos recubiertos de “masas informes de residuos urbanos”(Lewis Mumford) está, de una manera inmediata, presidido porlos imperativos del consumo. La dictadura del automóvil,producto piloto de la primera fase de la abundancia mercantil, seinscribió en el terreno con la dominación de la autopista, quedisloca los centros antiguos e impone una dispersión cada vezmás aguda. Al mismo tiempo, los momentos de reorganizacióninconclusa del tejido urbano se polarizan momentáneamente entorno a las “industrias de distribución” que son los supermarketsgigantes edificados en terreno desértico, sobre una base deparking; y estos templos del consumo de urgencia aparecen ellosmismos en fuga en el movimiento centrífugo que los expulsa amedida que llegan a ser a su vez centros secundariossobrecargados, porque han traído una recomposición parcial dela aglomeración. Pero la organización técnica del consumo no es

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más que el primer plano de la disolución general que ha llevadoasí a la ciudad a consumirse ella misma.

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La historia económica, que se desarrolló completamente entorno a la oposición ciudad-campo, ha llegado a una fase de éxitoque anula a la vez los dos términos. La parálisis actual deldesarrollo histórico total, en provecho sólo del proseguimientodel movimiento independiente de la economía, hace del momen-to en que comienzan a desaparecer la ciudad y el campo, no lasuperación de su escisión, sino su hundimiento simultáneo. Lausura recíproca de la ciudad y del campo, producto de ladeficiencia del movimiento histórico por el cual la realidadurbana existente debería ser superada, aparece en esta mezclaecléctica de sus elementos descompuestos, que recubre las zonasmás avanzadas en la industrialización.

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La historia universal nació en las ciudades, y devino adulta en elmomento de la victoria decisiva de la ciudad sobre el campo.Marx considera como uno de los más grandes méritos revolucio-narios de la burguesía el hecho que “ella ha sometido el campoa la ciudad”, cuyo aire emancipa. Pero si la historia de la ciudades la historia de la libertad, ésta ha sido también la de la tiranía,la de la administración estatal que controla tanto el campo comola ciudad misma. La ciudad no ha podido ser hasta ahora más queel terreno de la lucha de la libertad histórica, y no su posesión. Laciudad es el elemento de la historia porque ella es a la vezconcentración del poder social, que hace posible la empresahistórica, y conciencia del pasado. La tendencia presente haciala liquidación de la ciudad no hace sino expresar de otra manera

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el retraso de una subordinación de la economía a la concienciahistórica, de una unificación de la sociedad que retome lospoderes que se han separado de ella.

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“El campo muestra justamente el hecho contrario, el aislamientoy la separación” (La Ideología alemana). El urbanismo quedestruye las ciudades reconstituye un seudocampo en el cual sehan perdido tanto las relaciones naturales del campo antiguocomo las relaciones sociales directas y directamente puestas encuestión de la ciudad histórica. Es un nuevo campesinado facticioque es recreado por las condiciones de habitat y de controlespectacular en el actual “acondicionamiento del territorio”: ladispersión en el espacio y la mentalidad limitada que han impedidosiempre al campesinado iniciar una acción independiente yafirmarse como potencia histórica creadora, vuelven a ser ahorala caracterización de los productores —el movimiento de unmundo que ellos mismos fabrican permaneciendo tancompletamente fuera de su alcance como lo era el ritmo naturalde los trabajos para la sociedad agraria. Pero cuando estecampesinado, que fue la inquebrantable base del “despotismooriental”, y cuya dispersión misma llamaba una centralizaciónburocrática, reaparece como producto de las condiciones delcrecimiento de la burocratización moderna, su apatía ha debidoser ahora históricamente fabricada y cultivada; la ignorancianatural a dado paso al espectáculo organizado del error. Las“ciudades nuevas” del seudocampesinado tecnológico inscribenclaramente en el terreno la ruptura con el tiempo histórico sobreel cual ellas se han elevado; su eslogan puede ser: “Aquí mismo,no pasará jamás nada, y nada aquí ha pasado jamás.” Esevidentemente porque la historia que hay que liberar en lasciudades no ha sido allí aún liberada que las fuerzas de laausencia histórica comienzan a componer su propio paisajeexclusivo.

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La historia que amenaza a este mundo crepuscular es también lafuerza que puede someter el espacio al tiempo vivido. Larevolución proletaria es esta crítica de la geografía humana através de la cual los individuos y las comunidades deben construirlos lugares y los acontecimientos correspondientes a laapropiación no solamente de su trabajo sino de su historia total.En este espacio moviente del juego, y de las variaciones librementeelegidas de las reglas del juego, la autonomía del lugar puedeencontrarse de nuevo, sin tener que introducir nuevamente unlazo exclusivo con el suelo, y a través de esto hacer volver larealidad del viaje, y de la vida comprendida como un viajeconteniendo en sí mismo todo su sentido.

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La más grande idea revolucionaria a propósito del urbanismo noes ella misma urbanística, tecnológica o estética. Es la decisiónde reconstruir integralmente el territorio según las necesidadesdel poder de los Consejos de trabajadores, de la dictaduraantiestatal del proletariado, del diálogo ejecutorio. Y el poder delos Consejos, que no puede ser efectivo más que transformandola totalidad de las condiciones existentes, no podrá asignarse unatarea menor si quiere ser reconocido y reconocerse él mismo ensu mundo.

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« ¿Viviremos lo suficiente como para ver unarevolución política? ¿nosotros, loscontemporáneos de estos alemanes? Mi amigo...usted cree lo que desea... Cuando yo juzgo aAlemania según su historia presente, usted nome refutará que toda su historia está falsificaday que toda la vida pública actual no representael estado real del pueblo. Lea los diarios queusted quiera, convenzase que no se cesa —yusted me concederá que la censura no impide anadie de cesar— de celebrar la libertad y lafelicidad nacional que poseemos... »

Ruge(Carta a Marx, marzo de 1843).

VIII

La negación y el consumoen la cultura

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La cultura es la esfera general del conocimiento, y de lasrepresentaciones de lo vivido, en la sociedad histórica divididaen clases; lo que quiere decir que ella es este poder de generali-zación existente aparte, como división del trabajo intelectual ytrabajo intelectual de la división. La cultura se ha separado de launidad de la sociedad del mito, “cuando el poder de unificacióndesaparece de la vida del hombre y que los contrarios pierden surelación y su interacción vivientes y adquieren la autonomía...”(Diferencia de los sistemas de Fichte y de Schelling). Obtenien-do su independencia, la cultura comienza un movimientoimperialista de enriquecimiento, que es al mismo tiempo elocaso de su independencia. La historia que crea la independenciarelativa de la cultura, y las ilusiones ideológicas sobre estaautonomía, se expresa también como historia de la cultura. Ytoda la historia conquistadora de la cultura puede comprendersecomo la revelación de su insuficiencia, como una marcha haciasu autosupresión. La cultura es el lugar de la búsqueda de launidad perdida. En esta búsqueda de la unidad, la cultura comoesfera separada está obligada a negarse ella misma.

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La lucha de la tradición y de la innovación, que es el principio deldesarrollo interno de la cultura de las sociedades históricas, nopuede ser continuada más que a través de la victoria permanentede la innovación. La innovación en la cultura no es sin embargo

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llevada adelante más que por el movimiento histórico total que,tomando conciencia de su totalidad, tiende a superar sus propiaspresuposiciones culturales, y camina hacia la supresión de todaslas separaciones.

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El progreso de los conocimientos de la sociedad, que contiene lacomprensión de la historia como el corazón de la cultura, tomade sí mismo un conocimiento sin retorno, que está expresado porla destrucción de Dios. Pero “esta condición primera de todacrítica” es también la obligación primera de una crítica infinita.Allí donde ninguna regla de comportamiento puede ya mante-nerse, cada resultado de la cultura la hace avanzar hacia sudisolución. Tal como la filosofía, al instante que ha logrado suplena autonomía, toda disciplina devenida autónoma debehundirse, primero en tanto que pretensión de explicacióncoherente de la totalidad social, y finalmente incluso en tanto queinstrumentación parcelaria utilizable en sus propias fronteras.La falta de racionalidad de la cultura separada es el elemento quela condena a desaparecer, pues en ella la victoria de lo racionalestá ya presente como exigencia.

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La cultura ha surgido de la historia que disolvió el género de vidadel mundo viejo, pero en tanto que esfera separada ella no es aúnmás que la inteligencia y la comunicación sensible que siguensiendo parciales en una sociedad parcialmente histórica. Ella esel sentido de un mundo muy poco sensato.

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El fin de la historia de la cultura se manifiesta por dos ladosopuestos: el proyecto de su superación en la historia total, y la

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organización de su mantenimiento en tanto que objeto muerto, enla contemplación espectacular. El primero de estos movimientosha unido su destino a la crítica social, y el otro a la defensa delpoder de clase.

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Cada uno de los dos lados del fin de la cultura existe de unamanera unitaria, tanto en todo los aspectos de los conocimientoscomo en todos los aspectos de las representaciones sensibles —en lo que era el arte en el sentido más general. En el primer casose oponen la acumulación de conocimientos fragmentarios quedevienen inutilizables, porque la aprobación de las condicionesexistentes debe finalmente renunciar a sus propios conocimien-tos, y la teoría de la praxis que posee sola la verdad de losconocimientos al poseer sola el secreto de su uso. En el segundocaso se oponen la autodestrucción crítica del antiguo lenguajecomún de la sociedad y su recomposición artificial en el espec-táculo mercantil, la representación ilusoria de lo no-vivido.

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Perdiendo la comunidad de la sociedad del mito, la sociedaddebe perder todas las referencias de un lenguaje realmentecomún, hasta el momento en que la escisión de la comunidadinactiva puede ser superada por el acceso a la real comunidadhistórica. El arte, que fue este lenguaje común de la inacciónsocial, a partir del momento en que se constituye en arte indepen-diente en el sentido moderno, emergiendo de su primer universoreligioso, y deviniendo producción individual de obras separadas,conoce, como caso particular, el movimiento que domina lahistoria del conjunto de la cultura separada. Su afirmaciónindependiente es el comienzo de su disolución.

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El hecho que el lenguaje de la comunicación se perdió, he aquílo que expresa positivamente el movimiento de descomposiciónmoderno de todo arte, su aniquilamiento formal. Lo que estemovimiento expresa negativamente, es el hecho que un lenguajecomún debe encontrarse de nuevo —ya no en la conclusiónunilateral que, para el arte de la sociedad histórica, llegabasiempre demasiado tarde, hablando a otros de lo que ha sidovivido sin diálogo real y admitiendo esta deficiencia de la vida—, pero que debe ser reencontrado en la praxis, que recoge en ellala actividad directa y su lenguaje. Se trata de poseer efectivamentela comunidad del diálogo y el juego con el tiempo que fueronrepresentados por la obra poético-artística.

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Cuando el arte devenido independiente representa su mundo concolores resplandecientes, un momento de la vida ha envejecido,y no se deja rejuvenecer con colores resplandecientes. Se dejasolamente evocar en el recuerdo. La grandeza del arte no comienzaa aparecer más que al atardecer de la vida.

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El tiempo histórico que invade el arte se expresó primero en laesfera misma del arte, a partir del barroco. El barroco es el artede un mundo que ha perdido su centro: el último orden míticoreconocido por la Edad Media, en el cosmos y el gobiernoterrestre —la unidad de la cristiandad y el fantasma de unimperio— cayó. El arte del cambio debe llevar en sí mismo elprincipio efímero que él descubre en el mundo. Ha elegido, diceEugenio d’Ors, “la vida contra la eternidad”. El teatro y la fiesta,la fiesta teatral, son los momentos dominantes de la realizaciónbarroca, en la cual toda expresión artística particular toma su

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sentido por su referencia a la escena de un lugar construido, a unaconstrucción que debe ser para sí misma el centro de unificación;y este centro es el pasaje, que está inscrito como un equilibrioamenazado en el desorden dinámico de todo. La importancia, aveces excesiva, acordada al concepto de barroco en la discusiónestética contemporánea, traduce la toma de conciencia de laimposibilidad de un clasicismo artístico: los esfuerzos en favorde un clasicismo o neoclasicismo normativos, desde hace tressiglos, no han sido más que breves construcciones facticiashablando el lenguaje exterior del Estado, aquel de la monarquíaabsoluta o de la burguesía revolucionaria vestida a la romana.Del romanticismo al cubismo, es finalmente un arte siempre másindividualizado de la negación, renovándose perpetuamentehasta el desmembramiento y la negación acabada de la esferaartística, que siguió el curso general del barroco. La desaparicióndel arte histórico que estaba ligado a la comunicación interna deuna elite, que tenía su base social semindependiente en lascondiciones parcialmente lúdicas vividas aún por las últimasaristocracias, traduce también el hecho que el capitalismo conoceel primer poder de clase que se confiesa liberado de toda calidadontológica; y en donde la raíz del poder residente en la simplegestión económica es igualmente la pérdida de todo dominiohumano. El conjunto barroco, que para la creación artística esuna unidad desde hace mucho tiempo perdida, se encuentranuevamente, en cierta manera, en el consumo actual de latotalidad del pasado artístico. El conocimiento y el reconoci-miento históricos de todo el arte del pasado, retrospectivamenteconstituido en arte mundial, lo relativizan en un desorden globalque constituye a su vez un edificio barroco a un nivel máselevado, edificio en el cual deben fundirse la producción mismade un arte barroco y todos sus resurgimientos. Las artes de todaslas civilizaciones y de todas las épocas, por la primera vez,pueden ser todas conocidas y admitidas juntas. Es una “recolec-ción de recuerdos” de la historia del arte que, haciéndose posible,es también el fin del mundo del arte. Es en esta época de museos,

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cuando ninguna comunicación artística puede ya existir, quetodos los momentos antiguos del arte pueden ser igualmenteadmitidos, pues ninguno de ellos padece ya de la pérdida de suscondiciones de comunicación particulares en la pérdida presentede las condiciones de comunicación en general.

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El arte en su época de disolución, en tanto que movimientonegativo que busca la superación del arte en una sociedadhistórica donde la historia no es aún vivida, es a la vez un arte delcambio y la expresión pura del cambio imposible. Más suexigencia es grandiosa, más su verdadera realización se encuen-tra más allá de sí mismo. Este arte es necesariamente devanguardia, y no es. Su vanguardia es su desaparición.

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El dadaísmo y el surrealismo son las dos corrientes que marcaronel fin del arte moderno. Ellas son, aunque sólo de una manerarelativamente conciente, contemporáneas del último gransobresalto del movimiento revolucionario proletario; y la derrotade este movimiento, que las dejaba encerradas en el terrenoartístico mismo del cual habían ellas proclamado la caducidad,es la razón fundamental de su inmovilización. El dadaísmo y elsurrealismo están a la vez históricamente ligados y en oposición.En esta oposición, que constituye también para cada uno de ellosla parte más consecuente y radical de su aporte, aparece lainsuficiencia interna de su crítica, desarrollada por el uno comopor el otro de un solo lado. El dadaísmo quiso suprimir el arte sinrealizarlo; y el surrealismo quiso realizar el arte sin suprimirlo.La posición crítica elaborada desde entonces por los situacionistasha mostrado que la supresión y la realización del arte son losaspectos inseparables de una misma superación del arte.

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El consumo espectacular que conserva la antigua culturacongelada, incluyendo la repetición recuperada de sus manifes-taciones negativas, deviene abiertamente en su sector culturallo que ella es implícitamente en su totalidad: la comunicaciónde lo incomunicable. La destrucción extrema del lenguajepuede encontrarse allí prosaicamente reconocida como unvalor positivo oficial, pues se trata de asumir una reconcilia-ción con el estado dominante de las cosas, en el cual todacomunicación es alegremente proclamada ausente. La verdadcrítica de esta destrucción en tanto que vida real de la poesía ydel arte modernos está evidentemente oculta, pues el espectá-culo, cuya función es la de hacer olvidar la historia en lacultura, aplica en la seudonovedad de sus medios modernistasla estrategia misma que lo constituye en profundidad. Asípuede darse por nueva una escuela de neo-literatura, quesimplemente admite contemplar lo escrito por sí mismo. Porotra parte, al lado de la simple proclamación de la bellezasuficiente de la disolución de lo comunicable, la tendencia lamás moderna de la cultura espectacular —y la más ligada a lapráctica represiva de la organización general de la sociedad—busca recomponer, a través de “trabajos globalizantes”, unmedio neo-artístico complejo a partir de los elementos descom-puestos; en especial en la búsqueda de la integración de losescombros artísticos o de híbridos estético-técnicos en elurbanismo. Esto es la traducción, en el plano de la seudoculturaespectacular, del proyecto general del capitalismo desarrolladoque intenta recuperar al trabajador parcelario como“personalidad bien integrada al grupo”, tendencia descrita porlos recientes sociólogos americanos (Riesman, Whyte, etc.). Esen todas partes el mismo proyecto de una reestructuración sincomunidad.

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La cultura transformada integralmente en mercancía debe tambiéndevenir la mercancía vedette de la sociedad espectacular. ClarkKerr, uno de los ideólogos más avanzados de esta tendencia, hacalculado que el complejo proceso de producción, distribución yconsumo de los conocimientos, acapara ya anualmente el 29%del producto nacional en Estados Unidos; y prevé que la culturadebe tener en la segunda mitad de este siglo el rol motor en eldesarrollo de la economía, que fue el del automóvil en su primeramitad, y el de los ferrocarriles en la segunda mitad del sigloprecedente.

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El conjunto de los conocimientos que continúa desarrollándoseactualmente como pensamiento del espectáculo debe justificaruna sociedad sin justificaciones, y constituirse en ciencia generalde la falsa conciencia. Este pensamiento está enteramente con-dicionado por el hecho que no puede ni quiere pensar su propiabase material en el sistema espectacular.

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El pensamiento de la organización social de la apariencia está élmismo oscurecido por la infracomunicación generalizada que éldefiende. No sabe que el conflicto está en el origen de todas lascosas de este mundo. Los especialistas del poder del espectáculo,poder absoluto al interior de su sistema de len-guaje sin respuesta,están corruptos absolutamente por su experiencia del menospre-cio y del éxito del menosprecio; pues reencuentran su menosprecioconfirmado por el conocimiento del hombre menospreciable quees realmente el espectador.

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En el pensamiento especializado del sistema espectacular, seopera una nueva división de tareas, a medida que el perfecciona-miento mismo de este sistema presenta nuevos problemas: de unlado la crítica espectacular del espectáculo es emprendida por lasociología moderna que estudia la separación con la ayuda sólode los instrumentos conceptuales y materiales de la separación;del otro lado la apología del espectáculo se constituye enpensamiento del no-pensamiento, en olvido a sueldo de la prácticahistórica, en las diversas disciplinas en las que se enraíza elestructuralismo. Sin embargo, la falsa desesperanza de la críticano dialéctica y el falso optimismo de la pura publicidad delsistema son idénticos en tanto que pensamiento sumiso.

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La sociología que comenzó a poner en discusión, primero en losEstados Unidos, las condiciones de existencia acarreadas por elactual desarrollo, si bien pudo referir muchos datos empíricos,no conoce en modo alguno la verdad de su propio objeto, porqueno encuentra en sí misma la crítica que le es inmanente. De talmanera que la tendencia sinceramente reformista de estasociología no se apoya más que sobre la moral, el buen sentido,los llamados fuera de propósito a la moderación, etc. Tal manerade criticar, porque no conoce el negativo que está en el corazónde su mundo, no hace más que insistir sobre la descripción de unasuerte de excedente de negativo que le parece deplorablementeinvadirlo superficialmente, como una proliferación parasitariairracional. Esta buena voluntad indignada, que incluso como talno logra condenar más que las consecuencias exteriores delsistema, se cree crítica y olvida el carácter esencialmenteapologético de sus presuposiciones y de su método.

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Aquellos que denuncian lo absurdo o los peligros de la incitaciónal derroche en la sociedad de la abundancia económica, no sabenpara qué sirve el derroche. Condenan con ingratitud, en nombrede la racionalidad económica, a los buenos guardianes irracionalessin los cuales el poder de esta racionalidad económica sedesplomaría. Y Boorstin, por ejemplo, que describe en L'Imageel consumo mercantil del espectáculo americano, no alcanzajamás el concepto de espectáculo, porque cree poder dejar fuerade esta desastrosa exageración la vida privada o la noción de“honesta mercancía”. No comprende que la mercancía misma hahecho las leyes cuya aplicación “honesta” produce tanto larealidad distinta de la vida privada como su reconquista ulteriora través del consumo social de las imágenes.

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Boorstin describe el exceso de un mundo que ha llegado asernos ajeno, como excesos ajenos a nuestro mundo. Pero labase “normal” de la vida social, a la cual se refiere implícita-mente cuando califica el reino superficial de las imágenes, entérminos de juicio sicológico y moral, como el producto denuestras “extravagantes pretensiones”, no tiene ninguna reali-dad, ni en su libro, ni en su época. Es porque la vida humana realde la cual habla Boorstin está para él en el pasado, incluso enel pasado de la resignación religiosa, que no puede comprendertoda la profundidad de una sociedad de la imagen. La verdad deesta sociedad no es otra cosa que la negación de esta sociedad.

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La sociología, que cree poder aislar del conjunto de la vida socialuna racionalidad industrial funcionando a parte, puede llegarhasta aislar del movimiento industrial global las técnicas de

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reproducción y transmisión. Es así como Boorstin encuentracomo causa de los resultados que él describe el infeliz encuentro,casi fortuito, de un muy grande aparato técnico de difusión deimágenes y de una muy grande atracción de los hombres denuestra época por lo pseudo sensacional. Así el espectáculo sedebería al hecho que el hombre moderno es muy espectador.Boorstin no comprende que la proliferación de “pseudo aconte-cimientos” prefabricados, que él denuncia, proviene del simplehecho que los hombres, en la realidad masiva de la vida socialactual, no viven ellos mismos los acontecimientos. Es porque lahistoria misma obsesiona a la sociedad moderna como un espectroque encontramos una pseudo historia construida a todos losniveles del consumo de la vida, para preservar el equilibrioamenazado del actual tiempo congelado.

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La afirmación de la estabilidad definitiva de un corto período decongelación del tiempo histórico es la base irrefutable,inconsciente y concientemente proclamada, de la actual tenden-cia a una sistematización estructuralista. El punto de vista en elque se ubica el pensamiento antihistórico del estructuralismo esaquel de la eterna presencia de un sistema que no ha sido jamáscreado y que no terminará jamás. El sueño de la dictadura de unaestructura anterior inconsciente sobre toda praxis social hapodido abusivamente ser sacado de los modelos de estructuraselaboradas por la lingüística y la etnología (incluso el análisis delfuncionamiento del capitalismo), modelos ya abusivamenteincluidos en esas circunstancias, simplemente porque unpensamiento universitario de empleados medios, rápidamentesatisfechos, pensamiento integralmente arrojado hacia el elogiomaravillado del sistema existente, reduce simple y llanamentetoda realidad a la existencia del sistema.

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Como en toda ciencia social histórica, siempre es necesario tenerpresente, para la comprensión de las categorías “estructuralistas”,que las categorías expresan formas de existencia y condicionesde existencia. De la misma manera que uno no aprecia el valor deun hombre según el concepto que éste tiene de sí mismo,tampoco se puede apreciar —y admirar— esta sociedaddeterminada tomando como indiscutiblemente verídico ellenguaje con que ella se habla a sí misma. “No se pueden apreciartales épocas de transformación según la conciencia que tiene desí la época; muy por el contrario, se debe explicar la concienciaa partir de las contradicciones de la vida material...” La estructuraes hija del poder presente. El estructuralismo es el pensamientogarantizado por el Estado, que piensa las condiciones presentesde la “comunicación” espectacular como un absoluto. Su manerade estudiar el código de los mensajes en sí mismo no es más queel producto, y el reconocimiento, de una sociedad en donde lacomunicación existe bajo la forma de una cascada de señalesjerárquicas. De tal manera que no es el estructuralismo quiensirve para probar la validez transhistórica de la sociedad delespectáculo; es, por el contrario, la sociedad del espectáculoimponiéndose como realidad masiva quien sirve para probar elsueño frío del estructuralismo.

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Sin duda, el concepto crítico de espectáculo puede también servulgarizado a través de alguna fórmula vacía de la retóricasociológico-política para explicar y denunciar abstractamentetodo, y así servir a la defensa del sistema espectacular. Pues esevidente que ninguna idea puede ir más allá del espectáculoexistente, sino solamente más allá de las ideas existentes sobreel espectáculo. Para destruir efectivamente la sociedad del

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espectáculo son necesarios hombres que pongan en acción unafuerza práctica. La teoría crítica del espectáculo no es verdaderamás que unificándose con la corriente práctica de la negación enla sociedad, y esta negación, la reanudación de la lucha de clasesrevolucionaria, llegará a ser conciente de sí misma desarrollandola crítica del espectáculo, que es la teoría de sus condicionesreales, de las condiciones prácticas de la opresión actual, ydevela inversamente el secreto de lo que ella puede ser. Estateoría no espera milagros de la clase obrera. Ella proyecta lanueva formulación y la realización de las exigencias proletariascomo una tarea de largo plazo. Para distinguir artificialmentelucha teórica y lucha práctica —pues sobre la base aquí definida,la constitución misma y la comunicación de tal teoría no puedeya concebirse sin una práctica rigurosa—, es seguro que lamarcha oscura y difícil de la teoría crítica deberá ser también elsino del movimiento práctico actuando a la dimensión de lasociedad.

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La teoría crítica debe comunicarse en su propio lenguaje. Ellenguaje de la contradicción, que debe ser dialéctico en su formacomo lo es en su contenido. Crítica de la totalidad y críticahistórica. No es un “grado cero de la escritura” sino su inversión.No es una negación del estilo, sino el estilo de la negación.

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En su estilo mismo, la exposición de la teoría dialéctica es unescándalo y una abominación según las reglas del lenguajedominante, y para el gusto que ellas han educado, porque en elempleo positivo de los conceptos existentes incluye al mismotiempo la inteligencia de su fluidez de nuevo encontrada, de sudestrucción necesaria.

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* Desde la época de la Internacional Letrista (1953) este término designa elreempleo dentro de una perspectiva revolucionaria de toda la herenciaartístico-literaria de la humanidad, y la praxis de la InternacionalSituacionista lo precisó como lo contrario de la actividad dependiente, nolibre, por la que la recuperación hace trabajar tal herencia. Dejamos puesen francés este substantivo del cual el castellano no posee un equivalenteque dé cuenta de la significación que en su acepción criminal éste posee enfrancés. (N. del T.).

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Este estilo que contiene su propia crítica debe expresar ladominación de la crítica presente sobre todo su pasado. A travésde aquél, el modo de exposición de la teoría dialéctica manifiestael espíritu negativo que está en ella. “La verdad no es como elproducto en el cual no se encuentra más la huella de laherramienta.” (Hegel.) Esta conciencia teórica del movimiento,en la cual la huella misma del movimiento debe estar presente,se manifiesta a través de la inversión de las relaciones estableci-das entre los conceptos y a través del détournement * de todas lasadquisiciones de la crítica anterior. La inversión del genitivo esesta expresión de las revoluciones históricas, consignada en laforma del pensamiento, que ha sido considerada como el estiloepigramático de Hegel. El joven Marx preconizando, según eluso sistemático que había hecho de ello Feuerbach, el reemplazodel sujeto por el predicado, logró el empleo el más consecuentede este estilo insurreccional que, de la filosofía de la miseria,obtiene la miseria de la filosofía. El détournement devuelve a lasubversión las conclusiones críticas pasadas que han sido fijadasen verdades respetables, es decir transformadas en mentiras.Kierkegaard hizo ya deliberadamente uso del détournement,adjuntándole él mismo su denunciación: “ Pero a pesar de lasvueltas y desvíos, como la mermelada vuelve siempre a ladespensa, tú terminas siempre usando una pequeña palabra queno es tuya y que produce un malestar a causa del recuerdo quedespierta.” (Migas filosóficas.) Es la obligación de la distanciacon lo que ha sido falsificado y trastocado en verdad oficial lo

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que determina este empleo del détournement, confesado así porKierkegaard, en el mismo libro: “Una sola acotación todavía apropósito de tus numerosas alusiones reprochando todas elhecho que yo mezclo con mis palabras otras tomadas de otraspersonas o autores. No lo niego aquí y no ocultaré tampoco queeso ha sido voluntario y que en una nueva continuación de estecuadernillo, si la escribo alguna vez, tengo la intención denombrar tal objeto por su verdadero nombre y de presentar elproblema con una vestimenta histórica.”

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Las ideas son cada vez mejores, el sentido de las palabrasparticipa. El plagio es necesario. El progreso lo implica. Ciñe decerca la frase de un autor, se sirve de sus expresiones, borra unaidea falsa, la reemplaza por una idea justa.

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El détournement es lo contrario de la citación, de la autoridadteórica siempre falsificada por el solo hecho que ella ha llegadoa ser una citación; fragmento arrancado de su contexto, de sumovimiento, y finalmente de su época como referencia global, yde la opción precisa que ella constituía al interior de estareferencia, exactamente reconocida o errónea. El détournementes el lenguaje fluido de la anti-ideología. Aparece en lacomunicación que sabe que no puede pretender poseer ningunagarantía en sí misma ni definitivamente. Es, en el grado más alto,el lenguaje que ninguna referencia antigua ni suprahistóricapuede confirmar. Es, por el contrario, su propia coherencia, en símisma y con los hechos practicables, lo que puede confirmar elantiguo centro de la verdad que éste devuelve. El détournementno ha fundado su causa en nada exterior a su propia verdad comocrítica presente.

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Lo que, en la formulación teórica, se presenta abiertamente comodétourné, desmintiendo toda autonomía durable de la esfera delo teórico expresado, haciendo allí intervenir por esta violenciala acción que perturba y barre todo orden existente, hace recordarque esta existencia de lo teórico no es nada en sí misma, y nopuede conocerse más que con la acción histórica, y la correcciónhistórica que es su verdadera fidelidad.

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La negación real de la cultura es lo único que conserva de ésta elsentido. La negación no puede más ser cultural. Así ella es loúnico que queda, de alguna manera, al nivel de la cultura, aunqueen una acepción enteramente diferente.

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En el lenguaje de la contradicción, la crítica de la cultura sepresenta unificada: en tanto que domina el todo de la cultura —suconocimiento como su poesía—, y en tanto que no se separa másde la crítica de la totalidad social. Es sólo esta crítica teóricaunificada que va al encuentro de la práctica social unificada.

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« La conciencia de sí es en sí y para sí cuando yporque ella es en sí y para sí para otra concienciade sí; es decir que ella no es sino en tanto que serreconocido. »

Hegel(Fenomenología del Espíritu).

IX

La ideología materializada

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La ideología es la base del pensamiento de una sociedad declases, en el curso conflictivo de la historia. Los hechos ideoló-gicos no han sido jamás simples quimeras, sino la concienciadeformada de las realidades, y en tanto tales, factores realesejerciendo a su vez una real acción deformante; tanto más lamaterialización de la ideología que resulta del éxito concreto dela producción económica autonomizada, en la forma del espec-táculo, confunde prácticamente con la realidad social unaideología que ha podido recortar todo lo real según su modelo.

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Cuando la ideología, que es la voluntad abstracta de lo univer-sal, y su ilusión, se encuentra legitimada por la abstracciónuniversal y la dictadura efectiva de la ilusión en la sociedadmoderna, ella ya no es la lucha voluntarista de lo parcelario,sino su triunfo. A partir de esto, la pretensión ideológicaadquiere una suerte de chata exactitud positivista: ella ya no esuna elección histórica, sino una evidencia. En tal afirmación desí, los nombres particulares de las ideologías han desaparecido.Incluso la parte de trabajo propiamente ideológico al serviciodel sistema no se concibe más que como reconocimiento de un“pedestal epistemológico” que pretende estar más allá de todofenómeno ideológico. La ideología materializada misma notiene nombre, así como no tiene un programa histórico que sepueda enunciar. Lo que quiere decir que la historia de lasideologías está terminada.

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La ideología, que toda su lógica interna conducía hacia la“ideología total”, en el sentido de Mannheim, despotismo delfragmento que se impone como pseudo saber de un todo fijo,visión totalitaria, se encuentra ahora cumplida en el espectáculoinmovilizado de la no-historia. Su efectuación es también sudisolución en el conjunto de la sociedad. Con la disoluciónpráctica de esta sociedad debe desaparecer la ideología, laúltima sinrazón que bloquea el acceso a la vida histórica.

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El espectáculo es la ideología por excelencia, porque expone ymanifiesta en su plenitud la esencia de todo sistema ideológico:el empobrecimiento, el sojuzgamiento y la negación de la vidareal. El espectáculo es materialmente “la expresión de laseparación y del alejamiento entre el hombre y el hombre”. La“nueva potencia del engaño” que se concentró allí tiene su baseen esta producción, por la cual “con la masa de objetos crece...el nuevo territorio de los seres externos a los que el hombre estásometido”. Es la fase suprema de una expansión que ha vueltocontra la vida la necesidad. “La necesidad del dinero es pues laverdadera necesidad producida por la economía política, y laúnica necesidad que ella produce.” (Manuscritos económico-filosóficos.) El espectáculo extiende a toda la vida social elprincipio que Hegel, en la Realfilosofía de Jena, concibe comoaquel del dinero; es “la vida de lo que está muerto, moviéndoseen sí mismo”.

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Al contrario del proyecto resumido en las Tesis sobre Feuerbach(la realización de la filosofía en la praxis que supera la oposicióndel idealismo y del materialismo), el espectáculo conserva a la

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vez, e impone en lo seudoconcreto de su universo, los caracte-res ideológicos del materialismo y del idealismo, El ladocontemplativo del viejo materialismo que concibe el mundocomo representación y no como actividad —y que idealizafinalmente la materia— se cumple en el espectáculo, en dondelas cosas concretas dominan automáticamente la vida social.Recíprocamente, la actividad soñada del idealismo se cumpleigualmente en el espectáculo, por la mediación técnica designos y señales —que finalmente materializan un ideal abs-tracto.

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El paralelismo entre la ideología y la esquizofrenia establecidopor Gabel (La Fausse Conscience) debe situarse en este procesoeconómico de materialización de la ideología. Lo que la ideo-logía era ya, la sociedad ha llegado a serlo. El repliegue de lapraxis, y la falsa conciencia antidialéctica que la acompaña, heaquí lo que se impone a toda hora de la vida cotidiana sometidaal espectáculo; que es necesario comprender como una organi-zación sistemática del “fallo de la facultad de encuentro”, ycomo su reemplazo por un hecho alucinatorio social: la falsaconciencia del encuentro, la “ilusión del encuentro”. En unasociedad en la que nadie puede ser reconocido por los otros,cada individuo se vuelve incapaz de reconocer su propia realidad.La ideología está en su elemento; la separación ha construido sumundo.

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“En los cuadros clínicos de la esquizofrenia, dice Gabel, deca-dencia de la dialéctica de la totalidad (con la disociación comoforma extrema) y decadencia de la dialéctica del devenir (con lacatatonia como forma extrema) parecen muy solidarias.” La

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conciencia espectadora, prisionera de un universo aplanado,limitado por la pantalla del espectáculo, detrás de la cual supropia vida ha sido deportada, no conoce más que interlocutoresficticios que le hablan unilateralmente de su mercancía y de lapolítica de su mercancía. El espectáculo en toda su extensión essu “signo del espejo”. Aquí se pone en escena la falsa salida deun autismo generalizado.

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El espectáculo, que desdibuja los límites del yo y del mundo conel aplastamiento del yo asediado por la presencia-ausencia delmundo, igualmente borra los límites de lo verdadero y de lo falsopor la represión de toda verdad vivida bajo la presencia real dela falsedad que la organización de la apariencia asegura. El quesoporta pasivamente su suerte cotidianamente extranjera esempujado hacia una locura que reacciona ilusoriamente frente atal suerte, recurriendo a técnicas mágicas. El reconocimiento yel consumo de mercancías se encuentran en el centro de estaseudorespuesta a una comunicación sin respuesta. La necesidadde imitación que siente el consumidor es precisamente lanecesidad infantil, condicionada por todos los aspectos de sudesposeimiento fundamental. Según los términos que Gabelaplica a un nivel patológico diferente, “la necesidad anormal derepresentación compensa aquí un sentimiento torturante deencontrarse en margen de la existencia”.

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Si la lógica de la falsa conciencia no puede conocerse sí mismaverídicamente, la búsqueda de la verdad crítica sobre el espectá-culo debe también ser una crítica verdadera. Le es necesarioluchar prácticamente junto a los enemigos irreconciliables delespectáculo, y aceptar estar ausente de donde ellos están ausentes.

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Son las leyes del pensamiento dominante, el punto de vistaexclusivo de la actualidad lo que la voluntad abstracta de laeficacia inmediata reconoce cuando ella se lanza hacia loscomprometimientos del reformismo o de la acción común de losescombros seudorevolucionarios. Así el delirio se reconstituyeal interior de la posición misma que pretende combatirlo. Por elcontrario, la crítica que va más allá del espectáculo debe saberesperar.

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Emanciparse de las bases materiales de la inversión de la verdad,he aquí en que consiste la autoemancipación de nuestra época.Esta “misión histórica de instaurar la verdad en el mundo”, ni elindividuo aislado ni la masa atomizada sometida a las manipu-laciones la pueden cumplir, pero sí todavía y siempre la clase quees capaz de ser la disolución de todas las clases haciendo volvertodo el poder a la forma desalienante de la democracia realizada,el Consejo, en el cual la teoría práctica se controla ella misma yve su acción. Solamente allí donde los individuos están “direc-tamente ligados a la historia universal”; solamente allí donde eldiálogo se ha armado para hacer vencer sus propias condiciones.

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Indice

I

II

III

IV

V

VI

VII

VIII

IX

La separación consumada

La mercancía como espectáculo

Unidad y división en la apariencia

El proletariado como sujeto y como representación

Tiempo e historia

El tiempo espectacular

El agenciamiento del territorio

La negación y el consumo en la cultura

La ideología materializada

5

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Imprenta Quattrocento

En toda suerte de cosas, el resultado de lo que los hombres emprenden esproducto de un conjunto de actos conciente o inconscientementecomplementarios de los individuos que en ellas toman parte.

Lo que en general los hombres emprenden, lo emprenden a partir delos resultados de las acciones anteriores de otros hombres. De tal maneraque en definitiva en cada acción humana es la totalidad del actuar humanoque se encuentra involucrada y actualizada.

El hombre es pues un ser genérico, lo propio del individuo esprecisamente lo que algunos presentan como su contrario: el género. Enverdad, lo contrario de esta propiedad genérica del indivduo humano esaquella famosa “propiedad” que más que muchos se empecinan hasta lamuerte y la tortura en mantener en la privacidad.

La voz humana, sus palabras, no son meros flatus vocis; aunquepertenezcan al viento... pertenecen al viento humano.

Las palabras son actos, son aquello que hace que los actos seanpropiamente actos humanos pues la palabra es la primera función genéricadel hombre. Su ocio.

Las acciones humanas son palabras. El tiempo, la historia resuelvelos actos humanos en palabras; la escritura es la memoria contradictoriade los actos pretéritos reales e imaginarios de los hombres. Ella mantienesuspendida la actualización de lo real y de lo imaginario. La escritura esuna amenaza total y una técnica de postergación total de esta amenaza.Soprole y Cia se toman toda la leche al pie de la vaca sagrada. Nosotros,humanos, podemos retomar toda nuestra historia al pie de la letra profana.

El neg-ocio es el primer enemigo de la palabra humana, la escrituranace de la contabilidad babilónica. El libro, to biblion, es la forma vulgary el lugar común de la lucha que se libran la palabra humana y la escritura,el olvido y la memoria, lo posible y lo imposible, la actualización de losgestos humanos y su suspensión. El libro es la forma reconductible de lavictoria provisoriamente perpetua de los propietarios de la escritura sobrela palabra libre de los individuos genéricos.

Imprenta Quattrocento se inscribe en la perspectiva de una negación, en eltratamiento del texto impreso, de la relación que mantiene al autor en lasujeción a los imperativos publicitarios y mercantiles de las editorialesmás importantes del país. Imprenta Quattrocento concibe su labor como unmomento esencial de la autoría de los textos que ella imprime. Ella sepropone establecer una relación y un diálogo directos con el autor puesconsidera tal momento como la base y la garantía tanto de la calidad deltexto impreso como de la independencia real de la palabra y pensamientode quien publica.

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SE TERMINÓ DE IMPRIMIR EL

19 DE DICIEMBRE DE 1995

EN LOS TALLERES GRÁFICOS

DE

IMPRENTA

QUATTROCENTO

SANTIAGO DE CHILE

TIRAJE DE 200 EJEMPLARES