La tercera opción

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  • 7/23/2019 La tercera opcin

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    La tercera opcin

    Tedulo Lpez Melndez

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    Reclamo de personalismo social

    Reclamo a la sociedad venezolana un personalismo social y una relacionalidad entodos los mbitos. La digresin permanente en que parecemos vivir se traduce enincoherencia. Es un requerimiento frente a una mediocridad que tiende auniformar. Es urgente una reconsideracin social del hombre venezolano que

    porte a la autoafirmacin. Esto es, un planteamiento que lo haga hacerseprotagonista de su propia historia y de la historia de los dems.

    Para lograr un cambio de esta magnitud se ha recurrido a lo largo del tiempo a laFilosofa de la Historia, a una Teora General de la Sociedad, a la nocin deevolucin social, al materialismo histrico y a un polmico concepto dedesarrollo. Otros han clasificado las teoras sociales en lineales y cclicas. Ahora

    mismo podemos asumir la del cambio acumulativo como aumento delconocimiento, es decir, la asuncin de la complejidad hacia la igualdad socio-poltica.

    Es menester hacer del hombre un espacio de apertura a lo ilimitado, lo quedenominado una interrogacin ilimitada. Para ello es necesario recurrir a unnuevo anlisis del dinamismo social lo que conlleva a redefinir lo que es real y ameter en la cabeza de nuestros compatriotas que las realidades se construyen. Hayque reconstruir los motivos de la lucha en la cual estamos insertos.

    Por ello he insistido tanto en el avance de una sociedad de la informacin hacia

    una sociedad de la comunicacin porque esta ltima permite poner frente a frentedimensiones donde los grupos sociales se obligan recprocamente a renunciar a uninters unilateral.

    El hombre venezolano sigue marcado por su realidad personal con conviccionespasadas an sin comprender las formas emergentes. La existencia de otros comol an le sigue pareciendo un ensamblado extrao y el desconocimiento de su

    poder le lleva a caer en el divertimento de un luego poltico a todas luces absurdo.Ahora deber sumarse a la novedad de una pluralidad emergente con un sistemade redes que se movern horizontal y verticalmente, uno donde se har, porfuerza, ciudadano y en el cual deber ejercer una democracia en proceso de

    invencin. Ya no habr mundos autrquicos como los que describe Fossaert,volcados hacia adentro, apenas transformados por un leve influjo gatopardiano.

    Recuerdo a Lacan y su concepto de yocracia pues la psicologa colectiva esdeterminante en el avatar social. Los venezolanos navegan en un ocano decontradicciones de baja ralea. Apelemos a que el viento esparcir el apelo. Aquienes aleguen que el viento simplemente se lo llevar podramos responder queel viento porta y deja caer en los sitios ms impensados. Requerimos un

    personalismo social como exorcismo a este campamento minero.

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    Lectura no lineal de un pas complejo

    La situacin venezolana no admite lecturas lineales o simplistas. Vivimos unahipercomplejidad que hay que analizar recurriendo a pensamiento complejo y/oa pensamiento lateral. Esto de Venezuela es lo que podramos denominar unconjunto borroso, uno donde habra que hacer un abordaje analtico conconceptos como caos y fractales. La razn lgica siempre conduce a los mismosresultados y en nuestro caso esa parece ser la consabida frase de no hay salida.Es necesario plantearle al pas que existe una virtualidad real en la cual cambiael concepto de poder y las experiencias engendran nuevas realidades.

    Hemos perdido la capacidad de multiplicar los enfoques y actuamos desde unamirada tradicional que preside a los dirigentes como el cuento de la zanahoria

    delante. La zanahoria la porta el rgimen y el burro sigue mansamente detrs. Hayque recurrir a una dinmica no lineal, a la invocacin de anlisis capaz de partirde una dinmica catica, hay que fomentar un sistema organizativo autgeno. Noestamos ante una sucesin lineal de causas y efectos. Desde este punto de vista

    podramos reproducir el viejo cuento del vaso medio lleno o medio vaco paraasegurarle a los venezolanos que esto no es un desorden sino la gnesis de unnuevo orden.

    Por supuesto que las variaciones diarias disparan desde ese humor, que ahora sehace pesante, de nuestros compatriotas frente a la realidad que ven comoinmodificable, hasta el reclamo de organizacin que nadie o pocos procuran sin

    darse cuenta que la realidad agobiante es la mejor posibilidad de conseguirla.

    El gobierno ha sido incapaz de imponer su nueva cultura al tiempo que lasociedad admite que la vieja estaba imbricada con el error y la omisin yoriginada en un comportamiento de desinters culpable. Ambos elementosmodifican conductas, si bien lo hacen hacia una indefinicin de queja vana. Hayque agregar la mediocridad de los actores que diariamente nos repiten unacantidad inasimilable de sandeces con la ayuda del monopolio de opinin que lesuministran los dueos de los medios sobrevivientes.

    Si el gobierno recula frente a Caracas y suspende, por variadas razones, el

    racionamiento elctrico la provincia protesta que all no son menos y aparecen losdirigentes, en una letana insoportable, a reclamar que todos somos iguales, esdecir, que si el interior tiene cortes en Caracas tambin los deberamos tener o, enel mejor de los casos, que nadie debe padecerlos, olvidando que tenemos un grave

    problema multicausado que de una u otra manera debemos enfrentar. La provinciano se plantea que ahora le toc el liderazgo, que es la hora de su voz, sino quemira con aprehensin a la capital. Los dirigentes no piensan sino en posturasdemaggicas. Queda as demostrado que en el interior se creen lejanos, sin poder

    protagnico, en lugar de asumir una constante de nuestra historia, la venida de laprovincia a ejercer el poder desde Caracas. Este problema puntual nos revela unamirada en lnea recta, en lugar de una mirada lateral que porta a conclusiones muydiferentes. Si la provincia qued sufriendo los cortes, es a la provincia que le tocala respuesta, sera la conclusin obvia de un pensamiento sin grngolas. En

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    Caracas est el Poder, en consecuencia es Caracas la que debe responder, piensan,olvidando as que en esta hipercomplejidad el poder no es el mismo de antes, queel poder en el caos se ejerce donde el poder se manifieste y que el ejemplo de suejercicio sera inmediatamente seguido por una poblacin perpleja.

    He dicho muchas veces que la mejor inteligencia venezolana est en la provincia, pero esa inteligencia sigue sin asumir protagonismo. Antes he analizado lasposibles causas, pero ahora me parece que la mentalidad centralista no est sloen el gobierno sino internalizada en una provincia que piensa que slo por sunmero de votantes es tomada en cuenta, cuando el verdadero planteamiento noes ser tomada en cuenta sino imponer caminos por la va de las ideas y laaccin. Esto es, ejercer protagonismo como nuevos polos del nuevo poder. Caso

    pattico, sin duda, de anlisis y comportamiento lineal donde debe haber unanlisis lateral y complejo.

    Cuando se reclama aqu no somos ciudadanos de segunda se est omitiendo la

    verdadera expresin que debe ser los ciudadanos de primera somos nosotros y,en consecuencia, somos quienes aportamos los hombres y mujeres, lasmuniciones (lase ideas) y los que sealamos el camino que debe seguir larepblica toda.

    Pedirle al gobierno luz equivale a asumir un papel parecido al de lasuniversidades autnomas que le piden dinero, cuando lo que deberan platearse essu transformacin y generar las ideas de la sustitucin real de los paradigmas en el

    poder.

    El pas entra fcilmente en el juego siniestro de imposibilidad de transformar lossmbolos en realidades emergentes. He ledo, por ejemplo, a un prelado de laIglesia Catlica diciendo algo as como lo que el pas quiere es agua,electricidad, pazetc. Semejante barbaridad implica una adecuacin a lacircunstancia, no un esfuerzo por trascenderla. Semejante cretinismo refleja entoda su magnitud la crisis de liderazgo de los portavoces con acceso a los medios

    por ahora sobrevivientes. Y refleja que el pas no ha podido cambiar la miradalineal que conduce siempre a la misma conclusin de pesimismo agnico por otralateral o compleja que le muestra cien salidas donde ahora no ve ninguna.

    La posibilidad est, pues, en trastocar esta forma de pensar, de torcerle el brazo,

    de reventar el lenguaje habitual. Mientras sigamos en las lecturas lineales sloflorecer el humor que esconde, las conclusiones de la imposibilidad y la visindel poder desde un ngulo trasnochado. Entiendo que romper un paradigma es ens muy difcil. Entiendo que ensearle a un pas a pensar es tarea nada fcil, perolas burbujas que envuelven a una repblica a veces son frgiles y se pueden

    pinchar con el verbo repetido.

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    La Venezuela del pensamiento dbil

    No hay legitimacin omnicomprensiva en esta Venezuela de hoy. Estamosmovidos por un pensamiento dbil. Se requiere de un pensamiento que hable de laverdad. Hay que recurrir a un paradigma de la complejidad contrario a lainmovilidad y sepultar los conceptos estticos. Requerimos una sociedadinstituyente.

    El ser venezolano se muestra escindido, pesimista y desinteresado. Sucede porqueel pas se mueve en el seno de paradigmas agotados, en un mundo viejo. Lasviejas maneras conducen a ninguna parte.

    Es lo que le propongo al pas, que se haga una sociedad instituyente. Lo que ahora

    corresponde es proponer una nueva lectura de la realidad, esto es, la creacin deuna nueva realidad derivada de la permanente actividad de un repblica deciudadanos que cambian las formas a la medida de su evolucin hacia unaeternamente perfectible sociedad democrtica El vencimiento de los paradigmasexistentes, o la derrota de la inercia, debe buscarse por la va de los

    planteamientos innovadores e inusuales.

    La inutilidad de los viejos paradigmas queda de manifiesto cuando el hombrecomienza a sospechar que ya no le sirven exitosamente a la solucin del conflictoo de los problemas. Est claro que la revocatoria de los anteriores requiere de unesfuerzo sostenido pues se deben revalorar los datos y los supuestos.

    La sociedad venezolana es vctima de los males originados en la democraciarepresentativa, una que no evolucion hacia formas superiores. La sociedadvenezolana se acostumbr a delegar y se olvid del control social que todasociedad madura ejerce sobre el poder.

    Detrs de todo poder explcito est un imaginario no localizable de un poderinstituyente. As, se recuerda que los griegos, cuando inventaron la democraciatrgica, acotaron que nadie debe decirnos como pensar y en el gora se fue adiscutir sobre la Polis en un proceso autoreflexivo. De all Castoriadis: Un

    sujeto que se da a s mismo reflexivamente, sus leyes de ser. Por lo tanto laautonoma es el actuar reflexivo de una razn que se crea en un movimiento sin

    fin, de una manera a la vez individual y social. La sociedad hace a la persona, pero esta persona no puede olvidar que tiene un poder instituyente capaz demodificar, a su vez, a la sociedad. La persona (y estoy usando la palabra en elsentido del humanismo cristiano) se manifiesta en el campo socio-histrico

    propiamente dicho (la accin) y en la psiquis. Se nos ha metido en esa psiquis queresulta imposible un cambio dentro de ella que conlleve a una accin. Es ciertoque las acciones de la sociedad instituyente pueden no darse a travs de unaaccin radical visible, pero en el presente combate se hace necesaria: laconstitucin de un gobierno paralelo. La participacin impuesta en una

    heteronoma instituida, impide la personalizacin de la persona, pero es posible laalteracin del mundo social por un proceso lento de imposiciones por parte de una

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    sociedad trasvasada de instituida a instituyente. La posibilidad pasa por lacreacin de articulaciones, es decir, mediante un despliegue de la sociedadsometida a un proceso de imaginacin que cambie las significaciones produciendoas la alteracin que conlleve a un cambio sociohistrico (accin). He all lanecesidad de un nuevo lenguaje, la creacin de nuevos paradigmas que siguen

    pasando por lo social y por la psiquis. Partimos, necesariamente, de la conviccinde que las cosas como estn no funcionan y deben ser cambiadas (psiquis) y paraello debe ofrecerse otro tipo de sentido. La segunda (social) es hacer notar que la

    persona puede lograrlo sin tener un poder explcito (control de massmedia, un partido, o cualquier otra de las instituciones que tradicionalmente han sidodepositarias del poder). Hay que insinuar una alteracin de lo procedimentalinstituido. Se trata de producir un desplazamiento de la aceptacin pasiva hacia uncampo de creacin sustitutiva. Se requiere la aparicin de una persona con suconcepcin del Ser en la poltica, uno que se decide a hacer y a instituir. El asuntoradica en que domesticar al venezolano gobierno de Chvez- no es posible. El

    planteamiento correcto es inducir que la vida humana no es repeticin, y muchos

    menos de los enclaves polticos, y encontrar de nuevo en la reflexin y en ladeliberacin un nuevo sentido. No estamos hablando de una revelacin sbitasino de la creacin de un nuevo imaginario social. As, sin llenarse de ideas y

    pensamiento sobre el futuro por hacer no ser posible cambiar lo existente. Estegobierno venezolano pone en duda todos los das su razn de ser y ello escondicin a nuestro alcance para edificar el nuevo paradigma. La posibilidadinstituyente est oculta en el colectivo annimo. De esta manera hay que olvidarla terminologa clsica. El mximo valor no es un Poder Constituyente. Lo es unPoder Instituyente, lo que no quiere decir que no se institucionalice loinstituyente, para luego ser cuestionado por la nueva emersin de lo instituyente.La democracia es, pues, cambio continuo. Todo proceso de este tipo transcurre es obvio- en una circunstancia histrica concreta. En la nuestra, en la de losvenezolanos de hoy, no podemos temer a lo incierto del futuro La democracia delsiglo XXI que concibo es, entonces, una permanente puesta al da. La sociedadvenezolana actual est en fase negativa. La protesta es una simple prdida de

    paciencia y la lectura de columnistas que insultan al gobierno un simple ejerciciode catarsis.

    Lo que pretendo al hablar de ciudadana instituyente no se refiere a un mitofundante. Me refiero a un agente (al agente) que impulsa permanentemente unademocratizacin inclusiva. Hay esperanza, porque de la nueva tica saldr

    racionalidad en la nueva construccin. Ello provendr de la toma de conciencia deuna necesaria recuperacin (no del pasado, en ningn caso), sino del sentido. El pas que las lites inteligentes debern liderar es uno en lucha contra lasdistorsiones, una basada en una lgica alternativa. Pasa porque los ciudadanostomen como nueva norma de conducta la no delegacin, lo que a su vez implica laasuncin del papel redefinidor lo que la hace responsable en primer grado.

    Es mediante el pensamiento complejo que se puede afrontar el laberinto propiodel siglo XXI, pues la mezcla de elementos previsibles e imprevisibles, fortuitos,causales o indeterminados, replantea con toda su fuerza el cabalgar fuera dedogmatismos.

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    Reitero a mi pas la propuesta de formacin de un gobierno paralelo y de unaAsamblea Nacional Instituyente para desafiar al porvenir.

    La historia de un desgaje: la democracia representativa

    En los procesos revolucionarios del siglo XVIII se comienza el proceso deconversin poltica de los derechos naturales. El siglo XIX se mueve sobre la ideadel progreso. A pesar de las guerras del siglo XX se establece firmemente laforma poltica que algunos han denominado la era de las Constituciones y eltraslado de la soberana de la nacin al pueblo. El programa demoliberal, luego deno pocas luchas, concede el sufragio y las mujeres libran una de sus batallas msvistosas, el voto tambin para ellas. La reaccin fascista se extiende sobre Europa,

    pero el resultado de la II Gran Guerra hace renacer la condena a los poderes

    absolutos an en medio de la Guerra Fra y entramos de lleno en el ciclo delliberalismo democrtico, las democracias pluralistas y un ritmo keynesiano de laeconoma. Los partidos polticos viven su poca de esplendor. El mercado reinaencontrando su mxima expresin en la era Reagan-Thatcher.

    A finales del siglo XX asoma la crisis plenamente. La democracia comienza adejar al descubierto sus profundos vicios y la desconexin del ciudadano delsistema resalta sus falencias. La representacin y la delegacin del poder seresquebrajan. La democracia representativa comienza a diluirse como el sistemaeconmico donde funcionaba. Es lo que bien se denomina una crisis delegitimidad. Los partidos polticos se convierten en partidocracias, en cotos

    cerrados que ya no cumplen su funcin de servir de vehculo a las aspiraciones dela gente comn y su papel de intermediacin entre el poder y la gente se oscurecepor sus mafiosos comportamientos. De all al brote del populismo habra pocoespacio. La nueva expresin telegnica saltara a la palestra con la oferta desoluciones revolucionarias milagrosas. Mientras tanto, otros comenzbamos a

    pensar en un movimiento alternativo.

    Frente a las neodictaduras emergentes salen a las calles las manifestaciones deprotesta que a nada conducen, que son incapaces de derribar gobiernos a no serpor alguna excepcin. Las manifestaciones venezolanas estn llenas de mitos ymemorias de lo pasado, se recurre a la huelga general o al referndum

    revocatorio, pero hay un desfase, un dficit y una contradiccin que las anula. Esla vieja estructura que reacciona sobre la manifestacin fascista y desde estengulo de enfrentamiento la historia nos muestra que los viejos sistemas no sonrestituibles. El caso de las llamadas marchas en Venezuela es pattico. Lamultitud sale a la calle lo que equivale a un desempoderamiento en lugar de una

    posibilidad de vencer la frustracin. La razn est en los que podemos llamarvehculos convencionales, lase partidos, y sin que un movimiento estudiantilinmaduro y sin objetivos fijos, a no ser la protesta misma, sea capaz de lograr laconexin. La masa sale a la calle y luego se mira a la cara sin haber alcanzadoningn objetivo simplemente porque no estaba planteado ninguno, a no ser eldrenaje de las emociones a la espera del acto electoral. De esta manera lamarcha no deja legado. Ms bien pasan a convertirse en ejemplo de laimpotencia. Y en reconocimiento de las instituciones secuestradas de la dictadura,

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    al concluir ellas en entrega de documentos redactados en un lenguaje quepodramos denominar como sacado del ms puro legalismo.

    As, el viejo problema que Touraine y Baudrillard ya haban entrevisto, el de lacrisis de la representatividad, revienta en Venezuela con toda su fuerza. Los

    partidos, destruidos por sus prcticas aberrantes y por su incapacidad, dan poder aotras instituciones igualmente derruidas y todos y todas marchan junto alenfrentamiento contra el rgimen sin ninguna posibilidad de vencerlo. Con suderrota llega a la plenitud la crisis: ya no representan a nadie, son objeto de

    burlas, pero siguen ejerciendo un poder limitado que el Estado fascista emergenteles permite para legitimar su ejercicio.

    Paralelamente el problema inicialmente terico de la representatividad brota en larealidad cuando los viejos actores quieren seguir ejerciendo el poder sobre losciudadanos debido a su monopolio tcito de presentacin de candidatos al viejo

    parlamentarismo. El problema deja de ser, inclusive, el de una simple oportunidad

    para enfrentar al rgimen sino que es la manifestacin pattica del ejercicio dealgo que no existe. No existe ni parlamento ni existe la posibilidad de conferirrepresentacin.

    Vemos algunos jvenes entusiastas e inmaduros lanzando sus candidaturas adiputados sin darse cuenta que el viejo sistema les impondr su tradicionaloligarquizacin por la necesidad de autorreproducirse para mantener sus

    privilegios de casta. Por el otro lado el poder fascista restringe, a lo que consideralmites adecuados, la supervivencia de los viejos actores modificando aqu y all yestableciendo condiciones suficientes para animarles a perseverar en suexistencia, pero sin aflojarles jams la posibilidad de volver a convertirse enmayora.

    Llegamos, as, ante una dictadura de nuevo cuo que para el mantenimiento de lasapariencias democrticas cede una lonja de poder a los desplazados mientras losciudadanos no encuentran que hacer, no se sienten representados, la calle no lesconcede nada sino el ejercicio de utilera a ambos bandos. Brota lo que losimpertinentes han llamado Ni-Ni y lo que otros impertinentes en mayor gradoconvierten en objetivo de sus llamados para que voten o para que ayuden aderrotar al rgimen. La crisis de la legitimidad puede declararse absolutamente enexplosin. La representatividad concebida en los viejos sistemas liberales salta

    por los aires. La democracia representativa queda hecha jirones sobre elpavimento.

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    La desvalorizacin de la representacin y de la legitimidad

    La representacin puede ser tomada de entrada como la imposibilidad delejercicio de una democracia directa. En sus orgenes se planteaba como la va paraque los gobernantes ejercieran el poder con la aceptacin librrima de susgobernados. Esas lites gobernantes o representativas fueron degenerando encastas opuestas al espritu original. Podramos aceptar que tal evolucin eraconcerniente a un sistema que en s portaba el germen de reduccin de lademocracia. No obstante, se consider la mejor manera de administrar lascomplejas sociedades de la era industrial. Estos mensajeros llamadosrepresentantes, tal como su nombre lo indican, representan una ficcin a algo queno est presente. Al nacer el concepto y la prctica de representacin la sociedadno se gobierna a s misma sino que pasa a ser recipiendaria de las polticas ydecisiones tomadas por los representantes, aunque se sometan a referndum o

    plebiscito, conforme a las formas conseguidas para atenuar la paradoja de larepresentatividad.

    Tal como lo seala Bernard Manin (Principes du governement reprsentatif,Calmann-Levy, Pars, 1995.), uno de los mayores estudiosos del tema, esarepresentacin puede tomar tres formas: parlamentarismo, democracia de partidosy democracia de audiencia. En el primer caso, se les puede llamarfideicomisarios. En el segundo, que es el caso venezolano y de la prctica

    totalidad de los pases latinoamericanos, se vota por un partido ms que por una persona. Estos diputados o senadores son delegados de sus partidos quegeneralmente ejercen sobre ellos esa detestable prctica llamada disciplina

    partidista. La tercera, esto es, la denominada en las ciencias polticasdemocracia de audiencia, son los partidos los que se ponen al servicio de loscandidatos y cuya eleccin depender de su propia personalidad y capacidad deinterpretar a sus electores.

    En cualquier caso de los mencionados se mantiene una independencia de losrepresentantes sobre los criterios de los representados. Ocurre as la primera fallagrave: la mediocridad de los representantes las ms de las veces sealados para

    tal posicin por su subordinacin y obediencia a los distintos factores que le permiten ser electos. La segunda falla grave proviene del desinters de loselectores sobre el tema de a quien eligen, ms los negociados con los poderososmedios massmediticos; sobre este caso particular la historia venezolana muestrala cesin de curules a cadenas periodsticas a cambio de apoyo, en lo queconstituy uno de los puntos claves de la decadencia de la democracia. En tercerlugar, a pesar de permitirse la existencia de los llamados grupos de electoresest claro que de hecho existe un monopolio partidista en la postulacin deaspirantes. Finalmente, la falta de tica y de un comportamiento moral adecuado.

    Pero Manin, al pasar revista a las instituciones propuestas en lo siglos XVII y

    XVIII encuentra una continuidad notable con lo que hoy llamamos democraciarepresentativa, lo que lo lleva a recordar una significacin crucial: ese rgimen

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    del que han salido las democracias representativas no fue concebido en modoalguno por sus creadores como una forma de la democracia. Por el contrario, enlos escritos de sus fundadores se encuentra un acusado contraste entre lademocracia y el rgimen instituido por ellos, rgimen al que llamaban gobiernorepresentativo o aun repblica y cita a Madison argumentando que el papel de

    los representantes no consiste en querer en todas las ocasiones lo que quiere elpueblo. La superioridad de la representacin consiste, por el contrario, en queabre la posibilidad de una separacin entre la voluntad (o decisin) pblica y lavoluntad popular. Manin: Tanto para Siys como para Madison, el gobiernorepresentativo no es una modalidad de la democracia, es una forma de gobiernoesencialmente diferente y, adems, preferible.

    Las crticas sobre los partidos son conocidas: han pasado a ser irrelevantes aunqueconforman an su poder excluyente en las disposiciones que los favorecen para la

    presentacin de candidatos mientras que los movimientos sociales organizadoscarecen de ese puerta abierta en el ordenamiento jurdico y, peor an, cuando un

    grupo de electores abre la puerta y se lanza al ruedo sus resultados suelen sermagros. Es obvio, entonces, que navegamos en un estado intermedio donde los

    partidos han dejado de ser intermediarios eficaces y donde no han aparecido consentido real nuevas formas de intermediacin.

    La otra, que la muerte de las ideologas los han convertido en cascarones vacosincapaces de sumar voluntades. En otras palabras, se han convertido en mecnicos

    buscadores de votos. El argumento simplista que plantea los partidos debencambiar no encuentra base en la realidad de la prctica poltica. Lo que hay querecalcar es que, en cualquier caso, los partidos han perdido el monopolio delejercicio poltico y se les augura un destino describible como el de ser otros enmedio de una multiplicad de actores socio-polticos en proceso de nacimiento.Siempre habr el que por las razones que sean se agrupe con otros que la piensanigual y se proclamen partido, aunque bien se podran denominar organizacionescon fines polticos como se definen en el presente venezolano sin que ninguno denuestros brillantes analistas se haya dado cuenta del cambio semntico deenorme importancia.

    De alguna u otra manera en Amrica Latina ha fallado de manera ostentosacualquier control sobre esta casta de representantes que no han encontrado en lavoluntad colectiva un freno a sus desviaciones. En cualquier caso es obvio que

    existe una ruptura de la legitimacin, lo que algunos han denominado unmalestar con la democracia.

    La introduccin de mecanismos como referndum revocatorio o la iniciativapopular han sido paliativos ligeros para la crisis de representacin, en primerlugar porque junto a su nacimiento tambin crecieron las maneras de evitarlos y

    porque no contribuyeron de manera notoria al aumento del inters ciudadano porsu prctica. Al haber contribuido notablemente a ese desinters con sus ejerciciosdeformadores los partidos se ven desplazados de su anterior papel pororganizaciones que tienden a formas de participacin muy diferentes, esto es, ladesconfianza justificada en ellos conlleva a la aparicin de nuevos mecanismos

    que, en el presente tecnolgico, conducen a la activacin de redes y redes deredes.

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    No olvidemos que la palabra representacin tiene otros sentidos, como el de laactuacin, primero en el teatro griego donde el uso de las mscaras oculta ymuestra lo que est ausente. Inventar la ciudad es inventar la representacin, ellugar donde el poder se disputa y se delega, donde cada uno puede presentarse

    en el centro del crculo y decirle a la asamblea cmo l se presenta lo que sucedey lo que hay que hacer. Lugar de nacimiento del escepticismo, del conflicto de lasinterpretaciones, de esa multitud de dobles, edos o edolon, phantasa y

    phantsma, cuya apariencia corre el peligro de ser un falso semblante.

    (Enaudeau, Corinne. La paradoja de la representacin. Barcelona. Paids.1999.).

    Para la conformacin de la legitimidad de la representacin se recurri alconcepto de opinin pblica segn el cual se crea una opinin general y libre queel representante simplemente ritualiza. De esta manera el representante no tienenada que ver con la voluntad del representado sino que expresa la voluntad

    poltica ideal de la nacin, lo que lleva a identificar pueblo con esa voluntad. En pocas palabras, legitimidad y representacin buscan reconciliarse. Esterazonamiento terico lleva a la representacin a un punto muerto, pues lo quetermina es con el planteamiento de que la legitimidad no es del Estado sino de lasociedad misma. Cuando la sociedad entra en la presente fase de desconfianza enlos representantes y en la representacin misma la legitimidad comienza a haceraguas. Con la frase Yo soy el pueblo que el presente dictador venezolano

    pronuncia a cada momento lo que se est produciendo es la simbiosis msacabada del pensamiento liberal, esto es, no tiene nada de socialista pues seconvierte simplemente en una ficcin. La nica manera de controlar a losrepresentantes es estableciendo mecanismos independientes de l, pero, como enel caso venezolano y de otros neoautoritarismos, encontramos la facilidad con queel poder los burla y siempre quedar pendiente la cuestin de si es el Poder o elrgano contralor el que representanta la voluntad colectiva.

    Es menester recordar que el trmino sociedad civil (civil society) es demanufactura inglesa y fue inventada tambin dentro del contexto de encontrar unalegitimacin para la representacin. Es por ello que algunos hablan, especialmenteTouraine, de una sociedad postcivil; nosotros tambin lo hemos hecho dentro delconcepto naciente de una democracia del siglo XXI. En este proceso decontradicciones se hunden los partidos de la democracia representativa, una

    realidad de distorsiones que algunos llegaron al punto de llamar Estado departidos. O lo que otros llaman descolocacin de la poltica, situacin que hoyvivimos en muchos pases de Amrica Latina donde desde los rganoslegislativos hasta los ejecutivos son suplantados por los llamados Comits

    Nacionales partidistas que pasan a ser el sitio donde en realidad se toman lasdecisiones supuestamente encarnantes de la voluntad popular. De esta maneralos partidos se convirtieron en los verdaderos asesinos de todo el andamiajefilosfico-jurdico que haba sostenido a la democracia representativa y susupuesta legitimidad. Es evidente que los partidos surgen por una necesidad obviade asumir las contradicciones y las fragmentaciones del cuerpo social, peroterminan encarnando en magnitudes de primera fila las prcticas polticas

    deformadas y deformantes.

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    He insistido hasta la obstinacin en la necesidad de que la provincia venezolanaasuma el liderazgo, planteamiento que excede a la mera circunstancia de haberse

    producido en el interior las mayores acciones de resistencia contra la presentedictadura. Es tambin un asunto directamente vinculado a la tesis derepresentacin y legitimidad. La eleccin de diputados por las regiones no

    establece ni una cosa ni la otra. Apartando por un momento el tema de ladescentralizacin, obviamente necesaria e imprescindible, lo que ando es enbsqueda de una fuerza exgena que desmaterialice la mentira constitucional deque Venezuela es un Estado Federal y la haga realidad, pero ms all lo que andoes en bsqueda de una nueva fuerza constitutiva de la cultura venezolana.

    Tendramos que decir con Lassalle que la problemtica constitucional no es unproblema de derecho sino de poder, ya que la verdadera constitucin de un pas

    solo reside en los factores reales y efectivos de poder que en ese pas rige. Las

    constituciones escritas no tienen valor ni son verdaderas mas que cuando danexpresin fiel a los factores de poder imperantes en la sociedad- (Lassalle,

    Ferdinand; Qu es una Constitucin?; Editorial Coyoacan; ao 1994; pg.29. Conferencia dictada en Berln a mediados del siglo XIX, texto que seconvirti en un clsico de las ciencias polticas).

    En los pasados meses naci es lo que percibo- una nueva tensin, o al menos unatensin variada, entre la provincia y el poder hegemnico de Caracas, uno quefue, a mi modo de ver, un intento de quitar la delegacin al poder central, unoinforme, pero intento al fin. La reduccin de la representacin, en el sentido enque la manejo en este prrafo, significa que se reduce su mbito en el sentido quecada provincia se representa a s misma sin afectar para nada la unidad de la

    Nacin-Estado.

    Hay que comenzar a manejar las nuevas formas, los nuevos partos, los nuevosparadigmas.

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    Recuento de un simulacro de representacin

    Si la posibilidad de un pensamiento nuevo abreva en la imagen o en su ausenciaes una vieja discusin. Durand lo remite al imaginario, mientras Deleuze nossostiene uno sin ellas. Otros, ms arriesgados, sostienen que es necesaria unadesubicacin estructural para dotarse de visin.

    La imagen puede ser vista como engao, deformacin u opacidad, viejo temarecurrente, aunque tambin como efecto de realidad o como voracidad

    posmeditica. En la tradicin cultural que nos movemos andamos sobre loenunciable y lo visible, sobre la pantalla todopoderosa que permiti a algunosconstruir un imperio de rdenes y de imposicin superior al de los editores de

    peridicos impresos. Se puede inducir historia a partir de una realidad polticaficcional y producir una ciencia de las soluciones imaginarias. Llegamos al puntoen que slo se poda pensar desde la perspectiva de la dictadura presente. Lo queno se permiti jams en el mundo del recin caido zar meditico fue uncontrapensamiento que sacara la dicotoma perdida de una estrategia polticacentrada sobre el fracaso hacia la emersin de nuevas actitudes e ideas. De estamanera su canal pas a convertirse en la imagen del presente permanente, unoinsuperable.

    Esta hipertrofia comunicacional acab con la posibilidad de toda mirada y, porsupuesto, con todo reconocimiento de una oportunidad diversa. Una que termin

    convirtiendo el uso de las imgenes reales en mera apariencia. As, Venezuela fueconvertida en una imagen entre parntesis, en un mundo desrealizado jamsconvertible en factibilidad. Todo suceda en la pantalla, nada fuera de ella.Convirti al pas, desde su mirada oblicua, en una cmara de vaco y dedescomprensin. Una simulacin de la realidad fue lo visto, con sus invitados

    predilectos que repetan la necesidad de la participacin electoral o queconvertan las imgenes del dictador pronunciando sus contradicciones en unailusin ptica. Esto es, una obsesin por la imagen en su artificialidad hastaconvertirla en fetiche. Las imgenes de algunos micros se convirtieron en copiade la copia. Baudrillard lo explica muy bien con su teora de la simulacin, que noes otra que un mundo donde las referencias y los referentes han desaparecido,

    algo as como una constante simulativa. Ahora bien, es obvio que tal mecanismono afecta slo al mundo que se narra sino tambin a las ficciones que lo hacen,todo en un proceso de transfiguracin adulterada. Imposible as el surgimiento deun nuevo discurso que creciera fuera de la sombra del poder.

    Al fin y al cabo la representacin estuvo instalada y perdimos la capacidad dedistinguir el territorio del mapa conforme a la acertada expresin de Baudrillard.Disimular deja intacto el principio de la realidad, pero enmascarada. O en otras

    palabras, se nos construy una hiperrealidad. Se produjo una recreacindesenfrenada de imgenes donde no haba nada que ver. Es lo que se hadenominado con una palabra alemana, doppelgnger, que no es otra cosa que eldoble fantasmagrico de una persona.

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    Es cierto que vivimos el tiempo de la imagen. Ello implica que las finalidadesconcretas sean innecesarias, como bien se practic, de manera que la simulacinse convierte en la cabeza de algunos poderosos extraviados en el nuevo principio,una donde est el modelo mismo que se muestra, lo importante, y donde se enseaa los espectadores deseosos de esperanza un juego al que ya han sido habituados a

    jugar que termina convirtindose en dispersin y anulacin de lo poltico. Ensuma, un Apocalipsis de canal de televisin y no ms.

    El actual rgimen venezolano ha logrado crear una imagen del pensamiento en elcual ya casi no se puede pensar sino desde dentro de la centralidad pensamiento-Estado. Por ello en su discurso hay siempre elementos de verdad, una muyminoritaria, pero que crea efectos de verdad. De all su permanencia a pesar desus errores y de su incompetencia. Hay que oponerle un nuevo pensamiento, unaorganizacin simblica distinta, mientras el caso que comentamos fue locontrario: una repeticin constante, la muestra en pantalla del doppelgnger, en

    pocas palabras, un simulacro de representacin que reforzaba la imagen y el

    original en una simbiosis tal que poda conducir a pensar si el monstruo enrealidad exista. A falta de una estrategia poltica original el gobierno funciona asus anchas con la puesta en escena de sus cadenas o de sus Al, Presidente desolicitacin espectacular ahora impregnada de expropiaciones semanales. La

    presentacin de pantalla, la copia que haca el canal de la catstrofe ayudaba almantenimiento de la catstrofe. La propia conversin de la imagen en realidad.

    Si hay incoherencia o contradiccin en el discurso del dictador es simplementeporque no hay necesidad de discursos articulados. Su nico inters es el desarrollode una estrategia de poder basada en el ansia de espectculo, el que vemoshaciendo delirar a las masas comprometidas previamente y arreadas al lugar delespectculo. Romperla no pasaba por la va del doppelgnger porque el ordenoriginal de la imagen copiable era la de cambiar la escala entre sistema poltico yla esfera masiva. Reproducir era, como hemos dicho, convertir el propsito en uninstante perpetuo.

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    Un gobierno paralelo

    Es necesaria la formacin de un gobierno paralelo de seguimiento al presentergimen. Los sucesos de los ltimas meses indican la inexistencia de una columnavertebral que le indique al pas un rumbo, como qued demostrado con lasacciones intermitentes y desconectadas en la provincia y en Caracas.

    Vista la grave situacin del pas, el colapso institucional y de los serviciospblicos bsicos, constatada hasta la saciedad la ineptitud del presente gobiernopara atender a la comunidad nacional hasta en sus necesidades bsicas y siendoobvia su vocacin represiva, es menester constituir equipos que den respuestasconcretas y lneas polticas claras.

    Debe ser atendida la constante queja de los venezolanos ante la falta depropuestas concretas y la manifestacin reiterada de angustia por mantenerse sloun camino electoral, mientras las condiciones en septiembre no slo serncomiciales sino de existencia misma del pas.

    Debe conformarse un gabinete en la sombra para seguir cada rea de la accinoficial. Estara integrado por Ministros para el seguimiento de: Poltica Interior,Poltica Exterior, Economa y Finanzas, Salud, Infraestructura, Educacin yServicios Bsicos.

    Propongo la conformacin de una Contralora para el seguimiento de la

    Contralora General. La conformacin de una Fiscala para el seguimiento de laFiscala General. La conformacin de una Defensora del Pueblo para elseguimiento de la Defensora. La conformacin de una Comisin para elseguimiento del comportamiento del actual Poder Judicial.

    Propongo la convocatoria a una Asamblea Nacional Instituyente dedicada alestudio y seguimiento de todas las leyes aprobadas por la actual Asamblea

    Nacional. Estara formada por representantes de todo el pas (Academias Nacionales, Universidades, gremios, colegios profesionales, asociacionesempresariales, confederaciones y federaciones de trabajadores, estudiantes,

    profesores, representantes de la provincia y de la sociedad civil).

    Una Asamblea Constituyente implica una eleccin, con todo lo que ello apareja.Lo instituyente implica una superacin de la democracia representativa paraconvertirla en una democracia como ejercicio cotidiano de injerencia. Unasociedad instituyente es mucho ms que una recipiendaria del poder original.

    Cuando hablo lo hago para contrarrestar las tendencias negativas a la inaccin. Ytambin para tranquilizar mi conciencia. En cualquier caso pienso que si no se

    procede a la formacin de este equipo de estudio y seguimiento tanto ejecutivocomo parlamentario quienes se opongan o lo ignoren es bastante probable quetengan que formar un gobierno en el exilio.

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    La inercia de la entrega

    El pas luce desencajado, con los msculos flccidos, con la respiracinentrecortada, con el aliento perdido, con una dejadez que pesa como unsomnfero.

    El pas est desarticulado, con los encajes seos oxidados, con la voluntaddisipada, con los enclaves cerebrales divagantes.

    Hay una atmsfera que entrecorta la respiracin. No se trata slo de la calina y delintenso calor lo que amodorra y mantiene al pas en una somnolencia alarmante.Se trata de una inercia originada en un cansancio casi patolgico. El pas estentregado a los vaivenes, se deja llevar y asiste al proceso destructivo con la

    mirada perdida.

    Los ojos del pas muestran una prdida de la visin, un extravo, una ausenciaprxima a la entrega final al azar, a la cada de unos dados sobre el tapete de undestino sobre el cual le luce imposible incidir.

    El pas parece sufrir de osteoporosis mltiple, de parlisis sobre una silla deruedas, de abandono y desaliento, de automatismo en el comportamiento y deinconciencia prxima a un letargo autoinducido.

    El pas sufre de impotencia. El pas se hace sinnimo de letargo. El pas parece un

    enfermo terminal echado sobre una cama de hospital y a la espera de lo inevitable.El pas ya no intenta un ejercicio de voluntad. El pas parece creer que los hadosde la fortuna han decidido por l y no le queda otro recurso que inmovilizarse antelo inevitable.

    Este pas entregado est muy mal. Ya percibe los hechos destructivos con unpequeo lamento, con la exhalacin de una queja disminuida, con un leve gestoque parece indicar resignacin. Este pas oye como lo hace el sordo que da acomprender ha entendido lo que se le dijo aunque en su cerebro haya procesadonada ms que un arroyo de sonidos inconexos.

    Este pas asiste a los sucesos como si fuesen lejanos y no le ataesen. El pas estentregado, a la espera de unas elecciones que an lucen lejanas y a las cualesasistir por acto reflejo. El pas se conforma con que no vengan mdicos yenfermeras a jorungarlo en su estado anormal y confa en levantarse el dasealado para ir a votar con la misma resignacin que el paciente muestra cuandole traen la siempre detestable comida de hospital.

    Si el sujeto suspende su perorata agradece el silencio. Si el sujeto lanza superorata emite gruidos de respuesta a quienes comparten su inmensa sala deinternado hospitalario como si una distraccin se hubiese asomado por entre losintersticios de las paredes de su reclusin.

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    El pas est echado en su cama de enfermo. El pas est alejado, distante,acostumbrado a la dosis de morfina que le evita los dolores. El pas da pena, peroal pas no le importa dar pena, le basta con que lo dejen all, tirado, sumiso,entregado, inerte.

    Las enfermeras le encienden la televisin y el pas mira con la boca abierta. No sesabe si ve u oye, pero la distraccin y el escape le resultan suficientes para matarlas horas de su inercia. Hasta que llega la hora del sueo, uno que lo aleja de larealidad, que lo saca del ensimismamiento del da para hundirlo en la inconcienciade la noche. Cuando el sol se pone entre el calor y la calina, el pas agradece quehaya terminado el da. El pas quiere reducir los ruidos, la sensacin de estardespierto, las incongruencias de la semiatencin a una cotidianeidad oprobiosa.

    El pas asemeja a un paciente terminal. El pas no es ms que un montn dehuesos y pellejo a la espera del punto sin retorno. El pas ha perdido todavoluntad. El pas existe, pero alejado, inconexo, ajeno, extraviado, paralizado en

    su lecho de enfermo sin la tentacin de volver a levantarse, de mirar por laventana, de salir afuera, de intentar una modificacin de la realidad exterior que

    parece no tentarlo ms que la placidez adormecida.

    El pas parece sentir que all hay un desfile. Escucha lo que parece ser una bandacon trompetas y timbales y puede, quizs, anticipar que estamos en carnaval, quealguien celebra una fiesta, que alguien participa de una fecha festiva, que alguienajeno a sus penurias est dedicado a una celebracin ruidosa.

    El pas observa las aspas del ventilador que gira perezoso sobre su lecho. El pasno se pregunta. El pas est en pijamas. Ni siquiera est esperando a Godot porqueno tiene ni la ms puta idea de quien es Samuel Beckett. El pas languidece, lamodorra lo satisface, aunque afuera las taladoras corten, desmalecen, echen abajorboles y destino.

    Ah est el pas. No se apiaden. Habr que seguir hablndole aunque sus odosslo perciban ruidos guturales. Habr que seguir ponindole suero, aunque susvenas perforadas semejen un surtidor. Habr que hacerle una traqueotoma parahacerlo respirar a la espera de una reaccin reconstructora. Ah est el pas, en lainercia de la entrega.

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    El tono de una actividad poltica desleda

    Cuando un pas no conoce de tonos de grises ni logra distinguir acentos,modulaciones o entonaciones, puede decirse que est extremadamenteradicalizado y que lo nico que lo anima es destruir a la otra mitad. Ese es el

    panorama impuesto por el llamado comandante de la revolucin con susconstantes peroratas de odio y su continuo llamado a exterminar a quienes no lesiguen. He aqu el origen del drama, uno que es muy difcil de enfrentar con unmnimo de sindresis.

    Es lo que algunos han llamado con esa odiosa palabra polarizacin, una sacadadel staff de los socilogos de nuevo cuo que se dicen especialistas en laresolucin de conflictos. Apelan a palabras como dilogo, lo que conllevara a

    asegurar de manera terminante que a Venezuela no le queda otra salida que laguerra civil, dado que dilogo no puede haber, cuando el caudillo proclama a loscuatro vientos su imposibilidad bajo el argumento de que ser rico es malo o quela batalla es final o que la oligarqua y la oposicin de mierda deben serdestruidas.

    En estas condiciones no puede decirse que la poltica es una posibilidad por hacer,a menos que de alguna manera se busquen los intersticios para vencer lallamarada del odio. Ello no equivale a la inaccin de resistencia frente a ladictadura, pues tal comportamiento equivaldra a complicidad ni a obstinarse sloen una participacin electoral obviando las magras condiciones en que ella se

    produce. En este contexto manifestarse continuamente dispuesto al dilogo sepercibe como una disposicin a un entrevero de piernas con un rgimen que slopermite la fidelidad ms absoluta.

    El ejercicio del poder en Venezuela es uno arbitrario, caprichoso y tpicamente decuartel. El caso de la disidencia del gobernador del estado de Lara a su militanciaen el partido de gobierno (PSUV) nos ha mostrado con mayor claridad las aristasde la crisis presente. El presidente llega a Barquisimeto y ordena la expropiacinde dos galpones de la empresa Polar y el gobernador reacciona como todohombre apegado a la ley: eso es una zona industrial, as est en el plan dedesarrollo urbano de su ciudad, hay ordenanzas especficas y la ley de la materia

    impide desafectar slo una parcela pues habra que hacerlo con toda la zona quetiene alrededor de 180 industrias. Si menciono este caso especfico es porqu

    posiblemente fue el detonante final de la crisis entre el gobernador disidente y elpresidente mandn y arbitrario.

    Est claro que lo que el rgimen se propone es controlar en su totalidad laproduccin y distribucin de alimentos para tener un control total de la poblacinpor va del estmago, pero la arbitrariedad ordenada a su paso por la ciudad deBarquisimeto equivala a un yo soy la ley o mi voluntad es el textoconstitucional. Obviando el caso especfico, uno donde no se consult a laautoridad local sino que se le orden una medida contraria a Derecho, lodestacable es que el gobernador Henri Falcn lleg al llegadero, como se dice

    popularmente. En su carta de renuncia al partido expresa la necesidad de un

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    dilogo entre todas las ramas del Poder Ejecutivo, la consulta democrtica, elacuerdo como mecanismo para resolver las diferencias. Pero, ms all, proclamaque el pas requiere concordia, entendimiento, paz, transformacin social sinatropello.

    La carta, obviamente, no fue entendida por sus excompaeros de partido que selanzaron a endilgarle toda clase de improperios, pero tampoco por una oposicinobtusa que se lanz por el mismo camino. Esta ltima le reclama al gobernadorFalcn su anuncio de mantenerse en el proceso revolucionario o la ratificacin deque con el lder el tratamiento es decirle la verdad. No entienden. El gobernadordisidente no poda provocar la ruptura. Con la habilidad poltica que hademostrado tener debe haber tenido tambin muy en claro que el dilogo y la pazque reclamaba iba a ser respondida con una catapulta de odio. De manera que esel dictador y el rgimen los que producen la ruptura, no l. Eso le concede un

    poder moral sobre un pas que no recapacita, es verdad, pero que a la larga puedeser entendido.

    El otro argumento usado por los obtusos es el de Francisco Arias Crdenas, unexcomandante compaero de Chvez que se convirti en candidato presidencialde la oposicin, sali derrotado y luego mansamente volvi a las filas delgobierno donde fue cristianamente perdonado por el jefe supremo. Ese trauma

    parece internalizado por una parte de la poblacin. Veamos lo ocurrido: Arias fuehonesto en su oposicin, cumpli su tarea, perdi y cay en el ms absolutoolvido y en el ms doloroso abandono. No tena piel para aguantar semejantesituacin que me imagino inclua una situacin econmica difcil. En estasituacin busc a cercarse a su viejo amigo que en nombre de esa amistad lorecibi y lo incorpor a su gobierno, siendo hoy Viceministro de RelacionesExteriores. Sin entrar a calificar la actitud de Arias lo que importa es mirar haciaquienes padecen lo que ya se conoce como el trauma Arias Crdenas. Pareceque los preside una conviccin de que todo disidente es un caballo de Troya, untraidor enviado por Chvez a infiltrar las puras aguas de la oposicin para luegovoltearse. No fue el caso de Arias Crdenas. Es interesante como el sectoroposicionista obnubilado se coloca en una situacin francamente psiquitrica, unaque les impide observar con la debida atencin la magnitud del desgajamiento queha sufrido el partido de gobierno con la renuncia del gobernador Falcn. Una queinduce a rechazo porque seguramente es otro insincero enviado a infiltrar cualcaballo de Troya.

    Esa carencia de percepcin no los hace ver que el gobernador disidente no puedecumplir con ese papel porque entre los planteamientos ms firmes que ha hechoes que no tiene nada que ver con la oposicin ni ningn partido de oposicin lesirve. Por cierto, uno de los mejores planteamientos de su rueda de prensa. Lo es

    porque el gobernador disidente es un militante revolucionario que no abjura desus principios y porque sabe meridianamente que esa oposicin est condenada ano tener oportunidad seria de gobernar. Pero ms an: no pueden ver el

    planteamiento de fondo del gobernador disidente: reclama un socialismo nosectario, humano, de entendimiento, de desarrollo social y de respeto a la ley y altexto constitucional de 1999. Cuando proclama su apego a la Constitucin salida

    de una Asamblea Constituyente es sealado por los obtusos por supuestamentedecir lo mismo que Chvez, olvidando dos cosas: la primera es que Chvez ya

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    proclam a ese texto como transitorio y que la oposicin no hace otra cosa quereclamar el respeto por l. En qu quedamos entonces? He recordado que losfuncionarios no son electos solamente para hacer obra, para desarrollar losservicios pblicos y atender a los ms necesitados, sino tambin para apegarse altexto legal, para actuar enmarcados por un Estado de Derecho.

    Volvamos a la oferta del disidente gobernador Falcn del estado de Lara. Hapuesto sobre la mesa un socialismo de estos tiempos, una declaracin que esequivalente a una condena de las prcticas estalinistas de Chvez, un reclamodirecto y contundente contra el personalismo encarnado en el lder que todo losabe y todo lo decide sin preguntarle nada a nadie. Ha puesto sobre la mesa unreclamo de justicia social y de mantenimiento de lo que la revolucin haya podidolograr en este sentido, pero volviendo a la sindresis, a la direccin colectiva ydialogante. Este es un extraordinario planteamiento que no ha podido ser visto ni

    por los fanticos oficialistas que lo acusan ahora de financiado por laoligarqua, de servir al capital internacional, de traidor y hasta de

    conspirador, ni por la oposicin obtusa que lo llama nuevo Arias Crdenas,ladrn y lder con pies de barro.

    Podr ser visto y odo este llamado por la gran cantidad de militancia oficialistaya preocupada por las arbitrariedades de su lder que, para muestra de botn, yatiene un largo historial en las conferencias internacionales? Al menos en el estadoque gobierna el seor Henri Falcn ha tenido eco: diputados a la legislativa local,a la Asamblea Nacional, concejales y militancia lo han acompaado. Es ya elmayor desgajamiento sufrido jams por el partido de gobierno.

    Ahora bien, el seor Falcn ha ido a militar a un partido aliado del gobierno,Patria Para Todos (PPT), en un gesto de su apego al proceso con todas lasvariantes y diferencias que tiene con l y que hemos resaltado en este texto. ElPPT es una disidencia de Causa R, fundado por Alfredo Maneiro, un viejomarxista terico que inici en Venezuela el planteamiento radical (la R viene deradical) y que estuvo a punto de ganar las elecciones (todava hay gente que diceque las gan y se las usurparon) con la candidatura presidencial de AndrsVelsquez, un lder sindical del sector metalrgico. En pocas palabras, unaversin del Partido de los Trabajadores de Brasil y un planteamiento muy similaral de Lula Da Silva.

    La respuesta del partido del seor Chvez ha sido congelar sus relaciones con elPPT por recibir en su seno al traidor gobernador disidente del estalinismo.Antes de usar los calificativos apropiados para semejante actitud, lo que interesaresaltar es que se ha puesto sobre la mesa un verdadero escape a la militanciadesencantada oficialista y no hacia una posicin retrgrada, sino hacia una ofertade principios y de apego a la legalidad. Ahora bien, cmo alguien que tenga dosdedos de frente no puede darse cuenta que estamos ante el hecho ms importanteocurrido en Venezuela en por lo menos ocho aos?

    No tengo capacidades adivinatorias para conocer la suerte de este proyecto queante la ceguera general ha puesto sobre el tapete el gobernador Henri Falcn, pero

    s creo estar en la excepcin, esto es, creo tener dos dedos de frente por lo menos,de manera que saludo el hecho como una oleada de viento fresco en esta situacin

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    obtusa que describo al inicio de este texto y lo saludo como un hecho de unaimportancia poltica excepcional que bien podra romper el presenteencasillamiento. Lo es, porque la tesis de Falcn y del PPT son perfectamenteencajables en la construccin de una tercera opcin.

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    La creacin de nuevos campos de historicidad

    No se puede seguir hablando de democracia pensando que es un sistema donde sevota o donde hay representatividad o participacin. A la democracia tenemos quehincarle los dientes, revisar todo y ahora mismo debemos ir sobre el concepto de

    poltica. Indispensable entrar en l porque en este pas la gente dice estar harta depoltica cuando en verdad lo que est es harta de falta de poltica. Poltica esparticipar en la actividad social. Es necesario terminar con la desnaturalizacindel concepto mismo, con la creencia generalizada de una particularizacinprofesional. Toda accin sobre la vida pblica o, dicho de otra manera, sobrelos intereses colectivos, es una accin poltica. Otra cosa distinta es lo que

    podramos denominar actividad poltica (proselitismo, bsqueda del poder, etc.)

    que es propia de los activistas polticos.La sociedad venezolana est omitiendo el replanteamiento de que es lademocracia. Lo que no se renueva perece; lo que ante los ojos de la gente es yaconocido, con sus virtudes y vicios, carece de la atraccin de la novedad. Hay queconceptuar para la demostracin prctica de una democracia sin adjetivos, sloubicada en un contexto de tiempo: siglo XXI, con todo lo que ello implica.

    La sociedad venezolana est atomizada por muchas causas: desvo y confusin por la profusin de aprendices de brujo que pululan en los mediosradioelctricos, la conversin de los encuestadores en analistas con las

    consecuentes barrabasadas, la determinacin de los medios de escogercuidadosamente quienes asisten a sus programas de entrevistas, los negociantesque se dirigen a sobrevivir en el actual rgimen. La sociedad venezolana ha

    perdido la capacidad de reaccin, est sentada frente al televisor esperando que lapantalla le diga como debe comportarse. La sanacin del cuerpo social implica unlargo proceso que debe partir de la insercin en la cotidianeidad.

    La escasa influencia del pensamiento sobre la democracia en la democraciamisma se debe a la crisis de todo pensamiento trascendente en un mundo de

    bodrios repetitivos, de insubstancialidad y a la ausencia de lo que diagnostica demodo diferente a como se construyeron las ideologas derruidas. No se trata de un

    plano que se proclame poseedor de la verdad ni pretenda proclamar la solucin delos problemas del hombre. Se trata de un conjunto de diagnsticos y deadvertencias. Las clases medias, actores claves en toda accin poltica, slo semovilizan cuando creen amenazados sus derechos. Son las clases medias elejemplo de inaccin funcional inducida por la pantalla-ojo o por los activistas

    polticos colapsados o el instrumento manipulable para los intereses particularesdisfrazados de colectivos.

    Bien podra argumentarse que la sociedad civil se ha convertido en un simulacrode lo social. La democracia, por ejemplo, parece alejarse de su marco de drenaje ycomposicin, para elevarse por encima de las fuerzas conflictivas que se muevenen su seno. El poder que amenaza con surgir en el siglo XXI trabaja ya lo hemosdicho hasta la saciedad- con la velocidad y con la imagen, ms con la velocidad

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    de la imagen. Su alzamiento por encima de una sociedad civil dbil le permiterecuperar el sueo del dominio total, de la modelacin de los contemporneos(antes ciudadanos) a su leal saber y entender. As, el poder de la dominacin sehace total. En el campo del sistema poltico la democracia comienza a ser miradacomo un impedimento, como un estorbo.

    Ya no estamos, pues, y a veces mucha gente no se da cuenta, en una sociedadindustrial. En consecuencia las formas de poder son otras. En consecuencia, lasviejas formas (sindicatos, partidos polticos, asociaciones empresariales y todasaquellas instituciones de la sociedad civil) se derrumban, al igual que lossistemas de valores tradicionales, la familia, los sistemas de poder (la democraciaen peligro). Hay nuevas formas de poder y tambin nuevas formas de poltica,slo que la tendencia es a la eliminacin de esta ltima, es decir, a un neo-totalitarismo. Si vemos, por ejemplo, la inutilidad de los sindicatos y laimpotencia absoluta de los partidos para unir en torno a ideologas, debemosadmitir que la nueva estructura poltica pasar por un entramado de redes de

    accin y presin poltica. Lo que hay que entender es que la poltica dej de serun espacio de accin individual o uni-organizativo para convertirse en una granred de redes de transmisin de informacin, creacin de coaliciones y alianzas yen articulacin de presin poltica.En su postdata sobre Las sociedades de control, Gilles Deleuze nos recuerda el

    proceso, con Foucault, de las sociedades disciplinarias de los siglos XVIII y XIX,en plenitud en los principios del siglo XX, donde el hombre pasa de espaciocerrado a espacio cerrado, esto es, la familia, la escuela, el cuartel, la fbrica y,eventualmente, la prisin, que sera el perfecto modelo analgico. Este modelosera breve, apenas sustitutivo de las llamadas sociedades de soberana, dondems se organiza la muerte que la vida. Deleuze considera el fin de la II GuerraMundial como el punto de precipitacin de las nuevas fuerzas y el inicio de lacrisis de lo que llamamos sociedad civil. En otras palabras, entran con fuerza lassociedades de control que sustituyen a las sociedades disciplinarias. Virilio hablaas de control al aire libre por oposicin a los viejos espacios cerrados. El grandiagnstico sobre este proceso lo hace, qu duda cabe, Foucault, pero es aDeleuze a quien debemos recurrir para entender el cambio de los viejos moldes alo que l denomina modulaciones. La modulacin cambia constantemente, seadapta, se hace flexible. La clave est en que en las sociedades disciplinariassiempre se empezaba algo, mientras que en las de control nunca se termina nada,

    lo importante no es ni siquiera la masa, sino la cifra. Es decir, hemos dejado deser individuos para convertirnos en dividuos. No hay duda de la mutacin:estamos en la era de los servicios, la vieja forma capitalista de produccindesapareci. He definido esta era como la de la velocidad, pues bien, el control esrpido, cambiante, continuo, ilimitado. Si algunos terroristas colocan collaresexplosivos a sus vctimas, la sociedad de control nos coloca un collar electrnico.

    Esta repblica desanda, retrocede, recula, repite. Esta repblica marcha haciacuando no era repblica. Volvemos a ser una posibilidad de repblica, una hartoterica, harto eventual, harto soada por los primeros intelectuales que decidieronabordar el tema de esta nacin y de su camino. Nos estn poniendo en un volver a

    reconstruir la civilidad y en el camino de retomar el viejo tema de civilizacin ybarbarie. Por lo que a m toca tengo una negativa como respuesta. Hay que

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    plantear una democracia del siglo XXI, hay que dotar a este pas de herramientasque le permitan salir de la inconsciencia de los retrocesos, hay que extinguir lamirada biliosa. Aqu la nica risa que cabe es sobre los esfuerzos mimticos delcaudillo, sobre el viejo lenguaje y los viejos planteamientos regresados como siaqu no hubiese habido cuatro dcadas de gobiernos civiles. Aqu lo que cabe es

    reconstruir las ideas, darle una patada en el trasero a la Venezuela decimonnica ya la Venezuela sesentona para hacerle comprender que estamos en el siglo XXI.Este pas necesita pensamiento, no abajo-firmantes; esta nacin necesita quien latiente a la grandeza de espritu, no amodorrados en silencio; este pas necesitaquien proyecte un nuevo sistema poltico, no quienes vengan a repetir el viejolenguaje podrido o a convertirnos en objetos de estudio psiquitrico. Hay quecrear nuevos campos de historicidad, para utilizar palabras de Alain Touraine.Ello implica abandonar viejos temas que se insisten en poner sobre el tapeteevitando una discusin seria sobre los nuevos modos del deber ser del cuerposocial.

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    Tiempo entre parntesis

    La creacin de una nueva realidad se le asemeja a los venezolanos a una especiede misin irrealizable para la cual se alega carecer de fuerzas. La palabra solucin

    parece haberse escapado como un errante cuerpo celeste no sometido agravitacin alguna. Ya pensar en las salidas posibles se le antoja una caracterstica

    balda de su antepasado de tiempos histricos terminados. Ya podemos llamar aeste tiempo en el que estamos uno entre parntesis.

    Hoy mira la realidad con cansancio y el pesimismo se establece como un pesadoherraje que impide el poder transformador de la voluntad. El nuevo paradigmacapaz de despertarlo no se asoma o lo hace impotente para sacarlo de las tragediashistricas que lo sumieron en el letargo o es manoseado y escondido debajo de laalfombra por los representantes de un pasado que no volver.

    Es una particular ataraxa que sustituye con imperturbabilidad la condicin alerta.Nos preguntarnos porque el venezolano ha abandonado el papel de descifrador.La insatisfaccin con lo existente parece haber perdido su capacidad de motorizarel viaje hacia fuera del presente ominoso. El venezolano ha perdido la fuerza paraimponer la sumisin de la realidad al orden simblico. Esto es, ha dejado deinterrogarse.

    Este espacio atascado entre dos smbolos que uno slo es y se llama parntesis

    congela y desarticula, se va constituyendo en una especie de limbo donde slocabra esperar una decisin superior que determinara de una vez por todas laduracin del castigo previo al ascenso a nuevas instancias.

    Los dos extremos del parntesis mantienen encerrada a una repblica mientrasalgunos alegan que el smbolo que cierra a la derecha se romper el 26 deseptiembre en un aluvin de man. Desde el lado del poder se mira concomplacencia el tiempo escondido en el parntesis mientras afuera desata unacatarata de hechos y desgarramientos aprovechando el tiempo del parntesis.

    La inaccin caracteriza al tiempo del parntesis. Se conoce por la teologa

    cristiana que el tiempo del parntesis termina, que es apenas un pasaje, pero laconcepcin del tiempo es curva como el enrollamiento de una serpiente sobre smisma que busca la cola para mordrsela como un relato bien escrito con lastcnicas literarias apropiadas. Se insiste en el lado derecho del parntesis y searguye que tiene fecha, que basta la paciencia para salir del tiempo del parntesis.

    En el mundo exterior, por el contrario, el tiempo corre veloz, se apresa, seconculca, se pasa por encima, se arropa porque la repblica est encerrada en el

    parntesis.

    Este pas tiene dos tiempos: el del parntesis donde est encerrada la repblica y

    el de los usurpadores. La pestilencia tiene dos tiempos: la de los gatos queescarban y la de los que la exhiben. Hay dos teoras: la de quienes dentro del

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    parntesis comienzan a sostener que el tiempo no existe y la de quienes nosinterrogamos sobre la interaccin que permita el renacer de la energa.Concluimos que hay que buscar el grupo ms alto de simetras posibles lo quesiempre conduce a energas inimaginablemente altas.

    Es posible que el pas est simplemente empujando el lado derecho de este signoortogrfico-poltico y extendiendo el tiempo del parntesis. Es menester abrir elparntesis, interrumpir el discurso encerrado, dejar claro que el discurso va sobretoda la expresin y no sobre el encierro de un tiempo. Aqu no puede haber nisantos ni patriarcas esperando la redencin del gnero venezolano. Tenemos quequitarnos la placa que nos han colgado al cuello. No podemos seguir ignorandolos entresijos ni evaporndonos con el humo del vila que se quema solo.

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    La obligacin de incidir

    Somos en un pas donde estamos obligados a incidir. Es necesario el recurso de la

    reflexividad, de una profundizacin en nosotros mismos. Atrs deben quedar laantipoltica, la despolitizacin y el individualismo autista. Las nuevas formas del

    pas llaman a la ingerencia. Se trata del ejercicio de una poltica ciudadana, de unarelacin muy distinta del viejo paradigma ciudadanos-autoridad. Hay que inventarnuevas formas de escribir la historia.

    Este viejo cuadro clnico ha conllevado al rebrote de totalitarismos en versionesms o menos renovadas. No obstante, ante el cierre de los canales de lademocracia del siglo XX, y equivalente a la era industrial, surgen por doquiernuevas formas de organizacin que practican una democracia deliberativa. Lacreacin de una nueva democracia para la era postindustrial implicar, implica ya,un traslado de los asuntos sociales hacia las asociaciones democrticas queemergen. Aqu cabe mencionar que el proceso de descentralizacingubernamental es el camino ya asumido y slo una reproduccin extempornea demodelos del pasado se empea en centralizarlo todo, no como una forma deeficacia, sino como una manera de concentrar el poder, lo que permita elestablecimiento de un nuevo Estado totalitario. El ciudadano, es decir, el habitantedel espacio geogrfico que ha abandonado el desinters por los asuntos pblicos,est retado a un acercamiento con el otro, a la construccin de una red decomunicacin que deber extenderse a una red de redes donde los elementos deinters comn permitan la creacin de un nuevo tejido democrtico.

    Nacer as, lo que bien podemos llamar, con propiedad y exactitud, la voz de losciudadanos que crear el nuevo lenguaje, uno por encima de los viejos

    paradigmas en que se mueven los actores tradicionales. Es necesaria la aparicinde lo que en ingls llaman moral commitments, esdecir, las obligaciones moralesque se asumen en el orden de la accin comn. En las democracias aparentes se

    burlan estos propsitos.

    Si un cuestionamiento se hace presente en el mundo que se asoma es al delllamado conocimiento experto en su capacidad de tomar decisiones. Elloconlleva, necesariamente, a un aumento de la intervencin colectiva en un debate

    pblico del cual se alej y al cual las evidentes fallas lo han hecho regresar, estavez para quedarse. Slo que los cauces tradicionales para esa expresin estnobturados y as debe recurrirse a otros medios.

    Si lo queremos decir en palabras ms precisas, para bien, se marcha hacia unapolitizacin creciente. Es una buena noticia porque el abandono del inters por laPolis ha sido la causante de una inmensa cantidad de vicios que han afectado al

    proceso democrtico. La lucha es por eliminar ciudadanos dependientes queesperan del Estado y pronuncian la inefable y daina frase: Es que este gobiernome da. El ciudadano, inclusive ms all de comportarse como tal, estarsometido en el mundo que se asoma a un permanente desafo para que asuma

    deberes en la comunidad socio-poltica a la que pertenece y deber procurar que

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    esa comunidad le reconozca como miembro suyo y le facilite el acceso a losbienes sociales.

    Boaventura de Sousa Santos elabor un modelo que denomin democracia de altaintensidad o democracia emancipatoria. El autor portugus (Limites y

    posibilidades de la democracia, entre otros varios) parte en su anlisis de unademoledora crtica a lo que llama pensamiento democrtico hegemnico. Lobasa en un proyecto de transformacin social mediante la creacin de formas desociabilidad inconformistas, la reinvencin de la ciudadana y la maximizacin dela participacin poltica. El socilogo lusitano describe a la perfeccin las fallasde la democracia tal como la hemos conocido, en su origen terico, en sus

    procedimientos electorales y en sus consecuencias de falta de ingerenciaciudadana, de manera que procede a reelaborar una teora democrtica, lo queevidentemente es absolutamente necesario en el mundo actual.

    Propone una democracia radical socialista y la bsqueda de alternativas

    epistemolgicas para devolver la esperanza de emancipacin. Los adjetivospueden ser redundantes; por ejemplo el adjetivo radicales cada vez ms usado enCiencias Sociales en relacin a la democracia y el adjetivo socialista se puede

    prestar a confusin. En cualquier caso, lo que el investigador portugus exige esuna repolitizacin global de la prctica social, esto es, superar la mera

    participacin electoral, lo que significa identificar relaciones de poder eimaginar formas prcticas de transformarlas en relaciones de autoridad

    compartida. En sntesis, debemos reclamar las tesis de inclusin, losplanteamientos de redencin social y la participacin creciente que conlleve anuevas formas de poder, lo que nosotros hemos denominado las decisionescolectivas.

    No estamos pensando en un modo de democracia directa. En el fondo, la varianterepresentativa ha materializado la posibilidad de la dictadura de las mayoras. Deall la imperiosa necesidad de construir espacios que deliberan e influyen odeterminan las decisiones polticas. Esto es, hay que levantar sujetos polticosabiertos a la diversidad y a la tolerancia, con suficiente poder adquirido yderivado de la prctica de lo deliberativo. He dicho que la democracia es siempreuna posibilidad en camino donde no se congela un ordenamiento institucional ydonde el Derecho no es un simple instrumento de mineralizacin del pasado. La

    poltica, vista as, no es ms que una prctica continua, una transformacin

    incesante marcada por la toma de decisiones de los nuevos actores ciudadanos.Hay una hegemona que, obviando en este instante viejos factores ideolgicos,

    podemos referir a los partidos polticos, como monopolizadores de las prcticasde la democracia representativa. Las prcticas articuladoras de los diversossectores sociales emergentes que deliberan se producir tarde o temprano parahacer saber que termin al fin un predominio abusivo. Siempre aparecer elelemento identificatorio del todo, el que produzca el sentido comn. Laincompletitud de cada sector emergente encontrar la articulacin, una que puedeser circunstancial para el ejercicio de un movimiento de poder, una que puede serde mediano alcance para propsitos de lento perseguir o, inclusive, el nacimiento

    de bases permanentes sobre la cual continuar manteniendo la diversidad. Paralograrlo se requiere de la conformacin de nuevas demandas subjetivas que

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    confluyan mediante un sistema de equivalencias democrticas. No se trata dealianzas sino de un proceso de modificacin de la identidad de las fuerzasactuantes. Esto requiere que ninguna lucha se libre en trminos que afectennegativamente a los intereses directos de otras fuerzas posibles a la articulacin yque subsista la confrontacin de diversas posiciones. Ernesto Laclau, virtual padre

    del trmino democracia radical asegura que la democracia es radical porquecada uno de los trminos de esa pluralidad de identidades encuentra en s mismoel principio de su propia validez, sin que sta deba ser buscada en un fundamento

    positivo que establecera la jerarqua o el sentido de todos ellos, y que sera la

    fuente o garanta de su legitimidad.

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    La demagogia de la solucin concreta

    Tenemos enfrente eso que han llamado socialismo del siglo XXI y hay que

    producir una respuesta que he considerado no puede ser otra que la democraciadel siglo XXI, no sin la aclaratoria sobre la natural presencia de un verdaderosocialismo de estos tiempos en estos tiempos.

    Sin embargo, algunos anuncios que comienzan a circular pareciera entramos en locolectivo sin colectivo, esto es vamos hacia una la concepcin de una democraciacontra s misma, pues no se conjuga en la ciudadana lo general y lo particular, olo que es lo mismo, la asuncin por cada uno del punto de vista del comn desdesu propio punto de vista. En lo que ahora tenemos prevalece la disyuncin: cadauno hace valer su particularidad. Pareciera que estamos en un ejercicio

    profesional de la poltica basado en la demagogia de la diversidad.

    Es necesario rescatar la poltica como fenmeno pensable, en su operatividadcomo acontecimiento. Es decir, liberarla del sentido centrado en una filosofa dela historia y de su carcter superestructural. Acontecimiento es lo que detiene lamera sucesin de los hechos y exige una interpretacin.

    Hay que partir de lo cotidiano para reencontrar lo social. Hay que innovar en lasactitudes y comportamientos y en las bases tericas que los sustentan. Hay queentender las posibilidades del nuevo tejido social para fijar objetivos compartidosque puedan convertirse en propsitos y objetivos de la lucha

    La apuesta fundamental es que hay que innovar o la democracia retroceder. Ladesconfianza en la poltica hay que vencerla y ello pasa por la formacin deciudadanos y por darles a esos ciudadanos un poder que exceda la simple

    participacin electoral.Los cambios hacia una democracia del siglo XXI implican, a mi entender, meterel anlisis en todos los conceptos, inclusive el de libertad. Hemos venidoentendindola como la posibilidad de hacer todo lo que la ley no prohba o lo queno dae los intereses de los terceros y colectivos o la posibilidad de opinar y deexpresarse libremente o de postular o ser postulado a los cargos de eleccin. La

    libertad debe implicar la capacidad de controlar efectivamente a los elegidos paradesterrar los vicios de la democracia representativa, de organizarse en lo quealguien llam sindicalismo de masas y en otro que es el de la capacidad deimaginar, pues esta ltima nos permite convertir la democracia en un campo

    permanente de crecimiento de la libertad misma. El clima de lo que me propongodenominar la libertad creativa impide la conversin de la democracia en uncampo estril agotable como un recurso natural no renovable cualquiera, parahacerlo un recurso natural renovable.

    El principal partidario de la destruccin es el grupo de polticos tradicionales quese niegan a regar la planta o a abonarla, pretendiendo que la planta es as y no se

    le debe intervenir. Tenemos, pues, que ensanchar la libertad creativa, laintervencin directa de los ciudadanos en el control de la gestin pblica y la

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    organizacin social de masas en nuevos tejidos. Todo como una forma derestablecer las instituciones de intermediacin entre el poder y la sociedad, cuya

    prdida es una de las causas fundamentales de la crisis democrtica. Sabemos bien que entraron en crisis todas las instituciones que cumplan ese rol. Losprocedimientos que he estado mencionando restituiran el equilibrio entre un

    poder desbordado e inepto y una sociedad contralora de lo pblico.

    La legitimidad surge del acto electoral, la confianza proviene del convencimientomoral de que un gobierno busca el bien comn. Sin confianza no hay estabilidad.Una mayora electoral no es equivalente a una mayora social. El voto es una

    preferencia, la confianza una sensacin convincente de pertenencia. Frente a lasexigencias sociales no puede producirse una reaccin populista reactiva. Hay que

    partir de una programacin de ejecucin gradual, consistente y constante. Quieredecir, una accin incesante sobre las situaciones. Las mayoras electorales son unasuma de votos. Las mayoras sociales son una suma que se llama pertenencia.

    Hay que revalorizar los principios: los bsicos de la libertad y de la democracia,entendidos no como parabas hechos de granito, sino como un proceso permanentede vuelo hacia la justicia y la equidad. Los relativos a una economa socialinclusiva, con diversas formas de propiedad conviviendo pacficamente. Hay quesacar a flote al Derecho, entendido como una construccin jurdica que procurauna conformacin social para la equidad. Hay que poner sobre el salvavidas laconcepcin de ciudadano que interviene y participa y recurre a toda forma deorganizacin para hacer sentir su voz.

    No podemos seguir considerando a la democracia como algo establecido sobre laque ya no hay nada que decir. Elecciones, Estado de Derecho, independencia delos poderes, respeto y tolerancia, todo eso s, pero el fardo ya no aguanta ms.Hay que renovar todos los conceptos, desde la economa hasta el derecho mismo,desde la concepcin de la poltica hasta el criterio sobre los liderazgos, desde loque se considera un partido y la determinacin de su rol social hasta laorganizacin horizontal de los ciudadanos, desde la participacin permanentehasta una inclusin social progresiva y acelerada. Hay gente que se empea enhacer poltica con los mismos instrumentos y las mismas declaraciones falsas.

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    La ausencia de desafos emocionantes

    El pas venezolano ha dejado atrs los grandes proyectos ahora mirados con unasonrisa picaresca que expresa aturdimiento, desolacin y hasta burla por haberlosconcebido.

    La respuesta es el pragmatismo, uno que no puede ser ledo como negacin de loutpico, ms bien como el desatar de una imaginacin sin carriles, entubamiento ocorss de ortodoxia. El pragmatismo con ideas que reclamo como motor alterno almovimiento venezolano lo concibo como un desafo novedoso al hombre comosujeto y actor de la cultura, como aquel como tantas veces se ha dicho- que seempea en dejar huella.

    En la poltica conseguimos el factor clave de la incertidumbre. La poltica seagot y con ella la forma claramente preferida, esto es, la democracia, dejando elvaco presente. El poder se ha hecho vacuo, es decir, intil, arrastrando consigo alas luchas por obtenerlo, como es lgico en todo proceso de degradacin. Ya nomiramos a las formas polticas de organizacin social como paradigma emergenteque siembre la posibilidad de un objetivo a alcanzar. Parece carecer del envoltoriode las ideas convirtindose en praxis realizada. Hemos vivido de espasmos o deconvulsiones sin conseguir un nuevo envoltorio protector. Hay una ausencia dedesafos emocionantes. El venezolano vive las consecuencias atormentadoras dela falta.

    Quizs como nunca hemos dejado atrs el pasado sin que exista un presenteatrayente. La ausencia de verdades proclama como necesaria la reinvencin delvenezolano, de uno que se debate entre una mirada resignada y un temor hastaahora intraducible a accin creadora.

    El peligro inminente es este poder totalitario que se aprovecha de laincertidumbre. El peligro inminente es la prdida de la voluntad de un venezolanoque preferira dejarse dirigir antes que desafiar de nuevo al pensamiento

    El deterioro de lo social-poltico refuerza pues al venezolano en la incertidumbre.

    El depositario mismo y real del poder se ha hecho indefinible. El temor por elfuturo colectivo se convierte otra paradoja- en una angustia personalizada deautoescondite. Ante la falta de proteccin suplicamos por una, encerrados enenvoltorios de fragilidad pasmosa. El hampa desatada tambin un fenmenoglobal, aunque en algunas partes cohacedora del necesario temor para eldesarrollo de una revolucin- incrementa de manera notable la inseguridadgeneral que hemos llamado incertidumbre. Asistimos, entonces y como parte de laruleta, con factores que siembran incertidumbre en procura de una legitimacinfalsa. Las acciones colectivas se tornan cada da ms difciles y que slo vemosante trastoques polticos puntuales, ante amenazas puntuales, y que de origenestn condenadas a apagarse, como hemos sido testigos en los meses recientes.

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    Seguimos viviendo sembrados en la trayectoria de lo pasado, una que conduce aninguna parte. Hasta la forma de pensar sigue siendo la misma, en una especie de

    parlisis cerebral que nos impide comprender que debemos generar nuevosparadigmas que puedan producir una transformacin de la realidad inmediata.

    El hombre se queda sin los amarres del pasado y sin una definicin del porvenir.Es una autntica contraccin del futuro indefinido. Ante la intemperie elvenezolano est tendiendo a sumirse en la simplicidad. Es necesario producir undesgajamiento de los viejos paradigmas, o para decirlo en otras palabras, se haceindispensable el brote de una nueva cultura, pues han terminado las formas

    polticas democrticas ancladas en los viejos paradigmas.

    Las sacudidas se suceden unas tras otras. Las anteriores convicciones lucendesgastadas, perdida toda su capacidad explicativa y de proteccin. La expresinsobre el deterioro de las instituciones se ha hecho lugar comn, pero las quemuestran debilidad extrema son las polticas, incluidas las llamadas intermedias

    que cumplan el rol de puente entre el poder y la comunidad. De manera que lasviejas formas jurdicas se han deshilachado y los intermediarios han perdido todacapacidad de dar excitabilidad y coherencia, as como han perdido los viejosinstrumentos de coercibilidad, lo que ha llevado a los medios a procurar alzarsecomo los nuevos controladores.

    Las llamadas instituciones muestran una incapacidad manifiesta paratransformarse, ms an, no es transformacin lo que requieren. Frente a un nuevo

    paradigma cultural, an en paales, su rompimiento con la realidad es visible,pues pertenecen a paradigmas superados, parten de la base de una inmovilidadque les es consubstancial. El hombre regido por la institucin desaparece, se haaislado de ella.

    Al futuro no se le pueden dar formas inmviles. Al futuro se le da formaejerciendo el pensamiento bajo la conviccin de una voluntad instituyente en

    permanente movimiento. Es mediante el pensamiento que se puede afrontar ellaberinto propio del siglo XXI, pues la mezcla de elementos previsibles eimprevisibles, fortuitos, causales o indeterminados, replantea con toda su fuerza elcabalgar fuera de dogmatismos.

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    La ruptura de las viejas complicidades

    Ante el cierre de los canales de la democracia del siglo XX, y equivalente a la eraindustrial, surgen por doquier nuevas formas de organizacin que practican unademocracia deliberativa. La creacin de una nueva democracia para la era

    postindustrial o para el mundo global, implicar, implica ya, un traslado de losasuntos sociales hacia las asociaciones democrticas que emergen. El ciudadano,es decir, el habitante del espacio geogrfico que ha abandonado el desinters porlos asuntos pblicos, est retado a un acercamiento con el otro, a la construccinde una red de comunicacin que deber extenderse a una red de redes donde loselementos de inters comn permitan la creacin de un nuevo tejido democrtico.

    Nacer as, lo que bien podemos llamar con propiedad y exactitud, la voz de losciudadanos que crear el nuevo lenguaje, uno por encima de los viejos

    paradigmas en que se mueven los actores tradicionales. Ello conlleva,necesariamente, a un aumento de la intervencin colectiva en un debate pblicodel cual se alej y al cual las evidentes fallas lo han hecho regresar, esta vez paraquedarse. Slo que los cauces tradicionales para esa expresin estn obturados yas debe recurrirse a otros medios.

    Los escpticos arguyen que no hay respuesta colectiva y que la multiplicidad decriterios produce, en cambio, la inmovilidad y la falta de toma de decisiones o, almenos, la prdida de su eficacia. Los realistas arguyen que las decisiones nunca

    resultan neutras, que nada se logra si el colectivo no participa y, finalmente, ponen sobre la mesa el argumento de la autonoma moral; esto es, resultainaceptable que otros tomen las decisiones que afectan nuestras vidas. Por lodems, se gana eficacia con el conjunto decidiendo, slo ejerciendo los derechosse aprende a enfrentar la complejidad de los problemas y la nica forma de evitarque otros decidan por nosotros es inmiscuyndonos. Si participamos en la toma dela decisin se reduce al mnimo cualquier expresin de resistencia social al

    propsito que se busca.

    Hay que afincarse en un proyecto de transformacin social mediante la creacinde formas de sociabilidad inconformistas, la reinvencin de la ciudadana y la

    maximizacin de la participacin poltica. En cualquier caso, lo que se exige esuna repolitizacin global de la prctica social, esto es, superar la meraparticipacin electoral, lo que significa identificar relaciones de poder e imaginarformas prcticas de transformarlas en relaciones de autoridad compartida.

    De all la imperiosa necesidad de construir espacios que deliberan e influyen odeterminan las decisiones polticas. Esto es, hay que levantar sujetos polticosabiertos a la diversidad y a la tolerancia, con suficiente poder adquirido yderivado de la prctica de lo deliberativo. He dicho que la democracia es siempreuna posibilidad en camino donde no se congela un ordenamiento institucional ydonde el Derecho no es un simple instrumento de mineralizacin del pasado. La

    poltica, vista as, no es ms que una prctica continua, una transformacinincesante marcada por la toma de decisiones de los nuevos actores ciudadanos.

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    Hay una hegemona que, obvian