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Encuentro en Montevideo Eduardo Galeano

La tela de la araña Nº 14

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Encuentro en Montevideo

Eduardo Galeano

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2. UTN. La tela de la araña

www.utn.edu.ar/latela

Sumario

Editorial 3

Entrevista al Lic. Sebastián Puig 4

Los elegidos de La tela 8

Correo de lectores 10

Radios UTN 11

Homenajes 13

DOSSIER: El quiebre cultural 14

Dialogamos con Modesto Emilio Guerrero 24

Entrevista a Pedro Brieger 26

Entrevista a Eduardo Galeano 30

Rupturas y continuidades en Latinoamérica 35

Nombradoras 38

Inauguración Museo Bicentenario 42

Las palabras y los cuerpos 44

Dialogamos con María de los Ángeles Ledesma y Laura Vallacco 48

Por las Facultades: La Rioja - Avellaneda 54

Filosofía. La dialéctica de Platón 57

Colabora en este número: Carlos Ricciardelli

La esperanza es una cosa que tengo cuando me despierto,

que pierdo en el desayuno, que recupero cuando recibo el sol en la

calle y que, después de caminar un rato, se

me vuelve a caer por algún agujero del

bolsillo. Y me digo: “¿Dónde quedó la

esperanza?”. Y la busco y no la encuentro.

Y entonces, aguzando el oído, la escucho ahí,

croando como un sapito minúsculo, llamándome

desde todos los pastos. La tengo, la vuelvo

a perder. A veces duermo con ella y a veces

duermo solo. Pero yo nunca tuve una esperanza

de receta, comprada en una tienda de corte y

confección, una esperanza dogmática. Es una

esperanza viva y, por lo tanto, no sólo está a salvo

de la duda, sino que se alimenta de la duda.

Eduardo Galeano

StaffEdi tor Res pon sa ble Uni ver si dad Tec no ló gi ca Na cio nal

Sec. de Extensión Universitaria Lic. Sebastián E. Puig

Sec. de Vinculación TecnológicaIng. Enrique Filgueira

Di rec tor Prof. Claudio Véliz [email protected]

Jefe de redacciónCarlos Zeta [email protected]

Consejo de Redacción Julia Aibar - María Gabriela Barro Gil - Lucía Herrera - Pablo Solana - Claudio Véliz Maipú 521 3º B. C.P. C1006ACE Ciudad Autónoma de Buenos Aires Tel.: (54-11) 4393 - 4469 / 72

Corrección Julia & [email protected]

Relaciones PúblicasErica Rubiolo

Apoyo administrativo Romina Fariña, Norberto Oubiña, Azucena Saracho, Matías Torchioi, Juan Cruz Damiano

Arte de tapaJulia Aibar

Di se ño y diagramaciónPablo Solana, Julia Aibar

Universidad TecnológicaNacional - AutoridadesRector: Ing. Héctor C. Brotto

Vice-rector: Ing. Carlos E. Fantini

Asesor del Rector: Sr. Rubén Vidal

Sec. Académico: Ing. José Virgili

Sec. de Planeamiento: Ing. J. J. Silva

Sec. de Extensión Universitaria:Lic. Sebastián E. Puig

Sec. de Vinculación Tecnológica: Ing. Enrique M. Filgueira

Sec. de Ciencia y Tecnología: Dr. Walter E. Legnani

Sec. de Asuntos Estudiantiles: Sr. Alberto Viarengo

Sec. Administrativo: Dr. Rogelio Gómez

Sec. de Vinculación Institucional: Ing. Mario Gos

Sec. de TIC: Ing. Uriel Cukierman

Sec. de CSU: A.S. Ricardo Saller

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La tela de la araña. UTN. 3

Latinoamérica está viviendo un tiempo de cambios profundos. Hemos comenzado a recuperar sentidos oprimidos, a producir nuevas significaciones que interrogan las bases mismas de la organización social, económica y cultural de nuestros pueblos. Claro que, como toda transformación, ésta que estamos alentan-do y acompañando genera enconadas resistencias y previsibles crispaciones.

Lo que ha comenzado a resquebrajarse en nuestra región es la coraza cultural y económica que un puñado de grupos podero-sos ha venido edificando con sistemática paciencia y no sin una deliberada complicidad mediática. Pero si algo hemos aprendi-do es que ninguna construcción hegemónica logra blindar sus ficcionales garantías ni se sostiene cuando las nuevas condicio-nes emergentes plantean otros desafíos. Porque entonces ya no pueden dar respuesta al conjunto de exigencias que el presente formula y futuro requiere. Y es, precisamente, por esas “pe-queñas puertas” del “mundo colonizado” que ha comenzado a filtrarse este otro mundo que –como dice Galeano– aguardaba en su barriga.

Para bien y para mal, el pasado deja huellas que no se borran fácilmente. Para bien, las sociedades, aún en sus momentos más difíciles, se resisten a ceder aquello que les es preciado, con-servándolo en ocasiones en estado latente. Y es que este nuevo escenario que se nos presenta no se construyó desde cero. Tra-bajosamente hemos comprendido que nos unen historias comu-nes, análogas raíces culturales, similares sufrimientos y dolores compartidos. Existen hoy desafíos que son producto de la recu-peración general a la que asistimos, cuestiones que hace no tanto tiempo carecían por completo de sentido y que, directamente, no eran tema de discusión. La concreción de estos anhelos com-partidos se verá frustrada si como sociedad no abrazamos un acuerdo sobre una cantidad de supuestos básicos: la inclusión de poblaciones vulnerables, la ampliación de la cobertura social, el respeto por la diversidad, la acogida solidaria y sin condiciones hacia los inmigrantes, la incesante multiplicación de las voces, la vigencia de la memoria, la verdad y la justicia.

Tal como hemos anunciado, la ponderación de este quiebre cultural signará todas las ediciones de La tela durante 2011. A propósito, nuestra revista ha sido auspiciada y declarada de in-terés cultural por la Secretaría de Cultura de la Presidencia de la Nación. Este galardón del que estamos orgullosos –y que nues-tros lectores juzgarán si es meritorio– nos obliga a superarnos en cada número de nuestra querida revista. Esperamos que puedan disfrutar de la lectura y que nos acompañen en este anhelo. Por-que puestos a andar construimos futuro.

Lic. Sebastián Puig

Secretario de Extensión Universitaria

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4. UTN. La tela de la araña4. UTN. La tela de la araña

La tela: ¿Está de acuerdo con la idea de que se está produciendo un quiebre cultural en América Latina? S. Puig: En principio, seguro coin-cidimos en que esta pregunta así formulada, incorpora algunos ele-mentos que están hoy en debate en nuestro país y en Latinoamérica en general. Pensar en una nueva he-gemonía cultural como un quiebre, supone entonces una ruptura con lo anterior, un cambio profundo de perspectiva. Sería en parte asimilable a lo que sucede en las ciencias físicas, donde la entropía es el término utili-zado para medir el orden o desorden

del sistema, que cuando muta lo hace a menudo de un modo irreversible. Pero como toda ruptura, este quiebre no está exento de disputas y confron-taciones entre los distintos grupos sociales involucrados. Porque claro, toda hegemonía cultural ha represen-tado históricamente la voz de ciertos grupos poderosos que difundían su postura intentando que la defensa de sus propios intereses, aparecie-ra como la única vía posible, lo que, por otro lado, anulaba las voces de miles y miles de otros, que no eran escuchados, o peor aún, que estaban siendo silenciados.

Tenemos la suerte de ser protagonis-tas activos en este cambio de rumbo. Y creo que, en este sentido, nuestra máxima responsabilidad radica en otorgar legitimidad a este proceso. Porque la cultura es ella misma una arena de disputa, sobre la que luego se conforman las teorías y se basan las distintas relaciones sociales y po-líticas dominantes en cada época. Por ello, prefiero hablar de culturas y no de cultura. Nuestra América Latina que durante tantos años ha mirado a Europa y al colono como el portador del saber, nuevamente hoy, después de tantas resistencias y tanta sangre

Por Claudio Véliz (Director)

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Entrevista

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derramada, tiene la posibilidad de pensarse a sí misma, a partir de sus propios intereses y realidades regio-nales. Latinoamérica posee una ma-triz popular de pensamiento propia, que ha sido durante cientos de años, excluida por el pensamiento europeo. ¡Vaya si vale la pena dar la batalla!

Lt: ¿Ud. cree que la Argentina está jugando un papel protagónico en dicho sentido? ¿Cuáles considera que son las expresiones salientes de esta transformación cultural?S.P.: Pensar la historia de nuestro país en términos de rupturas y conti-nuidades habilita entonces a analizar este gran proceso de transformación al que hoy asistimos como algo irre-versible. Hay cuestiones importan-tísimas que dejaron hace rato de ser declamativas y son hoy hechos com-probables, que modifican a diario la vida de miles y miles de personas. Pienso en la Asignación Universal por Hijo, en el matrimonio iguali-tario, en la jubilación para amas de casa. Políticas públicas con un gran impacto no sólo en términos econó-micos, sino también y fundamental-mente, que promueven un profundo cambio cultural. Vemos cómo el tan mentado derecho a la igualdad, de a poco, va diciendo presente.Pensemos en el debate que tuvo lugar al interior de nuestra sociedad –y del que la UTN no estuvo ajena– respecto de la Ley de Servicios de Comunica-ción Audiovisual. Sin lugar a dudas, luego de su sanción, hubo en la Ar-gentina un antes y un después. Y eso no se borra con el codo, porque deja huellas, a diario, que modifican cos-tumbres, creencias y reacomodan el esquema social de un modo dinámico.Diversos estudios dan cuenta de cómo el consumo se conecta direc-tamente con el entretenimiento, y en esto la televisión ha sido protagonista activa. Las palabras pueden ser mu-chas veces representaciones de una publicidad y activar la pulsión por el consumo. Esto sucede, por ejemplo, en los programas infantiles traídos del exterior para nuestros niños. Los personajes de Walt Disney activaban

casi instantáneamente mecanismos de consumo y compra de objetos ma-teriales vinculados con la marca.Sabemos hoy que, antes de la san-ción de la ley, en cualquier progra-mación infantil, un niño recibía en promedio más de quince estímulos mediante publicidades para comprar productos asociados a lo que estaba mirando, algo que, sin lugar a dudas, afectaba directamente la configura-ción misma de su personalidad. Me pregunto entonces si la aparición de un canal pensado y desarrollado en la Argentina y para argentinos, con fines pedagógicos y no comerciales, no da cuenta entonces de un cambio de rumbo, y de un nuevo modelo de país. Afortunadamente los ejemplos son numerosos, y todos ellos dan cuenta de que este nuevo modelo in-clusivo, incorpora a vastos sectores de nuestra sociedad, los que más allá de lo que a veces quiera mostrarse, apoyan este modelo y reconocen sus grandes logros.

Lt: ¿Cómo explica que esta nueva mirada latinoamericana sea critica-da por ciertos sectores como una for-ma de “aislarse del mundo”?S.P.: A las claras, esa afirmación es una falacia en sí misma. ¿Aislarse de qué mundo? Como si el mundo no estuviera conformado por los distin-tos países, independientemente de sus costumbres, religiones o el pode-río de sus economías. Nuevamente se nos presenta una falsa dicotomía: o aceptamos las recetas que se mues-tran como garantes del éxito, o nos caemos del mapa. Hay una canción que dice: “si la historia la escriben los que ganan, eso quiere decir que hay otra historia, la verdadera historia”. ¿Durante cuántos años se nos habló de los beneficios de ser “el granero del mundo”? Cuando claramente nuestra economía estaba atada a los vaivenes de otros países, los que no por casua-lidad conformaban las economías más desarrolladas, las llamadas potencias mundiales. Tal como sucedió duran-te el primer gobierno peronista, un

cambio de rumbo económico –du-rante aquellos años la sustitución de importaciones– era presentado por los grupos que veían en peligro sus intereses, casi como un suicidio colec-tivo. En términos estrictamente econó-micos, aquel sector que con el modelo agroexportador vende en el exterior, es el portador de las divisas y por tan-to reviste un carácter trascendental en este modelo. Si esto se modifica, la rueda productiva comienza a girar, y las relaciones de fuerza sufren cam-bios, indefectiblemente.Existen hoy diversas estrategias para incentivar la producción local de tec-nologías y sustituir importaciones. Y ninguna de ellas ha hecho que los capitales extranjeros se fueran de nuestro país, tal como pronostica-ron los gurúes del neoliberalismo. Nuestro país crece desde 2003 a pa-sos agigantados, y este crecimiento no es espasmódico, sino sostenido y perdurable. Argentina asiste a un proceso de recuperación. Luego de la profunda crisis económica y so-cial de 2001, se ha alcanzado durante ocho años un crecimiento económi-co ininterrumpido a tasas elevadas. Y esto es un hecho comprobable. Sucede que, claro, una cosa son los hechos, y otra, las interpretaciones que se realizan a la hora de explicar un fenómeno. En este sentido, algu-nos medios intentan mostrar que la sociedad argentina está dividida en dos grandes bloques, uno a favor y otro en contra de este modelo. Como si no existieran matices y como si una única figura pudiera generar por sí misma odios y adhesiones. Se intenta, claro, negar todo este gran proceso de transformación nacional. Pero como todos sabemos, no existe manera alguna de que sea posible tapar el sol con la mano. No estamos aislados, estamos de pie.

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6. UTN. La tela de la araña6. UTN. La tela de la araña

Lt: ¿De qué manera impactan estas nuevas alianzas con los países veci-nos y el notable crecimiento econó-mico de Argentina, en una Universi-dad como la nuestra?S.P.: El impacto es visible e importan-te. Las transformaciones que se suce-dieron en Latinoamérica durante los últimos años y el nuevo orden mun-dial que se presenta luego de la úl-tima crisis económica internacional, han posibilitado al interior de nues-tras universidades un debate profun-do respecto de qué papel debe jugar hoy la educación superior en nues-tros países. En este sentido, nuestra Universidad debe pensarse a sí mis-ma como parte de una estructura so-cial que la contiene y le otorga sen-tido, y que la relaciona directamente con la idea de progreso económico y ascenso social.La conformación de un bloque regio-nal latinoamericano excede hoy lo económico y habilita a aunar esfuer-zos para posicionarnos como nacio-nes que poseemos una historia en co-mún y una misma raíz cultural. Exis-ten hoy diversas herramientas que posibilitan el armado de una agenda propia, representativa de nuestras realidades e intereses. Aún hoy, y con todo el crecimiento que hemos tenido, existen profundas diferencias entre las grandes potencias mundia-les y los países que, como el nuestro y como muchos de Latinoamérica, han sufrido sistemáticos golpes de Esta-do, jaqueando no sólo a los gobiernos democráticos, sino y más de una vez, socavando cualquier intento de insti-tucionalización a largo plazo.Este nuevo esquema mundial re-percute también en la mirada que se tiene de la educación superior y cambia el eje de discusión reinante durante la década de los 90 que aso-ciaba a los estudios universitarios con cuestiones vinculadas con la ca-lidad. Hoy hablamos de la inclusión real de poblaciones vulnerables, pensamos cuál es el rol que como institución de la sociedad civil de-bemos ocupar, nos planteamos qué concepción de Estado invocamos cuando hablamos de educación pú-blica y gratuita. La Universidad no

es una isla y debe pensarse en fun-ción de un proyecto de país.

Lt: Este contexto de “regionaliza-ción” (económica y cultural) y ace-lerado desarrollo tecnológico en el país, ¿de qué modo repercute en nuestra Universidad? ¿Cuáles son las contribuciones que estamos ha-ciendo y las perspectivas planteadas?S.P.: Muchas veces no tomamos ver-dadera conciencia de “lo nuestro” hasta que nos enfrentamos a situacio-nes diferentes. Y en otras oportunida-des, comprendemos dónde estamos parados cuando al hablar con otros o simplemente haciendo un ejercicio memorístico de otras épocas, se nos aparecen imágenes de un paisaje di-ferente del actual. De la misma for-ma, suele decirse que lo que ocurre hoy estará claro recién cuando sea historia, esto es, mañana. No hace fal-ta retroceder tanto en el tiempo para

Entrevista

recordar en qué situación presupues-taria se encontraban las universida-des públicas durante la década de los 90 y cómo se aniquilaba la industria nacional con las consecuencias nefas-tas que las políticas neoliberales im-plementadas durante aquellos años acarreaban para los trabajadores y trabajadoras de nuestro país.El crecimiento económico de estos años mejoró la tasa de empleo, dismi-nuyó los índices de pobreza y las di-versas situaciones de inequidad pro-pias del neoliberalismo. Para acom-pañar este sendero, resulta necesario que la universidad pública, como una organización de la sociedad civil, colabore en el fortalecimiento institu-cional que el Estado requiere. Creo entonces que debemos contribuir a la

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La tela de la araña. UTN. 7 La tela de la araña. UTN. 7

S.P.: Resulta importante analizar el anclaje histórico que tiene la UTN en el proyecto de país. Las ingenie-rías son consideradas hoy áreas de formación prioritarias para el de-sarrollo nacional. Y en particular, los graduados de UTN están sien-do cada vez más demandados por distintos actores vinculados con el mundo del trabajo. La universidad es una institución abocada a la for-mación de profesionales. Sin embar-go, no debemos limitarnos a ser un mero proveedor de mano de obra calificada. Muy por el contrario, las universidades y en especial las pú-blicas, son actores muy influyentes para impulsar los procesos de de-sarrollo desde distintos ángulos. El crecimiento económico es condición necesaria pero no suficiente: la dis-tribución del ingreso y las políticas sociales encargadas de enfrentar la pobreza y el atraso, son pilares fun-damentales para un progreso con características inclusivas.La concepción filosófica de la SEU se encuentra enmarcada en este con-texto: en el rol de las universidades públicas para intervenir como acto-res que propicien el desarrollo local y regional, fomenten la conexión

de la comunidad académica con el mundo productivo y expandan las oportunidades educativas para los grupos sociales más vulnerables. La articulación con la sociedad posee para nosotros diferentes aristas: de-sarrollamos proyectos de producción artesanal, formación en oficios, ges-tión cultural y artística. Establecemos alianzas estratégicas de cooperación con Ministerios y otros organismos del Estado para apuntalar el desarro-llo local a través de las Facultades Re-gionales, efectuando transferencias tecnológicas que estimulen este pro-ceso. Articulamos con el tercer sector, colaborando con instituciones que se abocan a aspectos fundamentales, como ser el desarrollo sustentable y el cuidado de los recursos naturales. Llevamos adelante proyectos de in-vestigación aplicada para fomentar la conexión de la comunidad académi-ca con el mundo del trabajo. Las acti-vidades son muchas y variadas, pero tienen un norte común: apuntalar el desarrollo de nuestro país.Nos proponemos reflexionar acerca del rol que cumpliremos como inte-grantes de la UTN. Propiciamos la participación colectiva, pensando que con voluntad política la reconstruc-ción social y económica es posible.

Entrevista

La UTN en UNIARTLa UTN estuvo presente en UNIART, la feria universitaria de arte, diseño, turismo cultural y artesanías que tuvo lugar en Roma, Italia, del 13 al 18 de junio de 2011.

Como muestra del compromiso con el desarrollo artístico-cultural y su articulación con la comunidad, la Secretaría de Extensión Universitaria expuso artesanías de uno de los talleres de aproximación a la producción textil que se lleva a cabo en la sede de Mar del Plata y compartió con académicos argentinos e italianos el texto “Inclusión social a través de la cultura. Arte, Difusión y Artesanías”.

UNIART funciona como un espacio colectivo y plural que da cuenta de que a través del arte y la cultura, la extensión universitaria encuentra buenos aliados para fomentar la conexión de la comunidad académica con el mundo produc-

tivo y expandir las oportunida-des educativas para los grupos sociales más vulnerables, ge-nerando bienes culturales que aporten al desarrollo nacional y regional. Aportaremos detalles de este evento en la próxima edición de La tela.

formación de una identidad nacional, reflexionando sobre la historia de la educación superior en la Argentina, y sobre el rol que la universidad ha cumplido en las diferentes etapas históricas y en los distintos modelos económicos adoptados por los go-biernos en nuestro país. La formación integral que la universidad otorga a las personas es fundamental para la vida de una Nación y es en este sen-tido que se debe poner el acento en la excelencia con inclusión, brindan-do reales oportunidades de acceso y permanencia a los sectores más vul-nerables. La educación superior debe ser un derecho social para todos.Trabajamos en el presente para construir el futuro que queremos. Y pensando en perspectiva, debemos entonces generar todas las instancias de debate que sean necesarias para pensarnos como actores de la vida universitaria en torno al proceso de transformación acaecido, reflexio-nando sobre los aspectos económi-cos, sociales y políticos e incorporan-do a todos los actores que participan de la vida universitaria: movimiento estudiantil, graduados, docentes, no docentes, autoridades y comu-nidad en general. La universidad es de todos, de aquellos que tuvimos la suerte de pasar por ella, y de los que aún no acceden. El compromiso es hoy la gratuidad y la excelencia con inclusión y permanencia. Y para ello la universidad debe desplegar al máximo su potencial y establecer ca-nales de diálogo con la comunidad, generando un círculo virtuoso de re-troalimentación. Es así como la edu-cación impartida en las aulas vendrá a solucionar problemas concretos de la sociedad, la que a su vez será parte activa de la vida universitaria.

Lt: Cuéntenos algunas de las activi-dades o programas que ha venido desarrollando la SEU en este senti-do. ¿Qué proyectos desearía concre-tar en el futuro?

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8. UTN. La tela de la araña

Televisión. Tecnología y forma culturalRaymond WilliamsPaidós, Bs. As., 2011

Televisión es una obra largamente esperada, primera versión en caste-llano de un texto que Wi-lliams escribiera en 1973 y se editara en el año si-guiente. ¿Cómo un libro

sobre la televisión, publicado a mediados de la década del 70 del siglo XX, puede ser –además de esperado– valorado y considerado fundacional para entenderla? El juicio unánime de los especialistas no deja dudas. El libro se interna, con marcada eficacia, en la profecía so-ciológica y científica, inaugurando la idea de televisión como medio. Es la obra de quien estaba fascinado por la representación del mundo que producía la televi-sión, no menos que por sus perspectivas tecnológicas, a las que también ofreció un punto de vista profético. “Podríamos tener sistemas de televisión económicos, con base local y sin embargo extendidos internacionalmente que permitieran compartir la comunicación y la informa-ción en una escala que hasta hace poco nos habría pare-cido utópica. Estas son las herramientas contemporáneas de la larga revolución hacia una democracia educada y participativa […] Pero también son las herramientas de lo que podría ser […] una breve y lograda contrarrevolución, en la cual, mientras aparentan estar hablando de elección y competencia, unas pocas corporaciones multinacionales […] podrían llegar aún más lejos en su intromisión en nuestras vidas, en todos los niveles” (página 194). Sufi-ciente ilustración. (Carlos Zeta).

Agradecemos a a Paidós el envío de sus novedades editoriales

La cruzada de los medios en América LatinaDênis de MoraesPaidós, Bs. As., 2011

Aunque cada sociedad está atra-vesada por distintos regímenes de verdad y por modos diversos de construir lo verosímil, son las cor-poraciones mediáticas (por sus es-tructuras y posiciones dominantes) las que han logrado imponer la agenda, determinar qué discursos

deben ser asumidos como verdaderos, deci-dir sobre los procedimientos válidos para la obtención de los datos “objetivos”, y elegir a los dignos portadores de dichos discursos “verdaderos”: los “periodistas independientes”. De este modo, en las actuales sociedades latinoamericanas (aun-que no sólo en ellas), el discurso que deviene hegemónico no es el que emana de los aparatos ideológicos estatales y se difunde a través de los insignificantes medios oficiales; sino el que surge de las usinas oligopólicas de los grupos concentrados que, en la mayoría de los casos, han expandido sus negocios hacia los diversos rubros económicos y financieros. En nuestros países, el omnímodo y omnipresente poder abstracto que denomina-mos Estado ha sido desplazado, desde fines del siglo XX, por otros poderes igualmente evanescentes y temibles: los mercados, el establishment, el statu quo, las corporaciones; poderes siempre “preocupados” por la capacidad de “diálogo” y de “consenso” de las sociedades sumisas, y por la “seguridad jurídica” que logren garantizarles los sucesivos gobiernos a sus capitales. En el contexto actual, y tal como acaba de reconocer el Pentágo-no, los verdaderos instrumentos de contrainsurgencia de que disponen dichos poderes, ya no son las obsoletas maquinarias estatal-militares sino, precisamente, los medios de comunica-ción. El reconocido comunicólogo brasileño Dênis de Moraes (doctor en Comunicación y Cultura por la Universidad Fede-ral de Río de Janeiro) ha visitado ocho países latinoamericanos para analizar de cerca esta verdadera “cruzada de los medios” en nuestra región. El libro que aquí presentamos constituye el corolario de su paciente investigación y se propone como un aporte para un desafío ineludible: construir una nueva política comunicacional tendiente a democratizar y multiplicar las vo-ces, y a producir contenidos liberadores. (Claudio Véliz).

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La tela de la araña. UTN. 9

Políticas curriculares. Sujetos sociales y conocimiento escolar en los vaivenes de lo público y lo privadoFlora HillertColihue, Bs. As. 2011

“El libro de Flora Hillert es un hito en el campo del currículum en la Argentina, una aportación nodal para América Latina y para el campo en general”. Esta contundente afirmación de la pedagoga mexicana Alicia de Alba, es un punto de apoyo no sólo inte-resante, sino justo para empezar esta reseña. Por el modo en que valora, con precisión envidiable, su importancia y por cómo subraya la profundización que logra Hillert de un aspecto sensible en un contexto peculiar: una crisis estructural generalizada. Es un riesgo alto, una apuesta a la reflexión y a la labor crítica, que logra interpelar, generar preguntas, inquietar, incomodar, suscitar dudas. El énfasis puesto en el análisis y en el

estudio de los aspectos más relevantes de las propuestas y prácticas curriculares surgidas en esa otra década infame que fueron los años noventa, es expresión de la búsqueda que persigue la autora, no menos que del lugar que asigna al conocimiento. Precisamente por ello, no está ausente la referencia al poder y a los modos complejos que asume, y muy particularmente, la manera en que impacta en la relación Estado-sociedad. El tiempo que vivimos habilita la extraordinaria posibilidad de pensar de otro modo aquello que denominamos lo público. En tal sentido, la elaboración y la selección del conocimiento escolar cobra una importancia decisiva. Principios, criterios, sujetos y procedimientos son abordados desde una mirada compleja: como dominantes, como alternativas existentes, como creación ineludi-ble, siempre como objeto de construcción y teorización.

Flora Hillert, doctora en Ciencias de la Educación (UBA), directora de la Maestría en Educación, “Pedagogías Crí-ticas y Problemáticas Socioeducativas” y profesora de la Cátedra de Educación I, fundadora de la Revista Argentina de Educación de la Asociación de Graduados en Ciencias de la Educación es, además, maestra normal nacional. Esa huella se aprecia en su obra. Y se agradece. (C.Z.).

De Simón Rodríguez a Paulo Freire. Educación para la integración iberoamericanaAdriana PuiggrósColihue, Bs. As., 2011

Adriana Puiggrós propone un muy interesante trayecto por ciertas “estaciones pe-dagógicas” de Latinoamérica. La autora comienza problematizando el sistema esco-lar latinoamericano durante la segunda mitad del siglo XX, con el propósito de revi-sar algunas “pedagogías críticas” que hubieron concitado notable repercusión entre educadores e intelectuales de la región. Así, en su notable recorrido la autora repasa las luces y las sombras del denominado “reproductivismo” (que, inspirado en los trabajos de Louis Althusser y Pierre Bourdieu consideraba a la educación como un dispositivo destinado a reproducir la ideología dominante); se interna en los laberin-tos de la corriente conocida como “desescolarización” (encabezada por el sacerdote

tercermundista Iván Illich); y también se topa con las propuestas educativas de figuras destacadas como Alberdi, Sarmiento o Alfonso Reyes, entre otros. No obstante, el hilo conductor que vertebra toda esta obra es la necesidad de constituir una nueva gramática educativa latinoamericana, emancipadora y disruptiva. En dicho sentido, esta destacada pedagoga se propone un cruce (quizá su más valioso aporte para aquella tarea infinita) entre el proyec-to injustamente olvidado (“arrinconado, combatido, acallado, ocultado”, dirá Puiggrós) del venezolano Simón Rodríguez, y la propuesta dialógica del genial maestro brasileño Paulo Freire. Claro que tampoco faltarán en este texto, sugestivas citas de pensadores europeos de la talla de Benjamin, Agamben o Zizek. Un cóctel verdadera-mente explosivo para un texto tan breve como imprescindible en un tiempo de severos cuestionamientos a las pedagogías hegemónicas de la región. (C.V.).

Agradecemos a a Colihue el envío de sus novedades editoriales

Los elegidos de La tela

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10. UTN. La tela de la araña

Estimado Lic. Puig: Hemos recibido la revista cul-tural “La Tela de la araña” N° 13 de mayo de 2011, que agradecemos y valoramos por su calidad, por su presentación y contenido. Los temas abordados, los prestigiosos escritores, gente del arte, profesio-nales de importante compromiso, reseñan en sus páginas ensayos y opiniones valiosísimas. Reciban nuestro caluroso aplauso por ello y nos ponemos a disposición para lo que estimen puede ser una contribución institucional.

Con cordiales saludos,Estela B. de CarlottoPresidenta – Abuelas de Plaza de Mayo. 12 de mayo de 2011

Estimado Claudio: Agradezco el haberme entrega-do la producción que publican bajo el nombre de “La tela de la araña”, su distribución gratuita entre docentes profesionales y estudiantes entre otros lectores, seguramente significará un aporte cultural inestimable. Vamos a apreciar mucho en Abuelas de Plaza de Mayo su lectura y la valoración del esfuerzo que hacen.Los felicitamos y alentamos a continuar con este empeño.

Con afectuosos saludos,Estela B. de CarlottoPresidenta – Abuelas de Plaza de Mayo11 de abril de 2011

Correo de lectores

Gracias, Estela

Sr. Claudio Véliz. Estimado amigo, sean estas líneas para felicitarle por “La tela de la araña”. Un ejemplo de publicación. Excelentes notas, diseño y fotografías. La Universidad Tecnológica Nacional seguramente estará orgullosa de esa publicación que la representa y quiero sumar a ella mi orgullo como trabajador de la cultura.

Jorge D’Elia (Director de la revista Arlequín de la So-ciedad Argentina de Gestión de Actores Intérpretes).

Sr. Rector de la UTN, Ing. Héctor BrottoSr. Secretario de Extensión Universitaria, Lic. Sebastián Puig

En mi carácter de Secretario Gral. de APUTN, quisiera acercarles mis más sinceras felicitaciones por toda la ac-tividad cultural que viene desarrollando la Secretaría de Extensión Universitaria de este Rectorado. En diciembre pasado tuve el placer de concurrir al evento auspiciado por La tela de la araña y me llevé una grata sorpresa, tanto por la masiva concurrencia de público como por las excelentes intervenciones de su director y de sus redac-tores. Como broche de oro, el cierre musical a cargo de Horacio Molina fue un momento de gran emotividad. Nuestro Gremio se enorgullece de que la UTN edite una revista cultural de tan alto nivel como La tela de la araña, con tantas repercusiones a nivel nacional. Les reiteramos nuestras felicitaciones y quedamos a su entera disposición para colaborar con las activida-des que vienen encarando con tanta decisión desde hace ya varios años.

Un fuerte abrazo. Norberto Gutiérrez

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Red de radios UTN

La tela de la araña. UTN. 11

onvocados por la Secretaría de Extensión Universitaria, los repre-sentantes de las radios de la Uni-versidad Tecnológica Nacional se

reunieron los días 30 y 31 de marzo en la sede del Rectorado, dando lu-gar al primer encuentro de 2011, año en el que cada una de las emisoras deberá adecuar su programación a los parámetros establecidos por la Ley de Servicios de Comunicación audiovisual.

El Lic. Sebastián Puig, secreta-rio de Extensión Universitaria, dio comienzo a las jornadas destacan-do la importancia de la ley 26522. “Antes teníamos emisoras pero nos

faltaban herramientas para poder crecer. Ahora tenemos ambas cosas y es tiempo de ir hacia delante con el proyecto de las radios UTN”, dijo. Se refería, así, a las limitaciones que la ley de la dictadura imponía a los medios universitarios, priorizando el crecimiento de la comunicación privada que devino con el tiempo en la creación de verdaderos monopo-lios informativos.

En representación de la Autoridad Federal de Servicios de Comunica-ción Audiovisual, estuvo presente el coordinador general, Luis Lázzaro, quien determinó los alcances de la

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Red de radios UTN

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reglamentación de la ley y planteó un panorama del desarrollo de las nuevas tecnologías, como la tele-visión digital, que permitirán una amplia cobertura comunicacional lo-grando cubrir todos los rincones del país. Por otra parte, hizo hincapié en la importancia de las producciones de origen universitario para emitir en distintos soportes.

Los representantes de las Facul-tades Regionales que ya poseen ra-dios –Laura Albarracín (Mendoza), Gastón Cortés (Córdoba), Walter Mardones (Del Neuquén), Jorge Franchín (San Nicolás), Patricia Sal-món y Carolina Orcola (Resistencia), Germán Rivera (Paraná), Judit Cruz y José María Valentín (Avellane-da), Alejandro Iglesias (Bahía Blan-

ca), Orlando Thailinger (Rafaela), Luciana Opppici (Delta) y Lucas Dell’Aquila (Santa Cruz– informa-ron en detalle acerca del estado de cada emisora, notándose un distinto nivel de desarrollo en los aspectos técnicos y artísticos. Ello dio lugar a la constitución de tres comisiones: una de Fundamentación e imagen corporativa, otra de Producción y capacitación y la tercera de Comer-cialización y recursos.

También estuvieron presentes re-presentantes de las Facultades Regio-nales Santa Fe –Silvina de la Peña–, Haedo –Adriana Storti– y del Centro de Estudios Mar del Plata –Paula Ne-lli–, a quienes aún no les han adjudica-do emisoras por saturación del espec-tro. En este caso, se acordó reiterar las

XV Jornadas Nacionales de Radios UniversitariasLa Asociación de Radios de las Universidades Nacionales (ARUNA) organizó los días 14 y 15 de abril, juntamente con la Universidad Nacional de Mar del Plata, las XV Jornadas Nacionales de Radios Universitarias. Bajo el lema “A 35 años del golpe, nuevos roles y desafíos de la comunicación pública”, las Jornadas de ARUNA se llevaron a cabo en la sede de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Mar del Plata. Estuvieron presentes representantes de más de treinta universidades nacionales, entre las que se encontraba la Universidad Tecnológica Nacional, una de las ocho universidades fundantes de la Asociación.

En el panel de apertura, el rector de la Universidad Nacional de Mar del Plata, Lic. Francisco Morea, destacó que “la univer-sidad pública está comprometida con el desarrollo del país y de Latinoamérica” e instó a las universidades a considerar la importancia de vincularse con la sociedad: “La radio no es accesoria, y no debe ser una decisión política ni circunstancial; es una herramienta fundamental en una universidad consustanciada e inserta en su comunidad”.

Por su parte, Martín García, presidente de TELAM, en su charla sobre “Los nuevos desafíos de la comunicación univer-sitaria en el contexto de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual”, expresó que “siempre Argentina estuvo a la vanguardia de los avances tecnológicos, y debemos entender las oportunidades que nos da este momento para desarrollar las comunicaciones”. Destacó, con particular énfasis, la importancia de la televisión digital, a la que todas las universidades nacionales pueden tener acceso. Pedro Lanteri , director de AM 530, Radio de las Madres, expuso sobre “Medios de comu-nicación y derechos humanos”, compartiendo historias y experiencias de su emisora. “La comunicación es una herramien-ta que debemos disputarle al enemigo, una herramienta que hemos descuidado. Por eso debemos formarnos, capacitar-nos y estar a la par, para disputar poder en ese sentido”, expresó. A su turno, Daniel Reynoso, en la charla “Democracia y dictadura: el rol de los medios de comunicación”, recreó la resistencia a la dictadura desde la revista Humor.

El momento más emotivo se vivió después de la intervención musical de un grupo de artistas locales, cuando el presidente de ARUNA, Omar Turconi, entregó el “Premio Reconocimiento” de ARUNA por su trayectoria y compromiso con los dere-chos humanos, a la Radio de las Madres.

En la segunda jornada, se realizó la asamblea anual de ARUNA, y se eligió una nueva Comisión Directiva. La presidencia recayó en esta oportunidad en el magíster Osvaldo Da Costa, de la Universidad Nacional de Río Cuarto.

Una asignatura quedó pendiente: que el Estado nacional priorice el desarrollo de la comunicación audiovi-sual de las universidades nacionales al momento de efectuar sus pautas publicitarias.

solicitudes, esperando que a la luz de la nueva reglamentación surjan espa-cios para aquellos con legítimo dere-cho de acceder a una radio.

Las Jornadas concluyeron con un informe final, en el que se sugiere la necesidad de que el proyecto de ra-dios figure dentro del presupuesto universitario con una partida espe-cífica; que se conforme un área de servicios de comunicación de la cual dependan tanto las radios como las productoras de contenidos de audio y TV (que existan o puedan llegar a crearse); que se constituya una red de programación que permita cumplir con la cuota establecida de produc-ción propia y que se organice un plan de comercialización global para obte-ner publicidad nacional.

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Carlos TrilloCréame, lector/a, podría estar

horas conversando con usted acerca del querido Carlos Trillo. La tarde-noche del 9 de mayo, cuando supe de su muerte, acababa de terminar una clase acerca de la historieta que, di-cho sea sin el más mínimo afán opor-tunista, es el tipo de clases que me llenan de placer: siempre, en todas ellas, vuelvo a jugar y habla menos el docente que el apasionado lector de esos mundos cuadriculados que contribuyeron de manera decisiva a que hoy sea quien soy. Disculpe usted esta torpe digresión autocen-trada, pero es que se ha ido uno de la familia. Trillo fue una figura fun-damental del noveno arte. No sólo a nivel nacional sino mundial. Tenía el reconocimiento unánime y una

Homenaje

Ernesto SabatoAllí está su obra. Sin reparos, es

posible afirmar que se trata de libros que han dejado una huella, puesto que pertenecen a uno de los autores argentinos destacados del siglo XX. El túnel y Sobre héroes y tumbas fueron lecturas ineludibles de los febriles adolescentes que hemos sido. Desde ese realismo crudo, construido con un lenguaje rico en densidades, lleno de angustias secas que parecían que-brarse en medio de ruidos espantosos y definitivos, hemos mirado más de una vez a la ciudad de Buenos Aires, buscando las angustias propias. Dia-logó con la barbarie y logró, en más de una página, arrancarle pedazos de belleza. Imposible no referir su obse-sión por la ceguera, plasmada en el estremecedor Informe sobre ciegos, no

menos que en sus propias cavilacio-nes. Amarga paradoja, sus propios ojos se fueron apagando lentamente: sombra de ese gigante de la literatura universal con quien construyera una relación llena de recelos y tensiones.

El 29 de diciembre de 1983, Ernes-to Sabato fue electo presidente de la Comisión Nacional sobre la Desapari-ción de Personas (Conadep), valorado como un paradigma de la honestidad ética y el valor crítico. El prólogo del que se denominó el Informe Sabato y que pasaría a la historia como el Nunca más, comenzaba así: “Duran-te la década del 70, la Argentina fue convulsionada por un terror que pro-venía tanto desde la extrema derecha como de la extrema izquierda”. Su au-tor sancionaba, en él, la teoría de los dos demonios. Cuando se cumplieron 30 años del golpe, una nueva edición

legión de miles de lectores en Italia, Francia y España, países donde pu-blicaba asiduamente. Son muchos (y muy importantes) los guionistas argentinos que le deben el lugar que el género se ha conquistado. Fue un maestro de guionistas, y un crítico indispensable, sin cuya brega no hu-biésemos entendido la influencia del inmenso Héctor Germán Oesterheld

en el derrotero de la historieta argen-tina. Entre tantas, la nota que publi-cara Andrés Valenzuela en el diario Página/12 del 10 de mayo, titulada “Trillo, padre de personajes que no fueron sólo de papel”, es una reseña que hace justicia con el maestro. Pre-fiero sugerirles la lectura, mientras, como Clara, nosotros nos quedamos acá, enjugando un lagrimón.

de ese texto corrigió aquella injusticia, dejando claramen-te establecido lo inaceptable de pretender justi-ficar el terroris-mo de Estado como una suer-te de juego de violencias con-trapuestas. No se trata, claro, de un matiz. El relato de lo que fuimos, de lo que somos y de lo que podemos ser, estaba (está) en jue-go. Como decía el notable escritor “todas son for-mas de los mismos fantasmas”.

Hugo MidónTe veo bien

Te quiero contarque después de tantos añosvolverse a encontrares muy necesario.

Mirarse otra vez,así, de nuevo, cara a carasaber cómo estás, decirtodo lo que hace falta.

Te veo bien,estás siempre buscando.

Te veo bien,vivito, vivito y coleando.

Cuando era chicasoñaba con ser grande,enamorarme, tener hijosy hacer un viaje...Y yo siempre trepababuscando el solpor una escalerade caracol...

Te veo bien,estás siempre buscando.Te veo bien,vivito, vivito y coleando.

Gracias, Hugo. Para siempre.

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a episteme colonialLa noción misma de Latinoamérica

(o de América Latina) nos sitúa ante un problema de difícil solución. Como mínimo, se muestra impo-tente a la hora de dar cuenta de la enorme diversidad de pueblos no la-tinos (indios, negros, eslavos, sirios, judíos y muchos otros) que pobla-ron e insisten en poblar esta extensa geografía, a pesar de los denodados esfuerzos de los Cortés, los Pizarro, los Roca y los Benetton, entre otros. Estas dificultades que se nos suelen presentar cuando procuramos nom-brar a una siempre escurridiza di-versidad (que en este caso alude a la multiplicidad de pueblos que habi-tan estas tierras tan codiciadas como castigadas) nos remiten a antiguas batallas culturales y simbólicas que no pueden sino dar cuenta de otras violencias algo menos semánticas. No se trata, de ningún modo, de recuperar la incontaminada pureza nominante de alguna originaria “ci-vilización primitiva” ni, mucho me-nos, de un obstinado gesto de homo-geneización capaz de estandarizar el caos de significados cuya infinita riqueza no deja de maravillarnos. Pretendemos, sencillamente, produ-cir nuevos significantes que nos per-mitan (re)conocernos como socieda-des atravesadas por la herida colonial, pero al mismo tiempo, dispuestas a dar un combate contra la matriz co-lonizadora que nos impuso sus len-guas, sus nombres, sus gramáticas y sus epistémicas miradas. Para de-cirlo de otro modo, lo que nos pro-ponemos recrear es el benjaminiano acuerdo secreto con la tradición de los vencidos (y que aquí podríamos identificar con la herida colonial), no como forma de constituir una farses-ca continuidad sino, por el contrario, como gesto tendiente a interrumpir la marcha del huracán civilizatorio.

Por Claudio Véliz (Director)

Lvencido de que el Itsmo de Panamá instauraba un límite “natural” entre el Norte (paraíso de la libertad y los derechos) y el Sur (proveedor de recursos naturales y mano de obra barata). Desde Hegel hasta Obama y Sarkozy, los “dueños de occidente” habían entendido que sólo el Nor-te se hallaba “geográficamente de-terminado” para detentar el poder político, económico, militar y epis-témico, y, consecuentemente, para ejercerlos sobre poblaciones atrasa-das, primitivas, exóticas y proclives a experiencias autoritarias contra-rias a la matriz demócrata-liberal de los países civilizados.

Resistencias culturales. De nombres y cartografías

También es cierto que proliferaron, por estas tierras, las más diversas for-mas de intransigencia simbólica. La América invertida del pintor uruguayo Joaquín Torres-García (que inspiró la tapa de esta edición) se convirtó en un verdadero ícono de la resistencia cultural. Aunque este trastocamien-to cartográfico eludía la cuestión del “vínculo” con lo(s) otro(s), en cuya trama compleja se oculta el secreto del lazo colonial, la original pince-lada subversiva del artista puso en evidencia la perspectiva colonizado-ra de las occidentales (y cristianas) distribuciones espaciales. Por su parte, Arystides Turpana –un poeta panameño de origen kuna– propuso el nombre de Abya Yala para desig-nar a este continente, tal como habían propuesto sus ascendientes. Anáhuac y Tawantinsuyo son otras de las deno-minaciones que habían ensayado las poblaciones indígenas. Pero quizá el caso más emblemático sea el de los revolucionarios haitianos quienes, tras conducir la primera revolución triunfante de la región, cambiaron la denominación franco-española (San-to Domingo/Saint Domingue) por el nombre indígena Ayti.

Los ecos de aquellas voces sepul-tadas, las irredentas chispas mesiá-nicas de frustradas resistencias ase-dian y amenazan el mundo de los vivos para recordarnos que el pasa-do insiste con su reclamo de justicia. Precisamente por ello, Walter Ben-jamin proponía leer las ruinas (que arrojaba la tempestad colonizadora) como exigencia, la detención como tarea, y el asedio espectral como promesa (de justicia). Ecos, chispas y fantasmas de un pasado trunco aunque inacabado pero también –como querían Marx y Derrida– de la comunidad por-venir; espectros que intranquilizan y desquician el pre-sente catastrófico de un continente colonizado.

Bien sabemos que la lengua no es ingenua (Roland Barthes discurría, incluso, sobre su carácter fascista) (1) y que las ciencias modernas se han obstinado en una cruzada contra las polisémicas ambigüedades y las per-turbadoras polifonías. Y todo ello en nombre de una pretendida normati-zación científica, y de la “necesaria” pureza gramatical que exigirían los patrones comunicacionales. Claro que tampoco fueron inocentes las cartografías trazadas por los euro-peos, ni las concepciones espaciales que aquellos imprimieron sobre es-tas tierras arrasadas. Sin embargo, para la mirada europea y europei-zante, tampoco el diseño cartográ-fico había resultado suficiente para consolidar el dominio cultural. Los conquistadores también habían creí-do oportuno que –parafraseando a Eduardo Galeano– las bellas ar-tes occidentales reemplazaran a las toscas artesanías primitivas, que la religión monoteísta barriera con las estúpidas supersticiones paganas, y que el moderno Estado burocrático desplazara a las arcaicas organi-zaciones “socialistas”. Tal como lo observara Walter Mignolo (2007), no pocas generaciones de europeos y (norte)americanos se habían con-

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Nuestra AméricaJosé Martí prefería hablar de nues-

tra América mestiza, e incluso acudía a la más amplia noción de nuestra América, que le permitía integrar de un modo inequívoco el aporte insos-layable de la negritud africana. Sin ninguna duda, toda la obra martiana podría pensarse como una estocada contra la europeizante dicotomía sar-mientina (civilización y barbarie). El universalismo de Martí (que late en su identificación de la Patria con la Humanidad) toma prudente distancia, sin embargo, de los “modelos civili-zatorios” pertenecientes a geografías distantes de esta tierra humillada en virtud, precisamente, de aquella pre-potencia conquistadora. Frente a la “civilización” europea, sólo nos que-da –afirmaba– la confianza en lo pro-pio, la recuperación de lo genuino; sólo podemos pensarnos desde esa he-rida colonial y no a partir de la lógica colonial de quienes infrigieron dicha herida. Y es en virtud de esta confian-za en nuestra América que se articula todo el pensamiento martiano. Hacia fines del siglo XIX, al mismo tiempo que la mayoría de nuestros distingui-dos intelectuales cantaban loas al mo-delo de desarrollo norteamericano, Martí lograba predecir y denunciar (en las “Escenas norteamericanas”) la inminente y arrolladora expansión imperialista de los amos del Norte sobre nuestra América indefensa. Tal como lo define Roberto Fernández Retamar, “Martí es un nacionalista re-volucionario que no ignora las grandes realizaciones de los países metropo-

litanos, pero que tampoco desconoce –como que los siente en carne propia– sus limitaciones y crímenes” (1993: 25). Únicamente enarbolando esta (mar-tiana) lucidez situada en las grietas de la herida colonial, resultaba per-tinente entablar un diálogo fecundo con los rostros más hospitalarios de la “tradición democrática” europea y norteamericana.

Otras gramáticas pedagógicas

La obra de Simón Rodríguez (aun-que prácticamente desconocida para los académicos latinoamericanos, a excepción de los venezolanos) cons-tituye, sin dudas, un símbolo de la resistencia pedagógica unida a la ca-pacidad inventiva y creativa de los pueblos oprimidos. El silenciamiento de su prédica infatigable se debe, en primer lugar, a su decisión de abrir las escuelas a blancos pobres, negros, mulatos y niños vagabundos; y en se-gundo lugar a su revulsiva propuesta educativa. De un modo muy similar al de su contemporáneo francés Jo-seph Jacotot (rescatado del olvido por Jacques Ranciére), Rodríguez se proponía acabar con el “vínculo uni-direccional” y con la dictadura del maestro “sabelotodo” (quien decide qué y cómo enseñar), para reempla-zarlo por un educador que ayude a aprender, que enseñe a pensar, que recupere todos los saberes de los educandos y los integre al proceso educativo, que entienda a este último como un diálogo con los otros, que derribe las distancias jerárquicas en-

tre el niño y la “autoridad escolar”. Simón Rodríguez tuvo el tupé de poner en pie de igualdad a los dis-tinguidos ciudadanos blancos con los pobres, indios y negros de América; y, al mismo tiempo, de insinuar una revolución del proceso pedagógico que, sin subestimar la tarea del edu-cador, procuraba democratizar su vínculo con los educandos, borrando la jerarquía instaurada por el “saber”. Su modo de pensar el problema del cruce entre lo europeo y lo ameri-cano puede resumirse en la idea de invención, que desechaba la copia al tiempo que reivindicaba la necesidad de la hibridación. El hecho de que en ninguno de los posteriores proyectos educativos latinoamericanos puedan advertirse las huellas de este cara-queño irreverente, motivó la presente recuperación de su rastro luminoso.

Aunque pensó y produjo desde un lugar diferente y con una mirada sin-gular, el pedagogo brasileño Paulo Freire compartió las preocupaciones y los diagnósticos de Simón Rodrí-guez; y, precisamente por ello –como señala Adriana Puiggrós en un texto que presentamos en esta edición (2)-, también compartió sus enemigos. Tal como, tiempo después, iban a propo-ner los zapatistas de Chiapas, Freire instauraba una “pedagogía de la pre-gunta”, una “filosofía de la escucha” como alternativa a las certidumbres de los profesores siempre dispuestos a ofrecer respuestas a interrogantes que nunca nadie les había sugerido. Al igual que Rodríguez, este brasi-leño inculcaba un profundo respeto

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por los saberes y las voluntades de los educandos. Sólo así, el oprimido devenía sujeto activo en constan-te proceso de (auto)liberación. Los (mal) llamados “ignorantes” son, en realidad –para Freire–, los eternos condenados al silencio, aquellos a quienes les han cercenado la posibi-lidad de expresarse, es decir, la liber-tad de intervenir mediante su palabra en vez de repetir las palabras de sus educadores. Freire también entendía a su pedagogía crítica como una herra-mienta dialógica tendiente a desafiar la opresión pero, fundamentalmen-te, a poner en crisis los paradigmas (culturales, políticos, educativos, etc.) que la tornaban posible. De este modo, la pedagogía crítica se erigía como la contracara inseparable de una crítica pedagógica de las gramáti-cas colonizadoras y, al mismo tiem-po, como el escenario propicio para la construcción de una gramática emancipada.

Antropofagia y quiebre simbólico

No menos desafiante y perturba-dora fue la propuesta antropófaga del escritor brasileño Oswald de Andra-de. El movimiento estético y cultural que fundara en 1928 se había inspi-rado, por un lado, en la deglución del obispo de Portugal por parte de los indios tupi, y por el otro, en las estremecedoras figuras pictóricas de la artista Tarsilia do Amaral (Abapo-ru, O Ovo, Antropofagia, A Lua, etc.).

Si para el europeo “civilizado”, el salvaje americano era un bárbaro ca-níbal, para Andrade la antropofagia constituía la asimilación crítica de la cultura europea. Como antropó-fagos, no rechazamos el espíritu ex-tranjero sino que lo digerimos para luego producir algo genuino, origi-nal, novedoso. Devorarse al enemigo es incorporar sus atributos, asimilar sus palabras, aprender sus nombres, memorizar sus relatos. Sólo incor-porando la extrañeza singular del otro/extranjero podremos examinar “nuestras” más abigarradas certezas y mezquindades. En idéntica sinto-nía, Darcy Ribeiro propondrá luego instaurar aquella jornada de “justi-cia caníbal” (deglución del obispo) como el instante fundacional de una era no colonizada.

Por esta senda antropófaga tran-sitó también el poeta e intelectual cubano Roberto Fernández Reta-mar quien transformó un persona-je shakespeareano (de esa alegoría colonial que el dramaturgo tituló La tempestad): Calibán, en símbolo de la lucha de los pueblos contra el poder colonial. De esta manera, Retamar impugnaba las anteriores apropia-ciones latinoamericanas de dicho personaje, y muy especialmente, la ensayada por el uruguayo José En-rique Rodó en su Ariel. El intelectual “arielista” sería incapaz de rom-per decididamente con la violencia colonizadora europea y, por con-siguiente, con las férreas ataduras culturales y simbólicas. La literatura de Rodó concluye reivindicando un espiritualismo romántico y mora-

lizante que resulta impotente para desconstruir la matriz colonizante. Y sin embargo –decía Retamar–, la advertencia de Rodó sobre el “fenó-meno yanqui” (del que algún tiem-po antes se había ocupado Martí) inspiró nuevos planteos, menos ingenuos y más radicales. Nues-tro símbolo –afirmaba– no es Ariel sino Calibán quien, tras ser esclavi-zado por el europeo, consigue de-safiar su autoridad y maldecirlo en su propio idioma asimilado. Tanto Ariel como Calibán son siervos de un mismo conquistador (Próspe-ro), sólo que mientras el prime-ro subsiste como etérea criatura, el negro caníbal (que la pluma de Shakespeare convirtió en Calibán) deviene un rebelde inconquista-ble. “Tanto la Antropofagia como mi Calibán –sostiene Retamar– se proponían reivindicar y esgrimir como símbolos válidos, un costado de nuestra América que la historia oficial había denigrado. Ambos re-clamaban el derecho que nos asiste no sólo de incorporarnos al mundo sino de incorporarnos el mundo, de acuerdo con las características que nos son propias” (2004: 148).

Unos pocos años antes, el perua-no José Carlos Mariátegui, había propuesto instaurar, en estas tierras, un socialismo latinoamericano que no fuera “ni calco ni copia” de sus variantes iluministas y europeístas, irremediablemente atravesadas por la matriz colonizadora de las me-trópolis. El amauta estaba empeñado en construir un socialismo anclado

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en la “causa nacional-popular” de las comunidades indoamericanas, abocado a los problemas de la des-colonización, la destrucción de la naturaleza, la propiedad de la tie-rra y la explotación del indio. De un modo muy sugestivo, en una nota reciente (3), el sociólogo Horacio González sugería cierto parentesco entre los modos mariateguianos de escribir, citar y problematizar a las sociedades arcaicas y modernas, y los no menos elocuentes abordajes críticos del sociólogo y actual vice-presidente de Bolivia, Álvaro García Linera. Y González engalanaba su atrevimiento con una metáfora ilu-minadora: “Siete décadas después –decía–, el Georges Sorel del pe-ruano es el Bourdieu del boliviano” (2011: 18). Nos estaba sugiriendo, con aguda sutileza que las originales experimentaciones e intervenciones del autor de los Siete ensayos relam-paguean en las nuevas alquimias ensayadas por García Linera en su tierra, entre nacionalismo revolucio-nario, marxismo crítico e indianismo katarista.

Fagocitación, mestizaje y género

Al filósofo y escritor argentino Ro-dolfo Kusch lo había desvelado la necesidad de hallar “las categorías de un pensar americano”. ¿Cuáles son los silencios, las violencias y los abigarrados saberes del pasado que continúan latiendo en el presente americano?, ¿cómo es posible aus-cultar dichos latidos?, se preguntaba. Lo que Kusch había logrado advertir es que hurgando en los gabinetes de la ciencia europea jamás podríamos responder a estos interrogantes; y que resultaba indispensable, en cambio, “recoger el material vivien-te en las andanzas por las tierras de América, y comer junto a su gente, participar de sus fiestas y sondear su pasado en los yacimientos arqueoló-gicos; y también (...) tomar en cuenta ese pensar natural que se recoge en las calles y en los barrios de la gran ciudad” (2007: 5). He aquí –afirma-

ba– la difícil y apasionante tarea que nos ocupa si pretendemos hallar la clave para pensar lo americano. Kusch se había propuesto nada menos que desentrañar la “dimensión políti-ca” del hedor americano, ese estado emocional de irremediable aversión, esa rara y sorda hostilidad que nos sumerge en un mundo aterrador, el perturbador miedo al exterminio. Mientras que el progresismo bur-gués educado en las metrópolis eu-ropeas había inventado el mito de la pulcritud del ciudadano americano para conjurar los fantasmas de esta América profunda, la propuesta de Kusch se ubicaba a igual distancia de la aporía trágica y de la dialéctica conciliatoria entre ambos opuestos; este viajero inquieto enarbolaba la figura de la fagocitación como intento de absorber/reintegrar/recuperar dicha tensión insuperable entre am-bas experiencias; como signo de una contaminación ineludible que des-miente cualquier pretensión de pu-reza originaria. El vínculo (aunque asimétrico) que se consumó tras la conquista consistió –según Kusch– en la convergencia entre el ser euro-peo como dinámica cultural que se remonta a las ciudades del medioe-vo, y el estar americano (liberado de la ficción de ser alguien) como resis-tencia, como supervivencia de la or-ganización y el espíritu comunitario. Es de esta conjunción que se nutre nuestra mente mestiza mediante la fagocitación, movimiento secreto e inconsciente que escapa a la dicoto-mía occidental entre el Ser y la Nada e instaura el estar como modalidad (cultural) específica de los pueblos de América (aunque no se trate de su patrimonio exclusivo) en perpe-tua tensión con el alma europea.

También la chicana Gloria Anzal-dúa había problematizado y rese-mantizado los conceptos de mestizaje y frontera, transformando el rechazo y la marginalidad (que les endilga-ba la cultura hegemónica) por el or-gullo y la exaltación de dicha “per-tenencia oscilante”. La frontera (el border) –decía– es el espacio en que se torna manifiesta la existencia del

otro. Hacia 1848 se había instaurado una línea divisoria entre mexica-nos y norteamericanos que no sólo constituyó una escisión territorial sino que además instauró una dico-tomía cultural y moral: de un lado el acomodado americano blanco, y del otro el morocho mexicano po-bre. Pero Anzaldúa, lejos de caer en la trampa del binarismo dominante (y de optar por la ingenua reivindi-cación esencialista de alguna identi-dad oprimida y violentada), eligió el mestizaje y la frontera como sus entrañables lugares de intervención. Según ella, era necesario producir un nuevo estado de conciencia (que en honor a una deidad azteca creadora designaba con el nombre de Coatla-lopeuh state) capaz de apartar algu-nas manifestaciones culturales de la carga ideológica con que las había pensado occidente. Sólo en virtud de dicha operación cultural (y, al mismo tiempo, epistémica y política) resultaría posible articular un nuevo relato mestizo como orgullosa gra-mática fronteriza.

Sara Beatriz Guardia es una escri-tora peruana que se ha ocupado de reivindicar el papel de la mujer en la emancipación latinoamericana. Apa-sionada lectora de Mariátegui, ha incursionado en la antropología, los estudios de género, el pensamien-to postcolonial, la teoría literaria y la historiografía femenina. Actual-mente dirige el Centro de Estudios La Mujer en la Historia de América Latina (CEMHAL). Guardia realiza una distinción entre las “historias de mujeres” y los “estudios de gé-nero” teneindo en cuenta que sólo estos últimos (gracias a los aportes de dichas historias, pero también de la antropología y de la teoría post-colonial) habrían logrado producir la categorización del patriarcalis-mo en tanto sistema de dominación masculina. En este sentido, destaca los aportes del autor de La escena contemporánea en la (re)considera-ción de “lo femenino”, y recupera la sensibilidad del escritor peruano a la hora de internarse en los dolo-res, los silencios, las angustias y las

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voces femeninas, hasta llegar, inclu-so, a reconocer una cierta “persona-lidad superior” en muchas mujeres. Guardia no se había propuesto es-cribir una “historia compensatoria” de los olvidos patriarcalistas contra-poniendo algunos casos de mujeres excepcionales; ni tampoco vertebrar una “historia de la contribución fe-menina”. Había decidido, en cam-bio, plasmar todas las luchas y rei-vindicaciones de las mujeres “en el tiempo y en la historia” ya que, de lo contrario, ninguna de las muchas conquistas lograría poner en cues-tión “la naturaleza misma del po-der”. El problema del poder y la do-minación (masculina pero no sólo) cuya trama constitutiva permanecía, hasta entonces, incustionada por las justas batallas reivindicativas e igualadoras (derechos, funciones, salarios, etc.) aparece, de este modo, como nuevo terreno de disputa polí-tica. El campo específico de investi-gación de Sara Guardia nos plantea, así, reformulaciones metodológicas, conceptuales y epistemológicas res-pecto de la concepción etnocentrista y patriarcal que signó a la “historia oficial” de nuestra América. Resulta-ba imprescindible, entonces, descen-trar al sujeto blanco-europeo-varón que el occidente conquistador había ubicado en el corazón del desarrollo histórico. Y para ello, había que arti-cular un nuevo relato capaz de recu-perar y recrear las voces (femeninas) silenciadas, las historias condenadas a habitar los márgenes, las luchas y combates desestimados por los ejér-citos vencedores.

La dignidad como banderaEn enero de 1994, los zapatistas

chiapanecos rompieron con el eco-nomicismo de “la lógica moderna de la rebelión setentista” cuya estela, por otra parte, comenzaba a desva-necerse tras la conjugación de tres acontecimientos decisivos: la caída del muro de Berlín, el (demasiado apresurado, a nuestro juicio) cues-tionamiento de ciertas categorías y conceptualizaciones heredadas de

la teoría política y el marxismo eu-ropeos, y la conversión de América Latina en un verdadero laboratorio de experimentos neoliberales. El levantamiento zapatista no se pro-ponía encender la chispa que con-cluiría con “la toma del poder”, sino emprender una no menos modesta batalla por la dignidad (negada). De este modo, los zapatistas no sólo se alzaban contra las humillaciones a que los sometía un sistema opresor y negador de la dignidad humana, sino también contra el anquilosa-miento de un lenguaje y una práctica organizativa incapaces de reflexio-nar sobre sus supuestos constituti-vos, sobre sus incuestionadas estruc-turas rigidificadas. Al verticalismo autoritario de la vanguardia ilumi-nada dispuesta a sacrificarse para emancipar a los indígenas pobres, los zapatistas le oponen una política de la dignidad tanto o más anticapita-lista que el “partido proletario”. Los rebeldes chiapanecos transforma-ron la respuesta certera en pregun-ta hospitalaria, y la palabra justa en escucha que hace justicia. He aquí el secreto de su verdadera revolución epistémica: “preguntando camina-mos” para “mandar obedeciendo”, sostienen orgullosos. Más que juz-gar la “efectividad” y/o la pertinen-cia “política” de sus originales plan-teos a partir de nuestros abigarrados y mezquinos aparatos teórico-con-ceptuales, sería conveniente esta-blecer con ellos un diálogo amable (aunque siempre conflictivo, desde ya) tendiente a enriquecer la nueva gramática latinoamericana.

Un diálogo decolonialAunque estas ingeniosas tentati-

vas aún no hayan logrado trastocar los “privilegios epistémicos impe-riales” (Mignolo, 2007), los origina-les nombres e ideas de América desa-fiaron, con mayor o menor suerte, el orden simbólico reproducido hasta el hartazgo por el paradigma civilizatorio y colonizador de occi-dente. A juzgar por las voces y los relatos triunfantes, América Latina

es el nombre de “un subcontinente dependiente y subalterno de una totalidad continental, América” (Mignolo, ibíd.: 173). Aunque tam-poco debemos olvidar que, según esas mismas gramáticas, América alude menos a una totalidad conti-nental que a uno (y sólo uno) de los 35 países que integran el continen-te que los europeos no podían sino designar como “nuevo”. Ambos nombres/ideas –continúa Migno-lo– surgieron al amparo “de la ma-triz colonial de poder organizada a través de las diferencias (epistémi-cas) coloniales e imperiales”; y se pregunta, entonces: “¿Cómo imagi-nar un mundo ‘después de América Latina’ y ‘después de América (como equivalente a Estados Unidos)’ y el lugar de un continente que es parte de los cimientos del mundo moder-no/colonial?” (ibíd.: 177).

Compartimos con Mignolo que la respuesta al monolingüismo coloni-zador (relato único, lineal y homo-géneo de la historia de occidente) no debiera ser propiciada por su con-tracara emancipatoria, es decir, por un pretendido “proyecto liberador universal” polifuncional y transtem-poral. Para decirlo de otro modo: ni el paradigma marxista ni el crisitia-nismo de liberación resultarán ade-cuados (pertinentes y/o suficientes) para liberar a los negros del Caribe, a los mapuches chilenos, a los zapa-tistas mexicanos o a los qom formose-ños; pero tampoco para decolonizar a los blancos de ascendencia euro-pea (apasionados lectores –como quien suscribe– de las producciones de dicha intelligentzia) con quienes aquéllos (negros, indios, mestizos, etc.) deben compartir –para bien o para mal– cercanas coordenadas geográficas (4). No obstante, consi-deramos que resultaría absurdo (e incluso demasiado ingenuo) eludir un diálogo (tensionante, perturba-dor, conflictivo) con todas aquellas tradiciones, escuelas y disciplinas europeas o norteamericanas que han contribuido (a nuestro criterio) a producir gramáticas descoloni-zadoras (artísticas, culturales, epis-

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témicas y/o científicas) como, por ejemplo, las vanguardias artísticas, la teoría crítica, la deconstrucción, el pensamiento postcolonial, el orien-talismo, el postestructuralismo, los estudios de género, etc. Dice, al res-pecto, Mignolo: “Las Casas y Marx son necesarios, pero están lejos de ser suficientes. Deberían comple-mentarse con Guaman Poma, Fanon y Anzaldúa y los cimientos críticos deberían desplazarse” (ibíd.: 176).

NosotrosSabemos de sobra que toda cons-

trucción de un “nosotros” consti-tuye un gesto problemático por (al menos) dos razones de peso: a) todo intento de aunar criterios, de manco-munar voluntades, de unificar voces inevitablemente discordantes, debe asumir (evaluar, sopesar) el riesgo que entrañan las violencias homo-geneizantes de lo irremediablemen-te diverso; b) aun en el caso en que dicha trabajosa construcción de “lo común” (del “nosotros”) sea capaz de consolidar un hospitalario respe-to por la(s) diferencia(s), resultará aún imperioso combatir (y resistir) la (demasiado) humana tentación de transformar al “ellos” (a lo/s otro/s) en un enemigo a vencer, conquistar, asimilar o “normalizar”, es decir, la tentación de convertirlo –apropiación mediante– en “nuestro” otro (en nos-otros). Sin embargo, es esta misma (im)posibilidad de constituir una comunidad y una comunicación de lo diferente, la que nos interpela, la que nos reclama y exige una tarea, la que nos trae el recuerdo de antiguas afi-nidades, de secretos acuerdos.

En el nombre –afirmaba Benjamin– se liberan los destellos de innumera-bles llamadas (remisiones infinitas) que la lengua instrumental y calcu-lante (en tanto “intercambio comu-nicacional” de equivalentes) congeló en el signo. Como exceso, como resto asediante, el nombre impide la sutura del sentido, desborda las arbitrarias pertenencias convencionales, des-quicia las certezas de un presente incapaz de reconocerse tanto en los

fantasmas del pasado como en los espectros de la comunidad por-venir. No se trata de reemplazar (de suplir) un signo rigidificado (América o Lati-noamérica) por un nombre liberador y decolonizado capaz de aliviar, por fin, nuestra inquietante incertidumbre nominante (un nombre cuya enun-ciación, por otra parte, no podemos sino diferir, demorar, suspender); se trata, por el contrario, de leer esa im-periosa necesidad significante como la “causa ausente” de las incesantes batallas performativas, como la exi-gencia insoslayable de interrumpir la continuidad homogénea y vacía de un tiempo lineal, de la tempestad arrolladora que infligió la herida co-lonial, como necesidad ineludible de redimir lo irredento, de hacer justi-cia con las víctimas de las sucesivas violencias civilizatorias.

Quebrar la corazaHemos venido sosteniendo (en

ediciones anteriores de La tela), que los albores del nuevo siglo han sido testigos de un incipiente resquebrajamiento de ese férreo entramado cultural (de catastró-ficos “efectos materiales”) que las usinas ideológicas ultraconserva-doras han ido diseñando con des-enfadada obstinación durante más de cinco siglos. Claro que este ver-dadero Gran Relato colonizador, a pesar de la trabajosa y sistemática labor ininterrumpida de sus ilus-tres defensores, jamás ha logrado disimular sus fallas constitutivas, sus grietas estructurales, sus “pe-queñas puertas” por las cuales no han cesado de filtrarse los espec-tros emancipatorios, las irrupcio-nes “malditas”, los desesperados avisos de fuego, los ecos de las vo-ces sepultadas. Innumerables re-sistencias, revoluciones, conspira-ciones, revueltas y rebeliones han recorrido de un extremo a otro este continente multicolor. Exitosas al-gunas, fallidas otras tantas, necesa-rias muchas, dignísimas todas. Sin embargo, aún no hemos sido capa-ces de disponernos a librar el más

decisivo de todos los combates, el que instalará, por fin, a la cultura y a la lengua mismas en el campo de batalla. Y quizá el primer paso consista, sencillamente, en dejar de pensarlas en singular, renuncian-do a traducir la infinita diversidad cultural americana a partir de un único patrón civilizatorio (euro-peísta y colonizador).

Pero ¿qué significa situar a la cultura en el campo de batalla?, ¿cómo podemos traducir la idea bajtiniana de la lengua como “su-perficie de conflicto”?, ¿de qué modo contribuir a que nuestra orgullosa gramática se deje afec-tar por el decir de los otros? An-tes de esbozar alguna respuesta posible, preferimos entablar un diálogo con un texto de María Pía López (5) a propósito de di-cha problemática. Esta socióloga y ensayista prefiere reemplazar la idea de batalla cultural (que alude a la obstinación combatiente de un pensar bélico que sólo puede arti-cularse como facción) por la idea gramsciana de hegemonía (que, en cambio, sin evadir el conflicto, nos permite traducir la voz del otro, re-cuperar sus valores y, sólo así, co-menzar la construcción de “lo co-mún”). Dice López: “En la batalla hay un nosotros y un ellos, claramen-te definidos. En los últimos tiempos, esa diferenciación no provino de una determinación económica –como la noción de clases o la distinción en-tre poseedores y desposeídos, o en-tre pueblo y oligarquía–, sino de una pertenencia simbólica a un linaje u otro del pensamiento y la cultura. No siempre es claro que ese dispositivo de reconocimiento, que solicita in-clusión en un conjunto definido por ideas y nombres, esté ligado a una afirmación efectiva de los derechos de los desposeídos. A veces sí. Otras, se convierte en ariete para la desligi-timación de ciertas reivindicaciones, cuya sola manifestación pública pue-de señalarse como mella a la pleni-tud de ese pueblo que la tradición o el linaje ha coronado” (2011: 6). La batalla que sí debemos dar –su-

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giere– es la que nos confronta con todo aquello (y con todos aque-llos) que reduce(n) y banaliza(n) lo que la actual coyuntura tiene de abierto, múltiple e imaginativo, en nombre de pretendidas identi-dades constituidas, confortables y cristalizadas; es la que nos ayu-dará a dirimir en cuáles luchas se pone en juego, efectivamente, la aventura emancipatoria.

Transitando este mismo camino, aunque con algunas críticas al ar-tículo de López, Eduardo Grüner (2011: 12) comparte el fastidio res-pecto de la expresión batalla cultu-ral, y se ocupa de fustigar los ges-tos reduccionistas (frecuentados por el revisionismo vulgar) consis-tentes en dividir a las sociedades en dos bloques claramente enfren-tados. Más que pensar en términos de una batalla cultural convendría –dice– abordar a la cultura como un perpetuo campo de batalla cuya verdadera “anomalía” son los pa-cíficos (y efímeros) instantes de aparente (re)conciliación. Siguien-do a Gramsci y a Bajtín (y a mu-chos otros) Grüner enfatiza que no es la conciliación sino el conflicto (de clases) el elemento articulador de toda sociedad y que la concilia-ción, en todo caso, sólo puede su-bordinarse al desarrollo de dicho conflicto. Pero lo que a este autor le interesa resaltar es la distinción entre una hegemonía conquista-da al calor de una construcción “nacional-popular” a expensas del Estado, y una hegomonía “estatal” construida a partir de la aceptación e inclusión de ciertas demandas en función del posicionamiento del Estado respecto del conflicto. A nuestro criterio, en este incipiente debate inaugurado por López y Grüner sobrevuelan los fantasmas de un más que interesante y ya clá-sico contrapunto entre Ernesto La-clau y Slavoj Zizek, aunque en este caso, con la mirada puesta (enho-rabuena) en este barro que aquí y ahora estamos pisando.

Al calor de estas voces y de estos debates que están comenzando a

multiplicarse, creemos imprescin-dible ir diseñando novedosas he-rramientas gramaticales (es decir, lingüísticas, epistémicas, filosóficas, culturales, etc.) para contribuir con la instauración de una gramática que nos permita relacionarnos en-tre nosotros y con los otros (es decir, dialogar, comunicarnos, disputar, confrontar, crear, construir espacios colectivos, organizarnos, producir arte y/o ciencia, etc.) de un modo diferente (libre, emancipado, no colonizado, hospitalario). Esta nue-va gramática no sólo se nutrirá de nuestras más significativas y críticas experiencias latinoamericanas (el muralismo, la literatura del boom, el barroco, la antropofagia cultural, el ensayismo, el “marxismo latinoame-ricano”, la teología tercermundista, el cine de liberación, cierto revisio-nismo histórico, la teoría decolonial, y tantas otras) sino también de todas aquellas miradas filosóficas, teóri-cas, artísticas y culturales europeas que contribuyeron a poner en crisis el paradigma racional-instrumental-patriarcal-racista-colonizador de oc-cidente.

Con temores, contradicciones y ambigüedades, en estos últimos años han venido ocurriendo, en la región (o quizá debiéramos decir que hemos logrado instaurar) algu-nos sucesos tan inesperados como esperanzadores: consolidación de la unidad regional del sur, creación de Estados plurinacionales, reparto de la tierra, castigo a los culpables del terrorismo estatal, matrimonio igualitario, significativos frenos al avance de las corporaciones em-presariales, producción de nuevos lenguajes, sentidos y experiencias populares, multiplicación de las voces, variadas resistencias, osados y abundantes desafíos, desobedien-cias epistémicas... Apenas un auspi-cioso despertar de la nueva gramática latinoamericana.

Notas(1) Durante su alocución en el Collège de France, con motivo de la “lección inaugural”, Roland Barthes –en un ges-

to decididamente focaultiano– lanzó su célebre provocación: el lenguaje es fas-cista, afirmó, ya que “no es tanto lo que impide expresar cuanto lo que obliga a decir”.(2) Puiggrós, Adriana (2011): De Si-món Rodríguez a Paulo Freire, Colihue, Bs. As. (3) Diario Página/12, 5 de junio de 2011.(4) A propósito de las humillaciones e injusticias a las que continúan sien-do sometidos los qom formoseños, Eduardo Grüner había reflexionado recientemente (2011a: 14), que el pro-blema qom (al igual que el de todas las etnias minoritarias) es inherente al modelo de acumulación capitalista, y que excede, por consiguiente, cual-quier amable voluntad de diálogo por parte de los funcionarios de turno. La contracara del colapso económico de Occidente –sostiene Grüner– es la exa-cerbación del racismo respecto de esos mismos pueblos arrasados por los im-perios. Las mitologías y cosmogonías de muchos de los “pueblos origina-rios” contemplaban formas de orga-nización y cooperación que suponían un respeto profundo por la tierra y la naturaleza, absolutamente incompati-ble con los avances del capital agrario, la minería contaminante y la especula-ción territorial y financiera. (5) Diario Página/12, 30 de mayo de 2011, pág. 6.

Textos citadosFernámdez Retamar, R. (1993): José Martí, la encarnación de un pueblo, Almagesto, Bs. As. Fernámdez Retamar, R. (2004): Todo Calibán, Clacso, Bs. As. González, Horacio (2011): “Sobre un vicepresidente”, Página/12, 5/6/11, pág. 18. Grüner, Eduardo (2011a): “Los qom y la (nueva) decadencia de Occidente”, Página/12, 16 de junio de 2011, pág. 14.Grüner, Eduardo (2011b): “¿Qué clase(s) de batalla es la `batalla cultu-ral´”, Página/12, 11 de junio de 2011, pág. 12.Kusch, Rodolfo (2007): “América profunda”, en Obras completas, tomo II, Edit. Fundación Ross, Rosario (Santa Fe). López, María Pía (2011): “Batallas y he-gemonías”, Página/12, 30 de mayo de 2011, pág. 6.Mignolo, Walter (2007): La idea de Amé-rica Latina. La herida colonial y la opción decolonial, Gedisa, Barcelona.

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Por María Gabriela Barro Gil

ivimos el fracaso del neoliberalismo. Los procesos de reconstrucción en mu-chos países de América Latina muestran claramente su oposición a políticas neo-liberales de saqueo del medioambiente, privatización y acumulación financiera. En los últimos diez años, el mapa político de la región ha cambiado. ¿Qué es lo que está pasando hoy? En este complejo en-tramado de políticas progresistas, revolu-cionarias, neodesarrollistas que gobier-nan los diferentes Estados de América Latina, coexisten procesos (incluso inter-nos a cada país) que lejos de implementar o promover estrategias que definan una independencia económica de EE.UU., agencian las políticas de dominación. Para abordar este resumido enfoque, La Tela se acercó al periodista y escritor Mo-desto Emilio Guerrero, honesto luchador venezolano, quien reside en nuestro país desde hace varios años y es autor de una

decena de libros, entre ellos Quién inven-tó a Chávez, y 12 Dilemas de la Revolu-ción Bolivariana.

“Dentro de cincuenta años, cuando los investigadores se pregunten qué es América Latina, el resultado que tendrán los obligará a pensar que en esta última década se modificaron las placas tectóni-cas que sostienen lo que conocemos hoy como América Latina”, expresa. Hacien-do un paralelismo interesante a partir de los términos utilizados desde la geología, es fácil interpretar el sentido que le da Modesto a estos corrimientos de placas tectónicas de los que “no se vuelve fácil-mente”. Si nos remontamos al proceso independentista de principios del siglo XIX, ello “implicó para esta parte del con-tinente un cambio tectónico, un cambio histórico, un corte vertical, se crea lo nue-vo acá”. Siguiendo con los grandes cam-bios ocurridos en la región, la Revolución Cubana fue otro quiebre de los lazos es-tablecidos, esta vez ya con EE.UU. como potencia dominante. A Cuba la rodearon otros procesos revolucionarios en dife-rentes países, que produjeron también “una modificación tectónica aunque más parcial porque no avanzó y no se conso-lidó. La muerte del Che Guevara es un símbolo de ese proceso que ya venía sien-

do derrotado poco a poco”. Y esta derrota significa que “algo fue derrotado”, algo que iría modificando la subjetividad.

En los finales del siglo XX, nuevamen-te asistimos a procesos de transforma-ción. ¿Qué es lo que ocurre hoy?, más precisamente, ¿qué es lo que ha ocurri-do en América Latina durante la última década? René Zavaleta, cuenta Modes-to Guerrero, definió esta etapa iniciada y atravesada por protestas populares, rebeliones, piquetes, dentro de la que surgieron grandes cambios, “como una reconstitución histórica de América La-tina, mutación histórica referenciada en los gobiernos de Bolivia, Ecuador y Venezuela”. Estos diez años fueron de “transformaciones tectónicas. Concre-tamente se pone en cuestión la política neoliberal y en 2005 es derrotado un pro-yecto de recolonización del continente: el ALCA. Producto de esta derrota emerge

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la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA)”, propues-ta integradora formulada por primera vez por el presidente venezolano Hugo Chávez en 2001. “El ALBA es un meca-nismo de integración de nueve países, todos pequeños, excepto Venezuela, que demuestra que existe otra forma de inte-grarse”. Y al hablar de bloques regiona-les nos remitimos también a la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) que cumple importantes funciones diplomá-tico-políticas. Otra búsqueda de integra-ción: “El próximo 5 de julio se fundará en Caracas una organización nueva semi-he-misférica que se llama Comunidad de Es-tados Latinoamericanos y del Caribe. Se compondrá de unos 29 países, es un or-ganismo sin Estados Unidos, sin Canadá, sin países dominantes, sólo para latinoa-mericanos y caribeños”. El horizonte de integración se ve claro y en permanente

búsqueda de caminos que permitan a la región fortalecerse y construir su propia estructura económica, política y social, no sólo alejados como región de la inje-rencia de EE.UU., sino para provocar el debilitamiento concreto de las políticas neoliberales que no han dejado de insta-larse en el territorio a través de diferentes brazos-pulpo que saquean la naturaleza de manera indiscriminada, o instalando bases militares estadounidenses, como ocurre en Colombia, o a corrompiendo funcionarios. Cierro con una reflexión de Modesto: “La historia es una diná-mica imparable de avances y retroce-sos, no hay vacios; América Latina hoy presenta síntomas de reversibilidad”, y estos síntomas pueden ser tratados me-diante el “fortalecimiento de mecanis-mos autónomos que promuevan pro-

cesos de transformación más radicales, más independientes, más desatados del control de EE.UU.”.

12 de junio de 2011

NotasRené Zavaleta Mercado (1937-1984): so-ciólogo boliviano. Su obra es clave con-ceptual de los acontecimientos latinoa-mericanos del siglo XX.Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA): República Bo-livariana de Venezuela, la República de Cuba, la República de Bolivia, la Repú-blica de Nicaragua y la Mancomunidad de Dominica, la República de Honduras, la República de Ecuador, San Vicente y las Granadinas y Antigua y Barbuda.Unión de Naciones Suramericanas (UNA-SUR): Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, Guyana, Paraguay, Perú, Surinam, Uruguay y Venezuela.

Dialogamos con Modesto Emilio Guerrero

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Entrevista a Pedro Brieger Los orígenes del cambio

paradigmático que se vive en Sudamérica, las coinciden-cias, divergencias, contradic-

ciones, fortalezas y desafíos que comparten los gobiernos de la región, son los ejes de la conversación que La tela mantuvo con el periodista y ana-lista internacional Pedro Brieger. Sin

dudas, una valiosa opinión para seguir reflexionando sobre un complejo pro-

ceso que está en pleno desarrollo.

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Por María Gabriela Barro Gil y Lucía Herrera

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La tela: El siglo XXI encuentra a va-rios de los países más importantes de la región en un nuevo rumbo políti-co, económico y cultural que rompe con la supremacía del neoliberalis-mo y el alineamiento con los intere-ses de los Estados Unidos. ¿Cuáles son las claves para entender este pro-ceso de cambio? Pedro Brieger: Creo que el primer elemento para tener en cuenta es el fracaso de las políticas neolibe-rales en los 90 y del Consenso de Washington, que tuvo tres pilares en la región: Carlos Salinas de Gor-tari en México, Alberto Fujimori en Perú y Carlos Menem en la Argen-tina. Se prometía que a través de las privatizaciones y el libre mercado habría un gran crecimiento, y propa-gandizaron la teoría del “derrame”. Para eso había que sacarse de enci-ma gran parte de las industrias del Estado, que eran calificadas como ineficientes, y tuvo lugar la ola pri-vatizadora en América Latina, de la cual nuestro país fue un caso testigo.

Lo que se vio finalmente es que esto benefició sólo a unos pocos. Se vendió un modelo para una sociedad que, por múltiples factores, estaba dispues-ta a recibirlo después de las dictadu-ras militares y de la derrota física, psi-cológica y política de quienes podrían oponerse a estas políticas.

Además, hay que recordar que el aparato estatal y las empresas de servicios públicos fueron destruidos de tal manera que, en el momento en que se plantearon las privatizaciones, eran realmente deficientes. La propa-ganda de que conseguir un teléfono era prácticamente imposible, era cierta. En definitiva, desde el poder político se contribuyó a destruir estas empresas, para después, por consen-so, lograr privatizarlas.

Pero tampoco se cumplieron las promesas en ese sentido, ya que sal-vo contadas excepciones, en lugar de haber múltiples empresas de servicios y costos más bajos, nos encontramos con que en muchos casos las empresas se convirtieron en monopólicas.

Y hubo otro elemento clave que los políticos y los comunicadores neo-liberales desdeñaron: creyeron que marginar a millones de personas, su-

mirlas en la pobreza no iba a generar protestas, y que la fuerza de su pro-paganda ideológica iba a ser tan fuer-te, que muy pocos cuestionarían esta realidad. Esto eclosiona con la re-vuelta de 2001 en la Argentina. Creo que ése fue un punto de inflexión muy importante, porque fue visto en América Latina como la revuelta con-tra las políticas neoliberales.

Lt: Llegados a esta nueva situación, ¿cómo calificaría entonces la relación con los EE.UU.?P.B.: Hay muchos elementos a con-siderar. Por un lado, para EE.UU., América Latina sigue siendo el pa-tio trasero. Y esto a pesar de que en los años 90 hubo muchas empresas europeas y chinas que, compitiendo con ellos, ganaron algunos sectores estratégicos. Sin embargo creo que, en el imaginario colectivo, la pre-sencia de Washington sigue siendo fundamental. No sólo porque nos siguen considerando el patio trase-ro, sino porque su capacidad de in-tervenir en la región no es la misma que la de los europeos.

Lt: De los países que podríamos en-globar dentro de un eje progresista, ¿en cuáles, a su juicio, se están apli-cando con mayor solidez o proyec-ción política los cambios? ¿Qué con-tradicciones subsisten?P.B.: Habría que analizar en pro-fundidad la situación en cada país, pero de todos modos se puede decir que en ninguno de estos casos hubo una revolución como la que hubo en Cuba en 1959 o en Nicaragua en 1979. Es decir, no hay destrucción del Estado ni de las Fuerzas Armadas, ni se establecieron sistemas económicos de características muy particulares como los que se llevaron adelante en Nicaragua y en Cuba.

Lo que sucedió en estos últimos años fue la aparición de nuevos lí-deres, que surgen tras el descrédito generalizado hacia los partidos hege-mónicos. Y en ese sentido creo que el caso de Hugo Chávez es paradigmá-tico. Acción Democrática y COPEI se repartieron el poder y gobernaron Venezuela durante 40 años, y lo aban-donaron dejando altísimos índices de

pobreza, cercanos al 80 por ciento, en un país que era conocido como “la Arabia Saudita de América Latina” por sus ingresos petroleros.

La aparición de nuevos movimien-tos y nuevos líderes –incluso sin par-tidos políticos, como el caso de Rafael Correa–, marca la descomposición de esas estructuras tradicionales. Lo que los define es, en primer lugar, el re-chazo a las políticas neoliberales. Pero también hay que decir que muchos de ellos continuaron aplicando estas po-líticas, o quedaron atrapados en el cor-set que les dejó el neoliberalismo. Hay procesos que no son fáciles de revertir.

Por lo tanto hay un espectro muy heterogéneo, de gobiernos muy diferentes entre sí pero que tienen también fuertes puntos en común: saben qué es lo que no quieren, sa-ben que su fuerza radica en la uni-dad (y allí la Unión de Naciones Suramericanas [UNASUR] es un instrumento clave), comparten el rechazo a la injerencia de EE.UU. y buscan un camino propio.

Luego, cada uno a su manera va realizando transformaciones en dis-tintas áreas. La Argentina elaboró y votó una Ley de Medios que es de lo más adelantado que existe en Améri-ca Latina. Los procesos constituyen-tes de Ecuador, Bolivia y Venezuela fueron muy interesantes, particular-mente por la participación popular que tuvieron. La declaración de Boli-via como Estado Plurinacional, la in-corporación de los indígenas en Boli-via y Ecuador, la recuperación en la Argentina de los fondos de jubilacio-nes que estaban en manos privadas, el proyecto “bolsa familia” o “ham-bre cero” en Brasil, son ejemplos de cambios que se dan de formas muy diversas en cada país.

Sin lugar a dudas América del Sur vive una coyuntura extraordinaria. Hay un conjunto importante de paí-ses que podríamos calificar como “progresistas”, con todas sus diferen-cias, que se necesitan y que colaboran entre ellos, que se sostienen mutua-mente. Esto se vio claramente en cada intento golpista, como sucedió en Bolivia y en Ecuador.

Hay una muy buena sintonía en-tre los presidentes de estos países,

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que se ve fortalecida por la cantidad de encuentros regionales, sectoriales, bilaterales o multilaterales que se rea-lizan, y que es algo que antes no su-cedía. Hace una década un presidente argentino viajaba a Brasil muy esporá-dicamente, y viceversa. Hoy las visitas y los encuentros entre representantes sudamericanos son constantes, van y vienen de aquí para allá todo el tiem-po. Ya Chávez llegando a la Argentina no es noticia, por ejemplo.

Lt: Habló de las fortalezas y puntos de acuerdo. ¿Cuáles serían las dife-rencias que podrían hacer peligrar un proyecto de unidad latinoameri-cana o de trabajo en común?P.B.: Me parece que todavía no hay un proyecto claro de unidad latinoa-mericana, no hay una conformación política sólida que permita avanzar en ese sentido. Creo que el que tiene más clara una visión estratégica, o quizás el único que tiene una pers-pectiva a largo plazo en América Latina, es Chávez. Por sus caracte-rísticas personales y políticas, es una máquina de tirar propuestas, como Petrocaribe, el Banco del Sur, y un

sinnúmero de proyectos en distintas áreas. El presidente venezolano lanza propuestas permanentemente y obli-ga a los otros a debatirlas.

Pero creo que no hay aún un con-cepto definido de unidad, sino un proceso que se va construyendo so-bre la marcha. Esto se ve claramente con la UNASUR. Cuando surgió esta propuesta, seis años atrás, no quedaba muy claro el objetivo. Algunos decían que era parte de la táctica de Brasil para reposicionarse en la ONU, lo cual es probable, pero sin lugar a du-das hoy UNASUR es otra cosa. Hoy, más que una herramienta económica es una herramienta política, aunque muy embrionaria, que busca marcar una presencia sudamericana.

Lt: Propuestas como la del Banco del Sur, ¿pueden fortalecer esta unidad?P.B.: Sí, sin dudas. Frente a la teoría de los bancos centrales independien-tes, que era uno de los pilares del neoliberalismo, la idea de una enti-dad financiera que podría permitir independizarse del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional es fundamental para América del Sur. Ya sólo el hecho de que exista y se de-bata esta propuesta es un paso ade-lante. Por otra parte, es un proyecto viable, pero al mismo tiempo eso no significa que efectivamente se pueda hacer. No es sencillo, ya que implica una disputa de poderes, hay mucho dinero en juego, y sobre todo implica un posicionamiento ante el mundo en el que no todos los países de la re-gión están de acuerdo.

Lt: Mencionó anteriormente la Ley de Medios sancionada en nuestro país como un avance significativo. Tanto en Venezuela, como en Boli-via y la Argentina, por citar algunos ejemplos paradigmáticos, se han generado reacciones en los sectores opositores que se propagan princi-palmente a través de los grandes me-dios de comunicación. A partir de las experiencias concretas que se dan en la región, ¿cuáles son a su juicio las herramientas más eficaces para en-frentar este poderío mediático?P.B.: Es muy difícil. El control hege-

mónico de los medios de comunica-ción lleva décadas, y eso no se revierte de la noche a la mañana. Menos con proyectos políticos que no plantean eliminar a la prensa opositora. Se la tolera aunque digan barbaridades, y lo que se intenta es construir medios alternativos. Pero esa es una tarea gi-gantesca. No es algo sencillo lograr que la gente cambie de diario. Tam-poco lo es tener suficientes periodistas en radio, en televisión, etc., con un dis-curso alternativo al hegemónico.

Pero me parece que hay muchos buenos ejemplos, como las radios co-munitarias, que florecieron en varios países, y algunos canales estatales de televisión que han demostrado que se puede hacer una política comuni-cacional diferente. Las radios comu-nitarias son además una muy buena herramienta para la participación popular. Pero hay países donde no hay muchas, y países que no tienen canales de televisión estatal, como en el caso de Brasil. En Brasil sigue im-perando la Red O Globo, que tal como ocurre con los canales privados vene-zolanos, ocupa el lugar de un parti-do político de oposición. Y todo esto sin mencionar la prensa escrita, que es muy cara y compite con nuevos medios de comunicación. La falta de agencias de noticias latinoamericanas que nutran de información diferente y alternativa a los medios hegemónicos también es un factor importante.

Lt: Puntualmente, un proyecto como es Telesur, ¿cree que puede ser un buen instrumento en ese sentido?P.B.: En parte, sí. Como resaltaba an-tes, también es un proyecto para la re-gión nacido en Venezuela. Pero hasta hoy siguen siendo sólo cuatro países los que lo integran, no es fácil imple-mentarlo, no es fácil encontrar perio-distas para Telesur, hay tradiciones muy diversas sobre cómo hacer perio-dismo que son difíciles de armonizar para integrar a otros países.

Lt: En esta nueva etapa también se dio, salvando importantes diferen-cias en cada país, una revisión his-tórica de las luchas populares y de la represión de las dictaduras, que tiene como punto más álgido la aper-

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tura de juicios por los crímenes de lesa humanidad en la Argentina. Te-niendo en cuenta lo que ocurrió por ejemplo en Uruguay con la Ley de Caducidad, ¿piensa que este debate implica un desafío importante para los gobiernos? P.B.: Los procesos fueron muy di-ferentes en cada país. Si bien varios sufrieron dictaduras, tuvieron un ca-rácter distinto en cada caso, y hubo países, como Venezuela, que no tu-vieron dictaduras en ese período. Sin embargo, los movimientos de Dere-chos Humanos han ocupado y siguen ocupando un lugar fundamental, y creo que el reconocimiento de que la cuestión de los derechos humanos tiene que tener una presencia central en la política de cualquier gobierno, es un avance muy importante.

En el caso particular de Uruguay, el debate sobre la Ley de Caducidad plantea varios problemas para el Frente Amplio. En primer lugar, es una ley heredada de un pacto entre los militares, el partido Blanco y el Colorado. En segundo lugar, hubo dos referéndums que no lograron anular la Ley. En tercer lugar, fue el propio Frente Amplio el que no impulsó una gran movilización para lograr la anulación. Por lo tanto, anularla por decreto, cuando tienen mayoría en el Parlamento, represen-ta un problema político. Ahí es don-de pesa la participación popular: hay cuestiones que sin apoyo masi-vo pueden crear una gran crisis polí-tica interna, y creo que esto es lo que le ocurre al Frente Amplio ahora.

Lt: Ya que menciona la importan-cia de la movilización popular, ¿cómo analiza lo que ocurre al res-pecto en Venezuela? ¿El pueblo está protagonizando genuinamen-te los cambios?P.B.: Creo que en Venezuela hay una batalla política muy fuerte, y que el pueblo está participando activamen-te en ella. Es un caso muy complejo, porque Chávez llega al poder sin partido político, con un movimiento muy minoritario, y comienza a cons-truir su fuerza política a partir de su carisma, del apoyo popular hacia su figura. De hecho, el ejemplo más con-

tundente fue el golpe fallido de 2002, donde son las masas populares las que reponen a Chávez en el poder. Es un caso único en la historia de Amé-rica Latina. También hay que tener en cuenta la Asamblea Constituyente, que desde el proceso de convocatoria hasta la votación fue muy importante para movilizar a la población.

De todas maneras hay muchos pro-blemas, corrupción, ineficiencia, el poder de los medios opositores, un partido (el Partido Socialista Unido de Venezuela, PSUV) todavía no consoli-dado, y muchas otras cuestiones que le juegan en contra al proceso revo-lucionario en Venezuela. No es fácil cambiar una mentalidad, no es fácil cambiar una realidad de décadas de pobreza. La movilización popular es clave para eso, y yo creo que Chávez lo entiende. Lo que ocurre es que las masas no pueden estar permanen-temente movilizadas. La gente está dispuesta a dejar todo por un tiempo, pero luego lo que todo el mundo quie-re es volver a su casa a mirar la novela, comer y trabajar en paz, pasar tiempo con la familia, etc. Crear los mecanis-mos de movilización y de integración es necesario y es muy positivo, pero no es fácil de lograr. Las reuniones constantes en la calle para tratar de cambiar la realidad se dan en circuns-tancias extraordinarias. Es utópico pensar que el estado de movilización puede durar mucho tiempo.

Lt: Respecto de Bolivia, en una nota publicada un año atrás, usted soste-nía la importancia de esta participa-ción para la continuidad del proce-so iniciado con el gobierno de Evo Morales, luego del triunfo sobre las ansias secesionistas de los sectores

más conservadores. ¿Qué lectura puede hacer hoy? ¿Qué incidencia tienen los reclamos y las moviliza-ciones como las que protagonizó la Central Obrera Boliviana en abril pasado?P.B.: El ascenso al poder de Evo Mora-les vino acompañado por una movili-zación popular muy importante. Pero después se dio esto que justamente es-tábamos mencionando: un momento de quietud, donde la gente no quiere ya tanto movilizarse sino que le exige al gobierno que sea él quien haga los cambios. Creo que en Bolivia está pa-sando esto, y que es aprovechado por movimientos de oposición, incluso de izquierda, que tienen mayor capaci-dad de movilización. Evo Morales se enfrenta justamente a ese problema: la construcción y la consolidación de un proceso revolucionario.

Lt: Teniendo en cuenta el anteceden-te reciente del golpe institucional en Honduras, el intento fallido en Ecua-dor y el de Venezuela en 2002, ¿cree que existe un riesgo real de interven-ción político-militar por parte de los EE.UU. o de otras potencias extranje-ras en Sudamérica?P.B.: Yo creo que hay un cambio en la estrategia. Más que un golpe de Esta-do al estilo tradicional, la tendencia actual es deslegitimar a los gobiernos, planteando, como en el caso de Hon-duras, que son estos presidentes pro-gresistas los que transgreden las leyes. Es lo que sucedió en Bolivia, cuando se lo acusó a Evo Morales de violar la Constitución. Es lo que se ve también en Ecuador. Creo que son nuevos me-canismos golpistas pero con caracte-rísticas diferentes.

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Por Claudio Véliz (Director) y Carlos Zeta (Jefe de Redacción)

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En Montevideo es la hora de la sies-ta. Caminamos por las calles de la Ciudad Vieja hacia la zona del mer-cado del puerto, más precisamente hacia Ituzaingó 1447. Allí, en esa dirección, en los poco más de cin-cuenta metros cuadrados donde, desde 1877, se construyen pedazos inestimables de la historia y la cul-tura montevideanas, nos espera el más emblemático, consecuente y famoso de sus ilustres parroquia-nos: Eduardo Galeano. ¿En qué otro sitio habríamos de encontrarnos con este entrañable representante de lo mejor de la cultura de este sur del mundo, si no en el Café Brasilero? Arrasado por la dictadura militar, vuelto a reconstruir pedacito por pedacito, sometido a nuevos cierres, defendido con uñas y con dientes, el primer café de la ciudad oriental es, también, el último en su estilo. El propio Galeano lo defendió con cuerpo y alma. “En el primer cierre que sufrió después de la democra-cia, de los dos que hubo, yo armé lío, y conseguí que se hiciera un movi-miento de defensa del café; y logra-mos reabrirlo. Nunca recurro a la te-levisión ni nada, pero ahí sí. Volvía de un viaje, y siempre cumplo con el rito, cuando regreso, de venir aquí a tomarme algo, un cafecito, una cerveza. Llegué y estaba cerrada la

persiana. Me produjo una impresión tal que casi me atropella un camión. Me quedé tieso, ahí en el borde de la vereda; bajé, pasaba un camión que me rozó la espalda, y armé tre-mendo lío. ¡Cómo era posible, una ciudad con tan poca memoria!”. Nos invita a sentarnos. Sorbe un poco de su té. Mira con los ojos luminosos, pasea su mirada, invitándonos a se-guirlo, por las paredes donde, ade-más de las suyas, hay fotos de otros habitués como Enrique Estrázulas e Ignacio Suárez, con láminas de esti-lo art nouveau, recortes de diarios o imágenes de Carlos Gardel. Es una reliquia, un lugar lleno de encanto, pequeño y cálido. Mirar las paredes es no dejar de imaginar cómo sería la vida en aquel Montevideo de fi-nes del siglo XIX y principios del siguiente. “Es el único que queda de los cafés que me formaron a mí. Yo me formé en los cafés, no tuve estu-dios formales. Hice seis años de es-cuela, uno de secundario, y después me formé en los cafés. De esos vie-jos cafés de Montevideo, sólo queda éste. Como dice el tango, `la piqueta fatal del progreso´”. Con nosotros, Eduardo Galeano.

La tela: Se nos hace inevitable co-menzar la charla en torno a los cafés, Eduardo. Montevideo no es la única

ciudad que padece estos desplantes contra la historia. Pienso ahora en El Ayllu, el café más tradicional del Cusco, desalojado por el Arzobis-pado, después de 37 años, para dar lugar a una cadena de comida rápi-da. ¡En el Perú, cuya gastronomía es considerada un patrimonio inmate-rial de la humanidad!Eduardo Galeano: Comida de plás-tico versus comida de verdad. La guerra del plástico contra la made-ra, un rico café que es una madera, siendo el envase, el mundo del uni-verso plastificado. Yo trabajé acá a la vuelta durante bastantes años en un semanario que se llamaba Marcha, que quedaba acá nomás, y del que era jefe de Redacción. Y acá nomás, en la esquina, sobre Rincón, había un café viejísimo donde había escri-to sus obras Florencio Sánchez…

Lt: Nada menos…EG: Que escribía con formularios de telégrafos porque era un hombre de poquísimos recursos. Entonces se iba al telégrafo que quedaba en la calle Sarandí, robaba formularios y se iba al café… Bueno, en el café te-nían un altarcito para Florencio, de-dicado a él, con una foto, y había una velita que siempre estaba ardiendo. Muy modesto el altarcito. Y los mue-bles, que eran una maravilla, de la

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que ver con la lógica de la sociedad de consumo, que te obliga a cambiar todo cada tres o cuatro años, las vaji-llas viejas no valen nada… y bueno.

Lt: ¿Y ese bar sobre Rincón?EG: No, ahora hay una galería de arte creo, igual una paradoja, reve-ladora de lo que pasa con la custodia de la memoria en países latinoame-ricanos, es quiénes nos preocupa-mos y nos ocupamos de conservar esta memoria histórica y cultural. Los conservadores somos los de iz-quierda, porque los que se supone que tienen que conservar, puesto que se llaman “conservadores”, te venden a la abuela… Te venden lo que le quieras comprar, la abuela, la tía abuela, las alhajas de la abuela, y en cambio los de izquierda somos los que defendemos, por ejemplo en Ouro Preto. Ouro Preto se salvó por la gente de izquierda, los ecologis-tas progre, los verdes de izquierda; porque si hubiera sido por los otros, por los amos de Ouro Preto, vendían hasta la última esculturita… no que-daba nada.

Lt: ¿Qué es la historia? ¿Cómo la piensa desde la perspectiva que tie-ne hoy, luego de la publicación de Espejos?EG:: Todos hacemos la historia, aun-que no sepamos que la hacemos, como hablaba en prosa aquel per-sonaje de Molière que no sabía que hablaba en prosa. Pero ocurre que a la historia la cuentan los vencedores, que son también sus vendedores.

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época de las vacas gordas, impor-tados de Viena; tenía unas mesitas preciosas con mármol, con madera, una maravilla. Y había ido pasan-do de mano en mano el café, hasta que quedó en manos de un gallego lindísimo, un tipo entrañable, con el que me encantaba hablar. Evo-caba su aldea, sus vaquitas… pero era bastante bruto. Entonces un día llego y me encuentro con que había plastificado todo. Aquellos muebles maravillosos… pero jamás cometí la

ofensa de decirle, “mirá Ramón, yo te quiero comprar esto…”, porque me parecía una barbaridad, un sacri-legio. Ahora, un día llego y me en-cuentro que los muebles no estaban, ni uno solo. Todo eran muebles de fórmica… y el gallego que me recibe feliz, me da un abrazo, estaba en-cantado… por el negocio que hizo. Me dice “Vino un señor buenísimo, y le vendí toda la madera, me cam-bió todas las cosas viejas que tenía por estas que están nuevitas… ¡y no tuve que pagar nada!”. Yo me quedé mudo un rato largo, él pensaba que de la emoción… de lo bien que le ha-bía ido, de la gran jugada que había hecho el pobre Ramón. Me quedé así como vos, no podía reaccionar. Las barbaridades que se hacen… Tiene

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falta nos hacía. Y quiero dar las gracias a la Argentina, el país que más ha avanzado en la lucha para liquidar la impunidad, que tan in-vulnerable parecía.

Lt: ¿Cree que algunos pueblos lati-noamericanos están encarando, por fin, una tarea, al menos, reparadora de nuestras heridas abiertas?EG: Sí, hay una linda energía que se está desplegando en varios países. Me temo, sin embargo, que algunos gobiernos progresistas todavía no han comprendido que la lucha por los derechos humanos y la lucha por los derechos de la naturaleza son dos nombres de la misma dignidad. Todavía nos queda mucho camino por recorrer en la defensa de nues-tros recursos naturales, como si más de cinco siglos de experiencia no nos hubieran enseñado que los recursos naturales se van sin decir chau, ni gracias, ni nada.

Lt: Las revoluciones modernas, abruptas, violentas, parecen haber pasado. ¿Qué formas tiene la revo-lución hoy? ¿Qué formas tendrá, si es que todavía tiene pensado venir? ¿Qué paradigmas le parecen sepul-tados definitivamente?EG: Yo no soy profeta, ni lo quiero ser. Si la palabra revolución define un cambio profundo, lo importante es que el cambio ocurra, y no la for-ma que tenga: que el cambio tenga la forma que quiera tener. Los profetas fracasan, y los enterradores también. El capitalismo ha demostrado que tiene más vidas que el gato, pero eso no significa que sea eterno: en tér-minos históricos, lleva poco tiempo de vida, aunque padezca una precoz decrepitud. Y la revolución… qué sé yo, tantas veces me han invitado al velorio y sin embargo las revolucio-nes siguen ocurriendo, a veces tan callando. Recordemos aquella sen-tencia sobre el fin de la historia; eso fue nomás que una broma pasajera: la historia es la vida, vida que vive, vida que cambia, y la vida nace de nuevo cada mañana.

Lt: ¿Cómo ve esta decisión de co-menzar a saldar algunas de las tantas deudas de nuestras democra-cias, al cabo de años de lucha de los organismos de derechos humanos?EG: Es una descarga de Vitamina E, “e” de esperanza, que buena

Eduardo Germán María Hughes Galeano nació en Montevideo, el 3 de setiembre de 1940. Fue distinguido con el premio Stig Dagerman (2010) y la Medalla Bi-100 (2011), entre otros. Es considerado uno de los más destacados escritores de la literatura latinoamerica-na. Publicó, entre tantos otros, los libros Memoria del fuego (1986), Las venas abiertas de Amé-rica Latina (1971), El libro de los abrazos (1989), Nosotros decimos no (1989), Las palabras andantes (1993), El fútbol a sol y sombra (1995), Patas arriba: Escuela del mundo al revés (1998), Espejos. Una historia casi universal (2008); algunos de los más conocidos han sido traducidos a veinte idiomas. Sus trabajos trascien-den géneros ortodoxos, com-binando documental, ficción, periodismo, análisis político e historia. Niega ser un historia-dor: “Soy un escritor que qui-siera contribuir al rescate de la memoria secuestrada de toda América, pero sobre todo de América Latina, tierra despre-ciada y entrañable”.

No asistimos en estas tierras a la infancia salvaje del capitalismo, sino a su cruenta de-crepitud. El subdesarrollo no es una etapa del desarrollo. Es su consecuencia. El sub-desarrollo de América Latina proviene del desarrollo ajeno y continúa alimentándolo. Impotente por su función de servidumbre internacional, moribundo desde que nació, el sistema tiene pies de barro. Se postula a sí mismo como destino y quisiera confundirse con la eternidad. Toda memoria es subver-

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Lt: El gobierno cubano ha comenza-do a liberar a algunos de los presos “políticos”, y está propiciando un debate sobre algunas de las tantas asignaturas pendientes en la isla. ¿Le sigue doliendo Cuba? EG: Cuando yo decía, en Cuba, que la omnipotencia del Estado no es la mejor respuesta a la omnipotencia del Mercado, los cubanos se mostra-ban siempre abiertos a la discusión, pero fuera de Cuba más de uno me echó el mal de ojo. Ahora los cam-bios no sólo son imprescindibles, también son inevitables. Ojalá Cuba consiga mantener viva, por encima de todo, su energía solidaria, y ojalá no afloje ni un poquito su dignidad patriótica.

Lt: A partir de la sanción, en nuestro país, de una nueva Ley de Medios, algunos otros países de la región (como Uruguay, Brasil y Ecuador) han entendido que había llegado el momento de revisar sus respec-tivas legislaciones. ¿Cómo podría caracterizar el problema mediático en Uruguay?EG: Se necesita una ley de medios, no para limitar el derecho de expre-sión, sino para multiplicarlo. Actual-mente, los medios más poderosos ni siquiera cumplen la ley vigente, y ya han puesto el grito en el cielo ante una nueva ley que todavía no existe. Eso se llama cola de paja.

Lt: La Cámara de Diputados del Uruguay declaró a 2011 como año de “Celebración del Bicentenario del Proceso de Nuestra Emancipa-ción”, en el marco de la lucha de los pueblos americanos por su autode-terminación, reconociendo la parti-cipación central de la figura de José Artigas. ¿Cómo imagina el Bicente-nario del Uruguay?EG: La independencia es todavía, en nuestros países, una tarea por hacer. Artigas sigue preso en un horroroso mausoleo, que la dictadura militar construyó para que no se escape.

Lt: Volviendo al problema de la memoria, ¿cómo imagina un ejerci-cio colectivo de rememoración que no se convierta en una ritual repeti-ción del pasado pero que tampoco termine por confundirse con una política del olvido?EG: La memoria se aburre en los museos. Ella quiere acompañar la vida viva, además de recordarla. La memoria sólo tiene sentido cuando nos invita a caminar y nos ayuda a levantarnos en los inevitables trope-zones del camino.

Lt: Lautaro, de apenas 16 años, está enamorado de El libro de los abra-zos, al que consideramos una obra de doble mirada: una que apunta derecho al corazón, y la otra que nos perfora la cabeza. ¿Cómo re-

siva, porque es diferente, y también todo proyecto de futuro. Se obliga al zombi a co-mer sin sal: la sal, peligrosa, podría desper-tarlo. El sistema encuentra su paradigma en la inmutable sociedad de las hormigas. Por eso se lleva mal con la historia de los hom-bres, por lo mucho que cambia. Y porque en la historia de los hombres cada acto de destrucción encuentra su respuesta, tarde o temprano, en un acto de creación.

Las venas abiertas de América Latina

Lt: Venezuela, Bolivia, Ecuador, Brasil, Uruguay, Paraguay y Argen-tina han decidido dejar atrás (en al-gunos casos de un modo más deci-dido, y en otros, con mayor tibieza) las recetas neoliberales de los no-venta. Más que como deseo persis-tente, ¿Ud. imaginó alguna vez que a principios del siglo XXI íbamos a ser capaces de consolidar un proce-so de integración latinoamericana como el que estamos viviendo?EG: En eso estamos, pero queda mucho camino por recorrer. Es la herencia maldita del desarrollo desigual, que ha generado agudas contradicciones dentro de nuestro espacio compartido: las cadenas de la opresión no están hechas sola-mente de dos eslabones, de alguna manera cada eslabón somete a otro, o quiere someterlo.

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cuerda este texto tan maravilloso y por qué cree que le pudo haber impactado a un adolescente que ni siquiera había nacido cuando usted lo concibió?EG: Quizás Lautaro se sintió abraza-do. Por algo el libro se llama como se llama. Se lo voy a contar (al libro) porque a él le gusta saber que está cumpliendo su destino.

Galeano nos había anticipado, antes de la entrevista, que sólo podría dis-poner de unos minutos. Sus estadías en Montevideo, luego de agotadores viajes internacionales, de los mu-chos compromisos culturales, políti-cos, editoriales, pero también de los tantísimos movimientos sociales que desde todos los rincones reclaman su presencia, su palabra, su apoyo, son cada vez más motivo de descan-so, de cuidado de su salud y de sus esfuerzos. Sin embargo, han pasado casi dos horas. En El Brasilero se han renovado algunos parroquianos y una pareja toma fotos de sus paredes y de sus mesas. Quizás ya sepan que desde la Intendencia de Montevideo fue declarado de Interés Cultural, convirtiéndose en el primero del ru-bro en recibir ese reconocimiento. Es “el último exponente de la estirpe de muy notables cafés montevideanos del 900”, según el libro Boliches Mon-tevideanos, de Delgado Aparaín. Du-rante el siglo pasado compitió con-tra otros míticos cafés como El Tupí Nambá, El Británico y Ateneo, pero sólo El Brasilero sigue funcionando. Sabemos que este momento mágico se acerca a su fin. Entonces, nos to-mamos un atrevimiento.

Lt: ¿Dónde nos recomienda ir antes de dejar Montevideo?EG: Al Parque Rodó, al Museo To-rres García. Investiguen y pregun-ten por el Museo Figari, que vale la

Celebración de la fantasíaFue a la entrada del pueblo

de Ollantaytambo, cerca del Cuzco. Yo me había despedido de un grupo de turistas y estaba solo, mirando de lejos las ruinas de piedra, cuando un niño del lugar, enclenque, haraposo, se acercó a pedirme que le regala-ra una lapicera. No podía darle la lapicera que tenía, porque la estaba usando en no sé qué abu-rridas anotaciones, pero le ofrecí dibujarle un cerdito en la mano.

Súbitamente, se corrió la voz. De buenas a primeras me en-contré rodeado de un enjambre de niños que exigían, a grito pelado, que yo les dibujara bi-chos en sus manitas cuarteadas de mugre y frío, pieles de cuero quemado: había quien quería un cóndor y quien una serpiente, otros preferían loritos o lechuzas y no faltaba los que pedían un fantasma o un dragón.

Y entonces, en medio de aquel alboroto, un desamparadito que no alzaba más de un metro del suelo, me mostró un reloj dibu-jado con tinta negra en su mu-ñeca:

–Me lo mandó un tío mío, que vive en Lima– dijo.

–Y anda bien–, le pregunté. –Atrasa un poco–, reconoció.

El libro de los abrazos

pena. Figari fue un tipo muy progre, muy macanudo, y abogado defensor de causas perdidas, filósofo, un tipo muy interesante, y empezó a pintar a los sesenta años. Pintó en París. Cuando se jubiló se fue a vivir a Pa-rís, y ahí, de tanto ver arte, se le dio por pintar y pintó su memoria de Montevideo. Y del Uruguay; pintó escenas de campo, bailes, candom-bes, todo ese mundo desde su me-moria, y fue la pintura más urugua-ya de todas, que fue hecha en Fran-cia, paradójicamente.

Lt: Es inevitable pensar en Cortá-zar, esa literatura tan argentina es-crita en París…EG: Exactamente igual. Nació en Bruselas, y hablaba con la erre fran-cesa, una literatura argentinísima y la hizo allí. La geografía no importa, lo que importa es la casa que lleva-mos a cuestas, que llevamos pues-ta. El caso de Julio además es muy, muy especial porque, ahora en esta sociedad exitista donde todos los es-critores están locos por los premios (yo recibo premios también, pero no me los creo) Julio no recibió ni un solo premio. Nada. Ni siquiera un premio de barrio, algo. De buen vecino… nada… nunca le dieron un premio.

Lt: Es verdad, es algo notable.EG: Él era así tan… tímido, reserva-do, tan cuidadoso, nunca tampoco lo dijo. Pero nunca recibió nada.

Lt: Si tal cosa existe, Eduardo, ¿cuál es la cultura de nuestro tiempo?EG: Una cultura de la violencia y del consumo, que nos ordena matarnos los unos a los otros y exprimir el pla-neta hasta la última gota de su jugo. Pero este mundo está embarazado de otro mundo. En la barriga, ese mundito nos espera.

Producción general: Julia Aibar y Paula Terzoli. Fotografías págs. 32-33 y diseño: Julia Aibar

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l gran historiador y maestro de historiadores, Fernand Braudel (1976) nos enseñó que en la historia humana —¿hay alguna otra historia que no sea huma-na?— laten tres tiempos: un tiempo geográfico (“es la historia del hombre con el medio que lo rodea, una histo-ria lenta en fluir y en transformarse”), un tiempo social (“es la historia de los grupos y las agrupaciones, las civili-zaciones, los estados, las economías, las sociedades”) y un tiempo individual (“es la historia de los acontecimientos, la historia tradicional, de las oscilaciones breves, rápidas y nerviosas”). El propósito de este texto es analizar lo que para muchos es el quiebre de una época, el fin del neoliberalismo en América Latina.

Para eso vamos a detenernos a pensar en los úl-timos 40 años aproximadamente. Algo así como el tiempo social, el tiempo medio del que hablaba Braudel. Vamos a tomar el período que va desde el Cordobazo en 1969 hasta el 2010, bicentenario de la Revolución de Mayo. Esta cercanía temporal trae muchas dificultades para el análisis, pero este tra-bajo más que un artículo de historia es un intento de reflexión sobre nuestro tiempo.

Una definición de Estado. Estado y régimen político

El Estado es la expresión del resultado de las rela-ciones sociales capitalistas. El Estado moderno, para Engels, es el protector de los intereses generales del capitalismo, protege al modo de producción en su conjunto, en contra y por encima de los intereses particulares de los capitalistas individuales, en cada momento histórico. De esta forma, el Estado —que es la expresión histórica del resultado de la lucha de clases— “aparece como un poder público impersonal, que no pertenece a nadie en particular. Se encuentra por encima de todos y se dirige a todos” (1). Esta aparien-cia desaparece cuando la sociedad capitalista está en riesgo, es decir cuando se agudiza la lucha de clases. Ahora bien, la forma y las modalidades que adquie-

Por Carlos Ricciardelli

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desde el Cordobazo hasta la derrota militar de la ofensiva montonera y aniquilamiento de la “facción revo-lucionaria/transformadora”.

m Triunfo y consolidación del régi-men neoliberal (1983- 2000)

“(…) En este contexto, el Presidente Bush ha lanzado la Iniciativa para las Américas, lo que ha generado una lógi-ca expectativa (…) La mera posibilidad de un acuerdo de alcances globales, que enlazaría las tres Américas en un gigan-tesco proyecto de integración industrial y comercial, es bienvenida.” (Menem, Cumbre Iberoamericana de Guada-lajara, 18 de junio de 1991).

m Crisis política, económica y social del régimen neoliberal (2000 – 2002)

Nuevo cuestionamiento al Estado capitalista. Recesión económica, auge de los movimientos de desocupados y de los piquetes como metodología de lucha. Corralito bancario, estallido del 19 y 20 de diciembre. Surgimiento del movimiento asambleario, pedidos de reforma constitucional.

m Abandono del neoliberalismo e instauración de un régimen popular reformista democrático (2003 - has-ta hoy).

Por lo tanto, y como habíamos se-ñalado al inicio del trabajo, lo que ha sido modificado en una serie de acontecimientos —el tiempo corto, las oscilaciones nerviosas— como los estallidos populares del 19 y 20 de di-ciembre de 2001, el final del Alca en la Cumbre de Mar del Plata en el 2005, la estatización de las jubilaciones, ins-tauración de paritarias salariales y la Asignación Universal por Hijo en el campo político-económico; como la nueva Ley de Medios Audiovisuales y la Ley de Matrimonio Igualitario en el campo de lo social, es el régimen neoliberal, y muestran, asimismo, el inicio de un camino hegemonizado por un nuevo régimen. Régimen que debido a las fuertes intervenciones del Estado en el campo económico, político y social, lo categorizamos como popular reformista democrá-tico. Si bien nos hemos centrado en

el análisis de nuestro país, podemos señalar algunos acontecimientos lati-noamericanos que se encuentran en dicha línea: la llegada al gobierno de Hugo Chávez en Venezuela en 1999 y la victoria sobre el golpe militar de 2002 llevado adelante por el poder económico y el apoyo de los EEUU. El triunfo sobre el golpe le permitió profundizar el camino hacia el Socia-lismo del siglo XXI (2) que mencionó por primera vez en la Cumbre de los Pueblos de Mar del Plata en el 2005. En esa misma cumbre estaba Evo Morales que venía de acompañar las luchas populares bolivianas conoci-das como la Guerra del Agua en el 2000 y la Guerra del Gas en el 2003 en las cuales, los movimientos indí-genas, tanto campesinos como clase obrera, habían logrado desalojar del gobierno a Sánchez de Losada, luego de dos meses de lucha que se lleva-ron la vida aproximadamente 60 per-sonas. Evo asume el gobierno en ene-ro de 2006 y enseguida nacionalizó los yacimientos gasíferos e impulsó una profunda reforma constitucional que otorgó mayor poder y partici-pación a las distintas comunidades indígenas hasta declarar a Bolivia Es-tado Plurinacional. Por su parte, Lula Da Silva ganó las elecciones por dos veces consecutivas y gobernó Brasil desde el 2003 hasta el 2010 pasándole el gobierno a Dilma Russef, otra líder del Partido de los Trabajadores. En Ecuador las protestas de abril de 2005 culminaron con la fuga del entonces presidente Lucio Gutiérrez que debió refugiarse en la embajada de Brasil. Por aquellos días la ciudad de Qui-to se estremeció al grito de “Que se vayan todos”. Rafael Correa, nuevo ministro de economía, anunció una nueva política que privilegie el gas-to social sobre el de la deuda exter-na, provocando que “ciertos sectores de la bancocracia pongan el grito en el cielo y el BID y el BM han anunciado el bloqueo de flujos de préstamos” (3). En agosto de 2006 se postula como candidato a presidente obteniendo

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re el Estado en su intervención social es lo que llamamos régimen político. Ante una determinada situación o crisis, el Estado moderno capitalis-ta dispondrá una serie de medidas conforme se encuentren las relacio-nes sociales de dominación en ese momento histórico. Esa interven-ción estatal se realiza a través de la política económica que deciden los representantes del régimen político que controla y/o domina el Estado.

El Estado argentino de la dictadura militar de los setenta dispuso un régi-men político, social y económico dis-tinto del Estado argentino de los 90 y a su vez distinto del Estado actual. El “mismo Estado” aplicó distintos regí-menes políticos pero todos destinados a permitir el desarrollo capitalista. En palabras de los sucesivos gobernantes de turno: “salvar la Patria de intereses foráneos y reorganizarla dentro del mar-co Occidental y Cristiano”; “Operación sin anestesia que permita el libre desa-rrollo de las fuerzas productivas que nos lleven al Primer Mundo”; “Invertir y ge-nerar puestos de trabajo que permitirán la inclusión social”.

Esta distinción entre Estado y régi-men político es fundamental porque evita creer que al cambiar el régimen político se modifica la naturaleza ca-pitalista del Estado.

En principio podemos establecer los siguientes recortes, pequeños procesos jalonados de acontecimien-tos que conforman un tiempo medio:

m Tensión por la disputa del con-trol del Estado (1969 – 1982)

Que comprende el período que va

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una gran victoria. Asume el gobier-no en 2007 y a fines de septiembre de 2010 resistió un intento de golpe de Estado por parte de la policía local. El presidente Correa ha manifestado públicamente y en varias ocasiones la intención de sumarse a Venezuela en la construcción del socialismo del siglo XXI. Aquí es necesario aclarar que esta nueva manera de encarar la construcción de una sociedad socia-lista acepta la propiedad privada (4). También es importante destacar el camino, no sin enormes dificultades, iniciado por Fernando Lugo en Para-guay, el regreso de cierto “aire san-dinista” en Nicaragua y la reelección del Frente Amplio en el Uruguay. Salvo la derrota de la Concertación chilena y el golpe triunfante en Hon-duras, los regímenes neoliberales se encuentran en retirada en la mayoría de las provincias de la Patria Grande.

Sin embargo, todos estos procesos llevados adelante en las distintas naciones latinoamericanas son in-cipientes. Salvo los casos de Cuba y Venezuela, el resto de las expe-riencias mencionadas tienen pocos años para considerarlas afianzadas. Modesto Guerrero cuenta en su libro sobre los dilemas de la Revolución Venezolana, “que la más importante conquista de la revolución bolivariana es haber sobrevivido más de diez años (…) porque la medida de duración de los gobiernos nacionalistas durante el siglo XX (en toda Latinoamérica) fue de 5, 4 años” (5).

No hay dudas acerca de los cambios producidos en los últimos años en la mayoría de las naciones latinoameri-canas(6) sin embargo, el tiempo de di-chos regímenes aún no llega al tiempo de mediano plazo como señalaba Brau-del, “el tiempo de las sociedades”. Por lo tanto sus reformas son aún muy leves y escasas, falta enraizarlas con cambios estructurales que modifiquen considerablemente la distribución de las riquezas que son el producto del esfuerzo de las mayorías trabajadoras de nuestros pueblos.

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ColofónEn las últimas semanas de 2010 se

produjeron algunos hechos en Bs. As. y en Bolivia que señalan o ponen de relieve algunos temas pendientes. Las ocupaciones de tierras en la Ciu-dad Autónoma de Buenos Aires y las protestas ante el terrible aumento en los precios de los combustibles en Bolivia. En ambos hechos hubo pro-testas violentas que obligaron a los Estados a una nueva intervención. A negociar y desalojar por un lado, y a dar marcha atrás con los aumen-tos en otro. Esto muestra al menos dos cosas: la capacidad de reacción a favor de las demandas populares y la evidencia de problemas estruc-turales que aún no han sido resuel-tos. Si bien el populismo reformista democrático inició un cambio que ya deja señales en la historia y en nuestros cuerpos latinoamericanos, aún nuestro continente sigue siendo el más desigual del planeta. Toda-vía debemos avanzar hacia reformas más profundas que lleven a una justa distribución de las riquezas.

BibliografíaQuiroga, Hugo (1985), Estado, crisis eco-nómica y poder militar (1880-1981), Centro editor de América Latina, Buenos Aires.Guerrero, Modesto (2009), Venezuela, diez años después: dilemas de la revolución bolivariana. Ediciones Herramienta, Buenos Aires.Braudel, Fernand (1976), El Mediterrá-neo y el mundo mediterráneo en la época de Felipe II, Prólogo, Fondo de Cultura Económica, México.“Bolivia. ¿Rumbo al socialismo?” Re-vista Sudestada, N° 86. Marzo 2010.Entrevista a Alcira Barcena, secretaria ejecutiva de la Cepal. Cash, suplemento de economía de Página/12, 19/12/2010.

Notas1. Eugeny Pa sukanis, “La théorie Géne-ral et le marxisme”, en Quiroga, Hugo (1985) Estado, crisis económica y poder mili-tar (1880-1981), Centro editor de América Latina, Buenos Aires.2. “Hemos asumido el compromiso de dirigir la Revolución Bolivariana hacia

el socialismo y contribuir a la senda del socialismo, un Socialismo del Siglo XXI que se basa en la solidaridad, en la frater-nidad, en el amor, en la libertad y en la igualdad”, discurso a mediados de 2006. Además, este socialismo no está predefi-nido. Más bien, dijo Chávez: “debemos transformar el modo de capital y avanzar hacia un nuevo socialismo que se debe construir cada día”. INCES del Ministe-rio del Poder Popular para las Comunas y Protección Social. Gobierno Bolivariano de Venezuela.3. La Jornada/http://www.aporrea.org (24 de abril de 2005). 4. Para demostrar que no está contra la propiedad privada, Chávez leyó la pro-puesta de reforma del artículo 115 en la que se dice que “la propiedad privada es aquella que pertenece a personas natura-les o jurídicas y que se reconoce sobre bie-nes de uso y consumo y medios de pro-ducción legítimamente adquiridos”. En El Universal, edición digital, del 26/8/2007.5. Guerrero, Modesto (2009), Venezuela, diez años después: dilemas de la revolución bo-livariana, Ediciones Herramienta, Buenos Aires.6. El Mercosur es, en gran medida, la co-lumna vertebral del régimen popular re-formista democrático. En sus cinco países se encuentra el 68% de los 570 millones de latinoamericanos que vivimos en la inci-piente UNASUR.

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“ ero… ¿Qué era, exactamente, un nombrador? ¿En qué consistía su actividad? Me lo explicó detallada-mente mi compadre Miguel, y ahí va: Es sabido que las ánimas de los que mueren fuera de su hogar, apar-tados de los afectos, imposibilitados de recibir el último adiós de los su-yos, corren parejas con las de aque-llos que no reciben cristiana sepultu-ra y no descansan porque no tienen dónde: penan vagando en medio de

la noche, espantando a los vivientes con tristísimos silbidos que vuelven locos a quienes les responden. Para liberarlas, a unas y a otras, de su tor-mento, es necesario que alguien salga al campo a la medianoche y preferen-temente cuando no hay luna, a lla-marlas por largo rato por su nombre [...] las Madres, a nuestro modo, so-mos… `nombradoras´. Hemos salido al descampado de las plazas a gritar nombres en la noche más lóbrega de

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Por Julia Aibar (Consejo de Redacción)

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nuestra historia […] los hemos enco-lumnado en nuestras publicaciones, escrito en los billetes, bordado en nuestros pañuelos: Hemos dado a co-nocer sus historias […] después vino el solidarizarnos y reunirlos en ese 30.000 que es hoy la cifra del espanto, pero también del amor”.

Las líneas arriba reproducidas son parte de un artículo que escribió Graciela González de Jeger en mar-zo de 1999 para el Periódico Madres de Plaza de Mayo. Unos cuantos años más tarde, en 2010, Sara Mrad decía de Graciela en “Notas para una bio-grafía” (Graciela González de Jeger: 2010): “Su avidez por la lectura la llevó a adueñarse de las palabras, palabras impecables, sazonadas con lujo de detalles cuando minuciosa-mente desgranaba anécdotas […] pero las que jamás olvidaremos son las palabras justas […]”.

Fue así, Graciela se adueñaba de las palabras; tanto que tomó la pa-labra Madres para transformarse en una de ellas, aun cuando no fue un hijo o una hija lo que la dictadura genocida le arrebató. Fue ella la se-cuestrada luego del golpe, y también Maurice Jeger, su esposo. Graciela fue liberada. Maurice, en cambio, hoy es uno de los 30.000 desapare-cidos. Sin embargo, la vimos, una y otra vez cada jueves, con el pañuelo blanco en su cabeza caminado por la Plaza Independencia en San Miguel

de Tucumán. Escuchábamos sus dis-cursos, sus denuncias, sus enojos, sus deseos de justicia, sus chistes, sus palabras justas, como bien dice Sara. Sí, Graciela se adueñaba de las palabras para restituirles significa-do, para instaurarlas, para devolver-las transformadas en verbo, en ac-ciones, en pasión, en calle transitada incansablemente.

Conviene recordar que la militan-cia de Graciela fue en Tucumán, en esa provincia argentina en la que, en tiempos de democracia, el genocida Bussi (comandante del V Cuerpo de Ejército con asiento en Tucumán, co-mandante en jefe del Operativo In-dependencia y gobernador de facto) alcanzó la gobernación de la provin-cia, en 1995, con el 48 por ciento de los votos. Sí, hubo que sobreponerse para salir a la plaza a gritar “cárcel a Bussi” cuando el electorado —repi-to el 48 por ciento—, los que cami-nan por la calle, tus vecinos, eligen como gobernador al militar que más denuncias tiene en su contra: cerca de novecientas, por violación a los derechos humanos, asesinatos, sus-tracción de menores, usurpación de la propiedad, abuso de autoridad y un largo etcétera. No fueron po-cas las veces que Graciela fatigó las plazas casi en soledad, irguiendo un grito de justicia, desde una huma-nidad frágil y devastada, de la que

parecía imposible que surgiera tan-ta fuerza. Hoy Bussi cumple prisión domiciliaria, y ella no pudo verlo, ni bailar can can en la Plaza Indepen-dencia. Así imaginaba ella la fiesta de la justicia.

¿Qué hubiera sido de nosotros sin las palabras de las Madres? ¿Qué hubiera sido de este país si ellas no hubieran dado ese primer y funda-mental paso para sacarnos del ho-rror? No hay manera de reducir su obra a un solo logro ni pretender sintetizarla en un solo acto. Pero no debe temblarnos la voz al asegurar que contribuyeron, de manera deci-siva, a sacarnos del horror; a sacar-lo de nuestros cuerpos, de nuestras cabezas, de nuestras miradas. Es casi imposible poder valorarlo de manera justa, pero hay que hacer el intento, decirlo, ponerlo en palabras, siempre que podamos, hasta trans-formarlo en lección aprendida.

En aquellos tiempos hacía falta mucha valentía para salir “al descam-pado de las plazas” y la tuvieron. Sin embargo, digámoslo, a esta altura ya es pobre, insuficiente seguir hablan-do solamente del coraje de las Ma-dres (además, ni los canallas se atre-ven a negarlo). Puede que sea hora de pensar —al menos para quienes lo tenemos pendiente— en qué forma fueron valientes, cómo lo hicieron, por qué pudieron lo que pudieron. Quizá una de las dimensiones a con-siderar sea la de “nombradoras”, como se auto describía Graciela.

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Nombraron a los desaparecidos —a los que pocos querían nombrar, a los que muchos decían no cono-cer— para liberarlos y terminaron li-berándonos a todos. Los nombraron a todos juntos llamándolos “nuestros hijos”. Así, en medio de una socie-dad diezmada, aterrorizada, muchas veces cómplice, en la que se quería instaurar, no sólo un plan económi-co sino un modo de ser basado en los peores valores y en el peor de los individualismos a fuerza de golpes y de propaganda; en ese país en cuyo centro exacto estaban la muerte y el terror, sojuzgado y silenciado por el no te metás, con ese “nuestros” crearon un nosotros fundamental, esperanzador, un punto de referen-cia para quienes no querían ser “de-rechos y humanos”, para quienes no se sentían parte de ese régimen atroz. Se llamaron Madres, pero no dejaron que la biología condicionara el signi-ficado de esa palabra y cada una pasó a tener no uno o dos, sino 30.000 hi-jos, para luchar por todos, haciendo un pacto de solidaridad. Madres pa-ridas por sus hijos, dice Hebe.

Enarbolaron la palabra justicia —no venganza— y la exigieron de verdad, por eso no las conformó el “histórico” Juicio a las Juntas en el gobierno de Alfonsín y salieron, otra vez, a decir su verdad ante las malin-tencionadas y retóricas preguntas que hacía Ernesto Sabato: “¿Qué quieren las Madres de Plaza de Mayo? ¿No tienen confianza en la Justicia? ¿O quieren la revancha y la justicia del paredón?”. No se podía entender que las Madres no aceptaban que el apa-rato represor quedara intacto, que los que ejecutaron las órdenes camina-ran por las calles, que sea la Justicia Militar la que los juzgara, que “otros hijos” siguieran corriendo peligro. Querían, simplemente, que pudie-ran, de verdad, vivir en libertad.

En ese momento las palabras de las Madres, a un amplio sector, les resultaban incómodas, inconvenien-tes. ¿Acaso pensaban que era hora de

que volvieran a sus casas? ¿Ya habían hecho su tarea y, entonces, debían callarse, ser correctas, no incomodar? Quizá. También esas preguntas sa-lieron al ruedo, de manera solapada o desafiante, para disputar el sentido común, siempre tan escurridizo. Pero tampoco pudieron. Sin dejar de exigir justicia para los asesinos de sus hijos, siguieron hablando de otras cosas, siempre, siempre del lado de los mar-ginados, de los desposeídos, de los que ganaban miseria, de los que su-frían hambre, de los reprimidos, de los que se quedaban sin trabajo. Sólo con echar un vistazo a sus documentos y declaraciones de todos estos años nos damos cuenta de qué lado estuvieron y están. Eso, justamente eso, es lo que tienen claro los poderosos de este país, incluso a veces parecieran entenderlo mejor que muchos de nosotros. Por eso, arremetieron y arremeten contra ellas cada vez que pueden.

Han tratado de desacreditarlas por la “incorrección” de sus formas, por las bravuconadas, han hablado de co-optación por parte de los gobiernos de Néstor Kirchner y luego de Cristina Fernández; ahora están ocupando pá-ginas y páginas para mancharlas por el enriquecimiento de un traidor. Pero no pueden sostener, sin desnudar sus verdaderos intereses, una discusión de fondo acerca de lo que las Madres buscan hoy. Acerca de lo que Hebe, la maltratada Hebe, busca hoy. Compli-cidad sí o no, niveles de responsabili-dad, sabían o tenían que saber… hasta se han atrevido a darle el micrófono a Aldo Rico para que pusiera en cues-tión la ética de las Madres.

Eugenio Raúl Zaffaroni escribía en la publicación Sueños compartidos: “Mucho se ha dicho sobre la impor-tancia de la lucha de las madres en el pasado cercano, pero poco sobre su significación para el presente y el futuro, que creo que es tanto o más trascendente”. ¿Qué presente, es de-

cir qué futuro —porque cuando ellas empezaron su lucha era el futuro—, podría construirse en un país conta-minado de impunidad, de olvido? ¿Estaríamos hablando de ser parte de esta otra Latinoamérica que pare-ce querer nacer si hubiera vencido el Punto Final, la Obediencia Debida o el Indulto? Hay cuentas que en las sociedades en las que el Estado ha cometido crímenes aberrantes de-ben saldarse, y deben saldarse con justicia. Una muestra por la negativa de esto es lo que pasa en los países vecinos que han sufrido dictaduras.

En Brasil, el presidente Lula da Silva no ha podido avanzar en la for-mación de una Comisión de la Ver-dad, no porque no tuviera la inten-ción, sino por las enormes presiones de los militares que, amparados en la Ley de Amnistía de 1979, junto con las corporaciones patronales cóm-plices, conservan muchos lugares en los cuarteles y en las cámaras patro-nales. La secretaria de Derechos Hu-manos, Maria do Rosario Nunes, de la actual presidenta Dilma Rousseff, pidió en su asunción en el Congre-so que aprobara la Comisión de la Verdad (se someterá a votación en julio) a lo que inmediatamente salió a responder José Elito de Carvalho Siquiera, jefe de Gabinete de Seguri-dad Institucional, diciendo: “que no es motivo de vergüenza para el país la desaparición de presos políticos durante la dictadura militar”.

El 27 de septiembre de 1954, en la libreta de patrullaje de una pareja de Carabineros del Retén de Pisco Elqui, puede leerse un texto escrito de puño y letra, como dedicatoria, que dice: “Gracias a los que velan desvelándose, ustedes son, sin saberlo, los guardado-res de nuestro sueño y la conciencia de la ciudad”. La autora de tan encum-brado elogio fue Lucila de María del Perpetuo Socorro Godoy Alcayaga, conocida como Gabriela Mistral, poe-tisa, diplomática y pedagoga chilena y la primera persona latinoamericana y primera mujer americana en ganar el

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Premio Nobel de Literatura, en 1945. No se trata ahora de “incriminar” a Mistral como carabinera, ni mucho menos, sino de dar cuenta que el peso de estas valoraciones continúan te-niendo un lugar hoy en la sociedad chilena. Tras una dictadura genocida que se extendió desde 1973 hasta 1990, que tuvo a los Carabineros como ex-presión central de la aplicación del te-rrorismo de Estado, siguen siendo una de las instituciones de mayor prestigio en la sociedad chilena, junto con los medios de comunicación.

Incluso el tránsito hacia la democra-cia, cuestión imposible de ser aborda-da en este artículo, estuvo fuertemente condicionado por las presiones del ejército chileno. De acuerdo con las disposiciones transitorias de la Consti-tución de 1980, por caso, un plebiscito debía ser llevado a cabo en 1988 para aprobar o rechazar al candidato que los comandantes en jefe de las Fuerzas Armadas y el general director de Cara-bineros propusieran al país. ¡Luego del genocidio, todavía guardaban la espe-ranza de continuar ejerciendo el poder “en democracia”! Más aún: según las disposiciones transitorias de aquella Constitución, Pinochet debería seguir ocho años más en el puesto de coman-dante en jefe del Ejército, en caso que perdiera el plebiscito (lo que finalmen-te ocurrió). Patricio Aylwin (primer presidente democráticamente electo tras el golpe), a pesar de la opinión de muchos en contra, decidió abordar el tema de los Derechos Humanos, encar-gándole un informe sobre la situación a una comisión de personas de cuya integridad no cupiera duda. La presi-dió Raúl Rettig, entregando el informe en febrero de 1991. El Informe Rettig, como se le llamó, detalló caso a caso 1151 muertes, y 979 detenidos desapa-recidos. Era solo el comienzo y la cifra estaba lejos de dar cuenta del verda-dero genocidio. Aún así, Carabineros conservaba su prestigio.

El 11 de marzo de 1998, al día si-guiente de entregar el mando del Ejército, Pinochet viajó a Valparaíso, para ocupar su asiento de senador vitalicio. Este puesto le correspondía según la Constitución.

En Uruguay, cuya dictadura trans-currió desde 1973 a 1985, ocurre otro tanto. La amnistía (o impunidad) fue propuesta por el primer presidente democrático, Julio María Sanguinetti, votándose en 1986 la Ley de Caduci-dad de la Pretensión Punitiva del Es-tado que protege a policías y militares de la posibilidad de ser juzgados por delitos cometidos durante la dicta-dura. Por presiones de sectores de la población, la continuidad de aquella ley se plebiscitó en 1989 y en 2009, con un resultado negativo para quienes procuraban condenas a los genocidas. El último intento reparador fracasó hace sólo unas semanas, cuando di-putados del Frente Amplio (partido gobernante) impulsaron la anulación de la Ley de Caducidad pero no lo-graron reunir los cincuenta votos ne-cesarios para que se aprobara. Uno, Víctor Semproni, faltó a la cita. Cabe aclarar que el presidente Mujica que no apoyaba la derogación de la ley de impunidad (justo él, uno de los tantos uruguayos encarcelados y torturados por los dictadores) porque significa-ría “pasarle por arriba a dos plebis-citos”, anunció que se revocarán —a través de una resolución— los más de ochenta actos administrativos que se encuentran amparados por la Ley de Caducidad para que se continúe con las investigaciones sobre violaciones de los derechos humanos durante la dictadura. Es una medida que intenta dar respuesta a la sentencia condena-toria por responsabilidad internacio-nal que recibió el Estado uruguayo por parte de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) por el caso Gelman. Oscar Urtasun, inte-grante de Madres y Familiares de De-tenidos Desaparecidos, expresó sobre la resolución: “es una voz de aliento pero hay que tomarlo con pinzas […] Es bueno porque permite trabajar en las causas, no solo de desapariciones,

sino de torturas y asesinatos. Pero hay que relativizar lo positivo. Nosotros presionamos durante años a los go-biernos y no logramos esto. Fue por la presión de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) […] Tenemos que seguir movilizándonos, porque tenemos tiempo hasta el 1º de noviembre para presentar todos los casos. Algunos nunca se presentaron porque se sabía que los gobiernos los archivarían, pero quizá ahora se ani-men a presentarlos”.

En su declaración (al diario El Ob-servador) Urtasun, toca un tema no-dal: la responsabilidad social.

Si hay algo que enseña (o propone) la experiencia argentina a nuestros países hermanos es que la condena de los jueces es imprescindible. Pero no lo es menos la condena social. Di-cho de otro modo, no hubiera sido posible en Argentina empezar a ver presos a los genocidas si amplios sec-tores de nuestro pueblo no lo hubiera exigido. Y esa exigencia, no surgió de ningún despacho judicial, de la ofi-cina de ninguna fiscalía, de ninguna Cámara o Corte, de ninguna comi-sión parlamentaria, ni de la mejor de las plataformas electorales. Fue pari-da en las rondas de cada jueves, en las plazas de las Madres. Y ahí anda-mos, después de gatear durante tan-tos años, poniéndonos de pie, para construir el mundo que soñaron. Que soñamos. Que seguiremos soñando hasta hacerlo cierto.

Bibliografía:- Graciela González de Jeger (2010), A boca de jarro, Ediciones madres de Plaza de Mayo.- Ulises Gorini (2011), La otra lucha. His-toria de las Madres de Plaza de mayo, Tomo II, Grupo Editorial Norma.- Emilio Raúl Zaffaroni, “Las Madres nunca pidieron pena de muerte”, en Sue-ños compartidos, Núm. 21, abril de 2011.- Presidencia República Oriental del Uruguay, página web: http://www.presidencia.gub.uy

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Por Claudio Véliz

La inauguración del Museo del Bicentenario

uando aún resonaban los ecos de la multitudinaria movilización que acompañó los festejos del Bi-centenario, el pasado 24 de mayo la presidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner, inauguraba el Museo del Bicentenario. Emplaza-do en las ruinas de la vieja Aduana Taylor y del primer Fuerte de Bue-nos Aires (frente a la Casa Rosada), el flamante museo ocupa cinco mil metros cuadrados de galerías abo-vedadas. En cada una de sus cuatro “estaciones” se ha montado una ex-posición histórica permanente y va-rias muestras de arte itinerantes. La Aduana, construida sobre la playa a metros del río, había sido demolida y enterrada para construir Puerto Made-ro, y fue (re)descubierta tras una exca-vación en la década del 80. Cuantioso fue el trabajo y el tiempo invertidos

para transformar un extenso sótano oscuro e inundado en este recinto lu-minoso asediado por las huellas de una memoria persistente. Las antiguas paredes coloniales contrastan con un suelo vidriado y coloreado con luces diversas que se conjugan para pro-teger algunas obras entrañables. Sin ninguna duda, la principal atracción del museo es el mural pintado por Si-queiros en 1933 (Ejercicio plástico) y recuperado durante la gestión de Nés-tor Kirchner (ver aparte); pero también concitan la atención un retrato de Juan Domingo y Eva Perón, del artista fran-coargentino Numa Ayrinhac en 1947, un escritorio que perteneció a Domin-go Faustino Sarmiento, o los carruajes utilizados por Julio Roca, José E. Uri-buru e Hipólito Yrigoyen. Un millar de personas participó de este evento emblemático. Además de

casi todo el gabinete nacional, estuvie-ron presentes legisladores, músicos, artistas e intelectuales. Nuestra Uni-versidad Tecnológica Nacional estuvo representada por el Sr. Rector, Ing. Héctor C. Brotto, el Sr. Vicerrector, Ing. Carlos E. Fantini, y el Sr. Secretario de Extensión Universitaria, Lic. Sebastián E. Puig.Si coincidimos en que estamos vivien-do un tiempo de recuperación y recrea-ción de los símbolos, este espacio cons-tituye, sin ninguna duda, “un símbolo de la Argentina que recuperamos”, tal como expresara la presidenta durante la inauguración. Después de todo, si algo estamos tratando de comprender, por fin, es que la ponderación de estas múltiples instancias de disputa sim-bólica y cultural constituye el signo distintivo del presente despertar lati-noamericano.

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La inauguración del Museo del BicentenarioDossier

La tela de la araña. UTN. 43

EjErcicio Plástico

Al cabo de muchos años de per-manecer abandonado y olvidado

en un depósito de la provincia de Buenos Aires, el mural Ejercicio

plástico del pintor mexicano David Alfaro Siqueiros, fue inaugurado

el 3 de diciembre de 2010, en las galerías donde hoy funciona el Museo del Bicentenario. Este

acontecimiento es el corolario de la firme decisión del ex presidente

Néstor Kirchner (quien inició el trabajoso camino de la restaura-ción) de recuperar el patrimonio

cultural latinoamericano en franca sintonía con los deseos y sen-

tires de la región. El presidente mexicano Felipe Calderón, que

había llegado a nuestro país para participar de la XX Cumbre Ibero-americana, también participó del

evento inaugural.

David Siqueiros, uno de los máxi-mos exponentes del muralismo latinoamericano, había visitado

la Argentina a principios de la década del 30 del siglo pasado. Durante su estadía, conoció al

fundador del diario Crítica, Natalio Botana, quien lo convenció de

pintar un mural en los sótanos de su mansión de Don Torcuato. Con dicha obra, también colaboraron prestigiosos artistas argentinos

entre quienes se destacaban Berni, Spilimbergo y Castagnino.

Junto con la mansión, la obra per-maneció abandonada hasta que

un empresario compró el inmue-ble en un remate judicial, cons-

ciente del enorme valor de la obra que allí se ocultaba. Para sacarlo

de allí, el flamante comprador fragmentó en seis partes el mural pero al enterarse de la operación,

los gobiernos de Argentina y Méxi-co iniciaron un litigio judicial. La obra estuvo guardada en cuatro

contenedores durante 16 años, en un depósito al aire libre de la pro-vincia de Buenos Aires. En 2003, el entonces presidente argentino

la declaró “un bien de interés histórico y artístico nacional”,

permitiendo así, la restauración de esta pieza emblemática del arte

latinoamericano.

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Por Carlos Zeta (Jefe de Redacción)

Óyeme donde estés:por esta herida no sale sólo sangre:

me salgo yo.Manuel Scorza

os buenos manuales de estilo, y las normas más elementales de la buena redacción, aconsejan tomar distancia de la primera persona y evitar los afeites autorreferenciales, en pos de la buena lengua y las siempre du-dosas pretensiones de objetividad. Nada de eso habrán de encontrar en las parrafadas que siguen. Nuestra contribución, modesta pero enérgi-ca, abierta pero firme, tiene anclajes precisos que me ha resultado inelu-dible repasar no sólo y no tanto para recoger los hilos de un pensamiento en curso, estremecido y apasionado, en carne viva, sino para comprender su andadura no menos que sus pro-yecciones posibles. En efecto, desde su surgimiento, hace un lustro, esta revista vino a tomar parte de los debates culturales de la época que le ha tocado en suerte. Con especial

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na, tomando la palabra, inauguran-do micrófonos nuevos e insolentes, rompiendo lo intocado, y balbucean-do las letras urgentes de una nueva gramática, como lo que son: prota-gonistas fundamentales de este quie-bre cultural.

Palabra e igualdad“Se ha comenzado, por fin, a res-

quebrajar la férrea coraza que conte-nía y apretujaba la potencia emanci-patoria y hospitalaria de los sectores populares, de los menos favorecidos por el reparto de la riqueza. Como si la exigencia/promesa igualitaria inscripta en el origen mismo de la democracia (en tanto su falla origi-naria) descorriera sus velos tras mu-chos años de cómplices disimulos; como si los incontables de la histo-ria irrumpieran, por fin, en la esce-na contemporánea para reclamar su “maldita” parte negada. Estas chis-pas mesiánicas vienen a recordarnos que la democracia es, por sobre todas las cosas, la potencia de lo heterogé-neo; la fuerza vital que des-quicia los consensos y las clasificaciones; la apertura infinita que instaura a la igualdad como presupuesto y punto de partida cuya verificación requie-re del desacuerdo, del disenso, del conflicto. La tarea que tenemos por delante es tan ardua como apasio-nante. Hace cinco años que La tela de la araña intenta colaborar, de un modo u otro, con la ciclópea labor de producir nuevos lenguajes, de di-señar otras gramáticas, de iluminar múltiples voces y coloridas polifo-nías. Estamos empecinados en alen-tar la creación y recreación de una lengua y una comun-icación absolu-tamente otras, no del arkhé sino de la huella, no de la apropiación sino del roce, no del dominio sino de la alusión, no del conjuro sino de la lla-mada. Una lengua capaz de abrir los recintos clausurados del pasado, de escuchar las voces sepultadas por el

huracán civilizatorio, de leer en los otros rostros tan temidos y maltra-tados (tan maltratados por temidos) las chispas mesiánicas de la comuni-dad por-venir” (2). Es esta lengua la que se cuela por la grieta abierta de la ruptura cultural en curso. Es ésta la exigencia que sentimos de sumar nuestro grito para conquistarnos la garantía de su proliferación demo-crática. Por eso el debate en torno al lenguaje constituye un momento fundacional de la hora que vivimos, aspiración genuina que solicita pro-nunciamientos indubitables.

“Democrático en sentido antiguo no es otra cosa que el régimen que garantiza igual derecho a la expre-sión en la asamblea deliberativa, y democracia es la forma de vida co-lectiva en la que pobres, ignaros, jornaleros, tartamudos, artesanos, durante la deliberación pública usan la palabra en igual medida y por el mismo tiempo que quienes se hallan favorecidos por el dinero, la alcurnia, la retórica o el saber. Des-de entonces sabemos que la defini-ción de un régimen político depende en gran medida de las instituciones que afectan el lenguaje. Tras la re-cuperación del estado de derecho en la Argentina, las libertades civiles y políticas (que debido a la fragilidad que les es propia ha sido necesario defender e instituir de manera inin-terrumpida), sin ser suficientes, han prosperado no obstante de manera sustantiva. Sin embargo, no ha ocu-rrido lo mismo con otros derechos y otras demandas de carácter democrá-tico, es decir derechos y demandas orientados a la producción de igual-dad. Lo que hay de singularmente nuevo en la presente discusión (y contra lo que reaccionan los mono-polios mediáticos, usurpando histé-ricamente el sintagma `libertad de expresión´) es un avance real, y con pocos precedentes en la ya no tan breve historia de nuestra democra-cia reciente, relativo a la igualdad de

Dossier

énfasis desde aquel excelente ensayo titulado “El siglo XXI, entre el es-pectáculo y la clausura” (1). Nuestra propuesta, entonces y ahora –sabién-dolo y no– fue/es abrir/proponer un debate fundamental, un “ajuste de cuentas” con esa otra década in-fame que fueron los años noventa, y de manera inseparable, contribuir con nuestros trazos a las brisas de estos nuevos tiempos colmados de esperanza que se abren paso en este sur del mundo. El abordaje de las políticas de la memoria, tanto como las reflexiones propuestas en ocasión del Bicentenario, no estuvieron es-cindidos del modo en que tomamos la palabra cuando la disputa decisiva acerca de la nueva Ley de Servicios Audiovisuales. Los debates en curso son múltiples, diversos y complejos y, entre ellos, un núcleo determinan-te lo integra el binomio libertad/igualdad. El lenguaje y su circula-ción constituyen el punto de quiebre de todo régimen político. Lo hemos afirmado una vez y otra porque, precisamente, nunca será suficien-te, ni demasiado. Son desafíos que requieren, de manera ineludible, de la ruptura con la lengua de quienes detentan el poder. La concentración de las corporaciones económicas, los monopolios de la riqueza, muestran con espectacularidad obscena sus vínculos con esa ¿otra? corporación: la que pretende concentrar la pala-bra y su circulación, para sancionarla como verdad impuesta. Su abomi-nable letanía cotidiana se solaza en dos ejes sobre los que gatillan con regularidad neumática: la libertad de expresión y la libre circulación de los “ciudadanos”. Ninguna pa-radoja: asfixian la palabra verdadera mientras no soportan la circulación de esos cuerpos otros, los cuerpos de los desplazados, de los ignorados, de los que nunca suman en la cuenta de la historia que ellos buscan imponer y que, muy a su pesar, les arruinan la foto, ocupando el centro de la esce-

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expresión o de palabra, donde igual-dad significa: producción y conser-vación de las condiciones materiales que la hacen efectivamente posible, condiciones que el mercado no ge-nera de manera espontánea sino que requieren de una decisión política. Contra todo pensamiento único, esa igualdad es lo que permite hacer vi-sibles las diferencias e inscribir en la lengua pública la contienda de las ideas que animan al cuerpo social, incluso lo inconmensurable que hay en él” (3). No hay casualidades posi-bles: la cruzada de los medios contra estas brisas da cuenta de que saben exactamente que aquí, justamente en este territorio, se libra una batalla fundamental.

Memoria del presenteSí, es ésta una apelación urgente a

la memoria del presente, y es insepa-rable de nuestro empeño por evitar que se reduzca la memoria histórica a pieza de museo o a ritual vacío de significados. Es un punto de ruptura con la letanía de la inexorabilidad de la actualidad cristalizada, que con-tiene la pretensión mal disimulada de clausurar el futuro. Los pueblos de esta/nuestra América Latina li-bran una lucha sostenida contra la aniquilación de la esperanza, mien-tras amasan sueños de redención. América Latina deconstruye polí-ticas de la memoria, penetra en los núcleos discursivos, y ejerce sobre ellos la sospecha crítica, como ne-cesidad ineludible para la trama de una nueva era. Son voces multifor-mes, que hablan muchas lenguas precisamente porque están bus-cando un nuevo lenguaje. Llevan a cabo, como solicitaba Benjamin, el ejercicio indispensable de cepillar la historia a contrapelo, exhibiendo a la luz del sol sus claroscuros, trayendo a debate olvidos y diversidades se-pultadas, para empezar a destrozar el relato hegemónico, dando paso a

una polifonía multiforme que avisa otra historia y, entonces, alumbra otro futuro. Ha sido demasiado lar-go, demasiado trágico, demasiado doloroso, bruscamente insoportable y violento, este largo periodo de la historia y sus “condiciones de ver-dad”, su insufrible pretensión de sancionar lo que es aceptable o no. Quizás en el sentido en que previno Michel Foucault (2002) estas trans-formaciones, relativamente repen-tinas, de una episteme a otra, contri-buyan a marcar lo decisivo de los acontecimientos en curso.

Las últimas décadas del siglo XX fueron devastadoras para nuestros pueblos. El acicate neoliberal, de la mano de las pretensiones de clausu-ras, de la historia y del pensamiento único, a saber: el surgido del endio-samiento del mercado, ahuecó la re-lación entre política y bien común, arrasó con la trama entre política e identidades culturales convirtiéndola en discurso vano e impúdico. Consti-tuyeron esta forma vergonzosa y ver-gonzante de la política como negocio, haciendo de eso un gesto (in)cultural, pero no dudaron un instante en ejer-cerla con afán destituyente, mientras corrompían la relación entre demo-cracia, espacio público y Estado.

En el ensayo que abre este dossier, podemos leer una precisa (y pre-ciosa) reflexión acerca de la noción misma de Latinoamérica (o de Amé-rica Latina) como un asunto que nos sitúa ante un dilema de serias com-plicaciones (pág. 14). La geografía precedente y propia de la moderni-dad nos impuso, en efecto, formas de nombrarnos “armónicas” con el dominio de los conquistadores, arrasando con las múltiples agrupa-ciones humanas realmente existen-tes desde mucho antes que la “civili-zación occidental y cristiana” llegara al así denominado “Nuevo Mundo”. Un asunto más del que ocuparnos.

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Estadísticas, esas escurridizas

Apenas diez años atrás, la mitad de la población latinoamericana –más o menos 235 millones de personas, considerando un total de 470 millo-nes de habitantes– se encontraba por debajo de la línea de pobreza. Un 36 por ciento de niños y niñas menores de dos años padecían desnutrición. La mortalidad materna quintuplicaba la de los países capitalistas orgánicos. El 5 por ciento más rico se apropiaba del 26 por ciento del ingreso nacional promedio, mientras que el 30 por cien-to más pobre sólo podía acceder al 7,5. Y podríamos seguir… No todo fue-ron aquellas décadas siniestras, claro. América Latina sufrió, desde el brutal genocidio “civilizatorio”, una devas-tación sostenida y un crimen sucesivo de sus propias identidades que, sin embargo, debemos decirlo con firme-za, no pudieron con ella. Es cierto que la conquista europea (la española, en especial) significó el fin de las civiliza-ciones Aztecas (México) e Incas (Perú), y aun así, las comunidades originarias sobrevivieron a la espada y a la cruz, luego de la caída de Tenochtitlan y del Qosqo (o Cusco). Desde el sur del río Bravo hasta el sur más sur del conti-nente, las comunidades originarias, a las que luego se sumaron las agru-paciones afroamericanas, soportaron tres siglos de colonización europea, los años oprobiosos de las “repúblicas independientes” y, al mismo tiempo, fueron protagonistas de inmensas y singulares rebeliones insurgentes. Son esos gritos los que recoge la hora que vivimos.

Hoy las estadísticas empiezan a mostrar una realidad diferente. Sólo para mencionar algunas cifras del caso argentino, la economía lleva ocho años de un crecimiento inédito y sos-tenido. Ha decrecido a menos de un dígito la tasa de desempleo. Según el informe del Centro de Investigación y Formación de la República Argenti-na (CIFRA), “el impacto de la AUH

resulta mucho más significativo al evaluar la reducción que experimen-taría la indigencia, la cual pasaría del 6,6 por ciento de la población al 3,2 tras la ampliación del régimen. La disminución a poco más de la mi-tad de la incidencia de la indigencia en la población, permitirá que aban-donen dicha condición 1,4 millones de personas”, mientras ha disminui-do sensiblemente la pobreza. El pre-supuesto para Educación se acerca al 7 por ciento del PBI (el más alto de la historia), a la vez que se ha modifica-do radicalmente la inversión en cien-cia y tecnología. En 2002 el número de investigadores apenas superaba los 500, colocándonos a la retaguardia en el concierto de países, en 2009 lle-gó a 5800, y el de becarios (graduados universitarios) sumaban 7200, sólo superados por Finlandia e Islandia y al nivel de Suecia. Eso implicó el re-torno de más de 800 científicos. El presupuesto del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) es siete veces mayor que en 2002 y el de la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE), trece veces: es eso, y ninguna otra cosa, lo que puso en órbita al primer satélite argentino (SAC-D Aquarius) desde la base Vanderberg de la Fuer-za Aérea norteamericana en Lompoc, California. Nada de milagros.

Recuerdos olvidadosLas voces que enuncian los inte-

reses de los grandes poseedores del poder económico, voceadas y ampli-ficadas hasta el hartazgo por los me-dios de comunicación, no se aburren de condenar a las nuevas democracias populistas latinoamericanas, legitima-das en comicios impecables, mientras pretenden que olvidemos el turbio pa-sado reciente de quienes fueron sus la-cayos. Entre 1989 y 2004, habían caído en América Latina nueve gobiernos. En Argentina, el que asumió en 1983, con grandes expectativas, no pudo

terminar su mandato: debió retirarse en medio de la hiperinflación, agobia-do por protestas sociales inéditas. En 1990, la administración elegida des-pués de la prolongada dictadura bra-sileña, tampoco concluyó su mandato, corrida en medio de importantes mo-vilizaciones populares. Les siguieron Paraguay, Ecuador, Haití. Las rebelio-nes sociales de Argentina (diciembre, 2001) y de Bolivia (febrero-octubre, 2003), echaron a dos gobiernos demo-cráticos, con la particularidad, en el caso argentino, de la insólita sucesión de cinco presidentes en una semana…

La historia está abierta. Es una his-toria hecha de complejidades inéditas, de laberintos intrincados, una historia rebelde y desbordante. Vivimos una hora excepcional, que ilumina nuestra travesía en este sur del mundo. Nues-tras elecciones dejarán una impronta en lo por venir. Es un momento de-safiante que nos ofrece el curioso y apasionante privilegio de ser prota-gonistas de la historia. Echar a andar, nosotros, los oscuros, los olvidados, los incontables, las palabras y los cuer-pos para dibujar los trazos que recoja la trama subterránea de un continente caliente, desmesurado y libertario, ha-ciendo ciertos los sueños de igualdad, libertad, justicia y fraternidad que nos merecemos desde siempre.

Notas1. Véliz, Claudio, “El siglo XXI, entre el espectáculo y la clausura”, en La tela de la araña, número 8, julio/agosto de 2009, página 17 y ss.2. Véliz, Claudio, “Los otros rostros y la comunidad por-venir”, en La tela de la araña, número 13, marzo de 2011, pá-gina 25.3. Tatián, Diego, “La igualdad de pala-bra”, Página/12, 29/09/09.

Bibliografía citadaForster, Ricardo (2010), La anomalía ar-gentina, Editorial Sudamericana.Foucault, Michel (2002), Las palabras y las cosas. Una arqueología de las ciencias humanas, Siglo XXI de España Editores.

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Cuando tuvimos esta hermosa conversación con María de los Án-geles Ledesma, la “Chiqui”, voz de María y Cosecha, todavía no estaba confirmada una buena nueva: la actuación del grupo en el

Teatro Alvear, uno de las salas del Complejo Teatral de Bue-nos Aires, dependiente del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Pensábamos, entonces, que ese recital sería el corolario perfecto para un diálogo intenso con una de las más exquisitas

y genuinas representantes de la música popular argentina. No pudo ser. Sin razones só-

lidas que no sean las del manifiesto y constante desprecio por el arte en todas sus expresiones que distingue a la actual gestión de gobierno de la Ciudad, una hora antes de que ese recital diera comienzo, anunciaron

su suspensión, y cerraron las puertas del Teatro. Pero a esas mezquindades, los artistas tuvieron la lucidez y el coraje de convertir en un extraordina-rio y ejemplar acontecimiento cultu-ral. Pasen y vean, entonces. Aquí es-tán María de los Ángeles Ledesma, el flamante y bellísimo disco Otra vuelta, y una respuesta de cultura ejemplar de la que debemos sentir-nos orgullosos.

“ l concierto había sido largamente planeado, con los esfuerzos previsibles de cualquier trabajo independiente: mu-chos, tanto en términos económicos como humanos. Iba a ser [el 31 de mayo] en el Teatro Alvear, el marco destacado que merece un grupo como María y Cose-cha, parte de lo mejor del folklore que se está haciendo en el país. Iba a haber una cantidad de invitados, una orquesta de cuerdas dirigida por Quique Condomí, un importante despliegue de produc-ción. No pudo ser... al menos en los

Entrevista

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Por Carlos Zeta (Jefe de Redacción)

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Fue la primera “hazaña de autoges-tión”. Y ahí venían a tocar grupos como nosotros, sin otros espacios para expresarse, con una línea de laburo afín. Y después se empezaron a sumar grandes maestros que también que-rían participar, como Alfredo Ávalos, Melania Pérez, el Chango Farías Gó-mez, Peteco Carabajal, Teresa Parodi. Venían a conocer, era un lugar que se llenaba de jóvenes que iban a escuchar música. Y a bailar también, pero a es-cuchar música y a respetar lo que se decía, no era solamente a revolear el poncho y gritar. Al poco tiempo nació El Desalmadero, La Peña del Colora-do que hasta ese momento no tenía espectáculos, y entonces se empezó a hacer un circuito under para expresión de muchos artistas, que al igual que nosotros no tenían lugares en los fes-tivales, a pesar de haberlos ganado, en los pre-Cosquines, por ejemplo.

Lt: ¿Cómo se arma un grupo que tiene doce años? María: Con mucho respeto por los demás; nosotros nos escuchamos mu-cho, nos queremos mucho. Y también la admiración mutua, el deseo no sólo de tocar porque somos amigos, sino porque nos admiramos en cuanto a lo musical. Entonces, bueno, creo que eso nos sostiene.

Lt: María y Cosecha es un grupo que tiene una calidad musical y una propuesta estética refinadas. Es un sello distintivo del grupo. ¿Sienten que eso vive en los ámbitos en los que tocan vuestra música?María: Sí, sí. Nuestra generación tuvo la posibilidad de estudiar música. En los conservatorios estatales, en las es-cuelas de música popular, que ahora son muchas más. Hacemos folklore porque lo elegimos. Podríamos hacer música clásica, jazz. Es una elección. Yo estudié canto lírico desde los doce años, cantaba ópera, pero hacer folklo-re fue una elección. Los músicos de Cosecha son estudiosos y formadores de músicos. Creo que la elección tiene que ver con que lo sentimos desde un lugar que vibra mucho más profundo. Y lo “refinado” tiene que ver con haber

términos en que estaba previsto. Una hora antes del comienzo, los artistas se enteraron de que la función sería levantada `por conflictos gremiales´. Sin embargo, ni ATE ni Sutecba –los dos gremios que agrupan a los traba-jadores del Alvear y de la Dirección General de Música de la Ciudad, organizadora del ciclo– se adjudica-ron medida de fuerza alguna (…) El concierto terminó celebrándose en la calle, del lado de afuera del teatro, con improvisados bailarines de gato y chacarera expresándose en el asfalto de Corrientes” (1).

La tela: El 31 de mayo, en el Alvear, hubo un gesto torpe y mezquino. Pero a esas mezquindades, aplica-das en el contexto del más obsceno representante político residual de aquella década infame que fueron los noventa, ustedes tuvieron la lu-cidez y el coraje de convertirlas en un extraordinario y ejemplar acon-tecimiento cultural.María de los Ángeles Ledesma: De-cidimos cantar y tocar igual, en la vereda. Ahí es donde nos pone una gestión de cultura como la actual en la Ciudad de Buenos Aires: en la ca-lle. Es algo que debemos denunciar, sin dudas, con energía y decisión, pero si nos ponen en la calle, habre-mos de ejercer el derecho a pronun-ciarnos, a cantar, a resistir, desde la calle misma. En ese sentido, lo que ocurrió aquel martes fue importante. Toda esa gente acompañando el ges-to, cantando con nosotros, bailando en la vereda y en la calle Corrientes, fue algo conmovedor. Por otro lado, los músicos también somos trabaja-dores y estamos del mismo lado que los que reclaman por sus justos dere-chos pero, ¿no es la cultura un dere-cho de todos? Los artistas populares seguimos siendo rehenes. En la ciu-dad de Buenos Aires sufrimos perse-cuciones, clausuras, vaciamiento de los espacios culturales, el cese de los festivales más importantes de músi-ca, el cierre de talleres en los barrios, la privatización de nuestros espacios públicos haciendo que nuestra cul-tura sea exclusiva de algunos pocos.

¿Qué más debemos sufrir? Por eso decidimos cantar y tocar igual.

Lt: Todos lo vivimos como un gesto profundo de resistencia cultural.María: Estamos convencidos del rol social y del compromiso que debe-mos cumplir los artistas populares. Apelamos a la declaración de aquel manifiesto del nuevo cancionero que afirmaba “el arte, como la vida, debe estar en permanente transformación y por eso busca integrar el cancione-ro popular al desarrollo creador del pueblo todo, para acompañarlo en su destino, expresando sus sueños, sus alegrías, sus luchas y sus esperanzas”.

Lt: Vayamos al disco que están pre-sentando, ¿cuál es el significado que tiene Otra vuelta para ustedes?María: Es la expresión del trabajo que venimos haciendo. Hace doce años que estamos juntos y es un poco el resumen de lo que nosotros buscamos estéticamente. Desde el repertorio que abordamos, dando a conocer artistas que no son tan conocidos, y también traer a versiones propias a referen-tes, como Juan Falú y Chacho Müller. Creo también que tiene ver con una forma de ver la vida, una forma de decir el folklore que no tiene que ver con los festivales típicos. Inventamos un nuevo circuito, aprendimos a auto-gestionarnos. La década del 90 fue ne-fasta a todo nivel, y la cultura no está exenta de eso. Ese espacio que habían dejado los grandes referentes del nue-vo cancionero, como Mercedes Sosa, Tejada Gómez, Hamlet Lima Quin-tana, Cafrune y tantos otros, en vez de llenarse con la gente que seguía a estos maestros o los tenía como refe-rentes, fue “copado” por otro folklore, llamado “joven”, que fue una marca que le pusieron. No creo que haya un nuevo y un viejo folklore.

Lt: La Eulogia fue una experiencia de autogestión que también crea-ron ustedes.María: Exactamente. Fue una peña que se abrió como alternativa para los grupos que veníamos haciendo folklore y no teníamos dónde tocar.

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estudiado otras músicas y poder fu-sionarlas con nuestra raíz. Hay mucha gente que está haciendo eso, inclusive en la composición. Vos escuchás las composiciones de Juan Quinteros y parecen obras clásicas. Las podría ha-cer con una orquesta de cuerdas, y al mismo tiempo son chacareras.

Lt: O la propuesta que tiene Aca Seca.María: Que está muy cerca del jazz también. Y al mismo tiempo no deja de ser música de raíz folklórica.

Lt: ¿Qué es Cosecha para vos, hoy? Pensando en perspectiva, ¿vos te imaginás con el grupo en adelante, tienen nuevos proyectos?María: Sí, sí. Siempre estamos pen-sando en el futuro, aun desde nues-tras limitaciones, porque al ser cinco siempre es más difícil moverse. No tenemos un productor ni un sello dis-cográfico detrás que nos produzca; es todo autogestión… Estamos acos-tumbrados a eso, y no nos desalien-ta, porque sabemos que lo podemos hacer. Despacito, como lo venimos haciendo; con discos independientes, vendiéndolos cuando tocamos… Oja-lá en algún momento existiese la po-sibilidad de saltar un escalón y poder

vivir realmente de lo que hacemos en el escenario, pero la realidad nuestra y de mucha gente es que eso todavía sigue siendo un sueño.

Lt: ¿Cuándo empieza tu relación con el ECuNHi y con la mirada que te habita?María: En mi casa, en Venado Tuerto. Mis viejos son unos personajes divi-nos. Mi casa era el centro de reunión en la época de la dictadura, donde se juntaban todos los artistas (mi papá es escritor), y hacían una revista, que se llamaba La Logia… Viví todo eso. Era un bebé, nací en el 73. Fue en el 74/75 esto, pero tengo la imagen todavía, de mi papá y los amigos de mi papá cosiendo las revistas y los libros para editar las cosas que ellos decían, que obviamente eran cosas de protesta. Luego mi papá fue catorce años direc-tor de la única biblioteca popular que había en Venado Tuerto y que los mi-litares habían cerrado. Él, con un gru-po de amigos, fue a pedirla, diciendo que era… una biblioteca… para la co-munidad, y en realidad habían abierto un espacio cultural donde iba Tejada Gómez… Lima Quintana… a puertas cerradas armaban esas movidas y lle-vaban a estos artistas prohibidos que no tenían trabajo.

Lt: Es un tipo corajudo tu papá.María: Sí. Muy corajudo, muy valiente. Sigue siéndolo. Muchos de sus amigos desaparecieron. Me crié con eso, con esa manera de ver la vida, de jugarse, porque mi viejo era un obrero que se jugaba también en la fábrica donde tra-bajaba. Me crié, como mis hermanos, en un lugar donde esto era lo cotidia-no, pelear por lo que uno cree, por la igualdad, por la dignidad, y muy cer-cano al arte, porque mi viejo siempre lo consiguió todo desde el arte, a pesar de que él vivió de trabajar en una fábri-ca, no del arte. Entonces, bueno, yo me crié así, luego decidí ser artista. Siem-pre estudié música, desde chiquita.

Lt: Esa es la impronta. ¿Y el camino, hacia el ECuNHi?María: Estuve trabajando diez años en el Gobierno de la Ciudad, renuncié cuando asumió Macri. Empecé a tra-bajar con un proyecto que se llamaba Músicas de Provincia, con un grupo de amigos, de músicos, entre los cua-les estaba José Seña, Claudio Sosa, Ga-briel Plaza y otros amigos, y los chicos de Cosecha. Armamos un proyecto de encuentro de músicos que no tenían espacio. Veíamos que estaban abrien-do un montón de teatros, de centros

Entrevista

50. UTN. La tela de la arañaFoto: Leticia Fraguela

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culturales, con este perfil, de progra-mar artistas de tango, de folklore, de jazz, que eran muy buenos y que no eran conocidos, y dijimos, bueno, ésta es la nuestra. Y nos dieron la po-sibilidad de hacerlo en el San Martín. Llevamos a cabo el primer Encuentro Músicas de Provincia, que fue fan-tástico. La primera vez que tocó Juan Quintero, por ejemplo, en Capital fue en Músicas de Provincia; Orozco-Ba-rrientos, Mariana Carrizo, la Brujita Salguero. Un montón de artistas con-tundentes, con trayectoria.

Lt: Una manera de justificar am-pliamente la iniciativa, ¿no? María: Sí. Trabajé diez años hasta que ingresa Teresa Parodi al frente de la Dirección de Música. Tuvimos un acercamiento, no sólo desde lo artís-tico sino también desde lo ideológico, y desde la lucha cotidiana por lo que creemos que es de todos. Entonces, desde ese lugar, nos hicimos muy ami-gas y cuando las Madres convocan a Teresa para trabajar en el ECuNHi, Teresa me convoca a mí y a un grupo de gente que trabajaba en la Municipa-lidad. Y bueno, se forma el grupo del ECuNHi. Es el honor más grande, po-der trabajar junto a Teresa en este em-prendimiento de las Madres de Plaza de Mayo, con una mirada increíble: convertir el horror y la muerte en vida y en amor, a través del arte. Creo que es una enseñanza única que sólo las Madres pueden ofrecer, tanto dolor en amor y en vida, ¿no?, y en arte.

Lt: Una política cultural de la memoria.María: Exactamente. Las Madres tie-nen esa sabiduría. Primero pensaron en la Universidad, en el proyecto Sue-ños Compartidos. Pero, ¿cómo se va a concebir todo esto si la gente no tiene arte también? Eso tiene que ver con la identidad; entonces, bueno, tiene to-das esas patas. Sueños Compartidos, hacer las casas, emplear a un montón de gente, enseñarles oficios; la Univer-sidad; la Editorial; el ECuNHi que es la pata artística, artes y oficios. En estos momentos estamos haciendo un tra-bajo hermoso con las escuelas de todo el país. Vienen chicos de todo el país a

conocer el ECuNHi, a saber qué pasó, a saber la historia, y al mismo tiempo conocen a las Madres, el espacio, lo que pasó ahí adentro, y termina con talle-res de arte, donde los chicos participan dentro de obras de teatro, participan en teatro foro, y también en ensambles de percusión, para que puedan contar lo que a ellos les pasa cuando llegan ahí y conocen la verdadera historia.

Lt: ¿Cuál es la sensación que tenés sobre este momento que estamos viviendo?María: El espacio donde estamos con las Madres lo entregó Néstor Kirchner con la valentía de pararse frente a los militares y bajar los cuadros, y decir “esto es de las Madres y de las Abue-las, es de los Hijos, es del Pueblo”. Siento ese dolor, esa tristeza de ha-ber perdido un líder como él, pero al mismo tiempo mucho optimismo. En nosotros está no bajar los brazos, lle-var ese estandarte que nos dejaron las madres, y este hijo de las Madres. Con su valentía hizo lo que muchos hubié-semos querido hacer o decir. Está en nosotros la responsabilidad de llevar adelante esa bandera. Es un momento clave, vamos a saber si hemos crecido como Nación o no.

Lt: Una última pregunta sobre el disco. ¿Cómo fue? ¿Cómo es hacer un disco independiente?María: Es una pregunta que también nos hacemos. Estos doce años nos han servido para organizarnos. Hacer un disco independiente, para nosotros, es carísimo. Por eso lo defendemos tanto cuando lo tenemos en la mano. Este disco, para que tengas una idea, repre-senta los ahorros de cinco años. Todos los discos que vendimos del anterior, lo ahorramos y grabamos este disco. Es realmente autogestión. Estamos haciendo lo mismo con éste pensando en el próximo.

Lt: Desde el punto de vista cul-tural, es un disparate. No es so-lamente que tengas que ahorrar, sino que todo el trabajo de estu-dio, ensayo… con tu propio instru-mento, con el grupo… ahí hay una inversión de tiempo y dedicación,

que ¿dónde figura? Es una obra de amor inmensa.María: Totalmente. Creo que eso es lo que nos sostiene también. No es que hayan faltado ofertas para editar el disco. Lo que pasa es que tampoco nosotros nos queremos meter, o com-prometer con un sello discográfico que te da centavos por todo esto. Y que se queda con tu material y lo edi-ta cuando quiere. Preferimos hacerlo así, que el disco es nuestro; lo sacamos con mucho esfuerzo, pero no depen-demos de nadie con un contrato basu-ra, como en general te quieren hacer las discográficas. Creo que es eso, un acto de amor muy grande y eso nos sostiene como grupo, porque bueno, justamente, hace doce años que todas las semanas ensayamos, armamos los temas, nos preparamos para un nue-vo disco, justamente ahora ya estamos pensando un nuevo disco que no sé cuándo lo grabaremos. Capaz que dentro de cinco años. Espero que no, espero que antes.

(1) Micheletto, Karina, Página/12, Espec-táculos, 2/6/11.

Otra vuelta

Este nuevo disco significa un creci-miento cualitativo del grupo, en todos los aspectos: selección de repertorio, arreglos, sonoridad e interpretación. Desde la interpretación de María, sen-cillamente brillante, hasta la exquisita mezcla de talento y estudio de todos los músicos. Luego, de Miradas y Esencia (los trabajos anteriores), Otra vuelta es una confirmación de que estamos ante lo mejor que ha dado la música popular en muchos años.María de los Ángeles Ledesma (voz), Pablo Fraguela (piano y acordeón), Pedro Furió (guitarra y cuatro), Matías Furió (percusión) y Sebastián Calá (contrabajo). Invitado: Matías Vardé (saxo). Temas: La vuelta de don Gauna, Rey mago de las nubes, Pasos descalzos, Creciente de nueve lunas, Milonga, Viditagua, La ollera, Limeña, Remanso de deseos, De algu-na orilla, Biromes y servilletas, Zonko querido (Edición independiente).

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“ l título resume, como corte, una etapa cumplida; después de muchos años de composición frente al piano, volver escuchar, tal como estaban en mi mente, las canciones. No es la confesión con penitencia ni con absolución. Acá quien se con-fiesa y se autoconoce bastante bien, se sana a sí misma y, por añadidu-ra contagiosa, probablemente, sane a los demás. Y está clarito que en-gaña el título. Engaña adrede. Por-

Diálogos

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Por Carlos Zeta

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que tantas madres, tías y abuelas, suegras y primas, han abordado la disciplina del `corte y confección´, como mujeres necesitadas de modi-ficar y embellecer la realidad y con el sólo costo –con el alto costo– de la propia creatividad y paciencia, desde el anonimato… hacia el uso o acostumbramiento, con fines no-bles pero con sed, consciente o no, de más horizontes. Tantas veces en nuestra historia hemos necesitado nosotras el cantar o decir o tocar (además de `coser y cantar´). El títu-lo es un pequeño toque de homenaje a la mitad femenina de la humani-dad. Bah, mentira que es el único. Por eso, va de título. Por represen-tativo, en principio. Y después, por ahí, se repite, soslayadamente implícito, en algún mensaje oculto. Claro. Típico.

Son doce temas propios, con letras mías y del poeta tucumano Pablo Dumit. Músicas también mías y del colombiano Alirio Melo. Un único tema se grabó instrumental como un collage sonoro. Historias poéticas o prosaicas, unas reales y otras ficción, otras no se sabe, si es más teatral, o más bien simbólico, o preventivo. El estilo musical es ecléctico. Entre ai-res folclóricos, ritmos de pop o bala-da ochentosa, un candombe humo-rístico, o una canción estrófica entre celta y barroca, pasando por un hua-yno. Instrumentos como la espineta, un teclado como un clave pequeño réplica de los que se usaban ya en el siglo XVI en Europa, piano de cola, voz pelada, voces con mucho efec-to. Sonidos de la naturaleza, lluvias casuales. Si alguna de las tendencias de los temas remite a otra época, o a culturas y modas diversas, puede ser porque las estéticas y tendencias son también un instrumento. Y todo lo que hubo necesidad de expresión, y estuviera a mano, se le hizo honor,

sin manguearle a las formas y eti-queta su visto bueno. Para qué. Si lo necesario no se discute, y de última el plástico se degradará con los si-glos. Y si no, si, en el mejor de los casos, sirvió de algo, como causar una sonrisa o abrir un ojo… mejor todavía. ¿no? Vale aquí la intención de cambiar la realidad para bien.

¿Por qué toco el piano? Porque ha-bía un piano en mi casa, y estaba muy cerca de mi cuna. Igual, es muy sacri-ficado. El piano es un instrumento que te lleva muchas horas. A mí lo que me gusta es componer. En la medida en que pueda, me gusta imaginar que así puedo modificar la realidad. Hay un montón de cosas tan difíciles para modificar la realidad, pero bueno, componer es algo que me da mucho placer, y siento que puedo ayudar a cambiar una realidad, no sé, la cara de alguien que por ahí puede mejorar su estado de ánimo. A mí me cambió cuando sentí la sensación tan fuerte, tan imposible de explicar que es can-tar en público, y disfrutarlo. La prime-ra vez tenía ocho años. Estudiaba pia-no y mi maestra nos preguntó, éramos seis o siete chiquititos, y estaba todo lleno, en un aula magna, un Instituto de estudios de Filosofía o Teología, un edificio antiguo, muy anglosajón, muy lindo. Y cantábamos todos un estribi-llo y yo canté solista, ¡ocho años! y sin micrófono, y canté fuerte, para todo el mundo, y me gustó, fue placentero. Con el canto hay una exposición que no es la misma que con el instrumen-to. El instrumento, de alguna manera, te puede tapar, pero el canto destapa. Entonces, quizás en algún momento me daba un poco de vergüenza can-tar, no largaba todo… y en algún mo-mento me acordé de esta anécdota de chiquita, y me pareció que era muy fácil cambiar… y bueno. Aquí está el disco. Espero que les guste”.

Corte y confección

Primer disco solista de Laura

Vallacco, cantautora y pianista de

Flores, Capital Federal, Argentina.

Producción independiente, cata-

logable en el rubro “canción de

amplio espectro”. El trabajo des-

taca el valioso aporte de músicos

y productores que brindaron sus

talentos y creatividad personales,

con desinterés y compromiso, tal

como ellos creen que debe ser la

creación. Temas: Triángulo, Escue-

la, Un regresar, Canción de los días

con dientes, Un pájaro, Rostros

alegres I, Rostros alegres II, Vida,

La niña olvidosa, Cuando estabas,

La protegida, Yo supe tu amor en

las costillas.

Producción: Laura Vallacco,

Federico Nicolao y Taty Calá.

Grabado en los estudios Eleven

Palace y Soundrec durante 2010

por el técnico-alquimista Federico

Nicolao, y mezclado y masterizado

en el estudio Eleven Palace, por

Federico Nicolao también. Músicos:

Laura Vallacco, voz, coros, piano,

piano eléctrico, espineta, rhodes,

acordeón, campanitas. Taty Calá,

bajo eléctrico de cuatro y seis cuer-

das, fretless, contrabajo, coros.

Matías Furió, batería y percusión.

Martín González, guitarra eléctrica

y electroacústica de cuerdas de

acero. Federico Bardotti, guitarra

eléctrica. Matías Vardé flauta dulce

y saxo. Nora Fleischman, flauta

travesera y voces. Federico nicolao

coros. Sebastián Caride, didgeri-

doo. Las fotos que ilustran diferen-

tes momentos de la realización y

culminación fueron tomadas por las

fotógrafas Iris Andina y Valeria To-

ledo de Vergara. Sin estar dirigido

a un escuchador en particular, este

disco de canciones nuevas, que

transitan estéticas e instrumenta-

ciones variadas, fue realizado para

la propia satisfacción, y editado

para aportar algo a los humanos y

a quien más se pueda. Que así sea.

Basta, la intención.

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mpulsar el desarrollo cultural. Promover actividades en las pueda desarrollarse la creación, el deseo de superación, y la práctica de va-lores como la solidaridad, la parti-cipación, el compromiso social y la responsabilidad. Cada uno de estos fundamentos y todos juntos, son los que se pusieron en juego en abril de este año, cuando quedó inaugurada la nueva sala de exposiciones de la Facultad Regional La Rioja (San Ni-colás de Bari [E] 1100), con la mues-tra fotográfica “Itinerancias” del fo-tógrafo tucumano Julio J. Zavalía.

Durante el acto de apertura, el secretario de Extensión y Cultura, Ing. Humberto Marinelli, expresó: “Si bien es cierto que la formación académica es de suma importancia para el desarrollo de nuestros pro-fesionales, debemos tener presente que es necesario enriquecer y forta-lecer nuestras expresiones culturales como una herramienta vital para

comprender nuestra realidad”, para luego agregar que “esperamos que este lugar se convierta en un centro de extensión y difusión de las diver-sas manifestaciones artísticas, tecno-lógicas y científicas que puedan sur-gir tanto desde la universidad como desde la comunidad, inspirando la expresión colectiva. Rescatemos el espíritu artístico que todos llevamos adentro”. El acto concluyó con las palabras del decano, Ing. Jorge Orte-ga, quién aseguró estar “muy satis-fecho de que podamos, como nueva gestión de la Facultad, ofrecer un es-pacio más para la formación integral de nuestros alumnos, y también, por supuesto, para la sociedad. Quere-mos brindar esta sala para que los artistas, sobre todo de nuestro ám-

Facultad Regional La RiojaInauguración de sala de exposiciones con muestra fotográfica

bito, puedan mostrar sus produccio-nes. Eso es en esencia la Universidad Tecnológica, un puente entre el co-nocimiento y la sociedad. Somos ser-vidores y queremos aportar desde la institución nuestras herramientas para la construcción de una mejor sociedad”.

En “Itinerancias”, Julio J. Zavalía presenta una serie de trabajos en los que alambres que cuelgan, manojos de cables y líneas telefónicas confor-man un grafismo delicado, sutil, mi-nimalista, con reminiscencias orien-tales. Fotografías que se convierten en grabados de gran belleza. Cables, líneas que se transforman, merced al trabajo de Zavalía, en una expresión filosófica de la vida.

Por las facultades

Por Guillermo Hugo García, coordinador Cultura y Comunicación, Secretaría de Extensión y Cultura Facultad Regional La Rioja

I

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Por las Facultades

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n la Facultad Regional Avellane-da de nuestra Universidad, desde abril de este año, se desarrolla el Foro Tecnológico del Pensamiento Crítico, un espacio de intercambio para estudiantes, docentes, gradua-dos e integrantes de la comunidad toda. Su propósito manifiesto es generar pensamiento crítico y cono-cimiento, mediante el estudio, la re-flexión, el debate y la difusión de la problemática del tejido social. La ini-ciativa abarca un amplio arco temá-tico, lo que hace posible –además de atender intereses diversos– ofrecer una mirada orgánica del pensamien-to crítico. La modalidad del Foro es organizar talleres mensuales, en los que se abordan diferentes aspectos de las disciplinas en juego. Tal es el caso, por ejemplo, de la Filosofía, pensada como modo de vida, la His-toria, con anclaje en los movimientos “nuestroamericanos” y la Economía, abordada desde el pensamiento de las distintas corrientes ideológicas.

Filosofar, esa buena costumbre

En los Talleres de Filosofía, el Foro Tecnológico del Pensamiento Crítico ha abordado temas centrales de esta disciplina. Desde el concepto de micropolítica, y la diferencia en-tre macro y micropolítica, hasta las denominadas políticas del aconteci-miento, sin descuidar otros aspectos

originales como las tres ecologías: ambiental, social y mental, ancladas en el pensamiento de Félix Guatta-ri. En agosto será hora de tratar “El acontecimiento y la política”, sobre “Políticas del acontecimiento”, de Maurizzio Lazzarato.

Historia de los movimientos “nuestroamericanos”

En los talleres dedicados a la His-toria, José Martí y la guerra de in-dependencia cubana (1895 - 1898), contextualizada social, política y económicamente, han convivido de manera apasionada con Emiliano Zapata, Francisco Villa y la Revo-lución Mexicana. No menos inte-resante ha sido el pasaje dedicado al Ejército Zapatista de Liberación Nacional y su original irrupción en la realidad reciente. Augusto César Sandino y la lucha antiimperialista en Nicaragua; el canal interoceáni-co en Panamá; La fragmentación de

E

Facultad Regional Avellaneda

Colombia; Torrijos y su participa-ción en el proceso histórico, fueron otros temas que propiciaron inten-sos debates y reflexiones renovadas.

Pensamiento económico. Corrientes ideológicas

¿Cómo es y de qué manera funcio-na el denominado circuito económi-co? Ese interrogante, sumado al rol de la unidad productora, la unidad consumidora y del Estado, así como los flujos (real y monetario); los fac-tores de la producción y la remune-ración animaron los talleres de esta disciplina. Otros temas abordados fueron el mercado de bienes y ser-vicios: el análisis de la demanda y la oferta; la determinación del pre-cio; la intervención del Estado y el mercado de factores productivos. Por supuesto que no fue ajeno a los talleres de economía, el papel clave que juegan los sindicatos y la nego-ciación colectiva.

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Sin

títu

lo, K

anan

kil

Zapata, revolución mexicana

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Por las Facultades

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Cronograma, feChas y temas

4º Encuentro Historia: sábado 16 de julio de 2011, 10:30 a 12:30 hs. El canal interoceánico: Panamá. La fragmentación de Colombia. Torrijos y su participación en el proceso histó-rico. El usufructo imperialista del canal. Panamá hoy

4º Encuentro Economía: Sábado, 23 de julio de 2011 a 10:30 a 12:30. El rol del Estado. Régimen de recursos y gastos del Estado. Fines de la actividad financiera del Estado. Financia-miento del Estado: nociones sobre tributos. El poder tributa-rio y sus límites.

5º Encuentro Filosofía. Sábado 6 de Agosto de 2011, 10:30 a 12:30 hs. El acontecimiento y la política. Bibliografía: Po-líticas del acontecimiento. Cap. 1. De Maurizzio Lazzarato. Editorial tinta limón.

5º Encuentro Historia: sábado 20 de agosto de 2011, 10:30 a 12:30 hs. Perú: Carlos Mariátegui y Víctor Haya de la torre. La lucha del campesinado por mejoras sociales. El debate de las ideas en la escena pública. El Apra.

5º Encuentro Economía: Sábado, 27 de agosto de 2011, de 10:30 a 12:30 hs. Renta, Consumo, Ahorro e Inversión. Los gastos gubernamentales. Variables que influyen en la inver-sión: ¿quiénes toman las decisiones de inversión?, ¿cómo se toman esas decisiones? ¿Cómo se integran las expectativas? ¿Cómo se concretan las inversiones decididas?

6º Encuentro Filosofía. Sábado 3 de Setiembre de 2011, 10:30 a 12:30 hs. Modernidad y posmodernidad. Conecti-vidad y precarización. Semiocapital. Bibliografía: Gene-ración post-alfa. De Franco Berardi: Bifo. Editorial Tinta limón. Cap. 1 y 2.

6º Encuentro Historia: sábado 17 de setiembre de 2011, 10:30 a 12:30 hs. La crisis de 1929 y la Segunda Guerra Mundial. Las políticas durante la crisis. El nuevo orden económico. La sustitución de importaciones, auge y problemas. El pe-ronismo en la Argentina, transformación de la vida política económica y social. Discursos de la oposición. Kirchnerismo cambios y continuidades en el debate actual del modelo.

6º Encuentro Economía: Sábado, 24 de septiembre de 2011, 10:30 a 12:30 hs. El dinero. Funciones del mismo y clases. El

dinero bancario. El Banco Central. Instrumentos de interven-ción: políticas monetarias, encajes, redescuentos, operaciones de mercado abierto. Los intermediarios financieros.

7º Encuentro Filosofía. Sábado 1 de Octubre de 2011, 10:30 a 12:30 hs. Mutación. Infosfera. Psicosfera. Bibliografía: Generación post-alfa. Franco Berardi. Editorial Tinta limón. Cap. 3, 4 y 5.

7º Encuentro Historia: sábado 15 de octubre de 2011, 10:30 a 12:30 hs. De la política del buen vecino a la Doctrina Truman. La estrategia de contención del comunismo en Latinoamérica DSN. La Escuela de las Américas. Revolución en Cuba: situa-ción histórica previa Fidel Castro - Ernesto Guevara. Reper-cusiones del proceso en el mundo. Cuba hoy.

7º Encuentro Economía: Sábado, 22 de octubre de 2011, de 10:30 a 12:30. La inflación. Concepción psicológica y socioló-gica. La inflación salarial. La inflación por el flujo de mano de obra. Consecuencias de la inflación.

8º Encuentro Filosofía. Sábado 5 de noviembre de 2011, 10:30 a 12:30 hs. Agenciamientos sociales en Latinoamérica.

8º Encuentro Historia: sábado 12 de noviembre de 2011, 10:30 a 12:30 hs. Aplicación de la Ideología de la seguridad nacional en el territorio nuestroamericano. Caso Chile y Ar-gentina. Consecuencias Económicas y sociales. Restitución de las democracias. . Discursos de la oposición. Kirchneris-mo cambios y continuidades en el debate actual del modelo. Debates actuales. Democratización de la política. Nueva Ley de comunicación en la Argentina.

8º Encuentro Economía: Sábado, 19 de noviembre de 2011 de 10:30 a 12:30 hs. La inflación. Inflación por exceso de deman-da. Inflación por aumento de costos. Inflación estructural. Inflación por expectativas.

9º Encuentro Filosofía. Sábado 3 de Diciembre de 2011, 10:30 a 12:30 hs. Conclusiones.

9º Encuentro Historia: viernes 16 de diciembre de 2011 de 19 a 21 hs. Aplicación de la Ideología de la seguridad nacional en el territorio

9º Encuentro Economía: Sábado, 17 de diciembre de 2011 de 10:30 a 12:30 hs. Inflación y cantidad de dinero. La recefla-ción. La deflación. Consecuencias de la deflación.

Es muy importante reflexionar acerca de la importancia que tiene el Foro Tecnológico del Pensamiento Crítico. Se trata de un aporte decisivo para contribuir a la formación in-tegral de los estudiantes, no menos que una propuesta atrac-tiva y comprometida para y con la comunidad en la que la Facultad se halla inserta. Exactamente tomándola como un foro, esto es como el sitio donde tratar los asuntos públicos. Una propuesta, en suma, para saludar, sostener y en la cual participar. Tal es lo que, desde este espacio, sugerimos, invi-tándolos, para ello a “husmear” en el programa y anotarse en los talleres por venir.

Toda la información en

Twitter: @Foro_Tec

http://foroyvoces.blogspot.com/

Facebook “forotecnologico de pensamiento critico”

[email protected]

“Voces del Pensamiento” (Sábados 18 a 20 hs.)

Un programa para escuchar, escucharnoswww.fmlatecno.com.ar

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Apología de la filosofíaA Platón le tocó presenciar la de-

cadencia de la democracia y el im-perialismo atenienses. Pericles había muerto algunos meses antes, y Ate-nas perdía su hegemonía en la gue-rra contra Esparta. Eran los tiempos del gobierno de “los treinta tiranos”, que hubo integrado uno de sus tíos (Critias). Platón había nacido en una isla vecina de Atenas (Egina) en el seno de una familia aristocrática que eligió para su hijo el nombre de Aris-toclés (aunque se hizo conocido por su apodo, en virtud de sus anchos hombros). Aunque desde joven se había dedicado a cultivar la poesía

y las artes, su vida sufre un quiebre decisivo cuando a los 20 años cono-ce a Sócrates. Se cuenta que, incluso, decide arrojar al fuego sus tragedias antes de ofrecérselas al arconte para ser representadas. Desde entonces, la filosofía pasó a ser su exclusiva preocupación, aunque jamás iba a abandonar la vocación política here-dada de su linaje aristocrático.

El juzgamiento y la condena de Sócrates en el año 399, producto del perverso accionar de necios aristó-cratas (entre quienes se contaban sus parientes), lo marcó de un modo decisivo, y precipitó su decisión de abandonar Atenas y de viajar por

Egipto e Italia. Quizá toda su filoso-fía sólo haya tenido lugar como un intento de vengar la muerte de su admirado amigo. Bástenos con ob-servar que, en los diálogos platóni-cos, es Sócrates quien emerge triun-fante, y es la dialéctica socrática la que acaba venciendo a los devaneos retóricos de sus adversarios.

De regreso a Atenas, y convencido de que sólo el saber filosófico permi-tía discernir entre lo justo y lo injus-to, entre el buen y el mal gobierno, Platón se decide a fundar un institu-to en un bellísimo paraje cercano a la ciudad, conocido como “Academia” (en homenaje al héroe Academos).

Por Claudio Véliz

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Desde entonces, sólo abandonará su tarea pedagógica en dos oportuni-dades en que decide volver a la corte de Siracusa, con la esperanza de po-blarla de sabios y pensadores (úni-ca garantía de un gobierno justo) capaces de influir en las decisiones de Dionisio II. Pero sus incursiones políticas fracasarán una y otra vez.

Más allá de sus frustrados inten-tos de intervención, la filosofía pla-tónica siempre estuvo signada por la certeza de que poder y saber eran ele-mentos indisociables, y de que sólo los filósofos se hallaban habilitados para ejercer la difícil tarea de gober-nar la ciudad.

El giro platónico Menos tragedia y más filosofía

El ríspido encuentro de la retó-rica con la dialéctica, por un lado, y la gradual generalización de la escritura, por el otro, habían pre-

cipitado cambios significativos en el pensamiento griego. Consciente de los peligros que representaba la palabra escrita para la memoria y la sabiduría, Platón acude a la forma diálogo (al dia-logos) para dinamizar los escenarios mortecinos de la es-critura, y para hacer, de las ideas, personajes enfrentados. El diálogo deviene, así, literatura (dialéctica escrita), y como Platón designa con el nombre de “filosofía” a este nue-vo género literario, se suele hacer coincidir su acta de nacimiento con este giro platónico logrando, de paso, distinguirla de una sabiduría “con-taminada” por la impronta maníaca y el espíritu poético. En adelante, la filosofía se identificó con las dis-quisiciones escritas sobre cuestio-nes abstractas (racionales, morales y/o políticas), a tal punto “que hoy, cuando se investiga el origen de la fi-losofía, resulta extraordinariamente difícil imaginar las condiciones pre-

literarias del pensamiento, válidas en una esfera de comunicación exclusi-vamente oral, las condiciones (...) que nos han inducido a distinguir una era de la sabiduría como origen de la filo-sofía” (Colli, 1996: 94). Pero no hay que olvidar que fue Platón quien se ocupó de establecer la distinción entre sabiduría y filosofía, presentán-dose a sí mismo como un filósofo (es decir, menos como un poseedor que como un amante de la sabidu-ría); ni tampoco que sus diálogos socráticos no dejan de frecuentar el universo mítico, de acudir al ele-mento poético y de ponderar la re-velación divina.

Según lo sugieren quienes han logrado establecer una periodiza-ción de la obra platónica (juventud, madurez, vejez) el influjo socrático se habría ido desdibujando, en Pla-tón, con el transcurso de los años. De acuerdo con esta perspectiva, podríamos situar a un “personaje”

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como Sócrates en la antesala incier-ta e insegura de una plataforma que si bien terminó conduciendo al “platonismo” (hasta alcanzar su punto culminante con la filosofía hegeliana, no por ello debiéramos asumirla como el preanuncio de un desenlace fatal. Si Sócrates era ya un decadente –tal como insinuaba Nietzsche– no lo era “a causa de su dialéctica, sino, al contrario, porque en su dialéctica el elemento moral va afirmándose a expensas del pura-mente teórico. En cambio, Sócrates es un sabio por su vida, por su actitud frente al conocimiento. El hecho de que no haya dejado nada escrito no es algo excepcional (...) sino que, al contrario, es precisamente lo que po-demos esperar de un sabio griego” (Colli, ibíd.: 97).

Platón le da a la tradición dialéc-tica, por así decirlo, un formato lite-rario (y, más específicamente, dra-mático), aunque, paradójicamente, se muestre sumamente crítico de la sensibilidad artística, y les sugiera a los poetas abandonar la ciudad. Pero además, en su filosofía se conjugan las ambiciones políticas y la deman-da de un saber firme e inobjetable. Si bien el viraje de Platón resultará decisivo para el pensamiento filo-sófico de Occidente, su “literatura” tampoco había podido disimular el desgarramiento, la tensión y la ambigüedad que signaron su naci-miento trágico (he aquí lo que Colli denomina “el enigma del bifrontis-mo platónico”). En otras palabras: aunque Platón abra las puertas del “platonismo”, cabría (al menos) re-

lativizar la idea de que la pos-terior cristalización sistemática

y dogmática de su pensamiento constituya el corolario inevitable de aquella apertura. Si en Platón aún era posible pensar tanto en el carác-ter dialéctico de las cosas (sensibles) como de las ideas (inteligibles), con la doctrina aristotélica de la potencia y el acto, la dialecticidad comenzará a debilitarse.

Ascenso y descenso dialécticos

Por otra parte, en el universo platónico, la búsqueda obsesiva de la verdad requería la solidez de una episteme que se alzara triunfan-te frente a las opiniones (doxa). De aquí, su consecuente crítica burlona del relativismo sofista. Este tránsito del escepticismo a la ciencia sólo se concretaría a partir del saber intui-tivo (noesis) de la idea, únicamente –dice el catedrático español Ramón Valls Plana–, “cuando el tránsito dialéctico a través de las hipótesis acaba en la intuición del principio an-hipotético. Este principio ya no descansa en otro supuesto, es sólido en sí mismo y por sí mismo. Es reali-dad suprema, visible solamente con los ojos del alma, objeto inteligible y no sensible” (1982: 32-33). La idea (o forma) platónica no es un elemen-to sensible (ya que los sentidos cap-tan aspectos engañosos) sino inteli-gible; sin embargo no debe asociarse con una mera operación intelectual, ya que se trata de un elemento obje-tivo: la verdad de las cosas que sólo el alma podía ver/iluminar. Según Valls Plana, en este hallazgo (más que en el abandono del combate oral) residiría la vertiente peligro-sa del platonismo. El razonamiento

de Platón –dice– “le lleva a la idea como realidad firme y permanente, pero ¿no traiciona a Grecia cuando más cree servirla? La contemplación de las ideas ¿no conlleva un despre-cio de la mirada que los ojos de car-ne dirigen a las cosas de este mundo a plena luz del sol? Tentación de fuga desde el mundo sensible, para refugiarse en un mundo de ideas puras que emparenta a Platón con el pitagorismo y con el parmenidismo” (ibíd.: 33).

Si bien la “ciencia platónica” de-signa al lenguaje como el lugar de la verdad, la discusión verbal (dia-logos) apenas se constituirá como un peldaño para alcanzar la idea/forma a través del intelecto (dia-noia). De todos modos, luego de haber llega-do a la cima será necesario iniciar el “regreso a las cosas mismas” (movi-miento descendente) para alcanzar su exacta definición (para decir lo que la cosa es). Recién entonces es-taremos en condiciones de arribar al supremo grado de conocimiento, el momento de la episteme, de la “cien-cia pura”, de la contemplación ab-soluta y silenciosa, de la intelección inmediata y, por consiguiente de la suspensión de la dialéctica. Paradóji-camente –si se nos permite la digre-sión–, un crítico de la dialéctica (y de eso que aquí hemos definido como el giro platónico) como Jacques De-rrida, recupera este momento dia-léctico/no dialéctico de la filosofía platónica (khora), como principio in-condicional absoluto, como no-lugar que se abre al acontecimiento, como el salto al vacío que escapa al cálculo y al saber, como un mesianismo (sin mesías), apertura radical a la hospita-lidad infinita.

Textos citados:Colli, G. (1996): El nacimiento de la filoso-fía, Tusquets, Barcelona.Valls Plana, R. (1982): La dialéctica. Un debate histórico, Montesinos edit., Barcelona

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Un quiebre cultural para una gramática otra

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