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TEMA 5: LA VIDA AFECTIVA. PSICOLOGÍA DE LA EMOCIÓN
1. La afectividad y el sistema límbico
Nuestra vida psíquica incluye numerosas funciones: intelectuales, capacidad de decidir,
racionales, emotivas, etc. El conjunto de funciones psíquicas que en el lenguaje coloquial
se asocia al “corazón” es el responsable de nuestra vida afectiva.
Se expresa con el término afectividad el conjunto de emociones, sentimientos y
pasiones que los seres humanos experimentan interiormente ante los sucesos o
pensamientos que acaecen durante su vida.
Esta parte de la psicología humana se localiza en una parte del cerebro denominado
Sistema Límbico, que está formado por una serie de estructuras complejas, que se
ubican alrededor del tálamo y debajo de la corteza cerebral. Es el responsable principal
de la vida afectiva, en las que participan el hipotálamo, el hipocampo, la amígdala y otras
áreas relacionadas.
El sistema límbico es una de las partes más antiguas del cerebro en
términos filogenéticos y evolutivos, al que se denominado "cerebro límbico".
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Los afectos, es decir, las emociones se caracterizan por una serie de rasgos generales,
que son los siguientes
A) Son de naturaleza subjetiva, puesto que se viven personal e íntimamente, como algo
particular e intransferible, aunque los demás pueden empatizar con nuestras
emociones.
B) Oscilan generalmente entre dos polos opuestos. Según su naturaleza, pueden
moverse entre la alegría y la tristeza , la atracción y el rechazo, o el placer y el displacer.
C) La emoción se presenta en cambios fisiológicos, es decir, cada emoción tiene su
propia reacción fisiológica: cambios en el sistema nervioso autónomo (aumento del
ritmo del corazón, lo que se denomina como “ponerse rojo”, erizamiento del vello, etc.)
cambios en el sistema nervioso central (activando o inhibiendo la actividad neuronal)
cambios en la secrección hormonal. Su manifestación externa se plasma en el estado de
ánimo de un individuo, que vendría a ser como la estructura general donde se integran
la totalidad de los afectos. Por ejemplo, si en un momento concreto de nuestra vida, el
afecto dominante es la alegría, su estado de ánimo reflejará optimismo y entusiasmo.
D) Las emociones generan una tendencia a la acción, es decir, incluye acciones como la
agresión, la evitación, la curiosidad, etc. Casi todos los sucesos provocan una respuesta
afectiva en los seres humanos. A diferencia de otras funciones psíquicas que son vividas
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menos personalmente, los afectos suelen dejar huellas profundas en el psiquismo,
puesto que su incidencia sobre la vida cotidiana es determinante. Así, se explica que los
afectos positivos perduren en la memoria, siendo difícil su olvido. En cambio, los que
provocaron frustración tienden a relegarse al inconsciente o a sufrir grandes
modificaciones por la acción de los mecanismos de defensa.
E) Actualmente, se entiende la emoción como un sistema de análisis y procesamiento
de la información, esto es, se asume que las emociones ocurren debido a una valoración
(positiva o negativa) de las situaciones en las que cada persona se encuentra.
En suma, el afecto determina la actitud general, ya sea de rechazo, de aceptación, de
huida, de lucha o de indiferencia ante una persona, un acontecimiento o una idea. En
los seres humanos los afectos condicionan sus relaciones interpersonales, ya que
siguiendo su dictado establecemos relaciones de amistad, simpatía, desapego u
hostilidad con las personas que nos rodean.
2. Emociones, sentimientos y pasiones
Hay que distinguir en el hecho de la afectividad tres reacciones posibles: emoción,
sentimiento y pasión. No resulta fácil establecer la diferencia fundamental entre ellas,
puesto que cada autor usa uno u otro término según variaciones tales como el grado o
la intensidad de la reacción, sus vínculos con ciertas alteraciones fisiológicas del
organismo o la duración del estado emocional psíquico. Sin embargo, entre sentimiento,
emoción y pasión existen diferencias, dependiendo de el grado de intensidad con el que
se manifiestan. Se ha dicho que las pasiones son más fuertes que los sentimientos y las
emociones. Mientras el sentimiento es vago y prolongado en su duración, la emoción
no dura casi nada, se evapora enseguida. La pasión tiene una viveza mayor y es
perdurable.
La palabra emoción procede del vocablo latino emovere, que significa sacudir o agitar.
Designa un estado afectivo que se caracteriza por ir acompañado de ciertas alteraciones
corporales. Así, la agitación emotiva se sigue de numerosas manifestaciones físicas que
comunican a los demás el estado afectivo del sujeto. Por ejemplo, ante la emoción de
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vergüenza, el organismo reacciona con el rubor; ante la desconfianza, fruncimos el ceño,
etc. En cuanto a la cuestión sobre el número de emociones, los distintos autores
(Ekman, O’Sullivan, etc) están de acuerdo en que existen una serie de emociones
básicas, elementales o primarias. El psicólogo estadounidense Paul Ekman establece un
total de seis emociones básicas o primarias que son descifrables fácilmente a través de
expresiones faciales determinadas, independientes de la cultura o condición de la
persona. Estas seis categorías básicas de emociones son: Miedo, Sorpresa Aversión, Ira
,Alegría, Tristeza. La siguiente imagen nos muestra estas siete emociones.
Sin embrago, recientes estudios han cambiado el paradigma respecto a cuáles son las
emociones básicas del ser humano. El estudio concluye que no son seis las emociones base,
sino solamente cuatro: alegría, tristeza, miedo y sorpresa, las emociones restantes u otras coo
el desprecio, la aversión u otras serían emociones secundarias. Los resultados fueron
obtenidos mediante la observación de los distintos músculos faciales, que los científicos
han denominado “Unidades de Acción”, involucrados en la señalización de
diversas emociones, así como el tiempo durante el cual cada músculo realiza una
contracción o relajación. Las señales de expresión faciales de alegría y tristeza son
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manifiestamente diferentes de principio a fin. En cambio, el miedo y la sorpresa
comparten una señal base, los ojos totalmente abiertos, al principio de producirse
ambas expresiones. Asimismo, el asco y la ira tienen en común la nariz arrugada en los
primeros instantes en que se emiten. Estas señales podrían ajustarse a una ancestral
señal que emitimos cuando estamos ante un peligro.
Por otro lado, es difícil proporcionar una definición de sentimiento aceptada por todos
los autores. Algunos han llegado a decir que el sentimiento no puede definirse sino tan
sólo experimentarse y, a lo sumo, describirse. En general, el término sentimiento
designa una tendencia afectiva hacia objetos o personas del mundo exterior (aunque
también existen sentimientos sobre uno mismo) que oscila entre reacciones de placer
o displacer.
Se suele distinguir tres tipos diferentes de sentimientos:
1. Vitales: placer, dolor, alegría, tristeza, aburrimiento, etc.
2. Individuales o del yo: egoísmo, altruismo, supervivencia, venganza, etc.
3. Transitivos o sociales: éticos, espirituales, etc.
W. Wundt elabora también una clasificación tripartita, considerando a los sentimientos
como estados que se mueven entre tres pares de fuerzas:
1. Placer-Displacer
2. Excitación-Tranquilidad
3. Tensión-Relajación
Otras clasificaciones establecen dos grandes grupos de sentimientos: los sensuales y los
intelectuales. Los primeros estarían relacionados con los deseos y necesidades
instintivas u orgánicas, mientras que los segundos serían frutos del llamado mundo
espiritual. Dentro de cada grupo, se establecen numerosas subdivisiones; así, por
ejemplo, entre los segundos se pueden distinguir varias clases: religiosos, estéticos,
morales, filantrópicos, etc.
El sentimiento es la suma de emoción más pensamiento. Es la experiencia subjetiva de
nuestra experiencia emocional. Una emoción se transforma en sentimiento en la
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medida que uno toma consciencia de ella. Es decir, en el sentimiento interviene además
de la reacción fisiológica un componente cognitivo y subjetivo. Un sentimiento por
tanto, se da cuando etiquetamos la emoción y emitimos un juicio acerca de ella.
Los sentimientos se dan después de las emociones y, por tanto, no hay sentimiento sin
emoción. Algunos ejemplos de sentimientos son el amor, los celos, el sufrimiento, el
rencor, la felicidad, la compasión. El desarrollo de la empatía también nos va a permitir
poder entender los sentimientos de las demás personas.Como ya hemos mencionado,
los sentimientos son de una duración por lo general bastante larga.
Las pasiones se diferencian de los dos estados anteriores por su grado de intensidad y
la dependencia de la voluntad respecto a ellas. Son tendencias afectivas que se viven
intensamente , de tal manera que el individuo se siente arrastrado por ellas. Por tanto,
poseen tal fuerza que no pueden ser controladas racionalmente. En cierta medida, el
sujeto que sufre una pasión pierde parte de su libertad individual, puesto que la
voluntad apenas puede modificar los comportamientos apasionados. Así, por ejemplo,
un amor o un odio desmedidos terminan por convertirse en pasiones si la voluntad no
consigue imponer un cierto control racional sobre esas conductas afectivas.
A veces, producen alteraciones psicológicas importantes, ya que el individuo tiende a
percibir la realidad según la pasión que experimenta. De esa forma, se produce una
deformación ideológica, ya que todo aquello relacionado con el objeto pasional se
sobrevalora, mientras que lo que está en contra se vive con rechazo o
desinteresadamente. En casos graves, las pasiones no controladas pueden originar
importantes trastornos de conducta.
3. Teorías sobre las emociones
A. La línea evolucionista: C. Darwin
En 1872 Darwin publicó un libro titulado La expresión de las emociones en el hombre y
en los animales. En él Darwin expone sus observaciones sobre las conductas
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emocionales de diferentes especies. Observa sistemáticamente las expresiones faciales,
las posturas, los gestos, etc., en diferentes situaciones (de enfrentamiento, ataque,
miedo, etc.), relacionando dichos datos con su teoría evolutiva de las especies. De todo
ello concluye que las expresiones emocionales se dan no sólo en el hombre, aunque en
él adquieren su máximo desarrollo. Muchas de estas expresiones emocionales se dan
en otras especies. Parece existir una continuidad filogenética, de manera que las
especies más complejas poseen una mayor expresividad emocional.
Dichas expresiones pueden manifestarse sin haber sido aprendidas, como es el caso de
la sonrisa en los niños ciegos de nacimiento, que no han podido observar la sonrisa en
otros rostros. Por último, observa que las conductas emocionales cumplen una función
adaptativa en diferentes especies de animales.
B. Teoría de W. James (1884) y Lange (1885)
La emoción tiene lugar cuando el individuo interpreta sus respuestas fisiológicas o
sensaciones físicas, tales como el aumento de nuestro ritmo cardíaco y los espasmos
musculares. Esto conlleva que cada emoción diferente debe tener su propio patrón
fisiológico.
– “Debo tener miedo porque estoy corriendo y mi corazón late muy deprisa”
El sentido común dice que si perdemos nuestra fortuna, nos ponemos tristes y lloramos;
si nos encontramos con un oso, tenemos miedo y corremos; si somos insultados por un
rival, nos enfadamos y golpeamos. La tesis que defiende James es que este orden
secuencial es incorrecto: nos ponemos tristes porque lloramos, nos enfadamos porque
golpeamos y tenemos miedo porque temblamos. Esta teoria plantea que la activación
fisiológica es una condición necesaria para la existencia de una respuesta emocional.
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C. Teoría de Cannon (1927)
La emoción es fundamentalmente un hecho cognitivo, es decir, esta teoría dice que
sentir emociones y experimentar reacciones fisiológicas, tales como sudoración,
temblor y tensión muscular se producen al mismo tiempo. Además, el conocimiento
de estos hechos es lo que genera determinadas emociones. Cuando nos acontece un
hecho que suscita en nosotros una emoción, lo que sucede es que los impulsos nerviosos
llevan simultáneamente la información a la corteza cerebral y al tálamo; la corteza,
siendo el área del cerebro donde tienen lugar los procesos complejos de pensamiento,
nos hacen comprender si el acontecimiento percibido es una amenaza. Si con la
información que reciben nuestros órganos sensoriales, se descubre que el
acontecimiento no es amenazante, ambas áreas del cerebro se calmarán. Si, por el
contrario, se confirma la amenaza, la reacción emocional habrá tenido una utilidad, al
haber puesto a nuestro organismo en disposición de luchar o huir y causará cambios
fisiológicos (aceleración de ritmo cardíaco, tensión arterial, sudoración, etc.) que
prepararán al organismo para consumir la energía necesaria.
“Tengo miedo porque sé que los atracadores son peligrosos”
D. Teoría de Schachter-Singer (1962)
Esta teoría propone que las emociones se producen, tanto al interpretar las respuestas
fisiológicas como debida a la evaluación cognitiva del hecho que origina esas respuestas
fisiológicas. La forma de interpretar las respuestas determinará la intensidad de las
emociones que sintamos (alta, media o baja intensidad); mientras que la forma de
evaluar cognitivamente las situaciones determinará la cualidad de la experiencia
emocional (si es alegría, tristeza, miedo, sorpresa, etc.)
La intensidad de la emoción está fundamentalmente determinada por los cambios
fisiológicos. Sin embargo, algunas experiencias emocionales parecen producirse sin que
contribuyan aspectos cognitivos (ejemplo: emociones en bebes).
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“Mi corazón late muy deprisa y según lo que sé y lo que veo en las personas de mi
alrededor esto parece ser peligroso, siento mucho miedo”.
4. Dimensiones de la emocion
Las emociones son constructos psicológicos que nos sirven para describir cuatro ámbitos
de la experiencia:
1. Respuestas fisiológicas que preparan al organismo para adaptarse al ambiente. Al
estar emocionado nuestro cuerpo está más activado de lo normal. Por ejemplo,
nuestro ritmo cardiaco está acelerado.
2. Estados afectivos-subjetivos que nos hace sentir de un modo determinado, es decir,
tristes, alegres, enfadados, etc.
3. Expresivos, es decir, comunicamos nuestras emociones a los demás. Si no
tuviéramos emociones nos comportaríamos como meros robots.
4. Funcionales, suponen la respuesta a sucesos importantes de tipo adaptativo y social,
no sólo nos expresamos sino que nuestras expresiones influyen en los demás.
Además, las distintas emociones cumplen una función positiva o negativa en nuestra
relación con el entorno en el que nos desenvolvemos. Si pensamos en la emoción de
la alegría, por ejemplo, se trata de una emoción que genera en nosotros un estado
positivo que nos induce a sentir un estado de bienestar y de activación en cuanto a
la realización de tareas o actividades. En cambio, la tristeza es una emoción negativa
en tanto que irumpe en la conciencia con un matiz desagradable, de desánimo, de
abatimiento, de impotencia que nos lleva a una reducción de nuestra activación
fisiológica. Alegría y tristeza son emociones antagónicas. Si pensamos en la ira, nos
encontramos ante una emoción que surge cuando una persona se ve sometida a una
situación de frustración o que le resulta aversiva. Puede generar un estado de
hostilidad hacia los demás o hacia las cosas. Por su parte, el miedo es una emoción
producida por un peligro inminente y se encuentra asociada al estímulo que lo
genera. Se trata de un estado emocional negativo o aversivo que genera una
activación muy elevada a nivel fisiológico (eleva el ritmo cardiaco) y también tiene
una función motivadora relacionada con la supervivencia. En el caso de la sorpresa,
podemos decir que se trata de una emoción básica muy singular dado que no tiene
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una emoción antagónica, que surge ante lo inesparado o lo desconocido y se trata
de una reacción afectiva indefinida a priori, que puede generar alegría, tristeza o
indiferencia.
5.Trastornos de la afectividad
El control de las emociones no resulta cosa fácil. En nuestra vida cotidiana, la afectividad
ocupa un importante lugar, nuestra relación con el mundo físico y con la sociedad está
impregnada de afectividad positiva o negativa. Las causas por las que ciertas personas u
objetos nos producen atracción o repulsión, obedecen a factores tanto genéticos como
ambientales. Así, cierto sentimiento de miedo puede ser provocado por una causa
innata relacionada con el instinto de supervivencia o, al contrario, por una experiencia
personal que nos dejó profunda huella y que condiciona nuestras respuestas temerosas,
cuando aparece de nuevo el estímulo que las desencadenó en su origen.
Numerosos trastornos conductuales y psíquicos tienen su causa en una inapropiada
vivencia de los afectos. Se entiende por estabilidad afectiva el equilibrio que muestra
un sujeto entre su disposición psíquica y su conducta afectiva externa sin que se
produzcan disfunciones entre ellas. Una persona emotivamente estable disfruta de un
alto nivel de autoconfianza y, por regla general, muestra conductas de socialización,
integrándose plenamente en la convivencia grupal. Sin embargo, muchos trastornos
conductuales se hallan relacionados con la vida afectiva. Algunos de los más importantes
son:
1. Indiferencia emocional. Cuando se producen respuestas débiles ante estímulos
emotivos. En casos extremos, el sujeto es incapaz de emocionarse ante actos terribles o
cargados de afectividad. Este estado se define por una inhibición de los afectos; las
personas que lo padecen se muestran distantes y sin sentimientos, no emocionándose
ni ante los acontecimientos externos ni ante las circunstancias dolorosas o placenteras
de las personas que les rodean.
2. Dependencia afectiva. Se produce cuando una persona muestra ansias incontrolables
por querer y ser querido. Se distingue del estado normal en que dicha persona lleva
hasta el paroxismo ese deseo legítimo y natural. Puesto que se siente insegura, sufre
crisis de angustia y miedo irracional ante el temor de perder el afecto de las personas
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que la rodean. Los celos o la obsesión por acaparar todos los afectos de la pareja son
reacciones típicas de los dependientes afectivos.
3. Trastornos maníaco–depresivos. Se caracterizan por una alternancia cíclica entre
fases de hiperactividad mental y periodos depresivos. Los individuos que los padecen
pasan de un estado afectivo a su contrario en cortos espacios de tiempo.
4. Descontrol emotivo. Caracterizado por una desproporción entre la respuesta emotiva
del sujeto y el estímulo causante de la misma. Puede manifestarse bajo dos formas: o
bien se da una respuesta intensa ante un estímulo insignificante, o por el contrario,
apenas se reacciona afectivamente ante hechos trascendentales.
5. Depresión. La tristeza extrema presenta una actitud incapacitante, presentando un
cariz psicopatológico próximo a la depresión que nos lleva a tener una actitud pesimista
y de desinterés en todos lo ámbitos de nuestra vida. También puede generar un estado
de melancolía ante la realidad. Se dice que las personas melancólicas son personas
creativas en algún aspecto de la Cultura.
6. Factores en la vida afectiva
En la exteriorización de las emociones y sentimientos influyen factores de variada
índole. De manera global, los podemos dividir en tres grandes clases: genéticos,
educativos y culturales.
Desde el punto de vista hereditario, conviene distinguir entre aquellos comunes a la
especie humana y aquellos otros que son exclusivos de un individuo. Así, cuando
estamos irritados, fruncimos el ceño y apretamos los dientes; cuando sentimos un
miedo intenso, se nos eriza el vello. Estas reacciones no son exclusivas de una sola
cultura; al contrario, se dan en todos los pueblos de la tierra. Lo mismo sucede con la
risa, el llanto, etc. Estos tipos de conducta son, pues, reflejos. Su origen está en el
desarrollo evolutivo del ser humano.
Ahora bien, las características hereditarias de cada individuo concreto también influyen
en su afectividad. Según sean aquellas, tenderá cada uno a emocionarse con mayor o
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menor facilidad y a decantarse hacia unos u otros comportamientos afectivos. Sin
embargo, la carga genética nada podría sin la influencia del medio ambiente. En ese
sentido, la educación recibida juega un importante papel. La historia personal de cada
individuo influye notablemente en el conjunto de nuestras reacciones emotivas. Según
se hayan reforzado unas u otras conductas aumentará o disminuirá su repetición en el
futuro. Asimismo, la cultura y la historia de cada sociedad condicionan
mayoritariamente la expresión de nuestros sentimientos. Se afirma que la cultura
japonesa es menos expresiva en lo que respecta a la expresión de las emociones que la
cultura española.