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LA TRIBU DEL NORTE Era una tribu que procedía de Asia, como vivían en una zona casi desértica, pocos árboles, poca agua, escasas lluvias, muy pocos animales para cazar, menos todavía peces para pescar, sus condiciones de vida eran muy duras. Decidieron emigrar al Norte. El jefe Ohuma, alto, fuerte, estaba preocupado por su gente. Aquella semana habían muerto, de enfermedad, tres personas de su tribu. El consejo estaba formado por las trece personas mayores, elegidas entre las familias de la tribu. Ellos habían elegido a Ohuma como su jefe. Como cada temporada, cuando volviera el frío, deberían regresar a sitios más cálidos. Era una tribu nómada! ¡ La hija del jefe de la tribu Thesaré, veía a su padre

La Tribu del Norte

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Trabajo intercentros. Elaboración de un cuento.

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LA TRIBU DEL NORTE

Era una tribu que procedía de Asia, como vivían en una zona casi desértica, pocos árboles, poca agua, escasas lluvias, muy pocos animales para cazar, menos todavía peces para pescar, sus condiciones de vida eran muy duras. Decidieron emigrar al Norte. El jefe Ohuma, alto, fuerte, estaba preocupado por su gente.

Aquella semana habían muerto, de enfermedad, tres personas de su tribu.

El consejo estaba formado por las trece personas mayores, elegidas entre las familias de la tribu. Ellos habían elegido a Ohuma como su jefe.

Como cada temporada, cuando volviera el frío, deberían regresar a sitios más cálidos. Era una

tribu nómada!

¡

La hija del jefe de la tribu Thesaré, veía a su padre cada vez más preocupado. No dormía por las noches, buscaba una solución para su problema. Aura, la compañera de Ohuma, había muerto al nacer Thesaré. Ohuma, había sido su padre y su madre al mismo tiempo, por eso la muchacha estaba tan preocupada por su padre.

Thesaré comentó a su padre que debían viajar hacia el Norte, para buscar mejores condiciones de vida.

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- ¡Padre!, mis amigos y yo pensamos

que sería mejor, buscar sitios mejores

para vivir.

- Eso debería decidirlo el consejo,

¿no te parece?

- ¡Sí, claro!

Ohuma, reunió al consejo de la tribu, para decidir el adelanto del viaje.

- Os he reunido aquí porque ya sabéis que las condiciones vida son muy duras. Las aguas están sucias, tenemos poca comida y nuestra gente se muere por enfermedades. Así pues, propongo que viajemos al Norte cuanto antes.

Uldo, uno de los componentes del consejo que ya era mayor y al que le costaba iniciar un viaje, dijo:

- Siempre hemos viajado más tarde. No sé por qué tanta prisa. Podríamos esperar un tiempo.

Ohuma les respondió con voz solemne:

- Ya sabemos que todos añoraremos nuestra tierra. Pero nuestra salud es lo primero.

Entonces Toshan, el más joven del consejo de la tribu, pero de buenas ideas, insistió

- A mí me parece bien la idea de irnos al Norte.

- Una vez que todos expresaron su opinión, opinión, el consejo decide la marcha.

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Al final el consejo decide su marcha.

Durante la noche, Ohuma mandó a tres de sus mejores exploradores. Los tres exploradores cogieron provisiones para el viaje. Por la noche se despidieron de la tribu y al poco tiempo se perdieron de vista entre las dunas. Los tres intrépidos se llamaban Maluhú, Hiumage y Midaga. Estuvieron andando una semana entera, soportando el calor y el frío, el crudo desierto. Maluhú e Hiumage eran bastante engreídos, pero Mi-daga era amable y sensato.

Después de estos duros siete días, Maluhú dijo:

Ohuma les pide que se preparen para iniciar el viaje.Hizo una asamblea con toda la tribu y les contó:

- El viaje será largo. Cuando llegue-mos vuestra vida mejorará.Pero hasta que eso ocurra, ten-dréis que soportar muchas nece-sidades.Mañana al amanecer será la par-tida.

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- ¡Ya estoy harto! No es por aquí, es por el Este.

Pero entonces, saltó Hiumage:

- ¡Mentira! Ahora hay que girar hacia el Oeste.

- ¡Este!

- ¡Oeste!

Y Midaga les calló:

-¡Basta! No hay que discutir. Iremos hacia el Norte. ¡No se hable más!

Iban caminando tranquilamente hasta que se quedaron sin provisio-nes. Encontraron una serpiente. Entonces, Maluhú dijo:

- ¡Como nos vea, estamos muertos! Midaga, ¡haz algo!

- ¡No hay problema! Buscaremos un palo grueso y la mataremos. Le sacaremos el veneno, haremos una lumbre y... ¡nos la comeremos!

Dicho y hecho. Tuvieron un gran banquete hasta que, con las tripas lle-nas, se durmieron.

A la mañana siguiente, cuando salía el sol, Maluhú se despertó prime-ro. Miró a su alrededor y vio que Midaga había desaparecido. Asustado, despertó a Hiumage y le preguntó:

- ¿Sabes dónde está Midaga?Medio adormilado aún, Hiumage le respondió:

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- ¿Por qué lo preguntas? ¿Acaso no sabes que hemos dormido los tres juntos? Está aquí, a nuestro lado.

Al darse la vuelta, comprobó que Midaga no estaba.

- Tienes razón, ¿dónde se habrá metido?

- No sé. Esperaba que tú lo su-pieses.

Alarmados los dos, se desperezaron y empezaron a llamarle:

- ¡Midagaaa! ¡Midagaaa! ¿Dónde estás? Venga, no nos gastes bromas. No está el horno para bollos.

Silencio. Nadie les respondía.Hiumage propuso a Maluhú:

- Tendremos que salir a buscarlo, porque sin él no nos pondremos de acuerdo en nada.

- Por esta vez, y sin que sirva de precedente, estoy de acuerdo contigo. Pero ya empiezo a tener hambre otra vez. Podemos salir a buscar comida y de paso miramos si encontramos a Midaga. – Respondió Maluhú.

- De acuerdo. Vamos. Apresurémonos. El tiempo es oro.Recogieron sus cosas y salieron hacia un destino incierto.Después de un largo caminar, encontraron entre los matorrales de una duna un trozo del vestido de Midaga.Siguieron caminando hasta que avistaron a lo lejos una mancha azul y otra verde. Conforme se iban acercando descubrieron un magnífico y paradisíaco oasis.

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Después de saciar su sed y comer algunos cocos y un par de piñas sil-vestres, buscaron una sombra para descansar.

Cuando estaban disfrutando de un profundo sueño, Hiumage y Maluhú notaron unos fuertes zarandeos que los hicieron despertar de golpe:

- ¡Despertad, despertad! ¡Tenemos que irnos rápidamente!, grita-ba con voz temblorosa Midaga.

- Pero, ¿qué te ha pasado? ¿Dón-de estabas? Te hemos estado buscando por todas partes – dije-ron Hiumage y Maluhú.

- Más tarde os lo cuento. Ahora no hay tiempo que perder.

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Y, efectivamente, no tuvieron nada de tiempo. Sin poder apenas reac-cionar se vieron rodeados por multitud de hombrecillos de pies gran-des y cabeza pequeña, que apenas levantaban un metro del suelo.Aquellos seres extraños los condujeron maniatados a una inmensa cueva que se encontraba sumergida bajo las doradas arenas del de-sierto. Los seres pequeños eran tremendamente fuertes a pesar de su tamaño y muy raros, por eso Midaga tembló de miedo y corrió rápidamente a avisar a sus compañeros. Los tres exploradores llegaron al subsuelo del desierto y aunque estaban maniatados veían con sus propios ojos todo lo que los hombrecillos tenían: enormes estanterías llenas de alimentos de todas clases, cestos con cantidad de frutos secos y animales metidos en jaulas!, a pesar del miedo que tenía junto a sus compañeros, ahora también estaban sorprendidos de lo que estaban viendo. En la entrada del subsuelo había colocado un letrero que ponía: GAAMUSY . Los seres pequeños hablaban un lenguaje extraño y entre ellos se llamaban gaamusyno y a continuación un número, hablaban un lenguaje diferente y se distinguían entre ellos por un numero porque todos se llamaban igual y por eso Midaga entendió que era el país de los gaamusynos. Eran hospitalarios y les ofrecieron mucha comida y una cómoda habitación. El principal problema era que no los dejaban salir a la superficie y los exploradores necesitaban avisar a su tribu, a su jefe y… ¡NO PODÍAN!, ¡NO SABÍAN CÓMO! y empezó la desesperación…! ¿ Dónde estaremos? Se preguntaban los tres exploradores.

Mientras tanto el jefe Ohuma estaba y inquieto porque notaba demasiada tardanza en el regreso de sus exploradores. Midaga intentó entablar conversación con los gaamusynos pero no se entendían. Maluhú insistió e insistió que les dejaran abandonar la cueva, pero parecía que no les escuchaban. Al caer la tarde Hiumage avistó una olla muy grande que tenían en el centro de la cueva. En torno a ella se reunían todos los seres extraños de aquella tribu, hacían bailes y entonaban unos peculiares cánticos.Por la noche, cuando todos dormían Hiumage consiguió acercase a aquella olla extraña de color de bronce. Descubrió que en su interior albergaba un líquido extraño, de un extraño color que nunca antes había contemplado. Ese líquido maravilloso resplandecía como por arte de magia. Hiumage se quedó asombrado de los destellos que producía.Después de unos segundos en los que permaneció atónito decidió avisar a sus compañeros:

- ¡Maluhú, Midaga!- susurraba para no llamar la atención de los gaamusynos- ¡Des-pertad!

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- Midaga y Maluhú consiguieron despertarse y alarmados por Hiumage le pregunta-ron: - ¿Qué sucede?

Hiumage mediante señas para que guardasen silencio les indicó el camino. Cuando llegaron a la olla los tres exploradores miraron en su interior…Midaga percibía un líquido extraño en el que ella apenas se veía reflejada, a causa de los resplancedientes colores fosforescentes que la deslumbraban …Maluhú al mirar en su interior, distinguía centelleantes destellos que le cegaban como el sol.Temblorosos por lo desconocido, no sabían qué hacer.Midaga se dispuso a tocarlo cuando Maluhú gritó - ¡No lo hagas, podría ser peligroso!Midaga le contestó – Shhh No levantes la voz, no queremos que nos descubran.Hiumage, envalentonado dijo: No os preocupéis, yo lo voy a probar. Si me ocurre algo vosotros seréis los encargados de avisar a nuestra tribu cueste lo que cueste.Midaga no quería mirar, se resistió a ver qué le podía pasar. Maluhú intentó disuadir a Hiumage pero éste no quiso escucharle así que se dispuso a beber aquella extraña y reluciente sustancia líquida.Midaga se tapaba los ojos mientras Maluhú observaba atentamente lo que iba a suceder.Tras unos momentos de expectación no ocurrió nada extraño, fue en ese momento cuando escucharon un ruido y decidieron volver tan pronto como pudieron a su habitación.A la mañana siguiente, los gaamusynos les llevaron unas fuentes repletas de comida, cuando entre ellos hablaban Hiumage parecía entender lo que parloteaban. No cabía en su asombro, tenía los ojos abiertos como platos… Una vez se quedaron los tres solos en su habitación Hiumage les dijo a sus compañeros lo que acababa de acontecer: ¡Midaga, Maluhú! Acabo de entender a los gaamusynos, se preguntaban si la comida nos gustaría.Los días pasaban sin noticias y en la tribu se rumoreaba que Maluhú, Huimage y Midaga habían fracasado, perdiendo incluso sus vidas en la búsqueda de un nuevo asentamiento para el pueblo.Ohuma se mostraba apesadumbrado y parecía que ya había perdido todas las esperanzas en que los exploradores regresaran con buenas noticias. Convocó al Consejo de ancianos para, entre todos, analizar su situación y tomar nuevas decisiones.El Consejo estaba reunido cuando Thesaré pidió intervenir en él.

-Padre, ya no hay jóvenes para enviar nuevos exploradores; y sólo quedan ancianos y niños, algunos muy enfermos. A penas nos queda comida para sobrevivir una semana… (Ohuma, con gesto triste y apagado, se limitó a asentir con la cabeza). Padre, Ancianos… dejad que las mujeres jóvenes salgamos en busca de un nuevo asentamiento.

Thesaré abandonó el Consejo para dejar que tomaran una decisión. Ohuma no quería perder a su única hija, pero entendía que era la única esperanza que les quedaba. Los ancianos estaban de acuerdo y así Uldo se lo comunicó a Thesaré, que pronto reunió a cuatro de las más jóvenes y fuertes mujeres. Tras recoger algunas cuerdas, mantas y largos bastones de madera, salieron del pueblo en la misma dirección que habían tomado Maluhú, Huimage y Midaga.

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Caminaron varios días sin descanso. Por la mañana se guiaban por los musgos de los árboles, cuando atravesaban enigmáticos bosques; y por las noches eran las estrellas las que les indicaban el norte. Thesaré no permitía el desánimo en su grupo de exploradoras y a todas les empujaba el recuerdo de su pueblo enfermo y sin esperanzas.El decimoquinto día llegaron al desierto y al contemplar aquel paisaje desolador les venció el cansancio y se quedaron dormidas, bajo las mantas. En medio de la noche, las exploradoras oyeron extraños cánticos que parecían salir de debajo del suelo. No entendían aquella música, ni la conocían ni la habían oído jamás… Se levantaron en silencio y todas siguieron a Thesaré, que caminaba como si no quisiera mover la fría arena del desierto. Llegaron, siguiendo aquél sonido que salía de las entrañas de la tierra, hasta un oasis. En medio del palmeral había una montaña de piedras enormes y un manantial de agua fresca. Después de beber en silencio, Thesaré y sus exploradoras empezaron a dar golpes con sus enormes y largos bastones en las rocas. De pronto, una de las rocas emitió un quejido_ ¡Ay!..¡ay!, que me haces daño…_ ¿Quién eres? –dijo Thesaré al tiempo que daba un gran salto hacia atrás movida por el miedo._¿Y quién eres tú, que vienes a molestarme y a hacerme daño? –dijo la roca con voz ronca.

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-¿Quien eres?- dijo Thesaré totalmente alucinada.- Pues una roca mágica… mira ésta ¿Quién voy a ser? ¿Y tú? ¿Quién eres?- replicó la roca con su ronca voz. Thesaré tragó saliva y dejó de lado su gran sorpresa -Soy Thesaré, vengo de una tribu de Asia y busco a tres hombres jóvenes vestidos con pieles ¿No los habrás visto?

-Pues ahora que lo dices, hace tres días pasaron por aquí tres hombres que fueron atrapados por los Gaamusynos.-Ga.. ga…¿Gaamusynos?-Sí, son una raza muy extraña que come carne humana. Los tres hombres a los que te refieres les parecieron muy apetitosos.-¡Oh! Es terrible- dijeron todas las exploradoras a la vez. -¿Serías tan amable de decirnos donde está la cueva de los Gaamusynos?- dijo Thesaré.-Sí, claro, las rocas mágicas somos famosas por nuestra amabilidad. Mira, tenéis que atravesar las arenas movedizas, cuando las hayáis pasado, Id sen dirección Norte y encontraréis un agujero en la Tierra. Ahí es donde está la cueva de los Gaamusynos. ¡Tened cuidado!

Thesaré y las exploradoras agradecieron a la roca la información que les había dado y comprobaron que realmente las rocas mágicas son tan ama-bles como todo el mundo dice. Partieron no sin antes pedirle disculpas por haberla molestado y darle un besito en el chichón que le habían hecho con los palos.

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Tras una larga caminata llegaron a las arenas movedizas. Thesaré cogió un tronco de palmera que había tirado en el suelo, lo puso atravesando las arenas mo-vedizas haciendo un pequeño puente, de forma que pudieran pasar sin pe-ligro. Siguieron caminando hacia el Norte, hasta que llegaron a la cueva de los Gaamusynos. Se a somaron un poco, pero la oscuridad era tal, que no lo-graron ver más allá de un palmo de sus narices.

No les quedó más remedió que entrar. Hacía mucho fresquito. Al principio iban guiándose por las paredes, pero poco a poco sus ojos se acostrumbraron a la luz. Un escalofrio les recorrió la espalda al ver que la cueva estaba decorada con calaveras y huesos de humanos Se adentraron más por unas escaleras muy resbaladizas. Cuando llegaron al fondo vieron a ¡Maluhú, Hiumage y Midaga. Unos hombrecillos estaban bailando alrededor de ellos. ! Los tenían atados a un palo! Thesaré dijo a sus compañeras en un susurro – Tenemos que hacer algo, sino los mataran, los cocinarán y se los comerán- Idearon un plan que consistía en que una de las exploradoras distraía a los Gaamusynos, mientras que las demás desataban a Maluhú, Hiumage y Midaga. Cuando lo tenían todo preparado, de repente, sonó una alarma ¡RINRIN-RINRINNN! Oyeron un golpe seco detrás de ellas y supieron lo que estaba pasando. La alarma indicaba que había intrusos en la cueva y un meca-nismo cerraba la puerta. Todos estaban atrapados dentro.

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Las exploradoras ya no sabían como escapar de allí. Se escondieron para no ser vistas, pero los Gaamusynos sabían que en su cueva había huma-nos. Empezaron a buscar por todos lados y por supuesto las encontraron. Las exploradoras estaban aterrorizadas. Las llevaron a una especie de celda donde se encontraban otros seres hu-manos. Había una niña rubita de ojos azules que llamó la atención de Thesaré -¿Cuánto tiempo lleváis aquí?- Le preguntó.-No lo sé exactamente, pero creo que son varios días, desde que me atra-paron en el bosque. Yo estaba recogiendo algunas maderas para llevarlas a casa para calentar el hogar. Mis padres me estarán buscando.- La niña empezó a llorar y Thesaré intentó consolarla sin conseguirlo. Entonces pensó que tenía que hacer algo, pero como no se le ocurría nada mejor comenzó a chillar como una loca, hasta que un Gaamusyno vino para ver lo que pasaba.Thesaré insistió -Quiero ver a vuestro rey, tengo algo que proponerle-. El carcelero le dijo que no estaba en situación de exigir o pedir nada, pero ella le contestó que tenía una gran noticia para su rey. (Todo se lo es-taba inventando, claro, pero era la única oportunidad que había para no ser comidos). El Gaamusyno se fue e informó al rey. Éste permitió la audiencia.Thesaré fue con mucho miedo pero muy dispuesta empezó preguntando -¿Por qué nos tenéis presos en esta cueva? Y ¿Por qué servimos de comi-da? Majestad, todos somos seres humanos, no deberíamos matarnos entre nosotros. Eso es ser animales racionales, no tienes respeto por tu raza. El rey enfadado dijo: -Tú y los tuyos nunca nos habéis ayudado, nosotros no podemos cazar animales grandes, pues nos atacan, vosotros sois más dóciles, y pensáis que con nuestra estatura no somos nada. Por eso os da-mos caza. Thesaré pensó y le dijo al rey. Le propongo un trato. Nosotros les ayuda-mos a conseguir alimento. Usted nos deja libres y les prometemos ayuda siempre que la necesiten y ustedes nos ayudaran también a nosotros cuan-do lo necesitemos. Porque en la raza humana no hay tribus, sexos, ni dife-rencias. Todos debemos ayudarnos para seguir adelante. El rey la vio sincera y con un corazón sano.

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Todos salieron de esa sucia celda y los tres jóvenes también. Se pro-metieron ayuda para todo, ya que los humanos necesitamos a lo largo de nuestra vida a los demás. Siguieron todos con sus vidas, los de la tribu buscando un sitio para vi-vir en cada estación, la roca sorprendiendo al que pasaba siendo amable, los gamusinos con sus cantos extraños, los exploradores explorando, los del consejo reuniéndose para tomar decisiones, la niña rubia recogiendo leña y

Thesaré metiéndose en todo…..pero todos aprendieron a perdonar y a se-guir adelante.

FIN