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UNIÓN CUERPO Y ALMA
El cuerpo constituye parte de la esencia humana, de manera que la materia es un requisito para su
grado de participación en el ser, para la existencia humana. El hombre es cuerpo, pero no sólo es
cuerpo, sino cuerpo y alma. Como ya se ha explicado, es una materia informada por un alma, que
realiza una operación inmaterial a la que todas sus demás potencias sirven. Por lo tanto, su cuerpo
es expresión viva de la totalidad de su ser. Es un ser abierto a conocer. No puede ser sólo alma, ni
sólo cuerpo, sino cuerpo y alma. Pues el que entiende y quiere y siente es el hombre, la persona
humana de modo unitario, todo él, y sólo así es plenamente él mismo.
El hombre no sólo es el que entiende y quiere, sino que además es el que siente. A pesar de que la
operación de entender se realiza sin cuerpo y sentir es con cuerpo, el que entiende es el mismo
que siente.
Sólo siendo un compuesto único es factible que, aunque entender sea sin cuerpo, entienda el
hombre, en cuerpo y alma; y que aunque sentir sea con cuerpo, siente el hombre, en cuerpo y
alma. Si alguien se empeñara en afirmar que el ser humano no es una unidad de cuerpo y alma,
tendría que dar razón de cómo este hombre entiende y siente. Es un mismo yo el sujeto
substancial, y no accidental, de todas sus operaciones.
La unión de ambos no es accidental, sino substancial, por lo que de ella surge un único ser en un
único compuesto. Cierto es que el ser del cuerpo le viene por el alma, pero cuerpo y alma se unen
conformando una única substancia, que es el hombre. El principio material (cuerpo) y el principio
inmaterial (alma) actúan de tal manera que el principio inmaterial es el acto primero por el cual la
persona come, camina, siente, entiende y quiere. Respira gracias a un sistema complejo de
órganos que se relacionan mutuamente, pero, en última instancia, lo hace porque todo ese
sistema tiene un principio vital que lo anima.
Podríamos pensar en un sinnúmero de piezas de dominó ordenadas de tal forma que, empujando
la primera, llegue un momento en que con la caída de una se encienda un fósforo y luego, éste
prenda la mecha de un cohete, que al despegar pincha un globo de cuyo interior cae un peso que
golpea la primera pieza de otra cadena similar, y así hasta alcanzar un último objetivo.
Ciertamente, el cohete despega por la acción de la pieza que enciende materialmente la mecha,
pero ésta depende de otra anterior, y ésta de otra, hasta llegar a la primera de todas. Y ni siquiera
ésta cae por una virtud propia, sino que requiere de un principio distinto a ella para que se
desencadene la secuencia. Algo semejante ocurre con el cuerpo, el cual, como causa segunda,
realiza infinidad de operaciones que dependen de la organización material del organismo, siendo
el alma aquél principio vital que lo permite y lo unifica.
Por otra parte, además de sentir, el hombre entiende. Y para que pueda realizar esa operación
como tal, el acto primero por el cual vive debe unirse a él como su forma. Por eso el alma es
forma. Si el hombre, como unidad substancial que es, entiende, es porque el alma se ha unido al
cuerpo como su forma.
El hombre es lo que dice su definición, y en ella no se incluye solamente el alma ni solamente el
cuerpo. Si se incluyese únicamente el cuerpo, el hombre sería cuerpo, pero decimos del hombre
“animal racional”, y no lo sería si no realizara una operación sin el cuerpo. Al ser racional, el
hombre entiende y, si entiende, no puede ser sólo materia.
El cuerpo humano es cuerpo vivo por el alma, y es humano también debido a ella. Además, al ser
un alma personal, determina de tal modo al cuerpo, que éste pertenece a un hombre particular.
Por eso se dice que gracias a la forma, la materia deviene ente en acto y algo esto. Siempre que
esta alma informe una materia, la especificará del mismo modo, de manera que cada vez que se
una a la materia, surgirá el mismo hombre.
Por esta unión substancial, el cuerpo pertenece esencialmente a la persona y manifiesta su
interior, su inmaterialidad. El yo humano (la persona) se expresa propiamente en una materia
animada por un único principio formal que es el alma, que contiene al cuerpo.
No son dos substancias, sino una, compuesta de dos coprincipios. Si la unión fuera accidental, al
doler el cuerpo, el alma padecería accidentalmente; sin embargo, cuando sucede esto, se
experimenta un sufrimiento del yo, en cuerpo y alma. Si un hombre sufre por un abuso a su
cuerpo, no sufre él de modo indirecto, como si sufriera colateralmente por un daño en un
miembro suyo, más bien sufre su persona, porque él también es su cuerpo. De esta manera, quien
abusa del cuerpo ajeno, no violenta simplemente una materia, sino directamente una persona,
pues la persona humana es también su corporeidad. Si la unión fuese accidental, la persona podría
llevar a cabo una operación intelectual aun cuando tuviera mucha hambre; no obstante,
comúnmente cuando desfallece de hambre, esa misma situación corpórea impide al sujeto pensar.
Y al entender que se tiene hambre, el mismo que la padece es el que entiende que tiene hambre,
es decir, un mismo yo. No es un yo el que tiene hambre y otro el que entiende que la tiene, sino el
mismo hombre. Eso es posible sólo si el alma y el cuerpo se unen conformando un único ser en
una única substancia.
El cuerpo pertenece intrínsecamente al ser del hombre y, por esta unión íntima, todas las
operaciones del ser humano son operaciones espirituales y espiritualizables. Todo en él está
penetrado por el alma y todos los aspectos de su vida poseen una dimensión espiritual, por lo que
la dignidad de su cuerpo no se compara a ningún otro. Nada en el ser humano es puramente
biológico, de manera que sus aspectos inferiores deben subordinarse a los más espirituales.
Realmente es él mismo cuando su cuerpo y su alma forman una unidad íntima, que está dada por
su misma naturaleza y que debe manifestarse en todas sus operaciones. En la medida en que el
hombre se manifiesta como puro cuerpo o pura alma en sus actos, pierde su dignidad y se malogra
así su grandeza. Su vida y su historia se fragmentan y no alcanza la unidad que en ella debiera
manifestarse.
Glosario:
Substancia: Sujeto al que le compete el ser en sí y no ser en otro.